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UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES ESCUELA DE DERECHO EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA RAZONABLE” EN EL PROCESO PENAL CHILENO. ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL. Rodrigo Alejandro Rojas Medel MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES Profesor patrocinante: DANIELA ACCATINO SCAGLIOTTI VALDIVIA – CHILE 2012

EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

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UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

ESCUELA DE DERECHO

EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA

RAZONABLE” EN EL PROCESO PENAL CHILENO.

ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL.

Rodrigo Alejandro Rojas Medel

MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

Profesor patrocinante: DANIELA ACCATINO SCAGLIOTTI

VALDIVIA – CHILE

2012

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INDICE

- INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………….. 3.

- CAPÍTULO I: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA

RAZONABLE”

1.1.- Estándar de prueba y proceso penal…………………………………………….. 5.

1.2.- Los problemas del estándar de prueba “más allá de toda duda razonable”...... 7.

1.3.- En la búsqueda de un estándar de prueba para el proceso penal..................... 12.

- CAPÍTULO II: EL ESTÁNDAR DE LA DUDA RAZONABLE EN LA

JURISPRUDENCIA. ANÁLISIS DE SENTENCIAS.

1.1.- Selección de sentencias y método de trabajo…………………………………... 16.

1.2.- Análisis de sentencias escogidas………………………………………………….16.

- CONCLUSIONES…………………………………………………………………… 38.

- BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………… 40.

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INTRODUCCIÓN

El proceso penal, considerado en su máxima expresión, implica que una persona imputada

de un delito debe enfrentar al Estado en un juicio en su rol de Fiscal y, además, es el mismo

Estado quien determinará si es culpable o inocente, en su rol de Juez, lo que muestra una clara

desigualdad de herramientas al momento del juicio. Es por esto que existen, dentro del proceso

penal, garantías fundamentales que, de una u otra forma, equiparan al imputado con la

maquinaria judicial del Estado, para que el juicio se pueda desarrollar en igualdad de

condiciones. Una de estas garantías fundamentales es el principio de presunción de inocencia,

que entre sus múltiples aristas, se encuentra el estándar de prueba que posee nuestro Código

Procesal Penal (en adelante CPP). Este estándar de prueba señala, en el art. 340 CPP, que “Nadie

podrá ser condenado por delito sino cuando el tribunal que lo juzgare adquiere, más allá de toda

duda razonable, la convicción de que realmente se hubiere cometido el hecho punible objeto de

la acusación y que en él hubiere correspondido al acusado una participación culpable y penada

por la ley”.

La utilización de este estándar, sin embargo, ha acarreado dificultades a la hora de

interpretar el artículo en cuestión, ya que no se establece cuando los jueces deben estimar que han

alcanzado un grado de convicción más allá de toda duda razonable, o cuando una duda es

razonable. Por otra parte, el concepto mismo adolece de subjetividad, pues al hablar de

convicción de los jueces, pareciera que se trataría de una suerte de intuición que permitiría al juez

condenar, al haber alcanzado ese “estado mental”. Ante estos inconvenientes, es necesario

preguntarnos ¿Dotan de contenido los jueces a la norma cuestionada?, y de ser así, ¿Cuáles son

los criterios para dotar de contenido a la convicción “más allá de toda duda razonable”? Trataré

de responder estas preguntas con la investigación jurisprudencial realizada.

Para el desarrollo de este problema, la presente tesis se compondrá de dos capítulos. El

primer capítulo se dividirá a su vez en tres partes. En la primera relacionaré los conceptos de

duda razonable y proceso penal, considerando la importancia de establecer un estándar de prueba

estricto en este tipo de procesos, y relacionándolo además con las garantías y principios del

proceso penal. En la segunda parte analizaré el estándar de prueba en materia penal, con especial

énfasis en el “beyond a reasonable doubt” del derecho anglosajón, además de los principales

problemas que la utilización de este concepto ha acarreado, y las críticas de las que ha sido objeto

por parte de la doctrina comparada. En esta parte también analizaré el concepto acuñado por

nuestro CPP, además de realizar un pequeño análisis de la historia de la ley. Junto con ello,

pretendo señalar las principales críticas que ha tenido la utilización de este estándar en nuestro

país y la raigambre de la tradición subjetivista. En la tercera parte expondré los intentos por parte

de la doctrina, tanto nacional como comparada, por dotar al concepto de duda razonable de un

carácter objetivo, y las distintas soluciones que han entregado los autores para subsanar los

problemas que presenta el estándar.

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El tercer capítulo contendrá el estudio jurisprudencial realizado para el desarrollo de esta

tesis, que comprenderá sentencias condenatorias y absolutorias dictadas por Tribunales de Juicio

Oral en lo Penal de todo Chile, cuya característica es que contienen voto disidente, a fin de

identificar los criterios utilizados por los tribunales de justicia a la hora de decidir sobre la

condena o absolución de un individuo en base al estándar de prueba imperante. Este tercer

capítulo se dividirá en dos partes, en donde la primera expondré los métodos utilizados y la forma

en que se abordaron las sentencias en comento. En la segunda parte trataré las sentencias

escogidas y analizadas cada una por separado.

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CAPITULO I: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA

RAZONABLE”

1.1 Estándar de prueba y Proceso Penal

Cuando se ha abandonado en la mayoría de los sistemas procesales la idea de la prueba

legal tasada, y se ha dado paso a su vez a la libre valoración de la prueba, resulta necesario

establecer reglas para esta valoración, pues debe tenerse en cuenta que “la libre valoración de la

prueba es libre sólo en el sentido de que no está sujeta a normas jurídicas que predeterminen el

resultado de esta valoración”1. De esta forma, el concepto de libre valoración de la prueba

pasaría a ser de valoración racional de la prueba, pues en definitiva, la valoración libre de la

prueba “no implica en ningún caso que el juez esté desvinculado de los criterios de racionalidad

que deben regir su razonamiento”2. Por otra parte, debemos tener en cuenta que el objetivo

institucional del proceso es la búsqueda de la verdad, lo que refuerza en gran medida la

valoración libre y racional de la prueba, pues debe tomarse en cuenta que la aproximación a la

verdad se traduce en la minimización de los errores. El error puede consistir tanto en declarar

como probado una hipótesis, siendo falsa (falso positivo) o declarar como no probada una

hipótesis, siendo verdadera (falso negativo)3. La minimización de estos errores corresponde,

según Larry Laudan, a lo que él denomina el núcleo duro de la epistemología jurídica, la cual “se

interesa precisamente en cómo hacer para que estos errores sean tan improbables como permita la

evidencia”4. La verdad, en definitiva, sólo puede ser alcanzada a través de la racionalidad sobre

la valoración de la prueba, racionalidad que se encuentra plasmada en nuestro Código Procesal

Penal, al señalar en su art. 297 que los tribunales apreciarán la prueba con libertad, pero no

podrán contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los

conocimientos científicamente afianzados.

De esta forma, un elemento clave de la decisión judicial sobre la prueba está determinado

por la racionalidad de la valoración. Para Jordi Ferrer, este momento (de la valoración racional

de la prueba) se encuadra dentro de lo que él cataloga como los tres momentos de la decisión

judicial, siendo este el segundo5. Sin embargo, como señala Ferrer, “el resultado de la valoración

de la prueba que se obtenga en el segundo momento no implica por sí solo nada respecto de la

decisión a adoptar”6. Es en este punto donde se hace necesaria la inclusión de un medio que

permita al juez determinar cuándo, después de valorar la prueba, puede decidir si tales hechos han

sido efectivamente probados. Estos “mecanismos” son denominados por la doctrina como

estándares de prueba, los cuales son “criterios de valoración a los que el juez debe atenerse en el

1 Ferrer, J., La valoración racional de la prueba, Marcial Pons, Madrid (2007), p. 45.

2 Taruffo, M., Simplemente la verdad, Marcial Pons, Madrid (2010), p. 247.

3 Cfr. Ferrer, J., Ibíd., p. 143.

4 Laudan, L., “Por qué un estándar de prueba subjetivo y ambiguo no es un estándar”, en Doxa, N° 28 (2005), p. 97.

5 Cfr. Ferrer, J., Ibid., pp. 41-48. El autor distingue tres momentos en la decisión judicial, la conformación del

conjunto de pruebas, la valoración de las pruebas y la adopción de la decisión sobre los hechos probados. 6 Ibíd., p. 48.

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momento en que valora los elementos de prueba de los que dispone a los efectos de establecer si

el enunciado sobre los hechos que es objeto de la decisión puede, o no, considerarse probado”7.

La determinación de un estándar de prueba para cada proceso corresponde al derecho, y

más concretamente al legislador, quien puede presentar para cada proceso una exigencia distinta,

en atención a la distinta valoración acerca de la distribución de los riesgos de los errores en cada

proceso. Esto tiene que ver con una elección política, pues si bien –como se dijo antes- la

intención del derecho es minimizar los errores, en algunos procesos se opta por evitar la

ocurrencia de un tipo de error. En un estándar de prueba elevado (como en el del proceso penal)

es más frecuente el error del tipo falso negativo mientras que disminuye la ocurrencia de errores

del tipo falso positivo. Un piso mínimo de estándar de prueba lo constituye la probabilidad

prevaleciente, en donde resulta probada la hipótesis más probable que las otras, agregando

además que ésta debe resultar más probable que su versión negativa. Sobre lo mismo, Marina

Gascón señala que “desde una perspectiva epistemológica cabe decir que la racionalidad exige un

grado de probabilidad mínimo del que ningún orden jurisdiccional debería abdicar, a menos que

estemos dispuestos a concebir la decisión probatoria como irracional”8. Este estándar de prueba

es utilizado en el proceso civil, pues se considera que aquí la distribución del error debe ser igual

para ambas partes. Otro estándar de prueba un poco más exigente es la prueba clara y

convincente, utilizado en el derecho anglosajón para la prueba de determinados hechos (como el

fraude, por ejemplo)9.

El proceso penal recoge el estándar de prueba más elevado, pues se exige para condenar

que el tribunal adquiera una convicción “más allá de toda duda razonable” (“beyond any

reasonable doubt”) respecto de la prueba de la culpabilidad. Esto quiere decir que, aun cuando la

hipótesis de culpabilidad resulte más probada que las hipótesis de inocencia, se requiere un

esfuerzo adicional de parte de la acusación para satisfacer el estándar. A menudo, la exigencia del

estándar ha sido representada en términos matemáticos, señalando que el nivel de convicción que

debe adquirir el tribunal debe estar entre un 90% y un 95% para poder condenar10

.

La particular exigencia de este estándar se debe, como se señalaba anteriormente, a una

decisión política en la que, dentro del proceso penal, se trata de evitar la mayor cantidad de

errores del tipo falso positivo por lo grave que significa, en definitiva, condenar a un inocente,

aunque eso conlleve el aumento de errores del tipo falso negativo. En otras palabras, “es

socialmente preferida una absolución falsa que una condena falsa”11

, siendo en este sentido más

preferible que, como se ha señalado respecto de este estándar, hayan 10, 100, o 1000

7 Taruffo, M., La prueba, Marcial Pons, Madrid (2008), p. 273.

8 Gascón Abellán, M., “Sobre la posibilidad de formular estándares de prueba objetivos”, en Doxa, N° 28 (2005), p.

130. 9 Cfr. Fernández, M., “La valoración de pruebas personales y el estándar de duda razonable”, en Cuadernos

electrónicos de filosofía del Derecho, N° 15 (2007), p. 1-2. 10

Laudán, L., Ob. Cit., p. 98. 11

Ferrer, J., Ibíd., p. 143.

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absoluciones erróneas antes que una condena errónea12

. La adecuada distribución de los errores

corresponde a lo que Laudan llama el núcleo débil de la epistemología jurídica, la cual sirve al

derecho ya que, una vez determinado que tipo de error debemos evitar, ésta le entrega la

herramienta para que logre de mejor manera tal cometido. En este sentido, Laudan señala que

“muchas de las doctrinas más tradicionales o de los preceptos del derecho penal caen en ese

ámbito: la presunción de inocencia, la doctrina del in dubio pro reo, la idea de que es la

acusación quién soporta totalmente la carga de la prueba, y –la más importante- el estándar de

prueba”13

.

Finalmente cabe señalar que, si bien sabemos que este estándar es particularmente

exigente, no hay claridad sobre su estricto alcance y significado, lo que ha llevado a la doctrina a

poner de manifiesto los problemas respecto a qué significa que una duda sea razonable, cuándo

estamos ante una duda razonable, y también a proponer soluciones respecto a como debemos

entender este estándar o reformularlo para que cumpla su cometido de exigencia de prueba.

1.2 Los problemas del estándar de prueba “más allá de toda duda razonable”

A. Problemas del estándar en sistemas anglosajones

El estándar de prueba recogido en nuestro CPP proviene de los sistemas jurídicos de tradición

anglosajona, y especialmente de Estados Unidos, en donde la decisión sobre los hechos es

adoptada por un veredicto emitido por ciudadanos comunes y corrientes que conforman el jurado,

quienes presencian el desarrollo del juicio y deciden sobre la culpabilidad o inocencia de un

imputado. En estos sistemas, el primer problema que se presenta es la conveniencia de que el

tribunal proporcione al jurado directrices sobre como entender el estándar de prueba. De esta

forma, dos han sido principalmente los criterios que han utilizado los jueces al momento de

definir el estándar de prueba: el de vacilación para actuar y el de certeza moral. El criterio de

vacilación para actuar ha definido al estándar de prueba en términos tales como “prueba más allá

de toda duda razonable significa prueba que es tan convincente que ustedes no vacilarían en

confiar y actuar sobre ella al tomar las decisiones más importantes de sus propias vidas”14

. Así, la

duda razonable sería satisfecha solo si la prueba ha sido de una magnitud tal que el

convencimiento del jurado lo llevara a no vacilar en su decisión. Este criterio esta ligado a la

confianza interna del juzgador respecto a la culpabilidad del imputado15

. Sin embargo, como

señala Horvitz y López, definiciones de este tipo han sido “objeto de criticas por considerarse que

trivializan el veredicto criminal al convertirlo en análogo de las decisiones que los jurados toman

en su vida privada”16

.

12

Taruffo, M. Ob. Cit., p. 249. 13

Laudan, L., Ob. Cit., p. 98. 14

Horvitz, M. y López, J., Derecho Procesal Chileno, Tomo II, Editorial Jurídica de Chile, Santiago (2004), p. 160. 15

Cfr. Ídem, p. 160-164. 16

Horvitz, M. y López, J., Ob. Cit., pp. 161-162.

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8

Por otra parte, el criterio de la certeza moral ha definido el estándar como el grado más alto

de certeza a la que se puede aspirar en un proceso, siendo imposible la certeza absoluta o

matemática. Respecto a lo anterior, se ha señalado que “dado que requerir certeza absoluta antes

de la condena no es viable en nuestro sistema de justicia criminal, el sistema requiere en su lugar

certeza moral o prueba más allá de una duda razonable antes de la condena. La certeza moral o

práctica es el nivel más alto de certeza que un individuo puede tener en ausencia de certeza

absoluta, y ha sido equiparada con prueba más allá de toda duda razonable”17

. Sin embargo, se

relaciona al estándar de prueba con una “alta confianza” en la culpabilidad del imputado, que

deja en evidencia el carácter subjetivo de este criterio. En palabras de Laudan, “aparentemente,

todo lo que importa es si, habiendo oído toda la evidencia, la creencia de los jurados es firme y

sólida. Y si no es así, entonces debe votar la absolución”18

.

La discusión sobre el alcance y significado de la expresión “duda razonable” ha alcanzado tal

punto que los tribunales estadounidenses se han resistido de entregar alguna directriz suficiente

para entender este estándar, señalando que la sola expresión “duda razonable” es autoevidente,

bastando prácticamente su sola mención para que sea adecuadamente comprendida por el jurado.

Como señala Accatino, “tan intensas han sido las discusiones en torno a la explicación del

estándar en las instrucciones a los jurados que se ha asentado incluso la conclusión –sostenida por

diversas cortes estatales- de que no se debe ofrecer a los jurados ninguna definición del estándar,

siendo preferible dejar que la fórmula de la duda razonable ‘hable por sí sola’”19

.

Como se puede apreciar, ambos criterios poseen una marcada connotación subjetivista, lo que

ha llevado a gran parte de la doctrina a criticar el modelo de estándar más allá de toda duda

razonable. Este problema de subjetividad en la forma de entender el estándar ha sido

especialmente desarrollado por Larry Laudan, quien ha señalado que existen dos formas de

entender el estándar en la cultura anglosajona, una de carácter cuantitativo (desarrollada por los

académicos) y otra de carácter cualitativo (desarrollada por la jurisprudencia)20

. La primera de

ellas señala que el estándar de duda razonable establece un umbral de probabilidad, situado

generalmente entre el 90% y el 95% para poder condenar al imputado, mientras que la segunda se

ha inclinado por entender el estándar como convicción intima, señalando que sólo se puede

condenar si concurre en el juzgado una “certeza moral” de que se cometió el delito y que el

imputado es culpable. Para Laudan, ambos modelos resultan subjetivos, pues mientras en uno se

apela al fuero interno del ente juzgador (bastando solamente una alta confianza subjetiva), el otro

sostiene su tesis en una probabilidad numérica que nunca es precisa, pues asume que el juzgador

inicia el juicio asignando un determinado valor a su creencia de culpabilidad del imputado, valor

17

Ídem, p. 163. 18

Laudan, L., Ob. Cit., p. 100. 19

Accatino, D., “Certezas, dudas y propuestas en torno al estándar de prueba penal”, en Revista de Derecho de la

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, N° 37 (2011), pp. 491. 20

Cfr. Laudan, Ob. Cit., pp. 98-99.

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9

que, como señala el autor, nunca va a ser igual entre los juzgadores, y que decae nuevamente en

una apelación a sus corazonadas iniciales, cuestión evidentemente subjetiva21

.

La tesis de la inevitable subjetividad del estándar de prueba más allá de toda duda razonable

ha sido criticada, principalmente porque atiende a la aplicación de un estándar por parte de un

jurado que no está obligado a motivar sus decisiones. En palabras de Taruffo, “no es posible en

absoluto verificar si el BARD o cualquier otro estándar se ha aplicado efectivamente por los

jurados en el momento de la decisión, por la obvia razón de que los jurados no motivan sus

veredictos”22

, por lo que, inclusive una formulación aparentemente objetiva y suficientemente

fundamentada del estándar de prueba sería vana si no se puede controlar en qué medida el jurado

ha logrado entender cómo debe aplicar dicho estándar. En este sentido, Juan Igartua señala que

“el susodicho estándar de la ‘duda razonable’ estaría mejor garantizado en un sistema como el

nuestro (en el que hasta el veredicto del jurado debe ser motivado) que en su ambiente jurídico

originario”23

.

Aunque si bien es cierto que varios problemas del estándar pueden ser resueltos mediante la

motivación de la sentencia (sea esta emitida por jueces profesionales o por un jurado), ello sin

embargo no debiera bastar para considerar suficiente el estándar de prueba, puesto que, como ya

se ha analizado, su sola inclusión en la actividad probatoria no sirve de nada si no se entregan

directrices claras de lo que se debe entender por duda razonable, y además si no ha sido

suficientemente comprendida por quienes deben decidir la culpabilidad de un imputado. Por

supuesto, esta suficiente comprensión del estándar sólo puede ser verificada si se realiza un

adecuado control del razonamiento que llevo a adoptar tal decisión. De otra forma, volvemos a

caer en los riesgos de subjetividad que se intentan superar.

B. Problemas del estándar en el derecho procesal penal chileno

Por otra parte, los problemas analizados anteriormente no son muy distintos que los que se

presentan en el sistema nacional. Sin embargo, para comprender mejor este asunto, se hace

necesario indicar, por una parte, la tradición subjetivista de nuestros tribunales y, por otra parte,

señalar la génesis del actual estándar que impera nuestro ordenamiento procesal penal, de tal

forma de indicar cuales son, específicamente, los problemas que la doctrina nacional ha

identificado y abordado.

La primera de las cuestiones radica principalmente en la utilización del estándar contemplado

en el derogado Código de Procedimiento Penal, quien en su art. 456bis señalaba que “Nadie

puede ser condenado por delito sino cuando el tribunal que lo juzgue haya adquirido, por los

medios de prueba legal, la convicción de que realmente se ha cometido un hecho punible y que

21

Cfr. Laudan, Ob. Cit., pp. 99-101 22

Taruffo, M., “Tres observaciones sobre ‘Por qué un estándar de prueba subjetivo y ambiguo no es un estándar’ en

Doxa, N° 28 (2005), p. 120. 23

Cfr. Igartua, J., “Prolongaciones a partir de Laudan”, en Doxa, N° 28 (2005), p. 150.

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en él ha correspondido al reo una participación culpable y penada por la ley”. Este estándar,

extraído de la Justicia Militar Europea, ha sido interpretado por la doctrina como una exigencia

de “certeza legal condenatoria y certeza moral absolutoria”24

, principalmente por la existencia en

el antiguo proceso penal de un sistema de prueba legal tasada. Según este estándar, los jueces

sólo deben condenar si, después de realizar el ejercicio mecánico que implica la prueba legal

tasada, existía certeza (certeza que, por cierto, era entregada por las pruebas tasadas legalmente)

de que se había cometido un delito y que al reo le correspondía una participación en el delito. De

otra forma, debía absolver. Sin embargo, este sistema resulta evidentemente subjetivo, cuestión

evidenciada por Daniela Accatino, quien muestra cómo se entendía que debía ser apreciada dicha

convicción: “Para notar el sesgo subjetivista de la noción de prueba en esa tradición creo que

bastan estas dos muestras: la primera, una cita del Mensaje del Código de 1906 que indica que “si

esta convicción [adquirida por los medios de prueba legal] no llega a formarse, el juez podrá

absolver sin otro fundamento y cualesquiera que sean los antecedentes que el proceso arroje

contra el reo” y, la segunda, una sentencia de la Corte Suprema de diciembre de 1997 en la que

interpreta la disposición en cuestión como “un llamado del legislador al fuero íntimo del juez y,

por lo tanto, (..) un concepto imponderable para alguien que no sea el destinatario directo de

él”25

. Por lo tanto, además de resaltar su carácter subjetivo, evidenciaba una suerte de prohibición

de control sobre las decisiones del juez penal.

Los problemas derivados de la utilización del estándar antes referido llevaron a que, en la

reforma procesal penal, se sustituyera dicho estándar y se estableciera, en cambio, el actual

estándar de la duda razonable. El anteproyecto de ley mantenía en principio la regla del art.

456bis del derogado Código de Procedimiento penal, omitiendo por razones obvias la referencia

a la prueba legal tasada. Posteriormente la comisión del Senado decidió agregar el calificativo de

“suficiente”, argumentando para ello que no es preciso que sea absoluta la convicción a la que

debe arribar el tribunal, basta que sea suficiente, lo cual es evidentemente lógico toda vez que,

dadas las características propias del proceso, “no es posible garantizar la certeza absoluta, sino un

cierto grado de certeza o de probabilidad, sobre la verdad del enunciado probado”26

. Cuando el

proyecto pasó a comisión mixta, se decidió eliminar el concepto de “suficiente convicción” y se

decidió sustituirlo por el de “duda razonable”. El principal argumento sostenido por lo

parlamentarios de la comisión para realizar este cambio fue que, según ellos, este concepto era

útil toda vez que está suficientemente decantado y elimina las discusiones relativas al grado de

convicción que requiere, dejando en evidencia que no se trata de una convicción absoluta, sino de

aquélla que excluya las dudas más importantes27

. Si bien la elección de este estándar resulta más

24

Nuñez Vasquez, C., Tratado del proceso penal y del juicio oral. Tomo II, Editorial Jurídica de Chile, Santiago

(2002), p. 263. 25

Accatino, D., “La fundamentación de la declaración de hechos probados en el nuevo proceso penal. Un

diagnóstico”, en Revista de Derecho de la Universidad Austral de Chile, vol. XIX, N° 2 (2006), pp. 19-20. 26

Gascón Abellán, M., Ob. Cit., p. 128. 27

Cfr. Londoño Martínez, F. et. al., Reforma Procesal Penal, Génesis, Historia sistematizada y Concordancias.

Tomo II, Editorial Jurídica de Chile, Santiago (2003), pp. 682-686.

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concordante con la tendencia actual en el derecho comparado, llama la atención las razones que

esboza la cámara mixta para elegir este estándar, toda vez que, como hemos señalado

anteriormente, el concepto de duda razonable ha sido objeto de críticas precisamente por su falta

de precisión y vaguedad, cuestión que hasta los días de hoy sigue en plena discusión y que, por lo

tanto, no se encontraría “suficientemente decantado”, como señalare la comisión mixta.

La subjetividad del estándar “más allá de toda duda razonable”, junto a la tradición

subjetivista que arrastra en nuestra cultura jurídica, han influido en la forma de entender el

estándar, lo que se ve reflejado en el material que ha desarrollado la doctrina estos últimos años.

Horvitz y López dan cuenta de esta realidad al señalar, luego de presentar las diferentes posturas

sobre el estándar de prueba en Estados Unidos, que si bien el concepto de “duda razonable”

genera conflicto entre los jueces, pues se trata de un concepto sustraído de la legislación

extranjera, “la identificación del estándar con la idea de ‘certeza’ parece desde todo punto de

vista conveniente, no sólo porque resulta difícil avanzar mucho más en la definición de duda

razonable, sino por que este concepto sí tiene en Chile una larga tradición y reconduce a los

jueces, por lo tanto, a la utilización de parámetros a los que se encuentran habituados”28

. Javier

Castro Jofré, a pesar de advertir que el concepto no se encuentra suficientemente decantado por la

doctrina y la jurisprudencia nacional29

, sin embargo señala que “la convicción corresponde al

grado de persuasión que el tribunal racionalmente debe alcanzar para condenar al acusado.

Entonces, la pregunta que cabe formular es ¿Cuán intenso debe ser el grado de persuasión que

necesita el sentenciador para condenar al acusado (sospechoso)?30

. Por su parte, Rodrigo Cerda

San Martín sostiene que “se ha impuesto legislativamente un parámetro que constituye un criterio

intersubjetivo”31

, para continuar señalando que “se ha sostenido que la convicción es la seguridad

de que la certeza es legítima”32

. Núñez Vásquez, si bien no habla directamente sobre la forma de

entender el estándar de duda razonable, relaciona indirectamente al estándar mencionado con una

“liberal certeza”33

.

Como se puede apreciar, la doctrina nacional se ha decantado por asimilar el estándar de

prueba de la duda razonable en términos subjetivistas, recurriendo principalmente al uso de

términos como “certeza” o “persuasión”, lo que demuestra una clara influencia de la tradición

subjetivista que precede a la reforma. Sin embargo autores como Daniela Accatino, han abordado

los problemas que evidencia el estándar, tanto por su carácter e interpretación subjetiva como por

la falta de precisión en el concepto. Así, respecto al primero de los problemas, la profesora señala

que “resulta difícil comprender qué ventajas podría suponer la aplicación de esta concepción en

un sistema de libre valoración –supuestamente racional y justificada– de la prueba: ¿se volvería

28

Horvitz, M. y López, J., Ob. Cit., p. 164 29

Cfr. Castro Jofré, J., Introducción al Derecho Procesal Penal Chileno, Lexis Nexis, Santiago (2006), p.467-468. 30

Ídem, p. 466-467. 31

Cerda San Martín, R., Etapa intermedia, juicio oral y recursos, Librotecnia, Santiago (2003), p. 223. 32

Idem, p. 225. 33

Núñez Vásquez, J. C., Ob. Cit., p. 263.

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posible, entonces, ahora, también condenar sin otro fundamento que la presencia, en el ánimo de

los juzgadores, de convicción y cualesquiera que sean los antecedentes que el proceso arroje?, ¿y

la evaluación de esa convicción para condenar debiera considerarse ahora imponderable también

para otro que no fuera el decisor?”34

. Por otra parte, pone de manifiesto el problema de la

imprecisión del estándar, al indicar a raíz de los trabajos de Cristian Riego, que aun cuando se

logre generar pautas para una objetiva interpretación del estándar “la indeterminación de la

noción de duda razonable ofrece poco de qué asirse para su construcción”35

. Otro autor que ha

identificado el problema de la subjetividad en el estándar es Claudio Prambs, quien sostiene a

propósito de la suficiencia del estándar, que “lo que sea suficiente y convincente no lo puede ser

para un juez y no para otro, sino que lo convincente ha de ser para cualquier juez, y aun para

cualquier persona, pues de lo contrario se atenta en contra de los fundamentos mismos de la

condena, de las reglas del entendimiento humano, de la lógica y del Estado de Derecho

democrático”36

, aludiendo precisamente a la necesidad de un criterio objetivo que uniforme las

decisiones judiciales en sede penal, so pena de caer en decisiones distintas e inclusive

contradictorias entre distintos jueces ante los mismos hechos.

Aunque es claro el carácter subjetivo del estándar de prueba de la duda razonable, y

además su falta de precisión, tanto en la doctrina comparada como en la doctrina nacional se han

realizado diversos intentos de objetivar y precisar el estándar de prueba, tanto reformulando su

descripción como estructurando directrices que sean capaces de dar una interpretación que logre

llenar los vacíos que deja el estándar y, además, darle un carácter más objetivo.

1.3 En la búsqueda de un estándar de prueba para el proceso penal

Como ya hemos visto, dos son principalmente los problemas de los que adolece el actual

estándar de prueba contenido en el CPP. Por una parte, su falta de objetividad, al apelar al fuero

interno del ente juzgador, y por otra parte, la manifiesta imprecisión de sus conceptos, lo que

dificulta su adecuada comprensión. Frente a estos dos problemas se ha llegado incluso a señalar

en algunas cortes anglosajonas que al estándar de prueba no se le debe dar interpretación alguna,

ya que el concepto se basta a sí mismo37

. Sin embargo, variados han sido los esfuerzos por parte

de la doctrina, tanto nacional como comparada, por entregar directrices claras y precisas en

cuanto a la forma de entender y aplicar el estándar de la duda razonable, resultando de aquello

soluciones que proponen una reformulación del concepto con parámetros objetivos, y soluciones

que apuntan a una reinterpretación de la duda razonable, entregando fórmulas que permitan

salvar el concepto actual de duda razonable y adecuarlo a las exigencias de control que dispone

nuestro ordenamiento.

34

Accatino, D., Ob. Cit., p. 496. 35

Ídem, p. 498. 36

Prambs, C., El control del establecimiento de los hechos en las sentencias penales, Editorial Metropolitana,

Santiago (2005). P. 101. 37

Accatino, D., Ob. Cit., p. 492.

Page 14: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

13

El profesor Jordi Ferrer ha tratado el tema con bastante detalle, sosteniendo que el

estándar de prueba del proceso penal debe basarse en parámetros objetivos que permitan su

control. De este modo, el profesor Ferrer ha señalado que el estándar de prueba debe “en primer

lugar, evitar vincular la prueba con las creencias, convicciones o dudas del sujeto decisor acerca

de los hechos”38

, desligando de esta forma la subjetividad del estándar y permitiéndole

parámetros objetivos. Por otra parte, sostiene que “la formulación del estándar de prueba debe ser

suficientemente precisa para hacer posible el control intersubjetivo”39

, entregándole a la precisión

del estándar la función de permitir el control de las sentencias. Finalmente, el profesor Ferrer nos

entrega un modelo de estándar de prueba que ordena a la hipótesis de culpabilidad a cumplir con

dos condiciones para que pueda superar dicho estándar, las cuales son: “1.- La hipótesis debe ser

capaz de explicar los datos disponibles, integrándolos de forma coherente, y las predicciones de

nuevos datos que la hipótesis permita formular deben haber resultado confirmadas; 2.- deben

haberse refutado todas las demás hipótesis plausibles explicativas de los mismos datos que sean

compatibles con la inocencia del acusado, excluidas las meras hipótesis ad hoc”40

(aquellas que

permiten explicar a posteriori los elementos del juicio, como la hipótesis de la conspiración en

contra del acusado). El planteamiento de Jordi Ferrer tiene la ventaja de desligarse efectivamente

del carácter subjetivo de la duda razonable, pues centra la sentencia del juez en base exclusiva al

material probatorio del juicio, además de indicarle que debe dar cuenta de todas las hipótesis

plausibles que surjan a raíz de la prueba presentada. De esta forma es posible el control de la

sentencia por otros tribunales, pues no habría necesidad de indagar en la mente del juez y de por

qué llego a tal razonamiento.

Por otra parte, la profesora Marina Gascón Abellán señala que no se debe exacerbar la

importancia de los estándares de prueba, ya que lo realmente importante es la capacidad de cada

juez de valorar racionalmente la prueba41

. Sin embargo, propone un estándar de prueba objetivo

basado en los grados de confirmación tanto de la hipótesis de culpabilidad como de la hipótesis

de inocencia, llegando a la conclusión que un estándar de prueba objetivo debe permitir la

condena sólo cuando la hipótesis de culpabilidad haya sido sólidamente confirmada y la hipótesis

de inocencia haya sido o débilmente confirmada o carezca de confirmación, lo que a nuestro

juicio equivaldría a decir que la prueba supere el estándar de prueba más allá de toda duda

razonable42

.

La profesora Mercedes Fernández, si bien no esboza algún estándar de prueba objetivo

para el proceso penal, está de acuerdo que el estándar de prueba más allá de toda duda razonable

pueda reinterpretarse mediante criterios objetivos. Así, señala que “aunque creo inviable una

concreción de la regla con validez para todos los casos, sí es posible concretar su alcance

38

Ferrer, J., Ob. Cit., p. 146. 39

Ídem. 40

Ibid., p. 147. 41

Gascón Abellán, M., Ob. Cit., p. 137. 42

Ibíd., pp. 136 – 137.

Page 15: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

14

poniéndola en relación con los medios de prueba que ha de valorar el juez indicando en cada caso

cuáles han de ser los requisitos que éstos han de reunir para constituir prueba de cargo suficiente

para condenar”43

.

En el derecho chileno también encontramos algunos intentos de objetivar el estándar de

prueba de nuestro CPP. El profesor Núñez Vásquez señala que “el juez, por lo tanto, en su

juzgamiento no puede imponer su convicción por sobre el mérito de la prueba pertinente y

relevante producida en el proceso”44

y, citando a François Gorphe, sostiene que “el

convencimiento que implica la decisión debe ser la resultante lógica de un examen analítico de

los hechos y una apreciación crítica de los medios de prueba. Pasa así del estado de simple

creencia subjetiva al de un verdadero conocimiento objetivo, comunicable y fiscalizable”45

.

Por otra parte, Horvitz y López sostienen que “la garantía procesal que asume enorme

significación en un sistema de libre valoración de la prueba es la que impone al tribunal el deber

de motivar su fallo, esto es, hacer que aquél justifique mediante argumentaciones racionales su

decisión sometiéndola a un control externo de verificación”46

. De esta forma, como señalábamos

anteriormente, la mejor forma de saber si se ha aplicado correctamente el estándar es a través de

la motivación de la sentencia.

Un detallado esquema de interpretación del estándar más allá de toda duda razonable es el

que nos ofrece la profesora Daniela Accatino. La profesora Accatino parte señalando en su

análisis que la primera tarea para lograr un estándar objetivo es evitar la interpretación

subjetivista, de modo que quede claro que al aplicar el aplicar la “duda razonable” no resulte en

una introspección del juzgador para obtener la sentencia. Enseguida indica que en el concepto de

duda razonable, lo “razonable” tiene un sentido normativo, en donde “lo relevante no sea la

presencia o ausencia subjetiva de dudas, sino la presencia o ausencia en el conjunto de elementos

de prueba disponibles de condiciones que justifican una duda”47

, es decir, que la duda nazca

efectivamente a raíz de la evidencia disponible. De este modo, la profesora Accatino propone el

siguiente estándar de prueba para el proceso penal: “Nadie podrá ser condenado por delito si las

pruebas disponibles justifican alguna duda de que realmente se hubiere cometido el hecho

punible objeto de la acusación y de que en él hubiere correspondido al acusado una participación

culpable y penada por la ley”48

. Esta reinterpretación tiene la ventaja de que integra, por una

parte, una exigencia elevada del estándar de prueba, que cumpliría con la voluntad política de

evitar los errores del tipo falso positivo. Por otra parte, es coherente con el hecho de que, en el

43

Fernandez, M., “La valoración de pruebas personales y el estándar de la duda razonable”, en Cuadernos

Electrónicos de Filosofía del Derecho 15 (2007), p. 3. 44

Núñez Vásquez, J. C., Ob. Cit., p. 327 45

Ídem. 46

Horvitz, M. y López, J., Ob. Cit., p. 335. 47

Accatino, D., Ob. Cit., p. 503. 48

Ibíd., p. 504.

Page 16: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

15

proceso, no pueden lograrse certezas matemáticas o absolutas, pues deja el espacio abierto a

“alguna duda”, siempre y cuando esta duda sea producto del material probatorio disponible.

Esta amplia variedad de criterios interpretativos que nos ofrece la doctrina se vuelven, sin

embargo, letra muerta si no son los tribunales quienes, al momento de decidir sobre la

culpabilidad o inocencia de un imputado, apliquen estos criterios y no basten su argumentación

en la sola referencia al estándar, cosa que no sólo impide un control efectivo de la sentencia, sino

que además pareciera atisbar rasgos de la antigua interpretación subjetivista, en la que todo

quedaba en el fuero interno del juzgador.

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16

CAPÍTULO II: EL ESTÁNDAR DE LA DUDA RAZONABLE EN LA

JURISPRUDENCIA. ANÁLISIS DE SENTENCIAS.

2.1.- Selección de sentencias y método de trabajo.

Para la realización de esta investigación, se propuso reunir sentencias de todos los

Tribunales de Juicio Oral en lo Penal de Chile, que además hayan sido acordadas con voto de

mayoría. En esta primera parte, se logró reunir una cantidad de 1.042 sentencias, que fueron

dictadas por tribunales chilenos entre los años 2010-2012.

La elección de este tipo de sentencias se debe a que, a través de ellas, se puede observar

con detalle la distinta valoración que cada juez hace de la prueba dentro de un mismo tribunal.

Esto permite analizar la controversia que se produce en cada sentencia respecto a la suficiencia de

la prueba producida en juicio y los argumentos que tanto el voto de mayoría como el de minoría

esgrimen respecto a esto.

El siguiente paso en el trabajo con las sentencias consistió en el análisis general de cada

una de ellas. Esto permitiría seleccionar aquellas sentencias que resulten interesantes desde el

punto de vista de la suficiencia de la prueba, lo cual dio como resultado de la selección un total

de 10 sentencias, de distintos tribunales orales de Chile, y también distribuidos entre las distintas

zonas geográficas.

Por último, se procedió al análisis pormenorizado de las sentencias, con el objetivo de

determinar, en cada una de ellas, los parámetros utilizados en la valoración que cada tribunal hace

de la prueba rendida en juicio. En este último paso, se logró identificar ciertos aspectos de la

suficiencia de la prueba, cuestiones que se explicarán en la conclusión.

2.2.- SENTENCIA RUC N° 1100797065-1 RIT N° 34-2012, Arica; Robo con Intimidación.

En este caso, el Ministerio Público acusó al imputado de cometer un delito de robo con

intimidación en compañía de otro sujeto, los cuales amenazaron a la víctima para que esta le

entregue una mochila, la cual contenía un par de zapatillas deportivas. Luego, ambos sujetos

procedieron a huir del lugar en bicicleta, con el objeto robado. Estos hechos configurarían, para el

ente persecutor, el delito de robo con intimidación.

La prueba presentada por la Fiscalía consistió en el testimonio de dos funcionarios

policiales, quienes fueron informados de los hechos por la víctima. Ambas declaraciones

estuvieron contestes en señalar al acusado como autor del delito en cuestión. Sin embargo, la

acusación no contó con la declaración de la víctima. Por su parte, la defensa no presentó pruebas.

Además, el acusado renunció a su derecho de guardar silencio, y declaró en el juicio que los

hechos de los cuales se le imputa no son tales, toda vez que el objeto del robo le fue entregado

por la víctima a cambio de droga, tras lo cual el imputado le habría entregado otra sustancia

Page 18: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

17

(bicarbonato de sodio), situación que habría gatillado que la víctima, al ser engañada, denunciara

este hecho como un robo con intimidación.

Del análisis que hace el Tribunal de la prueba se puede extraer, en primer lugar, un hecho

interesante en cuanto a la suficiencia de la prueba se refiere, pues el voto de mayoría opta por

condenar al imputado en base a la declaración de dos testigos que no observaron los hechos

directamente, sino que sólo se enteraron de estos por la declaración que les entregó la víctima. En

este sentido, el tribunal señala en el considerando decimotercero que “la prueba de la fiscalía

tanto la testimonial (sic), reúne las condiciones necesarias como para asignarles valor probatorio,

de modo que a partir de ellas poder formular inferencias, para establecer los hechos señalados en

el considerando anterior”, llegando a esa conclusión dado que, como señala el tribunal en el

mismo considerando “estiman estos sentenciadores que ambos testigos pudieron reproducir

cabalmente el relato del ofendido, en cuanto a los presupuestos fácticos de orden temporo-

espacial, permitiendo al Tribunal arribar a la convicción de los hechos acreditados en el motivo

duodécimo de este fallo”.

Sin embargo, el voto disidente expone la insuficiencia del material probatorio aportado

por la acusación pues, como señala en la redacción del voto en contra, el llamado “testigo de

oídas” (o hearsay) no reúne la suficiencia probatoria para alcanzar en los juzgadores la

convicción necesaria establecida por la ley, ya que “la percepción sensorial del testigo de oídas

no alcanza al hecho sucedido en sí mismo, que no presenció, sino al hecho de su afirmación o

narración por parte del testigo directo, en este caso la víctima. En el caso de ser aquél totalmente

veraz lo único que puede, por sí solo, acreditar es la realidad y certeza de aquella narración en

cuanto relato sucedido y realizado por alguien, no en cuanto al hecho mismo relatado, podemos

señalar que esta es una limitante epistémica de los testigos de oídas”. Por otra parte, el voto en

contra deja en manifiesto la insuficiencia de la prueba para arribar a una convicción más allá de

toda duda razonable, puesto que no existió en el juicio posibilidad alguna de refutación con los

dichos de los funcionarios, pues no se contó con la versión de la víctima en el tribunal. A mayor

abundamiento, no existirían en la especie otros testigos presenciales más allá de la víctima que

pudiesen corroborar sus dichos, por lo que los hechos que se discuten carecen de sustento

probatorio.

Por último, debemos señalar que el voto disidente se preocupa de dotar de contenido al

estándar de prueba, pues el tribunal expone que, para superar dicho estándar, la prueba debe ser

capaz de descartar otras hipótesis posibles de absolución. En el caso en comento, si bien el

tribunal descarta la hipótesis alternativa de la defensa, la acusación por su parte no es capaz de

desvirtuar la hipótesis negativa, o sea, que los hechos no ocurrieron, y como sobre la defensa

recae el estándar probatorio de la preponderancia de la prueba (señala el tribunal) se debe

absolver al acusado.

Page 19: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

18

2.3.- SENTENCIA RUC N° 0900616224-7 RIT N° 56-2010, Calama; Robo con

Intimidación.

En esta sentencia, el Ministerio Público acusó al imputado de cometer dos delitos de robo

con intimidación junto a un compañero. En ambos delitos, la fiscalía señala que el modo de

operar de los individuos era que mientras uno amenazaba con arma blanca a la víctima, el otro

procedía a sustraer las pertenencias. De estas dos acusaciones, sólo una fue objeto de la prueba,

procediendo sin más a la absolución de la otra. En la acusación objeto de prueba, señala la

víctima que le sustrajeron un celular, una billetera y una mochila, luego ambos sujetos huyeron

del lugar. Este hecho configuraría el delito de robo con intimidación, según el Ministerio Público.

La prueba presentada por la fiscalía consistió en los testimonios de la víctima, quien

detalló los hechos, señalando que realizó una llamada a carabineros momentos después del asalto

y, a la mañana siguiente, denunció los hechos en la comisaría. La fiscalía además presento el

testimonio del funcionario policial que recibió la denuncia, el cual señaló lo sucedido en términos

similares a la víctima, aunque sin embargo se contradecían en el hecho de quién sería el hechor

que sustrajo los bienes y quién lo amenazó. Además, señaló que la identificación del acusado se

realizó semanas más tarde, identificando la victima al acusado en un 80%. La defensa por su

parte no presentó pruebas, limitándose a contrainterrogar a los testigos del Ministerio Público.

Finalmente, el acusado ejerció su derecho a guardar silencio.

En el análisis que hace el tribunal, el voto de mayoría opta por condenar al imputado por

el delito que se le acusa, considerando para ello que los relatos de ambos testigos son

concordantes, y que la identificación del acusado por parte de la víctima en un 80% es suficiente

para superar la presunción de inocencia y condenar, más allá de toda duda razonable, al

imputado. Respecto al hecho de que en sus declaraciones, ambos testigos se contradicen en la

situación de quién extrajo los objetos, el tribunal señaló que si bien es cierto que existe una

contradicción en ese punto, no existen dudas respecto a que el imputado participó del hecho

delictual, independiente del rol que tuvo.

Por su parte, el disidente expuso en su voto que la prueba no fue suficiente para desvirtuar

el estándar de la duda razonable, pues en primer lugar sólo se cuenta con el testimonio de la

víctima y del carabinero, faltando a su juicio otras pruebas que corroboren lo dicho por estos

testigos, señalando que “los asertos de la víctima no fueron corroborados por alguna prueba

distinta a su propio relato, que lo dotara de elementos objetivos que dieran consistencia y

verosimilitud a su relato”. Además, insiste en el punto contradictorio, pues afecta la contradicción

a la credibilidad de la víctima, ya que no mantiene un relato constante en el tiempo. Por último,

genera dudas en el disidente el hecho de que la víctima conocía al imputado, por lo cual no era

necesario un reconocimiento fotográfico, el cual se realizó casi dos meses después. Según señala

el voto disidente, “si se conocía tempranamente la identidad del autor ¿era necesario un

Page 20: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

19

reconocimiento fotográfico?, si acaso lo era ¿se justifica tanta demora?, tal vez la víctima no lo

dijo sino transcurrido ese tiempo… Si ese fuera el caso, ¿por qué no lo dijo?, tal vez porque no

tenía la certeza de su identidad”. Estas consideraciones impiden al juzgador arribar a una certeza

como la exige el código, por lo que debe absolver.

El voto disidente, además, parte explicando como éste entiende el estándar de la duda

razonable, señalando que “para lograr convicción se debe contar con un punto de partida, el cual

no será neutro, y que en nuestro derecho es el ya referido principio de inocencia” con lo cual dota

de contenido a la norma del art. 340, para luego señalar que “éste (el estándar de prueba)

constituye un criterio Intersubjetivo, que debe ponderarse sobre la base de la prueba producida en

juicio, considerando los elementos tanto subjetivos como objetivos que le entregan sustento”.

Llama la atención el hecho de que el juez manifiesta de qué forma va logrando su convicción. Sin

embargo, señala que el estándar de prueba sería un criterio intersubjetivo, lo cual si bien puede

ser cierto en la medida que, como señala, se analizan tanto elementos objetivos como subjetivos

en un juicio, no ofrece criterios para determinar objetivamente la suficiencia de la prueba. Esto

último tiene relevancia ya que si considerase al estándar de la duda razonable como un criterio

subjetivo, entonces está juzgando de acuerdo a su creencia intima sobre los hechos. De lo

contrario, sólo se está basando en la prueba aportada.

2.4.- SENTENCIA RUC N° 0700223963-3 RIT N° 36-2008, La Serena; Tráfico ilícito de

pequeñas cantidades de estupefacientes.

En esta sentencia la Fiscalía imputó a un sujeto la comisión de un delito de tráfico ilícito

de pequeñas cantidades de estupefacientes. Según el Ministerio Público, el encartado fue

sorprendido el año 2007 vendiendo pequeñas cantidades de pasta base de cocaína dosificada en

papelillos cuadriculados, cuyo gramaje estaría entre 0,2 y 0,3 gr. a dos sujetos en la vía pública

alrededor de las 18:00 horas. Al ser aprehendido por Policía de Investigaciones, estos procedieron

a un registro corporal del hechor, hallando en su poder un papelillo que contenía marihuana,

$40.000 en efectivo y una bolsa con restos de pasta base de cocaína. Más tarde ese día, Policía de

Investigaciones concurrió al domicilio del imputado, autorizado por éste, a realizar un registro de

su hogar, encontrando en él una balanza de precisión, $247.500 en efectivo y 7,3 gr. de pasta base

de cocaína, distribuidas en 7 bolsitas plásticas. Estos hechos configurarían, para la Fiscalía, el

delito en cuestión.

Renunciando a su derecho a guardar silencio, el imputado señaló que la acusación era

falsa, toda vez que el día de los hechos él se encontraba efectivamente en la vía pública

conversando con tres amigos, cuando de pronto la policía los detuvo. Sin embargo, señala que a

él nada le encontraron. Además, lo llevaron hasta la casa de su señora, en donde registraron todo

pero tampoco hallaron algo más que el dinero señalado, el cual específica que era el dinero que

Page 21: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

20

su señora guardaba para pagar sus estudios y una pesa para controlar su alimentación, ya que su

señora estaba embarazada.

La fiscalía, por su parte, presentó como como prueba de los hechos los testimonios de

cuatro policías de investigaciones. El primero de ellos (a cargo de la investigación) declaró que

llevaban el procedimiento desde un par de días atrás, identificando al imputado, conocido como

“el negro”, como aquel que realizaba acciones comúnmente ligadas al tráfico de drogas. Señaló

además que el día de los hechos detuvieron al sujeto en cuestión, el cual portaba papelillos que

contenían pasta base de cocaína y uno que contenía marihuana. Declaró también que procedieron

más tarde a registrar su domicilio, autorizados por el imputado, en donde encontraron 7 papelillos

con pasta base de cocaína, dinero en efectivo, y una balanza de precisión sin marcar. El siguiente

testigo declaró que tenía conocimiento de la investigación que se llevaba a cabo, pero que no

participó directamente. Sin embargo, el día de los hechos le correspondió realizar la fiscalización

de uno de los compradores, con lo cual encontró un papelillo contenedor de pasta base de

cocaína. Además, señaló que el mismo día tomó parte del registro de domicilio realizado al

acusado, y que al entrar vio una balanza con restos de una sustancia encima de ella, la que por el

olor identificó como cocaína, la cual incautó. Por otra parte, declaró que no recuerda si habían

otras personas en el lugar y que no se dejó registro del procedimiento cuando lo normal en este

tipo de casos es que se deje alguno. El tercer policía declaró que participó directamente del

procedimiento en el cuál se encargó de fiscalizar a uno de los compradores, encontrando en él un

papelillo que contenía pasta base de cocaína, al igual que los demás compradores fiscalizados.

Además, participó del registro del domicilio del imputado, encontrando la balanza antes

mencionada, la cual contenía restos de cocaína según las pruebas químicas. Sin embargo, no

recuerda que se haya dejado registro alguno del procedimiento. El cuarto policía señaló que

participó del procedimiento ese día, fiscalizando a uno de los compradores, al cual se le encontró

un papelillo con pasta base de cocaína, igual que los anteriores. Declaró además que participó

más tarde en el registro del domicilio del encartado, y realizó las pruebas químicas a las

sustancias encontradas en el lugar, sobre todo en la balanza, que contenía restos de cocaína base.

Sin embargo, señaló que no recuerda el color de la casa, y tampoco si habían otras personas en el

hogar. Por último, declaró que se fijó registro fotográfico de la evidencia en el lugar. El fiscal,

además de la testimonial, incorporó como prueba documentaria el documento de ingreso de la

droga incautada, emitido por el Servicio de Salud, informe de análisis de la droga emanado del

Laboratorio del Ambiente del Servicio de Salud, informes de pureza de la droga del Servicio de

Salud y un informe sobre el tráfico y los efectos de la cocaína en el organismo.

En el análisis que realiza el tribunal, éste decide condenar al imputado por el delito en

cuestión. Sin embargo, se puede observar que el tribunal no analiza cada medio de prueba por

separado dentro de su razonamiento, situación que es un imperante según el art. 341 d) en

relación con el art. 297 del CCP, además de que en doctrina se establece como requisito de

Page 22: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

21

justificación de una condena, que el razonamiento del tribunal señale que cada hecho fue probado

por tales o cuales medios de prueba en particular, lo que se conoce como modelo analítico o

atomista de justificación.

El voto en contra, por su parte, justifica su decisión de absolver al imputado

principalmente por la poca claridad e inconsistencias de los testimonios entregados, sobre todo en

lo que se refiere al procedimiento realizado. Asimismo, expone las deficiencias probatorias al

señalar que no se contó con material probatorio que generalmente se utilizan para este tipo de

delitos, como el caso de la evidencia fotográfica. Por último, el disidente explica el estándar de la

duda razonable, señalando que “la decisión condenatoria debe ser adoptada cuando, en base a la

prueba rendida, se adquiera la certeza acerca de la participación que se imputa al acusado en

términos de que no exista otra posibilidad razonable de que ello no sea así”. Esto último llama la

atención, pues permite ver que, en la concepción de estándar que tiene el juez disidente, existe

una clara manifestación del carácter subjetivista que se le ha dado al estándar, pues señala que la

condena se impondrá sólo cuando, en el juez, exista “certeza”, como un estado mental del

juzgador.

2.5.- SENTENCIA RUC N° 0700617869-8 RIT N° 14-2010, Quillota; Violación a menor de

14 años.

En este juicio, la fiscalía acusó a dos sujetos del delito de violación a menor de 14 años, o

violación impropia. Según la acusación, entre los años 2005 y 2007 el primer sujeto, quien era

pareja de la madre de la víctima en aquel tiempo, habría violado a la víctima, de 9 años en ese

periodo de tiempo, en reiteradas ocasiones, siendo la última en enero de 2007. El segundo

imputado, que era menor de edad al tiempo de cometido el delito habría violado a la menor

reiteradamente en el periodo de tiempo comprendido entre 2006 y 2007, producto de lo cual la

menor quedó embarazada. Estos hechos calzan con el tipo penal de violación a menor de 14 años,

según el Ministerio Público.

Para la prueba de estos hechos, la fiscalía contó con testimonios de la víctima, de su

madre y de la sicóloga perito de investigaciones. Como prueba documentaria, la fiscalía presentó

los informes periciales de ADN (consistente en muestras de saliva y de sangre), que prueban la

paternidad del segundo imputado, y un certificado de nacimiento de la víctima y de su hija.

La madre de la víctima, como primera testigo, señala que se enteró del embarazo de su

hija por medio de un aviso del colegio en el que estudiaba la víctima. Cuando le pregunta a su

hija por quién era el padre, ella le responde que no sabe si es Manuel (pareja de la madre) o Luis

(sobrino de la madre), pues había tenido relaciones con ambos. Luego señala que su hija le habría

dicho que Manuel la habría violado en varias oportunidades desde los 9 años aproximadamente,

pero que no le había dicho nada por miedo. Dice también que su hija le había dicho que tuvo

relaciones con Luis durante un tiempo. Señala la testigo que tiene mucha confianza con ambos

Page 23: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

22

imputados, y que le cuesta creerle a su hija, pues ya le habría mentido antes. Finalmente señaló

que le había dicho en el colegio que su hija tenía comportamientos muy sexualizados, los cuales

realizaba junto a otros compañeros, como encerrarse en el baño de hombres o esconderse con

otros niños detrás del kiosco a realizar conductas de carácter sexual.

El siguiente testimonio fue el relato de la víctima, quien relató los hechos al tribunal,

señalando que tuvo relaciones sexuales con Luis, uno de los imputados, siendo la última a fines

de 2006 en casa de su abuelita, quedando embarazada, y que había tenido relaciones con él

anteriormente, dos o tres veces. Señala la menor la dinámica de las relaciones, donde Luis llegaba

donde ella, le bajaba los pantalones y le introducía el pene en su vagina. La menor también se

refiere a las violaciones sufridas por parte de Manuel, el otro imputado, señalando que mantuvo

relaciones con él desde los 9 años en distintas partes donde vivió. La menor relata uno de los

episodios de violación, donde dice que fue a dejarle el almuerzo a Manuel de parte de su mamá,

espero a que éste llegase para verificar que recibiera el almuerzo, y cuando llegó el imputado

procedió a tocarla y le introdujo el pene en la vagina. No quiso decir nada por miedo a la reacción

de Manuel. Sin embargo, le contó a su mamá cuando su embarazo era evidente. Por último, la

víctima dijo además que Manuel la habría violado al menos unas 7 veces, en las distintos

domicilios que habrían tenido.

También declaro la funcionaria policial a cargo del caso, quien señaló que la menor le

había dicho que mantuvo relaciones con Manuel varias veces, y después de la primera fue con su

consentimiento por miedo a lo que Manuel pudiese hacerle a su madre. Le dijo también que había

mantenido relaciones sexuales en varias oportunidades con Luis, con su consentimiento, pues

ambos se sentían atraídos desde hace un tiempo. Señala la testigo además que le tomó

declaración a la madre de la víctima, quien le dijo que cuando se enteró de los hechos hizo la

denuncia, sin embargo al preguntarle sobre quien la había violado, la víctima le dice que fue

Manuel, ante lo cual la madre no le cree e insta a la menor a que le diga la verdad, por lo que la

víctima le dice que no fue el imputado y que decía eso para alejarla de Manuel porque quería su

cariño para ella solamente. Al preguntarle la madre nuevamente sobre quien había sido el hechor,

la menor señala que tuvo relaciones con Luis y también con Manuel. La madre le pregunta a

Manuel sobre la verdad de los dichos de la hija, y este responde negando todo. Después de esto

confrontan ambos a la menor para que les diga la verdad, y esta señala que había tenido

relaciones con Luis. Continua la testigo diciendo que nota a la víctima nerviosa, sobre todo

cuando se le pregunta por Manuel y las relaciones con él, sospecha que la menor se sintió atraída

por el imputado en algún momento y por eso mantuvo relaciones con él, por lo que derivo a la

menor a la perito sicóloga de investigaciones, al ver el estado emocional en el que se encontraba

la menor.

Por último declaró la perito de investigaciones, quien entregó el informe sicológico de la

menor. La perito inicia su relato señalando que en este caso se hicieron análisis de veracidad y de

Page 24: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

23

daño asociado a la experiencia a la menor. Estos análisis arrojaron como resultado que la niña

posee una baja intencionalidad comunicativa, pues evita las miradas al tratar el tema, se pone

nerviosa y se demora en responder. Además, señala la perito que la víctima posee lo que ella

llama un “aplanamiento emocional”, pues relata los hechos vividos por ella de manera fría y

plana. Esto puede deberse, según la perito, a una especie de autoprotección de la menor frente a

los hechos ocurridos, de forma tal que se escuda en la indiferencia para que no le afecten. Por

otra parte, nota en la víctima sentimientos de culpa por los hechos, responsabilizándose de haber

tenido relaciones con la pareja de su madre, además de sentimientos de inferioridad y de falta de

protección. Respecto a la madre, la perito señala que observa en ella una falta de apego a su hija,

lo que se manifiesta en su incredulidad ante los dichos de la menor, además del hecho de que ella

le manifestara que no sabía qué hacer con su hija, que lo mejor era internarla en algún centro u

hogar de menores, pues sentía que cuando crezca no la iba a poder controlar. En cuanto a los

hechos, nota que la niña los relata con cierta cronicidad, puesto que cuenta cada suceso de forma

mecánica, repetitiva y homogénea. Esto, según la perito se debe a la reiteración de los actos

sexuales, lo cual produce que la menor los asuma con naturalidad, y se manifieste en las

conductas hipersexualizadas de la víctima, como cuando se encerraba con sus compañeros en el

baño de hombres.

El tribunal decidió, por unanimidad, condenar a Luis por el delito de violación impropia, y

por mayoría condenó a Manuel por el mismo delito. Dentro de la argumentación que hace el

tribunal respecto a su decisión, cabe mencionar en primer lugar que éste señala, para cada hecho

a probar, la o las pruebas por las que consideran que han sido probados tales hechos, adoptando el

modelo atomista de análisis de la prueba, tal como exige nuestro CPP y la doctrina. Esta situación

se puede observar claramente en los considerandos décimo cuarto a vigésimo tercero, donde el

tribunal aborda cada uno de los aspectos de la prueba rendida, relacionándola con los hechos que

forman parte de la acusación y de su participación, así como también se hace cargo, a través de

los medios de prueba ofrecidos, de las alegaciones efectuadas por la defensa, explicando en su

caso por qué las desecha.

El conflicto con el voto en contra radica principalmente en la fiabilidad de la prueba

rendida, especialmente respecto del testimonio de la víctima, cuestión que no es suficiente para el

disidente, pues no cumpliría con los estándares necesarios para considerarla una prueba directa de

los hechos. Como en estos casos, la prueba principal generalmente radica en el relato de la

víctima, es necesario que este testimonio cumpla con exigentes requisitos, pues ésta sola prueba

puede llegar a determinar la culpabilidad del imputado. Así lo manifiesta el disidente al señalar

que “una exigencia básica, dentro de otras, para estimar como un sólo relato suficiente para dar

por sentado un hecho, lo es que se trate el mismo de una deposición verosímil, lo que quiere

decir que ésta tenga una sólida estructura interna, contenedora de una historia creíble y posible,

respaldada por una conducta razonablemente acorde con la verdad declarada, rodeada de

Page 25: EL ESTÁNDAR DE PRUEBA “MÁS ALLÁ DE TODA DUDA …

24

información que permita estimar los dichos del declarante como producto de una historia

personal y vivida”. Según el voto de minoría, el testimonio de la menor estuvo carente de

elementos externos e internos propios de este tipo de delitos, que sustentaran su relato y le dieran

coherencia, pues sus testimonios “resultaron ser pobres, ausentes de referencias concretas y

excesivamente genéricas”. Advierte el disidente que no se exige un relato acabado, sino sólo que

“exponga de acuerdo a lo que se esperaría de una persona de su edad y condición”. Se puede

observar en este voto disidente un intento por objetivar un medio de prueba en particular, el cual

es el testimonio directo en los casos de delitos sexuales, y dotarlo de requisitos para que pueda

llegar a ser una prueba que supere el estándar de la duda razonable. Por último, el voto en contra

esboza el significado del estándar de prueba penal, al señalar que “La convicción o, lo que es lo

mismo, el convencimiento, como estado de certeza, implica un proceso de consolidación

subjetiva de una tesis planteada de manera tal que, argumentativamente, no resulte posible

entender otra forma de acaecer los hechos. No al menos de forma creíble y plausible” lo cual está

en armonía con lo que señala la doctrina respecto del estándar.

2.6.- SENTENCIA RUC N° 1000151084-9 RIT N° 218-2010, Valparaíso; Robo por

sorpresa.

En esta sentencia, el Ministerio Público acusó a un sujeto por el delito de robo por

sorpresa ocurrido, según los hechos contenidos en la acusación, el 14 de febrero de 2010, donde

el acusado habría sustraído del bolsillo de la víctima una suma de dinero de $65.000, tras lo cual

huyó del lugar, siendo perseguido por la víctima, quien le perdió de vista al entrar a un local.

Estos hechos configuran, para la fiscalía el delito de robo por sorpresa.

Para la prueba de estos hechos, el órgano acusador presento como prueba los testimonios

de la víctima y de dos funcionarios de carabineros. Por su parte, la defensa presentó como prueba

el testimonio del acusado, de un funcionario de carabineros y prueba documentaria consistente en

un set de fotografías del lugar de los hechos y sus alrededores y un certificado suscrito por la

Dirección de Obras de la Municipalidad de Valparaíso.

Renunciando a su derecho a guardar silencio, el encartado declaró que el día de los hechos

se encontraba comiendo cuando funcionarios de carabineros le pidieron su carné, el cual se los

entregó. Luego procedieron a esposarlo y derivarlo a la comisaría, en donde le dijeron que estaba

siendo acusado de un robo. Posteriormente lo llevaron al patio del lugar y observó que detrás de

una persiana una persona lo estaba mirando. Señaló además que le encontraron $18.000, que era

el vuelto de la comida que se había servido. Este dinero, declaró que era producto del trabajo de

junior que realizaba en la empresa de su madre, la que le pasa $22.000 los fines de semana. Ese

día vestía zapatillas plomas, jeans, una polera negra mangas cortas y un polerón blanco con rayas

azules y rojas. Negó su participación en los hechos.

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25

Declaró la víctima, señalando que el día de los hechos fue a Valparaíso a almorzar con su

esposa, y que cuando se dirigía a su auto un sujeto le introdujo una mano en su bolsillo y le

arrebató $65.000, tras lo cual sale en búsqueda del hechor, al que alcanza a visualizar su rostro,

ya que éste lo miro de reojo al ver que estaba siendo perseguido. Señala que lo perdió cuando se

metió al mercado. Luego se encontró con carabineros, a quienes les cuenta lo sucedido, y las

características del sujeto. Al cabo de una hora, carabineros lo llama informándole que habían

detenido al sujeto, por lo que se dirigió a la comisaría, en donde reconoció inmediatamente al tipo

que le había robado el dinero, pues su cara le había quedado grabada, aunque no lo vio con el

polerón con el que andaba. Reconoció además los billetes, pues tiene una forma particular de

doblarlos.

Declaró también el carabinero que recibió la denuncia, señalando que ese día se le acercó

la víctima, indicándole que había sido asaltado por un sujeto y que le entregó las características

de este. Después de encargar la búsqueda a todas las patrullas del sector, patrulló por el perímetro

sin obtener resultados. Sin embargo, recibe el aviso de que otros carabineros ubicaron a un sujeto

con las características entregadas que se encontraba a pocos metros del lugar del asalto, por lo

que llamó a la víctima para que vaya a realizar el reconocimiento. Señala que la víctima

reconoció de inmediato al sujeto como aquel que lo había asaltado en los dos reconocimientos

que se le hizo, pero que no estaba en ese momento con su polerón. Señala que no dejó constancia

de las personas que se le exhibieron a la víctima, y que tampoco se le exhibieron muestras

fotográficas. Por último, señala que la víctima reconoció los billetes como suyos.

Por último declaró otro funcionario de carabineros, señalando lo sucedido en similares

términos que el anterior. Señaló además que él se encontraba con el otro carabinero en el

momento en que la víctima se acerca para contar lo sucedido. Señala que el reconocimiento se

hizo con el polerón blanco, y que hubo sólo un reconocimiento.

Por parte de la defensa declaró un funcionario de carabineros, quien expresó que se

encargó de realizar el parte policial, donde consta el control de identidad, pero que no tomo

contacto con el acusado. Recuerda que el ofendido reconoció al acusado y no recuerda más.

Además, la defensa presentó el set de once fotografías que les mostró a los testigos para que le

señalen el lugar del asalto, y un certificado de la Dirección de Obras Municipales que acredita

que a la fecha no existe la dirección de Calle Blanco #151, mencionada por el carabinero.

La discrepancia entre los votos se produce respecto de la participación del encartado en

los hechos. El voto de mayoría señala que la participación del acusado queda probada, más allá

de toda duda razonable, por el reconocimiento que hace la víctima del imputado pues, como

señaló en su declaración, su rostro le habría quedado “grabado”. Además, las características que

dio a carabineros coincidían con las del acusado, lo que constituye razón suficiente para declarar

al sujeto como culpable, según el voto de mayoría. Sin embargo, el disidente señala que este

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reconocimiento no es suficiente para condenar al imputado según el estándar, pues este

reconocimiento se hizo fugazmente, en instancias que la víctima perseguía al hechor a una

distancia por lo demás considerable y que, como señaló la víctima, lo vio cuando el sujeto lo miró

de reojo, cuestión que, para el voto de minoría, sólo constituye una vista fugaz. Además, el

disidente argumenta su posición señalando que los relatos de los testigos en cuanto a la

vestimenta del hechor no son coincidentes, toda vez que mientras uno señala que al momento del

reconocimiento no tenía el polerón puesto, otro señala que sí lo tenía, además de no coincidir si

se trataba de un polerón totalmente blanco o si era blanco con azul.

El análisis que realiza el tribunal se basa principalmente en la capacidad del testimonio de

la víctima para considerar probado un hecho, en este caso, la participación del imputado. En este

sentido, cabe señalar que el voto de mayoría advierte que los dichos del ofendido son

corroborados en gran medida por los testimonios de los carabineros involucrados. Sin embargo,

el punto de conflicto radica precisamente en la participación del sujeto, cuestión que, como nota

el voto en contra, sólo se cuenta con los dichos de la víctima para probarlo, ya que es el único

testigo directo de los hechos. Respecto a esto, llama la atención que no se haya contado con el

relato de otras personas que hayan presenciado los hechos, como su mujer probablemente. En

este sentido, se vuelve a tocar el tema de qué tan fuerte debe ser una sola prueba para condenar a

una persona según el estándar de prueba. Al parecer, no basta con sólo un testigo directo y otros

testigos de oídas, sino que se requieren otras pruebas que confirmen los hechos y le den sustento,

pues de otro modo, ante la duda, los jueces están obligados a absolver.

2.7.- SENTENCIA RUC N° 1100480048-8 RIT N° 26-2012, Santiago; Microtráfico ilícito de

drogas.

En el caso a continuación, la fiscalía acusó a un sujeto por el delito de microtráfico ilícito

de drogas, sosteniendo su acusación en que el día 13 de mayo de 2011 el encartado fue

sorprendido por funcionarios de carabineros realizando una transacción de droga con otro sujeto,

ante lo cual fue fiscalizado, encontrándole 35 papelillos de una sustancia color beige, y $8.500 en

sus bolsillos, hechos que configurarían el delito en cuestión.

Para la prueba de estos hechos, la fiscalía contó con los testimonios de los carabineros a

cargo de la operación, y se apoyó en prueba documentaria. Por su parte, la defensa no presentó

prueba, y el imputado hizo uso de su derecho a guardar silencio.

Declaró en el tribunal el primero de los funcionarios, quien narró los hechos, señalando

que ese día se encontraba junto a su compañero patrullando el sector donde ocurrieron los

hechos, cuando recibieron un llamado que les informó que en un block se encontraba un sujeto de

jockey azul y polerón oscuro vendiendo droga. Ante esto, ambos funcionarios se dirigieron al

lugar indicado, encontrándose en el lugar con el sujeto descrito, quién realizaba en ese momento

una transacción de droga con otro sujeto, siendo así ya que vieron un traspaso de manos, por lo

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que procedieron a fiscalizar a ambos. Al revisar sus vestimentas, encontraron en un bolsillo del

acusado 35 papelillos con una sustancia color beige y en el otro bolsillo la suma de $8.500. Al ser

llevado a la unidad el funcionario del SIP les indicó que la sustancia arrojó positivo para pasta

base de cocaína. Señaló que no conocía al imputado, pero que no era del sector.

El siguiente funcionario de carabineros sostuvo, en similares términos, lo relatado por su

compañero. Declaró que él se encargó de detener al comprador, al que no conocía pero que

corroborando luego su domicilio, no era del sector. Señaló además que en el block habían otras

personas aparte del acusado y su comprador, las cuales huyeron ante su presencia. Dijo además

que en ese lugar era habitual la transacción de droga. Sostuvo también que cuando recibieron el

llamado se dirigieron al lugar, ubicaron a un sujeto con las características descritas en el llamado

y esperaron ver una transacción para proceder.

Finalmente declaró el funcionario a cargo de las pruebas de la droga, quien señaló que le

correspondió realizar las pruebas de campo a las sustancias encontradas, la que arrojó, de una

muestra, positivo para pasta base de cocaína. Señaló que llegó a sus manos la cantidad de 30

papelillos y se encargó de pesar la sustancia.

En cuanto a la prueba documentaria, se presentó el informe de laboratorio, en donde se

muestran los resultados del análisis de la droga, señalando que la sustancia es clorhidrato de

cocaína, y su pesaje es de 1.1 gr. en total. Se presentó otro informe de laboratorio respecto de un

papelillo incautado con restos de cocaína, que arrojó un peso de 0 gr. pues sólo eran restos. Se

incorporó también un informe sobre los efectos de la cocaína en el cuerpo humano y su adicción.

Se incorporaron las fotografías de los papelillos incautados y del dinero. Se incorporó un informe

de prueba de campo del Instituto de Salud Pública, que indica la recepción de los papelillos para

su análisis.

La discrepancia entre el voto de mayoría y el voto disidente se produce respecto del delito

cometido por el encartado, toda vez que al ser un delito flagrante, no queda dudas respecto de la

participación del encartado en los hechos. Sin embargo, para la mayoría del tribunal se trata de un

delito de microtráfico de drogas, mientras que para el disidente se trataría de una falta de

consumo personal. El voto de mayoría fundamenta su decisión en el hecho de que el imputado

portaba una cierta cantidad importante de papelillos y dinero. Por su parte, el voto en contra

señala que sólo las declaraciones de los carabineros no bastan, aún más cuando se contradicen

respecto de ciertos detalles y sobre todo cuando dejan entrever un dejo de prejuicio respecto al

imputado. Aún más, el voto disidente sostiene que la cantidad encontrada en el acusado no da

cuenta de que se trate de un traficante, ya que es común que los adictos transporten mucha droga,

independiente de la dosificación, y que el dinero precisamente le sirve para comprar droga, no

necesariamente debe ser producto de una venta. Por último, el voto en contra deja en claro que la

prueba de un hecho debe ser corroborada por varios medios de prueba, pues como señala, el

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28

análisis de la prueba “se refiere a determinar si se superó el estándar probatorio exigido para dar

un hecho por probado, estimando que cualquier incriminación a un individuo exige o requiere

que ésta sea confirmada por otros medios probatorios, plurales, autónomos, y objetivos, pues es

la única forma de disminuir los riesgos de errores judiciales y conferir ciertos parámetros de

objetividad en la misma”.

El análisis del tribunal radica principalmente sobre el delito cometido por el encartado. Si

bien ha sido demostrada su participación en los hechos, no resulta a todas luces evidente que se

haya tratado del delito alegado por la fiscalía. En este sentido, resulta esencial la argumentación

del voto en contra, pues deja en claro que no es suficiente con el testimonio de los carabineros

probar que efectivamente se trataba de un delito de microtráfico. Además, no declaró el otro

sujeto con el que fue hallado el imputado, hecho que hubiese marcado la diferencia. En este

punto, ya no se trata sobre un tema de cantidad de prueba o calidad de esta, pues los testimonios

de los carabineros son concordes y complementarios, pero no sirven para probar si efectivamente

el sujeto vendía droga o la estaba recibiendo. Sobre esto hay una duda, y como imperativo de

nuestro estándar de prueba, ante la duda (que parece ser razonable) hay que absolver. Esta noción

de duda razonable, por último, es esbozada por el voto en contra, quien señala ciertos aspectos de

la prueba que pueden objetivar esta y reducir el riesgo de errores judicial, que es lo que se busca

cuando se habla de un estándar de prueba objetivo.

2.8.- SENTENCIA RUC N° 0900070317-3 RIT N° 342-2010, San Miguel; Homicidio

calificado.

En este caso, la fiscalía acusó a un sujeto de haber cometido un delito de homicidio

calificado, sosteniendo su acusación en que el día 22 de enero de 2009, alrededor de las 00:00

hrs, mientras que la víctima y un acompañante caminaban por la calle, el imputado los interceptó

con un arma de fuego y les disparó, habiendo errado el tiro, por lo que la víctima y su amigo

huyeron del lugar. Luego el hechor habría disparado una segunda vez con lo que alcanzó a la

víctima, provocándole la muerte instantánea. Estos hechos configurarían, para el Ministerio

Público, el delito de homicidio calificado.

Para probar los hechos, el acusador contó con los testimonios de dos testigos presenciales

o directos, un funcionario de investigaciones, el padre de la víctima y la tanatóloga a cargo de la

autopsia. La defensa por su parte no presentó pruebas.

Renunciando a su derecho a guardar silencio, declaró el imputado, sosteniendo que el día

de los hechos se encontraba con unas amigas y que, mientras las iba a encaminar a sus casas

sintió unos disparos. Debido a esto, se preocupó por sus amigas y acudió al lugar de los hechos,

en donde vio que le habían disparado a la víctima. Sostuvo que estuvo ahí y que carabineros llegó

a la 1:00 hrs. Después de eso, se dirigió a la casa de su tía, a quien le contó lo sucedido. Luego, se

fue donde su madre, en donde se enteró que quien le había dado muerte a la víctima era otro

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sujeto apodado el “pato del 38”. Señala que el testigo protegido declaró en su contra porque han

tenido problemas entre ellos por situaciones sentimentales, y que por eso quiso perjudicarlo.

Declaró en primer lugar el testigo reservado, quien dijo en juicio que el día de los hechos,

sintió unos disparos, por lo que salió en su auto a dar una vuelta por el sector para ver qué era lo

que sucedía. Señala que vio a dos sujetos corriendo desesperadamente y a un tercero detrás de

ellos, el cual señala que es el acusado. Sin embargo, sostiene que no vio al acusado con armas de

fuego, lo cual se contradice con lo que declaró ante el fiscal. Declara que sintió un par de

disparos más, pero que no sabía de quienes eran. También señala que vio a la víctima tirada en el

suelo sangrando, acompañada de dos sujetos. Por último, dice que la víctima y el acusado tenían

problemas por una mujer.

Luego declaró el otro testigo directo, quien señaló en juicio que el día de los hechos iba

junto a la víctima a la casa de otro amigo, cuando en el trayecto se encontraron con el encartado.

Manifiesta que en ese momento la víctima le dijo al imputado que cuando lo encuentre le iba a

pegar, luego el acusado siguió caminando. Sostiene que al volver caminando vieron un auto que

apagó las luces y sintieron un disparo, por lo que comenzaron a correr. Sin embargo, metros más

allá la víctima le señala que no puede seguir pues recibió un disparo. Desconoce quién disparó,

pues no vio hacia atrás mientras corría. Posteriormente, se dirigió a la casa de otro amigo para

pedir ayuda e ir en busca de la víctima, cuando otro sujeto disparó al hermano de su amigo.

Después de 5 minutos salieron de nuevo de la casa para auxiliar a la víctima, la cual ya se

encontraba muerta. Reconoció al imputado en la sala, y señaló que entre él y la víctima no había

buena relación, pero que no era por culpa de una mujer.

Declaro en el juicio el padre de la víctima, quien señalo que el día de los hechos,

acudieron hasta su casa para avisarle que su hijo había sido herido de bala. Declara que acudió al

lugar, en donde encontró a su hijo tirado en el piso, sangrando. Señala que el testigo protegido le

comentó en ese momento que sabía quién había sido, que era el imputado, lo cual manifestó de

inmediato a la policía. Sostiene que la víctima era un buen hijo, que no sabe por qué lo hicieron

eso, y que desconoce que tuviese problemas con alguien por su polola.

Expuso en juicio la médico del Servicio Médico Legal, explicando su informe de autopsia.

Señaló que la víctima murió producto del impacto de bala que recibió. Sostuvo además que fue

una muerte instantánea, por lo que aún con una rápida asistencia medica hubiese sido imposible

salvarle la vida. Dentro de su declaración mostró las fotos de la autopsia, donde se ve la herida de

bala. Señala que el impacto fue de izquierda a derecha, de atrás hacia adelante y de abajo hacia

arriba.

Declaró el funcionario de investigaciones, quien señaló que fue encargado para

constituirse en el lugar, por orden del fiscal. Sostuvo que llegó al lugar de los hechos

aproximadamente a las 3:00, en donde vio a la víctima en el suelo, sangrando, con una herida de

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bala que salía por el otro lado. Señaló que en el lugar el padre de la víctima reconoció a su hijo y

que le dijo que se había enterado que el autor de los disparos era el encartado. Entrevistó al

testigo protegido en la Brigada, donde este le señaló que ese día se dirigía a la casa de su madre,

cuando de repente sintió un disparo y vio a dos jóvenes corriendo, luego vio a otro sujeto con un

revolver en la mano, quien efectuó un segundo disparo impactando en la víctima. Después de

unos segundos, vio pasar al hechor con el arma en la mano, en donde reconoció que era el

imputado. Luego vio a la víctima tirada en el suelo, sangrando. El detective continuo diciendo

que no fue hallado el imputado en su domicilio, y el padre dijo que no tenía idea donde estaba su

hijo. Finalmente, mediante interceptación telefónica, fue aprehendido por investigaciones cuando

se iba a reunir con su mamá.

Como prueba documental, la fiscalía exhibió el certificado de defunción de la víctima.

Como otros medios de prueba, presentó dos sets fotográficos, el primero que retrata la escena del

homicidio, del cadáver de la víctima y la evidencia encontrada, y el segundo set que contiene la

autopsia realizada.

La discrepancia entre el voto de mayoría y el disidente se produce respecto a la fiabilidad

de la prueba. En efecto, el voto de mayoría, quien decide absolver al imputado de los cargos,

señala que les asiste una duda más que razonable respecto de la participación del acusado, pues

de las declaraciones de los testigos no se puede afirmar con certeza que el imputado haya sido

quien disparó el arma. Aún más, ni siquiera se contó con el arma, lo que podría haber

determinado de mejor manera su participación, como señala el voto de mayoría. Por su parte, el

disidente defiende su postura de condena señalando que las declaraciones de los testigos, sobre

todo la del testigo protegido, han sido influenciadas por las amenazas que el imputado ha inferido

sobre éstos. Por lo mismo se contradicen con sus declaraciones entregadas en fiscalía y la

entregada en el juicio. Sin embargo, señala el disidente que se cuenta con el relato del detective

como testigo de oídas, quien afirmo que el acusado había sido culpable del crimen. Por último, el

acusado entrega una versión de los hechos totalmente distinta a lo declarado por los demás

testigos, señalando incluso que estuvo ahí en el sitio del suceso, cuando los otros testigos señalan

lo contrario.

En este análisis cobra relevancia un aspecto de la valoración de la prueba, que tiene que

ver con que el tribunal formará su convicción con la prueba rendida en juicio. En este sentido,

cabe señalar que el tribunal absuelve al imputado precisamente porque, de la prueba rendida en

juicio, no se pudo establecer más allá de toda duda razonable la participación del imputado. Por

otra parte, el disidente no argumenta bien por qué debería ser condenado el imputado, pues sólo

se basa en la poca fiabilidad de la prueba para atribuirle culpabilidad al encartado, sin realizar un

esfuerzo argumentativo que permita analizar de mejor forma cómo, para este, puede ser superado

el estándar de prueba establecido en nuestro código.

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2.9.- SENTENCIA RUC N° 0900998879-0 RIT N° 246 – 2011, Rancagua; Fraude.

En la siguiente sentencia, el Ministerio Público acusó a un sujeto de cometer un delito de

estafa. Sostuvo en su acusación que el día 15 de octubre de 2009, en el casino Monticello se

realizaba un concurso llamado “la rueda millonaria”, que consiste en la entrega de un boleto al

ingreso del casino, el cual es sorteado y donde se anuncia al ganador por altoparlantes, y éste

debe dirigirse al bar del casino donde se comprobará si es ganador por el boleto. De este modo, el

acusado concurre con un boleto adulterado hacía el bar, momentos después que anuncian el

número sorteado, con el que obtiene una suma de $1.300.000, retirándose momentos después del

lugar. Estos hechos configurarían, para la fiscalía, el delito de fraude.

Para la prueba de estos hechos, la acusación presentó los testimonios de tres funcionarios

del casino y de una perito documental, y como prueba documentaria presentó los cupones

ganadores. Como otros medios de prueba presentó un video de vigilancia del recinto. Por su

parte, la defensa presentó como prueba las declaraciones de un funcionario de carabineros, de la

acompañante del encartado y de una perito documental. Como prueba documentaria, presentó

cinco cupones del mismo tipo que el dubitado.

Renunciando a su derecho a guardar silencio, el imputado entregó su versión de los

hechos, señalando que ese día fue hasta el casino con su pareja, que ellos son clientes “Gold” y

concurren constantemente. Llegaron tarde, por lo que no pudieron depositar el cupón en la

tómbola, pero sí lo habían hecho los días anteriores. Luego se fueron a jugar a las máquinas

tragamonedas, y oyen que el tercer número sorteado correspondía al de su cupón, por lo que él

acude hasta el bar para cobrar su premio. Señaló que junto a él llegó una señora con el mismo

propósito. El casino demoró 10 minutos en autentificar ambos cupones, y luego de eso se les

procedió a pagar el premio.

Declaró la gerente del casino, quien señaló que ese día participó de la realización del

concurso, en el cual salen cinco ganadores, los cuales hacen girar una ruleta para determinar su

premio. Sostuvo que en el concurso interviene ella, un notario público, el gerente de marketing y

la encargada de sacar el cupón. El día de los hechos llegaron dos personas con el cupón ganador,

primero el acusado y después una señora, situación que nunca antes había ocurrido. Verificaron

por luz ultravioleta el sello de agua del cupón, pero ella advirtió que uno de ellos tenía una

impresión diferente. No estuvo presente en la revisión de la tómbola, pero señala que sólo había

un cupón con ese número.

Declaró un funcionario del local, quien dijo que se le informó de la existencia de un ticket

que parecía adulterado y el nombre de la persona que lo entregó, con lo que inició la revisión del

video de vigilancia de ese día. Vio al acusado en una máquina tragamonedas realizando acciones

sospechosas junto a su acompañante, y que estas acciones iniciaron cuando se anuncia al cupón

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ganador. Al mostrarle el video, señaló que no se puede ver qué cosa manipuló el acusado, pero

que ejercía presión, como si se tratase de un timbre.

Declaró el encargado de investigaciones del recinto, quien sostuvo que se le encargó la

revisión del video del día del concurso. Señalo que revisó el video desde el reclamo del premio

hacia atrás, hasta el minuto donde se ve al encartado sentado en la máquina de juegos. Sostuvo

que al momento de que se canta el número anotan algo en una hoja en blanco. Luego sacó un

papel que parecía un cupón y ejerció fuerza sobre él. Indica que uno de los tickets se veía normal,

mientras que el otro tenía la numeración un tanto borrosa. Finalmente indicó que no participó de

la revisión de la tómbola y que ignora si estuvo presente el notario público.

Expuso la perito documental, quien señaló haber realizado un peritaje a unos tickets del

casino Monticello. Explicó su método de peritaje, el que arrojó como resultado que si bien el

papel era el mismo, la impresión del número era distinta, pues no era la misma tinta, y el formato

era diferente al original. También se percató de que el diseño del número 1 era distinto al

original.

Por parte de la defensa, declaró un funcionario de carabineros, quien se encargó de tomar

la denuncia efectuada por el casino en contra del encartado. Señaló que no sabe cómo se generó

el boleto, pero que le explicaron en el casino que el imputado imprimió la numeración sobre el

cupón. Sostuvo que la gente del casino le dijo que vieron al imputado realizando un gesto como

de impresión, aun cuando no vieron timbre alguno.

Declaró la pareja del acusado, quien señalo que ese día ingresaron al casino, se sentaron

en unas máquinas y ella sacó una hoja blanca con los números. Mientras esperaban el sorteo, se

pusieron a jugar en las máquinas. Señaló que ella iba al casino desde que se inauguró, y que en el

papel blanco lleva anotados los números de sus cupones en forma correlativa. Indicó que no

recuerda el número sorteado, pero que su pareja se dirigió hasta el bar con el cupón ganador.

Sostuvo que no andaba con algún timbre ni tampoco su pareja.

Finalmente declaró la perito de la defensa, quien señaló que el tipo de papel usado para

los cupones impide un secado rápido de la tinta, además de que es más fácil de que se corra.

La discrepancia entre los votos se produjo respecto de los hechos que son materia de la

acusación y respecto de la participación del acusado. Para el voto de mayoría –quien estuvo por

absolver- la prueba no resultó ser suficiente para acreditar ninguno de los dos aspectos, pues no

se pudo comprobar en primer lugar si el cupón era efectivamente falso, señalando al respecto que

el peritaje realizado “no fue de la entidad suficiente” para dar por probada la falsedad del cupón.

En este sentido, señala que faltaron pruebas fundamentales, como por ejemplo el testimonio del

encargado de la elaboración de los cupones. En segundo lugar, la prueba de cargo no logro

acreditar que efectivamente era el imputado quien presentó el cupón y no la otra persona

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33

ganadora. Respecto a esto, señala que la única persona que señala al imputado como quien

entregó el cupón falso es la gerente, quien además, al recibir los cupones de ambos ganadores, los

entregó de inmediato a un tercero, por lo que no pudo observar con detenimiento las

características del cupón. Por su parte, el voto disidente argumentó su condena señalando que el

estándar de prueba en materia penal no es de certeza absoluta, por lo que no se puede exigir una

prueba indubitada de cada uno de los hechos. Señala respecto a esto que el video deja

suficientemente claro que el imputado realizó conductas destinadas a falsificar el boleto, por lo

que, siguiendo con su razonamiento sobre el estándar en materia penal, procede la condena del

sujeto.

Dentro del análisis de los argumentos, podemos señalar que el voto disidente acierta al

señalar que el estándar del art. 340 CPP no trata sobre una certeza absoluta. Sin embargo, el

conflicto se produce respecto a en qué medida una prueba, o el total de pruebas rendido en juicio,

puede superar la barrera del estándar. Sobre esto, basta decir que no se entregan parámetros

objetivos que nos permitan saber cuándo una prueba (o un conjunto) reviste las características de

dar por probado un hecho. Por último, cabe destacar la connotación subjetivista del estándar

presente en el voto de minoría, utilizando términos como “certeza” o “convicción”. Se puede

notar claramente este aspecto cuando el disidente señala que “El juez que suscribe el presente

voto de minoría, le creyó a la prueba de cargo…”.

2.10.- SENTENCIA RUC N° 1000293124-4 RIT N° 19-2011, Los Ángeles; Violación a

mayor de 14 años.

En esta sentencia la fiscalía acusó a un sujeto del delito en cuestión, sustentando su

acusación en que un día entre el 20 y el 25 de marzo, mientras la víctima transitaba por un

camino rural, fue interceptada por un sujeto, quien le propinó un golpe en el estómago, cayendo

inconsciente, con lo que el sujeto la habría trasladado hasta un sitio eriazo donde habría

procedido a acceder con su pene por via vaginal a la víctima, luego de lo cual la víctima, al

intentar huir, es detenida por el hechor y amenazada de muerte. Estos hechos configurarían el

delito de violación a mayor de 14 años.

Para la prueba de estos hechos, la fiscalía presentó los testimonios de la víctima, un

funcionario de carabineros, un funcionario de investigaciones y dos peritos. Como otros medios

de prueba, incorporó set de fotografías del sitio del suceso. La defensa no presentó prueba y el

imputado, haciendo uso de su derecho a guardar silencio, no declaró.

Declaró la víctima, quien señaló que el día de los hechos iba a pie camino a la casa de una

amiga. Cuando llegó notó que no estaba, así que se devolvió. En el camino de vuelta el imputado

la detiene para preguntarle cómo llegar a Mulchén. Mientras respondía, el sujeto la golpeó en la

boca del estómago, dejándola inconsciente. Cuando despertó le faltaba toda la ropa de abajo, y su

polera y sostenes estaban a la altura del cuello, además de tener restos de semen. Cuando intentó

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huir el encartado la agarró del pelo y del brazo y le dijo que la iba a matar, ante lo cual ella le

pidió que por favor no lo haga ya que tenía 3 hijos. Señaló que no hizo la denuncia de inmediato

pues sintió temor y vergüenza, por lo que se quedó una semana encerrada en su casa, y sólo

cuando le contó a una amiga fue cuando procedió a realizar la denuncia el 30 de marzo.

Declaró una de las peritos, especialista en práctica forense, quien señaló que la víctima le

relató lo sucedido. Indicó que ésta tenía una equimosis (hematoma) en la parte superior del

abdomen, de color violáceo. Señaló que tenía lesiones en la zona genital que, por sus

características, pueden haber sido producidas por fricción o roce un pene en erección o por dedos,

y que era menor a 10 días. Sostuvo además que se tomó una muestra vaginal para determinar

rastros de semen, la cual arrojó un resultado negativo. No habían otros rastros de lesiones en su

cuerpo.

El siguiente perito, médico cirujano declaró que se encargó de examinar a la víctima al

momento de la denuncia. Señaló que realizó un examen específico de la zona genital, el cual

concluyó que no existían indicios de un ataque sexual o violación, no al menos en las últimas 24

horas. Respecto al malestar abdominal, determinó que tampoco se encontraron equimosis que

determinaran un golpe, por lo que concluyó que sólo se trataba de un malestar estomacal.

Declaró el carabinero que recibió la denuncia. Sostuvo que la víctima, acompañada de una

amiga, llegó hasta la comisaría el día 30 de marzo, a denunciar los hechos que fueron relatados

anteriormente. Señala que llamó al fiscal de turno, quien lo derivó a la brigada de delitos sexuales

de la PDI.

Declaró el detective a cargo de la investigación, quien señaló que el día de la denuncia se

dirigió hasta la comisaría, en donde tomaron contacto con la víctima, quien les relato los hechos

sucedidos. Asimismo, tomaron declaración a la acompañante, como testigo de oídas. Refiere que

ese mismo día se dirigieron hasta el lugar de los hechos, en donde fotografiaron el sitio del

suceso, lo que incorporó en el juicio. Señala además que no se pudo empadronar el lugar, pues se

trata de un sitio bastante despoblado y sin luz artificial.

La discrepancia entre los votos se produce respecto de la participación del imputado en

los hechos. La mayoría del tribunal sostiene la inocencia del sujeto principalmente por el registro

de llamadas, ya que al día de los hechos consta en este que el encartado se encontraba en

Santiago primero y luego en Valparaíso. Además, fundamentan la absolución en la impresición

del testimonio de la víctima, pues no queda claro que día fue y tampoco la hora en que sucedieron

los hechos, quitándole valor probatorio a su testimonio. Por otro lado, el voto en contra

fundamenta su condena en el conjunto de prueba, puesto que todas ellas son contestes en probar

los hechos, siendo fundamental en su argumentación el hecho de que la lesión vaginal era de

menos de 10 días, y según consta en los registros telefónicos, el sujeto se encontraba en la ciudad

dentro de los 10 días que se produjo la lesión.

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En el análisis de los argumentos podemos observar que el conflicto se produce

principalmente por el valor probatorio que distintamente le dan la mayoría y el disidente a los

testimonios de los peritos y de la víctima. En este sentido, se puede observar que no se aportan

parámetros objetivos que determinen la suficiencia de los relatos en orden a constituir prueba

plena de los hechos. Tampoco se observa que el disidente o la mayoría valoren la prueba

siguiendo un patrón objetivo, situación que se observa principalmente al otorgarle distinto valor

probatorio a dos pruebas periciales. Por último, cabe destacar que el voto de mayoría, en la

redacción de la sentencia, va señalando para cada medio de prueba, el hecho que va quedando

probado (o no) y su razonamiento que lo indujo para considerarlo probado o no probado.

2.11.- SENTENCIA RUC N° 0700 214 623-6 RIT N° 31-2010, Valdivia; Robo con

intimidación.

La siguiente sentencia a analizar es una sentencia condenatoria de un caso de robo con

violencia. En el juicio el Ministerio Público acusó al imputado de obligar a la víctima a que le

entregue su bicicleta, amenazándola de golpearla si no lo hacía, cuestión que finalmente hizo ante

la resistencia de la víctima, hechos que configuran el delito en cuestión.

La acusación presentó como pruebas los testimonios de la víctima, de un testigo

presencial y de funcionarios de carabineros, uno a cargo del procedimiento, y otro que recogió el

testimonio de los testigos presenciales, uno ya fallecido. La defensa, por su parte, presentó como

pruebas los testimonios de un testigo presencial y de la versión de los hechos del imputado. El

tribunal finalmente decidió condenar al imputado con voto de mayoría por el delito de robo con

violencia.

Declaró la víctima, quien señaló que el día de los hechos, alrededor de las 19:00 hrs., se

dirigía a su casa con su bicicleta a su costado derecho, cuando fue empujada por un sujeto, el que

quería arrebatarle la bicicleta, por lo que se opuso y empezaron a forcejear. Recuerda que se puso

a gritar y que el sujeto la hacía callar, tras lo cual la zamarreó, le dio dos cachetadas y la tiró a la

calle, huyendo del lugar con la bicicleta. Señaló que se fue a su casa y no hizo la denuncia de

inmediato, pues a pesar de vio y reconoció al sujeto, tuvo miedo de denunciarlo. Sostuvo que

cinco días después, desde su ventana vio al mismo sujeto que estaba forcejeando con carabineros,

por lo que se acercó a uno de ellos para contarle sobre su robo. Señaló que era el mismo sujeto,

que andaba con los mismos pantalones, pero con una polera distinta. Reconoció al imputado en la

sala como aquél autor del delito.

Declaró una testigo presencial, quien señaló que el día de los hechos vio a una joven que

iba con su bicicleta cuando apareció por detrás un sujeto, quien la empujó y golpeó, mientras la

victima intentaba defenderse, para luego huir del lugar. Señaló que creía que se trataba de una

pelea de pololos. Describió al sujeto que había asaltado a la joven, concordando con la víctima.

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Además, indicó que carabineros fue hasta su hogar para tomarle la declaración y observó

fotografías, en donde no pudo reconocer a nadie. A la víctima, sin embargo, la ubicaba de vista.

Declaró uno de los funcionarios de carabineros a cargo, quien manifestó que entrevistó a

la víctima, quien le señaló el asalto que había sufrido en los términos indicados anteriormente.

Además entrevistó a los testigos presenciales, uno de ellos fallecido. Sostuvo que ingresó al

domicilio del encartado, no encontrando ni la bicicleta ni las prendas de vestir referidas por la

víctima. Señaló además que le mostró a la ofendida un set de 6 fotografías, entre los cuales

reconoció el rostro del imputado como aquel que la había asaltado. Lo mismo hizo con la testigo

que depuso antes, quien le manifestó no reconocerlo al 100%.

Declaró, por parte de la defensa, un testigo que señaló que al tiempo de la ocurrencia de

los hechos tenía un local comercial cerca del sitio del suceso. Indicó que la víctima se le acercó

para contarle de su robo y del ofensor. Sostiene que es amigo del imputado y que juntos

acudieron a la casa de la víctima para aclarar la situación, pero no la encontraron. Señaló que

probablemente lo están confundiendo con otro sujeto, de similares características y mismo

nombre, que generalmente ronda por el lugar.

Finalmente declaró el imputado, quien indicó no tener participación en los hechos. Señaló

que lo están confundiendo con otro tipo que se llama igual que él y que posee rasgos similares,

que generalmente ronda por el sector. Sostuvo que trabaja en un aserradero de lunes a viernes e

incluso los sábados, por lo que al día de los hechos probablemente haya estado trabajando. Por

último, indicó que jamás lo llamaron a declarar en fiscalía ni ante carabineros y que tampoco

participó de alguna rueda de reconocimiento.

El primer detalle que llama la atención de la sentencia es la claridad de la redacción, pues

cada considerando conlleva un título que señala de que trata, cuestión que no se veía muy a

menudo en otras sentencias. Por otra parte, el orden con que tratan la prueba permite ver con

claridad el razonamiento alcanzado por el tribunal para tomar su decisión, cuestión que en todo

caso es imperativo según el art. 297 inc. final.

En cuanto a estándar de prueba se refiere, cabe destacar que el tribunal analiza la prueba

en su conjunto y con ello forma su convicción, situación que se puede ver en el considerando

sexto de la sentencia. El tribunal sostiene que ha formado su convicción sobre la ocurrencia de

tales hechos –los cuales narra- mediante tales medios de prueba, los cuales prosigue a detallar.

Un primer aspecto a valorar de la sentencia dice relación con el análisis de la prueba, la cual es

valorada individualmente, cuestión que la doctrina ha señalado como necesaria para un correcto

análisis de la prueba. En este sentido, el tribunal, luego de cada prueba arroja sus conclusiones,

señalando si la prueba presentada corrobora o desvirtúa la hipótesis de la acusación, permitiendo

así la comprensión del razonamiento alcanzado por el tribunal.

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Sin embargo, el tribunal no dota de contenido al estándar, haciendo una mera referencia a

este, utilizándolo como justificador de la decisión que adoptan. Esto se puede ver claramente en

el considerando sexto parte final y considerando séptimo, donde el tribunal señala “Que los

hechos referidos en el motivo SEXTO precedente, y que se ha tenido por acreditado, lleva a estos

sentenciadores a concluir –más allá de toda duda razonable- que se ha configurado el delito de

robo con violencia (...)”, además de reiterar frases tales como “suficientemente establecida”

donde queda de manifiesto el carácter subjetivista que le dan al estándar de prueba.

Por otra parte, el voto disidente se hace cargo en cierta medida del estándar de prueba,

pues trata de dotarlo de algún contenido, el que si bien no es acorde a lo establecido en doctrina,

sin embargo demuestra un intento por objetivar el estándar, y no repetirlo de modo justificativo la

decisión tomada. En este sentido, el voto disidente sostiene que “el grado de confirmación de una

hipótesis, disminuye o aumenta dependiendo de ciertas variables: la cantidad y variedad de

pruebas que la corrobora, la calidad de las pruebas que la confirman, el grado de probabilidad

expresado por las máximas de la experiencia y el número de inferencias que deban establecerse

para llegar a establecerla”. Si bien el voto disidente no define al estándar de la duda razonable,

nos entrega ciertos parámetros que la prueba debe alcanzar para se deba condenar a un imputado.

Luego, nos señala que “los elementos de juicio expuesto permiten sostener que la hipótesis

acusatoria no se encuentra confirmada más allá de toda duda razonable, pues ella no explicar (sic)

los datos de convicción disponibles, integrándolos en forma coherente. Por otra, si bien la defensa

ha ofrecido prueba, no resulta suficiente para establecer sólidamente una hipótesis alternativa

pero tampoco ha resultado completamente refutada por la prueba de cargo, en orden a la posible

existencia de otro sujeto de similares características que el acusado. El estándar existente en

materia penal, exige un alto grado de corroboración de la hipótesis acusatoria, situación que en

este proceso penal no ocurre, ante lo cual es preciso – ante la duda razonable- absolver a un

posible culpable que condenar a un posible inocente”. Aquí se puede observar una connotación

subjetivista de lo que se entiende por duda razonable, pero es valorable la mención a que la

prueba no haya corroborado alguna de las hipótesis, cuestión que es fundamental en el marco de

un estándar de prueba objetivo, el cual es que la prueba corrobore completamente la hipótesis de

la acusación y que no sea capaz de explicar hipótesis alternativas.

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CONCLUSIONES

1. El estándar de prueba de la duda razonable tiene un contenido eminentemente

subjetivo, dada la propia formulación del estándar y, en nuestra tradición jurídica,

por el arraigado carácter subjetivo del estándar anterior a la reforma.

2. No obstante, la doctrina chilena ha realizado variados esfuerzos para dotar al

estándar de un carácter más objetivo, tratando de reformular el estándar o

postulando su sustitución.

3. El trabajo realizado con las sentencias tenía por objetivo determinar la suficiencia

de la prueba en distintos tribunales orales de Chile. Dentro de esto, los aspectos a

determinar fueron la valoración de la prueba y el análisis del estándar de la duda

razonable.

4. Podemos concluir que un primer aspecto de la suficiencia de la prueba está

referido a la suficiencia de cada medio particular de prueba. En este aspecto, se

puso énfasis en la prueba del testigo directo. Dentro de este tipo de pruebas,

pudimos comprobar que en varios tribunales se establecen reglas objetivas para el

testigo directo, referidas principalmente a la mantención del relato y la capacidad

de contar con detalles. Esto se vio principalmente en las sentencias sobre delitos

de violación.

5. Otro aspecto de la prueba en particular estaba referido a los testigos de oídas.

Aquí, si bien los tribunales no otorgaban reglas específicas respecto a este tipo de

pruebas, si estaban contestes en que la sola prueba testimonial indirecta no bastaba

para arribar a una decisión condenatoria. Esto se pudo observar con mayor énfasis

en las primeras sentencias.

6. El otro aspecto de la suficiencia de la prueba estaba referido a la cantidad de

medios de prueba en un juicio. En este aspecto, se puso énfasis en la corroboración

de testimonios con otros medios de prueba.

7. Siguiendo con el punto anterior, cabe señalar que este aspecto varía según el tipo

de delito que se trate. En los delitos de violación sólo bastaba un sólido relato de la

víctima para arribar a una decisión de condena. Sin embargo, en los demás delitos,

el testimonio directo o de la víctima debía necesariamente estar apoyado por otros

medios de prueba que corroboren el testimonio directo. Aunque si bien no eran

generalizados estos requisitos, sí se pudo notar que todos los tribunales exigían la

concurrencia de distintos medios de prueba que apunten a corroborar el relato

principal, tratando en este sentido de objetivar la valoración de la prueba.

8. Por último, como conclusión general, debemos señalar que si bien hay muchos

aspectos en los que los tribunales han tratado de objetivar la valoración de la

prueba y la estimación de su suficiencia, hay otros tantos aspectos en los que se

mantiene una concepción subjetiva de la prueba, sobre todo al momento de

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argumentar sobre la convicción a la que arriban o no los sentenciadores. Esto es

evidente en varios pasajes de las sentencias en donde, para justificar la absolución

o la condena, los tribunales se limitaban a señalar que se ha cumplido con el

estándar de prueba.

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