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©JosephE. Stiglitz, 5002 © Primera, edición: Santülana Ediciones Generales, S. L., 2002 © De esta edición: 2002, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taunis, Alfaguara, S. A. Calle 80 n.° 10-53 Teléfono: 635 12 00 Bogotá, Colombia Santularia Ediciones Generales, S.L. Torrelaguna 60. 28043, Madrid Aguilar, Altea, Taums, Alfaguara S. A. Beazley 3860. 1437 Buenos Aires Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S. A- de C. V. Avda. Universidad, 767, Col. del Valle, México, D.F. C. P. 03100 Diseño de cubierta: Pep Garrió y Sonia Sánchez ISBN: 95&-704-010-4 Printed in Colombia - Impreso en Colombia Primera edición en Colombia: junio de 2002 Primera reimpresión: julio de 2002 Segunda reimpresión: agosto de 2002 Tercera reimpresión: septiembre de 2002 Cuarta reimpresión: febrero de ' B 1 B L ! O T E C UNIVERSIDAD DE LA INGRESO QJ-^^ COHPR^JC A J&vte ¿L_J^/¿4 Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los oculares de propiedad intelectual. La. infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual. ÍNDICE PRÓLOGO 11 AGRADECIMIENTOS 21 CAPÍTULO 1. LA PROMESA DE LAS INSTITUCIONES GLOBALES. ... 27 CAPÍTULO 2. PROMESAS ROTAS 49 Etiopía y la lucha entre la política del poder y la pobreza • • 51 CAPÍTULO 3. ¿LIBERTAD DE ELEGIR? 81 Privatización . . . 82 Liberalización . . . . - - 87 El papel de la inversión extranjera 96 Secuencias y ritmos 102 Economía de la filtración 108 Prioridades y estrategias 111 CAPÍTULO 4, LA CRISIS DEL ESTE ASIÁTICO. DE CÓMO LAS POLÍTICAS DEL FMI LLEVARON AL MUNDO AL BORDE DE UN COLAPSO GLOBAL 121 De cómo las políticas del FMI y el Tesoro de EE UU condujeron a la crisis 132 La primera ronda de errores 139 Políticas contractivas «hooveritas»; una anomalía en el mundo moderno 140 Políticas de «empobrecerse a uno mismo» 142

el malestar de la globalizacion_01.pdf

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  • JosephE. Stiglitz, 5002 Primera, edicin:

    Santlana Ediciones Generales, S. L., 2002

    De esta edicin:2002, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taunis, Alfaguara, S. A.Calle 80 n. 10-53Telfono: 635 12 00Bogot, Colombia

    Santularia Ediciones Generales, S.L.Torrelaguna 60. 28043, Madrid Aguilar, Altea, Taums, Alfaguara S. A.Beazley 3860. 1437 Buenos Aires Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S. A- de C. V.Avda. Universidad, 767, Col. del Valle,Mxico, D.F. C. P. 03100

    Diseo de cubierta: Pep Garri y Sonia Snchez

    ISBN: 95&-704-010-4Printed in Colombia - Impreso en Colombia

    Primera edicin en Colombia: junio de 2002Primera reimpresin: julio de 2002Segunda reimpresin: agosto de 2002Tercera reimpresin: septiembre de 2002Cuarta reimpresin: febrero de '

    B 1 B L ! O T E CUNIVERSIDAD DE LA

    INGRESO QJ-^^COHPR J^C A J&vte L_J /^4

    Queda prohibida, salvo excepcinprevista en la ley, cualquier formade reproduccin, distribucin,comunicacin pblica y transformacinde esta obra sin contar con autorizacinde los oculares de propiedad intelectual.La. infraccin de los derechos mencionadospuede ser constitutiva de delito contrala propiedad intelectual.

    NDICE

    PRLOGO 11AGRADECIMIENTOS 21

    CAPTULO 1. LA PROMESA DE LAS INSTITUCIONES GLOBALES. . . . 27CAPTULO 2. PROMESAS ROTAS 49

    Etiopa y la lucha entre la poltica del podery la pobreza 51

    CAPTULO 3. LIBERTAD DE ELEGIR? 81Privatizacin .. . . 82Liberalizacin . . . . - - 87El papel de la inversin extranjera 96Secuencias y ritmos 102Economa de la filtracin 108Prioridades y estrategias 111

    CAPTULO 4, LA CRISIS DEL ESTE ASITICO.DE CMO LAS POLTICAS DEL FMI LLEVARON AL MUNDOAL BORDE DE UN COLAPSO GLOBAL 121De cmo las polticas del FMI y el Tesoro de EE UU

    condujeron a la crisis 132La primera ronda de errores 139Polticas contractivas hooveritas; una anomala

    en el mundo moderno 140Polticas de empobrecerse a uno mismo 142

  • CAPTULO 6. LEYES COMERCIALES INJUSTASY OTROS AGRAVIOSLo que debi hacerse

    Estrangular la economa con altos tipos de inters 145La segunda ronda de errores: la reestructuracin

    chapucera 150Sistemas financieros 150Provocar una carrera bancaria 152Reestructuracin empresarial 15Los errores ms penosos: el riesgo de la agitacin

    social y poltica 156La recuperacin: vindicacin de las polticas

    del FMI?Malaisia y ChinaCorea, Tailandia e Indonesia ,Efectos sobre el futuro -^Explicacin de los errores 167Una estrategia alternativa 169

    CAPTULO 5. QUTN PERDI A RUSIA? 173Desafos y oportunidades de la transicin 177La historia de la reformaLa crisis de 1998Rescate ,FracasoLas transiciones fallidasMs pobreza y desigualdadDe cmo las polticas equivocadas malograron

    la transicinInflacinPrivatizacinEl contexto socialTerapia de choqueEl enfoque bolchevique de la reforma

    de los mercados

    158160165166

    183187190192194196

    199200201205206

    208

    213218.XU

    Los intereses de EE UU y la reforma en Rusia 219

    El caso del aluminio 220La seguridad nacional, en rebajas 224Lecciones para Rusia 227

    CAPTULO 7. MEJORES CAMINOS HACIA EL MERCADO 229La va hacia el futuro 238Responsabilidad democrtica y los fracasos 244

    CAPTULO 8. LA OTRA AGENDA DEL FMI 247Se pierde la coherencia intelectual?

    Del FMI de Keynes al FMI actual 248Un nuevo papel para un nuevo rgimen

    de tipos de cambio? 250Contagio 251Cundo es el dcit comercial un problema? 252Bancarrota y riesgo moral 253Del rescate al rescate compartido 256La mejor defensa es el ataque: expandir el papel

    del FMI como prestamista de ltima instancia 258La nueva agenda del FMI 260

    CAPTULO 9. CAMINO AL FUTURO 269Intereses e ideologa 270La necesidad de instituciones pblicas internacionales . . . 278Gobernanta '. .. . 281Transparencia 284La reforma del FMI y del sistema financiero global 286Los esfuerzos reformistas 290Lo que se necesita. 295La reforma del Banco Mundial y la ayuda al desarrollo . . . 300Ayuda 302Condonacin de la deuda 303La reforma de la OMG y el equilibrio

    de la agenda comercial 305

  • nIi

    !ii!i\ -mi madre y a mi padre, que me ensearon

    a preocuparme y a razonar, y aAnya, que lo unitodo y ms.

  • PRLOGO

    1993 abandon la vida acadmica para trabajar en el Consejode Asesores Econmicos del presidente Clinton, Tras aos de in-vestigacin y docencia, sa fue mi primera irrupcin apreciable enla elaboracin de medidas polticas y, nas precisamente, en la pol-tica. De ah pas en 1997 al Banco Mundial, donde fui economistajefe y vicepresidente snior duran te casi tres aos, hasta enero de2000. No pude haber escogido un momento ms fascinante paraentrar en poltica. Estuve en la Casa Blanca cuando Rusia empren-di la transicin desde el comunismo; y en el Banco Mundial du-rante la crisis financiera que estall en el Este asitico en 1997 y llega envolver al mundo entero. Siempjre me haba interesado el desa-rrollo econmico, pero lo que vi entonces cambi radicalmente mivisin tanto de la globalizacin como del desarrollo. Escribo estelibro porque en el Banco Mundial comprob de primera mano elefecto devastador que la globalizacin puede tener sobre los pa-ses en desarrollo, y especialmente_sobre los pobres en esos pases.Creo que la globalizacin la supresin de las barreras al libre co-mercio y la mayor integracin de las economas nacionales pue-de ser una fuerza benficay su potencial es el enriquecimiento de to-dos, particularmente los pobres; pero tambin creo que para queesto suceda es necesario replantearse profundamente el modo enel que la globalizacin ha sido gestionada, incluyendo los acuerdoscomerciales internacionales que tan importante papel han desem-peado en la eliminacin de dichas barreras y las polticas impues-tas alos pases en desarrollo en el transcurso de la globalizacin.

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  • EL MALESTAR EN LA C LORALIZACIN

    En tanto que profesor, he pasado mucho tiempo investigando yreflexionando sobre las cuestiones econmicas y sociales con lasque tuve que lidiar durante mis siete aos en Washington. Creo quees importante abordar los problemas desapasionadamente, dejar laideologa a un lado y observar los hechos antes de concluir cules el mejor camino. Por desgracia, pero no con sorpresa, compro-b en la Casa Blanca primero como miembro y despus como pre-sidente del Consejo de Asesores Econmicos (un panel de tres ex-pertos nombrados por el Presidente para prestar asesoramientoeconmico al Ejecutivo norteamericano) y en el Banco Mundialque a menudo se tomaban decisiones en funcin de criterios ideo-lgicos y polticos. Como resultado se persista en malas medidas,que no resolvan los problemas pero que encajaban con los intere-ses o creencias de las personas que mandaban. El intelectual fran-cs Pierre Bourdieu ha escrito acerca de la necesidad de que lospolticos se comporten ms como estudiosos y entren en debatescientficos basados en datos y hechos concretos. Lamentablemen-te, con frecuencia sucede lo contrario, cuando los acadmicos queformulan recomendaciones sobre medidas de Gobierno se politi-zan y empiezan a torcer la realidad para ajustara a las ideas de lasautoridades.

    Si mi carrera acadmica no me prepar para todo lo que encon-tr en Washington D. C,, al menos me prepar profesionalrnente.Antes de llegar a la Casa Blanca haba dividido mi tiempo de traba-jo e investigacin entre la economa matemtica abstracta (ayud adesarrollar una rama de la ciencia econmica que recibi desdeentonces el nombre de economa de la informacin) , y otros temasms aplicados, como la economa del sectorpblico, el desarrollo yla poltica monetaria. Pas ms de veinticinco aos escribiendo so-bre asuntos como las quiebras, el gobierno de las corporaciones yla apertura y acceso a la informacin (lo que los economistas lla-man transparencia); fueron puntos cruciales ante la crisis finan-ciera global.de 1997. Tambin particip durante casi veinte aos en

    _ discusiones sobre la transicin desde las economas comunistas ha-cia el mercado. Mi experiencia sobre cmo manejar dichos proce-sos comenz en 1980, cuando los analic por primera vez con lasautoridades de China, que daba sus primeros pasos en direccin a

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    JOSEPH E.

    una economa de mercado. He sido un ferviente partidario de laspolticas graduales de los chinos, que han demostrado su aciertoen las ltimas dos dcadas, y he criticado con energa algunas de lasestrategias de reformas extremas como las terapias de choqueque han fracasado tan rotundamente en Rusia y algunos otros pa-ses de la antigua Unin Sovitica.

    Mi participacin en asuntos vinculados al desarrollo es ante-rior. Se remonta a cuando estuve en Kenia como profesor (1969-1971), pocos aos despus de su independencia en 1963. Parte demi labor terica ms relevante fue inspirada por lo que all vi. Sabaque los desafos de Kenia eran arduos pero confiaba en que seraposible hacer algo para mejorar las vidas de los miles de millonesde personas que, como los keniatas, viven en la extrema pobreza.La economa puede parecer una disciplina rida y esotrica, perode hecho las buenas polticas econmicas pueden cambiar la vida deesos pobres. Pienso que los Gobiernos deben y pueden adoptar po-lticas que contribuyen al crecimiento de los pases y que tambinprocuren que dicho crecimiento se distribuya de modo equitati-vo. Por tocar slo un tema, creo en las privatizaciones (digamos,vender monopolios pblicos a empresas privadas) pero slo si lo-gran que las compaas sean ms eficientes y reducen los precios alos consumidores. Esto es ms probable que ocurra si los mercadosson competitivos, lo que es una de las razones por las que apoyo vi-gorosas polticas de competencia.

    Tanto en el Banco Mundial como en la Casa Blanca exista unaestrecha relacin entre las polticas que yo recomendaba en mi obraeconmica previa, fundamentalmente terica, asociada en buenaparte con las imperfecciones del mercado: por qu los mercados nooperan a la perfeccin, en la forma en que suponen los modelossimplistas que presumen competencia e informacin perfectas.Tambin aport a la poltica mi anlisis de la economa de la infor-macin, en particular las asimetras, como las diferencias en la in-formacin entre trabajador y empleador, prestamista y prestatario,asegurador y asegurado. Tales asimetras son generalizadas en todaslas economas. Dicho anlisis plante los fundamentos de teorasms realistas sobre los mercados laborales y financieros y explic,por ejemplo, por qu existe desempleo y por qu quienes ms ne-

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  • EL MALESTAR E LA CLOBALJZAC1N

    cesitan crdito anaenudo no lo consiguen en lajerga de los eco-nomistas: el racionamiento del crdito. Los modelos que loseconomistas han empleado durante generaciones sostenan quelos mercados funcionaban a la perfeccin incluso negaron laexistencia del paro o bien que la nica razn de la desocupacinestribaba en los salarios excesivos, y sugeran el remedio obvio: ba-jarlos. La economa de la informacin, con sus mejores interpre-taciones de los mercados de trabajo, capital y bienes, permiti laconstruccin de modelos macroeconmicos que aportaron enfo-ques ms profundos sobre el paro, y dieron cuenta de las fluctua-ciones, recesion.es y depresiones que caracterizaron al capitalismodesde sus albores. Estas teoras ofrecen claros corolarios polticosalgunos de los cuales son evidentes para casi todos los que cono-cen el mundo real como que la subida de los tipos de inters has-ta niveles exorbitantes arrastra a la quiebra a las empresas suma-mente endeudadas, y que ello es malo para la economa. Aunqueme parecan innegables; esas prescripciones polticas eran contra-rias a las que el Fondo Monetario Internacional sola insistir en re-comendar.

    Las polticas del FMI, basadas en parte en, el anticuado supuestode que los mercados generaban por s mismos resultados eficien-tes, bloqueaban las intervenciones deseables de los Gobiernos enlos mercados, medidas que pueden guiar el crecimiento y mejorarla situacin de todos. Lo que centra, pues, muchas de las disputas quedescribo en las pginas siguientes son las ideas y las concepcionessobre el papel del Estado derivadas de las mismas.

    Aunque tales ideas han cumplido un papel relevante en el deli-neamiento de prescripciones polticas acerca del desarrollo, elmanejo de las crisis, y la transicin tambin son claves de mipensamiento sobre la reforma de las instituciones internacionalesque supuestamente deben orientar el desarrollo, administrarlascrisis y facilitar las transiciones econmicas. Mi estudio sobre la in-formacin hizo que prestara especial atencin alas consecuenciasde la falta de informacin; me alegr apreciar el nfasis en la trans-parencia durante la crisis financiera global de 1997-1998, pero'nola hipocresa de instituciones como el FMI o el Tesoro de los EE UU,que la subrayaron en el Este asitico cuando ellos eran de lo me-

    JOSEPH E. STicurz

    nos transparente que he encontrado en mi vida pblica. Por esoen la discusin de las reformas destaco la necesidad de una mayortransparencia, la mejora de la informacin que los ciudadanostienen sobre esas instituciones, que permita que los afectadospor las polticas tengan, ms que decir en su formulacin. El anli-sis sobre la informacin en las instituciones polticas surgi demodo bastante natural de rni trabajo previo sobre la informacinen economa.

    Uno de los aspectos estimulantes de acudir a Washington fue laoportunidad no slo de entender mejor cmo funciona el Estadosino tambin de contrastar alguna de las perspectivas derivadas demi investigacin. Por ejemplo, en tanto que presidente del Consejode Asesores Econmicos de Clinton, trat de fraguar una filosofa yuna poltica econmicas que vieran a la Administracin y a los mer-cados como complementarios, corno socios, y que reconocieranque si los mercados son el centro de la economa, el Estado ha decumplir un papel importante, aunque limitado. Yo haba estudia-do los fallos tanto del mercado como del Estado, y no era tan inge-nuo como para fantasear con que el Estado poda remediar todoslos fallos del mercado, ni tan bobo como para creer que los merca-dos resolvan por s mismos todos los problemas sociales. La desi-gualdad, el paro, la contaminacin: en estos campos el Estado debaasumir un papel importante. Trabaj en la iniciativa de renventarla Administracin: hacer al Estado ms enciente y sensible; habavisto cundo el Estado no era ninguna de las dos cosas y saba quelas reformas eran difciles, pero tambin que, por modestas que pa-recieran, eran posibles. Cuando pas al Banco Mundial esperabaaportar esta visin equilibrada, y las lecciones aprendidas, a los mu-chos ms arduos problemas del inundo desarrollado.

    .En la Administracin de Clinton disfrut del debate poltico,gan algunas batallas y perd otras. Como miembro del gabinete delPresidente, estaba en una buena posicin no slo para observar losdebates y sus desenlaces, sino tambin para participar en ellos, es-pecialmente en reas relativas a la economa. Saba que las ideascuentan pero tambin cuenta la poltica, y una de mis labores fuepersuadir a otros de que lo que yo recomendaba era econmicapero tambin polticamente acertado. En la esfera internacional,

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  • mEL MALESTAR EN LA CLOB ALIGACIN JOSEPH E. Sncurz

    en cambio, descubr que ninguna de esas dos dimensiones prevale-ca en la formulacin de polticas, especialmente en el Fondo Mo-netario Internacional. Las decisiones eran adoptadas sobre la basede una curiosa mezcla de ideologa y mala economa, un dogmaque en ocasiones pareca apenas velar intereses creados. Cuandola crisis golpe, el FMI prescribi soluciones viejas, inadecuadasaunque estndares, sin considerar los efectos que ejerceransobre los pueblos de los pases a los que se aconsejaba aplicarlas.Rara vez vi predicciones sobre qu haran las polticas con la po-breza; rara vez vi discusiones y anlisis cuidadosos sobre las conse-cuencias de polticas alternativas: slo haba una receta y no sebuscaban otras opiniones. La discusin abierta y franca era desa-nimada: no haba lugar para ella. La ideologa orientaba la pres-cripcin poltica y se esperaba que los pases siguieran los criteriosdel FMI sin rechistar.

    Esas actitudes me provocaban rechazo; no slo porque sus resul-tados eran mediocres, sino tambin por su carcter antidemocrti-co. En nuestra vida personal jams seguiramos ciegamente unasideas sin buscar un consejo alternativo, y sin embargo a pases detodo el mundo se les instrua para que hiciera exactamente eso. Losproblemas de las naciones en desarrollo son complejos, y el FMI escon frecuencia llamado en las situaciones ms extremas, cuandoun pas se sume en una crisis. Pero sus recetas fallaron tantas vecescomo tuvieron xito, o ms. Las polticas de ajuste estructural delFMI diseadas para ayudar a un pas a ajustarse ante crisis y dese-quilibrios ms permanentes produjeron hambre y disturbios enmuchos lugares, e incluso cuando los resultados no fueron tan de-plorables y consiguieron a duras penas algo ce crecimiento duran-te un tiempo, muchas veces los beneficios se repartieron despro-porcionadamente a favor de los ms pudientes, mientras que losms pobres en ocasiones se hundan an ms en la miseria. Perolo que ms me asombraba era que dichas polticas no fueran pues-tas en cuestin por los que mandaban en el FMI, por los queadoptaban las decisiones clave; con frecuencia lo hacan en los pa-ses en desarrollo, pero era tal su temor a perder la financiacindel FMI, y con ella otras fuentes financieras, que las dudas eran ar-ticuladas con gran cautela o no lo eran en absoluto y en cual-

    quier caso slo en privado. Aunque nadie estaba satisfecho con elsufrimiento que acompaaba a los programas del FMI, dentrodel Fondo simplemente se supona que todo el dolor provocadoera parte necesaria de algo que los pases deban experimentarpara llegar a ser una exitosa economa de mercado, y que las medi-das lograran de hecho mitigar el sufrimiento de los pases a lar-go plazo.

    Algn dolor era indudablemente necesario, pero a mi juicio elpadecido por los pases en desarrollo en el proceso de glcbalizaciny desarrollo orientado por el FMI y las organizaciones econmicasinternacionales fue muy superior al necesario. La reaccin contrala globalizacin obtiene su fuerza no slo de los perjuicios ocasio-nados a los pases en desarrollo por las polticas guiadas por la ideo-loga, sino tambin por las desigualdades del sistema comercialmundial. En la actualidad aparte de aquellos con intereses espu-rios que se benefician con e cierre de las puertas ante los bienesproducidos por los pases pobres son pocos los que defienden lahipocresa de pretender ayudar a los pases subdesarrollados obli-gndolos a abrir sus mercados a los bienes de los pases industriali-zados ms adelantados y al mismo tiempo protegiendo los merca-dos de stos: esto hace a los ricos cada vez ms ricos y a los pobrescada vez ms pobres... y cada vez ms enfadados.

    El brbaro atentado del 11 de septiembre ha aclarado con todanitidez que todos compartimos un nico planeta. Constituirnos unacomunidad global y como todas las comunidades debemos cum-plir una serie de reglas para convivir. Estas reglas deben ser y de-ben parecer equitativas y justas, deben atender a los pobres y alos poderosos, y reflejar un sentimiento bsico de decencia y justi-cia social. En el mundo de hoy, dichas reglas deben ser el desenlacede procesos democrticos; las reglas bajo las que operan las autori-dades y cuerpos gubernativos deben asegurar que escuchen y res-pondan a los deseos y'necesidades de los afectados por polticas ydecisiones adoptadas en lugares distantes.

    Este libro se basa en mis experiencias. Carece de tantas notas alpie y citas como las que tendra un ensayo acadmico. En vez de ello,he intentado describir los acontecimientos de los que fui testigo yrelatar algo de lo que he odo. Aqu no hay armas humeantes: usted

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  • EL MALESTAR EN LA CLOBALIZACIN JOSEFHE.STICLITZ

    no encontrar pruebas de una terrible conspiracin en Wall Streeto. el FMT para dominar el mundo. Yo no creo que tal conspiracinexista. La verdad es ms sutil. A menudo lo que determin el resul-tado de las discusiones en las que particip fue un tono de voz, unareunin a puerta cerrada, o un memorando. Muchas de las perso-nas a las que critico dirn que estoy equivocado, e incluso puedeque presenten datos que contradicen mi versin de lo sucedido,pero cada historia tiene muchas facetas y slo puedo presentar miinterpretacin sobre lo que vi.

    AL ingresar en el Banco Mundial mi intencin era dedicarme so-bre todo a las cuestiones del desarrollo y los problemas de los pa-ses que intentaban la transicin hacia la economa de mercado,pero la crisis financiera mundial y los debates sobre la reforma dela arquitectura econmica internacional que gobierna el sistemaeconmico y financiero global para procurar una globalizacinms humana, efectiva y equitativa, absorbieron buena parte demi empo. Visit docenas de pases en todo el mundo y habl conmiles de funcionarios, ministros de Hacienda, gobernadores debancos centrales, acadmicos, trabajadores del desarrollo, perso-nas de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), banque-ros, hombres de negocios, estudiantes, activistas polticos y agri-cultores. Me encontr con la guerrilla islmica en Mindanao (laisla de Filipinas que desde hace largo tiempo se halla en estado derebelin), recorr el Hirnalaya para llegar a escuelas remotas enBhutn o a un pueblo en Nepal con un proyecto de riego, compro-b el impacto de los crditos rurales y los programas de moviliza-cin femenina en Bangladesh, y el efecto de los programas de re-duccin de la pobreza en poblados de los parajes montaosos mspobres de China. Contempl cmo se hace la historia y aprend mu-chsimo. En este libro he intentado destilar la esencia de lo que viy aprend.

    Espero que el libro abra un debate, un debate que no debetranscurrir slo en la reclusin de los despachos de los Gobiernosy las organizaciones internacionales, ni tampoco limitarse a la at-msfera ms abierta de las universidades. Aquellos cuyas vidas severn afectadas por las decisiones sobre la gestin de la globaliza-cin tienen derecho a participar en este debate, y a saber cmo se

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    tomaron esas decisiones en el pasado. Como mnimo, mi libro de-bera aportar ms informacin sobre lo que ocurri en la dcadapasada. Seguramente la mayor informacin llevar a mejores po-lticas que obtendrn mejores resultados. S ello es as, sentir quealgo he aportado.

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  • AGRADECIMIENTOS

    .ay una lista interminable de personas con las que estoy en deu-da, porque sin ellas no habra podido escribir este libro: el presi-dente Bill Clinton y el presidente del Banco Mundial Jim Wolfen-sohn me dieron la oportunidad de servir a mi pas y a los pueblosdel mundo en desarrollo, y tambin la oportunidad, relativamenteinfrecuente para un acadmico, de entrever la toma de decisionesque afectan a todas nuestras vidas. Estoy en deuda con cientos de co-legas en el Banco Mundial, no slo por las vigorosas discusionesque tuvimos durante aos sobre todas las cuestiones tratadas eneste libro, sino por compartir conmigo sus aos de experiencia so-bre el terreno. Tambin me ayudaron a organizar los numerososviajes mediante los cuales yo mismo obtuve perspectivas nicasacerca de lo que estaba pasando en los pases subdesarrollados. Va-cilo antes de nombrar a alguien en particular, no vaya a ser quemargine a otros, pero al mismo tiempo sera un descuido no re-conocer al menos a algunos con los que trabaj ms de cerca,como Masud hmed, Lude Albert, Amar Bhattacharya, FrancoisBourgignon, Gerard Caprio, Ajay Ghhibber, Uri Dadush, CariDahlman, Bill Easterly, Giovanni Ferri, Coralie Gevers, Noemi Gisz-penc, Mara lonata, Roumeen Islam, Anupam Khanna, LawrenceMacDonald, Ngozi Ojonjo-lweala, Guillermo Perry, Boris Plesko-YC, Jo Ritzen, Halsey Rogers, Lyn Squire, Vinod Thomas, Maya Tu-dor, Mrke Walton, Shahid Yusuf y Hassan Zaman.

    Otras personas del Banco Mundial a las que me gustara trans-mitir mi agradecimiento son: Martha Ainsworth, MyrnaAlexander,Shaida Badiee, Stijn Glaessens, Paul Gollier, KemalDervis, Dennis

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  • EL MALESTAR EN LA CLQBAUZACINJOSEPH E. STICLTTZ

    de Tray, Shanta Devarajan, Ishac Diwan, David Dollar, Mark Dutz,Alan Gelb, Isabel Guerrero, Cheryl Gray, Robert Holzman, IshratHusain, Greg Ingram, MannyJimnez, Mats Karlsson, Danny Kauf-rnan3 loannis Kessides, Homi Kharas, Aart Kray, Sarwar Lateef,Danny Leipzinger, Brian Levy,Johannes Linn, Oey, AstraMeesook,Jean-Claude Milleron, Pradeep Mitra, Mustaf Nabli, GobindNankani, John Nellis, Akbar Noman, Fayez Ornar, John Page, GuyPfeffermarm, RayRist, Ghristof Ruehl,Jessica Seddon, Marcelo Se-lowski, Jean Michel Severino, Ibrahim Shihata, Sergio Shmuckler,Andrs SoHmano, Eric Swanson, Marilou Uy, Tara Viswanai, Deb-bie Wetzel, David Wheeler y Roberto Zagha.

    Tambin estoy en deuda con mucha gente de otras organizacio-nes econmicas internacionales con quienes discut los numerososasuntos sobre los que aqu se reflexiona, como Rubn Recupero, dela Unctad (el Comit de la ONU sobre el Comercio y el Desarrollo),Marc Malloch-Brown del PNUD, Enrique Iglesias, Nancy Birdsall yRicardo Haussman, del Banco Interamencano de Desarrollo, Jac-ques de Larosire, antiguo jefe del Banco Europeo de Reconstruc-cin y Desarrollo, y muchos otros en las oficinas regionales de laONU y de los Bancos de Desarrollo de Asia y frica. Junto con miscolegas del Banco Mundial, quiz con los que ms me relacion fuecon los del Fondo Monetario nter nacional y, aunque se ver cla-ramente en las pginas que siguen que a menudo estuve en contrade mucho de lo que hacan, y de cmo lo hacan, aprend bastan-te de ellos y de las largas discusiones que mantuvimos, y no fue lomenos importante el comprender mejor apuntos de-vista. Debo-ser claro: aunque soy muy crtico, tambin valoro el duro trabajoque realizaron, las difciles circunstancias bajo las que lo hicieron, ysu disposicin a nivel personal a entablar discusiones mucho msabiertas y libres que lo que pueden hacer a nivel oficial.

    Tambin estoy agradecido a numerosos funcionarios en los pa-ses en desarrollo, desde pases grandes como China y la India, has-ta naciones pequeas como Uganda y Solivia, desde primeros mi-nistros y jefes de Estado a ministros de Hacienda y gobernadoresde bancos centrales, ministros de Educacin y otros miembros delos gabinetes, y de all para abajo, que compartieron francamentesu tiempo conmigo para discutir sus ideas sobre sus pases, y tarn-

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    bien los problemas y frustraciones que los aquejaban. En nuestraslargas reuniones, solan hablarme en confianza. Muchos de ellos,comoVaclavKlaus, el ex primer ministro de la Repblica Checa, es-tarn en desacuerdo con buena parte de lo que digo, pero de todosmodos aprend mucho hablando con ellos. Otros, como AndreiIllarionov, actual asesor econmico principal de Pudn, y GrzegorzW. Kolodko, exviceprirner ministro y ministro de Hacienda de Po-lonia, Meles Zanawi, primer ministro de Etiopa, o Yoweri Museve-n, presidente de Uganda, simpatizarn con mucho o con la mayorparte de lo que digo. Algunos que me han ayudado en las organiza-ciones econmicas internacionales me han pedido que no los nom-bre, y cumplir su deseo.

    Aunque dediqu buena parte de mi tiempo a discutir con fun-cionarios estatales, tambin me reun con numerosos empresarios,que me brindaron tambin su tiempo, me describieron los desa-fos que afrontaban yme plantearon su interpretacin acerca de loque estaba sucediendo en sus pases. Es difcil destacar a una solapersona, pero debo mencionar a Howard Golden, cuyas detalladasdescripciones de experiencias en un gran nmero de pases fueronparticularmente esclarecedoras.

    En tanto que acadmico tena mi propia entrada en los pasesque visit, y poda enfocar los temas desde perspectivas que no erandictadas por las posiciones oficiales. Este libro debe mucho a di-cha red global de colegas acadmicosuno de los aspectos ms sa-ludables de la globalizacin. Estoy particularmente agradecido amis colegas de Stanford, LarryLau, entonces al frente del Asa Pa-cific Genter, MasaAoki, hoy director de investigacin en el Ministe-rio de Economa y Comercio Internacional de Japn, y Yngi Qian,no slo por las ideas que me dieron sobre Asia, sino por las muchaspuertas que me abrieron. A lo largo de los aos colegas acadmicosy antiguos estudiantes como Jungyoll Yun en Corea, Mrinal DattaChaudhuri en lalndia, K S.Jomo en Malaisia, Justin Lin en China,y Amar Siamwalla en Tailandia me ayudaron a conocer y compren-der sus pases. Estoy rny en deuda con la Brookings Institution,Stanford, y Columbia y con mis colegas y estudiantes en esas ins-tituciones por los valiosos debates que mantuve con ellos acercade las ideas aqu presentadas, y a mis socios Ann Florini y Tim ICess-

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  • EL MALESTAR EN LA GLORALIZACIN JOSEFH E.

    ler, que trabajaron conmigo en la creacin de Inrtiative for PolicyDialogue, originalmente con "base en la Universidad de Stanfordy elCarnegie Endowment for Peace, y ubicada hoy en la Universidadde Columbia (wvnv.gsb.edu/ipd), que promueve la clase de discu-siones democrticas informadas sobre polticas alternativas que re-comiendo en el presente libro. Durante este periodo tambin recibapoyo financiero de las Fundaciones Eorcl, Macarthur y Rockefe-ller, la Agencia Internacional de Desarrollo de Canad y elPNUD.

    Al escribir el libro, aunque me apoy sobre todo en mis propiasexperiencias, stas fueron ampliadas no slo por mis colegas sinopor una multitud de informadores. Un tema del libro que esperotenga alguna resonancia es la importancia del libre acceso a la infor-macin: muchos de los problemas que cito surgen porque hay de-masiadas cosas que suceden a puerta cerrada. Siempre he credoque una prensa activa y libre es un freno fundamental contra losabusos, y es necesaria para la democracia; y muchos de los informa-dores que trat con regularidad se dedicaban a dicha misin. Apren-d mucho de ellos cuando compartamos nuestras interpretacionessobre lo que estaba sucediendo. Otra vez, y a riesgo de mencionarslo a un puado cuando hay tantos que deberan ser reconocidos:Chrystia Freeland fue de gran ayuda en el captulo sobre Rusia, yPaul Elustein y Mark Clifford me aportaron valiosas ideas sobre loshechos en el Este asitico.

    La economa es la ciencia de la eleccin. Con la masa de ideasy datos sobre asuntos tan complicados y fascinantes como los aquanalizados se podran escribir volmenes enteros. Lamentablemen-te, uno de mis grandes desafos al escribir este libro fue que los vo-lmenes que de hecho escrib deban ser ajustados a una narracinbastante ms breve. Deb dejar de lado algunas ideas y pasar poralto algunas rnazaciones, por importantes que me parecieran. Mehaba acostumbrado a dos tipos de escritos: los serios tornos acad-micos y las breves charlas populares. Para m esta obra representaun gnero nuevo. El libro no habra sido publicado sin los esfuer-zos infatigables de nya Schifin, que durante meses me ayud enla escritura y la revisin, colaborando para que realizara esas duraselecciones, que a veces parecan tan dolorosos. Drake McFeely mieditor desde hace veinte aos me anim y apoy en todo el pro-

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    ceso. La edicin de Sarah Stewartfe sobresaliente, Jim Wade tra-baj incansablemente para organizar la versin final del original, yEve Lazovitz prest una ayuda significativa en varias etapas clave.

    Nadia Roumani ha sido mi mano derecha durante aos. Nadasera posible sin ella. Sergio Godoy y Mnica Puentes comproba-ron los datos con dirigencia y hallaron las estadsticas que necesita-ba. Leah Brooks colabor mucho en los primeros borradores. NiniKhor y Ravi Singh, mis ayudantes de investigacin en Stanford, tra-bajaron laboriosamente en la penltima versin.

    Esta obra se apoya en un vasto cuerpo de trabajo acadmico, tan-to mo, en unin con un gran nmero de coautores, como de otros,que otra vez son demasiados como para citarlos. He aprovechadotambin innumerables discusiones con colegas de todo el mundo.Debo mencionar al profesor Robin Wade de la London School ofEconomics, antiguo funcionario del Banco Mundial, que ha escri-to de forma clarividente no slo sobre los problemas generales delas instituciones econmicas internacionales, sino tambin sobrevarios de los asuntos concretos considerados aqu, el Este de Asia yEtiopa. La transicin desde el comunismo hasta una economa demercado ha sido una cuestin que atrajo mucho inters de los eco-nomistas acadmicos durante los ltimos quince aos. Me he be-neficiado en particular de las ideas de Janos Kornai. Debo citartambin a otros cuatro destacados acadmicos: Peter Murrell, JanSvejnar, Marshall Goldman, y Gerard Roland. Un tema central deeste libro es el valor del debate abierto, y he aprendido mucho le-yendo a y debatiendo con personas con cuyas interpretaciones delos hechos no estaba de acuerdo a veces, o quiz a menudo enparticular Richard Layard, Jeff Sachs, nders Aslund y AndreiShleifer. Tambin me enriquecieron los debates con una multi-tud de acadmicos en las economas en transicin, incluidos los ru-sos Oleg Bogomolovy Stanislav Menshikov.

    Steve Lewis, Peter Sigen, y Charles Harvey me dieron ideas so-bre Botsuana a partir de sus experiencias de primera mano, y Char-les Harvey me brind comentarios detallados sobre el captulo 2.A lo largo de los aos han influido especialmente en mi modo depensar el trabajo y las discusiones con Nick Stern (que fue mi sucesoren el Banco Mundial despus de ser economista jefe en el BERD),

    25 UMiVOr.^ - -.; -J? LA SALLEB I B L I O T E C A P . T .

  • EL MALESTAS EN LA GLOBALJZACIN

    Partha Dasgupta, Ravi Kanbur (que fue responsable del crucial In-forme Mundial del Desarrollo sobre la Pobreza, de 2001, iniciadocuando yo an era economstajefe del Banco Mundial), Avi Braver-man (hoy presidente de la Universidad Ben-Gurion, pero durantemucho tiempo investigador en el Banco Mundial), Karla Hoff,Raaj Sah, David Bevan, Mark Gersovitz, David Newbery, Jim Mirrlees,Amartya Sen y David Ellerman. Estoy particularmente en deudacon A ndy Weiss, por sus visiones prcticas sobre los problemas de latransicin, por sus anlisis empricos sobre las consecuencias dela privatizacin y por sus ideas generales sobre las imperfeccionesdel mercado de capitales. Mi trabajo anterior sobre el Este asiticopara el Banco Mundial, hecho con Marilou Uyjunto a, entre otros,Howard Pack, Nancy Birdsall, Danny Leipzinger y Kevin Mur-doch, me aport enfoques de la regin que me colocaron en bue-na posicin a la hora de tratar la crisis cuando sta tuvo lugar. Ten-go una especial deuda de gratitud con Jason Furman, que colaborconmigo tanto en la Casa Blanca como en el Banco Mundial, portodo su trabajo pero especialmente por el del Este asitico y la crti-ca del Consenso de Washington. Debo dar las gracias a Hal Varanpor sugerir el ttulo. Cualquiera que lea este libro ver claramentela influencia de las ideas sobre la informacin imperfecta y los mer-cados que a mi juicio son centrales para comprender cmo fun-ciona cualquier economa de mercado, y especialmente una endesarrollo. El trabajo con Cari Shapiro, Michael Rothschild, SandyGrossman, Steve Salop y Richard Arnott me ayud a formar ideassobre el paro, las imperfecciones.de! mercado de capitales, las limi-taciones de la competencia y la importancia de las instituciones ysus limitaciones. Al final de todo siempre est Bruce Greenwaldmi colaborador y amigo desde hace ms de veinticinco aos.

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    CAPTULO 1LA PROMESA DE LAS INSTITUCIONES GLOBALES

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    1 8 FEB 2010

    JLjos burcratas internacionales smbolos sin rostro del ordeneconmico mundial son atacados por doquier. Las reuniones deoscuros tecncratas en torno a temas tan anodinos como los prs-tamos preferencia!es o las cuotas comerciales se han transformadoen escenarios de iracundas batallas callejeras y grandes manifesta-.ciones. Las protestas en la reunin de Seattle de la OrganizacinMundial de Comercio en 1999 fueron una sacudida, pero desdeentonces el movimiento ha crecido y la furia se ha extendido. Prc-ticamente todas las reuniones importantes del Fondo Monetario In-ternacional, el Banco Mundial y la OMC equivalen ahora a conflic-tos y disturbios. La muerte de un manifestante en Genova en 2001fue la primera de las que pueden ser muchas rns vctimas de laguerra contra la globaizacin.

    Los alborotos y las protestas contra las polticas y medidas de lasinstituciones de la globalizacin no son desde luego una novedad.Durante dcadas los pueblos del mundo subdesarrollado se han re-belado cuando los programas de austeridad impuestos en sus pa-ses han sido demasiado severos, pero sus quejas no solan tener ecoen Occidente. Lo nuevo es hoy la ola de condenas en los pases de-sarrollados.

    Asuntos corno los prstamos de ajuste estructural (programasdiseados para ayudar a que los pases se ajusten y capeen las crisis)y las cuotas del pltano (los lmites que algunos pases de Europaestablecen a las importaciones de pltanos de pases que no seansus antiguas colonias) interesaban slo a unos pocos. Ahora hay chi-cos de diecisis aos en los suburbios que tienen opiniones tajantes

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  • EL MALESTAR EN LA CLOBAUZACIN

    sobre tratados como el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles yComercio) y el NAFTA (el rea norteamericana de libre comercio,acuerdo firmado en 1992 entre Mxico, EE UU y Canad, que per-mite el libre movimiento de bienes, servicios y capitales pero nopersonas entre dichos pases). Las protestas han provocado unenorme caudal de exmenes de conciencia desde el poder polti-co. Incluso los polticos conservadores, como el presidente francsJacques Chirac, han manifestado su preocupacin porque la globa-lizacin no est mejorando la vida de quienes ms necesitan de susprometidas ventajas1. Es claro para casi todo el mundo que algo hafuncionado terriblemente mal. Prcticamente de la noche a la ma-ana, la globalizacin se ha vuelto el asunto ms apremiante denuestro tiempo, que se discute en salas de juntas y en pginas edito-riales y en escuelas de todo el planeta.

    Por qu la globalizacin una fuerza que ha producido tantobien ha llegado a ser tan controvertida? La apertura al comerciointernacional ayud a numerosos pases a crecer mucho ms rpi-damente de lo que habran podido en caso contrario. El comercioexterior fomenta el desarrollo cuando las exportaciones del pas loimpulsan; el crecimiento propiciado por las exportaciones fue la cla-ve de la poltica industrial que enriqueci a Asia y mejor la suertede millones de personas. Gracias a la globalizacin muchas perso-nas viven hoy ms tiempo y con un nivel de vida muy superior. Pue-de que para algunos en Occidente los empleos poco remunera-dos de Nike sean explotacin, pero para multitudes en el mundosubdesarrollado trabajar en una fbrica es ampliamente preferiblea permanecer en el campo y cultivar arroz.

    La globalizacin ha reducido la sensacin de aislamiento expe-rimentada en buena parte del mundo en desarrollo y ha brindadoa muchas personas de esas naciones acceso a un conocimiento quehace un siglo ni siquiera estaba al alcance de los ms ricos del pla-neta. Las propias protestas antiglobalizacin son resultado de estamayor interconexin. Los vnculos entre los activistas de todo elmundo, en particular los forjados mediante la comunicacin por In-

    1J. Chirac, "The economy must be made to serjepeople, discurso ante la Conferencia Inter-nacional del Trabajo, junio de 1996.

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    ^fe*?? m

    JOSEPH E. STIGUTZ

    ternet, dieron lugar a la presin que desemboc en el tratado in-ternacional sobre las minas antipersona a pesar de la oposicinde muchos Gobiernos poderosos. Lo han firmado 121 pases des-de 1997, y ha reducido la probabilidad de que nios y otras vcti-mas inocentes puedan ser mutilados por las minas. Anlogamente,una bien orquestada presin forz a la comunidad internacional acondonar la deuda de algunos de los pases ms pobres. Inclusoaunque la globalizacin presente facetas negativas, a menudo ofre-ce beneficios; la apertura del mercado lcteo de Jamaica a las im-portaciones desde EE UU en 1992 pudo perjudicar a los producto-res locales pero tambin signific que los nios pobres pudieranconsumir leche ms barata. Las nuevas empresas extranjeras pue-den daar a las empresas pblicas protegidas, pero tambin fomen-tan la introduccin de nuevas tecnologas, el acceso a nuevos mer-cados y la creacin de nuevas industrias.

    La ayuda exterior, otro aspecto del mundo globalizado, aunquepadece muchos defectos, a pesar de todo ha beneficiado a millonesde personas, con frecuencia por vas que no han sido noticia: laguerrilla en Filipinas, cuando dej las armas, tuvo puestos de tra-bajo gracias a proyectos financiados por el Banco Mundial; losproyectos de riego duplicaron sobradamente las rentas de los agri-cultores que accedieron as al ag-ua; los proyectos educativos ex-pandieron la alfabetizacin a las reas rurales; en un puado depases los proyectos contra el sida han contenido la expansinde esa letal enfermedad.

    Quienes vilipendian la globalizacin olvidan a menudo sus ven-tajas, pero los partidarios de la misma han sido incluso ms sesga-dos; para ellos la globalizacin (cuando est tpicamente asociada ala aceptacin del capitalismo triunfante de estilo norteamericano)es el progreso; los pases en desarrollo la deben aceptar si quierencrecer y luchar eficazmente contra la pobreza. Sin embargo, paramuchos en el mundo subdesarrollado la globalizacin no ha cum-plido con sus promesas de beneficio econmico.

    La creciente divisin entre los poseedores y los desposedos hadejado a una masa creciente en el Tercer Mundo sumida en la nasabyecta pobreza y viviendo con menos de un dlar por da. A pesarde los repetidos compromisos sobre la mitigacin de la pobreza en

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  • EL MALESTAR EN LA GLOBAL1ZACIN

    la ltima dcada del siglo xx, el nmero de pobres haen casi cien millones2. Esto sucedi al mismo tiempo que la rentamundial total aumentaba en promedio un 2,5 por ciento anual.

    En frica, las ambiciosas aspiraciones que siguieron a la inde-pendencia colonial se han visto en buena parte frustradas. En vezde ello, el continente se precipita cada vez ms a la miseria, las ren-tas caen y los niveles de vida descienden. Las laboriosamente con-quistadas mejoras en la expectativa de vida de las dcadas recienteshan empezado a revertirse. Aunque el flagelo del sida est en elcentro de este declive, la pobreza tambin mata. Incluso los pasesque abandonaron el socialismo africano y lograron establecer Go-biernos razonablemente honrados, equilibrar sus presupuestos ycontener la inflacin han comprobado que simplemente no soncapaces de atraer inversores privados; sin esta inversin no puedenconseguir un desarrollo sostenible.

    La globalizacin no ha conseguido reducir la pobreza, perotampoco garantizar la estabilidad. Las crisis en Asia y Amrica Lati-na han amenazado las economas y la estabilidad de todos los pa-ses en desarrollo. Se extiende por el mundo el temor al contagio fi-nanciero y que el colapso de la moneda en un mercado emergenterepresente tambin la cada de otras. Durante un tiempo, en 1997y 1998, la crisis asitica pareci cernirse sobre toda la. economamundial.

    La globalizacin y la introduccin de la economa de mercadono han producido los resultados prometidos en Rusia y la mayorade las dems economas en transicin desde.el comunismo hacia elmercado. Occidente asegur a esos pases que el nuevo sistemaeconmico les brindara una prosperidad sin precedentes. En vezde ello, gener una pobreza sin precedentes; en muchos aspectos,para el grueso de la poblacin, la economa de mercado se ha reve-lado incluso peor de lo que haban predicho sus dirigentes comu-

    2 En 1990 haba. 2.718 millones de personas que vivan con menos de dos dlares dia-rios. En 1998 ese nmero de pobres era estimado en 2.801 millones Banco Mun-dial, Global Economic Prospecte and the Developing Cuntres 2000, Washington D. C.,World Bank, 2000, pg. 29. Paramas informacin vase World Development ReportjWorld Economic Indicators, publicaciones anuales del Banco Mundial. Los datos sobresalud pueden encontrarse en UNAIDS/OMS, Repvrt on theHIV/AidsEpidemic 1998.

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    JOSEPH E. STIGLITZ

    nistas. El contraste en la transicin rusa, manejada por las institu-ciones econmicas internacionales, y la china, manejada por lospropios chinos, no puede ser ms acusado. En'1990 el PIB chinoera el 60 por ciento del ruso, y a finales de la dcada la situacin sehaba invertido; Rusia registr un aumento indito de la pobreza yChina un descenso indito.4Sj:nticps de la globalizacin acusan a los pases occidentales

    dejiipcritas, con razn: forzaron a los pobres .a eliminar las barre-ras comerciales, p_erp ellos mantuvieron las suyas e.impidieron a lospases subdesarrollados. exportar productos, agrcolas, privndolosde una angustiosamente necesaria renta va exportaciones,.EE UUfue, por supuesto, uno de los grandes culpables, y el asunto me tocmuy de cerca. Como presidente del Consejo de Asesores Econmi-cos batall duramente contra esta hipocresa, que no slo daa alas naciones en desarrollo sino que cuesta a los norteamericanos,como consumidores por los altos precios y como contribuyentespor los costosos subsidios que deben financiar, miles de millonesde dlares. Con demasiada asiduidad mis esfuerzos fueron vanos yprevalecieron ^Jntereses^articulares, comerciales, y financieroscuando me fui al Banco Mundial apreci con toda claridad lasconsecuencias pralos pases en desarrollo.

    Incluso cuando Accidente no fue hipcrita, marc la agenda dela globalizacin, y s^^ej^r^d.e_Acap.arar.una cuota desproporcio-nada de lQS.benefici_Q5..a.expensas^del.rriundo subdesaxrpllado,..Nofue slo que los pases industrializados, se.negaron a abrir sus mer-cados a los biene5..dejQS_.pase.s_.en desarrollo^por ejemplo, man-tuvieron sus cuotas frente a una multitud de bienes, desde los texti-les hasta el azcar aunque insistieron en que stos abrieran lossuyos a los bienes de las naciones opulentas; no fue slo que los pa-ses industrializados continuaron subsidiando la agricultura y difi-cultando la competencia de los pases pobres, aunque insistieronen que stos suprimieran los subsidios a sus bienes industriales. Lostrminos del intercambio los precios que los pases desarrolla-dos y menos desarrollados consiguen por las cosas que producendespus del ltimo acuerdo comercial de 1995 (el octavo) revelanque el efecto neto fue reducir los precios que algunos de los pasesms pobres del mundo cobran con relacin a lo que pagan por sus

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  • El. MALESTAR EN LA C LO ALIGACIN

    importaciones3. El resultado fue que algunas de las naciones mspobres de la Tierra empeoraron an ms su situacin.

    Los bancos occidentales se beneficiaron por la flexibilizacin delos controles sobre los mercados de capitales en Amrica Latina yAsia, pero esas regiones sufrieron cuando los ujos de dinero ca-liente especulativo (dinero que entra y sale de un pas, a menudo dela noche a la maana, y que no suele ser ms que una apuesta sobresi la moneda va a apreciarse o depreciarse) que se haban derra-mado sobre los pases sbitamente tomaron la direccin opuesta.La abrupta salida de dinero dej atrs divisas colapsadas y sistemasbancarios debilitados. La Ronda Uruguay tambin fortaleci losderechos de propiedad intelectual. Las compaas farmacuticasnorteamericanas y occidentales podan ahora impedir que los la-boratorios indios o brasileos les robaran su propiedad intelec-tual. Pero esos laboratorios del mundo subdesarrollado hacan quemedicamentos vitales fueran asequibles por los ciudadanos a unafraccin del precio que cobraban las empresas occidentales. Huboas dos caras en las decisiones adoptadas en la Ronda Uruguay. Losbeneficios de las empresas farmacuticas occidentales aumentaran,lo que segn sus partidarios brindara ms incentivos para innovar,pero los mayores por las ventas en los pases sub desarrollados eranpequeos, puesto que pocos podan pagar los medicamentos, conlo que el efecto incentivo sera en el mejor de los casos limitado. Laotra cara fue que miles de personas resultaron de hecho condena-das a muerte, porque los Gobiernos y los ciudadanos de los pasessubdesarrollados ya no podan pagar los elevados precios ahora im-puestos. En el caso del sida la condena internacional fue tan fir-me que los laboratorios debieron retroceder y finalmente acorda-ron rebajar sus precios y vender los medicamentos al coste afnales

    3 Este octavo acuerdo result de las negociaciones de la llamada Ronda Uruguay,abierta en Punta del Este, Uruguay, en 1986. Esta ronda concluy en Marraquech el15 de diciembre de 1993, cuando 117 pases firmaron dicho acuerdo de liberaliza-cin comercial, que fue finalmente aprobado por EE UU y rubricado por el Presi-dente Clinton el 8 de diciembre de 1994. La Organizacin Mundial del Comerciofue formalmente inaugurada el 1 de enero de 1995, y hasta julio se integraron enella ms de cien pases. Una clusula del acuerdo contemplaba la conversin delGATT en la OMC.

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    JOSEPH E. STIGLITZ

    de 2001. Pero el problema subyacente el hecho de que el rgi-men de propiedad intelectual establecido en la Ronda Uruguay noera equilibrado y reflejaba sobre todo los intereses y perspectivasde los productores y no de los usuarios, en los pases desarrolladoso en desarrollo sigue en pie.

    La globalizacin tuvo efectos negativos no slo en la liberaliza-cin comercial sino en todos sus aspectos, incluso en los esfuerzosaparentemente bienintencionados. Cuando los proyectos agrco-las o de infraestructuras recomendados por Occidente, diseadoscon el asesor amiento de consejeros occidentales, y financiados porel Banco Mundial fracasan, los pueblos pobres del mundo subdesa-rrollado deben amortizar los prstamos igualmente, salvo que seaplique alguna forma de condonacin de la deuda.

    Si los beneficios de la globalizacin han resultado en demasia-das ocasiones inferiores a lo que sus defensores reivindican, el preciopagado ha sido superior, porque el medio ambiente fue destruido,los procesos polticos corrompidos y el veloz ritmo de los cambiosno dej a los pases un tiempo suficiente para la adaptacin cultu-ral. Las crisis que desembocaron en un paro masivo fueron a su vezseguidas de problemas de disolucin social a largo plazo desde laviolencia urbana en Amrica Latina hasta conflictos tnicos en otroslugares, como Indonesia.

    Estos problemas no son precisamente nuevos, pero la reaccinmundial cada vez ms vehemente contra las polticas que conducena la globalizacin constituye un cambio significativo. Durante dca-das, Occidente ha hecho casi odos sordos a los clamores de los po-bres en frica y los pases subdesarrollados de otras partes del glo-bo. Quienes trabajaban en las naciones en desarrollo saban que algono iba bien cuando asistan a la generalizacin de las crisis financie-ras y al aumento del nmero de pobres. Pero ellos no podan cam-biar las reglas de juego o influir sobre las instituciones financierasinternacionales que las dictaban. Quienes valoraban los procesosdemocrticos comprobaron que la condicionalidad los requi-sitos que los prestamistas internacionales imponan a cambio de sucooperacin minaba la soberana nacional. Pero hasta la llegadade las protestas caban pocas esperanzas para el cambio y pocas sali-das para las quejas. Algunos de los que protestaban cometieron ex-

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  • EL MALESTAR EN 1ACLOBALIZAC1N

    cesos, algunos defendan an ms barreras proteccionistas contralos pases pobres, lo que habra agravado sus apuros. Pero a pesarde estos problemas, los sindicalistas, estudiantes, ecologistas ciu-dadanos corrientes que marcharon por las calles de Praga, Seat-tle, 'Washington y Genova, aadieron la urgencia de la reforma a laagenda del mundo desarrollado.

    Los manifestantes conciben la glpbalizacin de manera muy di-ferente que el secretario del Tesoro de los EE UU, o los ministrosde Hacienda y de Comercio de la mayora de las naciones indus-trializadas. La disparidad de enfoques es tan acusada que uno sepregunta: estn los manifestantes y los polticos hablando de losmismos fenmenos, estn observando los mismos datos, estn lasideas de los poderosos tan nubladas por los intereses particulares yconcretos?

    Qu es este fenmeno de la globalizacin, objeto simultneode tanto vilipendio y tanta alabanza? Fundamentalmente, es la inte-gracin ms estrecha de los pases y los pueblos del mundo, produ-cida por la enorme reduccin de los costes de transporte y comuni-cacin, y el desrnantelarniento de las barreras artificiales a los flujosde bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menor grado)personas a travs de las fronteras. La globalizacin ha sido acompa-ada por la creacin de nuevas instituciones; en el campo de la so-ciedad civil internacional hay nuevos grupos como el MovimientoJubileo, que pide la reduccin de la deuda para los pases ms po-bres, junto a organizaciones muy antiguas como la Cruz Rojalnter-nacional. La globalizacin es enrgicamente impulsadapor corpo-raciones internacionales que no slo mueven el capital y los bienesa travs de las fronteras sino tambin la tecnologa. Asimismo, laglobalizacin ha animado una renovada atencin hacia veteranasinstituciones internacionales intergiibemamentales, como la ONU, queprocuran mantener la paz, la Organizacin Internacional del Tra-bajo, fundada en 1919, que promueve en todo el mundo-activida-des bajo la consigna trabajo digno, y la Organizacin Mundial dela Salud, especialmente preocupada en la mejora de las condicio-nes sanitarias del mundo subdesarroliado.

    Muchos, quiz la mayora, de estos aspectos de la globalizacinhan sido saludados en todas partes. Nadie des'ea que sus hijos rmie-

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    JOSEPH E. STIGLITZ

    ran cuando hay conocimientos y medicinas disponibles en otroslugares del mundo. Son los ms limitados aspectos econmicos dela globalizacin los que han sido objeto de polmica, y las institu-ciones internacionales que han fijado las reglas y han establecido opropiciado medidas como la liberalizad n de los mercados de ca-pitales (la eliminacin de las normas y reglamentaciones de mu-chos pases en desarrollo que apuntan a la estabilizacin de los flu-jos del dinero voltil que entra y sale del pas).

    Para comprenderlo que fall es importante observar las tresinstitucin es "principal es que gobiernan la globalizacin: el FMI, elBanco Mundial y la OMG. Hay adems una serie de otras entidadesque desempean un papel en el sistema econmico internacionalunos bancos regionales, hermanos pequeos del Banco Mun-dial, y numerosas organizaciones de la ONU, como el Programa delas Naciones Unidas para el Desarrollo, o la Conferencia de las Na-ciones Unidas para el Comercio y e.Desarrollo (UNCTAD). Laposicin de estas organizaciones a menudo difiere marcadamentede la del FMI o el BM. La OIT, por ejemplo, est preocupada por-que el FMI presta escasa atencin a los derechos laborales, y el Ban-co de Desarrollo de Asia aboga por un pluralismo competitivoque brinde a los pases en desarrollo enfoques alternativos sobreestrategias de desarrollo, incluyendo el modelo asitico en elcual los Estados se apoyan en los mercados pero cumplen un papelactivo en crear, modelar y guiar los mercados, incluyendo la pro-mocin de nuevas tecnologas, y donde las empresas asumen unaconsiderable responsabilidad en el bienestar social de sus emplea-dos, que dicho Banco califica de claramente distinto del modelonorteamericano propiciado por las instituciones de Washington.

    En este libro me ocupo sobre todo del FMI y del BM, sobre todoporque han estado en el centro de las grandes cuestiones econmi-cas durante las ltimas dos dcadas, como las crisis financieras y latransicin de los pases ex comunistas a la economa de mercado.El FMI y el BM se originaron en la II Guerra Mundial como resulta-do de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Uni-das en Bretton Woods, New Hampshire, en julio de 1944, y fueronparte del esfuerzo concertado para reconstruir Europa tras la de-vastacin de la guerra y para salvar al mundo de depresiones eco-

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  • EL MALESTAR EN LA CLOBALIZACIN

    nmicas futuras. El nombre verdadero del Banco Mundial Ban-co Internacional para la Reconstruccin y el Desarrollo reflejasu misin original; la ltima parte, Desarrollo, fue aadido tar-do. En ese entonces el grueso de los pases del mundo subdesarro-llado eran an colonias y se consideraba que los magros esfuerzosdel desarrollo econmico podan o habran de ser responsabili-dad de sus amos europeos.

    La ms ardua tarea de asegurar la estabilidad econmica glo-bal fue confiada al FMI. Los congregados enBrettonWoods tenanmuy presente la depresin mundial de los aos treinta. Hace casitres cuartos de siglo, el capitalismo afront la crisis ms severa de su.historia. La Gran Depresin abarc todo el planetay registr incre-mentos inditos del paro. En su peor momento, la cuarta parte dela poblacin activa estadounidense estaba desempleada. El econo-mista britnico John MaynardKeynes, que despus sera un partici-pante clave en Bretton Woods, plante una explicacin simple y unconjunto correspondientemente sencillo de prescripciones: la fal-ta de una suficiente demanda agregada daba cuenta de las recesio-nes econmicas; las polticas estatales podan estimular la deman-da agregada. En los casos en los que la poltica monetaria fueraineficaz, los Gobiernos podan recurrir a polticas fiscales, subien-do el gasto o recortando los impuestos. Aunque los modelos subya-centes al anlisis de Keynes fueron posteriormente criticados y re-finados, llevando a una comprensin ms cabal sobre por qu lasfuerzas del mercado no- operan rpidamente para ajustar la econo-ma hasta el pleno empleo, las lecciones fundamentales siguen sien-do vlidas.

    Al Fondo Monetario Internacional se le encarg impedir unanueva depresin global. Lo conseguira descargando presin-inter-nacional sobre los pases que no cumplan con su responsabilidadpara mantener la demanda agregada global y dejaban que sus eco-nomas se desplomaran. Si fuera necesario, suministrara liquidezen forma de prstamos a los pases que padecieran una coyunturadesfavorable y fueran incapaces de estimular la demanda agregadacon sus propios recursos.

    " En su concepcin original, pues, el FMI se bas en el reconoci-miento de que los mercados a menudo no funcionaban: podan dar

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    JOSEPH E. STICLITZ

    lugar a un paro masivo y fallaran a la hora de aportar los fondosimprescindibles para que los pases pudiesen recomponer sus eco-nomas. El FMI surgi de la creencia en la necesidad de una accincolectiva a nivel global para lograr la estabilidad econmica, igualque la ONU surgi de la creencia en la necesidad de una accin co.-lectiva a nivel global para lograr la estabilidad poltica. El FMI esuna institucin pblica, establecida con dinero de los contribuyen-tes de todo el mundo. Es importante recordar esto, porque el Fon-do no reporta directamente ni a los ciudadanos que lo pagan ni aaquellos cuyas vidas afecta. En vez de ello, reporta a los ministros deHacienda y a los bancos centrales de los Gobiernos del mundo.Ellos ejercen su control a travs de un complicado sistema de vota-cin basado en buena medida en el poder econmico de los pasesa finales de la II Guerra Mundial. Desde entonces ha habido algu-nos ajustes menores, pero los que mandan, son los grandes pasesdesarrollados, y uno solo, los Estados Unidos, ostenta un veto efec-tivo (en este sentido es similar a la ONU, donde un anacronismohistrico determina quin ejerce el veto las potencias victoriosasde la II Guerra- pero al menos all ese poder de veto es compartidoentre cinco pases).

    El FMI ha cambiado profundamente a lo largo del tiempo. Fun-dado en la creencia de que los mercados funcionan muchas vecesmal, ahora pro clama la supremaca del mercado con fervor ideol-gico. Fundado en la creencia de que es necesaria una presin inter-nacional sobre los pases para que acometan polticas econmicasexpansivas como subir el gasto, bajar los impuestos o reducir lostipos de inters para estimular la economa hoy el FMI tpica-mente aporta dinero slo si los pases emprenden polticas comorecortar los dficits y aumentar los impuestos o los tipos de inters,lo que contrae la economa. Keynes se revolvera en su tumba si su-piese lo que ha sucedido con su criatura.

    El cambio ms dramtico de estas instituciones tuvo lugar en iosaos ochenta, la era en la que Ronald Reagan, y MargaretThatcherpredicaron la ideologa del libre mercado en los Estados Unidos yel Reino Unido. El FMI y el Banco Mundial se convirtieron en nue-vas instituciones misioneras, a travs de las cuales esas ideas fueronimpuestas sobre los reticentes pases pobres que necesitaban con

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    urgeii.cia.rss;:pr.stams^ subvenciones. Los ministros de Haciendade los ^ pases, pobres .-estaban.dispuestos, si era menester, a convertir-se para conseguir el dinero, aunque la vasta mayora de los funcio-narios estatales y, ms importante, los pueblos de sos pases confrecuencia, permanecieron escp ticos. A comienzos de los ochentahubo una purga en el Banco Mundial, en su servicio de estudios, queorientaba las ideas y la direccin del Banco. Hollis Chenery, uno delos ms distinguidos economistas estadounidenses en el campo deldesarrollo, un profesor de Harvard que haba realizado contribu-ciones fundamentales a la investigacin del desarrollo econmicov otras reas, haba sido confidente y asesor de Robert McNamara,nombrado presidente del Banco Mundial en 1968. Afectado por lapobreza que haba contemplado en el Tercer Mundo, McNamarareorient los esfuerzos del BM hacia su eliminacin, y Ghenerycongreg a un grupo de economistas de primera fila de todo elmundo para trabajar con l. Pero con el cambio de guardia llegun nuevo presidente en 1981, William. Clausen, y una nueva econo-mistajefe, Anne Krueger, una especialista en comercio internacio-nal, conocida por sus estudios sobre la bsqueda de rentas cmolos intereses creados recurren a los aranceles y otras medidas protec-cionistas para expandir sus rentas a expensas de otros, Chenery y suequipo se haban concentrado en cmo los mercados fracasaban enlos pases en desarrollo y en lo que los Estados podan hacer para me-jorar los mercados y reducir la pobreza, pero para Krueger el Estadoera el problema. La solucin de los males de los pases subdesarrolla-dos era el mercado libre. Con el nuevo fervor ideolgico,.muchos delos notables economistas convocados por Chenery se fueron.

    Aunque los objetivos de ambas instituciones seguan siendo dis-tintos, en esta poca sus actividades se entremezclaron de modocreciente. En los ochenta el Banco fue ms all de los prstamospara proyectos (como carreteras o embalses) y suministr apoyo enun sentido amplio, en forma de los prstamos de ajuste estructural;pero slo haca esto con la aprobacin del FMI, y con ella venanlas condiciones que el FMI impona al pas. Se supona que el FMIse concentraba en las crisis, pero los pases en desarrollo siemprenecesitaban ayuda, de modo que el FMI se convirti en ingredientepermanente de la vida de buena parte del mundo subdesarrollado.

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    La cada del Muro de Berln abri un nuevo terreno para el FMI: elmanejo de la transicin hacia la economa de mercado en la anti-gua Unin Sovitica y los pases europeos del bloque comunista.Ms recientemente, cuando las crisis se agudizaron e incluso losabultados cofres del FMI resultaron insuficientes, el Banco Mun-dial fue llamado para que aportara decenas de miles de millonesde dlares en ayuda de emergencia, pero esencialmente como unsocio menor, conforme a los criterios de los programas dictadospor el FMI. Rega en principio una divisin del trabajo. Se supo-na que el FMI se limitaba a las cuestiones macroeconmicas delpas en cuestin, a su dficit presupuestario, su poltica monetaria,su inflacin, su dficit comercial, su deuda externa; y se supona queel BM se encargaba de las cuestiones estructurales: a qu asignaba elGobierno el gasto pblico, las instituciones financieras del pas, sumercado laboral, sus polticas comerciales. Pero el FMI adopt unaposicin imperialista: como casi cualquier problema estructuralpoda afectar a la evolucin de la economa, y por ello el presupues-to o el dficit comercial, crey que prcticamente todo caa bajo sucampo de accin. A menudo se impacientaba con el Banco Mun-dial, donde incluso en los aos donde la ideologa del libre merca-do rein sin disputa haba frecuentes controversias sobre las polti-cas que mejor encajaran con las condiciones del pas. El FMI tenalas respuestas (bsicamente eran las mismas para cualquier pas),no vea la necesidad de ninguna discusin, y aunque el Banco Mun-dial debata sobre lo que deba hacerse, a la hora de las recomenda-ciones se vea pisando en el vaco.

    Ambas instituciones pudieron haber planteado a los pases pers-pectivas alternativas sobre algunos de los desafos del desarrollo yla transicin, y al hacerlo pudieron haber fortalecido los procesosdemocrticos. Pero ambas fueron dirigidas por la voluntad colecti-va del G-7 (los Gobiernos de los siete pases ms industrializados)4,

    4 Estados Unidos, Japn, Alemania, Canad, Italia, Francia y el Reino Unido. El G-7 serene actualmente de modo habitual con Rusia (el G-8) - Estos siete pases ya no sonlas siete economas ms grandes del mundo. La integracin en el G-7, corno los miem-bros del Consejo de Seguridad de la ONU, es en parte un asunto histricamente acci-dental.

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    y especialmente de sus ministros de Hacienda y secretarios del Te-sorOj y con demasiada frecuencia lo ltimo que deseaban era unvivo debate democrtico sobre estrategias alternativas.

    Medio siglo despus de su fundacin, es claro que el FMI no hacumplido con su misin. No hizo lo que supuestamente deba ha-cer: aportar dinero a los pases que atravesaran coyunturas desfavo-rables para permitirles acercarse nuevamente al pleno empleo. Ape-sar de que nuestra comprensin de los procesos econmicos se haincrementado enormemente durante los ltimos cincuenta aos, ya pesar de los esfuerzos del FMI durante el ltimo cuarto de siglo,las crisis en el mundo han sido ms frecuentes y (con la excepcinde la Gran Depresin) ms profundas. Segn algunos registros, casiun centenar de pases han entrado en crisis5; y lo q\i& es peor, mu-chas de las polticas recomendadas por el FMI, en particular las pre-maturas liberalizaciones de los mercados de capitales, contribuye-ron a la inestabilidad global. Yuna vez que un pas sufra una crisis,los fondos y programas del FMI no slo no estabilizaban la situacinsino que en muchos casos la empeoraban, especialmente para lospobres. El FMI incumpli su misin original de promover la estabi-lidad global; tampoco acert en las nuevas misiones que emprendi,como la orientacin de la transicin de los pases comunistas haciala economa de mercado.

    El acuerdo de Bretton Woods contemplaba una tercera organi-zacin econmica internacional, una Organizacin Mundial de Co-mercio que gobernara las relaciones comerciales internacionales,una tarea parecida al Gobierno por el'EMI de las relaciones finan-cieras internacionales. Las polticas comerciales.de! tipo empo-brecer al vecino por las cuales los pases elevaban los arancelespara preservar sus propios mercados pero a expensas de los demsfueron responsabilizadas por la extensin y profundidad de La De-presin. Se necesitaba una organizacin, internacional no slo paraimpedir la reaparicin de una depresin sino para fomentar el li-

    0 Vase Gerard Gaprio Jr., et. al., eds., Przuenting bank crises. Lsssortsjrom rece globalbanhfailures, Proceedings ofa conference co-sponsored by theFederal Reserve Bank of Chicagoand theEconomaDeuel&pmentInstitus ofthe World Sank, EDIDcveloprnentStudies, Wa-shington D. C., Banco Mundial, 1998.

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    bre flujo de bienes y servicios. Aunque el Acuerdo General sobreAranceles y Comercio (GATT) consigui recortar los arancelesconsiderablemente, era difcil arribar a un acuerdo definitivo; yslo en 1995, medio siglo despus del fin de la Guerra y dos terciosde siglo despus de la Gran Depresin, pudo nacer la OrganizacinMundial de Comercio. Pero la OMC es radicalmente distinta de lasotras dos organizaciones: no fija ella las reglas sino que proporcio-na el foro donde las negociaciones comerciales tienen lugar, y ga-rantiza que los acuerdos se cumplan.

    Las ideas e intenciones subyacentes en la creacin de las institu-ciones econmicas internacionales eran buenas, pero gradualmen-te evolucionaron con los aos y se convirtieron en algo muy dife-rente. La orientacin keynesiana del FMI, que subrayaba los fallosdel mercado y el papel del Estado en la creacin de empleo, fuereemplazada por la sacralizacin del Libre mercado en los ochenta,como parte del nuevo Consenso de Washington entre el IMF,el BM y el Tesoro de EE UU sobre las polticas canecas para los pasessub des arrollados que marc un enfoque completamente distin-to del desarrollo econmico y la estabilizacin.

    Muchas de las ideas incorporadas al Consenso fueron desarro-lladas como respuesta a los problemas de Amrica LatinaJ dondelos Gobiernos haban perdido todo control presupuestario y las po-lticas monetarias conducido a inflaciones rampantes. El gran saltoen el crecimiento registrado en algunos de los pases de la regin enlas dcadas siguientes a la II Guerra Mundial no haba tenido conti-nuidad, supuestamente por la excesiva intervencin estatal en laeconoma. Estas ideas, elaboradas para^hacer frente a problemasespecficos de Amrica Latina, fueron despus consideradas aplica-bles a pases de todo el mundo. La liberalizacin de los mercadosde capitales fue propiciadaa pesar del hecho de que no existen prue-bas de que estinrule el crecimiento econmico. En otros casos laspolticas econmicas derivadas del Consenso de Washington y apli-cadas en las naciones subdesarrolladas no eran las apropiadas parapases en los primeros estadios del desarrollo o las primeras fasesde la transicin.

    Por citar slo unos pocos ejemplos, la mayora de los pases in-dustrializados incluidos EE UU yjapn edificaron sus econo-

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    mas mediante la proteccin sabia y selectiva de algunas de sus in-dustrias, hasta que fueron lo suficientemente fuertes como paracompetir con compaas extranjeras. Es verdad que el proteccio-nismo generalizado a menudo no ha funcionado n los pases quelo han aplicado, pero tampoco lo ha hecho una rpida liberaliza-cin comercial. Forzar a un pas en desarrollo a abrirse a los pro-ductos importados que compiten con los elaborados por alguna desus industrias, peligrosamente vulnerables a la competencia de bue-na parte de industrias ms vigorosas en otros pases, puede tenerconsecuencias desastrosas, sociales y econmicas. Se han destruidoempleos sistemticamente los agricultores pobres de los pasessub des arrollad os no podan competir con los bienes altamentesubsidiados de Europa y Estados Unidos antes de que los secto-res industriales y agrcolas de los pases pudieran fortalecerse ycrear nuevos puestos de trabajo. An peor, la insistencia del FMI enque los pases en desarrollo mantuvieran polticas monetarias es-trictas llevaron a tipos de inters incompatibles con la creacin deempleo incluso en Las mejores circunstancias. Y como la liberaliza-cin comercial tuvo lugar antes del tendido de redes de seguridad,quienes perdieron su empleo se vieron arrastrados a la pobreza.As, con demasiada frecuencia la liberalizad n no vino seguida delcrecimiento prometido sino de ms miseria. Incluso aquellos queconservaron sus puestos de trabajo fueron golpeados por una sen-sacin de inseguridad en aumento.

    Los controles de capital son otro ejemplo: los pases europeosbloquearon el flujo de capitales hasta los aos setenta. Alguien po-dra decir que no es justo-insistir en que los pases en desarrollo,con un sistema bancario que apenas funciona, se arriesguen a abrirsus mercados. Pero dejando aun lado tales nociones de justicia, eseconmicamente errado; el flujo de dinero caliente entrando y sa-liendo del pas, que tantas veces sigue a la liberalLzacin de los mer-cados de capitales, provoca estragos. Los pases sub desarrolladospequeos son como minsculos "botes. La rpida liberalizacin delos mercados de capitales, del modo recomendado por el FMI, sig-nific soltarlos a navegar en un mar embravecido, antes de que lasgrietas de sus cascos hayan sido reparadas, antes de que el capitnhaya sido entrenado, antes de subir a bordo los chalecos salvavidas.

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    Incluso en la mejor de las circunstancias haba una alta probabili-dad de que zozobraran al ser golpeados por una gran ola.

    La aplicacin de teoras econmicas equivocadas no habra re-presentado un problema tan grave si el final primero del colonialis-mo y despus del comunismo no hubiese brindado al FMI y al BMla oportunidad de expandir en gran medida sus respectivos man-datos originales y ampliar vastamente su campo de accin. Hoy di-chas instituciones son protagonistas dominantes en la economamundial. No slo los pases que buscan su ayuda, sino tambin losque aspiran a obtener su sello de aprobacin para lograr un me-jor acceso a los mercados internacionales de capitales deben seguirsus instrucciones econmicas, que reflejan sus ideologas y teorassobre el mercado libre.

    El resultado ha sido para muchas personas la pobreza y para mu-chos pases el caos social y poltico. El FMI ha cometido errores entodas las reas en las que ha incursionado: desarrollo, manejo decrisis y transicin del comunismo al capitalismo. Los programasde ajuste estructural no aportaron un crecimiento sostenido ni si-quiera a los pases que, como Bolivia, se plegaron a sus rigores; enmuchos pases la austeridad excesiva ahog el crecimiento; los pro-gramas econmicos que tienen xito requieren un cuidado extre-mo en su secuencia el orden de las reformas- y ritmo. Si, porejemplo, los mercados se abren a la competencia demasiado rpi-damente, antes del establecimiento de instituciones financierasfuertes, entonces los empleos sern destruidos a ms velocidad quela creacin de nuevos puestos de trabajo. En muchos pases, loserrores en secuencia y ritmo condujeron a un paro creciente y unamayor pobreza6. Tras la crisis asitica de 1997 las polticas del FMI

    6 Se ha lanzado una multitud de crticas contra los programas de ajuste estructural, eincluso la evaluacin de los programas por el propio Fondo ha notado sus numerososdefectos. Esta evaluacin tiene tres partes: revisin interna por el personal del FMI(IMF Staff, ThfESAF at Ten Years: Economic djustment and fteform in Low-Income Coun-res, Occasional Papers 156, 12 de febrero de 1998; evaluacin externa a cargo de unexperto independiente (K. Botchwey, et al., Report by a Group of Independenl Experts rs-view: Extemal Evaluation oftheESAF, "Washington D. C., FMI, 1998); yun informe delpersonal del FMI a la Junta de Directores del FMI con una condensacin de los dosanlisis (IMF Staff, DistUling the Lessonsfrom the ESAFRfuiews, Washington D. C., FMI,julio de 199S).

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    exacerbaron las convulsiones en Indonesia y Tailandia. Las refor-mas liberales en Amrica Latina han tenido xito en algunos casosun ejemplo muy citado es Chile, pero buena parte del restodel continente an debe recuperarse de la dcada perdida para elcrecimiento que sigui a los as llamados exitosos rescates del FMIa comienzos de los aos ochenta, y muchos-sufren hoy tasas deparo persistentemente elevadas las de Argentina, por ejemplo,son de dos dgitos desde 1995 aunque la inflacin ha sido conte-nida. El colapso argentino en 2001 es uno de los ms recientes fra-casos de los ltimos aos. Dada la alta tasa de desempleo-durantecasi siete aos, lo asombroso no es que los ciudadanos se amotina-ran sino que sufrieran en silencio durante tanto tiempo. Incluso lospases que han experimentado un moderado crecimiento han vis-to cmo los beneficios han sido acaparados por los ricos, y especial-mente por los muy ricos el 10 por ciento ms acaudalado mien-tras que la pobreza se ha mantenido y en algunos casos las rentasms bajas han llegado a caer.

    En los problemas del FMI y las dems instituciones econmicasinternacionales subyace un problema de Gobierno: quin decidequ hacen. Las instituciones estn dominadas no slo por los pa-ses industrializados rns ricos sino tambin por los intereses comer-ciales y financieros de esos pases, lo que naturalmente se refleja enlas polticas de dichas entidades. La eleccin de sus presidentes sim-boliza esos problemas y con demasiada asiduidad ha contribuido asu disfuncin. Aunque casi todas las actividades del FMI y el BM tie-nen lugar hoy en el mundo subdesarrollado (y ciertamente todossus prstamos), estos organismos siempre estn presididos por re-presentantes de los pases industrializados (por costumbre o acuer-do tcito el presidente del FMI siempre es europeo, y el del BancoMundial siempre es norteamericano). stos son elegidos a puertacerrada y jams se ha considerado un requisito que el presidenteposea alguna experiencia sobre el mundo en desarrollo..Las institu-ciones no son representativas de las naciones alas que sirven.

    Los problemas tambin derivan de quien habla en nombre delpas. En el FMI son los ministros de Hacienda y los gobernadoresde los bancos centrales. En la. OMC son los ministros de Comercio.Cada uno de estos ministros se alinea estrechamente con grupos

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    particulares en sus propios pases. Los ministros de comercio refle-jan las inquietudes de la comunidad empresarial, tanto los exporta-dores que desean nuevos mercados abiertos para sus productoscomo los productores de bienes que compiten con las importacio-nes. Estos grupos, por supuesto, aspiran a mantener todas las ba-rreras comerciales que puedan y conservar todos los subsidios cuyaconcesin hayan obtenido persuadiendo al Congreso (o sus par-lamentos) . El hecho de que las barreras comerciales eleven los pre-cios pagados por los consumidores o que los subsidios impongancargas a los contribuyentes es menos importante que los beneciosde los productores y las cuestiones ecolgicas o laborales son anmenos importantes, salvo como obstculos que han de ser supera-dos. Los ministros de Hacienda y los gobernadores de los ban-cos centrales suelen estar muy vinculados con la comunidad finan-ciera; provienen de empresas financieras y, despus de su etapa enel Gobierno, all regresan. Roben Rubn, el secretario del Tesorodurante buena parte del periodo descrito en este libro, vena delmayor banco de inversin, Goldman Sachs, y acab en la empresa(Citigroup) que controla el mayor banco comercial: Gitibank. El n-mero dos del FMI durante este periodo, Stan Fischer, se march di-rectamente delFMI al Citigroup. Estas personas ven naturalmenteel mundo a travs de los ojos de la comunidad financiera. Las deci-siones de cualquier institucin reflejan naturalmente las perspecti-vas e intereses de los que toman las decisiones; no sorprende, comoveremos repetidamente en los captulos siguientes, que las polti-cas de las instituciones econmicas internacionales demasiado amenudo se ajusten en funcin de intereses comerciales y financie-ros de los pases industrializados avanzados.

    Para los campesinos de los pases subdesarrollados que se afa-nan para pagar las deudas contradas por sus pases con el FMI, o elempresario afligido por los aumentos en el impuesto sobre el valoraadido, establecidos a instancias del FMI, el esquema actual delFMI es de tributacin sin representacin. En el sistema internacio-nal de la globalizacin bajo la gida del FMI crece la desilusin amedida que los pobres en Indonesia, Marruecos o Papua-NuevaGuinea ven reducirse los subsidios al combustible y los alimen-tos; y los de Tailandia comprueban que se extiende el sida como

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    resultado de los recortes en gastos sanitarios impuestos por el FMI;y las familias en muchos pases subdesarrollados, al tener que pa-rar por la educacin de sus hijos bajo los llamados programas derecuperacin de costes, adoptan la dolorosa decisin de no enviara las nias a la escuela.

    Sin alternativas, sin vas para expresar su inquietud, para instar aun cambio, la gente se alborota. Es evidente que las calles no son elsitio para discutir cuestiones, formular polticas o anudar compro-misos. Pero las protestas han hecho que funcionarios y economis-tas en todo el mundo reflexionen sobre las alternativas a las polti-cas del Consenso de Washington en tanto que nicay verdadera vapara el crecimiento y el desarrollo. Queda crecientemente claro noslo para los ciudadanos corrientes sino tambin para los que ela-boran polticas, y no slo en los pases en desarrollo sino tambinen los desarrollados, que la globalizacin tal como ha sido puesta enprctica no ha conseguido lo que sus partidarios prometieronque lograra... ni lo que puede ni debe lograr. En algunos casos nisiquiera ha generado crecimiento, y cuando lo ha hecho, no ha pro-.perdonado beneficios a todos; el efecto neto de las polticas estipu-ladas por el Consenso de Washington ha sido favorecer a la mino-ra a expensas de la mayora, a los ricos a expensas de los pobres. Enmuchos casos los valores e intereses comerciales han prevalecidosobre las preocupaciones acerca del medio ambiente, la democra-cia, los derechos humanos y la justicia social.

    La globalizacin en s misma no es buena ni mala. Tiene el podei-de hacer un bien enorme, y para los pases del Este asitico, que hanadoptado la globalizacin bajo sus propias condiciones y su propioritmo, ha representado un beneficio gigantesco, a pesar del pasoatrs de la crisis de 1997. Pero enhuena parte del mundo no ha aca-rreado beneficios comparables. Ya muchos les parece cercana a undesastre sin paliativos.

    La experiencia estadounidense en el siglo xix constituye un buenparalelo de la globalizacin actual, y el contraste ilustra los xitosdel pasado y los fracasos del presente. Durante el siglo XIX, cuandolos costes de transporte y comunicacin cayeron y los mercados anteslocales se expandieron, se formaron nuevas economas nacionalesy con ellas llegaron empresas nacionales que hacan sus negocios

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    en todo el pas. Pero los mercados no se desarrollaron librementepor s mismos: el Estado desempe un papel crucial y molde laevolucin de la economa. El Gobierno de los EE UU conquistamplios grados de intervencin econmica cuando los tribunalesinterpretaron de modo lato la disposicin constitucional que per-mite al Gobierno Federal regular el comercio interestatal. El Go-bierno Federal empez a regular el sistema financiero, fij salariosmnimos y condiciones de trabajo y finalmente mont sistemas quese ocuparon del paro y el bienestar, y lidiaron con los problemasque plantea un sistema de mercado. El Gobierno Federal promo-vi tambin algunas industrias (la primera lnea de telgrafo, porejemplo, fue tendida por el Gobierno Federal entre Baltimore yWashington en 1842) e incentiv otras, como la agricultura, no sloayudando a establecer universidades que se encargaran de la inves-tigacin, sino aportando adems servicios de divulgacin paraentrenar a los agricultores en las nuevas tecnologas. El GobiernoFederal cumpli un papel central no slo en el fomento del creci-miento norteamericano. Aunque no emprendiera polticas activasde tipo re distributivo, alenos acometi programas cuyos beneficiosfueron ampliamente compartidos no slo los que extendieron laeducacin y mejoraron la productividad agrcola, sino tambin lascesiones de tierras que garantizaron un mnimo de oportunidadespara todos los estadounidenses.

    En la actualidad, con la cada constante en los costes de trans-porte y comunicacin, y la reduccin de las barreras creadas porlos seres humanos frente al flujo de bienes, servicios y capitales (aun-que persisten barreras importantes al libre movimiento de trabaja-dores), tenemos un proceso de globalizacin anlogo a los pro-cesos anteriores en los que se formaron las economas nacionales.Por desgracia, carecemos de un Gobierno mundial, responsableante los pueblos de todos los pases, que sxvpervise el proceso deglobalizacin de modo comparable a cmo los Gobiernos de EE UUy otras naciones guiaron el proceso de nacionalizacin. En vez deello, tenemos un sistema que cabra denominar Gobierno global sinEstado global, en el cual un puado de instituciones el BancoMundial, el FMI, la OMC y unos pocos participantes los minis-tros de Finanzas, Economa y Comercio, estrechamente vinculados

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  • El. MALESTAR EN LA GLOflAUZAClN

    a algunos intereses financieros y comerciales controlan el esce-nario, pero muchos de los afectados por sus decisiones no tienencasi voz. Ha llegado el momento de cambiar algunas de las reglasdel orden econmico internacional, de asignrmenos nfasis alaideologa y de prestar ms atencin a lo que funciona, de repensar,cmo se toman las decisiones a nivel internacional y en el intersde quin. El crecimiento tiene que tener lugar. Es crucial que eldesarrollo exitoso que hemos visto en el este de Asia sea alcanzadoen otros lugares, porque el coste de seguir con la inestabilidad glo-bal es muy grande. La globalizacin puede ser rediseada, y cuan-do lo sea, cuando sea manejada adecuadamente, equitativamente,cuando todos los pases tengan voz en las polticas que los afectan,es posible que ello contribuya a crear una nueva economa globalen la cual el crecimiento resulte no slo ms sostenible sino que susfrutos se compartan de manera ms justa.

    CAPTULO 2PROMESAS ROTAS

    _tLm mi primer da como economista jefe y vicepresidente snior delBanco Mundial, el 13 de febrero de 1997, al entrar en su gigantes-co, moderno y flamante edificio principal en la calle 19 de Washing-ton D. C., lo que llam mi atencin antes que nada fue el lema de lainstitucin: nuestro sueo es un mundo sin pobreza. En el centro delatrio, ante los trece pisos, se levanta una estatua de un joven quegua a un hombre ciego, en recuerdo de la erradicacin de la cegu-

    _ra de ro (onchocertiasis). Antes de que el BM, la OMS y otros unieransus esfuerzos para combatir esta enfermedad, en frica miles de per-sonas quedaban ciegas por este mal evitable. Al otro lado de la callese alza otro brillante monumento a la riqueza pblica, el cuartel ge-neral del Fondo Monetario Internacional. La entrada de mrmol,jalonada con abundante, flora, sirve para recordar a los ministrosde Hacienda de todo el mundo que el FMI representa los centros deriqueza y poder.

    Ambas instituciones; que la opinin pblica a menudo confun-de, ofrecen marcados contrastes que signan las diferencias en susculturas, estilos y objetivos: una est dedicada ala erradicacin dela pobreza y la otra a preservar la estabilidad global. Ambas poseenequipos de economistas que se desplazan en misiones de tres sema-nas, pero el BM se ha asegurado de que una fraccin sustancial desu personal viva permanentemente en el pas al quesepretende.asis-tir, mientras que el MI generalmente tiene un solo representanteresidente, cuyos poderes son limitados. Por lo general, los progra-mas son dictados desde Washington y perfilados por breves misio-nes durante las cuales sus funcionarios escudrian cifras en los mi-

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    nisterios de Hacienda/los bancos centrales, y se relajan en hotelesde cinco estrellas de las capitales. En esta diferencia hay algo quetrasciende lo simblico: uno no puede conocer y amar un pas si nose va al campo. No se debe ver el paro como slo una estadstica, unconteo de cuerpos econmico, vctimas accidentales en la lu-cha contra la inflacin o para garantizar que los bancos occidenta-les cobren. Los parados son personas, con familias, cuyas vidas re-sultan afectadas a veces devastadas por las polticas econmicasque unos extraos recomiendan y, en el caso del FMI, efectivamen-te imponen. La guerra moderna de alta tecnologa est diseadapara suprimir el contacto fsico: arrojar bombas desde 50.000 pieslogra que uno no sienta lo que hace. La administracin econmi-ca moderna es similar: desde un hotel de lujo, uno puede forzar in-sensiblemente polticas sobre las cuales uno pensara dos veces siconociera a las personas cuya vida va a destruir.

    Las estadsticas confirman lo que aquellos que viajan fuera de'las capitales contemplan en los pueblos de frica, Nepal, Minda-nao o Etiopa; la brecha entre los pobres y los ricos ha aumentado eincluso el nmero de los que viven en la pobreza absoluta conmenos de un dlar por da ha subido. Incluso all donde ha desa-parecido la ceguera de ro subsiste la pobreza, a pesar de todas lasbuenas intenciones y promesas formuladas por las naciones desa-rrolladas a las subdesarrolladas, muchas de las cuales fueron colo-nias de las primeras.

    Los esquemas mentales no cambian de la noche a la maana, yesto es verdad tanto en los pases desarrollados como en los subde-sarrollados. La obtencin de la libertad por los pases en desarrollo(generalmente tras una escasa preparacin para la autonoma) nomodific la actitud de sus antiguas metrpolis, que siguieron pen-sando que saban ms. Persisti la mentalidad colonial, la cargadel hombre blanco y la presuncin de que saban lo que era mejorpara los pases en desarrollo. Estados Unidos, que lleg a dominar laescena econmica global, tena mucho menos de legado colonial,pero las credenciales de EE UU tambin estaban manchadas, no porsu destino manifiesto expansionista sino por la guerra fra, du-rante la cual los principios democrticos fueron negociados o des-deados en la contienda omnicomprensiva contra el comunismo.

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    La noche