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EL CRISTIANO Y LAS AUTORIDADES En la primavera del año 52 d.C. había quedado vacante el gobierno de Acaya. Roma solía proveer estos puestos importantes con hombres muy conciliadores y prudentes, por eso el senado había confiado el cargo de procónsul de Acaya a uno de los hombres más amables y cultos de su tiempo, Marco Anneo Novato, también llamado por su padre adoptivo Junio Galion, este no era otro que el hermano preferido de Séneca. Su nombre y actividad están atestiguados de modo cierto no solo por el N.T., sino también por una carta del emperador Claudio a la ciudad de Delfos escrita entre Abril y Agosto del año 52 d.C. Los judíos de Corinto, ante el éxito de la predicación de Pablo, se sintieron amenazados y lo llevaron ante Galión (Hch.18:12-17) con la acusación de predicar una religión ilícita; pero Galión no encuentra delito alguno en ello y expulsa del tribunal a los judíos. Este hecho tendría tremendas repercusiones en la historia del mundo puesto que una autoridad romana quitaba toda traba legal para la expansión lícita de un cristianismo incipiente. Los textos que vamos a estudiar a continuación y que tratan de la relación del cristiano con las autoridades, nos hablan de actitudes que estaban poniendo en peligro este gran logro. Son tres los textos: Ro. 13:1- 7, Tito 3:1-11, 1ª Pedro 2: 11-17. Romanos 13:1-7 La ciudad de Roma en tiempos de Pablo contaba con una población bastante superior al millón de habitantes, una inscripción la coloca por los cuatro millones, la mayoría de los cuales eran esclavos. No se sabe con certeza los orígenes de la comunidad cristiana en Roma pero parece ser que llegó a formarse antes del año 50 d.C. De Ro. 1:13 y 15:23 se puede deducir que existía desde hacía bastante tiempo; es posible que la iglesia de Roma fuera fundada por la predicación de los convertidos en Pentecostés, algunos de los cuales eran romanos (Hch.2:10). Roma poseía en el siglo I d.C. una población judía de entre treinta mil y cincuenta mil miembros organizados en su mayor parte en sinagogas propias, de las cuales se

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EL CRISTIANO Y LAS AUTORIDADES

En la primavera del año 52 d.C. había quedado vacante el gobierno de Acaya. Roma solía proveer estos puestos importantes con hombres muy conciliadores y prudentes, por eso el senado había confiado el cargo de procónsul de Acaya a uno de los hombres más amables y cultos de su tiempo, Marco Anneo Novato, también llamado por su padre adoptivo Junio Galion, este no era otro que el hermano preferido de Séneca. Su nombre y actividad están atestiguados de modo cierto no solo por el N.T., sino también por una carta del emperador Claudio a la ciudad de Delfos escrita entre Abril y Agosto del año 52 d.C. Los judíos de Corinto, ante el éxito de la predicación de Pablo, se sintieron amenazados y lo llevaron ante Galión (Hch.18:12-17) con la acusación de predicar una religión ilícita; pero Galión no encuentra delito alguno en ello y expulsa del tribunal a los judíos. Este hecho tendría tremendas repercusiones en la historia del mundo puesto que una autoridad romana quitaba toda traba legal para la expansión lícita de un cristianismo incipiente. Los textos que vamos a estudiar a continuación y que tratan de la relación del cristiano con las autoridades, nos hablan de actitudes que estaban poniendo en peligro este gran logro. Son tres los textos: Ro. 13:1-7, Tito 3:1-11, 1ª Pedro 2: 11-17.

Romanos 13:1-7

La ciudad de Roma en tiempos de Pablo contaba con una población bastante superior al millón de habitantes, una inscripción la coloca por los cuatro millones, la mayoría de los cuales eran esclavos. No se sabe con certeza los orígenes de la comunidad cristiana en Roma pero parece ser que llegó a formarse antes del año 50 d.C. De Ro. 1:13 y 15:23 se puede deducir que existía desde hacía bastante tiempo; es posible que la iglesia de Roma fuera fundada por la predicación de los convertidos en Pentecostés, algunos de los cuales eran romanos (Hch.2:10). Roma poseía en el siglo I d.C. una población judía de entre treinta mil y cincuenta mil miembros organizados en su mayor parte en sinagogas propias, de las cuales se conocen trece. Al igual que en Corinto, la ruptura obligada del cristianismo con la sinagoga y el éxito de la predicación de éste creaba una gran animadversión por parte del judaísmo. Este conflicto entre judíos y judío-cristianos provocó la expulsión de los primeros de Roma. Suetonio afirma en “Vita Claudii” capítulo 25, que la razón de la expulsión estaba en el constante tumulto y desorden social causado por instigación de Chresto. Por lo general se presume que el tal Chresto debe ser entendido como Cristo (estas vocales se confunden también en otros lugares); es probable que la proclamación de Jesús como Cristo El Mesías por parte de los judíos cristianos fue lo que provocó los tumultos (nótese los creados en Jerusalén por la misma causa). La iglesia de Roma estaba compuesta de judío-cristianos y de pagano-cristianos pero la expulsión de estos de Roma propició que fueran mayoría los pagano-cristianos. La carta del apóstol contiene un mensaje impersonal que sugiere que el escritor no tenía en mente a personas y necesidades concretas siendo más probable que Romanos sea un sumario del mensaje del evangelio de Pablo incluyendo la aplicación práctica de la verdad cristiana a los diferentes aspectos de la vida en la iglesia y en la sociedad. La palabra que se usa en Ro. 13:1 para designar autoridad es exousia y denota primariamente la capacidad para realizar una acción; luego, el derecho, la autoridad conferida por una instancia superior o la facultad otorgada por el gobierno; el derecho en diversas relaciones sociales aparece ciento dos veces en el N.T. con una amplia gama de significados: libertad,

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derecho, capacidad, poder, autoridad y potestad. Aquí en Ro. 13:1 se habla de las autoridades superiores (Exousias, huperechousais)

Huperechousais- deriva de huperecho que significa elevarse, sobrepasar, destacar; literalmente “la cosa que cuelga por encima de”, huper = sobre y echo = tener, traducido aquí como autoridades superiores. Tanto el término sométase = hupotassestho, como ordenadas, establecidas = tetagmenai proceden de tasso.Sométase = hupotassestho deriva de hupo = bajo y tasso = ordenar, disponer, constituir, determinar. Es primariamente un término militar, de ahí que se traduzca como someterse, alinearse bajo, obedecer, subordinar, estar sujeto. Este mismo verbo se utiliza en Efesios 5:21-22 y 24, Col.3:18. En todos estos contextos se exhorta al orden interno para fomentar el progreso. Las jerarquías y la adjudicación de funciones en toda sociedad, crea una base de orden que fomenta el progreso ya que una vez acatada por cada uno su función, todos cooperan para el progreso común. Vemos un ejemplo de esto en 1ª Cor. 12: 12-31 y en Ro. 12: 3-16; los versículos 3 y 16 exhortan al buen juicio para no entorpecer el progreso de la iglesia, asumiendo cada uno su función; el orden creado es fuente de progreso y sinergias, necesario para la prosperidad de cualquier causa. Tetagmenai = establecidas, constituidas, este es el perfecto perifrástico indicativo voz pasiva de tasso. Quien se opone = antitassomenos, participio presente de anstitasso = oponerse, ofrecer resistencia. Diatage = disposición, ordenanza, lo establecido. En este texto Pablo no se refiere al estado o gobierno en si, que puede ser despótico o democrático, sino más bien al ordenamiento civil o legal por el que toda sociedad se rige y que suele estar basado en un alto grado de justicia ya sean el Estado o los gobernantes despóticos o democráticos, puesto que de un mínimo de justicia en el ordenamiento legal se basa la convivencia pacífica (aún cuando Nerón era un gobernante injusto, el código civil y el derecho romano y las autoridades encargadas de llevarlo a la práctica funcionaban con un alto grado de justicia). Pablo exige aquí obediencia a las autoridades por parte de los cristianos aludiendo a que todo ordenamiento social proviene de Dios. El ordenamiento social y los códigos civiles existen para evitar las injusticias y para reglamentar el derecho de todos los ciudadanos, esto es a lo que Pablo manda obedecer; la elección del término diatage indica que lo que le preocupa aquí no es definir en abstracto la esencia del Estado sino toda aquella parte de la administración del Estado que se ocupa del orden social y legal, además es contrario al carácter de Dios constituir Estados injustos o mandar a los cristianos sujetarse o adherirse a la injusticia, que clase de Dios sería un Dios que pone en el trono a un personaje como Nerón, Dios nunca toma estas iniciativas, que un gobernante injusto llegue al poder no sorprende a Dios pero tampoco Dios toma la iniciativa para colocarlo ahí, más bien debemos entender esto a la luz del caso de José y sus hermanos (Gen. 45: 1-15), Dios hizo que el pecado de los hermanos de José redundase en un bien para Israel pero no los incitó a pecar. Una correcta interpretación ha de consistir en el correcto equilibrio entre voluntad y poder de Dios y libre albedrío.

Cualquiera que lea la Biblia advertirá que el orden es una cualidad inherente al carácter de Dios y no debemos olvidar que los hombres fuimos hechos a su imagen y semejanza (Gen. 1:26). En Gen. 2:24 vemos como Dios sienta las bases del orden social primario que es la familia. En definitiva todo sentido del orden o todo orden social creado a partir de éste que el hombre haya logrado, procede de haber sido creados a su imagen y semejanza. Más adelante volveremos sobre esto.

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La etología nos da pruebas al respecto diciendo que el hombre nace con una serie de tendencia innatas que nos predisponen hacia ciertos comportamientos predeterminados; tales tendencias o normas determinadas genéticamente inducen al hombre a experimentar unas cosas como buenas y otras como malas, y se hallan en la base de los conflictos de mala conciencia. Estas plantillas innatas establecen lo que es cierto o falso, bueno o malo; la universalidad de ciertas normas que se expresa en situaciones esteriotipadas, siempre repetidas, aboga por esta conclusión. El desvío de la norma genera desazón en el hombre mientras que su cumplimiento satisfacción. Somos seres morales creados a imagen y semejanza de Dios, el pretender apartarnos de esas tendencias crea desazón; el tabú del incesto, el matrimonio o el rechazo a matar serían tres de entre las muchas tendencias universales. Tanto la etología como la psicología de la Gestalt o formas, nos vienen a demostrar con experimentos que el sistema de percepción humano se compone de una serie de plantillas innatas que incrementan la percepción ordenada, la simplicidad y la perfección, estas tendencias, este amor por el orden es tan intenso que lleva incluso a implantar orden donde no existe, comenzando en edades preverbales donde ya los niños completan puzzles siguiendo patrones de orden. El hombre, pues, nace con una tendencia al orden heredada del imago dei, esto se traduce entre otras cosas en el orden y organización social. Al principio el hombre vivía en grupos familiares o clanes pero pronto se dieron cuenta de que organizándose en sociedades mayores y más complejas sus logros eran superiores; la creación de Estados ofrece a los ciudadanos que lo forman ventajas para su supervivencia pero esto demanda un sistema de medidas para mantener el orden y armonía internos. El sustrato de estas bases legales fueron constituidas por Dios en el decálogo (Éxodo 20:1-17) y en el desarrollo real de este decálogo que se lleva a cabo en los libros de Éxodo, Levítico y Deuteronomio. Todos estos datos nos llevan a la conclusión de que toda tendencia al orden y toda organización humana tienen por base a Dios y a haber sido creados a su imagen y semejanza y esto se puede atestiguar en todo el mundo y todas las culturas. Hemos visto cuales eran las revueltas sociales producidas en Roma en los barrios judíos, esto fue lo que motivó las palabras de Pablo con el fin de no poner en peligro la causa cristiana dado que el imperio Romano era muy sensible a este tipo de revueltas contra el orden público por la gran cantidad de esclavos que había en la ciudad y en el imperio (sesenta millones de esclavos en todo el imperio romano) y que cualquier chispa podía generar una revuelta de gran magnitud y poner en peligro el Estado romano. Los dirigentes romanos, muy sensibles al orden social, habían adoptado de la cultura griega el término concordia (homonoia), este término había sido el tema sempiterno de los educadores políticos y estadistas de la época clásica de la polis griega. Durante el período romano la concordia llegó a ser una diosa, encontrándose su efigie en las monedas romanas, era invocada en las ceremonias nupciales privadas, en los festivales de ciudades enteras y por los gobernantes del imperio romano; los filósofos la ensalzaron como aquel poder divino que subyuga y mantiene el orden y la paz mundiales, esto pone de manifiesto la importancia que los romanos le daban a la conservación del orden social. Pablo insta aquí a los romanos a un buen comportamiento cívico, a ser buenos ciudadanos por causa del testimonio y la causa cristiana. El v. 3 da pruebas de ello dando a entender que solo el comportamiento ilegal es motivo de temor a las autoridades; los versículos 6 y 7 instan al civismo y a cooperar con el orden social puesto que esto favorece la causa cristiana y que los conflictos y las discusiones exageradas por motivo de la religión pueden provocar desórdenes sociales y perjudicar la causa. No está Pablo aquí exhortando a la obediencia ciega al Estado o a gobernantes injustos, sino al orden social por el que toda sociedad se rige. Vemos que

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aquí se apela al civismo, al sometimiento a las autoridades que administran justicia; más que una adhesión ciega al poder, apela al cumplimiento de los deberes cívicos y enseña que ser cristiano no implica romper con el mundo y la sociedad, todo lo contrario, el cristiano ha de aprovechar todo para propagar su mensaje, se pretende aquí evitar las conductas anárquicas más que fomentar la sumisión patológica al poder. La autoridad como la ley tiene la misma función desde el punto de vista psicológico, social y religioso, ambas son necesarias para regular la conducta humana, regida por el principio del placer, de la imposición o del capricho interesado, pulsiones que hay que regular para poder vivir pacíficamente. Todo grupo humano necesita respeto y sumisión al derecho para la armonía y el cumplimiento de los fines de la sociedad. La obediencia y sumisión al derecho son para el cristiano un acercamiento a la voluntad de Dios puesto que toda reglamentación de derechos y deberes lleva a una mayor justicia, aplacando los egoísmos, las injusticias y el libertinaje; tanto la autoridad como la ley son los encargados de mantener la armonía y la paz social. Obedecer a las autoridades es obedecer a los encargados de velar por el orden y la justicia social, piedra angular para la propagación del evangelio.

Tito 3:1-11

Tanto la carta a Tito como las cartas primera y segunda de Timoteo se las denomina epístolas pastorales, son las únicas cartas escritas por Pablo a individuos, en ellas ofrece el apoyo y dirección a Tito y Timoteo, representantes autorizados por él mismo, para el ejercicio del ministerio pastoral. A Tito, como organizador de la nueva obra en Creta, donde Pablo ha trabajado con él por algún tiempo (Tito 1:5). La epístola de Tito aunque mucho más breve tiene mucho lenguaje común con 1ª Timoteo, se tratan problemas similares. La situación de la iglesia de Creta era penosa, carecía de organización y sus miembros observaban conductas descuidadas; si el capítulo 2 describe las necesidades de la iglesia, su situación era casi caótica. Quizás la predicación del evangelio había dado a los Cretenses la impresión de que la salvación les situaba por encima de una vida ordenada y moral, de estar por encima de todo y de no tener que sujetarse a nada y a nadie salvo a su propia interpretación de la vida cristiana. Podrían padecer una excesiva espiritualización mal entendida, hemos de tener en cuenta que la creencia en la inmediatez de la parousia podía haber fomentado actitudes anárquicas por parte de algunos cristianos. Los disturbios de Creta se debían a una moral laxa nacida de las tendencias naturales de los Cretenses (Tito 1:12-13) acentuado esto por disputas acerca de mitos y mandamientos de hombres promovidas por judaizantes (Tito 1:10 y 14-15) y que fomentaban una conducta anárquica (Tito 1:16), todo ello por dinero o por vivir sin trabajar, haciendo mucho daño a la comunidad y a su testimonio social (Tito 1:11). La palabra usada por Pablo denota lo apremiante de la intervención cuando habla de tapar la boca a dichos individuos, literalmente “poner la brida”. Estos individuos incitaban también a tendencias ascéticas que prohibían el matrimonio y el consumo de ciertos alimentos (1ª Timoteo 4:3 y Tito 1:15), de esto podemos deducir que los herejes tenían no solo elementos ideológicos judaizantes sino también gnósticos. El rechazo del matrimonio y las técnicas ascéticas eran claramente elementos gnósticos ( provocados estos por la predicación de sofistas itinerantes que eran comunes en aquella época), sobre todo el rechazo al matrimonio incluía un claro componente de subversión del orden social que podía interpretarse junto con las discusiones y las conductas desordenadas como peligrosas para la paz social por parte de las autoridades (las prácticas ascéticas y la prohibición del matrimonio eran propias de los gnósticos, de los terapeutas y de los esenios. Todas estas sectas inspiraban desconfianza social y eran

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vistas con recelo por parte de las autoridades, en Colosenses 2:16 -23 Pablo exhorta a no caer en esa esclavitud supersticiosa de sistemas humanos). Pablo hace hincapié en ordenar y organizar la comunidad y sus dirigentes como paso principal para evitar esta situación de confusión que generaba peligro para el cristianismo dada la tendencia de los romanos a no diferenciar entre el movimiento cristiano y todos estos oportunistas que surgían a su amparo, Hechos 21:38 nos da una muestra del peligro que podían entrañar estas confusiones para la causa cristiana. Cuando en Tito 3:1 Pablo insta a la obediencia a las autoridades y a estar preparado para toda buena obra debería interpretarse entendiendo el buen comportamiento ciudadano, el respeto al orden legal vigente y el rechazo de la anarquía como parte del buen obrar en la vida cristiana, aquí se solapan vida cristiana y acción cívica. Un buen comportamiento cívico es un buen testimonio cristiano nadie debe negarse a cumplir sus deberes cívicos so pretexto de que no es de este mundo, Tito 3:2 corrobora esta interpretación al exhortar el apóstol al civismo y al respecto de las leyes como manifestación clara de la conversión cristiana, Tito 3:3-8. En Tito 3:9 exhorta a no llevar el debate religioso al terreno del comportamiento antisocial; en 2ª Timoteo 2: 16-18 se nos da un ejemplo de estas actitudes; en Tito 3:10 se muestra la contundencia del consejo de Pablo dado el peligro que todo esto suponía para el testimonio cristiano en la isla de Creta; en 2ª de Tesalonicenses 3:6-15 Pablo trata de evitar comportamientos casi idénticos. La insistencia de Pablo en sus cartas acerca de esta temática da a entender que estas doctrinas heréticas habían hecho mella en las iglesias incipientes representando un gran peligro. En Tito 3:1 se emplea la misma palabra exousia y se añade archais derivado de arche que significa primacía ya sea en tiempo o rango traducido aquí como gobernantes. Podemos ver una vez más en este texto como la exhortación de Pablo pretendía evitar la anarquía imperante, los comportamientos poco cívicos y las desobediencias a la legalidad sin justificación que estaban dando una imagen negativa del cristianismo a nivel social y a nivel de las autoridades por lo tanto Pablo exhorta al orden cívico y al eclesial solapando ambos y dando a entender que el hecho de ser cristianos demanda un comportamiento cívico modélico por causa del testimonio.

1ª Pedro 2: 11-17

Esta carta fue dirigida por el apóstol Pedro a los peregrinos de la diáspora en el Ponto, Bitinia, Galacia, Capadocia y Asia. Si se entienden estos nombres como las provincias Romanas, los destinatarios serían casi la totalidad de los cristianos de Asia menor con excepción de las provincias meridionales: Licia, Panfilia y Cilicia. Los pasajes 1:1 y siguientes 2:2, 3:1 y 4:1 y siguientes dan la impresión de que Pedro se dirige a cristianos neófitos, además se deduce del 1:14-18, 2: 9-20 y 4: 3 que habían sido antiguos paganos seguramente; en estas comunidades había también judeocristianos pero debieron constituir una minoría. El tema de la carta es que la fe y la vida cristiana deben acrisolarse en el sufrimiento y la persecución y su finalidad es consolidar la fe de sus destinatarios que podía estar en peligro por la situación tan difícil que vivían. La carta tiene un carácter exhortativo y las exposiciones que se hacen en ella tienen como propósito dar fundamento a las exhortaciones, todo ello encaminado a prepararlos y animarlos a soportar con firmeza la persecución inminente. Esta persecución tiene su origen en el ambiente pagano hostil al cristianismo (1ª Pedro 2:12 – 15). Es difícil saber si el autor piensa también en persecución por parte del Estado, hay opiniones para ambos casos pero sea cual fuere el caso el autor tiene preocupación de que bajo la presión popular el Estado pueda intervenir. Hacia finales de la década sexta los cristianos se habían separado del judaísmo y eran percibidos como un grupo diferente.

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Su firme adhesión a creer en un Dios invisible, en Cristo resucitado y proclamarlo como rey celestial, su predicación acerca de un juicio venidero y el derrumbamiento del orden existente provocaron malos entendidos, odios y persecuciones bajo la acusación de deslealtad a los gobiernos terrenales; es posible que el judaísmo se encargara de sembrar esta semilla, la reacción contra ellos en Roma bajo Nerón fue producto de este disgusto popular hacia ellos activado por Nerón y posiblemente por algún judío influyente en las altas esferas, dado que el judío Alitiro era actor cortesano y gozaba de gran valimiento ante Nerón a quién enseñaba arte dramático aunque esta última parte no deja de ser una conjetura. (La diatriba entre el filósofo judío Celso y Orígenes nos muestra que estas confrontaciones persistieron en el tiempo ya que allá por el año 165 d.C. Celso en su libro discurso verdadero contra los cristianos, acusa a estos de no querer servir en la milicia de su falta de patriotismo y de rehusar los cargos públicos, contestado esto por Orígenes en su libro contra Celso; a la acusación de no querer servir en la milicia Orígenes no lo niega y lo refuta diciendo que el cristiano puede prestar otros servicios y que los sacerdotes paganos tampoco van a la guerra para preservar sin mancha su diestra por razón de la ofrenda de los sacrificios. Los cristianos luchan como sacerdotes y servidores de Dios manteniendo puras sus diestras y con sus oraciones destruyen a los demonios que son los que suscitan las guerras y perturban la paz (Libro VIII cap. 73). A la acusación de falta de patriotismo contesta Orígenes que el cristiano ora por su patria y sus gobernantes y educa a la ciudadanía en el temor de Dios (Libro VIII cap. 74). A la acusación de rehusar cargos públicos Orígenes no lo niega y arguye que no es por sustraerse de los servicios generales sino que los cristianos prefieren dedicarse a velar por la salud eterna de los hombres, guardarse para el servicio más divino de la iglesia de Dios, así se preocupan por todos, por los de dentro y por los de fuera, los primeros para vivir más santamente y los segundos para que lleguen a las sagradas palabras de nuestra religión (Libro VIII cap. 75). (Hacemos este inciso para recrear con un hecho histórico la controversia social que el cristianismo generaba). Es posible que el apóstol Pedro tuviera miedo que la persecución desatada en Roma pudiera llegar a Asia menor por eso aconseja prudencia en las actuaciones y a ser sumamente escrupulosos en lo que se refiere al orden social y al respeto a las autoridades incluido al rey que en este caso sería el emperador Nerón. Debe entenderse aquí no la sumisión ciega a un déspota loco como Nerón sino la no provocación, el no dar motivos que se puedan malinterpretar, el no quitarle el honor que el mundo le da. El proclamar a Cristo como rey podía ser interpretado de esa forma; el versículo 17 aporta más luz sobre el v. 13, se utiliza aquí el verbo timesate: 2ª persona, plural, aoristo, imperfecto de timao que significa valorar, tasar, poner precio, apreciar, honrar; hay dos vocablos en el griego para expresar el concepto de honor, el vocablo doxa que generalmente designa una cualidad que esencialmente es propia de Dios y el que se usa aquí que designa el reconocimiento y la estima de la posición y la dignidad del otro, el reconocimiento de posición que la sociedad le otorga a un individuo por su riqueza, poder etc... El reconocimiento de los privilegios y dignidades derivadas de ello que generalmente van ligadas al cargo y que la sociedad reconoce, el cristiano debe estar dispuesto a respetar a todas las personas y al orden social imperante. El apóstol Pedro era un hombre que no pediría obediencia ciega al Estado sino que demostró un buen discernimiento en esta materia Hch. 4:19. 1ª Pedro 3:18 nos da un ejemplo de la actitud a seguir de cómo los esclavos han de acatar su posición aun en condiciones desfavorables. Aunque aquí Pedro parece apelar a una resignación definitiva Pablo nos aporta más datos en 1ª Cor. 7: 20, 21. Pablo enseña que no se debe desobedecer el orden social para salir de la esclavitud pero anima a obtener la libertad por medios legales. Una vez más vemos como se exhorta a la obediencia a las leyes, a las instituciones

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humanas Antropine-Ktisei y a respetar la posición social y de poder que la sociedad le concede a determinados individuos e instituciones que contribuyen al buen orden social. Pedro apela a la prudencia a la hora de predicar el evangelio y a no dar lugar a malos entendidos que pueden empeorar la ya desfavorable opinión social hacia ellos y que esto ha de trasladarse urgentemente a la vida cívica y al respeto del orden vigente por causa del testimonio. El v. 15 parece dar a entender que hay situaciones determinadas que es mejor testimoniar con los actos que con las palabras. El v. 16 es claro a la hora de aconsejar la forma de comportarse, el cristiano no debe usar la libertad equivocadamente. La libertad que Dios da la cristiano ha de ponerla al servicio de la causa. En los tres textos estudiados se apela a que el cristiano ha de obrar sabiamente en cada situación utilizando todos sus recursos para favorecer la expansión del reino de Dios y que nunca la libertad personal la dignidad y el honor, al cual se tiene derecho, obstaculice esto; 1ª Cor. 12: 7 nos da un ejemplo de la actitud a seguir. Un comportamiento como el exhibido, como el de Jesús en Mateo 22:21 prudente y sabio y dando el valor a cada institución en su contexto. El cristiano ha de saber conjugar con equilibrio su faceta espiritual y su faceta política como ciudadano. En 1ª Pedro 3: 15, 16, se muestra la conducta correcta: para que el testimonio cristiano sea eficaz ha de estar sostenido por una vida coherente en lo religioso y lo social y el testimonio debe ser dado pero sin desafío o desconsideración a la sensibilidad del que lo requiere respetando su forma de entender el mundo y siendo conscientes de que solo somos instrumentos divinos, esa mansedumbre que se pide en el v. 15 es una actitud de no confrontación para ganar al otro, obrar con prudencia por el bien espiritual del otro, evitar polémicas que solo buscan el protagonismo personal y devalúan la causa. En estos días tan peligrosos en Asia menor el testimonio cristiano necesitaba más que una argumentación vehemente que pudiera dar lugar a malos entendidos, una buena conducta en todas las áreas de al vida, como testimonio silencioso pero contundente para rebatir la oposición (1º Pedro 2: 15). El cristiano guiado por el Espíritu Santo debe saber cuales son sus prioridades en cada momento, la actitud tomada por Jesús en cuanto al pago del impuesto al César pudo servir a la iglesia primitiva como línea orientadora en su relación con el Estado pero siempre analizando cada situación concreta. La exhortación al acatamiento del orden social existente dada por Pedro y Pablo dan a entender que consideraban al Estado romano como un Estado de orden y derecho fiable y con un grado aceptable de justicia y seguridad para la expansión del cristianismo. Por eso exhortan a obedecer no por el castigo sino como fuente que aporta una seguridad indispensable para la expansión del cristianismo y por coherencia entre comportamiento y mensaje cristiano. La frase de Hobbes homo hoiminis lupus (el hombre es un lobo para el hombre) y las de la Misna en Abot cuando dice el Rabí Ananías: “reza por el bien del gobierno porque si no se le tuviera temor nos habríamos devorado vivos unos a otros”, son reveladoras a este respeto.

Es posible que tanto Pedro como Pablo vieran en el Estado romano un instrumento que ofrecía paz y seguridad y ciertas condiciones de justicia que eran el caldo de cultivo idóneo para la expansión del cristianismo, la denominada por Plinio “el joven” como “pax romana” que describía el estado de paz y seguridad experimentado por los súbditos de Roma siendo ésta garante de dichas ventajas. Como hemos visto en los tres textos analizados se aconseja en ellos obediencia al ordenamiento legal y respeto a las autoridades y no una sumisión incondicional y patológica al Estado y a los gobernantes; un ejemplo práctico lo encontraríamos en la historia reciente de España: en el franquismo los cristianos tenían la obligación de obedecer al ordenamiento legal del Estado y respetar a las autoridades siempre que ninguno de ellos legislara en contra de

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la voluntad de Dios, pero no someterse o adherirse al régimen fascista que tomó el poder por la fuerza de forma ilegal derrocando a un gobierno constitucional y que provocó con ello una guerra donde murieron miles de personas y una vez asentados en el poder purgaron de la sociedad a todo elemento disidente. No olvidemos que un sometimiento patológico al poder y una escasa crítica, llevó a la sociedad alemana de mayoría protestante a no ejercer la resistencia suficiente ante un régimen injusto y aberrante. Hay ocasiones como esta en donde el cristianismo está tan consolidado en una sociedad, que tiene la obligación moral de resistir a la injusticia y velar por los intereses comunes; es posible que de la mala interpretación de estos textos surgiera esa actitud pasiva como institución ante el asesinato de millones de personas inocentes. Según Primo Levi cree, muchos supervivientes a los campos de exterminio se suicidaron pasados los años, él mismo incluido, por la carga de la culpa de denegación de auxilio; es muy similar cometer una injusticia que no actuar ante ella.

El problema de las relaciones del cristianismo primitivo con el mundo, interesa a muchos cristianos que buscan aquí el punto de referencia y la luz que contribuya a dilucidar los comportamientos actuales. En muchas ocasiones se abordan estos temas de forma anacrónica en las discusiones sobre las relaciones con el Estado, los movimientos sociales o revolucionarios. Se adoptan posturas fundamentalistas que no tienen en cuenta las diferencias entre las circunstancias sociales y políticas del siglo I y las nuestras. Esto requiere de un proceso hermenéutico para adaptar las enseñanzas del pasado a nuestra realidad presente. El ‘bibliazo’, y los hay de derechas y los hay de izquierdas, suele ser la respuesta frecuente, quizás por simplismo o por ingenuidad pero también puede que para eximirse de la responsabilidad de pensar y tratar de dar una solución adecuada a una compleja realidad que pueda evitar comportamientos inadecuados o negligencias flagrantes. Una vez más la iglesia católica es un ejemplo de estos desequilibrios, politizando totalmente la religión y prueba de ello es la teología de liberación que empezó por la adhesión de determinados líderes católicos hacia determinadas injusticias sociales y llegando al final a asumir posiciones puramente políticas que contradicen al mismo espíritu evangélico que contribuyó a crearlas.

Cristo y las autoridades

¿Tomó postura Jesús con su mensaje y sus exigencias frente a los acuciantes problemas sociales y políticos de su tiempo? El abanico de respuestas va desde la afirmación de que Jesús fue un revolucionario hasta lo opuesto. El relativo silencio sobre la relación del cristianismo y los gobiernos autoritarios de la época puede explicarse a la luz de varios puntos:

1) En base a las circunstancias particulares del movimiento cristiano incipiente que debía sacrificarse por fines más altos.

2) El cristianismo era esencial y primordialmente espiritual y luego político; el área política debía supeditarse al área espiritual.

Las aplicaciones sociales de los principios que Jesús enseñó habían de tener consecuencias políticas inevitables. Pero en su momento ni los apóstoles ni Jesús fueron revolucionarios que pretendieron cambiar las circunstancia para cambiar al hombre, como pretendió el marxismo, sino que cambiaron a los hombres y estos cambiaron las

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circunstancias y por ende el mundo y su política. Jesús irrumpió en la historia predicando el reino de Dios y su justicia y lo hizo a hombres en situaciones particulares, tuvo en cuenta su situación existencial, esto condujo a un movimiento colectivo, a la formación de una comunidad con unas pautas nuevas de comportamiento; esta situación hace inevitable desde todo punto las implicaciones sociales y políticas.

Los romanos eran por aquel tiempo potencia colonizadora pero no se oponían a que los judíos organizaran su vida social y legal; según la Torah dejaron en manos de los judíos la administración de justicia a excepción de la aplicación de la pena capital. Lo primero que llama la atención de las opiniones de Jesús sobre las situaciones terrenas es su postura realista: Jesús sacó todas sus enseñanzas de la vida cotidiana y de situaciones reales; las parábolas describen esas situaciones reales y cotidianas y sus aplicaciones. Básicamente Jesús admitió, o por lo menos no rechazó, el orden jurídico; Jesús vio y condenó los daños y abusos que se daban en la vida cotidiana pero no rechazó el derecho legal en cuanto a tal, sino más bien a sus aplicadores fraudulentos. Hemos de tener en cuenta también que lo relativizó en el sermón de la montaña mediante la exigencia de amor, perdón y reconciliación; para Jesús esto desborda el campo del derecho. La Torah regulaba, como vimos, la vida social y religiosa; Jesús no negó la competencia de los escribas como expertos en la ley, ni la del sanedrín como autoridad judicial, salvo cuando sus interpretaciones tenían implicaciones espirituales y alejaban a los hombres de Dios. El capítulo 23 de Mateo nos muestra como Jesús es implacable en esta área, acusando a las autoridades de una actitud perversa. Con respecto al poder político es también muy realista: en Marcos 10:42 Jesús reconoce la injusticia del poder político y lo da como ejemplo a no seguir dentro del cristianismo. En Lucas 3:32 da muestras de conocer perfectamente el talante injusto y déspota de Herodes. Jesús era consciente de la realidad injusta pero pretendió atajarla en la raíz del mal que es el corazón del hombre, no mediante la revuelta política. Era inevitable que Jesús se viera involucrado en los problemas políticos y sociales de su tiempo y quizás el caso más elocuente y que mejor muestra la actitud de Jesús y del cristiano hacia el poder del Estado sea la situación descrita en Mt. 22: 15 – 22 con el impuesto al César; Jesús enfrenta aquí a los que pretendían tenderle una emboscada, con su situación ante el Estado Romano y al mismo tiempo da una directriz a tener en cuenta de forma permanente en la relación del cristiano con el Estado. Al utilizar su moneda, el denario, que era la cantidad que cada ciudadano debía pagar de impuesto personal, reconocen el derecho de acuñación por parte del emperador y con ello su soberanía, por lo tanto le son deudores del impuesto. Era asumido de forma general y más tarde así lo legislaría el propio judaísmo, que el derecho de acuñar moneda implica la autoridad de aplicar impuestos y constituye evidencia de gobierno de facto, que hace un deber absoluto someterse al mismo. Dio también un precepto a tener siempre en mente por los cristianos: el reino de Dios no es de este mundo; la política y la religión ni se incluyen ni se excluyen sino que la una al lado de la otra tienen dominios diferentes, ambas regulan áreas diferentes de la vida del hombre. La obediencia a Dios abarca obligaciones respecto al Estado pero en caso de conflicto Dios es primero. En Mateo 22: 21 Jesús aboga por la separación iglesia Estado, se sientan aquí las bases de cuándo la obediencia a Dios pone límites a la obediencia civil, resumiendo: Jesús no otorga al Estado o al emperador la aureola de uno por la gracia de Dios pero reconoce su derecho en su área y pide obediencia; el poder del Estado o de las autoridades no ha de superar su ámbito específico, si lo hace, obligará al cristiano a la desobediencia civil, y por último Jesús deja muy claro que por encima del poder del Estado está el poder de Dios, Juan 19: 11. Esta actitud de adhesión prioritaria a Dios por encima de los demás

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soberanos, llevó a muchos cristianos en la historia a la resistencia ante las injusticias de los soberanos del mundo, consiguiendo considerables transformaciones sociales. El cristianismo que surge de la Reforma, al crear personas responsables en el área más importante de la existencia, que es la religión, consiguió trasladar esta actitud a las demás áreas de la existencia, forjando ciudadanos que asumen sus responsabilidades sociales y reclaman capacidad de decisión, limitando así el poder del Estado, creando el campo de cultivo adecuado para las modernas democracias. Calvino deja constancia de ello en su obra “Institución de la religión cristiana” (libro IV cap. XX): “El vicio y la imperfección de los hombres hace por lo tanto más seguro y tolerable que el gobierno esté en manos de muchos para que puedan prestarse mutua ayuda y admonición y que si uno se arroga más de lo que le corresponde los muchos puedan actuar como censores y señores para refrenar su ambición”.

Es asumido mayoritariamente dentro del cristianismo que surge de la Reforma que la iglesia como institución no debe participar en el área política, puesto que su misión es la predicación del evangelio y la edificación de todos sus miembros, también en aquellas áreas que atañen a la responsabilidad social y que como hemos visto emanan en principio de la responsabilidad espiritual. Aunque la iglesia como institución no haga política ni se comprometa políticamente con determinados partidos u opciones políticas, sus miembros, en cuanto a ciudadanos, tendrían en principio todo el derecho a hacerlo siempre en virtud a sus derechos de ciudadanos, no como miembros de una iglesia, aunque el ciudadano cristiano que decida servir en la esfera pública debe ser conciente de que su fe y testimonio están más expuestos a la crítica y su responsabilidad por ello es mayor. Estas actitudes responsables no siempre se tienen en cuenta y sucede que poco a poco se confunden el área política y la espiritual como sucede en América, donde líderes cristianos (un líder no es sólo un ciudadano, es un representante de un colectivo), apoyan públicamente a determinados candidatos políticos, señalándolos así como blanco de los votos del colectivo al que representan con el pretexto de que sus programas son más afines a la moral cristiana; esta actitud lleva el reconocimiento implícito de su incapacidad en las áreas de intervención de la iglesia mencionadas anteriormente, que son: la forma de influir la iglesia en la sociedad es mediante la predicación del evangelio, transformando así la moral social, no imponiéndola mediante una alianza política y su incapacidad para edificar a los miembros de sus iglesias incluso para saber elegir la opción política más correcta. Este tipo de actitudes comprometen seriamente todo lo que hemos visto hasta ahora acerca de la correcta relación entre la iglesia y el Estado y además contradicen la actitud que tuvieron los primeros puritanos asentados en Estados Unidos. En relación con este tema citaremos lo que al respecto narra Alexis de Tocqueville en su obra “la democracia en América”:

“Sin embargo no se les ve prestar su apoyo a ningún partido político en particular; procuran permanecer al margen de los asuntos públicos y no se mezclan en las maquinaciones de los partidos. No se puede decir, pues, que en los Estados Unidos la religión ejerza influencia sobre las leyes ni sobre las opiniones políticas en detalle, pero sí rige las costumbres, y al dirigir a la familia colabora en la dirección del Estado”

Podemos ver en esta descripción como la actitud de los líderes eclesiales se ejercía en su ámbito. En otra parte de su obra, Tocqueville vuelve a poner de manifiesto la misma idea:

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“Encontré que todos estos hombres no diferían entre si más que en detalles, pero que todos atribuían principalmente a la total separación entre la iglesia y el Estado el pacífico imperio que la religión ejercía en su país”

El problema de la esclavitud

Se incluye esta sección por los problemas éticos y legales que representa la esclavitud para el cristianismo. La esclavitud era un rasgo distintivo de estas sociedades y entre los siglos I a.C. y I d.C. alcanzó su más alta proporción. Su condición variaba dependiendo de las regiones geográficas, sus propias capacidades, el talante de los propietarios y las condiciones políticas; los esclavos imperiales de la casa del César se encontraban en condiciones inmejorables con respecto a otros. Las escasas rebeliones de esclavos, la última en los años 73 – 71 a. C. protagonizada por Espartaco, da a entender que, salvo raras excepciones, su trato era bueno y aunque el esclavo era considerado como una mercancía, no como una persona, ningún patrón dañaba su propiedad perjudicando sus propios intereses. La potestad del dueño sobre el esclavo en el antiguo derecho romano no tenía límite legal alguno, pudiendo este dar muerte al esclavo, pero la sociedad miraba mal al que abusando de su poder mataba o maltrataba a sus esclavos. Las clases privilegiadas no deseaban presionar en exceso a los esclavos y obligarlos al motín puesto que su calidad de vida estaba basada en el trabajo de los mismos y también por el peligro social que suponía la gran cantidad de esclavos (60 millones en todo el imperio). La esclavitud fue considerada en Roma en esta época como una institución accidental nacida de las circunstancias históricas y que se hubo de aceptar para no competir con armas desiguales con otros pueblos, puesto que la esclavitud estaba establecida como ley de guerra y base social en todos los pueblos. En los textos háyase la distinción entre Servitute iusta et iniusta : la justa era la romana ( sujeta a derecho) la injusta (la fuera de derecho) existente en los pueblos extranjeros. Como caso de esclavitud no legal puede considerarse al esclavo por error; para evitarla, el derecho romano concedía que todo ciudadano pudiese ejercitar en todo tiempo un interdicto de líbero homine exhibiendo o no títulos de dominio. Las causas de esclavitud eran dos, se clasificaban en causas de: a) derecho de gentes y b) derecho civil.

a) Derecho de gentes: las causas de esclavitud en esta sección eran a su vez por dos motivos: la primera por cautividad o la guerra y la segunda, derivada de la primera, por nacimiento. En el primer caso el vencido quedaba al arbitrio del vencedor, en el segundo caso se consideraba esclavo al nacido de una esclava; en principio era esclavo todo nacido de madre esclava en el momento del parto pero luego se admitió que fuera libre el que naciera de madre que siendo esclava en el momento del parto hubiese sido libre en la concepción o en el intermedio entre la concepción y el parto.

b) Causas de derecho civil: éste impuso esclavitud como pena al hombre libre en los siguientes casos:

-Sorprendido en robo in fraganti quedaba esclavo del dueño de lo robado. Más tarde se sustituyó por la restauración del cuádruplo de lo robado.

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-El deudor que no pagaba. Más tarde se sustituyó hasta la restauración de la deuda.

-Servio Tulio castigó con la esclavitud al que no se inscribiese en el censo o se sustrajese del servicio militar pero calló en desuso y fue sustituido por otras penas.

-El condenado a luchar en el circo era esclavo del circo.

-La mujer que andaba en contubernio con un esclavo después de tres amonestaciones del dueño. Se abolió más tarde.

-El condenado a las minas. Suprimido más tarde.

-El mayor de veinte años que siendo libre se hacía vender para engañar al comprador.

-El liberto o manumitido que era ingrato con su patrón.

Aunque el esclavo carecía de derechos se le podía hacer libre y ciudadano a voluntad del dueño, el esclavo tenía la obligación de practicar la misma religión que el pater familis y podía también ser constituido heredero. La influencia del estoicismo y del cristianismo hizo que los jurisconsultos vacilaran al considerar al esclavo como una cosa, llegando a decir que todos los hombres son iguales en cuento al derecho natural, añadiendo que en lo tocante a derecho civil los esclavos no son personas. El poder del dueño sobre el esclavo se denominaba potestas dominica; la voz potestas indica un poder de dirección, este poder era sobre la persona del esclavo y sobre sus bienes, esto produjo abusos en algunos casos que la legislación abortaría; Augusto prohibió que los esclavos fueran obligados sin motivo a luchar en el circo, Domiciano suprimió el derecho del dueño a castrar al esclavo y concedió la libertad al esclavo abandonado por su dueño por vejez o enfermedad; Adriano prohibió la muerte o castigo del esclavo sin previa orden del magistrado y desterró cinco años a una matrona por maltratar sin motivos a sus esclavos; también se prohibió vender separadamente a los miembros de una familia esclava. Había varias clases de esclavos: a) los siervos de la pena, que eran la ínfima categoría y por tanto sin esperanzas de libertad, b) los que tenían dueño, ya fuese público o privado. La manumisión era un acto de dación de libertad de derecho, su nombre expresa que se saca a un esclavo (mittere, missio) del poder (manu) del dueño, por este acto el hombre que no se consideraba persona pasaba a serlo; el origen de la manumisión se encuentra desde Servio Tulio en adelante (578 – 574 a. C.) y había diferentes causas de manumisión por diferentes motivos y causas legales.

Una vez visto el aspecto legal y social de la esclavitud en el Imperio romano vamos a ver la influencia y la actitud del cristianismo ante la esclavitud.

Como hemos visto anteriormente el cristianismo nunca pretendió una subversión del orden social, ni Cristo ni los apóstoles tuvieron como prioridad la abolición de la esclavitud, hecho éste por el que el cristianismo fue y es criticado por aquellos que desconocían y desconocen la ideología cristiana y la situación social de la época. Cualquier intento frontal por parte del cristianismo de abolir la esclavitud habría convertido una ideología espiritual en política; como ya hemos visto anteriormente la meta del cristianismo es transformar al hombre en su interior y una vez hecho esto el hombre transformará la vida social y política. Todos los que son críticos con esta postura tan poco drástica del cristianismo acerca de la esclavitud, son grandes

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desconocedores de la naturaleza humana; en última instancia la historia está ahí para dar la razón al movimiento cristiano y a su actitud prudente y desde luego a no apartarse de sus prioridades que a la larga mostraron ser las más adecuadas. Cualquier intento de supresión de la esclavitud de forma drástica en aquella época hubiera causado un gran caos social y económico, guerras y muerte cuyas repercusiones en la historia difícilmente podríamos valorar hoy. Hay cambios sociales y económicos que necesitan ser lentos para que no sean más perjudiciales que beneficiosos y la ideología cristiana al ir haciéndose mayoritaria logró destruir la base sobre la que descansaba la esclavitud (la igualdad en dignidad de todos los hombres como hijos de Dios y la manifestación de esta igualdad mandando a su hijo a morir por todos); con el discurso de Pablo al decir que “en Cristo ya no hay siervos ni libres, todos somos iguales en Cristo”, así como con el sermón de la montaña, quedó herida de muerte la base de la esclavitud. Toda esta ideología no fue una mera construcción intelectual, ésta se llevó a la práctica por los cristianos, transformando poco a apoco la situación social. En el campo cristiano estas actitudes prácticas debían marcar ineludiblemente el campo de la realidad cotidiana puesto que la verificación de una idea no es total hasta que abarca el campo práctico (Santiago 2: 14- 18). Ni Jesús ni los apóstoles intentaron la supresión inmediata de la esclavitud y mucho menos el llamamiento a los esclavos a hacerlo por la fuerza, puesto que se hubiera desvirtuado en su esencia el mensaje cristiano de paz, perdón y reconciliación. El cristianismo fue fiel a su mensaje y abolió la esclavitud con métodos pacíficos más lentos y menos espectaculares pero más duraderos.

Comúnmente se tiende a juzgar la historia desde la perspectiva presente, así parece fácil criticar al cristianismo desde una era donde los derechos humanos son algo asumido en el mundo civilizado, de esta manera se logra que parezca poco satisfactoria la actitud del cristianismo con respecto a la esclavitud, pero en aquellos tiempos bajo aquellas leyes y bajo aquella estructura socioeconómica la actitud cristiana hacia la esclavitud significó un importante progreso en el camino hacia el respecto a la dignidad humana, no hay más que leer la carta de Pablo a Filemón, un amo cristiano, intercediendo por el fugitivo Onésimo. Pablo suplica a Filemón que reciba a Onésimo no como a un esclavo sino como a un hermano querido (Filemón v. 16). A través del amor fraternal y de la aceptación de los esclavos en plena comunión de los redimidos, la iglesia marcó una nueva dirección, creó un marco social y temporal donde todos eran iguales. Onésimo tras agraviar a su amo Filemón, quizás robándole y facilitándole así su huída, conoce a Pablo y se transforma en un creyente, Pablo lo atestigua en el v. 10 y el comportamiento de Onésimo también (v.11). Pablo era consciente de la legalidad vigente y trató de cumplirla no usando el poder de su posición dentro del cristianismo, enviando a Onésimo a su dueño legal y suplicándole que lo recibiera como a un hermano. En el v. 21 parece estar pidiéndole a Filemón la manumisión de forma velada. El precedente sentado por Pablo es de gran importancia, ésta es una carta calculada por el Espíritu Santo que demuestra que el cristianismo se preocupó por el tema de la esclavitud, poniendo todo su empeño en solucionar las injusticias que conllevaban dentro de su seno y dando así ejemplo a la sociedad.

Los juicios a la ligera llevan a conclusiones precipitadas y erróneas ya que toda actitud ha de ser juzgada a la luz de su contexto; hoy en día consideramos que somos ciudadanos libres que vivimos en Estados de derecho pero imaginemos por un momento lo que pensaría una persona que viviera en otro tiempo al estudiar la posición en que actualmente están muchos ciudadanos libres del primer mundo que no tienen trabajo y necesitan mantener a sus familias viéndose obligados a trabajar en empleos donde no se

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cumple la legalidad vigente, donde son humillados y privados de sus derechos como trabajadores y ciudadanos y todo por el chantaje de sobrevivir ellos y sus familias, sin posibilidad incluso de reclamar los derechos fundamentales, puesto que de hacerlo tendrían suma dificultad para ser contratados de nuevo, o que decir de los parados a los que se les niega el derecho y la dignidad de trabajar, ¿no parece también esto una esclavitud o por lo menos una seudo libertad?. Se puede objetar que tenemos derecho al voto, pero a votar a partidos políticos cada vez más homogéneos en sus ideologías e hipotecados por los lobbies económicos. Con esto se quiere llamar la atención sobre el hecho de que toda sociedad alberga un cierto grado de injusticia y que desde el punto de vista cristiano la solución a la esclavitud no está en el conflicto social sino en la transformación de la sociedad mediante el mensaje evangélico. Esto nos lleva a concluir que la actitud del cristianismo con respecto a la esclavitud evitó la confrontación directa no solo por la conveniencia de que cualquier revuelta social perjudicaría la expansión del cristianismo, como muchas veces se le acusa, sino por ser fiel a sus principios básicos de paz y amor. La actitud del cristianismo demostró no sólo ser correcta sino una gran visión de futuro.

El cristiano y las autoridades en el Estado de Derecho

El hombre ha vivido a lo largo de gran parte de su historia en grupos sociales pequeños, esto se vio motivado por una economía de caza y recolección limitada. Este tipo de vida limitaba su densidad demográfica y el establecimiento de un poder organizado. El sedentarismo con la práctica de la agricultura y la ganadería hizo posible la creación de sociedades más sofisticadas y por añadidura la creación de poderes organizados más complejos como los Estados con el fin de organizar la convivencia común. Como hemos visto anteriormente, los hombres tienen unas tendencias innatas hacia los comportamientos morales correctos con el fin de no sufrir desazón y sentimientos de culpabilidad, prueba de ello son la aversión a las guerras y al homicidio como norma general y hemos visto también unas tendencias naturales a la búsqueda de un mínimo de justicia y de orden en la medida en que poseemos un estatus igual en cuanto que somos seres morales. Tanto Kant como Rousseau defienden que la libertad consiste en actuar de acuerdo a una ley que nos damos a nosotros mismos y esto nos lleva a una ética de mutuo respeto y autoestima. Esta ley que nosotros nos damos a nosotros mismos son tendencias innatas que proceden de Dios. Como podemos ver en Romanos 2:14-15, el término que usa Pablo aquí es physei, el dativo singular de Physis, y que se traduce en nuestras Biblias por naturaleza o instinto, esta palabra es de gran importancia y uso en el mundo griego y en su filosofía, siendo esta naturaleza o inclinaciones que todos los humanos comparten, la base en que se fundamenta el derecho. El sustantivo Physis derivado de phyo, que significa: crecer, hacer crecer, brotar; dícese de una semilla que brota y su raíz phy, designa el ser o existir. Physis designa el origen, el principio, la procedencia, partiendo de esta base designa la condición o propiedad natural, el estado, la forma, la manifestación, el carácter o la disposición a. Así hablan los griegos de Koine Physis, naturaleza moral común a todos los hombres y por tanto base a partir de la cual se desarrolla el derecho, puesto que sin una base mínima, sin poseer unos criterios unificados mínimos de justicia libertad e igualdad, no podría surgir el derecho. De este razonamiento procede la frase de Aristóteles: el hombre por naturaleza (physis) es un animal político (zoon politikon). Es un ser social por naturaleza y en sociedades tiende a organizarse, de ahí las palabras usadas en el mundo griego y en el Nuevo Testamento tales como polites- miembro de

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una ciudad o Estado; politeia-condición de ciudadano, relación con el Estado; Pablo la tenía romana y apela a ella, y politeuma- condición o vida ciudadana, el creyente la tiene celestial (Filipenses 3:20). Physis es también la fuerza operativa que surge de algo lo que hace que crezcan los cabellos o las plantas, esta naturaleza o physis está provista de “razón” y va asociada a una “finalidad”, nada produce sin sentido o inútilmente. Aristóteles la menciona junto a Dios y la distingue de Tyche la suerte o el destino del Automaton el acontecimiento que surge por si mismo y de techne la técnica o el arte. Designa también el orden natural. Todos los hombres, a pesar de su oposición entre griegos y bárbaros, han sido hechos de la misma manera. En los estoicos la physis se convierte en la divinidad universal. Physis no tiene equivalente en el Antiguo Testamento; el filósofo judío Filón usó este término y le dio una interpretación más de acuerdo al sentido teológico, así la physis perteneciente a Dios es la productora de todos los hombres, es la ordenadora del tiempo, dio el habla a los hombres y la comunión sexual. Filón atribuye a la physis muchas cosas que, miradas desde el punto de vista del Antiguo Testamento, son producto directo de la acción o el obrar de Dios; en el mismo sentido significa el orden natural creado por Dios. Filón designa a NOMOS la palabra recta de la naturaleza, ya que la ley sigue a la naturaleza o es la expresión social de la ley natural, así pues la naturaleza-physis confirma la ley-NOMOS y viceversa; puede también significar la naturaleza del hombre mezcla de mortal e inmortal. Esta naturaleza constituye para el hombre una receptividad o tendencia hacia la virtud. La conciencia se sirve de ella rechazando lo malo y amando lo bueno; a ella pertenecen la piedad y el amor a los hombres. También Josefo usa este término dándole múltiples usos parecidos a los de Filón. En el Nuevo Testamento se encuentra especialmente en Pablo y más exactamente en Romanos utilizándola como raza u origen en Gálatas 2:15; en Romanos 11:21-24, refiriéndose a la rama natural o injertada; también en Romanos 1:26 se utiliza con respecto al orden natural y contranatural (para-physis) entre sexos. Este texto de Romanos 2: 14 se encuadra en la argumentación de Pablo, que empieza en Romanos 1:18, donde se trata sobre la revelación de la ira divina y cuya finalidad consiste en probar que el hombre no tiene disculpa, que es siempre pecador y compara aquí a judíos y gentiles, los primeros tienen la NOMOS escrita en el Antiguo Testamento (Romanos 2:17-18), pero los gentiles por su naturaleza (physis) al ser creación a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26) cumplen por naturaleza la ley (NOMOS) puesto que la esencia de la ley del NOMOS, del Antiguo Testamento, está escrita en sus corazones (Romanos 2:15) en forma de improntas que lo impulsan, produciendo desazón su incumplimiento y satisfacción su cumplimiento, como hemos visto ya en otras partes. Todo orden y toda tendencia a ordenarse en sociedades procede de Dios, puesto que Dios lo creó como un ser social a su imagen y semejanza, una parte muy importante de cómo el hombre interpreta el mundo se adquiere a través de la interacción social con los demás hombres, de forma que el hombre es hombre tal y como lo entendemos en tanto a que es social, ahora bien, que dicho orden social sea justo o injusto depende de la responsabilidad del hombre y de que tenga en cuenta o no la voluntad de Dios.

Aristóteles observa que es una peculiaridad del hombre el poseer un sentido de lo justo y de lo injusto y que el compartir esta idea común acerca de la justicia configura la POLIS. En esta idea late el paso de la Physis (naturaleza-impronta) dada por Dios a la POLIS como expresión social de esa tendencia al orden (Aristóteles, “La Política”, libro 1 capítulo 2). Es pues este acervo común el que impulsa al hombre a organizarse en sociedades, la misma idea late en J. Rawls acerca de las bases del Estado de derecho, diciendo este: “Tradicionalmente la prueba más obvia para estas condiciones es la idea de que lo justo es aquello que se adecua a la voluntad de Dios”.

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Como hemos visto antes, toda la PAIDEIA (enseñanza) griega había proclamado lo mismo, pues siempre hacía derivar sus reglas sobre la conducta humana y social de las leyes divinas del universo, a las cuales daba el nombre de naturaleza o physis.

El Estado de derecho

Los Estados de derecho son la expresión política de esta moral innata y su desarrollo a través de la revelación divina en la moral judeocristiana en el sentido de que estas dos religiones del LIBRO inspiran su ética en la revelación de la voluntad de Dios para el hombre expresada en la Biblia; esto tuvo su máximo exponente a través de la doctrina democrática liberal angloamericana del Estado con poderes limitados y plurales que fue desarrollándose a partir de las demandas puritanas de libertad de conciencia, el principio de libertad religiosa, ganado durante la guerra civil inglesa, fue establecido como el principio de la autoridad política. Si el gobierno no tiene derecho a interferir en la vida religiosa de sus gentes entonces se da el caso de un departamento en la vida social en que la autoridad política como tal no tiene competencia, el Estado de derecho tal como se entendía en la base de las constituciones en la creación del Estado Americano, Británico, Holandés, Canadiense y más tarde adoptado por otras naciones, estriba en la negación de la competencia y absoluta soberanía del Estado, las implicaciones de la tolerancia religiosa laten en la base de los Estados de derecho a través de la libertad de palabra, de prensa, asociación cultural, crítica pública, etc..., porque supone aceptar el principio de que el ser humano es más que un simple ciudadano y de que el Estado constituye meramente un aspecto y no el más importante de la comunidad. Mucho antes de que los pueblos inglés y holandés alcanzaran la libertad política, consiguieron la libertad de adorar a Dios libremente, así como la libertad de gobernar sus iglesias sin interferencias del Estado. El principio eclesiástico de congregacionalismo en religión, significó que la autoridad residía en el grupo como en todo y no en una jerarquía privilegiada o en una élite, así como que el individuo tenía el derecho de seguir su conciencia en lo que se refiere a sus creencias religiosas. Este congregacionalismo religioso de los puritanos y otros no conformistas fue posteriormente aplicado a la política. Esta mentalidad condujo a la doctrina de que la autoridad política reside en el pueblo, siendo el Estado y el gobierno el agente que ministra sus necesidades comunales como servidor y no como su dueño. La libertad de conciencia en religión transplantada a la política americana condujo inevitablemente al concepto de derechos civiles básicos que deben ser incorporados a las leyes fundamentales del país, así, estos derechos quedaron incorporados en la carta inglesa de derechos de 1869 y en las 10 primeras enmiendas de la constitución de los Estados Unidos de 1791, particularmente la primera enmienda que garantiza la libertad de religión aparece en primer lugar en la lista. El concepto de sociedad surgido de la Reforma no solo influyó en la creación de las modernas democracias, tal y como las entendemos hoy, sino que fue su impulsor y creador (la democracia que se daba en la antigua Grecia no era una democracia al uso tal y como hoy las entendemos, era más bien una democracia aristocrática, puesto que la organización social de sus ciudades se oponía a ello, dado que la mayoría de su elemento personal eran clases con su condición política anulada, en realidad sólo los ciudadanos libres participaban de forma igualitaria en el gobierno, todo el resto de la sociedad, esclavos incluidos, no tenían derecho a voto). Citaremos a continuación un breve extracto de la obra de Alexis de Tocqueville “la democracia en América”, donde se hace una descripción detallada del papel jugado por los puritanos en la creación de la primera democracia del mundo. Tocqueville

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realizó un viaje de nueve meses a través de los Estados Unidos realizado en 1831 con el fin de buscar información sobre las reformas del sistema penitenciario Norteamericano, sin embargo dicho viaje dio frutos mayores, en 1835 publica su primer volumen sobre las conclusiones quitadas de su viaje acerca del sistema democrático Americano:

“En la gran familia anglo-americana se distinguen dos brotes principales que hasta el momento presente han ido creciendo sin confundirse por entero; uno es el Sur y otro es el Norte. Virginia recibió la primera colonización inglesa. Los emigrantes llegaron a ella en 1617. En esta época, Europa aun estaba imbuida en la idea de que las minas de oro y plata hacen la riqueza de los pueblos. Así pues enviaron a Virginia buscadores de oro, gentes aventureras y sin recursos cuyo espíritu inquieto y turbulento vino a perturbar la infancia de la colonia. Llegaron a continuación los industriales y cultivadores, gente más moral y pacífica pero que casi en ningún punto se elevaba por encima del nivel de las clases inferiores de Inglaterra. Ningún pensamiento noble, ningún propósito inmaterial presidió la fundación de los nuevos establecimientos. Apenas creada la colonia se introdujo en ella la esclavitud, fue este un hecho capital que habría de ejercer una inmensa influencia en el carácter, en las leyes y en el porvenir del Sur. Sobre este mismo fondo inglés apuntan en el Norte ciertos matices totalmente contrarios: fue en las colonias inglesas del Norte, más conocidas por el nombre de Estados de nueva Inglaterra, donde se combinaron las dos o tres ideas principales que hoy constituyen las bases de la teoría social de los Estado Unidos. Los principios de Nueva Inglaterra empezaron por extenderse a los Estados vecinos, luego a los más alejados hasta acabar por penetrar en la confederación entera.

Los emigrantes que fueron a establecerse en Nueva Inglaterra pertenecían todos a las clases acomodadas de su madre patria. Su reunión en suelo Americano presentó desde un principio, el singular fenómeno de una sociedad donde no había ni grandes señores ni pueblo. Había entre ellos una proporción, una masa mucho más grande de conocimientos que en el seno de cualquier nación Europea de hoy. Todos sin exceptuar quizá uno solo, habían recibido una adecuación bastante avanzada, y muchos de ellos ya se habían dado a conocer en Europa por su talento y su ciencia. Las otras colonias habían sido fundadas por aventureros sin familia; los emigrantes de Nueva Inglaterra llevaban consigo admirables principios de orden y moralidad. No era la necesidad lo que les obligaba a ellos y a sus familias a abandonar su país, puesto que en el dejaban una posición social estimable y medios de vida seguros. Tampoco marchaban al nuevo mundo afanosos de mejorar su situación o de aumentar sus riquezas; estos seres renunciaban al bienestar de su patria obedeciendo a una necesidad intelectual; exponiéndose a los rigores inevitables del exilio, lo que perseguían era el triunfo de una idea. El puritanismo no sólo era una doctrina religiosa, sino que en muchos puntos se identificaba con las teorías democráticas y republicanas más radicales. Perseguidos por el gobierno de la madre patria, heridos en el rigor de sus principios por la marcha cotidiana de la sociedad en cuyo seno vivían, los puritanos buscaron una tierra tan bárbara y olvidada del mundo que les permitiese vivir a su manera y rogar a Dios libremente.

No hay que creer sin embargo que la piedad de los puritanos fue meramente especulativa ni que se mostrara ajena a la marcha de las cosas humanas. El puritanismo era casi tanto una teoría política como una doctrina religiosa. Apenas desembarcados el primer cuidado de los emigrantes es el de organizarse en sociedad; inmediatamente extendieron un acta que dice:

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“Nosotros los abajo registrados, que por la gloria de Dios, el desarrollo de la fe cristiana y el honor de nuestra patria, hemos emprendido el establecimiento de la primera colonia en estas remotas orillas, convenimos por la presente, por consentimiento mutuo, y solemne, y ante Dios, constituirnos en un cuerpo de sociedad política con el fin de laborar y gobernarnos en pro del cumplimiento de nuestros designios y en virtud de este contrato convenimos en promulgar leyes, actas, ordenanzas y de acuerdo con las necesidades en instituir magistrados a los que prometemos sumisión y obediencia”. Acaecía esto en 1620, los emigrantes que crearon el Estado de Rhode Island en 1638, los que se establecieron en New Haven en 1637, los de Connecticut en 1639 y los fundadores de Providence en 1640, todos ellos comenzaron igualmente por redactar un contrato social que fue sometido a la aprobación de todos los interesados.

Todo este alubión de puritanos que arribaba a América lo hacía escapando de las presiones a las que eran sometidas en Inglaterra por cuestión religiosa y la nación inglesa fomentaba esta emigración con tal de alejar de si gérmenes de disturbios. El gobierno inglés tenía varias formas de gobernar sus colonias, en el caso de las colonias de Nueva Inglaterra el sistema consistía en otorgar a un determinado número de emigrantes el derecho a organizarse en sociedad política bajo el patronato de la madre patria y a gobernarse a si mismos en todo cuanto no se opusiera a sus leyes. Este modo de colonización tan favorable a la libertad fue puesto sólo en práctica en Nueva Inglaterra. En 1628 una carta de esta naturaleza fue concedida a los fundadores de la colonia de Massachussets. Pero en general no se otorgaron cartas a las colonias de Nueva Inglaterra hasta mucho tiempo después de considerarse su existencia un hecho consumado. Muchas de ellas se formaron sin el concurso y en cierto modo sin el conocimiento de la madre patria. Los nuevos habitantes sin negar la supremacía de la metrópoli, no fueron a buscar en su seno la fuente de los poderes, sino que se constituyeron por si mismos y hasta pasados treinta o cuarenta años no vino a legalizar su existencia una carta legal de Carlos II. Resulta a veces difícil revisar los primeros momentos históricos y legislativos de Nueva Inglaterra y precisar los lazos que tenían con Inglaterra, a cada instante se les ve actuar como soberanos; nombran magistrados, implantan reglamentos de policía y se dan leyes como si solo de Dios dependieran. Al lado de estas leyes civiles y enlazadas con ellas crean también un cuerpo de leyes políticas que elaborado en 1638 se adelanta siglos a su época. Los principios generales sobre los que se basan las modernas constituciones, esos principios que la mayoría de los europeos del siglo XVII apenas comprendían, se hallan comprendidos y reflejados en la leyes de Nueva Inglaterra: La intervención del pueblo en asuntos públicos, el voto libre de impuestos, la libertad individual y el juicio por jurado son establecidos sin discusión y de hecho, a nivel municipal se practica la democracia directa, no se admitía la ley de representación. En la plaza pública y en el seno de la asamblea general de ciudadanos es donde se tratan como en Atenas los asuntos de interés general. Pero es en las prescripciones relativas a la instrucción pública donde desde el primer momento se revela el carácter original de la civilización Americana:

“Considerando, dice la ley, que Satanás, enemigo del género humano halla en la ignorancia de los hombres sus más poderosas armas y que es de interés general que las luces que trajeron nuestros padres no permanezcan sepultadas en su tumba; considerando que la educación de los niños es uno de los primeros intereses del Estado, con la ayuda del Señor...” Siguen unas disposiciones que crean escuelas en todos los

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municipios y que obligan a sus habitantes, bajo pena de fuertes multas al sostenimiento de las mismas (código de 1650).

No se puede dejar de observar en el preámbulo de estas ordenanzas que en América es la religión la que conduce a la ilustración; es la observancia de las leyes divinas lo que guía al hombre hacia la libertad

La mayor parte de la América inglesa fue poblada por hombres que después de

haberse sustraído de la autoridad del papa no se habían sometido a ninguna otra supremacía religiosa. Llevaban pues al nuevo mundo un cristianismo que no hallo mejor medio de describir que llamándolo democrático y republicano. Desde el principio la política y la religión marcharon de acuerdo y ya nunca dejaron de hacerlo. Los Americanos confunden de tal modo el cristianismo y la libertad, que es casi imposible hacerles concebir el uno sin la otra”.

Una vez visto la influencia de la moral judeocristiana y de los movimientos surgidos de la Reforma en la configuración de los modernos Estados de derecho, vamos a ver de forma bosquejada en que consiste el Estado de derecho. Estos se constituyen cuando los ciudadanos de una nación o sus representantes se reúnen con la intención de elaborar un “Contrato Social” con el fin de proporcionar un marco para la libertad, igualdad, justicia, seguridad y progreso; como todo contrato contiene derechos y deberes que todos los firmantes se comprometen a obedecer (a partir de ahora citaremos la Constitución Española como ejemplo).

Preámbulo de la Constitución Española:

“La Nación Española deseando mantener la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran en uso de su soberanía proclama su voluntad de garantizar la convivencia democrática dentro de la constitución y de las leyes conforme a un orden social justo, consolida un Estado de derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular, proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas, tradiciones, lenguas e instituciones, promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida, establecer una sociedad democrática avanzada y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz colaboración entre todos los pueblos de la Tierra.”

Cada cual acepta y sabe que los demás aceptan los mismos principios de justicia y las instituciones sociales básicas satisfacen este principio. La asignación de derechos y deberes es la forma de distribuir conforme al principio de justicia las cargas y los beneficios de la cooperación social. Cada individuo posee una inviolabilidad fundada en la justicia que ni siquiera el bienestar de la sociedad en su conjunto puede atropellar, por lo tanto los derechos asegurados por la justicia no están sujetos a regateos políticos ni a intereses sociales dado que la idea directriz es que los principios de justicia y libertad para la estructura básica de la sociedad son el objetivo del acuerdo original, todo acuerdo posterior ha de sujetarse a dichos principios.

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Constitución Española, título preliminar 1:

“España se constituye en un Estado social y democrático de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.”

El propósito de estas condiciones es representar la igualdad entre los seres humanos y ciudadanos en tanto que son personas morales y criaturas que tienen una concepción de lo bueno para ellos y que tienen un sentido de la justicia. El objetivo primario de la justicia es la estructura básica de la sociedad, el modo en que las instituciones sociales distribuyen derechos y deberes y determinan la división de las ventajas provenientes de la cooperación social; estas instituciones son la constitución política y las principales disposiciones económicas y sociales y también la protección jurídica, la libertad de pensamiento y de conciencia y la libertad de creencia y de práctica religiosa.

Constitución española título 1º de los derechos y deberes fundamentales 10.1:

“La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y la paz social.”

Título 1º capítulo 2-14:

“Los españoles son iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia social o personal.”

La libertad de conciencia está limitada en el Estado de derecho por los intereses comunes en el orden y la seguridad públicas.

Constitución española capítulo 2 -16:

“Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación en sus manifestaciones que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”.

Esta limitación no implica que los intereses públicos sean superiores a los intereses morales o religiosos sino que ambos no deben interferir. El Estado tiene competencias sobre la legalidad nunca sobre legitimidad moral o religiosa; el Estado actúa cuando personas en base a esa legitimidad moral o religiosa subjetiva incumplen el contrato social, se rechaza también la idea de un Estado laico omnipotente ya que del principio de justicia se deriva que el Estado no tiene el derecho ni el deber de hacer en materia moral o religiosa lo que una mayoría quiera hacer; su deber se limita a garantizar las condiciones de igualdad, de libertad moral, filosófica y religiosa dado que la libertad de conciencia se deriva del principio de igualdad de libertad y siguiendo este principio, para negar las libertades equitativas hay que evitar una injusticia mayor o una

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pérdida mayor de libertad. La limitación de la libertad se justifica sólo cuando es necesaria para la libertad misma, la libertad está gobernada sólo por las condiciones necesarias para la libertad. El sistema jurídico es un marco de ordenamiento legal de normas públicas dirigidas a personas racionales con el propósito de regular su conducta y asegurar el marco común para la cooperación, el sistema jurídico legal define la estructura básica donde tiene lugar la búsqueda de todas las demás actividades, las leyes y las órdenes se aceptan como tal si existe la creencia general de que pueden ser cumplidas. Las libertades básicas pueden ser menos extensas aunque iguales, cabe también algún caso de libertades desiguales, en estos casos se dará lugar a principios de paternalismo que pretendan proteger a los individuos contra la debilidad o fallos en su razón o en su voluntad en la sociedad, con el fin de que los que poseen menor libertad ha de quedar ésta más asegurada.

Una vez visto esto, queda claro que en un Estado de derecho, la libertad y la justicia están garantizadas, es más, son el motivo del Estado de derecho; cabe pues poca posibilidad para que los cristianos puedan tener inconvenientes éticos para cumplir las leyes, no obstante puede haber algunos casos de leyes injustas o que se puedan percibir como tal. Hemos centrado más el tema del Estado de derecho en la libertad de conciencia, puesto que estas posibilidades que pueden darse entran en este marco y son la objeción de conciencia y la desobediencia civil, muy parecidas ambas pero con pequeños matices diferenciadores que luego veremos al tratarlas, antes veremos hasta que punto ha de obedecerse una ley injusta. Hay quién opina que no debe obedecerse nunca una ley injusta, sin embargo cuando la estructura legal de la sociedad es razonablemente justa parece de sentido común obedecer una ley injusta siempre y cuando no exceda ciertos límites de justicia o no socave principios de libertad y justicia puesto que por algo de orden secundario no se ha de cuestionar y dejar de apoyar poniendo así en peligro una constitución mayoritariamente justa. Otro tema a tratar es el de las mayorías, la idea de que lo que desea la mayoría es correcto no es sostenible en un Estado de derecho aunque en circunstancias determinadas es justificable que la mayoría tenga el derecho constitucional para promulgar leyes, eso no asegura que las leyes sean justas, por eso hasta la mayoría debe estar sujeta a los principios básicos del contrato que son la libertad y la justicia iguales a la hora de legislar, ninguna mayoría puede infringir dicho principio y esto con el fin de proteger los derechos esenciales de las minorías y entendiendo que el Estado de derecho no tiene su base en la pura legalidad sino en la legitimidad. Más adelante volveremos sobre esto.

Desobediencia civil:

La desobediencia civil solo ha de producirse después de agotados todos los recursos legales. Es un acto público, no violento, consciente y político y contrario a la ley. Quien actúa de este modo apela al sentido de justicia de la mayoría de la comunidad y declara que según su opinión y consideración los principios de cooperación social entre personas libres e iguales no están siendo respetados. La desobediencia civil se puede comparar a un discurso público, siendo una forma de petición una expresión de convicción política profunda y consciente que tiene lugar en el foro público, evita totalmente la violencia porque cualquier violación de los derechos civiles de los demás ciudadanos desacreditaría el propio acto, es no violenta por otra razón, expresa la desobediencia a al ley aunque dentro de los límites de fidelidad a la ley, se viola la ley pero la fidelidad a la legalidad vigente se pone de manifiesto aceptando las consecuencias legales de la propia conducta. Esta fidelidad al Estado de derecho

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pretende convencer a la mayoría de que esta actitud proviene de la sinceridad y de la convicción profunda y que apela al sentido de justicia de la colectividad (casi nadie se arriesga a una sanción penal por un capricho personal aunque pueden darse casos). Hasta un 74% de jóvenes se apoyaban en la objeción de conciencia para librarse de la mili en España (encuesta celebrada en 1994 en España por el CIS). Estos actos conllevan un alto grado de irresponsabilidad y un gran desconocimiento de los deberes y derechos que nos impone el contrato social así como la desacreditación social de un medio político valiosísimo del que se valen los ciudadanos para expresarse con sinceridad y honestidad. La desobediencia civil se diferencia de la acción militante del resistente en que el militante y el resistente se oponen al sistema político vigente, no lo acepta como justo y razonable su acción es consciente pero no apela al sentido de justicia de mayoría, sus acciones pretenden cambiar el sistema y para ello intentan evadir las consecuencias de sus actos.

Objeción de conciencia:

Conciencia es una palabra equivalente a conocimiento común con otros, tiene una doble acepción: conciencia sicológica que expresa el conocimiento reflejo que el alma o el yo tiene de si mismo y de sus propios actos y conciencia moral que es un juicio del entendimiento sobre la bondad o maldad de un acto que se hizo o se va a hacer (independientemente de que se sea o no religioso). La conciencia quiere vincular al hombre con el bien (Romanos 2:14-15), la conciencia es la voz de Dios (NOMOS-INSTRUCCIÓN) a través de la naturaleza del hombre (PHYSIS) en cuanto a creado por su imagen y semejanza. La objeción de conciencia no es un acto que quiere apelar a la justicia de la mayoría, se desobedece una ley por motivos de conciencia (el ejemplo típico son los primeros cristianos que se negaban a cumplir ciertos actos religiosos prescritos por el Estado, también el pacifismo y el soldado que desobedece una orden contraria a su moral). La objeción de conciencia no se expresa ante el foro público, el objetor de conciencia reconoce que puede no haber base para una comprensión mutua y administra su tiempo a la espera de no tener que desobedecer o de que no se produzca la situación concreta de tener que hacerlo, la objeción es menos optimista que la desobediencia civil, no aspira a que se produzca un cambio legal o que la mayoría sea sensible a sus demandas, y tampoco se basa únicamente en principios políticos sino más bien en principios religiosos y morales.

Justificación de la desobediencia civil:

Siendo la desobediencia civil un acto dirigido al sentido de justicia de la comunidad, parece razonable limitarlo a casos claros de justicia o a casos que suponen un obstáculo para suprimir otras injusticias. Haciendo de ella un uso restrictivo, limitándola a la violación de leyes que infringen los derechos fundamentales de justicia y libertad y de igualdad de oportunidades. Un caso descriptivo sería el encabezado por Martin Luther King cuando en 1955 promovió una campaña de boicot a los autobuses por parte de 50000 negros y en años siguientes grupos organizados por King quebrantaron masivamente las normas de segregación racial de restaurantes, piscinas, bibliotecas, o también los actos contra la segregación racial en Sudáfrica.

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Justificación de la objeción de conciencia

Dentro de este apartado vamos a centrarnos en el pacifismo como ejemplo pudiendo ser este por motivos religiosos o humanistas. Igual que las naciones se rigen por derechos y deberes existe también un orden internacional que regula la relación entre Estados. Estos principios definen cuando una nación tiene una causa justificada para la guerra y los medios de que pueda valerse una vez en ella. Incluso en una guerra justa de autodefensa (suponiendo que halla guerras justas) hay ciertas formas de violencia que son inadmisibles, el objetivo de una guerra es una paz justa y por tanto los medios empleados en ella no deben destruir la posibilidad de la paz, la conducta en una guerra debe ser adecuada a ese fin, por lo tanto todo rechazo a participar en actos de guerra que incumplen este principio no solo es justificable desde la moral sino que es reconocido por el derecho internacional (declaración ONU art.18 10- X-1948) objetando que su deber de no hacerse partícipe de una injusticia pesa más que su deber de obediencia. Es por tanto comprensible y justificable que ciudadanos de un país se nieguen a participar en una guerra injusta. Este tipo de pacifismo sería una actitud por medio del cual ciudadanos de un Estado limitarían o condenarían las decisiones de sus gobernantes. En esta línea ha de entenderse la oposición de un gran número de ciudadanos alemanes al despliegue en su territorio de armas nucleares que creó gran polémica y manifestaciones en el país. Como vemos es un tema muy complejo donde se enfrentan concepciones muy diferentes del mundo y de la vida, todas ellas respetables cuando son de buena fe, muchas de ellas utópicas pero necesarias para recordarnos que no se debe renunciar a la utopía (citaremos a continuación dos opiniones de dos filósofos que abordan este tema).

J. Rawls:

“Interpretada la sociedad como un campo de cooperación entre personas iguales, la desobediencia civil así como la objeción de conciencia son recursos estabilizadores del sistema constitucional. Aunque sean recursos ilegales utilizados con la debida moderación y sano juicio ayudan a mantener y a reforzar las instituciones justas. El rechazar la injusticia dentro de los límites de la fidelidad a la ley sirve para evitar divergencias con la justicia y para corregirlas cuando se produzcan. Una disposición general a participar en la desobediencia civil justificada introduce cierta estabilidad en una sociedad bien ordenada o al menos en una sociedad casi justa. Tal como destaca la doctrina contractual, los principios de justicia son principios de colaboración voluntaria entre iguales, el negarle a alguien la justicia es no reconocerlo como igual. La desobediencia civil justificada dentro de los límites de la legalidad de la ley es el último recurso para mantener la estabilidad de una constitución justa y aunque es un modo de acción contrario a la ley es un modo moral correcto de mantener un régimen de Estado de derecho. Hemos de tener en cuenta que los límites de la conciencia propia son la conciencia de los demás, no debiendo usarse ésta para imponer principios morales particulares a los demás.”

La opinión de J. Habermas parte de las bases sentadas por Rawls pero con un enfoque más actual y más europeo:

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“La desobediencia civil es una manifestación de actos que formalmente son ilegales, pero realizados invocando los fundamentos legitimatorios generalmente compartidos del Estado de derecho. Quien protesta de este modo afronta una situación en la que por motivos de conciencia solo le quedan medios drásticos cargados de consecuencias personales, se pretende incitar un nuevo debate o una nueva formulación de una norma en vigor. Todo Estado de derecho seguro de si mismo debe considerar la desobediencia civil fundada como un componente normal de su cultura política. La violación de la norma es de carácter simbólico, pretendiendo apelar al sentido de raciocinio y justicia de la mayoría, representa un conflicto de deberes para los que la ejecutan puesto que reconocen la legitimidad de la Constitución pero optan por desobedecer leyes promulgadas en base a una mayoría antes que renunciar a sus libertades o a su sentido de la justicia y esto implica la cuestión de la naturaleza y límites de las reglas de las mayorías. El problema de lo que se trata aquí únicamente puede surgir cuando partimos del supuesto de que el Estado de derecho necesita de una justificación moral y es capaz de ella. Partiendo de la base de que el Estado de derecho requiere de sus ciudadanos la aceptación del ordenamiento jurídico no por temor a la pena sino por libre voluntad, la obediencia a la ley tiene que darse de un reconocimiento reflexivo y por lo tanto voluntario de aquella aspiración normativa a la justicia que late en todo ordenamiento jurídico, por este motivo el Estado de derecho solo puede esperar obediencia a las leyes si y en la medida en que, se apoya en principios dignos de reconocimiento a cuya luz pueda justificarse como legítimo lo que es legal. Así el Estado de derecho al no fundamentar su legitimidad sobre la pura legalidad no puede exigir de sus ciudadanos una obediencia jurídica incondicional sino cualificada (los principios constitucionales legitimadores como son la búsqueda de libertad la justicia y la igualdad, así como los derechos fundamentales inviolables e inalienables disfrutan de validez supralegal). En el Estado de derecho se materializa la desconfianza frente a los fallos de la razón humana y a la naturaleza corrupta del ser humano (como vimos anteriormente en Calvino “Institución de la religión cristiana”) por lo tanto si el Estado de derecho quiere mantenerse idéntico a si mismo se encuentra ante la paradoja de que tiene que proteger y mantener viva la desconfianza frente a una injusticia que puede manifestarse de forma legal (por ejemplo las leyes de Nuremberg promulgadas por el gobierno nacional-socialista en 1935 y de contenido antisemita), si bien no cabe que tal desconfianza se institucionalice, esta paradoja encuentra su solución en una cultura política que reconoce y otorga a los ciudadanos la sensibilidad y la capacidad de raciocinio para reconocer las violaciones legales de la legitimidad y llegado el caso para actuar ilegalmente por convicción moral. Dado que el derecho y la política se encuentran en una adaptación y revisión permanente, lo que a primera vista parece una desobediencia puede redundar en correcciones muy importantes para el sistema (por ejemplo el ejército profesional) pero también pueden equivocarse quienes toman sus convicciones morales no como un privilegio sino como una justificación exculpatoria de sus actos “los locos de hoy no tienen por que ser los héroes del mañana”. Todos aquellos que emprenden el camino de la desobediencia civil y de la objeción de conciencia sin un conocimiento claro de lo que costó llegar a las actuales sociedades de Estado de derecho y a que toda actitud alocada e irresponsable lo debilita, corren el peligro de seguir siendo mañana los locos de ayer, el que quebranta el precepto ha de comprobar con escrupulosidad si su decisión es proporcional a la situación y no deriva de un impulso elitista o de un espíritu narcisista arrogante e irresponsable. A su vez el Estado debe prescindir de la tentación de aplicar todo su potencial sancionador en tanto que la desobediencia civil responsable no pone en duda el conjunto del ordenamiento jurídico.

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En contra de la creación de un marco legal para la desobediencia civil se argumenta la indeseable consecuencia de que se convierta en un comportamiento normalizado, cuando desaparece todo riesgo personal se hace problemático el fundamento moral de al protesta, incluso su impacto queda desvalorizado, la desobediencia civil ha de moverse en el umbral incierto entre legalidad y legitimidad. Como quiera que en ultima instancia el Estado de derecho exige la obediencia de sus ciudadanos por convicción de estos en la legitimidad del ordenamiento jurídico, la desobediencia civil pertenece al patrimonio irrenunciable de toda cultura política madura y los tribunales han de admitir que la desobediencia civil no es un delito como los demás puesto que deriva su dignidad de la aspiración de legitimidad del Estado de Derecho aun siendo la decisión de la mayoría el camino real de formación democrática de la voluntad es necesario que se cumplan unos requisitos mínimos para que las reglas de las mayorías conserven su poder de legitimación, estando la mayoría dispuesta a practicar la empatía con las minorías nacionales, étnicas y confesionales entendiendo que la mayoría debe fundar sus actuaciones en la legitimidad de sus actos y de sus leyes.”

Como hemos podido comprobar el Estado de derecho abre una nueva relación del ciudadano con el Estado y la autoridad, una relación adulta donde la función del Estado es ser garante del contrato social. Esta nueva concepción afecta también al cristiano en cuanto que forma parte, como ciudadano, de un Estado de derecho, aumentando su capacidad de acción pero también su responsabilidad. La conclusión que debemos quitar es que con el aumento de la libertad debe aumentar también el grado de formación social e individual necesaria para administrar esa libertad, como cristianos debemos alcanzar un correcto equilibrio en nuestras actuaciones y esto requiere de una permanente sintonía con el Espíritu Santo (Juan 16:13). Toda otra conclusión se deja a la interpretación personal de cada uno puesto que la meta de este trabajo es ofrecer información y no aportar conclusiones definitivas.

En este último apartado tocante al cristianismo y el Estado de derecho hemos tratado de sintetizar algunas opiniones relevantes; dada la extensión de dichas opiniones y la limitación de este apartado citamos las fuentes para quien desee saber más.

J. Habermas – Ensayos políticos (La desobediencia civil piedra de toque del Estado democrático de derecho)

J. Rawls – Teoría de la justicia

P. Ibarra – Objeción de conciencia e insumisión en España

R. Taboada – La objeción de conciencia

E. López Azpitarte – Objeción de conciencia e insumisión, reflexiones éticas.

Alexis de Tocqueville- La democracia en América (se recomienda la lectura de esta obra para el que quiera ver la incidencia del puritanismo en la formación de los actuales Estados de derecho).

DANIEL CABARCOS