El Ojo Del Huracan Jack Higgins

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EL OJO DEL HURACAN JACK HIGGINS

DEDICATORIA En recuerdo de mi abuelo Robert Bel , medalla militar y valiente soldado.

El Viento del cielo est soplando. Servos de lo que est en la mesa Y que Dios os acompae. Mensaje en clave de Radio Iraq. Bagdad, Enero de 1991

El bombardeo de mortero contra el nmero diez de Downing Street mientras se celebraba la reunin del gabinete de Guerra, a las diez de la maana del Jueves 7 de Febrero de 1991, es hoy cuestin archivada, aunque nunca se ha explicado de manera satisfactoria. Quizas las cosas pudieron ocurrir as

CAPTULO 1 Anocheca cuando Dillon sali del callejn y se detuvo en la esquina. Caa sobre el Sena un torbel ino de aguanieve formando barrillo en las calles, y haca mucho fro incluso para ser enero en Pars. l vesta chaquetn marino, gorro de lana, pantaln tejano y botas, como un marinero ms de las barcazas que recorran el ro, lo que definitivamente no era. Hizo copa con las dos manos para encender un cigarrillo y se qued unos momentos al abrigo de un zagun, escrutando la cal ejuela empedrada y las

luces del pequeo caf en la acera de enfrente. Al cabo de un rato arroj la colil a, sepult los puos en los bolsillos de la casaca y se dispuso a cruzar. Junto a la entrada del establecimiento, dos sujetos recogidos en lo ms oscuro de la cal eja le siguieron con la mirada. Debe de ser l susurr el primero, haciendo un ademn. No le retuvo el otro. Espera a que haya entrado. Los sentidos de Dil on aguzados por muchos aos de mala vida no dejaron de fijarse en la pareja, pero no dio muestras de haberlos visto. Hizo alto en la entrada y desliz una mano bajo el chaquetn para asegurar la Walther PPK en el cinto de los tejanos, hacia el hueco de la espalda. Luego abri la puerta y entr. Era un establecimiento tpico de aquel a orilla: media docena de mesas, mostrador forrado de cinc, hileras de botellas delante de un espejo rajado, una cortinil a de abalorios en la entrada de la trastienda. El camarero, un vejestorio de canoso bigote que cubra su camisa sin cuel o con una chaqueta de lana, friolero, dej a un lado la revista que estaba leyendo y abandon el taburete. Monsieur? Dil on se desabroch el chaquetn y puso el gorro sobre la barra. Era un hombre menudo, de poco ms de metro sesenta y cinco, rubio y con unos ojos en los que el camarero no logr discernir ningn color determinado, excepto que eran los ms fros que el anciano haba visto en su larga vida. Se estremeci, vctima de un temor inexplicable, pero luego Dil on sonri. El cambio fue asombroso; con un simple rictus manifestaba calor humano y una simpata enorme. Al fin dijo en perfecto francs: Se encontrara en este local media botella de champaa o algo parecido? El viejo se qued mirndole con asombro. Champaa, seor? Lo dir en broma. Slo tengo los vinos de la casa, uno blanco y uno tinto. Coloc sendas botellas sobre la barra. Eran vinos de nfima categora, de los que llevan una cpsula de plstico en vez de tapn de corcho. Muy bien, quiero el blanco. Dme un vaso dijo. Despus de cubrirse otra vez con su gorra, fue a ocupar una mesa junto a la pared, desde donde vea tanto la puerta de entrada como la cortinilla de la trastienda. Destap la botella, escanci un poco de vino en el vaso y lo prob. Ser de la cosecha de la semana pasada, digo yo se volvi hacia el camarero.

Monsieur? repiti el camarero afectando no comprender. No importa Dil on encendi otro cigarrillo y se arrel an en la sil a, dispuesto a esperar. Detrs de la cortina de la trastienda, mirando hacia fuera, un cincuentn de estatura mediana y facciones algo demacradas levantaba el cuel o de piel de su abrigo negro como defensa contra el fro. La prenda y el Rolex de oro en la mueca izquierda le daban aspecto de comerciante prspero, lo que en cierto sentido era, ya que se trataba de un agregado comercial de la embajada sovitica en Pars. Adems Josef Makeiev era coronel del KGB. A su lado y mirando por encima del hombro del otro, un joven moreno l amado Michael Aroun, que luca un fastuoso abrigo de vicua, susurraba en francs: Esto es ridculo, se no puede ser nuestro hombre; parece un don nadie. Craso error, Michael, que muchos han cometido antes que t replic Makeiev. Espera y vers. Son la campanilla al abrirse la puerta, y con un golpe de lluvia entraron los dos hombres que haban permanecido emboscados afuera mientras cruzaba Dillon. Uno de ellos tendra ms de metro ochenta de estatura, barbudo, con la cara desfigurada por una cicatriz sobre el ojo derecho. El otro era mucho ms bajo. Ambos vestan chaquetn marino y vaqueros. Parecan exactamente lo que eran, unos buscavidas. El camarero se inquiet un poco al verlos de codos sobre la barra. Tranquilo, viejo dijo el ms joven. Srvenos unas copas. El grandul n se volvi hacia Dil on. Creo que ya estn servidas se acerc a la mesa, apoderndose del vaso de Dillon, y lo vaci de un trago. Nuestro amigo no tendr inconveniente, a que no? Sin levantarse, Dillon alz la pierna izquierda y pate con fuerza la rodilla del barbudo, tirando hacia abajo. El hombre cay con un grito ahogado, tratando de sujetar el tablero de la mesa, y Dillon se puso en pie. El barbudo quiso incorporarse y cay derrumbado en una de las sillas. Su amigo sac la mano del bolsillo y accion el resorte de su navaja automtica, pero entonces apareci la mano de Dillon esgrimiendo la Walther PPK. Djala sobre la barra. Cristo! Es que no vais a aprender nunca? Ahora llvate a ese mierda de aqu, mientras todava estoy de buen humor. Ah!, y que lo ingresen de urgencia en el hospital ms prximo; me parece que le he dislocado la rtula.

El bajito se acerc a su compaero y, no sin dificultad, consigui que se incorporase. La pareja se qued un momento en medio del local, el rostro del barbudo retorcido en una mueca de dolor. Dillon fue a abrirles la puerta de la calle, donde prosegua el diluvio. Cuando pasaron por su lado los despidi: Tengan ustedes muy buenas noches y cerr la puerta. Sin soltar la Walther, encendi un cigarril o con la derecha despus de tomar una cerilla del expositor de la barra, y sonri al espantado camarero. No te preocupes, abuelo, que no es problema tuyo y luego, recostndose contra la barra, alz la voz para decir en ingls: Vamos, Makeiev. S que est usted ah, as que salga. La cortinilla se abri y Makeiev y Aroun se hicieron presentes. Mi querido amigo Sean, cunto me alegro de verte otra vez. No es extraordinario? replic el aludido, con ligersimo acento del Ulster en la voz. Primero intenta hacer que me cosan a pualadas y luego resulta que somos ntimos. Ha sido inevitable, Sean contest Makeiev. Para demostrar cierto punto de discusin a este amigo. Voy a presentaros. No es necesario dijo Dil on. Le he visto a menudo en fotografa. Cuando no aparece en las pginas financieras sale en las revistas de sociedad. Michael Aroun, si no me equivoco? El hombre que tiene todo el dinero del mundo. No todo, no todo, seor Dillon alz una mano Aroun. Dil on no hizo caso. Dejemos las cortesas, amigo, hasta que me diga usted quin es el que ha quedado al otro lado de la cortina. Sal, Rashid orden Aroun en voz alta, y luego explic volvindose hacia Dil on: No es ms que un ayudante mo. Apareci entonces un joven de rostro moreno y facciones astutas; l evaba cazadora de cuero con el cuello levantado, y las manos hundidas en los bolsillos. Dil on saba reconocer a un profesional en cuanto le echaba el ojo encima. Las manos fuera. Hizo un ademn con la Walther, y en efecto Rashid sonri y sac las manos de los bolsil os. Bien, ahora ya puedo irme. Se volvi hacia la puerta.

Por favor, Sean. S razonable. Queremos hablarte de un trabajo rog Makeiev. Lo siento, Makeiev. No me gusta tu manera de hacer negocios. Ni siquiera por un milln, seor Dillon? intervino Michael Aroun. Dil on se detuvo un momento para mirarle framente, y luego sonri poniendo en juego su gran cordialidad. Un mil n de dlares o un mil n de libras, seor Aroun? tras lo cual sali a la calle, bajo el aguacero. Cuando se cerr la puerta, Aroun coment: No contamos con l. Al contrario replic Makeiev. Es un tipo muy extrao se, puedes creerme. Volvindose hacia Rashid, le pregunt: Traes el telfono porttil? S, coronel. Bien, pues ve tras l. Sguele y no le pierdas de vista. Cuando haya entrado en su casa, dondequiera que sea, me llamas. Estaremos en la avenida Victor Hugo. Rashid sali sin pronunciar palabra. Aroun sac la cartera y dej sobre la barra un bil ete de mil francos. Le quedamos muy agradecidos aclar en beneficio del estupefacto camarero, y luego l y Makeiev salieron. Mientras se pona al volante del sedn Mercedes negro, se volvi de nuevo hacia el ruso. No se le ha visto ni un solo titubeo. Un tipo muy notable el tal Sean Dillon respondi Makeiev mientras el automvil se pona en marcha. La primera vez que empu una pistola fue por cuenta del IRA, en mil novecientos setenta y uno. Figrate, Michael. Hace de eso veinte aos y an no ha visto nunca una celda por dentro. Intervino en el caso Mountbatten, tras lo cual los suyos le consideraron quemado, por lo que pas al continente. Como te deca, ha trabajado para todos, la OLP, el Ejrcito rojo alemn de los primeros tiempos, incluso para ETA. Mat a un general espaol por encargo de los nacionalistas vascos. Y para el KGB?

Naturalmente. Ha trabajado para nosotros en varias ocasiones. Contratamos siempre a los mejores, y Sean Dillon es de sos. Adems de ingls e irlands, que no hace al caso, habla francs y alemn con soltura; rabe, italiano y ruso pasablemente. Y no le han atrapado nunca en veinte aos. Cmo ha podido tener tanta suerte? Porque posee un extraordinario talento de actor, amigo. O mejor dicho, es un genio. Cuando era un adolescente su familia se mud de Belfast a Londres, y al consigui ingresar en la Real Academia de Arte Dramtico con una beca. Incluso figur en el elenco del Teatro Nacional cuando tena diecinueve o veinte aos. Nunca he conocido a nadie tan capaz de cambiar de personalidad o de aspecto recurriendo slo al lenguaje corporal. No suele utilizar disfraces, aunque tampoco los desdea cuando hace falta. Segn la leyenda, a los servicios secretos de varios pases les falta una fotografa que poner en su ficha, de manera que no saben a quin deberan buscar. Ni siquiera los britnicos? Al fin y el cabo, tratndose de un agente del IRA deben ser los mejor informados. Ni siquiera los britnicos. Como te deca, no le han detenido nunca, ni le interes jams la celebridad, a diferencia de otros amigos suyos irlandeses. No creo que exista una foto suya en ninguna parte, excepto los viejos retratos del colegio. Tampoco de sus tiempos de actor? Eso quiz, pero han transcurrido veinte aos, Michael. Crees que se encargar de nuestro asunto si le ofrezco una cantidad suficiente? El dinero por s solo nunca ha sido mvil suficiente para l. Dillon se fija sobre todo en la naturaleza del trabajo... Cmo decirlo? Que sea interesante. Y por encima de todo, es un actor. Vamos a ofrecerle un nuevo papel. En el teatro del mundo, si se quiere, pero no deja de ser una interpretacin. Sonri mientras el Mercedes se una a la caravana que enfilaba hacia el Arco del Triunfo. Espera y vers. Recibiremos noticias a travs de Rashid. En aquellos momentos el capitn Ali Rashid se hallaba a oril as del Sena, al final de un pequeo malecn que daba directamente al ro. Segua l oviendo a raudales agua mezclada con barro; Ntre Dame iluminada por los focos pareca pintada en una pantal a de gasa. Contempl a Dillon, que vena por

el estrecho malecn y enfilaba hacia un barracn edificado sobre pilotes. Esper a que el otro entrase y luego le sigui. Era un local bastante vetusto, hecho de madera y rodeado de barcas, barcazas y botes de todas clases y tamaos. Sobre la puerta, una ensea deca: LE CHAT NOIR. Mir con disimulo por la ventana. Haba una barra y varias mesas, casi exactamente igual que en el establecimiento anterior, slo que all servan comidas y, al fondo, un tipo sentado en un taburete tocaba el acorden. Todo muy parisin. Dillon estaba de pie junto a la barra hablando con una muchacha. Rashid se hizo prudentemente atrs, regres a la entrada del malecn y, detenindose al abrigo de una breve marquesina, marc en su telfono porttil el nmero de la casa de Aroun en la avenida Victor Hugo. Se oy un ligero clic al amartillar la Walther y en seguida Dillon le meti el can por la oreja derecha, lo que resultaba no poco doloroso. Slo un par de preguntas, muchacho exigi. Para empezar, t quin eres? Me l amo Rashid, Ali Rashid dijo el joven. Eres de la OLP, supongo? No, seor Dillon. Soy capitn del ejrcito iraqu, con la misin de escoltar al seor Aroun. Y Makeiev y el KGB, qu tienen que ver? Digamos que estn de nuestro lado. Segn estn saliendo las cosas en el golfo, falta os hace tener a alguien de vuestro lado, muchacho se oy la tenue vibracin de una voz en el telfono porttil. Vamos, contstale. Dnde est nuestro hombre, Rashid? le pregunt Makeiev. Aqu mismo, al lado de un caf de la orilla, cerca de Ntre Dame explic Rashid. Con la boca del can de su Walther apoyada en mi oreja. Que se ponga orden Makeiev. Rashid le pas el aparato a Dillon, que dijo: Qu pasa, viejo sinvergenza? Un milln, Sean. En libras, si prefieres esa moneda. Qu hay que hacer a cambio de tanto dinero?

El trabajo ms importante de tu vida. Deja que Rashid te acompae hasta aqu y lo discutimos. No creo replic Dil on. Preferira que movieras el trasero y te pasaras por aqu a recogernos. Hecho dijo Makeiev. Dnde estis? En la oril a izquierda, frente a Ntre Dame. En una taberna del malecn que se l ama Le Chat Noir. Te esperamos. Mientras se guardaba la Walther en el bolsil o, le devolvi el telfono a Rashid, quien pregunt: Viene? Naturalmente sonri Dillon. Y ahora, qu te parece si entramos y nos tomamos unas copas cmodamente sentados? En el saln del piso principal de un inmueble de la avenida Victor Hugo que daba al Bois de Boulogne, Josef Makeiev colg el telfono y se encamin hacia el sof en donde haba dejado el abrigo. Era Rashid? pregunt Aroun. S, est con Dil on en un local junto al ro ahora. Voy a recogerlos. Te acompao. Makeiev se puso el abrigo. No es necesario, Michael. T qudate aqu vigilando la casa. No tardaremos. Y sali, mientras Aroun tomaba un cigarril o de la tabaquera de plata que estaba sobre la mesita y lo encenda. Luego puso en marcha la televisin. Estaban dando las noticias, en directo desde Bagdad. Los bombarderos Tornado de la Royal Air Force britnica atacaban la capital en vuelo rasante. Sabore la amargura de la impotencia, apag el aparato y, tras servirse un coac, fue a sentarse junto a la ventana. Michael Aroun era un hombre de unos cuarenta aos, muy notable en muchos sentidos. Nacido en Bagdad, de madre francesa y padre iraqu y militar, haba tenido adems una abuela norteamericana. Al morir, sta le haba dejado a su madre una fortuna de diez millones de dlares y cierto nmero de concesiones petroleras en Texas. Su madre muri el mismo ao que Aroun terminaba la carrera de derecho en Harvard y le dej heredero de toda la fortuna, ya que el padre, retirado del ejrcito iraqu con el grado de general, prefiri pasar los ltimos das de su vida recluido en la antigua mansin familiar de Bagdad, repleta de libros.

Como muchos grandes hombres de negocios, Aroun careca de estudios empresariales. Nada saba de planificacin financiera ni de administracin comercial. Como sola decir, en frase copiada luego por muchos: Si necesito otro contable, voy y me compro otro contable. Su amistad con Saddam Husein era consecuencia natural del hecho de que el padre de Aroun haba sido gran partidario del presidente iraqu cuando ste inici su carrera poltica, y adems un destacado miembro del partido Baas. De ah la privilegiada posicin de Aroun en la explotacin de los yacimientos petrolferos de su pas, que hizo de l un multimillonario de incalculable peculio. Despus de los primeros mil millones ya no te molestas en seguir contando, era otro de sus dichos. Y sin embargo, ahora se enfrentaba a un desastre. No slo se esfumaba la prevista participacin en los ansiados campos petrolferos kuwaites, sino que vea arruinados, adems, sus intereses domiciliados en Iraq por culpa de los devastadores bombardeos con que la coalicin castigaba el pas desde el 17 de enero. l no se l amaba a engao; saba que la partida estaba perdida, que lo ms prudente habra sido seguramente no comenzarla, y que el sueo de Saddam Husein se haba acabado de una vez por todas. Como hombre de negocios estaba acostumbrado a sopesar probabilidades, y no le conceda ninguna a Iraq en la campaa terrestre que tarde o temprano tendra que empezar. Distaba mucho de quedar arruinado en trminos de fortuna personal. Le quedaban sus intereses petroleros en Estados Unidos, y su doble nacionalidad francesa e iraqu converta una posible confiscacin en un asunto bastante delicado. Estaba adems su imperio naviero y sus numerosas propiedades inmobiliarias en varias capitales repartidas por todo el mundo. Pero no era eso lo que ms le importaba. Cada vez que pona en marcha el televisor y vea lo que estaba ocurriendo todas las noches en Bagdad montaba en clera, pues se haba descubierto un patriotismo, aunque sincero, sorprendente en un hombre tan atento a sus propios intereses. Adems, y esto era mucho ms importante, su padre haba muerto durante uno de los bombardeos, la tercera noche de la guerra area. Haba un gran secreto en su vida. En agosto, poco despus de la invasin de Kuwait por las fuerzas iraques, Saddam Husein en persona le hizo llamar. En aquellos momentos, mientras miraba junto a la ventana, y con la copa de coac en la mano, la lluvia que azotaba la terraza y ms all, el parque, recordaba aquel a entrevista. Por estar realizndose un simulacro de alarma area, las calles de Bagdad que recorra el Land Rover del ejrcito se hallaban completamente a oscuras. El conductor era un joven capitn del servicio de informacin militar, llamado Rashid, a quien ya conoca de otras ocasiones. Era uno de los de la nueva generacin, diplomado por la academia britnica de

Sandhurst. Aroun le ofreci un cigarril o ingls y encendi otro para s mismo. Qu te parece? Crees que habr alguna reaccin? De los americanos y los ingleses? Rashid tomaba sus precauciones. Quin sabe! Algo habr. Creo que el presidente Bush va a optar por la postura fuerte. No; ests equivocado replic Aroun. He hablado con l personalmente dos veces, en recepciones de la Casa Blanca. Es lo que nuestros amigos yanquis l aman un buen muchacho. No hay acero en ese carcter. Rashid se encogi de hombros. Yo soy un hombre sencillo, seor Aroun, un simple soldado, y quiz veo las cosas de un modo algo simplista. Slo s que estamos hablando de un hombre que fue piloto de la marina a los veinte, que particip en muchas operaciones, que fue derribado sobre el mar del Japn y logr sobrevivir y ganar una condecoracin. Yo no subestimara a un hombre as. Aroun frunci el ceo. Vamos, hombre! Los americanos no enviarn un ejrcito al otro extremo del mundo para defender un insignificante emirato rabe. No fue eso exactamente lo que hicieron los britnicos para defender sus islas Falkland? * *Nombre que dan los ingleses a las islas Malvinas. le record Rashid. Los argentinos no creyeron que tal reaccin fuese a producirse. Por supuesto, contaban con la energa de la Thatcher. Los ingleses, quiero decir. Condenada mujer se limit a replicar Aroun, arrellanndose en el asiento mientras el coche enfilaba la entrada principal del palacio presidencial, y sintiendo el comienzo de una sbita depresin. Sigui a Rashid por una sucesin de pasillos de marmreo boato. El joven militar le preceda con una linterna en la mano. Era fantasmagrica aquella procesin por corredores a oscuras, donde los pasos adquiran una resonancia sepulcral. Finalmente se detuvieron ante una puerta flanqueada por dos guardias. Rashid abri, y ambos entraron. Saddam Husein, a solas, de uniforme y sentado detrs de un voluminoso escritorio alumbrado por una nica lmpara apantallada, escriba con lenta aplicacin. En seguida alz los ojos y sonri, abandonando la pluma. Michael sali al encuentro del visitante para abrazar a Aroun como a un hermano. Cmo est tu padre? Se encuentra bien? En excelente estado de salud, mi presidente.

Transmtele mis respetos. Tienes buen aspecto, Michael. Salta a la vista que Pars te favorece volvi a sonrer. Puedes fumar si quieres. S que te agrada. A m me lo han prohibido los mdicos. Volvi a ocupar su puesto detrs del escritorio y Aroun se sent en uno de los sillones, consciente de la presencia de Rashid en la sombra, junto a la pared. Pars es buena cosa, pero mi lugar est aqu ahora, en estos tiempos difciles. Saddam Husein mene la cabeza. No estoy de acuerdo, Michael. A m me sobran soldados, pero tengo pocos hombres como t. Eres rico, famoso, plenamente aceptado en los ms altos crculos de la sociedad y entre los gobiernos de todo el mundo. Y adems, por causa de tu madre, a quien Dios tenga en su gloria, no slo eres iraqu sino tambin ciudadano francs. No, Michael. Quiero que te quedes en Pars. Pero por qu, mi presidente? pregunt Aroun. Porque es posible que algn da te solicite un servicio para m y para nuestro pas, que slo t podras prestarnos. Cuente conmigo para lo que sea necesario replic Aroun. Saddam Husein se puso en pie y fue hacia la ventana ms prxima, abri las contraventanas y sali a la terraza. Las sirenas ululaban quejumbrosamente dando fin al simulacro y las luces de la ciudad empezaron a encenderse poco a poco. Confo en que nuestros amigos americanos y britnicos se limiten a ocuparse de sus propios asuntos, de lo contrario... se encogi de hombros . De lo contrario, tendremos que decirles que lo hagan. Recuerda, Michael, que, como dej escrito el profeta en el Corn, hay ms verdad en una espada que en diez mil palabras. Hizo una pausa y luego prosigui, sin dejar de contemplar el panorama de la ciudad: Un francotirador en la oscuridad, Michael. Del SAS britnico, o de los israeles, qu ms da! Pero... menudo golpe, la muerte de Saddam Husein! Dios no lo quiera dijo Michael Aroun. Saddam se volvi hacia l. Cmplase siempre Su voluntad, Michael, pero entiendes lo que quiero decir? Lo mismo podra pasarles a Bush o a esa mujer, la Thatcher. Una prueba de que mi brazo alcanza a todas partes. El golpe definitivo se

volvi nuevamente de espaldas. Seras capaz de organizar una cosa as, en caso necesario? Aroun se sinti excitado como nunca en su vida. Ya lo creo, mi presidente. Todo es posible, en especial si se dispone de dinero suficiente. Sera un obsequio mo para usted. Bienasinti Saddam. Regresars a Pars inmediatamente. El capitn Rashid te acompaar. l tiene los detalles de ciertos cdigos que usaremos en las emisiones pblicas de radio, cosas as. Puede suceder que el da no l egue nunca, Michael, pero si se da el caso... Otra vez se encogi de hombros. Tenemos amigos influyentes se volvi hacia Rashid. Ese coronel del KGB, de la embajada sovitica en Pars... El coronel Josef Makeiev, mi presidente. S corrobor Saddam Husein. Como muchos de los suyos, no est muy conforme con los cambios que ocurren ahora en Mosc. Nos ayudar en todo cuanto pueda. En realidad, ya se nos ha ofrecido. De nuevo encerr a Aroun en un abrazo de hermano. Ve ahora. Tengo quehacer. En el palacio an no haban dado las luces. Aroun sali a la oscuridad del corredor guindose por el crculo de claridad de la linterna que portaba Rashid. Desde su regreso a Pars haba visto con frecuencia a Makeiev, aunque deliberadamente limit sus relaciones a los actos de sociedad, como las recepciones de las diversas embajadas. Saddam Husein estaba en lo cierto; el ruso, decididamente inclinado en favor de su causa, se manifestaba ms que dispuesto a hacer cualquier cosa que supusiera dificultades para Estados Unidos y Gran Bretaa. Las noticias del Prximo Oriente, desde luego, eran desfavorables. Quin hubiera dicho que llegara a organizarse tan descomunal ejrcito. Y luego, en la madrugada del 17 de enero empez la batalla del aire. Un revs tras otro, y la ofensiva terrestre que no tardara en desencadenarse. Se sirvi otro coac, mientras recordaba la rabia y la desesperacin que haba sufrido cuando se enter de la muerte de su padre. Aunque nunca fue hombre demasiado religioso, acudi a una mezquita de Pars y rez. Pero no le sirvi de consuelo. La sensacin de impotencia le roa, hasta que, por fin, una maana irrumpi en el gran saln barroco Ali Rashid, plido y excitado, con un bloc de notas en la mano.

Por fin ha salido, seor Aroun. La seal que esperbamos. Acabo de escucharla por radio Bagdad. El viento del cielo est soplando. Servos de lo que est en la mesa y que Dios os acompae. Aroun mir con asombro a su interlocutor y la mano temblorosa que aferraba el bloc, pero l tambin tena la voz ronca cuando dijo: Tena razn el presidente. El da ha l egado. Exacto dijo Rashid. Servos de lo que est en la mesa. Hay que poner manos a la obra. Voy a ponerme en contacto con Makeiev y celebraremos una entrevista cuanto antes. De pie junto a la ventana y silbando bajito una cancioncilla que nadie conoca, Dil on contempl el panorama de la avenida Victor Hugo y el Bois de Boulogne. Esto debe de ser lo que los agentes de la propiedad llaman una vista privilegiada. Me aceptara una copa, seor Dillon? Un champn no caera mal. Tiene usted alguna preferencia? pregunt Aroun. Ah, s! El hombre que tiene de todo! dijo Dillon. Desde luego, me gustara un Krug, pero no de gran aada. Prefiero saborear la combinacin de varietales. Hombre de gustos finos, segn veo. Aroun hizo una sea a Rashid, que abri una puerta lateral y sali. Dil on se desabroch el chaquetn, sac un cigarrillo y lo encendi. Conque precisan ustedes de mis servicios, por lo que me ha dicho ese viejo zorro? indic con un ademn hacia Makeiev, que se calentaba junto a la chimenea. El trabajo ms importante de mi vida, segn me explic, ms un mil n de libras. Qu hay que hacer? Rashid regres en seguida con el Krug en una cubitera y tres copas en una bandeja; tras dejar sta sobre la mesita se puso a descorchar la botella. Aroun contest: No estoy seguro, pero tendra que ser algo muy especial, algo que demuestre al mundo entero que Saddam Husein puede golpear donde se le antoje. Buena falta le hace al pobre chico replic alegremente Dillon. No estn salindole bien los asuntos ltimamente.

Cuando Rashid hubo l enado las tres copas, el irlands agreg: Qu problema tienes, muchacho? No vas a beber con nosotros? Rashid sonri y Aroun explic: Pese a Winchester y a Sandhurst, seor Dil on, el capitn Rashid sigue siendo un musulmn muy musulmn. No toma alcohol. A su salud, pues alz la copa Dillon. Respetemos a un hombre de principios. Tendra que ser algo grande, Sean. No vale la pena intentar nada de importancia secundaria. Aqu no se trata de volar a cinco paracaidistas britnicos en Belfast dijo Makeiev. Ah! Prefieren a Bush? sonri Dillon. Es eso lo que quieren, el presidente de Estados Unidos tumbado de espaldas con una bala alojada en la cabeza? Sera tan absurdo eso? pregunt Aroun. Hoy por hoy, s, colega replic Dillon. George Bush no se ha enfrentado slo a Saddam Husein, sino a toda la nacin rabe. Ya s que eso es una tontera, pero as es como lo ven muchos rabes fanticos. Grupos como Hezbollah, OLP o las partidas incontroladas como los Vengadores de Al, de los que seran capaces de atarse una bomba a la cintura y hacerla estallar mientras el presidente se inclina para estrechar una mano de entre la muchedumbre. Conozco a esa gente, s cmo funciona su mentalidad. He colaborado en el entrenamiento de agentes del Hezbollah en Beirut y he trabajado para la OLP. As pues, cree que nadie puede acercarse a Bush en estos momentos? Lea los peridicos. Las aceras de Washington y de Nueva York han sido limpiadas de cualquiera que tenga el ms ligero aspecto de rabe. Pero usted, seor Dillon, no tiene ningn aspecto de rabe dijo Aroun. Para empezar, es rubio. Tambin Lawrence de Arabia era rubio y sola hacerse pasar por rabe mene la cabeza Dillon. El presidente Bush tiene el mejor servicio de seguridad del mundo, pueden creerme. Un crculo de acero, y adems, en las circunstancias presentes va a quedarse en casa hasta que termine ese jaleo del golfo, ya lo vern. Y el secretario de Estado, James Baker? pregunt Aroun. Est dedicado a la diplomacia itinerante por toda Europa.

S, pero la dificultad estriba en saber cundo. Usted se entera de que ha estado en Londres o en Pars cuando ya ha terminado su estancia y lo sacan por la televisin. No, olvdense de los norteamericanos por ahora. Aroun cay en un silencio sombro. Makeiev fue el primero en romperlo. Aconsjanos con tu experiencia profesional, Sean. Quin tiene el sistema de seguridad ms dbil en lo tocante a lderes nacionales? Dillon prorrumpi en una sonora carcajada. Ah! Supongo que podrn contestar a eso aqu, los de Winchester y Sandhurst. Rashid sonri. Tiene razn. Los britnicos seguramente son los mejores del mundo para operaciones clandestinas. Los xitos de su Special Air Service Regiment hablan por s solos, pero en otros aspectos... mene la cabeza. El primer obstculo con que tropiezan es la burocracia explic Dillon. Los servicios de seguridad britnicos operan a travs de dos departamentos principales. Los que muchos siguen llamando el MI5 y el Ml6. El MI5, o DI5 si verdaderamente queremos ser exactos, est especializado en contraespionaje en el interior de Gran Bretaa; los dems actan en el extranjero. Luego tenemos la seccin especial de Scotland Yard, a la que hay que l amar si realmente queremos detener a alguien. El Yard tambin tiene una brigada antiterrorista, y adems estn los diferentes servicios de informacin militar, todos en plena actividad, y todos rivales de los dems y por ah, seores, es por donde se cuelan los errores. Rashid le llen de nuevo la copa de champaa. Y dice usted que, debido a eso, sus dirigentes no estn bien protegidos? La reina, por ejemplo? Vamos! se sorprendi Dil on. No hace tantos aos que la reina despert en Buckingham Palace y encontr a un intruso sentado en su cama. Y cuntos das habrn transcurrido, seis nada ms dira yo, desde que el IRA estuvo a punto de cargarse a Margaret Thatcher y a todo el gabinete britnico en un hotel de Brighton, durante el congreso del partido conservador? Dil on dej la copa sobre la mesita y dio lumbre a otro cigarrillo. Los britnicos son gente de mentalidad anticuada. Les gusta que los policas vayan de uniforme para que se sepa que lo son, y no quieren que les digan lo que deben hacer, y esto se refiere a los ministros del gabinete

que van a pie dando un paseo por las calles desde su casa de Westminster hasta el Parlamento. Por fortuna para los dems que no somos como ellos coment Makeiev. Exacto remach Dillon. Incluso a los terroristas tienen que tratarlos con miramientos, o digamos hasta cierto punto, no como los servicios secretos franceses. Cristo!, si los muchachos del Action Service pudieran echarme el guante me tendran despatarrado y con un cable elctrico en los huevos antes de lo que se tarda en contarlo. Pero, ojo!, que tambin sos se equivocan de vez en cuando. Qu quieres decir con eso? pregunt Makeiev. Tienen a mano un peridico de la tarde? Ciertamente. Estaba leyndolo hace un rato afirm Aroun. Sobre mi escritorio, Ali. Rashid regres con un ejemplar de Paris Soir. Pgina dos. Lalo en voz alta. Les interesar dijo Dillon. Se sirvi otra copa de champaa mientras Rashid lea el suelto en el peridico. Mrs. Margaret Thatcher, hasta fecha reciente primera ministra de Gran Bretaa, pernoctar en Choisy como invitada del presidente Mitterrand, con quien proseguir conversaciones maana por la maana. A las dos de la tarde abandonar su residencia para regresar a Inglaterra en un avin de la RAF que despegar de una pista militar de Valenton. Increble, no? Cmo se puede permitir que aparezca una gacetil a as! Pues les aseguro que los principales peridicos de Londres la habrn publicado tambin. Hubo un silencio solemne y luego Aroun dijo: No estar insinuando que...? Dil on se volvi hacia Rashid: Tendrn ustedes mapas de carreteras en esta casa. Vaya por ellos. Rashid sali sin prdida de tiempo y Makeiev dijo: Por Dios, Sean! Ni siquiera t... Cmo que no? replic tranquilamente Sean. No dijiste que tena que ser algo importante, un gran golpe? Servir Margaret Thatcher o bien estamos jugando a las batallitas aqu? Antes de que Aroun pudiese responder, regres Rashid con dos o tres mapas. Despleg uno sobre la mesita y todos se volvieron a contemplarlo, excepto Makeiev, que permaneci junto a la chimenea.

Esto es Choisy dijo Rashid. A cincuenta kilmetros de Pars, y aqu est Valenton, con el aeropuerto militar, a slo doce kilmetros. No tienen otro mapa a escala ms amplia? S despleg Rashid otro. Bien dijo Dillon. Aqu se ve bien claro que no hay ms comunicacin que la carretera comarcal entre Choisy y Valenton, y aqu, a unos cinco kilmetros de la pista, hay un paso a nivel del ferrocarril. Perfecto. Para qu? quiso saber Aroun. Para una emboscada. Mire, yo s cmo se montan esas operaciones. Habr un solo coche, dos a lo sumo, y una escolta. Quiz media docena de motoristas de las CRS. Dios mo! susurr Aroun. S, bueno. l no tiene mucho que ver con eso. Podra salir bien. Muy rpido y muy sencillo, lo que los ingleses dicen un pedazo de tarta. Aroun se volvi a Makeiev en busca de auxilio, pero el otro se encogi de hombros. Lo dice en serio, Michael. T lo has pedido as, conque decdete. Aroun respir hondo y se volvi de nuevo hacia Dillon. Est bien. De acuerdo dijo tranquilamente Dil on. Tom de la mesita un bloc y un lpiz, y garabate con rapidez. He aqu los datos de mi cuenta numerada en Zrich. Le transferirn un milln de libras maana por la maana a primera hora. Por adelantado? se extra Rashid. No es mucho pedir? No, muchacho. Vosotros sois los que peds mucho, as que las reglas han cambiado. Terminado el encargo con xito, espero recibir otro milln. Un momento! empez Rashid. Pero Aroun le hizo callar con un ademn. Conformes, seor Dil on, y me parece incluso barato. En qu podemos servirle ahora? Necesitar dinero para los primeros gastos. Supongo que un hombre como usted no dejar de tener en casa una buena cantidad de vil metal. Una gran cantidad, ciertamente sonri Aroun. Cunto necesita? Podra ser en dlares? Unos veinte mil, digamos.

Naturalmente. Aroun hizo un gesto a Rashid, que se encamin al fondo del saln y descubri una caja fuerte empotrada detrs de un cuadro al leo. Y yo, qu hago? pregunt Makeiev. El antiguo almacn de la calle Helier, el que hemos usado otras veces. Todava tienes la l ave? Desde luego. Bien. All encontrar casi todo lo que necesito. Para este trabajo, no obstante, me falta una ametralladora ligera. Con trpode. Una Heckler & Koch o una M60, cualquier cosa por el estilo servir consult su reloj. Las ocho. Me gustara que estuviese all a las diez, de acuerdo? Debe ser puntual. Desde luego repiti Makeiev. Rashid se acerc con un portadocumentos. Veinte mil. En billetes de cien, lo siento. Alguna posibilidad de que estn controlados? pregunt Dillon. Descartado le asegur Aroun. Bien. Me llevar los mapas. Anduvo hacia la puerta, sali y empez a bajar la escalera semicircular rumbo al portal. Aroun, Rashid y Makeiev le acompaaron. Pero eso es todo, seor Dillon? pregunt Aroun. No podemos hacer nada ms por usted? No necesita ms ayuda?

La que ahora necesito voy a buscarla en el hampa explic Dillon. Los sinvergenzas honrados que trabajan por dinero suelen inspirarme ms confianza para estas cosas de los fanticos de una causa poltica. No siempre, pero la mayora de las veces s. No se preocupen. Tendrn noticias mas, sean las que fueren. Para entonces habr empezado a actuar. Rashid abri el portal. Entr una rfaga de aguanieve, y Dil on se cal la gorra. Cochina noche, por cierto. Una cosa ms, seor Dillon aadi Rashid. Qu pasa si algo sale mal?

Quiero decir que, como usted habr cobrado su milln por adelantado, nosotros... Os quedarais sin nada a cambio? No te preocupes, muchacho. En ese caso, propondr un objetivo alternativo. Nos queda el nuevo primer ministro britnico, ese tal John Major. Estoy seguro de que a vuestro jefe en Bagdad tampoco le disgustara ver su cabeza en una bandeja. Sonri por ltima vez, sali a la cal e, bajo el aguacero, y cerr el portal a sus espaldas.

CAPTULO 2 Por segunda vez aquella, noche Dillon se detuvo delante de Le Chat Noir, al extremo del pequeo malecn. Estaba casi desierto; en una mesa rinconera una pareja haca manitas sobre una botel a de vino. El acorden tocaba quedo y el msico charlaba al mismo tiempo con el encargado de la barra. Eran los hermanos Jobert, gngsteres de poca monta en el hampa de Pars, cuyas actividades fueron a menos desde que Pierre, el de la barra, perdi una pierna en un desgraciado accidente de automvil, tres aos antes, durante un atraco a mano armada. Cuando se abri la puerta y entr Dillon, el otro hermano, dej de tocar. Ah! Otra vez por aqu, monsieur Rocard? Hola, Gaston le estrech la mano Dil on y luego se volvi hacia el de la barra. Hola, Pierre. Escuche. Todava me acuerdo de esa cancin, esa meloda irlandesa que le gusta a usted. Gaston toc unas notas en su instrumento. Muy bien. Eres un artista dijo Dillon. A espaldas de ellos, la parejita abandon sus asientos y sali. Pierre sac del frigorfico media botel a de champaa. Champaa como siempre, supongo? No es nada del otro jueves, amigo, pero aqu somos pobres. Conseguirs que me eche a l orar replic Dillon. En qu podemos servirle? inquiri Pierre. Bah! Pensaba proponeros un pequeo negocio hizo Dillon un ademn hacia la puerta. Sera mejor cerrar, me parece. Gaston dej el acorden sobre la barra y fue a bajar la persiana metlica. Luego corri el cerrojo de la puerta y retorn a su taburete. Y bien, amigo?

Puede ser el negocio de vuestra vida, muchachos dijo Dillon abriendo el maletn para sacar uno de los mapas de carreteras, con lo que descubri al mismo tiempo los fajos de billetes de cien. Veinte mil, americanos. Diez ahora y el resto despus del trabajo anunci. Santo cielo! exclam Gaston, impresionado, pero Pierre no desfrunci el ceo. Qu hay que hacer a cambio de tanto dinero? Por experiencia Dil on procuraba decir la verdad hasta donde fuese posible. Se me ha encargado por parte de la Unin Corsa resolver un pequeo problema dijo mientras empezaba a desplegar el mapa, citando el nombre de la organizacin criminal ms temida de Francia. Un caso de rivalidad comercial, podramos decir. Ah! Entiendo aadi Pierre. Usted se ocupar de eliminar el problema. Exacto. Las personas en cuestin pasarn por esta carretera en direccin a Valenton maana, poco despus de las dos. Ir a su encuentro aqu, cerca del paso a nivel. Y cmo se llevar a cabo el trabajo? Una sencilla encerrona. Todava estis en el negocio del transporte, verdad? Coches robados, camiones? Bien lo sabe usted, que nos los ha comprado tantas veces contest Pierre. Un par de camionetas no sera demasiado pedir, no es cierto? Y luego, qu? Esta noche iremos a inspeccionar el terreno consult su reloj. Ser a las once, saliendo de aqu. No nos l evar ms de una hora. Pierre mene la cabeza. Escuche. Puede que haya jaleo. Estoy demasiado mayor para andar a tiros por ah. Estupendo le replic Dillon. A cuntos pelaste cuando andabas con los de la OAS? Entonces yo era joven. S, supongo que a todos nos espera lo mismo. Nada de tiros. Vosotros dos iris y os largaris en seguida, tan rpidos que ni siquiera os enteraris de lo que ocurra. Un pedazo de tarta sac del portafolios varios fajos de bil etes y los extendi con parsimonia sobre la barra. Diez mil, hay trato?

La codicia se impuso, como siempre, tan pronto como Pierre hubo acariciado los bil etes con los dedos. Creo que s, amigo. Bien. Hasta las once, pues. Dil on cerr el maletn y Gaston fue a abrirle la puerta. Cuando el irlands hubo salido, Gaston volvi a cerrar y luego se volvi. Qu opinas? Pierre sirvi dos copas de coac. Opino que nuestro comn amigo Rocard es un gran embustero. Pero tambin es un hombre muy peligroso aadi Gaston. Qu hacemos? Esperar y ver brind Pierre con su copa. Salut. Dil on se encamin a pie hacia el almacn de la cal e de Helier, aunque no sin dar rodeos de unas cal es a otras y refugindose alguna que otra vez en la oscuridad para ver si le segua alguien. Haca tiempo haba aprendido que todos los grupos polticos revolucionarios estaban plagados de facciones y de chivatos, lo cual era particularmente cierto en el caso del IRA. Por la misma razn, y tal como haba explicado a Aroun, prefera recurrir a delincuentes profesionales siempre que necesitase ayuda, a hampones honrados que hacan las cosas slo por dinero, como l sola decir. Por desgracia, ni siquiera esto era del todo seguro. Crey adivinar algo raro en la actitud del gordo Pierre. En la puerta del almacn se abra un portil n por donde entr Dillon tras descorrer la cerradura. Dentro guardaba un sedn Renault, un Ford Escort y una moto BMW de la polica cubierta con una lona. Tras verificar que todo estuviese en orden, enfil la escala de madera y se meti en la vivienda del altillo. No era ste su nico hogar, ya que tena adems una barcaza en el ro, por si acaso. Sobre una mesa de la salita encontr un petate de lona con una tarjeta que slo deca: SU PEDIDO. Sonriendo, abri la cremal era y hal una ametralladora Kalashnikov PK ltimo modelo, con el trpode doblado y el can desmontado para 20 mayor facilidad de transporte. En el petate vena adems una caja con la cinta de cartuchos y, a su lado, otra caja similar. Dillon fue a abrir un cajn de la cmoda, sac una manta plegada y la guard en el petate; luego cerr la cremallera, se ajust la Walther al cinto y sali hacia la escalera portando el voluminoso bulto. Despus de echar el cierre del portil n, regres por donde haba venido sintindose presa de excitacin, como siempre le ocurra en tales ocasiones. Aqul era el momento ms emocionante del

mundo: cuando la accin se pona en marcha. Sali a una calle principal y pocos instantes despus hizo seas a un taxi que le llev nuevamente a Le Chat Noir. Salieron de Pars en dos camionetas Renault idnticas, excepto en que la una era negra y la otra blanca. Gaston abra camino, mientras Dillon viajaba en el asiento del acompaante y Pierre los segua con el otro vehculo. Haca mucho fro y segua cayendo aguanieve, aunque no l egaba a cuajar. Apenas hablaron; Dillon se arrellan en el asiento con los ojos cerrados para que el francs creyera que iba dormido. No lejos de Choisy la camioneta patin y Gaston solt un juramento mientras luchaba con el volante. Tranquilo, hombre. No nos conviene ir a parar a la cuneta. Dnde estamos? Acabamos de tomar la desviacin hacia Choisy. Falta poco. Dillon se incorpor. Haba nieve en las cunetas pero no en la calzada. Cochina noche dijo Gaston. Hay que ver! Recuerda esos hermosos billetes de cien dlares le record Dil on. Eso te ayudar a soportarla. Al poco dej de nevar y se aclar el cielo, asomando la media luna. Al coronar una loma vieron abajo el semforo del paso a nivel. Junto a ste se alzaba un barracn en desuso, las ventanas tapadas con tablones y un montn de adoquines delante, cubiertos de nieve en polvo. Para aqu orden Dillon. Gaston obedeci y fren en el lugar indicado cortando al mismo tiempo el contacto. Pierre detuvo la camioneta blanca al lado y se ape no sin dificultad, debido a la pierna artificial, para reunirse con ellos. Dillon contempl la encrucijada desde una veintena de metros de distancia y asinti. Perfecto. Dame las llaves. Gaston lo hizo y el irlands abri la puerta trasera de la furgoneta. All estaba el petate de hule; abri la cremallera mientras sus acompaantes miraban, extrajo la Kalashnikov, mont el can con pericia y puso el arma en posicin apuntando hacia la trasera del vehculo. Luego acerc el cajn de las municiones y mont la cinta. Parece peligrosa de veras dijo Pierre. Cartuchos de siete coma dos milmetros, mezclando trazadoras y perforadoras de blindaje explic Dillon. Desde luego es un arma de

cuidado la Kalashnikov. Con una de sas yo he visto hacer pedazos un Land Rover cargado de paracaidistas britnicos. De veras? dijo Pierre, y cuando Gaston fue a decir algo le impuso silencio tocndole el brazo con la mano. Qu hay en la otra caja? Ms municin.

Dil on sac del petate la manta, cubri con ella la ametralladora y luego cerr la puerta trasera con la l ave. A continuacin se puso al volante, arranc y maniobr con la camioneta varios metros, hasta dejarla con la trasera apuntando hacia el cruce. En seguida se ape y cerr con llave la puerta. Las nubes cubrieron la Luna y empez a llover, aunque esta vez ms nieve que agua. As que piensa dejarla aqu? Y si se fija alguien? pregunt Pierre. En efecto, qu pasara entonces? Dillon se arrodill junto a la rueda posterior del lado de la carretera, sac del bolsillo una navaja y tras accionar el muelle pinch el neumtico cerca de la l anta. Sali el aire con un silbido y el neumtico qued plano en seguida. Gaston asinti. Muy hbil. Si alguien repara en ella, creer que est averiada. Pero, y nosotros? pregunt Pierre. Qu quiere que hagamos? Muy sencil o. A las dos de la tarde Gaston se presenta con la Renault blanca y la deja cruzada en la carretera. No en la va, ojo!, slo bloqueando la carretera. Se apea, echa la l ave y se larga a toda velocidad, dejndola abandonada se volvi hacia Pierre. T, que le habrs seguido en otro coche, le recoges y os volvis a Pars sin prdida de tiempo. Y usted? pregunt el gordo. Yo estar aqu esperando, escondido en la otra camioneta. Ya me las arreglar. Ahora nos volvemos a Pars, me dejis en Le Chat Noir y nada ms. No me volveris a ver ms. Y el resto del dinero? pregunt Pierre mientras se pona al volante de la otra furgoneta y Gaston y Dillon entraban. Lo tendris, perded cuidado le tranquiliz Dillon. Yo siempre cumplo, como espero que cumplan los dems. Es un punto de honor, amigo. Ahora, vmonos de aqu. Cerr los ojos de nuevo y se tumb en el asiento. Pierre mir de soslayo a su hermano y puso en marcha el vehculo.

Regresaron a Le Chat Noir sobre la una y media. Tenan un garaje frente al establecimiento. Gaston abri la puerta y Pierre meti la camioneta. Me voy anunci Dil on. No quiere pasar? le pregunt el gordo. Gaston le l evar a casa. Dil on sonri. A m nunca en la vida me ha llevado nadie a casa. Ech a andar y desapareci en una callejuela. Pierre le dijo a su hermano: Sguele y no pierdas la pista. Por qu? quiso saber Gaston. Porque necesito saber dnde para, eso es. Este negocio apesta, Gaston, apesta peor que pescado podrido. Vamos, vete ya! Dil on se movi rpidamente de una calle a otra, segn su costumbre, pero Gaston, caco desde la infancia, tambin era experto en aquellos menesteres y logr seguir la pista sin acercarse demasiado en ningn momento. Dil on pensaba regresar al almacn de la calle de Helier, pero en un momento dado, al detenerse en una esquina para encender un cigarril o ech una ojeada hacia atrs y habra 22 jurado que haba visto un movimiento. Lo que era cierto; se trataba de Gaston, que acababa de refugiarse en un portal para no ser sorprendido. Para Dil on, sin embargo, la simple sospecha era suficiente. La actitud de Pierre le haba inquietado durante toda la noche y le daba un mal presentimiento. Dobl a la izquierda, desanduvo el camino en direccin al ro y recorri unos muelles, dejando atrs un par de camiones con los parabrisas recubiertos de nieve. Por fin lleg a un hotel de mala muerte, de los visitados nicamente por prostitutas y camioneros en trnsito, y decidi entrar. El recepcionista era un vejete con abrigo y bufanda para protegerse contra el fro. Le mir con sus ojos llorosos, abandonando la novela que estaba leyendo. Monsieur? Acabo de traer una carga desde Dijon hace un par de horas y pensaba regresar esta misma noche, pero se me ha estropeado el maldito camin. Necesito una cama. Son treinta francos, monsieur.

No lo dir en serio replic Dil on. Me voy de aqu en cuanto amanezca. El viejo se encogi de hombros. Por veinte, puedo darle la nmero dieciocho del segundo piso, pero no se han cambiado las sbanas. Cundo las cambian, una vez al mes? acept Dillon la l ave, y tras pagar los veinte francos subi. La habitacin, incluso bajo la tenue luz del descansillo, result tan innoble como caba esperar. Cerr la puerta, se movi con precaucin en la habitacin a oscuras y se acerc a la ventana con cautela. Hubo un movimiento bajo un rbol en la otra acera, la que daba a los muelles. Gaston Jobert sali corriendo a toda prisa hasta perderse en la bocacal e. Qu fatalidad susurr Dillon en voz baja; luego encendi un cigarrillo y se tumb en la cama, mirando al techo, mientras reflexionaba sobre la situacin. Sentado a la barra de Le Chat Noir esperando el regreso de su hermano, Pierre hojeaba el Paris Soir a falta de mejor cosa que hacer, y fue entonces cuando se fij en el suelto sobre la entrevista de Margaret Thatcher con Mitterrand. Sinti un acceso de nuseas y reley el artculo, horrorizado. En ese preciso instante se abri la puerta y entr Gaston a toda prisa. Qu noche! Estoy calado hasta los huesos. Dame un coac. Toma sirvi una copa Pierre. Y mientras te lo bebes, puedes leer esta interesante noticia de Paris Soir. Gaston hizo lo que le mandaba su hermano, y se le atragant el coac. Dios mo! Es ella la que pernocta en Choisy! Y despegar de la antigua pista militar de Valenton. Sale de Choisy a las dos. Cunto se necesitar para llegar hasta el paso a nivel? Diez minutos? Santo Cielo! Estamos perdidos! dijo Gaston. No es asunto para nosotros, Pierre. Si l ega a ocurrir, todos los guripas de Francia se echarn a la cal e. No ocurrir. Yo saba que la presencia de ese malnacido era mal presagio. Siempre me pareci algo raro. Lograste seguirle? S, estuvo dando vueltas por las calles durante un rato y luego se meti en ese hotelucho del viejo Franois, junto a los muelles se estremeci y prosigui en 23

tono l oriqueante: Qu vamos a hacer? Esto es el fin, Pierre! Nos encerrarn en una celda y echarn la l ave al mar, ya lo vers! Te digo que eso no suceder replic Pierre. No, si nos chivamos. A lo mejor hasta nos lo agradecen. Puede que incluso den recompensa por l. Dame el telfono particular del inspector Savary. Estar acostado ya. Claro que lo estar, idiota!, y bien calentito con su gorda, como deberan estar siempre los buenos detectives. Tendremos que sacarlo de la cama. El inspector Jules Savary despert con una maldicin cuando son el telfono de la mesita de noche. Se hallaba solo, porque su mujer estaba pasando una semana en Lyon, en casa de su madre. La noche haba sido larga: dos atracos a mano armada y un intento de violacin. Acababa de conciliar el sueo. Descolg. Savary al habla. Soy yo, inspector, Pierre Jobert. Savary mir hacia el despertador. Por todos los santos, Jobert! Son las dos y media de la madrugada. Ya lo s, inspector, pero tengo algo muy especial para usted. Eso no es una novedad, as que puede esperar hasta que amanezca. No lo creo, inspector. Le ofrezco la oportunidad de convertirse en el polica ms famoso de Francia. El golpe de su vida. A otro perro con ese hueso dijo Savary. Margaret Thatcher. Duerme en Choisy esta noche y sale de Valenton a las dos, no es cierto? Si quiere, le digo todo lo que s acerca del hombre que se ha propuesto no dejar que l egue. Jules Savary despabil en una fraccin de segundo. Dnde ests, en Le Chat Noir? S respondi Jobert. Dentro de media hora. Savary colg, salt de la cama y empez a vestirse. En aquel mismo momento Dillon decida mudarse. El hecho de que Gaston le hubiera seguido no tena por qu significar sino que los hermanos queran averiguar ms detalles acerca de l. Pero, por otra parte... Sali, no sin cerrar la puerta con la l ave, busc la escalera de incendios y baj

con cautela. Abajo haba una puerta que se abri con facilidad, y se hall en un patio trasero, en el que desembocaba un callejn por el que fue a parar a la cal e principal. Cruz siguiendo una fila de camiones aparcados, y eligi uno que estaba a cincuenta metros del hotel, pero con buena visibilidad. Sac la navaja y actu sobre el borde superior de la ventanil a del acompaante. El cristal no tard mucho en ceder un poco y le permiti meter los dedos para seguir forzndolo. Al cabo de un minuto estaba dentro; dominando el deseo de fumar, se levant el cuel o del chaquetn, embuti las manos en los bolsil os y esper medio tumbado en la banqueta. Eran las tres y media cuando los cuatro coches sin identificacin se detuvieron delante del hotel y saltaron ocho hombres, ninguno de el os de uniforme, lo que no dejaba de ser curioso. Action Service, si no estoy equivocado se dijo Dillon. Gaston Jobert se ape del ltimo coche y habl con los dems unos momentos; luego todos entraron en el hotel. Dil on no estaba enfadado, sino ms bien 24 complacido al comprobar que su instinto no le engaaba. Se ape del camin y busc el refugio de la bocacalle ms prxima, para continuar luego hacia el almacn de la calle de Helier. El servici secreto francs, tantos aos famoso bajo la sigla SDECE, decidi rebautizarse bajo la administracin Mitterrand con el nombre de Direction Gnrale de la Scurit Extrieure, o DGSE, como parte de un lavado de imagen de aquel a organizacin tan misteriosa como expeditiva y, segn decan, ajena a cualquier clase de escrpulos. Aunque, incluso concediendo eso, contadas organizaciones anlogas del mundo podan medirse con el a en trminos de eficacia. Como en los viejos tiempos, el servicio segua dividido en cinco secciones y numerosos departamentos; de aqul as la ms famosa, o la ms infame segn como se mire, era la Seccin Quinta, ms comnmente l amada Action Service, la responsable de haber desarticulado la OAS. El coronel Max Hernu haba intervenido en todo eso y haba cazado a los OAS tan encarnizadamente como cualquiera, pese a haber sido antes paracaidista en Indochina y en Argelia. Tena sesenta y un aos; canoso, presentaba aspecto de caballero elegante detrs de su escritorio, en un despacho de la primera planta de las oficinas centrales de la DGSE, sitas en el bulevar Mortier. Faltaban pocos minutos para las cinco y Hernu se haba calado las gafas de montura de concha para leer el informe. Le haban sacado de su casa de campo a sesenta y cinco kilmetros de Pars, y acababa de llegar. El inspector Savary aguardaba en actitud respetuosa. Hernu se quit las gafas.

Aborrezco esta hora de la maana. Me recuerda las madrugadas de Dien Bien Phu, cuando faltaba poco para el final. Srvame otro caf, si no le importa. Savary tom la taza, se acerc a la cafetera elctrica y sirvi un caf muy cargado. Qu opina usted, seor? Esos hermanos Jobert, cree usted que nos lo han contado todo? Absolutamente seguro. Hace aos que los conozco. Pierre, el mayor, estuvo en la OAS y aunque cree que eso le da categora, en realidad son dos pillos de segunda. Se defienden bien con los coches robados. De modo que un asunto como ste se saldra de su especialidad? Desde luego. Me han confesado que haban vendido coches a ese tal Rocard otras veces. De los trucados? S, seor. Por supuesto, han dicho la verdad. Los diez mil dlares que han dejado en esta mesa lo corroboran. Pero ese Rocard... Usted tiene experiencia policial, inspector. Cuntos aos de servicio de calle? Quince, seor. Dme su opinin. La descripcin fsica es interesante porque, segn los hermanos Jobert, no hay tal descripcin. No es un tipo corpulento, no medir ms de metro sesenta y cinco. Ojos sin color definido, cabello rubio. Gaston dice que cuando lo conoci crey que era un enclenque, y luego dej medio muerto a un tipo dos veces ms grande que l en menos de cinco segundos. Adelante encendi un cigarrillo Hernu. Pierre dice que su francs es demasiado perfecto. 25 Qu quiere decir con eso? No se sabe; slo que siempre le pareci que haba algo extrao en l. Cmo si no fuese francs en realidad? Exacto. Dos puntos de inters al respecto. Suele silbar una cancioncilla rara, y Gaston se ha quedado con ella de odo, ya que es acordeonista. Dice que Rocard le explic una vez que era una tonada irlandesa.

Esto empieza a ponerse interesante. Segundo punto. Mientras estaba montando la ametralladora en la plataforma de la camioneta, al en Valenton, les dijo a los muchachos que era una Kalashnikov y que adems de municin normal disparaba trazadoras y perforadoras, etctera. Dijo haber visto cmo se destrozaba con eso un Land Rover lleno de paracaidistas ingleses. Pierre no se atrevi a preguntarle dnde haba visto tal cosa. As que olfatea usted el IRA por ah, inspector? Qu medidas ha tomado al respecto? He solicitado al personal de su departamento la coleccin de fotografas. Los Jobert estn vindolas ahora. Excelente Hernu se puso en pie y esta vez llen su taza personalmente . Cmo interpreta lo del hotel? Cree posible que alguien le haya puesto sobre aviso? Quiz, pero no necesariamente contest Savary. Quiero decir que... qu tenemos ah? Un verdadero profesional, dispuesto a dar el golpe de su vida. Quiz fue slo que adoptaba precauciones excepcionales, para asegurarse de que nadie le siguiera hasta su verdadero destino. En una palabra, yo no me fiara ni un pelo de los Jobert, conque por qu iba a hacerlo l? Se encogi de hombros y Max Hernu apunt con astucia: Hay algo ms. Dgalo ya. Me da mala espina ese individuo, coronel. Creo que nos las tenemos que ver con alguien fuera de lo corriente. Podemos suponer que hizo lo del hotel porque sospechaba que Gaston estaba siguindole, pero luego querra averiguar por qu. Es decir, si era slo curiosidad de los Jobert o si haba algo ms. Significa eso que pudo quedarse por all hasta que l egaron los nuestros? Es muy posible. Aunque por otra parte, quiz no saba que Gaston estuviera siguindole, y lo del hotel fue slo una precaucin rutinaria, un truco aprendido en la Resistencia, durante la guerra. Hernu asinti. Correcto. Vamos a ver si han terminado. Dgales que pasen. Savary sali y regres con los hermanos Jobert, que traan muecas de preocupacin en las caras.

Y bien? dijo Hernu. No hubo suerte, coronel. No est en los libros. De acuerdo contest Hernu. Vayan abajo ahora, que les conducirn de vuelta a casa. Ms tarde pasaremos a recogerles otra vez. Para qu, coronel? pregunt Pierre. Para que el hermano de usted pueda ir a Valenton con la furgoneta Renault y usted pueda seguirle con el coche, tal como les indic Rocard. Ahora, salgan lo que hicieron los hermanos a toda prisa, mientras Hernu se volva hacia Savary. Nos encargaremos de que la seora Thatcher sea conducida por otro camino ms seguro, pero sera una lstima decepcionar al amigo Rocard. Si es que aparece, coronel. 26 Nunca se sabe. A lo mejor lo hace. Ha conducido usted este asunto con mucha habilidad, inspector. Me parece que voy a tener que secuestrarle para la Seccin Quinta, le importara? Le importara? Savary estaba casi sofocado de emocin. Sera un honor para m, seor. Bien. Vaya y tome una ducha y un desayuno. Nos veremos luego. Y usted, coronel? Yo, inspector... ri Hernu al tiempo que consultaba su reloj. Las cinco y cuarto. Voy a l amar al Intelligence Service britnico de Londres. Para sacar de la cama a un antiguo amigo mo. Es el que puede ayudarnos a resolver nuestro misterio, si alguien puede. La direccin general del British Security Service ocupa un voluminoso edificio de ladril o blanco y rojo, no lejos del hotel Hilton de Park Lane, aunque muchas de las secciones de aqul estn repartidas en diferentes lugares de la capital. El nmero especial al que llam Max Hernu era el de un departamento llamado Grupo Cuarto, establecido en el tercer piso del Ministerio de Defensa. Fue creado en 1972 para encargarse de la lucha contra el terrorismo y la subversin en las islas Britnicas. Slo renda cuentas al primer ministro, y desde su fundacin haba sido administrado por un solo hombre, el brigadier Charles Ferguson, que se hal aba durmiendo en su piso de Cavendish Square cuando le despert el telfono de la mesita de noche. Ferguson despabil al segundo, sabiendo que deba ser algo importante.

Es. Pars, brigadier anunci una voz annima. Prioridad uno. El coronel Hernu. Pase la l amada y conecte el secrfono. Ferguson se sent en la cama. Era un hombre desaliado, corpulento, de sesenta y cinco aos, de alborotado cabello gris y papada. Charles? Hernu hablaba ingls a la perfeccin. Querido Max, a qu debo esta l amada en hora tan intempestiva? Has tenido suerte al encontrarme; el poder establecido quiere mi jubilacin y la de todo el Grupo Cuarto. Qu absurdo. Tienes razn, pero hace aos que nuestra situacin de autonoma molesta al director general. En qu puedo servirte? La seora Thatcher pernocta en Choisy. Tenemos los detalles de un complot para atentar contra ella maana, en el recorrido hacia la pista militar de Valenton. Dios mo! Est todo controlado. La seora regresar a su casa por otro camino, pero an es posible que el individuo en cuestin se haga presente. Aunque lo dudo, le esperaremos de todos modos esta tarde. Quin es? Alguien a quien conozcamos? Por lo que dicen nuestros informantes, sospechamos que es irlands, aunque habla nuestro idioma lo bastante bien como para hacerse pasar por nativo. La cuestin es que los testigos han pasado revista a nuestros ficheros sobre el IRA, sin ningn resultado. Tienes una descripcin? Hernu le repiti lo que saba. Me temo que no es gran cosa.

Voy a hacer que lo pasen por el ordenador y te pondr al corriente. Cuntame los detal es lo que Hernu hizo, y cuando hubo terminado Ferguson coment: A se no le veris ms el pelo, muchacho. Te apuesto una cena en el grill del Savoy la prxima vez que te asomes por aqu. Tengo un presentimiento en este caso; creo que es un tipo diferente dijo Hernu.

Y sin embargo no est en vuestros libros, y eso que procuramos teneros al da. Lo s dijo Hernu. Y t eres el experto en materia de IRA, conque, qu te parece que hagamos? En eso ests equivocado dijo Ferguson. El experto principal en materia de IRA lo tenis al en Pars. Es nuestro amigo irlands-norteamericano Martin Brosnan. Al fin y al cabo, estuvo en las filas de el os hasta mil novecientos setenta y cinco. Tengo entendido que ahora es profesor de filosofa poltica en la Sorbona. Tienes razn respondi Hernu. Lo haba olvidado. Est hecho un ciudadano respetable, publica libros y vive bastante bien gracias a los millones que le dej su madre al fallecer en Boston hace cinco aos. Si tienes un misterio entre manos, l puede ser el hombre indicado para solucionarlo. Gracias por la sugerencia dijo Hernu. Pero veamos antes qu pasa en Valenton. Te pondr al corriente. Ferguson colg, puls un l amador de pared y se levant. Al momento se abri la puerta y apareci su sirviente, un ex gurja, ponindose una bata sobre el pijama. Emergencia, Kim. Voy a llamar a la capitana Tanner y luego tomar un bao. El desayuno, cuando llegue ella. El gurja se retir. Ferguson descolg el telfono y marc un nmero. Mary? Aqu Ferguson. Asunto importante. Te necesito en Cavendish Square antes de una hora. Ah, s! Y ser mejor que te pongas el uniforme; recuerda que tenemos reunin en Defensa a las once. Siempre los impresionas ms con las pinturas de guerra. Colg y pas al cuarto de bao sintindose muy despierto y sumamente animado. Eran las seis y media cuando el taxi recogi a Mary Tanner a la puerta de su vivienda de Lowndes Square. El conductor qued impresionado, aunque esto le ocurra a mucha gente cuando el a, como en esta ocasin, luca el uniforme de capitana del cuerpo femenino con las alas del cuerpo areo del ejrcito sobre la pechera izquierda; debajo de stas, la cinta de la medalla de San Jorge, condecoracin al valor de no pequea distincin, as como otras por servicios en la campaa de Irlanda y en el cuerpo de pacificacin de las Naciones Unidas en Chipre.

Era menuda de cuerpo, de cabello negro y corto, con veintinueve aos de edad y muchos de servicio. Hija de un mdico, estaba licenciada en letras por la universidad de Londres y haba intentado dedicarse a la enseanza, pero le pareci una ocupacin tediosa en exceso. Tras enrolarse en el ejrcito hizo casi toda su carrera en la polica militar, y pas una temporada en Chipre. Destinada por tres veces al Ulster, fueron los incidentes de Derry los que le valieron una cicatriz en la mejil a izquierda y la medal a que llam la atencin de Ferguson, del que haca dos aos haba pasado a ser ayudante. Pag el taxi y subi a toda prisa por la escalera hasta el piso de la primera planta, cuya puerta abri con su propia l ave. Ferguson estaba en su elegante 28 estudio, sentado en el sof delante de la chimenea, con una servilleta al cuel o, mientras Kim le serva unos huevos escalfados. Llegas a tiempo dijo. Qu te gustara tomar? Un t, por favor. Earl Grey, Kim, y una tostada con miel. Conservando la figura, eh? Demasiado temprano para chistes machistas, no le parece, brigadier? Cul es el caso? La puso al corriente al tiempo que desayunaba. Ella escuch con atencin mientras Kim le serva el t y la tostada. Cuando hubo concluido la explicacin, ella coment: Ese Brosnan... Nunca o hablar de l. Es porque pertenece a los viejos tiempos, querida. Tendr unos cuarenta y cinco aos ahora. En la biblioteca encontrars un expediente acerca de l. Naci en Boston, de una de esas familias de Norteamrica asquerosamente ricas. De muy alta sociedad. Su madre era dublinesa. Empez como chico rico, estudios en Princeton y todo eso. Luego lo estrope todo presentndose como voluntario para el Vietnam. Creo que eso fue en mil novecientos sesenta y seis. Sirvi con los Rangers en la aerotransportada y se licenci con el grado de sargento y cargado de condecoraciones. Qu tiene eso de raro? Pudo ahorrarse el ir al Vietnam a travs de las prrrogas por estudios, pero no lo hizo. Y se alist como soldado raso. No deja de ser excepcional en una persona de su extraccin social. Viejo cargado de prejuicios, eso es lo que es usted. Qu hizo luego?

Ingres en el Trinity Col ege de Dubln para preparar el doctorado. Es protestante, dicho sea de paso, aunque su madre era una catlica muy devota. En agosto del sesenta y nueve estaba visitando a un to materno, sacerdote en Belfast. Recordars lo que ocurri all y cmo empez todo, verdad? Cuando los extremistas protestantes quisieron pegar fuego al barrio catlico? dijo ella. Y la polica no hizo gran cosa por impedirlo. La plebe incendi la iglesia del to de Brosnan y luego ech a andar por Falls Road. Un puado de veteranos del IRA hizo frente con algunos fusiles y pistolas, y cuando uno de ellos cay, Brosnan recogi el fusil. Un reflejo instintivo, supongo. Quiero decir, despus de lo del Vietnam y todo eso. Y qued comprometido a fondo desde entonces? Ms o menos. Recordars que por aquel entonces haba muchos hombres as en el movimiento. Idealistas que crean en la libertad de Irlanda y todo lo dems. Lo siento, seor. He visto demasiada sangre en las calles de Derry para pasar por eso. S. En fin, no intento disculparle. Mat a ms de uno entonces, pero siempre cara a cara, dicho sea en su favor. Lleg a hacerse bastante famoso. Entonces apareci esa corresponsal de guerra, una fotgrafa francesa llamada Anne-Marie Audin. l le salv la vida en Vietnam cuando su helicptero fue derribado. Es una historia bastante romntica. Ella se present en Belfast y Brosnan la introdujo durante una semana en la clandestinidad. Ella public una serie de reportajes en la revista Life, puedes figurarte, la lucha de los valientes independentistas irlandeses, etctera. Qu pas luego?

En mil novecientos setenta y cinco pas a Francia para negociar una compra de armas. Result que era una emboscada y que la polica le estaba esperando. Por desgracia, mat a un agente. Le sentenciaron a cadena perpetua. En el setenta y nueve se escap de la crcel... con mi ayuda, si me est permitido decirlo. Por qu? Es otro caso anterior a tu poca. El de un terrorista llamado Frank Barry. Empez en el Ulster con un grupo incontrolado l amado Los Hijos de Ern y luego entr en el circuito del terrorismo europeo. Un genio del mal como se han visto pocos. Trat de atentar contra lord Carrington durante una estancia de ste en Francia como secretario de Exteriores. Los franceses

echaron tierra al asunto, pero el primer ministro mont en clera y recib rdenes de cazar a Barry costara lo que costara. Ah! Ahora lo comprendo. Necesit usted a Brosnan para conseguirlo? S, hace falta un ladrn para atrapar a un ladrn, como suele decirse, y ste colabor. Y luego? Regres a Irlanda y consigui su doctorado. Y la tal Anne-Marie Audin? Se casaron? No, que yo sepa, pero ella le hizo un favor ms grande. Su familia es de las de ms rancio abolengo de Francia y disfruta de una influencia poltica enorme. Adems l tiene la Legin de Honor por aquel salvamento en el Vietnam. En todo caso, presionaron entre bastidores y hace cinco aos el presidente Mitterrand le concedi una amnista. Ahora ha quedado completamente limpio. Y cmo es que ahora da clases en la Sorbona? Debe de ser el nico profesor que haya matado a un polica. No lo creas; despus de la guerra hubo uno o dos que haban hecho exactamente lo mismo durante la Resistencia. Pues yo digo que la cabra siempre tira al monte. Mujer de poca fe! Como te deca, puedes consultar el expediente en la biblioteca si quieres saber ms le pas una hoja de papel. He aqu una descripcin de nuestro hombre misterioso. No es mucho, pero psalo por el ordenador de todas maneras. Ella sali, y entr Kim con un ejemplar de The Times. Ferguson oje los titulares y luego pas a la segunda pgina, donde repar inmediatamente en el suelto de agencia que, al igual que Paris Soir, daba la noticia de la visita de la seora Thatcher en Francia. Que tengas suerte, Max dijo en voz baja mientras se serva otra taza de caf. 30

CAPTULO 3

Aquel da amaneci mucho ms templado en Pars, de manera que hacia la hora del almuerzo se haba derretido casi toda la nieve, y lo mismo en las afueras excepto algunos manchones en las cunetas y los setos, mientras Dillon se diriga hacia Valenton por las carreteras secundarias. Montaba en la BMW del garaje y vesta uniforme completo de guardia de las compaas republicanas de seguridad, con zamarra oscura de cuero, casco, gafas y metralleta MAT49 en bandolera. Haba sido una locura por su parte, naturalmente, pero era incapaz de privarse del espectculo, gratuito por aadidura. Se detuvo en un camino vecinal junto a la puerta de una granja y despus de consultar al mapa, enfil a pie el sendero, que cruzaba un bosquecillo, hasta salir al lado de un murete de piedra en lo alto de una loma. Bastante lejos, como a unos doscientos metros, se divisaba el paso a nivel y la furgoneta Renault negra, estacionada exactamente donde l la haba dejado. No se vea ni un alma. Como un cuarto de hora ms tarde pas un tren. Consult su reloj. Las dos y cuarto. De nuevo dirigi sus prismticos Zeiss hacia la zona, y entonces apareci la Renault blanca, que dio media vuelta en medio de la carretera dejando cortado el paso. La segua un Peugeot; al volante, Pierre inici la maniobra para regresar por donde haba venido, mientras Gaston corra hacia el coche. Era un modelo antiguo, pintado de burdeos y crema. Muy bonito dijo en voz baja Dil on mientras el Peugeot se alejaba. Y ahora el sptimo de caballera agreg, al tiempo que encenda un cigarrillo. Unos diez minutos ms tarde se present en la carretera un camin, que se vio obligado a frenar al hallar el paso cortado. En las lonas, sendos letreros proclamaban: STEINER ELECTRONICS. Electrnica y un huevo dijo Dillon. Desde dentro del camin, una ametralladora pesada abri fuego, dejando la furgoneta hecha un colador. Cuando ces el tiroteo, Dillon se sac del bolsil o una cajita negra que era un pequeo detonador electrnico, lo conect y extendi la antena. Del camin saltaron una docena de hombres, todos de mono negro, cubiertos con cascos antidisturbios y armados de subfusiles. Cuando estuvieron cerca de la Renault, Dil on accion el detonador. La carga explosiva que estaba en la segunda caja, la que segn haba dicho a Pierre contena ms municin para la ametralladora, estall al instante. El vehculo se desintegr y los trozos de la carrocera volaron por el aire como en una escena filmada a cmara lenta. Varios hombres quedaron en el suelo, y los dems corrieron a cubrirse. Chpense sa por ahora, cabal eros dijo complacido Dil on. Regres por donde haba venido, cruzando el bosquecillo, y montado en su BMW se alej de al rpidamente. 32

Abri la puerta del almacn de la cal e de Helier, volvi a montar en la moto, la entr y la calz con el trpode. Cuando se volva a bajar la puerta, Makeiev le habl desde arriba: Sali mal, supongo? Dillon se quit el casco. As parece. Los hermanos Jobert me denunciaron. Mientras suba por la escalera, Makeiev coment: El disfraz es genial. Un polica no es ms que un polica para todo el mundo. Nada que describir. Exacto. Hace unos aos trabaj para un gran irlands l amado Frank Barry, te suena? Ciertamente. Un verdadero Carlos. Era mejor que Carlos. Cay en el setenta y nueve, sin que se haya sabido quin fue el responsable. Usaba mucho el truco de hacerse pasar por un CRS motorizado. Los carteros tambin sirven. Nadie se fija en un cartero. Los dos hombres pasaron al saln. Cuntame dijo Makeiev. Dillon le resumi lo ocurrido. Corr el riesgo de emplear a esos dos y sali mal, eso es todo. Y ahora qu? Como dije, voy a proponer un blanco alternativo. No es cosa de permitir que se pierda tanto dinero; debo ir pensando en mi jubilacin. Tonteras, Sean. T no piensas en tu jubilacin para nada. Lo haces porque te excita ese juego. Quiz tengas razn Dillon encendi un cigarril o. Slo s una cosa, y es que no me gusta verme derrotado. Pensar algo para vosotros y al mismo tiempo liquidar una deuda. Los Jobert? Acaso vale la pena? Ah, s! exclam Dillon. Es una cuestin de honor, Josef. Makeiev suspir.

Ahora me toca hablar con Aroun para darle la mala noticia. Te mantendr al corriente. Aqu o en la barcaza sonri Dil on. No te preocupes, Josef. Yo no he fallado nunca, cuando me tomo un asunto en serio. Makeiev enfil escaleras abajo. Se oyeron sus pasos cruzando el almacn y finalmente el golpe del portil n al cerrarse. Dillon se volvi y regres al saln silbando quedamente. No lo entiendo dijo Aroun. En televisin no han dicho ni una sola palabra. Ni la dirn se apart Makeiev de la ventana desde donde se divisaba la avenida Victor Hugo. Ser el caso que no sucedi jams y as lo despacharn los franceses. La idea de que la seora Thatcher haya podido correr un peligro mientras se hal aba en suelo francs sera una ofensa nacional. Aroun estaba plido de rabia. Tu hombre ha fracasado, Makeiev. Mucho hablar, pero en fin de cuentas nada. Menos mal que no he transferido el milln a su cuenta de Zrich esta maana. Pero si lo habas prometido! En todo caso, puede ocurrrsele l amar en cualquier momento para verificar si se ha depositado el dinero dijo Makeiev. 33 Mi querido Makeiev, tengo quinientos millones de dlares depositados en ese banco. Frente a la posibilidad de que le fuesen retirados, el gerente qued ms que dispuesto a incurrir en un pequeo engao esta maana, cuando Rashid se lo advirti. Cuando llame Dillon para averiguar la situacin, se le dir que el dinero est depositado. Ests tratando con un hombre muy peligroso objet Makeiev. Si llegase a averiguarlo... Quin ira a decrselo? T no, ciertamente. Adems va a cobrar, en fin de cuentas, pero slo si consigue un buen resultado. Rashid le sirvi una copa de caf y se volvi hacia Makeiev. Prometi un blanco alternativo y dijo algo del primer ministro. Qu planes tiene? Nos dir alguna cosa cuando lo haya decidido contest Makeiev. Palabras! exclam Aroun, acercndose a la ventana con la taza de caf en la mano. Nada ms que palabras!

No, Michael anunci Makeiev. Te equivocas de medio a medio. El apartamento de Martin Brosnan estaba en el Quai de Montebel o frente a la le de la Cit y disfrutaba de una de las mejores vistas sobre Ntre Dame que podan hallarse en Pars. Adems quedaba lo bastante cerca de la Sorbona como para acudir all a pie, lo que le convena perfectamente. Eran poco despus de las cuatro cuando regresaba a su vivienda aquel hombre alto, de anchos hombros cubiertos por una trinchera pasada de moda y cabello negro, sin una sola cana pese a sus cuarenta y cinco aos, y tan largo que a Martin Aodh le daba cierto aire de espadachn del siglo XVI. Lo de Aodh, vale por Hugo en galico y su raza irlandesa se manifestaba adems en los pmulos salientes y los ojos color gris claro. Haca fro otra vez y Martin se estremeci mientras doblaba la esquina para entrar en Quai de Montebello. Apret el paso para alcanzar la entrada del bloque de apartamentos, del cual dicho sea de paso era propietario, y de ah que se hubiese quedado con el principal de la esquina, el que tena la mejor vista. Desde la esquina y hasta el cuarto piso la fachada estaba recubierta de andamios debido a unas obras de embellecimiento. Se dispona a subir los escalones de acceso al barroco portal cuando oy una voz que le llamaba. Martin? Alz los ojos y vio a Anne-Marie Audin que asomaba sobre la barandilla del balcn. Cmo diablos...? De dnde has salido t? exclam, asombrado. De Cuba. Acabo de l egar. Subi tomando los escalones de dos en dos y el a le recibi con la puerta abierta. La encerr en un abrazo de oso y regresaron juntos al recibidor. Qu maravilla volver a verte. Por qu Cuba? Ella le bes y le ayud a quitarse la gabardina. Ah! Un jugoso encargo de la revista Time. Pasemos a la cocina. Voy a prepararte un t. Lo del t era un chiste viejo entre el os. Pese a ser norteamericano, Martin no soportaba el caf. Sentado junto a la mesita, encendi un cigarrillo y la observ mientras ella preparaba el t. Su cabel o corto era tan negro como el suyo. Aquel a 34 mujer que se mova con suprema elegancia tena la misma edad que l y sin embargo aparentaba doce aos menos.

Tienes un aspecto magnfico dijo mientras ella le serva el t. Sabore un sorbo y asinti en muestra de aprobacin. Estupendo, tal como aprendiste a hacerlo al en South Armagh, en 1971, mientras Liam Devlin y yo te ensebamos por la va prctica cmo funcionaba el IRA. Cmo est ese viejo canalla? Sigue en Kilrea, a las afueras de Dubln, da alguna clase en el Trinity Col ege y asegura tener setenta aos, aunque todos sepamos que es mentira. se no sentar cabeza nunca. S, y t ests maravillosa dijo Brosnan. Por qu no nos habremos casado? Era una pregunta repetida ritualmente durante aos, otro chiste compartido entre ambos. En otro tiempo haban sido amantes, pero haca aos que eran slo buenos amigos. Aunque distaba de ser una relacin corriente; l habra sido capaz de dar la vida por ella, tal como estuvo a punto de ocurrir en un pantano de Vietnam cuando se vieron por primera vez. Dicho esto, hblame de tu nuevo libro. Una filosofa del terrorismo explic l. Muy aburrido. No creo que se vendan muchos ejemplares. Una lstima, teniendo en cuenta que proviene de un entendido en la materia. En realidad, no importa. El conocer las razones nunca ha servido para cambiar la conducta de las personas. Eres un cnico. Anda, vamos a beber algo de verdad. Abri el frigorfico y sac una botella de Krug. De cosecha nueva? Cul, si no? Pasaron al magnfico saln. Sobre la chimenea de mrmol, un gran espejo de marco dorado; plantas en todas partes y un piano de cola, sofs cmodos y algo desaliados, y una cantidad descomunal de libros. Anne haba dejado abierta la ventana del balcn y Brosnan fue a cerrarla mientras ella abra la botella de Krug y sacaba dos copas del aparador. En aquel preciso momento oyeron sonar el timbre de la puerta. Profesor Brosnan? dijo Hernu. Soy el coronel Max Hernu. Le conozco perfectamente contest Brosnan. Action Service, no es cierto? A qu viene todo esto? Es mi pasado pecaminoso el que vuelve por m?

No precisamente; lo que pasa es que necesitamos su ayuda. Le present al inspector Savary y a los seores Gaston y Pierre Jobert. Pasen, por favor dijo Brosnan, acuciada su curiosidad muy a su pesar. Por orden de Hernu, los hermanos Jobert se quedaron en el vestbulo mientras l y Savary eran introducidos en el saln por Brosnan. Anne-Marie se volvi con el ceo ligeramente fruncido y Brosnan hizo las presentaciones. Es una gran satisfaccin para m le bes la mano Hernu. Soy admirador suyo desde hace aos. Martin? No vas a meterte en ningn lo? dijo el a con aire preocupado. Claro que no la tranquiliz l. Ahora, en qu puedo servirle, coronel? 35 En un asunto de seguridad nacional, profesor. Apenas me atrevo a mencionarlo, pero he de recordar que mademoiselle Audin es una periodista grfica de bastante renombre. Ella sonri. Total discrecin. Tiene usted mi palabra, coronel. Estamos aqu porque nos lo sugiri el brigadier Charles Ferguson, de Londres. El viejo diablo! Y por qu sugiri que hablaran ustedes conmigo? Porque es usted un experto en asuntos relacionados con el IRA, profesor. Permita que me explique. Lo que el otro hizo, resumiendo el asunto con toda la brevedad posible. Ya lo ve, profesor concluy. Los hermanos Jobert han pasado revista a las fotografas que tenemos de militantes del IRA pero no le han identificado, y Ferguson tampoco pudo hacer nada con la breve descripcin que pudimos transmitirle. Tienen ustedes un problema serio. Amigo mo, ese hombre no es un cualquiera. Debe de ser alguien fuera de lo comn para intentar una cosa as, y sin embargo no sabemos nada de l, excepto que es irlands y habla el francs con soltura. Qu quieren que haga yo, pues? Hable con los Jobert. Brosnan lanz una ojeada hacia Anne-Marie y luego se encogi de hombros.

Por m no hay inconveniente. Que pasen. Se apoy en el borde de la mesa con la copa de champaa en la mano, mientras el os le contemplaban con cierta timidez, dadas las circunstancias. Qu edad tendr? Es difcil decirlo, monsieur contest Pierre. Es una persona que cambia de un momento para otro. Como si tuviese distintas personalidades. Yo dira que debe de rondar los cuarenta. Y su descripcin? Estatura entre pequea y mediana, cabello rubio. Parece un don nadie intervino Gaston. Creamos que era un enclenque, pero una noche machac a un gigantn en nuestro establecimiento. Cuando estaba montando la Kalashnikov hizo un comentario diciendo que haba visto cmo se destrozaba con ella un Land Rover lleno de paracaidistas ingleses. Eso es todo? Pierre frunci el ceo. Brosnan sac del cubilete la botel a de Krug y Gaston dijo: No, hay otra cosa. Siempre silba una cancioncil a, una tonada extranjera. Aprend a tocarla en el acorden. l deca que era irlandesa. Brosnan se qued con el rostro inexpresivo, inmvil, con la botel a en una mano y la copa en la otra. Y le gusta ese brebaje, monsieur. El champaa? S, en efecto, cualquier champaa, pero l prefiere la marca Krug. Como ste, de cosecha reciente? S, seor. Deca que le gustaba la mezcla de varietales explic Pierre. Siempre deca eso el muy bastardo. Anne-Marie apoy una mano en el brazo de Brosnan. 36 Sabes quin es, Martin? 'Estoy casi seguro. Sabra tocar esa msica aqu, en el piano? se volvi hacia Gaston.

Lo intentar, monsieur. Abri la tapa, ensay unos instantes el teclado y luego toc con un dedo el comienzo de la tonada. Con eso basta se volvi Brosnan hacia Hernu y Savary. Es la antigua cancin popular irlandesa La alondra en el aire claro, y ustedes se hal an en un apuro, seores, porque el hombre a quien buscan es Sean Dillon. Dil on? dijo Hernu. Naturalmente. El hombre de las mil caras, como dijo alguien de l. Un poco exagerado replic Brosnan. Pero la cosa va por ah. Tras despedir a los hermanos Jobert, Brosnan y Anne-Marie ocuparon un sof frente al de Hernu y Savary. El inspector tomaba notas mientras el norteamericano hablaba. Su madre muri en el parto. Creo que eso sera en 1952. Su padre era electricista y buscando trabajo se mud a Londres, por lo que Dillon fue a la escuela al . Tena un talento increble para el teatro, o mejor dicho, es un actor genial. Es capaz de cambiar delante de uno, aparentar una joroba, echarse quince aos encima. Asombroso. As, le conoce usted bien? pregunt Hernu. En Belfast, durante los aos malos, antes de que l consiguiera la beca para estudiar en la academia de arte dramtico. Slo estuvo all un ao; no tenan nada que ensearle. Hizo un pequeo papel o dos en el Teatro Nacional, nada importante. Hay que recordar que entonces era muy joven. Luego, en 1971, su padre, que haba regresado a Belfast, fue muerto por una patrulla del ejrcito britnico. Cay en un fuego cruzado. Un accidente, en realidad. Pero Dillon lo tom a mal. Ya lo creo. Por iniciativa propia se ofreci a los provisionales del IRA. Les cay bien. Era inteligente, posea facilidad para los idiomas. Le enviaron a Libia durante un par de meses, a uno de esos campos de entrenamiento para terroristas. Para un cursillo en materia de armamento. No hizo falta ms, ni l se volvi nunca atrs de su decisin. Dios sabe a cuntos habr matado. As, an acta para el IRA? Brosnan mene la cabeza. Ya no, desde hace bastantes aos. Todava se considera a s mismo como un soldado, pero opina que la direccin actual es un puado de comadres claudicantes y que no tienen empleo para l. Sera capaz de matar al Papa si se le convenciese de la necesidad de hacerlo. Era aficionado a intentar

cualquier cosa, con tal de que fuese destructiva. Se rumorea que estuvo implicado en el caso Mountbatten. Y entonces? Beirut, Palestina. Ha trabajado mucho para la OLP. Muchos grupos terroristas han utilizado sus servicios Brosnan mene repetidamente la cabeza. Preveo que van a tener dificultades. Por qu dice eso, exactamente? Por el detalle de que haya recurrido a un par de infelices como los Jobert. Siempre acta del mismo modo. Aunque no le haya salido bien esta vez, l sabe que la debilidad de todos los movimientos revolucionarios es que proliferan en el os los exaltados y los delatores. Usted dijo que era el hombre sin rostro, y es verdad, porque no creo que exista ninguna foto suya en ningn archivo. Y aunque existiera, de poco servira. Por qu lo hace? pregunt Anne-Marie. No creo que se mueva por ninguna motivacin poltica. Porque le gusta. Est enganchado explic Brosnan. Es un actor, la funcin va de veras y l sabe que hace bien el papel. Tengo la impresin de que no le aprecia usted mucho aventur Hernu. En el terreno personal, quiero decir. Pues... hace mucho tiempo intent matarme, y tambin a un buen amigo mo dijo Brosnan. Contesta eso a su pregunta? Ciertamente, es motivo justificado Hernu se puso en pie, y Savary le imit en seguida. Nos vamos. Quiero transmitir todas estas informaciones al brigadier Ferguson cuanto antes. Como usted guste respondi Brosnan. Espero poder seguir contando con su colaboracin en este asunto, profesor. Brosnan mir de reojo a Anne-Marie, que haba permanecido muy seria. Mire contest al fin. No tengo inconveniente en hablar otra vez con ustedes si eso puede servir de alguna cosa, pero no quiero intervenir personalmente. Usted conoce mi pasado, coronel. Pase lo que pase, no deseo regresar a aquello. Es una antigua promesa que le hice a cierta persona.

Lo entiendo perfectamente, profesor se volvi Hernu hacia Anne-Marie . Ha sido un placer, mademoiselle. Les acompao contest ella, conducindolos hacia la salida. Cuando regres, Brosnan haba abierto la ventana y estaba en el balcn, mirando hacia la otra orilla del ro y fumndose un cigarril o. La ci con un brazo. Ests bien? Cmo? Ah, s! Perfectamente respondi el a, al tiempo que apoyaba la cabeza en su pecho. En aquel preciso instante, Ferguson estaba sentado junto a la chimenea en su piso de Cavendish Square. Son el telfono y Mary Tanner lo descolg desde la biblioteca. Al cabo de unos momentos sali y anunci: Era Downing Street. El primer ministro quiere verle. Cundo? Ahora mismo, seor. Ferguson se incorpor, quitndose las gafas de prsbita. Pide el coche. T me acompaars y esperars fuera. Ella descolg, imparti una breve orden y colg. A su entender, cul ser el motivo, brigadier? No estoy seguro. Mi jubilacin inminente, o tu retorno a empleos ms rutinarios. O ese asunto de Francia. A estas alturas ya estar enterado. En fin, vayamos al y lo sabremos inici la marcha hacia la salida. Despus de pasar los controles de seguridad a la entrada de Downing Street, Mary Tanner se qued en el coche mientras Ferguson pasaba por la puerta ms famosa del mundo. Estaba todo bastante tranquilo en comparacin con la ltima vez 38 que haba visitado aquello. En esa ocasin la seora Thatcher daba una fiesta de Navidad para el personal de la casa: encargadas de la limpieza, mecangrafas, oficinistas. Un rasgo muy tpico en el a, o la otra cara de la Dama de Hierro. En realidad era una lstima que el a no continuase en el cargo, se dijo con un suspiro mientras segua a un secretario joven por la escalera principal donde se alinean las copias de retratos de tantos grandes hombres de la historia: Peel, Wellington, Disraeli y muchos ms. Entraron en un pasillo, el joven llam a la puerta y la abri. El brigadier Ferguson, primer ministro. La ltima vez que Ferguson haba visto aquel a habitacin, el toque femenino se manifestaba inequvocamente en una infinidad de detal es; ahora las cosas eran diferentes, un poco ms austeras. Oscureca fuera y

John Major estaba revisando una especie de informe. En su mano, la pluma se mova con celeridad considerable. Disculpe la espera, ser slo un momento dijo. La naturalidad de la cortesa sorprendi a Ferguson; tal gnero de consideraciones no abundaba entre los jefes de estado. Major firm el informe, lo dej a un lado y se acomod en su asiento: un hombre de cabello gris y gafas de montura de concha, de aspecto ms bien agradable, el primer ministro ms joven del siglo XX. Casi desconocido para el pblico en general en el momento en que sucedi a Margaret Thatcher, su manera de conducirse durante la crisis del golfo le haba definido ya como un estadista de verdadera tal a. Tome asiento, brigadier, por favor. Tenemos poco tiempo, as que ir derecho al grano. El asunto que ha afectado a la seora Thatcher en Francia. Muy inquietante, como es obvio. Lo es en efecto, primer ministro. Menos mal que las cosas salieron como salieron. S, pero ms por efecto de la buena suerte que por otra cosa, a lo que parece. He hablado con el presidente Mitterrand y estamos de acuerdo en que el inters de todos, teniendo en cuenta principalmente la situacin actual en el golfo, impone, a la