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En el buque-escuela, donde navegaron Alfonso XIII y Juan Carlos I, hoy lo hace el guardiamarina Felipe de Borbón El «Juan Sebastián de Elca P ROCEDENTE de Cádiz y Las Palmas, mañana arri- bará al puerto de esta ca- pital el bergantín goleta de cua- tro palos «Juan Sebastián de El- cano», buque-escuela de la Ar- mada española que, al mando del capitán de navio Rafael Martí Narbona, realiza un nuevo cru- cero de instrucción. Entre los guardiamarinas que viajan en «Elcano» Don Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias, que, con toda la dotación del bu- que, el pasado día 9 fue despe- dido por la Familia Real desde el patrullero «Bonifaz». Buque de casa —fue galardo- nado con la Medalla de Oro de la Ciudad— el Juan Sebas- tián de Elcano» es huésped fijo del Muelle Sur, donde bebe luz y sol en su gallarda estampa ma- rinera que, por vez primera, en estas aguas lució el 26 de agosto de 1929. Desde entonces, siem- pre ha llegado —proa a la mar abierta— con todo el trapo lar- go, su roda valiente rompiendo la mar con suavidad de velero mientras, por la popa, la estela se tiende mansa y sin convulsio- nes de hélice acerada. Mañana, la estampa se repetirá en aguas de Santa Cruz de Tenerife, ciu- dad marinera que tiene y bien mantiene tradición de barcos y marinos a la sombra fresca de las montañas de Anaga, Con la mar huérfana ya de ve- las, esbeltas arboladuras, airosos baupreses y cascos escualos y cuchillos, resulta grato para San- ta Cruz que s u puerto se engala- ne —una vez más— con la esca- sa belleza de la vela que aún cru- za los mares. Durante unos días, la grata estampa marinera del «Juan Sebastián de Elcano» proyectará su blancura sobre el fondo sencillo de ciudad y mon- tañas. En vertical valiente, los cuatro palos se rematan con la gracia fina de los masteleros y, el trinquete, se adorna con ver- gas, brazas y marchapies. Des- de el remate del tajamar finísino —envidia de cualquier yate dise- ñado para regatas— el mascarón de línea clásica y noble y, a popa, el farol que bien hace evo- car las naves del Descubrimien- to. Velero de línea precisa y pre- ciosa, el «Elcano» es un hito en la historia mundial de la navega- ción, con la limosna de la brisa en las velas. LOS PRECURSORES DE «ELCANO» Al generalizarse el vapor en la navegación, los negros y espesos penachos de humo —con ellos el acompasado latir de las má- quinas— comenzaron a eclipsar de la mar las esbeltas arboladu- ras. Las fragatas guerreras con- servaron el velamen durante lar- gos años pero, entre el trinquete y el mayor, la chimenea —en Con la montaña de La Altura y el castillo de Paso Alto ai fondo, el «Juan Sebastián de Elcano» zarpa de Santa Cruz y saluda a la voz y al cañón candela y de mucha guinda— ponía siempre su nota discordan- te y antiestética. Los marinos tradicionales pe- dían velas, sólo velas, para la formación de los futuros oficia- les y, entonces, se habilitaron las necesarias unidades para tal fin. Por lo que la Marina Española respeta, dicen las viejas crónicas que, allá por 1793, ya navegaba como buque-escuela la fragata «Santa Rosa». Años más tarde —en 1796, concretamente— la urca «Anunciación» fue destina- da a esta misión forrnativa que de tanta necesidad era —lo es aún— para la instrucción de los futu- ros oficiales. En tal año, la «Asunción» estaba al mando del capitán de fragata Manuel Díaz de Herrera, marino que había llevado a cabo notables trabajos e investigaciones en los campos de la Ingeniería y la Astronomía, Esta fue, sin duda alguna, la primera unidad que a instrucción se dedicó en las Marinas del mundo, ya que en ninguna exis- ten precedentes. A mediados del siglo pasado, la fragata mercan- te «Elcano» fue habilitada para que, en el curso de un viaje re- dondo a Filipinas, embarcase al- gunos guardiamarinas de la Es- cuela Naval que, por entonces, estaba establecida en San Fer- nando. El experimento se llevó a cabo con notable éxito pero, por diversas circunstancias, no se repitió en años posteriores, si bien los viajes continuaron en las fragatas mixtas de la Armada tras la etapa del navio «Soberano» y las fragatas «Perla», «Isabel u», «Cortés» y «Cristina». En los años de la década de los 70 del pasado siglo, las misiones formativas las desempeñan las fragatas «Asturias» —escuela naval flotante— y «Esperanza» y, con ellas, las corbetas «Villa de Bilbao», «Trinidad» y «San- ta María. En 1874, la fragata «Blanca» comienza a navegar como buque-escuela —fue céle- bre su viaje a Escandinavia y puertos rusos del Báltico-™ y, posteriormente, también lo hicie- ron las «Almansa» y «Carmen» hasta que fueron sustituidas por la «Nautilus». Villaamil, el inquieto marino que ideó el destructor, logró la adquisición del «Carrick Cas- tle» —un auténtico «clipper»— que pasó a la Armada española con el nuevo nombre de «Nauti- lus». El «Carrick Castie» había sido botado en 1866 en Glasgow y, hasta 1886, navegó en la ruta de Australia. El casco era «com- posite» —construcción mixta de hierro y madera— y de líneas sencillas y muy marineras; eran sus principales dimensiones 59 metros de eslora por 10 de man- ga y el puntal de unos 8 metros a la cubierta principal; los cala- dos eran de 5 metros a proa y 5,20 a popa a media carga y el desplazamiento correspondiente a ellos era de unas 1.700 tonela- das. El «clipper» fue adquirido por don Fernando Villaamil en 12.000 duros e hizo su primer viaje con bandera española —desde Londres a Cádiz— con material para las defensas sub- marinas, ahorrando así los fletes que hubiera sido preciso abonar por el transporte de tales cargas. En 1888, la «Nautilus» comen- a navegar como buque- escuela al mando del capitán de VACACIONES EN LA NIEVE ESTANCIAS Y CURSOS DE SKI EN ESPAÑA: CERLER - FORMIGAL - PANTICOSA - BAQUEIRA LA MOLINA - ANDORRA. TAMBIÉN EN ESTACIONES DE FRANCIA - ITALIA - SUIZA - AUSTRIA - BULGARIA - YUGOSLAVIA, ETC. Informes: RB Wagons-lits Viajes ••Ü La Mayor Organización Mundial de Viajes A.GTV 5 C Pilar. 2 - Tel. 24 66 84 - Santa Cruz de Tenerife C. San Telmo. 2O - Tel. 3814 74 Puerto de la Ou¿ fragata don José de la Puente y Bassave que, en septiembre del año siguiente, lo trajo a Santa Cruz de Tenerife, puerto al que volvió en febrero de 1891 al mando de don Víctor Concas y Palau. Muchas fueron las escalas ti- nerfeñas de la «Nautilus» y, du- rante una de ellas —en 1901 concretamente— mientras se iza- ba uno de los botes, a consecuen- cia de una avería éste cayó a cu- bierta e hirió al guardiamarina Roig, que posteriormente falle- ció en el Hospital Militar de esta plaza. El 30 de septiembre de 1922, la «Nautilus» dio fondo por última vez en aguas de El Fe- rrol; la mandaba don Manuel Mendívil y Elío y, con pena in- finita de promociones y promo- ciones que en ella navegaron, fue desarmada y dada de baja en las listas de la Armada. La «Nautilus» terminó des- guazada, pero en la buena histo- ria del puerto tinerfeño, bien se recuerdan los nombres de los co- mandantes —De la Puente, Con- cas, Azcárate, Márquez y Solís, Duran, Cervera, Moreno Eliza, etc.— que con ella recalaron en estas aguas, las mismas en que mañana dará fondo el «Elcano». LOS «CALATEA» Y «MINERVA» Cuando la «Nautilus» fue amarrada, se estudio con deteni- miento e interés el problema que se planteaba. Entonces se deci- dió la compra de dos antiguos veleros ingleses que, bajo ban- dera italiana, se ofrecían en venta y se encontraban en excelentes condiciones de casco y aparejo. Y fue entonces cuando arbolaron bandera española los bricbarcas «Galatea» y «Minerva», ambos destinados a servir como buque- escuela en la Armada. El «Galatea», de tres palos, había sido construido en los as- tilleros de la Rodger, en Port Glasgow, para la naviera Ster- ling. Botado en 1896, era —es, pues aún está a flote— de casco de acero, 1.620 toneladas y 73 metros de eslora por 11,9 de manga. Con el nombre de «Glenlee» hasta que, tres años más tarde, fue vendido a la R. Ferguson and Co., de Dundee, que lo rebautizó «Islamount» y transfirió a una de sus «single ship companies», la Islamount Sailing Ship Company, que lo empleó en la ruta del carbón a puertos chilenos y regresó con trigo desde Australia. En 1905, sin cambiar de tráfi- co niTle nombre, fue adquirido por la Flint Castie Shipping Co., de Liverpool. Durante la Prime- ra Guerra Mundial pasó al Ship- pong Controller que, a su vez, cedió su gerencia a la firma J. El «Juan Sebastián de Elcano» cuando, en mayo de 1976, zarpa! los otros veleros integrantes de la regata a las Bermudas y Nue tructor «Oquendo», Juan Hernández tomó esta estai Stewart and Co. y, finalizada la contienda, fue vendido a la So- cietá Italiana di Navigazione Ste- lla d'Italia. El «Islamount» fue rebautizado «Clarastella» y re- formado de quilla a perilla; se le instalaron dos motores diesel, alumbrado eléctrico y los enton- ces más modernos equipos de 'ayuda a la navegación y, así, se aprestó a competir con vapores y motonaves en el tráfico comer- cial de altura. El segundo velero adquirido —-rebautizado «Minerva» cuan- do pasó a la Armada española— había sido botado en 1892 en los astilleros de la Russell, en Glas- gow, para el armador J. R. Dick- son, de la citada ciudad. De 2.127 toneladas —en el espejo de popa lucía el nombre de «Jor- danhill»estaba aparejado de bricbarca de cuatro palos y, en 1902, fue adquirido por la navie- ra Lawson, bajo cuya contrase- ña siguió en la mar hasta que en 1920, se abanderó en Italia con el nombre de «AugusteUa» corno propiedad de la Societá Italiana di Navigazione Stella dltalia. Ya bajo bandera española, am- bos bricbarcas fueron convoya- dos desde Genova a Cartagena por el transporte «Almirante Lobo» —aquel de palos y chime- nea en caída, botado en 1909 en astilleros escoceses— y, el 30 de abril de 1923, se firmó con los astilleros de Horacio Echevarrie- ta en Matagorda —los continua- dores de la antigua factoría de Vea-Murguía— el contrato para acondicionarlos. El «Galatea» quedó pronto listo para navegar como escuela de guardiamari- nas, en tanto el «Minerva» lo hizo para formar a los aprendi- ces marineros; el primero alivió las misiones que pesaban sobre los cruceros «Reina Regente» y «Cataluña» y, cuando el «Elca- no» entró en servicio, pasó a es- cuela de marinería, ya que el «Minerva» había sido transfor- mado en pontón carbonero en 1924. Sin masteleros ni mastelerillos —sobre el casco los muñones de los palos machos— el «Miner- va» perdió hasta la gracia de! bauprés y, negro bajo la fina capa del polvillo del carbón, en Ma- rín sesteó hasta que, en 1937, se le corrió soplete. El 17 de abril de 1925 se auto- rizó la construcción de un nue- vo buque-escuela —el «Miner- va» había causado baja el 30 de junio del año anterior— que, por importe total de 7 millones 569.794 pesetas, se construiría por Echevarrieta y llevaría el nombre de «Juan Sebastián de Elcano». Mientras, el «Galatea» continuaba sus singladuras. Cas- co negro y, en sus tres palos, el blanco velamen que le daba vida con la limosna de la brisa. Cua- tro piezas de 57 milímetros para salvas era el simbólico armamen- to del bricbarca que, años más tarde, lució el casco pintado de blanco esmalte; sólo un puente alto, a popa, deformaba su es- tampa un tanto maciza, de bar- co hecho para navegar en el duro tráfico del salitre chileno y el tri- go australiano, rutas en las que, siempre, tenía que doblar el te- mido Cabo de Hornos. En 1961, después de largos años dedicado a su misión for- mativa, el «Galatea» causó baja en las listas de la Armada. Pero el desguace no pudo con el ve- terano bricbarca que, en el arse- nal ferrolano, quedó como pon- tón de maniobra. En su arbola- dura se ejercitaron los jóvenes venezolanos que luego formaron la primera dotación del «Simón Bolívar» y, con muchos años e historia sobre sus cuadernas, el viejo «Glenlee» aún espera el momento de su definitivo desti- no que, al parecer, será en aguas sevillanas del Guadalquivir. EL «JUAN SEBASTIAN DE ELCANO» Cuando en 1925 llegó el mo- mento de decidir la construcción de un nuevo buque-escuela, se encargó de su diseño al célebre ingeniero naval Camper Nichol- son, de Southampton, especialis- ta en el trazado de grandes ya- tes. El resultado obtenido está claramente a la vista cada vez

EL JUAN SEBASTIAN ELCANO Y SUS ESCALAS TINERFEÑAS

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1987/01/18

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Page 1: EL JUAN SEBASTIAN ELCANO Y SUS ESCALAS TINERFEÑAS

En el buque-escuela, donde navegaron Alfonso XIII y JuanCarlos I, hoy lo hace el guardiamarina Felipe de Borbón El «Juan Sebastián de Elca

PROCEDENTE de Cádiz yLas Palmas, mañana arri-bará al puerto de esta ca-

pital el bergantín goleta de cua-tro palos «Juan Sebastián de El-cano», buque-escuela de la Ar-mada española que, al mando delcapitán de navio Rafael MartíNarbona, realiza un nuevo cru-cero de instrucción. Entre losguardiamarinas que viajan en«Elcano» Don Felipe de Borbóny Grecia, Príncipe de Asturias,que, con toda la dotación del bu-que, el pasado día 9 fue despe-dido por la Familia Real desdeel patrullero «Bonifaz».

Buque de casa —fue galardo-nado con la Medalla de Oro dela Ciudad— el Juan Sebas-tián de Elcano» es huésped fijodel Muelle Sur, donde bebe luzy sol en su gallarda estampa ma-rinera que, por vez primera, enestas aguas lució el 26 de agostode 1929. Desde entonces, siem-pre ha llegado —proa a la marabierta— con todo el trapo lar-go, su roda valiente rompiendola mar con suavidad de veleromientras, por la popa, la estelase tiende mansa y sin convulsio-nes de hélice acerada. Mañana,la estampa se repetirá en aguasde Santa Cruz de Tenerife, ciu-dad marinera que tiene y bienmantiene tradición de barcos ymarinos a la sombra fresca de lasmontañas de Anaga,

Con la mar huérfana ya de ve-las, esbeltas arboladuras, airososbaupreses y cascos escualos ycuchillos, resulta grato para San-ta Cruz que s u puerto se engala-ne —una vez más— con la esca-sa belleza de la vela que aún cru-za los mares. Durante unos días,la grata estampa marinera del«Juan Sebastián de Elcano»proyectará su blancura sobre elfondo sencillo de ciudad y mon-tañas. En vertical valiente, loscuatro palos se rematan con lagracia fina de los masteleros y,el trinquete, se adorna con ver-gas, brazas y marchapies. Des-de el remate del tajamar finísino—envidia de cualquier yate dise-ñado para regatas— el mascarónde línea clásica y noble y, apopa, el farol que bien hace evo-car las naves del Descubrimien-to. Velero de línea precisa y pre-ciosa, el «Elcano» es un hito enla historia mundial de la navega-ción, con la limosna de la brisaen las velas.

LOS PRECURSORES DE«ELCANO»

Al generalizarse el vapor en lanavegación, los negros y espesospenachos de humo —con ellos elacompasado latir de las má-quinas— comenzaron a eclipsarde la mar las esbeltas arboladu-ras. Las fragatas guerreras con-servaron el velamen durante lar-gos años pero, entre el trinquetey el mayor, la chimenea —en

Con la montaña de La Altura y el castillo de Paso Alto ai fondo, el «Juan Sebastián de Elcano»zarpa de Santa Cruz y saluda a la voz y al cañón

candela y de mucha guinda—ponía siempre su nota discordan-te y antiestética.

Los marinos tradicionales pe-dían velas, sólo velas, para laformación de los futuros oficia-les y, entonces, se habilitaron lasnecesarias unidades para tal fin.Por lo que la Marina Españolarespeta, dicen las viejas crónicasque, allá por 1793, ya navegabacomo buque-escuela la fragata«Santa Rosa». Años más tarde—en 1796, concretamente— laurca «Anunciación» fue destina-da a esta misión forrnativa que detanta necesidad era —lo es aún—para la instrucción de los futu-ros oficiales. En tal año, la«Asunción» estaba al mando delcapitán de fragata Manuel Díazde Herrera, marino que habíallevado a cabo notables trabajose investigaciones en los camposde la Ingeniería y la Astronomía,

Esta fue, sin duda alguna, laprimera unidad que a instrucciónse dedicó en las Marinas delmundo, ya que en ninguna exis-ten precedentes. A mediados delsiglo pasado, la fragata mercan-te «Elcano» fue habilitada paraque, en el curso de un viaje re-dondo a Filipinas, embarcase al-gunos guardiamarinas de la Es-cuela Naval que, por entonces,estaba establecida en San Fer-nando. El experimento se llevóa cabo con notable éxito pero,por diversas circunstancias, nose repitió en años posteriores, sibien los viajes continuaron en lasfragatas mixtas de la Armada trasla etapa del navio «Soberano» ylas fragatas «Perla», «Isabel u»,«Cortés» y «Cristina».

En los años de la década de los70 del pasado siglo, las misiones

formativas las desempeñan lasfragatas «Asturias» —escuelanaval flotante— y «Esperanza»y, con ellas, las corbetas «Villade Bilbao», «Trinidad» y «San-ta María. En 1874, la fragata«Blanca» comienza a navegarcomo buque-escuela —fue céle-bre su viaje a Escandinavia ypuertos rusos del Báltico-™ y,posteriormente, también lo hicie-ron las «Almansa» y «Carmen»hasta que fueron sustituidas porla «Nautilus».

Villaamil, el inquieto marinoque ideó el destructor, logró laadquisición del «Carrick Cas-tle» —un auténtico «clipper»—que pasó a la Armada españolacon el nuevo nombre de «Nauti-lus». El «Carrick Castie» habíasido botado en 1866 en Glasgowy, hasta 1886, navegó en la rutade Australia. El casco era «com-posite» —construcción mixta dehierro y madera— y de líneassencillas y muy marineras; eransus principales dimensiones 59metros de eslora por 10 de man-ga y el puntal de unos 8 metrosa la cubierta principal; los cala-dos eran de 5 metros a proa y5,20 a popa a media carga y eldesplazamiento correspondientea ellos era de unas 1.700 tonela-das.

El «clipper» fue adquirido pordon Fernando Villaamil en12.000 duros e hizo su primerviaje con bandera española—desde Londres a Cádiz— conmaterial para las defensas sub-marinas, ahorrando así los fletesque hubiera sido preciso abonarpor el transporte de tales cargas.En 1888, la «Nautilus» comen-zó a navegar como buque-escuela al mando del capitán de

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C Pilar. 2 - Tel. 24 66 84 - Santa Cruz de TenerifeC. San Telmo. 2O - Tel. 3814 74 Puerto de la Ou¿

fragata don José de la Puente yBassave que, en septiembre delaño siguiente, lo trajo a SantaCruz de Tenerife, puerto al quevolvió en febrero de 1891 almando de don Víctor Concas yPalau.

Muchas fueron las escalas ti-nerfeñas de la «Nautilus» y, du-rante una de ellas —en 1901concretamente— mientras se iza-ba uno de los botes, a consecuen-cia de una avería éste cayó a cu-bierta e hirió al guardiamarinaRoig, que posteriormente falle-ció en el Hospital Militar de estaplaza. El 30 de septiembre de1922, la «Nautilus» dio fondopor última vez en aguas de El Fe-rrol; la mandaba don ManuelMendívil y Elío y, con pena in-finita de promociones y promo-ciones que en ella navegaron, fuedesarmada y dada de baja en laslistas de la Armada.

La «Nautilus» terminó des-guazada, pero en la buena histo-ria del puerto tinerfeño, bien serecuerdan los nombres de los co-mandantes —De la Puente, Con-cas, Azcárate, Márquez y Solís,Duran, Cervera, Moreno Eliza,etc.— que con ella recalaron enestas aguas, las mismas en quemañana dará fondo el «Elcano».

LOS «CALATEA» Y«MINERVA»

Cuando la «Nautilus» fueamarrada, se estudio con deteni-miento e interés el problema quese planteaba. Entonces se deci-dió la compra de dos antiguosveleros ingleses que, bajo ban-dera italiana, se ofrecían en ventay se encontraban en excelentescondiciones de casco y aparejo.Y fue entonces cuando arbolaronbandera española los bricbarcas«Galatea» y «Minerva», ambosdestinados a servir como buque-escuela en la Armada.

El «Galatea», de tres palos,había sido construido en los as-tilleros de la Rodger, en PortGlasgow, para la naviera Ster-ling. Botado en 1896, era —es,pues aún está a flote— de cascode acero, 1.620 toneladas y 73metros de eslora por 11,9 demanga. Con el nombre de«Glenlee» hasta que, tres añosmás tarde, fue vendido a la R.Ferguson and Co., de Dundee,que lo rebautizó «Islamount» ytransfirió a una de sus «singleship companies», la IslamountSailing Ship Company, que loempleó en la ruta del carbón apuertos chilenos y regresó contrigo desde Australia.

En 1905, sin cambiar de tráfi-co niTle nombre, fue adquiridopor la Flint Castie Shipping Co.,de Liverpool. Durante la Prime-ra Guerra Mundial pasó al Ship-pong Controller que, a su vez,cedió su gerencia a la firma J.

El «Juan Sebastián de Elcano» cuando, en mayo de 1976, zarpa!los otros veleros integrantes de la regata a las Bermudas y Nue

tructor «Oquendo», Juan Hernández tomó esta estai

Stewart and Co. y, finalizada lacontienda, fue vendido a la So-cietá Italiana di Navigazione Ste-lla d'Italia. El «Islamount» fuerebautizado «Clarastella» y re-formado de quilla a perilla; se leinstalaron dos motores diesel,alumbrado eléctrico y los enton-ces más modernos equipos de'ayuda a la navegación y, así, seaprestó a competir con vaporesy motonaves en el tráfico comer-cial de altura.

El segundo velero adquirido—-rebautizado «Minerva» cuan-do pasó a la Armada española—había sido botado en 1892 en losastilleros de la Russell, en Glas-gow, para el armador J. R. Dick-son, de la citada ciudad. De2.127 toneladas —en el espejo depopa lucía el nombre de «Jor-danhill»— estaba aparejado debricbarca de cuatro palos y, en1902, fue adquirido por la navie-ra Lawson, bajo cuya contrase-ña siguió en la mar hasta que en1920, se abanderó en Italia conel nombre de «AugusteUa» cornopropiedad de la Societá Italianadi Navigazione Stella dltalia.

Ya bajo bandera española, am-bos bricbarcas fueron convoya-dos desde Genova a Cartagenapor el transporte «AlmiranteLobo» —aquel de palos y chime-nea en caída, botado en 1909 enastilleros escoceses— y, el 30 deabril de 1923, se firmó con losastilleros de Horacio Echevarrie-ta en Matagorda —los continua-dores de la antigua factoría deVea-Murguía— el contrato paraacondicionarlos. El «Galatea»quedó pronto listo para navegarcomo escuela de guardiamari-nas, en tanto el «Minerva» lohizo para formar a los aprendi-ces marineros; el primero aliviólas misiones que pesaban sobrelos cruceros «Reina Regente» y«Cataluña» y, cuando el «Elca-no» entró en servicio, pasó a es-cuela de marinería, ya que el«Minerva» había sido transfor-mado en pontón carbonero en1924.

Sin masteleros ni mastelerillos—sobre el casco los muñones delos palos machos— el «Miner-

va» perdió hasta la gracia de!bauprés y, negro bajo la fina capadel polvillo del carbón, en Ma-rín sesteó hasta que, en 1937, sele corrió soplete.

El 17 de abril de 1925 se auto-rizó la construcción de un nue-vo buque-escuela —el «Miner-va» había causado baja el 30 dejunio del año anterior— que, porimporte total de 7 millones569.794 pesetas, se construiríapor Echevarrieta y llevaría elnombre de «Juan Sebastián deElcano». Mientras, el «Galatea»continuaba sus singladuras. Cas-co negro y, en sus tres palos, elblanco velamen que le daba vidacon la limosna de la brisa. Cua-tro piezas de 57 milímetros parasalvas era el simbólico armamen-to del bricbarca que, años mástarde, lució el casco pintado deblanco esmalte; sólo un puentealto, a popa, deformaba su es-tampa un tanto maciza, de bar-co hecho para navegar en el durotráfico del salitre chileno y el tri-go australiano, rutas en las que,siempre, tenía que doblar el te-mido Cabo de Hornos.

En 1961, después de largosaños dedicado a su misión for-mativa, el «Galatea» causó bajaen las listas de la Armada. Peroel desguace no pudo con el ve-terano bricbarca que, en el arse-nal ferrolano, quedó como pon-tón de maniobra. En su arbola-dura se ejercitaron los jóvenesvenezolanos que luego formaronla primera dotación del «SimónBolívar» y, con muchos años ehistoria sobre sus cuadernas, elviejo «Glenlee» aún espera elmomento de su definitivo desti-no que, al parecer, será en aguassevillanas del Guadalquivir.

EL «JUAN SEBASTIAN DEELCANO»

Cuando en 1925 llegó el mo-mento de decidir la construcciónde un nuevo buque-escuela, seencargó de su diseño al célebreingeniero naval Camper Nichol-son, de Southampton, especialis-ta en el trazado de grandes ya-tes. El resultado obtenido estáclaramente a la vista cada vez

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no» y sus escalas tínerfeñasy Elío, y ayudante de órdenes,don Alvaro Espinosa de losMonteros, el Rey pasó revista ala dotación del buque y, luego,mandó abrir del muelle para fo-dear en la bahía. Poco antes delas ocho de la tarde, el «Elcano»largó las estachas y, a motor, sedirigió al fondeadero asignado,donde dejó caer el ancla con fé-rreo estrépito de cadena.

Al día siguiente —fecha desig-nada para que el «Elcano»se hiciera a la mar por vezprimera— el tiempo estaba fran-camente malo para la navegacióna vela. La marejada era gruesaen aguas del Estrecho y, con cie-lo y horizontes achubascados,soplaba fuerte el levante. Sin em-bargo, y pese a las circuntanciasadversas, a las 8.30 de la maña-na el «Elcano» comenzó a virarel ancha y, ya con ella a pique,dio avance y puso proa a la marcon el estandarte real a tope y loscolores nacionales en el pico. Ensu estela, el cañonero «Bonifaz»—el gemelo de los «Recalde» y«Laya», proa de espolón inci-piente y chimenea de sombre-rete— seguía sus aguas y le dabaescolta. Y, coincidencia, en esteviaje —LVIII de su vida mari-nera— otro «Bonifaz», de cons-

él, allá por 1958, cuando en me-morable escala llegó a SantaCruz de Tenerife.

Con el aparejo cargado y afe-rrado y sólo a motor, el «JuanSebastián de Elcano» barajó lacosta —siempre seguido por elcañonero «Bonifaz»— y, pocodespués del mediodía, dejó porla popa el faro de Trafalgar.Cuando el buque gobernó a em-bocar el Estrecho, la mar de Le-vante se hizo sentir con fuerza y,desde el puente del «Elcano», elRey ordenó que el cañonero de-jase la misión de escolta y entra-se en Algeciras. El,«Bonifaz»hizo las salvas de ordenanza—salvas de despedida al estan-dante real— y, cayendo a unabanda, arrumbó al puerto indi-cado.

Mediada la tarde, el «Elcano»tenía por babor la bahía de Al-geciras y, siempre a motor, pasóa corta distancia de Punta Euro-pa. A medida que se internabaen aguas del Mediterráneo, lamar fue cayendo, disminuyendolos bandazos y machetazos quedaba el buen velero; la noche lapasó navegando de vuelta y vuel-ta a unas 20 millas de Málaga y,ya bien entrada la mañana, paróel motor y, largando el aparejo—operación rápida y vistosa acargo de los bien preparados ga-vieros y juaneteros— el «Elca-no» puso proa a Málaga.

Al mediodía, con el tiempo encalma, se facheó el aparejo y,arriado un bote, desde éste setomó la primera fotografía del

»a de Santa Cruz de Tenerife cona York. Desde el puente del des-ipa del gallardo velero

que el «Elcano» recala por San-ta Cruz de Tenerife: su estampay líneas marineras son verdade-ramente admirables e insupera-bles.

La construcción del «Juan Se-bastián de Elcano» estuvo a car-go de los citados astilleros gadi-tanos de Echevarrieta y Larrina-ga. El 24 de marzo de 1925 tuvolugar, con la solemnidad acos-tumbrada, la puesta de quilla delque, con el tiempo, sería el her-moso bergantín goleta que hoycruza los mares bajo los coloresde España. El general Primo deRivera asistió al acto y a su car-go estuvo la colocación del pri-mer remache. El 5 de marzo de1927 se efectuó la botadura y, traslas pruebas de mar, el 17 deagosto del año siguiente fue ofi-cialmente recibido por la Ar-mada.

El «Juan Sebastián de Elca-no» desplaza 3.754 toneladas yson sus principales dimensiones94,13 metros de eslora total—82,14 entre perpendiculares—por 13,10 de manga y 6,60 de ca-lado. El casco es de acero, contres cubiertas corridas —sollado,principal y superior— además dela del castillo, de botes y toldi-lla; está dividido por seis mam-paros estancos transversales, delos cuales cuatro llegan a la cu-bierta superior y dos a la princi-pal.

Para auxiliarse en las entradasy salidas de puerto —tambiénpara navegar en las zonas de cal-ma chicha— en sus primerosaños de mar llevaba un motorAtlas, luego sustituido por unSulzer que, con 1.500 Hp, le dauna máxima de 10 nudos. La hé-lice es de bronce, de cuatro pa-las fijas y preparada para quedardesembragada en las navegacio-nes a vela.

A la velocidad económica de8 nudos —y con 230 toneladas decombustible en sus tanques— el«Juan Sebastián de Elcano» tie-ne una autonomía de 10.000 mi-llas. El aparejo es de bergantíngoleta de cuatro palos y la super-ficie total de velas que en ellospuede largar es de 2.467 metroscuadrados. Las antiguas velas de

El puerto de Santa Cruz el 20 de agosto de 1935. En primer término, el «Manuel Arnús», de laTrasatlántica Española, el vapor «Arango» y el «Juan Sebastián de Elcano» y, al fondo, el cañone-

ro «Canalejas»

lona —con un peso total de 40toneladas— fueron hace unosaños sustituidas por otras de dra~Ion que, con sólo 10 toneladas depeso, son de mayor manejabili-dad, duración y rendimiento.

En el castillo y la toldilla, elElcano» reparte cuatro piezas de47 milímetros para las tradicio-nales y reglamentarias salvas desaludo y ordenanza.

PRIMER VIAJE DEL«ELCANO»

El 18 de abril de 1928, DonAlfonso Xffl —bisabuelo de DonFelipe de Borbón y Grecia, quecomo guardiamarina navega enel «Elcano»— salió de Madridhacia Cádiz. Viajaba en automó-vil y le acompañaba el duque deMiranda y, tras detenerse en Se-villa, Puerto de Santa María yPuerto Real, ya en Cádiz se di-rigió al Muelle Reina Victoria,donde se encontraba el «Elca-no». Don Alfonso pasó revista alas tropas que le rindieron hono-res y, al subir al flamante buque-escuela —entre los saludos a lavoz y al cañón y las salvas del ca-ñonero «Bonifaz» y el fuerte deSan Felipe— se izó a tope el es-tandarte real, el morado de Cas-tilla con el escudo nacional,mientras los barcos surtos en elpuerto lucían la empavesada yhacían sonar sus sirenas.

Acompañado por el duque deMiranda, el comandante del «El-cano», don Manuel de Mendívil

trucción gaditana, escoltó, con laFamilia Real a su bordo, albuque-escuela en el que viajael bisnieto de Don Alfonso XIIIe hijo del actual Rey, Don JuanCarlos, que también navegó en

bergantín goleta con todo el tra-po largo en la mar alta y libre.Izada de nuevo la embarcación,el «Elcano» siguió a rumbo y, alcaer el viento, sobre las 4 de latarde se arrancó de nuevo el mo-

tor. Poco después, el «Juan Se-bastián de Elcano» hizo su en-trada en el puerto de Málaga,primero que visitó en su ya dila-tada vida marinera. Allí desem-barcó Don Alfonso Xffl que, consu presencia, dejó escrita la pri-mera página del historial delbuque-escuela en el que, añosmás tarde, embarcaría su nieto,el actual Rey, y ahora lo hace subisnieto, el Príncipe Felipe deBorbón y Grecia.

EL «ELCANO» YSANTA CRUZ

Tras aquel viaje desde Cádiza Málaga, el «Elcano» bajó envarias ocasones hasta la altura deCanarias en viajes para adiestrara la nueva dotación. En tales via-jes no entró en puertos isleños y,ya con la tripulación lista y bienpreparada, embarcó los guardia-marinas de la Escuela Naval y,al mando de don Manuel deMendívil y Elío, se hizo a la velaen su primer viaje de circunna-vegación. Durante éste, la esca-la en Buenos Aires coincidió conla entrega de las banderas decombate a los destructores «Cer-vantes» y «Juan de Garay» que,durante algún tiempo, arbolaronbandera española con los nom-bres de «Churruca» y «AlcaláGaliano».

La primera escala del «JuanSebastián de Elcano» en SantaCruz de Tenerife fue el 26 deagosto de 1929; venía al mandode don Claudio Lago de Lanzóny Díaz y, cuando zarpó el día 29,de vuelta encontrada se cruzócon el «La Palma», el mismoviejo correíllo que, en Nú vasa,ha vuelto a recuperar sus colo-res, la antigua y buena estampamarinera.

Al mando de don Joaquín Ló-pez Cortijo volvió el 1 de octu-bre de 1931 y, el 5, se hizo a lavela con rumbo a San Vicente deCabo Verde; con el mismo co-mandante volvió el 30 de octu-bre del año siguiente —zarpó el6 de noviembre— y, en junio de1933, don Salvador Moreno Fer-nández se hizo cargo de sumando.

El 20 de octubre de 1933, pro-cedente de El Ferrol y escalasarribaron los destructores perua-nos «Almirante Guise» y «Al-mirante Villar» que, con el pe-trolero «trinas», iban en viajede entrega. De tres chimeneas,tales destructores habían perte-necido a la Marina rusa y, pos-teriormente, pasaron a Estonia,nación que luego los vendió aPerú. Al día siguiente arribó el«Elcano» al mando de don Sal-vador Moreno y, el 25, se hizode nuevo a la vela con rumbo a

Río de Janeiro.Al mando de don Cristóbal

González-Aller y Acebal, el «El-cano» dio fondo en Santa Cruz

el 20 de agosto de 1935. Com-partió fondeo con el trasatlánti-co «Manuel Arnús» —de laCompañía TrasatlánticaEspañola—, el vapor «Arango»,de bandera marroquí, y el caño-nero «Canalejas», entonces deapostadero en estas aguas, y va-rios fruteros. El aspecto delpuerto en dicho día bien lo re-fleja una de las imágenes queilustra estas líneas, pero en ellano aparecen los trasatlánticos«Strahnaver», «Dunluce Cas-tle» y «Ansverville» que, con elcitado «Manuel Arnús», acom-pañaron al «Elcano» en aquellaescala tinerfeña.

En los primeros días de la gue-rra civil —el 23 de julioconcretamente— el «Galatea»arribó a Santa Cruz de Tenerife,donde permaneció bastante tiem-po; luego marchó a Ei Ferroldonde, amarrado, sirvió comoescuela de especialistas, misiónsimilar a la que el «Elcano» de-sempeñaba en Cádiz.

El 9 de marzo de 1942, el«Galatea» volvió a Santa Cruzen el curso de su primer viaje deinstrucción tras los años de gue-rra. El 17 de abril, el «Elcano»—comandante don Camilo Ca-rrero Blanco— llegó a estasaguas tras un recorrido de cascoy aparejo. Venía con los coloresnacionales en amuras y aletas—eran los años de la SegundaGuerra Mundial— y, atracado enel Muelle Sur, evocó años idos.En dicha escala, hubo necesidadde calar el mastelero del mayorproel, operación que se llevó acabo con rapidez y, durante unpar de días, el buen velero que-dó con su estampa marinera untanto desequilibrada, estampaque recuperó gallardía cuando elmastelero volvió a rematar elpalo de mucha guinda.

A partir de entonces, escalasy más escalas que, como la demañana, siempre vienen envuel-tas en la dulzura infinita e inde-finida de la vela, de la poca poe-sía que aún queda en la mar. Ma-ñana el velero que en 1967 tuvopor segundo comandante al ti-nerfeño Agustín Guimerá Pera-za, al velero de larga y buenahistoria ligado a los nombres deAlfonso XIII y Don Juan Carlosy, desde ahora, al Príncipe DonFelipe.

Mañana, el «Juan Sebastiánde Elcano» —que ostenta la Me-dalla de Oro de la Ciudad deSanta Cruz de Tenerife— rompe-rá su estela en la caricia de laciudad marinera. Llegará, comosiempre, moliendo espumas yrompiendo mares, mostrando susello especialísimo de construc-ción, su inigualable línea preci-sa y preciosa.

Juan A. PadrónAlbornoz

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