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134 El desarrollo de una colonia industrial en Puebla: el Estanque de los Pescaditos (1883-1913) The development of an industrial colony in Puebla: el Estanque de los Pescaditos (1883-1913) Sergio Francisco Rosas Salas* María Teresa Ventura Rodríguez** Resumen El objetivo de este artículo es analizar los mecanismos de inversión y los cam- bios en los sistemas de aprovechamiento del agua que permitieron que entre 1883 y 1913 el Estanque de los Pescaditos pasara de ser una finca rústica a una colonia industrial en la ciudad de Puebla. Pretendemos mostrar que lo que per- mitió el desarrollo fabril en el Estanque fue una doble disponibilidad de agua, una superficial y otra subterránea. La primera llegaba a través del río de San Francisco y su afluente, el arroyo de Xonaca. La segunda provenía de manan- tiales en el terreno, los cuales empezaron a utilizarse a partir de 1891, con la construcción de pozos artesianos, aprovechando para la industria lo que hasta entonces había sido una desventaja del terreno. Buscamos demostrar que, con- trario a lo que ocurrió en el otro gran desarrollo fabril de la región, el corredor industrial del Atoyac –el cual dependió por entero del río–, en el desarrollo in- dustrial del Estanque de los Pescaditos fue más importante el agua subterrá- nea que la fluvial. Palabras clave: Agua, industrialización, Puebla, Estanque de los Pescaditos, po- zos artesianos, río de San Francisco. Abstract This paper analyzes the investment and the water exploitation systems at El Estanque de los Pescaditos, Puebla, between 1883 and 1913. Doing so, it shows the changes that allowed that this city portion became an industrial colony in Puebla city. The paper shows that the industrialization in the Estanque was the result of having two water fountains: the San Francisco river and the Xona- ca stream, and the springs that became important in 1891, when the first arte- sian wells were built. We proved that the industrialization of the Estanque de los Pescaditos and the San Francisco river was the result of the disposition of groundwater —as well as the river. Keywords: Water, industrialization, artesianwells, Puebla, Estanque de los Pes- caditos, San Francisco river. * El Colegio de Michoacán **Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, BUAP

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El desarrollo de una colonia industrial en Puebla: el Estanque de los

Pescaditos (1883-1913)

The development of an industrial colony in Puebla: el Estanque de los Pescaditos (1883-1913)

Sergio Francisco Rosas Salas*María Teresa Ventura Rodríguez**

ResumenEl objetivo de este artículo es analizar los mecanismos de inversión y los cam-bios en los sistemas de aprovechamiento del agua que permitieron que entre 1883 y 1913 el Estanque de los Pescaditos pasara de ser una finca rústica a una colonia industrial en la ciudad de Puebla. Pretendemos mostrar que lo que per-mitió el desarrollo fabril en el Estanque fue una doble disponibilidad de agua, una superficial y otra subterránea. La primera llegaba a través del río de San Francisco y su afluente, el arroyo de Xonaca. La segunda provenía de manan-tiales en el terreno, los cuales empezaron a utilizarse a partir de 1891, con la construcción de pozos artesianos, aprovechando para la industria lo que hasta entonces había sido una desventaja del terreno. Buscamos demostrar que, con-trario a lo que ocurrió en el otro gran desarrollo fabril de la región, el corredor industrial del Atoyac –el cual dependió por entero del río–, en el desarrollo in-dustrial del Estanque de los Pescaditos fue más importante el agua subterrá-nea que la fluvial.

Palabras clave: Agua, industrialización, Puebla, Estanque de los Pescaditos, po-zos artesianos, río de San Francisco.

AbstractThis paper analyzes the investment and the water exploitation systems at El Estanque de los Pescaditos, Puebla, between 1883 and 1913. Doing so, it shows the changes that allowed that this city portion became an industrial colony in Puebla city. The paper shows that the industrialization in the Estanque was the result of having two water fountains: the San Francisco river and the Xona-ca stream, and the springs that became important in 1891, when the first arte-sian wells were built. We proved that the industrialization of the Estanque de los Pescaditos and the San Francisco river was the result of the disposition of groundwater —as well as the river.

Keywords: Water, industrialization, artesianwells, Puebla, Estanque de los Pes-caditos, San Francisco river.

* El Colegio de Michoacán**Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, BUAP

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Introducción El Estanque de los Pescaditos, el primer sitio industrial en la ribera del río de San Francisco, en Puebla, aún se conserva como parte de un corredor turístico integrado por áreas verdes, una galería de arte, un centro de convenciones y un centro comercial, además de hoteles y restaurantes, en las esquinas del boule-vard 5 de mayo y la 4 oriente. El objetivo de este artículo es analizar los meca-nismos de inversión y los cambios en los sistemas de aprovechamiento del agua que permitieron que entre 1883 y 1913 el Estanque de los Pescaditos pasara de ser una finca rústica a una colonia industrial en la ciudad de Puebla. Preten-demos mostrar que lo que permitió el desarrollo fabril en el Estanque fue una doble disponibilidad de agua, una superficial y otra subterránea. La primera llegaba a través del río de San Francisco y su afluente, el arroyo de Xonaca. La segunda provenía de manantiales en el terreno, los cuales empezaron a utili-zarse a partir de 1891, con la construcción de pozos artesianos, aprovechando para la industria lo que hasta entonces había sido una desventaja del terreno. Buscamos demostrar que, contrario a lo que ocurrió en el otro gran desarrollo fabril de la región, el corredor industrial del Atoyac —el cual dependió mucho más del río—, en el desarrollo industrial del Estanque de los Pescaditos fue más importante el agua subterránea que la fluvial.

La reciente historiografía sobre los usos sociales del agua ha mostrado que el estudio de los aprovechamientos hidráulicos permite comprender diversos procesos sociales que van más allá del líquido y su aprovechamiento. En ese sentido, pretendemos dialogar con estos avances, a partir del proceso de indus-trialización en la ciudad de Puebla. Nuestro trabajo, así, pretende contribuir al debate en torno al papel del agua en la industrialización durante los siglos xix y xx, aspecto que ha recibido menor atención que, por ejemplo, el estudio del agua potable o bien, del agua y la irrigación (Cf. Aboites, 1997; Castañeda, 1995; Valladares, 2003; Escobar y Butler (coords.), 2013). De hecho, una contri-bución de este trabajo es enfatizar la relación entre agua e industria, uno de los aspectos menos atendidos en la historia de los usos sociales del agua en Méxi-co. Si bien Dawn Keremitsis (1973) había ya señalado la importancia del líqui-do como fuerza motriz en las industrias textiles del siglo xix, no fue sino hasta la década de los noventa cuando los trabajos de Blanca Estela Suárez Cortez (1997; 1998) mostraron la íntima relación entre agua e industria, por lo menos en el centro del país. En ellos, Suárez mostró que el establecimiento de la in-dustria textil a partir de 1835 dependió del agua, pues la nueva maquinaria era impulsada por fuerza hidráulica, por lo que los ríos fueron los lugares prefe-ridos para el establecimiento de factorías o maquinaria agroindustrial. Esto, a su vez, generó un mayor conflicto por el control del agua fluvial, pues los in-dustriales, necesitados de mayores recursos hídricos, debieron enfrentarse en-tre ellos mismos, a ayuntamientos y a agricultores para tener acceso a la mayor explotación del recurso. Por su parte, Diana Birrichaga (2008: 13-15), al insis-tir en que el agua devino un “recurso estratégico” para la industrialización del país entre los siglos xix y xx, mostró el impacto ambiental que tuvo la indus-trialización en México, sea por el incremento en la demanda del agua o por la contaminación del líquido.

A partir del Estanque de los Pescaditos, buscamos demostrar que la indus-trialización en Puebla produjo una mayor presión sobre el recurso hídrico du-rante la segunda mitad del siglo xix. Ello produjo una serie de negociaciones que, unidas al proceso de privatización de la tierra y el agua, permitieron el

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aprovechamiento industrial del predio. Si bien el terreno fue valioso por situar-se junto al río San Francisco, el cual se utilizó como fuerza motriz y como desa-güe, fue el agua potable subterránea la que hizo posible el establecimiento, el desarrollo y el éxito de la industria en el Estanque de los Pescaditos. Los apro-vechamientos industriales de la zona se valieron del agua potable extraída del subsuelo para impulsar empresas alimenticias o bien, procesos textiles como el blanqueado y el estampado. El aprovechamiento combinado del río de San Francisco con el agua que brotaba en la zona del Paseo Viejo en las riberas del afluente, y que se utilizó en el periodo analizado a través de pozos artesianos, fue aprovechada para la producción artesanal local desde el primer tercio del siglo xix. Ello, claro está, condujo a una temprana industrialización de la pro-ducción en la década de 1850 (Loreto López, 2009: 69-72). Durante el porfiria-to, los establecimientos se extendieron a lo largo de San Francisco: además de La Guía —de la que nos ocupamos adelante— fueron importantes, entre otras factorías, Los Ángeles, San Francisco y San Juan de Amandi, que combinaron el aprovechamiento fluvial en la producción de energía hidráulica y los manantia-les en procesos como el blanqueado, además de permitir el desarrollo de otras industrias alimenticias como aguas gaseosas o la existencia de curtidurías en los terrenos mismos del Estanque (Ventura Rodríguez, 2002: 11).

El artículo está estructurado en tres partes. En la primera se esboza una bre-ve historia del Estanque de los Pescaditos, haciendo énfasis en que aún a media-dos del siglo xix era considerada una problemática tierra de sembradíos, pues el agua que manaba a los terrenos impedía la producción agrícola. En la segunda describirá los primeros establecimientos mecanizados de la zona, que iniciaron en 1883. Por último, estudiará el establecimiento de las dos grandes fábricas de la zona: la fábrica textil “La Guía”; y la fábrica de aguas minerales “Latisnère”, fundadas en 1896 y 1910, respectivamente. La base documental de este artícu-lo son las partidas de compra-venta de los terrenos analizados, resguardados en el Archivo General de Notarías del Estado de Puebla. Ellos permiten recons-truir los cambios no sólo de la propiedad, sino de uso y aprovechamientos de la tierra y el agua. Estas fuentes se confrontaron con los registros del Archivo del Registro Público de la Propiedad, y se cruzaron los datos con materiales del Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla. También fueron útiles para la ubicación de los terrenos la revisión de los mapas del periodo y un recorrido de campo realizado en el segundo semestre de 2013.

El Estanque de los Pescaditos: finca rústicaAl hacer su testamento la mañana del 28 de julio de 1850, Felipe Vázquez de-claró que la única de sus propiedades que valía la pena mencionar era el Estan-que de los Pescaditos. El testamento ofrece una buena cantidad de información sobre la situación de la finca: se ubicaba “en la cuchilla que forman los ríos de San Francisco y el que pasa por el puente de noche buena”, y estaba conforma-da por “un solar, unos veneros de agua dulce, unos lavaderos y dos piezas de habitación” (mapa 1).1

1 Archivo General de Notarías de Puebla (en adelante, AGNEP), notaría 1, notario José Mariano Torres, 20 de febrero de 1852, f. 142v.

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Mapa 1, El Estanque de los Pescaditos, 1863

Fuente: Anónimo, Plano de la ciudad de Puebla, 1863, en Francisco Manuel Vélez Pliego y Ambrosio Guzmán Álvarez, [s.p.i], mapa 9.

Se trataba de “buena clase de tierra”: de los 37,669 metros cuadrados, dos terceras partes podían regarse con agua del San Francisco, pero el resto era “un pedazo fangoso, a causa, según parece, de las filtraciones del depósito que se forma de agua para el riego y de los veneros”. Los veneros “de agua dulce” es-taban abandonados, e incluso hubo intentos de cerrarlos, sin éxito. Lo único que se había logrado era contener la expulsión de agua al formar “un tanque en toda su longitud (que es de treinta varas [25.2 metros]) teniendo a cada uno de sus lados veinte y una piedras con un pequeño depósito al lado de cada una para poner la ropa todo construido de cal y canto y en muy buen estado”.2 El valor asignado entonces al Estanque de los Pescaditos fue de 3,166 pesos. A su producción, maíz y trigo, se le asignó el valor de 37 pesos. Como se ve, si bien la tierra se consideraba bien ubicada, los afloramientos de agua impedían una buena producción agrícola.

El Estanque de los Pescaditos no había cambiado en nada durante poco más de 300 años. Según anotó Hugo Leicht (1999: 25-28), hay noticias de la fin-ca desde 1550, cuando se le menciona como propiedad de García de Aguilar, uno de los fundadores de la ciudad y alcalde mayor en 1534, 1535 y 1537. Des-de entonces los límites del Estanque fueron los mismos: además de hallarse naturalmente limitado por los ríos San Francisco y de Nochebuena o Xonaca, colindaba con el convento de San Francisco. Si bien en la ribera del río de San Francisco se establecieron molinos y obrajes que utilizaban el agua como fuer-za motriz desde 1531, el Estanque de los Pescaditos permaneció como terreno agrícola (Carabarín Gracia, 2000: 100-109). Esto se debió a un proyecto del Ca-

2 Ibid., f. 143.

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bildo civil: visto que la vocación de los primeros habitantes de la Angelópolis debía ser la agricultura, en 1534 el Ayuntamiento decidió que en las riberas del San Francisco colindantes con la ciudad se establecieran una serie de huertas dedicadas a la producción triguera. El Estanque de los Pescaditos, pues, for-mó parte de este proyecto agrícola de sustento de la población española. Hacia 1575 la finca pasó a manos del yerno de García de Aguilar, Felipe Ramírez de Arellano. En manos de su familia permaneció hasta el siglo xviii.

Según noticias de Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, hacia 1768 el Estanque de los Pescaditos seguía siendo un terreno agrícola, pero ya no sólo aprovechaba el río, sino que regaba sus huertas trigueras con el “agua potable” que manaba en él. El excedente se llevó entre 1745 y 1776 al cuartel de Drago-nes, al otro lado del río, como abastecimiento de agua dulce, lo que permitió un mejor aprovechamiento de la finca. ¿Porqué decreció la importancia del San Francisco? Porque para entonces, había siete molinos utilizando el agua del río a lo largo de su cauce, lo que hacía que tuviera poco caudal (Fernández de Eche-verría y Veytia, 1991: I, 242-271; sobre los molinos, cf. Prieto, 2013). En síntesis

entre 1550 y 1850 el Estanque de los Pescaditos no había tenido cambio algu-no en su uso. La finca permanecía como zona agrícola dedicada al cultivo del trigo y del maíz único cambio en esos tres siglos se dio en el aprovechamiento del río. Si bien aún era importante la ubicación junto al San Francisco, a partir del siglo xviii, a causa de la disminución y contaminación del cauce, se prefirió irrigar con el agua de los manantiales, que se concentraban en su mayor parte en un estanque natural al interior de la finca.

Hay además otro uso del Estanque, ya señalado por Veytia desde el siglo xviii pero que parece un elemento central para 1831: el aprovechamiento del agua subterránea como potable. Según una vista de ojos de aquel año, “el vecin-dario para proveer de agua a sus más comunes necesidades, tiene que buscarla en el tanque de los pescaditos”; empero, ya no se conducía el agua al Puente de Toro debido a que la cañería para tal efecto estaba rota. Esto sólo hacía difícil el acceso al agua por parte de los habitantes de los barrios, que debían cruzar lo-dazales para acceder a ella.3 Lo mismo ocurría con los lavaderos instalados en el predio: para 1852, estaban casi destruidos y al aire libre.

Con estos elementos desaprovechados por las condiciones del terreno, el agua subterránea de la finca, que brotaba sin cesar e impedía la práctica de la agricultura a pequeña escala, era vista como una desventaja. Los veneros se consideraban un problema para el aprovechamiento agrícola, pues causaban que más de un tercio del terreno fuera inútil para el cultivo de granos, debi-do a la humedad permanente y al lodo resultante. El hecho de que una buena parte del lugar estuviera permanentemente bajo el fango disminuía su valor. Para los propietarios, el agua subterránea era más una desventaja que un va-lor agregado.Esto fue evidente cuando se quiso vender el terreno en almoneda, tras la muerte de Felipe Vázquez. Las ofertas no alcanzaron los 3,203 pesos que cubrían el terreno y la producción agrícola. Se terminó rematando a Apolonio Hernández como “hortaliza del Estanque de los Pescaditos”, el 21 de enero de 1852. El nuevo dueño pagó 3,000 pesos.4

Ese mismo año se habría establecido la primera actividad novedosa en la zona, al fundarse la Curtiduría que años después sería conocida como del Ti-

3 Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla (en adelante, AHAP), Documentos de Cabildo, volumen 119, año de 1852, f. 187. “Sobre dominio del agua del San Francisco por el Molino del Carmen, dado en 31 de marzo de 1831”.

4 AGNEP, notaría 1, notario José Mariano Torres, libro de 1852, f. 159.

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gre (Allende, 2007: 10). Al año siguiente, en mayo de 1853, Apolonio Hernán-dez revendió el terreno con “sus tierras, aguas, lavaderos, arboledas, verjas, usos, costumbres, servidumbres y cuanto le pertenezca” en 5,000 pesos a An-tonio López, “comerciante del Parián”. El alto costo no correspondió a una me-jora de la propiedad, sino a que incluyó la cosecha de trigo de aquel año, y al pago de 1,600 pesos por obras pías a favor del curato de Analco, fundadas por Felipe Vázquez.5 Descontando ambos elementos, el terreno seguía valuado en unos 3,000 pesos.

Así, en los primeros años de la década de 1850 inició el aprovechamiento de las aguas subterráneas de la zona en un aspecto no agrícola, con la curtiduría y con el establecimiento de unos baños en torno al Estanque. El caso es valioso por-que, hallándose apenas a unos metros, mostró a los dueños de los terrenos ale-daños el potencial de los veneros, considerados hasta entonces un estorbo. Aquel año, el cuidador del paseo de San Francisco, Antonio Infante, levantó “un peque-ño cuarto de tablones y petates para que sin mengua de la decencia, se bañasen algunos pobres aprovechando el agua del paseo que constantemente se está de-rramando en el río”.6 El Ayuntamiento acordó concederle el permiso para la ex-plotación del agua a través de unos “baños de agua fría”, pidiéndole solamente que mejorara la construcción, haciéndola de ladrillo, y separara los sexos, para cuidar el pudor y la privacidad de los bañistas. Antonio López siguió el ejemplo de aprovechar el agua subterránea en usos no agrícolas ni potables. En 1856, dos años después, estableció en el terreno un bebedero de caballos.

Con la ley Lerdo, del 25 de junio de 1856, el Estanque de los Pescaditos tuvo modificaciones en sus linderos por primera vez desde el siglo xvi. López apro-vechó la legislación liberal para expandir su finca hacia lo que hasta entonces había sido propiedad de los franciscanos. El 7 de julio de 1862 consiguió que el Gobierno del Estado le vendiera la hortaliza de San Francisco, incluyéndose “los bajos del Hospital Militar establecido en el convento de San Francisco”.7 La hortaliza había sido cedida por los franciscanos al Hospital de San Pedro, para que ahí se estableciera un Jardín Botánico. Con la ley de 1856 el proyecto no se llevó a cabo, y el terreno pasó a manos de Antonio López. Años más tar-de, en 1874, López permutó al Gobierno del Estado este terreno por “todos los bajos del Tercer Orden del mismo convento y la parte alta”, que colindaban al norte con el Convento, y al sur, este y oeste con el Estanque de los Pescaditos. El terreno ahora propiedad de López incluía “parte de los derrames del ma-nantial situado dentro de la Capilla del mismo nombre [del tercer orden de San Francisco]”.8 Así, los límites del Estanque se expandieron hasta el convento, y se incrementó su dotación de agua subterránea.

Hay dos elementos a destacarse en este proceso de crecimiento del Estan-que bajo el dominio de Antonio López. En primer lugar, que los comerciantes propietarios de Puebla aprovecharon la legislación de 1856 para acrecentar sus posesiones, confirmarse como grupo propietario e iniciar la venta y fracciona-miento del terreno. Se ve que la propiedad privada promovida con la legisla-ción liberal permitirá en los años siguientes un mayor y mejor aprovechamiento de los recursos hídricos disponibles.9 El segundo elemento es que, a partir de

5 AGNEP, notaría 1, notario José Mariano Torres, libro de 1853, 25 de mayo, ff. 442-445. 6 AHAP, Documentos de Cabildo, volumen 121, año de 1854, f. 453. 7 AGNEP, notaría 6, libro de 1862, 7 de julio, f. 53v. 8 AGNEP, notaría 2, notario Francisco de Paula Fuentes, libro de 1874, 10 de marzo.9 Además del terreno arriba descrito, Antonio López adquirió en julio de 1856, bajo el amparo de la ley Lerdo, la casa

número 1 de la calle del Puente del Toro, que pertenecía a las monjas del Convento de la Concepción, por 5,900

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1852-1854, con el establecimiento de la curtiduría y los baños de agua fría de Infante, se inició el aprovechamiento no agrícola del agua subterránea que bro-taba en la ribera oriente del río de San Francisco, justo donde se localizaba el Es-tanque de los Pescaditos. El cambio del patrón agrícola que había durado poco más de tres siglos detonó el aprovechamiento del agua subterránea del Estan-que de los Pescaditos en actividades productivas ligadas a la producción me-canizada: la industrialización.

En la finca que nos ocupa, el cambio no se debió ya a Antonio López, sino a su hijo Ygnacio López Sáenz, quien a través del fraccionamiento y venta de los terrenos del Estanque impulsó la industrialización de la zona a partir del apro-vechamiento del agua subterránea y, en menor medida, del río de San Francis-co a partir de 1883.

Primeros establecimientos tecnológicos, 1883-1891Antonio López había cedido el dominio del Estanque de los Pescaditos a su hijo Ygnacio López Sáenz hacia 1885. Según estableció en su testamento, el Estanque de los Pescaditos estaba considerado aún como finca rústica, y valuado en 10,250 pesos.10 Los límites eran, según un documento de 1887, “por el norte y oriente las calles de la cerca de San Francisco y la de la puerta falsa de ese Convento, y por el sur y poniente con los ríos, de San Francisco y de Nochebuena”.11 Como se ve, salvo la extensión a la huerta de San Francisco, no hubo cambios en el terreno, ni había iniciado su fraccionamiento.

Por el estado del río de San Francisco aquellos años, parecería que la fin-ca estaba destinada a devaluarse. Según Miguel Ángel Cuenya (2008: 30-38), a partir de la década de 1880 se hizo evidente que el río de San Francisco era “un torrente de aguas negras”, lo que lo convertía en “un lugar abandonado e igno-rado” por las autoridades, los empresarios y los habitantes de la Angelópolis. En 1884 se prohibió arrojar basura y cualquier objeto al cauce del río, que era considerado el principal foco de contaminación de la ciudad. A pesar de estos antecedentes, a partir de 1883 inició el desarrollo tecnológico del Estanque de los Pescaditos, que llevaría a la conformación de la Colonia Industrial de Pue-bla. Esto se debió al impulso de Ygnacio López Sáenz, quien consiguió revalorar y vender el Estanque a partir del aprovechamiento de sus aguas subterráneas.

En 1883 empezó el fraccionamiento de la finca con la venta de lotes y, gra-cias a ello, empezó el establecimiento de maquinaria dedicada a diversas ac-tividades productivas en la antigua finca rústica. Aquel año, Antonio López arrendó a los hermanos Jesús y Modesto Villafuerte un área para establecer baños de agua fría, aprovechando el estanque de agua que se producía por un afloramiento superficial. Además del local dedicado a ambos sexos, los Villa-fuerte podrían construir otro estanque grande y un bebedero para caballos; también podrían abrir lavaderos públicos. El costo de la renta eran 100 pesos mensuales (Robles Galindo, 2001: 153). Los baños se instalaron casi de inme-diato, pero como“rusos” –es decir, calientes– y no de agua fría, lo que repre-sentó un primer momento de cambio tecnológico en el Estanque: fue necesario instalar calderas.

pesos, y la casa número 10 de la calle de San Cristóbal, perteneciente al Convento de Santa Rosa, por 6,250 pesos. Cf. AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1856, 29 de julio, f. 84v, y AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1856, 29 de julio, f. 87.

10 AGNEP, Notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1885, 10 de octubre, f. 143 y anexos, carpeta 91, f.s.n. 11 Archivo del Registro Público del municipio de Puebla (en adelante, ARPP), libro 1 auxiliar de Comercio, tomo 15, f.

67, 5 de septiembre de 1887.

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En 1885, Ygnacio López Sáenz prestó 1,500 pesos a los hermanos Villafuer-te para “la compra de una maquinaria de vapor que van a establecer en esta ciudad, en el edificio conocido por el Estanque de los Pescaditos”, para mo-ler maíz. En estos primeros momentos de introducción de maquinaria ésta de-pendía del río como fuerza motriz, pues el agua subterránea se destinaba a los baños y al vapor. Según declaró Villafuerte, en los baños había una “máquina de vapor de fuerza de diez caballos”, una caldera y el motor, dependientes del río, además de una máquina para cernir tabaco, cinco molinos para maíz co-cido, un molino para trigo y una bomba de vapor.12 Ese mismo año se instaló una maquinaria similar: Juan Pedro Necoechea —quien era el encargado de la notaría 3, donde se realizaba la mayor parte de los contratos de compra-venta, y quien por tanto pudo saber de primera mano las nuevas condiciones del te-rreno y beneficiarse de ellas— estableció un molino de pan, que aprovechaba el agua subterránea para el motor.13

En 1887 López Sáenz fue de nueva cuenta prestamista de aquellos a quie-nes había vendido sus terrenos. En aquella ocasión otorgó a Eusebio Aguilera 1,100 pesos para la compra de “un motor de vapor con fuerza de 15 caballos de fuerza marcado con una placa que dice ‘Corlis Stean Enquie Ca. Builders. -Pro-vidence, R. I.’”. El motor fue utilizado en la tintorería que Aguilera había esta-blecido en el Estanque de los Pescaditos un año antes, aprovechando, como los Villafuerte, el manantial establecido desde mediados del siglo xix.14

Los pozos artesianos y la diversificación productiva, 1891-1896El aprovechamiento del Estanque a partir del manantial natural y de los vene-ros tuvo un cambio drástico a partir de 1891. A partir de ese año Ygnacio López Sáenz empezó a construir pozos artesianos en el Estanque. Según una defini-ción de la época, eran “orificios practicados verticalmente [...] partiendo desde la superficie del suelo en un terreno estratificado hasta encontrar una capa de agua subterránea y comprendida entre dos capas impermeables por lo común arcillosas”. Cuando el agua se elevaba por el orificio hasta la superficie de for-ma continua, al orificio se le daba el nombre de pozo artesiano, debiendo ele-varse el líquido por medio de bombas hidráulicas, y que solían encontrarse a poca profundidad —como los del propio Estanque (Mellado, 1856: I, 912). A inicios de la década de 1890, la finca que nos ocupa tenía 13,264 metros cuadra-dos y un valor de 15,000 pesos, toda vez que además de la Capilla del Tercer Orden, los baños y las antiguas habitaciones del Estanque, “no hay más cons-trucciones que unas ruinas en el fondo de la huerta”.15 A partir de aquel 1891 inició de manera sistemática el aprovechamiento del agua subterránea del Es-tanque de los Pescaditos.

Al parecer, el objeto inmediato de López Sáenz para abrir pozos artesianos fue establecer otros baños en el Estanque, ahora de su propiedad. Sin embar-go, aquel mismo año los vendió a Armand Saller e Hipólito Naude, quienes a partir de entonces explotaron la negociación.16 Del mismo modo, López arren-dó a Marcelino Cautli la ladrillera establecida en el Estanque de los Pescaditos,

12 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1885, 17 de septiembre, [f.s.n]13 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1885, 23 de marzo, f. 83. 14 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1887, 16 de marzo, f. 28v. 15 AGNEP, notaria 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1891, 6 de mayo, anexos, [f.s.n.] Anexos del mutuo con

hipoteca otorgada por el señor Ygnacio López Saénz a favor de los Señores ArmaundSaller e Hipólito Naude sobre los Baños de Neptuno y la Huerta de San Francisco.

16 Ibídem.

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a razón de 42 pesos mensuales, permitiendo el uso del agua necesaria, pero re-servándose el arrendador la explotación de los pozos artesianos recientemen-te instalados.17

La posibilidad de industrializar la zona a partir del agua subterránea ob-tenida a través de pozos artesianos fue aprovechada pronto. El proceso tenía tres aspectos, interdependientes entre sí: el uso de agua pura de manantial en el proceso productivo —lo que abría la puerta a empresas dedicadas a la alimen-tación—, el aprovechamiento del río e incluso de los pozos como fuerza motriz, y el uso de la corriente del San Francisco como desagüe. De ser una finca afec-tada por la contaminación del río y la improductividad del terreno por los ve-neros incesantes, el Estanque de los Pescaditos se halló a partir de 1891 en una condición inmejorable para el establecimiento de nuevos centros productivos.

Un claro ejemplo de lo anterior fue la panadería “Latisnère y Bouvet”. La sociedad fue establecida entre el aquitano Esteban Latisnère y Adrián Bouvet, inmigrante barcelonette establecido en Puebla, “con el objeto de establecer y fundar una fábrica de pan en la casa conocida por antigua finca de San Francis-co o Estanque de los Pescaditos”, que se fundó el 13 de mayo de 1892.18 Según se dejaba ver en la escritura, se aprovechó un pozo artesiano para garantizar el abasto de agua necesaria en la producción panera, al mismo tiempo que se aprovechaba para generar vapor para los hornos. Al parecer, el río servía para arrojar los desechos de la fábrica.19

Considerando los elementos anteriores, tenemos que si bien a partir de 1883 empezó a explotarse el Estanque de los Pescaditos en actividades no agrícolas, como baños fríos, molinos de maíz y en la producción casi artesanal de taba-co, no fue sino hasta 1891 cuando fue posible el cambio radical de uso de suelo en el terreno. A partir de aquel año se hizo posible considerar a la hasta enton-ces finca rústica como un enclave valioso para el establecimiento de centros de producción industrial gracias a la construcción de pozos artesianos, que apro-vechaban el agua subterránea del lugar.

Como el agua obtenida a través de los pozos era potable, en esta etapa sa-tisfizo las necesidades de industrias relacionadas con la higiene y el confort, como los baños calientes, o con la alimentación, como las panaderías. El agua subterránea, pues, fue utilizada como motor hidráulico del proceso producti-vo tanto como parte integrante de éste. Con la disponibilidad de agua potable, ahora la ubicación junto al San Francisco resultó una ventaja, pues el desagüe era inmediato, y no requería de mayor inversión. Trabajos arqueológicos en la zona han mostrado la existencia de una red de canales que puede datarse alre-dedor de 1885, y que tenían como objeto el uso del agua en los procesos pro-ductivos (Allende, 2007: 11). Esto generó la privatización del agua y el fin del aprovechamiento del manantial en la zona por los vecinos. El control del líqui-do estaba ahora en manos de los empresarios que podían adquirir fracciones de la propiedad de Ygnacio López Sáenz e invertir en tecnología industrial y en infraestructura hidráulica.

Sin embargo, y dado que los contratos eran con un solo dueño, en la ribe-ra del San Francisco la incipiente industrialización no provocó conflictos: sólo generó una cada vez mayor inversión por parte de los propietarios. Esto fue

17 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1891, 29 de septiembre, f. 43v. 18 ARPP, libro 3 de comercio, volumen 2, 23 de mayo de 1892, f. 114v. 19 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro I de 1892, 14 de mayo, f. 298v. Seis meses después Latisnère se

retiró de la sociedad, quedando Bouvet como dueño único. Cf. AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro II de 1892, 28 de julio, f. 111.

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evidente a partir de 1896. Fue entonces cuando la etapa de pequeñas inversio-nes llegó a su fin, y empezó el momento de las grandes fábricas en el Estanque de los Pescaditos. Como en esta primera etapa de diversificación productiva, esto fue posible gracias a la relación entre el agua subterránea y el agua fluvial.

Las grandes fábricas, 1896-1913La combinación de agua subterránea y agua fluvial en el Estanque de los Pes-caditos hizo posible que en él se establecieran grandes fábricas a partir de 1896. Estos grandes centros productivos sumaron el agua obtenida por pozos artesia-nos al proceso productivo, y aprovecharon el río de San Francisco como fuerza motriz y como desagüe. De hecho, a partir de entonces también lo utilizaron como fuente de energía hidroeléctrica, lo que fue posible gracias a la innova-ción tecnológica que llegó a Puebla hacia 1888, según ha apuntado Teresa Ven-tura Rodríguez (2009: 46).

La primera gran fábrica establecida en el Estanque de los Pescaditos fue La Guía, dedicada al blanqueo y estampado textil. Seguir su establecimiento per-mite observar cómo el líquido subterráneo fue fundamental en la fundación de grandes factorías en la zona que requerían agua potable para sus procesos pro-ductivos. Asimismo, permite mostrar los pasos dados por los industriales para establecerse en el Estanque. El 17 de junio de 1896 la sociedad Sota y Compa-ñía compró a Ygnacio López Sáenz una parte del Estanque de los Pescaditos, “con objeto de establecer y explotar una fábrica de blancos y estampe”.20 López vendió a la sociedad una fracción de 4,261 metros cuadrados, junto al río de San Francisco, con un surco de agua potable que daba seis y medio litros por segun-do sin interrupción, y que se tomaría del manantial y de dos pozos artesianos también incluidos en la venta.21 Los compradores insistieron que el agua debía tener la calidad “de pozo artesiano”, y se anotó que la cantidad de 390 litros por minuto debía garantizarse. En caso de que en los primeros seis meses después de la venta el agua escaseara, la cantidad estipulada debía ser completada por López con el agua que manaba en otros puntos de su propiedad. Por su parte, el vendedor estableció en el contrato que no podrían abrirse más pozos artesia-nos, pues ésta era facultad exclusiva suya. Por su parte, los existentes debían ser limpiados cada tres meses por los compradores. A cambio, López cuida-ría y repondría los caños de desagüe de la fábrica en caso de que hubiera pro-blemas con ellos, para garantizar la expulsión del líquido usado en la fábrica.

Unos meses después, el 7 de noviembre de 1896, la sociedad Sota y Com-pañía compró “unas fracciones del terreno de la finca llamada “Estanque de los Pescaditos”, situada en la ribera del Río de San Francisco de esta ciudad, las cuales fracciones [son] contiguas al terreno que ya tienen adquirido de la propia finca los compradores”, por 800 pesos.22 Según se deja ver de la conformación de la sociedad de Sota, Gavito y Villar, en aquel diciembre de 1896, la fábrica ya estaba instalada cuando esta compra, y funcionaba con normalidad en el blan-queo y estampado de tejidos de algodón.23 Años más tarde, en 1899, los propie-tarios de La Guía adquirieron otra fracción del Estanque de los Pescaditos, “a

20 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1896, 17 de junio, f. 152v – 154. La sociedad Sota y Villar se estableció por los asturianos Paulino de la Sota y Ortíz, Nicasio de la Sota y Helguera y Ramón Gavito Noriega –el único habitante de Puebla– para la explotación de las pequeñas fábricas textiles “de Recogidas Viejas” y “La Inde-pendencia Mexicana”, el 13 de enero de 1894. Cf. AGNEP, notaría 9, notario Ángel Genero Figueroa, libro de 1894, 13 de enero, f. 4.

21 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1896, 17 de junio, f. 154v.22 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, II libro de 1896, 7 de noviembre, f. 237. 23 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, II libro de 1896, 26 de diciembre, f. 299v.

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orillas del río de San Francisco”, que tenía una extensión de 750 metros. En esta venta Ygnacio López no incluía ningún agua del Estanque y prohibía explícita-mente, de nueva cuenta, abrir más pozos artesianos ni alterar los existentes.24

En conjunto, el caso de La Guía permite mostrar los elementos que hicie-ron posible el establecimiento de una gran fábrica textil en el Estanque de los Pescaditos. Como he señalado, resulta notorio que al establecerse en la Colo-nia Industrial, como después se le llamó a la finca, los empresarios no cayeron en conflicto con otros propietarios fabriles a orillas del río. Esto se debió a que no dependían del caudal del San Francisco, sino del agua subterránea del Es-tanque de los Pescaditos, abundante y obtenida por pozos artesianos en los te-rrenos adquiridos como propiedades privadas.

El Estanque resultó así el lugar idóneo para establecer una mediana fábri-ca textil debido a la doble disponibilidad de recursos hídricos. Por un lado, te-ner colindancias con el río de San Francisco era importante por ser el desagüe principal de la factoría, como era usual desde 1883, pero además de eso, porque ya entonces también se utilizaba el San Francisco como una fuente de energía hidroeléctrica, combinando el agua del río con el vapor generado en los depó-sitos de agua subterránea (Fenochio, 1899: 1). La tecnología hidroeléctrica de La Guía, exportada de Inglaterra, garantizaba una producción de 3500 watts, planta que si bien era de modestas proporciones en relación con las estableci-das en el Atoyac, permitía abastecer la necesidad de la fábrica. Al ser produc-tora de energía, necesitaba que el agua tuviera flujo continuo, por lo que el uso del San Francisco no representó ningún conflicto con otros dueños interesados en su corriente. Aún más: la finca siguiente de importancia era el molino de San Francisco, que utilizaba el agua para fines agrícolas.

Por su parte, la insistencia en las primeras compras en el dominio de los pozos artesianos y en la calidad del líquido se debía a que el agua potable era necesaria para el blanqueo de telas, giro principal de La Guía. Según Jesús Ri-vero Quijano, a finales del siglo xix este método dependía del agua limpia, pues al combinarse y hervirse con sosa cáustica y blanqueol (tratamiento de sosas y cenizas), se podría blanquear la ropa sin impregnarla del mal olor producido por el método usual: el lavado con sebo. Si lo mínimo necesario eran 110 litros de agua por minuto, es evidente que con las compras a López La Guía tenía ga-rantizada una buena producción textil.25 Como se ve, el agua subterránea del Estanque de los Pescaditos se insertó como una parte fundamental al proceso productivo de la fábrica en cuestión.

El mismo patrón puede verse en el establecimiento de la curtiduría “La Piel del Tigre”, por León Armenta, dedicado al curtido de cuero de res y de carne-ro desde la década de 1850, y a la producción zapatera. La primera venta de la que tenemos noticia de López Sáenz a Armenta data de 1897, cuando vendió una parte del Estanque con un pozo artesiano por 7,000 pesos.26 En 1900 se ex-pandió el terreno de Armenta, pagando por él a López 1,000 pesos.27 La terce-ra compra garantizó la salida de la curtiduría al arroyo de Xonaca, en 1902.28

El establecimiento de otro centro productivo grande para el contexto del Estanque: la fábrica “Manantial de Aguas Minerales”, de los hermanos barce-

24 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1899, 8 de mayo, f. 282v. 25 Jesús Rivero Quijano, La revolución industrial y la industria textil en México, volumen II, México, Joaquín Porrúa,

Cámara Nacional de la Industria Textil, 1990, ff. 315-316. 26 AGNEP, notario Patricio Carrasco, libro I de 1897, 5 de abril, f. 97. 27 AGNEP, notario Patricio Carrasco, libro I de 1900, 18 de junio, f. 324v. 28 AGNEP, notario Patricio Carrasco, libro II de 1902, 5 de julio, f. 10v.

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lonettes Latisnère, ya referido, sigue el mismo patrón. En ella se producía agua embotellada y “aguas gaseosas”, las actuales bebidas carbonatadas. La mecá-nica de dominio del agua y de aprovechamiento de la fuente subterránea es similar al caso textil de La Guía, con la ventaja de que este caso muestra más claramente la incorporación del agua de los pozos artesianos a la producción industrial. Si bien la evidencia arqueológica apunta 1884 como el año de fun-dación, la documental refiere un establecimiento más tardío.29

La primera venta que se tiene registrada data de 1899. Aquel año Juan Es-teban Latisnére compró 1,600 metros cuadrados de terreno del Estanque de los Pescaditos. Al parecer, el proyecto del establecimiento de la fábrica utilizaba algo del pozo artesiano de Bouvet, que había adquirido Latisnère desde 1892. En 1903 Ygnacio López Sáenz vendió a Latisnère 287 metros cuadrados, anexos al terreno adquirido cuatro años antes, y que, ahora sí, poseían tres pozos arte-sianos. El objetivo del industrial barcelonette era incrementar la productividad de su fábrica de aguas. La última venta se concretó el 7 de julio de 1910, cuando Mercedes López, hija de su recién fallecido padre Ygnacio López Sáenz, vendió a la sociedad “J. Latisnère y Compañía” “un terreno llamado “Estanque de los Pescaditos”, ubicado en esta ciudad, donde hay siete piezas y un pozo artesia-no”, por 6,000 pesos.30 En 1912 se estipuló que la sociedad no podía cavar más pozos artesianos en sus terrenos.31 Así, la fábrica de los hermanos Latisnère es el caso más palpable del aprovechamiento del agua subterránea del Estanque de los Pescaditos en el proceso productivo industrial.

Por último, el establecimiento de la fábrica La Violeta cerró el ciclo de ven-tas del antiguo Estanque. A las once de la mañana del 27 de agosto de 1911, Mercedes e Ygnacio López y Toquero anunciaron al notario Mariano Bonilla la muerte de su padre, Ygnacio López Sáenz.32 Tras cancelar la deuda con la com-pañía Latisnère, Mercedes procedió, el 30 de abril de 1913, a realizar la venta de la última parte del Estanque de los Pescaditos conservada como tal. El te-rreno tenía una superficie de 11,032 metros.33 Aunque el precio valuado era de poco más de seis mil pesos, se pagaron diez mil. El comprador era José Gonzá-lez Soto. En la venta se incluyó el acceso al estanque de agua producto de los veneros del Estanque. El objetivo de la compra era el establecimiento de la fá-brica “La Violeta”, que completó en 1914 el establecimiento de las fábricas tex-tiles en lo que había sido el Estanque de los Pescaditos, aprovechando como La Guía los antiguos veneros de agua (mapa 2).

29 La epigrafía del hotel “La Purificadora” apunta que la fábrica se fundó en 1884. 30 AGNEP, notaría 3, notario Mariano Bonilla, libro de 1911, 21 de diciembre, f. 100. 31 ARPP, libro 1 auxiliar de comercio, tomo 53, f. 53, 29 de marzo de 1912. 32 AGNEP, notaría 3, notario Mariano Bonilla, libro de 1911, 21 de diciembre, f. 100. 33 AGNEP, notaría 3, notario Mariano Bonilla, libro de 1913, 30 de abril, [f.s.n.]∫

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Mapa 2, El Estanque de los Pescaditos, 1908

Fuente: Anónimo, Nuevo plano topográfico anunciador de la ciudad de Puebla, 1908, en Francis-co Manuel Vélez Pliego y Ambrosio Guzmán Álvarez, [s.p.i], mapa 14.

En la escritura se le llamó al terreno por primera vez Colonia Industrial. Así sería conocida lo que alguna vez fue una finca rústica a lo largo del siglo xx, hasta su fin en aras de un sector turístico y comercial en el centro histórico de Puebla, en la década de 1990.

ConclusionesEl desarrollo fabril en el Estanque de los Pescaditos fue una doble disponibi-lidad de agua, una superficial y otra subterránea. El trabajo ha mostrado que en el Estanque de los Pescaditos, la importancia del agua subterránea como un factor productivo fue visible a partir del establecimiento de baños de agua fría en el colindante paseo de San Francisco, en 1854. Por supuesto, para esta perspectiva influyó el manejo de las aguas potables disponibles en la ribera del San Francisco, que mostraron a los propietarios e inversionistas del Estan-que la importancia del líquido como factor productivo. A partir de ello, lo que hasta entonces había sido un elemento negativo merced a la utilización agríco-la del Estanque, devino el factor central para la industrialización del terreno. Esto generó un cambio en el patrón de aprovechamiento de tierra y agua en esta zona de la ciudad tras tres siglos de un solo uso. Al mismo tiempo, mejo-ró el valor de la finca.

Si bien la introducción de maquinaria industrial modesta inició desde 1883, no fue sino hasta 1891 cuando fue posible pensar en una gran industrializa-ción del Estanque de los Pescaditos, gracias a la excavación y explotación de pozos artesianos. Se procedió desde entonces a industrializar la zona a partir del agua subterránea.

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Como hemos señalado, el proceso de industrialización a partir de la dispo-nibilidad hídrica tenía tres aspectos, interdependientes entre sí: el uso de agua pura de manantial en el proceso productivo —lo que abría la puerta a empre-sas dedicadas a la alimentación o a elementos novedosos de la industria textil como el blanqueo y el acabado—, el aprovechamiento del río e incluso de los pozos como fuerza motriz, y el uso de la corriente del San Francisco como des-agüe. De ser una finca afectada por la contaminación del río y la improducti-vidad del terreno por los veneros incesantes, el Estanque de los Pescaditos se halló a partir de 1891 en una condición inmejorable para el establecimiento de nuevos centros productivos. El agua subterránea obtenida en los pozos arte-sianos garantizaba la calidad necesaria del líquido para ser aprovechado como vapor y como parte fundamental de la producción industrial.

El establecimiento de éstos no desembocó en conflictos, como en otras ex-periencias de industrialización en el país. Antes bien, sólo generó una cada vez mayor inversión por parte de los propietarios. Esto se debió a que las nuevas factorías no dependían del caudal del San Francisco, sino, insistimos, del agua subterránea del Estanque de los Pescaditos, abundante y obtenida por pozos artesianos en los mismos terrenos. Las bonanzas del terreno y la facilidad del asentamiento abrieron la puerta a fábricas medianas, grandes para el contex-to, a partir de 1896. Así, de la mano de la privatización de la tierra promovida a partir de la Reforma liberal, los dueños e inversionistas del Estanque de los Pescaditos, que habían sufrido por más de 300 años con el agua subterránea, en-contraron en ella la clave para el desarrollo de uno de los centros fabriles más prósperos de la ciudad de Puebla en el tránsito del siglo xix al xx.

A R C H I V O S

AGNEP Archivo General de Notarías del Estado de Puebla

AHAP Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla

ARPP Archivo del Registro Público de la Propiedad de Puebla

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