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LA ORATORIA Y EL ORADOR Definición de Oratoria La oratoria es el conjunto de principios y técnicas que permiten expresarnos con claridad, desenvoltura y sin desconfianzas ante un público, con la propósito de narrar un determinado mensaje. Según la Real Academia Española: la oratoria es el Habilidad de hablar con elocuencia, de deleitar, convencer y conmover por medio de la palabra. Se llama oratoria al arte de hablar con elocuencia. La oratoria también es un género literario formado por el discurso, la disertación, el sermón, el panegírico, entre otras varias. El salón de clases, para el desarrollo eficaz de las actividades que el orador se propone, no es tanto el auditorio; es o debe ser el campo (en el ágora), y sólo allí, porque tiende a convertirse en un aposento de debate alturado, del más alto nivel académico. Aquí y en cualquier lugar, el orador cumple un rol importante: “Aquel que ante su auditorio, razona con lógica y solidez será filósofo, pero no orador; el que lo deleita con bellas expresiones será poeta, pero no orador; el que con olímpica frialdad arroja sobre el auditorio, ideas y verdades, consejos y exhortaciones, será moralista pero no orador. Orador es el que establece una estrecha comunicación con su auditorio y la mantiene para convencerlo y no persuadirlo”. ¿Que requiere el orador? La aptitud del orador es tener un conocimiento profundo de las almas - o de sus conductas-comportamientos- a las que él desea persuadir. Un auténtico arte de la Retórica debe fundamentarse básicamente, en un conocimiento de la receptividad de la conducta de las personas entusiasmadas y motivadas en los mensajes, es el conocimiento hermenéutico. La retórica -prosigue Godomer- o el arte retorico es un modelo de lo que extraña el conocimiento hermenéutico: un modo de verdad no accesible o menos accesible a las metodologías epistemológicas modernas. La retórica -desde la tradición- ha sido la única defensora de una pretensión a la verdad que defiende lo probable, y aquello que es convincente para la razón ordinaria.

El Orador Forense

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LA ORATORIA Y EL ORADOR

Definición de Oratoria

La oratoria es el conjunto de principios y técnicas que permiten expresarnos con claridad, desenvoltura y sin desconfianzas ante un público, con la propósito de narrar un determinado mensaje.

Según la Real Academia Española: la oratoria es el Habilidad de hablar con elocuencia, de deleitar, convencer y conmover por medio de la palabra.

Se llama oratoria al arte de hablar con elocuencia. La oratoria también es un género literario formado por el discurso, la disertación, el sermón, el panegírico, entre otras varias.

El salón de clases, para el desarrollo eficaz de las actividades que el orador se propone, no es tanto el auditorio; es o debe ser el campo (en el ágora), y sólo allí, porque tiende a convertirse en un aposento de debate alturado, del más alto nivel académico. Aquí y en cualquier lugar, el orador cumple un rol importante: “Aquel que ante su auditorio, razona con lógica y solidez será filósofo, pero no orador; el que lo deleita con bellas expresiones será poeta, pero no orador; el que con olímpica frialdad arroja sobre el auditorio, ideas y verdades, consejos y exhortaciones, será moralista pero no orador. Orador es el que establece una estrecha comunicación con su auditorio y la mantiene para convencerlo y no persuadirlo”.

¿Que requiere el orador?

La aptitud del orador es tener un conocimiento profundo de las almas - o de sus conductas-comportamientos- a las que él desea persuadir. Un auténtico arte de la Retórica debe fundamentarse básicamente, en un conocimiento de la receptividad de la conducta de las personas entusiasmadas y motivadas en los mensajes, es el conocimiento hermenéutico. La retórica -prosigue Godomer- o el arte retorico es un modelo de lo que extraña el conocimiento hermenéutico: un modo de verdad no accesible o menos accesible a las metodologías epistemológicas modernas. La retórica -desde la tradición- ha sido la única defensora de una pretensión a la verdad que defiende lo probable, y aquello que es convincente para la razón ordinaria.

Convencer es más difícil que persuadir. Los que convencen son los más llamados a la retórica elocuente; los que persuaden son retóricos con poca prudencia. Si no se logra probar en lo dicho sobre el llamado conocimiento y la persuasión, este modo de verdad es precisamente común a la Retórica y a la Hermenéutica. Esta firma de verdad -creada e inventada de maneta personal- es invalidada por ilustres pensadores como Descartes. Él, en forma manifiesta excluye a la Retórica, del dominio o del conocimiento.

Historia

La comunicación presentada en forma oral, desarrolla la capacidad oratorial del expositor, que se inicia en Grecia y, se expande a Roma y otras grandes civilizaciones de la gloriosa antigüedad. Un Platón, talentoso hijo griego, la define del siguiente modo: “el arte de reducir a las almas por la palabra”. Esta – virtud del género humano- para que tenga

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resonancia, debe ser utilizada, obviamente, con elegancia y belleza, y solo así será posible convencer y persuadir. Se persuade, apelando a la sensibilidad humana, y se convence –lo que debe hacer el orador- apelando a la inteligencia, es decir con razones lógicas y un buen contendido argumentativo.

Es necesario destacar algo relevante en el orador, esto es el lenguaje oral y corporal: medio más idóneo de la comunicación, en el que es de singular importancia saber el contenido y amalgamarlo con la expresividad oral. No se percibe ni se acepta la influencia de uno sin el otro componente. El qué, es el contenido y, el cómo, es el saber expresarse bien. Esta virtud, el hablar bien, significa lo que al hablante le otorga una amplia seguridad, y que tenga la condición de correcta y con una belleza florida, tiene necesariamente que utilizarse con arte y técnica.

La oratoria romana, en el esplendor y apogeo del sistema político de la República, se debe precisamente a aquella, basado fundamentalmente en la consulta popular, con la participación ardua y preponderante de los miembros de esa sociedad, orientada precisamente por su Constitución Republicana.

Se inicia precisamente en Grecia, y su extensión a Roma y otros pueblos cultos de la antigüedad, los miembros de estas sociedades para que sean bien reconocidos, se fortalecían – como hasta hoy- a través del impulso oratorial, que se vislumbraba en toda la vida social pública, siendo conocido su valor ancestral en los tribunales, mediante los discursos judiciales que impulsaban los oradores forenses. Los miembros del pueblo romano, no tanto amaron el circo, se re inclinaron más a la práctica de los discursos; en su momento, y cuando la oportunidad se les presentaba, valoraban, aplaudían y clasificaban a los oradores.

En el año 312 a.d.n.e. – de los que se registra en la historia- el primer discurso que se pronuncio fue precisamente el de Apio Claudio el Ciego, el hecho que lo motivó fue, la guerra contra Pirro. Consistía obviamente, en enaltecer la participación de los soldados, que se resaltaba en discursos improvisados, para cultivar el espíritu y la conciencia. Esta iniciativa tuvo éxito, cuando se realiza en forma normal, en el foro, las asambleas, y en cualquier lugar de mayor o menor de jerarquía. Paralela a la práctica de la oratoria, los oradores se inclinan a otro arte y técnica similar, la retórica, con el firme propósito de imitar a los griegos, que ya la habían desarrollado en el siglo V a.n.e., considerada como un conjunto de técnicas, artes y herramientas al servicio del orador.

La evolución de la oratoria se hace notar y resplandecer en Grecia y en Roma. En esta última, se confunde algunas veces, entre la oratoria y la retórica, pero ambas – una más que la otra- logran calar en el sentimiento de las gentes. Cuando se suscitan problemas, en la vida política y social de Roma, tanto a nivel exterior e interior de los distintos regímenes, vienen los debates, enfrentamientos, contradicciones y decisiones. Aquí se retoman con más fuerza la práctica de la oratoria y la retórica. Esta última se cultivaba desde su inicio en el Asia Menor pero se fue importando grandes retóricos a la ciudad de Roma. (ALVAREZ, 2007)

Entre los ORADORES clásicos, destacan, entre otros:

DEMOSTENES. Tenaz y perseverante orador griego quien para salir airoso concurrió a la mar, se colocó piedras en la boca e inicio con sumo rigor y entusiasmo su oratoria;

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logrando salir de la “supuesta” 10 tartamudez. Es el padre de la fuerza de voluntad y la perseverancia. Opositor celebre a Felipe de Macedonia.

CICERÓN, MARCO TULIO. Sustentaba: “con la virtud por guía, la fortuna por compañera”. Quien se orienta por la virtud, tiene todo lo que desea, y la fortuna no es necesaria. Lucho con la palabra, la actitud del soberbio Julio Cesar.

QUINTILIANO, es el orador romano, representante máximo del preceptismo de todos los tiempos, señalo: “la probidad, la benevolencia, la modestia y la prudencia, son las cuatro cualidades o puntos cardinales de todo orador”. Agregaba a continuación “una elocuencia saturada de sentimientos”.

ORACIO, dirigiéndose al orador decía. “si quieres que yo llore, llora tu antes”. Insiste, que el orador debe ser sincero en su expresión, consideraba que el fingimiento es en sí mismo un repudio que va en contra de la moral y la ética.

DIONICIO DE ALICARNAZO, sostuvo con énfasis: “la palabra es el arte de hacerse creer”. Siempre que sea la verdad y sin ocultar nada que perjudique al orador.

JUAN BAUTISTA VICO, señalaba: “la palabra es el arte de decir como conviene para persuadir”. Esa conveniencia si no es social y cultural tiende al fracaso.

CONFUSIO, rezaba con entusiasmo:” quien no conoce bien la fuerza de las palabras nada puede conocer bien a las personas”. No hay que tener temor al hablar, y para ello hay necesidad de estar seguro de lo que se dice y se hace para la audiencia.

SOCRATES, se preocupa en hacer extensiva la idea espiritual de conocerse así mismo, para conocer a los demás y a partir de esa 11 aspiración solo las personas virtuosas pueden ser felices y para ello requieren iniciarse en la investigación referente a la oratoria.

ARISTOTELES, era considerado como uno de los más inteligentes oradores de su época, por eso los filósofos lo designan como el padre de LA ORATORIA clásica.

PLATON, señalaba con énfasis: un buen orador debe tener las siguientes cualidades:

1) La sutileza de los dialecticos, 2) La ciencia de los filósofos, 3) La dicción de un poeta,4) Los gestos de un cómico.

La oratoria moderna ha pasado por auges esporádicos, especialmente con la reforma y la revolución francesa. En el siglo XX comenzó a declinar, pero es necesario resaltar la figura de la Oratoria Política de Churchill y Roosevelt, que resaltan la oratoria como sinónimo de elocuencia. (DE LA LAMA, 2005)

ELOCUENCIA Y ORATORIA EN EL PERIODO ATICO

El más célebre discurso de SÓCRATES (436-338 a.n.e.) es el “Panegírico de Atenas”. En esta y en sus restantes piezas oratorias se percibe una gran preocupación, más en la forma que en el fondo.

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ESQUINES, ateniense que nació el año 390, integró la embajada que entregó a Filipo las Termopilas, obviamente con la oposición de Demóstenes. Se conservan de él, tres oraciones: “Contra Timarco”, de la “Falsa Embajada” y “Contra Ctesifante”. Esta última, dio lugar, a que el padre de la oratoria griega Demóstenes, pronunciara su discurso “De la Corona”, obra maestra dela elocuencia antigua.

DEMOSTENES, griego (384-322 a.n.e.) obtuvo grandes hazañas oratoriales, sus discursos tienen carácter político y otros de índole forense.

MAXIMILIEM DE ROBESPIERRE (Francia, 1758), pone de manifiesto su pensamiento precisamente en la época de la Revolución francesa, más conocido como “el Incorruptible”, realmente hace mucha falta su presencia en las actuales circunstancias, en las que es de lamentar el extinguimiento de la pérdida de los valores. Por la verdad en su discurso oratorial, muere con la guillotina puesta en su garganta, en 1794. Él sostuvo con énfasis, que había sido hecho para la revolución y luchó para ella con palabras. “Su inclinación revolucionaria estuvo orientada a decir en todas las plazas públicas: el amor a la justicia, a la humanidad, a la libertad”. La revolución, agrega, “es una pasión como cualquier otra y cuando ésta nos domina, lo sacrificamos todo”.

MOHANDAS KARAMCHAND GHANDHI, nació en la India, en 1869, y por su inquietud bondadosa se conoce con el seudónimo “el mahatma” o el “alma grande”. Su principal virtud era, la práctica de la moral. En la enseñanza inicial fue aprendiendo, todas las virtudes – pero no los defectos- del pueblo inglés, pero al mismo tiempo se le enseñaba casi nada de su pueblo la India; más bien los profesores, conscientemente ocultaban la gloria del pasado de su pueblo, hecho y acción que lo hirió y lo conmovió para desprenderse de la enseñanza inglesa. Y así lo hizo.

Se convierte en futuro jefe de la India, haciendo relucir el oficio de Jurista Procesalista para interpretar las leyes, gran orador político, infatigable trabajador, que se dejó arrastrar por la bondad, la justicia y la equidad a todas las personas, pero básicamente a sus compatriotas. Es considerado el artífice de la independencia de la India que tuvo la ocasión de conquistarlo pacíficamente, arremetiendo contra las huestes británicas, hasta lograr su independencia.

ABRAHAM LINCOLN, al titularse de abogado en 1937, se inicia en la defensa de las causas antiesclavistas. Diecinueve años más adelante, se adhiere al Partido Republicano de los Estados Unidos, después de haber sido reconocido por los ciudadanos norteamericanos por su preparación jurídica.

SU ALEGATO, por su condición de abogado litigante de los pobres señalaba: “Mi modo de comenzar un alegato y conseguir el triunfo, consiste en primer orden, en hallar un punto de coincidencia”. Sus oponentes, a cambio de estar en desacuerdo, con sus palabras, se adherían a ellas. Que hacer. Al comenzar su alegato, no mencionaba los desacuerdos de las partes, sino por el contrario, buscaba la unidad, el equilibrio, la coincidencia, para alcanzar un solo objetivo. Lo recomendable era, no atacar ni destruir al colega de la otra parte, porque él pudiera tener más fuerza, y la situación se invertiría.

CLASES DE ORATORIA

Según RAMOS (2005), son las siguientes:

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ORATORIA POLÍTICA, Guarda estrecha e íntima relación con la situación problemática del estado, el gobierno y la sociedad gobernada.

La oratoria política, para comprender mejor la situación en la que va a discurrir el acto, se divide en varias partes importantes, que entre otros:

- ORATORIA MILITAR, es el hacer es resaltar el animus de los soldados, personal de tropas, subalternos y oficiales, en las circunstancias más difíciles que puede atravesar el país, cuando se produzca un conflicto interno o una guerra con exterior.

- ORATORIA PARLAMENTARIA, es la que se desarrolla en el Congreso de la República, a través de sus representantes. Este discurso se pronunciará para accionar ante una serie de adversidades y vicisitudes. También es usual, en la formación y discusión de leyes; en admitir o denegar las facultades que soliciten los representantes del Poder Ejecutivo, para legislar en determinadas áreas básicas que la sociedad reclama; interpelar a los Ministros de Estado, en la cartera que corresponda.

- ORATORIA POPULAR, requiere de un principal requisito, la honradez, sensatez, predisposición para enfrentar lo que se dice ante la audiencia, procurando no ofrecer ni prometer, cuando no está al alcance de poder cumplir.

Si el orador popular miente a su pueblo y, este es consciente de sus actos, está cavando su propia tumba y para siempre. ¡Escuchad! Politiqueros del mundo.

- ORATORIA PERIODISTICA, está referida, básicamente, al uso correcto del lenguaje, la comunicación, expresada a través de dos grandes vertientes: la redactoria y la oratoria forense. Estas vertientes no deben actuar separadamente, su orientación busca un solo objetivo, persuadir, conmover y convencer al público, a los tribunales, a la masa, y a todo aquél que necesite beber de la habilidad y destreza de los escritores y oradores.

ORATORIA SOCIAL, se relaciona rotundamente con la convivencia sociocultural, valores e identidad nacional y latinoamericana. Sobre esta última es necesario recordar la preocupación que tuvo – y es vigente hasta hoy- Simón Bolívar y Palacio, José Martí y Pérez, Haya de la Torre, y otros grandes oradores político- sociales que surgieron en cada época.

ORATORIA DIDACTICA O ACADEMICA, se refiere a la virtud más excelsa que debe caber en su mente del orador, procurando ser preciso en todo lo que dice y ante quienes lo hace; su talento no debe ser inferior al 77%, debiendo para ello leer bastante, siempre. En su bolsillo no debe faltarle un lapicero y un papel, tratando de escribir en cualquier circunstancia, todo lo necesario y conveniente; este orador sabe bien, que la mente es frágil a cualquier circunstancia u ocurrencia que pudiera suscitarse permanentemente.

ORATORIA FORENSE, es la que tiene por objeto, que el abogado defensor y el de la parte civil – cada uno dentro de lo que le corresponde- ilustran a los Vocales, sobre la situación jurídico-social de sus patrocinados. “En el día y hora señalados, presentes el Fiscal, el 21 acusado, en los casos en que se obligatoria su concurrencia, y defensor, El Presidente de la Sala” declarará abierta la audiencia, en la que continuará durante

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las sesiones consecutivas que sean necesarias, hasta su conclusión”. Art. 234 del C. de PP

IMPORTANCIA DE LA ORATORIA

Que es la ORATORIA para el maestro Platón? Para este destacado filósofo griego, la ORATORIA es "el arte de seducir a las almas por la palabra". Con el advenimiento de conceptos comunicacionales, es necesario y urge hacer un distingo entre CONVENCER y PERSUADIR. Hay convencimiento cuando el actor lo hace mediante razones, apelando a la inteligencia de las personas; y se persuade moviendo y conmoviendo, a la sensibilidad de los actores, porque estos actúan con voluntad y decisión.

No es humano y poco sensible PERSUADIR, sin haber CONVENCIDO, esto tiende a la inmoralidad que por infortunio cometen los demagogos, y en muchos casos los llamados politiqueros. En tal efecto, es recomendable que el orador inicie el procedimiento partiendo del convencimiento en el público o auditorio, utilizando la razón y el pensamiento criticista.

El ORADOR como autor y ejecutor de la ORATORIA, debe poseer las máximas cualidades innatas o adquirirlas en el proceso del discurso ético; tendiente y susceptible de poder perfeccionarse mediante el estudio del ejercicio. En esa acción, el orador nace -como dicen los idealistas- y se hace, según los materialistas.

La importancia de la oratoria radica, en que el mensaje está dirigido al público -y no a las masas-, y jamás dejara de tener plena vigencia. Necesita un requisito: echarle a andar, por el abogado orador. Las palabras del operador del Derecho, es la resultante de un cortísimo proceso: lucidez en el pensamiento, responsabilidad en la objetividad del mensaje; decoro en el trato a las personas ¡Esperamos que así sea!.

El ORADOR,* como sostenían los clásicos, su arte no es pues enteramente liberal lo que se presume si era antes, es hoy una mezcla entre lo útil y lo dulce. Esto es, lo real y lo ideal. Es sugerente, que el ORADOR debiera disponer de una voz agradable, haciendo uso de una mínima adecuación; ayuda a la expresividad y sugestión del discurso que en todos las circunstancias hace mucha falta.

Si se cumple con esa propuesta determinante, no hay ninguna duda, que el ORADOR logrará penetrar hondamente en el asunto que desarrolla y expone, no solo con criticidad, sino haciéndolo descollante e interesante.

La regulación de todas esas cualidades está orientada por la inteligencia. Si el orador carece de conocimientos, se convierte en una persona no apta para la oratoria. Algo similar sucedería cuando no tiene dominio de las ideas que las decodificará progresivamente ante el respetable público. Este se convierte en necesario e imprescindible, porque en él se concentra precisamente el discurso, que debe llegar con seguridad y elocuencia.

La valentía para estar frente al público es una actitud noble, siempre que el discurso este orientado en aras de la verdad y la justicia. Estas, no deben disminuir ni siquiera en un ápice, de hacerlo, se estaría incurriendo en contra de los intereses de la digna audiencia, que se presume haya asistido con esperanza de aprehender algo, que otros les hayan

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negado o defraudado. La audiencia es la merecedora de la virtud que a priori posee el orador en condici6n de cualidad.

EL AUDITORIO

El auditorio integrado por un componente social, es inicialmente un ente pasivo, progresivamente se va estableciendo un nexo espiritual y personal con el orador. Este individuo, el orador, tiene el deber ético-moral de conocer el desenvolvimiento de cada uno de los integrantes del auditorio: sus aspiraciones, sus inquietudes, sus actitudes, los móviles que lo impulsan a actuar de tal o cual manera. El orador debe disponer de cualidades personales y profesionales, que le posibiliten cubrir las expectativas académicas e informativas del componente social, instalado en el auditorio. (DE LA LAMA, 2005). El orador que únicamente se limita a razonar con lógica y solidez, no debe llamarse tal, será un filósofo; el que lo deleita con bellas expresiones se convierte de oficio en un poeta; el que sacude su sistema nervioso con posibles emociones superficiales, está cerca de ser un prestigiador sin fundamento. Entonces, ¿qué cualidades debe tener el orador? Es aquel que establece una estrecha relación cordial, amical, elocuente, parsimoniosa con cada uno de los representantes del aludido auditorio, pero no es por un solo instante, como bien suelen decir los psicólogos, sino que este comportamiento, esta forma de actuar del ORADOR tiene que ser constante, permanente y continua.

CUALIDADES ENDÓGENAS Y EXÓGENAS DEL ORADOR

Enfrentar a un público, dentro o al interior del auditorio, es para el orador una gran responsabilidad y, para ello necesita reunir determinados requisitos externos e internos; siendo obviamente los de mayor importancia, las cualidades internas.

CUALIDADES EXTERNAS. Entre otras cualidades físicas tenemos las siguientes: vestimenta adecuada, acorde y en relación con la condición sociocultural y socioeconómica de los asistentes al auditorio. Es necesario y recomendable, estar en similar condiciones de aquellas personas que asisten físicamente a escuchar el discurso oratorial. La vestimenta tiene estrecha e íntima relación con un peinado adecuado, el mismo que debe ser corto, aseado, natural, porque en todo instante es observado por el público.

Voz real y objetiva, quiere decir, haber realizado previamente un diagnostico situacional respecto al tamaño en calidad y cantidad del público. Es necesario, que el orador en su trabajo discursal llegue a todos y a cada uno de los presentes; para ello su voz debe ser parsimoniosa, pausada, calmada, clara, precisa. Mirada, es una cualidad manifiesta, que debe estar por todo el auditorio, procurando conocer los defectos y las virtudes de cada uno de los concurrentes. La mirada fija en muchas ocasiones es sumamente relevante, el orador está poniendo seguridad en lo que dice y en lo que hace. La seguridad de sus palabras, tiene relación con la seguridad de su mirada. El orador bajo en estatura, debe suplir esa cualidad con un discurso de alto nivel; mientras que el orador alto, debe mantener esa cualidad, en su discurso oratorial.

La mímica, es la técnica de los gestos y ademanes, que el orador debe procurar utilizarlos adecuada y debidamente con las palabras que va vertiendo progresivamente:

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guardar una relación biunívoca. Algunas veces se movilizara, para que se diferencie de un robot, otras veces, permanecerá quieto para causar impacto en la respetable audiencia.

Nosotros. Se refiere básicamente al abogado defensor y su patrocinado o el primero con los litigantes de la Sala colegiada. En este caso, muy común, los brazos del orador (a la altura de los hombros), deben extenderse hacia delante, las palmas deben mirarse entre ellas, los dedos doblados ligeramente a excepción del dedo pulgar que debe estar dirigido hacia arriba. Aquí. Es una situación difícil que pasa algunas veces el orador, debiendo en este caso, poner las manos en posición de puño a la altura de la cintura; los índices de las manos deben quedar libres, pero son los encargados de señalar, a manera de indicación, de que allí sucedió el hecho.

Allá. En este caso muy usual en la oratoria forense, una mano, generalmente la derecha, se tiene que guardar en posición de firmes, bien pegado al muslo; la otra señala para allá, precisamente con el índice y los otros dedos en posición de puño bien cerrado; la mano que señala -esta es la acusadora- debe estar perfectamente a la altura de la sien. No. Cuando está negando la participación de su patrocinado en alguna contienda. En este caso, la mano que va a realizar la posición de no, debe necesariamente estar a la altura del pecho, la otra mano debe quedar en posición de firmes.

Adelante. Se utiliza las dos manos, que se miran en posición de paralelo, las mismas que se deben de ubicar a la altura de la sien, obviamente, con los brazos bien extendidos, en señal de recibimiento apoteósico, después que el interno reciba su libertad y pase al tratamiento post penitenciario.

Unidos. Significa que todos deben estar orientados por la misma causa, para este efecto, la mano sale y se mantiene a la altura del pecho, y en seguida, con energía, se extiende los brazos hacia delante, debiendo estar todos los dedos en puño bien cerrado, unidos por y para siempre.

Lucharemos, es la expresión de confianza, cuando el abogado está seguro que su patrocinado obtendrá su libertad; en este caso el letrado agita el puno a la altura de la sien y la otra -preferentemente la derecha- queda adjunta a los miembros inferiores, en posición de firmes, a la altura de la cintura. Venceremos. Se usa cuando se está segura de un triunfo, debiendo en este caso, extender uno de los brazos hacia delante, obviamente, con la palma de la mano abierta, quedando a la altura del pecho, con puno bien cerrado dirigido hacia arriba en señal de regocijo anticipado: libertad incondicional y absolución de los patrocinados.

CUALIDADES INTERNAS. Tenemos varias, pero las más Importantes son:

Modestia, una cualidad indispensable en el orador, se refiere a la humildad real, no fingida que precisamente lo engrandece cada vez más, por el talentoso desempeño de sus funciones y acciones en el Tribunal y en cualquier otro lugar.

Honradez, equivale a virtud, cualidad que no debe faltar en la mente y en la acción del orador, que obviamente está referido al conocimiento real del tema que está abordando. La honradez no la conduce a la improvisación ni a la persuasión, se orienta básicamente a la verdad y al convencimiento del objeto de estudio abordado.

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Serenidad, significa, que al abordar un tema lo hará con brillantez, habilidad y lucidez, para ello requiere conocerlo bien; procurando decir bien el discurso, descargado de toda fogosidad y apresuramiento, que realmente a nada conduce.

Conocimiento, es sinónimo de poseer cultura general, siempre que el orador desde temprana edad se convierta en un asiduo estudioso de varias especialidades. A él, le sobraran palabras en las distintas aéreas del conocimiento, y se sentirá entusiasmado que el público lo escuche y lo alabe merecidamente.

Imaginación, está orientado a la función del pensante, el cómo salir de un caso, una discusión, un problema; sin afectar susceptibilidades. Está relacionado con la memoria, que también es necesaria para recordar fechas apoteósicas, hechos importantes, rostros de testigos; número de serie de vehículos, placas policiales, pseudónimos, etc. Iniciativa, es de importancia y trascendencia en todo orden de cosas, preferentemente en el orador, porque le permite salir del "atolladero" en el que se encuentra en esas circunstancias.

Cauteloso, en el decir y hacer situaciones oratoriales, esto es entendimiento en las expresiones, y ser muy cauto con el vocabulario, considerando, que el tecnicismo lo convierte precisamente al orador en un elegante sofista.

EI ORADOR ANTE LA RESPETABLE AUDIENCIA

Postura adecuada. Esta consiste en que el orador, desde su aparición en público, su cuerpo debe estar en posición de recto y erguido, sacando ligeramente el pecho, manteniéndose en ese estado durante el tiempo que dure el evento.

Sonrisa y seriedad. La sonrisa impacta rápidamente en el público, señalando este, la plena confianza del orador, capaz de resolver cualquier vicisitud.

Presentación impecable. El aseo de todo el cuerpo es importante, sobre todo en la parte del cuerpo que se exhibe al público. Incluye obviamente el traje que usa el orador en el evento académico programado.

Pausa. El escenario se convierte en "propiedad" del orador, por tanto requiere que el orador tenga una breve pausa sin hablar que consiste básicamente, en dar una breve mirada diagnostical al público asistente, y hacer que este grupo también se mantenga en suspenso. Sin embargo, a continuación, el discurso inicial debe ser contundente.

Proceso de desplazamiento. El orador puede transitar pausadamente de un lugar a otro, evitando en todo instante bajar la mirada hacia el público. Cuando el abogado está disertando su alegato evitara el desplazamiento, no solo porque no hay espacio físico, sino que tendería a equivocarse.

Respetabilidad. El orador debe saludar a todos y a cada una de las personas, en la mayoría de los casos se hace en forma descendente, 30 siempre mirándole en la cara, con el respeto que cada uno de ellos se merece.

Entonación. La voz debe ser impactante, precisa y clara, sin interesar que el discurso sea dirigido a profesionales y técnicos; esto con la condición de crear confianza y seguridad a los asistentes, procurando a lo sumo la más expresiva valorización

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LA TÉCNICA DEL DISCURSO

Elaborar un discurso es una técnica y un arte intencional, similar a la puesta en práctica de cualquier deporte. Siendo así, Aguirre (1992) afirma:

No es tan deseable alcanzar en un primer momento el llamado buen discurso, debido a que este requiere de un proceso significativo, que lo ha de conducir a la excelencia del mismo. EI discurso para que llegue a ser efectivo y excelente, depende de la técnica discursal que lo impulse al logro del objetivo deseado. (p.88)

El empeño se explica en la voluntad de querer avanzar en el camino discursal, aunque el técnico encuentre dificultades de variadísimas jerarquías, pero debe saber actuar con sapiencia y elocuencia. Estas se logran, a través de pausadas perseverancias, que tienen como objetivo el aprendizaje vía el mensaje y la información emitida.

Aprender a ser un buen o excelente orador no requiere de mucho esfuerzo, le basta al técnico, desarrollar los dos aspectos relevantes: la teoría y la praxis. Eso implica que la práctica desarrollada a corto, mediano y largo plazo no necesariamente conduce a la perfección. El llamado perfeccionista estaría al margen de la realidad, si es que pretende ser tal. Contrario sensu, si abraza la realidad, estará. en la cima del progreso, que se origina del conocimiento, de lo que realmente debe hacerse; comparando entre lo que recibe y de lo que debería recibir.

La técnica del discurso es relevante e importante, en la medida que se va robusteciendo en la transmisión de los conocimientos. En esa línea de acción discursal, es necesario conducirse con las siguientes etapas o pasos, sin pretender tenerlos como rígidos:

- Identificar los fundamentos del discurso. El arte de la oratoria tiene su basamento en los siguientes elementos imprescindibles.

El orador. El mensaje del orador o discursista. La audiencia (la respetable). La ocasión o circunstancia.

- Persuadir a aquellas personas que están recibiendo el mensaje informativo del orador, posibilitando que se convierta en conocimientos adquiridos, a partir de la aprehensión, asimilación y retención.

EL ORADOR FORENSE, CUALIDADES PERSONALES

La cualidad es sinónimo de calidad que enaltece arduamente a quien la práctica y la ejecuta. Hoy, las personas en su desenvolvimiento cotidiano, actúan en la mayoría de los casas contraviniendo la cualidad, corriéndose el riesgo de caer en la superficialidad. En esa línea de acción, la generalidad, la superficialidad y la cuantitativa, se contradicen a la cualidad. Esta es una expresión que denota raciocinio lógico en su práctica social. El orador elocuente sabe bien, que hablar en público por alusión personal no implica ningún éxito, es solo para lucirse ante el respetable: es el caso de los politiqueros y los

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demagogos, incluso este juego recae en algunos políticos sin madurez en su personalidad. El orador que se ha convertido en un maestro, es aquel que enseña, utilizando la idea sistematizada en conocimientos. Quien se aparta de este principio está lejos, e imposibilitado de poder conmover la conciencia del público. Si la oratoria es sinónimo de hablar bien, el abogado que tiene este privilegio, no debe limitarse ni condicionarse a tal fin; su preocupación debe ser mayor, ganar los casos litigiosos amparados en la legitimidad conjugada con la legalidad del justiciable.

La Sala del Tribunal, integrada por magistrados colegiados, sabrá escuchar con sapiencia, cuando el abogado sabe exponer sus elocuentes conocimientos. A este último no le basta hablar bien, ni referirse solo a la legislación que bastante conocen los magistrados. Si pretende ser escuchado, debe de iniciar su exposición con talento y parsimonia, haciendo alusión a la doctrina extranjera -porque allá nace y su posible aplicación enraizada a nuestra realidad jurídica. Esa actitud de relevancia que el abogado plantea en su propuesta discursal lo enaltece arduamente, ganándose la admiración de los oyentes por su ilustración y estilo presentado oportunamente ante la respetable audiencia. Mejor aún, cuando el discurso sea coherente, entre la doctrina, la legislación y la propuesta de los hechos ocurridos.

La oratoria como una cualidad del expositor, no se inicia precisamente en el Derecho. El adiestramiento como un valor espiritual para hablar en público se ha establecido con bastante rigor en la política y los negocios. Ambos, por la naturaleza misma, están interrelacionadas: la primera es para lograr mayor adherencia del público, llegado el momento de la votación en las urnas. El segundo, se refiere a la cualidad de poder vender más, copando -si el caso requiere- el mercado y persuadiendo a cada uno de los consumidores.

Es posible, que de la política y el negocio, la oratoria como el discurso se transfieran al Derecho, y a otras disciplinas. El logro integral en la vida de una persona en la que se hace estimar y reconocer su hazaña con prontitud es precisamente a través del discurso. Sin embargo, no es lo mismo vender una mercancía, que vender la imagen de una persona cuando está en el escenario. Estando el abogado en el escenario, su cualidad de orador la puede perder con facilidad, si es que no sabe controlarse psicológicamente ante el público. Sus emociones tiene que dejarlas en cualquier otro lugar, menos en el escenario. Si no hay ese control, el orador será asaltado por sí mismo. Su incumplimiento preocuparía hondamente a propios y extraños, debido a la falta de experiencia, pero en la mayoría de veces, se da por desconocimiento del objeto de estudio.

El público se va convirtiendo progresivamente en jurado del orador. Es el examinador, bastante más difícil que un Jurado que dilucide sobre la exposición de una tesis universitaria. El público examinador es exigente, desea escuchar el mensaje, pero no siempre para aplaudir; mayormente con la intención de conmover al orador. Si este no se controla psicológicamente, se dejara conducir fácilmente por la multitud. Los examinadores, no solo desean -en última instancia- respuestas verdaderas, desde un primer instante se convierte en pasivo, al ser observado íntegramente. Esa interrelación del público con el orador, hace que este sea, y lo que aspira a ser. De no tener cualidad en la oratoria que promueve, no llegara a lo que aspira a ser.

Las cualidades del orador deben ser ante todo forenses, siempre que su tendencia se oriente en primer lugar al dialogo, que sustentado en la explosión natural, cargada de sensibilidad humana y sin parcialidad; al estar obviamente defendiendo una causa que el

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cree justa, que la está luchando hasta alcanzarla sin vacilación alguna, solo apoyándose en la verdad. La segunda orientación es la publicidad, que el orador en cierto modo la necesita, para la defensa futurista de causas justas de otras personalidades; considerando, que la palabra del orador se hace extensiva a los distintos lares.

EI que sabe hablar bien, es el que sabe defender las causas justas, porque sus palabras tienden a ser explosivas y argumentativas; siendo por esa razón el que también sabe escuchar, su mente se orienta al dialogo. Quien no dialoga no gana un proceso judicial, y es capaz de sentirse "superior" frente a los demás. Los ganadores del proceso, creen menos en la oratoria, se orientan más por la oralidad: eficacia de la palabra hablada, que es obviamente, fuente viva de conocimientos.

Acaso no suele suceder con singular frecuencia, que el uso de la oralidad argumentativa, cargada de doctrina, jurisprudencia y legislación, tiende -en muchos casos- a revocar una sentencia. En suma, cuando el colegiado, está a punto de sentenciar, porque hasta ese momento, poco o nada se hizo de la oralidad argumentativa; el orador forense apuesta a triunfar, puede hacer su aparición en el escenario del Tribunal e iniciar la ardua tarea que le corresponde: la defensa argumentativa de su patrocinado. El abogado defensor no debe pretender en los Tribunales, ser más apto que los magistrados integrantes de la Sala, menos debe permitir ser menos, debe destacarse básicamente por ser diferente. En la oratoria, como en muchos aspectos más que en la vida se nos presentan, el éxito se logra con sapiencia, enfrentando con valentía, coraje y decisión. EI miedo puede más en algunos casos, y ello se torna peligroso cuando el orador estando en el terreno escénico se deja sorprender por algunas preguntas formuladas o por los gestos del público. Esa inseguridad adherida al miedo, el orador la debe desterrar, antes que igualmente intente hacer con él. En esa línea de acción, estamos ante una guerra de posiciones. EI orador debe conducir la batuta y el público hacer el seguimiento, manteniendo si es necesario, puntos de vista controvertidos, que en nada perjudicaran las interrelaciones. Lo que sí es necesario y recomendable para paliar el problema es el estudio de la siguiente terapia que ha de contrarrestar el supuesto temor existente:

- Realista y verosímil. Es recomendable preparar con sumo cuidado lo que ha de exponer el orador, procurando que los hechos guarden o estén en relación con la realidad. La supuesta invención que el pretende informar lo degradaría tan pronto no se llegue a confirmar. Aquí no hay espacio para el estereotipo. El orador sabe bien, que el mensaje debe tener un contenido sincero, debiendo dejar lado la arrogancia y la petulancia.

- Presentación de hechos contundentes. El orador de prestigio o que pretende llegar a ese nivel, no debe compararse con un ingenioso, un artista plástico ni un elocuente. El objetivo es presentar hechos contundentes sobre una importante materia jurídica, política, etc., que alcanza a ser concluida por los propios oyentes, sin ayuda de un tercero. Si el orador, considerado como un cuajado técnico, pretende que su mensaje sea escuchado en forma explícita e implícita, le quepa solo una orden, hacer bien el uso de la didáctica.

- Disminución del supuesto miedo inicial. Cuando los hechos expuestos por el orador son reales y objetivos, su conciencia ha de tener tranquilidad, y su expresividad no dejara de ser elocuente. Siendo así el supuesto miedo que le hubiera causado al orador en el proceso de su exposición temática, ira

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progresivamente tornándose firme, tranquilizando los nervios que pudiera haber estado alterado, por las constantes vicisitudes que se suscitan en la vida cotidiana.

¿Cómo progresa el orador?

El orador antes de iniciarse en esta difícil tarea, tiene como objetivo alcanzar un progreso y un desarrollo espiritual que lo conmueve desde las más profundas fibras de su ser. Estando ante el público, el objetivo tiende a variar, básicamente, cuando, el comportamiento y la conducta del respetable público son precoces. Pero en la práctica, vale la pena que así sea, para que haya debate y se deslinde posiciones enfrentadas.

Cuando el respetable público se está proveyendo de conocimientos impartidos por el orador, le será fácil hacer la crítica al contenido del objeto de estudio, a los gestos que el utiliza. Pero no llegara a advertir, que la condición del orador es mayor que del público. No es lo mismo preguntar, después de haber tornado apuntes, que exponer, después de haber investigado e indagado con relativa regularidad.

No hay dudas que el principiante, como el experto en oratoria, en menor o mayor grado, respectivamente, tienen la tendencia de estar rodeado en el contorno y entorno, por relativos prejuicios e ideas falsas preconcebidas, que se pudieran tejer en el proceso de la exposición, y quizá en la acumulación de los materiales de investigación. Si el orador en el proceso de la exposición se olvida de algo, tiene la posibilidad de suplir con otro concepto o categoría adicional, que siempre no le ha de faltar. Si así sucede, la efectividad se convierte en una realidad sin límites.

En una exposición, no es necesario desarrollar todo el contenido preparado, este tiene la tendencia de sufrir una variación relativa, cambiando el término de acuerdo al interés del público. El experto no puede perder la oportunidad de conocer cada vez mejor al público, es por ello que varía el contenido de su mensaje, porque pretende satisfacerlo a plenitud.La actitud y el miedo de actuar en la tribuna, es trascendente e importante en el orador. La voz, el ritmo, así como los gestos también son las técnicas auxiliares. Si el orador está preparado académicamente, y también lo está psicológicamente, estamos seguros que se desempeñará bien, haciendo relucir una actitud sobresaliente en el público.

EI que se siente preparado académicamente, tiene confianza en sí mismo, así como una actitud desenvuelta; todo el trabajo del orador está resuelto. A partir de aquí, sus ideas serán claras, precisas, aptas para la persuasión y convencimiento. El progreso del orador, después de varias andanzas se estaría desarrollando en forma exitosa.

Cuando un jurista es invitado a exponer un objeto de estudio (tema), es precisamente por la confianza depositada en él.

La elocuencia del abogado Forense

(Del latín eloquentia) Éloquence, Rednergabe. Facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar y persuadir (facundia oratoria). Eficacia para persuadir y conmover que tienen las palabras o ademanes y cualquier otra cosa capaz de dar a entender algo.

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Elocuencia proviene del verbo latino ELOQUI: implica hablar con claridad y distinción. Según esta etimología, la elocuencia es una manera perfecta de hablar, una forma acomodada al objeto que se propone de aquel que habla, y una forma interesante de decir lo que se quiere, buscando dejar en el público, indicios de voluntad a través de la persuasión.

AI insigne orador italiano CICERON, a quien, renombrados juristas lo han llamado el padre de la Oratoria y del Derecho Penal en Italia. Para él, la elocuencia, en el sentido riguroso de la palabra, es el talento o la facultad de hablar bien; y más notorio aun cuando lo hace en público. Sus integrantes son en la praxis, los jueces, porque saben evaluar las inquietudes del orador. Y todo ello ha sucedido desde la antigüedad, dejando sendas huellas de la oratoria en el espacio tiempo, que hoy en día hace historia. Así se inició la oratoria desde la antigüedad, continuando su evolución en todas las épocas y posibilitando esta acción a lo que hoy conocemos, como el talento de poder persuadir.

En la apariencia, la persuasión tiende a confundirse con el convencimiento. Esa confusión aparente a verdadera es sumamente delicada, sino se investiga y si se limita a aceptarla. El convencer está ligado a la persuasión; esa ligazón no necesariamente implica que haya sinonimia, menos pueden contribuir a los mismos fines que el orador propone.

EI convencimiento determina el juicio y la razón: valores que siempre se mantienen en la cotidiana actuación de las personas. Por ello Ramos (2005) afirma:

La persuasión es la que determina la voluntad, es el acto de obrar por el impulso, que el orador se propone como un principio, aniquilando, en mayor a menor grado la conciencia del persuadido. La elocuencia, es la disposición que tiene aquel que persuade, porque no actúa con naturalidad, sino con ventaja elocutiva. ¿Qué comprende la voz elocuencia? Comprende, el 40 ejercicio de la facultad de hablar bien, preferentemente en público, con sapiencia e inteligencia. (p.79)

En efecto, la inteligencia tiene la peculiar virtud de orientar bien a toda persona que se involucre en la elocuencia, mejor aun cuando se desarrolle ante un grupo seleccionado o especializado: técnicos y profesionales de las distintas disciplinas. La actividad elocuencial la pueden llevar a la práctica cuantiosas personas; en la realidad, pocas serán las que realmente logren triunfar y estos son los inspirados que pretenden y hacen bien las cosas ante el público.

EI público al ser abordado por una extraordinaria sapiencia utilizada por el elocuente, en la mayoría de veces tiende a confundir, a la elocuencia, la poesía y la didáctica. Las personas han quedado conmovidas y convencidas con un gran poema latino.

CUADRO COMPARATIVO DE CONDUCTA

CONDUCTAS EQUIVOCADAS CAMBIOS DE CONDUCTAEvitar carraspear y toser con

frecuencia. Bostezar para relajar la garganta Hidratar, beber agua a menudo y tragar

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lentamente.

Evitar gritar, chillar o tratar de hablar por encima del ruido

ambiental.

Encontrar formas no vocales de mantener la atención de los alumnos; palmas, silbidos, llamar con un instrumento, gestos, cambios de entonación, etc.

Reducir el ruido de fondo existente en el entorno de clase.

Evitar hablar de manera prolongada a larga distancia y en el exterior.

Aprender técnicas de proyección vocal adecuadas Esperar a que los alumnos estén en silencio para

comenzar a hablar.

No dirigirse a audiencia amplias sin una amplificación adecuada y con una intensidad cómoda para ser oído en cualquier situación.

Utilizar un micrófono para hablar en publico. Proyectar la voz cuando un soporte muscular

adecuado independiente de la garganta. Conozca sus límites físicos en cuanto a tono e

intensidad.Evitar el estrés, fatiga y tensiones emocionales que puedan afectar a

la voz.

Aprender estrategias para hablar en publico de manera eficaz.

Evitar los esfuerzos vocales intensos y agresivos.

Evitar los músculos de la cara, el cuello, hombros y garganta.

Mantener la garganta relajada cuando empiece a hablar.

Evitar tensar o apretar los dientes, la mandíbula o la lengua durante la fonación.

Aprender ejercicios de relajación específicos. Usar técnicas que reduzcan al máximo la tensión

muscular.

Respirar adecuadamente

Mantener el cuerpo relajado y que la respiración sea natural.

Permitir que el abdomen y la zona intercostal se muevan libremente.

Utilizar posturas adecuadas Mantener una posición para hablar confortable, erguida y simétrica.

Utilizar el tono optimo, ni muy agudo ni muy grave, para no dañar

el mecanismo vocal

Mantener una voz alimentada por el flujo respiratorio, de manera que el tono se mantenga, varíe y suene bien.

Mantener un estilo de vida saludable

Mantener una posición para hablar confortable, erguida y simétrica.

ACTITUD COMUNICANTE DEL ORADOR

FILOSOFÍA DEL ORADOR

En Atenas la abeja era el símbolo de la elocuencia y el dragón en China de la sabiduría. Ambos son laboriosos. La abeja liba y elabora el néctar de las flores en un medio de colores y sonidos, produciendo la miel dulcísima que nutre al hombre y sirve de cultura.

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Por tu parte, el dragón inspira a los chinos un símbolo de poder en el conocimiento, pues gracias a su apariencia implacable y una elegancia que lo caracteriza, representa la fortaleza y el conocimiento en el hombre.

El orador, por su parte, pasa a ser aquel que liba en le cultura, estudia y selecciona, asimila los materiales para su obra, producto de oratorias y capacidad de trabajo.

“Nuestros conocimientos son los gérmenes de nuestras creaciones”, dijo BUFFON en su obra Discurso sobre el estilo. Y de acuerdo con esto, quien cultiva la palabra debe acrecentar su saber, que disminuye por la falta de lectura, consulta y meditación.

Si es imposible conocerlo todo y un afán desmedido de conocer daña tanto como la ignorancia, los estudios del orador, lejos de perjudicar sus cualidades, han de vigorizarlas. Más que lecturas superficiales y erudición queremos conocimientos fundamentales, vitalizados por la experiencia personal, queremos un fondo esencial permanente, una filosofía o nociones básicas de hombre, vida y universo, sobre los cuales investiga el orador, quien no está obligado a conocer toda la historia de la filosofía y sus problemas, pero si a saber usar oratoriamente los temas filosóficos que conoce.

El orador no es un especialista que lleva a la tribuna un lenguaje técnico; posee el talento generalizador que consiste en transmitir conocimientos en una visión unificadora y estética, dejando a los oyentes la impresión de que las ideas más profundas y verdaderas son patrimonio de todos, y que lo humano prevalece en el discurso.

Así como la filosofía penetra en la realidad total y procura aprehender lo permanente o esencial de las cosas, su estudio de esa visión amplia y profunda de las cosas, descubre su interdependencia evitando que los discursos cansen por el cúmulo de detalles y consideraciones sobre una parcela de la realidad, propios de la ciencia. Álvarez (2007) afirma:

El espíritu filosófico se halla ligado a la necesidad de comunicación, pues no creyéndose único poseedor de la verdad busca sin descanso, pregunta, responde, dialoga, promueve la discusión. Como los temas filosóficos se refieren al hombre, a su origen, a su existencia, a su conducta y a su DESTINO, también son temas oratorios por excelencia. (p.)

CICERON dijo: “El orador necesita de la filosofía, como si dijéramos de un conocimiento del hombre, que no existe sin un conocimiento del mundo en el cual se halla inserto”. Por esa razón la filosofía fue para el orador romano una fuente de su saber inmenso, de sus libros y de su elocuencia.

LENGUAJE ORATORIAL

Los abogados no debemos perder la hilación con el lenguaje de litigante, magistrado, funcionario, docente universitario. Siempre la mente está orientada al lenguaje oral y corporal, que es el media de comunicación e información par antonomasia, debiendo utilizarlo permanentemente para conversar, disertar, enseñar, exponer ante la respetable audiencia, obviamente en juicios orales, en discursos diversos: políticos y académicos,

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básicamente los últimos. Obviamente, lo principal es saber el contenido estructural, pero allí no queda el asunto, viene a continuación lo principal, saber expresar, precisamente en forma oral. Solo así, el mensaje será completo.

Hablar bien, sin palabras, corresponde a pocos, que se convierte automáticamente en un discurso creíble de relevancia y prestancia, otorgándole al titular suma seguridad, altura, valor y responsabilidad con lo que dice. Si usted colega abogado, periodista, sociólogo, educador, administrador e historiador, no está en ese nivel, hágalo, prepárese para el futuro, allí te espera: estatus sociocultural. En Roma, el arte de utilizar la palabra en público con belleza y corrección favorecía ampliamente al sistema, se hace extensivo en nuestros días, no solo para favorecer al sistema político, como lo fue ayer, sino para desempeñarse bien ante los tribunales de justicia.

Se estima, que la oratoria comienza en la práctica, en una época trascendental, en el 312 a.n.e., discurso pronunciado por Apio Claudio el Ciego, precisamente con un gran motivo, que la historia recoge: guerra contra Pirro. Sin embargo, inmediatamente no se produjo la praxis; se empezó a cultivar como un arte, en los años mas difíciles de las guerras púnicas. La oratoria o el arte del bien hablar, pronto se va convirtiendo en un instrumento educativo en la prosa latina. Con las peculiaridades características -en el siglo V a.n.e., obviamente, como una sistematización de procedimientos expositivos para el orador forense y político.

Las escuelas de la retórica iniciadas en la Grecia científica -único país de la época que llego a la civilización- pudieron encontrar en Roma un lugar fértil para la exposición y la enseñanza en el público y la masa, así como en el Foro y el Senado. Los estudios de retórica se imponen progresivamente, y constituyen junto con la Gramática -como es de verse la base elemental de la educación de los jóvenes que luchan por aprender nuevas síntomas en su orientación a la política, la abogacía, que perdura hasta hay. El discurso tiene una finalidad y un principio, se encuentra en el, tres géneros de elocuencia: 1) elgenus landativum, que obviamente era utilizado en los eventos religiosos y fúnebres; 2) genus deliberativum, que es el realce de la oratoria política; 3) genus indiciale, característica peculiar de la defensa y acusación, que nosotros los abogados practicamos cotidianamente en los tribunales de justicia.

EI abogado, en uno u otro caso, siempre está tentado por llegar a ser, obviamente, un orador carismático -quizá un líder con esas características-. Proviene del vocablo griego Carihs, significa, el poder del orador con el público; refiriéndose concretamente a lo que ayer era el líder, que por sus dones se convertía en un elocuente profeta, quien, investido de cualidades especiales se adelantaba a los hechos. Sabia -a ciencia cierta la intención de la audiencia y de cada uno de los integrantes que allí se reunían. El carismático, tiene una personalidad diferente, posiblemente más evolucionada de aquellos otros. Los científicos sociales y otros especialistas de las ciencias sociales y humanas, señalan con énfasis, que la mayoría de los carismáticos llegan a ser líderes, caudillos, conductores de una forma de persuadir y convencer a la masa. En el mundo, estos caudillos pueden ser: Omar Kadaffi, Osama Bin Laden, Fidel Castro Ruz, García Pérez, Velasco Alvarado, Vicente Fox, Inacio Lula Da Silva, entre otros. La oratoria es considerada hoy en día, una disciplina humanística, y a su vez, una ciencia y un arte. Pues, justificadamente se la tiene en cuenta, heredera de la retórica, iniciada en la milenaria Grecia, que por fortuna tiene grandes adherentes en todos los continentes. En el Perú, tiene rigurosa importancia. Si el abogado sabe para qué habla y como lo hace

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ante los tribunales, esta interrelacionando sus conocimientos, que son dignos de convertirse en ciencia. La oratoria, brinda a la sociedad, habilidad, capacidad, técnica, estrategia, en el raciocinio; esto es el pensar y el decir, ante la respetable audiencia.

El orador tiene o debe tener, un arduo despliegue emotivo, debido al diagnóstico situacional realizado previamente.

El orador forense en el escenario del tribunal, tiene la posibilidad de apelar a la inteligencia, y persuadir apelando a los sentimientos. Si usted se considera hábil e inteligente, no persuada ni se aproveche de la calidad humana; siempre y en cada caso procure quedar bien, como buen abogado, convenciendo.

EI orador, cuanto más experimentado es, cultiva en su haber, un estilo peculiar de cómo decir el discurso; esto es, el que lo adecua a los disimiles géneros de elocuencia, que pueden ser: alto, medio y elegante. Nos quedamos con este último, que consiste, en la mejor forma de expresar el discurso, orientado precisamente al convencimiento, la persuasión corresponde a un anti género, o en el mejor de los casos, al género corriente.

En el ámbito de la retórica, también es necesario recordar, que esta destaca -desde la Grecia pomposa- escuelas que sí proponen modelos de elocuencia, que en la evolución oratorial-histórica posiblemente se va modificando vertiginosamente.

- Escuela neoatica, tenía el estilo de los escritores clásicos de la gloriosa Atenas, consistía en una oratoria espontánea, sin artificio ni adorno, teniendo como objetivo lograr una elocuencia expositiva a través de los hechos. Representantes: Licinio Calvo y Junio Bruto.

- Escuela asiática, continúa con el estilo griego, evento que se desarrollaba en las ciudades de Asia. Su tonó es exuberante, florido y brillante. Representante: Hortensio.

- Escuela rodia, que tiene como escenario la famosa Isla de Rodas, convirtiéndose en aquella memorable época en el centro cultural del : Mediterráneo Oriental, enseñaban básicamente, la retórica.

La evolución de la retórica desde la antigüedad hasta hoy, obviamente sufrió cambios vertiginosos. En los siglos XVII y XIX, esta disciplina perdió su originaria dimensión e importancia filosófica, técnica y científica. De este lamentable hecho u ocurrencia, se llega a recuperar parcialmente su importancia, a partir de los años 50 del siglo XX. Se la conecta con la ética -cuya propuesta es platoniana- que en la práctica le da un sentido ético y humanista. Pero hay aún más, la distinción entre la lógica, como ciencia de la demostraci6n y, asimismo la dialéctica y la retórica fueron consideradas como las ciencias de lo probable y posible.

En cualquier caso, en la mente del orador forense se inicia el discurso retórico, y se extiende progresivamente hasta llegar a la comprensión de los consumidores o receptores masivos. El abogado debe saber, que la persuasión es propia del discurso retórico; en cambio, el convencimiento esta obviamente asociado al discurso filosófico. Esto es: convencer con la razón. A pesar de ciertas diferencias, ambas están íntimamente relacionadas. ¡Optemos por el conocimiento!

EL ABC DE CONSEJOS

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a) Resumir los puntos tratados para que el auditorio los pueda recordar después mejor.b) Presentémonos adecuadamente y demostremos capacidad y experiencia para tratar

el tema. c) Podemos hacer una galantería sobria y sincera, pues nadie acepta lo falso o

desagradable. d) Comenzar un discurso con deseo optimista y con gran empeño. e) Se debe luchar por tener desde el primer momento un gran afecto por el auditorio. f) Los puntos por tratar deben ser dichos con tal decisión que en muchos casos parezca

órdenes. g) Hagamos discursos con frases que creen imágenes, refranes ya que todos son

visuales, donde el interés es contagioso. h) Nunca sermonear al auditorio. i) Aplicar los pensamientos filosóficos en los discursos de tal manera que inundemos

emoción en los presentes. j) El discurso es expresado por un humano y por tanto sus palabras deben cobrar vida. k) Articular en su discurso, claramente, las silabas y las palabras. l) Jamás terminemos nuestro discurso con “BUEN, esto es todo cuanto tenía que decir,

“MUCHAS gracias por haberme escuchado”, etc.