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EL DESPUNTAR DEL CATARISMO AÑO 1167 Francisco Suárez Salguero

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EL DESPUNTAR DEL CATARISMO

AÑO 1167

Francisco Suárez Salguero

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Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse

ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se

reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

etc.

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Detalle de la iglesia de San Pedro en Garrovillas de Alconétar (Cáceres),

de la que tratamos en el epílogo II

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A MODO DE PRÓLOGO

LA OCCITANIA CÁTARA

Como ha pasado con otros religiones o creencias espirituales que fueron perseguidas y

exterminadas por el poder secular del momento, en el caso del catarismo nos encon-

tramos con que buena parte de la información sobre la vida y las creencias las conoce-

mos a través de los documentos de sus perseguidores, que al escribir la historia según su

criterio (sesgado, naturalmente) nos informaron de los detalles de su vida cotidiana. De

estos textos debemos sacar la realidad y separar los aspectos denigratorios añadidos en

su momento por la Inquisición. Es así como conocemos la información de la vida coti-

diana de las llamadas “casas cátaras”, destinadas a ser acogedoras y doctrinalmente di-

fusoras.

En diversos burgos de Occitania, aparecieron en los momentos de máximo esplendor

cátaro unas casas o residencias para acoger a los creyentes que estaban de paso en sus

largos viajes, pero en aquella zona había también habitantes estables, sin que las cono-

cidas como “casas cátaras” fueran similares a las edificaciones monásticas de aquella

época.

Aquellas casas estaban abiertas como posadas u hostales. Sus moradores estables se

dedicaban a algún tipo de oficio, caracterizándose el lugar como taller de producción,

muy habitualmente de tejedores, oficio muy arraigado entre la comunidad cátara, aun-

que funcionaban también tallares artesanales de todo tipo de objetos o enseres cotidia-

nos. De esta manera, los habitantes mantenían también su propósito de vivir de su pro-

pio trabajo y no por donaciones o aportaciones impositivas al modo monástico o clerical

de esos tiempos. Había una actividad de la que se derivó una peculiar economía com-

partida.

Hubo, por así decir, más casas femeninas que masculinas, ya que los buenos hombres,

que era como se hacían llamar los cátaros, acostumbraban a viajar más, mientras que las

buenas mujeres eran más sedentarias, arraigaban mucho más en los núcleos habitados.

Las casas femeninas acogían mucho a mujeres jóvenes para que aprendieran la doctrina

cátara, siendo mujeres que no disponían de recursos y eran ayudadas a mantenerse en el

recinto, donde además se acogían niños huérfanos, abandonados, etc. A todos ellos se

les adoctrinaba en el catarismo, pero aparentemente sin obligarlos ni coaccionarlos en

nada. Por otro lado, cada día se efectuaban en el interior de la casa los rituales del ca-

tarismo, destacando entre ellos el consolamentum, para afianzar la fe y mantener los

vínculos de unión de la comunidad.

Con cierta regularidad, los obispos o diacas1 cátaros visitaban en sus trayectos estas

casas, para conocer la situación de sus miembros con sus problemas y vicisitudes. Para

1 La palabra diaca deriva de diácono.

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los habitantes habituales de la casa, la visita del obispo o diaca se convertía en todo un

acontecimiento.

Las casas eran conocidas por toda la población del burgo, y se localizaron en todos los

núcleos habitados con una significativa presencia de cátaros y siempre contando con la

buena predisposición de los habitantes, tanto de los creyentes como de los que no lo

eran.

También existían las “cuevas cátaras”. Los buenos hombres (y las buenas mujeres),

tal como les gustaba llamarse, acostumbraban a utilizar algunas cuevas o guaridas de los

itinerarios para poder guarecerse, pasar la noche, protegerse de las inclemencias del

tiempo, bastante húmedo y lluvioso en algunas estaciones del año por los parajes tran-

sitados, aunque en algunas ocasiones, debido a la escarpada orografía del terreno, las

cuevas les servían también como refugio ante las persecuciones inquisitoriales o en las

cruzadas contra ellos y ellas.

Cuevas cátaras

En la actualidd, algunas de estas cuevas están localizadas, aunque prácticamente no

queda ningún vestigio de la presencia cátara, aparte de haberse hallado muelas para gra-

no y aceite, hornos de pan y algún que otro símbolo grabado en la roca; los lugareños

aún recuerdan dónde se situaban dichas cuevas, las cuales no deben confundirse con las

“spoulgas” fortificadas, muy habituales por las zonas del Aude (donde se sitúa Car-

casona) o la Arieja (Ariège), cuevas medievales fortificadas por los señores feudales de

la zona, debido a motivos puramente defensivos o militares. Sin negar que en alguna

ocasión se cobijaran los cátaros en dichas spoulgas, la predilección de los buenos hom-

bres se dirigía más bien hacia las cuevas naturales, sin otra defensa que la propia y di-

ficultosa orografía del terreno.

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Como es sabido, los cátaros nunca dispusieron de iglesias o de recintos religiosos es-

pecíficos, por lo que, en ocasiones, a estas cuevas se las ha calificado como “iglesias

cátaras”, ya que en ellas celebraban algunos de sus rituales como el consolamentum o

el melhioramentum.

Pueden localizarse cuevas de refugio cátaras en todas las comarcas o zonas donde hu-

bo presencia de cátaros, tanto en Occitania como en otros lugares. Podemos nombrar

particularmente dos de esas cuevas, ambas localizadas en el departamento francés de

Arieja (Ariège), territorio muy rico en estos enclaves (entre Bouan, Ussat y Ornolac): la

gruta de Lombrives y la gruta de Belén, en la comarca llamada Sabarthes.

La gruta de Lombrives está catalogada como la mayor de toda Europa, con múltiples

galerías e impresionantes salas, como la llamada “Sala Catedral”. La presencia de cáta-

ros en su interior incluso provocó que los nazis, en su búsqueda del Santo Grial, reali-

zasen expediciones por sus galerías, salas y pasillos en busca de la famosa reliquia. Hoy

en día, se puede visitar parte de su recorrido, con gran interés también para los aficio-

nados a la espeleología.

Dentro del término de Ussat también se localiza la cueva de Belén, donde en su in-

terior encontramos una roca dispuesta como a modo de altar y un pentágono perfecta-

mente trazado excavado en la roca (recordemos que el pentágono es uno de los símbolos

del catarismo). La disposición misma de la cueva ayuda a imaginar cómo debía desa-

rrollarse un proceso de incorporación a la comunidad cátara, con una entrada a través de

la cual el futuro nuevo creyente debía acceder agazapado (como símbolo de humildad),

con la roca en forma de mesa y el pentágono, al que debía encaramarse en su interior

como una iniciática prueba de fe.

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A quienes les interese este tema se les recomienda la visita a estas cuevas, ya que allí

aún se puede sentir lo que significó el catarismo, con sus ideales y forma de vida, ade-

más que pueden disfrutarse de la indescriptible belleza de los parajes, como impregna-

dos de las experiencias, vivencias y sensaciones que pueden evocar dichos lugares.

Si hay un lugar que deja huella, dentro del llamado Pays Cathare de Occitania, éste es

el de la bella, aunque pequeña, población de Minerva (Minerve en francés y Menèrba en

occitano). Aquí hasta el aire parece aún medieval, estando todo como anclado en el

tiempo.

La belleza del enclave no deja indiferente a nadie, siendo considerado como uno de

los pueblos más bellos de Francia, tal como atestigua el galardón que se le otorgó lla-

mándolo uno de “Les plus beaux villages de France”, junto a los ríos Cesse y Brian,

que se han ocupado de crear una peculiar morfología en el terreno, habiéndose excavado

allí un túnel natural junto a la población, un túnel de grandes dimensiones que es, por

así decir, de obligada visita.

Por otro lado, la importancia que tuvo el enclave durante la época del catarismo, ha

dejado su huella en la población, que posee uno de los monumentos más bellos dedi-

cado a esa época, “La paloma de luz”, de Jean Luc Séverac.

Si se quiere hacer una ruta por el Pays Cathare, no se puede dejar de lado este mara-

villoso enclave.

El túnel natural de Minerva La paloma de la luz

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Año 1167

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NOUDAR

Los portugueses, al mando del general Gonçalo Mendes da Maia,2 apodado el Li-

diador (el Batallador) reconquistaron en este año 1167 la villa de Noudar3 y su terri-

torio que dominaban los musulmanes. Gonçalo Mendes compartió amistad y confianza

con el rey portugués Alfonso I desde la niñez.

2 Nacido en Maia, que entonces era Trastamires (no lejos de Oporto), en 1079, muere en Beja, en 1170, a

los 91 años de edad. Se cuenta que los portugueses estaban luchando en la reconquista de Beja y que los

musulmanes estaban ganando la batalla. Entonces, el anciano Gançalo se unió al combate. Los moros

pensaron entonces que aquello era obra de brujería y su acobardaron, porque Gonçalo luchaba con la

energía de un joven. Es verdad que cayó gravemente herido, pero vencieron finalmente los portugueses.

Gonçalo estuvo casado con Urraca Teles, de quien tuvo a Moninha Gonçalves da Maia, que se casó con

Rodrigo Forjaz de Trastámara, gran caballero de la reconquista al servicio de Fernando II de León.

3 Actual Barrancos (Portugal), una villa rayana, fronteriza, perteneciente al distrito portugués de Beja, en

el Bajo Alentejo. Se encuentra a 110 kilómetros de Beja y le separa la misma distancia de Évora. Hace

frontera con España, en el punto de los límites entre las provincias de Huelva y Badajoz, siendo los

municipios vecinos Encinasola (Huelva), Oliva de la Frontera y Valencia del Monbuey (Badajoz). Por el

lado portugués son sus vecinos Moura y Mourão.

Barrancos, destacada por su actividad contrabandista con España en el siglo XX, mantiene mucha co-

nexión cultural con España (por así decir es un pueblo portuñol). La localidad onubense de Encinasola

está a tan sólo 9 kilómetros de distancia, mientras que la localidad portuguesa más cercana a Barrancos,

Santo Aleixo da Restauração, está a 21 kilómetros. Esto se nota en la lengua o habla del lugar y en otras

costumbres. Por ejemplo, en Barrancos se celebran las corridas de toros (touradas) al modo español,

muriendo legalmente el toro en la arena de la plaza, cuando en el resto de Portugal no está permitido. Esta

excepción fue legalizada en Portugal en el año 2002.

En Barrancos se hablan tres lenguas: el barranqueño, el portugués y el castellano. El portugués siempre

ha sido el idioma oficial, pero el barranqueño también ha sido recientemente reconocido como oficial a

nivel local (se enseña en las escuelas del lugar). El castellano, a pesar de no ser oficial, es comprendido y

habitualmente hablado por todos los barranqueños. El barranqueño es un idioma dialectal con base en el

portugués más influenciado por el castellano característico del sur de Extremadura y del norte de An-

dalucía por esta zona.

El territorio de Barrancos se repobló en 1200 por iniciativa del rey Don Sancho I de Portugal (1185-

1211), hijo de Alfonso I y de Mafalda de Saboya. La sede del concelho estaba entonces en la villa de

Noudar, cuya reconquista definitiva para Portugal fue en 1295, año en el que recibió fuero por parte del

rey portugués Don Denis I o Dionisio (1279-1325). La villa de Noudar fue extinta en 1825, iniciándose

entonces un lento proceso de despoblamiento que implicó el traslado de los habitantes a la actual Ba-

rrancos.

Arqueológicamente hablando, permanecen en el lugar las viejas casas de Noudar y las ruinas de su cas-

tillo, del que ofrecemos algunas imágenes.

Podemos añadir que en Barrancos hubo una gran afluencia de españoles durante la guerra civil (1936-

1939), contribuyendo a salvarlos el teniente portugués António Augusto de Seixas, el cual habilitó un

improvisado campo de refugiados (sólo extremeños, huyendo de la represión franquista, fueron más de

400 lo que allí se acogieron). Muchos a los que António Augusto no pudo salvar fueron entregados a las

fuerzas franquistas y acabaron fusilados, pero otros pudieron ser transferidos a la zona republicana y se

salvaron de la represión. Pero ya contaremos todo esto en su momento.

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GUADRAMIRO

El rey Fernando II, en este año 1167, cedió el pueblo de Guadramiro4 al obispado de

Zamora,5 por unos hechos acontecidos en la catedral zamorana y que habían supuesto

un agravio para su obispo.6

4 Situado en la Ramajería, territorio de la comarca de Vitigudino, al noroeste de la provincia de Sala-

manca. Es la primera mención documental que se hace de este pueblo, motivo por el cual tratamos de él

cuando estamos en 1167.

Ramajería viene de ramajero, referido este vocablo al ganado vacuno que se alimenta en esta zona fun-

damentalmente a base de ramón o ramaje, de melojo, rebollo, etc. De ramajero referido al ganado pasó a

designar también a los ganaderos en particular y a los habitantes de la zona en general.

Por toda la Ramajería transcurren varios ríos estacionales o riveras y regatos sobre los que se levantan

característicos puentes y molinos. Los ríos más importantes son el Huebra y el Tormes, afluentes del

Duero, destacando además el Uces, también afluente del Duero y característico por sus cascadas o saltos

de aguas, como pasa en el Parque Natural de Arribes del Duero, rayano con Portugal.

El nombre de Guadramiro proviene del siglo X, componiéndose de Wadi (río en árabe) y Ramiro, por

haber sido Ramiro II de León (931-951) quien se apoderó del lugar tras la batalla de Simancas (año 939,

en la que fue derrotado Abderramán III y fue afianzándose la frontera cristiana hacia el Tormes). Desde

entonces se fue repoblando esta zona con aporte de habitantes cristianos, destacando dos momentos

repobladores, el del reinado de Ramiro II y el de Fernando II.

Durante toda la Edad Media perteneció Guadramiro a la tierra o señorío de Ledesma, rigiéndose por el

fuero que Alfonso VI otorgó a esta villa en 1100, luego actualizado y confirmado por Fernando II de

León en 1161. Posteriormente Guadramiro será cabeza del señorío de ese nombre en manos de los

Maldonado-Ormaza. El señorío de Ledesma pasó a ser condado y Guadramiro será reconocida como vi-

lla. Actualmente (año 2013) tiene 165 habitantes.

5 También se hace mención documental en este año 1167 del puente románico o de piedra sobre el río

Duero a su paso por Zamora. El obispo de Zamora era en esta fecha Esteban (1150-1174), sucesor de

Bernardo de Perigord (1121-1149), que a su vez fue el sucesor de Jerónimo de Perigord. Alfonso VII el

Emperador apoyó mucho al obispo Esteban en la construcción de la catedral de Zamora. Ver Epílogo I,

sobre el puente que en estos momentos se le presta gran atención.

6 También le fue cedida Monleras (Salamanca), que entonces se denominaba Molineras, localidad que

con el tiempo pasará a ser de la diócesis de Salamanca.

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ALCONÉTAR

Alconétar,7 estratégicamente situada junto al puente romano del siglo II sobre el Ta-

jo,8 fue reconquistada

9 a los moros por los castellanos de Alfonso VIII, aún menor (12

años de edad), pasando el lugar a los templarios que lo erigen como cabeza de enco-

mienda.10

7 Actual Garrovillas de Alconétar (Cáceres).

8 Ya nos referíamos a este puente en su momento. Las riadas y las contiendas causaron el estado ruinoso,

pero significativo, en que podemos contemplarlo actualmente. Los musulmanes llamaron Al-Qunaytarat a

este puente. En la Edad Media se levantó en un extremo de este puente la fortaleza templaria y en 1969-

1970 se trasladó la misma, piedra a piedra, a su actual emplazamiento para que no quedara inundado por

el Embalse de Alcántara.

9 Definitivamente.

10

En esta encomienda estarán los templarios hasta 1258. De la encomienda dependerán Los Cuatro Lu-

gares (Hinojal, Talaván, Santiago del Campo y Monroy) y Cañaveral, todas localidades de la provincia de

Cáceres.

Según una tradición, los templarios guardaron aquí, entre otras preciadas y prodigiosas reliquias, la del

mantel de la Última Cena del Señor. Ver Epílogo II, también sobre otros asuntos (misterios) de Garro-

villas de Alconétar.

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TOLEDO

Ibn Mardanis, el rey Lobo, llegó a Toledo para entrevistarse con el regente de Castilla

Nuño Pérez de Lara, encontrándose éste enfrascado en arrebatar Toledo y Huete11

a

Fernando Rodríguez de Castro, apoyado éste por el rey Fernando II de León. Las pre-

tensiones de Nuño Pérez son las de estar en paz con los almohades, pero el derrotado

Castro12

pedirá ayuda a los almohades para hacerle la guerra tanto a Ibn Mardanis como

a Nuño.

11

Provincia de Cuenca.

12

Derrotado por los Lara en la batalla de Huete (año 1164).

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CALAHORRA

El célebre rabí e intelectual judío Abraham ben Meir ibn Ezra13

murió en la riojana

Calahorra, a la edad de 75 años.14

Era de Tudela, que fue conquistada por el rey aragonés Alfonso I el Batallador en

1119. Fue muy polifacético, destacando como poeta, filósofo (neoplatónico), gramático,

cabalista,15

médico, matemático y astrónomo.16

Aunque más bien a su pesar, Ibn Ezra

fue muy viajero. La presencia almohade en España, por la que tuvo que presenciar per-

secuciones y masacres de judíos, le obligó a ello, moviéndose a partir de 1140 por el

norte de África, Egipto, Palestina, Italia, Francia e Inglaterra, hasta que regresó a Espa-

ña.17

De sus viajes por España antes de que partiera a zonas más lejanas podemos destacar

sus estancias en Toledo, Córdoba, Lucena, Granada y Sevilla, conociendo en estos lu-

gares a los más señalados pensadores judíos de su tiempo. Especial relación fue la que

tuvo en Granada con Yehudah ben Samuel Halevi (muerto en 1141), de quien ya tratá-

bamos en su momento.

En bastantes de sus obras escritas refleja Ibn Ezra las desdichas que le ocurrieron en

su querida Sefarad y el dolor que sintió al tener que abandonarla, cosa que le ocurrió a

tantos otros judíos de su tiempo, por ejemplo a Yehudah ben Samuel Haleví que marchó

a Oriente, acompañándole precisamente un hijo de Ibn Ezra.

Estando en Roma, donde permaneció durante 5 años, redactó sus comentarios a los li-

bros del Eclesiástico o Ben Sirac y de Job. Después, desplazado a Lucca, compuso sus

exégesis de Isaías y de la Toráh o Pentateuco. Tras pasar por Pisa, se instaló en Mantua,

donde, en 1146, escribió su obra Séfer Sahot, sobre gramática de la lengua hebrea.18

Después estuvo en Verona, donde escribió el Séfer ha-„Ibbur (sobre el calendario), el

13

Conocido también como Aben Ezra o Esra, Abraham Judaeus, Abendre y Avenara, de sobrenombre o

apodo el Sabio, el Grande, el Admirable. Era de Tudela (Navarra), cuando esta ciudad era aún musul-

mana y perteneciente a la taifa de Zaragoza. Nació en el año 1092, aunque hay quienes consideran que su

nacimiento fue en 1089.

14

No se sabe con exactitud la fecha de su muerte, dándose como probable la de este año 1167, pero tam-

bién pudo ser en 1166 ó 1165. También se da como probable su muerte en Calahorra (como opina al

respecto José María Millás Vallicrosa, 1897-1970), pero hay quienes sostienen que el lugar del falleci-

miento fue la isla griega de Rodas, pues no pudo regresar a España como siempre deseó.

15

Ver Epílogo III.

16

En su honor lleva su nombre, Abenezra, un cráter de la Luna, en la sección centro sur.

17

Si es que regresó.

18

Considerada actualmente como su obra más relevante.

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Séfer ha-Mispar (sobre aritmética) y el Safah Berurah (otro considerable tratado sobre

gramática). Entre 1147-1148 se marchó de Italia.

Se estableció en Béziers (Provenza), donde escribió el Séfer ha-Shem (sobre los ju-

díos) Los viajes que realizó por Francia, cuando se partía para la segunda cruzada, re-

sultaron muy fructíferos, redactando sus exégesis sobre el Éxodo, el libro de Daniel, los

Salmos, los libros de los Profetas Menores, el libro de Ester y el del Cantar de los Can-

tares. Después, en Ruan, se dedicó a traducir obras árabes. De Ruan, en 1158, se tras-

ladó a Inglaterra. De estos tiempos son sus obras Séfer Yesod Mora ve-Sod ha-Toráh

(sobre los mandamientos) y el Iggeret Shabbat (sobre el Shabat). Tras un tiempo en In-

glaterra,19

se estableció en Narbona.

Ibn Ezra pasa sin duda como uno de los más destacados literatos hebreos de estos

tiempos, siendo muy erudito y original.20

Además del comentario completo al (o la) Ta-

naj recogido en el Sefer ha-Yashar, publicado poco antes de su muerte, comentó otros

muchos escritos bíblicos.21

También escribió poesía, tanto profana como religiosa, en un hebreo de gran belleza,

aunque es un poeta frío y retórico. Su poesía religiosa es de carácter litúrgico y la pro-

fana es de tema amoroso y burlesco. Destaca su poema Maadanne Melech (Delicias del

rey), analizando, en 73 versos el juego del ajedrez, que es algo más que un simple jue-

go.22

Compuso además una obra moral: Hay ben Meqitz (que se traduce por Vive el hijo que

resucitó) y el Libro de los seres animados (sobre la existencia de Dios probada por la

perfección estructural de los seres vivos, especialmente el hombre).

19

Un tiempo que desconocemos.

20

Su empleo de métodos gramaticales para la exégesis del sentido del texto preludia los planteamientos

de la moderna crítica textual.

21

Todos ellos se fueron imprimiendo repetidamente en varios momentos posteriores, siendo libros muy

leídos.

22

Puede leerse, por ejemplo, Sáenz Badillos, A. (1991): Literatura hebrea en la España medieval, Ma-

drid, Fundación Amigos de Sefarad. Sobre el ajedrez ver Epílogo IV.

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VISINGSÖ (SUECIA)

En la isla sueca de Visingsö, en medio del lago Vättern, el 12 de abril, murió, ase-

sinado, el rey Carlos Sverkersson de Suecia, en el año sexto de su reinado.23

Era hijo del

rey Sverker I de Suecia24

y de su primera esposa Ulvhild Håkonsdotter.25

Su reinado se caracterizó bastante por el enfrentamiento con la familia de Erik el

Santo (no canonizado)26

ambiciosa del poder sueco. Este enfrentamiento condujo a la

muerte del propio Carlos, asesinado por Canuto, hijo de Erik. El caso es que a Carlos

Sverkersson le sucede este hijo de Erik como Canuto I de Suecia. Ya contaremos el

desenvolverse de su reinado.27

23

Probablemente nació en 1130, por lo que tendría, a su muerte, 37 años de edad. Fue favorecedor de la

Iglesia y favorecido por ella, debiéndose a su reinado la erección del primer arzobispado sueco.

En la Edad Media, los reyes de Suecia eran conocidos por su nombre de pila y su patronímico, de modo

que el rey Carlos fue conocido simplemente como Karl Sverkersson (Carlos hijo de Sverker). Las cróni-

cas medievales de Ericus Olai, Olaus Petri y Laurentius Gothus Petri Johannes Magnus no mencionan

ningún rey sueco de nombre Carlos anterior a Carlos Sverkersson. Sin embargo, Johannes Magnus (1488-

1544), que fue arzobispo sueco, en su Historia de omnibus Gothorum sueonumque Regibus (Historia de

todos los reyes de los godos y los suiones), publicada en 1154, inventó seis reyes suecos anteriores con el

nombre de Carlos. El rey Carlos IX de Suecia (1550-1611), que dio crédito a la obra, fue el primero en

nombrarse de acuerdo a esa numeración y por ello Carlos Sverkersson fue conocido desde entonces como

Carlos VII, que en realidad es Carlos I, pasando con el tiempo Carlos IX a ser retrospectivamente Carlos

II, todo por seguir una historia sueca bastante ficticia e inventada.

24

Sverker I, iniciador de dinastía, reinó en Suecia entre los años 1130-1156. Podemos recordar que fue

asesinado por sus propios hombres, junto al lago Vättern, en 1156, cuando se dirigía a Misa en Noche

Buena. Fue sepultado en la abadía cisterciense de Alvastra, fundada por él y por su esposa. El sospechoso

del crimen fue el príncipe danés y pretendiente al trono sueco Magnus Henriksen. Le sucedió Erik el

Santo (1156-1160), a quien sucedió el usurpador Magnus Henriksen (1160-1161), el mismo que resultó

derrotado y muerto a manos del ahora difunto rey Carlos Sverkersson en la batalla de Örebro.

25

Ulvhild Håkonsdotter (fallecida en 1148) fue una noble noruega (hija de Haakon Finsson), reina con-

sorte de Suecia en dos ocasiones: primero con Inge II (1118-1125) entre los años 1116-1125 y poste-

riormente con Sverker I (1130-1156) entre los años 1134-1148. Entre los años 1130-1134 fue reina

consorte de Dinamarca por su matrimonio con Nicolás I (1104-1134).

Ulvhild fue muy piadosa y devota cristiana. Por mediación del obispo danés Eskil de Lund contactó con

San Bernardo de Claraval, a quien cedió parte de sus posesiones suecas para que se fundara allí, en 1143,

la abadía de Alvastra (Östergötland).

26

Asesinado en 1160.

27

Cuando muera, en 1195 (o tal ven en 1196), le sucederá Sverker II (probablemente nacido en 1164, te-

niendo, por tanto, 3 años de edad en 1167), hijo de Carlos Sverkersson y de su mujer (desde 1163) la da-

nesa Cristina Stigsdatter Hvide, hija de San Canuto Lavard (muerto por asesinato en 1131, sí canonizado,

por el Papa Alejandro III en 1170, y conmemorado como mártir el 13 de enero). De Cristina no se conoce

la fecha de su muerte. Sverker II Karlsson reinará entre 1195 y 1208, aunque su muerte será en 1210.

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LA CAMARGA Y LA

OCCITANIA ARAGONESA

A favor del rey aragonés Alfonso II, ahora con 10 años de edad, se hizo reclamar la

herencia de su primo Ramón Berenguer III de Provenza (muerto en 1166), que había

pasado a su hija Dulce, de modo que Alfonso II usurpó todos los dominios de ésta: los

condados de Provenza, Gévaudan y Melgueil, con los vizcondados de Carlat, Murat y

Millau. Este hecho provocó un recrudecimiento del conflicto de Aragón con el conde

Ramón V de Toulouse y un levantamiento comarcal en la occitana Camarga.28

Apoya-

ron a Alfonso II los vizcondes de Motpellier, los obispos de Provenza y los miembros

de la poderosa familia Baux, afianzándose así el dominio aragonés sobre Provenza.29

Recordemos que, en 1166, murió el conde Ramón Berenguer III de Provenza, primo

de Alfonso II de Aragón, cuando sitiaba la rebelde Niza, dejando como única descen-

dencia a su hija Dulce. La regencia aragonesa, alegando la falta de descendencia mascu-

lina, consiguió que el condado de Provenza pasara al rey Alfonso II. Pero no le está

siendo fácil dominarla.

28

Esta comarca se extiende entre los dos brazos principales del delta del Ródano y la costa mediterránea.

Abarca unos 750 km². El territorio, formado por arenas y grava, está salpicado de lagunas. Actualmente

es un terreno fértil, gracias a la construcción de diques e instalaciones de regadío, produciendo buenos vi-

nos, frutas y arroz. También hay allí buena ganadería, destacando los caballos y las reses bravas. Es una

zona húmeda de gran importancia, con la mayor población de flamencos de Europa.

29

De todos modos, los condes de Toulouse seguirán actuando en la zona hasta 1176, cuando Alfonso II

de Aragón se vea obligado a concertar la paz con Ramón V de Toulouse en Tarascón.

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LAURAGAIS

En la región occitana de Lauragais30

se encuentra la localidad de Saint Félix de Cara-

many (o Caramán),31

en la cual celebraron un concilio los cátaros, unos herejes que

constatamos a partir de este año 1167 y que previsiblemente32

aparecerán mucho en el

escenario histórico a partir de este momento, aunque ya con precedentes anteriores. Pre-

sentaremos aquí esta corriente del catarismo que se está difundiendo con mucha fuerza

y extensión. De momento son cuatro los obispados con más infección de catarismo al

sur de Francia: Toulouse, Albi, Agén y Carcasona.33

Durante los siglos que estamos recorriendo,34

impregnados de religión, la gente no tie-

ne más horizonte que el religioso, horizonte que la Iglesia Católica perfila como pro-

pio, de tal modo que quienes se desvían del trazado como camino católico son catalo-

gados de herejes, los cuales existen desde la Antigüedad. Los cátaros vienen como a

aglutinar en estos tiempos del siglo XII avanzado todas las herejías, siendo, por así de-

cir, los no sometidos a las directrices propiamente católicas. Los cátaros, más que here-

jes (que lo son), aparecen como disidentes radicales de la Iglesia Católica, a la que cata-

logan de ramplona, frívola, mundana, poderosa, corrupta, prostituida, enriquecida, des-

viada del Evangelio… Los cátaros, y quienes les apoyan, se niegan a mantenerse en las

directrices de la Iglesia, a contribuir a sus necesidades con los diezmos o las primicias,

etc.

El catarismo se ha ido consolidando y propagando como movimiento religioso de ca-

rácter gnóstico al menos desde mediados del siglo X, sobre todo entre la gente del sur o

mediodía francés, de la Occitania y especialmente del Languedoc.35

Aquí se fueron en-

contrando los cátaros con la ayuda y protección de algunos señores feudales que aca-

baron siendo vasallos de la Corona de Aragón. 30

Es una extensa llanura del sur de Francia, al norte de los Pirineos, entre el Mar Mediterráneo y el

Océano Atlántico. La denominación Lauragais proviene del castillo de Laurac, no lejos de Castelnaudary

y Bram.

31

Actual Saint-Félix-Lauragais, no lejos de Toulouse.

32

Lo iremos viendo.

33

Sobre la fundación oficial del catarismo como Iglesia Disidente de la Católica, ver Epílogo V.

34

Los siglos medievales.

35

El nombre Languedoc hace referencia a la lengua occitana hablada en esta región y en otras del entor-

no. El nombre del idioma viene de la palabra oc que en occitano medieval significa “sí”, en contraste con

el francés del norte o lengua de oïl (pronunciado uí, ancestro del francés moderno oui). La pala-

bra oc provenía del latín hoc, en tanto que oïl se derivó del latín hoc ille. La palabra occitano se des-

prende del nombre de la región histórica de Occitania, que a su vez viene de Aquitania, antigua región

administrativa romana, vigente aún como nombre en la Edad Media.

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Le herejía cátara mantiene influencias antiguas varias (maniqueas, novacianas, pauli-

cianas y bogomilas, de los siglos III, VII y X respectivamente), influencias todas ellas

dualistas, concentradas en el fundamental y creador binomio de opuestos Dios-Satanás.

La salvación predicada por los cátaros es espiritualista y ascética, con un completo re-

chazo del mundo material, siempre caracterizado y catalogado de satánico y diabólico.

La Iglesia Católica considera heréticas estas doctrinas y lucha por erradicarlas. Lo ire-

mos viendo, porque este hecho, al parecer, no ha hecho más que empezar. Pero lo pri-

mero que se nos impone es describir y exponer el significado de cátaro y catarismo.

La palabra cátaro proviene del griego καθαρός (kazarós), que significa puro.36

Tam-

bién se les conoce como “secta de los tejedores”, pues son tejedores y comerciantes de

tejidos quienes más contribuyen a difundir la herejía por Europa occidental.

El catarismo llega a Europa occidental desde Europa oriental a través de las rutas co-

merciales, siendo difundido por maniqueos y otros herejes desalojados por los bizanti-

nos. De este modo, estas nuevas religiones, hechas de viejas herejías y convertidas en

sectas, enraizadas en Francia, se propagan actualmente por diversos lugares. Como los

cátaros se mostraron y difundieron muy activos y proselitistas en sus captaciones, la

Iglesia se preocupó de hacerles llegar predicadores, sobre todo a lo largo del presente

siglo XII. Sin embargo es cada vez más fuerte el apoyo hacia los cátaros por parte de

muy significativos y poderosos señores feudales, destacando entre ellos los aquitanos.

Retrospectivamente hablando, podemos decir que los primeros cátaros propiamente

dichos aparecieron en Lemosín, cuya capital es Limoges, allá por los años 1012-1020 ó

anteriormente. Algunos fueron descubiertos y ejecutados en Toulouse o en Orleans. La

creciente comunidad fue condenada en algunos sínodos (Charroux, 1028, y Toulouse,

1056). Pero mucha gente está fascinada y puesta en contra de los poderes eclesiásticos,

influida por la predicación de Pedro de Bruys37

y Enrique de Lausanne,38

entre otros,

muy activos en Périgord (sureste de Francia). 36

Otra explicación hace derivar la palabra cátaro del término latino cattus (gato), ketter en alemán o ca-

tiers en francés, términos de los que se valió la Iglesia para calificar a los cátaros como seguidores o ado-

radores del diablo en forma de gato, también para señalar genéricamente a brujas y herejes. Una de las

primeras referencias existentes es una cita del predicador alemán Eckbert von Schönau (del que tratá-

bamos en 1166), que en 1181 se refirió a los cátaros de Colonia como “hos nostra Germania cátharos

appéllat”. También veremos que a los cátaros se les llamará albigenses, por localizarlos la oposición ca-

tólica en la ciudad francesa de Albi, aunque el centro de la actividad cátara fuera sobre todo Toulouse. Ya

lo iremos viendo.

Tal vez, por considerarse puros, los cátaros se autodenominaban albinos, término que se sostiene desde

la raíz alb, con significado de blanco, de donde se derivó también el nombre de Albania. Incluso reci-

bieron también la calificación o nombre de poblicantes, identificándolos y confundiéndolos con los pau-

licianos.

37

Pedro de Bruys (muerto violentamente hacia 1131), predicó un catarismo evangelista literal rechazan-

do todo lo demás del Nuevo Testamento, desdeñando todo lo eclesiástico y clerical católico. Fue comba-

tido como hereje por Pedro el Venerable, abad de Cluny. También se le opuso Pedro Abelardo.

38

Enrique de Lausanne (o Lausana), que había sido monje cluniacense, adoptó a su manera las ense-

ñanzas petrobrusianas en 1135, enseñanzas que fueron condenadas por la Iglesia en el II Concilio de

Letrán (año 1139). Los discípulos de Enrique de Lausana recibieron el nombre de enricianos. Tanto los

enricianos como los petrobrusianos empezaron a extinguirse en 1145, el año en que San Bernardo de

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Sostienen los cátaros que el mundo físico y visible es creación o dominio de Satanás,

que actúa al modo que los gnósticos atribuyen al Demiurgo. Sin embargo, los gnósticos

del siglo I no identificaban al Demiurgo con el Diablo, probablemente porque el con-

cepto del Diablo no era popular en aquella época, en tanto que se fue haciendo más y

más popular durante estos tiempos.39

Según los cátaros, por su literalidad evangelista mal entendida, el Reino de Dios no es

de este mundo. Dios creó cielos y almas, siendo Satanás el creador del mundo, de las

guerras y de la misma Iglesia Católica (mundana, enriquecida, poderosa, alejada del

Evangelio verdadero). La fe en la Encarnación de Cristo es corruptora. Según los cáta-

ros, Jesús no se encarnó, sino que fue una aparición divina que se manifestó para mos-

trar el camino de la salvación (docetismo). No creen posible que Dios, en su infinita

bondad, se hubiera encarnado material y corporalmente, porque es malo lo material y lo

corporal, todo contaminado por el pecado. Todo en Cristo fue aparente. El Yahvé del

Antiguo Testamento es para los cátaros el mismo Diablo, pues creó el mundo y aparece

como celoso, intransigente, vengativo, guerrero, sanguinario. Según los cátaros, el Anti-

guo Testamento ha de ser totalmente rechazado.

Para los cátaros, los hombres son una realidad transitoria, un revestimiento de la si-

miente y de la naturaleza de los ángeles. Afirman que el pecado se produjo en el cielo y

que se ha perpetuado en la carne. La doctrina católica tradicional, en cambio, considera

que el pecado del hombre vino carnal o corporalmente, que fue terreno y contagió al

hombre completo (cuerpo y alma). Es la doctrina del pecado original. Para los católicos,

la fe redime y se fundamenta sólo en Dios, sin dualismo, mientras que para los cátaros

la fe exige un conocimiento o gnosis profunda del estado anterior del espíritu humano

celestial que necesita ser purificado en su existencia mundana o terrena. Los cátaros,

como todos los integrismos y totalitarismos, se obsesionan con la imprescindible y más

que necesaria purificación, una purificación que conlleva la eliminación de los pecado-

res.

Por supuesto, los cátaros, al rechazar la encarnación, rechazan también la resurrección

en su sentido pascual y de vida eterna como meta a la que aboca la vida humana y la

historia. Los cátaros creen en la reencarnación y no aceptan la escatología cristiana. Las

almas, según ellos, habrán de reencarnarse hasta verse capacitadas para conocer (gnosis)

el alcance divino, de modo que puedan escapar del nefasto mundo material y elevarse al

paraíso inmaterial. La forma de escapar del ciclo material es, según los cátaros, llevar

una vida ascética para superar la corrupción del mundo. Los cátaros aspiran a la per-

Claraval comenzó a predicar una vuelta a la ortodoxia romana en el sur de Francia. Poco después Enrique

de Lausana fue arrestado, llevado ante el obispo de Toulouse y probablemente encarcelado de por vida.

En una carta al pueblo de Toulouse, indudablemente escrita a finales de 1146, San Bernardo les pide que

extirpen los últimos restos de la herejía. Sin embargo, en 1251 todavía había enricianos en Languedoc. En

ese año el monje benedictino y cronista inglés Mateo de París (primera mitad del siglo XIII) relató que

una joven que aseguró haber recibido la inspiración de la Virgen María había convertido al catolicismo

verdadero a muchos discípulos de Enrique de Lausana. El caso fue que las sectas originadas en torno a

Pedro de Bruys y a Enrique de Lausanne se extinguieron a partir de aquel año.

39

Los tiempos medievales.

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fección, de modo que los que la consiguen pueden ser considerados Perfectos. Éstos son

los verdaderos sucesores de los Apóstoles, no los obispos ni los romanos pontífices,

todo ellos vinculados al mundo material y a la corrupción terrenal.

Los cátaros niegan el bautismo, porque el agua forma parte de la materia del mundo y

porque lo instituyó Juan el Bautista, no Cristo. También se oponen al matrimonio, pues

la procreación trae consigo impureza y aprisionar almas puras en los cuerpos impuros.

Todos los alimentos que tienen que ver con la generación son malos (carne, huevos,

leche). El pescado es bueno, porque es fruto espontaneo del mar (así lo consideran

ellos). Así, los cátaros son ascetas, renunciantes, vegetarianos, obsesionados con la cas-

tidad, defensores a ultranza de la virginidad, etc.

La liturgia cátara se reduce al consolamentum, un verdadero remedo falso de la Euca-

ristía (a la vez que bautismo y extremaunción juntos). El acto o celebración conlleva la

imposición de manos de un Perfecto, imposición por la que el creyente cátaro (hombre o

mujer) se perfecciona. Desde ese momento el Espíritu Santo se adueña del alma cre-

yente y perfecta que los demás creyentes veneran mediante el melioramentum o genu-

flexión, besando el suelo y pidiendo la bendición. Los creyentes que no se sienten con

fuerzas o no se consideran iniciados para llegar a Perfectos hacen con frecuencia la con-

venentia o convenensa, un pacto de recibir el consolamentum antes de morir.

De entre los muchos pecados de total rechazo por los cátaros, uno de ellos es el de ju-

rar, porque crea vínculos con el mundo material.

En 1147, el Papa Eugenio III envió un legado a los distritos afectados por el catarismo

con el fin de detener el movimiento espiritualista que se extendía como una plaga. Pero

ni siquiera Bernardo de Claraval logró éxito católico al respecto sino escaso y breve,

igual que ocurrió en otros intentos. Así pues, el afianzamiento cátaro, de momento, es

un hecho. La Iglesia hace frente a tan grande peligro de un modo pacífico, de encuentro,

muy generalmente por las buenas (de momento). No obstante, ya hubo hasta el mo-

mento herejes llevados a la hoguera en señaladas ocasiones y en varios lugares. Nada

hay más peligroso que un evangelismo (ideológico) con sus desmesuras de purificador a

ultranza, aunque encierre aparentemente unos seductores y engañosos ideales sociales,

con un cristianismo sin cruces ni eucaristías, ni pastores legítimos desde el derecho ca-

nónico o sobre quienes preocuparse.

Pero la iglesia cátara, autodenominada de los buenos cristianos (en el contexto neo-

maniqueo de buenos y malos, de perfectos e imperfectos, de formados y no formados)

está jerarquizada, por muy asamblearia, más que comunitaria, que aparezca, y es muy

normativa, estrictamente normativa, reduciendo a normativa evangelista las bienaventu-

ranzas. El catarismo, previsiblemente y con toda certeza, sin parecer que nos equivoque-

mos, es uno de las manifestaciones más desviadas, peligrosas y nefastas de la historia.

La jerarquización cátara se da en tres niveles (ideológicamente iniciáticos en integris-

mo): creyentes, consolados y perfectos o buenos cristianos (hombres buenos cabales,

puros). El obispo o clérigo cátaro no es un pastor sino un gestor espiritual (disfrazado de

espiritual y amigable, repartidor de un falso ánimo o de un consuelo que es algo a lo que

todo el mundo aspira o a lo que todo el mundo se agarra, cosas de estos tiempos o, tal

vez, de todos los tiempos).

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El catarismo se promueve desde una eclesiología de casas, no de iglesias en el sentido

de templos o monasterios. Las casas cátaras y su funcionamiento interno no se pueden

comparar con los recintos monásticos. Son casas sin clausuras, novedosamente abiertas

al entorno social, con trazos de acogedor recinto hospitalario y de taller. Como recintos

cristianos se planifican con sencillos ritos y con hermanamientos sencillos, amistosos,

piadosos, en torno al Evangelio en su interpretación absolutamente literal.

El obispo cátaro no se parece en nada a un prelado católico, pues no reside en un pa-

lacio o castillo, no tiene ningún parecido con un señor feudal sino que es itinerante, pre-

dicador, pobre, gestor en cualquier asunto que se le solicite, como pueden ser también

las ceremonias, los asuntos laborales, los financieros. Quien hace las veces de diácono a

su lado es en realidad un socio o ayudante, un compañero de vida y de itinerancia, un

joven que se forma bajo sus normas y enseñanzas, colaborando en todo, también en la

predicación, en los ritos, en las reuniones.

Iniciática y ritualmente hablando, el avance de proceso cátaro supone ciertamente

compromiso y consagración, a partir de la recepción de la oración dominical o Padre-

nuestro (que termina con la petición líbranos del mal, del Maligno). La renuncia al

mundo maligno y corrupto se sacraliza mediante la imposición de manos de los Per-

fectos, Hombres Buenos que invocan (a gritos) al Espíritu Santo para la transmisión de

la Perfección.40

Profesan entonces una serie de votos (que recuerdan la vida y costum-

bres monásticas), como las obligaciones del rezo en determinados momentos del día,

etc. Las promesas van muy encaminadas en la ascesis (ayunos y abstinencias) y en la

castidad. Los Perfectos entran en una absoluta vigilancia para no pecar lo más mínimo.

Para ellos, pecar es irreparable. Hay confesiones, con frecuencia públicas, pero no pa-

rece que celebren mucho la misericordia divina propiamente dicha. Como puritanos, los

cátaros son moralistas, rigurosamente rígidos, más intransigentes que tolerantes… Ya

iremos viendo, como prevemos, más cosas.

Las rutas que favorecen las ideas cátaras para penetrar en una determinada zona si-

guen por lo general las rutas comerciales y los lugares en los que se establecen ferias y

mercados. Coinciden estos lugares con la implantación de nuevos planteamientos finan-

cieros e incluso bancarios. Tienen que ver también estas rutas con el incremento de la

vida urbana sobre la estrictamente rural, cuando la burguesía emergente y cada vez más

sólida se sobrepone al feudalismo y se erige en condiciones de exigir o conquistar li-

bertades. Como decimos, ya lo iremos viendo en lo sucesivo de manera más pormeno-

rizada.

40

Los inquisidores les llamarán perfectos (o perfectas) herejes.

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Ducado de Suabia

En verano murió el duque Federico IV (Hohenstaufen) de Suabia, con 22 años de

edad. Lo contamos.

Federico IV de Suabia era primo del emperador Federico I (Barbarroja) del Sacro

Imperio Romano Germánico y fue quien le sucedió como duque de Suabia, en 1152,

cuando tenía escasos 7 años de edad. Era hijo del emperador germano Conrado III (pre-

decesor y tío de Federico I) y de su segunda esposa Gertrudis de Sulzbach. Como tal, a

Federico IV de Suabia (ahora difunto) le habría correspondido suceder a su padre Con-

rado III. Sin embargo no fue así. En su lecho de muerte, Conrado III, nombró sucesor a

su sobrino Federico I Barbarroja (29 años de edad entonces, año 1152), siendo éste el

único que se hallaba entonces un su presencia además del obispo de Bamberg. Al menos

esto es lo que se sabe o se supone. Conrado III le entregó las insignias imperiales a su

sobrino, a la sazón duque de Suabia, siendo éste sucedido en el ducado por Federico IV,

hijo de Conrado III.

Federico I no tardó nada en pedir a los eclesiásticos de Baviera que le respaldaran, de

modo que solicitó al arzobispo de Colonia (Reinaldo de Dassel) que convocara a toda

prisa un Reichstag (dieta o asamblea) a fin de consolidarse en su voluntad imperial.41

Allí los electores se pusieron de su parte, menos y el arzobispo Enrique I de Maguncia,

aliado del Papa (entonces Eugenio III). El caso fue que Federico I Barbarroja resultó

elegido como emperador, el cual se casó el año pasado (1166) con Gertrudis de Baviera,

hija de Enrique el León (güelfo) y de su primera esposa Clemencia de Zähringen.42

Los dos primos Federicos lucharon unidos en las campañas militares germanas sobre

Italia, llegando a ocupar Roma en julio de este año 1167. Pero pasó que al éxito militar

siguió una epidemia43

causando muchas bajas en el ejército, siendo una de las víctimas

de la enfermedad Federico IV de Suabia. Le sucede Federico V, hijo de Federico I

Barbarroja y de su esposa Beatriz de Borgoña. Federico V de Suabia tiene ahora 3 años

de edad.

41

Ser emperador, cosa que deseaba Federico I Barbarroja con todas sus fuerzas y empeños, era de re-

lativa importancia durante el siglo XII, porque mediaban muchos poderes al respecto, muchos poderes

que no querían tener a nadie por encima. Cada vez había más reyes que no aceptaban la autoridad im-

perial, siendo su rival más destacado el Papa de Roma. Esta lucha para saber quién era súbdito de quién es

la que hemos ido conociendo como querella de las investiduras, con la consecuencia de llevar a gran parte

de Europa a la guerra civil conocida como enfrentamiento prolongado entre güelfos (partidarios del Papa)

y gibelinos (partidarios de Emperador). Además, el denominado Sacro Imperio Romano Germánico no

era sino un conjunto de estados con más independencia que unidad o cohesión.

42

No tendrán hijos.

43

Probablemente de malaria.

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En pleno enfrentamiento con la Santa Sede, Federico I Barbarroja defendió en la

Dieta de Roncaglia (año 1158) la idea de una autoridad política fuerte que él desem-

peñaría como Emperador, siendo esa autoridad absoluta, indiscutible, universal y defen-

sora de la Iglesia (lo que conlleva inmiscuirse en ella, controlándola, sometiéndosela en

definitiva, lo que no están dispuestos a aceptar los Papas legítimos y por eso hay antipa-

pas). La pretensión de limitar el poder del Papado exclusivamente a la esfera espiritual

tiene muy enfrentado a Federico I con el Papa Alejandro III, sucesor de Adriano IV.

Alejandro III, en este 1167, apoyó en Italia la creación de la Liga Lombarda que pro-

vocó la expulsión de las tropas imperiales germanas del territorio italiano. Federico I

reaccionó atacando Italia y apoderándose de Roma, tal como estamos contando.

Aunque Federico I se encuentra aislado entre los monarcas cristianos más católicos

por su apoyo al antipapa Pascual III, logró entrar en Roma y entronizar al mencionado

antipapa, haciéndose coronar por él como emperador (y Beatriz, su mujer, como empe-

ratriz). El Papa Alejandro III, disfrazado de peregrino, marchó de Roma a Benevento. Y

todo acabó luego con una difundida y epidémica enfermedad que causó muchas bajas.

También murieron el arzobispo Reinaldo de Colonia,44

entre otra decena de obispos y

44

Reinaldo de Dassel fue arzobispo de Colonia entre los años 1159-1167, desempeñando el cargo de

canciller germano para Italia. Fue precedido como arzobispo por Federico II de Berg y sucedido por

Felipe I von Heinsberg. Reinaldo recibió sepultura en la catedral de Colonia.

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~ 29 ~

muchos nobles y caballeros. Además, el apoyo de la Liga Veronesa-Lombarda al Papa

obligó al emperador a efectuar algunos movimientos diplomáticos y de pactos con el

Papa Alejandro III.45

Podemos contar también que, habiendo muerto el rey Guillermo I

de Sicilia en 1166 y dadas las luchas sucesorias normandas que paralizaron el reino sici-

liano, sin que Alejandro III pudiera verse auxiliado desde el sur, Federico I aprovechó la

Hijo menor de un poderoso conde de Sajonia, Reinaldo de Dassel gozaba de gran reputación como pro-

fesor de estudios clásicos y fue miembro del capítulo de Hildesheim. Según las evidencias de que dispo-

nemos, fue nombrado preboste en 1148, y en 1154 recibió el nombramiento como Preboste de Petersberg.

Poco después de 1154 fue también preboste en Münster pero rechazó la Sede de Hildesheim donde vivía

como preboste también. Dio la orden para construir el primer puente de piedra sobre el río Innester en

Hildesheim.

En 1153 formó parte de una embajada enviada por Federico I Barbarroja al Papa Eugenio III, siendo

entonces cuando empezó a destacar como diplomático y político, tras lo cual, en 1156, el emperador le

nombró canciller. En la Dieta de Besançon (octubre de 1157) dejó claramente establecidas las líneas de su

política, que insistía en los derechos y el poder de los reyes alemanes, el fortalecimiento de la Iglesia

Católica (como incluida o integrada en el Sacro Imperio), la soberanía germánica sobre Italia y la pos-

tergación de la Santa Sede. Fue un personaje vitalista, enérgico, a veces duro e impulsivo y en otras oca-

siones frío y calculador. Fue hombre de báculo y de espada.

Aunque no deseaba la completa ruptura entre Roma y Alemania, y respetaba, como hombre medieval, a

la Iglesia, su temperamento llevó al emperador mucho más lejos de lo que éste hubiera querido o de lo

que hubiera sido conveniente dadas las circunstancias. Cuando Federico I finalmente se plegó a las exi-

gencias del Papado, fue Reinaldo el que le aconsejó no hacer concesiones que podían haber sido ven-

tajosas.

En 1158, Reinaldo efectuó un viaje diplomático a Italia con vistas a preparar la posterior visita del em-

perador. En 1159 fue nombrado arzobispo de Colonia, en pleno cisma entre el Papa Alejandro III y el

antipapa Víctor IV. En 1160 fue nombrado embajador imperial ante las cortes de Francia e Inglaterra con

el fin de lograr la adhesión de los reyes al bando del antipapa, pero sin éxito.

En enero de 1159, Reinaldo entró en Milán, conquistada pacíficamente el año anterior, pero fue expul-

sado y casi lo matan los milaneses. Federico I sitió de nuevo la ciudad, prácticamente destruyéndola por

completo en 1162, mientras Reinaldo seguía entablando negociaciones con Génova, Pisa y Francia. Tam-

bién destacó como mecenas del Archipoeta. Ver Epílogo VI.

En 1163, el Papa Alejandro III excomulgó a Reinaldo, que había proclamado a los cuatro vientos el

derecho del emperador a disponer de la Santa Sede. Basándose en los decretos aprobados en 1158 durante

la Dieta de Roncaglia, cerca de Piacenza, Reinaldo fue enviado nuevamente a Italia para hacerse cargo de

los asuntos imperiales. A la muerte del antipapa Victor IV, Reinaldo proclamó en Lucca un nuevo anti-

papa de su elección sin contar con la aprobación imperial, el antipapa Pascual III. El emperador Federico

I no tenía especial interés en continuar con el cisma, y Reinaldo sabía que procediendo como lo hizo

forzaba al emperador a seguir la lucha por la supremacía del Imperio.

En 1164, de regreso a Alemania desde Milán, llevó consigo las reliquias de los Reyes Magos como bo-

tín y regalo ofrecido al emperador. Desde entonces permanecen dichas reliquias en la catedral de Colonia.

Mientras tanto, el número de opositores al Papa legítimo (Alejandro III) aumentó en Alemania; incluso

consiguió Reinaldo que el rey Enrique II de Inglaterra se uniera a la acción política y eclesiástica en favor

del antipapa Pascual III, tomando el canciller nuevamente las armas en defensa de uno de sus principales

objetivos: la canonización de Carlomagno en Aquisgrán. En la primavera de 1167, se encontraba nue-

vamente en Italia, trabajando activamente en la preparación de una nueva visita (o campaña) del empe-

rador. Junto al arzobispo Christian de Mainz logró derrotar al ejército romano en la batalla de Monte

Porzio, el 29 de mayo. Ver Epílogo VII.

45

Sin embargo, todo quedará en intentos, porque Federico I acabará optando por aquello que le carac-

terizó: elegirse sus antipapas, siendo el turno, tras Pascual III (1164-1168), el de Calixto III (1168-1178).

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situación para comenzar su cuarta campaña italiana que pudiera ser también extensible

como campaña siciliana. Esta campaña había sido preparada en marzo de 1166 (Dieta

de Ulm, a orillas del Danubio). Pero finalmente, por los estragos de la enfermedad que

afecto al ejército germano, Federico hubo de regresar a Alemania más como derrotado

que como victorioso.

Las ciudades del norte de Italia se aprovecharon de la derrota del emperador, refor-

zándose la Liga Lombarda, tan beneficiosa para Alejandro III, al igual que para el reino

de Sicilia e incluso para el Imperio Bizantino.

En Alemania, la derrota imperial tuvo como consecuencia que Federico I tenga que

asumir el poder en numerosos territorios de los fallecidos, sobre todo en los territorios

ducales de los Hohenstaufen en la Alta Suabia. De esta manera, surge un cinturón de

territorios pertenecientes a los Hohenstaufen y al emperador que separa los territorios

güelfos de los gibelinos.

Federico IV de Suabia

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Monumento de Rainaldo de Dassel en Hildesheim (Baja Sajonia, Alemania)

Relicario de los Reyes Magos (Catedral de Colonia, Alemania)

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RUAN

(ALTA NORMANDÍA,

FRANCIA)

El 10 de septiembre de este año 1167, murió en Ruan (Alta Normandía), Matilde de

Inglaterra, madre del rey Enrique II de Inglaterra, a los 65 años de edad, siendo se-

pultada en la abadía benedictina de Bec.

Matilde fue reina de Inglaterra, no sin dificultades y siendo jovencísima, en 1141 (era

la segunda hija del rey Enrique I de Inglaterra –1100-1135– y de Edith de Escocia, la

segunda de las hijas de Malcolm III y de Santa Margarita de Escocia, su segunda es-

posa). Posteriormente, Matilde fue emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico

por su matrimonio con el emperador Enrique V (1111-1125), habiéndose celebrado la

boda en 1114, para reforzar o asegurar la alianza inglesa con el Sacro Imperio. Al ca-

sarse, Matilde tenía 11 años de edad y Enrique V 39. La boda se celebró en Maguncia.

Como emperatriz, Matilde gozó de mucha popularidad en Alemania, pero al enviudar,

cuando murió Enrique V (23 de mayo de 1125), regresó, sin hijos, a Inglaterra.

En Inglaterra estaban así las cosas: el 25 de noviembre de 1120, el príncipe Guillermo,

hermano de Matilde y heredero al trono, murió ahogado en Barfleur, cerca de Nor-

mandía, con tan sólo 17 años de edad. El rey Enrique I, que tenía al menos 20 hijos

bastardos, hizo lo indecible para que Matilde, su única hija legítima superviviente, fuera

reconocida como reina legítima de Inglaterra, cosa difícil entonces, porque ninguna mu-

jer había ocupado el trono inglés hasta entonces. Viendo Enrique I que los nobles es-

taban muy divididos ante esta cuestión y que se preveía enconamiento y guerra civil,

decidió casar de nuevo a Matilde, con algún noble poderoso y extranjero para ver si así

se contenían las ambiciones y las voluntades contradictorias de los nobles ingleses.

El novio que se le encontró a Matilde fue Godofredo V de Anjou, apodado Planta-

genet, heredero de los condados franceses de Anjou, Turena y Maine. La boda se ce-

lebró en la catedral de Le Mans, no lejos de París, el 26 de agosto de 1127. Matilde

contaba entonces con 25 años de edad y Godofredo, hijo de Fulco V de Anjou, acababa

de cumplir los 14.

En 1129, Fulco V se casó con Milisenda de Rethel, destinada a ser reina de Jerusalén,

de modo que Fulco V dejó el condado de Anjou y se convirtió en rey (consorte) de Je-

rusalén. Efectivamente, antes de irse a Jerusalén, cedió a su hijo Godofredo todos sus

dominios familiares y territorios franceses. Así fue como se convirtió Godofredo en du-

que de Normandía y conde Godofredo V de Anjou.

Matilde y Godofredo tuvieron tres hijos: Enrique (nacido en 1133, sucesor de Godo-

fredo como duque de Normandía y conde de Anjou, Turena y Maine, y rey de Ingla-

terra, como Enrique II Plantagenet, desde 1154, que se casó con Leonor de Aquitania,

ex-reina de Francia, pues estuvo casada con Luis VII), Godofredo (nacido en 1134, con-

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de de Nantes, muerto en 1148) y Guillermo (nacido en 1135, conde de Poitou, muerto

en 1164).

El rey Enrique I de Inglaterra murió cerca de Ruan (en Saint-Denis-le Fermont), el 1

de diciembre de 1135. Antes de morir, hizo jurar a los barones del reino que Matilde y

su esposo Godofredo serían sus sucesores en el trono. Sin embargo, los barones pre-

firieron proclamar a Esteban de Blois (hijo de Adela, hermana de Enrique I y primo, por

tanto, de Matilde), lo cual ocasionó dos décadas de convulsa anarquía o guerra civil

entre bandos, todo ello acrecentado cuando Esteban otorgó a los nobles ingleses su Car-

ta de Libertades por la que quedaban liberados de la férula feudal a la que estaban so-

metidos desde los tiempos de Guillermo I el Conquistador (1066-1087).

Estando así las cosas, Matilde desembarcó en Inglaterra dispuesta a hacer valer sus

derechos, pero no pudo defenderlos. Ni siquiera contó con el inhibido ejército nor-

mando de su esposo, porque lo que le importaba a Godofredo era más bien dominar

para sí, y no para Inglaterra, sus dominios en Normandía, alegando que tenía derecho a

ellos por su matrimonio con Matilde. Pero Matilde logró el trono de Inglaterra en 1141,

siendo proclamad Señora de los Ingleses por un concilio eclesiástico celebrado en Win-

chester. En junio de ese año hizo Matilde su entrada regia en Londres. Pero su falta de

tacto político para gobernar y sus exigencias tributarias hicieron que Esteban de Blois,

con mucho apoyo nobiliario, lograra deponerla. Matilde tuvo que huir a Oxford, en no-

viembre, cuando aún no había sido coronada como reina. En 1148, Matilde cejó en su

empeño de reinar en Inglaterra y acabó retirándose a Normandía, siendo allí duquesa

titular desde 1135 y a todos los efectos desde 1144. Su esposo Godofredo V murió en

Château-du-Loir, el 7 de septiembre de 1151, con 38 años de edad.

El caótico desgobierno inglés resultante en todas esas vicisitudes mostró finalmente su

curioso efecto: el de ampliar los dominios de la Casa de Anjou (con el ducado de Nor-

mandía conquistado por Godofredo en 1144 a favor de Matilde y de su hijo Enrique

Plantegenet). En 1153, por el Tratado de Wallingfor, se llegó al acuerdo sucesorio sobre

Esteban de Blois, reconociendo éste a Enrique II Plantagenet como su heredero y su-

cesor en el trono. Esteban de Blois murió en la portuaria Dover, del condado de Kent, el

25 de octubre de 1154, sucediéndole en efecto Enrique II como rey de Inglaterra.

La reina Matilde de Inglaterra

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RUS DE KIEV

Murió en este año 1167 el gran príncipe Rotislav I (Mstislávich) de Kiev, a la edad de

57 años.46

Era hijo de Mstislav I de Kiev (muerto en 1132) y de Cristina Ingesdotter

(hija de Inge I) de Suecia. Gobernó en medio de vicisitudes y asuntos familiares sobre

cuyos pormenores no entramos por no ser demasiado de nuestro interés. Lo constatamos

o notificamos sin ni siquiera adentrarnos en la sucesión, igual que notificamos, también

en este año, la muerte de la madrastra de Rotislav, Liubava Dmítrievna Zavídich, una

noble de Nóvgorod, segunda esposa de Mstislav I de Kiev, al enviudar éste de Cristina.

Rotislav I de Kiev

46

Si nació, como se supone, en 1110.

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EPÍLOGO I

EL PUENTE ROMÁNICO O DE PIEDRA EN ZAMORA

El puente románico de Zamora, conocido también como Puente de Piedra, se deno-

minó Puente Nuevo en la Edad Media,47

terminándose su construcción a comienzos del

siglo XIII, aunque se fue remodelando o reformando posteriormente en varias ocasio-

nes. Fue durante siglos el único puente sobre el Duero a su paso por Zamora, comu-

nicando los barrios del arrabal con el centro de la ciudad.48

Al ser atravesado por la Vía

de la Plata, fue un lugar destacado en el tránsito de personas, mercancías y rebaños, des-

tacando la actividad de la trashumancia y de la peregrinación jacobea. Históricamente es

parte de la calzada romana conocida como Iter ab Emerita Asturicam (del Itinerario de

Antonio o Antonino).49

47

La denominación medieval de Nuevo que figura como calificativo desde sus inicios medievales puede

provenir de la existencia de otro puente romano cuyos restos aún hoy en día son apreciables y del que

existen algunas inscripciones en piedra: sub veteri ponte. El puente viejo fue el que se menciona en el

milagro de San Atilano, primero obispo de Zamora, muerto en el año 916. Se cuenta que atravesó aquel

puente huyendo de los musulmanes y que el puente se hundió cuando intentaban pasar por el los perse-

guidores.

Sobre la existencia simultánea de los dos puentes, o de los tres siglos que mediaron entre el derribo de

un puente (el viejo) y la construcción del nuevo, no parece haber consenso entre los historiadores. Tal vez

ambos puentes existieron juntos, siendo posible que el puente viejo entrase en ruina en el siglo XII, y

perviviese como paso muy inestable, salvándose en ocasiones los vanos de los arcos mediante estructuras

de madera provisionales hasta el año 1300. Los historiadores que niegan la existencia de ambos puentes

mencionan que hubo un período de tiempo en el que se tuvo que vadear el río por el citado vado de Don

García. Es decir, desde el siglo X, cuando se destruyó el puente viejo, no se volvió a reconstruir uno

nuevo con el objetivo de hacer una defensa pasiva de la ciudad al no facilitarse el tránsito, justo cuando

Zamora era cercada por los musulmanes invadiendo desde Al-Ándalus. Autores como César Fernández

Duro (1830-1908) o su contemporáneo Ursicino Álvarez son partidarios de la existencia de un lapso de

tiempo entre la destrucción del puente viejo (o romano) y la construcción del románico o nuevo, época en

la que sería necesario vadear el río. Pero otros autores mantienen la coexistencia de ambos puentes por

bastante tiempo.

48

Actualmente, siendo un puente simbólicamente emblemático de Zamora, es una vía de enlace entre la

Avenida de Vigo por su margen derecho y la Plaza de Belén por su margen izquierdo. En intervenciones

realizadas a comienzos del siglo XX se modificaron radicalmente muchos de sus elementos ornamentales;

se eliminaron las dos torres existentes a ambos lados de la entrada, con el fin de hacerlo más accesible al

creciente tráfico de vehículos. Gran parte de los adornos y ornamentos del puente desaparecieron en esa

profunda reforma. Sólo queda del material pétreo original: las bóvedas de los arcos mayores y las pilas,

aunque éstas fueron retocadas a conciencia.

49

El llamado Itinerario Antonino o Itinerario de Antonino Augusto Caracalla es un documento romano

de la Antigüedad, supuestamente redactado en el siglo III, en el que aparecen recopiladas las rutas

del Imperio Romano. De este Itinerario sólo se conserva la copia procedente de la época de Diocleciano

(siglo IV). A pesar de su nombre, no parece que tenga relación con el emperador Antonino Pío (138-161)

sino más bien con Marco Aurelio Antonino, conocido como Caracalla (211-217).

En cada ruta o calzada se identificaban mansiones, correspondencias y millas. Parece ser que el Itinera-

rio se ideó no tanto para facilitarle el trayecto a los viajeros sino más bien para facilitar la localización de

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Desde que se originó Zamora como ciudad o población, el Duero se atravesaba por el

conocido como vado de Don García, situado a la altura de la ermita de Nuestra Señora

la Virgen de la Peña de Francia. De hecho, lo recintos amurallados de Zamora se refor-

zaron siempre por este lugar, el más accesible y necesitado de defensa.

Lo cierto es que se tiene constancia documentada del puente nuevo o románico desde

el año 1167 nombrándose como Pontem Novum. Su diseño y construcción responden a

los criterios constructivos de la época, destacando sus arcos apuntados, de los que ac-

tualmente se conservan quince. Posee elementos arquitectónicos para contrarrestar el

empuje del agua en las crecidas: tajamares o partidores de flujo, espolones, óculos de

alivio y arquillos.

Había una puerta de acceso en forma de arco: la puerta de Tajamar. Tenía un tramo

oblicuo al eje principal viario del puente dispuesto con carácter defensivo, pues un asal-

tante o enemigo podría ser visto e interceptado desde el centro mismo del puente.

Las frecuentes crecidas fueron dañando algunos de los ojos del puente. La crecida de

1597 alcanzó a la cota de la iglesia románica de Santa María de la Horta (siglos XII-

XIII), sobrepasando metro y medio de altura (la misma cota que se alcanzó en la gran

crecida del año 1739). Una de las crecidas más tristemente famosas, la de la noche de

San Policarpo (26 y 27 de enero de 1626), se acarreó por la crecida de los afluentes. El

Tormes, a su paso por Salamanca, causó la rotura del puente romano salmantino, cau-

sando muchas muertes e inundaciones catastróficas.50

Hubo de nuevo grandes y graves

crecidas en 1719. Las obras de remodelación del puente eran constantes a lo largo del

siglo XIX y su coste suponía un esfuerzo habitual a las arcas del Ayuntamiento.

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) se demolió el vado central del

puente para impedir el acceso de las tropas francesas. Posteriormente se concluyó la

obra de carretera que da al puente, que sufrió desde entonces el reto de los vehículos

actuales. A finales del siglo XIX el estado del puente era tan preocupante que se decidió

cerrarlo al tráfico. Para aliviar el servicio que estaba prestando el Puente Románico o de

Piedra se construyó otro puente, el de estructura metálica a poca distancia aguas arriba.

Es el conocido como Puente de Hierro, obra realizada por Prudencio Guadalajara que

empezó en 1882 y se inauguró en 1900.

El puente románico tuvo su más profunda reforma o restauración entre los años 1905-

1907, siendo una reforma que Gómez Moreno (1870-1970) califica de “nuevo atentado

los núcleos de población con fines recaudatorios. A pesar de ello, las indicaciones sobre distancias han

permitido localizar muchos emplazamientos hoy desaparecidos, así como caminos alternativos que no do-

cumentan otras fuentes. Se señalan 372 rutas del Imperio, de las cuales 34 corresponden a Hispania.

50

El año 1626 comenzó con abundantes nieves y con intensas lluvias que provocaron grandes crecidas en

toda la cuenca del Duero, destacando el brutal y repentino desbordamiento del Tormes. Se contabilizaron

142 muertos y muchos destrozos. En ese mismo año se repitió otra riada en el mes de febrero. Iglesias y

casas situadas en las proximidades del río fueron gravemente dañadas. Las iglesias ubicadas en la vega

del río, así como el puente romano, se vieron seriamente afectados. El puente romano de Salamanca hubo

de ser restaurado y reconstruido en gran parte.

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artístico seguido de impunidad silenciosa”. Sorprendentemente no se empleó la vieja

fábrica en la nueva, rompiéndose así con lo que es habitual en casos de restauración.

Ya a mediados del siglo XX el puente sufre otras reformas como el asfaltado del ta-

blero, para poder acomodarse a la nueva forma de transporte y a los actuales vehículos.

Esta reforma mejoró las prestaciones de tránsito por el puente, pero se perdió en la ca-

pacidad de drenaje diseñada previamente por Luis de Justo (siglo XIX).

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EPÍLOGO II

EL MANTEL DE LA ÚLTIMA CENA

ENTRE LAS RELIQUIAS DE LOS TEMPLARIOS

EN SU ENCOMIENDA DE ALCONÉTAR Y OTROS MISTERIOS

Cofrades de la Sagrada Cena de Cáceres portando la Sagrada Reliquia del Mantel

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En Alconétar, a orillas del río Tajo, los caballeros templarios levantaron una fortaleza,

al parecer sobre las ruinas de un templo romano. Allí custodiaban, entre un conjunto de

reliquias “milagrosas”, el Mantel de la Última Cena de Jesús cuando celebró la Pascua

con sus discípulos antes de su pasión y muerte de cruz. Se cuenta que el sagrado mantel

era prodigioso, sobre todo cuando se hacían sobre él invocaciones y conjuros. Podía ser

habitual que se llenara de manjares.

Tras la disolución de la Orden del Temple, en 1314, se “descubrió” en el subsuelo de

la catedral vieja de Coria (Cáceres) una reliquia sobre la que se sostuvo que era el

Mantel de la Última Cena, el mismo que probablemente habían custodiado los templa-

rios de Alconétar. La reliquia se conserva actualmente en la catedral de Coria.

En 1213, poco después de la trascendental batalla de las Navas de Tolosa (1212), se

aseguró la frontera con los musulmanes, habiendo sido derrotados los almohades. Todo

ello contribuyó a que la zona de Alconétar adquiriese mucha relevancia, además de

prosperidad, y la reliquia del Mantel gozase de mucha resonancia. Luego decayó la de-

voción al respecto a raíz de la disolución de la Orden del Temple en el siglo XIV. A la

desaparición de los templarios siguió también la de sus afamadas reliquias, cuyo culto y

veneración al igual que sus caballeros quedaron malditos y olvidados, hasta que, hacia

1403, comienzan a verse en los documentos episcopales de la diócesis de Coria noti-

cias referentes a ciertas reliquias de origen desconocido o incierto para las que se cons-

truyó un relicario en la catedral y una capilla que lo albergara (años 1495-1496). Eran

16 las reliquias, si bien sólo 3 tenían veneración y culto: La Vera Cruz, la Santa Espina

y el Mantel de la Sagrada Cena.

Una bula de Benedicto XIII (1724-1730) daba fe de que en Coria habían sido encon-

tradas las mencionadas reliquias, en el subsuelo de la catedral vieja, dentro de unas ar-

cas, durante la construcción del edificio nuevo en el siglo XVI, y que ya se les venían

rindiendo culto los días 3 de mayo con gran asistencia de fieles. Esto, según los investi-

gadores e historiadores, hace pensar que el Mantel debió de haberse encontrado entre el

año 1370 o en el último tercio del siglo XIV, siempre teniendo en cuenta que en tal fe-

cha se redactó en Coria el Estatuto Capitular que trataba de las fiestas a celebrar allí y

que no mencionan aún ninguna festividad considerando las Sagradas Reliquias. Luego

sí, restaurado el culto de las reliquias en Coria, tanto un sínodo diocesano como los

obispos de Coria-Cáceres y la Santa Sede se encargaron de resalar la importancia de las

Reliquias y se preocuparon acerca de la autenticidad de las mismas, sobre todo la del

Mantel. Parece ser que esta pieza se guarda en su verdadera magnitud (aunque se con-

servan pequeños trozos en otros lugares, precisamente cortados del de Coria).

La tradición señala que la reliquia que actualmente se expone en la catedral de Coria,

había sido llevada de Jerusalén a Roma por Santa Elena, madre el emperador Cons-

tantino I. De allí pasaría al “Tesoro de Carlomagno” y finalmente a manos de los tem-

plarios, los cuales la llevaron a su encomienda de Alconétar en 1167.

La fiesta en torno a la preciada reliquia se vino celebrando el 3 de mayo, colocada en

un trono alrededor del altar mayor, celebrándose aquí una Misa Solemne. Luego, en el

atrio de la iglesia, se subía la reliquia sobre una tribuna y se mostraba a los fieles, des-

plegada cual pendón de bendiciones. Por un extremo quedaba a la altura de los fieles,

que rivalizaban apasionadamente por besar la pieza. Eso mismo conllevaba que no fal-

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tara quien se hiciera con parte de la tela, lo cual fue deteriorando el Mantel. Por eso

mismo, ya en el siglo XVIII, se suprimió la presentación de la Reliquia en la tribuna y

se dispuso su veneración sólo a distancia y en torno al altar, en el interior de la iglesia.

No fue una buena solución, porque la gente, mostrándose tan fervorosa como realmente

pagana, se apoderaba del Mantel pasándolo de mano en mano o restregándose el cuerpo.

Aquello ya no parecía una reliquia sino un amuleto, consecuentemente deteriorándose.

En 1791, el Cabildo Catedralicio de Coria aprobó y decidió la supresión de cualquier

acto público de veneración de la Reliquia. Desde entonces las reliquias se veneran en la

Capilla del Relicario, sin que se volviera a ver el Sagrado Mantel, bien asegurado en su

arqueta de plata. Esto hizo que la devoción fuera decayendo, de modo que al cabo de un

siglo la gente, salvo excepciones, se fue olvidando de la Reliquia.

El Mantel de la Sagrada Cena mide 4,42 metros de largo por 92 centímetros de ancho;

esta realizado en tela de lino, blanco, con sencillos adornos en azul por uno de los

extremos del largo y rayas del mimo color en el otro, con una trama que hace resaltar

ciertas formas geométricas pero también lleno de roturas y desgarros.

En 1960, después de 169 años, el Mantel volvió a ver la luz, pero esta vez no fue en

Coria ni ritualmente. El Arca de Plata que contiene en su interior el Mantel de la Sa-

grada Cena fue abierta en los laboratorios del Museo de Ciencias Naturales de Madrid

para que la tela fuera examinada por especialistas. Los análisis determinaron que se tra-

taba de un tejido de lino blanco, en parte teñido de azul, que por su estructura y técnica

de fabricación era de procedencia arábiga. Se habló de utilizar también el método del

Carbono-14 en laboratorios holandeses, pero dicha técnica no estaba entonces perfec-

cionada y se desistió de practicarla. Al menos esa fue la explicación oficial.

Además, las autoridades “olvidaron” precisar públicamente que la procedencia arábi-

ga del Mantel se refería a la Edad Media (andalusí), entre los siglos XI-XIII, no al siglo

I. Sin embargo, aquellos simples datos y omisiones sirvieron para reafirmar la “autenti-

cidad” del Sagrado Mantel y para que se intentara resucitar su legendario culto, con las

consiguientes peregrinaciones y consabidos beneficios económicos. Los interesados ig-

noraban que, a pesar de todo, la España de 1960 no era ya la de la Reconquista ni la de

las peregrinaciones al modo medieval, y el asunto murió en el intento. Desde entonces,

la reliquia sólo ha vuelto a ser venerada con cierta relevancia pública en la ocasión de

alguna conmemoración especial y hoy se recuerda al Mantel menos por su culto que por

sus leyendas.

En el año 2005, con motivo de una exposición realizada en Cáceres sobre el Arte Reli-

gioso en la Diócesis de Coria-Cáceres, el Arca que contiene el Mantel fue llevado a esta

ciudad extremeña. Además de ser expuesto, salió en la procesión del Corpus, llevado

por los cofrades de la Hermandad Eucarística de Cáceres.

Además de todo lo referente a las Sagradas Reliquias, se cuentan en Garrovillas de

Alconétar algunos otros misterios, relacionados con duendes, diablos, monaguillos, pa-

sadizos secretos, sirenas malditas, princesas encantadas, tesoros ocultos y hasta supues-

tos caníbales que jalonan sus piedras y sus campos.

Si alguien piensa que Extremadura no tiene sirenas por no tener mar se equivoca.

Extremadura es la región española con más kilómetros de costa (de agua dulce), siendo

una tierra con su mitología repleta de preciosas mujeres con cola de pez que embrujan

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con su melodiosa voz y sus largos cabellos a los incautos que osan acercarse a sus

territorios acuáticos.

No sólo existen (supuestamente) sirenas en Extremadura sino que es de ahí una madre

o abuela de todas las sirenas, desde que allá por el año 2000 a. de C. alguien vio (o

soñó) una en el Tajo y la dibujó. Aún se conserva esa pintura rupestre en una cueva de

entre las escarpadas rocas con conforman el Parque Natural de Monfragüe. Es la Sirena

de Monfragüe.

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Hay en Extremadura hasta una muy conocida comarca, la de La Serena, cuyo nombre

deriva de Sirena, porque un de estas ancestrales criaturas nadaba a sus anchas por las

aguas del Guadiana que transcurren por estas tierras. Villanueva de la Serena, si nos

atenemos a la leyenda, se llama así por haber evolucionado el nombre desde Villanueva

de la Sirena.51

Como toda sirena, según las leyendas mitológicas, destaca en esta criatura el atractivo

que su hermosa voz ejerce sobre quienes, en el silencio de las noches apacibles, tienen

ocasión de escuchar sus cantos acompañándose de algún instrumento. Es una criatura

con cuerpo de diosa, cara de luna, tez de alabastro, verdes los ojos, las manos blan-

cas…, de voz melodiosa y andar de reina que cautivaba a los más garridos mozos, entre

ellos un conde de Castilnovo, que atraídos por sus encantos, y hechizados ante la ima-

gen que mostraba el espejo de las aguas, morían de amor.

51

Una sirena localizable en los remansos de agua situados junto al Castillo de la Encomienda de la loca-

lidad o Castilnovo (llamado anteriormente Mojáfar por los musulmanes).

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La sirena está presente en el escudo de Villanueva de la Serena y en escultura que

adorna el Parque de la Constitución de esta ciudad extremeña.

Escudo de Villanueva de la Serena (Badajoz)

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~ 44 ~

Otra que tal canta es la Sirena de Usagre (Badajoz), conocida como La Cantamora,

bella agarena enamorada del consabido cristiano al que su padre, alcaide de la fortaleza,

ordena dar muerte. La desdichada se arroja entonces a la fuente de La Luná, se abren las

aguas y se tragan a la bella mora, que desde entonces se ve convertida en sirena y con-

denada a emerger de la piedra cada noche de San Blas (3 de febrero), cuando el agua

del manantial sirve de espejo a la luna, y se acicala en la fuente entonando dulces can-

ciones, mientras peina sus cabellos con peines de plata, marfil y coral.52

Pero La Cantamora no está sola. Dos toros negros la acompañan en su salida anual, y

se asegura que quien la ve, muere indefectiblemente.

52

Parecida leyenda hay también en Talavera la Real (Badajoz).

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~ 45 ~

Dime tú, bella luna febrerina

si es cierto que en la noche de San Blas

cuando tu luz plateada la ilumina

se baña una sirena en “La Luná”.

Dime amiga si es cierto que aparece

con sus peines de plata y de marfil,

si es verdad que su canto te adormece,

si su cabello es oro, si nácar su perfil.

Cuéntame amiga que quiere acompañarle,

burlando al vigilante toro negro,

llegarme hasta su lado, con mil artes

acariciar su cuerpo, tocarle sus cabellos.

También en la comarca cacereña de Las Hurdes se cuentan legendarias historias de si-

renas.

Paisaje de las Hurdes (Cáceres)

Sin salir de la comarca de Las Hurdes se habla sin parar de la extraña sirena que se

deja ver en las cercanías del poblado de Aceitunilla, una sirena conocida como la sirena

de la Pesga, mucho menos romántica y más enigmática que todas las anteriores.

Centrándonos de nuevo en Garrovillas de Alconétar, hay leyendas de brujas y aque-

larres, lo mismo que de duendes y de muchos otros misterios. Y hay que decir que, al

adentrarnos en la plaza medieval de este pueblo y recorrer sus calles, tenemos la sensa-

ción de viajar al pasado y al misterio.

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En la monumental iglesia de San Pedro hay una curiosidad. Dicen que allí está ence-

rrado el diablo. Se cuenta que cuando se estaba construyendo esta iglesia, quiso cotillear

por allí el diablo. Se asomó a una ventana gótica y quedó aprisionado, quedando con el

culo y las patas traseras fuera del templo, mientras que su cabeza, con sus cuernecillos

de carnero y cara de espanto, aseguran que asoma al interior, aunque no puede verse por

estar cubierto por el retablo mayor.

Pero la realidad es que el culo que asoma al exterior de la iglesia no es precisamente

del diablo sino de la figura tetramórfica del evangelista San Marcos, es decir, la figura

de un león por detrás. No obstante, la gente sigue con su denominación de culo del dia-

blo.

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~ 47 ~

No es el único enigma pétreo que se encuentra en Garrovillas de Alconétar. Al lado de

otra iglesia, la de Santa María de la Consolación en la plazuela de las Nieves, en una hu-

milde casa, hay una extraña figura esculpida y encalada bajo la chimenea. Parece un

hombre, tocado con un extraño sombrero y mostrando una intensa expresión de dolor o

de miedo, mientras alza sus brazos al cielo. Se cuenta que dicha figura es la de un mo-

naguillo que allí se estrelló. El relato dice que, hace muchos años, un monaguillo tocó

las campanas con tanto ahínco que la fuerza bestial del bronce lo volteó, arrojándolo

desde lo alto de la torre y estrellándose contra el suelo. Quisieron los familiares rendirle

tributo y no olvidarlo, por lo que esculpieron en la casa contra la que murió esa extraña

figura triste y aterrorizada, alzando eternamente los brazos como queriendo asirse a una

cuerda inexistente. Y lo mismo que a este monaguillo muerto prematuramente se re-

cuerdan en Garrovillas de Alconétar otros personajes de leyenda y misterio.

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~ 48 ~

EPÍLOGO III

LA CÁBALA

La cábala (en hebreo qabbalah, recibir) es una disciplina y escuela de pensamiento

esotérico53

que se relaciona con el judaísmo. Utiliza varios métodos más o menos arbi-

trarios para analizar sentidos recónditos de la Toráh (el Pentateuco).

En la antigua literatura judaica, exceptuando el Pentateuco, la cábala era el cuerpo to-

tal de la doctrina recibida y tradicionalmente transmitida por poetas y hagiógrafos. Eran

tradiciones orales o escritas que se fueron incorporando a la Mishná.54

Los textos princi-

53

Lo esotérico, que en terminología griega hace relación a “lo de dentro, lo íntimo, lo interior”, se re-

fiere al conjunto de conocimientos o doctrinas (conllevando ritos, técnicas y tradiciones) de índole ini-

ciática y oculta o secreta, como una “filosofía profunda” (con su modo de vida) que contrasta con lo

exotérico o lo que resulta fácil y accesible a la gente común como cultura que se transmite de modo libre

y general. El esoterismo es propio de círculos restringidos de personas a los que se pertenece por un alto y

complejo grado de iniciación.

La esotérica era en la antigüedad griega, como en otras viejas culturas, una de las formas de impartirse

ciertas enseñanzas que sólo se podían recibir por pertenencia interna de las correspondientes escuelas,

siendo distinta de la enseñanza en general o pública que se impartía en contextos externos o al aire libre.

Hubo maestros, como el presocrático Pitágoras (siglos VI y V a. de C.), que se dedicaron tanto a la eso-

térica (las cosas difíciles o más trascendentales) como a la exotérica (las cosas fáciles o más comunes).

Entre las corrientes esotéricas orientales podemos destacar: la cábala (en el judaísmo), el reiki (japonés),

el sufismo (islámico), el tantra (hinduista, budista, etc.), el taoísmo (chino), la vajrayana (budismo tán-

trico), el yoga (de sincretismo indio) o el rastafari (etíope).

Entre las corrientes esotéricas occidentales, remontándonos a la antigüedad clásica, sin que hayan desa-

parecido, tenemos: el orfismo, el pitagorismo, el gnosticismo. Sobre estas corrientes, puede leerse: Ber-

nabé, A. – F. Casadesús (2009): Orfeo y la tradición órfica. Un reencuentro, Madrid, Akal (dos volúme-

nes); Bernabé, A. (2004): Textos órficos y filosofía presocrática. Materiales para una comparación,

Madrid, Trotta; (2003): Hieros Logos. Poesía órfica sobre los dioses, el alma y el más allá, Madrid, Akal;

Herrero de Jáuregui, M. (2007): Tradición órfica y cristianismo antiguo, Madrid, Trotta; García Bazán, F.

(2003, ss., tres volúmenes): La Gnosis eterna. Antología de textos gnósticos griegos, latinos y coptos,

Madrid, Trotta.

Más recientes a nosotros, podemos destacar como corrientes esotéricas occidentales, más o menos so-

ciedades secretas, las siguientes: el hermetismo (del mítico Hermes Trimegisto), la masonería o francma-

sonería, la rosacruz, el martinismo, la teosofía, la antroposofía o el thelema (una filosofía y ética de má-

ximas).

Actualmente, todo muy relacionado con el fenómeno New Age, tienen también relevancia o divulga-

ción: la astrología, la geomancia, la magia, el tarot, el naturismo, el karma, etc.

Podemos leer, por ejemplo: Corsetti, J. P. (1993): Historia del esoterismo y de las ciencias ocultas,

Buenos Aires, Larousse Argentina; Faivre, A. (1976): El esoterismo en el siglo XVIII, Madrid, EDAF;

Faivre, A. – J. Needleman (comps.) (1992): Espiritualidad de los movimientos esotéricos modernos, Bar-

celona, Paidós; Quiñones Vesperinas, P. A. (1980): Introducción al estudio del esoterismo, Buenos Aires,

Kier; Riffard, P. A. (1983): Diccionario del esoterismo, Madrid, Alianza; (2001): ¿Qué es el esoterismo?

Las doctrinas metafísicas y sus máximos exponentes en la historia, México, Editorial Diana; Servier, J.

(dir.) (1989): Diccionario crítico de esoterismo, Madrid, Akal.

54

Un cuerpo exegético de leyes judías compiladas que recoge y consolida la tradición oral hebrea desa-

rrollada durante siglos desde que fuera redactada la Toráh o Pentateuco y que se fue consolidando o

codificando a partir del rabí Yehudá Hanasí (hacia finales del siglo II) y posteriormente.

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~ 49 ~

pales son: el Árbol de la Vida, el Talmud de las 10 sefirot, el Zohar, el Séfer Yetizirá y

el prefacio de la Sabiduría de la cábala.55

La cábala surgió hacia finales del siglo XII en el sur de Francia y España (Sefarad),

más concretamente en Provenza y Cataluña, entre las comunidades judías más vincula-

das a Tierra Santa.

Consideran los cabalistas que la cábala es la fuente de todas las tradiciones místicas

judías que se fueron acumulando desde tiempos veterotestamentarios (Tenaj), siendo

como tal de naturaleza gnóstica y cátara (propia de los herejes albigenses, de los cuales

trataremos en su momento).

55

El árbol de la vida es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo. Está compuesto

por 10 esferas (sefirot) y 22 senderos, cada uno de los cuales representa un estado (sefirá) que acerca a la

comprensión de Dios y al modo de la creación del mundo. La cábala desarrolló este concepto como un

modelo realista que representa un “Mapa de la Creación” (la cosmología de la cábala). Puede que este

símbolo tenga que ver con el relato del Génesis 2, 9, conceptualizado por los gnósticos, por los herme-

tistas, por algunos cristianos (herejes) e incluso por algunos paganos.

El Árbol de la Vida se representa en el conocido Árbol Sefirótico, que se compone de diez emanaciones

espirituales por parte de Dios, a través de las cuales se originó todo cuanto existe. Esas diez emanaciones,

para formar el Árbol de la Vida, se intercomunican con las 22 letras del alfabeto hebreo (lo veremos en el

texto que redactamos). Es posible apreciar el detalle del desarrollo de este árbol, en libros como Séfer

Yetzirá. Se trata de un compendio muy profundo que requiere instrucción adecuada y un guía erudito.

Las 10 sefirot son:

1.- Kéter (La Corona. Providencia equilibrante).

2.- Joimá (La Sabiduría).

3.- Biná ILa Inteligencia siempre activa).

4.- Jesed (La Misericordia. Grandeza).

5.- Gevurá (La Justicia. Fuerza).

6.- Tiféret (La Belleza).

7.- Netsaj (La Victoria de la Vida sobre la Muerte).

8.- Hod (La Eternidad del Ser. Gloria).

9.- Yesod (El Fudamento. La Generación o piedra angular de la Estabilidad).

10.- Maljut (El Reino. Principio de las Formas).

Los textos más tempranos que describen el árbol de vida son el Bahir, el Séfer Yetzirá, el Séfer Raziel

Hamelech y el Zohar (siendo este último probablemente el más influyente). Se describe el Árbol de la

Vida a modo de diagrama en el que se combinan las sefirot, las cuales mantienen sus semejanzas en cuan-

to a la descripción gnóstica de Dios.

En el libro de ficción Ami, el niño de las estrellas, del mexicano Enrique Barrios, se menciona el Árbol

de la Vida, así como también se menciona, como tema principal, en El péndulo de Foucault, de Umberto

Eco.

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Alefato o alfabeto hebreo de 22 caracteres y su acróstico cabalístico

Figura Letra Símbolo Equivalencia Valor Figura Letra Símbolo Equivalencia Valor

sámej S s 60 ס alef A A 1 א

áyin O o 70 ע bet b b v 2 ב

pe P p 80 פ gimel g G 3 ג

tsadik Ts ts 90 צ dálet d D 4 ד

quf Q q 100 ק he' h H 5 ה

reish R R 200 ר vav V U, W, F 6 ו

shin Sh sh s 300 ש zayín Z Z 7 ז

taf T t 400 ת jet j J 8 ח

k final ך tet t T 9 ט

500

m final ם yod i y, i 10 י

600

n final ן kaf k K 20 כ

700

p final ף lámed l L 30 ל

800

ts final ץ mem m M 40 מ

900

'alef ”א nun n N 50 נ

1000

Dado que en hebreo no se escriben los sonidos vocálicos, se puede obtener una con-

siderable cantidad de palabras ocultas. Por ejemplo, el Deuteronomio (30, 12) pregunta:

“¿Quién subirá por nosotros al reino de los cielos…?”. Tomando las letras iniciales y

las finales de cada palabra, se obtiene la siguiente respuesta: “Los justos verán a Dios”.

Todo, pues, viene a ser anagramático. Cada letra como elemento creador tiene asignado

un número, lo que le confiere significados aún más crípticos a textos como la Toráh o,

en realidad, a cualquier otro. Según la técnica denominada termurá las letras se permu-

tan anagramáticamente. Ya que en el hebreo escrito no hay vocales, de la lectura de una

palabra como YHWH se sigue WHYH, HWYH, cada una con un posible significado

simbólico concreto. La gematría es otra disciplina de interpretación que consiste en cál-

culos numéricos obtenidos a partir de las letras del alefato o alfabeto hebreo. Éste sin-

tetiza 10 significaciones posibles en cada letra, a saber: relativas al concepto que encu-

bren, a su significado estricto, a su forma, a su número, a su significación celeste (zo-

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diacal y astrológica), a su localización temporal (en estaciones, días de la semana y

meses), a su relación con el cuerpo humano, su efecto sobre las habilidades y los dones

del hombre, simbolizando a personajes importantes de la historia de Israel y especifi-

cando la dirección de los canales que unen a las diez sefirot.

Como bibliografía sobre la cábala o cabalística se nos ofrece, por ejemplo: Bar Iojai,

S. (2006-2013): El Zohar traducido, explicado y comentado, Barcelona: Obelisco; Idel,

M. (2009): Cábala y Eros, Madrid, Siruela; (2005): Cábala. Nuevas perspectivas, Ma-

drid, Siruela; Laenen, J. H. (2006): La mística judía. Una introducción, Madrid, Trotta.

El Árbol de la Vida. Cada círculo representa una de las diez sefirot

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Árbol de la Vida, de Athanasius Kircher (1602-1680)

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EPÍLOGO IV

EL AJEDREZ

Miniatura del folio 25r del Códice de Alfonso el Sabio (Libro del Acedrex, Dados e

Tablas, año 1283) que muestra a dos caballeros templarios jugando al ajedrez,

cosa que en un principio no les estuvo permitido

El ajedrez no es un simple juego de mesa; es mucho más. El ajedrez lleva implícito su

propio mundo simbólico, no sólo en el tablero sino en todas las piezas que forman parte

de este ejercicio de estrategia e inteligencia. El origen del ajedrez es brahmánico56

y su

56

El brahmanismo es una religión de transición entre la religión védica (extinguida hacia el siglo VI a. de

C.) y la religión hinduista (a partir del siglo III d. de C.), si bien hay quienes consideran que brahmanismo

es lo mismo que vedismo y que la religión védica estuvo vigente más o menos entre mediados del siglo II

a. de C. y el siglo IV a. de C.

La base del brahmanismo era el consumo ritual de soma (droga psicotrópica considerada narcótico divi-

no) y en opulentos sacrificios de animales efectuados por sacerdotes brahmanes. Así lo señala el Rigve-

da, (el texto literario más antiguo de la India, de hacia la mitad del segundo milenio a. de C.), que es un

texto épico-religioso con himnos dedicados a múltiples dioses. En aquellas ceremonias sólo podían parti-

cipar las castas brahmanes más altas (sacerdotes y chatrías o jefes políticos y militares, reyes y guerreros

que poseían conocimientos secretos o saberes ocultos).

Del brahmanismo védico surgió en el siglo IV a. de C. el budismo, como reacción contra la rigidez reli-

giosa y de castas, sobre todo contra la casta sacerdotal que era la que controlaba el saber y el poder socio-

económico.

En el hinduismo, los brahmanes se convirtieron en los únicos depositarios del conocimiento acerca del

Brahman único (lo Divino sin forma, generador de todos los dioses). Ya no había chatrías que tuvieran

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simbolismo guerrero iba dirigido a la casta de los chatrías, de príncipes y nobles, que lo

consideraron como una “escuela de gobierno y defensa”.

Según El libro del ajedrez, del rey de Castilla Alfonso X el Sabio (siglo XIII), el ta-

blero del ajedrez, símbolo del mundo, representa y esquematiza el universo.

Cosmológicamente, la franja que rodea las cuatro casillas interiores corresponde a la

órbita del Sol con los 12 signos del Zodíaco. La franja que rodea las casillas exteriores

representa las 28 casas de la Luna. Además, el cuadrado del tablero plasma los movi-

mientos cósmicos que se desarrollan en el tiempo. Los planetas juegan también su papel

en el juego.

Por todo ello, una partida de ajedrez es mucho más que un simple juego, ya que equi-

vale, en cierta medida, a recrear el gran teatro de la vida y las actuaciones humanas. De

la observación atenta de nuestro modo de maniobrar en el juego podemos aprender mu-

cho de nosotros mismos, de nuestros errores y de nuestros propios patrones psicológi-

cos o sociales.

Pocos juegos están tan presentes como el ajedrez en todas las culturas y en todas las

épocas históricas, haciendo pensar y a la vez disfrutar a sus jugadores. De todos modos,

aunque se considera que surgió en la India, su origen es desconocido y encierra en su

tablero tantos significados y simbolismos que lo convierten en un ejercicio de gran valor

tanto para la mente concreta y como para la abstracta.

El ajedrez ha seducido a millones de personas anónimas o bien conocidas, tanto gente

común o cortesana, científica, erudita, etc. El ajedrez seguirá seduciendo y gustando,

porque es mucho lo que esconde y manifiesta esa sabiduría perenne que puede apode-

rarse del espíritu humano en su constante evolución y enriquecimiento.

conocimiento espiritual, sino que tenían que convertirse en discípulos de un brahmán hindú en algún mo-

mento de sus vidas.

Entre los siglos III-II a. de C. se empezaron a recitar en todas partes los extensísimos poemas hindúes

Majábharatana y Ramaiana, así como los tratados doctrinales (agamas) de las distintas escuelas reli-

giosas o dárshanas, desde las que se constituyó un cuerpo de conocimiento que ha perdurado en la historia

y que cuenta actualmente con unos 280 millones de fieles.

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EPÍLOGO V

NICETAS Y EL ORIGEN DE LOS OBISPADOS CÁTAROS:

CONCILIO DE SAINT FELIX DE CARAMÁN (1167)

El año 1000 fue muy significativo en la Cristiandad europea, avanzando el tiempo sin

catastrofismo y hasta más pacífico de lo que se hubiera podido esperar, por mucho que

se hiciera presente la expectativa milenarista de un imaginario fin del mundo. Fue rela-

tiva, pero cierta, la angustia y el temor de la gente ante la perspectiva de que ocurriera

algún acontecimiento tremendo que trajera la posibilidad de una condenación eterna pa-

ra los pecadores, como cabe esperar del Juicio Final. Lo que siguió al año 1000 fue la

vitalidad monástica, destacadamente cluniacense y cisterciense, la primera cruzada, las

luchas relativas a la querella sobre las investiduras por parte del Papa y respecto al Sa-

cro Imperio Romano Germánico y, entre otras cosas, las herejías renovadas.57

Denominador común de estos tiempos vino a ser lo siguiente: el avivado deseo de un

retorno a la observancia evangélica primitiva referida a Cristo y a los Apóstoles con re-

pulsa de la autoridad eclesiástica, rechazo del bautismo de los niños, de la veneración de

las reliquias y de la Santa Cruz (considerada tan sólo un instrumento de tortura y para

nada signo de bendición), el desconocimiento y confusión en la práctica de los sacra-

mentos, la ascesis, muy centrada en severos ayunos y como muy obsesionada acerca de

observar la más absoluta castidad, despreciándose lo carnal y sobrevalorándose lo espi-

ritual (dualismo radical). En todo ello hubo matices: recibir el Bautismo por imposición

de manos (ritualmente más parecido a la Confirmación) y no mediante el agua. En

cuanto a la Eucaristía, queda ésta desprovista de la fe en la Presencia Real de Cristo en

la misma, siendo negada la Transubstanciación (término que aún no estaba en boga aun-

que sí lo estaba su significación). La Eucaristía como signo sacramental quedó redu-

cida a símbolo espiritual. Se negaba la Encarnación de Jesucristo reduciéndola a apa-

riencia (docetismo), por lo cual se dejaba sin significado la Eucaristía (tal como queda

señalado). Se afirmaba la capacidad o actuación demiúrgica del Demonio, figura dual y

maniquea contrapuesta a Dios, de modo que todo lo material (y hasta lo corpóreo hu-

mano) se concebía como creado y sustentado por Satanás. Se destacaban mucho los

mensajes apocalípticos de la lucha sostenida por San Miguel y los ángeles contra el De-

monio y sus malos espíritus, los del Dragón y la Maligna Serpiente Primordial.

Ya en la segunda mitad del siglo X se sabía de unos herejes que, provenientes de la

Europa Oriental, invadían por Occidente. Eran los bogomilos, con su planteamiento ma-

niqueo o neomaniqueo y dualista atribuyendo la creación de este bajo mundo en que vi-

vimos al Demonio (el ángel rebelde Lucifer) y no a Dios Padre, que en su bondad no

pudo haber creado algo tan materialmente malo.

57

Me inspiro o sigo en este epílogo a Guillermina Agüero y a Juan Almirall, sobre lo publicado en res-

pectivos blogs (lo obtengo en agosto de 2014).

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~ 56 ~

Durante el siglo XI, esos herejes fueron extendiéndose por Europa asentándose (como

un conglomerado de denominaciones y sectas) sobre todo en el Languedoc francés y en

el centro de Alemania, principalmente en Renania.

En el siglo XII encontramos ya instalados a los herejes bajo la denominación de cáta-

ros, enfrentándose a ellos, para neutralizarlos y exterminarlos, los poderes eclesiásticos

y civiles. San Bernardo de Claraval fue uno de sus más acérrimos enemigos, si bien tra-

tando de convertirlos y hacerlos volver a la ortodoxia y a la Iglesia Católica. Sin em-

bargo, los éxitos de la predicación de San Bernardo fueron escasos, sobre todo porque

se fue fraguando una alianza tácita entre cátaros y nobles o señores, de modo que se hi-

zo cada vez más patente, con rapidez, la existencia de una iglesia cátara como iglesia di-

sidente del catolicismo y organizada como iglesia aparte, cosa que tenían ya lograda, en

torno a determinados castillos, a mediados del siglo XII. Así, en 1167, en el castrum o

castillo de Saint-Felix del Lauragais, con el apoyo eclesiástico-cátaro de Toulouse, ciu-

dad ya muy infectada de catarismo, tuvo lugar una asamblea pública general o concilio

cátaro de estas nuevas iglesias de Europa, presidiendo el obispo bogomilo Nicetas, pro-

veniente de Constantinopla. La mencionada asamblea o concilio puso las bases del ca-

tarismo y se designaron los correspondientes obispos. De todos modos, ya existían esos

obispos con anterioridad a 1167, como testimonia el clérigo renano Egberto de Schönau

en 1163, señalando que ya había comunidades cátaras en Bonn y en Maguncia regidas

por un obispo archicátaro.

Según Anne Brenon,58

la ardiente predicación de San Bernardo no tuvo éxito en las

regiones de Albi y de Toulouse por la actitud anticlerical de la nobleza, actitud influida

por motivos de orden económico y político. En efecto, esa nobleza menor usufructuaba

desde tiempo atrás los diezmos de campesinos y artesanos, que en lugar de ir a parar a la

Iglesia iban a engrosar las arcas de sus señores; además, temían la influencia creciente

de los prelados y las abadías, que veían como una amenaza para sus propios juegos de

poder. Apoyar a los cátaros significaba poner un límite a la Iglesia, y estos herejes no

ostentaban grandes posesiones ni exigían tributo alguno, sino que trabajaban y vivían en

las ciudades, en medio de la gente del pueblo. También las mujeres, que se veían con un

lugar a ocupar en estas iglesias, prestaron su apoyo a los herejes.

Los cátaros se presentaban a sí mismos como fieles cumplidores de los preceptos

evangélicos, no comían carne y vivían del trabajo de sus manos; atendían a los pobres y

a los enfermos, eran atentos con los viajeros y se hacían eco de cualquier necesidad. Sus

comunidades estaban regidas por un consejo presidido por un obispo y sus dos coad-

jutores: el Hijo mayor y el Hijo menor, con derecho a la sucesión. Contaban con predi-

cadores muy versados en las Sagradas Escrituras, que citaban en lengua romance.

En cuanto al bogomilo Nicetas podemos transcribir aquí su carta, en latín y sobre per-

gamino, escrita a raíz del concilio de Saint Félix de Caramán (año 1167), que presidió,

sobre muchos Perfectos (unos cientos). Allí se consolidaron entonces los obispados cá-

taros de Toulouse, Albi, Agén y Carcasona. Un quinto obispado, el de Pieusse, cerca de

Limoux, aparecerá más tarde, en 1226. La carta de Nicetas describe el acto fundacional

58

Medievalista francesa, especialista en catarismo y herejías medievales, nacida en 1945.

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~ 57 ~

oficial del catarismo occitano, organizado religiosamente como Iglesia separada y pre-

tendidamente con peso de paralelismo respecto a la Iglesia Católica y Romana. Esta

carta fue publicada por primera vez en 1660, en una historia de Guillaume Besse59

sobre

los duques de Narbona. Su transcripción es la que sigue:

En el año 1167 de la Encarnación del Señor, en el mes de mayo, en estos días

la Iglesia de Toulouse trajo al Papa (o Padre) Nicetas al Castillo de Saint-Felix, y

una gran multitud de hombres y mujeres de la Iglesia de Toulouse y de otras

Iglesias vecinas, se reunieron para recibir el Consolamentum que Monseigneur

el Papa Nicetas les confirió.

Después, Robert de Epernon, obispo de la Iglesia de los franceses llegó con su

consejo. Marc de Lombardie llegó con su consejo. Sicard Cellerier obispo de la

Iglesia de Albi llegó con su consejo. Bernard Cathala llegó con el consejo de la

Iglesia de Carcassonne, y el consejo de la Iglesia de Agen también estuvo pre-

sente.

Todos reunidos de manera innumerable, los hombres de la Iglesia de Toulouse

quisieron tener un obispo, y eligieron a Bernard Raimond. Igualmente Bernard

Cathala y el consejo de la Iglesia de Carcassonne, requerido e invitado por la

Iglesia de Toulouse, y del parecer, voluntad y la decisión de Monseigneur Sicard

Cellerier, eligieron a Guiraud Mercier. Los hombres de Agenais eligieron a Rai-

mond de Casals.

Después, Robert de Epernon recibió el Consolamentum y la ordenación del

obispo Monseigneur el Papa Nicetas para ser obispo de los franceses. De la mis-

ma manera que Sicard Cellerier recibió el Consolamentum y la ordenación epis-

copal para ser obispo de Albi. E igualmente, Marc recibió el Consolamentum y

la ordenación episcopal para ser obispo de la Iglesia de Lombardie. Igualmente

Bernard Raimond recibió el Consolamentum y la ordenación episcopal pare ser

obispo de la Iglesia de Toulouse. También Guiraud Mercier recibió el Consola-

mentum y la ordenación episcopal pare ser obispo de la Iglesia de Carcassonne.

Y también Raimond de Casals recibió el Consolamentum y la ordenación epis-

copal para ser obispo de Agen.

Tras lo cual, el Papa Nicetas dijo a la Iglesia de Toulouse: “Vosotros me ha-

béis pedido que os explique si las costumbres de las Iglesias primitivas eran li-

geras o rigurosas. Yo os diré que las siete Iglesias de Asia fueron separadas y

delimitadas entre ellas, y ninguna de ellas hizo nada que fuera en contra de los

derechos de las otras. Y las Iglesias de Rumania, de Dragovitie, de Mélenguie,

de Bulgaria et de Dalmacia fueron separadas y delimitadas, y ninguna hizo na-

da que fuera en contra de los derechos de las otras. Y así tienen paz entre ellas:

hechas iguales unas de otras”.

La Iglesia de Toulouse escogió a Bernard Raimond, Guillaume Garsias, Er-

mengaud de Forest, Raimond de Baimiac, Guilabert de Bonvilar, Bernard Guil-

59

Un historiador poco conocido del siglo XVII.

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~ 58 ~

hem Contor, Bernard Guilhem Bonneville y Bertrand d’Avignonet para que

fueran árbitros de las fronteras. La Iglesia de Carcassonne escogió a Guiraud

Mercier, Bernard Cathala, Grégoire, Pierre Caldemas, Raimond Pons, Bertrand

de Mouly, Martin de la Salle et Raimond Guibert para que fueran árbitros de las

fronteras.

Estando reunidos y habiendo deliberado, dijeron que la Iglesia de Toulouse y

la Iglesia de Carcassonne serían divididas según los obispados: El territorio que

se extiende del lado de Toulouse hasta el límite entre los obispados de Toulouse

y el arzobispado de Narbonne en dos partes y el límite entre el obispado de Tou-

louse y el obispado de Carcassonne: a partir de Saint Pons, la montaña entre el

castillo de Cabaret y el de Haut-Poul, la separación entre los castillos de Saissac

y de Verdun, entre Montréal y Fanjeaux y el límite entre los otros obispados de

la salida del Razès hasta Lérida: que este territorio esté bajo la potestad y la ad-

ministración de la Iglesia de Toulouse. Y que la Iglesia de Carcassonne así deli-

mitada y dividida tenga bajo su potestad y su administración todo el obispado de

Carcassonne y el arzobispado de Narbonne y el resto del territorio así delimitado

e indicado desde el mar hasta Lérida. Que estas Iglesias sean delimitadas tal co-

mo ha sido dicho, a fin de que tengan paz y concordia entre ellas y que ninguna

haga nada contra los derechos de la otra. Siendo testigos y garantes de ello Ber-

nard Raimond, Guillaume Garcias, Ermengaud de Forest, Raimond de Baimiac,

Guilabert de Bonvilar, Bernard Guilhem Contor, Bernard Guilhem Bonneville y

Bertrand d’Avignonet. De la Iglesia de Carcassonne Guiraud Mercier, Bernard

Cathala, Grégoire, Pierre Caldemas, Raimond Pons, Bertrand de Mouly, Martin

de la Salle y Raimond Guibert.

Ordenado quedó esto, y pidieron a Ermengaud de Forest que redactara e hicie-

ra el acta de la Iglesia de Toulouse e igualmente ordenaron y pidieron a Pierre

Bernard que redactara e hiciera el acta de la Iglesia de Carcassonne. Y así fue

hecho y ejecutado. Monseigneur Pierre Isarn mandó hacer esta copia de una vie-

ja carta, hecha a partir de aquella que delimitaba las Iglesias como ha sido es-

crito más arriba, el lunes de agosto, décimo cuarto día después del comienzo del

mes, año 1232 de la Encarnación del Señor, Pierre Poullain ha transcrito todo

esto por su demanda y su orden.

Desde el año 1140 se tiene noticias de una iglesia cátara organizada con su estructura

jerárquica, su liturgia y su propio sistema doctrinal (absoluto o mitigado). En el año

1149 se estableció el primer obispado cátaro en el norte de Francia, creándose a poste-

riori la diócesis de Albi en el Languedoc y la de Lombardía en Italia.

El concilio presidido por el obispo Nicetas, bogomilo del catarismo oriental, en el

Languedoc (año 1167) parece corroborar la consolidación de la iglesia cátara en los te-

rritorios occidentales europeos. En sucesivos años surgirán nuevos obispados: uno en el

norte de Francia, cuatro en el sur de Francia (que hemos mencionado) y seis en Italia.

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Ofrecemos ahora una cronología aproximada de los diferentes obispos cátaros que ri-

gieron distintas diócesis (en Francia e Italia):60

Diócesis en el norte de Francia: Sede probable en el Mont-Aimé en la Champaña fran-

cesa. Se cree que tras la quema de cátaros habida en el Mont-Aimée, el obispado de esta

región francesa se refugió en Verona (Italia). Se pueden enumerar los siguientes obis-

pos:

Robert d’Épernon (1167).

De Moranis (1239).

Viventius de Verona (1260-1270).

Guillaume Petri de Verona (1271).

Diócesis de Albi: Sede principal en Lombers, ciudad situada en el sur de Albi:

Oliver (1165).

Sicard Cellerier (1167-1181).

Guillaume (1229).

Aymeri del Collet (1241-1270).

Diócesis de Toulouse: Sede probable en Lavaur, ciudad situada en las cercanías de

Toulouse. Los dos últimos obispos emigraron tras la caída de Montsegur hacia Italia:

Bernard Raimon (1167-1181).

Gaucelm (1203-1208).

Guilhabert de Castres (1208-1215).

Bertrand Marti (1233-1244).

Viventius (1250-1270).

Bernard Oliva (1271-1273).

Diócesis del Valle de Arán: Se supone que su sede residía en el mismo Valle de Arán,

que en plena época medieval estaba integrada en el condado occitano de Cominges. A

partir del Año 1181 se pierde su rastro. Otros especialistas consideran que en realidad se

trata por error de la diócesis de Agén y que jamás hubo una iglesia cátara establecida en

el Valle de Arán. Fueron obispos:

Raimond de Casals (1167).

Raimond de Baimac (1178-1181).

Diócesis de Agén: Sede en la misma ciudad de Agén. Creada a instancias de la dióce-

sis de Toulouse. En el año 1250 fue definitivamente destruida. Fueron obispos:

Tento (1229-1232).

Vigoros de Vacona (1232-1237).

60

Cronología que actualmente, habiéndose consultado múltiples documentos por parte de los especialis-

tas medievales en base a distintas Actas Inquisitoriales, no es totalmente completa ni determinante.

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Diócesis de Carcasona: Sede inicial probable en la misma ciudad de Carcasona. Poste-

riormente se conoce una nueva sede en la población de Salsigne, en el mismo departa-

mento actual del Aude. Fueron obispos:

Guiraud Mercier (1167).

Bernard de Simorra (1203-1220).

Pierre Izarn (1223-1226).

Guiraud Abith (1227-1240).

Pierre Polhan (1238-1267).

Diócesis de Razés: Surgida a partir del año 1225, procedente de la demarcación de

Toulouse, aunque situada en el sur de Carcasona, en el enclave de la antigua demarca-

ción de Rhedae (a destacar por estar ubicada en el enigmático ámbito territorial de Ren-

nes-le-Château) y que fue creada bajo la premisa o intención de una futura consolida-

ción de la expansión hacia los territorios catalanes. Fueron obispos:

Benedict de Termes (1225).

Raimond Aguilher (1232-1235).

Diócesis de Lombardía: Sede ubicada en Milán. Desaparece en el Año 1190 para con-

tinuar en la ciudad de Concorezzo, en las cercanías de Milán, con los siguientes obis-

pos:

Marcus de Concorezzo (1167).

Johannes Judaeus de Concorezzo (1175).

Garattus (1180).

Diócesis de Concorezzo: Sede ubicada en la misma ciudad de Concorezzo, situada en

las cercanías de Milán, como queda dicho, y fundada antes del 1190, siendo éstos sus

obispos:

Johannes Jadaeus (1180).

Joseph (1185).

Garattus (1190).

Nazarius (1190-1235).

Gerardo de Cambiate (1250).

Humberto Mandennus (1275).

Diócesis de Desenzano: Sede ubicada en el centro del lago de Garda y fundada antes

del 1190. Fueron obispos.

Johannes Bellus (1180).

Marchisius de Sorano (1185).

Amizo (1190-1200).

Filippo (1200-1210).

Belesmanzana de Verona (1210-1250).

Johannes de Luzano (1250-1260).

Bonaventura de Torre (1260-1270).

Enrico de Arusio (1270-1275).

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Diócesis de Bagnolo: Sede ubicada en Mantua o alrededores y fundada antes de 1190.

Fuero obispos:

Caloiannes (1180).

Orto de Bagnolo (1185-1200).

Andreas (fecha indeterminada).

Hamundus de Casalolto (1258-1266).

Alberto (1267).

Lorenzo de Brescia (1273).

Diócesis de Vicenza: Sede ubicada en la ciudad de Treviso y fundada antes del 1190.

Fueron obispos:

Nicolás (1180-1210).

Pietro Gallus (1210-1235).

Jeremías (1240-1258).

Diócesis de Florencia: Sede ubicada en Florencia y fundada antes del 1190. Fueron

obispos:

Pietro de Florencia (1175).

Filippo (1212-1227).

Jacopo d’Aquapendente (1230-1240).

Brunettus (1235-1240).

Cione Ser Bernardi (1321).

Diócesis de Spoleto: Sedes principales ubicadas en Viterbo y Orvieto. Fundada antes

del 1190. Fueron obispos:

Johannes de Judice (1180).

Tiniosi (1205).

Johannes de Benevent (1237-1238).

Gianni Robbia (1268).

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EPÍLOGO VI

EL ARCHIPOETA

Se conoce como Archipoeta a un autor anónimo medieval que en uno de sus poemas

dijo de sí mismo ser bebedor y fanfarrón. Se le conocen o atribuyen 10 poemas, com-

puestos en latín medieval, siendo el décimo el más famoso, conteniendo una confesión

goliarda61

que se encuentra en el manuscrito conocido como Carmina Burana.62

El Ar-

61

Durante la Edad Media se utilizó el término goliardo para referirse a un tipo de gente, por lo general

clérigos vagabundos, estudiantes pobres y pícaros, proliferando por Europa cuando se desarrolló la vida

urbana y surgieron las universidades. Muchos de los goliardos fueron estudiantes en Francia, Alemania,

Italia e Inglaterra. En España, los goliardos fueron conocidos como sopistas y de ellos derivan los tunos

de las universidades. Abundaron sobre todo en el ya avanzado siglo XII, en el XIII y en adelante, pero

existieron en tiempos muy anteriores. Ya en el siglo IV son mencionados en el Concilio de Nicea como

vagans, con gran equivalencia a goliardo. En la Regla de San Benito se mencionan los clérigos vaga-

bundos, los monjes giróvagos, los itinerantes ociosos y raros o de cierta vida un tanto extraña merodeando

bastante por todas partes.

De cómo se fue consolidando el término goliardo no hay muchas certezas. En francés antiguo, gouliard

significaba clérigo de vida irregular, tal vez derivándose del término bajolatino gens Goliae o gente del

Demonio, del latín Golías referido al gigante bíblico Goliat como personificación del Demonio. También,

aparentemente, goliardo puede proceder del vicio de la gula, de la glotonería, del ser goloso. Existe tam-

bién la posibilidad de una derivación mítica por atribución a un supuesto y extraño santo conocido como

obispo Golías. En cualquier caso, las atribuciones de los goliardos fueron las de la picaresca, propia de

estudiantes intelectualmente agudos y cultivados, caracterizándose por ser juerguistas, bebedores, de buen

yantar, críticos y satíricos respecto a las autoridades eclesiásticas, políticas, académicas, etc. Muchos es-

tudiosos del tema creen que el término goliardo se remonta o tiene su origen consolidado en una carta que

dirigió San Bernardo de Claraval al Papa Inocencio II refiriéndose a Pedro Abelardo como Goliath, de

modo que goliardos serían los numerosos y más fieles seguidores de Pedro Abelardo. Podemos repasar o

recordar todo ello en los diversos momentos del siglo XII. Los goliardos fueron considerados clérigos o

estudiantes de vida frívola y disipada, gente de juergas y tabernas, aunque muy aficionada a la música y a

la literatura. Muchos goliardos compusieron sátiras poéticas en latín medieval expresando sus críticas y

descontentos con la Iglesia o con los estamentos de poder, criticando la vida social y elogiando la buena

vida, el vino, las tabernas, los juegos, el amor, las mujeres… Por lo general, aquellos poetas no han

llegado a nosotros sino como anónimos, siendo sus composiciones simples y sencillas, aunque a veces

muy elaboradas, finas y retóricas.

62

Carmina Burana (pronunciado cármina) es el conjunto o colección de cantos goliardos o composi-

ciones de los siglos XII-XIII a ellos atribuidos y reunidos en el manuscrito que se encontró en la alemana

Benediktbeuern (Baviera) en el siglo XIX. Carmina Burana en latín significa Canciones de Beuern o de

Bura. La colección que constituye Carmina Burana se conserva en un códice de 1803 que se halla en la

Biblioteca de Baviera en Múnich (signatura clm 4660/4660a). El códice recoge un total de 300 rimas, casi

todas en latín, no con metro clásico, y algunas en lenguas o dialectos del antiguo alemán o del antiguo

francés. Todo ello se compuso o recopiló en torno al año 1230 probablemente en zona austriaca.

Carmina Burana son poemas o canciones que giran en torno al gozo de vivir y al interés por los pla-

ceres, por el amor carnal, por el disfrute de la naturaleza, criticando los poderes sociales y eclesiásticos.

Son un contrapunto a lo que se creyó en la modernidad y posteriormente acerca de que la Edad Media fue

una época triste, oscura y poco divertida. Carmina Burana lo desmiente. En Carmina Burana se satirizan

y critican todas las clases sociales en general, especialmente a las personas que ostentaban el poder regio

y eclesiástico. Las composiciones más características son las Kontrafakturen que imitan con su ritmo las

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chipoeta formó parte de la corte arzobispal y cancilleresca de Reinaldo de Dassel en

Colonia. Su existencia se conjetura a partir de la consistencia en el uso del estilo entre

ciertos poemas anónimos de la colección Carmina Burana y era claramente un seguidor

de la tradición goliarda, al escribir canciones de estudiante sobre la bebida y sátiras so-

bre la vida itinerante y del clero medieval merodeando de acá para allá. Poco más se

puede decir con certeza sobre su vida. Hace referencia a Reinaldo de Dassel como arzo-

bispo de Colonia, lo que demuestra que tuvo que vivir activamente entre 1159 (cuando

Reinaldo fue nombrado arzobispo de Colonia), y 1167, año de la muerte de Reinaldo.

En uno de los poemas se llama a Reinaldo “electus Coloniae”, por lo que pueden ser de

la época en que Reinaldo había sido elegido Arzobispo, pero sin estar aún consagrado

como tal, con lo que se trataría de los años 1159-1165. Se refiere a sí mismo como ortus

a militibus, o de procedencia caballeresca. En otro de los poemas atribuidos a él hace re-

ferencia a Salerno, lo que sugiere que viajó entre Alemania e Italia, pero poco más se

puede decir de su vida.

Su poema más conocido es el largo de la confesión goliarda, una confesión satírica de

su amor por la bebida, el juego y las mujeres. He aquí algunos versos, seguidos de su

traducción:63

Meum est propositum in taberna mori,

ut sint vina proxima morientis ori.

Tunc cantabunt letius angelorum chori:

“Deus sit propitius huic potatori”.

Mi propósito es morir en una taberna.

para que haya vino cerca de mi boca moribunda.

Así el coro de ángeles cantará más feliz:

“Tenga Dios piedad de este borracho”.

antiguas letanías sobre el Evangelio para satirizar o parodiar la decadencia y rutina de la Curia Romana o

para construir elogios al amor, al juego o, sobre todo, al vino, en la tradición de los carmina potoria. Por

otra parte, narran hechos de las cruzadas, así como el rapto de doncellas por caballeros, etc. También se

concentran constantemente en exaltar el destino y la suerte, junto con elementos naturales y cotidianos,

incluyendo un poema largo con la descripción de varios animales. La importancia de esta serie de textos

medievales está en que se trata de la más grande y antigua colección de versos de carácter laico de la

Edad Media que se conserva, ya que la más habitual fue la literatura religiosa.

La colección Carmina Burana consta de seis partes:

Carmina ecclesiastica (canciones sobre temas religiosos).

Carmina moralia et satirica (cantos morales y satíricos).

Carmina amatoria (canciones de amor).

Carmina potoria (sobre la bebida parodias).

Ludi (representaciones religiosas).

Supplemantum (versiones de todas las anteriores, con algunas variaciones).

63

Una sección de este largo poema proporciona el texto para el aria Estuans interius ira vehemen-

ti (Ardiendo por dentro con violenta furia) con música de Carl Orff (1895-1982) en su cantata Carmina

Burana.

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El efecto satírico se produce al sustituir peccatori (pecador) por potatori (borracho).64

Los 10 poemas que se conservan del Archipoeta (en diversos manuscritos) son:

I: Lingua balbus, hebes ingenio.

II: Fama tuba dante sonum.

III: Omnia tempus habent.

IV: Archicancellarie, vir discrete mentis.

V: Nocte quadam sabbati somno iam refectus.

VI: En habeo versus te precipiente reversus.

VII: Archicancellarie, viris maior ceteris.

VIII: Presul urbis Agripine.

IX: Salve, mundi domine, Cesar noster, ave!

X: Estuans intrinsecus ira vehementi.

El Archipoeta, aunque presentado como el poeta, es un personaje de la novela histó-

rica Baudolino, de Umberto Eco, publicada en el año 2000. Trata de las aventuras del

joven Baudolino transcurridas en el mítico y cristiano mundo medieval y discurriendo

como contamos a continuación.

En el año 1204, Baudolino de Alessandria (norte de Italia) entra en Constantinopla y

poco después tiene lugar la toma de la ciudad bizantina por los cruzados de la cuarta

cruzada (1202-1204) que sembraron allí el caos y el desconcierto. En medio de la con-

fusión, conoce al célebre político e historiador bizantino Nicetas Coniates y le salva la

vida. Nicetas queda maravillado con su genio lingüístico al escucharle hablar en todas

las lenguas que conoce y se cuestiona quién es, ya que no parece formar parte de la

cruzada. Entonces Baudolino le empieza a contar su vida a Nicetas.

La historia de su vida comienza en 1155, cuando Baudolino, hijo de campesinos pie-

monteses (Eco lo hace ser hijo del mítico Gagliaudo), es comprado y adoptado por el

emperador Federico I Barbarroja, con quien tiene la oportunidad de conocer mundo.

Tanto en la corte imperial como durante las campañas militares es educado en la lectura

y escritura del latín por el obispo Otón de Freising (1114-1158), aprendiendo mucho so-

bre las luchas de poder y las batallas en el norte de Italia que se sucedían en aquella

época.

Enviado a París para seguir estudios y hacerse bachiller, hace allí varios amigos (co-

mo el Poeta –el Archipoeta–, Abdul, Robert de Boron y Kiot, la supuesta fuente del

poema Parzival de Wolfram von Eschenbach), investiga sobre el reino mítico del Preste

Juan y discute además sobre el Santo Grial. A partir de este evento, Baudolino sueña

64

El poema parece una disculpa por su comportamiento (e incluso pide que se le perdone), pero está

lleno de un sentido fatalista, según el cual es inevitable actuar del modo en que lo hace, porque se corres-

ponde con su naturaleza. Es más: llega a decir que es de ese comportamiento de donde extrae su inspi-

ración poética. De todas formas, el carácter autobiográfico de dicha composición es una hipótesis.

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~ 65 ~

con alcanzar esa tierra de fábula. De hecho, él y sus compañeros escriben una carta en

nombre del Preste Juan dirigida a Federico I, con el objetivo de persuadir a este último

para establecer relaciones diplomáticas con el primero. Sin embargo, la carta no sale de

momento a la luz a causa de un maestro del engaño llamado Zósimo, quien logra per-

suadir a Baudolino y le roba la carta (por ello es conocida antes de ser publicada por

Federico). Zósimo, monje benedictino, es enviado del basileo o emperador bizantino

Manuel I Comneno, enemigo mortal de Federico I. De este modo se presenta una pugna

entre el Sacro Emperador Romano y el poderoso Basileo Bizantino que se jugaba a

través de Baudolino (en representación del primero) y Zósimo (en representación del

segundo).

Baudolino volverá a Italia con ocasión del asedio y destrucción de Milán por parte del

Sacro Imperio. Rendida la ciudad, encontrará en una iglesia tres cadáveres vestidos a la

usanza persa que dará en presentar como los Reyes Magos. Se aseguraba que el Preste

Juan descendía de éstos y, con fines propagandísticos al servicio de la política cesaro-

papista de Federico I (resultaba interesante la figura del Preste Juan en tanto que era rex

et sacerdos, y unía así los poderes político y religioso), fueron llevados los Reyes Ma-

gos a Colonia y enterrados en la catedral. En esta misma línea, Baudolino propone la

canonización de Carlomagno, cosa que se efectuó por parte del antipapa Pascual III.

Pese a todo, las ciudades italianas siguen en rebeldía, en parte debido a los abusos de

los funcionarios imperiales. Ante los rumores de que se está formando la Liga Lombar-

da, Baudolino es enviado a su tierra para recabar información concluyente. Al dirigirse

a visitar el hogar paterno, comprueba cómo en sus inmediaciones se está erigiendo una

nueva ciudad, cuyos habitantes pretenden llamar Alessandria, en honor al Papa Ale-

jandro III, lo que supone que el lugar pretende enfrentarse al emperador, sin cuyo per-

miso se ha construido. Baudolino es incapaz de eludir la confrontación y tendrá lugar un

duro asedio, al que se pondrá fin gracias a una estratagema en la que participa su padre,

Gagliaudo.

Tras la batalla de Legnano (29 de mayo de 1176), Baudolino muestra a Federico I

Barbarroja la carta falsificada por él y sus compañeros años antes. Poco después asiste

a la Paz de Venecia, donde se ejercita como espía.65

Pero durante su estancia allí, resultó

65

La Paz de Venecia fue el tratado firmado en dicha ciudad entre el Papa Alejandro III y sus aliados (las

ciudades o comunas italianas de la Liga Lombarda) y el emperador Federico I Barbarroja en 1177. El

reino de Sicilia también tomó parte en las negociaciones, de modo que el tratado determinó el curso po-

lítico de toda Italia en los años siguientes.

En el marco de los intentos germánicos imperiales por obtener el control efectivo de Italia, la completa

derrota de las tropas alemanas en la batalla de Legnano obligó a Federico I a iniciar la vía diplomática.

Federico I envió pronto embajadores al Papa Alejandro III, que se encontraba en Anagni, disponiéndose

a terminar con el cisma entre él y el antipapa Calixto III. Tras llegar a un acuerdo, se planeó una con-

ferencia para julio de 1177. Federico pasó parte del tiempo restante interfiriendo en las rivalidades ve-

necianas, con la esperanza de asegurar un grupo pro-imperial en el poder para el tiempo de la con-

frontación. Ya lo iremos viendo en su momento.

El domingo 24 de julio de 1177, el Papa envió desde la basílica-catedral de San Marcos, en Vene-

cia, una delegación de cardenales al emperador, que estaba en la cercana isla de Lido. Allí Federico re-

conoció formalmente a Alejandro III como Papa legítimo y se desprendió de Calixto III, su particular an-

tipapa. De este modo, consecuentemente, los cardenales levantaron formalmente la excomunión que pesa-

ba sobre el emperador desde 1160.

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~ 66 ~

que también Zósimo, espía al servicio de Bizancio, se hizo con una copia de la carta del

Preste Juan a Federico I, apareciendo poco después una carta del Preste Juan a Manuel I

Comneno de Bizancio (de los griegos).

Tras esto, Baudolino se casa con una muchacha de Alessandria, pero la joven muere

poco tiempo después. Años más tarde Baudolino y su corte o séquito viajan a Cons-

tantinopla, donde apresarán a Zósimo y asistirán a la horrorosa muerte de Andrónico I

Comneno (1183-1185), que ya contaremos. De vuelta, Baudolino descubre que su ma-

dre ha muerto y visita a su padre que está agonizando. Hablando sobre el Santo Grial,

Gagliaudo pone en duda que fuese un cáliz rico, puesto que Jesucristo había sido un

hombre pobre. Así, Baudolino tiene la idea de hacerse con la escudilla de madera que su

padre usaba para vender vino. Entrega el cuenco a Federico I Barbarroja diciéndole que

es el Santo Grial, el cual adquirió por medio de unos caballeros templarios llegados de

Tierra Santa. Baudolino le sugiere a Federico I que le haga llegar el Santo Grial al Pres-

te Juan, pues éste es su legítimo dueño.

La oportunidad de viajar a Oriente se presenta al declararse la tercera cruzada (1189-

1192). Tras varias peripecias, Baudolino y su compañía (Zósimo incluido) llegan con

Federico I y su ejército a tierras armenias de Cilicia. Pasan la noche en el castillo de

Ardzrouni, un noble armenio interesado por las ciencias, pero al llegar la mañana descu-

bren que Federico I está muerto. Entre todo el revuelo desaparece el Santo Grial, lo que

hace que aparezcan mutuas sospechas entre los amigos, a raíz de una posible relación

entre la muerte del emperador y el robo. Sin embargo, las desconfianzas se disipan al

descubrirse que el cáliz fue robado por Zósimo, lo que desvincula la relación asesinato-

robo, pues el griego había pasado la noche encadenado. Sin embargo temen ser sospe-

chosos ante el hijo del emperador (Enrique VI) y ante los soldados, por lo que fingen la

muerte de Federico I tirándolo al río, para que se piense que murió ahogado. Tras esto

piden permiso a Federico VI de Suabia (hermano de Enrique VI, tercer hijo varón de

Federico I y de Beatriz de Borgoña, que antes se llamaba Conrado) para partir hacia el

reino del Preste Juan, hacia donde marchan acompañados de Ardzrouni y de cinco ami-

gos alessandrinos de Baudolino.

En un largo viaje que dura 25 años, Umberto Eco demuestra toda la amplitud de su

estilo literario. Baudolino conoce eunucos, unicornios y extrañas caricaturas de hom-

bres. En cierto momento, una criatura femenina parecida a un sátiro le cuenta todo el

mito gnóstico de la creación (podemos recordar que los gnósticos estuvieron también

muy presentes en la novela de Umberto eco El péndulo de Foucault). Los debates filo-

sóficos se mezclan con comedia, aventura épica y criaturas sacadas de los bestiarios

medievales más fantásticos y extraños. Es diferente esta novela de Umberto Eco de

Federico I devolvió a la Santa Sede los territorios ocupados y reconoció los derechos temporales del

Papa en Roma, lo que permitió que éste pudiera regresar allí (12 de marzo de 1178), después de 12 años

de exilio y dificultades, aunque la nobleza romana lo obligará a dejar la ciudad nuevamente en 1179.

Se acordó también una tregua de 6 años (1177-1183) con las ciudades de la Liga Lombarda, que llevaría

a la definitiva Paz de Constanza en 1183, año en el que Federico I reconocerá de hecho las libertades y

privilegios de las comunas italianas.

También se acordó una paz o tregua por 15 años entre Federico I y Guillermo II de Sicilia, algo muy

ventajoso para la tranquilidad y la prosperidad del sur de Italia.

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otras anteriores suyas. Ya iremos viendo más temas y personajes históricos que apare-

cen en esta recomendable novela histórica.

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EPÍLOGO VII

LA BATALLA DE MONTE PORZIO

La batalla de Monte Porzio (o de Tusculum) se tuvo el 29 de mayo de 1167, lunes,

entre los ejércitos del Sacro Imperio Romano Germánico y la comuna de Roma en el

llano de Prataporci, entre la pequeña colina de Monte Porzio Catone y las mura-

llas Tusculum, a unos 25 kilómetros al sureste de Roma. En su Chronica Universalis,

Sicardo de Cremona (obispo e historiador, 1155-1215) situaba la batalla en un paraje

“cerca de Monte Porzio”. El ejército que formó la comuna de Roma fue muy numero-

so, inmenso según las crónicas, pero fue derrotado por el no menos poderoso y bien en-

trenado ejército imperial germano.

El trasfondo de esta batalla hay que entenderlo en la prolongada lucha que mantu-

vieron las ciudades italianas, como comunas o ciudades estado, contra el Sacro Imperio

Romano Germánico.

En 1166, Federico I Barbarroja partió hacia Italia para deponer a su enemigo el Papa

Alejandro III y entronizar en su lugar, en Roma, al antipapa Pascual III, elegido como

tal por él y a su manera imperial. Los príncipes electores Reinaldo de Dassel (arzobispo

de Colonia) y Christian de Buch (arzobispo de Mainz) fueron enviados por el empera-

dor al Lazio para que conquistaran las ciudades que se opusieran al emperador.

El 18 de mayo, Reinaldo conquistó Civitavecchia y después se dirigió a Tusculum,

ciudad aliada con el Sacro Imperio y dominada por el conde Raino. El ejército comunal

romano había estado acosando Tusculum, si bien el Papa Alejandro III lo había desa-

consejado. Tras la llegada de Reinaldo a Tusculum, el cónsul de la comuna romana en-

vió un ejército y puso sitio a la ciudad.

Raino y Reinaldo informaron a Christian, que se encontraba sitiando Ancona al frente

de un ejército formado, entre otros, por el príncipe-obispo Alejandro II de Lieja (muerto

en 1167), Roberto III de Loritello y Andrea de Rupecanina. No sabemos con certeza de

cuántos hombres se componía este contingente germano, pero estaríamos hablando de

entre 500 y 1300 hombres, más otros 300 en la ciudad sitiada.

Christian acudió en ayuda de los sitiados y acampó su ejército junto a la colina, desde

donde trató de lograr una salida negociada con los comunales. El ejército romano re-

chazó cualquier intento de acercamiento pacífico y lanzó su ataque, siendo dispuesto

precisamente el Domingo de Pentecostés (28 de mayo).66

Fue un ataque furibundo, de

unos 10.000 hombres según las crónicas, comandándolo todo Oddo (Otón) Frangipani.

El ejército imperial era inferior en número de soldados, pero se impuso a los comunales,

porque era un ejército mejor preparado estratégicamente y formado por soldados vete-

ranos, bien entrenados en la guerra y bien equipados.

66

En 1167, Pentecostés fue el 28 de mayo. Los días 6-7 de abril fueron Jueves y Viernes Santos. El Do-

mingo de Ramos fue el 2 de abril y el Domingo de Pascua fue el 9 de abril. El Miércoles de Ceniza fue el

22 de febrero. Los días 1 de enero y 31 de diciembre fueron domingo.

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Aunque en un primer momento los comunales hicieron retroceder al ejército imperial,

pronto la caballería consiguió frenar a la infantería romana. Dos cargas lanzadas desde

Tusculum dividieron a los romanos; mientras una de ellas se lanzaba contra el flanco del

ejército, la otra rompía contra el centro de las líneas italianas. La caballería romana hu-

yó, momento que aprovecharon los mercenarios brabantinos para lanzarse sobre el cam-

pamento romano. Un tercio de las fuerzas comunales consiguió llegar a Roma, antes de

la noche, pero miles de hombres fueron hechos prisioneros y enviados a Viterbo, cuan-

do ya otros muchos habían muerto en la batalla o durante la retirada.

El Papa Alejandro III y Oddo se refugiaron en el Coliseo, esperando refuerzos para

defender Roma, preparada para su inminente asedio. Federico I conquistó la ciudad,

aunque su ejército tuvo que marchar pronto a Alemania muy diezmado por la enfer-

medad (posiblemente epidemia de malaria). El Papa Alejandro III pudo huir a Bene-

vento.

Quien también murió, el 6 de agosto de 1167, víctima del contagio tras apoderarse de

Roma los imperiales, fue el príncipe-obispo Alejandro II de Lieja, sucesor de Enrique II

de Leez en 1164. No sabemos su edad, pues se desconoce el año (y circunstancias) de su

nacimiento, aunque probablemente fue un noble proveniente de un señorío del condado

belga de Haspengouw (Hesbaye) o de otro lugar.

En 1130 fue nombrado archidiácono de Haspengouw, en 1135 arcediano de Tréveris

(Alemania) y en 1145 preboste del capítulo catedralicio de San Lamberto en Lieja (ac-

tual catedral de San Pablo).67

A Alejandro II de Lieja le sucedió Rodolfo de Zähringen (32 años de edad), hasta su

muerte en 1191, el cual había sido arzobispo de Maguncia entre los años 1160-1161,

sucediéndole allí Christian. Rodolfo se valdrá de su cargo para enriquecerse y no será

un buen obispo. No dejó ninguna acción destacable en la historia. Su clero, como él, fue

bastante mundano, licencioso y lujurioso.

67

San Lamberto, fue obispo y mártir de Maastricht en el siglo VIII. Se conmemora el 17 de septiembre.