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DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA VALORES ÉTICOS. 4º ESO El Piloto de Hiroshima Más allá de los límites de la conciencia. Günther Anders Correspondencia entre Claude Eatherly y Günther Anders Editorial. Paidós Contextos Nosotros, los hijos de Eichamnn Carta abierta a Klaus Eichmann. Günther Anders Editorial Paidós Contextos INTRODUCCIÓN El 6 de agosto de 1945, el piloto Claude Eatherly eligió Hiroshima como objetivo sobre el que lanzar la bomba nuclear. 140.000 muertos – en su mayoría civiles, mujeres y niños -. La era atómica altera definitivamente la condición humana, el hombre es capaz de hacer volar la tierra por los aires en menos de cinco minutos… Somos inocentemente culpables: usamos teléfonos móviles, cuyos componentes – su extracción - entierra a los niños que buscan Coltán en las minas del Congo, nuestra ropa producida en los países asiáticos conlleva explotación infantil, falta de derechos para los trabajadores…La energía que pone en marcha el primer mundo – pisando el acelerador – encierra guerras por petróleo, etc., etc…. Pero es difícil hacerse cargo de la relación causal, pues nuestros actos suceden muy, muy, lejos de sus consecuencias. “El mundo tecnificado nos implica en hechos cuyos efectos somos incapaces de representarnos.” Nuestro alumnado (y nosotros) se inquieta, al reflexionar sobre estas cuestiones, se inquieta pues no se siente responsable de las consecuencias que generan nuestros hábitos, pues esas otras vidas, están lejos, son desconocidas, pertenecen a otros, distantes, irrepresentables. Se requiere de un ejercicio ético y compromiso moral para plantear la complejidad de nuestro mundo globalizado. Esta reflexión, es posible desde la filosofía práctica y se nos presenta como necesaria. El texto presentado propicia una oportunidad muy interesante para nuestros alumnos y alumnas, la posibilidad de dirimir responsabilidades, el derecho, podríamos decir - con fuertes resonancias kantianas - a ser culpables. Claude Eatherly, el piloto que lanzó la bomba sobre Hiroshima renunció a los honores que su país le otorgaba por dicha “hazaña”, su negativa resultó sospechosa para las instituciones y poderes militares, su actitud fue juzgada como un acto de locura, y supuso su ingreso en un hospital psiquiátrico militar. Ese espíritu atormentado, vislumbró que lo único que podría salvarle de la locura era el reconocer lo abominable de sus actos y tomar conciencia de los mismos, en toda su dimensión. Matar a 140. 000 personas solo puede tener una lectura y ésta, desde la ética, no deja lugar a equívocos. Eatherly encerrado, contra su voluntad, atormentado por la dimensión de su responsabilidad, encontró cierta cordura y serenidad en el diálogo – a través de la correspondencia – con el filósofo Günther Anders. La filosofía, desmembrando los porqués, las causas, y las condiciones que envuelven a nuestra era, esgrime la reivindica de la responsabilidad moral como condición sine qua non (necesaria) para hacer de este mundo un mundo mejor. Nuestros alumnos y alumnas, tanto en la clase de Ética – en el bloque temático que hace referencia a los problemas morales de nuestro tiempo - como en el primer 1

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DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA VALORES ÉTICOS. 4º ESO

El Piloto de Hiroshima Más allá de los límites de la conciencia. Günther Anders

Correspondencia entre Claude Eatherly y Günther AndersEditorial. Paidós Contextos

Nosotros, los hijos de EichamnnCarta abierta a Klaus Eichmann. Günther AndersEditorial Paidós Contextos

INTRODUCCIÓN

El 6 de agosto de 1945, el piloto Claude Eatherly eligió Hiroshima comoobjetivo sobre el que lanzar la bomba nuclear. 140.000 muertos – en su mayoría civiles,mujeres y niños -. La era atómica altera definitivamente la condición humana, elhombre es capaz de hacer volar la tierra por los aires en menos de cinco minutos…

Somos inocentemente culpables: usamos teléfonos móviles, cuyos componentes– su extracción - entierra a los niños que buscan Coltán en las minas del Congo, nuestraropa producida en los países asiáticos conlleva explotación infantil, falta de derechospara los trabajadores…La energía que pone en marcha el primer mundo – pisando elacelerador – encierra guerras por petróleo, etc., etc…. Pero es difícil hacerse cargo de larelación causal, pues nuestros actos suceden muy, muy, lejos de sus consecuencias. “Elmundo tecnificado nos implica en hechos cuyos efectos somos incapaces derepresentarnos.” Nuestro alumnado (y nosotros) se inquieta, al reflexionar sobre estascuestiones, se inquieta pues no se siente responsable de las consecuencias que generannuestros hábitos, pues esas otras vidas, están lejos, son desconocidas, pertenecen aotros, distantes, irrepresentables. Se requiere de un ejercicio ético y compromiso moralpara plantear la complejidad de nuestro mundo globalizado. Esta reflexión, es posible desde la filosofía práctica y se nos presenta comonecesaria. El texto presentado propicia una oportunidad muy interesante para nuestrosalumnos y alumnas, la posibilidad de dirimir responsabilidades, el derecho, podríamosdecir - con fuertes resonancias kantianas - a ser culpables. Claude Eatherly, el piloto que lanzó la bomba sobre Hiroshima renunció a loshonores que su país le otorgaba por dicha “hazaña”, su negativa resultó sospechosa paralas instituciones y poderes militares, su actitud fue juzgada como un acto de locura, ysupuso su ingreso en un hospital psiquiátrico militar. Ese espíritu atormentado,vislumbró que lo único que podría salvarle de la locura era el reconocer lo abominablede sus actos y tomar conciencia de los mismos, en toda su dimensión. Matar a 140. 000personas solo puede tener una lectura y ésta, desde la ética, no deja lugar a equívocos. Eatherly encerrado, contra su voluntad, atormentado por la dimensión de suresponsabilidad, encontró cierta cordura y serenidad en el diálogo – a través de lacorrespondencia – con el filósofo Günther Anders. La filosofía, desmembrando losporqués, las causas, y las condiciones que envuelven a nuestra era, esgrime la reivindicade la responsabilidad moral como condición sine qua non (necesaria) para hacer de estemundo un mundo mejor. Nuestros alumnos y alumnas, tanto en la clase de Ética – en el bloque temáticoque hace referencia a los problemas morales de nuestro tiempo - como en el primer

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curso de bachillerato en la asignatura de Filosofía y ciudadanía – en el bloque temáticode filosofía moral y política y de igual manera en relación con los problemas socialesdel mundo actual -, pueden encontrar en la lectura y comprensión de este textoherramientas para reflexionar sobre los dilemas morales de nuestra era, y acompañadosde los conceptos teóricos adecuados, examinar la posibilidad de enfrentarse a un mundoque nos pertenece y del que también somos responsables.

Los autores

Günther Anders, es el seudónimo de Günther Stern (el editor berlinés de larevista donde el joven filósofo comenzó publicando sus primeros artículos – en los añoscercanos al nazismo - le aconsejó que firmara con otro nombre, y así lo hizoliteralmente Anders significa otro). De origen judío nació en Breslau 1902 – ciudadAlemana, que tras la Segunda Guerra mundial pasa a ser territorio polaco (Wroclaw) ymorirá en 1992 en Viena. Estudiará filosofía en Friburgo, teniendo como maestros aHusserl y a Heidegger (grandes alemanes del siglo XX) Compañero de estudios de latambién filósofa judía Hannah Arendt se casó con ella en 1929. Trabajará comoperiodista, además de escribir relatos, poemas y ensayos filosóficos. Judíos y filósofosantifascistas, Günther y Hannah emigrarán a París tras la subida al poder del de losnazis. Su matrimonio duró el tiempo que duró su estancia en París, después sedivorciarán y emigrarán, ya cada uno por su lado, a los Estados Unidos. El exilio enAmérica, para G.Anders, fue una época difícil, tardó más de catorce años en regular suresidencia -. Sobrevivió empleado en diversos trabajos: trabajó como obrero en lafábrica, experiencia que le facilitó un conocimiento más realista sobre los problemas yconsecuencias de un mundo altamente tecnificado y fuertemente alienado por laimpronta existencialista tan desarraigada que conlleva el trabajo en cadena. Finalmenteconseguirá una plaza como profesor de Estética en Nueva York, pero no tardará en dejarlos EEUU y volver a Europa, en 1950 se asentará en Viena desde donde continuará sutrabajo literario y filosófico.

Günther Anders analizará filosóficamente las raíces profundas de lo monstruoso:siete millones de judíos exterminados en la Alemania nazi, ciento cincuenta mil muertosen Hiroshima. Le conmocionará “la noticia de que el hombre de la era de laproducción masiva había comenzado a producir industrialmente los cadáveres pormillones, es decir, Auschwitz”1, y respecto a e Hiroshima dirá “comprendí que el 6 deagosto de 1945 representaba el día cero de una nueva era, el día a partir del cual lahumanidad ya era irrevocablemente capaz de exterminarse a sí misma”. Estos dosacontecimientos provocan una ruptura ética definitiva dando lugar a “el problema denuestro tiempo”. Nuestro filósofo nos invita a reflexionar más allá de los interesespolíticos y económicos del aparato militar y burocrático que puso en marcha laproducción de muertes en cadena: la condición necesaria para que estas tragediaspudieran llevarse a cabo, tiene que ver con el desarrollo técnico ingeniado y pensadopor los propios hombres. La existencia humana ha evolucionado hacia un desarrollocientífico que si bien pone a nuestro servicio grandes avances tecnológicos, encierra unacomplejidad ética que puede encaminarnos hacia la indiferencia más absoluta,propiciando incluso, lo que Hannah Arendt denominó “la banalidad del mal” (comoexplicaremos más adelante).

1 Llámese cobardía a esa esperanza G. Anders.

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La existencia tecnificada - así lo denomina G. Anders provoca la disolución dela responsabilidad moral de nuestros actos, estos tienen unos efectos que suceden lejos yque son tan inconmensurables que nuestra imaginación no es capaz de representarse. Seproduce una disociación insalvable entre lo que producimos y lo que nos representamos,una fragmentación total entre nuestras acciones y sus consecuencias.

Nuestro autor reflexionará sobre ello en su gran obra Die Antiquiertheit desMensechen (La obsolescencia del hombre). Además luchará activamente formandoparte del movimiento pacifista antinuclear contra la Guerra de Vietnam.

El libro que nos ocupa Más allá de los límites de la conciencia, nos ofrecerá laposibilidad de reflexionar sobre el problema de nuestro tiempo, y las consecuenciaséticas de la era tecnológica en la que vivimos. El marco filosófico que lo acompañapuede ser perfectamente una profundización en la filosofía ética kantiana. Elconcepto de libertad tan ligado al de responsabilidad moral, esgrimido por el filósofoInmanuel Kant, nos permitirá orientarnos en la complejidad de nuestro mundo, en dondees tan fácil desligarse de las consecuencias de nuestros actos, como de confundir elejercicio de la libertad bajo los mandatos de superiores, o de simplemente los mandatospublicitarios de nuestra sociedad de consumo. Por tanto los textos propuestos seestudiarán al hilo de la exposición teórica en clase de la filosofía kantiana, y lasactividades en relación a los textos se propondrán dentro del marco teórico de Kant – enespecial de su ética -.

Claude Eatherly, se presenta así como una figura interesante a nuestros ojos.Joven voluntario de guerra que se enroló en la aviación norteamericana, representa elideal del buen americano, valiente, puro e inocente, defensor de los ideales de lademocracia, y convencido de que esos ideales pueden defenderse con la fuerza de lasarmas. Pero tras la experiencia escalofriante de Hiroshima, tras el lanzamiento de labomba atómica, objetivo militar elegido por él, con sus ciento y pico mil muertos, eljoven Eatherly pasó días enteros en silencio, sin hablar con nadie. Y a su vuelta a losEEUU se negó a que se le honrara como un héroe. Comienza así el debate que planteaRobert Jungk en la introducción del libro:

“Desde 1945, los especialistas occidentales han escrito millones de palabrassobre los “efectos de las armas nucleares”. Sin embargo, esta abundante literaturamuestra una laguna fundamental. Ciertamente, estos especialistas han investigado contotal exactitud miles de ruinas y docenas de miles de supervivientes de la grancatástrofe, pero han excluido de estos estudios tan exhaustivos algo muy importante: sehan excluido a sí mismos.

Sin embargo, de este modo han pasado por alto un hecho decisivo: las bombasatómicas alcanzan también a quien las emplea, incluso a quien planea de formarigurosa su posible utilización.

Ciertamente, este “efecto retroactivo” de los medios de aniquilación masivos noes de naturaleza física, sino espiritual y anímica: el poder de destrucción de las“armas” nucleares, que excede todo potencial destructivo puesto a prueba en laguerra, impone sobre quienes las han utilizado, o quieren utilizarlas, unas cargas a laque no pueden hacer frente ni en su conciencia ni en su subconsciente”2

2 G.Anders y C. Eatherly , El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. Paidós. 2010 . Introducción. Robert Yungk. Pág. 11-12

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El caso Eatherly se presenta así como una excepción, como una esperanza diráG. Anders.

“El caso Eatherly ha sido el primero en abrirnos los ojos sobre el efectoretroactivo de las nuevas “armas”. Este caso nos presenta a alguien que no mira a otraparte, que no reprime el horror en cuya realización ha participado, sino que loexperimenta profundamente como su propia culpa, que grita mientras la mayoría calla,endurecida o resignada”3

Tras estos hechos, los gobiernos lejos de reflexionar sobre las terriblesconsecuencias de las armas nucleares, se lanzan a la carrera armamentística – comienzala Guerra fría – y con ella aparece una nueva unidad de medida: megadeath, palabracon la que se designaba un volumen de un millón de muertos, contándose como algonatural en los cálculos de guerra. El efecto retroactivo para los propietarios de las armasnucleares empieza a ser una escalada irracional hacia la posibilidad de devastar elmundo y todos sus habitantes…. Se empieza a jugar con efectos que soninconmensurables para la mente humana, es muy difícil hacerse cargo o sentir dolor porla muerte de millones de personas. Los muertos masificados pasan a ser un número,una unidad de medida, y su dolor se disuelve en la inmensidad de la tragedia.

Claude Eatherly se desmarcará de esta “locura” y “ceguera” provocada por elpoder de las armas. Tras la vuelta de Hiroshima intentará llevar una vida normal ytranquila, junto a su mujer e hijos, lo conseguirá de día, pues por las noches, los miedosy rostros de la masacre le atormentan. Comenzará a enviar sobres con dinero aHiroshima, con cartas en donde pedía perdón, y se reconocía como culpable. Pero estotampoco termina con su ansiedad y remordimientos. “De modo que en 1950 – el mismoaño en que el presidente Truman anunciaba que Estados Unidos iba a fabricar unabomba mucho más poderosa, la bomba de hidrógeno -, Eatherly intentó quitarse la vidaen la habitación de un hotel de Nueva Orleans ingiriendo una gran cantidad desomníferos”. Sin embargo sale con vida de este episodio, a partir de entonces cometedistintos actos delictivos – falsifica cheques, simula robos… - y sigue mandado dinero aHiroshima -de tal manera que es juzgado por ello, pero deseando ser declarado culpablesin embargo no se le condena, se le diagnóstica un trastorno psicológico y serecomienda que sea tratado psiquiátricamente. Finalmente es ingresado en un hospitalmilitar, su caso transciende a la opinión pública, y el antimilitarista y pacifista GüntherAnders, decide ponerse en contacto con él. El libro que nos ocupa es el testimonio deesa correspondencia, entre el militar arrepentido, cuya conciencia ha despertado parasiempre, y el filósofo quien reconoce en Eatherly la esperanza de nuestro tiempo.

Lectura comparativa:

Nosotros, los hijos de Eichmann. Carta abierta a Klaus Eichmann. Günther Anders.

Cabe señalar otro testimonio en forma epistolar. Günther Anders publicará unacarta abierta a Klaus Eichmann, hijo de Adolf Eichmann.

Adolf Eichmann, fue teniente coronel de las SS, artífice del genocidio nazi.Eichmann, al final la segunda guerra mundial, huyó a Argentina, y estuvo viviendo

3 Íbid.

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bajo una identidad falsa hasta que en 1960 los servicios secretos de Israel lo detienen yes llevado a Jerusalén para ser juzgado. Eichmann no se siente culpable, a diferencia deEatherly, considera que sus actos fueron mero cumplimiento del deber, obedeció a susmandatarios, contribuyendo así a lo que se conoce como la solución final – la muerte demás de siete millones de judíos -.

Nos interesa trabajar en clase estos dos textos, de manera comparativa,presentan dos figuras opuestas, dos figuras para abordar las consecuencias de la era enla que no solo produce masivamente objetos de consumo, sino que también producemasivamente cadáveres. El uso de la técnica para facilitarnos la vida es legítimo pero,¿es legítimo el uso de la técnica – y sus avances – para facilitar el asesinato y la muerte?Eatherly se dibuja como una posibilidad de esperanza, un alma que irrumpe en elescenario intentando ejercer la libertad de reflexionar sobre lo que está mal en términosabsolutos, invitándonos a reflexionar sobre las consecuencias morales de las armas. Sedesliga del aparato militar al que pertenece y se propone una reflexión ética, un debate.Eichmann sin embargo, a ojos de G. Anders, no deja lugar para la esperanza, ni para lalibertad, ni para la responsabilidad moral:

“Así pues, si estos días en los que volvemos a saber de las atrocidades quetuvieron lugar hace casi veinte años me acuerdo de ti, es porque tú, Claude, eres lafigura opuesta a Eichmann, la única persona que puede consolarnos de aquel horror.Cuando tú, en tanto que “pieza de aquella máquina”, hiciste lo que se te encargó, nosabías lo que hacías. Pero cuando te diste cuenta de lo que habías hecho, te rebelaste,dijiste “no”. Y desde este tu primer “no”, no ha habido ni un solo día en que hayascallado ese “no”. Tú no has intentado disculparte diciendo: “Pero yo sólo fui una piezade aquella máquina, por lo tanto no soy culpable”, sino que, muy al contrario, hasafirmado: “Si podemos volvernos tan inmensamente culpables actuando como piezasde una máquina, entonces debemos negarnos a seguir siendo piezas de esa máquina”.Eichmann y tú sois las dos figuras paradigmáticas de nuestra época. Y si no tetuviésemos a ti como contraposición a él, en esta época de Eichmann sólo cabría ladesesperación”4.

ANÁLISIS DE LA OBRA

Para trabajar el contenido de la correspondencia, seleccionaremos algunas de lascartas más relevantes y respetaremos el orden de las cartas como referencia para nuestrotrabajo. Cuando sea oportuno haremos un estudio comparativo con la otra obra quehemos señalado como referencia (Nosotros, los hijos de Eichmann)

La filosofía como medicina

A lo largo de la correspondencia veremos cómo las argumentaciones filosóficassobre lo “monstruoso” de nuestro tiempo, sobre las raíces profundas que permiten elejercicio del mal de una manera masificada… sirven de “cura” – se convierten en lamejor medicina – para Eatherly, atormentado psicológicamente -. La desorientación delpiloto, su malestar encuentra un respiro junto a la filosofía ¿cómo puede ser que lafilosofía sirva como tratamiento? La psicología se ocupa de los malestares individuales

4 Íbid. carta nº 65, pág. 235,

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y desde la terapia intenta tratar los síntomas para calmar al paciente, pero para el pilotoesto no es suficiente. Su alma está herida, y un tratamiento psicológico no le curadefinitivamente, su herida ha sido causada por la maquinaria moderna que mueve elmundo, víctima y verdugo, tal vez le ayude poder reflexionar sobre cómo es esemundo, cómo es esa maquinaria, qué papel jugamos nosotros en ella, que posibilidadeshay de actuar con libertad e intentar que horrores como Hiroshima no vuelvan arepetirse. La filosofía preguntándose por las causas, razones y estructuras de unasociedad tecnificada y sus consecuencias, puede ofrecer desde su análisis ético, unaclaridad que arroje cierta serenidad o lucidez a ese espíritu atormentado

Carta 1.

G. Anders, será el primero en escribir, poniéndose en contacto con Eatherly, el 3de junio de 1959. El filósofo se dirige a Eatherly, quien está ingresado en el hospitalmilitar de Waco, Texas, tras haber leído noticias sobre su caso en la prensainternacional. Su interés sobre el caso no es psicológico o médico, sino desde lareflexión sobre aquellos problemas morales que se derivan de nuestro mundo. G.Anders, ya señala, en su primera carta una de su principal tesis:

Inocentemente culpables

“La tecnificación de la existencia, esto es el hecho de que todos nosotros, sinsaberlo e indirectamente, cual piezas de máquina, podríamos vernos implicados enacciones cuyos efectos seríamos incapaces de prever y que, de poder preverlos, nopodríamos aprobar – esta tecnificación ha cambiado toda nuestra situación moral -.La técnica ha traído consigo la posibilidad de que seamos inocentemente culpables deuna forma que no existió en los tiempos de nuestros padres, cuando la técnica todavíano había avanzado tanto.”5

El hecho de que Eatherly no asuma sus acciones como una heroicidad, sino quese sienta culpable y atormentado ofrece, ante los ojos del filósofo, la posibilidad dereflexión sobre las consecuencias morales de nuestros avances tecnológicos.

“El hecho de hacer daño a un solo hombre – y no estoy hablando de darlemuerte -, pese a ser algo concebible, no es fácil de “superar”. Pero aquí se trata dealgo completamente distinto. Usted tiene la desgracia de haber dejado detrás de sí200.000 muertos. ¿Y cómo iba a ser posible sentir dolor por la muerte de 200.000personas? ¿Cómo iba a ser posible lamentar algo semejante? No sólo usted es incapazde hacerlo, nosotros tampoco podemos, nadie puede hacerlo. Por más que lointentemos, aquí el dolor y el arrepentimiento son impotentes. Así pues, Eatherly, ustedno tiene la culpa de que sus esfuerzos sean inútiles. Esta inutilidad es consecuencia delo que anteriormente he denominado el carácter radicalmente nuevo de nuestrasituación, a saber: el hecho de que, en cierto modo, podemos producir más de lo quesomos capaces de representarnos; el hecho de que los efectos resultantes de losinstrumentos que nosotros mismos hemos producido son tan grandes que ya nopodemos hacerles frente. No se reproche usted que su arrepentimiento sea insuficiente.Sólo faltaría eso. El arrepentimiento no puede bastar. En cambio, el fracaso de sus

5 Ibíd, pág 32

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intentos es algo que evidentemente debe experimentar y soportar diariamente:solamente esta experiencia del fracaso puede sustituir al arrepentimiento, sólo ellapuede evitar que volvamos a enredarnos en hechos tan monstruosos. Así pues, dado quesus esfuerzos son inútiles, es perfectamente comprensible que reaccione con pánico ydesorientación. Incluso podría decirse que esta reacción es signo de su salud moral,pues demuestra que su conciencia sigue viva.”6

La tecnificación de la existencia

La definición de “tecnificar” en el diccionario de la Real Academia de la lenguaespañola dice lo siguiente: “introducir procedimientos técnicos modernos en las ramasde producción que no los empleaban”. ¿Qué puede significar una existencia tecnificadao la tecnificación de la existencia? Se tratará de extender los avances de la técnica atodos los aspectos de la existencia humana. G. Anders escribió en los años cincuenta delsiglo pasado prediciendo la situación actual. Hoy en día las relaciones humanas estánmediadas por la tecnología, no solo tenemos en nuestras casas toda suerte de aparatostecnológicos (microondas, lavadora, frigorífico, lavavajillas) que nos facilitan la vida,ahorrándonos trabajos que hay que hacer a diario, y permitiéndonos una vida máscómoda, sino que también estamos rodeados de aparatos que a veces termina no ya porhacernos más fácil la vida, sino por reinar en nuestras vidas, como es el caso de latelevisión, en el centro del salón, y en algunos hogares en cada una de las habitaciones,y por otro lado las nuevas tecnologías en el ámbito de las comunicaciones. Por ejemplo,el teléfono móvil y el uso de Internet han cambiado de manera definitiva las relacionesentre los humanos. No diremos que ese cambio haya sido para mal, sino quesimplemente, junto con Anders, y a la luz de estos textos se nos presenta la oportunidadde hacer una reflexión sobre los posibles problemas morales que se puedan derivar dedicha tecnificación. Nuestro filósofo plantea además, de una manera firme, unareflexión ética que abarca no solo la obligación de cambiar el mundo a mejor, sino laobligación de conservarlo. Por ello es además un gran ecologista que denuncia lasconsecuencias de nuestros excesos.

Una de las tareas de la filosofía es la de pensar sobre las catástrofes del sigloXX, para asegurarnos de que no se vuelvan a repetir. El análisis de los efectos deldesarrollo técnico armamentístico arroja luz sobre el poder deshumanizador de latecnología. La barbarie del siglo XX no podría haber sido posible sin el “poder de lamáquina”. Anders señala que este poder termina por superarnos, convirtiendo al propioser humano en algo “obsoleto” “viejo”, podríamos decir, que incluso “pasado de moda”.Es curioso y complejo pensar sobre esto, nosotros los seres humanos, hemos“inventado” las máquinas, hemos ingeniado unos avances técnicos que dan lugar aaparatos que terminan por separarse de nosotros, olvidándonos, superando lascapacidades humanas… somos más débiles, menos eficaces, y menos potentes quenuestras máquinas. Esto puede suponer un gran avance para la humanidad pero tambiénpuede volverse en contra, pues sus efectos son tan potentes, tan desmesurados, quenosotros mismos no somos capaces de entenderlos, imaginárnoslos o representárnoslos.

La inconmensurabilidad

6 Íbid, pág 36.

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“El método habitual para hacer frente a aquello que es demasiado grandeconsiste en una maniobra de ocultación: en seguir viviendo exactamente como se vivíaantes; en retirar lo sucedido de la mesa de la vida, de modo que la culpa demasiadogrande no se viva como culpa alguna. Consiste, pues, en querer superar algo sinintentar hacerle frente. Como hace, por ejemplo, su camarada y compatriota JoeStiborik, el responsable del radar del Enola Gay ( el bombardero B-29), al que gustande ponerle a uste como ejemplo, pues este hombre sigue viviendo con optimismo yexplica con muy buen humor que “ se trató simplemente de una bomba, sólo que unpoco más grande”7

Define la Rae la palabra inconmensurable como un adjetivo que se refiere aalgo “enorme, que por su gran magnitud no puede medirse”. Pues bien, el uso de lasmáquinas puede llegar a producir unos efectos que ante nuestros ojos resultendesmesurados, inconmensurables, tan grandes que no podemos medirlos, y menosrepresentarnos su verdadera dimensión. Anders lo señala así, el ser humano puede llegara sentir dolor por la muerte de otro ser humano, de dos, de tres, de cuatro, de cinco, dediez, de veinte … pero según va aumentando la cifra, nuestra capacidad de empatía sepierde ante la multiplicidad, corremos el riesgo de que en lugar de multiplicarse la pena,lleguemos a sentir indiferencia.

Hoy en día nuestras comidas no se ven interrumpidas pese a visualizar en latelevisión catástrofes humanitarias, guerras devastadoras, muertes… Sin embargo, antela tragedia personal de un famoso, que narra sus desventuras amorosas, la perdida de unser querido… los espectadores pueden tener más empatía que frente a grandes tragedias.Hemos de ser conscientes de los límites de nuestra capacidad de sentir, a los sereshumanos les cuesta imaginarse lo inimaginable. Por ejemplo, podríamos decir – y así lodecían sus artífices - los efectos devastadores de una bomba nuclear son inimaginables,lo que significa literalmente que no somos capaces de imaginarnos sus consecuencias,se nos escapan, son inconmensurables para nuestra mente. Por ello, señala Anders,aquellas máquinas que producidas por los hombres provocan unos efectos que no sonasumibles por los propios hombres, se vuelven altamente peligrosas, para los que lasusan y para los que las sufren. Y lo que es más importante, cambia de manera radicalnuestra relación con el mundo, y convierte este mundo en un lugar muy poco seguro.

La disolución de la responsabilidad

Si buscamos en el diccionario el sustantivo “disolución” nos remite a disolver:separar, desunir lo que estaba unido. Deshacer, desunir... Pues bien, las condicionesanteriormente descritas propician la disolución de la relación entre nuestros actos y susconsecuencias, entre lo que producimos y aquello que somos capaces de representarnos.La responsabilidad es precisamente ser capaces de unir, de relacionar nuestros actos consus consecuencias, aceptar, asumir que nuestras acciones tienen unos efectos, y queambos – nuestros actos y sus consecuencias – son responsabilidad nuestra. El ejerciciode la moralidad implica esta responsabilidad, ser sujetos morales, implica ser losuficientemente libres, y valientes, como para asumir que nuestras acciones tienen unas

7 Íbid. Pág 37

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consecuencias y es nuestra responsabilidad no separarlas, no desunirlas, no deshacernosde ellas.

Claude Eatherly buscará esa responsabilidad moral- Y Anders le ofrecerácomprensión pues entiende que rechace los honores de guerra que se le brindan, yqueriendo reconocer su culpa, declarándose responsable de sus actos, llegue a cometeractos delictivos con el fin de ser juzgado como corresponde:

“Como usted comprenderá, me estoy refiriendo a los robos, falsificaciones ytantos otros actos delictivos que usted ha cometido. Y al hecho de que se le considereuna persona sin moral. No crea que soy un anarquista y que justifico los robos y lasfalsificaciones, o que me los tomo a la ligera. Pero en su caso, estas malas accionestienen un sentido un tanto distinto. Son acciones desesperadas. Pues, en efecto ser tanculpable como lo es usted y, pese a ello, ser considerado por la opinión pública unapersona inocente, y hasta ser celebrado como un “smiling hero” (sonriente héroe) envirtud de esa misma culpa, debe de ser una situación insoportable para cualquierhombre honrado; una situación a la que hay que poner fin precisamente mediante actosdelictivos.(…) Así pues, usted intentó demostrar su culpabilidad con actos que pudiesenser reconocidos inmediatamente como actos delictivos. Pero tampoco lo consiguió.Usted sigue estando condenado a ser un enfermo, no un culpable. Y por esta razón, porel hecho de que no se le concede la gracia de culpa, sigue siendo un hombredesdichado”8

Para las autoridades militares reconocer que C.Eatherly era culpable, implicaríareconocer que había hecho algo “mal”, y que el aparato de guerra podía ser juzgadomoralmente. Frente a esta posibilidad, las autoridades militares deciden declarar quesufre una enfermedad mental, negando su responsabilidad moral en los hechos, y suculpabilidad.

G. Anders, finaliza la carta alentando a Eatherly a una dignificadora tarea,ofreciéndole un compromiso con las víctimas y con la causa pacifista encontrando asíuna salida a su malestar. El reconocimiento de su responsabilidad en los hechos lepermite actuar en consecuencia aceptando la magnitud de la tragedia, ofreciendoamparo a las víctimas, y el firme compromiso de que algo así no debería volver asuceder nunca.

“Como cada año, el próximo 6 de agosto la población de Hiroshimaconmemora el día en que sucedió “aquello”. Usted podría enviar a esas personas unmensaje adecuado para tal conmemoración. Si se dirigiese como ser humano a esaspersonas diciéndoles. “En aquel momento yo no sabía lo que hacía, pero ahora sí lo sé.Y sé que jamás ha de repetirse nada similar; y que ningún ser humano puede pedir aotro que haga algo parecido”. Si les dijese: “Vuestra lucha contra la repetición deesos hechos es también mi lucha, y vuestro “no more Hiroshima” es también mi “Nomore Hiroshima”, o algo similar puede estar seguro de que con este mensaje daría unaenorme alegría a los supervivientes de Hiroshima, puede estar convencido de que estaspersonas lo considerarían un amigo, uno de ellos.”9

8 Pág 389 Pág,. 39

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Lectura comparativa

Estas tesis aparecen también enunciadas en otras cartas, como hemos comentadoantes, G.Anders busca en Adolf Eichmann, el comandante nazi, responsable de lasolución final que terminó con la vida de siete millones de judíos, el lado contrapuesto ala figura de Claude Eatherly. Nosotros, los hijos de Eichmann es una carta abierta aKlaus Eichmann en donde G. Anders reflexiona, e invita al hijo del comandante nazi, areflexionar sobre las características de nuestra era, analizando cómo fue posible algo tantrágico como el genocidio llevado a cabo por los alemanes, y le invita a posicionarse enla denuncia de “lo monstruoso”, de tal manera, que esos crímenes no queden impunes, ysu memoria nos mantenga alertas para que no vuelvan a repetirse.

Nos interesa traer a colación el texto, pues en los primeros capítulos de la Carta,nuestro filósofo reflexiona sobre las mismas tesis que hemos analizado en la primeracarta al piloto de Hiroshima: las consecuencias de una existencia tecnificada.Señalaremos aquí, los párrafos que refuerzan y amplían los argumentos señalados.

El mundo oscurecido

“¿Cuáles son estas raíces más profundas que las políticas? ¿Qué ha hechoposible lo “monstruoso”? La primera respuesta a esta pregunta parece trivial. Pues esla siguiente: ha sido posible porque nosotros, independientemente de la etiquetapolítica que éste ostente, nos hemos convertido en criaturas de un mundo tecnificado.

Entiéndame bien. En sí misma, nuestra capacidad de producir en muy grandescantidades, de construir máquinas y ponerlas a nuestro servicio, de construirinstalaciones, de organizar administraciones y coordinar organizaciones, etc., no esalgo monstruoso, sino grandioso ¿Cómo y por qué motivo puede conducir a lo“monstruoso”?

Respuesta: porque el triunfo de la técnica ha hecho que nuestro mundo, aunqueinventando y edificado por nosotros mismos, haya alcanzado tal enormidad que hadejado de ser realmente “nuestro” en un sentido psicológicamente verificable. Hahecho que nuestro mundo sea ya “demasiado” para nosotros. ¿Qué significa esto?

En primer lugar, que lo que en adelante podemos hacer ( y lo que, por tanto,hacemos realmente) es más grande que aquello de lo que podemos crearnos unarepresentación; que entre nuestra capacidad de fabricación y nuestra facultad derepresentación se ha abierto un abismo, y que cada día éste se hace mayor; quenuestra capacidad de fabricación –dado que el aumento de los logros técnicos esincontenible – es ilimitada, mientras que nuestra facultad de representación es, pornaturaleza, limitada. Expresado de forma más sencilla: que los objetos que hoy estamosacostumbrados a producir con la ayuda de nuestra técnica imposible de contener, asícomo los efectos que somos capaces de provocar, son tan enormes y tan potentes que yano podemos concebirlos, y menos aún identificarlos como nuestros.

En una palabra: pese a ser obra de los seres humanos y pese a funcionar

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gracias a todos nosotros, nuestro mundo, al sustraerse tanto a nuestra representacióncomo a nuestra percepción, se torna cada día más oscuro”.10

Analfabetos emocionales

Las consecuencias de esta tecnificación se resumen en lo que nuestro filósofodenomina “la regla infernal”:

“Regla: si aquello a lo que propiamente habría que reaccionar se tornadesmesurado, también nuestra capacidad de sentir desfallece. Ya afecte esta“desmesura” a proyectos, logros productivos o acciones realizadas, el “demasiadogrande” nos deja fríos, o mejor dicho, ni siquiera fríos (pues la frialdad sería tambiénuna forma de sentir, sino completamente indiferentes: nos convertimos en “analfabetosemocionales” que enfrentados a “textos demasiado grandes”, son ya incapaces dereconocer que lo que tienen ante sí son textos. Seis millones no es para nosotros másque un simple número, mientras que la evocación del asesinato de diez personas quizácause todavía alguna resonancia en nosotros, y el asesinato de un solo ser humano nosllene de horror.”11

G. Anders señala que lo peligroso de esta regla (la desproporción entre lo queproducimos y lo que somos capaces de representarnos) es “la incapacidad de sentir”,pues, no se trata de un defecto, de una carencia, sino que si no sentimos, si no sufrimoscon el dolor ajeno, si no nos sentimos responsables, entonces la tragedia puede volver aproducirse. El filósofo habla de “analfabetos emocionales”: no sabemos de sentir. Laindiferencia, el “pasotismo” nos invaden, lo señala así para despertarnos, para “sacudir”nuestra ignorancia a este respecto. Es interesante esta reflexión para, comocomentábamos anteriormente, preguntarnos sobre los mecanismos que en nuestros díasnos hacen “insensibles”, por ejemplo, podríamos reflexionar sobre cómo la televisión, sibien nos mantiene muy informados, a la vez nos acostumbra a visualizar las desgraciasajenas, las grandes tragedias, como algo cotidiano, y termina por acostumbrarnos…

Cabría abrir en clase un debate a este respecto, el título del debate podría ser:“Apaga la tele” : a ver qué pasa, qué sentimos, cómo nos informamos, con qué llenamosnuestro tiempo…

La posibilidad de una esperanza: el fracaso de la representación

Pero, entonces, ¿qué supone lo que plantea Anders? Como el “mal” es tangrande, no somos capaces de representárnoslo, de sentir dolor por cada una de lasvíctimas, ¿entonces estamos libres de culpa? ¿Nos exime de responsabilidad lamagnitud de la tragedia? La desproporción entre la capacidad de fabricación y lafacultad de representación – lo que habíamos señalado como lo inconmensurable, lo“demasiado grande” – no debe servirnos como excusa. El filósofo propone laoportunidad de hacernos responsables, esa oportunidad es el propio hecho de quenuestra capacidad de representación fracase, ¿qué significa esto? Que no seamoscapaces de representarnos una tragedia tan grande como la de siete millones de

10 Günther Anders. Nosotros, los hijos de Eichmann. Carta abierta a Klaus Eichmann. Editorial Paidós. Pág. 3411 Íbid, pág 38.

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muertos en la cámara de gas, o ciento cincuenta mil muertos tras la bomba deHiroshima, significa, que ya de antemano sabemos, sin necesidad de que seproduzcan, que esos hechos son una “barbaridad”, son “monstruosos”, “demasiadoterribles”, por tanto no debieran suceder nunca.

“La experiencia misma de nuestra impotencia representa todavía unaoportunidad, una oportunidad moral positiva; que tal experiencia pueda activar unmecanismo de inhibición. En el shock de nuestra impotencia habita, por así decirlouna advertencia.”12

Anders, desarrolla esta propuesta al hilo del caso Eichmann. Éste no sereconocía como culpable de sus hechos, ni responsable de la planificación de la soluciónfinal, sino como una pieza de una máquina, cumplió con las órdenes de sus superiores.Sin embargo, Anders, señala, que Eichmann trabajó para construir la solución final,planeó cómo sería la manera más eficaz de producir una muerte masiva. Por ello,siempre, tuvo la oportunidad de imaginarse las consecuencias de su plan, y en el casode no poder imaginárselo, debería haber sentido miedo ante esa incapacidad, esemiedo, esa alerta que se despierta ante la incapacidad de sentir lo tremendo de esasconsecuencias ofrecía la oportunidad de “reexaminar su decisión”. Si no fue así,Eichmann es enteramente culpable de sus actos. El filósofo propone no olvidarnos deesto, para no convertirnos en Eichmann, para no contribuir a que algo así vuelva asuceder, y propone el siguiente silogismo -razonamiento - como si de un imperativomoral se tratase:

“No puedo representarme el efecto de esta acción”, dice. “Luego se trata de un efecto monstruoso. Luego no puedo asumirlo. Luego he de revisar la acción planeada, o bien rechazarla, o bien combatirla”13

El imperativo categórico

Cabe ante este punto establecer una relación con la filosofía práctica de Kant,la ética formal, recordémosla: la ley que nos hace buenos no es otra que la ley moral, eluso práctico de la razón. Así la exigencia de obrar moralmente se expresa en elimperativo categórico: “obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismotiempo que se torne en ley universal”, no hay norma concreta – contenido – sino laforma de la acción – la máxima debe ser tal que cualquiera pueda querer que se torne enley universal - .

La propuesta de Anders, para combatir lo que él ha denominado “la ley de ladesproporción”, o “regla infernal”, puede explicarse dentro del marco filosófico deKant. Ante una acción siempre cabe la posibilidad de que imaginemos qué pasaría si lamáxima de mi acción – el principio subjetivo que me lleva a actuar, el principio delquerer – se convirtiese en ley universal – principio objetivo -. Es decir, por ejemplo quépasaría si miento – aunque mi mentira fuese una mentira piadosa -, antes de mentir

12 Íbid, pág 4613 Íbid, pág 46

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puedo preguntarme ¿qué pasaría si mi acción se convirtiese en ley universal? Puedointentar imaginarme – y eso es un ejercicio de la razón en su uso práctico – los efectosde mi acción – inofensiva individualmente – pero convertida en ley universal resultaque borraríamos la diferencia entre la verdad y la mentira, si todo el mundo mintiese, seperdería el sentido de la realidad.

¿Qué pasaría si “la solución final”, el uso de la cámara de gas, se convirtiese enley universal? correríamos el riesgo de dejar todos de existir. El resultado de esa acciónes tan insensato, impensable, inimaginable, que es difícil representárnoslo, y estodebería, junto con Kant, despertar nuestras alarmas, el sentimiento vertiginoso yangustioso que provoca esa imagen, bastaría para considerar como algo reprobable,malo en términos absolutos, esa acción, y todos nuestros esfuerzos debieranencaminarse a no realizarla, o combatirla, añadiría Anders.

¿Y qué pasaría si lanzar una bomba atómica se convirtiese en algo universal?Que el mundo desaparecería. Este ejercicio de la razón en su uso práctico, este esfuerzode la imaginación por imaginar lo “inimaginable” debiera bastar para “salvarnos” deesas acciones, para, en un ejercicio de libertad y responsabilidad, no llevarlas a cabo.

Esto nos remite de nuevo al texto principal objeto de nuestro análisis,continuemos con la correspondencia entre G. Anders y Claude Eatherly. La respuestadel piloto a la primera carta del filósofo, enlaza con lo anteriormente expuesto, con lapropuesta kantiana que implica la distinción de los dos usos de la razón: la razón en suuso teórico – contestando a la pregunta ¿qué debo conocer?, estableciendo losprincipios y los límites que hacen posible un conocimiento científico - y la razón en suuso práctico – contestando a la pregunta ¿qué debo conocer?, estableciendo losprincipios de la acción y las condiciones de la libertad, objetivo de la moral -.Siendo esto último lo que nos ocupa a nosotros.

¿Qué relación puede haber entre estos principios filosóficos y el piloto ClaudeEatherly? Veámoslo a la luz de la siguiente Carta:

Carta nº2 (12 de Junio 1952)

La respuesta de Claude Eatherly a la carta del filósofo comienza así:

“Estimado señor:Muchas gracias por su carta, que recibí el viernes de la semana pasada.

Después de leerla varias veces, he decidido escribirle, e incluso mantener unacorrespondencia continuada con usted, con el fin de hablar sobre aquellas cosas quelos dos, según creo, entendemos. Recibo muchas cartas, pero me es imposibleresponder a la mayoría de ellas. En su caso, en cambio, me he sentido en la obligaciónde responderle y de hacerle saber cuál es mi postura ante las cosas que suceden en estemundo.

Desde que tengo uso de razón, siempre me he interesado vivamente por lacuestión de cómo se debe obrar y actuar ( human conduct).”14

14 G.Anders y C. Eatherly , El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. Paidós. 2010 . Introducción. Robert Yungk. Pág. 40-41

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Pues bien, esta última frase podríamos decir que apunta directamente al centrode la ética kantiana, “desde que se tiene uso de razón”, es decir en tanto que seresracionales que somos, podemos cuestionarnos – desde esa razón, en su ámbitopráctico – cómo se debe actuar, cómo debemos obrar. Y el verbo debe implicaprecisamente la distinción moral del asunto, puesto que no se trata de cómo actuamos –de hecho -, sino de cómo debemos actuar. Una reflexión a este respecto es aquello delo que se hace cargo la ética kantiana, qué sea lo que debemos hacer, es la pregunta porel uso práctico de la razón, exponiendo cuales son los fundamentos de la moral, cuálesson los principios de la acción para que ésta sea moralmente buena. Esta reflexión éticapuede acompañar a nuestro texto, puesto que se está dilucidando la necesidad urgente deuna reflexión ética sobre los asuntos y problemas de nuestro tiempo. Cómo debemosresponsabilizarnos de nuestras acciones, asumiendo sus consecuencias como algo ligadoa nuestra acción y no disociado. La libertad, así lo explica el filósofo alemán Kant,consiste en poder erigirnos como responsables de nuestros actos, y no como un meroefecto de otras causas, nosotros somos principio de acción, no estamos sometidos a lasleyes de la naturaleza, no estamos determinados, no podemos contarnos nuestrasacciones como si fuésemos meros sujetos en una cadena de causalidad. Nosotros, y esaes nuestra libertad, podemos irrumpir en una cadena de causalidad, siendo agentes denuestra acción y responsables de sus consecuencias. Solo en el ámbito de la naturalezano hay responsabilidades, no hay explicaciones más allá de lo que las cosas son, sinembargo, en el ámbito de la razón – en el ámbito de la naturaleza humana comonaturaleza racional– las cosas no solo son, sino que pueden deber ser. Es decir, lalibertad humana reside, diría G.Anders, al hilo de esta exposición, en poder romper unacadena de sucesos, y elegir libremente al respecto. G. Anders, también señala comoproblema de nuestro tiempo la dificultad de esta libertad, puesto que la especializacióndel trabajo no nos permite a veces representarnos la totalidad de los procesos, y comopiezas de una máquina, poco podemos cambiar. Sin embargo por poco que sea, esaposibilidad nos pertenece. Eichmann no quiso plantearse esta posibilidad, ni durantesus acciones- planificando el exterminio en masa -, ni cuando fue juzgado por ello.Eatherly, sin embargo sí plantea la necesidad de ejercer esa libertad, tomar concienciade los acontecimientos, visualizar las consecuencias y efectos de lo que producimos,siendo “inocentemente culpable”, pues hasta el momento no había sido consciente delsignificado de sus actos, despierta definitivamente de su inocencia, reconociéndosecomo culpable, y se compromete a pensar sobre las circunstancias que pudieron permitiralgo así, para de esta manera, esforzarse en que no vuelva a suceder – ese es elsignificado de su no more Hiroshima -. Y así, alentado por la carta de G. Anders, lepropone a éste que le acompañe en la necesaria reflexión sobre las cuestiones moralesde nuestro tiempo.

“Aunque y ésta es mi esperanza, no soy ningún fanático en temas religiosos nien temas políticos, desde hace ya algún tiempo estoy convencido de que la crisis en laque todos estamos inmersos exige que reexaminemos profundamente todo nuestrosistema de valores y lealtades. En el pasado, hubo épocas en las que los hombrespudieron pasar por la vida sin hacerse preguntas demasiado profundas sobre sushábitos de pensamiento y sus formas de obrar. Hoy, en cambio, es bastante evidenteque los tiempos han cambiado. (…)No tenga reparo alguno en escribirme sobre las

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cuestiones concernientes a la acción humana y a la situación con las que hoy nosconfrontamos, y a continuación yo le expondré mi punto de vista.”15

Comienza así esta interesante correspondencia, entre Eatherly, quien pasará elresto de sus días ingresado contra su voluntad en un psiquiátrico, del Hospital Militarde Waco, y Anders, quien se interesará mucho por su situación, y le alentará en todomomento a seguir luchando por su libertad. La correspondencia se hará pública, y elcaso de Eatherly transcenderá a la opinión pública internacional. Muchos científicos,físicos nucleares, comienzan a unirse a la causa pacifista, alertando del virtualexterminio de la humanidad que supone la existencia de las armas nucleares, y muestraninterés por la figura de Eatherly..

La correspondencia es muy extensa, señalaremos en lo que queda, algunas de lascartas de Anders. De especial interés es en la que el filósofo le remite, publicadosanteriormente en una revista alemana, los Mandamientos de la era atómica:

La posibilidad del Apocalipsis

El Apocalipsis es el término que hace referencia al fin del mundo. El peligro de lasbombas atómicas remite a esta idea: “significa que se nos puede matar totalmente, entanto que “humanidad”. Y esto nos remite al concepto de “nada”, no quedará nada ytampoco quedará nadie para recordar qué había antes, no habrá ya un antes, un ahora yun después, no habrá el tiempo narrado por los seres humanos, no habrá tiempo como loentendemos nosotros. Sólo habrá: nada. Así lo afirma G. Anders, una vez más:

“ (…)en el curso de la era técnica, la relación clásica entre imaginación yacción se ha invertido: si nuestros antepasados consideraron obvio que la imaginaciónera una facultad “desbordante”, es decir, una facultad que sobrepasaba y superaba larealidad, hoy las posibilidades de nuestra imaginación (…) están por debajo de lasposibilidades de nuestra acción. (…) No sólo nuestra razón tiene sus “límites”(kantianos), no sólo ella es finita, también lo es nuestra imaginación; y en primer lugarnuestra capacidad de sentir. Sólo podemos sentir dolor por una víctima: es todo cuantopuede hacer el sentimiento; quizá podamos representarnos diez: es todo cuanto puedehacer la imaginación; pero asesinar a cientos de miles de seres humanos, esto esabsolutamente imposible. (…) Y es así, fundamentalmente por una razón moral”16.

“El dilema básico de nuestra edad es que “somos más pequeños que nosotrosmismos”; incapaces de darnos cuenta mentalmente de las realidades que nosotrosmismos hemos producido. Por tanto, podríamos llamarnos a nosotros mismos“utopistas invertidos”: mientras que los utopistas corrientes son incapaces de producirrealmente lo que pueden imaginar, nosotros somos incapaces de imaginar lo queestamos realmente produciendo”. 17

Los límites de la sensibilidad

15 G.Anders y C. Eatherly , El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. Paidós. 2010 . Introducción. Robert Yungk. Pág. 41-42. 16 Ibíd. Pág 4917 Versión de “las implicaciones morales de la Era Atómica”

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Se vuelve a abrir el debate entre Kant y G.Anders, el fracaso de larepresentación nos impone un imperativo moral, dirá Anders. Cómo entenderlo desde laética kantiana, ¿la imaginación es capaz de representarse todos y cada uno de los casosde esas muertes, en el ejercicio del universalización del imperativo categórico? Yolanzó una bomba atómica, qué pasaría si eso se convirtiese en ley universal. Aquípodríamos dialogar con Kant, diciendo, si bien mi imaginación en el uso práctico de larazón puede hacer el esfuerzo de ese recorrido, la sensación inmediata es de vértigo, deabismo, de infinitud, y mi capacidad de representación también es finita. Yo no puedoconocer la totalidad de los hechos, pero puedo pensar en ella – imaginármela -, pero eseesfuerzo por imaginar, es simplemente un ejercicio imaginario que fracasa en surepresentación, puedo pensar en ello, en su magnitud, pero no puedo representarmecada una de esas muertes, una a una, su sufrimiento, su dolor, desde una hasta sietemillones.

Por ello, tanto la reflexión de Anders, como de Kant, apelan a un sentimientocomo fundamento de la moral. Anders dirá ante la incapacidad de la representaciónsentimos miedo, angustia, y eso nos sirve de freno, ese fracaso nos detiene. Y Kant dirá,ese ejercicio de la imaginación – de la razón en su uso práctico – nos dice, que miacción se convierta en ley universal nos remite a lo imposible, a lo impensable, a unsinsentido, a la nada, y así sabemos que esa acción no coincide con las accionesmorales, aquellas que se hacen por deber, por mero respeto a la ley moral, esas quepueden ser universalizables, que puedo querer representármelas, y no en las que mepierdo ante el abismo de su representación.

Esta debe ser la manera de operar, no tener en cuenta esto es justificar nuestroshechos a partir de esa incapacidad. Eso es lo terrible de nuestro tiempo que nos invita- ypermite - a múltiples acciones en las que lo que hacemos está desligado de susconsecuencias por ser estas tan desmesuradas. Por ejemplo, es difícil pensar que un actocomo el de comprar ropa puede tener como consecuencia la explotación infantil –algunas marcas de ropa abaratan sus costes de producción llevando sus fábricas a paísestercer mundistas donde la mano de obra es muy barata, y la más barata suele ser la manode obra infantil -.

¿Por comprarme un pantalón soy culpable de la explotación infantil? Cabríaplantear el debate en clase a partir del concepto de si somos “inocentemente culpables”.

“Acepta únicamente aquellas cosas cuyas máximas puedan ser las tuyas y,de este modo, las de todos los demás” Pues bien, este postulado enunciado porG.Anders, termina por hacer coincidir su reflexión con el imperativo categóricokantiano. Podríamos traducir ese postulado en estos términos “obra sólo según unamáxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal”. Y en el contexto de las armas nucleares Anders añade otro principio: “No lograránpersuadirme de que la bomba es un medio”. Puesto que no es un medio más de entrelos millones de medios que pueblan nuestro mundo, tampoco debes permitir que sefabrique, como si se tratase de un frigorífico, un dentífrico o una pistola, medios que sefabrican sin consultarnos. Así como no has de creer a quienes la llaman un “medio”,tampoco debes dejarte engañar por aquellos embaucadores que, con más astucia,intentan hacerte creer que el único fin de esa cosa es la intimidación, y que por lo tanto

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se fabrica simplemente para no utilizarse. Jamás ha habido objetos cuya utilidad seredujese a su no utilidad; a lo sumo, objetos que se utilizaron cuando bastó la amenaza(con frecuencia ya cumplida) de su utilización. Por otra parte, no hemos de olvidar queesta cosa ya ha sido utilizada (y sin apenas justificación): en Hiroshima y Nagasaki.”18

Todos estos asuntos interesaron a Eatherly, leyendo a G. Anders, entendía lacomplejidad del mundo que le había tocado vivir, cómo el despertar de su concienciapodía salvarle de su malestar anímico.

Lo que sigue en la correspondencia, son distintas cartas en donde Eatherly semuestra decidido a luchar por el desarme nuclear, para ello permite hacer público sucaso, para poder abrir un debate sobre las consecuencias y peligros de la era atómica,sobre sus víctimas y sobre los que las usan. Acepta ofertas para rodar una película consu caso, una biografía, entrevistas, etc… y se ilusiona con la posibilidad de viajar aJapón y participar en los actos públicos que rememoran lo sucedido y a liderar elmovimiento antinuclear. Pero Eatherly encontrará un impedimento para el ejercicio desu libertad, las autoridades militares no le permiten salir del centro psiquiátrico en elque se halla recluido:

Carta 14 11. 8. 59 A Günther Anders

Te escribo esta carta para que sepas que debes seguir escribiéndome alhospital. Mi petición ha sido denegada: no se me ha dado el alta, ni siquiera a modo deprueba – alta provisional -. Mi médico solicitó el alta, pero Washington la denegó. Estote permitirá hacerte una idea de los controles a los que desde ahora estaré sometido. Teaseguro que jamás conseguirán hacer que renuncie a plasmar por escrito misconvicciones, aunque me retengan como a un preso. Mi médico me ha dicho quevolveremos a intentarlo dentro de uno o dos meses. Según me ha explicado, en estosmomentos la opinión pública está demasiado interesada en mi caso y la publicidad quese la ha dado es demasiado grande para que puedan darme el alta ahora. Ciertamente,yo puedo pedir el alta contra el consejo de mi médico, pero esto lo pondría en unasituación delicada (ante sus jefes) , y yo nunca haría nada que pudiese perjudicarle (luego se vería que él no podría haber pedido el alta en contra de su médico, no se leconcedería). Sigo recibiendo muchas cartas desde Japón. También me mandan muchosperiódicos. Creo que casi todos los periódicos de Japón se han hecho eco de mihistoria. Estoy convencido de que éste es el motivo de que retengan en Waco. Mimédico también piensa que ésta es una de las razones.

Intento dar respuesta a todas las cartas que recibo. Creo que lacorrespondencia personal es el mejor camino para lograr que los hombres de todos lospaíses del mundo se comprendan. Todos los hombres son iguales. No creo que hayalíneas divisorias entre los pueblos; el único camino que puede conducir a la paz es lafraternidad y la comprensión mutua, no la guerra. Muchas de estas cartas las escribenjóvenes japoneses. En ellas me cuentan que hacen todo lo posible para detener laproliferación de las temibles armas actuales, y que para ellos mis escritos son unaespecie de estímulo. Esto me hace muy feliz.

18 Íbid, pág 54-55

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Si se te ocurre algo que yo pueda hacer a favor de nuestra causa durante mipermanencia en el hospital, házmelo saber.

(…) No creas que estoy desanimado por no poder salir ahora del hospital.Estoy decepcionado, lo admito, pero quiero hacer todo cuanto esté en mis manos paraaprovechar mi reclusión. 19

G. Anders, contestará conmocionado por su reclutamiento. Le anima y leadmira por seguir queriendo luchar por la causa, pese a su situación personal.Considerándole un gran defensor de la libertad, que como tantos otros en la historia,sufre las consecuencias de su valiente compromiso.

Carta 15

Créeme, Claude , si te digo que a tu lado me siento pequeño, sobre todocuando pienso con qué entereza aceptas tu destino y soportas que te conviertan en unmártir. (…) Hace un par de años, elaboré un cuadro estadístico sobre las causasresponsables de la muerte de filósofos y grandes figuras religiosas. Tal vez te interese,tal vez pueda incluso consolarte, saber algo sobre los destinos de estas personas. Elresultado de esta investigación fue que más del 70% de estos hombres, desde laAntigüedad hasta el siglo XVIII, habían pasado años en cárceles o en el exilio, o habíanmuerto en su huida o de forma violenta. Como puedes ver, el precio que nuestroscamaradas tuvieron que pagar en el pasado por no claudicar y por decir lo queconsideraban era la verdad, ha sido casi siempre tan elevado como hoy; y quienes hoycontinuamos arriesgando nuestras vidas y defendiendo nuestras convicciones, lohacemos siguiendo el modelo de las figuras más ilustres, entre las que se cuentaSócrates e incluso figuras de talla mayor.20

Eatherly terminará por convertirse en un héroe, pero no un héroe de guerra,sino de la causa antiarmamentística. La defensa de sus ideales acarrearán nuevosencierros en el hospital, no consigue que se le conceda la posibilidad del alta voluntaria.Incluso llegará a acudir a la American Civil Liberties Union, adjuntamos la carta.

Carta 28 (33. 4. 1960)

Muy distinguido señor Watts:

El 26 de noviembre del año pasado, recibí una carta suya a instancias de laseñora Pauling y de Günther Anders; como usted me decía, ambos le habían expresadosu preocupación por la prolongación de mi estancia en el Veterans Hospital. En mirespuesta, yo le pedía que no diese usted ningún paso, pues mi médico había prometidodarme el alta a corto plazo. Como paciente voluntario que soy, tengo derecho asolicitar mi salida del hospital. Así lo hice, y el centro comunicó a mi hermano que seme daría el alta el 21 de abril. Por su parte, mi hermano solicitó inmediatamente quese prolongase mi internamiento. Vino aquí y me pidió que permaneciesevoluntariamente en el hospital y que no acudiese a los tribunales. La razón que alegó

19 Íbid. Pág 89,9020 Pág 91-92

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para que permaneciese en el centro era que estaba siendo objeto de presiones políticasa raíz de mis artículos de prensa contra el armamento nuclear. No sé si la señoraPauling o Günther Anders le han contado detalladamente mi historia. Yo fui el pilotoque dirigió la “Hiroshima A Bomb Mission” durante la Segunda Mundial, y desdeentonces sufro dolorosos remordimientos de conciencia. Desesperado, he cometidoactos delictivos con el propósito de que se reconociese mi culpa. Cada vez que hecometido uno de estos actos, se me ha internado en un hospital psiquiátrico. Hace trecemeses que estoy en el hospital, y hace ya cuatro que han renunciado a seguirmetratando. El inmenso eco que ha tenido mi caso en la opinión pública y la presiónejercida por las Fuerzas Aéreas sobre el hospital, han hecho que me haya sidoprácticamente imposible salir de él. Lo único que puedo hacer es acudir a lostribunales. La forma en que mi hermano me puso en manos del hospital me permitesolicitar un juicio por jurados. Mi hermano me ha impedido hacer uso de mi dinero,que está en una cuenta bancaria común, por lo que no puedo buscarme un abogado.

Aceptaría gustosamente su ayuda jurídica. Si usted cree que no puedeayudarme, le agradecería que me lo comunicase rápidamente. Todavía no conozco conexactitud la fecha del juicio, pero solicitaré un juicio por jurados y le informaré de sufecha en el caso de que usted crea que puede ayudarme. En espera de noticias suyas, sedespide su atento y seguro servidor”21. Claude Eatherly

Hubo juicio, sin jurado, y los médicos que trataban a Eatherly declararon queseguía estando enfermo y que debía prolongarse su tratamiento. Sin embargo, “el juezpareció quedar impresionado por mis palabras y dijo a los médicos que, si en el plazode tres meses no se me daba el alta, quería volver a verme ante el tribunal.”. Eatherlyno se desanima, y continúa con su causa. Agradece a Anders su comprensión y laposibilidad de dialogar sobre los problemas que le preocupan.

Anders, por su parte, escribirá cartas a los doctores, al juez, intentandoexplicar el caso de su amigo, desde un punto de vista más amplio, y alegando lanecesidad de que quede en libertad dada su sana salud mental y moral.

Carta 33 15.6.1960

De Günther Anders al juez W. Haley

(…)Muchos de los pasajes de nuestra correspondencia no sólo demuestrancuán desgraciado se siente Eatherly, sino que prueban que estamos ante un hombre queintenta enfrentarse a sus propios actos con una seriedad y un valor inusitados. Sé quees una trivialidad decir que (la desaparición de una ciudad como resultado de supropia acción) excede los límites emocionales y morales de todo ser humano; y escomprensible que los “boys” que pasaron por lo mismo sólo puedan “superar” esta“experiencia” mediante el escapismo, esto es, intentando no hacerle frente,depositando mayor confianza en el elogio generalizado del que gozó su “misión” queen sus propios ojos, en su propio shock, en su propia conciencia.

21 Íbid. 120,121

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Claude, en cambio, tuvo la suficiente autonomía moral para desdeñar esteescapismo. Ha intentado repetidamente expresar con palabras su experiencia, en partepara evitar olvidar (…) intentaré retratarle a Claude tal como yo lo veo. Estoyconvencido de que es víctima de una situación moral completamente nueva. Nuncaantes ha existido un abismo tan profundo entre los potenciales efectos de la acciónhumana y la reducida capacidad de nuestra imaginación. Desde el momento en queClaude vio el monstruoso resultado de su misión en Hiroshima, toda su vida ha sido unesfuerzo vano por reconocer lo que él llama su “culpa”, y por hacer que los demás lareconozcan. Todos sus actos absurdos y delictivos son consecuencia de la inutilidad desus esfuerzos: Claude cometió actos reconocidos como actos delictivos con el propósitode demostrar a los demás que él no era inocente como creían. Mientras que loshombres suelen volverse culpables por sus actos, él cometió estos actos parademostrar su culpabilidad. (…) Estoy convencido de que Eatherly no es meramente un caso aislado,aislable o azaroso. Para mí, su caso es más bien un precedente que, de forma profética,nos muestra cómo reaccionarán los hombres en la era técnica si siguen viéndoseimplicados en actos de los que, de la forma más ambigua, serán y no serán dueños; enuna palabra: en actos por los que se convertirán en seres inocentemente culpables. Enmi opinión, la decisión judicial sobre el caso Eatherly no será sólo una decisión sobreun tipo estrafalario, sino la decisión sobre el ser humano en la era de la técnica, y porlo tanto tendrá una naturaleza ejemplar.”22

Autonomía moral Es interesante señalar el concepto que emplea G.Anders para valorar elcompromiso de Eatherly: “autonomía moral”. Este concepto nos permite, una vezmás, reflexionar con Anders desde la filosofía kantiana: diferenciando entre autonomíamoral y heteronomía moral. Solo desde la primera, podemos, autónomos, ser libres, al“liberarnos” de los distintos mandatos que pudieran provenir de fuera de nosotrosmismos; es decir, la heteronomía moral esgrime mandatos desde lugares como lasórdenes de los superiores, los hábitos de una época, o las distintas circunstancias quenos puedan rodear. Si bien, es imposible no tener esto en cuenta, Kant señala que esposible actuar al margen de esto – pues si bien esas circunstancias puedencondicionarnos no nos determinan -, y añade que la moralidad solo reside en el ejerciciode la autonomía, en las “acciones por deber” por mero respeto a la ley moral. Y yahemos visto que el imperativo categórico, remite a un deber que nada tiene que ver conobedecer ciegamente las órdenes de otros, sino con la posibilidad de pensar qué pasaríasi mi acción se convirtiese en ley universal. Eatherly se convierte en un sujeto moral, a la luz de estos conceptos, reflexiona,piensa por sí mismo y desde el uso práctico de la razón, en tanto que sujeto autónomodecide comprometerse con la realidad, asumiendo su responsabilidad y eligiendo susacciones desde el respeto al deber – pensando no ya como son las cosas, sino comodeben ser -.

22 Pág 133,134

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G. Anders en su ayuda incansable a Eatherly escribirá también a sus hermanos,solicitándoles que comprendan la situación de Claude y colaboren en su puesta enlibertad.

Carta 461.9.1960

De G. Anders a los hermanos de Eatherly

“Estimados señora Cobb y señor Eatherly: Les sorprenderá recibir una cartadesde Viena, y además de alguien a quien ustedes no conocen en absoluto. Disculpen,por favor, mi intromisión. Pero les escribo esta carta por deseo expreso de Claude: su hermano me hapedido que les diga con concisión que opino de él. Su ruego demuestra cuánprofundamente confía en mí, y sería injusto que no cumpliese con su petición. No sé si Claude les habrá contado alguna vez que, pese a no conocernospersonalmente, mantenemos una correspondencia regular en la que hablamos decuestiones que son de la mayor importancia para ambos, a saber: el significado y lasconsecuencias de la era atómica. Como es natural, este problema se ha convertidopara millones de personas (científicos, intelectuales, políticos, educadores y médicos detodo el mundo) en “el” problema. Esta cuestión no es simplemente una cuestión entreotras, sino el problema más horrible que haya existido jamás, pues hace referencia a lapotencial autodestrucción de la humanidad por las armas (en la medida en que seacorrecto hablar aquí de “armas”) que el desarrollo de la física nuclear ha hechoposible. (…) Me parece que no es difícil comprender que Claude, uno de los primeros enhaber visto con sus propios ojos las inimaginables consecuencias de la era atómica, sesienta parte del grupo de los responsables de lo sucedido. (…) Y creo que deberíamosentender que su dolor y su decisión (que nada tiene que ver con la política) deconsagrar su vida al triunfo de la paz, es una prueba de su integridad. Pero si Claude,pese a su experiencia, hubiese seguido viviendo como antes, habría demostrado su faltade moralidad. Su “enfermedad” es prueba de su sensibilidad moral. (…) Les ruego que tomen ustedes en serio el dolor y las esperanzas de Claude. Y,por favor, traten de ayudarle en su intento de volver a la vida normal. (…)23

Sin embargo, pese a los esfuerzos de G. Anders por ayudar a su amigo, estosfueron los acontecimientos que se sucedieron:

Carta 49 20 de septiembre de 1960 A G. Anders.

“Querido Günther:

23 Íbid, pág 170-174.

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No tengo muy buenas noticias para ti; estos días estoy realmente aturdido aconsecuencia del cúmulo de malas noticias relacionadas con mi salida del hospital. Mihermana y mis dos hermanos han estado aquí. El médico ha convencido a estos últimospara que no soliciten mi salida del hospital, por lo que han pedido un “indefinitecommitment” (internamiento indefinido). Naturalmente, voy a llevar mi caso ante lostribunales, y esta vez seré yo quien me defienda a mí mismo, pues me he enterado deque en el Estado de Texas no se me ha privado del derecho de actuar como mi propioabogado (…). De cualquier modo, voy a defender mi caso con éxito, y misdeclaraciones en el juicio serán tan brillantes que el interrogatorio contradictorioresultará fútil y vano. Como ves, dado que mi familia está en mi contra, ya no tengo anadie. Si las cosas no saliesen bien, apelaría al District Court, con lo que habría decelebrarse un juicio por jurados, y estoy seguro de que entonces ya no podrían volver ainternarme. Ciertamente, esto lleva su tiempo, pero no pienso claudicar.”24

Esta carta fue escrita un 20 de septiembre de 1960, un mes más tarde Claudedecide escaparse del centro psiquiátrico en el que se haya retenido, esa fue su manera deno claudicar ante las repetidas negativas de las autoridades a reconsiderar su caso.Veamos la carta en la que informa a su amigo Günther de su nueva situación.

Carta 51Octubre de 1960

Querido Günther: Disculpa que no te haya escrito antes, pero intenté salir legalmentedel hospital con la ayuda de abogados. Esto no funcionó, pues las Fuerzas Aéreassolicitaron mi “internamiento indefinido” y el hospital tuvo que comunicar al tribunalque no me citase, con lo que no pude llevar mi caso ante los tribunales. El miércolespasado hablé con mi médico, quien me dijo que tenía la mala suerte de ser una personamuy conocida, o mejor dicho, famosa, por lo que debía dejar de escribir artículoscontra las armas nucleares y renunciar a seguir influyendo en el extranjero a través derevistas estadounidenses. Prosiguió diciéndome que no podía hacer nada por mí, que ély el hospital tenían que acatar las órdenes de las Fuerzas Aéreas y del Departamentode Estado. Le pregunté si tenían la intención de retenerme aquí, y él me contestó: sí.Mis amigos arreglaron todo para que fuera se me prestase ayuda. Me escapé delhospital. Ahora estoy encerrado en una casa muy bonita (…) de la que no puedo salir,pues el gobierno ha movilizado a todos para que me den caza (…)25.

Y efectivamente, el gobierno no tardó mucho en “darle caza”:

Carta 5621 de diciembre de 1960Desde Bldg. 10 .

24 Pág 181-18225 Pág 190-191

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Unidad reservada para enfermos mentales peligrosos. Waco. Texas. “Querido Günther: Hace aproximadamente veinte días, todos los medios de comunicación del país( la televisión, la radio, los periódicos y las revistas) se interesaron de repente por mí:me echarían de menos. No sé quién estuvo detrás de esto, quizás el gobierno. Siguiendotu consejo, me puse inmediatamente en acción para salir del país. Contacté con elabogado (…) en México. Me encontré con él en (…) al otro lado de la frontera, yregresé en avión a Dallas para reunir el dinero suficiente para el viaje. De camino acasa de mi padre, a quien quería ver antes de salir del país, me detuvo un policíaacusándome de no haber respetado un semáforo. El caso es que yo todavía no me habíasentado al volante, pues L. me había recogido en el aeropuerto. Me habían seguidodesde allí, puede que identificasen el coche de mi hermano, seguramente éste sabía queL. se había desplazado hasta Dallas para recogerme. Sea como fuere, el policía mereconoció enseguida y me detuvo con esa excusa; (…) En los informes publicados, elhospital afirmó que me había dado el alta y que no exigía mi reingreso. En verdad,había solicitado mi internamiento el 20 de octubre, es decir, un día después de mihuida. Sé que ahora me resultará todavía más difícil salir de aquí; pero puedes estarseguro de que haré todo lo posible para que me den el alta, de modo que podremosseguir trabajando juntos. No te desanimes, no voy a darme por vencido. Estoscontratiempos no hacen sino reafirmar mi voluntad.”26

El 10 de enero de 1961 tuvo lugar un juicio. El veredicto fue el siguiente:enfermedad mental. Los miembros del jurado, que si bien reconocieron que susimpresiones fueron favorables a Eatherly, se vieron obligados a seguir las declaracionesde los profesionales, cuyo diagnóstico médico era que el acusado sufría una enfermedadmental. “(…)una interesante observación sobre los miembros del jurado: éstos sesintieron incómodos ( y así lo admitieron), pues la persona que tenían delante no era elenfermo mental que los médicos les presentaban; y explicaron, o mejor dicho,justificaron y excusaron su decisión con estas palabras: “ A fin de cuentas, “nosotros”no somos especialistas, los médicos lo saben perfectamente; siendo así, ¿cómopodríamos contradecir el diagnóstico de los expertos?”27

G. Anders sabrá del juicio, por las declaraciones escritas de uno de losasistentes al juicio, un periodista local, Ray Bell, quien señaló que el acusado era lapersona más lúcida de toda la sala.

Tras el juicio, Claude, fue ingresado en una unidad reservada a los enfermospeligrosos, quedando privado de la posibilidad de mantener relaciones normales conpersonas normales. El veredicto supuso, a juicio de Anders, no solo la falta de libertadpara Eatherly sino un castigo, al endurecerse las condiciones de su hospitalizaición. Adjuntamos una viñeta, del dibujante Miguel Brieva, que ilustra lo narrado:

26 Pág. 198-19927 Íbid Pág. 213

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¿Cuál fue la respuesta de Anders ante este nuevo arresto? El filósofo escribirá una carta directamente al presidente de los E.E.U.U ,J.F.Kennedy. Carta, que además será publicada posteriormente en varias revistasalemanas.

Carta 5713-1-1961 De G.Anders al presidente John F. KennedyWhashington D.C “Muy distinguido señor presidente: (…)Le hablo del caso de Claude Eatherly, el piloto de Hiroshima que, comousted sabe, tuvo que dar la orden de “Adelante” en las dos “misiones” atómicas. Probablemente, usted se preguntará qué derecho tengo yo, un filósofo vienés quevive lejos de Waco, el lugar de residencia de Eatherly, y lejos de Hiroshima, el lugar desu ruina, para emitir un juicio así. Respuesta: mantengo correspondencia con Eatherlydesde hace un año y medio, y tengo una pila de cartas que no sólo ofrecen una imagencompleta de este hombre, sino que lo retratan como una persona digna de respeto. (…) el verdadero motivo de esta carta es la noticia que hoy, 13 de enero, llegadesde Waco (Texas), según la cual un informe forense declara que Eatherly es unenfermo mental. A continuación Anders expone, una vez más, las características del caso. “Existe también un “derecho al castigo” – expresión introducida por Hegel - , ysi algo caracteriza a quien no es un criminal, es precisamente la insistencia en suderecho a ser castigado. Justo esto fue lo que hizo Eatherly: con sus aparentes actosdelictivos, intentó que se le impusiera el castigo que no se le quería conceder”. Eatherly defiende su culpabilidad como un ejercicio de responsabilidad moral, yseñala que el no reconocimiento de la culpabilidad, supone por parte de la sociedad elquerer ocultar la gravedad de los hechos, y a su vez su parte de responsabilidad. Comodice el propio Eatherly: “en verdad, la sociedad no puede aceptar la realidad de miculpa sin reconocer al mismo tiempo que su culpa es mucho más profunda”. Y continúaasí Anders en su carta al presidente: “No, Eatherly no es el hermano gemelo de Eichmann, sino que, para nuestroconsuelo, es justamente su polo opuesto. No es el hombre que pretende disculpar suinconsciencia apelando a la maquinaria de la que fue parte, sino el hombre quereconoce que esta máquina representa una terrible amenaza para la conciencia. Y deeste modo señala certeramente lo que hoy constituye nuestro principal problemamoral, alertándonos de un riesgo fundamental: cando apelamos al aparato del quecreemos ser meramente una pieza inconsciente y consideramos totalmente justificada lafrase: “Nosotros sólo hicimos lo que hicieron los demás”, cancelamos la libertad de ladecisión moral y la libertad de la conciencia, convertimos la palabra “libre” de laexpresión “el mundo libre” en el término más vacío e hipócrita”. Aquí, una vez más, señalamos las resonancias kantianas: no cabe el ampararnuestros actos en el conjunto de una cadena causal, en donde nosotros no seríamos

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causa sino meros efectos de la cadena, borrando, así, nuestra responsabilidad. Frente aello, cabe la posibilidad, dice Kant, y afirma Anders, de ejercer la libertad paraenfrentarnos a esa cadena de acontecimientos, romperla y desencadenar otro orden decosas – que tengan que ver con la libertad y la posibilidad de un mundo mejor -.

“La grandeza de Eatherly consiste precisamente en haber tenido la valentía dedar la vuelta al argumento, con lo que se ha sustraído a la perversión moral dominante.Eatherly proclama: aquello en lo que yo sólo he participado es también algo que yo hehecho; objeto de mi responsabilidad no son solamente mis actos individuales, sinotodos los actos en los que he participado”; la pregunta de nuestra conciencia no essolamente: “¿Qué debemos hacer?” sino también: ¿En qué y hasta qué puntodebemos participar?” Termina la carta, Anders, solicitando al presidente la posibilidad de formar unacomisión de psiquiatras para volver a examinar la salud mental de Eatherly: “Dichacomisión debería constituirse conforme al criterio que se sigue para formar ciertascomisiones especiales de las Naciones Unidas, esto es: debería tener un carácterinternacional y sus miembros habrían de ser científicos de renombre de distintos países,por ejemplo un sueco, un indio, un polaco y un japonés.”28

Sin embargo, esa comisión nunca tuvo lugar. Eatherly no consiguió que sereconociese legalmente su derecho a la libertad.

Tras la primera edición de esta correspondencia el caso Eatherly adquirióotro rumbo. En 1962 escribe G.Anders en un epílogo: “Ahora Claude es libre. (…) Aunque a sus compatriotas no se les ha concedidoel derecho a saberlo. Eatherly es libre y vive entre ellos. (…) huyó del hospital. Y lasautoridades no tienen más remedio que conformarse con la modestísima libertad de laque siguen haciendo uso: la libertad de no importunarlo y de dejarlo en paz. Con todo,consuela saber que están dispuestos a aceptar este mínimo, aunque conocenperfectamente el paradero de Eatherly. Ahora corresponde a los norteamericanos velarporque este mínimo permanezca intacto.”

Finaliza nuestro filósofo haciendo una reflexión sobre lo que debería ser elespíritu democrático de los pueblos: aquel que reconozca a sus héroes, no por sushazañas, sino por ser hombres buenos.

“En efecto, el término “democracia” hace referencia a una situación en la que elindividuo no sólo se hace responsable de sus propios actos o de su trabajo, sinotambién de las consecuencias de dichos actos, que afectan al resto de ciudadanos y alos seres humanos en general. La misma definición de democracia se contradice con laespecialización y la división del trabajo, que hoy se han transformado en una estrictadivisión de responsabilidades. Antiguamente, el sastre, el panadero o el leñador de unacomunidad norteamericana tenían derecho a intervenir en los concejos municipales y adecidir juntos si, por ejemplo, era conveniente o no construir un puente sobre tal o cualrío. Cuando así lo hacían, no hablaban del puente del sastre, del panadero o delleñador, sino del puente del pueblo para el pueblo. Cuando hoy, después de deliberar,

28 Pág 200-211

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varias personas deciden que no hay que destruir el puente hacia el futuro, sólo hacen loque ya hicieron sus antepasados: ejercer sus derechos democráticos. Y esantiamericano cuestionar estos derechos.”29 G.A. Viena, 26 de febrero de 1962 Trabajo sobre los textos

Texto nº1

El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. G.Anders y C. Eatherly.

“Desde 1945, los especialistas occidentales han escrito millones de palabrassobre los “efectos de las armas nucleares”. Sin embargo, esta abundante literaturamuestra una laguna fundamental. Ciertamente, estos especialistas han investigado contotal exactitud miles de ruinas y docenas de miles de supervivientes de la grancatástrofe, pero han excluido de estos estudios tan exhaustivos algo muy importante: sehan excluido a sí mismos.

Sin embargo, de este modo han pasado por alto un hecho decisivo: las bombasatómicas alcanzan también a quien las emplea, incluso a quien planea de formarigurosa su posible utilización.

Ciertamente, este “efecto retroactivo” de los medios de aniquilación masivos noes de naturaleza física, sino espiritual y anímica: el poder de destrucción de las“armas” nucleares, que excede todo potencial destructivo puesto a prueba en laguerra, impone sobre quienes las han utilizado, o quieren utilizarlas, unas cargas a laque no pueden hacer frente ni en su conciencia ni en su subconsciente.

(…)El caso Eatherly ha sido el primero en abrirnos los ojos sobre el efectoretroactivo de las nuevas “armas”. Este caso nos presenta a alguien que no mira a otraparte, que no reprime el horror en cuya realización ha participado, sino que loexperimenta profundamente como su propia culpa, que grita mientras la mayoría calla,endurecida o resignada”30

1) Presenta el contexto histórico en el que se desarrolla la correspondencia entreClaude Eatherly y Günther Anders.

2) ¿A qué se refiere Robert Yungk, autor de la introducción al texto, con “los efectosretroactivos” de las armas nucleares? ¿Podríamos decir que Claude Eatherly sufrióestos efectos? Responde ampliamente.

29 Pág. Epílogo. 249-254.30 G.Anders y C. Eatherly , El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. Paidós. 2010 . Introducción. Robert Yungk. Pág. 11-12

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Texto nº2 El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. G.Anders y C. Eatherly.

Carta 1

“La tecnificación de la existencia, esto es el hecho de que todos nosotros, sinsaberlo e indirectamente, cual piezas de máquina, podríamos vernos implicados enacciones cuyos efectos seríamos incapaces de prever y que, de poder preverlos, nopodríamos aprobar – esta tecnificación ha cambiado toda nuestra situación moral -.La técnica ha traído consigo la posibilidad de que seamos inocentemente culpables deuna forma que no existió en los tiempos de nuestros padres, cuando la técnica todavíano había avanzado tanto.

El hecho de hacer daño a un solo hombre – y no estoy hablando de darle muerte-, pese a ser algo concebible, no es fácil de “superar”. Pero aquí se trata de algocompletamente distinto. Usted tiene la desgracia de haber dejado detrás de sí 200.000muertos. ¿Y cómo iba a ser posible sentir dolor por la muerte de 200.000 personas?¿Cómo iba a ser posible lamentar algo semejante? No sólo usted es incapaz de hacerlo,nosotros tampoco podemos, nadie puede hacerlo. Por más que lo intentemos, aquí eldolor y el arrepentimiento son impotentes. Así pues, Eatherly, usted no tiene la culpa deque sus esfuerzos sean inútiles. Esta inutilidad es consecuencia de lo que anteriormentehe denominado el carácter radicalmente nuevo de nuestra situación, a saber: el hechode que, en cierto modo, podemos producir más de lo que somos capaces derepresentarnos; el hecho de que los efectos resultantes de los instrumentos quenosotros mismos hemos producido son tan grandes que ya no podemos hacerles frente.No se reproche usted que su arrepentimiento sea insuficiente. Sólo faltaría eso. Elarrepentimiento no puede bastar. En cambio, el fracaso de sus intentos es algo queevidentemente debe experimentar y soportar diariamente: solamente esta experienciadel fracaso puede sustituir al arrepentimiento, sólo ella puede evitar que volvamos aenredarnos en hechos tan monstruosos. Así pues, dado que sus esfuerzos son inútiles, esperfectamente comprensible que reaccione con pánico y desorientación. Incluso podríadecirse que esta reacción es signo de su salud moral, pues demuestra que su concienciasigue viva.”31

1) Presenta los personajes que mantienen correspondencia. Y explica qué papeljuega la filosofía en estos textos ( la filosofía como “medicina”).

2) ¿A qué se refiere Günther Anders al hablar de los problemas moralesderivados de la tecnificación de la existencia? ¿Qué puede significar laposibilidad de ser inocentemente culpables? Redacta esta respuesta teniendo

31 Ibíd, pág 32

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en cuenta los conceptos de “incomensurabilidad” y “la disolución de laresponsabilidad”.

3) Hoy en día, nuestra existencia sigue ampliamente mediada por la técnica,podemos seguir hablando de una existencia tecnificada. Reflexiona en quémedida la tecnología está presente en tu vida y cómo afecta esto a nuestraresponsabilidad moral. ¿Somos “inocentemente culpables”? Para contestaresta pregunta busca información sobre un mineral denominado “coltán” y suuso en las telefonías móviles.

Texto nº3 Nosotros, los hijos de Eichmann. Carta abierta a Klaus Eichmann.

“¿Cuáles son estas raíces más profundas que las políticas? ¿Qué ha hechoposible lo “monstruoso”? La primera respuesta a esta pregunta parece trivial. Pues esla siguiente: ha sido posible porque nosotros, independientemente de la etiquetapolítica que éste ostente, nos hemos convertido en criaturas de un mundo tecnificado.

Entiéndame bien. En sí misma, nuestra capacidad de producir en muy grandescantidades, de construir máquinas y ponerlas a nuestro servicio, de construirinstalaciones, de organizar administraciones y coordinar organizaciones, etc., no esalgo monstruoso, sino grandioso ¿Cómo y por qué motivo puede conducir a lo“monstruoso”?

Respuesta: porque el triunfo de la técnica ha hecho que nuestro mundo, aunqueinventando y edificado por nosotros mismos, haya alcanzado tal enormidad que hadejado de ser realmente “nuestro” en un sentido psicológicamente verificable. Hahecho que nuestro mundo sea ya “demasiado” para nosotros. ¿Qué significa esto?

En primer lugar, que lo que en adelante podemos hacer ( y lo que, por tanto,hacemos realmente) es más grande que aquello de lo que podemos crearnos unarepresentación; que entre nuestra capacidad de fabricación y nuestra facultad derepresentación se ha abierto un abismo, y que cada día éste se hace mayor; quenuestra capacidad de fabricación –dado que el aumento de los logros técnicos esincontenible – es ilimitada, mientras que nuestra facultad de representación es, pornaturaleza, limitada. Expresado de forma más sencilla: que los objetos que hoy estamosacostumbrados a producir con la ayuda de nuestra técnica imposible de contener, asícomo los efectos que somos capaces de provocar, son tan enormes y tan potentes que yano podemos concebirlos, y menos aún identificarlos como nuestros.

En una palabra: pese a ser obra de los seres humanos y pese a funcionargracias a todos nosotros, nuestro mundo, al sustraerse tanto a nuestra representacióncomo a nuestra percepción, se torna cada día más oscuro.

Regla: si aquello a lo que propiamente habría que reaccionar se tornadesmesurado, también nuestra capacidad de sentir desfallece. Ya afecte esta“desmesura” a proyectos, logros productivos o acciones realizadas, el “demasiadogrande” nos deja fríos, o mejor dicho, ni siquiera fríos (pues la frialdad sería tambiénuna forma de sentir, sino completamente indiferentes: nos convertimos en “analfabetosemocionales” que enfrentados a “textos demasiado grandes”, son ya incapaces dereconocer que lo que tienen ante sí son textos. Seis millones no es para nosotros másque un simple número, mientras que la evocación del asesinato de diez personas quizá

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cause todavía alguna resonancia en nosotros, y el asesinato de un solo ser humano nosllene de horror.”32

1) Presenta este otro texto de G.Anders, exponiendo quién fue Adolf Eichmann. 2) Resume a qué se refiere Anders con “lo monstruoso” de nuestra era, al hilo de

lo que el denomina “regla infernal” de la desproporción.3) Anders habla de “analfabetos emocionales”, reflexiona qué papel puede jugar la

televisión en “la insuficiencia de nuestro sentir”.

Texto nº 4

Nosotros, los hijos de Eichmann. Carta abierta a Klaus Eichmann.

“La experiencia misma de nuestra impotencia representa todavía unaoportunidad, una oportunidad moral positiva; que tal experiencia pueda activar unmecanismo de inhibición. En el shock de nuestra impotencia habita, por asídecirlo una advertencia.

“No puedo representarme el efecto de esta acción”, dice. “Luego se trata de un efecto monstruoso.Luego no puedo asumirlo.Luego he de revisar la acción planeada, o bien rechazarla, o bien combatirla.”33

1) Expón ampliamente por qué podemos hablar en este texto de un imperativomoral, y cómo el fracaso de esa representación supone una esperanza.

2) ¿Qué semejanzas podrían plantearse con la filosofía práctica kantiana? Pararesponder expón los conceptos básicos de ésta, y establece una analogía con eltexto de Anders.

32 Günther Anders. Nosotros, los hijos de Eichmann. Carta abierta a Klaus Eichmann. Editorial Paidós. Pág. 3433 Günther Anders. Nosotros, los hijos de Eichmann. Carta abierta a Klaus Eichmann. Editorial Paidós. Pág. 46

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Texto nº 5

El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. G.Anders y C. Eatherly.

“Así pues, si estos días en los que volvemos a saber de las atrocidades quetuvieron lugar hace casi veinte años me acuerdo de ti, es porque tú, Claude, eres lafigura opuesta a Eichmann, la única persona que puede consolarnos de aquel horror.Cuando tú, en tanto que “pieza de aquella máquina”, hiciste lo que se te encargó, nosabías lo que hacías. Pero cuando te diste cuenta de lo que habías hecho, te rebelaste,dijiste “no”. Y desde este tu primer “no”, no ha habido ni un solo día en que hayascallado ese “no”. Tú no has intentado disculparte diciendo: “Pero yo sólo fui una piezade aquella máquina, por lo tanto no soy culpable”, sino que, muy al contrario, hasafirmado: “Si podemos volvernos tan inmensamente culpables actuando como piezasde una máquina, entonces debemos negarnos a seguir siendo piezas de esa máquina”.Eichmann y tú sois las dos figuras paradigmáticas de nuestra época. Y si no tetuviésemos a ti como contraposición a él, en esta época de Eichmann sólo cabría ladesesperación”34.

1) ¿Por qué, a juicio de Anders, Eichmann y Eatherly representan las dos figurasparadigmáticas de nuestra época? ¿En qué se diferencian? Responde a estapregunta teniendo en cuento el concepto de autonomía moral de Kant.

2) Por último: Busca qué países tienen armas nucleares y qué tanto por ciento de suspresupuestos dedican a ello.

¿Qué papel ocupa EEUU dentro de este contexto? ¿Qué opinión te merece que países como la India, en donde una gran parte de su

población vive en situaciones extremas de pobreza, tengan armas nucleares?

34 G.Anders y C. Eatherly , El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia. Paidós. 2010. Pág 235

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