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52 El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia poética del límite * * Este texto es la primera parte de la tesina o Trabajo tutelado de investigación realizado para optar a la suficiencia investigativa en el segundo año de doctorado en el pro- grama Problemas del pensar filosófico, en la Facultad de Filosofía y letras de la Univer- sidad Autónoma de Madrid. Trabajo dirigido por el Doctor Ángel Gabilondo Pujol del 2002 al 2003. ** Psicóloga (1996, U. de A.). Magíster en Ciencias sociales y humanas, con énfasis en Psicoanálisis y vínculo social (2000, U. de A.). Actual- mente prepara tesis doctoral en el Programa Problemas del pensar filosófico, en la Universidad Autónoma de Madrid. Coautora de El mito de la voluptuosidad en la prostitución femenina (2001). Medellín: Editorial Universidad de Antioquia. Ha colaborado en revistas locales. Es docente de cátedra en la Universidad EAFIT y en la Universidad de Antioquia, y de medio tiempo en la Institución Universitaria de Envigado. Maria Cecilia Salas Guerra ** Resumen El siguiente texto quiere mostrar que el Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa por Bernardo Soares, no es una mera y descomunal confesión del tedio vital. Lo que se propone a continuación, más bien, es una lectura del desasosiego pessoano en cuanto que experiencia poética del límite, experiencia arraigada, paradójicamente, en la serenidad y la ironía. Veremos que de este arraigo le viene la tonalidad y la cadencia poética al Libro, y la singularidad al poeta. Recono- ceremos allí la imagen del hombre en cuanto que ser-del-desasosiego: agonismo entre la finitud y el ansia de infinitud, entre lo decible y lo indecible. Palabras clave Desasosiego, ironía, serenidad, tedio, heteronimia, Decir, moral de la acción, poesía, pensamiento, escritura, tristeza, silencio, alegría, experiencia poética. Abstract The following text wants to show that the Book of the Uneasiness, by Fernando Pessoa as Bernardo Soares, is not a mere and extraordinary confession of the vital boredom. What one sets out next, rather, is a reading of Pessoas’s uneasiness as the poetic experience of the limit, experience paradoxicalally rooted in serenity and irony. We will see that from this root it comes both the tonality and the poetic cadence in the “Book…”, as well as the poets’s singularity . There we will recognize the image of man under the sign of uneasiness: confrontation between the mortal limits and the anxiety of infinity, between the expressable and the unspeakable thing. Key words Uneasiness, irony, serenity, boredom, heteronimia, To say, moral of the action, poetry, thought, writing, sadness, silence, joy, poetic experience. El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia poética del límite, Maria Cecilia Salas Guerra

El desasosiego de Fernando Pessoa

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El siguiente texto quiere mostrar que el Libro deldesasosiego, de Fernando Pessoa por Bernardo Soares,no es una mera y descomunal confesión del tediovital. Lo que se propone a continuación, más bien,es una lectura del desasosiego pessoano en cuanto que experienciapoética del límite, experiencia arraigada, paradójicamente, en laserenidad y la ironía. Veremos que de este arraigo le viene la tonalidady la cadencia poética al Libro, y la singularidad al poeta. Reconoceremosallí la imagen del hombre en cuanto que ser-del-desasosiego:agonismo entre la finitud y el ansia de infinitud, entre lo decible y loindecible.

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    El desasosiego de Fernando Pessoa,o la experiencia potica del lmite*

    * Este texto es la primera partede la tesina o Trabajo tuteladode investigacin realizadopara optar a la suficienciainvestigativa en el segundoao de doctorado en el pro-grama Problemas del pensarfilosfico, en la Facultad deFilosofa y letras de la Univer-sidad Autnoma de Madrid.Trabajo dirigido por el Doctorngel Gabilondo Pujol del2002 al 2003.

    ** Psicloga (1996, U. de A.).Magster en Ciencias socialesy humanas, con nfasis enPsicoanlisis y vnculo social(2000, U. de A.). Actual-mente prepara tesis doctoral enel Programa Problemas delpensar filosfico, en laUniversidad Autnoma deMadrid. Coautora de El mito dela voluptuosidad en la

    prostitucin femenina (2001).Medelln: Editorial Universidadde Antioquia. Ha colaboradoen revistas locales. Es docentede ctedra en la UniversidadEAFIT y en la Universidad deAntioquia, y de medio tiempoen la Institucin Universitariade Envigado.

    Maria Cecilia Salas Guerra**

    Resumen El siguiente texto quiere mostrar que el Libro deldesasosiego, de Fernando Pessoa por Bernardo Soares,no es una mera y descomunal confesin del tediovital. Lo que se propone a continuacin, ms bien,

    es una lectura del desasosiego pessoano en cuanto que experienciapotica del lmite, experiencia arraigada, paradjicamente, en laserenidad y la irona. Veremos que de este arraigo le viene la tonalidady la cadencia potica al Libro, y la singularidad al poeta. Recono-ceremos all la imagen del hombre en cuanto que ser-del-desasosiego:agonismo entre la finitud y el ansia de infinitud, entre lo decible y loindecible.

    Palabras clave

    Desasosiego, irona, serenidad, tedio, heteronimia, Decir, moral de laaccin, poesa, pensamiento, escritura, tristeza, silencio, alegra,experiencia potica.

    Abstract The following text wants to show that the Book ofthe Uneasiness, by Fernando Pessoa as BernardoSoares, is not a mere and extraordinary confessionof the vital boredom. What one sets out next, rather,

    is a reading of Pessoass uneasiness as the poetic experience of the limit,experience paradoxicalally rooted in serenity and irony. We will seethat from this root it comes both the tonality and the poetic cadencein the Book, as well as the poetss singularity . There we willrecognize the image of man under the sign of uneasiness: confrontationbetween the mortal limits and the anxiety of infinity, between theexpressable and the unspeakable thing.

    Key words

    Uneasiness, irony, serenity, boredom, heteronimia, To say, moral of theaction, poetry, thought, writing, sadness, silence, joy, poetic experience.

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

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    Fernando Pessoa es el poeta mltiple, el de los heternimos, elque atomiza la categora de autor, el que fractura la pasin modernapor la identidad, el que convierte su vida en escritura, el que -bajo elsemiheternimo de Bernardo Soares- le concede la palabra aldesasosiego por el cual ha sido tomado. S, Pessoa/Soares consagra supalabra a esa especial inquietud e incompatibilidad radical con elmundo de las apariencias, del trabajo, de la razn, de los otros; l seconsagra hasta descubrir que la palabra es insuficiente ante loinconmensurable y casi sublime del desasosiego, ella es insuficiente yguarda silencio, dando lugar a la contemplacin distante y,paradjicamente, serena e irnica1 del espectculo misterioso y tristedel mundo. No se trata pues de una experiencia del yo de lassensaciones y los sentimientos, sino de un modo de estar en laexistencia; es el modo de Soares, ese espectador de la vida que porinstantes pareciera diluirse l mismo en la desolacin, el hasto, lapesadez, el absurdo, el detalle nfimo, la incertidumbre y eldesfallecimiento, pero que, sin embargo, no abdica de la vida. Es decir,aunque su desasosiego tiene un carcter demoledor de los ideales, delos sistemas racionalistas, de los modos convencionales de larepresentacin, no obstante no se reduce a una mera pasin pordestituirlo todo; es por eso que Soares se asume en su desasosegadoespritu desde la serenidad y la irona, hacindose cargo de laresponsabilidad que supone mirar-se a distancia, con ese humor comoindiferencia justo en medio de la tragedia, conduciendo por nosotros,como lo seala Eduardo Loureno, la carroza de todo (de lamodernidad) por la carretera de la nada. Pessoa/Soares ser pues undesenfadado observador de su poca, un visionario de los trompiconesque dar esa carroza a travs del siglo XX, uno de los ms caros para lahumanidad, uno de los ms costosos para su dignidad bsica.

    Si en el desasosiego participan la serenidad y la irona, entoncesla mirada, la escucha y la escritura que nacen de esta experienciadecisiva de Pessoa, necesariamente le imprimen un sello a su relacinpotica con la cotidianidad, con el otro y con la muerte; de modoque no es una relacin fundada en un mero desencanto comoparecera a primera vista-, sino en el reconocimiento de la situacintrgica del hombre contemporneo: hurfano de dioses y de sentido, ylibrado a los avatares de la ciencia y la tcnica. Esto hace de Pessoa eldesasosegado habitante de las eternas aguas donde tiempo y espacioson puro exilio.

    Por lo anterior, el texto que se presenta ahora no pretende construirun edificio interpretativo o analtico acerca del Libro del desasosiego,ni de la figura Pessoa/Soares en cuanto que autor/actor del mismo. Lo

    Sim esse humor como indiferen 9a no interior da tragdia,Pessoa no seria Pessoa,

    aquele que conduziu por ns a carro 9a de tudo (da modernidade)pela estrada da nada.

    Eduardo Louren9o

    1 El sereno desasosiego irnicolo que supone la vincula-cin entre Heidegger, con elconcepto de serenidad, Pessoacon el de desasosiego, yKierkegaard con el de irona-es la cuestin central de lasegunda parte del trabajo deinvestigacin, pero no seincluye en esta publicacin.

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    que se propone a continuacin, ms bien, es una lectura deldesasosiego pessoano en cuanto que experiencia potica del lmite dela existencia; es la experiencia de ser siempre inconcluso, lugar decontradiccin y multiplicidad, experiencia de ser nada, de ser vaco ydesnudez, de ser informe, amorfo; pero tambin es la experiencia deser multitud, de ser nube en perpetuo des-con-figurarse. Recono-ceremos en este Libro la imagen del hombre en cuanto que ser-del-desasosiego: lanzado a la disolucin y la finitud inexorable, perotambin a la posibilidad siempre abierta; hombre que acontece entrela serenidad y la fragilidad.

    Pero, en principio, qu habra para decir y cmo decir algo deun libro como ste? No es una novela, no es una autobiografa ni unensayo, no es una crnica de la cotidianidad, no es un diario es ellibro del desasosiego, simplemente, incompleto y sin centro, y ajenoa las tipologas textuales convencionales. Es el libro-compaero fielde Pessoa desde 1914, cuando concibe la idea, hasta 1935, cuandomuere. Es decir, que en Pessoa discurren simultneamente, secopertenecen el Libro y los desasosegados das, dedicados en buenamedida a la contemplacin extrema, casi demencial, de la cotidianidadbanal y gris, a la cual interroga y se deja interrogar por ella, haciendode la nada cotidiana una aventura en los lmites de lo decible y delo pensable, tal como lo seala Eduardo Loureno. Estamos pues anteuna escritura-dispora que pone en entredicho, ella misma, tanto laconsistencia del lenguaje y las formas convencionales de la narracin,como la nocin de autor. Este libro es en s mismo desasosiego hastael vrtigo, pero tambin hasta la serenidad y la irona.

    Por el hecho de ser una expresin potica de la prdida de sentidode nuestro destino moderno, Pessoa/Soares se convierte en uno de losreferentes claves para pensar la condicin del hombre contemporneo.El suyo es el libro de la decadencia e insalvabilidad y disolucin delyo moderno; de los lmites del lenguaje, de la escritura, del pensar ydel sujeto racional cartesiano; de los lmites donde o se abdica de lavida o se poetiza la condicin abismal del hombre en su existencia.Este es el libro donde la mirada serena e irnica contempla condistancia el paso frentico de los inscritos en la moral de la accinque se conducen hacia el ninguna parte del progreso.

    Pessoa afirma que este es un libro interperso (disperso en elinterior), del que voy formndome indolentemente una idea quenunca se completa. Nace de un estado de abulia absoluta, de no-ser, que le obliga a trabajar sin querer en el Libro del desasosiego.Pero todo fragmentos, fragmentos, fragmentos. (Pessoa, 1996, p. 9).2

    Este libro nace pues de este estado de abulia y de la divisin del poetaFernando Pessoa en otros poetas autnomos y distintos a l susheternimos, o drama em gente, compuesto por Ricardo Reis, lvarode Campos, Alberto Caeiro, Bernardo Soares, C. Pacheco y VicenteGuedes. El primer texto, de 1913, que se incluir en el libro es En lafloresta de la enajenacin, donde queda expuesto el quiebre del sujetode la racionalidad moderna, quiebre que ser el teln de fondo detoda la obra pessoana.

    2 Carta de Pessoa a ArmandoCrtes-Rodrigues, el 19 denoviembre de 1914. Citadopor ngel Crespo en elprlogo a la edicin espaoladel Libro del desasosiego.

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    Su Libro expresael fin de la ilusinhumanista que aninsista en sostener lamisma moral y lasmismas ilusiones yvalores an despusde la cada del esce-nario en el que stosse sostuvieron. Estaescritura es herederadel ms despiadadocaos de espritu al quefue lanzado el hombre moderno; pertenece ala potica de la depresin absoluta que asolla cultura de occidente desde mediados delsiglo XIX hasta principios del siglo XX. Dedonde Pessoa ser el creador de un nuevomirar potico, el inventor de la sonrisa enmedio del desastre, del sentido imaginario enel interior del sin sentido absoluto y delnaufragio (Loureno, 1986, p.15).

    Detrs de Caiero, quien nos haceimaginariamente felices; de Reis, con quiennos tornamos indiferentes a la felicidad y a lainfelicidad, y de Campos, con quien somosimposiblemente felices; detrs de estos tresreyes magos, de camino hacia un Beln ine-xistente, est la voz annima que los invento se invent en ellos para soportar su vidareal, la cotidianidad atroz de la cual el Librodel desasosiego es el espejo sin ficcin, o contan poca ficcin que es peor que ninguna.Ms an, sus heternimos son Ficcin deinterludio, maneras de haber sido, por uninstante, futurista con Campos, romano invul-nerable a la angustia con Reis, y alegre o tristecomo la naturaleza con Caeiro (Loureno,1986, p. 14). As, en su Libro y en su clebredrama em gente acontece uno de los ltimosactos del largo proceso de disolucin del yoinaugurado por el Romanticismo.

    En Fernando Pessoa el desasosiego no esentonces un tema que le da forma a BernardoSoares, su personalidad literaria; no, eldesasosiego es en l una experiencia radical apartir de la cual son posibles su escritura y suobra. Y es esa experiencia del Pessoa-mltiplela que acontece en una distancia irnica yserena frente al mundo. Es en este sentido

    que el Libro es capitalen la obra del poeta,por cuanto es el lugarde lo que EduardoLoureno denominacomo el drama mayorde una heteronimiaabsoluta, la del Sujetoy su Escritura salva-dora e impotente almismo tiempo- [...].(Loureno, 1986, p. 95).

    Todo pasa en esteLibro como si Pessoa, a travs de Soares,desnudara a Caeiro del contentamiento puro,a Reis de la indiferencia ostensiva y a Camposde la exaltacin tumultuosa y precaria, paraconservar de ellos el inverso: la vida en sudesnudez. En otras palabras, este Libro esrevulsivo y subversivo de la restantetextualidad pessoana, y por serlo, y de lamanera como lo es, texto-suicida por excelen-cia. (Loureno, 1986, p. 89). Es un libro-reverso de la comedia, del drama em gente;libro-memorial de esa comedia que slo lo espara quien se ficcion en ella como el hipo-ttico mirar de un dios sobre la realidad,comedia que no obstante le devuelve alpoeta la imposibilidad absoluta y triste deese mirar. Este libro es la experiencia deretorno de aquel que -por exceso de ausenciade alma- en tantas se multiplic, y retornapara mirar-se de otro modo, para mostrarsedesnudo y estoicamente situado desde unfondo vaco en el corazn de lo real trivial-simo. Esta es la mirada de un dios triste sobres mismo, la sonrisa de Daniel en la cuevade los leones. Su mirar irnico y distanteindica que la verdad nos est vedada, quenuestro destino es ignorarla sin que podamosabdicar de nosotros y de la vida. Es la poticade la indiferencia de quien como lo dice elmismo Soares- sobrevive nulo en el fondode toda expresin como un polvo indisolubleen el fondo del vaso donde bebi slo agua.(Loureno, 1986, p. 16).

    Es Pessoa, el incansable paseante de lacalle de los Doradores en su eterna Lisboa,quien suea todas las ficciones-heternimas.

    Vista del Castillo San Jorge, desde la plaza del Rossio

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    Y mientras se inventaba poetas y nos soabams angustiados de lo que somos, msperdidos de lo que l se senta, ms tristes delo que l era, iba escribiendo su Libro deldesasosiego, en el cual se despoja de supropia ficcin y se expone como unexcluido voluntario de los otros y de la vida,soador de todos los sueos, sobre todo, delos improbables. En su Libro nos dejaentrever adems el secreto turbio de su geniode impar claridad. Pero no nos lo da comoquien se confiesa, sino como quien agoniza.La nica corona que reivindica es la del sueopuro. (Loureno, 1986, pp. 11-12). A juiciode Loureno, el Libro atomiza todas lasficciones que separan en vano a Pessoa delnico amor que lo habit, este libro desnudasu verdadera e inclemente pasin: sucondicin de amante de la muerte. Y es en estacondicin donde se entretejen el humorcomo indiferencia, la distancia irnica, laserenidad potica y el coraje estoico con locual Pessoa/Soares asiste a la vida sin abdicarde ella El es el amante de la muerte querenuncia a la pasin por la autoafirmacin,liberndose as del peso y la presin queejercen la fortuna, los ideales y la moral de laaccin. Amar la muerte supone tambin, paraPessoa/Soares, depositar la carga y acogerpoticamente la vida en ese entre de laserenidad y la fragilidad, en esa especialcondicin de sereno desasosiego irnico quese concreta como escritura salvadora eimpotente al mismo tiempo.

    I El desasosiego o la experienciapotica del lmite

    Hacer una experiencia con algo -sea una cosa,

    un ser humano, un dios- significa que algo nos

    acaece, nos alcanza:que se apodera de nosotros,

    que nos tumba y nos transforma. [...] hacer

    significa aqu: sufrir, padecer, tomar lo que nos

    alcanza receptivamente, aceptar en

    la medida en que nos sometemos a ello. Algo se

    hace, adviene, tiene lugar.

    Martin Heidegger

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

    El desasosiego pessoano es un entre, undesde donde que encamina hacia la posi-bilidad de una mirada otra sobre el hombrecontemporneo. Un entre que es condicin,fuente, donacin de palabra, donde el autorse esfuma en beneficio de la obra, al estilode Frenhofer, el pintor de La obra maestradesconocida, de Balzac... All, el pintor es laobra, como en este caso el autor es el Libro:es la afeccin profunda, el pathos de lainvencin, lo que en ambos casos acontece.El Libro de Soares es la experiencia deldesasosiego que se hace obra, lo cual exigerepensar el desasosiego mismo ms all de lacobarda moral que se pudiera suponer en l;es decir, exige asumir que La tristeza no esni mero abatimiento, ni melancola. La verda-dera tristeza est en una relacin de conso-nancia con lo que es verdadera alegra, porcuanto que esta alegra se retira, vacila en suretirada y se mantiene en reserva. (Heidegger,1987, 152).

    De igual modo, el desasosiego no esabatimiento, sino que, por el contrario, sehalla en relacin directa con el sosiego, conla serenidad que permanece en reserva. Estaexperiencia pessoana pertenece tambin a lassublimes y permanentes cuestiones que le sonprometidas y a la vez retenidas al decirpotico. Pero El poeta no podra hacer laexperiencia que hace con la palabra si estaexperiencia no estuviese templada por latristeza, esto es, por la serena disposicin denimo para la proximidad de lo que se haretirado y que as est, a la vez, reservado parael advenimiento inaugural. (Heidegger,1987, p.152). Hacer una experiencia esobtener algo en el caminar a lo largo de uncamino, de una floresta enajenada, segnPessoa. Y la palabra pertenece a ese pasajemisterioso donde el decir potico bordea lafuente destinal del habla, a saber, el Decir encuanto que mostracin de lo que se reserva.Pero una experiencia con el habla no puedehacerse sino en el mbito del pensamiento, yste a su vez ronda por las proximidades dela poesa; es decir, que poesa y pensamientose necesitan mutuamente en su vecindad, yque el pensamiento abre surcos en el campodel ser.

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    La experiencia de ser siempreinconcluso, lugar de contradiccin

    y multiplicidad, experiencia deser nada, de ser vaco y desnudez,

    de ser informe, amorfo; perotambin es la experiencia de ser

    multitud, de ser nube en perpetuodes-con-figurarse.

    Hacer una experiencia es estar en camino hacia algo que desde smismo nos demanda, nos llama, nos toca y nos requiere; nos transforma.Es pues, en el decir de Heidegger, el camino lo que pertenece alpensamiento, mas no el mtodo, que es la consecuencia ms extremade la degeneracin de lo que es un camino. (Heidegger, 1987, p. 176).Y en el mtodo estn hipotecadas la representacin y la ciencia. A suvez, pensamiento y camino pertenecen a la regin, que es apertura yvecindad con la poesa. En la regin, el pensamiento mantiene comogesto, ms que el preguntar, el escuchar el decir confiador, el dejarse-decir, el escuchar el decir en cuanto que Decir, o sea, en cuantomostracin de lo que es propio del habla y con ello lo propio delhombre que permanece velado, oscuro e intraducible a nuestras

    desgastadas nocioneshabituales del pensa-miento que ha devenidorepresentacin. Eldesasosiego de Soareses la experiencia, elpadecimiento de laoscuridad y el lmitedel decir corriente,frente a ese ocultarsede lo esencial delhabla, de lo esencialdel hombre. Que eldesasosiego alcance el

    estatuto de experiencia, en la que participa igualmente la serenidad yla irona, es lo que le da tonalidad y cadencia potica al Libro, ysingularidad al poeta.

    Para Heidegger, es la palabra la que mantiene, sostiene y proveesustento a la cosa en lo que es, afirmacin que se apoya en la sentenciapotica de Stefan George, quien concluye su poema Palabra, diciendo:

    As aprend triste la renuncia:

    Ninguna cosa sea donde falta la palabra.

    Sentencia-pretexto que muestra la dificultad en la que estamospara hacer la experiencia de la vecindad entre pensamiento y poesa.Vecindad o en-frente-mutuo que permanece invisible para nosotros yque, no obstante, gobierna en todas partes nuestra estancia sobre estatierra y el caminar en ella. Esta vecindad nos gobierna an en unapoca que ha reducido el pensamiento al calcular, por ello es precisoel paso atrs, el retorno sereno al lugar donde propiamente ya nosencontramos. En este camino que es retorno se muestra que la palabra,el decir, no tiene ser, pero no por ello se la puede arrojar al vaco dela mera nada, puesto que es justamente ella la donante, la que da elser: ella da en su reserva, y al denegarse nos acerca su esencia retenida.Por ello, aunque la joya misma que es la palabra se retira a lo

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    misterioso y sorprendente que nos asombra,no obstante el poeta no abdica de la palabra.(Heidegger, 1987, p. 172).

    Pensamiento y poesa no estn pues enuna vecindad que signifique fusin, sino que,por el contrario, constituyen dos modosdiversos del decir. Son el en-frente-mutuo, lavecindad divergente, las paralelas que sesostienen cada una en su propia oscuridad yque se entrecruzan en el in-finito, en eladvenimiento apropiador (Ereignis), desde elcual, poesa y pensamiento se remiten a lopropio de su esencia. Entonces, si la proxi-midad de pensamiento y poesa es la del decir,el advenimiento apropiador prevalece comoaquel Decir donde el habla nos dice suesencia. (Heidegger, 1987, p. 175).

    El camino -que pertenece a la regin ysta al Claro dador de lo libre- es lo que nospermite llegar a aquello que nos demanda, nosconcierne, nos toma bajo custodia, nos guarda;lo que nos concierne en lo ms ntimo. Slola regin da caminos, es don de camino, y lapalabra es puesta-en-camino, da e instituyecaminos. El camino, el retorno, conduce a loque nos demanda y en cuyo mbito nosencontramos sin que an estemos all, puesan no conseguimos hacer la experiencia dela vecindad de pensamiento y poesa, an nologramos morar en la proximidad, en el Decir(die Sagen) donde se asienta el habla. An nomoramos en el Decir que es mostrar: dejaraparecer; liberacin luminosa-ocultadora,entendida como ofrecimiento de lo quellamamos mundo. (Heidegger, 1987, p. 179).

    La experiencia de la proximidad es una-puesta-en-camino, es retorno a lo Mismo,recogimiento sobre lo Mismo. Pero el tiempoy el espacio de esta proximidad no se entien-den aqu en la acepcin de parmetros demedicin, tal como los concibe el pensamientorepresentativo en el mundo tcnico moderno.No, el tiempo y el espacio de esta proximidadno pueden tener esa dimensin, sencillamenteporque bajo sus coordenadas no es posiblehacer la experiencia de la proximidad a laque pertenece la vecindad. Ser, en cambio,el en-frente-mutuo lo propio de la vecindad

    de pensamiento y poesa en cuanto modos delDecir, y el mbito de este en-frente-mutuo esnada menos que la amplitud donde la tierray el cielo, el dios y el hombre se alcanzan.Hacer la experiencia de este en-frente exigede entrada abandonar el pensar calculador yasumir que lo esencial de la proximidad noes la distancia sino el en-caminar, reconocerque el carcter parametral desfigura laesencia de tiempo y espacio.

    En la experiencia del en-frente-mutuo eltiempo temporaliza y el espacio espacializa.Temporalizar es madurar, dejar crecer yeclosionar lo con-temporneo, y lo con-temporneo es la mxima condensacin delhombre en el tiempo, es el haber sido, lapresencia, y lo que guarda encuentro y quede costumbre se denomina futuro. Y esemismo tiempo, en la totalidad de su esencia,no se mueve, reposa en silencio. De igualmodo el espacio mismo, en la totalidad desu esencia, no se mueve, reposa en silencio.Tiempo y espacio pertenecen juntos a loMismo, al juego del silencio. Y lo Mismo esel Espacio [de] Juego [del] Tiempo, es loque en-camina el en-frente-mutuo de lascuatro regiones del mundo: tierra y cielo, diosy hombre: el juego del mundo. Deberaacaso la misma puesta-en-camino llamarse eladvenimiento del silencio? (Heidegger,1987, pp. 191-2). El paso atrs -al lugar dondeya nos encontramos sin que an estemos all-es ruptura de la palabra resonante, retorno alo insonoro para escuchar el son del silenciodador de toda palabra. Ese retorno es el pasoatrs necesario en el camino del pensar.

    El borde del pas potico, pas que esborde l mismo, o la floresta enajenada dondela palabra de los mortales pertenece alsilencio, es un reino distinto de la palabra.Un reino que se instaura de modo fulminantey sbito ante el poeta, y en el cual la palabrase halla ausente y el poeta renuncia a tenerlabajo su dominio. Pero esta renuncia es unaverdadera renuncia y no un mero rechazo deldecir y no un mero enmudecer. La renunciasigue siendo un decir en cuanto preserva larelacin con la palabra, aunque la relacin

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

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    sea ahora transformacin del decir que setorna eco casi inaudible murmullo enforma de canto- de un Decir (Sage)indecible. (Heidegger, 1987, pp. 207-8).

    El poeta es claro, As aprend triste larenuncia: Ninguna cosa sea donde falta lapalabra. Desde donde Heidegger avanzaque tanto mayor es la alegra, tanto mspura es la tristeza que duerme en ella. Delmismo modo que cuanto ms profunda esla tristeza, tanto ms invocadora es laalegra que reposa en ella. Y es el dolor loque da temple a la alegra y la tristeza, enla medida en que deja que lo lejano estcerca, y lo cercano lejos, por ello, tantola ms intensa alegra como la msprofunda tristeza son ambas, a su modo,dolorosas. Pero el dolor toca de tal modoel nimo de los mortales que este obtienedel dolor su peso de gravedad. Talgravedad retiene a los mortales en mediode toda vacilacin en la calma de suesencia. De all que el dolor secorresponda con la melancola, la cual,Puede apesadumbrar el nimo peropuede perder tambin su pesadez e

    insinuar su secreto aliento para el alma. (Heidegger, 1987, p. 211).De este vnculo tristeza-alegra, templado por el dolor que toca el

    nimo de los mortales, le viene al desasosiego pessoano la cadencia,el ritmo, la serenidad y la irona que lo encaminan hacia el decirpotico. Aquel aprender triste la renuncia es un reconocer que no haypalabra para la esencia del habla, es aprender que esa palabra esretenida y que nunca ser una posesin lograda y segura para el pasdel poeta: la patria del poeta es la tendencia a la palabra, y as mismola serenidad le es dada al hombre como bsqueda, como trabajointerminable de s sobre s mismo.

    Que la esencia de la palabra se cubra con un velo ser pues lodigno de ser pensado, y es eso lo que el poeta se deja decir, es eso loque l se apresta a escuchar. Y ese dejarse decir, ese escuchar, se llamapensar, modo en que poesa y pensamiento se pertenecen mutuamente.De donde todo decir esencial es retorno para prestar odo a estamutua pertenencia velada de decir y ser, palabra y cosa. Ambos, poesay pensamiento, son un decir eminente en la medida en quepermanecen librados al secreto de la palabra como a lo que les es loms digno de pensar (). (Heidegger, 1987, p. 213).

    El Libro del desasosiego es un aprestar la escucha para la palabraque se oculta y un poner en cuestin la relacin con el lenguaje y larepresentacin, lo que incomoda y hace vacilar las convicciones del

    Pessoa en bronce, al lado del Caf Brasileira

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    lector. Pero no es el caos por el caos lo queall est en juego, ni la devastacin ociosa delos ideales, sino ms bien, y en primer lugar,el distanciamiento irnico fundado en lasoledad y el aislamiento- frente a lamodernidad y sus presupuestos y dispositivosen los que se propone encuadrar al hombre, yen segundo y ms importante lugar, lo que enel Libro se entreteje es la justa serenidad desdedonde se muestra cmo el desasosiego esel hombre mismo. De este modo, en laexperiencia de Soares se imponen, paradji-camente, el sosiego y la soledad como nece-sidades irrenunciables para vivir el desasosiego.(Molina, 1990, 173). Y es as como el poetaenfrenta la terrible y religiosa misin,igualmente irrenunciable: la misin de laescritura.

    Por lo anterior, el Libro del desasosiegono es una autobiografa ni una mera ydescomunal confesin de tedio vital, sino,ms bien, una clave de lectura de toda la obrapotica de Pessoa y de su lugar en la literaturacontempornea. Es una clave de lectura de lacondicin contempornea del hombre:librado tanto a la prolijidad del s mismoen una vasta colonia, en una sinfona ocultade solitarios annimos, como a la oquedad delyo. El autor Fernando Pessoa se disgrega enlos otros que inventa y en quienes no sereconoce; en ellos se diluye el sujeto queontolgica y psicolgicamente sera UnoSofisticado juego de demolicin del yo,puesta en cuestin de las races psicolgicas,ticas y sociales del individuo.

    El de Pessoa es entonces un viaje sinitinerario, un nomadismo en el cual se tornaconstantemente diferente de s mismo. l esuna colonia de otros sueltos y dispersos, unadispora de singularidades descentradas yrefractarias a cualquier jerarqua; es drama emgente que se traduce en desgarramiento de laidentidad, del yo, del autor, del estilo, de lospresupuestos y proyectos de sujeto de laracionalidad moderna Visto a travs delLibro, el de Pessoa es un lugar vaco e informede donde emana la escritura, es un lugar prestoa revelarse bajo diversos nombres comunes,

    annimos, ceros multiplicando en vano elvaco de que estn hechos [...]. Mscaras?Pero de qu y de quin? Si tomamos en serioel fenmeno de la heteronimia, ni mscarasle podemos llamar, pues su esencia en nadams se cifra que en la imposibilidad originalde tener un rostro. (Loureno, 1986, p. 102).Es decir, que la multiplicidad heteronmicaresulta ser una constelacin cuyo centro esausencia, vaco, silencio, pero justamente esevaco es la posibilidad latente de la poesa.Cada nombre de poeta escrito por Pessoaes el eco, indefinidamente reiterado, deuna nica intuicin: el yo es ausencia yllamado pattico e imposible de satisfacer. Elyo no es nadie y por eso puede, como elPolifemo de la Odisea, convocar en vano suidentidad abolida. La verdad no se encuentraen ninguno de los heternimos ni en suconjunto. (Loureno, 1986, p. 107).

    El Libro del desasosiego es el de unespectador de todo y de s mismo, tallado aimagen y semejanza del aislamiento; ese esPessoa/Soares, para quien la presencia del otroes mero contraestmulo que le retrasa, ms quefacilitarle, el pensamiento y la expresin.Slo a sus amigos espectrales e imaginados, ya las conversaciones resultantes del sueo, leconcede el poeta verdadera realidad y justorelieve. Entre sus hbitos de soledad destacala indiferencia de s mismo como el mayordominio de s, el comportarse ante s comoante un extrao, con serena lnea exterior,el asumir que cada uno de nosotros es todoun barrio de sensaciones a las que habr dehallrseles, respectivamente, el modo serenode realizarse.

    Pessoa/Soares, diluido en su colonia esfinalmente una sombra errante por lasmrgenes de los ros soturnos; su nombre essombra tambin [...]. Fue por naturalezaaquello en que haba de tornarlo la Muerte.No cay siervo de una fe ardiente, no lemataron combatiendo por la bajeza de ungran ideal. Libre de la injuria de la fe y delinsulto del humanitarismo, no cay endefensa de una idea poltica, o del futuro dela humanidad, o de una religin por haber

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

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    3 Las referencias al Libro deldesasosiego no aparecen a piede pgina sino enseguida de lacita, indicando el nmero delFragmento (Fgr.) y el de lapgina. La citas tomadas delApndice del libro se referen-cian con Ap., ms el nmerodel fragmento del mismo y lapgina. Para la elaboracin delpresente trabajo se utiliza latraduccin realizada porngel Crespo (1984), quiense apoya en la edicinportuguesa del Libro organi-zada en manchas temticas,por Jacinto do Prado Coelho(1982).

    [...]. Ni estatua ni lpida narre quien fue el que fue todos nosotros.(Ap., Frg. 34, pp. 398-9).3

    II El desasosiego es el hombre

    Quin me salvar de existir? No es la muerte lo que quiero, ni la vida:

    es aquella otra cosa que brilla en el fondo del ansia como un diamante

    posible en una caverna a la que no se puede descender.

    Bernardo Soares

    El Libro del desasosiego es la experiencia de Pessoa de sabersenada, nadie, nube pasajera y siempre abierta a mltiples configu-raciones, viajero sin itinerario, poeta irnico, hombre de coraznexaltado y triste, espectador autoexiliado de la monotona cotidiana,poeta de la buhardilla, narciso ciego, cantor del absurdo proliferantee insoluble, hombre de los serenos sobresaltos que no sabe lo que siente,lo que piensa, lo que quiere Condenado perenne, abandonado deDios, cansado de vivir. Pero tambin es el hombre que se sabe multitudy que est librado a los innmeros que en l habitan: sinfona deplurales voces, soador que suea con crear un estado dentro de s,con religin, poltica, revoluciones y ser el dios de ese estado y de esepantesmo. Quien as discurre, con sabia distancia ante un mundodecadente, desolado y orientado siempre segn la moral de la accinque demanda sin cesar actores decididos a inmolarse en nombre de lautilidad y el trabajo productivo, quien como Soares mira ese mundocon indiferencia, pero tambin con profunda afeccin, no puede sinohacer la experiencia de un desasosiego al cual consagra su vida, esdecir, su escritura.

    Y es que la escritura pessoana est consagrada a lo que el poetadenomina como la conciencia de la terrible importancia de la vida,algo que no logra ver en ninguno de los que literariamente le rodea.Y tanto esta conciencia como su crisis de incompatibilidad consigomismo y con los dems, le exigen dedicarse al arte como la misinms terrible: la cosa ms importante, el deber ms arduo y monsticoque se ha de cumplir sin desviar los ojos del fin-creador-de-civilizacin inherente a toda obra de arte. As, lo que sustenta eldesasosegado Libro y la poesa de Reis, Caeiro y Campos es en cadacaso de modo particular- una nocin de la gravedad y el misterio dela vida. Su crisis es la del viajero que se adelanta a sus compaeros,quienes hacen el viaje por divertimento, mientras l lo encuentra tangrave, tan lleno de tener que pensar en su fin, de reflexionar sobre loque diremos a lo Desconocido hacia cuya casa nuestra inconscienciagua nuestros pasos Viaje ese, mi querido amigo, que es entre almasy estrellas, por la floresta de los pavores y Dios, fin del caminoinfinito, a la espera en el silencio de su grandeza. (Pessoa, 1985, p.27). Viajero adelantado y sin itinerario, slo as puede dirigirse hacialo Desconocido.

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    En 1915, en una carta a Armando Crtes Rodrguez, Pessoa insisteen su necesidad de encarar seriamente el arte y la vida. Otra actitudno puede tener ante la propia nocin del deber quien mirareligiosamente el espectculo triste y misterioso del mundo. (Pessoa,1985, p. 26). Y ser justamente el sereno desasosiego la constante deeste enfrentar seriamente la vida y el arte, de ese recrear una y otra vezdicho espectculo, no para salvar el mundo, promoviendo la filan-tropa y los humanismos, sino para ampliar lo que el poeta denominala conciencia de la humanidad. De este modo, Pessoa se revelacomo uno de aquellos que se mantienen al margen de lo que losincluye, de modo que ni abandona a dios, ni cree ni acepta a lahumanidad, instalndose a distancia de todo, actitud a la quecomnmente se llama decadencia. Pero esta distancia no se confundeen Soares con el pesi-mismo, lo que le resultauna posicin exageradae incmoda. l simple-mente se sita en lavida como en unaposada en la cualhabr de permanecerhasta que llegue ladiligencia del abismo.

    Se reconoce ins-crito en la modernageneracin herederade la incredulidad enla fe cristiana, genera-cin que navega sinrumbo ni puerto al queacogerse. Se sabe en unmundo desgarrado ydesprovisto de diosesy de apoyos morales ypolticos: nacimos en plena angustia posmetafsica. Este escenariomarca profundamente la vivencia cotidiana de Soares, para quien cadapaso que da en la vida es un contacto con el horror de lo Nuevo, ycada persona conocida se le impone como un fragmento vivo de lodesconocido esto le hace abstenerse de todo, no avanzar, reducir almnimo la accin, sustraerse de los dems: refinar la abstinencia ybizantinizar la abdicacin [...]. Soy la gran derrota del ltimo ejrcitoque defenda al ltimo imperio. Me s al final de una civilizacinantigua y dominadora. Estoy solo y abandonado [...], como un imperioen ruinas angustiadas (Frg. 323, pp. 261-3).

    Pero, aunque esta conciencia radical de la poca alimenta sin cesarsu exacerbada sensibilidad, su desasosiego, no obstante se abre ms alldel mero nihilismo, pues se arraiga y participa de un estoicismo desdedonde encara serenamente esa cotidianidad gris y apabullante, siempre

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

    El desasosiego de Soares esla experiencia, el padecimientode la oscuridad y el lmite deldecir corriente frente a eseocultarse de lo esencial delhabla, de lo esencial del hombre.Que el desasosiego alcanceel estatuto de experiencia,en la que participa igualmentela serenidad y la irona, es lo quele da tonalidad y cadencia poticaal Libro, y singularidad al poeta.

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    limitada a la calle de los Doradores dondevive, a la oficina donde es ayudante de conta-bilidad, a la atmsfera de gente. En estamonotona diaria, Soares vive un desasosiegosereno en el cual la oficina y el patrn Vasquesson la trivialidad de la vida, mientras quela buhardilla en la que habita es el arte: elArte que alivia de la Vida sin aliviar de vivir.En su calle de los Doradores encuentra elsentido de las cosas y la solucin de todos losenigmas, salvo el de que existan enigmas, yes esto ltimo lo que retiene su nimo.

    As pues, heredero de un mundo sindioses, pero claro reconocedor de que existenenigmas, Soares se asume como los alrede-dores de unaciudad que noexiste, el comen-tario prolijo aun libro que nose ha escrito.No s sentir, nos pensar, no squerer. (Frg.25, p.48). Encontrava de laracionalidad mo-derna, Soarespertenece sinreservas a la contrariedad, y de all nace suescritura, en la que puede ser tanto unamultitud de seres, una sinfona, como unanada, la encarnacin de la imposibilidad deser, el soador de lo imposible como sermujer y hombre a la vez Soar consentirlo todo, de todas las maneras, saberpensar con las emociones y sentir con elpensamiento. Crear de s un estado conpoltica, religin, partidos, revoluciones, y serdios en el pantesmo real de ese pueblo mo:sueo irrealizable, y de ser realizable, mort-fero, pues quin podra sobrevivir a tamaosacrilegio cometido contra dios, tamaausurpacin del poder divino de serlo todo?

    Pessoa no apuesta entonces por la verdady el exceso de sentido, ni por instalarseplcidamente en el mundo de las significa-ciones, ni por las fortalezas del sujetomoderno, racional y autnomo. No, l se las

    juega, por el contrario, cotidianamente, en elabismo de la no significacin, en la palabradesierta como lo nico en su haber, en elamor por los paisajes imposibles y los grandesdesiertos donde nunca podr estar. Por ellosiente pena por quienes suean lo posible ylo prximo, pues ya tienen asegurada la des-ilusin. Reconoce que quien suea lo impo-sible, lo extrao y lo lejano, vive al margende las contingencias que condicionan al quesuea lo posible. Ama la simple vida de lahumanidad que vive en sueo sin saber lo quehace, lo que piensa, lo que quiere; sin saberlo que sabe: Dormimos la vida, eternos niosdel destino. Soares ama, con su ternura in-

    forme e intensa,a toda la huma-nidad infantil.

    Por eso, enlugar de grandesverdades Soareslleva en su almalas saudades dela infancia, a laque consideraLa realidad, aun-que haya muerto;por ello clamaal destino que le

    restituya la infancia y se lleve a dios. Anhelala sabidura del que monotoniza la existencia,para quien cada pequeo incidente tiene unprivilegio de maravilla, para quien todos losdas se rinden a la monotona y a la igualdadsin brillo. As pues, con el futuro en el pasado,suspendido en el tiempo, ajeno a la realidady amante del sueo, Soares encuentradesdeable la vida de la mayora de loshombres; desdeable en todas sus alegras yen casi todos sus dolores, excepto los que sonde la muerte, porque en ellos colabora elMisterio. Y en esa mayora de hombres a losque conoce bien, escucha un coraznexaltado y triste como el suyo: gloriosossin saberlo en el xtasis de la palabra egotista.Son poetas que, como l, arrastran la igualmiseria de nuestra comn incongruencia.

    De este modo, mientras el destino anda yel tiempo sigue, Soares est quieto, ni anda

    Foto de la autora. Vista del Tajo desde la Alfama.

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    ni sigue. Se contenta con escribir su nombreen el polvo de los cristales de su celda: firmacotidiana de mi escritura con la muerte. Perotampoco es firma con la muerte, pues quienvive como l, no muere: termina, se marchita,se desvegetaliza, simplemente deja sin l lacalle que transitaba, el lugar que ocupaba yel cuarto que habitaba. La muerte es todo, yle llamamos la nada. Pero nosotros, vege-tales de la verdad y de la vida, no podemosrepresentar esa tragedia de la negacin a laque llamamos muerte, pues no sabemos enqu consiste y de nosotros slo sabemos quesomos nietos del destino e hijastros de Dios,que se cas con la Noche Eterna cuandoenviud del Caos del que verdaderamentesomos hijos. (Frg. 139, p. 130).

    Producto de semejante filiacin, alhombre no le queda ms que un lugar y unacondicin incierta, como las nubes, lo suyoes un pasar leve en el que se desconfigura yreconfigura una y otra vez en un juego sintrmino. Un pasar entre el cielo y la tierralejos del ruido de la tierra y sin tener elsilencio del cielo. Intervalo entre lo que soyy lo que no soy. Y en ese no lugar, en eseentre se est igualmente al margen de lo til ylo justificable. Soares vive en su inexistencia,y su abatimiento del alma es ms rotundo quela angustia y el dolor de existir. Su abati-miento lo desconoce quien se resguarda deldolor y la angustia y se repliega en ladiplomacia consigo mismo para esquivarseal tedio propio. Soares por su parte se hallaentre su abatimiento y la insubsistencia de lapalabra para decir siquiera, como en la frasesencilla y total del libro de Job: !Mi alma estcansada de la vida! (Frg. 151, p. 140). Lasuya es la vivencia dolorosa de un condenadoperenne que viene a ser juzgado en cada hoy.

    La cotidianidad de Soares es un devaneosin grandeza ni calma, un demorar sin espe-ranza ni fin, siempre en el claustro delaislamiento. Pensionista-espectador deluniverso que no logra estar alegre an en lasocasiones en que podra estarlo, pues algo lepesa, un ansia desconocida, un deseo sindefinicin que le retrasa incluso la sensacin

    de estar vivo. Hasta el silencio que sale delruido de la lluvia le perturba en su monotonacenicienta. No hay sosiego para l, ni lohabr; no hay siquiera deseo de tenerlo. Conrespecto a los modos y cnones modernos queindican cmo y qu soar, leer, escribir,contemplar, especular Soares no puede msque declarar el desasosiego, la divisin y lafractura interior, y la incompatibilidad radicalcon ellos. Encuentra que esta poca reducela creacin a la construccin de mquinas yque en la especulacin metafsica cadasistema puede ser defendible e intelectual-mente posible, a lo cual se resiste, pues paradisfrutar el arte intelectual de construirsistemas me falta el poder olvidar que el finde la especulacin metafsica es la bsquedade la verdad. (Frg. 183, p. 165).

    Del edificio del sujeto moderno, Soaresno deja piedra sobre piedra. Cmo puede lcontribuir a que ste se sostenga si de entradareconoce que no hay puertos seguros para elhombre? Por ello, confiesa con irona cmose ha enterado -en medio de lo que ldenomina un pasmo metafsico- que todossus gestos ms seguros, sus ideas ms claras ysus propsitos ms lgicos, no eran finalmentems que borrachera nata, locura natural, grandesconocimiento. Se declara solitario sbitoy extranjero de s mismo, cuya sensacin des es como la de quien es liberado por unterremoto de la poca luz de la crcel ala que se haba acostumbrado. O tambin,ruina humana puesta al descubierto por unterremoto. Pero ese instante de ver y de sentir-se como algo humano es de lo indecible; nohay palabras con qu definirlo, no basta condecir: He visto la verdad un momento Nobasta con eso porque una luz sbita lo abrasatodo, lo consume todo. Nos deja desnudoshasta de nosotros (Frg. 188, p. 169). Cegueray desnudez esa es la condicin del hombreuna vez colapsa el sistema racionalista en elque crey estar cautivo, o mejor, en el quecrey estar a salvo. Ceguera y desnudez o elnecesario exilio del lenguaje definicional, ola necesaria insuficiencia de ste o laexperiencia de lo ms radicalmente humano,

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

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    de la ms primordial forma de percepcin y sensacin del hombre enel mundo. Narciso ciego y desnudo, Soares sabe que la vida perjudicala expresin de la vida. Quines somos ms all de esta irrealidadcorprea? Nadie lo sabe.

    Queriendo ser una obra de arte del alma, Soares se esculpe contranquilidad y enajenacin. Y su desasosiego no ambiciona un remedioseguro, como el suicidio, para su terrible cansancio de la vida, sinoalgo ms radical e imposible, ms negativo que la nada: el dejar desiquiera haber existido Y pretende ser el primero en entregar a laspalabras el absurdo de esta sensacin sin remedio. Pretende curarlaescribindola

    Este extranjero de s mismo se autoexcluye tambin de los fines ymovimientos del mundo, pero ese aislamiento exacerba an ms susensibilidad y provoca incluso que los hechos mnimos le hieran comocatstrofe, de modo que al aislarse se conduce justamente hacia aquellode lo que pretende huir, a saber, del mundo que an no consigueobservar con reposo y sin angustia. En esa imposibilidad de mirar

    desapasionadamente, Soares es unabandonado de Dios, un Cristo enel Calvario lanzando su ltimo gritoal ver frente a frente su verdad:Seor, Seor, por qu me hasabandonado? As, su desasosiegono pertenece al desespero, sino msbien a una serenidad frgil que nologra ser un don conquistado, y auna soledad igualmente vulnerableque tampoco puede ser reposo sinangustia. Soares se sabe un intruso,para los otros, un extrao extran-jero, alguien a quien solamente ledeben simpata sin afecto Y enesta condicin slo el juego, elsueo, el palabrear, el inventarseotros, lo protege un poco perono lo salva- de ser el hurfanoabandonado en las calles de lassensaciones, tiritando de fro en laesquinas de la Realidad, teniendoque dormir en los escalones de la

    Tristeza y que comer el pan regalado de la Fantasa. (Frg. 255, p. 213).Pero este amor al sueo es en ltimo trmino un asumir la vacuidad

    del sentirse vivir. Y Soares encuentra que ese amor est tanto en loshombres de accin, como en los de inaccin; a los primeros santosmuchos de ellos- esa vacuidad los conduce al infinito, mientras que alos segundos los remite a lo infinitesimal, y entre ellos se cuenta lmismo, espectador de s que asume el soar como nico deber propio;soar a fin de tener el mejor espectculo posible. Espectador-soador

    Foto de la autora. Rincn de la calle Saudade

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    que an en la distancia del mundo, ste le afecta profundamente, hastael punto de decir: He sufrido en m, conmigo, las aspiraciones de todaslas eras, y conmigo se han paseado, a la orilla oda del mar, losdesasosiegos de todos los tiempos. Espectador indiferente peroafectado, o mejor, indiferente a los proyectos y la accin del sujetomoderno, pero conmovido por la incompletud y fragilidad del hombre,por su devenir. Esto le hace escapar a las reglas, decir cosas intiles yabominar del verbo, de ese microbio de la significacin. Lo que estanto como repudiar la moderna pasin por la accin frentica y sindireccin, y como desestimar la bsqueda imparable del sentido y dela significacin, puesencuentra que ambaspasiones son ajenas a lavida que discurre almargen de proyectos,sistemas y normasdiseadas para intro-ducir un orden. Todocuanto es accin, sea laguerra o el raciocinio, es falso; y todo cuanto es abdicacin es falsotambin.

    Del tedio, entre el vrtigo de s mismo y la serenidad:

    Da tras da la vida es la misma.

    Lo que transcurre, Lidia,

    En lo que somos como en lo que no somos

    Igualmente transcurre.

    Cogido, el fruto fenece; y cae

    Aunque nunca lo cojas.

    Igual es el hado, ya lo busquemos

    Ya lo esperemos. Suerte

    Hoy, destino siempre, y en sta o en sa

    Forma ajeno e invencible.

    Ricardo Reis

    La experiencia del tedio, del desasosiego, es para Pessoa/Soaresuna forma de no hacer y de no abdicar de hacer, mostrando as lasentraas vacuas de la accin. Lo que est en juego no es un abdicarde la vida, sino un sustraerle peso, un mirarla silenciosamente en sudesnudez. Pero mirar la desnudez exige una relacin otra con ellenguaje, con el otro y con la muerte; una relacin que en Pessoa seconstruye desde la distancia irnica y desde la serenidad que esabandono confiado, es dejar ser, es librarse al devenir misterioso de lavida, es reposo para el alma en medio de la condicin frgil y finitadel hombre.

    Ese desasosiego participa de la conciencia desgarrada de lavacuidad de todo, de la muerte inexorable de los dioses, del cansancioprofundo de vivir, de la tendencia constante a ser siempre otra cosade lo que se es, de la sensacin intensa de las cosas mnimas, intiles y

    Hacer una experiencia es estaren camino hacia algo que desdes mismo nos demanda,nos llama, nos toca y nosrequiere; nos transforma.

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

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    y de donde no puede huir; una celda infinitaque en ltimo trmino puede ser dios mismo,y quisiera entonces el poeta hallar una fugade ese dios y dejar as de formar parte del sery del no ser.

    En esta experiencia del lmite de la exis-tencia, Soares nos conduce hacia unvaciamiento de todo, hacia la desnudez de laidea de lo que somos de ms doloroso, a saber,la idea que nos hacemos de nosotros mismos,en la cual suceden nuestras mayores tragedias.Este desnudamiento es la puesta en cuestiny la destitucin del edificio ficcional e idealen el que creemos soportarnos slidamente.Esto conduce sin remedio al vaco de todo, ala oquedad del mundo, del alma, de la vida;a la imposibilidad hasta en sueos de ser: seramante, ser hroe, ser feliz. Todo est vaco,hasta de la idea de que existe. Todo estdicho en otro lenguaje, para nosotrosincomprensible, meros sonidos de slabas sinforma en el entendimiento [...]. Todos losdioses mueren de una muerte mayor que lamuerte. Todo est ms vaco que el vaco.(Frg. 277, pp. 232-3). Se pierde as el mundoy en el fondo del alma slo queda una congojaintensa e invisible, como el ruido de quienllora en un cuarto oscuro.

    A la desnudez y al vaco del hombre, aesa marginalidad del lenguaje desde donde ellenguaje mismo es, le corresponde en Soaresuna congoja intensa, un tedio total que esms que tedio -pero no tiene otra palabra quemedio decirlo-: un sentimiento dedesolacin sin lugar, de naufragio de toda elalma, de prdida de un Dios complaciente yde muerte de toda la sustancia. Soberanohorror de estar vivo para el que no hay enSoares lenitivo ni antdoto, magno tedio enmedio de las noches plcidas, tibias deangustia. Tedio que es la paz siniestra de labelleza celeste.

    Pero qu es finalmente el tedio paraSoares? En diversos puntos del Libro se ocupaexpresamente de l, y parece que lo piensacomo sinnimo del desasosiego. Bordea lacuestin una y otra vez descartando laspretendidas similitudes con el aburrimiento,el cansancio y el malestar, para darle a este

    pequeas Impaciencia del alma consigomisma, desasosiego siempre creciente: todome interesa y nada me retiene. Atiendo a todosoando. As pues, esta experiencia estambin un abrirse a la posibilidad de amarlo ftil, de alimentar el escrpulo en eldetalle y el reconocimiento de lo mnimocomo algo que est a salvo de las asociacionesburdas con la realidad, pues lo mnimo carecede importancia social y prctica.

    En el desasosiego, lo intil es bello porser menos real que lo til, que se contina yprolonga en la realidad: lo maravilloso ftil,lo glorioso infinitesimal, se queda donde est,no pasa de ser lo que es, vive libre e indepen-diente. Este amor por lo mnimo se vinculaa lo que Soares denomina el desasosiego delmisterio, una de las sensaciones ms extensasy complejas, y tan dolorosa que hasta puedeser agradable. Y ese misterio nunca se trans-parenta tanto como en la contemplacin delas pequeitas cosas, inmviles, que sedetienen para dejar traslucir el misterio.Benditos sean los instantes, y los milmetros,y las sombras de las cosas pequeas, todavams humildes que ellas!. De este amor y estasensacin dolorosamente agradable provieneen gran medida el carcter subversivo delLibro de Pessoa/Soares frente a una moderni-dad que apuesta por lo prctico, lo grandiosoy lo til, y por un sujeto consolidado allcomo una seguridad.

    En este desasosiego se atomiza ese sujetoy el poeta se dirige entonces no al sujetoracional sino al hombre, a quien el misteriode la vida duele y empavorece de muchasmaneras, y le sobreviene bien como unfantasma sin forma -y el alma tiembla con elpeor de los miedos: el de la encarnacindisforme del no ser-, o bien como unapresencia que est detrs nuestro, visible slocuando nos volvemos para ver, y es la verdadtoda en su horror profundsimo de que ladesconozcamos. (Frg. 302, pp. 247-8). Peroen Soares la vivencia de tal misterio puededesbordarlo hasta el deseo de no querer tenerpensamientos, hasta el deseo de nunca habersido nada, hasta el sentimiento sbito de estarprisionero en una celda infinita que lo es todo

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    desasosiego el carcter de condicin funda-mental del hombre mismo.

    En primer lugar, el tedio no es enferme-dad de inertes como habitualmente se cree,sino por el contrario tiene mayor presencia enquienes no tienen disculpa para la inercia, demodo que el tedio de los grandes esforzadoses el peor de todos, pues an entregados altrabajo, ste no les concierne en lo msntimo; estn en fra distancia con respecto al. No es el tedio la enfermedad del aburri-miento de no tener nada que hacer, sino laenfermedad mayor de sentirse que no vale lapena hacer nada. (Frg. 167, pp. 153-4). As,cuando ms hay que hacer, ms tedio hay quesentir, es decir que se presenta como unarespuesta al tener quehacer, al tener queser. El tedio es unapagamiento enor-me de todos losgestos hechos, unrepudio de la coti-dianidad y la sordidezmontona de losotros, un asumir que-ms all de la agita-cin de los hombresen el mundo- lanada es todo.

    En segundo lugar,el tedio pertenecetambin a los abandonados de dios, puesquien tiene dioses nunca tiene tedio. Paraquien no tiene creencias, hasta la duda lees imposible, hasta el escepticismo carecede fuerza para que dude. S, el tedio es eso: laprdida, en el alma, de su capacidad deengaarse, la falta, en el pensamiento, de laescalera inexistente por donde sube segura laverdad. (Frg. 287, p. 239). El tedio hablaentonces de la soledad infinita que acompaaal hombre en su transitoriedad.

    En tercer lugar, el tedio no es un entor-pecimiento como el de la somnolencia delvagabundo, no, puesto que el tedio semanifiesta sbitamente como un sufrir sin

    El desasosiego de Fernando Pessoa, o la experiencia potica del lmite, Maria Cecilia Salas Guerra

    Foto de la autora. Plaza del Comercio, Lisboa.

    sufrimiento, un querer sin deseo, un pensar sinraciocinio, un aislamiento de nosotros ennosotros mismos. Es un cansancio de s mismo,no de la obra realizada; cansancio de vivir,como el que ya sintiera el Santo Job. Perotampoco es reductible el tedio al malestar, alaburrimiento o al cansancio, pues aunquepuede incluir estos estados no se parece aninguno de ellos. No es solamente la vacui-dad de las cosas y de los seres lo que duele enel alma cuando siente tedio: es tambin lavacuidad de otra cosa cualquiera, que no lascosas y los seres, la vacuidad de la propia almaque siente el vaco. (Frg. 314, pp.254-5). Elque siente tedio est preso en la celda infinitay sin muros en la que cosiste l mismo, el

    hombre es el tedioque hay en lascosas, en el cielo,en la tierra y en elmundo, l es lamedida de la impo-sibilidad de ser loque se es.

    El hombre esdesasosiego, es dolorpor la vacuidad dela propia alma quesiente el vaco detodo; es agonismoentre la finitud y elanhelo de infini-

    tud. Es por esto que el Libro del desasosiego,es un decir una y otra vez lo mismo, perosiempre de modo diferente; bien porque eldesasosiego escamotea el lenguaje defini-cional, o bien porque bordea lo que deindefinicional e irrepresentable hay en elhombre: aquella otra cosa que brilla en elfondo del ansia como un diamante posible enuna caverna a la que no se puede descender.Decir una y otra vez ese tedio, ese desasosiegoque es el hombre, es una experiencia que seinscribe en la serenidad, por ello, en ese lmitede la existencia que es el desasosiego, secultiva y crece igualmente la posibilidad dellegar a Decir desde la serenidad

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