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Introducción
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EL MITO LGICONDICE
INTRODUCCIN
CAPTULO I
EL MITO COMO ESTRUCTURA
CAPTULO II
EL MITO COMO FUNCIN
CAPTULO III
EL MITO COMO SMBOLO
CAPTULO IV
EL SUEO O EL MITO COMO LENGUAJE UNIVERSAL
INTRODUCCIN
Abordar cualquier aspecto relacionado con el tema mtico, lleva implcito
enfrentarse a un arreglo narrativo que relata acontecimientos cuando menos
extraordinarios, propios de seres ultraterrenos, pero que no obstante, la comunidad que lo
ostenta, lo considera verdadero y explicativo de su cosmogona, y un asidero plausible de
su cosmovisin.
El compromiso interpretativo, casi exegtico, asumido por los investigadores de
distintas disciplinas, frente al mito, ha velado sensiblemente buena parte de sus
caractersticas naturales, que por simples y transparentes, se ocultan en los pliegues del
tiempo y en las palabras no dichas, esas que por ausentes, se transforman en parte de un
silencio cmplice.
Una batalla casi mtica se ha planteado entre el enfoque filosfico y cientfico, por
un lado, y el uso cada vez ms trivial del trmino mito, por otro. Desde la patraa callejera
hasta el glamour y el prestigio, la palabra mito es utilizada como parte de una patologa,
con la misma ligereza que cuando es utilizada en una reelaboracin literaria de una
pregunta existencial, que se debate entre contrarios irreconciliables, que la angustia logra
vencer, o en el peyorativo uso que seala una creencia tan extendida como falsa.
Desde la historia sagrada que se supone que es, el mito, trasunta el enclave
arcaico, que como Malinowski afirmaba, no puede ser ajeno a la vida de un sujeto, como
parte de una comunidad, pero no porque hipotticamente responde preguntas
fundamentales de la existencia humana, sino porque la explicacin que aporta es cultural
y no racional, lo cual convalida la superficialidad del lenguaje convencional transcrito que
se utiliza para darlos a conocer.
No es un error ver el mito como una estructura, o como una funcin, o como un
smbolo, lo que no queda nunca claro es si cada una de estas caractersticas es
excluyente, si por ser una de ellas, deja de lado definitivamente a las dems. Da la
impresin de estar siendo testigos de una evolucin mtica, cuando nos acercamos a los
trabajos de Malinowki, Lvi-Strauss, Jung, Barthes o Eliade, pero en realidad es una
impresin falsa.
El mito por tener como emisario el lenguaje convencional, corri con la misma
suerte que l, esto es, pas por una serie de etapas que generan una sensacin
evolutiva, pero que en s, representan una muestra ms de la ignorancia humana al
considerarlo como algo superado y abordarlo como una religin, tal como le ocurri a la
alquimia cuando mut en ciencia, o al sentido natural para conocer el mundo cuando se
transform en filosofa.
La vehemencia que el hombre manifiesta en la bsqueda de una explicacin al
fenmeno mtico es solo un paliativo para el ancestral desconocimiento del motivo de su
existencia, pero tambin y sobretodo, de su muerte.
El animal no humano, que jams se plantea su ignorancia y conoce de su muerte
solo en el mismo instante en que deja de existir, prescinde de la religin, de la filosofa y
de la ciencia, y quizs por eso adems, sea uno de los protagonistas dilectos de los
relatos mticos, no obstante el haberlos considerado desde tiempos remotos, como seres
irracionales.
Todas estas reflexiones de apariencia superflua son el mejor indicador de que el
mito no es algo que por ser clasificado, transcrito, transliterado, o supuestamente
interpretado, se transforme mgicamente en una tautologa que separe, con rigor de ley,
lo verdadero de lo falso, o en una hierofana que disocie los objetos sagrados de los
profanos; pero tampoco, por no interpretarlo adecuadamente, se transformar en una
contradiccin o en una contingencia. En otras palabras, un mito es la no manifestacin de
lo real.
ALGUNAS IDEAS SUELTAS (LEYENDO A ELIADE EN EL MITO DEL ETERNO
RETORNO)
Habla de mentalidad primitiva o arcaica, lo cual como veremos, est reido con la
realidad, y en este sentido, s constituye un verdadero problema. La mentalidad no 1
puede tildarse de primitiva o arcaica porque, suponiendo que tomemos esta asignacin
como un paso evolutivo primero de nuestra psiquis, el hombre actual, a no dudarlo, tiene
un nivel evolutivo que ha alcanzado absolutamente a todos los hoy existentes. Por tanto,
cuando se aborda el estudio del mito desde la convivencia con tal o cual tribu
supuestamente primitiva o arcaica, es decir, considerada como estancada en esta etapa
originaria, ms propia de dioses o de personajes extraordinarios que de seres de carne y
hueso, se violenta necesariamente, el origen, como ya veremos.
Trmino que a partir de aqu quedar proscrito en este trabajo, por considerarlo improcedente y ambiguo.1
El hombre arcaico, dice Eliade, no conoce ningn acto que no haya sido planteado
y vivido por otro, que no era un hombre. Lo que l hace, ya se hizo, luego su vida se
sustenta en una ontologa construida estrictamente desde una mera repeticin. Esta
creencia basada en una presuncin, despoja de la verdadera realidad y de la identidad
que dan sentido a la accin primordial.
Ajustar la ontologa arcaica al molde de la repeticin y de la imitacin, tributarias
ambas de un simbolismo supraterrestre que permite alcanzar un sentido posible, es negar
la subjetividad. Estos hallazgos, muy bien habidos por este notorio investigador, no
representan ms que la apariencia, que se presupone verdadera.
El mito tiene una estructura y una funcin de las que es tributaria su expresin
simblica, la cual se arraiga en la realidad subjetiva y no en una pretendida realidad
cosmolgica que determina una particular cosmovisin. Esos personajes extraterrestres
que llevan a cabo un acto de creacin desde el caos, figura que se repite en gran parte de
los relatos cosmognicos, tienen su origen en el ncleo subjetivo del hombre y son parte
importante de un lenguaje universal, que es proyectada en un lenguaje natural y
desformada al ser arropada de apariencia, por el lenguaje convencional, aquel en que son
hechos los relatos mticos. Toda esta secuencia, al ser desconocida, induce a malas o al
menos superficiales interpretaciones. Un ejemplo paradigmtico de esto ltimo, lo
constituye el anlisis que hiciera Benjamn Lee Whorf (1971) de la lengua Hopi , y desde 2
donde saca conclusiones errneas sobre la cosmovisin indoamericana, como bien lo
sealara Lvi Strauss (1987, p. 124), cuando dice que el error de Whorf est en tratar de
comparar objetos que no son de la misma naturaleza, como los datos lingsticos y las
observaciones etnogrficas, que por empricas, pecan de arbitrarias al ser proyectadas
sobre un corte de la realidad social del pueblo analizado, asumiendo que la lengua
determina el pensamiento (relativismo lingstico). Ms all de lo acertado o no, el criterio
aplicado por Lvi-Strauss en la crtica, evidentemente tiene un tenor formal (puramente
metodolgico), y no de fondo, ya que el anlisis que hace este antroplogo desde su
enfoque estructural, est basado exclusivamente en la lingstica, y por tanto, segn lo
que estamos puntualizando aqu, adolece de las mismas limitaciones que el trabajo de
Whorf, por ser lingstico dependiente.
Para el observador moderno, aquel que supuestamente cuenta con una
parafernalia de instrumentos volcados a la investigacin de lo arcaico, el devenir primitivo
Lengua Uto-azteca hablada por la tribu del mismo nombre que habitaba el sudoeste de los Estados Unidos 2de Norteamrica.
(como se ufanan en llamarlo) se le transforma en un espejismo, en una ilusin en donde
la nica realidad que ven es la que, en apariencia, adquiere la ontologa de los antiguos al
ser una imitacin o repeticin de un arquetipo. Todo aquello que aparenta ser una realidad
concreta, lo es modelo mediante.
Lo anterior, que en cierta manera aparece como obvio, es el resultado de una
observacin, en donde el observador est involucrado. Entonces, muy bien puede parecer
paradjico percatarse que el hombre primitivo no se reconoce como real, salvo cuando
deja de ser l mismo. Cuando una observacin pueda realizarse de esta misma manera
paradjica, recin se comprender que la psiquis primitiva tiene efectivamente una
estructura platnica, la cual no es el resultado de los medios dialcticos con que contaba
Platn, sino como bien dice Frazer (1981, p. 14) En recientes investigaciones de la
historia primitiva del hombre se revela la semejanza esencial de la mente humana, que
bajo multitud de diferencias superficiales elabor su primera y ruda filosofa de la vida, y
podramos agregar nosotros, que mantuvo hasta hoy y seguir manteniendo hasta que
algn da, tal vez, el hombre deje de existir; pero debemos agregar adems, que las
razones de esta continuidad no son las invocadas por Frazer en su extensa obra
antropolgica, en donde, adoptando una visin externa y supuestamente objetiva,
pretende justificar que esa ruda filosofa de vida es consecuencia directa de hechos ms
antiguos y cuya clave est en las creencias primitivas e ignorantes de nuestros
antepasados. En tal limitada perspectiva, el sujeto queda oculto, ya que Frazer elimina el
misterio o la magia que en apariencia acompaan a todas estas manifestaciones,
hacindolas aparecer como una mera referencia otorgada por los hechos registrados. El
significado alcanzado por tales hechos, de esta manera, se transforma en una referencia
objetiva que reemplaza una concepcin del mundo carente de leyes cientficas que lo
explique, y logra, a travs de la magia, comprender una naturaleza que le resulta esquiva.
CAPTULO IV
Primer universal: Todo cambia para que nada vare o lo nico constante es el
cambio
BIBLIOGRAFA
Eliade, M. (2001). El mito del eterno retorno. Arquetipos y repeticin - Buenos Aires, Emec Editores. Frazer, J. G. (1981). La rama dorada - Traduccin Elizabeth y Tadeo I. Campuzano - Madrid, Fondo de Cultura Econmica. Lvi-Strauss, C. (1987). Antropologa estructural - Barcelona, Paids. Whorf, B. L. (1971). Lenguaje, pensamiento y realidad. Barcelona, Barral Editores.
danteTexto escrito a mquinaDANTE ROBERTO SALATINO