El Gran Asalto Al Tren

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  • 7/25/2019 El Gran Asalto Al Tren

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    A Brbara Rosa Satans se regocija cuando soy malo, y espera que yo con l me hunda. En el uego y las cadenas

    y las horribles penas.

    !oema in antil "ictoriano, #$%&

    '(uer)a el dinero* Ed+ard !ierce, #$%&INTRODUCCIN

    espus de transcurrido ms de un siglo, es di )cil comprender hasta donde conmo-i el rode #$%% la sensibilidad de la /nglaterra -ictoriana. A primera -ista, este delito no parece tan0a suma de dinero robada #1.222 libras en oro era ele-ada, pero no inaudita3 durantper)odo hubo una docena de robos ms lucrati-os. 4 la organi5aci n y el planeamiento metdelito, que comprometi a muchas personas y se prolong durante un a6o, tampoco constitdesusados. 7odos los delitos importantes de mediados de siglo e8igieron un alto grado de pr y coordinaci n.Sin embargo, los "ictorianos siempre aludieron a este delito con letras may9sculas, y lo ll:ran Robo del 7ren. 0os obser-adores contemporneos hablaron del elito del Siglo ySensacional

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    urante la primera mitad del siglo @/@ el precio del pan, la carne, el ca y el t hab)a desprecio del carb n hab)a bajado casi a la mitad3 el costo de la tela se hab)a reducido en uciento3 y hab)a aumentado el consumo per capita de todo. Se hab)a re ormado el derechlibertades personales estaban mejor protegidas3 el !arlamento era ms representati-o, por lohasta cierto punto3 y un hombre de cada siete ten)a derecho de -oto. 0os impuestos per chab)an reducido a la mitad. Domen5aban a mani estarse las primeras bendiciones de la tecluces de gas resplandec)an en todas las ciudades3 los buques de -apor cru5aban el Atldirecci n a Amrica en die5 d)as, en lugar de ocho semanas3 los nue-os ser-icios telepostales permit)an comunicaciones sorprendentemente -eloces.0as condiciones de -ida de todas las clases de ingleses hab)an mejorado. El menor cosalimentos signi icaba que todos com)an mejor. 0as horas de trabajo en las bricas hab)ande setenta y cuatro a sesenta horas semanales para los adultos, y de setenta y dos a cuarenlos ni6os3 comen5aba a di undirse la costumbre de trabajar medio d)a el sbado. 0a -ida maumentado en cinco a6os.En resumen, hab)a sobradas ra5ones para creer que la sociedad estaba 'en marcha*, que lmejoraban, y que continuar)an hacindolo durante un uturo inde inido. 0a idea misma del

    ojos de los "ictorianos, parec)a ms s lida de lo que alcan5amos a imaginar. !od)a arrendaren el Albert

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    estaban dispuestos a a irmar y ansiosos de demostrar que esta -elocidad nunca podr)a supe#$%2 la -elocidad corriente es de setenta y cuatro il metros por hora, yciento doce para quienes lodesean*.El progreso era innegable, y para la mente -ictoriana se trataba de una superaci n moral ytiempo material. e acuerdo con Dharles Iingsley, 'el estado moral de una ciudad dependestado )sico3 de los alimentos, el agua, el aire y la -i-ienda de sus habitantes. El progrcondiciones )sicas conduc)a ine-itablemente a la superaci n de los males sociales y lcriminal los que ser)an eliminados tanto como se destru)an a inter-alos los lugares salbergaban a estos seres per-ersos y criminales. !arec)a que el problema era sencillo se tranular la causa, y a su tiempo el e ecto.7eniendo en cuenta esta recon ortante perspecti-a, era asombroso descubrir que 'la clase crhab)a hallado el modo de apro-echar el progreso, e incluso de cometer delitos a bordo de lamisma del progreso, es decir el errocarril. Adems el hecho de que los ladrones hubies-iolar las cajas ms seguras de la poca, a lo sumo acentuaba la consternaci n.0o que parec)a tan chocante en El :ran Robo del 7ren era que suger)a al pensador ecunie8tinci n del delito qui5 no uera una consecuencia ine-itable del progreso ascendente.posible identi icar el elito con la !laga, la cual hab)a desaparecido gracias a la modi icacondiciones sociales, con-irtindose en una amena5a apenas recordada. El delito era di erente, y la conducta criminal no estaba e8tinguindose por s) misma.Jnos pocos comentaristas audaces incluso tu-ieron la temeridad de sugerir que el delito dmodo se relacionaba con las condiciones sociales, y ms bien respond)a a otro impulso. 0opod)a a irmarse era que tales opiniones parec)an por dems desagradables.

    Y contin9an sindolo toda-)a hoy. ;s de un siglo despus del :ran Robo del 7ren, y ms de undespus de otro espectacular robo en un tren ingls, el hombre com9n de las ciudades toa erra a la creencia de que el delito es el resultado de la pobre5a, la injusticia y la mala e>uestra imagen del delincuente presenta a un indi-iduo limitado, maltratado, qui5 menperturbado que in ringe la ley mo-ido por una necesidad desesperada3 el drogadicto aparecsuerte de arquetipo moderno de este ser humano. 4 ciertamente, cuando hace poco se in ormayor)a de los delitos -iolentos cometidos en las calles de la ciudad d >ue-a 4or no eran ia adictos, la obser-aci n ue recibida con escepticismo y desaliento, como un eco de la pe8perimentada por nuestros antepasados "ictorianos hace un siglo.El delito se con-irti en tema leg)timo de la in-estigaci n cient) ica durante la dcada de los a6os siguientes los crimin logos atacaron todos los antiguos estereotipos, creando en oque del delito que nunca go5 de las simpat)as del p9blico general. Ahora, los e8perten los siguientes puntos=

    !rimero, el delito no es consecuencia de la pobre5a. e acuerdo con la e8presi n de Barnes #LMLC, 'la mayor)a de los delitos, se cometen por codicia, no por necesidad*.

    Segundo, los delincuentes no son indi-iduos de inteligencia limitada, y es probable que la in-ersa sea -lida. 0os estudios de las poblaciones carcelarias muestran que los reclusos almismo ni-el que el p9blico general en los tests de inteligencia y adems, los detenidos rla racci n de los delincuentes a quienes se atrapa.7ercero, la gran mayor)a de las acti-idades criminales no su re ning9n castigo. Sintr)nsecamente de un tema especulati-o, pero algunas autoridades en la materia sostienein orma s lo del al % por ciento de todos los delitos3 y que de los delitos in orma'resuel-e* en el sentido usual de la palabra del #% al 12 por ciento. Esta a irmaci n incluso a los delitos ms gra-es, por ejemplo el asesinato. 0a mayor)a de los pat logossonr)en ante la idea de que el 'asesinato desaparecer*. Asimismo los crimin logos reconcepto tradicional de que 'el delito no compensa*. 4a en #$KK, Richard ugdale, un in-esistema carcelario norteamericano, lleg a la conclusi n de que 'debemos desechar la idea

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    delito no compensa. En realidad, lo hace*. ie5 a6os despus, el crimin logo italiano Dolpaso ms lejos, arguyendo que en general el delito compensa ms que el trabajo honesto. eddy debe estar aguando el licor. Q(u ha o)do decir de m)

    Jn robo contest Agar Jn golpe grande y pronto, si dicen la -erdad.Si dicen la -erdad repiti !ierce. 0a rase parec)a di-ertirle. Se apart del mostrador y mujeres del sal n. Algunas respondieron con calide5. 7odos creen que el golpe es ms gque es dijo al in.As) ocurre siempre reconoci Agar con un suspiro.

    En su testimonio Agar represent claramente la escena= 'Entonces yo suspiro hondo, comque mi paciencia se acaba, porque l es muy cauteloso, ese !ierce, pero quiero ir al grano, dsuspiro hondo.*C

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    >o s. 7al -e5 necesite un campana o dos. 4 la boca bien cerrada. Si el primero marcha bms.Agar despach el resto de su +his y y esper . !ierce le pidi otro.

    Entonces, Qson lla-es pregunt Agar.

    S).

    QDera, o sacarlas

    Dera.

    QDon prisa, o hay tiempo

    Don prisa.!er ecto dijo Agar Soy su hombre. !uedo sacar un molde antes de lo que ustedencender el cigarro.0o s dijo !ierce, encendiendo un s oro sobre la super icie del mostrador y acercpunta de su cigarro. Agar se estremeci un poco3 no umaba adems, el hbito de umrestablecido hac)a poco, despus de ochenta a6os y siempre que ol)a el a5u re y el scerilla se estremec)a, recordando sus tiempos en la brica.Nbser- a !ierce, que chupaba el cigarro, hasta que encendi bien. Bueno, Qde qu se tra!ierce lo mir r)amente. 0o sabr cuando llegue el momento.Reser-ado.!or eso dijo !ierce nunca me han cogido. Alud)a a su alta de antecedentes pendurante el proceso otros testigos re utaron esta a irmaci n, y dijeron que !ierce hab)a e;anchester tres a6os y medio por robo, bajo el nombre de Arthur ?ills.Agar dijo que !ierce le hi5o una ad-ertencia inal acerca de la necesidad de mantener reseapart del mostrador, cru5ando el cargado y estridente local del 7oro y el Nso para inbre-emente y murmurar algo al o)do de una mujer bonita. 0a mujer se ech a re)r3 Agar se recuerda nada ms de esa noche.

    EL CMPLICE INVOLUNTARIOEl se6or

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    CAPITULO 5

    0uego, la con-ersaci n se orient hacia el c lera, que 9ltimamente era epidmico en cierta0ondres, donde la en ermedad estaba matando a una persona de cada cien. 0a discusi n acproyectos del se6or Ed+in Dhad+ic , uno de los Domisionados Sanitarios, en el sentido deorgani5arse nue-os sistemas de alcantarillado en la ciudad, adems de limpiar el 7mesis coaburri pro undamente al se6or Fo+ler. Adems, el se6or Fo+ler sab)a de buena uente ser)a el -iejo Dhad+ic rele-ado del cargo3 pero le hab)an hecho prometer que no di-in ormaci n. Bebi su ca con una sensaci n cada -e5 ms acentuada de atiga. En reapensando en la posibilidad de marcharse cuando su an itri n, el se6or !ierce, le pregunt aintento reciente de robar cierto cargamento de oro transportado por el tren. Era muy natu!ierce preguntase a Fo+ler, pues

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    !or consiguiente, era per ectamente natural que las empresas e8tranjeras de toda clase con-0ondres en un centro inanciero, y que los bancos londinenses prosperasen. o ten)a la ms m)nima posibilidad de 8ito.Q;uri el malhechor pregunt el se6or !ierce, sentado rente a Fo+ler, al mismo te8pel)a una bocanada de humo de su cigarro.En e ecto dijo el se6or Fo+ler. El guarda del errocarril lo arroj del tren, que mbastante -elocidad. El choque lo mat en el acto, sin duda. 4 agreg = !obre diablo.Q0o identi icaronNh, no lo creo dijo Fo+ler. El modo de abandonar el tren sin duda des igur considsus rasgos... Algunos a irman que se llamaba Pac !er ins, pero no se sabe con seguridad. se ha interesado mucho en el asunto, y me temo que su actitud es sensata. 0a tcnica mismre-ela a un a icionado. Pams pod)a tener 8ito.QSupongo dijo !ierce que el banco adopta precauciones considerables;i querido amigo dijo Fo+ler, y muy considerables por cierto. 0e aseguro que uno notodos los meses doce mil libras de oro en barras a Francia sin adoptar las precaucionminuciosas.Q e modo que el bandido quer)a apoderarse del dinero destinado a Drimea prcaballero, el se6or unca empleamde die5 guardias, todos hombres idedignos, y antiguos ser-idores de la empresa3

    uertemente armados.

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    !ues bien, en la estaci n las cajas se cargan en el urg n de equipajes del errocarril a F y se depositan en dos de las ms modernas cajas uertes de la irma Dhubb.QDajas uertes Dhubb dijo !ierce, arrugando el ce6o. Dhubb abricaba las mejores del mundo, y su capacidad y sus tcnicas eran reconocidas uni-ersalmente.7ampoco son cajas Dhubb del tipo que normalmente o rece esa irma continu Fo+realidad se las construy especialmente de acuerdo con las especi icaciones del banco. D

    ueron abricadas con acero templado de un cuarto de pulgada, y las puertas estn sostego5nes interiores, que no permiten ning9n gnero de manipulaci n desde a uera. Darammismo de estas cajas impide el robo, pues cada una tiene ms de doscientas cincuenta librasEn -erdad, impresionante dijo !ierce.o s lo eso agreg Fo+ler3 adems, cada una de las cuatro lla-es dos para cada protegida indi-idualmente. os se guardan en la propia o icina del errocarril. Jna tercecargo del se6or 7rent, presidente del banco, que como algunos de ustedes sabrn es un cdigno de toda con ian5a. Don ieso que ignoro d nde guarda e8actamente su lla-e el se6orcono5co el paradero de la cuarta lla-e porque la tengo yo mismo.(u e8traordinario dijo !ierce. 4o dir)a que es una responsabilidad considerable.Recono5co que sent) cierta necesidad de mostrar in-enti-a en esta cuesti n reconociluego inici una pausa teatral.El se6or ?yndham, un poco achispado por la bebida, decidi hablar. Bueno, maldita sea,

    dir donde ha ocultado su asquerosa lla-eEl se6or Fo+ler no se o endi 3 al contrario, sonri benigno. >o sol)a beber mucho, y concierta modesta satis acci n los e8tra-)os de los que se entregaban a los e8cesos del alcoguardo dijo alrededor del cuello. 4 se abri la camisa almidonada con la mano e8tengo siempre conmigo, incluso mientras me ba6o y cuando duermo. >unca se separa de satis echo. Domo -en, caballeros, el torpe intento de un jo-encito de las clases peligrosaspreocupar a

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    CAPITULO 8

    LA OFICINA DEL FERROCARRIL0os errocarriles ingleses crecieron a -elocidad tan enomenal que la ciudad de 0ondres noa rontar el problema, y nunca lleg a construir una estaci n central. En cambio, cada una dconstruidas por empresas pri-adas, introdujo todo lo posible sus -)as en la propia ciudad de 0luego le-ant una terminal. !ero a mediados del siglo 8i8 este sistema comen5aba a ser oataques. Jn argumento era el desarraigo de la gente pobre, cuyas -i-iendas ueron demolidaspaso a las l)neas erro-iarias3 otro, se centraba en las incomodidades de los -iajeros, obatra-esar 0ondres en carruaje con el in de empalmar una estaci n con otra y continuar -iajeEn #$M& Dharles !earson propuso y plane una enorme Dentral Ferro-iaria, que deb)a i0udgate

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    muy poco satis actoria. !ara los "ictorianos las estaciones erro-iarias eran las 'catedralepoca*3 pretend)an que combinasen los ms altos principios de la esttica con la rtecnol gica y en realidad muchas estaciones satis acen tales condiciones, con sus altas, aelegantes b -edas de -idrio. !ero la nue-a Estaci n del !uente de 0ondres era deprimente pose la mirase. Su estructura de dos pisos en orma de 0 ten)a un aire chato y utilitario, con ude s rdidos locales bajo una arcada, a la i5quierda, y la estaci n principal ormando una sin ms adorno que un reloj instalado en el techo. 4 lo que es ms gra-e, la distribuci n inteplantas el blanco de la mayor)a de las cr)ticas anteriores no su ri ninguna modi icac

    urante la reconstrucci n de la estaci n el Ferrocarril Sureste decidi usar la 7erminal del 0ondres como punto de salida de las l)neas que se dirig)an a la costa. Se concert un aarriendo3 el Ferrocarril Sureste alquilaba las -)as, las plata ormas y el espacio de oFerrocarril de 0ondres G :reen+ich, cuyos propietarios no estaban dispuestos a otorFerrocarril Sureste ms acilidades que las necesarias.0as o icinas del super-isor de tr ico consist)an en cuatro habitaciones en una secci n leterminal dos cuartos para los empleados, un sector de almacenamiento para -alores -eriuna o icina ms amplia para el propio super-isor. 7odas las habitaciones ten)an tabiques dserie de habitaciones estaba instalada en el segundo piso de la terminal, y el 9nico acces

    escalera de hierro que ascend)a desde la plata orma de la estaci n. 0as personas que sub)anla escalera estaban a la -ista de los empleados de la o icina, as) como de los pasajeros, loscuerda y los guardias distribuidos en el andn.El super-isor de tr ico se llamaba ;c!herson. Era un escocs entrado en a6os que -atentamente a sus empleados, y trataba de que no se distrajesen mirando por la -entana. e mninguno de los que ocupaban la o icina prest atenci n un d)a de principios de julio de #dos -iajeros se instalaron en un banco de la plata orma y permanecieron all) todo el d)a, ccon recuencia sus relojes, como impacientes por emprender -iaje. 4 tampoco ad-irti nadmismos caballeros -ol-)an a la semana siguiente, y nue-amente se pasaban el d)a en el miobser-ando la acti-idad de la estaci n mientras esperaban su tren, y consultando a men

    relojes de bolsillo.En realidad, !ierce y Agar no utili5aban relojes de bolsillo, sino ms bien cron metros. !iuno muy elegante, un gran cron gra o con dos diales, montado en una caja de oro #$ quconsideraba una mara-illa de la tcnica ms moderna, y se empleaba en las carrerasacti-idades parecidas. !ero lo sosten)a oculto en la mano, de modo que no atra)a la atenci n.

    espus del segundo d)a de obser-aci n de la rutina de los empleados administrati-os, los cturnos de los guardas erro-iarios, la llegada y la partida de los -isitantes de la o icinaasuntos que para ellos eran importantes, Agar al5 los ojos hacia la escalera de hierro que cla o icina y anunci = /n ernalmente peligroso. Est demasiado e8puesta. En in, Qqu ah) os lla-es.Q(u lla-es os lla-es que necesito dijo !ierce.Agar mir de reojo las o icinas. Si la respuesta de !ierce lo decepcion , su rostro no mostrindicio en ese sentido. Bien dijo en tono pro esional, si lo que quiere son dos lla-estn en ese dep sito esbo5 un gesto, sin atre-erse a se6alar con el dedo despus de de los empleados. Q"e la alacena!ierce asinti . A tra-s del -idrio del rente pod)a -er toda la o icina. En el cuarto desdep sito hab)a una estrecha alacena de color -erde lima, adosada a la pared. !arec)a la clasedonde uno pod)a guardar las lla-es. 0a -eo.En esa alacena est lo m)o. Bueno, seguro que tiene cerradura, pero eso no es muy impocosa barata.

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    Q4 la puerta del rente dijo !ierce, des-iando la -ista. >o s lo estaba cerrada coalacena, sino que la puerta de acceso a la serie de o icinas una puerta de cristal esmerostentaba la inscripci n FDSE, escrita a molde, y debajo, i-isi n Super-isor de 7r icorobusta cerradura de bronce sobre el picaporte.Apariencia, y nada ms re5ong Agar. Jn tir n y la destripo. !odr)a abrirla s lo cono es problema. El problema es la maldita gente.

    !ierce asinti , pero no dijo nada. Agar era el principal responsable de la operaci n, y teresol-er las di icultades. Qe+gate, y de ah) nadie escapa. Dumplir su tiempo en la noria, y ser un y esperar la rebaja, si se la dan. !ero no puede escapar. >o, de >e+gate nadie escapa.(ui5 !er ecto ?illy pueda hacerlo.

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    >adie puede hacerlo dijo Agar con -o5 gra-e. 4a se ha intentado.

    En-iar un mensaje a ?illy dijo !ierce y -eremos.

    Agar asinti . 7engo esperan5as dijo , pero no demasiadas.0os dos hombres reanudaron la -igilancia de las o icinas. !ierce ij la -ista en el dep sito o icinas, y en la peque6a alacena adosada a la pared. Record que nunca la hab)a -isto abiocurri una idea= Q(u pasar)a si hubiese ms lla-es qui5 docenas en ese peque6o armsabr)a Agar cules deb)a copiarAh) -iene la poli dijo Agar.!ierce mir , y -io al agente que hac)a su ronda. Apret el bot n del cron metro= Sietcuarenta y siete segundos desde la 9ltima pasada. !ero la rutina del polic)a ser)a ms rpinoche.Q"e un escondrijo dice !ierce.Agar asinti en direcci n a un dep sito de equipajes instalado en una esquina, a lo sumo ade la escalera. Ser-ir.E8celente coment !ierce.0os dos hombres permanecieron sentados hasta las siete, hora en que los empleados abando icina para -ol-er a sus casas. A las siete y media se retir el super-isor, despus de cerrar la puerta de acceso. esde esa distancia, Agar ij los ojos en la lla-e.Q(u tipo de lla-e pregunt !ierce.Bastar un tir n, no muy uerte dijo Agar.0os dos hombres permanecieron otra hora, hasta que se hi5o peligroso continuar en la es

    9ltimo tren hab)a partido, y ahora llamaban mucho la atenci n. !ermanecieron el tiempo inpara cronometrar al polic)a de la guardia nocturna que hac)a las rondas de la estaci n. pasaba rente a la o icina del gerente de tr ico cada cinco minutos y tres segundos.!ierce apret el bot n del cron metro y mir el segundero. Dinco y tres dijo.

    Feo asunto dijo Agar.

    Q!uede hacerloDlaro que puedo dijo Agar. !uedo conseguir un molde en menos... todo lo que he di

    eo el asunto. QDinco y tres

    !uedo encender ms rpido el cigarro le record !ierce.!uedo dijo Agar con irme5a, si tengo un culebra como !er ecto ?illy.Salieron de la estaci n. Duando llegaron a la calle, !ierce hi5o se6as al coche de punto. El cmostraba una cicatri5 en la rente, descarg un latiga5o sobre el caballo y el -eh)culo sehacia la entrada de la estaci n.QDundo lo hacemos pregunt Agar.!ierce le entreg una guinea de oro. Duando yo le a-ise dijo. 0uego, subi al coche y ealej , hundindose en la sombra nocturna cada -e5 ms densa.

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    CAPITULO 6

    EL PROBLEMA Y LA SOLUCIN

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    in-entado las cerraduras de combinaci n3 todas las cerraduras se abr)an y cerraban con lmodo ms seguro de -iolar una caja era ir pro-isto de una lla-e obtenida pre-iamente. Essubyace en la preocupaci n por las lla-es que caracteri5a al delincuente del siglo @/@. 0delicti-a, o icial y popular, de la poca -ictoriana, parece obsesionada por las lla-es, como 9nico que importaba. !ero en esos tiempos, como dijo en su proceso de #$M$ >eddy Sy e-iolador de cajas uertes= '0a lla-e es el todo en el golpe, es el problema y la soluci n*.

    e modo que cuando Ed+ard !ierce plane el robo del tren, parti de la premisa indudable dtodo deb)a conseguir copias de las lla-es necesarias. 4 deb)a hacerlo obteniendo acceso a lalla-es, pues si bien e8ist)a un nue-o mtodo consistente en usar 'modelos* de cera e insertlas cerraduras de las cajas, esta tcnica no merec)a con ian5a. e ah) que las cajas uerpoca sol)an dejarse sin -igilancia.El eje de la acti-idad delicti-a era determinar el lugar en que se guardaban las lla-es de laproceso de copia no o rec)a di icultades3 en pocos momentos pod)an obtenerse impresionla lla-e. 4 pod)a -iolentarse con rpida acilidad el local donde se guardaba una lla-e.!ero si uno se detiene a pensar en el asunto, una lla-e es por de pronto bastante peque6aocultrsela en los lugares ms in-eros)miles3 es posible esconderla casi en cualquier parte de una persona, o en cualquier rinc n de un cuarto. 4 sobre todo de una habitaci n -ictoriaincluso un objeto tan corriente como un cesto de papeles probablemente estaba orradocapas sucesi-as de lecos, y cercos decorati-os de borlas.Solemos ol-idar lo e8traordinariamente recargadas que eran las habitaciones -ictorianas. El que pre-alec)a en este per)odo suministraba innumerables escondrijos. Adems, los"ictorianos adoraban los compartimentos secretos y los lugares disimulados3 a mediados danuncio de -enta de un escritorio a irmaba que 'contiene ##2 compartimentos, inclusodisimulados del modo ms ingenioso*. A9n las chimeneas muy adornadas, que pod)an halllos cuartos de una casa, o rec)an docenas de lugares donde ocultar un objeto tan peque6olla-e.

    !or consiguiente, a mediados de la poca -ictoriana, la in ormaci n acerca del escondite dera casi tan 9til como la copia de la propia lla-e. El ladr n que pretend)a obtener una imprespod)a irrumpir en una casa si sab)a e8actamente d nde se ocultaba la lla-e, o por lo menhabitaci n estaba. !ero si desconoc)a esos datos, la di icultad de reali5ar una b9squeda mien silencio, en una casa poblada de habitantes y criados, usando s lo una linterna ssuministraba a lo sumo un ojo de lu5 era tan grande que a -eces no -al)a la pena reali5ar eEn -irtud de todas estas circunstancias, !ierce concentr su atenci n en descubrir d nde gualla-e el se6or Edgar 7rent, presidente de la irma

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    2. Todo! lo! d #!" $or l# m#-#(#" !e ele5#r6( re%o! e( l# o) * (# $r (* $#l. El $#dm ( !tr#t 5o e!t#r6 $re!e(te.

    7. El #t'e(do de+e !er !o+r o. El $er!o(#l #dm ( !tr#t 5o (o '!#r6 $re(d#! de *olo5 5o!.8. Se !'m ( !tr# '(# e!t')# $#r# +e(e) * o del $er!o(#l #dm ( !tr#t 5o. Se re*om

    9'e *#d# m em+ro del $er!o(#l tr# :# d #r #me(te do! ; lo! de *#r+

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    una moda nue-a, y las opiniones acerca de sus bene icios estaban di-ididas. 7ambin codi undirse la moda de umar cigarrillos, pero los indi-iduos ms conser-adores no umamenos no lo hac)an en p9blico, y a -eces ni siquiera en el hogar. 4 los hombres ms conlle-aban la cara totalmente a eitada.

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    CAPITULO 7

    que -est)a una alda de crinolina p9rpura oscura guarnecida de lecos. ar)a el golpeinstantes ms, mientras ella caminaba por la calle.0a banda a-an5aba en ormaci n. Jno de los campanas ocupaba su posici n tres pasos al estaba cinco pasos atrs. 0a misi n de los campanas era pro-ocar desorden y con usi n smal.0a presa segu)a caminando, pero el hecho no inquiet a 7eddy Bur e. Se propon)a robar

    marcha, el tipo ms di )cil de golpe, mientras iba ella de una tienda a la otra."amos all dijo, y el ayudante a-an5 a su lado. Su tarea era recibir el bot)n apenas 7edrobado, dejndolo limpio si hab)a escndalo y un agente de polic)a le deten)a.Acompa6ado por el ayudante, se acerc tanto a la mujer que pudo oler su per ume. Daderecha de la jo-en, pues el -estido de una mujer ten)a un solo bolsillo, y estaba de ese lado.7eddy sosten)a un abrigo sobre el bra5o i5quierdo. Jna persona saga5 podr)a haber pregunqu un caballero lle-aba abrigo en un d)a tan clido3 pero la prenda parec)a nue-a, y pod)que acababa de recogerla de una de las tiendas cercanas. En todo caso, el abrigo ocumo-imiento del bra5o derecho en direcci n a la alda de la mujer. Acarici delicadamente

    para descubrir si lle-aba monedero. Sus dedos lo tocaron3 respir hondo, rogando al ciemonedas no tintineasen, y lo retir del bolsillo.Se apart inmediatamente de la mujer, pas el abrigo al otro bra5o, y en el mismo mo-imieel bolso al ayudante. Este se alej . Adelante y atrs, los campanas se marcharon en dirdi erentes. S lo 7eddy Bur e, que ahora estaba limpio, continuaba caminando por el Str

    rente a un local que e8hib)a garra as de -idrio tallado y cristal importadas de Francia.Jn indi-iduo alto de barba roja estaba mirando los art)culos e8hibidos. >o mir a 7eddy Burgolpe dijo.7eddy Bur e pesta6e .El hombre que hab)a hablado estaba demasiado bien -estido, parec)a demasiado pulcro ppolic)a de ci-il, y ciertamente no era un con idente. 7eddy Bur e dijo con cautela= QSese6orS) dijo el hombre. igo que ha sido un golpe muy bueno. Q0o enganch7eddy Bur e se sinti pro undamente insultado. Se llamaba gancho a un alambre que losin eriores usaban para pescar un bolso, si los dedos les temblaban demasiado para ejecutar isc9lpeme se6or. >o s de qu me habla.Dreo que lo sabe per ectamente insisti el hombre. QAndamos un poco7eddy Bur e se encogi de hombros y march al paso del desconocido. espus de todo, e y nada ten)a que temer.

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    Dinco libras no es mucho.

    ie5 dijo el hombre con -o5 atigada.

    7engo que pensar en mis muchachos.

    >o dijo el hombre3 usted solo.

    Q e que se trata pregunt 7eddy Bur e.Jn buen golpe, las manos sobre el otro, lo su iciente para preocuparle y que se re-ise los bQ4 usted quiere que no le quite nada

    Absolutamente nada repuso el hombre.

    Q(uin es el tipo pregunt 7eddy Bur e.Jn hombre llamado 7rent. 7iene que abordarlo rente a su o icina... uerte y bruscamenhe dicho.

    Q4 d nde est la o icinaEl Banco athaniel aturalmente, algunos barrios ms antiguos de 0ondres conser-aron un ni-el ele-ado de elrique5a, pero a menudo estaban al lado mismo de los barrios bajos ms s rdidos y sorpren-ecindad de la rique5a y la sordide5 impresion tambin a los obser-adores e8tranjeros, so

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    Aunque algunos propietarios de alojamientos, o inquilinatos -i-)an en la 5ona y a menudcosas robadas en pago del alquiler muchos eran ciudadanos de pro, propietariosin absentia queempleaban a un hombre de acci n para cobrar los alquileres y mantener cierta apariencia de

    urante este per)odo hubo -arios 'palomares* amosos, en las Siete Es eras, Rosemarie 0ade Pacobo y el Damino de Ratcli e, pero ninguno lleg a ser tan amoso como las tres hcentro de 0ondres que ormaban el 'palomar* de Saint :iles, y que se llamaba 'la 7ierra Situado cerca del distrito teatral de la pla5a 0eicester, el barrio de prostitutas del

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    !ierce contempl el cartel, y luego entr en la casa, abrindose paso entre las pandillas sucios y harapientos reunidas alrededor de la escalera3 pelli5c bruscamente a uno, para mque no tolerar)a que le re-isaran los bolsillos. Subi los escalones crujientes hasta el segunpregunt por la mujer llamada ;aggie. 0e indicaron que estaba en la cocina, de modo que otra -e5, y se dirigi al s tano.0a cocina era el centro de todos los inquilinatos, y a esa hora era un lugar clido y acogedode calor y ragancias sabrosas, mientras a uera se enroscaban los jirones de niebla gris y hlado del uego hab)a media docena de hombres que con-ersaban y beb)an3 alrededor de-arios hombres y mujeres jugaban a las cartas, mientras otros sorb)an cuencos de sopa calilos rincones se amontonaban instrumentos musicales, muletas de mendigos, canastas de bucajas de -endedores ambulantes. Encontr a ;aggie, una sucia ni6a de doce a6os, y la apart0e entreg una guinea de oro, y la chica la mordi . Embo5 una semisonrisa.Q(u pasa, patr n ;ir apreciati-amente las inas prendas, con una e8presi n calcupor cierto no concordaba con su edad. Q(uiere que le di-ierta un poco!ierce ignor la sugerencia. Q"i-es con !er ecto ?illy

    0a chica se encogi de hombros. "i-)a. ?illy est en chirona.

    >e+gate

    S).

    Q0e -es

    A -eces. igo que soy su hermana, Qsabe

    !ierce se6al la moneda que ella a erraba. 7endrs otra igual si le pasas un mensaje.urante un instante los ojos de la chica centellaron interesados. 0uego recuperaron la e8

    mortecina. Q(u es ile a ?illy que debe salir durante la pr 8ima ejecuci n. Ser Emma Barnes, la asesina. la ahorcan p9blicamente. ile eso= tiene que salir cuando la ejecuten.

    0a chica se ri . Jna risa e8tra6a, dura y spera. ?illy esta en >e+gate dijo y nadie>e+gate... tanto si ahorcan como si no. ile quel puede dijo !ierce. (ue -aya a la casa donde conoci a Pohn Simms, y nproblemas.QEs usted Pohn SimmsSoy un amigo dijo !ierce. ile que en el pr 8imo ahorcamiento tiene que salir, o no?illy.0a chica mene la cabe5a. QD mo puede salir de >e+gate ile eso repiti !ierce, y se -ol-i hacia la salida.En la puerta de la cocina se -ol-i hacia la chica, una ni6a desgarbada, cargada de homlle-aba un -estido -iejo y harapiento manchado de barro, los cabellos apelma5ados y sucios.Se lo dir dijo la ni6a, mientras desli5aba en el 5apato la moneda de oro.El hombre se alej y -ol-i por donde hab)a -enido, y sali de la 7ierra Santa. Emergestrecha callejuela, se intern en la pla5a 0eicester y se uni a la multitud reunida rente ;ayberry, perdindose entre los grupos que ocupaban la calle.

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    CAPITULO 11

    LA RUTINA DEL SE@OR EDGAR TRENTEl sector respetable de 0ondres era un lugar tranquilo durante la noche. En una poca anmotor de combusti n interna, los distritos comerciales y inancieros del centro de la ciudadesiertos y silenciosos, si se e8cept9an los pasos discretos de los agentes de la !olic)a ;etropque hac)an sus rondas de -einte minutos.Al alba, el silencio se interrump)a con el cacareo de los gallos y el mugido de las -acas, son

    incongruentes en un medio urbano. !ero en esa poca hab)a muchos animales en el centro d y la cr)a era una de las principales industrias londinenses y adems, durante el d)a, una deprincipales de la congesti n del trnsito. >o era raro que un elegante caballero tu-iese que esu coche el paso de un pastor con su reba6o que recorr)an las calles de la ciudad. 0onentonces la mayor concentraci n urbana del mundo, pero en relaci n con las normas mdi-isi n entre la -ida urbana y la rural no era muy de inida.Es decir, poco de inida hasta el instante en que el reloj de la :uardia ;ontada daba las saparec)an los primeros representantes de ese en meno peculiarmente urbano los habitabarrios alejados que se dirig)an al trabajo, transportados por 'la diligencia del

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    Fierce asinti . Bien, pronto sabremos a qu atenernos. Ech una ojeada al reloj. -eintinue-e. !untual, como de costumbre.!ierce y Agar estaban en el tejado desde el alba. o era se 7eddy Bur e intengolpeQ(uin es 7eddy Bur e dijo !ierce.

    Jn carterista, trabaja en el Strand.

    >o le cono5co dice !ierce, y los dos hombres bajaron del tejado del edi icio.

    "aya, es usted muy reser-ado dijo de nue-o Agar. Eseera 7eddy Bur e. !ierce se limit asonre)r.urante la semana siguiente !ierce reuni muchos datos acerca del se6or Edgar 7rent y s

    cotidiana. El se6or 7rent era un caballero bastante se-ero y de-oto3 rara -e5 beb)a, y nunca

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    jugaba a las cartas. Era padre de cinco hijos3 la primera esposa hab)a allecido de parto alantes, y la segunda, Emily, era treinta a6os ms jo-en que l y muy bella, pero de actitse-eras como el marido.0a amilia 7rent -i-)a en el n9mero #K de la calle

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    di icultaban la entrada en la casa, que ya eran ormidables. e modo que decidipersonalmente la labor de reconocimiento, con cierta ayuda de Agar.

    e acuerdo con su propio testimonio, hacia ines de agosto !ierce no estaba mejor que un m'Ese hombre no ten)a isuras*, dijo !ierce, re irindose a 7rent '>i -icios, ni debilide8centricidades, y una esposa salida directamente de las pginas de un manual acerca deper ecta al rente de un hogar eli5*.

    Era e-idente que no ten)a sentido introducirse en una mansi n de -eintitrs habitacioneesperan5a de que la casualidad permitiese encontrar la lla-e oculta. !ierce necesitabin ormaci n, y a medida que pasaba el tiempo era ms e-idente que esta in ormaci n pods lo del propio se6or 7rent, el 9nico que sab)a d nde estaba la lla-e.7odos los intentos de !ierce por establecer una relaci n personal con el se6or 7rent rac

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    CAPITULO 15

    UN PERRO ENTRENADO>o lejos de South+ar ;int se hallaba el establo de Peremy Pohnson G

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    enjaulado y le arrancamos todos los dientes3 ahora es el desdentado. 4 muy bueno. Sabe aprendi5... este desdentado es muy gil.!ierce mir al animal sin dientes. Era un perro jo-en y sano que ladraba -igorosamente. quitado todos los dientes3 pero continuaba re5ongando y entreabriendo los labios amena5aEl espectculo pro-oc la risa de !ierce.S), s)3 es un tanto c mico dijo Pohnson, acercndose a otra jaula pero no dir lo m

    0e aseguro que est mirando el mejor perro de prueba de todo 0ondres.Era un mesti5o, ms grande que un bulldog, y le hab)an a eitado partes del cuerpo. !iercerutina= primero se entrenaba al animal jo-en en bre-es sesiones de pelea con un -eterano -idientes3 luego se lo met)a en la arena con un 'perro de prueba*, un animal prescindibcombati-o. En el curso del encuentro con el perro de prueba el aprendi5 adquir)a las hanecesarias para matar. 0a prctica usual era a eitar las partes -ulnerables del perro de prueba

    in de incitar al aprendi5 a atacar esas 5onas.Este animal dijo Pohnson ha ense6ado a ms campeones de los que recuerdo. QDodel se6or Benderby, el que -enci el mes pasado al campe n de ;anchester !ues bien, esentren al perro del se6or Benderby. 4 tambin al perro del se6or Starrett, y ... bueno, mdocena, y todos los campeones. 4 el otro d)a -ino el se6or Starrett, en persona, y quiso coice que quiere astidiar a un par de tejones. Q4 sabe lo que me o reci >ada menos qulibras. Q4 qu le contest 0e dije que por nada del mundo, no -endo este animal por cincuePohnson mene tristemente la cabe5a.4 no quiero que cace tejones dijo. 0os tejones no son ri-ales para un perro de pelea. buen perro de pelea tiene que en rentarse con otros perros, o a lo sumo con3 las ratas. reojo a !ierce. Q(uiere un perro part) ca5ar ratas 7enemos animales entrenados especiadijo el se6or Pohnson. Algo ms baratos, por eso lo digo.(uiero el mejor perro entrenado.4 le aseguro que lo tendr. "ea, -ea este -erdadero demonio. Pohnson se detu-o ren jaula. entro !ierce -io un bulldog que pesaba unos -einte ilos. El perro gru6 , pero no sQ"e 7iene con ian5a en s) mismo. 4a ha dado un buen par de mordiscos a otros perros adiestrado. !er-erso como el qu ms. Sabe, algunos perros tienen instinto... no es posible ennacen con el instinto de morder en el lugar e8acto. 4 ste tiene ese instinto.QDunto pregunt !ierce.

    "einte libras.

    !ierce -acil .

    Don la correa tachonada, el collar y el bo5al, todo incluido agreg Pohnson.

    !ierce permaneci en silencio.0e aseguro que se sentir orgulloso, muy orgulloso.

    espus de un largo silencio, !ierce dijo= (uiero elmejor perro que usted tenga. Se6al la jaul. Este perro no ha peleado nunca. >o tiene cicatrices. (uiero un -eterano entrenado.4 lo tendr dijo Pohnson sin pesta6ear. Dontinu caminando, y se detu-o dos jaulas mEste tiene instinto de matador, le gusta la sangre, y como rpido... caramba, es ms -elo5 q

    0a semana pasada le arranc el cuello al perro del -iejo ?hitington, en el torneo de la tabernausted estu-o all) y lo -io.!ierce pregunto= QDunto"einticinco libras, todo incluido.

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    !ierce mir un momento al animal, y luego dijo= (uiero el mejor perro que tenga aqu).Este es el mejor, se lo juro... el mejor perro de toda la jaur)a.!ierce cru5 los bra5os sobre el pecho y golpete el suelo con el pie.Se lo juro, se6or, -einticinco libras, una mara-illa para el caballero, y e8celente en taspectos.

    !ierce se limit a mirarlo.En in dijo Pohnson, apartando la -ista, como si se sintiese turbado, hay otro animmuy especial. 7iene instinto de matador, ha probado la sangre, es muy gil y resistente. !or aDondujo a !ierce uera del patio cercado, y entr en otro sector donde hab)a tres perros en poco ms grandes. 7odos eran ms pesados que los anteriores3 !ierce calcul que deb-einticinco ilos, qui5 ms. Pohnson se6al la jaula de en medio.Este dijo. ;e ha atacado a m) mismo dijo. 4 tu-e que renarlo... un animal mal-Pohnson se arremang una manga de la camisa para mostrar una serie de cicatrices blanhi5o esta bestia dijo, cuando me atac , pero lo domin, lo cuid y lo entren especialmtiene carcter, y usted sabe que el carcter es el todo.QDunto dijo !ierce.

    Pohnson se mir las cicatrices del bra5o. !ensaba reser-arlo para...

    QDunto

    Don todo respeto, no puedo -enderlo por menos de cincuenta libras.

    0e dar cuarenta.

    "endido dijo prontamente Pohnson. QSe lo lle-a ahora>o dijo !ierce. "endr a buscado dentro de unos d)as. !or el momento, gurdelo aqu).Entonces, Qme dar una se6al!or supuesto dijo !ierce, y entreg die5 libras al indi-iduo. !idi a Pohnson que abrieseperro, -eri ico el estado de los dientes, y se march .Dondenaci n dijo Pohnson despus de marcharse !ierce. Jn hombre compra un perr y lo deja Q(u signi ica esto

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    CAPITULO 18

    LA DESTRUCCIN DE ALIMA@ASEl capitn Pimmy Sha+, pugilista retirado, dirig)a la Dabe5a de la Reina, una de las'deporti-as* ms amosas en la calle del ;olino de "iento. El -isitante que hubiese entrado enen la noche del #2 de agosto de #$%M habr)a presenciado el espectculo ms original, putaberna se caracteri5aba por el techo muy bajo, y era un lugar s rdido y barato, estaba ocuese momento por toda clase de caballeros bien -estidos, que alternaban con buhoneros, -enambulantes de alimentos, jornaleros y otros miembros de condici n social humilde. !ero eparec)a importarle, pues todos compart)an un sentimiento de ner-iosa y estridente e8peAdems, casi todos hab)an tra)do perros. Eran animales de caracter)sticas muy -ariadas=terriers de distintos tipos y di erentes mesti5os. Algunos descansaban en los bra5os propietarios3 otros estaban atados a las patas de las mesas, o al posapies del mostrador. 7otema de intensa discusi n y atento e8amen= se les sopesaba, se les palpaba las patas condeterminar la resistencia de los huesos, y les abr)an las auces para e8aminar los dientes.Jn -isitante podr)a haber obser-ado luego que los pocos elementos decorati-os de la DabeReina indicaban idntico inters por los perros. e las perchas colgaban collares dcla-eteados3 hab)a perros disecados, guardados en sucios anales, sobre el mostrador3chimenea, imgenes de distintos perros, entre ellas un amoso dibujo de 7iny, 'el perro mar

    un bulldog blanco cuyas ha5a6as legendarias eran bien conocidas por todos.Pimmy Sha+, una igura corpulenta con la nari5 rota, se despla5 por el sal n diciendo '!idan lo que gusten caballeros*. En la Dabe5a de la Reina aun los caballeros ms eleganginebra caliente sin quejarse. ;s a9n, nadie parec)a tener en cuenta la sordide5 del ambienteN para el caso, a nadie parec)a preocuparle que la mayor)a de los perros e8hibiese abucicatrices en la cara, el cuerpo y las patas.Sobre el mostrador, un cartel manchado de holl)n dec)a=

    7N N SJ A>7NPN

    0A DATA E RA7AS E> 0A REA0/ AY si alguien dudaba del sentido del cartel, sus dudas se disipaban a las nue-e de la noche, c

    capitn Pimmy ordenaba 'abrir la pista*, y todo el p9blico se dirig)a hacia el sal n del prcada hombre lle-aba su perro, y cada uno depositaba un chel)n en la mano de un empleadsubir la escalera.El primer piso de la Dabe5a de la Rema era un sal n amplio, de techo tan bajo como la plaDarec)a totalmente de muebles, y en el centro estaba la pista un circulo de dos metros de cerrado por planchas de un metro -einte de altura. El suelo de la pista estaba encalado, con que se aplicaba todas las noches.

    A medida que los espectadores llegaban al segundo piso, los perros reaccionaban

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    -igorosamente, se agitaban en los bra5os de sus propietarios, ladraban con energ)a, y tirabcorreas.El capitn Pimmy dijo con -o5 se-era= Ahora, los caballeros que tienen antojos... hganloalgunos intentaron obedecer la orden, pero con escaso 8ito, sobre todo cuando apareci l jaula de ratas.A la -ista de las ratas, los perros ladraron y gru6eron ieramente. El capitn Pimmy so

    o8idada jaula de alambre sobre su propia cabe5a, balancendola en el aire3 conten)a unasratas asustadas. 0o mejor de lo mejor, caballeros anunci . 7odas ratas de campo, ni unde alba6al. Q(uin quiere empe5ar .En el sal n se hab)an reunido cincuenta o sesenta personas. ;uchas se apoyaban en las tmadera que circundaban la pista. 7odos ten)an dinero, y regateaban animadamente. /mpon-ocer)o general, se al5 una -o5= !robar con -einte. "einte de las mejores para mi perro.!esen el perro del se6or 7. dijo el capitn Pimmy, pues conoc)a al que hab)a habayudantes se apresuraron a retirar el bulldog de los bra5os de un caballero cal-o de barba perro ue pesado.

    H7rece ilosU dijo una -o5, y el perro ue de-uelto a su due6o.As) es, amigos dijo el capitn Pimmy. 7rece ilos pesa el perro a-orito del se6orprobar con -einte ratas. Q igamos cuatro minutosEl se6or 7. asinti .Daballeros, son cuatro minutos, y pueden cru5arse apuestas.

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    HSac9delaU HSac9delaU grit la turba.El perro se contorsion , consigui liberarse, y se arroj sobre el grupo de ratas. 4a hab)aseis, y los cuerpos yac)an en la pista manchada de sangre. os minutos llam el capitn Pimmy.Adelante, 0o-er, adelante, 0o-er grit el se6or 7. "amos, chico. H:rrrrrU 4a estH"amos, 0o-erUEl perro corr)a de un lado a otro, persiguiendo a su presa3 la gente gritaba y golpeaba lasmadera para mantener la e8citaci n de los animales. En cierto momento 0o-er tu-o cuacolgadas de la cara y el cuerpo, pero no cej y con las uertes dentelladas, desgarr a una medio de la uriosa e8citaci n, nadie -io a un caballero de barba roji5a y digno porte que seentre la gente y se deten)a al lado del se6or 7., cuya atenci n continuaba totalmente conceel perro.7res minutos anunci el capitn Pimmy. "arios espectadores gimieron. o apartaba los ojos del perro3 aullaba3 retorc)a el cuerpo, al mismo tiempo que su perro3 rechinaba las mand)bulas y gritcon -o5 ronca.H0a horaU grit el capitn Pimmy, al5ando el cron metro. 0a gente suspir y se calm0o-er de la pista3 las tres ratas que hab)an quedado con -ida ueron encerradas prontamenayudantes.El combate del perro con las ratas hab)a concluido. El se6or 7. hab)a perdido.E8celente actuaci n dijo el hombre de la barba roja, como consuelo.

    0a paradoja impl)cita en la conducta del se6or Edgar 7rent en la Dabe5a de la Reina mpresencia misma en un lugar de ese estilo e8igen cierta e8plicaci n.En primer lugar, un hombre que era presidente de un banco, de-oto cristiano y columcomunidad decente, jams hubiera concebido la idea de relacionarse con miembros de in eriores. 7odo lo contrario= el se6or 7rent consagraba una medida considerable de tiempa mantener a esta gente en su lugar, y proced)a as) con el conocimiento seguro y cierto de qcontribuyendo a mantener el buen orden social.

    e todos modos, en la sociedad -ictoriana hab)a algunos lugares en los cuales todas las me5claban libremente, y uno de los principales estaba representado por los acontecdeporti-os el bo8eo, los caballos, y por supuesto las peleas entre animales 7odas estas acgo5aban de mala reputaci n o eran directamente ilegales, y sus partidarios, reclutados en capas sociales, compart)an un inters com9n que les permit)a ignorar el incumplimiecon-encionalismos sociales en tales ocasiones 4 si el se6or 7rent no ad-ert)a ninguna incongsu propia presencia en un ambiente de buhoneros y -endedores ambulantes, no es menos estos, que generalmente guardaban silencio y se sent)an inc modos en presencia de cmostraban la misma desen-oltura en tales episodios deporti-os, y re)an y alternaban libremhombres a quienes ni se habr)an atre-ido a ro5ar en circunstancias corrientes.El inters com9n de todos las peleas de animales hab)a sido una di-ersi n muy apreciaoccidental desde los tiempos medie-ales !ero en la /nglaterra -ictoriana los deportes an

    estaban decayendo -elo5mente, -ictimas de la legislaci n, y de la trans ormaci n de los p9blico. 0a lidia de toros y osos, com9n a comien5os del siglo, era ahora bastante rara3 y centros rurales se organi5aban peleas de gallos. En el 0ondres de #$%M s lo tres depanimales conser-aban popularidad, y todos ten)an que -er con los perros.

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    esde los tiempos isabelinos casi todos los obser-adores e8tranjeros han comentado el a ectingleses dispensan a sus perros, y por eso mismo es e8tra6o que precisamente la criatura mlos cora5ones ingleses uese el centro de un 'deporte* tan -isiblemente sdico.

    e los tres deportes con perros, las luchas entre perros eran consideradas como el 'arte* suen el mundo de los deportes animales. Su di usi n justi icaba que muchos delincuentes loganaran bien la -ida dedicndose e8clusi-amente a robar perros se los denominaba 'peleterlas peleas de perros eran relati-amente poco comunes, pues sol)an ser combates a muerte, yperro de pelea era un art)culo caro.0a pelea entre el perro y el tej n era toda-)a menos corriente Se encadenaba a un tej n, y undos se dedicaban a hostigarlo 0a piel resistente y uerte dentellada del tej n proporcionespectculo sobremanera tenso y muy popular, pero la escase5 de tejones limitaba las posde este deporte.0a lucha del perro con las ratas era el deporte mas comente, sobre todo a mediados del sigltcnicamente era ilegal, durante -arias dcadas se practico en lagrante -iolaci n de la ley Elugares pod)an -erse carteles que dec)an 'Se necesitan ratas* y 'Se compran y -enden ratahecho, la ca5a de ratas era una industria menor, ajustada a sus propias normas especiales E-aloradas las ratas de campo, por su capacidad combati-a y la ausencia de in ecciones 0aalba6al, ms comunes y cilmente identi icables por el olor, eran t)midas y sus mordedmayores probabilidades de in ectar a un -alioso perro de pelea.Si se considera que el due6o de una taberna 'deporti-a*, con una buena clientela, pod)acomprar dos mil ratas en una semana y una buena rata de campo costaba hasta un chsorprende que muchos indi-iduos se ganaran la -ida capturando ratas. El mas amoso ue 'B

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    Sin duda con-ino el caballero de la barba roja, y ese d)a -ol-er a apostar por l. E

    mostr cierta preocupaci n. Q

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    CAPITULO 12

    EL PROBLEMA DE LA SE@ORITA ELIZABET TRENT0a /nglaterra -ictoriana ue la primera sociedad que recogi sistemticamente estad)sticas as) misma, y en general las ci ras obtenidas determinaron siempre un sentimiento de irrorgullo. !ero a partir de #$M2 cierta tendencia inquiet a los principales pensadores contemel n9mero de las mujeres solteras crec)a constantemente con relaci n al de los hombre ensituaci n.

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    apropiadas para una mujer ambiciosa de la clase baja que para una dama de calidad.

    Si una jo-en recha5aba esos puestos que la rebajaban, su solter)a implicaba una considerainanciera para el hogar. 0a se6orita Emily o+ning obser- que 'las hijas de los pro e

    ine-itablemente sienten que son una carga y una remora para el ni-el de -ida duramente code sus padres3 tienen que saber si se atre-en a pensar en el asunto que constituyen unpermanente de ansiedad, y que si no contraen matrimonio es muy probable que, ms tartemprano, se -ean obligadas a a rontar la lucha por la -ida sin la preparaci n o la aptitud neEn resumen, la presi n en a-or del matrimonio cualquier clase de matrimonio decente y se mani estaba tanto en los padres como en las hijas. 0os "ictorianos tend)an a casarsrelati-amente tard)a, en la -eintena o la treintena, pero el se6or Edgar 7rent ten)a unaEli5abeth, que ya hab)a cumplido los -eintinue-e a6os, y que era 'per ectamente casadera*signi icaba que ya hab)a dejado atrs su mejor edad. >o hab)a escapado a la atenci n del sque el caballero de la barba roja pod)a necesitar una esposa. El propio caballero hab)a maque no se opon)a al matrimonio, y que en realidad las e8igencias de la acti-idad comerciestorbado la b9squeda de la elicidad personal. !or lo tanto, nada imped)a suponer que este -estido y sin duda acomodado, dotado de inclinaciones deporti-as, pod)a sentirse atraEli5abeth. Don esta idea en mente, el se6or 7rent se las ingeni para in-itar al se6or !ierce at en su casa de la calle

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    En ese momento apareci Eli5abeth, ata-iada con un -estido de crinolina blanca. Ah, mi dijo el se6or 7rent, ponindose de pie3 y el se6or !ierce lo imit . Se6or Ed+ard !ierEli5abeth.Don ieso que ignoraba que usted tu-iera una hija dijo !ierce. Se inclin pro undamentom la mano de la jo-en y pareci dispuesto a besarla, pero -acil . !arec)a sumamente turbaparici n de la jo-en.

    Se6orita 7rent dijo, desprendiendo torpemente la mano. ebo decirle que me ha cocompletamente por sorpresa.QEs un cumplido... o lo contrario pregunt Eli5abeth, al mismo tiempo que ocupabe8tend)a la mano para recibir una ta5a de t.0e aseguro que debe interpretarlo como un cumplido. replic el se6or !ierce. 4 de acu-ersi n, mientras dec)a estas palabras se rubori5 intensamente.0a se6orita 7rent se abanic 3 el se6or 7rent carraspe 3 la se6ora 7rent, esposa per ecta, bandeja de bi5cochos y dijo= Q(uiere probarlos, se6or !ierce:racias, madame replic el se6or !ierce, y ninguno de los presentes dud de la sinceripalabras.Estbamos hablando de las ruinas dijo el se6or 7rent. en -o5 qui5s demasiado alta. el se6or !ierce nos estaba re iriendo sus -iajes al e8tranjero. A decir -erdad, acaba de -ol>ue-a 4or .Era una se6al, y la hija la recogi diestramente. Q e -eras dijo, mientras se abanicabner-ioso. H(u ascinanteUEso suele creerse, pero me temo que la realidad no es tan deslumbrante replic el se6e-itando con tanto cuidado la mirada de la jo-en que todos ad-irtieron su -ergon5osa retice

    duda se sent)a atra)do por ella, y la prueba de initi-a ue que dirigi sus obser-acionesse6ora 7rent. A decir -erdad, es una ciudad como cualquier otra, y se caracteri5a principor la ausencia de los re inamientos que los residentes de 0ondres consideramos sobrentend

    ;e han in ormado a-entur la se6orita 7rent, sin dejar de abanicarse que hay deprnati-os en la regi n.;e encantar)a o recerle dijo el se6or !ierce interminables a-enturas con los indiosllama as) tanto en Amrica como en Nriente pero me temo que no puedo hablar de a-territorio sal-aje de Amrica comien5a ms all del ;ississippi.Q0o ha cru5ado pregunt la se6ora 7rent.En e ecto replic el se6or !ierce. Es un ancho r)o muchas -eces ms ancho que el 7Amrica se6ala el l)mite entre la ci-ili5aci n y el sal-ajismo. !ero recientemente han inconstrucci n de un errocarril que atra-iesa esa e8tensa colonia... se permiti la recondescendiente a Amrica, y el se6or 7rent lan5 una risotada y espero que con el estabde la l)nea rrea muy pronto se e8tinguir la -ida sal-aje.(u e8tra6o dijo la se6orita 7rent, a quien aparentemente no se le ocurri nada ms ingeQ(u negocios lo lle-aron a >ue-a 4or pregunt el se6or 7rent.Si se me permite el atre-imiento continu el se6or !ierce, ignorando la preguntadelicados o)dos de las damas presentes no se o enden, o recer un ejemplo del sal-ajsubsiste en las regiones americanas, y de la rude5a de una -ida que, ajuicio de muchohabitantes, nada tiene de particular. Q

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    o, no tienen colmillos, si bien el macho de la especie posee cuernos.

    S), cuernos. !ero no de mar il.

    >o, no de mar il.

    Entiendo.

    Dontin9e, se lo ruego dijo la se6ora 7rent, con los ojos a9n brillantes.Bien dijo !ierce los hombres que ma... que sacri ican a estos b9 alos se llaman cb9 alos, y para reali5ar su tarea usan ri les. A -eces orman una l)nea que empuja a las beun promontorio. !ero no es el mtodo usual. Es ms recuente que sacri iquen a un solocualquier caso y aqu) debo disculparme por la crude5a de lo que debo relatar de ese pa)s una -e5 que la bestia ha dejado de e8istir la despojan de las entra6as.;uy ra5onable dijo el se6or 7rent.Sin duda dijo !ierce pero aqu) est lo particular del asunto. Estos ca5adores deconsideran el manjar ms sabroso una parte de las entra6as... es decir, el intestino delgado.QD mo lo preparan pregunt la se6orita 7rent. Supongo que lo asan al uego.

    >o, madame dijo !ierce, y repito que mi relato describe una situaci n de abyecto Estos intestinos muy apreciados, en opini n de los ca5adores tan sabrosos, se cinmediatamente, sin apelar a ninguna orma de cocci n.Q(uiere decircrudos pregunt la se6ora 7rent, arrugando la nari5.En e ecto, madame, as) como nosotros consumimos una ostra cruda, los ca5adores cintestino, y lo hacen cuando toda-)a est caliente de la bestia que acaba de e8pirar. ios m)o dijo la se6ora 7rent.4 bien continu !ierce ocurre a -eces que dos hombres ca5an juntos, e inmediatamencada uno se arroja sobre un e8tremo de los preciados intestinos. Dada ca5ador procura a-eotro, tratando de de-orar la presa antes que su ri-al.D mico dijo la se6orita 7rent, abanicndose con mo-imientos ms ner-iosos.

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    >o es s lo eso dijo !ierce, pues impulsado por su codicioso apremio, el ca5ador dtraga a menudo todo el rgano en cuesti n. Es un truco conocido. !ero su ri-al, ad-ertido decapa5 de arrancar directamente de la boca del otro la porci n indigerida, del mismo mopuedo e8traer una cuerda que me pasa entre los dedos. e modo que un hombre puede trque, por as) decir, otro ya se hab)a comido.Nh, ios dijo la se6ora 7rent, palideciendo.

    El se6or 7rent se aclar la garganta. >otable dijo.;uy e8tra6o dijo -alerosamente la se6orita 7rent, con -o5 temblorosa.

    0e ruego me disculpe dijo la se6ora 7rent, ponindose de pie.

    (uerida inter-ino el se6or 7rent.;adame, espero no haberla perturbado dijo el se6or !ierce, tambin ponindose de pie.Sus ancdotas son realmente notables acot la se6ora 7rent, -ol-indose para entrar en (uerida repiti el se6or 7rent, y se apresur a seguirla.As), el se6or Ed+ard !ierce y la se6orita Eli5abeth 7rent permanecieron solos duranteminutos en el jard)n del ondo de la casa, y seg9n se a irma cambiaron unas pocas palabrael contenido de la con-ersaci n. !ero la se6orita 7rent dijo despus a una criada que el se6orparec)a un hombre ' ascinante, a su modo un poco spero*3 y en general se admit)a en el h7rent que la jo-en Eli5abeth hab)a reali5ado ahora la ms -aliosa de las adquisiciones= es dun 'candidato*.

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    UN A ORCAMIENTO0a ejecuci n de Emma Barnes, la amosa asesina del hacha, el 1$ de agosto de #$%M, uemereci amplia publicidad 0a noche anterior a la ejecuci n, comen5 a reunirse la multitlos altos muros de granito de la crcel de >e+gate, dispuesta a pasar all) la noche para asegulugar que le permitiese -er bien el espectculo al d)a siguiente. Esa misma noche trajeron elque ue armado en el lugar por los ayudantes del -erdugo El ruido de los martillos se prolbien a-an5ada la noche.0os due6os de las casas de inquilinato de la -ecindad que daban a la pla5a de >e+gate alqbuena gana sus cuartos para que pasaran la noche las damas y los caballeros deseosos de olugar que les permitiese presenciar la 'ceremonia del ahorcamiento* 0a se6ora Emma ;ol-irtuosa -iuda, conoc)a per ectamente el -alor de sus habitaciones, y cuando un culto cllamado !ierce quiso alquilar la mejor de ellas por toda la noche, la mujer ij un preci-einticinco guineas por una noche.Era una suma considerable 0a se6ora ;olloy pod)a -i-ir c modamente un a6o con esa cantidmujer no permiti que esa re le8i n modi icase su decisi n, pues sabialo que dicha suma signi icaba para el se6or !ierce el salario de seis meses de un mayoprecio de uno o dos -estidos de mujer, y nada ms importante 0a prueba misma de la indicaballero estu-o en la prontitud con que le pag , en el acto, utili5ando guineas de oro.0a se6ora ;olloy no quer)a correr el riesgo de o ender mordiendo las monedas en presecaballero, pero lo har)a tan pronto estu-iera sola >unca sobraban las precauciones con las gincluso algunos caballeros la hab)an enga6ado mas de una -e5.0as monedas eran leg)timas, y la mujer se sinti muy recon ortada e modo que no preatenci n cuando algunas horas despus el se6or !ierce y su grupo subieron a la habitaci n agrupo estaba ormado por otros dos hombres y dos mujeres, todos bien -estidos El acentohablaban indic a la se6ora ;olloy que los hombres no eran caballeros, y las mujeres ciertaeran damas, a pesar de las elegantes canastas y las botellas de -ino que lle-aban.Duando el grupo entro en la habitaci n y cerro la puerta, la due6a de la casa no se molesto oreja al ojo de la cerradura. 7en)a la certe5a de que esa gente no le causar)a problemas.!ierce se acerco a la -entana y contempl la multitud, cuyo n9mero crec)a constantementeestaba a oscuras, apenas iluminada por el resplandor de las antorchas alrededor del pat)bulardiente y antasmag rica le permiti -er el tra-esa6o y la trampa que empe5aban a tomar >o podr dijo Agar detrs de !ierce.!ierce se -ol-i 7iene que hacerlo, muchacho.

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    Es el mejor culebra de la pro esi n, el mejor que ha e8istido jams, pero no puede salir Agar, con un gesto a la crcel de >e+gate.El segundo de los hombres inter-ino en la con-ersaci n Era Barlo+, un indi-iduo corpulentosperos, con una cicatri5 de cuchillo en la rente, disimulada generalmente bajo el ala delBarlo+ era un ladr n re ormado que se hab)a con-ertido en atracador es decir, un cartehab)a degenerado en asaltante puro y simple y que hab)a sido contratado pocos a6os acochero por !ierce 7odos los atracadores eran en el ondo matones, y eso era e8actamente lhombre como !ierce deseaba en el pescante de su carruaje, un hombre que con las riendamanos estu-iese pronto para huir o dispuesto a cambiar algunos pu6eta5os, si a eso se Barlo+ era leal, ya hac)a cinco a6os que trabajaba para !ierce.Barlo+ runci el ce6o y dijo Si es posible, lo har Si se puede. !er ecto ?illy es el homlentamente, y dio la impresi n de un hombre que pensaba sin apremio !ero !ierce sabia acci n pod)a ser rpido.!ierce miro a las mujeres Eran las amantes de Agar y Barlo+, lo cual signi icaba que tambic mplices./gnoraba sus nombres, y no deseaba saberlos. 0amentaba el hecho mismo de que estu-ierancinco a6os nunca hab)a -isto a la mujer de Barlo+ pero no hab)a modo de e-itarlo. 0aBarlo+ era e-identemente alcoh lica3 se ol)a su aliento a ginebra en todo el cuarto. 0a mujno era mucho mejor, pero por lo menos estaba sobria.Qo prest atpat)bulo ni a la multitud que crec)a constantemente. En cambio, ij la -ista en los muros de >e+gate.Aqu) est la comida, se6or dijo la mujer de Barlo+. !ierce e8amin las -ituallas de

    rascos de cebollas en conser-a, patas de langosta y un paquete de cigarros oscuros.;uy bien, muy bien dijo.Agar dijo= Q(uiere drselas de noble, se6or Era una alusi n a un conocido cuentodicho sarcsticamente, y Agar atestigu luego que !ierce no recibi con buen talante el coSe -ol-i con la larga le-ita abierta delante para mostrar un re- l-er metido en la cintupantal n.Si cualquiera de ustedes me alla dijo. le meter una bala en la cabe5a, y lo pondr. Sonri le-emente. Domo saben, hay cosas peores que el -iaje a Australia.>o se o enda dijo Agar, contemplando el arma. >o, no se o enda... Fue s lo una broBarlo+ obser- = Q!ara qu necesitamos a un culebra!ierce no se dej distraer= Recuerden mis palabras dijo. Al que me alle, le meto ucabe5a.

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    r)gidos los lunes por la ma6ana en que se ahorcaba a un delincuente= era sabido que todotarde al trabajo y con mayor ra5 n ese d)a, en que colgaban a una mujer.El pat)bulo ya estaba instalado3 la cuerda colgaba en el aire, sobre la trampa. !ierce mirEran las K.M%, y altaba poco para la ejecuci n.Abajo, en la pla5a, la muchedumbre empe5 a cantar= 'HNh. ios m)o, piensa que -oy a mm)o, piensa que -oy a morirU* inguno de los presentes habl . Finalmente, Barlo+ dijo=Emma Barnes... nunca cre) que terminar)a as).!ierce no contest .A las ocho, el carill n del Santo Sepulcro se6al la hora, y la multitud rugi e8pectantesua-e tintineo de una campana de la crcel, se abri una puerta de >e+gate y apareci la pcon las mu6ecas atadas a la espalda. Al rente, marchaba un capelln, leyendo pasajes d

    etrs el -erdugo de la ciudad, -estido de negro.0a multitud -io a la prisionera y se ele- el grito= H esc9branseU 7odos los descubrieron mientras la prisionera sub)a lentamente al cadalso. Entonces se oyeron g'HArrod)llense, delanteU HArrod)llense, delanteU* !ero en general no ueron acatados.

    !ierce ten)a la -ista ija en la condenada. Emma Barnes estaba en la -eintena, y parec)a -igorosa. El -estido de cuello abierto permit)a distinguir las arrugas y los m9sculos del cuten)a los ojos perdidos y -idriosos3 en realidad, parec)a que no -e)a nada. Ncup su lugar, yde la ciudad se -ol-i hacia ella, para arreglar peque6os detalles, como si hubiera sido unaque acomoda un -estido sobre un maniqu). Emma Barnes mir por encima de la multitud. la cuerda a una cadena que lle-aba alrededor del cuello.El clrigo ley en alta -o5, los ojos ijos en la Biblia. El -erdugo uni las piernas de la mcinta de cuero3 para conseguirlo, tu-o que meter las manos bajo las aldas, y la multitugroseros comentarios.0uego, el -erdugo se endere5 , y desli5 una capucha negra sobre la cabe5a de la mujer. Ala trampa se abri con un crujido de madera que !ierce oy con sorprendente claridad3 ycay y se detu-o, e instantneamente quedo inm -il.Est mejorando la tcnica dijo Agar. Era sabido que el -erdugo de la ciudad hab)aejecuciones chapuceras, en las que el ahorcado continuaba retorcindose y agitndose -arioantes de morir. A la gente no le gustar agreg Agar.En realidad, la multitud no pareci preocupada. o dijo !ierce. 4 luego= Q nde esta ?illy

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    !er ecto ?illy ?illiams, el culebra ms amoso del siglo, estaba en la crcel de >e+gate inicuga. Era un hombre menudo, y en su ni6e5 hab)a sido amoso por su agilidad como

    deshollinador3 durante los 9ltimos a6os hab)a sido empleado por los ladrones ms emineha5a6as ya eran legendarias. A irmbase que !er ecto ?illy pod)a trepar por una super icie y nadie estaba absolutamente seguro de que uera incapa5 de hacerlo.Diertamente, los guardias de >e+gate, que conoc)an la ama de su prisionero, lo hab)an cerca durante muchos meses, por las dudas. !ero tambin sab)an que era imposible u>e+gate. Jn hombre habilidoso pod)a intentarlo en !onsdarle, donde apenas hab)a discimuros eran bajos, y los guardias no recha5aban el o recimiento de unas monedas de orincitaba a des-iar la -ista. !onsdarle, o e+gate>e+gate era la crcel ms segura de toda /nglaterra.

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    e ese techo salt a otro, y luego a otro, sal-ando sin -acilar distancias de dos y tres metrodos -eces no lleg a agarrarse a las tejas de los techos, pero siempre consigui reaccionarde todo, hab)a pasado gran parte de su -ida sobre los tejados de las casas.Finalmente, media hora despus del momento en que comen5ara a trepar por el muro de ladesli5 por una -entana triangular que estaba al ondo de la casa de inquilinato de la se6oatra-es en silencio el -est)bulo, y entr en la habitaci n alquilada a buen precio por el se6su grupo.

    Agar record que ?illy 'parec)a un antasma, o rec)a un aspecto terrible*, y agreg que 'como un santo acuchillado*, pero esta re erencia blas ema ue e8purgada de las actas del !ierce dirigi el pronto tratamiento del hombre, que apenas se manten)a consciente. 0o recon -apores de cloruro de amonio e8tra)do de un inhalador de cristal. 0as mujeres le desplas ropas, sin alsos recatos y con rapide53 aplicaron pol-o astringente y esparadrapo a lheridas, y despus las -endaron con -endas quir9rgicas. Agar le dio de beber un sorbo de -inpara in undirle energ)a, y -ino Burroughs G ?ellcome con jugo de carne y hierro, para alimobligaron a tomar dos pildoritas de Drter para los >er-ios, y un poco de tintura de opio, pael dolor. Este tratamiento m9ltiple acilit la reacci n del hombre, y permiti que las mlimpiasen el rostro, rociasen el cuerpo con agua de rosas, y lo -istiesen con las ropas emen

    Jna -e5 -estido, le dieron un sorbo de Bromo Da e)na para re or5ar su energ)a, y le dijeringiese desmayado. 0e colocaron un sombrero de mujer sobre la cabe5a, y lo cal5aronemeninas3 el uni orme carcelario ensangrentado ue a parar a la cesta de la merienda.e la multitud de ms de -einte mil personas, nadie prest la menor atenci n cuando el eleg

    de espectadores sali de la casa de la se6ora ;olloy al rente una mujer tan desmayadahombres deb)an lle-arla sostenida por los bra5os, para introducirla en un carruaje que espeque se alej en la ma6ana soleada. Jna mujer desmayada era un espectculo bastante corrietodo caso nada que pudiera compararse con una mujer que giraba lentamente al e8tremo deadelante y atrs, adelante y atrs.

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    UNA DES ONRA GEORGIANASe calcula generalmente que siete octa-os de las estructuras del 0ondres "ictoriano en realidedi icios georgianos. El rostro de la ciudad y su carcter arquitect nico general eran legadper)odo anterior3 los "ictorianos no acometieron seriamente la tarea de reconstruir su capila dcada de #$$2. Esta renuencia trasuntaba la econom)a de la construcci n urbana. urantparte del siglo, sencillamente, no ue rentable demoler las -iejas estructuras, incluso cuadaptaban mal a sus unciones modernas. >o se trataba de una resistencia undada en

    estticos los "ictorianos detestaban el estilo georgiano, considerado por el propio Rusne plus ultra de la ealdad*.!or lo tanto, qui5 no deba sorprender el hecho de que el7imes, al in ormar que un con-icto hab)aescapado de la crcel de >e+gate, se6alara que 'es e-idente que se han sobrestimado las cuade este edi icio. >o s lo es posible ugarse de su recinto, sino que es un simple juego de ni-illano huido a9n no hab)a alcan5ado la mayor)a de edad. Es hora de que esa deshonra demolida*.El art)culo continuaba se6alando que 'la !olic)a ;etropolitana ha despachado grupos de armados a los VpalomaresV de la ciudad, con el prop sito de atrapar al hombre que se htodos esperan que ser posible aprehenderlo*.>o -ol-i a hablarse del caso. Don-iene recordar que durante ese per)odo las ugas eran, pacon las palabras de un comentarista, 'tan usuales como los nacimientos ileg)timos*, y en r-al)a la pena in ormar sobre hechos tan corrientes. En momentos en que se empapaban -entanas del !arlamento para proteger a sus miembros de la epidemia de c lera, mientras sobre c mo se lle-aba a cabo la campa6a de Drimea, los diarios no pod)an ocuparse de un de poca monta, un miembro de las clases peligrosas que hab)a tenido la ortuna de huirrastro.Jn mes despus se hall lotando en el 7mesis el cad-er de un jo-en, y las autoridades pa irmaron que era el con-icto ugado de >e+gate. ;ereci apenas un prra o en elE-ening Standard3

    los restantes diarios ni siquiera lo mencionaron.EL OGAR DE PIERCEespus de su uga, !er ecto ?illy ue lle-ado a la casa de !ierce en ;ay air, donde pas

    -arias semanas, mientras se le curaban las heridas. :racias a su testimonio ulterior a la tenemos la primera noticia de la misteriosa mujer que era la amante de !ierce, conocida pcomo la 'se6orita ;iriam*.?illy ue instalado en un cuarto del primer piso, y se e8plic a los criados que era un parise6orita ;iriam, que hab)a sido atropellado por un carruaje en la calle >e+ Bond. e -e5 en cse6orita ;iriam acud)a a atender a ?illy. e acuerdo con la descripci n del hombrecillo, mujer 'apuesta, de buena igura, hablaba bien y ten)a mo-imientos lentos, nunca se apresumisma impresi n se mani iesta en todos los testigos, a quienes llam la atenci n el aspectla jo-en3 se a irmaba que ten)a ojos particularmente cauti-adores y se dec)a de la gracmo-imientos que parec)an 'los de un sue6o*, algo ' antasmag rico*.!arece que esta mujer -i-)a en la casa con !ierce, aunque a menudo desaparec)a durante!er ecto ?illy nunca tu-o una idea muy clara de sus mo-imientos, y en todo caso a menuembotado por el opio, lo cual qui5s e8plica las cualidades espectrales que -io en ella.?illy recordaba una sola con-ersaci n con la jo-en. El hab)a preguntado= QAs) que ucanario En el lenguaje de los bajos ondos londinenses, el 'canario* era el c mplice delNh, no hab)a replicado ella sonriendo. >o tengo o)do para la m9sica.

    e lo cual ?illy dedujo que ella nada ten)a que -er con los planes de !ierce, aunque dedemostr que no era as). 0a jo-en era parte del plan, y probablemente ue la primera que cintenciones de !ierce.

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    En el proceso se especul mucho acerca de la se6orita ;iriam y sus or)genes. i-ersos elapuntan a la conclusi n de que era actri5. As) se e8plicar)a su habilidad para imitar el acmodales de distintas clases sociales3 su tendencia a usar maquillaje en una poca en que ninrespetable quer)a saber nada de cosmticos3 y el hecho de que no disimulara su condici nde !ierce. En esa poca la l)nea di-isoria entre la actri5 y la prostituta era sumamente delgasu propia pro esi n los actores se despla5aban constantemente, de modo que pod)an e-)nculos con delincuentes, o ser delincuentes ellos mismos. En todo caso, al margen de lareal de su pasado, parece que ue su amante durante -arios a6os.El propio !ierce no paraba mucho en la casa, y a -eces se ausentaba por la noche. !er erecuerda haberle -isto una o dos -eces al inal de la tarde, -istiendo ropas de montar y ocaballo, como si hubiese regresado de una e8cursi n ecuestre.>o sab)a que le gustaban los caballos dijo ?illy cierta -e5.>o me gustan dijo !ierce secamente. Ndio a las malditas bestias.!ierce mantu-o encerrado a ?illy mientras se le curaban las heridas, esperando que le crec'pelo de terrier*. En esos tiempos el modo ms seguro de identi icar a un con-icto ugado cabello corto. e+gate hab)a recibido ayuda. !er ecto ?illy -i-)a con su chica en un alojamalbergaba a ms de cien personas3 la casa era un conocido re ugio de delincuentes

    categor)a. ?illy -i-)a y dorm)a con su amante en una cama compartida a lo largo del d)a personas de ambos se8os, y re irindose a estos tiempos, 0ouise dijo= 7omaba las cosas parec)a contento, esperando la llamada del je e.

    ROTTEN ROe todos los sectores elegantes de la elegante ciudad de 0ondres, ninguno pod)a compara

    embarrado camino de

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    hombres con un mo-imiento del ltigo o un gui6o, y que a -eces interrumpe la monoton)asegura juntando las manos a la espalda al mismo tiempo que se inclina graciosamente pcumplidos de un admirador que a-an5a a pie*.Eran miembros de la ms alta clase de prostitutas, y por mucho que les desagradase a larespetables, a menudo se -e)an compitiendo con estas hbilesdemiW mondaines por la atenci nmasculina. 7ampoco puede a irmarse que Rotten Ro+ uese el 9nico escenario de esta costa prosegu)a en la pera y el teatro. ;s de una jo-en dama descubr)a de pronto que los ojescolta estaban ijos, no en la representaci n, sino en cierto palco alto ocupado por uelegante que correspond)a a las miradas con ranco y mani iesto inters.0os "ictorianos a irmaban que la intromisi n de las prostitutas en los c)rculos respetables lescandalosa, pero pese a todas las in-ocaciones en a-or de la re orma y el cambio, estacontinuaron apareciendo alegremente durante casi medio siglo ms. Es una actitud corrientprostituci n -ictoriana una orma particularmente grosera de la pro unda hipocres)a de esa!ero en realidad el problema es ms complejo, y se relaciona con la imagen que se ten)a de len la /nglaterra -ictoriana.Era una poca de acentuada di erenciaci n se8ual en el -estido, las costumbres, las actitporte. /ncluso los muebles y los cuartos de la casa pod)an ser 'masculinos* o ' emeninoscomedor era masculino, y la sala emenina. Se presum)a que todo esto respond)a a una juracional de ra)ces biol gicas.'Es e-idente*, escribi Ale8ander ?al er, 'que el hombre, dotado de acultades de raciocipoder muscular y de coraje para usarlo, re9ne las condiciones necesarias para ser el protmujer, poco dotada para el ra5onamiento, dbil y t)mida, necesita protecci n. En tales circues natural que el hombre gobierne, y natural tambin que la mujer obede5ca.*Don -ariaciones secundarias, esta creencia se mani iesta a menudo. 0a capacidad de raciocmujeres era escasa3 no calculaban las consecuencias3 se dejaban

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    dominar por los sentimientos, y por ello necesitaban que el -ar n, ms racional y re le8i-origurosamente su conducta.0a presunta in erioridad intelectual de la mujer se -e)a re or5ada por su educaci n, de muchas mujeres bien educadas probablemente eran las tontas gimientes, temblorpatol gicamente delicadas que pueblan las pginas de las no-elas -ictorianas. 0os hombresabrigar la esperan5a de compartir muchas cosas con sus esposas. ;andell Dreighton escrhab)a hallado en 'las damas en general un alimento mental muy poco satis actorio3 se dtienen pensamientos o ideas, y si bien durante un tiempo halaga nuestra -anidad la posibense6arles algo, a la larga atiga. !or supuesto, a cierta edad, cuando uno tiene una casa y tola acompa6a, recibe a una esposa como parte del conjunto, y le parece que representa una isumamente c moda3 pero dudo mucho que los hombres que han concebido pensamientcomen5aran por comunicarlos a sus respecti-as esposas, o con iasen en que ellas los aprecia

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    ?aterloo, y para aludir al enemigo se re er)a a 'los ranceses*, pese a que en esta ocasranceses eran aliados. En una ocasi n se con undi de tal modo que instal un puesto de

    detrs de las l)neas rusas enemigas. 0a atm s era de 'caos senil* se agra- , y hacia med-erano aun las esposas de los o iciales escrib)an a /nglaterra diciendo que 'aparentementiene la ms m)nima idea de lo que sucede*.o, no lo es dijo Eli5abeth pues siempre deja a mi madrastra la tarea de abastecer ybodega, y e8traer -inos antes de las comidas, y todas esas cosas.

    En e ecto, parece una actitud muy e8tra6a. Don )o dijo !ierce con aire gra-e responsabilidad no est pesando e8cesi-amente sobre su sistema ner-ioso.4o tambin lo espero respondi Eli5abeth con un suspiro. Q>o es un hermoso d)a

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    SE:J> A !AR7E

    0AS 00A"ES

    >o-iembre de #$%MFebrero de #$%% LA NECESIDAD DE UNA VIRGENEl se6or o s c mo empe5ar dijo. Es unsumamente embara5osa.

    0e o re5co la seguridad de mi ms absoluta reser-a dijo !ierce, al5ando su -asoSe lo agrade5co continu Fo+ler. ;ire empe5 , pero no pudo continuar. Domp-ol-i a interrumpirse y mene la cabe5a horriblemente embara5oso.Entonces, d)galo derechamente aconsej !ierce de hombre a hombre.Fo+ler se trag su bebida, y con un golpe seco deposit el -aso sobre la mesa. ;uy bien.-ueltas ni rodeos, el caso es que he cogido la en ermedad rancesa.Nh, ios m)o e8clam !ierce.Dreo que he abusado dijo Fo+ler con e8presi n de triste5a y ahora debo su rir el casituaci n realmente molesta e irritante. En esos a6os se cre)a que la en ermedad -enreade la e8cesi-a acti-idad se8ual. Escaseaban las curas, y a9n ms los mdicos dispuestos a trpaciente a ectado por esta dolencia. En la mayor)a de los hospitales se ignoraba totalgonorrea y la s) ilis. El hombre respetable que contra)a estas en ermedades pod)a ser -)ce8torsi n3 de ah) la reticencia demostrada por el se6or Fo+ler.QEn qu puedo ayudarle pregunt !ierce, pese a que sab)a muy bien lo que se le pedi7en)a la esperan5a... espero que no in undada... de que dada su condici n de soltero, tacono5ca... en in, que pueda relacionarme con una jo-en -irgen, una muchacha del campo.!ierce runci el ce6o. 4a no es tan cil como antes.0o s, lo s dijo Fo+ler, al5ando la -o5. !rocur controlarse, y habl con ms serenidadla di icultad. !ero con iaba en que...

    !ierce asinti . En

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    En e ecto, y s lo si tengo la suerte de conseguir un precio a-orable. Domo usted sabedemanda.

    Bien, de acuerdo dijo el se6or Fo+ler, y sorbi su bebida. (ue as) sea.os d)as despus, el se6or Fo+ler recibi por intermedio del nue-o ser-icio de correos u

    dirigida a su o icina en el Banco uestro mutuo conocido, el se6or !., me pidi le in ormase tan pronto me enterase de -irgen. ;e complace recomendarle a una jo-en muy bonita, recin llegada del campo3 y con )agradar mucho. Si le parece apropiado, puede conocerla dentro de cuatro d)as en la calle 0

    ondo de Saint ;artin s 0ane, a las ocho en punto. Estar esperndole, y se ha preparhabitaci n no lejos de ese lugar.

    (ueda de usted, se6or, su ms humilde y obediente ser-idora.

    ;.B.calle South ;oulton.

    >o se mencionaba el precio de la jo-en, pero eso apenas le import a Fo+ler. Sus partesestaban ahora hinchadas y muy sensibles, al e8tremo de que no atinaba a pensar en nada estaba sentado rente a su escritorio, es or5ndose por despachar los asuntos del d)a. Rcarta, y nue-amente le tranquili5 la e8celente impresi n que suscitaba la misi-a. 0leg a lade que quien la hab)a escrito era una persona de absoluta con ian5a, y ese aspecto era imFo+ler sab)a que muchas -)rgenes no eran tales, ni mucho menos, sino ms bien j -enemuchas -eces3 y se reno-aba el 'estado -irginal* mediante la aplicaci n de una peque6a pun

    lugar estratgico.Sab)a tambin que la relaci n con una -irgen no go5aba de aceptaci n uni-ersal como en ermedad -enrea. ;uchos hombres juraban que la e8periencia curaba3 pero otros rechaidea. Se argO)a a menudo que el racaso respond)a al hecho de que la jo-en en cuesti n-irgen autntica. !ero el se6or Fo+ler e8amin el papel y la caligra )a, y en ellos encon ortamiento que anhelaba hallar.

    espach una nota de impreciso agradecimiento a su amigo !ierce por la ayuda que le hab)aprestada en el asunto.

    EL TRUCO DEL CARRUA EEl mismo d)a en que el se6or Fo+ler escrib)a una carta de agradecimiento al se6or !iercepreparaba para -iolar el domicilio del se6or 7rent. En el plan participaban cinco personas= pose)a cierto conocimiento de la disposici n interior de la casa3 Agar, que obtendr)a el mode la lla-e3 la mujer de Agar, que representar)a el papel de campana o -ig)a3 y Barlo+, quede distraer la atenci n del enemigo.!articipaba tambin la misteriosa se6orita ;iriam. Era esencial para el plan, pues deb)a ejeque se denominaba 'el truco del carruaje*. Era una de las ormas ms astutas de entrar en u0os e ectos del truco del carruaje depend)an de una arraigada costumbre social de la propina entregada a los criados.En la /nglaterra -ictoriana, ms o menos el #2 por ciento de toda la poblaci n ormaba p'ser-idumbre*, y casi todos los miembros de este grupo estaban mal pagados. 4 los peor pagaquellos que por sus tareas se relacionaban con los -isitantes y los in-itados de la casa= el m y el portero obten)an sus ingresos sobre todo de las propinas. e ah) el amoso desdn dpor los -isitantes de pocos medios... y tambin el 'truco del carruaje*.

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    CAPITULO 18

    A las nue-e de la noche del #1 de no-iembre de #$%M los c mplices de !ierce hab)an orespecti-os lugares. El campana, es decir la mujer de Agar, se paseaba lentamente por la cmansi n de 7rent. Barlo+, el hombre que deb)a reali5ar la maniobra de di-ersi n, se hab)por la callejuela en direcci n a la entrada de los pro-eedores y las perreras instaladas, al ocasa. !ierce y Agar estaban ocultos entre los matorrales que crec)an rente a la puerta pDuando todo estu-o preparado, un elegante carruaje cerrado se detu-o junto a la acera, recasa, y son la campanilla.

    El portero de la mansi n de los 7rent oy el sonido, y abri la puerta. "io el carruaje detenila acera. Don su aire digno, pero siempre atento a la posibilidad de la propina, el porterquedarse en el umbral de la puerta, gritando en medio de la noche para preguntar qu deseadespus de algunos instantes nadie descendi del -eh)culo, el hombre baj los escalones qua la acera para -eri icar si pod)a ser 9til.En el interior del carruaje hab)a una mujer bella y elegante, que pregunt si era sa la residse6or Robert Pen ins. El portero respondi negati-amente, pero conoc)a el domicilioPen ins3 la casa se hallaba a la -uelta de la esquina, y el hombre indic precisamente como;ientras se desarrollaba esta con-ersaci n, !ierce y Agar se desli5aron en el interior de la cala puerta abierta. Se encaminaron directamente a la puerta del s tano. Estaba cerrada con llAgar utili5 una gan59a y la abri en un instante. 0os dos hombres bajaron al s tano, ycerrado la puerta cuando el portero estaba recibiendo su propina de la dama del carruaje. Elan5 al aire la moneda, la atrap con un mo-imiento rpido, regres a la casa, y cerr dlla-e la

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    puerta, sin sospechar que le hab)an enga6ado.

    Este era el truco del carruaje.A la lu5 de una linterna sorda, !ierce ech una ojeada al reloj. Eran las L.2M. e modo quehora para hallar la lla-e, antes de que Barlo+ iniciara la maniobra de di-ersi n que cubrir)a l!ierce y Agar descendieron silenciosamente los escalones que lle-aban al s tano. "ieron l

    botellas de -ino, guardadas en jaulas de hierro. 0as cerraduras nue-as de estas jaulas cecilmente a las manipulaciones de Agar. A las L.## abrieron las puertas de hierro y entbodega propiamente dicha. /nmediatamente comen5aron a buscar la lla-e.0a b9squeda ue ine-itablemente una tarea lenta y di )cil. A lo sumo, !ierce pod)a suponacerca del escondrijo de la lla-e= Domo la esposa del se6or 7rent era la persona que genedescend)a al s tano, y puesto que su marido no deseaba que ella encontrase la lla-e por accprobable que el banquero la ocultase en un sitio a bastante altura, y por lo tanto inc modmujer. !rimero buscaron en el e8tremo superior de los bastidores, e8plorando con los dedestaba pol-oriento, y pronto hubo bastante tierra en el aire.Agar con sus pulmones en ermos, di )cilmente consegu)a reprimir la tos. Sus gru6idoalarmaron -ar)as -eces a !ierce, pero seg9n parece los habitantes de la casa no los oyeron.!ronto se hicieron las L. 2 !ierce comprendi que el tiempo empe5aba a trabajar contra ellcon mayor apremio y se mostr impaciente, quejndose entredi entes a Agar, que dirig)a elde la linterna sorda.!asaron otros die5 minutos y !ierce comen5 a sudar. 4 luego, en determinado momento, sintieron algo r)o sobre el reborde superior de los bastidores que guardaban las botellas. cay al suelo con tintineo metlico. Jnos segundos de b9squeda desordenada sobre el pisodel s tano, y encontraron la lla-e. Eran las L.M%.!ierce la sostu-o rente al rayo de lu5 de la linterna. En la sombra, Agar gimi .

    Q(ue pasa murmur !ierce.

    >o es sta.

    QD mo

    igo que no es la maldita lla-e, es otra.!ierce dio -ueltas a la lla-e en la mano. QEst seguro murmur , pero sab)a muy biestaba en lo cierto. Era una lla-e sucia y -ieja3 hab)a tierra acumulada en las muescas y lasAgar dijo lo que pensaba.unca -i nada parecido. !eque6a, tan delicada, podr)a ser una padmin)culo emenino, casi...... Dllese silb !ierce.Agar guard silencio. !ierce busc , sintiendo que el cora5 n le golpeaba el pecho, sin miporque no quer)a -er la hora. e pronto, los dedos tocaron metal r)o. 0o lle- a la lu5.Era una lla-e brillante.Es de una caja uerte dijo Agar cuando la -io.

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    Bien dijo !ierce suspirando. Se apoder de la linterna y la sostu-o para que Agar puAgar e8trajo dos moldes de cera de sus bolsillos. 0os sostu-o en la mano para calentarlos un y luego apret la lla-e sobre la cera primero un lado y despus el otro.Q

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    Duando oyeron la conmoci n, !ierce y Agar abrieron la puerta del s tano y salieron acerrando la puerta tras de s). Nyeron el ruido de pasos que corr)an al ondo de la casa. Abcerrojos y la cerradura de la puerta del rente, salieron a la calle y desaparecieron en la noch

    ejaron un solo signo de su -isita= 0a puerta principal sin lla-e. Sab)an que a la ma6ana sportero, que era el primero en le-antarse, se acercar)a a la puerta y la hallar)a sin lla-e. portero recordar)a el incidente del carruaje, la noche anterior, y supondr)a que hab)a ol-idala lla-e. Xntimamente, sospechar)a la posibilidad de que hubiesen entrado ladrones3 pero a a-an5ara el d)a sin que se ad-irtiese la alta de objetos de -alor, ol-idar)a el asunto.En todo caso, no se in orm a las autoridades que hubiesen entrado ladrones en la residen7rent. Se e8plic la misteriosa agitaci n de los perros por los cuerpos de las ratas muerperrera.

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    CAPITULO 19

    Q(u es eso pregunt la ni6a, tocando una lla-e que Fo+ler lle-aba alrededor del cueuna cadena deplata.>ada ms que... bueno... una lla-e replic .Es mejor que se la quite dijo ella, puede lastimarme.Fo+ler se la quit . 0a ni6a atenu las luces de gas, y luego se des-isti . 0as dos horas

    ueron un episodio mgico en la -ida de

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    CAPITULO

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    ASUNTO ARREGLADO0a acilidad con que !ierce y sus c mplices obtu-ieron las dos primeras lla-es les insentimiento de con ian5a que pronto se demostrar)a also. Dasi inmediatamente despus dla lla-e de Fo+ler, surgieron di icultades en un sector inesperado= El Ferrocarril Sureste crutina en las o icinas de la Estaci n del !uente de 0ondres.0a banda utili5 a la se6orita ;iriam para -igilar la rutina de las o icinas, y a ines de dici

    #$%M la jo-en apareci con malas noticias. En una reuni n celebrada en casa de !ierce, e8p y Agar que la empresa erro-iaria hab)a contratado a un detecti-e que ahora cuidaba las insdurante la noche.Domo hab)an planeado entrar de noche, la noticia era muy des