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El Nuevo Nuevo Periodismo. Las entrevistas contenidas en El nuevo nuevo periodismo sólo pueden conducir a la depresión. O la envidia. Porque en Estados Unidos el reportaje extendido es una institución. Revistas como Esquire, New Yorker o la misma Rolling Stone son capaces de financiar investigaciones durante meses. Hay correctores de prueba y chequeadores de datos. Hasta hay “descaseteadores” profesionales. Esta organización permite Incluso una estructura de negocios que convierte el reportaje en libro y luego en guión de Hollywood. En ese maravilloso contexto es comprensible el interés por el trabajo periodistico. O que entrevistados como Jon Krakauer (autor de “Into the wild”) o Eric Sholosser (“Fast Food Nation”) puedan explayarse sobre las diez entrevistas seguidas que hacen a sus fuentes o que pasan semanas en la Biblioteca investigando datos antes de ponerse a escribir en horarios maratónicos. Lo que duele -y a la larga deja con una sensación amarga- es que en un país como Chile el periodismo más que una pasión es un padecimiento. O como decía un colega: “uno es periodista porque no pudo ser otra cosa” . Su autor, Robert S. Boynton es director del programa de reportaje literario de Nueva York y probablemente no pueda creer como acá las empresas van rotando periodistas en práctica porque sienten que escribir es tan fácil que para

El nuevo nuevo periodismo

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El Nuevo Nuevo Periodismo.

Las entrevistas contenidas en El nuevo nuevo periodismo sólo pueden

conducir a la depresión. O la envidia. Porque en  Estados Unidos el reportaje

extendido es una institución. Revistas como Esquire, New Yorker o la misma

Rolling Stone son capaces de financiar investigaciones durante meses. Hay

correctores de prueba y chequeadores de datos. Hasta hay “descaseteadores”

profesionales. Esta organización permite Incluso una estructura de negocios

que convierte el reportaje en libro y luego en guión de Hollywood.

En ese maravilloso contexto es comprensible el interés por el trabajo

periodistico.  O que entrevistados como Jon Krakauer (autor de “Into the

wild”) o Eric Sholosser (“Fast Food Nation”) puedan explayarse sobre las

diez entrevistas seguidas que hacen a sus fuentes o que pasan semanas en la

Biblioteca investigando datos antes de ponerse a escribir en horarios 

maratónicos.

Lo que duele -y a la larga deja con una sensación amarga- es que en un país

como Chile el periodismo más que una pasión es un padecimiento. O como

decía un colega: “uno es periodista porque no pudo ser otra cosa”.

Su autor, Robert S. Boynton es director del programa de reportaje literario de

Nueva York y probablemente no pueda creer como acá las empresas van

rotando periodistas en práctica porque sienten que escribir es tan fácil que para

qué se la va a pagar a alguien por hacerlo (es más comprensible hacerlo con

un veinteañero que administre Twitter).

En cambio en este libro (publicado originalmente el 2005) los periodistas si

tienen la capacidad de hablar de la pasión por contar una buena historia, de los

límites del off the records, de cómo llegaron a escribir vendiendo temas al

editor y que estos aceptan las propuestas con curiosidad en lugar de decir que

están ocupados (en Chile, un país serio, para demostrar que tienes poder

debes estar ocupado siempre).

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El tema de fondo, claro es cómo el desarrollo

sociopolítico de Estados Unidos posibiltó el formato de reportaje largo, porque

es una forma de perpetuar la interrogante sobre quienes son ellos. También

como el término de Tom Wolfe se renovó, asumiendo una voz menos

espectacular pero si más profunda, donde el héroe volvía a estar en la historia

y no en quien escribe. Y ahí están los locos, criminales y artistas que pueblan

estas historias, tal como en el cine o la canción de autor de ese país. Una

sociedad que expone las grietas de la ética del trabajo y el capitalismo. Un

público que exije mostrarlo todo con honestidad brutal. Incluso se plantea que

este periodismo está desplazando a la novela como gran relato americano.

Es decir, todo lo contrario a la situación de Chile donde la prensa corporativa es

más un instrumento que un poder. Aunque aun se asegure en las escuelas de

periodismo nacionales  que son fiscalizadores y exploradores de la sociedad.

GAJES DEL OFICIO SEGÚN LOS NUEVOS NUEVOS PERIODISTAS

1. No le temas a la Primera Persona Singular (si tu historia lo amerita)

“(…) en primera persona es como mejor cuento una historia. Porque mi

personaje es muy a menudo el del “testigo”; no utilizar la primera persona me

haría sentir como una persona zurda que ha sido obligada a usar la mano

derecha. Me agrada que el periódico esté escrito en tercera persona porque

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generalmente no quiero saber del escritor en ese contecto; sólo quiero la

información en la forma menos inoportuna y más objetiva posible. Por otro lado,

hay historias noticiosas ocasionales en que el protonombre en primera persona

realmente es apropiado y en esos casos preferiría ver un “Yo” que leer una

referencia a “este reportero”, o “un visitante”, lo que se siente pomposo y falso”

Ted Conover

2. No le digas si a los editores.

“Generalmente prefiero escoger mis propias ideas. Usualmente si un editor me

sugiere una historia, significa que él o ella han preconcebido la idea de cómo

resultará esta pieza. Guardo un archivo de recortes de prensa, alguno de ellos

bastante viejos y amarillentos, y también tengo una lista de ideas para

historias”

Jonathan Harr

3. Encuentra Personas Que Valgan La Pena.

“He sido calificado como un escritor cuyo motivo son las ideas extremas,

paisajes extremos, individuos que llevan sus acciones hasta sus extremos

lógicos. Y hay algo de verdad en eso. Me intrigan los fanáticos, gente que es

seducida por la promesa, o por la ilusión de lo absoluto. Gente que cree que

lograr una meta absoluta, digamos, o adoptar una verdad absoluta los llevará a

la felicidad, paz, orden, o lo que sea que ellos más deseen. Los fanáticos

tienden a ser ciegos a la ambiguedad o complejidad moral, y siempre tuve una

fascinación por los individuos que niegan la contingencia inherente a la

existencia; a menudo para su propio peligro y poniendo en riesgo a la

sociedad”.

Jon Krakauer

4. Confía En El Modelo Anglosajón.

“Creo que (el periodismo de no ficción de formato extendido) viene de la novela

inglesa-estadounidense, de las grandes novelas sociales: surge de esa

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tradición muy particular de la novela de tema social que es característica en

Inglaterra y Estados Unidos (…) En Inglaterra, mucho de lo que produce la no

ficción narrativa empezó con Orwell. Pero en Estados Unidos, la historia y el

temperamento del país son tales que lo que hubo fue una gran búsqueda de la

historia “emblemática” norteamericana. La historia de libertad e inmigración, y

colonización y expansión. Lo que, por supuesto, creó el mito del santo grial de

la gran novela estadounidense; la convicción de que éste es un país tan

enorme que nadie lo ha poddido captar, pero quizá yo lo  haga. Los novelistas

norteamericanos realmente creen que hay una historia por ahí que explicará

Estados Unidos. O quizá los escritores de no ficción han heredado esa

búsqueda”.

Jane Kramer

5. Escribe mucho, no te limites.

“(una falacia de nuestro tiempo) es la tontería del “lapso de atención corto”. La

nación de que el público estadounidense tiene una capacidad de atención tan

corta que sólo se puede digerir pequeños trocitos de escritura, es

sistemáticamente refutada, una y otra vez, por la buena escritura. Es sólo una

excusa que inventa la gente para justificar su incapacidad de producir, o

publicar, buena escritura. Así que todo se reduce a esto: no insulten a los

lectores, ni sean condescendientes con ellos, ni les hagan perder su tiempo.

Capten su interés y ellos lo seguirán. Todos los que publican libros y revistas

están desesperados por buenos trabajos y generalmente se les alimenta mal.

Desde afuera hay un sentimiento de que este mundo de escritores y editoriales

es una especie de club privado. Eso de nuevo es un disparate. No existen

reales barreras de acceso en este campo, no hay claves secretas para entrar.

Todo lo que importa es lo realmente difícil…la calidad de la obra”

William Langeweische

6. No Te Engrupas

“Me considero una reportera. Creo que la palabra “periodista” es demasiado

refinada”.

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Adrian Nicole Leblanc

7. No cedas ante tu editor

“Hay veces en que simplemente quiero que una oración termine en un tono

bajo y voy a pasar una hora tratando de ver cómo puedo lograrlo, aun cuando

vaya en contra de la lógica de la sección. No soporto cunado un editor cambia

el ritmo de una de mis oraciones. Soy más terca con ese tipo de cambios que

con los cambios de contenido. Por eso prefiero cortar el texto yo. Cuando uno

edita normalmente mejora el texto, pero puede causar estragos en el tono”.

Susan Orlean

8. Encuentra tu horario y ten disclipina.

“Mi horario ideal de escritura sería más o menos entre once y media de la

noche y tres de la mañana (…) Me encanta la quietud del mundo durante esas

horas. El crítico que hay en mí se queda dormido más o menos a medianoche y

al escritor que hay en mí le encanta qudarse en pie hasta tarde. A altas horas

de la noche la escritura se siente limpia y pura. Si me levanto lo

suficientemente temprano, digamos cinco o cinco y media, puedo tener en

parte esa sensación. El crítico en mí duerme hasta tarde”

Eric Scholosser

9. Reconoce que la verdad es eso que nunca vas a encontrar

-¿Crees que el periodismo puede conducir a la verdad?

-”No, creo que las decisiones editoriales sobre lo que aparece en los diarios y

revistas son tan subjetivas que casi nunca se obtiene toda la verdad. Las

huellas digitales del editor quedan en lo que él elige publicar (…) Los reporteros

pueden encontrar lo que ellos quieran encontrar. Cada reportero trae todas sus

cicatrices de guerra al acontecimiento. Un reportero nunca lo entiende. Logra lo

que es capaz de conseguir, lo que él quiere conseguir”.

Gay Talese

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El Nuevo Nuevo Periodismo, Robert S. Boynton. El Mercurio Aguilar 2009. Más información acá. (October, 2009).