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En el CEIP LA MARINA hemos inventado cuentos a partir de los cuentos tradicionales y los hemos escrito en un libro para que los podáis leer y disfrutar con nosotros.
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EL LIBRO DE LOS CUENTOS
MODIFICADOS
CEIP LA MARINA
CURSO 2015/2016
LA CAPERUCITA AMARILLA
Érase que se era una niña a la que llamaban
Caperucita amarilla porque tenía una capucha
amarilla.
Un día el lobo llamó a Caperucita por el teléfono
móvil y le dijo que estaba malito.
- No te preocupes Lobo, llamaré al médico Paco e
iré a verte a tu casa en el camino corto.- dijo
Caperucita.
- Caperucita, Caperucita... ¿dónde vas con esa
mochila roja?- pregunta el médico Paco.
- Voy a ver a Lobo que está malito y llevo en la
mochila una tortilla y un pastel. ¡Ah! Y para que no
se aburra le llevo juguetes. – contesta Caperucita.
Se despiden y se va cada uno por un camino, el
médico Paco le lleva un jarabe.
Caperucita
Amarilla sale de
casa y se va por el
camino corto del
parque para visitar
a Lobo y se
encuentra con el
médico Paco.
Caperucita Amarilla
corrió por el camino
corto y llegó antes
que el médico Paco a
la casa del Lobo. Se
asomó a una ventana
y vio al lobo en la
cama y un juguete
que se le había caído.
De repente entró una bruja a la casita y hechizó
al lobo convirtiéndolo en mariposa.
Caperucita cogió un palo y le golpeó a la bruja
para que se fuera corriendo. Entonces llegó el
médico Paco y le dio el jarabe a la mariposa y
curó el hechizo del lobo que estaba un poco
mareado.
Después todos juntos se comieron la tortilla y el
pastel y jugaron con los juguetes.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
LA CASITA DE LOS SUPERHEROES
Había una vez dos niños llamados Hansel y Gretel
que vivían con su padre y su madrastra en una casa
en el bosque. La familia era muy pobre, tan pobre
que no tenían ni para comer. Su padre estaba muy
preocupado porque no sabía qué iba a ser de ellos,
así que se fue para ver si encontraba algún trabajo.
Su madrastra un día tuvo una idea” horrible” y fue,
la de abandonar a los niños en el bosque para así
no tenerles que dar más de comer.
Así que un día cuando su padre no estaba la
madrastra se llevó a los niños al bosque a jugar al
pilla pilla y cuando estaban muy lejos de su casa, su
madrastra se fue sin que los niños la pudieran ver.
Cuando su padre volvió, la madrastra le contó que
los niños se habían perdido y que había salido a
buscarlos pero que no los había encontrado.
Hansel y Gretel cuando se dieron cuenta de que su
madrastra no estaba se pusieron a llorar. Lloraron
tan fuerte que les escucharon unas luciérnagas.
Éstas, al ver que estaban tan apenados, les
iluminaron un camino que les llevaba a una casa que
había escondida entre árboles y arbustos.
Hansel y Gretel siguieron el camino que les
iluminaron las luciérnagas y… ¡sorpresa! Encontraron
una casa algo especial. Entraron a la casa y vieron a
“Spiderman” durmiendo de una tela de araña, a
“Hulk” que se estaba cocinando unos tallarines con
espinacas, a “Iron man” que no paraba de dar
volteretas por el aire buscando un tornillo que se le
había caído, a “Superman” comiendo un trozo de
sandía y al “Capitán América” que decía que
acababa de rescatar a un lobo que se había escapado
de la zona y no encontraba a su manada.
¡La casa estaba llena de superhéroes! ¡Era la casita
de los superhéroes!
¡Qué bien! Los niños pensaron que seguro que ellos
les podían ayudar a encontrar su casa.
Pero también estaba ”Superman Negro” que era un
superhéroe malo y no quería ayudar a los niños a
llegar a su casa. Este superhéroe quería que se
quedaran allí con ellos para que les cocinaran y les
limpiaran la casa. ¡Era malo!
Los demás superhéroes lo convencieron para que les
dejaran ayudarles y así lo hicieron.
Además, los superhéroes les regalaron un huerto
donde el papa de Hansel y Gretel podía plantar todo
tipo de verduras y hortalizas, también les regalaron
una vaca que les daría leche y unas gallinas para
poder comer huevos y así de esa manera ya nunca
pasarían hambre.
Por otro lado su madrastra se disculpó con ellos y les
prometió que nunca más les abandonaría y que
siempre, siempre cuidaría de ellos.
Y colorín colorado este cuento transformado se ha
acabado.
En un bosque lejano había una vez una niña que se
llamaba Ricitos de Oro porque tenía el pelo rubio y
rizado. Un día se cayó de la cama, se hizo daño y
lloró pero se le curó.
En el bosque se encontraron una casita de chocolate,
caramelos y chuches.
Una tarde se fue al
bosque con sus
padres y su
hermano mayor
que se llamaba
Ricitos de
Chocolate porque
tenía el pelo
rizado y marrón.
Todos se comieron
un trocito y, de
repente, vinieron
unos leones
enfadados y casi se
los comen pero no
se les comieron
porque se fueron
corriendo súper
rápido a su casa.
Ricitos de oro y toda su familia estaban felices pero
muy cansados y se fueron a la cama. Ricitos de
chocolate se escapó por la noche a la casita de
chocolate para comer un poquito.
En esa casa vivía una bruja. Los leones que estaban
escondidos por el bosque eran las mascotas de la
bruja y casi cogen a Ricitos de chocolate.
Su familia estaba
triste y le estaban
buscando.
Y todos juntos se
fueron a casa y
colorín colorado
este cuento se ha
acabado y
esperamos que os
haya gustado.
Menos mal que vino
Superman, Batman
y los Vengadores y
salvaron a Ricitos
de chocolate y su
familia.
Érase una vez, había un señor mayor que se llamaba
Gepeto, un anciano encantador que le gustaba
fabricar marionetas de madera. Un día, se quedó
sorprendido al ver que su última marioneta empezó
a caminar y hablar, le puso por nombre “Pinocho”.
Gepeto, a la vez, tenía un bonito gato que se
llamaba “Sandy” que cambiaba de color a la vez que
caminaba. A Sandy le gustaba mucho caminar, un
día salió de casa se encontró con la gallina “Turuleta
de Oro”. Esta gallina guardaba un gran tesoro:
¡concedía tres deseos!
El primero de ellos, era encontrar una novia para ir
juntos al cine y comer palomitas de colores.
El segundo deseo era que Pinocho encontrara la
amistad, es decir, hacer amigos.
Y el tercer deseo que la gallina Turuleta podía hacer
era teletransportar a Pinocho y su gato Sandy a la
casa de los “Minions” para jugar todos los días.
Después de ir a casa de los Minions y hacerse sus
amigos, fueron todos juntos a comerse un helado
de fresa con nata y fueron felices.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado y por
la chimenea se ha escapado.
Había una vez un
panadero que vivía en
una ciudad del futuro.
La ciudad tenía
grandes edificios y los
vehículos circulaban
por el cielo. El
panadero estaba
enfermo, murió y dejó
la herencia a sus tres
hijos.
Al mayor le dejó una
máquina automática de
hacer pan.
Al mediano le dejó
un camión que
circulaba sobre el
agua y al pequeño
le dejó un gato
mecánico.
tuercas, un destornillador, un
martillo y piezas electrónicas
te voy a hacer rico.
El hijo pequeño del panadero
consiguió lo que le pidió y el
gato mecánico se puso manos
a la obra y construyó un
robot.
El hijo pequeño no
sabía qué hacer con
el gato mecánico y el
gato del dijo:
- Si me consigues
unos tornillos, unas
El gato mecánico cogió
sus tuercas y tornillos, su
martillo y su
destornillador y su robot
y fue al gran palacio de
cristal con estanque que
era la casa del alcalde de
la ciudad.
- El Gato con Tuercas
le da las gracias,
señor alcalde. Mi
dueño, el Señor de
Carabas, se alegrará
mucho al saber que a
usted le ha gustado
mucho el robot.
Consiguió entrar y le
regaló el robot al
alcalde. El alcalde
estaba muy contento
con el regalo y le dio
al gato mecánico
1.000 euros. El gato
mecánico le dijo,
mientras hacía una
reverencia:
Al cabo de un tiempo, el Gato con Tuercas inventó
una máquina que hacía todo lo que tú querías. Habló
con su dueño, el hijo del panadero, y le dijo que le
acompañara al palacio de cristal para enseñarle la
máquina al alcalde. El Señor de Carabas y el Gato con
Tuercas enseñaron su máquina al alcalde y a su hija,
Al salir del palacio
el gato mecánico
pensó que a partir
de ese día sería
conocido como el
Gato con Tuercas.
que era muy
hermosa y se
llamaba Lady Gaga.
Al alcalde y a su
hija les gustó
mucho la máquina y
les dieron al Señor
de Carabas y al
Gato con Tuercas
8.000 euros por
ella.
Así que el Gato con Tuercas se fue a su casa y el
Señor de Carabas se fue con ella a la feria. Allí
subieron a los coches de choque y le dieron un golpe
al coche del Señor de Carabas y salió volando.
Cuando se levantó, se dio cuenta que se le habían
bajado los pantalones y miró a Lady Gaga y los dos
enrojecieron de vergüenza.
Todos estaban
muy contentos y
Lady Gaga le dijo
al Señor de
Carabas:
- Voy a una feria
que está aquí
cerca, ¿te vienes
conmigo?
Rápidamente el
Señor de Carabas
se subió los
pantalones y se
los ajustó con un
cinturón que le
dejó Lady Gaga.
Cuando la atracción empezó, los dos se miraron y se
dieron un beso y se enamoraron para siempre. Al
cabo de unos meses se casaron y vivieron en la casa
del hijo del panadero.
Lady Gaga y el
Señor de Carabas
subieron a varias
atracciones y
finalmente
decidieron subir a
la atracción más
bonita de todas,
subieron al Tren
del Amor.
Tenían una mascota
muy especial, el
fantástico Gato con
Tuercas, que seguía
inventando cosas
útiles para ellos.
Y todos juntos vivieron felices y comieron perdices.
Había una vez tres
cerditos que se
llamaban Porki, Clara
y Max. Cada uno
decidió construir una
casa.
Porki hizo una casa de plástico; Clara la hizo de
flores y madera; Max la construyó de piedra,
esmeralda y con un spa de diamantes preciosos.
A Porki le encantaba vestir esmoquin de rayas y
círculos rojos, tenía el pelo súper corto y le
gustaba mucho regalar cosas. Clara llevaba un
vestido de tirantes de colores, tenía una tiara
con un corazón de dos colores: lila y rosa. Max
era fuerte, tenía el pelo marrón y un disfraz de
superhéroe con pantalones de oro, además tenía
una perrita que se llamaba Luna. Luna siempre
comía muy sano y siempre veía la tele con los
alienígenas.
Un día Porki, Clara, Luna
y Max estaban paseando
y se encontraron con el
lobo en el jardín.
Al final, los 4 amigos
construyeron una
casa indestructible
junto al spa y vivieron
felices para siempre.
El lobo derribó todas
las casas pero los
cerdos no tuvieron
miedo y le dieron una
buena paliza (le
repartieron leña de la
buena) le pegaron
bastante fuerte y el
lobo se fue llorando
para siempre.
Érase una vez una mamá cerdita que tuvo 3
cerditos. Al día siguiente la madre se fue a comprar
y dejó a los cerditos solos en casa y de repente vino
el lobo y dijo: “Soy mamá, abridme”, pero los
cerditos no se lo creyeron y como no abrieron el
lobo se fue.
Después vino la mamá y entró en casa y los 3
cerditos le dijeron: “Mamá lleva mucho cuidado
cuando salgas porque el lobo nos estaba vigilando”,
pero la mamá tuvo que volver a salir y entonces el
lobo la atrapó.
Los tres cerditos construyeron 3 casas y el lobo las
fue tirando, pero cuando estaba tirando la tercera
casa los cerditos aprovecharon que estaba ocupado
y salvaron a su mamá y no volvieron a ver al lobo
nunca más.
Había una vez, tres cerditos que nunca se peleaban
y eran muy trabajadores. Un día decidieron hacer
una casa. El cerdito pequeño trajo paja y barro; el
mediano, leña y cartón; el mayor ladrillos y metal.
EL mayor hizo la casa con los ladrillos y con el metal
hizo una caja fuerte para el oro. El mediano hizo la
casa con la madera y usó el cartón para las ventanas
y alfombras. El pequeño como era muy listo hizo la
casa de barro y las camas con paja.
Un día vino el lobo y se dieron cuenta de que no era
malo y se hizo su amigo, al cabo del tiempo le
hicieron una fiesta sorpresa por su cumpleaños.
Por último, le regalaron un Lamborgini Veneno y la
casa que habían hecho con oro y diamantes para
que viviera feliz.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Había una vez tres
lobitas que estaban
jugando y jugando,
jugando decidieron
construir castillos de
tres tipos. El primer
castillo fue de paja, el
segundo de madera y
el tercero de ladrillos.
Un día vinieron 3
cerditos y al ver los
castillos se pelearon
entre ellos a ver quién se
quedaba con cada
castillo. Pero aparecieron
las cerditas y las tres
parejas se hicieron
novios y cada una se
quedó un castillo donde
poder vivir felices.
Cuando llegaron a sus casas el lobo les estaba
esperando, pero hablando solucionaron sus
problemas y se hicieron amigos del lobo y se
fueron todos juntos a cenar.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Había una vez
veintiséis soldaditos
de madera, hermanos
todos, ya que los
habían tallado de un
mismo árbol.
Fusil al hombro y la mirada al frente, así era como
estaban, con sus espléndidas guerreras verdes y
sus pantalones amarillos. Lo primero que oyeron
en su vida, cuando se abrió la puerta de la casita
en la que vivían, fue: "¡Soldaditos de madera!"
Había sido una niña pequeña quien gritó esto,
batiendo palmas, pues eran su regalo de Navidad.
Enseguida los puso alrededor de la caja.
Cada soldadito era la viva imagen de los otros, con
excepción de uno que mostraba una pequeña
diferencia. Tenía un solo brazo, pues al tallarlos,
había sido el último y la madera no alcanzó para
terminarlo.
Así y todo, allí estaba él, tan firme con su único
brazo. Y es de este soldadito de quien vamos a
contar la historia.
En la mesa donde la niña los acababa de colocar en
círculo, había otros muchos juguetes, pero el que
más interés despertaba era una espléndida torre
de madera. Por sus diminutas ventanas podían
verse los salones que tenía en su interior. Al frente
había unos arbolitos que rodeaban un pequeño
espejo. Este espejo hacía las veces de lago, en el
que se reflejaban, nadando, unos blancos cisnes
de cera. El conjunto resultaba muy hermoso, pero
lo más bonito de todo era una bailarina que estaba
de pie a la puerta de la torre. Ella estaba hecha de
papel, con un vestido de clara y vaporosa
muselina, con una estrecha cinta rosa anudada
sobre el hombro, a manera de banda.
“Ésta es la mujer que me conviene para esposa”, se
dijo. “¡Pero qué fina es; si hasta vive en una torre!
Yo, en cambio, sólo tengo una caja de cartón en la
que ya habitamos veintiséis: no es un lugar propio
para ella. De todos modos, pase lo que pase
trataré de conocerla.”
Y se acostó sobre la mesa. Desde allí podía mirar a
la elegante bailarina, que seguía parada sobre una
sola pierna sin perder el equilibrio.
Ya avanzada la noche, a los otros soldaditos de
madera los recogieron en su caja y toda la gente de
la casa se fue a dormir. A esa hora, los juguetes
comenzaron sus juegos, recibiendo visitas,
peleándose y bailando. Los soldaditos de madera,
que también querían participar de aquel alboroto, se
esforzaron ruidosamente dentro de su caja, pero no
consiguieron levantar la tapa. Los cascanueces daban
saltos mortales, y la tiza se divertía escribiendo
dibujos en la pizarra. Tanto ruido hicieron los
juguetes, que el perro se despertó y contribuyó al
escándalo con unos trinos en verso. Los únicos que
ni pestañearon siquiera fueron el soldadito de
madera y la bailarina. Ella permanecía erguida sobre
la punta del pie, con los dos brazos al aire; él no
estaba menos firme con su único brazo, y sin apartar
un solo instante de ella sus ojos.
De pronto el reloj dio las diez de la noche y -¡crac!-
se abrió la tapa de la caja de rapé... Más, ¿creen
ustedes que contenía tabaco? No, lo que allí había
era un enanito, llamado Gruñón.
-¡Soldadito de madera! -gritó el enanito-. ¿Quieres
hacerme el favor de no mirar más a la bailarina?
Pero el soldadito se hizo el sordo.
-Está bien, espera a mañana y verás -dijo el enanito
gruñón.
Al día siguiente, cuando los niños se levantaron,
alguien puso al soldadito de madera en la puerta
de la habitación de la niña; y ya fuese obra del
enanito de la corriente de aire, la puerta se abrió
de repente y el soldadito se precipitó de cabeza
desde la planta de arriba. Fue una caída terrible.
Cuando la madre
encontró al soldadito
lleno de babas lo tiró
a la basura y viajó
entre bolsa y bolsa
hasta llegar a la
basura de una vecina
de la niña cual se lo
encontró, lo lavó y se
lo quedó.
La niña bajó
apresuradamente a
buscarlo; pero
cuando llegó el
perro estaba
chupándolo y casi
antes de que se lo
tragara lo soltó
gracias al grito de la
pequeña.
Pensó que sería una pareja perfecta para su
bailarina.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Había una vez
veinticuatro soldaditos
de plomo, hermanos
todos, ya que los habían
fundido en la misma
vieja cuchara. Tenían un
bastón de caramelo al
hombro y la mirada al
frente, sus chaquetas
eran rojas y sus
pantalones azules.
Lo primero que oyeron en su vida fue: "¡Soldaditos
de plomo!". Fue un niño pequeño quien gritó,
batiendo palmas, pues eran su regalo de
cumpleaños.
Había un soldadito distinto. Tenía un parche en el
ojo, pues al acabarlos había sido el último y la
pintura no alcanzó para los dos ojos, por eso le
pusieron un parche. Y es de este soldadito de
quien vamos a contar la historia.
En la mesa donde el niño había puesto a todos
los soldaditos había muchos otros juguetes, pero
llamaba la atención un castillo de papel. A través
de la ventana se podía ver una Barbie que estaba
de pie y se le veía muy hermosa. La Barbie tenía
una sonrisa de oreja a oreja y un gesto de guiño
en la cara y como el soldadito pensaba que
solamente tenía un ojo como él, enseguida se
enamoró de ella.
Era su exnovio Ken quien seguía enamorado de ella
y no quería que nadie más la mirara, aunque ella ya
no lo amaba.
Ken amenazó al soldadito con hacerle daño a
Barbie, pero el soldadito era muy valiente y le dijo
que se enfrentaría a él.
Por la noche, cuando
todos dormían los
juguetes de la habitación
del niño cobraban vida. El
soldadito no podía dejar
de mirar a la Barbie pero
de repente apareció un
muñeco con muy mal
humor que le dijo que
dejara de mirarla.
Los dos juntos decidieron
irse en su descapotable a
la habitación de la
hermana del niño donde
creían que la vida era más
tranquila.
Y colorín colorado este
cuento se ha acabado.
Al otro día, cuando los niños se levantaron, alguien
puso al soldadito de plomo en el castillo donde
estaba Barbie pero no la vio. En su lugar había una
nota del malvado Ken que decía: "Si quieres volver a
ver a tu amada tendrás que superar tres pruebas. Las
pruebas consistían en:
1ª Pasar una noche en el armario sin luz.
2ª Tendrás que saltar en la cueva y tocar el techo (se
creían que el espacio de debajo de la cama era una
cueva).
3ª Luchar contra el señor Potato y derrotarlo.
El soldadito de plomo superó todas las pruebas y
llegó la hora de que ken le dijera el lugar en el que
estaba Barbie. Ken le desveló que Barbie estaba
encerrada en la hucha y el soldadito corrió a
rescatarla.
Érase una vez en una sabana, vivía un león llamado
Mufasa con su esposa Sabary, tuvieron un hijo
llamado Simba. Nació sano pero era diferente a los
demás, era albino, el único de toda la manda y
alrededores, todos decían que era un mal presagio y
que podía ser el hijo del demonio. Por ese motivo la
manada decidió desterrarlo de la sabana. Mufasa
enseñó a Simba a cazar, y le dijo: “cuando seas
fuerte volverás y les demostraras a todos que no
eres el hijo del demonio”. Una noche Simba estaba
andando por la selva cuando de repente unas hienas
le atacaron al confundirle con una cebra, justo en el
instante que las hienas se disponían a hincarle el
diente al pobre Simba, un suricato y un facóquero
llamados Timón y Pumba salieron en su defensa.
Timón y Pumba, las cogieron de las orejas,
estirando de ellas con fuerza, estás se asustaron y
se fueron. Simba y Timón y Pumba se hicieron muy
amigos, Simba les enseñó a cazar y Timón y Pumba
le enseñaron a bailar y a pasárselo bien.
El hermano de Mufasa que hace tiempo quiso
quitarle el trono con mal resultado tiene un hijo
llamado Scar junior y Scar lo manda a matar a
Mufasa, un pájaro que pasaba por ahí lo escucho y
fue a llamar a Simba para contárselo. Cuando Simba
se entero fue a la manada para avisar a su padre,
Simba y Scar Junior se enfrentan en un temible pelea
en la que Simba sale como vencedor ya que Scar
Junior se cae por un precipicio. Entonces Simba muy
orgulloso de haber salvado la vida de su padre
vuelve a la manada y allí el resto de los leones se
dieron cuenta que era como todos los demás,
entonces le hicieron una fiesta en su nombre y allí
conoció a Nala, un tiempo después se casaron y
tuvieron a una preciosa leoncita llamada Kiara.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, y quien no levante el culo,
se quedará pegado.