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Índice Introducción ………………………………………………………….………....……… 2 Capítulo 1. El monstruo del siglo ...……………………………………………….... 3 1.1 Un macabro hallazgo en la calle Mar del Norte .……………. …..………..……. 4 1.2 El asesino serial ...………………………………………. ...….……………………. 5 Capítulo 2. Histeria colectiva ………………………………………………………. 2.1 Gregorio Cárdenas: el monstruo de vitrina ..... …………………………………. 7 Capítulo 3. La locura de Goyo ....……………………………………….………….. 9 3.1 Ingreso a La Castañeda ……………………………………………………….… Capítulo 4. El Palacio Negro …………………………………………………………12 4.1 Cerca de treinta ………………………………………………………………….. 12 4.2 ¡Libre, fin! ...................................................... ............................................ 14 Capítulo 5. Un ciudadano modelo ………………………………………………….. 16 Capítulo 6. Fama y Fortuna ……………………….………………………………… 18 6.1 El estrangulador de Tacuba hoy ……..…………………………………………… Conclusión: El asesino que se convirtió en un producto cultural ……….………… Bibliografía …….……………………………………………………………………….. 2 3 4 6 8 8 1 0 1 1 1 3 1 3 1 5 1 7

El Estrangulador de Tacuba

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Ensayo.

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Índice

Introducción ………………………………………………………….………....……… 2

Capítulo 1. El monstruo del siglo ...……………………………………………….... 31.1Un macabro hallazgo en la calle Mar del Norte .…………….…..………..……. 41.2El asesino serial ...………………………………………....….……………………. 5

Capítulo 2. Histeria colectiva ……………………………………………………….2.1 Gregorio Cárdenas: el monstruo de vitrina .....…………………………………. 7

Capítulo 3. La locura de Goyo ....……………………………………….………….. 93.1 Ingreso a La Castañeda ……………………………………………………….…

Capítulo 4. El Palacio Negro …………………………………………………………124.1 Cerca de treinta ………………………………………………………………….. 124.2 ¡Libre, al fin! .................................................................................................. 14

Capítulo 5. Un ciudadano modelo ………………………………………………….. 16

Capítulo 6. Fama y Fortuna ……………………….………………………………… 186.1 El estrangulador de Tacuba hoy ……..……………………………………………

Conclusión: El asesino que se convirtió en un producto cultural ……….…………

Bibliografía …….………………………………………………………………………..

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Introducción

¿En qué mentalidad yace nuestro carácter? Si las puntadas que unen el tejido de nuestra alma se marchitan y caen en pedazos ¿Puede alguien

decir con absoluta certeza, que aquel una vez dotado con nobles virtudes, podría repentinamente convertirse en un monstruo tan seductor que hasta su propia sombra se encoge de miedo?... [Une Annonce, William Control]

Gregorio Cárdenas Hernández fue el primer asesino serial mexicano. Después de admitir la matanza de cuatro jóvenes mujeres, y el entierro de sus cuerpos en el jardín de su casa en la colonia Tacuba (1942), se convirtió en recurrente protagonista de las páginas de nota roja en los periódicos y de largas discusiones entre expertos criminalistas y siquiatras. El presente ensayo utiliza su historia, los grandes debates policíacos que provocó, y su amplia odisea institucional en el manicomio La Castañeda (1943-1947) y la prisión de Lecumberri (1948-1976) para responder a la pregunta de investigación: ¿Qué impacto tuvo la exposición mediática de los asesinatos cometidos por Gregorio Cárdenas, en el contexto cultural del mexicano en el siglo XX?

El estrangulador de Tacuba: La figura de un asesino que se convirtió en un producto cultural, analiza la manera en que un individuo puede materializar todos los miedos y frustraciones de una sociedad, personificando a El monstruo del siglo, capaz de generar Histeria colectiva en una población civilizada y moderna.

Este ensayo histórico profundiza en las memorias de Gregorio Cárdenas y el impacto social que generó el caso. Desarrolla La locura de Goyo, como un fenómeno de carácter cultural movido por mecanismos de morbo y sensacionalismo, al mismo tiempo que aborda la obra de este personaje, producto de su hazaña en El palacio negro.

El presente trabajo, retrata la catártica transformación del estrangulador de Tacuba en Un ciudadano modelo, así como la Fama y fortuna de tan reconocido personaje y su legado cultural presente en el cine, la literatura, el cómic y hasta en la pornografía, con el objetivo de retratar el impacto cultural ocasionado por la exposición mediática del caso, en la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo XX.

Producto de una amplia investigación documental, El estrangulador de Tacuba: La figura de un asesino que se convirtió en un producto cultural, ofrece un nuevo panorama de un significativo episodio en la historia de México que no se lee en las páginas de los libros de historia oficial, e invita al mexicano moderno a adentrarse en los recovecos de un pasado surrealista.

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Capítulo 1. El monstruo del siglo

Se llama monstruo a aquello que es producido contra el orden regular de la naturaleza. El análisis del término, conlleva a dos vertientes muy diferentes. La primera, es una valoración estética en la que el concepto se asocia directamente con fealdad; mientras la segunda, corresponde a una valoración moral en la que el término se refiere a un ser malvado y cruel; por lo tanto, el concepto de monstruo y mal forman parte del mismo ente. 1 Siguiendo esta última vertiente, se han clasificado como monstruos sujetos y objetos a los que se atribuye una gran carga simbólica. El monstruo es la encarnación de los valores y temores de una sociedad, por lo que mientras haya miedo habrá monstruos, mas no serán siempre los mismos; cada sociedad tiene la capacidad de crear sus propios monstruos.

Para la antigua Grecia, lo monstruoso simbolizaba las fuerzas irracionales, lo caótico y lo tenebroso. El monstruo era un engendro de carácter incontrolable, y que solo un héroe podía dominar; por eso no había monstruo sin héroe.

José Miguel G. Cortés, en su libro Orden y caos, Un estudio cultural sobre lo monstruoso en el arte, explica que las sociedades occidentales cristianas se han servido durante siglos de símbolos como el demonio, las brujas o seres monstruosos para marginar o expulsar a cualquier miembro considerado indeseable. Visto de esta forma los monstruos han sido también un método de control.

En la Edad Media, se tenía miedo a perder el alma e ir al infierno, el pecado era el más temido de los monstruos. Hogueras, guillotinas, horcas... eran las manos del héroe que podía derrotar a tan temido monstruo y al mismo tiempo, las mismas que manipulaban los hilos que controlaban al pueblo.

Durante el siglo XIX, los “anormales”, que atentaban contra la razón, representaban una peligrosa amenaza contra el orden social. Estos debían ser recluidos para evitar que por su naturaleza insana hicieran daño a otras personas o quebrantaran el pudor y las buenas costumbres. La locura y el crimen, materializaron los nuevos temores de la sociedad, encarnando un nuevo monstruo de dos cabezas que crecía aceleradamente.

México vio crecer ese fenómeno. Durante el Porfiriato, locos, viciosos, homosexuales, ladrones y asesinos, fueron identificados como la representación sensible del monstruo del siglo que motivó la creación de dos grandes instituciones: El Palacio Negro de Lecumberri y el Manicomio General de La Castañeda. Ambos espacios erigidos para cautivar al monstruo que a mitad del siglo XX parecía no envejecer; sujetos como Higinio “El pelón Sobera”, quien por un incidente de tránsito asesinó de varios tiros a un automovilista, José Ortiz “El 1 Conde, Ana, Del monstruo al otro a través de la literatura. Véase : http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/conde34.pdf

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Sapo”, asesino que mató a más de cientocincuenta personas en la Ciudad de México, o Raymundo Moreno, fueron recluidos en Lecumberri, al mismo tiempo que el más celebre de los delincuentes mexicanos; un individuo que encarnó la locura y el crimen en un mismo cuerpo, y que ha logrado permanecer en la memoria colectiva del pueblo por más de setetnta años: Gregorio Cárdenas Hernández, el estrangulador de Tacuba.2

1.1Un macabro hallazgo en la calle Mar del Norte

Gregorio Cárdenas Hernández nació en la Ciudad de México en el año de 1915, y creció en estado de Veracruz a lado de su madre y ocho hermanos que su padre abandonó.

Desde temprana edad, Cárdenas Hernández destacó entre los demás niños al demostrar una gran inteligencia y tener un notable interés en la cultura y las artes.

Algunas biografías de este personaje, afirman que Goyo, como era llamado por sus allegados, sostuvo una relación enfermiza con su madre, Vicenta Hernández, quien le reprimió y sobreprotegió hasta la adolescencia.

Durante su juventud, Gregorio Cárdenas no fue popular con las muchachas, era un tipo amanerado y mal parecido. Estudió mecanografía y a partir de 1935 trabajó en la compañía de petróleos El Águila, con la que se vinculó políticamente al cambio de esta a PEMEX, compañía por la que fue becado en el año de1939, para estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria y obtener formación en ciencias químicas, situación por la que la familia Cárdenas Hernández cambio de domicilio a la capital mexicana.

Ese mismo año, Gregorio fue desposado con Sabina Lara González tras un efímero romance; obligado por los padres de la joven que amenazaron con demandarle. El matrimonio se disolvió al poco tiempo, cuando Goyo solicitó el divorcio argumentado que su relación era tormentosa por el mal trato que su cónyuge le propinaba, además de ser una chica “muy liviana de costumbres”.3

La experiencia de este matrimonio y su mala fortuna con las mujeres, mencionan varios autores, gestaron en Cárdenas un incipiente desprecio hacia las mujeres. Sin embargo es sabido que en 1940, año en que ingresó a la Preparatoria, conoció a Graciela Arias Dávalos de quien parecía estar profundamente enamorado. Pretendía y colmaba de galanterías a la joven estudiante que aceptaba eventualmente salir con él. La relación que sostuvieron fue muy conflictiva. Según describe Juan Pablo González; ella tenía un novio formal ante su familia, pero aceptaba las cortesías y atenciones que le ofrecía su pretendiente.2 Los famosos del ‘Palacio Negro’, Claudia Bolaños, El Universal, lunes 02 de octubre de 2006.3Ríos Molina, Andrés, Memorias de un loco anormal, p. 27.

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En abril de 1942, Gregorio Cárdenas decidió rentar una casa en la calle Mar del Norte, en la colonia Tacuba, donde estableció su biblioteca personal y un laboratorio.

En ese lugar, el 23 de agosto del mismo 1942, declaró Cárdenas Hernández, fue visitado, por María de los Ángeles González Moreno, una prostituta de dieciséis años. Después del acto sexual, cuando ambos empezaban a vestir sus ropas, Gregorio sintió un gran ataque de ira hacia todas las mujeres, mismo por el que cogió un cable que forró con tela y estranguló a la joven ramera. Cuando reaccionó tenía el inerte cuerpo femenino frente él, con esa mirada vacía que solo la muerte puede colocar en un rostro. No lo soportó y embutió entonces, la cabeza de la occisa en sus propios calzoncillos y la enterró en el jardín del domicilio, amarrada de pies y manos por la espalda con un cinturón.

Días más tarde, el 29 de agosto, Goyo Cárdenas privó de la vida a Rosa Reyes Quiroz y tres días después: el 2 de septiembre, asesinó a Raquel Martínez León, también prostitutas, bajo el mismo patrón que el primer homicidio.

En el Podcast No. 100 de Testigos del crimen4, es narrado que la tarde del 6 de septiembre del mismo 1942, Gregorio Cárdenas esperó Graciela Arias a su salida de la escuela, con quien discutió a su encuentro y partió después hacia las calles de Tacuba en el Ford 1939 que conducía.

Tras detener el auto, los pasajeros entraron en una acalorada discusión nuevamente, y en medio de la voces alteradas, Goyo experimentó un nuevo e irrefrenable ataque de furia, que le hizo arrancar la manija de la puerta del coche, misma con la golpeó fuertemente en la cabeza a la mujer de la que estaba enamorado, provocándole la muerte. Cárdenas se dirigió con el cadáver a su casa donde lo limpió y le dio sepultura en su cementerio particular..

“A Graciela la maté por celos y llevé a mi casa su cadáver para tenerla siquiera así cerca de mí, porque ella nunca había querido estar conmigo.” [Gregorio Cárdenas Hernández, 1942]

En el blog Enciclopedia de los asesinos seriales, elaborado por Horacio B. Rivera, se narra que después de dar sepultura al cuerpo de Graciela Arias, Goyo se dirigió a casa de su madre, a quien confesó sus crímenes. Y ella al escucharlo hablar de aquellos delitos le internó en el hospital psiquiátrico del doctor Gregorio Oneto Barenque y llamó su abogado quien recomendó que Cárdenas Hernández se declarara loco o buscara la manera de escapar del despliegue policiaco que el padre de Graciela Arias había iniciado, tras la desaparición de su hija.

4 Disponible en: http://testigosdelcrimen.com/01-gregorio-cenas-hernez.html

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El doctor Oneto utilizando pentotal sódico, obtuvo la confesión de Gregorio Cárdenas sobre los delitos cometidos, y decidió alertar a las autoridades. Algunos miembros del cuerpo policiaco se dirigieron al domicilio del estudiante de química, donde encontraron pertenencias de Graciela Arias, acierto que demandó un minucioso registro de la vivienda.

Los integrantes de la policía secreta tras remover un pequeño montón de tierra que era sobrevolado por moscas, en el jardín de la casa rentada por Gregorio Cárdenas, localizaron un pie humano que advirtió la presencia de un cadáver bajo la tierra. Las autoridades ordenaron la exhumación del cuerpo, y tras cavar en la fosa encontraron dos cadáveres más, se aprehendió, entonces a Cárdenas, quien aceptó el asesinato de las jóvenes y confesó que había un cuerpo más enterrado en el jardín de la casa.

Tras macabro hallazgo en la calle Mar del Norte, Gregorio Cárdenas Hernández se convirtió en recurrente protagonista de las páginas de nota roja en los periódicos, y se trasfiguró en un ente de crueldad y sinrazón, reconocido como la encarnación del monstruo del siglo que horrorizó y atrajo las miradas de la sociedad mexicana. Con su captura, nació un mito que se fijó en los anales de 1942, y quedó plasmado en la memoria colectiva de México para la posteridad.

1.2El asesino serial

El asesino serial ha existido desde el siglo XIX, sin embargo fue tipificado hasta la década de 1970, por el agente del FBI: Robert Ressler quien creo el término serial killer para describir a un sujeto cuya conducta criminal es repetitiva.5

Gregorio Cárdenas Hernández, mejor conocido como Goyo Cárdenas perteneció a este grupo de homicidas, que con el refinamiento en las técnicas de investigación y con el acceso cada vez mayor que la sociedad tenía a los medios de comunicación, aumentó exponencialmente. Esto lleva a concluir que el asesino serial es una construcción de los mass mediaII que han hecho de esta figura un fenómeno de carácter cultural.

El serial killerIII es un tipo de asesino que se ha ligado a un modelo criminal que ha asesinado un mínimo de tres personas en un corto periodo de tiempo; elige de manera cuidadosa sus víctimas, que generalmente grupos vulnerables; posee un carácter introspectivo, reservado, dístate y solitario. Suele ser ordenado, de

El Pentotal Sódico, es una droga también conocida como suero de la verdad, que produce un efecto anestésico. En dosis menores el sujeto a quien se administra no es dormido a un plano profundo sino superficial, por lo que responde a algunos estímulos, así puede contestar preguntas sin mentir en la respuesta. 5 Soto Ramírez, Juan, Desencanto y psicología social: las cloacas de un pasado común. Véase http://www.uam.mx/difusion/revista/feb2005/soto.pdfII Conjunto de los medios de comunicación.I

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buenos modales, tímido y estudioso; tuvo una infancia perturbadora, marcada por la violencia o el abuso sexual; delinque cuando ha tenido una pérdida en su autoestima. Busca reafirmar su poder; demuestra una alta formación profesional; suele obsesionarse con algún tema que utilizan como método para llevar a cabo sus crímenes; ser necrófilo; no muestra culpabilidad o arrepentimiento de sus crímenes.

Estas características constituyen el mito que condensa los miedo propios de la sociedad moderna: un monstruo solitario, individual, hábil, con una mente superior, poco llamativo, meticuloso, necrofílico y con un poderoso don de mímesis. […] Goyo Cárdenas se convirtió en una especie de tótem del miedo, perpetuado en la memoria histórica de la sociedad mexicana porque sus características y su modus operandi lo acercaban más que cualquier otro homicida de su tiempo, al mito propio de las grandes sociedades del siglo XX: el asesino serial. [Ríos Molina, Andrés, Memorias de un loco anormal, p. 25]

Capítulo 2. Histeria colectiva

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En septiembre de 1942, los principales periódicos de la época, saturaron la nota roja con morbosas descripciones de los asesinatos cometidos por Gregorio Cárdenas Hernández. Los atroces episodios de la Segunda Guerra Mundial, entonces, compartieron la primera plana con tan afamado personaje.

En consecuencia, la población mexicana experimentó histeria colectiva, término que de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, refiere al comportamiento irracional de un grupo o multitud producto de una excitación a consecuencia de una situación anómala.

En medio de la civilidad y la urbanización, una vez que la violencia de la Revolución había quedado atrás, y se avanzaba hacia una sociedad moderna de acelerado crecimiento económico, tal como retrata Mariano Azuela en su novela, La nueva burguesía; Goyo Cárdenas se convirtió en figura nacional. Fue conocido, por el pueblo como El Estrangulador de Tacuba, apelativo creado por los medios de comunicación que también le llamaron: bestia humana, Barba Azul azteca, chacal de Tacuba o simplemente monstruo.

La prensa realizó escalofriantes especulaciones sobre los delitos ejecutados en la calle Mar del Norte; se dijo que el chacal de Tacuba había asesinado a las cuatro jóvenes para experimentar con sus cadáveres e intentar regresarles la vida, también se mencionó que la razón por la que había delinquido era una tremenda locura que le aquejaba, se le calificó como un delincuente nato basándose en la forma de sus dedos. Los medios de comunicación iniciaron un incesante bombardeo de información y morbosos detalles que conmocionaron a los habitantes del país que sucumbía a la histeria colectiva: mujeres fanáticas del monstruo, hombres curiosos que querían conocerlo, psiquiatras que quería analizarlo y juristas que pretendían trabajar en el caso fueron muestra de ese fenómeno, que se extendía rápidamente sobre la población mexicana.

2.1Gregorio Cárdenas: el monstruo de vitrina

Desde su primera aparición en la nota roja, Cárdenas se convirtió en un reconocido personaje de lo que se tornaría un serial impreso; todos los días en los periódicos, que entonces eran el principal medio de comunicación, aparecía un nuevo dato que le hacía más sanguinario, más salvaje, más inhumano. Se indagó en su vida privada que se hizo pública, se supo que padeció sífilis, que le aquejó una enuresis nocturnaIII hasta los 18 años, se dijo que tenía tendencias homosexuales, cada hallazgo que se hacía en su vida era una prueba más de la naturaleza insana.

III La enuresis nocturna es la pérdida involuntaria de orina que sucede durante el sueño.

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La sociedad capitalina reaccionó. La casa de Gregorio Cárdenas se convirtió en espacio de catártica romería. Multitudes de curiosos iban a diario a la calle Mar del Norte para ver por sí mismos el cementerio privado del Barba Azul mexicano, y santiguarse ahí mismo frente a semejante monstruosidad […] todos deseaban un recuerdo del multihomicida. Además de comida, aguas frescas, mujeres rezando y gritando que era una señal del fin del mundo, algunos vendían pedazos de la “legítima” usada como arma homicida, Durante su detención en la estación de policía, hordas de mujeres llegaron a conocer a la “bestia humana”. [Ríos Molina, Andrés, 2010, pp. 32 – 33]

De la misma forma en que la mercancía de un comercio se exhibe a través de una vitrina, Goyo Cárdenas fue exhibido todos los días en la primera plana, de los periódicos nacionales. El morbo fue el principal móvil de la exposición mediática que se dio al caso que se convirtió en un rentable negocio.

Así, producto de la histeria colectiva, provocada por el cuádruple homicidio, la prensa hizo de Goyo, un monstruo de vitrina que no solo era exhibido a través de los diarios, sino que se consumía cual objeto de moda fuera, por una sociedad que empezaba a convertirle en un producto cultural.

Capítulo 3. La locura de Goyo

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Cuando Gregorio Cárdenas fue arrestado en 1942, se convirtió en el objeto de la mirada del ojo psiquiátrico, al igual que de los medios de comunicación.

En las muchas entrevistas que concedió y en los interrogatorios que fue obligado a responder, Cárdenas Hernández demostró maneras y expresiones que fueron interpretados como síntomas de una carencia de razón6.

Las autoridades, periodistas e incluso el abogado defensor afirmaron que padecía de alguna enfermedad mental, la cual le había orillado a delinquir, en consecuencia si Goyo realmente estaba loco, no debía ser enviado a prisión sino al manicomio.

La locura de Goyo se volvió incuestionable, la pregunta que estaba presente en la mente del gremio siquiátrico y de la sociedad que se mantenía informada acerca del repugnante monstruo, era: ¿qué tipo de locura le aquejaba?

Para definir entonces, el destino jurídico del famoso criminal, se tenía que certificar la demencia que le aquejaba. Entonces, los más afamados psiquiatras entraron en escena, para definir el tipo de locura que Cárdenas padecía, generando un largo debate acerca del trastorno que le afectaba.

El primer psiquiatra que analizó a Goyo, fue el español Gonzalo Rodríguez Lafora, quien le observó durante cuatro días, y al término de estos publicó en el periódico Excélsior, su diagnostico: epilepsia psíquica, que fue debatido por Leopoldo Salazar Viniegra, director del Manicomio La Castañeda, quien afirmó que Cárdenas padecía esquizofrenia.7 Se inició entonces, una larga procesión de especialistas que trajo consigo una lluvia de diagnósticos sobre la salud mental de Gregorio Cárdenas. El criminalista Alfonso Quiroz Cuarón, quien se hiciera famoso tras descubrir la identidad del asesino de Leon Trotsky, trabajó como perito oficial en el caso, y escribió un libro titulado Un estrangulador de mujeres, en el que recogió múltiples dictámenes médicos sobre la salud mental de Cárdenas Hernández.8

Todos los especialistas que analizaron a Gregorio Cárdenas, a pesar de no concordar en ningún diagnostico, coincidieron en que el móvil de los crímenes en que se vio involucrado, fue la locura, por lo que debía ser recluido en el Manicomio.

3.1 Ingreso a La Castañeda

6 Ríos Molina, Andrés, Memorias de un loco anormal, p. 557 “Mecanismo del homicidio por esquizofrenia”, Salazar Viniegra Leopoldo, Criminalia. Revista de ciencias penales, 10, p. 621. 8 Soto Ramírez, Juan, Desencanto y psicología social: las cloacas de un pasado común. Véase http://www.uam.mx/difusion/revista/feb2005/soto.pdf

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En noviembre 5 de 1942, el estrangulador de Tacuba, fue trasladado al Manicomio General de La CastañedaIV donde repentinamente obtuvo grandes privilegios y comodidades. Los psiquiatras de la institución, empezaron a dudar que ese fuera el espacio adecuado para Goyo, ya que durante su estancia destacó siempre por su buen comportamiento y refinadas maneras.

En el libro Homicidios seriales, escrito por Daniel Silva y Raúl Torre, se describe que Goyo empezó a asistir a las clases de psiquiatría y neurología que impartían a estudiantes de medicina en el manicomio; además de que sostuvo excelentes relaciones con las autoridades del hospital, que se le dieron licencia para montar una tienda en la que vendía cigarros y refrescos al personal médico y pacientes de la institución siquiátrica. Cárdenas tuvo autorización para salir al centro de la ciudad a comprar lo necesario para el mantenimiento de su negocio, por tal privilegio incluso solía salir al cine con algunas amigas.

Tras su ingreso a La Castañeda, Gregorio Cárdenas se popularizó aún más entre la población femenina de la década de 1940, las enfermeras del, manicomio empezaron a visitarle más que a cualquier otro paciente, incluso entabló relaciones sentimentales con algunas de ellas, también era visitado todos los días por mujeres de la burguesía mexicana que argumentaban querer entrevistarse con él con fines meramente científicos.

El estrangulador de Tacuba, entonces dejó de ser el monstruo de vitrina en que se había convertido y se tornó en el hombre que aún dentro de una institución que representaba la locura y el caos era reconocido y admirado por las mujeres que durante tantos años le habían rechazado.

En el año de 1947, cinco años después del ingreso de Cárdenas al manicomio; el doctor Leopoldo Salazar Viniegra, informó a las autoridades que observaba en Goyo una integra salud mental y que por tal motivo no lo admitiría más dentro de la institución además de que no tenía como garantizar que no se fugase.

Semanas más tarde Goyo se fugó en compañía de su novia, y partió con ella rumbo a Oaxaca; donde veinte días después fue aprehendido, alegando que no había escapado, sino que se había ido de vacaciones.

Tras su captura, el juez a cargo del caso asignó de nuevo al criminalista Alfonso Quiroz Cuarón, el análisis de la salud mental de Goyo, que definiría su rumbo jurídico, quien diagnosticó que Cárdenas padecía un trastorno post-encefálico, a consecuencia de la encefalitisV que le aquejó cuando niño. Además sentenció que

IV El Manicomio General La Castañeda, fue el establecimiento psiquiátrico más importante de México, ubicado en Mixcoac, durante el siglo XX, albergó a más de sesenta mil pacientes desde su fundación en septiembre de 1910 hasta su clausura en 1968.

V El término encefalitis se emplea para referirse a la inflamación del cerebro provocada por un virus.

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el estrangulador de Tacuba debía ser recluido de por vida en la enfermería de la prisión.9

Gregorio Cárdenas ingresó al Manicomio General de La Castañeda, y salió de este, en medio de una gran polémica en torno a su salud mental, las miradas de la sociedad mexicana se fijaban en su figura que representaba la irracionalidad que amenazaba el bienestar colectivo.

La locura de Goyo, no fue el trastorno post-encefálico del que se interpretó le hizo asesinar a cuatro mujeres, sino el efecto provocado por él en la sociedad; la histeria colectiva se había disipado tiempo atrás cuando la prensa encontró nuevos monstruos de vitrina y notas amarillistas con que llenar la primera plana, ahora una parte la población sucumbía a la locura consumiendo al monstruo del siglo que cambiaba de piel y parecía tornarse en un héroe.

Capítulo 4. El Palacio Negro

9 Ham Ricardo, México y sus asesinos seriales, p. 56

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El Palacio de Lecumberri, fue una importante penitenciaría que albergó durante más de 70 años a peligrosos delincuentes en México. Por sus crujías transitaron criminales de toda índole, y un sinnúmero de reos políticos, sobre todo durante la etapa de la guerra suciaVI entre 1968 y 1977 […] En mayo de 1977, por decreto del presidente López Portillo, dejó de funcionar como penitenciaría y fue remodelado para recibir al Archivo General de la Nación que comenzó a funcionar a partir del 27 de agosto de 1982.10

Después de 42 años desde de inauguración en 1900; el Palacio Negro de Lecumberri, como es popularmente conocido por los mexicanos, albergó a Gregorio Cárdenas Hernández, quien abandonase en poco tiempo el importante presidio, para ser internado en el manicomio de La Castañeda. Cinco años más tarde las puertas de la prisión se abrieron de nuevo para recibir perpetuamente al infame estrangulador de Tacuba.

4.1 Cerca de treinta

Lecumberri, hogar del crimen y la desesperanza, fue el hogar de Goyo durante tres décadas (sic). El fatídico escenario era propicio para Cárdenas Hernández terminase sus días sumido en la demencia, asesinado por un preso o victima de alguna de las enfermedades contagiosas que afectaban a los internos. Pero la historia fue distinta. [Ríos Molina, Andrés, 2010, p. 97]

En mayo de 1948, Goyo Cárdenas fue remitido a crujía dos de la penitenciaría, en la que se aislaba del resto de la prisión a los más peligrosos delincuentes; reclusos que no tenían ningún contacto con el exterior, con otros presos, o entre sí. Cárdenas Hernández vivió ese completo y oscuro cautiverio, condición que le inspiró a crear su primera obra literaria, titulada Celda 16, misma que escribió durante los cinco años de su estancia en tan espeluznante jaula.

Celda 16, publicado en 1970, narra el panorama que admiró Goyo dentro de Lecumberri; en la crujía 2, espacio al que se refiere como una “cárcel dentro de la cárcel”. El libro muestra con gran detalle, las condiciones de vida que tenían los presos de la penitenciaría y el mismo Gregorio Cárdenas, quien puntualiza en los abusos y la violencia de las autoridades de la prisión hacia los reos, que describe en su mayoría como personas vulgares, incultas y violentas mientras se refiere a sí mismo como un sujeto bueno y libre de culpas.

VI Con el nombre de Guerra Sucia se conoce en México a un conjunto de medidas de represión militar y política encaminadas a disolver a los movimientos de oposición política y armada contra el Estado mexicano, gobernado por aquella época por el Partido Revolucionario Institucional. La guerra sucia en México también es llamada Guerra de baja intensidad por algunos autores.10 Penitenciaría de Lecumberri, (s.a.). Véase  http://bicentenario.com.mx/?p=9772

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Celda 16 describe la manera en la que Goyo recibió grandes beneficios dentro de la penitenciaría, gracias a los sobornos que su madre pagaba a los guardias que le permitieron dotarse de cobijas, una radio, una maquina de escribir y hasta una pequeña biblioteca que le ayudó brindar asesoría jurídica a otros prisioneros, ya que pasaba gran parte del día leyendo algunos textos sobre la materia. Cárdenas en su libro, también menciona un pequeño negocio que montó, en el que vendía bolsitas hechas con estambre que le facilitaba un asistente de abogado amigo mismo que se encargaba de venderlas fuera del presidio.

La obra retrata el lustro de encierro que Gregorio Cárdenas vivió en la crujía dos y que terminó en 1952, cuando se nombró un nuevo director de la penitenciaría, quien realizara grandes cambios dentro de la prisión, entre ellos la reubicación de algunos presos como Goyo, quien fue trasladado a la crujía D, para los internos acusados de homicidio, misma que abandonaría al poco tiempo, ya que fue trasladado el pabellón siquiátrico de la institución, donde pasó los siguientes veintitrés años. La experiencia vivida durante ese periodo fue plasmada por Goyo en su segundo libro: Pabellón de Locos.

Andrés Ríos, autor de Memorias de un loco anormal, cita el segundo libro de Cárdenas Hernández como una obra en la que el celebre criminal plasma la transición del cambio de crujía, y la impresión que le generó el nuevo panorama fuera de la celda 16, narra como Goyo ingresa al pabellón siquiátrico de Lecumberri y que sus buenas relaciones con las autoridades del presidio le facilitaron la promoción como mayor de crujía, con la que contrajo grandes responsabilidades y beneficios.

Al ser el preso con mayor autoridad dentro del pabellón siquiátrico, Cárdenas era el encargado de asignar el trabajo de limpieza a los reclusos, autorizar el ingreso de mobiliario y comida a los reos.

Ríos Molina también menciona que en Pabellón de Locos, Goyo retrata haberse involucrado con la atención siquiátrica que recibían los reclusos de la prisión, ya que recibió instrucción para hacerlo por parte de un joven médico del presidio.

Durante su estancia en la penitenciaría, Cárdenas se casó y engendró a tres hijos, a los que mantenía gracias a las cuotas que le pagaban los reos al ser él quien administraba el pabellón, y a las ganancias que le generaba una tienda que instaló dentro de la penitenciaría.

El mayor de crujía, escribió un tercer libro, que comenzó a redactar dentro de prisión y terminó fuera de ella; este salió a la venta en el año de 1979 bajo el título de Adiós a Lecumberri.

Goyo Cárdenas pasó cerca de treinta años en prisión, sin embargo, tal condición no le impidió seguir vigente en la boca de la población mexicana que si bien ya no le nombraba con tanta frecuencia, le recordaba siempre que aparecía un nuevo criminal en la Ciudad de México; el estrangulador de Tacuba era un referente

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obligado de crueldad y locura. Dentro de la cárcel Goyo era sumamente reconocido, no solo por ser el famoso criminal de 1942 sino por la asesoría que proporcionó a muchos de los prisioneros, en el proceso de la obtención de su libertad.

Naturalmente al tener amplio conocimiento sobre procedimientos jurídicos, que le valieron para librar del encierro a varios reos; “Desde que Goyo se hizo mayor de crujía, no cejó en su lucha jurídica por obtener la libertad, Empero las apelaciones que el gestionaba no procedían porque su condición de enfermo mental lo inhabilitaba para ejercer dichas funciones.”11

4.2 ¡Libre, al fin!

El 8 de septiembre de 1976, después de veintiocho años de reclusión, Gregorio Cárdenas Hernández salió en libertad de la cárcel de Lecumberri con una incipiente calvicie, gruesos antojos y elegante traje.

Algunos autores afirman que la libertad de Goyo Cárdenas se debió a la intervención del entonces presidente de la república Luis Echeverría Álvarez, sin embargo se sabe que la libertad de tan famoso personaje se debe al trabajo del licenciado Salvador Salmerón Solano, quien trabajó arduamente en obtener la libertad de su afamado cliente.

Durante los últimos diez años que Cárdenas pasó en prisión, escribió varias cartas a numerosos abogados solicitando que le representaran en los tribunales como su defensa, sin embargo estos no querían involucrarse en un caso que se consideraba perdido. Salmerón Solano, aceptó la petición, con la finalidad de obtener gran prestigio al lograr la libertad del criminal, y se dispuso a trabajar muy de cerca con él y su familia.

El abogado defensor de Cárdenas solicitó al juez responsable que se reabriera el caso, argumentado que si la reclusión de su cliente se debía su cualidad de enfermo mental; en los últimos años no había dado muestras de locura alguna, y que por el contrario, destacó dentro de la penitenciaría por su comportamiento refinado y tranquilo. Adjuntó además un expediente con varías fotografías evidencia del trabajo que Goyo desempeñó dentro de Lecumberri, copias de los borradores de Celda 16 y Pabellón de Locos, y de un perfil sicológico de su cliente además la declaración de Gerarda Valdez de Cárdenas, esposa del prisionero quien exponía que su marido era un sujeto admirable y un padre ejemplar.12

Pese a la colección de documentos que Salmerón extendió a las autoridades, la solicitud fue rechazada, y varias posteriores tuvieron la misma respuesta.

11 Ríos Molina, Andrés, Memorias de un loco anormal, p. 12112 Ibidem, p. 122

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En el documental Goyo, producido por Ricardo Ham, se muestra que en consecuencia a las negativas, el abogado se valió de diferentes artilugios para inspirar compasión al juez responsable del caso, técnica que le funcionó, ya que este solicitó una nueva valoración siquiátrica del mentado Cárdenas Hernández.

Goyo, entonces fue analizado por un par de jóvenes médicos quienes a pesar de no encontrar alguna anomalía en su comportamiento, declararon que no podían asegurar que sus tendencias homicidas hubiesen desaparecido. Dicha sentencia generó la clausura del caso, mas el insistente abogado solicitó una segunda evaluación. Rafael Velasco Fernández fue el encargado de realizarla, y tras un minucioso análisis, dictaminó que el estrangulador de Tacuba carecía de cualquier enfermedad mental. Salvador Salmerón Solano, aprovechó tal diagnostico para solicitar al juez que aplicara a su cliente la pena máxima: treinta años de cárcel, los cuales ya había cumplido, además agregó que a los sesenta y dos años, Goyo carecía del apetito sexual que lo había llevado cometer sus crímenes. Ante estos argumentos, el juez primero en materia de lo penal solicitó la liberación inmediata de Gregorio Cárdenas.13

Así, el terrible monstruo de Tacuba tras treinta y cuatro 4 años de cautiverio, fue liberado con gran romería. A las puertas de la penitenciaria, familiares, amigos, y por su puesto una gran horda de periodistas le esperaban, Goyo salió de la cárcel como una celebridad, mas no como la temible que ingresó al presidio, sino como una admirable. Prueba de ello es una anécdota que se puede leer en el libro de Salmerón Solano; esta cuenta que en una ocasión su cliente se encontraba a bordo de un camión que le trasladaría a un penal al oriente de la ciudad, junto con otros presos, debido a la inminente clausura de la cárcel de Lecumberri; cuando el abogado llegó con una orden del juez en la que se suspendía provisionalmente el traslado de Cárdenas, quien tuvo que bajar del camión en medio de porras y aplausos producto de la gran algarabía que emitieron los excitados reos a bordo de este como muestra de la alegría que compartían al intuir Goyo pronto estaría en libertad.

Una vez en libertad, después de recibir catártico homenaje en la Cámara de Diputados, Gregorio Cárdenas realizó estudios de abogacía en la Universidad Nacional Autónoma de México, se tituló y dedicó el resto de sus años a litigar en un despachó que instaló cerca de Lecumberri.

Capítulo 5. Un ciudadano modelo…

Aristóteles en su obra: La Ética Nicomaquea define al ciudadano modelo como aquel que guía sus acciones en beneficio de la colectividad y no de intereses egoístas individuales, tratando de establecer que el bienestar común es parte del bienestar individual.

13 Goyo Cárdenas y los políticos mexicanos, Raúl Muñiz Torres, Alambre de Púas, Sábado, 12 de Junio de 2010

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El ciudadano modelo es reconocido por su labor colectiva y su conducta virtuosa, personajes como: Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Rigoberta Menchú o la beata Madre Teresa de Calcuta, han sido identificados con las cualidades y virtudes propias de este tipo individuos. En México, una larga lista de personajes ha sido merecedora de tan notable distinción, pero sin lugar a dudas, el sujeto a quien se ha acuñado este título, que más polémica ha generado, es: Gregorio Cárdenas Hernández, el estrangulador de Tacuba.

El más infame asesino mexicano sufrió una lenta metamorfosis; en un periodo treinta y cuatro años, el que una vez fue nombrado monstruo, se transformó un ciudadano ejemplar.

Días después de que Goyo Cárdenas abandonara la penitenciaría de Lecumberri, fue invitado con Salmerón Solano, a asistir a una sesión en la Cámara de Diputados, donde se presentaría un proyecto de ley que buscaba una reforma en materia carcelaria; A los distinguidos invitados se les asignó el palco de honor y tras la sesión, Mario Moya Palencia, entonces secretario de Gobernación, tomó la palabra y dijo ante los legisladores:14

A mí me es particularmente grato que hoy en esta sesión esté aquí acompañándonos un hombre que hace más de treinta años cometió varios delitos contra la sociedad, que se mantuvo hasta hace unos días en prisión; después de muchas vicisitudes que tuvo su proceso, después de haberse enfrentado con los problemas de las viejas ideas y también con las nuevas ideas regeneradoras de readaptación social, logró transformarse a sí mismo, readaptarse socialmente, rehizo su vida, terminó sus estudios de medicina (sic), hizo estudios de abogacía (sic), escribió varios libros, fundó y desarrolló una familia, y cuando al fin transformada su vivencia psicológica y establecido su equilibrio interno y social, la propia sociedad consideró que se había readaptado y que era hora de abrirle las puertas de la prisión, ha salido por ellas a hacer una nueva vida y reinstalarse en el servicio de su colectividad. Me da gusto que esté aquí entre nosotros: Gregorio Cárdenas Hernández. [Diario de Debates, 23 de septiembre 1976]

Tras estas palabras, los integrantes del Poder Legislativo, se levantaron de sus asientos y en el recinto rompió un estridente aplauso en honor a tan destacado personaje. Goyo Cárdenas era reconocido como un ciudadano modelo y ejemplo de readaptación social.

En 1976, Gregorio Cárdenas se consagró como un mexicano modelo. El estrangulador de Tacuba, que una vez infundiera miedo y repulsión, entonces se convirtió en un sujeto digno de admiración, reconocido por el poder legislativo mexicano. Cárdenas trascendió del morbo y las notas amarillistas, su nombre

14 Everard Meade, From Sex Strangler to Model Citizen: Mexico's Most Famous Murderer and the Defeat of the Death Penalty, pp. 323-377

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resonó en los oídos de la sociedad capitalina y quedó grabado en la memoria colectiva del mexicano.

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Capítulo 6. Fama y Fortuna

Es incuestionable la fama que ganó Gregorio Cárdenas Hernández, tras cegar la vida de María de los Ángeles González, Rosa Reyes, Raquel Martínez y Graciela Arias. También incuestionable es la fortuna con que la corrió este criminal después su aprehensión: Las historias de los asesinos seriales que impactan en la opinión pública, tienen por lo general un desenlace similar: son condenados a muerte, o a

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cadena perpetua –según la legislación- […] Sin embargo la historia de Goyo no concluyó con su captura; mas bien se abrió un nuevo capitulo en su vida.15

Producto del impacto que tuvo la exposición mediática de los asesinatos cometidos por Gregorio Cárdenas, la fama de este personaje trascendió de la nota roja, y quedó plasmada en grandes industrias. En la década de 1950, Editorial Monclova, en el segundo número de su Selección Policíaca, publicó una historieta que narraba los crímenes del famoso Goyo Cárdenas, quien también escribiera su propia tira cómica bajo el título: Las historias más estrujantes. Lecumberri, publicación semanal, en la que retrataba las historias de vida y delitos de algunos criminales que fueran sus compañeros en prisión.

En el arte histriónico; Víctor Hugo Rascón Banda montó en 1992, la obra teatral Mar del Norte que retrataba la odisea del chacal de Tacuba, y a cuyo estreno asistió el licenciado Cárdenas, quien molesto al ver la puesta en escena, amenazó con demandar a director ya que no estaba de acuerdo con el enfoque que se dio a la representación a pesar de que el guion se apegaba completamente a los expedientes policíacos.16

En la pantalla grande, filmes como El hombre sin rostro (1950) y El profeta Mimi (1973), reflejan el impacto que generó Cárdenas Hernández en la industria cinematográfica, ambos largometrajes son protagonizados por sujetos que asesinan mujeres tras episodios de psicopatía, tal como se dijo lo hacía el temible estrangulador de Tacuba. La película Santa Sangre (1989), dirigida por el artista Alejandro Jodoroswky, también retoma algunos aspectos sobresalientes del caso Gregorio Cárdenas. Fénix, el personaje principal del filme, asesina mujeres a quienes sepulta en el jardín de su casa, obedeciendo órdenes de su occisa madre, además este personaje tiene su propio laboratorio, en el que trabaja buscando una poción que le permita conseguir la invisibilidad. Esta producción tiene una relación más sutil, pero evidente con el mito Gregorio Cárdenas; el protagonista es un asesino de mujeres quien delinque por la memoria perturbada de una mujer y además tiene un laboratorio personal en el que trabaja en experimentos un tanto descabellados, como se dijo que Goyo lo hacía en su laboratorio en la casa de la calle Mar del Norte al intentar reanimar los cuerpos de sus victimas.

Además de los mencionados largometrajes, salieron a la venta: Bigamia y Un minuto de amor, un par de películas pornográficas que utilizaron el nombre y figura de Gregorio Cárdenas para popularizarse entre el público.

Goyo Cárdenas además explotó una faceta como artista durante su reclusión en La Castañeda y la cárcel de Lecumberri, donde dedicó gran parte de su tiempo a pintar numerosos cuadros bajo la técnica del óleo, mismos que una vez en libertad vendió rápidamente en una exposición que fue montada en la Ciudad de México.

15 Ríos Molina, Andrés, Memorias de un loco anormal, pp. 95-9616 Ham Ricardo, México y sus asesinos seriales, p. 104

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Las piezas artísticas que Gregorio Cárdenas Hernández inspiró y las disciplinas en las que incursionó son parte y muestra del legado cultural que dejó el mito construido por los medios de comunicación, que más allá de los anales de historia del siglo XX y los expedientes policíacos, forma parte de la cultura popular de una nación.

6.1 El estrangulador de Tacuba hoy

Para conocer el impacto que generó Goyo Cárdenas en la sociedad mexicana del siglo XX, es necesario advertir la presencia de tan famoso criminal en la actualidad.

El estrangulador de Tacuba, hoy es el apelativo de un asesino serial, sin embargo pocos saben que este fue Gregorio Cárdenas Hernández. Quienes conocen su historia reconocen que fue el criminal más polémico de los mexicanos y cuestionan su transformación en un ciudadano modelo. Su amplia odisea institucional, el reconocimiento que le brindó el Poder Legislativo y un gran legado cultural, hacen de él un mito cuya figura ronda por los recovecos de la historia mexicana.

Goyo es un hijo del México referente obligado en notas periodísticas sobre asesinos seriales, una búsqueda en Google, de 58,000 resultados y protagonista de numerosas investigaciones, “pero pese a su indudable huella en la memoria colectiva, no hay mención de él en ningún libro de historia oficial ni en las historias culturales del siglo XX escritas por académicos.”17

17 Ríos Molina, Andrés, Memorias de un loco anormal, p. 17

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Conclusión: El asesino que se convirtió en un producto cultural

¿En qué mentalidad yace nuestro carácter? Si las puntadas que unen el tejido de nuestra alma se marchitan y caen en pedazos ¿Puede alguien

decir con absoluta certeza, que Goyo Cárdenas una vez dotado con nobles virtudes, podría repentinamente convertirse en un monstruo tan seductor

que hasta su propia sombra se encogía de miedo?...[Une Annonce, William Control]

El más infame asesino serial mexicano, fue un personaje a quien se atribuyó una gran representación simbólica. Su figura se convirtió en un producto cultural, y referente obligado de la memoria colectiva.

El producto cultural, híbrido entre cultura y entretenimiento, suele incorporar una serie de componentes inmateriales, ideas, valores o afectos que interpelan al conocimiento de quienes se hallan implicados en su producción y consumo.18 El México del siglo XX, simbolizó en Gregorio Cárdenas Hernández, los valores y temores de la sociedad y transfiguró su imagen de hombre a la de un monstruo que horrorizó y entretuvo.

La consagración de este personaje como producto cultural, fue sin lugar a dudas resultado de la exposición mediática que tuvo su hazaña. El estrangulador de Tacuba, fue obra de los medios de comunicación que simbolizaron en él crimen y locura, temibles amenazas para la racionalidad de un pueblo en acelerado crecimiento.

Goyo Cárdenas, como símbolo, representó un producto cultural polimorfo, que fue interpretado de múltiples maneras, según la época y el grupo social que le observó. Para la sociedad mexicana de los años 40, Cárdenas representó al monstruo del siglo que albergaba los miedos y frustraciones colectivos, fue para el gremio psiquiátrico y las autoridades policiales, de la misma época un criminal enigmático que amenazaba en bienestar común. Años más tarde, Goyo representó al ciudadano modelo, ejemplo de readaptación social y prueba del regenerador sistema penitenciario mexicano. Hoy el estrangulador de Tacuba es la figura de un asesino que se convirtió en un producto cultural.

Histeria colectiva, fue el resultado del impacto generado por el tan temible estrangulador de Tacuba en la sociedad mexicana que le vio crecer como un monstruo y le transformó en un ciudadano modelo que logró adentrarse en los recovecos de la memoria colectiva. La sed de consumo que tuvo el pueblo hacía este personaje, las morbosas descripciones que realizó la prensa de sus crímenes, y una amplia odisea institucional, fueron los elementos que evidenciaron la histeria a la que sucumbió el pueblo.

18 Luengo Cruz, María, El producto cultural: claves epistemológicas de su estudio, p 324

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Bibliografía.

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Luengo Cruz, María (2008), El producto cultural: claves epistemológicas para su estudio, Madrid, ZER.

Meade, Everard, (2010), From sex strangler to model citizen: Mexico’s most famous murderer and the defeat of the death penality, California, University of California Press.

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Hemerografía

Los famosos del ‘Palacio Negro’, Claudia Bolaños, El Universal, lunes 02 de octubre de 2006.

Goyo Cárdenas y los políticos mexicanos, Raúl Muñiz Torres, Alambre de Púas, Sábado, 12 de Junio de 2010.

Morbosamente admiran unas nenas al monstruo, Anónimo, El Universal, miércoles 09 de septiembre de 1942.

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