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_____________________________________________________________________________________ Pedro Miguel Ortega Martínez - Curso 1º Grupo A - Aula 19C – Noviembre 2011 - Página 1 de 37 EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES (4.1.) de Sir John Huxtable Elliott

El Conde-duque de Olivares

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EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES

(4.1.)

de

Sir John Huxtable Elliott

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INDICE

Páginas 1. Cuestiones de fondo

1.1. El autor y sus publicaciones … … … … … 3

1.2. Equilibrio y estructura del libro … … … … … 5

1.3. Los primeros capítulos … … … … … … 6

1.4. Análisis de la bibliografía y fuentes documentales … … 12

2. Cuestiones de forma

2.1. La consonancia del título … … … … … … 14

2.2. Utilización de citas a pie de página y contenido … … 16

2.3. Instrumentos auxiliares empleados … … … … 17

2.4. Otros detalles … … … … … … … 18

2.5. Redacción … … … … … … … … 21

3. Valoración personal … … … … … … … 22

4. Ilustraciones … … … … … … … 26

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1. Cuestiones de fondo.

1.1. El autor y sus publicaciones.

Sir John Huxtable Elliott1 nació en Reading, Inglaterra (1930) Es

catedrático de Historia Moderna en Oxford, y doctor en Historia en la

Universidad de Cambridge, además de profesor en el Instituto de

Estudios Avanzados de Princeton (EE.UU)

Es uno de los más importantes hispanistas, a nivel mundial,

especializado en principio de nuestros siglos XVI y XVII, donde destaca

la figura del valido. Como por ejemplo el Conde-Duque de Olivares

(además del Duque de Lerma o el cardenal Richelieu) y lo mismo en la

historia que se puede distinguir entre la colonización de América por

españoles o ingleses.

Además de profesor invitado en destacadas universidades a nivel

internacional, es autor, entre muchas publicaciones, de La España

Imperial (1469-1716) y La rebelión de los catalanes ambas

publicadas en 1963; El viejo mundo y el nuevo (1492-1650) editado en

1970; Un palacio para el rey junto a Jonathan Brown, año 1980;

Richelieu y Olivares en el año 1984; El Conde Duque de Olivares,

publicado en 1986 (objeto de esta recensión) y España y su mundo del

año 1989.

Es miembro correspondiente en la Real Academia de la Historia de

Madrid; miembro de la Academia Británica; pertenece la Academia

Americana de las Artes, Ciencias, y Sociedad Filosófica Americana.

Doctor "honoris causa" por las universidades de Barcelona, Autónoma

de Madrid, Valencia, Lleida, además de otras extranjeras. Disfruta de

diferentes distinciones: Caballero por S.M. la Reina de Inglaterra, y en

España ha recibido la gran cruz de Alfonso X el Sabio, así como la gran

cruz de Isabel la Católica. Es medalla de honor de la Universidad

Internacional Menéndez y Pelayo, de Oro a las Bellas Artes y ha sido 1 Fundación Príncipe de Asturias: http://www.fpa.es/premios/1996/john-elliott/

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premiado con el Wolfson de Historia (año 1986), el Eloy Antonio de

Nebrija (año 1993), premio Príncipe de Asturias, Ciencias Sociales, año

1996 y el Balzan para la historia de 1500 a 1800, concedido por la

Fundación Internacional Balzan en 1999.

Conforme el propio autor nos explica en su prefacio, empezó en 1973 a

construir la biografía política del Conde-Duque que hasta entonces no

había sido en él más que una vaga esperanza. Más de cuarenta años

dedicados a nuestra historia, le acreditan como un maestro de

hispanistas, de reconocido prestigio internacional, que ha sabido

estudiar a España dentro del marco europeo y americano. Además de su

especialización, conviene destacar su objetividad imparcial, sin

partidismos, sin dejarse llevar por la pasión propia tal como pudiera

hacer un historiador hispano; de ahí redunda el buen gusto con que los

españoles podemos leer y estudiar este tema, por mediación de un autor

inglés considerado maestro de hispanistas.

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1.2. Equilibrio y estructura del libro.

Para más comodidad del lector, este libro de 925 páginas, impreso por la

Editorial Grijalbo Mondadori en 1998, se ha estructurado en cuatro

partes. Dentro de éstas, se dedican tres capítulos a la 1ª, cinco capítulos

a la 2ª y cuatro capítulos para la 3ª y 4ª partes.

De entrada, el autor nos hace relación en cuanto a la herencia desde

donde podemos tomar base de partida, tanto por la parte de los

Guzmán, los Zúñiga, y la herencia reformista que pudieron influir en la

vida de don Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde de Olivares y Duque

de San Lucar la Mayor. Después nos muestra la reforma y reputación del

Duque, interesándonos en su poder y resistencia, su programa de

renovación, Felipe “el Grande”, la Unión de Armas, y cuanto le supuso

alcanzar el rango de primer ministro.

Resultado de lo anterior sería del fracaso de la reforma (3ª parte del

libro) donde J.H. Elliott nos detalla las opciones abiertas del valido de

Felipe IV, las exclusiones de esas mismas opciones, el “Régimen” bajo

presión así como su confrontación ante Francia.

Por último, entre los capítulos XIII y XVI, el autor nos detalla al Conde-

Duque en su papel de Ministro de la Guerra, su declive según llegaba el

triste año 1640, hasta su hundimiento y total naufragio como Privado de

Felipe IV.

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1.3. Los primeros capítulos.

El lector se engancha en este gran trabajo de J.H. Elliott, nada más

entrar en los primeros capítulos. Detalle éste que nos llevará a continuar

en su lectura sintiendo que es la curiosidad e interés, por la vida e

historia de este gran hombre de estado, lo que nos motiva a continuar

leyendo sin decaer.

Sabemos, porque así lo explica él, en sus tiempos de estudiante de

Historia viajó de Inglaterra a España en 19502. Pasando por Madrid tuvo

oportunidad de visitar el Museo del Prado, donde quedó muy

impresionado ante el cuadro de Velázquez y la figura que plasmó el

pintor andaluz del Conde-Duque de Olivares. Esta impresión le llevó a

investigar sobre la vida y obra de don Gaspar de Guzmán y Pimentel,

encontrándose que cuando Elliott tenía nueve años de edad, el doctor

Gregorio Marañón firmaba el prólogo de su obra dedicada al valido de

Felipe IV en febrero de 1939, desde su exilio en París3.

Según avanzamos, parece como si el autor nos estuviera

“retransmitiendo” esta interesante historia junto a sus protagonistas,

desde los propios despachos, pasillos o jardines, donde se desarrollaron

tantos acontecimientos decisivos para aquella corte española en

decadencia.

Conocemos que el tercer Conde-Duque nació en la embajada de

España en Roma un 6 de enero de 1587. Su infancia transcurrió

entre Italia y Sicilia. Llegó a España en 1600, de donde no

volvería a salir. Cursó estudios universitarios en Salamanca,

alcanzando a ser rector de la Universidad salmantina, heredando

el título de Conde en 1607, haciendo su familia alianza con los

Zúñiga en contra del Duque de Lerma. Aquí sentarían las bases

2 MÉNDEZ J. “"El conde duque de Olivares fue el primer modernizador de España" Diario EL PAÍS, 28/03/1990. www.elpais.com 3 Véase página 10 EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES. Colección Austral – Espasa Calpe.

1988

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de un clan y una causa para obtener una persona el mayor poder

que se podía esperar en aquel siglo XVII.

J.H. Elliott es un experto, además de historia, en los temas económicos y

militares, sociales o religiosos, de esa España donde empezó a moverse

con soltura el Conde-Duque. Es decir, su portentoso estudio alcanza

todos los aspectos de nuestra sociedad de entonces. Así, retrata a este

primer ministro de Felipe IV como Hércules con la carga de Atlas,

contando con embajadores desengañados, una mala gestión en los

asuntos internos, y la indecisión en los políticos de Madrid entre una

buena paz o una buena guerra.

Nos pone el autor en antecedentes desde la bancarrota de 1607;

nuestros enemigos calvinistas, veintisiete años de guerra con Holanda,

aumento de los precios; hipotecados con los banqueros genoveses por

años, al lado de unos virreinatos en México y Perú, autárquicos por

entero. No es de extrañar por tanto que el Conde-Duque ambicionara

restaurar el Estado como en tiempos de Felipe II, y mediante la dirección

de la política exterior en el XVII quisiera recuperar “la reputación de

España en el mundo”. Es decir, toda una herencia de trabajos y reformas

que recibiría el valido de sus predecesores los Zúñiga.

Muy atractivo el capítulo III, donde el J.H. Elliott nos da a conocer los

males de Castilla, corazón de un mundo nuevo y al propio tiempo

corazón de la monarquía. El siglo XVI registró un aumento de la

población en España, y también aumentó la tierra cultivable en

detrimento de la ganadería; el 50% del valor de esas cosechas

correspondían a cargas por derechos señoriales, eclesiásticos y la

corona.

Además había que soportar una oligarquía de poderosos, quienes

disfrutaban de forma pasiva los beneficios en lugar de dirigir de forma

activa sus riquezas. Hace también relación de los arbitristas: clérigos,

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juristas, mercaderes, oficiales reales aventureros. Añádase los letrados

de la época, a quienes se les consideraba clase corrupta.

Nos cita como principales problemas de la época en España: tener

mentalidad de rentistas, descuido en las artes mecánicas, falta de

inversión productiva, debilidad en el sector agrícola, exportación de

materias primas, y decadencia de nuestra industria originaria de Castilla.

Aquí sería, por tanto, muy necesario ejercer oportuna presión con tal de

conseguir una amplia reforma que, con el paso de los años, llegó a ser

una de las mayores obsesiones del Conde-Duque:

• Consejo de Castilla o Consejo Real, donde el presidente sería la

segunda persona más importante después del rey.

• Sería obligatorio informar al monarca.

• El primer movimiento reformista empezaría constituyendo las

Cortes de Castilla.

• El rey debería recortar su liberalidad a la hora de conceder

mercedes de pensiones, cargos y honores, por suponer una

sangría al Tesoro.

• Vuelta de los ciudadanos a sus pueblos de origen, regresando a

su hogar para que la capital se viera libre de parásitos.

• Reducir la dependencia que tenía Castilla de las importaciones

extranjeras.

• Restringir nuevas fundaciones religiosas.

• Impedir el ingreso en conventos y monasterios, careciendo de

vocación religiosa.

• Incentivar los cultivos.

Las primeras Cortes de Felipe IV se constituyeron en junio de 1621,

siendo sus áreas de actuación: despoblación, abusos en la recaudación,

superproducción de moneda de vellón, leyes sobre el lujo, excesivas

fundaciones religiosas y los manos muertas. Urgente: reforma judicial y

administrativa, y reducir el número de oficiales.

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Contra estos detalles progresistas, el autor se encuentra con que las

ambiciones personales superan a los ideales colectivos. Un detalle

nimio: ese verano el Conde-Duque acompañaría al monarca en sus

correrías nocturnas por las calles de Madrid; el resto, gestionar la alta

política y demás cuestiones importantes del Estado eran temas

exclusivos del privado.

En definitiva, la Reforma no prosperó, y la Junta resultó un estrepitoso

fracaso. No obstante esta debacle, debido al carácter del Conde-Duque,

según nos mostrará el autor hasta el final de los días del valido, siempre

tuvo recursos para reponerse y embarcarse en proyectos todavía más

complejos y difíciles, como fue en septiembre de 1622 la creación de la

Junta Grande.

Consistía en una reformación general de Castilla, amparando:

• La vuelta de la nobleza a sus señoríos.

• Impedir el traslado de familias a Madrid, Granada y Sevilla.

• Instalación en España de artesanos extranjeros católicos.

• Exenciones fiscales.

• Privilegios a recién casados.

• No tolerar los burdeles.

Sería también necesario preservar la industria castellana, así como dejar

a un lado el inquisitorial interés por la limpieza de sangre; tema éste que

no llegó a prosperar por el cultivo de la envidia.

Todo este gran proyecto se iba complicando, al faltar un orden de

prioridades, y no se hacía efectivo el intento de seleccionar un remedio

efectivo como bien relaciona el autor:

• Liquidar deudas de la corona.

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• Crear erarios en cada ciudad castellana.

• Monte de Piedad, con préstamos a un interés más bajo que los

concedidos en Italia.

Para todo esto, pensaba Olivares, se necesitaba una red de bancos de

depósito. Aunque para este fin dependería del grado de confianza del

pueblo en la palabra del rey, y no existía tal sentimiento en la Castilla del

siglo XVII

Se decidió que era necesario abolir impuestos en las materias de

primera necesidad: vino, aceite, vinagre y carne, por no llegar éstas a los

pobres. Sería forzoso crear un único impuesto, sobre la harina,

eliminando por tanto a los antipáticos recaudadores en Castilla. De la

misma manera se proyectó un nuevo plan de financiación de la defensa

nacional, procurando el aumento de la Armada y el ejército de tierra

mediante la implantación del servicio militar.

Gracias a este punto, Olivares también dispuso las bases para otro de

sus grandes proyectos: La Unión de Armas, que no en balde le vendría a

generar toda una serie de conflictos; los diferentes reinos y provincias

deberían aportar los suficientes recursos en hombres, en plata, víveres,

medios de transportes, hospedaje y armamento, con tal de ayudarse

unos a otros cuando cualquiera de ellos pudiera tener la sospecha o

confirmación de ser atacados por otra potencia extranjera. Es decir,

tanto en infantería, como en caballería y armada naval, deberían

disponerse suficientes recursos para acudir cualquier reino, virreinato o

provincia, en ayuda de cualquier miembro de la Unión.

Para esto se necesitaba recurrir al erario local, lo que provocó una fuerte

oposición y convirtió el proyecto en un mero asunto a discutir en las

Cortes. Al fin y al cabo los patriciados eran meros rentistas.

No es de extrañar, nos relata J.H. Elliott, que el Conde-Duque empezara

a sentir el peso del Gobierno. Disponía de una Hacienda desastrosa. La

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guerra en centro Europa y los propios gastos de defensa consumía

fortunas enteras.

Castilla no podía generar toda la riqueza que se precisaba. Pero

Olivares impuso los cimientos necesario para su programa: abriría a la

fuerza el camino a sus proyectos con todos los recursos que pudiera

disponer, por muy pequeños que fueran éstos. Salvaría a Castilla, aun a

pesar de los propios castellanos.

Todo un carácter tenía aquel noble de segunda fila, de ascendencia

andaluza, cuya inteligencia le llevó a la corte de un manejable monarca,

como valido de Felipe IV, quien le nombró ministro en 1622 y le echó de

Palacio en 1643.

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1.4. Análisis de la bibliografía y fuentes documentales.

Respecto a la Bibliografía, que ocupa más de veinte páginas en la obra

estudiada, destaca el autor algunos documentos manuscritos más

importantes del Conde-Duque, utilizado en Memoriales y Cartas del

Conde Duque de Olivares (de J.H. Elliott y José F. de la Peña, así

como en el apéndice VI de La Revolución de los Catalanes, para las

relativas a su política catalana.

Otros manuscritos los pudo consultar en los siguientes archivos

españoles: Casa Duque de Alba (Madrid) Duque de Frías, Duque del

Infantado, Duque de Medinaceli (Sevilla) Duque de Medina Sidonia,

Casa de Miraflores, Condes de Oñate, General de Indias, General de

Simancas, Archivo Histórico Nacional, Histórico de Protocolos, Municipal

de Toledo, Biblioteca de El Escorial, Biblioteca Nacional (Madrid)

Biblioteca del Palacio Real (Madrid) y Real Academia de la Historia

(Madrid).

Y debe seguir estudiando en el extranjero, consultando manuscritos en

Alemania (Munich) Austria (Viena) Bélgica (Bruselas) Estados Unidos de

América del Norte (Berkeley y Nueva York) En Francia consultó en el

Ministerio de Asuntos Exteriores, y la Biblioteca Nacional de París. En

Gran Bretaña, la Librería Británica y la Oficina de Registros Públicos.

Luego, en Italia, viajó a Florencia, Génova, Lucca, Mantua, Módena,

Roma y Venecia. Y por supuesto en Portugal, en los archivos de Lisboa.

Respecto a fuentes impresas consultadas, destacamos las del propio

autor: La revolución de los catalanes (Cambridge 1963) La España

Imperial (Londres 1963 y Barcelona 1987) El Conde-Duque de

Olivares y la Herencia de Felipe II (Valladolid 1977) Richelieu y

Olivares (Cambridge y Barcelona 1984) El declive de España. Pasado

y Presente (1961) Nueva luz sobre la prisión de Quevedo (Real

Academia de la Historia 1972) Introspección colectiva y decadencia

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en España a principios del siglo XVII (1977) Poder y sociedad en la

España de los Austria (Barcelona 1982).

También conviene destacar los cuatro mapas insertados en este

volumen, y que detallamos en el correspondiente apartado, porque los

mismos fueron realizados por Elizabeth Dawlings, basándose en las

siguientes fuentes:

• El mapa 1, según el mapa de España que aparece en John

Lynch, Spain under the Habsburgs (Basil Blackwell, Oxford,

1981)

• Los mapas 2 y 3, según los mapas de Europa durante la Guerra

de los Treinta Años, que aparecen en Geoffrey Parker, The Thirty

Years’ War (Routledge and Kegan Paul, Londres, 1984)

• El mapa 4, según el mapa de los Países Bajo que aparece en

Jonathan I. Israel. The Dutch Republic and the Hispanic World,

1606-1661 (Clarendon Press, Oxford, 1982)

Y un cuadro nobiliario, que recoge las Casas de Guzmán, Haro y Zúñiga,

páginas 42 a 50, quienes formaron parte también importante del estudio

dedicado por el autor al Conde-Duque de Olivares.

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2. Cuestiones de forma.

2.1. La consonancia del título.

Si bien el título EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES, ya es por sí sólo un

imán que atrae al curioso lector, o al estudioso historiador, el editor de

J.H. Elliott ha insertado en su portada, contiguo al título, la siguiente

lectura: “Un estudio definitivo y una gran obra literaria”. Además, junto a

la reproducción a todo color de una parte del famoso cuadro de

Velázquez, recogiendo el fuerte cuerpo de don Gaspar de Guzmán y

Pimentel subido a la silla de su portentoso caballo; desde donde el

ministro de Felipe IV nos mira de soslayo por encima de su respetuoso

mostacho.

Dicho subtítulo de portada viene a dar la categoría precisa a este tipo de

publicación; el certificado exacto de ser una literatura de envergadura.

Mientras que en su página 5, hace constar el autor otra leyenda: “El

político en una época de decadencia”.

Traducción de Teófilo de Lozoya, del original: The Count-Duke of

Olivares. The Statesman in an Age of Decline, publicado en Yale

University, New Haven y Londres, en 1986, lo cual, a mi entender, nos

pone en antecedentes de un importante período de la historia de España

y anuncia, en justa proporción, que vamos a entrar en el conocimiento

de cómo un Imperio mundial empezó a sucumbir junto a los títulos

nobles de un Conde-Duque.

Es decir, el título del libro y ambos subtítulos van en total consonancia

con el estudio contenido en este volumen publicado por la Editorial

Mondadori el día 8 de octubre de 1998. Por otra parte, estimo que por

respeto al médico-historiador Gregorio Marañón, J.H. Elliott, utilizó el

mismo título del autor español, en la décimo cuarta edición de la

Colección Austral, publicada el 28 de febrero de 1975.

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Y después, la misma editorial ESPASA-CALPE, en su colección

BIOGRAFÍAS ESPASA, volvería a publicar en 1992 la obra de

Gregorio Marañón, en una vigésima quinta edición, aumentada de

los XXV capítulos de la anterior, a otra más moderna con XXXV

capítulos, y el siguiente título de portada: “ El Conde-Duque de

Olivares, la pasión de mandar”.

En definitiva el repetido título original, tanto por un autor o por

otro, es conforme, proporcionado, equilibrado, por ser exacta su

afinidad con el relato histórico que nos presentan ambos autores

para un mismo personaje cuya notoriedad política, social y

personal, sigue trascendiendo después de cuatro siglos.

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2.2. Utilización de citas a pie de página y su contenido.

Por fortuna, en el libro que he terminado de leer4, el autor no ha utilizado

ese sistema referencial de poner citas al pie de cada página editada.

J.H. Elliott se decidió por enviar todas sus anotaciones al final del libro,

en un apartado que ha dado en titular NOTAS, y que ocupan desde la

página 746 a la página 872.

El diseño de esta Notas, lo hace mediante un rol de partes, y capítulos

de las mismas, que resultan muy prácticas; en conjunto las 279 notas

son muy apropiadas, propias de un hombre experto y meticuloso como

es el autor. El lector puede recurrir a ellas para aclarar dudas, sin

producir despistes y mantienen el hilo del tema.

A simple vista se advierte, tal y como he leído de comentaristas más

autorizados5 considero que la segunda parte de esta obra historiográfica,

por la cantidad de notas (743) contiene las páginas más brillantes

porque ahí relatan las tristes luchas por el poder en la corte de Carlos IV,

entre los años 1618 a 1623.

Espigando entre sus doctas notas, he escogido de la primera parte, en el

capítulo III, correspondiente a la herencia reformista, la nota número 36

que dice así:

“No existe ninguna historia institucional del Consejo de Castilla, y la insuficiencia de la documentación haría muy difícil una. Una breve relación de las competencias y actividades del consejo puede verse en la introducción del libro de Janine Fayard, Les membres du Conseil de Castille a l’epoque moderne (1621-1746) (Ginebra 1979), valioso estudio prosopográfico de los consejeros. (Hay traducción al castellano: Los miembros del Consejo de Castilla, 1621-1746, Madrid, 1982.)

Es evidente la riqueza ilustradora de Notas como ésta, harían espesa,

dura, difícil la lectura de un libro como el aquí tratado, si las mismas se

incluyeran “a pie de página”, resultando mucho más práctico y conciso el

haber insertado todas sus notas al final de esta obra capital.

4 ELLIOTT, J.H. - EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES. Editorial Grijalbo Mondadori. 1998

5 SCOUSER. http://www.hislibris.com/el-conde-duque-de-olivares-john-elliott/

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2.3. Instrumentos auxiliares empleados.

Como buen historiador que es J.H. Elliott, conviene destacar el gráfico

genealógico que se inserta en su libro, ocupando las páginas 42 a 50,

porque el diseño editorial de la publicación no lo permite de otra manera,

y en él se detalla LAS CASA DE GUZMÁN, HARO Y ZÚÑIGA.

Y los mapas que hemos relacionado, antes, en la página 12.

• Un mapa de España que aparece en John Lynch, Spain under the

Habsburgs (Basil Blackwell, Oxford, 1981)

• Dos mapas de Europa durante la Guerra de los Treinta Años, que

aparecen en Geoffrey Parker, The Thirty Years’ War (Routledge

and Kegan Paul, Londres, 1984)

• Un mapa de los Países Bajo que aparece en Jonathan I. Israel.

The Dutch Republic and the Hispanic World, 1606-1661

(Clarendon Press, Oxford, 1982)

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2.4. Otros detalles.

El índice onomástico, alcanza desde la página 900 a la página 919.

Interesante tema también, mediante el cual logramos contabilizar todos

los personajes (589 apellidos) o protagonistas históricos que, gracias a

la minuciosidad de J.H. Elliott y sus colaboradores podemos consultar

por resultarnos útiles, apropiados, para comprender mucho mejor esta

obra historiográfica. Extraordinaria relación, dada la cantidad de fuentes

que el autor hubo de consultar para obtener un ensayo como este, tan

concienzudo y auténtico por cuantos nombra en su libro.

En la página 911 empieza la glosa sobre OLIVARES, GASPAR DE

GUZMÁN, Conde-Duque de… citando en el presente Glosario los

siguientes detalles de este gran ministro español del siglo XVII:

� Biografía

� Títulos

� Dignidades

� Oficios y premios

� Propiedades

� Riqueza y hacienda

� Apariencia y físico

� Salud y enfermedad

� Carácter y temperamento

� Religión y filosofía

� Estilo de vida

� Cultura, mecenazgo y aprendizaje

� Estilo retórico y literario

� Descripciones contemporáneas

� Como hombre de estado

� Relaciones con el rey

� Relaciones con la reina

� Relaciones con los infantes

� Consejero de Estado

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� Primer ministro

� Métodos de gobierno

� Programa para la monarquía española

� Programa para Castilla

� Fracaso del programa de reformas

� Hacienda real

� Política respecto a la Iglesia

� Política respecto a la nobleza

� Condición de Castilla

� Condición de Cataluña

� Corona de Aragón

� Indias

� Portugal

� Vizcaya

� Imperio

� Inglaterra

� Francia

� Países Bajos

� Ministro de guerra

� Oposición al régimen

� Cartas, discursos, papeles de estado y apologías

� Cartas

� Discursos

� Papeles de estado

Esta cantidad de datos, respecto al protagonista principal de la obra de

J.H. Elliott, termina en la página 914. Por tanto cabe imaginar la

impresionante voluntad que hubo de demostrarse el autor, toda vez que

al inicio de sus pesquisas históricas no se disponían de los medios

informáticos de hoy.

Otro de los personajes más importantes que intervienen -Felipe IV- el

autor relaciona las citas sobre este monarca como príncipe; como rey:

gobierno, carácter e intereses, títulos, viajes, enfermedad, opiniones, y

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actitudes a favor, desfavorables; o como títere del Conde-Duque

Olivares.

Convengo por tanto que el Glosario es imprescindible para cualquier

obra de similares características a un libro como éste, y una guía

indispensable para comprender por qué la historia del Conde-Duque,

sea escrita por un autor español o extranjero, ha sobrevivido durante

unos siglos a su propia existencia.

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2.5. Redacción.

Cuando un volumen de estas características, en algo tan complejo como

es nuestra propia historia, nos engancha… parece difícil cuestionar

sobre la calidad de su redacción. Mejor dicho, no cabe otra opinión más

que alabar al autor -extranjero por añadidura- que nos ha permitido leer

su impresionante obra histórica de forma continuada, y con un constante

interés en sus conclusiones.

Porque escribe de forma objetiva, rigurosa, con elegancia y claridad.

Gracias a él conocemos mejor algo del Imperio español en el siglo XVII.

Lo ha sabido hacer en esta biografía del Conde-Duque de Olivares con

una hermosa prosa impresa en sus letras, dando forma primorosa y

excelente a los acontecimientos históricos que se sucedieron en torno a

la figura del valido de Felipe IV.

Es una forma de relatar moderna, sin perjuicios; muy meticuloso en sus

investigaciones, vehemente y concienzudo al exponer nuestros propios

hechos históricos, o incluso de los países en donde España lindaba

fronteras continentales e intercontinentales; lo hace de una forma

brillante al comparar situaciones de unos y otros, amigos, enemigos,

familiares, sin pasión, sin sentir ideología por nadie en especial –de ahí

el buen hispanista que es- aunque otros más entendidos digan que en

este libro su texto es una apología a favor de don Gaspar de Guzmán y

Pimentel; nada más lejos del interés historiográfico de J.H. Elliott.

Se intuye en sus letras una enorme riqueza y sabiduría, aunque el propio

autor advierte tener limitaciones; lo cual le honra, además de significar

que es un autor prudente. En sus letras, como digo, no hay ningún

partidismo y por todas sus líneas reluce nada más que la verdad.

Cuestión ésta que alguna vez nos puede resultar grata y en otro

momento nos puede rebotar humillante. Pero es así, con un libro como

éste, que te engancha de manera absoluta, y te ayuda necesaria, de

forma absoluta, a conocernos nosotros mismos con tal de saber cómo

somos.

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3. Valoración personal.

Antes de nada debo agradecer a la doctora Magdalena de Pazzis Pi Corrales,

Vicedecana Relaciones Internacionales, Institucionales y estudiantes, del

Departamento de Historia Moderna, Facultad de Geografía e Historia, de la

U.C.M., su recomendación para que yo estudiara este libro de J.H. Elliott con

tal de hacer la presente recensión.

Por iniciativa personal no lo hubiera escogido de entre los anaqueles, en la

Biblioteca de mi barrio. Su grosor, más de 900 páginas, su tamaño adaptado al

modelo de libro de bolsillo, y una letra tan pequeña, me hubieran hecho desistir

de entrada.

Pero en esencia, por eso, porque una vez que “entras” en su lectura, un curioso

lector ya no puede parar. Ahora con todo lo que he disfrutado por medio de

este ensayo, además tal y como la doctora Magdalena nos enseñó: escudriñar

entre las páginas, índices, pies de páginas, notas, consultando mapas,

cuadros genealógicos, buscando información complementaria, tomando

apuntes, mi valoración personal no puede ser más positiva.

Veinticinco años de la vida de este autor, de un hispanista británico, queriendo

comparar una Inglaterra que no era nada con una España que lo era todo en el

siglo XVII, nos ha venido a aportar a todos sus lectores suficientes claves como

para comprender mucho mejor al Conde-Duque de Olivares. Que si bien la

obra original es en inglés, se debe reconocer también la posibilidad de su

edición en 1990 gracias a la traducción al español de Teófilo de Lozoya, con la

revisión de Antonio Feros y el propio autor.

Esta labor del concienzudo historiador, que es amena, que tira del lector hacia

sus conclusiones finales, no le permite introducir una pizca de humor tal y como

hiciera Gregorio Marañón, tomando del estudio6 de un contemporáneo del

privado de Felipe IV, donde se menciona la mala relación del embajador

6 Véase página 20 EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES. Colección Austral – Espasa Calpe. 1988

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Olivares (padre de Gaspar) con el Papa Sixto V, durante su estancia en la

Embajada de España en Roma. Muy instructivo este estudio, para juzgar la

típica fanfarronería de los españoles de aquel tiempo:

Don Enrique –dice este manuscrito- llamaba a sus criados con una campana; y como esto sólo lo podían hacer, por lo visto, los cardenales, Sixto V envió a su Nepote, el cardenal Pereto, a rogar al embajador que no la tocase. El embajador de Francia se unió a la petición pontificia y hasta se despacharon “letras apostólicas con censura contra el Conde”: nada menos que por esto de la campana. Olivares [padre] enfurecido, tuvo tres audiencias con el Papa, exigiéndole que le dejase la preeminencia campanil, en atención a que su Rey era “el mayor Príncipe del Orbe” y a que la Santa Sede extraía sólo de España dos veces más de dinero que de todo el resto de la Cristiandad. No cedió Sixto V, y obligado el español a renunciar a la campa, ideó llamar a sus criados disparando cañonazos; con lo que “el Pontífice le envió a mandar tuviese la campana para quitar el escándalo y el temblor que en Roma se causaba cuando se disparaban las piezas; y desde entonces usaron los embajadores de España la campana con permisión pontificia”

Todas las fuentes consultadas presentan esta versión española del Conde-

Duque, como una monumental biografía del mismo. Antes de J.H. Elliott

apenas si se había escrito sobre el período decadente de nuestro imperio, tal

como he podido conocer en Antonio Cánovas del Castillo, autor de “Estudios

del reinado de Felipe IV” publicados en dos volúmenes, en 1888 y 1889; más

las dos publicaciones que dispongo del doctor Gregorio Marañón editados por

Espasa-Calpe7

Recuerdo, durante una de nuestras clases, un alumno preguntó a la doctora Pi

Corrales: ¿Por qué los hispanistas ingleses son tan buenos? Con el estudio he

sabido que fueron ellos mismos, los ingleses quienes se dedicaron a difundir

por todo el mundo esa leyenda negra que sigue pesando sobre nosotros como

una losa.

Siglos después han sido otros ingleses los que han dedicado gran parte de su

existencia a desnaturalizar esa leyenda, gracias a su voluntad por estudiar y

entender la historia de nuestro país, sus diferentes costumbres, lenguas y

culturas que componen España; de ahí su excelencia y calidad como

hispanistas. Sir John Huxtable Elliott destaca de entre todos ellos por su obra, 7 MARAÑÓN, G. EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES - Colección Austral – 1988 MARAÑÓN, G. EL CONDE-DUQUE DE OLIVARES. La pasión de mandar. Biografías Espasa – 1992

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compuesta de numerosos títulos dedicados a la historia de nuestro país, ha

sido reconocida a nivel internacional.

“El XVII forjó la idea de una España diferente que había perdido el favor de

Dios” y este concepto es constante en el ensayo del autor mientras nos lleva

por la corte de Felipe IV, donde tanto el monarca, como su valido, demás

ministros, políticos, militares y cortesanos, pensaban que era un castigo del

Señor por todos nuestros pecados (reveses en las batallas, pactos con otros

países, mala administración de Hacienda, corrupción en las colonias)

Elliott nos saca de ese error, gracias a su puntillosa contabilidad y escrupuloso

análisis de todo el poderío español en el XVII, y nos incorpora a Europa, a la

historia de Europa en ese mismo siglo, desechando que nuestra quijotesca

manera de ser, nuestro recalcitrante catolicismo, era inconciliable con la

modernidad. Para decirlo de la forma más sencilla, porque este genial autor es

así de humilde, nos hace saber con este ensayo que el imperio español se

murió de éxito.

Gracias a él, aprendemos que el Conde-Duque de Olivares fue un hombre y

estadista complejo, el primero de todos los primeros ministros que ha tenido

España. Fue también el primer gran reformador; tanto, que muchas de sus

ideas se trataron en el siglo siguiente; al propio tiempo, por si no era poco el

trabajo que él mismo echó a sus espaldas, quiso conservar la monarquía de la

casa de los Austria y todo su poder en el momento más complicado. También

intentó restaurar en nuestro país el nivel que disfrutamos en tiempos de Felipe

II. Olivares fue muy religioso, pero defendió siempre los intereses de Felipe IV

frente a la Iglesia.

Reflejo del privado español, enfrente, junto a Luis XIII, tuvo al cardenal

Richelieu. Ambos padecieron problemas similares, ambos eran renovadores y

como tal quisieron mejorar la economía de Francia y España. Al estar en

conflicto un país con otro, abandonaron los programas que cada uno había

diseñado en la reforma interior de su respectivo estado.

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Elliott ha relatado de forma magistral la figura de Olivares, y su fracaso, que le

llegó inducido, un tanto parcial, por el empaque español en la guerra. Se

obsesionó de tal forma por la política exterior, que alcanzó a crear una red de

espías e informadores, y lo mismo hicieron los primeros ministros de Francia e

Inglaterra. Nos ha hecho sentir el autor cómo la guerra con Holanda, y más

todavía, la intervención de Mantua, aceleraron el gran desastre donde fue a

caer España, incluso en sus relaciones exteriores. También nos acerca a la

visión que tenía Olivares, de una forma tan global, gracias a poseer en su

despacho mapas de todo el mundo y así poderse hacer un balance general de

todo el poderío mientras manejaba la voluntad de Felipe IV. Fracasó en estos

temas como casi en todo, a excepción de la política cultural. Gracias al Conde-

Duque que mandó venir a la Corte a su amigo Velázquez, ambos de

ascendencia andaluza, nos queda una de las más impresionantes colecciones

pictóricas de ese complicado siglo XVII.

J.H. Elliot vio compensado su celo europeísta como historiador, con el Premio

Príncipe de Asturias en 1996. Y porque todo surgió contemplando un cuadro

del Conde-Duque, el autor debe sentirse, en particular ilusionado, gracias a

recibir la llave del Museo del Prado, que significa su asiento como miembro del

organismo de programación de una de las primeras pinacotecas del mundo.

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4. Ilustraciones

(4.2.)

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(4.3.)

(4.4.)

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(4.5.)

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(4.6.)

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(4.7.)

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(4.8.)

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(4.9.)

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(4.10)

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Bibliografía:

ELLIOTT J.H.: El Conde-Duque de Olivares. Barcelona.

Mondadori, 1998

MARAÑÓN, G.: El Conde-Duque de Olivares, Madrid, Espasa Calpe,

Colección Austral, 1988

MARAÑÓN, G.: El Conde-Duque de Olivares. La pasión de mandar.

Madrid, Espasa Calpe, Biografías Espasa, 1992

Trenas M.A.: “Un inglés contra la leyenda negra”

Diario LA VANGUARDIA. Barcelona. Pág. 46 - 28/3/1990

OEMICHELI T. H. : “Elliott, J.H.”

Diario ABC. Madrid. Sección Cultura. Pág. 49 – 28/3/1990

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Ilustraciones para esta recensión:

4.1. Grabado Francisco de Goya. 1778. Aguafuerte. Centro Virtual

Cervantes. http://cvc.cervantes.es/artes/velazquez/olivares.htm

4.2. Árbol genealógico de los reyes de España y familia de la casa

de Austria. Wikipedia.

4.3. Ciencias Sociales 2 ESO - http://blogsoc2.blogspot.com/p/los-

austrias.html

4.4. Genealogía de los Austria -

http://www.box.net/shared/qa8ebz6so3

4.5. Genealogía de los Habsburgo en España -

http://hispaniahistoria.blogspot.com/2010/01/la-genetica-y-los-

habsburgo.html

4.6. El siglo XVII en España. Evolución política. Daniel Gómez Valle -

Profesor de Geografía e Historia en el I.E.S. "Bachiller Diego

Sánchez". 2006.

http://esquemasdehistoria.blogspot.com/2010/05/esquema-

sobre-la-evolucion-politica-del.html

4.7. España en el siglo XVII

http://marracos.blogspot.com/2008/01/marracos-siglo-xvii.html

4.8. Posesiones españolas en Europa Siglo XVI.

http://apruebohistoria.blogspot.com/2010/11/epigrafes-9-la-

espana-del-siglo-xvii.html

4.9. Quiebra de la unidad territorial con Felipe IV. Agustín UBIETO,

Génesis y desarrollo de España, II. Diapositivas, Instituto de

Ciencias de la Educación, Zaragoza, 1984 (Colección Materiales

para la clase, nº 3, vol. 2) http://clio.rediris.es/n32/atlas/094.jpg

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4.10. Europa en el silgo XVII. Daniel Gómez Valle - Profesor de

Geografía e Historia en el I.E.S. "Bachiller Diego Sánchez".

2006.

http://picasaweb.google.com/lh/photo/OH3KuRWbQqHKUAVDw

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