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_______________________________________________ _______________________________________________ F ORMACIÓN ORMACIÓN DEL DEL C CARÁCTER ARÁCTER PRIMERA PARTE ¿QUÉ ES EL CARÁCTER? 1. REGULO EN CARTAGO. Cartago debía enviar una embajada a Roma para solicitar la paz. Se confió tal empresa al romano Régulo, que estaba prisionero, y se le exigió el juramento de regresar a prisión si su misión no tenía éxito. Régulo debía estar muy emocionado al ver nuevamente su amada Roma. Hubiera podido quedarse allí, en su patria, si se concertaba la paz. ¿Qué fue lo que hizo? Fue precisamente él quien se empeñó con viva elocuencia por la prosecución de la guerra; y cuando le pedían que se quedara, argumentándole que el juramento arrancado a la fuerza no podía obligarle, contestó: “¿Tanto empeño tienen en que me deshonre? Bien sé que me esperan tormentos y muerte al regresar. Pero ¡qué cosa más insignificante es todo esto, comparado con la vergüenza de una acción infame, con las heridas de un alma culpable! Aun siendo prisionero de los cartagineses, quiero conservar el carácter romano en su santa pureza. He jurado regresar, y cumpliré con mi deber. El resto, déjenlo en manos de los dioses.” Y regresó a Cartago y los cartagineses, después de infligirle grandes tormentos, le dieron muerte. ¡Ese era el carácter romano! Pues bien, ¿cuál tiene que ser el carácter cristiano?

El Joven de Carácter

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para la formación de los jóvenes

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PRIMERA PARTE

Es un espectculo digno de Dios el hombre que en todo momento es dueo de s mismo ____________

_______________________________________________ Formacin del Carcter

PRIMERA PARTE

QU ES EL CARCTER?

1. REGULO EN CARTAGO.

Cartago deba enviar una embajada a Roma para solicitar la paz. Se confi tal empresa al romano Rgulo, que estaba prisionero, y se le exigi el juramento de regresar a prisin si su misin no tena xito. Rgulo deba estar muy emocionado al ver nuevamente su amada Roma. Hubiera podido quedarse all, en su patria, si se concertaba la paz.

Qu fue lo que hizo? Fue precisamente l quien se empe con viva elocuencia por la prosecucin de la guerra; y cuando le pedan que se quedara, argumentndole que el juramento arrancado a la fuerza no poda obligarle, contest:

Tanto empeo tienen en que me deshonre? Bien s que me esperan tormentos y muerte al regresar. Pero qu cosa ms insignificante es todo esto, comparado con la vergenza de una accin infame, con las heridas de un alma culpable! Aun siendo prisionero de los cartagineses, quiero conservar el carcter romano en su santa pureza. He jurado regresar, y cumplir con mi deber. El resto, djenlo en manos de los dioses. Y regres a Cartago y los cartagineses, despus de infligirle grandes tormentos, le dieron muerte.

Ese era el carcter romano!

Pues bien, cul tiene que ser el carcter cristiano?

No puede pedirse que todos los hombres sean ricos; ni que sean todos sabios; tampoco que todos sean clebres; pero s, podemos exigir de todos que tengan carcter irreprochable.

Pocos pueden conquistar reinos terrestres. Son muy pocas las sienes que cien una corona real. Pero conquistar el riqusimo reino del alma y colocar sobre nuestra frente la corona del carcter varonil, es un deber santo y sublime, que debe cumplir todo hombre sin excepcin. Sin embrago muchos no lo cumplen. Pero t, amigo mo, lo cumplirs, no es cierto?.

Pero el carcter irreprochable no es una lotera, que se puede ganar sin mritos. El carcter no es un apellido ilustre que naciendo pueda heredarse, o se adquiera sin trabajo. El carcter irreprochable es el resultado de la lucha intensa, de la disciplina, de la abnegacin, del combate espiritual sostenido con virilidad. Y este combate ha de librarlo cada uno por s solo, hasta salir victorioso.

El resultado magnfico de la batalla ser tu carcter impecable. El significado de esta palabra quizs no lo comprendas por completo ahora. Pero llegar un da en que se descubra ante la presencia de Dios, la obra maestra de tu vida y se muestre, en su sublimidad sin par, tu alma en la que tanto has trabajado; entonces escapar de tus labios un grito de entusiasmo, como a Haydn en la representacin de su obra La Creacin: Dios mo! Acaso yo he podido hacer eso?

Homines sunt voluntates, dice San Agustn, con frase lapidaria y admirable: el valer del hombre es su voluntad. Cada da crece el nmero de convencidos de que la escuela moderna dedica demasiados cuidados a la inteligencia de los jvenes y olvida excesivamente la formacin del carcter, de la fuerza de voluntad. De ah la realidad dolorosa de que en la sociedad de los hombres adultos abunden tambin ms cabezas instruidas que temples de acero, de que se encuentre ms ciencia que carcter. Y sin embargo la base moral del estado no es la ciencia sino la moral sin tacha; no es la riqueza sino el honor; no es la vileza, sino el carcter.

Estas pginas no tienen ms que un fin: quiere formar jvenes de carcter, jvenes que piensen as: Una responsabilidad seria pesa sobre m: tiene un deber serio mi vida. En mi alma se hallan depositados los grmenes de mi porvenir, he de cultivarla, he de tratar que se abra en flor maravillosa para que pueda despedir dignamente su fragancia por toda la eternidad, ante el trono de Dios. Y no puedo obtenerlo, sino con el cumplimiento escrupuloso del deber y con una vida ideal.

Estas pginas quisieran dar a los jvenes un carcter de acero en una poca en que al parecer- sufrimos de falta de voluntad y firmeza; hoy, cuando ser superficial resulta, en el sentir de muchos, una virtud de prudente adaptacin a las circunstancias, y la negacin de los mismos principios es bautizada como poltica realista, y perseguir el inters individual se llama buscar el bien comn; hoy, cuando el exagerado sentimentalismo, ofendido a cada paso, quiere llamarse dignidad personal, y la envidia se disfraza con la careta del amor a la verdad; hoy, cuando se evitan los trabajos difciles, bajo pretexto de no complicarse la vida, y slo se busca la comodidad y los goces... S, estas pginas quisieran educar jvenes, formndoles un carcter ntegro, principios de vida firmes y justos y una voluntad que no se doblegue ante las dificultades: jvenes, que sean caballeros fanticos del cumplimiento del deber; jvenes recios como el acero, rectos como la verdad, luminosos como un rayo de sol, y lmpidos como el arroyo de los montes... Jvenes puros de cuerpo y alma!.

Estas pginas desean estudiantes de carcter en una poca en que pululan los estudiantes de alma contorsionada y de sentimientos mezquinos; estudiantes que no experimentan inters por ningn problema espiritual; cuya nica preocupacin es la manera de perder un da de estudio y esfuerzo, conocer la nueva estrella de la pantalla y planear cmo pasar bien el fin de semana. Qu grande es el nmero!. Y cun pocos son los jvenes de carcter!

Estas pginas pretenden demostrar que, a pesar de todo, es la minora la que tiene la razn. Los otros parecen tan alegres, tan despreocupados!. Unos pocos han de surcar trabajosamente la ruta del carcter, y estas pginas quieren alentarte a que te alistes contra viento y marea en la fila de stos ltimos, porque slo as llegars a una vida digna del hombre. Es la voluntad la que hace que el hombre sea grande o pequeo. Deca el pensador hngaro Baron de Eotvos:

El valor real del hombre no depende de su inteligencia, sino de la fuerza de su voluntad. Quien se halle desprovisto de ella, no conseguir sino debilitarse con las grandes dotes intelectuales; y no hay criatura ms desdichada, y algunas veces ms infame, en el mundo, que una gran inteligencia a la cual no corresponde un carcter de semejantes quilates.

En la primavera el agricultor sale a mirar su tierra y permanece absorto en la contemplacin de los silenciosos surcos. Es como si preguntara: Tierra ma!, Qu me dars este ao?. Pero la tierra responde con otra interrogacin: Antes dime t qu me dars a m?.

As se halla tambin el joven ante la puerta misteriosa de la vida que le aguarda: Vida! Qu es lo que me espera en el correr de los aos?

Pero la vida le devuelve su interrogacin, como la tierra al agricultor: Depende de lo que t me des. Recibirs segn trabajes y recogers mieses por lo que hayas sembrado.

Estas pginas se dirigen a estimular y motivar tu autoeducacin. Estas pginas no pueden ocupar tu lugar en la lucha. El combate para lograr ser un JOVEN DE CARCTER, has de librarlo t mismo, y t slo.

La senda del carcter no es tan llana. Al recorrerla sentirs muchas veces, qu voluntad ms fuerte se requiere para luchar de continuo contra nuestras pequeas y grandes faltas y para no transigir nunca con ellas.

Sea como fuere, debes decir: Yo quiero, quiero!

Qu es lo que quieres?

Quiero hacerme dueo de mis sentidos y de mis sentimientos.

Quiero poner orden en el caos de mis pensamientos.

Quiero pensar antes y hablar slo despus.

Quiero pedir consejo antes de proceder.

Quiero aprender del pasado, pensar en el futuro y para ello hacer fructificar lo ms que pueda el presente.

Quiero trabajar con alma y vida, sufrir sin una sola palabra de queja, vivir siempre sin claudicaciones, y un da morir en paz, con la esperanza de mi dicha eterna.

Existe acaso un programa de vida ms sublime? Existe otro fin por cuya realizacin valga ms vivir?.

2. QU ES EL CARCTER?

Qu es el carcter?. Qu pretendemos expresar cuando decimos de alguien: es un carcter? Con la palabra carcter indicamos la adaptacin de la voluntad del hombre a una justa direccin; y joven de carcter es aquel que tiene principios nobles y se mantiene firme en ellos an cuando esta fiel perseverancia le imponga sacrificios. En cambio, es de inestable carcter, de poca garanta, dbil o en ltimo trmino- es hombre desprovisto de carcter, quien contra la voz de su propia conciencia vara sus principios segn las circunstancias, segn la sociedad, segn los amigos, etc., y se vuelve perjuro a sus ideales desde el instante que por ellos tenga que sufrir lo ms mnimo.

Para la educacin del carcter, en primer lugar: hay que adquirir nobles principios; luego tenemos que acostumbrarnos, con un ejercicio constante, a obrar segn estos principios en cualquier circunstancia. La vida moral del hombre sin principios es como la caa azotada por la tormenta. Hoy obra de una manera, maana de otra. Es necesario, pues, que adoptemos principios firmes en nuestro interior y despus adquiramos fuerzas para seguir siempre lo que hemos juzgado recto y justo.

El primer deber, es forjar principios rectos en tu alma. Cul es, por ejemplo, el principio recto concerniente al estudio? He de estudiar con aplicacin constante, porque Dios quiere que yo cultive los talentos que El me ha dado Cul es el justo principio respecto a mis compaeros? Lo que deseo que me hagan a m, he de hacerlo yo tambin a los dems Y as sucesivamente. En todo hay que tener principios justos.

El deber segundo es mucho ms difcil- es seguir los principios justos, es decir, educarte para una vida de carcter.

El carcter no se da gratuitamente, sino que debemos alcanzarlo mediante una lucha tenaz de aos y decenas de aos. El ambiente, cualidades heredadas, buenas o malas, pueden ejercer influencia sobre tu carcter; pero en resumidas cuentas, el carcter ser una obra personal tuya, el resultado exclusivo de tu trabajo autoeducativo.

El carcter es una manera de obrar conforme con los principios fundamentales. Es la constancia de la voluntad en el servicio del ideal reconocido como verdadero; incontrastable perseverancia del alma en plasmar el noble concepto de la vida.

As vers, que en la educacin del carcter lo que resulta ms difcil es persistir en los principios a travs de todos los obstculos. Es uno de mis principios y me sostengo en l, cueste lo que cueste.

Y como tal firmeza exige sacrificios, por eso hay entre nosotros tan pocos hombres de carcter.

Guardar siempre fidelidad a nuestros principios Jams apartarse de la verdad, etc., quin no se entusiasmara con tan bellos pensamientos? Si no costase tanto transformar estos pensamientos en obras! Si no se esfumaran los planes con tanta facilidad bajo la influencia contraria del ambiente, de los amigos, de la moda y del propio yo, amado, cmodo!

Escucha lo que dijo el poeta:

Saber elegir tu obrar justo y sincero;

No seas tornadizo cual veleta.

Si hallaste el ideal del recto sendero,

Marcha sin vacilar hasta su meta. (Reinick).

3. EDCATE TU MISMO!

Esculpir en tu alma la imagen que Dios concibi al formarte, es la labor sublime que designamos con el nombre de autoeducacin. Este trabajo tienes que realizarlo por ti mismo, y ningn otro puede llevarlo a cabo en tu lugar. Los dems podrn darte consejos, podrn sealarte el camino que debes tomar; pero has de ser t quien experimente el deseo de formar en ti la noble imagen que Dios ha ocultado en tu alma.

Eres t quien debe ser noble, fuerte y puro. Debes conocer cuales son las hierbas malas que hay en tu alma, qu es lo que le falta. Debes emprender la educacin de tu alma, sabiendo que el xito debe alcanzarse a costa de muchos esfuerzos, abnegaciones y triunfos conseguidos sobre ti mismo. Ser preciso que te niegues a menudo cosas deliciosas; has de realizar muchas veces lo que no te apeteceras, y sellar tus labios y erguir la frente cuando notes que alguno de tus buenos propsitos se ve frustrado una y otra vez.

La formacin del carcter, el curso de tu vida entera, depende de esos pequeos trabajos. Siembra un pensamiento y cosechars el deseo; siembra un deseo y recogers la accin; siembra la accin y recogers la costumbre; siembra la costumbre y recogers el carcter; siembra el carcter y obtendrs la espiga de tu propia suerte. La suerte de tu vida a fin de cuentas, va entretejindose de pequeos pensamientos y acciones.

Hora por hora vuelve la mirada con respeto y amor hacia la virtud, no pierdas nunca la ocasin de hacer una obra buena y, si tal obra estuviera a veces en pugna con tu provecho y deseo momentneos, acostumbra tu voluntad a vencer stos y as alcanzars un carcter con el que puedas un da algo grande, trabajar para tu poca y para el porvenir, y conseguir que tu nombre sea pronunciado entre tus compaeros envuelto en respeto y amor (Kolosey).

Pero el hombre debe educar su voluntad para que se conforme a la voluntad de Dios. Altsima escuela de carcter es la que nos induce a exclamar desde el fondo del corazn: Seor, que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Hemos conseguido la ms valiosa educacin si tras nuestras palabras, nuestros pensamientos, formulamos la interrogacin: Seor, Ha sido realmente tu voluntad lo que he hecho, lo que he dicho? Tambin t lo queras de este modo?

Y esa educacin del carcter has de comenzarla desde ahora, en los aos de tu juventud. En la edad madura sera demasiado tarde. El carcter no se forma en los viajes de la vida. Al contrario, quien llega al ajetreo del mundo sin un carcter firme, pierde hasta lo poco que pudo haber tenido.

4. UN CORAZON DE BRONCE.

Sabes ya de quien decimos que es un joven de carcter. Lo decimos de aqul que posee principios nobles y un ideal muy elevado y sabe mantenerse fiel a este ideal. S, mantenerse fiel, aunque nadie en el mundo confiese tal ideal, aunque cuantos le rodean sean cobardes y sin carcter. Mantenerse fiel a pesar de millares y millares de ejemplos contrarios. Mantenerse fiel en el ideal cualesquiera que fuesen las circunstancias. Slo Dios sabe cun terriblemente difcil es eso a veces.

Cuando muchachos sin entraas, como jaura suelta, torturan largo rato a un compaero de menor capacidad, y ste como el ciervo asustado frente a los perros de caza- mira en vano a su alrededor buscando ayuda... , desviar entonces suavemente el inters de los compaeros crueles, so es amor, valenta, fidelidad de principios: Un corazn de bronce.

Cuando un grupo de estudiantes, ms o menos escpticos, se comentan con sorna las verdades religiosas ms santas, y con argumentos extrados de libros baratos, se refutan entre duras carcajadas las enseanzas de la religin... levantar entonces la voz a favor de la verdad religiosa ultrajada, y poner en evidencia los errores y sofismas de estos argumentos sin herir a nadie, ste es un carcter herico Un corazn de bronce!

Cuando debajo de tu ventana se oye la risa despreocupada de tus compaeros atrayndote al patio de recreo, apartndote del rido libro que tienes por delante, o del momento de tu oracin, permanecer fiel a tu deber y decir no, eso es seal de un carcter vigoroso: Un corazn de bronce.

En las persecuciones sangrientas de los primeros siglos del cristianismo, capturaron a un pobre campesino y lo condujeron ante una estatua de Jpiter... Echa incienso en el fuego y sacrifica a nuestro dios. -No!- respondi Barlaam, sencillamente. Empiezan a torturarlo. Es en vano. Entonces extienden su brazo a viva fuerza para que la mano quede justamente encima de las llamas, y le colocan incienso en la palma. Deja caer incienso y sers libre. -No!- repite Barlaam. Y permanece inconmovible, con el brazo extendido... La llama de fuego va ascendiendo, ya est lamiendo la palma de la mano, ya empieza a humear el incienso... pero el campesino contina impertrrito. El fuego consumi la palma de su mano, y as fue quemado el incienso, pero el corazn del mrtir Barlaam no fue prjuro a su Dios: Era un corazn de bronce!

Amigo mo, cun pocos son, desdichadamente, en nuestros das los que poseen ese carcter de mrtir! Ese carcter, al que ya rindi homenaje el poeta pagano cuando cantaba: Al hombre justo y firme en sus propsitos... aunque caiga el mundo resquebrajado, lo encontrarn impvido las ruinas ( Justum ac tenacem propositi virum... Si fractus illabatur orbis, Impavidum ferient ruinae.)

Aquel soldado de Pompeya, que se hallaba de centinela cuando la erupcin del Vesubio! La lava hirviente de fuego redujo a cenizas cuanto le rodeaba; todo se desplomaba, todo se deshaca, todo tambaleaba a su alrededor, pero l no se movi ni un solo paso, del lugar que le sealaba su deber!

Pues bien, Amigo, semejante temple, tal fidelidad de principios, esa frente levantada, eso es lo que llamamos carcter.

Pero si fijo ahora la mirada en la juventud de nuestros das, qu tipos ms distintos ver! Pero qu distintos! Veo estudiantes engominados y embarrados por la moda, que se exhiben por doquier. Estudiantes metidos frente al televisor. Estudiantes que jams dejan las distracciones mundanas. Estudiantes con el peinado exquisito, con aretes... Estudiantes que no viven ms que para el deporte. Estudiantes conformistas y mediocres, haraganes. Y un sinfn de estudiantes que no estudian.

5. LAS PALABRAS DE EPICTETO.

Ya en la poca del paganismo, los pensadores honrados descubrieron la gran verdad de que un hombre puede ser sabio clebre o gran artista, deportista de distinguido o dueo de riquezas incontables; pero si carece de carcter, nada vale. Lee los siguientes pensamientos de un esclavo pagano, extrados de las obras de EPICTETO:

No te preocupes por satisfacer las necesidades de tu estmago , si no la de tu alma (Gnomologium Epicteti, 20) (1).

Antes morir que vivir son mala moralidad (Ffragm. 32, 422).

La suerte ata al cuerpo, la maldad ata las almas. Quienes libre en el cuerpo, pero se halla atado en el alma, es esclavo; quien se halla exento del mal en el alma, es hombre libre, aunque tenga el cuerpo atado (Gnom. 32, 470)

Es ms provechoso para el estudio, si en moradas pequeas viven almas grandes, que si en palacios viven hombres de alma esclavizada. (Gnom. 60, 460).

Tu alma es la radiacin de la divinidad; eres hijo de ella; por lo tanto tenla en gran estima. No sabes que ests nutriendo a Dios y lo llevas en tu persona? (II. 8, 12, 125).

Nuestro fin es obedecer a los dioses, para hacernos semejantes a Dios (I. 13) 13). 13)

El alma es como una ciudad sitiada; detrs de sus resistentes muros vigilan los defensores; si los cimientos son fuertes, la fortaleza no ser obligada a capitular ( IV, 4, 25).

Si quieres ser buen, primero debes creer que eres malo.(Gnom. 13, 468).

Abstente del mal y no seas jams condescendiente con tus malas inclinaciones (Fragm. 10, 411).

El alma pura que tiene principios elevados, ser tambin sublime e incontrastable en sus acciones ( IV ,11, 8, 39 ).

En todas tus obras, pequeas o grandes, mira a Dios ( II. 19, 31, 174 ).

Ensea a los hombres que la felicidad no se encuentra donde ellos, en su ceguera y miseria, la buscan. La felicidad no reside en la fuerza, porque Myro y Ofelio no eran felices; ni el poder, porque los cnsules no tenan dicha; ni en el conjunto de estas cosas, porque Nern, Sardanpolo , y Agamenn tuvieron que gemir, llorar, arrancar sus cabellos, y fueron esclavos de las circunstancias, y esclavos del perecer. La felicidad est en ti, en la verdadera libertad, en la ausencia o supresin de todo miedo innoble, en el dominio absoluto de ti mismo, en la posesin de l a satisfaccin y de la paz....

Qu pensamientos sublimes en boca de un esclavo pagano!6. EL PODER DE UN IDEAL.

Todo joven ha de tener un gran ideal para su vida y ha de procurar no permanecer en las filas de la multitud. Ten t tambin algn ideal elevado, y luego no te olvides jams de l y dedica todas tus fuerzas a conseguirlo. No digo que dentro de algunos meses, ni a aun dentro de algunos aos, podrs alcanzar realmente tu ideal. Hasta podra darse el caso de que nunca lo alcanzars nunca plenamente. Pero no importa. Con la reconcentracin de nuestros pensamientos y de nuestros propsitos, sin duda alguna nos aproximaremos mucho al fin, que al principio nos pareca erguirse en una altura inalcanzable. Quien se proponga con todas sus fuerzas conseguir alcanzar un fin elevado, descubrir en s, da tras da, nuevas fuerzas, cuya existencia ni siquiera sospechaba antes.

Las increbles privaciones de las trincheras, durante la guerra mundial, nos a demostrado lo que puede soportar el cuerpo humano. Si te propones con todas tus fuerzas conseguir un ideal prefijado, vers igualmente cmo el alma humana movida por una voluntad firme es capaz de hacer prodigios.

As podras hacer el propsito, por ejemplo, de corregir el mayor defecto que hayas descubierto en ti, cueste lo que cueste. O tambin: aprenders el ingls, y dedicars media hora diaria; pero sin exceptuar un solo da. Y as sucesivamente en los dems.

Pero aparte de esos propsitos, me gustara que te sealaras un ideal ms elevado. Los libros de texto ingleses estn lleno de frases como stas: Donde se arredraron millones de hombres, empieza t a trabajar. En las cumbres hay todava mucho lugar para los obreros esforzados. Los mejores puestos del mundo an no han sido ocupados. Todava se busca la inteligencia y el carcter; en la bolsa de la vida se cotizan muy alto.

Yo quisiera encontrar en todos los jvenes la conviccin de que ellos deben llegar a ser hombres grandes, sabios, instruidos, de carcter firme, de alma bella. No digo que lleguen a serlo realmente. Pero s sus anhelos y pensamientos se lanzan siempre a un fin elevado, como el guila, seguramente lo alcanzarn con ms facilidad que si, cual la golondrina, no hacen ms que rozar de continuo la tierra.

Pero as todos los muchachos sern altaneros y presuntuosos _me dirs t. No tal cosa. Al contrario, es seguro que quien siente arder su alma en tan nobles ideales vencer mas fcilmente los pensamientos rastreros y las tentaciones de los deseos sensuales. Muchos de los jvenes se arruinan moralmente por no haberse fijado en la vida un anhelo elevado, un ideal sublime.

Acepto sin reservas el lema: que uno de los hombres ms ricos, pero a la vez de lo ms laborioso de Amrica, CARNEGIE, propone a los jvenes: My place is at the top, mi puesto est en la cumbre. Pero no intentes llegar a la cumbre mediante una proteccin por la influencia de tu familia, sino con trabajo duro, con el cumplimiento de tu deber.

Naturalmente hay jvenes que no se toman el trabajo de estudiar y mejorar su situacin, por ser humildes, resignados, modestos. Poco a poco, amigo mo! La cobarda no es una virtud y la pereza no es humildad. La verdadera humildad hace exclamar al hombre: Nada soy, nada puedo por mi propia fuerza, pero aade de inmediato: Sin embargo no hay nada en el mundo que no pueda hacer con la ayuda de Dios.

Repite con frecuencia la hermosa plegaria de un santo: Deus meus, Deus meus! Nihil sum, sed tuus sum. Dios mo, Dios mo! Nada soy: pero lo que soy, es completamente tuyo. Rzala muchas veces y vers la fuerza espiritual que sentirs con ella.

7. LA ENERGIA ACTIVA.

Nada hay que admiren ms los jvenes como la energa resulta en el obrar. Y con razn. Ya que es una de las cualidades ms bellas de la voluntad varonil. Pero a qu llamamos energa?.

Desde luego, no a los ensueos: conozco muchachos que realizan estupendas hazaas con el pensamiento. Cuenta a su compaero empresas audaces, todo lo que hizo en sueos durante la noche, de modo que llega a erizar los cabellos al orlo. Eso no es energa. Resolver problemas difciles de matemticas, traducir al castellano con buen estilo las frases kilomtricas de Livio, luchar contra las propias pasiones, en una palabra obrar y no soar, eso es energa.

De igual modo no son actos de valenta la precipitacin desatinada, defecto muy comn en los jvenes; arrojarse al peligro pensando: Dios me ayudar; resolver todos los problemas sin reflexionar, despreciar y aun buscar imprudentemente las ocasiones que conducen al pecado _ la compaa, el libro, el cine..._, todo eso no es energa.

Emprenderlo todo para dejarlo ms tarde, no es vigor. Y es frecuente entre los jvenes. Hoy empieza estudiar francs, pero una semana despus se acobarda por las dificultades y arroja a un rincn la gramtica francesa. Colecciona estampillas, pero slo durante tres das, por que ya entonces no le interesa y lo deja. Se dedica a los deportes por espacio de dos semanas, se entrena intensamente de la maana a la noche, ejercitndose en todos los deportes imaginables. Al llegar a la tercera semana est ya cansado y lo deja. Nada de eso es energa.

El refrn alemn lo expresa con exactitud: Erst wgen dann wgen. Antes pesarlo despus lanzarse. Es decir primero pesar bien la cuestin, el deber. Considerar todas las circunstancias. Pero cuando ves que debes hacerlo, o merece la pena de que lo haga, entonces no hay retroceder, por ningn sacrificio ni dificultad; debo hacerlo, es mi deber, por lo tanto lo har; eso ya es energa, ya es el verdadero carcter del hombre.

8. LIBERTAD.

Libertad! Esta palabra, ms que ninguna, posee un encanto mgico a los ojos de la juventud. Crecer libremente! Desarrollarse libremente! Vivir libre como el pjaro! Un deseo instintivo impulsa a la juventud hacia a la libertad. Y si es instintivo, se dio el creador; y, si se lo dio El, habr fijado fines ms elevados a ese instinto. Esos deseos de libertad innata en la juventud no pueden tener por objeto armar el mayor alboroto durante los recreos y burlar los reglamentos de disciplina. Este objeto no puede ser otro, que dar arrestos al joven para que pueda luchar contra todo cuanto impida su desarrollo ideal.

Tu afn de libertad, hijo mo, tiene por fin asegurar la posibilidad de tu desarrollo espiritual. As, pues, no puedes luchar contra toda regla que te ata (eso sera libertinaje); sino solamente contra las pasiones, las inclinaciones, los obstculos, que podran cerrar el camino al desenvolvimiento de tu carcter. Cudate, pues, de combatir las molestias (aun las dificultades) que favorecen a tu desarrollo. La vid no debe rechazar el rodrign hincando junto a la cepa, por que el rodrign no est all para otra cosa que para permitir a los nuevos brotes subir apoyndose sobre l.

Todo instinto abandonado a s mismo es ciego. El instinto de la libertad, lo mismo que los otros, si se sustrae a la direccin del recto sentido, lanza al hombre a su ruina. Por eso vemos todos los das la triste realidad de que muchos jvenes se pierden por una mal entendida libertad. Los instintos emancipados del dominio de la inteligencia las arrastran ciegamente hacia cosas, que son buenas tal vez en apariencias, pero en realidad son nocivas, y las hacen retroceder ante otras, que aunque parezcan difciles, seran con todo, necesarias para el armnico desarrollo de su espritu, Este mismo pensamiento expresaba un estudiante en una carta que escriba a un amigo suyo: Desde que mi padre me permiti fumar, he dejado de hacerlo pues me apetece. Ejemplo sorprendente del deseo de la libertad deformada que considera toda las rdenes y prohibiciones como una intervencin arbitraria.

A esta edad _ a tu edad, hijo mo _ el desideratum y el afn de todo joven es ser libre, independiente. Pero no es otra cosa lo que quieren vuestros educadores, vuestros padres! Has de comprenderlos, y cooperar con ellos.

Ms ay! muchos no proceden as. Quieren ser ya independientes, cuando todava deben educarse para ello. Para ellos ser independientes consiste en sustraerse a las rdenes de sus padres y superiores. No tienen la menor idea de la verdadera independencia interior que les dara la fuerza, la libertad, el dominio sobre su mal humor, sus caprichos, su pereza, y las dems deformidades (protuberancias) de su vida de instinto.

Cmo podrs, pues, trabajar prudentemente por tu independencia espiritual? Considerando las rdenes de tus padres, los reglamentos de la escuela, los deberes cotidianos, como medios que te sirven para vencer tu comodidad, tus caprichos, tu mal humor, tu trabajo demasiado superficial, tu falta de experiencia y no como irritantes limitaciones de tu libertad que tu te prometes rechazar en cuanto puedas. Quien mira bajo ese aspecto las rdenes y cumple por eso las prescripciones, se trabaja de veras en la libertad de su alma. Deo servire, regnare est, indica el proverbio latino. Servir a Dios, es reinar.

El ideal de la educacin catlica es que el joven se desarrolle armnicamente en el cuerpo y el alma. Para nosotros el cuerpo no es menos santo que el alma. Creemos que se nos ha dado para que nos ayude a conseguir nuestro fin eterno. Creemos que el cuerpo humano fue santificado por el propio hijo de Dios, cuando ste asumi carne mortal. Y creemos que, algn da, tambin el cuerpo participar de nuestra felicidad eterna.

Ves bien que el cristianismo no ve nada de diablico ni pecaminoso en el cuerpo. No quiere ni debilitarlo. Lo que se propone es hacer del cuerpo un obrero puesto al servicio de los fines eternos. Los mandatos de la religin te obligan severamente verdad; pero con todo, no son obstculos a tu libertad. Muy al contrario, ayudan y aseguran el vuelo de tu alma hacia las alturas. Atamos tambin al rodrign la cepa de la vid, no para contrariarla en su libertad, sino con el fin de asegurar su recto crecimiento.

La sujecin te hace libre!

Mira la vid: se la ata,

Y al levantarla del polvo

Se la hace erguir ms alta.

(Weber, Dreizehnlinden).

No podemos, nosotros cristianos, quedarnos ms atrs de lo que exiga el noble pensamiento romano! Lee lo que propona Juvenal:

Debes pedir alma sana en cuerpo sano.

Pide nimo fuerte que no tema a la muerte, que ponga entre los dones de la naturaleza el ltimo instante de la vida, que pueda sobrellevar cualquier trabajo.

No sepa airarse; no desee en nada y tenga en ms los duros trabajos y calamidades de Hrcules que los placeres y cenas y plumas de Sardanpalo.

En resumen: cuerpo sano, alma fuerte y capaz de soportar las pesadas fatigas de la ardua disciplina, de la modestia, de la sobriedad.

Solamente las almas grandes son capaces de eso.

9. GRANDES ALMAS.

Al hablar de grandes almas no debis pensar en los hroes de alguna clebre proeza, cuyos nombres resuenan en el mundo entero y aparezcan en los diarios. La mayor parte de los hombres no tendr oportunidad ni una sola vez en su vida de realizar un acto heroico. Por lo mismo, aunque los jvenes se entusiasmen contando cunto haran en una expedicin al Polo Sur, cmo moriran por su propia fe, de qu modo quisieran ofrecer su vida en las misiones por Jesucristo o cmo querran derramar su sangre en cualquier momento por el bien de la patria... por muy hermoso que sea tal entusiasmo, mientras permanece en ese estado de sueo vago, os dir que ser de muy poco valor en al vida diaria. Porque es muy probable que tales jvenes nunca tengan ocasin de realizar sacrificios parecidos.

Debe aplicarse, pues, esa fuerza interior del entusiasmo fogoso al velamen de los pequeos deberes de la vida cotidiana: de esta manera representar una tuerza motriz considerable. Quien desea ir en tranva, en vano llevar un billete de cien pesos; si no tiene monedas, el guarda le har bajar, porque el tranva no es una casa de cambio. Lo mismo sucede en la vida moral; del mismo modo debemos cambiar los grandes ideales del entusiasmo, del martirio y del amor a la patria en moneditas para poder cumplir con constancia los mandamientos de nuestra religin y los deberes anejos al amor a la patria todos, aun los ms pequeos!

Hoy en da ya no te aguarda la muerte del martirio por tu fe, y quizs tampoco tengas que morir heroicamente por tu patria. Pero tu religin y tu patria esperan de ti siempre una vida heroica. Y eso es lo ms difcil. El ejemplo de muchos desdichados suicidas muestra a las claras que muchas veces se precisa ms valenta para la vida que para la muerte.

Durante la guerra, soldados hngaros fueron vacunados contra el clera. Sabes lo que vi en el hospital militar en que prestaba mis servicios durante la guerra? Mozos fuertes, de gran musculatura, que no cejaban bajo una lluvia de obuses, empezaban a temblar ente la pequea aguja de vacunar. Ah vers, que con el gran entusiasmo heroico no conseguirs nada en la vida diaria.

He conocido hombres, en quienes el valor es ms bien ligereza y fatuidad, que virtud. Quizs ni temen la misma muerte, pero temen horriblemente los sufrimientos que les aguardan en la vid, y ese miedo les hace perjuros, pecadores.

Temblando mira el pblico en el circo los saltos verdaderamente mortales de los acrbatas; pero creen acaso, que el que juega su vida con tanta ligereza, podr vencer por ejemplo. la mentira, si a cambio de ella puede librarse de cualquier cosa balad? Se necesita mucho menos valor para baarse en los meses de invierno entre los trozos de hielo que flotan en un ro caudaloso, que para perseverar firmemente en los puros principios morales en medio de una sociedad frvola. Es valor decir siempre la verdad! Es valor mantenerse puro! Es valor perseverar firmemente en nuestros principios! Y eso es lo que hacen las grandes almas.

10. QUE EGOISTA ERES!

Hay que admitir que no es ningn halago, si as se dirige a un joven su compaero. Qu es el egosmo? Un falso amor a s mismo. El amor bien comprendido a s mismo es mandamiento de Dios y al mismo tiempo un instinto puesto en nosotros. Es el principio del que brota la sustentacin del individuo y que nos instiga a evitar cuanto puede daarnos. Pero el egosmo es la caricatura del amor bien comprendido a s mismo. El muchacho egosta se cree el centro del universo, que todo el mundo est hecho para l, y que todos los hombres tienen como nico destino en la tierra el satisfacerle en todos sus caprichos. Juzga hasta los grandes sucesos mundiales segn la ventaja que representa para l.

Cuanto ms pequeo sea el nio, tanto ms se halla bajo la influencia de los sentidos y por eso mismo es ms egosta. Mira sino a un nio de cuatro o cinco aos: quiere tener todo lo que desea. Todo lo coloca ante s; todo lo acumula en su cuarto para que no les llegue nada a los otros. A un chiquillo se lo perdonamos, aunque hay que acostumbrarle tambin al desprendimiento; y hasta no me sorprende el estudiante de la clase de primer ao que a mediados de mayo escribe algo as a su madre: En la escuela ya tengo tres buenos amigos: Julio en latn, Jaime en matemticas, Pablo en castellano, son mis mejores amigos...

Pero cuanto ms se desarrolla tu entendimiento, amigo, tanto ms debes comprender aunque no te hubieran educado para ello en casa- que el mundo no est hecho tan slo para ti; que no eres el personaje ms importante en la tierra; que hay millones y millones de hombres a tu alrededor, con quienes has de tener atenciones. A quien no comprende eso, lo llamamos egosta.

Y es indudable, que los muchachos se vuelven con ms facilidad egostas precisamente en los aos de la juventud; es decir, precisamente en los aos en que mayor orgullo suelen sentir por su comprensin y por su ciencia. Del muchacho que es insoportable en su casa, que se enoja con facilidad, que no deja en paz a sus padres y hermanos, que cierra las puertas con violencia, que pone ceo adusto, que est siempre descontento, que a nadie trata con comedimiento, suele decirse: Es nervioso, el pobre! Qu va a ser eso, solamente es un egosta!

Hay egosmo si un estudiante rico describe ante su compaero pobre los magnficos viajes que ha hecho durante las vacaciones. Hay egosmo, si sueltas la puerta cuando sabes que otro viene detrs de ti. Hay egosmo, si te res cuando hay motivos de tristeza en la familia. Hay egosmo, si te burlas siempre de los dems y haces que se enojen...

Empieza a ejercitarte en el desprendimiento desde tu juventud. Qu repugnante egosmo, si un hombre busca slo su propio inters en la vida y est dispuesto a pasar por encima de todos los dems para lograrlo! Pero, cmo lleg hasta tal punto? Quiz haya empezado en la niez con cosas insignificantes. Cuando andaban por espesos bosques, l iba delante y soltaba las ramas para que fueran a golpear en la cara a los que le seguan; eso era lo que le importaba; que l haba pasado ya.

En cambio, qu honor para un joven cuando se dice de l: qu corazn tan noble! Un corazn noble es lo contrario del egosmo. Si tu compaero tiene alguna pena, consulalo con unas palabras buenas que brotan del corazn. Es nobleza de alma. Si se alegra, regocjate con l; tambin es nobleza de alma; es estos casos el egosta se pone amarillo de envidia. Si compartes tu desayuno con un compaero, tienes nobleza de alma. Si le ayudas por la tarde a aprender la leccin, si procuras alegrar a los dems, si tratas a las personas de servicio con finos modales, no eres egosta. Ve ah, pues cunta grandeza de alma, qu elevacin de pensamiento, cunto amor al prjimo cabe en las insignificantes pequeeces de la vida estudiantil!

11. SABES DECIR: NO?

Si jams sabes decir no, es imposible que seas un joven de carcter. Cuando los deseos, las pasiones de los instintos se arremolinan en tu interior, cuando despus de una ofensa la lava hierve en ti y se prepara una erupcin por tu boca, cuando la tentacin del pecado te ofrece sus alicientes, sabes entonces pronunciar con gesto enrgico la breve y decisiva palabra: No? Entonces no habr erupcin. No habr precipitacin. No habr golpes. No habr pelea.

Csar quiso acostumbrarse a no hablar con precipitacin, a pesar de antemano las palabras, contando hasta veinte en sus adentros antes de contestar. Medio excelente. Por qu? Porque nuestro mejor yo, nuestra comprensin ms equitativa, puede hablar as sin ser abrasado por la llamarada de los sentidos.

En un esplndido camino nevado iba deslizndose un joven en esqu. Al final de la colina haba un profundo precipicio. El joven volaba hacia abajo, como una flecha disparada: pero he ah que delante del precipicio, con admirable tcnica se detiene de repente y permanece all en el borde de la sima como una columna de granito. Bravo! Estupendo! Dnde has aprendido eso? -Ah, no he comenzado ahora. Al principio tuve que ensayarlo muchsimas veces para poderme detener, en pendientes menos peligrosas.

Tambin el camino de la vida es una pista con innumerables precipicios. Los que no han practicado la habilidad de detenerse una infinidad de veces, firmes como una columna de mrmol, y decir un no rotundo a tempestades turbulentas de las pasiones, terminan por caer y perderse en el abismo.

Ejercitar la voluntad no es otra cosa que prestar ayuda al espritu en la guerra que debe sostener contra el dominio tirnico del cuerpo. Quien se incline, sin pronunciar palabra, a cualquier deseo que asome en su instinto, perder la firmeza de alma y su interior ser presa de fuerzas encontradas. Ahora comprenders mejor la palabra del Seor: El reino de los cielos ha de ser conquistado, y quienes se hacen violencia lo consiguen Primera condicin del carcter firme es luchar contra nosotros mismos y poner orden en el salvaje bosque de nuestras fuerzas instintivas.

Durante la guerra mundial se repiti con frecuencia el lema: la mejor defensa es el ataque. En efecto, quien comienza la ofensiva lleva ya gran ventaja. Tambin en la gran batalla del alma conservars tanto mejor tu carcter, cuanto ms ataques. El mejor medio de librar al carcter de sus defectos es atacar da tras da, aunque no sea ms que en pequea escaramuza, al ejrcito enemigo que tiene sentados sus reales en tu interior, y cuyo nombre es pereza, comodidad, capricho, desamor, curiosidad, glotonera u otro cualquiera.

Quien no aprendi a decir no

A sus deseos, muchacho,

Y aqul que jams resiste

A su egosmo bastardo,

Es su peor enemigo.

Antes que ha reflexionado

Su obrar le tiene vencido,

Destruido, suicidado!

(Weber)

Temo que ni siquiera puedas comprender cun alto ejemplo de dominio de s mismo dio Abauzit, sabio naturalista de Ginebra. Durante ventids aos estuvo midiendo la presin del aire y anotndola cuidadosamente. Un da entr en la casa una nueva siervienta que empez por hacer limpieza general en el gabinete de estudio. Llega el sabio y pregunta a la muchacha: Dnde estn los papeles que guardaba aqu debajo del barmetro? -Esos, seor? Estaban tan sucios que los he quemado; pero los he cambiado por otros, completamente limpios. Pues, bien. Piensa en lo que habras hecho t en semejante caso. Y qu dijo l? Cruz los brazos sobre su pecho (tal vez para reprimir la tempestad que se desencadenaba en su alma) y por fin dijo con tranquilidad: Has destruido el trabajo de ventids aos. DE hoy en adelante no tocars nada de mi departamento de trabajo.

Prueba, a ver si en cosas menos importantes puedes conservar la serenidad.

Sabes por qu fuman muchos jvenes, an los que saben que es un vicio completamente intil? Por qu les gusta? No. Porque fuman los otros. Por qu aqul joven lo critica todo en todas las ocasiones? Porque los dems lo hacen tambin. Por qu es indolente y negligente? Porque tambin los dems lo son.

Se precisa gran vigor espiritual para atreverse a defender los verdaderos principios de la moral, an en medio de una sociedad de pensamiento completamente distinto. Es necesario un valor imponente para no ceder ni un pice de su conviccin religiosa por amor a nadie. Pero quien est desprovisto de sta valenta, es un carcter dbil y no merece llamarse joven de carcter.

Sin embargo hay jvenes que en la batalla se portaran heroicamente, pero se ruborizan al confesar su fe en medio de la sociedad, por el qu dirn. Hay muchos, que a pesar de tener un alto concepto de moralidad, se divierten con relatos obscenos y hasta ellos mismos cuentan algunos, porque los dems tambin lo hacen.

Un joven que tenga carcter, jams preguntar cmo habla el otro, para imitarle, ni qu hace el otro, para proceder igualmente.

La flor que abre sus ptalos al rayo del sol matutino, sin mirar lo que hacen las otras flores, baa su cabecita en el clido pilago de luz. De cara al sol! El guila no espa temerosa a las dems aves, para ver si tambin ellas la siguen hasta lo alto, sino que se lanza como una flecha a las cimas ms elevadas de cara al sol. Hacia lo alto, ad astra, debe ser tambin la divisa del joven de carcter.

Es una suerte si puedes pronunciar cuando se presenta la ocasin- un enrgico no.

No! Debes decir a tus compaeros cuando te incitan a una accin prohibida.

No! Debes gritar a las exigencias ciegas de tus instintos.

No! Debes gritar a todas las tentaciones, que adulando quieren prenderte en sus redes.

12. FRAGMENTO DE UN DIARIO.

Lee algunas pginas del diario de un estudiante de quinto ao. Vers en ellas dos tipos: el uno, indolente, ligero, que se deja arrastrar por la corriente que le lleva, y el otro, que con carcter de acero sabe pronunciar el no.

Ayer fui a visitar a Rodrguez; pero creo que pasar mucho tiempo antes de que vuelva de nuevo. Snchez tambin insista, y tanto me invitaba, que consent finalmente, aunque a decir verdad, me siento incmodo ante l, sobre todo desde que, al terminar una clase de religin, dijo cnicamente a los muchachos: la religin es slo para los nios y no para los jvenes.

Toco el timbre. Don Andrs est estudiando en su pieza. Srvase pasar...

Atravieso habitaciones lujosas, llenas de cuadros en las paredes y alfombras persas.

Llamo a la puerta de Don Andrs, parece debe estar estudiando muy ensimismado, porque no se oye respuesta. Abro la puerta en silencio. Nuestro amigo tiene los codos sobre un nmero de una revista ilustrada, pero duerme profundamente. Debajo de la revista est la gramtica francesa, abierta, para que en caso de entrar su padre, pueda ponerla rpidamente debajo. Si su padre hubiera entrado en mi lugar no lo habra conseguido...

Antes de despertar al estudiante aplicado, dirijo rpidamente una mirada a mi alrededor. Encima del escritorio estn dispersos los siguientes instrumentos de trabajo: una cmara de pelota de Foot-ball perforada y manchada de tinta; a su lado una sierra de marquetera, un inflador de bicicleta, y un solo guante. Adems, un regla que ha sufrido el vandalismo de la navaja, una goma, un a cantidad de botones pequeos y grandes, para jugar, despus el cuaderno de matemticas. En la otra parte una pistola de juguete un sacacorchos, un encendedor, y la mitad de un diccionario latino; la otra mitad est debajo de la mesa. Papel secamente, unas 50 l 60 estampillas extranjeras, una llave de patines, un solo puo; estos ltimos objetos estn en fila al rededor de la lmpara elctrica.

N medio de ellos ac y all asoman los libros de lgebra y de gramtica inglesa. Un trozo de lpiz que conserva las huellas de los dientes y cuatro boletos de tranva completan el paisaje. Y en medio de todas estas cosas duerme con tranquilidad Rodrguez. Dios mil, se me ocurri, si el interior de este muchacho ser tambin tan desordenado!

Pero en eso y ha se haba despertado. Con un movimiento maquinal agarr la revista par cambiarla por la gramtica francesa; pero en cuanto not que no era su padre el que entraba, me tendi la mano con refinada elegancia.

_Ah! Eres t? Buenas tardes! Buenas tardes! Sintate. Enciende. Es egipcio autntico _y con un movimiento elegante sac del escondrijo de un cajn un paquete de cigarrillos.

_Gracias. No fumo. A ti te lo permiten? Quin te los ha dado?

_Los saqu de los de mi padre... es decir...me los dio... mejor dicho...me los he procurado. Tu no fumas todava? Qu inocente eres! Natural; as son los nios; todava no hacen lo que no est permitido.

Me indign, pero dominndome respond con tranquilidad: _Ciertamente, no hago lo que mis padres me prohiben.

Hasta hoy siempre he podido convencerme de que tenan razn. Pero no es slo por carecer de permiso que no fumo, sino tambin por conviccin. Y acostumbro a ser consecuente con mis convicciones.

Despus empez a hablar de su veraneo, de su motocicleta. Cont adems muchas cosas ridculas; y hasta leg a contar chistes groseros, a pesar de ver bien claro que yo no me rea. Pero cuanto sac de entre sus libros fotografas de artistas casi desnudas y empez a vanagloriarse de sus conquistas, me levant y me fui. La ira que haca rato hervida en m, se desbord y hube de hacer un esfuerzo para no decirle ms que esto: Pero yo crea queme habas invitado par pasar un rato de honesto pasatiempo....

Despus de esta triste visita tuve que buscar el refrigerio del aire. Una fuerza inexplicable me empujaba hacia la brisa pura de la noche serena. Era una noche de invierno y las estrellas parpadeaban con luz fra. Me paseaba solo de un lado a otro; mi alma intranquila elevse hacia el cielo y como en un rezo, exclam: Oh, estrellas! Vosotras sois purezas, resplandecientes y lmpidas en vuestra luz. Cunto barro en la tierra y qu sucias las almas!... y fui vagando largo rato con mis pensamientos sumergidos en las purezas eternas.

Tal es la historia de mi primera visita a Rodrguez, pero es seguro que no se repetir....

13. COMETA EN HILO TELEGRFICO.

La base de toda virtud es el dominio de s mismo. En cuanto alguien se vuelve esclavo de sus pasiones o de sus instintos, pierde de inmediato la principal garanta de su vid moral; el gobierno de s mismo. Quien se deja arrastrar, sin ofreci ninguna resistencia, por los deseos sensuales, no slo pierde el derecho de llamarse joven de carcter, sino hasta el de llamarse hombre. En el concepto de hombre se incluye el dominio, el saber oponerse a las pretensiones groseras del cuerpo. Vemos con asombro en la vida cmo no slo los nios en quienes prevalece el poder de los sentidos, sino aun hombres maduros obran bajo la influencia de la impresin primera. Cun increblemente dbil es su autodisciplina, que sin embargo podra ayudarles para considerar previamente si su acciones legal, justa, conveniente, y las consecuencias que acarrea. Las olas instantnea de la ira, de la vanidad herida, del sensualismo y del orgullo, etc., los impulsan y los arrastran a obras, que cinco minutos ms tarde son los primeros en lamentara. Un numero considerable de pecados se borrara en el mundo, si los hombres practicaran bien una sola virtud: saber gobernarse a s mismos.

En tiempos del paganismo cierto da al filsofo Crates le dio un bofetn el pintor Nicdromo. Sabes cul fue la venganza de Crates? Le pag con otro golpe pensars. No. Puso sobre su cara hinchada esta inscripcin: Es obra de Nicdromo De tal modo toda la ciudad vio qu alma vil era el pintor, y cun pronto se dejaba llevar de la clera.

Quien juega con la vida, fin desdichado espere. Quien no es dueo de s, slo ser su esclavo (Goethe).

Uno de mis estudiantes encontr otra solucin en un caso parecido Sin querer dio un pisotn a uno de sus compaeros; ste bruscamente le laz al rostro: Eres el animal mayor del mundo!. Y sabes qu contest mi estudiante, con calma y serenidad? No dijo ms que esto : Pero por favor, cmo puedes olvidarte tanto de ti mismo?

Dicen que los hombre de hoy tienen un modo de pensar terriblemente materialista. Es una triste realidad. Y sin embargo, hasta estos mismos hombres, tan apegados al barro de la tierra, ofrecen el tributo de un profundo homenaje al hombre en quien el espritu triunfa de la materia. Con qu entusiasmo acoga el mundo entero no hace muchos aos, la noticia de que Amundsen, el viajero impertrrito de los polos, lleg al polo sur despus de muchas privaciones. Y qu sincera fue la compasin cuando se supo, que Shakleton muri helado, unas millas antes de llegar a su meta!... qu es lo que celebra la humanidad en esos descubridores? Esos hombres no hallaron ninguna mina de diamantes, no inventaron mquinas nuevas. Celebra en ellos la victoria del espritu, del alma, sobre las fuerzas del cuerpo, de la materia, de la naturaleza.

En una pequea ciudad provinciana encontr un da por la calle a una nio que lloraba amargamente. Durante largos das haba trabajado en preparar una hermosa cometa se debata impotente bajo el soplo del viento sombre el hilo; se iba destrozando, y el nio lloraba al pie del poste telegrfico por aquel trabajo realizado con tanto esmero y solicitud.

El alma de cada muchacho volara hacia las alturas; pero la de muchos queda prendida por desdicha_ en las cinagas del entendimiento que duda, en los escollos de la moral, en las redes de las pasiones. Pobre nio! Cmo llora cuando su barrilete que emprendi el vuelo con empuje se enreda entre los hilos extendido, y se hace pedazos! Cuidado, que tu alma, en su ascenso, no quede prisionera entre las garras de las pasiones y en el laberinto inextricable de las fuerzas desordenadas del instinto!

14. CONTRA LA CORRIENTE.

Imagnate al generalsimo de un gran ejrcito en tiempo de guerra. Hace planes en su tienda y maraca el destino a millares y millares de hombres. EN el recinto del estado mayor se prohibe toda palabra en voz alta. El jefe se inclina sobre mapas enormes, en los que est anotado con esmero cada camino, daca fuente, la disposicin de cada batera, el puesto del ltimo centinela.

En las carpas adyacentes, una agitacin increble. Llama el telfono se reciben comunicaciones telegrficas. Autos y motocicletas corren con velocidad vertiginosa. Llegan informes, los aviadores traen el resultado de sus reconocimientos _y al jefe no debe llegarle nada de ese estrpito.. El debe pensar y ha de concebir sus rdenes con tranquilidad, con sangre fra, con la cabeza despejada. Es el punto firme en el curso de los acontecimientos que remolinean; es la imagen viva del carcter autnomo.

El joven que se mantiene firme en sus convicciones, depreciando la irona y el ruido de los dems, es un carcter. Contra conrrentem! Contra corriente!

Quien inquiere continuamente: Qu dirn de esto los hombres? _no es todava un carcter autnomo, sino un esclavo del respeto humano.

El profeta Daniel cay prisionero del rey Nabucodonor a la edad de catorce aos y fue presentado en la corte del prncipe Puedes imaginarte que pompa y seduccin deslumbrantes le rodeaban. Y cul era su divisa? Permanecer fiel a mi Dios y no comer de la carne prohibida. La tentacin dur por espacio de tres aos y l permaneci limpio de alma en medio de todas las seducciones del palacio marmreo del rey. Qu carcter, no es verdad?

Lee lo que escribi de la guerra mundial u estudiante universitario: Creo que he cado entre los muchachos peores. NO hay nadie entre ellos que piense como yo... Hay sin duda comparendos alegres, pero todo lo aprovechaba para el mal. Dan un sentido perverso a las canciones e intercalan en ellas cosas en que ni siquiera es lcito pensar. Leen en alta voz libros en los que se describen con minuciosos pormenores las cosas mas abominables. He de or cosas que jams sospechaba. El maestro era precisamente nuestro cabo, un voluntario, que aprovechaba sus escasos conocimientos para la perversin. Si era posible me escabulla del aposento. Peor muchas veces no haba modo de escaparme. Yo entonces todos estbamos sentados a la misma mesa, y el cabo empezaba a narrar sus cuentos verdes. Yo me ocupaba en otras cosas y no quera escuchar la conversacin. Pero me obligaban a ello. Y en todo se me tendan lazos. Todos los servicios deba cumplirlos yo; yo tenia que pagar por las cosas ms pequeas. Ya estaba resuelto a presentar una queja, cuando fui destinado a otra parte. Ahora estoy nuevamente libre y no me obligan a escuchar cosas deshonestas. Ese es un joven heroico, un carcter autnomo. Se atrevi a nadar contra la corriente.

Contra correntem

Durante el gobierno comunista, en Hungra no era permitido rezare en las clases. En una de las escuelas de Budapest entra el camarada profesor, y hace que los muchachos se sienten. Aqullos siguen parados. Qu qu pasa? Pero sintense. Los muchachos contestan a coro: NO hemos rezado todava y queremos hacerlo! _Ya saben que no est permitido rezar... _grita el camarada, con los ojos centelleantes de rabia. _Todava no hemos rezado! _repite el coro. Qu haba que hacer? Recen, pues!_ fue la respuesta. Tambin stos eran jvenes heroicos.

El hombre de voluntad fuerte se abre camino hasta por entre las rocas, como la cascada; y las almas valientes autnomas..., las almas carcter, se levantan, como pirmides, en el desierto rido del mundo moderno, falto de carcter. Un herosmo capaz de conmover al mundo no entra en el destino de todos los hombres., Es muy probable que tampoco en tu vida se presente la oportunidad. Pero tu misma vida ser un ejemplo heroico, si con perseverante celo, con fin escrupulosidad cumple los ms insignificantes deberes de cada da.

No te dejes intimidar por los hombres de palabra estentrea! Si alzas la voz con valenta en defensa de tus principios, vers, no una, sino muchas veces, cmo va retrocediendo tu adversario. No es un toro bravo para embestirte con sus cuernos; ms bien es un caracol gigantesco, que al primer golpe, algo recio, se oculta con cuernos y cabeza es su propia caparazn.

Nosotros, los hombres ya maduros, vemos con gran satisfaccin que la juventud de hoy es mucho ms religiosa, que la juventud de hace veinte o treinta aos. Debe ser as; de lo contrario se arruinara la cultura.

Durante sus viajes al viejo continente, Tabindrannnnath Tagore, el poeta Hind, hizo constar, que la moral de la llamada Europa cristiana queda muy atrs si se compara con la moral del Oriente pagano. El espritu materialista del siglo XIX que negaba el alma, todo ideal , Dios y el destino ultraterrenal, llev toda la cultura de occidente a una pendiente; y no hay fuerza que ppueda detener su cada, como no sea una juventud consecuente con sus creencias religiosas y capaz de entusiasmarse por ideales nobles.

Una juventud profundamente religiosa! Es decir, una juventud catlica, no solo por sufe de bautismo, sino tambin por su modo d vida.

Una juventud, que, en toda s sus obras, en todas sus palabras, en todos sus pensamientos sepa extraer, hasta el ltimo pice, las consecuencias de este ideal sublime: Soy un joven catlico! y si lo soy, debo como catlico, no slo ahora en mis aos de estudios, sino tambin ms tarde en el ejercicico de la carrera. Pero siempre y en todo fiel a mi conviccin religiosa!

15. EL DUELO.

Cuidado con quien te metes, amigo! Hace cinco minutos que tengo el derecho de batirme _ hizo constar con voz recia un muchacho, de buena ndole por lo regular, al recibir un empujn de un compaero suyo cuando bajaban juntos por la escalera momentos despus de publicarse los resultados del ltimo examen de bachillerato.

Lo dijo con toda el alma y estaba convencido de que acababa de hacer algo grande. Pero cmo se equivocaba! No era sino uno de tantos que no se atreven a nadar contra la corriente. En la serenidad de su acento veanse agrupados todos los conceptos erroneos y toda la rancia manera de pensar, con que la sociedad actual ententa velar por los fueros del honor en un terreno completamente falso. No estar de ms, querido joven, que leas aqu algunos pensamientos relativos a este error.

Podemos escuchar de labios de nuestros mejores jvenes: Ciertamente, el duelo es una tontera; un modo primitivo de hacerse justicia, que hemos heredado de los tiempos antuguos. Pero es imposible evitarlo. En ciertas circunstancias no es posible reparar el honor de otro modo.

Perfectamente; reparacin. El fin del duelo sera la reparacin. Pero si alguien ha mentido, si ha engaado, si ha pisoteado la honra de otro y yo se lo he echado en cara, con que derecho me pedir satisfaccin? Que se enmiende, que se arrepienta de su culpa; es la nica manera de recordar su honor. Y ese bribn toma la pistola o la espada, ya dio pruebas de su honorabilidad? Slo dio pruebas de que sabe arriesgar su vida con ligereza. Pero no hacen lo mismo todos los ladrones, todos los asesinos, todos los saltimbanquis todos los domadores de fieras? Pinsalo un poco y te veras obligado a confesar que en duelo es un medio completamente inadecuado para satisfacer las ofensas.

Tres cosas pueden presentarse en el duelo: Los dos adversarios resultan eridos -entonces cul de los dos obtuvo reparacin? Resulta herido el inocente, el ofendido,- dnde est la satisfaccin? Y por fin, puede ocurrir que sea humillado el verdadero culpable; supongamos que llega a sucumbir, qu sucede entonces?

Nuestra poca corea en voz en grito el principio de que todos somos iguales ante la ley. Se repite con orgullo y suena admirablemente. Pero mirad! Si dos obreros, llena la cabeza del vapor del vino, rien en el almacn y se propinan unas buenas cuchilladas, son castigados con unos meses de crcel por una fechora de la que apenas son responsables, dado su estado de inconsciencia. Pero al mismo tiempo, si despus de un entrenamiento, y de una preparacin de varios das, dos seores en un duelo, con sangre fra, conscientes, a una voz de mando y con una tcnica artstica, llegar a mutilarse, no sufren encarcelamiento ninguno. Dnde est la igualdad del siglo XX? Comprendes cunto sufre con esto el sentido ms rudimentario de la justicia? Por todas partes se oye la queja: el pueblo no sabe ya respetar la ley. Cmo podremos exigir este respeto en las clases inferiores, si en las altas queda sin castigo la brutal ofensa a ciertas leyes? Ojal, hijo mo, que cuando llegues a ser hombre, te atrevas a ir contra corriente del duelo. Un carcter intachable, entindelo bien, tiene aversin al duelo.

S muy bien, que muchos hombres de ideales reposadas, a consecuencia de sus convicciones religiosas y sobrios principios condenan el duelo; y no obstante en determinado caso lo aceptan por las exigencias sociales segn dicen. No proceden bien.

El honor del hombre reside en la intachabilidad moral; por lo tanto, slo puede perderlo el mismo hombre por sus propias faltas.

Es una idea completamente pagana el considerar que la ofensa, la injuria exterior, pone una nota infamante en el ofendido. Los nobles romanos no se batan jams a duelo, sino que acudan a los tribunales, y... no puede tildrseles de cobardes.

El honor y la valenta son noble virtud del alma, que no puede alcanzarce por medio de las armas, y la vileza y la cobarda es la mancha del alma, que no puede lavarse con sangre (J. Csernoch).

No puedo negar que todava entre nosotros y siega sus victimas el dolo de la sociedad, que quiere vengar las ofensas, no por las vas de la justicia legal, sino por el medio muy poco satisfactorio del duelo.

S tambin que el prejuicio y la ligereza de algunos marcan con el sello de la cobarda a quienes no capitulan ante esa brbara costumbre. Pero por esto mismo el mundo necesita hombres valientes, que revelen en su vida privada una imponente elevacin de carcter y se atrevan a romper lanzas abiertamente contra ese modo de pensar ya anticuado. Yo mismo conozco algunos personajes de gran renombre en el campo social y poltico, que ocupan cargos de gran responsabilidad, y se ven rodeados por todas partes del mayor respeto, que confiesan abiertamente que debido a sus convicciones religiosas, nunca querrn batirse en duelo. Es evidente que, por su parte guardan con severidad la regla de no confesar a nadie. Porque ofender a cada rato y no dar despus satisfaccin, no es cristianismo, sino cobarda y falta de carcter. Y si a pesar de todo, la precipitacin te ha vencido - ya que somos hombres -, creme: se necesita mucha mayor fuerza espiritual para reconocer una falta despus de cometida y pedir perdn por la ofensa, que para batirse en duelo.

El duelo es una especie de defensa propia que nos legaron tiempos ms toscos, en los que todos se vean obligados a tomarse la justicia por su mano y conseguir sus derechos por la propia fuerza. En un mundo civilizado, nadie puede hacerse justicia a s mismo. Trabaja, pues, hijo mo, con tu propio ejemplo, para que sea posible a todos sacudir este fardo intil, como ocurri, por ejemplo, con la prctica, antes reconocida y aceptada, del talin. No es digno de un joven valiente ahogar los noble principios de su alma con el brbaro terrorismo de una clase social.

No hace mucho me hablaron de un muchacho que al terminar el nacional tuvo un duelo; haba peleado con un compaero en la clase, y durante dos ao fueron alimentando su ira, hasta que lleg el da en el que se les permiti realizar sus deseos: tenan ya derecho al duelo. Dios mo! tan insensatos y pueriles son los muchachos que quieren empezar la carrera con ribetes de hombres ya maduros?.

S; el joven ha de saber ofrecer su vida y su sangre de buena gana por la Justicia, por su Patria, por la Religin, por sus nobles ideales; pero jams por el necio que dirn. El duelo es un pecado contra Dios, es un pecado contra ti mismo y contra tu prjimo. Adems, es una insensatez.

Ah vers. La Iglesia Catlica de pruebas de una gloriosa valenta luchaba hace siglos contra esa estpida costumbre, excluyendo de su seno a quienes se baten y a sus padrinos, contra lo cual se opone al sentir general, y no cejar en su empeo hasta que los hombres tomen un camino ms discreto.

Hoy nos burlamos de los hombres de la Edad Media que hicieron hogueras para quemar a las brujas. Las futuras generaciones no comprendern cmo hubo una poca en que los hombres se pegaban sablazos y as salvaban su honor.

Ahora la cuestin principal es sta: Qu podras hacer t contra el duelo? Exterminarlo por completo? Para eso no bastan tus arrestos. Sin embargo puedes trabajar mucho en ese terreno.

Respeta el honor de los dems y no tendrs duelos. El joven que con sus palabras y su comportamiento todo no suele respetar a los dems como corresponde naturalmente, se encontrar con ms facilidad que otros ante la pistola de un duelo.

No sufras que en tu presencia se calumnie a nadie, y evitars muchos duelos. Si alguno de tus conocidos ha peleado con alguien, procura arreglar el asunto sin que se llegre al precisamente, los padrino y amigos.

Y, cuando se habla del duelo, manifiesta abiertamente tu conviccin, confesando que no lo consideras medio adecuado para la defensa del honor, y que a tu juicio el rostro marcado por la espada no esconde siempre un almas honrada. No es hroe aqul que vence en un duelo, ni es el mayor hroe quien triunfa del enemigo, sino el que supo vencerse a s mismo.

Sobre la loza de una tumba pueden leerse esta palabra: Victor hostium et sui. Venci al enemigo, y se venci a s mismo. Cuatro palabras - una alabanza eximia! Lo primero pueden hacerlo muchos; lo segundo lo saben hacer muy pocos.

16. VICTOR HOSTIUM ET SUI

Nada ms difcil que hacer comprender a un muchacho de catorce a diez y seis aos, por cuyos nervios pasan corrientes elctricas de gran tensin y por cuya venas corre, no sangre, sino lava encendida, cun heroico y sublime es el triunfo de s mismo.

Si un amigo me hace una zancadilla, yo no puedo contestarle con un puetazo? Si alguien me molesta, yo no puedo darle un bofetn? Si se burlan de m, yo debo callar? ... Todo eso es muy difcil. Y llegar a creer que todo eso no es cobarda , ni timidez, antes por el contrario, la flor mas hermosa de la fuerza de la voluntad! Es casi imposible!.

El dominio de si mismo no gusta a los jvenes, porque stos le dan un significado errneo. El dominio propio no significa, ni mucho menos, que tengamos que sufrir todo ataque con mansedumbre de cordero y recibir cualquier ofensa sin una frase de rplica. No. Quien tiene reconcentrada su fuerza de voluntad, podr responder tambin a la ofensa; pero no se rebajar con violencias, vituperios, ni golpes, a la condicin rastrera de su contrincante, sino que con modales llenos de dignidad y con palabra bien medida herir al ofensor en su punto ms sensible.

Quien no tiene dominio de s mismo se parece a aqul que no sabe andar; no sabe sostenerse en pie, y a cada paso tropieza. Sin dominio de ti mismo, n o puede s ser joven de carcter.

Nuestro Seor Jesucristo nos dio un sublime ejemplo cuando, en el proceso de la Pasin, un soldado le hiri en la cara. El Seor hubiera podido castigar con la muerte a aquel hombre que ultrajaba a Dios. Mas qu hizo? Con admirable serenidad le dijo: Si yo he hablado mal, indica lo malo que he dicho; pero si bien, por qu me hieres? (Jn 18, 23).

17. TORRE FUERTE O VELETA?

En las xcepci medioevales pueden verse con frecuencia ruinas de fortalezas o de castillo antiguos. Cuando todo el edificio est y desmoronado, la torre permanece intacta.

Estas torres seculares que contemplan el torbellino de una vida nueva que se agita bajo sus pies, dan una idea del xcepci : a sus plantas todo cambia, se inclina, se adapta, se vende, se compra, pero nadie puede alterar sus fundamentos.

Esta torre antigua viene a ser el smbolo del xcepci firme, del hombre que sabe cumplir con su deber. Y como hubo un da en que esa torre era la defensa ms poderosa de los habitantes del castillo, as tambin hoy el hombre de xcepci es la columna ms poderosa de la sociedad humana. No abandones jams el puesto donde te coloc el destino pregonan las piedras mudas de la torre secular - . Miradme; yo no fui edificada en un solo da; cuntos bloques de piedra tuvieron que acumularse y con qu fatiga, con cunta xcepci, a costa de cuntos sudores!, pero ahora vedme aqu, venciendo los siglos.

Y t hijo mo, cun xcepcin te cansas! Cuntas veces te lanzas con ardor juvenil a la xcepcin del xcepci; pero pasan horas, pasan das, y decrece la llama del entusiasmo, se apaga el fuego y t ... eres el mismo de antes.

Para edificar a torre se necesitaron aos, quizs decenas de aos, y t quieres hacerte un xcepci en un solo da? Pinsalo: el camino del pecado, aunque agradable al principio, y sembrado de flores deliciosas; al final te reserva un amargo despertar. En cambio, si al principio es xcepci seguir el sendero de la xcepc, resulta ms xcepci a cada paso, y a su trmino te aguarda la paz de una conciencia tranquila.

Y mientras estoy mirando la torre del castillo, veo en la cspide algo que se est moviendo de continuo de derecha a izquierda ... Es la veleta. No tiene direccin fija, no tiene base slida; dira, casi no tiene principios, no tiene xcepci. Porque si lo tuviera, en vano le cantara el viento sus canciones al odo. Negar los principios, ceder algo de la propia xcepcin, porque as resulta ms cmodo, porque as puede hacerse una carrera ms brillante, porque en el mundo entero sopla el viento en esta direccin, es propio de la veleta. Pero dime: puede llamarse hombre quien se deja guiar en sus acciones, en sus principios , en su xcepcin, por circunstancias xcepcin, por el parecer humano?.

Y sin embargo, cuntos xcepci son as! verdad? Son los que no andan por sus propios pies, los que son xcepcinmente menores de edad, los que en todo miran solamente lo que va a decir el vecino.

La conciencia levanta su voz: Oye; no leas este libro; bien sabes que est lleno de inmoralidades; por qu hundir el ropaje nveo de tu alma pura en un pantano de vicios? Conforme; no lo leer. Pero llega entonces el amigo: Hola! santito inocente, que no eres ms que un nio! Cmo? Yo, un nio?- y ya lee el libro. Lo lee, y mientras vuelve las pginas, va hundiendo su alma en el fango.

Grita la conciencia: No vayas a ver esa obra teatral, esa cinta; abandona esa mala compaa! S: pero van tambin se divierten; por qu he de ser yo precisamente la xcepcin?

S, s; ese es el modo de obrar y de pensar ... de las veletas.

Pues bien, reflexiona: qu quieres ser? torre d fuerte o veleta? Esclavo del respeto humano o prisionero de tu conciencia?

18. EL ESCLAVO DE SU CONCIENCIA

El esclavo de la conciencia! Ser un ttulo de alguna estupenda novela policial! -piensas t. Te equivocas. El elogio ms hermoso que puede hacerse de un joven, es decir de l: Es dueo de su voluntad, es esclavo de su conciencia. Permanecer inquebrantablemente fiel a todo cuanto manda la conciencia! Si eres capaz de eso eres un joven de carcter.

En el carro hay un pequeo clavo; casi no se ve; pero de gran importancia; el clavo del eje. Si se pierde, el carro sigue andando un momento; pero de pronto se cae la rueda y el carro vuelca.

Tambin por la senda del carcter encontrars un diminuto instrumento, insignificante al parecer. Es la sumisin sin reserva a la voz de tu conciencia. S, pues, siervo sumiso, manso cordero de tu conciencia.

Hay dos enemigos que luchan contra ella. En primer trmino la denigra a tu alrededor el mundo entero; despus te instigan a la rebelda tus inclinaciones desordenadas, instintos que despiertan.

Acaso tienes momentos de tanto entusiasmo que abandonas casi la tierra y te lanzas a las alturas. Haces el firme propsito de seguir siempre la voz de tu conciencia, de jams desviarte del camino del honor. No dirs, no pensars, no hars nada que sea pecado. Te sientes tan feliz en esos instantes!

Pero qu ves en el momento inmediato? Que ni ste ni aqul de tus compaeros cumple los mandamientos de Dios. Aquel libro, aquella pieza de teatro, o esa cinta son escarnios de tus nobles principios. Y ahora te llega la prueba ardua: aunque todo el mundo sea malo, sabrs conservarte t en el deber?.

Si en la escuela los muchachos fuesen sin carcter podras t mantenerte firme en tus nobles ideales?

Si todos mienten, t jams!

Si los dems infringen el precepto grave de la misa dominical, t no los imites.

Si los dems son groseros en el hablar, t permanece reservado.

Despus viene otra prueba. Tu constancia no tiene slo enemigos exteriores; tambin los tiene interiores, en tu propio corazn.

La conciencia suele llamarse voz de Dios, y con razn. Quin no ha odo alguna vez en su interior esta palabra? Cuando el muchacho ya estaba a punto de pegar, oy en su interior una voz que le amonestaba, como campanita argentina que hubiese empezado su repiqueteo: No hagas eso! No lo hagas!

Cuando puso la mano en cosa ajena, la campanilla empez a repicar de nuevo. Y cuando se senta presa de una tentacin ms seria, parecale que hasta varias campanas tocaban a rebato: tan fuerte gritaba en su alma la conciencia: No hagas eso! No lo hagas!

Te repito, hijo mo, acostmbrate en la juventud a seguir incondicionalmente la voz de tu conciencia. Ahora es cuando se decide si ms tarde sers o no un hombre escrupuloso en el cumplimiento del deber. Y ten en cuenta que el hombre de conciencia tiene idntico valor para la sociedad, que una columna, en que descansa todo el edificio.

Quien dice esclavo de su conciencia dice esclavo de Dios y la mayor libertad es ser esclavo de Dios. No he conocido mayor elogio que el que se hizo de un diputado ingls, muerto en la flor de la edad: En todo su ser estn acuados los diez. mandamientos.

No temas a nadie en el mundo; teme solamente a tu conciencia. No encaja con el carcter abandonar por miramientos humanos, por miedo a habladuras o a la irona, cualquier cosa que te ordene o apruebe tu conciencia.

El joven que no se atreve a rezar, o no se arrodilla en la iglesia porque Otros lo ven, es esclavo del miedo cobarde mas no de su conciencia.

Cunta razn tiene Huxley al escribir: La verdadera virilidad significa una voluntad fuerte, guiada por una conciencia delicada!

Quien al hacer algo, vigila con temor lo que dir el otro, no tiene voluntad, y su carcter no est todava formado. Y quien sigue en sus acciones los instintos sin escuchar los avisos del buen sentido; quien atiende a Sus deseos agradables ms que a los deberes austeros, no es un carcter fuerte.

El corazn te grita sus deseos,

La conciencia te dicta tu deber!

Para alcanzar el lauro de victoria:

Tan slo a la conciencia obedecer! (F.W.WEBER)

Los antiguos reyes persas, al acostarse, ponan en su almohada 50.000 talentos de oro, suma exorbitante, a fin de asegurarse un buen sueo. El emperador Calgula no se contentaba con la guardia nocturna, sino que quiso que velaran su sueo hasta las fieras, para que nadie pudiese penetrar hasta l. Artenn puso un enorme escudo sobre su cabeza, para que el techo caa. durante la noche, no lo matara. En vano! La mejor droga para dormir es la buena conciencia. Ein gutes Gewissen ist ein sanftes Ruhefeissen, como reza el proverbio alemn. La buena conciencia es la ms blanda almohada para dormir.

S dueo de tu voluntad y esclavo de tu conciencia!

El mrtir San Pedro de Verona fue muerto a pualadas por su fe

Despus de los primeros golpes grit con tesn: Credo! Creo! Cuando cubierto de sangre, ya no pudo articular palabra, con su dedo tinto en la propia sangre escribi el suelo: Credo! Era un hombre de carcter, porque era esclavo de su conciencia.

SEGUNDA PARTE

LOS OBSTCULOS PARA LA FORMACIN DEL CARCTER

1. LOS OBSTCULOS PARA LA FORMACIN DEL CARCTER.

El camino de la formacin del carcter tiene un crecido nmero de obstculos, y no es extrao que muchos jvenes tropiecen con ellos y lleguen a caer...Desdichado aqul que no sabe levantarse!

Uno de esos obstculos, como ya has podido ver, es la inquietud constante que te acosa y que razona as: Bien, tengo mis principios slidos sobre este punto; pero si los sigo, qu dirn los hombres? Quien no hace ms que correr en pos del agrado de los hombres de sus favores, y por ello est dispuesto a negar los principios aceptados de antemano, es muy natural que nunca llegue a formarse lo que se llama un carcter. El joven de carcter no se preocupa del juicio que sus obras puedan merecer a los hombres, sino del fallo que sobre ellas emita su propia conciencia. Qu espectculo ms triste, por ejemplo, el de aquellos jvenes que por amor a la sociedad, mejor dicho, por temor a los hombres, sostienen conversaciones, hacen cosas, a las que su alma honrada vuelve la espalda cuando estn a solas y no llegan a darse cuenta de la malfica influencia del respeto humano!

Otro obstculo del carcter son las fuerzas desordenadas de nuestro interior; y es un contrasentido hablar de carcter, mientras no hayamos ordenado ese bosque salvaje. En el alma de cada joven hay una o dos pasiones grandes, vehementes; hay algunos vicios que lo dominan. Descubrir esas pasiones y tenerlas a raya, ms an dominarlas por completo, he aqu el camino seguro para la formacin del carcter. No pierdas tiempo en la extirpacin de faltas pequeas. Sujeta la pasin dominante; despus vencers con facilidad las dems. En ese joven, por ejemplo, el vicio capital es la comodidad, huye del trabajo con espanto y terror; en otro, es la gula inveterada; en un tercero, la charla incesante; en el de ms all, la ira precipitada, o el amor propio exagerado, la sequedad, el egosmo. Todos esos defectos son otras tantas banderas de rebelin en el reino de tu alma. Si no los vences a tiempo, sin no los encadenas ahora, muy mal te saldr la partida ms tarde.

El obstculo ms peligroso en la formacin del carcter es, precisamente, la marcha lenta. La labor de formacin del carcter es un juego de paciencia que requiere largos aos, an decenas de aos. Y esa es su dificultad.

Conoces ya la ley de la cristalizacin? Entonces sabrs, que si en un lquido saturado, en el que hay diferentes materias diludas y la molculas estn entremezcladas, ponemos un pequeo cristal, emana de este una misteriosa fuerza de atraccin, y lentamente va atrayendo todas las molculas que tengan la misma naturaleza que el cristal. El cristal se hace cada vez ms grande, y si nada estorba durante algunos meses ese lento proceso de cristalizacin, se convertir en un magnfico cristal el pequeo trozo all colocado. Pero, fjate bien: Si en la cristalizacin no hubo ningn estorbo! De lo contrario, si no existe la tranquilidad necesaria, se formarn unos cristales contrahechos.

Anlogo proceso tiene la cristalizacin del alma. Si los pensamientos de que saturas tu yo consciente son siempre nobles, elevados ideales, entonces stos, como por una especie de afinidad qumica, irn levantando en el fondo de tu alma otros pensamientos semejantes; y si en los aos de tu juventud prosigue en ti ese estado, los buenos deseos formarn un cristal voluminoso, que obstruya el camino a todo pensamiento extrao, y no permitirn nunca que llegue a predominar una tendencia torcida o del todo mala.

En el lquido saturado del alma humana, tambin van arremolinndose las molculas de la personalidad moral. Hay jvenes que durante los aos floridos de su juventud pusieron estorbos con reiterados tropiezos morales a la tranquila cristalizacin de la bondad en su alma. Las cadas morales atraen naturalmente las molculas del mal, y por lo tanto esos jvenes tendrn almas contorsionadas, sern cristales contrahechos, seres del todo pervertidos.

2. HOJAS QUE EL VIENTO ARRASTRA.

Nuevos obstculos para la formacin del carcter son la vida agitada, la precipitacin desenfrenada, caracterstica de nuestra poca, y multitud de diversas impresiones que se nos presentan; todo lo cual no es ciertamente propicio para un trabajo concienzudo. Feliz el joven que, hoy da sobre todo, consagra todo el tiempo posible a la obra de su desarrollo espiritual y sabe aprovechar la oracin de la noche para bajar unos minutos al fondo de su conciencia y descubrir si sobre el cristal cuidadosamente guardado de su alma se han asentado o no molculas nocivas, polvo de pecado, piedras, ya aun rocas. Quien se deja llevar por la corriente, despreocupado, sin cuidado, no llegar a conocerse nunca.

Qu lstima el pensar que muchos estudiantes de hoy, que conocen a fondo las regiones de Alaska, saben sin una falta los nombres de los ros que desembocan en el Yang-Tse-Kiang, y no obstante desconocen por completo su propia alma! Porque se la conocieran se espantaran al ver la selva tupida y enmaraada de lianas que ahogan los rboles de sus almas, y aquellas fieras rapaces sus pasiones desencadenadas- que se alimentan de su sangre y crecen y se multiplican en la selva virgen de sus ideas sin ley ni freno.

Con su vida pagarn esos jvenes la despreocupacin y descuido de su juventud; independientes no lo sern ni siquiera en la edad madura; intereses materiales, miras del todo humanas y violentas pasiones los estrellarn como olas contra las rocas de la vileza, as como el viento cortante de noviembre arrastra en un torbellino las hojas muertas.

Hojas en alas del viento! Pobres almas!...

Hojas de otoo en el torbellino! Almas de hojas muertas!

3. LA CRUZ DE HIERRO.

Durante la guerra mundial una patrulla de soldados alemanes fue rodeada por todo un ejrcito ruso. Los pobres sitiados se haba retirado a una pequea choza. El desenlace de la lucha no era dudoso. El jefe enemigo los invit a capitular; una descarga cerrada le contest. Empezaron entonces los rusos un terrible caoneo que no ces hasta que las armas alemanas enmudecieron por completo; haban tirado la ltima bala. Los rusos forcejeaban la puerta de la choza, y se quedaron hondamente emocionados ante el espectculo que se les presenta. Entre su soldados muertos yaca cubierto de su propia sangre el jefe, el teniente Griesheim. Para los rusos ya no era el enemigo, sino un camarada sufriendo. El capitn se agacha y le pregunta emocionado: Nos vistes cien contra uno, por qu no habis capitulado? Entonces el teniente incorporndose con un ltimo esfuerzo y mostrando sobre su pecho la cruz de hierro le dice: Entre nosotros, el que lleva en su pecho esta condecoracin, jams se rinde.

Hijo mo, cuando tengas luchas difciles en el camino de tu carcter, acurdate t tambin de aquella cruz, que puso el Seor sobre tu corazn el da de tu bautismo, y en aquellos momentos repite en voz muy alta:

Qu me importa del mundo y de su fuegos vanos,

de su cantos y voces de ritmo engaador?

Llevo la cruz de Cristo sobre mi tersa frente,

y de esa cruz el fuego dentro mi corazn!

(Eichert)

4. CARDOS EN EL CAMPO DE TRIGO.

Contempla un campo de trigo en el mes de octubre. En el sembrado fresco y tierno, aqu y all por todas partes levanta su cabeza un tallo seco, el cardo. Todava no son peligrosos, hasta parecen an brotes inocentes del todo inofensivos e insignificantes; pero a medida que vayan creciendo se volvern ms espinosos, ms duros.

Joven: t tambin ests en el octubre de tu vida, y tambin has podido ver surgir en el sembrado de tu alma el tallo de cardo. Tus malas costumbres, tu terquedad, no parecan de peligro durante tu niez; pero a medida que vas desarrollndote, tus faltas se vuelven ellas tambin cada vez ms espinosas, ms duras, y esto sucede cuando ms descuides la noble labor de la educacin de tu yo.

Pero, qu sucede con el joven que no entabla esa lucha y no se preocupa de su alma? Qu ser de aquel cuya talla aumenta de ao en ao, cuyos pulmones se van ensanchando, quedando su alma inculta y descuidada? Qu ser de l? Pues sencillamente; la hierba mala, el cardo, la cizaa se desarrollarn libremente en l; bien sabes que no necesitan ningn cuidado, antes bien tienen marcada preferencia por las tierras incultas; pero los buenos sembrados mueren, ahogados bajo esos parsitos que se cran en abundancia.

Ese joven, si se le ordena algo en casa, muestra en seguida su descontento.

Se le pregunta algo? Un brusco movimiento de hombros es su sola respuesta. Hay algo que le desagrada? Cierra la puerta con estrpito. Se le rompe el cordn del zapato? Lanza una blasfemia. Tropieza alguien con l por casualidad en el juego? En seguida responde con un bofetn. Goza en provocar a los dems con tal de encontrarse con oro ms dbil... En una palabra es un muchacho inaguantable.

Pobrecito! Con esas mismas energas hubiera podido ser un joven de carcter firme y puro, si, en vez de abandonar su desarrollo moral, hubiese empezado en el momento oportuno a extirpar el cardo del tierno sembrado de su alma.

Cuidado, hijo! El cardo se halla en todas las almas, sin excepcin de la tuya.

Pero el joven prudente no le da tiempo para que adquiera fuerzas, sino que va exterminndolo con solicitud y lucha constante.

Este luchar continuo es lo que llamamos la lucha del alma.

5. EL COMBATE DEL ALMA.

En el alma, pues, hay una lucha sin tregua entre el bien y el mal. A cierta edad, en los aos de la juventud, esa lucha es extraordinariamente fuerte; con el tiempo se mitiga un tanto; pero nunca podemos asegurar, que ya ha llegado a su trmino.

Quin lucha en nosotros y contra quin?

Contabas apenas cinco seis aos de edad, y ya notaste el primer movimiento del enemigo. Sentiste algo en ti, que te impulsaba hacia el mal. Un peso invisible, que te arrastraba a pesar tuyo a un abismo, al abismo sin fondo del pecado. Esa herencia terrible que nuestra religin cuenta entre las consecuencias del pecado original, se denomina: inclinacin al mal.

Eso, querido hijo, es conveniente que lo sepas. Debes saber que, por su naturaleza, el hombre se inclina mucho ms hacia el mal que al bien. Eso lo conoces sobradamente por tu propia experiencia.

Cuntos obstculos se nos alzan en el camino de la formacin ideal de nuestro carcter! Conocemos aquellos ideales sublimes que nuestro Seor Jesucristo fij a la vida humana, y por lo tanto tambin a nuestra propia vida; sentimos entusiasmo por sus enseanzas sublimes, quisiramos realizarlas en nuestra vida.

Pero ah!... al mismo tiempo observo un choque trgico. El bien nos agrada sin duda, pero el pecado tiene todava ms alicientes. La virtud nos atrae hacia las alturas, pero el pecado nos arrastra y nos mantiene hacia abajo. Quisiramos subir volando hacia las cimas puras y nveas de la perfeccin, pero la tentacin del pecado ata nuestras alas con peso de plomo. Dime, hijo mo no has sentido nunca en ti esa gran lucha, ese combate, esa guerra encarnizada, que un nio de pocos aos ingenuamente expres de esta manera: Por qu es tan bueno el ser malo y tan malo el ser bueno?

Pues bien, hijo mo, el que triunfa en este combate es un hroe.

O, es que hay jvenes que se dejan vencer? Por desgracia, s los hay! Y cuntos! Va un estudiante por la calle y otro lo empieza a reir... y he aqu que empiezan una ria a puntapis y puetazos. Esto no; esto no es herosmo; herosmo es el dominio de la naturaleza, de las malas inclinaciones.

Herosmo se necesita para volver en seguida la cabeza, si al ir por la calle tropieza su mirada con un aviso de mal gnero, con un cuadro inmoral en alguna vidriera.

Has ofendido a alguien? El saber pedirle perdn de inmediato, eso es herosmo muchas veces.

Por ms que seduzca el pecado, sabes mantenerte fiel a Dios? Eso es herosmo!

6. SIN SACRIFICIOS?

Bien, todo eso es muy hermoso! Tener un carcter de bronce tambin yo lo quiero! Llevar una vida ideal!- yo tambin deseo tal cosa; pero no habra para eso un camino ms fcil? No existe de veras ningn otro camino? No sera posible conseguir ese carcter irreprochable ms barato, sin sacrificios?

No; aqu no puede regatearse. Quien quiera venir en pos de m niguese a s mismo, tome su cruz y sgame, dice Nuestro Seor Jesucristo en Mt 16, 24. Quien quiera estar con el Seor, en el reino de los cielos, no debe abandonarlo a l , en el pedregoso camino de la cruz.

Pero dime, querido hijo, qu cosa hay ahora en el mundo en que vivimos que se d de balde? Nada, absolutamente nada,. Mira cmo sufren los hombres, cmo trabajan da y noche por su efmera vida terrenal. Y, t quisiera lograr precisamente ese gran tesoro, un carcter completamente de balde?

Qu feliz est!" Suspiras quizs al contemplar a un amigo en el goce de las diversiones. Qu bien le va a quien toma ligeramente la vida... y se divierte a su antojo!

Cmo te engaas, hijo! Si pudieras penetrar con tu mirada en el corazn que slo corre en pos de los placeres terrenos, crees que lo que se descubrira en l es alegra o satisfaccin? No, no hay ms que vaciedad, sonrisa forzada. No sin razn dice la Sagrada Escritura: El impo se parece al mar alborotado (Is 57,20). Es el juguete de la tempestad de sus pasiones; y su alma queda nublada, hasta que el huracn le deja un poco de solaz.

Mira, qu opinin tiene sobre este punto el clebre filsofo ingls. John Stuart Mill: De quien no rehsa una cosa lcita, no se puede esperar que se prive de todas las prohibidas. No dudamos en que llegar tiempo en que se acostumbre a los nios y a los jvenes a la asctica, al ejercicio de la abnegacin, y, como en la antigedad, se les ensee a negar sus deseos, encararse con los peligros e imponerse dolores espontneos.

He aqu por qu prescribe la religin catlica la abnegacin, el ejercicio de la voluntad, la asctica.

Asctica? -Uf!- piensas, quizs porque te han llenado la cabeza con que asctica significa mortificacin, un martirio constante del propio yo y