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AEA, LXXVIII, 2005, 310, pp. 133 a 144. ISSN: 0004-0428 EL ESPAÑOL ANTONIO ROMERA Y LA HISTORIOGRAFÍA ARTÍSTICA CHILENA: UNA PROPUESTA DE ORGANIZACIÓN FUNDACIONAL ' POR PEDRO EMILIO ZAMORANO PÉREZ, CLAUDIO CORTÉS LÓPEZ y PATRICIO MUÑOZ ZARATE Universidad de Talca (Chile) En este artículo se recrea la personalidad del murciano Antonio Romera (1908-1975), que, tras su exilio al final de la guerra civil española, se convirtió en una de las figuras capitales para la configuración de la crítica artística en Chile. Palabras clave: Antonio R. Romera. Crítica de Arte. Pintura chilena. Arte contemporáneo. The authors reconstruct the personality of the Murcian Antonio Romera (1908-1975), who, following his exile at the end of the Spanish Civil War, became one of the essential figures in the configuration of artistic criticism in Chile. Key words: Antonio R. Romera. Art Criticism. Chilean painting. Contemporary art. Sin temor a equívocos se podría afirmar que el arte y la cultura en Chile han tenido en di- versos momentos de su historia una profunda raigambre hispana. Descontado el antecedente de la Colonia, durante el siglo xx distinguimos dos episodios claves que sitúan la cultura chilena en una relación muy directa o, si se estima, bajo el alero de la influencia hispana. El primero tiene relación con la llegada al país del pintor gallego Femando Alvarez de Sotomayor (1875- 1960), quien fue contratado por el Gobierno en 1908 como profesor —luego Director— de la Escuela de Bellas Artes de Santiago. El paso de este español, de 1908 a 1915, dejó huellas pro- fundas en la cultura chilena pues influyó en toda una generación de artistas y marcó un fuerte sesgo de hispanidad en el arte nacional. La generación de pintores convenida en llamar como del ' Este artículo corresponde al Proyecto de Investigación n° 1010591, El desarrollo de la crítica de arte en Chile a partir de la obra hemerográfica de Antonio Romera, financiado por el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología de Chile (FON- DECYT). Pedro Emilio Zamorano Pérez, doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, es pro- fesor de la Universidad de Talca, Chile; Claudio Cortés López, magister en Historia del Arte (Universidad de Chile), es profesor de las universidades de Talca y de La República, Chile; y Patricio Muñoz Zarate, magister en Teoría e Historia del Arte (Universidad de Chile), pertenece al Museo Nacional de Bellas Artes de Chile. AEA, LXXVIII, 2005, 310, pp. 133 a 144 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://archivoespañoldearte.revistas.csic.es

EL ESPAÑO L ANTONIO ROMERA Y LA HISTORIOGRAFÍA ARTÍSTICA CHILENA : UNA PROPUESTA DE ORGANIZACIÓN FUNDACIONAL

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  • AEA, LXXVIII, 2005, 310, pp. 133 a 144. ISSN: 0004-0428

    EL ESPAOL ANTONIO ROMERA Y LA HISTORIOGRAFA ARTSTICA CHILENA:

    UNA PROPUESTA DE ORGANIZACIN FUNDACIONAL '

    POR

    PEDRO EMILIO ZAMORANO PREZ, CLAUDIO CORTS LPEZ y PATRICIO MUOZ ZARATE

    Universidad de Talca (Chile)

    En este artculo se recrea la personalidad del murciano Antonio Romera (1908-1975), que, tras su exilio al final de la guerra civil espaola, se convirti en una de las figuras capitales para la configuracin de la crtica artstica en Chile.

    Palabras clave: Antonio R. Romera. Crtica de Arte. Pintura chilena. Arte contemporneo.

    The authors reconstruct the personality of the Murcian Antonio Romera (1908-1975), who, following his exile at the end of the Spanish Civil War, became one of the essential figures in the configuration of artistic criticism in Chile.

    Key words: Antonio R. Romera. Art Criticism. Chilean painting. Contemporary art.

    Sin temor a equvocos se podra afirmar que el arte y la cultura en Chile han tenido en di-versos momentos de su historia una profunda raigambre hispana. Descontado el antecedente de la Colonia, durante el siglo xx distinguimos dos episodios claves que sitan la cultura chilena en una relacin muy directa o, si se estima, bajo el alero de la influencia hispana. El primero tiene relacin con la llegada al pas del pintor gallego Femando Alvarez de Sotomayor (1875-1960), quien fue contratado por el Gobierno en 1908 como profesor luego Director de la Escuela de Bellas Artes de Santiago. El paso de este espaol, de 1908 a 1915, dej huellas pro-fundas en la cultura chilena pues influy en toda una generacin de artistas y marc un fuerte sesgo de hispanidad en el arte nacional. La generacin de pintores convenida en llamar como del

    ' Este artculo corresponde al Proyecto de Investigacin n 1010591, El desarrollo de la crtica de arte en Chile a partir de la obra hemerogrfica de Antonio Romera, financiado por el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnologa de Chile (FON-DECYT). Pedro Emilio Zamorano Prez, doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, es pro-fesor de la Universidad de Talca, Chile; Claudio Corts Lpez, magister en Historia del Arte (Universidad de Chile), es profesor de las universidades de Talca y de La Repblica, Chile; y Patricio Muoz Zarate, magister en Teora e Historia del Arte (Universidad de Chile), pertenece al Museo Nacional de Bellas Artes de Chile.

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    Trece, o del Centenario ,^ tiene la impronta pedaggica y esttica de este artista, a la vez que una marcada identificacin con el arte espaol. Un segundo afluente de hispanidad al arte nacional est en relacin con la llegada a tierras chilenas en 1939 del crtico espaol Antonio Romera ^ (1908-1975), quien form parte de una oleada de inmigrantes polticos que vinieron con una historia comn, pero con distintas especialidades y oficios. Hombres de empresa, obreros, inte-lectuales, historiadores como Leopoldo Castedo y artistas, entre estos ltimos hubo dos figuras que llegaron a ocupar sitiales de distincin en la pintura nacional: Jos Balmes, Premio Nacio-nal de Artes en 1999, y Roser Bru. La mayor cantidad de refugiados lleg a Chile en un barco de bandera francesa llamado Winnipeg, detrs de cuya gestin estuvo el empeo directo de Pa-blo Neruda, por aquella poca cnsul en Espaa. Romera, que viaj a Amrica en otro barco, el Formosa, dej en Chile una obra extensa y en varios aspectos fundacional pues en un escenario en el que la investigacin esttica, la reflexin terica en arte y la crtica eran insuficientes, pudo levantar una obra que dio cierto espesor a la historiografa artstica local. Adems, Romera ha-ba nacido el mismo ao en que llegaba al pas Alvarez de Sotomayor, punto de coincidencia que une a estos dos principales embajadores en Chile del arte y la cultura peninsular.

    ANTECEDENTES

    La historia de la pintura en el Chile republicano comienza a escribirse con la presencia de los llamados artistas precursores extranjeros, quienes dan los primeros pasos en una actividad casi del todo desconocida en el pas. Despus de ello, en 1849, la fundacin de la Academia de Pintura trae no slo la presencia de maestros europeos, sino la regencia y el peso de toda una tradicin neoclsica, cuya vigencia se prolong en el escenario de la pintura chilena hasta las dcadas iniciales del siglo xx. Hacia fines de los aos veinte, en los principales centros de formacin artstica se instalaron los modelos de las vanguardias de origen parisino, vinculados a visiones cezannianas, postcubistas, neoimpresionistas y expresionistas, entre otras. De un esquema academicista se pas a concepciones ms abiertas a las vanguardias: dos modelos distintos, identificados por una misma mirada: Europa.

    ^ Se le llama generacin de 1913 por la exposicin realizada ese ao en los salones del diario El Mercurio en Santiago de Chile, en donde se presentaron obras de varios de los artistas del grupo. El Centenario, celebrado en 1910, marc tam-bin el arte y la cultura local, significando histricamente al grupo. Integraron este conjunto de pintores Ezequiel Plaza, Pedro Luna, Arturo Gordon a quien llamaban el Goya chileno, Alfredo Lobos, Enrique Moya y Abelardo Bustaman-te, entre otros.

    ^ Antonio Rodrguez Romera que sola firmar slo con el segundo apellido (1908, Cartagena, Murcia, Espaa -1975, Santiago de Chile, 23 de junio) fue nombrado Miembro Acadmico de la Universidad Austral de Valdivia, Miembro de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, Representante en la Reunin de Expertos de la UNESCO, en Lima, Presidente de la Association International de Critiques D'Art (AICA), Seccin Chilena; Representante de Chile en el Congreso de dicha Asociacin celebrado en Brasilia, Sao Paulo y Ro de Janeiro, en 1959; Delegado en el Festival de Cine de Berln, en 1960; Miembro del jurado en las Bienales de Crdoba, en 1962 y 1964, y en las bienales de Escultura de Santiago, en 1963; y de Grabado en tres versiones consecutivas. Recibi, entre otros, el Premio Municipal de Ensayo (1949) y el Premio Atenea Extraordinario (1952). Publicaciones: 100 Caricaturas (La poltica, la literatura y el arte vis-tos por Romera), Ediciones Orbe, 1941; Dos ensayos de arte, Editorial Millatn, Santiago, 1942; Rubens, Editorial Posei-don, Buenos Aires, 1944; Rembrandt, Editorial Poseidon, Buenos Aires, 1946; Leonardo da Vinci, Editorial Poseidon, Bue-nos Aires, 1947; Mario Carreo, Editorial del Pacfico, Santiago, 1949; Poema de las madres de Gabriela Mistral, con grabados de Andr Racz, Editorial del Pacfico, 1949 (cuatro ediciones); Camilo Mori, Editorial del Pacfico, Santiago, 1949 (Premio Municipal de ese ao); Apuntes del Olimpo (Caricaturas), Nascimento, Santiago, 1949; Andr Racz, pintor y grabador, Santiago, 1950; Razn y poesa de la pintura, Ediciones Nuevo Extremo, Santiago 1950; Historia de la pintu-ra chilena, Editorial del Pacfico, Santiago, 1951 (reeditada en 1962, 1968 y 1976, esta ltima por la Editorial Andrs Bello; por este trabajo recibi el Premio Extraordinario Atenea) y Asedio a la pintura chilena (desde el Mulato Gil hasta los bodegones de Luis Durand), Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1969. Adems realiz varios trabajos sobre Ve-lazquez, Goya y Valenzuela Llanos, entre otros. A su muerte quedaron inditas dos obras suyas: Despertar de una concien-cia artstica (1920-1930) y Las Meninas, trampa del espacio tiempo.

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    Este desarrollo histrico de la plstica nacional tuvo por caracterstica una cierta orfandad de sustento terico. Del quehacer de los artistas qued el testimonio de sus obras y, a veces, alguna escasa informacin sobre aspectos relacionados con la historia, la teora o la crtica.

    La enseanza del arte y dems aspectos de la actividad estuvieron dirigidos desde la fun-dacin de la Academia y hasta las primeras dcadas de este siglo por el Estado. Esta tutela fue ejercida inicialmente por el Consejo de Bellas Artes "^^ institucin formada en su mayora por personas cultas e influyentes, que dictaba normas sobre los procesos de enseanza, designaba los jurados de los certmenes, determinaba a quines se becaba a Europa y, en general, regula-ba todos los alcances de la formacin y la difusin artsticas. De ms est decir que la visin esttica de esta entidad oficial favoreca la rigurosidad neoclsica. Desde esta instancia de ca-rcter administrativo se establecieron los criterios artsticos y los patrones de lo que, en un sentido amplio y poco exigente, podramos entender como crtica artstica, dominada inicial-mente por un paradigma clasicista de origen europeo. El modelo clsico encontr adhesin en escritos de Paulino Alfonso, Jos Miguel Blanco,

    Manuel Rodrguez Mendoza, Pedro Lira Rencoret, Ricardo Richn-Brunet y Nathanael Yez Silva, todos ellos cercanos en su visin del arte a los dogmas neoclsicos, propios de las aca-demias oficiales de origen europeo (francesas, italianas y espaolas, principalmente). En con-tradiccin a tales ideales surgieron en este siglo las voces de Juan Francisco Gonzlez, Jean Emar (Alvaro Yez Bianchi), Pedro Prado, Vicente Huidobro, Camilo Mori o, entre otros, Julio Ortiz de Zarate, ms cercanos al quehacer de las vanguardias artsticas que desde las l-timas dcadas del siglo pasado actuaban fuertemente en Pars. Sin duda que todas estas figu-ras, clsicos e innovadores, contribuyeron a la formacin de una cierta cultura plstica en el pas. Mas no lograron dar forma a una crtica profesionalizada o configurar una tradicin his-toriogrfica en el mbito de las artes visuales.

    En trminos generales, ste fue el panorama que conoci Antonio Romera cuando lleg a Chile a fines de 1939. Sobre este medio ejerci su influencia. En Espaa, Romera haba teni-do una formacin inicial en Pedagoga, ejerciendo desde muy joven la docencia. Entre los aos 1935 y 1939, en plena guerra civil espaola, fue enviado por la Junta de Relaciones Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores a ejercer su profesin a la localidad francesa de Lyon, en donde, adems, complement sus estudios pedaggicos y de Esttica. En 1937 haba con-trado matrimonio con Adela Laliga, quien le acompaara hasta su muerte. Estando en Chile, entre 1949 y 1952 fue profesor en el Windson School, al mismo tiempo que crtico de artes visuales, dramticas y de cine en distintos peridicos capitalinos. Entre 1942 y 1967 ejerci el oficio de caricaturista en Las ltimas Noticias y tambin en El Mercurio. Esta inclinacin por las labores grficas fue sin duda inspirada por el dibujante Luis Bagara ^ a quien haba cono-cido en Francia, profesndole siempre una gran admiracin. A este respecto, Adela Laliga re-fiere el siguiente episodio: Creo que fue en octubre y principios de noviembre cuando el Mi-nistro de Educacin organiz una exposicin sobre el dibujante Bagara. Antonio, como especie de Agregado Cultural del Consulado (Lyon), ayud mucho en la instalacin de la ex-posicin. Estaba, como se dice en Espaa, en sus glorias, pues era gran admirador de Ba-gara desde que conoci los dibujos que publicaba en el peridico El Sol. Ni remotamente pudo nunca imaginarse que alguna vez iba verse mezclado y con cierta responsabilidad, en una cosa para l importantsima ^.

    ^ Este Consejo tuvo su origen en la Sociedad Artstica, fundada por Pedro Lira y Luis Dvila en 1867, la cual se trans-form en Unin Artstica en 1885 y luego en un organismo estatal -Comisin Directiva de Bellas Artes-, que funcion entre 1887 y 1903.

    5 Luis Bagara (Barcelona, 1882 - La Habana, 1940). ^ Laliga, Adela, Romera y Bagara (Memorias), Romera y su tiempo. Centro Cultural de Espaa en Chile, 2000, p. 71.

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    Romera desarroll en Chile una vasta labor en el campo de la teora y la historia de la pin-tura. Adems de los libros y catlogos, una parte muy relevante de su obra est constituida por sus artculos de prensa, publicados en el diario El Mercurio y en otros medios de informacin, que en su conjunto cubren casi cuarenta aos de reflexin y anlisis estticos. En Chile ha sido considerado como un pionero en el estudio de la pintura nacional. Antes de su libro Historia de la Pintura Chilena ,^ existan slo artculos sueltos en diversas revistas. Pedro Lira haba intentado en 1902 una cierta catalogacin (Diccionario biogrfico de autores), pero slo refe-rente a autores europeos, mencionando a unos pocos artistas nacionales que destacaban por algunos premios. Luis Alvarez Urquieta haba publicado en julio de 1928 La Pintura en Chile. Coleccin Alvarez Urquieta. Estos escritos aportan informacin y valiosos antecedentes, pero adolecen de rigurosidad histrica y conceptual, quiz por la deficiente preparacin terica de sus autores. Romera marc el escenario de la crtica de arte en Chile durante casi cuarenta aos, desde su llegada en 1939 hasta su muerte en 1975. Su obra literaria y su pensamiento crtico son un referente obligado a la hora de analizar el desenvolvimiento esttico-plstico del pas.

    Antes de su llegada, el escenario de la crtica de arte en el pas era muy deficiente tanto por la escasez de cultivadores, amn las posiciones dogmticas de la mayora de ellos, cuanto por la falta de medios para la difusin de la reflexin esttica. Se estima que con l se inicia verdaderamente la crtica de arte en Chile. Es decir, comienza a ejercerse, por primera vez, con objetividad de juicio, con bases tericas, con conocimiento de autores, escuelas, museos y con rigurosidad intelectual. En otras palabras, se profesionaliza una actividad expresada, con ante-rioridad, bsicamente a nivel amateur.

    Los escasos estudios o escritos de arte que haban sido publicados a fines del siglo XIX y comienzos del xx revistieron algunas de las siguientes connotaciones: fueron concebidos prin-cipalmente como crnica artstica, gnero interesante pero carente de rigurosidad conceptual ;^ fueron unilaterales y hermticos en sus posiciones estticas, especialmente a la hora de legiti-mar los dogmas neoclsicos; y, en general, fueron realizados por personas que no posean una formacin sistemtica en aspectos relativos a la teora o la Historia del Arte. Al respecto. Mi-lan Ivelic seala lo siguiente: Nuestra tradicin crtica no se ha caracterizado, precisamente, por el rigor conceptual y por la amplitud de criterios para ponderar y valorar el fenmeno artstico. Nombres como Richn-Brunet, Nathanael Yez o Goldschmidt, ilustran muy bien una etapa de la crtica de arte francamente insuficiente ^. A decir de Waldemar Sommer, Ro-mera fue una especie de organizador terico en el desenvolvimiento de la pintura chilena ^^ , que supo situarse respecto a la polmica figuracin-no figuracin y calibr con mesura y ponderacin las nuevas tendencias gracias al estudio que hizo de ellas ^^

    Romera estableci un modelo de anlisis para la pintura nacional. ste consider una do-ble mirada. De una parte, determin claves y constantes *^ , es decir, propuso una forma de or-

    ^ Publicado por la Editorial del Pacfico S.A., en 1951. ^ En muchos casos, cuando se habla de un pintor, las referencias crticas apuntan ms bien a cuestiones de entorno y no

    a la obra misma, o a su proceso creativo. Consideraciones tales como el abolengo del artista, su amplia cultura de origen europeo, su gusto refinado, etc. son muy frecuentes en los textos de Ricardo Richn-Brunet y Nathanael Yez Silva, quienes intentan sustantivar el mrito esttico de la obra en razn de tales argumentaciones. De otra parte, las considera-ciones ticas priman sobre los juicios estticos. A modo de ejemplo, el propio Yez Silva criticaba a Czanne, en quien vea un peligro para la moral y para la formacin de la juventud estudiosa (citado por Antonio Romera, El Mercurio, jueves 20 de febrero de 1969).

    ^ Ivelic, Milan y Galaz, Gaspar, Chile: arte actual, Ediciones Universidad de Valparaso, 1988, p. 72. ' Sommers, Waldemar, Panorama de la pintura chilena desde los precursores hasta Montparnasse. Catlogo de expo-

    sicin del Instituto Cultural de Las Condes, 1987. " Ivelic, M. y Galaz, G., op. cit, p. 72. '^ Romera habla de las Claves y las Constantes de la pintura chilena. Dentro de las primeras distingue la Exaltacin, la

    Realidad, el Sentimiento, y la Razn Plstica; dentro de las segundas, el Paisaje, el Color, el Influjo Francs, y el Carcter (Romera, Antonio, Historia de la Pintura Chilena, Santiago de Chile, 1976, pp. 12-13).

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    ganizacin conceptual, que intenta definir el carcter de nuestra plstica a partir de sus orien-taciones y caracteres especficos; de otra, plantea una estructuracin de desarrollo cronolgi-co, cuyo mrito fue haber ordenado, orientado y clasificado las distintas tendencias en la pin-tura nacional republicana ^^ Y todo ello en un medio de escasa tradicin terica y crtica, donde prcticamente todo estaba por hacer. Por ello, estimamos su obra como pionera en el contexto de la pintura nacional.

    Romera tuvo flexibilidad intelectual para analizar imparcialmente los distintos lenguajes estticos, desde aquellos tradicionales hasta las propuestas ms innovadoras. El propio autor seala lo siguiente: No quiero erigirme en Catn. A m no me gustan las obras por el solo estilo. Prefiero un buen pintor realista que un mal pintor abstracto. Lo que debe guiarnos en este problema es la calidad estrictamente plstica ^^. La rigurosidad y precisin de sus comen-tarios, su amplia cultura y su vasta labor literaria le constituyen en una de las ms relevantes figuras del mbito de la teora en la historia de la pintura nacional.

    Su modelo de anlisis no se inscribe en corrientes ni en escuelas estticas determinadas. Es un eclctico que valora las distintas propuestas estticas, atendiendo a su especificidad formal y su contextualidad histrica. Su anlisis es independiente de todo prejuicio y dogmatismo. La particularidad es que mira al arte nacional bajo los parmetros del arte europeo, haciendo per-manentes extrapolaciones entre nuestra plstica y las escuelas del Viejo Mundo: la francesa, la espaola y la italiana, principalmente. Tal situacin no resulta extraa en un pas, como el nues-tro, permeado fuertemente en sus manifestaciones culturales por modelos forneos.

    Romera desarrolla y profesionaliza una actividad, cuyo nivel anterior era insuficiente. Ello, tanto por la escasez de crticos, cuanto por el bajo nivel de su preparacin terica. De hecho, la posibilidad de realizar estudios de esttica, de teora o crtica de arte en el pas es tema reciente. Las universidades nacionales comenzaron en fecha reciente a formar tericos a partir de los aos sesenta ^^ De igual modo, las fuentes de divulgacin a nivel de revistas especializadas eran tam-bin deficitarias. En Chile, el soporte casi exclusivo de la crtica de arte ha sido la prensa escri-ta. Escasas han sido las fuentes especializadas a nivel de revistas ^^ , en las cuales se ha podido canalizar el pensamiento y la reflexin estticos. Por esta razn, el artculo de prensa ha adqui-rido en nuestro pas una gran significacin, pues pasa a ser el orientador, casi exclusivo, de la opinin pblica en este mbito. La breve extensin de un artculo y su necesidad de informar sobre temas contingentes sitan a su autor ms a un nivel de opinin que de reflexin, esfera esta ltima en la cual se mueve el pensador, cuya obra se inscribe en un tipo de argumentaciones y proyectos de ms largo alcance. El caso de Romera es distinto; sus artculos de prensa tienen la particularidad de situarse en un mbito donde se conjugan la informacin, la opinin y la re-flexin, razn por la cual trascienden la esfera de la crnica periodstica.

    Estimamos que la obra ms importante de este autor, por su extensin y profundidad, fue precisamente la desarrollada a travs de sus artculos de prensa, publicados en los diarios Las

    '^ Romera defini doce conceptos en torno a los cuales articul el desarrollo de nuestra plstica: los Precursores, el Ro-manticismo, la Academia de Pintura, Tres maestros solitarios. Los cuatro maestros y sus seguidores, la Generacin de 1913, Persistencia del Naturalismo, los Independientes, Grupo Montparnasse, Seguidores y movimientos. Generacin del 40, Nuevas tendencias y ltimos nombres.

    '"^ Romera, A., El Mercurio, jueves 20 de febrero de 1969. '^ De hecho, la formacin profesional de tericos comienza en forma bastante tarda. La Universidad Catlica desarroll

    algunos cursos de esttica a partir de la dcada del cincuenta. Cre el Centro de Investigaciones Estticas en 1966; el De-partamento de Esttica en 1968 y el Instituto de Esttica, dependiente de la Facultad de Filosofa, en 197L Desde 1975 imparte la carrera de Licenciatura en Esttica. La Universidad de Chile cre el Departamento de Teora e Historia del Arte en 1969, egresando las primeras promociones en 1975.

    '^ En el perodo que comprende este estudio son escasas las revistas nacionales de estudios o investigaciones estticas. Algunas de ellas fueron la Revista de Artes, de la Universidad de Chile; la Revista Pro Arte y, en un plano ms miscel-neo, la Revista Atenea, de la Universidad de Concepcin, y la Revista Zig-Zag, entre otras.

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    ltimas Noticias (donde escribe hacia 1940 con el seudnimo de Federico Disraeli), La Na-cin (1940 a 1952) y El Mercurio (desde 1952 a 1975), medio de informacin este ltimo es-pecialmente relevante por marcar una fuerte lnea de opinin esttica en nuestro pas.

    TENTATIVAS INTERPRETATIVAS EN LA OBRA CRTICA DE ROMERA

    La labor interpretativa de Antonio Romera, tras sus 35 aos de ejercicio crtico en Chile, le sita como testigo privilegiado de su tiempo, a la vez que alentador de una investigacin histrica inicial en el campo de las artes plsticas que determinar los ordenamientos y orien-taciones de la trama pictrica nacional. Podramos sostener que su labor crtica predefine las cronologas y divisiones histricas que sern parte de su monumental proyecto de publicacin futura, fuente documental imprescindible que otros sabrn adoptar, algunos con excesivo ape-go; otros, los ms escpticos, simplemente confirmando su persistente indagacin sobre las orientaciones que comienzan a adquirir las artes. Parte de esta consideracin surge en el des-pertar de la conciencia vanguardista y la expansin de la actividad artstica producto de la con-solidacin de la enseanza, la difusin y creacin de espacios expositivos en nuestro pas. La llegada de Romera coincide con un momento de transformaciones vertiginosas, siendo testigo de las nuevas orientaciones del arte chileno que se hacen sentir a partir de la dcada de los 40.

    Si el crtico establece un ordenamiento, ste no responde exclusivamente a la dependencia de una metodologa de trabajo, de un sistema de pensamiento o su incansable deseo de inves-tigacin, porque sin duda todas coexisten en su afn de articular una cierta lgica de acuerdo a las categoras que convengan. No sabemos con certeza si Romera pretendi conscientemente establecer una clasificacin histrica o si fue el resultado lgico de sus pretensiones de escri-tura. Las preguntas que corresponden son si el inters por determinados artistas confirman un programa preexistente de escritura; tal vez una afinidad natural otorgada por su formacin aca-dmica, que busca inexorablemente la conciliacin con los movimientos europeos validando una historia oficial, o ms bien asistimos a su genialidad e intuicin que, unida a la capacidad deductiva, lo llevaran a un acercamiento mayor con determinados artistas o propuestas plsti-cas. Si esto ltimo fuera el caso, es necesario responder en qu medida esa adhesin personal se sobrepuso a las categoras aceptadas socialmente en su tiempo, si fueron un descubrimiento innegable para la posteridad o la mera obstinacin del crtico. Pero indistintamente de cules sean las razones, muchos artistas gozaron de la predileccin del crtico, sobre ellos escribi con cierta frecuencia y nos da un atisbo de sus pasiones mayores, sin abandonar el trasfondo de una interpretacin ms compleja.

    Desde su llegada a Chile a fines de 1939, advierte la creciente actividad artstica en nues-tro pas, que difera entonces en intensidad y actividad de los anteriores decenios, pero su mi-rada meticulosa sugera desde ya una falta de consistencia en esa expansin. Ha faltado sin embargo de esa proliferacin, la eclosin de un arte maduro y encaminado hacia lo auton-mico por la conquista de una expresin que ahonde sus races en la propia entraa vernacu-lar ^^ . Este afn expositivo apresurado es renuente a una profundizacin mayor; entonces la labor del crtico es distinguir aquellas obras que contienen el noble impulso de la belleza ms autntica, orientando el gusto y la sensibilidad de las gentes hacia la obra digna de ser con-templada ^^ No es intencin de esta investigacin entrar en controversia con los juicios de Romera que obedecen a un contexto especfico; slo recordar que sus apreciaciones correspon-

    '^ Romera, A. R(odriguez), Notas de arte, La Nacin, 3 de enero de 1944, p. 5. ' Ibd., p. 5.

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    den con cierta fidelidad a las consideraciones de la labor crtica aceptada y confirmada por todos en esa poca; de hecho, muchos de sus fundamentos persisten en el propsito de crticos que ejercen hasta hoy en algunos medios.

    En febrero de 1940, prcticamente apenas un par de meses despus de su llegada, comen-z a escribir para el diario La Nacin, poca tumultuosa para el mundo y para el arte que ha-ba asistido a los embates de las primeras vanguardias artsticas del siglo xx, cuando el influjo que recoga aquellos ecos recin empezaba a tomar consistencia en nuestro pas, situacin que Romera subray detenidamente en sus primeros anlisis: La influencia de los movimientos modernos franceses ha penetrado tan profundamente en nuestros artistas jvenes dando a su produccin un carcter no siempre sincero y espontneo que su imperio se ha transfor-mado a la postre en dominio esclavizador ^ .^ El influjo no es visto de buena manera porque no reconoce la propia identidad, el arraigo es condicin primera del origen de cualquier manifes-tacin artstica, pero ms que la influencia de un movimiento estilstico percibe un individua-lismo exacerbado que se aleja del sentido distintivo y propio, una falta de sinceridad y de in-terpretacin que culpa a la situacin de crisis generalizada que vive en ese momento el mundo en plena guerra mundial.

    El asunto es sopesar cules fueron los aspectos determinantes a la hora de sealar una po-sible orientacin esttica y el paso definitivo de su insercin histrica. La nominacin de los artistas responde a la capacidad de exhibicin peridica que se aprecia en un trabajo consis-tente, su vinculacin con las experiencias ms innovadoras o al reconocimiento pblico expre-sado en las exposiciones conmemorativas que, de alguna forma, dejan entrever la influencia y perduracin de la obra. Lo interesante del juicio crtico de Romera es su exterioridad, una mirada objetiva que no se entremezcla en los avatares de una escena artstica demasiado ence-rrada en si misma, aislada de los centros artsticos latinoamericanos y europeos.

    Despus de un recorrido exhaustivo por sus publicaciones peridicas, encontramos autores que se reiteran, confirmando su estratgica incorporacin en las ediciones realizadas por el crtico; en aquellos escritos es posible detenerse en pormenores que avalan su incorporacin; en otros, en cambio, reconocemos predilecciones temticas donde el autor evidencia afanes por ciertos perodos de la historia del arte; finalmente, tambin es admisible desprender su adhe-sin personal por algunos artistas, que a la luz de los grandes artfices de la pintura chilena podran ser considerados como desconocidos. Entonces, cmo enfrentar estas posibles dispo-siciones de escritura: primero ahondaremos en las figuras fundacionales que por su carcter y tesn marcaron a las generaciones venideras; posteriormente, los semblantes que llamaron la atencin de Romera por su temtica paisajista de notoria cercana con el impresionismo y el expresionismo; ms adelante, la eclosin y despertar generacional de los 40 coincidente con su llegada al pas; consecutivamente, su reaccin frente a las figuras vanguardistas de media-dos del siglo xx; y finalmente, el rescate de ciertos artistas que conformaron una anomala res-pecto de sus coetneos.

    U N ARTISTA FUNDADOR

    De las figuras fundacionales llamadas tambin maestros de la pintura chilena, como Va-lenzuela Llanos, Valenzuela Puelma, Orrego Luco y Pedro Lira, el que ms se reitera en la obra crtica de Romera es Lira. De la mayora de las personalidades que a travs del siglo xix con-tribuyeron a la formacin artstica en nuestro pas, el crtico siempre reivindic la figura de

    ' Ibd., p. 5

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    Pedro Lira, que, junto a Pablo Burchard, considera como figuras rectoras del arte nacional ^^ ; no se cans nunca de requerir la atencin sobre el maestro, que, segn l, fue olvidado trans-currido el siglo, autor desestimado y desconocido, vctima segn el autor de la nuevas corrien-tes que privilegiaban la razn plstica. La admiracin que profesaba Romera por el artista lo llev a considerarlo incluso como uno de los grandes del arte americano, aunque no lo ubic precisamente dentro de los innovadores, considerando que su obra resuelve bien aquellos as-pectos que tienen que ver con la vocacin, la sensibilidad y el sentimiento de lo bello, adems del dominio del oficio y la tcnica sustentado en un conocimiento muy acabado de la pintura, esa capacidad de sostener un pensamiento claro y definido que implic la admiracin de sus alumnos y discpulos.

    Reconocemos en el texto crtico de Romera varias de las consideraciones que han quedado sujetas a la interpretacin de su personalidad y obra, valorando en este artista su transitoriedad estilstica desde una rigurosidad acadmica, sus devaneos por el Romanticismo y cierta cerca-na con el Impresionismo, estableciendo una clasificacin que divide su obra: Primero, Roman-ticismo naturalista; segundo, realismo pleno; tercero, romanticismo purista, y cuarto, vagas desviaciones hacia la pintura del plenair; ms que simplemente reafirmar tales observaciones, interesa recalcar la certeza interpretativa, capaz de definir por medio de algunos trazos la obra artstica, demostrando que Romera no es de los crticos adscritos a una retrica difusa, sino a una indagacin ms aguda y profunda consciente de su labor como historiador.

    PINTORES DEL PAISAJE

    Uno de lo aspectos ms tratados y centrales del aporte histrico de Romera es considerar el paisaje como uno de los gneros que ms contribuye a la definicin del arte chileno, asunto que lo vincula directamente con las especulaciones plsticas ms actuales de mediados de los 90 en Chile. Constante que persiste a travs de todos los movimientos y expresiones indivi-duales, dentro de esa vertiente paisajista encontramos tres figuras vitales que, aunque cultiva-ron otros gneros, mantuvieron esa mirada al entorno geogrfico: Juan Francisco Gonzlez, Pablo Burchard y Pedro Luna.

    Para Romera, Francisco Gonzlez es el pintor ms cercano al impresionismo pero desde la particularidad cromtica y expresiva ^^ cuestin que lo acerca a la posicin del artista que siempre neg su pertenencia al movimiento. En un ensayo magistral escrito sobre el artista para la revista Atenea, el crtico dio muestra de un cabal conocimiento en cuestiones estticas y de paso entreg algunas claves de su inteipretacin metodolgica ^^ . En ese texto admite la nece-sidad clasificadora de la crtica porque el hombre es un animal encasillador y taxonomista, reconociendo como contrapartida que el arte es expresin por lo general de la sinrazn, los caprichos y el azar. La obra de Francisco Gonzlez pone precisamente a prueba esta capacidad metdica, teniendo como desafo la demostracin de la pertenencia del artista al movimiento

    ^^ De todos los pintores chilenos no existe ningn otro hasta l que reciba de modo tan justo el ttulo de maestro. Despus de l, por la extensin de una aureola ejemplarizadora, viene al recuerdo el maestro Burchard, que, como Lira, mereci tambin por su magisterio este ttulo. Aparte del don, don Pedro Lira y don Pablo Burchard han sido en la pintura nuestros grandes dones (Romera, A. R., Crtica de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 16 de abril de 1966, p. 5).

    ^^ Se ha hablado con frecuencia del impresionismo de Juan Francisco Gonzlez. El pintor chileno en efecto, ronda la escuela del plenair. Pero dentro del impresionismo es una voz heterodoxa (Romera, A. R., Crtica de Arte, El Mer-curio, Santiago de Chile, 10 de octubre de 1953, p. 3).

    ^^ Romera, A. R., Fue Juan Francisco Gonzlez un pintor impresionista?. Revista Atenea n 339-340, pp. 14-54, Ed. Universidad de Concepcin, 1953.

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    impresionista, alusin que siempre rehus aceptar. La modalidad consisti primero: en recoger los dichos del propio pintor escritos en diferentes medios; segundo: definir el impresionismo incluyendo su influencia en otros pases; tercero: establecer las caractersticas que definen la obra del pintor; y cuarto: la interpretacin crtica realizada por distintas personalidades del medio escrito ^^ .

    A diferencia de otros artistas, Francisco Gonzlez tena la capacidad de escribir sus ideas sosteniendo reiteradas discusiones, entre ellas su frecuente rechazo a su supuesta adhesin impresionista; para Romera, el artista sin comprenderlo o sin interesarse por sus experiencias era parte de la atmsfera francesa. De ah la dificultad del cometido de Romera; intentar de-mostrar que la obra del artista muy a su pesar, s comparta los preceptos de la pintura en plain air. Considerando cierto retraso a causa de la situacin perifrica de la pintura chilena, su obra contiene las mismas reivindicaciones estticas de sus similares europeos abocados a la captacin sensorial y la expresin buclica que se manifiesta en un variado cromatismo y sub-jetividad interpretativa manifestacin evidente de la disposicin anmica del propio artista. Para el crtico, Gonzlez se encuentra en una disyuntiva con dos tendencias muy definidas, una cer-cana a la objetividad realista y la otra manifestacin de la subjetividad expresiva; la primera lo lleva a la captacin de las formas y la segunda, a cierta fascinacin atmosfrica donde las for-mas se liberan sugiriendo realidad. Las temticas que aborda tambin ofrecen un parmetro de comparacin que lo acerca a sus similares, entre ellos el paisaje y las naturalezas muertas, dejndose llevar por las apariencias y aquella entidad expresiva que el talento artstico sola sacar. Para Romera, poco importaba la sumisin a las doctrinas impresionistas si stas no se sometan al impulso espiritual que concillaba la emocin, el placer y la impresin, sintiendo cada hora y minuto del da ^ '^ .

    Pablo Burchard es otro de los artistas a los que expresa sin remedos su admiracin; catalo-gado en varias ocasiones como maestro, le atrae su vitalidad y el aspecto festivo de sus obras, sobre todo ese particular abandono del tema que renuncia a la gran composicin por el detalle. Ni tema aparatoso, ni composicin sabia y estudiada, ni viejos puentes europeos cargados de historia. Nada. Un poco de color que por el secreto de la ciencia del pintor y por el milagro de la sensibilidad se hace vivo ^^. Este desapego de lo figurativo y el desdn por las grandes composiciones es el que hace unir la obra de Burchard a Francisco Gonzlez, pero a diferencia de este ltimo se aventura an ms en la gestualidad y en la pincelada gil, un pintor intimis-ta ^^ en constante dilogo con lo visible haciendo de la representacin pictrica un arte entron-cado en sus propias leyes, viviendo a expensas de su autonoma ^^ ; de alguna manera encon-tramos en su obra atisbos de una incipiente abstraccin que se har ms ostensible en sus discpulos. Para Romera el pintor es una figura capital, el punto de transicin entre los artistas clsicos como Pedro Lira, Valenzuela Puelma, Valenzuela Llanos, Juan Francisco Gonzlez y

    ^^ Para llegar a la respuesta concreta en el problema estilstico que tratamos de resolver, necesitamos asediar al pin-tor desde distintos puntos: Primero: lo que el propio pintor expres sobre su arte; Segundo: lo que fue el impresionismo; Tercero: caractersticas de la obra de Juan Francisco Gonzlez en un cotejo minucioso con las teoras del plein-air, y Cuarto: opinin de la crtica {Revista Atenea n 339-340, p. 16, Ed. Universidad de Concepcin, 1953).

    "^^ En este caso importa menos la sumisin a unas doctrinas, bastante imprecisas por cierto, que aquel impulso espiri-tual que lleva a todos los impresionistas a reflejar los efectos fugaces de la luz y el color, expresando con una pincelada apresurada y como abocetada la emocin, el placer y la impresin, para decir todo lo que el artista siente en todas las horas y en todos los minutos del da {Revista Atenea n 339-340, p. 54, Ed. Universidad de Concepcin, 1953).

    ^^ Romera, A. R., Retrospectiva de Pablo Burchard. Critica de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 27 de abril de 1956, p. 7.

    ^^ Cuando los pintores como Pablo Burchard reproducen lo que hay de fungible en una hierbecilla o en una flor o detienen la sombra en una vieja pared no hacen acaso otra cosa que eternizar el instante (Romera, A. R., Retrospecti-va de Pablo Burchard. Crtica de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 27 de abril de 1956, p. 7).

    '^'^ Romera, A. R., El Burchard de Adolfo Couve. Libros de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 28 de diciembre de 1966, p. 7.

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    la nueva generacin de los aos 40, cuestin que con el tiempo ha tomado fuerza, ya que su obra, heredera de las tendencias postimpresionistas que desembocan en el fauvismo, tiene una fuerte influencia en sus discpulos que desembocar en las tendencias renovadoras de los 50.

    El otro pintor es Pedro Luna, perteneciente a la mtica generacin del 13; el primer pintor que a principios de los 20 se declaraba discpulo de Czanne, del que hered la aplicacin del color por manchas tonales. Impregnado de las innovaciones artsticas europeas en sus viajes al viejo mundo, fue una excepcin colorista al marcado tenebrismo de su generacin y de los pocos que enfrentaron con propiedad la temtica social. Considerado por Romera como un expresionista nato, es uno de los que se opone a las tendencias que buscan la visualidad pura, ms apegado a lo sensorial y lo emotivo y la proyeccin psicolgica, cuestiones que a la hora de evaluar siempre fueron valoradas por el crtico.

    EL DESPERTAR DE UNA GENERACIN

    Entre mediados de los 40 y de los 50 se produce el despertar de una generacin con figu-ras como Osear Trepte, Sergio Montecinos, Jos Venturelli, Pacheco Altamirano, Jos Perotti, Pablo Vidor, Ximena Cristi o Luis Strozzi, la mayora de ellos habituales de sus crnicas; por tanto, se hacen menos visibles sus preferencias; sin duda, la mxima que considera la distancia histrica se hace aqu ostensible; difcilmente encontramos autores que llamen la atencin del crtico, algunos se reiteran con ms frecuencia que otros y por ahora es el nico modo de dilu-cidar ciertas adhesiones.

    Uno de ellos es Osear Trepte, avecindado alemn que llega a Chile a finales de los 30 con un ao de diferencia del propio arribo de Romera. Aunque en cierta manera el desconcierto que la obra de Trepte provoca en nuestro medio tambin se transmite a nuestro crtico, ste es capaz de valorar su importante labor artstica gracias al conocimiento acabado de los movi-mientos artsticos europeos. Obra inadvertida para la mayora de los entendidos que demues-tra la lejana de nuestro medio crtico de aquellas propuestas ms agrestes y controversiales, de paso poniendo en tela de juicio la labor periodstica, de tericos y crticos que reaccionaron tardamente cuando su obra se haba distanciado lo suficiente de su emergencia conceptual ^^ , el artista es representativo del arte alemn de los aos 20 con un marcado acento antiexpresio-nista propio de la nueva objetividad, presumiblemente situado dentro del realismo mgico. Su obra llam mucho la atencin a Romera considerndola como una especial forma de retomar el realismo pero desde una indudable abstraccin, como l mismo sealaba: En tiempos de aficionados y mnchatelas, esto se ve ms claro. En definitiva, solo se salvar la obra bien hecha ^ .^ El estilo pictrico de Trepte, bastante inusual, concillaba aspectos emotivos con la pureza plstica de las formas, que enfatizaba reafirmando su aspecto plano y constructivo; en el color, en cambio, era ms partidario de un repertorio casi monocromtico o lo que se denomina como grises de color. Pocas veces el arte chileno tuvo la oportunidad de interactuar directamente con un representante de los movimientos artsticos europeos. Osear Trepte fue la excepcin y una gran oportunidad que se dej pasar, pero que Romera fue capaz de reparar en su momento, demostrando gran versatilidad y capacidad de comprensin de las artes ms rup-turistas.

    *^ Esta exposicin convenci a los entendidos y a ciertos crticos, que todava se obstinaban en no enterarse de que nos hallbamos ante la pintura de un hombre que no slo saba su oficio, sino que se hallaba en posesin de una sensibi-lidad y de un sentido muy agudo para transformar en materia artstica las imgenes que la realidad le presentaba (Ro-mera, A. R., Recuerdo de Osear Trepte. Crtica de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 14 de agosto de 1969, p. 2).

    ^^ Romera, A. R., Exposicin de Osear Trepte. Crtica de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 10 de mayo de 1958, p. 9.

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    E L PROPSITO VANGUARDISTA

    Durante los 50 despuntaron las figuras rectoras de un arte ms internacional que sealaba por primera vez un posible vanguardismo en lo que conocemos habitualmente como grupo rec-tngulo y posteriormente informalismo, pero una dcada antes comenzaba a tomar fisonoma una generacin paralela a estos afanes de ruptura, que responda a la misma eclosin artstica de la generacin anterior; entre ellos estaban Mario Carreo, Roberto Matta, Enrique Zaartu, Nemesio Antnez, Roser Bru, Sergio Castillo y Ernesto Barreda. Pero aqu es otro emigrante el que se destaca sobre sus congneres.

    Precedido de un considerable prestigio, Mario Carreo provoc una estima inmediata en Romera, tal vez por la connotacin que su nombre ya tena en el exterior o su procedencia de un ncleo de artistas cubanos que promueven innovaciones originales en el arte latinoamerica-no, entre ellos Wilfredo Lam y Amelia Pelez. Otro aspecto que debi sopesar fue el diletan-tismo del pintor, artista conocedor de una variedad de temas con publicaciones sobre el arte ms actual, su especial modo de abordar el mundo potico en su pintura que lograba conciliar con una composicin y ordenacin rigurosas. Carreo es un artista que transita y concilia al mismo tiempo dos mundos antagnicos: el clasicismo figurativo y la abstraccin geomtrica; su obra representa de algn modo esa particularidad continental que observa con admiracin los movimientos europeos, pero ya no en forma condescendiente, sino reivindicando la auto-noma plstica, la propia identidad, aadiendo la mirada singular del artista continental.

    Para Romera, su obra representa el rigor y la invariable pureza adquiridos de una ensean-za disciplinada, normas depuradas que logr conciliar con cierto barroquismo explosivo pro-pio de los artistas del trpico, que acomoda a la pulcritud expresiva y la geometra inmanente de su obra, donde destaca sobre todo su perfeccin tcnica. Cuando la mayora de los artistas de nuestro pas han caminado por los mismos derroteros, Carreo viene a demostrar cmo dos mundos aparentemente inconciliables se renen y pueden convivir logrando una innegable ca-pacidad expresiva. Otro aspecto importante fue el aporte a la abstraccin geomtrica que re-cin comenzaba a despuntar en nuestro pas; es el propio crtico el que se encarga de citar las reflexiones del artista: En la pintura abstracta no figurativa el artista se aparta de la imita-cin de la realidad naturalista para crear una realidad convirtiendo el cuadro en un objeto en s mismo y desechando la idea tradicional de que un cuadro debe ser como una ventana abierta ^ .^ Lo que ms admira nuestro crtico de su personalidad como pintor es la autonoma expresiva, al considerar el cuadro como un fenmeno individual que no est sujeto a la repre-sentacin sino a sus propias leyes, aislado de cualquier consideracin extema.

    UNA nouRA ANMALA

    Hasta ahora, los nombres de artistas parecen conocidos e innegables; no poda ser de otra forma, porque fue el propio crtico el que los aval en sus escritos, especialmente en sus tex-tos de historia, pero existen nombres que causan extraeza, sobre todo por la importancia que les atribuye Romera, figuras infrecuentes que ocupan una posicin secundaria, pero que para el crtico adquieren una fisonoma infrecuente. Luis Herrera Guevara es uno de ellos; pocas veces encontramos en la obra de crtica de Romera comentarios tan laudatorios respecto de la obra de un artista; tal impacto le provoc su obra que no escatim en elogios. Considerado

    ^ Romera, A. R., Exposicin de Mario Carreo. Crtica de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 29 de agosto de 1958, p. 7.

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    como pintor instintivo e ingenuo, su obra fue inaugural, sin buscarlo, del movimiento naif y a tal punto lleg su fama que un grupo de crticos y pintores sigui atentamente la evolucin de su obra, unido a una personalidad extravagante que no dej de sorprender, encontrndose entre sus admiradores Edwards Bello, Neruda, Luis Oyarzn y el propio Romera. Lo que ms llam la atencin fue esa impronta lrica y potica unida a una maestra tcnica inigualable, influjo de la libertad expresiva que deliberadamente utiliz en sus composiciones, negando las diatribas propias de una enseanza apegada a las reglas o los dogmas de los movimientos ar-tsticos.

    Para Romera, ese impulso responda a condiciones innatas, senta el color y saba trasla-dar una impresin vista a la complejidad compositiva de una tela pintada. Es el primer artis-ta que da rienda suelta a sus intuiciones abandonando los preceptos y enseanzas en favor de la libertad expresiva; se apartaba de las imposiciones del natural y el realismo lgicamente resuelto. Al ser comparado con otros artistas europeos. Romera consideraba que ningn pintor naif con la excepcin de Rousseau^ que plantea otros problemas ha logrado fundir tan intensamente los hallazgos magistrales de la intuicin pictrica y el candor de un espritu horro de toda malicia profesional ^^

    '^ Romera, A. R., Ms sobre Herrera Guevara. Crtica de Arte, El Mercurio, Santiago de Chile, 9 de agosto de 1957, p . 5 .

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