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El escabel y el sinthome Pierre-Gilles Guéguen El escabel está del lado del goce de la palabra que incluye el sentido. Por el contrario, el goce propio del sinthome excluye el sentido (J.-A. Miller, Introducción al Congreso de Río) No hay medio de practicar el análisis sin el necesario despliegue de la palabra y aun sin invitar al paciente a someterse al mismo. Es así como funciona la regla fundamental puesta por Freud en el fundamento del descubrimiento del inconsciente. Diga lo que se le ocurra, diga tonterías, que de eso extraerá formaciones del inconsciente, efectos de verdad, y un apaciguamiento de los sufrimientos debidos al síntoma. Así en el curso de las sesiones encuentra su lugar un decir que se sostiene de la transferencia. Esta palabra produce efectos sobre el cuerpo, es lo que las primeras histéricas en particular han mostrado a Charcot y a Freud. Produce también efectos sobre el pensamiento, las obsesiones, porque el pensamiento como el alma afecta al cuerpo como nos lo hace saber Lacan,particularmente en Televisión.Igualmente produce efectos en los sujetos psicóticos, porque regula el goce errático del síntoma, calma el delirio y lo vuelve productivo, lo que llamamos en la clínica clásica las «estabilizaciones» o las «suplencias». Las investigaciones de psicosomáticas, de las que el psiquiatra americano Alexander ha oficiado de pionero, intentaban mostrar, a partir de suposiciones y de observaciones, que hay efectos de la palabra sobre el organismo humano. Lacan, por lo demás, pudo dar algunas indicaciones concernientes a este dominio, evocando particularmente el concepto de holofrase para dar cuenta de ciertos fenómenos que surgen de este campo de investigaciones. Le adjudica una función «en toda una serie de casos»[1] orientando a sus discípulos hacia el examen más profundo de la función del objeto a en el for-da freudiano y en la dialéctica de la alienación y la separación. El cuerpo hablante es, en efecto, como Miller desarrolla en su Introducción al Congreso de Río, un asunto que moviliza el lazo entre la sustancia del cuerpo y, por otra parte, el pensamiento, el alma, y la creencia. Lacan, por lo demás, señala que la creencia

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El escabel y el sinthome

Pierre-Gilles Guéguen

El escabel está del lado del goce de la palabra que incluye el sentido. Por el contrario, el goce propio del sinthome excluye el sentido (J.-A. Miller, Introducción al Congreso de Río)

No hay medio de practicar el análisis sin el necesario despliegue de la palabra y aun sininvitar al paciente a someterse al mismo. Es así como funciona la regla fundamental puestapor Freud en el fundamento del descubrimiento del inconsciente. Diga lo que se le ocurra,diga tonterías, que de eso extraerá formaciones del inconsciente, efectos de verdad, y unapaciguamiento de los sufrimientos debidos al síntoma. Así en el curso de las sesionesencuentra su lugar un decir que se sostiene de la transferencia. Esta palabra produce efectos sobre el cuerpo, es lo que las primeras histéricas en particularhan mostrado a Charcot y a Freud. Produce también efectos sobre el pensamiento, lasobsesiones, porque el pensamiento como el alma afecta al cuerpo como nos lo hace saberLacan,particularmente en Televisión.Igualmente produce efectos en los sujetos psicóticos,porque regula el goce errático del síntoma, calma el delirio y lo vuelve productivo, lo quellamamos en la clínica clásica las «estabilizaciones» o las «suplencias». Las investigacionesde psicosomáticas, de las que el psiquiatra americano Alexander ha oficiado de pionero,intentaban mostrar, a partir de suposiciones y de observaciones, que hay efectos de lapalabra sobre el organismo humano. Lacan, por lo demás, pudo dar algunas indicacionesconcernientes a este dominio, evocando particularmente el concepto de holofrase para darcuenta de ciertos fenómenos que surgen de este campo de investigaciones. Le adjudica unafunción «en toda una serie de casos»[1] orientando a sus discípulos hacia el examen másprofundo de la función del objeto a en el for-da freudiano y en la dialéctica de la alienacióny la separación. El cuerpo hablante es, en efecto, como Miller desarrolla en su Introducciónal Congreso de Río, un asunto que moviliza el lazo entre la sustancia del cuerpo y, por otraparte, el pensamiento, el alma, y la creencia. Lacan, por lo demás, señala que la creencia

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como la Unglauben freudianason cruciales en cuanto a estos fenómenos clínicos. Pero a partir de los seminarios XIX y XX, Lacan introduce otra dimensión clínica que leparece especialmente presente en el arte barroco y en los místicos: se le ocurrió que sepuede gozar del sentido. Y particularmente del sentido elaborado en el análisis y, mil vecescomentado, nos vuelve a la cabeza esta advertencia que él da en su célebre conferencia deGinebra sobre el síntoma: El síntoma es un pez voraz que no hay que alimentar de sentidoporque lo vuelve a demandar siempre. Es así que él invita a los analistas a un nuevo uso dela interpretación, una interpretación que no alimentaría de sentido al síntoma sino alcontrario, después de haber puesto en función la búsqueda del sentido, pretenderíadesecarlo más que amplificarlo[2]. Es por lo que el seminario sobre Joyce[3]aparecerá como un avance a la vez formidable ydesconcertante para su auditorio porque corta con todo lo que había precedido. Éric Laurent describe bien en su libro «Lost in cognition»[4], la formidable entregaaltrabajo que este seminario requirió. Porque, por ejemplo, como lo declara Lacan[5]« Laantigua noción de inconsciente, lo Unerkannt, se apoyaba precisamente en nuestraignorancia de lo que pasa en nuestro cuerpo » o de nuevo, volviendo al concepto decreencia :«El amor propio es el principio de la imaginación. El parlêtre adora su cuerpoporque cree que lo tiene. En realidad, no lo tiene, pero su cuerpo es su única consistencia –consistencia mental por supuesto, porque su cuerpo a cada rato levanta campamento[6]”.YÉric Laurent comenta[7]: “Lo que había estado establecido, habíamos creído, como una distinción radical entre lalocura que procede de la forclusión y lo que no procede de ella, estaba desplazado. Entre laneurosis y la psicosis, hasta acá separados como dos continentes distintos, se descubría unpasaje por generalización» Creemos que tenemos un cuerpo porque hablamos y creamos un personaje de semblantes,es nuestro escabel lo que hace que nosotros nos imaginemos tener un cuerpo cuandovivimos del ser, es decir del parecer, de un universo de semblantes que el lenguaje nospropone. Y el lenguaje es un conjunto de signos que hacen sentidos y significaciones. Todaslas variaciones que Lacan profiere en su conferencia sobre Joyce sobre el tema del escabelvan en el mismo sentido. El psicoanálisis no es una ontología, no reposa sobre ningunaidea de la estabilidad del ser sino sobre ficciones creadoras y deseantes que, a la manera delo que ha sido para Joyce su obra, dan a cada uno la posibilidad de creer, y una razón devivir y de practicar una forma de lazo social. Les permite elevarse hasta creerse bello, es decir imaginarse un ego, (la idea de sí comocuerpo tiene un peso, es precisamente lo que se llama el ego[8]),creer ser un personaje conuna historia y tambiéncreer que su cuerpo se lo tiene, aun cuando, como dice Lacan, pasesu tiempo levantando campamento[9]. Para decirlo de otra manera, en los términos anteriores en la obra de Lacan, no hay sermás que fantasmático. Es por lo que se puede decir que un psicoanálisis apunta a extraer el

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fantasma, es decir la forma por la cual el sujetodel significante se evanesce frente a sumodo de goce pulsional. El fantasma es sin duda lo que un sujeto tiene más próximo a suser y también es porlo que él se apega al cuerpo que es el suyo –al menos lo cree. Al contrario se observa en la esquizofrenia, que es la enfermedad que padecen aquellos queno puedencreer en los semblantes de la creencia en un cuerpo propio, y cuyo narcisismoestá puesto en peligro. Numerosos fenómenos cenestésicos y/o alucinatorios, fenómenosde dobles,lo testimonian particularmente. El fantasma y el ego son aquí especialmenteproblemáticos. Me parece que esta función inicialmente atribuida al fantasma dicho fundamental queLacan reexamina en el caso de Joyce, donde de la articulación entre Imaginario, simbólicoy real se hace por un lado una obra (y Lacan señala la importancia de la función de lasublimación en el lazo del semblante y del cuerpo) y por otro un « nombre », que no es unnombre del padre sino un nombre de autor, un personaje del mundo literario. El da todasu importancia en el caso de Joyce al narcisismo, anteriormente devaluado en suenseñanza. Es verdaderamente esto, lo que el título de nuestro congreso designa como «cuerpohablante». Sinthome y fantasma provienen entonces del mismo lado, del lado de lo quetiene sentido y nos da un cuerpo. Esto no resuelve todo, lejos de eso, porque esta ficción del cuerpo bello debe todavíasujetar[10] su sustancia, hacer de lo Uno. Una vez reducido el fantasma, limpiado, su partede sufrimientos moderada en virtud del análisis, es necesario todavía que el cuerpo tengasu envoltura, que, esta, existe y no es de ficción. El caso de Joyce paradigmático de tantosotros muestra que la misma no está dada de entrada. Es el célebre episodio de la paliza quefigura en el «Retrato del artista adolescente» y del cual Lacan hará un gran caso. Lo que prende con alfileres al sujeto a su cuerpo, Lacan lo llama el sinthome, es ademáspor otra parte lo real, el agujero horadado por el significante en la compacidad de lasustancia gozante que es el cuerpo, el traumatismo por el cual el veneno del significanteviene a hacer acontecimiento en la bolsa de goce puro, la mónada de goce que es el cuerpoorgánico, y extraer de manera contingente un plus de goce y asegurar así un empalmeentre el cuerpo real y el cuerpo mixto de imaginario y de simbólico. No podemos decirninguna otra cosa sino que existe, que es propio a cada uno y que se manifiesta por unarelación al goce que ha hecho agujero y que se repite idéntico, fuera de alcance del cuerpodel significante y de la imagen, hasta que la muerte le ponga término.

Traducción: Viviana Fruchtnicht [1] Lacan, Jacques, El Seminario, libro XI, pg. 245-246.

[2] Lacan, J., « Conferencia de Ginebra sobre el síntoma », Intervenciones y Textos 2, pg. 115-144,

Ed. Manantial, 2º edición 1991 ; Bloc.notes de la psychanalyse nº 5, 1975, p. 17

[3] Lacan, J., El Seminario, libro XXIII, El sinthome. Paidós ed.

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[4] Éric Laurent, Lost in cognition. El lugar de la pérdida en la cognición. 1ª edición , junio

2005, Colección Diva.

[5] Lacan, J., El Seminario, libro XXIII, El sinthome. Bs.As., Ed. Paidós, pg. 149.

[6] Lacan, Jacques, El Seminario, libro XXIII, El sinthome, Ed. Paidós. Bs. As.,pg. 64.

N de T: la traducción respeta en la cita la versión del texto establecido en español. Cabe aclarar que,

en la última parte del párrafo, la frase en francés: son corps fout le camp á toutinstant, está

correctamente traducida como “su cuerpo a cada rato levanta campamento”. “Fout le camp” ó

“foutre le camp” es un giro idiomático que tiene otra traducción posible en castellano, tal vez

menos elegante pero más precisa: “se va al carajo” (e irse al carajo), entonces, la otra traducción

posible sería “su cuerpo se va al carajo a cada rato, en cualquier momento o, incluso, todo el

tiempo”.

[7] Éric Laurent, Ibidem.

[8] Lacan, Jacques, El Seminario, libro XIII, El sinthome, Ed. Paidós Bs. As., pg. 147.

[9] N de T: ídem N de T anterior (ver en nota nº 5).

[10] N de T: “sujetar”, en este caso en francés “tenir á”. “Tenir à” tiene muchísimas acepciones

posibles desde la lineal “tener” (avoir) hasta tantísimas otras como mantener, sostener, apegar, etc.

En este caso elegí de todas ellas “sujetar” por el contexto conceptual de acuerdo a mi propia

interpretación del texto de Guéguen. El cuerpo proveniente del fantasma o del sinthome está -como

lo señala Guéguen en este texto- en la línea del sentido, no tiene sujeta (fijada) la sustancia

(obviamente sustancia gozante). Esto es claro en el mismo caso de Joyce citado por Guéguen

(Retrato del artista adolescente) que toma Lacan, en el caso de la paliza el cuerpo “se suelta como

una cáscara”, se suelta porque no está sujeto a la sustancia gozante, al cuerpo gozante, no hace de

lo Uno del goce.