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El Hades y el Castigo Eterno PREFACIO REFACIO Todo el mundo admite el carácter extraordinario de los tiempos en que vivimos. Cosas nunca puestas en tela de duda hace algunos años, ahora son abiertamente insultadas. Verdades que una vez fueron reverenciadas ahora son livianamente rechazadas por muchos. En estos días se habla mucho de pensadores, pero en realidad hay muy poca profundidad de pensamiento en la mayoría de las personas. La gente generalmente cree en lo que les agrada, rechazando aquello que les es desagradable. La incredulidad está de moda. Ha llegado al púlpito y ha invadido la congregación; se ha introducido en la cátedra teológica, y aún en la pedagogía. Esta siembra de duda e incredulidad está produciendo una terrible cosecha de escepticismo y maldad. Vivimos en un día en que todas las cosas tienen que comprobarse o somos barridos por la avalancha de la incredulidad religiosa o prevalecemos contra ella. Nuestra creencia debe estar basada en la Palabra de Dios y no depender de lo que el Papa o el Cardenal, el obispo 1

El Hades y El Castigo Eterno

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El Hades y el Castigo Eterno

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Todo el mundo admite el carácter extraordinario de los tiempos en que vivimos. Cosas nunca puestas en tela de duda hace algunos años, ahora son abiertamente insultadas. Verdades que una vez fueron reverenciadas ahora son livianamente rechazadas por muchos.

En estos días se habla mucho de pensadores, pero en realidad hay muy poca profundidad de pensamiento en la mayoría de las personas. La gente generalmente cree en lo que les agrada, rechazando aquello que les es desagradable. La incredulidad está de moda. Ha llegado al púlpito y ha invadido la congregación; se ha introducido en la cátedra teológica, y aún en la pedagogía. Esta siembra de duda e incredulidad está produciendo una terrible cosecha de escepticismo y maldad.

Vivimos en un día en que todas las cosas tienen que comprobarse o somos barridos por la avalancha de la incredulidad religiosa o prevalecemos contra ella. Nuestra creencia debe estar basada en la Palabra de Dios y no depender de lo que el Papa o el Cardenal, el obispo o el sacerdote, el ministro o pastor, este maestro o cristiano o aquel hermano destacado puedan decir, aunque debemos esperar ayuda por medio de los dones dados por el Señor glorificado a su Iglesia. Todo esto, si resistimos la prueba, fortalece nuestra convicción, nuestra fibra moral y nuestro vigor espiritual.

La masa inconsciente de ayudar a los investigadores honrados, a los jóvenes, y aquellos que no están bien afincados, quienes sienten intensamente la crisis de los tiempos; los claudicantes quienes descubren la deficiencia de su conocimiento sobre estas materias, es por quienes escribimos estas líneas. Debemos remitirnos a las Escrituras en todo. Acudimos a ellas sin perjuicio, y por la gracia de Dios nos sujetaremos a su enseñanza.

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Viendo que la Biblia reclama para sí inspiración, lógicamente hay que aceptarla o rechazarla. No hay términos medios. La Biblia es inspirada, o no lo es, pero las Escrituras tienen tal preponderancia de pruebas de su origen divino, de su autoridad y perfección (si bien esta no es la ocasión de extendernos sobre este tema, tan provechoso como es) que no vacilamos en someternos sin reserva a su enseñanza.

En todas las solemnes cuestiones que se susciten, sólo podemos leal y reverentemente reproducir las palabras de Abraham,

“El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”1 (Génesis 18:25)

No nos sorprende el estado de las cosas que nos rodea. Las Escrituras nos dicen de “el misterio de la iniquidad” el cual estaba ya obrando hace acerca de dos mil años. La Palabra de Dios se está cumpliendo al pie de la letra ante nuestra vista. Las señales de la inminencia de la venida del Señor son tan abundantes que podemos decir con toda seguridad que estamos en los postreros días.

Qué las páginas que siguen sean de gran bendición para muchos lectores es la ferviente oración del autor.

EELL H HADESADES YY ELEL C CASTIGOASTIGO E ETERNOTERNO1 A menos que se indique lo contrario todas las citas bíblicas son de Reina-Valera 1960.

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¿Cómo sabemos que hay un cielo? Nuestra única forma de información es la Biblia. No podemos lógicamente recibir la revelación de que existe el cielo sin recibir todo lo que la Biblia enseña, y la Biblia de igual manera y muy claramente nos dice que hay un infierno.

Nuestra creencia en el uno se afinca precisamente en el mismo terreno de nuestra creencia en el otro.

No podemos ser consistentes en creer que hay un cielo y rehusar creer que hay un infierno. Tenemos que creer en ambos o rechazar a ambos. “A la ley y a los profetas”, entonces. Dejad que las Escrituras hablen por sí mismas.

Para despejar el terreno será necesario examinar cuidadosamente punto a punto las Escrituras referentes a esta materia. Al empezar podemos decir que las referencias al hebreo y al griego2 con frecuencia denuncian una gran ignorancia de los mismos, y un ataque malicioso a la Palabra de Dios. Por ejemplo: oímos al finado “Pastor” Russell decir a una audiencia de cerca de mil personas que Seol quiere decir sepulcro. Pero Seol no significa tal cosa, y con todo eso muchas de estas personas insensatas creyeron su aseveración por ser agradable al paladar de ellas. Uno de sus oyentes, un hombre completamente mundano, exclamó con deleite, que él liberalmente contribuiría al sostenimiento financiero de la causa, porque daba una sensación de comodidad el pensar que no existe el infierno.2 Será necesario, en el curso de este folleto, referirnos a las palabras hebreas y griegas. El lector podrá verificar estas citas no importando su ignorancia de aquellos idiomas, con la ayuda de “Nueva Concordancia Strong” publicada en español por la editorial Caribe. Haremos bien en desconfiar de las referencias al hebreo y al griego a menos que tengamos a la mano los medios de comprobarlas. Si tiene acceso a Internet en www.investigacionbiblica.com puede consultar de forma online múltiples versiones de la Biblia, diccionarios griegos y comentarios.

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El finado W.E. Gladstone, al comentar la negación del castigo eterno, dijo: “¿Qué es esto sino mutilar todas las sanciones de la religión y dar a la maldad de suyo desenfrenada una nueva amplitud de licencia?”

El mejor comienzo que podríamos dar a nuestro examen sería la consideración del significado de la palabra Seol. Hay dos palabras traducidas muchas veces con el significado de “sepulcro” en el Antiguo Testamento.

1. Québer: sepulcro, sepultura, a saber: un sitio.

2. Seol: el estado de las almas desincorporadas, a saber: una condición.

Québer es siempre justamente traducido sepulcro, o lugar de enterramiento.

Seol nunca se traduce justamente sepulcro.

QQUÉBERUÉBER

Québer es traducido sepulcro 51 veces y sepultura 15 veces3; en efecto, siempre es traducido por la palabra sepulcro o sus equivalentes. Viendo que el hombre desde el principio había estado familiarizado con el sepulcro, las referencias a éste no presentarían ninguna dificultad al traductor. Québer significa el sepulcro y nada más que el sepulcro. Esto es indisputable.

SSEOLEOL

3 Esta estadística esta basada en la versión de Reina-Valera 1909.

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Seol es traducido infierno 11 veces; el profundo 4 veces; abismo 3 veces; fosa 2 veces; huesa 2 veces; sepulcro 31 veces y sepultura 12 veces.4 En el caso de Québer los traductores siempre nos dan la misma palabra o sus equivalentes. ¿Por qué no hacen lo mismo con Seol? Lo traducen infierno 11 veces y sepulcro o sepultura 43 veces. A la faz de esto no puede traducirse por dos palabras tan distintos en su significado. Si el sepulcro significa el sitio de enterramiento de los cuerpos despojados de sus almas, y el Seol la condición de las almas sin sus cuerpos; no son más indistintas que si la misma palabra fuese traducida Londres y locura. Londres es un sitio. Locura es una condición.

Al citar las Escrituras sobre este importante punto, hallaremos en cada caso que la palabra Québer está asociada la idea de localidad y nunca la idea de condición, y con la palabra Seol siempre va asociada la idea de condición y nunca la de localidad.

Québer se encuentra en plural 27 veces.

Seol nunca se encuentra en plural.

El enterramiento de quinientos cuerpos en un cementerio significa muchos sepulcros.

La entrada de quinientas almas desincorporadas en la eternidad significa una sola condición.

Québer se refiere al sepulcro de un individuo.

4 Estas estadísticas están basadas en la versión de Reina-Valera 1909, que era revisión de Reina-Valera que estaba en uso cuando este documento fue publicado originalmente por el autor. Y es de señalar que los revisores de la Reina-Valera 1960 tomaron la decisión de no “traducir” sino de transcribir el vocablo Seol, en cada ocasión en que este aparece el texto hebreo.

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Nunca se habla de Seol como el Seol de ningún individuo. Es claro entonces que una condición, a saber, la de ser desincorporado, es común a todos los que han muerto. Para ilustrar esto aducimos los siguientes pasajes de las Escrituras.

Québer es referida como “en el sepulcro que cavé para mí” (Génesis 50:5); “sepulcro de Abner” (2 Samuel 3:32); “su sepulcro” (1Reyes 13:30); “tu sepulcro” (2 Crónicas 34:28); “sus sepulcros” (Jeremías 8:1) etc., etc.

Seol es traducido erróneamente por sepulcro o sepultura 43 veces5, pero en cada caso sin excepción es traducido “el sepulcro”. Nunca es traducido “mi sepulcro”, “su sepulcro”, etc., etc. Ahora bien, si Seol hubiese significado sepulcro, hubiese poseído a igual que Québer estas distintivas variaciones, pero no lo significa. La razón es obvia. Seol No significa sepulcro pero se traduce así erróneamente.6

Québer lleva asignada posición geográfica. “para heredad de sepultura, de Efrón el heteo, al oriente de Mamre.” (Génesis 50:13); “¿No había sepulcros en Egipto?” (Exodo 14:11); “En Zela, en el sepulcro de Cis” (2 Samuel 21:14); “la ciudad de los sepulcros de mis padres” (Nehemías 2:5); “Yo daré a Gog lugar para sepultura allí en Israel” (Ezequiel 39:11).

5 Nuevamente el autor hace referencia a la forma en que Reina-Valera 1909 traduce el termino Seol.6 Es de mencionarse que hace un par de años los Adventistas hicieron su propia revisión de la Reina-Valera y la publicaron con el nombre de Nueva Reina-Valera (1990). Esta edición está lejos de ser una revisión de la Reina-Valera, ya que es más una “nueva” versión hecha a le medida de sus doctrinas y dista mucho del texto de Reina-Valera; y han vertido erróneamente Seol como tumba, sepultura, etc. Para apoyar su doctrina del “sueño del alma”. De igual manera los “Testigos de Jehová” hicieron su propia versión de la Biblia, la Traducción del Nuevo Mundo, para tener una versión donde puedan apoyar sus doctrinas.

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Seol no tiene asignada a él posición geográfica alguna. Una condición no tiene geografía.

Se habla de Québer en relación con la entrada del cuerpo en él. “Y puso el cuerpo en el sepulcro” (1 Reyes 13:30); “y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo” (2 Reyes 13:21); “Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro” (Salmo 88:5); “echó su cuerpo en los sepulcros del vulgo”. (Jeremías 26:23)

No se habla de Seol nunca en relación con el cuerpo. La razón es obvia. No tiene relación con éste. Sólo tiene que ver con el alma.

Québer tiene relación con una posesión en esta tierra, exactamente igual que podemos poseer una casa o finca. “dadme propiedad para sepultura” (Génesis 23:4); “posesión de sepultura” (Génesis 23:9 y 20).

Nunca se habla de Seol en esta relación. No podemos tener títulos de propiedad para una condición.

Québer puede ser cavado o hecho. “en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán”. (Génesis 50:5); “allí pondré tu sepulcro”. (Nahum 1:14)

Nunca se dice que Seol sea cavado o hecho.

UUNANA A APARENTEPARENTE E EXCEPCIÓNXCEPCIÓN

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A lo arriba expresado sirve para enfatizar la verdad de lo que se ha demostrado. En relación con la rebelión de Coré, Datán y Abiram leemos:

“Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová.” (Números 16:30)

La cosa nueva a que se hace referencia es muy obvia. Los cuerpos de los rebeldes hallaron enterramiento abriendo su boca la tierra, y tragándolos. Pero podría argüirse que ellos descendieron vivos al Seol, lenguaje que parece aplicarse al “sepulcro”.

Un poco más adelante nos referiremos a la palabra “descender” en relación con esto, y en cuanto a la palabra «a» podríamos hablar de un individuo yendo a la muerte aunque nunca descienda al sepulcro. En el momento en que uno muere está en la condición de muerte, aunque el cuerpo ha tenido generalmente que esperar varias horas o días antes de ser colocado en el sepulcro. Entonces «en» o «a» pueden aplicarse a una condición igualmente que a una localidad.

Hasta ahora hemos estado considerando a Seol en una relación que no tiene, esto es, que no se refiere al sepulcro. En otras palabras lo hemos estado considerando desde el punto de vista negativo, de lo que no es. Ahora vamos a examinar las Escrituras en cuanto al punto de vista positivo en que se encuentra la palabra Seol.

Seol para el impío está conectado con dolor y pena. “Porque fuego se ha encendido en mi ira, Y arderá hasta las profundidades del Seol;” (Deuteronomio 32:22); “Ligaduras del Seol me rodearon” (2 Samuel 22:6); “Me encontraron las angustias del Seol;” (Salmo 116:3).

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Québer nunca está conectado con juicio o pena. El cuerpo en el sepulcro está inconsciente y no pude sentir dolor o experimentar pena. Una entidad consciente, como el alma en la condición de Seol, puede experimentar estas cosas.

Seol siempre está conectado con el alma, nunca con el cuerpo. “Porque no dejarás mi alma en el Seol” (Salmo 16:10); “Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.” (Salmo 86:13).

Québer nunca se relaciona con el alma sino siempre con el cuerpo, como ya hemos visto.

Seol está conectado con la angustia tal como se evidencia por el clamor en voz alta: “Desde el seno del Seol clamé”. (Jonás 2:2)

Québer no se relaciona en manera alguna con el clamor angustioso. Un cuerpo muerto no puede clamar o experimentar angustia.

Seol se asocia con el pensamiento de descender. “Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol.”. (Génesis 37:35). Este mismo pensamiento está expresado en otros varios pasajes. Evidentemente el pensamiento de descender es un conocimiento del juicio de Dios en la muerte. Estas cosas fueron obscuramente conocidas en los tiempos del Antiguo Testamento. Pero que no puede significar aquí el sepulcro, se evidencia por la apariencia en la sangre, exclamó: “José ha sido despedazado”. Por tanto él no tenía las más mínima esperanza de que su propio cuerpo (el de Jacob) fuese puesto en el sepulcro de su hijo cuando él no creía que este existiera en absoluto.

El mismo pensamiento está envuelto cuando Samuel dijo a Saúl: “y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos;” (1 Samuel

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28:19). Eso no podía significar el sepulcro, porque Samuel sabía que los guerreros que habían muerto en el campo de batalla generalmente no son enterrados en el mismo día, si es que son enterrados. En cuanto al cuerpo de Saúl, los Filisteos no lo hallaron hasta el día después de su muerte, o sea dos días después de su entrevista con Samuel. Ciñeron su cabeza y la enviaron por la tierra de ellos en exhibición colgando su cuerpo en el muro de Beth-san. Debe haber transcurrido algún tiempo antes que los moradores de Jabes de Galaad tuvieran noticias de esto. Viajaron toda la noche, obtuvieron los cuerpos de Saúl y de sus hijos, regresaron con ellos a Jabes, y los quemaron allí.

Mas aún, Samuel fue enterrado en Rama, y los restos de Saúl y sus hijos fueron enterrados en Jabes de Galaad. Por lo tanto está claro que Samuel no quiso decir: “el sepulcro” cuando dijo: “y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos;”.

¡Cuan claro está que Samuel reconoció que el alma sobrevive después de la muerte y conocía el verdadero significado de Seol.! El lo sabía por su propia experiencia, sabía que lo sería también en la experiencia de Saúl, como en la de todos los que mueren.

Québer nunca se asocia en las Escrituras con el pensamiento de descender. Desde luego, como cuestión de hecho, los cuerpos muertos descienden al sepulcro. De aquí que sea más significativo el que las Escrituras nunca usan la expresión con respecto a Québer, sino que la usan en relación con Seol, implicado muy seguramente una idea moral respecto a una condición.

Seol está asociado con el pensamiento de deseo, etc. “ensanchó como el Seol su alma”. (Habacuc 2:5)

Québer no conlleva tal idea, mas podría argüirse, ¿no dice, “porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo,

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ni ciencia, ni sabiduría.” (Eclesiastés 9:10). Sí, pero esto no es revelación, sino los relatos inspirados del resumen que hizo Salomón de su conocimiento de las cosas debajo del sol. Salomón contemplaba las cosas según ellas afectaban su obra y conocimiento y sabiduría en conexión con los asuntos de esta vida, y tales cosas no van más allá de esta vida en experiencia de personas vivas en la tierra.

Vengamos ahora al Nuevo Testamento y sigamos los equivalentes de Québer y Seol allí, y encontramos que las mismas reglas se aplican exactamente a ellos.

Mnemeion (Griego) – Québer (Hebreo): Sepulcro, sepultura, una localidad.

Hades (Griego) – Seol (Hebreo): El estado de las almas desincorporadas, a saber: una condición.

En el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento no existe dificultad alguna en cuanto a la palabra sepulcro.

Veamos primero el equivalente griego en la Septuaginta (LXX) para la palabra hebrea seol.

La Septuaginta es el nombre de la traducción del Antiguo Testamento del hebreo al griego, ejecutada por los judíos en Alejandría y así llamada porque se dice ser obra de setenta traductores, empleados por Tolomeo Filadelphos, Rey de Egipto, alrededor del año 280 A.C.

De las 65 veces en las cuales la palabra Seol ocurre en el hebreo, la Septuaginta la traduce Hades en todas con excepción de cuatro ocasiones. Dos veces es traducida Thanatos que es la palabra griega para muerte; y dos veces está sin equivalente. Ni una sola vez la traducen sepulcro. ¿No prueba esto que ellos tenían una idea mucho más clara del

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significado de la palabra Seol que nuestros traductores, quienes erróneamente la tradujeron sepulcro o sepultura 43 veces y que a pesar de no tener plural o localidad y el hecho de que habían traducido once veces por otra palabra totalmente diferente, o sea, infierno7?

Pero esta es cuestión de traducción de más o menos peso. Vengamos al Nuevo Testamento. Las Escrituras mismas deciden la cuestión con toda autoridad para nosotros. Compárese el siguiente pasaje del Antiguo Testamento con la cita del Nuevo:

“Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción.” (Salmo 16:10)

“Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.” (Hechos 2:27)

Esto pone la cuestión fuera de disputa. Las Escrituras mismas disipan el punto para nosotros.

Antes de seguir adelante, debemos hacer algunas aclaraciones a fin de que el lector no espere ayuda de otra fuente.

No hay relación del estado invisible en el Antiguo Testamento según se halla en el Nuevo Testamento. “sacó a

7 De nuevo el autor, en esta estadística hace referencia a la Reina-Valera 1909. Y definitivamente es un error de traducir Seol o Hades por Infierno, ya que ambas palabras expresan el estado de estar muertos, es decir una Condición. Mientras que el infierno es un Lugar, y la Escritura hace uso de una palabra muy diferente para identificar al Infierno.

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luz la vida y la inmortalidad (literalmente, la incorrupción) por el evangelio” (2 Timoteo 1:10).

Llegó el tiempo para Dios hacer una revelación mayor sobre esta solemne cuestión, como resultado de la muerte de su bendito Hijo, la cual cumplió todas sus justas demandas, y colocó al hombre bajo una más profunda responsabilidad que antes.

No es que el Antiguo Testamento no sea tan inspirado por Dios como el Nuevo. El Antiguo es de IGUAL INSPIRACIÓN Y AUTORIDAD que el Nuevo pero Dios le plugo hacer mayor revelación de estas cuestiones en el Nuevo. Decididamente no es una cuestión de evolución sino de revelación.

El lector debe ser advertido de que debe de tratar con sospechosa aquellos autores quienes, mientras presentan un gran cúmulo de textos del Antiguo Testamento sacados principalmente de Job y Eclesiastés, dejan de aducir igual prueba sacada del Nuevo. El hallará que tales autores tratan la revelación parcial que Dios en su infalible sabiduría ha dado en el Antiguo Testamento, como la última palabra sobre este asunto. De igual manera confunden el relato inspirado con la revelación, mientras ignoran la más plena revelación del Nuevo Testamento.

El libro de Eclesiastés es muy citado por escritores de dudosa autoridad. Por ejemplo, cuándo frecuentemente se cita el siguiente pasaje para probar que el alma duerme inconsciente:

“Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga;

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porque su memoria es puesta en olvido.”. (Eclesiastés 9:5)

Pero el siguiente versículo el cual explica el punto de vista del autor así como de todo el libro generalmente no es citado:

“También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace DEBAJO DEL SOL.” (Eclesiastés 9:6)

El autor habla aquí de lo que está debajo del sol. Hasta donde él sabe, los muertos no saben nada de lo que los hubiese interesado en esta vida.

El libro de Eclesiastés es profundamente interesante y útil pero no debemos acercarnos a él esperando recibir revelación divina sino como el relato inspirado del resumen hecho por la sabiduría humana de los problemas de la vida y de la muerte, mientras aquí y allá Salomón demuestra poseer un vislumbre del más allá, que desde luego le fue dado por Dios.

A un tiempo mismo él fue más sabio y el más rico de los hombres. Tuvo las mayores oportunidades de satisfacerse así mismo, guiado por un Maximus de la sabiduría humana. Con todo eso hizo de su vida una desgracia, y se destaca como prueba de que el hombre debe ser controlado por el Espíritu Santo de Dios para que sea recto en su espíritu en relación con Dios y la eternidad.

Su libro es el lamento maravillosamente precoz de un hombre decepcionado, pues empieza diciendo:

“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador: Vanidad de vanidades, todo vanidad”. (Eclesiastés 1:2)

Repetimos que el libro de Eclesiastés no constituye revelación divina sino que es el relato divinamente inspirado

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de las dudas y desalientos humanos. Es evidente que Salomón mismo contradice la interpretación de Eclesiastés 9:5 de que el alma duerme, pues él dice:

“y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. (Eclesiastés 12:7)

¿Es exagerado decir que Salomón hace diferencia entre el cuerpo inconsciente en el sepulcro y el espíritu consciente en el Seol o Hades? Definitivamente no creemos estar exagerando.

Examine desapasionadamente cualquiera de las teorías de sistemas anticristianos como los «Testigos de Jehová», el Adventismo del Séptimo Día, la Ciencia Cristiana y otros por el estilo, y hallará que siempre se remiten en apoyo de sus especulaciones principalmente al Antiguo Testamento, siendo los libros de Eclesiastés y de Job ampliamente citados al propósito, y muy mal interpretados por ellos.

El siguiente comentario del finado F.W. Grant en su obra monumental titulada “Facts and Theories as to the Future State” (Hechos y Teorías en cuanto al Estado Futuro) ilustra muy bien esta tendencia. Dice él, comentando a cierto autor, en las páginas 124 y 125 de la ameritada obra:

“De mas de cincuenta pasajes citados, nueve pertenece al Nuevo Testamento y cuarenta y siete al Antiguo Testamento mientras que de los pasajes que él cree que podían aducirse en contra de sus puntos de vista (aunque escasos en número) nueve de cada diez son del Nuevo Testamento. No parece esto realmente una disputa entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. No es eso, pero aun así hay algo que estas citas nos cuentan, la moraleja de lo cual se hallará en 2 Timoteo 1:10, donde el apóstol

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nos dice que Cristo quitó la muerte, y sacó a la luz la vida y la incorrupción ( no la inmortalidad ) por el Evangelio.

Esto demuestra que estos autores están buscando luz a tientas en medio de las sombras de una dispensación que en lo que a esta cuestión se refiere todavía nos deja comparativamente en tinieblas. Ellos miran a la muerte según ésta existía antes de que Cristo anulara su poder sobre el creyente.

Miran a la vida como si esta no hubiese sido traía a la luz aún. No es extraño que tropiecen en los obstáculos que ellos mismos se han puesto.”

Y yo me temo que en tales casos ellos no desean recibir luz, sino imponer a sus lectores sus propias oscuras teorías.

Apartándonos de este paréntesis necesario. Hemos visto que Seol (hebreo) y Hades (griego) son términos sinónimos. Consideremos ahora el testimonio de las Escrituras en cuanto al Hades.

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En el Nuevo Testamento, Hades es traducido infierno diez veces y sepulcro una vez.8 El pasaje donde es traducido sepulcro es:

“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro (Hades), tu victoria?” (1 Corintios 15:55)

Por qué los traductores la traducen diez veces infierno y hacen una sola excepción no se explica. Probablemente fueron influenciados en esto por un motivo de elegancia en el lenguaje.

Hallamos ahora que la misma comparación que existe entre Québer (hebreo, sepulcro) y Seol (hebreo, condición del alma desincorporada) existe entre Mnemeion (griego, sepulcro) y Hades (griego, condición del alma desincorporada).

Mnemeion se encuentra en plural diez veces.

Hades nunca se encuentra en plural.

Mnemeion es mencionado como la posesión exclusiva de un individuo.

Hades nunca es mencionado en este sentido.

8 Esta estadística esta basada en la versión de Reina-Valera 1909. En la revisión de 1960 de la Reina-Valera los revisores han transliterado Hades en cada ocasión en que este vocablo aparece en el Texto Griego, sin embargo, por conservar el estilo literario de la Reina-Valera han dejado sin corregir el pasaje de 1Corintios 15:55, traduciendo erróneamente Hades por sepulcro. También es de notar que mientras el Textus Receptus lee Hades los mejores manuscritos leen Thanatos (muerte). Esta variante en los manuscritos se puede apreciar en la Reina-Valera Actualizada: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”. Y en otras versiones de la Biblia que hacen uso del Texto Crítico del Nuevo Testamento Griego.

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Mnemeion es mencionado como el “sepulcro nuevo” (propiedad de José de Arimatea) (Mateo 27:60 “Los sepulcros de los profetas” (Lucas 11:47).

Nunca se usa tal lenguaje en relación con Hades. El Hades es invocado, como hemos visto: ¿Dónde, oh Hades, tu victoria?” Pero nunca es traducido como un sepulcro, su sepulcro, etc.

Mnemeion tiene una posición geográfica. “y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad,” (Mateo 27:53), demostrando que los sepulcros estaban en la mediaciones de Jerusalén. “y en el huerto había un sepulcro nuevo,” (Juan 19:41).

Hades no tiene posición geográfica.

Mnemeion es mencionado en relación con la entrada del cuerpo en él. “y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo”. (Lucas 23:55)

Hades nunca se menciona en relación con el cuerpo, por la razón obvia de que no tiene relación con éste.

Una aparente excepción de esto parece serlo el hecho de que se dice que el rico estando en el Hades alzó sus ojos. Pero el lenguaje es simbólico y va dirigido a expresar la idea de que el alma está consciente después de la muerte, y puede percibirse por el contexto. La Biblia abunda en estos simbolismos. Por ejemplo, Dios es un Espíritu y por lo tanto incorpóreo. Con todo eso, leemos acerca de “sus espaldas”, su rostro, sus ojos, y sus narices, sus pies, sus manos, etc., etc., todo esto dirigido a expresar pensamientos definidos en el lenguaje simbólico. Por ejemplo: “Los ojos de Jehová están

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sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos.” (Salmo 34:14).

Mnemeion es mencionado como una posesión en esta tierra, del mismo modo que podemos poseer una casa o una finca. “Y lo puso en su sepulcro nuevo” (Mateo 27:60).

Hades nunca es mencionado en este sentido.

Mnemeion puede ser cavado o hecho. “Y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña”. (Mateo 27:60).

Hades nunca es mencionado en este sentido.

Desde luego podríamos aportar más textos probatorios de las distinciones entre sepulcro y Seol en el Antiguo Testamento, y entre sepulcro y Hades en el Nuevo, pero ya se ha citado lo bastante para probar de un modo preponderante que Seol o Hades no significan sepulcro.

Más aún, cuando se trata de sepulcro tenemos que esperar obtener necesariamente, más evidencia en el Antiguo Testamento que en el Nuevo, por la razón de que el Antiguo Testamento abarca la historia del hombre por un período de 4,000 años, mientras que el Nuevo Testamento no alcanza a cubrir un período de 70 años. El primer escritor por más de 1,000 años, mientras que media sólo un periodo de menos de 100 años entre el primero y el último de los libros del Nuevo.

Considerando entonces, que Seol y Hades son términos sinónimos y que no hay conflicto en cuanto a la palabra usada para denominar el sepulcro, la evidencia sobre este punto es concluyente.

Si cualquier lector después de haber verificado esta evidencia aun sostuviera que Seol o Hades significan sepulcro

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entonces yo le acusaría de engaño deliberado. Puede haber estado engañando hasta aquí; pero de aquí en adelante tal persona sería un engañador. No nos sorprendería encontrarnos con tales personas desprovistas de todo sentido de decoro, pues leemos: “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.” (2 Timoteo 3:13).

Tenemos a la mano un ejemplo. ¿Puede el lector extrañarse de que dudemos de la honradez de un hombre como el finado “Pastor” Russell, fundador del movimiento denominado “Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia”, o “Los Testigos de Jehová”? un órgano de este movimiento fue dejado en nuestro apartado de correo después de nosotros haber escrito lo anterior imaginen nuestra sorpresa y disgusto cuando leímos la afirmación hecha con toda desfachatez, la cual con toda seguridad él debe haber sabido que es enteramente falsa:

“Todo ministro instruido sabe que la palabra hebrea traducida ‘infierno’ en las Escrituras del Antiguo Testamento significa el sepulcro – el estado de muerte – el único infierno que fue conocido por 4,000 años.”

Más aún, Seol o Hades afecta necesariamente tanto al creyente como al pecador, y como el cuerpo yaciendo en muerte (una condición) debe de un modo general estar en el sepulcro (una localidad), así el alma, que está en el Hades (una condición), debe estar en algún sitio (una localidad).

Las Escrituras nos dicen claramente dónde están las almas de los creyentes después de la muerte de sus cuerpos.

Leemos:

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“viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción”. (Hechos 2:31)

El espíritu del Señor estuvo en el Hades entre el tiempo de su muerte y su resurrección. El mismo declaró donde estaría su espíritu y al hacerlo así demostró donde estaría el espíritu del creyente, pues El dijo al ladrón agonizante:

“De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso”.9 (Lucas 23:43)

Y Pablo escribió:

“y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Corintios 5:8)

9 Algunos autores aseguran que Hades es una localidad, situada en el centro de la tierra. Siendo uno de sus departamentos el paraíso y el otro la morada de los perdidos. Pero 2Cor. 12:1-4 es claro al respecto. “El tercer cielo”, esto es, la inmediata presencia de Dios, es idéntico al “paraíso”, zanjando el punto en cuanto a dónde está el paraíso.

El primer cielo es el firmamento o la expansión de Génesis 1, la atmósfera que rodea la tierra, el sitio de las nubes.

El segundo cielo es el vasto espacio que contiene nuestro sol y el sistema planetario el cual se extiende aún más allá de los vastos espacios que contienen las estrellas;

El tercer cielo se usa para designar la morada de Dios.

También es de considerar que la Traducción del Nuevo Mundo, la Biblia de los Testigos de Jehová, han alterado este pasaje de Lucas 23:43 y hacen que lea de la siguiente manera: Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”. Y de una manera muy similar los Adventistas en su Nueva Reina-Valera traducen: Entonces Jesús le contestó: "Te aseguro hoy, estarás conmigo en el paraíso". Estas alteraciones al Texto Bíblico solo tienen como fin de apoyar sus posturas doctrinales.

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El alma del cristiano está entonces, con Cristo en bendición.

Pero el Señor de igual manera arroja luz sobre el estado de las almas que están en el Hades. El contrasta muy vividamente el estado de los bienaventurados con el de los perdidos.

“Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” (Lucas 16:22)

“y murió también el rico, y fue sepultado.Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.”10

“Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama”. (Lucas 16:22-24)

El Señor enmarcó su discurso dentro de un fondo judaico, adaptado a sus oyentes, de aquí el simbolismo “seno de Abraham”. Pero la compañía de Abraham y la bienaventuranza de su condición no eran simbólicas. Y claramente las Escrituras nos dicen que el Hades es para el creyente una condición de bienaventuranza, así el Señor nos 10 El siguiente extracto de un bien conocido escritor merece consideración: “El rico y Lázaro no me siento libre para considerarlos como una parábola, aunque no tengo controversia con aquellos que así la consideran. No solamente no es llamada una parábola sino que también se introducen nombre, una cosa sin precedente en las parábolas de nuestro Señor. Prefiero considerar al rico y a Lázaro como personajes reales cuya historia en este mundo y en el más allá es solamente trazada por el Señor para el provecho moral de los hombres en todos los lugares”.

El hecho de que nuestro Señor describe la condición del rico después de la muerte en lenguaje simbólico, a lo menos en parte, no prueba en modo alguno que no fuera un individuo real. Obsérvese que todo lo que se dice de él y Lázaro está en completa armonía con las peripecias de la vida real.

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dice que el Hades es para el inconverso una condición de tormento. ¿Podemos creer una declaración y rehusar la otra? ¡Seguramente que no! ¡Cuán infinitamente benignas, por ser infinitamente solemnes, para que sus oyentes escaparan de tal condenación, fueron las advertencias que el Señor hizo cuando estuvo aquí en la tierra!

El oponente puede decir que si los ojos y la lengua son simbólicos, los tormentos y la llama deben ser simbólicos. No dogmatizamos sobre este punto, pero nos gustaría señalar que la objeción no aminora la gravedad de la situación planteada. Porque si los tormentos físicos son simbólicos, brevemente preguntamos, ¿de qué son simbólicos? No hay sino una respuesta. Los tormentos físicos, si son simbólicos, deben de ser de los tormentos que afectan el alma. Sea como fuera, no dogmatizamos. La contención de que el lenguaje es simbólico, no debilita en lo más mínimo ni afecta en el menor grado la seriedad de la advertencia. Porque si el lenguaje es simbólico, el simbolismo es usado nada menos que por el Hijo de Dios, y su intención era dar por él una impresión adecuada.

¿Es terrible el simbolismo? La verdad que se propone señalar es terrible. ¿Es terrible el simbolismo? La advertencia también es terrible. Te imploro, lector, que no permitas que la razón humana o el sentimentalismo te priven del sentido escueto de la verdad bíblica.

Se infiere claramente de las Escrituras a dónde va el alma del creyente después de la muerte, pero no nos dice a donde va el alma del perdido. Podemos imaginarnos a un padre llevando a su hijo a un nuevo hogar explicándole su localidad y cuán placentero será el cambio. Pero uno no esperaría de las autoridades policíacas que arrestan a un individuo cuyo deber es conducirle a la cárcel asegurándole hasta el proceso, tomarse el trabajo de informar al preso donde está situada la celda en que ha de ser encarcelado.

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Mucho se ha dicho ya para demostrar que el Hades es la condición de las almas tanto del creyente como del pecador después de la muerte, que el primero está con Cristo en Felicidad; el último en un lugar de tormento.

LLAA V VERDADERDAD ENEN CUANTOCUANTO ALAL “GEHENA” “GEHENA”

Debemos caminar un paso más adelante. Una nueva palabra es introducida en el Nuevo Testamento la cual no se halla en el Antiguo Testamento. Es introducida por el Señor mismo y es una palabra de terrible aplicación. Es la palabra Gehena.

Gehena es traducido infierno 6 veces, infierno de fuego 2 veces y Gehena 4 veces. Es justamente traducido infierno según nuestro entendimiento de lo que el término implica. Nunca se traduce sepulcro.11

Ambos, el Hades y el Gehena son traducidos infierno. Al contrastar el uso de los dos términos ayudará al lector a entender el significado de ambos.

Hades es una condición. Esto ya lo hemos visto por tanto no hay que repetir la evidencia.

Gehena es un sitio. “Todo tu cuerpo sea ECHADO al infierno (gehena)” (Mateo 5:29) “Dos ojos ser ECHADO EN el infierno de fuego (gehena)” (Mateo 18:9). Nunca se dice que el cuerpo sea echado en el Hades.

11 Estas estadísticas están basadas en el la Reina-Valera 1909. Los pasajes donde el vocablo Gehena aparece son: Mt. 5:22, 29,30; Mt. 10:28; Mt. 18:9; Mt. 23:15, 33; Mr. 9:43,45,47; Lc. 12:5; Stg. 3:6;

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Hades es temporal: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:14). Esto se explicará con más amplitud más adelante.

Gehena es eterno: “dos manos ir al infierno (gehena), al fuego que no puede ser apagado”. (Marcos 9:43-44)

El Hades sólo afecta el alma como hemos visto.

El Gehena afecta tanto el cuerpo como el alma.

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (gehena)” (Mateo 10:28)

El Hades es igual a la condición del preso que espera un proceso.

El Gehena es semejante a la prisión a la cual es arrojado después de haber pasado el juicio.

Así como el sepulcro es la localidad para el cuerpo muerto, el Gehena es la localidad para el cuerpo y el alma de los perdidos.

Gehena era el valle de Hinom. Era un barranco estrecho y profundo al oriente de Jerusalén. Leemos del rey Acaz que:

“Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinom, e hizo pasar a sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones”. (2 Crónicas 28:3)

Está escrito de Manasés que:

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“Pasó sus hijos por fuego en el valle de los hijos de Hinom”. (2 Crónicas 33:6)

Pero el nieto piadoso de Manasés, el rey Josías:

“Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc”. ( 2 Reyes 23:10)

Cierto escritor dice: “No fue hasta dentro de menos de treinta años de la destrucción de Jerusalén por los Caldeos, que el ídolo, la horrible figura humana con cabeza de buey, Moloc, y sus pertenencias fueron barridos del valle por el buen Josías y el lugar fue de tal modo profanado que nunca jamás volvió a ser usado por tan horrible culto. Pero los horrores del pasado se habían grabado tan profundamente en la mente popular que de allí en adelante el lugar llevó el nombre de Topheth la abominación --- el sitio que debía ser maldito; y en tiempos posteriores las mismas palabra Gehinnom, (el valle de Hinom), cambiadas a Gehena, vinieron a ser el nombre común para el infierno”.

Después que el rey Josías hubo profanado el lugar, vino a ser el basurero de la ciudad. Se mantenía fuego continuamente para consumir la suciedad e impureza del sitio; los gusanos se alimentaban de la basura que estaba fuera del alcance del fuego. Los buitres se cernían con avidez sobre la horrible escena. Un humo mal oliente subía continuamente del valle.

Razón tuvo nuestro Señor para usarlo como emblema del infierno, y consagrar el uso de la palabra con el sello de su autoridad. Pero nótese que el Señor, al hablar del Gehena, nunca se refirió a este sitio en las afueras de Jerusalén, sino que lo usó para designar el lugar de tormento eterno, el cual está preparado para el diablo y sus ángeles y al cual serán consignados los pecadores impenitentes.

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No es de poca monta el hecho de que todas las veces que se hace referencia al Gehena con excepción de una (véase Santiago 3:6) es de los labios del mismo Hijo de Dios que procede. Si hubiera sido de otro modo los críticos hubiesen exclamado: Pablo habló del gehena, Pedro también habló, pero nunca Cristo”.

Sea como fuera, lo que Pablo y Pedro y Juan escribieron es de igual autoridad que lo que el Señor dijo siendo la fuente la misma – la inspiración divina. No es cuestión de grado sino de método. No hay diferencia salvo en el método entre lo que una persona habla y lo que esa misma persona escribe.

No existe duda en cuanto a la existencia del infierno para aquel que se somete a las Escrituras. Rehusar creer en su existencia equivale a rehusar creer en Cristo mismo. Nade puede reclamar ser un cristiano y ser incrédulo en cuanto a la existencia del infierno. ¿Puede alguien ser un cristiano y rehusar creer las más solemnes y repetidas aseveraciones relativas al infierno que procedieron en compasiva amonestación de sus benditos labios? Deshagámonos de toda hipocresía.

Mientras, más convencidos estemos de la existencia del infierno más profundo será nuestro sentido del pecado, mayor nuestra apreciación del valor de la expiación de Cristo, y más intenso nuestro deseo de esparcir el Evangelio de la gracia de Dios. El debilitamiento de estas verdades en nuestras almas alivianará nuestro concepto de Dios y neutralizará nuestra actividad a favor de la bendición de otros.

Aun los paganos, digamos aquí, sentían aversión del infierno. El apóstol Pedro hace uso de esto cuando dice en 2 Pedro 2:4: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno (tártaro)”. Tartaro era el concepto pagano del infierno que tenían los romanos. De

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acuerdo con la mitología pagana, tártaro era una laguna oscura, sus puertas de roca eran guardadas por las furias, cada cabello de las cuales era una serpiente.

Roberto Browning escribió:

“Puede haber un cielo; debe haber un infierno”

Todos sabemos de cielos e infiernos en esta tierra. Nos hemos encontrado con hombres en quienes el fuego del remordimiento y el gusano de una conciencia acusadora han convertido su corazón culpable en un verdadero infierno. Viólese las leyes naturales y el sufrimiento será el resultado inevitable. Algunas veces una horrible vida de sufrimiento es el resultado de un momento de placer pecaminoso en esta vida. Lágrimas de sangre no han conseguido detener el gobierno de Dios.

¿Y el castigo del pecado se circunscribirá sólo a esta vida? ¿No se cosechará más allá de la muerte el fruto de una vida de pecado de desprecio a la misericordia de Dios y rebelión contra El? Dios en misericordia y bondad nos amonesta en terrible lenguaje que habrá tal cosecha. El dice:

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

(gehena)”. (Mateo 10:28)

Cierto bien conocido ministro tontamente escribe: “Lo que decide la cuestión finalmente para cada uno de nosotros es nuestra debilidad temperamental”. Respondemos que tal sandez sería un absurdo en cualquier tribunal de justicia.

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¿Decidirá la “debilidad temperamental” del ladrón y del asesino el castigo que deba recibir o esperarán las personas sensatas que el juez imparta la debida justicia? No importando el sentimentalismo que algunas puedan abrigar respecto a este asunto, todas las personas, no importa cuál sea su “debilidad temperamental”, tendrán que someterse a los decretos del Creador. Lo que decidirá la cuestión al fin para cada uno de nosotros no es nuestra “debilidad temperamental” sino la Palabra de Dios, nos guste o no.

Todavía hay otra expresión la cual se usa con referencia al infierno12, “el lago de fuego”, la cual debemos considerar.

12 Sería bueno de paso decir algo en cuanto a la expresión “el abismo” (griego: abussos) la cual se usa siete veces en el libro de Apocalipsis. Evidentemente no es lo mismo que el lago de fuego, porque en Apocalipsis 20:3 Satanás es arrojado al pozo del abismo antes del milenio, y al fin de este es suelto de su prisión y después de un período de rebelión contra Dios es arrojado al lago de fuego y azufre (véase Apocalipsis 20:10) - su condenación final. El abismo es evidentemente un lugar de confinamiento para los espíritus malos y desde donde éstos pueden por la permisión de Dios venir a la tierra y ser usados como azote contra este mundo impío. Hay sólo otros dos lugares donde la palabra “abussos” es usada. En Lucas 8:31, donde el Señor arroja la legión de demonios fuera del endemoniado, ellos “le rogaron que no les mandase ir al abismo” (griego, abussos), esto es, a volver a su lugar de confinamiento. En Apocalipsis 9, el abismo es abierto por un ángel, e inmediatamente enjambres de demonios bajo el símbolo de langostas ascienden sobre la tierra; evidentemente el espiritismo de un modo espantoso y militante afligirá la tierra una vez que sea quitada la presente restricción de la presencia del Espíritu Santo. En Romanos 10:7, el uso de la palabra “abussos” tiene el sentido de la entrada del cuerpo del Señor en el sepulcro y en consecuente milagro de la resurrección. “¿Quién descenderá al abismo (abussos)? Esto es, para volver a traer a Cristo de los muertos” (Reina-Valera 1909). El pasaje mismo explica el significado de la palabra, según ésta se usa en este particular.

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Ocurre cinco veces en la última parte del libro de Apocalipsis. Evidentemente es el mismo lugar, el Gehena. La prueba de esto yace en el hecho de que mientras el Señor habla de ser arrojado al Gehena, y expresa con toda claridad que tal condenación afectará tanto al alma como al cuerpo, el apóstol Juan en visión presenta el lago de fuego como el confinamiento de las almas y los cuerpos de los incrédulos en su condenación final. Es imposible que sean dos sitios distintos. Leemos en Apocalipsis 20:14: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.”. Viendo que todos los muertos “bienaventurados” habrán experimentado la “resurrección de vida” antes del milenio en la segunda venida del Señor, (véase Apocalipsis 20:5-6), “los muertos grandes y pequeños” que “están delante de Dios” deben ser los muertos impíos quienes experimentarán “la resurrección de condenación (juicio)” (Juan 5:29). De modo que en obsequio a la sencillez podríamos explicar el versículo como sigue: Y la muerte (la condición de los cuerpos en su estado de separación de sus respectivos cuerpos), fue arrojado en las personas de los muertos impíos resucitados al lago de fuego. Esto es como si dijéramos, los muertos cuyos cuerpos habían llenado los sepulcros13 etc., fueron resucitados y sus almas que habían estado en la condición de Hades fueron reunidas con sus cuerpos como parte del proceso. Como individuos resucitados, cuerpos y almas reunidos, ellos representaban lo que había sido la muerte y el Hades y como tales, pecadores que habían muerto sin arrepentimiento fueron arrojados al lago de fuego, el cual responde claramente al gehena. Cuando esto ocurre, no solamente no habrá cuerpos en la condición de muerte ni almas en la condición de Hades – sino que “la muerte y el hades” habrán sido “arrojados en el lago de fuego”. De aquí que las condiciones mismas que han

13 La guerra moderna con su multitud de barcos torpedeados y hundidos ha dado un significado vívido a las palabras “y el mar dio sus muertos que estaban en él” (Apocalipsis 20:13)

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venido por causa del pecado son terminadas por un acto que expresa el juicio de Dios sobre ellas. Y nótese que este acontecimiento tendrá lugar después que la tierra y el cielo habrán huido, después que el tiempo, como tal, no sea más.

La escena se verifica en la eternidad a la vista de los nuevos cielos y la nueva tierra. Algunos versículos más adelante leemos:

“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. (Apocalipsis 21:8)

Aquí otra vez, este pasaje se encuentra tan afín con Apocalipsis 20:11-15, significando el pensamiento de que esta perspectiva no es ahora en el tiempo sino en la eternidad y por la eternidad. ¿Se atreverán las almas jugar con la solemne declaración de las Escrituras? ¿No alarmará al pecador la posibilidad de una condenación de un ¡hay! Indescriptible? A un costo infinito Dios mismo ha provisto un modo de escapar por medio de la muerte del Señor Jesucristo quien sufrió la ira de Dios contra el pecador, habiendo hecho una plena expiación por él.

La invitación a venir a Cristo es universal, enfática e insistente. Si todos prestaran atención a ella ahora, porque:

No hay perdones en la tumba. Y breve es el día de misericordia.

No hay ni una sombra de duda de que la Biblia enseña la existencia de un infierno literal. Se nos dice que está “preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41). Triste es que el hombre en su locura, rehusando la misericordia de

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Dios deba afrontar el tribunal de Aquel que desea que todos los hombres sean salvos. Así sellará su propia condenación en la compañía del diablo y los ángeles caídos.

Dirigimos ahora esta seria pregunta:

¿Es eterno el castigo del infierno?

Cierto bien conocido y reciente escritor dice con toda naturalidad:

“Si la Biblia enseña el castigo eterno, peor para ella, pues no podemos creerlo; se puede citar textos y apoyar estos con la mejor erudición para justificar ciertas interpretaciones, pero de nada vale, no somos ya los esclavos de un libro, ni devotos esclavos de un credo, sino que creemos en el amor y en la evolución”.

Otro escribe:

“Nunca hubo, ni hay, ni habrá derecho en el nombre del Evangelio de Cristo hablar de tormento eterno”

Si yo creyera que la Palabra de Dios no enseña la condenación eterna, procuraría gracia para proclamarlo a sí desde los tejados. ¿Por qué avergonzarse o teme a la verdad? Hay miles de ministros hoy, pagados por congregaciones para propagar el Evangelio que son verdaderos agentes del diablo para minar la fe de sus oyentes de la autoridad e inspiración de las Sagradas Escrituras. Los tales son traidores en el campamento. Uno de los puntos vitales de ataque es la doctrina del castigo eterno.

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Existen dos escuelas de pensamiento que enseña que no hay castigo eterno. Los adherentes a estas escuelas son: Los Universalistas y los Nihilistas.14

El Universalista cree que los que mueren sin haber sido

salvos pasarán por un periodo de sufrimiento de más o menos duración el cual los purificará y al fin serán salvos. Dios, dicen ellos, triunfará sobre el mal. Cierto es que Dios triunfará sobre el mal, pero no del modo que ellos dicen. El fin legítimo de sus argumentos, aunque no lo presentan tan desnudamente, es que el diablo y los ángeles caídos serán finalmente salvos. Viendo que Cristo no murió por el diablo y sus ángeles, esto lleva al Universalista a la blasfema doctrina de la salvación aparte de la expiación.

Examinemos brevemente la teoría del Universalista “Dios es Todopoderoso” dicen ellos. El aborrece el pecado y debe triunfar; por tanto El vaciará el infierno en alguna ocasión abriendo de par en par la puerta de la misericordia a toda la humanidad – de otro modo su carácter de amor y bondad sería destruido. El Universalista admite que Dios tiene un carácter de amor y de bondad. El basa su apelación en esto. Si esto es así, el Universalista debe admitir que un Dios de amor como en efecto lo es, ha permitido que el pecado entrara en este mundo y que haya continuado con todo su inefable dolor, exterminio y muerte por seis mil años.

Y si Dios ha permitido la presencia del pecado por tanto tiempo, ¿por qué no puede El permitir que su castigo sea para siempre? No hay lógica que dé respuesta satisfactoria a esta pregunta. No podemos sino recurrir a la revelación en cuanto a esto y la respuesta es clara e inequívoca.

14 Los Nihilistas son los que sustentan la teoría del aniquilamiento como son los Testigos de Jehová.

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Pero podría argüirse que existen buenas razones para que haya pecado ahora. Entonces, ¿cómo puede saberse por nosotros que no hay buenas y poderosas razones para que su castigo sea por siempre? ¿Qué derecho tenemos para especular en cuestión como ésta. “Qué dice la Escritura?” es nuestra única tabla segura.

Pero dirá el oponente, ¿Cómo puede una ofensa realizada en un momento merecer perpetuo castigo? Replicamos otra vez que aquí estamos fuera de la región de la especulación. Sólo la revelación nos puede servir de ayuda.

Cuando el hombre castiga el pecado lo considera de acuerdo con el grado en que éste afecte a sí mismo, de acuerdo con sus efectos sobre la sociedad según se relaciona con el tiempo. Y aún en este caso un crimen que tomara menos tiempo en realizarse que el que tomara el lector en hojear este folleto es con frecuencia seguido de muchos años o puede culminar en pena capital.

Pero cuando pecamos contra un Ser infinito no podemos usar medida alguna que no sea aquella que nos es dada por ese Ser infinito. El problema está fuera de nuestra solución. El pecado, que no mereció menos que un sacrificio infinito no puedes ser medido por el sentido de justicia de los tribunales humanos. Estamos sujetos a lo que Dios dice en Su Palabra, y nuestra sabiduría consiste en rechazar nuestra propia razón en este asunto.

Se arguye que una segunda oportunidad de salvación después de la muerte vaciará el infierno, y se sostiene que el carácter de Dios como un Dios de amor demanda esto.

Pero ¿hay garantía alguna de que los pecadores que rechazan el Evangelio en esta vida lo aceptarán en la otra? Preguntaríamos atenidos ¿Por qué la gente rechaza la primera

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oferta? ¿La naturaleza que la rechaza con escarnio en esta vida la abrazará en la otra? ¿Las espinas en está vida producirán uvas en la otra, o los abrojos de esta edad producirán hijos en la otra?

Además de esto, la Biblia no sustenta tal esperanza de una segunda oportunidad. Se tuercen uno o dos pasajes de las Escrituras para apoyar esta teoría. Se recurre al siguiente pasaje:

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (1Pedro 3:18-20)

El significado de esto es claro. Noé predicó al mundo ante-diluviano mientras construía el arca. Fue el Espíritu de Cristo en él la fuente y poder de su testimonio. Que el «Espíritu de Cristo» fue el motivo de poder del testimonio del Antiguo Testamento está confirmado por 1 Pedro 1:11. El se cuida muy bien de decirnos que ocho personas fueron salvas en el arca. Se sigue que el resto rechazaron el testimonio de Noé que constituía la predicación misma del Espíritu de Cristo en él. Y como consecuencia el diluvio los sobrecogió y perecieron. Cuando Pedro escribió, ya habían sido espíritus encarcelados por 2,500 años. Esto no presenta dificultad alguna. Nosotros sabemos que Noé fue “pregonero de justicia” (2Pedro 2:5). Esto está en armonía con todo el contenido de la Palabra.

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Y por el contrario, la explicación del Universalista que el Señor descendió literalmente al Hades y predicó una segunda oportunidad está asediada por dificultades insuperables.

El pasaje en cuestión se limita a aquellos que vivieron mientras Noé preparaba el arca lo cual parece haber abarcado alrededor de 100 años. Antes del diluvio transcurrieron al menos unos 15 siglos, y entre el diluvio y el tiempo en que Pedro escribió estas palabras que estamos examinando habían pasadazo unos 25 siglos. En total unos 4,000 años habían transcurrido desde la creación del hombre. ¿No parece absurdo explicar un versículo de tal manera que haga necesario decir que la gente que vivieron en aquel periodo en particular de justamente 100 años debieran haber tenido una segunda oportunidad? ¿Qué de ls que vivieron durante los otros treinta y nueve siglos?

El universalista no puede afirmar que ni uno de los millones de los post-diluvianos tuviera una segunda oportunidad, no tomando en cuenta las multitudes que vivieron antes del diluvio. Es sencillamente absurdo pensar que de todos los millones que estaban en el Hades cuando el Señor murió, que comparativamente un mero puñado fuera señalado para recibir la oferta de la segunda oportunidad, la cual no fue dada al resto. Realmente el recurrir a una base tan grotesca para fundamentar una teoría sólo prueba la pobreza del caso. Pero negamos enteramente que aquellos que vivieron inmediatamente antes del diluvio obtuvieran una segunda oportunidad. No hay indicio de tal caso en las Escrituras.

Nótese entonces, que no dice lo que Cristo predicara a estos espíritus, ni el efecto producido. Si la explicación del Universalista hubiere sido correcta tendríamos estos detalles y se haría la afirmación de ellos en relación con toda la humanidad, y no con relación a unos pocos que vivían en un periodo particular de la historia.

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¿Por qué, entonces, introduce Pedro tal periodo especial? No es por mera casualidad. La Palabra es divinamente inspirada. La respuesta es obvia. El recurrió a la narración del diluvio y del arca para usarla como ilustración del bautismo para hacer patente el significado de la muerte de Cristo aplicado a un modo práctico al creyente.

Del mismo modo los Universalistas usan otro pasaje:

“Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios” (1 Pedro 4:6)

Pero la explicación de este pasaje es obviamente la misma del otro: “El Evangelio fue predicado a los que están muertos”, esto parafrasea muy bien el pensamiento del escritor. Nótese que él no dice: “Por esto también es predicado el Evangelio a los muertos”, sino “Por esto ha sido predicado el Evangelio”. Si tan importante doctrina como la de una segunda oportunidad después de la muerte fuese cierta encontraríamos la afirmación de ella por toda la Palabra, pero es todo lo contrario15. El apóstol Pablo escribe:

“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2)

Y las propias palabras de nuestro Señor son claras:

“Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que

15 La Escritura es muy clara al afirmar: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Este pasaje afirma categóricamente que No hay Reencarnación ni segunda oportunidad después de la muerte.

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quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”. (Lucas 16:26)

La Palabra guarda silencio en cuanto a cualquier cambio remedial efectuado por el castigo después de esta vida. Dios no tiene otro Evangelio que el que las Escrituras proclaman. El corazón del hombre no será alterado por cambio alguno de circunstancias. Los que ahora aborrecen el Evangelio lo aborrecerán entonces. Si durante su vida aquí los hombres no quieren tener nada que ver con el Evangelio, ¿tenemos seguridad de que la eternidad bastará para hacerles cambiar su mente? No hay evidencia de ello en las Escrituras. Porque, ¿qué hallamos?¿Ganó el castigo el corazón de Caín para Dios? ¿Los fuertes juicios ablandaron la voluntad de Faraón y le hicieron buscar misericordia?¿Fue Acab conmovido por lo que le sobrevino? ¿Fueron los israelitas guardados fieles a Dios por el azote que cayó sobre ellos, o se entregaron una y otra vez a la idolatría?

Los demonios hablaron con Cristo y le rogaron que no los atormentara antes de tiempo, pero se escapó de sus labios un clamor de misericordia? Leemos de espíritus que habían estado encarcelados por 25 siglos. No hay indicios de cambio en alguno. Los habitantes de Sodoma y Gomorra han estado sufriendo la venganza del fuego eterno desde los días en que las ciudades impías de la llanura fueron arrasadas, pero el escritor inspirado, Judas, nos deja bajo la plena impresión de que el castigo no había efectuado cambio de corazón, y sus inspiradas palabras no exhiben esperanza de que el castigo tenga fin16.16 Véase Judas 7, que dice: “como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.” Es lastimoso leer en la Literatura de los Testigos de Jehová lo que argumentan acerca de este pasaje de Judas. En Razonamiento a partir de las Escrituras página 190, ellos afirman: «El fuego que destruyó a Sodoma y Gomorra se extinguió hace miles de años.

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Un pasaje de las Escrituras me ha estado iluminando desde hace algún tiempo sobre este respecto:

“y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras” (Apocalipsis 16:10-11)

El dolor no conduce al arrepentimiento en este pasaje. “La benignidad de Dios .. guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4) es el testimonio de las Escrituras. Desprecia ésta, y sólo queda “atesorada ira para el día de la ira” (véase Romanos 2:5)

Un solo versículo de la Escritura destruye las teorías tanto Universalista como Nihilista:

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Juan 3:36)

“No verá la vida”, destruye la teoría del Universalista, pues éste dice que todos verán la vida, más Dios dice que el inconverso no verá la vida.

Pero el efecto de es fuego ha sido duradero; esas ciudades no han sido reedificadas. No obstante, el juicio de Dios no fue simplemente contra aquellas ciudades, sino también contra sus habitantes inicuos. […] En Lucas 17:29 Jesús dice que se les “destruyo”; Judas 7 muestra que aquella destrucción fue eterna » Realmente sorprende tal afirmación en la que la WatchTower quiere hacernos creer que “Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas” se refiere a las casas y edificios de estas ciudades, pero la realidad es otra; en este texto tenemos una figura literaria llamada Sinécdoque donde “Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas” no señalan a las casas o edificios sino a las personas que vivían en esas ciudades. Un ejemplo de esta figura literaria esta en Mateo 3:5 donde leemos: “Entonces acudía a él Jerusalén y toda la Judea”. Es decir: la gente de todas las ciudades acudía a él. En cuanto al termino “destruir” hablaremos más adelante.

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“La ira de Dios está (permanece) sobre él”, destruye la teoría del Nihilista. El inconverso debe existir para que la ira de Dios pueda permanecer sobre él.

Los que sustentan la teoría del nihilismo (aniquilamiento) están divididos entre sí en dos escuelas. Una clase cree que el pecador es aniquilado al ocurrir la muerte y que nunca será resucitado.17 La otra parte asevera que los muertos impíos serán resucitados, juzgados ante el Gran Trono Blanco, arrojados al lago de fuego y allí quemados, consumidos o aniquilados. Los primeros niegan la resurrección de los impíos a pesar del lenguaje claro de las Escrituras sobre este tema.

LLAA I INMORTALIDADNMORTALIDAD C CONDICIONALONDICIONAL

La inmortalidad condicional es enseñada por las dos escuelas Nihilistas, esto es, ellos niegan la continua existencia del alma, enseñando que la vida después de la tumba está condicionada a aceptar a Cristo en esta vida y de este modo obtener vida de El. Ellos declaran que no hay vida después de la muerte excepto en Cristo. Nadie, dice ellos, tendrá existencia continua sino creyentes en el Señor Jesús. La doctrina de esta última clase conduce a sus adeptos a absurdos obvios. Si no hay vida más allá del sepulcro, entonces se sigue que los muertos impíos cuando sean resucitados deben tener vida en Cristo. ¿Cómo podrían ser juzgados si estuvieran delante del Gran Trono Blanco18 vivos en Cristo? ¿Cómo podría esa vida ser aniquilada en el lago de fuego? Imposible!

17 Los Testigos de Jehová pertenecen a este grupo que afirma que los impíos nunca resucitarán. En Razonamiento a partir de las Escrituras página 331 ellos afirman: “Tampoco sería razonable resucitar a algunas personas sencillamente para destruirlas”.18 De acuerdo con las Escrituras el Juicio del Gran Trono Blanco es únicamente para impíos, es un juicio de Condenación.

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Más aún, ellos dicen que vida en Cristo es inmortalidad. ¿Cómo podrían, entonces, los muertos impíos ser resucitados en vida en Cristo, en otras palabras, en inmortalidad, y aún así ser aniquilados? Seguramente que las palabras no significan nada si la inmortalidad puede ser destruida de este modo.

Una equivocación común de todos los que enseñan la inmortalidad condicional es el confundir la vida eterna con la inmortalidad. Ellos enseñan que estos términos son sinónimos. Las Escrituras dicen: “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)

Un destacado escritor adscrito a la Inmortalidad condicional dice:

“La inmortalidad es la dádiva de Dios en Cristo nuestro Señor, pero esta no es la posesión universal de hombre”.

Pero el creyente en Cristo tiene vida eterna ahora. Si vida eterna e inmortalidad son sinónimas como muchos de los que enseñan la inmortalidad condicional dicen, se sigue entonces que los creyentes en Cristo quienes tienen la vida eterna ahora tienen inmortalidad ahora y por tanto no pueden morir. Peso si mueren. Porque ha de observarse que inmortalidad (griego: athanasia) sólo se menciona tres veces en el Nuevo Testamento. Un pasaje que se usa constante y triunfantemente por aquellos que niegan la inmortalidad como perteneciente del hombre es aquel en que, hablando de Dios, se dice:

“el único que tiene inmortalidad19” (1 Timoteo 6:16)

19 αθανασια lit.: inmortalidad (a, privativo; thanatos, muerte). Vine escribe:” Se traduce así en 1Co_15:53,54, del cuerpo glorificado del creyente; en 1Ti_6:16, de la naturaleza de Dios. Moulton y Milligan (Vocabulary) muestran que en tiempos antiguos este término tenía la amplia connotación de estar libre de muerte;”

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Pero esta evidencia es contraproducente a su caso. Ellos aducen que sólo Dios tiene inmortalidad. Pero los ángeles la tienen en el sentido de existencia sin fin. Porque mortal significa más que “capaz de morir”, significa “muriendo”. Esto es, un ser mortal es uno quien el proceso de muerte se está efectuando. Puede ser lenta e imperceptible pero no por esto menos seguro, hasta que culmina en el mismo hecho de la muerte. Las semillas de la muerte están en operación hasta que se efectúa el fin. Lucas 20:36 es claro en cuanto a la existencia inmortal de los ángeles.

El Señor, hablando de aquellos que serán tenidos por dignos de la resurrección de entre los muertos, esto es, los verdaderos creyentes dice:

“Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (Lucas 20:36)

Como verá la Escritura afirma que los ángeles no pueden morir.

Lo que es más serio aún, al usar este versículo del modo que los usan los Nihilistas, lo que hacen es destruir el terreno en que pueden asentar sus propios pies. Porque si sólo Dios tiene inmortalidad, entonces se sigue que no solo nadie más la tiene hora, como por ejemplo los ángeles, sino tampoco, para ser lógicos, nadie puede tenerla en el futuro. Las Escrituras nos dicen claramente que los creyentes serán vestidos de inmortalidad en la venida de Cristo, de suerte que la Palabra de Dios contradice tal uso del versículo.

Pero la Escritura nos dice claramente que Dios sólo tiene inmortalidad. ¿Cuál es la verdad en esto? La respuesta es clara y concluyente. Dios solo la tiene inherente. Solo El la tiene en

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Si Mismo. Todos los demás quienes la tienen, la tienen conferida y sustentada por El.

Los otros dos lugares donde inmortalidad (athanasia) es mencionada son:

“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

(1 Corintios 15:53-54)

Aquí el sentido es claro. Corrupción, inmortalidad –ambas se refieren al cuerpo y no al alma. Corrupción se aplica al CUERPO muerto – mortalidad al CUERPO muriendo.

No hay discusión en cuanto a que corrupción en este pasaje se refiera al cuerpo muerto de un creyente, e incorrupción al cuerpo del creyente en la resurrección. No hay necesidad de discutir el punto.

Que el término mortal se refiere a un cuerpo muriendo, se infiere claramente de los siguientes pasajes:

“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal” (Romanos 6:12). “vivificará también vuestros cuerpos mortales” (Romanos 8:11); “Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida”. (2 Corintios 5:4)

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Aquí tenemos todos los pasajes del Nuevo Testamento en que se usan las palabras mortal y mortalidad. Es claro que los términos se usan en conexión con el cuerpo muriendo.

Por otra parte el término mortal, nunca se usa en conexión con el alma. ¿Por qué? Porque ésta no está sujeta a la muerte. El alma es inmortal no inherentemente, como lo es Dios, sino con una inmortalidad conferida y sustentada por El.

El finado F.W.Grant en su libro “Facts and Theories as to the Future State”. (Hechos y Teorías en cuanto a la Condición después de la muerte) escribe con referencia al pasaje arriba citado:

“El hombre y la bestia, ambos poseen almas vivientes. No disfrazamos la verdad de esto, antes, abogamos por ella” (pág. 56)“De la más ligera ojeada, se desprende que hay algo más que tomó lugar en la creación del hombre que la creación del animal. Es claro que Dios alentó en la nariz del hombre el soplo de vida mas no lo hizo esto con el animal… Porque aun lo que le fue impartido no sea aún plenamente demostrado - por ser ésta una revelación rudimentaria – no obstante es claro que el hombre tiene un vinculo aquí con Dios mismo, que el animal no tiene … Es de este modo que el hombre recibe la vida” (pág. 57,58).

Pero el lector puede argüir; “Si la palabra mortal nunca se aplica por las Escrituras al alma, tampoco la palabra inmortal. ¿Puede entonces decirse que el alma es inmortal? Replicamos que es perfectamente cierto que el término inmortal nunca se usa en las Escrituras en conexión con el alma, pero no obstante la verdad de la existencia del alma está tejida en las páginas de la Escritura. De no ser inmortal el alma, sino mortal, esto sería

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afirmado inequivocadamente por las Escrituras. No existe ni una sola línea que diga que el alma es mortal.

Dios alentó en la nariz del hombre soplo de vida, viniendo a ser de este modo especial en contraste con los animales, un alma viviente.

Por toda la Escritura es un hecho admitido que el alma es eterna en su existencia. Pero considerando que “la vida y la incorrupción son traídas a la luz por el Evangelio”, es obvio que debemos esperar del Nuevo Testamento a luz máxima sobre esta materia.

Aun en el Antiguo Testamento hallamos abundantes indicaciones de lo que estamos buscando. No tenemos que repetir los pasajes ya citados referentes a Seol, demostrando que el alma, al ocurrir la muerte va a una condición de existencia consciente en el otro mundo, en otras palabras, que el alma está dotada de existencia continua… La evidencia sobre este extremo es preponderante, y cuando venimos al Nuevo Testamento el testimonio de este en cuanto al Hades es el equivalente de Seol confirma de una manera plena este aserto.

“Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. “ (Mateo 22:31-32)

Y como si quisiera enfatizar la gran importancia de este incidente, tanto Marcos como Lucas lo registran. Ellos se

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refieren particularmente, como lo hace Esteban también en su discurso dirigido al Sanedrín, a la ocasión cuando Dios habló a Moisés entre la zarza ardiente. (Exodo 3:6) Los patriarcas mencionados habían muerto hacía muchos años. Si sus almas hubieran dejado de existir, Dios no podría haberse presentado a Sí mismo, como el Dios de ellos, pues dice clara y enfáticamente “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Y más aún El dijo: “Yo soy el Dios de Abraham” etc… Los cuerpos de ellos, está claro, yacían en sus tumbas. Sus almas, es obvio, vivían en la condición de Hades, como ya hemos visto.

Aún más, Judas, hablando de los moradores de las ciudades impías de la llanura, nos dice que están sufriendo la venganza del fuego eterno. No hay indicio de que el alma duerma o de la no existencia del alma (véase Judas 7), aunque, cuando Judas escribió, habían transcurrido dos mil años desde que el juicio les había sobrevenido.

Otra vez, Moisés y Elías aparecieron en gloria sobre el monte de la transfiguración demostrando que tenían existencia consciente, aunque el cuerpo de Moisés había estado en el sepulcro por ciento de años.20

Enoc y Elías fueron trasladados al cielo sin pasar por la muerte en absoluto21, no dándosenos indicio alguno de que el alma duerme o de su no existencia. El ladrón agonizante oyó las palabras: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lucas 23:43) Sé que se ha hecho un esfuerzo para demostrar que “hoy” se refiere al tiempo en que el Señor dijo esas palabras, “te digo hoy”, pero la estructura gramatical de la oración no

20 Los que no creen en la inmortalidad del alma, afirman que los apóstoles realmente no vieron a Moisés y a Elías; que fue una mera ilusión. Pero afirmar esto, va en contra la Escritura; los evangelios registran que Jesucristo mismo afirmo que ellos eran Moisés y Elías. Y los apóstoles murieron persuadidos de que vieron realmente a Moisés y a Elías.21

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permite tal traducción. Evidentemente fue una respuesta de gracia la que recibió el ladrón por su petición, “Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” ¡Cuan enfática es la respuesta del Señor! “Te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”.

El apóstol Pablo dijo: “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”. (Filipenses 1:23) El no dijo que tenía deseo de ser desatado y entrar en el sueño o la inconsciencia del alma. Seguramente eso no hubiera sido “muchísimo mejor” que gozar del amor del Señor aquí en la tierra y ser usado en su servicio. El dice claramente, “partir y estar con Cristo”.

Y como para hacerlo más claro aún, leemos: “pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”. (2 Corintios 5:8) Aquí se trata de la separación del alma del cuerpo, y su presencia con el Señor. No hay indicio del sueño del alma sino que claramente se describe un estado intermedio de felicidad.

Tenemos aún las propias palabras del Señor:

“Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno”. (Lucas 16:22-23)

El Señor presenta la verdad aquí en lenguaje inequívoco. El cuerpo del mendigo yacía en el sepulcro mientras su espíritu pasó a un estado de felicidad. El seno de Abraham es símbolo de la porción feliz de los santos de Dios que habían muerto en el Antiguo Testamento.

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El cuerpo del rico estaba en el sepulcro. “Alzando sus ojos” es, como ya hemos visto, simplemente lenguaje simbólico que describe el estado consciente de su alma. El lengua simple y gráfico atrae más la atención de las personas no importa cual sea su grado de cultura, que una descripción del estado consciente del alma después de la muerte hecha en términos científicos la cual hubiese sido inadecuada para los oyentes del Señor. El hecho es que no hay minima dificultad en la narración tomada en su justo sentido. En los pocos incidentes y pasajes ya referidos tenemos tanto al creyente como al inconverso en un estado consciente en cuanto a sus almas, después de la muerte.

Más aún, en lo que se refiere a los creyentes, la vida eterna les pertenece y vivirán para siempre; en cuanto a los inconversos, “la ira de Dios permanece sobre ellos”, probando en ambos casos la existencia de un alma inmortal, aunque en distintas condiciones. Con esa evidencia ante nosotros la cual podría multiplicarse de permitirlo el espacio, tenemos prueba clara y preponderante de la existencia inmortal del alma.

No confundamos la vida eterna con la inmortalidad. La vida es la porción presente y eterna de cada creyente en Cristo. La inmortalidad, según es presentada en las Escrituras en relación con el creyente es aquello que él recibirá en cuanto a su cuerpo en la segunda venida del Señor.

La expresión “muerte segunda” no significa aniquilamiento a la luz de la expresión “la ira de Dios permanece sobre él”; pues hay personas vivas sobre quienes permanece la ira. Además, la expresión: “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 14:1), debe indicar que hay personas vivas, capaces de sufrir tormentos. Aún más, la expresión, “el gusano de ellos no muere” etc. Una cosa aniquilada no puede poseer nada, pero dice aquí, “el gusano de ellos”, indica posesión.

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La palabra muerte se usa en tres sentidos. Ella expresa:

a) Separación moral de Dios por causa del pecado.b) Separación del cuerpo, del alma y del espíritu.c) Separación eterna de Dios.

En cuanto a la primera, leemos de aquellos que se hallan “muertos en delitos y pecados” cuando tanto el cuerpo como el alma están juntos y vivos en esta tierra.

Muerte en el sentido en que se emplea él termino en el segundo caso no necesita comentario salvo decir que no significa “dejar de existir”, como ya lo hemos demostrado con gran abundancia de prueba. El sentido en que se usa el término en el tercer caso es claro. “la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.” (Apocalipsis 20:14). La segunda muerte es una existencia de miseria permanente y eterna. Con frecuencia usamos la expresión, “vivir muriendo” y lo que queremos decir se refiere con toda claridad. Aquí el significado es igualmente claro: “muerte segunda” lo cual significa existencia eterna y consciente bajo la ira de Dios – separación eterna de Dios, lo cual debe significar miseria y tormento, porque toda verdadera bendición y todo gozo consiste en nuestra justa relación con Dios.

Abordemos más directamente la pregunta: ¿Es eterno el castigo de los perdidos? Si la ira de Dios permanece sobre el incrédulo, como dicen las Escrituras, éste tiene que existir para que la ira pueda permanecer sobre él. No podemos eludir el significado claro de estas palabras. Si el crédulo es aniquilado, la ira de Dios no puede permanecer sobre lo que no existe. Recuerdo que hace muchos años dos Adventistas en Jamaica me informaron que ellos creían en el castigo eterno. Si el pecador fuera aniquilado, argüían ellos, sería eterno, pues es

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irrevocable. Y añadían con aire de triunfo: “Castigo eterno no quiere decir castigar eternamente”. Yo les repliqué “¿Significa tres meses de castigo, castigar por tres meses?” Ellos admitieron que sí. Entonces repliqué “castigo eterno significa castigar eternamente”.

Pero, dice el que sostiene la teoría del aniquilamiento, ¿no dice la Biblia que debemos temer a aquel que puede destruir al alma y el cuerpo?

¿Destruir no significa aniquilar? En ninguna manera.

Destruir significa inutilizar una persona o cosa en relación con el propósito para el cual fue hecha. Dejamos caer una taza, se rompe en fragmentos. Decimos, y con mucha razón: “está destruida”. Que ése es el significado de la Palabra es sumamente claro. La palabra para destruir que se usa en el griego es apollumi. Por ejemplo leemos:

“Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto (apollumi)” (Mateo 27:20)

¿Podían los judíos aniquilar al Señor? Seguramente no. Pero ellos podían (bajo permisión divina) llevárselo a la muerte. Y eso es lo que quiere decir aquí.

Leemos otra vez:

“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden (apollumi) ” ( Marcos 2:22)

Evidentemente, destrucción aquí quiere decir: odres inservibles, pero no aniquilados. Volvemos a leer:

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“Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. (apollumi)” ( Lucas 15:6)

¿Podía el Buen Pastor haber hallado algo que estaba aniquilado – algo que no era algo? No era una oveja perdida o destruida la que El halló y la que salvó de su estado de perdición.

Otra vez leemos:

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden (apollumi) está encubierto;” (2 Corintios 4:3)

Muy evidentemente los perdidos o destruidos aquí son pecadores en este mundo. Sería innecesario hablar de un Evangelio encubierto de personas que no existen.

Podrían citarse muchos pasajes al efecto, pero con estos basta para demostrar que la palabra destruir no significa aniquilar.

Y aún así, un orador en una conferencia sobre la inmortalidad condicional tuvo la audacia de decir:

“El significado natural y escritural de ‘destruir’ es completamente claro. El significado que da el diccionario es: arruinar o aniquilar por demolición o fuego, derribar, deshacer, asolar, matar, y extirpar etc. Los significados contrarios e inconsistentes son meros refugios de teólogos que procuran alterar el significado propio y verdadero para acomodarlo a alguna interpretación errónea de las Escrituras… Gehena es un lugar de destrucción”.

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Cabe preguntar, ¿El Término traducido del original griego por destruir está bien traducido? El uso claro del término no puede significar aniquilamiento, y el orador arriba citado podría con la misma exactitud consultar su diccionario en lo que se refiere a los significados de los términos “perder”, “mutilar” para obtener entonces el significado de “destruir”. Tales tácticas denuncian o una ignorancia de la cual un niño de escuela se avergonzaría o una extraordinaria falta de honradez.

“Pero”, arguyen ellos, “aionios, la palabra griega traducida eterno y eternal, significan duradero por una edad. Y si significa duradero por una edad, no puede significar eterno”.

Recordemos que el lenguaje vino a la existencia traído por el hombre para expresar sus ideas. Una palabra se acuña para llenar una necesidad, y por lo tanto la necesidad es seguida palabra. Teniendo en cuenta que el hombre está limitado por el tiempo y el sentido y todo lo demás fuera de esto está lejos de su genio, y que él depende de la revelación divina para todo verdadero conocimiento de lo que sigue después de la muerte, uno no esperaría hallar en el lenguaje humano palabras que pudieran expresar ideas divinas y eternas.

Los misioneros que se han dado a la tarea de traducir la Biblia a diversos dialectos, todos dan testimonio de la dificultad que encuentran para expresar pensamientos divinos en lenguaje acuñado para llenar las necesidades del hombre, limitado éste por su experiencia y medio ambiente.

Pero a medida que las ideas divinas son reveladas, la palabra recibe un significado más amplio, y este es el caso en lo que se refiere al termino aionios.

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Antes de dar el uso escritural de la palabra aionios, desearía citar una bien conocida autoridad sobre la materia: Dice J.N.Darby:

“La etimología dada en la época lejana de Aristóteles y por Aristóteles mismo es aien on que significa, existente para siempre. El uso primitivo de la palabra es en el sentido de la vida de un hombre. Así es usada por Homero respecto de la muerte de sus héroes y en otras relaciones.

Mucho más tarde adquirió el significado de un período dispensacional o estado de cosas; pero cuando fue usada en su significado intrínseco tenía claramente el sentido de eternidad. Así es usada por Filón en un pasaje que no deja lugar a dudas: ‘en la eternidad en aioni, nada es pasado o por venir, sino que solamente subsiste’ ”

La definición de Filón no deja nada que pensar en cuanto a claridad. No hay pasado, no hay futuro; sino un continuo presente. ¿Podría haber algo más notable en cuanto a definir eternidad? Más aún, Filón goza de gran veracidad. El era un judío helenístico y contemporáneo de Aristóteles.

Cuando se trata del énfasis de las palabras griegas usadas en el Nuevo Testamento, podríamos citar autoridad de mayor peso. Tenemos el testimonio de:

Mosheim, cuyo saber nadie disputa, dice que aion propiamente significa duración indefinida o eterna en oposición a lo que es temporal y finito.

Arrián, el filósofo griego, dice: “Yo no soy aion, sino un hombre, una parte del todo, cómo lo es una hora de un día.

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Debo subsistir como una hora y fenecer como una hora.” Arrián contrasta aquí la existencia fugaz de sí mismo como un hombre con a la existencia eterna, y por esto emplea la palabra aion.

Tales autores claramente dan el pensamientote eternidad como el significado del término.

Volvamos ahora a lo que infinitamente más importante, o sea, el modo en que se usa el término en las Escrituras. Aionios se usa setenta y una veces en el Nuevo Testamento. En tres pasajes solamente se aplica a periodos pasados.

“la cual Dios predestinó antes de los siglos”. (1Corintios 2:7)

“a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. (1 Corintios 10:11)

“en la consumación de los siglos”. (Hebreos 9:26)

Aionios significa, por la fuerza del contexto en estos pasaje, edades que fueron limitadas por el tiempo.

En todos los otros casos claramente significan eterno. Se usa una vez en relación con Dios; una vez en relación con el poder de Dios; dos veces en relación con el Señor; una vez en relación con el Espíritu Santo; cuarenta y dos veces en relación con la vida eterna; catorce veces para expresar la duración de la felicidad eterna y siete veces para expresar la duración del castigo eterno.

Ninguno de nosotros que profesamos en el menor grado ser cristianos pone en duda la existencia eterna de Dios, del

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Señor Jesucristo, o del Espíritu Santo. Todos debemos conocer que aionios significa eterno en esta relación ya dicha.

Un pasaje, el cual es muy claro, del cual se infiere la idea de eternidad es 2 Corintios 4:18:

“no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas(aionios).”22

Seguramente que aquello que es literalmente duradero por una edad es temporal. Lo eterno está contrastado aquí con lo temporal o duradero por una edad. Aun apartándonos del griego la fuerza de este importante pasaje es muy claro.

Véase entonces la larga lista de cuarenta y dos textos afirmando que el creyente tiene la vida eterna; la larga lista de catorce textos afirmando la duración eterna de las bendiciones del creyente que hace un total de cincuenta y seis textos. Ahora bien, no hallamos libros escritos fieramente contenciosos para sostener que aionios en esta relación quiere decir duradero por una edad. Por le contrario, encontramos escritores que enseñan la no-eternidad del castigo, afirmando con sutileza que la vida eterna es eternal. Ciertamente las piernas del cojo no son iguales. ¡Qué lamentable espectáculo! Hombres que reciben la Palabra de Dios cuando está se acomoda a sus gustos y la rehúsan cuando no se aviene a sus caprichos.

22 Los Testigos de Jehová al no creer en el castigo eterno, no aceptan que la palabra aionios signifique eternidad; sin embargo, se ven obligados a traducir aionios como eternidad en este pasaje: “mientras tenemos los ojos fijos, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:18, Traducción del Nuevo Mundo)

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Pero de los cincuenta y seis pasajes que se refiere a la vida eterna y sus bendiciones y los sietes pasajes que se refiere al castigo eterno, fijémoslos en uno texto que conlleva ambos pensamientos. Seguramente no es casual que el texto se lea de este modo:

“E irán éstos al castigo23 eterno (aionios), y los justos a la vida eterna (aionios).” ( Mateo 25:46)

Si el castigo no es eterno tampoco lo es la vida. Tanto los Universalistas como Aniquilacioncitas se ven envueltos en un verdadero dilema con este pasaje. La Misma palabra se usa para caracterizar la duración del castigo de una clase y de la vida de la otra. NO se puede eludir este argumento.

El Profesor Salmond dice en su libro “La Doctrina Cristiana de la Inmortalidad”:

“Decir que el adjetivo aionios tiene un sentido en la primera mitad del versículo y otro distinto en la segunda es la admisión mas tácita de la derrota”.

Tenemos que dar frente a esto, porque nadie puede con honradez sugerir que Dios emplea la misma palabra en un corto versículo con dos significados distintos.

23 Nuevamente la Traducción del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová, se han atrevido falsificar el texto bíblico al traducir: “Y estos partirán al cortamiento eterno, pero los justos a la vida eterna”. Observe que ellos en lugar de traducir “castigo” ponen “cortamiento”. Sin embargo, la palabra griega es Kolasín que significa: castigar, castigo, castigo penal. Ver Strong, Vine, Tuggy, Thayer

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Notando que la palabra se usa para caracterizar la duración de la existencia de Dios, del Señor Jesús y del Espíritu Santo, no podemos tener duda en cuanto al significado de ella. Dios ha grabado el significado de ella. Dios ha grabado el significado de eternidad sobre esta palabra… Tómese otro pasaje donde el pensamiento del castigo eterno se halla expresado de dos maneras:

“pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.” (Marcos 3:29)

“donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44-48)

¿No está esto en contraste con el Gehena fuera de Jerusalén, donde millones de gusanos perecían y miles de llamas eran apagadas? Aquí el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga. Y como si quisiera hacer el significado doblemente claro, una expresión aun más fuerte se usa en relación con el ser de Dios y con el castigo eterno.

“de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 15:7)“el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche” (Apocalipsis 14:11)

¡Cuán enfático es esto! El mismo escritor en espacio de unos pocos versículos afirma que Dios existe para siempre, y que el tormento de los perdidos continúa para siempre, esto es, que mientras El exista, el tormento de los perdidos continúa.

Tormento significa una condición la cual requiere un ente vivo. Ud. No puede atormentar lo que está aniquilado pues lo que no existe no puede ser tratado de ese modo. Por tanto, si el

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tormento de esas almas perdidas continúa para siempre, es necesario que estas almas perdidas estén, no aniquiladas, sino en una existencia consciente.

Pero con frecuencia se arguye que Dios es muy benigno para torturar a nadie. Esto es cierto, Dios no tortura a ninguno. La Biblia nunca afirma esto. Pero “El Juez de toda la Tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”

¿Acusa alguien al gobierno de torturar a sus ciudadanos porque éstos por sus delitos están en presidio? Vayan a las cárceles y vean la mente atormentada, la conciencia acusadora; el amargo remordimiento que con frecuencia tortura la mente, las conciencias de los reclusos. ¿Se atrevería alguna persona, al menos que estuviera loca, de acusar al gobierno de deliberadamente torturar a los presos? ¡Seguramente que no! Es el recurso de su propio delito y la consecuencia presente para ellos que les atormenta, Ellos se atormentan así mismos, pues la Escritura dice:

“En la obra de sus manos fue enlazado el malo” (Salmo 9:16)

Hay un pasaje muy claro el cual establece de modo determinante que ser arrojado al lago de fuego no significa aniquilamiento, este es Apocalipsis 19:20:

“Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.”

Entonces en el capítulo 20, leemos que el diablo está en el abismo por mil años, por todo el milenio, y al fin de este tiempo es suelto y después de una breve rebelión leemos:

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“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 20:10)

Aquí aprendemos dos cosas. Por más de mil años dos individuos, la bestia y el falso profeta, habrán estado en el lago de fuego, cuando Satanás vendrá a unírseles, y la porción de ellos será, “ser atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. ¿Se dirá a la luz de esto que el castigo no es eterno? Se ha intentado restar solemnidad a la vedad de este pasaje agarrándose de la expresión “día y noche”. Pero esta es una oposición ociosa sino algo peor, a esta verdad. Más aún, si pudiera pasar el argumento aún tendríamos que hacer frente a la expresión “por los siglos de los siglos”. El hecho es que la expresión “día y noche” sólo enfatiza el carácter continuo e irremisible del castigo.

Pero, dice el opositor: “¿Cómo puede un individuo estar en un lago de fuego, y no ser consumido al instante?” Creemos que se ha hecho incontable daño por predicadores que se han extendido en una descripción gráfica y vívida al mismo tiempo anti-escritural del lenguaje empleado por las Escrituras concerniente al “Gehena”, “el lago de fuego”, “el gusano de ellos”, y “las tinieblas de afuera”. Creemos que el predicador debería usar el mismo lenguaje de la Escritura, y sino lo hace falta a la fidelidad que debe a sus oyentes. Advierta a sus oyentes del peligro del fuego del infierno y del castigo eterno, pero hágase esto estrictamente en el lenguaje que el Espíritu Santo enseña.

De una cosa es perfectamente clara. Si se arguyera que estos términos son simbólicos, esto en manera alguna debilitaría las horribles verdades que venimos considerando. Nunca olvide esto.

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El Señor Jesús, en infinita sabiduría e ilimitada comprensión por los perdidos ha creído propio usar un lenguaje claro y certero, y nosotros haremos bien en adherirnos a ese lenguaje, no quitándole ni tampoco añadiéndole. Sir Roberto Anderson escribió:

“Tan horrible es la enseñanza del Señor Jesús respecto a la condenación del impenitente que cada declaración sobre el asunto debe adherirse estrictamente a los términos precisos de las Escrituras.”

Estamos enteramente de acuerdo con esta observación, pero usemos el mismo lenguaje de las Santas Escrituras. Hallaremos que ellas son la Espada del Espíritu. Existen, sin embargo, dos incidentes notables dados en las Escrituras los cuales podrían muy bien silenciar a cualquier opositor.

Cuando Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro su suegro en Horeb, él contempló una escena maravillosa.

“Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.”24 (Exodo 3:2)

24 Hay dos pasajes, “La naturaleza misma ¿no os enseña…? (1 Corintios 11:4) y, “habla a la tierra, y ella te enseñará” (Job 12:8), los cuales nos instruyen en cuanto a cómo usar ilustraciones de las cosas que nos rodean. En el caso de la zarza ardiente lo ocurrido fue contrario a la naturaleza. Pero en la naturaleza tenemos un notable mineral, el asbesto, de fina textura fibrosa semejante al lino, que es incombustible, cuyo nombre se deriva del griego. La misma palabra griega se usa en los siguientes pasajes:

“quemará la paja en fuego que nunca se apagará (gr. asbestos)” (Mateo 3:12)

“al fuego que no puede ser apagado (gr. asbestos) ” (Marcos 9:45)

“quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (gr. asbestos)”

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El especulador puede decir: ¿Cómo es que la zarza puede arder y no ser consumida. Aquí tenemos las declaraciones categóricas de que fue así.

Más aún, podemos traer al pensamiento como los tres jóvenes hebreos fueron arrojados dentro de un horno ardiente, calentado siete veces más de lo común, al extremo que las fieras llamas mataron a los hombres más poderosos del ejercito de Nabucodonosor, quienes fueron encargados de arrojarlos, y a pesar de esto los tres jóvenes hebreos no se quemaron ni su cabello fue chamuscado, ni sus ropas se dañaron, ni olor de fuego había pasado por ellos. Solamente las cuerdas con que fueron atados fueron consumidas. ¿Podéis explicar esto? Antes sometámonos sin reserva a la Palabra de Dios y creamos exactamente lo que ella dice.

Debemos tener en mente que no podemos aplicar las condiciones que privan en esta vida en conexión con los cuerpos mortales, a los cuerpos de los incrédulos que serán resucitados para el juicio, hacer tal cosa solo denuncia nuestra ignorancia.

Hay un pasaje muy expresivo el cual se presta a gran reflexión. Se halla al final de las palabras en que el Hijo de Dios hace una solemne advertencia en cuanto al Gehena.

“Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?

(Lucas 3:17)

¿Existe límites para el poder de Dios? Hacemos bien en no especular en cuanto a las condiciones de las cuales no tenemos conocimiento salvo el revelado en las Escrituras.

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Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros” (Marcos 9:49-50)

Todos conocemos la propiedad preservativa de la sal. La putrefacción es indefinidamente detenida en la carne cuando es salada. Este es un mundo en el cual se ha desarrollado la putrefacción moral y el Señor desea que Su pueblo sea conservado por la sal preservativa de su gracia. El sacrificio salado por la sal es emblemático del hecho de que Dios desea preservar Su pueblo para Si de la pureza y corrupción de lo que nos rodea. Como dice un bien conocido autor:

“Sal … es aquella energía de Dios dentro de nosotros que une todo lo que hay en nosotros con Dios y dedica el corazón a El, atándolo a El en el sentido de obligación y de deseo, rechazando todo lo que hay en uno mismo que sea contrario a El” (J.N. Darby).

Y que tan terrible es el lenguaje: “Salado con fuego”. El fuego en vez de consumir y destruir hace todo lo contrario. Es preservativo por sí mismo, de aquí que sea “el fuego que nunca se apaga”.

Kable dice con mucha verdad:

“Salado con fuego parece mostrar, como el espíritu perdido en un ¡hay! sin fin, puede vivir son corromperse…”

He encontrado invariablemente en conversación personal con aquellos que afirman la no eternidad del castigo que se remiten muy pocas veces a las Escrituras, más bien recurren al sentimentalismo y a la razón carnal. Nos dicen que Dios no puede hacer esto y que hará aquello. La Palabra de Dios puede enseñar todo lo opuesto a eso. Esto, en mi experiencia, generalmente importa muy poco para ellos. Ellos se yerguen en jueces y afirman lo que Dios hará o no hará.

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Rogamos al lector no preste atención al sentimiento o a la razón carnal en esta materia porque las Escrituras claramente nos dicen: “El hombre animal (natural) no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura”. (1 Corintios 2:14, Reina-Valera 1909). Y otra vez nos dice: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7)

Digamos siempre y en todas las ocasiones: “Qué dicen las Escrituras?” Allí solamente estamos sobre terreno firme. Sólo allí estamos seguros.

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