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7/23/2019 El Drama del delito en los mass media
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El drama del delito en los mass media*
1996.Francesc Barata
(Profesor de periodismo de la Universidad Ramon Llull, de Barcelona)
"El mundo es un escenario", dijo Shakespeare para ilustrar como cada una de las
manifestaciones de la existencia social estn sometidas a una peculiar dramati!acin,
donde el ima#inario colecti$o tiene ms fuer!a %ue la realidad. &l#o parecido ocurre
con los contenidos %ue nos proponen los medios de comunicacin. 'na afirmacin %ue
se hace ms patente cuando se trata de noticias so(re acontecimientos $iolentos
trans#resores como los referidos al delito. El suceso siempre estu$o atrapado en las
lees de la dramati!acin ahora parece ha(er alcan!ado dimensiones insospechadas en
la era de los medios electrnicos.
a representacin del delito ha irrumpido con una fuer!a desconocida en los medios,
incluso en a%uellos considerados como prensa seria de referencia. as noticias so(re
muertes $iolentas asesinatos conforman un nue$o ritual %ue se ha incorporado a la
a#enda informati$a %ue diariamente consumen millones de personas. +oticias %ue
acrecientan los fantasmas miedos adheridos como una fina capa de pol$o al
ima#inario colecti$o. ello produce una honda preocupacin por%ue los temores reales
o construidos nunca fueron (uenos aliados de las li(ertades.
El inter-s %ue ori#ina el estudio de la representacin del delito en los medios de
comunicacin se $e aumentado por el hecho de %ue, cada $e! ms, las estrate#ias decontrol social pasan por el discurso meditico. omo ha puesto de manifiesto /oucault,
el discurso no es simplemente "a%uello %ue traduce las luchas o los sistemas de
dominacin, sino a%uello por lo %ue, por medio de lo cual se lucha, a%uel poder del
%ue %uiere uno adue0arse"1.
Si el discurso es poder, parece e$idente %ue para a%uellos %ue detentan el poder es de
$ital importancia intentar el dominio, la sumisin o simplemente el control ms o menos
directo de los #randes #eneradores de los discursos sociales, es decir los medios de
comunicacin. El ejercicio del poder "necesita del control permanente de la opinin
p(lica", dijo 2a(ermas3. 'na $isin %ue tam(i-n es compartida por 4eun &. $an 5ijk
cuando nos dice %ue el poder de las -lites es un poder discursi$o para eso necesita dela manufacturacin del consensoa tra$-s de los medios de comunicacin. 7ntenciones
%ue ad%uieren maor rele$ancia al constatar %ue los aparatos del Estado han dejado
paso a los aparatos de la representacin 8los mass media) en la tarea de ela(orar el
discurso social.
'n hecho ms reafirma la ur#ente necesidad de emprender una reflexin en torno al
papel de los mass media la crisis de los #randes relatos %ue explican la historia, el $ac:o
moral del %ue nos ha(la ;os- uis . &ran#uren. Es el desierto de los metarrelatos
donde han aparecido los micro discursos
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Este inter-s reco(ra maor fuer!a cuando la sociedad ha empe!ado a tomar parte directa
en la tarea de administrar la justicia mediante el jurado popular. en la mente de los
miem(ros %ue inte#ran el nue$o jurado ha fijadas experiencias un sentido comn
social so(re el delito %ue ha sido remodelado por los medios=.
a prensa escrita los medios de produccin audio$isual construen su discurso a partirde acontecimientos %ue son transformados en noticias despu-s irradiados a la
sociedad. &nte ello ca(e pre#untarse >?u- papel jue#an los medios en la creacin del
discurso social so(re el delito@ a pre#unta tiene respuestas dif:ciles, pero ante ella se
pueden se0alar al#unas certe!as %ue conlle$an #randes preocupaciones.
Mediaciones y conflictos
En los pro#ramas de sucesos se manifiestan las an#ustias populares entreme!cladas con
elementos %ue forman parte del discurso del orden %ue esti#mati!a los ile#alismos.Aart:nBCar(ero, en su li(ro De los medios a las mediaciones, critica a(iertamente la
ideolo#i!acin %ue impide %ue lo %ue se inda#a en los procesos de comunicacin no sea
otra cosa %ue las huellas del dominador para nada las del dominado menos las del
conflicto. &puesta por otra teor:a capa! de ofrecer un nue$o enfo%ue al anlisis de la
comunicacin. Esta idea su#iere las in$esti#aciones de &mparo Aoreno, empe0ada en
descifrar la presencia de lo popular en la comunicacin, la identificacin de los
mar#inados sus escenarios trans#resores6.
"a Dleccin est ah: para %uien %uiera pueda o:rla, $erla melodrama tele$isin
permiti-ndole a un pueblo en masa reconocerse como actor de su historia,
proporcionando len#uaje a Dlas formas populares de esperan!a"F. Esta su#erente
afirmacin de Aart:nBCar(ero nos hace plantear un nue$o enfo%ue so(re las noticias de
sucesos. 'n planteamiento %ue produce cierto desconcierto al reconocer la presencia de
un $alor popular %ue "no reside en su autenticidad o su (elle!a, sino en su
representati$idad sociocultural, en su capacidad de materiali!ar de expresar el modo
de $i$ir pensar de las clases su(alternas"G. 5esde este punto de $ista, podr:amos decir
%ue estamos asistiendo al sur#ir de nue$os mediadores sociales, donde los
acontecimientos %ue conforman la realidad se presentan en muchas ocasiones
despro$istos de sentido aparentemente sin contenido. Est idea est en la #-nesis de la
tele$isin, %ue adems de ser "un Dperiscopio para sondear el mundo, adems de Duna
ma%uinaria %ue amue(la nuestro tiempo de im#enes, es el #ran mediador entre elacontecer los comportamientos"9.
2a %ue admitir %ue estamos ha(lando de un espacio $ul#ar, donde se muestran, en
cla$es %ue nos cuesta reconocer, una parte del conflicto social. 4al $e! sea necesaria
otra cultura pol:tica para "aceptar %ue el melodrama sea a un mismo tiempo forma de
recuperacin de la memoria popular por el ima#inario %ue fa(rica la industria cultural
metfora indicadora de los modos de presencia del pue(lo en la masa" 1H. Ieconocer %ue
pro#ramas de #randes audiencias como Quin sabe dnde, emitido en la tele$isin
espa0ola, nos est mostrando la crisis de la familia nuclear, los coleta!os del drama de la
pos#uerra espa0ola, el no tan lejano conflicto entre el mundo rural las #randes ur(es,
de los $ac:os de una $ida %ue se $i$e rpida pero carente de sentido. En definiti$a , de
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las an#ustias producidas por un pasado reciente %ue toda$:a per$i$e con fuer!a en la
memoria popular de los desconciertos creados por las nue$as relaciones sociales.
a influencia de los mass mediase acenta en las crnicas de sucesos por referirse a un
mundo mar#inal con el %ue la maor:a de la po(lacin no ha tenido nin#una relacin
directa. El ima#inario colecti$o se impone a falta de experiencias personales eldiscurso del medio se hace ms permea(le, acrecentando el miedo difuso de la
inse#uridad ciudadana.
'n discurso cuo dramatismo aumenta por el peso emoti$o de im#enes %ue acaparan
los primeros minutos de los telenoticias las portadas de los diarios, con escenas %ue
#olpean los sentidos dejan poco espacio al racionamiento.
Auchas crnicas de sucesos pueden en#lo(arse dentro del #-nero melodramtico en el
%ue se da esa porosidad entre ficcin realidad %ue tan (ien ha anali!ado Cajtin en la
fiesta carna$alesca11. 'n melodrama %ue, como apunta Ioman Ju(ern en sus anlisis
so(re el cine13, interpela mu directamente a las re#iones ms oscuras de nuestropsi%uismo con el len#uaje de la emocionalidad.
+arracin, suspense, sentimientos a flor de piel. 4odos ellos elementos %ue siempre han
estado presentes en el melodrama %ue ha dado expresin a lo popular %ue ahora se $e
acentuado por el recurso icnico de la ima#en. Klanos cortos de un pue(lo %ue se
reconoce $e proectada su conciencia colecti$a, sus miedos, sus an#ustias, sus
contradicciones, en un mundo en el %ue pocas $eces ha sido prota#onista. Es el filn
melodramtico %ue da expresin a lo popular, una $eta profunda de nuestro ima#inario
colecti$o "%ue hace $isi(le la matri! cultural %ue alimenta el reconocimiento de lo
popular en la cultura de masas"1. Es un melodrama en el %ue autor, lector personajes
intercam(ian constantemente sus papeles. am(ios %ue son el producto de la fusin del
relato la $ida, por%ue en los pro#ramas de sucesos la ficcin la realidad se funden en
la narracin.
a seduccin del filn melodramtico no es un fenmeno nue$o, ni tan si%uiera %ue
ten#a %ue $er con la atraccin %ue en la sociedad actual ejerce la pe%ue0a pantalla.
Liene de lejos, se pierde en el tiempo lo $emos aparecer cuando emer#e con fuer!a lo
popular a tra$-s de la historia en el paso de la cultura oral a la escrita. las historias de
cr:menes estn presentes en (uena parte de la literatura de cordel las coplas de cie#o.
+arraciones %ue dejan entre$er la o(sesin de lo popular por los cr:menes.
Iesulta e$idente la popularidad %ue han tenido las informaciones de sucesos a lo lar#o
de la historia. 'n -xito %ue ha sido $isto con desprecio por no pocos intelectuales ha
lle$ado a otros a pre#untarse por la popularidad de los productos culturales marcados
por el estilo melodramtico. Jramsci se pre#unta en Cultura Literaturapor el -xito de
la literatura polic:aca lle#a(a a la conclusin de %ue es "induda(lemente, por ra!ones
prcticas culturales 8pol:ticas morales)"1
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a la par, como (atida en fr:o, $oluntariamente limitada, a fuer!a de preceptos retricos
morales. a popular de %ue hemos de ha(lar (astante, incorrecta, emocional hasta lle#ar
al delirio, dominada por pasiones hondas a $eces mor(osas, lo ms antiacad-mica lo
ms esperp-ntica %ue puede pensarseM por%ue de ella sale el esperpento al natural",
escri(i aro Caroja1=.
Sorprende compro(ar cmo a%uellas coplas plie#os %ue se $end:an en calles, pla!as
ferias como "pan (endito" #uarda(an asom(rosa similitud con al#unos de los actuales
pro#ramas de sucesos. aro Caroja narra el tra(ajo de los escritores de folletines
"cuando ocurr:a un crimen de los de ahora llamados pasionales, o ad%uir:a fama al#n
(andido de los %ue corr:an los campos de &ndaluc:a o las esca(rosidades de las
pro$incias de Cur#os 4oledoM cuando se comet:a al#n ro(o con el correspondiente
asesinato o era ajusticiado al#n reo de importancia, llama(a a uno de los dos o tres
poetas %ue no ten:an so(re %u- caerse muertos esta(an de su de$ocin, les da(a
instrucciones detalladas al respecto del romance %ue les encar#a(a, si este %ueda(a a
su #usto, remunera(a su tra(ajo con treinta o cuarenta reales" 16.
a recopilacin de romances reali!ada por 7sa(el Se#ura pone de manifiesto como, en
muchos casos, el texto de estos romances "constituen la respuesta $isceral de una
sociedad con formas, usos, $alores, tradiciones, mitos costum(res ancestrales %ue se
esfuer!a en $i$ir en un medio en el %ue no est acostum(rada Bla ciudadB donde la
a#lomeracin humana pro$oca un incremento de la criminalidad 8...) os romances de
san! i fet!e8traduccin del cataln "san#re e h:#ado") reflejan la eterna lucha del (ien
contra el mal. 'n (ien %ue es orden un mal %ue es todo a%uello %ue lo contradice" 1F.
5e nue$o aparecen los mecanismos de re#ulacin mediacin social %ue tam(i-n
podemos encontrar en los cuentos populares.
4al $e! los relatos de cr:menes suplan una demanda de misterio %ue en otras -pocas fue
a(astecido por la reli#iosidad los mitos. omo apunta Aircea Eliade, "la maor:a de
los Dsin reli#in no se han li(erado, propiamente ha(lando, de los comportamientos
reli#iosos, de las teolo#:as mitolo#:as"1G.
Kero dems de una proeccin del ima#inario popular, la literatura del crimen recuerda
el rostro de los criminales presente a los delincuentes como "mu cercanos, presentes
por do%uier por do%uier temi(les"19. 'n interesante punto de $ista %ue encontramos en
los anlisis de /oucault, %uien sostienen %ue no ha %ue $er en este tipo de literatura
"una Dexpresin popular en estado puro, ni tampoco una accin concertada de
propa#anda de morali!acin, $enida de arri(a, sino el punto de encuentro de dosacometidas de la prctica penal, una especie de frente de lucha en torno del crimen, de
su casti#o de su memoria", a0ade "si estos relatos pueden ser impresos puestos en
circulacin, es por%ue se espera de ellos un efecto de control ideol#ico 8a %ue la
impresin esta(a sometida a un control estricto), f(ulas $er:dicas de la pe%ue0a
historia. Kero si son aco#idos con tanta atencin, si forman parte de las lecturas de (ase
de las clases populares, es por%ue en ellos no slo encuentran recuerdos sino puntos de
apooM el inter-s de Dcuriosidad es tam(i-n un inter-s pol:tico"3H.
a $isin panptica del control social no pri$a %ue /oucault $ea en el ritual del delito
una funcin social compleja, donde "el casti#o ha cesado poco a poco de ser teatro.
todo lo %ue pod:a lle$ar consi#o de espectculo se encontrar en adelante afectado de un:ndice ne#ati$o. omo si las funciones de la ceremonia penal fueran dejando,
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pro#resi$amente, de ser comprendidas, el rito %ue Dencerra(a el delito se hace
sospechoso de mantener con -l tur(ios parentescos de i#ualarlo, si no de so(repasarlo
en sal$ajismo, de ha(ituar a los espectadores a una ferocidad de la %ue se %uerr apartar,
de mostrarles la frecuencia de los delitos, de emparejar al $erdu#o con un criminal a
los jueces con unos asesinos, de in$ertir en el postrer momento los papeles, de hacer del
suplicio un o(jeto de compasin o de admiracin"31
. a ejecucin p(lica se perci(etam(i-n como un foco %ue reanima la $iolencia. Entonces cam(iar la mecnica
ejemplar del casti#o ser la condena de pri$acin de li(ertad la %ue mar%ue al
delincuente.
a pu(licidad de los cr:menes justifica(a el supremo poder del so(erano, pero en
muchos casos tam(i-n #lorifica(a al criminal este hecho hi!o %ue los reformadores
del sistema penal pidieran la supresin de las #acetillas %ue descri(:an a los criminales
anuncia(an la ejecucin p(lica. En Espa0a, las ortes de di!, de 1G13, prohi(ieron
el llamadoPa"o de fama%ue se col#a(a de los muros de las 7#lesias con los nom(res de
los reos %ue de(:an ser ajusticiados.
Kara /oucault la ceremonia puniti$a es un ritual en el %ue se pretende %ue se manifieste
la $erdad se resta(le!ca el poder %ue ha sido ultrajado por el delincuente. "a
ejecucin p(lica, por precipitada cotidiana %ue sea, se inserta en toda la serie de los
#randes rituales del poder eclipsado restaurado"33. Es as: como el delito cumple la
funcin de administrar los ile#alismos de controlar el campo social.
Si cam(ia el poder sus formas de control >%u- %ueda del anti#uo ritual del delito@
5espu-s de desprendernos de una $isin ideolo#i!ante, ca(e pre#untarse >dnde %ueda
la alineacin, las relaciones de poder@
Las filtraciones del poder
2a elementos suficientes para afirmar %ue los medios construen su propio discurso
del delito, %ue en muchas ocasiones tiene poco %ue $er con la realidad social. Este
di$orcio entre la realidad su representacin ha lle$ado en al#unas ocasiones a los
mismos responsa(les pol:ticos a pedir ms prudencia a los medios de comunicacin 3.
En las informaciones so(re el delito se constata una utili!acin de los sentimientos de
las $:ctimas alle#ados, como ocurri en los famosos hechos de &lcNsser, donde fueron
ter#i$ersadas las reacciones de dolor de todo un pue(lo crispado por el asesinato de tres
adolescentes. os ha(itantes de la pe%ue0a po(lacin se con$irtieron en parte delescenario melodramtico ofrecido por (uena parte de los medios, %ue lle#aron a
extremos desconocidos en su inter-s por cauti$ar la mirada del telespectador. 4odo
parec:a $lido para la puesta en escena de un drama %ue fue $i$ido en directo por
millones de telespectadores. +o fue casual %ue los nue$os pro#ramas de sucesos
aparecidos en la pe%ue0a pantalla sur#ieran en plena ola de alarmismo social producido
por los asesinatos de &lcNsser. &l#o parecido ha(:a ocurrido d-cadas atrs en otros
pa:ses como Jran Creta0a &lemania3
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estudio so(re el tratamiento del delito en la prensa puso de manifiesto %ue la
percepcin social de la inse#uridad ciudadana esta(a estrechamente li#ada al
tratamiento period:stico.
Kroduce serias in%uietudes constatar %ue estamos asistiendo a una nue$a representacin
del ritual del delito. Kero esta $e! el escenario puniti$o no es el casti#o ejemplar %ue sedesarrolla so(re el cadalso en las pla!as p(licas, sino el relato %ue aparece en las
primeras p#inas de los diarios en la pantalla del tele$isor.
a representacin de la delincuencia en los mass media se formula (ajo los mismos
presupuestos con los %ue se muestra la $iolencia. Kor una parte impera un discurso
dramati!ado por el otro la l#ica del Orden, dos cla$es %ue a encontramos en los
anlisis de /oucault.
os mass mediacondenan la $iolencia pero a la $e! ha una parte de ella por la %ue
muestran una cierta fascinacin de(ilidad. En las p#inas de los diarios considerados
serios resulta a cotidiano la aparicin de titulares propios de la prensa sensacionalista"'na anciana de G3 a0os fue maniatada, #olpeada, $iolada ro(ada en su domicilio en
Carcelona"3=. omo apunta 2-ctor Corrat, el peridico "jerar%ui!a en los mximos
ran#os de su temario a los conflictos $iolentos la $iolencia parece ase#urar al hecho
noticia(le un alto ni$el de Dimportancia pol:tica de Dinter-s period:stico"36.
a $iolencia representada en los medios parece remitir en muchos casos a los anti#uos
ritos de sacrificio. 5e las noticias de sucesos emana una li#era sensacin %ue nos
recuerda al mito del chi$o expiatorio %ue cohesiona purifica el cuerpo social. En este
sentido resultan su#erentes las pala(ras de Jeor#es Calandier cuando afirma %ue "en los
periodos de $ac:o de poder, de de(ilitamiento del sistema pol:tico, se hace patente la
funcin terap-utica de los mecanismos de tratamiento rituali!ado del desorden"3F. >+o
ser tam(i-n la crnica de sucesos, el relato dramati!ado del delito, una especia de
ant:doto contra los miedos e inse#uridades instalados en el inconsciente colecti$o@ En
cual%uiera de los casos, se puede afirmar %ue el alarmismo de %ue hace #ala la prensa
inflama los miedos las inse#uridades presentes en el ima#inario colecti$o.
'n discurso %ue apunta el conflicto pero lo oculta en un discurso de Orden %ue se
muestra como el nico capa! de reor#ani!ar el consenso social. a $iolencia del pasado
fue sacrificial, la nuestra es una $iolencia de simulacro %ue sur#e de la pantalla, como
apunta Caudrillard. 'na $iolencia %ui!s necesaria para hacernos sentir %ue nuestras
$idas an nos pertenecen, por%ue el sentido del orden el caos tiene ms %ue $er conlas percepciones psicol#icas %ue con la realidad.
os estereotipos sociales %ue crean los medios so(re el hecho delicti$o nos remite a la
identificacin del culpa(le, el antisocial responsa(le de todos nuestros males
frustraciones. +o es casual %ue en muchos casos las noticias unan dro#a, delincuencia e
inse#uridad ciudadana, elementos %ue han aca(ado por imponerse como la realidad
$erte(radora del discurso so(re el delito. El tratamiento period:stico de cuestiones
referidas a la dro#a confirma este hecho el discurso de los mass media incide en la
esti#mati!acin, criminali!a a los consumidores la nica solucin propuesta es la
inter$encin de los aparatos del Estado. El conflicto se simplifica el discurso del
orden se manifiesta con toda claridad.
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Es as: como los mass mediaactan como cajas de resonancia %ue alertan, se0alan
esti#mati!an a los elementos conflicti$os de la sociedad sin aportar los ms m:nimos
elementos para el de(ate la reflexin. os medios de comunicacin lle$an hasta el
mismo ho#ar lo %ue Joffman calific como el entorno Um%ert, es decir a%uel espacio
en el %ue los indi$iduos detectan si#nos de alarma. &nte el hecho delicti$o, la prensa
cumple el papel %ue le atri(u assPell3G
de $i#ilancia del entorno, re$elandoamena!as oportunidades %ue afectan a la posicin de $alor de la comunidad.
En este contexto podemos decir %ue los medios de comunicacin no asumen el
desorden, sino %ue lo con$ierten en o(jeto tolera(le consumi(le, como apunta Jerard
7m(ert39. En definiti$a, los mensajes mediticos tienden a ser reor#ani!adores del
consenso social.
as filtraciones del poder en las noticias del delito penetran de forma directa a tra$-s de
las fuentes %ue facilitan las informaciones %ue despu-s sern transformadas en noticias.
El periodista casi nunca asiste como testi#o directo al acontecimiento, como ocurre en la
maor parte del %uehacer informati$o. 5etrs de las noticias resuena la $o! de lapolic:a, los tpicos las formas de mirar de una parte interesada en el melodrama
delicti$o, %ue los profesionales de los medios aceptarn sin cuestionar. os dems
actores, los mar#inados $erdaderos prota#onistas del delito, permanecen silenciados
sin posi(ilidades de ofrecer su $ersin de los hechos. esa mirada %ue ofrecen las
fuentes los #a(inetes de prensa de la polic:a marcarn para siempre las noticias del
delito.
El periodista director de cine espa0ol Kedro osta, reali!ador del pro#rama&l filo de
la le, aparecido en 199 en el primer canal de 4.L.E., reconoci ese mismo a0o %ue
muchos pro#ramas de sucesos "estn manipulados por la polic:a, %ue hasta los asesoran
los presentan"1. a estrecha relacin de la maor:a de los pro#ramas de sucesos con
los aparatos policiales se hi!o e$idente en el pro#rama Cdi!o uno, donde un miem(ro
de la jefatura Superior de Kolic:a de Aadrid participa(a asiduamente como especialista
en el tema. Kosteriormente dicho responsa(le policial pasar:a a conducir su propio
pro#rama de sucesos. Esta estrecha relacin entre polic:as medios moti$ %ue el
ministerio del 7nterior destinara en 199 una parte de sus recursos en comunicacin a
facilitar material prestar la auda necesaria para la reconstruccin de los hechos
delicti$os %ue se emit:an en al#unos pro#ramas.
Esta cola(oracin con la Kolic:a no es nue$a. 'n estudio so(re el pro#rama Crime%atc'
U, %ue se emite en Jran Creta0a, puso de manifiesto la participacin de la audienciaen los casos delicti$os %ue se expon:an en el pro#rama a finales de los a0os ochenta. En
tres a0os de emisin las llamadas de los telespectadores hi!o %ue GH personas fueran
arrestadas3.
a influencia de las fuentes policiales se hace ms notoria por las dificultades del
periodista para contrastar las informaciones en el tiempo re%uerido por el tra(ajo
period:stico. Estas sern las primeras huellas del discurso del poder en los medios de
comunicacin su presencia marcar para siempre la noticia so(re el delito. Es as:
como se hace patente se difunde el discurso del orden %ue tienen las -lites %ue pueden
acceder de forma directa a los medios.
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A modo de conclusiones
Kor todo lo anteriormente expuesto, podemos afirmar %ue el suceso ha sido siempre un
punto de encuentro entre la prctica penal %ue $iene de arri(a una proeccin de unima#inario colecti$o necesitado de mitos rituales para afrontar los pro(lemas las
incomprensiones del mundo %ue le rodea. En los medios de comunicacin encontramos
un discurso %ue estar:a prximo al concepto ela(orado por Jramsci para anali!ar el
proceso de dominacin socialM en el %ue no ha(r:a %ue pensar en una imposicin desde
un exterior sin sujetos, sino como un proceso en el %ue una clase he#emoni!a tiene
poder en la medida en %ue representa intereses %ue tam(i-n reconocen de al#una
manera como suos las clases su(alternas.
El suceso se ha expresado siempre en forma de melodrama, tanto cuando el casti#o era
teatrali!ado por el so(erano como cuando emer#e en las formas de expresin popular.
a aparicin de la literatura la prensa de masas est estrechamente unida a los relatosde cr:menes. 'n melodrama %ue ha %ue entender como un espectculo total en el %ue
se da una lucha por el reconocimiento colecti$o. El suceso es un espacio donde se
proectan las an#ustias las inse#uridades con relatos %ue satisfacen la atraccin
popular por el misterio, %ue en otras -pocas fue a(astecido por la reli#iosidad los
mitos.
En la nue$a sociedad meditica, donde el sistema informati$o ha sido trastocado por la
ima#en, se ha impuesto una nue$a forma de entender la realidad. El nue$o espacio de la
$erdad se construe con las im#enes lo $isto sustitue al $iejo pensamiento racional
%ue recha!a los sentimientos como forma de aprehender el mundo. os nue$os
in#enieros de las emociones tienen en la tele$isin una poderosa ma%uinaria para
amue(lar el ima#inario colecti$o. &h: radica uno de los maores peli#ros del actual
discurso del delito la irracionalidad como la nica estrate#ia para afrontar los
ile#alismos. 'na irracionalidad %ue se acrecienta con el relato paraliterario donde,
muchas $eces, la realidad est supeditada a la estructura del texto. as noticias so(re el
delito se formulan muchas $eces como cuentos, con la diferencia de %ue tratan con
hechos sociales en los %ue se pone a prue(a las formas de administrar la justicia.
El delito aca(a siendo una representacin %ue se formula a tra$-s de la mirada de la
autoridad. 'na dramati!acin %ue tiene ms %ue $er con la fantas:a %ue con la realidad
donde la nica solucin al conflicto pasa por la inter$encin de los aparatos del Estado.Son las filtraciones del poder, %ue encuentran su caldo de culti$o en un ima#inario
colecti$o amena!ado por el miedo difuso %ue se ha instalado en las sociedades
modernas.
Aediaciones, conflictos, rituales, s:m(olos, relaciones de poder, todo est ah: formando
un jue#o de clarosBoscuros %ue ha %ue se#uir mirando para poder comprender la
transcendencia %ue tiene el actual discurso so(re el delito.
Carcelona, junio de 1996
G
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Notas:
*&rt:culo pu(licado enDelito #ociedad8Cuenos &ires), nmero 11B13, 199G.
1/O'&'4, Aichel.)l orden del discurso. Carcelona 4us%uets, 19FH, p.13.
32&CEIA&S, ;Qr#en.*istoria cr$tica de la opinin p+blica, Carcelona Justa$o Jili, 19G1, p.1.
Ler 57;R, 4eun &drians $an. "5iscurso, poder co#nicin social", Cuadernos, n 3, 199
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3El 3 de mao de 1996 responsa(les policiales pol:ticos hicieron un llamamiento a la prudenciadespu-s de la desaparicin de un ni0o de tres a0os en la pe%ue0a localidad de Ao#uer, en 2uel$a. 4ras ladesaparicin, al#unos medios radiofnicos difundieron la noticia so(re la implicacin de otro ni0o denue$e a0os en la muerte del menor. a noticia era falsa correspond:a a simples rumores sin confirmar.a muerte fue accidental, pero durante un d:a el fantasma de una sal$ajada entre menores como la
ocurrida recientemente en Jran Creta0a acecho la conciencia de la audiencia.
3