El dragón azul

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    DragonLance:

    EL DRAGN AZUL("Quinta Era", vol.2)

    Jean Rabe1997, Day of the Tempest

    Traduccin: M Eugenia Ciocchini

    PrlogoEl rojo de la codicia

    Malystryx, la hembra Roja, estaba en la cima de la montaa msalta, en medio de un rido desierto. Desde esta posicin privilegiadasobre las antiguas Planicies de Goodlund poda supervisar una

    amplia extensin de su territorio. Las volutas de humo que salan delos cavernosos ollares nublaban sus enormes y oscuros ojos. Un parde cuernos idnticos, acabados en punta, se proyectaban en unasuave curva a ambos lados de su crneo. Sus escamas, grandescomo el escudo de un caballero, resplandecan como brasasardientes a la luz del ocaso.

    Los contados individuos que aceptaban acudir all, a su guaridafavorita -como los Caballeros de Takhisis que a la sazn seencontraban ante ella- lo hacan para alardear de su valor. Los rosde lava de los volcanes circundantes discurran peligrosamente cercade los escarpados senderos que conducan a la madriguera.Criaturas sobrenaturales deambulaban por las sombras cuestas, y,una vez que los visitantes llegaban a la cima, deban resistir alintenso calor o perecer.

    Los noventa hombres que estaban all, bajo las rdenes de lagobernadora general, haban sido escogidos por su valor, astucia y

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    lealtad. Malys tena una pobre opinin de los humanos, peroconsideraba que estos especmenes eran sin duda superiores aaquellos que haba matado en las incontables aldeas que habasaqueado tras apoderarse de esa regin de Ansalon.

    --Me pertenecis -dijo Malys a los caballeros.Sus palabras resonaron como un viento ominoso. Las llamas

    escapaban de sus descomunales fauces y crepitaban con furia.--Pide lo que quieras -respondi el oficial al mando mientras

    daba un paso al frente e inclinaba la cabeza.Era un hombre joven que haba destacado por su valor en

    numerosas batallas, bajo la atenta mirada de la gobernadora general.Se comportaba con seguridad y aplomo en presencia de la granhembra de dragn, aunque sta le inspiraba un temor reverencial.

    Luca la armadura negra de los caballeros, con el lirio de la

    muerte estampado en el peto. De uno de los ptalos sala un rizorojo: una llama ascendente que significaba que su compaa haba

    jurado lealtad a Malys. El joven caballero estaba en posicin defirmes, con los hombros dolorosamente erguidos y los brazos a loslados, rectos como flechas. Sus ojos se encontraron con lashumeantes rbitas de los del dragn, cuya mirada sostuvo sinpestaear. Malys abri la boca apenas lo suficiente para envolverloen su trrido aliento. El caballero no se inmut, aunque su cara seperl de sudor.

    --T eres... -comenz Malys.--Subcomandante Rurak Gistere -respondi el caballero.--Rurak -repiti el dragn-. Gistere. -Pronunciadas por esa voz

    sonora y sobrenatural, las palabras parecan aterradoras. La hembraRoja inclin ligeramente la cabeza y lo mir de arriba abajo. Ya lohaba estudiado con inters mientras encabezaba la procesin decaballeros sobre la planicie, pero ahora quera turbarlo, comprobar sise acobardara bajo su intenso escrutinio.

    Cuando sus ojos se encontraron con los del caballero, Malysemiti un suave gruido. Pero el hombre no se amilan, y ella not

    con satisfaccin que no le temblaban los labios ni las manos. Sinduda era un caballero bien entrenado e intrpido. O quizpeligrosamente imprudente. En cualquiera de los dos casos, Malyslleg a la conclusin de que servira a sus propsitos.

    --Rurak Gistere -volvi a decir, esta vez demorndose en cadaslaba y permitiendo que los volcanes repitieran con su eco el gravetimbre de su voz.

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    --S, gran Malystryx?--Qutate la armadura.Los dems caballeros la miraron con ojos desorbitados, pero

    Rurak Gistere permaneci impasible. La hembra Roja se regocijante las numerosas preguntas mudas que vea reflejadas en la carade los dems humanos. Devorara a Rurak? Lo torturara? Quinsera el siguiente? Sin embargo, le alegr comprobar que, a pesar desu evidente temor, los caballeros permanecan en su sitio mirndolacon atencin.

    Rurak mantuvo su heroica compostura. Se quit los guanteletesy los dej en el suelo. Continu con el yelmo y la holgada capanegra, que dobl cuidadosamente y coloc sobre los guanteletes.

    Acto seguido se desprendi de los espaldarones, las brafoneras y loscodales. Por fin le lleg el turno al peto. Debajo llevaba una tnica

    manchada de sudor, que tambin se quit para dejar al descubiertoun torso brillante y musculoso.

    --Ya es suficiente -dijo Malys.Rurark volvi a ponerse en posicin de firmes y a mirar al

    dragn a los ojos.Malys levant una pata y movi la garra como si llamara a un

    perro.--Acrcate ms, Rurak Gistere -silb.El caballero sorte las piezas de la armadura y se acerc al

    hocico de la hembra Roja.--No. Mucho ms cerca.Ahora el caballero estaba a menos de treinta centmetros de la

    pata del dragn y por primera vez dio seales de debilidad. Su labioinferior tembl de forma casi imperceptible, pero Malys decidiperdonarle esa pequea falta. Tena que reconocer que era el sujetoms idneo para sus planes.

    La hembra Roja se sent sobre sus patas traseras. Su sombracay sobre Rurak, refrescndolo ligeramente, y el caballero pensque era una penosa forma de aliviar el calor. Malys sacudi la cola

    frente a su hocico y pareci estudiarla durante unos instantes. Luegoarranc una de las escamas ms pequeas de la punta y la escrutseriamente con sus ojos humeantes.

    --Arrodllate -silb Malys.El joven caballero se apresur a complacerla. Entonces la Roja

    murmur palabras tan exticas y misteriosas que ninguno de lospresentes pudo descifrarlas. Tenan una melodiosa resonancia, y,

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    mientras su voz se oa montona y luego se aceleraba, el calorapret aun ms sobre la planicie. Las llamas brotaban de las fosasnasales de la bestia, rizando los bordes de la pequea escama.

    Rurak se senta mareado y febril; no recordaba haber pasadotanto calor en toda su vida. Le lata la cabeza, y apret los dientespara no gritar mientras las oleadas de calor ascendan y descendanpor sus extremidades. Tena la impresin de que su sangre herva ysu piel comenzaba a derretirse. Mir fijamente a las llamas quebesaban los bordes de la escama y flameaban alrededor de losollares de la hembra Roja. Vio unas figuras volando alrededor deMalys; criaturas aladas de color rojo y anaranjado, que parecanversiones en miniatura del dragn. Era una visin a un tiempofascinante y aterradora, y continu contemplando a los diminutosdragones que avanzaban a su encuentro. La hembra Roja acerc la

    escama al caballero y luego, sbitamente, la apret contra el pechode ste. La piel de Rurak crepit y estall, y, a pesar de suentrenamiento y resolucin, el joven dej escapar un grito de dolor.Los minsculos dragones de fuego revolotearon sobre la escamamientras sta le quemaba la carne y se funda con su cuerpo,unindose a los msculos de su pecho. Ahora la escama recordabaun pequesimo escudo. El calor de las llamas ti de blanco loscontornos.

    Rurak se dobl hacia adelante y manote el suelo. El dolor era

    desgarrador y lo consuma. Tena la garganta seca y, aunquerespiraba con avidez, era incapaz de inspirar aire suficiente parallenar sus pulmones abrasados. Sus ojos se llenaron de lgrimas. Seretorci ante Malystryx y rez a Takhisis, la diosa ausente, para quelo llevara consigo. Pero la muerte no lleg. Poco a poco, los latidosde sus sienes se acllaron, su respiracin se seren y fue capaz deincorporarse sobre las rodillas. El calor segua siendo bochornoso,pero ya no se senta como si ardiera en una hoguera. Hizo unesfuerzo sobrehumano para ponerse en pie y pocos segundosdespus volvi a adoptar la posicin de firmes.

    Te he honrado, Rurak Gistere, como slo he hecho con unospocos hombres de este mundo. Rurak la mir con expresin atnita.Los labios del dragn no se movan, pero su voz resonaba en elinterior de la cabeza del caballero. Una parte de m estar siemprecontigo para hacerte superior a los humanos. A partir de ahora, raravez necesitars dormir. Descubrirs que eres ms fuerte, ms lcido;tus sentidos estarn ms aguzados y tu mente ms clara. Estamos

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    unidos, Rurak Gistere, y gracias a nuestro vnculo podr ver lo que tveas, or lo que t oigas. Eres autnticamente mo.

    --Tuyo para lo que ordenes -dijo Rurak en voz alta.--Guiars a estos caballeros ms all de mis tierras, hasta el

    lugar que los hombres llaman Solamnia. -Esta vez las palabras eranaudibles para que las escucharan los caballeros formados detrs deRurak-. Sabr qu ocurre all, y obtendr ese conocimiento a travsde ti. T y tus hombres viajaris de aldea en aldea y os mezclariscon los humanos que tienen poder. Descubriris hacia dndemarchan los refugiados de Ansalon y quin est incitando a lapoblacin a rebelarse contra los seores supremos y los Caballerosde Takhisis. Tambin escogeris a aquellos con las cualidadesnecesarias para convertirse en mis aliados.

    --Como ordenes -respondi Rurak.

    --Buscad personas sanas e inteligentes, con maldad en el alma.Quiz yo pueda darles buen uso. Slo humanos. Yo te indicaradonde llevarlos.

    --Entiendo, Malystryx. -Rurak hizo acopio de valor y ech unrpido vistazo a la escama. Estaba brillante y roja como la sangre,pero ya no resplandeca. Palp los contornos e introdujo una ua enla pequea brecha que quedaba entre la escama y la piel-. Siempretendr que llevar esto? -se atrevi a preguntar.

    --Nunca podrs arrancrtela... a menos que desees morir.

    Rurak Gistere asinti con un gesto y comenz a ponerse laarmadura. Mir por ltima vez los enormes ojos del dragn y vio supropia imagen reflejada en ellos. Luego dio media vuelta y condujo asus hombres cuesta abajo.

    Malys asom la cabeza por encima del abismo y contempl alos Caballeros de Takhisis descendiendo por la tortuosa senda. Noalcanzaba a ver a Rurak, pero saba que estaba al frente. Saba todolo que haca porque ahora era capaz de ver a travs de sus ojos. Vioque nadie caminaba delante de l. Vio las rocas que esquivaba, losros de lava que saltaba con agilidad.

    Malys ronrone, satisfecha, cerr los ojos e imagin algo fro.

    No haba nada ms que resplandeciente tierra blanca en todaslas direcciones, desde las llanuras de la costa, otrora cubiertas dearbustos y hierba, hasta la cuesta este de la imponente cordillera queatravesaba el territorio de Ergoth del Sur. Los vientos helados

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    azotaban la regin, levantando espesos bancos de niebla ypequeos remolinos de nieve que cambiaban de formaconstantemente. A diferencia de las tierras del lejano oeste, Ergothdel Sur se haba convertido en un autntico iceberg.

    El feroz amo del lugar -el seor supremo Gellidus, a quien loshombres llamaban Escarcha- estaba sentado a la orilla de unpequeo lago congelado. Con la sola excepcin de sus ojos, dosremansos de color verde azulado, el dragn era tan blanco como suterritorio. De vez en cuando sus escamas brillaban aqu y all convetas azules y plateadas, un reflejo del cielo que a ratos se dejabaver entre el grueso manto de nubes.

    El majestuoso dragn ni siquiera pestaeaba; estaba totalmenteinmvil, con las alas apretadas a los lados y la cola enrollada sobrelos cuartos traseros. Su cresta, una escamosa orla que parta de sus

    enormes y escarchadas fauces, brillaba tanto como los cinco cuernoscurvos que se proyectaban sobre la cabeza, semejantes acarmbanos invertidos.

    Gellidus contempl el lago y llen sus pulmones con el benditoaire glido. Luego lo dej escapar con un bufido, barriendo la nieveque cubra el agua congelada.

    El hielo recin descubierto brillaba, centelleaba, y por uninstante pareci fluir, como si estuviera derritindose. Luego se volvims brillante y adquiri una plida tonalidad rosada, igual que

    cuando reflejaba el sol del amanecer los das en que las nubes noeran tan espesas. Pero era medioda y el hielo tena varioscentmetros de espesor; no haba peligro de que se derritiera. Elcolor rosado se transform en un radiante resplandor anaranjado,despus en un rojo clido semejante al de unas brasas mortecinas.Por fin cobr un intenso color sangre y reflej la cara de Malystryx.

    Gellidus contempl con fascinacin e inters la imagen mgicadel gigantesco dragn. La Roja le devolvi la mirada desdecentenares de kilmetros de distancia.

    Cul es tu respuesta?, apremi Malystryx.

    Gellidus oy las palabras en su cabeza; era parte de la magiaque el monstruoso dragn usaba para comunicarse. Con sus treintametros de largo, la hembra tena dos veces su tamao y podaaplastarlo sin el ms mnimo esfuerzo. Su fuego poda derretirfcilmente el hielo del territorio de Gellidus. Cuando el vapor sedisipara, en las llanuras slo quedara su cadver retorcido ychamuscado.

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    --Me unir a ti -dijo Gellidus. Su voz era sonora e inquietante,como el glido viento que soplaba en los valles de su tierra. Pero noera tan autoritaria como la de la Roja-. Trabajar contigo. No meenfrentar a ti.

    Malys curv los labios en un amago de sonrisa y un rugidoreson dentro de la cabeza blanca. La Roja pareca satisfecha. Lasllamas danzaban entre unos dientes tan blancos como la piel deGellidus y rodeaban la cabeza de la Roja como un resplandecientehalo.

    --Y aceptar ser tu consorte, Malys -continu el Dragn Blanco.La Roja asinti.De acuerdo, Gellidus. Juntos haremos temblar Ansalon. Mis

    planes ya estn en marcha y pronto te comunicar cul es elgrandioso papel que desempears en ellos.

    --Me siento honrado -respondi el Dragn Blanco-. Nosreuniremos?

    Pronto, se limit a responder la Roja. En las Praderas de Arena,en el reino llamado Duntollik.

    --Territorio neutral -dijo l-. Eres muy prudente.Entonces sinti que la mente del dragn se separaba de la suya

    y vio cmo el resplandor rojo en las heladas aguas del lago se volvaanaranjado y luego rosado. Instantes despus, el hielo volvi a serblanco como la leche y el reconfortante viento fro arrastr la nieve

    sobre la superficie pulida.Gellidus detestaba someterse a otros dragones. Era un seorsupremo, amo indisputable de Ergoth del Sur. Cuando l haballegado all, el continente de los elfos kalanestis tena un climatemplado. Haba grandes extensiones de tierras cubiertas de hielo delas que podra haberse apoderado con facilidad, pero estabanhabitadas por unos pocos Brbaros de Hielo, y Gellidus pretendagobernar a una poblacin ms amplia. Tras conquistar Ergoth delSur, haca casi dos dcadas, haba trabajado para modificar el climay el terreno de acuerdo con sus gustos austeros y fros. Rpidamente

    haba tomado el mando de Daltigoth, la antigua capital. Y con lamisma celeridad la haba entregado a los ogros, despus deapoderarse de sus riquezas. El valle de Foghaven tambin habacado, y con l el legendario lugar de descanso de Huma, hroe de laTercera Guerra de los Dragones.

    Los ogros de la zona estaban a las rdenes de Gellidus. Habanofrecido su lealtad y sus servicios al dragn a cambio de sus

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    insignificantes vidas y de una pequea cantidad de poder. Losthanois -grotescos hombres-morsa- tambin estaban bajo sudominio. Gellidus haba capturado a los thanois al sur de lasPraderas de Arena y los haba llevado consigo para emplearlos comoguardias o mensajeros.

    Casi todos los kalanestis, los Elfos Salvajes que antaohabitaban las tierras de la isla, haban huido haca ms de unadcada. Pero todava quedaban algunos al oeste del reino deldragn, ms all de las montaas de Fingaard. Aunque el clima erainclemente y el viento furioso, all estaban relativamente a salvo delas zarpas del dragn. No es que Gellidus fuera demasiado holgaznpara conquistar esa parte del continente, aunque el seor supremollevaba una vida bastante sedentaria. Sencillamente, el Blanco habadecidido conceder a los humanos un paraso seguro. As tendra algo

    que mirar, algo que estudiar, un lugar para aterrorizar en el futuro,cuando estuviera aburrido.

    Gellidus se incorpor sobre sus patas, cortas y rechonchas, yextendi la cola, que tena varios metros de longitud y terminaba enuna cresta plana como una aleta. Los pliegues de su grueso cuellose alisaron, y el dragn mir fijamente el lago congelado antes deromper el hielo con las patas delanteras y sumergirlas en el aguaglida. De inmediato sumergi tambin el resto del cuerpo y se dejenvolver por el reconfortante fro glacial.

    El Blanco no era el primer consorte de Malys. Ese privilegiocorresponda a Khellendros, la Tormenta sobre Krynn, que ahoraacaparaba los pensamientos del dragn.

    --Khellendros usa caballeros -susurr Malys para s-, aunque nocon tanta habilidad e inteligencia como yo.

    Con frecuencia, la Roja pensaba en el Azul, que reclamaba paras los Eriales del Septentrin y la ciudad de Palanthas. La hembraRoja lo consideraba el ms astuto y poderoso de sus subordinados.

    --Qu trama? -pens en voz alta. Apoy una pata en el suelode tierra de la planicie y comenz a trazar un extrao smbolo. El

    polvo flot alrededor del diagrama y el aire vibr con una energa fray azul.

    Khellendros, quiero hablar contigo... Aqu.

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    _____ 1 _____Muertes y comienzos

    La creciente presin del agua fresca y azul despert a Dhamon.Flotaba a escasa distancia del cenagoso fondo del lago, con el pecho

    jadeante, vido de aire. La pelea con el dragn lo haba dejadoterriblemente dolorido, pero de algn modo reuni fuerzas y ascendipataleando hacia la superficie. Mientras suba, not las extremidadespesadas y entumecidas, y que estaba a punto de perder el sentido.Cuando su cabeza emergi a la superficie, respir hondo, tosi elagua que le llenaba los pulmones y aspir el aire con desesperacin.

    Tena el cabello pegado sobre los ojos, pero a travs de unarendija entre los mechones vio a Palin, Feril y Rig que escalaban unacolina no muy lejos de la orilla del lago.

    --Feril! -Levant un brazo y chapote para llamar la atencin dela elfa, pero no consigui hacer suficiente ruido. Ella estabademasiado lejos para orlo y se alejaba ms y ms a cada paso-.Feril! -volvi a gritar.

    Entonces, algo le roz el cuerpo y le atenaz una pierna. Susgritos se silenciaron mientras lo arrastraban hacia abajo. El aguabaj por su garganta y la oscuridad lo devor.

    Poco antes del amanecer, el Yunque de Flintzarp de losmuelles de Palanthas. El galen de casco verde se desliz tan velozy silencioso como un espectro a travs del laberinto de botes depesca que ya salpicaban la profunda baha. Palin Majere se dirigi ala proa, atento al suave chapoteo de las redes sobre el agua y al casiimperceptible crujido de la cubierta del Yunque bajo sus piescalzados con sandalias.

    Hijo de los clebres Hroes de la Lanza Caramon y Tika Majere,y uno de los pocos sobrevivientes de la batalla del Abismo, Palintena fama de ser el hechicero ms poderoso de Krynn. Sin embargo,

    pese a sus habilidades para la magia y a sus conocimientos arcanos,se senta indefenso ante los dragones que amenazaban su mundo.Se maldijo por no haber sido capaz de salvar a Shaon de Istar y aDhamon Fierolobo el da anterior, cuando los haba atacado el Azul.

    Palin se inclin sobre la batayola y mir fijamente el punto delhorizonte donde el cielo teido de rosa se encontraba con las olas.Su melena rojiza, salpicada de hebras de plata, se agitaba al viento.

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    Palin se apart unos mechones de los ojos y bostez. La nocheanterior no haba dormido. Los trabajos de reparacin del palomayor, que el dragn haba partido en dos durante el ataque, lohaban mantenido en vela toda la noche. Despus haba odo elchapoteo del agua contra el casco mientras pensaba en sus amigosmuertos.

    --Ya estamos lo bastante lejos! -grit Rig Mer-Krel, el marinerobrbaro que capitaneaba el Yunque. Hizo una sea a Groller, elsemiogro que estaba junto al palo popel. Luego levant un brazo,seal las velas, apret el puo y se llev rpidamente la mano haciael pecho.

    El semiogro sordo hizo un gesto de asentimiento y comenz arecoger las velas, esquivando a Furia, el lobo rojo que dorma junto ala base del mstil. El resto de la tripulacin se encontraba en el

    centro del barco. El grupo estaba congregado en torno a un bulto conforma humana, cuidadosamente envuelto en una vela vieja. JaspeFireforge, sobrino del legendario Flint Fireforge, se arrodill junto albulto y pas sus rechonchos dedos de enano sobre el cordn deseda. Musit unas palabras a los ausentes dioses del mar, seacarici la corta barba castaa y reprimi un sollozo.

    Feril estaba a su espalda. La kalanesti cerr los ojos, y laslgrimas se deslizaron sobre la hoja de roble tatuada en su mejilla.

    --Shaon -murmur-; te echar de menos, amiga.

    --Yo tambin te echar de menos -susurr Ampolla, una kenderde mediana edad. Con una mueca de dolor en la cara, manose losguantes blancos que cubran sus pequeas manos-. Eres la nicapersona a la que he hablado de mi..., de mi...

    --Shaon amaba el mar -comenz Rig, y su voz potenteinterrumpi los pensamientos de la kender-. Yo sola bromear conella y decirle que por sus venas no corra sangre, sino agua salada.Estaba ms cmoda en la cubierta de un barco que en tierra firme.Fue mi primera compaera, mi amiga y mi... -El corpulento torso delmarinero se sacudi cuando se detuvo para alzar el cuerpo. Sus

    msculos se tensaron, pues haban lastrado el cadver paraasegurarse de que se hundiera-. Hoy la devolvemos al lugar queadoraba.

    Se dirigi a la borda y se detuvo, imaginando el rostro morenodebajo de la lona. Echara de menos el contacto de su piel y jamsolvidara su contagiosa sonrisa. Arroj el cuerpo de su primeracompaera por la borda y lo vio hundirse rpidamente.

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    --Nunca te olvidar -dijo en voz tan queda que nadie lo oy.Feril se acerc a l. La brisa agit su rizada cabellera cobriza y

    acarici sus puntiagudas orejas.--Dhamon Fierolobo tambin ha muerto, aunque no pudimos

    recuperar su cadver. Abandon la Orden de los Caballeros deTakhisis por una causa noble y se sacrific para matar al Dragn

    Azul que quit la vida a Shaon. -La kalanesti sujetaba en su delgadamano un cordn de cuero que haba encontrado entre las escasasposesiones llevadas por Dhamon a bordo del Yunque, y al que habaatado una flecha-. Dhamon nos reuni. Honremos su memoria y lade Shaon permaneciendo unidos y obligando a los dragones a quenos devuelvan nuestras tierras.

    La flecha y el cordn se soltaron de sus dedos y se hundieronen el mar, igual que Dhamon y el Dragn Azul, Cicln, se haban

    hundido en un lago cercano.Durante largo rato, slo se oy el leve crujido de los palos del

    barco. Por fin Rig se apart de la borda e hizo una seal a Groller. Elsemiogro iz las velas, y el marinero de piel oscura se dirigi altimn.

    Varios das despus, a medioda, Rig, Palin, Ampolla y Ferilestaban empapados en sudor en el desierto de los Eriales del

    Septentrin. Ante ellos haba un lagarto de treinta centmetros delargo, con la cola rizada. El animal sacuda su lengua viperina ymiraba con especial atencin a la elfa que se comunicaba con l. Losdems miraban, pero no entendan ni una palabra de la inslitaconversacin.

    --Slo podr estar contigo en el desierto durante una brevetemporada, pequeo -dijo Feril en voz alta con chasquidos y silbidos.

    --Corre conmigo por la arena. Disfruta conmigo de mi bella,bellsima tierra. Hay desierto de sobra para todos.

    --Es un desierto muy hermoso -reconoci Feril-, pero necesito

    saber...--Caza insectos conmigo. Crujientes escarabajos. Dulces

    mariposas. Jugosos saltamontes. Muy, muy jugosos saltamontes.Hay suficientes para todos.

    --No me interesan los insectos -explic Feril.El lagarto pareci decepcionado y dio media vuelta.--Por favor, no te marches -silb ella, arrodillndose junto al

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    lagarto.--De qu hablan? -pregunt la kender, que los observaba con

    su habitual curiosidad-. Sabes de qu hablan, Rig? Lo nico queoigo son silbidos. Parecen un par de teteras.

    --Calla -la ri el marinero.--Ojal supiera usar as la magia -protest Ampolla-. Podra

    hablar con cualquier cosa..., con todo. -La kender se cruz de brazosy mir al suelo, o al menos a la porcin de suelo que alcanzaba a verbajo su fina tnica anaranjada que el viento trrido y seco agitabaentre sus cortas piernas. La tnica era otro motivo de irritacin. Esamaana, cuando Ampolla haba subido a la cubierta luciendo la largaprenda naranja, guantes y cinturn verdes, Rig le haba dicho quepareca una calabaza madura. Ese comentario haba bastado paraque se decidiera a dejar el sombrero y a ponerse sandalias

    marrones, en lugar de las botas naranjas a juego-. Palin, no puedeshacer algn conjuro para que todos entendamos lo que dice ellagarto?

    --Habla de su inmenso desierto -dijo Feril con una rpida miradaa Ampolla. Acarici la cabeza del lagarto y continu silbando ychasqueando.

    --En verdad es un desierto increblemente grande -coincidiAmpolla mientras contemplaba el mar de arena que se extenda entodas direcciones. Tena que forzar la vista para ver los palos del

    Yunque al norte del horizonte. Tan delgados y lejanos estaban que lakender pens que parecan agujas de coser pinchadas sobre lablanca tela del paisaje-. S que es un desierto muy grande porque viun mapa. Dhamon lo compr en Palanthas hace varias semanas,antes de que nos internramos en el desierto, cuando Shaon anestaba con nosotros. -Hizo una pausa al notar que los labios de Rigse crispaban ante la mencin del nombre de Shaon-. Naturalmente-prosigui rpidamente-, Dhamon no conserv el mapa muchotiempo. Los dracs nos atacaron y asustaron a los caballos, y el mapaestaba en el caballo de Dhamon, que vaya a saber dnde se

    encuentra ahora. Crees que estar vivo? Necesitaremos otromapa? O puede que el lagarto nos solucione el problema. Ya sabes,que dibuje un mapa en la arena con la cola. O quiz...

    --Calla! -protestaron Palin y Rig casi al unsono.La kender hizo un puchero, hundi los talones en la arena y mir

    fijamente al lagarto de cola ensortijada que a su vez miraba conatencin a Feril.

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    --Eres muy listo -silb la kalanesti.--Muy, muy listo -aadi el lagarto. Se sent sobre las pequeas

    patas traseras y admir el terso rostro cobrizo y los ojos brillantes dela elfa-. Soy la criatura ms lista de este maravilloso desierto.

    --Apuesto a que sabes mucho de lo que sucede aqu.--Lo s todo -respondi el lagarto hinchando su pequeo pecho.--Qu sabes del Dragn Azul?--Azul? -El lagarto extendi la cola un instante y parpade con

    expresin perpleja-. Marrn como el barro?--Azul como el cielo -corrigi Feril.El lagarto se enfrasc en sus pensamientos.--Un lagarto muy, muy grande? -Feril asinti en silencio-. Con

    alas de pjaro?--S; el dragn que vuela.

    --Haz como yo y no te acerques al lagarto muy, muy grande-aconsej la criatura de la cola ensortijada-. O te devorar muy, muyrpidamente.

    Ampolla tir de la pernera del pantaln de Rig.--Me pregunto si Feril le ha dicho al lagarto que esto fue idea

    tuya. Los dems habramos preferido ir a Ergoth del Sur en busca delBlanco. T tienes la lanza de Dhamon y podras matarlo.

    --Es milanza.--Ahora s -admiti Ampolla-. Pero hace muchos aos perteneca

    a Sturm Brightblade, que la us en la Guerra de la Lanza. Luego fuepropiedad de unas personas que la desarmaron y guardaron laspiezas como recuerdo. Despus Dhamon y Palin volvieron a armarlay perteneci a Dhamon hasta su muerte. Tendras que haberla tradocontigo por si nos topamos con algn dragn. No deberas haberladejado en el barco con Groller y Jaspe. Quiz tengamos que ir aErgoth del Sur, despus de todo.

    --Claro que iremos a Ergoth del Sur -dijo Rig con nfasis.--De acuerdo, pero aun as creo que deberas haber trado la

    lanza.

    Rig suspir y murmur:--Oye, Ampolla: yo no s usar la lanza. Contenta?--Yo crea que sabas usar cualquier arma. Feril dice que eres

    un arsenal andante.--S usar espadas, dagas, garrotes, boleadoras y un par de

    armas ms. Pero una lanza es algo muy distinto. Es pesada y exigeusar las dos manos. Primero quiero practicar un poco, familiarizarme

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    con ella. Si utilizara un arma que no conozco bien, podra hacer msmal que bien.

    --En otras palabras, no quieres que Palin sepa que no sabesusar la lanza. Por eso hablas en voz baja; para que l no se entere.

    --Ampolla... -gru Rig.--En fin. Para qu ibas a cargar con una lanza tan grande en el

    desierto? Slo te hara sentir ms calor, sudar y ponerte de malhumor. Sabes? Deberas drsela a alguien que sepa usarla. Quiza Groller o incluso a...

    --Es mi lanza -repiti el marinero-. Tendr tiempo de sobra parapracticar en el camino a Ergoth del Sur. Varias semanas o inclusomeses.

    --Deberamos emprender viaje a Ergoth del Sur ahora mismo.--Ya he dicho que lo haremos, pero slo despus de que

    encontremos la guarida del Dragn Azul. El dragn mat a Shaon, ytambin a Dhamon mientras agonizaba. Dicen que los dragonestienen grandes tesoros. Y me propongo llevarme todo lo que pueda.

    --Bueno, nunca he participado en la bsqueda de un tesoro -dijoAmpolla con alegra-. A pesar del calor, ser muy emocionante.Aunque me sorprende que Palin haya aceptado el plan. l s quequera ir a Ergoth del Sur.

    Rig suspir.--Palin ha aceptado porque soy el capitn del barco y me

    necesita para llegar a Ergoth del Sur.--He aceptado porque creo que estudiar la guarida de un dragnmuerto nos ayudar a aprender muchas cosas sobre los dragones-corrigi Palin-. Podra darnos pistas de cmo vencer a los quesiguen vivos.

    --Eso siempre y cuando encontremos la guarida -terciAmpolla-. Los pjaros con los que habl Feril esta maana noresultaron de gran ayuda. Y ahora este lagarto... Bueno; vaya asaber lo que dice.

    --Chist -dijo Feril-. No me dejis or a mi amiguito.

    --El lagarto muy, muy grande se lo come todo -prosigui lacriatura de cola ensortijada-. Come camellos y...

    --No volver a comer nada -silb Feril-. Est muerto. Lo mat unamigo mo.

    El lagarto cerr los ojos y su lengua de color rojo oscuro flame,cosa que Feril interpret como una seal de alivio.

    --Estoy muy, muy contento de que haya muerto.

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    --Queremos ver dnde viva.--El agujero del lagarto es oscuro y muy, muy apestoso. Huele

    como la muerte.--Has estado all?--Slo una vez. Entr a cazar escarabajos, pero me march

    enseguida. Apesta. Se me quitaron las ganas de comer escarabajos.--Nos llevars all?--No. -El lagarto arrug su nariz escamosa, extendi la cola y se

    volvi hacia el sudeste-. El lagarto muy, muy grande viva por all.Cerca de las rocas que tocan el cielo. Una larga caminata desdeaqu: dos, tres, cuatro das. Pero no ser tan larga para ti. Quizs unsolo da. -Mir las largas piernas de Feril-. Me alegro mucho de quehaya muerto. Ven a correr conmigo por la arena. Busquemos jugosossaltamontes.

    Feril neg con la cabeza.--Hoy no tengo tiempo. -Se incorpor, se sacudi la arena de las

    rodillas y mir a la criatura que se alejaba reptando.--Saba algo de la guarida del dragn? -pregunt Rig.El marinero se enjug el sudor de la frente y bebi un largo

    sorbo de agua del odre.--Por aqu -respondi Feril sealando en la direccin que haba

    indicado el lagarto-. Seguidme.

    Poco despus del ocaso los cuatro se detuvieron a descansar.No encontraron dnde resguardarse y se contentaron con sentarseen el suelo, junto a una duna. A Palin le dolan las piernas por lacaminata y le escocan los pies, pues los granos de arena se filtrabanconstantemente en sus sandalias de cuero. Las finas prendas decolor verde claro ahora estaban oscuras de sudor y se le adheran alcuerpo. Cerr los ojos y procur pensar en algo fresco.

    --Ests segura de que por aqu se llega a la guarida? -Rig setendi a un par de metros de Palin y mir a la kalanesti.

    --S; en esta direccin.--Cunto falta para llegar? -El marinero se quit la camisa. Su

    oscura piel brillaba de sudor, e intent en vano secarla con la camisaempapada. Luego volvi a ponrsela-. Llevamos todo el daandando. Es probable que hablar con los animales no sea la mejormanera de encontrar la guarida del dragn.

    --Se te ocurre una idea mejor? Este viaje fue idea tuya, Rig

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    Mer-Krel -le record Feril-. Si no te hubieras empeado en descubrirla guarida del dragn y en hacerte rico, estaramos... -Feril seinterrumpi, pero pens: Estaramos en Ergoth del Sur, mi patria...hasta que el Dragn Blanco se mud all.

    Feril dio la espalda a los dos hombres y se concentr en elviento clido que le acariciaba la cara. Soportaba el calor muchomejor que los quejicas de sus compaeros. Como buena ElfaSalvaje, estaba habituada a los caprichos de la naturaleza y, en lugarde protestar por las temperaturas extremas, saba disfrutar de ellas.Contempl el sol que descenda poco a poco, una bola brillante quetea el desierto de un plido tono rojo anaranjado. Era una vistafascinante y por un momento dese que Dhamon estuviera all paracompartirla con ella.

    --Al menos cuando lleguemos a Ergoth del Sur no sudaremos

    -dijo Ampolla. Se llev la mano enguantada a la cabeza y comenz aarreglarse el copete. Se mordi el labio inferior y, cuandocomenzaron a dolerle los dedos, decidi dejar el cabello comoestaba-. Me pregunto si har mucho fro. Supongo que ste no sertan intenso como aqu el calor. Me estoy ahogando en mi propiosudor.

    El marinero sonri. Era su primera sonrisa desde la muerte deShaon. Apur el segundo odre de agua, se recost sobre la duna ycerr los ojos. Se pregunt qu pensara Shaon de su viaje por el

    desierto en busca de la madriguera donde haba vivido el dragn quela haba matado.El sonido de un aleteo interrumpi sus pensamientos, y mir

    hacia una elevacin del terreno situada a varios metros de distancia.Un buitre se haba posado all y los observaba, mientras otrospjaros planeaban en crculos a su alrededor.

    Feril model afanosamente un trozo de arcilla, haciendo unaescultura en miniatura del pjaro. Se concentr en los olores y lossonidos del desierto, y su mente flot en el viento clido en direccinal buitre. Se concentr ms y ms, hasta establecer una conexin a

    travs de la distancia y penetrar en los pensamientos del pjaro.Moriris pronto?, grazn el buitre, y los estridentes sonidos

    resonaron en la cabeza de Feril. Mi estmago ruge de hambre, perovosotros podris llenarlo.

    Feril neg con la cabeza.Me propongo vivir mucho tiempo.Los humanos no viven mucho tiempo con este calor si no tienen

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    camellos, grazn el pjaro. Pronto os desplomaris y no volveris alevantaros. Pronto despediris el dulce olor de la muerte y nosotrosnos daremos un banquete.

    Te gusta el olor de la muerte.Aunque era una afirmacin, Feril vio que el pjaro inclinaba la

    cabeza en seal de asentimiento.Es muy dulce, grazn.Entonces es posible que conozcas un sitio cercano donde ese

    olor est muy concentrado, no es cierto?

    Cuando asomaron las primeras estrellas, los cuatro amigosdivisaron una inmensa colina rocosa. Se extenda sobre la arenacomo la espina dorsal de una bestia semienterrada y en algunos

    sitios alcanzaba los quince metros de altura.--Las rocas que tocan el cielo -murmur Feril, recordando las

    palabras del lagarto de cola ensortijada-. La guarida del dragn estaqu.

    Palin se acerc a ella y enfil hacia la entrada de una cuevasorprendentemente ancha y profunda. Pareca una inmensa y oscurasombra proyectada por la colina y estaba prcticamente oculta bajoel cielo de la noche. Incluso a la luz del da deba de ser difcil dedistinguir entre las sombras.

    El marinero arque las cejas.--No veo huellas de dragn.--El viento -dijo Feril sealando la arena que se arremolinaba a

    sus pies-. Las ha cubierto igual que cubre las nuestras.--Si es que haba huellas que cubrir -dijo Rig-. Cmo sabemos

    que el buitre te ha dicho la verdad? Puede que no sea ms listo queel lagarto. -Mir al hechicero-. Si aqu fuera est oscuro, dentro loestar ms.

    --Podramos esperar hasta maana -sugiri Feril.Palin estaba agotado; pero, por mucho que quisiera descansar,

    deseaba aun ms poner fin a esa aventura, regresar al Yunque yescapar de aquel horrible calor. El hechicero cerr los ojos y seconcentr hasta percibir la energa a su alrededor y sentir el pulsomgico de la tierra.

    En su juventud este pulso era fuerte y poderoso, un don divinofcil de captar y capaz de dar vida a los ms grandiosos hechizos.

    Ahora, en cambio, era como un susurro en el viento, detectable slo

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    por un hbil hechicero. Los grandes encantamientos requeran fuerzade voluntad y perseverancia. La mente de Palin absorbi la energanatural y la canaliz hacia la palma de su mano, donde la dobleg yle dio forma para crear una variacin del hechizo del fuego.

    --Guau! -exclam Ampolla.El hechicero abri los ojos. En su mano haba un

    resplandeciente orbe de luz, brillante pero no ms caluroso que elaire del desierto. La bola emita alternativamente reflejos blancos,anaranjados y rojos, semejantes a las llamas de una hoguera. Larudimentaria creacin mgica funcionaba mejor que una lmpara.

    --Veamos qu dej aqu el dragn -dijo Palin mientras se dirigaa la cueva.

    En el interior, el aire quieto estaba impregnado del nauseabundoolor de la muerte. Era tan intenso, que a Palin se le saltaron las

    lgrimas. Junto a la entrada haba montoncillos desperdigados dehuesos rotos y pieles de animales. Palin se arrodill a examinarlos.

    --Camellos -indic-. Slo una criatura muy grande podra comercamellos.

    Se incorpor y se adentr en las profundidades de la cueva,donde el aire era rancio pero no tan hediondo. Descendi por laescarpada cuesta del suelo de piedra y penetr en una cmarainferior de ms de cien metros de ancho. La luz del orbe apenasalcanzaba a alumbrar los muros y el techo, y no poda disipar las

    sombras que cubran las grietas y protuberancias de las rocas.--Nunca haba estado en una cueva tan grande! -exclamAmpolla-. Por dnde empezaremos? Palin, mira eso!

    La kender estaba junto a un afloramiento de piedra y sealabaun punto del suelo del que haban barrido la arena. Palin vio unosprofundos surcos en la roca que parecan formar un dibujo, y retirms arena para ver el dibujo completo. Ampolla lo ayud duranteunos instantes, pero luego corri a mirar otra cosa. Palin creyreconocer en parte del diagrama los signos de un encantamiento detransformacin que haba visto con anterioridad.

    --Es curioso que un dragn se fe de esta clase de magia-reflexion en voz alta-. Los dragones tienen un poder arcano innato.

    Estudi el dibujo con atencin. La lnea curva representabacambio y renacimiento. La lnea ondulada transversal estabasalpicada de polvo de oro y simbolizaba fuerza y energa, mientrasque el crculo lleno de cera que atravesaba la media lunasignificaba...

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    --Palin! -llam Feril, que se encontraba a unos metros dedistancia. Ella y Ampolla estaban de rodillas, mirando algo en laarena. Sobre sus cabezas haba una grieta en el techo de la caverna,y el hechicero vio que la arena se filtraba por ella y caa como coposde nieve-. Deberas ver esto.

    La urgencia en la voz de la kalanesti hizo que Palin abandonarael examen del dibujo.

    Rig, que haba estado ocupado en medir la cueva, se reuni conlos dems.

    --Es parte de una huella gigantesca -observ, mirando porencima del hombro de la elfa-. Eso significa que tus amigos animalestenan razn: estamos en la madriguera del Dragn Azul. Tambinsignifica que seguir bajando hasta encontrar el tesoro. Os dije queel viaje no sera muy largo.

    La elfa hizo una mueca de disgusto y seal una depresin en elsuelo.

    --sa debe de ser la marca de la garra, y, por la posicin, yodira que es el dedo ms pequeo de la pata delantera derecha.

    --Vaya, vaya -susurr la kender.--De modo que el dragn tena una garra muy grande -dijo Rig-.

    Y qu? Ya lo sabamos. Lo vimos de cerca cuando mat a Shaon.Vamos, Ampolla, necesitar ayuda para llenar esto.

    Desprendi un par de bolsas de cuero del cinturn y le tendi

    una a la kender. Pero Ampolla no le hizo el menor caso. Estabaabsorta en la contemplacin de la huella.--Esta marca es demasiado grande -seal Feril-. El dragn que

    mat a Shaon y a Dhamon no era lo bastante grande para dejar estahuella. No me creeris, pero tengo la impresin de que nos hemosequivocado de cueva.

    --Vaya, vaya -repiti Ampolla en voz aun ms baja.--Y la huella parece reciente. Calculo que slo tiene un da

    -prosigui la elfa.--Entonces no estamos en la cueva del dragn muerto?

    -pregunt Rig con voz sbitamente baja. Trag saliva y mir a Palin-.La lanza est en el barco. No cre que furamos a necesitarla en laguarida de un dragn muerto. Ser mejor que salgamos de aquantes de que sea demasiado tarde.

    --Ya es demasiado tarde -bram una voz desde la entrada de lacueva.

    El pnico se apoder de los cuatro amigos, que se volvieron

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    como un solo ser hacia el hablante. La criatura tena el color delbarro cocido, con manchas aqu y all. Su cuerpo con forma dedragn estaba prcticamente cubierto de escamas y piel, y en suvientre haba zonas que parecan cmulos de grava. Las alascorreosas se asemejaban a las de un murcilago y su hocico eragrande y puntiagudo, con una doble fila de dientes afilados que seabran y cerraban amenazadoramente. Sus grandes ojos con formade pera, del color del cielo de la noche, se posaron sobre los cuatroamigos.

    La criatura sacudi su cola armada de pas, flexion las garrasde sus patas traseras y dio un paso al frente. No tena patasdelanteras; slo un par de alas con pas en los extremos y unaspecto tan temible como las garras. Las alas extendidas deban demedir quince metros, y su cuello era tan fino y flexible como una

    serpiente gigantesca. Al aletear levantaba grandes nubes de arenadel suelo.

    --Un wyvern -observ Palin.--Es el dragn marrn que mencion el lagarto -dijo Feril.--Nunca haba visto nada semejante -aadi Ampolla con un

    dejo de temor en la voz.--Por lo menos no es un dragn autntico -seal Rig,

    relajndose un poco-. Y es evidente que no pudo dejar esta huella.-Empu el alfanje, cuya hoja destell a la luz del orbe de Palin-.

    Tampoco es tan grande como el que mat a Shaon. Podr cogerlo.--Coger qu? -rugi la bestia-. Robar algo? Amo furioso.--Tena entendido que los dragones alados no hablaban -susurr

    Palin a Feril.--Y as es -respondi ella.--Qu encontrar? -Otra voz, tan estridente como una tiza al

    rozar una pizarra, reson en la cueva-. Encontrar algo?El cuarteto vio otro wyvern. Era casi idntico al primero, aunque

    algo ms pequeo. Moviendo la cola de delante atrs, asom elcuello por encima del ala extendida de su compaero para ver mejor.

    --Personas -dijo el wyvern ms pequeo-. Encontrado personas.Deberan estar aqu?

    --No s -respondi el otro-. No estar aqu cuando marchamos.Ahora s. Cuando marchamos, calor. Ahora, fro. Personas venirentre fro y calor. Personas tontas.

    Rig apret la empuadura de su alfanje. Sus oscuros ojos iban yvenan de un wyvern al otro.

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    --La idea de buscar el tesoro del dragn fue esplndida-murmur Feril al marino. Inclin la cabeza hacia Palin-. Y t dijisteque la guarida del dragn nos enseara unas cuantas cosas. Si mehubierais escuchado, ahora estaramos de camino a Ergoth del Sur.

    --Podra haber sido peor -terci la kender-. Podramos habernostopado con ms dragones... o con el que dej esa huella.

    --Eso me da nimos -dijo el marino.--Dejar de hablar. Rendirse -insiti el wyvern ms grande. Fij la

    vista en Rig-. Arrojar rama brillante. Ahora.--No! -rugi Rig.Sus pies levantaron una nube de arena cuando cruz la

    distancia que lo separaba de la bestia ms grande. Alzando lacuchilla por encima de su cabeza, la arroj con un movimientobasculante y atraves la piel del vientre del wyvern. El corte no era

    muy profundo, y el gruido que emiti la criatura no fue de dolor sinode sorpresa.

    --No rendirse -observ el ms pequeo, aparentementeimpasible ante el ataque de Rig-. Qu hacer ahora? -pregunt a sucompaero-. Hacer algo?

    --Coger personas -respondi el dragn ms grande mientrasesquivaba el segundo ataque de Rig-. Entregar lamo.

    --Entregar a Tormenta sobre Krynn al regresar -exclam el otro-.Idea buena.

    Tormenta sobre Krynn, esboz Palin con los labios.--Estamos en la guarida de Khellendros! Tenemos que salir deaqu!

    --Khellendros? El seor supremo de los dragones? -gritAmpolla.

    Meti la mano enguantada en uno de sus saquitos y rebusccon los dedos entre los mltiples objetos del interior. Por fin se viorecompensada y sac una honda. La kender la carg con el siguienteobjeto que encontr -una nuez-, sujet la honda encima de sucabeza y arroj el proyectil. La nuez vol hacia el wyvern ms

    pequeo y le dio en el hocico.--Personas hacer dao!Palin procur abstraerse de los sonidos circundantes y se

    concentr en el orbe que tena en la mano. Observ cmo loscolores se intensificaban y el calor aumentaba en la palma de sumano. Cuando el orbe se calent tanto que comenz a quemar, elhechicero lo dej caer al suelo y continu concentrndose en l.

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    Al mismo tiempo, Feril se arroj sobre su estmago, extendi lasmanos y retir frenticamente la arena hasta que sus dedos tocaronla piedra fra. Palp la superficie pulida, dura, antigua y poderosa.Cerr los ojos y dej volar los sentidos hasta filtrarse en la piedra yfundirse con ella. La elfa se sinti fuerte y pesada, floja,imperturbable y primitiva. Percibi la arena sobre la roca, los pies desus compaeros, el calor del fuego mgico de Palin y las garras delos wyverns.

    S como el agua, pidi a la roca. Fluye conmigo.Feril sinti que la piedra responda a sus rdenes mentales y se

    volva blanda como arcilla. Se esforz para hundir los dedos en lapiedra.

    --Ms blanda -insisti-. Fluye como el agua. Deprisa. -Muypronto obtuvo su recompensa y pudo hundir las manos en la piedra

    lquida, fresca y espesa como el barro. Sus dedos trabajaronafanosamente para crear un arroyo de lneas ondulantes-. Ahoraaprtate de m. Corre como un ro.

    --Fuego hacer dao. No gustar -protest el wyvern mspequeo.

    Palin haba transformado el orbe en una autntica hoguera yuna llamarada alcanz al dragn ms pequeo, chamuscndole elpecho y un ala. La criatura bata frenticamente las alas para apagarel fuego y refrescarse. El hechicero volvi a concentrarse en las

    llamas y orden a otra lengua de fuego que atacara al wyvern. Susestridentes chillidos resonaron en la caverna.--Personas no rendirse! -grit el wyvern ms pequeo-.

    Personas hacer dao. Quemarnos. Todava coger?--No coger! -respondi el wyvern ms grande. Distrado por el

    fuego y por su compaero, la criatura no advirti que Rig se leacercaba. El marino volvi a arrojar su alfanje y esta vez la hojaprodujo un corte profundo que dej una franja de sangre negra en elvientre del dragn. La bestia rugi, arremeti con la cabeza y susfauces estuvieron a punto de cerrarse sobre el cuerpo de Rig, pero el

    gil marinero se salv por los pelos dando un salto hacia atrs.--Matar personas! -grit el wyvern ms pequeo mientras

    atacaba con la cola.La punta con pas derrib a Rig, cuya espada choc

    ruidosamente contra el suelo.El marinero reprimi un grito mientras una punzada de dolor se

    extenda desde la pa al centro de su pecho y regueros de fuego y

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    hielo le recorran el cuerpo de arriba abajo. Rig se dobl haciaadelante, sacudido por unos temblores incontrolables.

    --No ser justo! El oscuro ser mo! -aull el wyvern ms grandemientras apartaba a su compaero y se acercaba a Rig.

    --Mo tambin! -protest el pequeo. Balance otra vez la cola ehiri el hombro de Rig-. Compartir! Despus el del fuego! -grit,mientras esquivaba una de las llamaradas de Palin y azotaba elpecho de Rig con la cola de pas.

    Esta vez el marino no pudo reprimir los gritos. Se revolc sobrela piedra, consumido por las oleadas alternas de fro y calor.

    --Mo para comer. -Los labios del wyvern ms grande securvaron en un amago de sonrisa. Su cuello de serpiente se doblhacia adelante, en direccin al desesperado marinero. Abri la boca,pero la cerr de inmediato porque una lluvia de piedrecillas cay

    sobre su hocico.--Deja en paz a Rig! -grit la kender, buscando otro proyectil en

    la bolsa. Volvi a cargar la honda y de inmediato arroj unaandanada de botones y guijarros brillantes a los dragones. Luegocorri junto a Rig y comenz a arrastrarlo fuera del alcance de labestia.

    --Odiar dolor! -grit la criatura ms grande, y su grave vozretumb entre los muros de la caverna-. Dolor! Dolor! Coger a lapequea.

    --No poder! -grit el ms pequeo-. La cueva atraparme. Nopoder moverme.Como lava lquida, la piedra flua alejndose de Feril y rodeando

    a Palin, Rig y Ampolla y rezumaba entre las garras del dragn.--Endurcete -orden Feril-. Vuelve a ser dura. -Respiraba

    aguadamente por el agotamiento, pero sinti que la piedra por finresponda y volva a su estado slido. Entonces Feril se arrodill,sacudi la cabeza para aclarar los sentidos y vio cmo un rayo delfuego de Palin caa sobre el ms grande de los wyverns. Las llamasenvolvieron por completo la cabeza de la bestia, cuyos gritos

    resonaron, ensordecedores, en el espacio cerrado de la caverna. Elolor a carne quemada era insoportable.

    Consciente de que los wyverns ya no representaban amenazaalguna, Palin dej de concentrarse en el orbe y las llamas seapagaron.

    La kender mir la cara del wyvern ms grande e hizo una muecade asco al ver trozos de hueso asomando bajo la mandbula inferior.

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    La bestia continuaba gruendo de dolor y sacudiendo la cola haciaellos, pero la kender y el marinero estaban fuera de su alcance.

    Palin ayud a levantarse a Rig. Mir las heridas del marinero ypalp con suavidad la zona circundante, que estaba hinchada.

    --Creo que es una especie de veneno -dijo-. Deberamos habertrado a Jaspe. l sabra qu hacer.

    --Qu haremos con ellos? -La kender mir a los wyvernsatrapados.

    --Son abominaciones de la naturaleza -declar Feril-. Morirnaqu. Largumonos antes de que llegue el dragn.

    --Esta vez no voy a discutir -respondi Rig. Otra oleada de calorrecorri sus extremidades, y el marinero apret los dientes. Acontinuacin sinti un fro intenso y comenz a temblar como unahoja-. Me siento muy mal -murmur y cay inconsciente junto a Palin.

    --Tendrs que ayudarme a llevarlo -dijo Palin a la elfa-. Una vezfuera, podremos...

    El hechicero no pudo acabar su frase, pues un rayo le dio en laespalda y los arroj a l y al marinero varios metros ms adelante.En el preciso momento en que aterrizaron en el suelo cubierto dearena, se oy un pequeo trueno.

    --Dracs! -exclam Ampolla mientras buscaba otra vez su honda.Feril se volvi a tiempo para ver una criatura emergiendo de un

    oscuro tnel en el fondo de la caverna. Tena forma de hombre y

    unos ojos inquietantes, y estaba cubierto de minsculas escamasazul zafiro que brillaban a la luz del fuego de Palin. Una cresta deescamas triangulares se extenda desde la coronilla, a lo largo de laespalda y hasta la punta del corto rabo, y unas alas ligeramentecurvas se abran desde los omplatos. La criatura agit las alas consuavidad y se elev a un metro del suelo de la caverna.

    Feril haba encontrado criaturas semejantes unas semanasantes, cuando an estaba con Dhamon, y saba que no era fcilvencerlas.

    --Coger a personas malas! -orden el wyvern ms grande al

    drac.--Matar personas! -grit el ms pequeo.El drac sonri, dejando al descubierto una ristra de dientes

    blancos como perlas de los que salan pequeo rayos, que tambinbrotaban de las garras de sus manos y sus pies, y corri hacia lakalanesti.

    Entonces Ampolla solt el cordn de la honda y ba al drac con

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    coloridos trozos de piedra y metal. Aunque la criatura no sufriningn dao, se sorprendi y se acuclill en el suelo de la cueva.

    La elfa aprovech los preciosos segundos conseguidos por lakender para correr hacia el alfanje cado de Rig. En el precisomomento en que oa el crepitar del segundo rayo, cerr la manosobre la empuadura del arma. Ampolla grit al recibir el impacto deun rayo que sali de las garras del drac y que la lanz contra lapared de la caverna.

    --Perversa criatura! -bram la elfa al tiempo que arremetacontra el drac. El arma le pesaba mucho, pero la blandi del mismomodo que haba visto hacer al marinero, levantndola por encima dela cabeza a la par que cargaba. Cuando estuvo cerca la balance enel aire y luego la dej caer con todas sus fuerzas. La hoja atraves elomplato del drac, y sus brazos se agitaron e intentaron cogerla

    mientras Feril liberaba el alfanje.Esta vez apunt al cuello. La hoja descendi con suma rapidez y

    prcticamente decapit a la bestia. El drac resisti durante unosinstantes y finalmente estall en una bola de crepitantes rayos. Ferilcerr los ojos, pero ya era demasiado tarde. Deslumbrada y con elcuerpo dolorido, dio un paso atrs y tante con la mano libre,buscando el muro de la caverna.

    --Te encuentras bien, Ampolla? -pregunt la kalanesti.--No -respondi la kender-. Me duele todo el cuerpo.

    --Puedes andar?--S; pero Palin y Rig no. Creo que estn vivos, pero no semueven.

    --Contina hablando -orden Feril-. Me guiar por el sonido detu voz. Tendrs que ayudarme a sacarlos de aqu. -Comenzaba a verretazos de color: el gris de la piedra, el blanco de la arena, el rojo delfuego de Palin, que segua ardiendo. Sin embargo, los colores sefundan entre s-. Ser difcil, Ampolla.

    --Difcil? Querrs decir imposible. Los dos son muycorpulentos.

    Mientras caminaba hacia la kender, Feril procurabaconcentrarse, enfocar los objetos. Pero de repente se detuvo en secoe inclin la cabeza. Haba odo un aleteo a su espalda; tenue, peroinconfundible. Se volvi a tiempo para ver un borroso arco de luz queavanzaba a su encuentro, procedente de una sombra azul: otro drac.Lo seguan otras cuatro manchas azules.

    --Corre, Ampolla! -grit mientras se arrodillaba.

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    Un rayo pas por encima de su cabeza. Otro drac abri la bocay dispar un segundo rayo. Feril lo esquiv y cay en el camino deun tercero. El rayo le dio en el hombro y la arroj violentamente alsuelo.

    --Feril!La kender ech un ltimo vistazo a sus amigos cados y al drac

    que se acercaba y luego ech a correr ms rpidamente de lo quehaba corrido en su vida.

    _____ 2 _____Mirielle Abrena

    El Caballero de Takhisis corra por el polvoriento sendero. Sularga espada le golpeaba la pierna y amenazaba con enredarse en lalarga capa negra. Corra torpemente, sorteando las chozas en llamasy los cuerpos de los ogros que haban cometido la imprudencia dedesafiarlos. Mientras saltaba un cuerpo decapitado y atravesaba unanube de insectos atrados por la sangre, pens que sus enemigosdeberan haberse rendido. Los caballeros les haban dado esaoportunidad. Por qu no haban atendido a razones? Otros clanes

    de ogros se haban aliado con los caballeros. Saban que sometersea la Orden era la nica medida sensata.El caballero se detuvo un instante para recuperar el aliento y

    observar el menudo cuerpo de una nia ogro. Con los miembrosretorcidos y rotos, los ojos desorbitados fijos en el vaco, pareca unamueca vieja. Era uno de los tantos nios que haban muertodurante el ataque. l saba que era inevitable. Los caballerossiempre evitaban enfrentarse a aquellos que no podan defenderse.No era honorable. Sin embargo, a veces los nios se cruzaban en sucamino.

    Corri hacia un claro en las afueras de la aldea, donde se habareunido parte de su unidad. Al ver a su comandante, afloj el paso,irgui los hombros y avanz con movimientos largos y rtmicos -comosi estuviera marchando-, tal como le haban enseado tres aosantes, cuando se haba unido a la Orden. Se sacudi el polvo de lacapa y se enderez el yelmo. Cuando se detuvo ante sucomandante, contrajo el estmago y se puso en posicin de firmes.

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    respir hondo y sigui mirndola. Le echaba unos cincuenta aos,aunque aparentaba como mnimo diez menos. Era musculosa,segura y no mostraba seal alguna de fatiga pese a llevar unaarmadura mucho ms pesada que la del joven.

    A su espalda cabalgaba ms de una docena de hombres, todosmontados en caballos negros. Casi todos eran Caballeros del Lirio,como l, guerreros de la Orden. Pero Arvel vio dos hombres concoronas de espinas bordadas en la capa, lo que proclamaba sucondicin de miembros de la Orden de la Espina. Hechiceros.

    Mirielle Abrena desmont con agilidad a pocos pasos dedistancia y salud al comandante con una inclinacin de cabeza.

    --Gobernadora General Abrena! -anunci ste con un saludo yun ademn que inclua a su unidad-. Nos sentimos muy honrados porvuestra inesperada visita.

    --Habis tomado la aldea rpidamente -dijo ella mirando las filasde hombres.

    --Y slo ha habido unos pocos heridos, gobernadora general. Nohan matado a ningn caballero.

    La mujer se pase frente a la primera fila.--Y los ogros, comandante? Habis tomado prisioneros?Se detuvo a escasos metros de Arvel, y el corazn del escudero

    lati con fuerza. Estaba tan cerca! Recordara ese da durante elresto de su vida.

    --Slo tres, gobernadora general. Todos lucharon como perrosrabiosos. Y no se rindieron ni siquiera cuando comprendieron que loshabamos derrotado.

    --Idiotas -dijo ella-. Pero tambin admirables. Traedme a esostres.

    Ahora estaba delante de Arvel, con sus fros ojos clavados enlos de l.

    --Ha sido tu primera batalla? -pregunt.--No, gobernadora general -se apresur a responder Arvel.

    Tena la garganta seca, y sus palabras sonaron speras como ramas

    marchitas-. Es mi tercera batalla, gobernadora general.La mujer se balance sobre los talones y se alej unos metros

    de los caballeros. Los dos hechiceros que la flanqueban guardaronsilencio mientras llevaban a los prisioneros ante ella. Los tres ogroseran jvenes, casi nios. Tenan las manos atadas a la espalda ycojeaban debido a las cuerdas que les unan los tobillos. Miraron a lagobernadora con expresin desafiante y el ms grande de los tres

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    blasfem en la lengua de los ogros cuando los obligaron aarrodillarse.

    --Estis vencidos -declar la mujer con firmeza-. Nos hemosapoderado de vuestras tierras. Vuestros compaeros han muerto.Sois los nicos sobrevivientes de vuestro clan. -Su voz eramonocorde, sin inflexiones-. Este territorio es crucial para nuestrosplanes de expansin. Desde aqu ser ms fcil preparar un asalto aSanction. Es fundamental que ganemos acceso al Nuevo Mar, y lacosta de Sanction nos permitir ampliar nuestros dominios.

    --Hay una gran distancia entre aqu y Sanction -gru el msgrande de los ogros-. No conseguiris apoderaros del puerto.

    --No? -Extendi una mano y atenaz el cuello del ogro-.Vuestra aldea ha sido slo el primer paso, y ha cado fcilmente.

    --Hay muchas aldeas ms -dijo el ogro con voz ronca-. Ms

    grandes que sta. Os... vencern.--Dime, cuntos ogros hay en los clanes vecinos?La respuesta del ogro fue un escupitajo. Y la respuesta de la

    gobernadora general fue partirle el cuello. El ogro cay al suelo, yMirielle se volvi hacia los otros dos.

    --Cuntos ogros hay en las aldeas vecinas? -repiti.El ms cercano la fulmin con la mirada y neg con la cabeza.--No diremos nada.--Lealtad hacia vuestros compaeros -dijo ella con el mismo

    tono imperturbable-. Lo respeto.A una seal de Mirielle, uno de los hechiceros dio un paso alfrente. Su mano brill con un resplandor rojo durante un instante, y el

    joven ogro insolente grit. Su piel se ondul y estall, como si lehubieran arrojado aceite hirviendo. Mientras su pecho se hinchaba, elhechicero levant el puo, apretando y cantando. El joven ogro sedesplom en el suelo, donde se retorci durante unos segundosantes de morir.

    La mujer se volvi hacia el nico sobreviviente, el ms joven delos tres.

    --Quizs a ti se te haya aflojado la lengua.Al principio el joven ogro tartamude, chapurreando las palabras

    del Comn, aunque puso al corriente a la gobernadora general detodo lo que saba sobre la localizacin de las aldeas cercanas y elnmero de ogros que all se encontraban. Luego las palabrassurgieron con mayor facilidad y delat las defensas del clan, losnombres de los jefes que poda recordar, las horas en que los

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    combatientes ogros salan a cazar.--Mucho mejor -dijo ella.El ogro la mir con un atisbo de esperanza, pero ella eludi su

    mirada y fij la vista en Arvel. Lo llam con un dedo.El joven escudero de Takhisis se hinch de orgullo, respir

    hondo y se dirigi hacia la mujer.--S, gobernadora general?--Este ya no nos sirve de nada -dijo ella sealando al ogro-.

    Mtalo.Arvel mir al ogro, que aparentaba un par de aos ms que la

    nia que haba visto poco antes. En los ojos del ogro haba odio ymiedo. El joven escudero de Takhisis desenfund la espada, atrajo alogro hacia l y con una estocada limpia le cort el cuello. Arvel sesenta orgulloso. Haba recibido una orden directa de la gobernadora

    general. De todos los caballeros all reunidos, le habanencomendado esa tarea precisamente a l. Limpi la hoja de laespada en la tnica del ogro, enfund y se coloc en posicin defirmes.

    --Ocpate de que quemen los cadveres -dijo Mirielle, siempredirigindose a Arvel-. Todos. Y tambin las chozas, aunque anteshabr que registrarlas. Entregad los objetos de valor a estoshombres, que se encargarn de llevar los tesoros a Neraka. -Seala los hechiceros y ech a andar hacia su caballo-. Comandante,

    tengo que hablar con vos.Arvel vio que su comandante se reuna rpidamente con lagobernadora general y oy que hablaban de los dragones. Luego seentreg a la tarea de deshacerse de los cuerpos. Cuntas historiaspodra contar de ese da en el futuro!

    --Comandante, estacionad las tropas en los alrededores, desdedonde puedan ver la aldea. Montad guardias por si otros clanes deogros deciden venir a investigar. En tal caso, matadlos. En el curso

    de esta semana enviar ms brigadas para reforzar vuestras filas.Cuando tengis suficientes hombres, tomad las aldeas vecinas.Enviad mensajeros para informar de vuestros progresos. Cuandocontemos con un escuadrn lo bastante fuerte, regresar yavanzaremos hacia Sanction.

    --Gobernadora general...Los impasibles ojos de la mujer se encontraron con los suyos.

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    --S?--Estamos cerca del territorio de Malystryx, seora suprema de

    los dragones. Sabe ella que estamos conquistando estas tierras?Los labios de Mirielle esbozaron una sonrisa.--Malystryx est al tanto de mis planes. No ha puesto objeciones

    y no tenemos nada que temer. Despus de todo, comandante,trabajamos con ella y para ella, no en su contra.

    El comandante trag saliva y aventur otra pregunta:--Gobernadora general, habis asignado brigadas al Azul,

    Tormenta sobre Krynn. Nuestras unidades dominan en vuestronombre Palanthas, Elkholm, Foscaterra, prcticamente todos losterritorios de los Eriales del Septentrin. Y el dragn nos recompensaeconmicamente. Sin embargo, aunque no ganamos nada de laRoja, vos le enviis caballeros continuamente. No veo por qu...

    --La Roja es el dragn ms poderoso de nuestros seoressupremos, comandante -dijo Mirielle lacnicamente mientras seacomodaba en la silla de montar. Tir con suavidad de las riendas, ysu caballo dio media vuelta-. Malystryx nos perdona la vida. Creo queeso merece un mnimo de lealtad.

    _____ 3 _____El coraje de Ampolla

    La kender mir fijamente la entrada de la caverna,restregndose las doloridas manos con nerviosismo. Palin, Feril,Rig... todos estaban all abajo, a merced del drac! Ella habaconseguido salir, pero no del todo ilesa. Senta un intenso dolor en laespalda, en el sitio donde la haba alcanzado uno de los rayos.

    --Me pregunto si me habr estropeado la tnica -dijo para s-.Estar sangrando? Y los dems se encontrarn bien?

    Inclin la cabeza y aguz el odo, pero slo oy la chchara delos wyverns; sus roncas voces retumbaban entre los muros de lacueva. No se oan aleteos ni el crepitar de los rayos. Tampoco oa asus amigos.

    --Debera pedir ayuda -dijo-. Eso; podra volver al barco a buscara Jaspe, a Groller y a Furia y coger la lanza de Dhamon... mejordicho, de Rig. Luego volveramos a rescatarlos. Si es que para

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    entonces no han muerto. O acaso habrn muerto ya?Mir el cielo oscuro, luego la arena que se extenda en todas

    direcciones y que se vea gris a la tenue luz de las estrellas.--De todos modos, dudo que pudiera encontrar el Yunque. Ni

    siquiera s dnde est el norte. -La kender se mordi el labio inferiory dio un paso vacilante hacia la cueva-. No ver nada sin la luz dePalin. No puedo ver en la oscuridad.

    Dio otro paso y palp con cautela la roca de la entrada. Nopoda sentir la roca a travs de la gruesa tela de sus guantes.

    --Alguien tiene que ayudarlos. Y yo soy el nico alguien quehay aqu.

    Ampolla se quit los guantes, dejando al descubierto unosdedos deformes y llenos de cicatrices. Dio otro paso al frente y seintern en la oscuridad. Luego toc el muro de la cueva y comenz a

    descender a tientas.Shaon era la nica persona a quien haba hablado del accidente

    que le haba desfigurado las manos. Aos antes, la curiosidad lahaba empujado a abrir el cofre de un mercader, y una trampamgica le haba dejado las manos doloridas y cubiertas de unascicatrices que procuraba disimular bajo una variopinta coleccin deguantes. Quiz la confianza que haba depositado en Shaon alcontarle su historia fuera una de las causas del infortunio de suamiga. Ampolla no quera perder ningn amigo ms.

    La kender toc un punzante afloramiento de piedra y dio unrespingo de dolor. Las yemas de sus dedos eran extremadamentesensibles; tanto, que podan percibir la brisa que soplaba hacia elinterior y el exterior de la cueva. Y perciban asimismo elestancamiento del aire cuando se acercaba a un objeto que lecerraba el paso, como una afloracin de piedra o los restos de uncamello.

    Animada por el creciente volumen de las voces de los wyverns,Ampolla respir hondo y se adentr con determinacin en lasprofundidades de la cueva.

    Debera haber ido con ellos -pens Jaspe Fireforge-. No es queme guste el desierto, pero a su lado no estara preocupado.

    Se inclin sobre la batayola del Yunque y alz la vista a lasestrellas mientras se mesaba la barba.

    Feril sabe cuidarse. Rig tambin. Y Palin es el hechicero ms

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    poderoso de Krynn. Pero llevarse a la kender... Menuda imprudencia.Debera haber protestado y ocupado su lugar. Al fin y al cabo,promet a Goldmoon que ayudara a Palin y a sus amigos.

    El enano oy un crujido en el suelo de la cubierta y mir porencima del hombro.

    --Buenas noches, Groller -dijo Jaspe, y de inmediato frunci loslabios y sacudi la cabeza-. Lo siento -musit el enano, flexionandolos dedos de la mano derecha a modo de saludo.

    El corpulento semiogro sonri.--Jas... pe no est can... sado?El enano alz las manos y las movi frente a su cara.--Estoy preocupado, amigo. No puedo dormir.Groller hizo un gesto de asentimiento.--Rig fuerte, nece... sitar viaje. l, bien, nece... sitar esto. -La voz

    del semiogro era monocorde y nasal y sus palabras se confundanunas con otras.

    --Quieres decir que necesitaba los tesoros del dragn? Bueno;ms bien los quera. -Jaspe ahuec la palma de la mano izquierda ycoloc encima el dorso de la derecha. Levant esta ltima unoscentmetros, la gir y flexion los dedos. Era un signo que le habaenseado Groller y que significaba dinero. Hizo la pantomima derecoger piezas de metal y guardarlas entre sus rechonchos dedos deenano.

    El semiogro neg con la cabeza.--No. Rig nece... sitar esto por... que amaba a Shaon. Sentirda... o dentro.

    --Que yo sepa, la quera mucho -dijo para s y luego hizo ungesto de asentimiento a Groller.

    --Sentir dao den... tro porque Shaon est muer... ta -prosiguiGroller-. Creo que Rig quiere teso... ro porque los dra... gones amantesoros. El dragn cogi a Shaon. Ahora Rig coge teso... ro.

    --Una especie de represalia, a pesar de que el dragn hamuerto? -Jaspe suspir-. Bueno, supongo que es posible. Espero

    que Rig encuentre lo que busca. Pero ningn tesoro har resucitar aShaon o a Dhamon. Y ningn tesoro lo compensar por la prdida.Lo s. Yo mismo me sent vaco durante un tiempo despus de lamuerte del to Flint.

    Groller arque las cejas e inclin la cabeza hacia un lado.--Lo siento, pero no conozco todos tus gestos -gru el enano.

    Volvi a reproducir el signo de la riqueza, luego uni las puntas de

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    sus dedos ndice y los puso delante del pecho. Era el signo del dolor.A continuacin sacudi ferozmente la cabeza.

    --Lo s -dijo Groller. Jaspe nunca haba visto tanta tristeza ensus ojos-. Tesoro no cura na... da. Tesoro no hace ol... vidar.

    --Eh, dnde est tu lobo? -pregunt el enano, decidido acambiar de tema. Curv los dedos de la mano derecha, los pusodelante del pecho y los abri con fuerza... Era el signo querepresentaba a Furia, el lobo de pelo rojizo de Groller.

    Groller seal hacia abajo y apoy la cabeza en una mano.--Dormir abajo -respondi-. Jas... pe tambin debe... ra dormir.

    Necesitar desean... so. Maana ayu... darme a reparar velas.--La costura no se me da nada bien -replic el enano. Cerr la

    mano en un puo, lo puso junto a su sien y neg con la cabeza.Haba aceptado la tarea-. S -dijo simulando coser-. Te ayudar por

    la maana. Pero todava no quiero acostarme.Volvi a mirar hacia los Eriales del Septentrin.--Me quedar aqu preocupndome un rato. Debera haber ido

    con ellos. Menuda imprudencia llevar a la kender con ellos.

    _____ 4 _____

    Un destino siniestro

    --Todava atrapado -gru el wyvern ms grande mientrasluchaba contra el suelo de piedra que le inmovilizaba las zarpas.

    --Atrapados para siempre? -pregunt el otro.La molesta charla de los dragones despert a Feril. Estaba

    rodeada por una oscuridad absoluta, casi tangible. Le lata la cabezay le dola mucho el hombro donde haba recibido el rayo del drac,pero al menos estaba viva. Haba supuesto que el drac la matara yque quiz se reunira con Dhamon all donde habitaban los espritus.

    Pero por alguna razn le haban perdonado la vida.La kalanesti tena las manos atadas a la espalda con una soga

    fuerte y gruesa, tan apretada que le laceraba las muecas y se lehaban dormido los dedos. Sus tobillos tambin estaban atados, y lahaban apoyado contra un muro en una posicin sumamenteincmoda.

    Se concentr en los olores del aire quieto y de inmediato

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    reconoci el hedor de los wyverns... Estaba a pocos metros de ellos.El fino olfato de la elfa percibi tambin el aroma ligeramentealmizcleo del marinero y los olores a sudor, sangre y cuero; esteltimo seguramente procedente de las sandalias y los cinturones desus amigos. Haba otra emanacin ftida que no poda identificar,pero que flotaba pesadamente en el aire. El drac, pens. Aguz elodo, procurando abstraerse del absurdo parloteo de los wyverns.Oy una respiracin regular, humana. Rig y Palin seguan vivos.Tambin repar en un sonido tenue, como el de unos pies que searrastraban. Y estaba cada vez ms cerca.

    Feril se concentr en los pasos, mir en esa direccin y forz losojos en busca de seales de calor. Su excepcional vista de elfoatraves el manto de la oscuridad y vislumbr dos grandes manchasgrises -los wyverns- y un pequeo bulto que pareca avanzar a

    tientas junto al muro y en su direccin. Su vista todava no se habarecuperado de la enceguecedora explosin del drac.

    --Feril? -murmur el bulto.--Ampolla?--Or algo -anunci el wyvern ms grande.--Prisioneros despiertos?Feril oy un gruido... Era la voz de Rig.--El oscuro despertar. Ves? -observ el wyvern-. El oscuro

    moverse.

    La kalanesti hizo una mueca de disgusto. Los wyverns podanver en la oscuridad, lo que significaba que tambin veran a la kenderavanzando hacia ella.

    --Feril...--Chist -respondi la elfa en voz baja.--Elfa despierta -gru el wyvern ms pequeo-. Odiar elfa.

    Hacer que el suelo tragara pies. Elfa mala.Feril sinti a Ampolla a su espalda y oy sus suaves gemidos de

    dolor mientras se esforzaba por desatar las muecas de la kalanesti.Feril cambi de posicin para interponerse entre ella y los wyverns,

    con la esperanza de que stos no vieran a la diminuta kender a suespalda.

    --Al principio pens en regresar al barco -susurr Ampolla- ytraer a Jaspe y a Groller para que os ayudaran. Luego se me ocurrique quiz no pudiera encontrar el barco, puesto que no tengo elmapa. Antes tena muchos mapas, pero eran de otros lugares. En fin;no poda pedir consejo a nadie: No s hablar con los animales y no

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    quera deambular a solas por el desierto.--Elfa hablar mucho -observ el wyvern ms pequeo.--Hablar consigo misma -sentenci el otro.--Elfa silencio! -bram el wyvern ms pequeo.--Queris silencio? -gru Rig-. Entonces venid aqu e intentad

    hacernos callar. Porque yo pienso hablar tanto como me d...Un rayo y el rugido amortiguado de un trueno lo interrumpieron

    en mitad de la frase.Una bola formada por rayos crepit, como docenas de furiosas

    lucirnagas, sobre la mano abierta del drac que se aproximaba. Suresplandor permiti a Feril distinguir los objetos que la rodeaban.

    Los wyverns estaban a varios metros de distancia. Pero a pocospasos vio a Rig y a Palin, atados espalda con espalda y unidos por elcuello con una cadena dorada. Haban usado collares con dijes del

    tamao de pulgares para amarrar las manos y las piernas de los doshombres y los haban envuelto por la cintura con el fajn de Rig, quefinalmente haban atado con un gran nudo. La camisa y las dagas delmarinero haban desaparecido. El drac era listo y no le haba dejadoninguna arma. El torso musculoso de Rig estaba cubierto por unabrillante pelcula de sudor. Todava sufra los efectos del veneno delwyvern.

    La kender trabajaba afanosamente. Feril sinti un hormigueo enlos dedos; la sangre volva a circular. Casi estaba libre.

    Rig forceje con sus ataduras y la cadena de oro se clav en sugarganta mientras miraba a la elfa. El hechicero solt un gemido dedolor, pues los movimientos de Rig tambin hacan que la cadena lelastimara la piel. El drac se acerc ms a los hombres, y la luz brillcon mayor intensidad en su mano.

    --Si luchis slo conseguiris haceros dao -silb.--Viejo vivir -dijo el wyvern ms grande-. Ver! Drac decir que

    ninguno muerto. T decir viejo muerto. Drac no como t. Drac listo.El centinela de escamas azules dio una vuelta completa

    alrededor de Palin y Rig y luego se acerc a los wyverns, de

    espaldas a los prisioneros.--Ir a buscar a nuestro amo, Tormenta sobre Krynn -dijo-.

    Tormenta se alegrar de lo que hemos capturado.--T marchar? -pregunt el wyvern ms grande-. Quin

    vigilar?--Mis hermanos custodiarn a los prisioneros.--Todos los dracs vigilar?

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    --No -el drac neg con la cabeza-. Slo dos... stos. -La criaturahizo un ademn con la mano cargada de rayos. Otros dos dracssalieron de una gruta sombra y flotaron hacia Rig y Palin-. Tienenfuerza de sobra para controlar a los prisioneros. El resto de mishermanos permanecer abajo.

    --Sultanos -suplic el ms pequeo de los wyverns mirandoprimero a sus pies y luego a los ojos dorados del drac-. Por favor.

    El drac silb y ech a volar. En unos segundos recorri la cuestaque conduca al desierto y desapareci, llevando su luz consigo.

    --Te encuentras bien, Feril? -pregunt Rig.--Cierra el pico, humano -ri el ms bajo de los dracs. La

    criatura tena un torso como un barril y gruesas piernas de aspectofuerte. Sus escamas brillaban tenuemente en la penumbra. Dirigiuna mirada perversa al hechicero y frunci el labio superior en una

    sonrisa de desprecio. Los pequeos rayos que irradiaban sus dientesiluminaron parcialmente la cueva-. Tormenta sobre Krynn regresarpronto. Os convertir en seres como nosotros y pasaris a formarparte del ejrcito que est abajo. Conoceris el poder y lasatisfaccin de ser un drac.

    A Feril se le erizaron los pelos. Conque era por eso que leshaban perdonado la vida: los transformaran en dracs. Sinti unltimo tirn en las muecas y las ataduras cayeron. Feril flexion losdedos, llev las manos al frente con cautela y fue bajndolas

    centmetro a centmetro hacia sus tobillos. Ampolla seguaacurrucada a su espalda.--Cuntos dracs hay abajo? -pregunt Palin.--Eso no es asunto tuyo -respondi con frialdad el drac ms alto.--Tendris que disculpar nuestra curiosidad -dijo Rig con irona.--Vuestra nica preocupacin ser servir al amo.Feril termin de desatar la ristra de perlas que le sujetaba los

    tobillos y advirti que el marinero tambin desataba en silencio unode los collares que unan sus manos con las de Palin.

    --Nosotros orgullosos de servir al amo -interrumpi el wyvern

    ms grande-. Slo dos como nosotros. Wyverns especiales.--Muchos dracs -dijo el wyvern ms pequeo-. Muchos humanos

    en el fuerte esperando ser dracs. Ejrcito grande. Pero slo dosespeciales como nosotros.

    --Qu fuerte? -pregunt Rig.--Fuerte en desierto cerca... -El wyvern se interrumpi al ver que

    los dos dracs le dirigan una mirada fulminante-. Fuerte secreto.

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    El marinero no estaba dispuesto a cambiar de tema.--Para qu necesita el dragn un ejrcito tan grande?

    A Rig slo le faltaba desatar un collar, y sus giles dedos notardaron mucho en conseguirlo. Se llev la mano a la cinturilla delpantaln y tir en silencio de la costura hasta que sta se solt. Deinmediato sac una navaja de seis centmetros que haba escondidoall y comenz a cortar el fajn que lo mantena unido al hechicero.

    --Basta de preguntas -gru el drac ms alto. Un rayo salidisparado de sus garras, choc en el techo y estall en una bola deluz que ba la cueva con un resplandor blanco.

    --La elfa est suelta! -exclam el drac ms bajo, sealando aFeril-. Y hay una pequeina con ella.

    --Una pequeina que no podris coger! -los provoc Ampollamientras sala de detrs de Feril. Gir la honda encima de la cabeza

    y, tirando de la cuerda, arroj una lluvia de perlas sobre los dracs.Las criaturas se volvieron hacia ella y dispararon sendos rayos;

    dos flechas gemelas atravesaron el aire quieto, pero Ampolla losesquiv arrojndose al suelo. Rig parti la cadena que una su cuellocon el de Palin y con un firme tirn rompi el collar atado alrededorde sus tobillos. Se separ del hechicero, se lanz sobre los dracs yles hizo errar el tiro en la segunda andanada de rayos.

    Se agach para eludir un rayo dirigido a l, que pas a pocoscentmetros de su cabeza. Dio un paso a un lado para sortear otro y

    arroj la navaja al drac ms alto. La hoja del pequeo cuchillo sehundi en el cuello de la criatura, que lanz salvajes aullidos dedolor. Sus fauces desprendieron las escamas que rodeaban laherida, buscando desesperadamente la cuchilla. Su musculosopecho se cubri de sangre negra. El drac cay de rodillas, respircon dificultad y estall en una bola de luz.

    --Qu ha ocurrido? -pregunt Ampolla, que estaba pendientede Feril y slo haba visto un resplandor por el rabillo del ojo-. Vaya.Uno menos!

    --Ven aqu, Palin -llam Rig.

    Aunque el hechicero no haba mirado directamente a la criatura,la explosin prcticamente lo haba cegado. Cerr los ojos confuerza y dio un par de pasos vacilantes hacia el marinero.

    --No poder ver! -exclam el wyvern ms pequeo, que habaestado absorto en la pelea-. Luz brillante! Doler ojos! No poder ver!

    --Drac estallar -gru su compaero-. Prisioneros malos!--Palin! -grit Rig. Cogi al desorientado hechicero del hombro y

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    lo gui hacia l.--Asesinos! -bram el otro drac. Bati las alas, se elev a varios

    palmos del suelo de piedra y escupi a Rig y a Palin-. No puedomataros porque el amo se enfadara -silb-. Pero puedo hacerosmucho dao. Os har tanto dao que desearis morir.

    --Mis bolsillos! -grit Rig a Palin-. Busca en ellos! Deprisa!El hechicero parpade y cabece para aclararse la vista. Los

    rayos lo deslumbraban y se esforz para ver algo en medio de loshaces de luz irradiados por los dientes y las garras de la criatura. Porfin renunci a fiarse de sus ojos, los cerr y busc a tientas la cinturadel marinero. Introdujo las manos entre los pliegues de los bolsillosde Rig y empu las dos dagas enfundadas en sendas vainasocultas.

    Rig se apart del hechicero, se quit la cinta de cuero que le

    sujetaba los cabellos y comenz a balancearla por encima de sucabeza.

    --Conque no puedes matarnos, eh? -lo provoc-. Mala suerte.Porque eso es precisamente lo que me propongo hacer contigo.

    Salt sobre la criatura en el mismo momento en que sta learrojaba un rayo con la boca. La descarga chisporrote en el aire enel sitio donde el marinero haba estado un segundo antes y estuvo apunto de alcanzar a Palin. Rig enlaz el tobillo del drac con su cintade cuero y tir con fuerza. El cordn se ci como un lazo, y el peso

    del marinero derrib al drac.Rig tendi al drac boca abajo y le hinc la rodilla en la espaldamientras procuraba desatar la correa de piel.

    --Ahora ya s que debo mantener los ojos cerrados cuandoexhales tu ltimo aliento.

    Rpidamente at el cordn alrededor del grueso cuello de lacriatura. Pero, mientras tiraba para apretar el lazo, el drac bati lasalas frenticamente y logr herir el pecho y los brazos de Rig.

    --Quieto, maldito seas!El marinero apret los dientes y resisti mientras el drac tomaba

    impulso y se elevaba en el aire. A pesar de sus esfuerzos, el drac sesolt y flot en crculos encima de l. Las garras de la criaturadescargaron nuevos rayos, y uno de ellos alcanz el estmago delmarinero y lo arroj contra la pared. El drac esboz una sonrisamaligna y se volvi hacia Palin.

    Entretanto, Ampolla estaba ocupada recogiendo perlas ycargando su honda, mientras Feril tocaba el muro a su espalda y

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    comenzaba a canturrear.--Muvete -susurr la elfa a la roca-. Baila conmigo. Canta. -Al

    principio la piedra respondi vibrando de forma casi imperceptiblebajo las yemas de sus dedos. Luego retumb suavemente-. Canta-insisti Feril-. Ms alto.

    --Eh, mira hacia aqu, bicho azul y feo! -grit la kender parallamar la atencin del drac. La criatura persegua a Palin, sorteandolas dagas que el hechicero le lanzaba con agilidad-. Por qu no mecoges a m? Acaso te dan miedo los seres pequeos?

    Gir la honda y descarg una granizada de perlas sobre lagruesa piel del drac.

    --Estpida kender! -espet la criatura mientras se volva a mirara Ampolla-. Los kenders no pueden convertirse en dracs, as que ami amo no le importar que te mate.

    --A m s que me importara, pattico remedo de dragn! -gritAmpolla por encima de la creciente conmocin de la caverna.

    El drac se lanz tras ella descargando rayos con las garrasabiertas. En el ltimo segundo, Ampolla rod bajo las zarpas de lacriatura, aferr una de sus gruesas patas y la derrib. Pero el draccay encima de ella. La kender dio un respingo. Nunca habraimaginado que esas bestias fueran tan pesadas. Los pequeos rayosque chisporroteaban alrededor de su cuerpo se clavaban en el de

    Ampolla como agujas punzantes. Lo empuj con la poca fuerza que

    le quedaba y sinti un intenso dolor en los dedos.--No! -grit cuando el mundo pareci estallar en un fogonazo deluz blanca y azul. Los rayos recorrieron su menudo cuerpo,sacudindolo. Dej de sentir el peso del drac y se hundi en unoscuro vaco que ola a tela quemada y carne chamuscada-. Demodo que la muerte es oscuridad -susurr Ampolla, decepcionada,despus de un instante de silencio-. Siento un hormigueo en todo elcuerpo y los dedos todava me duelen. Pens que la muerte serams gratificante. Hay alguien por aqu? Dhamon? Rai? Mam?

    --Ampolla...

    La voz sonaba lejana, pero la identific de inmediato. Era Palin.--No! T tambin? Acaso el drac nos ha matado a todos?--El drac ha muerto, pero t no -explic Palin-. Lo he matado con

    las dagas de Rig.--Drac estallar -anunci el ms pequeo de los wyverns.--Prisioneros malos! -sentenci el otro-. El amo no querer que

    dracs estallar. Amo ponerse furioso.

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    --De modo que ha estallado y yo me he quedado ciega como leocurri antes a Feril. -La kender busc a tientas hasta encontrar lapierna de Palin. Se incorpor y se agarr de la tnica del hechicero-.No veo nada. Espero que no dure mucho. Me gusta ver lo que pasaa mi alrededor.

    --A m tambin -respondi el hechicero-. Aqu dentro estcompletamente oscuro. Rig! Feril!

    El estruendo de la caverna se intensific y comenz a filtrarsearena desde las grietas del techo.

    --Aqu! -grit Rig-. Palin, no podras...? -El marinero seinterrumpi al ver el tenue resplandor del orbe sobre la mano delhechicero-. Eso es exactamente lo que iba a sugerir.

    El orbe parpade con reflejos blancos, anaranjados y rojos. Laluz permiti ver que la tnica de Palin estaba hecha jirones, y su

    pecho jadeante cubierto de impresionantes costurones rojos. Lasangre manaba de su cuello, donde la cadena de oro haba laceradola piel.

    --Tienes un aspecto espantoso -dijo Rig.--Gracias.Palin mir al marinero. Tena los pantalones destrozados y

    estaba cubierto por un nmero parecido de zarpazos. Los rayos lehaban quemado varios mechones de pelo.

    --Feril se encuentra bien? -pregunt la kender.

    El hechicero se volvi y vio a la elfa. Prcticamente ilesa, estabaapoyada contra la pared de la cueva y acariciaba la piedra con losdedos.

    --Baila ms aprisa -inst a la roca-. Salta conmigo.El estruendo se intensific y unas grietas se extendieron desde

    sus dedos, alejndose de ella hacia la zona oscura que conduca a lacmara subterrnea.

    --Cueva temblar. Qu hacer? -dijo el wyvern ms pequeo.--Dracs abajo -respondi el otro-. Alertar dracs.--Dracs! Dracs! -grit el wyvern pequeo. Su voz ronca

    retumb en la cueva, pero apenas poda orse por encima del rugidode la piedra-. Alertar amo! -aadi-. Tormenta! Tormenta!

    --Largumonos de aqu -grit Palin-. Slo hemos matado a dosdracs. No tenemos ninguna posibilidad de vencer a Khellendros.Deprisa, Feril!

    La kalanesti se apart de la pared y ech un ltimo vistazo porencima del hombro a las grietas que continuaban ensanchndose y

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    extendindose en forma de telaraa.--Podras dejarme el orbe un momento, Palin? -pregunt Rig,

    que buscaba desesperadamente las joyas esparcidas sobre el suelode la cueva.

    El hechicero neg con la cabeza.--Slo durar unos minutos si no me concentro en l.--Yo slo necesito unos minutos.--Ests loco, Rig! -grit Feril-. La cueva se derrumbar sobre

    nosotros en unos instantes y t slo piensas en las joyas.Dio media vuelta, cogi por la manga a la kender, todava ciega,

    y tir de ella hacia la salida.Palin arroj el orbe al suelo y corri detrs de las mujeres.--Haz lo que te d la gana! -grit a Rig-. Pero ser mejor que te

    des prisa.

    --Lo har.El marinero comenz a recoger puados de perlas y los collares

    con que los dracs haban atado a Palin. Despus de llenarse losbolsillos de joyas, se dirigi hacia los wyverns.

    --Dnde est el fuerte que mencionasteis? -vocifer por encimadel estruendo de la cueva.

    Recuper las armas que le haban quitado con cuidado demantenerse fuera del alcance de las colas de los wyverns.

    --Secreto! -grit el wyvern ms pequeo. Parpade

    furiosamente bajo la lluvia de arena que le caa en la cara. Lacaverna retumb con mayor intensidad-. No decir!--Si la cueva se derrumba, moriris! -proclam el marinero.

    Desenfund su alfanje en el mismo momento en que not que la luzdel orbe comenzaba a extinguirse-. No querris llevaros un secretotan precioso a la tumba, no?

    --Secreto es secreto -silb el ms grande de los wyverns-.Fuerte de Tormenta secreto!

    El marinero procur mantener el equilibrio sobre el temblorososuelo de la cueva. Oy una conmocin de rocas que se derrumbaban

    a su espalda.--Supongo que tenis razn