El gobierno de lo posible economía social y solidaria

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    Revista Mexicana de Ciencias Polticas y SocialesUniversidad Nacional Autnoma de MxicoNueva poca, Ao LXI, nm. 227 mayo-agosto de 2016 pp. 325-348ISSN-0185-1918

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    Doctora en Antropologa Social, especialista en filosofa poltica, Instituto de Investigacin Gino Germani, Uni-versidad de Buenos Aires (Argentina). Investigadora . Sus lneas de investigacin son: desarrollo local yeconoma social y solidaria, relaciones entre Estado, sociedad y mercado en el marco de la racionalidad del gobiernoneoliberal. Entre sus ltimas publicaciones destacan: Crtica a las ideas de dignidad y autonoma en la EconomaSocial: ficciones del mandato de ser digno de ser feliz (2011); Desarrollo o concentracin de la riqueza? El caso de lafruticultura en el Alto Valle de Ro Negro. Una mirada desde la antropologa econmica, en colaboracin con LilianaLandaburu (2013) y El trgico sentimiento de esperanza. Consideraciones acerca de la economa social y solidaria(2013). Correo electrnico: [email protected]

    El gobierno de lo posibleEconoma social y solidaria, sujetos y poder

    Te Government of PossibleSocial and Solidary Economy, Subject and Power

    Susana Presta

    Recibido el 13 de mayo de 2014Aceptado el 6 de enero de 2015

    RESUMEN

    Las transformaciones sufridas en los procesos

    socioeconmicos de las ltimas dcadas han

    acrecentado la emergencia de iniciativas en-

    marcadas en la economa social y solidaria que

    abren nuevos campos problemticos respecto

    de las formas de naturalizacin presentes en la

    llamada nueva cuestin social: el nfasis pues-

    to sobre los sentimientos y pasiones humanas ylas transformaciones en las relaciones de poder.

    Nuestra hiptesis radica en la transformacin

    de las formas de gobierno de la fuerza de tra-

    bajo que apunta al gobierno de la potencialidad

    de las relaciones sociales que denominaremos

    como el gobierno de lo posible. Lo social

    es constituido como mbito de construccin

    de nuevos lazos locales en un medio regulado

    por la desigualdad y la competencia. Nuestro

    ABSTRACT

    Te changes in the socio-economic processes

    in recent decades have increased various ini-

    tiatives within the social and solidary economy

    that open up new problematic areas regarding

    to the naturalization forms present in the new

    social issue: the emphasis on feelings and hu-

    man passions and changes in power relations.

    Our hypothesis lies in the transformation of theforms of workforce government pointing to the

    government of the potential of social relations,

    which we will call the government of possible.

    Social is constituted as an area to build new

    local relationships in an environment governed

    by inequality and competition. Our fieldwork in

    an initiative framed in the social economy, allow

    us to build some theoretical and philosophical

    critical reections in relation to the changes in

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    trabajo de campo, realizado en un empren-

    dimiento enmarcado en la economa social y

    solidaria, nos permiti construir algunas re-exiones terico-filosficas crticas en relacin

    con las transformaciones en las formas de go-

    bierno de la fuerza de trabajo. En este sentido,

    analizamos algunos antecedentes de la idea de

    deseo desde la filosofa de Spinoza y las resig-

    nificaciones en la eora de la Accin Humana,

    de von Mises, en el marco de la racionalidad de

    gobierno neoliberal.

    Palabras clave: economa social y solidaria;

    racionalidad de gobierno neoliberal; gobierno

    de lo posible; gobierno de la fuerza de trabajo;

    desigualdad.

    the forms of workforce government. In this sen-

    se, we will analyze some background on the idea

    of desire from the philosophy of Spinoza, andresignifications in the Teory of Human Action,

    by von Mises, in the context of neoliberal ratio-

    nality of government.

    Keywords:social and solidary economy; neoli-

    beral rationality of government; government of

    possible; workforce government; inequality.

    Introduccin

    Las sucesivas crisis econmicas y sociales de las ltimas dcadas han dado cuenta de laexistencia de lo que Coronil (2003) ha denominado imperialismo global, que implica

    un reordenamiento y una redefinicin de las unidades geohistricas bsicas del imperia-

    lismo moderno en trminos que expresan un creciente predominio del mercado global

    sobre los Estados nacionales. Desde el siglo , estas unidades se han constituido me-

    diante cambiantes relaciones entre Estados y mercados. Lo que distingue al imperialismo

    global es que, por primera vez, el mercado mundial ejerce un papel dominante sobre los

    Estados en su conjunto, condicionando sus funciones y determinando la formacin de

    identidades colectivas dentro y fuera de sus fronteras (Coronil, 2003: 21). En este sen-

    tido, si en los imperialismos colonial y nacional el predominio de los Estados generque la territorialidad se transformara en fundamento definitorio de unidades geopol-

    ticas bsicas, en el imperialismo global, el predominio del mercado mundial mediado

    por instituciones estatales y transnacionales, incluyendo empresas econmicas, organi-

    zaciones no gubernamentales y comunidades de expertos genera que la territorialidad

    exprese ms bien la cambiante estructura del mercado a escala mundial. Lejos de descar-

    tarlos, el imperialismo global se apoya en los Estados metropolitanos; la globalizacin

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    del mercado va unida no a la desaparicin, sino a la redefinicin del Estado y de sus re-

    laciones con la economa.1

    En muchos aspectos, esto ltimo se ha constatado en la crisis del sistema financiero glo-bal de 2008, que profundiz el desempleo, la desigualdad social y la precariedad de la vida.

    No obstante, tambin ha dado lugar a renovados cuestionamientos en relacin con las l-

    gicas impuestas por el sistema capitalista. En este sentido, la economa social y solidaria

    adquiere una especial relevancia en tanto posibilidad de proyectos de vida alternativos,

    o bien, por ejemplo, el planteo de lazos solidarios como fundamento de una economade la vida, en la cualel criterio bsico son las necesidades y la reproduccin de la vida(Hikelammert y Mora, 2009).

    [La economa social y solidaria] Se trata de una corriente de pensamiento y accin que tienemuchas vertientes histricas y en general, pero no siempre, se ubica como parte de la crtica no

    funcional del contexto social y econmico contemporneo. La corriente a la que nos adscribi-

    mos conceptualiza el problema econmico () como el de lograr un sistema de instituciones

    que orienten las prcticas de produccin, distribucin, circulacin y consumo de modo que

    se asegure el sustento de todos, lo que equivale a la eliminacin de la pobreza y sus causas

    (Coraggio, 2013: 3).

    Jos Luis Coraggio sostiene que la economa social y solidaria no propone prescindir del

    mercado como mecanismo de coordinacin del complejo sistema econmico, pero tratade institucionalizar una economa conmercado, no demercado (Ibdem., 2013: 7). Estoltimo, resultara en una mayor cohesin social y la institucionalizacin de otra racionali-

    dad, no eliminando pero s subordinando la racionalidad instrumental.

    al como seala Maran-Pimentel (2012: 45), es necesario pensar a la economa so-

    lidaria considerando el poder como relacin de dominacin/explotacin/conicto, dentro

    de un espacio social mayor. Se trata de la voz y la presencia de nuevas formas de vida ba-

    sadas en la reciprocidad/solidaridad, el respeto a la naturaleza y el autogobierno, tal como

    se evidencia en los movimientos indgenas, especialmente, ecuatorianos y bolivianos (Ma-

    ran-Pimentel, 2012). Por consiguiente, la economa solidaria y las prcticas del BuenVivir abren posibilidades que cuestionan las nociones hegemnicas del desarrollo que sos-

    tienen la unicidad, homogeneidad y unilinealidad evolutiva del mundo (Esteva, 2000: 70).

    1 Quijano (2000) plantea la constitucin de un Bloque Imperial Mundial (integrado por los modernos Estados-na-cin del centro del sistema mundial, entidades intergubernamentales y privadas como el Banco Mundial, elFondo Monetario Internacional, el Club de Pars y el Banco Interamericano de Desarrollo, entre las principales) y lades-democratizacin y desnacionalizacin de los Estados dependientes y su conversin progresiva en agencias pol-tico-administrativas del capital financiero mundial y del bloque imperial mundial, lo cual expresa la reconcentracindel control mundial de la autoridad pblica y la reprivatizacin local de esta.

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    Sin embargo, no podemos desconocer que existen contradicciones que, muchas ve-

    ces, erosionan el sentido emancipador de la economa social y solidaria, especialmente en

    aquellos emprendimientos con una fuerte vinculacin con el mercado. Nuestro anlisis seacerca, entonces, al siguiente planteo:

    [] el trabajo estable, heredero de la fase taylorista-fordista, est siendo sustituido por variados y

    diversificados modos de informalidad, de los que son ejemplo el trabajo atpico, los trabajos ter-

    cerizados, el cooperativismo, el emprendedurismo, el trabajo voluntario, etctera. Estanueva

    morfologa del trabajo[] ha ido ampliando el universo de trabajo invisibilizado, al tiempo que

    ha potenciado mecanismos generadores de valor (aunque bajo la apariencia del no-valor) ha-

    ciendo uso de nuevos y viejos mecanismos de intensificacin -cuando no de autoexplotacin

    del trabajo-(Antunes, 2013: 251).

    Las transformaciones en los procesos socioeconmicos de las ltimas dcadas y las suce-

    sivas crisis han suscitado nuevos planteos en torno a la cuestin social (Murillo, 2006;

    Rose, 2007; Giavedoni, 2012). En el pasado, esta daba cuenta de una fractura entre el modelo

    contractualista del derecho tal como fue establecido a fines del siglo y la situacin de

    desigualdad histrica concreta. Nace como una carencia que debe ser borrada y, para esto,

    las poblaciones y los individuos que las componen deban ser observados, estudiados, orde-

    nados y conducidos por la persuasin ms que por la violencia (Murillo, 2006). Entonces,

    la resolucin de la cuestin social supuso la construccin de un tejido llamado lo social,contenedor y reparador de las diferencias. En esta articulacin, fue central la construccin

    del lazo social basado en la estructuracin de lazos morales. Esto pudo establecer relacio-

    nes de poder asumidas como lazos sociales naturales (Murillo, 2006).

    Sin embargo, se produce un pasaje de la vieja cuestin social de fines del siglo y

    comienzos del siglo que atenda a la situacin de la clase obrera, a la nueva cuestin

    social de fines del siglo y comienzos del siglo que refiere a la lucha contra la po-

    breza. En este sentido, los trabajadores se transforman en pobres, lo cual no es solo un

    dato estructural, sino que remite a la construccin discursiva de una problemtica con im-

    plicaciones tericas y polticas (Giavedoni, 2012).La ontologizacin de la pobreza (Giavedoni, 2012: 44) supone un corrimiento de la

    contradiccin entre capital y trabajo. Es en esta clave que resulta central analizar este viraje

    en torno a la cuestin social en relacin con los procesos socioeconmicos y las racio-

    nalidades de las prcticas de gobierno.2Por consiguiente, consideramos que el anlisis del

    2 Entendemos por racionalidades de gobierno aquellas estrategias de gobierno y construccin de las poblacionessegn se van delineando a partir de prcticas discursivas y extradiscursivas-aunque sean pensadas conscientementedesde diversos dispositivos-que se van configurando en un relleno estratgico que, en los hechos, va ms all de lasdecisiones conscientes de los individuos (Foucault, 2006 y 2007).

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    dispositivo3de la llamada economa social y solidaria, resulta una dimensin relevante

    para comprender dicho viraje.

    En virtud de lo anterior, el presente artculo se centra en nuestro trabajo de camporealizado en una cadena de valor textil artesanal4que se extiende a lo largo del Valle de

    Punilla, Crdoba, Argentina. Nuestro trabajo de campo, desarrollado desde el ao 2009,

    se centr en entrevistas semiestructuradas, observaciones y recopilacin, y anlisis de

    documentos pertenecientes al emprendimiento. La cadena naci sustentada en los fun-

    damentos de la economa social y solidaria, puesto que sus prcticas remiten a un sistema

    tico (colectivamente construido) que resalta el compromiso, el cuidado del medioam-

    biente, el precio justo de los productos, la tolerancia, la horizontalidad y los lazos de

    solidaridad y reciprocidad.

    En un alto porcentaje, la economa de la zona est ligada a la actividad turstica de carc-ter estacional, modalidad que ha sufrido altibajos en los ltimos aos. El circuito econmico

    asociado est compuesto, principalmente, por actividades comerciales y de servicios (96%),

    las cuales tambin presentan una importante disminucin en el ltimo tiempo. De modo

    que la poblacin no cuenta con ingresos significativos que posibiliten mantener una eco-

    noma estable durante el resto de la temporada baja. Sumado a esto, actualmente no existe

    en la localidad un sector industrial.

    Desde el ao 2003, se encuentra en funcionamiento la Cadena de Valor extil Ar-

    tesanal, llevada a cabo en el Valle de Punilla, Crdoba (Argentina), en el marco de una

    experiencia asociativa implementada por el trabajo conjunto entre Unidades de Extensindel Instituto Nacional de ecnologa Industrial () y del Instituto Nacional de ecnolo-

    ga Agropecuaria () Cruz del Eje, Crdoba. El objetivo de la experiencia consiste en

    articular la produccin ovina con el hilado de la lana y la confeccin de prendas tejidas.

    Esta experiencia forma parte de las actividades de extensin del en economa social

    y tiene como propsito ofrecer una fuente de trabajo a partir de una tarea artesanal y un

    oficio ancestral que abarca a ciento veinte trabajadoras y trabajadores, a partir del desa-

    rrollo econmico local.

    Respecto a la caracterizacin del caso elegido, nos resta desarrollar la forma de organiza-

    cin de los procesos de trabajo. Segn tcnicos del , al principio el objetivo fue facilitarla organizacin social de unidades productivas de subsistencia en una cadena de valor para

    producir textiles artesanales (fibras textiles, hilados y ropa), imitando la figura de fbrica

    3 Undispositivoes un conjunto de elementos heterogneos que comprenden discursos, instituciones, leyes, medidasadministrativas, proposiciones filosficas, morales, filantrpicas, entre otros. Los elementos del dispositivo pertene-cen tanto a lo dicho como a lo no dicho. Por consiguiente, el dispositivo es la red que puede establecerse entre estoselementos heterogneos. Asimismo, puede permitir justificar y ocultar una prctica o darle acceso a un campo nuevode racionalidad (Foucault, 1984).4 Vanse: Presta (2009a) y Martnez (2011).

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    a cielo abierto que apela a recuperar conductas de organizacin basadas en la solidaridad

    y la ayuda mutua, sin perder de vista la eficiencia de los resultados econmicos. Asimismo,

    el proyecto se puso en prctica en una zona poco industrializada y con escasas oportuni-dades de empleo. Por tal razn, la prioridad fue aliviar la pobreza, reconstituyendo una

    actividad arraigada como la textil, con capacidad para que las mujeres (y hombres, en me-

    nor porcentaje) complementen los ingresos de sus hogares.

    Nuestra hiptesis radica en la transformacin de las formas de gobierno de la fuerza de

    trabajo que apunta al gobierno de la potencialidad de las relaciones sociales. Lo social es

    constituido como mbito de construccin de nuevos lazos locales en un medio regulado por

    la desigualdad y la competencia (mxima explotacin de las capacidades de los sujetos para

    configurar la construccin de las relaciones sociales y, por ende, generar nuevas formas de

    gobierno de la fuerza de trabajo). Cuando hablamos de gobierno de la fuerza de trabajo nosreferimos al modo en que las transformaciones en los procesos de acumulacin de capital

    dinamizan, de manera conictiva, diversas formas de reencauzar y subordinar heterog-

    neas formas de trabajo bajo su control, al tiempo que se relaciona con (re)configuraciones

    de los procesos de subjetivacin que construyen al sujeto/trabajador.

    Una segunda hiptesis que se deriva de esto ltimo, refiere a la relacin entre las for-

    mas de regulacin y autorregulacin de los afectos en el caso estudiado y la construccin

    de una forma de gobierno de lo posible, anclada en el gobierno del poder/ser de los sujetos

    que participan del emprendimiento.

    De lo anterior se desprenden dos objetivos especficos para nuestro anlisis. En primerlugar, estableceremos algunas reexiones terico filosficas en relacin con los anteceden-

    tes de las ideas de placer, dolor y deseo, desde los aportes de la filosofa de Spinoza, las

    resignificaciones que realiza von Mises (Escuela austraca) en su teora de la accin humana,

    hasta acercarnos a una posible conceptualizacin del deseo orientada a nuestro estudio

    de la economa social y solidaria. Consideramos que entablar esta discusin nos permite

    ahondar en los postulados de la racionalidad de gobierno neoliberal y establecer relaciones

    que han sido disparadas, desde un primer momento, por nuestra experiencia de trabajo de

    campo. En cierta medida, la forma de subjetividad construida desde la economa social y

    solidaria entrara en conicto con la reduccin del conatus spinoziano a la mera conductamaximizadora que se desprende de la lectura de von Mises.En segundo lugar, relacionaremos las consideraciones terico filosficas con nuestro

    trabajo de campo de manera tal que podamos complejizar y profundizar en las formas de

    construccin de subjetividad y las contradicciones que la atraviesan. Ambos objetivos nos

    permitirn argumentar en relacin con las hiptesis planteadas. Nuestra decisin de co-

    menzar por las reexiones terico filosficas tiene como intencin una presentacin ms

    ordenada de las relaciones entre la teora y nuestra prctica antropolgica.

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    Consideraciones en torno a la teora de la accin humanay la lectura de von Mises sobre Spinoza

    Montag (2007) sostiene que Spinoza ha sido una inuencia para diversos autores, entre ellos

    Mandeville y von Mises. La fuente de inspiracin de autores como von Mises fue el des-

    plazamiento que Spinoza propone desde la condena moralista de los afectos y pasiones al

    proyecto de comprenderlos como parte necesaria de la naturaleza, lo cual posibilitaba juz-

    garlos por sus efectos y no de acuerdo con prejuicios teolgicos (Montag, 2007: 56). Esto

    ltimo fue el puntapi inicial para una posterior sacralizacin del esfuerzo por perseverar

    en el ser: somos conducidos por la naturaleza y por nuestra naturaleza a elegir lo bueno

    antes que lo malo, a elegir lo til antes que lo daino (Ibd., 2007: 56). Acordamos con el

    autor que no podemos reducir el conatus-la tendencia a perseverar en el ser-de Spinoza,al modelo del homo economicus. No se trata de una maximizacin de la relacin medios/fines o costo/beneficio, las alternativas no se basan en el clculo racional individual sino

    que se trata de alternativas ticas.

    En su libro tica demostrada segn el orden geomtrico [1677],Spinoza (2004)sostieneque nos esforzamos en promover que suceda todo aquello que imaginamos conduce a la ale-

    gra y, al contrario, nos esforzamos en destruir lo que imaginamos conduce a la tristeza. De

    modo tal que lo bueno es lo que sabemos con certeza que nos es til (Spinoza, 2004: 213).

    anto el deseo como el apetito5estn determinados a obrar sobre aquellas cosas que

    sirven para su conservacin. De all que esto implique un constante esfuerzo por perseve-rar en el ser. Por esfuerzo entiende el deseo, luego, el deseo refiere tambin a nosotros en

    cuanto entendemos, es decir, en cuanto obramos.

    Segn Spinoza, el deseo es la esencia del hombre, no la razn. La razn, adems de

    definirse por las ideas es, asimismo, un conjunto de afectos (Deleuze, 2006). No obstante,

    la gua de la razn convierte la pasin en deseo y, por ende, el deseo es accin en potencia.

    Segn la gua de la razn, entre dos bienes, escogeremos el mayor, y entre dos males, esco-

    geremos el menor. Asimismo, apeteceremos un mal menor presente que sea causa de un

    bien mayor futuro. En este sentido, los seres humanos siempre actan con vistas a un fin,

    con vistas a la utilidad que apetecen, de lo que resulta que solo anhelan saber las causas fi-nales de las cosas que se llevan a cabo (Spinoza, 2004: 76). Sin embargo, no existe un fin

    prefijado y todas las causas finales son ficciones humanas. La sustancia infinita que es Dios

    -la Naturaleza-no existe para ningn fin ni tampoco obra con vistas a fin alguno; lo que

    suele llamarse causa final no es otra cosa que el apetito humano mismo.

    5 Por afecto entiende las afecciones del cuerpo por las cuales aumenta o disminuye, es favorecida o perjudicada lapotencia de obrar de ese mismo cuerpo, y entiende, al mismo tiempo, las ideas de esas afecciones. Por apetito entiendeel fin por el cual hacemos algo. El deseo es el apetito acompaado de la conciencia del mismo (Spinoza 2004, 144).

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    odo lo que es, o es en s, o en otra cosa -lo que es en s, es la sustancia infinita, o sea,

    Dios, todas las cosas son en Dios-. Los modos no pueden concebirse sin una sustancia; en

    este sentido, el hombre es un modo de ser de la sustancia infinita.Resulta relevante, desde la perspectiva de Deleuze (2006) sobre Spinoza, que este se

    referir siempre a la tica. La esencia nunca es la del ser humano. La esencia es una deter-

    minacin singular. Cuando Spinoza habla de esencia, lo que le importa es la existencia y el

    existente, o sea todo lo que puede relacionarse con el ser en cuanto de la existencia, y no

    en cuanto la esencia (Deleuze, 2006: 47). Por consiguiente, Spinoza define al hombre por

    lo quepuede, cuerpo y alma.6Un cuerpo debe ser definido por el conjunto de relacionesque lo componen, o sea, por su poder de ser afectado (Deleuze, 2006: 179), y esa capacidad

    vara segn las culturas, segn las sociedades, es decir, cabe notar la importancia de la di-

    mensin histrica del anlisis.Segn von Mises (1986), el ser humano es capaz de domear incluso aquellos impulsos

    que de modo ms perentorio exigen atencin. Puede vencer sus instintos, emociones y ape-

    tencias, racionalizando su conducta. Consideramos que se refiere a Spinoza cuando sostiene

    que hubo siempre gentes deseosas de llegar a desentraar la causa primaria, la fuente y ori-

    gen de cuanto existe, el impulso engendrador de los cambios que acontecen; la sustancia

    que todo lo crea y que es causa de s misma. Pero, segn von Mises, la ciencia, en cambio,

    nunca aspir a tanto, consciente de la limitacin de la mente humana7(von Mises, 1986: 43).

    6 La potencia no es lo que quiero. Por definicin, es lo que tengo. engo tal o cual potencia y eso es lo que me sita enla escala cuantitativa de los seres. Hacer de la potencia objeto de la voluntad es un contrasentido, pues es justamentelo contrario: es segn la potencia que quiero esto o aquello (Deleuze, 2006: 50).7 En los campos donde prevalece la complejidad esencial organizada no se puede esperar adquirir todo el conoci-miento que permitir el dominio de los acontecimientos. Von Mises, en la misma lnea que Hayek (1981), consideraque la capacidad intuitiva de nuestros sentidos para el reconocimiento de modelos es limitada. Debemos primeroinventar el modelo para que podamos descubrir su presencia en el fenmeno. Es por tal motivo que su inters radicaen la repeticin de modelos abstractos. El entendimiento puede tan solo anticipar la forma de la experiencia posibley, al no poder ser objeto de experiencia, no puede nunca sobrepujar los lmites de la sensibilidad en la cual solo losobjetos nos son dados (Kant, 2010: 246). Las imgenes sensibles, en tanto que son pensadas como objetos segn launidad de las categoras, se llamanfenmenos(mundo de los sentidos). Las cosas que son simplemente objetos delentendimiento y no obstante pueden ser dadas a una intuicin, sin poder ser dadas a la intuicin sensible, se llamaran

    nomenos (mundo del entendimiento).No significa el conocimiento determinado de una cosa cualquiera sino elpensamiento de algo en general, donde hago abstraccin de toda forma de intuicin sensible. Por consiguiente, refierea la cosa en s. Esto ltimo, consideramos resulta central para dar cuenta del pensamiento de Hayek. Podemos pensarque su explicacin en principio solo describe el carcter general de generalidades de un nivel superior, es decir, solodescribe un modelo general cuyo detalle jams podremos completar; implica el carcter incompleto de la experienciay el nico conocimiento posible es aquel que refiere a las cosas en general. Si consideremos el anlisis de los procesosde mercado, eje central en la escuela austraca, dada su infinitud, la experiencia sensible es incapaz de aprehenderla totalidad de comportamientos y relaciones de los individuos, por lo cual el investigador solo elige y extrae ciertoshechos que, luego, se trasforman en informacin-pero siempre de carcter parcial-. De all la necesidad de modelosabstractos, concebidos con anterioridad a la experiencia, pero en vista de la experiencia, los cuales no se encierranen los lmites de la experiencia puesto que refieren a un conocimiento del que todo conocimiento emprico es nica-mente una parte. El entendimiento limita a la sensibilidad para que no pretenda aplicarse a cosas en s, sino solo a los

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    La ponderacin de la satisfaccin personal solo es posible mediante individualizados

    juicios de valoracin(Ibd., 1986: 40). La praxeologa no se interesa por los objetivos lti-

    mos de las acciones humanas, solo le interesan los medios. El trmino felicidad posee unuso formal en von Mises, porque no se puede saber, concretamente, qu habr de hacer al

    individuo ms feliz. En este punto, podramos decir que se aleja del estoicismo, puesto que

    en dicha filosofa la virtud es causa de la felicidad. La virtud poco importa a von Mises, no

    interesa si los individuos son egostas o altruistas, solo importa el uso racional de los me-

    dios a su disposicin para llevar a cabo una determinada accin. Ahora bien, podramos

    decir que le interesa la capacidad de afectacin de un cuerpo (desde Spinoza), pero solo en

    trminos de la capacidad de un clculo individual de costo/beneficio basado en una valo-

    racin subjetiva de lo bueno y lo malo.

    En von Mises, la accin constituye la esencia del ser humano; el medio de protegersu vida y de elevarse por encima del nivel de los animales y las plantas. El deseo de vi-

    vir, de salvaguardar la existencia y de sacar partido de toda oportunidad para vigorizar

    las propias fuerzas vitales constituye un rasgo caracterstico de cualquier forma de ser vi-

    viente (Ibd., 1986: 46). El fin de todo deseo ser, en definitiva, mejorar las condiciones

    fenmenos. Concibe a un objeto en s pero solo como un objeto trascendental que es causa del fenmeno y, por ende,no es en s mismo el fenmeno (Kant, 2010). Podramos llamar a este objeto nomeno pero solo para indicar el lmitede nuestro conocimiento sensible. Consideremos, a modo de ejemplo, que para Hayek (1982), el orden del mercadono descansa en propsitos comunes sino en la reciprocidad, es decir, en la reconciliacin de propsitos diferentes para

    el beneficio mutuo de los participantes.Esto requiere de una conducta justa, ms all del propsito de las relacionescon otros hombres con distintos fines concretos o distintos valores. Las reglas abstractasde conducta justa debenexigir a los ciudadanos que contribuyan con arreglo a principios uniformes (Hayek, 1982: 185). Se trata, por ende, dela configuracin de los comportamientos en relacin con determinadosprincipios uniformes,yque hacen a las reglasde conducta justa y no implican lo que positivamente deben hacer los sujetos, sino que indican lo que no deben hacer(Hayek, 1982: 188). Su carcter negativo radica en la prohibicin de toda intromisin en el dominio protegido de otrosindividuos (propiedad privada). Se trata, entonces, de reglas formales independientes del propsito, motivo por elcual Hayek (1982) sostiene que dichas reglas abstractas de conducta son las nicas que pueden pasar la prueba delimperativo categrico kantiano, y prueba que consiste en la compatibilidad o no contradictoriedad de todo el siste-ma de reglas, no en sentido lgico, sino en que el sistema de acciones que las reglas permiten no conduzca al conicto(Hayek, 1982: 189). Estas reglas abstractas se transforman, as, en un mandato necesario y universal. Precisamente,segn Kant (1964), como seres racionales pertenecemos al mundo del entendimiento bajo leyes, independientes de

    la naturaleza, que no se fundan empricamente sino en la razn. La independencia de las causas determinantes delmundo sensible (leyes naturales) es libertad, unida al concepto de autonoma y este al principio general de moralidad.Para Kant no cabe un conocimiento de la realidad noumnica (que no puede ser contada entre las posibilidades perono debe por ello ser dada como imposible), pero es posible acceder a dicha realidad mediante la experiencia moral.En tanto que seres sujetos al mundo sensible y, por lo tanto no libres, tenemos que pensarnos tambin como libressi queremos aceptar la posibilidad de una conducta sometida a imperativos categricos. De este modo, podramospensar que el mercado es concebido en trminos de una cosa en s, de una realidad noumnica, sobre la cual solopodremos producir un conocimiento general y a la cual solo podremos acceder, solo muy parcialmente, mediantenuestro sometimiento a imperativos categricos que implican un sistema de reglas abstractas que determinan nuestrocomportamiento (y as la importancia capital de los conceptos de libertad y autonoma en Hayek). Si bien Hayek nopuede desembarazarse de la historia, la subsume en un determinismo del mercado y, paradjicamente, el sujeto socialqueda solapado bajo un individuo ahistrico.

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    materiales individuales. La accin mancomunada solo tiene como fin aumentar la produc-

    tividad (dada la innata desigualdad de la capacidad de los hombres para realizar trabajos

    especficos). Para von Mises, dentro de una economa de mercado, lo nico que realmenteimporta es seguir los deseos de los consumidores. As, la libertad es fruto de la competen-cia. En este sentido, la economa de mercado adapta el dispositivo social a las variaciones

    de la oferta y demanda.

    En su teora de la accin humana, von Mises8(1986) sostiene que los individuos, al ac-

    tuar, optan, determinan y procuran alcanzar un fin. La accin implica, siempre a la vez,

    preferir y renunciar. Actuar no supone solo hacer, sino tambin dejar de hacer aquello que

    podra ser realizado. Preferir y renunciar plantea cierta relacin con la idea de resigna-

    cin estoica,9resignacin que nos impele a optar por renunciar a un bien presente si eso

    evita un mal futuro.El ser humano, al actuar, aspira a sustituir un estado menos satisfactorio por otro mejor.

    El malestar y el deseo generado de alcanzar un estado de mayor satisfaccin o placer consti-

    tuyen el motor de la accin humana. El ser humano puede vencer sus instintos, emociones

    y apetencias, racionalizando su conducta. En este sentido, la accin humana es siempre ra-

    cional. Una accin inadecuada al fin propuesto podr no alcanzarlo, pero no deja de ser

    racional. Vano resultara enjuiciar los anhelos y las voliciones de los dems. Como pode-

    mos apreciar, para von Mises (1986) cualquier eleccin y decisin respecto de los medios

    para alcanzar un fin -an si son inadecuados-resultan de un proceso racional.

    Desde Spinoza (2004) -segn la gua de la razn-entre dos bienes escogeremos el mayory entre dos males escogeremos el menor y, a su vez, apeteceremos un mal menor presente que

    sea causa de un bien mayor futuro. Si en Spinoza las perspectivas subjetivas sobre lo

    que nos es bueno o malo no son unnimes, tampoco lo son para von Mises, pues nin-

    gn individuo puede determinar o enjuiciar lo que es la felicidad para otro individuo.

    Este argumento constituye un punto en comn, an as, los planteos de von Mises se diri-

    girn en un sentido diferente.

    Para Spinoza (2004) siempre actuamos segn un fin determinado, esos fines sonficcio-nes humanas que, no por ello, pierden su carcter de realidad.10Es por ello que no existe

    tal cosa como la imperfeccin o la perfeccin, puesto que ambas son solo modos de pen-sar. El fin est condicionado por el apetito a causa del cual hacemos algo. As, para Spinoza,

    podemos decir que una accin no es indefectiblemente racional. Como mencionbamos

    8 Un anlisis crtico exhaustivo sobre la eora de la Accin Humana de von Mises ha sido realizado por SusanaMurillo (2011).9 Para los estoicos no se trata de una actitud pasiva o fatalista, sino que deben colaborar activamente, cumpliendo consu deber y participando de buen grado en el mantenimiento de la armona universal. En von Mises habr un clculoentre la relacin de los bienes y los males que implica la accin humana.10 Para Spinoza (2004), realidad y perfeccin son lo mismo.

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    ms arriba, el deseo no conlleva libertad (pero s autoconciencia) y es la gua de la razn

    que convierte la pasin en deseo.

    Nos interesa destacar dos cuestiones de los postulados de Spinoza que parecen tener ecoen von Mises: primero, el deseo como motor de la accin humana (en von Mises, el deseo

    de alcanzar ciertos fines ser el motor que induce al hombre a actuar, lo cual plantear una

    diferencia respecto de la idea de fin en Spinoza) y, segundo, la idea de que siempre actua-

    mos en pos de alcanzar una mayor alegra (satisfaccin o placer) y desdeamos la tristeza

    (insatisfaccin, displacer).

    Sin embargo, en la praxeologa no hay un esfuerzo por perseverar en el ser en el sen-

    tido spinoziano. Al contrario, la lectura de von Mises sobre Spinoza resignifica sus aportes

    para arribar a una ontologizacin del esfuerzo individual cuyo nico fin racional es la maxi-

    mizacin de la relacin costo/beneficio individual con sustento en el carcter universal dela cooperacin social11(basado en los deseos del sujeto/consumidor) y la competencia so-

    cial. Esta cooperacin social radica no solo en el intercambio de bienes y servicios en el

    marco de la divisin del trabajo, sino tambin en el libre intercambio de juicios de valoryproyectos de vida(Zanotti, 2010). De modo tal que el fin orientado a la maximizacin dela relacin costo/beneficio individual (o en otras palabras, el costo que supondr sustituir

    un estado de insatisfaccin por el beneficio de un estado de satisfaccin), abarca tanto fi-

    nes econmicos como no econmicos.

    La racionalizacin de las conductas -y podramos agregar la racionalizacin de las pa-

    siones en el pensamiento neoliberal-, avalan la construccin de una tica gobierno de sque se consolida a partir de regulacin y autorregulacin de los afectos en relacin con los

    constantes ajustes que exige el mercado, tal como analizaremos ms adelante.

    Del deseo en tanto inseparable de la constitucin histrica de los sujetosElementos para un anlisis crtico de los procesos de subjetivacinen la racionalidad de gobierno neoliberal

    En relacin con nuestra crtica a los postulados de von Mises respecto de la accin humanay el deseo es nuestro propsito establecer algunas consideraciones propias respecto del de-

    seo. al como mencionbamos antes, para Spinoza (2004) el deseo es accin en potencia.

    Los afectos primarios (en sentido lgico y no psicolgico) son tres: deseo, felicidad y tris-

    teza. Estos afectos corresponden a la conciencia, pues solo tomamos conciencia a partir de

    11 En sociedad, todos los seres humanos son colaboradores potenciales en la lucha del sujeto por su propia super-vivencia y beneficio individual; simplemente porque el conjunto advierte los beneficios mutuos que la cooperacindepara (von Mises, 1986: 231).

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    la afeccin concreta, y esta sucede a partir de un afecto concreto. El deseo no conlleva li-

    bertad, pero s autoconciencia. Sin embargo, cabe mencionar que su definicin del deseo

    no concuerda, exactamente aunque s en algunos aspectos, con los trminos que trataremosde plantear a continuacin, puesto que para el autor el deseo constituye la esencia del ser

    humano. En cambio, nosotros no postulamos la existencia de dicha esencia (que implica

    cierta inmutabilidad), sino que pensamos en relacin con tres dimensiones relacionadas:

    los sujetos sociales, el deseo enmarcado en su devenir histrico12y el movimiento dialctico

    que plantea la coexistencia contradictoria de sentimientos y deseos en el marco del dispo-

    sitivo de la economa social y solidaria.

    En nuestras entrevistas, al indagar sobre las historias de los integrantes del emprendi-

    miento -en su mayora mujeres de entre 40 y 60 aos-encontramos que muchas de ellas

    haban sido trabajadoras asalariadas, tanto en el sector pblico como privado. El hechode no lograr reinsertarse en el mercado formal de trabajo incentiv su participacin en el

    proyecto, inicialmente impulsado y articulado por el y el . El anhelo de un tra-

    bajo digno hall una respuesta en la propuesta de revalorizar las capacidades locales que

    proponan dichas instituciones en el marco de prcticas orientadas a la economa social y

    solidaria. La construccin de lazos de solidaridad frente a la problemtica del desempleo

    tuvo como motor la necesidad de sentirse reconocidas socialmente por medio de su trabajo.

    En este sentido, podemos plantear que el deseo incluye toda capacidad de actuar en potencia

    y no se rige por la libre eleccin sino por la necesidad, es decir, los sujetos actan necesaria-

    mente segn su deseo. Y dicha necesidad se desprende de las relaciones con sus condiciones deexistencia e implica el modo en que son percibidas las posibilidades y restricciones que estas

    suscitan. El deseo como accin en potencia se encuentra anclado en necesidades construidas

    histricamente, por lo tanto, no es objetivo sino subjetivo. Por consiguiente, hablamos de nece-

    sidad no en trminos de carencia sino en tanto resultado necesariamente derivado del devenir

    histrico de los sujetos. No obstante, la necesidad no es una causa suficiente para compren-

    der prcticas concretas, pues el deseo se funda asimismo en una multiplicidad de relaciones

    construidas respecto de la realidad, de s mismos y de los otros. Por consiguiente, el deseo es

    tambin la conciencia de esa necesidad y de esas mltiples relaciones. Deseo y prctica son

    inseparables, pero siempre en relacin con la historicidad constitutiva de los sujetos concre-tos. De este modo, consideramos que todo deseo surge de un previo entendimiento relativo

    12 En su lectura sobre el tratamiento que Spinoza realiza sobre la historia, Althusser (2007) plantea que no estamosnunca frente a un nuevo objeto, sino ante una forma nueva de relacin de apropiacin de un objeto que est siempreyaah desde el primer gnero de conocimiento: el mundo. Lo que cambia no es nunca el ser mismo de las cosas sinola relacin de apropiacin que el sujeto humano mantiene con ellas: en este sentido, que ser retomado por Hegel yMarx, todo proceso de conocimiento se dirige de lo abstracto a lo concreto, de la generalidad abstracta a la singulari-dad concreta(Althusser, 2007: 137). Metodolgicamente, resulta importante considerar esto ltimo, pues podemoshallar constantes, pero no universales; constantes, pero no leyes.

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    -y no absoluto-de su devenir histrico. Ahora bien, con esto ltimo queremos plantear que

    existen condicionantes estructurales que pueden transformar el sentido de los deseos, deri-

    var en resignificaciones y generar ciertas contradicciones.En relacin con lo antes planteado, resulta importante notar que los tcnicos del siem-

    pre sostuvieron la necesidad de autonoma en la toma de decisiones y la organizacin de los

    procesos de trabajo. Sin embargo, cuando el introdujo modificaciones en la rueca tra-

    dicional con el fin de maximizar la productividad, las hilanderas comenzaron a cronometrar

    ellas mismas su tiempo de trabajo. Los monitoreos constantes de los tcnicos del so-

    bre los procesos de trabajo realizados por las unidades domsticas se sustentaban no solo en

    procurar la eficiencia y productividad de los integrantes sino que, tambin, se fundamen-

    taban en la idea de que la libertad es necesaria pero tambin es necesario condicionarla o

    limitarla para que se continen cumpliendo los compromisos, segn palabras del funciona-rio del , impulsor del proyecto. Esto ltimo se llev a cabo por medio de protocolos, los

    cuales se elaboraron sobre la base de un proceso de estandarizacin de los saberes de las

    trabajadoras y trabajadores. Ahora bien, bajo estas circunstancias, no se registraron cuestio-

    namientos profundos por parte de los integrantes respecto, por ejemplo, de la primaca de

    criterios de productividad, eficiencia y rentabilidad, como tampoco en torno a la capacidad

    de los integrantes de establecer colectivamente los ritmos de los procesos de trabajo.

    Cabe pensar, en este sentido, que existen procesos de igualacin e identificacin de lo des-

    conocido (en este caso, la economa social y solidaria abra un nuevo campo de prcticas),

    con lo ya conocido, que se vinculan a la necesidad de certidumbre, al sentimiento de po-der ejercer un cierto dominio sobre la realidad. Las coacciones subjetivas y objetivas actan

    simultneamente sobre las percepciones y las formas de construccin de sentidos. Precisa-

    mente, el deseo-en tanto que necesidad-busca acrecentar este sentimiento de poder. Dado

    que el deseo es la conciencia de esta necesidad, implcita o explcita en las prcticas cotidia-

    nas, el sentimiento de poder refiere a una disputa por el ejercicio del poder en el plano de

    la creacin de ciertas certezas que permiten encauzar las propias existencias.

    Lo anterior coexiste con el hecho de que los sujetos tambin se constituyen a s mismos

    al pensar sus relaciones con las condiciones objetivas de su existencia, por lo cual se pro-

    duce un movimiento dialctico, es decir, la relacin entre el sujeto y las estructuras en lascuales se integra implicara un retorno a s mismo en trminos de auto-transformacin,

    pues siempre dicha relacin es conictiva y es a partir del conicto que devienen en tanto

    sujetos histricos. En otras palabras, este movimiento implica -simultneamente-un ser

    otro que s mismo y un ser s mismo que se mantienen y se condensan, en nuestro caso, en

    una tica de gobierno de s. Esto ltimo se vincula con la coexistencia contradictoria de dis-

    tintas racionalidades que, retomando la discusin anterior en torno a Spinoza y von Mises,

    podemos pensar que expresan una tensin entre alternativas ticas y criterios de costo/be-

    neficio que, simultneamente, permean las formas de construccin de subjetividad. Dicha

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    tica de gobierno de s establece, de manera implcita o explcita, determinadas responsa-

    bilidades u obligaciones que los sujetos podrn cumplir al apropiarse de las mismas bajo la

    forma de un ejercicio de autocontrol sobre los propios afectos, valores e intereses.En virtud de nuestro anlisis precedente, es posible plantear una hiptesis adicional: en el

    marco de la racionalidad de gobierno neoliberal se ha construido lo que podramos llamar

    el ejercicio de formas de poder hbrido.13Se trata de una mixtura de distintas racionali-

    dades de gobierno (elementos liberales, neoliberales, de la economa del don y de la moral

    cristiana)14, la cual se constituy como una mezcla, incluso contradictoria, en relacin con

    los postulados epistemolgicos, ontolgicos y gnoseolgicos que aglutina. El carcter h-

    brido y el profundo sentido contradictorio que imprime en las relaciones de poder son los

    que le confieren un mayor alcance sobre cada nfimo recoveco del ser social, y lo hace por

    medio a travs de la igualacin de los objetivos de distintos sectores dominantes en rela-cin con la clase trabajadora.

    Pero el sujeto no es solo definido. Se define a s mismo y a los dems. No es pasivo, busca

    nuevos desafos que renueven el sentido de su ser y hacer. En nuestro caso (tal como veremos

    en el siguiente apartado), nos referimos tan solo a un modo de ser y pensar: el sujeto-de-la

    esperanza que se construye en el dispositivo de la economa social y solidaria. En este marco,

    la lucha nunca cesa porque estn subordinados a la esperanza15de lo que pueden ser en el

    porvenir, en el cual reside la ficcin de un fin ltimo: alcanzar un estado de completud.

    El sentimiento de incompletud es miedo, tristeza y malestar, que se compensa con la espe-

    ranza futura. Nuestra hiptesis de la construccin de formas de poder hbrido se vincularcon lo que llamaremos el gobierno de lo posible.

    Consideraciones sobre las formas de construccin de subjetividad en el caso estudiadotica de gobierno de s y gobierno de lo posible

    Segn nuestras entrevistadas, el estado de nimo est muy relacionado con el trabajo. Si

    estn tristes, la prenda o el hilado salen mal y, si estn felices, sale bien y venden ms.

    De all la importancia de las relaciones de contencin entre compaeras. Ahora pueden

    13 Esta construccin de formas de poder hbrido es de carctermultidimensionaly multifocal.Respecto del primero,el objetivo es permear todas las dimensiones de la vida social (praxis humana y sus momentos existenciales-senti-mientos y pasiones-). En relacin con el segundo, se ejerce sobre individuos, grupos y poblaciones. Desdibuja loslmites entre subordinacin/dominacin y resignifica resistencias, motivo por el cual hablamos de las relaciones depoder sobre las cuales sustenta, en igual sentido que Foucault (1992) caracteriza a las mismas.14 Los heterogneos elementos, que incluso coexisten de manera conictiva, presentes en las formas de gobierno queatraviesan el dispositivo de la economa social y solidaria, han sido analizados con detenimiento en Presta (2013a).15 Cabe notar que para Spinoza (2005), tanto el temor como la esperanza disminuyen la potencia del ser y se vinculancon la tristeza.

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    decir que son hilanderas o tejedoras, y para ellas significa que son parte de la sociedad.

    Constantemente nos decan que deben ajustar los diseos en funcin de los gustos del

    pblico y a normas de calidad, es decir, segn los requerimientos del mercado. Hubo mu-chas personas que formaron parte del emprendimiento, pero se desvincularon porque no

    entendieron los valores con los cuales se manejan. Si yo quedo mal, quedan mal todos

    (testimonio tejedora/hilandera, 2011). Esto expresa el compromiso, los valores y la obliga-

    cin de cumplir con la palabra empeada:

    A m me da placer, la verdad, trabajar con ellas porque por ser yo una persona grande y ellas ser

    jvenes, que parecen mis hijas, me entusiasman a m. Me obligan, no que me entusiasman. Me

    obligan moralmente a que yo tenga que crear algo (estimonio tejedora/hilandera, 2011).

    odo el proceso previo a la conformacin del emprendimiento implic una serie de talleres

    (incluidos talleres de coaching ontolgico), reuniones y visitas domiciliarias con el prop-sito de establecer los saberes existentes respecto al proceso de trabajo (hilado y tejido), los

    valores, sentimientos y expectativas de las trabajadoras/es. Dos objetivos prevalecan: ha-

    cer rentable las capacidades de trabajo vinculadas con un proceso laboral desarrollado de

    modo muy incipiente y lograr que la produccin pudiese insertarse en el mercado. En este

    sentido, el punto de partida sera el gobierno de la potencialidad de las relaciones sociales

    como una dimensin de las mutaciones en las formas de gobierno de la fuerza de trabajo.

    Podemos establecer, entonces, tres instancias articuladas: en primer lugar, la supervisin ygua de los tcnicos del en funcin de lograr los objetivos mencionados; en segundo

    lugar, la reconfiguracin de las relaciones sociales (y de las relaciones de produccin),

    centradas en una doble vigilancia: sobre cada sujeto en particular y sobre los grupos con-

    formados; en tercer lugar, la construccin de una tica de gobierno de s, reforzada por la

    mirada vigilante del grupo (una vez logrado, el abandon su lugar de coordinacin y

    articulacin del emprendimiento). Estas tres instancias se anan bajo la mirada virtual delmercado,cuya valoracin condiciona la integracin o la exclusin, como as tambinlos ajustes del proceso de trabajo segn las uctuaciones de la demanda.

    Consideremos el siguiente testimonio de un tcnico del :

    Recuperamos la importancia de captar los niveles de autonoma existentes como condiciones

    que favorecen el autocontrol y la implicacin de los actores en los procesos de toma de decisio-

    nes, considerando que no solo deben analizarse en el plano formal sino tambin en lo relativo a

    las caractersticas que adquieren los vnculos entre los distintos niveles jerrquicos del proyecto

    (equipo , referentes de grupo, productores) en trminos de cooperacin vertical. El impacto

    en el mbito del desarrollo humano ha complejizado la iniciativa elevndola a la condicin de en-

    sayo social (con restablecimiento de vnculos familiares y entre vecinos, mejora de la autoestima,

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    contencin social, involucramiento del entorno familiar, participacin, transversalidad, cuestio-

    nes de gnero). La mayor parte de las actividades productivas son domsticas, recrean la cultura

    del trabajo en el hogar, atraen al grupo familiar a la actividad sin barreras de edad o sexo, recreanciclos de aprendizaje basados en la experimentacin y ponen en valor de mercado habilidades

    domsticas. Esto tiene que ser un proceso fuertemente reconstructor de una tica y una moral

    fuerte. Por otro lado, yo postulaba que como hiptesis de trabajo, que un sistema, moral y tica-

    mente ms fuerte disminuye sus costos efectivos, en trminos econmicos.

    De este modo, a partir de los testimonios podemos observar que las racionalidades de go-

    bierno que atraviesan la economa social y solidaria han construido lo que podramos

    pensar como una economa poltica de los afectos. Vale decir, la extensin del plano econ-

    mico como principio de inteligibilidad de lo no econmico (afectos rentables en trminoseconmicos). Esto ltimo implica formas de regulacin y autorregulacin de los afectos (alu-

    sin a la idea de autocontrol)16para reconfigurarlos, reencauzarlos y transformarlos en

    trminos de rentabilidad econmica y, a la vez, instrumentalizar los afectos en trminos

    polticos como fundamento de las relaciones de poder.

    Veamos a continuacin los testimonios de las hilanderas/tejedoras entrevistadas res-

    pecto a la insercin de su produccin en el mercado:

    Es muy lindo, te da una sensacin de seguridad, adems uno se siente apoyado, amparado por

    eso, depende de vos. Vos te pods sentir muy amparado pero si no producs o no haces, tam-poco sale, entonces vos sabs que lo que ests haciendo tiene un valor y te estimula a trabajar

    y a seguir [] ens expectativas de futuro, tens ganas de crecer, de progresar, de incorporar

    personas que trabajen con uno, es un cambio muy importante. A lo mejor no econmicamente

    en este momento, no puedo decir Ah, gano muchsimo! No! Es interno! La seguridad, gano y

    tengo trabajo digno []. Los valores ticos ya son parte de nosotras y guan lo que hacemos. Por

    ejemplo: en temporada baja, cuando hay poca venta, podramos ofrecer prendas hechas con hi-

    lado industrial como si fuesen artesanales y cobrarlas a un mayor precio. Pero eso ni siquiera

    se nos cruza por la cabeza porque va en contra del sistema tico que nos ense el .

    Segn las trabajadoras, el sistema tico del emprendimiento se fundamenta en valores ta-

    les como respeto, responsabilidad, saber escuchar, compromiso, amor y solidaridad. Para

    16 Cabe notar que en su Teora de los sentimientos morales, Adam Smith sostiene que las cualidades ms tiles sonla razn y el autocontrol por el cual nos abstenemos del placer o soportamos el dolor presente a fin de obtener unplacer mayor o evitar un dolor mayor en el futuro. (Smith, 2009: 331). Ambas cualidades se rigen por la virtud dela prudencia, para la cual la seguridad constituye el principal objetivo. La seguridad radica en que el ser humanodebe cuidar, primero, de s mismo. Sin embargo, el individuo deber estar dispuesto a que su inters particular seasacrificado ante el inters general con resignacin.

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    ellas, segn el registro llevado a cabo durante nuestro trabajo de campo realizado entre los

    aos 2011 y 2013, este sistema tico constituye uno de los pilares fundamentales del em-

    prendimiento.Las formas de interpelacin tica avalan la construccin de un deber ser que configura

    la relacin subjetiva entre las trabajadoras y su tarea. De este modo, la tica de gobierno de

    s mismo implica una frrea vigilancia sobre s mismo y sobre los dems. En el apartado

    anterior, habamos planteado que el deseo se ancla en necesidades histricamente consti-

    tuidas como resultado del devenir histrico de los sujetos. Mas tambin, se sustenta en una

    multiplicidad de relaciones que los sujetos construyen respecto de la realidad, de s mismos

    y de los otros. El deseo de un trabajo digno y de revalorizar sus capacidades en el mer-

    cado no puede separarse de la propia historia de las integrantes del emprendimiento: como

    dijimos antes, en su mayora mujeres, entre 40 y 60 aos, muchas de las cuales han sido tra-bajadoras asalariadas, tanto en el sector pblico como privado, con posibilidades casi nulas

    de reinsertarse en el mercado formal de trabajo. Ellas han encontrado en la economa so-

    cial y solidaria un punto de identificacin con sus propias crticas hacia las consecuencias

    devastadoras del sistema capitalista, paradjicamente, al participar de formas de integra-

    cin que orbitan sobre los mecanismos de regulacin del mercado. En este sentido, como

    sostenamos anteriormente, las coacciones subjetivas y objetivas actan simultneamente

    sobre las formas de construccin de sentidos. Los condicionantes estructurales transfor-

    man el sentido de los deseos y producen resignificaciones.

    El dispositivo de la economa social y solidaria alberga una mutacin en las formas degobierno de la fuerza de trabajo. En relacin con esto ltimo, los integrantes de las unida-

    des domsticas analizadas conservan la propiedad de sus medios de produccin que son

    adquiridos -en un primer momento-mediante inversiones propias. Al insertar la pro-

    duccin en el mercado, el ciclo de inversiones se renueva en la compra de materias primas

    para reiniciar los procesos de trabajo en funcin de una maximizacin de los beneficios,

    a la vez que sostiene los vnculos socio-afectivos del grupo. Un porcentaje del dinero re-

    querido para tal inversin, como tambin para el pago de alquiler y gastos impositivos de

    los locales-boutiquesdonde se comercializan parte de las prendas e hilados, se obtiene a

    partir de prstamos otorgados por el Banco de la Buena Fe,17

    lo cual genera una espiral deconstante endeudamiento. En este proceso, los integrantes asumen por completo los ries-

    gos de produccin. La relacin antes descrita, entre los procesos de trabajo y el mercado,

    17 Los Bancos de la Buena Fe forman parte de una iniciativa del Ministerio de Desarrollo de la Nacin. Para obtener unprstamo inicial de alrededor de $750 (que puede incrementarse en funcin de la buena conducta de pago del grupo),los emprendedores deben presentan un proyecto que detalle el tipo de produccin a realizar, perspectivas de insercinen el mercado y sustentabilidad del mismo. Los montos no estn sujetos a intereses y se otorgan a grupos de cuatro ocinco integrantes. La garanta de pago es, precisamente, el grupo mismo, puesto que la deuda se asume colectivamentey, si un integrante no puede cubrir su cuota, el resto del grupo asume su deuda.

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    posibilita formas de reproduccin de la fuerza de trabajo que, al prescindir de una relacin

    salarial, transfieren los costos tanto de la produccin como de la reproduccin social ha-

    cia los propios productores.La tica de gobierno de s mismo conlleva un proceso de autocolonizacin y autorre-

    gulacin de los propios afectos, valores y deseos, vinculado con la responsabilidad de s

    mismo y la idea de esfuerzo propio para generar oportunidades y alternativas frente

    a la angustiante precariedad-del-ser signada por bsqueda de sentidos y expectativas

    frente a la desestructuracin de los sentidos del trabajo humano a partir de las ltimas cri-

    sis mundiales. En este punto, prima una ontologizacin del esfuerzo individual -tal como

    mencionbamos en el apartado anterior-que implica una racionalizacin tanto de las con-

    ductas como de las pasiones. Ahora bien, consideremos el testimonio de una hilandera

    sobre el emprendimiento:

    A m me encanta. Ya pasa de ser un trabajo, para m es parte de mi vida, de mis sueos, mis pen-

    samientos. Despus de diez aos casi que estamos con el proyecto estoy en un momento de baja.

    Pero con grandes planes, por ejemplo, estoy estudiando computacin para hacer todas las plani-

    llas [] Entonces yo ya estoy pensando en una nueva etapa.

    Cuando nuestra entrevistada declara estar en un momento de baja, se refiere a ciertas si-

    tuaciones de tensin que se haban generado en los ltimos tiempos entre las integrantes del

    emprendimiento, por ejemplo, durante las ferias municipales, las representantes que con-curren no exponen las prendas del resto con el fin de vender solo las suyas. A esto se suma

    la cada de las ventas de prendas e hilados en general.

    Otro punto de conicto radic en que el local-boutique represent serios problemas ala hora de afrontar los gastos (monotributo, impuestos, alquiler). De las seis personas que

    participaban en la boutique, solo quedaron dos debido a la imposibilidad de sostener ellocal econmicamente. Las deudas contradas impidieron que pudiesen retirar las pren-

    das e hilados del local y las dos personas que permanecieron a cargo del mismo vendieron

    los productos sin compartir las ganancias con sus compaeras menos afortunadas. Con el

    fin de solventar los riesgos del negocio, se incorporaron hilados y tejidos industriales deprocedencia china y boliviana, sahumerios, accesorios como collares y aros que, segn las

    trabajadoras del emprendimiento, tergiversaron el sentido del emprendimiento. Este hecho

    gener un fuerte conicto definido por las entrevistadas en trminos de egosmo y com-

    petencia. Prevn una sancin (suspensin) de las dos integrantes que llevaron a cabo la

    mencionada estrategia de negocio y que atenta contra los principios solidarios del em-

    prendimiento. Esto ltimo ha generado incertidumbre y malestar en las relaciones basadas

    en el principio de solidaridad pero, frente a estas situaciones desfavorables, la entrevistada

    mantiene la vista en el futuro y los grandes planes que depara.

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    Habamos planteado con anterioridad que la tica de gobierno de s implica un movimiento

    dialctico entre ser otro que s mismo y ser s mismo. Dicha coexistencia contradictoria se

    concentra en el ser-por-venir. De all que hablamos del gobierno de lo posible que fija unhorizonte mediante el sentimiento de esperanza. Pensamos que la centralidad de la econo-

    ma social y solidaria en el sistema socio-econmico capitalista implica el gobierno de los

    sujetos y poblaciones a partir de formas de poder construidas sobre la potencia ficcional de

    la esperanza. Detengmonos an ms sobre este aspecto.

    La incertidumbre deviene en el fundamento de toda esperanza. No se tiene esperanza y, por

    lo tanto, fe en lo que es y lo que fue, sino como garanta de lo que ser. El sentimiento de vivir

    se funda en la necesidad de creer en verdades prcticas que permitan, precisamente, vivir. Y la

    creencia es tener-por-verdadero. La realidad social se encuentra atravesada por una cambiante

    constelacin de fuerzas que se tensionan entre s para asegurarse una interpretacin del mundosegn especficos intereses vitales. Lo que puede-ser, el ser-por-venir, se convierte en meta.

    As, la meta de una Otra Economa deviene en un ideal y el poder-ser se troca en deber-ser.

    La construccin de un deber-ser ideal frente al cual nuestra existencia concreta es siempre

    incompleta, traza un camino espinoso entre el deber-ser que nunca llega a ser y el ser-que-

    somos siempre imperfecto. A lo largo de este camino, ese horizonte ideal se asienta sobre

    un juicio de valor segn el cual aquello que tiene sentido es el mundo del deber-ser.

    Una forma de evadir la angustia ante m mismo resulta en desplazar o fijar mis posi-

    bilidades en el ser-por-venir (potencia ficcional de la esperanza). Por consiguiente, en el

    sentimiento de esperanza de ser lo que no soy, la dimensin temporal se torna central enla construccin de las relaciones de poder. As, se combinan sentimientos contradictorios

    que coexisten: la esperanza en la promesa de la economa social y solidaria que impulsa

    una transformacin subjetiva respecto de los sentidos del trabajo y la praxis social (ser-

    por-venir), al tiempo que la resignacin se evidencia en una tirana del presente colmado

    de sacrificios y necesarios ajustes, los cuales forjarn el camino de un tiempo futuro (idea

    de salvacin, en especial, bajo forma de integracin al mercado en tanto productores y

    consumidores). Segn palabras de nuestras entrevistadas en nuestras notas de campo, el es-

    tado de nimo est muy relacionado con el trabajo. De all la importancia de las relaciones

    de contencin entre compaeras. Ahora pueden decir que son hilanderas o tejedoras y,para ellas, esto significa que son parte de la sociedad.

    El orden de la realidad constituye un entramado conictivo de relaciones de poder y la

    construccin de un sujeto-de-la-esperanza, nos permite ahondar en la complejidad del poder

    que no radica en la capacidad de ejercerse a travs del miedo y la tristeza, sino de ejercerse

    mediante la colonizacin de los afectos, en especial, de la esperanza y de lo posible y, en

    este sentido, el carcter constructivo/productivo del poder resulta central.18Complejidad que

    18 Vase: Foucault (1992).

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    se ahonda cada vez ms con la construccin de una serie de poderes hbridos (mixturas de

    distintas racionalidades de gobierno) que se despliegan en relacin con dicho sentimiento

    de supuesta incompletud, abocndose de lleno en controlar el fuego antes de que rebase laolla de las pasiones humanas.

    Las prcticas y discursos de los poderes hbridos -y hablamos en plural porque su ejerci-

    cio se produce en circunstancias y formas dismiles y atiende a las necesidades socioefectivas

    de sujetos, grupos sociales y poblaciones variados-son, asimismo, poderes especializados.

    Valindose de los llamados expertos,19quienes en tanto especialistas impulsan prcticas

    y discursos que tratan de extirpar el elemento conictivo para insertar la prtesis de la es-

    peranza en contextos de crisis. Las expectativas en el porvenir (en trminos de un pasaje de

    una situacin de displacer a una situacin de placer), mantienen un supuesto orden, para-

    djicamente, a travs de la contradiccin que sustenta las nuevas formas de gobierno de lafuerza de trabajo bajo el dispositivo de la llamada economa social y solidaria.

    Consideraciones finales

    La llamada economa social y solidaria conforma un amplio panorama de discursos y

    prcticas heterogneas en el cual coexisten sentidos e ideas encontrados. Nuestro anlisis

    pretende instaurar el debate puesto que, tanto las prcticas concretas de los sujetos como

    las formas de construccin de subjetividad, abren constantemente preguntas en torno alcarcter alternativo, fuera del mercado y emancipador de la Otra Economa. El an-

    lisis del caso aqu presentado y otros que nos han ocupado,20solo intentan demostrar que

    existen ciertas constantes que, por supuesto, no pueden generalizarse y abarcar el vasto

    campo de la economa social y solidaria.

    Hemos planteado que en la praxeologa no hay un esfuerzo por perseverar en el ser

    en el sentido de Spinoza, sino que la lectura que ha hecho von Mises sobre este descontex-

    tualiza sus aportes para arribar a una ontologizacin del esfuerzo individual cuyo nico fin

    racional es la maximizacin de la relacin costo/beneficio individual con sustento en el ca-

    rcter universal de la cooperacin social y la competencia social.Desde nuestra perspectiva, hemos sostenido que el deseo se halla anclado en necesida-

    des histricamente constituidas como resultado del devenir histrico de los sujetos y, por

    ende, de la multiplicidad de relaciones que los sujetos entablan respecto de la realidad, de s

    mismos y de los otros. Asimismo, los condicionantes estructurales pueden -muchas veces-

    transformar el sentido de los deseos y producir resignificaciones. De modo tal que, a pesar

    19 Los testimonios de funcionarios y tcnicos del constituyen un ejemplo del lugar de los expertos.20 Vase: Presta (2009b).

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    de las constantes crticas de los integrantes del emprendimiento respecto de las problem-

    ticas del sistema capitalista y -en un sentido amplio-de los discursos sobre la economa

    social y solidaria, el deseo de integracin y trabajo digno queda supeditado a los reque-rimientos del mercado.

    La racionalidad de gobierno neoliberal cultiva un arte de construir conceptos contra-

    dictorios que unen y afirman ideas contrarias. Por lo tanto, este arte requiere instaurar la

    creencia de que dichos conceptos son verdaderos. As, egosmo/generosidad, solidaridad/

    competencia, no solo coexisten de modo contradictorio sino que tambin son investidos

    de un carcter universal, transhistrico, es decir, se considera que los sujetos naturalmente

    poseen estos afectos o valores, o bien al menos se encuentran en ellos de modo incipiente.

    En consecuencia, si pensamos en trminos de formas de construccin de relaciones de po-

    der, es posible considerar unproceso de ontologizacin del poder(Presta, 2013b). Podemosplantear el ejercicio de un ontopoder, es decir, el ejercicio de poder en relacin con elpo-der-serde los sujetos, por lo cual el inters estar puesto en encauzar el potencial afectivode los mismos en funcin de fines especficos. Sin embargo, no solo se trata de utilidad en

    trminos econmicos, sino que la construccin de un ontopoder es un intento por controlar

    ese elemento de incalculabilidad, de incertidumbre propio de la historia real y de la praxishumana. Se instaura una incertidumbre planificada con el fin de amordazar la imprevisibi-

    lidad propia de las prcticas sociales y as tratar de contener, dentro de lmites previsibles,

    los riesgos y conictos.

    De este modo, la construccin de un sujeto-de-la-esperanza nos permiti ahondar enla complejidad del poder que no radica solo en la capacidad de ejercerse por el miedo y la

    tristeza sino de ejercerse mediante la colonizacin de los afectos, en especial, de la espe-

    ranza y de lo posible. Complejidad que se ahonda cada vez ms con la construccin de

    una serie de poderes hbridos que se despliegan en relacin con dicho sentimiento de su-

    puesta incompletud.

    Las prcticas -en tanto histricamente construidas-guardan relacin con la amplitud

    de lo posible para los sujetos respecto de sus propias historias y la de aquellos con los cua-

    les se vinculan. Sin embargo, la racionalidad del gobierno neoliberal desmenuza y opera

    sobre la configuracin de cada cualidad, cada afecto, e intenta borrar de un solo golpe lahistoricidad de los sujetos y controlar el elemento de incalculabilidad de la praxis humana.

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