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Baez Arjón Joziel Emmanuel Caleb EL LENGUAJE COMO CONDICIÓN DE POSIBILIDAD ESPISTÉMICA INTRODUCCIÓN Desde Heráclito y Parménides, hasta Chomsky, pasando por Platón, Descartes; Locke, Berkeley & Hume, Wittgenstein y Foucault, la filosofía ha sido un hablar muy gracioso: “un hablar del hablar” 1 , y deviene más divertido aún cuando hablamos de ese hablar del hablar y, jugando con el sistema minimalista chomskyiano, podemos aumentar más “hablar del hablar”, dependiendo de las citas que hagamos sobre las citas de las citas de estos filósofos, que entre más antiguos más derecho hemos de tener para aumentar este divertido juego. No obstante, no es ello lo que hoy, y desde ha ya un tiempo, me ocupa, sino que haré algo aún más atrevido que proponer un simple “juego” (si vale el término y el sarcasmo se comprende a buen grado), de un verbo con un complemento determinativo que es el mismo verbo en una repetición jocosa. Al repensar todo lo que estos filósofos tratan de rescatar, eso que buscan, se les escapa como arena entre los dedos, como a Heidegger se le escapa el “Ser”. Hablan y hablan de una parte de este algo enorme, pero nunca de él en su conjunto, porque lo creen dado por sentado, y el mismo Kant, tan crítico y observador lo ha obviado, hasta como la persona 1 Ayer, Philosophy and Language (lección inaugural 1960), pág. 406.

El lenguaje como condición de posibilidad

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Baez Arjón Joziel Emmanuel Caleb

EL LENGUAJE COMO CONDICIÓN DE POSIBILIDAD ESPISTÉMICA

INTRODUCCIÓN

Desde Heráclito y Parménides, hasta Chomsky, pasando por Platón, Descartes;

Locke, Berkeley & Hume, Wittgenstein y Foucault, la filosofía ha sido un hablar

muy gracioso: “un hablar del hablar”1, y deviene más divertido aún cuando

hablamos de ese hablar del hablar y, jugando con el sistema minimalista

chomskyiano, podemos aumentar más “hablar del hablar”, dependiendo de las

citas que hagamos sobre las citas de las citas de estos filósofos, que entre más

antiguos más derecho hemos de tener para aumentar este divertido juego.

No obstante, no es ello lo que hoy, y desde ha ya un tiempo, me ocupa,

sino que haré algo aún más atrevido que proponer un simple “juego” (si vale el

término y el sarcasmo se comprende a buen grado), de un verbo con un

complemento determinativo que es el mismo verbo en una repetición jocosa. Al

repensar todo lo que estos filósofos tratan de rescatar, eso que buscan, se les

escapa como arena entre los dedos, como a Heidegger se le escapa el “Ser”.

Hablan y hablan de una parte de este algo enorme, pero nunca de él en su

conjunto, porque lo creen dado por sentado, y el mismo Kant, tan crítico y

observador lo ha obviado, hasta como la persona menos atenta. Se ha hablado de

las palabras y demasiado, pero nunca se ha hablado del lenguaje en tanto tal. “Si

confiamos en entender el lenguaje humano y las capacidades psicológicas sobre

las cuales descansa, debemos empezar preguntándonos qué es, y no cómo se

usa y con qué fines”2, éste cómo se usa se encuentra desde Heráclito, y el con

qué fines, quizás desde Platón, pero el qué es tal vez no nos había llegado sino

hasta Wittgenstein y Chomsky.

Este primer problema es la ignorancia respecto al lenguaje como tal, pues

“una dificultad que se presenta en las ciencias psicológicas estriba en la

familiaridad de los fenómenos de que se ocupan. [...] Uno se siente inclinado a dar

1 Ayer, Philosophy and Language (lección inaugural 1960), pág. 406.2 Chomsky, Contribuciones de la lingüística al estudio del entendimiento, pág. 123.

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por sentado que son como son de un modo necesario o en cierta manera

‘natural’”3. Es tal como el caso del que busca al camello, estando sobre él, pero

éste problema es mayúsculo, ya que ni el hombre común, el científico y ni siquiera

el filósofo -en la gran mayoría de los casos- buscan al camello sobre el que están

parados todo el tiempo que están despiertos y aún en tanto duermen. Y el

lenguaje es justamente uno de esos “fenómenos [que] pueden sernos tan

familiares que realmente no los vemos en absoluto”4, y repito: el mismo Kant, en

su propuesta de las “condiciones de posibilidad” da por sentado el lenguaje, lo

obvia por completo y no se detiene ni en un solo párrafo a hablar sobre él, ni en la

Crítica ni en los Prolegómenos. Wittgenstein ahonda en este aspecto (no tengo

la cita, es tomada del texto de Chomsky) cuando comenta que “los aspectos de las

cosas que nos son más importantes permanecen ocultos debido a su simplicidad y

familiaridad (uno es incapaz de darse cuenta de algo precisamente porque lo tiene

siempre ante los ojos)”5 (cursivas mías); obviamente no está hablando del

lenguaje en este caso, porque él jamás trató de “simple” al lenguaje, ya que,

desde el Tractatus, clasifica al lenguaje como “parte del organismo humano”

(cosa que defenderá Chomsky en su idea de la UG) y añade que “no es menos

complicado que éste”6. Empero, lo más sobresaliente, por ser verdad y parecer un

absurdo, y una falacia, en todo el sentido de la palabra, es que por sernos

familiares las cosas, no nos percatemos de ellas. Por el contrario del común, lo

que Wittgenstein propone es “observar lo que nadie ha puesto en duda sin que

jamás se haya señalado, justamente porque siempre ha estado a la vista de

todos”7.

Un problema que esto mismo acarrea, es que “también perdemos de vista

la necesidad de explicar [estos] fenómenos que nos resultan demasiado familiares

y “evidentes”. Tendemos a suponer con excesiva facilidad que las explicaciones

deben ser transparentes y estar cerca de la superficie”8. A este respecto, quiero

citar un ejemplo callejero en el buen sentido de la palabra. Me explico: iba yo por

3 Chomsky, Ibíd, pág 51.4 Ibíd.5 Ibíd, pág. 52.6 Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, 4.002. pág 145.7 Chomsky, ibíd, pág. 52.8 Ibíd.

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la calle, caminando cerca de un niño y su padre, el niño preguntó a su padre por

qué se producían las sombras, y el ignorante padre respondió de una forma, que

creo distará mucho de ser una tautología, no porque no corresponda al concepto

lógico, sino por la memez de su respuesta: “porque es una sombra”. Y

justamente sobre esto, hay una opinión de Chomsky que comparto en cada

palabra y aunque algo larga, la citaré entera en el siguiente párrafo.

“En mi opinión, la flaqueza esencial de los estudios estructuralistas y

behavioristas sobre esos temas reside en la confianza que se concedió a las

explicaciones más someras y triviales, y en la convicción de que la estructura del

entendimiento debía de ser más simple que la de cualquier órgano físico conocido

y que los supuestos más primitivos debían de resultar adecuados para la

explicación de todos los fenómenos observables.”9 Un docente sostiene que el

lenguaje es un conjunto de conceptos, y que es un invento del hombre, lo que a mí

me da risa y me decepciona, pues es imposible que alguien que intente llamarse

filósofo tenga una posición tan estéril y un criterio tan pobre, sobre todo tomando

en cuenta que es (o tiene el título, al menos de) filósofo. Si el lenguaje fuere sólo

un costal en el que guardo conceptos, no estoy explicando por medio de qué

estructura organizo esos conceptos, pues sin las ideas de estructura sintáctica,

tiempo, modo, voz, persona, verbo, conjugación, y por supuesto palabra, no puedo

hacerme una idea de lo que un concepto sea.

Para atender este problema, en el que no soy pionero y no puedo ya

después de titanes del siglo XX aportar mucho, intentaré construir un concepto de

lenguaje que haga posible mostrar mi tesis central –una que no he visto antes-

sobre el lenguaje, visto como “condición de posibilidad” en todo el sentido kantiano

de la expresión; es decir, una condición de posibilidad epistémica. Tal vez el

concepto que obtenga no sea un concepto de diccionario escolar, pues más bien

será de diccionario filosófico, con citas y comentarios.

EL LENGUAJE

9 Ibíd, pág. 53.

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El lenguaje, es una herramienta que -por lo que al menos han demostrado

los estudios, para fracaso de los evolucionistas y empiristas, en sus teorías- es

única de los humanos (ya que los mencionados, reducen el lenguaje a la

comunicación, como si fuere ésta toda la función que el lenguaje ha de cumplir).

Chomsky, al respecto hace un análisis de una conferencia de Karl Popper,

llamada Clouds and Clocks y concluye, que, después de intentar demostrar

cómo se dio éste, en base a procesos evolutivos sencillísimos “no da ningún

argumento en favor de esta tesis según la cual dichos estadios pertenecerían a un

único estado evolutivo”, es decir, hay abismos insalvables en las teorías

conductistas y empiristas del lenguaje.

Esta herramienta, como toda, tiene una estructura gracias a la cuál opera, y

tiene por nombre sintaxis. Es una cuestión en apariencia sencilla, pues

simplemente se deben agregar elementos en un orden determinado, cuidando

siempre que no se coloquen elementos del mismo tipo, únicamente, pues

entonces no habrá dicha estructura, sino sólo un aglutinamiento de sintagmas sin

sentido. Por ejemplo, no podemos colocar 5 adverbios juntos para formar una

oración (muy no recién ahí rápidamente), pues la estructura básica requiere de un

sujeto, un verbo CONJUGADO y un complemento –independientemente del

orden-, en español puedo decir simplemente “corro” y tiene ya un sujeto (yo) y un

verbo conjugado, por sí solo sería ya una oración, pues el sujeto está implícito en

la conjugación de “correr”, aunque faltaría el complemento (circunstancial en este

caso “cómo”, “dónde” &c). Si seguimos con los adverbios, “muy” no dice nada,

incluso hay verbos que aunque estén conjugados tampoco dicen nada, como los

verbos bitransitivos. Si yo digo “debe”, se sobrentiende que hablo de la 3ra

persona del singular en tiempo presente simple del modo indicativo, pero se

necesita explicar qué se debe y a quién, por lo que, un verbo bitransitivo, aun

conjugado, no sería una oración ya que ésta necesita de complementos directo e

indirecto simultáneamente.

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En la oración “Hera siempre temía que Zeus le fuese infiel”, tenemos

sintagmas ordenados: un sujeto “Hera”, un adverbio de tiempo “siempre”, un verbo

transitivo “temía”; y aquí lo curioso, es que este verbo transitivo requiere de otros

elementos sintagmáticos para que se complete un sentido: El “que” fungiría como

nexo, “Zeus” como sujeto, y he aquí lo curioso, hay dos sujetos, pero sólo una

oración real, es decir, con un sentido completo, mas, continuemos con el análisis.

“Le” es un pronombre que funge como objeto directo, “fuese” es el verbo de esta

“segunda” oración e “infiel” el predicado nominal de “Zeus”. En esta ocasión, la

frase a partir del nexo “que” se convierte en el objeto indirecto de la primera (Hera

siempre temía), pero va más allá: es una Oración subordinada completiva de

objeto directo, pues lo que hace es completar el sentido de la oración

subordinante. Visto desde este punto, ¿parece ser sólo un costal de conceptos el

lenguaje? ¿O parece ser simple causa de procesos evolutivos venidos del caos y

el azar, sin propósito alguno? Parece tan simple ver como un niño adquiere una

lengua, pero no parece tan simple siquiera analizar lo que éste diga, ni mucho

menos cómo aprenda, y entro todo esto se deja entrever que el lenguaje, a este

punto se asemeja más a un programa precargado en “nuestro software”, o quizás,

más que un programa, un sistema operativo sin el cual no podría operar (valga el

pleonasmo); además que ya a este punto la palabra herramienta, o puede ser

pobre o puede ampliar el modo de ver al lenguaje en función al uso, incluso

excesivo, que de él hacemos.

Además de estas estructuras sintácticas, tiene otras complejísimas

estructuras que varían de un tipo de lengua a otra. Básicamente hay dos:

sintéticas y analíticas. En el caso de las lenguas analíticas, y en las romances más

específicamente, (español, francés, catalán, &c) y de ellas el español y el italiano

específicamente, que tienen una conjugación verbal específica para cada persona,

se complica, tanto fonéticamente como por escrito la cuestión de las estructuras

ya que, al menos en los manuales de conjugación española -no sucede así en los

italianos- se omiten tanto los pronombres personales como el 1º, 2º, y 3º del

singular y plural, y se pone la conjugación sola. Ya que hay una conjugación

específica para cada modo, tiempo, voz, número y persona, debe de haber una

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estructura por la cual se rijan, puesto que incluso, hay verbos de conjugación

regular e irregular. A mi parecer, ésta es la estructura más compleja que

manejamos los humanos, y lo más sorprendente es que, desde que somos muy

pequeños, o los que, desde muy pequeños hablamos, empleamos la conjugación,

como si estuviéremos empleando un manual en el cual filtramos qué tipos de

ideas y cómo las deseamos expresar. Uno de mis sobrinos, a sus 20 meses de

edad, me sorprendió sobremanera por su conjugación perfecta del verbo sentar.

Estaba él viendo la tele, y proponía yo sentarme a su lado, pero puso su Buzz

Lightyear de peluche a su lado, lo quité y exclamó “¡lo puse ahí para que no te

sentaras!”. ¡Empleó a la perfección el modo subjuntivo en tiempo imperfecto! Pero

podemos observar, por lo aquí demostrado que, como propone Chomsky en sus

Estructuras Sintácticas, hay una Universal Grammar que opera en nuestras

mentes, como dice Wittgenstein, puesto que es parte de nuestro organismo; a esta

“dotación biológica humana”10 es a lo que considero el “Sistema operativo” con el

cual trabaja nuestra mente.

Berkeley observa todo esto y algo más: "Aparte de todo esto, la

comunicación de las ideas indicadas por las palabras no es el único ni el principal

de los fines que tiene el lenguaje, como corrientemente se supone. Existen otros

fines, como el suscitar una pasión, inducir a un acto determinado o disuadir de él,

colocar la mente en una determinada disposición; para los cuales, lo primero, o

sea la comunicación, en muchos casos es solamente auxiliar, y a veces se

prescinde de ella por completo si puede lograrse sin ella, como ocurre con

frecuencia en el uso familiar del lenguaje.”11 Hay que resaltar que el lenguaje

puede incluso “colocar la mente en una determinada disposición” como bien saben

actualmente todos los psicoterapeutas, en especial los que emplean la hipnosis.

Podemos ver que, en tanto que “sistema operativo”, no sólo opera realizando

funciones básicas de programa, sino que puede además modificar “sistemas

operativos” ajenos. Esto da pie a reconsiderar todo lo que el Lenguaje, en sus

formas de Lengua o Habla o ya sólo como tal: Lenguaje, puede y hace. Es aquí

10 Chomsky, El conocimiento del Lenguaje, pág 38.11 Berkeley, Principios del Conocimiento Humano, pág 78.

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donde “herramienta” comunicativa es una definición harto chata para reducir sus

funciones.

Para resumir todo lo anterior, el lenguaje es la forma de comunicación

exclusiva y propia del humano para comunicarse, no porque no se comunique de

otras formas, sino porque es la preferida; es una herramienta, como otro órgano

útil del cuerpo humano, que además de cumplir funciones vitales (la organización

para el trabajo por ejemplo), sirve para hacer cosas trascendentes, al igual que las

manos ayudan al hombre a hacer artesanías que no le son necesarias para vivir,

el uso trascendente del lenguaje va más allá de sólo comunicar lo que creemos

relevante, y hablar del mundo tal cual aparece ante nuestros ojos, y claros

ejemplos de ello son la poesía, el mito y la filosofía; y por último, el lenguaje opera

con base en determinadas estructuras complejísimas, sin las cuales sus funciones

se verían imposibilitadas. Vimos además que no sólo la transmisión de ideas da

sentido al uso del lenguaje, sino que además se puede “emovere” a los demás por

medio de éste.

Pasaré ahora al planteamiento principal de este ensayo, que es la

propuesta del lenguaje como una condición sin la cual serían imposibles tanto el

proceso del conocimiento a nivel individual como a nivel ciencia, ya que para ésta,

todo lo que ES conocimiento puede ser transmitido lingüísticamente. Lo

importante, quizás de este planteamiento, no reside en que se plantee algo

innovador, pues lo único que estoy haciendo, al igual que Wittgenstein y Chomsky,

es describir funciones del lenguaje, pues el lenguaje aquí está, pero jamás se ha

percatado alguien de la necesidad del lenguaje para que el conocimiento, repito,

entendido científicamente sea posible.

LA CONDICIÓN DE POSIBILIDAD

Para esta nomenclatura debemos de hablar por supuesto de Kant, pues es el

primero en hablar de “Condiciones de Posibilidad” para el conocimiento. En la

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primer Crítica kantiana, los temas más importantes son el uso de la razón y del

entendimiento, y explica cómo operan estos, y a pesar de ser muy minucioso su

análisis y su exposición a lo largo de todos sus textos, en esta ocasión da por

obvio un elemento sin el cual, no podríamos hacer siquiera los juicios estéticos,

que no aportan conocimiento alguno.

“El entendimiento es la facultad de los conceptos”12 según Kant, y según él,

hay, también, dos condiciones de posibilidad de índole psíquica con las cuales

trabaja éste: el tiempo y el espacio. Éstas, con ayuda de la imaginación,

primeramente, y del entendimiento y la razón, posteriormente, pueden hacer

juicios estéticos y sintéticos, consecutivamente, es decir, de apreciación artística o

de belleza, y de CONOCIMIENTO. Pero habría que hacerle un anexo a este gran

libro –La crítica de la razón pura-, no sé si antes o después, aunque creo que

debería ser antes, pues Kant está ya dando algo por sentado en todo su discurso,

sin lo cual ni él mismo, ni el entendimiento y menos aún la imaginación, podrían

sintetizar y hacer juicios de toda índole.

Bien sabido es que el hablante es el último en enterarse de que hay una

cosa llamada lenguaje por medio de la cual se rige nuestro pensamiento, y en el

caso de algunos filósofos eso ha llegado a ocurrir; es probable que en el caso de

Kant, no lo haya ignorado, sino que simplemente, no le dio la importancia que éste

merecía, y por tanto no llegó a realizar un análisis del mismo. No estoy aquí, ni

muy lejanamente, diciendo que Kant se haya equivocado, como Nietzsche,

diciendo que fue un idiota, ¡ni mucho menos! Tampoco apoyaré las críticas de los

idealistas, pues, no era obligación suya sistematizar –aún más- todo su

pensamiento: ya fue mucho lo que el filósofo de Königsberg dilucidó a lo largo de

su vida, como para exigirle especificar ciertos puntos y ahondar en otros, o

agregar, con la misma inconsciencia que le faltó x, y o z.

Kant nos refiere que una condición de posibilidad no es “una determinación

dependiente de [los fenómenos], y es una representación a priori en la que se

basan necesariamente los fenómenos externos”13. ¿Cómo podría ser, en este

caso el lenguaje, una condición de posibilidad, incluso anterior, que el tiempo y el

12 Kant, Crítica de la razón pura, B 199.13 Ibíd B 39

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espacio? (De ahora en adelante, sólo mencionaré “condición de posibilidad” a

secas, pues ya he explicado a qué me refiero con este término.) En el pasaje

citado se muestra que para que algo tenga el carácter de condición de posibilidad,

deberá ser una representación -en el siguiente apartado propondré el por qué lo

llamo a priori-, mas ahora me centraré en la función representativa del lenguaje.

Wittgenstein menciona apodíctica y aforísticamente en su brevísimo prologo

del Tractatus, el alcance del lenguaje en estas sencillas palabras: “lo que en

cualquier caso puede decirse, puede decirse claramente; y de lo que no se puede

hablar hay que callar la boca”14. Estas palabras, encierran un alcance que ni el

tiempo ni el espacio tienen: un alcance sólo limitado por las leyes de la lógica. No

podríamos siquiera imaginar, es decir pensar imágenes, más allá de la lógica, y

por tanto menos enunciar algo que carezca de las leyes de la lógica. Chomsky cita

a John Stuart Mill con esa idea: “Los principios y las reglas de la gramática

constituyen los medios mediante los cuales se hacen corresponder las formas

lingüísticas con las formas universales del pensamiento... La estructura de

cualquier oración es una lección de lógica”15. Aunque más que obedecer otras

reglas, como son las de la gramática, su límite es la lógica, pues puedo cambiar la

sintaxis de una oración en la poesía, para conservar el ritmo y la métrica, sin que,

realmente se cambie el sentido semántico, y muchos escritores, como Adorno, por

ejemplo, lo hacen para conservar su estilo, que como en la poesía, no aclara el

significado sino hasta que el lector hace un reacomodo de los sintagmas, pero no

obstante, este “estilo” nunca va allende las leyes de la lógica.

Sobre estas bases se crean lenguas nuevas con infinidad de posibilidades,

al interactuar unas culturas con otras, muchos de los llamados préstamos

lingüísticos de hace dos siglos, hoy nos parecen tan naturales en su significación

como si fueran naturales del español, justamente porque sólo tiene un límite lógico

toda función del lenguaje, no está restringida como la física, la química y demás

ciencias, que sus leyes son sus límites, aquí, la gramática es la ley, pero el límite

es la lógica. En este aspecto, el lenguaje puede ser una condición de posibilidad

14 Wittgenstein, ibíd, pág 103.

15 Chomsky, El conocimiento del lenguaje, pág. 15.

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de mayor importancia que el tiempo y el espacio, pues estos no pueden ir más allá

de las leyes de la física, y al menos en el lenguaje podemos violarlas a nuestro

antojo: tenemos superhéroes que vuelan y hasta regresan el tiempo, superhéroes

que viajan entre dimensiones, que atraviesan paredes y que no envejecen;

además que los tiempos conjugacionales nos permiten enunciar cosas físicamente

imposibles pero lógicamente posibles, como el Modo Potencial y el Modo

Subjuntivo, que enuncian acciones no-fácticas.

Aunque no tenía planeado hablar sobre el tiempo, creo que es necesario

tomarlo en cuenta, no en tanto que condición de posibilidad Kantiana, sino más

bien en su relación directa con el lenguaje, para mostrar que en ella hasta cierto

punto, el lenguaje parece dependiente de éste, pero allende esta subordinación, el

concepto de Tiempo que realmente manejamos parece subordinarse al uso y las

posibilidades que el Lenguaje le confiere.

(EL TIEMPO)

El tiempo “existe en realidad desde el origen del hombre pensante”16. No

nos referimos AL TIEMPO, es decir al tiempo que estudian los físicos, al Tiempo

absoluto de Newton, o al tiempo Relativo de Einstein. Cuando Wallis dice que “en

realidad” existe desde que aparece el hombre, parece ser por dos aspectos. Uno

de ellos es que al parecer, el hombre es el único animal que realmente tiene

conciencia del tiempo, y del tiempo en todas sus posibilidades: no sólo como el

Presente, el futuro (inmediato o a largo plazo) y el pasado, sino también, las otras

posibilidades que tiene, tendrá y tuvo el tiempo.

Estas posibilidades que tiene, tendrá y tuvo el tiempo son sólo posibles en

cuanto al leguaje respecta. Lo que sucedió tuvo su presencia en el tiempo y el

espacio, y siempre tuvo relación a objetos, ésta es la relación de ser y tiempo que

está siempre presente en la vida del hombre, pase o no a la historia y es lo que

comúnmente llamamos un fenómeno. Un fenómeno, del griego φαινόμενον, es un

participio perfecto pasivo del verbo φαίνομαι que significa aparecer, el fenómeno

es pues “lo aparecido”. Un fenómeno no puede ser nunca un objeto, sino más que

nada un evento, una unión de objeto y tiempo. Al parecer sólo podemos hablar de

16 Wallis, Robert, “La cuarta dimensión de la mente” en La mente y el tiempo. Pág 65.

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un fenómeno, en el sentido más etimológico posible, estamos siempre haciendo

fenomenología: dando cuenta de lo que se aparece.

No obstante, ésta no es la única capacidad del lenguaje, pues su alcance

es aún mayor. Nos puede, en principio, dar cuenta, no ya de lo que aparece en el

presente, sino de lo que apareció y de lo que aparecerá. Wittgenstein, en la primer

parte del cuaderno marrón, a partir de 50 hasta 6617 nos muestra las distintas

formas de hacer predicciones y de usar las expresiones como “Ser capaz de” y

“poder” para hablar de posibilidades en el futuro, sin necesidad de que éstas se

hagan presentes -valga el pleonasmo- en el presente18. Y además, el lenguaje

tiene la posibilidad de hablar de lo que Wittgenstein llama “estados de cosas”19

que son no más que posibilidades, en los tres tiempos “fácticos” por llamarles de

alguna manera.

Lo anterior se manifiesta sólo cuando atendemos, en una lengua,

verbalmente compleja, los alcances que puede llegar a tener. El Español, una de

las más difíciles lenguas modernas existentes, tiene demasiadas formas verbales.

Como todas, tiene tiempos, los tres básicos con sus variantes, pero en la sola

estructura verbal, de los Modos, podemos ver el verdadero alcance. Tenemos el

modo Indicativo al que podríamos llamar modo “fenoménico” o “fáctico”, porque

con él podemos dar cuenta de lo que se nos presenta y de lo que realmente

sucede. Pero la lengua no se queda en esos modos, y aunque lenguas más

simples poseen los modos en el uso, no los poseen gramaticalmente. Por ejemplo

el subjuntivo del verbo inglés To Be, es simplemente “BE” (I hope you “be” fine).

En cambio en español tenemos cómo conjugar el verbo Ser en subjuntivo: “soy”

en Indicativo y “que (yo) sea” en Subjuntivo: el modo que expresa, duda,

esperanza, incertidumbre, y por herencia latina órdenes en negativo.

“El tiempo caracteriza el orden de sucesión de los estados y las relaciones

de causa y efecto, la duración de la existencia de cualquier tipo de objetos y

procesos y la conexión interna de los estados que se conservan y de los que

17 Wittgenstein, Ludwig. Los Cuadernos Azul y Marrón, pág. 147-165.18 Wittgenstein, ibíd, pág 16119 Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, 2, 2.01, 2.011.

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varían.”20 Esto es a nivel fenoménico, pero esas no son todas las posibilidades del

tiempo dentro del lenguaje. Como acabo de mencionar arriba, el tiempo en el

lenguaje no es sólo lo que aparece, lo que sucede, lo que está, ha dejado de estar

y estará, sino lo que nunca estuvo, lo que no está y lo que no estará. Esto se hace

notar en que los distintos modos, hasta los que parecerían a-temporales, tienen

tiempo, en algunos casos, los tres.

Ya hablamos del subjuntivo, y daremos ejemplos con el verbo “Ser”:

Presente “sea”, Pasado imperfecto (no puede haber pasado perfecto pues no es

un modo fáctico) “fuese-fuera” y Futuro “fuere”. Lo sorprendente, es que, además

de concordar perfectamente con la descripción física del tiempo, los Modos

Verbales, como acabamos de ver, van más allá de lo que podríamos llamar “lo real

del tiempo”, es decir, allende lo que sucede en el tiempo. El modo Indicativo es el

único que puede tocar esa línea unidimensional que es el tiempo. Trataré de

explicarme mejor.

Supongamos que las posibilidades de un objeto estuvieran encerradas en

un tubo. Al centro de este tubo hay un láser que lo atraviesa a todo lo largo. Hay

además, dentro de este tubo motas de polvo que flotan. El tiempo sería

representado por el láser y las posibilidades serían las motas de polvo que están

flotando por el tubo. Supongamos que al Láser lo dividimos en Presente, Pasado y

Futuro por distancias y el punto medio sería obviamente el Presente (pensemos

en una extensión limitada del tubo). Pero dentro de este tubo están sólo las

posibilidades que le pueden ocurrir a UN objeto, sólo a uno, el que sea. Pensemos

por ejemplo en un dulce. Éste podría ser comprado, ser robado, ser escondido, ser

olvidado en un rincón, ser regalado, ser comido, atorarse en la traquea de alguien

y causarle la muerte, caer a una alcantarilla, &c. Todas estas posibilidades son

representadas por las motas de Polvo. Ahora imaginemos que el láser es tan fino

que sólo puede atravesar una mota de polvo a la vez, o mejor dicho, a lo ancho,

pues lo largo representaría el transcurso del tiempo. De esta forma el dulce no

podría estar en dos eventos distintos, no podría ser olvidado en un rincón y

comido al mismo tiempo. Del mismo modo en que dos cuerpos no pueden ocupar

20 Meliujin, S. “Problemas Filosóficos de ladoctrina del espacio y el tiempo” en Problemas Filosóficos de la Física contemporánea. Pág 53.

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el mismo espacio al mismo tiempo, estas dos posibilidades no pueden darse al

mismo tiempo. Podemos pensar como objeción que puede estar siendo comido (el

dulce) y se atora en la garganta de alguien asfixiándolo. No sería una combinación

de ambas pues la primera sería sustituida por la última.

La descripción física del tiempo no es incorrecta, como el ejemplo acaba de

mostrar, pues sólo en el tiempo se dan los acontecimientos en tanto tal. Pero el

Lenguaje no es tan chato, pues mientras el tiempo no da cuenta de lo que pudo y

no ocurrió, el Lenguaje sí lo hace. De esta capacidad del lenguaje nacen los

Modos Verbales: Indicativo, Subjuntivo, y Potencial (condicional). “El indicativo

‘indica’, señala una determinada noción; el subjuntivo alude a un comportamiento

sintáctico (se subordina a algo). También se ha empleado el término de potencial

o condicional para denominar el modo particular de la forma cantarías, pero si su

comportamiento combinatorio es análogo a las formas del indicativo, y si sus

peculiaridades son compartidas por la forma cantarás, también incluida en el

indicativo, convendrá o dejar las dos de este modo, o bien segregarlas como un

modo especial intermedio entre indicativo y subjuntivo.”21

La cuestión es más interesante con el Potencial-Condicional, pues como su

nombre lo indica, no señala nada que ocurra, sino lo que puede ocurrir, y su

construcción, al menos en Español y Francés, se deriva de las terminaciones de

Pasado Imperfecto y del Radical del Futuro, ambos del Modo Indicativo. No

obstante la función es distinta del indicativo pues no expresa nada fáctico. Por

ejemplo en “podría ser rico si no hubiera tenido hijos”, tenemos una muestra del

modo en su función Condicional. En “Podría ganarle” hay una función Potencial.

Ambas parecen estar en el presente, aunque la primera podría comenzar desde el

pasado y seguir en el futuro, y la segunda parece poder tener lugar a partir del

presente y hacia el futuro, pero el caso es que ninguna de las dos suposiciones

son fácticas, ya que en el “tiempo real” (físico) ninguna de las dos ha ocurrido.

Estos ejemplos verbales, serían las motas de polvo flotando en el tubo, aquellas

que no tocan el láser, y no importa cuán cerca o lejos de él se encuentren,

21 Alarcos Lorach, Emilio, Gramática de la Lengua Española, pág 191

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tampoco si su posibilidad se da en el pasado, el presente o el futuro -ya que en los

tres están presentes-, pues al fin y al cabo, nunca las toca el “tiempo real”.

“Este orden fundamental de sucesión de los acontecimientos determina la

irreversibilidad del tiempo en cada sector del espacio”22 y determina además los

paradigmas conjugacionales en las estructuras inmodificables de Presente,

Pasado y Futuro. El lenguaje, obviamente puede llamar “tiempos” a sus categorías

gramaticales del verbo, pues justamente se atienen a esta definición y función del

tiempo: el pasado siempre queda atrás por su “irreversibilidad”, y el futuro al

frente. Aunque uno no esté hablando del tiempo, se tiene siempre en

consideración, desde el más tierno uso del lenguaje que el pasado queda atrás,

pues aunque un niño se equivoque en el uso de adverbios temporales como “ayer”

y “mañana”, nunca yerra a la hora de conjugar en pasado o futuro aquello que

quiere explicar.

“Ni los tiempos de los verbos, ni tampoco los otros fenómenos tempóreos

del lenguaje, como son los “modos verbales” y las “subordinaciones temporales”,

surgen del hecho de que el discurso “también” se expresa acerca de procesos

“temporales”, es decir, de procesos que comparecen “en el tiempo”. Tampoco

tienen su fundamento en el hecho de que el hablar transcurre “en un tiempo

psíquico”. El discurso es tempóreo en sí mismo, por cuanto todo discurrir que

hable sobre..., de... y a... está fundado en la unidad extática de la temporeidad.”23

Quizás en este párrafo de Ser y Tiempo, Heidegger establece de una de las

formas más sorprendentes las relaciones que implican Tiempo y Lenguaje, pues

para muchas personas (físicos, lingüistas, filósofos), el uno se subordina al otro.

Comúnmente, se cree que el lenguaje se subordina al tiempo, al igual que a lo

ente, pero parece que no hay una jerarquía, sino más un cierto tipo de

reciprocidad, de una relación en la cual sin uno de los tres, ninguno tiene sentido.

Algo semejante dice Kant en la Estética Trascendental cuando muestra que

podemos imaginar Puro espacio, y puro tiempo, pero que ello no aporta

conocimiento, pues debe de haber objetos en ellos24. Y en la Lógica muestra que

22 Meliujin, S, ibíd, pág 58.23 Heidegger, Ser y Tiempo pág. 36424 Kant, Crítica de la Razón Pura, B44, B74.

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de las intuiciones solas y del entendimiento solo no se produce nada, no hay

conocimiento25. Algo que difiere de un conocimiento del solo lenguaje, que sí

puede ser conocimiento, aunque es probable que sea por todas las implicaciones

que el lenguaje conlleva en sí mismo.

Aunque la cuestión de Kant no hace al tiempo independiente del hombre -

como es el caso de la física: “señalar ante todo su objetividad, su independencia

de la conciencia humana”26-, podemos afirmar partiendo de su crítica que EL

HOMBRE ES EL TIEMPO27, esta concepción no está para nada peleada con lo

que deseamos afirmar acerca de la naturaleza “tempórea” del lenguaje, pues

uniendo la concepción de Benjamin con la de Kant (aunque Kant no habla del

lenguaje) el “Lenguaje de los hombres”28, que es en todo caso el único que

conocemos para expresarnos del modo en que denominamos al “Lenguaje”

“vulgarmente”, nuestro lenguaje tiene su propio tiempo, es decir el “sentido

interno” Kantiano y de ahí que, haya o no un tiempo absoluto externo, hacemos

juicios “tempóreos” respecto a nuestra muy subjetiva “percepción del tiempo”29. Es

decir, esta concepción del tiempo “interno” no se pelea con la naturaleza del

lenguaje, en todo caso, sólo se pelearía con el Tiempo Newtoniano en tanto que

“Absoluto”. Heidegger, asimismo, apoya esta forma del Hombre-Tiempo en una

conferencia pronunciada antes de redactar Ser y Tiempo, donde el tema principal

es el Tiempo. Dice: “¿Quién es el tiempo? Más en concreto: ¿somos nosotros el

tiempo? Y con mayor precisión todavía: ¿soy yo mi tiempo? Esta formulación es la

que más se acerca a él. Y si comprendo debidamente la pregunta, con ello todo

adquiere un tono de seriedad. Por tanto, ese tipo de pregunta es la forma

adecuada de acceso al tiempo y de comportamiento con él, con el

tiempo como el que en cada caso es mío”30 (cursivas mías).

25 Kant, Ibíd, B75.26 Meljiun, ibíd, pág 53.27 Kant, ibíd, B3728 Walter Benajmin, “Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los hombres” en Para una crítica de la Violencia. págs. 23-46.29 Cohen, John. “Tiempo Psicológico” en La mente y el tiempo. 30 Heidegger, El concepto de Tiempo (Conferencia pronunciada ante la Sociedad Teológica de Marburgo). Pág 60-61.

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Con todo este larguísimo preámbulo sobre la relación Tiempo-Lenguaje,

observamos que la única limitante que tiene el lenguaje estriba en que “no

podemos pensar nada ilógico; si lo hiciéramos tendríamos que pensar

ilógicamente”31 y de “un mundo ilógico no podríamos decir qué aspecto tendría”32,

pues nuestro mundo se basa en las leyes de la lógica, y esto hasta Dios lo respeta

según Wittgenstein; y la mayor muestra está en nuestro pensamiento, pues los

principios del lenguaje “son idénticos a los de la misma razón humana en sus

operaciones intelectuales (Beauzée)”33.

Tan es así, que hay algo llamado Ideolenguas, lenguas inventadas para uno

u otro fin, con reglas gramaticales en tanto tal, cual si fueren una lengua “natural”.

El Quenya, o alto élfico, es una lengua creada por Tolkien, para El Señor de los

Anillos, y tiene reglas gramaticales a tal grado que, en un poema escrito en este

“idioma”, Tolkien aclara que el orden sintagmático de las oraciones ha sido

cambiado por cuestiones de métrica, cual si hablare de una lengua “real” en su

uso, justificándolo como hacen los poetas latinos.

Si analizamos este caso, el lenguaje tiene una capacidad infinita de

funciones, lejos de lo que el tiempo y el espacio tienen pues, sus funciones, como

al menos Kant lo indica, son las de dar información sobre dónde y cuándo se nos

dan las intuiciones, pues el entendimiento, con estos datos de las intuiciones al

aplicar categorías, habrá de hacer juicios. Sin un lenguaje, que psicológica o

quizás mejor dicho, espistémicamente hablando, sea anterior al tiempo y al

espacio, no podríamos jamás hacer juicios, pues ¿cómo es posible que

postulemos a un Dios, eterno, omnipotente y omnipresente, si este Dios no

depende ni del tiempo ni del espacio? Obviamente el alcance del lenguaje es

mayor aún, y más necesario, y una muestra es el uso totalizador de la razón: algo

que no se podría conseguir jamás sin un lenguaje que aportare un “todos” a tales

“datos de los sentidos” ordenados en “juicios”. He aquí una muestra de las

limitaciones del lenguaje: yo no puedo conocer todo el tiempo ni todo el espacio,

no puedo conocer a todos los hombres, como para enunciar que “todos los

31 Wittgenstein, ibíd., 3.03. pág 125.32 Wittgenstein, ibíd., 3.031. pág 125.33 Chomsky, ibíd., pág. 14.

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hombres son mortales”, no obstante, el lenguaje, tiende a ir más allá,

subordinando a todo otro elemento que participe en la elaboración del

conocimiento. ¡Es por esto que el lenguaje es una condición de posibilidad

epistémica!

Y, bien dicho lo anterior, he aquí porque debe de ser el lenguaje la

condición de posibilidad de la epistemología: si el lenguaje es la condición de

posibilidad que permite que transformemos intuiciones en un conocimiento

transmisible, hablado o escrito, el teorizar sobre el mismo, no sería jamás posible

sin el lenguaje mismo. Para no ir tan lejos, el lenguaje es una condición de

posibilidad de un tipo de autoconciencia distinto del de los animales. Descartes en

sus Meditaciones usa el lenguaje para demostrarse a sí mismo que él ES, con la

máxima “Cogito ergo SUM”, ya no somos sólo animales movidos por el instinto,

sino que podemos razonar incluso sobre nuestra propia presencia efectiva en este

mundo.

CONCLUSIÓN

Después del recorrido, más lingüístico que nada, creo que parece posible

sostener que el lenguaje es una condición de posibilidad, al menos humana, para

poder conocer el mundo exterior, conocernos a nosotros mismos e incluso hacer

teoría del conocimiento. Si no fuera así, el lenguaje no aparecería “en tiempo

récord” por decirlo de algún modo, en nuestro actuar cotidiano; no habría niños de

2 años o menos sorprendiéndonos por un uso tan atinado de la gramática. Decidí

hacer más Lingüístico el recorrido porque la Lingüística, ha devenido en los

últimos años casi una ciencia natural, más allegada a las neurociencias e incluso a

la biología, y ha dejado el ámbito puramente teórico, por ello considero importante

usarla para mostrar mi propuesta, que no es sino sólo una descripción de las

tantas funciones del lenguaje; al igual que lo que Kant hace en su Crítica al

describir las funciones del entendimiento y la razón, en la cual no creó nada

nuevo, sino sólo hizo “psicología empírica” en todo el sentido de la palabra.