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LA IMPOSICIÓN DE LOS IMPUNES ESPECIAL NÚM. 2 SEPTIEMBRE 2012 EL GABI NIETO román cortázar aranda horacio cerutti-guldberg katia irina ibarra alma karla sandoval coral aguirre héctor díaz-polanco el fisgón jesús ibarra salazar carolina olguín érick lópez francesca gargallo gámez edgar clement gustavo monroy patricio román cortázar aranda horacio cerutti-guldberg katia irina ibarra alma karla sandoval coral aguirre héctor díaz-polanco el fisgón jesús ibarra salazar carolina olguín érick lópez francesca gargallo gámez edgar clement gustavo monroy patricio

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La imposición de Los impunes

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Humor negro: “México tiene presidente electo por el pueblo y se llama Enrique Peña Nieto”, dijo un olímpico Salvador Olimpo

Nava Gomar, magistrado del Tribunal Electoral (TEPJF). Lo dijo inclu-so antes de que el Tribunal emitiera su fallo: el PRI vuelve a Los Pinos. En realidad de lo que se trata es del regreso de los halcones. Porteros de los verdaderos amos de México. En la última elección presidencial los priistas pusieron en práctica su cultura política: autoritarismo, co-rrupción, impunidad. Y quedaron, como el rey del cuento, desnudos y a la vista. Son innumerables los reportes, las evidencias de desvío de dinero del erario público de los estados, la inyección de dinero de procedencia ilícita, la compra y acarreo de votos. Para muestra basta un botón: el gobierno del Estado de México puso a disposición de Luis Videgaray, coordinador de Peña Nieto, más de 8 mil millones de pesos —328 millones 608 mil 267.50 era el tope de campaña—; cuenta 03800806935 de Scotiabank. Videgaray se crió, qué duda cabe, con un buen maestro. Experto en pócimas, Pedro Aspe, peón de Carlos Salinas de Gortari, le enseñó algunas magias. Atama, Alki-no, Inizzio… Hay quienes le llaman lavado de dinero.

Pero a los doctores y catecúmenos de la democracia nunca se les cayó de la boca esa tan sobada palabrita. Y lo de siempre: la usaron como anatema para discriminar a los buenos ciudadanos y a los malos. En un país de robustas instituciones como el nuestro, a las pruebas de fraude electoral se les sometió al escrutinio impla-cable de la justicia: el IFE aseguró que tan solo 16 mil 407 casillas presentaron irregularidades, 11.47 por ciento y no 50, como adujo la parte demandante —curiosa alquimia: según la investigación de defensadelvoto.mx, se alteró la voluntad popular en 71 mil 671 ca-sillas. Todo, por supuesto, y como sucede en el imperio de la ley, se enmendó. No se dejaron esperar los vítores, los aplausos. La máqui-na está bien engrasada.

Se han cerrado casi todas las puertas. ¿Ni modo? ¿Qué nos queda? La insurgencia. Imponernos a la imposición. Pelear palmo a palmo los espacios culturales —porque ahí se amasa buena parte de los argumentos de los mass media—, urge abrir medios de comuni-cación, zafar de la gramática electoral, se necesita organización pero sobre todo diurna ensoñación, hambre de ser, fervor. Como dijo Si-món Rodríguez: “o inventamos o estamos perdidos”. Llegó la hora de los locos. Para que todito el país se alce.

INtroduCCIóN A LA PoLítICARomán CoRtázaR aRanda

dIrECtorRomán Cortázar Aranda

rEdACtorAKatia Irina Ibarra

EdItorA GrÁFICALuz Santos

CorrECtorGabriel Fausto Ruiz Fuentes

GErENtEXavier Cortázar Aranda

AdMINIStrAdorJesús Ibarra Salazar

PortAdAEl Gabinieto de GámezApareció, con modificaciones, en interiores de El Chamuco, núm. 253

CoNtrAPortAdAPeña reyecito de Patricio

2012 MéxICo Año 5 ESPECIAL N° 2 • rEGIStro dE LA ProPIEdAd INtELECtuAL: EN trÁMItE

¡No a la imposición! sí ¿a…?HorACIo CEruttI-GuLdbErG

Y de nuevo eL fraudeKAtIA IrINA IbArrA

más aLLá de La imaginación: de fraude Y goLpes ALMA KArLA SANdovAL

(re) PeNsar méxicoCorAL AGuIrrE

Breve radiografía deL fraude (2012) HéCtor díAz-PoLANCo

eL tamaño deL fraudeEL FISGóN

71 mil 671 casiLLas es demasiadoJESÚS IbArrA SALAzAr

descarga semántica deL fraudeCAroLINA oLGuíN

méxico de ahí Y méxico de acáérICK LóPEz ÁLvArEz toStAdo

La imposición de Los ma(r)chistas FrANCESCA GArGALLo

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Madre Blues de edgar Clement

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índice

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el fraude vuelve a imponerse. Y así continuará sucediendo hasta que nos

decidamos a lo contrario, hasta que cons-truyamos una cultura de la legalidad. El deber entonces consiste en contrarrestar críticamente las prácticas fraudulentas que nos impiden gozar de una genuina

democracia, y que en esta ocasión se die-ron mediante la coacción y compra del voto, principalmente, aunque también en la manipulación de las cifras, si bien es cierto que en menor medida. Hoy, ante este escenario, nos cuestionamos si debe-mos aceptar lo inaceptable. La respuesta

¡no a La imposición! Sí ¿A...?

Y de nuevoEL FrAudE

HoRaCio CeRutti-GuldbeRG

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Katia iRina ibaRRa

imposible. No se trata, por supuesto, de un jueguito de niños sino de un gran juego abierto con reglas en permanente recom-posición. La mentada “gobernabilidad” del neo-anarco-liberal-conservadurismo se res-quebraja. Mirado desde arriba no queda cla-ro qué hacer ni cómo hacerlo. Y parece op-tarse, al menos para no echarle más leña al fuego, por dejar hacer y dejar pasar… hasta ciertos límites. ¿Y cuáles son —mejor dicho, serán— esos límites? La interrogante queda y quedará abierta hasta que les (nos) caiga el veinte. Descontado que siempre quieren aplicar el dogma de “quien pega primero, pega dos veces”, quizá pierden de vista que si donde se pega hay resistencia y reacción adecuadas, el hacerlo primero puede no te-ner grandes consecuencias.

Desde abajo la cuestión es más espe-ranzadora y energizante. Aunque tenga tam-bién aristas enigmáticas. La horizontalidad brinda convergencias inauditas y el azar abre puertas y ventanas, caminos y huellas y vías insospechadas. Con todo, las contingencias —siempre históricas— pueden convertir to-das las rutas en inercias de un paso adelante dos pasos atrás. No es efectivo dejarse guiar por esas espontaneidades, aunque sean jus-tamente espontaneidades las que sugieran nuevas variantes inesperadas.

Aquí resurjen interrogantes que nos remontan del presente hacia pasados cada vez más lejanos, pero no tanto si se los esca-lona generacionalmente. La legalidad afir-mará imposiciones, la legitimidad seguirá siendo un pendiente. Es cierto que en esa oposición reductiva no se agota la cuestión, porque al menos desde la Revolución Fran-cesa ha quedado claro que no hay legalidad vigente sin legitimación, digámoslo así: de a de veras. La soberanía no es cualquier de-tallito irrelevante. Y si hay democracia, más acá de cualquier maquillaje, la cuestión de la soberanía —tan bien explicitada por el “mandar obedeciendo”— no puede minus-valorarse. Ya sabemos que ciertas “reglas” arregladas darán resultados congruentes con ellas, aunque completamente incon-gruentes con lo vivido, padecido, ocurrido, aspirado y anhelado no por minorías mal-portadas, sino por inmensas mayorías ago-tadas ante los obstáculos a la vida humana mínimamente aceptable.

Hemos avanzado finalmente unos añitos para atrás. Si avanzamos unas dé-cadas todavía más atrás, lo que quedará a continuación, después de la imposición ilegitimada, será —tal vez— recurrir al “sea realista, pida lo imposible”. Tampoco será su-ficiente porque lo imposible sigue, al fin y

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l hartazgo frente a las imposiciones ya ha co-menzado a brindar frutos: protestas, organi-zación en redes, manifestaciones alternativas, indignación claramente expresada, gritos de malestar y ansias de equidad. La horizontali-dad de la movilización tiene también grandes ventajas: no hay líderes para descabezar y dejar descoyuntadas las acciones por venir.

Para los sectores dominantes todo se convierte en abrumadoras dificultades. Todo resulta difícil de prevenir, de prever, difícil de acotar, de reprimir. Difícil, claro, no es igual a

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al cabo, sin efectivizarse. ¿Acaso no hay que pedir lo imposible? De ninguna manera. En eso —en pedir y hasta exigirnos lo impo-sible— habrá obstinadamente que seguir insistiendo.

Quizás, entonces, haya que mirar un poquito la historia (estoy haciendo siempre referencia de esta región, de Nuestra Amé-rica) y recordar cómo operó la articulación estratégico-táctica de partido-movimiento o movimiento-partido en la primera mitad del siglo XX. El pasado no se repite —¿sal-vo como comedia y después como far-sa?— pero hay elementos que se pueden recuperar. Ahora tenemos la ventaja de que el movimiento es una trama de movimien-tos y que la partidocracia liberal tiene muy poco que ofrecer. Por tanto, crecer en la organización —que es lo único que vence al tiempo—, echándole todas las ganas al ingenio y a la imaginación, permitirá bus-car “grietas en la dominación” para abrir y construir alternativas coherentes y, sobre todo, efectivas. Estamos contra reloj y sólo de una organización adecuada, y echando mano de lo que haga falta en cada momen-to, se podrá ir dribleando o zigzagueando entre partidos y movimientos para avan-zar lo más rápido posible. Es que el contra reloj no es una cuestión de ansias insatis-fechas, sino de sobrevivencia de la huma-nidad misma, y nos toca nuestra tarea en nuestro territorio, geográfico y simbólico, mexicano amado. Por ello, no hay espacios ni tiempos que desperdiciar. Lo exigible es democracia radical, la de las tres “c”: en la calle, en la casa y en la cama. Sólo así po-dremos hacer y el poder-hacer es el único poder anhelable. No es un bien superfluo, es una necesidad primordial. Nada de dele-gar responsabilidades. Este desplazamiento ágil entre movimientos y partidos —donde nada está preestablecido y nadie tiene la

varita mágica— podría ayudar a sortear las “reglas” arregladas para entorpecer o, lisa y llanamente, impedir cualquier transforma-ción. Organización quiere decir, también y en sentido estricto, estar preparados con-tra la violencia de los de arriba. Es construir fuerza para no tener que utilizar violencias desatinadas. La organización articula y des-articula —según convenga— movimiento y partido. A través del movimiento se pueden controlar los desmanes del partido, el cual debe estar subordinado —eso es: subordi-nado— a lo que la gente necesita y desea. Porque es la gente —el pueblo o, mejor, los pueblos— quien(es) guarda(n) la soberanía. Y la organización permite disponer de me-dios alternativos, gracias a las tecnologías ahora desarrolladas, para superar la supues-ta información y conformar lo que ocurre, sin tergiversarlo. Claro que eso no significa que saber y entender lo que pasa caerá del cielo y pasivamente se lo aceptará. Sino que se hará accesible a todas y todos el esfuerzo de saber qué pasa y cómo afrontarlo.

¡Manos y cabezas —cuerpos— a la obra! No postulamos que deba ser así lo que es. Sólo reivindicamos nuestros sueños diurnos, los que nos alientan a asumir pro-tagonismos bien articulados, convencidas y convencidos de que garantías no hay, sólo esfuerzo, aventura, riesgos, responsabilida-des ineludibles. En la historia no siempre ocurre que la primavera culmine en verano. A nosotros compete abrir caminos para que las alternativas se exhiban y nos sea factible elegir y decidir adecuadamente. Si el verano llega, será elegido, y no como consecuencia inercial. Ésa es la utopía irrenunciable que ahora está más presente que nunca. Hacer posible lo imposible, ni más ni menos. Un gran sí al futuro auténticamente alternativo donde la dignidad personal y colectiva de todas y todos sea la única regla inapelable.

sencillamente es negativa, pues no po-demos autocondenarnos a la imposición. Una convicción se asoma: la democracia se conquista, día a día, y sólo a través de una “negatividad” podemos erigir un es-pacio social más justo.

Doy un salto en el tiempo y revivo algunas impresiones. El primero de julio, intuíamos el fraude, y éste fue develán-dose desde las informaciones de las poco afortunadas encuestas de salida, y luego los reportes del PREP; se vislumbró, en ese

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instante, lo que devendría en la imposi-ción de un candidato a quien el sistema —dígase medios de comunicación así como las instituciones, particularmente las electorales— favoreció notablemente. ¿Qué hacer? ¿Cuál sería la reacción de la sociedad? Las respuestas a estas cuestio-nes se han tornado posturas. En mi caso muy particular, y con sinceridad, pienso que si en efecto una mayoría hubiera vo-tado por Peña Nieto, aunque no conscien-te, sí en forma “auténtica”, hubiera acepta-do su triunfo. Creo que muchos comparti-rían esta opinión, sin duda. El caso es que, quienes creemos en la democracia parti-cipativa —y no únicamente en la electo-ral—, consideramos como primordial que el voto sea respetado en todos los senti-dos. El ideal, y no veo ningún motivo para abortarlo, es que las elecciones sean libres y auténticas; y eso, claramente asentado en nuestras leyes, se violentó y es la razón del “descontento”, por decirlo tibiamente. No hay vuelta de hoja.

Un mes después, nos encontramos con esta disyuntiva: ¿qué sucedería si acep-tamos ese triunfo marcado por un sinfín de delitos, desde los meramente electorales hasta el lavado de dinero y la desviación de recursos públicos? Validaríamos enton-ces lo peor de la política; coadyuvaríamos a la impunidad que tanto ha dañado las esferas de la vida de los mexicanos. Desde la izquierda misma se han escuchado algu-nas voces más bien pragmáticas que abo-garon en su momento por la validación de los resultados —cabe decir que sin mayor reflexión, mucho menos análisis, y adelan-tándose a los resultados oficiales— en vista de las victorias conseguidas. Sin embargo, el movimiento no está conformado exclu-sivamente por dirigentes. El movimiento se

ha multiplicado en su legítimo reclamo y hoy ocupa las calles. No ve en términos de las ganancias electorales, inmediatas, sino que exige una verdadera democratización, donde seguramente ganaremos mucho más.

Varias son las voces que ahora se pronuncian por dejar atrás el tema del fraude, de la impugnación y la invalidez, desde “líderes de opinión” hasta un seg-mento de la sociedad. Pero son muchos más los que, incluso sin haber estado tan involucrados en el proceso electoral, se sienten agraviados por todas las infa-mias cometidas. Son más los que ahora despiertan y se muestran convencidos que hay que hacer un esfuerzo por hacer valer la ley y reclamar a las instituciones que cumplan con su razón de ser. Así, de la intuición primera, ha ido creciendo la convicción: el reclamo va mucho más allá de cualquier líder. Nos hemos decidido a marchar con la frente en alto por un me-jor futuro pues, aunque suene ingenuo, habrá un porvenir más virtuoso en tanto tomemos las riendas, en tanto hagamos efectiva la participación y nos organice-mos para perfeccionar la vida pública de nuestro país.

Éste es el momento de abandonar las máscaras, de hacer palpable nuestra voz: no permitiremos más la vulneración de nuestros derechos como ciudadanos; en concordancia con la Constitución pa-saremos de la letra muerta al legítimo re-clamo del cumplimiento de los ideales de-mocráticos. No pactaremos con la impuni-dad, y no es por seguir a un líder, sino por el beneficio de nosotros mismos y de las siguientes generaciones. Hemos comen-zado a forjar una cultura de la legalidad y no quitaremos el dedo del renglón.

s la historia de las tarjetas sin crédito, de los ta-biques, los celulares, las estufas, las despensas y hasta los pollos rostizados que se cambiaron por votos. Es la historia de las maletas, los ta-xis, los billetes de todas denominaciones que a lo largo y ancho de México se repartieron el primero de julio. Es la historia, en suma, de un fraude anunciado cuya crónica rebasa la tinta y los archivos de todas las computadoras.

Se sabe que la compra de votos es una práctica añeja que desde el siglo pasado pade-cemos —si no es que desde mucho antes— y que la cultura del fraude electoral se enquista en nosotros. Pero lo visto en el último proceso electoral rebasa con mucho la imaginación.

alma KaRla Sandoval

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IMAGINACIóN:de fraude

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L legar a México hace 25 años fue descubrir que no necesariamen-

te donde uno nace es la tierra que se elige. A las 24 horas de estar aquí supe que era mi lugar en el mundo, que su gente y sus historias no me eran ajenas, que yo quería participar, ser presente, envolverme en los ecos de sus risas y su gentileza, compartir sus heridas y sus fábulas. Doce años después me nacionalicé mexicana con esa convicción todavía más ro-tunda y fuerte.

Voté por primera vez en 2006. Lloré la derrota bajo la ducha y en-tre mis compañeros. Derrota equí-voca, tramposa, a la que no podía acostumbrarme. Seis años después me resulta inverosímil pensar que estoy, estamos, en el mismo punto. Cuando comenzaron las estadísticas a mostrar que el PRI llevaba de ven-taja 20, 15, 10 puntos, no lo podía creer. Preguntaba entre mis colegas, mis alumnos, en fin, la gente que me rodea, quiénes eran esos supuestos votantes; nadie sabía responderme. Nadie pensaba votar por Peña Nieto, y todos inevitablemente se hacían la misma pregunta, jóvenes y me-nos jóvenes: ¿dónde están, quiénes son los que no quieren un cambio

(rE) Pensar MéxicoCoRal aGuiRRe

Los registros e incluso las anéc-dotas de cómo el PRI ofertó el voto no tienen parangón en la historia de nuestro país. Recientemente Reporte Índigo publica un folle-to titulado Fraude 2012. Ahí, los intelectuales Paco Ignacio Taibo II, Elena Poniatowska, Héctor Díaz-Polanco, Fabrizio Mejía Ma-drid, Héctor Vascon-celos, Sanjuana Mar-tínez, Pedro Miguel, Jesús Ramírez Cuevas y José Alfonso Suárez del Real, se dan a la tarea de reco-lectar testimonios de ese comercio electoral. En las siguientes líneas toma-ré algunas informaciones de dicho folle-to, pero también de hechos que ya son del dominio público.

Quizá uno de los primeros videos que circularon con mayor rapidez en Youtube fue Ejemplo de señora defendiendo su voto 2012. Ahí una mujer de más de cincuenta se planta frente a los funcionarios de una casilla para exigirles que la dejen votar. Su protesta va más allá de un simple reclamo. A sabiendas de que se estaba tomando un video, la ciudadana profirió las siguientes frases: “Si no levanto la voz, no soy ciuda-dana, no me oyen”. “En los libros estamos registrados todos y nuestro voto lo van a sacar de ahí y se lo van a dar a quienes se les hinchen sus huevos”.

Lo anterior nada alejado de la reali-dad. Los primeros días de la elección se tu-vieron noticias de 79.6 por ciento de incon-sistencias en las casillas instaladas en todo el territorio. Motivo por el cual el Partido de la Revolución Democrática pidió un re-cuento de voto por voto al Instituto Federal Electoral.

Las denuncias ciudadanas no cesa-ron y mucho menos las manifestaciones de protesta. El caso Soriana es un ejemplo

emblemático del tejemaneje ilegal. Como se informó en su momento, el PRI repartió miles de monederos electrónicos con el ob-jeto de comprar los votos de los supuesta-mente favorecidos con la dádiva. Esto por-que se comprobó que las famosas tarjetas no tenían crédito o bien no obedecían a la cantidad prometida: de setecientos a mil pesos. De tal suerte que al fraude, negociar el sufragio, se suma la estafa a la población crédula que por nada intercambió su voto. En el siguiente link se puede acceder a un video que muestra, en una de esas tiendas, cómo la gente compra mercancía con di-chos monederos: http://www.youtube.com/watch?v=FIn7GB61M2w-.

Lo que argumentan las personas que aceptan el soborno es que de todas mane-

ras el gobierno no es bueno, que de por sí su voto no lo respetan. Es la mentalidad del oprimido, diría Freire, del que por años ha sido violentado por golpes de Estado encu-biertos en fraudes.

Hasta acá sin que se agregue el caso de las papeletas clonadas. Y es que, tras la denuncia del PAN de que en Estados Uni-dos el PRI mandó a imprimir 3 millones de boletas electorales, el titular del FBI indicó que, analizando las pruebas que ofrecie-ron los investigadores, al parecer se trata de material de la elección presidencial de 2012; por lo que instó al partido y al IFE a que inicie un proceso legal contra el PRI ya que se cuenta con las pruebas del delito.

Pero el IFE se limitó a pedir las prue-bas. Anonymous México dio a conocer que

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el presidente de ese organismo, Leonardo Valdés Zurita, recibió 100 millones de pesos de parte del Revolucionario Institucional para no obstaculizar la vuelta del PRI al po-der. Victoria catapultada por los medios de comunicación, sobre todo Televisa; es del dominio público, gracias a un firmado por Jenaro Villamil publicado en Proceso y más tarde lo aparecido en el diario inglés The Guardian, que la televisora echó a andar un plan de venta de la imagen de Peña Nieto tal y como lo hicieron con Vicente Fox.

La respuesta de la población no se hizo esperar. El movimiento #Yo Soy 132 cobró fuerza e incluso cercó la televisora hace pocas semanas. Las consignas de los jóvenes y algunos sindicalizados fueron en favor de la libertad de expresión y la vera-cidad en los contenidos que se transmiten. Cabe subrayar que los medios, aunque cu-brieron en un inicio las marchas de protes-ta, al final se lanzaron a la cobertura de las Olimpiadas en Londres, lo que ha opacado los esfuerzos de los manifestantes.

Tal vez los hechos han superado las coberturas. Quizá ni con el amplio y activo espectro de información que se da en las

redes sociales ha sido suficiente para do-cumentar los testimonios de miles de ciu-dadanos en todo el país. El mapacheo tra-dicional y las tretas electrónicas existieron. Todas las leyendas urbanas se dieron cita el primero de julio para cumplirse. Aquellos mitos como el carrusel, el algoritmo, las ac-tas falseadas, también se presentaron.

Según Fraude 2012, y para citar ejem-plos, en Chiapas a los indígenas les infor-maban que los votos se estaban pagando en 300 pesos. Los que se negaban a acep-tar eran amenazados. A pesar de la ley seca, por el pueblo daban tumbos algunos “bo-los” que habían conseguido posh —aguar-diente de la región— a cambio de su voto. En esa región tan pobre, ese dinero repre-senta una semana de trabajo, si no es que más.

En San Luis Potosí, el PRI organizó el llamado “Círculo Rojo”, que consistió en decirle a las mujeres que, por cada 100 credenciales de elector que consiguieran, recibirían una tarjeta de prepago con mil pesos. O sea, cada voto comprado valió 10 pesos en el San Luis Potosí afectado por la sequía.

Los videos de la compra de votos en Jalisco fueron de los más vistos en la red: como el de Zapopan, sección 2921. En reparto de dinero, tarjetas Premium Platino, estufas, materiales de construc-ción, bolsas del mandado y hasta televi-siones, se estima que el PRI gastó cerca de 470 millones de pesos.

El gobierno de Quintana Roo, enca-bezado por Roberto Borge Angulo, dirigió la compra y coacción del voto en favor del PRI, otorgando dinero en efectivo, despensas, computadoras y electrodo-mésticos, así como desayunos y comidas antes y durante la jornada electoral. En las zonas rurales estas prácticas se dieron con mayor fuerza, favoreciendo con ello el voto por el PRI.

En Nuevo León, el PRI cometió el fraude más grande de la historia de Mina, un municipio, ubicado al noroeste, con apenas 4 mil electores. Así lo señala Ma-ría Celia Suárez Galván, candidata del PT a la alcaldía, quien supuestamente perdió por 300 votos, resultado que ya impugnó ante las autoridades electorales. Explica que en este municipio se vivieron todas

para México? En mi colonia, la gente co-menzó a poner carteles, era variopinto el asunto, tanto Andrés Manuel López Obrador como Josefina Vázquez Mota como Peña Nieto. “Ah, claro, me dije, hay un porcentaje de votantes tradicionales que quiere sostener la costumbre”. Sin embargo, también en mi colonia, el veci-no de al lado me comunicó eufórico: “Ya va a ver maestra, esta vez ganamos, ten-go convencidos a 15 gentes y con usted 16”, y nos reímos mucho.

En Filosofía y Letras (Universidad Autónoma de Nuevo León) se oían cues-tionamientos semejantes, los chicos se preguntaban cómo eran posibles aque-llas cifras de las encuestas. Y muchos de los maestros, aunque con más discre-ción, opinaban lo mismo.

Hasta la aparición del #Yo Soy 132. Entonces se abrieron los cielos y bendijimos los nuevos tiempos virtua-les. No nos habíamos dado cuenta que ya estábamos en la era siguiente; que desde hace tiempo los medios masivos de comunicación comenzaron a ser des-deñables y viejos. No representaban ni convencían a la juventud; ya no eran los todopoderosos que habíamos imagina-do. ¡Aleluya! Una ronda de voces nuevas, una esperanza que fue acrecentándose nos levantó el ánimo y los sueños.

Ahora se hablaba fuerte, la gente decía lo suyo, pensaba en voz alta, se reía, los mensajes se intercambiaban con la marca del diálogo, la responsabili-dad compartida y el acento solidario. Me dije que esto no lo había supuesto, que

por fin, por fin, los nuevos tiempos. Que por fin México despierto, dejando a un lado el letargo de casi un siglo.

Sin embargo, llegó el primero de julio y todos fuimos burlados. ¿Cómo pasó? No soy especialista en datos duros ni tengo la oportunidad de revisar cajo-nes ocultos del poder. Pero de una cosa estoy segura. La experiencia de 2006 había enseñado mucho a nuestros con-trincantes. No podían acudir al fraude, ni a las boletas robadas, ni a las urnas des-aparecidas, ni a los paquetes electorales violados. Debían estar preparados para sutilezas mayores. Y lo hicieron.

Hoy, después del primero de julio, los periodistas oficiales, los políticos oficiales, los funcionarios oficiales, se desgarran las vestiduras y señalan una y otra vez, con una obsesión que no deja de ser sospechosa, que la elección fue transparente. Que, esta vez sí, no hubo fraude. Lo cual, por otra parte, los pone en la picota.

No se puede llevar a los tribunales la supuesta “buena fe” de las encuestas; no se puede organizar una redada para ver cuántos fueron sojuzgados en sus libertades democráticas; es imposible pedir a toda la gente que diga cómo los compraron; también es imposible poner detectives para reconocer las infiltra-ciones, las deslealtades, las traiciones, y mucho que no sé y sólo percibo, como el uso de las tarjetas de Soriana y Monex, y los grandes presupuestos financiados a través del erario público de los estados para ponerlo al servicio de sus intereses partidistas. Hay un fraude simbólico mu-cho más grave y doloroso que el fraude ramplón de 2006.

No les perdono a los librepensado-res —léase periodistas informados, es-pecialistas de la política, supuestamen-te— que hablen de populismo en lugar de intenciones democráticas, de renco-res en lugar de crítica insobornable, de querer el poder a ultranza en lugar de

CarMen serdán de edgar Clement

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limpiar la podredumbre de las institucio-nes que nos gobiernan, de fanatismo en lugar de conciencia responsable. Y, me-nos aún, que lo hagan en nombre de la defensa de la legalidad. ¿Qué legalidad, me pregunto, en un país cuyo carác-ter más sobresaliente es la impunidad? ¿Qué legalidad si morimos en la calle sin la menor protección? ¿Qué legalidad si los maestros no saben lo que enseñan, los chicos repiten de memoria, la gente no sabe a quién recurrir cuando sus de-rechos le son conculcados y la gran ma-yoría del pueblo no tiene cubiertas sus necesidades primarias?

No perdono que los propagadores de la verdad, porque eso debieran ser, se olviden del país —es decir: personas con nombre y apellido, con vidas propias, con familia, con necesidades e ideales— y se obstinen en proclamar tonterías. A muchos los he respetado a lo largo de los años y los he seguido; sin embargo,

hoy me espanta vislumbrar sus largos colmillos voraces. ¿Qué México quieren ahogar? ¿A qué México le tienen miedo?

Habría que tener miedo de tanta violencia que padecemos provocada por las carencias de un país donde los go-bernantes no quieren justicia social, ni aprendizaje democrático. Eso sí que de-biera asustarnos.

Yo sueño con el México de hoy, de ahora, el que no va a dejarse, el que sale a la calle y se planta ante los dueños, el que está dispuesto a más, mucho más. Y no me importa si hay que tener paciencia para que madure porque, parafraseando a Villaurrutia, con su voz que madura y mi voz quemadura, quizá finalmente estemos dispuestos a pensar México no desde la inercia de asistir a sus procesos históricos, sino desde la convicción de contribuir al sacudimiento y desapari-ción de las viejas bestias que lo tienen sitiado.

las irregularidades: “desde la policía dete-niendo a mis seguidores para que no vota-ran. Compraron votos con despensas. Aquí no hubo tarjetas, aquí se compró con dine-ro en efectivo afuera de las casillas. Les pa-gaban hasta mil 500 pesos por voto. Hubo boletas dobles en las urnas. Tenemos fotos, videos, todas las pruebas de la cochinada”.

En Morelos, el fraude se dio mediante la llegada de camiones y más camiones con despensas. Taxis llevaban y traían a las per-sonas de una casilla a otra para que votaran por el PRI. En otras entidades las mismas

prácticas se repetían sin cesar.El panorama, como vemos, superó el

paisaje de 2006. La sofisticación del frau-de y las toneladas de efectivo con que se perpetró marcan la ruta de oscuros señores cuyos nombres y apellidos otras valientes comunicadoras han denunciado. Quedan preguntas por hacer, por supuesto, pero también acciones a las que no se debe re-nunciar. La verdadera transición democráti-ca de México es una meta a la que ningún ciudadano lúcido puede renunciar en la vida.

Breve rAdIoGrAFíA deL fraude eLectoraL

EL GrItoEdICIóN ESPECIAL12 13

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EL GrItoEdICIóN ESPECIAL14 15

E supuestamente de-dicadas a medir la in-

tención de voto de los ciudadanos y, en fin, un

gran aparato mediático que utilizó poderosos e influ-

yentes canales de comu-nicación —televisivos y

radiales—, así como otros medios. De esta forma, utilizando mo-

dos y medios prohibi-dos por la constitución

y las leyes, se coartó el voto de millones de ciuda-

danos.En tercer término, se

violó abiertamente la ley y el espíritu de las normas consti-tucionales al invertir un exor-bitante monto de dinero para

influir en el electorado y, sobre todo, para comprar el voto, apro-

vechando la pobreza y la necesi-dad de amplios sectores de la po-blación. Desarrollando esa prác-tica hasta extremos ofensivos, el PRI y su candidato violaron la ley al exceder el tope de gastos de campaña que fue aprobado por el órgano electoral.

La otra cara de esta em-presa defraudadora radica en los

apoyos que, por acción u omisión, se lograron en la actitud omisa

e indolente del IFE, órgano que debió fungir como árbitro y como

garante de que los actores políticos partidistas se apegaran a la consti-

tución y las leyes. Por el contrario, cuando Andrés Manuel López Obrador o los representantes de los partidos de la coalición de izquierda llamaron la aten-

ción del IFE sobre los riesgos de que se realizaran acciones contrarias a las leyes —algunas, de hecho, ya en marcha— y pi-dieron acciones cautelares de diverso tipo para evitarlas, la respuesta del “árbitro” fue tardía o de rechazo infundado, a veces ra-yando en el abierto desdén.

Órganos pasmados, avisos desesperadosEn efecto, contrario a la versión que di-funden ciertos círculos, la coalición de izquierda —incluyendo al propio AMLO— no ignoró los indicios de que se prepara-ba un fraude multidimensional. Tampoco desestimó que de no adoptar medidas inmediatas se consumarían todas las ma-niobras que terminarían por anular las condiciones de unos comicios libres y au-ténticos –como los define la Carta Magna del país. Por el contrario, frente a un órga-no electoral pasmado e ineficaz, las quejas y los reclamos fueron reiterados.

Tan temprano como el 8 de febre-ro de 2012, cuando aún era sólo precan-didato a la presidencia, López Obrador presentó diversas propuestas de medidas para contribuir a garantizar la equidad y autenticidad del sufragio ante el Consejo General del IFE. Mediante ellas, consideró, se podría evitar la compra y coacción del voto, garantizar la equidad en la compe-tencia electoral y la adecuada fiscalización de los recursos utilizados por los partidos políticos. Resumía así los peligros que se cernían sobre el libre sufragio y sugirió puntualmente la adopción de medidas para contrarrestarlos. Sus consideraciones fueron una predicción certera de lo que terminó aconteciendo.

En resumen, AMLO requirió los si-guientes puntos:

1. Formar una comisión temporal de consejeros electorales que im-

HéCtoR díaz-PolanCo

l 12 de julio de 2012, la coalición electoral Movimiento Progresista, integrada por el Partido de la Revolución Democrática, el del Trabajo y Movimiento Ciudadano, interpuso el “Juicio de inconformidad por nulidad de la elección de presidente de los Estados Unidos Mexicanos”. En él solicita al Tribunal Electoral “la declaración de no validez de dicha elec-ción por violación a los principios constitu-cionales de elecciones auténticas y sufragio libre”, así como “la cancelación del registro de candidato al c. Enrique Peña Nieto por rebase de topes de gastos de campana”.

El cuerpo del recurso ante el Tribunal incluye cinco agravios fundamentales, cuyos elementos se detallan minuciosamente, acom-pañados de las pruebas correspondientes, con mención de los instrumentos legales que se violan en los diversos casos.

Un primer punto que se despren-de del extenso documento, que abarca 624 páginas, es que las elecciones de 2012 constituyeron un gigantesco pro-ceso de demolición de los principios constitucionales establecidos para que los mexicanos ejerzan libremente su derecho al voto y se realicen comi-cios auténticos. Actos de diversa índole, por parte de servidores públicos, partidos políti-cos —especialmente el PRI y sus aliados— y “particulares claramente identificados”, en su conjunto impidieron que las elecciones fueran equitativas. Esas acciones no se pro-dujeron sólo el día de la votación, sino que se desplegaron y desarrollaron a lo largo de todo el proceso, incluyendo la fase prelecto-ral, de precampaña y campaña.

Un segundo elemento importante ra-dica en que esas maniobras constitutivas del fraude denunciado no se realizaron con la sola participación del PRI y sus partidos aso-ciados —PVEM y PANAL—, sino además con-tando con el apoyo de grupos de intereses económicos —que incluso aportaron recur-sos ilegalmente—, empresas encuestadoras

luCio y Genaro de edgar Clement

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plementara acciones para profun-dizar en los criterios de evaluación de la equidad electoral y mejorar el tratamiento equitativo entre parti-dos políticos, candidatos y precan-didatos, mediante el monitoreo de los espacios noticiosos.2. Instrumentar un programa que evitara que mediante la simulación se realizara la compra indebida o adquisición de espacios en radio y televisión por parte de terceros, par-tidos, precandidatos y candidatos.3. Acordar un programa contra la propaganda gubernamental dis-frazada. 4. Reforzar las acciones en contra de la compra y coacción del voto. (Propuso medidas concretas para tal efecto, poniendo especial aten-ción en entidades como el Estado de México y Veracruz, al tiempo que instaba a coordinar “acciones con la FEPADE y diseñar sistemas ágiles y efectivos de denuncia”, ya que “escasos resultados en esta materia desalientan al ciudadano y propician la ilegitimidad del pro-ceso mismo y el fraude electoral”.)5. Implementar, a través de la Uni-dad de Fiscalización de los Recur-sos de los Partidos Políticos, “re-glas para la contabilidad y registro de los bienes que se distribuyen durante las precampañas y cam-pañas como propaganda”. (Puso como ejemplo “del ofrecimiento o uso de programas sociales con ob-jetivos electorales” a la tarjeta “la efectiva”, distribuida en el Estado de México durante la última elec-ción estatal y que fue entregada “a cambio del voto”.)6. Realizar auditoría por parte de la Unidad de Fiscalización “durante la campaña, concomitantemente, para verificar el origen y destino de

los recursos que se utilizan duran-te el proselitismo electoral de pre-candidatos, candidatos y partidos, así como su veraz reporte al IFE”. (La información debería difundirse y transparentarse en cada sesión del Consejo General del IFE.)7. Adoptar diversas medidas para evitar que los programas sociales de carácter federal, así como los de los estados, fueran utilizados con fines electorales. (Ello debía incluir el monitoreo de los programas gu-bernamentales y sociales de los tres niveles de gobierno y publicar sus resultados.)8. “Solicitar a la Secretaría de Ha-cienda y Crédito Público un in-forme que permita verificar si el endeudamiento público de las entidades federativas cumple con lo previsto” en la Constitución, “esto es, que la deuda autorizada se destine a la ejecución de obras que directamente produzcan un incremento en los ingresos públi-cos y que no se desvíe a la compra y coacción del voto. Esta informa-ción debe ser pública y estar dispo-nible para los ciudadanos antes de la jornada electoral”.Como se indica en el juicio de incon-

formidad, presentado por el Movimiento, de manera tardía —tres meses y medio después, es decir, el 25 de mayo del año en curso— el Consejo General del IFE se dignó a emitir un acuerdo en respuesta al escrito de AMLO. En él sólo se limitó a enunciar una serie de consideraciones generales. Ninguna de las solicitudes y re-comendaciones razonables expuestas fue acogida ni mucho menos aplicada.

¿Fue todo lo que hizo la coalición de izquierda al respecto? No. Iniciada la campaña electoral, una y otra vez la coa-lición presentó diversos recursos y quejas ante la autoridad electoral, habida cuenta

de las violaciones que se acumulaban por parte de la coalición PRI-PVEM.

A modo de ejemplo, el 26 de abril de 2012 los representantes de los tres parti-dos de la coalición presentaron una queja por violación al tope de gastos de campa-ña a cargo del candidato priista, “solicitan-do medidas cautelares para hacer cesar la conducta denunciada, a fin de preservar el principio de equidad y garantizar la vali-dez de la elección”. Se entregaron eviden-cias que soportaban la estimación de que, hasta el 24 de abril, los denunciados ha-bían realizado un gasto de campaña que ascendía ya a la cantidad de 374 millones 920 mil 338.21 pesos, tan sólo en rubros de gastos como anuncios de bardas y es-pectaculares, así como en la realización de actos, con lo que se rebasaba lo permitido en 38 millones 808 mil 254.05.

El gasto a raudales continuó. El 5 de junio de 2012, la coalición presentó una ampliación a la queja por violación al tope de gastos, solicitando medidas cautelares para frenar las violaciones, pues se eviden-ció que, hasta el 2 de junio de ese año, el candidato Peña Nieto ya había gastado 719 millones 500 mil 989 pesos tan sólo en propaganda y actos de campaña cuan-tificables. Ya había rebasado del tope en 383 millones 388 mil 905.17. ¡En poco más de un mes había multiplicado por diez el rebase del tope legal!

El 10 de julio de 2012, los partidos de la coalición de izquierda se vieron obli-gados a presentar una segunda amplia-ción de queja por rebase de gastos por parte del PRI, y volvieron a solicitar medi-das cautelares para detener la conducta. El gasto de campaña de Peña Nieto para el periodo del 3 al 27 de junio de 2012 era entonces de 1 mil 173 millones 486 mil 884 pesos. Esto es, entre la primera que-ja interpuesta el 26 de abril de 2012 y la del 10 de julio del mismo año, la coalición PRI-PVEM había gastado para la campaña presidencial la cantidad de 1 mil 892 mi-

llones 987 mil 873, “tan sólo en propagan-da y actos de campana cuantificables”. ¡El rebase del tope legal, nada más por esos conceptos, ascendía entonces a 1 mil 556 millones 875 mil 788.65! ¿Y la autoridad electoral? Nada relevante hizo al respecto.

A esta exorbitante suma habría que agregar otros gastos fuera de la ley, rea-lizados para la compra encubierta de es-pacios en los medios de comunicación —disfrazados de noticias, entrevistas, etcétera—; el pago de supuestas “encues-tas” que daban como seguro ganador al candidato priista, lo que incluía además el pago a los medios que difundían los resultados; el destino de enormes sumas a cuentas para respaldar la emisión de tarjetas de prepago con las que se realiza-ron operaciones de compra de votos. No disponemos de espacio para detallar cada una de estas maniobras. En el “Juicio de in-conformidad” de la coalición de izquierda se detallan estos gastos ilegales y sus me-canismos de operación. Pero para que se tenga una idea de las dimensiones de la operación política puesta en práctica por el priismo, hay que recordar que el Partido Acción Nacional, en conferencia de prensa y mediante un escrito de queja con fecha del 26 de junio de 2012, denunció la emi-sión de tarjetas Monex para financiar la estructura electoral del PRI por un monto que calculó en más de 700 millones de pe-sos. Y a ello habría que agregar las tarjetas de Soriana para compra de votos y pago de servicios electorales, las Premium Pla-tino y las demás que se van descubriendo.

En suma, la coalición de izquierda concluye que, en su conjunto, la coalición Compromiso por México que postuló a Peña Nieto erogó un gasto de campaña que as-cendiente a la cantidad de 4 mil 599 millones 947 mil 834, por lo que el rebase del tope de gasto legal es monstruoso. Y es lo que se ha podido acreditar. ¿Cuántos miles de millones más se utilizaron para, literalmente, comprar la elección presidencial de 2012?

EL GrItoEdICIóN ESPECIAL16 17

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La insoportable levedad de las reformasEl propósito explícito de las reformas de 2007 y 2008 fue eliminar la influencia del dinero ilegal en las elecciones mexicanas. En su traducción sociopolítica, esto expresó el deseo de reducir al máximo la influencia de grupos de intereses o poderes fácticos

dinero y menos sociedad.Por su parte, las autoridades electo-

rales, en especial el IFE, se han mostrado to-talmente incapaces de garantizar imparcia-lidad y equidad, así como elecciones libres y auténticas. El papel de árbitro del IFE bri-lló por su ausencia. Todavía, una vez que la coalición Movimiento Progresista presentó su “Juicio de inconformidad por nulidad de la elección”, el IFE lo replicó con un informe circunstanciado ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que está íntegramente destinado a com-batir y desestimar la relación de hechos y agravios presentada por la izquierda. Hasta el último momento, el IFE no se desempeña como un árbitro, sino como parte interesa-da y favorable al candidato priista.

Fundamentos constitucionales de la invalidezToca el turno al TEPJF para enderezar este la-mentable entuerto. Es una oportunidad úni-ca para hacer valer los principios constitu-cionales en materia electoral, evaluando las pruebas de las graves violaciones a dichos preceptos, allegándose nuevos elementos, y, con todo ello, construir un sólido dicta-men final que envíe un claro mensaje al país: la presidencia no puede comprarse median-te el dinero, y una verdadera república no puede regirse por maniobras fraudulentas.

Contrario a la versión de los “comen-tadores” que pululan en los medios, el tri-bunal electoral tiene los instrumentos para anular la elección, declarándola no válida. La coalición de izquierda ha solicitado la declaración de invalidez, fundándose en la ocurrencia de diversas violaciones de pre-ceptos y principios constitucionales que deben primar sobre cualquier disposición legal de orden secundario. Como lo ha expresado la propia Sala Superior del Tri-bunal Electoral en sentencia dictada el 22 de septiembre de 2008 (expediente SUP-JRC-165/2008), lo que llama las cuestiones electivas “se encuentran primeramente re-

guladas por la norma superior o ley funda-mental del país, que por la naturaleza de la fuente de la cual dimanan, se traducen en presupuestos o condiciones imprescindi-bles para la validez de todo acto, resolución o procesos electorales por lo que, dado ese orden jerárquico, las demás normas deben ajustarse a esas normas principales”.

Asimismo, al referirse a la supresión legal de la llamada causal de nulidad abs-tracta de una elección, tan manoseada en los medios, el Tribunal ha establecido que “lo anterior en modo alguno implica, que la exigencia constitucional entraña la prohi-bición a esta Sala Superior en tanto tribunal de jurisdicción constitucional para analizar, cuando es materia de planteamiento, si una elección como proceso en su conjunto es violatoria de normas constitucionales, dado que la atribución que tiene asigna-do este órgano jurisdiccional en la norma fundamental conlleva el garantizar que los comicios se ajusten no solamente a la lega-lidad sino también a la propia Constitución, de modo que sólo en los casos en los cuales se prevea de manera expresa como causa de nulidad de una elección, según la regu-lación específica que se contenga en la ley secundaria, atendiendo al mandamiento del artículo 99 citado, podrá decretarse la nulidad; en cambio, cuando realice un estu-dio para constatar que el proceso electoral cumple con los principios constitucionales, podrá determinar que la elección es válida o reconocer su invalidez, para los efectos de mantenerla subsistente o no respecto de la renovación de los cargos públicos”.

En esta línea de argumento, el tribu-nal concluye: “De esta suerte, si se presen-tan casos en los cuales las irregularidades acaecidas en un proceso electoral son con-trarios a una disposición constitucional, evidentemente ese acto o hecho, de afec-tar o viciar en forma grave y determinante al proceso comicial atinente, podría condu-cir a la invalidez de la elección por ser con-traria a la norma suprema”. Que en aras de

hidra lavadinero de edgar Clement

fue portada de variopinto, núm. 3

EL GrItoEdICIóN ESPECIAL18 19

que buscan modificar e incluso sustituir la voluntad ciudadana en los comicios. En la exposición de motivos de la iniciativa de la reforma constitucional se señaló claramen-te que la intención era enfrentar “el riesgo de que intereses ilegales o ilegítimos, a través del dinero, puedan influir en la vida de los partidos y en el curso de las campa-ñas electorales”. Como no podía escapar al legislador, los medios de comunicación se habían convertido en un canal privilegiado para dar curso a la influencia del dinero en los procesos electorales. De ahí que esta-blecieron como un objetivo de “importan-cia destacada” el “impedir que actores aje-nos al proceso electoral incidan en las cam-pañas electorales y sus resultados a través de los medios de comunicación”. Y fueron más lejos al considerar que en México era “urgente armonizar, con un nuevo esque-ma, las relaciones entre política y medios de comunicación”, cuya pieza clave era la “imparcialidad respecto a la competencia electoral”. Incluso, el legislador adoptó este lema central: “En política y campañas elec-torales: menos dinero, más sociedad”.

La otra meta explícita de las reformas mencionadas fue “el fortalecimiento de las atribuciones y facultades de las autorida-des electorales federales a fin de superar las limitaciones que han enfrentado en su actuación. De esta manera, el Instituto Fe-deral Electoral vería fortalecida su capaci-dad para desempeñar su papel de árbitro en la contienda”.

A la luz de estos propósitos, y con-siderando lo acontecido durante el proce-so electoral de 2012, puede colegirse que prácticamente nada de lo indicado se ha conseguido. Los medios de comunicación, con sus diversos tentáculos, los poderes fácticos y los grupos de interés han repe-tido con creces las maniobras y operacio-nes ilegales para desviar el sentido de la voluntad popular. Lo que dice hasta ahora el resultado electoral es que hoy tenemos en México, como factor determinante, más

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el fiSGón

EL tAMAño dEL FrAudE

EL GrItoEdICIóN ESPECIAL20 21

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EL GrItoEdICIóN ESPECIAL22 23

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71 MIL 671 casiLLas

es demasiadoJeSúS ibaRRa SalazaR

l fraude electoral sigue siendo parte de la cul-tura política nacional. Es casi natural. Cala en todos los niveles. Por ejemplo, no hace mucho por ahí se decía que, en la captura de los resul-tados comiciales, son posibles los errores, con-sustanciales al ser humano. Verdad a medias. En general, los sistemas de cómputo, software y hardware, son diseñados para evitar al máximo cualquier error; de ahí que las grandes empre-sas de la banca, el comercio y la industria con-fíen plenamente en sus sistemas. No hay razón

E

válida para pensar que, en el caso del Ins-tituto Federal Electoral, su sistema de cóm-puto sí pueda estar propenso a dejar pasar resbalones originados por los capturistas.

Ahora, el fraude siempre enseña lec-ciones. Como parte del aprendizaje de 2006, los consejos distritales aprobaron esta vez la apertura parcial de paquetes electorales y el recuento de votos —por supuesto, se mo-dificaron los resultados en la mayoría de los casos. El objetivo, como se ha dicho hasta el cansancio, era el de asegurar que ahora sí nuestros votos estarían bien contados. Proclama que repiten los personeros de los medios de comunicación que, junto con los funcionarios del IFE, quieren darnos gato por liebre.

Esta apertura de paquetes electorales a partir del miércoles 4 de julio, y los respec-tivos recuentos de los votos para presidente, diputados y senadores, ¿corrigió los errores cometidos por los funcionarios de casilla?

Vayamos por partes. Para empezar, en la elección presidencial, de un total de 136 mil 881 casillas, el recuento se hizo tan solo en 74 mil 340, es decir: 54.31%; en la de diputados, de 136 mil 669 se abrieron 76 mil 816, o sea: 56.21%; y en la de senado-res, de 136 mil 814 se recontaron 77 mil 931, 56.96%. Todo esto ¿a qué nos lleva?

Antes que nada recordemos que los totales de votos, casilla por casilla, para pre-sidente, senador y diputado federal, deben ser siempre exactamente los mismos, porque cuando un ciudadano vota le dan tres boletas, una para cada elección. Sorprende el hecho de que en las casillas en que NO hubo recuen-tos durante el cómputo distrital, el total de vo-tos que en cada elección registraba el PREP se redujera, aunque en pequeñas cantidades: en la de presidente disminuyó 10 mil 455 votos; en la de diputados, 10 mil 571; y en la de sena-dores, 8 mil 345. ¿Por qué el asombro? Por la sencilla razón de que los datos, tanto del PREP

Cena de perros de edgar Clement

EL GrItoEdICIóN ESPECIAL24 25

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como del cómputo distrital, son extraídos de la misma acta de escrutinio y cómputo. En una palabra: no debe haber ninguna discrepancia.

En cuanto al recuento de votos, cabe se-ñalar que también modificó los resultados: en la elección de presidente la disminución total fue de 152 mil 536 votos; en la de diputados, 76 mil 848; y en la de senadores, 66 mil 531.

Ahora bien, si comparamos los totales de votos de las tres elecciones, que por sim-ple lógica deberían ser iguales, se observa que sólo en 70 mil 559 casillas hay la misma

cantidad de votos para presidente, diputado federal y senador, es decir, sólo en 49.69% de un total de 142 mil 203 casillas. En cambio, en las otras 71 mil 671 casillas se pueden ver dife-rencias que van de un voto a más de mil; estos datos ya incluyen el recuento.

La distribución es la siguiente: de 1 a 5 votos de diferencia se registra en 53 mil 564 casillas (37.66%); de 6 a 20, en 12 mil 058 (8.84%); de 21 a 50, en 3 mil 180 (2.24%); de 51 a 100 votos, en 1 mil 863 casillas (1.31%); y con más de 101 votos hay mil 6 casillas (0.71%).

Dip. > Pre. Pre. >ip. Dip. >Sen. Sen. >Dip. Pre. >Sen. Sen. >Pre.205,063 198,821 245,234 234,717 221,681 217,406

El cuadro de abajo muestra la cantidad de votos excedentes. En otras palabras: aparecen más votos para presidente que para senador o diputado federal; o más para diputado que para las otras dos elecciones; o más para senador:

Las evidencias son incontestables. Para colmo, de las 143 mil 254 casillas com-putadas a partir del 4 de julio en los conse-jos distritales, 63 mil 493 fueron registradas sin problema, usando las actas de escrutinio y cómputo; el resto, 79 mil 761 casillas, pa-saron a recuento y por eso modificaron sus resultados. Pero si cotejamos el PREP con el cómputo distrital entonces vemos que, en el primer grupo, 2 mil 430 casillas tienen más votos o menos votos. Esto es inexplica-ble porque, como ya se dijo arriba, los datos, tanto del PREP como del cómputo distrital, son extraídos de la misma acta.

Lo inevitable: al sacar, de las 2 mil 430 casillas, una muestra de 230, por aleatoriedad simple, y comparar los votos de los partidos asentados en las actas de escrutinio y cómpu-

to con los registrados en el sistema durante el cómputo distrital, se encontró que en 16 actas las cifras de las votaciones son ilegibles, 4.85% del total de la muestra.

En el caso de la votación total emitida —que es la suma de los votos de los partidos y coaliciones, de los candidatos no registrados y los votos nulos— con más votos en el cómpu-to distrital que en el acta se encontraron 83 ca-sillas; con menos votos que en el acta, 109; tan solo en 122 casillas coinciden los resultados.

Siguiendo lo anterior, en la tabla de abajo se muestran los porcentajes de casillas en las que hay más votos en el cómputo dis-trital que en las actas; hay menos votos o igual número. También quiénes son sus beneficia-rios, partido por partido, coalición por coalición.

Este análisis parcial de casillas permite

Estatus Nulos No Reg. PAN PRI PRD PVEM PT MC PANAL PRI/PVEM PRD/PT/MC PRD/PT PRD/MC PT/MC

más 7.58 3.94 6.67 8.18 7.88 4.24 5.76 5.76 4.55 9.70 6.06 3.64 3.03 2.73

igual 77.58 85.76 82.12 78.18 81.21 86.97 85.76 84.85 84.55 77.27 80.61 85.45 87.58 88.79

menos 10.00 5.45 6.36 8.79 6.06 3.94 3.64 4.55 6.06 8.18 8.48 6.06 4.55 3.64

También quiénes son sus beneficiarios, partido por partido, coalición por coalición.

EL GrItoEdICIóN ESPECIAL26 27

afirmar que, tanto en el PREP como en los cómputos distritales, los datos generados por el sistema del IFE —auditado por especialistas de la UNAM (Proceso núm. 1865)— no ofrecen ninguna garantía auténtica de respeto al voto.

Todas estas evidencias prueban, ade-más, que el recuento fue puro cuento por-que ni el Consejo General ni los consejos dis-tritales del IFE corrigieron las inconsistencias evidentes —como pueden ser las que en las actas se registran como más votos que can-tidad de ciudadanos en la lista nominal—,

incluso incumplieron con la función depura-dora a la que los obliga la sentencia del TEPJF: los llamados errores evidentes en el artículo 295 del Cofipe. Veamos, pues, si este tribunal hace valer su propia sentencia y ordena la apertura de aquellos paquetes en los que las votaciones totales emitidas muestran dife-rencias entre al menos dos de las elecciones. Veamos si, a diferencia del IFE, que se hizo de la vista gorda, sí corrige el cómputo distrital. 71 mil 671 casillas se dice fácil pero son mu-chas. Muchísimas.

Elección: Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Distrito Federal, distrito 20, sección 2019 contigua 1

En la tabla puede verse, muy obvia, la manipulación de los resultados comiciales. La coalición PRD/PT/MC, que en las urnas consiguió 52 votos, en el cómputo distrital lle-gó hasta los 525. ¿Para López Obrador? ¿Por qué? Sin lugar a dudas, el sistema del IFE fabrica ganadores desde antes de las elecciones y distribuye las alteraciones para que se ajusten los resultados a esas certerísimas profecías de los medios.

Partidos NULOS NR VTE PAN PRI PRD PVEM PT MC PANAL PRI/PVEM PRD/PT/MC PRD/PT PRD/MC PT/MC LNvotos 6 1 814 51 76 86 5 16 3 8 30 525 5 0 2 525

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EL GrItoEdICIóN ESPECIAL28 29

Elección: Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Puebla, distrito 1, sección 2214 básica

Elección: Senador, Chiapas, distrito 5, sección 1449 extraordinaria 1

Aquí al PRI, por el que votaron 189 mexicanos, le aparecieron de la nada 300 votos más. A diferencia de 2006, el fraude lo protagonizaron las elecciones de senador y diputado federal, como puede verse en esta casilla. Nada coincide.

Partidos NULOS NR VTE PAN PRI PRD PVEM PT MC PANAL PRI/PVEM PRD/PT/MC PRD/PT PRD/MC PT/MC LNvotos 4 0 747 155 489 32 4 9 0 4 39 8 3 0 0 584

Partidos NULOS NR VTE PAN PRI PRD PVEM PT MC PANAL PRI/PVEM PRD/PT/MC PRD/PT PRD/MC PT/MC LNvotos 10 0 876 886 5 98 27 721 9 2 3 7 1 3 0 0

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DEscarga sEmántica dEL FrAudE

CaRolina olGuín

uando las aguas turbias son tan evidentemente turbias, parece que está de más escribir sobre ellas pues se pensaría que todo mundo lo pue-de ver. En México lo obvio se confunde con lo normal, tan normal que nuestras vidas siguen su marcha y quisiéramos olvidar que hemos estado viviendo un terrible sueño. Salimos a la calle y nos damos cuenta de que todo marcha tranquilo, la gente continúa con sus labores y se adapta bien al resultado electoral, a pe-sar de escuchar a diario sobre la larga lista de

irregularidades que el PRI cometió en esta contienda. De acuerdo a los informes,

queda claro que el IFE, el Tribunal Electoral (TEPJF) y el propio PAN

avalan esta elección. Si no fuera por las marchas en contra de la imposición de En-rique Peña Nieto como presidente electo, lide-radas por los jóvenes de #Yo soy 132 y otros grupos que se van agregando, la elección se mostraría tan sólo manchada por casos aisla-dos de impugnaciones y por la “terquedad” de Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento Progresista para invalidar la elección.

Uno puede enterarse por las noticias matutinas que los altos mandos del Tribunal dicen actuar conforme a la ley, que las tarjetas de dinero electrónico de Soriana que utilizó el

c

tóteM de edgar Clement

EL GrItoEdICIóN ESPECIAL30 31

Elección: Diputado federal, Oaxaca, distrito 10, sección 823 básica

En ésta de Oaxaca el IFE le anotó al PAN 800 votos de más y 20 menos a los nulos. Por supuesto: el total de votos (VTE) siempre excede el número de votantes de la lista no-minal (LN).

Partidos NULOS NR VTE PAN PRI PRD PVEM PT MC PANAL PRI/PVEM PRD/PT/MC PRD/PT PRD/MC PT/MC LNvotos 2 0 955 829 10 98 2 7 2 0 1 2 0 0 544

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PRI para la compra y manipulación de votos son propaganda válida; que las impugna-ciones ciudadanas son inválidas, ilegítimas procesalmente al no haber sido promovi-das por partidos políticos o coaliciones; que las protestas en las calles “no representan ninguna presión” para el TEPJF —lo dicen ellos—, pues ahora nos recuerdan que la decisión ha sido emanada del voto ciuda-dano; que los informes de gastos de cam-paña de los partidos se entregan a más tar-dar en octubre de este año y se dictamina la fiscalización hasta enero de 2013, mientras que la calificación definitiva de la elección se concluye en septiembre de 2012, lo que deja fuera la posibilidad de que la supera-ción de gastos de campaña —recurso que el PRI aprovechó muy bien— invalide la elección. De hecho, tristemente, aunque se compruebe que el tope fue superado, no es causal de invalidez de la elección, como marca la ley electoral, e incluso si hay fon-dos ilegales ello ameritaría multas millona-rias a los partidos, pero, al fin, sólo multas. No hay quien sancione a Felipe Calderón por felicitar al candidato Enrique Peña Nie-to antes de tiempo, antes de que se ter-minara el conteo oficial de votos; no hay quien avale firmas ciudadanas, registros de evidencias de irregularidades en las casillas que los ciudadanos han estado reuniendo. Estamos maniatados por nuestras propias leyes, o al menos eso pareciera.

Leonardo Valdés —presidente del Consejo General del IFE— y su equipo de consejeros dicen carecer de “facultades para investigar la compra de votos”. La men-te tecnócrata de estas instituciones y su en-foque cuantitativo nos dicen que las leyes son claras y que ellos se apegan estricta-mente a ellas. Pero la percepción ciudada-na no se satisface con estas declaraciones, simplemente hemos dejado de creer en este sistema democrático tal y como se

aplica en México. La manipulación del voto parece ser un asunto tan subjetivo que para el IFE o el Tribunal es fácil descartarla por no encontrarle asidero legal claro.

La turbiedad en las elecciones no parece opacar, sin embargo, las relucientes leyes y sus mecanismos electorales, pues el resultado es sólo uno a pesar de cualquier irregularidad. Los ciudadanos hablan de fraude y no tienen duda, pero identifican una contradicción: por un lado, las instancias electorales nos aseguran sobre la validez de la elección con el argumento de que la ma-yoría de los mexicanos votó por Peña Nieto, por lo que prácticamente no hay cabida para hablar de fraude; pero por otro lado, si consideramos la compra y manipulación del voto, la superación de gastos de campaña permitidos, entre otras anomalías, entonces a muchos nos parece natural y cierto hablar de fraude. Sin duda, el término se niega o se afirma en la corriente de dos sentidos que se oponen, pero lo que nadie puede negar es que al centro de todo está la sospecha que, en esta elección, ya nadie puede pasar por alto. En las esferas de la oficialidad, la pala-bra fraude se ha vuelto innombrable, el mis-mo López Obrador la ha evitado y la ha susti-tuido por “elección inequitativa y plagada de irregularidades”; entendemos que cuide sus pasos en esta ocasión, pero ¿no será que así se empieza a ceder al silencio de aquello que es peligroso nombrar?

Pienso en aquellos desplazamientos semánticos de los que nos habla la historia de las lenguas, en los que palabras como “bastardo”, que originalmente significaba ‘hijo nacido fuera del matrimonio’, cobran más tarde otro sentido, en este caso ‘hijo de puta’, de mujer prostituta, situación en la que lo indigno recae en el hijo y la madre, no en el padre. A la inversa de este despla-zamiento que pasó de menor a mayor en la carga semántica y simbólica de “bastardo”,

¿qué significará de ahora en adelante fraude para el pueblo mexicano?

La palabra fraude parece descargarse de su peso negativo y relajarse para entrar en la boca de todos como una posibilidad presente en la vida de un país como el nues-tro. El término ya no concierne a la esfera de lo inválido, de lo ilegítimo en toda su dimensión, ya no es pensado como delito que tenga que ser castigado, sino que ha venido a ser parte del día a día; se cuela en-tre nuestras costumbres, nuestras mentes, nuestros esquemas morales e intelectuales de manera burda. Ha ganado la ignoran-cia, la impunidad, el interés individual, y la mayoría de los mexicanos lo ha asumido todo sin desvelos; así, los afanes por un bien común como nación, como pueblo, como sociedad, están sumamente debilitados. Por eso México es un país de grandes contra-dicciones, de distancias insalvables entre las clases sociales; entre el poder adquisitivo de estas clases sociales; entre los ciudadanos y la clase política; entre las identidades per-sonales y una conciencia de clase; entre el norte, el sur y el centro del país, y una larga lista de sinsentidos. La palabra es poderosa en sus devenires; en México vemos que el concepto fraude pierde su sustancia como delito, ya en la colectividad se convierte en una imagen que entra bien en el saco de la esperanza en otro tiempo, pero no en el de ahora, pues en el ahora de esta segunda mitad de 2012 no se espera una acción de justicia desde el propio Estado y sus leyes, sino casi lo contrario.

Que los mismos ciudadanos que con-sideran la existencia de un fraude electoral, más allá del solo voto emitido el 1 de julio de 2012, se vean orillados a aceptar, final-mente, el resultado de esta maquinaria elec-toral engañosa, representa el comienzo de una nueva forma de opresión, una opresión legitimada y descarada.

Si he escrito IFE, TEPJF, PRI, PRD, PAN y no Instituto Federal Electoral, Tribunal Electo-ral del Poder Judicial de la Federación, Parti-do Revolucionario Institucional, Partido de la Revolución Democrática y Partido de Acción Nacional, no es sólo porque quisiera ahorrar caracteres en el texto, sino porque quería hacer notar, en este párrafo, lo acostumbra-dos que estamos a compactar el concepto dentro del lenguaje funcional; esta limitación conceptual que nos hace olvidar nombres y motivos originales es parte de la limitación de pensamiento que una democracia de le-mas y frases de anuncio de televisión busca imponer. “La abreviatura puede ayudar a re-primir preguntas indeseables”, dice Herbert Marcuse respecto a la contracción gramatical en los nombres de las instituciones y su sen-tido cerrado al verdadero pensamiento, y lo dice precisamente por la manera en que los conceptos son vaciados de contenido, son neutralizados en la esfera unidimensional del hombre, donde sólo cabe el pensamiento operativo, funcional.

Esta reflexión es evidentemente pesi-mista, pero más que eso, es la advertencia del olvido, la advertencia de que nuestras leyes e instituciones, en cuestión electoral, están hechas para la rigidez del número y del resultado. Es algo similar a la distinción que en el ámbito de la educación existe en-tre la evaluación de resultados y la evalua-ción del proceso de enseñanza-aprendizaje; es decir, se olvida el proceso en aras del resultado por hambre de concreción, no de reflexión ni de análisis. El proceso electoral, la aplicación de las leyes, los mecanismos de propaganda y todo lo que concierne a este sistema democrático representativo y partidista, aún requiere de un serio análisis y de rigurosas enmiendas para al menos em-pezar a considerar que existen posibilidades de seguir intentando, en México, eso que se llama democracia.

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éRiCK lóPez álvaRez toStado

méxico de ahí Y méxICo dE ACÁ

E

Lo que no se puede decir, se insinúa y se expresa con las imágenes que forman los movimientos corporales. En el pueblo, lo escatológico (lo obsceno) no es gozo secreto sino expresividad elemental. A la ira, a la charla paródica, al deseo y al regaño les hacen falta las groserías (una mala palabra aquí es un término insustituible acá).

Escenas de pudor y liviandad, Carlos Monsiváis

n la antesala de las elecciones se escuchaba con flagrancia que en la “democracia” se eli-ge al menos peor. No hay argumento más execrable que éste, pues vivimos en un país en el que lo verdaderamente peor es no ha-cer nada. Aquí, quedarse pasivos facilita que un “selecto” grupo de plutócratas imponga la agenda de un cínico proyecto de exclu-sión, autoritarismo, corrupción y violento sometimiento, amparados en las arengas del “Estado de derecho” y la “legalidad”. Re-pito, y no por caer en las posibilidades re-tóricas de lo reiterativo. Ante un contexto como el actual, oponerse a ese esquema y al maniquí que pretenden imponernos exi-ge una toma de partido. A las instituciones políticas les corresponde sumar esfuerzos para establecer la batalla legal que haga un contrapeso a la imposición.

Recordemos un poco. La noche del primero de julio, a tan solo media hora del cierre de las casillas, la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, aceptó su derrota. A los pocos minutos hizo lo propio el can-didato de Nueva Alianza, quien de refilón le exigió al candidato del Movimiento Pro-gresista, Andrés Manuel López Obrador, de-clararse como perdedor. Los movimientos estaban hechos. Sólo faltaba ver cómo se iba expandiendo la carambola. Leonardo Valdés Zurita, consejero presidente del Ins-tituto Federal Electoral, adelantó alrededor

elBa esther Gordillo de edgar Clement

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de quince minutos el mensaje que daría a nivel nacional con los resultados obtenidos por el conteo rápido. Y casi de inmediato apareció Felipe Calderón para cerrar filas en torno al evidente pacto. En esa misma sintonía, propia de un guión de telenovela o bien de una tragicomedia al estilo de las narraciones de José Agustín, apareció en cadena nacional la apologética presenta-ción de Enrique Peña Nieto —una voz en off ronca, sintaxis del preludio de una bata-lla librada por Kalimán.

En la semana previa a la “fiesta demo-crática”, una vecina, con la que suelo con-versar, me interceptó al ir llegando a casa. Con voz entrecortada y una visible irrita-ción me interpeló buscando demorar mi entrada. Sus ojos hablaban por ella. Y entre gestos y ademanes comenzó a relatarme el motivo de su enfado. Decía que venía de hacer una compra en la pollería y grande fue su sorpresa al comprobar que quien la atendió era uno de los beneficiarios en el escándalo de las tarjetas de Soriana. Me dijo muy enérgica: “No mames, este pende-jo vendió su voto por 500 pesos. Le dije que ya ni la chinga; es un pendejo, ¡no sabe que esos quinientos pesos es lo único que va a ver de ese hijo de la chingada en seis años!”. Y así siguió durante algunos minutos. Con el paso de los días, comencé a escuchar historias semejantes. Detalles más, detalles menos. Todas revelaban el mismo asidero.

Lo que estaba ocurriendo era la con-firmación de una economía que populariza la pobreza para aprovecharse de ella. Uno de los peores aspectos del proceso electo-ral, que aún estamos viviendo, es que me-diante la maquinaria priista —en 12 años, por cierto, no se hizo nada por desvencijar-

la— se evidencia el afianzamiento de este-reotipos sobre los sectores históricamente marginados —sea por lastimeras profusio-nes de enternecimiento, disfrazadas de in-dignación, o por escarnios que encuentran su chivo expiatorio en los olvidados de la macroeconomía y el fervor multicultural.

Muchas personas nos encontramos francamente irritadas. En este punto quisie-ra matizar sobre los funcionarios de casilla, ya que participaron en jornadas extenuan-tes —más de 15 horas de trabajo, en el me-jor de los casos, sin remuneración alguna. Hecha esta salvedad, hay que decir que el proceso no fue lo que las instituciones nos quieren hacer ver. El consejero presidente del IFE, sin importarle todas las irregulari-dades presentes —que han sido compro-badas y que no es de mi interés retomar—, salió a decir que había sido una jornada histórica y sin precedentes. El descaro sólo puede sonrojarse ante esta falta de decoro. Para muestra un botón: el cinismo, disfra-zado de civilidad, se asoma en la retórica inflamada del presidente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, cuando le reclama al IFE que sean tomadas en cuenta las im-pugnaciones en contra del PRD, jactándose de que ellos han sido los primeros en inter-ponerlas. No hay que olvidar que desde esa “civilidad” fue que se orquestó toda la ma-quinaria, por así llamarla, contra-electoral.

No planteo aquí el término de indig-nado porque entiendo plenamente la con-figuración que de ello ha hecho la geopo-lítica del conocimiento. La indignación, manifiesta en el movimiento español, ha tenido resonancia en Europa y el mundo. Es evidente que la geopolítica del conoci-miento permite que, desde la enunciación

afectiva de ciertos sujetos, la lectura que de los actos se haga sea completamente legí-tima. Sin embargo, existimos otros sujetos cuya condición de vida genera una lectura de marginalidad opuesta. La indignación es leída cínicamente como intolerante y vio-lenta. Como si nuestra subjetividad estuvie-se restringida a obedecer y acatar, amputa-da de toda posibilidad de reacción frente algún atropello. Para el caso europeo, a un sujeto le es totalmente plausible el indig-narse. En México y América Latina, somos inmediatamente estigmatizados.

Hay quien dice que todos llevamos al dinosaurio adentro. Lo que no se nos dice es que, pese a todos los esfuerzos ciudadanos, hay una clase política empecinada en man-tener el viejo régimen del sistema político mexicano. El gatopardismo priista es tan elo-cuente que a su nueva cara la ha nomencla-turizado como el “nuevo PRI”. En este sentido, más allá de las carencias, y de todo el proble-ma estructural que hay detrás de la compra de votos, aquéllos que vendieron su voto han introyectado una máxima de la sabiduría popular; en ella se intentaba dar una expli-cación —o suerte de entendimiento— de los resultados electorales: “no nos hagamos pendejos, ellos ya decidieron quién va a ser el próximo presidente”. Esto era así. El deda-zo, el destape y la cargada son tan sólo los indicios que soportaban el horizonte sígnico de aquella aseveración. Hoy en día, los ideó-logos a sueldo de las televisoras se horrorizan al escuchar semejante afirmación. Cómo es posible que en un México moderno (sic) se piense algo así. Después de todo, al margen de error de una encuesta se le concedió jui-cio de amparo.

El México de ahí se escribe con ma-

yúscula porque tiene la posibilidad de am-pararse en el derecho. Y aunque desde ese México se plantee que se está “hasta la ma-dre”, la oportunidad de escapar a la condena, por lo escatológico de la aseveración, queda vacunada contra el fervor de clase. Al méxi-co de acá le fue suprimida la capacidad para autoreferenciarse; en una desesperada re-constitución del horizonte de posibilidades, se reconfigura desde las minúsculas. Y ante la imposibilidad de acceder al promisorio Esta-do de derecho, vuelve su derecho el nomás reivindicar las aspiraciones del Estado.

La democracia, como dice Enrique Dussel, es al final un sistema de legitima-ción. Sin embargo, el entramado legal en México carece aún de legitimidad. ¡Y cómo no, cuando el puntero apenas logra obtener 18 millones de votos en una lista nominal de casi 80 millones de electores, sólo 22.5% de “aceptación”. Es evidente que una cifra de este tamaño acarreará problemas de re-presentatividad y legitimidad. Urge una re-visión de las reglas electorales, esta vez no con pequeños parches sino transformando verdaderamente el sistema: apostándole a la segunda vuelta para erradicar ese espec-tro del fraude que pretende enquistarse —y vaya que lo ha logrado— como práctica po-lítica cotidiana. Urge que el méxico escrito con letras minúsculas salga a las calles a gri-tar lo que no se puede decir. No es un candi-dato el que ha dividido a México. El país no puede tener unidad con una polarización económica tan pronunciada. Sin embargo, esa división tiene el germen de la repolitiza-ción de una sociedad que había sido neutra-lizada y despolitizada. La actual lucha contra la imposición, desde nuestra expresividad elemental, es apenas el primer paso.

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FrancEsca GarGallo

n un país con 14 defensoras de derechos hu-manos asesinadas y con ciudades donde la incidencia de los feminicidios es 15 veces más alta que la tasa mundial, es difícil poner el dedo en la violencia misógina de las consignas en las marchas anti-Peña Nieto. No obstante, hay algo que une culturalmente el que la persona denostada no sea definida por lo que es —co-rrupto, represor, comprador de votos y encu-bridor de criminales—, sino que se le ridiculice llamándolo “puto” o “puta de cabaret” y que se le envíe a “chingar a su madre”, y el hecho de que los grupos criminales, los paramilitares, los cuerpos del ejército, la seguridad pública y los grupos conservadores con poder violan, matan, difaman a las mujeres y desconocen, cuestionan y atacan a quienes se atreven a de-fenderlas.

El colectivo Feminismos Nuestroame-ricanos, al decidir participar en las marchas y

Efeministas en marCha

por un feminismo nuestroameriCano

KaMel y GoBer de edgar Clement

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La imposición

de Los MA(r)CHIStAS

acciones en defensa del derecho al voto autén-tico y contra la imposición mediática, económi-ca y fraudulenta del candidato del PRI, planteó a las y los marchistas que “Mi seguridad está en tu boca y en tus imágenes: no grites puto, no grites puta, no ridiculices usando mujeres” e intentó explicar que “renovación no es impo-nerse contra las mujeres”. Desgraciadamente, las reacciones de los demás marchistas fueron mayoritariamente conservadoras. Es cierto, no todas: mujeres y muchos hombres de colecti-vos homosexuales felicitaron al colectivo Fe-minismos por sus carteles de colores, las con-signas contrarias al heterosexismo normativo y dominante, las actitudes que deslegitimaban los roles y estereotipos de género, sus contin-gentes —mínimos— de mujeres de edades di-ferentes y su apoyo a las mujeres de comunida-des indígenas en defensa de la tierra, del agua y sus derechos culturales. La historia de siempre:

cuando una de las feministas increpó a un gru-po de jovencitas, que no paraba de instar al Sr. Peña Nieto a que violara a su madre —“chinga tu madre” eso significa—, fue reprendida vio-lentamente por una maestra que le dijo que no tenía el derecho de hablarle “con ese tono” a estudiantes que no la entendían y se sentían ofendidas. Otra feminista le pidió conciencia a un dirigente sindical que, megáfono en mano, dirigía consignas —y se regodeaba en la po-sibilidad de referirse a Peña Nieto como “puta de cabaret” y “puto”—; la despacharon porque “éstas son las consignas que nos gustan, no nos van a cambiar el lenguaje que nos incita a la acción”.

Jóvenes del movimiento #Yo Soy 132 se inconformaron con las pocas estudiantes fe-ministas que se han organizado en la UAM y la UNAM para dar talleres de lenguaje no sexista en las acampadas y plantones. Como respues-

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ta, las ridiculizaron e intentaron acallar con argu-mentos dignos de los sindicalistas de finales del siglo XIX o los miembros de los partidos comunis-tas históricos: el feminismo separa, las feministas agreden a los hombres, en un movimiento mixto no se puede dar preferencia a las teorías de una minoría y —el clásico— ahora no podemos darle importancia a estas cosas. Amén de que las mu-jeres somos 50 por ciento de cualquier pueblo, nación y colectividad, y que llamarnos minoría es a todas luces el reflejo del poco reconocimiento político que nos brinda quien así nos llama, hay una grave incongruencia entre denunciar que el candidato del PRI fue un gobernador que dejó florecer en su entidad la violencia feminicida —al punto de que el Estado de México se convirtiera durante su mandato en la entidad nacional que más feminicidios y violaciones dejó en la impuni-dad— y el que los marchistas –hombres y muje-res sin conciencia de su propia discriminación— se sintieran inconformes con la participación de las feministas.

La violencia que sufren las defensoras de los derechos de las mujeres en México, según la Red de Mujeres de Ciudad Juárez, el Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad de Oaxaca y Asociadas por lo Justo, al igual que otras formas de violencia hacia las mujeres, se caracte-riza por culparlas y avergonzarlas de su situación. Normalización o justificación de los actos de los agresores. Sistemáticamente, se desconoce la pa-labra de las mujeres al momento de denunciar; se intenta aislarlas de sus núcleos afectivos o sus comunidades, haciendo hincapié en la reproduc-ción y legitimación de roles y estereotipos de género; se las cuestiona, difama y ataca cuando participan en asuntos políticos. Impresiona que las tres organizaciones definieran el 17 de julio de 2012 —en su informe para la ONU y de una for-ma tan parecida a las maneras de los marchistas y organizaciones ciudadanas por la defensa del derecho al voto de las y los mexicanos— las acti-tudes de los sectores responsables del alarmante aumento de la violencia en contra de las defen-soras de derechos humanos en México.

También, como colectivo de feministas autónomas, tuvimos que enfrentar que, mientras el país se organizaba para resistir el embate de

la compra del voto y la coacción implícita en el bombardeo mediático a favor de un candidato conocido como represor, violento y vengativo, de la India nos llegaran las escasas informaciones sobre el asesinato —el 9 de abril de 2012 en Kala-salingam, Tamil Nadu— de la bailarina mexicana Cécile Denise Acosta Reynaud a manos de su ex compañero Martín Manrique Mansour, hijo de un reconocido historiador del arte y una escritora fa-mosa. Manrique Mansour confesó haber matado a Cécile Acosta tras una discusión por la custodia de su hija Adela Berenice Manrique Acosta de seis años de edad. Por ello fue detenido y encar-celado en la prisión de Chennai, donde permane-ció hasta el 24 de julio, día en que sorprendente-mente fue liberado bajo fianza.

De abril a julio nos enteramos de que el cuerpo de Cécile fue tratado con odio y despre-cio por el asesino, pues mostraba una incisión en la aorta, fractura de cráneo y tráquea, corte pro-fundo en una pierna y cortaduras repetidas en el pecho. Supimos que Manrique Mansour, tras ma-tar a Cécile Acosta —quien se había trasladado a la India para no separar a su hija del padre—, la envolvió en un plástico que mantuvo varias horas oculto en su casa, sin importar que su hija se encontrara ahí mismo. Posteriormente, metió el cadáver en una maleta, lo trasladó en la cajue-la de su automóvil a las afueras de Madurai y le prendió fuego. Se ha dicho que, en el trayecto al lugar donde le encendió el cuerpo, la niña iba dentro del mismo automóvil.

Durante los meses en que la ciudadanía mexicana despertaba a la rebelión contra una im-posición más, a la familia de Cécile Denise Acosta Reynaud sólo le entregaron una porción de los restos exhumados de una fosa común —la otra parte se quedó en la India para los análisis foren-ses. No se le proporcionó ni un acta de defunción ni los resultados de la necropsia ni la custodia de la niña. El 24 de abril se ratificó la identidad del cadáver, se confirmó que se trata de Cécile Acos-ta porque el estudio de superposición de cráneo y la prueba de ADN no dejan lugar a dudas. Aun así, la familia tampoco dispone de dichos resulta-dos y se ve forzada a esperar, en un país misógino y corrupto, el acopio de pruebas y evidencias su-ficientes de la incursión de cuando menos cuatro

delitos, para iniciar el juicio y que se sentencie al inculpado.

A pesar de todo esto, Martín Manrique Mansour fue puesto en libertad bajo fianza el 24 de julio. No se conocen las causas de esta deci-sión. Se desconoce por qué logró su libertad si es el principal inculpado de una investigación en proceso. El artículo “Muerte en la India” de Ana Gabriela Rojas, recientemente publicado en la revista Gatopardo, sostiene que: “La policía pre-sentará en las próximas semanas la acusación for-mal por asesinato. Martín tiene que ser juzgado en la India porque allí es donde supuestamente cometió el crimen”. Y, a la vez, alerta: “El repre-sentante legal de Martín, P. Kumaresan, fue fiscal general de Tamil Nadu, y confía en que lo sacará de prisión lo antes posible”. Dice: “—Nos con-centraremos en desmentir las pruebas: vamos a aprovechar los errores de la policía”. Todo indica que lo están logrando. ¿Estarán desplegando su poder las influencias locales? Pero ¿por qué, qué conexión tienen con las autoridades mexicanas?, ¿quién apoya a dos reconocidos intelectuales para que violen la ley internacional liberando a su hijo de un feminicidio?

A las feministas que participamos en la de-fensa del voto y en la denuncia del fraude y los de-litos electorales del PRI nos toca pensar también —y defendiéndonos unas a otras en condiciones de mayor vulnerabilidad por el solo hecho de ser mujeres— ¿por qué un feminicida confeso, que ha vejado un cadáver y puesto en riesgo a su hija, sale bajo fianza en cuatro meses? ¿Qué hay detrás de

que el hijo de un historiador del arte y una litera-ta reconocida mate a su ex pareja bailarina? ¿Por qué las autoridades indias, tal y como lo harían las mexicanas, sueltan a un feminicida? ¿Tiene que ver que la ONU define a la India como el país donde es más peligroso y difícil ser mujer —México está en décimo cuarto lugar—? ¿De qué prebenda gozan los hijos machos de intelectuales sensibles? El hijo de Jorge Alberto Manrique y Mónica Mansour no es el único feminicida de la intelectualidad mexica-na. El hijo de Esther Seligson mató a su novia antes de tirarse del balcón de la casa de su madre. Hay editores golpeadores, dueños de imprentas de arte que maltratan verbalmente a sus compañe-ras, pintores que dejan en la miseria a sus compa-ñeras cuando se atreven a dejarlos… ¿Qué cultura se globaliza?

Pues la cultura política que no está dispues-ta a cambiar sus expresiones machistas ni la violen-cia misógina implícita en sus imágenes de lucha. Hoy queremos subrayar que hay una incongruen-cia terrible entre denunciar por motivos electora-les la tortura sexual cometida en 2006 por la policía del Estado de México en contra de las defensoras y pobladoras de San Salvador Atenco —en el marco de un operativo ordenado por el entonces gober-nador Peña Nieto para reprimir una manifestación del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra— y ridiculizar a las feministas que participan en las marchas buscando la democratización de las re-laciones de convivencia políticamente cotidianas entre mujeres y hombres de todas las orientacio-nes y prácticas sexuales.

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sin tÍtulo de gustavo monroy

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Madre Blues 2 de edgar Clement

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