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El origen radical de la belleza y su vínculo con la experiencia religiosa del hombre prehistórico. Introducción. Es materia debatida cuándo tuvo lugar la primera manifestación artística de la humanidad. Por supuesto que, estrictamente, es una pregunta que carece de respuesta ya que la única referencia segura son los restos mortuorios del Paleolítico superior (40,000 a 10,000 años a. C) o las llamadas “Pinturas rupestres” que también se ubican en este mismo periodo. A decir de Raquel Lacalle los restos más antiguos (hasta ahora conocidos) se ubican en torno al 35,000 B. P. Sin embargo, estos datos, como suele suceder en antropología, paleoantropología y arqueología, suelen ser provisionales. Por supuesto, se puede suponer que ya había algún tipo de artilugio mágico-artístico en el Paleolítico inferior (100,000 a 40,000 a. C.), pero para los arqueólogos a falta de evidencia esto cae en el terreno de la mera especulación. Y tampoco interesa a este trabajo establecer fechas, pero sí, en cambio, datos “cualitativos” que no se limiten al dominio de la arqueología sino que se desprendan necesariamente de que el hombre de hace 100,000 a 300,000 años era desde el punto de sus funciones corticales superiores (o su genética) similar al hombre moderno. Así, por ejemplo, podemos considerar al Neanderthal tan “humano” –a pesar de su probable extinción- como el Hombre de Cro-magnon del que fue contemporáneo entre 10,000 y 30,000 años. Este apartado tiene especial importancia para el conjunto de nuestro Tratado de Estética, pues la intención es mostrar que religión y arte son congéneres y que un avance en una de ellas se traduce, también, en un avance en la otra. Como esta 1

El origen radical de la belleza y su vínculo con la experiencia religiosa del hombre prehistórico

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La belleza desde un punto de vista hermenéutico según Javier Ruiz de la Presa

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El origen radical de la belleza y su vnculo con la experiencia religiosa del hombre prehistrico.

Introduccin.

Es materia debatida cundo tuvo lugar la primera manifestacin artstica de la humanidad. Por supuesto que, estrictamente, es una pregunta que carece de respuesta ya que la nica referencia segura son los restos mortuorios del Paleoltico superior (40,000 a 10,000 aos a. C) o las llamadas Pinturas rupestres que tambin se ubican en este mismo periodo. A decir de Raquel Lacalle los restos ms antiguos (hasta ahora conocidos) se ubican en torno al 35,000 B. P. Sin embargo, estos datos, como suele suceder en antropologa, paleoantropologa y arqueologa, suelen ser provisionales. Por supuesto, se puede suponer que ya haba algn tipo de artilugio mgico-artstico en el Paleoltico inferior (100,000 a 40,000 a. C.), pero para los arquelogos a falta de evidencia esto cae en el terreno de la mera especulacin. Y tampoco interesa a este trabajo establecer fechas, pero s, en cambio, datos cualitativos que no se limiten al dominio de la arqueologa sino que se desprendan necesariamente de que el hombre de hace 100,000 a 300,000 aos era desde el punto de sus funciones corticales superiores (o su gentica) similar al hombre moderno. As, por ejemplo, podemos considerar al Neanderthal tan humano a pesar de su probable extincin- como el Hombre de Cro-magnon del que fue contemporneo entre 10,000 y 30,000 aos. Este apartado tiene especial importancia para el conjunto de nuestro Tratado de Esttica, pues la intencin es mostrar que religin y arte son congneres y que un avance en una de ellas se traduce, tambin, en un avance en la otra. Como esta no es una tarea fcil, hay que fundamentar nuestras observaciones en una slida teora del conocimiento y, tambin en una antropologa. Por otra parte, est asociado a la cuestin de los orgenes de la religin y arte el tipo de experiencia fundamental que las hizo posibles. Por ese motivo, ser necesario en materia de fenomenologa y filosofa de la religin hacer ciertas aclaraciones sobre la polmica en torno al orden histrico en que surgi de un lado la creencia en una divinidad superior y del otro, la creencia en espritus y fantasmas de los muertos. Creo que el recorrido que hagamos aqu, que se limitar a lo indispensable, ser lo suficientemente frtil como para fundamentar observaciones posteriores. En seguida voy a seguir un programa de anlisis que me ha parecido ms conveniente:

a) El punto de partida: la fuerza de lo real.Deca Zubiri que:Las cosas reales pueden dominar unas sobre otras. Este poder puede ser dominante segn dos lneas. Una es la lnea de las cosas reales, son las cosas reales como poderosidades reales. Pero hay dominancia, tambin, en otra lnea: no en la lnea de las cosas reales, sino en la lnea del poder de lo real en cuanto real. Este poder es el fundamento, la fundamentalidad, de mi realidad personal.[footnoteRef:1] [1: Xavier Zubiri: El hombre y Dios, p. 89, Alianza, Madrid, 1983.]

Creo que Zubiri pudo haber considerado el precedente de Aristteles, cuando ste habla de la fuerza de la verdad con la intencin de expresar el poder que tiene sobre la inteligencia humana la verdad para analgicamente- dirigir y corregir. Slo que En Zubiri se trata de que la realidad tiene el poder de llevarnos a lo profundo de s (su fundamento como problema). Y hacen algo ms:Los griegos decan que la Naturaleza, la Physis, es divina, es theon, porque segn ellos es inmortal e inagotable, es decir, siempre joven rozaron con ello algo que no ha ocupado un lugar propio en la filosofa: el carcter de las cosas que no son dioses ni son divinas, pero que sin embargo tienen algo de ese carcter: son formalmente deidad. Las cosas reales son la deidad que manifiesta a Dios, que est en ellas formalmente constituyndolas. Y por este carcter de deidad es por lo que son manifestacin, vehculo de Dios.[footnoteRef:2] [2: Ibd., p. 156.]

Por supuesto, no espero que el lector acepte lo que Zubiri dice en este texto sin toda la justificacin filosfica que le precede. Pero sealo que Zubiri identifica a Dios con el fundamento de lo real, en virtud de unos atributos que son fenomenolgicamente constatables: la realidad tiene carcter ltimo, posibilitante e impelente. ltimo, por su carcter radical, posibilitante porque me ofrece posibilidades de vida, impelente porque me fuerza a hacer mi vida. Estos tres atributos pertenecen segn el autor a cualquier experiencia: a la del ateo, el agnstico o el creyente: el budista, el cristiano, el musulmnLa idea fundamental, la realidad como un poder puede parecer como fantstica a la mente empirista, pero lo cierto es que esta equivalencia est en las experiencias ms originarias de los primeros hombres. Por eso creo que, al menos en este punto, se refuerzan mutuamente los hallazgos de la arqueologa y la tesis zubiriana: en cualquier caso se experimenta algo como absoluto e incondicional, incluso como un numen, pero no porque lo sagrado sea lo que se vivencia primordialmente sino al revs: la idea de lo numinoso (Otto) o sagrado deriva de la experiencia de este poder.

b) Lo que nos ensean los griegos (de acuerdo a Gilbert Murray).Murray, el famoso historiador de la religin griega de principios del siglo pasado, sostiene que los griegos han conservado de una forma u otra los esquemas y arquetipos del hombre arcaico: esto quiz vale, si tienen razn los defensores del sustrato comn para todas las mitologas y religiones, an si no est clara la causa. Pues se disputa si se trata de un saber comn que ha seguido las leyes usuales de la transmisin (con su ncleo religioso central), las leyes del inconsciente colectivo (Jung) o las de la participacin (en el sentido de Lvy Bruhl).subsiste el hecho de que el hombre debe tener alguna relacin con lo desconocido (uncharted), lo misterioso, fragmentos de la vida que flanquean cada uno de sus lados. Y por mi parte me limito a decir que el mtodo debe ser en gran medida lo que san Pablo llama pstiV o fe: una actitud no tanto del intelecto consciente, sino de todo el ser, usando todos sus poderes de sensibilidad (sensitiveness), todas sus ms dbiles y ms inarticuladas antenas y tentculos en sus esfuerzo por tocar de algn modo estas y aquellas cosas que no pueden ser captadas por sentidos definidos o analizadas por la razn consciente. Lo que ganamos es una incierta pero preciosa posesin. No ganamos, ciertamente, un dogma, al menos no un dogma seguro, pero ganamos mucho ms: algo difcil de definir que yace no slo en el corazn de la religin sino del arte y la poesa de todos los ms altos esfuerzos mpetus- (strivings) de la emocin humana.[footnoteRef:3] [3: Gilbert Murray: Five stages of Greek religion, p, 7, Dover Editions, New York, 2002 (Original de 1925).]

Las palabras de Murray tienen como referencia lo que se propone demostrar en seguida: que en los tres festivales ms importantes de la Hlade, no celebraban tanto una divinidad determinada cuanto una fuerza o poder que parece ser una posesin comn como objeto de culto- de todos los griegos. Volvemos aqu a nuestra tesis inicial (Zubiri): que el hombre tiene experiencia de la realidad como poder. Pero esta vez, Murray nos va a mostrar que esta experiencia de poderosidad conduce directamente al corazn de la religin griega. Si lo hace, tenemos un punto de partida firme para abordar todos los problemas que derivan de la condicin religada del hombre, es decir: del hecho de que, por una parte se siente dominado por un poder real que tiene carcter de fundamento y, por el otro, que este poder le conmina a una interpretracin que es, a la vez, una respuesta personal a un llamado que experimenta de modo personal (Zubiri hablara aqu de la entrega al poder de lo real que, en la experiencia religiosa (que involucra una interpretacin de lo que sea este poder) se convierte en una figura, un dios, un rostro o, incluso, una persona.Murray sostiene que no se trata de concebir a Dios prima facie, como creador o causa primera.[footnoteRef:4] Esto el algo para lo que se requirieron siglos. Tampoco de decir que Dios tiene ciertos atributos como la benevolencia (para est se requiere ya de cierto antropomorfismo que no siempre est presente en las ms antiguas agrupaciones humanas. El antropomorfismo griego o el hebreo podran ser en sus orgenes el resultado de una pereza humana muy natural. Un mayor uso de la imaginacin, habra superado, por ejemplo, la peligrosa deificacin de los ros y los vientos. El viento susurra, sopla, danza como lo hara un hombre. Y, por tanto, aparece la tentacin de divinizar al viento por medio de una simple analoga. Lo cual no deja de ser probable. O es que el hilozosmo preguntamos nosotros- no surgi de la metfora del imn y su fuerza magntica aunque requiriese del genio de Tales de Mileto? Murray sostiene: claro, este antropomorfismo es primitivo e inevitable Pero parece que la mentalidad antigua y su idea de Dios es mucho ms amplia, ms genrica: la fortuna de reconocer a un amigo es ya, en s misma, un dios, como lo es etucen, la buena suerte. El uso del trmino dios se antoja en estos casos genrico y equvoco, pero con todo, la nocin de poder o presencia se conserva en ellos como elemento aglutinante. Si queremos penetrar ms en este sustrato comn podemos recurrir al anlisis de los tres grandes festivales de tenas: el Diasia, Thesmophoria y Anthesteria. [4: Aunque en otra seccin llega a decir que hay una tendencia innata del hombre primitivo en cualquier parte, y no especialmente en Grecia, a imaginar un causa personal, semejante a s mismo en cualquier punto, salvo que sea especificado lo contrario. Esta causa interviene de mltiples maneras: por ejemplo, cuando soplan los vientos es porque un ser ms o menos humano pero sobrenatural est soplando con sus mejillas (Op. Cit., p. 21).]

Jane Ellen Harrison demostr que Diasia, un festival consagrado a Zeus, fue en realidad el ejemplo de una divinidad (Zeus) sobrepuesta a un daimon de considerable antigedad: Meilichios, que es tanto el dios de los suplicantes como Maimaktes (dios de la ira), sediento de sangre. De este modo quedan concentrados aqu dos atributos opuestos: la clera y la misericordia.[footnoteRef:5] En cualquier caso domina el atributo positivo, el de un dios portador de bienestar (plotoV), a pesar de tener algunas caractersticas de lo que sern despus las Erinias o diosas vengadoras. Al grado de que hay una pavorosa renuncia a un poder terrible (Op. Cit., p. 16). Como en este festival se tributaban sacrificios, Meilichios llega a ser concebido en el siglo V a. C. como Zeus-Hades, Zeus en su aspecto ctnico. Lo que tenemos, entonces, es un dios (Zeus) con un epteto (propiciador). [5: Jane Ellen Harrison: Prolegomena to the study of Greek religion (1903).]

Sin embargo, sucede algo extrao: en los ritos Zeus no tiene lugar alguno (Murray: p. 13). En todo caso, en los relieves, Meilichios aparece como una enorme serpiente barbada, que es una representacin de los poderes del inframundo o de los ancestros muertos. Pero, a veces, su vieja presencia barbrica desaparece.[footnoteRef:6] En su lugar, tenemos a un padre humano y benevolente (padre de dioses y hombres por igual), como si hubiese estado ah todo el tiempo. El sacrificio en Diasia, no es un sacrificio dirigido a Zeus: de hecho se trata de un holocausto, ya no de un banquete (como habra de esperarse): cada fragmento de la vctima es quemado hasta reducirlo a cenizas. Y como es obvio, nadie puede participar de ellas. Se trata de un sacrificio para aplacar los poderes ctnicos y a los seores de la muerte. En realidad se trata de apaciguar varios elementos de contagio o peligro y las iras desconocidas de una oscuridad desconocida. En realidad Meilichios es Aqul que apacigua y enfatiza Murray- nada ms: Es slo la sombra personificada o el sueo generado por la emocin del ritual.[footnoteRef:7] En la Thesmophoria, un festival en honor de Demter y su hija Kor hay sacrificio de cerdos, ritos que invocan la fertilidad y un alejamiento gradual de las dos divinidades evocadas hasta que al final queda slo un ttulo: Aquella que carga los Thesmoi, es decir, los objetos sagrados. Lo mismo ocurre con Anthesteria y su divinidad: Dionisos: al final slo queda el ritual de apaciguamiento de los muertos y los fantasmas son convocados en sus tumbas. Y, por supuesto, una creencia fundamental: as como la semilla del trigo muere en la tierra y renace en forma de espiga, as tambin renacen los muertos a travs de las nuevas generaciones. Es la idea del retorno. Hay un matrimonio sagrado (un erV gmoV) entre el rey sagrado y el dios imaginado. Pero e lugar donde la divinidad recibe su sacrificio es llamado Boukolion, el vertedero del toro. El toro, ciertamente representa a Dionisos pero tambin el podero, la fuerza natural, el poder. Murray concluye: [6: Ya en Magnesia y su ritual del toro Zeus hace una especie de reclamo externo como seor de la fiesta, pero no se atreve a decir que el toro le es sacrificado a l.] [7: Gilbert Murray: ibd.., p. 14.]

En cada uno de estos festivales encontramos a los dioses griegos que desaparecen (vanish away) y slo quedamos solos antes tres cosas: primero, una atmsfera de terror religioso; segundo, una secuencia completa de ceremonias mgicas las cuales, en por lo menos dos de tres casos, producen una emanacin de s mismas: Meilichios productor de apaciguamientos, Thesmphoros, portados de gracias y un animal divino o sagrado (Op. Cit., p. 17). Murray observa que el panten griego todo un sistema de animales que aparecen regularmente como atributos de dioses particulares: la serpiente, el guila y el toro, por ejemplo, estn asociados a Zeus. La vaca y el cuc son sagrados para Hera; el bho y la serpiente para Atenea. El cuervo, el lagarto y el toro para Apolo. Y Dionisos siempre como un Zeus ms salvaje y de mediana edad, aparece libremente como serpiente, cabra o len. Salvo por algunas excepciones, la regla ms segura es, en todos estos casos, que el atributo es original y el dios es aadido. As, por ejemplo, el toro sacrificial en Delfos, es llamado Hositr, el Santificador; no es solamente sagrado (hosios), sino aquel que hace algo santo. Y adems, basta el contacto con l para que se esparza la santidad a otros.Por otra parte, Murray considera el debatido tema del uso de las mscaras, como un ejemplo de transicin entre la percepcin del poder (cuya concrecin natural es el animal salvaje) y la figura del dios. En la mscara el hombre se hace en parte semejante a su dios. Y hoy sabemos, en efecto, por los estudios sobre chamanismo, que el brujo es un hombre preparado para penetrar el mundo de lo sobrenatural y llegar a ser uno con l. Quiz debamos diferir de la observacin que Murray hace sobre el sacerdote: que l es el dios original. Lo es, ciertamente en sentido traslaticio, al deificarse, al penetrar el mundo de la divinidad. Y con todo, lo que el chamn hace no es otra cosa que acudir a la fuente del poder. Por eso termina, por ejemplo, sintiendo len porque usa la piel del len en una suerte de fusin simpattica. Ms an: el Dadouchos en Eleusis usan de una piel llamada DiV k^wmaV pues no la consideran el lomo de un cordero, sino la piel del propio Zeus.Se puede sacar una clara inferencia o conclusin de lo dicho por Murray hasta este punto? Podemos ordenar las tesis de la siguiente manera. Murray comienza con el daimon:1. Los dmones son espritus guas que existen desde el Paleoltico y sobreviven como sustrato comn a todos los mitos griegos. Tambin pueden ser considerados fuerzas de la naturaleza y slo tardamente (como en el caso de Platn- dioses o hijos de dioses de acuerdo al Scrates histrico de los primeros dilogos.2. El hombre primitivo (segn se infiere del sustrato comn de los festivales griegos, crea en estos dmones o fuerzas. Pero adems crea en un poder muy concreto que los dmones le transmitiran: el man (fuerza, poder, vitalidad). El man (Op. Cit., p. 23) est en la piel, la cabeza, la sangre de todos los seres vivos. As que podemos equipararlo a la poderosidad que tiene el fundamento de lo real: sta emana de todo lo real qua real.3. El man evoluciona conforme lo hace la vida del hombre y as queda incorporado a una narrativa sobre los orgenes, que es lo que llamamos mitologa. 4. La mitologa conserva el daimon y el man como sustrato comn. Esto sera lo que hace posible el intercambio de papeles entre los diversos dioses.5. En la medida en que el man se interpreta en analoga con la propia persona humana surge la idea de un dios o unos dioses. En cualquier caso, sin embargo, es tan poderosa la idea de sustrato que los dioses a quienes est consagrado un determinado festival tienden a desaparecer tras la poderosidad de esta fuerza original. Eso es lo que al parecer ocurre en los tres festivales reseados por Murray: la divinidad deja el paso al poder. O lo que es igual: la interpretacin o personificacin del poder, deja paso a la experiencia original.Creo que estos 5 puntos tienen una estructura lgica interna. Lo cual no significa, que con ellos se puedan resolver, ni mucho menos, todos los problemas que ocasiona la descripcin de lo que presuntamente es una experiencia religiosa comn a toda la humanidad y su posterior interpretacin bajo diferentes figuras de las que da cuenta la historia de las religiones: totemismo, animismo, monismo, politesmo, magia, vivencia de lo numinoso De hecho, quiz la propia descripcin fenomenolgica de Zubiri resulta insuficiente si no se acompaa de otras observaciones y no faltar quien objete que la experiencia del poder de lo real constituye ya una interpretacin de cmo es que el hombre se enfrenta a las cosas, al universo, al cosmos. Hagamos, pues, unas precisiones:c) Retorno a una vieja categora: la participacin.Cuando Lvy-Bruhl public su obra Mentalidad primitiva (cuyo precedente fue Les Fonctions Mentales dans les Socicts Infrieures) haba desarrollado ya, su concepto de participacin, de acuerdo al cual el hombre primitivo no slo est incurso en la naturaleza y sus leyes causales sino en algo que ya no es una categora material: la naturaleza mstica de todo lo que le rodea, de tal modo que ya desde sus orgenes vive su existencia dividida entre el mundo de lo visto y el mundo de lo invisible que tiene particular pregnancia en su vida tribal. Quiz un fruto tardo de este concepto se encuentre en esa visin particular que el hombre primitivo tiene del hroe cuando revive -de acuerdo a Mircea Eliade- lo que sucedi in illo tempore.[footnoteRef:8] En ambos autores el pensamiento mtico es un acompaante constante de la mentalidad primitiva, tal y como sucede en el imaginario griego muchos siglos despus. Quiz lo que est en juego aqu es lo que Bergson llama en Las dos fuentes de la moral y la religin La funcin fabuladora. [8: Lucien Lvy-Bruhl: Primitive mentality (traduccin al ingls), p. 5, London, 1923.]

De acuerdo a Lvy-Bruhl la participacin es una suerte de estructura relacional por la que el hombre no comienza desde el punto cero de la soledad para luego relacionarse con las cosas. Ms bien, est ya incurso en un conjunto de relaciones (mar, tierra, aves, sol, mundo) que abarcan la totalidad de su experiencia. Por esta participacin quiz al modo de un Levi-Strauss son posibles las representaciones colectivas que, en ltima instancia tendran una base inconsciente.Aqu hay que recordar que en Levi-Strauss lo que tenemos es un inconsciente sin sujeto que no slo garantiza la paridad de las leyes sociales de intercambio sino tambin ciertos comportamientos morales bsicos que se anuncian a la conciencia a modo de movimientos cuasi-instintivos.La participacin mstica de Lvy-Bruhl hizo tanta fortuna con el paso del tiempo (a pesar de un temporal descrdito del que el autor slo se repone hasta la redaccin de sus Carnets) que incluso influy de modo decisivo en la psicologa profunda de Carl Gustav Jung, quien la describe de esta guisa:Participacin mstica es un trmino derivado de Lvy-Bruhl. Denota una clase particular de conexin psicolgica con los objetos, y consiste en el hecho de que el sujeto no puede distinguirse a s mismo claramente del objeto y est ligado por una relacin directa que deviene una identidad parcial.[footnoteRef:9] [9: C.G.Jung: Psychological Types, Collected Works, vol. 6, paragraph 781, Princeton, New Jersey, 1971. Jung, a su vez, influy poderosamente en Joseph Campbell (1904-1987).]

Lvy-Bruhl tiene una visin ms compleja del problema pues asocia esta participacin a la distincin (que aparece como ttulo de una de sus obras) entre sensible y suprasensible. Ms concretamente, en lo suprasensible incluye de modo prominente lo sobrenatural: de hecho, lo ms interesante es que le da el carcter de una categora afectiva:La catgorie affective n'entre en action que lorsque le primitif se sent en prsence et sous l'influence d'une puissance invisible, ou surnaturelle (mme si elle se manifeste sous une forme visible et en apparence naturelle[footnoteRef:10] [10: Lucien Lvy-Bruhl: Carnets, Bois de Boulogne, 13 mai 1938.]

Est el caso particular de la categora afectiva de lo sobrenatural: no es afectiva, advierte el autor, cuando entra en accin, pues no da el conocimiento sino el sentimiento diverso de la emocin que invade la conciencia del individuo- de una existencia presente aunque a menudo invisible e imperceptible a los sentidos, y actuante. Es un dato ltimo o, si se prefiere, inmediato de la experiencia llamada mstica y ms all de la cual no veo cmo sera posible remontarse. (Ibid.). A poco que se mire, si no se quiere correr el riesgo de defender un espiritualismo irracionalista, lo nico que cabe, lo nico que se adeca a esta descripcin es la experiencia de lo real como la describe Otto en das Heilige: algo que rene las caractersticas de lo santo (ern) pues envuelve una dimensin de bondad moral), lo tremendo (no podemos en cierto modo, acercarnos a l) y lo mayesttico (sebastV decan los griegos). Y adems es enrgico: fuente de vida, de vitalidad y movimiento.[footnoteRef:11] [11: Hay un importante comentario a esta idea en las primeras pginas de El problema filosfico de la historia de las religiones de Xavier Zubiri, p. 20-22), Alianza, 1994, 2 reimpresin, Madrid.]

Lo ms significativo es que estos rasgos pertenecen al contenido eidtico de la vivencia religiosa universal (descontando sus figuras patolgicas). Y, de fondo, segn mi opinin, expresa lo mismo que el concepto de deidad al que he hemos aludido. Por supuesto, la prueba ltima o decisiva de que se trata de un contenido objetivo est en la fenomenologa de la propia experiencia religiosa. Pero como dice Lvy-Bruhl, es imposible remontarse ms atrs, porque se presenta con la forma de lo originario. Claro que siempre es posible oponer a esta concepcin de lo real la idea de Monsieur Doutt: Le Dieu cest le dsir collectif personnifi. O se puede ver los mandatos de Dios, como haca Durkheim, los mandatos y la autoridad del grupo o clan. Pero ni en uno u otro caso, se puede explicar la universalidad de los rasgos de lo santo sin reduccionismos que se refutan a s mismos por simple improbabilidad.

Si quisiramos remontarnos ms atrs contra la prescripcin de Lvy-Bruhl- tendramos que recurrir a las presuposiciones de Adolf Bastian (1826-1905), de acuerdo al cual, los actos mentales de las personas en cualquier punto del planeta son mecanismos fisiolgicos caractersticos de la especie humana (lo que hoy podramos llamar la carga gentica de la organizacin y funcionamiento del sistema neuroendocrino humano). Y as afirmaramos que cada mente humana hereda un complemento de ideas elementales (Elementargedanken) especficas-de-la-especie. La diversa elaboracin de estas ideas tendra una base geogrfica e histrica diversa y dara origen a las Volkergedanken. As que el hecho de centrarnos en las ideas colectivas no nos elevara por encima del plano gentico ntese el comn fondo lamarckista de esta postura y la de Carl Jung-.

Ahora bien: an con la mejor de las intenciones, el lector de Zubiri, de Lvy-Bruhl, o del propio Jung, quien por cierto- no ha perdido un pice de su fama mientras la de Freud decrece da tras da- uno puede tener, no obstante, la sensacin de que las cosas no cuadran enteramente y que, adems, presentan una inesperada complicacin adicional. Si el poder de lo real es un nocin significativa, no se explica an, porque la enorme variedad de figuras que adquiere lo sagrado a lo largo de la prehistoria (primero) y la prehistoria (posteriormente). As que nos preguntamos: Est suficientemente acreditada la nocin de poder? Veamos esto en seguida:

d) El poder, los pensamientos elementales y la funcin fabuladora.

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