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EL COMERCIO DEL LIBRO ANTIGUO : LAS LIBRERIAS. Cursos de Verano de la Universidad de Zaragoza. (Jaca, 10 de Septiembre de 2004), por Juan F. Pons, librero. ESQUEMA DE LA CONFERENCIA-TALLER PRESENTACION: SALUDO Y GRATITUD. Es un honor estar aquí con Ustedes. Muchas gracias a la Universidad de Zaragoza y al Director del Curso por darme esta ocasión de expresar mi peculiar forma de ver el oficio de la librería anticuaria. Me ha comentado el Dr. Pedraza que algunas personas ya estuvieron en el curso pasado. Este año voy a decir en esencia lo mismo que el año pasado, con pequeños añadidos y retoques, pues no han cambiado las cosas en un año, como para configurar de nuevo esta Charla – Taller. Es un gesto de benevolencia el que decidan permanecer, a pesar de ello. Les doy las gracias por ello. AUTO – PRESENTACIÓN: Me considero un librero “heterodoxo”, que trabaja en una librería atípica. Las catorce personas que formamos nuestro equipo de trabajo nos dedicamos al libro en todos sus formatos y soportes, sin dedicarnos sólamente al libro antiguo, para disgusto de algunos colegas “puros”. Creemos que la librería no debería caer en la dicotomía entre “nuevos” y “usados”, como si fueran incompatibles. Tenemos a la venta libros antiguos impresos por Elsevier, Manuzio y Plantino, entre otros grandes impresores del siglo XVI. Tenemos trabajos de Ibarra y Sancha entre otros. Ofrecemos obras con encuadernaciones mudéjares. Pero al mismo tiempo disponemos de monografías actuales sobre Archivística y Biblioteconomía así como Obras de Referencia editadas en distintos países e idiomas. Y otras variables del oficio librero, que no detallo para evitar fatigarles o que parezca que estoy aquí para promocionar la empresa en la que trabajo desde el año 1961. Esta creencia me ha supuesto rechazos y algunos malentendidos, que evito contestar o aclarar. En cambio, creemos en la especialización librera como elemento indispensable para su gestión. Cientos de miles de obras nuevas cada año en el mundo no los puede digerir nadie, sea virtual o real.

El Comercio del Libro antiguo

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Cursos de Verano de la Universidad de Zaragoza. (Jaca, 10 de Septiembre de 2004), por Juan F. Pons, librero. PRESENTACION: SALUDO Y GRATITUD. Es un honor estar aquí con Ustedes. Muchas gracias a la Universidad de Zaragoza y al Director del Curso por darme esta ocasión de expresar mi peculiar forma de ver el oficio de la librería anticuaria.

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EL COMERCIO DEL LIBRO ANTIGUO : LAS LIBRERIAS.

Cursos de Verano de la Universidad de Zaragoza. (Jaca, 10 de Septiembrede 2004), por Juan F. Pons, librero.

ESQUEMA DE LA CONFERENCIA-TALLER

PRESENTACION:

SALUDO Y GRATITUD. Es un honor estar aquí con Ustedes. Muchasgracias a la Universidad de Zaragoza y al Director del Curso por darmeesta ocasión de expresar mi peculiar forma de ver el oficio de la libreríaanticuaria.

Me ha comentado el Dr. Pedraza que algunas personas ya estuvieron en elcurso pasado. Este año voy a decir en esencia lo mismo que el año pasado,con pequeños añadidos y retoques, pues no han cambiado las cosas en unaño, como para configurar de nuevo esta Charla – Taller. Es un gesto debenevolencia el que decidan permanecer, a pesar de ello. Les doy lasgracias por ello.

AUTO – PRESENTACIÓN: Me considero un librero “heterodoxo”, quetrabaja en una librería atípica. Las catorce personas que formamos nuestroequipo de trabajo nos dedicamos al libro en todos sus formatos y soportes,sin dedicarnos sólamente al libro antiguo, para disgusto de algunos colegas“puros”. Creemos que la librería no debería caer en la dicotomía entre“nuevos” y “usados”, como si fueran incompatibles. Tenemos a la ventalibros antiguos impresos por Elsevier, Manuzio y Plantino, entre otrosgrandes impresores del siglo XVI. Tenemos trabajos de Ibarra y Sanchaentre otros. Ofrecemos obras con encuadernaciones mudéjares. Pero almismo tiempo disponemos de monografías actuales sobre Archivística yBiblioteconomía así como Obras de Referencia editadas en distintos paísese idiomas. Y otras variables del oficio librero, que no detallo para evitarfatigarles o que parezca que estoy aquí para promocionar la empresa en laque trabajo desde el año 1961. Esta creencia me ha supuesto rechazos yalgunos malentendidos, que evito contestar o aclarar.

En cambio, creemos en la especialización librera como elementoindispensable para su gestión. Cientos de miles de obras nuevas cada añoen el mundo no los puede digerir nadie, sea virtual o real.

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Pueden interrumpirme cuando quieran, para pedir detalles y/o paradiscrepar, que aquí estamos todos para aprender y la discusión es una delas bases del conocimiento.

INTRODUCCIÓN:

Ustedes saben que el exceso de información impide o limita elconocimiento, por lo que procuraré dosificar los datos, cifras, fechas,nombres y demás trucos que tienen los charlistas profesionales, paraconvencer a sus escuchantes de su infinita sabiduría. No es ese mi caso.

Esta charla – taller es el fruto de un esquema que presenté al Dr. Pedraza,Director de este Curso, a finales de Junio. El desarrollo lo he llevado acabo en mis vacaciones de verano. El primer año – 2002 - , en este mismocurso, me lo pasé muy bien comentando mi visión sobre “Coleccionismo yBibliofilia”. (Las Prensas Universitarias de Zaragoza editaron losesquemas de las intervenciones). El año pasado traté del “Comercio y laTasación del Libro Antiguo”, desde la óptica de un librero.

Lo que voy a hacer aquí esta mañana es una cosa muy simple: Unascuantas ideas, vivencias y pensamientos en torno a los libros antiguos y sucomercio. Ustedes han recibido mucha y sabia información en los días quellevan de este curso. Hoy, me imagino que el cierre del Curso, laconferencia de la Sra. López – Vidriero será sencillamente sublime.Déjenme ser la nota relajada, ligeramente descafeinada, de este curso.

Si me permiten una referencia personal, que les puede ayudar a conocer loque anida en mi memoria, les diré que soy hijo de librero y librera, casadocon librera, padre y suegro de libreros. En la otra rama de nuestra familia,Marcial Pons es mi tío. Soy por tanto sobrino, primo y tío de otra saga delibreros. Tengo dos nietos y el mayor de ellos – Marcos de casi seis años –ya lee y empieza a organizar sus docenas de libros infantiles de casa portamaños y “familias”. (El de tres años de limita a ver los dibujos, como essu obligación, imaginando las historias que el libro encierra).

Digo esto para insistir en que los libros siempre han formado parte de mivida; el olor de los libros antiguos, ese olor que los libreros y bibliófilosconocemos bien, pero que no sabemos explicar. Es un perfume que meobliga a frenar en seco cuando estoy en cualquier ciudad del mundo –aunque sea por vacaciones - y lo noto, aunque sea en la media

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distancia...El pasado mes de Enero me sucedió en Ciudad de México, juntoa la Plaza del Zócalo, al pasar por la puerta de una librería. Entré porquealgo me dijo al ver el escaparate que me estaban llamando desde el interior.Pasé y fui directo a una zona de la librería donde encontré enseguida unasbuenas piezas. El librero lo notó y recuerdo su sonrisa de complicidad. Mepreguntó en Inglés de qué país era librero y le contesté en nuestra lenguacomún. Le compré unas cuántas obras, que dos semanas después yaestaban en otras manos, aquí en España, que las acogieron consatisfacción. De paso, disfruté charlando con el librero, pues habíamostenido un amigo común. Me refiero al maestro ............... – no el editor,sino José, el librero anticuario – fallecido hace unos años, pero continuadopor su hijo, quien ha salido un primera división.

Los libreros tenemos libros antiguos para la venta, pero no sentimosningún desgarro en el alma cuando uno de nuestros libros sale delestablecimiento, de la mano de su nuevo poseedor. Hace unos años asistí auna charla de uno de los “popes” de la librería anticuaria española y afirmóponiendo cara de viudo triste, el intenso dolor que sentía cuando vendíauno de sus libros. Yo me sentí como si fuera un extra-terrestre, al descubrirque mi sentimiento era de alegría, por un doble motivo. Por un lado, soylibrero que se gana el sustento con su trabajo y este consiste en comprar yvender libros, obteniendo un diferencial entre el precio de compra y el deventa, que podemos llamar beneficio. Pero hay otra razón más íntima, queno quise explicarle – ni siquiera en privado – al colega doliente: Los quetenemos libros antiguos no somos en realidad sus dueños. En realidad,solamente somos sus depositarios temporales. Los libros antiguos no sonde nadie, que bien libres son. Tienen vida propia, más larga que la nuestra.Hemos de cuidarlos y disfrutarlos, durante el tiempo que estén bajo nuestracustodia y pasarlos a las siguientes manos, con alegría y respeto. Los librosse merecen mucho más que ser parte del patrimonio de alguien, aunque seaun bibliófilo amantísimo.

El libro antiguo – como el Buen Amor – no se busca; se encuentra. Mejordicho, son ellos quienes nos encuentran, si los sabemos merecer.

Quizás la clave de estas vivencias sea la frase que me dijeron cuando eratodavía un chiquillo: Hagas lo que hagas, ¡AMALO!. Hace unos añosescuché esa misma frase en la película “Cinema Paradiso”. He procuradovivir de esa forma mi oficio de librero.

La memoria es una baraja de olvidos. Los recuerdos no son otra cosa quelas cartas de la baraja, ordenadas en una extraña filigrana. He intentadoreagrupar esos naipes de forma ordenada y armónica. Si fuera posible, megustaría que fuera entretenida, incluso.

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Nuestra “civilización de la economía” ha desbancado al libro del lugar quepodría corresponderle. Ya no se busca tanto a los lectores, sino al cliente yese pequeño detalle tiene su importancia, a la hora de fijar las pautas delcomportamiento comercial.

El libro no puede ser considerado como un soporte más de la informacióny la documentación. De forma especial, el libro antiguo puede serconsiderado como un Notario que se convierte en fedatario público de laevolución del pensamiento del Hombre. Vuelvo a citar otra frase depelícula: “Leemos porque así sabemos que no estamos solos”. (Tierras dePenumbra).

Los libreros usamos – a veces – diferentes palabras que los archiveros /bibliotecarios, para referirnos a las mismas cosas. Eso no significa queunos u otros seamos peores profesionales, sino que el lenguaje y su riquezapermiten esos juegos. Por ejemplo, para los bibliotecarios un documento escualquier elemento que contenga información y sea susceptible de serconservado y catalogado, en cualquier forma y soporte. Para los libreros,un documento es un elemento diferente a un libro, a su vez distinto de unarevista, de unas microformas, de una obra en formato electrónico...etc. Lesruego que escuchen mis palabras con benevolencia en este punto.

Una PRECISIÓN importante: Cuando hable de “el autor, elimpresor...etc”. quiero incluir indistintamente a hombres y a mujeres.Especialmente, cuando me refiera a los libreros me doy cuenta de que lamayoría de mis colegas han sido, son y serán mujeres. Incluso cuando eltitular de la librería y el que figura en todas partes es un hombre, suelesuceder que el alma del negocio es una mujer.

Un ejemplo clarísimo es la Viuda de Ibarra, que regentó la que quizás fuela mejor imprenta española de finales del siglo XVIII. MANUELACONTERA, sólamente dio su nombre en un documento notarial existenteen un protocolo del Colegio de Madrid, relativo a la compra-venta de unacasa.

Los libros antiguos no se vuelven nunca viejos. Los libros actuales puedenhacerse eternos, pero la mayoría se harán viejos y caerán en el olvido y/oen el reciclado. (Al menos en este último caso sus elementos seránreutilizados...).

Las librerías no son el único canal de adquisición de los libros antiguos.Mercadillos en las plazas; Internet pagando con tarjeta de crédito (Cuidado

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con esta fórmula, que puede causar un disgusto, como el que me causó“Librería Gutenberg” de Milán); Ferias del Libro Antiguo (acuden laslibrerías, normalmente); Clubes y Asociaciones de Bibliófilos; Aficionadosmúltiples que trapichean y juegan a libreros… No me atrevo a decir queestos canales “alternativos” no tengan derecho a funcionar, pero echo demenos un cierto rigor, en cuanto se refiere a la exigencia del cumplimientode las leyes en vigor.

Ya he citado el derecho que tienen Ustedes a interrumpirme cuando creanoportuno. Añado la posibilidad de mejorar entre todos este Taller, con susintervenciones. Pero no se sientan obligados a hacerlo. Tampoco les harépreguntas, ni jugaremos a la Dinámica de Grupos.

Me he escrito lo que tengo que decir, para ajustarme al tiempo de quedispongo y no quedarme corto, ni pasarme de hora, por respeto a la Sra.López-Vidriero. Pero también, porque tener el texto me serena y me ayudaa superar el miedo escénico ( ¿Pánico?) que tengo, cada vez que he dehablar en público. Tántos años haciéndolo y cada vez me pongo másnervioso…¿Será la edad?.

CRÓNICA DEL OFICIO LIBRERO.

El oficio que tengo el gusto de ejercer desde el año 1961 tiene su Historiay sus historias. Me limitaré a una breve crónica, pues la Historia laescriben los historiadores y las historias las cuentan los que tienen el artede saberlo hacer. Ni lo uno ni lo otro figuran en mi curriculum, aunquepuedo presumir de que mis nietos se encandilan cuando les cuento lashistorias que me invento, antes de que se duerman.

Hay dos teorías en cuanto al inicio del oficio librero. Unos afirman quesurgió a principios del siglo XVI, cuando los impresores creyeron que eramolesto interrumpir su trabajo en la máquina de imprimir, para atender aquienes querían comprar sus libros. Era aconsejable, por tanto, que otraspersonas, que no fueran expertas en el oficio del impresor, pero supierandel comercio, se encargasen de “mostrar” los trabajos destinados a la ventaa los visitantes de la botiga. (De ahí podría venir la palabra “mostrador”,

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que es como llamamos al mueble donde se apoyan los libros en nuestrosestablecimientos).

Otros creemos que este difícil pero bello oficio comenzó en la GreciaClásica, en donde los bibliópolas se dedicaban a la venta de los roldes(rollos) realizados por los copistas. Claro está que siempre hay algúniluminado que afirma que eso lo hacían ya los chinos tres mil añosantes...pero hoy no me toca entrar en polémica.

En la Roma Clásica, en la zona del Argileto, estaban ubicados losestablecimientos donde los bibliópolas ofrecían sus mercancías. El interiorde esos locales presentaba un aspecto similar al de las actuales libreríasanticuarias, salvando las inevitables diferencias. Los armarios de maderaen donde se colocaban los roldes dieron lugar a que el poeta bilbilitanoMarco Valerio Marcial – autor de los “Epigramas” – los definiese como“nidi” (nidos).

Las librerías de aquella época eran lugares de encuentro de filósofos,poetas…y de conspiradores. En sus rincones encontraban el lugaradecuado y discreto para una conversación privada, tal como relata AuloGelio en sus “Noches Aticas”. Hay una leyenda basada en unas mencionesimprecisas en clásicos latinos que afirma que los asesinatos de Julio Césary de Calígula se fraguaron entre los nidi de unas librerías. (Otrosmagnicidios de la época, como el del emperador Claudio se gestaban en supropio hogar, pero ésa es otra historia...). Los libreros han tenido como deporte de riesgo a lo largo de su historia eldesafiar a los poderosos.

Los libreros de la Roma Clásica tenían esclavos y libertos dedicados porcompleto a copiar los libros que debían ser enviados a las bibliotecas delImperio. Cicerón menciona a su librero y amigo Pomponio. Horacio hacelo propio con los hermanos Socio, también libreros. Creo que debía existircomo tal el oficio librero, como para ser citado por esos clásicos y porotros que aún no he leído...

Las Partidas de Alfonso X el Sabio dictan las recomendaciones al Rectordel Estudio General (ahora se llama Universidad) acerca de los requisitospara elegir al “estacionario” (librero) y para permitirle el préstamo de losejemplares a los alumnos universitarios. Los ejemplares eran escasos y losalumnos numerosos y pobres en su mayoría. Hubo que olvidarse de laventa y pasar al alquiler, eso que ahora algunos llaman “licencia de uso dela información”.

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En la Córdoba del Califato hubo una Calle de los Libreros, que vendíanpúblicamente sus mercancías y que podían ser subastadas en algunoscasos, según la valía y rareza del ejemplar. Así lo cita en su obra León elAfricano en el año 1220 de la era cristiana. (Y creen las Salas de Subastasactuales que han inventado su tarea con los libros...). Esas librerías erantambien talleres de encuadernaciones artísticas de gran belleza. Aún seconserva esa artesanía, con el nombre de “Cordobanes”, si bien está apunto de perderse en España, aunque la continúan en Túnez. Mi hijoJuancho los descubrió hace cinco años y en el Verano del 2003 encontréun lugar en el zoco de Túnez que ofrecía cordobanes. Los dibujos queadornan los cordobanes están pensados para la lectura islámica, es decir dederecha a izquierda. Un turista “inteligente” italiano que estaba en latienda tunecina le dijo al artesano que estaba al revés. Aún recuerdo lamirada que me dirigió el artesano del cuero…

Durante el siglo XVI se iniciaron en Europa los Gremios y Cofradías deLibreros, curiosamente todos ellos bajo la advocación de su santo Patrono,San Jerónimo de Dalmacia, doctor de la Iglesia y traductor de los librosbíblicos del Hebreo y el Griego al Latín, la conocida como la BibliaVulgata. Fray Luis de León se atrevió a traducir la Vulgata al Castellano yle costó un disgusto al autor de la frase “Decíamos ayer...”, a instancias delllamado Santo Oficio.

No estoy seguro de que aquello fuera un oficio y menos aún santo, pero ésaes otra historia... Por cierto, ¿Saben Ustedes que existe la edición del textocompleto del Proceso que le hicieron?. Es un tomo del CODOIN…Perdónpor despistarme del tema.

El Dr. Guillermo Redondo Veintemillas, profesor de la Universidad deZaragoza, en su interesante trabajo de investigación sobre las Ordinacionesdel Gremio de Libreros de Zaragoza, sitúa en el 5 de Febrero de 1537, lafecha de creación de tal Cofradía, “a instancia de diez de ellos y para evitarfraudes y engaños que se cometen en el dicho officio por losencuadernadores de libros de dicha ciutat”. Este documento, situado en elArchivo Histórico de Zaragoza, nos convierte a los zaragozanos en elGremio de Libreros más antiguo, al menos en cuanto a su documentaciónconocida se refiere. Se situó en la Iglesia del Monasterio de SantaEngracia, de la Orden Jerónima, claro. Es muy interesante la lectura de susOrdinaciones...Puedo citar alguna cosa de su contenido.

Los libreros han realizado desde sus inicios una tarea que sistemáticamenteha levantado las sospechas de los poderosos de turno. Solamente enEspaña, a modo de ejemplo, ya en el año 1502 los Reyes Católicos

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promulgaron una “Pragmática”, regulando la censura de los libros quehabían de circular por sus reinos.

En el año 1558 se publicó una nueva “Pragmática”, cuya intención era lade precisar el sometimiento riguroso a la norma administrativa, que debíanseguir los libreros de los reynos de las Españas. Esta norma se asentabasobre cuatro elementos básicos, de carácter social, político, religioso yeconómico.

El “Index Librorum Prohibitorum” se convirtió en un elemento destructory revalorizador de libros. Los expurgos, tachaduras y notas al margenaumentan notablemente el valor de los libros considerados“intrínsecamente perversos”. El profesor Martínez de Bujanda –catedrático en Suiza – ha investigado los procesos inquisitoriales y haeditado en Droz (Généve) varios volúmenes con las Actas. Hay muchoslibreros citados en esos volúmenes…

En el año 1558 se decretó en Roma la pena de muerte y enajenación de susbienes de aquellos libreros e impresores que tuvieran en sus botigas obrascondenadas. El Papa Pio V estaba convencido de que los libreros y losjudíos eran los agentes clandestinos del Luteranismo y del Calvinismo.(Cada vez que visito Roma, y entro en la Basílica de San Pedro, busco latumba de Pío V le rezo un poquito y le saludo con los respetos de loslibreros zaragozanos…Si desean saludarle, les puedo decir dónde seencuentra). Desde entonces y hasta Fernando VII, no conozco un reinadoen el que no se haya publicado alguna ley o decreto que intente poner uncorsé al trabajo de los libreros, que no deja de ser a la difusión de las ideas.

Incluso un ministro de Carlos III, el aragonés Conde de Aranda para serpreciso, le apretó las tuercas al librero e impresor valenciano Don BenitoMonfort, por haber impreso y vendido un libro “de ideas contrarias a la pazde las buenas gentes del Reyno”. Conservo el documento original desanción y es deliciosa su lectura, ahora y como divertimento. No debió sertan grata para mi ilustre colega de siglo XVIII. La multa impuestaequivalía al importe que entonces costaba la compra de una casa en elcentro de Valencia. A la sanción seguía una advertencia de que en caso dereincidir en la práctica de vender libros no permitidos, sería objeto dedestierro y enajenación de sus bienes y los de sus parientes cercanos.

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Sin remontarme a la Guerra del Peloponeso, en mis comienzos de gestiónlibrera tras la muerte de mi padre en el año 1969, editar un catálogo delibrería no era tan fácil ni tan cómodo como es hoy. Habíamos de cumplirun requisito indispensable, que consistía en la presentación del original ala Censura del Ministerio de Información y Turismo, para que nos dijesensi alguno de los libros debía ser retirado de la oferta por razones políticasy/o religiosas. La ignorancia de la norma nos podía suponer la incautaciónde aquella obra que no fuera permitida, que nadie nos pagaría, claro, y unasanción administrativa, además de ser incluidos en la lista de los“desafectos al Régimen”. Les hablo del siglo pasado claro, pero lesrecuerdo que no han pasado tantas décadas, ya que tengo 57 años y habloen primera persona del singular.

Ahora bien, lo que hizo un daño terrible a los libreros e impresoresespañoles, fue la decisión de Felipe II de conceder el Privilegio a miadmirado Cristóbal Plantino (Amberes) y sus descendientes – los Moreto –de editar y vender los libros religiosos de la única y verdadera Religión enlos reynos de las Españas. Esto hizo que hasta 1764 todos los libros para elCulto se imprimiesen fuera de nuestras fronteras, con lo que ello suponíapara la economía de los libreros españoles.

Si tuviéramos tiempo, les hablaría sobre la deliciosa amistad que huboentre Benito Arias Montano y Cristóbal Plantino, que es un tema en el queme he atrevido a estudiar un poco. Puedo citar alguna anécdota de sucorrespondencia y su amistad, así como el trueque de libros por caldosextremeños, buenos para calmar la melancolía de los largos y durosinviernos de Amberes.

Motivos religiosos impidieron que se editasen en España las obras deErasmo, Galileo, Keplero, Copérnico, Newton, Descartes...Un desastrepara la Historia de la Edición y Comercio del Libro en España.

¿Quién servía los libros “extranjeros y especiales” a los señores poderososcon interés por la lectura, en tiempos de censura e intolerancia?. Otro temainteresante para la investigación, que creo llegará a una sencillaconclusión: Fueron los libreros, arrostrando riesgos, pero cumpliendo con su oficio. Nolos considero héroes ni mucho menos mártires, simplemente buenosprofesionales, como diríamos ahora.

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La Biblioteca de Jovellanos, con los aires frescos del movimientoenciclopedista, fue el fruto – en mi opinión – del trabajo de varios librerosde confianza del asturiano. No me imagino al embajador español en Parísponiendo en riesgo su cargo por buscarle y enviarle libros prohibidos aDon Melchor Gaspar de Jovellanos. Mas bien me imagino a los libreros dela época haciendo su oficio con la discreción que se requiere en estoscasos.

Debemos a Denis Diderot (1713 – 1784) uno de los textos más bellos einteresantes sobre las librerías. Su “Lettre sur le Commerce de laLibrairie”, que le encargaron los responsables du Syndicat de la Librairiees un análisis intemporal sobre las peculiaridades de nuestro noblecomercio.

Las librerías fueron los centros de difusión de la “Encyclopedie de Diderotet d´Alembert” y de la Ilustración. Es sabido que el movimientoenciclopedista tuvo en España sus introductores, entre otros los HermanosElhuyar – descubridores del Wolframio – pero no es menos cierto quefueron libreros de la época quienes vieron en esas obras un filón denegocio – primum vivere, deinde filosofare – y de ampliación delconocimiento.

El simple tamaño de la “Encyclopedie” hace inviable que fueran los“intelectuales de la época” quienes trajesen las colecciones a España. Seríaestupendo conocer dónde fueron comprados los primeros ejemplares de la“Encyclopedie...” que llegaron a las bibliotecas españolas. Supongo quehabría por medio la emisión y el pago de una factura. No es nueva laburocracia española, en cuanto a justificación de los gastos de lospresupuestos públicos, por lo que podríamos encontrar los documentoscontables de compra-venta de una obra de semejante tamaño y precio, quealgunas bibliotecas públicas y universitarias españolas adquirieron a lospocos meses de su edición, según conste en las fichas de incorporación alinventario de la biblioteca.

Por cierto, que uno de los últimos ejemplares originales de la“Encyclopedie…”, en su Troisième Edition (Généve, Neufchatel, Lyon)que han venido a España para su venta está ante sus ojos…Claro que acaban de hacer una edición en DVD de esta joya, que se puedeobtener al precio reducido de 125,00 Euros, IVA Inc.. A eso le llamoaprovechar para bien los avances de la tecnología, en materia de soportesde la información.

La segunda mitad del siglo XIX fue muy triste para las librerías españolas.La intolerancia religiosa y política se agudizó en tiempos de Fernando VII

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y ello se tradujo en penalidades para los libreros. Un repaso a los RealesDecretos de su reinado nos permitiría conocer que los libros y los libreroseran a menudo los sujetos pacientes de esas disposiciones. No fueronmejores los primeros tiempos de Isabel II.

En otros paises también hubo problemas para los libreros. Puedo mostrar laobra “De la Librairie, son ancienne prosperité, son etat actuel....etc”editada en Paris en 1847 por el librero Hébrard y cuyo contenido podría sertrasplantado a otras épocas más recientes, adaptando un poquito ellenguaje. Ciertamente, no menciona todavía las consecuencias de laglobalización de la economía de la información a través de Internet.

Pero el futuro siempre acaba llegando, aunque los hombres intentenretrasar su presencia, por medio de engaños, prohibiciones dogmáticas yamenazas... El oficio de la librería anticuaria renace de sus propias cenizasen España en el siglo XX, hasta 1935. Salieron al mercado las bibliotecasde algunas casas de nobleza venidas a menos y la Bibliofilia y elcoleccionismo de libros antiguos gozó de una cierta “primavera”. Elperiodo de entreguerras mundiales supuso para muchos sectores de laindustria y el comercio de la España neutral un tiempo de prosperidad. Loslibros no fueron menos, aunque siempre limitados en su labor editorial porla censura eclesiástica y política.

El periodo comprendido entre 1939 y 1975 fueron años duros para Españay también para los libreros españoles. Traer libros, como prueba deimaginación. No se crean Ustedes que los libreros se dedicaban en lostiempos del franquismo a traer los libros prohibidos en sus maletas, cuandoregresaban de sus viajes al extranjero. Entre otras razones, porque loslibreros no tenían dinero – ni posibilidades – para viajar al extranjero.Algunos teníamos la enorme fortuna de visitar Francia en los meses deVerano, debido a un “intercambio juvenil”, que tanto bien nos hizo, en laapertura de nuestros espíritus y conciencias.

Esos libros venían a España en camiones y en barcos, con suscorrespondientes licencias de importación. Obviamente, los títulos de lasfacturas no correspondían con los de las obras que viajaban en las cajas.Una de las empresas que mayores negocios hacía era una sociedad deMadrid, uno de cuyos socios era un comisario de policía, destinado enMadrid. Antes de escandalizarnos con esas cuasi - corruptelas, podemospensar que gracias a ellas llegaban a la España de la penumbra obras tandeseadas como precisas para que los españoles tuvieran una idea plural dela cultura y la literatura. Quiero recordar que estaban prohibidas – incluso– obras como el “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez.

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Para no alargarme demasiado, les propongo la lectura del libro“Mercaderes de Libros”, cuyo autor es Javier Paredes Alonso, editado porla Fundación Germán Sánchez Ruipérez de Salamanca. Es una impecablecrónica de mi oficio, fruto de rebuscar entre los archivos de la Hermandadde San Jerónimo de la Villa de Madrid.

¿COMERCIANTES? ¿AGENTES CULTURALES?

Los libreros somos definidos ahora como agentes culturales, pero fuimosen el pasado considerados como agentes diabólicos, propagandistas de lasubversión y la herejía. Recuerdo una entrevista que tuvimos con elentonces Ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella. Estepersonaje decidió cerrar la Escuela de Libreros de Madrid (Tenía su sedeen la BNE) porque se daba cuenta de que esa escuela era un centro deformación para elementos perturbadores. Es para mi un honor ser unelemento perturbador de la sociedad española.

La librería anticuaria es una deliciosa y complicada esquizofrenia. Por unlado es un agente cultural, pasivo y a menudo activo, pero a la vez es unaempresa. Ha de crear puestos de trabajo y generar beneficio. Pobre dellibrero que no entienda esta segunda versión de su actividad, salvo que sufamilia sea de la Nobleza o de las Altas Finanzas.

Los libros no entienden de fronteras. Ni geográficas, ni políticas, niideológicas, ni siquiera históricas. Tienen su propia vida, aunque lesafecten las vidas y las decisiones de sus poseedores. Los libreros tampocoentendemos de fronteras ni de barreras para el libro ni para su oficio.Algunos lo han pagado caro, pero es el precio de la libertad y – frase casiCalderoniana - “es el coste de su honor”.

Ya he dicho que nuestro oficio ha estado permanente rozando los límitesde la norma administrativa, en distintos aspectos. Aún recuerdo cómo melatía el corazón cuando pasaba las fronteras a mis dieciocho años trayendode París algunos libros prohibidos, editados por Ruedo Ibérico...

Pero no crean que somos así por un deporte de riesgo que consista endesafiar al poder. Se trata, simplemente, de que nuestro oficio ha de serhecho en libertad. Cualquier otra interpretación de la tarea librera puedeser llamada de otras formas, pero es otra profesión.

A modo de síntesis, podemos decir que hemos de ofrecer todos los libros atodos los lectores, sin entrar en detalles de conciencia. Les aseguro quetenemos nuestros propias ideas políticas y morales, pero no las ejercemos

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cuando estamos trabajando. Cuando la biblioteca de una Facultaduniversitaria, en la que existe un grupo de investigación sobre losfascismos de la primera mitad del siglo XX nos solicita, por ejemplo, ElDiscurso de Goebbels en la Asamblea del Partido Nazionalsocialista, enNüremberg, año 1938, o cualquier otra de las obras de la época con laapología de esas teorías políticas, debemos poner el mismo empeño endarles buen servicio que si fueran sobre cualquier otra materia.

LOS JUDÍOS, ESOS GRANDES LIBREROS. No puedo explicar lasrazones, ni he estudiado este tema como para tener un criterio, pero meatrevo a opinar que en la historia del comercio del libro en la Europa de laEdad Moderna han sido judíos muchos de los mejores libreros.Casualmente, buena parte de las excepciones destacadas eran cristianosconversos o sus descendientes como podemos saber por sus apellidos. Aveces se “convertían” para salvar vidas y haciendas y sería bueno quealguien investigase en este punto y en sus posibles causas, que ignoro.Incluso en la primera mitad del siglo XX, los libreros anticuarios másdestacados de Europa tenían apellidos como Rosenthal o Hiersemann. Unode sus discípulos, Hans P. Kraus, emigró a U.S.A. en 1938, cuando en suAlemania natal comenzó el Nazismo a ser la ideología del Poder. Uno desus catálogos antes de marchar a América, estuvo dedicado exclusivamentea la oferta de Incunables. Otro catálogo suyo con libros impresos en elsiglo XV contó con la ayuda de un jovencísimo estudiante de la materia,Konrad Haebler, quien se convertiría en el padre de la descripción de losincunables.

Haebler es uno de los impulsores del “Gesamtkatalog der Wiegendrucke”,alma mater de la descripción contemporánea de los impresos anteriores alaño 1501. Kraus es de esos maestos libreros que no se limitan a citar laobras que ofrecen – con mayor o menor gracia y detalle- sino que añadenlas famosas “notas de librero”, relativas a los autores, traductores,impresores, grabadores...etc., que tanto enriquecen un catálogo librero y lahistoria de la bibliografía en general.

Puedo mostrar un catálogo de Kraus, como obra maestra y citar la anécdotade la venta de la Biblia de 42 líneas al Museo Gutenberg de Mainz, suprecio y limitaciones de difundirlo. También las curiosas relaciones de sulibrería con el Gobierno italiano, a raiz de ser elegido Papa el cardenal deCracowia.

Citar el artículo de HIBRIS sobre Hans P. Kraus.

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ESPAÑA, PAÍS DE REYES BIBLIÓFILOS.

Me gustaría investigar las razones de una curiosa contradicción: España hasido un país de durísima represión hacia los libros y los libreros, pero susreyes han destacados por su pasión por los libros. Hubo una exposición enla Biblioteca Nacional, allá por los años noventa, si no me equivoco, cuyocatálogo y contemplación me permitió descubrir este nuevo nivel de miignorancia. Les invito a que consulten en alguna biblioteca el catálogo –que un ex amigo me pidió prestado y nunca me devolvió – y lean el textode Presentación por parte del Comisario de la Exposición. No intentencomprarlo a precio razonable, pues ese catálogo sale raramente a la venta yalcanza precios de disparate. Desde Alfonso X el Sabio - cuya bibliotecafue la semilla de la maravillosa Biblioteca Capitular y Colombina (Sevilla),enriquecida con la del hijo del Almirante Colón, Don Hernando – hastaDoña Sofía, la actual Reina, la Casa Real española ha gozado de sermuestra de bibliófilos ilustres.

Incluso José Bonaparte – mal llamado Pepe Botella – enriqueció losfondos bibliográficos de la Real Casa, ya que sus secretarios invitaban apropuesta suya a quienes habían de hacerle algún regalo a que leentregasen libros, que “son obsequios siempre bien apreciados por SuMajestad”.

Para finalizar esta primera mitad de mi charla, les sugiero una sonrisa, conunas gotas de picardía: Lord George Villiers (Duque de Buckingham yPrimer Lord del Almirantazgo) fue un famoso bibliófilo. Compró elcontenido del Palacio de Mantua. 15.000 libros, cuadros, estatuas...etc.que viajaron a Inglaterra en tres barcos de guerra, por autorización expresadel rey Charles II. (Archivo del Almirantazgo). Unos años después – 1627– Cronwell y sus filisteos puritanos vendieron por una miseria esabiblioteca, tras los expolios que hicieron de los palacios de la nobleza queapoyó al rey Charles, cuya cabeza perdió. Aunque lo que le hizo famoso aLord Villiers no fueron sus libros sino el hecho de perder dos juicios en elmismo año, por razones contrapuestas.

¿EN QUÉ CONSISTE NUESTRO TRABAJO?.

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Los libreros pueden ser también bibliófilos, pero nunca pueden ser susmejores clientes. Cada asistente puede proponer su propia definición deBibliofilia y de Bibliófilo. Empiezo por la propia: “Bibliófilo es unapersona capaz de descubrir que el libro no es un objeto, sino una intimidad,un propósito”.

Hay una expresión latina que define bien la relación que debería haberentre los libreros anticuarios y los libros que tienen a la venta: “Afectio etConvivencia”. La encontré en el Exlibris de un coleccionista y bibliófiloalemán.

Somos como unas Celestinas que propiciamos gratos encuentros entre loslectores y el objeto de su ilusión. La Bibliofilia y el Coleccionismo delibros podrían merecer otras dos horas de charla. Los dejaremos para mejorocasión.

VENTAS A INSTITUCIONES Y BIBLIOTECAS PÚBLICAS, COMOAPOYO EN LA RECUPERACIÓN DEL DISEMINADO PATRIMONIOBIBLIOGRÁFICO. España está considerada como uno de los países conmayor riqueza en cuanto a patrimonio bibliográfico, a pesar de losdesmanes de los últimos dos siglos, desde que Madoz y Mendizábaldecidieran la enajenación de los bienes de la Iglesia. Tras esas funestasdecisiones, el desinterés por los libros antiguos ha sido una constante denuestro país, con algunas maravillosas excepciones. Este desinterésculmina cuando en la Guerra Civil (1936 – 1939) descubren en el Frentede Teruel, que los libros antiguos prenden antes y mejor que los modernosen las estufas, tan necesarias para calentarse del frío turolense.

Los esfuerzos de las Administraciones Públicas para recuperar los fondosrelacionados con sus competencias y territorios precisan de la eficazbúsqueda y suministro de libreros especializados.

Nuestra librería ha comprado a colegas extranjeros muchas piezas quedebían regresar a su casa, en nuestro país. A veces esto requiere pagar unpoco mas de lo necesario, pero no conozco otro método mejor que el detraer el libro de donde se encuentre.

EL DERECHO DE TANTEO A FAVOR DE LA ADMINISTRACIÓNPÚBLICA. Las leyes están para ser cumplidas, sin filosofar sobre sucontenido. Ahora bien, el derecho que tiene el Estado de reclamar para síuna obra que considera necesaria, debería tener solamente dos límites:

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En primer lugar que el precio debería ser regulado por el libre mercado, nopor la voluntad de los técnicos de la Administración. (Las subastas delibros resuelven este problemas, pero crean otros, a los que luego mereferiré). En segundo término que el pago de esas transacciones se hicieraen tiempo razonable.

A pesar de todo, sigo convencido de que el Bien Común ha de prevalecersobre el bien particular, incluso cuando ello ha podido afectar a mi librería.(La Biblioteca Nacional me “pisó” una bella colección – haciendo uso delDerecho de Tanteo - con una impecable encuadernación, que yo habíacomprado en una subasta, del “García – Carraffa” de los 88 tomos...).

¿CÓMO LLEGAN LOS LIBROS A NUESTRAS LIBRERÍAS?.

Ya he dicho que la Ley nos obliga y hay que cumplirla. Las librerías hemosde tener el Registro de Compras, donde detallamos a quién compramos,qué le compramos, cuánto le pagamos...etc. Esto nos plantea algunosproblemas, cuando una persona nos quiere vender parte de su biblioteca,pero quiere hacerlo “de forma discreta”, por un sinfín de razones. Tenemosque explicarle que nuestra anotación de sus datos garantiza suconfidencialidad, pero me consta que hay colegas muy “comprensivos” eneste punto. Yo podría compartir esa “comprensión”, si no fuera ilegal…

Los libreros no somos peristas, aunque a veces nos vemos implicados enello. El problema surge cuando las obras nos son embargadas por decisiónjudicial y es muy complicado recuperar el dinero pagado por ellas, a pesarde haber cumplido escrupulosamente la legislación. Los libreros nopodemos saber si quien nos vende algunas obras diciendo que son de subiblioteca “las ha tomado prestadas”, antes del reparto de la herencia deltío párroco y bibliófilo...

La compra de bibliotecas a particulares son a veces los juegos florales denuestro tiempo. Les aseguro que el regateo me pone enfermo.

Ni siquiera lo he ejercido en el zoco de Túnez, para sorpresa delcomerciante, que comprendió enseguida que debía darme un único preciopara sus cordobanes. (Le compré los que tenía y creo que lo hice a unprecio justo. No me gusta “jugar al turista que se cree superior”).

Herencias que se venden: Diferencia entre valor comercial y valorsentimental. La mención de que “ese libro tiene un valor especial, pues erael predilecto de mi padre, q.e.p.d.”, me provoca siempre la mismarespuesta: En tal caso, lo mejor es que lo guarde Usted como un homenaje

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a su padre y no lo venda. Pero el “valor” sentimental de una obra no es unparámetro técnico a la hora de valorar un libro.

Negociar o regatear : That´s the question. Ya he citado mi rechazo alregateo. Ahora bien, si la persona con la que estoy negociando lacompraventa de unas obras me plantea razones técnicas, que justifiquen unprecio diferente al que yo pudiera proponer, desde luego, estaré abierto aescucharlas y/o a modificar la cifra, si me doy cuenta de que tiene razón.Pero partir del “sobre-entendido” de que uno pide un exceso – a sabiendasde que es un disparate – y el otro ofrece una miseria – a sabiendas de quees una miseria – para jugar al “vamos a acercarnos”, me parece una pérdidade tiempo y un paripé. Claro está, que a menudo me siento como un extra-terrestre de comportamientos raros.

Me disgusta mucho el “buscador de gangas”, que presume de susconocimientos, que le permiten conseguir por poco precio obrasimportantes, simplemente porque las tenía en su tienda un librero con unaformación profesional humilde. Y se vanagloria de su sabiduría y de latorpeza del librero – posiblemente un autodidacta, con mas voluntad quemedios – que no supo pedirle por aquella obra todo lo posible. Y ademásse atreve a escribirlo en unas seudo-memorias de un bibliófilo, que sonmás bien un cántico de auto-alabanza. Pues ya que ha leído tanto suSeñoría Sapientísima, que lea al sabio Baltasar Gracián, para pensar lo queafirmaba el sabio jesuita aragonés sobre la vanagloria.

La compra a otros libreros, por interés regional o simple dimensión delmercado es una práctica habitual y aconsejable, en mi opinión, ya quepermite que cada libro llegue a su destino óptimo.

Me he referido antes a la recuperación del patrimonio bibliográfico porparte de las administraciones públicas, con especial énfasis en lasbibliotecas de interés local y/o regional. Las Comunidades Autónomasrealizan una labor meritoria en este punto. Lamento la actitud de algunoscolegas que sobrevaloran el precio de obras relacionadas con El PaísVasco, por ejemplo, sólamente porque en los tres territorios históricos nose han puesto de acuerdo en cuanto a las adquisiciones de obrasrelacionadas con su Comunidad Autónoma…

¿QUIEREN CONOCER UN POCO SOBRE NUESTRO TRABAJO?

Primer repaso y separación de los libros de un mismo lote.

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Monografías recientes. Revistas y Series. Primeras ediciones otraducciones hechas por “maestros en sus comienzos” y libros antiguos(más de cien años, desde la fecha de su edición). Esta es la primeradivisión que hacemos, y que su gestión de venta es diferente de las obrasantiguas.

Las revistas y series las ofrecemos a bibliotecas públicas y/o universitarias,para que completen sus colecciones de retrospectivos. Son especialmenteinteresantes en estos casos las bibliotecas de universidades, facultades dereciente creación, ya que es más fácil que carezcan de unas ampliascolecciones de retrospectivos.

Las monografías recientes y las primeras ediciones y/o traducciones deobras “normales” pueden ser una fuente de sorpresas. Recuerdo haberencontrado una traducción de unos poemas de John Donne, realizada porun jovencísimo poeta llamado Dámaso Alonso.

Preparación de la descripción de los libros antiguos: Piezas “normales” y“especiales”. El tiempo cuenta y cuesta, pero no importa. Cada obrarequiere el tiempo que sea preciso. Hay que consultar todas las fuentes deinformación bio-bibliográfica de que dispongamos para saber todo loposible sobre cada obra. Es siempre rentable hacerlo. Por otro lado, deseo recordarles que el horario laboral de los librerosanticuarios es comparable al de algunas oficinas funerarias....

Merecen especial atención los libros con grabados. Los grabadores hansido la “cenicienta” de los elementos que componen un libro antiguo.(Citar la anécdota de las manos del amigo de Albrecht Durer, FranzKnigstein). Por fín se está concediendo a los grabadores el mérito que lescorresponde. Tenemos en España un centro de investigación en la Historiadel Grabado, cuyos fondos pueden ser comparados con cualquier otrabiblioteca especializada del mundo. Me refiero a Ephialte, obra iniciadapor el Dr. Jesús González de Zárate, catedrático de la Universidad del PaísVasco. Ahora se encuentra ese fondo bibliográfico, documental ypatrimonial en la Biblioteca Central del Campus Universitario de Alava.

Un libro puede esconder otros papeles...Materiales no librarios:Documentos, cartas, recortes de prensa, papeles sueltos. Si tengo tiempo,puedo contarles la anécdota del billete amoroso encontrado en el interiorde una edición del Tratado de los Elementos de Euclides, impresa enEdinburgo a finales del siglo XVII, cuyos restos de perfume delataron supresencia.

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IDENTIFICACIÓN BIBLIOGRÁFICA Y BIOGRÁFICA.

Todas las herramientas son buenas para esta tarea. Permítanme destacaralgunas:

World bibliographies on CD-ROM + DVD-ROM.

Bibliografías Generales, Nacionales, Regionales, Locales y Bibliografíasde Bibliografías.

Catálogos de grandes bibliotecas. Ahora es fácil entrar en esos catálogos, através de Internet. En la web de la Biblioteca Nacional hay un vínculo,para acceder gratuitamente a otras bibliotecas nacionales europeas yiberoamericanas.

Son búsquedas que requieren su tiempo, pero ya he comentado que en esteoficio mío el tiempo es un valor relativo, no un elemento absoluto.

Catálogos de libreros, que merezcan confianza en sus descripciones y queson guardados como oro en paño. Puedo mostrar algunos con obrasseñaladas.

Internet: El “paraíso, ma non troppo”. Una interesante página es :www.bibliofilia.com que ha preparado el librero Pepe Grau, capaz de abriruna librería anticuaria y llamarla “Misería y Cía”. Este alcoyano – modelode valor, desde luego – es también el editor de la revista de bibliofilia“HIBRIS”. Contiene información general sobre la librería anticuaria, condirectorio de librerías españolas e iberoamericanas y una buenaexplicación de términos habituales usados en nuestro argot profesional.(Encuadernación fatigada por el uso...) Hay una buena sección de anunciosy de ofertas y búsquedas e incluso una sección para el Chateo, en la que seencuentra uno frases curiosas.

También creo interesante visitar en internet los portales comowww.librerosdeviejo.com donde se sitúan las ofertas de libros antiguos,raros y curiosos. Otros países europeos tienen parecidos sitios en internet.Pueden ustedes encontrarlos a través de www.google.com.

Comprobar todo lo que sepamos y/o podamos saber sobre cada una de lasobras que tenemos para su venta significa revisar minuciosamente todos ycada uno de los detalles precisos. Es una posible plus-valía el conocer todala información posible sobre autor, traductor, grabador, impresor, personasmencionadas en la dedicatoria – si hubiera – ex libris...etc. Puedo citar la

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anécdota de la edición del “Poema del Cid” que don Ramón MenéndezPidal dedicó a dos jóvenes amigos que conoció en la librería donde uno deellos trabajaba, confundiendo sus profesiones. Por cierto, el que no eralibrero puede ser considerado uno de los “motores” de estos cursos enJaca, me refiero al profesor Blecua, padre.

Los Archivos Biográficos, ese océano de información. World BiographicalIndex on CD-ROM y On-line.

La catalogación que hacemos los libreros no es la misma que labibliotecaria, con criterios diferentes en las descripciones. La descripciónbibliográfica ha de proporcionar el registro detallado, analítico, de lascaracterísticas del libro. Debe añadir información complementaria sobre la“historia literaria y tipográfica” de la obra y su autor, impresor, traductor,grabador e incluso el encuadernador en ocasiones.

Casi me da vergüenza citar un libro impreso en Madrid en el año 1948,pero que sigue siendo válido en sus contenidos. Me atrevo a definirlocomo de uso indispensable en nuestra profesión. Era casi inencontrable ylos pocos ejemplares que salían a la venta alcanzaban precios disparatados.Una librería de Madrid – editora también – con quien tengo vínculosfamiliares, pero no empresariales, logró el permiso de los herederos deDon Francisco Vindel y realizó una edición facsimil no venal de 2000ejemplares, para obsequiar a sus amigos. ¿Saben Ustedes que se agotó entres meses y ya he visto por algún lugar que se ofrecía un ejemplar alprecio de 60,00 Euros?.

(Puedo citar la “Advertencia al Lector” que encontré en el libro de PedroZamorano, impreso en París en la segunda mitad del XVI, firmada yfechada a finales del XVIII, por un párroco: Todo el contenido de estaobra – de principio a fín - es intrínsecamente perverso y susceptible decondenación eterna).

No pueden olvidar los libreros mencionar el estado de conservación y losposibles desperfectos, mencionados con criterios técnicos, sin picardíascomerciales.

Enriquece la descripción los “comentarios del librero”, fruto de suexperiencia librera y del conocimiento sobre la Historia del Libro y laImprenta, sobre las ilustraciones, así como las posibles anotaciones escritasal margen por alguno de sus lectores y anteriores poseedores. Perosobretodo el librero ha de concederle a cada obra todo el tiempo preciso,buscando en todas las herramientas disponibles y al alcance del librero.

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Recuerdo que la descripción de una rarísima obra, impresa por JuanMoreto, el yerno de Plantino, me costó tres días de trabajo. Bien es cierto,que una minuciosa búsqueda permite conocer mejor la obra y ponerle elprecio que se merece...

Los impecables – casi perfectos- de ................., con la curiosidad deincluir una obra de Juan Christoval Calvete, que el año anterior habíanofrecido ...................... Tuve el honor de la amistad del Sr. ................,padre, fallecido prematuramente, quien se lamentaba de que su hijo nomostrase suficiente interés por el oficio. Me permití la impertinencia dedarle un consejo no pedido. “A los hijos hay que darles tiempo y hay quesaber esperar a que tengan claras sus ideas”. Me atrevo a afirmar que elSr. ............... – hijo – ha superado la calidad librera de su padre, que nopudo conocerlo en vida.

COMERCIALIZACION DE LOS LIBROS ANTIGUOS:

Comenzamos con un primer análisis de clientela potencial. Experiencia yconocimiento son esenciales.

La rutina, ese gran enemigo. No es conveniente el actuar con prisas. El“tempo” del trabajo en la librería anticuaria es distinto al de otrasactividades del comercio, incluida la librería de obras actuales. Hay que iral fichero, informático y/o manual, para conocer los clientes que podríanestar interesados en la obra que tenemos sobre la mesa. Obviamente, ellorequiere haber introducido antes esa información, aplicando la teoría del“input-output”, que como me explicó uno de Calanda consiste en que “nopuedes sacar lo que no hayas metido”.

La memoria, esa loca tramposa de la casa. Además, el actuar de memoria ala hora de buscar los clientes potenciales para cada obra, puede hacernosrecordar los más cercanos o los más simpáticos, que no significa losadecuados ni los únicos.

VALORACIÓN ECONÓMICA.

El cálculo de un precio responde a una mezcla de conocimiento ysociología, con algunas variables económicas, pero no es la aplicacióndirecta del Cálculo Matemático.

La coincidencia aproximada con los precios de otros colegas en una mismaobra se llama “precio de mercado”, pero no obliga.

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El comercio del libro antiguo no tiene por qué ser un sinónimo depicaresca, pues no hablamos de la Literatura del Siglo de Oro. Criteriostécnicos, adobados con alguna variable socio-económica y pocas milongasmás...

Ya he dicho que nos servimos de los repertorios de precios de diversasfuentes + bibliografías Clásicas + Catálogos de otros libreros, paraestablecer el precio de venta.

Hay otra variable, muy importante, que pocos libreros reconocerán que seaplica, ya que todo el mundo presume de ser un “técnico impecable”, comome afirmó otro de los “popes”: El precio de compra. No hay duda que nosinfluye y condiciona.

¿Oferta Selectiva o Generalista?. Mis opiniones también aquí sonheterodoxas, para rechazo de algunos puristas de la profesión.

Creo que la oferta selectiva es una consecuencia del dinamismo comercial,cuando se trate de “grandes piezas” o aquéllas que por su carácter cultural,aconsejen que algunos destinos deban gozar de cierta prioridad sobre elresto. Por ejemplo, las “Ordinaciones de la Ciudad de...” debería serofrecida a las bibliotecas y archivos de esa ciudad.

Me parece muy bien el hacer uso de los catálogos de librerías anticuarias,enviados al mismo tiempo a cientos de clientes o bien puestos en la páginaen Internet de la librería, con la norma de atender el pedido del primeroque llegue, para las obras “normales”, o de interés general. Aún así, podríaser bueno un mensaje por correo electrónico a la Biblioteca Pública de laciudad donde nació el autor de ese libro, que dedicó ese ejemplar aldirector del periódico local, del que sabemos era su cordial enemigo y enla dedicatoria se traduce media gota del venenillo que había entreellos...Eso es Historia Local, en mi opinión, y bien merece ir a esa ciudad.

Nunca – en mi opinión heterodoxa – hay que poner un libro antiguo, raroy/o curioso en el estante a esperar la visita del posible comprador.

Grandes piezas : ¿Instituciones o Particulares?. Ventajas e inconvenientesde cada uno. Las instituciones requieren unos trámites administrativos yburocráticos superiores a los que nos plantea el cliente privado. Tambiénalgunas instituciones tienen unos tiempos de trámite y pago de las facturassuperiores a la venta en mostrador.....Pero el uso que tendrán los librosantiguos que vayan destinados a instituciones será diferente al que recibanlos ejemplares que terminen en una biblioteca particular. Cada librería hade tener sus propios criterios a este punto. Nosotros nos dedicamos -–casi

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exclusivamente – a la venta a bibliotecas y archivos de titularidad públicay no nos hemos arrepentido de tal decisión.

Catálogos versus Ofertas por correo electrónico. Ventajas einconvenientes de cada sistema. También aquí encontramos el mismodilema que en el punto anterior y creo que ambas opciones son igualmenteválidas. Creo que las ofertas por correo electrónico requieren menostiempo para la gestión comercial

Teléfono y visitas personales: Creo que el tele-márketing es una pesadezy en el comercio de libros antiguos ha de limitarse a situaciones contadas,de forma selectiva y con los clientes de otras ciudades que lo hayan pedidoexpresamente.

Visitas personales: Otra forma de trabajo es dejar obras a examen, para quela Comisión de Adquisiciones de la institución conozca la obra que han deaprobar, antes de hacerlo. Ello se limita a las obras que considerainteresantes la persona encargada de las adquisiciones menores. Perohemos de hacerlo de forma selectiva y cuidadosa. Durante años lo venimoshaciendo en nuestra casa y hasta ahora no nos hemos arrepentido.

¿Servicio al primer cliente que se decida o al que suponga un mayorinterés cultural?. ¡Vaya dilema!. Los usos y costumbres de nuestraprofesión establecen que el primer cliente que diga “Lo compro” tiene elderecho de adquirirlo. Pero hay ocasiones en las que la indecisión de unoy el interés general que implica la venta a una biblioteca de titularidad yde uso públicos puede inclinar la balanza a su favor.

En cualquier caso, me parece reprobable no venderlo al primer cliente,sólamente porque el segundo nos dio a entender que podría pagar algomás que el que nos lo había reservado. La avaricia en este oficio es un“boomerang” que antes o después nos termina golpeando en el cogote.

Subastas de libros antiguos: ¿Una innovación de un mercado enpermanente evolución o una perturbación del sistema?. Cada cual es libre,pero hay “sombras” en el sistema de subastas.

Hay libreros que “ceden” piezas especiales a las casas de subastas. Meparece que eso es la vergüenza de mi profesión, ya que desnaturaliza suesencia (COMERCIO) para fomentar la especulación. Me pide el cuerpoescribir un trabajito al respecto y enviarlo a medios de comunicación, puesseguro que alguno se animaría a publicarlo, pero eso sería renunciar a unelemento necesario para mi equilibro personal: EL ANONIMATO. ¡Qué

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grato es seguir siendo una pieza anónima del engranaje librero en España!.Quizás sea una versión moderna del “Beatus Ille” de Horacio…

Las descripciones de muchas obras en los catálogos de algunas casas desubastas son hijas de las prisas y de la falta de vocación por ese trabajo.Errores, pobreza en las descripciones... Otra cosa que me disgusta escuando leo que se subastan libros de 15,00 Euros y de menos... como porejemplo en la casa de subastas..............

Los catálogos de la casa de subastas.................. están mejor hechos, perousan el truco de poner muy bajo el precio de salida de obras interesantespara la Historia Local y/o de las diferentes Comunidades Autónomas, paraque acudan los técnicos, con el encargo de los políticos de “conseguir esaobra”, que se convertirá en una fotografía, junto a un artículo de prensa,cuando el concejal de turno afirme que “hemos recuperado para nuestrosconciudadanos una pieza importante de nuestro patrimonio...”. Estapráctica es legal, pero tengo mis reparos sobre su calificación desde unpunto de vista ético y moral. Claro que Etica y Moral son dos formas deentender la vida que no están de moda...

Me han gustado los catálogos de subastas de ...................... Sobrios en sudescripción, pero bien hechos. Las subastas internacionales dela .................................. son un modelo de hacer las cosas “comm´ il faut”,si bien sigo opinando que las subastas perturban el comercio del libroantiguo. Mejor dicho, no creo que deban formar parte del comercio... Puraespeculación no es comercio.Un ejemplo a imitar: La Llibrería ............................. ofrece tres piezasclarísimas que serían subastadas, si hubieran llegado a otras manos. Merefiero a tres títulos de García Lorca, que los ofrece al precio fijo que ellibrero estima oportuno. Chapeau!.

Malas fechas para subastas igual a comprar mejor. No tengo todavíasuficiente documentación como para afirmarlo de forma rotunda, pero creoque las subastas que coinciden con tiempos de vacaciones o Semana dePascua...etc. son ocasiones para conseguir por menor precio las obrassubastadas. Hay menos “calentura” en las pujas. Lo comento aquí, por siUstedes quieren aprovecharse de este punto, luego de comprobar que seacierto, claro.

Piques de instituciones rivales significan precios elevadísimos. Ya lo hesugerido antes, pero hay casos que son escandalosos, pues me parecen underroche del dinero de los impuestos. A modo de ejemplo, el famosoasunto del Nuevo Testamento protestante, impreso en Euskera en LaRochelle (Francia). Sería estupendo, aunque algún librero ganase menos

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dinero por ello, que las diferentes bibliotecas y archivos de cada ciudad y/oregión se pusieran de acuerdo en cuanto a qué tipo de obras de fondohistórico han de ser adquiridas por cada una de ellas, evitando esasmuestras de provincianismo barato, que tan caro resulta a los presupuestosinstitucionales. Incluso cuando el “primo” lo hace una entidad financiera.Creo que las cajas de ahorros deberían contar con libreros como asesoresen esta matera.

Tasación profesional previa a la venta de una biblioteca privada : Negocioseguro para el vendedor de la biblioteca. La ignorancia malvende. Esaconsejable pedir una tasación a un librero que merezca confianza en loprofesional y en cuanto a su honradez. Ahora bien, no aconsejo que se leanuncie que recibirá posteriormente el encargo de la venta de la bibliotecaa quien está a punto de hacer la peritación. Sería una tentación difícil devencer, excepto si se le encarga la venta EN DEPOSITO y a comisiónsobre lo que se obtenga en la venta.

Para terminar, puedo aconsejarles que lean algunos libros:

ASIN, F (editor),- Mundo del Libro Antiguo. Madrid, 1996. Edit. Complutense. (84-89365-75-X)

BAEZ, F.,- Historia Universal de la destrucción de libros.Barcelona, 2004. Edic. Destino. (84-233-3596-8)

PEDRAZA, Manuel J. y otros,- El Libro Antiguo. Madrid, 2003. Edit. Síntesis. (84-9756-153-8)

PEREZ OCA, Miguel Angel,- Tomo, el librero. Un testigo de laRevolución Copernicana. Madrid, 2002. Edic. Sirius (84-95495-25-2)

Y por supuesto les animo a que lean el libro “42, Charing CrossRoad”...escrito por Helen Hanff (Edic. Anagrama) y si es posible vean lapelícula que se hizo sobre la base de este libro, titulada “La carta final” einterpretada por un glorioso Anthony Hopkins (Frank Doel, el librerolondinense) y Ann Bancroft (Helen Hanff, la escritora neoyorkina).

En cambio, el libro “El librero de Kabul” me ha decepcionado, en lo que serefiere a las menciones que hace del trabajo librero. Es evidente que quienlo ha escrito – una periodista escandinava - no tiene relación alguna con

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nuestra profesión, pero sus menciones al trabajo del librero afgano sonpoco afortunadas.

Y como dijo Jorge Luis Borges, al término de su clase en la Universidad deBelgrano (Buenos Aires) relativa a la importancia del libro en la Historiade la Humanidad, Esto es lo que les quería contar hoy. (Editada por Edic.Bruguera, pero difícil de encontrar)

FINIS CORONAT OPUS

Juan F. PonsAgosto de 2004.