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T. P., 62, n. o 1, 2005 EL COMPLEJO MONUMENTAL DEL CARAMBOLO ALTO, CAMAS (SEVILLA). UN SANTUARIO ORIENTALIZANTE EN LA PALEODESEMBOCADURA DEL GUADALQUIVIR THE MONUMENTAL COMPLEX OF EL CARAMBOLO ALTO, CAMAS (PROV. SEVILLA): A ORIENTALIZING SANCTUARY IN THE LOWER GUADALQUIVIR TRABAJOS DE PREHISTORIA 62, n. o 1, 2005, pp. 111 a 138 ÁLVARO FERNÁNDEZ FLORES (*) ARACELI RODRÍGUEZ AZOGUE (*) RESUMEN El objetivo del presente artículo es dar a conocer, con carácter preliminar, los resultados de la intervención ar- queológica llevada a cabo en el yacimiento protohistórico conocido como Carambolo Alto, Camas (Sevilla). Nos cen- traremos en la identificación, descripción y evolución del conjunto monumental exhumado en la cima del cerro a lo largo de la excavación. Ésta se interpreta como un santua- rio orientalizante con base en los paralelos arquitectónicos localizados y el registro material exhumado. ABSTRACT In this work, we present the recent archaeological re- search carried out at the Protohistoric site of Carambolo Alto, Seville (Camas). The paper gives information about the identification and description of structures and the evo- lution of the building located on the top of the site. Based on architectural features and the archaeological record found, this building is interpreted as a sanctuary of the orientalizing period. Palabras Clave: Protohistoria. Periodo Orientalizante. Tartessos. Santuario. Altar. Excavación de urgencia. Key words: Prehistory. Orientalizing period. Tartessos. Sanctuary. Fire bridge. Rescue excavation. I. INTRODUCCIÓN Como resultado de la Intervención Arqueológi- ca de Urgencia desarrollada en el Cerro del Caram- bolo de Camas (Sevilla) entre agosto de 2002 y mayo de 2004, se ha exhumado en la corona del cerro una edificación de carácter monumen- tal, que hemos interpretado como un santuario de época orientalizante. La construcción presenta distintas fases constructivas, datándose su uso des- de el siglo VIII al tránsito del siglo VII al VI an- tes de la Era Cristiana (1), momento de su amorti- zación. La secuencia ocupacional completa del yaci- miento, que abarca desde el Bronce inicial al siglo XX con distintos hiatos, ya fue expuesta en otro tra- bajo con motivo del Congreso de Protohistoria del Mediterráneo Occidental celebrado en Mérida en 2003 (2) (Fernández y Rodríguez e.p.; Rodríguez y Fernández e.p.), por lo que, en esta ocasión, nos centramos en la segunda fase de ocupación, datada dentro del periodo orientalizante. La evolución de la edificación monumental excavada correspon- diente a este periodo (denominada Complejo A) no fue completada en aquella ocasión ya que los traba- jos de excavación y laboratorio continuaron con posterioridad. (*) Arqueología y Gestión S.L.L. C/ Tránsito 8. Fuentes de Andalucía. 41420-Sevilla. Correo electrónico: affarqueo@ mix- mail.com [email protected] Recibido: 4-IX-04; aceptado: 8-II-05. (1) Las cronologías aportadas son relativas o convencionales hallándonos a la espera de seleccionar muestras para la datación absoluta. Por otro lado, el estudio de materiales está en proceso de realización, por lo que incluso dentro de las cronologías rela- tivas los datos son provisionales. (2) 3 er Simposio Internacional de Arqueología de Mérida. Congreso de Protohistoria del Mediterráneo Occidental. El Pe- riodo Orientalizante. 5-8 de mayo de 2003. Mérida, Badajoz (Es- paña).

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ÁLVARO FERNÁNDEZ FLORES ARACELI RODRÍGUEZ AZOGUE Como resultado de la Intervención Arqueológica de Urgencia desarrollada en el Cerro del Carambolo de Camas (Sevilla) entre agosto de 2002 y mayo de 2004, se ha exhumado en la corona del cerro una edificación de carácter monumental, que hemos interpretado como un santuario de época orientalizante. La construcción presenta distintas fases constructivas, datándose su uso desde el siglo VIII al tránsito del siglo VII al VI antes de la Era Cristiana, momento de su amortización.

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THE MONUMENTAL COMPLEX OF EL CARAMBOLO ALTO, CAMAS (PROV. SEVILLA):A ORIENTALIZING SANCTUARY IN THE LOWER GUADALQUIVIR

TRABAJOS DE PREHISTORIA62, n.o 1, 2005, pp. 111 a 138

ÁLVARO FERNÁNDEZ FLORES (*)ARACELI RODRÍGUEZ AZOGUE (*)

RESUMEN

El objetivo del presente artículo es dar a conocer, concarácter preliminar, los resultados de la intervención ar-queológica llevada a cabo en el yacimiento protohistóricoconocido como Carambolo Alto, Camas (Sevilla). Nos cen-traremos en la identificación, descripción y evolución delconjunto monumental exhumado en la cima del cerro a lolargo de la excavación. Ésta se interpreta como un santua-rio orientalizante con base en los paralelos arquitectónicoslocalizados y el registro material exhumado.

ABSTRACT

In this work, we present the recent archaeological re-search carried out at the Protohistoric site of CaramboloAlto, Seville (Camas). The paper gives information aboutthe identification and description of structures and the evo-lution of the building located on the top of the site. Basedon architectural features and the archaeological recordfound, this building is interpreted as a sanctuary of theorientalizing period.

Palabras Clave: Protohistoria. Periodo Orientalizante.Tartessos. Santuario. Altar. Excavación de urgencia.

Key words: Prehistory. Orientalizing period. Tartessos.Sanctuary. Fire bridge. Rescue excavation.

I. INTRODUCCIÓN

Como resultado de la Intervención Arqueológi-ca de Urgencia desarrollada en el Cerro del Caram-bolo de Camas (Sevilla) entre agosto de 2002y mayo de 2004, se ha exhumado en la coronadel cerro una edificación de carácter monumen-tal, que hemos interpretado como un santuariode época orientalizante. La construcción presentadistintas fases constructivas, datándose su uso des-de el siglo VIII al tránsito del siglo VII al VI an-tes de la Era Cristiana (1), momento de su amorti-zación.

La secuencia ocupacional completa del yaci-miento, que abarca desde el Bronce inicial al sigloXX con distintos hiatos, ya fue expuesta en otro tra-bajo con motivo del Congreso de Protohistoria delMediterráneo Occidental celebrado en Mérida en2003 (2) (Fernández y Rodríguez e.p.; Rodríguezy Fernández e.p.), por lo que, en esta ocasión, noscentramos en la segunda fase de ocupación, datadadentro del periodo orientalizante. La evolución dela edificación monumental excavada correspon-diente a este periodo (denominada Complejo A) nofue completada en aquella ocasión ya que los traba-jos de excavación y laboratorio continuaron conposterioridad.

(*) Arqueología y Gestión S.L.L. C/ Tránsito 8. Fuentes deAndalucía. 41420-Sevilla. Correo electrónico: affarqueo@ mix-mail.com [email protected]

Recibido: 4-IX-04; aceptado: 8-II-05.

(1) Las cronologías aportadas son relativas o convencionaleshallándonos a la espera de seleccionar muestras para la dataciónabsoluta. Por otro lado, el estudio de materiales está en procesode realización, por lo que incluso dentro de las cronologías rela-tivas los datos son provisionales.

(2) 3er Simposio Internacional de Arqueología de Mérida.Congreso de Protohistoria del Mediterráneo Occidental. El Pe-riodo Orientalizante. 5-8 de mayo de 2003. Mérida, Badajoz (Es-paña).

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En este artículo nos centraremos en la identifi-cación, descripción y evolución del conjunto mo-numental exhumado. La exposición de los datos seha planteado a modo de periodización o faseado enfunción de los diferentes momentos constructivosregistrados en la edificación. En cualquier caso, laexposición que realizamos a continuación tiene uncarácter preliminar y está sujeta, por tanto, a la po-sibilidad de que algunos de los datos aportadospuedan completarse, variar o concretarse cuan-do terminen los trabajos de documentación y aná-lisis, refiriéndonos, fundamentalmente, a la hor-quilla cronológica que enmarca el periodo de usode la construcción y las reformas acometidas en lamisma.

II. UBICACIÓN DEL YACIMIENTO

El yacimiento denominado Carambolo Alto selocaliza al suroeste de la Península Ibérica, en las

coordenadas UTM 762500/4142900 según carto-grafía del Instituto de Cartografía de Andalucía,Hoja 984. 2-3, Escala 1:10.000 (Fig. 1). Se hallaemplazado en la localidad de Camas, en los terre-nos antaño pertenecientes a la Real Sociedad deTiro de Pichón y actualmente propiedad de GabrielRojas S.L. Es la elevación más próxima a la ciudadde Sevilla de las que forman el borde ribereño delAljarafe, aunque se halla separado en parte de di-cha meseta por la pequeña vaguada del arroyo delPantano o del Repudio, que procede de Castilleja dela Cuesta. Presenta una cota máxima de 85 m s.n.m.en el punto más alto y de 60 m sobre la Vega deTriana, tratándose de uno de los cerros más altos desu alineación. Presenta una fuerte pendiente haciael N-O, N-E y S-E con un único acceso desde el S-O. Limita al este con la carretera Sevilla-Badajoz(Nacional 630), al sur con el Antiguo Camino deAlmedinilla, al Norte y Oeste con la carretera delClub del Tiro del Pichón y el antiguo camino deCastilleja.

Fig. 1. Ubicación del yacimiento en la Península Ibérica y contexto paleográfico (modificado de Escacena e Izquierdo 2001).

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III. EL YACIMIENTO. PROBLEMÁTICAHISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA

El yacimiento de El Carambolo (Camas, Sevilla)es, sin duda, uno de los más emblemáticos de Sevi-lla y Andalucía en general. Se trata de uno de losemplazamientos “tartésicos” sobre el que más se haescrito, debido al gran interés que suscita, no sólopor el hallazgo del conocido tesoro sino tambiénpor el propio yacimiento, fundamental para el co-nocimiento de las poblaciones de la Baja Andalu-cía anteriores a la conquista romana.

El conocimiento de la existencia de restos ar-queológicos en el cerro del Carambolo parte de1958, fecha en la que se produce el hallazgo del lla-mado Tesoro del Carambolo. En este momento, lazona alta del cerro pertenecía a la Real Sociedad delTiro del Pichón, que era propietaria desde 1940; dehecho este “descubrimiento” se produce debido auna serie de obras de infraestructuras y nivelacióndel terreno que se estaban llevando a cabo en lasinstalaciones de la citada sociedad (Carriazo 1973:192-198).

El hallazgo fue comunicado a los arqueólogosdel Servicio Nacional de Excavaciones, del queJuan de Mata Carriazo era delegado de zona, plan-teándose de inmediato una excavación en el lugarexacto de aparición del tesoro, siendo dirigida la in-tervención por él mismo. En ésta participaron JuanMaluquer de Motes, Francisco Collantes de Terány Concepción Fernández Chicarro.

En el proceso de excavación, iniciado en octu-bre de 1958, Carriazo distinguió cuatro niveles ar-queológicos que aportaron un numeroso conjuntode piezas cerámicas y metálicas de época protohis-tórica, que de inmediato se adscribieron a la “cul-tura tartésica” (periodo Bronce Final) y que el ar-queólogo interpretó como correspondientes a unfondo de cabaña.

Paralelamente, Juan Maluquer de Motes, duran-te su breve estancia en El Carambolo, realizó eldibujo de los perfiles documentados así como ladescripción e interpretación de los niveles que éldiferenció (Maluquer 1992: 15-29) y que posterior-mente Carriazo equiparó a los cuatros niveles porél establecidos (Carriazo 1973: 218-227).

Durante el tiempo que duraron los trabajos decampo, Carriazo observó la existencia de nivelesarqueológicos con cenizas y fragmentos cerámicosen zanjas abiertas en otros lugares del cerro, asícomo la existencia de niveles con gran cantidad decerámica en diversos puntos donde se habían rea-

lizado obras correspondientes a las edificacionesdel Tiro del Pichón.

Los resultados obtenidos en esta excavaciónpropiciaron que se continuara con las investigacio-nes en torno al cerro del Carambolo. En 1959 serealizó una vigilancia arqueológica en las obraspróximas, realizadas para la construcción del depó-sito de agua de EMASESA, documentándose úni-camente restos aislados correspondientes a distin-tos periodos culturales. Posteriormente se llevó acabo la prospección sistemática de la zona de laderadel cerro, pero fue, a la vista de las fotografías aé-reas realizadas para la investigación, cuando seobservó que, en la parte septentrional del cerro,existía una amplia terraza con planta de tendenciacircular, que se interpretó como posible área depoblado (Carriazo 1973: 236-337).

Entre 1960 y 1961 se proyecta en esa zona unanueva intervención. Ésta se limitó a un espacio rec-tangular de 25 × 15 m, ocupando una superficie de375 m2 ubicado en la vertiente oriental, en la lade-ra norte del mismo cerro y a unos 120 metros de lazona del hallazgo del Tesoro. Esta nueva excava-ción arqueológica sacó a la luz restos de edificacio-nes también de cronología protohistórica de las quese documentaron cuatro niveles de habitación, quefueron interpretados por su excavador como unpoblado, denominándose como el Carambolo Bajo,en contraposición a los restos documentados en laexcavación anterior a la que se llamó CaramboloAlto (Carriazo 1973: 247).

Desde las intervenciones de 1958 y 1960 no sevolvieron a realizar excavaciones en El Carambo-lo aunque han proseguido las investigaciones entorno al yacimiento. En 1991, se emprende unaActuación Arqueológica de Documentación Gráfi-ca dirigida por el profesor Fernando Amores Carre-dano, en la que se procede a la revisión de la cerá-mica recuperada durante las excavaciones (Amores1995: 159-178) y en 1997 David Jordan y MiguelÁngel Pérez realizan una prospección geofísica porencargo de la Delegación Provincial de Cultura.Esta última vino a confirmar las pequeñas dimen-siones del yacimiento del Carambolo Bajo que,según los datos recabados, se limitaba casi estric-tamente a los 400 m2 excavados por Carriazo (Be-lén 2000: 70-72).

La importancia de las excavaciones realizadasen el Carambolo radicó, en gran medida, en el he-cho de ser uno de los primeros poblados protohis-tóricos excavados en el Bajo Guadalquivir, por loque supuso un hito en el conocimiento de los perio-

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dos correspondientes al Bronce Final y Edad delHierro. Desde el inicio de su investigación se hanelaborado distintas hipótesis sobre el asentamien-to protohistórico del Carambolo, que versan prin-cipalmente en torno a su entidad, funcionalidad ycronología.

Carriazo, una vez realizadas las intervencionesy a la luz de los restos documentados, interpretó quetanto el Carambolo Alto como el Carambolo Bajoeran poblados, aunque de distinta cronología. ElCarambolo Alto se consideró como un asentamien-to de fines de la Edad del Bronce, caracterizado porun gran fondo de cabaña en el que se superponíandistintos niveles de ocupación. Asimismo expusoque, posiblemente, este tipo de unidad de habita-ción se extendía por la zona alta del cerro configu-rando un asentamiento (Carriazo 1980: 245). A suvez, el Carambolo Bajo fue identificado como unpoblado turdetano (Edad del Hierro), cronológica-mente más tardío que el Carambolo Alto (Carriazo1973: 249).

Posteriormente el profesor Antonio Blanco Frei-jeiro (1989: 95-96) consideró que el fondo de caba-ña de El Carambolo pudo ser un lugar de cultocomo los del Egeo en época geométrica y orienta-lizante, momento, en los que los templos eran edi-ficios muy rudimentarios, de planta rectangular uovalada y que, sólo por la singularidad de sus ajua-res se distinguían de las casas.

Años más tarde distintos autores intentaron re-cuperar el debate a cerca de la interpretación delyacimiento. En 1992 M. E. Aubet publica un ar-tículo con el que pretendía reabrir la discusión so-bre el Bronce Final Tartésico y para ello presentólos dibujos y notas originales sobre la estratigrafíay sobre los hallazgos más significativos registradosen el fondo de cabaña durante la estancia de Ma-luquer (Aubet 1992: 329-349). La publicación delas notas originales del profesor Maluquer se debea que, según Aubet, entre éstas y las publicadas porCarriazo existen contradicciones, hasta tal punto,que la autora manifiesta que en líneas generales lalectura que hace Maluquer de los datos arqueoló-gicos resulta correcta y coherente, en tanto que lainterpretación de la estratigrafía del fondo de caba-ña publicada por Carriazo resulta incomprensible.

En este debate sobre el Bronce Final, la autoraconfiere una gran importancia al yacimiento delCarambolo, de ahí, que decida reabrir la discusiónsobre el mismo, partiendo de las notas originalesdel profesor Maluquer. En cuanto a la interpreta-ción del lugar, Aubet defiendió que tanto la forma

como la disposición de los estratos arqueológicosrevelan la existencia, en la zona alta del cerro delCarambolo, de una cabaña de planta oval, intensa-mente ocupada durante un periodo de tiempo rela-tivamente largo e incendiada repetidas veces, apo-yando esta hipótesis en las numerosas pellas debarro con improntas de vigas o cañizo halladas enel nivel F de incendio. Asimismo, atendiendo a lascaracterísticas del enclave, su situación excepcio-nal, dominando la Vega de Triana (agricultura deregadío), el paso del Guadalquivir a la altura deSevilla (control estratégico de la principal arteria decomunicación de todo el sudoeste peninsular), y lameseta del Aljarafe (pastos y caza), Aubet opinaque el yacimiento presenta un poder de control te-rritorial sólo comparable al de un centro principalen el marco de una organización jerárquica de asen-tamientos.

Una interpretación distinta del yacimiento es laque ofrecen Belén y Escacena (1997: 103-131),quienes defienden la existencia en el cerro del Ca-rambolo no de un gran poblado sino un impor-tante santuario, enclavado en el denominado Ca-rambolo Bajo, que contaría con todas aquellasdependencias propias de estos enclaves sacros.

Dentro de esta interpretación, el “fondo de caba-ña” excavado en el Carambolo Alto actuaría comoun pozo o fosa ritual que contendría los restos de lasofrendas que se depositaban en el santuario. De esemodo, se explicarían los sucesivos niveles de incen-dio, la cantidad y calidad de las cerámicas que en élse hallaron, los fragmentos de cáscara de huevo deavestruz y la ocultación final del propio tesoro.

Esta hipótesis se basa, sobre todo, en los hallaz-gos realizados en el Carambolo Bajo. Concreta-mente, en algunos elementos arquitectónicos, comoel banco enlosado con sillares del Nivel IV, el po-sible altar (pilar de adobes de casi un metro de al-tura) y en el recipiente de piedra caliza, que segúnlos autores, pudo ser empleado como pila para ablu-ciones o libaciones. Todos estos elementos apare-cen en una misma estancia y junto a éstos, se en-cuentran los ajuares que según Carriazo estabanrepresentados por las “especies más selectas” y quesegún los autores no son tan corrientes en ámbitosdomésticos: jarros de barniz rojo, envases para per-fumes, platos y soportes. A esto, habría que unir lasllamadas “piedras raras”, que, siguiendo la interpre-tación de los investigadores, podrían ser represen-taciones anicónicas de la divinidad o divinidadesque recibían culto en el lugar, es decir, betilos.

En esta línea María Belén, partiendo de la revi-

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sión de las notas de excavación y de los materialesrecuperados en el Carambolo Bajo, propone que elyacimiento fuese un lugar de culto erigido por losfenicios hacia mediados del siglo VIII a.C. En dis-tintas ocasiones, sobre el complejo inicial se ha-brían construido otras edificaciones que perpetua-ron el carácter sagrado del lugar a lo largo de algomás de doscientos años (Belén 2000: 70-71). Estainterpretación se basa en las estructuras y materia-les del Carambolo Bajo, mientras que del “fondo decabaña” dice que se trata de una fosa o pozo ritual.

Continúa la interpretación de la zona del Caram-bolo Bajo en base a las dimensiones del yacimien-to, exponiendo que la extensión del enclave se re-duciría casi estrictamente a la superficie excavada,unos 400 m2, según se ha podido comprobar por lasprospecciones geofísicas realizadas. La autoramanifiesta que tan exiguas dimensiones no son lasque cabría esperar de un poblado que está conside-rado como uno de los centros políticos y económi-cos de mayor pujanza en el Bajo Guadalquivir, cri-ticando, de este modo, la hipótesis defendida, entreotros, por M. E. Aubet.

Con esta breve revisión del estado de la cues-tión acerca del yacimiento del Carambolo se ponede manifiesto el debate existente entre los distin-tos investigadores, cuyas hipótesis se basan prin-cipalmente en la revisión de los datos aportados porJuan de Mata Carriazo durante las excavacionesque llevó a cabo. En este sentido cabe comentarque la realización de una nueva intervención ar-queológica ha supuesto una oportunidad única paraproseguir con la investigación de este yacimientoen campo.

IV. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA2002-2004. MOTIVOS DE LA ACTUACIÓN,FICHA TÉCNICA Y ÁREA DEEXCAVACIÓN

La actuación arqueológica de urgencia realiza-da dentro de los antiguos terrenos de la Real Socie-dad del Tiro de Pichón, ubicados en el cerro delCarambolo, se llevó a cabo de forma preventivacomo consecuencia de la presentación de un pro-yecto de construcción de hotel y zonas deportivasen el citado inmueble. Tras la presentación del Pro-yecto de Intervención Arqueológica de Urgenciacorrespondiente, por parte de Arqueología y Ges-tión S.L.L., la excavación fue autorizada por Reso-lución dictada con fecha 30 de julio de 2002.

La Intervención dio comienzo el día 26 de agos-to de 2002, bajo la dirección de Álvaro FernándezFlores, coordinación de Araceli Rodríguez Azoguey con la colaboración de la Universidad de Huelvay la Universidad de Sevilla, y se dio por finalizadael 25 de mayo de 2004 (3). En la actualidad, conti-núan los trabajos de laboratorio con el inventaria-do y estudio de los materiales exhumados. Se haintervenido sobre un área cercana a 5.300 m2 corres-pondientes a la superficie afectada por el proyectode construcción arriba señalado. Esta zona corres-ponde a la mitad oeste de la cima del cerro, tratán-dose de una extensión inferior a la ocupada por elyacimiento que se extiende por la corona y laderasde la elevación.

La distancia que separa el área de actuación,ubicada en el tradicionalmente denominado Ca-rambolo Alto, del área en que se desarrollaron lostrabajos que dieron lugar a la diferenciación de esteconjunto del denominado Carambolo Bajo, es deunos 150 metros.

V. RESULTADOS DE LA INTERVENCIÓN:PERIODIZACIÓN CRONOCULTURAL

La exposición de los datos se ha planteado amodo de periodización en función de los diferentesmomentos constructivos registrados en la edifica-ción documentada, desde su fundación hasta suamortización. Se registran cinco grandes momen-tos constructivos o fases, aunque son numerosas lasreformas menores documentadas dentro de cadafase. La horquilla cronológica parece abarcar des-de el siglo VIII a la transición entre los siglos VIIy VI a.C., aunque estas fechas son aproximativas en

(3) Equipo técnico:-Coordinación: Araceli Rodríguez Azogue. Arqueología y

Gestión S.L.L.- Director: Álvaro Fernández Flores. Arqueología y Gestión

S.L.L.- Asesores Científicos: Estudio geoarqueológico: Dr. Francis-

co Borja Barrera. Geógrafo. Universidad de Huelva. - Historio-grafía y contextualización del yacimiento: Dr. Manuel PellicerCatalán. Universidad de Sevilla, Dr. José Luis Escacena Carras-co. Universidad de Sevilla, Dr. Fernando Amores Carredano.Universidad de Sevilla. - Análisis Geoarqueológico: Dra. MªÁngeles Barral. Geógrafa. Universidad de Huelva. - Estudio an-tropológico: Inmaculada López Flores. Antropóloga física. - Aná-lisis y Estudio arqueometalúrgico: Dr. Mark Hunt Ortiz. - Clasi-ficación, dibujo y siglado de material cerámico: Manuel JoséCasado Ariza, Juan Manuel Fournier Pulido, Daniel García Rive-ro. – Planimetría: Ralf Vohwinquel. Arquitecto. - Arqueólogostécnicos de Campo: Jaime González González, Eduardo PradosPérez, María Fernanda Castelló Salvador. - Restauración de ma-teriales: Gares S.L.

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tanto no se concluya el estudio de los materialescerámicos y se realicen los correspondientes aná-lisis que aporten cronologías absolutas para con-trastar resultados. La ocupación del periodo orien-talizante se llevó a cabo sobre un poblado datadoprovisionalmente en el tránsito Calcolítico Final-Bronce Antiguo Inicial a partir de los materiales ce-rámicos recuperados.

De forma previa a la exposición realizaremosuna aproximación al contexto geográfico natural enque se produce la ocupación correspondiente a esteperiodo histórico.

V.1. Contexto paleogeográfico

Los estudios sobre paleogeografía llevados acabo en el área en la que se ubica el yacimiento,basados tanto en las fuentes históricas como enanálisis geológicos (Arteaga y otros 1995: 129-134; Gavala 1992: láms. 1 y 2) apuntan a que el ce-rro del Carambolo dominaba en torno al año 1000a.C. la desembocadura del río Guadalquivir en unaamplia ensenada marina que extendía sus costas 70kilómetros tierra adentro respecto a la costa atlán-tica actual (Fig. 1).

La elevación conformaba una pequeña penínsu-la o cabo de fácil defensa ubicado en la cornisanororiental de El Aljarafe, zona que desde el pun-to de vista geológico presenta una secuencia estra-tigráfica correspondiente a materiales de finales dela Era Terciaria.

Su posición, frente a la ciudad de Spal (actualSevilla), permitía el control visual del área de ladesembocadura del río y, por tanto, el control de lascomunicaciones hacia el interior del valle, así comode las rutas mineras que desde tierra adentro baja-ban del área de Aznalcóllar, en las estribacionesoccidentales de la Sierra Norte de Sevilla.

V.2. Carambolo V o Santuario E. Primera fasede la edificación. Siglo VIII a.C.

Tras un hiato ocupacional que va desde el Cal-colítico Final-Bronce Inicial al orientalizante inicial(VIII a.C.), registramos una nueva ocupación delárea objeto de estudio caracterizada por la construc-ción de un complejo edilicio de carácter monumen-tal, núcleo originario del denominado Complejo A(Fig. 2, Lám. I y II).

De forma previa al inicio de la actividad cons-

tructiva, se procedió al aterrazamiento de la laderasuroeste del cabezo, lugar en que se ubica la cons-trucción y, por tanto, a la regularización de este es-pacio; no obstante, se mantendrá un notable desni-vel hacia el oeste. La edificación se presenta comoun conjunto cerrado de planta rectangular con orien-tación Este-Oeste, accediéndose al interior desde elEste. La sección de la construcción presenta un des-censo en la misma dirección en que está orientada,salvándose los desniveles mediante escalones.

• Materiales empleados y técnica constructiva

En la edificación se emplean adobes de un for-mato aproximado de 45 × 30 × 7 cm de materiallimo-arcilloso, mostrando aparejo con hiladas alter-nantes a soga y tizón. Como conglomerante se em-pleó arcilla con algo de limo y resto vegetal. Lostendeles suelen ser bastantes regulares, aproxima-damente 1-2 cm, mientras las juntas son más varia-bles debido, en gran parte, a las deformaciones oirregularidades que en las esquinas presentan losadobes.

Los muros de carga principales de esta primerafase carecen de cimentación, asentando directa-mente sobre los estratos de ladera regularizados.Los muros aparecen trabados entre sí, con un gro-sor medio de 0,60 m, presentando un zócalo de

Fig. 2. Planta de Carambolo V.

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y recibe el mismo tratamiento que muros y suelos.Los pavimentos reciben una preparación o

asiento de tierra batida o bien se disponen sobre losniveles edáficos decapitados; sobre este firme se dauna primera lechada arcillosa amarillenta, en oca-siones blanquecina, de potencia variable pero queno supera el centímetro acabándose el piso con unalechada teñida de rojo en finísimas películas que nosuperan 2 mm. Estos niveles de pavimento presen-tan numerosas reformas consistentes en la aplica-ción, bien de nuevas lechadas teñidas exclusiva-mente, bien de lechadas arcillosas, amarillentas ysin teñir sobre las que se dispone una película teñi-da. La fragilidad de los acabados en la pavimenta-ción explica las numerosas reformas que éstos ne-cesitan y que quedan patentes en numerosasestancias de esta primera fase.

Los pavimentos en las estancias abiertas presen-tan un tratamiento diferente, consistente en unapreparación de tierra batida rojiza. Asimismo, enlas zonas de tránsito (vanos de acceso y escalones)aparecen pavimentos realizados con conchas ma-rinas (Glycymeris s. p.), con formatos bastante re-gulares, alineadas y llagueadas con una fina capade pigmento rojo en la mayor parte de los casosdesaparecida (4).• Distribución espacial. Estancias y accesos

Como antes indicamos, el edificio exhumadopresenta planta rectangular y sección escalonada

Lám. I. Vista aérea del edificio originario o Santuario E.

mayor anchura, 0,80 m, hasta una altura media de0,50 m. Los muros de compartimentación presen-tan un grosor de 0,40-0,50 cm sin cimentación. Noaparecen refuerzos en los vanos, los cuales presen-tan en torno a 1 m de anchura.

Los acabados están realizados mediante en-foscados en general de color blanquecino y losenlucidos se realizan con lechadas rojizas sobrelechadas blanquecinas, al menos en la zona in-ferior de los paramentos y bancos adosados a losmuros.

La estancia más amplia presenta bancos adosa-dos, éstos se realizan disponiendo un murete decontención paralelo al muro principal con la mis-ma altura que tiene el banco y colmatando el espa-cio entre el muro y el murete con un relleno, en ge-neral arcilloso, con abundante adobe disgregado.La obra se cierra en su limite superior con adobes

Lám. II. Edificio originario o Santuario E. Vista generaldesde el oeste.

(4) A lo largo de las distintas fases se comprueba que la pa-vimentación con conchas se reserva para las zonas de tránsito,fundamentalmente vanos con o sin escalones.

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con pendiente Este-Oeste. El único acceso se rea-liza a través de uno de los lados cortos desde unaexplanada situada al Este, mediante un vano de 1,80m de anchura ligeramente sobreelevado del terre-no circundante y al que se accede a través de unapequeña rampa de tierra apisonada que conduce alumbral del vano. Existe un desnivel de aproxima-damente 0,50 m entre el umbral y la primera estan-cia de la edificación, salvándose éste a través de dospeldaños pavimentados con conchas (Fig. 2, Lám.III y IV).

El acceso aparece reforzado por sendos muros yda lugar a una amplia estancia (A-29), de plantarectangular de 12 m de largo por 8 m de ancho, quepresenta un banco corrido perimetral. Funcional-mente esta habitación ejerce como distribuidor yacceso a las otras estancias del recinto a las cualesse adosa (5). A juzgar por el tratamiento de pavi-mentos, la erosión de los elementos constructivos,los hogares documentados y los restos recuperados,esta construcción funcionó a cielo abierto comopatio multifuncional pero indudablemente relacio-nado con la preparación de ofrendas y sacrificios,sin excluirse que en sus primeros momentos pudie-se funcionar como espacio cubierto.

Enfrentada a la entrada y adosada al fondo de lapieza, aparece una plataforma escalonada, muydeteriorada, que pudo funcionar como altar y estaren relación con los actos sacrificiales (Margueron1991a: 1222-1232, 1250-1256). Al fondo de dichaestancia, y a ambos lados de la plataforma, encon-tramos dos vanos de una luz aproximada de 1 m através de los que se accede a dos estancias rectan-gulares (A-45 y A-46) que funcionan a un nivel másbajo que la estancia anterior, salvándose el desni-vel a través de un escalón. El estado de conserva-ción de A-45 y A-46 es deficiente debido a la afec-ción que la edificación del Tiro de Pichón tuvosobre las construcciones de esta zona, no obstante,la planta suponemos que sería similar en amboscasos. A-46 ha sido la habitación mejor documen-tada gracias a su estado de conservación. Se trata deuna estancia de siete metros de largo por tres metrosde ancho, compartimentada a su vez por un murodivisor en dos espacios, uno exterior al que se ac-

(5) Esta relación puede ser indicativa, bien de la existencia deuna fase aún anterior, donde las estancias descritas a continuaciónfuesen el núcleo inicial del complejo, bien de un simple planconstructivo condicionado por la pendiente de la ladera. No exis-tían evidencias claras al respecto por lo que se hizo necesario eldesmonte parcial de algunas estructuras y la realización de son-deos verticales y en profundidad para comprobar lo antedicho queesperamos puedan ser llevados a cabo en futuras actuaciones.

Lám. III. Vista general de la estancia A-29 desde el oeste.Al fondo escalera de acceso interior.

Lám. IV. Detalle del sistema de acceso en A-29.

Lám. V. Estancia A-46. En primer plano compartimentointerior. Sobre el rótulo posible altar circular. Al fondo ac-ceso escalonado pavimentado con conchas.

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cede desde el patio de 5 m de largo por 3 m de an-cho y otro interior de un 1,5 m de profundidad y 3m de anchura (Lám. V).

En la habitación exterior se documentaron unaserie de hogares entre los que destaca uno central,enfrentado al vano de acceso, de planta circular conuna factura muy cuidada que puede ser interpreta-do como posible altar (Lám. VI). Presentaba restosde enfoscado en su perímetro sobresaliendo por ellado este, presentando similitudes formales con elaltar circular de Cancho Roano (Celestino, 2001:17-56). Junto a éste, y a lo largo de las paredes dela estancia, una serie de oquedades de sección cir-cular y planta en U registradas en el pavimento in-dican la presencia de vasos contenedores de los queno ha quedado más que su huella. Paralelos a esterespecto se pueden encontrar en las excavacionesrealizadas en la casa-palacio del Marques de Salti-llo de Carmona (Belén et al. 1997: 137-140). Alfondo de la estancia encontramos un muro divisorque conforma la pequeña dependencia antes descri-ta, espacio que puede ser interpretado como adyton.El tratamiento de paredes y pavimentos en las es-tancias citadas es bastante cuidado.

En cuanto a A-45, su documentación ha sidomuy parcial, localizándose el vano de acceso y par-te del peldaño de bajada. Esta estancia se conformacomo un espacio rectangular 3,80 m de ancho porun mínimo de 3,5 m de largo (Lám. VII). En prin-cipio podemos suponer que este espacio se articu-lase de la misma forma que A-45. Junto al escalónde acceso se documentó una piedra que puede serinterpretada como betilo, aunque su posición jun-to al vano puede indicar asimismo una funcionali-

dad distinta (Lám. VIII).La planta general del edificio documentado en

esta fase tiene paralelos en Tell Taya (Marguerón1991: 1230-1232), Tell Quasile, Lachish o TellKittan (Wright, 1985, II: láms. 181 y 170) y portanto con modelos ubicados en la costa sirio-pa-lestina y Asiria que han sido interpretados comosantuarios. Previamente a la amortización de estasestructuras se limpiaron las estancias de obje-tos, tras lo que se desmontaron las techumbres ylos alzados hasta una altura media de 0,60/0,80 m,vertiéndolos in situ hasta crear una plataformanivelada a partir de la cual se construyó el nue-vo edificio siguiendo, básicamente, los ejes del an-terior.

Lám. VI. Posible altar circular en A-46. Presenta restos deenfoscado en el contorno que sobresalen hacia el este.

Lám. VII. Estancia A-45. Acceso al fondo y posible betilosobre el escalón de acceso.

Lám. VIII. Posible betilo junto al vano de A-45.

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V.3. Carambolo IV o Santuario D. Primerareforma y ampliación del santuario

En un momento aún no preciso dentro de la hor-quilla cronológica en que pervive el edificio (VIII- transito del VII al VI a.C.), se documenta un granexpediente de ampliación de la construcción origi-nal. En la gran reforma acometida el edificio origi-nal queda como patio abierto, adosándose al mismouna serie de estancias a norte y sur con un esquemasimétrico aunque con distinta proporción a amboslados (Fig. 3, Lám. IX).

De forma previa al inicio de la actividad cons-tructiva, tiene lugar la explanación de la cima delcabezo y la regularización de la ladera suroestemediante el vertido de los depósitos extraídos enel proceso de explanación citado. De esta forma,se consiguió un aumento de la superficie de ocu-pación en la corona de la elevación y la obtenciónde un espacio bastante nivelado. Evidentemen-te, este expediente supuso la erosión y decapi-tación de la estratigrafía arqueológica de la faseprevia en las zonas mas elevadas y su probableocultación bajo los vertidos de nivelación en laszonas de ladera.

Los perfiles obtenidos en el proceso de retira-da de los elementos constructivos e interfaciales deépoca contemporánea han permitido apreciar elproceso descrito, pudiendo confirmarse la homo-geneidad de los vertidos de ladera a lo largo de lassecciones del edificio protohistórico y la decapita-ción de la estratigrafía natural y antrópica, previaa este momento, en la cima del cerro.

Sobre la zona regularizada, se construyó unaedificación articulada en torno a tres patios o espa-cios abiertos con estancias de planta rectangular ycuadrangular intercomunicadas entre sí a través devanos. No se ha podido determinar la planta com-pleta del edificio, ya que parte de él queda fuera delárea de excavación y también por la afección quesupuso la construcción del Tiro de Pichón.

• Materiales empleados y técnica constructiva

La edificación emplea adobes de un formatoaproximado de 43x30x9 cm de material limo-arci-lloso mostrando, al igual que en la fase preceden-te, un aparejo con hiladas alternantes a soga y tizón.Como conglomerante se emplea arcilla con algo de

Fig. 3. Planta de Carambolo IV. Los trazos marcan los límites de los distintos ámbitos.

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limo y resto vegetal. Los tendeles suelen ser bastan-tes regulares, en torno a 1-2 cm, mientras las juntasson variables (Lám. X).

Los muros de carga principales de esta fase seasientan sobre cimentaciones en fosa rellenas conmampuestos excavadas en los depósitos de nivela-ción de ladera. La profundidad de las mismas oscilaen torno a 0,20 m. En alzado se desarrollan en for-ma de zócalo con una altura variable que oscila entrono a 0,30-0,50 m. Los alzados, por encima de loszócalos, están realizados íntegramente con adobe.

Los muros se trabaron entre sí mostrando dosgrosores principales: 0,80/0,83 m en los muros decarga de las estancias principales y 0,50 m en losrestantes. No aparecen refuerzos en los vanos, quemiden en torno a un metro de anchura.

Los enfoscados, enlucidos y pavimentos se rea-lizan del mismo modo que en la fase precedente.

Algunas de las estancias presentan bancos ygradas adosados, los cuales, al igual que en la faseanterior, se realizan disponiendo un murete de con-tención paralelo al muro principal con la mismaaltura que tendrá el banco, colmatando el espacioentre el muro y el murete con un relleno en gene-ral arcilloso con abundante adobe disgregado. Laobra se cierra en su límite superior con adobes yrecibe el mismo tratamiento que muros y suelos.La altura y anchura de los bancos es variable se-gún las estancias. Los pavimentos en las estanciasabiertas presentan diferente tratamiento consisten-te en una preparación a base de cantos rodados ogravilla para el drenaje sobre la que se disponensuelos de tierra batida rojiza. En esta fase no sedetectan pavimentos de conchas en vanos ni en losaccesos.

• Distribución espacial. Ámbitos y estancias

Como ya se indicó más arriba, no se ha docu-mentado la planta completa del Santuario o Com-plejo A. No obstante, en el conjunto de estructurasexhumadas se distinguen cuatro ámbitos claramen-te diferenciables, tres de ellos (Ámbitos 2 y 3 y 4)se comportan como conjuntos de estancias comu-nicadas entre sí que se articulan en torno a patiosinteriores, mientras un tercero (Ámbito 1) se inter-preta como un gran patio o plaza que da acceso a losdos ámbitos anteriores (Fig. 3).

- Ámbito 1: Se perfila como un gran espacioabierto formado por la estancia A-37, delimitado alsuroeste por las edificaciones del santuario, mien-tras que en el resto de las direcciones sus límites sonimprecisos aunque presumiblemente coincidiríacon el espacio posteriormente ocupado por las es-tancias A-36 y A-37 del Santuario C. Con seguri-dad el espacio se extiende bajo la crujía que poste-riormente se adosa a la edificación y bajo A-36 yA-37 en la fase C. Por tanto A-37 se configura comoun gran espacio abierto cuyo pavimento se realizadisponiendo un asiento de gravilla y cantos rodadospara drenaje sobre el que se dispone un pavimentode tierra batida, limoarenoso, pigmentado con ar-cilla rojiza.

- Ámbito 2: El área sureste de la edificación estáocupada por una serie de estancias de planta cua-

Lám. IX. Construcciones pertenecientes al Santuario D oCarambolo IV.

Lám. X. Materiales empleados y técnica constructiva. Seobserva la sección transversal del muro 2151 y en parte lalongitudinal del taponamiento de vano 2236. Se observa latécnica de cimentación y construcción de paramentos, ban-cos y pavimentos.

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drangular y rectangular, con muros principales deunos 0,50 m de anchura ( A-23, A-39 y A-24) arti-culadas en torno al patio A-28. El conjunto de es-tancias queda delimitado por el sur por un probablemuro de cierre (U.E. 2379), localizado a nivel decimentación, por el sureste por el patio A-28, y porel noroeste por el muro de carga 2202/2194. Por elsureste el conjunto continúa fuera del espacio ocu-pado por el hotel (Lám. XI).

El acceso principal al conjunto de estancias serealiza desde el patio A-37 y desde el patio A-28.Esta última estancia presenta planta rectangular conorientación este-oeste y unas dimensiones mínimasde 8,10 x 7,20 m. Interpretamos que se trata de unpatio interior; su carácter de espacio no cubierto loindica su pavimentación, realizada con gravillamezclada con tierra arenosa rojiza, la presencia deun canal de desagüe a cielo abierto de orientaciónnorte-sur que surge en el centro aproximado de laestancia y continúa bajo el muro de cierre 2379, asicomo su relación espacial con las restantes estan-cias y sus dimensiones. Desde éste se accede, enlínea recta, hacia las estancias que estamos descri-biendo, mientras a derecha continua a manera depasillo o calle hacia el noreste

Al frente y salvando un escalón de bajada, seaccede a A-39, habitación de planta rectangular conpavimentos acabados en rojo y zócalos con idénticoenlucido. Hacia la derecha la estancia nos permiteel acceso a A-23, pequeña habitación de plantacuadrangular con suelos acabados con lechada dearcilla teñida de rojo.

Los muros que conforman este conjunto se ado-san al cuerpo central o Ámbito 3, no obstante elestudio de paramentos no revela la existencia pre-via de enlucidos o niveles de pavimentos previosrelacionables con este último ámbito, lo cual noslleva a pensar que no sean el resultado de una am-pliación posterior al cuerpo central del santuario,sino resultado del plan constructivo de esta fase.

- Ámbito 3: Se localiza al oeste del Ámbito 1. Apartir de los restos documentados podíamos con-cluir que el ámbito se conforma a través de unabatería de estancias de planta rectangular, con mu-ros de un espesor de entorno a 0,80 m. y ejes nores-te-suroeste (A-40, A12, A-30, A-1) articuladas entorna un patio central A-29. El conjunto de estan-cias quedaría enmarcado por el sur mediante elmuro 2202-2194, que separa este Ámbito del A-2mientras el muro 2151 limita con el Ámbito 4 porel norte (Lám. XII).

El Ámbito A-3 presenta un esquema simétricoarticulado en torno al patio A-29. Éste reutiliza laedificación primitiva, anulándose las estancias A-45 y A-46. Adosadas al patio A-29, localizamos lasestancias A-30 y A-12/10, habitaciones que desta-can por su longitud en comparación con su estre-chez y por una funcionalidad relacionada con lapreparación y tratamiento de alimentos a juzgar porlos hogares y restos de fauna y cerámica localiza-dos en superficie. A ambos lados de estas habitacio-nes se disponen dos recintos, A-1 y A-40, que des-tacan por el cuidado tratamiento de sus paramentosy pavimentos y por la presencia de gradas decora-das y altares centrales que interpretamos como sa-las de culto.Lám. XI. Ámbito 2. Delimitación y estancias.

Lám. XII. Delimitación del Ámbito 3 y estancias delmismo.

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En la estancia A-1, a pesar de estar seccionadaen gran parte, los restos de paramentos, bancos ypavimentos que nos han llegado se encuentran enun excelente estado de conservación. Nos encontra-mos ante una estancia de planta rectangular, con ejelongitudinal este-oeste, coincidente con la salidadel sol en el solsticio de verano, y unas dimensio-nes de 5,80 m (mínimo) de longitud por 6,60 m deanchura con acceso desde el noreste (Lám. XIII). Ajuzgar por un pequeño sondeo realizado junto a lascimentaciones del siglo XX la estancia no ha varia-do en su distribución, estando dotada de gradasadosadas a los ejes mayores y pavimentos teñidosen rojo, no obstante estas apreciaciones, los acaba-dos que se conservan íntegros pertenecen a la fasesiguiente por lo que serán tratados en su momento.En la zona central de la estancia y enfrentada alvano de entrada se documentó una cimentación deplanta rectangular (U.E. 2384), desplazada del ejede la construcción y con orientación Este-Oeste 65ºque interpretamos como altar (Lám. XIV). En cuan-to a la estancia A-40, ésta presenta un tratamientosingular al igual que A-1. En este caso nos encon-tramos con una construcción de planta rectangularde 8 m de anchura por 15 m de longitud, con orien-tación este oeste, que presenta gradas perimetralesenlucidas en rojo y pavimentos con el mismo trata-miento. El acceso no se ha documentado al estarafectado por el sótano de la Armería del tiro de Pi-chón, excepto en el límite del paramento 2202(Lám. XV).

En la zona central de la estancia se documenta unaltar en forma de piel de toro (U.E. 2605) rehundi-do en el pavimento, aunque con un ligero relieve entorno al mismo. La factura es sumamente cuidadaapareciendo teñido en rojo y con huellas de com-bustión en su zona central. El altar presenta cuatroreformas notables y una constante reposición desuelos en cada momento a través de lechadas alter-nantes blanquecinas de preparación y rojas de aca-bado (Lám. XVI). Hacia el este localizamos unapequeña estructura de planta circular seccionada anivel de cimentación. Consiste en un adobe rehun-dido con una capa de mortero a base de tierra mar-gosa que queda amortizado por la primera reformadel suelo de la estancia (6).

Los pavimentos de la estancia aparecen limpios,sin restos cerámicos, fauna o restos constructivosen contraposición a las estancias centrales delÁmbito.

Lám. XIII. Ámbito 3, Estancia A-1. La estancia resultó sec-cionada por la armería del Tiro de Pichón y un semisotano;no obstante, se puede observar su planta rectangular y laexistencia de gradas adosadas a los ejes longitudinales. Elvano de acceso aparece al fondo de la fotografía, taponadoen una fase constructiva posterior.

Lám. XIV. Marcado en negro, Altar 2384 en A-1. A la de-recha aparece cortado por las cimentaciones del Tiro dePichón.

(6) Un altar con forma de piel de toro se ha localizado en elcercano yacimiento de Caura en las excavaciones realizadas porJ.L. Escacena (2001: 73-76).

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El conjunto descrito como Ámbito 3 puede in-terpretarse como edificio religioso con doble salade culto y una zona funcional central dedicadaprobablemente a los sacrificios y preparaciónde alimentos, ofrendas que estarían en relacióncon los actos litúrgicos (Margueron 1991b: 235-247; Chaves et al. 2000: 573-581; Escacena 2001:73-96).

- Ámbito 4: Al oeste de A-1 se documentaron enperfil algunos muros pertenecientes, con bastanteprobabilidad, a este momento que conforman otroámbito diferenciado de los anteriores. Esta zona seencuentra bastante afectada por las remociones delas edificaciones del siglo XX. Aún así, pueden dis-tinguirse dos estancias de planta rectangular queconformarían, probablemente junto a otras, unámbito que proporcionaría simetría a la construc-ción (A-16 y A-15).

V.4. Carambolo III o Santuario C.Segunda reforma y ampliación del santuario

La reforma que se lleva a cabo en este momen-to se caracteriza por la ampliación del santuario acosta del patio A-37, con una crujía paralela a laantigua fachada de la edificación, y el carácter sun-tuario de los materiales empleados, destacando lacalidad de pavimentos y enlucidos, que debierondar un aspecto monumental a la construcción (Fig.4, Lám. XVII).

• Materiales empleados y técnica constructiva

La edificación emplea de nuevo adobes de for-mato 43 × 30 × 9 cm limo-arcillosos mostrandoaparejo con hiladas alternantes a soga y tizón.Como conglomerante se emplea una mezcla arci-llo-limosa. Los muros de carga principales de estaprimera fase asientan directamente sobre el suelo degravilla precedente. Los alzados están realizadosíntegramente con adobe sin presentar zócalos. Losmuros aparecen trabados entre sí, registrándose dosgrosores principales 0,80/0,83 m y 0,50 m. Los másanchos corresponden a las ampliaciones de las sa-las más suntuosas mientras los menores correspon-den a la ampliación de las estancias destinadas a lapreparación de alimentos. No aparecen refuerzos enlos vanos. Éstos miden en torno a 1 m de anchura.

Los acabados están realizados mediante enfos-cados de color blanquecino y los enlucidos se rea-lizan con lechadas de color rojo intenso sobre lecha-das blanquecinas, al menos hasta un metro de alturaen la zona inferior de los paramentos y en su tota-lidad en los bancos adosados a los muros.

Algunas de las estancias presentan bancos ado-sados realizados con la técnica ya descrita en lossantuarios D y E.

Los pavimentos asientan sobre los suelos pre-vios; sobre este firme se da una primera lechadaarcillosa amarillenta, en ocasiones blanquecina, depotencia variable pero que no supera el centímetroy sobre éste se vierte una lechada teñida de rojo enfinísimas películas con un grosor que no supera los

Lám. XV. Perímetro de la Estancia A-40. La construcciónaparece notablemente afectada por las cimentaciones delTiro de Pichón (abajo izquierda y arriba derecha).

Lám. XVI. Altar 2605. En primer plano basamento circu-lar. En segundo, altar con huellas de combustión.

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2 mm. Al igual que en fases precedentes, los pavi-mentos en las estancias abiertas presentan un trata-miento diferenciado consistente en una preparacióna base de cantos rodados para el drenaje sobre la quese disponen suelos de tierra batida rojiza. Asimis-

mo, en las zonas de tránsito (vanos de acceso, esca-lones) aparecen acabados consistentes en la colo-cación de conchas alineadas, con formatos regula-res, llagueadas con una fina lechada de pigmentorojo, en la mayor parte de los casos desaparecida.

• Distribución espacial. Ámbitos y estancias

A pesar de la ampliación no se rompe el esque-ma anterior distinguiéndose de nuevo los cuatroámbitos de la fase previa, tres de los cuales (Ámbi-tos 2, 3 y 4) se comportan como conjuntos de estan-cias, que se articulan en torno a patios interiores,mientras que un tercero (Ámbito 1) se interpretacomo un gran patio o plaza alrededor del cual searticulan los tres ámbitos anteriores.

- Ámbito 1: Es el espacio en torno al cual se arti-cula el conjunto del santuario. Se trata de un granespacio de planta rectangular, con unas dimensio-nes mínimas de 27 m de largo y 19 m de ancho, don-

Fig. 4. Planta del Carambolo III o Santuario C. Los trazos marcan los límites de los distintos Ámbitos.

Lám. XVII. Vista general del área ocupada por el San-tuario C.

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de se diferencian dos zonas denominadas como A-37 y A-36 (Lám. XVIII y XIX). A-37 se conformacomo un gran espacio abierto de planta rectangular,con unas dimensiones mínimas de 20 m de longitudpor 14 m de anchura, cuyo eje longitudinal presen-ta una orientación este-oeste. Está delimitado alnorte por el muro 1074, al oeste y al sur por el pavi-mento correspondiente a A-36, continuando fueradel área de excavación hacia el este y sureste. Sehalla pavimentado con un suelo de tierra batida te-ñida en rojo que se dispone sobre una cama de can-tos rodados que facilitan el drenaje. No presentaningún tipo de elemento constructivo en las zonasconservadas, a excepción de un banco corrido ograda a lo largo del muro de cierre noroeste.

El acceso desde el patio o plaza A-37 al interiordel edificio se realiza a través de una zona de trán-sito pavimentada con conchas marinas de plantarectangular y eje noroeste-sureste (A-36), por tan-to perpendicular al eje mayor del patio o plaza. Seha localizado el vano que daba acceso desde esteespacio a la estancia A-40. En las zonas en quemejor se conserva el contacto entre los pavimentosde A-36 y A-37 se observaba una línea de adobesque pueden sugerir que el espacio pavimentado conconchas funcionase a modo de galería o espacioporticado que diese paso desde el gran patio o pla-za central al conjunto de ámbitos que forman elnúcleo constructivo del edificio.

- Ámbito 2: En esta fase el área sureste de la edi-ficación está ocupada por una serie de estancias deplanta cuadrangular y rectangular, resultado de la

adición de una estancia hacia el este (A-21) a cos-ta del patio A-37 de la fase precedente y la compar-timentación de A-39. Todas estas estancias apare-cen conectadas entre sí a través de una serie devanos. El conjunto de estancias queda enmarcadoal sur por un probable muro de cierre (U.E. 2379),localizado a nivel de cimentación, al sureste por elpatio A-28, y al oeste por el Ámbito 3. En el nordes-te el conjunto continúa fuera del área afectada porla excavación. Se detecta un potente recrecido queconforma una plataforma denominada A-27, a cos-ta del patio A-28, a la que se accede a través de, almenos, dos escalones pavimentados con conchas.

La funcionalidad de estas estancias no quedaclara por el momento; los suelos aparecen bien con-servados y prácticamente limpios a excepción dealgunas piezas cerámicas. Todas las estancias, ex-cepto el patio A-28, presentan hogares ubicadosaproximadamente en el centro.

- Ámbito 3: El espacio de culto descrito en la faseanterior, Carambolo IV, ha sido documentado conexhaustividad para esta fase gracias al buen estadode conservación de pavimentos, paramentos y gra-das perimetrales. La estancia A-40/A-20 es fruto deuna ampliación longitudinal, con una nueva crujía,de una antigua estancia de culto. La reforma acome-tida da lugar a una construcción de planta rectangu-lar con unas medidas exteriores de 21 m de longi-tud y 9 m de anchura y unas dimensiones interioresde 19,50 m por 7,40/ 7,20 m. Aunque hemos preci-sado las dimensiones totales de la construcción, lapresencia de la cimentación de la armería del Tiro

Lám. XVIII. Ámbito 1. Estancias A-36 y A-37. Muros decierre del Ámbito 1 por el suroeste y contacto entre los pa-vimentos de A-36 y A-37.

Lám. XIX. Ámbito 1. A.37. Vista general del patio o plazaen torno al cual se articulan las edificaciones.

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de Pichón impide documentar con certeza si se tratóen este momento de un único espacio o si la estan-cia estaba compartimentada con un vestíbulo (ulamo pronaos) previo a la zona central de culto (hekalo naos) identificada por la presencia de un altar(lám. XX). La existencia en este espacio de accesode un banco corrido decorado en rojo liso en con-traste con las gradas y decoración polícroma docu-mentadas en el centro de la estancia apoyarían estaúltima hipótesis. Sería la crujía añadida en estemomento la que ejercería esa funcionalidad dandolugar a un vestíbulo de 3,80 m de profundidad por7,20 m de anchura.

La construcción, en su zona central, interpreta-da como hekal o naos, presenta gradas a ambos la-

dos con la contrahuella de la grada inferior decora-da con un motivo ajedrezado en rojo, negro y reser-va (lám. XXI). Al fondo de la estancia, un entran-te en la línea de gradas en un lateral y la presenciade un peldaño saliente adosado a la grada opuesta,sumado a un cambio en el tipo de decoración de lacontrahuella, que a partir de este momento es rojalisa en contraste con la policromía anterior, podríanindicar la presencia de un espacio diferenciado amodo de debir o adyton, bien a través de algún tipode material perecedero o bien exclusivamente a tra-vés de la ruptura del ritmo compositivo y por tan-to de forma simbólica (Lám. XXII).

El ámbito central de la estancia (hekal o naos)tiene unas dimensiones interiores de 11 m de lon-gitud por 7,40 m de anchura. En la zona centro sedispone un altar rehundido en forma de piel de toroextendida y el pavimento presenta una ligera subi-da de cota en el contorno que acentúa la forma delaltar y su profundidad. Este hecho es resultado desu técnica constructiva, consistente en la deposi-ción de una capa arcillosa sobre el altar previo, deentre 2 y 4 cm, en la cual se modela en hueco onegativo la forma de piel de toro extendida (Lám.XXIII). El altar presenta huellas de combustión ensu zona central apareciendo completamente lim-pio de cenizas o cualesquiera restos. De la mismaforma los pavimentos de la estancia se presen-tan limpios de cualquier contenido. El ámbitointerior, interpretado como debir o adyton, quese individualiza del resto de la estancia por el cam-bio de decoración y modulación de las gradas

Lám. XX. Vista general de A-40 delimitada por el trazogrueso. En trazo fino, la posible compartimentación de laestancia en esta fase. La zona central, correspondienteal altar, es la que presenta gradas con contrahuella deco-radas con ajedrezado polícromo, mientras los bancos y gra-das de las estancias de acceso y fondo aparecen acabadas enrojo liso.

Lám. XXI. Cata realizada en las gradas de forma previa asu extracción, para documentar su motivo decorativo. De-coración de gradas con motivo de ajedrezado en rojo, negroy reserva.

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y bancos, presenta unas medidas de 4,40 m de pro-fundidad por 7,40 m de anchura con gradas al fon-do. En este caso sí se documentaron restos decenizas en el pavimento y huellas de combustiónen la zona central, en contraposición al ámbito cen-tral que mostraba los pavimentos completamentelimpios.

En cuanto a la estancia A-1/A-4, identificadaasimismo como espacio de culto desde la fase ante-rior, muestra, al igual que A-40, un carácter singu-lar respecto a las demás habitaciones por la cuida-da factura de pavimentos y enlucidos. A pesar deldeficiente estado de conservación, podemos con-cluir que, en este momento, nos hallamos ante unaconstrucción de planta rectangular, con eje longitu-dinal noreste-suroeste y unas dimensiones interio-res de 9,80 m (mínimo) de longitud por 6,60 m deanchura, con acceso desde el noreste. La estanciapresenta gradas de dos escalones adosados a los ejesmayores con contrahuella inferior decorada con dosfranjas rojas que delimitan una franja central, doblede ancha que las anteriores, en blanco (Lám.XXIV).

El pavimento está realizado con lechadas de ar-cilla teñidas de rojo y aparecía limpio excepto en laesquina sureste donde apareció una acumulación deescamas de pescado. En la zona central hallamos lacimentación correspondiente al altar ya descrito enla fase anterior.

La estancia de culto presenta un vestíbulo o ulamde 4 m de longitud por 6,4 m de anchura, totalmenteseccionado por las edificaciones del siglo XX, queda acceso a la sala central dotada del altar interpre-tada como hekal o naos. El resto de la habitación ha

desaparecido como resultado de las obras del Tirode Pichón.

Las estancias centrales tienen acceso directodesde el patio a través del espacio porticado A-36.Los restos localizados indican una perpetuación delas actividades de preparación de alimentos a juzgarpor los hogares, hornos y acumulaciones de cerámi-ca y restos de fauna registrados en la anulación delos pavimentos de esta fase. La funcionalidad de lasestancias adosadas en este momento (A-32 y A-34)aun no queda clara, aunque no parecen estar en re-lación a las actividades anteriormente señaladas.

- Ámbito 4: En el extremo oeste del complejo,entre el gran patio central o plaza y el muro de cie-rre del complejo, localizamos un espacio bastanteamplio que presenta un grado de conservación muy

Lám. XXII. Vista general de la zona central de A-40 desdeel este, con altar en primer plano. En proceso de excavaciónla grada de la izquierda.

Lám. XXIII. Detalle del altar 2531 en la estancia A-40 desdeel Noreste. Al fondo, grada.

Lám. XXIV. Detalle de la decoración de la contrahuella delas gradas de la estancia A-1.

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deficiente debido al arrasamiento de la estratigra-fía durante las obras del Tiro de Pichón. En estazona los escasos restos documentados son fosas dedistintas dimensiones colmatadas en la mayoría delos casos por depósitos con alto porcentaje de ceni-zas y gran cantidad de elementos orgánicos y cerá-micos. La existencia en la practica totalidad del áreacomprendida por el Ámbito 4 de fosas y vertidos detales características, así como la ausencia de estruc-turas, nos inclina a interpretar esta zona como un es-pacio abierto dentro del Complejo A, donde se pro-cede al vertido de los desechos que en él seproducían. Fuera de esta área, ni en planta ni en losextensos perfiles levantados se han documentadofosas relacionables con fondos de cabaña o basure-ros de cronología orientalizante.

Dentro de este ámbito se ubicaba el “fondo decabaña” documentado por Carriazo en la excava-ción del Carambolo Alto (Carriazo 1973: 188-235).Durante el proceso de excavación se comprobó queel supuesto fondo de cabaña se comportaba comouna fosa de considerables dimensiones, planta irre-gular, aunque de tendencia ovalada y sección en“U” ( U.E.I. 19) abierta, con una longitud máximaconservada de 7,5 m, una anchura máxima conser-vada de 4,5 m y una profundidad mínima conserva-da de 2 m, rellena por depósitos vertidos desde elnordeste con un notable buzamiento de entre 30º-45º (Fig. 4, Lám. XXV).

Teniendo en cuenta las interpretaciones hastaahora emitidas sobre la fosa excavada por Carria-zo, fondo de cabaña o fosa ritual, tenemos que de-cir que en el proceso de excavación y limpieza nose documentó ningún tratamiento en sus paredes nipresencia de niveles de suelo-pavimento, comotampoco huellas de fuego (combustión in situ) niposibles cimientos o huellas de postes en torno a lafosa. Por el contrario, durante el proceso de colma-tación se habían producido desprendimientos par-ciales de las paredes de la fosa, excavada en lamarga amarillenta, que vistos en sección podían serinterpretados erróneamente como niveles de pavi-mento entre depósitos de colmatación.

El conjunto de observaciones realizadas en lospárrafos anteriores nos lleva a desestimar la inter-pretación tradicional como fondo de cabaña y plan-tear el hecho de que no fuese más que una fosa des-tinada al vertido de basuras procedentes de lasactividades de preparación de ofrendas realizadasen el Ámbito 3. El carácter singular de los materia-les exhumados en este último ámbito coincide conlos recuperados en esta campaña en el área de segu-

ridad que reservó Carriazo junto al “lavadero”, di-ferenciándose, básicamente, en el mayor calibre delos registrados en la fosa en contraste con la com-pactación y disgregación de los hallados en las es-tancias del Ámbito 3 como resultado del tránsitoconstante sobre los mismos. El hecho de que la seriede fosas exhumadas en el Ámbito 4 fuesen el des-tino final de los restos de ofrendas y recipientes re-cuperados en éstas, una vez cumplida su función enlas estancias de culto, pudo dotar de un cierto carác-ter sacro a estos vertederos.

La fosa interpretada como “fondo de cabaña”aparecía cortando los depósitos de relleno de unafosa previa que, a su vez, cortaba un muro cuyosadobes que responden a los empleados en el San-tuario D. A partir de estas relaciones estratigráficasy por los materiales recuperados, la fosa interpre-tada como fondo de cabaña queda enmarcada porel momento entre las fases III y IV, aunque la da-tación definitiva y la revisión de las estratigrafíaspueden hacer variar esta adscripción, de hecho enlos primeros resultados publicados (Fernández yRodríguez e.p.), la fosa fue adscrita a la Fase II.

Como conclusión de lo anteriormente expuesto,la Fase III de la construcción, o Santuario C, nosmuestra un conjunto monumental de carácter reli-gioso que se encuentra en su máximo apogeo enestos momentos. En el mismo se registra una dua-lidad de culto, con dos estancias singulares dotadasde altares (A-40 y A-1) y una serie de estancias deservicio directamente asociadas a ellas destinadasa la preparación de alimentos (A-30, A-12/10 y A-29). A izquierda y derecha de este ámbito central se

Lám. XXV. Planta completa de la fosa protohistórica unavez excavada la estratigrafía arqueológica que había queda-do en su interior.

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disponían una serie de pequeñas estancias con sue-los teñidos de rojo que aparecen asimismo prácti-camente limpios, algunos de ellos con hogares cen-trales (Ámbitos 2 y 4). Todo el conjunto de ámbitosse articula a partir del gran patio central, accedién-dose a las zonas de culto a través de un vestíbulo ozona porticada pavimentada con conchas (A-36). Aesta fase se puede asociar un muro de cierre contalud exterior, documentado en el extremo oeste ynorte del área de excavación. Éste podría funcionarcomo muro de cierre del Complejo A en esta zonaa la vez que como muralla defensiva.

En cuanto a cronología, el estudio preliminar delos materiales podría llevarnos a datar de forma re-lativa el conjunto en torno al siglo VII a.C., no obs-tante esta fecha por ahora es meramente orientativa.

V.5. Carambolo II o Santuario B. Tercerareforma del santuario

Se distinguen en este momento dos conjuntos deconstrucciones, denominadas Complejos A y Brespectivamente. La adscripción a esta fase resul-

ta provisional en tanto se revisan las estratigrafíasy se obtienen las cronologías correspondientes a losmateriales.

- Complejo A:Las reformas acometidas en esta fase se centran

en el aprovechamiento de espacios antes diáfanos,con la construcción de muros de compartimen-tación, el desmonte y saneamiento algunos ejes,el refuerzo de otros y en general una subida delos niveles de uso con repavimentación de las estan-cias ya documentadas en el momento precedente(Fig. 5).

• Materiales empleados y técnica constructiva

Los materiales, aparejos y acabados, tanto enparamentos como en suelos, son similares a losempleados en la tercera fase de la edificación, va-riando únicamente la materia prima para la confec-ción de los adobes y enfoscados. Los nuevos murosse construyen asentándose directamente sobre lospavimentos de la fase precedente y trabándose en-

Fig. 5. Planta de los complejos constructivos A y B en la fase Carambolo II. Los trazos marcan los límites de los distintosÁmbitos.

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tre sí. Posteriormente, el espacio que enmarcan losmuros y que configuran las nuevas estancias es re-llenado con restos constructivos, proceso median-te el cual se lleva a cabo el ascenso de la cota delsuelo hasta alcanzar la altura de los bancos de la faseanterior.

• Distribución espacial. Ámbitos y estancias

Para este periodo de uso, y a pesar de las refor-mas que se han documentado, el edificio pareceseguir manteniendo la misma organización. Se dis-tinguen cuatro Ámbitos; los tres ya señalados en elmomento previo: Ámbito 1, plaza o patio central;Ámbito 2, conjunto de estancias articuladas en tor-no a un patio en la zona sureste y Ámbito 3, conjun-to de estancias en torno a un patio en la zona suroes-te, a los que se añade el Ámbito 4.

- Ámbito 1: En principio no varía su configura-ción pero se produce una acumulación progresivade detritus que lleva a la subida del nivel de uso ya la anulación de los pavimentos de la fase anterior,tanto en el espacio abierto como en la zona portica-da. Se pavimenta sobre esta acumulación con lecha-das arcillosas teñidas en rojo, solo conservados deforma muy precaria en la zona de tránsito anterior-mente pavimentada con conchas.

- Ámbito 2: Las reformas documentadas en esteámbito conllevan la compartimentación de algunade sus estancias, el refuerzo de algunos muros y larepavimentación de las estancias con subidas denivel de suelo a lo largo del uso que marca esta re-forma. Dentro de este conjunto de estancias se en-globan A-28, A-24, A-26, A-44, A-21 y A-19 (lám.XXVI). El Ámbito continúa articulándose en tornoal mismo patio de la fase anterior (A-28). No obs-tante, las dimensiones de éste se reducen hasta que-dar conformando junto al pasillo A-24, una calle enrecodo que permite el acceso a las estancias cubier-tas. Las estancias A-24 y A-26 a su vez permiten elacceso a las restantes habitaciones variando sola-mente su cota de uso.

- Ámbito 3: En este momento se documentan unaserie de reformas que parecen destinadas a la sub-división de espacios anteriormente unitarios. Lasdependencias que forman el ámbito se articulan denuevo en torno al patio central (A-29) que continúapresentando una serie de estancias en batería a norte

y sur. Se trata de dependencias de planta rectangu-lar con acceso desde el este en todos aquellos casosen que hemos conseguido localizar los vanos, pre-cedidas por estancias cuya planta resulta difícil deprecisar debido al estado de arrasamiento de losmuros.

Al sureste del patio interior A-29, entre éste y elÁmbito 2, hallamos un total de tres estancias consimilar distribución (A-12, A-14 y A-13), estas dosúltimas resultado de la compartimentación de A-40,son de planta rectangular, con eje longitudinal no-reste-suroeste y vanos de acceso por el Este a tra-vés de A-18/A-20. Sólo A-12, estancia contigua alpatio central, presenta acceso desde el mismo. Lastres habitaciones presentan a la entrada sendos po-yos adosados a los muros que compartimentan elespacio, creando una espacie de vestíbulo, tras loscuales se desarrolla el grueso de la habitación. Lafunción de los mismos resulta por el momento du-dosa estando documentada la presencia de hogaressobre los mismos (lám. XVII).

La compartimentación de A-40 implicó la amor-tización del altar de la fase anterior, apoyando elmuro de compartimentación directamente sobre elmismo. Las gradas fueron decapitadas a la alturadel primer escalón, nivel al que se repavimentó laestancia. En A-13 se documentó una estructura rec-tangular tras los poyos de entrada, que puede serinterpretada como pervivencia de la función cultualde la estancia previa. En cuanto a las estancias si-tuadas al norte del patio A-29, A-1 pervive sin re-formas en este momento mientras A-30, a pesar desu deficiente estado de conservación, tampoco pa-rece que fuese compartimentada.

Lám. XXVI. Compartimentación del ámbito y sistemas deacceso.

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- Ámbito 4: Esta fase se encuentra bastante maldocumentada en este conjunto, en principio se ads-cribieron a esta fase algunas de las fosas exhuma-das, sin embargo la continuación de la excavaciónpermitió la revisión de este supuesto. Como indica-mos anteriormente las obras acometidas en el Tirode Pichón con la construcción de un semisótano hanafectado notablemente a esta zona, rompiendo lasconexiones con el resto de los ámbitos, circunstan-cia que se agrava cuanto mas superficial es la fasea documentar. Aun así, todo apunta a que el área semantiene básicamente como un espacio abierto decarácter secundario.

- Complejo B:En este momento, mientras la cima de la eleva-

ción sigue ocupada por la construcción anterior(Complejo A), en la ladera oeste del cerro docu-mentamos una serie de construcciones que, por losmateriales empleados, su técnica constructiva y supropia configuración, conforman un conjunto anejo(Complejo B). Estas estructuras ocupan una super-ficie de 678,50 m2 y aparecen claramente diferen-ciadas del complejo A mediante un muro de adobesde 2 m de anchura y 26 m de longitud que constitu-ye un hito de delimitación entre ambos conjuntosconstructivos (Fig. 5).

• Materiales y técnica constructiva

Se trata de construcciones con cimiento de pie-dra y alzados de adobes de orientación predominan-

te N-S 335/340º y E-W 250º que delimitan habita-ciones de planta rectangular de diferentes dimen-siones. Entre estas estructuras predomina las rela-ciones de trabado y en menor proporción losadosamientos. Al contrario que en el complejo A,en esta área no se documenta la transformación dela ladera o preparación del terreno mediante aterra-zamiento, ya que las construcciones se adaptan a lapendiente del terreno marcando superficies quedescienden en sentido predominante NE-SW.

En cuanto a edilicia, las construcciones se carac-terizan por presentar cimientos-zócalos de piedrade entre 0,50/0,60 m de anchura realizados median-te fosa en la que se disponen piedras sin labrar dediferentes tamaños y naturaleza. Los cimientos noson muy profundos, en torno a 40 cm de potencia,y los zócalos presentan, en los casos en los que seha podido documentar, escasa altura, 0,20/0,30 m.Puntualmente se han documentado alzados realiza-dos en adobes. El conglomerante empleado demanera generalizada es una tierra arcillosa de co-lor castaño claro, de gran plasticidad y compac-tación media. Adosándose a las paredes se han

Lám. XXVII. Vista aérea de las estancias A-19, A-14, A-13y A-12. Arriba y abajo a izquierda, cimentaciones del Tirode Pichón.

Lám. XXVIII. Detalle del sistema constructivo cimiento-muro 3022, banco de tapial 3061 y pavimento de arcilla roja3060.

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documentado en varias de las estancias bancos rea-lizados con tapial (Lám. XXVIII).

Los pavimentos están realizados mediante unnivel de escasa potencia (2/4 cm) consistente en unacapa homogénea de color rojizo que, en ocasiones,asienta sobre una capa de limos amarillentos. Estemismo material es el empleado en los revestimien-tos, ya que, en los escasos ejemplos de alzado con-servados muros y bancos presentan enlucidos arci-llosos de color rojo.

• Distribución espacial

Respecto a la organización de estas estancias, elprincipal problema con el que nos encontramos esel precario estado de conservación de las estructu-ras que ha impedido identificar, al menos en las es-tancias que han sido excavadas, los sistemas de ac-ceso, por lo que desconocemos la distribución delas habitaciones y la conexión entre las mismas, he-cho que dificulta la individualización de las cons-trucciones.

No obstante, dadas las características de estasconstrucciones nos inclinamos a interpretar que nose trataría de una única edificación sino de variasunidades residenciales, ya que el carácter que pre-sentan con respecto al documentado en la zona altaes mucho más modesto tanto en dimensiones comoen sistema constructivo, materiales empleados, tra-tamiento y cuidado, por lo que, en principio, con-sideramos que se trataría de unidades domésticas dehabitación.

En general las características del Complejo des-crito se corresponden con las estructuras documen-tadas por Juan de Mata Carriazo en el CaramboloBajo, distanciándose escasamente ambos conjun-tos 150 m y hallándose cortada artificialmente la re-lación entre ambos por la construcción de una pis-ta de tiro. Por tanto no nos hallamos ante dospoblados sino ante un único conjunto de construc-ciones que se extiende por la ladera norte del cerrodel Carambolo.

V.6. Carambolo I o Santuario A

La última reforma constatada en el conjuntomonumental denominado Complejo A conlleva laamortización del edificio, tras limpiar de objetos elmismo y reforzar los muros, con los vertidos pro-cedentes del desmonte de los muros y techumbres.

Sobre esta preparación se levantará la nueva edifi-cación, utilizando como cimentación los ejes refor-zados del edificio previo, aunque algunos espaciosanteriormente unitarios se compartimentan (Fig.6,lám. XXIX).

• Materiales empleados y técnica constructiva:

Los materiales y técnica constructiva son simi-lares a los de momentos anteriores, variando lige-ramente el formato de los adobes 43 × 28,5/30 × 9cm, con algunos ejemplares que llegan a 45 cm delargo y el material empleado para la confección delos mismos. Los muros/refuerzos asientan directa-mente sobre los últimos pavimentos o niveles deuso de la fase precedente y sobre los bancos de lasestancias, adosándose a los alzados. Tras la realiza-ción de los mismos se procede a la elevación de lacota de uso mediante rellenos constructivos com-puestos básicamente por adobes disgregados, docu-mentándose subidas de hasta un metro de altura. Seregistran dos grosores principales en los paramen-tos 80/83 cm y 45 cm. Los vanos de la fase prece-dente aparecen taponados por estos muros adosa-dos. Los acabados no han sido documentados enningún caso y los posibles niveles de uso están muyafectados por la reutilización posterior del edificio.

• Distribución espacial. Ámbitos y estancias

Como antes indicamos, se diferencian al menostres de los cuatro ámbitos que documentábamosen el edificio de la fase precedente. El conjuntose seguiría articulando en torno al patio central,pero no podemos hablar de articulación en torno apatios interiores, tanto por la pérdida de estratigra-fía como por la compartimentación que sufren es-tos espacios.

- Ámbito 1: El gran espacio abierto que ocupa elextremo nordeste del complejo subirá progresiva-mente de cota durante el momento de uso anterior.Se documentan una serie de vertidos detríticos decarácter doméstico que amortizan los pavimentosanteriores. Estos vertidos están realizados en unperiodo amplio, con periodos de transición, que danlugar a la creación de zonas apisonadas y lavadaspor los agentes naturales durante el proceso.

Sobre esta serie de vertidos se realizará una ci-mentación en fosa, rellena de mampuestos pétreos,

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con alzado de adobes y eje longitudinal sureste-noroeste que cierra el patio hacia el nordeste. Portanto, en esta fase se documenta el cierre de estegran espacio al menos por tres de sus lados. El pa-ramento descrito presenta preparación para gradaso bancos al exterior y probablemente al interior enla zona sureste.

- Ámbito 2: La serie de estancias englobadas eneste Ámbito (A-21, A-22, A-23, A-26 y A-25)muestran, básicamente, la misma configuraciónque en la fase previa. Las reformas documentadaspara este momento consisten en el refuerzo de losparamentos de las estancias y la subida de cotas deuso de las mismas, actuando estos refuerzos, juntoa los muros originales, como cimentaciones de losnuevos alzados.

- Ámbito 3: La zona central de este ámbito se vaa ver reestructurada notablemente con reformas quese pueden sintetizar en un expediente constructivode compartimentación y subdivisión de espacios enla zona oeste, mientras que en la zona este se fun-den las estancias documentadas en la fase anterior.

Las reformas de compartimentación afectan al patioA-29 y a la dependencia A-30, mientras la unifica-ción de espacios afectará a A-33 y A-34 por un ladoy a A-32 y A-31 por otro (Lám. XXIX). Como se-ñalamos, la estancia más afectada por las reformasen este momento será el patio A-29. Éste quedarádividido en cuatro estancias, dos de ellas, (A-11 yA-8) de planta rectangular, paralelas a las grandesdependencias A-14, A-13 y A-12 y de similaresdimensiones, y otras dos (A-6 y A-5) de planta cua-drangular. Por otro lado, la estancia A-31 se cierray se amplía con A-32.

El resultado del tercer gran expediente construc-tivo en el Ámbito 3, si se confirma la pervivenciade las estancias A-12, 13 y 14, se materializaría enuna batería de seis estancias paralelas de planta rec-tangular y orientación noreste-suroeste que limitanal este con otra batería de dependencias de plan-ta cuadrangular, compuesta, al menos, por treshabitaciones. Estas dependencias limitan a su vezcon las estancias A-3 y A-9, habitaciones con orien-tación perpendicular a las anteriores sureste-no-roeste.

Fig. 6. Planta del Complejo A en la fase Carambolo I.

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V.7. Abandono del edificio y usos marginalesdel mismo. Actividades ligadas a lametalurgia. Tránsito siglo VII al VI a.C.

El último momento de uso del edificio está ca-racterizado por la realización de actividades artesa-nales definidas por la presencia de hornos y verti-dos de cenizas asociados a los mismos, en las quese documentan crisoles, toberas y abundante esco-ria relacionada con la producción de bronce, cobrey en menor medida con la forja de hierro y obten-ción de plata (Lám. XXX) (7). Las construccionesprecedentes aún debían estar en parte alzadas puesalgunos de los hornos las reutilizan adosándose aellas. Esta actividad pervivirá durante algún tiem-po, ya que se documenta la superposición de algu-nos de los hornos.

Estas estructuras, asociadas mayoritariamente ala manufactura del bronce, fueron amortizadas bienpor los depósitos de cenizas descritos bien por po-tentes estratos con abundante materia orgánica. Porencima de estos depósitos la estratigrafía queda

decapitada por la solería y preparación del Tiro dePichón. En cualquier caso, parece que este expe-diente supone el definitivo abandono, al menos, dela zona ocupada por el Complejo A.

VI. SÍNTESIS Y DISCUSIÓN HISTÓRICA

El conjunto de construcciones exhumadas en elcerro del Carambolo forma un complejo de carác-ter monumental, fruto de la ampliación progresivade un edificio originario, cuyas características, tan-to en planta como en materiales y edilicia, nos lle-van a la búsqueda de paralelos en el mundo orien-tal y dentro de éste en los edificios de culto (DíesCusí 2001: 69-121; Margueron 1991a: 1216-1236).

En este sentido, a las características propias deledificio (ubicación, planta, edilicia y materiales)hay que sumar la información aportada por los al-tares exhumados en el mismo, el registro materialrecuperado y la distribución de ambos en los Ám-bitos y estancias que conforman el conjunto. Laarticulación funcional derivada del estudio mi-croespacial apoya la línea interpretativa señalada enel párrafo anterior (Margueron 1991b:235-245; Es-cacena 2001:86-92).

La presencia de un posible santuario en el Ca-rambolo Alto ya había sido señalada por otros in-vestigadores de forma previa a esta intervención(Blanco 1989: 95-96; Belén y Escacena 1997: 103-

Lám. XXIX. Ámbito 3. Carambolo I. Compartimentaciónde estancias.

(7) La información procede del Informe Preliminar sobre elEstudio de Muestras de Carácter Arqueometalurgico Procedentesde la Excavación Arqueológica del Yacimiento de El Carambolo(Camas, Sevilla) realizado por el Dr. Mark Hunt Ortiz.

Lám. XXX: Horno relacionado con la producción de broncey trabajo del cobre. El suelo presenta una superficie de unrojo intenso totalmente compactada por la acción del fue-go. Los vertidos asociados a estas estructuras, de las que sedocumentaron arranques de bóveda, destacaban por la pre-sencia de cenizas vegetales, escorias de cobre y bronce,toberas, crisoles y moldes.

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131) basándose en los materiales exhumados porCarriazo. No obstante será a partir de los resultadosobtenidos en la presente excavación cuando se pue-da confirmar esta hipótesis, pudiéndose establecersus fases de uso, configuración y actividades rea-lizadas en él.

Antes de entrar en la discusión sobre la funcio-nalidad de las estructuras y los paralelos, debemosinsistir en que aquello que excavó Carriazo era unaparte mínima de una gran fosa colmatada intencio-nadamente a lo largo de un periodo de tiempo pro-longado. La fosa, integrada en el conjunto del san-tuario, se ubicaba en un espacio abierto junto almuro de cierre del complejo monumental pudien-do adscribirse, en base a sus relaciones estratigrá-ficas y los materiales recuperados, a la fases IIl-IV.Por tanto, debemos descartar una cronología preco-lonial del Bronce Final Tartésico, ya que las prime-ras construcciones no son anteriores a mediados delsiglo VIII. Somos conscientes de la gravedad deesta afirmación, pues la cronología del Bronce Fi-nal Tartésico se ha basado en gran medida en esteyacimiento. A este respecto, los resultados obteni-dos en el conjunto de la intervención obligan a unacompleta revisión no sólo del Carambolo comoenclave tartésico, sino de la propia cultura tartési-ca y su evolución cultural, al haberse puesto demanifiesto que el fósil-guía que suponía el conjuntomaterial recuperado en el “fondo de cabaña” delCarambolo es de época colonial y que la edificacióndocumentada en el Carambolo puede no respondera una tradición autóctona (Bronce Final precolo-nial) si no claramente foránea (oriental).

La búsqueda de paralelos a la edificación exhu-mada ha de comenzar, evidentemente, por la faseinicial, aunque la concepción espacial y elementospropios de este tipo de edificios en el mundo orien-tal se perpetúe a pesar de las progresivas reformasy ampliaciones (Almagro y Domínguez 1989: 341).La planta del edificio documentado para la faseinicial asienta, bien directamente sobre el terrenonatural o bien sobre estratos datados en el Calcolí-tico Final-Bronce Inicial, no documentándose enninguno de los puntos en que se ha agotado la estra-tigrafía depósitos o construcciones datables en elBronce Final precolonial (8).

Por lo tanto, tendríamos que considerar a la edi-ficación inicial o Carambolo V como una construc-ción de nueva planta, cuyos paralelos se encuentranen modelos orientales ubicados en la zona sirio-palestina y asirio-babilónica, que se interpretancomo santuarios, de ahí que la construcción exhu-

mada pueda ser interpretada como un edificio deculto. Algunos de los paralelos más cercanos loshallamos Tell Taya (Marguerón 1991: 1230-1232),Tell Quasile, Lachish o Tell Kittan (Wright 1985,II: Láms. 181 y 170) con cronologías que van delBronce Medio al Hierro I.

A las semejanzas formales en planta hay quesumar el hecho de que la edificación presenta, tantoen esta fase como en la siguientes, una serie deestancias fundamentales en aquellos espacios rela-cionados con el culto propios del mundo oriental(Marguerón 1991a: 1244-1256). Así, podemosidentificar espacios cultuales, habitáculos destina-dos al culto donde se halla la divinidad y espaciossacrificiales, tanto aquellos que pueden estar des-tinados al sacrificio como los destinados a la prepa-ración y transformación de las ofrendas.

Tras la primera reforma y lo largo de las distin-tas fases del edificio, serán los Ámbitos 3 y 1, en lasfases denominadas Carambolo IV y III, los que másnítidamente muestren esta funcionalidad. Por losrestos de hogares, depósitos y materiales asociados,estas actividades se llevan a cabo en los espaciosabiertos y estancias anexas mientras que el cultopropiamente dicho tiene lugar en las estancias cu-biertas dotadas de altares que presentan pavimen-tos limpios y un excepcional tratamiento. Coinci-den estas fases con el máximo apogeo del santuario,a juzgar por la extensión que alcanza, los materia-les empleados y los acabados de las estancias.

Para estos momentos planteamos la posibilidadde una dualidad de culto reflejada en las dos estan-cias dotadas de altar orientadas hacia la salida delsol en el solsticio de verano, dualidad que probable-mente esté presente en el santuario inicial. En estesentido existen paralelos como Emar, doble santua-rio dedicado a Baal y Astarté, donde los espacios deculto muestran una compartimentación similar, condimensiones asimismo aproximadas, estando eltemplo sur dedicado a Baal y el norte a Astarté(Margueron 1982: 28-32). Si tenemos en cuenta laaparición del exvoto dedicado a esta diosa en lasinmediaciones del Carambolo podríamos planteareste doble culto para las dos estancias dotadas dealtar localizadas, A-1, por su ubicación, estaría enrelación con esta divinidad y A-40 con Baal, aun-

(8) Existe la posibilidad de que el expediente de nivelacióndel terreno, por decapitación, para la construcción del edificio pu-diese acabar con los depósitos y/o estructuras de una ocupaciónfechable en el bronce final, no obstante en aquellas zonas donde loque se registra es la acumulación de vertidos para la nivelacióntampoco se han registrado elementos adscribibles a este momento.

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que por ahora no tengamos argumentos más con-vincentes para sostenerla (9).

A partir de Carambolo II, tras la compartimen-tación de A-40 y la amortización del altar 2531,podríamos plantear la continuación del doble cul-to, tomando A-13 la función de A-40. No obstan-te, la aparición de una serie de estancias con carac-teres peculiares en esta zona puede ser indicativa decambios funcionales, cuestión que aún está en es-tudio.

En relación con el núcleo originario de edificiose encuentra indudablemente el denominado Ám-bito 4 y concretamente el amplio espacio abierto queocupa su extremo norte. A pesar del deficiente es-tado de conservación del mismo, resulta significa-tiva la presencia de fosas colmatadas por vertidos entodo similares a los depósitos que anulan, progresi-vamente, los pavimentos de las estancias destinadasa la realización de sacrificios y preparación deofrendas. La singularidad de los materiales recupe-rados en las fosas (entre las que se encuentra eldenominado “fondo de cabaña del Carambolo”) espareja a la singularidad de las actividades que seestán realizando en los espacios sacrificiales y cul-tuales de los cuales sin duda proceden. A este res-pecto se podría plantear que aquéllas, aunque fun-cionen como vertederos, participen del caráctersagrado o ritual de los restos materiales en ellasamortizados y de la edificación que las engloba.

En cuanto al Ámbito 2, su función resulta másproblemática de establecer, tanto por no estar exca-vado por completo como por la escasez de materia-les recuperados, ya que los pavimentos, teñidos enrojo, solían amortizarse limpios y bien conserva-dos. Este dato puede resultar significativo, al igualque la presencia de hogares centrales y el reducidotamaño de las estancias, de una función que por elmomento se nos escapa, pudiendo plantearse comohipótesis inicial el que estemos en una zona residen-cial en relación al sacerdocio. Se puede plantearasimismo, partiendo del esquema de simetría quepresenta el edificio, la misma función para las es-tancias ubicadas al sur del Ámbito 4.

El conjunto descrito queda cerrado, al menosdesde Carambolo III, por un muro de cierre que loaísla del exterior, y en concreto de una serie deconstrucciones mucho mas modestas en dimensio-nes, materiales y edilicia que son las que conformanel denominado Complejo B. Este grupo de edifica-

ciones ocuparía, al menos, toda la ladera norte en-globando el hasta ahora denominado “CaramboloBajo”. Los materiales recuperados en el área difie-ren de los recuperados en el interior del edificioprincipal, siendo más abundantes las cerámicas dealmacenaje sin tratamiento a mano y torno. Encuanto a la funcionalidad de este conjunto de edi-ficaciones podemos plantear distintas hipótesisdesde que fuese un poblado desarrollado en tornoa la seguridad del Complejo A, hasta que estuvie-se directamente vinculado a él como estancias deservicio. En cualquier caso el poblamiento de laladera parece mantenerse tras la amortización de-finitiva del santuario a juzgar por las labores desa-rrolladas sobre las ruinas de este.

La interpretación general de la zona excavadadel yacimiento no excluye otras posibles funcionesademás de la cultual, pues desconocemos la plan-ta completa de la edificación principal, quedandoabiertas otras posibles interpretaciones que pudie-sen acercarnos a una interpretación como palacio-santuario.

En cualquier caso, la articulación del territoriodurante el periodo orientalizante se realiza induda-blemente a través de estos centros de poder, cadavez mejor documentados en el área tartesica y zo-nas periféricas (Belén 2000: 58-102 ead., 2001: 1-16, Escacena e Izquierdo 2001: 123-157; Correia2001: 62; Beirâo y Correia 1993: 300), cuya distri-bución puede llevarnos al establecimiento de dis-tintos ámbitos territoriales.

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(9) Agradecemos al Profesor José Luis Escacena Carrasco suasesoramiento en este sentido.

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