El Padre Ellacuria Sobre Mons Romero

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El padre Ellacuria hablando sobre Monseñor Romero

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  • El Padre Ellacura sobre MonseorRomero. Ayudas para ponera producir en las iglesiasla herencia de Jess

    Joo Sobrino,Centro de Reflexin Teolgica,San Salvador.

    Durante el XXV aniversario de Monseor Romero, me han venido a la men-te varias palabras del Padre Ellacura sobre l, lapidarias, luminosas, animantes.Con ellas, Ellacura presentaba a Monseor como un gran testigo de Jess, de suvida y destino, de su palabra y obra. Por eso, cuando en este Congreso me pidieronhablar sobre Jess, se me ocurri hacerlo de la siguiente manera: presentar a Jessa partir de Monseor Romero - su testigo-, tal como Ellacura vio a Monseor.

    Este modo de proceder puede parecer excesivamente complicado: de Ellacuraa Romero, y de Romero a Jess. Pero algo importante tiene a su favor. Los testigosy los mrtires son quienes mejor conocen y hacen presente al testigo y mrtir Jess.Lo que Ellacura y Romero vieron en l, y sobre todo, el modo cmo Monseor lohizo presente entre nosotros, ofrecen lo que podemos llamar una "cristologa detestigos", 10 que no hace superflua, obviamente, "una cristrologa de textos". Pen-samos, sin embargo, que sta, si no va acompaada, de alguna manera, de aqulla,siempre tiene el peligro de convertirse en cristologa excesivamente conceptual, sinrealidad suficiente que ponga carne histrica a nuestros pensamientos sobre Jesu-cristo. Puede degenerar, aunque sea sutilmente, en una "cristologa barata"l.

    Reflexionar sobre Jess desde Romero y Ellacura nos parece importante,pero ms importante es que Jess, Monseor Romero y el Padre Ellacura ilumi-

    1. Entre ambos tipos de cristologa hay un crculo hennenutico. Para poder afinnar dealguien que es hoy "testigo" de Jess, hay que remitirse a algn "texto" sobre Jess,para que no sea la pura imaginacin o la pura voluntad la que dirija el discurso. Pero,

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    nen y animen a dar solucin a algunos problemas actuales de la Iglesia. Entrenosotros, creo que los describen bien estas palabras de don Pedro Casaldliga:~ "de la misma fe cristiana se est haciendo un recetario de milagros y prosperida-

    des, refugio espiritualista ante el mal y el sufrimiento y un substitutivo de lacorresponsabilidad, personal y comunitaria, en la transformacin de la socie-dad"2.

    Esta luz y este nimo queremos buscarlos alrededor de los siguientes puntos,que eran fundamentales en tiempo de Monseor, y que hoy no son tan tenidos encuenta: la centralidad del pueblo, sin pasarlo rpidamente por alto, en nombre delpueblo de Dios; la transcendencia de Dios, que la Iglesia tiene que hacer presentecristianamenre como trans-descendencia y con-descendencia; el seguimiento de Je-ss como superacin del "docetismo" -perenne tentacin de la Iglesia- y de la"irrealidad" en que puede caer la fe; y la apertura a la gracia, la bondad y lasantidad, que carga con nosotros, y que puede quedar como escondida y hastasuplantada por medios demasiado mundanos, al llevar a cabo la misin de la Iglesia.

    En cada apartado fonnularemos una breve proposicin, que la desarrollaremosen dos partes. En la primera, ms larga, recordaremos algunas frases de IgnacioEllacura sobre Monseor Romero. En la segunda, ms breve, recordaremos al-gunas palabras de Jess. En ambos casos, en relacin con cada uno de los temas.

    1. El puebloPrimera proposicin. La Iglesia debe tomar en cuenta, seria y unificada-mente, al "pueblo" yal "pueblo de Dios" de modo que no hable de "pueblode Dios" sin pueblo, ni de "pueblo" que no est abierto al "pueblo deDios".

    1.1. "Dificil hablar de Monseor Romero sin verse forzado a hablar delpueblo3"

    Comenzamos por el tema de "pueblo", pues hoy no suele ser muy tenido encuenta, en la Iglesia. Sin embargo, adems de su intrnseca importancia eclesialy teolgica, tenerlo en cuenta puede ser muy til y necesario para impregnar derealidad, y que no queden evaporados, otros temas ms especficamente cristia-nos, como los que analizaremos en los apartados siguientes: la transcendencia deDios, el seguimiento de Jess, y la gracia. As vea Ellacura lo que significabael pueblo para Monseor. Comenzamos con este texto programtico:

    a la inversa, para comprender lo que dicen los textos del pasado -y sobre todo elpeso real que tienen los conceptos-, se necesita verlos hechos realidad de algunamanera. Textos del pasado y realidades en el presente se iluminan mutuamente.

    2. "Del desencanto inmediatista a la utopa esperanzada", Concilium 311 (2005) 156.3. "El verdadero pueblo de Dios segn Monseor Romero", ECA 392 (1981) 530.

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    Sobre dos pilares apoyaba Monseor Romero su esperanza: un pilar histri-co, que era su conocimiento del pueblo al que l atribua una capacidad deencontrar salidas a las dificultades ms graves, y un pilar transcendente, queera su persuasin de que ltimamente Dios era un Dios de vida y no demuerte, que lo ltimo de la realidad es el bien y no el mal4

    No se puede decir con ms claridad la importancia que Monseor Romerodaba al pueblo: era pilar, junto con Dios, de su esperanza. Esa centralidad del"pueblo" no suele ser hoy nada frecuente, y por ello, hay que recordarla. Ella-curia, como Monseor Romero, conoca el lenguaje que nonnalmente se usa en elmundo eclesistico, cuando ste tiene que referirse al pueblo: "sociedad civil","ciudadanos", o, dentro ya de la realidad eclesial, "laicos", "seglares" -con lo cualocurre que ese "pueblo" del que quiere hablar no suele ser aquello a lo que todo elmundo llama "pueblo": los seres humanos, inmensas mayoras, organizadas o no,que viven y mal viven, con santidad y pecado, pobres que no dan la vida porsupuesto, y cuyo mayor anhelo es la vida. Antes, en tiempos de represin, seaada que su futuro ms probable era algn tipo de muerte, la muerte lenta dela pobreza y del hambre, de la indignidad y de su cultura, y la muerte violentade la represin5

    Pues bien, a ese "pueblo" -todava "sin aadidos"- no por ser santo y perfec-to, con limitaciones y pecados, y ciertamente, acorralado, oprimido, reprimido, ydespreciado, am Monseor, y a su salvacin dedic su vida, humana, cristiana ysacerdotal. "El que est en conflictos con el pueblo s estar en conflictos con-migo. Pero mi amor es el pueblo" (Holnila del 20 de agosto de 1978).

    Aun sin mencionar explcitamente al "pueblo", el pueblo era el referente realde muchas cosas, que deca en sus homilas. Lo era, ciertamente, de la denunciapo/tica, como defensa del pueblo: "No me cansar de denunciar el atropello porcapturas arbitrarias, por desaparecimientos, por torturas" (Homila del 24 dejulio de 1979), profeca que se concentraba en la denuncia de la injusta riqueza:"Yo denuncio sobre todo la absolutizacin de la riqueza. Este es el gran mal de ElSalvador" (Homila del 12 de agosto de 1978), y de la lnennra: "Estamos en unmundo de mentiras, donde nadie cree ya en nada" (Hornilla del 18 de marzo de1979).

    Y el pueblo era tambin el referente de lo positivo de su mensaje, de suesperanza: "Sobre estas ruinas brillar la gloria del Seor" (Homila del 7 de

    4. "La DCA ante el doctorado concedido a Monseor Romero", ECA 437 (1989) 174.5. En otros lugares persiste la muerte por guerras, barbarie y terrorismo. Entre nosotros

    siguen las muertes por la violencia. Cada da hay en El Salvador 10 homicidios, y 17en Guatemala. Las causas son diversas a las de pocas pasadas. La ms novedosa esla violencia juvenil, las pandillas. La conclusin es que entre el pueblo sigue presen-te, mayoritariamente, la muerte.

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    enero de 1979); de su fe: "la gloria de Dios es que el pobre viva" (Di.scurso deLovaina, 2 de febrero de 1980).

    A Ellacura le impact que el "pueblo" fuese referente esencial para Monseor.Vio a Monseor Romero real e incondicionalmente encarnado en el pueblo, encar-nacin que signific, por un lado, dar al pueblo todo lo que l era y tena, y, porotro, recibir del pueblo lo mejor que ste tena. En cualquier caso, Ellacura vio aRomero correr la misma suerte del pueblo, en el sentido literal de la palabra. "Esaencamacin le gan el amor del pueblo oprimido y el odio del opresor. Le gan lapersecucin, la misma persecucin que sufra su pueblo. As muri y por eso lemataron"6. y recordemos que "pueblo" significa aqu pueblo todava "sin aadi-dos"?

    Pero a Ellacura le impact tambin cmo Monseor vio la realidad de esepueblo desde lo especfico de la fe cristiana. Y por cierto, en esa forma de ver alpueblo, coincidieron ambos de manera soprendente, sin atrevenne a decir quininfluy -terica y conceptualmente- sobre quin. El hecho es que desde 1977 a1981, ambos desarrollaron una teologa del "pueblo". En ella era fundamental veral pueblo como fuente de esperanza -como hemos visto- y como portador desalvacin -acerca de lo cual diremos una breve palabra ms adelante-, perosobre todo fue central analizar, a la luz de la fe, el hecho y el significado de susufrimiento. Al pueblo llamaron "pueblo crucificado" y "siervo sufriente de Jahv".

    El 19 de junio de 1977, despus de que el ejrcito se retir de Aguilares, trashaber asesinado a un gran nmero de personas, entre cien y doscientas, Monse-or Romero fue a celebrar la eucarista y se dirigi a los aterrorizados campesi-nos con estas palabras: "Ustedes son el Divino Traspasado", es decir, los identi-fic -con todas las analogas del caso- con Cristo crucificado. Y en la semanasanta de 1978, lo formul con toda claridad: "Sentimos en el Cristo de la sema-na santa, con su cruz a cuestas, que es el pueblo que va cargando tambin sucruz; sentimos en el Cristo de los brazos abiertos y crucificados al pueblo cruci-ficado" (Homila del 19 de marzo de 1978). Y en la homila del 21 de octubrede 1979, identific al "pueblo" con el "siervo sufriente de Jahv".

    Exactamante lo mismo hizo Ellacura. Como preparacin a Puebla, en febre-ro de 1978, escribi un largo texto sobre el pueblo sufriente, comparndolo con

    6. "Monseor Romero, un enviado de Dios para salvar a su pueblo", Revista Latinoa-mericana de Teologa 19 (1990) 10. Publicado originalmente en Sal Terrae (diciem-bre 1980) 825-832.

    7. Las palabras que siguen, aunque se relacionan con un caso concreto, pueden comuni-car, ms all de toda definicin, lo que Monseor quera decir, cuando hablaba de"pueblo", sin aadidos. "Tenemos que lamentar esta semana tambin la muerte dedos policas. Son hermanos nuestros. Ante el atropello y la violencia, jams heparcializado mi voz. Me he puesto, con compasin de Cristo, al lado del muerto, de

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    el "siervo sufriente de Jahv"s. Y pocos aos despus, en 1981, en un exilio enMadrid, escribi otro famoso texto, en el cual afinna que "el signo de los tiem-pos" es siempre el pueblo histricamente crucificado9 Al llamarlo "signo de lostiempos", deca que es "lo que caracteriza a una poca" (cfr. GS 4), y as era conclaridad, en aquellos aos -aunque Ellacura aada audazmente que "siempre"lo es. Pero hay que recordar lo que es menos tenido en cuenta: en el Vaticano II,signo significa tambin "la presencia de Dios en la historia" (cfr. GS 11). De esafonna, para Ellacura, el "pueblo crucificado" remite a Cristo crucificado.

    Eso ocurra a fmales de los aos de 1970, y -en cuanto yo recuerdo- nadiehaba hablado antes con tal profundidad teolgica y cristolgica sobre el pueblo.Pero demos un paso ms. Tanto Ellacura como Monseor Romero tOlnaron enserio al "pueblo de Dios". y lo importante, me parece a m, es que relacionaronlas dos cosas, con ganancia para ambas. "El pueblo" otorgaba realismo histrico,creatural al "pueblo de Dios", y a su vez, ste mostraba todo lo que el pueblopoda dar de s: en el pueblo se volcaba el misterio de Dios, con crtica tambin,por supuesto, pero, en definitiva, con especial predileccin.

    Ellacura le ech mucho pensamiento a esta idea. No cedi, en ninguna de lasdos cosas. Su tesis era: ni pueblo de Dios sin "pueblo", ni pueblo que no estuvieseabierto a ser pueblo "de Dios". Y en lo que quiero insistir es en que para elaboraresa relacin entre ambos se inspir mucho en Monseor. En un artculo de 1981 10,describi cuatro caractersticas del verdadero pueblo de Dios, tal como l veaque las comprenda Monseor Romero: "la opcin preferencial por los pobres","la encarnacin histrica en las luchas del pueblo por la justicia y la libera-cin", "la introduccin de la levadura cristiana en la lucha por la justicia" y "lapersecucin por causa del reino de Dios en esa lucha". En esta descripcin esclaro que estn presentes elementos del "pueblo" y del "pueblo de Dios". Sehabla, pues, de un "pueblo de Dios", en intrnseca relacin con el "pueblo".

    la vctima, del que sufre [...]. He dicho que dos policas que mueren, son dos vctimasms de la injusticia de nuestro sistema que denunciaba el domingo pasado. Entre suscrmenes ms grandes: lograr confrontar a nuestros pobres. Policas y obreros o cam-pesinos, pertenecen todos a la clase pobre. La maldftd del sistema es lograr el enfren-tamiento del pobre contra el pobre. Dos policas muertos son dos pobres que han sidovctimas de otros, tal vez pobres tambin y, en todo caso, son vctimas de ese diosMoloc, insaciable del poder, de dinero, que con tal de mantener sus situaciones no leimporta la vida ni del campesino, ni del polica, ni del guardia" (Homila del 30 deabril de 1978).

    8. "El pueblo crucificado, ensayo de soteriologa histrica", en CRT, Cruz y resurrec-cin. Presencia y anuncio de una iglesia nueva, Mxico, 1978, pp. 49-82. Despusde su asesinato, fue publicado en Revista Latinoanzericana de Teologfa 18 (1989)305-333.

    9. "Discernir el 'signo' de los tiempos", Diakona 17 (1981) 58.10. "El verdadero pueblo de Dios segn Monseor Romero", citado en la nota 3.

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    Hoy, cuando en la Iglesia y en la sociedad casi no sabemos qu hacer con elpueblo, con la lucha por la justicia y la liberacin, hay mucho que meditar, enestas palabras. Y no hay que darlo por descontado. Fue un milagro de aquellostiempos. Que Ellacura, el filsofo de la realidad histrica, el telogo de la libera-cin, el analista poltico y mediador de graves conflictos, hablase as no tiene porqu sorprender. Pero que radicalizase ese lenguaje, y los conceptos que estntras l, inspirndose, precisamente, en un arzobispo, un hombre de Iglesia, y porser hombre de Iglesia, da mucho que pensar, en nuestro tiempo. En MonseorRomero, vea las formas histricas de configurarse el pueblo como pueblo de Dios.y de esa manera, cobraba credibilidad lo que pudiera ser el aporte ms especficode Monseor Romero como arzobispo: insertar en esas luchas histricas por lajusticia y la liberacin la levadura cristiana. Lucha histrica y cristianismo noson fciles de compaginar. Ese milagro, Ellacura lo vio realizado en el ministe-rio de Monseor Romero.

    Digamos tambin que tanto Ellacura como Monseor pusieron nombre alpueblo, y nombre de dignidad. Le llamaron "pueblo crucificado", "divino traspa-sado", "siervo doliente de Jahv". Insistimos en ello, y lo valorarnos mucho,porque nuestro mundo, sobre todo el occidente de abundancia, con frecuencia,tergiversa la realidad de los pueblos, pero adems, en la medida en que le esposible, los ignora y los silencia. En esa situacin, poner nombre al pueblo no escosa pequea. La grandeza de Monseor Romero es que puso nombre "divino" alpueblo, sin quitarle su realidad "humana", aunque siempre busc, por supuesto,corregirla, purificarla, mejorarla. En cualquier caso, no tuvo que "bautizar" al pue-blo desde fuera para entregarse totalmente a l. En ningn sentido se hizo verdaden l la irona de Pguy: "Creen que estn en lo eterno porque no estn en lotemporal. Como no estn con el hombre, creen que estn con Dios"11 -y aadimosnosotros: "como no sienten y padecen con el pueblo, piensan que sienten y padecencon el pueblo de Dios". Traemos a colacin estas palabras de Pguy, porque sonsiempre una poderosa llamada de atencin para no caer en ese peligro frecuente delos cristianos. Monseor Romero fue ejemplo insigne de todo lo contrario.

    y dejamos para el fmal lo que nos parece ms sorprendente. Tanto Ellacuracomo Monseor vieron tambin salvacin en ese pueblo. Recordemos que am-bos tenan esperanzas en un "pueblo organizado", y que defendieron la necesi-dad y legitimidad de las organizaciones populares. A ese pueblo organizadoanimaban y corregan, y en l vieron un potencial de liberacin histrica. Basterecordarlo12. En lo que ahora queremos concentramos es en la salvacin que elpueblo puede traer, por ser pueblo sufriente, como los nuestros.

    11. Palabras cristianas, Salamanca, 2002, p. 98.12 .No podemos extendemos ahora sobre el tema. Baste recordar la Tercera Carta Pasto-

    ral de Monseor Romero y Monseor Rivera, La Iglesia y las organizaciones polti-cas populares, 6 de agosto de 1978.

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    Ellacura lo afirma con claridad y, por eso, aadi a su texto "el pueblocrucificado" el subttulo, "ensayo de soteriologa histrica". Monseor Romerono lo conceptualiza en fonna tan sistemtica, ni cuando habla del tema se debenforzar sus palabras, que en esto, a veces son un tanto tortuosas. Pero pienso quetena la misma intuicin, que sola fonnular, en lenguaje de la teologa tradicional.Pienso que la intuicin le vena de la sensibilidad hacia el pueblo y de sus sufri-mientos, y de la fascinacin que le causaba. Y sobre todo, le vena de su esperanza-contra esperanza e indestrucrtible-, producida por la inmensa bondad quehaba en el pueblo: "tanto sufrimiento y tanta bondad, no pueden ser en vano".Ese pueblo sufriente es el que, misteriosamente, coopera a la liberacin.

    En los textos que vamos a citar, Monseor usa la idea tradicional de que elsufrimiento puede ser redentor, pero la "redencin" que puede operar ese sufri-miento no se refiere, en directo, a la redencin del pecado, lo cual afmna la teolo-ga tradicional, sino a la liberacin de la injusticia social. La pobreza real, dicelapidariamente, va a salvar al mundo.

    Dios no quiere esa injusticia social... Dios, reclama justicia pero le estdiciendo al pobre, como Cristo al oprimido, cargando con su cruz: 'salvarsal mundo si le das con tu dolor no un confonnismo que Dios no quiere, sinouna inquietud de salvacin... acuerpando todo aquello que trata de liberar alpueblo en esta situacin" (Homila del 24 de diciembre de 1979). Bienaven-turados los que tienen hambre, bienaventurados los que lloran, bienaventura-dos los que tiene sed de justicia... es esa pobreza la que va a salvar al mundo(Homila del 11 de septiembre de 1977).La tesis de que el pueblo crucificado trae salvacin es programtica, y hay

    que historizarla13 Pero aunque programtica, es de suma importancia mantenerlapara no caer en otra tentacin innata: la salvacin viene de arriba, sea a travs demilagros o poderes mundanos -o slo a travs de ciencia, autoridad, jerarqua yliturgia.

    1.2. "Vio mucha gente y sinti compasin de ellos" (Mc 6, 34)Si vamos ahora a Jess no hay que buscar paralelismos fciles a lo que

    hemos dicho. No hay muchos textos en los evangelios para ello, y ha cambiadoel significado de "pueblo". S hay semejanzas con Monseor, por lo que toca ala denuncia proftica de la "opresin", por ejemplo, pero no las hay en apoyarmovimientos populares de "liberacin". Pero esto no quita que no se pueda deciralgo importante de Jess y su relacin con el pueblo, que ofrezca impulsos paraque Iglesia y pueblo se encuentren hoy, den y reciban uno del otro.

    En los evangelios, el pueblo es referente fundamental de la vida de Jess.Sin l no se entiende su cotidiano vivir. "Le sigui una gran muchedumbre que

    13. Vase lo que escrib en Jesucristo liberador, San Salvador, 1991, pp. 434-439.

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    vena de todas partes" (Me 3, 7). "Le trajeron todos los enfennos y endemonia-dos. La ciudad entera estaba agolpada a la puerta" (Mc 1, 32s). Tampoco seentienden sus denuncias a los poderosos, que "ponan sobre los hombres cargasintolerables" (Lc 11, 46), Y que mientras oprimen a la gente, "se hacen llamarbienhechores" (Lc 22, 25).

    Como Monseor, Jess se conmovi hondamente ante el sufrimiento delpueblo. "Vio mucha gente y sinti compasin de ellas, pues son como ovejasque no tienen pastor" (Mc 6, 34), "vejados y abatidos", aade Mateo (Mt 9, 36).A ese pueblo de pobres, da esperanza y anuncia la buena noticia del reino (Mc1, 14), de modo que, en las tan citadas palabras de J. Jeremias, "el reino pertene-ce nicamente a los pobres"14. Y, misteriosamente, de ese conglomerado dehambrientos y sedientos, enfermos y desnudos, extranjeros y encarcelados, diceque en ellos est l (el Hijo del Hombre, el rey) presente (Mt 25, 35s). Y aunqueslo sea en un pasaje, al pobre leproso -smbolo del pueblo pobre, oprimido ydespreciado-, postrado junto a un ricachn, le pone nombre propio, "Lazro",no al rico (Lc 16, 20), lo cual no es pequea cosa, en un mundo que ni losnombra. Esto no quiere decir que Jess tuviera una visin sistemtica de qu era"pueblo" y de qu hacer con l. Pero podemos fijamos en dos cosas, de las quepueden venir impulsos fructferos y necesarios hoy.

    El primero es que, para Jess, es esencial la relacin con lo que anteshemos llamado ttpueblo" sin aadidos. Por ese pueblo, siente honda compasin,a ese pueblo ayuda y acoge, y por defenderlo de sus opresores, muere en cruzl5Indudablemente, a Jess le interesa que ese pueblo sea lo que ahora llamaramos"pueblo de Dios", y de ah sus exigencias ticas, que cumpla los mandamientos,sobre todo el del amor, que llega hasta el amor al enemigo, que rece al Padre. Yrecordemos lo que proclama a todos: en el ejercicio de la misericordia hacia el"pueblo" sufriente se decide el vivir ya humanamente (Lc 10, 29-37, el samari-tano) y el vivir salvadamente (Mt 25,34.41, el juicio final).

    Para la Iglesia es esencial mantener esa relacin de Jess con el pueblo, y elpueblo sufriente. Y no es fcil. La historia muestra que, ya desde muy pronto, conexcepciones, la mirada del cristianismo cambi de objetivo, "no se dirigi primero

    14. J. Jeremas, Teologa del Nuevo Testamento 1, Salamanca, 1974, p. 142, cursiva delautor.

    15. Se suele discutir cul fue la respuesta del pueblo a Jess, sobre todo cuando enalgunos pasajes de los evangelios, hacia el final de su vida, el pueblo parece abando-narlo y pide incluso su crucifixin. Las cosas fueron mucho ms complejas, comoanalizo en "El crucificado", en 1. J. Tamayo, director, 10 palabras sobre Jess deNazaret, Estella, 1999, pp. 320-322. Histricamente, parece vlido lo que concluyeR. Aguirre: "propiamente Jess no huye nunca de la gente, sino de las autoridades",en "Jess y la multitud a la luz del evangelio de Juan", Estudios Eclesidsticos, 218-219 (1980) 1071.

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    al sufrimiento de la criatura, sino a su culpa"16. En el lenguaje que estamos usando,se fij ms directamente en lo que le dificultara ser "pueblo de Dios" que en loque le pennita vivir como "pueblo", creatura de Dios, querido por Dios. Msque por el "pueblo", empez a interesarse en si era "pueblo de Dios".

    El segundo es preguntarnos si en Jess aparece la dimensin soteriolgica,salvfica, del pueblo. Por supuesto, no hay que buscarla como la pens Ellacura,por ejemplo, pero aqu nos preguntamos por algo ms fundamental: si Jess vioen las gentes no slo anhelo de ser salvadas, sino si vio tambin en ellas salva-dores, acciones de salvacin para otros, que impactaron al mismo Jess. Concierta audacia, nos preguntamos si, en el lenguaje de Puebla, tambin Jess fue"evangelizado por los pobres" (n. 1147) y cmo. Es decir, si vio en ellos algobueno para l.

    Sin caer en artificios, recordemos algunos pasajes de los evangelios, quepueden dar indicios de ello. En boca de Jess se ponen estas palabras: "te doygracias, Padre, porque han entendido los pequeos y no los sabios" (Mt 11, 2S).La exgesis podr explicar el contexto histrico del hecho y el trasfondo cultu-ral, quizs apocalptico, de la formulacin, pero queda en pie la pregunta que aqunos interesa: al hablar as, est reconociendo Jess que algo ha recibido l?, sien-te gozo en ello? Y podemos preguntar tambin qu pasaba en Jess cuando deca alenfermo o a la mujer pecadora, en casa de Simn (sea cual fuere el aporte histori-zador de Lucas): "vete en paz, tu fe te ha salvado" (Lc 7, SO). Reciba algo Jess,era agraciado con la fe en Dios de esas gentes pobres, marginadas, sufrientes,pecadoras? Qu pasaba cuando vea a una viuda echar unos centavos en el templo,dando ms que los dems (Mc 12, 41-44)? Aprovechaba la ocasin slo para darsana doctrina a sus discpulos y zaherir a los ricos, o algo le llegaba a su corazn ya su mente, que lo transformaba? Qu pasaba ante la cananea, quien da la razn aJess: "es cierto, Seor", pero que tambin conmovedoramente lo corrige: "tambines cierto que los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos"?Dijo Jess solamente, desde arriba, "muy grande es tu fe, mujer" (Mt IS, 28)?O se dijo tambin a s mismo, desde dentro -como lo haca Monseor-, "coneste pueblo no cuesta ser buen pastor, este pueblo mueve a su servicio"?

    No hay que caer en anacronismos. Pero estas dos cosas, poner la mirada enel pueblo, en cuanto pueblo, sufriente y esperanzado, y dejarse evangelizar -dealguna manera, en alguna medida- por la gente, son fundamentales. No ocurrecon frecuencia en nuestros das, y la Iglesia har bien en retomarlas, como hacaMonseor Romero.

    16. "Hacia una cristologa despus de Auschwitz", Selecciones de Teologa 158 (2001)114. Ver tambin, "La compasin. Un programa universal del cristianismo en lapoca de pluralismo cultural y religioso", Revista Latinoamericana de Teologa 55(2002) 25-32.

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    2. Dios

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    Segunda proposicin. La Iglesia debe hacer presente la transcendencia,pero a la manera de trans-descendencia y con-descendencia. As es su Dios.

    2.1. "Con Monseor Romero, Dios pas por El Salvador"En una misa que celebr pocos das despus del asesinato de Monseor, el

    Padre Ellacura dijo: "con Monseor Romero, Dios pas por El Salvador". Vioese paso de Dios en la totalidad de la vida y destino, hechos y palabras deMonseor. Ahora voy a concentranne slo en las palabras de Monseor Rome-ro, teniendo en cuenta, sin embargo, que en ellas apareca -o asomaba- sutotalidad. Obviamente, nunca dijo que, por ser palabras suyas, Dios pasaba porEl Salvador con ellas. Pero eso es lo que muchos experimentaron -y personal-mente, estoy convencido de ello. Fue mrito de Ellacura captarlo y formularlo.

    La transcendencia. Empecemos con algunas palabras de Monseor ms so-lemnes. En ellas, Dios se haca presente, por as decirlo, como Dios, en sutranscendencia absoluta. Y en esas frases, Monseor Romero menciona explci-tamente a Dios sin aadidos. Ese Dios era a veces el Dios de la denuncia total,implacable, el Dios del "Can, qu has hecho de tu hermano?" (Gen 4, 9). Asfueron las conocidas palabras finales de su ltima homila dominical.

    Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanoscampesinos, y ante una orden de matar, que d un hombre, debe prevalecerla ley de Dios que dice: no matar. Ningn soldado est obligado a obedecer auna orden contra la ley de Dios... En nombre de Dios, pues, y en nombre deeste sufrido pueblo, cuyos lamentos llegan hasta el cielo cada da mstumultuosos, les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese larepresin (Homila del 23 de marzo de 1980).Otras veces, era el Dios bienaventurado y humanizador, el Dios del "en m

    encontrarn fuentes de aguas vivas" (Jer 2, 13), sin que nada pueda sustituir esafuente de vida. En una de sus ltimas homilas, en medio de la barbarie, seremiti, indefensa y esperanzadamente, a ese Dios, de nuevo sin aadidos: "Nin-gn hombre se conoce mientras no se haya encontrado con Dios... Quin mediera que el fruto de esta predicacin de hoy fuera que cada uno de nosotros,furamos a encontrarnos con Dios" (Homila del 10 de febrero de 1980).

    Ellacura capt muy bien que Monseor Romero habl de Dios, el misterioinsondable, siempre inalcanzable. Y que por ser Dios as, le es inherente huma-nizar la historia, atraerla hacia s. As lo capt y formul:

    Monseor Romero nunca se cans de repetir que los procesos polticos, pormuy puros e idealistas que sean, no bastan para traer a los hombres la libera-cin integral. Entenda perfectamente aquel dicho de san Agustn de que para

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  • EL PADRE ELLACURA SOBRE MONSEOR ROMERO 127

    ser hombre hay que ser "ms" que hombre. Para l, la historia que slo fuesehumana, que slo pretendiera ser humana, pronto dejara de serlo. Ni elhombre ni la historia se bastan a s mismos. Por eso, no dejaba de llamar a latranscendencia. En casi todas sus homilas sala este tema: la palabra de Dios, laaccin de Dios rompiendo los lmites de lo humano. Una transcendencia quenunca se presentaba como abandono de 10 humano, como huda del hombre,sino como su superacin y perfeccionamiento. Un ms all que no abandona-ba el ms ac sino que 10 abra y lo impulsaba hacia adelante17.La trans-descendencia y con-descendencia. A ese Dios transcendente e infi-

    nitamente otro, Ellacura lo vio pasar tambin, por as decirlo, en la palabracotidiana de Monseor. Entonces, era un Dios de un caminar concreto, abajadoy acogedor, y su transcendencia se haca trans-descendencia y con-descenden-cia. Esto ocurra con muchas palabras de Monseor, aun con aquellas en que noapareca la palabra "Dios". Aparecan las caractersticas del Dios de Jess. Cuandohablaba - de cualquier cosa que fuese importante para los seres humanos y elpas-, Monseor siempre comunicaba "algo de Dios". Remita a Dios, y el pueblointua, sin saberlo explicar bien, que era Dios a quien quedaba remitido. Recorde-mos algunas palabras suyas.

    Palabras de seriedad, en medio de la farsa social. "El robar se va haciendoambiente. Y al que no roba se le llama tonto" (Homila del 18 de marzo de 1979)."Se juega con los pueblos... Se juega con la dignidad de los hombres" (Homila del11 de marzo de 1979). ''Estamos en un mundo de mentiras, donde nadie cree ya ennada" (Homila de118 de marzo de 1979). Y tambin -por mantener seriedad antela realidad- pona en palabra lo sombro de la Iglesia: "sera triste una Iglesiaque slo condena, que slo mira pecados fuera de ella, sin reconocer que tam-bin ella es pecadora" (Homila del 8 de julio de 1979). Y recordaba lo evidente:"predicar es relativamente fcil, pero vivir lo que se predica... Entonces, surgenlos conflictos" (Homila del 16 de julio de 1978). Con estas palabras, Monseorvena a decir. "Hay que ser serios. Dios no es as. Con Dios no se puede jugar".y sub specie contrarii, apuntaba a descubrir a Dios, all donde los seres huma-nos actan con honradez y seriedad.

    Ms conocidas son sus palabras de honradez y verdad, en medio del encubri-miento y la mentira institucionalizada, y por ello, no vamos a repetirlas. Recor-demos s6lo dos cosas programticamente. La primera es que, con insobornablelibertad, denunciaba tambin a los responsables de la injusticia, la mentira y larepresin, bien fuese el presidente de la repblica, la Corte Suprema de Justicia,la Asamblea Legislativa, las fuerzas annadas, los cuerpos de seguridad, la oli-garqua, el gobierno de Estados Unidos. De esa forma, su denuncia no s610 eratica, que condena males, sino profeca, que denuncia a sus responsables. Tras

    17. "Monseor", p. 9.

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    esas palabras resonaba el Dios que denuncia por nombre con absoluta libertad yms all de todo posible chantaje: "Can, Can".

    La segunda es que su denuncia era, ante todo, misericordia hacia las vcti-mas. Denunciaba todos y cada uno de los hechos de barbarie, pero, adems,mencionaba, por principio, los nombres tambin de las vctimas, y de "todas" lasvctimas, aadiendo algn detalle sobre el lugar y las circunstancias, aunque esoalargase sus homilas, hasta llegar, en alguna ocasin, a las dos horas. En estaminuciosidad estaba en juego no s610, ni principalmente, la necesaria meticulo-sidad de informes jurdicos, sino algo ms profundo: la dignidad de las vctimas.En ese sentido, bien podemos decir de Monseor que fue iniciador y guardin dela "memoria histricaH

    En la homila del 30 de octubre de 1977, explic, en cinco puntos, la estruc-tura de sus homilas, en la parte en que recoga los hechos de la semana, queestaba estrucurada segn lo que vea como ms importante y que ms llevaba en elcorazn: dar consuelo a las vctimas, repudiar el crimen, apoyar los justos recla-mos del pueblo, dar esperanza al pueblo y anunciar la transcendencia de Dios,ms all de todos nuestros proyectos. Todas stas son cosas de suma importancia,pero todo empezaba con el consuelo, que proviene de la compasin y la misericor-dia. Tras esas palabras resonaba el Dios del xodo, de los profetas y de Jess, que"escucha los clamores del pueblo sufriente", ofrece consuelo y liberacin.

    Por ltimo, palabras de humanidad, en medio de la inhumanidad, que siem-pre comunicaban destellos de la humanidad de Dios. Cercana: "Cmo me dagusto en los pueblecitos humildes que las gentes y los nios se agolpan a uno,vienen a uno!" (Homila del 12 de agosto de 1979). Afecto: "Para m son nom-bres muy queridos: Felipe de Jess Chacn, 'Poln'. Yo les he llorado de veras"(Homila del 15 de febrero de 1980). Dignidad: "Ustedes son el divino traspasa-do" (Homila del 19 de julio de 1977). Esperanza: "Estoy seguro de que tantasangre derramada y tanto dolor no ser en vano" (Homila del 27 de enero de1980). y todo con humildad: "Yo creo que el obispo siempre tiene que apren-der del pueblo" (Homila del 9 de septiembre 1979), y con credibilidad: "Elpastor no quiere seguridad mientras no se la den a su rebao" (Homila del 2 dejulio de 1979). Y lo ms humano, con gozo: "Con este pueblo no cuesta serbuen pastorH (Homila del 18 de noviembre de 1979). Tras estas palabras reso-naba el Dios bueno.

    Hoy, hay muchas palabras de los poderes de este mundo, que son quizs mseducadas y pulidas que en tiempo de Monseor. Pero una cosa sigue siendocierta: Dios no habla as. Y algo parecido hay que decir del lenguaje religiosorutinario: Dios no habla asto Dios habla como hablaba Monseor. Y porque hayrelacin entre palabra y presencia, la palabra de Monseor Romero haca queDios pasase por El Salvador. Y no cualquier Dios, sino aquel que, como gustade repetir Gustavo Gutirrez, "del ms chiquito tiene memoria".

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    En cualquier caso, la de Monseor siempre fue como "la palabra de Dios,limpia y pura como el agua que baja de los montes", que deca Rutilio Grande. Esalimpieza y pureza tambin hacan presente a Dios. El lo dijo con palabras pareci-das, en tiempos de barbarie: "Dios no camina por all, sobre charcos de sangre y detorturas. Dios camina sobre caminos limpios de esperanza y de amor" (Honziladel 7 de agosto de 1977). En Monseor estaba Dios y el pueblo as lo intua:"Nunca haban sentido a Dios tan cerca... El pueblo se abra a la transcendenciacristiana"18

    2.2. "Jess de Nazaret pas haciendo el bien y curando a todos los oprimi-dos por el diablo, porque Dios estaba con l" (Hech 10, 38)

    No podemos ahora desarrollar este tema central para la fe. S610 har dos re-flexiones, desde lo que hemos dicho, a propsito del paso de Dios con Monseor.

    La primera es cmo capt la gente la presencia de Dios, en Jess. Poco des-pus de su crucifIXin y resurreccin, Jess de Nazaret fue reconocido como el serhU11Ulno por excelencia, el nuevo Adn. Pero fue reconocido tambin como el serhumano. en el que se hizo presente Dios, "Hijo de Dios", "palabra de Dios","Seor", en lugar de Dios. Que con Jess pas Dios, lo dice bellamente el Nue-vo Testamento: "Ha aparecido la benignidad de Dios ... Se ha hecho visible labondad de Dios" (Tit 2, 11; 3,4). La razn es que si Jess pas por este mundohaciendo el bien, es que "Dios estaba con l" (Hech 10, 38). L. Boff lo haformulado magnficamente: "As de humano slo puede ser Dios".

    Esto sigue siendo importante, hasta el da de hoy. Lo es para creyentes,evidentemente. Pero lo puede ser tambin para no creyentes, lo formulen de laforma que sea, pues significa que la realidad, en definitiva, no es absurda, sinoque en el fondo de ella hay bondad, salvacin. Lo que puede aportar con senci-llez y humildad la fe cristiana es que, en Jess, la trascendencia de Dios se hacetrans-descendencia y con-descendencia. Y la consecuencia importante es que con-fesar esa transcendencia no es cosa slo de doctrina y liturgia, sino que es cosa dehacer real el abajamiento (tran-descendencia) y la acogida (con-descendencia).As pas Dios, en Jess. La tarea y la responsabilidad para la Iglesia es obvia.Gran ayuda es el modo de Monseor Romero de hacer presente a Dios,abajndose y acogiendo.

    Lo segunda es que, en un mundo que lo ignora o lo trivializa, la fe no sloconfiesa el hecho de la transcendencia, sino que dice que es bueno que hayatranscendencia. Es el "ms" que atrae y hace que la realidad d "ms" de s. Escomo la reserva de bondad, de verdad y de esperanza, en la historia. Eso se hadicho de Jesucristo, y Monseor Romero puede ayudar a comprenderlo. "Lanecesidad, entonces de algo transcendental, de algo que venga de fuera se hace

    18. "Monseor Romero", pp. 9 Y 10.

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    sentir" (Homila del 7 de enero de 1979). Y Ellacura lo corroboraba, comentandosus homilas: "Una transcendencia que nunca se presentaba como abandono de lohumano, como huda del hombre, sino como su superacin y perfeccionamiento.Un ms all que no abandonaba el ms ac, sino que lo abra y lo impulsaba haciaadelante"19.

    Hoy en da, es importante -y urgente- superar lo romo y superficial, noquedar atrapados en el espritu de geometra, sino avanzar hacia el espritu definura, que deca Pascal. Para ello, bueno es pensar en trminos de transcen-dencia, y hacerla presente, en trminos religiosos o seculares. Para la Iglesia esesencial no slo mencionarla - "es muy fcil hablar de la transcendencia", soladecir Monseor-, sino hacerla presente y poner gestos reales de que es abaja-miento -DO pompa y triunfalismo- y acogida -no autoritarismo e imposicin.

    3. El seguimientoTercera proposicin. El peligro de propiciar o tolerar una fe alienante, quelleva a la evasin -la irresponsabilidad-, y a una fe nfantilizante, quelleva a la irrealidad -el docetislno de siempre-, es recurrente en la Iglesia.Para superarlo, es necesario volver al seguimiento de Jess.

    3.1. "Monseor Romero fue un seguidor ejemplar de Jess de Nazaret,,20Ellacura vio en Monseor Romero a un pastor, que defendi a su pueblo, a

    un profeta, que se enfrent con los enemigos de ese pueblo y a un mrtir, fielhasta el final al Dios que lo envi a salvar a ese pueblo. Pero siendo esto verdad,quiero recordar unas palabras suyas, menos grandilocuentes, pero ms tajantes,que van a la raz de todo: "Monseor fue un seguidor ejemplar de Jess deNazaret".

    Qu de Monseor Romero le record a Jess, quizs puede concentrarse enestas palabras, que Ellacura dijo sobre Jess, en una clase: "Es que Jess tuvola justicia para ir hasta el fondo y al mismo tiempo tuvo los ojos y entraas demisericordia para comprender a los seres humanos... Fue un gran hombre". Estono dice todo lo que Ellacura vio en Jess, pero s algo que le impact profunda-mente. Pues bien, eso es tambin lo que vio como central en Monseor Romero:su inmensa compasin ante el sufrimiento del pueblo, la justicia para ir a laraz de las cosas, y, junto a esto, la esperanza -contra esperanza-, que daba aese pueblo.

    Otras cosas de Monseor le recordaron a Jess, por supuesto: su inmensalibertad para decir la verdad a todos, con la cual, en directo, defenda a unos, y

    19. "Monseor", p. 9.20. Ibd., p. 10.

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  • EL PADRE ELLACURA SOBRE MONSEOR ROMERO 131

    exiga conversin radical a otros - tambin la exiga al pueblo, pero a sus opre-sores, la exiga con mxima radicalidad-; su frrmeza, en medio de persecucio-nes, desprecios y malos entendidos, incluso de parte de sus hermanos obispos. Yle impact su fe en el misterio de un Dios-Padre: Padre, porque en ese Diosdescansaba Monseor; y Dios, porque el Padre nunca lo dejaba descansar1

    A Ellacura, pues, Monseor le record a Jess de Nazaret. En Monseor,vio los contenidos fundamentales que vea en Jess. Esto quiere decir que noslo vio en l a alguien que predicaba a un Jess con caractersticas especficas,sino a alguien que 10 haca presente. Monseor Romero remita a Jess, pero deuna manera determinada: remita a l, siguindolo, hacindolo real en la historia,sin condiciones. Monseor Romero fue un gran creyente, por supuesto, pero conprioridad lgica, por as decirlo, fue un gran seguidor.

    Este recordatorio nos parece hoy muy necesario. Es importante que la Iglesiaproponga contenidos concretos de Jess, para no inventar -so capa de devocio-nes y apariciones- a un Jess que no se parece al de Nazaret. Pero, sobre todo,tiene que insistir -y dar ejemplo- en que a ese Jess se accede, en definitiva,en el seguimiento. Eso es lo que hizo Monseor Romero. Hizo real en su vida loque fue la vida real de Jess, y as haca que el cristianismo que anunciaba fuesecosa "real", y que la fe en Jess se expresase en cosas reales, lo cual nunca hasido obvio y no lo es en nuestros das.

    Hoy, en las iglesias hay exceso de triunfalismo y entusiasmo, la bsqueda dexitos, medidos por nmeros elevados, y expresado con pompa y boato, enocasiones hasta la apoteosis. Todo ello, nos saca de la realidad de esta humildecreacin. Y hay tambin exceso de injantilizacin -el cristianismo light, que faci-lita xitos aparentes-, de credulidad alienante, que confunde el "hacerse comonios" -sencillos, confiados-, de lo cual hablaba Jess, con el infantilismo de nopensar, de no ser crticos, de lo cual no hablaba Jess. Esto aleja de la inseguridad,pero tambin de la condicin humana. Dicho en forma de tesis, pensamos queuna fe as cae en irrealidad, como si Dios manejase su historia sin nosotros y abase de milagros. Es el docetismo eclesial. Y no humaniza.

    Para superar el peligro de irrealidad, hay que volver al "Jess histrico",como antes se deca. Y lo ms histrico de ese volver es el "seguimiento". No esesto una "marcha atrs", algo obsoleto y voluntarista, como si no se aceptasenlos cambios de paradigmas. Es un volver al aliento insustituible del origen, a "eseJess histrico que tantas veces se nos difumina en dogmatizaciones helensticas yen espiritualismos sentimentales, el Jess pobre, solidario con los pobres, el

    21. Sobre esto ltimo, quisiera aadir que, con todo lo indefenso que es hablar de estascosas, pienso que el Ellacura pensante, filsofo, crtico, todo menos crdulo, conoce-dor de los mil y un problemas que tiene en nuestros das depositar fe en un misterio quenos sobrepasa, fue atrado por una fe como la de Romero. Pienso que le fascinaba.

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    crucificado con los crucificados de la historia"22. Quizs lo podamos esclareceren forma de tesis.

    El seguimiento nos hace "ser" como Jess, con lo cual, adems, "damoscuerpo" histrico a Jess y lo "incorporamos" a la historia. Con limitaciones yaun pecados, el seguimiento es lo que anula nuestra exterioridad con respecto aJess. Seguidores de Jess son los que, en la realidad, no slo en la intencin oen la oracin, se parecen a Jess. Segn un ms y un menos, por supuesto, "son"como Jess -y por cierto, eso es lo que hemos dicho de los mrtires de nues-tros pueblos latinoamericanos: son mrtires "jesunicos", porque han vividocomo Jess, han amado al pobre y lo han defendido de sus opresores, handenunciado el pecado de stos, se han mantenido frrmes en la persecucin queello les ha ocasionado, y han acabado en una cruz como Jess23. El seguimientohace que la fe no quede desleda de su sustancia reaF4.

    Por ser cosa real, el seguimiento hace inocultable la dimensin dialctica,dulica y contracultural de la fe cristiana, lo cual, comprensiblemente, se tiendea ignorar con facilidad. La fe es "una victoria" (lJn 5, 4). Y es en el procesoreal de seguir a Jess, no en la mera intencionalidad, donde aparece contra quhay que luchar y qu batalla hay que vencer: la duda, el desencanto, la tentacindel carpe diem, la persecucin, el comprensible miedo y la tentacin al abando-no, el "no lo conozco" de Pedro, los costos del "toma tu cruz" que exige Jess...La fe en Jess no es entonces s610 aceptacin de verdades sobre Cristo, todo losublimes que se quiera, ni slo el ejercicio de virtudes, todo lo legtimo y nece-sario que se quiera, sino la entrega real y verdadera de la persona al misterio deDios, que se engrandece y empequeece, se esclarece y se oscurece, en el segui-miento de Jess. Y es la lucha contra el mysterium iniquitatis, los dolos y lasfuerzas del antirreino. La fe en Jess es entonces victoria, no s610 pacfica acep-tacin de verdades, reales o supuestas, ni s610 un bienaventurado sentimiento deacogida, por parte de la divinidad.

    22. Pedro Casaldliga, "Carta abierta al hermano Romero", Revista Latinoamericana deTeologa 64 (2005) 4.

    23. "Los mrtires jesunicos en el tercer mundo", Revista Latinoamericana de Teolog(a48 (1999) 241-246.

    24. Proseguir a Jess es "rehacer realidades". Si se me permite usar lenguaje zubiriano,no s si muy adecuadamente, el horno religiosus es homo religatus , pero, por serhomo, sigue siendo animal de realidades: va a Dios, yendo a Dios. Y se relaciona conDios, cargando en la historia con realidades de Dios. "El acto o los actos de accesodel hombre a Dios no son los formalmente intelectivos, sino que son aquellos quefsica y realmente nos llevan efectivamente a El en tanto realidad absoutamente abso-luta" (X. Zubiri, El hombre y Dios, Madrid, 1984, p. 181). Qu bien se echaba estode ver en Monseor Romero!

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  • EL PADRE ELLACURA SOBRE MONSEOR ROMERO 133

    Digamos tambin que el seguimiento es principio epistemolgico para dar elsalto de la fe. En el seguimiento se da la afinidad necesaria para saber quin esese Jess, a quien confesamos como el Cristo e Hijo de Dios. Fuera del segui-miento no sabemos exactamente de qu estamos hablando, cuando hablamos delCristo. Ni sabemos lo que afinnamos, cuando decimos que tenemos fe; ni sabe-mos lo que negamos, cuando afmnamos que no la tenemos. Falta el elemento deafinidad. Esa fe llega a ser cosa real dentro del seguimiento real, y luchandocontra cosas reales, que entorpecen y obstaculizan el seguimiento. Y es tambindentro del seguimiento donde puede surgir -y surge- el "ms" especfico detoda fe, el momento de transcendencia. En el seguimiento se va experimentandoque la historia va "dando ms de sr', o "va dando menos de sf'. Se va "abriendo" ose va "cerrando". En l aparece la pregunta por la transcendencia, ms desde larazn prctica que desde la razn puramente terica: si la esperanza es ms sensataque la resignacin, si el amor mayor de dar la vida es ms sensato que elegosmo de guardrsela. Y la respuesta puede ser un s, en la medida que experi-mentamos que, en definitiva, la realidad est transida de un misterio mayor, deesperanza y amor.

    Es claro que Monseor "fue" como Jess, reprodujo sus contenidos y fue suseguidor. Que l mismo interpretase ese seguimiento exactamente con lascaractersricas que acabamos de exponer, no podemos saberlo. Pero algunascosas s sabemos, y algunas muy importantes. Monseor tuvo graves dificulta-des en el seguimiento de Jess y acab como Jess. El mismo lo reconoci. Ensu ltimo retiro espiritual, un mes antes de su muerte, menciona a su confesorsus dos problemas ms graves: los problemas con sus hermanos obispos y elmiedo a la muerte. Su seguimiento fue, pues, como la fe, una "victoria"25. Y deeso, la Iglesia est necesitada para ser una Iglesia real.

    3.2. "Quien quiera venir en pos de m, niguese a s mismo tome su cruz ysgame" (Me 8, 35)

    El seguimiento es la dificultad especificamente cristiana que tiene la Iglesia,y as ocurri desde los comienzos. Los primeros cristianos reconocieron pronto aJess como "alguien especial". Lo hacan en la eucarista, entonaban himnos ensu honor, y desarrollaron cristologas, a veces llenas de entusiasmo: lo empezaron allamar "Seor", "Hijo de Dios", "Cabeza de la creacin", y tenan la esperanza desu pronta venida. Pero los ms lcidos, pronto vieron los peligros de quedarse sloen eso y lucharon contra ello. As lo hizo Pablo, recordando a los carismticos -entusiastas, "irreales" los hemos llamado- de Corinto, que la sabidura de Diosest en la realidad de una cruz (ICor 1, 8-23), escndalo y necedad. Se habanolvidado de Jess, y algunos hasta renegaban de l -como se cuenta de esa

    25. "El ltimo retiro espiritual de Monseor Romero", Revista Latinaomericana de Teo-logla 13 (1988) 6.

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    comunidad: "anatema es Jess", decan algunos (ICor 12,3)-, porque pensabanque haban encontrado cosas mejores: un vaporoso espritu.

    y tambin lo hizo Marcos26, en quien me voy a detener un poco ms, porquees uno de los ejemplos ms preclaros de esa seria advertencia contra la com-prensin del cristianismo entusiasta, light, irreal. Con su evangelio, vino a "mo-lestar" a cristianos demasiado complacientes - y tengo ahora en cuenta la co-yuntura actual del aniversario de Monseor Romero para aprender cmo hayque celebrarlo y cmo no hay que celebrarlo.

    El evangelio de Marcos celebra a Jess, pero con grandes cautelas. Lo pro-clama "Hijo de Dios", pero no pone esta invocacin en labios de gente piadosa,sino slo en labios de demonios (Mc 5, 7) Yde un pagano, el centurin romano(Mc 15, 39). Yeso ocurre, adems, al pie de la cruz ante el cuerpo destrozadode ese Hijo de Dios. Tambin lo llama "Mesas", pero, cuando eso ocurre, elmismo Jess exige que no lo digan a nadie.

    Marcos insiste en que la fe en Jess no es ni triunfalista, ni light, ni fcil. Escosa seria, todo menos evidente. No fue fcil, ni para sus familiares, ni para losdiscpulos -en especial para Pedro-, y ciertamente, no lo fue para los telogos ysacerdotes de aquel tiempo. Y su evangelio termina abruptamente, en Mc 16, 8,dejando casi ms preguntas que respuestas: "las mujeres salieron huyendo del se-pulcro, pues un gran temblor y espanto se haba apoderado de ellas, y no dijeronnada a nadie porque tenan miedo". Tan chocante fue ese fmal que, ms tarde, sele aadieron unos versculos para amortiguar el susto.

    Pues bien, el Jess que no est interesado en que lo llamen Mesas, s estinteresado en otra cosa: el "seguimiento". En los evangelios, "sgueme" es laprimera y ltima palabra de Jess a Pedro, como recuerda Bonhoeffer. En Marcos,el mismo Jess 10 dice lapidariamente: "Si alguien quiere venir en pos de m,niguese a s mismo, tome su cruz y sgame" (Mc 8, 34). Jess llama al seguimien-to, y no hay vida cristiana sin responder, en lo sustancial, a esa llamada, quetiene prioridad sobre cualquier otra exigencia institucional.

    y un ltimo aporte de Marcos sobre el seguimiento. En la escena del bautismose abren los cielos y Jess escucha las palabras del Padre celestial (Mc 1, 11). Es lallamada a su misin desde lo alto, pero histricamente, Jess prosigui, de hecho,con su especificidad propia, un camino comenzado por otros. As lo cuentaMarcos: "Apresado Juan, march Jess a Galilea y proclamaba la Buena Nueva"(Mc 1, 14; Mt 4, 12). Dejando ahora a un lado precisiones exegticas, se diceaqu que Jess comenz su propia misin, relacionndola de algn modo con lade Juan -y parece muy verosmil que as fuese, existencialmente.

    26. Cfr. X. Alegre, "Un silencio elocuente o la paradoja del final de Marcos", RevistaLatinoamericana de Teologa 58 (2003) 3-24.

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  • EL PADRE ELLACURA SOBRE MONSEOR ROMERO 135

    En lo concreto de la misin es bien sabido que hay semejanzas y diferenciasentre ambos27, pero lo que interesa recalcar es la conciencia de Jess de estarprosiguiendo, en forma nueva y distinta, lo que otros haban hecho antes -elmismo Jess se considera en relacin con los profetas de Israel. Y aparece tambinesa conciencia en un momento muy importante de su vida. Los discpulos fueron ainformarle de la muerte de Juan, "y al orlo Jess se retir de allJ" (Mt 14, 13; Mc6, 30). Jess lo sinti como algo premonitorio. Esto significa que el Jess quellam al seguimiento, de alguna forma, pas tambin por la experiencia deentroncarse en una tradicin comenzada por otros, Juan, en este caso, y antes,los profetas de Israel. El cauce por el que camin no era enteramenrte nuevo,aunque l 10 fue configurando, de forma especficamente suya.

    Recordar esto, nos parece muy importante para la Iglesia. En aos recientes,la Iglesia salvadorea pas por momentos de esplendor cristiano. Retom latradicin fundante del seguimiento de Jess e historiz un cauce de ese segui-miento. Ese cauce podemos decir que se forj as: "Asesinado Rutilio Grande,comenz Monseor Romero, y asesinado Monseor Romero comenz el PadreEllacura"28. Rutilio, Monseor y Ellacura, y muclsimos otros y otras, historizaronla tradicin cristiana fundamental y crearon un cauce, en el cual aqulla se pona aproducir. Cada uno de ellos y ellas, a su manera, retom la antorcha que el otrodej. Era difcil y costoso, pero tambin gozoso. Hicieron de la fe, del cristianis-mo y de la Iglesia algo real. Eso es 10 que nos han dejado.

    Sea cual fuere la historizacin adecuada para hoy, sea cual fuere la novedady cambio de paradigmas, no se puede ignorar ese hecho mayor de la Iglesiasalvadorea. Como todas las iglesias cristianas, se deben remontar a la llamadade Jess: "sgueme". Pero tiene el privilegio y la responsabilidad de caminar porel cauce que le dejaron los mejores, sus predecesores. Y en cualquier caso, nopuede desor la llamada, que viene de los pobres, en forma de clamor poderosoy exigente. Una Iglesia y una fe as sern una Iglesia y una fe "reales".

    4. La graciaCuarta proposicin. La Iglesia necesita ugracia" para saber qu debe ser yqu debe hacer, y necesita ugracia" para hacer real alnbas cosas. Para ello,debe tener fijos los ojos en Jeszls.

    27. Vase lo que escribimos en Jesucristo liberador, San Salvador, 1991, p. 134.28. La formulacin no es exacta, pues otros tambin prosiguieron la obra de Monseor y

    el Padre Ellacura ya llevaba varios aos hablando, en el pas. De todas formas, unatrabajadora de la VCA, despus de ver al Padre Ellacura en televisin, dijo: "Desdeque asesinaron a Monseor Romero, nadie ha hablado as en el pas".

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    4.1. "Con este pastor qu fcil es ser pueblo de Dios"29

    Para tenninar las reflexiones de este artculo, digamos que Ellacura vio enMonseor Romero un don, tanto por lo que introduca de nuevo y de bueno enla historia, como por la fuerza que emanaba de l para que otros lo pusieran enprctica. Ellacura vio a Monseor como gracia para l y para el pueblo salvado-reo -aunque bien se podra decir que aquella Iglesia y aquel pueblo de ladcada de los setenta "se merecan" un buen pastor.

    As lo vio Ellacura. En 1985, la UCA le concedi un doctorado pstumohonoris causa, y dijo estas palabras:

    Ciertamente, Monseor Romero pidi nuestra colaboracin en mltiples oca-siones, y esto representa para nosotros un gran honor, por quien nos la pidiy por la causa por la que nos la pidi... Pero en todas estas colaboraciones, nohay duda de quin era el maestro y de quin era el auxiliar, de quin era elpastor que marca las directrices y de quin era el coadjutor, de quin era elprofeta que desentraaba el misterio y de quin era el seguidor, de quin erael animador y de quin era el animado, de quin era la voz y de quin era elec030

    El contexto inmediato de estas palabras era la acusacin de que la UCAhabra manipulado a Monseor -problema que, formulado de una u otra fonna,persiste hasta el da de hoy, como si Dios y los pobres no hubiesen bastado para"manipular" a Monseor Romero. Con las palabras citadas, Ellacura queraaclarar la verdad y responder a la acusacin. Pero adems, quera dejar claro queMonseor Romero fue lder, tal como l lo entenda: el que va delante y muevea los dems con el ejemplo. Mova al seguimiento de Jess, nada fcil en aqueltiempo, pues inclua riesgos, persecucin y martirio.

    Esto qued ms claro en las palabras con que prosigui su discurso. "Com-pletando lo que l sola decir 'con este pueblo qu fcil es ser buen pastor', puededecirse 'con este pastor qu fcil es ser pueblo de Dios' "31. De esta fonna grfica,Ellacura deca que Monseor era gracia para el pueblo. Nosotros ramos unosagraciados.

    y si se me permite una reflexin personal, pienso que Monseor fue graciapara Ellacura, de una manera muy especial. Muchas veces pens que Ellacurapoda considerarse, ms o menos, colega de Zubiri, en filosofa, y colega deRahner, en teologa, ambos insignes maestros suyos. Pero nunca se considercolega de Monseor Romero. Y la razn es que en Monseor vio a alguien quesiempre iba delante de l. Yeso ocurra en el modo como Monseor Romero se

    29. "La DCA ante el doctorado concedido a Monseor Romero", ECA (1985) 168.30. lbfd.31. lbd.

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  • EL PADRE ELLACURA SOBRE MONSEOR ROMERO 137

    puso ante el misterio de lo ltimo, la fe en Dios. Como he escrito, sea cual fuerela fe del Padre Ellacura, pienso que fue llevado en su fe - manteniendo elmisterio de algo tan personal- por la fe de Monseor Romero32 Dicho en otraspalabras, vio en Monseor a alguien que tena fuerza para, sin imponer, "mover-le" a l en la fe. Es la gracia.

    4.2. "Fijos los ojos en Jess, el que inicia y consuma la fe" (Heb 12, 2)Jess recibi, fue "agraciado", por la fe que vea en la gente sencilla, lo cual

    lo convierte en hermano nuestro, de 10 cual, por cierto, no se avergenza (Heb 2,11). Pero el don y la gracia por excelencia es l: con l "vino la gracia y laverdad" (Jn 1, 17). Jess es gracia como aparicin inmerecida de lo humano y lodivino. Pero lo es tambin porque de l proviene la fuerza para ser nosotroshumanos y deiformes.

    As lo dice la Carta a los Hebreos. Presenta a una comunidad en dificultades,que no debieron ser pequeas: "no han resistido todava hasta la muerte" (Heb12, 4). En ese contexto, el autor les pone delante una larga lista de testigos de lafe, que culmina en Jess "el que inicia y consuma la fe" (Heb 12,2): Jess es el"modelo" de creyente. Pero adems, el autor aade dos veces (Heb 12,2.3) que"tengan los ojos fijos en Jess", pues de ese Jess proviene la fuerza para su fe,para vivir como deben vivir y para superar las dificultades. "Fjense en aquelque soport tal contradiccin, para que no desfallezcan faltos de nimo" (Heb12, 3). Jess es tambin "fuerza" para los creyentes. Caminando delante, muevea que lo sigamos.

    * * *

    Terminamos volviendo a lo que decamos en el ttulo. En nuestros das, no sepuede ocultar un "invierno eclesial" y una "marcha atrs" con respecto aMedelln. Es necesario recuperar una Iglesia evanglica, de los pobres. Y paraello es necesario poner a producir la herencia de Jess. Su espritu ilumina yanima. Y para ayudar a hacer presente hoya ese Jess, hemos ofrecido la vida,la fe y el amor de Monseor Romero, vistos con el rigor y vigor con que lopresentaba el Padre Ellacura.

    32. Vase mi artculo "Monseor Romero y la fe de Ignacio Ellacura", en Jon Sobrino yRolando Alvarado, Ignacio Ellacura. UAquella libertad esclarecida", San Salvador,1999, pp. 11-26.

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