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Sobre la relación liquidez y precios en Venezuela
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El mito de la maquinita.
Investigación sobre las verdades y mentiras en torno a la relación entre Liquidez Monetaria y precios en Venezuela.
Autor: José Gregorio Piña Torres
Presentación, edición y notas: Luis Salas Rodríguez.
“La economía es parte de la cotidianidad, los invito a estudiarla. No sólo deben estudiarla los universitarios, también las organizaciones sociales, los partidos políticos, niños, adolescentes y los consejos comunales.... Es una disciplina que fue abandonada. Cuando se le pide a la burguesía discutir este tema aseguran que sólo un experto puede hacerlo, con ello pretenden mantener a la mayoría en estado de ignorancia”. Hugo Chávez.
CENTRO DE ESTUDIOS DE ECONOMÍA POLÍTICA DE LA UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
COLECCIÓN: MITOLOGÍAS.
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En Las Tres Edades de Buster Keaton se parodia una situación embarazosa contra la que suele tropezar el “saber experto”. En ella vemos a un personaje, a medio camino entre astrólogo y meteorólogo, que luego de sumergirse en uno complejos cálculos destinados a determinar el estado del tiempo ese día, graba el pronóstico en una tablilla –se supone que la escena transcurre en la Antigua Roma-‐ y sale a la calle a anunciarlo: “Cálido y soleado”. Sin embargo, al momento de abrir la puerta de su laboratorio descubre que está cayendo una feroz tormenta de nieve, por lo que se ve forzado a borrar el pronóstico y –esta vez sin cálculo previo-‐ escribe: “Tormenta de Nieve”, que pasa a anunciar enseguida, sin dudarlo un segundo ni inmutarse siquiera.
Naturalmente, el procedimiento charlatán desata risas inmediatas. Pero bien mirado, en su proceder, este “experto” da muestras de una gran honestidad en la medida que prefiere dar a conocer el hecho antes que su opinión. Y es que colocados ante dilemas semejantes, no cabe duda que muchos otros “expertos” escogerán la otra alternativa: preferir su opinión al hecho, aunque tengan que oponerle si la realidad se obstina un rechazo de percepción que interrumpa toda controversia y cierre el debate, naturalmente, en detrimento de lo real.
El filósofo Clément Rosset llama a esta anti-‐facultad “inobservancia de lo real”. Anti-‐facultad que, en no pocos casos, traspasa los límites de lo increíble y de lo sobrenatural, si bien es bastante corriente, como cualquiera puede verificarlo a diario.
Para inobservar lo real el oído es arreglado para no oír, los ojos para no ver y en general todo el aparato perceptivo para no percibir. Sin embargo, contrario a lo que se pensaría, dicho arreglo no suele responder a una ignorancia originaria de una mente y unos sentidos en blanco que se niegan a conocer. De hecho, a menudo más bien pasa justo lo inverso: se trata de un problema de exceso de “conocimiento” entendido como una amalgama de frase aprendidas, medias verdades, versiones interesadas, historias distorsionadas, mentiras flagrantes, opiniones ligeras, creencias, impresiones e ideas, que se nos presentan como evidentes por sí mismas, pero que en realidad, son asimilaciones que hacemos de visiones y versiones que se han hecho dominante en la medida en que responden a determinados intereses dominantes.
La economía en cuanto disciplina de conocimiento no sólo no escapa a esta situación, sino que de hecho de todas las disciplinas del saber humano puede que sea donde más reiteradamente la encontramos. Y es que el conocimiento económico convencional –tanto el “teórico”, como el del sentido común mediatizado-‐, formado a partir de cosas evidentes por sí mismas y rimbombantes “demostraciones” “científicas”, está atravesado de formas de expresión y de pensamiento habituales que ejercen una tiranía donde toda idea nueva o manifestación contraria a lo que establece la dogmática, encuentra feroz resistencia hasta en los últimos pliegues del entendimiento –como decía Keynes-‐ de quienes han sido educados en ella.
Contra esta tiranía del entendimiento que levanta un saber especulativo, adulterado, fraudulento y, en definitiva, mitológico, pues, como todo saber de este tipo, intenta fundamentar como natural lo que es intencionalmente histórico, como eternidad lo que es contingencia y como apolítico y objetivo lo que es fuertemente político e interesado, se dirige la colección Mitologías. Colección de trabajos investigativos-‐divulgativos para la democratización, socialización y desmitificación del debate económico, desde una perspectiva plural, heterodoxa y ampliamente comprometida con las grandes causas de la humanidad.
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Resumen
La presente investigación reúne los resultados de más de diez años de trabajo que José Gregorio Piña Torres viene adelantando sobre la relación y funcionamiento entre algunas variables macro-‐económicas. Particularmente, se aborda lo referido a la correlación planteada por la economía convencional con respecto a la incidencia del “exceso” de Liquidez Monetaria en cuanto causa de la inflación, correlación que, como aquí se demuestra con datos oficiales emanados del Banco Central de Venezuela BCV, Instituto Nacional de Estadística INE, el Banco Mundial BM y cálculos propios del autor, no tiene fundamento en la realidad.
Los resultados expuestos fueron presentados por Piña en el conversatorio La economía venezolana en la transición, realizado en el Salón Simón Bolívar de la UBV el 23 de octubre de 2014, en el marco de las II Jornadas de Creación y Recreación de Saberes de esta institución. Para los efectos de su exposición, desde el CEEP-‐UBV editamos la ponencia para la difusión en el ánimo que sirva de insumo a todos y todas los interesados.
Como la idea es que alcance al público más variado y amplio, no necesariamente familiarizado desde el punto de vista técnico con estos temas, la discusión se aborda desde una contextualización histórica y teórica de la problemática entre Dinero y Precios, entre Liquidez Monetaria e Inflación, a lo largo de lo cual se procura clarificar categorías y conceptos muchos de los cuales son manipulados por los “expertos”. Por esto se abunda en notas, definiciones y pie de páginas que no son corrientes en este tipo de publicaciones, pero que aquí consideramos indispensable.
A este respecto, revisamos la evolución del monetarismo y la teoría cuantitativa de la moneda –que son los fundamentos “teóricos” de dicha “explicación” sobre la formación de los precios-‐, al tiempo que se van reseñando las críticas -‐cuando no el franco rechazo-‐ que ambas han recibido por parte de los más grandes pensadores de lo económico, no sólo Karl Marx sino incluso exponentes del liberalismo como el mismísimo Adam Smith. Acto seguido, se reseñan estudios realizados en otras épocas y latitudes en la misma dirección del aquí presentado, que demuestran igualmente que el punto de vista según el cual los precios aumentan porque aumenta la Liquidez Monetaria es falso. En la parte final del texto, se presentan y comentan la serie de gráficas estadísticas que refutan este dogma y verifican la tesis opuesta: que en los precios se expresa el poder de los actores económicos para imponer sus condiciones en los mercados, la lucha distributiva de los formadores de precios contra la mayoría asalariada y contra otros comerciantes y productores, así como la transferencia de riqueza social desde unos sectores de la población hacia otros por la vía especulativa.
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El mito de la maquinita. Investigación sobre las verdades y mentiras en torno a la relación entre Liquidez Monetaria y precios en Venezuela.
“El primer requisito para una comprensión de la vida económica y social contemporánea es lograr una visión clara de la relación existente entre los hechos y las ideas que las interpretan. Ya que cada una de éstas posee una vida propia y, por muy contradictorio que pueda parecer, cada una de ellas es capaz de seguir un curso
independiente durante mucho tiempo”. John K. Galbraith. La sociedad opulenta.
De entre todos los tópicos de la economía ortodoxa convencional pocos son tan emblemáticos como el de la “explicación” del alza de los precios como resultado de “exceso de liquidez”. Todos hemos escuchado el argumento en la tele o en un ascensor: “existe una relación directa entre la emisión monetaria y el crecimiento de los precios, de manera que al aumentarse la primera los precios lo hacen en consecuencia.”
En efecto, la hipótesis del exceso de liquidez como explicación del alza de los precios, y por ende, como fundamento de la teoría convencional oposicionista de la inflación y la escasez, sólo rivaliza en importancia con el que culpa a los controles de precios y al tipo de cambio “atrasado”. Dependiendo de quién lo diga, el contexto y el momento, se coloca primero a uno u otro, si bien por lo general van todos juntos una vez que se agregan el déficit y la indisciplina fiscales, la inseguridad jurídica y el acoso a la iniciativa privada, todo para decir poder decir al final del día que “el único culpable de los problemas económicos es el gobierno y su modelo fracasado”.
Todas estas cosas forman parte de lo que José Gregorio Piña Torres llama falacias económicas de la oposición. Y los llama falacias no sólo porque sean falsas, que lo son, sino porque lo son de manera intencional: “Llamo falacias económicas a aquellos juicios, opiniones o análisis que, revestidos de un pseudo-‐academicismo, de una pretendida autoridad técnica, son presentados como verdad con el objetivo premeditado de confundir, falsear la realidad e inclusive inducir al error en la toma de decisiones en materias relacionadas con la economía”.1
Las falacias económicas tienen su técnica. Son difundidas originalmente por sujetos e instituciones (calificadoras de riesgo, consultoras, etc.) a los que se supone expertos, a partir de lo cual pasan a ser propagadas masivamente. De nada importa que se tenga poca o ninguna prueba de lo afirmado, pues lo que importa de una falacia no es su comprobación o veracidad empírica sino su repetición y efecto de verdad. Para garantizar esto último, suele ser de suma utilidad que vayan acompañadas con alguna imagen o figuración de fácil recordación. En el caso que nos ocupa, esa imagen suele ser la famosa “maquinita de imprimir dinero del gobierno.” Veamos:
“El reciente impulso de la inflación en Venezuela tiene causas muy concretas. Desde el año 2011, el Banco Central de Venezuela encendió la máquina de imprimir dinero para financiar la expansión del Gasto Público
1 PIÑA, José Gregorio. Las falacias económicas de la oposición. Entrevista para La Gaceta Económica. Revista del Centro de Estudio de Economía Política de la UBV. Venezuela. Nº 2. Julio-‐Diciembre 2013. P: 49.
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con claras intenciones electorales. Hugo Chávez estuvo dispuesto a jugarse la economía y su salud en las elecciones de octubre de 2012. La liquidez monetaria creció 25,34% en términos reales de noviembre 2011 hasta la fecha de la elección. Mucho dinero en la calle cazando votos, pero también bienes. En el año inmediatamente anterior a las elecciones de abril de 2013, la liquidez monetaria creció 30,43% en términos reales, signo inequívoco de que la máquina de imprimir no sólo continuó encendida sino que trabajó horas extras.”2
El dinero “inorgánico” también es otra imagen-‐metáfora muy al uso en este caso. Veámosla funcionar en el siguiente fragmento de un artículo titulado “BCV emite toneladas de dinero inorgánico y presiona la inflación”:
“La política que mantiene el directorio del Banco Central en la que financia al Gobierno y favorece el incremento de la cantidad de dinero en la economía es uno de los factores que impulsa el constante aumento de los precios. Cuando la economía recibe una fuerte dosis de dinero la demanda crece y más bolívares detrás de una cantidad de productos que no se incrementa al mismo ritmo se traduce en presiones inflacionarias porque las empresas pueden elevar los precios sin que las ventas desciendan y el directorio del BCV, al contrario de la mayoría de los bancos centrales que quieren frenar la inflación, ayuda a que aumenten los billetes en circulación.”3
Siempre será importante no descuidar el aspecto de la culpa. El experto divulgador debe subrayar que las únicas serpientes dentro del Edén de los mercados son el gobierno y los trabajadores. Para ellos, todos los problemas se deben siempre y en todo momento a “la intervención irresponsable, populista e indisciplinada del primero en la economía” para “satisfacer el empeño irracional” de los segundos de “ganar por encima de sus posibilidades” o de lo que “las economías pueden soportar sin desequilibrarse”. Citemos a José Guerra, conocido “experto” en materia inflacionaria y asesor del ex candidato de derecha Capriles Radonsky. :
“La inflación guarda una estrecha relación con las disciplina fiscal y monetaria y ello es lo que explica en buena medida las tasa de inflación que actualmente sufre Venezuela, donde existe un ex banco central que no cumple funciones de autoridad monetaria y un fisco con gastos fuera de control y sin la debida responsabilidad en el manejo de las cuentas públicas.”4
En 2008, este mismo economista, planteaba en el diario Últimas Noticias lo siguiente:
2 ALAYÓN, Ángel. El sobrecalentamiento y la inflación. PRODAVINCI. 8 de Junio de 2013. Disponible en: http://prodavinci.com/2013/06/08/economia-‐y-‐negocios/el-‐sobrecalentamiento-‐y-‐la-‐inflacion-‐por-‐angel-‐alayon-‐y-‐alfonso-‐lopez/
3 SALMERÓN, Víctor. BCV financia al gobierno y crea más presión inflacionaria. El Universal. Lunes 21 de enero de 2013. Disponible en: http://www.eluniversal.com/economia/130121/bcv-‐financia-‐al-‐gobierno-‐y-‐crea-‐mayor-‐presion-‐inflacionaria 4 GUERRA, José. La inflación según Alí Rodríguez. Tal Cual. 20 de Enero de 2009. Disponible en: http://www.pensarenvenezuela.org.ve/publicaciones/jose%20guerra/J_Guerra_La%20inflacion%20segun%20Ali%20Rodriguez-‐TalCual_20-‐01-‐2009.pdf
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“La inflación es siempre una responsabilidad de las políticas monetaria y fiscal, así de simple.”5
Valga comentar que en todos estos casos, pero de manera evidente en el último, además de falacias nos encontramos ante típicas situaciones de lo que pudiéramos llamar karaoke intelectual. Y es que en el fondo, ninguno de estos “expertos” está hablando exactamente a partir de sus respectivas experiencias como analistas del caso venezolano, sino que se limitan a repetir análisis ya hechos –también de manera fraudulenta, como veremos luego-‐ para otros contextos y situaciones transpolándolas al caso venezolano con total impunidad. En esta ocasión se trata de replicar para la economía venezolana lo dicho por Milton Friedman -‐el ideólogo del neoliberalismo global, padre fundador de la secta de tecnócratas fascista salidos de la Escuela de Chicago, el amigo y asesor de Pinochet, Reagan y Margaret Thatcher-‐ quien para emprender la cruzada contra los trabajadores asalariados, el Estado de Bienestar de los países del capitalismo central y contra el desacople progresista e inclusive revolucionario de la periferia global a finales de la década del setenta, blandió hace ya cuarenta años el fantasma inflacionario culpando a los gobiernos y a los propios trabajadores del alza de los precios.
II
José Gregorio Piña Torres, militante de larga data y analista económico de amplia trayectoria tanto en el sector público como el privado, quien fungiera, entre otras cosas, como asesor económico de la Asamblea Nacional Constituyente y del equipo de trabajo de la Ley Habilitante 2007-‐2008, tiene tiempo cargando contra estas explicaciones falaces. Lo ha hecho a través de distintos medios de comunicación y especialmente en foros y conversatorios, si bien solo ahora se presenta de manera sistemática el fruto de sus investigaciones con el aval del Centro de Estudio de Economía Política de la Universidad Bolivariana de Venezuela.
En una larga entrevista sostenida con él en agosto de 2013, a partir de la cual comenzamos un trabajo de mutua y fructífera colaboración, Piña nos explicó su punto con respecto a la relación entre liquidez y precios. Luego de hablarnos sobre otra de las falacias favoritas de los “expertos” económicos: el despilfarro y el gasto público excesivo o indisciplina fiscal, nos decía lo siguiente:
“Este tema del despilfarro y el gasto excesivo tiene una vertiente más técnica que engarza directamente con el mundo de las doctrinas económicas de corte neoliberal. Eso no siempre es tan evidente para el común de la gente, que por lo general asume esa “crítica” desde un punto de vista moral. No obstante, los operadores que están detrás de la construcción de estas matrices si lo saben aunque mientan descaradamente al respecto. Para explicarlo del modo más sencillo posible, el argumento en este caso es que al elevar su gasto y despilfarrar el gobierno -‐en colusión con el BCV-‐ lanza dinero a la calle haciendo por tanto aumentar la liquidez, lo cual, según este razonamiento, es lo que explica la inflación pues entonces pasa que hay mayor
5 GUERRA, J. La inflación y los salarios. Septiembre de 2008. Disponible en: https://acalzonquitao.wordpress.com/2008/09/22/la-‐inflacion-‐y-‐los-‐salarios-‐economista-‐jose-‐guerra/
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dinero o gente con capacidad de compra manteniéndose igual la disponibilidad de productos o incluso disminuyendo. Como se ve, esto es en líneas generales la base explicativa del oposicionismo con respecto al alza observada de los precios y la escasez, lo que repiten todos los días junto al tema de la asignación de divisas.
Ahora bien, hay varios problemas con esta afirmación, que como dijimos es un argumento neoliberal 100% pues lo que hace es repetir indiscriminadamente la máxima de Milton Friedman con respecto a que la inflación es siempre y en todo lugar un problema monetario, de aumento de la masa monetaria. El primer problema es que en lo que a Venezuela refiere, en los períodos en que ha habido menor liquidez con respecto al tamaño de la economía es cuando ha habido mayor inflación, como por ejemplo en 1989, 1996 y, más recientemente, en 2002. En 1996, por exponer un caso, la inflación estuvo en 103%, en 1989 en 81% y en 2002 en 31,2%, y justo en esos momentos la liquidez ha caído a niveles históricos por diversas razones: la caída de los precios del petróleo en el 89, los efectos devastadores de la crisis bancaria en 1996 y el sabotaje petrolero en 2002.
En sentido inverso, también hay que decir que luego de la recuperación de la economía, una vez superado el sabotaje petrolero y la consiguiente recuperación de los niveles de liquidez, la inflación como tendencia disminuyó. Esto no quiere decir que esté en los niveles deseables. Pero en promedio la inflación durante los gobiernos de los presidentes Chávez y Nicolás Maduro (23%) es menor al registrado en los últimos gobiernos de la cuarta república y en especial el último de la dupla Caldera Petkoff (59,6%). Pero hay un tercer problema que termina de echar por tierra el dogma neoliberal monetarista de que el aumento de la liquidez causa automáticamente el crecimiento de la inflación, y es que si bien recientemente existe una correlación positiva +99 entre el INPC (Índice Nacional de Precios al Consumidor) y la liquidez (lo que en la jerga económica se llama M2), el caso es que la inflación aumenta primero. Es decir, es la inflación la que empuja la liquidez y no viceversa, por la sencilla razón de que la inflación obliga a mantener mayor cantidad de medios líquidos de pago. En la serie histórica de 50 años, se ve la misma relación y el mismo rezago, siempre primero el índice de inflación y luego la liquidez. Y durante en 2013 esa ha sido exactamente la tendencia.
Esto es así, porque, al contrario de lo que sostienen los monetaristas dogmáticos; M2 está constituido por el efectivo y los medios de pago transferibles de inmediato (dinero bancario), que los actores económicos mantienen sólo para pagar los gastos corrientes del momento. Cuanto más inflacionaria sea una economía, tanto menos es la propensión de los actores económicos a mantener efectivo, porque es la única mercancía que pierde valor en esa situación ¿me explico? De lo contrario, los actores económicos mantienen activos fijos. Sin embargo, es obvio que si hay un alza en los precios de bienes y servicios, esos actores económicos deberán mantener mayor cantidad de liquidez para afrontar los pagos corrientes a un precio mayor que, digamos, el mes precedente; y habrá una mayor propensión a demandar alzas salariales, que también deben ser pagadas por los patronos. Entonces, el alza previa en los precios fuerza a crear mayor liquidez monetaria, que si no es generada por el Banco Central respectivo, entonces debe ser generada por los bancos mediante la concesión de créditos, lo que se denomina Expansión Secundaria, que multiplica el Dinero Base que crea el Banco Central.
Fíjate que si se da el caso en que haya alza pronunciada en el IPC y no hay aumento subsiguiente en la Liquidez Monetaria, y eso ocurrió en Venezuela entre 1989 y 1998, entonces la población está en el peor de los mundos, porque no tendrá ni medios de pago directos o por vía del crédito, y viene la depauperación acentuada del grueso de la población.
Desde el punto de vista teórico esto ya había sido planteado por Marx e inclusive por Adam Smith. Pero bueno, como te digo, son de esas cosas que se imponen como dogma y son repetidas indolentemente por algunos economistas e intencionalmente por otros, hasta transformarlas en sentido común e inducir a parte de la población para que defiendan la reducción de los salarios, desmantelen la seguridad social, privaticen los servicios públicos y en general reduzcan el poder adquisitivo, para supuestamente bajar la inflación
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cuando los factores que la causan son muy distintos”6
Los resultados empíricos de esta investigación, que lleva más de diez años continuos realizándose, son los que reunimos aquí actualizada a septiembre de 2014. Los mismos fueron presentados en el marco del conversatorio La economía venezolana en la transición, realizado en el Salón Simón Bolívar de la UBV el 23 de octubre de 2014, en el marco de las II Jornadas de Creación y Recreación de Saberes de esta institución.
Dinero vs. Precios: una relación históricamente problemática.
Aunque hasta donde nuestro conocimiento alcanza la medición de Piña es pionera en nuestro país, es su autor el primero en reconocer de buena gana –como vimos-‐ que lo que ha hecho simplemente es demostrar empíricamente para el caso venezolano lo que teóricamente sostuvieron no solo Carlos Marx, sino el mismísimo Adam Smith. Y es que en efecto, una de las cosas más sorprendente de lo que el periodista y economista argentino Alfredo Zaiat llama “el primer mandamiento del credo monetarista”,7 es comprobar que los padres fundadores del liberalismo económico y la economía política burguesa, y tal vez con la única excepción bastante relativa de David Ricardo, eran bastante reacios a las “máximas vulgares” –como las llamaba Smith-‐ que asociaban mecánicamente la emisión monetaria con el movimiento de los precios.
Pero más sorprende descubrir que los comentarios que hace Smith al respecto, resultan en buena medida una prolongación de observaciones previas de su mentor y amigo David Hume. Y decimos que es más sorprendente porque dentro de la dogmática monetarista a Hume específicamente se le otorga paternidad sobre la teoría cuantitativa de la moneda y el monetarismo moderno, que como es sabido son las “teorías” en base a las cuales se sustenta lo dicho en torno a la liquidez monetaria y los precios. 8 Smith aborda el tema en
6 Ibíd. P: 53-‐55. 7 ZAIAT, Alfredo. Dogma. Pagina 12. Argentina. 06 de diciembre de 2014. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-‐261385-‐2014-‐12-‐06.html 8 Si bien ha quedado claro en las investigaciones más recientes esto no es del todo cierto. Ahora se sabe que los primeros cuantitativistas y monetaristas avant la letree fueron Jean Bodin (1529-‐1596), en Francia y Martín de Azpilcueta (1492-‐1586), célebre sabio de la Escuela de Salamanca. Pero incluso antes que ellos, el fundador de la astronomía moderna: Nicolás Copérnico, escribió en 1522 un riguroso tratado de reforma monetaria. Y aún más atrás, hacia 1355, otro Nicolás: Nicolás Oresmes -‐quien por lo demás también se adelantó al primer Nicolás en la formulación de la teoría heliocéntrica-‐ escribió una obra titulada Tratado sobre el Origen, Naturaleza, Ley, y Alteración de las Monedas. La obra de Azpilicueta Comentario resolutorio de cambios, data de 1556. Mientras que la de Bodin, Respuesta a las paradojas del señor Jean de Malestroit, de 1568. Un año después vio luz la obra de otro fundador de la Escuela de Salamanca, Tomás de Mercado, Suma de Tratos y Contratos. En todos los casos, se argumenta expresamente que el nivel de precios se ve afectado por el aumento de las cantidades moneda en circulación.
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uno de los capítulos de su monumental La Riqueza de las Naciones, donde plantea al respecto lo siguiente:
“(…) la cantidad de moneda en toda nación está regulada por el valor de las mercancías que circulan por ministerio de ella; (…) el valor de las cosas que se compran anualmente en un país requiere cierta cantidad de moneda para circularlos y distribuirlos entre los propios consumidores, y no puede dar ocupación a más. El canal de la circulación admite la suma suficiente para llenarlo, pero nunca más”9
La teoría del valor-‐trabajo de la cual era partidario y pionero Smith y en general todos los clásicos, lo hacía particularmente desconfiado a la asociación mecánica de los precios a la cantidad de dinero. Pero también su agudo sentido crítico e histórico, pues Smith, antes que cualquier otra cosa, era un gran observador de la realidad de su tiempo y conocedor de la historia. Es en ese contexto que retoma las referencias de David Hume, quien en sus obras Discursos sobre la moneda y Discurso sobre el comercio, critica taxativamente la tendencia a establecer causalidades directas entre cantidad de dinero y nivel de precios, poniendo ejemplos como el de su natal Escocia a mediados del 1700, cuando el alza de los precios fue motivada por circunstancias climáticas y no por un aumento del número de billetes, como entonces se afirmaba.10
Pero no son Hume ni Smith los únicos padres fundadores de la teoría económica burguesa y del liberalismo que renegaron del monetarismo. Particularmente notable resulta el caso de Ricardo Cantillon, pensador y célebre especulador irlandés del siglo XVIII a quien se le debe una obra Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, la cual, a decir de muchos –como Stanley Jevons-‐ resulta la verdadera fundadora de la economía moderna.
En un artículo reciente del economista español José Francisco Bellod Redondo titulado ¡Recordad a Cantillon!11, se hace precisamente mención a la temprana observación (tanto como en 1755) realizada por el irlandés en su ensayo con respecto a que el efecto de un aumento de la cantidad de dinero en la economía depende del modo en que éste aumento tiene lugar, y de cómo, a quién y para qué se haga llegar ese dinero adicional. Fiel al estilo de la época, Cantillon ilustraba su punto con una metáfora: “cuando se introduce el doble de cantidad de dinero en un Estado no siempre se duplica el precio de
9 SMITH, Adam. Investigación sobre la naturaleza y causa de la Riqueza de las Naciones. FCE. México 2005. P: 387-‐388. 10 Para la lectura de David Hume se recomienda consultar: Ensayos morales, políticos y literarios. Trotta. España. 2011. Sobre Hume y su “monetarismo” se recomienda: BELLOD REDONDO, José F. El monetarismo amable de David Hume. Revista de Economía Institucional. España. Vol. 13. Nº 25. Segundo semestre de 2011. P: 387-‐393. Sobre las referencias de Smith a David Hume en La riqueza de las Naciones ver: Libro II Capítulo II Sobre el dinero. 11 BELLOD REDONDO, José F. ¡Recordad a Cantillon! Público.es. España. 29 de Octubre de 2014. Disponible en: http://blogs.publico.es/econonuestra/2014/10/29/recordad-‐a-‐cantillon/
10
los productos. Un rio que se desliza y serpentea por su cauce no corre el doble de rápido porque se duplique el caudal de sus aguas.”12
Pero la mención a Cantillon en dicho el artículo no se hacía en razón de dar cuenta de la agudeza particular de los teóricos del capitalismo temprano. Si no a propósito de confirmar sus palabras dada la realidad actual en las economías centrales y varias periféricas, donde el aumento -‐en no pocos casos vertiginoso-‐ de la liquidez monetaria no se ha traducido en un aumento de los precios ni desata brotes inflacionarios.
En efecto, desde la debacle financiera global de septiembre de 2008, en muchos países se han producido aumentos exponenciales de emisión monetaria en lo que, eufemismo mediante, se denomina “políticas de estímulo a la economía”13. El mayor ha sido el de Suiza, con un 369,8%, mientras conserva una inflación acumulada del 0,2%. Le siguen el Reino Unido, con un 282,5% de aumento de la base monetaria y una inflación de 9,6%. Y Turquía, con 220,2% y 50,9%, respectivamente. En el caso de los Estados Unidos, el incrementó ha sido de 134,6% de la base monetaria contra un 12,7% de inflación. En tanto que, para Japón, los números reportados son 140,4% y 1,7%, respectivamente. Otros casos que se pueden citar son los de Brasil, con un 178,9 % contra 36,8%; Chile: 85,3% contra 13,3%; Colombia: 72,1% contra 16,9%; Perú: 109,7% contra 15,7%; Corea del Sur: 66,6% contra 14,4%; Indonesia: 102,8% contra 30,7%; Sudáfrica: 52,7% contra 35,3% y la India: 93,7 contra 47,0 por ciento.14
Lo que demuestran cada uno de estos casos, es que la relación entre liquidez y precios es mucho más compleja que lo que aseguran los monetaristas, en especial los criollos. Pero como venimos viendo, el mérito en estas observaciones contemporáneas recae en su capacidad para contraponerse a los dogmas y el sentido común mediatizado y disfrazado de pseudo-‐ciencia, pero no exactamente en su novedad.
Así las cosas, además de los autores ya citados, es clave considerar el caso de John Stuart Mill, el último de los grandes ilustrados ingleses y sistematizador de la Economía Política clásica con sus Principios de Economía Política. En el capítulo VIII del Libro III de esta obra, titulado Del valor del dinero en función de la oferta y demanda, nos dice Mill lo siguiente, que vale la pena citar in extenso:
“El valor o capacidad de compra del dinero depende, en primer lugar, de la oferta y demanda. Pero éstas, en relación con el dinero, se presentan bajo una forma algo diferente de la oferta y la demanda de otras cosas.
12 CANTILLON, Ricardo. Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general. FCE. México. 1950. P: 115. Toda la segunda parte del libro de Cantillon está dedicada al tema de la circulación del dinero y sus efectos. 13 Decimos eufemismos porque cuando dichas políticas se llevan a cabo en países periféricos o díscolos de los dictámenes de las troikas financieras globales se les llama “populistas”. Los técnicos de la Reserva Federal norteamericana las llaman de “relajación cuantitativa”. 14 Las referencias se obtienen de un informe del Banco Central Argentino donde a través de mediciones se cuestiona la teoría monetarista de los precios. A este respecto ver: CARRILLO, Cristian. Emisión e inflación. Página 12. Argentina. 23 de Noviembre de 2014. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/28-‐8106-‐2014-‐11-‐24.html
11
(…) El principio expuesto de que los precios en general depende de la cantidad de dinero en circulación, tiene que entenderse como aplicable sólo en un estado de cosas en que el dinero, esto es, el oro y la plata, es el instrumento exclusivo de cambio, y pasa efectivamente de una mano a otra en cada compra, desconociéndose el crédito en cualquiera de sus formas. Cuando el crédito entra en juego como medio de compra, distinto del dinero constante, la conexión entre los precios y la cantidad de monedas en circulación es, según veremos más adelante, mucho menos directa e íntima, y tal conexión no se puede expresar con igual sencillez (…)
La proposición más elemental de la teoría de la circulación monetaria es que un aumento de la cantidad de dinero eleva los precios y una disminución los hace bajar; esta proposición explica todas las demás. Sin embargo, en un estado de cosas distinto del simple y primitivo que hemos supuesto, la proposición es solo cierta si las demás cosas permanecen iguales; y aun no estamos en situación de declarar cuáles son estas cosas que tienen que continuar siendo iguales. Podemos sin embargo, indicar desde ahora algunas de las precauciones que han de adoptarse al utilizar este principio para tratar de explicar prácticamente los fenómenos; precauciones tanto más indispensables cuanto que, si bien la doctrina es una verdad científica, durante los últimos años ha servido de base para un gran número de falsas teorías e interpretaciones erróneas, en mayor proporción que ninguna de las otras proposiciones que se relacionan con el intercambio. Desde que por la ley de 1819 se volvió a los pagos en efectivo, y sobre todo, desde la crisis comercial de 1825, toda alza o baja de precios es atribuido, por lo general, a la “circulación monetaria” (entrecomillado del autor); y como casi todas las teorías populares, la doctrina se ha aplicado sin tener en cuenta las condiciones necesarias para que resulte exacta.
Por ejemplo, se supone comúnmente que siempre que aumenta la cantidad de dinero que existe en el país tiene que producirse por necesidad un alza de los precios. Pero esta no es en modo alguno una consecuencia inevitable. En ninguna mercancía es la cantidad existente de la misma la que determina el valor, sino la cantidad que se ofrece en venta (…)15
A lo largo de las páginas que le dedica al tema, Mill desglosa ejemplos, casos y circunstancias que desnudan las “falsas teorías”, “interpretaciones erróneas” y “teorías populares” inducidas por el monetarismo. Al igual que Cantillon, repara en el origen pero sobre todo destino y atesoramiento del dinero por los particulares, en especial los bancos, así como en la salidas de dinero y la entrada de bienes vía importaciones. Sin embargo, remitámonos a lo expresado en la cita anterior, lo cual alcanza y sobra para nuestro propósitos.
En primer lugar, es consciente Mill del carácter históricamente pertinente del planteamiento monetarista originario: la observación que hace es que se corresponde a una época de la historia europea16 donde la moneda de circulación eran directamente de 15 MILL, John S. Principios de Economía Política. FCE. México. 1985. P: 430-‐435. 16 La época a la cual hace mención Mill es el de la llamada “Revolución de los Precios”, un período de unos 150 años – desde 1501-‐1650, aproximadamente-‐ a lo largo de los cuales los precios se sextuplicaron por todo el continente. Sobre este contexto fue que escribieron Azpilcueta, Mercado y Bodin. En la literatura convencional, se suele asociar mecánicamente el aumento de los precios durante este período a la influencia de la llegada masiva de oro y la plata a Europa tras el “descubrimiento” de América. Sin embargo, esa es solo un parte de la verdad. Pues lo que explica el alza de los precios es la llegada de dichos metales a un continente donde las monedas en circulación eran directamente de oro y plata, lo cual les otorgaba fuera de su valor nominal de cambio un valor intrínseco en cuanto metales preciosos. Pero también donde se venía experimentando una transformación demográfica y social en sentido amplio, luego de los desastres del siglo XIV, cuando entre la hambruna, las epidemias de peste, las guerras y los desequilibrios climáticos
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oro y de plata, continentes de valor intrínseco y por tanto objetos en sí mismas de deseo y posesión, más no existía todavía el dinero de papel ni las monedas de metales no preciosos, o al menos no eran las fundamentales. De ahí que diga que las proposiciones monetaristas fuera de ese contexto “simple y primitivo” son falsas. Pero además, Mill introduce un punto tanto o más fundamental: que el valor de las mercancías y mucho menos del dinero lo determina la cantidad existente de la misma, de allí el carácter peculiar en que se le pueden aplicar los principios generales de oferta y demanda.
En efecto, en la formulación estrecha de los principios de oferta y demanda de la propia economía convencional, se establece que si se da el caso de abundancia o “exceso” de oferta de una mercancía determinada, el precio de la misma se verá forzado a bajar en razón de haber sido cubierta su demanda. Caso contrario, si hay escasez de la misma, su precio tenderá a aumentar en razón del margen de demanda insatisfecha. Ahora bien, advierte Mill que en lo que al dinero concierne no queda claro que la cosa marche exactamente igual. Pues está visto que no por aumentar de cantidad su demanda quedará satisfecha en algún punto, motivo por el cual no se verá contrarrestado su valor de uso, que es su cualidad para comprar cosas, ni en consecuencia su “precio”, que es esa misma cualidad expresada cuantitativamente en cuanto cantidad de cosas que puede comprar. De tal suerte, lo que hace que el dinero “pierda valor” no es la cantidad de dinero en sí, sino que dicha cantidad no se corresponda con la cantidad de bienes o más bien con los precios que hay que pagar por ellos (que determina por tanto la cantidad a comprar), por ese motivo, no es el dinero que pierde valor, sino el precio de las cosas lo que aumenta y lo hace perder valor.
Marx es también de esta idea, si bien, como en todo lo demás, termina por dar el paso que los clásicos y particularmente en este punto Mill por razones obvias no dan. A lo largo de varios pasajes de su extensa obra, hace depender la cantidad del dinero del precio de las mercancías, con lo cual invierte – “pone sobre su pies”, para utilizar su conocida metáfora a propósito del enderezamiento de la dialéctica hegeliana-‐ la relación precios/dinero descubriendo bajo la corteza mística del monetarismo su semilla racional:
“Las mercancías son cambiadas realmente por dinero, transformadas en dinero real, solo después de haber sido transformadas previamente de modo ideal en dinero, vale decir, después de haber recibido la determinación del precio y son cambiadas entonces como precios. Los precios son por consiguiente el supuesto de la circulación del dinero.
más de un tercio de la población europea sucumbió. La llamada Gran Crisis del siglo XIV, aunque en su momento desató una fiebre especulativa, a la larga hizo bajar los precios por ausencia de compradores. A la vez que encareció los salarios por ausencia de trabajadores. Así las cosas, cuando comienzan a llegar el oro y la plata americanos en el siglo XVI, encontrará a las sociedad europea en un proceso de transición demográfica pero también de transformación de su estructura productiva donde tenemos trabajadores con niveles salariales relativamente altos con precios de alimentos y bienes relativamente bajos y con una gran cantidad de artesanos sin relación de subordinación directa y comerciantes, prestos todos a competir por un oro y una plata que, además de su valor de uso como medio de intercambio y reserva de valor, poseían intrínsecamente un gran valor adicional –y en buena medida mayor-‐ en cuanto metales preciosos.
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(…) La cantidad del dinero requerida, por lo tanto, para la circulación está determinada ante todo por el nivel alto o bajo de los precios de las mercancías puestas en circulación. La suma total de estos precios está determinada, sin embargo, primero: por los precios de las diferentes mercancías; segundo: por la cantidad de mercancías a determinados precios que entra en circulación (…) Pero, tercero: la cantidad de dinero requerida para la circulación depende no solo de la suma total de los precios a realizar, sino también de la velocidad de circulación del dinero, de la velocidad con que el comercio opera esta realización 2(…) Es claro que los precios no son altos o bajos porque circule mucho o poco dinero, sino que circula mucho o poco dinero porque los precios son altos o bajos.”17
En el Tomo I de EL Capital retoma el tema:
"La ley según la cual la cantidad de los medios de circulación depende de la suma de los precios de las mercancías que circulan y del ritmo medio del curso del dinero puede expresarse también diciendo que, dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo medio de sus metamorfosis, la cantidad de dinero o de material dinero circulante depende de su propio valor.
La ilusión de que son, por el contrario, los precios de las mercancías los que dependen de la masa de los medios de circulación y ésta, a su vez, de la masa del material dinero existente dentro de un país, es una ilusión alimentada en sus primitivos mantenedores por la absurda hipótesis de que las mercancías se lanzan al proceso circulatorio sin precio y el dinero sin valor y que luego, allí, una parte alícuota de la masa formada por las mercancías se cambia por una parte alícuota de la montaña de metal".18
Y lo vuelve a hacer en el Tomo III, cuando aborda la polémica abierta por el ricardiano Thomas Tooke a propósito de la relación entre precios y emisión de moneda en Inglaterra. Tooke escribió una obra muy importante pero convenientemente ignorada por la tradición económica: Historia de los precios y del estado de la circulación durante los años 1703-‐1856, donde estadísticamente demuestra que el aumento o disminución de los precios había precedido siempre a la ampliación o contracción del circulante, por lo que, lógicamente, el movimiento de aquellos no podía ser causado la magnitudes de ésta. Marx defiende esta posición y la apoya con sus propias reflexiones y datos a lo largo de casi doscientas páginas.19
No obstante todo lo anterior, la hipótesis monetarista terminaría por imponerse como un dogma dentro de la economía convencional burguesa hegemónica. La adopción ambigua
17 MARX, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-‐1858. (Tomo 1). Siglo XXI Editores/Editorial Universitaria Chile. Chile. 1972. 127-‐129. (Con excepción de las últimas, las cursivas son original del autor). 18 MARX, K. El Capital, Tomo I. FCE. México. 2001. Capítulo III El dinero o la circulación de mercancías. P: 81-‐82. (En una nota al pié que acompaña estas palabras Marx reconoce los aportes de Smith referidos páginas atrás) 19 MARX, K. El Capital. Tomo III. FCE. México. 2001. Capítulo XXVI al capítulo XXXV. P: 395-‐554. La referencia a este tema en Marx se la debo al profesor chileno-‐mexicano José Valenzuela Feijó en su obra Teoría General de las Economías de mercado. BCV. Venezuela. 2012. P: 265-‐268. Para una lectura adicional se recomienda: HARVEY, David. Guía de El capital. Libro Primero. AKAL. España. 2014. Más extensa resulta la lectura que le dedica el economista paquistaní-‐estadounidense Anwar Shaikh en: Valor, Acumulación y Crisis. Ensayos de economía política. Ediciones RyR. Argentina. 2006.
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pero adopción al fin y al cabo de David Ricardo a través de su teoría de las ventajas comparativas, así como su explicación de los niveles salarios en torno a la subsistencia ( su famosa “ley de hierro de los salarios”, aquella según la cual los salarios reales tienden "de forma natural" hacia un nivel mínimo, que corresponde a las necesidades mínimas de subsistencia del trabajador”-‐ le terminaron por dar prestigio y aceptabilidad. La correspondencia entre el postulado monetarista con los principios de oferta y demanda caros a la economía convencional, que los neoclásicos ampliarán con sus diferentes modelos de equilibrio de mercado, le dieron el aura científica de la que hasta entonces carecía. Por esta vía llegaremos al siglo XX, cuando el monetarismo cobre nuevos bríos de la mano de Irving Fisher primero y Milton Friedman después.
Sin embargo, resulta notable que prácticamente todos los grandes economistas del siglo XX –desde John M. Keynes, Joan Robinson y Raúl Prebisch, pasando por John K. Galbraith y Celso Furtado hasta llegar a Paul Krugman-‐ renegaron y reniegan abierta y permanentemente del monetarismo, denunciando no solo sus problemas teóricos ni su falta de correspondencia con la realidad sino sus peligrosas consecuencias políticas y sociales.20
La ciencia (ficción) monetarista.21
“Los teóricos clásicos se asemejan a los geómetras euclidianos en un mundo no euclidiano que, al descubrir en la realidad las líneas aparentemente paralelas se encuentran con frecuencia, las critican por no
conservarse derechas como único remedio para los desafortunados tropiezos en que incurren”.
John M. Keynes. Teoría General de la ocupación, el dinero y el interés.
Pero más allá de la agudeza de las apreciaciones teóricas de un Smith, un Marx o un Keynes, la principal crítica del monetarismo ha sido la realidad. La referencia que hicimos líneas atrás al artículo de Bellod Redondo sobre la actual situación europea así lo certifica. ¿Qué tenemos en este caso? Un Banco Central (en este caso, nada menos que el Banco Central Europeo) que “prendió la maquinita de hacer dinero” desde septiembre de 2008 para que con grandes inyecciones de dinero vías créditos se “estimule” la economía. ¿El
20 Otros grandes nombres pueden agregarse a esta lista. Uno de ellos del siglo XIX: el economista sueco Knut Wiksell, fundador de la Escuela de Estocolmo e ideólogo del Estado de Bienestar nórdico (Ver: WICKSELL, Knut. Lecciones de Economía Política. Ediciones Aguilar. España. 1947). Y otro seguramente más inesperado: Friedrich von Hayek, ideólogo junto Friedman del neoliberalismo pero que se inscribía en la corriente neoclásica austríaca de Karl Menger. En La desnacionalización del dinero. (Planeta-‐Agostini. España. 1994), dice lo siguiente: “El principal defecto de la teoría (cuantitativa-‐monetarista) en cualquier supuesto es, en mi opinión, que, a causa del énfasis que pone en los efectos de las variaciones en la cantidad de dinero sobre el nivel general de precios, dirige una atención demasiado exclusiva a los perniciosos efectos de la inflación o deflación sobre la relación crediticia, pero pasa por alto los efectos de, aún más importantes y dañinos, que tienen las inyecciones y retiradas de circulante sobre la estructura de precios relativos y la consiguiente asignación errónea de recursos y, en particular, la mala dirección de las inversiones que causa.” (P: 81) 21Hacemos aquí paráfrasis del profesor y economista francés Remy Herrera en su obra: Gasto Público y Crecimiento Económico. Para salir de la ciencia (ficción) neoclásica. BCV. Venezuela. 2012.
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resultado? Que Europa por el contrario no crece –como tampoco lo hacen Japón ni los Estados Unidos en la misma situación-‐ pero tampoco se genera inflación sino una peligrosa deflación y por esa vía marcha hacia una profundización de la recesión aguda que ya enfrentan. De hecho, se habla para el caso Europeo de una trampa 3-‐D: deflación, deuda y desempleo. Lo de la trampa viene a cuento de lo que Keynes llamaba “trampa de liquidez”, donde el aumento de dinero en circulación no tiene ningún efecto sobre la producción o los precios independientemente de lo bajo que estén los intereses, entre otros factores porque la gente opta por atesorarlo. Solo que en este caso no es “la gente” la que opta por atesorarlo –pues en ese mismo lapso de tiempo han visto esfumarse sus ahorros por las duras políticas de ajuste implementadas por el propio BCE-‐ sino la banca22. Por eso la referencia a Cantillon que hace Bellod Redondo: la cantidad de dinero en la economía depende del modo en que este aumento tiene lugar, y de cómo, a quién y para qué se haga llegar ese dinero adicional.
La actual situación de Europa recuerda a la de la Gran Depresión de los años 30, que sirvió precisamente de telón de fondo a la obra de Keynes, cuando los efectos del crack del 29 se amplificaron en buena parte por esa misma causa. En aquel momento, la Reserva Federal norteamericana también “prendió la maquinita”. Y sin embargo, también como ahora, la plata quedó atesorada en los bancos, entre otras razones, porque aquellos que sobrevivieron a la quiebra masiva lo hacían como medida preventiva ante nuevas corridas.23
A principios del siglo pasado hubo otros dos grandes casos que contrarían el dogma monetarista. Uno fue el proceso inflacionario vivido en los tiempos del Frente Popular Francés cuando la breve presidencia del socialista León Blum (1936-‐1938). Y el otro, la hiperinflación alemana de entre 1921 y 1923, conocida como la Hiperinflación en la República de Weimar. Ambos fueron estudiados por dos grandes economistas: Michael Kalecki y Albert Aftalion, respectivamente. Y ambos demostraron en cada caso que el
22 Ver: MORENO, Marco Antonio: Europa en serio peligro de una deflación 3-‐d: Deflación, deuda y desempleo. 10 de Enero de 2014. Disponible en: http://www.elblogsalmon.com/economia/europa-‐en-‐el-‐serio-‐peligro-‐de-‐una-‐trampa-‐3-‐d-‐deflacion-‐deuda-‐y-‐desempleo También: Liquidez monetaria: una receta que no siempre funciona. ACTIBVA. Magazine Financiero del BVA. 04 de Mayo de 2011. Disponible en: http://www.actibva.com/magazine/economia/liquidez-‐monetaria-‐una-‐receta-‐que-‐no-‐siempre-‐funciona. El actual Gobernador del Banco Central de Japón, Haruhiko Kuroda, al asumir su cargo a mediados de 2013, propuso como receta para salir de la crisis duplicar en dos años la actual base monetaria. Sin embargo, en el más optimista de los escenarios se estima que para 2015 los precios aumenten en un 2%. Ver: Japón, cerca de vencer la deflación. El Economista. 23 de Julio de 2013. Disponible en: http://eleconomista.com.mx/economia-‐global/2014/07/23/japon-‐cerca-‐vencer-‐deflacion-‐boj La situación deflacionaria generalizada de las economías centrales es tan aguda que en la última cumbre anual del FMI y el BM realizada en octubre pasado, ese fue el centro del debate. Ver: La deflación es el nuevo fantasma que asusta a los mercados globales. The Wall Street Journal. 17 de Octubre de 2014. Disponible en: http://lat.wsj.com/articles/SB10230691462901074025204580218990399205792 23 Ver: KRUGMAN, Paul. ¿Quien era Milton Friedman? El País. España. 18 de octubre de 2008. Disponible en: http://elpais.com/diario/2008/10/19/negocio/1224422070_850215.html También se recomienda: KINDLEBERGER, Charles. Manías. Pánicos y cracs. Historias de las crisis financieras. Ariel. España. 1992. Y: GALBRAITH, John K. Breve historia de la euforia financiera. Ariel. España. 1991.
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aumento de los precios aconteció primero que el aumento de la Liquidez Monetaria, siendo que ésta última corría detrás de los primeros, es decir, totalmente al revés de lo que plantea el monetarismo convencional. Kalecki extrajo del primer caso suficiente material para escribir tres textos excepcionales: Los aspectos políticos del pleno empleo, Sobre salario real y salario nominal y Lucha de clases y distribución del ingreso nacional. Aftalion, por su parte, abordó el tema en su monumental Moneda, precio e intercambio. Experiencias recientes y teorías.24
Aftalion –economista búlgaro pero nacionalizado francés-‐ demuestra con numerosa evidencia empírica cómo en el caso alemán los precios comenzaron a subir de forma vertiginosa, no solo día a día sino hora a hora, cuando evidentemente el ingreso de los consumidores y la liquidez monetaria no podían hacer lo mismo. Así las cosas, la causalidad –dice Aftalion-‐ funcionaba a la inversa: dado los requerimientos cada vez mayores (tanto como por horas) de dinero circulante para poder comprar productos cada vez más caros y cada vez más escasos (pues la gente anticipándose a los nuevos aumentos compraba en mayores cantidades acabando las existencias, mientras que los vendedores, por la misma razón, acaparaban la mercancía) se hacía necesario poner en circulación mayor cantidad de dinero para poder pagar los nuevos precios. Por otra parte, la vertiginosa depreciación que sufría el marco alemán también impactaba sobre los precios (tanto en el caso de los bienes importados –que eran los menos-‐ como los que no), lo cual impulsaba a las personas aceleradamente proteger su patrimonio cambiando el dinero contra cualquier otro bien real. Este proceso generaba un círculo vicioso, por el cual al subir los precios se provocaban nuevas depreciaciones del marco y así sucesivamente.
La obra de Aftalion es tanto más importante porque la hiperinflación de Weimar es el ejemplo arquetípico que los monetaristas suelen citar cada vez que hablan de los efectos devastadores de la inflación y la emisión monetaria descontrolada (muchas de las imágenes de gente con carretillas y torres de dinero que se han hecho populares provienen de allí). Pero además, porque de ella se desprende una teoría “psicológica” de la inflación que es tanto más verosímil que la teoría de las expectativas, el último avatar de los monetaristas para “explicar” la inflación. Sobre ese tema volveremos en una próxima entrega, cuando nos dediquemos expresamente a dar cuenta del proceso inflacionario de Venezuela y sus causas. Por ahora, veamos brevemente los planteamientos de Kalecki sobre caso francés, del cual fue además de testigo protagonista.
24 AFTALION, Albert. Monnaie, prix et change. Experiences récentes et théorie. Sirey. Francia. 1950. Sobre salario real y salario nominal y Lucha de clases y distribución del ingreso nacional, de Kalecki se encuentran en la recopilación: Michel Kalecki 1890-‐1970. Biblioteca del Pensamiento Económico BCV. Venezuela. 1999. Sobre Kalecki se recomienda: BELLAMY FOSTER, John. Marx, Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la economía política del trabajo sobre la economía política del capital. También: KRUGMAN, P. El falso factor miedo. El País. España. 11 de Agosto de 2013. Disponible en: http://economia.elpais.com/economia/2013/08/09/actualidad/1376073202_693544.html
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Los planteamientos de Kalecki sobre el desde entonces denominado experimento Blum, reflejan situaciones que, como la anterior, recuerdan a otras experiencias más recientes, como la del primer peronismo en Argentina, el kirchnerismo y el chavismo. Todo comienza con la llegada al poder de un gobierno democrático amplio –una coalición de socialista, antifascista, pacifistas y sectores progresistas – en medio de la Gran Depresión de los años 30. Dicho gobierno empieza una activa política presupuestaria para reactivar la economía y reducir el desempleo. Esta política comienza a dar frutos, lo cual se expresa en un aumento del poder adquisitivo de la población tanto por mejores salarios y derechos como por aumento del empleo que eleva a su vez el consumo. Los comerciantes y productores también se ven beneficiados, pues el aumento del poder adquisitivo se traduce en mayores ventas y ganancias. Sin embargo, en un momento determinado los capitalistas –particularmente los más grandes y concentrados, también e inclusive más beneficiados por la política inclusiva-‐ comienzan a especular con los precios, no solo ante la posibilidad de elevar los márgenes sin hacer lo propio con la inversión sino también –y para Kalecki esto es lo fundamental-‐ por razones políticas.
Tres son las razones políticas -‐mutuamente incluyentes-‐ que enumera Kalecki. La primera tiene que ver con el hecho de que en un sistema de no intervención del gobierno, el nivel del empleo depende la voluntad de los capitalistas: si estos así lo deciden, cae la inversión privada, lo que se traduce en una baja de la producción y el empleo. Por tanto, decía Kalecki, sin intervención, los capitalistas disponen de un poderoso control indirecto sobre la política gubernamental: como todo lo que pueda incomodarles y deteriorar “su” voluntad debe evitarse para que no se provoquen crisis, resulta que los gobiernos deben someterse constantemente a sus preferencias y dictados. Sin embargo, dice Kalecki, “en cuanto el gobierno aprenda el truco de aumentar el empleo mediante sus propias compras, este poderoso instrumento de control perderá su eficacia”.
Una segunda resistencia de los capitalistas a la política gubernamental que crea empleo proviene del hecho que, cuando se lleva a cabo, se sienten adicionalmente amenazados ante la posibilidad de parecer superfluos. Es decir, si dicha política de creación de empleos se articula invirtiendo en productos que comercializan los privados, estos interpretarán que el gobierno actúa como un competidor indeseable que le roba negocio y beneficios y por tanto se opondrán. Y si la intervención se realiza subsidiando compras se producirá una paradoja. Pues si bien en principio les vendrá muy bien a los capitalistas porque venderían lo que de otra forma se quedaría sin vender, más pronto que tarde se negarán a ello porque con dichos subsidios, dice Kalecki, se pone en cuestión algo de la mayor importancia: “los principios fundamentales de la ética capitalista requieren la máxima del ganarás el pan con el sudor de tu frente, es decir, siempre que tengas medios privados”.
Pero no para ahí el asunto. Incluso si los capitalistas superasen estas dos reacciones adversas, se enfrentarán a la política que puede conseguir el pleno empleo por otra razón fundamental: y es que el desempleo dejaría de ser un medio de disciplinar a los trabajadores y de limitar su capacidad reivindicativa: “La posición social del jefe se minaría y la seguridad en sí misma y la conciencia de clase de la clase trabajadora aumentaría. Las
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huelgas por aumentos de salarios y mejores condiciones de trabajo crearían tensión política” (recuérdese lo que decía Marx sobre la utilidad política del ejército industrial de reservas).
Así las cosas, al gobierno de Blum y los socialistas comenzaron a acorralarlos los capitalistas mediantes las quejas por una reducción de los beneficios. A las quejas siguieron las presiones por distintas vías siendo la primer el alza de precios, causante de malestar y los conflictos sociales. A la especulación de precios y el acaparamiento, la especulación financiera y cambiaria. La fuga de capitales mermante de las reservas lo obliga a devaluar finales de 1936, lo cual se tradujo en mayor malestar. Inglaterra comienza un cerco financiero, pero además, estimula la fuga de capitales ante las simpatías del gobierno de Blum con el gobierno republicano español ya en guerra contra el fascismo. El antisemitismo –Blum era judío-‐ comienza a ser blandido por la derecha. Finalmente, Blum se ve obligado a retroceder y sacrifica los avances sociales ante la estrechez presupuestaria lo cual lo enfrenta a sus aliados de izquierda. Poco a poco pierde gobernabilidad hasta renunciar en 1937, se vieron frustradas y Francia entraría en un debilitamiento institucional que en parte explica la facilidad con que los nazis la invadieron en 1940.25
Milton Friedman: el monetarismo corrupto y el golpe de Estado de las grandes finanzas globales.
“Solo una crisis -‐real o percibida-‐ da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función
básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable”. Milton Friedman.
Dice Krugman en ¿Quién era Milton Friedman? que, desde el punto de vista teórico, éste habría sido no solo un gran economista, sino de los más grandes. Sin embargo, no podía asegurar lo mismo de su faceta como propagandista ideológico, en la cual no cabía sino calificarlo como intelectualmente corrupto y deshonesto. Tal vez lo primero sea cierto, o al menos podría discutirse. Pero de lo que no caben dudas es que lo segundo sí lo fue y por mucho.
25 KALECKI, Michel. Aspectos políticos del pleno empleo. Eumed.net. Disponible en: http://www.eumed.net/cursecon/textos/kalecki/. Ver: KONCKZAL, Mike. Kristol, Kalecki, and a 19th Century Economist Defending Patriarchy all on Political Macroeconomics. Rortybomb. Enero 2011. Disponible en: http://rortybomb.wordpress.com/2011/01/21/kristol-‐kalecki-‐and-‐a-‐19th-‐century-‐economist-‐defending-‐patriarchy-‐all-‐on-‐political-‐macroeconomics/.
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Como decíamos al inicio, el poder divulgativo de las falacias económicas se basa no en su veracidad empírica –que no la tienen-‐ sino en su repetición y efecto de verdad. De aquí lo idóneo que resultan las frases elaboradas, metáforas e imágenes como recursos expresivos que garantizan quedarse en la cabeza de las personas. Esto Friedman lo sabía muy bien. Pero además, lo sabía hacer muy bien, como lo demuestra su fábula del helicóptero que arroja billetes, la cual –como lo de la maquinita-‐ pasó a repetirse tanto que forma parte del sentido común económico mediatizado hasta el punto que se hace referencia a ella sin saber que fue él su creador.
Esta fábula nos ubica en una isla ficticia, dentro de la cual hace vida una sociedad cuyas gentes hacen todas las cosas que hace la gente en cualquier otra sociedad, entre ellas, producir y comercializar los bienes y servicios que se consumen. Se supone que no existe ningún contacto con el exterior, ni comercio ni intercambio migratorio. Y también, que todos los habitantes tienen patrimonios individuales parecidos entre ellos. Pero un buen día aparece un helicóptero. Y de él comienza a arrojarse una gran cantidad de billetes que son recogidos por los habitantes.
Es fácil ver cuál será el resultado final, señala Friedman. La gente empezaría a gastar alegremente el dinero caído del cielo, pero como quiera que es evidente que la lluvia de dinero no haría crecer la productividad ni por tanto la oferta de bienes y servicios, el único efecto sería el aumento del número de billetes por unidad de riqueza y por tanto el aumento automático de los precios. Conclusión: los billetes traerán más inflación, no más riqueza.
El propósito de esta fábula26 era explicar la teoría cuantitativa de la moneda y el punto de vista monetarista al público no experto. Dado que la ecuación cuantitativa de Fisher27 26 La fábula del helicóptero que arroja dinero la planteó Friedman en Las paradojas del dinero (Grijalbo. España. 1992). 27 En su forma más simple, la teoría cuantitativa de Fisher sostiene lo mismo que el monetarismo clásico pero expresado en lenguaje matemático mediante la siguiente ecuación: PxQ = MxV, donde Precios (P) multiplicados por la cantidad de bienes y servicios (Q) es una igualdad con respecto M, que es moneda, multiplicado por V (velocidad de circulación), que es el número de veces que el dinero cambia de manos. En conclusión, el valor de las transacciones que se realizan en una economía ha de ser igual a la cantidad de dinero existente en esa economía por el número de veces que el dinero cambia de manos.
Pero a simple vista, la ecuación de Fisher adolece de una dificultad congénita. Y es que expresa una igualdad como situación en un momento dado (como un Balance General contable) pero no revela cómo se llegó a esa situación (como en un Estado de Resultados contable). Y esto es importante, pues resulta obvio que cualquiera de las variables implicadas puede tener –y de hecho siempre tiene-‐ distintas soluciones en la modificación del valor de alguna de las otras. De tal suerte, si por ejemplo aumentan los precios, el equilibrio se puede restablecer por aumento de los medios de pago o por aumento de la velocidad de circulación expresada como aumento del crédito bancario. O si es el caso que aumenta la demanda y no se puede aumentar la oferta con producción doméstica, hoy en día con las economías abiertas y disponibilidad de divisas, como es el caso venezolano, esa mayor demanda se puede cubrir –como se ha venido haciendo-‐ con importación, sin aumento de precios y manteniendo el equilibrio de la ecuación. Esta dificultad se presenta de manera más aberrante en la fábula de Friedman. Y es que el supuesto de una economía cerrada o aislada, es decir, sin contacto alguno con el exterior, carece de todo fundamento no solo económico sino antropológico y arqueológico, como lo comprueba todas las investigaciones que datan que el intercambio
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podía resultar árida como para producir el efecto deseado sobre las masas, y dado que las reformas económicas que tenía en mente Friedman y sus secuaces requerían ser aceptadas por dichas masas, éste buscó maneras fáciles de presentar como políticamente inevitable y necesario lo de otra forma sería políticamente imposible y hasta impensable.28
Las reformas económicas hasta entonces imposibles e impensables por las que propugnaba Friedman están implícitas en sus formulaciones teóricas. Y es que si el diagnóstico es que la inflación es un fenómeno monetario causado por un “exceso” de dinero contra unos bienes que no aumentan al mismo ritmo, y ese “exceso” es provocado por los gobiernos con sus laxas y proteccionistas políticas que hacen que los trabajadores y trabajadoras tengan salarios muy por encima de lo que la economía “equilibradamente” soportaría, entonces la solución no es otra que recortar dichos salarios, lo cual solo puede hacerse a través del despido de un buen número de estos trabajadores y trabajadoras, disminución directa de los salarios nominales o ajustando aún más hacia arriba los precios sin aumentar los salarios, de manera de disminuir los salarios reales y por tanto hacer que la gente compre menos.
En el caso de los Estados Unidos y Chile los mecanismos elegidos fueron fundamentalmente los dos primeros. Nuestros monetaristas criollos, vástagos de segunda generación y tercera generación (y en muchos casos categoría) del monetarismo corrupto y fascista friedmaniano, son más ambiciosos y plantean la aplicación de los tres juntos, motivo por el cual exigen reformar la ley de los trabajadores y trabajadoras, derogar la inamovilidad laboral, liberar los precios y congelar los salarios. 29
II
“Lo que importa para el mundo de las ideas, no es lo que pueda ser cierto, sino lo que sea considerado como cierto”. Milton Friedman.
No es este el espacio para analizar el “legado” del monetarismo neoliberal para el caso de los países mencionados con la profundidad que requiere, pero tampoco podemos dejar de mercantil es prácticamente tan antiguo como la humanidad misma. Desde este punto de vista, el monetarismo de Friedman expresado en su fábula resulta precisamente una fábula y nada más.
28 Claro que dicho trabajo de “aceptabilidad” aplicaba sobre todo para el público norteamericano e inglés y en general de las economías centrales, pues en el caso de las economías periféricas la aceptabilidad se aplicó directamente por la fuerza. El caso más conocido –que no el único-‐ fue el de Chile bajo la dictadura de Pinochet. De este tema trata justamente el betseller de la canadiense Naomi Klein La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre (Paidos. España. 2007). 29 Ver por ejemplo los planteamientos de Luis Vicente León, Francisco Rodríguez y Felipe Pérez Martí, por sólo nombrar algunos de los más conocidos.
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revisarlo aunque sea superficialmente dado el revival que se intenta hacer del mismo para nuestro país. A este respecto, baste con insistir que el monetarismo neoliberal corrupto y fascista encarnado por Friedman y sus pupilos, no sólo popularizó una lectura sesgada, interesada y en última instancia falsa de la inflación y el estancamiento económico, si no que condujo a la toma de una serie de medidas en los países donde se hicieron hegemónicas que afectaron profundamente a los asalariados colocándolos en una situación de explotación mayor, no sólo a los obreros sino también a los sectores medios profesionales.
Por otra parte, tal vez lo más increíble es que toda la retórica acerca del achicamiento del Estado nunca se cumplió. Así como nunca se cumplió la austeridad fiscal, y de hecho, la masa de dinero circulante creció exponencialmente no ya a causa del gasto social sino por intermedio del consumo a crédito y la popularización de las finanzas.30 Pero si no se cumplió e no fue porque no se pudo aplicar la receta completa. Más bien fue porque una vez aplicada condujo a un callejón sin salida gracias al cual estos países se vieron obligados a estimular de nuevo el consumo, pero como habían recortado los salarios y precarizado el trabajo reduciendo por tanto el poder adquisitivo de la masa trabajadora, lo hicieron por la vía del endeudamiento privado y familiar, dando así origen a la burbuja que se desinfló en 2008.
En lo que al desmantelamiento del Estado de Bienestar refiere, el costo social derivado de arrojar a familias enteras e incluso poblaciones al desempleo, se tradujo en un aumento de la violencia, la delincuencia, el consumo y tráfico de drogas. Por eso fue necesario construir más cárceles, pues en algún lado había que encerrar a los trabajadores y a los hijos e hijas de trabajadores echados a la calle. De este modo, la reducción del presupuesto público destinado a la seguridad social, la privatización de los servicios públicos y, en líneas generales, la reducción de la participación de los trabajadores en el ingreso nacional, no se tradujo en una reducción del Estado y ni siquiera de su presupuesto total, siendo más bien la verdad del caso que lo que operó fue una gigantesca transferencia de recurso y capacidades desde el “gasto” social hacia lo penal militar, de modo que el Estado pasó de ser un “Leviatán” de la protección social a un Leviatán penal-‐militar. Por eso se dice que el neoliberalismo a la final ha terminado siendo una especie de keynesianismo al revés: que opera gigantescas transferencias de recursos de lo social a lo penal militar, pero además, redistribuye de abajo hacia arriba. Entre otros, este ha sido un tema ampliamente trabajado por el sociólogo francés Löic Wacquant, quien en Cárceles de la miseria describe cómo los pobres y la clase 30 Adicional al hecho que nunca se redujo el déficit fiscal ni la deuda. Actualmente, para el caso norteamericano, el primero es superior al 10% del PIB, mientras que la deuda de su gobierno central –la más grande del mundo-‐ se encuentra por encima del 107%. En el caso del Reino Unido, la deuda asciende al 87,”% de su PIB para 2013 y en el de la “austera” Alemania a un 76,9%. Otros casos más asombrosos son los de España (92%), Italia (127%) y Grecia (174%), deudas todas las cuales han aumentado como consecuencia de las políticas de ajuste recomendadas por el FMI y el BCE. El caso más extraordinario de todos es el de Japón, con un 196% de deuda sobre el PIB. Cifras disponibles en: http://ec.europa.eu/eurostat/tgm/table.do?tab=table&plugin=1&language=en&pcode=teina225 Y: http://databank.worldbank.org/data/views/reports/tableview.aspx?isshared=true
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trabajadora que dejaron de ser protegidos por el Estado de Bienestar pasaron a ser perseguidos y encarcelados por el nuevo Estado policial penal.31
Debe tomarse en cuenta con respecto a esto último, que aunque los sectores de menos recursos y la clase trabajadora fueron afectados en su conjunto, los efectos más severos se sintieron entre las poblaciones afrodescendientes, en la medida en que, como conjunto, eran mayoritariamente beneficiarios de las políticas de asistencia social y discriminación positiva. Pero además, los republicanos y los operadores mediáticos hicieron todo lo posible por presentar la imagen de los y las afrodescendientes como “vagos y vividores” (de un modo similar, dicho sea, como el oposicionismo criollo y sus “expertos” económicos etiqueta a los beneficiarios de las misiones sociales) del asistencialismo estatal para legitimar el desmantelamiento de dicho sistema. Y aunque como toda generalización de este tipo también era falsa, lo cierto es que gracias al machaqueo mediático se convirtió en tópico del discurso dominante de modo que buena parte de los sectores medios y la clase trabajadora empleada validaron el desmantelamiento del welfare state, apoyando una reducción de impuestos para su mantenimiento que no sólo los perjudicaba a ellos mismos sino que era fraudulenta, ya que en la práctica la reducción impositiva operó realmente para las empresas y quienes percibían mayores ingresos.
Keynes, a propósito de la victoria de la teoría ricardiana y en general de liberalismo manchesteriano en la Inglaterra del siglo XIX, dijo que la misma se debía más que a sus virtudes explicativas propiamente tales al hecho de que justificaba muchas injusticias y crueldades sociales como un incidente inevitable de la marcha del progreso, así como al hecho de afirmar que el intento de cambiar esas cosas tenía, en términos generales, más probabilidades de causar daño que beneficio, todo lo cual al tratarse de una apología por descarte a la libertad de acción de los capitalistas individuales le atrajo el apoyo de la fuerza social dominante que se hallaba tras la autoridad.32
Algo parecido hay que decir del monetarismo. La hipótesis monetarista ha sido y vuelve a ser la punta de lanza de los ataques de los sectores más concentrados y especuladores contra toda política económica y social que suponga avances y conquistas de la clase trabajadora, puesto que las acusaciones de populismo y asistencialismo despilfarrador que se desprenden de ellas, tienen como correlato su demonización y subordinación. Lo que pasó en los Estados Unidos, Inglaterra y Chile a finales de los setenta, es lo mismo que pasa en Europa actualmente donde se han desmantelado los últimos reductor del viejo welfare state europeo y es lo mismo que pasa actualmente en Argentina y Venezuela donde se acosa a gobiernos progresistas. Y es que en el fondo, como hemos dicho, para los monetaristas contemporáneos la culpa del Estado y los gobiernos es ceder frente a las presiones y los chantajes de los trabajadores ansiosos de ganar más causando “desequilibrios”. Para ellos no son los especuladores, ni los acaparadores, ni los contrabandistas, ni los fugadores de divisas los responsables de los problemas 31 WACQUANT, Löic. Las cárceles de la miseria. Manantial. Buenos Aires. 2001. 32 Ibíd. P: 39-‐40. (Subrayado nuestro).
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económicos. De hecho, en su particular y retorcida visión, estos aparecen más bien como víctimas que actúan en defensa propia. La culpa de la inflación y todo lo demás la tienen los salarios, los para-‐salarios (las misiones) los subsidios (a la gasolina, el consumo eléctrico, la salud, los alimentos, etc.) que “aumentan excesivamente la liquidez” distorsionando una economía que funcionaría de manera virtuosa si se deja al mercado actuar asignando los recursos “como una mano invisible”. Es por ese motivo que en todos sus ajustes siempre termina pagando los platos rotos los trabajadores y las trabajadoras.
Recapitulando: la importancia de la verdad contra la especulación ideológica.
“El enemigo de la sabiduría convencional no son las ideas, sino la marcha de los acontecimientos”.
John K. Galbraith. La sabiduría convencional.
Como decíamos al comienzo, José Gregorio Piña Torres inscribe sus análisis (en cuanto a este tema al menos) en la tradición de los “padres fundadores” tanto de la economía política clásica como del marxismo, donde queda claro que la causa principal de la inflación es el poder de los actores económicos para fijar unilateralmente los precios de los bienes y servicios en busca de maximizar sus ganancias. Esta es una tradición dentro de la cual debe inscribirse también al gran economista mexicano Juan Noyola Vázquez, considerado el principal exponente de la teoría estructuralista latinoamericana de la inflación y a quien Piña cita recurrentemente en sus intervenciones.33 Piña, de hecho, tiene una definición propia sobre la formación de precios, donde claramente deja entrever su raíz clásica:
“En términos concretos, la formación de precios de bienes y servicios, es tan solo la expresión monetaria de las relaciones sociales de producción, en las cuales los distintos actores económicos, antagónicos o no, imponen hasta donde pueden su respectiva capacidad frente a la del resto, para maximizar su ganancia, conforme al tamaño e influencia de los medios de producción que posee, con el único límite de que actores económicos o políticos contrarios los contrarresten; con forme al respectivo Estado, como factor regulador, se incline hacia distintos sectores según sean los intereses a los cuales obedezca”.34
33 NOYOLA VÁZQUEZ, Juan. El desarrollo económico y la inflación en México y otros países latinoamericanos. Revista Investigación Económica Núm. XVI, Escuela Nacional de Economía. UNAM. México. 1956. Disponible en: http://www.olafinanciera.unam.mx/new_web/03/pdfs/Clasicos-‐Noyola-‐Ola-‐3.pdf Ver también: FURTADO, Cesar. La economía latinoamericana. Formación histórica y problemas contemporáneos. Siglo XXI México. 1976. Capítulo XII: Los desequilibrios provocados por la industrialización sustitutiva de importaciones: la inflación estructural.
34 Ver: PIÑA TORRES, J. G. Caracterizaciones de la guerra económica. APORREA. 19 de Septiembre de 2013. Disponible en: http://www.aporrea.org/tiburon/a173811.html
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Pero lo que hace particularmente notable el trabajo investigativo aquí presentado, es que demuestra que lo que dice el dogma monetarista es falso, utilizando para ello el mismo arsenal de indicadores que es blandido por los monetaristas para disparar sus diagnósticos. Y es notable entre otras cosas puesto que nos ahorra la discusión escolástica sobre la infalibilidad de los modelos econométricos y expertos para colocarlos como lo que son: subterfugios para traficar ideologías e intereses.
Además del trabajo ya citado de Bellod Redondo y del informe del Banco Central de la República Argentina, recientemente en este último país –que enfrenta una situación de Guerra Económica especulativa como la nuestra-‐ se han publicado resultados similares a los de Piña si bien con alcances menores en lo que a escala de tiempo refiere. Que conozcamos, se encuentra el trabajo del economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular GEENAP Marcelo Janda: La emisión Monetaria de los tres últimos años no explica el alza de los precios. El también economista Alejandro Fiorito publicó: El extraño y atávico caso del monetarismo argentino y Mitos convencionales sobre la inflación: “exceso” de demanda” y monetarismo. En días pasados el economista y periodista argentino Alfredo Zaiat, publicó una nota en el diario Página 12 que citamos páginas atrás titulada Dogma donde hace una reseña sobre el tema y específicamente se refiere a los trabajos de Fiorito.35
Así las cosas, y luego de este largo rodeo tal vez un poco largo pero necesario para revelar las coordenadas tanto teóricas como políticas de este debate, y por tanto, resaltar su importancia, pasemos a ver los resultados del trabajo de Piña sobre la relación histórica entre liquidez y precios para el caso venezolano.
En primer lugar, el aporte es de manejo y distinción de categorías. Y es que Piña en su exposición distingue claramente la liquidez monetaria propiamente tal (M2) de la Base Monetaria (BM). Y esta es una distinción muy importante, pues aunque técnicamente hablando todo economista convencional la conoce, en la jerga monetarista vulgarizada y los análisis de la maquinita de billetes ambas cosas se confunden intencionalmente para culpar al gobierno del “exceso de liquidez”.
35 JANDA, Marcelo. La emisión Monetaria de los tres últimos años no explica el alza de los precios. GEENAP. 05 de noviembre de 2014. Disponible en: http://www.geenap.com.ar/informe.php?id=108 FIORITO, Alejandro. El extraño y atávico caso del monetarismo argentino. Circus. Revista Argentina de Economía. 22 de septiembre de 2014. Disponible en: http://grupolujan-‐circus.blogspot.com/2014/09/el-‐extrano-‐y-‐atavico-‐caso-‐del.html. Del mismo autor: Mitos convencionales sobre la inflación: “exceso” de demanda” y monetarismo. El Economista. Argentina. 19 de noviembre de 2014. Disponible en: http://www.eleconomista.com.ar/2014-‐11-‐mitos-‐convencionales-‐de-‐la-‐inflacion/ También habría que agregar en esta lista al trabajo de: PISANI, Fernando. La inflación, el Caballo de Troya del neoliberalismo. Ediciones “De un tirón”. Argentina. S/A. En este trabajo el autor no aborda específicamente este tema, pero sí lo hace indirectamente al criticar el monetarismo y defender un punto de vista de la inflación como reflejo de la puja distributiva. El texto de Pisani está disponible en: http://www.deuntiron.org/web/bajarlibroinflacion
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A este respecto, M, en sentido estricto, corresponde al agregado monetario compuesto por monedas y billetes en poder del público. Es decir, estamos hablando aquí del efectivo cuya emisión es responsabilidad de la autoridad monetaria pública (BCV-‐Casa de la Moneda). Por su parte, M1 incluye las cuentas corrientes y de ahorro y en general los medios de pago libremente transferibles por vía electrónica, mientras que M2 incluye –además de lo anterior-‐ los depósitos a largo plazo que generan intereses.
Es así que M2, la corrientemente llamada Liquidez Monetaria, se trata mayormente de un dinero secundario, o dinero quirografario, que se multiplica a partir de la Base Monetaria y cuyo control escapa en buena medida de los bancos centrales ya que depende de los bancos y sus políticas, allende la regulación que en el caso venezolano se ejerce a través de la Superintendencia de Bancos SUDEBAN y el propio BCV. En términos amplios, en M2 se concentran todos los medios de pago disponibles, por lo que es considerado el agregado monetario más relacionado con el volumen de gastos de las personas y empresas.
En cambio, la Base Monetaria sí es el dinero generado por los bancos centrales, en el caso venezolano por parte del BCV, sea bajo la forma de Efectivo, como por medio de registros contables electrónicos al adquirir divisas, metales y piedras preciosas o títulos de crédito. A partir de la Base Monetaria, los bancos al recibir los depósitos del público del dinero generado por los bancos centrales, proceden a ejecutar la Intermediación Financiera, concediendo créditos bajo la forma de préstamos o mediante la compra de títulos emitidos por empresas o entes públicos distintos del BCV.
Esos créditos bancarios constituyen la llamada Expansión Secundaria porque expanden la cantidad de dinero en la economía más allá del dinero base o Base Monetaria generada por el BCV. A su vez, el monto de los créditos concedidos se agrega a la Liquidez Monetaria (M2) y a los depósitos bancarios, con lo cual los mismos bancos pueden nuevamente conceder créditos adicionales.
La cantidad de veces en que, partiendo de la Base Monetaria, los bancos multiplican el dinero que compone la Liquidez Monetaria, es el llamado Multiplicador Monetario, que para el lapso enero-‐septiembre de 2014, en Venezuela osciló en torno a 2,75. Esto es, los bancos crearon dinero por el equivalente adicional de 2,75 veces el monto de la Base Monetaria generada por el BCV. Sobre este volveremos más adelante.
Una vez precisado esto, veamos pues las gráficas.
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GRÁFICA 1
En esta Gráfica (Gráfica 1) tenemos una medición histórica desde 1958 hasta el presente, donde se demuestra que la relación entre Liquidez Monetaria (M2) y los Precios (en este caso, por razones del lapso estudiado, medidos por los Índices de Precios al Consumidor IPC) 36 es bastante relativa y a todas luces más compleja de lo que sugieren los monetaristas. De hecho, en la medición comportan ambas variables una correlación mediana (0,5), siendo el caso en que hay momentos en que los precios se disparan con decrecimiento de la liquidez, así como otros en que la Liquidez Monetaria crece sin que lo hagan los precios, e incluso, disminuyan como tendencia, o donde ambos disminuyen o crecen pero no proporcionalmente. Por lo demás, se observa que en los casos donde se mueven en la misma dirección, primero lo hacen los precios y luego la Liquidez Monetaria, que busca precisamente ajustarse a los nuevos precios.
36 El BCV genera desde 1950, los índices de precios. Sin embargo, hasta 2007 lo hacía mediante el Índice de Precios al Consumidor del área metropolitana de Caracas (IPC o IPC-‐ AMC). La necesidad de contar con un índice de mayor cobertura geográfica, impulsó la decisión de definir un nuevo indicador de precios al consumidor con mayor alcance geográfico. Es así como nace, en el año 2004 la idea del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que se comienza a utilizar en 2008. La decisión de tomar acá el IPC y no el INPC es para hacer posible el empalme de la serie sin distorsionarla.
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GRÁFICA 2
En la Gráfica 237 tenemos el mismo seguimiento pero enfocado sobre lo ocurrido en el año 2013, el primero del recrudecimiento de la Guerra Económica tras la desaparición física del Presidente Chávez. En este caso, si bien tenemos una correlación casi perfecta entre Precios y Liquidez Monetaria (0,992791), se observa no obstante de manera todavía más clara la tendencia de la Liquidez Monetaria a ir detrás de los precios con rezago de un mes, lo que comprueba la hipótesis según la cual la ésta busca ajustarse a los nuevos precios, algo de lo que cualquiera que haga compras puede dar fe en la medida en que debe disponer de más medios de pago para comprar. Pero la siguiente Gráfica, (Gráfica 3), correspondiente a 2014, el rezago se amplía a dos meses y la correlación de hecho pasa a ser negativa (-‐0,04), lo que ratifica el movimiento arbitrario de los precios con respecto a la Liquidez Monetaria. De tal manera, el factor desequilibrante de la economía no parece ser la moneda, sino los precios especulativos.
37 En esta Gráfica 2 como en la Gráfica 3, la serie de Liquidez Monetaria se construye a partir de las cifras publicadas al BCV al cierre de cada semana. Cabe señalar que por razones metodológicas se excluyen los meses de noviembre y diciembre dada la distorsión histórica que se observa durante los mismos de aumento transitorio de M2 (por concepto de pago de utilidades, aguinaldos, etc.) que tiende a revertirse en enero del año siguiente
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GRÁFICA 3
Pero veamos el siguiente cuadro (Cuadro 1). En él se observa con las cifras reales correspondientes al lapso referido en la gráfica anterior, enero-‐septiembre de 2014, que NO es el dinero creado por el BCV el factor que ha impactado la Liquidez Monetaria, sino que el crecimiento de la Liquidez Monetaria responde al incremento generado por los nuevos créditos bancarios. La diferencia a favor de los créditos bancarios puede explicarse por la cuantía de los intereses devengados y cobrados por dichos bancos comerciales en el mismo lapso referido, que también constituyen endeudamiento para quienes recibieron esos créditos.
CUADRO 1
Crecimiento de M2, enero-‐septiembre 2014 Bs. 342 millardos Crecimiento de Créditos Bancarios (directos y compra de títulos) enero-‐septiembre 2014 Bs. 393 millardos
PIB nominal cierre 2013 (Banco mundial y cálculos propios) Bs. 2.761,2 millardos
INPC medio enero-‐agosto 2014: 13,689% 13,69% Aumento nominal de Precios: Bs. 378 millardos
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De nuevo, establecido que primero aumentó el INPC y con posterioridad creció proporcionalmente M2, el incremento de los créditos bancarios buscó cubrir la necesidad de los actores económicos de pagar mediante nuevo endeudamiento los mayores costos en los bienes y servicios. Así, en el Cuadro 1, se verifica que al aplicar la tasa media del incremento del INPC en el referido lapso de enero-‐septiembre de 2014, al monto nominal del PIB al cierre del año 2013, es decir, el monto absoluto en que se incrementaron los precios en ese lapso, tenemos que coincide con el incremento del crédito bancario del mismo período.
Así las cosas, el crecimiento de M2 observado en enero-‐septiembre de 2014, no es por aumento de la Base Monetaria BM, es decir, porque se haya prendido la maquinita, sino que la expansión secundaria medida por relación del incremento de M2 entre el incremento de BM en dicho lapso, se aceleró en más de un 56%. El multiplicador para esos incrementos fue de 4,28 contra 2,74 del acumulado al cierre de 2013, es decir, la banca aceleró la concesión de créditos al ritmo de la inflación de 2013.
Ahora bien, un comentario adicional que pueda hacerse a partir de esto, es que por esta vía se confirma lo dicho por nosotros en otros espacios con respecto a que la inflación, lejos de ser una distorsión de los mercados, como plantean los economistas convencionales, debe entenderse como una transferencia de ingresos y riqueza social desde un(os) sector(res) de la población hacia otro(s) por la vía del aumento de los precios.38 O dicho en los términos de Loyola citados a menudo por Piña: “la inflación no es sino un aspecto particular del fenómeno más general de la lucha de clases”. Esta transferencia se produce en lo fundamental desde los asalariados hacia los empresarios, pero también, desde un fracción del empresariado hacia otra fracción de los mismos. Es decir, en la inflación se expresa la lucha de fracciones o sectores empresariales (en especial los más concentrados) por incrementar sus ganancias a costa del salario y los ahorros de los trabajadores (o sea, de la mayoría de la población), pero también con cargo a las ganancias y ahorros de otros sectores empresariales en especial los pequeños, medianos y menos concentrados. Así las cosas, en lo que al caso venezolano concreto refiere –y en el entendido que en otro trabajo nos dedicaremos concretamente a dar cuenta de esto-‐ en la colusión histórica entre la banca privada y los grandes sectores comerciales rentistas con poder para fijar e imponer los precios, es donde hay que buscar las claves de la especulación que enfrentan tanto los asalariados como muchos comerciantes.39
38 Ver: SALAS RODRÍGUEZ, Luís. Escritos desde la guerra económica. Editorial El Perro y la Rana. Venezuela. 2014. P: 119. También: Precios, especulación y guerra económica. Diez claves. SURVERSION. Disponible en: http://surversion.wordpress.com/2013/09/14/precios-‐especulacion-‐y-‐guerra-‐economica-‐diez-‐claves/ 39 Lo que en parte explica por qué históricamente las ganancias de la banca venezolana son mayores en contextos inflacionarios que ella misma ayuda a promover por distintas vías, entre ellas, la generalización del crédito al consumo de bienes finales (por ejemplo, subiendo unilateralmente los topes de las tarjetas de crédito, es decir, sin solicitud previa del usuario). Sobre las ganancias de la banca e inflación ver nuestra nota: Desmontando la Cuarta: sobre la eliminación del ajuste por inflación. Misión Verdad. Disponible en: http://misionverdad.com/la-‐guerra-‐en-‐venezuela/desmontando-‐la-‐cuarta-‐sobre-‐la-‐eliminacion-‐de-‐ajuste-‐por-‐inflacion Del propio Piña también se recomienda: El verdadero margen de intermediación de los bancos
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Pero sigamos. En la gráfica siguiente (Gráfica 4) se observa la relación histórica entre inflación y crecimiento del PIB. Y en ella se comprueba claramente que en los períodos en que ha habido mayor inflación, el crecimiento real de la economía ha sido menor o hubo decrecimiento. Sin embargo, aquí también la relación pareciera ser a la inversa de la que plantea el dogma convencional, pues por lo general la inflación aparece primero y luego la economía se estanca o decrece, por lo que puede decirse que la inflación se constituye en un factor recesivo y no en un síntoma de la recesión. Esa relación se observa de forma muy clara a finales de la década de los ochenta y hacia la segunda mitad de los noventa. Y valga aclarar que en los picos inflacionarios más violentos de aquellos años coinciden con la eliminación de los controles de precio y cambio, apertura a la inversión extranjera, congelamientos salariales y, como se demuestra en la Gráfica 1, con bruscas caídas de la Liquidez Monetaria, es decir, con todas las cosas que los “expertos” recomiendan como medidas a tomar para salir de la “crisis”.
GRÁFICA 4
venezolanos. APORREA. 19/05/2011. Disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a123587.html En muchas ocasiones, el llamado “consumismo” suele no sólo tergiversar la democratización del consumo (hacia los sectores populares históricamente excluidos del mismo, limitados antes en el mejor de los casos al consumo de subsistencia), sino encubrir las prácticas de ahorro indirecto a las que se ve forzada una parte de la población ante la inexistencia de mecanismos de ahorro directo. Este ahorro indirecto se realiza principalmente vía la compra de activos que se revalorizan, como por ejemplo vehículos. Ver: Un comentario sobre “consumismo” y ahorro. Disponible en: http://surversion.wordpress.com/2013/11/24/un-‐comentario-‐sobre-‐consumismo-‐y-‐el-‐ahorro/ Esta operación de transferencia se observa de manera aún más clara en el caso del rentismo inmobiliario tanto de viviendas como comercial.
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El la Gráfica 5, podemos observar la misma relación pero desde una óptica diferente. Y es que visto como tendencia, en los momentos en que el ritmo de crecimiento de la economía venezolana ha sido menor la pendiente inflacionaria ha sido más marcada. Caso contrario al período de 1999 en adelante, con la excepción pronunciada de 2002 y comienzos de 2003 con las incidencias del Golpe de Estado y el sabotaje petrolero. En los dos últimos años el recrudecimiento de la Guerra Económica y las acciones especulativas han reportado un impacto similar si bien menos marcado.
GRÁFICA 5.
La gráfica siguiente (Gráfica 6) es muy importante para detallar aún más la ausencia de relación entre la cantidad de dinero y la inflación. De hecho, matemáticamente se evidencia una correlación nula. Así las cosas, cuando el Índice de Monetización (M2/PIB) disminuyó en más del 60% durante el lapso 1989 a 199940, en esos años la inflación fue
40 Entre otros factores porque el BCV ocultaba y negaba las utilidades cambiarias, drenaba Liquidez Monetaria mediante la emisión de títulos -‐los tristemente célebres “Bonos Cero Cupón”, y luego los TICC que sólo adquirían bancos privados que estaban desfalcando a sus clientes-‐ y, al mismo tiempo, fue protagonista de la crisis bancaria que casi eliminó la concesión de créditos, a todo lo cual hay que sumarle la política petrolera suicida de la “meritocracia” de la vieja PDVSA que llevó el precio del barril de petróleo a 8 dólares y virtualmente eliminó la regalía. En su exposición agrega Piña Torres: “En esos años, cuando la caída
PIB Acumulado vs. IPC Acumulado
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1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 20130,00%
20,00%
40,00%
60,00%
80,00%
100,00%
120,00%
140,00%
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180,00%
200,00%
INFLACIÓN ACUMULADA CRECIMIENTO PIB ACUMULADO
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mucho mayor. Algo similar a lo que ocurrió entre 2002 y comienzos de 2003, cuando como resultado del golpe de Estado y el sabotaje petrolero protagonizado por FEDECAMARAS y la “meritocracia” de PDVSA, la Liquidez Monetaria cayó mientras la inflación se disparó. En los tiempos del presidente Hugo Chávez y Nicolás Maduro apenas se ha recuperado el nivel de monetización previo. De hecho, a septiembre de 2014, el índice de monetización es de 40,6 %, un nivel igual al de finales de los años 70 del pasado siglo.
GRÁFICA 6
En la Gráfica 7 se puede observar lo mismo de manera más ilustrativa. Se refleja cómo la monetización tan sólo ha crecido a la fecha al ritmo exigido por el crecimiento real (descontando inflación) de la economía, ya que M2 debe crecer si crece la economía (de hecho es una señal de ello por haber mayor actividad económica). Adicionalmente, se muestra cómo es a partir de año 2000 que se recupera la caída exagerada de M2 en los real del poder adquisitivo de los asalariados disminuyó en promedio 80%, la población ni siquiera podía acudir al endeudamiento por la vía del crédito bancario porque no tenía capacidad para que los bancos se los concediesen. Por ello, adicionalmente, no hubo presión subsecuente para el crecimiento de M2.”
33
años anteriores, disminución brutal de la Liquidez Monetaria que acentuó la subida de la inflación, como muestran las curvas de las gráficas anteriores.
GRÁFICA 7
En cuanto a la Gráfica 8, la misma apunta a desmontar otra conocida falacia que busca asociar el aumento de la inflación como consecuencia de la “falta de respaldo de la moneda”. En efecto, con las respectivas curvas de los valores históricos desde el año 1986 de la relación entre Respaldo Monetario (Reservas Internacionales Netas/Base Monetaria) e INPC, queda demostrado, primero, que en Venezuela en los años en que hubo mayor “respaldo” del bolívar fueron los años en que hubo los mayores incrementos en las inflaciones anuales. Segundo, que hasta el año 2001, fecha en que, como quedó dicho, el BCV comenzó a entregar las utilidades cambiarias que venía ocultando y reteniendo desde finales de 1998, hay una correspondencia exacta entre los años en que hay mayor “respaldo” y los años de mayor inflación anual. Y, tercero, que a partir de año 2002, a pesar de que disminuye la relación de “respaldo” monetario, igualmente hay una reducción significativa de la tendencia del alza de la Inflación.
Crecimiento Real del PIB vs. Índice de Monetización
0%
20%
40%
60%
80%
100%
120%
140%
160%
180%
200%
1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
CRECIMIENTO REAL DEL PIB Índice de Monetización
Coef. Correl. : + 0.755
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GRÁFICA 8
Sobre este particular y central tema, Piña Torres ha cuestionado recurrentemente a quienes de manera automática vinculan la Liquidez Monetaria con el monto de las Reservas Internacionales (del país que sea) para “justificar” supuestas tasas cambiarias “óptimas”. Veamos:
“(…) carece totalmente de base económica y contable y hasta de lógica, establecer el tipo de cambio de equilibrio de la forma como no sólo han planteado los analistas de Oposición, sino incluso legisladores y funcionarios integrantes de las fuerzas del Gobierno Nacional; que consiste en dividir la Liquidez Monetaria (M2) entre los Activos de Reserva, procedimiento que al 06-‐06-‐14, fecha última en que se conoce M2, nos daría un tipo de cambio aproximado de Bs. 62,98 por cada US$. Tal parece que este mismo procedimiento erróneo y excesivamente sobreestimando está siendo seguido por los participantes del SICAD II, pero tomando sólo los dos factores más líquidos: Efectivo y Depósitos a la Vista, o tal vez una prima de riesgo.
En general, tan sólo suponer que la Liquidez Monetaria puede ser comparada contra las RIN ignora que la mayor parte de dicha liquidez es tan sólo dinero quirografario, generado por los bancos comerciales mediante Expansión Secundaria, sea como créditos directos o mediante adquisición de emisiones de obligaciones públicas y privadas; y como tal no puede ir contra las RIN, porque mucho antes se agotaría la Base Monetaria (BM) que es el dinero emitido por el respectivo Banco Central de cada país. Pocos saben y menos dicen que la mayoría del dinero es creado por los bancos comerciales públicos y privados mediante emisión de deuda, los créditos que conceden. Por tal razón, M2 no requiere respaldo por parte de la
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autoridad monetaria, que no ha generado ni tendrá que responder por la mayor parte de M2, la correspondiente al Multiplicador Monetario. De hecho, ningún banco central respalda M2, y no digamos en Venezuela, donde el Multiplicador Monetario es bastante bajo en términos relativos, sino en países como en EUA donde dicho indicador supera el valor de 50. Sólo a título de ejemplo, al cierre del año 1989, con plena libertad cambiaria en Venezuela, a pesar de la caída de la intermediación bancaria y las operaciones de drenaje de Liquidez por parte del BCV, la Liquidez Monetaria superaba en 44% a las Reservas Internacionales del BCV. Pero, para aclararles todavía más el panorama a ignorantes, incrédulos(as), malintencionados(as) y pendejos(as), examinemos un caso actual en un país con libre convertibilidad de su moneda, Colombia al 31-‐05-‐14, fecha de los más recientes Estados Financieros y Estadísticas Monetarias mensuales publicadas por el Banco de la República, Banco Central de Colombia. Según dichos documentos, en Colombia al 31-‐05-‐14, La Liquidez Monetaria (M2) equivalía a 5,16 veces la Base Monetaria (BM), es decir, que el Multiplicador Monetario (k) en Colombia es igual a 5,16.
Más importante aún, a los efectos de la improcedencia de dividir M2 entre las RIN para calcular el tipo de Cambio, es que a la fecha en Colombia, la Liquidez Monetaria es 3,44 veces superior a las Reservas Internacionales del Banco de la República de Colombia, emisor del peso colombiano, valoradas las Reservas Internacionales al precio de mercado (mark to market) del día. Según el errado método de dividir M2 entre las RIN, eso significaría que el tipo de cambio libre a la fecha del peso colombiano no debería ser de 1.900 pesos por US$, como en efecto está en el mercado de divisas, sino de 6.532,5 pesos por US$.
Abundando en el tema, en el caso venezolano, la ilusoria y absurda pretensión de que el BCV deba respaldar M2 es de imposible realización, ya que la única manera legal en que el BCV puede aumentar las RIN es mediante la adquisición de divisas u oro, pero siempre mediante la emisión de nuevo dinero base, lo que necesariamente aumentaría M2, por lo que la curva de la relación M2 / BM se haría asintótica.”41
Por último, agregamos un par de Gráficas muy elocuentes. En la primera, GRÁFICA 9, se hace una comparación entre la inflación acumulada en la Cuarta República y lo que va de Quinta en lapsos de tiempo idénticos hasta septiembre de 2014. Y decimos que es muy elocuente porque como es público, notorio y comunicacional, se suele asegurar con bastante ligereza que la coyuntura inflacionaria actual es inédita o la más grave que hemos padecido. A este respecto, visto a través del tiempo, de hecho resulta que la inflación en cuanto tendencia ha disminuido incluyendo los dos últimos años. Esto no significa, desde luego, subestimar la actual coyuntura y mucho menos decir que esté en niveles óptimos. Lo que significa, una vez más, es que las cosas no solo son más complejas sino incluso al revés de lo que postula el sentido común económico mediatizado y las máximas vulgares de los “expertos” de TV.
41 PIÑA TORRES, J. G. Sobre el tipo de cambio de equilibrio y los activos de la República. APORREA. 19 de junio de 2014. Disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a190073.html
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GRÁFICA 9
Valga agregar unos comentarios de Piña a propósito de las afirmaciones igualmente alegres que hacen ver a Venezuela como el peor de los mundos posibles dada la inflación, estimada como una de las más altas del mundo. Y es que, como dijimos, sin necesidad de subestimar el aumento vertiginoso de los precios reciente, es fácil darse cuenta que las cosas –otra vez-‐ son al menos más complejas, para lo cual solo hace falta con preguntarse si en aquellos países donde la inflación es baja, inexistente e incluso hay deflación, entonces las personas viven en los mejores de los mundos.
Si este fuera el caso, entonces no se entendería por qué en España, Grecia y en general en toda la Eurozona, la gente está tan preocupada, protestando o emigrando, cuando claramente está pasando no solo que los precios no suben, sino que de hecho bajan, como vimos páginas atrás. En el caso de Colombia, la inflación ciertamente anda por el 0,15%, pero eso no pone necesariamente felices a los colombianos quienes en los ranking salariales de la Organización Internacional del Trabajo OIT se cuenta siempre entre los veinte peores junto a México, República Dominicana y Egipto (lo cual en parte ayuda a
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entender el fenómeno del contrabando de extracción contra nuestro país)42. En la mayoría de los países actualmente con baja inflación, los precios de las mercancías están respondiendo a un empeoramiento de la condición salarial de los trabajadores (mayor desempleo, peor empleo, disminución de beneficios sociales, etc.), lo que obviamente los hace bajar por causa de un menor consumo. Por eso la gente que vive en países con baja inflación no es automáticamente feliz ni consume más. Por caso, en Venezuela el consumo de alimento creció en un 80% en los últimos doce años según cifras reconocidas por todos los organismos internacionales competentes en la materia. En Grecia, por el contrario, desde septiembre de 2013 rige una ley que permite a los supermercados vender los productos que estén vencidos a precio de costo, para que ante la caída del consumo los comerciantes al menos no pierdan y la gente pueda comprar alimentos.43
Para el caso estadounidense, nos dice Piña Torres en un artículo de junio de este año: “En el contexto generalizado de los mercados, el factor Trabajo, la mano de obra, pasa a ser también una mercancía y, por lo tanto está igualmente sujeta a que los actores económicos le fijen un precio, el cual, de manera similar a los bienes y servicios, dependerá de la correlación de fuerzas actuantes en el mercado. Ese precio es llamado genéricamente “salario” Así las cosas, la inflación puede tomar dos vertientes; una, la promocionada y oficializada, el alza de precios de bienes y servicios que mide indirectamente el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en cada país; y otra forma, insidiosa, intencionalmente ocultada, que consiste en disminuir el precio del factor Trabajo, disminuir los salarios. Y eso es precisamente lo que ocurre en los EUA. Muy recientemente fue publicado un nuevo informe del Instituto de Políticas Económicas, con sede en los EUA, donde una vez más se evidencia esa realidad: la inflación encubierta por la depauperación acelerada de los salarios. En efecto, según el estudio en los últimos 35 años hasta hoy, los salarios del 80% de los trabajadores y trabajadoras en los EUA, a pesar de la creciente productividad de toda la economía (que revela una mayor acumulación de plusvalía), se han estancado o disminuido desde 1979, y esa situación de los salarios se extiende incluso a aquellos que tienen un título universitario. Por otra parte, el desempleo en la última década se ha duplicado hasta rozar el 10% total, y según la Administración de la Seguridad Social (USA SSA, por sus siglas en inglés) casi el 40% (61 millones de asalariados) percibe a la fecha menos del Nivel Oficial Promedio Nacional de Pobreza; mayormente porque creciente número de personas sólo tiene empleos temporarios por pocas horas diarias. En el mismo lapso de 35 años, la inflación en los EUA, aunque “técnicamente” baja, ha acumulado un crecimiento del IPC de 232,7%. El resultado global es que los ingresos medios de los hogares estadounidenses han disminuido en términos reales en 40% en los últimos 30 años. Tal disminución del poder adquisitivo real de los asalariados en EUA, aún en un entorno “técnicamente” de escasa inflación, revela cual debe ser la verdadera lectura del fenómeno inflacionario, no sólo en su exacta determinación numérica, sino en su valoración: lo esencial no es el alza del IPC, sino cuál es el impacto sobre el poder adquisitivo real de los asalariados; ya que los propietarios de los medios de producción suelen cabalgar la inflación, porque pueden fijar los precios. A la luz de lo anterior, al examinar el caso venezolano, se puede constatar que el IPC desde febrero de 1999 a la fecha (junio 2014) registra un incremento acumulado de 2.848 % que, dicho sea de paso, es seis (6) veces menor que el incremento acumulado del
42 Ver: Colombia, entre los veinte países con peores salarios del mundo. Portafolio.co. Colombia. Abril de 2012. Disponible en: http://www.portafolio.co/finanzas-‐personales/colombia-‐los-‐20-‐paises-‐peores-‐salarios-‐del-‐mundo 43 Ver: La venta de alimentos pasados de fecha ya es legal en Grecia. El País. España. Septiembre de 2013. Disponible en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/02/actualidad/1378147737_555328.html
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mismo lapso (15 años y 4 meses) anterior a febrero de 1999. Sin embargo, y he aquí lo que se intenta ocultar y con lo que se manipula incluso desde presuntas posiciones de “izquierda” es que, con base en el cierre del año 1997, el Salario Mínimo Legal registra a la fecha un incremento de 45 %, cuarenta y cinco por ciento; por encima del incremento del IPC en el mismo lapso; mientras que el Ingreso Mínimo Legal (que incorpora la Ayuda de Alimentación) registra un incremento de 91% por encima del incremento acumulado del IPC. Cabe señalar que antes de 1999, más del 65% de los asalariados y asalariadas devengaban Salario Mínimo o menos; mientras que a la fecha, las estimaciones más recientes, a la fecha, señalan que al menos el 80% de la masa trabajadora devenga por encima del Salario Mínimo, sin incluir el extra de la Ayuda de Alimentación, y los Salarios en general están a la fecha al menos un 9% por encima del IPC, con base al cierre del año 1997. Asimismo, el desempleo en Venezuela disminuyó en más de la mitad, desde más del 15% a menos del 7%; al igual que disminuyó a la mitad la Pobreza Crítica estructural, es decir, la medida por Necesidades Básicas Insatisfechas. Hay que aclarar que el aumento leve coyuntural a diciembre de 2013 en la Pobreza Medida por Ingresos, ya fue corregido por los incrementos salariales acumulados desde el mismo cierre del año 2013 a la fecha. A lo anterior, se debe añadir lo que NO hay en los EUA, y que aquí tanto la Derecha abierta, como la quintacolumnista plantea eliminar: las Misiones de Alimentación, la atención médica gratuita, la educación gratuita para todos los niveles, incluso el Universitario; subsidios en la electricidad, gas y transporte, etc.44
Lo dicho por Piña Torres en cuanto al caso venezolano en relación con el incremento real (por encima de la inflación) del poder adquisitivo de los trabajadores y las trabajadoras, al contrario de lo que sostienen no sólo los “expertos” y políticos de la oposición, sino también por parte de los autodenominados “críticos” del proceso, se comprueba en la siguiente gráfica (Gráfica 10). Esto no significa desde luego que no lo afecte, lo que indica entre otras cosas es la activa política del gobierno por la defensa salarial:
44 PIÑA TORRES, José G. La inflación ya es insoportable (en los Estados Unidos). Junio 2014. Disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a190575.html
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GRÁFICA 10
La importancia de este tipo de análisis en la actual coyuntura es inestimable tanto para entender en qué se ha avanzado, sobre qué se debe avanzar y en qué no se debe retroceder ni claudicar llevados por las falacias de los “expertos” convencionales, los restauradores del neoliberalismo y los huérfanos del rentismo cuartorrepublicano (que en no pocas ocasiones son los mismos). Claramente, si algo ha caracterizado a los gobiernos de los presidentes Chávez y Maduro, es su convicción por proteger y consolidar los intereses de la mayoría trabajadora y por tanto asalariada, todo lo cual ha traído como resultado una mejora radical e indiscutible de la calidad de vida de los venezolanos y las venezolanas, pero también, el enconado sabotaje de sectores endógenos y exógenos que optan permanentemente entre usufructuar la política progresista de manera especulativa y dar al traste con ella. El enfrentamiento entre esas dos fuerzas, la agenda de la especulación arribista y la conspiración restauradora contra el proyecto de transformación e inclusión social de las grandes mayorías, es lo que el presidente Chávez en su momento bautizó como Guerra Económica.
Exergo: sobre las expectativas “racionales”
Aunque como afirmamos líneas atrás la explicación sobre las causas estructurales y coyunturales de la inflación en Venezuela forma parte de otro trabajo de próxima
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publicación, queremos adelantarnos aunque sea brevemente a otro tópico muy corriente entre los economistas convencionales y que, muy seguramente, será blandido como respuesta al hecho empírico aquí demostrado. Se trata de las así llamadas Expectativas “Racionales”
Lo más elemental que habría que decir sobre la “teoría” de las expectativas “racionales”, es que en cuanto tal ha sido ya profundamente desacreditada dentro de la misma economía convencional. Joseph Stiglitz, por ejemplo, ganó un Nobel por sus trabajos dedicados a dicho tema. Así como el psiquiatra estadounidense israelí Daniel Kanheman, quien junto a su colega Amos Tversky desarrolló toda una línea investigativa sobre la Teoría de las Perspectivas que le valió el premio en 2002. Pero más allá de este debate teórico, lo que nos interesa abordar por los momentos son fundamentalmente tres cuestiones.
La primera es que aun siendo cierto que las personas pueden tomar decisiones racionales en todo momentos a partir de predicciones basadas en su experiencia vivida, y en este caso, tomar decisiones racionales sobre los precios a partir de su comportamiento observado en cuanto tendencia (y por esa vía, ajustarlos anticipadamente previendo inflación), está claro que lo que toman en cuenta no es la liquidez esperada sino los precios esperados, lo cual por lo demás como explicación resulta una tautológica en la medida en que no se puede explicar la subida de los precios por la subida de los precios misma.
Acto seguido, es bastante claro también que parece extraordinariamente excepcional –por decir lo menos-‐ la situación según la cual las personas cuentan siempre y en todo momento con información de mercado rigurosamente comprobada, transparente, objetiva y simétrica, la cual puedan procesar y en base a la cual decidir racional y geométricamente. Lo que la experiencia indica, muy por el contrario, es que las personas realizan estimaciones aproximativas en base a información a menudo sesgada, incompleta, poco transparente, parcializada y de origen incierto, por lo que sus “cálculos” y estimaciones resultan aproximativas y por tanto especulativas, en el sentido más duro del término. Pero en tercer lugar, debemos tomar en cuenta una cuestión todavía más interesante. Y es que lo que la realidad también demuestra es que, en cualquier caso, quienes pueden realizar ajustes siguiendo sus expectativas “racionales” son los comerciantes y no los trabajadores, que bajo ninguna circunstancia pueden auto-‐ajustarse sus salarios previendo inflación como ajustan los comerciantes los precios de sus mercancías previendo lo mismo.
Las relaciones laborales propias de todo sistema capitalista según las cuales los trabajadores y trabajadoras –y por tanto sus salarios-‐ dependen de la subordinación que sostienen con sus empleadores y de la mediación del Estado, explica esta disparidad olímpicamente ignorada por los expertos convencionales a la hora de los actores económicos tomar decisiones basadas en sus “expectativas”. Pero además, existe otro factor, trabajado en su momento por Marx y luego retomado por Kalecki con respecto a las diferencias de los precios relativos marcada por la diferencia del consumo de mercancías de diferente naturaleza.
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Así las cosas, la mayoría de las personas en una sociedad consume bienes y servicios gracias al poder adquisitivo que le reporta su salario. Y de la misma forma, la mayoría de las personas destina la mayor parte de su salario a los llamados bienes salarios, que son los bienes básicos destinados al consumo directo (alimentos, medicinas, artículos de limpieza doméstica y aseo personal, etc.), así como al pago de servicios que, como los bienes anteriores, son de difícil sustitución o no se pueden posponer (agua, combustible, vivienda, educación, etc.). Una parte más pequeña de la población asalariada puede acceder adicionalmente al consumo de bienes suntuarios o no esenciales porque su salario se lo permite o porque han ahorrado a tales fines. Pero queda claro que, por su propia naturaleza, el consumo suntuario no es un consumo esencial ni reporta la misma naturaleza de indispensabilidad que tienen los alimentos.
Pero así como el consumo de bienes suntuario puede ser pospuesto dado lo antes dicho, el consumo de bienes de capital también puede ser diferido por parte de los capitalistas, de la misma forma como pueden diferir la realización de tal o cual mercancía previendo determinados resultados de mercado. En eso y no en otra cosa consisten la especulación, el acaparamiento y al desinversión, prácticas todas las cuales presionan al alza de los precios en términos absolutos si bien su impacto sobre los precios relativos es de naturaleza distinta. De hecho, dado los ajustes por inflación del que gozan los capitalistas en los ordenamientos legales, el impacto no sólo es distinto sino de hecho el opuesto, pues en la medida en que el patrimonio capitalista se revaloriza según la inflación, el patrimonio de las trabajadoras y trabajadores se deprecia si no se le ajusta su salario al mismo ritmo de la suba de los precios (que, como vimos, no es una prerrogativa que puedan tomar autónomamente).
Podemos pasar largo rato disertando sobre ejemplos teóricos que sirvan para ilustrar este punto. Pero más útil resulta tomar en cuenta el siguiente caso tomado de la vida real. Aquí tenemos el caso de una consultara privada venezolana –Econométrica-‐ que realiza una serie de recomendaciones e instrucciones a sus clientes –empresarios privados asociados a FEDECAMARAS, VENAMCHAM, CONSECOMERCIO y compañía-‐ a partir de “análisis” de coyuntura que realiza de la economía venezolana. Veamos:
“Econométrica recomienda a sus clientes postergar sus inversiones en capital fijo (ampliaciones de planta, compra de maquinarias, equipos y oficina), hasta el año 2013 en los casos en que se posible y se tenga acceso a las divisas (cuando la postergación de la inversión no le coloque en riesgo, en términos de una pérdida de participación de mercado de su empresa que fortalezca a la competencia). Las razones básicas de la recomendación son dos. La primera, porque durante los próximos doce meses no habrá una mejor inversión que la compra de divisas (el tipo de cambio oficial y paralelo aumentará más que la tasa nominal de rendimiento de capital). Y, la segunda, porque postergar la decisión de invertir en capital fijo hasta 2013 o, al menos, hasta que se tenga conocimiento de los resultados electorales, tiene sentido, desde el punto de vista de la incertidumbre, la planificación de su negocio y anticipación de precios claves como los de bienes raíces, el mercado bursátil en moneda nacional, etc.”45
45 Econométrica: En 2012 no habrá mejor inversión que la compra de divisas. Pulso Mensual III. 09 de Abril de 2012. Disponible en: http://assets.econometrica.com.ve/archivos/452/MIII-2012.pdf El director de Econométrica es el economista Ángel García Banchs, entre otras cosas, asesor de la ex diputada y actualmente procesada por la justicia María Corina Machado. Los resultados electorales a los cuales hace mención el informe, son los de las presidenciales de Octubre de 2012, ganadas por el presidente Hugo Chávez.
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Como se puede ver, en esta recomendación hay un poquito de todo: desde instigación al delito vía la especulación en el mercado ilegal con las divisas obtenidas en el mercado oficial, o también, la retención de las divisas obtenidas en el mercado oficial previendo una posible devaluación (que en efecto se produjo a comienzos de 2013), hasta una completa descripción de cómo opera el capitalismo nacional pasando por el uso vulgar de la teoría económica como justificativo de la especulación y la usura. Pero además, debemos considerar que tales prácticas –la desinversión en capital fijo, el desvío fraudulento de divisas-‐ terminan siendo decisiones que los capitalistas toman en la medida que, los bienes de inversión, no sólo pueden posponerse con una libertad de acción que no tienen los asalariados y las asalariadas con los bienes de consumo, sino que terminan de hecho impactando en el consumo de estos pues a la desinversión –como al acaparamiento de mercancía y al contrabando-‐ sigue el alza de los precios justificada por la “escasez”, las compras nerviosas, y de allí en adelante, un espiral vicioso donde el proceso especulativo se propaga por toda la economía tanto gracias a los que buscan aprovecharse de las circunstancia como quienes buscan protegerse. Así las cosas, a lo que vamos es que si bien la “teoría” de las expectativas “racionales” en cuanto tal resulta otro fraude explicativo de la economía convencional, no debe desatenderse el hecho cierto de que la generación de expectativas sobre la población –y en este caso, de expectativas negativas-‐ es un mecanismo muy usado por los laboratorios de guerra económica y psicológica tanto para justificar y encubrir las prácticas especulativas como para mejor propagarlas. En el caso concreto nuestro, la propagación de pronósticos catastrofistas cumple la función no de anticipar ni prever cosas, sino de provocar que ocurran (y dejen de ocurrir otras) siguiendo el patrón de funcionamiento de las profecías autocumplidas,46 esto es, el de “pronosticar” cosas cuyo acto mismo de “pronosticarlas” logran precisamente que se cumpla. Eso es lo que hicieron en 2012 para 2013, en 2013 para 2014 y ahora lo vemos para 2015. Pero como dijimos, esto es un tema que desborda los límites de esta investigación motivo por el cual formará parte de otra entrega.
46 El concepto “Profecía Autocumplida” fue formulado por el sociólogo norteamericano Robert Merton: “La profecía autocumplida es, al principio, una definición posiblemente falsa de una situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva “verdadera”. Por caso: una corrida bancaria. Se corre un rumor de que un banco quebrará la semana que viene y será intervenido por el Estado. El rumor hace que todos los ahorristas del mencionado banco vayan en estampida a retirar su dinero. El banco no tendrá capacidad de entregarle los depósitos a todos al mismo tiempo pues, como hacen todos los bancos, los tiene comprometidos y circulando. Por este motivo, se verá obligado a cerrar la taquilla de pagos o quebrará. En cualquiera de los dos casos, lo más seguro es que el caos armado provocará la intervención del Estado para evitar males mayores. La gracia es que de no haberse hecho el “pronóstico” nada de eso hubiera sucedido. Sobre este tema se recomienda: SALAS RODRÍGUEZ, L: Para Haussman algo muy grave va a suceder en este pueblo. Disponible en: http://surversion.wordpress.com/2014/09/17/para-‐hausmann-‐algo-‐muy-‐grave-‐va-‐a-‐suceder-‐en-‐este-‐pueblo/ Y: ZAIAT, A: Thriller financiero. Página 12. Argentina. 14 de Septiembre de 2014. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-‐255306-‐2014-‐09-‐14.html
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