El Cine Mexicano de La Edad de Oro

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    El cine mexicano de la edad deoro y su impacto internacional

    MARICRUZCASTRO-RICALDE*

    * Instituto Tecnolgico y de Estudios

    Superiores de Monterrey, Mxico

    Correo-e: [email protected]

    Recibido: 9 de octubre de 2013

    Aprobado: 3 de diciembre de 2013

    Resumen: A partir de una investigacin documental en publicaciones

    peridicas de Argentina, Colombia, Cuba, Chile, Estados Unidos, Hondu-

    ras, Mxico, Nicaragua y Venezuela, este artculo demuestra el inters

    que el cine mexicano producido entre 1936 y 1956 provoc en los espec-

    tadores de Hispanoamrica y Estados Unidos, al igual que la presencia

    de actores, cineastas, temas y personajes de otros pases hispanohablantes

    en la industria cinematogrfica mexicana durante la denominada edad

    de oro del cine mexicano. Se constat la influencia de este cine en la

    conformacin de la identidad cultural de los mexicanos y su proyeccininternacional.

    Palabras clave: historia del cine; artes visuales; arte mexicano; cultura

    mexicana.

    9

    LACOLMENA82

    abri

    l-junio

    de2014

    pp.

    9-16

    ISSN1

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    Una visita por la Amrica hispana paracualquiera que sea mexicano, o haya residido en estepas durante algn tiempo, provoca un sentimiento

    de familiaridad que va ms all de la conviccin de

    que an persisten los ecos del proceso de latinoame-

    ricanizacin afianzado a mediados del siglo XX. En

    Bogot, Caracas, Santiago de Chile o Lima se puede

    tomar tequila, escuchar mariachi, ir a restaurantes

    de comida mexicana o poder solicitar, en sitios no

    especializados, guacamole o salsa picante. Es decir,

    hay una presencia significativa de la cultura mexi-cana, constatada no slo por la gastronoma, sino

    por imgenes de Frida Kahlo, iconografa relaciona-

    da con la Virgen de Guadalupe, sombreros charros,

    msica ranchera e, incluso, narcocorridos. Lo que

    los mexicanos consideran sus smbolos nacionales,

    en muchos casos, forma parte de la vida cotidiana en

    otros pases de Amrica Latina. Llama la atencin,

    sin embargo, la falta de reciprocidad.

    La discusin de los medios de comunicacin globa-

    lizados y el comportamiento de los flujos de los patro-nes culturales suelen construirse en trminos binarios:

    en un extremo, los Estados Unidos (u otro gran cen-

    tro irradiador) y en el otro, el resto del mundo. La

    mayora de los estudios acadmicos tienden tanto

    a formular esta situacin en trminos de contex-

    tos de hegemona y subalternidad como a ignorar las

    complejidades de los flujos mediticos en Latinoam-

    rica sobre todo en el periodo que va de los aos

    treinta a los cincuenta del siglo XX. Sin embargo,como advierte Paulo Antonio Paranagu, la historia

    de las cinematografas de esta regin avivan mitolo-

    gas capaces de trascender las fronteras, mucho antes

    del auge de las telenovelas y la World Music (2003:

    106). O bien, como asienta Seth Fein: la lgica tras-

    nacional de la economa cultural de hoy no es un

    fenmeno enteramente nuevo (2001: 161).

    Durante la edad dorada del cine mexicano, un

    periodo que abarca ms o menos entre 1936 y 1956,

    la industria flmica azteca se convirti en una de las

    ms prolficas en el mundo y ejerci una influen-

    cia decisiva en la construccin de una cultura y una

    identidad nacional para los mexicanos. Esta po-

    ca ha llamado la atencin de los estudiosos que han

    observado la centralidad de su rol en la construccinde una comunidad nacional imaginada (Anderson,

    2007), conseguida por el empleo singular de gneros,

    narrativas, arquetipos, sonidos e imgenes. Estos cr-

    ticos han enfocado sus argumentos en el concepto

    del proyecto nacional mexicano y su representacin;

    es decir, sus smbolos, historia y geografa como ele-

    mentos configuradores de una identidad, gracias a la

    cual un mexicano se senta en su suelo y frente a

    otro sujeto que consideraba su igual. Carlos Monsi-vis sostiene que el pblico de ese momento plagiaba

    del cine y llevaba situaciones, personajes y emocio-

    nes a su vida cotidiana. La mexicanidad se aprendi

    gracias a las dobles y triples funciones cinematogr-

    ficas (Monsivis, 1995; Noble, 2005).

    Slo de manera tangencial, algunos investigado-

    res han documentado el inters que este cine provoc

    entre los espectadores de habla hispana fuera de las

    fronteras nacionales y no slo entre las audiencias

    mexicanas; pero, a excepcin de algunos estudios decaso, se ha indagado muy poco sobre el impacto que

    tuvo a nivel internacional. Aurelio de los Reyes decla-

    r en 1987: Est por hacerse [] el estudio del cine

    mexicano como conquista [que] ha impedido y obs-

    taculizado el desarrollo de las expresiones cinemato-

    grficas nacionales, pero tambin como un fenmeno

    de identidad latinoamericana (p. 182); observacin

    que sigue siendo vlida an ahora.

    El consumo y la recepcin de este cine es un fen-meno que involucra un gran nmero de factores, segn

    el lugar del mundo en el que haya ocurrido. Por ejem-

    plo, en la Amrica hispana, el cine mexicano fue con

    el que se identific la mayora de los pblicos, a pesar

    de que Hollywood era la industria dominante;1porque

    1 Julia Tun ha documentado que si bien las clases popularespreferan los filmes mexicanos, el 69% de la programacindel Distrito Federal [era] norteamericana [] el cine de Ho-llywood [era] apreciado crecientemente, sobre todo en lasciudades (2000: 21).

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    las representaciones que las pelculas hollywoodenses

    proyectaban sobre Latinoamrica incomodaban a los

    espectadores de esas latitudes por sus imprecisiones,

    inexactitudes o, de plano, sus falsedades. En cambio,

    el pblico hispanoamericano senta que las historiasmexicanas de celuloide eran mucho ms cercanas a

    su sensibilidad, a su manera de ser, a su cotidiani-

    dad. En Estados Unidos, en ciudades como Los nge-

    les, muchos inmigrantes suspiraban con nostalgia y

    alimentaban sus fantasas de regresar a su suelo natal

    gracias a estas pelculas. Si lo mexicano comenz as

    a formar parte del panorama cultural de la zona de

    Los ngeles, otras ciudades que alojaron a la dispo-

    ra latinoamericana, como Nueva York, fungieron comoplataformas que visibilizaron las polticas del buen

    vecino (Castro e Irwin, 2011).

    El hecho de que Argentina y Espaa tuvieran una

    infraestructura de produccin de cierto peso convir-

    ti a estos pases en un caso distinto. Ambos vieron

    a Mxico como un competidor que, como en efecto

    sucedi, poda imponerse aun en sus propios merca-

    dos. En la prensa argentina de la poca era usual leer

    declaraciones como sta: Mjico, convertido en la

    nueva Meca del cine de habla castellana, sigue atra-yendo a nuestras figuras mientras sus pelculas con-

    quistan ms xito cada da entre nosotros (Sintona,

    1945: 86). En Europa, adems de Espaa, las reper-

    cusiones tambin fueron peculiares. El triunfo de

    Mara Candelaria (1944) en el Festival de Cannes en

    1946 posicion la esttica del equipo de Emilio Fer-

    nndez, la cual aliment las fantasas del viejo con-

    tinente, que fortaleci, de este modo, sus ideas sobre

    el exotismo de la Revolucin. Tal estilo funcion muybien en Francia, Italia, Checoslovaquia y, sobre todo,

    en Yugoslavia.

    Durante la primera mitad de la dcada de los

    cuarenta, la nica opcin cinematogrfica viable

    era Mxico, ya que se haba hecho casi imposible

    promover una industria en los pases ms peque-

    os, como Cuba o Chile, cuyos empresarios apenas

    haban conseguido realizar unas pocas produccio-

    nes en su tierra. Cuba, por ejemplo, slo film un

    total de ocho pelculas entre 1941 y 1945 (Douglas,

    1996), un nivel de produccin que Chile apenas

    super (Ossa Coo, 1971). Prcticamente ningn otro

    pas contaba con un historial de exportacin.

    Al ser Mxico el productor cinematogrfico

    ms grande de Latinoamrica, llegaron a l intr-pretes, realizadores y tcnicos de los lugares ms

    diversos. El siguiente listado, por dems incomple-

    to, lo ejemplifica: Sofa lvarez, Alicia Caro, Ana

    Mara Campoy, Alicia Neyra, Jos Glvez (Colom-

    bia), Crox Alvarado (Costa Rica), Mapy Corts,

    Blanca de Castejn (Puerto Rico), Irasema Dilin

    (Brasil), Mara Teresa Squella, Sara Guasch, Mal

    Gatica, los guionistas y realizadores Jos Ch

    Bohr

    2

    y Tito Davison (Chile), Clifford Carr, IrvingLevy, Norman Foster, Rosita Forns, Rebeca Itur-

    bide3(Estados Unidos), Julin de Meriche y el pro-

    ductor scar Dancigers (Rusia), Miroslava Stern

    (Checoslovaquia), Wolf Ruvinskis (Letonia), Esta-

    nislao Shilinsky (Lituania), Medea de Novara, Char-

    les Rooner (Austria), Joan Page y Jacqueline Evans

    (Inglaterra), Christiane Martel (Francia) y Fernanda

    Wagner (Alemania).

    Empresarios de otros pases buscaron levantar

    proyectos conjuntos, ya que en sus naciones de ori-gen no exista la infraestructura o no contaban con

    las estrellas necesarias para hacer rentable la taqui-

    lla. Esto ocurri, por ejemplo, en Venezuela, Cuba y

    Espaa. El resultado deton una de las muchas con-

    tradicciones registradas entre la industria mexicana

    y la de otros pases hispanohablantes, toda vez que

    al atraer a inversores forneos, las dems cinemato-

    grafas se debilitaron de modo considerable.

    2 Bohr naci en Alemania y se educ en Chile; film en ambospases, en Hollywood, Mxico y en Argentina (Dueas y Flo-res, 2000: 41).

    3 Los cruces internacionales tambin son evidentes en la figurade los mismos artistas. Estos dos casos lo muestran: RositaForns creci en Cuba pero naci en Nueva York. Rebeca Itur-bide naci en El Paso solamente porque el trabajo de partosorprendi a su madre en el puente internacional, cuandoella y su esposo iban de regreso a Mxico. Les pareci msfcil volver a El Paso para el alumbramiento. Este hecho fueconstatado por la actriz misma, segn la informacin del in-vestigador Rogelio Agrasnchez Jr.

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    Un lugar comn es la certeza de que Mxico era

    el nico capaz de enfrentar el poder de Hollywood en

    los mercados de habla hispana. El alcance de esta

    aseveracin es limitado y produjo un sentimiento

    ambivalente, pues como ya apunt, generaba unaidentificacin mayor que las historias originadas des-

    de Estados Unidos. Esto provoc el orgullo de que un

    pas latinoamericano fuera capaz de producir pelcu-

    las de calidad, que atrajera multitudes y tuviera un

    impacto real en todo el hemisferio. Aunque, a la par,

    afloraban muestras de resentimiento ante tal xi-

    to en Sudamrica y Espaa, donde a los producto-

    res mexicanos se les reprochaba que a causa de su

    industria hubiera desaparecido o se hubiera debilita-do la propia. Las publicaciones peridicas no mexica-

    nas expresaban cierto malestar de que no existiera la

    ms remota posibilidad de que floreciera una indus-

    tria a nivel local. Se celebraba que triunfaran histo-

    rias habladas en nuestro idioma, pero se deploraba

    que la industria cinematogrfica mexicana funciona-

    ra como un imperio, al estilo de Hollywood (Castro e

    Irwin, 2011).

    Mediante su cine, Mxico se promova como imagen:

    sus costumbres y cultura, sus paisajes y atracciones

    tursticas, su estatus como lder en tecnologa y como

    el pas ms moderno de Latinoamrica. Esta oportu-

    nidad sencillamente no exista para ningn otro pas

    de la regin. Mientras que las campesinas ecuatoria-

    nas, los pescadores nicaragenses o las amas de casadominicanas se enamoraban de los apuestos charros,

    la sensualidad de las rumberas, el romanticismo de

    los cantantes de boleros, y admiraban los imponen-

    tes monumentos, las zonas arqueolgicas o diversos

    episodios de la Revolucin Mexicana, nadie fuera de

    sus pases de origen poda mencionar un equiva-

    lente de esas imgenes icnicas. El resultado fue que

    no slo no se desarroll ningn tipo de afecto por

    sus respectivas tierras, como s aconteci con Mxi-co, sino que ecuatorianos, nicaragenses o domini-

    canos saban bien que ninguno de sus pases poda

    aspirar al estatus que Mxico posea gracias a la for-

    ma en que su cine haba contribuido a la difusin de

    su cultura. Voy ms all, Mxico estableci los tonos

    y los estilos, la naturaleza de los repertorios y una

    esttica a los cuales se acostumbraron las audien-

    cias. Los gustos y las expectativas fueron modela-

    dos por esta industria.

    Si el cine del Indio Fernndez obtuvo xito antela crtica y fue visto como el emblema de nuestro

    nacionalismo, la popularidad que gan ante las

    masas se le atribuye a su vnculo con los modelos

    de Hollywood. La sofisticacin de sus estrellas, con

    su elegante vestuario y glamoroso estilo de vida, la

    cobertura permanente de la prensa, pendiente de

    sus apariciones en centros nocturnos y sus extrava-

    gancias acercaban a las audiencias de habla hispa-

    na, muchas de ellas en plena depresin econmica,a un sueo que despertaba ecos diferentes, ms

    comprensibles que los que provenan de la industria

    estadounidense. La bonanza econmica de ciuda-

    des que haban sido tan boyantes como La Haba-

    na, Madrid y Buenos Aires se desvaneci entre la

    dcada de los treinta y los cuarenta. Justo el periodo

    en que comenzaron sus giras apotesicas Tito Gu-

    zar, Mara Flix, Jorge Negrete o Dolores del Ro. Lo

    anterior junto con las noches de gala que encabe-

    zaron los ltimos en Madrid y la fastuosidad de lasCinefilia sin palomitas1(2014). Foto digital: Abril Carmona.

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    ceremonias de concesin de los Arieles (como imita-

    cin de los scares) contribuy a construir la visin

    de Mxico como la meca del cine latinoamericano.

    Sumemos el hecho de que algunas de las estre-

    llas como la argentina Libertad Lamarque o la colom-biana Sofa lvarez asumieron un rol importante,

    ambas enfundadas en ropas de diseador. Es decir,

    Mxico se pareca, pero no era Hollywood. Era una

    meca con una fisonoma particular sin los excesos

    del pas vecino. Brindaba la posibilidad de soar en

    el progreso y la modernizacin, aunque a travs de

    valores compartidos regionalmente. El caso de las

    rumberas, como las cubanas Mara Antonieta Pons

    y Ninn Sevilla, ilustra la conciencia de que podancontarse historias personales o cinematogrficas

    inquietantes para los espectadores o los lectores,

    pero nunca ms all de las normas aceptables des-

    de una perspectiva moral. Mxico era un Hollywood

    que algunas veces retaba los lmites de lo poltica-

    mente correcto sin saltarse nunca las fronteras de

    las ideologas compatibles con la sensibilidad de los

    valores dominantes en Latinoamrica. Represen-

    taba tambin un enclave ms o menos resistente al

    capitalismo explotador y a la extrema frivolidad quecaracterizaban a Hollywood.

    En su atractivo papel del nuevo centro del cine,

    Mxico atrajo un desfile persistente de talentos ex-

    tranjeros como las mencionadas Lamarque, lvarez,

    Pons o Sevilla. La enumeracin podra alargarse

    considerablemente si me detuviera tan slo en la

    presencia de los cubanos en los foros aztecas: el rey

    del mambo Dmaso Prez Prado, los sobresalientes

    msicos Kiko Mendive y Bola de Nieve, la inolvi-dable voz de Rita Montaner, las presencias de Rosa

    Carmina, Carmen Montejo, Lina Montes y Blanquita

    Amaro, por citar a unos pocos. Y qu decir del cuan-

    tiossimo legado de los artistas espaoles, represen-

    tados en sus intrpretes (como el galn Jorge Mistral

    o los actores de carcter del tipo de ngel Garasa o

    Augusto Benedico), sus escritores (Manuel Altola-

    guirre, Luis Alcoriza, lvaro Custodio o Max Aub)

    y sus realizadores (el inconmensurable Luis Buuel

    o los generadores de xitos como Jos Daz Morales,

    Miguel Morayta o Jaime Salvador). En palabras del

    guionista y director nacido chileno Tito Davison:

    En muchos pases se preguntan por qu el cine

    mexicano ha tenido tanto xito. No dudara en afir-

    mar que se debe al espritu de colaboracin que

    anima, sin distincin de clase social, los veinte

    millones de hombres que componen la poblacin de

    este hermoso pas. Desde la seora de ms aristo-

    crtico linaje hasta el ms humilde campesino de

    piel oscura, todos hacen su parte para apoyar a la

    industria del cine (1945: 92).

    La perspectiva de Davison quiz se acomod a una

    estrategia inconsciente de su parte para su insercin

    en el mundo del cine mexicano. Periodista en su pas

    natal, comenz como guionista en Argentina y a par-

    tir de 1945 ejerci este oficio en suelo azteca. Su carre-

    ra como director despeg en Mxico en 1948 con un

    doble xito:La Sin Ventura, protagonizada por la cuba-

    na Mara Antonieta Pons, y Que Dios me perdone, pro-

    tagonizada por Mara Flix. Davison se convertira en

    Cinefilia con palomitas3(2014). Foto digital: Abril Carmona.

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    un importante colaborador de la megaestrella Libertad

    Lamarque, al dirigir nueve de sus pelculas, y llegara

    a ser conocido como uno de los guionistas y directores

    ms exitosos de su generacin. Gan dos Arieles, uno

    como guionista deBel Ami (1947), dirigida por Anto-nio Momplet, y otro como director deLa dulce enemiga

    (1957); asimismo obtuvo una nominacin en Cannes

    por dirigir a Mara Flix enDoa Diabla(1950).

    El cine mexicano tambin le brind a otros pa-

    ses algo que stos, por s mismos, no podan ofrecer:

    representar a estas culturas ante enormes audien-

    cias nacionales e internacionales. As, por ejemplo,

    desempe un rol central para que las idiosincra-

    sias venezolanas, argentinas, cubanas, colombia-nas o espaolas se diseminaran a lo largo y ancho

    de los mercados de habla hispana durante esa po-

    ca; no importaba si, por ejemplo, en las coproduc-

    ciones eran los mexicanos los que dominaban en su

    funcin de productores, directores, intrpretes o tc-

    nicos. Otro ejemplo sera la incorporacin de temas

    y personajes de otras latitudes, como Simn Bolvar,

    en proyectos desarrollados en Mxico. Si en algn

    momento hubo industrias que estuvieron posibilita-

    das para generar sus propias pelculas, de todas for-mas solicitaban apoyo mexicano para asegurarse

    de que se cumplieran las expectativas de las audien-

    cias. Durante aos, las estructuras y los estilos del

    cine mexicano tendan a ser copiados, dada la idea

    de que, de otra forma, dudosamente se triunfara

    como lo haba hecho la industria cinematogrfica

    azteca. En algunas ocasiones, pelculas generadas

    a nivel local lograron un xito que prometa cam-

    biar la situacin, como la colombianaAll en el tra-piche, realizada por el argentino Roberto Saa Silva en

    1943; la chilenaLa dama de las camelias, de Jos Bohr,

    en 1947, o la venezolanaLa balandra Isabel lleg esta

    tarde, dirigida por el argentino Carlos Hugo Christen-

    sen, en 1950. Pero, por s solos dichos filmes no fueron

    capaces de mantener el inters de las audiencias por su

    cine y mantener a flote a las pocas compaas cinema-

    togrficas existentes en Caracas, Bogot y Santiago.

    En muchos aspectos, el cine mexicano fue nues-

    tro cine, como Latinoamrica fue nuestra Amrica

    en esas dcadas. Para los mexicanos, Centro y Sud-

    amrica eran ms que los hermanos del Sur,

    eran una continuacin de nosotros (Cinema Repor-

    ter, 1943: 8). Los procesos de identificacin que se

    pusieron en marcha posibilitaron que se prefirie-ran las pelculas con los actores mexicanos favori-

    tos por encima de las pelculas nacionales, a pesar

    de que stas desplegaban tramas, paisajes, persona-

    jes y contextos culturales que podan ser, por lgica,

    ms fciles de asimilar.

    LOSMATICES

    En gran parte de la hemerografa leda sobre el

    periodo, la palabra imponer apareci asociada con

    el cine mexicano muy frecuentemente. No obstan-

    te, el matiz con que era utilizada difera de un pas

    a otro, de un medio a otro, o segn la ocasin. Dos

    variantes eran las ms regulares: la primera se asen-

    taba de manera neutral para describir el rol sobre-

    saliente del cine mexicano; la segunda se emple

    con un tono de irona e, inclusive, cierta molestia,

    pues aluda al sentido de haber forzado una situa-cin: imponerse a partir del abuso, de la superiori-

    dad, del poder.

    Muy tempranamente, la revistaFilmogrfico, en

    1934, celebraba as el xito del cine mexicano: La

    industria peliculera nacional sigue en auge []

    Ya no hay poder humano que la detenga ni pro-

    yecto que al cabo no se cristalice. Nuestro cine se

    ha impuesto no slo en Mxico, sino en todos los

    pases que piensan y hablan a Dios en espaol(Hillos,1934: 31). Cinema Reporter, despus de rea-

    lizar una evaluacin del mercado en 1942, hizo el lla-

    mado a conquistar los mercados [hispanoparlantes],

    conquista que adems de dinero, proporciona influen-

    cia espiritual (1942: 21). Y, justo despus del xito

    internacional del filme Simn Bolvar, Paul Kohner,

    esposo de la famosa actriz Lupita Tovar, anunci a la

    prensa mexicana: El cine mexicano se ha impues-

    to (Cinema Reporter, 1943: 28). A partir de 1943

    comenzaron a llover datos sobre la preferencia por

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    el cine mexicano en Guatemala, El Salvador, Nicara-

    gua, Honduras y Panama, en donde el pblico busca

    nuestras costumbres, el reflejo del medio ambiente,

    que en algunas ocasiones tiene nexos y semejanzas

    a ellos. En su paso por Centroamrica, el enviadode Cinema Reportertambin aseguraba que las cin-

    tas hechas en nuestro pas tienen preferencia especial

    del pblico sobre las dems (Aguilar, 1944: 12-13).

    El poeta y crtico de cine, Efran Huerta, no titubea-

    ba en escribir: La industria mexicana del cine. Una

    seora industria, merecedora de todos los respetos

    de todos los pblicos, incluyendo entre stos a los de

    Argentina, Espaa y el sur de los Estados Unidos

    (1944: 4). Los ejecutivos de los estudios no duda-ban en hablar ya de la existencia del cine mexica-

    no como una enorme fuerza moral y un formidable

    vehculo de propaganda (Cinema Reporter, 1945: 10).

    Conquistados los mercados de Estados Unidos, se

    ambicion lograr el xito tambin en Europa; una

    de las estrategias fue enviar ttulos a los festivales

    de cine ms reconocidos (Cannes, Locarno, Venecia).

    Mara Candelaria (1944) le dio a Emilio El Indio

    Fernndez su primer gran reconocimiento interna-

    cional, lo cual indujo a la actriz y periodista MartaElba Fombellida a asentar lo siguiente: El concur-

    so de Cannes ha servido para que se confirmara

    por los cuatro puntos cardinales que la cinemato-

    grafa mexicana ha llegada a esa categora exacta

    de la llamada clase A en materia de atributos tcni-

    cos y artsticos [] Puede competir en los niveles de

    ms y mejor clase (1946: 14). Incluso, en 1952,

    ao en que para algunos estudiosos es un hecho el

    declive de esta industria (Tun, 1998), las revis-tas continuaban afirmando: El cine mexicano ha

    conseguido una indudable universalidad debido al

    xito internacional y se est imponiendo (Cinema

    Reporter, 1952: 5).

    Fuera de Mxico, en Chile, por ejemplo, desde

    los tempranos aos treinta se reportaba una inva-

    sin de cintas mexicanas (Ecran, 1938). En 1942,

    un crtico colombiano escribi con cierta amargura

    sobre las consecuencias del xito mexicano:

    recordemos tambin a Mxico, que con sus pelculas

    ms recientes ha impuesto y popularizado su msi-

    ca, su vestimenta, sus costumbres, sus monumen-

    tos y bellezas naturales. En el campo de la moda, de

    los gustos, de las preferencias estticas, de la vidacotidiana y sentimental, el cine ejerce una tirana

    absoluta (El Tiempo, 1942: 5).

    Esta retrica aument con el paso de los aos y se

    extendi a otros pases. En forma retrospectiva, el

    crtico venezolano Antonio Soto vila sostuvo que

    el cine mexicano se impuso [] porque respondi

    a la necesidad popular (2005: 9).

    Los tintes del trmino imponer adquirieron con-notaciones ms negativas en los pases con los que

    Mxico rivaliz en la conquista de los mercados; es

    decir, Espaa y Argentina, aunque tambin apare-

    cieron en Cuba y Chile. Por ejemplo, veamos lo que

    escribi la prensa de Buenos Aires al respecto: gana

    un round uno, gana un round el otro [] en el

    torneo que en el mercado de habla espaola se ha

    entablado entre el cine argentino y el mexicano

    (Cine, 1943: 2). En otras palabras, las publicaciones

    lo plantearon en trminos de ganadores y de compe-tencia, lo cual resulta ms interesante si recordamos

    que el discurso poltico prevaleciente era el de la fra-

    ternidad panamericana (que promovi activamente

    el cine mexicano, incitado por el gobierno estadou-

    nidense). La carrera por el triunfo, por lo tanto, se

    formulaba como aquella en la que no haba perde-

    dores, el pblico latinoamericano era quien gana-

    ba si se generaba un mejor cine. La retrica de la

    invasin, la conquista y la imposicin, evidente enlos numerosos ejemplos aportados, deseo vincular-

    la tambin con la funcin propagandstica y social

    del cine y no slo con los logros en la taquilla o las

    ganancias econmicas, lo cual implicaba ejercer una

    influencia de ndole moral, promotora de la imagen

    y la cultura mexicanas fuera de sus fronteras.

    Deseo concluir con la idea que formul en un ini-

    cio: a pesar de que el cine mexicano, en realidad,

    nunca amenaz el dominio de Hollywood, su xito

    internacional durante la poca dorada problematiza

  • 7/13/2019 El Cine Mexicano de La Edad de Oro

    8/8

    16 El cine mexicano de la edad de oro y su impacto internacional Maricruz Castro-Ricalde

    LACOLMENA82

    abril-

    juniode2014

    ISSN1

    405-6313

    las nociones binarias de norte y sur dentro del cam-

    po cultural y muestra que puede ser estudiado, por lo

    tanto, como un precedente de las complejas relaciones

    entre los campos mediticos y culturales en el marco

    de la globalizacin del mundo contemporneo. LC

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    MARICRUZCASTRO-RICALDE. Doctora en Letras Modernas. Es profesorainvestigadora del Instituto Tecnolgico de Monterrey, Mxico. Harecibido diversos galardones por sus ensayos. Sus libros recien-tes son Guadalupe Dueas. Despus del silencio (en coautora conLaura Lpez Morales, 2010),Narradoras mexicanas y argentinas,siglos XX-XXI(en coautora con Marie-Agns Palaisi-Robert, 2011)y El cine mexicano se impone. Mercados trasnacionales ypenetracin cultural en la poca dorada(en coautora con RobertMcKee Irwin, 2011). Dirige la coleccin editorial Desbordar el ca-non, premiada en 2006 y 2009 por el Consejo Nacional para laCultura y las Artes. Es miembro del Sistema Nacional de Investi-gadores, nivel II.

    Cinefilia con palomitas3 (2014). Foto digital: Abril Carmona.