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"EL CABALLITO" HISTORIA Y SITIOS QUE OCUPÓ. La estatua ecuestre de Carlos IV, El Caballito, dentro del claustro de la que fue Pontificia y Nacional Universidad de México, ubicada entonces junto al Mercado del Volador. Este fue el sitio que ocupó la escultura a partir de 1823, una vez que fue removida del Zócalo capitalino al consumarse la Independencia de México en 1821. Esta excepcional estampa es obra de Pietro Gualdi y gracias a ella podemos tener idea de como era el bello edificio que ocupaba entonces la Universidad. También se debe hacer notar que del lado izquierdo de la imagen y detrás de un enrejado de madera, parece encontrarse la escultura de la diosa Coatlicue , que había sido trasladada a ese sitio en 1790, después de ser descubierta en las cercanías de la Acequia Real ANTECEDENTES. A muchos de los que nos tocó vivir en el Distrito Federal, es posible que con certeza hubiésemos creído que la estatua ecuestre de Carlos IV, el famoso Caballito de Manuel Tolsá, siempre estuvo en la intersección del Paseo de la Reforma, Avenida Juárez y Bucareli, tal como lo vimos desde nuestra niñez, en nuestra juventud y en nuestra madurez. Para el que esto escribe, quizá para fines de los años 40, alguna vez vio en el periódico El Universal, la imagen de la plaza elíptica con el Caballito de Tolsá al centro y ubicada en pleno Zócalo, pero salvo este efímero recuerdo siempre reconoció la estatua como un inconfundible y permanente punto de referencia u orientación cuando

El caballito

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"EL CABALLITO" HISTORIA Y SITIOS QUE OCUPÓ.

La estatua ecuestre de Carlos IV, El Caballito, dentro del claustro de la que fue Pontificia y Nacional Universidad de México, ubicada entonces junto al Mercado del Volador. Este fue el sitio que ocupó la escultura a partir de  1823, una vez que fue removida del Zócalo capitalino al consumarse la Independencia de México en 1821. Esta excepcional estampa es obra de Pietro Gualdi y gracias a ella podemos tener idea de como era el bello edificio que ocupaba entonces la Universidad. También se debe hacer notar que del lado izquierdo de la imagen y detrás de un enrejado de madera, parece encontrarse la escultura de la diosa Coatlicue, que había sido trasladada a ese sitio en 1790, después de ser descubierta en las cercanías de la Acequia Real

ANTECEDENTES.

A muchos de los que nos tocó vivir en el Distrito Federal, es posible que con certeza hubiésemos creído que la estatua ecuestre de Carlos IV, el famoso Caballito de Manuel Tolsá, siempre estuvo en la intersección del Paseo de la Reforma, Avenida Juárez y Bucareli, tal como lo vimos desde nuestra niñez, en nuestra juventud y en nuestra madurez.Para el que esto escribe, quizá para fines de los años 40, alguna vez vio en el periódico El Universal, la imagen de la plaza elíptica con el Caballito de Tolsá al centro y ubicada en pleno Zócalo, pero salvo este efímero recuerdo siempre reconoció la estatua como un inconfundible y permanente  punto de referencia u orientación cuando trataba de ubicar algún sitio o una dirección. También le resultó paso obligado y necesario en muchos cientos de ocasiones, pero ya en los años 60 y 70, ya fuera para incorporarse al Paseo de la Reforma, Bucareli o Avenida Juárez cuando circulaba en auto desde la avenida de San Cosme o por Guerrero a un costado del Jardín de San Fernando. Al pasar frente a él, apenas si de reojo le daba una mirada, pues su vista estaba bien fija en el verde del semáforo o en el auto que le precedía o le antecedía. Después de todo vivir en la Ciudad de México, D.F. (DeFiendete) en aquellos años ya no era precisamente una dicha y la selva de asfalto cubierta ya por miles y miles de vehículos, parecía querer asfixiar aquella pequeña isleta de forma irregular que a duras penas le habían permitido ocupar al otrora orgulloso Caballito.

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Pero mejor dejemos a un lado mis recuerdos del Caballito y tratemos de recorrer, al trote, los distintos puntos de la ciudad que ocupó y las razones por las que fue construido y después trasladado varias veces de su sitio.

La proclamación en 1788 de  Carlos IV, como nuevo Rey de España, dio lugar a que don Ignacio Costera  y don Bernardo Bonabia  hicieran la propuesta al Virrey de Revillagigedo de construir dos estatuas ecuestres en honor tanto del nuevo Rey Carlos IV, como de su antecesor  Carlos III. Por falta de recursos solamente pudo construirse una de ellas, Ia de Carlos IV, y fue colocada en la Plaza Mayor sobre un pedestal de mármol, pero tuvo que ser  tallada en madera  por Santiago Sandoval,  indígena deI barrio de Tlatelolco. Como era de esperarse esta estatua tuvo una corta duración y al cabo de dos años se encontraba prácticamente destruida.

Para eI 12 de julio de 1794, un nuevo virrey llegó a la Nueva España, don Miguel de Ia Grúa Talamanca, Marqués de Branciforte que había dejado muy mala reputación en España, por una serie de actos de corrupción que indujeron a Carlos IV a llamarle fuertemente Ia atención. Para congraciarse con el rey,  Branciforte envió una carta solicitándole que accediese a que  en Ia Plaza Mayor de México se Ie erigiese una nueva estatua ecuestre en bronce, que substituiría a Ia anterior ya desaparecida. En aquella  carta se decía que la escultura tendría un costo de 18,700 pesos, pero que serían cubiertos en su totalidad  por el mismo virrey. Anexos se enviaron los proyectos de Ia escultura y deI pedestal que habían sido diseñados por el arquitecto y escultor don Manuel Tolsá, por aquel entonces el Director de Escultura en Ia Real Academia de San Carlos.

CARLOS IV.-

¿Pero quién fue Carlos IV? ¿Tuvo algo que ver con México?

En realidad no tuvo nada que ver, veamos quien fue, antes de continuar con la historia de su escultura ecuestre.

En la próxima imagen pueden ver un cuadro pintado por Goya que se exhibe en el Museo del Prado de Madrid, en donde aparece Carlos IV con toda su familia

Carlos IV, fue hijo y sucesor de Carlos III, gobernó a España de 1788 a 1808 y fue un monarca mediocre, totalmente sometido a los caprichos de su esposa María Luisa de Parma, mujer de poco talento e intrigante, y ligera de conducta.Tuvo como favoritos al Conde de Floridablanca que heredó de Carlos III y luego a Manuel Godoy en 1792. Su reinado se vio mediatizado por la política exterior de Francia, entonces en estado de permanente revolución. Los primeros años marcarían la política española sus ministros Floridablanca y el Conde de Aranda, pero a partir de 1793 la fuerte personalidad de Godoy se impuso y fue quien optó por inclinarse hacia el directorio francés, con lo cual quedaba vinculado a la revolución y más tarde a Napoleón I, en lugar de optar por el apoyo a Gran Bretaña en contra de Francia.

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Carlos IV se sometió por completo a Napoleón quien quiso utilizar la Armada Española contra los ingleses, pero ésta se dirigió a Cádiz a donde los persiguió Nelson y se enfrentaron en Gibraltar a los ingleses perdiendo la batalla la alianza franco-española.La corte española se encontraba en Aranjuez y acordaron con Godoy la partida hacia Andalucía pero el pueblo se amotinó contra Godoy y el rey abdicó el 19 de marzo de 1808 en favor de su hijo el Príncipe de Asturias, que se convirtió en Fernando VII.

El breve esbozo de lo que fue el reinado de Carlos IV, nos permite ver con claridad, que nunca hubo razón, ni méritos, para que fuera levantada en México una estatua ecuestre en su honor y que mucho menos ocupara un lugar al centro de la Plaza Mayor o como sucedió tiempo después en 1852, ya cuando México era una República, que fuera trasladada a la glorieta principal que marcaba el inicio del entonces denominado Paseo de Bucareli. Pero sigamos con la historia de la estatua ecuestre y ya encontraremos después las razones que motivaron su conservación y su trascendencia a través de los años.

Como esperaba el Virrey Branciforte, por conducto de Manuel Godoy se recibió la contestación a su solicitud en una carta fechada el 15 de marzo de 1796 en Jerez de Ia Frontera. En ella el rey aceptaba que fuese erigida Ia estatua.

MANUEL TOLSÁ.-

Tres meses después, cuando llegó Ia carta a México, el virrey nombró a Manuel Tolsá coordinador de Ia obra, y a don Juan Antonio González Velázquez, Director de Ia Real Academia de San Carlos, para que efectuase Ios planos de Ia gran plaza que serviría de marco a la singular estatua de Carlos IV.La siguiente etapa consistió en conseguir los fondos para financiar la obra, por lo que el virrey mandó organizar numerosas corridas de toros, superándose con facilidad la meta fijada y llegar a más de 50,000 pesos, reuniéndose gracias al apoyo brindado por varias instituciones y Ias aportaciones de Ia gente acomodada.  Por consiguiente, el Virrey de Branciforte, contrario a lo prometido a Carlos IV en su misiva, no gastó un solo real de su bolsillo.