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EL COMPOSTELANO PÓRTICO DE LA GLORIA EN 1188 FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

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EL COMPOSTELANO PÓRTICO DE LA GLORIA

EN 1188

FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

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Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse

ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se

reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

etc.

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A MODO DE PRÓLOGO

DINTELES DE GLORIA (EL SALMO 23)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe, y todos sus habitantes:

Él la afianzó sobre los mares,

Él la afianzó sobre los ríos.

–¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sagrado?

–El hombre de manos inocentes,

y puro corazón,

que no confía en los ídolos

ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

–Éste es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entra el Rey de la gloria.

–¿Quién es ese Rey de la gloria?

–El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria.

–¿Quién es ese Rey de la gloria?

–El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria.

Catequizando el Papa San Juan Pablo II sobre este Salmo (Audiencia General del

miércoles 20 de junio de 2001), enseñaba que hemos de tener presentes tres presu-

puestos, siendo el primero de ellos el de la verdad de la creación, en segundo lugar el

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del juicio hacia las criaturas y por último el misterio de la venida de Dios en una re-

lación de comunión y cercanía con los hombres.

En correspondencia con esos tres presupuestos, el Salmo 23 tiene tres partes, como

tres paneles de un tríptico poético, o como tres partes o puertas de un pórtico arqui-

tectónico (pongamos por caso el monumental y escultórico de la gloria, en Santiago de

Compostela, razón por la cual se redacta este a modo de prólogo siguiendo el mencio-

nado Salmo).

La primera parte o puerta que se nos muestra en el Salmo 23 es una breve aclamación

al Creador, al cual pertenece la tierra, incluidos sus habitantes. Es un adentrarnos en

profesar la fe en Dios como Señor del cosmos y de la historia. En la antigua visión del

mundo, la creación se concebía como una obra arquitectónica: Dios funda la tierra sobre

los mares, símbolo de las aguas caóticas y destructoras, signo del límite de las criaturas,

condicionadas por la nada y por el mal. La realidad creada está suspendida sobre este

abismo, y es la obra creadora y providente de Dios la que la conserva en el ser y en la

vida.

Desde el amplio horizonte cósmico, la perspectiva del salmista viene a restringirse

luego a Sión, “monte del Señor”, encontrándonos así el segundo cuadro o en la segunda

puerta del Salmo. Estamos ante el templo de Jerusalén, como podemos estar a las puer-

tas de cualquier otro recinto sagrado. Somos peregrinos. La procesión de los fieles diri-

ge a los custodios de la puerta santa una pregunta de ingreso: “¿Quién puede subir al

monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?”. Los sacerdotes –como

acontece también en algunos otros textos bíblicos llamados por los estudiosos “liturgias

de ingreso” (cf. Sal 14; Is 33, 14-16; Mi 6, 6-8)– responden enumerando las condi-

ciones para poder acceder a la comunión con el Señor en el culto. No se trata de normas

meramente rituales y exteriores, que es preciso observar, sino de compromisos morales

y existenciales, que es necesario practicar. Es casi un examen de conciencia o un acto

penitencial que precede a la auténtica celebración litúrgica y de encuentro con el Señor.

Son tres las exigencias planteadas por los sacerdotes. Ante todo, es preciso tener “ma-

nos inocentes y corazón puro”. “Manos” y “corazón” evocan la acción y la intención,

es decir, todo el ser del hombre, que se ha de orientar radicalmente hacia Dios y su ley.

La segunda exigencia es “no mentir”, que en el lenguaje bíblico no sólo remite a la sin-

ceridad, sino sobre todo a la lucha contra la idolatría, pues los ídolos son falsos dioses,

es decir, “mentira”. Así se reafirma el primer mandamiento del Decálogo, la pureza de

la religión y del culto. Por último, se presenta la tercera condición, que atañe a las re-

laciones con el prójimo: “No jurar contra el prójimo en falso”. Como es sabido, en una

civilización oral como la del antiguo Israel, la palabra no podía ser instrumento de en-

gaño; por el contrario, era el símbolo de relaciones sociales inspiradas en la justicia y la

rectitud.

Así llegamos al tercer cuadro (o tercera puerta), que describe indirectamente el in-

greso festivo de los fieles en el templo para encontrarse con el Señor. En un sugestivo

juego de llamamientos, preguntas y respuestas, se presenta la revelación progresiva de

Dios, marcada por tres títulos solemnes: “Rey de la gloria; Señor valeroso, héroe de la

guerra; y Señor de los ejércitos”. A las puertas del templo de Sión, personificadas, se

las invita a alzar los dinteles para acoger al Señor que va a tomar posesión de su casa.

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El escenario triunfal, descrito por el Salmo en este tercer cuadro poético, ha sido uti-

lizado por la liturgia cristiana de Oriente y Occidente para recordar tanto el victorioso

descenso de Cristo a los infiernos, del que habla la primera Carta de San Pedro (cf. 1 Pe

3, 19), como la gloriosa ascensión del Señor resucitado al cielo (cf. Hech 1, 9-10). El

mismo Salmo se sigue cantando, en coros que se alternan, en la liturgia bizantina la no-

che de Pascua, tal como lo utilizaba la liturgia romana al final de la procesión de Ra-

mos, el segundo domingo de Pasión. La solemne liturgia de la apertura de la Puerta San-

ta durante la inauguración de un Año Jubilar, Jacobeo, etc., conlleva revivir con intensa

emoción interior los mismos sentimientos que experimentó el salmista al cruzar el um-

bral del antiguo templo de Sión.

El último título: “Señor de los ejércitos”, no tiene, como podría parecer a primera

vista, un carácter militar o marcial, aunque no excluye una referencia a los ejércitos de

Israel. Por el contrario, entraña un valor cósmico: el Señor, que está a punto de encon-

trarse con la humanidad dentro del espacio restringido del santuario de Sión, es el Crea-

dor, que tiene como ejército todas las estrellas y luminarias del cielo, es decir, todas las

criaturas del universo, que le obedecen. En el libro del profeta Baruc se lee: “Brillan las

estrellas en su puesto de guardia, llenas de alegría; las llama él y dicen: „Aquí es-

tamos‟. Y brillan alegres para su Hacedor” (Ba 3, 34-35). El Dios infinito, todopodero-

so y eterno, se adapta a la criatura humana, se le acerca para encontrarse con ella, es-

cucharla y entrar en comunión con ella. Y la liturgia es la expresión de este encuentro

en la fe, en el diálogo de la oración y en el amor.

Y en Compostela –Campo estelar– se da ese encuentro del peregrinar jacobeo, al que

invitamos a todos desde este a modo de prólogo.

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AÑO 1188

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REINO DE LEÓN

El 22 de enero, en Benavente,1 regresando de una peregrinación a Santiago de Com-

postela, murió el rey Fernando II de León, a sus 51 años de edad y en el año trigésimo

primero de su reinado, desde 1157. En la catedral de Santiago de Compostela de en-

cuentra su sepultura.2

Hijo de Alfonso VII el Emperador de León (1126-1157) y de su reina consorte Beren-

guela de Barcelona (muerta en 1149), fueron sus abuelos paternos el conde Raimundo

de Borgoña y la reina Urraca I de León, y los maternos Ramón Berenguer III de Barce-

lona y su esposa la condesa Dulce de Provenza. Tuvo varios hermanos, entre ellos el rey

Sancho III de Castilla (1157-1158) y Sancha de Castilla (muerta en 1179), que contrajo

matrimonio con el rey Sancho VI de Navarra.3 Fue hermanastra suya otra Sancha de

Castilla (hija de Alfonso VII y de Riquilda de Polonia), casada con Alfonso II de Ara-

gón.

Su educación fue confiada a un magnate gallego, el conde Fernando Pérez de Traba

(muerto en 1155), de la misma estirpe que los antiguos caballeros de su abuela, la reina

Urraca, y de los preceptores y defensores de su padre, Alfonso VII. Fernando Pérez de

Traba fue padre de quien sería su segunda esposa, Teresa Fernández de Traba (muerta

en 1180). Pronto fue iniciado en las tareas de gobierno y desde 1151 su padre le asoció

al trono, al igual que hiciera con su hermano el infante Sancho, luego rey de Castilla y

padre de Alfonso VIII. Podemos destacar la importancia en León de los magnates (con-

des) Ponce de Minerva (muerto en 1175), Ramiro Froilaz, Pedro Alfonso o el ya men-

cionado Fernando Pérez de Traba.

En 1157 falleció su padre, Alfonso VII, habiendo dispuesto en su testamento que su

segundogénito pasara a ser rey de León (y de Galicia) como Fernando II. En 1158, con

su hermano Sancho III de Castilla, acordó el que conocemos como Tratado de Sahagún,

comprometiéndose ambos monarcas en la lucha contra los musulmanes, el reparto equi-

tativo de los territorios que conquistaran, que en caso de fallecimiento de uno de ellos el

hermano superviviente heredaría el reino de su hermano difunto y la repartición del rei-

1 Provincia de Zamora.

2 La Primera Crónica General de España (Estoria de España, iniciada o patrocinada por el rey Alfonso

X el Sabio, en el siglo XIII) describe así la muerte del monarca: “Et este rey Don Fernando de Leon, fijo

dell Emperador et hermano del rey Don Sancho de Castiella, acabados ya con buen andança XXI anno

de su regnado en su regno, fino en la villa de Benavent: et enterraronle en la iglesia de Sant Yague de

Gallizia, cerca su abuelo el conde Remond que yace y, et cerca la emperatriz donna Berenguella su ma-

dre… Et finco por heredero de Leon Don Alffonsso, fijo deste rey Don Fernando et de la reyna Doña

Urraca, fija del rey don Alffonsso de Portugal”.

3 La boda se celebró en Carrión de los Condes, en el año 1179. Tuvieron 6 hijos: Berenguela (casada en

1191 con el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León), Sancho (rey de Navarra como Sancho VII a par-

tir de 1194), Blanca, Fernando y Constanza.

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no de Portugal. La pronta muerte de Sancho III de Castilla, fallecido en el mismo 1158,

sucediéndole su hijo Alfonso VIII, anuló las cláusulas del Tratado de Sahagún.

Siendo menor de edad Alfonso VIII de Castilla, como podemos recordar, rivalizaron

en el ejercicio de la regencia del reino castellano los miembros más eminentes de la Ca-

sa de Lara y de la Casa de Castro respectivamente. Fue entonces cuando Fernando II de

León, apoyado por los Castro, aprovechando la situación inestable o anárquica en la que

se encontraba Castilla, invadió el reino de su hermano difunto y, supuestamente para

que reinara el orden, exigió que los Lara le entregaran a su sobrino Alfonso VIII, pues

deseaba (o veía como la más deseable y conveniente) hacerse él cargo de su educación,

con su más cercana tutela.

En 1160, Fernando Rodríguez de Castro el Castellano,4 liderando a los de su linaje y

al servicio del rey leonés, derrotó a los Lara en la batalla de Lobregal,5 donde perdió la

vida el conde Osorio Martínez6 y fue apresado Nuño Pérez de Lara, regente del rey cas-

tellano Alfonso VIII. En 1162, Fernando Rodríguez de Castro fue nombrado mayordo-

mo mayor de Fernando II de León, cargo que desempeñó en dos ocasiones.7

Fernando II de león contrajo matrimonio en 1165 con Urraca de Portugal, hija del rey

Alfonso I Enríquez y de Mafalda de Saboya (muerta en 1157), siendo por entonces

cuando restauró y repobló las ciudades de Ledesma y Ciudad Rodrigo,8 lo que provocó

que los salmantinos9 se rebelaran, incluso armados, contra el rey y contra los magistra-

dos de Ledesma, in situ. Cuando lo supo el rey leonés, puso en marcha su ejército contra

los sublevados y éstos se vieron obligados a volverse a Salamanca.

Puede decirse que el reino de León se mantuvo en guerra contra el reino de Castilla

durante los años 1162-1166, empezando Fernando II, en 1162, por conquistar Toledo,

arrebatándosela a los castellanos y nombrando gobernador del lugar a Fernando Rodrí-

guez de Castro. Toledo permaneció en poder de los leoneses hasta el año 1166, cuando

los castellanos la recuperaron. Lo que pretendía el rey Fernando II de León, que no se

dio el título de Emperador como su padre, era por supuesto dominar y expandirse, pero

sobre todo mantener a raya a sus monarcas contemporáneos más próximos, sobre todo a

los Alfonsos (Alfonso VIII de Castilla, Alfonso I Enríquez de Portugal y Alfonso II de

Aragón).

4 Muerto en 1185.

5 Marzo de 1160, cerca de Villabrágima (Valladolid).

6 Precisamente su suegro, pues la primera esposa de Fernando Rodríguez de Castro el Castellano fue

Constanza Osorio, la cual fue repudiada por su marido a raíz de la muerte de su padre en esta batalla de

Lobregal. Constanza volvió a casarse, en febrero de 1165, con Pedro Arias.

7 La primera del 15 de agosto de 1162 al 6 de septiembre de 1164 y la segunda del 19 de octubre de 1165

al 15 de mayo de 1166.

8 Ambas en la provincia de Salamanca.

9 Que al parecer habían comprado Ledesma.

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Después de la primera vez, en 1162, Fernando Rodríguez de Castro, el Castellano al

servicio del monarca leonés, penetró en Castilla por segunda vez, en el verano de 1164.

Con su ejército, los leoneses derrotaron entonces al poderoso conde Manrique Pérez de

Lara, en la batalla de Huete,10

en la que murió el conde Manrique. Unos años después,

Fernando Rodríguez de Castro fue nombrado alcalde de León, cargo por el que tenía

que estar al mando de las fortalezas del lugar y controlar allí la situación de estabilidad.

El conde ocupó este cargo hasta 1182.

En los tensos tiempos de guerra leonesa contra Castilla hubo también acuerdos entre

leoneses y castellanos. Fernando II de León y los miembros de la Casa de Lara se reu-

nieron en Soria, acordando que, para mejor defender Toledo de los moros, siempre al

acecho de recuperarla, entregarían a los caballeros templarios la plaza de Uclés,11

poste-

riormente convertida en sede importantísima o capital de la Orden de Santiago.12

El rey

de León, temeroso entonces de que los miembros de la Casa de Lara rompieran la paz

acordada, se alió con el rey Sancho VI de Navarra, para que los magnates castellanos

pudiera ser intimidados o reprimidos en sus aspiraciones. También pretendió con ello el

rey leonés no verse interferido por los castellanos en sus luchas (de expansión leonesa)

hacia el sur, lo que se mostró al pretender arrebatarles a los almohades las ciudades de

Alcántara13

y Alburquerque.14

Entre los años 1166-1168, el foco de atención del rey Fernando II de León se orientó

hacia el suroeste peninsular, a la pretensión de reconquistar Badajoz disputándole esta

reconquista al rey Alfonso I Enríquez de Portugal, el cual se había apoderado de varias

plazas pertenecientes a la corona leonesa, estando irritado por ello el rey Fernando II.

El rey de León había fortificado y repoblado Ciudad Rodrigo, hecho por el que el rey

de Portugal, su suegro, sospechó que la fortificaba disponiéndose al ataque. Por eso

mismo, el rey Alfonso I Enríquez de Portugal mandó a Ciudad Rodrigo un ejército man-

dado por su hijo y heredero el infante Sancho. Acudió el rey de León en auxilio de la

plaza sitiada y, en un encuentro que tuvo con las tropas portuguesas, las puso en fuga,

capturando numerosos prisioneros. Alfonso I de Portugal invadió entonces Galicia, se

apoderó de Tuy y de otros muchos castillos, sin parar hasta que, en 1169, atacó a los al-

mohades de Cáceres y posteriormente a los de Badajoz.15

Lo contamos.

10

Provincia de Cuenca.

11

Provincia de Cuenca.

12

Creada en 1170, como podemos recordar, para militar contra los musulmanes y para proteger o propor-

cionar ayuda a los peregrinos compostelanos.

13

Provincia de Cáceres.

14

Provincia de Badajoz.

15

Lugares por lo demás disputados desde el conocido como Tratado de Sahagún de 1158.

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A principios del verano de 1169, el portugués Gerardo Sempavor, muerto en 1173,16

del reino de Portugal, tomó la ciudad de Badajoz después de un largo asedio, pero el go-

bernador musulmán de la ciudad se refugió en la formidable alcazaba del lugar, mien-

tras el asedio se prolongaba.

Viendo la oportunidad que se le presentaba de añadir a sus dominios la principal ciu-

dad de la región a expensas de sus enemigos cristianos y musulmanes, Alfonso I de Por-

tugal acudió con un ejército a Badajoz a fin de sustituir a Gerardo Sempavor como con-

ductor del asedio.

La ciudad de Trujillo17

se convirtió en la cabeza del señorío que aglutinó en su amplia

zona Fernando Rodríguez de Castro el Castellano. Ello provocó la oposición del rey

Fernando II, enarbolando que Badajoz le pertenecía. El rey de León se dirigió entonces

hacia el sur al frente de un ejército, a petición del califa almohade Abu Yaqub Yusuf

(1163-1184), quien ya había enviado un contingente de quinientos caballeros a fin de

socorrer a su gobernador sitiado. El Castellano, como mayordomo mayor del monarca,

fue uno de los jefes leoneses de la expedición. Los portugueses que sitiaban la alcazaba

de Badajoz se vieron entonces sitiados por los leoneses, estallando la lucha en las calles

de la ciudad. Mientras trataba de escapar, Alfonso I de Portugal fue capturado por los

hombres de Fernando II, después de haberse roto una pierna. Al mismo tiempo, Fer-

nando II capturó a Gerardo Sempavor. Tras la toma de la ciudad y de la alcazaba de

Badajoz por los leoneses, estos últimos dejaron la ciudad en manos de sus aliados mu-

sulmanes. Gerardo Sempavor, a cambio de ser liberado, tuvo que entregar al reino de

León varias de las localidades que había conquistado.

Fernando II de León conservó la ciudad de Cáceres, pero las localidades de Trujillo,

Montánchez, Santa Cruz de la Sierra y Monfragüe pasaron a ser propiedad de Fernando

Rodríguez de Castro, en régimen de señorío cuasi independiente entre los ríos Tajo y

Guadiana, siendo Trujillo su centro o sede dominante. Fue entonces cuando el rey Al-

fonso VIII de Castilla se percató de la importancia estratégica de las fortalezas conce-

didas al Castellano, con vistas a una futura repoblación, pues las fortalezas se hallaban

en la zona que, según el Tratado de Sahagún de 1158, pertenecía al área de influencia

del reino de Castilla. Vencidos por Alfonso I de Portugal, los musulmanes atacaron en

1173 el reino de León, intentando apoderarse de Ciudad Rodrigo; pero Fernando II, que

tuvo conocimiento de sus propósitos, se atrincheró en la ciudad con las tropas que pudo

reunir en León, en Zamora, en varios lugares de Galicia, y en otros puntos del reino,

dando orden al mismo tiempo al resto de su ejército de reunirse con él lo antes posible.

Los musulmanes fueron derrotados y sólo pudieron conservar su libertad aquellos que

se dieron a la fuga.

En 1171,18

Fernando II se vio obligado a repudiar a su primera esposa, Urraca de Por-

tugal, a pesar de que la reina ya había dado a luz al infante Alfonso (ahora sucesor en

16

Probablemente. Puede leerse a De Sousa Pereira, A. (2008): Geraldo Sem Pavor. Um guerreiro de

fronteira entre cristãos e muçulmanos, c. 1162-1176, Oporto, Fronteira do Caos Editores Lda.

17

Provincia de Cáceres.

18

O tal vez en 1172.

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~ 12 ~

León como Alfonso IX), debido al grado de parentesco (primos segundos) entre los

cónyuges.

Luego19

el rey leonés se casó por segunda vez, siendo su esposa Teresa Fernández de

Traba, viuda del conde Nuño Pérez de Lara, hija ilegítima del conde Fernando Pérez de

Traba y de Teresa Alfónsez de León.

El caso fue que la guerra castellano-leonesa siguió prologándose, con peculiares ca-

racterísticas, durante los años 1178-1180. En 1178, Fernando II de León penetró en el

reino de Castilla. Se apoderó de los municipios o poblaciones de Castrojeriz20

y Due-

ñas,21

cuando Alfonso VIII no las había podido alertar aún y mientras el rey castellano

se aliaba con el rey portugués, luchando el infante Sancho de Portugal contra el rey leo-

nés. Ya en 1180, los reyes Fernando II de León y Alfonso VIII de Castilla se reunieron

en la localidad de Tordesillas.22

Allí acordaron –¡que ya era hora!– un mutua distensión,

poner fin a sus diferencias y sellar un acuerdo de paz. Ocurría por entonces, el 6 de fe-

brero, la muerte de Teresa Fernández de Traba, la segunda esposa y reina consorte de

Fernando II. Le sobrevino la muerte al dar a luz un niño que también murió con ella,

recibiendo ambos sepultura en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León. Y cuando

hizo falta acudió también en ayuda del rey portugués Alfonso I Enríquez, por ejemplo

cuando éste sitiaba a los musulmanes en Santarém.

El rey Fernando II de León, reorganizador y buen administrador de sus territorios, dio

fueros por medio de cartas forales a numerosas ciudades y villas; en 1164, a Padrón23

y

Ribadavia;24

en 1168, a Noya;25

en 1169 a Castro Caldelas26

y a Pontevedra; en 1170 a

Tuy27

y a Lugo. Favoreció también a numerosos monasterios, tales como los de Santa

María de Sobrado,28

Santa María de Melón,29

Santa María de Armenteira,30

San Julián

19

Entre 1177 y 1178.

20

Provincia de Burgos.

21

Provincia de Palencia.

22

Provincia de Valladolid.

23

Provincia de La Coruña.

24

Provincia de Orense.

25

Provincia de La Coruña.

26

Provincia de Orense.

27

Provincia de Pontevedra.

28

Provincia de La Coruña.

29

Provincia de Orense.

30

Fundado en 1150 por el célebre abad San Ero, protagonista de una famosa leyenda en Galicia, según la

cual estuvo escuchando embelesado cantar a un pajarillo durante trescientos años tras rogarle a la Virgen

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~ 13 ~

de Moraime,31

San Martín de Jubia o Xubia,32

etc. Muy notablemente benefició a la ca-

tedral de Santiago de Compostela, otorgando al arquitecto y constructor Maestro Mateo

una pensión vitalicia. Mucho fue, en definitiva, del Apóstol Santiago el rey Fernando II.

Durante su reinado se fundó la Orden de Caballería de Santiago y el Papa Alejandro III

(1159-1181) concedió, ratificó y confirmó el privilegio del Año Jubilar o Año Santo

Compostelano de cada vez que el 25 de julio, fiesta del Apóstol Santiago, caiga en do-

mingo, teniendo en Santiago de Compostela las mismas indulgencias que se conceden a

los peregrinos de Roma en los años jubilares (normalmente cada 25 años). Se trata, en el

caso compostelano, de la bula de concesión pontificia más antigua, conocida como

“Regis aeterni”, fechada en el año 1181. En dicha bula se confirma el que ya fue privi-

legio compostelano otorgado por el Papa Calixto II (1118-1124). Dicho privilegio con-

cedido a la catedral de Santiago de Compostela favoreció el apogeo de las peregrina-

ciones, al tiempo que potenció el desarrollo económico, cultural y artístico de los terri-

torios atravesados por el muy célebre Camino de Santiago.

En 1187, el rey Fernando II, con dote interesante, contrajo su tercer matrimonio, esta

vez con Urraca López de Haro, de la Casa de Haro, hija de Lope Díaz I de Haro, señor

de Vizcaya y Nájera, y de la condesa Aldonza. Fernando y Urraca ya mantenían sus re-

laciones amorosas desde el año 1180, cuando falleció la anterior consorte, Teresa Fer-

nández de Traba.

Urraca López de Haro, intuyendo con total certeza que ya se acercaba el final de la

vida de su esposo, quiso elevar al trono de León a su único hijo superviviente, Sancho

Fernández (nacido en 1186),33

perjudicando de este modo al infante Alfonso, ya Al-

fonso IX de León, primogénito de Fernando II y de su primera esposa la reina leonesa

Urraca de Portugal. Pero pasó que esta otra Urraca (López de Haro) sostuvo que el na-

cimiento del infante Alfonso era ilegítimo, ya que el matrimonio de sus padres había si-

do anulado debido a los lazos de sangre (primos segundos) existentes entre ambos cón-

yuges. El rey Fernando II desterró entonces a su hijo primogénito, a Alfonso, relegán-

dolo a tierras fronterizas con Portugal, lo que supuso un triunfo para la madrastra del

mismo y madre de Sancho, empeñada ella en que éste fuera quien accediera al trono

leonés.34

que le mostrase cómo era el Paraíso. Esta historia se recoge en las Cantigas de Alfonso X el Sabio. Este

monasterio, muy interesante, se encuentra en Meis (Pontevedra).

31

En Mugía o Muxía (La Coruña). Ver Epílogo I.

32

En Narón (La Coruña).

33

Sancho Fernández de León “el Cañamero” (1186-1220), muerto en Cañamero (Cáceres), atacado por

un oso en una cacería. Ya lo contaremos en su momento.

34

Contraviniendo los deseos del monarca de recibir sepultura en la catedral de Santiago de Compostela,

fue enterrado en otro lugar, posiblemente en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León, lo cual se expli-

ca porque a su viuda, la reina Urraca López de Haro, no le convenía trasladar el cadáver a Santiago de

Compostela, ya que su arzobispo, Pedro Suárez de Deza, era partidario del rey Alfonso IX y no de la rei-

na Urraca.

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La descendencia del rey Fernando II de León es la siguiente:

De su primer matrimonio, con Urraca de Portugal, nació, en 1171, su hijo (heredero y

sucesor) Alfonso IX de León, el cual tiene en estos momentos (1188) 17 años de edad.

Del segundo matrimonio, con Teresa Fernández de Traba, nacieron: Fernando (1178-

1187) y el niño que murió al igual que su madre cuando ésta le dio a luz.

Del tercer matrimonio, con Urraca López de Haro, nacieron: Gonzalo (1182-1184),

Alfonso (1184-1188) y Sancho.35

Desde el reinado leonés de Fernando II hemos de proseguir por el reinado de su hijo

Alfonso IX, empezando por decir que éste, sabiendo que su madrastra Urraca está en la

frontera tratando de conseguir la ayuda del rey Alfonso VIII de Castilla, antes de con-

vocar su propia curia, Alfonso IX acude a Carrión36

y se ve allí con su primo el rey

castellano, reunida curia extraordinaria en la iglesia de San Zoilo de dicha localidad,

siendo el 19 de marzo de este año 1188. En esta curia están invitados ciudadanos con

voz pero sin voto. Allí Alfonso VIII recibe el homenaje de Alfonso XI como nuevo rey,

siendo armado caballero. Vemos, pues, un cambio de tornas o de tendencia histórica: es

Castilla la que se va imponiendo sobre León y no al revés como había venido ocurrien-

do antes.37

Con el reino en bancarrota por la política de su padre, Alfonso IX no tarda en

Posteriormente, los restos del monarca fueron trasladados a la catedral compostelana por orden de su hi-

jo, heredero y sucesor, Alfonso IX, quedando así cumplida la voluntad del difunto rey, teniendo en cuenta

su deseo de reposar donde yacía también su madre, la reina Berenguela de Barcelona y su abuelo el conde

Raimundo de Borgoña, esposo de la reina Urraca I de León, y por ello en un documento otorgado en la

ciudad de Benavente (Zamora), el día 26 de julio de 1180, confirmó a la catedral de Santiago de Com-

postela las donaciones que el soberano le había concedido en el pasado, y que concernían a la capellanía y

las sepulturas reales de la catedral, ordenando además en dicho documento que nadie construyese ningún

castillo en aquel territorio.

La traslación de los restos del rey Fernando II es mencionada en un diploma otorgado en Zamora por el

rey Alfonso IX de León, y fechado el día 4 de mayo de 1188, en el que se certifica que los restos reales

fueron trasladados a la catedral de Santiago de Compostela por orden de su hijo, que deseaba cumplir las

últimas voluntades paternas, y sepultados junto a los restos del Apóstol Santiago con honores reales, al

tiempo que confirmaba en dicho documento los privilegios y exenciones concedidos a la catedral por el

alma de su difunto padre, y por la suya propia.

El sepulcro del rey Fernando se encuentra colocado en la Capilla de las Reliquias de la catedral de San-

tiago de Compostela, donde se halla el Panteón Real de la seo compostelana. Sobre un sepulcro de piedra

liso se halla colocada la estatua yacente que representa al difunto rey, que aparece ataviado con túnica y

manto, ceñida la frente con corona real, y su cabeza aparece representada con cabello rizado y con barba,

hallándose el brazo derecho del soberano levantado y colocado a la altura de su cabeza, mientras que su

mano izquierda reposa sobre su pecho. La estatua yacente que representa a Fernando II de León ha sido

fechada en la primera mitad del siglo XIII, y fue realizada después de la defunción del rey, en 1188, lo

que ha llevado a considerar que debió ser encargada por el heredero del rey, Alfonso IX de León.

35

Nacido en 1186 y muerto en 1220.

36

Carrión de los Condes (Palencia).

37

También fue armado caballero en esta curia el príncipe Conrado de Suabia, duque de Rothenburg

(1188-91), quinto hijo del emperador Federico I Barbarroja, con el cual, el año anterior, se acordó su bo-

da con Berenguela, hija y heredera (hasta 1203) de Alfonso VIII, a quien éste entrega una dote que in-

cluye Ampudia (Palencia): los esponsales se celebran en Carrión de los Condes (en junio), pero el matri-

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celebrar una curia regia en la colegiata de San Isidoro de León, en el mes de abril: una

curia muy especial, en la que por primera vez participan con voz y voto los burgueses o

representantes de las ciudades (por ser muy ricas y más manejables que la nobleza),

originándose así las Cortes del Reino de León.38

Alfonso IX de León estuvo acompañado en su coronación por su madre la reina Urra-

ca de Portugal, que acudió con distinguido séquito.39

Murió después, en el hospitalario monio no llegará a consumarse (esponsales cancelados) por nacer un heredero, Fernando, el 29 de no-

viembre de 1189.

38

Podrían considerarse las primeras cortes democráticas europeas o de todo el mundo. Fue el primer Par-

lamento de Europa.

En estas cortes, además de ampliar los fueros de Alfonso VI (año 1020), se promulgaron nuevas leyes

destinadas a proteger a los súbditos en cuanto ciudadanos y respecto de sus bienes contra los abusos y

arbitrariedades del poder nobiliario, del clero y hasta del propio rey. Este importante conjunto de decretos

y disposiciones ha sido calificado con el nombre de “Carta Magna Leonesa”. Fue el inicio de un nuevo

marco político por el que se regirían después los otros países de Europa. Alemania aplicó el ejemplo leo-

nés en 1232; Inglaterra en 1265; Francia en 1302, en España: Cataluña en 1218, Castilla en 1250, Aragón

en 1274, Valencia en 1283, Navarra en 1300. La curia regia conserva sus funciones consultivas, que sólo

ampliará más adelante, y en ellas el elemento popular está claramente diferenciado.

Las cortes están constituidas por tres estamentos: clero, nobleza y representantes de las ciudades, y apa-

recen como un diálogo entre el rey y la curia, por un lado, y los representantes de las ciudades y vi-

llas, por otro, sin oposición a que cada estamento se consolide por separado. La incorporación de ele-

mentos populares responde sólo a necesidades económicas. Frenada la reconquista, la corona precisa de

mayores ingresos, y a fin de obtenerlos crea nuevos impuestos, lo que produce un alza de precios. Por

ello, la clase ciudadana quiere obtener alguna contrapartida y regular el gasto regio.

39

En resumen, sobre las iniciales dificultades en el reinado leonés de Alfonso IX, puede decirse lo si-

guiente: Por una parte, se encontraba su madrastra Urraca, la cual quería eliminarle, pues pretendía que su

hijo Sancho fuera el que heredara el reino, a pesar de haber nacido más tarde. Urraca argumentaba que

Alfonso IX no tenía derecho al trono porque el matrimonio entre sus padres había sido anulado. A esto se

le unía el deseo de los reinos vecinos de Portugal y Castilla de repartirse el reino de León. No obstante,

todo se resolvió a favor de Alfonso IX, debido a que Urraca no consiguió apoyo a sus fines entre los leo-

neses.

El inicio del reinado fue sumamente complicado, pues como como queda dicho los portugueses y los

castellanos ambicionaban las tierras del reino respectivamente por el este y por el oeste, mientras que los

almohades suponían un gran peligro por el sur. Por si las amenazas extranjeras no bastaran, el nuevo mo-

narca se encontró con que el reino estaba en bancarrota por la política que había llevado su padre durante

su reinado. Con esta situación, el monarca, que apenas contaba 17 años, convocó las famosas Cortes de

León en este año 1188, siendo convocados por primera vez en la historia los representantes de las ciuda-

des para intervenir en los asuntos de estado. Asistieron representantes de la nobleza, del clero y de las

clases populares procedentes de León, Galicia, Asturias y Extremadura, siendo de esta manera, las pri-

meras Cortes representativas de Europa y del Mundo.

Las cortes fueron convocadas en la primavera de 1188, probablemente en la primera quincena de abril,

ya que el 27 de este mismo mes, Alfonso IX confirmaba al obispo de Oviedo todos sus privilegios. Las

cortes se reunieron en el claustro de San Isidoro de León, presidiéndolas el rey leonés. Estaban presentes

todos los obispos del reino, incluyendo al arzobispo de Santiago de Compostela como máxima autoridad

religiosa del reino leonés, estando también los nobles y los representantes de las ciudades, siendo las ciu-

dades representadas León, Oviedo, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Zamora, Astorga, Toro, Benavente, Le-

desma y otras.

El motivo por el cual se convocó a los representantes de las ciudades fue sin duda la acuciante nece-

sidad de solventar la grave situación económica que sufría el reino. El hecho de que los habitantes de las

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~ 16 ~

monasterio de Santa María de Wamba,40

donde vivió desde la disolución matrimonial

que hubo de afrontar. Tenía a su muerte, a 16 de octubre de este 1188, 37 años de edad,

cuando habían pasado nueve meses desde la muerte de Fernando II su ex-esposo.41

De entre lo primero en hacer el rey Alfonso IX de León puede destacarse lo siguiente:

Que otorgó a La Coruña el fuero de Benavente42

y carta puebla a Mansilla de las Mu-

las,43

donando también al arzobispado de Santiago de Compostela las iglesias, terrenos

ciudades gozaran de una gran prosperidad económica y de que la colaboración con la nobleza en este

aspecto fuera demasiado complicada, motivó que el rey llamase a los representantes de las ciudades para

que asistieran a estas cortes. Así, Alfonso IX consiguió, sin implicar a la nobleza, generar más recursos

para el reino, recursos cada vez más necesarios por el creciente gasto que ocasionaban las guerras con los

vecinos; a cambio se comprometió a mejorar la administración de justicia y eliminar los abusos de poder

de la nobleza.

Recién coronado Alfonso IX, se reunió con su primo Alfonso VIII de Castilla, en Carrión de los Con-

des, pretendiendo iniciar unas buenas relaciones con los castellanos para una paz duradera. La reunión

consistía en una ceremonia para investir a Alfonso IX caballero, y como era costumbre en estos casos, Al-

fonso IX besó la mano del rey castellano, recibiendo por parte de éste la espada y el cinturón propios de

un caballero. Cabe destacar que en la misma ceremonia, como ya dijimos, fue armado caballero el prín-

cipe Conrado de Suabia, hijo Federico I Barbarroja.

Más tarde, Alfonso VIII de Castilla romperá con lo pactado y entrará con sus tropas en territorio leonés

apoderándose de varias plazas que nunca habían sido castellanas. Alfonso VIII, con una política no dis-

tendida sino agresiva contra León, ocupará Valencia de Don Juan y Valderas, poblaciones ambas en la ac-

tual provincia de León. La paz duradera entre los dos reinos no pudo ser realidad. Debido a las tensiones

y conflictos con el rey castellano, el reino de León no participará en la batalla de las Navas de Tolosa (año

1212), pese a lo cual Alfonso IX llevará a cabo una gran actividad en la reconquista, recuperando para la

cristiandad las ciudades extremeñas de Cáceres, Mérida y Badajoz, toda la mitad oeste de la actual Extre-

madura.

40

Provincia de Valladolid. Aquí recibió sepultura la difunta reina. Ver Epílogo III.

41

Hija de los reyes de Portugal Alfonso I Enríquez (muerto en 1185) y Mafalda de Saboya (muerta en

1157), siendo madre de Alfonso IX de león, será abuela del rey Fernando III el Santo, de Castilla y León.

Alfonso IX de León había nacido en Zamora, el 15 de agosto de 1171. Allí fue bautizado, en la catedral

de Zamora

42

El fuero o los fueros de Benavente (Zamora) lo conforman el conjunto de disposiciones dictadas en

1164 (y en 1167) por el rey Fernando II de León precisamente con la Carta Puebla fundando la ciudad de

Benavente. El fuero de Benavente, como tantos otros de esos tiempos y en diversos lugares de un amplio

entorno, se deriva del de León. El 28 de julio del año 1017, el rey Alfonso VI, con su curia reunida en

León, promulgó una serie de capítulos o decretos regulando el gobierno de su reino y sobre los derechos y

deberes de las personas. Estos decretos, revisados y ampliados en el mismo año (o en 1020), contienen las

primeras leyes territoriales de los reinos de la Península Ibérica en tiempos medievales, todo ello siendo

tradicionalmente conocido como fuero de León, el cual aparece a su vez como complejo resultado de un

proceso. Durante el siglo XI le fueron concedidos a la ciudad de León privilegios y fueros de muy diversa

naturaleza, con refundiciones y redacciones varias, readaptándose para diversas localidades y repobla-

ciones.

43

Provincia de León.

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y ríos de Ecclesiola44

y del Soto de Francia,45

para consolidar y repoblar estos asenta-

mientos serranos como parte de su línea defensiva por el sur.46

El rey Fernando II de León47

44

Actual Herguijuela de la Sierra (Salamanca).

45

Actual Sotoserrano (Salamanca).

46

En 1192 ampliará esta donación, la hará a perpetuidad y otorgará la carta de población.

47

Del pintor romántico Isidoro Lozano, a mitad del siglo XIX, pintor que fue discípulo de Federico de

Madrazo. Este cuadro se conserva (no expuesto) en el Congreso de los Diputados, probablemente prove-

niente de la Colección Real

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~ 18 ~

SANTIAGO DE

COMPOSTELA

Este año fue de gran alcance en Santiago de Compostela, al culminarse allí la cons-

trucción de su catedral, joya del románico, por obra del Maestro Mateo, obra que ya ini-

ciara el Maestro Bernardo el Viejo en 1075. El Maestro Mateo concluyó la construcción

del Pórtico de la Gloria al colocar sus dinteles, con su fecha de acabado: 1 de abril de

1188.48

48

Ver Epílogo II. Y cuanto se refiere al arte románico en esta colección y cronicón.

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~ 19 ~

ORENSE

Noticiable también, como lo referido de Santiago de Compostela, en este año 1188,

fue que se consagró el altar mayor de la catedral de Orense (de San Martín),49

en su

construcción de estilo románico tardío y de claro despuntar gótico, con influencias cis-

tercienses.50

49

Con esta ocasión, es la primera vez que se menciona documentalmente el Ayuntamiento de Orense, lo

que indica que el poder del obispo sobre la ciudad y la ciudadanía no es absoluto o de total señorío.

50

El cimborrio gótico se levantará entre los años 1400-1505.

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REINO DE CASTILLA

De los reyes de Castilla, Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, en Palencia, nació una

niña a la que llaman Blanca.51

51

Blanca de Castilla. Será reina consorte de Luis VIII de Francia desde 1200, siendo ambos reyes los pa-

dres del futuro rey San Luis IX de Francia. Enviudará y será reina regente de Francia durante la minoría

de edad de Luis IX.

Tras su nacimiento, Blanca de Catilla fue amamantada por su nodriza, una mujer de La Serna (Palencia)

llamada Sancha López, la cual fue recompensada junto a su marido Martín García con buenas tierras de

labranza según el privilegio que consta en el cartulario del monasterio de Santa María de la Vega (ac-

tualmente en ruinas, en la localidad palentina de Renedo de la Vega). Cf. Roscales Olea, G. (2000): Mo-

nasterio de Santa María de la Vega (Cartulario e Historia), trayectoria transparente de un hundimiento,

Palencia, Diputación de Palencia.

Luego, Alfonso VIII confió la crianza de la infanta Blanca a Pedro Rodríguez de Castro y a su esposa

Urraca Rodríguez de Guzmán (de dos preclaros linajes), teniéndola éstos en su casa de Itero de la Ve-

ga: puerula infantissa Domina Blanca, nutriente in domo Petri Roderici de Castro.

En su momento, los reyes Felipe II Augusto de Francia (1180-1223) y Juan I de Inglaterra (1119-1216)

acordarán que el heredero al trono de Francia, el futuro Luis VIII (1223-1226), se casara con una infanta

de Castilla. Los embajadores de ambos reinos negociarán la boda (año 1199) y ésta llegará a celebrarse en

el año 1200, el 22 de mayo. La ya anciana Leonor de Aquitana se desplazará a Castilla para verse con su

hija, la reina Leonor Plantagenet, y para conocer a sus nietas, decidiendo así cuál de ellas habría de ser la

futura “Reina de la Flor de Lis”. La intención original era llevar como prometida del príncipe Luis a la

entonces hija mayor soltera de los reyes de Castilla, Urraca, pero al final Leonor escogió a su segunda

nieta, Blanca, ya que a su parecer esta infanta encajaría mejor en la corte de Francia (y Urraca en la de

Portugal). Con apenas 12 años de edad, la infanta Blanca se despedirá de sus padres y hermanos y con su

abuela emprenderá viaje rumbo a Francia para casarse con el príncipe heredero.

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REINO DE ARAGÓN

El rey Alfonso II de Aragón, ante asamblea de la corona y con no poca solemnidad,

con la intención de reforzar su reino, decreto: la paz real, la protección de caminos y lu-

gares santos, la prohibición de hacer o iniciar la guerra sin desafío público, la justicia

formal, la limitación de las represalias comerciales entre ciudades y villas, etc.

Podemos destacar también, del reino de Aragón, que el obispo Ricardo de Huesca52

consagró con relevante fiesta la iglesia del Real Monasterio de Santa María de Sigena.53

52

Cuyo pontificado transcurrió entre los años 1187-1201.

53

Es un monasterio situado en Villanueva de Sigena (Huesca), mandado construir por la reina Sancha de

Castilla, consorte del rey Alfonso II de Aragón, destinándolo a monjas hospitalarias provenientes sobre

todo de familias de ricoshombres o nobles del reino.

El tipo de comunidad de monjas resultante en este tipo de monasterio se configura teniendo en cuenta

tres estamentos o clases en las recluidas: las sórores o domne (religiosas propiamente claustrales), las iu-

niores (niñas o jovencitas que educan las monjas en el monasterio) y de media cruz (mojas de obediencia

o a modo de sirvientas de la comunidad). Las prioras fueron monjas de gran relevancia social y nobiliaria,

también históricamente muy influyentes.

En agosto de 1936, iniciada la guerra civil española del momento, el monasterio, que ya había sufrido

durante la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, fue incendiado y arrasado por una columna de

milicianos anarquistas o del rojerío aragonés, aunque se salvó la iglesia románica y el panteón real (no

obstante ser las tumbas de los reyes aragoneses salvajemente profanadas); muchas de las muy valiosas

obras de arte fueron destruidas o saqueadas.

Actualmente, desarrollándose labores de reconstrucción y restauración, habitan en este monasterio unas

religiosas Hermanas de Belén y de la Asunción de la Virgen.

Los documentos del monasterio conservados hasta nuestros días se encuentran en el Archivo Histórico

Provincial de Huesca (desde 1941): pergaminos, libros y legajos, fechados entre 1173 y 1923, que refle-

jan la historia del monasterio, su funcionamiento y la vida cotidiana de las monjas, a través de privilegios

concedidos al monasterio, testamentos, escrituras notariales, ventas, donaciones, documentos reales, etc.

Cabe destacar la serie de expedientes de limpieza de sangre (siglos XVII-XVIII) exigidos a las futuras

monjas antes de su ingreso en el monasterio. También existen libros que describen documentos del con-

vento gracias a los cuales se conocen muchos de los que no se han conservado.

Actualmente, del importante conjunto medieval, ruinoso sobre todo el claustro, queda en pie la iglesia y

algunas dependencias, mostrando el significativo arte románico al respecto. El interior de la iglesia, con

planta de cruz latina, conserva un amplio crucero y tres capillas absidiales en la cabecera, con cubri-

miento de bóvedas de cañón apuntadas sobre arcos fajones, teniendo el crucero una bóveda de crucería.

Quedan todavía algunos restos de las pinturas que decoraron sus muros. El panteón real se levanta en el

lado izquierdo del crucero. De traza románica, acoge las tumbas de piedra arenisca de la reina Sancha de

Castilla (esposa de Alfonso II de Aragón) y de sus hijos: el rey Pedro II, la infanta Dulce y la condesa

Leonor de Aragón. Es también interesante el coro, etc.

El antiguo refectorio sirve en la actualidad como capilla de la comunidad religiosa que hay aquí. De

otras dependencias hay que citar los restos de los dormitorios de las religiosas y del palacio prioral. Pin-

turas que hubo en el refectorio se conservan actualmente en Barcelona (Museo Nacional de Arte de Cata-

luña). Es de destacar el retablo de la Virgen, pintura al temple atribuida a Jaume Serra, realizado entre los

años 1367-1381.

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En Teruel, el rey Alfonso II de Aragón creó, propició o fundó el Hospital y Orden del

Santo Redentor, que se funde en la Orden de Santa María del Monte Gaudio,54

para la

práctica de la caridad, el ejercicio de la misericordia y la redención de cautivos. En oc-

tubre, ingresando en esta orden Gascón de Castellot, donó a la institución su castillo de

Castellote.55

54

Precisamente murió en este año 1188 el fundador de esta Orden, el noble gallego Rodrigo Álvarez de

Sarria, hijo del conde Álvaro Rodríguez de Sarria y de su esposa la condesa Sancha Fernández. En 1165

obtuvo las tenencias lucenses en Lemos y dos años después en Sarria, ostentando ya el título de conde

(comes Rodericus Galletiae). Se desplazó a Tierra Santa prestando servicios al reino de Portugal y se cree

que se hizo caballero templario, aunque esto no está documentado. El 7 de julio de 1172 fundó la Orden

de Monte Gaudio o Montjoie, siendo aprobada por el Papa Alejandro III entre esa fecha y la del 24 de

diciembre de 1173. Ya había contraído matrimonio con María Ponce, hija del poderoso conde Ponce de

Minerva, mayordomo de Fernando II de León, y de su esposa Estefanía Ramírez. Ambos se separaron de

mutuo acuerdo, retirándose María junto con su madre a la vida monástica en Carrizo de la Ribera (León),

sin que dejaran descendencia. En el maestrazgo de la Orden sucede ahora el caballero Rodrigo González.

La sepultura de Rodrigo Álvarez de Sarria se realizó en el convento que la Orden tenía en Alfambra (Te-

ruel).

55

En la provincia de Teruel. Originariamente se accedía al castillo a través de un puente levadizo. Ac-

tualmente se conservan restos de cuatro torres, destacando la torre del homenaje. Las primeras noticias

del castillo datan del siglo XII, cuando fue reconquistado por el rey Alfonso II de Aragón, siendo ya men-

cionado con anterioridad por la documentación eclesiástica. Esta fortaleza fue probablemente musulmana

en su origen.

Cuando se disolvió la Orden del Santo Redentor, en 1196, el castillo pasó a los templarios. Cuando se

extinguieron los templarios, el castillo de Castellote pasó a los hospitalarios (Orden de Malta), que lo po-

seyeron hasta 1769.

La restauración del castillo fue realizada por el Ayuntamiento de Castellote en el año 2011, colaborando

en ello los Ministerios de Fomento y Cultura, dentro de los Planes para la Conservación del Patrimonio

Arquitectónico e Histórico.

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AL-ÁNDALUS

Mientras en Isbiliya o Sevilla se sigue construyendo la torre minarete de su mezquita

almohade,56

en la mezquita de Córdoba es leído en su totalidad el Corán que los exper-

tos copistas calígrafos musulmanes compusieron en Valencia años atrás, allá por 1172 y

1173. El faquí Abu Muhammad ibn Aglab, conocido también como Ibn Abi-l-Daqqaq

es el recitador, muy admirado por cómo desempeña sabiamente su oficio.

La flota almohade ocupó las islas de Menorca, Ibiza y Formentera. La República de

Génova firmó un renovado tratado comercial con el emir Abd Allah ibn Ishaq ibn Ga-

niya de Mallorca, lo que supone en la práctica el monopolio comercial en las Islas Ba-

leares a costa de los propios musulmanes que allí habitan, los cuales aceptaron incluso

que los genoveses levanten su propia iglesia.

Alí ibn Ganiya al-Mayurqi, ex-emir de Baleares y cabeza al frente de los cada vez más

disminuidos almorávides y cada vez más privado de suministros desde el Archipiélago

Balear, tan progresivamente dominado por los almohades, aventurado en el norte de

África (Libia), murió en medio de una escaramuza, sucediéndole (como emir venido a

menos) su hermano Yahya, resistiendo a los almohades.57

56

La que será conocida como la Giralda y su catedral hispalense.

57

Debido a su debilidad en la zona occidental del Mediterráneo, los Banu Ganiya trataron de buscar

alianzas con las ciudades comerciales italianas de Génova y Pisa, alianzas que obtuvieron a cambio de

concesiones comerciales en las islas Baleares. Con estas dos ciudades se firmaron tratados de no agresión

en diversas ocasiones, desde los años 1177 al 1188. Por eso mismo, los corsarios baleares disfrutaban de

una situación, si no hegemónica sí al menos ventajosa, que les permitió atacar Tolón (costa provenzal

francesa) en 1178 y hacer allí cautivo al vizconde de Marsella, Hugo Gaufrido.

El emir Ishaq (1155-1183) gobernó de forma despótica, llegando a mandar asesinar a sus principales

servidores almorávides. Eso hizo que su principal apoyo militar, el del almirante Ibn Maymún, se pasara a

los almohades. Debido a esa deserción, la posición de Ishaq se debilitó sobremanera y se vio obligado a

entablar negociaciones con el califa almohade Abu Yuqub Yusuf. Sin embargo, no pudo concluirlas por-

que murió asesinado en 1183 durante una sublevación de cristianos. Le sucedió en el puesto su hijo Mu-

hammad II, que continuó las negociaciones con los almohades.

En 1184, el emir Muhammad II fue derrocado por sus dos hermanos, Alí y Yahya, partidarios de un en-

frentamiento directo con los almohades. Ese mismo año, cuando corrió la noticia de que los almohades

habían sido derrotados por los cristianos en Portugal (batalla de Santarém) y de que había perdido la vida

el califa almohade Abu Yuqub Yusuf, Alí pasó a la ofensiva y atacó a los almohades por su flanco más

débil, el norteafricano, desembarcando en Ifriqiya (la actual Túnez), una zona donde el dominio almohade

no estaba consolidado. La estrategia de los almohades consistió por un lado en frenar el avance de los al-

morávides reteniéndoles en Ifriqiya e impidiéndoles su avance hacia el corazón del Imperio y, por otro

lado, instigar revueltas anti-almorávides en Baleares.

Muhammad II aprovechó una de estas revueltas para hacerse de nuevo con el poder en las islas, reco-

nociendo a Yusuf II (hijo y sucesor de de Abu Yuqub Yusuf) como califa. Cuando Yusuf II trató de hacer

efectivo su dominio sobre las islas, Muhammad II se retractó y con la ayuda del rey Alfonso II de Aragón

hizo frente y resistió a los almohades. En 1187, Muhammad II fue derrocado de nuevo, esta vez por su

hermano Tasufin, el cual tuvo un breve reinado. Alí, que seguía luchando contra los almohades en África,

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~ 25 ~

El califa almohade Abu Yusuf regresó a la Península tras haber pacificado sus terri-

torios africanos.

envió un ejército a toda prisa a Mallorca, para derrocar a Tasufin y poner en su lugar a otro hermano

suyo, a Abd Allah, que reinó hasta 1203.

A pesar de contar con el apoyo de tropas beduinas, los almorávides, con Alí al frente, chocaron final-

mente con un gran ejército enviado por Yusuf II, derrotándolos y rechazándolos hacia Libia. En

1188 murió Alí y su hermano Yahya prosiguió la lucha contra los almohades desde Libia.

Entre 1187-1203 el Archipiélago Balear fue cayendo en manos almohades, desapareciendo ya final-

mente el último reducto almorávide en las islas, que quedaron así incorporadas al Imperio Almohade. El

emir Abd Allah falleció en ese año (1203) durante la campaña de conquista almohade. Su hermano Yah-

ya, que luchaba contra los almohades en el norte de África perdió los apoyos que le quedaban entre las

tribus locales y ya no desempeñó en adelante sino el papel de un simple o vulgar bandido.

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SHERISH (AL-Ándalus)

Ibn Lubbal al-Sharishi (1114-1188) nació (año 508 de la Hégira) y murió en la an-

dalusí Sherish,58

con 74 años de edad, el 5 de enero de 1188 (583 de la Hégira). Fue sa-

bio gramático y poeta, de ascendencia omeya.59

Recibió su esmerada educación y es-

tudios tanto en su ciudad o medina como en Sevilla. Se dedicó a la enseñanza y a la

judicatura. Su entierro fue muy sentido y multitudinario.

He aquí un poema de su legado:

He dejado mi voz en los olivos.

Como corceles mis palabras vuelan

por el alba nocturna de las hojas.

Después de todo se regresa a un tiempo

huero de himnos donde se descifra

el relámpago azul de la hermosura

o la oscura proclama de la muerte.

Déjame aquí por siempre y a pesar

de los siglos, a solas y abolido

de mármol y cipreses. Y vosotros

sabed, los venideros, que en el sabio

olivar esta voz queda, ya último

y eterno veredicto.

58

Actual Jerez de la Frontera (Cádiz).

59

Junto con Abu Ishaq al-Bunasi, Ibn Malik, Ibn Abd al-Mu’min e Ibn Shakil, forma parte de los sabios

intelectuales durante la época de esplendor del Jerez islámico.

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NIDAROS (NORUEGA)

El 26 de enero murió el arzobispo de Nidaros60

(Noruega), Eystein (o Øystein) Er-

lendsson, en el año trigésimo primero de su pontificado, teniendo 60 años de edad.61

Había nacido cerca de Nidaros,62

siendo hijo de Erlend Himalde y nieto de Úlf Óspak-

sson,63

stallari64

real de Harald III de Noruega (1047-1066). Se le cuenta, pues, como

perteneciente a una rica y noble familia noruega, emparentada con ascendencia que se

remonta al rey Harald I (872-933), considerado el primer rey de Noruega.

Habiéndose formado debidamente, y siendo presbítero, trabajó como funcionario del

rey Inge I (1136-1161), quien le apoyó mucho, como promocionándose mutuamente.

Fue párroco en Konghelle,65

a orillas del río Göta o Gautelfr. Cuando Jon Birgisson, pri-

mer arzobispo de Nidaros, murió (año 1157), Eystein no tardó en ser elegido para suce-

derle, siendo una elección apoyada por el rey Inge.

60

Actual Trondheim, la tercera ciudad más poblada de Noruega. Fue fundada a finales del siglo X, te-

niendo su gran importancia comercial y ostentando a veces, durante la Edad Media, el rango de capita-

lidad en Noruega, con su sede arzobispal metropolitana y primada. Su crecimiento posterior se apoyó bá-

sicamente en el comercio, pero la ciudad padeció repetidas crisis a causa de incendios devastadores. Entre

su patrimonio destaca la catedral, obra maestra de la arquitectura gótica en el entorno de los países nór-

dicos.

61

Si nació, como se supone, en 1120. Eystein fue el más notable arzobispo de Nidaros, y una de las figu-

ras de mayor influencia política en la Noruega de su tiempo. Fortaleció y disciplinó a la Iglesia, fundó va-

rias iglesias y monasterios e intentó someter al poder monárquico al eclesiástico. La Iglesia Católica lo re-

conoce como un santo de carácter local, conmemorándose a San Eystein el 26 de enero.

62

En Råsvoll. Se educó en el seno familiar y realizó sus primeros estudios en Nidaros, si bien no tardaría

en marchar lejos para formarse, posiblemente en Francia (en la abadía de San Víctor de París, fundada por

Guillermo de Champeaux a principios del siglo XII), estando en contacto con la orden regular agustinia-

na. Durante este tiempo dio en llamarse Augustinus (Agustín), por ser nombre de sonido similar, aunque

nada equivalente, al de Eystein.

63

Un caudillo vikingo de origen islandés y del que se dice que fue sabio, elocuente, gran líder y honesto.

Participó en múltiples asedios e incursiones vikingas y fue preso con el rey Harald III por el emperador

bizantino Miguel V Calafataes (1041-1042). Participó en la batalla de Niså (año 1062). Por su especial

afecto y servicio, el rey Harald le dio la mitad de un feudo y los derechos como lendmann (título nobi-

liario), más doce marcos de plata como retribución. Murió en 1066.

Se había casado con Jorunn Thorbergsdotter, hija de Torberg Arnesson, otro célebre caudillo vikingo.

Fruto de aquel matrimonio, nació, en 1055, Jon den Staerke Ulfsson (apodado el Fuerte), padre de Erland

Himalde Jonsson (nacido en 1087) que sería el padre del arzobispo Eystein de Nidaros.

64

Mariscal.

65

Actual Kungälv.

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~ 28 ~

Eystein viajó a Roma para recibir el palio arzobispal de manos del Papa Adriano IV

(1154-1159), pero la muerte del pontífice y las relaciones turbulentas entre el nuevo

Papa Alejandro III (1159-1181) y el emperador germano Federico I Barbarroja frustra-

ron el viaje, en cuyo transcurso Eystein permaneció por un tiempo en la abadía de San

Víctor de París. Con los agustinos del lugar, Eystein apoyó al Papa Alejandro III, quien

finalmente le impuso el palio, en 1160.

Eystein fue muy relevante en la política noruega, resultando ser muy destacado su

apoyo en la elección del rey Magnus V Erlingsson en 1163, siendo él el encargado de

coronar al nuevo monarca en la gran capital y ciudad de Bergen, siendo entonces la

primera vez que era coronado ceremonialmente un soberano noruego. Apoyado por un

legado pontificio, Eystein logró fortalecer los lazos entre Monarquía e Iglesia, favore-

ciendo la sumisión (comunión) del soberano a la Santa Sede. Eystein colaboró en la re-

dacción legislativa tendente a fortalecer, con vinculación autónoma, bien avenida, res-

petuosa y armoniosamente, tanto el poder monárquico como el eclesiástico.

Compuso varios tratados y escritos eclesiásticos, entre ellos varias revisiones a las le-

yes eclesiásticas de los tiempos del santo rey Olaf II (1015-1028), y mantuvo una cons-

tante correspondencia con el Papa.66

Trabajó denodadamente en la instauración del celibato clerical, poco común aún entre

los eclesiásticos noruegos. Por eso favoreció en Noruega la presencia de los canónigos

regulares de San Agustín, fundando los monasterios de Kastelle, en Konghelle, y de

Helgeseter, en Nidaros.67

Celosa y solícitamente efectuó sus visitas pastorales a los obispados noruegos sufra-

gáneos o dependientes de Nidaros con el fin de fomentar y mantener la seria disciplina y

la formación en el clero, fundado numerosas iglesias. Su poder eclesiástico y político se

reflejó en el hecho de que tenía a su disposición un propio cuerpo militar o hird (ami-

gable y familiar escolta) que también se encarga del cuidado y de la protección perso-

nal. No sólo disponía Eystein de los bienes del arzobispado, sino también de una cuan-

tiosa fortuna que había heredado.

En el contexto de las guerras civiles noruegas,68

su apoyo al rey Magnus V le costó

con el tiempo la enemistad respecto al contrincante Sverre Sigurdsson y los opuestos o

rebeldes birkebeiner.69

Sverre aspiró a fortalecer el poder monárquico (y fortalecerse él)

66

Al arzobispo Eystein de Nidaros se le considera también autor de un proyecto sobre los cánones ecle-

siásticos en Noruega (CanonesNidrosienses), descubierto en Londres en los años treinta del siglo XX.

Igualmente se le considera autor del libro Passio et miracula beati Olavi (Vida y milagros de San Olaf),

una gran aportación hagiográfica sobre San Olaf de Noruega, tal vez escrito entre los años 1160-1180,

medio siglo antes que la Olavssaga (Saga de Olaf) de Snorri Sturluson (muerto en 1241).

67

También se cree que el obispo apoyó la fundación del primer monasterio cisterciense, Munkeby ved

Levanger, en Trøndelag, región central en Noruega.

68

Que se extienden entre los años 1130-1240.

69

Durante la época entre los años 1130-1240, antes mencionada, se desencadenaron varias rivalidades o

guerras civiles entre reyes pretendientes que se disputaban el ascenso al trono. Los motivos de las guerras

representan uno de los temas más debatidos en la historia medieval de Noruega. El objetivo de las fac-

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~ 29 ~

por encima de la Iglesia, algo inaceptable para el arzobispo. Cuando Sverre controló la

mayor parte de Noruega, el arzobispo Eystein tuvo que marchar en exilio a Inglaterra

(año 1180). Con el apoyo del rey Enrique II Plantagenet vivió en Bury St. Edmunds,

una ciudad de mercado70

en el condado de Suffolk (en los años 1181-1182) y posterior-

mente en Lincoln hasta 1183, regresando a Noruega en el verano de ese año, cuando

esperaba que Magnus V pudiera imponerse a Sverre, pero Magnus fue el derrotado (en

1184). Sverre se convirtió en gobernante de toda Noruega y el arzobispo Eystein no tu-

vo más remedio que iniciar conversaciones con él, logrando como pudo el entendi-

miento hasta que le llegó su muerte, el 26 de enero de 1188, como queda dicho. Tal co-

mo había manifestado en su última voluntad, recibió sepultura en la sala capitular de su

catedral en Nidaros, catedral que Eystein se había encargado de ampliar y remodelar

embelleciéndola, dotándola de la suntuosidad característica de las grandes iglesias cate-

dralicias del momento que se iban prodigando por toda Europa.

ciones en pugna fue siempre colocar a su candidato en el trono, después de la muerte del rey Sigurd el

Cruzado en 1130. En las primeras décadas de las guerras civiles, las alianzas cambiaron frecuentemente,

y se centraron alrededor de un rey o pretendiente, pero finalmente, hacia finales del siglo XII, emergieron

dos partidos, conocidos como los bagler (nobles y eclesiásticos) y los birkebeiner (aldeanos y gente más

proscrita). Después de la reconciliación entre estos dos partidos, en 1217, se desarrolló un sistema guber-

namental más ordenado, que fue gradualmente siendo capaz de ir acabando con los frecuentes levanta-

mientos armados. La fracasada rebelión del duque Skule Bårdsson (año 1240) será el hecho final de las

llamadas Guerras Civiles Noruegas.

Los bagler fueron principalmente los que conformaron el partido de los aristócratas, los clérigos y los

mercaderes. La facción se formó en Skåne o Escania (actualmente la región más al sur de Suecia), que en-

tonces era parte de Dinamarca, con el fin de deponer a Sverre I, a quien apoyaban los birkebeiner, for-

mado principalmente por campesinos y aldeanos.

Las clases acomodadas, sobre todo de Viken (en el sureste de Noruega), fueron el principal apoyo de

los bagler. Los antecedentes de su actividad se encuentran en el apoyo que ofrecieron a Inge I y, tras su

muerte, a Magnus V y a su padre Erling Skakke. En 1240, el rey Haakon IV acabará con las guerras ci-

viles, pero debilitando también el poder de la aristocracia noruega.

Los birkebeiner fueron originariamente un grupo rebelde marginal que se levantó en armas contra el

reinado o el proceder de Magnus V y de Erling Skakke. Los birkebeiner lograron acceder al trono en

1184, constituyéndose en poderosos e influyentes, hasta que su rey Haakon IV pudo ser reconocido por

los bagler, quedando, por así decir, más y mejor repartido el poder.

El nombre de birkebeiner (= piernas de abedul) fue en sus orígenes una calificación despectiva que

impusieron con sorna los seguidores de Magnus V, pues se decía que la mayor parte de los rebeldes bir-

kebeiner eran tan pobres que, a falta de calzado, se enredaban tiras de corteza de abedul alrededor de sus

pies y sus piernas. Con el tiempo, el nombre se convirtió en el distintivo de los miembros del grupo y fue

empleado por éstos mismos.

70

Una ciudad de mercado (markettown en inglés) es un pueblo o una ciudad que, de acuerdo con la

(extendida) ley europea medieval, había obtenido el derecho (la concesión) a tener un mercado. Los mu-

nicipios con derecho de mercado se extendieron por los reinos de Inglaterra, Escandinavia y el Sacro Im-

perio Romano Germánico. En Francia, también los bourgs (burgos) coincidían con el concepto de ciudad

de mercado.

En Noruega, la ciudad de mercado (kjøpstad, del nórdico antiguo kaupstaðr) tuvo los privilegios con-

cedidos por la autoridad y permitió que los ciudadanos tuviesen el monopolio de la compraventa de bie-

nes y otras actividades en la misma ciudad o sus alrededores.

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La catedral mostró durante su tiempo una tendencia hacia la arquitectura normanda71

y protogótica que se desarrollaba en Inglaterra, todo ello llevado por el arzobispo Eys-

tein a Noruega después de su exilio en Inglaterra, poniendo la arquitectura de Noruega a

la moda de la inglesa.72

71

Ver Epílogo IV.

72

Buena parte de sus aportaciones al templo se mantienen aún en la actualidad, aunque en una versión

restaurada.

La iconografía que representa al arzobispo Eystein como Santo le muestra con una catedral en miniatura

o maqueta entre sus manos, tal como se halla en una obra de Stinius Fredriksen (1902-1977) que se en-

cuentra en la fachada occidental de su catedral.

Desde el verano de 1229, el arzobispo Eystein fue reconocido como un Santo por los obispos noruegos

de entonces reunidos en Nidaros, siendo el cuerpo difunto colocado en un relicario. Se buscó la anuencia

al respecto del Papa Gregorio IX (1227-1241) para que se realizara una canonización formal, pero ésta

nunca se llevaría a cabo. Tras la muerte de Gregorio IX se prosiguió por parte de la Santa Sede ese em-

peño sin descuido alguno. De todas formas, Eystein fue venerado desde un primer momento como un

Santo local en la catedral de Nidaros, donde se ha señalado que existió una capilla en su honor. Su culto

fue ensombrecido por el de San Olaf (cuyas reliquias en la catedral eran motivo de peregrinaciones ma-

sivas), y no llegó a calar profundamente entre el pueblo noruego el culto de San Eystein. Sus reliquias

permanecieron en la catedral hasta la reforma protestante, cuando su tumba fue profanada, vaciada, y su

lujoso relicario fundido y transportado a Dinamarca.

La escritora Sigrid Undset (1882-1949), convertida al catolicismo y premio Nobel de Literatura en

1928, fue devota de San Eystein.

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Catedral de Nidaros (Trondheim)

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BERGEN (NORUEGA)

Ocurrió en Bergen otro de los episodios de las Guerras Civiles Noruegas. Murió Jon

Kuvlung,73

monje cisterciense74

que, desde 1185, pretendió acceder al trono noruego

como supuesto hijo (ilegítimo) del rey Inge I (1136-1161).75

Pugnó por reinar rivalizan-

do con Sverre I.76

La supuesta ascendencia real de Jon Kuvlung motivó que éste fuera elegido como guía

o jefe de los heklung, bando o partido que Sverre I exterminó en 1184 y en adelante.

Los heklung, o más bien su no extinguido brazo armado, los kuvlung, fueron quienes

proclamaron rey de Noruega a Jon Kuvlung, en Viken, en 1185.

En el otoño de 1186, los kuvlung atacaron Nidaros, donde Sverre I fue cogido por

sorpresa. El rey, habiéndose refugiado en su castillo de Sion,77

pudo defenderse y acabó

forzando la retirada de los rebeldes atacantes.

Recientemente, a finales de 1188, el rey Sverre navegó hacia Viken para enfrentarse

con Jon, pero éste y sus hombres marcharon hacia la ciudad de Bergen. El rey Sverre

atacó esta última ciudad y plantó batalla, siendo víspera de Navidad. El mismo Jon

murió y así se puso fin a sus aspiraciones de poder y fueron reducidos a derrota total sus

seguidores.

73

El sobrenombre deriva de kuvl, que en nórdico antiguo significa manto o capa, tal vez hábito en alu-

sión a su condición de monje.

74

De la abadía de Hovedøya, en el fiordo de Oslo.

75

El Corcovado o Jorobado.

76

El reinado de Sverre I se prolonga entre los años 1184-1202. Precisamente es en la Saga de Sverre

donde (parece que de manera poco imparcial) se señala a Jon Kuvlung como Jon Ingesson (hijo de Inge).

77

Actual Sverresborg (cerca de las ruinas del mencionado castillo), Museo Popular de Trøndelag, un gran

museo al aire libre a modo de parque temático sobre historia y cultura. En los años recientes ha incluido

también grandes exposiciones de interior. Comprende igualmente una gran colección de material de ar-

chivos y fotografías.

Los 60 variados edificios que se localizan en el interior del Museo proceden de diferentes épocas y de

distintos lugares de Noruega, principalmente de la región de Trøndelag. El edificio más antiguo es el de la

iglesia de madera de Haltdalen, una típica stavkirke del siglo XII. Ver Epílogo V.

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EPÍLOGO I

MONASTERIO DE SAN JULIÁN DE MORAIME

Para llegar a Moraime, en la provincia gallega de La Coruña, hay que seguir las indi-

caciones que dirigen a Muxía o Mugía. Monumentalmente hablando, Moraime es de

gran interés, lo más interesante de la zona. Por desgracia, Moraime, con descuido y olvi-

do, es también víctima de un gran abandono.

Lo que a primera vista se aprecia, ¿es una iglesia más, como tantas otras? Hay que

pararse para comprobar que no, por entorno, por historia,78

por arquitectura, por detalles

dignos de ser reseñados. Se trata de una espléndida basílica románica de tres naves.

Acerquémonos a ese arco de entrada y comprobemos que no se trata de una obra menor

sino, ciertamente, de un particular Pórtico de la Gloria.

78

En gran parte, fue el monasterio donde Don Pedro Froilaz, conde de Traba (muerto en 1128), educó al

que sería Alfonso VII el Emperador (1126-1157).

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~ 35 ~

En realidad, desde el desaparecido monasterio, este arco era el de la puerta de acceso a

la iglesia. El desaparecido monasterio es el caserón que aparece en ruinas y que se

adoptó posteriormente como casa rectoral parroquial. De lo que hubo podemos hacernos

una idea viendo los restos esparcidos que quedan.

Restos de cañerías

Restos de un antiguo sarcófago o sepultura, tal vez de alguien relevante

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Fotografiar el particular Pórtico de la Gloria de esta iglesia monástica (hay quienes

piensan que fue un ensayo del Maestro Mateo para la catedral compostelana), es todo un

reto, pues falta luz, sobra humedad, hay desniveles en el terreno… No obstante, resultan

fotos como las siguientes:

Más asequibles, resultan las falsas puertas laterales que, en realidad, estando a un

nivel superior, fueron ventanas, espléndidas ventanas románicas.

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Si rodeamos la basílica, llegaremos a los cementerios (hay dos: el antiguo, y el mo-

derno). Franqueando la verja del antiguo, nos encontraremos con una divertida sorpresa:

en el lugar más preeminente, veremos un curioso mausoleo.

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Nos acercaremos y, tras apreciar como se merece la gran calidad del busto esculpido

en mármol (que más parece de Carrara que de Macael), quitamos por un momento las

flores, y leeremos:

Ahí queda eso... Según parece, Don Juan Bautista, bien querido y recordado como

excelente cura pá-rroco en su feligresía, está acompañado ahí por su fiel asistenta.

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~ 39 ~

EPÍLOGO II

LA CATEDRAL ROMÁNICA DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

La construcción románica de la catedral de Santiago de Compostela, sobre construc-

ciones anteriores, comenzó hacia el año 1075, siendo promovida por el obispo compos-

telano Diego Peláez y dirigida por quien se conoce como Maestro Esteban, cuya muerte

podrá registrarse en el transcurso del siglo XII.

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A lo largo de las décadas siguientes (desde el año 1075) y ya bajo el auspicio episco-

pal de Diego Gelmírez las obras mantuvieron un ritmo intermitente o según permitieron

los diferentes conflictos de la época.

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Puede decirse que la mayor parte de la catedral estaba ya prácticamente construida ha-

cia el año 1122.

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Como otras grandes catedrales en el Camino de Santiago (Toulouse, Conques, etc.), el

edificio compostelano se concibió desde una armoniosa planta de cruz latina, alzándose

tres naves y crucero también de tres naves.

Los arcos formeros y fajones apoyan sobre pilares de sección cuadrada con cuatro se-

micolumnas adosadas, con capiteles vegetales muchos de ellos, pero algunos historiados

y de gran belleza.

La cabecera incorporaba una gran girola y cinco capillas radiales.

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Todo el alzado se adornaba con un piso de tribuna, ayudando a estabilizar el peso de

la bóveda de la nave central, por lo que el aspecto vertical y palaciego de la iglesia se

intensificaba.

En los hastiales del transepto había fachadas y puertas monumentales. De la del norte

(fachada de la Azabachería) sólo han quedado algunos restos.

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Mejor conservada está la fachada de las Platerías, con sus dos grandes puertas y un

mareante conjunto de esculturas, en algunos casos colocadas anárquicamente.

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Por su parte, el misterioso, enigmático y excelente Maestro Mateo comenzó sus tra-

bajos en la catedral compostelana en 1168, ocupándose de los últimos tramos de la nave

y de la construcción de la cripta que soportaría el famoso y majestuoso Pórtico de la

Gloria, además del coro del que han perdurado importantes piezas.

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Este conjunto monumental, creado como entrada occidental y principal de la catedral

de Santiago de Compostela, es uno de los más grandes monumentos románicos del

mundo y paradigma de la evolución que durante la segunda mitad del siglo XII sufre el

románico hacia el naturalismo gótico.

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Lamentablemente, los aires barrocos ya del siglo XVIII desvirtuaron exteriormente la

originalidad románica.

Se sustituyó la fachada de la Azabachería y se cubrió la gran fachada occidental con la

del Obradoiro, entre otros muchos cambios y transformaciones que dificultan externa-

mente intuir la grandeza oculta de esta majestuosa catedral.

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En la década de los años setenta del siglo XI, se procede a levantar una gran iglesia

(catedralicia) templo acorde con la nueva arquitectura sobre el sepulcro del Apóstol

Santiago. El promotor fue el obispo compostelano Diego Peláez (1075-1088/1090-

1094), quien dispuso su construcción conservando, mientras que duraba la nueva obra,

el primitivo santuario. Un enfrentamiento con el rey Alfonso VI (1065-1109) supuso la

deposición del prelado en 1087 ó 1088, y la consiguiente paralización de las obras. Poco

después, Diego Gelmírez (1100-1140) se hará cargo del gobierno de la diócesis y dará

tal impulso a los trabajos que ya, en 1112, se podía demoler la basílica prerrománica. En

1115 se aporta la mano de obra de unos piratas almorávides hechos prisioneros por la

armada de Gelmírez. La conclusión provisional tendrá lugar en el año 1122. Para enton-

ces estaría terminado el edificio menos su fachada occidental y el tramo inmediatamente

anterior.

El proyecto de la catedral compostelana corresponde al mejor exponente de tipología

de iglesias de peregrinación y, con toda seguridad, del estilo mismo.79

Es un proyecto

maduro, en el que se articulan todas sus partes (girola, tribuna, torres, etc.) de una mane-

ra armónica. Fue tal su perfección paradigmática que los constructores de San Martín de

Tours la tomaron como modelo.

Pero si su arquitectura es excepcional, su aportación a la escultura monumental no lo

es menos. Los escultores que trabajan en torno al año 1100 proyectaron la realización de

una complejísima decoración esculpida para las fachadas del crucero. Aunque recom-

puesta por obras posteriores, la actual portada de Platerías nos permite poder apreciar el

79

Posiblemente el tipo de iglesia paradigmático del románico pleno sea el conocido como el de iglesias

de peregrinación. Un grupo de cinco iglesias, citadas en la Guía del Peregrino (Codex Calixtinus, Liber

Sancti Iacobi…) de Santiago de Compostela (propiamente la catedral de Santiago de Compostela, la de

San Martín de Tours, la de San Marcial de Limoges, la de Santa Fe de Conques y la de San Saturnino de

Toulouse), presenta en su conjunto una gran unidad en su estructura, lo que ha hecho sospechar a algunos

especialistas que fue una tipología creada por las necesidades funcionales de los templos importantes del

camino de peregrinación. Se trataba de edificios de tres o cinco naves, con transepto de igual estructura

que las naves longitudinales, rematados los brazos de la cruz en fachadas torreadas con portadas monu-

mentalizadas. La cabecera se dispone en una girola con capillas radiales. Mientras que la nave central se

cubre con una bóveda de cañón sobre fajones, en las colaterales se emplean bóvedas de arista sobre las

que va una tribuna. La luz, muy tamizada por las vidrieras, no llega directamente a la nave central, sino a

través de los laterales y las tribunas.

La girola era un gran pasillo que prolongaba las naves laterales alrededor del presbiterio. Permitía a los

fieles deambular alrededor del coro sagrado y acudir a las capillas en las que se veneraban cultos parti-

culares, mientras que los canónigos o los monjes podían celebrar sus oficios sin ser molestados. Sobre su

origen habría que remontarse a las criptas anulares carolingias y su empleo para desarrollar las cabeceras

del primer románico.

En cuanto al uso de la tribuna y su génesis, resulta muy difícil afirmar nada concluyente; acabamos de

aludir a su empleo como elemento de articulación mural. Podríamos añadir una función constructiva, ro-

bustecer los sistemas de contrarresto de la elevada y abovedada nave central. En distintos momentos y

lugares han sido utilizadas las tribunas de forma diversa: matroneos o tribunas de mujeres; ampliación del

espacio templario para recoger a las multitudes de fieles los días de las grandes solemnidades; albergue

provisional (los peregrinos de Santiago encontraban allí acomodo).

Como vemos en este largo excursus, los elementos constitutivos de esta supuesta tipología de peregri-

nación no tuvieron su origen en el camino, aunque sí han encontrado en estos ejemplos sus más bellas

creaciones.

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orden monumental a la antigua con que fue pensada. Mochetas, arquivoltas y columnas

enmarcan los dos vanos de la portada, que tienen tímpanos esculpidos. La decoración

supera la ornamentación del simple vano para trascender a cornisas, impostas y órdenes

columnarios. Por su cronología, es la primera gran fachada monumental conservada del

románico pleno.

El mensaje que las gentes podían leer sobre los muros de la iglesia tenía una clara mi-

sión catequética. Aquí, una vez más, el programa iconográfico hacía una amplísima re-

ferencia al tema redentor del ciclo cristológico, sin que el programador haya olvidado

utilizar temas populares con un estricto sentido moralizador. En el Codex Calixtinus, al

describirnos el significado de las imágenes de la fachada de Platerías, se detiene en la

figura de una mujer que ocupa un lugar en uno de los tímpanos: “... junto a la tentación

del Señor está una mujer sosteniendo entre sus manos la cabeza putrefacta de su aman-

te, cortada por su propio marido, quien la obliga dos veces por día a besarla. ¡Oh,

cuán grande y admirable castigo de la mujer adúltera para contarlo a todos!”. La

experiencia arquitectónica en la catedral compostelana tendrá una gran trascendencia en

la construcción de edificios gallegos durante la primera mitad del XII. La sufragánea

diócesis de Tuy proyectará la iglesia más ambiciosa, no tendrá girola, pero sí se plan-

teará la realización de una tribuna sobre las zonas colaterales. El templo no se concluirá

hasta época gótica, lo que supuso una cierta transformación de la idea original.

No faltaron quienes calificaron al Maestro Mateo presentándolo como oscuro arqui-

tecto del rey Fernando II de León. Ciertamente hay carencias biográficas o de datos

ciertos al respecto de esta figura colosal de la construcción en el estilo románico pleno

preludiando el gótico. Consta su firma, en los dinteles del Pórtico de la Gloria: “En el

año de la Encarnación del Señor de 1188, la era 1226, en el día de las calendas de

abril, estos dinteles de los pórticos principales de la iglesia del bienaventurado Santia-

go fueron colocados por el Maestro Mateo, que dirigió la obra desde los cimientos de

los mismos portales”. Y ya no se vuelven a encontrar otras referencias seguras sobre el

Maestro Mateo.

Reconstruir la biografía de Mateo es imposible, pero sus formas arquitectónicas y es-

cultóricas suponen su iniciación estética y estilística gótica. Su obra evidencia el cono-

cimiento del arte francés de Borgoña y de Saint-Denis. Tampoco faltan recuerdos italia-

nos, ni rasgos islámicos de Al-Ándalus, ni del arte gallego del momento, por lo que no

parece descabellado pensar que Mateo fuera compostelano e infatigable viajero al me-

nos en su juventud. Su relación con el arte francés provendría de un viaje a Francia con

clérigos de la catedral compostelana.

Cuando el Maestro Mateo se hizo cargo de las obras de la catedral de Santiago las na-

ves y el triforio estaban sin concluir, a pesar de la terminación que cita el Codex Ca-

lixtinus. El extremo oriental de la cripta del Pórtico de la Gloria alcanza hasta la mitad

del penúltimo tramo de las naves. También es sabido que el cómputo de los pilares de la

nave mayor del Calixtinus no es exacto. Parece, pues, que Mateo la alargó y concluyó.

En el triforio la obra estaba todavía más atrasada y sus operarios han de afanarse en los

tres tramos que preceden al pórtico, evidenciándose su labor sólo en los capiteles. Su

decoración es vegetal o figurada. En los primeros, más numerosos, destaca la variedad,

tratamiento y tipos de hojas. De contorno rizado y recortado, con impresión de sucu-

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lencia y frecuentes ejes perlados. En alguno sale de entre la hojarasca de la esquina un

personaje desnudo, imberbe y con ensortijado cabello que se apoya en unas hojas y salta

sobre otra. El modelo fue repetido por un discípulo en el crucero de la catedral de Oren-

se, e incluso en el claustro del antiguo hospital de peregrinos de San Nicolás de Bar-

celona, hoy en el Museo de Arte de Cataluña.

Otros capiteles de los pilares se decoran con un complejo entrelazo de tallos y hojas,

con cuidada talla, que abrazan sirenas pájaro. Apoyan sus patas en el astrágalo y vuel-

ven las cabezas hacia unos cachorros de león. El tema, por su belleza, significado y

capacidad de variaciones, tuvo amplia difusión. En relación con un doselete del coro,

está otro de los capiteles. En él se representan dos leones que luchan con dragones, la

“mayor de todas las serpientes, y en realidad de todos los seres vivos que hay en la

tierra”, según los bestiarios. La labra es de gran calidad. En los capiteles de los últimos

tramos del triforio, y además de los vegetales, destacan en el del sur otros dos tipos.

Uno por la sencillez de sus anchas hojas, en dos órdenes y vueltas sobre sí. Sorprende

su utilización aquí al comprobar que otros prácticamente iguales se encuentran en la

girola de la iglesia del antiguo monasterio cisterciense de Moreruela (Zamora), contem-

poránea a Mateo. Indicaría la coexistencia de canteros de diferente formación y tenden-

cia en las obras de Compostela.

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Otro de los capiteles se decora con leones rampantes, afrontados y de testas torsio-

nadas. Lo completa la hojarasca y cabezas humanas barbadas en la parte superior de los

lados. La similitud con otro de la galería norte lleva a pensar que fueron labrados por un

mismo escultor, no vinculado a Mateo, y activo desde antes de su llegada. El más so-

bresaliente de los capiteles figurados y mateano se encuentra en el último tramo del tri-

forio sur. Representa a unas leonas con su prole entre las patas y amamantando a un ca-

chorro. Su ejecución es cuidada y expresiva. También son significativos los capiteles de

los perpiaños de la bóveda central en estos tramos. Unos reiteran las hojas de col,

aunque menos cuidadas; otro repite las de estirpe cisterciense; y uno sorprende por lo

inusual y aleccionador del tema: dos lobos devoran a un cordero que yace vencido.

El declive hacia el oeste del terreno en que se levanta la catedral alcanza al final de las

naves la altura suficiente para hacer posible y necesaria una cripta. Mucho se escribió

acerca de su construcción, al menos en parte, antes de Mateo y su remodelación por él.

Parece que no ha de dudarse de su autoría mateana, aunque algunos capiteles no siguen

sus directrices artísticas. Puede suponerse que esta cripta es una construcción muy ori-

ginal y en ella se evidencia una inspiración borgoñona. La preside y centra un pilar con

ocho columnas: cuatro entregas y otras tantas acodilladas y de fustes más delgados. Son

necesarias para sostener los arcos de la especie de deambulatorio que se desarrolla a su

alrededor, y las bóvedas de crucería de la parte oeste. Sobre esbeltas columnas se dispo-

nen sendos arcos en mitra con otro central de medio punto peraltado. A los lados de esta

capilla se encuentran dos nichos: el primero, semicircular; y el siguiente, de nuevo rec-

tangular. Las bóvedas son trapezoidales. Ante el pilar se desarrolla una especie de cru-

cero, o el inicio de cuatro cortas naves, para algunos. Sus bóvedas son de crucería apea-

da en pilares compuestos, de sección más romboidal que cruciforme, o en responsiones.

La decoración de las claves es especialmente interesante en las centrales, en las que se

ha tallado un ángel. El lado izquierdo con un disco solar llameante; el otro, con un

creciente lunar que sujeta con sus manos veladas por un fino paño. Este ángel parece

emerger del centro de la clave, como si descendiera de lo alto y asomara entre una

corona de hojas.

La importancia que esta iconografía tiene en la del Pórtico de la Gloria es grande, de

manera que el “sistema simbólico no es cometido exclusivo de las figuraciones, sino

también del total organismo arquitectónico que las soporta”. Con base en el Apocalip-

sis, la cripta representa al mundo terrenal, necesitado de astros para iluminarse, mientras

que la “Nueva Jerusalén no había menester de sol ni de luna que la iluminasen porque

la gloría de Dios la iluminaba, y su lumbrera era el Cordero”. En los otros dos tramos

se abrían unas puertas que por angosta escalera permitían el acceso a las naves laterales

de la catedral.

A través de la doble portada se accede a la parte más occidental de la cripta. En

aquélla destaca la riqueza ornamental y el virtuosismo en la labra del duro granito de las

jambas, arco, capiteles y columnas. Los laterales han sido alterados por la escalinata de

acceso a la lonja del pórtico. En esta zona se utilizan bóvedas de aristas. Los capiteles

de la cripta han sido siempre objeto de especial estudio. Es fácil distinguir formulacio-

nes alejadas de Mateo tanto en el tratamiento de sus hojas y figuras como en los temas.

Otros están en mayor concordancia con sus directrices, por ejemplo los de entrelazo ve-

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getal, y no faltan los que recuerdan a los más sencillos de los del triforio. Puede haber

influencias de otros talleres.

Estructuralmente la cripta salva el desnivel y sirve de soporte al Pórtico de la Gloria.

El pilar central es el encargado de aguantar el parteluz. Los cuatro tramos cubiertos con

bóvedas de crucería se corresponden con el nartex del pórtico. El otro pilar, en eje con

el precedente, es el más vigoroso a pesar de que no iba a sostener a otro soporte, aunque

sí había de ayudar a mantener el arco superior y la fachada. Luego fue aprovechado co-

mo sostén del parteluz del Obradoiro. La multiplicación de columnas hacia el occidente

se justifica por la monumental portada. Sobre los tramos delanteros de la cripta se dis-

pone la lonja abierta hasta el hastial.

Cabe preguntarse, tal como han venido haciéndolo los estudiosos al respecto, cómo

sería la fachada de la cripta y qué figuras la ornamentarían. Por cronología, parece ser

que, en parte al menos, habría que remontarse a los tiempos de Gelmírez; también po-

dría ser atribuible algo al Maestro Mateo joven.

Otro punto problemático es si había o no acceso desde el exterior de la cripta hasta la

lonja de la fachada. Las opiniones suscitadas se sintetizan en dos. Unos defienden la

existencia de una escalinata que conduciría a los arcos laterales del hastial, o podría

haber sido de mayor empeño y monumentalidad, incluso con estatuas. Otros creen que

el acceso sólo era posible a través de la cripta a las naves laterales, y la lonja sería un

mirador. Si de la primera opinión no se conocen restos, a la segunda le servirían de

apoyo las organizaciones de la fachada principal de la catedral de Orense, que hasta

hace pocos años no tuvo escalinata, o la misma fachada de San Esteban de Ribas de

Miño (Saviñao, Lugo), que también se alza sobre una cripta, y ante la que se forma una

lonja sin acceso directo. Si no existió tampoco en Santiago se entiende mejor la falta de

puertas de madera hasta mediados del siglo XVI.

Por último, es necesario preguntarse cuál sería la finalidad de tal cripta además de

apear al Pórtico de la Gloria. ¿Se pensó, acaso, en utilizarla como panteón real? Es

posible, pero si Mateo imaginó que un día su protector, Fernando II, reposaría aquí jun-

to a otros reyes fue un proyecto que no llegó a realizarse.

El espléndido conjunto escultórico del Pórtico de la Gloria ha hecho olvidar con fre-

cuencia sus valores arquitectónicos, a pesar de la innovación de soluciones que supone.

Su estructura arquitectónica es única e insuperable, aunque de algunas resonancias fran-

cesas, particularmente de Vézelay.80

80

Basílica de Santa María Magdalena. Construida en 1037 por el abad Geoffroy, dedicándola a Santa Ma-

ría Magdalena, la villa de Vézelay se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación. La reputación

de la abadía dio paso a la prosperidad del pueblo contribuyendo a su desarrollo. Peregrinos famosos fue-

ron: el duque Hugo II de Borgoña y su corte, en 1084; San Bernardo de Claraval, en 1146, predicando la

segunda cruzada; los reyes Felipe II Augusto de Francia y Ricardo I Corazón de León de Inglaterra, en

1190, antes de partir a la tercera cruzada; Luis IX de Francia, en 1248, etc.

En 1096, el abad Artaud dio comienzo a una ampliación de la abadía. Se construyeron un crucero y un

coro. Las obras duraron hasta el año 1104 y sólo se conserva actualmente la nave.

En julio de 1120, la víspera de Santa María Magdalena, la estructura se incendió y se derrumbó, cau-

sando la muerte de 1.127 personas. Se construyó una nueva nave. La obra se acabó en 1138. En 1185 se

empezó la construcción de un nuevo coro y un crucero de estilo gótico.

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El Pórtico, completado con la desaparecida fachada occidental, se ciñe a la ordenación

arquitectónica marcada por las naves catedralicias. De aquí sus tres arcos, de los que el

central se divide en dos huecos por un parteluz, elemento desconocido hasta entonces

por la arquitectura gallega, y que permite la colocación del gigantesco tímpano. En sus

dinteles se ha grabado el epígrafe que conmemora su colocación: 1 de abril del año

1188. Entre los arcos, y sirviéndoles de soporte, se desarrollan unos grandes pilares con

columnas de fustes a veces decorados, sobre cuyos capiteles se alzan las magníficas es-

tatuas columnas, también de nueva utilización. Los basamentos, con animales y figuras

humanas, que los agarran o combaten con ellos, son de influencia italiana y de vigorosa

originalidad.

El espacio comprendido entre el Pórtico y la fachada occidental es una especie de nár-

tex, se cubre con bóvedas de crucería cuatripartita y arcos apuntados separan los tramos.

Arcos y claves se molduran y decoran con motivos vegetales que en los arcos centrales

adquieren mayor fuerza y volumen, llegando a formar un pinjante en la clave rodeado

de hojarasca. A través de este espacio el Pórtico se halla igualmente abierto al exterior

(en especial antes de modificarse la fachada) y al interior de la iglesia, cumpliéndose así

mejor el nexo entre lo de fuera y lo de dentro, entre el mundo exterior y el interior.

Este espacio plástico, habitado por las imágenes más que decorado, se ha estudiado

fundamentalmente por dichas imágenes y por el mensaje (protogótico) que originan o

conllevan, triunfando en ellas un naturalismo idealizado que se inspira en la realidad vi-

sible. Es ese naturalismo el que hizo escribir a Rosalía de Castro, tras breve y acertada

descripción, lo siguiente: “¿Estarán vivos? ¿Serán de pedra / aqués sembrantes tan

verdadeiros, / aquelas túnicas maravillosas, / aqueles ollos de vida cheos?”. Como

reiteradamente se ha dicho, el arte francés, y en particular el de Saint-Denis, ejercen en

Mateo eficaz influencia que le lleva a romper los moldes y limitaciones de la estatuaria

románica. Es la vida que se manifiesta a través de unas formas naturales, de sabias pro-

porciones y atinado movimiento, sin olvidar el estudio de la anatomía que se percibe a

través de los paños. En esta incesante búsqueda quiere Mateo que sus figuras lleguen a

manifestar con sus gestos y semblante su estado anímico, alcanzando las cotas más altas

en la sonrisa de Daniel, en la abstraída imagen de Santiago que desde lo alto del parte-

luz parece saludar a sus peregrinos, o en la animada conversación de los Ancianos de la

arquivolta central. Es, en fin, el germen del gótico.

Tan ingente obra de ningún modo pudo ser labrada por un mismo artista o en solitario;

todo aquello no puede ser tan sólo de Mateo, si bien fuera éste el que encabezara a todo

un equipo de maestros tanto constructores como escultores; pero el estilo es fácil de re-

conocer, ya que las cabezas, por ejemplo, están suavemente modeladas, hasta conseguir

una expresión de beatífica serenidad. Cabellos y barbas alternan finos mechones, que a

menudo culminan en bucles de forma cónica o de caracol, con surcos cual ondas de

trazo continuo. Los paños poseen extraordinaria blandura, acusando las formas corpó-

reas y proyectando hacia los lados, como impulsados por suave brisa, espesos pliegues

de grandes curvas elípticas. El relieve es poco profundo y dispuesto sólo en dos o tres

superficies, nítidamente visibles, sobre todo al resolver Mateo el característico escote de

embudo con su frente plano.

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Estas peculiaridades se encuentran en figuras como los Ancianos, Cristo que muestra

sus llagas, Santiago sedente del parteluz, y, entre otras, las cabezas de Moisés, Isaías,

Daniel y Jeremías. Sin embargo, al lado de tan gran calidad, puede notarse también cier-

ta tosquedad y aporte discipular. En definitiva, son obras de taller, fundamentales para

la estatuaria gótica de Galicia. A este grupo pertenecen los evangelistas, ángeles con

instrumentos de la pasión, grupos de bienaventurados, figuras del arco izquierdo, ánge-

les y hasta el popular Santo dos Croques, arrodillado por la parte posterior del basa-

mento del parteluz, y que se identifica con el Maestro Mateo que ofrenda su obra al

Apóstol Santiago. Y en estas esculturas se perciben rostros como más alargados y me-

nos expresivos, bucles de cabellos más sueltos, pliegues de ropaje más esquemáticos,

percibidos descuidos en la ejecución… Mención especial merece el grupo de los Santos

Pedro, Pablo, Santiago y Juan, así como otras estatuas columnas, algún ángel y el juicio

del arco derecho. Parecen obra de otro gran escultor cuyas figuras son de canon más es-

belto, al reducir el tamaño de las cabezas, que pierden expresividad. Mechones más

gruesos en el cabello, con surcos discontinuos y rizos muy salientes y puntiagudos. Las

ropas anulan toda referencia corporal y los pliegues resultan menudos, oblicuos y rígi-

dos. Se produce fuerte claroscuro y aumenta lo ornamental. En la contraportada del

Obradoiro, puede descubrirse también a otro artista que seguirá los pasos de Mateo, pe-

ro imprimiendo a su obra un carácter propio. Así pues, es clara la existencia de un am-

plio y dinámico taller en el que Mateo dirige, trabaja y respeta la personalidad de sus

colaboradores.

En el tímpano, comparable a tantos franceses y no a los hispanos, llama la atención el

irregular volumen de sus relieves, en relación con su tamaño. Han sido encastrados en el

soporte, técnica que se repite en obras de los discípulos de Mateo, como en las puertas

principal y sur de San Lorenzo de Carboeiro (en Silleda, Pontevedra), y en la de la Cor-

ticela.81

La pintura complementaba el conjunto. A pesar de los repintes en algunos

puntos, todavía se ven los colores originales, aplicados en fina capa y que coinciden con

los del antiguo coro: blanco, negro, rojo, azul y oro.

Sigue siendo tema controvertido si los arcos laterales tuvieron o no tímpanos, pero es

de suponer que sí, según pueden testimoniar restos arqueológicos dispersos, incluso en

manos de particulares. De todos modos, no se sabe de la existencia de los mencionados

hipotéticos tímpanos.

En cuanto a la interpretación concerniente al Pórtico de la Gloria, resulta que las lec-

turas más antiguas ven en él, acorde con la denominación, una representación de la glo-

ria, en su sentido teológico y escatológico, basada en la visión apocalíptica de San Juan.

81

La Corticela fue un oratorio fundado en el siglo IX, que perteneció posteriormente a los benedictinos de

San Martiño Pinario (actual Seminario Mayor y establecimiento de hostelería), habiendo sido desde anti-

guo parroquia de extranjeros y peregrinos. La Corticela fue absorbida por las sucesivas ampliaciones

constructivas de la catedral. Se accede a la Corticela desde el brazo norte del transepto catedralicio, cru-

zando un pasadizo que se construyó durante el siglo XVIII. Construida en sillería de granito y con cu-

biertas de madera y teja, es de planta longitudinal dividida en tres naves. Su portada románica es de co-

lumnas de fuste liso y capiteles con decoración vegetal, al igual que la triple arquivolta, presentando en el

tímpano relieve con la Adoración de los Magos. En el interior del muro norte se presenta el conjunto de

Jesús en el Huerto de los Olivos, realizado en granito policromado, del siglo XV.

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Las discrepancias surgen al interpretar los arcos laterales, que se relacionan con el limbo

y el infierno. Otros vieron en el conjunto un juicio final.

Los leones y monstruos de los basamentos han sido tenidos por representación de los

vicios y miserias humanas sobre las que triunfa Cristo. Son de gran fuerza expresiva,

pero esperan todavía un estudio pormenorizado. El basamento del parteluz tiene sendos

leones cuyas enormes bocas son abiertas por un personaje colocado en medio y del que

sólo se ven los brazos, las plantas de los pies y la barbada cabeza, una de las piezas más

erosionadas junto con la parte inferior de la columna central del parteluz por el continuo

tráfico de gentes que colocan su mano en ésta. Se ha identificado con personajes como

Gilgamesh, o con los bíblicos Adán y Sansón. Al otro lado se encuentra el reseñado

Santo dos Croques, así llamado por la creencia popular de que dando con la frente en su

cabeza se transmite parte de la sabiduría del architectus, según epígrafe que se dice

había en su cartela junto con un fecit en el propio basamento del que sólo se ven la F y

la E.

En la columna central del parteluz, sobre la figura de Adán se yergue el árbol de Jesé.

En él destaca la figura de María a la que no tocan las ramas, como ocurre con los demás

representados, para significar que ella quedó libre del pecado (concebida sin pecado

original). Esta genealogía humana de Cristo se completa con la divina, que ocupa el

capitel (Trinitario, del tipo paternitas) que remata la columna. Encima de este capitel va

la figura sedente, con la silla sobre leones, del Apóstol Santiago, como dispuesto a con-

versar, que con la diestra agarra una cartela que le cae sobre la pierna y cuyo texto pa-

rece que era “Me envió el Señor”. La otra mano la apoya sobre un báculo en tau. Lleva

la cabeza orlada por aureola de bronce con cabujones de vidrio, postiza, y única en el

Pórtico. Tras ella, y coronando el haz de cuatro columnas lisas y en una sola pieza que

forma el parteluz, se ve un gran capitel, poco valorado en general, en el que se repre-

sentan las tentaciones de Cristo. El tema no es casual ya que Cristo es “el nuevo Adán,

capaz de resistir a las emboscadas del demonio y de triunfar sobre el pecado y sobre la

muerte”. Entre basamento, columnas y capiteles se establece, pues, una clara relación.

En las columnas laterales destacan sendos fustes entorchados, también en mármol, en

los que alternando con decoraciones vegetales, van algunas escenas. En el izquierdo se

ve el sacrificio de Isaac, que es la más expresiva prefiguración del sacrificio de Cristo,

al que se alude en el tímpano. En el fuste de la derecha, y además de unas preciosas fi-

guras de niños entre el follaje, se representa una resurrección de los muertos en la que

dos personajes salen de sus tumbas, lo cual puede entenderse en relación con el juicio fi-

nal del arco derecho. Una nueva columna decorada, en esta ocasión en mármol gris, se

encuentra en la arcada izquierda. A lo largo de su fuste se repiten los elementos vege-

tales entre los que aparecen diversas figuras de soldados, centauros y animales. Alguno

de sus temas servirá de referencia a maestros menores para la talla de capiteles hacia el

segundo cuarto del siglo XIII.

Sobre los capiteles de estas columnas, decorados con hojas y animales afrontados, se

levantan las estatuas que representan a profetas, apóstoles y otros personajes del An-

tiguo Testamento cuya identificación no siempre es segura. Las del arco central, pro-

fetas a la izquierda y apóstoles a la derecha, no presentan problemas ya que además de

los gestos y atributos de algunas se han conservado los epígrafes de las cartelas de los

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primeros. Así se ve a Moisés con las tablas de la ley en las manos, en parte veladas, se-

guido de Isaías, Daniel y Jeremías. Enfrente se encuentran Pedro, con las llaves; Pablo,

con su habitual calva; Santiago, con el bordón en tau, y Juan, con su rostro imberbe, li-

bro abierto y pies sobre un águila, mientras que los demás los apoyan en hojarasca. El

emparejamiento no es casual y el más significativo, en razón de liderazgo, parece ser el

de Moisés y San Pedro.

Sobre los capiteles, en los que predominan las sirenas-pájaro, tan frecuentes en el

mundo románico medieval, en el taller de Mateo y habitualmente en las obras de sus

discípulos, se voltean los arcos que enmarcan el tímpano. Lo preside un enorme Cristo

que enseña las llagas, llevando corona en la cabeza, tras la cual se ve un nimbo crucí-

fero. Detrás, en el pequeño espacio que queda hasta los evangelistas, se han labrado sen-

dos ángeles turiferarios, en valiente escorzo, y con tal lujo de detalles en los incensarios

que no faltan las brasas en su interior.

Los evangelistas se disponen a los lados, superpuestos en dos registros, y con la doble

representación del personaje y de su signo sobre el que redacta su evangelio, excepto

San Mateo que lo hace sobre curioso pupitre. Tal duplicidad es inusual. La relación te-

mática con capiteles palentinos, en particular de Aguilar de Campoo, e incluso de tierras

riojanas como Santo Domingo de la Calzada, ha sido señalada por diversos autores.

Continuando con la visión apocalíptica, sobre el dintel van ángeles con los instru-

mentos de la pasión, portándolos con las manos veladas por un paño, como prescribían

determinadas normas litúrgicas, los que llevan la cruz, corona de espinas y cuatro cla-

vos.

Sobre estos ángeles, y en el espacio que queda hasta los ancianos de la arquivolta,

aparecen alineados en dos registros los bienaventurados. Los procedentes del arco iz-

quierdo han sido coronados en su tránsito hacia la visión del Cordero, mientras que los

del derecho están siendo entonces coronados por un ángel. A alguno de los del primer

grupo otro les retoca la colocación de la corona, saliendo de detrás de San Juan Evan-

gelista en un inesperado escorzo. Esta zona representa a “los hombres de toda tribu,

lengua y nación”, de los que habla el Apocalipsis. Completan esta cuidada visión los

veinticuatro ancianos de la arquivolta, coronados, dispuestos por parejas, excepto los

que flanquean a la del medio, y que tienen en sus manos instrumentos musicales, tan

fielmente labrados que han sido reproducidos y utilizados en conciertos de música me-

dieval. Algunos portan también unas redomas que parecen ser las “copas de oro llenas

de perfume”, que son “las oraciones de los santos”, tal como se mencionan en el

Apocalipsis. La colocación de las primeras figuras de cada lado obligó a efectuar drás-

ticos recortes en las ropas de los ángeles situados sobre los pilares y que ayudan a pasar

hacia la gloria a las almas de los bienaventurados. Eso demuestra que la labra de las

piezas se efectuó antes de su colocación.

Los mencionados ángeles no sólo enlazan de manera visual los arcos laterales con el

central, sino que establecen una unidad conceptual que será típica de las fachadas góti-

cas. Las almas de los salvados se representan como niños desnudos, según es norma.

Los del lado izquierdo son coronados por un ángel que tiene en sus brazos un montón

de coronas; por el contrario los de la derecha son llevados en el regazo del ángel, o bien

pasan cogidos de su mano.

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La interpretación de las arquivoltas de la izquierda ha originado opiniones diversas.

Sin embargo, existe actualmente práctica unanimidad, aunque con matices. En el arco

superior destaca un grueso bocel que aprisiona una rica decoración de hojas de col entre

las que se ven personajes con largas cartelas anepígrafas y que cuelgan por encima de la

citada moldura. Se interpreta como la ley mosaica que oprime a los judíos, representa-

dos por diez figuras que son otras tantas tribus de Israel; las dos restantes, junto con pa-

triarcas, caudillos, Noé y Adán y Eva, se encuentran entre el follaje de la arquivolta me-

nor, presidida por una figura joven, imberbe, coronada, que bendice con su mano dere-

cha mientras en la izquierda sostiene un volumen. Su identificación con Cristo no ofrece

dudas, por lo que representa su descenso al limbo. Se trata, pues, de una anástasis.

En el arco derecho, quienes se benefician de la redención son la muchedumbre de gen-

tes que vienen de la gran tribulación y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre

del Cordero, que se alcanza tras el juicio, presidido desde las claves por las cabezas de

Cristo, arriba, y de San Miguel, abajo. Las cartelas que las flanquean tendrían textos

alusivos a la salvación y condena de los juzgados, colocados respectivamente a su dere-

cha e izquierda. Los primeros son representados como niños desnudos, asexuados, y son

llevados por ángeles que a veces los arropan con sus mantos, y en ocasiones se vuelven

hacia atrás, como para ver los horribles castigos que monstruosos y hasta grotescos de-

monios infligen a los condenados. Se distingue con facilidad el castigo de la avaricia,

gula, embriaguez, lujuria, calumnia. Las serpientes desempeñan un activo papel. En un

capitel colocado en la contraportada se ve cómo un demonio arranca con unas grandes

tenazas la lengua a un blasfemo. Al igual que este capitel, las estatuas columna de la

contraportada, entre las que están San Juan Bautista y la reina de Saba, ángeles y se-

rafines en adoración en los arranques de las bóvedas y arcos, tratan y consiguen crear en

la totalidad del pórtico un espacio unitario en su concepción y en su significación de la

Jerusalén celeste. La visión se completa con los ángeles trompeteros de las esquinas del

conjunto.

Remata este westwerk, o cuerpo occidental de la catedral compostelana, la tribuna que

se alza sobre el Pórtico y que, junto con las de las naves, permite dar la vuelta a la tota-

lidad del perímetro interior del edificio. Su pavimento en el tramo correspondiente al ar-

co central se encuentra un peldaño más alto, y su bóveda se eleva por encima de los te-

jados de la basílica, lo que permite que en cada muro se pueda abrir un rosetón, de los

que sólo se ha perdido el del oeste. La tracería del oriental dibuja una roseta geometri-

zada, y que se organiza a partir de un círculo. Una parte ha sido restaurada no hace

tanto. Los otros dos, abiertos al norte y al sur, son iguales y su tracería está formada por

seis círculos excéntricos a otros mayores; semejan estar formados por una cinta plana

entrelazada.

Mayor interés tiene la bóveda, cuatripartita, cuyos arcos parten de los cimacios colo-

cados sobre las cabezas de ángeles turiferarios; dos llevan también cartela, que se le-

vantan sobre ménsulas vegetales en las esquinas del recinto. Los nervios se molduran en

bocelón y semejan estar abrazados por arquitos de herradura de extremos pinjantes,

motivo que tendrá amplia difusión en el arte gallego de hacia 1200 y que alcanzará tie-

rras zamoranas. La clave, ornamentada con un Agnus Dei, sirve de broche a todo el

planteamiento iconográfico, conforme a la visión apocalíptica que se siguió. En la Je-

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rusalén celeste no había necesidad de sol ni de luna que la iluminase, porque la gloria de

Dios la iluminaba, y su lumbrera o lámpara era, es, el Cordero.

Por la parte que da a la nave mayor se mantiene el ritmo del triforio, y sus capiteles,

vegetales, siguen las fórmulas del taller de Mateo. Sobre él se abre un gran óculo que

llega hasta la bóveda. Su intradós y rosca se decora con arquitos de herradura como los

vistos, desarrollándose un círculo alrededor. A ambos lados del óculo, que tendría por

objeto arrojar a la nave la luz que penetraba por el gran rosetón de la fachada, y que

evidencia la nueva valoración que aquella tenía para Mateo, más en consonancia con el

gótico que con el románico, se abren dos óculos tetralobulados con aristas en baquetón.

Los arcos del triforio y estos vanos evitaban que sobre el arco central pasara el muro, y

permitía que el cierre de la nave tuviera en este extremo un alzado tripartito en vez del

bipartito.

Lo que hoy forma el Pórtico de la Gloria no es más que una parte de lo que cons-

truyó el Maestro Mateo, ya que lo cerraba una fachada que nada tenía que ver con la

descrita en el Calixtinus, y que llegó hasta los primeros años del siglo XVI, momento en

el que el cabildo acordó colocar puertas de madera que permitieran cerrar la iglesia. Co-

mo el arco central era tan amplio resultaba imposible cumplir el acuerdo por lo que, en

1519, se mandó convertirlo en dos más pequeños y que así se colocasen las hojas de

madera. El gran arco medieval, que permitía la visión del pórtico desde el exterior, fue

destruido; sólo se respetó el que, por dentro, sostenía las bóvedas. Es decir, que la per-

fección de la obra de Mateo permitió la alteración sin que el conjunto peligrase, lo que

se repetirá en el siglo XVIII cuando se derribe lo que quedaba de la fachada para hacer

la del Obradoiro. Puede reconstituirse la obra medieval gracias al dibujo del canónigo

Vega y Verdugo, de 1657, y a los restos que se han encontrado. La conservación de la

fachada antigua de la catedral de Orense y su relación con la de Santiago hacen el resto.

Grabado del siglo XIX recreando la cabeza románica de la catedral de Santiago

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Los dibujos de Vega y Verdugo

muestran los exteriores de la catedral en el siglo XVII

El primer cuerpo del hastial compostelano se abría a la lonja que todavía existe y tenía

tres puertas, como la organización arquitectónica del interior. El arco central se conoce

a partir de las dovelas recuperadas a partir de 1964 por el doctor Chamoso, a quien se

debe la reconstrucción de una parte. Su luz era de unos ocho metros, que coincide con el

que abarca las dos puertas centrales del Obradoiro. Tenía tres arquivoltas. La mayor con

una serie de ángeles, cobijados por arquitos de medio punto moldurados y con pequeñas

rosetas en sus enjutas. Llevan las cabezas ceñidas por coronas, las alas desplegadas y las

manos se disponen en actitud orante, o agarran cartelas o libros. Tal fórmula fue seguida

con ligeras variantes en el mismo arco de la fachada de Orense, así como por otras: ar-

quivolta que ciñe el tímpano de Clavijo de la catedral de Santiago y en las principales de

San Lorenzo de Carboeiro y San Salvador de Camanzo (en Vila de Cruces, Pontevedra).

La dovela que serviría de clave al arco compostelano reitera las figuras de ángeles, pero

con una particularidad: en sus manos, en parte veladas por un paño, sostienen un disco

solar llameante, el de la izquierda; y un creciente lunar, el de la derecha. La vinculación

con la representación de las claves de las bóvedas de la cripta es clara y el mensaje, el

mismo: necesidad que tiene el mundo terrenal de tales cuerpos celestes para alumbrarse,

pero no así el interior “porque la gloria de Dios la iluminaba”. El tema no fue de los

que alcanzaron mayor difusión en Galicia, pero sí se encuentra en otros edificios en los

que intervinieron gentes del taller de Mateo, por ejemplo se ven en claves de las bóve-

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das del gran salón del palacio de Gelmírez, inmediato además a la fachada; en la cate-

dral de Orense, aunque aquí el que lleva el sol se encuentra en la clave de la capilla

mayor, y el que porta la luna está en las arquivoltas de la puerta norte o, por último, en

la portada de San Esteban de Ribas de Miño (Lugo).

La segunda arquivolta del mismo arco de la catedral de Santiago se ornamenta con

grandes hojas dispuestas de manera radial y talla cuidada y voluminosa, como es propio

del taller mateano. Este motivo, capaz de múltiples variaciones, alcanzó larga difusión

en el arte gallego en torno al año 1200. La parte superior de la rosca se perfila, con un

entrelazo de ascendencia islámica, formado por una cinta. Ésta se repite alrededor de los

arcos trebolados de la arquivolta menor, en cuyo intradós se cobijan florones con botón

central. Su trascendencia fue importante.

De las puertas laterales las noticias y restos son menores. En el siglo XVI se limitaron

a colocar en ellas las correspondientes hojas de madera, por lo que llegaron hasta las re-

formas barrocas. En dibujo de Vega y Verdugo, ya mencionado, se ve que tenían arco

de medio punto peraltado y parece que el menor se apeaba en ménsulas, como en la de

Orense. A la puerta derecha –de la izquierda no se conocen restos– pudieron pertenecer

dos dovelas en las que se representa a un hombre y una mujer que son castigados por su

lujuria, tema repetido en la mitad del semicírculo que ciñe a los réprobos en el Pórtico

de la Gloria. ¿Había en esta arquivolta una representación de los vicios?

Sobre estas puertas iban sendos rosetones, con tracería geométrica perdida. Los restos

de uno de esos rosetones, en el Museo de la Catedral, habitualmente atribuidos al de la

parte superior de la fachada, a pesar de su tamaño, podrían proceder, para algunos, de

ellos. En la fachada occidental de la catedral de Orense todavía se conservan tales rose-

tones, necesarios, como en Santiago, para alcanzar, sin un pesado muro, la altura a la

que llegaba el arco central. Servían, además, para iluminar mejor los arcos laterales del

pórtico, y las naves correspondientes a través de los óculos abiertos sobre ellos.

De los soportes de los arcos de esta fachada es poco lo que se sabe. A tenor de lo que

queda en la contraportada y de los restos conocidos puede afirmarse que los cimacios se

decoraban con palmetas, como los de aquélla. A sus capiteles cabe pensar que pertene-

ciera uno, con ornamentación de hojas con detalles al trépano en sus bordes y ejes per-

lados, que guarda el Museo de la Catedral.

Mayor interés tiene precisar si en la fachada había o no estatuas-columna como las del

interior. El primero que se lo planteó fue Antonio López Ferreiro (1837-1910), afir-

mando que “faltan en el gran monumento algunas esculturas”, idea reiterada por otros

autores, y que se ha visto confirmada por la existencia de varias. Dos se encuentran en

el pretil de la lonja del Obradoiro, y la misma situación tenían ya en el siglo XVII, pues

son reconocibles en el dibujo citado. Representan a dos reyes bíblicos: David y Salo-

món. Ambos se sientan en sillas de tijera, ropas con abundantes y quebrados pliegues.

Gran detallismo en la talla del arpa-salterio que tañe David. Salomón lleva el cetro en la

mano, como el del coro, y su cabeza es de 1730; sustituye a la que le destruyó un rayo.

Otras dos figuras, en pie y con largas cartelas en sus manos, talladas en un tablero

rectangular, que evidencia su colocación en unas jambas por el paralelo con el Moisés y

San Pedro del Pórtico, fueron adquiridas por el Museo de Pontevedra hacia 1957 por

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250.000 pesetas. En alguna ocasión se identificaron con Abraham y Jacob, lo que, al no

ser seguro, dio lugar a otras interpretaciones de personajes del Antiguo Testamento.

Dos nuevas esculturas fueron propiedad del conde de Gimonde, quien las vendió con

ciertas condiciones, posteriormente incumplidas, al Ayuntamiento de Santiago, en 1948,

por 60.000 pesetas. Hacia 1960 fueron regaladas al general Franco y están en poder de

sus herederos. Son dos personajes sedentes, con larga cartela y abundante barba que en

alguna publicación han aparecido como Abraham e Isaac.

A veces a estas imágenes se añade otra más, decapitada, también sedente y que proba-

blemente representa a un rey. Tiene los pies cruzados, cartela en la mano derecha, am-

plio manto sobre el brazo izquierdo, y lo que parece la vaina de una espada en la parte

inferior y central de la figura. El plegado de sus ropas es bastante diferente de las ante-

riores, aunque las proporciones de la obra son semejantes. Es de propiedad particular y

se encuentra en la localidad coruñesa de Ponte Maceira.

También en colección particular se guarda una magnífica cabeza que Ramón Yz-

quierdo82

localizó e hizo público, y que corresponde, sin duda, a una nueva estatua-co-

lumna de esta fachada. Es de un varón barbado, con cabellera rizada y plácida expresión

en el rostro, en el que se llega a esbozar una tenue sonrisa. Al valor que por sí misma

tiene es necesario añadir el que proporciona acerca de la técnica seguida en la ejecución

de algunas esculturas. Mientras que el cuerpo se labra en el mismo bloque del soporte,

sin llegar al bulto redondo, la cabeza sí que lo alcanza y se talla separadamente, siendo

luego encajada en el correspondiente cuerpo mediante un vástago de piedra y que esta

cabeza ha conservado. La finura de la labor, la colocación en alto y la pintura hacían

imperceptible la unión de las piezas.

Todas estas figuras, y otras que se desconocen o que se han perdido, completaban el

mensaje del Pórtico de la Gloria, aunque no sea posible concretarlo. No se cuenta tam-

poco con el paralelo catedralicio de Orense, también afectado por reformas a partir del

siglo XVI.

Según lo dibujado por Vega y Verdugo, entre este cuerpo de las puertas y las venta-

nas, abiertas a la altura de las tribunas, iba un tejaroz con arquitos de medio punto. Se

han encontrado cinco arcos; cada uno cobija el busto de un ángel de alas desplegadas y

que agarra con sus manos una cartela extendida ante el pecho o un libro abierto. Sus ca-

bezas están aureoladas. Una cinta perfila los arcos y en las enjutas se han tallado rosetas

con botón central, algunos pétalos están trepanados. Organizaciones similares se ven en

fachadas como las de San Juan Bautista (o San Nicolás) de Portomarín y San Esteban de

Ribas de Miño, ambas en la provincia de Lugo, entre otras. A pesar de ello algunos

piensan en su inclusión en el claustro medieval de la catedral compostelana, lo que lle-

varía su cronología a mediados del siglo XIII.

Las cuatro ventanas abiertas a la tribuna debían de ser tan sencillas como las del resto

del edificio. Las de las naves laterales han conservado, por el interior, los antiguos arcos

de descarga, ya que de lo contrario se hubiera venido abajo la bóveda de estos tramos al

construirse el Obradoiro. Las dos ventanas centrales desaparecieron al respetarse, única-

82

De la Real Academia Gallega de Bellas Artes.

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mente, el arco superior para poder abrir los grandes huecos de la fachada barroca. Las

calles laterales del hastial medieval remataban con tres arcos ciegos cobijados por una

especie de gablete. El conjunto, conocido sólo a través del dibujo citado, recuerda al-

gunas formas, más decorativas que constructivas, de los cimborrios de las catedrales de

Zamora y Vieja de Salamanca, y en menor medida de la sala capitular de Plasencia. Más

arriba iban unos arcos que actuaban de arbotantes.

El cuerpo central estaba presidido por un gran rosetón, a juzgar por el apunte de Vega

y Verdugo, y por la denominación de espejo grande que le dan los documentos del XVI.

Alrededor de él, en los cuatro ángulos, se abrían otros tantos ojos de buey. El rosetón

tenía, según el dibujo, una compleja tracería que coincide con la del Museo de la Ca-

tedral antes mencionado, pero con evidente diferencia de tamaño entre ambos. Los gas-

tos que originaban las frecuentes reparaciones de su vidriera influyeron en la determi-

nación capitular de derribarlo para llevar a cabo la fachada de Fernando de Casas.83

La construcción de este rosetón impulsó la realización de otros a lo largo de la primera

mitad del siglo XIII, como por ejemplo el de la fachada principal de la catedral de

Orense, único que se acompañaba de otros más pequeños, y hoy convertido en un gran

óculo, el de San Juan de Portomarín, San Esteban de Ribas de Miño, o el que hubo en

San Lorenzo de Carboeiro y ha dejado inequívoca huella. A través de ellos la luz inun-

daría los interiores, incorporando así nuevas valoraciones.

Por la parte interior de estos rosetones había un ándito84

que permitía el acceso a él y

que se abría hacia la nave. En Santiago esta peculiar tribuna iba sobre el trasdós de las

ventanas, y en los extremos tenía ménsulas con ángeles, que permanecen in situ. Tras

ellos, en la jamba del ventanal del Obradoiro, perteneciente a la estructura medieval, se

ven unos arcos ciegos por los que se salía a él. Era necesario subir por las torres, y al

final de la sexta rampa de sus escaleras se encontraban sendas puertas, hoy tapiadas, que

a través de un pasadizo de unos 60 cm de anchura, practicado en el espesor del muro,

desembocaba en el ándito. Este paso coincidía con el remate de arquitos y gablete85

de

las calles laterales que así se justificaba.

83

Arquitecto barroco, muerto a mediados del siglo XVIII, maestro de obras de la catedral compostelana.

84

Se llama ándito a una serie de aberturas situadas en el interior de una iglesia entre las grandes arcadas y

las ventanas de la nave central.

Cerrada esta galería por un lado con muros laterales o hastiales, por el otro se comunica con la nave

central por medio de las citadas galerías. El ándito comúnmente está abovedado como las naves y con

igual longitud y anchura que éstas y por esto se le da el nombre de nave superior aunque también es co-

nocido como galería.

Empleado desde el siglo al XVI presenta variadas formas, ya espaciado ya reducido o separado por sim-

ples columnitas.

En el exterior de un edificio, el ándito es un corredor o galería que rodea totalmente, o sólo en parte, di-

cho exterior, a través de aberturas abiertas cuando son necesarias, lo que le da un carácter principalmente

defensivo. Desde el ándito es fácil vigilar sin ser visto, y se puede encontrar en edificios religiosos, por

ejemplo en el mudéjar de la iglesia de San Pedro en Teruel.

85

Un gablete, palabra proveniente del francés gablet (también denominado piñón), es una coronación o

remate ornamental a modo de frontón triangular y peraltado formado por dos líneas rectas y vértice agudo

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Más arriba de los arcos citados, y en las mismas jambas, se ve una imposta con pal-

metas anilladas que señala el arranque del gran arco que corona la obra y apea la bó-

veda. Aproximadamente a esta misma altura se encontraba el diámetro del rosetón. Es,

pues, un punto en el que se ejercen fuertes presiones que hacían necesarios los arbotan-

tes vistos para trasladarlos hacia las torres que flanquean la fachada.

La edificación de estas torres dio lugar a diversas opiniones. Tras los estudios del pro-

fesor José Manuel Caamaño,86

no hay duda de que son coetáneas del Pórtico. Tienen

planta cuadrada y se organizan en calles y cuerpos. El primero llegaba hasta el arranque

del rosetón central y remataba con arcos de medio punto sobre ménsulas. El segundo se

organizaba con nuevos arcos semicirculares que ahora se apoyan sobre columnas, toda-

vía visibles por la parte posterior y laterales. En la torre izquierda, sobre este cuerpo ha-

bía otro más pequeño que sostenía un tejado de cuatro vertientes; en la derecha había

otro cuerpo más. En el interior de las torres se encuentra un núcleo central cuadrado y

con estancias superpuestas. Alrededor de él se desarrollan las escaleras. Esta estructura

fue respetada por los constructores del Obradoiro, que se limitaron a decorar las partes

correspondientes a la fachada y a levantar los cuerpos superiores. La decisión de cons-

truir la fachada del Obradoiro fue adoptada por el cabildo el 14 de enero de 1738.

Tan ingente labor como la vista (cripta, Pórtico de la Gloria y fachada exterior de la

catedral) no impidió al Maestro Mateo y a su taller hacerse cargo de otra obra sin igual

para la misma catedral de Santiago, y que venía a completar el significado del Pórtico.

Era el coro, tallado en granito, que estuvo instalado en la basílica hasta 1604, fecha en la

que el cabildo autorizó al arzobispo Don Juan de Sanclemente su derribo, para colocar

otro de madera en el que la silla central correspondería al prelado, razón principal para

la destrucción de aquél. Mauro Castellá Ferrer (siglo XVII),87

que alcanzó a verlo, la-

mentó tal decisión y dijo: “se ha deshecho el más lindo Coro antiguo que avía en Es-

paña”. El arzobispo Diego Gelmírez se había interesado porque los 72 canónigos que

había en Santiago dispusieran de un lugar adecuado para el rezo de las horas canónicas.

De su obra no quedan más que los datos documentales, probablemente porque no dispo-

nía de una organización monumental, ya que de haberla tenido la recogería el Códice

Calixtino.

Una vez colocados los dinteles del Pórtico de la Gloria, en 1188, es cuando debió de

comenzar la construcción del coro, que ocupó los cuatro primeros tramos –contados a

partir del central del crucero– de la nave mayor. En los tres primeros se dispuso la sille-

ría, mientras que el cuarto era un leedoiro, es decir, una tribuna elevada desde la que se

que se colocó en los edificios del primer período gótico. A diferencia del frontón clásico, no coincide con

las vertientes de un tejado.

Algunos autores suponen que fue una imitación en piedra de las construcciones de madera que forma-

ban armaduras, construcciones que en la Edad Media se emplearon mucho para cubrir las bóvedas de mo-

numentos que quedaban sin terminar por falta de recursos y que luego el arte simuló con la piedra utili-

zándolo como ornamentación y adornándolo de muy diversos modos.

86

De la Universidad de Santiago de Compostela, área de Arqueología.

87

Un discípulo de Fran Luis de León. Publicó, con varias ediciones, una Historia del Apóstol Santiago.

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proclamaba la palabra en las solemnidades. Era, pues, semejante al jubé88

de las catedra-

les francesas, y bajo él quedaba un espacio que se ocupó con capillas de fundación parti-

cular en el siglo XIV. La unión y tránsito con la capilla mayor quedaba asegurada y re-

servada, al menos desde 1288, por una cadena que delimitaba un pasillo que dio origen

a la vía sacra, que pervivió hasta el levantamiento de la sillería de madera en 1946.

Al derribarse el coro mateano, se reutilizaron sus piezas. Las privilegiadas fueron las

figuras de profetas, apóstoles y otros personajes del Antiguo Testamento que remataban

sus fachadas. En un principio, doce se emplearon en la Puerta Santa, construida entre

1611 y 1616, y cuando en la segunda mitad del siglo XVII se remodeló, el número de

imágenes pasó a ser de veinticuatro, y se colocaron también cuatro plafones. Por el in-

terior de la misma puerta se dispusieron dos figuras más. Otras quedaron en diversos lu-

gares de la catedral, y las más deterioradas se emplearon como material de construcción,

por ejemplo la recuperada en 1988, decapitada pero la única que está labrada en una pie-

dra reutilizada: por su parte posterior se ve el cuerpo de un león como los de los basa-

mentos del Pórtico de la Gloria. Finalmente otras figuras salieron de la catedral, de las

que dos han vuelto a su museo, otras dos están en una antigua fuente en San Pedro de

Vilanova (en Vedra, La Coruña), lugar vinculado a las leyendas jacobeas, y dos más

fueron adquiridas por el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

El resto de las piezas fueron empleadas como material de construcción y de relleno,

por ejemplo en la escalinata del Obradoiro que entonces se hacía. Por ello no extraña

que la mayoría se hayan rescatado en las excavaciones de la catedral, o incluso en casas

de sus inmediaciones. Otros fragmentos están localizados, su recuperación sería fácil, y

otras desaparecieron.

Los tres tramos de la nave que ocupó la sillería permitían la colocación de quince si-

tiales en cada flanco, que unidos a los seis de la cabecera, tres a cada lado de la puerta

central, hacen un total de treinta y seis sillas altas. Los demás clérigos tenían su asiento

en la sillería baja, que sería un banco como el de los asientos superiores. Las dos partes

en que estaba dividida la sillería por la puerta mencionada eran los coros del deán y del

chantre.

La sillería alta tenía un basamento con arquitos ciegos de herradura sobre los que iba

el banco, cuyo frente se decoraba con otros de medio punto apoyados en columnillas.

Con ello alternaban ménsulas con hojas en dos órdenes, de recortado perfil y ejes per-

lados. Encima de éstas se alzaban las columnas que sostenían los plafones y doseletes.

Al no haberse encontrado ninguna columna completa se desconoce su altura exacta, y es

posible que algunos fustes fueran decorados. La organización se encuentra en sillerías

representadas en tímpanos europeos coetáneos, por ejemplo en el de la izquierda de la

fachada principal de Notre Dame de París, en el de la fachada oeste de Auxerre, o en el

de Germigny l’Exempt entre otros. Lo mismo ocurre en los restos de sillerías de ma-

dera, comenzando por el banco de Taüll,89

y continuando por los coros de Astudillo (Pa-

88

Parte situada entre el coro y la nave de una iglesia católica, que por lo general sirve de palco para las

autoridades eclesiásticas.

89

Que se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona.

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~ 65 ~

lencia)90

y Gradefes (León). Adosada al respaldo se encontraba media columna en línea

con la de delante. De este modo los capiteles eran exentos y entregos,91

y a tenor de los

conocidos su ornamentación era preferentemente de hojas, a las que a veces se les su-

perponían sirenas-pájaro.

90

Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

91

Capitel entrego es aquel que tiene parte del mismo empotrado en el muro con la función de actuar co-

mo soporte de un arco.

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Entre ambas columnas iban los brazales, formados por arquerías como las del banco

pero caladas y trabajadas por sus dos caras. Piezas así o lisas se ven en relieve desde la

segunda mitad del siglo XII, como en las sillerías citadas, a las que cabe añadir la sede

episcopal de Roda de Isábena (Huesca). Por la parte posterior iba el espaldar. El asiento

se hacía más confortable con cojines, según se ve en multitud de figuras de tímpanos,

arquivoltas y miniaturas. Como ejemplo valga la que guarda el Museo de Antigüedades

de Rouen, procedente de la puerta central de la fachada oeste de su catedral, y fechada

hacia 1200-1215. Los sitiales de la cabecera eran un poco más estrechos por la puerta

citada y la consiguiente acomodación.

El trascoro repetía a los lados la organización vista, correspondiendo sus figuras a

sacerdotes y reyes del Antiguo Testamento. En el centro se abría una puerta en cuyo

tímpano iba una epifanía, perdida, pero de la que quedan citas documentales y una pieza

en la que se ve un torreón del que salen las cabezas de los tres caballos de los Magos,

tan frecuentes en las artes figurativas de entonces. Sobre la imagen de María iba un

plafón, en parte conservado, al igual que las mochetas del tímpano y parte de una de las

figuras de las enjutas del arco en lo que debió de ser un fortísimo escorzo. Al otro lado

de los caballos se representaría la Anunciación, que a veces acompaña a la Epifanía.

Tan monumental conjunto, en cuya ejecución participó tanto el propio Mateo como

los más destacados escultores de su taller, los mismos que en el Pórtico de la Gloria, en-

cerraba un mensaje. En las fachadas laterales iban los profetas y los apóstoles alter-

nando con castillos es una clara evocación de la Jerusalén celeste según la visión de San

Juan: “Me mostró la ciudad santa de Jerusalén... Tenía una muralla grande y alta y so-

bre las doce puertas los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel... se asienta

sobre doce piedras que llevan el nombre de los doce apóstoles del Cordero”. Es decir,

que el coro de la catedral de Santiago, como gustaba decir a San Agustín, era “el templo

dentro del templo”.

El trascoro tenía a la izquierda las imágenes de Moisés, Aarón y Samuel; y a la de-

recha las de los reyes de Judá: Saúl, David y Salomón. Las dos figuras de las ménsulas

del tímpano, más las otras dos de las enjutas podían representar a los cuatro profetas

más relacionados con la Epifanía, la manifestación de Dios a los gentiles, que ocupaba

el centro.

Los relieves figurados de la sillería, por su parte, mostrarían la oposición entre el cán-

tico de alabanza a la divinidad, representado por los niños de coro, y el cántico enga-

ñoso de las sirenas y demás animales del bestiario esculpido, y que tenía un carácter ne-

gativo en la literatura clásica que se mantenía en la medieval. Sobre la puerta de la ca-

becera, donde podría haber una organización semejante a la del tímpano de Notre Dame

de París antes mencionado, esto es, un arco trebolado encima del de la puerta que cobi-

jase el arca de la alianza, se contendría una nueva referencia al Apocalipsis: “He aquí el

tabernáculo de Dios entre los hombres”.

A través de sus discípulos y colaboradores, el estilo del Maestro Mateo conoció una

importante difusión por Galicia e incluso más allá, por ejemplo por Zamora. Tal difu-

sión se produjo aún en vida del maestro y cuando su taller se encontraba en plena acti-

vidad, prolongándose hasta mediados del siglo XIII.

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Los primeros artistas que salieron de este taller fueron, quizá enviados por el propio

Mateo, a proseguir las obras de la catedral de Orense en cuyas portadas del crucero y en

los capiteles de éste es inequívoca su intervención. Gracias a ellos pudo consagrarse su

altar mayor en fecha tan significativa para el arte mateano como 1188. Aquí se originó

un activo obrador que supo aglutinar fórmulas del arte cisterciense de Oseira e incluso

de San Vicente de Ávila, lo que convirtió el entorno orensano en una fuente proveedora

de arte protogótico. Todavía a mediados del siglo XIII aquel taller debía de seguir fuer-

temente influenciado por el de Santiago al realizar el Pórtico del Paraíso (catedral de

Orense) inspirado en el de la Gloria (catedral de Santiago de Compostela), apareciendo

en su ejecución artistas de procedencia burgalesa.

Catedral de Orense. Pórtico del Paraíso

Fueron saliendo maestros y artistas que difundieron por todas partes la tradición esti-

lística mateana, siendo muchos los ejemplos que podríamos enumerar.

La misma catedral compostelana en su conjunto (y sus diversas construcciones) no se

sustrajo a la actividad de los colaboradores del Maestro Mateo. A ellos se deben obras

como la portada de la Corticela, con su Epifanía basada en la del trascoro, aunque con

variaciones en los caballos. También se les deben las estatuas yacentes (durmientes) del

panteón real.

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Finalmente, también intervinieron seguidores de Mateo en obras del pontificado epis-

copal de Don Juan Arias (mediados del siglo XIII). Entonces se hizo el claustro de la

catedral, a pesar de lo que dice la Historia Compostelana,92

y el palacio de Gelmírez, en

el que destaca el salón del piso superior. En ambos casos, al lado de formulaciones ya

tradicionales aparecen otras plenamente góticas.

Así el arte del Maestro Mateo y de sus seguidores va mezclándose con otras tenden-

cias y estilos facilitando la implantación del gótico. En éste se produjeron resurgencias

como la fachada de San Martín de Noya (La Coruña), fechada por un epígrafe en 1434,

o más tarde, en los finales del siglo XV, la portada del compostelano Colegio de San Je-

rónimo, que no se desprende del recuerdo de Mateo. Todavía en nuestros días su arte

sigue siendo fuente de inspiración para artistas gallegos, porque, sin lugar a dudas, el

Maestro Mateo ocupa un primordial lugar en la historia del arte y su genialidad es in-

temporal.

Músicos. Palacio de Gelmírez

92

Compuesta entre los años 1107-1149.

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ALBUM CATEDRALICIO COMPOSTELANO

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Sepulcro del Apóstol Santiago

Relicario procedente de la iglesia de Santiago, de Carrión de los Condes, o

bien de la Iglesia de Santa Eulalia, de Paredes de Nava, ambas localidades pa-

lentinas, que muestra una costilla del apóstol Santiago, la segunda costilla del

lado derecho, según la morfología.

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EPÍLOGO III

LA IGLESIA MONÁSTICA DE SANTA MARÍA DE WAMBA

Wamba es una localidad de la provincia de Valladolid situada en la parte suroriental

de la comarca de los Montes Torozos, por donde pasa el recorrido del conocido como

Camino de Santiago de Madrid. Se llama Wamba porque allí fue elegido rey el visigodo

Wamba en el año 672 (que reinó hasta el año 680). Antes se llamaba Gérticos y la tenía

como lugar de recreo su predecesor el rey Recesvinto (653-672).

Se sabe de la existencia de una iglesia visigoda en este lugar, conservándose restos de

su decoración en el Museo Arqueológico de Valladolid. Parece probable que durante la

repoblación de esta zona se reconstruyera aquella iglesia, de Santa María, que se remon-

taba a los tiempos de Recesvinto. Por sus características, debió ser la luego la primera

iglesia mozárabe de la zona y posiblemente, a diferencia de otros lugares próximos, co-

mo San Cebrián de Mazote, con su iglesia de San Cirpiano (Cebrián), Wamba fuera re-

poblada por gentes que provenían del norte, ya que se trata de un edificio mucho más

próximo a las influencias visigodas y asturianas que a las que pudieran aportar los cris-

tianos provenientes de Al-Ándalus.

De la mencionada iglesia mozárabe sólo se conserva la cabecera triple, el primer tra-

mo de las naves y el muro norte completo, mientras el resto fue sustituido y ampliado a

finales del siglo XII, pasando Santa María de Wamba a depender de la Orden Hospita-

laria. Su forma era la de un rectángulo de 18 metros de largo por 12 de ancho, dividido

en 9 zonas mediante arcos de herradura sobre pilares, adosándosele una cabecera, de la

misma anchura que el resto de la iglesia, formada por tres ábsides rectangulares, sobre-

saliendo en el testero el central, que es de mayor tamaño que los laterales. A diferencia

de San Cebrián de Mazote, la forma interior de los tres ábsides es rectangular.

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En la parte de la iglesia reconstruida por los hospitalarios en el siglo XII, de estilo

cisterciense, podemos también contemplar un compartimento adosado al crucero norte,

de fecha incierta, cubierto por bóveda de aristas con columna central, varias pinturas y

esculturas de diferentes períodos, y un osario en el que aún se conservan en parte los

miles de esqueletos depositados allí durante los siglos XIII al XVIII.

Hay más de 3.000 calaveras de monjes y en una de las paredes del enorme osario se

puede leer este epitafio:

Como te ves, yo me vi. Como me ves, te verás. Todo acaba en esto aquí. Piénsalo y

no pecarás.

Pues en esta iglesia monástica, siendo freira hospitalaria, recibió sepultura la reina

Urraca de Portugal, que fue consorte del rey Fernando II de León, madre de Alfonso IX

de León y abuela de Fernando III el Santo de Castilla y León. En la llamada Capilla de

la Reina hay un epitafio referido a Doña Urraca, hija de Alfonso I Enríquez de Portugal

y de su esposa la reina Mafalda de Saboya.

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EPÍLOGO IV

ARQUITECTURA NORMANDA

Nos referimos a arquitectura normanda cuando tratamos del estilo románico propio de

los normandos93

en los diversos territorios por los que anduvieron allá por los siglos

medievales, particularmente durante los siglos XI-XII.

Los normandos fueron erigiendo castillos y fortificaciones, características torres, fun-

daciones monásticas, numerosas abadías, catedrales, iglesias…, siguiendo una arquitec-

tura de masivas proporcionas y característicos arcos redondos (especialmente sobre

puertas y ventanas).

93

Literalmente, normandos significa hombres del norte, referidos a los conquistadores escandinavos, en

su mayoría vikingos daneses, que comenzaron a ocupar el noroeste de Francia (lo que se conoce como

Normandía) en la segunda mitad del siglo IX. Bajo el liderazgo de Hrolf Ganger, que adoptó el nombre

francés de Rollo o Rollón, juraron lealtad al rey de Francia, Carlos III el Simple (893-923), y recibieron

de él lo que habría de convertirse en el ducado de Normandía, tal como hemos ido contando…

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Los estilos y modos arquitectónicos románicos y propiamente normandos, surgidos en

Normandía, fueron extendiéndose por el norte de Europa occidental, especialmente en

Inglaterra, donde se contribuyó considerablemente a su desarrollo y donde se conserva

el mayor número de ejemplos arquitectónicos al respecto.

Al mismo tiempo, no sólo era importante la presencia normanda ya estable en Ingla-

terra como reino sino también en el reino de Sicilia, donde la arquitectura normanda se

caracterizó también como de estilo románico siciliano, incorporando elementos o in-

fluencias de procedencia bizantina y propiamente árabe o musulmana.

El estilo arquitectónico normando fue desarrollándose cuando los canteros estuvieron

al servicio de constructores resolviendo las dificultades planteadas por los techos con

bóvedas de arista, introduciendo algunas modificaciones tales como las bóvedas de ca-

ñón en arco apuntado que con tanta profusión se impondrían luego en la arquitectura

propiamente gótica.

Bóveda de arista sobre pilares Bóveda de cañón sobre pilares

Arco apuntado

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Construcción romana de bóvedas de cañón

Empleo de cimbras

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Puesto que los historiadores y los especialistas en arquitectura consideran que un es-

tilo debe ser evaluado en forma integral mejor que como una mera agregación de carac-

terísticas, algunos consideran los así denominados de estilo o modelo normando o romá-

nico, mientras otros los describen como gótico normando transitorio, y hay quienes uti-

lizan el término gótico normando.

Nave central de la catedral de Durham

Cuando las invasiones de vikingos llegaron a la desembocadura del Sena en el Canal

de la Mancha (año 911), los magnates francos construían castillos y luchaban a caballo.

Durante el siglo siguiente, los normandos adoptaron esas mismas costumbres, se hicie-

ron cristianos (abandonando su paganismo ancestral) y adoptaron la lengua francesa.

Como ya referíamos en su momento, los barones o destacados señores normandos fue-

ron construyendo castillos de madera sobre montículos (o motas) de tierra que luego

fueron desarrollándose como castillos construidos sobre mota feudal (o castral), y tam-

bién grandes iglesias de piedra en el estilo románico propio de los francos. Desde el año

950 se fueron construyendo torres del homenaje, valederas como residencias seño-

riales.

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Los normandos refinarán la planta de las primeras basílicas longitudinales con naves

laterales, un ábside y una fachada occidental dotada con dos torres en la abadía de los

hombres de Caen, iniciada en 1067, la cual servirá como modelo para las catedrales in-

glesas de mayor envergadura que se iniciarán dos décadas más tarde.

Los nobles y los obispos normandos eran ya influyentes en Inglaterra antes de la con-

quista normanda (de Guillermo I) en 1066. Las influencias normandas habían afectado a

la arquitectura anglosajona tardía en la medida en que su santo rey Eduardo el Confesor

(1042-1066),94

que había sido educado en Normandía, llevó a Inglaterra constructores

del continente en 1042 para realizar trabajos en la abadía de Westminster, el primero de

los edificios de estilo románico en Inglaterra. En 1051 ya había hecho llegar también a

caballeros normandos que fueron levantando castillos en motas defensivas contra los

galeses. Tras la invasión propiamente dicha de Guillermo I, los normandos se dedicaron

a hacer proliferar las construcciones normandas tanto militares como religiosas y civi-

les.

94

Se conmemora en el santoral el 13 de octubre.

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Los edificios normandos presentan formas geométricas simples, de proporciones ma-

sivas, incluyendo la sillería pequeñas franjas de esculturas, teniendo a veces arcadas cie-

gas y espacios concentrados de capiteles y de puertas redondas en el tímpano bajo una

bóveda.

La bóveda normanda se levanta con cúpula y es de arco apuntado. Las molduras son

esculpidas o incisas, teniendo ornamentos geométricos. Las iglesias se construyen cobre

plantas cruciformes, frecuentemente con un coro profundo y con un crucero cuadrado

que caracterizó a la arquitectura eclesiástica inglesa. Se construyeron así centenares de

iglesias parroquiales y las grandes catedrales inglesas a partir de 1083.

Tras la destrucción de la catedral de Canterbury en 1174 por un incendio, los arqui-

tectos normandos introdujeron la nueva arquitectura gótica. Hacia el año 1191, la cate-

dral de Wells y la catedral de Lincoln impusieron el modelo gótico inglés, con lo que el

estilo normando pasó a quedar cada vez más reservado a las construcciones provincia-

nas de escasa envergadura o de menor empaque.

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EPÍLOGO V

STAVKIRKE

Stavkirke es una palabra noruega que se usa para designar a un tipo particular o

peculiar de templos o iglesias cristianas medievales que se construían a base de madera.

Fue algo común en la Europa nórdica medieval, pero actualmente solo se da por lo ge-

neral en Noruega, las iglesias stavkirke más antiguas se remontan a hace más de 800

años.

Tienes como peculiar característica estas iglesias su particular técnica constructiva, la

llamada stavverk, que consiste en un armazón de madera formado de stav –gruesos

postes circulares que le dan nombre a las iglesias– sostenidos por espigas a un marco

cuadrado de soleras de madera, que a su vez se halla asentado sobre cimientos de roca,

protegiendo a la madera de la humedad. La técnica relaciona a las stavkirke con el en-

tramado de madera, y les confiere, además de resistencia a las condiciones climáticas,

estabilidad y rigidez. La stavverk es descendiente de las desaparecidas iglesias de pos-

tes, construcciones de técnica más sencilla, aunque en ocasiones bastante similares a las

propias stavkirke.

La planta de las stavkirke más sencillas se divide en una nave y un coro, mientras las

más evolucionadas se asemejan a las basílicas románicas, con el techo escalonado y pi-

lares en el interior de la nave. Esa similitud, además de la decoración escultórica y pic-

tórica, ha hecho suponer que las stavkirke tienen sus orígenes en el arte románico, pero

esta teoría no es compartida por varios expertos.

En la actualidad, quedan en pie 28 destacadas y patrimoniales stavkirke medievales en

Noruega, una en Suecia y otra en Polonia (esta última de origen noruego). Entre las más

conocidas figuran la iglesia de Borgund,95

de espectacular diseño y destacando como la

mejor representante del género, y la iglesia de Urnes, probablemente la más antigua y

un descollante ejemplo del arte decorativo nórdico.

Las stavkirke, como queda dicho, llegaron a ser comunes durante la Edad Media en la

Europa noroccidental. Sólo en Noruega, se considera que existieron aproximadamente

unas dos mil, siendo desconocido el número de stvakirke construidas en otras partes de

Europa y en Islandia. Hubo un tiempo en el que se creyó que las stavkirke habrían sido

las primeras iglesias escandinavas construidas en ese característico estilo, pero ya se

sabe que las más antiguas fueron las llamadas iglesias de postes, en verdad no dema-

siado diferentes. Con el tiempo las stavkirke fueron consideradas obsoletas y se fueron

reemplazando.

95

De finales del siglo XII, funcionando actualmente como museo.

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Stavkirke de Borgund (Noruega)

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Stavkirke (la mayor que se conserva) de Heddal

(municipio de Notodden, provincia noruega de Telemark)

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