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"EL DERECHO DE CORRECCIÓN DE LOS PADRES SOBRE SUS HIJOS COMO CAUSA DE JUSTIFICACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL DELITO DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR" Autor: Br. Ana Gabriela Zamora Miranda Tutor: Dr. Marcelo A. Castillo Monterrey

EL DERECHO DE CORRECCIÓN DE LOS PADRES SOBRE SUS …

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"EL DERECHO DE CORRECCIÓN DE LOS PADRES SOBRE SUS HIJOS COMO CAUSA DE JUSTIFICACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL DELITO DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR"

Autor:

Br. Ana Gabriela Zamora Miranda

Tutor:

Dr. Marcelo A. Castillo Monterrey

BREVARIO

Código Civil de la República de Nicaragua C.c

Código Penal de la República de Nicaragua C.p

Sentencia de Audiencia Provincial SAP

Constitución Política de la República de Nicaragua Cn

Dedicatoria

A Dios por ser mi confidente y regalarme cada día maravilloso para cumplir mis metas.

A mis padres por darme su amor, apoyo incondicional, comprensión y sacrificios, y quienes han sido mi inspiración para ser mejor cada día.

A mi hermana por estar siempre presente, brindándome su apoyo.

Agradecimientos

A mi tío Luis Enrique Miranda por todo su apoyo brindado a lo largo de mi carrera.

A toda mi familia. Gracias por ayudarme a cumplir mis objetivos como persona y estudiante a través de sus consejos y enseñanzas.

A las personas que de alguna u otra forma ayudaron a que esta investigación haya sido posible.

Muchas gracias

ÍNDICE

Introducción ............................................................................................................. 1

Objetivos ................................................................................................................. 2

Capítulo I: Derecho de Corrección de los padres sobre sus hijos como causa de justificación. ............................................................................................................. 3

1. TEORÍA GENERAL DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN .......................... 3

2. LÍMITES DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN .......................................... 5

3. CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN ....................................................................... 6

4. ASPECTOS GENERALES DEL DERECHO DE CORRECCIÓN DE LOS PADRES SOBRE SUS HIJOS ........................................................................... 12

4.1 Requisitos del derecho de corrección ..................................................... 17

4.2 Límites del derecho de corrección .......................................................... 19

4.3 Castigo físico .......................................................................................... 20

5. REGULACIÓN DEL DERECHO DE CORRECCIÓN EN NICARAGUA ........ 21

6. DERECHO INTERNACIONAL Y DERECHO COMPARADO ....................... 24

6.1 Doctrina española .................................................................................... 28

7. JURISPRUDENCIA ....................................................................................... 29

Capítulo II: Breve Análisis Jurídico del Delito de Violencia Intrafamiliar ................ 31

1. NOCIONES DE VIOLENCIA ......................................................................... 31

2. TIPOS DE VIOLENCIA ................................................................................. 31

2.1 Violencia institucionalizada: ..................................................................... 31

2.2 Violencia social ........................................................................................ 32

2.3 Violencia cultural ...................................................................................... 33

2.4 Violencia Intrafamiliar ............................................................................... 33

3. TIPO PENAL DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR ........................................... 34

3.1 Generalidades del tipo penal ................................................................... 34

3.2 Naturaleza Jurídica .................................................................................. 35

3.3 Bien Jurídico Tutelado ............................................................................. 35

3.4 Conducta Típica ....................................................................................... 37

3.5 Sujetos del ilícito penal de Violencia Intrafamiliar en el Código Penal de Nicaragua ....................................................................................................... 41

3.6 Comprensión doctrinal de los sujetos del tipo penal ................................ 45

3.7 Violencia intrafamiliar y el Derecho Penal: Breve consideración desde el Derecho de Corrección ................................................................................... 47

Capítulo III: Derecho de Corrección y su Relación con el Delito de Violencia doméstica o Intrafamiliar ....................................................................................... 49

1. ESPECIAL PROTECCIÓN JURÍDICA AL MENOR ...................................... 49

2. LÍMITE ENTRE EL DERECHO DE CORRECCIÓN DE LOS PADRES Y CONDUCTAS QUE PUEDEN LLEGAR A CONSTITUIR EL DELITO DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR ............................................................................ 51

Conclusiones ......................................................................................................... 55

Recomendaciones ................................................................................................. 57

Referencias Bibliográficas ..................................................................................... 59

1

Introducción

El desarrollo del Derecho internacional en materia de protección del niño y la niña ha tenido un valor considerable en la regulación de los derechos a nivel interno por parte de los Estados.

La doctrina romana consideró en un momento que el pater familias era la autoridad competente e idónea para corregir y decidir sobre el desarrollo de los miembros del núcleo familiar.

Las nuevas construcciones familiares en materia de protección del niño apuntan al libre y pleno desarrollo de las facultades de este, exigiendo con mayor rigurosidad el respeto a la dignidad e integridad personal de estos. En las Ciencias jurídicas se hace acuciante la discusión sobre si las autoridades parentales están facultadas para corregir a los menores, bajo la premisa legal de ser una causa de justificación.

Dentro de este trabajo de investigación se pretende determinar si el Derecho de Corrección de los padres sobre sus hijos, es una causa de justificación frente al delito de Violencia Intrafamiliar a fin delimitar los alcances de ambas figuras jurídicas.

Se explicara la concepción Doctrinal del Derecho de Corrección de los padres sobre sus hijos y el delito de Violencia Intrafamiliar, para determinar sus generalidades, su naturaleza jurídica e inclusión en la legislación Nicaragüense y para establecer si el Derecho de Corrección aplica ante la comisión de un delito.

Y desarrollar los aspectos referidos al test de razonabilidad que exige el Derecho

de Corrección de los padres como son: Moderación, fin educativo y

proporcionalidad.

2

Objetivos

Objetivo general:

Determinar el tipo penal de violencia intrafamiliar con la causa de

justificación del Derecho de Corrección de los padres sobre sus hijos, a fin

de delimitar los alcances de ambas figuras jurídicas.

Objetivos específicos:

Explicar la concepción Doctrinal del Derecho de Corrección de los padres

sobre sus hijos, para determinar sus generalidades, su naturaleza jurídica e

inclusión en la legislación nicaragüense como una causa de justificación en

Derecho Penal.

Determinar las características del delito de Violencia Intrafamiliar, su

concepción Doctrinal y su inclusión en la legislación nacional, para

establecer la potencial aplicación del Derecho de Corrección como causa

de justificación para la comisión del delito.

Determinar si algunos actos de violencia podrían estar amparados por el

derecho de corrección, con el fin de valorar la validez de las disposiciones

del Código Penal de la República de Nicaragua.

3

Capítulo I: Derecho de Corrección de los padres sobre sus hijos como causa de justificación.

1. TEORÍA GENERAL DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN

El Derecho de Corrección de los padres a los hijos ha sido tradicionalmente

considerado en el ámbito penal una causa de justificación, subsumible dentro del

ejercicio legítimo de un derecho, en virtud de la cual quedaban exentos de

responsabilidad los padres por los actos que en principio podían constituir delito o

falta, si dichos hechos se realizaban con un fin correccional o educativo, si la

conducta era necesaria y proporcionada para cumplir con ese fin y que no se

produjeran extralimitaciones o excesos en su ejercicio.

La necesidad de establecer de forma clara y concisa los umbrales existentes entre

las distintas causas de justificación que la doctrina ha establecido, permitirá el

análisis completo y acabado de si el Derecho de Corrección de los padres es o no

parte integrante de dichos supuestos excluyente de antijuridicidad.

En la actualidad, la postura doctrinal uniforme acerca de la configuración moderna

del delito, manifiesta los elementos para la configuración del mismo, a través de la

teoría del delito, como son: la acción, típica, antijurídica, y culpable. Sin embargo,

la discusión en torno a si una categoría jurídica permite excluir la manifestación

de uno de tales elementos, trae consigo consecuentemente la exclusión de

responsabilidad al no poder demostrarse aquel vínculo entre uno o varios sujetos

determinados, en un contexto dado o supuesto fáctico determinado, tampoco

podrá imputar la comisión de un hecho delictivo a un sujeto en específico.

Lo anterior ha sido desarrollado, en Derecho interno y Derecho internacional, por

las Ciencias Jurídicas como presupuestos de hecho jurídicos, a los que se les

denomina "causas de justificación", cuya existencia y aplicación tiene por efecto

4

derogar la eficacia jurídica de un elemento de la configuración del delito, por lo

general inciden en la antijuridicidad del tipo penal. Sin embargo, un sector en la

doctrina (Muñoz Conde, Puig, Luzón Peña, entre otros) considera que, es posible

que se exima de responsabilidad penal a partir del efecto jurídico de una causa de

justificación.

Así, Muñoz Conde y Mercedes García Áran (1998), manifiestan que, las causas

de justificación son "preceptos permisivos" que autorizan la realización de un

hecho prohibido. Los juristas antes mencionados, expresan también que las

causas de justificación permiten la realización de hechos típicos en cuanto

coexisten razones políticas, sociales y jurídicas que fundamentan la comisión de

ciertos injustos.

En el Ordenamiento jurídico, las causas de justificación no solo impiden que se

pueda imponer una pena al autor de un hecho típico, sino que estas se conviertan

en un hecho lícito, con todas las consecuencias que ellos comportan (Muñoz &

García, 1998).

Luzón Peña (1997), expresa que las causas de justificación:

Son circunstancias eximentes que por determinadas razones excluyen la

antijuridicidad o ilicitud de la conducta en principio típica, (que realiza en su parte

objetiva el tipo positivo, indiciario de la antijuridicidad). Por eso se les denomina

también causas de exclusión de la antijuridicidad o del injusto (p. 574).

Mientras que para otros autores las causas de justificación son autorizaciones

para obrar típicamente y que están expresamente contempladas en la Parte

General de los Códigos Penales. Acertadamente afirman Toledo de Ubieto y

Susana Huerta (1986), que para que se repute la comisión de un delito, es

necesario "verificar" la concurrencia de los elementos del mismo. Cuando en

efecto, un sujeto determinado realiza una acción, en cualquiera de sus

acepciones, y la conducta es ajustada a lo previsto por el tipo penal, en principio

es viable presumir materialmente que el hecho es antijurídico.

5

Sin Embargo, Toledo de Ubieto y Susana Huerta (1986), siguen exponiendo que

antes de determinar la antijuridicidad de una acción, es indispensable analizar si

no se ha cometido bajo la permisión de una causa de justificación, puesto que, de

ser así será verificable la tipicidad del hecho concreto; pero la antijuridicidad

quedará anulada debido al precepto que justifique tal actuación.

2. LÍMITES DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN

Existen muchas teorías que, explican la necesidad de concurrencia de los

elementos de las causas de justificación para que puedan reputarse y aplicarse

como tales. De tal modo que coexisten dos elementos de las causas de

justificación.

Por una parte, se reconoce el elemento objetivo: que el imputado, lleve a cabo la

acción justificante. Así mismo Toledo Y Huerta (1986), plantean que el sujeto que

comete la acción típica penal, efectúe tal hecho desaprobado por la ley, pero que

a la vez concurra en el mismo acto una conducta que es permitida por el

ordenamiento y que "contrarresta" la primera circunstancia. Entonces, el elemento

objetivo consiste en que se alcance el resultado esperado por la conducta

justificante, y que a la vez está conducta- objetiva- se tipifique en la norma jurídica

penal.

Por otro lado, se puede delimitar un elemento subjetivo que se entiende como la

adecuación de la voluntad a alcanzar la conducta justificada, en ocasiones se

entiende también como tener la conciencia o razonar tal situación justificante.

En resumen así como manifiestan Muñoz Conde y García Áran (1998): "se trata

de probar que conoce – el sujeto- la situación objetiva justificante y que actúa

voluntariamente dentro de los límites autorizados" (p.350).

Acoger la percepción que para considerar un acto como justificante, basta con la

manifestación del elemento material del mismo. En cambio, otra postura, quizás la

más acertada actualmente, y a la que se dirige la doctrina mayoritaria, es que

6

deben concurrir ambos elementos en una conducta para que pueda subsumirse

dentro de una causa de justificación.

En la misma línea, es menester indicar, que además de los elementos objetivo y

subjetivo generales, pueden coexistir otros elementos que en ocasiones son

especiales a la causa justificante que se trate.

En fin, podemos manifestar que las causas de justificación son eximentes de

responsabilidad penal y que a su vez el ordenamiento jurídico, no permite que al

autor del hecho, se le imponga algún tipo de sanción, ya que el hecho si bien

encaja con los aspectos fácticos establecidos en el tipo, se excluye de

antijuridicidad dicha actuación al momento de demostrar que la manifestación

volitiva del sujeto o sujetos constituye un acto doloso, pero se excluye de

culpabilidad, pues el fundamento de la existencia de dichas causas, es que el

ordenamiento jurídico valora la protección de determinados bienes jurídicos y

protección de los mismos.

3. CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN

Explicado el concepto de las causas de justificación, es importante desarrollar de

forma breve, cada una de ellas para su comprensión y ver si el derecho de

Corrección es una causa de justificación, según la doctrina imperante:

La legítima defensa:

Muñoz & García (1998), expresa:

La legítima defensa, como causa de justificación por mucho tiempo estuvo

involucrada con las causas de exculpación, ya que se plateaba o se manifestaba

como un problema de miedo o de perturbación del ánimo en el que se defiende al

ser objeto de un ataque. Pero en la medida en que la defensa sea respuesta

proporcionada a una agresión injusta, no cabe duda de que, cualquiera que sea la

actitud anímica del que se defiende, existe una autentica causa de justificación que

legitima el acto realizado (p. 358).

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Para Toledo de Ubieto y Susana Huerta (1986), la legítima defensa "es aquella

reacción que se hace necesaria para repeler una agresión ilegitima y actual

dirigida contra uno mismo o contra un tercero" (p. 207).

Para Santiago Mir (1998), en la legítima defensa existen dos aspectos, el

individual y el colectivo. El individual se manifiesta en el hecho de que solo se

autoriza o se permite la defensa de bienes individuales, mientras que no la de

bienes colectivos, ya que esta solo cabe la defensa de la propia persona o

derechos, o los de un pariente o extraño. El aspecto individual juega un papel

importante en el principio básico de la legítima defensa según el cual "es lícita

toda defensa que resulte necesaria, aunque el bien que con ella se lesione sea

objetivamente más valioso que el que se defiende" (Mir, 1998, p.430).

Sin embargo, este principio encuentra mayor fundamento en el aspecto colectivo

de la legítima defensa. También el individual podría considerarse importante, el

punto de vista del agresor como también el del defensor, en lo cual procedería a

resolver el conflicto en favor del bien más valioso, pero también seria desconocer

el significado colectivo de la legítima defensa.

Agresor y defensor no se hayan en una posición igualmente válida frente al orden

jurídico. Mientras que para el agresor niega el derecho, el defensor lo afirma. Siendo

así, el derecho se inclina a favor del defensor, y permite lesionar al agresor en las

medida en que resulte necesario para impedir que el injusto prevalezca sobre el

derecho (Mir, 1998, pp. 430,431).

Estado de necesidad:

Existe en la doctrina una definición de estado de necesidad: "estado de peligro

actual para legítimos intereses que únicamente puede conjurarse mediante la

lesión de los intereses legítimos de otra persona" (Mir, 1998, p 449).

"El estado de necesidad tendrá efecto justificante si el hecho realizado a su

amparo, es el medio adecuado para evitar el peligro" (Muñoz & García, 1998). De

lo contrario, solo puede ser aplicable como eximente incompleta.

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En la doctrina es considerada una causa de justificación de doble naturaleza, ya

que puede ser considerada como una causa de justificación y como causa de

exculpación, debido a lo siguiente: Como causa justificante se daría cuando el

estado de necesidad surge de la colisión de dos bienes jurídicos de distinto valor

(Muñoz & García, 1998). Y como causa de exculpación, cuando los bienes

jurídicos en conflicto son del mismo valor. Mientras que en el estado de necesidad

como causa de justificación la ley aprueba el sacrificio del bien de menor valor, y

como causa de exculpación, se dice que la ley no puede inclinarse por ninguno de

los dos bienes, que son de igual valor, pero por otras razones provisorias, disculpa

a quien actúa en dicha situación.

Lo antes mencionado permite manifestar que, el tratamiento de dicha eximente de

responsabilidad responderá a situaciones jurídicas y fácticas concretas, en la

determinación o no de responsabilidad. En cuanto al Estado de Necesidad como

causa de justificación se deberá de valorar el caso en concreto bajo la óptica del

Principio de Proporcionalidad que exige que sea, necesaria, idónea y

estrictamente proporcional la manifestación de voluntad, ya que si no se cumple

dicho test de razonabilidad se tendrá como típica y antijurídica dicha conducta.

Ahora en referencia a la causa de exculpación debe de atenderse a la teoría de

conflictos de principios jurídicos (Suay, 1985) se deberá de tenerse a lo puesto a

la situaciones fácticas y jurídicas que potencialicen la norma prevalente, y el

amparo constitucional que lo justifique. Esto no significa que exista jerarquía de

derechos, si no la necesidad de establecer con prevalencia situaciones

determinadas.

Obediencia debida:

Esta eximente de responsabilidad se dirige a quien "realice una conducta típica en

cumplimiento de un deber jurídico de obediencia a los mandatos de otra persona".

(Toledo & Huerta, 1986, p. 264).

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Es viable en este punto explicar los requisitos que la doctrina y la ley reconocen

para que subsista la obediencia debida: La obediencia debida consiste en la

comisión de una acción bajo el mandato de otro individuo, lo cual, debe cumplir los

requisitos siguientes, debería reconocerse como una causa de justificación:

Competencia: Se refiere a que la persona que dicta la orden o mandato, debe

tener u ostentar la competencia requerida para llevar a cabo el mandato, además

es menester la competencia del ejecutante. Ahora bien, Mir Puig (1998), expone

que dentro de la obediencia debida es indispensable distinguir o delimitar el

contenido de esta, y hace referencia a que si es posible que el contenido indicado

sea antijurídico.

Sobre ello, sigue manifestando el autor antes expuesto, que doctrinarios alemanes

han coincidido en que existen dos tipos de competencias: competencia concreta,

que se circunscribe al acto en concreto que dicta una autoridad. En cambio, se

refiere a la competencia abstracta para designar los tipos de actos que el

ordenamiento jurídico le permite hacer a tal o cual autoridad, es la competencia

sobre los actos a los que la ley y el principio de legalidad otorgan validez para ser

emitidos por dicha autoridad. Se hace la diferencia de que la ley no faculta u

otorga competencia concreta para efectuar un acto antijurídico. Sin embargo, en la

designación de competencia abstracta, debido a que se refiere a los tipos de actos

sometidos a la competencia de una autoridad u órgano, el contenido de la misma

puede ser antijurídico, y estar dentro de la competencia de éstos.

Formalidades legales: Para que el acto se repute como tal, es menester que

concurran todos los requisitos que la ley impone para la validez del mismo.

Contenido: En la Doctrina nos encontramos con dos teorías disímiles entre sí, que

pretende determinar el contenido de la Obediencia Debida. Por un lado, se erige la

acepción de que es indispensable que el acto dictado por una autoridad

competente sea o tenga la apariencia de legalidad: esto implica que el acto

10

dictado por dicha autoridad no sea “manifiestamente antijurídico”. Respecto a esto

es menester indicar que la manifiesta antijuridicidad de un acto conlleva la

exclusión de aplicación de ésta causa de justificación, por lo menos esto es

comprendido doctrinalmente (Mir, 1998).

Por otro lado, nos dice Mir que, también se presenta la teoría de la nulidad que

obliga a que desde su nacimiento el acto jurídico potencialmente ejecutable por un

sujeto que, por el contenido antijurídico- del acto- puede o en efecto es imputado,

no sea “nulo de pleno derecho.

Cumplimiento de un deber y ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo:

El ejercicio legítimo de un derecho:

"En otros países (así, en Alemania) no se prevé ningún precepto paralelo, y sin

embargo, nadie ha puesto en duda que quien actúa en el ejercicio de un deber o

de un derecho no ha de incurrir en responsabilidad penal" (Mir, 1998, p. 485).

Cumplimiento de un deber, según Mir (1998):

El cumplimiento de un deber sugiere la posibilidad de que, al realizar conductas

activas u omisivas legalmente exigibles-deberes jurídicos, por lo tanto, y no

meramente morales-, el <<obligado>> a tales conductas se comporte típicamente

y ataque un bien jurídico-penal-mente protegido.

Tal sucedería, por ejemplo, en supuestos de existencia de un deber de impedir

determinados delitos cuando la conducta impeditiva realizase lo previsto en un tipo

penal (así: para evitar que una mujer sea violada, un tercero lesiona gravemente a

quien estaba a punto de conseguir el yacimiento violento) (p. 250, 251).

Para Mir Puig el ejercicio legítimo de un derecho se divide en dos vertientes:

Ejercicio legítimo de un derecho procedente de un oficio o cargo:

11

Se trata del ejercicio de la profesión por parte de un sujeto que, en la

ejecución de la misma, incurra en la comisión de una conducta típica, pero

que por el ejercicio de su cargo transgredió de alguna manera el

ordenamiento jurídico- penal, por la trasgresión de un bien jurídico

protegido. Ahora bien, la doctrina se plantea, respecto de esta causa de

justificación, la situación de los médicos, abogados o maestros, entre otras

profesiones que puedan incluirse en éste régimen.

Además, en el ejercicio de un oficio, se efectúa la subsunción de los

deportes: las conductas que no son potencialmente punibles debido a que

se justifican por el tipo de deporte que se practique. Así no podrá ser

imputado un jugador de fútbol ante una lesión causada a otro jugador

durante el juego, o los boxeadores que a menudo se lesionan físicamente.

Derechos no procedentes de un oficio o cargo: Que básicamente consisten

en derechos que ostenta un sujeto en virtud de la ley, o de un vínculo

jurídico con un tercero cuyo precedente o presupuesto no es la ejecución

de un oficio o cargo. A su vez, secciona éste apartado en tres temas

específicos:

1. Las vías de hecho: Consisten en “la realización de un derecho al margen

de los Tribunales y en contra de la voluntad de otra u otras personas

que se oponen a ella" .Es decir, que la ley faculta a un sujeto a efectuar

acciones que protejan bienes jurídicos. Sin embargo, no debe

entenderse como llevar a cabo un acto de cualquier manera sino que

debe limitarse a "causes legítimos", lo que implica accionar sin exceder

los límites propios de la ley (Mir, 1998, p. 493).

2. Derecho de Corrección de los padres y tutores sobre sus hijos o pupilos:

Consiste en la facultad de aquellos de dirigir y corregir la conducta de

éstos. El jurista Santiago Mir (1998), argumenta que es indispensable

12

que concurran la necesidad y proporcionalidad respecto del modo de

corrección que procure, por una parte, una finalidad educativa, por otra,

el bien del menor. Sin la finalidad educativa no cabe la causa de

justificación, y la medida de ésta es la moderación. Sobre este punto es

menester explicar que la moderación depende, además del establecido

en la ley, de los factores socio-culturales que afecten o incidan de

alguna manera en el ordenamiento jurídico que se analice. De tal modo

que, en algunos esquemas jurídicos de ciertas naciones los excesos

pueden sobrepasar límites no permitidos en otros países. Sin

menoscabo de ello, actualmente se han universalizado ciertos límites

mínimos que deben asegurarse para los niños. Como la Convención

Internacional de los Derechos del niño y la niña 1990.

El autor también se ocupa de exponer acerca de la corrección de hijos ajenos,

refiriéndose a la potencial corrección que puedan hacer los maestros o cualquier

tercero distinto de los padres o tutores y que en un momento determinado, en

ausencia de éstos, ostente la tutela de los menores. Sin embargo, la postura

moderna es que sin la autorización expresa de los padres, nadie puede ejercer el

derecho de corrección en ausencia de los mismos.

4. ASPECTOS GENERALES DEL DERECHO DE CORRECCIÓN DE LOS PADRES SOBRE SUS HIJOS

Es indispensable indicar que la doctrina no tiene un listado cerrado de inamovibles

causas de justificación. Es más, entre los juristas del Derecho Penal y de la Teoría

General de las Causas de Justificación no se presenta una congruencia

determinante respecto de las situaciones que deben reconocerse como premisas

permisivas ante la comisión de una conducta típica. Sin embargo, es necesario

indicar y señalar las que, por lo general, son las más incluidas en las legislaciones

penales actuales, y en las cuales los juristas coinciden al momento de su inclusión

en tal rubro.

13

Ahora bien, de la descripción general efectuada hasta éste, es viable realizar las

siguientes observaciones y señalamientos.

Si se incluye el derecho de corrección, como causa de justificación en un

ordenamiento jurídico- penal interno, la tendencia es que éste se subsuma dentro

del ejercicio legítimo de un derecho.

El ejercicio legítimo de un derecho, comprendido doctrinalmente, supone la

dualidad de aquellos derechos ejecutados, accionados por situaciones que

presuponen un derecho devenido de un oficio o cargo, o bien de derechos

provenientes de situaciones en las que no se vinculan con un oficio o un cargo

(Monroy, 2008).

Según el artículo 34 del Código Penal de la República de Nicaragua, están

exentos de responsabilidad penal, quien actué en cumplimiento de un deber

jurídico o en el ejercicio de un legítimo derecho, oficio o cargo. En este sentido,

doctrinalmente se entiende que el Derecho de Corrección es susceptible de

ubicarse dentro de la universalidad del ejercicio legítimo de un derecho, como una

eximente si cumple con los requisitos legales y materiales necesarios.

Antes de la entrada en vigencia de la Ley N° 779, Ley Integral de Violencia contra

las mujeres y reformas al Código Penal la Ley N° 641, existía la posibilidad de

eximir la antijuridicidad de ciertas conductas que potencialmente podían constituir

delito tales como, Violencia Intrafamiliar, Lesiones entre otras. Sin embargo,

actualmente la realidad es distinta, puesto que la Ley N° 779 se estipula (Artículo

59) que la corrección paternal sobre sus hijos que analizaremos en este estudio,

no cabe como eximente de responsabilidad penal, en las modalidades de

corrección física y psicológica, dentro de la causa de justificación del ejercicio

legítimo de un derecho.

Tanto la legislación nacional, como en derecho comparado, se subsume la figura

del ejercicio legítimo de un derecho, como una eximente puesto que se tipifica

expresamente en el ordenamiento penal.

14

Acertadamente, la doctrina incluye dentro del ejercicio legítimo de un derecho al

derecho de corrección que detentan los padres sobres sus hijos: específicamente,

dentro de la vertiente de derechos devenidos de una situación no vinculada al

ejercicio de un oficio o cargo. No obstante la falta de uniformidad en razón de cuál

es el límite y techo de dicha corrección parental, exige a la práctica jurídica hacer

un examen de que conductas son necesarias, adecuadas y proporcionales en la

conducción de los menores en su desarrollo social. Pese a que la reciente, Ley N°

779, establece en su precipitado articulo 155 C.p de Nicaragua, que no se

entenderá como manifestación de corrección la violencia física y psicológica, como

eximente de responsabilidad, es evidente que la carencia sigue persistiendo,

debido a que no todo acto de corrección física no puede ser considerado como

Violencia, y no todo acto de corrección verbal puede ser considerado violencia

psicológica.

Es necesario manifestar que los aspectos que atienden a la configuración de

violencia son claramente, en algunos casos, subjetivos, y para poder ser

enmarcados en estándares objetivos debe pasar por un test de razonabilidad,

como es "La Moderación", "La finalidad" y "Proporcionalidad en sentido estricto", lo

cual será abordado en los apartados siguientes.

Desde el inicio de la civilización humana, hasta en la actualidad, la sociedad

humana se ha comportado de forma similar en la relación padres e hijos. Es

evidente, que la evolución de la construcción social de los derechos inherentes a

las personas y particularmente a los menores hijos, ha permitido que dicha

relación se adapte, o tienda a adaptarse a parámetros universales, en los que nos

encontramos actualmente inmersos (Barrios, 2012).

Dicho esto, cabe afirmar que desde aquellos tiempos hasta hoy, los padres y

madres han tenido deberes determinantes con respecto de sus hijos, y la noción

general es que intrínsecamente al hecho natural de ser padres, éstos ostentan

ciertos Derechos sobre sus hijos, por lo menos, mientras no ostenten capacidad

legal plena para llevar a cabo sus negocios, disponer de su potencial patrimonio y

regir su propia vida (Alessio, s.f).

15

De hecho, socialmente es una costumbre, un hábito humano, el de orientar a los

hijos a seguir determinados causes o matrices de conducta para llenar el ideal que

los padres tienen sobre sus hijos. Ideal que radica, por lo general, en el interés de

los padres por criar un individuo socialmente exitoso, y que se acople a los

modelos o estándares preestablecidos por la colectividad, que satisfagan esa

noción.

Para Monroy (2008), el intento por dirigir la conducta de los hijos cuando éstos no

satisfacen el ideal parental, o cuando éstos se desvían de los patrones de

conducta que aquellos intentan determinar como “correctos", constituye una de las

bases de la relación padre- madre- hijos, antes que éstos últimos se conviertan en

adultos.

En la misma línea, para lograr esa dirección, para regir esa conducta que pudo, en

algún punto, desviarse del ideal parental, los progenitores (podría decirse que del

mundo entero) se dan a la tarea de corregir a sus hijos: claro, los padres ostentan

el Derecho inherente a la condición de progenitor de restablecer la dirección o el

camino de vida de sus hijos, y conseguir con esto encausarlos por los patrones de

conducta que estimen convenientes para éstos.

Un derecho tal, inicialmente, podría estimarse magnánimo: padres que regulan la

conducta de otros individuos, procreados o criados por ellos mismos a fin de que

consigan satisfacer los ideales de ser humano preestablecidos en la sociedad, y

con esto, satisfacer el ideal creado por una parte, por los ascendientes de los

padres, por otro lado, por la sociedad y contexto que condicionan necesariamente

tales o cuales conductas, y que condicionaron la experiencia de vida de los

mismos (Barrios, 2012).

Hasta éste punto no parece subsistir ningún problema con el modo de proceder de

los padres y su vínculo indispensable con los hijos. Jurídicamente, es reconocido

el derecho detallado anteriormente. Materialmente se hace efectivo por la

sociedad entera.

16

Sin embargo, es evidente que los hijos son sujetos de Derechos, y por lo tanto,

merecen igual o mayor protección del Estado y de la sociedad misma.

Monroy (2008) manifiesta que, si la Constitución, las Leyes, y el ordenamiento

jurídico de un país determinado son la matriz funcional- estructural de una

sociedad, podemos destacar que entre tantas funciones, subsiste una que

adquiere una importante relevancia: El ordenamiento jurídico es el límite a las

actuaciones del Estado, es decir, que funge como garantía para la población de

que el quehacer estatal de los funcionarios, entes, instituciones y demás, actuaran

procurando el bienestar general, sin abusar o desviar el poder, y sin actuar

arbitrariamente.

Continuando con el autor antes citado, pues análogamente, las leyes son, y han

de ser, el límite impuesto a la labor que los padres realizan para intentar corregir la

conducta de sus hijos. Esto es, que los padres ostentan, en principio, el ejercicio

pleno del Derecho de Corregir la conducta de sus hijos, sin menoscabo de ello,

socialmente se cometen lesiones y transgresiones a dicho derecho. Muchas

veces, excediendo el modo de llevar a cabo o ejercitar tal potestad.

La palabra corrección proviene del verbo infinitivo corregir cuya etimología deviene

del latín cum que significa cabalmente, conjuntamente, y de rigere, de regere:

enderezar, conducir derecho, regir, dirigir, gobernar, guiar (Cabanellas de la Torre,

1998).

Para Cabanellas el Derecho de Corrección, "es el castigo que pueden imponer los

padres a sus hijos en virtud de la patria potestad" (Cabanellas de la Torre, 1998).

Se podría decir, que el derecho de corrección, es el deber o facultad que tienen

los padres para con sus hijos en educarlos y procurarles una formación integral,

corregirlos de forma proporcionada, razonable y moderada, con pleno respeto por

su dignidad y sin imponerles sanciones humillantes, ni que atenten contra sus

derechos.

17

Los padres tienen el derecho a corregir a sus hijos razonadamente tratar de

educarlos pero sin utilizar vías agresivas para hacer ver a sus hijos lo que está mal

(Barrios, 2012).

Fraga (2012), expone el punto de vista de Diez Picazo en el cual, hace una

diferencia entre castigo y corrección en el cual dice:

la facultad de castigar es el derecho de señalar una pena con las funciones

satisfactorias, represivas y preventivas de toda pena, mientras que la

corrección tiene una única función pedagógica y educativa que no tiene por

qué ligarse necesariamente con una previa falta", en consecuencia, el

legislador privilegia el ius corrigiendo, en lugar del ius puniendo (p.6).

Los padres al reprender a sus hijos o castigarlos físicamente creen que es la

forma adecuada para educar a estos, ¿pero cuál es la forma adecuada? .Todas

las sociedades, primitivas o modernas, piensan que el mejor comportamiento

adecuado de los padres, es el castigo físico. Sin embargo, esta manera de

corregir, ya es algo normal en la sociedad porque es la que consideran más propia

y cercana para inculcarles valores y principios.

4.1 Requisitos del derecho de corrección

La doctrina mayoritaria, deduce que el derecho de corrección se deriva de las

causas de justificación, en el cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo

de un derecho, oficio o cargo (art. 34 Cp. de Nicaragua). Para poder excusar la

responsabilidad penal por la actuación de conductas tipificadas como lesiones,

coacciones o tratos degradantes y apreciar el ejercicio legítimo de un derecho

(derecho de corrección), se deben implantar una serie de requisitos que los

doctrinarios en materia penal han desarrollado:

En primer lugar, la preexistencia de ese derecho. Esto es, que exista un nexo

jurídico preexistente o anterior que no justifique necesariamente la conducta

repudiable, pero que funja como instrumento para demostrar que en virtud del

18

vínculo anterior al momento del hecho, éste último se realizó con la presunción de

que el vínculo otorgaba la potestad o facultad de actuar de tal o cual manera

(Marín de Espinosa, 1999).

Concretamente la preexistencia radica, en este caso, en que efectivamente los

imputados por el delito de violencia intrafamiliar, jurídicamente tengan un vínculo

paterno-filial con el menor, o en ausencia de tal vínculo (debido a la ausencia

misma de los progenitores), es menester que subsista un nexo entre la víctima,

que en este caso ha de ser el menor, y el tutor o persona natural que se encuentre

a cargo del mismo. Esto constituye pues, una condición sine qua non para la

eventual aplicación del derecho de corrección.

En segundo lugar, que la conducta sea la necesaria para cumplir ese derecho.

Para calificar la infracción penal de necesaria, como en toda causa de justificación,

deber existir dos deberes o intereses contrapuestos de diferente valor y el de

menor valor debe ser sacrificado para salvar al del mayor valor (Marín de

Espinosa, 1999).

En el caso del ejercicio del derecho de corrección de los padres es imprescindible

que el interés superior sea el educativo en detrimento de otros intereses como la

integridad o libertad del hijo o tutelado, ya que si el fin educativo no es superior al

que se vulnera no estarán justificadas la conducta del padre o la madre, esto es,

no todo fin educativo justifica una infracción penal, solamente cuando la

salvaguardia del correcto e integral desarrollo del menor sea el interés

preponderante. En definitiva, será necesario llevar a cabo una acción típica

cuando no exista otro medio menos lesivo para cumplir el fin educativo.

En tercer lugar, es preciso que no existan abusos o extralimitaciones en el

ejercicio de este derecho, es decir que se ejercite de una manera razonable y

moderada, es indispensable que concurra una adecuada proporcionalidad entre la

acción de los padres para conseguir el fin educativo y el resultado lesivo originado

al menor, esto es, que la acción sea moderada (Marín de Espinosa, 1999).

19

No se expone que será una conducta justificada, lo que se trata de delimitar es

cuando existe corrección entendida en los términos doctrinales. Luego, la

aplicación de la misma causa de justificación se excluye específicamente para los

casos de violencia intrafamiliar. Sin menoscabo de ello, el objetivo del estudio es

determinar cuando el derecho se corrección se excede por abuso del mismo,

constituyendo el delito de violencia intrafamiliar. De modo que no está justificada,

sino que está comprendida desde la doctrina es susceptible de aplicarse, distinto

de que en la legislación penal nacional se permita o no su utilización como

eximente.

4.2 Límites del derecho de corrección

Educar y corregir a los hijos, es una tarea difícil para los padres, a los menores se

les debe de instruir para que disciernan en su toma de decisiones, y además debe

exigírseles asumir las responsabilidades de sus actos.

La Abogada Monroy (2008), manifiesta en este sentido en la conducta de los

menores

… si persiste en su actuación después de mucho de explicarles, no estaría

mal una buena palmada en el trasero dada a tiempo, si se sabe administrar

bien y adecuadamente. Es mejor que los niños no sean motivados en sus

actuaciones por premios ni por castigos, pero no es incorrecto que los

padres de vez en cuando premien y estimulen el buen comportamiento de

sus hijos y siempre les corrijan su mal comportamiento. ¿Y cuál es esa

medida correcta de una corrección? No es algo matemático, depende de

cada situación, de cada niño(a), del momento oportuno. En esto no valen

las casuísticas, pero lo cierto es que hay que saber ser padres y no sólo

amigos de los hijos."

El castigo físico no puede entrar dentro de las facultades de un derecho de

corrección. Si se tiene en cuenta la regulación de la violencia física y el trato

degradante en el ámbito familiar, el derecho de corrección de los padres se

20

comprime a sermonear y reprender a través de la palabra. Ello presume un

progreso en el respeto a la dignidad de los menores de edad (Barrios, 2012).

4.3 Castigo físico

En la evolución del ser humano y de la civilización, los padres han utilizado el

castigo corporal o castigo físico, como medio de corrección hacia sus hijos; y en la

actualidad, ya es una cultura. Este medio para educar es aceptado por la sociedad

en general. Sin embargo, algunos padres están cometiendo violencia contra los

niños y hasta pueden llegar a vulnerar sus derechos como el de su dignidad e

integridad física.

El uso de la fuerza física, como medio correctivo, va desde la cachetada,

empujones, golpes, hasta causar lesiones graves que pueden ocasionar grandes

consecuencias, o fatales resultados como la muerte. Este tipo de castigo lesiona la

autoestima de los niños provocando una percepción negativa. Igualmente

interfiere en el aprendizaje (Alessio, s.f).

El castigo físico con menores es aquel que puede definirse como el uso

intencional de la fuerza, pudiendo producirse o no lesiones, con el objeto de

corregir o controlar una conducta. Evidentemente su finalidad específica ha

de ser la corrección, independientemente de las consecuencias.

Actualmente, se reconoce que el castigo corporal es una forma errónea de

educar y conlleva el riesgo de dañar emocionalmente al niño. Se deben,

propiciar, por tanto, otras formas de corrección que promuevan acciones

adecuadas para que los niños puedan educarse sin violencia (Fraga,

2012, pp. 9,10).

El autor anteriormente citado, asevera que el castigo físico al cual hace

referencia, radica no en una tortura incólume, tampoco alude a castigos físicos

exacerbados, hace hincapié en que el castigo físico que denota es aquel que se

ubica dentro de "términos de moderación". En efecto, hablar de castigo físico

21

dejando a un lado los límites racionales supone castigos equiparables a

verdaderas lesiones y concretas transgresiones a distintos tipos penales.

Tenemos que tener en cuenta, si el castigo físico es un instrumento de corrección,

ya que muchos niños, la mayoría, son castigados físicamente, en casi todas las

sociedades; esto es prácticamente aceptado por la sociedad y es considerado

como un método natural y eficaz para educar. Debemos hacer el esfuerzo y tratar

de instruir otras formas de enseñanza, de formación y de corrección (Fraga, 2012).

Es la deconstrucción de patrones machistas y patriarcales, donde se impulsa

métodos de corrección violentos.

Para Fraga (2012), el prohibir el castigo físico puede llevar a que los padres se

abstengan de corregir a sus hijos. Sin embargo, para algunos padres, este castigo

ha sido la única forma que aprendieron a ejercer su autoridad. Y que no se les

puede quitar a los padres las formas tradicionales para ejercer su autoridad y por

ende, la corrección educativa de sus hijos.

5. REGULACIÓN DEL DERECHO DE CORRECCIÓN EN NICARAGUA

La patria potestad es el conjunto de deberes y derechos que la ley confiere a los

padres sobre sus hijos. La titularidad de la patria potestad, por regla general, la

despliega el padre y la madre con el propósito principal de proteger a los menores

desde el momento de su nacimiento hasta que adquieren la plena capacidad de

obrar.

La Ley No. 623, Ley de Responsabilidad Paterna y Materna, establece, en su

artículo 17: "toda niña, niño o adolescente tiene derecho a ser cuidado por su

padre y su madre". Este derecho comprende no sólo el derecho a ser reconocido

legalmente por sus progenitores, sino también la responsabilidad legal de éstos de

cuidar, alimentar, educar, proteger y atender integralmente a sus hijos e hijas

(Asamblea Nacional, 2007)

Ley No. 1065, Ley Reguladora de la relaciones entre madre, padre e hijos, regula

en su artículo 1 inc. b:

22

Velar por la buena conducta de sus hijos y estimular el desarrollo de su capacidad

de decisión y su sentido de capacidad. Educar a sus hijos para la participación en

el trabajo doméstico y en las decisiones familiares. Preparar a sus hijos para los

trabajos socialmente útiles y formales como miembros dignos de la sociedad

(Asamblea Nacional, 1982).

Y en su artículo 10 núm. 4, de esta misma ley nos dice:

No participarán en las decisiones y actividades relativas a la conducción de la

persona y en la administración de los bienes del hijo, la madre o el padre que:

Someta al menor a maltratos físicos, síquicos o morales, capaces de lesionar su

salud, su integridad física o su dignidad (Asamblea Nacional, 1982).

El Código de la Niñez y la Adolescencia, Ley No. 287, Publicado en la Gaceta No.

97, del 27 mayo 1998, configuró en su artículo primero que la familia, la sociedad,

el Estado y las instituciones privadas deben brindar protección integral a las

niñas, niños y adolescentes reconociéndoles sus derechos y garantías

establecidas en la Constitución Política y los convenios internacionales (Asamblea

Nacional, 1998).

El artículo 5 del mismo código, establece que:

Ninguna niña, niño o adolescente, será objeto de cualquier forma de

discriminación, explotación, traslado ilícito dentro o fuera del país, violencia, abuso

o maltrato físico, psíquico y sexual, tratamiento inhumano, aterrorizador,

humillante, opresivo, trato cruel, atentado o negligencia, por acción u omisión a sus

derechos y libertades (Asamblea Nacional, 1998).

Por lo tanto es deber de toda persona velar por la dignidad de la niña, niño y

adolescente, poniéndolo a salvo de cualquiera de las situaciones anteriormente

señaladas.

Por consiguiente tienen derecho a la protección de la Ley contra esas injerencias o

ataques y los que los realicen incurrirán en responsabilidad penal y civil.

23

En Nicaragua no existe una construcción normativa específica que regle la

facultad de los padres de corregir razonable y moderadamente a sus hijos, a

como lo establecía el Código Civil Español en el tenor del artículo 154, antes de

ser reformado. En efecto, la ausencia legislativa de una figura que tiende a

regular un hecho material tan natural como las relaciones madre padre e hijos, no

se establecen los límites y modos de ejercer ese derecho. Pero sí se configuran

nociones jurídicas de tal institución. A saber, el artículo 247 C.c. de Nicaragua

(Asamblea Nacional, 1904), predica que en caso de "abuso" los padres pueden

ser inhabilitados para dirigir la persona de sus hijos y administrar sus bienes. Pues

bien, no define los límites del abuso, y dispone tipificaciones tendientes a ordenar

la administración de los bienes de los hijos.

Efectuando una interpretación histórica y sistemática de la inclusión en el Código

Civil de Nicaragua de lo que antes se conocía por patria potestad, y actualmente

relaciones madre, padre, hijo, es evidente que predominan prescripciones civilistas

propias de la época. Cuando en países como Nicaragua no se había incluido

normas que regularan los límites y estructura general del vínculo de los padres

hacia sus hijos.

Lo que sí se tenía claro por el legislador del Derecho Común, era que el maltrato

consuetudinario y desmedido de los padres hacia sus hijos constituía una causa

de terminación de la antigua figura de la patria potestad. En el 268 C.c de

Nicaragua (Asamblea Nacional, 1904) se erigen las causales de suspensión,

mientras que el artículo siguiente sí se expone que el supuesto anterior constituye

una causa de terminación de tal figura. Sin menoscabo de ello, es viable

especificar que se tenía nociones parciales acerca del contenido del derecho de

corrección. Sin embargo, faltaba en aquel entonces el desarrollo jurídico del

mismo.

Por su parte, la legislación penal actual, Código Penal de Nicaragua, hacía ya

referencia en el artículo 155 CP (Asamblea Nacional, 2008) a que podían existir

maltratos físicos o psicológicos de los padres hacia sus hijos, que además

constituía delito, y que tales transgresiones al bien jurídico de la integridad física

24

y/o mental de los menores, constituían tipos penales sólo si se encontraban fuera

del derecho de corrección.

Técnicamente la disposición no es incongruente con las nociones doctrinales del

derecho de corrección, sin embargo, procede manifestar que no se delimita la

línea diferenciadora que permitía excluir ciertas conductas de los padres del tipo

del artículo citado. Con lo cual, aunque se estableciera tal prescripción, no era

posible distinguir una figura de la otra. Lo que en la práctica se traducía

necesariamente en un intento por amparar el hecho o acción en maltrato, por una

parte, o derecho de corrección por otro.

Con la entrada en vigencia de la polémica Ley N° 779, se proscribe la normativa

anterior. Nuevamente se disponen nociones acerca del derecho de corrección, y

en un intento por evitar la inclusión de la acción en maltrato o en derecho de

corrección, el art. 155 se entenderá de ahora en adelante, como el mismo tipo

penal con la diferencia de que se agrega en la parte in fine del artículo que no se

podrá alegar en la comisión del delito de maltrato, que se actuó en ejercicio del

derecho de corrección, en el caso de menores o adolescentes.

Entonces, el estado actual de la figura es que no puede utilizarse como eximente

en caso de cometer el delito. Pero nuevamente, en ninguna ley se realizan

consideraciones acerca del contenido y límites de la institución jurídica de derecho

de corrección. Con lo que inicialmente, es necesario establecer esos límites

inexistentes en el derecho interno, y posteriormente analizar la congruencia

técnica de la disposición actualmente vigente. Por ende, adquiere importante

atención un estudio como el desarrollado en ésta investigación.

6. DERECHO INTERNACIONAL Y DERECHO COMPARADO

En el ámbito internacional el punto de partida son los derechos reconocidos a

todas las personas, incluidos los menores de edad, ya que los niños tienen los

mismos derechos que los adultos.

25

En el marco jurídico internacional, el artículo primero de la Declaración Universal

de los Derechos Humanos (1948), señala que "todos los seres humanos nacen

libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y

conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos a los otros".

Pero más específico es el artículo 19.1 de la Convención de los derechos del niño

y la niña (1989), en el cual dice:

Los Estados Partes adoptaran, todas las medidas legislativas, administrativas,

sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de

perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o

explotación, incluido el abuso sexual, mientras que el niño se encuentre bajo la

guarda de sus padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que

lo tenga a su cargo (Naciones Unidas, 1989).

Cabe agregar, que según el artículo 29.1 b), establece que "la educación del niño

deberá estar encaminada a inculcarle al niño el respeto de los derechos humanos

y las libertades fundamentales"; también el articulo 37 a), nos dice: "Los Estados

Partes velaran porque ningún niño sea sometido a torturas ni a otros tartos o

penas crueles, inhumanos o degradantes" (Naciones Unidas, 1989).

Siguiendo lo anterior, la Convención internacional del niño y la niña, se interpreta

que la misma convención, no está de acuerdo con el castigo físico y por ende,

exige la eliminación de cualquier trato degradante.

El comité de los Derechos del Niño, órgano de seguimiento del cumplimiento de la

convención, (1994) en sus observaciones finales respecto al país de España,

señalaba que uno de los temas preocupantes era el artículo 154 del código civil

Español, en el cual se podía interpretar de otra manera, en el sentido de que

permita acciones contrarias, al artículo 19 de la convención del niño.

El estudio del secretario general de las Naciones Unidas, sobre la violencia contra

los niños de 2006, pretendiendo alcanzar la abolición universal para 2009,

considera de vital importancia alentar a los padres a que utilicen exclusivamente

métodos no violentos de disciplina, entendiendo por violencia no sólo la física, sino

26

también la psicológica (injurias, insultos, aislamiento, rechazo, amenazas,

indiferencia emocional y menosprecio). El mensaje central del estudio es que no

hay ningún tipo de violencia contra los niños que pueda justificarse. Los niños

nunca pueden recibir menos que adultos. Para ello se insta a los Estados a que

prohíban toda forma de violencia contra los niños en todos los entornos, incluidos

todos los castigos corporales y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes

(Pasamar, 2011, P.66).

Afirma la observación general N° 8 (2006), del Comité de los Derechos del Niño:

"El derecho del niño a la protección contra los castigos corporales y otras formas

de castigos crueles o degradantes".

El artículo 19, párrafo 2 del artículo 28, y el artículo 37 entre otros, tienen como

objetivo, que la convención de los derechos del niño, elimine los castigos

corporales o tratos crueles o degradantes de los niños. Lo que pretende la

convención de los derechos del niño y otras instituciones internacionales es poner

en manifiesto o reconocer el derecho que tienen los niños en su integridad física y

humana y a deleitarse de tal protección ante la ley.

También manifiesta que, en el preámbulo de la Convención sobre los Derechos

del Niño que de conformidad con los principios proclamados en la Carta de las

Naciones Unidas, repetidos en el preámbulo de la Declaración Universal de los

Derechos Humanos, que "la libertad, la justicia y la paz en el mundo se basan en

el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e

inalienables de todos los miembros de la familia humana". En el preámbulo de la

Convención se recuerda asimismo que en la Declaración Universal, las Naciones

Unidas "proclamaron que la infancia tiene derecho a cuidados y asistencia".

Este comité intenta destacar la obligación que tienen todos los Estados Partes

deben proceder rápidamente, en lo que se refiere a la interpretación de las

disposiciones de la Convención relativas a la protección de los niños contra toda

forma de violencia y que esta observación se centra en los castigos corporales y

otras formas de castigos y que actualmente son formas de violencia contra los

27

niños muy ampliamente aceptadas y practicadas. Prosigue la observación

considerando que abordar la aceptación o la tolerancia generalizadas de los

castigos corporales de los niños y poner fin a dichas prácticas en la familia, las

escuelas y otros entornos, no sólo es una obligación de los Estados Partes en

virtud de la Convención, sino también una estrategia clave para reducir y prevenir

toda forma de violencia en las sociedades.

Pasamar (2011) expresa que: el Consejo de Europa ha desempeñado un papel

fundamental a este respecto, pues se ha esforzado en los últimos decenios por

eliminar cualquier forma de violencia contra los menores, incluida especialmente la

que se ampara en razones disciplinarias. Desde 1985 ha venido dictando una serie de

recomendaciones para proscribir el castigo físico a los niños, que se ha reforzado en

los últimos años a través del programa <<construir una Europa para y con los niños>>.

Como ha recordado en su publicación <<abolición del castigo físico infligido a niñas y

niños>>, las sentencias del tribunal europeo de Derechos Humanos han condenado

progresivamente el castigo físico, primero en los sistemas penales, y en las escuelas

y, más recientemente, en el hogar. Otras decisiones también han especificado

claramente que la prohibición de todo castigo físico no pone en peligro la intimidad

familiar ni los derechosa religiosos. En concreto se afirma que el Tribunal Europeo de

Derechos Humanos ha desafiado el concepto <<castigo razonable>> impuesto por los

padres, pues en septiembre de 1998, el Tribunal dictamino unánimemente que el

castigo físico infligido a un joven ingles por su padrastro (quien lo había golpeado

repetidamente con una vara de jardín) constituía un castigo degradante que violaba lo

dispuesto en el artículo 3 del Convenio Europeo de derechos Humanos, según el cual

<<nadie podrá ser sometido a torturas ni a penas o tratos inhumanos o

degradantes>>. A juicio del mencionado estudio del consejo de Europa los pasos

legislativos para la abolición del castigo serían los siguientes:

Asegurar que no existan argumentos jurídicos favorables, tanto en la normativa

(escrita o consuetudinaria), como en la jurisprudencia, que justifiquen el castigo

físico impuestos por los padres u otras personas.

Asegurar que el derecho penal sobre la agresión se aplique igualmente cuando las

víctimas son niños. En este sentido se deberá velar por el castigo físico y otras

28

formas perjudiciales y humillantes de inculcar disciplina a los niños en el hogar

estén contemplados en la definición de violencia doméstica o familiar.

Aprobar una prohibición explícita de todo castigo físico y de cualquier otra forma

degradante o humillante de trato o castigo, normalmente en el derecho civil y

aplicándola en todos los entornos de la vida de los niños.

Proporcionar orientación sobre el cumplimiento apropiado de estas leyes que se

centre en la protección y promoción de los derechos humanos de los niños en

general y en el interés superior de los niños afectados en particular (pp. 67,68).

En 1979 Suecia, fue el primer país del mundo que claramente declaró indebido el

castigo físico. Así como Alemania, en ese mismo año, con la Declaración de

ilicitud de las medidas educativas degradantes, se hizo varias modificaciones en

su código civil y cada vez más limitadas con el derecho de corrección, en 1997 se

constituyeron que las medidas instructivas degradantes, en particular los maltratos

físicos y psíquicos, eran ilícitos (Pasamar, 2011).

En Italia, el Código Penal trata de forma favorecida, el abuso en los medios de

corrección y disciplina en el artículo 571. En base al ejercicio de la corrección o

disciplina se diferencia esta figura delictiva atenuada del delito de malos tratos de

la familia o hacia los niños que están previstos en el artículo 572, en el cual

contiene penas más elevadas. Pero también de la formulación del artículo 571,

que castiga al que abusa de los medios de corrección o de disciplina. Asimismo, la

doctrina italiana emana que tal derecho viene reconocido y por ende, los padres

que no excedan los límites establecidos en el artículo 571 no comete delito, puesto

que su acción se considera comprendida por la eximente del ejercicio de un

derecho, que se encuentra en el artículo 51 del Cp. italiano (Pasamar, 2011).

6.1 Doctrina española

La Ley 11/1981 Código Civil en materia de filiación, patria potestad y régimen

económico del matrimonio, elimino el término "castigar" de la redacción del artículo

154 del mismo código y mantuvo la facultad de "corregir razonable y

moderadamente a los hijos". Así mismo la Ley 54/2007 de 28 de diciembre, Ley de

29

Adopción Internacional. BOE núm. 312 de 29 de Diciembre del 2007, viene a

suprimir el término "corregir", por lo que se habrá de entender que los padres no

tienen ya legalmente, la facultad de corregir a sus hijos, de la forma que sea, con

lo que el contenido de la patria potestad se encuentra desvirtuado, al menos en lo

principal, que es el de educar a sus hijos y procurarles una formación integral.

Tras la modificación de la Ley 54/2007, la patria potestad habrá de realizarse

siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad y con respecto

a su dignidad física y psicológica, es decir, toda actuación debe ir encaminada al

interés del menor.

El interés del menor es un principio general del derecho que ha recogido la Ley

orgánica 1/1996, de 15 de enero, de "Protección Jurídica del Menor, de

modificación Parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil", por lo

que ha adquirido fuerza de ley, en general esta permite reformular todo el derecho

de familia, por ende, ahora será siempre en beneficio del menor.

En España el derecho de familia ha sufrido grandes transformaciones, en el cual

se han visto afectadas por la reivindicación de los derechos del niño, pues la

familia se evidencia ahora en tanto sea cauce para el pleno progreso de la

personalidad de sus miembros, principalmente los menores que necesitan o que

merecen una salvaguardia reforzada.

7. JURISPRUDENCIA

Sentencias españolas:

Sentencia de Audiencia Provincial (SAP) Zaragoza Nª 86/2009, 10 de febrero

absuelve a un padre del delito de maltrato familiar por el que el que había sido

condenado, al darle una bofetada en la cara y un golpe en los glúteos a su hija de

18 años de edad, por haber mantenido un comportamiento irrespetuoso hacia él.

La jurisprudencia en ese caso aplico el derecho de corrección a la vista de la

levedad de lo sucedido, y el padre admitió ser consciente de que esa no fue la vía

adecuada. Por lo tanto, alguna jurisprudencia sigue admitiendo, un derecho de

30

corrección en supuestos en los que la acción correctora no causa lesión, porque

en todos los casos se ha tratado de hechos realizados aún bajo la vigencia del

artículo 154 C.c. español.

No obstante, parece que la sentencia que se apunta es clara, a pesar de la

desaparición del derecho de corrección en el código civil, ya que determinadas

intervenciones corporales sobre el menor se reducen alternativamente a la

atipicidad con base en su insignificancia, por tratarse de conductas correctivas

físicas aisladas de muy leve intensidad, sin usar instrumentos ni causar lesión,

criterio al que no solo alude la sentencia de la AP de Zaragoza que se acaba de

mencionar, sino también la SAP Jaén ARP (2009/10) en el caso de una madre

sordomuda por agarrar del cuello y accidentalmente golpear contra el lavado a su

hijo de diez años. Esta sentencia, se basa fundamentalmente en la producción de

señales físicas que delataban la actuación materna, sin embargo la jurisprudencia

admite la insignificancia de una acción a como puede ser una cachetada un azote

o una simple bofetada pero que se dé sin intención alguna de producir un

menoscabo físico por su levedad y que no cause lesión propinada con intención

de corregir un comportamiento insolente, violento o agresivo por parte del menor

el cual hace proporcionada tal acción y no merece reproche penal. En conclusión

esta Jurisprudencia argumenta que se justificaría la impunidad del hecho por

aplicación al principio de intervención mínima, pues "cualquier persona puede

entender y justificar en un momento, dado una reacción de cierta violencia en

supuestos de tal naturaleza".

31

Capítulo II: Breve Análisis Jurídico del Delito de Violencia Intrafamiliar

1. NOCIONES DE VIOLENCIA

Antes de empezar a hablar o definir el concepto de violencia intrafamiliar, es

necesario establecer que es violencia y denotar los tipos de violencia existentes.

La Real Academia de la Lengua Española (2009) determina que, bajo la

nomenclatura de violento cabe subsumir toda aquella situación que esté fuera de

su natural estado, situación o modo. Así dentro del seno familiar se considerará

como violento todo comportamiento que involucre una alteración notable en la

normalidad de la convivencia familiar. Esto es toda acción, comprendida, como no

puede ser de otra manera, en su sentido amplio (acción u omisión).

"De igual manera en el ámbito doméstico será violenta toda acción que exceda de

los parámetros exigidos por la normalidad de las relaciones dentro de la familia o

de la pareja" (Delgado Martín, 2001).

Según (Mon, Mena, & Osorio, 2001):

Violencia, se define como el ejercicio de la fuerza física con el fin de hacer

daño o de causar perjuicio a las demás personas, o a la propiedad, es la

acción o conducta caracterizada por la tendencia de coartar la libertad

personal por medio de la fuerza (p.24).

2. TIPOS DE VIOLENCIA

Según Mena & Osorio (2001):

2.1 Violencia institucionalizada:

32

La violencia institucional, es aquella que se esconde tras máscaras legales, tales

como son: los actos de corrupción, el tráfico de influencia, el mal manejo de los

fondos del Estado, lo cual induce que se dé violencia política, económica y

cultural, aunque se practiquen bajo formas que no impliquen violencia física

contigua, las cuales están acompañadas de una forma de violencia estructural o

institucional, ya que estamos en un mundo donde existe desigualdad social.

En el mismo sentido, la violencia institucional, es aquella realizada por los

funcionarios, profesionales, y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o

institución pública, que tenga como resultado retrasar, dificultar o impedir que las

mujeres tengan acceso a las políticas públicas y ejecuten los derechos previstos

en esta ley.

Todo Estado debe gobernar a través de las leyes y para poder efectuar su

imposición muchas veces recurren a la violencia por medio de la fuerza pública y

otros mecanismos de poder como el ejército, la policía, los órganos administrativos

y judiciales que se desglosan de la sociedad y están por encima de ella y por lo

tanto incluye la sumisión del individuo y el control de numerosos aspectos de la

vida en la sociedad a través del poder político y económico que se realiza.

2.2 Violencia social

Esta es una de las complicaciones más significativas que enfrenta la sociedad y

que se ha convertido en una gran preocupación de diversos órganos del gobierno

al tener que enfrentarse a la ampliación de la violencia social y a las actividades

delictivas, en consecuencia esto induce una reacción defensiva de la sociedad.

La violencia social, es la que se manifiesta en la falta de incorporación de una

parte significativa de la población a los beneficios sociales que el Estado concibe y

que se les obstaculizan de carácter sistemático sus derechos sociales,

imposibilitándoles el acceso a las fortunas originadas por el país.

Es el tipo de violencia que genera aquel segmento de la población que no recibe

los beneficios sociales que el Estado otorga (en ocasiones a la gran minoría).

33

Según el autor lo anterior, es la causa fundamental que produce la "incorporación"

o decisión de cometer delitos o conductas socialmente reprochables o

repudiables.

Continúa y expone que aquella parcela poblacional reacciona con actividades

ilegales y postula una proporción entre los sectores con menores recursos y la

mayor cantidad de delitos potenciales o cometidos.

2.3 Violencia cultural

La violencia cultural, es cuando el ser humano tiene un comportamiento violento y

que es aceptado como correcto y adecuado por ser parte de la idiosincrasia

aprendida y heredada, en la cual muchas veces es "aprobada no solo por el

victimario, sino también por la víctima y hasta la sociedad en general" (p.30).

Esta violencia, en la sociedad se identifica por la depreciación de ciertos sectores

de la población, en forma de distinción ya sea por su sexo, o por su edad, es

cuando se les niega el respeto a sus derechos y se les imputan pautas de

conductas moral y social, incluso por la fuerza física, o la presión económica.

Esta se manifiesta entre las personas y en la sociedad ya que es parte de la

cultura socio-patriarcal y muchas veces y en ocasiones se enfatiza a partir de

frustraciones vividas, "todas estas situaciones y las antes mencionadas vienen a

repercutir evidentemente en los hogares, y cuando la violencia se ejerce entre los

miembros de la familia" (p.33).

2.4 Violencia Intrafamiliar

La institución familia, desde su concepción material, hasta la tutela otorgada por el

ordenamiento jurídico, adquiere un realce fundamental en el desarrollo de toda

sociedad. No en vano el Estado ha incluido, dentro del régimen sancionatorio más

estricto, como es el Derecho Penal, serias consideraciones acerca de los hechos o

34

situaciones que pueden considerarse típicas y que transgreden de una u otra

forma el seno familiar.

Es decir, que la familia no sólo es relevante debido a la existencia de los miembros

de la sociedad desde el seno más privado y reducido, sino que el Derecho ha

decidido efectuar una subsunción de rango constitucional para preservar el orden

en éste rubro.

Así en el art. 70 Cn. y en la parte in fine del art. 71 Cn., se erige la obligación del

Estado de proteger la institución familiar, y particularmente, sin restar importancia

a todos los miembros de la familia, se establece que el menor goza de protección

del Estado, y por ende, de tal precepto se intuye que deben hacerse prevalecer,

en cualquier circunstancia, los derechos de los niños y las niñas.

La institución familiar goza de una posición cimera e influyente, de cuya existencia,

conservación y estructura debe ocuparse el poder estatal. Lo que se busca pues,

es la prevención y rechazo de atentados perpetrados desde el interior de la

misma, a cargo de sus integrantes. Con toda certeza el Estado debe tutelar la

familia (Ferro Torres, 2003, p. 485).

3. TIPO PENAL DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

3.1 Generalidades del tipo penal

Visto entonces, que existen diversos tipos de violencia, el enfoque principal

acaece sobre la violencia intrafamiliar. Se ha elevado la importancia de la familia, y

la obligación del Estado respecto de su protección, la cual incluso, adquiere

subsunción constitucional. Resguardo que además, está y debe estar incluido en

el régimen penal de las legislaciones contemporáneas de cada país, Nicaragua no

es la excepción.

Cabe aquí delimitar las prerrogativas y posturas doctrinales sobre la construcción

del tipo penal de violencia intrafamiliar. Es menester definir con claridad qué

inclusión sobre las conductas tipificadas constituyen parte del delito, cuáles son

35

los sujetos a quienes se dirige la norma, y además, es indispensable precisar el

bien jurídico que se busca tutelar a través de esta tipificación, el cual hablaremos

más adelante.

Por una parte, para Muñoz Conde (2009), la violencia puede y suele atentar contra

le integridad física y psicológica de los miembros de la familia. Por otro lado, la

violencia puede implicar vejaciones directas a la convivencia y armonía dentro del

grupo familiar, con lo que necesariamente ha de referirse, que como ya se sostuvo

anteriormente, lo dicho en este punto radica en la alteración de los procedimientos

normales dentro de los cuales se mantienen los lazos de un seno familiar.

3.2 Naturaleza Jurídica

Por naturaleza jurídica nos referimos a que se trata de un delito especial, es decir

que aunque va dirigido a la sociedad en general, sólo puede ser cometido por

aquellas personas que efectivamente reúnan todas las características que el

legislador delimita a través de la norma penal (Delgado Martín, 2001). Cualidades

que se determinan por el vínculo que una persona ostenta respecto de su familia,

y que el delito o la acción típica se cometa en el contexto familiar.

Sigue expresando el autor antes citado que, respecto de la clasificación sobre si

es un delito propio o impropio, hemos de considerar que la postura se erige

fundamentada en que el bien jurídico tutelado consiste en la dignidad de los

integrantes de la familia o la integridad personal del individuo. El delito de maltrato

se considera como un delito especial propio, puesto que su objeto de tutela es

muy particular y tiende a ser lascivamente sometido bajo el yugo del victimario.

3.3 Bien Jurídico Tutelado

Por las prerrogativas expuestas al inicio de éste acápite, es necesario expresar

que la tendencia doctrinal de establecer un bien jurídico tutelado para éste tipo

penal en específico, no ha encontrado una postura unívoca. Ocurre que si bien es

cierto que el Estado y el Derecho Penal intentan proteger es el seno familiar y la

36

dignidad e integridad personal de los individuos que son parte de dicha institución,

es necesario puntualizar el tipo de lesiones que pueden darse en detrimento de la

misma.

Doctrinarios han elaborado posturas diversas, entre las cuales se encuentra la que

condiciona el bien jurídico tutelado al rol general que el integrante de la familia

tenga. Así podrá determinarse con certeza qué o a quién está lesionando (Ferro

Torres, 2003).

Cabe destacar que es muy posible que las lesiones sean tanto físicas como

psicológicas, en cuyo caso, las definiciones y lo que debe entenderse por una y

otra se explicaran más adelante. Bien puede ser que se considere que los bienes

jurídicos tutelados por la norma sean efectivamente autónomos, como la dignidad,

la integridad moral, o las relaciones familiares (Delgado, 2001).

Para delgado, técnicamente, se comprende que las lesiones físicas existen,

cuando se transgrede el elemento material, ya sea sobre el propio cuerpo de la

víctima, o sobre alguno de sus objetos. A causa de tal expresión, el contacto

corporal puede devenir en afectaciones a la vida, libertad sexual, la libertad, en

general, incluyendo la ambulatoria, y a la integridad física y psíquica. Asimismo,

dentro del ámbito de lesión física es susceptible encontrar acciones en sentido

amplio que impliquen una afectación sobre los bienes de uso.

En la doctrina penal, la integridad física se ha desentrañado como lo contario a la

falta de algún miembro u órgano corporal. Sin embargo, hoy en día la doctrina

considera que la integridad física o corporal, es un parte más de salud, en la que

se incluye no solo la usencia de enfermedad, sino también la integridad física

misma (Muñoz Conde, 1996). También se refiere igualmente a la salud como tal,

tanto la física como la psíquica entendiéndola como un estado en el que una

determinada persona despliega sus funciones y puede tener una concreta

participación en el sistema social.

La integridad física e integridad moral, deducida esta última como integridad

psíquica, se suprime al quedar ambas incluidas en el concepto de salud. Por

37

consiguiente, la integridad física o psíquica puede ser castigada bajo la óptica del

tipo de lesiones, según se determine su grado de menoscabo al individuo.

Integridad moral, por tanto consiste en que el individuo no debe recibir un trato

inhumano o degradante y puede determinarse a través de lesiones de carácter

físico o psicológico (Muñoz Conde, 2009).

En este sentido puede decirse, que el bien jurídico protegido, pese a que no existe

univocidad doctrinaria, recaerá sobre la dignidad humana, fundamento de los

Derechos del Hombre, y la integridad personal del individuo, entendida dicha

protección al aspecto: físico, psíquico y moral (Convención Americana de

Derechos Humanos, Artículo 5, 1969).

3.4 Conducta Típica

Como se ha argumentado, el delito de violencia intrafamiliar se consuma con las

lesiones físicas o psíquicas cometidas a los sujetos pasivos o víctimas:

Las lesiones físicas recaen sobre la corporeidad del ser humano, específicamente

consiste en las vejaciones sobre el individuo que es parte del seno familiar, a

través de cualquier medio, forma, y en determinadas escalas de intensidad

(Muñoz Conde, 2009). Las lesiones físicas pueden ser latentes en la humanidad

de la víctima, u ocurrir de manera leve y sin secuelas prolongadas en el tiempo.

De modo que el legislador tiende a establecer tal escala de intensidad.

En cambio, las psíquicas ocurren a nivel de la psiquis, su consecuencia es cierto

desequilibrio mental por parte de la víctima receptora de la acción lasciva y para

denotarlas es menester realizar un examen médico por un órgano especializado

(Vásquez M., 2007).

Para Muñoz Conde (2009), las lesiones psíquicas pueden consistir en una causa

agravante de lesiones físicas, puesto que constituyen, en ocasiones, daño

colateral de aquellas. Sin embargo, se ha postulado la construcción doctrinal que

infiere, de la manera más acertada, que también las lesiones psíquicas conforman

38

un tipo de lesión autónoma respecto de la primera, y que es consecuencia de la

acción realizada por el potencial imputado de violencia doméstica.

Así las lesiones psíquicas ocurren en detrimento del equilibrio psíquico del menor,

sin menoscabo de la calificación clínica de la patología llevada a cabo, por peritos,

posteriormente. El impacto mental es inherente a la consumación de ciertos actos

que afectan a la víctima y potencialmente a tercero.

Por ejemplo, un padre que lesione físicamente a su cónyuge en presencia de sus

hijos. Allí se ha consumado una lesión física por violencia hacia la pareja del sexo

femenino, y además, cierta afectación psicológica respecto del menor que

indebidamente ha presenciado la conducta típica llevada a cabo en contra de su

madre.

Luego es menester indicar qué límite puede existir en las lesiones psíquicas,

puesto que el delito no puede considerarse sobre conductas que potencialmente

puedan incluirse bajo el rigor del principio de insignificancia. Es decir, para que

efectivamente se repute una lesión a la psiquis de un miembro de la familia es

indispensable que supere un mínimo que la doctrina ha intentado establecer.

“Los daños psíquicos tiene que ir más allá de las simples carencias y desfases

sociales, y superar los meros desajustes afectivos o emocionales”. Para cualquier

efecto, será indispensable, en estos casos, que un perito determine el grado de

afectación a la psiquis de la víctima (Muñoz Conde, 2009, p. 100).

Delgado Martín, (2001) entiende que, la lesión ha superado tal umbral mínimo

cuando se requiere de un tratamiento médico o quirúrgico. Es decir, que la lesión

requiera más que una primera asistencia que no implica un tratamiento curativo.

Éste criterio aplica para ambos tipos de lesiones, con la salvedad de que

específicamente para lesiones psíquicas se requerirá de una internación

psiquiátrica o psicológica en este sentido el artículo 150 del CP manifiesta lo

siguiente:

39

…lesión comprende heridas, contusiones, escoriaciones, fracturas, dislocaciones,

quemaduras, y toda alteración en la salud y cualquier otro daño a la integridad

física, o psíquica de las personas, siempre que sean producidos por una causa

extrema.

En la misma línea expresa Muñoz que, siempre que el tratamiento suponga una

sucesión de procedimientos médicos o de otra índole que tengan por finalidad la

búsqueda del efecto curativo en consecuencia de una acción típica. Por tanto, a

propósito de ésta última consideración, será típica toda acción que conlleve un

“plan terapéutico” con fines curativos para tal o cual víctima.

Pues bien, se prescribe el tipo de lesión con su respectiva sanción en caso de que

la imputación de un delito de violencia doméstica se realice efectiva. Lo cual,

necesariamente, nos obliga a remitirnos a otras disposiciones en el mismo cuerpo

legal que han conceptualizado lo que debe comprenderse por lesiones en cada

uno de sus niveles o grados.

Así el art. 151 de la Ley N° 641 “Código Penal”, reformado por el artículo 58 inciso

b), de la Ley N° 779, Ley de Violencia integral hacia la mujer, dispone literalmente

lo siguiente, definiendo las lesiones leves:

“Adiciónese al artículo 151 de la Ley No. 641, “Código Penal” un tercer párrafo, el

cual una vez incorporado se leerá así:

Art. 151 Lesiones leves. Quien cause a otra persona una lesión a su integridad

física o psíquica que requiera objetivamente para su sanidad además de la

primera asistencia facultativa, tratamiento médico, será sancionado con prisión de

seis meses a un año. Si la lesión, además requiere una intervención quirúrgica, la

sanción será prisión de seis meses a dos años. Se considera lesión psicológica

leve, aquellas que provocan daño a su integridad psíquica o psicológica que

requiera, tratamiento psicoterapéutico, será sancionado con pena de seis meses a

un año de prisión (Asamblea Nacional, 2008).

40

De la misma forma el inciso c) del mismo artículo prescribe lo siguiente,

delimitando las lesiones graves:

“Adiciónese al artículo 152 de la Ley No. 641, “Código Penal” un cuarto párrafo, el

cual una vez incorporado se leerá así:

“Art. 152 Lesiones graves. Si la lesión produjera un menoscabo persistente de la

salud o integridad física, psíquica de un sentido, órgano, miembro o función,

hubiera puesto en peligro la vida o dejara una cicatriz visible y permanente en el

rostro, será sancionado con prisión de dos a cinco años. Si la lesión deja una

cicatriz visible y permanente en cualquier otra parte del cuerpo, en persona que

por su profesión, sexo, oficio o costumbre suele dejar al descubierto será

sancionado con la pena de uno a tres años de prisión.

Cuando la lesión grave se produjera utilizando armas, instrumentos, objetos,

medios, métodos o formas concretamente peligrosas para la vida, salud física o

psíquica del lesionado, se impondrá prisión de tres a seis años (Asamblea

Nacional, 2008)

Se considera lesión grave psicológica si se causara disfunción en cualquiera de

las áreas de funcionamiento personal, laboral, escolar, familiar o social que

requiera un tratamiento especializado en salud mental, será sancionado con pena

de dos a cinco años de prisión.”

Finalmente, el art. 59, inciso c) del mismo cuerpo normativo que hemos venido

citando (Ley 779), erige una reforma y así la comprensión actual y vigente del

concepto de lesiones gravísimas: “Se reforma el artículo 153 de la Ley No. 641,

“Código Penal”, el cual se leerá así:

Art. 153 Lesiones gravísimas. Quien causare a otro, por cualquier medio o

procedimiento la pérdida o inutilidad de un órgano o miembro principal o de un

sentido, la impotencia, la esterilidad, una grave deformidad o una grave

enfermedad somática o psíquica, se impondrá pena de prisión de cinco a diez

41

años. Se considera lesión psicológica gravísima, si se causara una enfermedad

psicológica que aún con la intervención especializada la persona no pueda

recuperar su salud mental de manera permanente, será sancionado con pena de

cinco a diez años de prisión (Asamblea Nacional, 2008).

Pues bien, hasta este punto resulta menester exponer que el legislador ha sido

congruente con la técnica jurídica propuesta por la doctrina, puesto que de la

simple comparación entre los tipos penales autónomos, como lo son las lesiones

en cualquier grado, y las lesiones prescritas mediante las cuales se transgrede el

seno familiar, existe un aumento en las sanciones o penas, respecto de los años

de prisión, para el actor del delito. Esto se debe, a que como ya se expuso, la

degeneración del seno familiar constituye un delito de mayor reprochabilidad

penal, respecto de aquellos de lesiones que ocurren entre particulares que no

guardan ningún vínculo previo, o por lo menos no un vínculo de dicha índole.

3.5 Sujetos del ilícito penal de Violencia Intrafamiliar en el Código Penal de Nicaragua

La violencia doméstica es uno de los problemas más graves y complejos que

padece nuestra sociedad porque, en principio, la familia se caracteriza por ser el

apoyo emocional y afectivo que protege al individuo. Sin embargo, la realidad

demuestra que es precisamente en la familia donde se presentan la mayor parte

de los abusos físicos, psicológicos y sexuales que ocurren en nuestra sociedad.

De tal manera que lejos de ser el centro de atención y prevención ante este tipo de

situaciones puede llegar a convertirse en un entorno peligroso para sus miembros

(Espinosa Ceballos, 2013).

Los actos de violencia suelen dirigirse hacia las personas más vulnerables del

entorno familiar. Vásquez (2007) manifiesta que, dentro del sujeto pasivo del

delito abordado en este capítulo, puede hacerse referencia a tres grupos de

victimas bien diferenciadas, que pueden ser subsumibles dentro del tenor del

artículo 155 CP de Nicaragua y su reforma: la mujer, el menor y el anciano.

42

Asevera Espinoza Ceballos (2013) que, el nexo existente o potencialmente

existente entre el sujeto activo y pasivo del delito de violencia intrafamiliar radica

en el vínculo de parentesco o posición dentro de una familia determinada. Es

decir, no se prescriben otros requisitos que en derecho comparado adquieren

suma relevancia para determinar la comisión de delitos análogos al que nos

ocupa.

De modo que, categorías como la necesidad de convivencia de los sujetos activos

o pasivos, o el grado de parentesco no aparece explícitamente en la norma, debe

de atenderse a las reglas del Derecho Común.

Por ejemplo, ¿se considera violencia intrafamiliar aquellos actos realizados por un

padrastro que no convive en el mismo hogar que su cónyuge y los hijos de ésta

última? ¿O las lesiones ocasionadas por una sola vez en un intento de educar

conductas contumaces de un menor? Se trata pues de casos hipotéticos que, a

primera vista, parecen presentar cierto grado de dificultad en la aplicación del tipo

penal que nos ocupa (Espinosa de Marín, 1999).

En la doctrina se reconocen ciertas directrices que coadyuvan a encasillar una

conducta típica dentro del delito de violencia intrafamiliar, que se exponen a

continuación:

En principio, se presentan el grado de parentesco y la convivencia. La necesidad

de analizar tales categorías se corresponde con la identificación de los individuos

que en efecto pueden coincidir con la persona del sujeto activo o pasivo del delito

en mención (Ortíz de Zárate Hierro, 2009).

Vásquez M. (2007) manifiesta que, el parentesco es el vínculo que une a dos o

más individuos y es inherente a los mismos. Dicha unión puede subsistir en virtud

de un vínculo por consanguinidad, la cual supone una relación de sangre por que

dos o más sujetos tienen un pariente en común. La consanguinidad puede ser de

forma ascendiente, descendiente o colateral.

Según Guzmán (2008) expresa que el parentesco:

43

. . . en nuestra Ley reconoce el parentesco consanguíneo y el de afinidad,

estableciéndose seis grados con elementos que interfieren en la realización

de actos jurídicos en los que el legislador muestra interés especial, bien por

guardar las normas "morales", bien por procurar la "imparcialidad". . . (p.

47).

Vásquez M (2007) manifiesta que, la afinidad, en cambio, es el vínculo que une a

dos o más personas por efecto de una relación jurídica entre los mismos. Así el

matrimonio o la adopción se reputan como vínculos de afinidad, puesto que se

consideran como parte del seno familiar, sin embargo, no se trata de unión por

sangre.

El código civil de la República de Nicaragua en el título preliminar establece que,

"la afinidad es el vínculo que une a un cónyuge con los parientes legítimos del

otro" y "el parentesco es el vínculo que une a las personas descendientes de una

misma estirpe" (Asamblea Nacional, 1904).

El legislador de la reforma al régimen penal de Nicaragua, en la Ley Integral contra

la violencia hacia la mujer, parece tener claro el primer criterio para encasillar la

persona del sujeto activo o pasivo en un delito de violencia intrafamiliar. De forma

que, incluye todos los posibles vínculos por parentesco que pueden unir a una

persona con otra. Y por consiguiente, que denoten la existencia del nexo

necesario para considerar la conducta típica como violencia doméstica.

Cabe destacar que todas las personas contenidas en el ámbito de violencia

doméstica son aquellas que se encuentran unidas por el parentesco. Es decir, que

la situación típica debe producirse en el desarrollo o durante el desarrollo de

dichos vínculos de afinidad o consanguinidad. Así el primer criterio de valoración

de una conducta típica podría reputarse como delito de violencia intrafamiliar, en

tanto se demuestre, inicialmente, la relación de parentesco entre los sujetos

activo- pasivo del ilícito penal. Así, lo expresa Ortíz de Zárate Hierro (2009).

Sin menoscabo de lo anterior, es destacable como lo manifiesta Ortíz De Zárate

Hierro (2009) y Delgado (2001) que, el parentesco no es el único criterio para

44

determinar la tipificación de una conducta típica. No es ni puede ser el único

criterio que identifique al sujeto activo como autor del delito de violencia

doméstica. Si en efecto, un padre que nunca ha convivido con sus hijos, y un día

realice un acto de violencia aislada, ¿está cometiendo el delito de violencia

intrafamiliar?

Ante la redacción literal del artículo 59, inciso d) de la Ley N° 779, Ley integral en

contra de la violencia hacia la mujer, puede apreciarse que el legislador no precisa

la necesidad de la convivencia, apreciable en el numeral 2: “contra la persona a

quien se halle o hubiere estado ligado de forma estable por relación de

afectividad”. De tal manera que se trata de incluir como potenciales sujetos del

delito de violencia intrafamiliar a sujetos que no necesariamente conviven con el

sujeto pasivo.

Delgado (2001) la convivencia se utiliza para determinar a los sujetos que

efectivamente forman parte del seno familiar al momento de comisión del acto

delictivo, puesto que se entiende, por lo menos, doctrinalmente, que el delito se

produce en una situación de convivencia. Esto sin detrimento de la disposición

establecida por el legislador, expuesta en el párrafo que antecede.

Sobre dicho precedente se ha dirigido a la interpretación de las normas penales

que ahondan o regulan el delito de violencia doméstica en la legislación nacional,

puesto que inicialmente se consideraba que para reputarse como violencia

doméstica era menester que la actividad reprochable penalmente se produjera

debido a tensiones propias de la convivencia familiar (Vásquez M., 2007).

Ahora bien, ambos criterios, parentesco y convivencia, deben estar presentes ante

la comisión de un delito con las características descritas anteriormente, sin

embargo, puede ser que la convivencia no sea necesariamente el criterio para

delimitar a los sujetos activos y pasivos de la conducta típica reprochable. Es

decir, el parentesco siempre debe estar presente, puesto que como se ha dicho, el

nexo o vínculo entre los sujetos que conforman la familia son los sujetos

45

conformadores de la conducta típica, antijurídica y culpable (Ortíz de Zárate

Hierro, 2009).

Pero puede suceder que la convivencia no exista, y que aún se incluya alguna

conducta típica dentro del delito de violencia intrafamiliar. Habrá supuestos de la

realidad material que conlleven a comisiones de conductas similares a la que

tratamos en el presente epígrafe, que no necesariamente denoten el requisito de

convivencia, por ejemplo, sin un padre es el sustento familiar, sin embargo, no vive

o reside en el hogar donde está el resto de su familia. En estos casos el criterio

delimitador es pues la dependencia o sujeción de un miembro de la familia hacia

otro, además, según el art. 155 CP de Nicaragua, puede ser que no exista ni

convivencia ni parentesco y existe violencia intrafamiliar. Es el caso de quien haya

sido su cónyuge o conviviente en unión de hecho estable. Tuvieron parentesco,

pero actualmente a la realización del delito ya no lo tienen y pudieron haber

convivido pero ya no conviven (Espinosa Ceballos, 2013).

3.6 Comprensión doctrinal de los sujetos del tipo penal

Sin menoscabo de las particularidades de la legislación interna de cada país,

podemos apreciar que la doctrina generaliza ciertos términos considerados bajo la

circunstancia de sujetos activos o pasivos del tipo penal de violencia familiar. Por

lo que, en la actualidad, se deben comprender los siguientes y sin ánimo de

exhaustividad una lista taxativa de posibilidades, se exponen los siguientes

supuestos:

Antes de ello es menester decir que el concepto de Familia que ofrece nuestra

norma constitucional en el tenor del artículo 70, no establece un concepto

universal de tal institución, ya que la familiar nuclear, regulada en dicho artículo,

no responde a las realidades ontológicas existentes.

En este sentido es necesario destacar la Observación General 19 del Comité de

Derechos Humanos, relativa al derecho a la familia establecido en el artículo 23

del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), en la cual se

46

analizaron las obligaciones de los Estados en el marco de la diversidad del

concepto de familia señalando textualmente:

El Comité observa que el concepto de familia puede diferir en algunos aspectos de

un Estado a otro, y aún entre regiones dentro de un mismo Estado, de manera que

no es posible dar una definición uniforme del concepto. Sin embargo, el Comité

destaca que, cuando la legislación y la práctica de un Estado consideren a un

grupo de personas como una familia, éste debe ser objeto de la protección prevista

en el artículo 23. Por consiguiente, en sus informes, los Estados Partes deberían

exponer la interpretación o la definición que se da del concepto de familia y de su

alcance en sus sociedades y en sus ordenamientos jurídicos. Cuando existieran

diversos conceptos de familia dentro de un Estado, "nuclear" y "extendida",

debería precisarse la existencia de esos diversos conceptos de familia, con

indicación del grado de protección de una y otra. En vista de la existencia de

diversos tipos de familia, como las de parejas que no han contraído matrimonio y

sus hijos y las familias monoparentales, los Estados Partes deberían también

indicar en qué medida la legislación y las prácticas nacionales reconocen y

protegen a esos tipos de familia y a sus miembros (Observación General No. 19,

Comentarios generales adoptados por el Comité de los Derechos Humanos,

Artículo 23 - La familia, 39º período de sesiones, U.N. Doc. HRI/GEN/1/Rev.7 at

171 (1990).

La categoría de sujetos activos o víctimas en el seno familiar puede consistir, de

hecho, en cualquier integrante de la familia, como ha sido desarrollado en el

concepto anterior, de modo que analizaremos el artículo 155 del Cp de Nicaragua:

1. Los cónyuges o compañeros permanentes;

2. El padre y la madre de familia, aunque no vivan en el mismo hogar;

3. Los ascendientes, descendientes e hijos adoptivos;

4. Todas las demás personas que de modo permanente se encuentren

integradas a la unidad doméstica., son susceptibles de ser considerados como

sujetos activos o pasivos de la conducta.

47

Ferro Torres expresa (2003) que, de cualquier manera que se reconozca la

inserción de un miembro al seno de una familia, debe entenderse que tal inclusión

corresponde o responde, primero a un criterio de deducción de posición

privilegiada dada por el parentesco cercano como generador de autoridad y

responsabilidad; segundo, alude a la cercanía que la aceptación de participar de

alguna manera de los asuntos inherentes a la intimidad hogareña confiere a

determinados sujetos.

Así, la consideración de formar parte de la familia, o lo que es lo mismo, ser un

integrante de aquella, radica primero en aquel vínculo de parentesco que moldee

una percepción de autoridad respecto de un miembro de la familia hacia otro, esto

es, el reconocimiento del respeto y obediencia, por ejemplo, en el caso de los hijos

menores respecto de sus progenitores. El segundo punto implica, que también

puede considerarse integrante de la institución familiar, aquel individuo que por la

actividad que desempeña en el seno familiar, resulte aceptado como tal (Gaspar,

s.f).

En esa misma estructura conceptual, lo que se trata es abarcar de forma

exhaustiva todas las relaciones que, dentro del grupo familiar, matrimonial o

extramatrimonial, están necesitadas de una especial protección por la posición

más débil de la víctima.

3.7 Violencia intrafamiliar y el Derecho Penal: Breve consideración desde el Derecho de Corrección

La doctrina considera, ciertas situaciones familiares aun cuando consistieran en

manifestaciones latentes de violencia. Es un hecho que bajo el derecho de

corrección, expuesto en el primer capítulo de éste estudio, se amparaban acciones

lascivas a los derechos de los integrantes de la familia, especialmente de los

menores, y en la generalidad de los casos, el maltrato provenía de la figura

paterna (Ferro Torres, 2003).

48

Para Ferro Torres, el derecho de corrección facultaba a los padres a intervenir de

modo autoritario y rudo, de modo muy particular frente a sus hijos. Hoy en día la

situación es disímil a su concepción de antaño, puesto que, como se expondrá en

el presente acápite, cuando concurre la circunstancia de realización de la violencia

en la relación familiar, se atenta en contra del mantenimiento del equilibrio

doméstico, y así en contra de la formación de la colectividad.

El doctrinario Delgado (2001) manifiesta que, una actuación violenta dentro de la

familia puede comprender: acciones violentas del hombre contra la mujer (esposo

contra su esposa), o viceversa, de los padres hacia sus hijos, y en una posición

extrema, de los hijos hacia sus padres.

Por tal razón, es que la doctrina manifiesta que será violento todo acto que,

atentando contra la dignidad de otro miembro de la familia o pareja, exceda la

forma normal de producirse las relaciones familiares. Ahora bien, traduciendo ese

significado al ámbito de protección del Derecho Penal, el contenido de la violencia

familiar ostenta ciertas características que aluden al bien jurídico protegido, el cual

se desarrolló anteriormente (Delgado, 2001).

49

Capítulo III: Derecho de Corrección y su Relación con el Delito de Violencia doméstica o Intrafamiliar

1. ESPECIAL PROTECCIÓN JURÍDICA AL MENOR

En los comienzos del siglo XXI, se perpetraron violaciones de los derechos de los

menores por las cuales había denuncias, no solo en el ámbito familiar, sino

también fuera y a pesar que las declaraciones legales relativas a dichos derechos,

la situación seguía creciendo, no había una tutela efectiva a los intereses del

menor, ni a su integridad y protección. Sin embargo, la protección apresurada y

acabada que se le ha dado en el Derecho Internacional de los menores, ha

generado la protección del niño ostentando dicha protección un acogimiento en los

bloques constitucionales mundiales. Ello no indica que se prohíbe a los padres y

madres a no realizar ciertos actos para guiar la conducta de sus hijos, que vayan

en contra de su dignidad y desarrollo de la personalidad, sino que debe existir un

control y moderación de dichos métodos que conduzcan el desarrollo de estos

(Goméz Pardo, 2004).

Sigue expresando Gómez Pardo que, uno de los problemas más importantes que

existe en nuestra sociedad, es la protección de los niños, el cual es un tema de

gran relevancia. Ya que, indudablemente la violencia contra las menores ha ido

creciendo, la violencia hacia estos tiene muchas de las características de la

violencia de género, estos son siempre agredidos física o psíquicamente siendo

estos destinatarios directos de la violencia o bien presenciándola.

Producto del avance del Derecho Internacional, Nicaragua ha tenido un gran

avance legislativo que ha ido fomentando la protección de los menores. La

legislación está en constante evolución incluyendo cada vez más a los menores,

50

en este sentido es interesante la reforma del Código Penal de la República de

Nicaragua pasando de una regulación más amplia del concepto de violencia

doméstica o intrafamiliar a una definición cada vez más concreta donde los

menores que son los más vulnerables, empiezan a tener una mayor protección,

Alessio, (s.f) expresa que, la situación jurídica del menor victima responde a la

necesidad de dotarlos de una especial protección y al igual que los casos de

violencia de género, no se consideraba menester ya que se desconocía su

existencia y quedaban ocultos dentro de la propia familia.

Es un hecho innegable que ha sido en los últimos años cuando se ha producido un

auténtico despegue de los casos de violencia familiar que hace años hubiera sido

impensable. El hecho de que estos casos hayan salido a la luz supone conocer la

situación de muchos menores que, o bien han sido objeto directo de violencia

doméstica o bien han presenciado actos de esta índole, sin que nadie hiciera nada

al respecto y sin que existiese una normativa que los protegiera (Goméz Pardo,

2004, p. 2)

De tal modo que esta situacion esta cambiando y desde muchos sectores de la

sociedad se esta promocionando la protección de los mismos.

Es necesario destacar que el Estado tiene dos obligaciones respecto de la tutela

efectiva de los derechos de los niños. Por un lado, la comunidad internacional

exige a todos los Estados, que rectifiquen acuerdos de protección de los menores

en materia de derechos humanos o de distinta índole, a que incluyan en su

derecho interno disposiciones efectivas para la tutela de los menores (Retortillo

Baquer, 1999).

Esto es, que el Estado como Administración Pública, despliegue todos los

elementos de los cuales dispone para hacer la tutela del menor realmente efectiva,

intentanto disminuir, hasta erradicar, todas las circunstancias que constriñan a

situaciones de ilegitimidad a los niños y niñas del país. Así, es el Estado a través

del aparato administrativo laborando en pro del bienestar general, y principalmente

de la protección de lo más indefensos, como son los menores (Monroy, 2008).

51

Por otra parte, el Estado ostenta otra obligación, además de la descrita, es

necesario que eduque y desarrolle en los particulares la obligación de proteger al

menor. Esto se dirige a la sociedad en general, y también a cada núcleo familiar,

donde sin que el soberano se inmiscuya excesivamente, debe soslayar las

relaciones defectuosas en detrimento del menor, y crear una conciencia colectiva

a partir de regulaciones que permitan el conocimiento y desarrollo del tema

(Fraga, 2012).

Sigue aseverando Fraga que, el problema de la protección del menor adquiere la

relevancia que hemos descrito puesto que es el punto de regulación donde

confluyen diversas ramas del derecho, por ejemplo, compromisos supranacionales

entre Estados, leyes en materia de familia, y evidentemente, la protección más

severa del ente abstracto, el derecho penal, entre otras ramas de la ciencia

jurídica y de otras ciencias que estudian el valor del niño y niña en la sociedad.

2. LÍMITE ENTRE EL DERECHO DE CORRECCIÓN DE LOS PADRES Y CONDUCTAS QUE PUEDEN LLEGAR A CONSTITUIR EL DELITO DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

El deber principal que tiene el padre y la madre es proteger a los menores desde

el momento en que nacen hasta que alcanzan la plena capacidad de obrar.

Además, los padres de acuerdo a la patria potestad deben velar por sus hijos,

alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral (Espinosa de Marín,

1999).

En efecto, las cuestiones que se presenta en relación al Derecho de corrección de

los padres con el delito de violencia intrafamiliar en el ámbito doméstico es su

posible justificación por el ejercicio legítimo de un derecho, en concreto, mediante

el derecho de corrección. Sin embargo, la relación entre el delito de violencia

intrafamiliar y el derecho de corrección, es necesario determinar los diferentes

actos aislados de violencia, que integran la nota de habitualidad para poder

aseverar que, estos pueden estar amparados por el derecho de corrección

(Pasamar, 2011).

52

Los límites en la práctica son difíciles de determinar, establecer umbrales técnicos

que diferencien los actos de violencia habitual, que podrían ser potencialmente

amparados por el Derecho Penal como causa justificante de responsabilidad, se

hace para la praxis jurídica cada vez más compleja, porque estamos ante

conceptos indeterminados que requieren una adecuada interpretación según las

normas culturales, sociales, el momento histórico y, la edad del menor (Espinosa,

1999).

El principio de insignificancia, manifiesta Roxin (1993), permite en la mayoría de

los tipos penales, excluir desde un principio daños de poca importancia. Sin

embargo, si se utiliza violencia para corregir a los hijos no es posible negar la

tipicidad cuando la propia Ley penal ha configurado -equívocamente- un tipo que

en su totalidad describe una conducta insignificante, pues en ese caso sólo cabe

solicitar su supresión de lege ferenda, ya que los hechos en los que se pueda

entender que la actuación correctora de los padres no afecta en términos de lesión

o de peligro al correspondiente bien jurídico protegido que por razones de

insignificancia se debería excluir la tipicidad de la conducta de estos.

Pasamar (2011) manifiesta que las lesiones insignificantes que traerían consigo la

materialización del Derecho de Corrección, en la actualidad se ha incluido dentro

del instituto de la adecuación social, en la medida en que a veces se encuentran

acciones que objetiva y formalmente realizan el tipo de violencia, pero que se

quedan privadas de sentido social típico cuando se producen en determinados

contextos.

La atención a la realidad social del tiempo en que se ejerce el derecho de

corrección, podría influir en la consideración del hecho como típico o atípico. Los

diferentes sistemas jurídicos analizados han puesto de manifiesto que el derecho

de corrección permite justificar algunas acciones paternas o de terceras personas,

ya que el ejercicio de ese derecho también puede ser cedido de manera expresa o

tácita.

53

La doctrina de manera unánime (Roxin, Luzón Peña, Muñoz Conde) considera

que el derecho de corrección como causa de justificación no es aplicable al delito

de violencia doméstica, en la medida del uso de violencia habitual, ya que se

debe de entender que el derecho de corrección no depende de la cantidad de

actos que se cometan, sino del tipo de corrección que se utilice. Las cuales deben

de ser moderadas y siguiendo un fin educativo, y por tanto no deben de valorarse

tales conductas para apreciar el delito de violencia doméstica.

Los actos leves de violencia en el ámbito doméstico realizados por un adulto hacia

un menor de edad, si persigue un fin educativo y, siempre que la adecuación

social lo permita, a través del test de razonabilidad expresado (moderación, fin

educativo y proporcionalidad), pueden estar justificadas, y no pueden tenerse en

cuenta para integrar el delito del artículo 155 CP de Nicaragua y sus reformas.

Según Claus Roxin (1997):

Un castigo físico realizado con fines educativos no constituye maltrato de

obra, y por tanto ya no es ni siquiera típico. En efecto lo protege el

bienestar físico, y como castigo precisamente lo va a menoscabar; que

producir así dolor este autorizado por el fin perseguido, no es más que una

cuestión de justificación. Y efectivamente hay que admitir dicha

justificación: es cierto que la ley no dice expresamente que el derecho de

educación incluya el derecho a un castigo corporal moderado, y que sería

pedagógicamente deseable que se renuncie al castigo corporal como

medio de educación familiar (p. 752).

Algunas conductas constitutivas de falta son razonables y moderadas para

alcanzar el fin educativo y, por ello, estarán justificadas por la eximente del

ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo. Pero tan solo aquellas conductas

constitutivas de falta que tengan adecuación social, es decir, que sean aceptadas

en nuestro contexto social y cultural como métodos idóneos para educar. De no

ser así, se llegaría al absurdo de penalizar a la mayoría de los padres, pues una

simple amenaza una reprimenda que le impida llevar a cabo una acción

inadecuada o un maltrato de obra no constitutivo de lesión originarían la inmediata

54

intervención del Derecho Penal. Aunque pedagógicamente sería preferible no

emplear estas acciones como medio educativo, sin embargo, como señala ROXIN

(1997):

Sería desconocer la realidad de la vida suponer que en las condiciones sociales y

psicológicas actualmente existentes todos los padres iban a poder arreglárselas

prescindiendo completamente de acudir a las manos como método educativo. Si

se quisiera movilizar aquí al Derecho penal por cada bofetada motivada por faltas

graves, serían más familias destrozadas que las pacificadas (p. 752).

El delito de violencia doméstica en el ámbito familiar, estará integrado por todos

aquellos actos individuales de violencia realizados a un menor de edad que no

persigan el fin educativo y, evidentemente, que no sean proporcionados. Por

consiguiente, el delito lo componen actos gratuitos de violencia (golpes,

contusiones, heridas) reiterados o intencionados (Espinosa Ceballos, 2013).

En definitiva, algunas conductas constitutivas de falta son correcciones moderadas

y razonables y podrían estar justificadas. Aunque para la exención completa de la

responsabilidad criminal se requiere el cumplimiento de todos los elementos Por

tanto, si la infracción penal constitutiva de falta no persigue el fin educativo no se

apreciará la eximente ni siquiera en su versión incompleta. Sin embargo, cuando

al corregir al menor con un fin educativo los padres se exceden en la manera de

llevarlo a cabo, no siendo moderada o razonable, sería posible la aplicación de

una eximente incompleta sobre infracciones constitutivas de delito de poca

entidad, como la causación de pequeñas lesiones, porque, como señala Mir

(1998), la gravedad material del resultado lesivo puede ser aleatorio.

55

CONCLUSIONES

A partir de la presente investigación, las conclusiones son las siguientes:

1. El derecho de corrección es la facultad que tienen los padres de corregir

moderada y razonadamente a sus hijos, persiguiendo un fin educativo, pero sin

hacer uso de la violencia y sin que vaya en contra de la integridad física y moral

del menor. Esta facultad de los padres dentro de la función de educación no es

ilimitada ya que debe ejercerse de manera razonable y moderada.

2. Para calificar un castigo de moderado o de proporcionado, es preciso

atender a las normas sociales, culturales, el momento histórico y la edad del

menor. Sobre la base de estos elementos, a nuestro juicio, las conductas

constitutivas de delito nunca podrán tener la consideración de moderadas. Sin

embargo, las conductas constitutivas de falta que sean consideradas es nuestro

contexto social como medios idóneos para educar, y por tanto puedan estar

justificados por el derecho de corrección.

3. Las faltas justificadas por el derecho de corrección al ser moderadas y

perseguir el fin educativo, no podrían valorarse para apreciar el delito de violencia

doméstica o intrafamiliar. Es decir el delito de violencia domestica solo se integrará

por aquellas conductas que no persigan un fin educativo o persiguiéndolo no son

proporcionadas, por ende, esas conductas sí deben ser objeto de la sanción

penal, y por ello, serán de la aplicación del delito de violencia doméstica o

intrafamiliar. En definitiva los actos leves realizados por un adulto hacia un menor

de edad, si persiguen un fin educativo y si son moderadas y proporcionadas

deberían estar justificados por el derecho de corrección y por el principio de la

insignificancia.

56

4. El principio de insignificancia, permite en la mayoría de los tipos penales, excluir

desde un principio daños de poca importancia. No obstante, si se utiliza violencia

para corregir a los hijos no es posible negar la tipicidad cuando la propia Ley

penal. Ha configurado -equívocamente- un tipo que en su totalidad describe una

conducta insignificante, pues en ese caso sólo cabe solicitar su presión de lege

ferenda, ya que los hechos en los que se pueda entender que la actuación

correctora de los padres no afecta en términos de lesión o de peligro al

correspondiente bien jurídico protegido excluye de tipicidad la conducta de estos.

57

RECOMENDACIONES:

1. Resulta indispensable legislar sobre el contenido del derecho de

corrección. Subsiste un vacío jurídico sobre las potestades otorgadas a

los padres y madres para corregir u orientar las conductas contumaces

de sus hijos o personas tuteladas. Es necesario entonces realizar una

labor de inclusión sobre dicha materia, de cara a la aprobación del

nuevo Código de Familia que se encuentra en proceso de ley en el

órgano legislativo de Nicaragua, la Asamblea Nacional.

2. En la reciente reforma del artículo 155 del Cp de Nicaragua, el legislador

prescribe tácitamente los límites del derecho de corrección respecto de

los hijos. Sin embargo, es indispensable verificar la constitucionalidad de

la prohibición ahí establecida, acerca de la interdicción de la aplicación

del derecho de corrección como causa de justificación, puesto que el

artículo 73 de la Constitución Política de Nicaragua, claramente permite,

faculta y obliga a los progenitores a formar parte y dirigir la formación

integral de sus hijos. Luego la valoración radica en el exceso legislativo

del Estado por prohibir conductas que en ocasiones pueden resultar

insignificantes para el Derecho Penal.

3. Finalmente, la propuesta es una reforma al artículo 155 del Cp de

Nicaragua, a fin de que se corrija la confusión actual sobre lo que

constituye o no delito, si bien se establece el límite a través del mínimo

umbral de lesiones, es necesario que se establezca qué causas de

justificación se aplican al delito de violencia intrafamiliar, sin que se

58

exacerbe la dignidad e integridad moral de los niños y niñas de

Nicaragua.

59

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Sentencia SAP Zaragoza n° 86/2009, 10 de Febrero 2009

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Sentencia 10/2009 Audiencia provincial de Jaén, 22 Enero 2009