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Comentario a la S. Th. II, II, q. 66 “El hurto y la rapiña” Por José Luis Morales Chávez Entre los artículos que componen esta cuestión se formula y se da respuesta a preguntas como: ¿Es natural al hombre la posesión de los bienes exteriores? ¿Es lícito que alguien posea una cosa como propia? El hurto, ¿es la sustracción secreta de la cosa ajena? El robo o rapiña, ¿es pecado específicamente diferente del hurto? ¿Todo hurto es pecado? ¿El hurto es pecado mortal? ¿Es lícito hurtar en caso de necesidad? ¿Toda rapiña es pecado mortal? La rapiña, ¿es pecado más grave que el hurto? Para este pequeño e insuficiente comentario nos importa desarrollar, para comprenderlo mejor, el tema de la propiedad privada tal y como la entendió santo Tomás de Aquino. Este tema es importante debido a que las relaciones económicas constituyen la base de las relaciones sociales, y que la manera de concebir la propiedad de los bienes materiales influye fundamentalmente en el mecanismo de las relaciones económicas. Tomás de Aquino distingue entre la propiedad como tal y el uso que de ella se hace. La primera pertenece a Dios, y el segundo a los hombres. Ello significa que las cosas no pueden usarse de cualquier manera. El principio básico que regula su uso es que los bienes están para la satisfacción de los hombres, de todos los hombres. Esto significa que la economía se debe regir por el valor de uso y no por el valor de cambio.

El hurto y la rapiña según Tomás de Aquino

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Comentario a la S. Th. II, II, q. 66

“El hurto y la rapiña”

Por José Luis Morales Chávez

Entre los artículos que componen esta cuestión se formula y se da respuesta a preguntas como: ¿Es natural al hombre la posesión de los bienes exteriores? ¿Es lícito que alguien posea una cosa como propia? El hurto, ¿es la sustracción secreta de la cosa ajena? El robo o rapiña, ¿es pecado específicamente diferente del hurto? ¿Todo hurto es pecado? ¿El hurto es pecado mortal? ¿Es lícito hurtar en caso de necesidad? ¿Toda rapiña es pecado mortal? La rapiña, ¿es pecado más grave que el hurto?

Para este pequeño e insuficiente comentario nos importa desarrollar, para comprenderlo mejor, el tema de la propiedad privada tal y como la entendió santo Tomás de Aquino. Este tema es importante debido a que las relaciones económicas constituyen la base de las relaciones sociales, y que la manera de concebir la propiedad de los bienes materiales influye fundamentalmente en el mecanismo de las relaciones económicas.

Tomás de Aquino distingue entre la propiedad como tal y el uso que de ella se hace. La primera pertenece a Dios, y el segundo a los hombres. Ello significa que las cosas no pueden usarse de cualquier manera. El principio básico que regula su uso es que los bienes están para la satisfacción de los hombres, de todos los hombres. Esto significa que la economía se debe regir por el valor de uso y no por el valor de cambio.

Los bienes materiales están desde siempre destinados a la especie humana, y que cada persona humana necesita de esos bienes para dirigirse hacia su fin último; esa necesidad y esa destinación son causa de que el uso normal de los bienes individualmente apropiados, deba servir por sí mismo al bien común de todos. 

En algunos artículos Tomás de Aquino presenta las objeciones por las cuales parece que al hombre no le es lícito poseer algo como propio. Se logran avistar nombres como san Agustín, san Ambrosio, Basilio, y algunos fragmentos de la Sagrada Escritura.

Sin embargo, del mismo modo presenta argumentos que apoyan su legitimación. En sentido estricto o en último término, las cosas pertenecen a Dios. Pero el hombre tiene en cuanto a las cosas “la capacidad de procurarlas y administrarlas, y en este sentido es lícito al hombre el poseer cosas propias”. De modo que por tres motivos es legítima la propiedad

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individual: porque “cada uno es más solícito para procurarse algo que necesita”, “porque cada uno ordena mejor sus propias cosas, si ha de procurárselas él mismo”, y finalmente “porque así se conserva más la paz entre los hombres, cuando cada uno está contento con lo suyo”.

En cuanto a su uso, precisamente, “el hombre no debe tener las cosas exteriores como propias, sino como comunes, de manera que fácilmente las comunique a los demás en sus necesidades”. Ello significa que las cosas han sido creadas para todos. Su verdadero destino es común.

Cuando un hombre hace uso de algo en provecho propio y conforme a la recta razón, el beneficio que recibe, aunque pareciese exclusivamente personal, siempre provoca de alguna manera el bien de todos, porque sirve al mantenimiento de energías que la misma comunidad necesita. Contrariamente, todo aprovechamiento irracional constituye un acto de avaricia que frustra el bien debido a los demás: siempre el pobre está entre nosotros y nos reclama su derecho.

Cuando el concepto de la propiedad privada ha sido mal comprendida en estos dos aspectos que Tomás de Aquino presenta, se han hecho presentes los extremos: el individualismo liberal (donde el derecho a la propiedad privada es absoluto) o el socialismo de estado (donde todo es para todos y el derecho a la propiedad privada no existe en absoluto).

La propuesta de Tomás de Aquino es no caer en radicalizaciones desastrosas, sino que sea promovido que cada una de las personas tenga la posibilidad de beneficiarse de las ventajas de la propiedad privada. Si logramos presentar y profundizar esta parte esencial de la enseñanza social de santo Tomás de Aquino podremos orientar a nuestra sociedad hacia un orden más justo, solidario y fraterno.