El Guardian de Rowan - Henry H. Neff

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Max MacDaniels lleva una vida tranquila en los suburbios de Chicago hasta el día en que se encuentra con un misterioso tapiz celta. Desde ese momento muchos personajes extraños parecen interesarse por Max. Su descubrimiento le conducirá al Colegio Rowan, una escuela secreta donde le esperan grandes cosas: fantásticas criaturas, un entrenamiento riguroso y su propio observatorio astronómico dentro de una mansión junto al mar.Pero también hay seres oscuros acechándole. Max descubre que de todas partes del planeta están desapareciendo obras de arte de incalculable valor y niños con poderes especiales, y que él es la pieza clave de una antigua lucha entre el Bien y el Mal. Para sobrevivir, tendrá que confiar en una enigmática red de agentes y místicos, en el genio de su compañero de cuarto y en el escalofriante poder que está despertando en su interior. Sólo tiene dos opciones: morir o convertirse en un héroe.

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HENRY H. NEFF

ELGUARDIAN DE

RO W A NEl tapiz 01

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Dedicado a mi familia, amigos y alumnos.

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N D I CE

ARGUMENTO .............................................................................5 El chico, el tren y el tapiz ........................................................6 Tres golpecitos .......................................................................17 El momento de la eleccin ....................................................31 El vuelo a Rowan ...................................................................42 Nuevos y viejos diablos ........................................................56 El ltimo Lymrill ...................................................................71 Una casa llena.........................................................................86 Lo nuevo y lo raro ...............................................................104 Una manzana dorada en el huerto ....................................123 El circuito ..............................................................................134 La noche de Halloween ......................................................149 Prisiones secretas .................................................................168 Una mentira y un violn......................................................183 Encuentro con los Vyes .......................................................199 Invitados imprevistos..........................................................208 El nuevo residente de Rowan ............................................221 El perro del Ulster................................................................236 Contrabandistas en el Atlntico norte ..............................246 La cripta de Marley Augur .................................................261 Padre e hijo ...........................................................................277 Reconocimientos ..................................................................293

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ARGUMENTO

Max MacDaniels lleva una vida tranquila en los suburbios de Chicago hasta el da en que se encuentra con un misterioso tapiz celta. Desde ese momento muchos personajes extraos parecen interesarse por Max. Su descubrimiento le conducir al Colegio Rowan, una escuela secreta donde le esperan grandes cosas: fantsticas criaturas, un entrenamiento riguroso y su propio observatorio astronmico dentro de una mansin junto al mar. Pero tambin hay seres oscuros acechndole. Max descubre que de todas partes del planeta estn desapareciendo obras de arte de incalculable valor y nios con poderes especiales, y que l es la pieza clave de una antigua lucha entre el Bien y el Mal. Para sobrevivir, tendr que confiar en una enigmtica red de agentes y msticos, en el genio de su compaero de cuarto y en el escalofriante poder que est despertando en su interior. Slo tiene dos opciones: morir o convertirse en un hroe.

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El chico, el tren y el tapiz

M

ax McDaniels presionaba su frente contra la ventana del tren y observaba cmo las nubes tormentosas atravesaban el dorado cielo. La lluvia comenz a golpear el cristal con un suave repiqueteo y el cielo se oscureci en tonos morados. Mientras la ventana se empaaba Max parpade ante su propia imagen acuosa del cristal. La imagen le devolvi el gesto: un chico de ojos oscuros, de pelo ondulado y negro, con los pmulos marcados de su madre. La voz de su padre retumb a su lado y Max gir en su asiento. Cul te gusta ms? pregunt aqul con una sonrisa entusiasta.

Sujetaba un par de anuncios brillantes entre los gruesos dedos. Max los mir, observando con atencin a una elegante mujer junto a un fregadero de cocina; tena la cabeza echada hacia atrs como si se estuviera divirtiendo. Esa s que no dijo. Es demasiado empalagosa. La cara sonriente y alegre del seor McDaniels se ensombreci. El padre de Max era enorme como un oso, tena ojos azules y una barbilla con profundos hoyuelos. No es empalagosa se quej, mientras echaba una miradita al anuncio y se alisaba la mata de pelo castao y fino. Qu tiene de empalagoso? Nadie disfruta tanto fregando platos dijo Max mientras sealaba a la resplandeciente mujer con el agua jabonosa hasta los codos. Y nadie friega los platos con un elegante vestido... Pero se trata de eso precisamente! le interrumpi su padre meneando en el aire la copia del anuncio. Ambrosa es el primer superdetergente de vajillas! Una espuma milagrosa que no daa el fregadero pero que puede con la grasa ms...! Pap! Max se ruboriz. El seor McDaniels se call al darse cuenta de que el resto de pasajeros los observaban con curiosidad. Solt un bufido y volvi a meter los anuncios en el abrigo mientras el tren realizaba una breve parada a las afueras de la ciudad. No es tan malo le reconfort Max. Tal vez podras hacer que no enseara todos los dientes mientras sonre o algo as.

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El seor McDaniels solt una risita y desplaz su amplio trasero en el asiento para pegarse ms a su hijo. Max se separ un poco empujando con los codos. Un torrente de gente entraba en el tren, cerrando los paraguas y apartndose el pelo mojado de los ojos. El vagn traquete y la mquina volvi a ponerse en marcha. Cuando se quedaron a oscuras los pasajeros empezaron a rer y a dar grititos. Max apret el brazo de su padre y las luces amarillas del tren parpadearon hasta volver a encenderse. La lluvia era ms intensa ahora que se aproximaban a Chicago, un imponente escenario de acero y ladrillo que contrastaba con la tormenta de verano. An sonrea cuando vio al hombre. Se encontraba en un asiento al otro lado del pasillo, en la fila posterior a la suya, plido y desaliado, con el pelo corto y oscuro todava mojado por la lluvia. Pareca extenuado; sus prpados se movan mientras se repantigaba con su sucio abrigo y articulaba en silencio palabras dirigidas a la ventana. Max se gir un momento para conseguir una visin mejor. Se qued sin aliento. El hombre lo estaba mirando. Estaba sentado totalmente inmvil, fijando en Max unas sorprendentes pupilas desiguales. Mientras una era verde, la otra reluca como un huevo pelado y hmedo. El chico se qued mirndolo, paralizado. Pareca una cosa ciega y muerta... como sacado de una pesadilla. Pero, de algn modo, Max saba que ese ojo no estaba ciego ni muerto. Saba que le estaba estudiando, evaluando, de la misma manera que su madre sola examinar un vaso de vino o una vieja fotografa. Sosteniendo la mirada de Max, el hombre inclin la cabeza y desplaz el peso de su cuerpo hacia el pasillo. El tren se introdujo en un tnel y el vagn volvi a quedarse a oscuras. Un espasmo de miedo invadi a Max. Escondi la cabeza en el clido abrigo de su padre. El seor McDaniels rezong y se le cayeron al suelo varios folletos publicitarios. El tren fue decelerando hasta pararse y el chico oy la voz de su padre. Crees que soy tu almohada, Max? Recoge tus cosas... Ya hemos llegado, chaval. Max levant la mirada y se encontr con que la luz haba vuelto al vagn y los pasajeros arrastraban los pies hacia las puertas de salida. Sus ojos recorrieron con rapidez las caras. El hombre extrao no estaba por ningn sitio. Ruborizado, recogi el paraguas y el cuaderno y sigui a su padre. La estacin estaba repleta de gente que iba y vena por los andenes. Las voces resonaban por encima del sonido de los altavoces; los compradores de fin de semana correteaban acarreando bolsas y nios. El seor McDaniels gui a Max escaleras mecnicas abajo hacia la salida. La lluvia haba parado pero el cielo todava amenazaba tormenta y los peridicos se arremolinaban en las calles en sbitos

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arranques de vuelo. Llegaron a una fila de taxis amarillos, el seor McDaniels abri la puerta de uno de ellos y dej que Max se metiera primero, a toda prisa, en el asiento de vinilo. Al Instituto de Arte, por favor dijo su padre. Max estir el cuello en un intento de divisar las cimas de los rascacielos y el taxi se encamin hacia el este, hacia el lago. Pap dijo Max. Te has fijado en ese hombre del tren? Qu hombre? Estaba sentado al otro lado del pasillo, una fila detrs de nosotros contest Max, temblando. No, creo que no dijo su padre, quitndose un poco de pelusa del abrigo. Qu tena de especial? No lo s. Tena una pinta muy rara y no dejaba de mirarme. Pareca que iba a decirme algo o a acercarse justo antes de entrar en el tnel. Bien, si te estaba mirando probablemente fuera porque t le estabas mirando a l dijo el seor McDaniels. En las ciudades vive todo tipo de personas, Max. Ya lo s, pap, pero... Ya sabes lo que se dice, no se puede juzgar un libro por las tapas. Ya lo s, pap, pero... Mira, en mi oficina hay un to. Un tipo joven, un poco verde todava. Pues el primer da me lo encuentro en la mquina del caf, con maquillaje en los ojos, un piercing en la nariz y la msica de sus auriculares a todo volumen... Max mir por la ventanilla del taxi mientras su padre le contaba esa historia que ya saba. Por fin vio lo que haba estado esperando: dos leones de bronce, grandes y orgullosos, que flanqueaban la entrada del museo. Pap, ya estamos en el Instituto de Arte. As es, as es. Ah!, y antes de que se me olvide dijo el seor McDaniels, girndose hacia l con una sonrisita triste en su enorme cara. Gracias por venir hoy conmigo, Max. Te lo agradezco. Tu madre tambin te lo agradece. El chico asinti de forma solemne y apret con fuerza la mano de su padre. Los McDaniels siempre haban celebrado el cumpleaos de Bryn McDaniels con una visita a su museo favorito. A pesar de la desaparicin de su madre dos aos atrs, Max y su padre mantenan la tradicin. Una vez en el interior, preguntaron a una joven que llevaba el nombre en la solapa dnde podan encontrar las obras de los artistas favoritos de Bryn McDaniels. Max

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escuch cmo su padre recitaba los nombres de una lista en un papel: Picasso, Matisse, y Van Gogh eran bastante sencillos pero se detuvo cuando lleg al ltimo. Jau-jin?pregunt, arrugando la cara y frunciendo el ceo ante el trozo de papel. Gauguin. Es un artista genial. Creo que les encantarn sus obras la mujer sonri y les indic unas amplias escaleras de mrmol que llevaban al segundo piso. Tu madre s que se sabe todos los nombres. A m no se me quedan aunque los repita mil veces el seor McDaniels ri entre dientes y dio un golpecito con el mapa en el hombro de Max. Las galeras del piso superior rebosaban de color, grandes manchas de pintura cubran lienzos y planchas. El seor McDaniels seal un gran cuadro de paseantes en una calle lluviosa de Pars. se se parece bastante a hoy, no? En la lluvia s, pero para parecerte a l tendras que ponerte bigote y chistera reflexion Max mientras observaba una figura que haba en primer plano. Ja! Yo antes llevaba bigote. Tu madre hizo que me lo afeitara cuando empezamos a salir. Algunas imgenes ocupaban toda una pared mientras que otras se acurrucaban en pequeos marcos dorados. Pasaron alrededor de una hora paseando de un cuadro a otro, prestando especial atencin a los favoritos de la seora McDaniels. A Max le gustaba especialmente un Picasso en el que un viejo demacrado abrazaba una guitarra. Estaba observando con atencin el lienzo cuando oy la exclamacin de su padre detrs de l. Bob? Bob Lukens! Cmo ests? Max se dio la vuelta y vio a su padre agitando el brazo de un hombre delgado de mediana edad que vesta un jersey negro. Una mujer le acompaaba y ambos mostraban sonrisas de compromiso al verse acorralados por el seor McDaniels. Hola, Scott. Encantado de verte dijo con educacin el seor. Cario, l es Scott McDaniels. Trabaja en la cuenta de los hermanos Bedford... Oh, qu agradable coincidencia. Encantada de conocerte, Scott. Cambiar su forma de ver la sopa! tron la voz del seor McDaniels dirigiendo un dedo al techo. La seora Lukens dio un respingo y se le cay el bolso. Imagnese un da invernal continu el seor McDaniels, agachndose para recoger sus cosas del suelo mientras ella retroceda un paso por detrs de su marido. Ests moqueando, sopla el viento y todo lo que tienes para calentar el estmago es un viejo bote de sopa en la despensa. Bien, ninguna sopa es aburrida con

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los Picatostes Crujientes de los Hermanos Bedford! Sus atractivas formas y su textura crujiente animan cualquier sopa y despiertan las papilas gustativas. El seor McDaniels alz su mano hasta la frente y se puso en posicin de firmes. Max sinti unas ganas enormes de regresar a casa. Al seor Lukens se le escap una risita. Te he comentado que el seor McDaniels es un fantico, cario? La seora Lukens intent sonrer mientras el seor McDaniels le estrechaba la mano y se volva hacia Max. Max, me gustara presentarte al seor y la seora Lukens. El seor Lukens lleva mi agencia... es el jefazo. Max y yo estamos aqu para darnos un chapuzn de cultura, verdad? Max sonri con nerviosismo y extendi la mano al seor Lukens, quien se la estrech de forma cariosa. Encantado de conocerte, Max. Siempre es un placer ver a un joven que pasa de los videojuegos y de la MTV. Has visto algo que te guste? Me gusta este Picasso dijo Max. Tambin a m me ha gustado siempre. Tienes buen ojo... el seor Lukens le dio una palmadita en el hombro y se volvi hacia el seor McDaniels. Te dira que lo compararas con uno de mis favoritos pero desafortunadamente ha desaparecido. Qu quieres decir? pregunt el seor McDaniels. Fue uno de los tres cuadros que robaron aqu la semana pasada replic el seor Lukens frunciendo el entrecejo. En el peridico dicen que esta misma noche han robado otros dos del Museo del Prado. Oh! dijo el seor McDaniels. Eso es terrible. Es terrible enfatiz el seor Lukens de forma concluyente, volviendo a mirar fijamente al chico. Scott, a ver si algn da traes a Max a la oficina. Tengo una copia de mi cuadro favorito, el que ha desaparecido, y podremos comprobar si Rembrandt derrota a Picasso. S, s, algn da replic el seor McDaniels con una risita mientras se agachaba a la altura de Max. Eh, colega dijo guiando un ojo. Pap tiene que hablar de negocios un ratito y no quiero que te aburras como una mona. Qu te parece si te das una vuelta y dibujas alguno de esos trajes de hojalata, como solas hacer con mam? Nos vemos en media hora en la librera, en la planta baja, vale? Max asinti y se despidi de los Lukens, quienes pronto quedaron empequeecidos ante la tremenda gesticulacin del seor McDaniels. Agarr con fuerza el cuaderno y el lpiz y se fue en silencio por el pasillo, enfadado con su

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padre, quien nunca evitaba una oportunidad de hablar de negocios, incluso en un da tan especial como hoy dedicado a su madre.

La galera de las armaduras estaba menos iluminada que las dems, sus artefactos brillaban levemente tras los limpios cristales. Aqu haba poca gente y a Max le agrad poder dibujar con una relativa tranquilidad y silencio. Camin en paralelo a una cinta de terciopelo, detenindose a observar un arco aqu, un cliz all. De los muros colgaban todo tipo de armas: negras mazas de hierro, hachas de hoja ancha y espadas descomunales. Se detuvo ante una vitrina con alabardas ceremoniales antes de fijarse en el objeto que le apeteca dibujar. La armadura era enorme. Su tamao empequeeca a todas las dems, irradiaba un brillo plateado dentro de la gran vitrina de cristal. Max rode la vitrina, inclinando la cabeza para obtener una mejor visin del casco. Unos minutos ms tarde ya haba esbozado la silueta bsica en el cuaderno. Mientras se esforzaba en dibujar el elaborado peto, un alboroto en el otro extremo del pasillo llam su atencin. Dirigi su mirada a travs del cristal de la vitrina y de repente se qued sin respiracin. El hombre del tren estaba ah. Max se agach y observ cmo el hombre se alzaba por encima del guarda de la entrada de la galera. Haca rpidos aspavientos con una mano. Los movimientos se aceleraban al tiempo que suba el volumen de su voz. As de alto solt con acento de Europa del Este. Tena la palma de la mano a una altura similar a la de Max. Un chico con el pelo oscuro, de unos doce aos, con un cuaderno de dibujo. El guardia retrocedi hacia el marco de la puerta, mirando al hombre de arriba abajo. Cuando estaba a punto de usar la radio, el extrao seor se le aproxim bastante y le susurr al odo algo que Max no pudo escuchar. Inexplicablemente, el guardia asinti y seal con su grueso pulgar por encima del hombro hacia las armaduras tras las que Max se esconda. Desesperado, el chico escudri en derredor y se fij en una entrada oscura que haba justo a su derecha. Una cinta de terciopelo la atravesaba y de ella colgaba un cartel en el que pona:

EN OBRAS: PROHIBIDA LA ENTRADA.

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Ignorando el letrero, Max pas por debajo de la cinta y se escondi en un rincn. Se peg por completo a la pared, temiendo ser descubierto. Pero no pas nada. Tras unos segundos eternos, se dio cuenta de que se haba dejado el cuaderno de dibujo en la otra galera. Le invadi un escalofro de terror: seguro que el hombre lo vea y adivinaba dnde se haba escondido. Pas un minuto, y luego otro, y otro. Max escuchaba los pasos y las conversaciones banales de la gente que desfilaba por delante de la entrada. Se asom para echar un vistazo. El hombre no estaba... pero tampoco estaba su cuaderno de dibujo. Deslizndose hasta quedar sentado en el suelo, Max rememor su nombre y direccin escritos pulcramente en la cubierta interior del cuaderno. Levant la cabeza y mir abatido la sala en la que se haba escondido. Era sorprendentemente pequea para ser una galera. El ambiente ola a humedad y el espacio desprenda una especie de suave resplandor ambarino. El nico objeto en su interior era un andrajoso tapiz que colgaba de la pared de enfrente. Max parpade. Aunque pareciera extrao, era el tapiz el que irradiaba aquella luz tenue. Se acerc. El tapiz deba de ser muy antiguo. El sol y los siglos haban deslucido sus colores hasta dejarlo sumido en un mar ocre y sepia. Sin embargo, segn se iba aproximando, Max percibi pequeos detalles y trasfondos de color sumergidos tras la superficie apagada y rugosa. Empez a sentir un cosquilleo en el estmago, como si se hubiera tragado un panel de abejas. Los pelillos de los brazos se le erizaban uno a uno, y Max se qued muy quieto, sin apenas respirar. Toing! Un hilo estall en un dorado brillante. Max dio un grito y salt hacia atrs. Refulga como el fuego, tan fino y delicado como la seda de araa. Vibraba como un arpa y emita una nica nota musical que reverber por todo el espacio de la galera antes de desvanecerse en el silencio. Volvi a mirar hacia la entrada. Los visitantes seguan paseando pero parecan lejanos y ajenos a esta pequea galera, su solitario morador y el extrao tapiz. Ms hilos cobraron vida arrancados de su profundo sueo y fueron conformando un coro creciente de luz y msica. Algunos despertaban de forma individual como un chasquido seco de luminosidad y sonido; otros aparecan en conjuntos armnicos de color plateado, verde y ureo. A Max le pareca que haba desempolvado un antiguo instrumento que ahora entonaba una extraa y olvidada meloda. La cancin se volvi ms suntuosa. Cuando el ltimo hilo se convirti en luz y sonido, Max dio un pequeo respingo de dolor. El dolor era ms fuerte que una punzada y lo causaba algo muy en el fondo de su ser. Ese algo haba estado dentro de Max desde donde alcanzaba su memoria. Era una presencia vigilante, grande y salvaje, y l le tena miedo. A lo largo de toda su vida

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haba luchado con gran esfuerzo para mantenerla encerrada en su interior. La lucha le ocasionaba dolor de cabeza y en ocasiones Max quedaba derrengado durante das. Supo que aquellos episodios haban quedado atrs para siempre al sentir la presencia totalmente liberada. Al fin sin barreras, se desliz con lentitud a travs de su conciencia para acabar removiendo algo en lo ms profundo de su ser. El dolor pas. Max aspir con profundidad mientras las lgrimas corran libres, como pequeos ros calientes, por su cara. Acarici la superficie del tapiz con los dedos. La luz y los colores cambiaron para formar unas figuras entrelazadas que contenan tres extraas palabras resplandecientes cerca de la parte superior.

TIN B CUAILNGE

Bajo estas palabras, centrada, apareca tejida la preciosa imagen de un toro en un prado, rodeado por docenas de guerreros durmientes. Un ejrcito de hombres armados se aproximaba desde la derecha; un tro de mirlos revoloteaba en el cielo. Desde una colina cercana, la silueta de un hombre alto observaba toda la escena mientras sujetaba una lanza. Los ojos de Max repasaron toda la imagen pero siempre regresaban a la figura oscura sobre la colina. Lentamente, las luces del tapiz se hicieron ms intensas; las imgenes temblaban y bailaban tras deslumbrantes olas de calor. Con una ascendente cacofona de sonidos, el tapiz estall en una radiacin tan caliente y brillante que Max tuvo miedo de que lo redujera a cenizas. Max! Max McDaniels! La habitacin volvi a quedar a oscuras. El tapiz colgaba de la pared, mustio, feo y quieto. Max retrocedi confundido y atemorizado y cruz la cinta de terciopelo para regresar a la galera medieval. Vio la descomunal figura de su padre junto a dos guardias de seguridad al final del pasillo de la galera. Max le llam. Al orle, el seor McDaniels fue corriendo hacia su hijo. Ah! Gracias a Dios! Gracias Dios mo! el seor McDaniels se limpiaba las lgrimas mientras se inclinaba sobre su hijo, lo cubra de besos y le apretaba contra su abrigo. Max, dnde diablos te habas metido? Te he estado buscando durante dos horas! Lo siento, pap dijo Max, desconcertado. Estoy bien. Estaba en esa galera pero slo han sido unos veinte minutos. De qu ests hablando? Qu galera? tembl la voz del seor McDaniels mientras miraba por encima de los hombros de Max.

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La que est en obras contest l, dndose la vuelta para mostrarle el cartel. Se qued mudo, comenz a decir algo y volvi a callar. Ya no haba ninguna entrada, ni cartel, ni cinta de terciopelo. El seor McDaniels se gir hacia los guardias y les estrech amablemente las manos. Cuando los guardias se alejaron fuera del radio de su voz, se arrodill para quedar a la misma altura que el chico. Tena los ojos hinchados e implorantes. Max, dime la verdad. Dnde has estado estas dos horas? Max aspir una gran bocanada de aire. Estaba en una habitacin pegada a esta galera. Pap, te prometo que crea que no haba pasado tanto tiempo. Dnde estaba esa habitacin? pregunt el seor McDaniels abriendo el plano del museo. Max sinti una especie de mareo. La habitacin con el tapiz simplemente no apareca en el plano. Max... te voy a preguntar esto una y slo una vez: ests mintindome? Clav la vista en sus zapatos. Elev los ojos hasta encontrarse con los de su padre y escuch su propia voz, baja y temblorosa. No, pap. No te estoy mintiendo. Antes de que hubiera terminado la frase, su padre ya se lo llevaba con cierto bro hacia la salida. Varias chicas de su misma edad soltaron unas risitas nerviosas y cuchichearon algo al ver que su padre tiraba de l, que iba arrastrando los pies y con la cabeza gacha, hacia la salida del museo y escaleras abajo. El nico sonido que se oy durante el viaje en taxi hasta la estacin de tren fue el que hizo el seor McDaniels al hojear rpidamente sus folletos publicitarios. Max se dio cuenta de que muchos de ellos estaban al revs o boca abajo. La lluvia y el viento volvan a cobrar fuerza cuando el taxi se detuvo en la estacin ferroviaria. Asegrate de que no se te olvida nada suspir el seor McDaniels, al tiempo que sala por la otra puerta. Pareca cansado y triste. Max se sinti mal y se lo pens mejor antes de decirle que tambin haba perdido el cuaderno de dibujo. Una vez en el tren, los dos entraron silenciosos en un departamento acolchado. El seor McDaniels entreg su billete de vuelta al revisor, se reclin y cerr los ojos. El revisor se dirigi a Max: Billete, por favor. Ah, lo tengo por aqu mascull sin prestar atencin. Meti la mano en el bolsillo y sac un sobre pequeo en vez del billete. La visin de su nombre claramente escrito en el sobre le dej boquiabierto.

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Confundido, Max sac el billete del otro bolsillo y se lo dio al revisor. Comprob que su padre todava descansaba y volvi a fijarse en el sobre. La luz clida y amarillenta resaltaba su textura encerada; era de papel grueso y estaba muy bien plegado. Dio la vuelta al sobre y examin la cuidada caligrafa azul.

Sr. Max McDanielsSu padre respiraba profundamente. Max pas un dedo por la solapa del sobre. En el interior haba una carta doblada.

Estimado Sr. McDaniels: Nuestro registro indica que usted ha quedado inscrito como potencial esta tarde a las 3:37 p.m. Felicidades. Debe de ser un joven extraordinariamente excepcional, Sr. MacDaniels, y estamos deseando conocerle. Uno de nuestros representantes de la zona contactar en breve con usted. Hasta ese momento le agradeceramos que mantuviese absoluto silencio y la mayor discrecin sobre este asunto. Atentamente, Gabrielle Richter Directora ejecutivaMax ley la nota varias veces antes de guardarla de nuevo. Se senta agotado. No se explicaba cmo haba llegado la carta a su bolsillo, mucho menos lo que significaba potencial y qu tena que ver todo aquello con l. Poda entrever alguna posible relacin con el tapiz oculto y la misteriosa presencia que en estos momentos se hallaba libre en su interior. Max mir por la ventana. Los rayos brillantes del sol

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perseguan los tenues restos de las nubes tormentosas por todo el cielo. Exhausto, se reclin sobre su padre y se qued dormido, apretando con fuerza entre los dedos el misterioso sobre.

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Tres golpecitos

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la maana siguiente, Max contempl entre bostezos cmo su padre guardaba un par de calcetines negros en una bolsa de viaje. A continuacin la cerr, mascull algo y recorri el pasillo arrastrando los pies. Volvi un minuto ms tarde, con un montn de cables de televisin y mandos de videojuegos. No es porque no confe en ti... Meti la maraa de cables en la bolsa y cerr bien la cremallera. Y qu voy a hacer todo el da? se quej Max. Un castigo es un castigo refunfu su padre. Veo que ests bostezando... Puedes dedicarte a dormir el da entero. Max tuvo que admitir que eso no le pareca mala idea. Se haba pasado gran parte de la noche mirando por la ventana. La idea de que el hombre tuerto tuviera su nombre y direccin y que se pudiera presentar en cualquier momento le haba mantenido ocupado hasta el amanecer. Con la luz del da sus temores parecan ridculos. Sin embargo cuando se oy el claxon de un taxi en el exterior, Max sinti un deseo urgente de contarle a su padre todo lo del hombre del museo. Se trag las palabras. En ese momento, pareceran poco ms que una excusa para evitar el castigo. Slo voy a estar fuera un da suspir su padre. El seor Lukens le haba ofrecido la oportunidad de captar un nuevo cliente y pasara la noche en Kansas City. El nmero de los Raleigh est en la nevera. Te esperan a cenar sobre las seis y puedes dormir en su casa. Prtate bien. Nos vemos maana por la tarde. Scott McDaniels le dio un beso en la cabeza y se march. Max cerr con llave la puerta y la curiosidad le llev escaleras arriba, a su habitacin, para volver a examinar la carta. Despus de leerla varias veces, segua parecindole un misterio. De pie, mir por la ventana, escuchando cmo el viento agitaba los altos rboles cercanos a la caseta que haba construido con su padre en el patio trasero. Cuando su estmago empez a rugir, dej la carta y baj las escaleras para prepararse un sndwich.

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Mientras bajaba vio una sombra que se mova detrs de la puerta principal. Max se detuvo y enseguida sonaron tres golpecitos. Estaba inmvil, a medio camino entre dos escalones, cuando se oyeron de nuevo. Hola! se oy la voz de una mujer. Hay alguien en casa? Max cogi aire, no era el hombre del museo. Baj de puntillas hasta una ventana y desde all observ a una viejecita achaparrada que portaba una maleta y consultaba su reloj. Su bastn estaba apoyado contra la puerta. Al ver a Max, sonri amablemente y le salud con la mano. Hola eres Max McDaniels? Soy la seora Millen, creo que recibiste una carta en la que se te informaba de que vendra a visitarte. Max sonri y le devolvi el saludo con la mano. Puedo entrar? pregunt con dulzura mientras haca un gesto hacia la puerta cerrada. El chico corri el pestillo dorado y abri la puerta. La seora Millen se qued de pie en la entrada, sonriendo abiertamente, y extendi la mano. Encantada de conocerte, Max. Confiaba en que podra hablar contigo sobre la carta que recibiste. Claro. Encantado de conocerla. S, bien, podemos sentarnos y charlar? Condujo a la seora Millen al comedor. sta declin el ofrecimiento de Max de ayudarle con la maleta, apoyndose de forma ostensible en su bastn al tiempo que echaba a andar. Con un suspiro de alivio se sent en una silla desprendiendo una rfaga de perfume. Sonri y se quit las gafas para frotarse los ojos, que estaban hinchados y rojos, mientras Max se sentaba frente a ella. Bien, antes de comenzar... podra hablar primero con tus padres? Estn en casa? Mi padre est fuera, trabajando. Ya dijo ella. Y tu madre? Max dirigi la mirada a una antigua foto de la familia McDaniels que estaba sobre el aparador. Tampoco est en casa. Bueno, eso hace mi tarea un poco ms fcil respondi. Sus hombros se relajaron y gui un ojo a Max. Qu quiere decir? l frunci el ceo, inclinndose hacia atrs. Observ, extraado, que la maleta tena unos araazos largos y superficiales en un lado.

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Pues, bueno, a menudo los padres estn muy chapados a la antigua. Por ejemplo, la mayora de ellos no podra llegar a entender los extraos sucesos del Instituto de Arte, no es cierto? Max sonri. Ayer fue un da raro, verdad, Max? Pues... s, s que lo fue. Y dime, qu ocurri de especial? Bueno, vi un montn de cosas extraas replic, encogindose de hombros. Encontr una sala... Una sala que desapareci en cuanto sal de ella. Mientras estaba all vi un tapiz. La seora Millen asinti al tiempo que daba golpecitos con el dedo sobre la superficie suave y brillante de la mesa. Era bonito? pregunt. Era un tapiz bonito? Al principio, no. El dedo qued suspendido en el aire. Qu quieres decir? Era feo susurr Max. En ese momento se detuvo. Ahora pensaba que lo que le haba ocurrido era algo ntimo. No saba si deba compartirlo con ella. S? le anim la seora Millen. Era feo? Un tapiz viejo y rado? Contina, querido... S que te parece una tontera, algo muy ntimo, pero lo puedes compartir conmigo. Confa en m, Max, te sentirs mucho mejor si lo haces. Sonri e inclin el cuerpo hacia adelante con expectacin. De repente, Max sinti sueo. Comenz a brillar respondi despacio, siguiendo las vetas de la mesa con el dedo. Haba palabras y dibujos y msica. Y qu palabras eran, Max? Dime qu dibujos viste? Hablaba en un tono apagado y a la vez urgente. l sinti que la garganta comenzaba a picarle; hizo una pausa para mirarla con detenimiento. Tena la cara redonda y extraamente tensa. Aunque la sonrisa pareca inamovible, las pupilas comenzaban a dilatarse. Max qued obnubilado con ellas mientras seguan creciendo. Le recordaban a un oso polar que haba visto una vez en el zoo. Nunca haba olvidado cmo esos ojos negros y apagados le seguan con ansia tras la barrera de proteccin. Max parpade alarmado. Aqu no exista barrera alguna.

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H en ry H . N effTengo que ir al bao mascull.

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S, s, claro. Pero primero dime lo que viste en el tapiz! Tal vez deberamos hablar cuando vuelva mi padre. Los ojos de la seora Millen se agrandaron por la sorpresa. La silla cruji al cambiar de lado el peso de su cuerpo y de repente, estornud, como si estuviera resfriada. Pasaron unos segundos muy largos mientras se estudiaban el uno al otro. Entonces, una astuta sonrisa apareci en su cara como si acabasen de compartir un secreto. Ju, ju, ju! ri entre dientes. S que eres precavido, Max! Eres un chiquito precavido y listo! Puede que seas justo el que andamos buscando. La frente de Max rompi a sudar; la garganta le picaba. Observ su bastn y pens que podra echar a correr. Nadie le ganaba corriendo y la seora Millen era anciana. Creo que ahora debera irse dijo. No me siento muy bien. Claro, querido... La mujer empuj la mesa. ... Pero te vienes conmigo! La sonrisa no se le borr de los labios mientras lanzaba la mano por encima de la mesa para agarrar la mueca de Max. El muchacho dio un grito, se ech hacia atrs y, aunque con dolor, consigui liberarse del fuerte apretn y se cay de la silla. Al mismo tiempo, escuch cmo caa algo en el piso de arriba, en su habitacin. Poda or fuertes pasos bajando las escaleras. Haba alguien ms en la casa. Max se puso de pie y sali disparado hacia la puerta de atrs. Con horrible sorpresa se dio cuenta de que la viejecita no necesitaba el bastn y de que sala corriendo tras l. Huy hasta el patio de atrs, hacia la caseta del pino. Con los nervios a flor de piel corri el oxidado cerrojo, abri la puerta y se introdujo en su interior a toda prisa. Intent cerrar justo cuando la seora Millen se agachaba para entrar como un blido, pero ella consigui meter el brazo, que se revolva con furia en su bsqueda. Max empuj con el hombro y la seora Millen aull y se retir. El chico cerr totalmente y asegur la puerta con una barra cruzada. Se recost contra ella y esper. Ju, ju, ju! cacareaba la mujer. Despus de todo no eres tan listo ni precavido. Nuestro chiquito ha sido rpido pero ha tomado una decisin bastante equivocada... La oa araar con las uas las paredes de la caseta mientras iba recorriendo su permetro lentamente. Se detuvo a dar unos golpecitos en las estrechas ventanas. Max se trag el miedo e intent pensar. Poda gritar y pedir ayuda pero la casa estaba

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al final de una calle tranquila y sus vecinos trabajaban todo el da. Cuando la oy en la pared posterior de la cabaa, Max decidi intentar huir a la carrera. Justo cuando iba a levantar la barra de la puerta, sta se desvaneci convertida en un montn de ceniza griscea. Ju, ju, ju! La puerta se abri de par en par y la seora Millen agarr la pechera de la camisa de Max. Este dio un grito y le golpe la nariz con la base de la mano. Ella solt un taco y retrocedi soltando la camisa. Trastabillando hacia atrs, Max choc contra la pared y comenz a subir por la escalerilla que llevaba al tejado de la cabaa. Mientras ascenda, la oa murmurar a poca distancia de l. Mir hacia abajo y vio que estaba en el ltimo travesao. Sus dedos, llenos de anillos, intentaban araarle el tobillo. Detente ah mismo, Max! Astaroth! En ese preciso instante, sinti cmo su pierna derecha se quedaba helada y medio dormida. Con un gran esfuerzo, atraves la trampilla del techo y esper un momento. Luego cerr con todas sus fuerzas la puerta para darle en la cabeza justo cuando intentaba alcanzarle. Con la pierna casi paralizada, Max se arrastr hasta el borde del tejado. Al mirar hacia atrs vio aparecer a la seora Millen por la trampilla. Su grueso cuerpo apenas caba por el hueco, pero una vez en el tejado se puso a perseguirle a cuatro patas como un animal salvaje. Max cerr los ojos y se tir desde lo alto. Cay en el csped con un golpe seco y duro. Aturdido, abri los ojos y la vio mirndolo a tres metros de altura. No lo toquis! dijo jadeando y dirigiendo una mirada desafiante en direccin a la casa. Este diablillo es mo! Max recorri con una mirada frentica la casa y el patio pero no vio a nadie. Entonces se dio cuenta de que la cabeza de la seora Millen haba desaparecido. Escuch cmo se cerraba la trampilla y cmo comenzaba a descender. Gimiendo, Max se puso de pie. Pareca que su pierna derecha se iba a desprender mientras daba la vuelta a la casa, pero consigui llegar cojeando hasta el jardn delantero. Al girar la cabeza vio a la seora Millen, que se acercaba apresuradamente. Al intentar alcanzar la calle, Max se choc contra un hombre, que solt un gemido y dej caer el maletn. El chico grit, cerr los ojos y comenz a aporrearle como un salvaje. Eh! Ay! Ya basta! exclam el hombre, sujetando con fuerza los brazos de Max. ste se revolvi esperando ver de un momento a otro a la seora Millen venir

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corriendo desde la casa. Pero no apareci. Ests bien, chaval? pregunt el hombre con un ligero acento britnico. Max not cmo aflojaba la presin en sus brazos. Se gir y observ a la persona que tena delante. No era el extrao con un ojo blanco del museo. Era alto e iba impecablemente vestido con un traje azul marino, tena el pelo rubio rojizo, una frente ancha y gafas. Mostr una nerviosa sonrisa y contempl los puos temblorosos y cerrados de Max. Hablaba con usted? requiri Max. Perdona... quin? Max se desmay antes de encontrar las palabras.

Despert sobresaltado. Estaba en el sof del cuarto de estar, ya no tena la pierna paralizada pero senta un cosquilleo, como si se le hubiera dormido. Vio que no llevaba los zapatos puestos; estaban en el suelo cuidadosamente emparejados. Poda or un silbido agradable que se aproximaba por el pasillo. Se incorpor justo antes de que el hombre de las gafas entrara en la habitacin llevando una bandeja con galletas y una taza de chocolate humeante. Hola, Max! Espero que ya te sientas un poco mejor dijo alegremente el hombre mientras colocaba la bandeja sobre la mesa de centro. Me llamo Nigel Bristow y siento mucho haberte dado tal susto. Espero que no te importe que haya estado rebuscando en tu cocina. Deberas comerte una galletita. A m siempre me sienta de maravilla. Max se senta demasiado agotado para tener miedo o negarse. Cogi una galleta sin apartar la vista de Nigel, que se haba sentado en el silln de cuero de su padre. La mordisque. No es usted quien me asust murmur. Me estaban persiguiendo. La sonrisa de Nigel se transform en un rictus; sus ojos mostraban seriedad. Qu quieres decir exactamente, Max? Quin te persegua? Tena una carta... una carta que deca que alguien iba a venir a visitarme. Ella vino hoy a mi casa y... Max no se pudo contener y su rostro se llen de lgrimas. Se pas el brazo por la cara, avergonzado por verse en ese estado delante de alguien, ms an de un extrao. Ya entiendo la voz de Nigel era tranquila y comprensiva. Max, quiero ayudarte. Tienes fuerzas para contarme lo que pas? Max asinti y respir profundamente antes de contar a Nigel la visita de la seora Millen.

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Una vez hubo terminado, Nigel movi el silln hacia delante y le dio una palmadita en el hombro. Ya ha pasado, chaval. Quiero que te quedes aqu. Por lo que me has contado, tengo que hacer algunas gestiones. No me alejar mucho. Nigel cogi una mantita que haba por all y se la pas por los hombros a Max. Luego le dio la taza de chocolate. Despus sali de la habitacin murmurando palabras en una lengua extraa y dando golpecitos en las puertas y en las ventanas segn se iba alejando. Para alivio de Max el cosquilleo de la pierna se iba desvaneciendo con cada sorbo de chocolate. Para asegurarse, movi los pies. Entonces, a la vez que oa los pasos de Nigel en el piso superior, record que tena que ir a casa de los vecinos, los Raleigh, a cenar. Nigel lleg justo en el momento en que Max iba a coger el telfono. No tengo ninguna intencin de hacerte dao, Max. No hace falta que llames a la polica. No, ya s que no vas a hacerme dao. Tengo que llamar a los amigos de mi padre. Est de viaje y se supone que debo pasar la noche con ellos. Ya entiendo. Creo que no sera conveniente que te separaras de m esta tarde. Si quieres puedo ocuparme de todo. Quin eres? pregunt Max incorporndose en el sof. Soy un reclutador dijo Nigel de pie, al tiempo que miraba una foto de la estantera. Soy el visitante que se supona que iba a venir a verte. Siento mucho no haber llegado antes. Entonces quin era esa mujer, la seora Millen? Cre que iba a matarme. Nigel frunci el ceo. Todava no s quin es ni cmo supo quin eras t. Se trata de algo importante y ya he informado a mis colegas. No llego a ser tan aterrador como un mstico, pero mi presencia debera detener a cualquier intruso hasta que lleguen nuestros especialistas. Max no estaba seguro de si quera ms visitas. Vale dijo Nigel. Ahora voy a preparar otra taza y a ver si te puedo explicar todo. Los dos, juntos, fueron hasta la cocina. Max calent el agua mientras Nigel tarareaba alegre y rebuscaba en los cajones en busca de ms galletas. En uno de los armarios encontr una caja de Picatostes Crujientes de los Hermanos Bedford. Estn buenos? Segn mi padre, salvarn la civilizacin murmur Max mientras se frotaba la pierna para terminar con el cosquilleo.

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H en ry H . N effTras un momento, escuch un mordisco.

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Bueno, no s si salvarn la civilizacin exclam Nigel, pero estn de rechupete. El reclutador cogi un montn de picatostes y se dirigi hacia el cuarto de estar. En el exterior estaba oscureciendo, se oan truenos a una cierta distancia. Max sirvi dos tazones de chocolate de la cocina y se encontr a Nigel delante de la chimenea. Parece que se aproxima una tormenta. Vamos a alegrar un poco el ambiente! Los dedos de Nigel comenzaron a moverse como si manejaran una marioneta. Los troncos fros comenzaron a chisporrotear en el hogar y unas llamas amarillas empezaron a lamerles los extremos. En unos segundos, un brillante fuego crepitaba con alegra. Ah est! Nigel dio una palmada. Una tormenta que se avecina, lea en la chimenea y un sorbo de chocolate para tranquilizar el espritu. Acrcate, Max! El chico se qued boquiabierto delante del fuego. Pero cmo has podido...? Todo a su debido tiempo dijo Nigel, extendiendo la manta sobre el suelo de madera para que los dos pudieran sentarse. En primer lugar, Max, antes de comenzar quiero que me prometas que no contars a Mum ni a Bob que me he comido un montn de estos... comosellamen. Eh... vale respondi Max, confundido. Genial! Nigel se meti un par de picatostes Bedford en la boca. Estos viajes de reclutamiento son los nicos momentos en los que puedo comer algo moderno y decente se sacudi las migas de las manos antes de continuar. Max, ya s que puede ser un poco frustrante que no conteste de inmediato todas tus preguntas pero me gustara que compartieras conmigo la experiencia de ayer. Mientras el fuego crepitaba y la tormenta se aproximaba, Max le cont a Nigel todo lo que haba ocurrido el da anterior en el museo. Pero, a diferencia de la seora Millen, Nigel escuchaba atentamente y no le interrumpa para pedirle ms detalles. No s qu significa todo esto dijo Max cuando lleg al final de la historia. Vaya! Parece que alguien necesita una pequea clase de mitologa celta. Se trata de una extraa visin, Max, relacionada con el robo del ganado de Cooley. Muestra muy a las claras tu capacidad como potencial. Qu es un potencial? Esa palabra tambin apareca en la carta que recib. Pues mira, Max, t eres un potencial! Y por eso estoy aqu. T eres uno de los pocos habitantes de nuestro maravilloso y pequeo planeta con el potencial de convertirse en uno de los nuestros. Cuando encontraste esa habitacin y descubriste

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el tapiz, supimos de tu existencia. Estoy aqu para comprobar si posees lo suficiente de ese algo especial como para poder hacerte una oferta. Quines son los nuestros? Una oferta de qu? Todo a su debido tiempo, todo a su debido tiempo. Primero tengo que hacerte varias pruebas. La lluvia golpeaba contra los cristales de las ventanas. Max crey ver una sombra que pasaba rpidamente. Hay alguien ah fuera! Nigel sonri. Es normal que ests un poco nervioso. Pero estamos muy seguros. Unos ojos amigos vigilan esta casa. Max tembl, sin saber si le apeteca que alguien le vigilara, fuera o no fuera amigo. Y qu pasa si fallo en las pruebas? Entonces recojo la cocina y me voy con viento fresco, contento de haber conocido a un chico tan extraordinario como t. En unos das olvidars todo lo relativo a m y a ese suceso tan desagradable. No recordars nada. Pero... S lo que piensas, pero no te preocupes. He situado esta casa en vigilancia prioritaria. A causa de lo que ha sucedido estar protegida durante un tiempo, incluso si las pruebas no te son favorables. Es posible que haya ms de un agente de guardia en el exterior ahora mismo, Max. Estaba claro que para Nigel esa explicacin era suficiente y sustancial. Pero no lo era. Max se acerc a mirar por la ventana. No puedes ver a los agentes le dijo Nigel mientras el chico apartaba las cortinas. Incluso es posible que ni yo mismo pueda verlos. Eso forma parte de la misin de un agente: ser tan escurridizo como el humo. Max frunci el ceo y cerr las cortinas; la tormenta estaba justo encima de la casa. Nigel se puso de pie y le indic con un gesto que le siguiera hasta la cocina. El reclutador puso el maletn sobre la mesa. Abri los cierres, mir en el interior y sac una grabadora digital y algo que pareca una gran raqueta de tenis plateada, pero sin cuerdas. Max no se explicaba cmo poda caber en aquel maletn tan estrecho. Acrcate aqu, Max, ya podemos empezar. Si no te importa, sbete a la encimera y perdona las formalidades. Nigel se recost contra un armario de la cocina y encendi la grabadora.

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El reclutador Nigel Bristow iniciando la Serie Estndar de Pruebas para Potenciales con el seor Max McDaniels, de doce aos, de Chicago, Illinois, Estados Unidos de Amrica. Mientras orientaba la grabadora hacia Max, Nigel continu hablando con un tono montono. Seor McDaniels, puede afirmar que ha sido completamente informado y ha decidido tomar parte en las siguientes pruebas con conocimiento de que son experimentales y existe la probabilidad de que causen un trauma...? Eh! Un momento! grit Max saltando de la encimera. A Nigel se le escaparon unas carcajadas. Es una broma. No lo he podido evitar volvi a indicar a Max que se subiera. Venga, ya vale. La primera prueba es de aptitud fsica. Habrs ido al mdico alguna vez, verdad, Max? Bueno, pues esto es muy parecido a cuando te da un golpecito con un martillo de goma en la rodilla. Pero en vez de un martillo voy a utilizar este pequeo artefacto. No te va a hacer dao, te lo prometo. Max observ cmo Nigel ajustaba unos pequeos paneles del mango. Se encendi una pantallita y apareci un crculo de luces blanquecinas en el espacio oval y vaco. El artefacto comenz a emitir una especie de gimoteo. El chico se movi nervioso. Nigel, ests seguro de que esa cosa no es peligrosa? No me gusta cmo suena. Totalmente segura, totalmente segura murmur Nigel, que orientaba el artefacto hacia los pies colgantes de Max y suba hacia la rodilla. Ahora vas a notar algo especial, sin dolor, pero vas a sentir la necesidad de mover la pierna hacia arriba. Quiero que resistas esa fuerza y que mantengas la rodilla dentro de los lmites. No debes tocar el artefacto! Preparado?... Comenzamos! El sonido de la mquina se elev hasta convertirse en un pitido agudo y Max sinti una repentina sacudida en la rodilla. Cerr los ojos y concentr todas sus fuerzas en controlar el fuerte impulso de elevar la pierna. La cara y la espalda comenzaron a sudarle. Mir hacia abajo y vio que su rodilla se mova en pequeos crculos que se aproximaban pero que no llegaban a tocar el artefacto. Finalmente el tono de la mquina fue descendiendo a un murmullo estable hasta enmudecer. Nigel observ la pantalla del dispositivo y cogi la grabadora. Tasa de produccin de cido lctico: ochenta y dos. Tasa de dispersin de cido lctico: ochenta y cuatro. Velocidad de temblor: noventa y cinco. Densidad muscular actual: sesenta y cuatro. Densidad muscular posible: ochenta y siete. Bypass sinptico: ochenta y cuatro. Cansancio y fatiga mental: cincuenta y dos. Nigel frunci el ceo al leer el ltimo dato.

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Mmm... La fatiga mental es curiosamente baja. El resultado puede estar afectado por el cansancio del sujeto debido a un ataque preventivo del Enemigo. El reclutador recomienda volver a realizar la prueba ms adelante si fuera necesario. Ms animado, mir a Max, que estaba secndose la frente. Nigel desconect la grabadora. Fenomenal, chaval! Son unos resultados excelentes y has conseguido no tocar el aparato. Eres un diablillo con talento. Slo llevo siete aos reclutando pero nunca haba visto a nadie que obtuviera un noventa y cinco en velocidad de temblor. Ni siquiera saba que se pudiera conseguir. Qu significan todos esos nmeros? pregunt Max. Oh, en realidad son un montn de chorradas contest Nigel, que pareca distrado mientras apagaba el artefacto. Se supone que nos ofrecen una comprensin de tu capacidad fsica y, lo que es ms importante, de tu capacidad para controlar tus movimientos en un entorno hostil. Estoy seguro de que alguien te podr explicar todos estos nmeros ms adelante si sigues interesado. Max observ el extrao objeto plateado. Es mgico? Mgico? Cielos, claro que no! De hecho, no le digas nunca eso al personal de Artefactos. Estn muy orgullosos, demasiado en mi opinin, de la fabricacin de todo tipo de cosas no-msticas. Estoy encantado de que este modelo funcione, el ltimo era... Tosi y mir a Max, quien elev las cejas. Bueno, no es necesario decir que no era tan fiable como este modelo. Sin embargo, ste es magnfico. Nigel dio unas palmaditas al aparato antes de introducirlo con suavidad en el maletn. Cay casi sin hacer ruido en el interior forrado de cuero. Nigel agarr la grabadora e hizo un gesto a Max para que le siguiera hasta el cuarto de estar. Bien. Una prueba menos y, tal vez, slo dos ms para terminar. Ahora quiero que te pongas en el centro de la habitacin, mirando al fuego de la chimenea. Con un movimiento de su brazo, Nigel apag todas las luces. Ahora la nica luz de la habitacin la producan las llamas. Guau! exclam Max. Nigel sonri y coloc ms troncos en el fuego. El reflejo de las llamas bailaba en las paredes. Max esperaba nervioso, ajustando la vista a la nueva oscuridad. Despus de avivar la lumbre, Nigel se puso de pie y se dirigi a l.

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Max, la primera prueba era bastante normal, un poco de fuerza fsica. La siguiente te resultar ms extraa. Te voy a pedir que hagas algo que t, ahora mismo, crees que no puedes hacer. Quiero que apagues el fuego desde donde ests. Ests bromeando? dijo el chico al tiempo que negaba con la cabeza y soltaba unas risitas incrdulas. Tienes lo que se precisa para hacerlo, Max. Reljate. Imagina que el fuego se reduce a una llamita, despus a un hilo de humo y por ltimo a una fra chimenea. Max dirigi la mirada hacia los destellos amarillos y naranjas que se estremecan entre los troncos. Escuch cmo chisporroteaba la madera y observ cmo el calor se elevaba en constantes olas. Un leo se rompi en una catarata de chispas. Max flexion los dedos. Se imagin que las llamas se extinguan, que perdan intensidad y la chimenea se quedaba fra y oscura. Completamente asombrado, Max vio que el fuego empezaba a debilitarse. No caba posibilidad de error, como si la madera fuera poco a poco absorbiendo las llamas. Muy bien dijo Nigel. Ahora termina el trabajo y apgalo... Max cerr los ojos con fuerza y se concentr por entero en los troncos encendidos y en las brasas. Apret los puos y se imagin que el calor restante era absorbido por los ladrillos cercanos y difuminado por toda la casa. Su cuerpo tembl; se senta exhausto. Cuando abri los ojos vio que Nigel le sonrea. Bravo, Max. Muy bien, fantstico. El reclutador volvi a hacer el mismo gesto con el brazo y las lmparas se encendieron. El chico parpade y Nigel cogi un tronco que slo un momento antes arda. Se lo pas a Max que, instintivamente, retrocedi y lo dej caer al suelo; esto origin una nube de ceniza y holln. Se agach y lo toc con un dedo. Estaba fro. Sonri a Nigel y volvi a colocar el tronco en la chimenea. Nigel dio un golpecito a una gorra imaginaria mientras encenda la grabadora. Prueba segunda completada. El sujeto extingui un fuego confinado de grado dos desde una distancia de siete pasos. El sujeto elimin con xito las llamas y no dej calor residual en los troncos. Prueba completada en un minuto y cuarenta y siete segundos. Max hinch el pecho mientras Nigel apagaba la grabadora. Un minuto y cuarenta y siete segundos est muy bien, no? Bueno, Max, no quiero herir tu orgullo pero el rcord actual est por debajo de cinco segundos, establecido por nuestra querida seorita Hazel Boon. Tu resultado ha sido, digamos, el normal para los potenciales. Pero no te preocupes! A este pobre reclutador le cost ms de tres minutos sofocar su primera llama e incluso despus todava se podan asar unas chuletas sobre los troncos.

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Max sonri al pensar en la imagen de un Nigel diminuto con el ceo fruncido y embutido en un traje azul mientras un reclutador asaba unas chuletas y daba cuenta de los malos resultados. Bueno, y ahora qu? Ah! La ltima prueba no es tan difcil, ya has superado las ms complicadas. Se trata de una especie de rompecabezas. Lo tengo en mi maletn, dentro de... Antes de que Nigel hubiera terminado la frase se oy un tremendo estruendo y todo se qued a oscuras. Entrecerrando los ojos, Max contempl al reclutador tirado en el suelo. La puerta trasera estaba destrozada. Aterrorizado, vio a la seora Millen mirndolos desde la cocina. Tena el pelo enmaraado por la lluvia; el maquillaje se le haba corrido por la cara regordeta dejando rastros de color negro. Comenz a arrastrar los pies hacia ellos, inclinada y furiosa. Su bastn golpeaba el suelo con un ritmo rpido y regular. Ju, ju, ju! Pensabas que me haba ido? Pensabas que los truquitos de tu amigo podran detenerme? Max quera gritar pero no lograba emitir ningn sonido. A sus pies, Nigel gema e intentaba ponerse en pie, pero los brazos se le doblaron y volvi a caer al suelo. Sal corriendo, Max! le avis la seora Millen. Escapa mientras puedas! Djame a ese canijo y te permitir marchar! Estaba slo a tres metros cuando Max ech a correr. Abri con fuerza la puerta delantera a la lluvia de verano. Ech un vistazo hacia atrs y vio a la seora Millen rindose e inclinndose sobre Nigel, cuyos pies golpeaban de forma sorda el suelo de madera. Una rabia intensa invadi a Max. Aprtate de l! Aprtate de l! Entr como un rayo en la habitacin para encontrarse a Nigel sentado cmoda y tranquilamente, junto al renacido fuego. Max, con la adrenalina corriendo por todo el cuerpo, se acerc sigiloso hasta el recibidor. No haba rastro de la seora Millen. La puerta de la cocina estaba entera, maciza y segura sobre sus goznes. Nigel sonri y habl con suavidad a la grabadora. Prueba tercera completada. Tras un breve momento de duda inicial y retirada, el seor McDaniels respondi al fantasma con un ataque frontal, exhibiendo una gran determinacin y (ay, vaya, no s cmo expresarlo) ferocidad. Dado que el fantasma estaba generado de un archivo de memoria expuesto de manera reciente al Enemigo, esto es especialmente sorprendente. Es un gran honor y una satisfaccin personal para este reclutador informar de que el seor Max McDaniels ha superado la Serie Estndar de Pruebas para Potenciales.

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H en ry H . N effMax observ a Nigel sin dar crdito. As que todo esto era slo... una prueba?

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S, y lo siento dijo Nigel con un suspiro. Es la nica manera de que disponemos para probar la valenta y lealtad de un potencial. Por desgracia es la prueba en la que suele fallar la mayora de los candidatos, pero pensamos que es absolutamente imprescindible. Tomaste la decisin de ayudarme aunque supusiera un gran peligro para ti, chaval, y eso me ha emocionado. Nigel sonri, se puso de pie y coloc una mano en el hombro de Max. ste mir la mano y dej que se escurriera de su hombro mientras caminaba inseguro hacia la cocina. Nigel le sigui. No te enfades conmigo le suplic. Tampoco es nada fcil mi papel. Los chillidos, los lloros, los pantalones inevitablemente mojados... Ya no estoy enfadado suspir Max. Pero promteme que nunca ms volvers a conjurar a la seora Millen. No creo que pueda resistirla tres veces el mismo da. Trato hecho se ri Nigel. Ahora vamos a ver si encontramos unos cuantos Picotones Crujientes de los Hijos... o como se llamen!

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El momento de la eleccin

M

ax se despert antes de lo normal con los silbidos de Nigel y el olor a caf flotando escaleras arriba. Ya haca sol y los aspersores estaban funcionando. Bostez y sali de la cama, se puso una camiseta y baj las escaleras arrastrando los pies.

Nigel estaba sentado ante la mesa del comedor, vestido ya con traje y corbata. Lea el peridico con atencin y daba sorbos a una taza de caf. En la mesa haba una cestita cubierta por un pao del que emanaba vapor, un platito con mantequilla, varios tipos de mermelada y un vaso de zumo. Y finalmente el dormiln sale de su madriguera! Pero no puedo reprochrtelo... Ayer fue un da bastante especial, no? Nigel, son las seis y cuarto de la maana... Exactamente. El momento adecuado para levantarse y sonrer! Tengo que irme dentro de un rato as que he pensado que antes podramos pegarnos un buen desayuno. Max, has probado alguna vez los suizos recin hechos? Nigel apart el pao de la cestita para dejar al descubierto una docena de lo que parecan bollos calientes. Son parecidos a las monas? pregunt Max. Ni mucho menos! replic Nigel con un gesto de horror. Mi mujer descalificara estas pobres imitaciones pero, aun as, creo que te encantarn. Por los nuevos sabores! Max brind con su vaso y despus se pas varios minutos relamindose con los suizos recin hechos y calentitos. Stn mu enos!dijo finalmente. Nigel levant la vista del peridico. Perdona? No te he entendido. Que estn muy buenos! repiti Max, sirvindose otro. Quieres decir que se pueden comparar favorablemente a las sabrosas monas? Por cierto, creo que ya te has zampado cuatro...

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H en ry H . N effMax entrecerr los ojos.

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Bueno, ahora que ya hemos dado de comer al grun, tal vez sea el momento de que reciba su regalo. Max se limpi la boca con la mano mientras Nigel le entregaba un sobre del mismo color crema que la misteriosa carta que haba aparecido en su bolsillo. Este sobre era ms grande pero tambin tena escrito por delante el nombre de Max. Meti la mano bajo el lacre, liber el sello, abri la carta y sac unas cuantas hojas de papel y un folleto a todo color. Gurdate el folleto para ms tarde dijo Nigel. chale un vistazo a lo dems. Max dio la vuelta a los papeles y ley la primera pgina.

Estimado Sr. McDaniels: Nos ha sido notificado que ha superado la Serie Estndar de Pruebas para Potenciales. Como sin duda el Sr. Bristow le habr hecho saber, esto constituye un gran xito. En nombre del Colegio Rowan, permtame que le exprese nuestra ms calurosa felicitacin. Teniendo en cuenta sus resultados, por la presente el Colegio Rowan le brinda el ofrecimiento de unirse a nuestra organizacin como aprendiz, primer curso. Esperamos que pueda comenzar el curso en la prxima orientacin de alumnos que tendr lugar dentro de una semana. Le adjuntamos los detalles y confiamos en que encuentre atractiva la oferta de beca que le hacemos llegar. Un representante les visitar, a usted y a su padre esta misma tarde para comentar esta posibilidad nica y para, esperamos, celebrar su aceptacin. Dadas las especiales circunstancias de su contacto inicial, hemos tomado precauciones adicionales. Puede estar completamente seguro

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de que la seorita Awolowo es nuestra legtima representante. Llegar a las ocho en punto. Atentamente, Gabrielle Richter Directora ejecutivaQuin es? pregunt Max. La primera carta tambin llevaba su firma. La seora Richter? Eh, bueno, es algo as como la jefa. Toda una mujer, podra aadir. Ah, y ese colegio... De qu se trata? Mmm... Bueno, puede que yo no sea la persona ms indicada para explicrtelo. Eso es responsabilidad de la seorita Awolowo. Pero te puedo decir que es un sitio extraordinario para gente extraordinaria como t, Max. No lo entiendo. Tendr que irme lejos de aqu? Bueno, s. El colegio est situado en Nueva Inglaterra. Max dej la carta y neg con la cabeza. Mejor que me olvide... No puedo irme. Y menos despus de todo lo que ha ocurrido. Entiendo lo que sientes, Max... comenz Nigel. No, no lo entiendes. Mi padre estara completamente solo sin m. Nigel cerr los ojos y asinti. Hace dos aos que falta mi madre solt Max de repente, sonrojndose. Mi padre habla de ella como si estuviera viva, pero no lo est. Ni siquiera pudieron encontrarla. Quieres que hablemos de ello? pregunt Nigel con amabilidad, apartando algunas migas y rellenando de zumo el vaso de Max. No hay mucho de que hablar dijo el chico. Se senta muy cansado. Encontraron el coche junto a la carretera. Todava estaba en marcha. Haba desaparecido. Max frunci el ceo y apart con fuerza unas migas de la mesa. De cualquier manera mascull, no creo que irme lejos sea buena idea. Ya veo Nigel le acerc los suizos. No voy a intentar convencerte, Max. Todo lo que te pido es que mantengas todas las posibilidades abiertas y escuches lo que la seorita Awolowo tenga que decir. Mientras tanto, te pedira que leas atentamente el resto del material.

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Nigel volvi a coger los papeles y el folleto y se los pas a Max antes de levantarse y coger el maletn. Soy consciente de que no es el momento ms adecuado pero debo irme. Los sucesos de ayer plantean dudas que necesitan respuestas y me han ordenado que me vaya. No te preocupes por tu padre ni por los Raleigh... Ya est todo arreglado. Max no daba crdito. Nigel! No me puedes dejar solo aqu! Mi padre no llega hasta esta tarde! Y qu pasa si vuelve la seora Millen? Max, esta casa est bajo vigilancia prioritaria. No va a pasar nada. El chico se levant y se puso a caminar por la habitacin. No, no, no! Dijiste que la seora Millen no debera haber sabido que yo era un potencial ni debera haberse presentado aqu. No puedo irme contigo? Siento decirte que eso es totalmente imposible, Max. Sin embargo, creo que te puedo dejar compaa para que no ests solo. Max mir expectante. Un agente? Nigel neg con la cabeza. No, un agente no. Tienen rdenes estrictas de montar guardia en el exterior. Adems tampoco te gustara su compaa... Son muy serios. Nigel coloc su maletn sobre la mesa. Puede que tarde un minuto... Depende de si est disponible. El reclutador abri los cierres del maletn y meti toda la cabeza dentro. Max oa cmo su voz apagada susurraba. Aqu est mi chica! Ah, cada da est ms grande y preciosa! No, no creo que hayas engordado. No se lo digas a la seora Bristow pero creo que mantienes una silueta preciosa. Ah, bien, muchas gracias por tu cumplido. No quiero parecer presuntuoso pero intento mantenerme en forma. Nigel se pellizc el bceps, ms bien endeble, con la cabeza todava sumergida en el maletn. S, bueno, te tengo que pedir un pequeo favor. Te importara cuidar de un amigo durante unas horas? No? Muchsimas gracias, esto lo tranquilizar. Max dio un paso atrs cuando Nigel meti las manos en el maletn, hizo fuerza y sac algo de la bolsa. Se apart y se dio la vuelta, acunando un cerdito como si fuera un recin nacido. Max se ech las manos a la cabeza.

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H en ry H . N effMe tomas el pelo?

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El cerdito olfate el aire y fij sus ojos adormilados en Max. Pestae varias veces y meti el hocico en el sobaco de Nigel. Max, te presento a Lucy dijo Nigel alegremente. La voz de Max son seria y moderada. Nigel, no estars pensando en dejarme al cuidado de un cerdo? Nigel sonri. No te estoy dejando a su cuidado; te estoy dejando en su compaa. Deberas considerarte afortunado... Lucy es una de las mejores acompaantes! Lucy se movi para mirar amorosamente a Nigel, dejando escapar una andanada de gas en el proceso. Pero...! Nigel ignor a Max y con cuidado baj a Lucy al suelo. Ella trot hacia la cocina mientras grua feliz. Realmente es un encanto... Slo tienes que dejarle comer un trozo, o tres, de lo que ests comiendo t. Cuando llegue tu padre, la dejas salir por la puerta de atrs y ella ya me encontrar. Derrotado, Max mir al suelo y asinti. Algo se cay en la cocina. Se volvi y vio a Lucy subida de forma precaria en una silla, husmeando la masa sobrante. Bueno dijo Nigel mirando su reloj. Ya se me ha hecho muy tarde y tengo que marcharme corriendo. S que ha habido mucho ajetreo, pero no te obsesiones con ello. Las cosas se aclararn antes de lo que te imaginas. Ha sido un placer. Nigel sonri y extendi la mano. Volveremos a vernos? pregunt Max. Quiero creer que s... La verdad, espero verte en la orientacin respondi sonriendo y dndole una palmadita en el hombro. Espero que te unas al nuevo curso, Max. Pienso que Rowan es el sitio ideal para ti. Un momento despus, Nigel se haba ido. Max le observ caminar con energa por la acera, con el maletn en la mano, antes de que girara al final de su calle. Con un enorme sentimiento de soledad, Max cerr con llave la puerta de entrada y recogi los vasos y los platos. De camino a la cocina se cruz con Lucy, que iba trotando hacia el saln. Evitando pisar todo el desorden que haba causado, Max suspir y coloc todo en el fregadero. Dej a Lucy en el saln, donde pareca contenta gruendo y revolcndose.

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Max oa sin prestar mucha atencin que los San Francisco Giants ganaban a los Chicago Cubs cuando escuch abrirse la puerta de la casa. Rpidamente se enderez en la silla de su padre, apag la radio y se desliz hacia la puerta trasera agarrando a Lucy, que haba permanecido hecha un ovillo sobre su regazo. La cerdita se despert gruendo asustada. Una vez en el exterior, la dej en el suelo y le acarici detrs de las orejas mientras le deca en un susurro: Gracias por haberte quedado conmigo, Lucy. Siento haber dudado de ti. Podrs encontrar a Nigel? Lucy le acarici la pierna con el hocico y con un giro garboso se fue trotando al patio y desapareci tras la cabaa de madera. Max cerr la puerta y se dirigi descalzo al recibidor donde su padre acababa de soltar la maleta en el suelo. Hola, Max. Qu tal con los Raleigh? Mmm, bien respondi Max, evitando mirar a los ojos de su padre. Pero me alegro de que hayas vuelto. S, bueno, tambin me alegro yo. En Kansas se me pas un poco el enfado y creo que slo vas a estar castigado una semana en vez de dos. Estar encerrado dos semanas es demasiado en verano, te parece bien? Claro dijo Max. Mmm, pap, alguien va a venir esta noche para hablar con nosotros. Quin? No te habrs metido en ningn lo? No, no se trata de eso. Me han concedido una beca. Scott McDaniels levant la vista del correo y mir a Max. S? Una beca? Qu tipo de beca? No lo s con seguridad pero se ofrecen a pagar todos los gastos en una escuela. Qu escuela? pregunt su padre con una sonrisa interrogadora. Colegio Rowan... en Nueva Inglaterra. La sonrisa del seor McDaniels se esfum. Nueva Inglaterra? Pero eso est a cientos de kilmetros, Max. Cmo conseguiste la beca? Max comenz a mostrarse inquieto. Pues, supongo que saqu buenas notas en algn examen... y me buscaron. Y quin es esa persona que va a venir esta noche? Se llama seorita Awolowo.

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Uf! resopl su padre. Eso es un trabalenguas. Ya veremos lo que esa seorita Aloha tiene que decir. Para cenar se prepararon sndwiches de pavo y comieron patatas fritas directamente de una enorme bolsa. El seor McDaniels obsequi a Max con una increble historia sobre un nuevo tipo de papel de cocina con una impresionante absorbencia.

La seorita Awolowo lleg justo a las ocho en punto. Era alta, casi como el seor McDaniels y elegante. Max no habra sido capaz de adivinar su edad. Vesta con unas tnicas multicolores, un collar de cuentas gruesas y llevaba una bolsa de tela decorada con pjaros volando. Coloc la bolsa en el suelo de la entrada y extendi la mano. Tena una piel tersa y oscura como un grano de caf, y una voz clida con un ligero acento extranjero. Usted debe ser el seor McDaniels. Soy Ndidi Awolowo, del Colegio Rowan. Es un gran honor conocerle. Scott McDaniels se qued un poco cortado antes de terminar de estrecharle la mano. Si, por supuesto. Encantado de conocerla, tambin. Pase, por favor. Gracias dijo la seorita Awolowo, entrando majestuosamente al vestbulo, donde Max esperaba nervioso. Hola T debes de ser Max! Soy la seorita Awolowo. Max le estrech la mano y todos sus miedos desaparecieron. Al igual que Nigel, esta mujer trasmita seguridad y cario. Ella coloc una mano en su hombro y Max la llev hasta el saln, donde el seor McDaniels trasteaba con el caf y una bandeja de galletitas. Se sent en un extremo del sof y dirigi sus vivos ojos alternativamente a Max y a su padre. Tiene una casa preciosa, seor McDaniels, y un hijo extraordinario. Debo pedirle perdn por avisarle con tan poca antelacin de mi visita; acabamos de recibir los resultados de Max hace muy poco. Ha tenido tiempo de estudiar la beca que le ofrecemos? Si, y lo apreciamos mucho, seorita Alobalo Max se avergonz de que su padre adoptara el tono de voz que usaba con los clientes. Esa carta nos ha hecho mucha ilusin, pero creo que vamos a tener que rechazarlo. Max a pasado por muchas cosas estos ltimos aos y creo que ser mejor que se quede en casa. La seorita Awolowo asinti con seriedad e hizo una pausa antes de contestar.

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S, perdneme por ser tan directa pero soy consciente de lo que ocurri con la seora McDaniels. Lo siento. Mmm, s, ha sido bastante difcil para nosotros, pero vamos tirando. Claro que s. Est haciendo una labor fantstica, seor McDaniels. Ha criado un chico maravilloso en unas duras circunstancias. Sin embargo, espero que no permitir que una tragedia del pasado constituya un obstculo para una magnfica oportunidad de futuro. Slo quiero lo mejor para Max dijo su padre a la defensiva. Estoy segura de que es as respondi ella con dulzura. Y eso es precisamente lo que le estamos ofreciendo. Nuestro programa est mucho mejor adaptado a su hijo que un currculo normal. Mire, seor McDaniels, un chico con la creatividad y las aptitudes de Max no se puede formar con un programa que no reconoce y desarrolla sus especiales habilidades. Cmo consigue su colegio ser mejor? Colocando a Max entre otros estudiantes con talento provenientes de todo el mundo. Proporcionndole profesores que entienden sus dotes y que son capaces de desarrollarlas en todo su potencial. Usted estudi en Rowan? S, as es, seor McDaniels. Un reclutador visit mi aldea, en frica dijo juntando las manos y soltando una risita infantil. Ah! Parecen siglos. Mis padres no queran que su niita se fuera, tenan miedo de que algo saliera mal. Pero, tras un tiempo, mi padre me dijo: Si un hombre no cree en nada, creer en cualquier cosa. Quiero creer en ti. Sus ojos brillaron y el recuerdo la hizo sonrer. El seor McDaniels se miraba las curtidas manos. Su voz sonaba tensa cuando volvi a hablar. No s qu hacer. Parece una buena oportunidad pero realmente no s si Max est preparado para algo as. Max, t qu crees? Hasta ese momento, Max haba estado escuchando tranquilo. Ahora con la atencin de los dos centrada en l, se puso nervioso. No s. No quiero que te quedes solo. No te preocupes por m, Max, ya soy un chico crecidito. Tras un silencio embarazoso, la seorita Awolowo tom la palabra. Seor McDaniels, le importara si hablara con Max a solas? Qu dices a eso, Max? El chico mir a la seorita Awolowo, que esperaba pacientemente.

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Es una preciosa noche de verano, Max, por qu no damos un paseo alrededor de la manzana y respiramos un poco de aire fresco? Max mir a su padre y ste asinti.

La seorita Awolowo se enlaz en el brazo de Max mientras bajaban los escalones de la puerta delantera. El cielo nocturno estaba muy claro. Caminaron sin hablar, pasando tranquilamente bajo las farolas. Tocndole con un golpecito en el brazo, la seorita Awolowo rompi el silencio. Nigel te enva sus saludos. Le dejaste bastante impresionado... Habla muy bien de ti. Te queremos pedir sinceras disculpas por la desafortunada visita de esa mujer. Max tembl y fij la vista en los setos y jardines que les rodeaban. La seorita Awolowo se acerc ms a l y tarare por lo bajo una preciosa meloda. No tienes por qu tener miedo, Max. El Enemigo sabe que estoy aqu y sabe que no soy insignificante. La vieja Awolowo puede ser terrible! abri mucho los ojos, solt una risita y le dio un carioso apretn en el brazo. Max sonri e intent tranquilizarse. Seorita Awolowo, quin es el Enemigo? Nigel no quiso responder a mis preguntas. S, bueno, no es su funcin responder preguntas de ese tipo. Quieres venir conmigo? Te voy a ensear algo. Max asinti. La seorita alz toda su altura y le mir desde arriba. Sus ojos tenan un brillo plateado y a Max le pareci que era mucho ms guapa y sabia que todas las reinas de sus libros de aventuras juntas. Ella sonri y tom su mano. El interior de Max se estremeci como cuando haba visto el tapiz. Pero esta vez no se senta como si hubiera tragado avispas; pareca tener globos en el estmago. Le cosquillearon los pies como si los hubiera metido en una baera con agua muy caliente. Cuando Max mir hacia abajo para comprobar qu le pasaba, dio un respingo. La acera se estaba encogiendo. La seorita Awolowo sujetaba su mano con fuerza mientras se elevaban tranquilamente sobre las farolas y los oscuros grupos de rboles. Se movan libremente por la brisa nocturna, dejando atrs casas y parques, flotando por encima de las chimeneas y las copas de los rboles. Volaron hasta el lago y se elevaron en una suave espiral.

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Subieron tan alto que Max pens que podan alcanzar la luna. Se ri y extendi la mano para tocarla. Pero no poda. La luna segua inmvil sobre ellos, brillante, lejana y fra. Vivimos en un mundo maravilloso, verdad? Las palabras de la seorita Awolowo sacaron a Max de su ensimismamiento. Todo haba parecido un sueo hasta que se dio cuenta con sbito terror de que estaban en el aire, sobre el lago, y de que el viento soplaba furioso a su alrededor. La seorita Awolowo se mostraba serena. Vamos a buscar otro lugar ms tranquilo, de acuerdo? Max asinti frenticamente. Mediante un giro amplio y lento se dirigieron hacia el templo beha que sobresala en el cielo nocturno como un enorme bloque de marfil tallado. Se posaron sobre la bveda, muy por encima de los rboles. Se sentaron uno junto al otro, la seorita Awolowo se alis la tnica y junt las manos. Bueno, esto est mejor! dijo al tiempo que acariciaba la elaborada construccin de piedra que les rodeaba. Me encanta este edificio. Y adems seguro que ya no tienes tanto fro, a que no? No, seora. Ahora mira al cielo, qu ves? No s dijo Max. Estrellas. La luna. Tambin puedes ver una gran cantidad de oscuridad, no? Max, sta es nuestra lucha. Existe una fuerza en la Tierra a la que no le gusta la luna ni las estrellas ni el sol. No le agradan las luces de las ciudades, ni la alegra de la risa ni siquiera el sonido de las penas. No le gusta nada que pueda perturbar la perfecta negrura silenciosa de donde proviene. Si pudiera, se tragara la luna. Max tembl y observ a una pareja de ancianos que paseaba en los jardines, muy abajo. La seorita Awolowo continu. No puede engullir la luna as que, en su lugar, intenta tragarse al hombre. Durante miles de aos, la gente ha luchado contra este Enemigo de todas las maneras posibles. Gente como t y yo. Max la mir fijamente. La seorita Awolowo asinti y toc con dos dedos su frente. S, Max... Gente como t. Naciste como un prncipe, un prncipe de la humanidad. Durante siglos, la gente con talento ha desarrollado sus habilidades para asegurarse de que el hombre puede continuar creciendo y creando cosas preciosas como este mismo edificio. Sin nosotros, la humanidad hubiera desaparecido hace mucho tiempo. Nuestra lucha es una antigua batalla por la supervivencia.

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H en ry H . N effY usted quiere que yo me sume a esta... lucha?

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La seorita Awolowo sonri y peg su cabeza a la de Max. Nigel dijo que eres un chico valiente. Pero todava eres muy joven para tomar esa decisin. Slo a los graduados de Rowan se les pide eso, y algunos deciden hacer otras cosas. Todo lo que te pido es que nos des una oportunidad y veas si te gusta. Max frunci el ceo. Y qu pasa si decido no ir? Se enfadara? La seorita Awolowo se qued callada durante unos minutos. Su respuesta fue comedida. Me sentira decepcionada pero de ninguna manera enfadada. Sin embargo, no te voy a mentir. Deseo que vengas a Rowan con todas mis fuerzas. Los informes de Nigel sugieren que puedes ser portador de la Antigua Magia, que puedes ser un prncipe entre tus iguales. Al verte en persona, yo tambin lo creo. La pequea luz de tu interior brilla con tanta fuerza que incluso da calor a la vieja Awolowo. Su risa hizo que el collar de cuentas se agitara. S, Max, es verdaderamente muy fuerte. Lo nico que siento es que otros hayan visto tambin esa luz en tu interior. Dado lo que ha ocurrido, creo que Rowan sera un lugar ms seguro para ti. Pero estoy aqu slo para ofrecerte una oportunidad... No voy a hacer juicios ni a darte opciones falsas. La decisin es slo tuya, y es muy importante. Max se abraz las rodillas y escuch con atencin. Se gir y sigui la estela de un avin lejano sobre el lago iluminado por la luna. Sus luces de posicin parpadeaban a intervalos regulares sobre el cielo estrellado. Cuando se gir hacia la seorita Awolowo, su rostro mostraba una determinacin implacable. Quiero ir.

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El vuelo a Rowan

Caminaba por un amplio campo al anochecer y tiraba una pelota al aire para cogerla de nuevo unos pasos ms adelante. Haca bastante viento y la luna estaba saliendo cuando lleg a un sendero que conduca a una casa distante con las ventanas iluminadas. De repente, algo enorme salt de un seto cercano, trot hasta el sendero y permaneci ante l. Era un monumental perro lobo. Se qued inmvil y clav en l su fiera mirada. Max se qued helado. La agresiva cara del animal se desdibujaba y cambiaba, a veces mostrando los rasgos inconfundibles de la seora Millen, de Nigel, de la seorita Awolowo y del extrao hombre del tren. El perro comenz a caminar hacia Max y de su garganta sala un sordo rugido criminal mientras su rostro se transformaba en el de su padre. No poda moverse. El perro se puso de pie apoyndose en las patas traseras y coloc sus dos pezuas del tamao de guantes de bisbol sobre los hombros de Max. Le mir. Su aliento eran rfagas de aire caliente. Gruendo, presion su frente contra la del chico y le habl: Qu vas a hacer? Responde rpido o caer sobre ti. Cuando Max abri los ojos vio a su padre sentado en el borde de su cama. Sonrea pero pareca ms cansado y viejo. Tena ojeras oscuras. Dormas igual que cuando eras un beb. Max pestae y se recost sobre los codos. He tenido una pesadilla. Oh, no! exclam el seor McDaniels fingiendo horror. Qu pasaba? Un perro grande murmur Max somnoliento, apartando su pelo oscuro de la frente. Un perro grande! Bueno, te ha mordido o le has mordido t? No ha habido mordiscos susurr Max. Su padre le dio una palmadita y se puso de pie.

L

a noche antes de partir a Rowan, Max tuvo un sueo extraordinario.

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Bien, recuerda que no importa el tamao de un perro en una pelea, lo importante son las ganas de pelea que tenga el perro. Max volvi a meterse bajo las mantas y se movi hacia donde estaba su padre. Ya lo s, pap. Me lo has dicho cien veces. As es el seor McDaniels solt una risita. A la ducha y a preparar todo. Alguien de la escuela va en tu mismo vuelo y nos vamos a encontrar con l en el aeropuerto a las ocho. Max protest mientras su padre retiraba la colcha de la cama y abra las cortinas para revelar un cielo matutino del color de un melocotn dorado.

Nigel les esperaba cerca del mostrador de facturacin con un cartelito de cartn donde pona McDANIELS y pareca muy aburrido. El reclutador iba bien vestido con una chaqueta deportiva y estaba mucho ms moreno. Se recoloc las gafas y extendi la mano cuando los McDaniels se acercaron. Buenos das. Usted debe de ser el seor McDaniels... Soy Nigel Bristow, de Rowan. Me puedes llamar Scott, Nigel dijo el seor McDaniels estrechando la mano de Nigel. Este es Max, tu copiloto para hoy. Hola Max dijo Nigel con alegra y un rpido guio. Gracias por venir. Volar es muy aburrido sin un buen compaero de viaje. Llevamos un poco de retraso. Vamos a facturar tu equipaje. Una vez que Nigel cogi el petate de Max y se puso en la fila, el seor McDaniels toc a su hijo con el codo. Parece un buen tipo dijo. S respondi Max, preguntndose por qu Nigel llevaba un cartelito con su nombre. Con todo lo que haba ocurrido, pensaba que su nombre y los planes de viaje seran un poco ms secretos. Nigel le llam en el momento de facturar. Max respondi a las preguntas de la mujer y vio cmo su equipaje desapareca en la cinta transportadora. Bien, ya estamos listos dijo Nigel mostrando las tarjetas de embarque. Te dejo un minuto para que te despidas de tu padre aadi con un jadeo mientras regresaban al encuentro del seor McDaniels con las manos en los bolsillos. Ya s que esto suena cruel pero intenta ser rpido. Sin lgrimas. Es importante. Nigel se despidi y prometi cuidar a Max; despus se puso en la fila que serpenteaba hacia el control de seguridad. Recordando lo que Nigel le haba dicho,

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evit mirar a los ojos de su padre. Juguete con los dedos y mir de frente, a la enorme camisa amarilla del seor McDaniels. Bueno, Max. Ahora es cuando te digo adis. Max asinti. Eres el mejor, sabes? El mejor hijo que un padre pudiera desear. Max sinti cmo le estrechaban los brazos de su padre. Cerr los ojos y prometi llamar por telfono y escribir y rezar las oraciones por su madre. Finalmente, cuando su padre le solt, camin envarado hacia donde la esperaba Nigel. No mir hacia atrs. Nigel no dijo nada hasta que pasaron el control policial. Bien hecho dijo finalmente. S que no ha sido fcil. Se trataba de otra prueba? pregunt Max con la boca pastosa. No dijo Nigel. Este aeropuerto est muy concurrido hoy. Queremos evitar cualquier cosa demasiado real. Qu quieres...? Max se qued a mitad de frase al ver a un chico que se pareca mucho a l y que caminaba en direccin opuesta. Max parpade. El chico no se le pareca... Era idntico. Intenta no mirar directamente dijo Nigel de forma casual caminando ms rpido. Son de los nuestros. Max se volvi a cruzar consigo mismo en varias ocasiones. Se fij en que los chicos siempre iban acompaados de uno o dos adultos de aspecto serio. Debes de estar cansado dijo Nigel con calma mientras ocupaban sus asientos en el avin abarrotado. Supongo que no tenas idea de que habas estado en una docena de vuelos diarios durante los ltimos tres das... Pero... Nigel coloc un dedo delante de la boca. Agentes. Seuelos. Ya hablaremos ms cuando lleguemos a Rowan replic el reclutador mientras sacaba una chocolatina y un mazo de cartas del maletn. Todava nos falta un buen rato. Max mordisque la chocolatina y escuch el rugido de los motores del avin mientras Nigel reparta cartas.

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Un par de horas ms tarde, el avin aterriz. Nigel sac a Max y lo condujo por los largos pasillos hasta la sala de recogida de equipajes. El reclutador acababa de alzar su petate de la cinta cuando el chico vio a alguien salir de repente de detrs de una columna. Era el hombre del tren... El hombre tuerto, con el ojo blanco. Su abrigo estaba igual de sucio y su ojo igual de perturbador que en el recuerdo de Max. Se qued quieto como una piedra entre ellos y la salida por la que la gente se agolpaba. Est aqu susurr Max. Nigel pareci no orlo mientras hurgaba en el petate del chico. Est aqu! grit agarrando con fuerza el brazo de Nigel. Este le mir sorprendido antes de dirigir su mirada ms all. Se qued plido. Inmediatamente el reclutador cogi a Max del cuello y le dio la vuelta. Le dirigi hacia las escaleras por donde haban venido. Mientras se abran paso contra la marea de caras sorprendidas, el chico intent mirar hacia atrs, pero haba demasiada gente. Nigel hablaba a toda velocidad por un delgado telfono pero Max no oa lo que deca. Llegaron hasta la siguiente terminal, el reclutador lo condujo hacia las puertas automticas de cristal y se metieron en una limusina que acababa de frenar junto a la acera. El coche aceler en la autopista y se dirigi hacia el norte mientras Nigel tecleaba mensajes de texto con su telfono, con un aspecto inusualmente sombro. Transcurri una hora de tenso silencio antes de que el coche abandonara de repente la autopista y se incorporara a una carretera ms pequea. Se encontraban cerca de la costa; la hierba alta del borde de la calzada se mova mientras pasaban pequeas granjas y pueblos. Unos carteles deslucidos anunciaban playas, langosta fresca y excursiones emocionantes. Todo pareca muy extrao. Nigel mir por la ventana posterior. La carretera por la que iban haba permanecido desierta durante muchos kilmetros. Aparentemente satisfecho, apret un botn y baj la ventanilla. El aire clido de verano entr a raudales, lleno de olor y fragancia de sal. Cmo te sientes? pregunt, transformando una seria expresin en una sonrisa. Ahora estoy bien. Era l, sabes, el hombre del aeropuerto. Era el mismo que me persegua en el museo. S, ya lo s. Se ajustaba a tu descripcin perfectamente. Ha sido algo desagradable, sin duda. Pero hemos cumplido la misin: ests aqu, sano y salvo.

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Max respir con profundidad; pareca la primera vez que respiraba de verdad desde que salieron del aeropuerto. Nigel, mi padre est bien, verdad? No le molestarn ahora que yo estoy aqu... Seguro, Max dijo Nigel con simpata. Es a ti a quien buscan. Nigel mir al exterior y seal algo. Max se gir a tiempo de ver un viejo cartel de madera:

BIENVENIDO A LA LOCALIDAD DE ROWAN, FUNDADA EN 1649

Pasaron por delante de algunas coquetas casitas en las afueras. El ocano Atlntico refulga en la distancia. Max se fijaba en los cuidados jardines, la pintura fresca y los limpios toldos. Los edificios del pueblo eran antiguos pero estaban esplndidamente conservados. Dejaron atrs una vieja sala de cine, un parque y una cafetera. Ms adelante haba un montn de tiendas y pequeos restaurantes. Una vez superada la zona comercial llegaron a una pequea iglesia blanca con una seal que indicaba que el Colegio Rowan estaba cerca. Max trag saliva y sinti que el pulso se le aceleraba. Dejaron la carretera para adentrarse por un sendero bien cuidado. Pasaron por debajo de una cubierta formada por las ramas entrelazadas de los rboles que se alineaban al borde del sendero. Se dirigieron veloces hacia una gran puerta de hierro negro flanqueada por una robusta caseta de vigilancia. La puerta se abri hacia dentro mientras se acercaban. Max intent fijarse en un impresionante escudo plateado cuando la limusina cruz el umbral, pero la puerta se cerr tras ellos. El sendero se haba convertido en un camino de grava y el coche lo sigui hacia la derecha para meterse en un tupido bosque de fresnos, robles y hayas. Max se gir hacia Nigel. Por qu no me dejaste decir adis a mi padre? Por qu haba tanta prisa? Ah! Eso... Lo siento. Tenamos que actuar igual que los otros, los seuelos, que te haban precedido. Lo hiciste muy bien. Quines eran todos esos chicos? Estn en peligro? Nigel sonri. sos no eran chicos y estn bien equipados para enfrentarse a los peligros que puedan surgir. Acabas de ver agentes por primera vez, Max. Nigel se quit la chaqueta deportiva y la colg en la ventanilla. Max observ unas manchas oscuras en los sobacos. El hombre suspir.

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Yo no soy un agente, sabes?, slo un pobre y viejo reclutador atrapado en esta historia y no muy preparado para tanta intriga y misterio. Oli la chaqueta antes de doblarla cuidadosamente en su regazo. Entonces, por qu eres t quien me acompaa en el viaje? pregunt Max. Los agentes insistieron en que yo era un buen seuelo admiti Nigel tmidamente. Pueden ser bastante brutos, sabes. Se han equivocado dijo Max. No han engaado a ese ho