El Oriente Es Un Mito

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El oriente es un mito del segundo foro de ecología y política.

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  • EL ORIENTE ES UN MITO

  • EL ORIENTE ES UN MITO

    1a. Edicin Ediciones Abya- YalaAv. 12 de octubre 14-30 y WilsonCasilla 17-12-719Telef: 2562-633/ 2506-267/ 2506-251Fax: (593 2) 2506-267E-mail: [email protected]//:www.abayayala.org

    Autoedicin: Abya-Yala EditingQuito-Ecuador

    Diseo portada: Ral Ypez

    ISBN: 9978-22-353-3

    Impresin: Producciones digitales Abya-Yala

    Los organizadores agradecen a la Facultad de Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Catlica del Ecuador en Quito, por facilitar sus instalaciones para la realizacin del foro.

    2003

    CEP (Comit Ecumnico de Proyectos)Av. Amazonas N20-45 y Jorge WashingtonEdif. lvarez Burbano, 6to. piso, oficina 603Telfonos: (593-2) 2564-655 y 2232-345Fax: (593-2) 2506-418E-mail: [email protected]//:www.cepecuador.org.ecQuito-Ecuador

  • SEGUNDO FOROECOLOGA Y POLTICA

  • CONTENIDO

    Introduccin: El Oriente es un mito ..................................................................... 11

    I DIMENSIONES, CONFLICTOS Y ACTORES EN EL PETRLEO

    Petrleo sin desarrolloSumario de la conferencia de Alberto Acosta .......................................................... 17Preparmonos para lo que se avecinaAlberto Acosta .......................................................................................................... 19El silencio del Estado, la voz de los pueblos indgenasPueblos indgenas, petrleo y medio ambiente: estudio de casosSumario del estudio de tres casos ............................................................................ 51Caso 1: LA TEXACO Y LAS DEMANDAS INDGENASSe ha logrado mantener la unidad de los afectadosLuis Yanza, FDA ...................................................................................................... 53Estamos frente a un fundamento de la economa ecolgicaGuillaume Fontaine, FLACSO ................................................................................ 60Es posible un frente nico amaznico? Debate.................................................. 67Caso 2: EL PETRLEO EN LOS TERRITORIOS INDGENAS DE PASTAZALa resistencia espiritual ha sido un baluarteFranco Viteri, OPIP ................................................................................................. 69La relacin asimtrica entre actoresPablo Ortiz-T., Fundacin Amazanga .................................................................... 71Superar el fraccionamiento del conflicto. Debate.............................................. 108Caso 3: EXPLORACIN PETROLERA EN MORONA SANTIAGOCuando se habla de nuestros recursos se habla de nuestros derechosBosco Najandein, FIPSE.......................................................................................... 110Trasladar el problema desde el conflicto puntual al mbito nacionalVctor Lpez, CDES ................................................................................................. 112A Morona no podrn entrar. Debate.................................................................. 121Los protagonistas frente al temaPueblos indgenas, petrleo y medio ambiente ................................................ 123La consolidacin de los pueblos se basa en la bsqueda de legitimidad y territorioTito Puanchir, vicepresidente de la CONAIE.......................................................... 125Cunto cuesta la vida? Esperanza Martnez, Accin Ecolgica .................................................................... 130Dnde enfatizar el aporte del sector petrolero? En la inversinRen Ortiz-Durn, AIHE ........................................................................................ 137

  • El Estado debe reglamentar la relacin de las empresas con las comunidadesJuan Carlos Franco, gerencia de Proteccin Ambiental de Petroecuador................ 148Explotacin petrolera. Desacuerdos y contradicciones. Debate .......................... 155

    II LA ECOLOGA QUE TRANSFORM LA POLTICA

    La riqueza del discurso poltico, el vaco de la gestin del EstadoLa clave est en la participacin ciudadanaVictor Hugo Jijn, Movimiento Pachakutik ............................................................ 168Los recursos deben ser manejados por el EstadoRal Iza, Izquierda Democrtica ............................................................................ 171El Ecuador no debe ser slo vendedor de crudoEdgar Isch, Movimiento Popular Democrtico ....................................................... 178La exigencia de una moratoria petrolera. Debate................................................. 182Los actores que politizaron la ecologaIntroduccin de Fernando Mires al tema ................................................................ 188Lo ecolgico y lo polticoFernando Mires ....................................................................................................... 190Comentarios a la exposicin de Fernando Mires:La construccin de los discursos ecolgicos, Mara Fernanda Espinosa ............. 222Una visin desde afuera, Teodoro Bustamante ...................................................... 233

    III TODAVA ES POSIBLE EL DILOGO

    Comentarios generales sobre el foro ..................................................................... 245Un espacio de dilogo impresionanteComentario de Juan Mayr....................................................................................... 247Una relacin no ptima entre representantes y representadosComentario de Fernando Mires .............................................................................. 250La alianza de los actores para un objetivo comnComentario de clausura de Wolfgang Lutz ............................................................. 252

    Abreviaturas............................................................................................................ 257

    ANEXOSAnexo 1. Agenda del foro......................................................................................... 259Anexo 2. Lista de organizaciones participantes....................................................... 260

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  • LOS FOROS DE ECOLOGA Y POLTICA

    El Comit Ecumnico de Proyectos, CEP, la Facultad Latinoamericanade Ciencias Sociales, FLACSO, el Programa de Gestin Sostenible deRecursos Naturales, GESOREN-GTZ, el Instituto Latinoamericano deInvestigaciones Sociales, ILDIS- Friedrich-Ebert-Stiftung, el ProyectoRegional Amazona Sostenible de la misma fundacin, y la PlataformaInterinstitucional para la Construccin de Consensos Socio-Ambienta-les, PICCSA, acordamos impulsar una lnea conjunta de anlisis en tor-no a diversas problemticas nacionales, que tengan como teln de fon-do el medio ambiente, y que se apoyen en experiencias, debates, leccio-nes de diversas latitudes.

    Las instituciones proponentes aspiramos a abrir este espacio a otras en-tidades preocupadas por las mismas temticas; a investigadores y sec-tores acadmicos; a los movimientos y organizaciones sociales. Aspira-mos tambin mantenerlo, con eventos peridicos que aborden desdediversos ngulos esta relacin fundamental entre ecologa y poltica; re-lacin al margen de la cual cualquier gestin ambiental se vuelve limi-tada y relativa.

    No se trata de fijar un escenario exclusivo en torno a la ecologa, sinode mirar el conjunto del pas manteniendo como referente la relacindel Estado y de la sociedad ecuatoriana con el medio ambiente.

    Estamos en el segundo foro y las temticas concretas comienzan a im-ponerse. Hoy se trata de las vinculaciones conflictivas entre la explota-cin petrolera, la vida de los pueblos indgenas amaznicos, y el medioambiente.

    Este segundo cuaderno recoge, en lo fundamental, las memorias de losdebates que se originaron en torno al tema "Petrleo, pueblos indge-nas y medio ambiente".

    Quito, noviembre de 2003

  • EL ORIENTE ES UN MITO

    Esta frase, El Oriente es un mito, la pronunci Galo Plaza Lasso,cuando buscaba, en 1968, una reeleccin presidencial. Dicen que la fra-se pes negativamente en el resultado de las urnas.

    Pero acab siendo una profeca sobre el destino de la regin amazni-ca.

    Los polticos la han tratado como un mito. Como un mito la ha abor-dado la sociedad nacional: para desconocer e ignorar a los pueblos m-ticos de la regin, y para convertir a su riqueza en el paraso y el infier-no del Ecuador. Del mtico petrleo dependemos, a nombre de l nosendeudamos y su brotacin del fondo de la tierra -mito al fin- se desva-neci en manos de las petroleras, sin beneficio alguno para la Amazo-na. Por ltimo, los pueblos que se sustentaron en la convivencia arm-nica con la naturaleza y crearon a partir de ella su pensamiento, su reli-gin, su mito y su cotidianidad, sufren hoy una deforestacin y una con-taminacin sin precedentes que va arrasando su vida y su imaginario.

    La frase fue, finalmente, un equvoco, pero que con el tiempo ha reve-lado las dos lecturas posibles de la Amazona, el mito como la ausenciade la alteridad, la fbula que no reconocemos. El mito como delirio yfantasa, el falso paraso del petrleo.

    El Oriente es un mito, ttulo equvoco para un foro en el que los ac-tores sociales, los indgenas, los empresarios y los polticos se miraron,ya no en el mito, sino en la realidad.

    Este foro convocado en torno al tema Petrleo, pueblos indgenas ymedio ambiente, el segundo de la serie Ecologa y Poltica iniciado ennoviembre de 2002, se realiz en Quito los das 23 y 24 de julio de2003.

  • Las entidades organizadoras de estos encuentros consideraron impor-tante abordar en esta oportunidad la problemtica alrededor de losconflictos socio ambientales relacionados con la exploracin y explota-cin del petrleo en el Ecuador y el papel que juegan los polticos y elEstado.

    La conflictividad que ha rodeado desde hace tiempo a esta industria haentrado a formar parte relevante de la historia contempornea, tantodel Ecuador como de otros pases latinoamericanos. El papel del Esta-do, de las compaas petroleras, de las comunidades indgenas, y su cre-ciente protagonismo; el modelo extractivista, la dependencia econ-mica y tecnolgica, el deterioro del ambiente, y el carcter estratgico desde el punto de vista econmico, ambiental y cultural del petrleo,son algunos de los temas de controversia.

    Este libro que recoge las propuestas del foro intenta responder al pedi-do de Juan Mayr en los momentos finales del mismo: ser un documen-to que contribuya a vislumbrar soluciones. Un pedido que WolfgangLutz, desde la GTZ asumi como un reto.

    Este segundo foro Ecologa y Poltica se abri con una introduccingeneral al tema con Alberto Acosta y la exposicin sobre las relacionesentre poltica y ecologa por parte de un expositor internacional, Fer-nando Mires; y se analizaron tres casos concretos en que intervienen loselementos temticos antes citados. Continu con dos mesas de debate:la primera con personalidades representativas de los diferentes prota-gonistas vinculados a la problemtica del sector, y la segunda con dele-gados de los partidos polticos.

    Hemos organizado este libro atendiendo a los dos aspectos abordados:por una parte la temtica petrolera en su relacin con los pueblos ind-genas; y por otra parte, la relacin entre ecologa y poltica que es laconstante de estos foros.

    En esta ocasin, la presencia numerosa de pobladores y dirigentes ama-znicos signific que, quiz por vez primera, se encontraran confron-

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  • tados en un mismo escenario directivos empresariales y de las multina-cionales, representantes indgenas y miembros de partidos polticos, enlo que se calific durante el foro como la enorme ventaja que conservael Ecuador en el marco de una Amrica Latina afectada por la intole-rancia: todava es posible el dilogo, aunque a momentos ste se tornespero.

    La confrontacin de posiciones, de propuestas, de razones es, por tan-to, el aspecto medular de este libro.

    Javier PonceComit Ecumnico de Proyectos

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  • IDIMENSIONES, CONFLICTOS Y ACTORES EN EL PETRLEO

  • PETROLEO SIN DESARROLLOSumario de la conferencia de Alberto Acosta

    Los economistas no pueden imaginarse la existencia del pas sin el petr-leo. Con esta visin, los gobernantes y algunos sectores sociales han de-sarrollado un discurso en el cual se ratifica una poltica sustentada fun-damentalmente en elpetrleo. El pas vi-vi un crecimientovertiginoso de la eco-noma y consiguicrditos externos queno pudo obtener enpocas anteriores debonanza; el peso dela deuda externa seincrement.En ese perodo inicialse tuvo petrleo ycrecimiento econ-mico, pero no desa-rrollo.En 1982 este modeloentra en crisis. Elpas debe ampliar lafrontera de explota-cin y el oleoducto.Para su justificacin,el manejo de las ci-fras de reserva petro-lera juega un papelpreponderante: semodifica de acuerdoa las necesidades. Ha

    Alberto Acosta

    Realiz estudios de Economa (especializacin enEconoma de la Energa) en la Universidad de Co-lonia (1977-79), Alemania, en donde tambin estu-di Geografa Econmica (1974-76). Estudi eco-noma industrial y administracin de empresas (es-pecializaciones en Marketing y Comercio Exterior)en la Universidad de Estudios Superiores de Colonia(Fachhochschule Kln, 1971-74). Asisti a semina-rios de Filosofa y Ciencias Polticas en la Universi-dad de Bonn. Obtuvo los ttulos acadmicos de Di-plom-Betriebswirt (Economista Industrial o Empre-sarial) en 1974 y de Diplom-Volkswirt (Economis-ta) en 1979.Fue subgerente de Comercializacin de CEPE(Marketing Manager, 1982-83); funcionario deOLADE (1980-81 1983-1985); Secretario Ejecuti-vo del Grupo de Trabajo sobre la Deuda Externa(1988-1994); Secretario Ejecutivo de FONDAD(Foro sobre Deuda Externa y Desarrollo)-Andino yFONDAD-Internacional (1991-1994); es Consul-tor del Instituto Latinoamericano de InvestigacionesSociales -ILDIS (Fundacin Friedrich Ebert)-; coor-dinador del Proyecto Regional Amazona Sostenibleen Ecuador de la misma fundacin.Ha escrito mltiples aportes en libros colectivos e in-dividuales, entre ellos: La deuda eterna. Una histo-ria de la deuda ecuatoriana en Deuda externa, de-sarrollo y ecologa (1992); Breve historia econmicadel Ecuador, Corporacin Editora Nacional, Quito2000.

  • servido para justificar obras sobredimensionadas, como el Oleoducto deCrudos Pesados.Se sigue apostando al petrleo, pero los ingresos no son los esperados yal Estado se le han mermado sistemticamente los recursos. Incluso, en-tre 1996 y 1999, el petrleo ha creado ms obligaciones para el Estadoque los recursos obtenidos.La sociedad ecuatoriana no ha tenido la capacidad de administrar la po-ltica petrolera ni de planificar la utilizacin de los recursos generados. Esnecesario que la sociedad se interrogue qu ha pasado en estos ltimos 30aos, y qu pasar en los prximos 30.

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  • PREPARMONOS PARA LO QUE SE AVECINA

    Alberto Acosta

    Con la exportacin de petrleo proveniente de la regin amaznica,durante la dcada de los setenta en el siglo XX, el Ecuador entr confuerza en el mercado mundial y experiment un acelerado proceso deconsolidacin de su Estado-nacin. No porque se hubiera producidoun cambio cualitativo en su condicin de pas exportador de materiasprimas, sino ms bien por el creciente monto de los ingresos produci-dos por las exportaciones petroleras que ayudaron a dinamizar y am-pliar la economa, as como, tambin, porque su control recay en elEstado, especialmente gracias a la constitucin de la Corporacin Esta-tal Petrolera Ecuatoriana (CEPE), hoy Petroecuador. La explotacin decrudo se constituy en una fuente autnoma de financiamiento del Es-tado, a diferencia de lo que haba sucedido en pocas anteriores con laproduccin de cacao o banano.

    Recordemos que las exportaciones totales, alentadas sobre todo por laspetroleras, crecieron de 199 millones de dlares en 1971 a 2.568 millo-nes de dlares en 1981, el PIB aument de 1.602 millones de dlares a13.946 millones de dlares en el mismo perodo, la reserva monetariainternacional de 55 millones de dlares a 563 millones de dlares. Conesto tambin se vigoriz la participacin del Ecuador en la lgica glo-balizante del capital internacional. El pas se volvi atractivo para lasinversiones y para los bancos extranjeros, precisamente por esa rique-za petrolera, que le otorg la imagen de nuevo rico.

    Antes, la economa ms bien haba tenido una importancia marginalpara los capitales forneos. Su participacin en el mercado mundial notuvo mayor trascendencia en trminos internacionales hasta que, en ladcada de los sesenta, se redescubrieron significativas reservas de pe-trleo en la Amazona. Antes, las exportaciones de crudo de la Penn-

  • sula de Santa Elena, iniciadas en la dcada de los veinte, no tuvieron latrascendencia que tendra la venta de crudo Oriente en el mercado in-ternacional. Cabe recordar, tambin, que las reservas amaznicas des-cubiertas ya en la primera mitad del siglo XX fueron despreciadas porlas compaas internacionales, puesto que en esa poca les era ms f-cil, ms seguro y por cierto ms rentable explotar petrleo en otras re-giones del mundo: Arabia Saudita y Venezuela, por ejemplo. Es muyimportante tener presente que la explotacin del hidrocarburo no harespondido a las demandas energticas o financieras de los pases sub-desarrollados poseedores de significativos yacimientos hidrocarburfe-ros, sino que sta se explica por la lgica de aprovechamiento de los re-cursos petroleros mundiales por parte de las empresas transnacionaleso sea por las necesidades de acumulacin del capital y, en ltima ins-tancia, por el nivel de desarrollo tecnolgico alcanzado por los pasescentrales.

    En el corto plazo, ubicacin de los recursos y costos de extraccin, enun momento determinado, explican la decisin de iniciar las tareas deextraccin del petrleo por parte de las empresas transnacionales. Porotro lado, la sola existencia de petrleo, utilizado por las poblacionesindgenas para calafatear sus embarcaciones o para sus curaciones, nofue nunca una condicin suficiente para su aprovechamiento masivo:ste, en definitiva, depende del desarrollo tecnolgico de la sociedad,sin que la inventiva humana sea por si sola suficiente para modificar lasactitudes y las condiciones materiales sobre las que descansa la socie-dad misma. Y cada fuente de energa, por lo dems, implica una deter-minada forma de organizacin social y poltica. Si se recuerda que lassociedades esclavistas, aprovechadoras de la energa muscular del serhumano, requeran suprimir la libertad de amplios sectores de la po-blacin en beneficio de otra fraccin de la sociedad y por lo tanto exi-gan gobiernos tremendamente represivos, hay que tener presente quela utilizacin de una fuente energtica como el petrleo, que demandauna gran concentracin de recursos financieros, alienta en las socieda-des petroleras la construccin de sistemas autoritarios, centralizados y

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  • por ende rentistas al ser lo prioritario la exportacin del recurso ener-gtico para asegurarse los ingresos financieros.

    La bonanza petrolera de los setenta

    Cuando el Ecuador tena un poco ms de un ao de exportar petrleo,que empez a fluir hacia el mercado mundial en agosto de 1972, a razde la cuarta guerra rabe-israel (octubre de 1974) se produjo un pri-mer y significativo reajuste de los precios del crudo en el mercado in-ternacional. El crudo Oriente, que en agosto de 1972 se cotiz en 2,5dlares por barril, subi en promedio a 4,2 dlares en 1973 y a 13,7 d-lares en 1974. Este aumento de la valoracin del petrleo ampli nota-blemente el flujo de recursos financieros, facilitando un crecimientoacelerado de la economa ecuatoriana, sin que sea necesario forzar unaumento de la produccin petrolera. Aqu cabe mencionar la oportu-na intervencin del Estado que fren la pretensin de la compaa Te-xaco, que quera incrementar y hasta duplicar la capacidad de trans-porte existente en ese entonces; de haberse cristalizado esta pretensinel ritmo de explotacin de los campos amaznicos habra sido muchomayor, con las consiguientes consecuencias ecolgicas y an econmi-cas: mayor destruccin ambiental y social, as como quizs con un rit-mo de endeudamiento externo ms acelerado.

    Gracias al auge exportador que produjo el petrleo, el PIB creci de1972 a 1981 con una tasa promedio anual del 8 por ciento, con ndicesespectaculares para algunos aos (en 1973 de ms del 25,3 por ciento),en particular para la industria que registr una tasa de crecimiento de10 por ciento promedio anual; mientras que el valor del producto porhabitante aument de 260 dlares en 1970 a 1.668 dlares en 1981.

    A pesar de estos logros el pas no encontr la senda del desarrollo. Porqu?, es la pregunta que surge espontneamente. Para responderla re-curramos a Amartya Sen, quien afirma que las limitaciones reales dela economa tradicional del desarrollo no provinieron de los medios es-cogidos para alcanzar el crecimiento econmico, sino de un reconoci-

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  • miento insuficiente de que ese proceso no es ms que un medio paralograr otros fines. Esto no equivale a decir que el crecimiento carece deimportancia. Al contrario, la puede tener, y muy grande, pero si la tie-ne se debe a que en el proceso de crecimiento se obtienen otros bene-ficios asociados a l. () No slo ocurre que el crecimiento econmi-co es ms un medio que un fin; tambin sucede que para ciertos finesimportantes no es un medio muy eficiente. Est claro, entonces, queno hay, o si lo hay es por pura casualidad, una relacin directa y linealentre desarrollo y crecimiento econmico.

    En estos aos, tal como sucede en la vida diaria, en donde a un rico lees ms fcil que a un pobre conseguir un prstamo, el Ecuador-petro-lero consigui los crditos que no haba recibido el Ecuador-bananeroy mucho menos antes el Ecuador-cacaotero. Pero la riqueza petrolerano fue la nica explicacin para la carrera de endeudamiento externodel pas; hay que tener presente la existencia de importantes volmenesde recursos financieros en el mercado mundial, que no encontraban enesos aos una colocacin interesante en las economas de los pases in-dustrializados; esta constatacin es fundamental para entender el cre-cimiento de los crditos hacia todo el mundo subdesarrollado duranteesos aos, pues stos no se concentraron exclusivamente en los pasesexportadores de petrleo.

    En ese perodo, el monto de la deuda externa ecuatoriana creci en ca-si 22 veces: de 260,8 millones de dlares al finalizar 1971 a 5.869,8 mi-llones cuando concluy el ao 1981. Esta deuda pas del 16 por cientodel PIB en 1971, al 42 por ciento del PIB en 1981. Es preciso anotar que,en este mismo perodo, el servicio de la deuda externa experiment unalza tambin espectacular: en 1971 comprometa 15 de cada 100 dla-res exportados, mientras que diez aos ms tarde a 71 de cada 100 d-lares.

    Los organismos internacionales -Banco Mundial, FMI y BID- fortale-cieron este proceso de financiamiento externo desmedido de las econo-mas subdesarrolladas, incluyendo al Ecuador. Su apoyo era parte de

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  • una estrategia que no encontraba otra salida frente a la crisis recesivade los pases centrales y que facilitaba el reciclaje de los eurodlares yde los petrodlares; esto es el aprovechamiento de los dlares que seacumularon sobre todo en los mercados europeos, desde fines de losaos sesenta, por efecto de los desbalances de la economa norteameri-cana provocados por la guerra de Vietnam, y que se concentraron tam-bin en los pases rabes exportadores de petrleo, luego del alza de losprecios de esta materia prima bsica.

    Aqu cabe recordar las seales que emitan los organismos internacio-nales de crdito, influenciados y controlados por los gobiernos de lospases del Norte, que alentaban la contratacin de crditos externos.Esa era su funcin. En medio de la vorgine crediticia, exacerbada porellos mismos, no avizoraron -ni siquiera avanzados los aos ochentacuando la crisis de la deuda era un hecho- cambios sustanciales para elmercado petrolero, para mencionar un aspecto sobresaliente de la po-ca. Los efectos de este clima permisivo, fomentado por las entidadesmultilaterales tanto para los pases importadores como para los expor-tadores de petrleo, apuraban el proceso de endeudamiento. Para losprimeros, ante las expectativas de un sostenido incremento de los pre-cios del crudo, la salida obligada era endeudarse para diversificar laoferta energtica y reducir la dependencia petrolera. Para los segundos,lo lgico, en trminos financieros, era seguir contratando crditos, queal momento no estaban tan caros, para posteriormente pagarlos conlos esperados incrementos de los precios del hidrocarburo.

    El BID, por ejemplo, afirmaba en 1981, que dada la elasticidad de in-greso de la demanda de energa, tanto a corto como a largo plazo, y losprobables cambios en la estructura de la economa, la aceleracin de latasa de crecimiento de la actividad econmica conducir a un mayorconsumo de energa en general y a una mayor demanda de petrleo enparticular, por lo menos durante los prximos diez aos. An cuandolos precios del crudo ya haban descendido desde la segunda mitad delao 1982 y daban seales de un debilitamiento de tipo estructural queles llev a su valor ms bajo en 1986, el Banco Mundial en 1985 toda-

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  • va aseguraba que es probable que vuelvan a aumentar en trminosreales durante el presente decenio. Se difundieron escenarios con pre-cios crecientes del crudo, que fluctuaban entre los 30 y los 48 dlarespor barril para mediados de los ochenta y entre los 30 y 78 dlares amediados de la dcada de los noventa, en valores constantes de 1980.Expectativas de precios crecientes del petrleo, tasas de inters relativa-mente bajas o an negativas en el mercado financiero internacional, ascomo gobiernos embebidos por prcticas rentistas y aliados de sectoresempresariales oligrquicos constituyeron el camino ms directo al en-deudamiento externo, luego a la crisis, y por cierto al ajuste fondomo-netarista con el que se ha intentado conjurarla.

    El auge petrolero y el masivo endeudamiento externo dieron lugar auna serie de cambios, los que, sin embargo, no se tradujeron en la su-peracin de muchos de los problemas arrastrados de aos atrs; porejemplo, la pobreza no dej de ser una constante en la sociedad ecua-toriana en todos estos aos. Es ms, con el petrleo aparecieron nuevasdificultades, que a la postre afloraran en forma casi explosiva con unanueva crisis de deuda externa a partir de 1982.

    El desperdicio de tantos recursos es lamentable, sobre todo si se consi-dera que la gran disponibilidad de divisas en la dcada de los setentadurante el siglo XX habra hecho posible, con polticas y transforma-ciones estructurales adecuadas, particularmente con una real redistri-bucin de la riqueza de por medio, el establecimiento de bases slidaspara un desarrollo ms autodependiente y sustentable, que le habrapermitido al pas intervenir en forma dinmica en el mercado mundialy sobre todo habra podido dar paso a la adecuada satisfaccin de lasnecesidades bsicas de todos los habitantes. Esta apreciacin, sin em-bargo, no puede llevar a conclusiones simples, como que la solucin delos problemas podra darse exclusivamente a travs de un diferente ma-nejo de lo econmico. Una diferente aproximacin al tema material de-be venir acompaada con profundos cambios a nivel cultural e ideol-gico, que potencien el desarrollo tecnolgico, teniendo en cuenta todas

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  • las capacidades existentes en una sociedad, cuyo desarrollo slo serposible sobre bases de una real y creciente equidad.

    En estas condiciones, en el Ecuador, con tantos y tan diversos recursos,en suma, con un potencial econmico capaz de satisfacer las necesida-des vitales de sus habitantes, se constata que el problema no es simple-mente econmico, sino que por el contrario contina siendo un retopoltico. Es ms, siguen planteadas las preguntas bsicas para enfrentarel desarrollo sustentable a partir de la produccin de los recursos pri-marios disponibles: cmo manejar las importantes disponibilidades derecursos naturales, cmo encadenar el sector exportador con otros sec-tores de la economa, cmo vigorizar el mercado domstico y cmoasegurar una adecuada difusin de los ingresos generados por las ex-portaciones de dichos recursos.

    La situacin de abundancia relativa de recursos financieros, que permi-ti un manejo poltico de relativa tolerancia en medio de un ambientedictatorial, se mantuvo mientras existi un considerable flujo de dla-res provenientes del exterior, que facilitaba la postergacin y an la su-peracin (al menos aparente) de algunos conflictos. De alguna manerael petrleo viabiliz la dictadura militar, pero a la vez elimin la nece-sidad de asumir reformas estructurales profundas, tal como se habaplanteado en un inicio, en 1972. Como se formul en la Filosofa yPlan de Accin del Gobierno Revolucionario y Nacionalista del Ecua-dor, la sociedad se caracterizaba por ser econmicamente subdesa-rrollada, socialmente injusta y polticamente dependiente, productodel irresponsable manejo de los asuntos del Estado. Y esto se quera su-perar con la instauracin del gobierno militar formado para manejar elrecurso petrolero, en definitiva.

    En otras palabras, mientras haba suficientes ingresos externos no hu-bo necesidad de recurrir a los cambios que propusieron los militares en1972. Estos cambios como que perdieron su prioridad debido a la exis-tencia de esos recursos financieros. Por ejemplo, no era necesario revi-sar las estructuras de precios internos de la gasolina para frenar el con-

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  • trabando y el desperdicio energtico, impidiendo, adems, el surgi-miento de una creciente brecha fiscal. En esos aos simplemente no seconsideraba necesario un incremento de la presin tributaria; recur-dese que el propio dictador, general Guillermo Rodrguez Lara, dca-das despus todava se vanagloria que en su gobierno no se cobrabanimpuestos. Cualquier urgencia fiscal, cuando los ingresos del petrleoresultaban insuficientes o declinaban por razones coyunturales, se cu-bra con crditos externos.

    En estas condiciones, cuando los recursos externos fluan con facilidad,el Estado, cuya presencia relativa aument en la economa, dise unaserie de mecanismos destinados a subsidiar al sector privado. En esteescenario se profundiz la poltica de industrializacin va sustitucinde importaciones. La sumatoria de estas polticas expansivas, sin duda,signific enormes ganancias para los segmentos ms acomodados delpas, de relativo enriquecimiento para amplios grupos medios de la po-blacin y de ciertas ventajas para algunos sectores mayoritarios, tradi-cionalmente marginados. Aunque estos ltimos apenas reciban miga-jas del banquete petrolero, en el Ecuador haba la sensacin bastantegeneralizada de que el desarrollo se encontraba a la vuelta de la esqui-na y algunos hasta soaban con El Dorado petrolero, que sigue anmotivando la creciente extraccin de crudo a inicios del siglo XXI.

    La bonanza que gener el petrleo -la mayor cantidad de divisas quehaba recibido hasta entonces el pas-, que apareci en forma masiva yrelativamente inesperada, se acumul sobre las mismas estructuras an-teriores y reprodujo, a una escala mayor, gran parte de las antiguas di-ferencias y de las mismas prcticas rentistas. El salto cuantitativo lleval Ecuador a otro nivel de crecimiento econmico, pero, al no corres-ponderle una transformacin cualitativa similar, en poco tiempo secristaliz en el mito del desarrollo. Este tipo de procesos de auge de-sequilibrado y desequilibrador, provocados por un auge primario-ex-portador, es conocido en la literatura econmica como la enfermedadholandesa.

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  • En sntesis, fueron aos de inusitado crecimiento econmico, quetransformaron especialmente en trminos cuantitativos la economanacional y que provocaron nuevas distorsiones. An cuando no habauna masiva presin para forzar ms la produccin petrolera, la des-truccin ambiental, social y cultural en la zona norte de la Amazonaecuatoriana fue devastadora. La sociedad no logr sentar las bases pa-ra su desarrollo durante la bonanza petrolera. El sistema rentista seprofundiz de una manera compleja y hasta contradictoria, al tiempoque aument la capacidad de consumo internacional y nacional, perono en la misma proporcin la capacidad productiva domstica. Tam-poco se logr consolidar un sector estatal y menos an privado nacio-nal con capacidad de asumir las tareas en el mbito petrolero; sta esuna constatacin que merecera un anlisis detenido, considerandoque no slo es un fenmeno ecuatoriano, sino que tambin se ha repe-tido en casi todos los pases exportadores de petrleo.

    Por ltimo, tngase presente que en esta poca el pas tena un tipo decambio rgido, que se sostuvo mientras se mantena un flujo abundan-te de recursos financieros externos: endeudamiento externo a ms delos ingresos petroleros. Esto condujo a una mayor dependencia de re-cursos forneos; de esta manera, cuando estos ingresos de origen exter-no comenzaron a debilitarse, la economa nacional hizo agua por loscuatro costados. Casi se podra afirmar que la crisis se haba programa-do con el manejo econmico anterior, entre otras cosas, por la mismarigidez cambiaria, y que el aparecimiento de la crisis slo dependa dela duracin de los flujos externos de recursos.

    El petrleo como herramienta de un tortuoso e interminable ajuste

    A partir de 1982, a raz del deterioro que se produjo por la cada de losprecios del petrleo y la reversin del flujo de los prstamos a los pa-ses del mal llamado Tercer Mundo, se interrumpi la orga petrolera.Ya el ao anterior se haban presentado los primeros dolores de cabezaen la economa, a raz del estrangulamiento fiscal que se agudiz con elconflicto fronterizo con el Per.

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  • El precio del crudo Oriente, que se haba incrementado a ms de 30 d-lares por barril a principios de los aos ochenta: 35,2 dlares por barrilen 1980 a 34,4 en 1981, experiment un deterioro sostenido a partir dela segunda mitad de 1982, y eso provoc una reduccin sustantiva enmarzo de 1983. Ese fue un momento crtico para el Ecuador. Justocuando se acab la fase fcil de contratacin de crditos externos se de-rrumbaron los precios del petrleo, as como de la mayor parte de lasexportaciones originadas en los pases subdesarrollados.

    Como parte de una misma estrategia de reordenamiento del podermundial (en la cual jug tambin un papel importante la Guerra de laMalvinas, que aline a los Estados Unidos con los intereses britnicos),los precios del petrleo y de otras materias primas empezaron a debi-litarse en los mercados internacionales, mientras suban las tasas de in-ters. Las acciones de la Agencia Internacional de la Energa (AIE) -creada en 1974 como una respuesta poltica a la Organizacin de Pa-ses Exportadores de Petrleo - OPEP conjuntamente con el concursode las transnacionales petroleras, aunaron sus esfuerzos para disminuirla dependencia energtica, particularmente la petrolera, que tenan lospases capitalistas industrializados. Concretamente se procuraba redu-cir el costo de las importaciones hidrocarburferas provenientes de lospases de la OPEP para contribuir a paliar el dficit de los pases cen-trales.

    Entonces impact con fuerza el efecto de la nueva poltica econmicade los Estados Unidos, que provoc un notable encarecimiento y anuna disminucin del flujo de prstamos para los pases latinoamerica-nos. El dficit mltiple de la economa norteamericana presion sobrelas relaciones comerciales y financieras mundiales. El detonante de lacrisis latinoamericana estuvo en los Estados Unidos, tal como aconte-ci en los aos treinta. Con la instauracin de la poltica econmica co-nocida como reaganomics, a partir de 1981, se torn inmanejable ladeuda del mundo subdesarrollado. Segn Joseph E. Stiglitz, PremioNobel de Economa, en un interesante estudio sobre las reformas neo-liberales, la mayor parte de la culpa puede atribuirse al impacto cau-

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  • sado en la regin por el aumento de las tasas de inters en los EE.UU..Este incremento de las tasas de inters, por otro lado, es una demostra-cin del fracaso de los mercados internacionales de capital y del siste-ma financiero mundial como el de Amrica Latina. En esta situacin,aunque no hubiera habido corrupcin y las empresas estatales hubie-sen sido eficientes, es probable que la mayora de pases de todos mo-dos hubieran entrado en crisis.

    En Ecuador, todava en forma tibia, se intent disminuir algunos dese-quilibrios macroeconmicos fundamentales, en particular los que ha-ban comenzado a aparecer en el sector externo y en la economa fiscal.Una de las herramientas ms utilizadas fue el aumento reiterado de losprecios de los combustibles derivados del petrleo en el mercado inter-no. Esto permiti incrementar los ingresos fiscales provenientes de di-chos derivados casa adentro, mientras caan los precios del hidrocarbu-ro en el mercado internacional. Aumento que, digmoslo al paso, slose inspir en reflexiones fiscalistas, dejando marginadas consideracio-nes productivas, sociales, ambientales o an energticas. Se tiene queconocer que muchas veces los clculos para la fijacin de los precios delos derivados del petrleo fueron efectuados ex post a las decisionesasumidas por las autoridades monetarias interesadas nicamente enasegurar recursos para el fisco, esto es para servir la deuda externa. Y apesar de eso este esfuerzo fue insuficiente, pues en los ltimos 32 aos(1970 - 2002), los desembolsos por deuda externa llegaron a 88.935 mi-llones de dlares, mientras que el servicio de la deuda alcanz 95.870millones: las amortizaciones sumaron 74.362 millones y los intereses,21.508 millones. Es decir que durante dicho periodo, hubo una trans-ferencia neta de recursos negativa (una salida de divisas) por -6.934millones. Dicho de otro modo, se pag a los acreedores 6.934 millonesms de lo recibido. A pesar de ello, la deuda externa creci de 242 mi-llones en 1970 a 16.288 millones de dlares en el ao 2002.

    Que quede claro, los aumentos de los precios de dichos derivados nosignificaron ingresos mayores para la empresa estatal, a la que sistem-ticamente le fueron recortando ingresos: como que se quera hacer rea-

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  • lidad el cuento de la gallina de los huevos de oro, a la que en lugar dealimentar se trato de despanzurrar para sacarle los huevos anticipada-mente en beneficio de las empresas petroleras transnacionales, porcierto. Uno de aquellos actos en esta direccin, digno de mencin, fuela contratacin de una facilidad petrolera en octubre de 1986 por par-te de CEPE, para obtener recursos destinados a apuntalar la reservamonetaria internacional y no para actividades de la empresa, a la quese le oblig a asumir la deuda. Y este tema de las facilidades petrolerastambin merece algn estudio, pues en ms de una ocasin, como su-cedi en el ao 2000 durante el gobierno de Gustavo Noboa Bejarano,se recurri a este mecanismo financiero cuando no era indispensable,con costos demasiados elevados y en condiciones abiertamente incon-venientes y hasta ilegales.

    No debe sorprender entonces que los primeros esfuerzos por ajustar laeconoma hayan sido complejos y confusos en extremo. Tal como semanifest antes, las rigideces ahondadas por la enfermedad holande-sa provocaron nuevas y crecientes dificultades para introducir cam-bios en los precios relativos de la economa. La sociedad, adems, no te-na conciencia del problema que se avecinaba, mientras mantena ex-pectativas de una poca de bonanza petrolera, cuya finalizacin no sequera asumir. Segn los mensajes que enviaban los organismos finan-cieros internacionales, repetidos casi como un eco por nuestros gober-nantes, los problemas aparecan como producidos por una pasajera ili-quidez financiera. En consecuencia, la problemtica se presentaba co-mo coyuntural y de fcil resolucin, mientras se esperaba una prontarecuperacin de la economa norteamericana. Todava se confiaba enuna recuperacin de los precios de petrleo en el mercado mundial.Sin embargo, nada de eso sucedi.

    Posteriormente, ya en plena crisis, los organismos multilaterales decrdito, corresponsables directos del proceso de sobre endeudamiento,asumieron el papel de cobradores y ajustadores de las economas queellos contribuyeron a endeudar. Ellos, recurdese, causaron la prdidade disciplina del mercado financiero internacional al propiciar muchas

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  • veces medidas que significaron asumir los riesgos de los acreedores yde los deudores privados. Luego, estos organismos han intentado es-conder el desastre que provocaron entregando cada vez mayores crdi-tos, sin analizar la raz del mal, y desde luego sin comprenderla. Bastarecordar los costosos programas de estabilizacin y ajuste estructural,que en ms de una ocasin concluyeron en enormes fracasos o en pro-cesos de corrupcin masiva; basta con citar los costosos salvatajes de labanca privada en Mxico y Ecuador. Sin embargo, con estos nuevoscrditos, orientados tambin a sostener el servicio de antiguas deudas,en especial, el FMI y el Banco Mundial han impuesto la lgica neolibe-ral de mercado, el punto medular de las condicionalidades fondomo-netaristas y bancomundialistas.

    Para comprender lo que significa la ingerencia de dichos organismos,basta ver el contenido y los alcances de la decimotercera Carta de In-tencin suscrita por Ecuador en enero de 2003 y aprobada pocos dasms tarde. Esa Carta representa una las expresiones ms ortodoxas delas ltimas dcadas en la regin. Y complementada con la Estrategiade Asistencia al Pas del Banco Mundial, se transform en el plan degobierno del coronel Lucio Gutirrez. Es ms que un programa econ-mico. Sintetiza la poltica gubernamental. Atendiendo las exigenciasdel acuerdo, coincidentes con una poltica de austeridad fiscal, se incre-mentaron una vez ms las tarifas elctricas y telefnicas, los precios delos combustibles y se comprometi a eliminar el subsidio del gas do-mstico. Se quiere reducir el nmero de servidores pblicos y dismi-nuir la masa salarial nominal del gobierno. Se propone congelar laspensiones. All se plantea privatizar las empresas elctricas y telefni-cas, y el petrleo. Tambin est en su mira la privatizacin de las pen-siones jubilares mediante una reforma a la seguridad social. La Cartacontempla, entre otros puntos (muchos de difcil o an imposiblecumplimiento), la reprivatizacin del Banco del Pacfico, uno de losmayores bancos rescatados por el Estado. Estas exigencias, as como lainstrumentacin de reformas legales en lo laboral y tributario, en la ad-ministracin pblica, tienen plazos fijos hasta fin de ao, que deben seracatados por el Congreso Nacional. La reforma laboral, por ejemplo,

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  • con perodos definidos para su aprobacin y con un contenido prede-terminado, implica perjuicios e incluso renuncia de derechos por par-te de los trabajadores, en tanto se busca flexibilidad laboral para mini-mizar por esta va los efectos de la rigidez cambiaria. Para esta reformano hay ni el espacio ni el tiempo que faciliten un anlisis y discusinadecuados. La Carta impone la agenda legislativa, compromete el pro-ceder parlamentario y transforma al FMI en el auditor del manejo eco-nmico y poltico. Por otro lado, el FMI amenaza a la justicia si llegaraa declarar como ilegal la negociacin de los Bonos Global (realizada enel ao 2000), impugnados por haber sido negociados en condicionesnada ventajosas para el Ecuador y con claras seales de ilegalidad. Ensuma, ms y ms se instaura una repblica fondomonetarista, que senutre de las mismas prcticas oligrquicas de la vieja banana repu-blic, que tiene en el petrleo su eje fundamental de financiamiento.

    Retomando el hilo de las anteriores reflexiones, cuando se interrumpiel proceso de acumulacin sustentado en fciles y abundantes recur-sos financieros externos, sin las reformas estructurales que hubieran si-do indispensables para disminuir la excesiva dependencia de los vaive-nes derivados del mercado petrolero mundial, los gobiernos constitu-cionales tuvieron que enfrentar la bsqueda de los equilibrios macroe-conmicos, tratando de mantener con vida el espacio democrtico quese haba reconquistado en el Ecuador en 1979 y que responda tambina las necesidades de la estrategia internacional de los Estados Unidos.

    Para el Ecuador la crisis se reflejara en un acelerado deterioro de lostrminos de intercambio, en particular del petrleo cuyo precio se ha-ba recuperado en los aos setenta, llegando a valores superiores a los40 dlares por barril en el mercado ocasional (mercado spot) durante1981, para experimentar una reduccin apreciable hasta 1984: 27,4 d-lares por barril; para luego precipitarse vertiginosamente hasta menosde 9 dlares por barril en julio de 1986. A ms de la cada del petrleo,el Ecuador debi enfrentar las inundaciones del invierno de los aos1982 a 1983 -el fenmeno de El Nio-, que afectaron la produccinagrcola y la economa en general. Y, desde entonces, el Ecuador, que

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  • hasta 1981 haba sorteado con aparente facilidad el impacto de los pro-blemas econmicos internacionales, comenz a sentir de lleno sus sn-tomas; pero no exclusivamente por causa de dichas razones naturales opor la cada de los precios del crudo, sino tambin por una serie de ra-zones estructurales externas e internas.

    Las exportaciones, que haban alcanzado los 2.540 millones de dlaresen 1981, declinaron a unos 2.200 millones en los aos subsiguientes,mientras que las importaciones cayeron aparatosamente de casi 2.424millones a 1.474 millones de 1982 a 1983, recuperando el nivel de 1982recin diez aos despus. El PIB experiment tambin una contraccinimportante, al descender de 13.946 millones en 1981 hasta 9.129 millo-nes en 1988, el valor ms bajo desde 1979. En todos estos aos la deu-da externa sigui incrementndose y no dej de ser uno de los mayo-res lastres de la economa, mientras el pas ajustaba y desajustaba sueconoma de la mano del FMI y del Banco Mundial; una vinculacinque va ms all de la vigencia de las sucesivas Cartas de Intencin, entanto los diversos gobernantes y sus equipos econmicos asumieroncomo indiscutible el instrumentario del Consenso de Washington. Apartir de esos aos se busc enfrentar el problema de la inflacin, apli-cando un esquema recesivo que apuntaba a reducir los ndices de con-sumo e inversin, pero garantizando los procesos de acumulacin delcapital. Situacin viable slo en la medida en que se depriman los sa-larios. En consecuencia cay la participacin del factor trabajo en ladistribucin de la renta nacional, de un 32 por ciento en 1980 a 12,7por ciento en 1990 y 1991, para luego recuperarse levemente a 13,9 porciento en 1997, poco antes de la severa crisis de fin de siglo. Los traba-jadores, al igual que la mayora de servidores pblicos, especialmentelos maestros, han sufrido los efectos ms duros de la represin salarial.En este contexto el aumento de la pobreza y la desigualdad ha sido unaconstante.

    A poco de la suspensin de pagos de Mxico en agosto de 1982, el go-bierno ecuatoriano ingres en la ronda de las continuas negociacionesde la deuda externa con los acreedores internacionales, incorporando

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  • cada vez con mayor profundidad las recomendaciones y condicionali-dades del capital financiero internacional, formuladas y presionadaspor el FMI y el Banco Mundial. Entonces aparecieron con enorme cru-deza los problemas que la etapa del auge petrolero haba mantenido re-lativamente ocultos.

    En este punto cabe anotar el manejo petrolero en medio de la crisis.Los esfuerzos han apuntado, casi en forma permanente, al incrementodel saldo exportable, complementados con mayores beneficios paraatraer nuevas inversiones extranjeras hacia las tareas de exploracin yextraccin de crudo. As, desde principios de los aos ochenta, se rea-lizaron algunas reformas a la Ley de Hidrocarburos para invitar a loscapitales extranjeros. El argumento principal sostiene que al no haberrecursos suficientes en el pas para asumir los elevados costos para laexploracin petrolera, haba que revisar el marco jurdico con el fin dehacer ms atractiva la inversin privada. Alrededor de este discurso hagirado gran parte de la discusin petrolera y por cierto de las decisio-nes adoptadas.

    Aqu interesa recordar el manejo que se ha hecho de las cifras de las re-servas petroleras. Su manipulacin ha sido evidente. En ciertas ocasio-nes se han reducido las estimaciones de las reservas petroleras para jus-tificar el llamado a las empresas petroleras, por ejemplo en 1981 paraforzar las reformas legales, y, en otras, se las ha aumentado para incre-mentar el monto de la produccin de crudo, sea para financiar el ser-vicio de la deuda externa, como para justificar la ampliacin del Siste-ma del Oleoducto Transecuatoriano -SOTE y, por cierto, para cons-truir el Oleoducto de Crudos Pesados -OCP. Esta manipulacin, or-questada por los grandes medios de comunicacin, ha enraizado elmensaje de que el pas no cuenta con los recursos suficientes para fi-nanciar las inversiones necesarias. Adems, est ms que demostradoque muchas valoraciones presentadas, supuestamente tcnicas, no hanrespondido a condiciones reales; recurdese, por ejemplo, que cuandose propuso la ampliacin del SOTE, el gobierno de Sixto Durn Balln(1992-1996) lleg incluso a sustentar un estudio de factibilidad en el

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  • cual se incluan hasta dos carreteras que no tenan nada que ver con eloleoducto y se presentaban cifras de transporte de crudo superiores almonto que se pretenda producir

    En sntesis, las ms de las veces, las cifras de reservas han recogido laspretensiones del capital financiero internacional, sea para hacer msatractivo el ingreso de las compaas transnacionales, sea para dispo-ner de un mayor saldo exportable a fin de satisfacer de mejor manerael servicio de la deuda externa.

    La respuesta a la crisis fue incrementar la produccin petrolera. Res-puesta repetida en casi todos los pases petroleros, con lo cual, al au-mentar la oferta, el precio se debilita an ms. Si no hubiese sido poral accin concertada de la OPEP (de la cual el Ecuador se separ en1994, para congraciarse con los Estados Unidos), a pesar de todas susdebilidades, la cotizacin del crudo habra sido mucho menor.

    La estrategia orientada a forzar la exportacin primaria, con el petr-leo a la cabeza, agudiz las tendencias excluyentes y concentradoras.As, a pesar del incremento de las exportaciones, hasta 1997 no se dioun empuje para el crecimiento econmico, como suceda en otras po-cas de la historia econmica del Ecuador. El sector privado, aislado ysin el concurso del sector estatal, no tuvo el mismo dinamismo que endcadas anteriores. El Estado, que en estos aos de ajuste perdi su pa-pel promotor en la economa, funciona hoy al revs: antes serva parapropiciar relativamente mejores niveles de distribucin del ingreso afavor de las capas de ingresos ms bajos, en especial las capas medias,ahora lo hace a favor de los ms acomodados, en desmedro de los otrosgrupos (una de las manifestaciones ms claras ha sido el salvataje ban-cario). Una situacin registrada en varias partes del planeta, en dondese visualizan situaciones de crecimiento econmico hurfanas de con-tenido social. La economa y las exportaciones pueden crecer, mientrasque el desempleo y la iniquidad aumentan, una tendencia que se agu-diza en las pocas de crisis, por cierto. Como que se ha fracturado aquelnavo que avanzaba por efecto del auge exportador, tal como lo vea en

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  • los aos setenta Germnico Salgado, economista de reconocido presti-gio y de una gran calidad humana, fallecido hace pocos aos. Ahora,una parte minoritaria de la sociedad -en donde parecen estar colocadaslas velas de las que hablaba Salgado- estara en capacidad de avanzar,mientras el resto experimenta una exclusin casi estructural. Lo que hasucedido en Ecuador se registra en otros pases. Recurdese que, ade-ms, en las dos dcadas (1980-2001) de reforma neoliberal, el creci-miento econmico ha sido apenas la mitad del crecimiento logrado enlas dos dcadas precedentes (1960-1980) en Amrica Latina, tal comolo demuestra Stiglitz.

    El ajuste alent an ms la produccin primaria con ventajas natura-les, dirigidas al exterior. Esta reprimarizacin vino acompaada con undeterioro de la industria manufacturera -desindustrializacin-, y deaquellos sectores dirigidos a satisfacer la demanda interna, con capaci-dad de generar empleos adecuados, pagar remuneraciones decentes yreducir consistentemente la pobreza. Por otro lado, esta reprimariza-cin ha ocasionado el deterioro del medioambiente, en tanto priorizalos rendimientos cortoplacistas sobre cualquier otra consideracin delargo aliento. Como ejemplo de este deterioro ecolgico se puede men-cionar no slo la situacin de la Amazona por efecto de la actividadpetrolera, sino la situacin de la actividad camaronera, afectada por lasistemtica destruccin de los manglares y por el uso indiscriminadode productos qumicos en las bananeras, que provocaron una serie deefectos como el sndrome de Taura y luego la mancha blanca.

    El ajuste, en sus tendencias de largo plazo, impulsa la consolidacin delmercado en el manejo de la economa, con la menor cantidad posiblede interferencias de parte del Estado y esto se reflej tambin en unaprdida de control estatal sobre el manejo del sector petrolero. Uno delos ltimos captulos de este proceso de debilitamiento sistemtico delente estatal es su descapitalizacin y la pretendida privatizacin de larefinera de Esmeraldas, pues de conformidad con un estudio forjadoen el Banco Central, con apoyo del Banco Mundial, estara generandoprdidas.

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  • Lo tortuoso del ajuste hay que entenderlo tambin como resultado yparte de una institucionalidad sustentada en el paternalismo, el rentis-mo y la corrupcin/impunidad; caractersticas de la sociedad ecuato-riana y que marcan todava el funcionamiento de la actual repblicafondomonetarista. Paternalismo expresado en el sistemtico apoyo es-tatal para hacer ms fcil el ajuste a los grupos de poder econmico ypoltico, controladores y usufructuadores del propio Estado. Rentismodepredador de la mano de obra, de la naturaleza y de la misma mone-da nacional, el sucre. Corrupcin/impunidad reflejadas en varios pasa-jes del manejo econmico, permanentemente presentes en la actividadpetrolera y graficadas con la sindicacin de casi todos los gobernantesdesde 1992.

    El ajuste tortuoso y su continuidad dolarizada tienen otra caractersti-ca en comn: el autoritarismo. El discurso de los consensos se ha de-mostrado como un argumento propagandstico-comunicacional y nocomo la opcin para construir un orden democrtico. Los objetivos l-timos del ajuste no se discuten. Sus resultados son el producto de ges-tiones cupulares entre funcionarios de instituciones financieras inter-nacionales (que tienen casi siempre la palabra dirimente), miembrosdel equipo econmico del gobierno nacional y los voceros de los prin-cipales grupos econmicos (grandes cmaras de la produccin); ges-tiones que, adems, se dan muchas veces sin ninguna transparencia.As, en no pocas ocasiones, los instrumentos prcticos y los procedi-mientos aplicados han violado las leyes, empezando por la propiaConstitucin Poltica del Ecuador, como sucedi con la dolarizacin.Otra de las caractersticas de este manejo inconstitucional y autoritarioha sido el escaso tiempo para la discusin de cuerpos legales extensosy complejos, presentados como de urgencia econmica. Esta prcticaha estado presente casi siempre en el campo petrolero; a modo de bo-tn que confirma la muestra, la construccin del OCP se impuso encontra de cualquier consideracin contraria: el OCP va porque va, re-peta cansinamente el hoy prfugo presidente Gustavo Noboa.

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  • De la mayor crisis del siglo XX a la dolarizacin

    Ecuador concluy el siglo XX con una crisis sin precedentes. Al ao1999 se le recordar por registrar la mayor cada del PIB real del sigloXX. Este declin en 6,3 por ciento medido en sucres constantes y endlares en 30,1 por ciento, de 19.710 millones a 13.769 millones de d-lares. El PIB por habitante se redujo en casi 32 por ciento, al desplo-marse de 1.619 a 1.109 dlares. El pas, en consecuencia, experimentel empobrecimiento ms acelerado en la historia de Amrica Latina:entre el ao 1995 y el ao 2000, el nmero de pobres creci de 3,9 a 9,1millones, en trminos porcentuales del 34 al 71 por ciento; la pobrezaextrema dobl su nmero de 2,1 a 4,5 millones de habitantes, el saltofue del 12 por ciento a 31 por ciento. Lo anterior vino acompaado deuna mayor concentracin de la riqueza: as, mientras en 1990 el 20 porciento ms pobre reciba el 4,6 por ciento de los ingresos, en 2000 cap-taba menos del 2,5 por ciento; entre tanto el 20 por ciento ms rico in-crement su participacin del 52 por ciento a ms del 61 por ciento. Yen el cambio de siglo, miles de ecuatorianos, cerca de un milln de per-sonas (mucho ms de un 10 por ciento de la PEA), habran emigrado.

    Las cifras expuestas demuestran la gravedad de una crisis explicablepor una serie de factores mutuamente interrelacionados, de orden na-tural -el fenmeno de El Nio-, de orden econmico -el servicio de ladeuda externa, la cada de los precios del petrleo, la desestabilizacinfinanciera internacional, el salvataje bancario- y de orden poltico -cin-co gobiernos en cinco aos-. Crisis desatada, en gran medida, por lapoltica econmica aplicada desde 1992 que alent el consumismo enciertas capas de la sociedad por efecto del tipo de cambio relativamen-te estable y que aument las tendencias especulativas en la economapor efecto de las altas y fluctuantes tasas de inters con las que se apun-tal el tipo de cambio, as como por efecto del interminable ajuste re-cesivo y aperturista de inspiracin fondomonetarista impuesto en estepas desde la primera mitad de la dcada de los ochenta. Sobre todo es-tas dos ltimas acciones son causas profundas del problema ecuato-riano.

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  • En esta coyuntura Ecuador sorprendi al mundo. Con la dolarizacinplena de su economa, sin ninguna preparacin, el 9 de enero de 2000,fue el primer pas de Amrica Latina que sacrific oficialmente su mo-neda nacional e impuso una moneda extranjera como de curso legalcompleto. Y as se incorpor a la lista de 26 colonias o territorios queese entonces ya utilizaban una moneda extranjera en todo el mundo,11 de ellos el dlar norteamericano.

    Una lectura preliminar -superficial, por cierto- de la situacin econ-mica del Ecuador dolarizado podra llevar a la conclusin de que sueconoma se encuentra mejorando; para ello nada mejor que presentarel ritmo de crecimiento, la reduccin de la inflacin y an algunos da-tos del mercado financiero, como son el incremento de los depsitos yde los crditos otorgados. Esta visin se podra complementar sealan-do como un xito la cada del desempleo. Sin embargo, no hay cmoaferrarse a las apariencias o a interpretaciones ligeras que descuidan elmeollo del asunto. Si bien es cierto que la economa ecuatoriana noatraviesa un estado crtico como en el ao 1999, no se puede afirmarque sta ya encontr la senda para una franca y sostenida recuperacin.La inflacin, luego de subir del 61 por ciento en diciembre de 1999 al91 por ciento en diciembre del 2000 (tambin por causa de la dolariza-cin), empez una lenta y tortuosa marcha descendente, hasta 9,4 porciento en diciembre de 2002. Recordando que para lograr esta cada delritmo inflacionario se recurri a congelar precios y tarifas, hay que re-conocer que la inflacin en dlares, que en 2003 bordear el ocho porciento, tiene todava un nivel elevado si se considera que en los EstadosUnidos la inflacin bordea el dos por ciento y que con otra medida notan irresponsable -como fue sacrificar la poltica monetaria y cambia-ria en un mundo dominado por tasas de cambio flexibles- se hubierapodido conseguir un resultado satisfactorio.

    En este contexto, las medidas adoptadas por el gobierno del coronelLucio Gutirrez, lejos de resolver los problemas del aparato productivoy de mejorar la capacidad de compra de la poblacin, han agravado lastendencias recesivas. Estos ajustes agravan la cada del tipo de cambio

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  • real efectivo, con el consiguiente impacto en la competitividad: unasunto de mucho cuidado en cualquier economa abierta, ms an endolarizacin; rgimen cambiario que ahora ofrece apuntalar el coronelLucio Gutirrez y an difundirlo en la regin, luego de haber sido p-blicamente su detractor.

    Para mencionar otro punto crtico, las tasas de inters activas reales dems del 20 por ciento para la mayora de empresarios, y el elevado di-ferencial entre tasas activas y pasivas, reflejan niveles desmesurados pa-ra una economa dolarizada, cuya recuperacin se explica por la lote-ra de los altos precios del petrleo, por el creciente endeudamiento ex-terno privado (cuyo monto aument en ms del 100 por ciento desdeinicios del ao 2000 al ao 2003, al pasar de 2.229 millones de dlaresa ms de 5.300 millones, respectivamente), as como por las remesas delos emigrantes (1.400 millones de dlares en el 2001 y en el 2002; mon-to superior a las exportaciones sumadas de banano, cacao, caf, cama-rn y atn, los rubros ms importantes de exportacin despus del pe-trleo). En estas condiciones, la economa intenta salir del pozo, perosin que tenga algo que ver en esto la dolarizacin y, por supuesto, a pe-sar de las polticas econmicas aplicadas (tngase presente que el PIBper cpita del 2002 apenas bordea el de 1980).

    En este escenario, las seales de estrangulamiento externo, que tendrarepercusiones fiscales, comienzan a ser inocultables. Por efecto de la ri-gidez cambiaria en una economa atrapada por una ingenua (por decirlo menos) apertura comercial y financiera, con una baja productividady con una pesada deuda externa, las cuentas externas muestran cifraspreocupantes. Las exportaciones apenas se han recuperado (sobre to-do gracias al petrleo y ste, a su vez, debido a sus altos precios), mien-tras que las importaciones crecen aceleradamente.

    Por otro lado, hay que tener presente que el sector petrolero registraprdidas importantes por su mal manejo. La produccin de Petropro-duccin cae. Y la diferencia se cubre con crudo privado. Si alguienpiensa que la eficiencia privada suple la incapacidad estatal en trmi-

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  • nos de ingresos, se equivoca. Por cada barril de crudo privado, la par-ticipacin fiscal llega como mximo a un 18 por ciento, y no siempreel Estado recibe algo. Mientras tanto, por cada barril de petrleo pro-ducido por la empresa estatal, el fisco obtiene al menos un 80 por cien-to. La menor eficiencia estatal, hay que insistir, es un acto deliberado delas autoridades gubernamentales en complicidad con ciertos diputa-dos, que recortan las inversiones de Petroproduccin, cumpliendo lascondiciones del FMI.

    No hay que olvidarse que, siendo el crudo de las compaas privadasms pesado y de inferior calidad, ha ocasionado prdidas en el trans-porte por el SOTE -menor capacidad de bombeo-, en la refinacin -menor produccin de derivados livianos, que se tuvo que importar- yen la comercializacin -menor precio del crudo en el mercado interna-cional, con prdidas, slo por esta causa, de tres dlares por barril-. Elcrudo estatal liviano ha servido como diluyente del crudo privado pe-sado, sin que las transnacionales paguen por el servicio. A esto se su-ma un elevado diferencial por calidad, que incluso de enero a noviem-bre de 2001 tuvo un promedio de 7,27 dlares por barril, cuando el ao2000 apenas fue de 4,67 dlares; este diferencial luego de haberse dis-minuido algo, volvi a superar los 4,80 dlares a mediados del ao2003. Como para cerrar esta lista de problemas varias petroleras nohan pagado el impuesto a la renta porque declaran prdidas, segn elpropio Sistema de Rentas Internas -Vintage Oil, YPF, City Oriente, CityInvesting, entre otras-; no han cancelado las glosas al Estado -YPF-; y,hasta consiguen tarifas preferenciales para sus importaciones -comomuestra la OCP- o exigen la devolucin del IVA, utilizando hasta abier-tas formas de chantaje en las cuales interviene la Embajada de los Esta-dos Unidos.

    Ms petrleo para salvar la dolarizacin y pagar la deuda eterna

    As las cosas, el Ecuador, al empezar el nuevo milenio, para avanzarvuelve su mirada al petrleo.

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  • Si se mira ms all del espejismo que podra generar la mayor cantidadde crudo exportado luego de que entre en funcionamiento el OCP,Ecuador tiene que prepararse para entender lo que se avecina. Por unlado, seguir dependiendo de las fluctuaciones internacionales; algo demucho cuidado para la propia dolarizacin, segn Juan Luis Moreno-Villalaz, panameo, uno de los promotores de dicha medida cambiaria.

    En una economa dolarizada la entrada significativa de capitales tende-r a aumentar el crdito y la demanda internos, alentando la actividadproductiva de bienes no transables, especialmente, e incrementandolos pasivos externos; en cambio ante un dficit de cuenta corriente ouna salida de capitales, la defensa de la dolarizacin conllevar la subi-da de las tasas de inters y la consecuente disminucin de la actividadeconmica. Y estas fluctuaciones, en una economa que depende tantodel petrleo, sern extremadamente bruscas. La respuesta ser por ellado de las cantidades: cada de salarios, mayor desempleo, disminu-cin de la produccin, quiebra de empresas, tal como sucedi en Ar-gentina con la convertibilidad, hermana gemela de la dolarizacin. Enestas circunstancias, las exportaciones se veran obligadas a mejorar sucompetitividad despidiendo personal o reduciendo los salarios, as co-mo forzando a cualquier costo la renta de la naturaleza, esto es con cre-cientes destrozos ambientales. Y estos destrozos se producirn inevita-blemente con la ampliacin de la frontera petrolera en el sur de laAmazona ecuatoriana.

    El esquema dolarizado ecuatoriano, incluso para cuando la inflacindescienda a un solo dgito bajo, no podr garantizar un crecimientoeconmico sostenido y una expansin sustantiva del empleo. Y slopodr sobrevivir mientras se garantice el ingreso abundante de recur-sos externos provenientes de exportaciones primarias, particularmen-te petroleras, crecientes remisiones de ecuatorianos que viven en el ex-tranjero, o si se logra mendigar continuamente el financiamiento ex-terno necesario para mantenerlo en vida, a travs de una mayor deudaexterna, a ms de los coyunturales ingresos provocados por las privati-zaciones y la inversin extranjera directa (que en el caso ecuatoriano

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  • no tendrn una trascendencia mayor). Con esto se profundizar el mo-delo primario-exportador de acumulacin y se profundizar la eternagenuflexin frente a los mercados forneos.

    En este escenario, tampoco sera desechable la posibilidad de una ma-yor narcotizacin de la economa ecuatoriana, sobre todo mientras laDEA est tan comprometida en los pases vecinos. No hay duda que losnarcodlares, cuyo monto resulta difcil cuantificar, deben ser otro pi-lar sustantivo de la dolarizacin. Como para completar el cuadro,quin sabe si pronto se opta por ofrecer algn espacio en el territorionacional para guardar material radioactivo u otras basuras no recicla-bles, que tambin pueden ser excelentes negocios. En concreto, todasestas tendencias aceleraran el proceso de reprimarizacin y desindus-trializacin de la economa.

    Por eso, an si se considera el potencial de la dolarizacin para ampliarla previsibilidad en las decisiones de inversin y consumo, no se puedeobviar los mltiples costos sociales y ambientales que conlleva y losgraves riesgos que implica su rigidez para el aparato productivo. La ca-da de la competitividad est programada, al menos mientras se man-tenga un entorno de tipos de cambio flexibles y no se alcance una sus-tancial reduccin de la inflacin; no est dems decir que est reduc-cin de la de por s baja competitividad ya se experimenta en ampliossegmentos del aparato productivo. Como van las cosas, el dficit co-mercial preocupa en una economa caracterizada por un dficit crni-co de la balanza de servicios, provocado particularmente por la sangrade la deuda externa. Todo esto dejar al pas con un dficit crnico ensu cuenta corriente.

    Tampoco se podr garantizar un equilibrio fiscal, pues el presupuestodel Estado consolida su posicin como el campo de confrontacin porexcelencia, con lo cual las presiones polticas se reflejan en nuevas ines-tabilidades fiscales; para ratificar lo expresado basta ver lo que sucededurante el ao 2003 en esta materia, pues el esfuerzo fiscal realizado nofue suficiente para eliminar el dficit arrastrado del ao anterior y que

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  • ser trasladado al ao 2004. Y, como ya se manifest antes, el procesode endeudamiento externo, en este caso privado, es uno de los sostenesde la economa, mientras la sociedad mira como paralizada el deterio-ro estructural de su aparato productivo. En Argentina la convertibili-dad se bas en el endeudamiento financiero sin lmites como proyec-to poltico y en la mansedumbre social como requisito poltico, al de-cir de Alfredo Eric Calcagno y Eric Calcagno.

    En estas circunstancias el Ecuador ser lo que siempre ha sido. Un pasproductor primario. Y el petrleo asoma como la principal fuente dedivisas para intentar paliar las tensiones que provoca un dficit comer-cial crnico en la cuenta de exportaciones e importaciones no petrole-ras. Por eso la apuesta es producir y transportar la mayor cantidad decrudo posible. Y esta desesperacin por aumentar la oferta de dlaresconduce al Ecuador hacia una petrodolarizacin en la que los impac-tos ambientales aumentarn peligrosamente, al igual que las tensionespolticas, pues, en medio de la actual ola privatizadora que incluye alsector petrolero, quien logre controlar directamente la riqueza petrole-ra se apoderar de hecho del poder del Estado, el que, an mantenien-do formalmente la apariencia democrtica, se volver en la prcticams autoritario.

    Ya en este momento, an antes de que se inicie el bombeo de crudo porel OCP, aparecen situaciones preocupantes. El engao alrededor de es-ta obra ha sido casi una constante. La ofrecida inversin de 1.100 mi-llones de dlares o ms, defendida como un logro por tratarse de capi-tales privados, esconde una falacia; el tubo con sus equipos de bombeocostar unos 700 millones y el resto ser sobreprecio (que debe incluirlas coimas) a ser recuperado por los constructores a travs de las tari-fas de transporte de su propio crudo y del crudo pesado de Petroecua-dor; sobre las tarifas ni siquiera se pagar IVA a cuenta de ser trans-porte terrestre. Los millones de dlares que inflan la balanza de pagosresultaron un sueo pasajero; un 80 por ciento de las inversiones fue-ron importaciones de bombas, tuberas, lminas, conexiones, tanques:compras exoneradas del pago de aranceles. La oferta de 52 mil puestos

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  • de trabajo ofrecidos no se cumpli; en realidad los empleos indirectosbordean los tres mil y apenas quedarn unos 300 trabajadores y tcni-cos de planta, y esto con preferencia mano de obra calificada, sobre to-do del exterior.

    A ms de estos problemas de la actividad operativa de la OCP se ocul-tan otros temas que ataen a la sustentabilidad de la naturaleza y porende de la sociedad. Y que no fueron considerados durante el procesode licitacin y adjudicacin del OCP, tampoco durante su construc-cin. No hubo estudio de impacto ambiental, como ordena la ley. Tam-poco se consult previamente a las poblaciones afectadas y, si se lasconsult, su opinin no cuenta para nada en la prctica. No import siel paso del crudo pesado, recalentado para que fluya, pone en peligroel suministro de agua de Quito. Tampoco se consideraron los altos ries-gos ssmicos y volcnicos en toda la ruta, ni los suelos arcillosos pro-pensos a deslaves. Y no hubo preocupacin oficial alguna por el riesgoque reviste el nuevo oleoducto para las reas naturales protegidas, en-tre las cuales se destaca Mindo. Por cierto no se considera la mayor des-truccin ambiental en la Amazona, con el consiguiente impacto en lascomunidades que provoca ya el OCP y la ampliacin de la frontera pe-trolera.

    Al ansiado aumento de las exportaciones habr que enfocarlo a la luzde los resultados posibles con los contratos existentes; los cuales han si-do un fiasco: en los contratos de prestacin de servicios se pierde por-que a la postre al Estado le toca asumir los costos de operacin de lasempresas privadas; en los contratos de participacin no es mayor lautilidad para el pas, mas en ambos casos desaparecen las reservas. Es-ta ha sido una constante en la actividad petrolera ecuatoriana. Comoafirma un conocedor de la materia, el doctor Ramiro Gordillo, ex-pre-sidente de Petroecuador, salvo el contrato firmado con Texaco en 1973y reajustado varias veces durante los tres primeros aos de la dictadu-ra militar, a pesar de la resistencia de la compaa, la contratacin pe-trolera por parte del Estado no ha sido favorable a sus intereses sino enforma marginal; y en cierto perodo, entre 1996 y 1999, no slo dej de

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  • generar ingresos para el pas sino que le produjo una acumulacin dedeudas, dando para colmo de resultados la entrega de las reservas pe-troleras ms dinero encima.

    Por un lado se esgrime la inexistencia de recursos en manos del Estadopara que ste invierta en el sector, por el otro se entregan ventajas des-medidas a las empresas privadas que no dejan casi beneficios al pas, alas cuales se les permite todo (o casi todo) a cuenta de garantizarles latan promocionada seguridad jurdica. Y, en determinados casos, se hapreferido que el pas pierda econmicamente, antes de que se vaya unaempresa extranjera.

    Como si lo anterior no fuera suficiente razn para pensar en profun-das rectificaciones, hay que considerar que el grueso de los recursosque obtenga el Estado por concepto de las exportaciones de crudo pe-sado se destinarn al Fondo de Estabilizacin, Inversin y Reduccindel Endeudamiento Pblico. As, por efecto de la denominada ley detransparencia fiscal, el 70 por ciento de los recursos que se obtenganservirn para recomprar la deuda externa (lo que equivale a su pagoanticipado), el 20 por ciento se guardar para cuando caiga el preciodel crudo (lo que equivale, mientras se mantenga como la principalprioridad el servicio de la deuda, tambin estos recursos irn al bolsi-llo de los acreedores), y que slo un 10 por ciento servir para promo-ver el desarrollo humano. En trminos concretos las proyecciones ofi-ciales de ingresos hablan por s solas: si en el ao 2004 se obtuviesen344 millones de dlares por exportacin de crudo pesado, el desarrollohumano apenas recibira unos 34 millones, en 2007 (ao pico) de losestimados 517 millones de dlares apenas 52 millones atenderan lasdemandas sociales y en el 2010 quedaran unos 41 millones para el de-sarrollo social de los 411 millones que se obtendran por la venta decrudo pesado.

    Adems, luego de cinco aos de funcionamiento del Fondo de Estabi-lizacin Petrolera (FEP), establecido en el ao 1998, se puede afirmarque su fracaso es inocultable. Despus de que el pas en este lapso reci-

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  • bi ingresos estimados en 8,5 mil millones de dlares, no hay recursosahorrados. Es cierto que en 1998 el precio del crudo cay en siete d-lares por barril debajo de los 14 dlares estimados para el presupuesto,sin embargo, a pesar de que en los aos subsiguientes se alcanzaron va-lores superiores a los presupuestados, tampoco se ahorr nada. Igualcosa sucedi en 1991, a raz de la Guerra del Golfo, cuando el Ecuadorobtuvo ingentes recursos adicionales a los presupuestados. Esto de-muestra otro problema crtico: la sociedad no ha tenido la capacidadpara propiciar un uso racional de su riqueza petrolera, no ha habido unmanejo planificado de los recursos obtenidos y tampoco se han previs-to ahorros preventivos para pocas crticas. Esto se explicara no slopor la falta de previsin, sino por la ausencia de prioridades del Esta-do, salvo aquellas que sostienen como principal objetivo el pago de ladeuda externa, uno de los principales rasgos de la repblica fondomo-netarista. As, el petrleo, que sirvi para que el pas entre con fuerzaen el mercado financiero internacional en los aos setenta, ha sido lue-go el pilar para sostener el servicio de la deuda (aunque en muchosaos las exportaciones petroleras fueron suficientes para satisfacer latotalidad de dicho servicio) y es, en la actualidad, la garanta de pagode las acreencias internacionales.

    A modo de conclusin

    La economa ecuatoriana, cuando se han superado las tres dcadas deexportaciones de crudo Oriente, mantiene una elevada dependencia delos ingresos petroleros. Es ms, en tanto el futuro responde a una vi-sin pasadista, el incremento de la produccin de petrleo es visto co-mo indispensable para conseguir el desarrollo, aunque en trminosconcretos apenas servira para atender el enorme servicio de la deudaexterna y en lo inmediato para financiar la dolarizacin.

    El Ecuador ha percibido hasta ahora los mayores ingresos por concep-to de exportaciones de un slo producto en su historia republicana:unos 40 mil millones de dlares generados por las exportaciones decrudo Oriente, a lo cual habra que aadir los ingresos fiscales por ms

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  • de 20 mil millones de dlares por la venta de derivados en el mercadointerno, sin que estos recursos hayan sido una palanca para avanzar enel camino de un desarrollo equilibrado, dinmico y autosostenido; porel contrario, ha aumentado el endeudamiento externo, el empobreci-miento, la iniquidad, as como la destruccin ambiental y cultural. Esurgente, entonces, repensar ntegramente la actividad hidrocarburferaen el Ecuador, dentro de una visin ms amplia. La salida no puede sersimplemente producir ms petrleo, intentando ahogar los reclamossociales con ms dlares, al tiempo que se consolida una estructura so-cial autoritaria e injusta, causando mayores destrozos al medio am-biente y a la sociedad misma, en particular a la Amazona.

    Para complementar este rpido anlisis, no se puede dejar de mencio-nar que la regin amaznica es tratada, en la prctica, como una peri-feria en el Ecuador y, por cierto, tambin en todos los pases amazni-cos, que son a su vez la periferia del sistema poltico econmico mun-dial. Esta realidad se manifiesta con absoluta claridad cuando se anali-zan las motivaciones, la lgica y las repercusiones de la actividad petro-lera, que es vista como uno de los ejes estructurales de la llamada civi-lizacin occidental. En las actuales condiciones, simplemente desdeuna perspectiva ecolgica, el modelo occidental de desarrollo resultaimposible de repetir y ser hasta insostenible en poco tiempo. Si esto esas para el mundo en su conjunto, con mayor razn para una zona ca-racterizada por una elevada fragilidad ambiental, como la Amazona.El modelo industrialista de progreso y bienestar del mundo occidental,en concreto sus formas de consumo y produccin, sus estilos de vida,no son ni intergeneracionales ni internacionalmente generalizables. Esms, desde la perspectiva ecolgica global, los pases industrializados,con un alto desarrollo tcnico y una gran acumulacin de capital ma-terial, aparecen ahora como pases subdesarrollados o mejor an mal-desarrollados, pues son justamente ellos los que ms ponen en peligrola sostenibilidad del mundo.

    En este contexto, pensar en una moratoria de la actividad petrolera enel sur de la Amazona asoma como una propuesta interesante. Este es

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  • uno de los muchos aspectos que mereceran la atencin para empezara pensar en un Ecuador post petrolero, como resultado de un procesoconciente de reduccin de la dependencia petrolera existente y no co-mo consecuencia de la terminacin de las reservas existentes, luego deque se haya producido la consiguiente destruccin de la Amazona. Eshora de plantear una moratoria de la actividad petrolera en el sur de laAmazona, vinculando esta propuesta con una estrategia global quepermita enfrentar el tema de la deuda externa. As, por ejemplo, unacuerdo histrico con los acreedores podra cancelar la totalidad de ladeuda mientras el pas asume el compromiso de proteger la Amazona,con la intervencin directa de los pueblos indgenas.

    Por esa razn, la responsabilidad de lo que suceda en el Ecuador no re-cae exclusivamente en la supuesta decisin soberana del Estado ecua-toriano, presionado por los organismos multilaterales de crdito -FMIy Banco Mundial-, que condicionan su apoyo al aumento de la produc-cin petrolera atada al pago de la deuda externa. Las personas natura-les y jurdicas que intervengan, directa o indirectamente, en esta apues-ta por ampliar la frontera y la produccin de petrleo deben conocerque se estaran sentando las bases para reeditar una extraccin de cru-do que no ser conveniente para la sociedad ecuatoriana en su conjun-to y que al contribuir a la destruccin de la Amazona afectarn a la hu-manidad entera. La historia juzgar las acciones y las omisiones. Y serun juicio an ms duro si conociendo los riesgos inminentes no se ha-ce nada para evitarlos.

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    Zorzoli, G. B.1978 El dilema energtico Medioevo tecnocrtico o humanismo socialista?,Ediciones H. Blume, Madrid.

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  • EL SILENCIO DEL ESTADO,LA VOZ DE LOS PUEBLOS INDGENAS

    Pueblos indgenas, petrleo y medio ambiente: estudio de casos

    Sumario del estudio de tres casos

    Cada cierto tiempo aparecen en los medios de comunicacin del pas, in-formaciones sobre un conflicto social tratado como marginal, como cir-cunstancial: el conflicto entre las nacionalidades indgenas y las petrole-ras. Con un elemento adicional: el Estado se ausenta del conflicto, dejaa las organizaciones indgenas que se las arreglen con las poderosas mul-tinacionales.El foro abord tres casos emblemticos. El primero: porque simboliza labatalla legal, los juicios con la Texaco. El segundo: alude a la defensa delterritorio, el caso de la oposicin activa de los indgenas de Pastaza a lapermanencia de las petroleras. El tercero: el desenmascaramiento de losengaos de las multinacionales, los incumplimientos con las organizacio-nes de Morona Santiago.En el primer caso, el juicio finalmente ha pasado a residir en los tribuna-les ecuatorianos. Se ha enredado y postergado el fallo, pero ha tenidootro efecto importante: evidenci el impacto ambiental de la explotacinpetrolera y ha influido para que se tomen medidas preventivas al respec-to.Las experiencias vividas en los bloques 10 y 23 en Pastaza, particular-mente la manipulacin de las organizaciones, est en la raz de la oposi-cin del pueblo de Sarayacu y la exigencia de la salida de la multinacio-nal CGC, en el segundo caso estudiado.Los incumplimientos de las normas constitucionales de la consulta pre-via, y la participacin de los pueblos en las decisiones con respecto a losterritorios indgenas han originado la resistencia analizada en el tercer ca-so. Cansados por los incumplimientos, este momento, las federacionesindgenas de Morona Santiago, en diferentes asambleas, han decidido no

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  • aceptar ni la consulta previa, ni las negociaciones, ni la intromisin pe-trolera en la provincia.El foro escuch dos exponentes por cada caso: el representante de la so-ciedad indgena y el de la institucin acadmica o de desarrollo queacompaa el proceso en cada caso.En los tres casos presentados se ven algunos elementos comunes, comola lucha por los derechos ambientales, sociales y culturales; el rol polmi-co o el ningn rol- asumido por el Estado; la importancia de la presinsocial para encontrar estrategias con perspectivas; la experiencia que ad-quieren las organizaciones indgenas; y una exigencia para que el Estadointervenga en los conflictos, sin dejar solos a los indgenas.

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  • Caso 1:

    LA TEXACO Y LAS DEMANDAS INDGENAS

    Se ha logrado mantener la unidad de los afectados

    Luis Yanza, Frente de Defensa de la Amazona

    Texaco oper en la Amazona ecuatoriana desde 1964 hasta 1990 a tra-vs de su subsidiaria Texpet. Perfor 339 pozos y extrajo 1.500 millo-nes de barriles de petrleo afectando directa e indirectamente una reaaproximada de dos y medio millones de hectreas. Texaco utiliz unatecnologa basada en el criterio de la mnima inversin y la mxima ga-nancia, caracterizadapor una completa fal-ta de preocupacinpor el medio ambien-te y por la vida de loshabitantes de esta re-gin. Producto de estairresponsabilidad sederramaron directa-mente a las fuentes h-dricas, aproximada-mente 20 mil millonesde galones de agua deformacin; quemaronal aire libre 235.000millones de pies cbi-cos de gas y derrama-ron 16.800 millonesde galones de crudo.

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    Luis Yanza

    Nace en Gualaceo-Azuay pero vive en la Ama-zona 36 aos, 10 en Morona Santiago y 26 enSucumbos y Orellana. Realiz sus estudios se-cundarios en el Instituto Pacfico Cembranos,en Lago Agrio, Sucumbos. Obtiene el ttulo decontador. Cargos desempeados en instituciones pblicas:Maestro fiscal en el Centro de Formacion Arte-sanal Ecuador, Lago Agrio, Sucumbos. Jefe fi-nanciero de la Casa de la Cultura, Ncleo deSucumbos.Trabajo con organizaciones sociales:Secretario Ejecutivo de la Coordinadora Popu-lar del Nororiente (Sucumbos) por dos pero-dos (1991-1992 y 1994-1995). Fundador delFrente de Defensa de la Amazona y presidentedesde 1994 hasta 2002. Coordinador del pro-ceso legal contra Chevron-Texaco (cargo ac-tual).

  • Adicionalmente, Texaco dej abandonadas a la intemperie 600 piscinascon desechos de petrleo y cientos de sitios contaminados por derra-mes de las tuberas, pozos y estaciones. La utilizacin de esta tecnolo-ga le permiti a Texaco un ahorro de ms 4.000 millones de dlares olo que es lo mismo, 3 dlares por cada barril de petrleo extrado.

    Impactos ambientales y sociales

    El uso de esta tecnologa provoc la contaminacin de los ros, lagunas,esteros, pantanos y otras fuentes superficiales y subterrneas de agua.Contaminaron tambin el aire por la quema de gas, y el suelo por losfrecuentes derrames de crudo.

    Pero no solamente el medio ambiente se afect, sino tambin la saludde sus habitantes conformados por las nacionalidades Siona, Secoya,cofn, huaorani, kichwa y los colonos que llegaron a esta regin en bus-ca de mejores das. Se calcula que son 30 mil personas afectadas direc-ta e indirectamente. Las enfermedades que padecen son mltiples, pe-ro la que mayormente est afectando es el cncer por beber agua con-taminada con petrleo. Investigaciones hechas por un equipo de laUniversidad de Harvard en 1993 encontraron una rara y alta inciden-cia de ocho tipos de cncer en las comunidades afectadas por las ope-raciones de Texaco. El ltimo estudio realizado en 1999, en la comuni-dad San Carlos, en la provincia de Orellana, determin que sus habi-tantes estn en riesgo de contraer cncer 130 veces ms que los habi-tantes de Quito1, ya que el agua para consumo humano tiene altas con-centraciones de hidrocarburos, que rebasan enormemente (144 vecesms) los lmites permitidos. En esta misma comunidad 10 personas fa-llecieron con cncer, en una poblacin de mil habitantes, en los ltimos10 aos. Lo que ha pasado y est pasando en esta comunidad sucede enlas dems donde Texaco dej su secuela de contaminacin y muerte.

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    1 Informe Yana Curi, 1999

  • El proceso legal contra Texaco (ahora Chevron-Texaco)

    En medio de este panorama de destruccin, en noviembre de 1993, ungrupo de afectados inicia acciones legales en contra de Texaco Inc. enel Estado de Nueva York, en los Estados Unidos de Norteamrica, tan-to en defensa de sus propios derechos como de los que tuvieren otraspersonas de la misma clase, ya que la demanda fue planteada como ac-cin de clase2, acusa a Texaco de