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    DEL MAESTRO

    Traduccin: Manuel Martnez, OSA

    CAPITULO I

    FINALIDAD DEL LENGUAJE

    1. Agustn: Qu te parece que pretendemos cuando hablamos?

    Adeodato: Por lo que ahora se me alcanza, o ensear o aprender.

    Ag.: As lo veo yo: una de estas dos cosas, y estoy de acuerdo; pues es evidenteque pretendemos ensear cuando hablamos; mas cmo aprender?

    Ad.: Cmo piensas t?; no ser preguntando?

    Ag.: Entiendo que aun entonces no queremos otra cosa que ensear. Porque, dime:interrogas por otra causa que por ensear qu es lo que quieres a aquel a quien tediriges?

    Ad.: Es verdad.

    Ag.: Ya ves que con la locucin no pretendemos otra cosa que ensear.

    Ad.: No lo veo claramente; porque si hablar no es otra cosa que emitir palabras,tambin lo hacemos cuando cantamos. Y como lo hacemos solos muchas veces, sin

    que haya nadie que aprenda, no creo que pretendamos entonces ensear algo. Ag.: Yo pienso que hay cierto modo de ensear mediante el recuerdo, modociertamente importante, como lo mostrar esta nuestra conversacin. Pero no tecontradir si piensas que no aprendemos cuando recordamos, ni que ensea el querecuerda. Quede firme, ya desde ahora, que nuestra palabra tiene dos fines: o ensearo despertar el recuerdo en nosotros mismos o en los dems; lo cual hacemos tambincuando cantamos; no te parece as?

    Ad.: De ninguna manera; pues es muy raro que yo cante por recordar, y no ms bienpor deleitarme.

    Ag.: Veo lo que piensas. Mas no te das cuenta de que lo que te deleita en el canto noes sino cierta modulacin del sonido; y porque esta modulacin puede juntarse con laspalabras o separarse de ellas, por eso el hablar y el cantar son dos cosas distintas.Porque tambin se canta con las flautas y la ctara, y cantan tambin las aves, y aunnosotros a veces, sin palabras, emitimos ciertos sonidos musicales que merece elnombre de canto, mas no el de locucin; tienes algo que oponer a esto?

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    Ad.: Absolutamente nada.

    2. Ag.: Te parece, pues, que el lenguaje no tiene otro fin que el de ensear orecordar?

    Ad.: Lo creera, de no moverme a lo contrario el pensar que, al orar, hablamos, y que,no obstante, no se puede creer que enseemos o recordemos algo a Dios.

    Ag.: A mi parecer, ignoras que se nos ha mandado orar con los recintos cerrado s1, con cuyo nombre se significa lo interior del corazn, porque Dios no busca que se lerecuerde o ensee con nuestra locucin que nos conceda lo que nosotros deseamos.En efecto, el que habla muestra exteriormente el signo de su voluntad por laarticulacin del sonido; y a Dios se le ha de buscar y suplicar en lo ntimo del almaracional, que es lo que se llama hombre interior, pues ha querido que ste fuese sutemplo. No has ledo en el Apstol: Ignoris que sois templo de Dios, y que elespritu de Dios habita en vosotros2, y que Cristo habita en el hombre interior?3

    Y no has advertido en el Profeta: Hablad en vuestro interior, y en vuestros lechoscompungos. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en el Seor?4 Dnde crees quese ofrece el sacrificio de justicia, sino en el templo de la mente y en lo interior delcorazn? Y en el lugar del sacrificio, all se ha de orar. Por lo cual no se necesitalenguaje, esto es, palabras sonantes, cuando oramos; a no ser tal vez, como hacen lossacerdotes, para manifestar sus pensamientos, no para que las oiga Dios, sino loshombres, y que asintiendo, en cierto modo se elevan hacia Dios por el recuerdo.Piensas t de otra manera?

    Ad.: Asiento completamente a ello.

    Ag.: Acaso no te preocupa el que el soberano Maestro, enseando a orar a susdiscpulos, se sirvi de ciertas palabras, con lo cual no parece hizo otra cosa queensearnos cmo se deba hablar en la oracin? 5

    Ad.: No me preocupa nada eso ya que no les ense las palabras, sino susignificado, con el que quedaron persuadidos ellos mismos a quin y qu haban depedir cuando orasen como dicho queda en lo ms secreto del alma.

    Ag.: Lo has entendido perfectamente; creo tambin que has advertido al mismotiempo, aunque alguno defienda lo contrario, que nosotros, por el hecho de meditar las

    palabras, bien que no emitamos sonido alguno, hablamos en nuestro interior, y que pormedio de la locucin lo que hacemos es recordar, cuando la memoria, en la que laspalabras estn grabadas, trae, dndoles vueltas, al espritu las cosas mismas de lascuales son signos las palabras.

    Ad.: Lo entiendo y acepto.

    CAPITULO II

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    EL HOMBRE, MEDIANTE PALABRAS, EXPRESA SU SIGNIFICADO

    3. Ag.: Estamos, pues, ambos conformes en que las palabras son signos.

    Ad.: Lo estamos.

    Ag.: Y bien: puede el signo ser signo sin representar algo?

    Ad.: No lo puede.

    Ag.: Cuntas palabras hay en este verso: Si nihil ex tanta superis placet urberelinqui (Si es del agrado de los dioses no dejar nada de tan gran ciudad)?

    Ad.: Ocho.

    Ag.: Luego son ocho signos.

    Ad.: As es.

    Ag.: Creo que comprendas este verso.

    Ad.: Me parece que s.

    Ag.: Dime qu significa cada palabra.

    Ad.: S lo que significa si (si), mas no hallo otra palabra con que se pueda expresarsu significado.

    Ag.: Al menos, sabes dnde reside lo que esta palabra significa?

    Ad.: Parceme que si indica duda; mas si es duda, en dnde se hallar si no es enel alma?

    Ag.: Conformes por ahora; mas sigue con lo restante.

    Ad.: Nihil (nada), qu otra cosa significa, sino lo que no existe?

    Ag.: Tal vez dices verdad; pero me impide asentir a ello lo que anteriormente has

    afirmado: que no hay signo sin cosa significada; ahora bien, lo que no existe, de ningnmodo puede ser cosa alguna. Por tanto, la segunda palabra de este verso no es unsigno, pues nada significa; y falsamente hemos asentado que toda palabra es signo osignifica algo.

    Ad.: Me estrechas demasiado; pero advierte que, cuando no tenemos que expresaralgo, es una tontera completa proferir cualquier palabra; y yo creo que t, al hablarahora conmigo, no dices ninguna palabra en vano, sino que todas las que salen de tu

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    boca me las ofreces como un signo, a fin de que entienda algo. Por lo cual t nodebieras proferir hablando estas dos slabas, si con ellas no significabas nada. Mas si,por el contrario, crees ser necesaria su enunciacin, y que con ellas aprendemos orecordamos algo cuando suenan en nuestros odos, ciertamente vers tambin lo quequiero decir, y que no s cmo explicar.

    Ag.: Qu haremos, pues? Diremos que con esta palabra, ms bien que una realidad,que no existe, se significa un cierto estado de nimo producido cuando no ve larealidad, y, sin embargo, descubre, o le parece descubrir, su no existencia.

    Ad.: Quiz es esto lo que yo trataba de explicar.

    Ag.: Sea ello lo que sea, dejmoslo, no sea que demos en algn absurdo peor.

    Ad.: En cul?

    Ag.: En que nos detengamos, sin que nada nos detenga. Ad.: Ciertamente es una cosa ridcula, y, sin embargo, no s cmo veo que puedesuceder; mejor dicho, veo claramente que ha sucedido.

    4. Ag.: En su momento comprenderemos ms perfectamente, si Dios lo permitiere,este gnero de contradiccin. Ahora vuelve a aquel verso e intenta, segn tus fuerzas,mostrar el significado de las dems palabras.

    Ad.: La tercera es la preposicin ex (de), en cuyo lugar podemos poner, a mientender, de (desde).

    Ag.: No intento que digas por una palabra conocidsima otra igualmente conocidsima,que signifique lo mismo, si es que significa lo mismo; mientras tanto, concedamos quees as. Si este poeta, en vez de ex tanta urbe (de tamaa ciudad), hubiera dicho detanta, y yo te preguntase el significado de de, sin duda alguna diras que ex, comoquiera que estas dos palabras, esto es, signos, significan una misma cosa, segn tcrees; pero yo busco si es una identidad lo que estos dos signos significan.

    Ad.: Yo creo que denotan como sacar de una cosa en que haba habido algo que sedice formaba parte de ella, ora no exista esa cosa, como en este verso sucede, que, noexistiendo la ciudad, podan vivir algunos troyanos procedentes de la misma, ora exista,

    del mismo modo que nosotros decimos haber en frica mercaderes procedentes deRoma.

    Ag.: Para concederte que esto es as y no enumerarte las muchas excepciones que,tal vez, se oponen a tu regla, fcil te es advertir que has explicado unas palabras conotras palabras, a saber,unos signos con otros signos y unas cosas comunsimas conotras comunsimas; mas yo quisiera que, si puedes, me muestres las cosas que estossignos representan.

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    CAPITULO III

    HABR COSAS QUE SE PUEDAN MOSTRAR SIN SIGNO ALGUNO?

    5. Ad.: Me admito de que no comprendas, o mejor, de que simules no darte cuenta

    de que me es absolutamente imposible dar una respuesta como t la deseas; pueshete aqu que estamos en conversacin, en la cual no podemos menos de respondercon palabras. Pero t preguntas cosas que, cualesquiera que ellas sean, no sonpalabras. Y sobre las cuales, no obstante, me preguntas con palabras. Por tanto,interrgame t primeramente sin palabras, para despus responderte yo del mismomodo.

    Ag.: Tienes razn, lo confieso; mas si buscase la significacin de estas tresslabas, paries (pared), seguramente me podras mostrar con el dedo la cosa cuyosigno son estas tres slabas, de tal manera que yo la viese, y esto sin proferir t palabraalguna, sino mostrndola.

    Ad.: Concedo que esto puede hacerse slo con los nombres que expresan osignifican cuerpos si esos mismos cuerpos estn presentes.

    Ag.: Acaso llamamos al color cuerpo, y no ms bien una cualidad del cuerpo?

    Ad.: As es.

    Ag.: Por qu, pues, podemos aqu demostrarlo con el dedo?; acaso aades a loscuerpos sus cualidades, de modo que, estando presentes, puedan ser mostrados sinpalabras?

    Ad.: Yo, al decir cuerpos, quera que se entendiese todo lo corporal, esto es, todo loque se percibe en los cuerpos.

    Ag.: Considera, sin embargo, si no hay tambin aqu alguna excepcin.

    Ad.: Bien me lo haces notar, pues no deb decir todo lo corporal, sino todo lo visible.Porque confieso que el sonido, el olor, el sabor, la gravedad, el calor y otras cosaspertinentes a los sentidos, no pueden mostrarse con el dedo, si bien no puedensentirse sino en los cuerpos, y, por tanto, son corporales.

    Ag.: No has visto nunca cmo los hombres hablan con los sordos comogesticulando, y los sordos preguntan no menos con el gesto, responden, ensean,indican todo lo que quieren o, por lo menos, mucho? En este caso, no slo las cosasvisibles se muestran sin palabras. Tambin los sonidos, los sabores y otras cosassemejantes. Y en los teatros, los histriones manifiestan y explican, por lo comn, todassus fbulas sin necesidad de palabras con la danza.

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    Ad.: Nada tengo que oponerte, sino que el significado de aquel ex no te lo puedeexplicar sin palabras ni un histrin saltarn.

    6. Ag.: Tal vez dices verdad. Pero supongamos que puede; no dudars, como creo,que el gesto con que l intentar demostrarme lo que esta palabra significa no es la

    cosa misma, sino un signo. Por lo cual el histrin tambin indicar no una palabra conotra, sino un signo con otro signo; de modo que este monoslabo, ex, y aquel gestosignifiquen una misma cosa, que deseara se me mostrase sin ningn signo.

    Ad.: Pero, cmo puede hacerse lo que preguntas?

    Ag.: Como pudo la pared.

    Ad.: Sin duda alguna, ni la misma pared puede mostrarse a s misma sin un signo pormedio del cual puede verse. As que nada encuentro que pueda ensearse sin signos.

    Ag.: Qu diras si te preguntase qu es pasear, y, levantndote, lo hicieses? Nousaras para ensermelo, ms bien que de palabras, de la misma cosa o de algn otrosigno?

    Ad.: Confieso que es as, y me avergenzo de no haber visto una cosa tan clara, lacual me trae a la memoria otras mil cosas que pueden mostrarse por s mismas y sinnecesidad de signos, verbigracia, comer, beber, estar sentado, de pie, dar voces yotras muchas ms.

    Ag.: Ea! Dime ahora, si desconociendo yo completamente el sentido de esta palabra,te preguntase, cuando paseas, qu es pasear, cmo me lo ensearas?

    Ad.: Paseara un poco ms de prisa, para que, terminada tu pregunta, lo advirtierasmediante algo nuevo; y,sin embargo, no habra hecho ms que lo que deba mostrarte.

    Ag.: Sabes que una cosa es pasear y otra apresurarse? Porque ni quien pasea seapresura constantemente, ni quien se apresura pasea siempre, pues tambin decimosque uno se apresura leyendo, escribiendo y haciendo otras muchsimas cosas. Por locual, al hacer ms de prisa lo que hacas anteriormente, creera que pasear no es otracosa que apresurarse; slo habas aadido esto, y, por tanto, me engaara.

    Ad.: Confieso que no podemos sin un signo mostrar nada cuando lo estamos

    haciendo y se nos pregunta sobre ello; porque, si no aadimos nada, el que preguntacreer que no se lo queremos ensear, y que, desprecindole, seguimos en lo quehacamos. Si, al contrario, pregunta sobre algo que podemos hacer, y no preguntacuando lo estamos haciendo, podemos mostrarle lo que pregunta, hacindolo, desdeluego, ms con la cosa misma que con un signo. Pero si me pregunta qu es hablarcuando estoy hablando, todo lo que le diga para enserselo, necesariamente tieneque ser hablar; continuar instruyndole hasta que le ponga claro lo que desea, sin

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    apartarme de lo que l quiere que le ensee, ni echar mano de otros signos parademostrrselo que de la cosa misma.

    CAPITULO IV

    CMO UNOS SIGNOS MUESTRAN A OTROS SIGNOS 7. Ag.: Razonas muy agudamente; mira, pues, a ver si convenimos en que se puedemostrar sin signos aquello que no hacemos cuando se nos pregunta, y que, sinembargo, podemos hacer en seguida; o los mismos signos de que tratamos. Pues,cuando estamos hablando, hacemos signos, de donde viene la palabra significar.

    Ad.: Convenido.

    Ag.: Por tanto, cuando se pregunta sobre algn signo, pueden mostrarse unos signospor otros; mas cuando se pregunta sobre cosas que no son signos, pueden mostrarse

    o hacindolas despus de la pregunta, si pueden hacerse, o manifestando algn signopor el cual puedan conocerse.

    Ad.: As es.

    Ag.: Consideramos primeramente en esta divisin tripartita, si te place, el que lossignos se muestran con los signos; son acaso solamente signos las palabras?

    Ad.: No.

    Ag.: Parceme que, cuando hablamos, sealamos con palabras las palabras, u otros

    signos, como si decimos gesto o letra pues las cosas que estas dos palabrassignifican son signos, no obstante, u otra cosa distinta que no sea signo, comocuando decimos piedra ; esta palabra es un signo porque significa algo, sin que sea poreso un signo lo que ella significa; este grupo que significa con palabras las cosas queno son signos, no corresponde a la parte que nos propusimos dilucidar. Puesdeterminamos considerar el que los signos se muestran con signos, y en talconsideracin distinguimos dos partes: el ensear o recordar los mismos o distintossignos, mediante signos tambin. No te parece as?

    Ad.: Es evidente.

    8. Ag.: Dime, pues: los signos que son palabras a qu sentido pertenecen? Ad.: Al del odo.

    Ag.: A cul el gesto?

    Ad.: Al de la vista.

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    Ag.: Qu decir cuando nos encontramos con palabras escritas?; acaso no sonpalabras o, para hablar ms exactamente, signos de las palabras, de tal modo que lapalabra sea lo que se profiere mediante la articulacin de la voz, y significando algo?Mas la voz no puede ser percibida por otro sentido que por el odo; as sucede que, alescribir una palabra, se hace un signo para los ojos mediante el cual se entre en la

    mente lo que a los odos pertenece. Ad.: Asiento a cuanto dices.

    Ag.: Creo que tambin asientas a esto: que, cuando decimos nombre, significamosalgo.

    Ad.: Es verdad.

    Ag.: Qu?

    Ad.: Aquello que designa este mismo nombre, como Rmulo. Roma, virtud, ro yotras mil cosas ms.

    Ag.: Estos cuatro nombres, no significan alguna cosa?

    Ad.: Antes bien, varias.

    Ag.: Hay alguna diferencia entre estos nombres y las cosas que significan?

    Ad.: Mucha.

    Ag.: Quisiera que me dijeses cul. Ad.: En primer lugar, que stos son signos y aqullas no lo son.

    Ag.: Te parece bien que llamemos significables aquellas cosas que puedensignificarse con signos y no son signos, de la misma manera que llamamos visibles lasque pueden verse, a fin de disputar sobre ellas despus ms fcilmente?

    Ad.: S, me parece bien.

    Ag.: Y los cuatro signos que poco antes pronunciaste, no pueden ser significados

    por otro signo? Ad.: Me sorprende que pienses haberme olvidado que las cosas escritas son signosde los signos que proferimos con la voz, como ya lo hemos reconocido.

    Ag.: Di: qu diferencia hay entre estos signos?

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    Ad.: Que aqullos son visibles, stos audibles. Por qu no has de admitir estenombre, si hemos admitido el de significables?

    Ag.: Ciertamente que lo admito, y con mucho agrado. Mas nuevamente pregunto:pueden estos cuatro signos representarse por algn otro signo audible, como has

    advertido sucede con los visibles? Ad.: Recuerdo que tambin dije esto poco ha. Pues haba respondido que el nombresignifica algo, y haba en esta significacin incluido estos cuatro nombres; y sostengoque aqul y stos, en el momento en que se profieren con la voz, son audibles.

    Ag.: Qu distincin hay, pues, entre el signo audible y los significados audibles, loscuales son a la vez signos?

    Ad.: Entre aquello que decimos nombre y estos cuatro que en su significacin hemosincluido entiendo haber esta diferencia: el nombre es signo audible de signos audibles,

    mientras que las cosas audibles son signos, pero no de signos, sino de cosas bien seavisibles, como Rmulo, Roma, ro; ya inteligibles, como virtud.

    9. Ag.: Lo admito y lo apruebo; mas sabes que todas las cosas que se profieren conla articulacin de la voz, significando algo, se llaman palabras?

    Ad.: Lo s.

    Ag.: Luego el nombre tambin es palabra, pues vemos se profiere mediante laarticulacin de la voz con algn significado; y cuando decimos que un hombreelocuente usa de palabras apropiadas, sin gnero de duda usa tambin de nombres; y

    cuando el siervo dijo a su anciano dueo en Terencio: Quiero buenas palabras,haba tambin dicho muchos nombres.

    Ad.: Estoy conforme.

    Ag.: Concedes, pues, que estas dos slabas que articulamos aldecir verbum (palabra), significan tambin un nombre, y que, en consecuencia, aqullaes signo de ste?

    Ad.: Concedo.

    Ag.: Quisiera me respondieses a esto tambin: siendo una palabra signo de unnombre, el nombre signo de un ro , y ro signo de una cosa que ya se puede ver, segnla diferencia que notaste entre esta cosa y ro , esto es, su signo, y entre este signo y elnombre que es signo de este signo, en qu juzgas se distinguen el signo del nombre,que hallamos ser la palabra, y el nombre del cual es signo?

    Ad.: Distnguense, a mi ver, en que todo lo que el nombre significa, tambin losignifica la palabra, pues as como nombre es palabra, tambin ro lo es; mas el

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    nombre no alcanza a significar todo lo que la palabra significa. Pues aquel si que tieneal principio el verso propuesto por ti, y este ex que nos ha trado hasta aqudisputando y razonando sobre l son palabras y, no obstante, no son nombres; y asse encuentran otros muchos. As que, como todos los nombres son palabras, mas notodas las palabras nombres, creo que est claro cul es la diferencia

    entre palabra y nombre , esto es, entre el signo de aquel signo que no significa ningnotro signo y entre el signo del signo que puede significar otro signo.

    Ag.: Admites que todo caballo es un animal, y que, sin embargo, no todo animal esun caballo?

    Ad.: Quin lo dudar?

    Ag.: Pues la misma diferencia hay entre nombre y palabra que entre caballo y animal.Si no te retrae de asentir el que decimos tambin verbum (verbo) en el otro sentido designificar las palabras que cambian segn los tiempos, como escribo escrib, leo,

    le, las cuales palabras est claro que no son nombres. Ad.: Has expresado justamente lo que me haca dudar.

    Ag.: No te preocupe esto. Pues llamamos universalmente signos a todas las cosasque significan algo, entre las cuales contamos las palabras. Tambin decimos signosmilitares, insignias, llamados as con mucha propiedad, los cuales no contienen palabraalguna. Y, no obstante, si te dijese : As como todo caballo es animal, mas no todoanimal es caballo, as tambin toda palabra es signo, mas no todo signo es palabra,creo que no dudaras un momento.

    Ad.: Ya entiendo, y acepto completamente, que existe idntica diferencia entre lapalabra en general y un nombre que entre animal y caballo.

    10. Ag.: Sabes tambin que, cuando decimos animal, una cosa es este nombretrislabo, que es proferido por la voz, y otra aquello que con l se significa?

    Ad.: Ya he concedido anteriormente esto acerca de todos los signos y significables.

    Ag.: Parcete que todos los signos significan distinta cosa de la que son, como estenombre trislabo, animal, de ningn modo significa aquella que es l mismo?

    Ad.: Ciertamente que no; pues cuando decimos signo, no slo significa todos losque hay, sino que se significa tambin a s mismo; porque es una palabra, y, sin dudaalguna, todas las palabras son signos.

    Ag.: Pues qu, no es verdad que sucede algo semejante en este dislabo, cuandodecimos verbum (palabra)? Porque si este dislabo significa todo lo que con algnsignificado profiere la articulacin de la voz, tambin ha de estar l incluido en estaespecie.

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    Ad.: As es.

    Ag.: Entonces, no le sucede igual al nombre? Porque significa los nombres de todoslos gneros, y l mismo (verbum) es un nombre del gnero neutro. O acaso, si tepreguntase qu parte de la oracin es el nombre, podras acertadamente responderme

    sino diciendo nombre? Ad.: Es verdad.

    Ag.: Por tanto, hay signos que, entre las otras cosas que significan, se significantambin a s mismo.

    Ad.: Los hay.

    Ag.: Crees que este signo cuatrislabo que decimos coniunctio (conjuncin ),pertenece a esta categora?

    Ad.: De ninguna manera; porque las cosas que significa no son nombres, mientrasque l es nombre.

    CAPITULO V

    SIGNOS RECPROCOS

    11. Ag.: Has discurrido bien; mira ahora si se encuentran signos que se signifiquenrecprocamente, de tal manera que, como aqul significa a ste, as ste signifique aaqul; pues este cuatrislabo, cuando decimos coniunctio, y aquellas palabras que ste

    significa,si, o, pues, sino, luego, porque y otras semejantes, no tienen una significacinmutua, porque aquella sola palabra significa todas stas; mas no hay ninguna entreestas ltimas que pueda significar aquel cuatrislabo.

    Ad.: Lo veo, y deseo conocer qu signos sean estos cuya significacin es recproca.

    Ag.: Ignoras entonces que, al decir palabra y nombre, decimos dos palabras?

    Ad.: Lo s.

    Ag.: Eh? Ignoras que, al decir nombre y palabra, decimos dos nombres?

    Ad.: Tambin s esto.

    Ag.: Y que tanto puede una palabra significar a un nombre como un nombre a unapalabra?

    Ad.: Estoy conforme.

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    Ag.: Puedes decir la diferencia que hay entre ellos, exceptuada su diversidad en laescritura y pronunciacin?

    Ad.: Tal vez pueda, porque veo que es lo mismo que poco ha dije. Cuando decimospalabras, significamos todo lo que profiere con algn significado la articulacin do la

    voz; de consiguiente, todo nombre, y el mismo trmino nombre, es una palabra; masno toda palabra es nombre, aunque sea nombre el trmino palabra.

    12. Ag.: Y si alguno te afirma y prueba que, as como todo nombre es una palabra,as toda palabra es un nombre, podrs encontrar en qu se diferencia, adems deldistinto sonido de sus letras?

    Ad.: No podr, y creo que no hay ninguna diferencia.

    Ag.: Y si todo aquello que con algn significado profiere la articulacin de la voz sonpalabras y nombres, mas son por una razn palabras y por otra nombres, no habr

    ninguna diferencia entre un nombre y una palabra? Ad.: No entiendo cmo pueda ser esto.

    Ag.: Por lo menos entiendes que toda cosa coloreada es visible, y que toda cosavisible es coloreada, aunque estas dos palabras signifiquen distinta y diferentemente.

    Ad.: Entiendo.

    Ag.: Si esto es as, consiguientemente toda palabra es nombre y todo nombrepalabra, aunque estos dos nombres o dos palabras, esto es, los trminos nombre y

    palabra, tengan diferente significacin. Ad.: Ya veo que puede darse esto. Espero me muestres cmo sucede.

    Ag.: Adviertes, segn creo, que todo lo que significa algo y brota mediante laarticulacin de la voz, hiere el odo, para poder despertar la sensacin y se transmite ala memoria para poder dar origen al conocimiento.

    Ad.: Lo advierto.

    Ag.: Por tanto, suceden dos cosas cuando proferimos algo con semejante voz.

    Ad.: As es.

    Ag.: Y si una de estas dos cosas ha sido llamada verbum ( palabra ), y laotra nomen (nombre ), porque el trmino verbum se deriva de verberare (herir ) y eltrmino nomen se deriva de noscere (conocer ), de suerte que el primero ha recibidoeste nombre por el oficio del odo y el segundo por el del espritu?

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    13. Ad.: Asentir a ello cuando me muestres cmo podemos llamar con rectitudnombres a todas las palabras.

    Ag.: Es fcil, pues creo que has aprendido y retenido que el pronombre es llamadoas porque est en lugar del nombre, y, sin embargo, expresa una realidad con un

    significado menos completo que el nombre. Pues, segn creo, as lo defini el autorque has recitado en gramtica: Pronombre es una parte de la oracin que, usada enlugar del nombre, significa lo mismo que ste, aunque con menos fuerza.

    Ad.: Lo recuerdo y lo apruebo.

    Ag.: Ves, por tanto, que, segn esta definicin, no podemos usar los pronombresms que por los nombres y para reemplazarlos, como cuando decimos: Este hombre,el mismo rey, la misma mujer, este oro, aquella plata; los trminos ste, el mismo, lamisma, ste, aqulla, son pronombres: hombre, rey, mujer, oro, plata, son nombres, loscuales significan las cosas con ms fuerza que aqullos.

    Ad.: Lo veo y estoy de acuerdo.

    Ag.: Ahora ennciame algunas conjunciones, las que t quieras.

    Ad.: Y , adems, pero, tambin.

    Ag.: Te parece que todas estas cosas que has dicho son nombres?

    Ad.: De ninguna manera.

    Ag.: Crees que, al menos, he hablado correctamente al decir: Todas estas cosasque has dicho?

    Ad.: Completamente bien; y ahora entiendo de qu modo me has mostrado que yoenunci nombres, pues de otra manera no se hubiera podido decir: Todas estascosas. Pero temo que me parezca que has hablado bien, porque no puedo negar queestas cuatro conjunciones sean tambin palabras, y porque se puede decir de la mismamanera, correctamente, todas estas cosas y todas estas palabras. Y si mepreguntas a qu parte del discurso corresponde esta expresin, palabra , responderque es un nombre. He aqu por qu, tal vez, aadiste el pronombre a este nombre, paraque su expresin fuese correcta.

    14. Ag.: Te engaas con tu agudeza; y para que dejes de engaarte, presta atencinan ms agudamente a lo que voy a decir, si es que puedo decirlo como yo quiero;porque tan intrincado es hablar de las palabras con palabras como entrelazar y rascarunos dedos con otros; en lo cual apenas hay alguno que conozca, si no es el que laejecuta, qu dedos son los que pican y cules los que procuran calmar el prurito.

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    Ad.: Pues me tienes aqu con toda el alma, porque esta semejanza me ha vuelto muyatento.

    Ag.: Ciertamente que pronuncio palabras y que stas constan de slabas.

    Ad.: As es. Ag.: As, pues, hagamos principalmente uso de la autoridad, que es para nosotrosvenerabilsima. El Apstol Pablo dice: No haba en Cristo els y el no, sino solamenteen l haba el s 6 . No creo se ha de pensar que estas tres letras, enunciadas cuandodecimos est (s ), existieron en Cristo, sino lo que ellas significan.

    Ad.: Eso es verdad.

    Ag.: Comprendes, por tanto, que el que dijo: El s exista en l, quiso decirsolamente que se llama s lo que exista en l; como si hubiera dicho: La virtud exista

    en Cristo, no se entendera haber dicho otra cosa que llamase virtud lo que habaen l; no fuera que creysemos que estas dos slabas que enunciamos cuandodecimosvirtud existieron en l, y no lo que ellas significan.

    Ad.: Lo entiendo y te sigo.

    Ag.: Entonces, no crees que no hay diferenciaentre decir: se llama virtud o senombra virtud?

    Ad.: Est claro que no.

    Ag.: Pues as es de claro que se puede decir indistintamente: s se llama o s senombra lo que en Cristo haba.

    Ad.: Veo que aqu tampoco hay ninguna diferencia.

    Ag.: Ves ya tambin lo que quiero expresar?

    Ad.: An no.

    Ag.: No ves que nombre es aquello con que una cosa se llama?

    Ad.: No hay cosa para m ms clara. Ag.: Ves, por tanto, que est (s ) es nombre, puesto que lo que haba en Cristo sellama s.

    Ad.: No puedo negarlo.

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    Ag.: Mas si te preguntase a qu parte del discurso pertenece la expresin est, nocreo me dijeses que es nombre, sino verbo, aun despus de habernos mostrado larazn que es nombre.

    Ad.: As es ni ms ni menos, como t dices.

    Ag.: Dudas todava que otras partes de la oracin son nombres, consideradas delmismo modo que hemos enseado?

    Ad.: No dudo, puesto que confieso que significa algo. Mas si me preguntases cmose llaman, esto es, se nombran, cada una de las cosas que significan, no podrresponderte sino enunciando aquellas partes de la oracin que no llamamos nombres,aunque, como veo, nos vemos obligados a llamarlas as.

    15. Ag.: No te preocupa que alguien trate de debilitar nuestro razonamientodiciendo que se ha de atribuir al Apstol autoridad de doctrina y no de palabras, y, por

    tanto, que el fundamento en que estriba nuestra persuasin no es tan firme comopensamos? En efecto, puede suceder que Pablo, no obstante la pureza de su vida ydoctrina, haya hablado con menos rectitud al decir: Haba en Cristo el s, tanto mscuanto l mismo se considera indocto en el lenguaje. Cmo piensas que se puederebatir este argumento?

    Ad.: Nada tengo que oponer, y te ruego que busques a alguno de aquellos a quienesse reconoce un gran conocimiento de las palabras, con cuya autoridad consigas mejorlo que deseas.

    Ag.: Es decir, juzgas que la razn, sin el testimonio de la autoridad, no tiene fuerza

    para demostrar que todas las partes de la oracin significan algo, y que de ah recibenel nombre; y si se llama, tambin se nombra, y si se nombra, nombrarse ha con algnnombre. Lo cual se comprende tan fcilmente en las diversas lenguas. Porque quinno ve que los griegos, preguntados qu nombre dan a lo que nosotros llamamos quis(quin), han de responder ; preguntados cmo llaman a lo que nosotros volo(quiero), han de contestar ; preguntados cmo llaman lo que nosotros bene(bien), respondern ; preguntados cmo llaman lo que nosotros scriptus(escrito), han de responder ; cmo llaman lo que nosotros et (y), han deresponder ; cmo llaman lo que nosotrosab (de), han de contestar ;preguntados cmo llaman lo que nosotros heu ( ay ), han de responder ; y quin entodas estas partes de la oracin que acabo de enunciar ha hablado correctamente: elque pregunt? Esto sera imposible si esas partes no fuesen nombres. Ahora bien,pudiendo comprender de este modo, sin ninguna autoridad literaria, que el apstolPablo ha hablado correctamente, qu necesidad tenemos de buscar la opinin de unautor para corroborar la nuestra?

    16. Mas a fin de que ningn tardo de entendimiento o de mala voluntad se mantengaen sus trece todava, y afirme que no ceder de ningn modo, sino con la autoridad deaquellos a quienes la voz comn atribuye las leyes de la gramtica, quin podr haber,

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    entre los escritores latinos, de ms autoridad que Cicern? Pues ste, en susfamossimas Verrinas, llam nombre a la preposicin coram (delante de), que, por cierto,en aquel lugar puede ser un adverbio.

    No obstante, porque puede suceder que yo no entienda perfectamente aquel pasaje, y

    sea explicado de distinta manera en otra ocasin, por m, o por otro, no me entretengoen pensar a cul puede corresponder el est (s ). Pues los ms famosos maestros en elarte de la discusin ensean que la perfecta oracin consta de nombre y de verbo, lacual puede ser afirmativa o negativa; esta misma clase es llamada por Tulioproposicin en un pasaje; y cuando el verbo est en tercera persona, dicen y dicenrectamente que el nombre debe estar en nominativo, concertando con ella; porque, sireflexionas conmigo sobre eso, conocers, segn creo, que hay dos proposicionescuando decimos: El hombre est sentado, el caballo corre.

    Ad.: Lo conozco.

    Ag.: Luego si dijera solamente: Est sentado, o corre, con muchsima razn mepreguntaras quin o qu cosa, para yo responderte: Un hombre, o un caballo, oun animal, o cualquier otra cosa que pudiese completar por un nombre la proposicinenunciada por el verbo, esto es, aquella oracin que puede ser afirmativa o negativa.

    Ad.: Entiendo.

    Ag.: Atiende a lo que resta, y suponte que vemos algo all a lo lejos, y no sabemos sies un animal o una piedra, u otra cosa, y que yo te digo: puesto que es un hombre, esun animal no hablara temerariamente?

    Ad.: Muy temerariamente, pero no lo diras tan temerariamente si dijeses: Si eshombre, es animal.

    Ag.: Hablas con razn; as, pues, me gusta el si en tu frase; tambin a ti te agrada;y a ambos nos desagrada el puesto que de la ma.

    Ad.: Estoy conforme.

    Ag.: Examina si estas dos frases son proposiciones completas : agradaels, desagrada el puesto que .

    Ad.: Completas de todo punto. Ag.: Vamos, dime ahora cules son en ellas verbos y cules nombres.

    Ad.: Creo que los verbos son agrada y desagrada; y nombres, qu otra cosapueden serlo que s y puesto que?

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    Ag.: Luego ya est suficientemente probado que estas dos conjunciones sonnombres. Ad.: S, suficientemente.

    Ag.: Puedes por ti mismo, segn esta regla, demostrar lo mismo en las demspartes de la oracin?

    Ad.: Puedo.

    CAPITULO VI

    SIGNOS QUE SE SIGNIFICAN A S MISMOS

    17. Ag.: Dejemos ya esto, y dime, si te parece, que as como hemos notado quetodas las palabras son nombres y todos los nombres palabras, as tambin todos losnombres son vocablos y todos los vocablos nombres.

    Ad.: No veo que entre estas diversas cosas haya otra diferencia que el diferentesonido de las letras.

    Ag.: Ni yo por ahora te contradigo, aunque no faltan quienes las distinguen en lasignificacin, y cuyo parecer no es necesario que consideremos ahora. Perociertamente te das cuenta que hemos llegado a los signos que se significanmutuamente, no diferencindose ms que en el sonido y que se significan a s mismoscon las restantes partes de la oracin.

    Ad .No lo entiendo.

    Ag.: Luego no entiendes que el nombre est significado por el vocablo, y el vocablopor el nombre; y esto de tal modo, que en nada se diferencien si no es en el sonido delas letras, al menos para el nombre en general; porque, tomado de una maneraparticular, decimos que est entre las ocho partes de la oracin, sin que contenga lasotras siete.

    Ad.: Entiendo.

    Ag.: Pues esto es lo que he expresado al decir que el vocablo y el nombre sesignifican recprocamente.

    18. Ad.: Lo s; mas te pregunto qu has querido decir con estas palabras: Quetambin se significan a s mismos con las otras partes de la oracin.

    Ag.: No nos ha mostrado el anterior raciocinio que todas las partes de la oracinpueden llamarse nombres y vocablos, esto es, que pueden ser significadas por unnombre y un vocablo?

    Ad.: As es.

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    Ag.: Si te pregunto cmo llamas al nombre, esto es, al sonido expresado con las dosslabasnombre , no me responders correctamente quenombre ?

    Ad.: Correctamente.

    Ag.: Acaso se significa a s este signo que enunciamos con cuatro slabas, cuandodecimos: coniunctio (conjuncin )? Porque este nombre no puede ser contado entre laspalabras que significan.

    Ad.: Lo admito bien.

    Ag.: Esto es lo que se ha dicho al decir que el nombre se significa a s mismo con losotros que l significa, lo cual debes entender por ti mismo acerca del vocablo.

    Ad.: Ya me es fcil entenderlo; pero ahora se me ocurre que el nombre se toma deuna manera general y de una manera particular, y el vocablo no se cuenta entre las

    ocho partes de la oracin; por lo cual me parece que es sta otra diferencia, ademsdel distinto sonido.

    Ag.: Pues qu, crees que hay otra diferencia entre nomen (nombre ) y ????? que elsonido, por el cual tambin se distinguen las lenguas latina y griega?

    Ad.: No veo otra diferencia.

    Ag.: Hemos, pues, llegado a los signos que se significan a s mismos y,recprocamente, los unos a los otros, y lo que ste significa, tambin aqul, y que no sediferencian sino en el sonido. En efecto, hemos encontrado ahora esta cuarta categora,

    porque las tres anteriores dicen relacin al nombre y a la palabra. Ad.: Ya hemos llegado.

    CAPITULO VII

    RESUMEN DE LOS CAPTULOS PRECEDENTES

    19. Ag.: Quisiera que me resumieses todo lo que hemos ya descubierto en nuestraconversacin.

    Ad.: Lo har segn mis posibilidades. Recuerdo que lo primero que hemos buscadodurante algn tiempo es el porqu del hablar, y hemos encontrado que hablamos paraensear o para recordar, puesto que, cuando preguntamos, el fin que nos proponemoses que el interrogado aprenda lo que queremos nosotros or.

    Hemos aadido que el canto, que parcenos hacerlo por placer, no es propiamente unlenguaje, y que en la oracin a Dios, a quien no podemos pensar que se le ensee o

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    recuerde algo, nuestras palabras tienen la eficacia de recordarnos a nosotros mismos odespertar el recuerdo en los otros o de instruirlos.

    Despus, habiendo quedado bastante claro que las palabras no son otra cosa quesignos, y que las cosas que no significan algo no pueden ser signos, presentaste un

    verso, a fin de que yo intentase mostrar el significado de cada palabra. El verso era: Sinihil ex tanta superis placet urbe relinqui (Si agrada a los dioses no dejar rastro detamaa ciudad) . No encontrbamos el significado de la segunda palabra ( nihil ), aunqueella sea muy conocida y empleada. Y, parecindome que no la intercalamos intilmenteal hablar, sino que ms bien con ella enseamos algo al que escucha, convinimos enque designaba tal vez el estado de la mente cuando halla o cree haber hallado que noexiste lo que busca. Pero, evitando en broma no s qu profundidad de la cuestin, ladejaste para dilucidarla en otra ocasin; y no vayas a creer que me he olvidado de tupromesa.

    Despus, al intentar yo exponer la tercera palabra del verso, me inducas a que

    mostrase, ms que otra palabra cuyo valor fuese idntico, la cosa misma quesignificaban las palabras. Y habiendo yo dicho que esto no poda hacerse por eldiscurso, dimos en aquello que se muestra con el dedo a los que preguntan. Yopensaba que estas cosas eran todas las corporales, pero vimos que eran slo lasvisibles. De aqu no s de qu modo, pasamos a los sordos y bufones, los cualessignifican con el gesto y sin palabras no slo lo que se puede ver, sino mucho y casitodo lo que nosotros hablamos; por donde encontrarnos que los mismos gestos sonsignos.

    Entonces comenzamos a investigar cmo podramos mostrar sin ninguna clase designos las cosas mismas que se significan por signos, puesto que con un signo

    denotamos una pared, un color y todas las cosas visibles, cuando las mostramos con eldedo. Aqu yo me equivoqu al decir que era una cosa imposible, y qued, por fin,establecido entre nosotros que podan demostrarse sin signos aquellas cosas que nohacemos en el momento en que somos preguntados, y podemos hacerlas despus dela pregunta; y que, sin embargo, el lenguaje no era de esta clase, puesto que, siestamos hablando y se nos pregunta qu es el lenguaje, evidentemente es por elmismo lenguaje por el que se muestra lo que es.

    20. Hemos ya advertido que se muestran los signos con signos, o con ellos otras cosasque no lo son, o tambin sin signos las cosas que podemos hacer despus que se nospregunta, y tomamos el primero de estos tres casos para considerarlo y esclarecerloatentamente. En esta discusin se aclar que hay signos que no pueden sersignificados por lo que ellos significan, como, por ejemplo, elcuatrislabo coniunctio (conjuncin ), y que los hay que pueden ser significados, como,por ejemplo, al decir signo tambin significamos una palabra, y al decir palabratambin denotamos un signo; porque los trminos signo y palabra son a la vez dossignos y dos palabras.

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    Y en esta clase de signos que son recprocos se ha mostrado que unos no tienen elmismo valor, otros lo tienen semejante y otros, en fin, son idnticos. Pues he aqu queeste dislabo que suena cuando decimos signo significa sin excepcin todo aquellopor lo que se significa cualquier cosa; masnoes signo de todos los signos eltrminopalabra, sino slo de aquellos emitidos por la articulacin de la voz. Por

    donde se ve que, si bien el signo (signum) significa la palabra (verbum), y la palabra elsigno, esto es, aquellas dos slabas a stas y stas a aqullas, tiene mayor extensin elsigno que la palabra; es decir, significan ms aquellas dos slabas que stas.

    Sin embargo, los trminos palabra ynombre , tomados en su acepcin general,tienen un valor equivalente. Pues la razn mostr que todas las partes de la oracinson tambin nombres, porque pueden asocirseles pronombres, y que de todas puededecirse que nombran algo, y que no hay ninguna que, aadindole un verbo, no puedaformar una proposicin completa. Mas aunque los trminos nombre y palabratengan el mismo valor, puesto que todas las cosas que son palabras son tambinnombres, no tienen, sin embargo, un valor idntico, pues hemos hallado en nuestra

    discusin que por razones diferentes la una se llama palabra y el otro nombre.Hemos visto, en efecto, que la palabra hiere el odo y que el nombre excita el recuerdoen el espritu; diferencia que expresamos muy claramente en el lenguaje, diciendo:Cul es el nombre de esta cosa que se quiere grabar en la memoria?, en lugar dedecir: la palabra de esta cosa. Hemos hallado despus trminos que no slo tienenla misma significacin, sino que tambin son idnticos, y entre los cuales no hay otradiferencia que el sonido de las letras, como nombre y ?????.

    Se me haba olvidado que en la clase de los signos recprocos no hemos encontradoninguno que no se signifique tambin a s mismo entre los dems. No he podido

    recordar ms que esto. Mira a ver t el nico, creo, que ha hablado cierto y seguro eneste dilogosi he resumido bien lo que he dicho.

    CAPITULO VIII

    ESTE JUEGO DIALCTICO ES MS SERIO DE LO QUE APARENTA

    21. Ag.: Bien has recordado, sin duda, todo lo que yo deseaba. Y, a decir verdad,estas distinciones me parecen mucho ms claras ahora que cuando las buscbamos ydiscutamos sobre ellas, y las bamos sacando de no s qu escondrijos. Mas es difcildecir ahora a dnde trato de llegar contigo a vueltas de tantos rodeos. Porque tal vezpienses o que estamos jugando, y que apartamos la consideracin de las cosas seriaspara dirigirla sobre cuestiones pueriles, o que buscamos una pequea o mediocreutilidad; y si crees que esta discusin ha de traer algo grande, ests ardiendo endeseos de saberlo o, al menos, de orlo.

    Quisiera hacerte creer que no he formado juegos que en algo desdigan, aunque tal vezestemos jugando. Pero, en tal caso, no lo consideres juego de nios. Tampoco medetengo en cortos o medianos valores. Y, no obstante, si dijese que hay una vida

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    bienaventurada y eterna, adonde, con la ayuda de Dios, es decir, de la misma Verdad,deseo seamos conducidos por ciertos escalones apropiados a nuestro dbil paso,temera parecer ridculo entrando en este camino tan sublime por el examen de lossignos ms bien que de las cosas que ellos representan.

    Por tanto, me perdonars si me detengo contigo en consideraciones preliminares, nopor jugar, sino por ejercitar las fuerzas y agudeza del entendimiento, con las cualespodamos, a ms de soportar, amar el calor y la luz de aquella regin en que la vida esbienaventurada.

    Ad.: Al contrario, sigue como has comenzado; que nunca juzgar de poca estima loque t pensares hacer o decir.

    NECESIDAD DE PASAR DE LOS SIGNOS A SU SIGNIFICADO

    22. Ag.: Ea! Consideremos ahora esta parte en la cual los signos no denotan signos,

    sino ms bien las cosas que hemos llamado significables . Y dime, primeramente, siel hombre es hombre.

    Ad.: No s si ahora ests en plan de broma.

    Ag.: Por qu?

    Ad.: Porque llegas a preguntarme si el hombre es otra cosa que hombre.

    Ag.: Creo juzgaras que me burlaba tambin de ti si te preguntase asimismo si laprimera slaba de este nombre es otra cosa que hom , y la segunda otra que bre .

    Ad.: As es, ni ms ni menos.

    Ag.: Mas estas dos slabas unidas forman hombre , lo negars?

    Ad.: Quin lo podr negar?

    Ag.: Pregunto, pues, si t eres estas dos slabas unidas.

    Ad.: De ninguna manera; mas ya veo a dnde apuntas.

    Ag.: Dilo, pues, para que no me tengas por burln. Ad.: Piensas concluir que no soy hombre.

    Ag.: Eh! Es que no piensas lo mismo t, que has concedido ser verdad todo lo queprecede y nos ha llevado a esta conclusin?

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    Ad.: De ninguna manera convendr en esto; porque hemos quedado de acuerdo, ycon razn, en que el signo lleva nuestro espritu hacia la cosa significada y en que, porconsecuencia natural de esta visin, se concede o se niega lo que se habla. Estas dosslabas, tomadas separadamente, no tienen ms significacin ni ms valor que elsonido que hiere nuestros odos; por eso conced que eran lo que sonaron.

    Ag.: Opinas, pues, y defiendes a capa y espada que no debes responder a laspreguntas, ms que segn las cosas significadas por las palabras.

    Ad.: No veo por qu ha de repugnar esto, con tal que sean palabras.

    Ag.: Quisiera saber cmo responderas a quien solemos or hablar en broma que viosalir un len de la boca de su interlocutor. En efecto, le pregunt si lo que hablamosprocede de nuestra boca. Nopudiendo l negarlo, indujo al hombre con suma facilidada que pronunciase la palabra len; una vez hecho esto comenz a burlarse de lpesadamente, dicindole cmo l, un hombre bueno, poda haber vomitado un tan

    feroz bestia, puesto que haba confesado que todo lo que decimos procede de nuestraboca.

    Ad.: Y no era difcil echar por tierra a este socarrn, pues no le concedera yo quetodo lo que hablamos sale de nuestra boca. Porque todo lo que hablamos loexpresamos con signos; y de la boca del que habla no procede la cosa que se significa,sino el signo con que se significa; se excepta el caso de significar los mismos signos;esta clase de palabras ya la hemos tratado poco antes.

    24. Ag.: De este modo estaras bien preparado para responder a ese adversario; sinembargo, qu me responders si te pregunto si hombre es nombre?

    Ad.: Qu responder sino que es un nombre?

    Ag.: Qu? Acaso, cuando te veo, veo yo un nombre?

    Ad.: No.

    Ag.: Quieres, pues, que diga lo que se sigue?

    Ad.: No, te lo ruego; pues yo mismo me doy la sentencia de no ser hombre, porhaber respondido que es nombre al preguntarme t si hombre es nombre. Pues ya

    habamos convenido en que lo que se dice, se afirma o se niega a partir de la cosasignificada.

    Ag.: Pero me parece que no sin motivo diste en esta respuesta, porque es la ley de larazn, escrita en el fondo de nuestro espritu, la que ha despertado tu atencin. Si tepreguntase qu es el hombre, seguramente responderas que un animal; y si tepreguntase qu parte de la oracin es hombre, no podras de ningn modo responderrectamente sino diciendo que nombre. Por lo cual, como se ve que hombre es

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    nombre y es animal, lo primero se dice considerando el signo, y lo segundo, lo que elsigno significa.

    Por tanto, al que pregunte si hombre es nombre, no le responder sino que lo es;bastante da a entender que quiere orlo considerado en cuanto signo. Mas si pregunta

    si es animal, asentir ms fcilmente. Y si preguntase solamente qu es el hombre, nodiciendo si nombre o animal, en virtud de esta regla de lenguaje ya convenida, que lamente se dirige hacia las cosas que significan las slabas, se responder sencillamenteque es un animal, o se recitar toda la definicin, esto es, animal racionalmortal.No te parece?

    Ad.: Claro que me parece; pero, si hemos concedido que es nombre, cmoeludiremos aquella confusin tan afrentosa de que no somos hombres?

    Ag .Cmo va a ser? Demostrando que ella no ha sido tomada en el sentido atribuidoa la pregunta cuando asentamos al que preguntaba. O si se confiesa que la tom en el

    mismo sentido, no hemos de temer la conclusin; por qu voy a temer yo confesarque no soy hombre, es decir, que no soy yo estas dos slabas?

    Ad.: Nada hay ms verdadero. Por qu, pues, nos molesta cuando se dice: Noeres hombre, puesto que, segn lo concedido antes, no se ha podido decir verdadms grande?

    Ag.: Porque no podemos menos de pensar que la conclusin se refiere a lo quesignifican las dos slabas segn la regla, cuyo valor natural es muy grande, de que laatencin, percibidos los signos, se dirige hacia las cosas significadas tan pronto comosuenan las palabras.

    Ad.: Admito lo que dices.

    CAPITULO IX

    QU HEMOS DE PREFERIR: LOS SIGNOS O EL CONTENIDO DE LOS SIGNOS?

    25. Ag.: Quiero, pues, que entiendas ya que las cosas significadas han de estimarsems que los signos. Porque todo lo que existe por otra cosa, preciso es que sea dems bajo precio que aquello por lo que es. A no ser que t pienses otra cosa.

    Ad.: Me parece que aqu no se debe asentir a la ligera; pues cuando decimos:cieno, este nombre supera en importancia, a mi ver, a la cosa significada. Lo que nosofende al orlo no pertenece al sonido de la palabra misma. Cambiando una letra, decieno tenemos cielo. Y vemos cun grande es la diferencia que hay entre sussignificados. Por tanto, no he de atribuir a este signo lo que aborrecemos en la cosasignificada, y por eso antepongo el signo a la cosa, porque ms nos gusta orlo quetocar lo que l significa.

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    Ag.: Muy perspicazmente has hablado. Es falso, en efecto, que las cosas deben sertenidas en ms que sus signos.

    Ad.: As parece.

    Ag.: Dime, pues, qu fin crees que han perseguido los que dieron nombre a estacosa tan fea y despreciable, o dime si los apruebas o rechazas.

    Ad.: Yo no me atrevo a aprobarlos ni a desaprobarlos, ni s qu fin pretendieron.

    Ag.: Puedes, al menos, saber qu intentas t al pronunciar este nombre?

    Ad.: Ciertamente que lo puedo saber, pues quiero ensear o recordar a miinterlocutor lo que de aquella cosa creo til ensearle o recordarle.

    Ag.: Pues qu; el mismo ensear o avisar que t proporcionas o el ser enseado o

    avisado que te es proporcionado a ti tan fcilmente mediante este nombre, no debeser tenido en ms que el mismo nombre?

    Ad.: Concedo que la ciencia, que se transmite mediante este signo, se ha de preferiral propio signo, pero no lo creo de la cosa significada.

    26. Ag.: Segn nuestra conclusin anterior, aunque sea falso que todas las cosashayan de ser preferidas a sus signos, no es falso que todo lo que existe por otra cosaes menos apreciado que aquello por lo que existe. En efecto, el conocimiento del cieno,por el cual se estableci este nombre, ha de tenerse en ms que el nombre mismo, elcual hemos visto debe preferirse al cieno. Por tanto, si hemos antepuesto este

    conocimiento al signo de que tratamos, ha sido porque estamos convencidos de queste existe por aqul, no aqul por ste.

    Y as, un cierto glotn, admirador del vientre, en frase del Apstol, dijo que viva paracomer 7; no pudo sufrirlo un hombre sobrio que escuchaba, y dijo: Cunto mejor fueraque comieses para vivir!. Lo que ciertamente dijo segn esta regla. No por otra causadesagrad el glotn, sino por tener en tan poco su vida que la juzgaba de menos precioque el gusto del paladar; y el sobrio fue digno de loa porque, entendiendo cul de estasdos cosas se haca para la otra, esto es, cul estaba subordinada a cul, record quehabamos de comer ms bien para vivir que no vivir para comer.

    Del mismo modo, quiz t y cualquier hombre que juzgue segn su valor las cosas, siun charlatn y amigo de hablar dijese: Enseo para hablar, le responderas:Hombre, por qu no hablas para ensear? Y si esto es verdad, como bien sabes,ya ves cunto menos se han de estimar las palabras que aquello para lo que sirven,puesto que el uso de las palabras debe ser antepuesto a las palabras mismas: laspalabras son para que nosotros las usemos, y las usamos para ensear. As, pues,tanto mejor es el lenguaje que las palabras, cuanto es mejor ensear que hablar. Por

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    tanto, mucho mejor que las palabras es la doctrina. Pero deseo saber lo que tal vezpiensas objetar.

    27. Ad.: Convengo en que es mejor la doctrina que las palabras; pero ignoro si nohabr algo que pueda objetarse contra esta regla que dice: Todo lo que existe por otra

    cosa es menos excelente que aquello por lo que existe. Ag.: Esto lo trataremos ms oportuna y cuidadosamente en otra parle; ahora, para loque pretendo, basta lo que has concedido. Opinas, pues, que es de ms valor elconocimiento de las cosas que los signos de las mismas. Por ello, el conocimiento delas cosas significadas ha de anteponerse al conocimiento de los signos, no te parece?

    Ad.: He concedido acaso que el conocimiento de las cosas es ms excelente que elconocimiento de los signos, o solamente que el conocimiento de las cosas es preferiblea los signos? Por tanto, recelo asentir en esto. Si, en efecto, el nombre cieno esmejor que lo significado, por qu el conocimiento de este nombre no ha de

    anteponerse al conocimiento de la cosa, aunque el nombre mismo sea inferior a aquelconocimiento? Cuatro cosas hay: el nombre y la cosa, el conocimiento del nombre y elconocimiento de la cosa. De igual modo que la primera es superior a la segunda, porqu la tercera no lo ser a la cuarta? Y si no es superior, ser necesario que le estsubordinada?

    28. Ag.: Estoy enteramente admirado de ver cmo mantienes lo que has concedido ycomo explicas tus opiniones. Pero entiendes, creo, que este nombretrislabo: vitium (vicio ), es mejor que lo que significa, aunque el conocimiento de dichonombre sea muy inferior al conocimiento del vicio. As, pues, aunque ordenes yconsideres estas cuatro cosas: el nombre y la cosa, el conocimiento del nombre y el

    conocimiento de la cosa, anteponemos con razn el nombre al mismo vicio. Pues estenombre, usado en un verso, cuando dice Persio: Pero ste queda atnito ante elvicio, no solamente no fue un defecto en el verso, sino que lo adorn; mientras que larealidad expresada por este nombre hace ser vicioso al hombre manchado de l. Masno vemos que exceda as la tercera a la cuarta cosa, sino la cuarta a la tercera. Pues elconocimiento de este nombre es menos importante que el conocimiento de los vicios.

    Ad.: Tambin crees que ha de preferirse este conocimiento, haciendo, como hace,ms desgraciados a los hombres? Pues el mismo Persio antepone a todos los supliciosque haya imaginado la crueldad de los tiranos, o a la que su codicia les inflige, la penaque atormenta a los hombres obligados a reconocer los vicios que no pueden evitar.

    Ag.: Puedes de este modo negar tambin que se deba preferir el conocimiento de lasmismas virtudes al de sus nombres; porque conocer la virtud y no poseerla es unsuplicio con que el mismo satrico dese que fueran castigados los tiranos.

    Ad.: No permita Dios tal demencia, pues ya veo que no se ha de culpar a losconocimientos en que la mejor de las disciplinas imbuye la inteligencia, sino que hemos

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    de tener por los ms desgraciados, como creo los juzg Persio, a los atacados de talenfermedad, que no pueden hallar su cura en tan gran remedio.

    Ag.: Lo entiendes bien; pero qu nos importa que sea ste o aqul el parecer dePersio? Porque no estamos sometidos a autoridades semejantes en estas cosas.

    Adems, que no es fcil explicar aqu qu conocimiento deba ser preferido a otro.Bastante tengo con lo que se ha concluido: que el conocimiento de las cosassignificadas es mejor que los signos mismos, aunque no mejor que el conocimiento delos signos. Por lo tanto, dilucidemos ya ms y ms cul es la clase de cosas quedecamos pueden mostrarse por s mismas sin necesidad de signos: como hablar,pasear, estar sentado o acostado y otras semejantes.

    Ad.: Ya recuerdo lo que dices.

    CAPITULO X

    ES POSIBLE LA ENSEANZA SIN LOS SIGNOS? 29. Ag.: Te parece que se puede mostrar sin signos todo lo que podemos hacer tanpronto como somos interrogados? Exceptas algo?

    Ad.: Pues yo, considerando por completo una y otra vez esta clase de cosas, noencuentro otra cosa que pueda ensearse sin signo alguno si no es la locucin, y sialguno lo pregunta, qu es ensear. Porque veo que l, haga yo lo que haga despusde su pregunta para que aprenda, se atiene exclusivamente a la misma cosa quedesea se le muestre. Si alguien, por ejemplo, me pregunta, cuando estoy parado ohaciendo otra cosa, qu es pasear, y yo paseo al momento intentando ensearle sin un

    signo lo que pregunt, cmo evitar que piense que pasear es solamente lo que yo hepaseado? Y si lo piensa, se engaar, porque juzgar que quien pasease ms o menosque yo no pasea. Y lo que he dicho de esta sola palabra se aplica tambin a todo loque haba concedido poder mostrarse sin signos, fuera de las dos cosas que hemosexceptuado.

    30. Ag.: Lo admito ciertamente; pero no te parece que una cosa es hablar y otraensear?

    Ad.: S que me parece; porque, de ser lo mismo, nadie enseara sino hablando; ypues que enseamos muchas cosas, a ms que con palabras, con otros signos, quin

    dudar de esta diferencia? Ag.: Entonces, es lo mismo ensear que significar? Se diferencian en algo?

    Ad.: Creo que es lo mismo.

    Ag.: Acaso no habla correctamente quien dice que nosotros hacemos signos paraensear?

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    Ad.: Muy correctamente.

    Ag.: Y si alguno dijese que enseamos para hacer signos, no ser refutado confacilidad por semejante afirmacin?

    Ad.: As es. Ag.: Luego si hacemos signos para ensear y no enseamos para hacer signos, unacosa es ensear y otra significar.

    Ad.: Verdad es, y no respond correctamente al decir que ambas cosas eranidnticas.

    Ag.: Ahora respndeme si el que ensea lo que es ensear lo hace por medio designos o de otra manera.

    Ad . No veo que lo pueda hacer de otro modo. Ag . Por lo tanto, es falso lo que hace un momento dijiste: que puede ensearse sinsignos a cualquiera que lo pregunte qu es ensear. Vemos que ni esto puede hacersesin signos, puesto que has concedido que una cosa es significar y otra ensear. Porquesi, como se ve, estas dos cosas son diversas, ensear no es posible sino significando,y no por s mismo, como te haba parecido. Por lo cual no hemos hallado nada quepueda mostrarse por s mismo, fuera del lenguaje, que, adems de significar otrascosas, se significa a s mismo; y como el lenguaje es un signo, no hay nada que puedaensearse sin signos.

    Ad.: No tengo razones para no asentir.31. Ag.: As, pues, queda establecido que nada se ensea sin signos, y quedebemos apreciar ms el conocimiento mismo que los signos por medio de los cualesconocemos; aunque no todo lo que se significa pueda ser mejor que sus signos.

    Ad.: As parece.

    Ag.: Recuerdas qu rodeos hemos ido dando para llegar a tan poca cosa? Porquedesde que entablamos una pugna verbal entre nosotros, y lo hemos hecho durantemucho tiempo, hemos procurado encontrar estas tres cosas: si no hay algo que pueda

    mostrarse sin signos; si hay algunos signos preferibles a lo que significan, y s elconocimiento de las cosas es mejor que los signos. Queda un cuarto punto quedeseara me comunicases enseguida: si crees que las hemos encontrado, de tal modoque ya no te quepa duda.

    Ad.: Yo ciertamente quisiera que, despus de tantos rodeos y vueltas, hubiramosllegado a una cosa cierta; mas no s de qu manera me apremia tu pregunta y meaparta del asentimiento. Me parece que, de no tener algo que objetar, no me hubieras

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    preguntado esto; y la misma complicacin de las cosas me impide ver todo y responderseguro, pues temo se oculte entre tanto velo algo que mi inteligencia sea incapaz dedilucidar.

    Ag.: De buena gana escucho tu duda; ella me muestra que tu espritu no es

    temerario, lo que es el mejor medio de conservar la paz. Pues lo ms difcil es noperturbarse absolutamente cuando las convicciones, que mantenamos consatisfaccin, se empiezan a debilitar y como que son arrancadas de nuestras manos enel calor de la disputa. Por lo cual, as como es justo ceder ante las razones bienconsideradas y examinadas, as tambin es peligroso tener lo desconocido porconocido. Existe el temor de, como muchas veces viene a tierra lo que presumamoshaba de permanecer con toda firmeza, vengamos a caer en tal aversin o miedo de larazn, que no demos fe ni a la verdad ms clara.

    32. Pero, ea!, volvamos a tratar ahora ms despacio si tu duda tiene algn fundamento.Y te pregunto: imagnate a uno que ignora la trampa de las aves, hecha con caas y

    liga, se encuentra con un cazador provisto de sus armas, pero no cazando, sinoandando; vindolo, apresura el paso, y admirndose, como suele ocurrir, piensa para squ significa aquel hombre con todas aquellas armas; el cazador, vindolo fijarse en s,extiende las caas por ostentacin, y, visto un pajarillo cerca, lo paraliza con la caa yel halcn y lo coge. No enseara al que le miraba lo que deseaba saber, sin utilizarsigno alguno, sino con la realidad misma?

    Ad.: Me temo que aqu ocurra lo del que pregunta qu es pasear. Pues no veo que elcazador haya mostrado aqu el proceso todo de la caza.

    Ag.: Fcil es librarte de este cuidado; pues aado que si el espectador fuese tan

    inteligente que, de lo visto, conociese todo lo dems del arte (de la caza), bastara esteejemplo para demostrar que se puede instruir sin necesidad de signos a ciertoshombres en algunas cosas, aunque no en todas.

    Ad.: Tambin yo puedo aadir esto: pues si es uno bastante inteligente, con unospocos pasos que se le muestre del paseo, llegar a conocer qu es el pasear.

    Ag.: Yo te permito que lo hagas, y no te opongo nada, antes bien te voy a ayudar;pues ves que ambos concluimos lo mismo: que se pueden ensear ciertas cosas sin elempleo de signos, y que es falso lo que poco antes nos pareca verdadero: que nadahay en absoluto que pueda mostrarse sin signos. Ahora ya, despus de stas, acudena la mente no una ni dos, sino mil cosas que, sin ningn signo, pueden mostrarse por smismas.

    Cmo dudar?, te pregunto. Porque, sin hablar de los innumerables espectculos quelos hombres representan en todos los teatros sin signos, mas con la misma realidad,acaso Dios y la naturaleza no exponen a nuestras miradas y muestran por s mismoseste sol y la luz que derrama y viste todas las cosas con su claridad, la luna y losdems astros, las tierras y los mares y las cosas innumerables que en ellos nacen?

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    LOS SIGNOS SON INCAPACES POR S MISMOS DE ENSEAR NADA

    33. Pero si lo consideras con ms detencin, no hallars tal vez nada que se aprendapor sus signos. Cuando alguno me muestra un signo, si ignoro lo que significa no mepuede ensear nada; pero si lo s, qu es lo que aprendo por el signo? La palabra no

    me muestra lo que significa cuando leo: Y sus cofias no fueron deterioradas . Porque sieste nombre ( sarabarae ) representa ciertos adornos de la cabeza, acaso, al orlo, heaprendido qu es cabeza o qu es adorno? Ya lo haba conocido antes, y no tuveconocimiento de ellos al ser nombrados por otros, sino al ser vistos por m.

    En efecto, la primera vez que estas dos slabas, caput (cabeza ) hirieron mis odos,ignor tanto lo que significaban como al or o leer por primera vez elnombre cofias. Mas al decir muchas veces cabeza, notando y advirtiendo cundo sedeca, descubr que ste era el nombre de una cosa que la vista me haba hechoconocer perfectamente. Antes de este descubrimiento, la tal palabra era para msolamente un sonido; supe que era un signo cuando descubr de qu cosa era signo;

    esta cosa, como he dicho, no la haba aprendido significndoseme, sino vindola yo. As, pues, mejor se aprende el signo una vez conocida la cosa que al revs.

    34. Para que ms claramente entiendas esto, suponte que nosotros omos ahora porvez primera la palabra cabeza, y que, ignorando si esta voz es solamente un sonidoo si tambin significa algo, preguntamos qu es una cabeza (recuerda que noqueremos conocer la cosa significada, sino su signo, y no tenemos su conocimientomientras ignoramos de qu es signo). Ahora bien, si a nuestra pregunta se respondesealando la cosa con el dedo, una vez vista aprendemos el signo que habamos odosolamente, pero que no habamos conocido. Ahora bien, como en este signo hay doscosas, el sonido y la significacin, no percibimos el sonido por medio del signo, sino por

    el odo herido por l; y percibimos la significacin despus de ver la cosa significada.Porque la accin de sealar con el dedo no puede significar otra cosa que aquello aque el dedo apunta, y apunta no al signo, sino al miembro que se llama cabeza. Portanto, no puedo yo conocer por la accin del dedo la cosa que conoca, ni el signo, alcual no apunta el dedo. Pero no me cuido mucho de la direccin del dedo porque msbien me parece signo de la demostracin que de las cosas que se demuestran, comosucede con el adverbio he aqu ; pues con este adverbio solemos extender el dedo,no sea que un signo no vaya a ser bastante.

    Y principalmente me esfuerzo en persuadirte, si soy capaz, que no aprendemos nadapor medio de los signos que se llaman palabras. Como ya he dicho, no es el signo elque nos hace conocer la cosa, antes bien, el conocimiento de ella nos ensea el valorde la palabra, es decir, la significacin que entraa el sonido.

    35. Y lo que he dicho de la cabeza lo dir tambin de los adornos y de otrasinnumerables cosas; y conociendo stas, no obstante, hasta ahora no conozcotalescofias; si alguno me las manifestase con el gesto o pintase, o mostrndomecualquier otro objeto semejante a ellas, no dir que no me las ha enseado lo que

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    fcilmente obtendra si quisiera yo hablar un poco ms, sino digo que el conocimientode los objetos colocados delante de m no me viene de las palabras. Y si, estando yomirndolas, me advirtiese diciendo: He aqu lascofias, aprender la cosa queignoraba, no por las palabras que son dichas, sino por la visin del objeto que me hahecho conocer y retener el valor de tal nombre. Pues no he dado fe a palabras de otros,

    sino a mis ojos, al aprender esa cosa; sin embargo, cre en esas palabras para atender,esto es, para indagar con la mirada qu tena que ver.

    CAPITULO XI

    SLO LA VERDAD ES QUIEN NOS ENSEA DESDE DENTRO LAS PALABRAS, CON SU SONIDO EXTERNO, NADA CONSIGUEN

    36. Hasta aqu han tenido valor las palabras. Aun concedindoles mucho, nos incitansolamente a buscar los objetos, pero no los muestran para hacrnoslos conocer. Quienme ensea algo es el que presenta a mis ojos, o a cualquier otro sentido del cuerpo, o

    tambin a la inteligencia, lo que quiero conocer. Por ello, con las palabras noaprendemos sino palabras, mejor dicho, el sonido y el estrpito de ellas. Porque si todolo que no es signo no puede ser palabra, aunque haya odo una palabra, no s, sinembargo, que es palabra hasta saber qu significa.

    Por tanto, es por el conocimiento de las cosas por el que se perfecciona elconocimiento de las palabras. Oyendo palabras, ni palabras se aprenden. Porque noaprendemos las palabras que conocemos, y no podemos confesar haber aprendido lasque no conocemos, a no ser percibiendo su significado, que nos viene no por el hechode or las voces pronunciadas, sino por el conocimiento de las cosas que significan.Razn es muy verdadera y con mucha verdad se dice, que nosotros, cuando se

    articulan las palabras, sabemos qu significan o no lo sabemos: si lo primero, ms queaprender, recordamos; y si no lo sabemos, ni siquiera recordamos, se nos incita abuscar su significado.

    37. Y si dijeses: Aquellos adornos de la cabeza, cuyo nombre solamente por el sonidoconocemos, no podemos conocerlos sino despus de verlos, y ni siquiera su nombreconocemos plenamente sino despus de conocerlos a ellos; y lo que sabemos de lostres jvenes, cmo vencieron al rey y las llamas con su fe y su piedad, qu alabanzasentonaron a Dios8, qu honrosas deferencias merecieron incluso de su enemigo, no lohemos acaso aprendido sino por palabras? Responder: todo lo que estaba significadoen aquellas palabras, lo conocamos antes. Pues yo ya saba qu son tres jvenes, ques un horno, el fuego, un rey; qu, finalmente, ser preservado del fuego, y todo lorestante que aquellas palabras significan. Tan desconocidos son para m Ananas,

    Azaras y Misael como aquellas cofias; y estos nombres de nada me sirvieron nipudieron servirme para conocerlos. Pero confieso que, ms que saber, creo que todo loque se lee en esa historia sucedi en aquel tiempo del mismo modo que est escrito; ylos autores, a quienes damos fe, no ignoraron esta diferencia. Pues dice un profeta: Sino creis, no entenderis 9; y no habra dicho esto, si hubiera juzgado que no cabadiferencia. As, pues, creo todo lo que entiendo, mas no entiendo todo lo que creo. Y no

    http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn8http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn8http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn9http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn9http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn9http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn8
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    por eso ignoro cuan til es creer an muchas cosas que no conozco, por ejemplo, lahistoria de los tres jvenes; por lo mismo, aunque no puedo conocer muchas cosas, scunta utilidad puede sacarse de su creencia.

    CRISTO ES LA VERDAD Y ELMAESTRO QUE NOS ENSEA INTERIORMENTE

    38. Ahora bien, comprendemos la multitud de cosas que penetran en nuestrainteligencia, no consultando la voz exterior que nos habla, sino consultandointeriormente la verdad que reina en la mente; las palabras tal vez nos muevan aconsultar. Y esta verdad que es consultada y ensea, y que se dice habita en elhombre interior, es Cristo10, la inconmutable Virtud de Dios y su eterna Sabidura11. Toda alma racional consulta a esta Sabidura; mas ella se revela a cada alma tantocuanto sta es capaz de recibir, en proporcin de su buena o mala voluntAd.: Y sialguna vez se engaa, no se debe achacar de la verdad consultada. No es defecto deesta luz exterior el que los ojos del cuerpo tengan frecuentes ilusiones; consultamos aesta luz para que, en cuanto nosotros podemos verla, nos muestre las cosas visibles.

    CAPITULO XII

    39. Si nosotros consultamos la luz para juzgar de los colores, y para juzgar las demscosas que percibimos por los sentidos, consultamos los elementos de este mundo, ylos cuerpos que sentimos, y los mismos sentidos, de los que se sirve la mente como deintrpretes para conocer tales cosas, e igualmente para juzgar de las cosasintelectuales consultamos, por medio de la razn, la verdad interior, cmo puededecirse que aprendemos en las palabras algo ms que el sonido que hiere los odos?Pues todo lo que percibimos, lo percibimos o con los sentidos del cuerpo o con lamente: a lo primero llamamos sensible; a lo segundo, inteligible; o, para hablar segn el

    estilo de nuestros autores, a aquello llamamos carnal, a esto espiritual.Si se nos pregunta sobre lo sensible, respondemos lo que sentimos si lo tenemospresente; como si se nos pregunta, al estar mirando la luna nueva, cmo es y dndeest. El que pregunta, si no la ve, cree a las palabras, y con frecuencia no cree; mas deningn modo aprende si no es viendo lo que se dice; en lo cual aprende no por laspalabras que sonaron, sino por las cosas y los sentidos. Pues las mismas palabras quesonaron para el que no vea suenan para el que ve.

    Mas cuando se nos pregunta, no de lo que sentimos presente, sino de aquello quealguna vez hemos sentido, expresamos no ya las cosas mismas, sino las imgenesimpresas por ellas y grabadas en la memoria; en verdad no s cmo a esto lollamamos verdadero, puesto que vemos ser falso; a no ser porque narramos que lohemos visto y sentido, no ya que lo vemos y sentimos. As llevamos esas imgenes enlo interior de la memoria como testimonio de las cosas sentidas, y contemplando conrecta intencin esas imgenes con nuestra mente, no mentimos cuando hablamos;antes bien, nos sirven de testimonio. El que escucha, si las sinti y presenci, mispalabras no le ensean nada, sino que l reconoce la verdad por las imgenes que

    http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn10http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn10http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn11http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn11http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn11http://www.augustinus.it/spagnolo/maestro/maestro_note.htm#_ftn10
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    lleva consigo mismo; pero si no las ha sentido, quin no ver que l, ms queaprender, da fe a las palabras?

    40. Cuando se trata de lo que captamos con la mente, es decir, con el entendimiento yla razn, hablamos lo que vemos presente en la luz interior de la verdad, con que est

    iluminado y de que goza el llamado hombre interior; pero entonces tambin el que nosoye, si l mismo ve con una mirada simple y secreta esas cosas, conoce lo que yo digoen virtud de su contemplacin, no por mis palabras. Luego ni a ste, que ve cosasverdaderas, le enseo yo algo dicindole la verdad, pues aprende, no por mis palabras,sino por las mismas cosas que Dios le muestra interiormente; por lo tanto, si se lepreguntase sobre estas cosas, tambin l podra responder. Y hay nada ms absurdoque pensar que le enseo con mi locucin, cuando poda, preguntado, exponer lasmismas cosas antes de que yo hablase?

    Lo que sucede muchas veces es que, interrogado, niegue alguna cosa y se veaobligado con otras preguntas a confesarlo. Esto es por la debilidad de su mirada, que

    no puede consultar a aquella luz sobre todo el asunto. Se le advierte que lo haga porpartes, cuando se le pregunta sobre estas partes de que consta aquel conjunto, que nopoda ver de una vez. Si es llevado a trmino a base de preguntas, lo es no en virtud depalabras que ensean sino de palabras que van buscando la forma de hacerlo tan aptopara aprender interiormente como el que le va haciendo las preguntas.

    Como si yo te preguntase si no hay nada que pueda ensearse con palabras que esde lo que tratamos , y a ti, no pudiendo verlo todo, te pareciese un absurdo a primeravista. Fue preciso preguntarte, segn tu capacidad para or interiormente a aquelMaestro, y decir yo: De dnde has aprendido lo que confiesas ser verdadero al hablaryo, y ests cierto de ello, y confirmas que lo conoces? Responders tal vez que yo te lo

    haba enseado. Entonces yo aadir: acaso, si te dijese que he visto volar a unhombre, estaras tan cierto de mis palabras como si oyeses que los hombres sabiosson mejores que los necios? Dirs, ciertamente, que no, y responders que no crees loprimero o, aunque lo creas, lo ignoras; pero que esto ltimo lo sabes certsimamente.

    De aqu ya entenders, sin duda, que por mis palabras no has aprendido nada, ni enaquello que ignorabas afirmndotelo yo, ni en esto que sabas muy bien; puesto que site pregunto por cada una de esas cosas en particular juraras que desconocas laprimera, y que la segunda te era conocida. Mas entonces reconoceras plenamentetodo aquello que habas negado, una vez que conocieses ser claras y ciertas las partesde que ella se compone.

    En cuanto a todas las cosas que decimos, o el oyente ignora si ellas son verdaderas, ono ignora que son falsas, o sabe que son verdaderas. En la primera hiptesis, cree,opina o duda; en la segunda, contradice y niega; en la tercera, confirma; por tanto,nunca aprende. Porque estn convencidos de no haber aprendido nada por nuestraspalabras tanto el que ignora la cosa despus que he hablado como el que conoce queha odo cosas falsas y como el que, preguntado, podra decir lo mismo que se ha dicho.

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    CAPITULO XIII

    LA PALABRA NO LLEGA A MANIFESTAR LO QUE TENEMOS EN EL ESPRITU

    41. En las cosas percibidas con la mente, intilmente oye las palabras del que las ve

    aquel que no puede verlas; a no ser porque es til creer, mientras se ignoran, talescosas. Mas todo el que puede ver, interiormente es discpulo de la verdad; fuera, juezdel que habla, o ms bien de su lenguaje. Porque muchas veces sabe lo que se hadicho, aun ignorndolo el que lo ha dicho; como si alguno, partidario de los epicreos, yque piensa que el alma es mortal, reproduce los argumentos expuestos por los sabiosen favor de su inmortalidad en presencia de un hombre capaz de penetrar lo espiritual;el oyente juzgar que el epicreo dice verdad, mas el epicreo ignora si es verdad loque dice, antes bien lo creer muy falso. Hemos de pensar, por tanto, que ensea loque ignora? Y usa de las mismas palabras que podra usar sabindolo.

    42. As, pues, las palabras no tienen ya ni el valor de manifestar el pensamiento del

    que habla, ya que dudamos de si l sabe lo que dice. Aade a esto los que mienten yengaan; por ellos fcilmente puedes deducir que no slo no se abre su alma con laspalabras, sino que hasta la encubre. Yo de ninguna manera dudo de que los hombresveraces se esfuerzan y de algn modo hacen profesin de descubrir sus sentimientospor medio de la palabra; lo que conseguiran con aplauso de todos si no fuera permitidoa los mentirosos el hablar.

    Frecuentemente hemos experimentado, tanto en nosotros como en otros, que no seemiten palabras correspondientes a las cosas que se piensan; lo cual veo que puedeser de dos modos: o cuando los labios del que piensa otras cosas pronuncian palabrasaprendidas de memoria y muchas veces olvidadas, lo que nos sucede con frecuencia

    cuando cantamos un himno, o cuando, sin quererlo nosotros, brotan por error de lalengua unas palabras por otras, pues tampoco aqu las palabras se oyen como signosde las cosas que tenemos en el nimo. Porque los que mienten piensan, ciertamente,en las cosas que hablan, de tal manera que, aunque ignoremos si dicen verdad,sabemos que tienen en el nimo lo que dicen, a no ser que les suceda una de las doscosas que he dicho. Y si alguno, entre tanto, porfa que suceden tales cosas, y quecuando sucede una de ellas se percibe, aunque otras muchas veces quede oculta, yque muchas veces me ha engaado oyndole, no le contradigo.

    43. Y aqu sucede otro caso, muy comn por cierto, y origen de muchas disputas ydisensiones: cuando el que habla expresa lo que piensa, es cierto, pero, con frecuencia,solamente para l mismo y para algunos otros; pero no para su interlocutor y paraalgunos otros. As, pues, puede decir alguno, oyndole nosotros, que ciertos animalessuperan en virtud al hombre; al momento no lo podemos sufrir, y con gran brorefutamos tan falsa y perniciosa afirmacin; y tal vez l llame virtud a las fuerzas fsicas,y enuncie con este nombre lo que ha pensado, y no mienta, ni se equivoque enrealidad, ni, dando vueltas a otra cosa en la mente, haya ocultado las palabrasgrabadas en la memoria, ni suene por equivocacin de la lengua otra cosa de la quepensaba; sino que llama con distinto nombre que nosotros a la cosa que piensa, sobre

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    la cual nosotros asentiramos si pudisemos ver su pensamiento, el cual no nos hapodido mostrar an con las palabras dichas y las explicaciones dadas.

    Dicen que la definicin puede remediar este error, de tal manera que si en estacuestin definiese qu esvirtud, aclarara, dicen, que la discusin no es sobre la cosa,

    sino sobre la palabra. Para conceder que esto es as, puede encontrarse acaso unbuen definidor? Y, sin embargo, se ha discutido mucho sobre la ciencia de definir, queni es oportuno tratar ahora ni siempre yo lo apruebo.

    44. Paso por alto el que no omos bien muchas cosas y luego discutimos sobre ellaslarga y acaloradamente como si las hubisemos odo. As, cuando poco ha expresabayo la palabra misericordia en lengua pnica, t decas haber odo a los que conocenmejor esta lengua que significaba piedad. Pero yo, contradicindote, asegurabahabrsete olvidado lo aprendido, pues me haba parecido que habas pronunciado fey no piedad, estando como estabas tan junto a m, y no engaando al odo estas dospalabras por su semejanza del sonido. Sin embargo, pens por mucho tiempo que

    ignorabas lo que te haban dicho, ignorando yo lo que dijiste t; pues, de haberte odobien, de ninguna manera me parecera absurdo que un vocablo pnico significara a lavez piedad y misericordia.

    Esto sucede muchas veces; pero, como ya he dicho, dejmoslo a un lado, para que noparezca que calumnio la negligencia del que oye o la sordera de los hombres. Msangustia causa, lo he dicho ms arriba, el no poder conocer los pensamientos de losque hablan, entendiendo clarsimamente sus palabras, y hablando nuestra mismalengua latina.

    CAPITULO XIV

    CRISTO ENSEA DENTRO; FUERA, EL HOMBRE ADVIERTE CON PALABRAS

    45. Pero mira cmo voy cediendo y admito que, cuando haya recibido en el odo laspalabras aquel a quien son conocidas, pueda tambin saber que el que habla hapensado en las cosas que las palabras significan. Acaso por esto aprende si ha dichoverdad, que es lo que ahora buscamos?

    Acaso pretenden los maestros que se conozcan y retengan sus pensamientos, y nolas materias que piensan ensear cuando hablan? Porque quin hay tan neciamentecurioso que enve a su hijo a la escuela para que aprenda qu piensa el maestro? Una

    vez que los maestros han explicado las disciplinas que profesan ensear, las leyes dela virtud y de la sabidura, entonces los discpulos juzgan en s mismos mismos si handicho cosas verdaderas, examinando segn sus fuerzas aquella verdad interior.Entonces es cuando aprenden; y cuando han reconocido interiormente la verdad de laleccin, alaban a sus maestros, ignorando que elogian a los hombres doctos ms bienque a doctores, si, con todo, ellos mismos saben lo que dicen. Mas se engaan loshombres al llamar maestros a quienes no lo son, porque la mayora de las veces nomedia ningn intervalo entre el tiempo de la locucin y el tiempo del conocimiento; y

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    porque, advertidos por la palabra del profesor, aprenden pronto interiormente, piensanhaber sido instruidos por la palabra exterior del que ensea.

    46. Pero en otro tiempo discutiremos, si Dios lo permitiere, de toda la utilidad de laspalabras, que, bien considerada, no es pequea. Al presente ya te he advertido que no

    hemos de darles ms importancia de la que conviene, para que no slo creamos, sinoque comencemos a entender cun verdaderamente est escrito por la autoridad divinaque no llamemos maestro nuestro a nadie en la tierra, puesto que el solo Maestro detodos est en los cielos 12.

    Y qu quiere decir en los cielos? Eso lo ensear aquel que por medio de loshombres y de sus signos nos advierte exteriormente, a fin de que, vueltos a linteriormente, seamos instruidos. Amarle y conocerle constituye la vida bienaventurada,que todos predican buscar; mas pocos son los que se alegran de haberlaverdaderamente encontrado.

    Pero dime tu parecer sobre todo esto que acabo de decir. Porque, si ves que es verdadlo que he dicho, preguntado sobre cada uno de los juicios, hubieras dicho que lo sabas;ya sabes, pues, de quin has aprendido esto, y no ciertamente de m, puesto que, si tepregunto, responderas a todo. Si, al contrario, no conoces que es verdad, no te hemosenseado ni l ni yo; yo, porque nunca puedo ensear; l, porque t no puedesaprender todava.

    Ad.: Yo he aprendido con la incitacin de tus palabras, que las palabras no hacenotra cosa que incitar al hombre a que aprenda, y que, sea cualquiera el pensamientodel que habla, muy poco puede aprender a travs del lenguaje. Por otra parte, si hayalgo de verdadero, slo lo puede ensear aquel que, cuando exteriormente hablaba,

    nos advirti que l habita dentro de nosotros. A quien ya, con su ayuda, tanto msardientemente amar cuanto ms aprovecho en el estudio.

    Sin embargo, quedo muy agradecido a tu discurso, tan prolongado, principalmenteporque ha previsto y refutado cuantas objeciones tena dispuestas para contradecirte; yno has dejado nada de lo que me haca dudar, sobre lo que no me respondera asaquel orculo secreto, segn tus palabras afirmaban.

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