El Origen de La Sangre Maldita12

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  • 7/31/2019 El Origen de La Sangre Maldita12

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    El origen de la sangre maldita

    Un relato basado en La Marca del Guerrero

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    XII.

    El sol ya asomaba por las montaas achatadas. Despuntaba brillante y decidido, inmutable en suascenso. La oscuridad se rompa sin violencia a su paso, cediendo el reino al capricho de los rayos de luz,

    reticente pero resignada. El arroyo junto al castillo comenz a lanzar irregulares destellos en respuesta,como si acabase de comenzar a correr bajo el permiso del da o por fin se atreviera a hacerlo sinocultarse.

    En el patio de armas se produca un curioso espectculo, nico en todo el reino. Los pajes, vestidosdel verde oscuro moteado de morado que delataba la casa a la que servan, salan con las jaulas y lascorreas, arrastrando o siendo arrastrados por varios animales. Algunos de ellos no eran extraos paracualquier civilizado que hubiese visto una granja ganadera: Patos, gallinas, ovejas, un toro y una vaca, unburro, conejos y pequeos roedores. Otros en cambio apenas haban sido contemplados por loshabitantes del reino desde haca mucho: Cabras, jabales, castores, pjaros de gran envergadura o patas

    zancudas y vivos colores, ciervos, topos, palomas Todos se entremezclaban en una malgama de pelos,plumas , chillidos, gruidos y gorjeos. Luego regresaron a los mansos a sus jaulas y los predadoresocuparon su lugar: guilas, varanos, enormes serpientes, zorros, gatos, nutrias, un buitre, cuervos,visones, un lobo moribundo y, por supuesto, la joya de aquel proyecto: un enorme oso de pelo castaoque haban de llevar entre varios, con el hocico en un bozal y las patas rodeadas de cadenas.

    Beldere no conoca si quiera a la mitad de los animales que haba all congregados, desfilando ydesperezndose, ejercitando sus cuerpos para que no se pudrieran en las celdas donde descansabancomo rufianes cometedores de algn delito imperdonable. Ellos eran encerrados de por vida y encambio l, que era un asesino confeso, tena en su pseudovoluntario encierro todas las comodidades quepudiera echar en falta. Dos hermosas sirvientas preparaban su bao y le atendan. Un bufn haba sidopuesto a su disposicin para entretenerle. La cama era mullida, la ropa elegante y la comida digna de unrey. Beldere suspir para s y ech un vistazo parsimoniosamente a su alrededor, alejndose de laventana.

    El cmico hombre que haba de divertirle, vestido de vvidos colores y con el escudo de losCublion en el pecho, le mir con los labios fruncidos, lo que acentu sus delgados rasgos.

    - No le place al prncipe el espectculo que hay en el patio? No le parece asombroso? gir lacabeza sonriendo e hizo sonar los diminutos platillos de metal que llevaba en sus dedos.

    - No me siento inspirado en rer este da, Caramillo as llamaban al bufn, por su aspecto flaco yhuesudo.

    - Ah, pero esa es mi misin para cuando el seor est entristecido. Quizs os animara algo dehumor actual dijo subindose de un gracioso salto al poyete de la ventana que acababa de abandonarel prncipe.

    Beldere le mir sin fuerzas para discutir y se dej caer en un silln, hacindole un gesto para quecomenzase su espectculo.

    - Adelnte. Sorprndeme con tu agudeza.

    - Muy bien sonri con picarda Caramillo -. Si os aburro, entonces, slo tenis que decrmelo.Veamos Por qu los Galdaba no montan a caballo?

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    Beldere torci el gesto pensando en esos estpidos barbaros a los que su padre les haba regaladoun ttulo de nobleza inmerecidamente.

    - Adelante, Caramillo, dime por qu.

    - Porque slo con el taparrabos les hace dao la silla de montar.

    Beldere lanzo una carcajada, lo que su bufn celebr con una pirueta y haciendo sonar susplatillos reiteradamente. El prncipe sonri, admitiendo que haba logrado alegrarle un poco la maana,y le hizo un gesto para que continuase.

    - Sabis que es ms raro que ver a un Aivanek pidiendo limosna? pregunt entonces el bufn.

    Aunque Beldere tena sangre Aivanek, se consideraba un miembro de familia Amoyda y poda vercon cierta perspectiva los defectos que se atribuan a su familia por rama materna. Sonri vagamente yesper la respuesta.

    - Ver a un Aivanek DANDO limosna!

    Beldere volvi a rer, con ms ganas, y se recost en el silln.

    - Sin nimo de ofender a la casa mayor Aivanek, por supuesto se inclin burlonamente Caramillo-. Ellos, sin tener un cdigo moral como el de los Salvino o los Ustpede (que es ms largo y anticuadoque los libros sagrados), yo creo que son personas verdaderamente rectas. Por ejemplo, en esta ocasin,en que se han unido a los Someti en la guerra, su objetivo tiene dos esbeltas y deliciosas piernas demujer se relami -. Pero el joven Renio no se distrae ni con la derecha ni con la izquierda, va recto a loque hay entre ellas.

    Mientras Beldere se entretena con los atrevidos comentarios jocosos del enjuto bufn, el seor dela familia Cublin observaba con deleite el precioso y enorme ejemplar de oso. Esperaba poderencontrar una hembra y, algn da, vender un osezno a precio desorbitado a la familia real. Este era unproyecto que se haba iniciado dcadas atrs, mucho antes de que naciese. Se pretenda conseguir lamxima diversidad animal de todo el reino, lo que algn da repercutira muy positivamente en laeconoma de la familia Cublin.

    De hecho, haca cuarenta primaveras, ya haba dado sus frutos cuando el resto de las familiashaban agotado sus reservas de pesca en los lagos, extinguiendo los peces que los habitaban o

    permitiendo que el hambriento pueblo lo hiciese. En cambio ellos haban vigilado su lago, lo habanllenado de distintas especies y haban cortado el cuello a todos los que haban tenido los arrestos (o laimperiosa necesidad) de pescar en l. De esta forma, haban podido vender los ejemplares a lamina defilamento cada uno, puesto que las familias estaban desesperadas por repoblar sus lagos. Desdeentonces se haba conocido a ese lago de los Cublin como Lago de la Abundancia.

    Pero an podran sacar mayor provecho, tarde o temprano, de aquella cantidad de animales queestaban recopilando.

    El seor de los Cublin se alej de la puerta que daba al patio de armas cuando el espectculotermin y los sirvientes comenzaron a limpiar. En ese momento, tena otro proyecto entre manos, unoms ambicioso y selecto, uno que podra servirle a l o a sus descendientes para conseguir la corona.

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    El plan era harto sencillo: Deba mantener viva la lnea de sangre del prncipe.

    Aunque el rey iba a desposarse con una Cublin para pagar el agravio por la muerte de Carletta,habiendo ya matado a una esposa bien poda matar a la siguiente. Tambin caba la posibilidad de queno consiguiese un heredero con su nueva mujer, lo cual conllevara que la corona quedase en manos desu hermano, dejando de nuevo a la sangre Cublin fuera de la herencia real o siquiera de la lnea desucesin.

    Tener al hijo primognito del rey, por mucho que ste le hubiera deshonrado en secreto, lesconfera una ventaja, un seguro.

    Y en todo caso, aunque las cosas salieran como se haba previsto y la reina Cublin tuviese un hijoheredero con el rey, algn da, cuando la sangre se difuminase lo bastante, podran sacar a losverdaderos descendientes de la lnea de sangre real usurpada en los tiempos del noble Beldere que tuvoque huir y cobijarse entre los Cublin.

    Aquel secreto devolvera la corona a sus manos de nuevo y, con suerte, incluso lograran poner alfuturo heredero en su favor y que la lnea real pasara a ser de sus salvadores, los Cublin. Sin embargo,para ello, deba cumplir las formalidades protocolarias. La lnea deba mantenerse pura para que nohubiese dudas sobre la nobleza del futuro heredero. Para eso, debera casar a Beldere y a susdescendientes con nobles damas de su casa, evitando que su sangre se emponzoase mezclndose conla de los plebeyos.

    Era un sacrificio aceptable, no tenan porqu ser mujeres especialmente importantes para lafamilia, con que fuesen de sangre noble bastara.

    Mientras los Cublin tejan sus redes desde lugar seguro, los ejrcitos se movan en el reino. LosAivanek hacan de escudo a los Someti frente a las familias norteas, las ms veces sin necesidadsiquiera de actuar.

    Con las fuerzas que sus aliados haban decidido enviar hacia el Sur, los Someti plantaban cara,retrocediendo ya en el interior del propio territorio, abandonando tierras y siervos a sus enemigos. Nose quemaron los campos a su retirada, no queran que su pueblo pasar por mayores penurias y sabanque los Salvino no permitiran que los campesinos y villanos sufrieran dao por los desaires de susseores.

    Al seor de los Someti le hubiese gustado mostrar a sus enemigos que tambin saba guardar elhonor en tiempos de guerra pero, tras la brutal actuacin de los Aivanek, resultaba casi imposible.

    Dese haber cedido el territorio en su momento, o incluso haber cado en su aorado castillo juntoal lago- defendiendo el bosque motivo de tal disputa- en lugar de haber pedido ayuda a la familia delguila Carmes. Qu haba logrado manteniendo su postura? Su hija se haba marchado y cado en lasmanos de ese caprichoso muchacho Aivanek. Estaba perdiendo palmo a palmo todo su territorio, no sinantes regarlo de sangre. Sus vasallos estaban muertos de miedo. Su rey le estaba utilizando de excusapara acabar con sus defensores. Y las acciones de los Aivanek combatiendo como aliados suyos habanmanchado su honor.

    Maldijo la guerra y jur no volver a meterse en ninguna por propia voluntad.

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    Su hija era de similar opinin. Trataba de asimilar todo aquello como una dama madura yresponsable, pero lo cierto es que senta un temor horrorizado hacia la guerra. A pesar de que su futuroesposo procuraba distraerla y mantenerla al margen de todo lo relacionado con las batallas,tranquilizndola slo sobre el perfecto estado de salud de sus familiares, ella perciba con toda claridaden el ambiente aquello que se cerna sobre las tierras Aivanek. No era una sensacin fugaz ni tenue ni

    imprecisa; al contrario, era inmensa, paulatinamente ms agobiante y estaba cargada de la seguridadinapelable de que algo terrible iba a ocurrir.

    Ella permaneca en esos momentos en el jardn interior que haba en el patio de armas. Jamshaba visto cosa igual y sin embargo no se senta embriagada por la fascinacin. Su frente era surcadapor arrugas de preocupacin, leves pero visibles, y sus ojos se perdan ms all, mucho ms all de laslosas del suelo.

    As la encontr el joven Aivanek, con las manos finamente cruzadas sobre su vestido y perdida enpensamientos de mal augurio. Quizs la muchacha tena algn tipo de don adivinatorio porque,verdaderamente, la guerra no iba bien. Pronto tendran que concentrar sus fuerzas en el Norte. El

    reclutamiento forzoso por todo su vasto territorio haba nutrido a su guardia con una cantidadprodigiosa de efectivos. Pero aun as, cuando el rey les atacara con el ejrcito, los necesitaran paracombatirle. No podran enviar ms refuerzos al Sur. Pronto los Someti perderan todo su territorio, yquizs sus vidas.

    La razn por la que el rey haba decidido destruirles les era desconocida, pero aquella decisinimprevista haba desnivelado la guerra en su contra. No saba cmo decrselo a su prometida, no sabacmo explicarle que iban a perder la guerra, que tendran que huir o someterse y suplicar clemencia almonarca y que, con toda seguridad, iban a perder sus ttulos nobiliarios.

    Se acerc a ella y la ofreci la mano para levantarse. Quera pasear con ella. Quera calmarla y quedisfrutase un poco del refugio de la esperanza que an pudiera conservar. Sin embargo, en cuanto ella sealz grcilmente, apenas usando su mano de apoyo, y le mir a los ojos, lo supo. Supo que ya no quedabani rastro de posibilidades de vencer. Lo ley en esos ojos que nada podan ocultarle a ella.

    Baj la vista y ahog un sollozo, sin que an el muchacho hubiera tenido tiempo siquiera de poderdecir una sola palabra. No era necesaria palabra alguna, en cualquier caso, y la desdicha les sacudi aambos. Renio tom a Ala de los hombros y la mir con intensidad. El brillo de sus ojos haba captado laatencin de la joven Someti.

    Renio call por un momento, deba tomar fuerzas para decrselo, para proponerle lo impensable.

    Si finalmente no contraa matrimonio con l, si hua y regresaba con su familia, y si su familiarenunciaba a la lucha y a su alianza con los Aivanek, tal vez el rey perdonase su osada, en silencio ysecreto, por la espalda como se hacen las cosas en la corte.

    Pero no pudo decrselo.

    Nunca pudo decrselo.

    Not desconcertado cmo le haca a un lado, y luego escuch el suave silbido de la flecha, unvirote certero en su funcin pero cuyo esquivo propsito se le haba escapado por poco. Lalinea demadera, firme y recta, emplumada en su punta como la cola de un ave, sobresala del pecho de Ala

    Someti. La joven mir a su prometido, por un momento confusa. Haba actuado por instinto, sin pararse

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    a pensar, como sola ocurrirle, las consecuencias que sobre s misma tendra el acto altruista que habahecho.

    La sangre no manch el vestido, no fue una muerte sucia ni lenta, slo se mantuvo unos segundosen pie, mientras su cuerpo an asimilaba que estaba sin vida, y entonces cerr los ojos y cay comofulminada. Renio se inclin y la recogi en sus brazos. Era ms liviana de lo que haba esperado.

    Aquel movimiento fue el que evit que la segunda flecha le acertara. La punta pas rozando sunuca, sinti cmo el aire desplazado por ella acariciaba su cabello, y luego rebot en las losas de piedracon una chispa y un ruido seco.

    No pudo escuchar cmo los guardias inundaban el patio, ni cmo desde las almenas se disparabaal asaltante que se lanz a la huida, ni tampoco lo que su escudero, arrodillado a su lado con la caralvida, le deca. No pudo escuchar nada de todo eso porque su entera atencin estaba en el rostro inerte,muerto de Ala Someti.