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EL COMPLEJO LITIGO DE LA CORDILLERA, LAS GRANDES PUNTAS ESPECIALIZADAS Y SU RELACIÓN
CON LOS MODOS DE VIDA PREAGROALFAREROS EN LA PREHISTORIA DE SANTO DOMINGO
E L P I D I O ORTEGA
J O S É G. GUERRERO
Establecemos sus posibles relaciones con otros pobladores prehistóri
cos dominadores o no de la talla del Sílex, presentes en la isla de Santo -
Domingo. Por primera vez se realiza un estudio clasificatorio de los utensi_
lios de éste poblador "Cordillerano" que bien podría ser el pionero en las -
Antillas, basado en una muestra cuantitativamente importante y de una varia
da procedencia geográfica. LAS MIGRACIONES PREHISTÓRICAS EN LAS ANTILLAS
A medida que aumentan los trabajos de campo y los intentos de estable_
cer el marco cronológico de la prehistoria antillana se constata un fenómeno
constante e importante: las condiciones ecológicas y la ubicación geográfica
de las islas del Caribe fueron factores de gran atracción migratoria para p£
bladores prehistóricos continentales desde un lapso extensible a los 6,000 -
años A.C. y con variados esquemas tipológicos y diferentes formas de enfren
tar el medio ambiente.
Se ha superado la explicación que atribuía a las eventuales luchas iri
tertribales e interciánicas de culturas preagrarias o agrarias como el fac -
tor básico de las migraciones prehistóricas de las Antillas. Por otra parte,
los trabajos arqueológicos han permitido establecer cinco esquemas de pobla-
miento preagroalfareros con tipologías instrumentales más o menos homogéneas,
pero diferenciables entre sí, vinculadas con orígenes migratorios diferentes
tanto en el tiempo como en el espacio ecológico.
Existen seis factores básicos de atracción que permiten entender el -
tremendo influjo condicionante que ejercieron las Antillas sobre los grupos-
precerámicos del Continente.
1) Importancia de las corrientes marinas como medio de transporte.
2) Conocimiento de medios de transporte de carácter acuático.
¿12
3) Importancia de la posición de las Antillas Menores, desde cuyo -
arco, así como desde la costa norte de Venezuela, se hace posi -
ble el aprovechamiento del flujo de vientos y corrientes que se
desplazan al sur del archipiélago antillano en dirección e s t e —
oeste. (Existencia de cayos e islotes entre la costa atlántica
nicaragüense y las grandes Antillas que posibilitan un tránsito
de escalas muy cortas.
4) Presencia del factor mangle y de bancos coralinos cuya posición c£
mo elementos circundantes d» las islas en los cuales existía una -
fauna aprovechable de peces, aves y moluscos.
5) Presencia de una fauna inocua y un clima ajeno a toda expresión de
carácter catastrófico.
6) Presencia en la mayoría de las islas de importantes llanos coste -
ros y de un régimen regular de lluvias, así como de un clima en -
franca consonancia con el clima tropical lluvioso de donde proce
dían los pobladores. (1)
Esta enumeración que no es exhaustiva pone de manifiesto y dominio los
factores de atracción (isleños) sobre los de expulsión (continentales) , conste
tándose cuatro zonas que fueron objeto de explotación de los grupos que sub -
sistían por la caza, pesca y recolección; la costa, los llanos costeros, el-
mangle y los sistemas montañosos.
Desde el año de 1973 se ha venido planteando un nuevo esquema tipológi
co y cronológico para el estudio de los grupos preagroalfareros de Santo Do -
mingo y el Caribe. (2)
El concepto etnológico de "Ciboney" que trataba de agrupar el precerámi
co cubano en tan sólo dos expresiones tipológicamente excluyente Cuayabo Blan-
co-concha/Cayo Redondo-piedra pulida, resultaba inoperante hasta para la pro -
pia prehistoria cubana,debido a la rica y novedosa información de campo obte
nida en el área antillana.
La isla de Trinidad (sitio guía Banwari Trace), presenta el poblador -
más antiguo de las Antillas que confecciona sus artefactos simétricos fundamen
talmente en piedra pulida con fechas que se remontan hasta los 5,500 años A.C.,
extendiéndose este esquema "Banwaroide1,1 a las demás islas. En las Antillas Ma-
313
yores (Cuba y Santo Domingo), aparece hacia el 3000 años A.C. y el 2600 años -
A.C. un poblador ("Seboruco- MordSn), que hace sus utensilios planos convexos
mediante la talla del Sílex, tales como navajas, cuchillos, lascas y raspado -
res, pero con ausencia de puntas pedunculadas. En Cuba existió otro poblador-
(" Guayaboide"), que realizo sus artefactos en base a la concha, siendo la
Gubia un útil diagnostico, con fechas que se remontan al 2,000 A.C. muy similar
al poblamiento costero del noroeste de Venezuela, conocido como Manicuare. En
Santo Domingo se conocen los sitios La Isleta y Cueva del Ferrocarril, aun
que sin la presencia de la Gubia de concha. Desde un poco anterior al seguri
do milenio A.C, las Antillas presentan otros asentamientos ("Hibridoide")
que tipológicamente no son "puros", es decir, no confeccionan sus utensi
lios en una sola clase de materia prima, hibridando su ajuar con piedra pva
lida, Sílex, concha y posiblemente,madera. Estos cuatro esquemas explota
ron diversos medios ecológicos durante un tiempo suficiente como para crear
una disposición estratigráfica de sus restos culturales.
En el año 1973,Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega, presentaron en-
el "First Puerto Rican Symposium on Archaelogy of the Caribbean Area", una -
ponencia titulada " El Precerámico de Santo Domingo, Nuevos Lugares y su
Posible RElación con otros puntos del Area Antillana", donde exponen "El
Complejo de la Cordillera',' una tradición que poseee los artefactos de Sílex,
predominantemente puntas lanceoladas, foliáceas y pedenculadas de mayor ta
maño y mejor técnica de talla del área antillana. Desgraciadamente, sus
restos culturales no aparecen dispuestos en una secuencia estratigráfica, -
sino que aparecen como piezas aisladas en diversas colecciones privadas.
Los autores asociaron los restos de grandes edentados con la existencia de-
de estas puntas trabajadas por este poblador que habitara casi exclusivamen_
te en nuestros sistemas montañosos. A diferencia de los cuatro esquemas -
anteriormente señalados para los cuales el mangle y la costa serían los ele
mentos esenciales para la recolección, y la pesca, es decir, para los cua -
les "seguir la costa sería lo mismo que seguir el mangle", este poblador -
cordillerano se remonto rápidamente a las montañas evadiendo el mangle y la
costa subsistiendo mediante la caza de una fauna isleña (edentados y otro tipo
de fauna menor que existía en la Isla), que en las zonas continentales ya ej3
taba en franca decadencia y extinción. (3)
314
LAS ZONAS DE APARICIÓN DE LAS PUNTAS
Las puntas cordilleranas sólo habían sido observadas por los arqueólogos en
varias colecciones privadas que habían obtenido las piezas en: Jarabacoa, -
en Santiago (Lie. Manuel Casals Victoria, en Montecristi (Sr. Andrés Socías);
en Azua (Dr. Arístides Estrada), en Courí Fort Liberté y Cabaret en la Re-
publica de Haití (excavaciones del Dr. Irving Rouse,en 1934) y en Samaná
por el Dr.Herbert w. Krieger para el año de 1929. Es obvio aclarar que sal
vo los trabajos del Dr. Rouse los otros hallazgos no cuentan con informa -
ción arqueológica de importancia y sólo se señala de manera general el muni
cipio o poblado de la obtención de las piezas, especificando que ninguna -
fue extraída por métodos de excavación.
Hata el 1973 se pensaba que Constanza, Jarabacoa y Valle Nuevo, eran-
los sitios que debido a la "variedad de los tipos de hojas, sugiere que allí
fue donde tuvo lugar un mayor desarrollo de la industria". (4) Sin embargo.los
autores de la presente ponencia desde el año 1980 emprendieron la tarea de
examinar las diferentes zonas montañosas del País que coincidían con la in
formación de procedencia de los coleccionistas. Observamos los dibujos y-
fotos de las piezas reportadas (siendo incluidas en la muestra de este estii
dio) y otras que permanecían inéditas. Realizamos un "Survey" exhaustivo -
de las inmediaciones de la Sierra de Neiba y el Valle de San Juan de la Ma-
guana (entre los 18^ de latitud y 71a de longitud), en los sitios: Capá, Ca
pulín, Vallejuelo, Chalona, Cardón, Caney, Copey, Los Hinojos y Cañada de -
Palma, lugares donde recuperamos un total de 4_6_ piezas, que representan el-
76.70% del total de la muestra, revelando esta última zona como el centro -
de talla y dispersión de las puntas más importantes de la Isla de Santo Do
mingo.
315
Nuestro gráfico de distribución geográfica de las puntas es el siguien
te:
° San Juan de la Maguana 46 puntas 76.70% del total
° Jarabacoa y Constanza 6 puntas 10% del total 0 Montecristi y Chacuey 4 puntas 6.66% del total 0 Courí y Cabaret (Haití) 1 puntas 1.66% del total
° Samaná 1 puntas 1.66% del total
° Azua 1 puntas 1.66% del total 0 Barahona (Las Salinas) 1 puntas 1.66% del total
Total 60 100%
Solamente en Cañada de Palma donde encontramos (siempre en superficie)
una punta de 2JL Cms. de longitud, con el dorso semilascado y de pedúnculo
recto (familia 2, tipo A según nuestra clasificación), reportada en nuestro -
libro "Estudio de 4 Nuevos Sitios Paleoarcaicos en la Isla de Santo Domingo',' (5)
localizamos mediante excavación por niveles arbitrarios de 10 Cms. de espesor
una especie de raspador muy tosco que debido a la ausencia de restos de ali -
mentación y la falta de asociación con otros utensilios no lo catalogamos co
mo un artefacto verdadero.
Por otro lado, en las excavaciones del 1978 del sitio Las Salinas ubi
cado en las costas de la bahía de Neyba, provincia de Barahona, en una zona -
costera y lacustre vinculada a un esquema "Barreroide" con un fechado de - -
2480 A.C., colectamos a los 20 Cms. de la superficie la primera punta foliá
cea (encontrada de excavación) de 13 Cms. de longitud, 5 Cms. de ancho mayor,
con un pedúnculo recto bien tallado y una serie de retoques marginales en uno
de los bordes para hacerla converger en punta. Tanto por su tamaño como por
su asociación al esquema de lascas y navajas se aleja de las puntas de las Z£
nas no costeras, aunque no podemos desvincularla totalmente del esquema cor
dillerano, pudiendo llegar allí por intercambio, movilidad o innovación inde
pendiente .
La ecología actual de la zona de San Juan de la Maguana,asociada a las
puntas es una antigua área boscosa, con lometas, cañadas y llanos con decli -
ves menores del 30% y relieve localizado a 500 Mts. sobre el nivel del mar
como promedio, permitiendo abundantes ríos, cañadas y riachuelos. A pesar
316
que la frontera de la movilidad de éstos grupos sería un cercado creado por -
las sierras, sin embargo se observan una serie de laderas y caminos comunicari
tes entre las Sierras Bahoruco, Neyba y la misma Cordillera Central. Es de -
cir, que la aparente barrera creada por los sistemas montañosos también perita
tía una ruta migratoria natural.
RASGOS DIAGNÓSTICOS DE LA TALLA
Lo primero que debemos señalar es que no se cuenta con precedentes tan
to respecto al tamaño de las puntas, la frecuencia de aparición como por la -
precision en la talla en el hemisferio continental y, quizás mundial.
La muestra estudiada presenta una gran selectividad en la talla de nú-.
cieos para obtener los utensilios precisos; ausencia de restos de taller sea-
detritus o debitage o núcleos, ya trabajados con uso o sin uso; presencia evi
dente de un pedúnculo en la zona proximal y la convergencia en punta en su zo
na distal ; ausencia de un retoque bifacial- superficial total, manteniendo -
siempre plano el lado anterior, eventuales retoques en el dorso y aristas que
pueden según el caso ser eliminadas o no; constancia de un tamaño promedio
que oscila en su longitud de 7 a 29.5 Cms..; de 3.5 Cms. a 8 Cms., su mayor
anchura de 1.5 a 7 Cms. de largo peduncular.
Para nuestra clasificación utilizamos los criterios generales de Angel
García Gook, presentados en su libro "Análisis Tipológico de Artefactos',' (6)como
son: Industria, clase de uso, categoría, familia y tipos. De acuerdo a la -
invadencia del lascado en el dorso y al tipo de pedúnculo tallado obtuvimos -
la clasificación de 6 tipos de puntas fundamentales , evitando crear varian
tes específicas que sólo pueden ser establecidas mediante una muestra mayor -
en cada zona de estudio.
LAS PUNTAS SON LAS SIGUIENTES;
FAMILIAS
1) No lascado en el dorso
2) Dorso semi-lascado
3) Dorso lascado
317
TIPOS
a)
b)
a)
b)
a)
b)
Pedúnculo
Pedúnculo
Pedúnculo
Pedúnculo
Pedúnculo
Pedúnculo
recto
circular
recto
recto continuo
recto
circular.
Aunque desconocemos los núcleos tallados, creemos que primero era necesa_
rio realizar el lascado del dorso sobre el propio núcleo, luego desprender la
lasca, afinar con cuidado el pedúnculo y, finalmente, aplicar varios retoques
abruptos en los extremos laterales para hacerlos converger en punta si es ne
cesario.
De acuerdo a la relación funcional, el trabajo de rebaje de la arista -
dorsal puede estar vinculado con una actividad mayor de penetración o au
mento de su posible aerodinamismo, en tanto que el pedúnculo circular permi
tía adherir la pieza a un asta enmangable por amarre, y el pedúnculo recto-
(y fino) permitiría insertarla dentro de un mango de madera.
La materia prima usada es muy abundante (quizás la cantera abierta de
Silex más grande de las Antillas se encuentre en el suroeste de la Isla de San
to Domingo) y de excelente calidad. El Sílex presenta un buen nivel de cris
talización y ausencia casi total de incrustaciones intrusas de otros minera
les que facilitarían una fácil rotura de la pieza. Notamos que la frecuen -
cia de las puntas está en franca relación con la abundancia y calidad de la-
materia prima, debido a la existencia de una serie de puntas no acabadas en-
su proceso total de talla. La fractura del pedúnculo era el mayor factor de
abandono de la talla.
Como no tenemos la secuencia extratigráfica no podemos establecer la re
lación de las puntas con la existencia de lascas, navajas y raspadores déla
fractura "barreroide" que los coleccionistas privados poseen y que afirman -
haberlas obtenido en la misma zona de procedencia de las puntas.
DESCRIPCIÓN DETALLADA DE LA MUESTRA
Siguiendo el diagrama de clasificación vamos a describir una sola pieza-
correspondiente a cada una de las familias y tipo:
318
Familia 1 y Tipo A. (véase figuras 4-19):
Punta pedunculada con las siguientes dimensiones:
Longitud 17 Cms., ancho mayor 8 Cms., longitud del pedúnculo 4.5 Cms.-
Procedencia - Jarabacoa.
Retoques secundarios en un solo lado.
Familia 1, Tipo B.
Punta pedunculada - dimensiones :
Longitud 21 Cms., ancho máximo 6.6 Cms., longitud del pedúnculo 5 Cms.-
Procedencia - Vallejuelo, San Juan de la Maguana.
Retoques secundarios en ambos lados.
Familia 2, Tipo A.
Punta pedunculada, dimensiones:
Longitud 18 Cms., ancho mayor 6 Cms., longitud del pedúnculo 3 Cms. -
Procedencia - Chalona - San Juan de la Maguana.
Retoques sencundarios con un solo. lado.
Familia 2,Tipo B.
Punta pedunculada, dimensiones:
Longitud 29,5 Cms., ancho mayor 4.5, longitud del pedúnculo 7.5 Cms.-
Procedencia Caney, San Juan de la Maguana.
Retoques secundarios simétricos en ambos lados, 50 Cms. en cada uno.
Familia 3,Tipo A.
Punta pedunculada, dimensiones:
Longitud 20 Cms., ancho mayor 5,6 Cms., longitud del pedúnculo 4 Cms.
Procedencia - Jarabacoa.
Retoques secundarios en un solo lado.
Familia 3, Tipo B.
Punta pedunculada, dimensiones:
Largo 19 Cms., ancho mayor 6 Cms., longitud del pedúnculo 5 Cms.
Procedencia Capa, San Juan de la Maguana,
Retoques secundarios en ambos lados.
319
EL MODO DE VIDA EN LA CORDILLERA
Por nuestra condición de isla tenemos que aceptar obligadamente que -
todos los asentamientos prehistóricos tienen un origen continental y que -
las migraciones se realizaron por vía acuática, aunque ciertas condiciones
físicas del transporte pudieron ser más ventajosas en el pasado. En el Con_
tinente Americano se conocen tres expresiones que pueden tener vinculación
con una forma de subsistencia basada en la gran caza de la fauna de origen
pleistocénica, pero que sobrevive unos milenios más durante el holoceno.-
En primer lugar está el horizonte preproyectil, que comienza a los 38 mil-
años A. C ; luego aparece el cazador que utiliza puntas de proyectil cuyo-
auge es posterior al décimo milenio A.C. y, finalmente, emerge un poblador
epipaleolítico que continúa manteniendo la caza de animales para su subsis
tencia; pero además comienza hacer énfasis en la recolección de vegetales-
y moluscos.
Las puntas de la Cordillera es una tradición muy distinta a las puntas
americanas, debiendo tener una técnica correspondiente alos grupos epipa -
leolíticos del Continente que en su proceso específico de adaptación a un-
medio isleño pudo tener dos posibilidades de ajuste tecnológico. Este pp_
blador conocía una técnica general de extracción de puntas que desarrolla-
ante la abundancia de una materia prima excelente y una ecología positiva-
basada en la existencia de grandes edentados.
La innovación tecnológica pudo haber tenido dos orientaciones:
a) El poblador se ajusta a la innovación (cambio ambiental) continuar^
do la talla de puntas.
b) El poblador si no dominaba la técnica de puntas, sí conocía la ta_
lia de navajas, pero debido a su adaptación a la fauna de la monta
ña crea innovadoramente las puntas.
Si la segunda orientación fuese correcta se constatarían dos expresio
nes líticas diferentes: una de navajas y lascas para la costa vinculada a-
la recolección y pesca; y otra, de grandes puntas asociadas a la gran caza-
cordillerana.
La posibilidad de que las puntas de la Cordillera fueran una subtradi-
ción derivada de la técnica Seboruco-Mordán es sustentada por Januz Kozlo-
320
wski. (7)
Por nuestra parte consideramos que sólo el hallazgo de la puntas en -
un contexto estratigráfico, con sus restos de taller y de alimentación po -
dría resolver los términos de la relación. Sin embargo, consideramos difí
cil que el poblador "mordanoida" fuera el tallador de las puntas, ya que las-
excavaciones realizadas en Barrera, Seboruco, Levisa, Las Salinas, Paso Se
na revelan una ausencia casi total de las grandes puntas pedunculadas. De_s
de este punto de vista en la Cordillera están presentes tanto las puntas co
mo las navajas y lascas, mientras que en los sitios "mordanoides" el esque
ma permanece más puro o exclusivo.
Consideramos que las puntas podrían tener tres usos básicos:
a) Defensa personal:
b) Artefacto intermedio usado como raspador manual para confeccionar otros
útiles en madera o aplicado a la elaboración y preparación de alimentos (8);
c) Caza de los grandes mamíferos antillanos presentes en un medio marino -
como el manatí (Trichechus manatus) y la foca tropical (Monachus tropi-
calis) o la gran fauna referida de edentados de la familia Megalochini-
dae.
De acuerdo al tamaño y la presencia del pedúnculo eran armas enmangadas.
No creemos que tuviesen un uso exclusivo como raspador, pues, este útil no -
tendría que tener necesariamente forma de punta ni poseer la espiga para ha -
cer esa función, sirviendo para tales fines cualquier lasca para el corte y -
desgaste. En cuanto a la caza de mamíferos marinos es una actividad más vin
culada al esquema costero que al cazador délas montañas. No queda, pues,
otra opción, sino vincular las puntas a la existencia délos edentados, los -
cuales serían cazados "cuerpo a cuerpo, como se planteó desde el 1973. (9)
LOS EDENTADOS Y SU RELACIÓN POSIBLE CON EL HOMBRE
Según el profesor Eugenio de Js. Marcano del Orden Edentata, familia Me
galochinidae existían en Cuba 8 especies; 2 en Puerto Rico y 6 en Santo Do -
mingo. Las especies dominicanas son las siguientes: Parocnus Serus, Acro-
to.cnus Comes, Acrotonus Odontrigenus, Acratonus Antillensis, Megalocnus Ro
dens y el Mesocnus Browni. Todas son especies paleontológicas cuyo registro -
321
está presente en por lo menos 13 localidades de la Isla y. al parecer, exis
ten seis posibles pruebas vinculables a una coexistencia con el hombre.
1) Chingúela, Constanza, Prov. La Vega: En el 1971 el profesor Roberto
Cas-S.á, localizó en una pequeña cueva cercana al río Cabuya a
1584 metros sobre el nivel del mar varios restos óseos pertenecieri
tes a 4 Parocnus en buen estado de conservación con una fecha ra
dio carbónica de 850 años A.C.. Debido al pequeño diámetro de -
abertura (50 Cms.), se supone que esos animales de más 250 1i -
bras no pudieron morir allí naturalmente, sino que"fueron depos¿
tados en el lugar en períodos fríos de la Cordillera',1 (10) .
2) Escalera Abajo, Altamira, Prov. Puerto Plata: Excavaciones reali_
zadas por Renato Rímoli en el 1980 en dos cuevas funerarias repo£
ta un fragmento dental de un edentado posiblemente del género Pa
rocnus: "las osamentas humanas y animales se encontraban entre -
mezcladas sin observar ningún orden anatómico. Por primera vez -
se informa la presencia de restos de mamíferos edentados (Paroc -
nus) en sitios arqueológicos de Santo Domingo" (11).
3) Rincón Naranjo, Cornatillo, Bayaguana, Prov. San Cristóbal: En el-
1964 el profesor Jesús Marcano informa en una cueva de Bayaguana-
"Allí vivía un indígena que comía Acratocnus, el que por el tama
ño de los huesos que dejó, aparentaba pesar más de sesenta libras;
después que hubo comido marcó los huesos (el indio) murió y sus -
huesos se mezclaron con el de los animales que había comido". Se
informa también varios huesos de quelonio (12).
4) Cueva del Ferrocarril, Sabana de la Mar, Prov. Seybo: En el año-
1929 el arqueólogo americano Herbert W. Krieger localizó un resi-
duario en la Cueva del Ferrocarril donde "se encontraron restos -
de jutías, aves cangrejos, conchas, corosos y huesos de Megaloc -
nus" Las piezas recolectadas por H. Krieger fueron depositadas en
el Instituto Smithsoniano (13).
5) Cueva Hoyo de Sanabe, Cotuí, Prov.Juan Sánchez Ramírez: El Prof.
Dato Pagan Perdomo informa en el 1978, acerca de una serie de
322
pictografías existentes en ésa cueva que representan la fauna co
tidiana de tos aborígenes agricultores de Santo Domingo como jutl-
as, iguanas, murciélagos, pero, además un animal desproporcionada^
mente grande llevado por dos hombres colgado horizontalmente en -
un palo, que según el Prof. Pagan se trata de un edentado. Este-
sería el primer reporte de edentados en el arte rupestre de Santo
Domingo (14) .
6) Cueva de Borbon, Prov. San Cristóbal: En el 1978 El Dr. Fernando
Morbán Laucer, reporta en esta cueva que" junto a las osamentas -
de una fauna ya extinguida perteneciente a nuestra prehistoria -
encontramos restos posibles de Megalocnus Rodens Comes y Acrotoc_
nus, localizándose un percutor grande roto, usado para fracturar hue_
sos, instrumentos y lascas de pedernal, para cortar carne y ras -
par los huesos. Los intrumentos de Pedernal presentan una simili
tud a las encontradas en Barrera , Azua y también aparecieron o -
tros instrumentos de pedernal de coloración azulosa, transportado
desde río Blanco, Tábara, Prov. de Azua, fragmentos de ollas cons
truídas en cerámica pertenecientes a los grupos culturales Igneri,
Ostiones y Tainos" (15).
En cuanto a las puntas que el Dr. I. Rouse reporta para Courí, y Caba -
ret en Haití, aparecen en un contexto mesoindio. Excavaciones llevadas a ca
bo por Ovidio Dávila en el 1978, éste informa que los artefactos de sílex pe£
cutidos de la zona no fueron trabajados allí, pues, existe una carencia de
materia prima y restos de taller, planteando su necesaria importación. En su-
informe no se reportan casos de puntas (16) .
Según el Dr. Marcio Veloz Maggiolo en zonas cercanas a Cabaret, reciente
mente el Dr. K. Fisher le comunico personalmente que existían "artefactos de -
Siléx en zonas cordilleranas de altura y alejadas de la costa" (17) .
Para Cuba donde existe una gran abundancia de sílex en su parte oriental
con la fecha más antigua para poblamientos en las Grande Antillas de 3100 años
A.C., sin embargo, las puntas están ausentes según informa Jorge Dueña Febles:
"Las herramientas con pedúnculo merecen atención especial,debido a determina-
323
dos rasgos tecnológicos. En las industrias de piedra tallada de Cuba las pun
tas carecen de pedúnculo bien definido a diferencia de otras, por ejemplo, Re
pública Dominicana, La Florida y Tierra Firme que sí lo tienen" (18) .
Creemos que nuestra afirmación de un poblador que puede ser anterior a -
Seborouco - Mordán, es decir, remontarse desde 3500 años A.C., que cazara los-
edentados con las puntas no puede hacer olvidar el uso eventual de la recolec
ción de frutas, raíces y bayas silvestres y, posiblemente, moluscos terrestres
como también de la caza menor de jutías, cangrejos e iguanas.
Definitivamente,los restos de edentados no fueron tan comunes como la-
gran fauna Continental para permitir la existencia de un Gran Cazador Espe
cializado (Big Game Hunter), aunque sí le permitió alimentarse de él y ate
nuar la dieta con actividades de recolección. Ademas, como bien plantea
Mark Nathan Cohen en "La Crisis Alimentaria de la Prehistoria" para los gru
pos cazadores y recolectores "la supervivencia depende de su conocimiento -
íntimo de las comunidades de plantas y animales que utilizan. Estos gru
pos han de saber exactamente dónde se pueden hallar los frutos, las semillas
y raíces comestibles y en qué circunstancias crecen mejor, además, de los ha_
bitos alimentarios, los desplazamientos y las necesidades ecológicas de Ios-
animales de caza de los que dependen'" (19) .
A pesar que en el área de estudio faltan importantes sondeos para encon_
trar un campamento con sus restos y ajuar que permitan la reconstrucción más
firme de su modo de vida, sin embargo, nuestros resultados infructuosos en -
ése sentido tiene quizás una explicación lógica y relacionada con las carac
terísticas de este poblador de la Cordillera. Como se trata de pequeñas ban
das de cazadores-recolectores que tienen una movilidad condicionada por Ios-
recursos ecológicos de las sierras, la emergencia de un patrón de asentamieri
to sedentario no era la opción más adecuada al medio. No se trataba de las-
bandas de recolectores y pescadores que se asientan en las zonas costeras y-
mangleras y pueden "esperar" la reproducción de miles de moluscos y peces y,
así, presentar características semisedentarias o por lo menos no estar tan -
presionados hacia una movilidad ciega y acuciante, detrás de la fauna que se
movía en las montañas.
Respecto a los otros pobladores precerámicos que no usan el sílex talla
324
do como utiles fundamentales, las relaciones con la Cordillera se alejan por
fuerza aún mas.
La afirmación de una relativa antigüedad del poblador cordillerano en-
Santo Domingo, tardío respecto al continente, temprano en relación a las An
tillas, puede chocar con ciertas ideas mecanicistas que consideran que la -
existencia de piezas peduncuíadas es siempre posterior a un horizonte prepro
yectil y que la unifuncionalidad (especialización en la función del utensi
lio) procede a la polifuncionalidad.
En la prehistoria antillana existen varias paradojas. Un marco de es
tudio unilinealista no puede captar la diversidad de los asentamientos.
El estudio del Complejo de la Cordillera no es una excepción.
DIAGRAMA DE CLASIFICACIÓN
CLASIFICACIÓN
INDUSTRIA
CLASE
USO
CATEGORÍA
FAMILIA
TIPO
• • • • • • • . • • . . . . —
RASGO DISTINTIVOS
Material
Técnica de Trabajo
Técnica de Empleo (Función Genérica)
Técnica de Empleo (Función Específica)
Forma Genérica (Lascado en el dorso)
Función Específica
Lítica
Tallada
Punzo -Cortante
PUNTAS PEDUNCULADAS
1) NO LASCADO DORSO
(Con arista) 38
a) Recto
29
b) Circular
9
2) DORSO SEMI LASCADO
(Con arista) 13
a) Recto
13
b) Recto Continuo
10
a
C O N C I L L E * * SEPTENTRION L E Y E N D
O C É A N O A T L Á N T I C O
• -••%
SAN MICHEL DE LA ATALAYA
REGIONES
POSIBLE AS
LIMARES A
( • ) NO HUESO
^ * I S L A BEATA
DISTRIBUCIÓN DE PUNTAS PEDUNCULADAS Y RESTOS DE EDENTAD
REPÚBLICA DOMINICANA
F i g u r a 1 .
327
\ \ W J f MONTE CRISTY CHACUEY
JT -M O O ( j 0
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LV\ \ \ \ \ \^V\ \V \ \VV\V\ \V \V^VV\ \ \ \ \ \ \ \V \VS 2 SAN JUAN DE LA MAGUANA
, \ \ \ \ N o JARABACOA Y CONSTANZA
<£ SAMANA
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F I S U R A N o . 2
GRÁFICO DE FRECUENCIA DE PUNTAS PEDUNCULARES
F i g . 3 . L a s g randes p u n t a s pedunculadas d e San to Domingo s 6 l o aparecen en 10s s i s t e m a s montan'osos de l a I s l a .
F ig .4 . Pun ta t i p o 1-a s i n t r a b a j o en e l d o r s o con un l a r g o ped6nculo r e c t o . ~ a p u l i n , San Juan d e l a Ilaguana. C o r t e s i a $&nuel Garc ia ~ r & a l o .
Fig.5. Dibujos de una punta tipo 2-b con el dorso semi-lascado y pedúnculo circular. Se muestra uno de los posibles usos. Cortesía Manuel García Arévalo.
Fig.6. Dibujos de una punta 2-a, lascado y pedúnculo recto sus posibles usos. Cortes Arévalo.
F i g . 7 . P u n t a s t i p o 1-a p roceden tes F i g . 8 , PequeGas p u n t a s t i p 0 d e San Juan d e l a Maguana. 1-a p r o c e d e n t e s d e San
Juan d e l a Maguana.
F i g . 9 . P u n t a s t i p o 1-a con un f i n o ped6nculo r e c t o y un g rueso ped6nculo r e c t o .
F ig . 10. Pun ta t i p o 1-a y 1-b p r o c e d e n t e s de l a S i e r r a d e Neyba-San Juan d e l a Maguana.
Fig.11. P u n t a s t i p o s 1-b y 1-a* F ig .12 , Punka t i p o 1-b p roceden te Proceden tes d e San Juan d e d e San Juan d e l a Efaguana. l a Maguana,
Fig .13. Pun tas t i p o 2-b de ped$nculo F i g . 14. Puntas t i p 0 2-b y 1-b rec to -con t inuo . p r o c e d e n t e s d e San Juan
de l a Maguana.
Fig.15. P u n t a s con e l d o r s o . Fig.16. D i v e r s a s p u n t a s d e l a S i e r r a l a s c a d o t i p 0 3-a pro- d e Neyba y San Juan d e l a c e d e n t e s d e San Juan Maguana . d e l a l'laguana.
Fig .17. Diversas pun tas de l a S i e r r a Fig .18. D i v e r s a s p u n t a s d e l a de Neyba y San Juan de l a S i e r r a d e Neyba y San Juan
Maguana . d e l a Ilaguana.
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NOTAS
1) "Arqueología prehistorica de Santo Domingo", Prof. Marcio Veloz Mag-giolo, p.60, MacGraw Hill, Singapur, 1972.
2) "El preceramico de Santo Domingo, Nuevos Lugares y su posible relación con otros puntos del area Antillana", Prof. Marcio Veloz Maggiolo y el Ing. Elpidio Ortega, Papeles Ocasionales N/I, Museo del Hombre Dominicano, 1973.
"Esquema para una revisión de nomenclaturas arqueológicas del pobla-miento preceramico en las Antillas", Plinio Pina M., Veloz Maggiolo y Manuel García Arévalo, 1974, Santo Domingo.
3) "Arqueología", p.63, Autor citado.
4) "Medioambiente y adaptación humana en la prehistoria de Santo Domingo", Marcio Veloz Maggiolo, Tomo I, p. 151, Editorial, UASD, Santo Domingo.
5) "Ob. Cit. de Elpidio ortega y José G. Guerrero, p. 179, Editorial Taller, 1981, Santo Domingo.
6) "Análisis tipológico de artefactos", Instituto Nacional de Antropología e Historia, pps. 38-43, 1967, México.
7) "In search of The evolutionary pattern of the preceramic cultures of the Caribbean", pp.61-79, Boletín del Museo del Hombre Dominicano, no.13, 1980.
8) "Posibilidades de usos de los cuchillos de pedernal y de los majadores cónicos alargados entre los aborígenes antillanos", Manuel García Arévalo, Ponencia presentada en el Simposio sobre Problemas de la Arqueología Antillana, Ponce Puerto Rico, 30 agosto, 1ro de Septiembre de 1978, Mimeo.
9) "El preceramico...", 0b. Cit., p.9.
10) "El Preceramico...", Ob. Cit., p.10.
11) "Restos de fauna en el sitio arqueológico de escalera abajo, Puerto Plata", Boletín del Museo del Hombre Dominicano, no.13, pp.174-183, Santo Domingo, 1980.
12) "Mamíferos extintos de la Hispaniola", Revista Biomundo UASD0, año I, No.l, Feb., 1976, pp.4-5.
13) "Arqueología prehistorica...", Ob. Cit., p.76.
14) "Notas sobre las pictografías y petroglifos de las Guacaras de Comedero Arriba y de Hoyo de Sanabe, República Dominicana", Dato Pagan Perdomo y Manuel García Arévalo, pp.13-57, Boletín del Museo del Hombre Dominicano, no.14, 1980, Santo Domingo.
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15) "El Arte Rupuestre en La República Dominicana, petroglifos de la Prov. de Azua", Fernando Morbán Laucer, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1978.
"Nuevas pictografías en la isla de Santo Domingo, Las Cuevas de Bor-bon", Dato Pagan Perdomo, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1978.
16) "Analysis of the Lithic material of the Savanne carree, no.2, Site Fort Liberté, Region in Haiti", Ovidio Dávila y Dávila, Boletín del Museo del Hombre Dominicano, no.10, pp. 201-266, Santo Domingo, 1978.
17) "Medioambiente...", Ob. Cit., p.147.
18) "Herramientas de piedra tallada del conjunto cultura de Seboruco", Mayari Holguín, Cubra, Mimeo.
19) Ob. Cit., p.33, Alianza Editorial, Barcelona.