El Momento Populista

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  • 7/25/2019 El Momento Populista

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    El momento populista

    *CHANTAL MOUFFE EL PAIS 11/06/16*

    * Vivimos una poca en la que se est imponiendo en todas partes unamanera de hacer poltica que consiste en establecer una frontera quedivide la sociedad en dos campos, apelando a la movilizacin de `los deabajo' frente a `los de arriba'.*

    Hoy en Europa estamos viviendo un momento populista que significa unpunto de inflexin para nuestras democracias, cuyo futuro depender dela respuesta que se d a ese reto. Para afrontar esa situacin esnecesario descartar la visin meditica simplista del populismo comopura demagogia y adoptar una perspectiva analtica. Propongo seguir aErnesto Laclau, que define el populismo como una forma de construir lopoltico, consistente en establecer una frontera poltica que divide lasociedad en dos campos, apelando a la movilizacin de los de abajofrente a los de arriba.El populismo no es una ideologa y no se le puedeatribuir un contenido programtico especfico. Tampoco es un rgimenpoltico y es compatible con una variedad de formas estatales. Es unamanera de hacer poltica que puede tomar formas variadas segn laspocas y los lugares. Surge cuando se busca construir un nuevo sujeto dela accin colectiva el pueblo capaz de reconfigurar un orden social

    vivido como injusto.

    Examinado desde esa ptica, el reciente auge en Europa de formaspopulistas de poltica aparece como la expresin de una crisis de lapoltica liberal-democrtica que se debe a la convergencia de variosfenmenos, que en los ltimos aos han afectado a las condiciones deejercicio de la democracia. El primero es lo que he propuesto llamarpospoltica para referirme al desdibujamiento de la frontera polticaentre derecha e izquierda. Fue el resultado del consenso establecidoentre los partidos de centroderecha y de centroizquierda sobre la ideade que no haba alternativa a la globalizacin neoliberal.

    Bajo el imperativo de la modernizacin se aceptaron los diktats del

    capitalismo financiero globalizado y los lmites que imponan a laintervencin del Estado y a las polticas pblicas. El papel de losParlamentos y de las instituciones que permiten a los ciudadanos influirsobre las decisiones polticas fue drsticamente reducido. As fuepuesto en cuestin lo que representa el corazn mismo de la ideademocrtica: el poder del pueblo.

    Hoy en da se sigue hablando de democracia, pero solo para referirse ala existencia de elecciones y a la defensa de los derechos humanos. Esaevolucin, lejos de ser un progreso hacia una sociedad ms madura, comose dice a veces, socava las bases mismas de nuestro modelo occidental dedemocracia, habitualmente designado como republicano.

    Ese modelo fue el resultado de la articulacin entre dos tradiciones: laliberal del Estado de derecho, de la separacin de poderes y de laafirmacin de la libertad individual, y la tradicin democrtica de laigualdad y de la soberana popular. Estas dos lgicas polticas son enltima instancia irreconciliables, ya que siempre existir una tensinentre los principios de libertad y de igualdad. Pero esa tensin esconstitutiva de nuestro modelo republicano porque garantiza elpluralismo. A lo largo de la historia europea ha sido negociada a travsde una lucha agonista entre la derecha, que privilegia la libertad, y laizquierda, que pone el nfasis en la igualdad.

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    Al volverse borrosa la frontera izquierda/derecha por la reduccin de lademocracia a su dimensin liberal, desapareci el espacio donde podatener lugar esa confrontacin agonista entre adversarios. Y laaspiracin democrtica ya no encuentra canales de expresin en el marcode la poltica tradicional. Eldemos, el pueblo soberano, ha sidodeclarado una categora zombi y ahora vivimos en sociedades posdemocrticas.

    El aumento de las desigualdades ya no afecta solo a las clasespopulares, sino tambin a las mediasEsos cambios a nivel poltico se inscriben en el marco de una nuevaformacin hegemnica neoliberal, caracterizada por una forma deregulacin del capitalismo en la cual el capital financiero ocupa unlugar central. Hemos asistido a un aumento exponencial de lasdesigualdades que ya no solamente afecta a las clases populares, sinotambin a buena parte de las clases medias, que han entrado en unproceso de pauperizacin y precarizacin. Se puede hablar de unverdadero fenmeno de oligarquizacin de nuestras sociedades.

    En ese contexto de crisis social y poltica ha surgido una variedad demovimientos populistas que rechazan la pospoltica y la posdemocracia.Proclaman que van a volver a darle al pueblo la voz que le ha sidoconfiscada por las lites. Independientemente de las formasproblemticas que pueden tomar algunos de esos movimientos, es

    importante reconocer que se apoyan en legtimas aspiracionesdemocrticas. El pueblo, sin embargo, puede ser construido de manerasmuy diferentes y el problema es que no todas van en una direccinprogresista.

    En varios pases europeos esa aspiracin a recuperar la soberana hasido captada por partidos populistas de derecha que han logradoconstruir el pueblo a travs de un discurso xenfobo que excluye a losinmigrantes, considerados como una amenaza para la prosperidad nacional.Esos partidos estn construyendo un pueblo cuya voz reclama unademocracia que se limita a defender los intereses de los consideradosnacionales.

    La nica manera de impedir la emergencia de tales partidos y de oponersea los que ya existen es a travs de la construccin de otro pueblo,promoviendo un movimiento populista progresista que sea receptivo a esasaspiraciones democrticas y las encauce hacia una defensa de la igualdady de la justicia social.

    El pueblo puede ser construido de maneras diferentes y no todas van endireccin progresistaEs la ausencia de una narrativa capaz de ofrecer un vocabulariodiferente para formular esas demandas democrticas lo que explica que elpopulismo de derecha tenga eco en sectores sociales cada vez msnumerosos. Es urgente darse cuenta de que para luchar contra ese tipo depopulismo no sirven la condena moral y la demonizacin de sus

    partidarios. Esa estrategia es completamente contraproducente porquerefuerza los sentimientos antiestablishment de las clases populares. Enlugar de descalificar sus demandas hay que formularlas de modoprogresista, definiendo el adversario como la configuracin de fuerzasque afianzan y promueven el proyecto neoliberal.

    Lo que est en juego es la constitucin de una voluntad colectiva queestablezca una sinergia entre la multiplicidad de movimientos sociales yde fuerzas polticas cuyo objetivo es la profundizacin de lademocracia. En la medida en que amplios sectores sociales estn

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    sufriendo los efectos del capitalismo financiarizado, existe unpotencial para que esa voluntad colectiva tenga un carcter transversalque desborde el clivaje derecha/izquierda tal como est configuradotradicionalmente.

    Para estar a la altura del reto que representa el momento populista parael devenir de la democracia se necesita una poltica que restablezca latensin entre la lgica liberal y la lgica democrtica y, a pesar de loque algunos pretenden, eso se puede hacer sin poner en peligro lasinstituciones republicanas. Concebido de manera progresista, elpopulismo, lejos de ser una perversin de la democracia, constituye lafuerza poltica ms adecuada para recuperarla y ampliarla en la Europade hoy.

    /*Chantal Mouffe* es profesora de Teora Poltica en la Universidad deWestminster en Londres./