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El principio de responsabilidad: Ensayo de una axiología para la tecnociencia JAVIER ECHEVERRÍA Instituto de Filosofía, CSIC RESUMEN. Se critica la concepción de Jonas del principio de responsabilidad, dado que las tecnociencias contemporá- neas están cambiando las sociedades, y no únicamente la naturaleza biofísica. Se con- sideran brevemente las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) como un buen ejemplo de tecno- ciencia. El principio de Jonas se toma como principio axiológico cuya formula- ción imperativa es problemática. Por me- dio de la distinción entre diferentes subsis- temas de valores relevantes para las tecno- ciencias, concluimos que hay diferentes nociones de responsabilidad, relacionadas con esa pluralidad de tipos de valores. 1. Introducción Parafraseando el título de la célebre obra de Hans Jonas 1, en este artículo analizare- mos cómo puede plantearse el problema de la responsabilidad en la ciencia y la tec" nología contemporáneas. Para ello partire- mos de un comentario crítico a los plan- teamientos de Jonas, quien sólo contempla uno de los aspectos del problema. Su for- mulación del principio de responsabilidad es insuficiente, porque la tecnociencia actual plantea problemas mucho más amplios que los considerados por dicho autor. La responsabilidad ha de ser consi- derada como una cuestión axiológica, no sólo como un principio ético. En general, mantendremos que lo importante es anali- ISEGORlAl29 (2003) pp. 125·137 ABSTRAcr. Jonas' conception of the principIe of responsability is critizised, be- cause the contemporary technosciences are changing societies, not only the bio- physical nature. As a good example of technoscience, the new technologies of information and cornmunication (TIC) are briefly considered. The jonasian princi- pIe is viewed as an axiological principIe, whose imperative formulation is proble- matical. By distinguishing different sub- systems of outstanding values for the tech- nosciences, we conclude that there are different notions of responsability, related to these plurality of types of values. zar el impacto de las tecnologías sobre la naturaleza, las sociedades y las personas: Jonas sólo se limita al primer punto. Tras esos comentarios críticos, reto- maremos los problemas planteados por el principio de responsabilidad desde la pers- pectiva de la axiología de la ciencia. Para ello haremos algunas breves consideracio- nes sobre el modo en que algunos filóso- fos de la ciencia y la tecnología (Popper, Mitcham) se plantean la cuestión de la res- ponsabilidad de los científicos y los tecnó- logos. Por nuestra parte, tras esbozar una teoría de las acciones científico-tecnológi- cas, mostraremos que hay varios sistemas de valores que guían la actividad tecno- científica y permiten evaluarla. El princi- pio de responsabilidad puede ser formula- 125

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El principio de responsabilidad:Ensayo de una axiología para la tecnociencia

JAVIER ECHEVERRÍAInstituto de Filosofía, CSIC

RESUMEN. Se critica la concepción deJonas del principio de responsabilidad,dado que las tecnociencias contemporá­neas están cambiando las sociedades, y noúnicamente la naturaleza biofísica. Se con­sideran brevemente las nuevas tecnologíasde la información y las comunicaciones(TIC) como un buen ejemplo de tecno­ciencia. El principio de Jonas se tomacomo principio axiológico cuya formula­ción imperativa es problemática. Por me­dio de la distinción entre diferentes subsis­temas de valores relevantes para las tecno­ciencias, concluimos que hay diferentesnociones de responsabilidad, relacionadascon esa pluralidad de tipos de valores.

1. Introducción

Parafraseando el título de la célebre obrade Hans Jonas 1, en este artículo analizare­mos cómo puede plantearse el problemade la responsabilidad en la ciencia y la tec"nología contemporáneas. Para ello partire­mos de un comentario crítico a los plan­teamientos de Jonas, quien sólo contemplauno de los aspectos del problema. Su for­mulación del principio de responsabilidades insuficiente, porque la tecnocienciaactual plantea problemas mucho másamplios que los considerados por dichoautor. La responsabilidad ha de ser consi­derada como una cuestión axiológica, nosólo como un principio ético. En general,mantendremos que lo importante es anali-

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ABSTRAcr. Jonas' conception of theprincipIe of responsability is critizised, be­cause the contemporary technosciencesare changing societies, not only the bio­physical nature. As a good example oftechnoscience, the new technologies ofinformation and cornmunication (TIC) arebriefly considered. The jonasian princi­pIe is viewed as an axiological principIe,whose imperative formulation is proble­matical. By distinguishing different sub­systems of outstanding values for the tech­nosciences, we conclude that there aredifferent notions of responsability, relatedto these plurality of types of values.

zar el impacto de las tecnologías sobre lanaturaleza, las sociedades y las personas:Jonas sólo se limita al primer punto.

Tras esos comentarios críticos, reto­maremos los problemas planteados por elprincipio de responsabilidad desde la pers­pectiva de la axiología de la ciencia. Paraello haremos algunas breves consideracio­nes sobre el modo en que algunos filóso­fos de la ciencia y la tecnología (Popper,Mitcham) se plantean la cuestión de la res­ponsabilidad de los científicos y los tecnó­logos. Por nuestra parte, tras esbozar unateoría de las acciones científico-tecnológi­cas, mostraremos que hay varios sistemasde valores que guían la actividad tecno­científica y permiten evaluarla. El princi­pio de responsabilidad puede ser formula-

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do en referencia a cada uno de lossubsis­temas de valores, no sólo en relación a losvalores éticos. Como conclusión, surge unnuevo marco conceptual para abordar laresponsabilidad en la tecnociencia con­temporánea.

2. El principio de responsabilidad,según lonas

Resumamos las tesis iniciales de HansJonas en su libro El principio de responsa­bilidad, antes de pasar a su comentario crí­tico. Jonas considera que la tecnología «seha convertido en una amenaza» 2, porqueha tenido «un éxito desmesurado» en suempresa de «sometimiento de la naturale"za» 3. La naturaleza sometida a la inter­vención técnica del hombre se ha mostra­do «vulnerable» 4 y por ello la con­servación de la biosfera, entendida como«un bien encomendado a nuestra tutela» 5,

se ha convertido en un problema moral,para cuyo tratamiento no valen las éticasclásicas. Éstas asumían tres premisas:

1. La condición humana, resultante de lanaturaleza del hombre y de las cosas, perma­nece en lo fundamental fija de una vez parasiempre.

2. Sobre esa base es posible determinarcon claridad y sin dificultades el bien humano.

3. El alcance de la acción humana y, porende, de la responsabilidad humana está estric­tamentedelimitado 6.

Jonas argumenta que esas tres premi"sas ya no son válidas, punto en el quecoincidimos plenamente con él. Tambiéntiene razón al afirmar que «dado que laética tiene que ver con las acciones, segui­damente habremos de afirmar que lamodificada naturaleza de las accioneshumanas exige un cambio también en laética» 7. Cierto, pero no basta. Por supues"to que la ética tiene que ver con las accio­nes humanas, pero no sólo la ética: tam­bién la política, la economía o, por poner

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un ejemplo radical, las artes militares.Estas últimas generan acciones humanas, eincluso demasiado humanas, mas difícil­mente podemos afirmar que están regidaspor la ética. Al modificarse el alcanceespacial y temporal de las acciones huma­nas no sólo cambian las premisas de la éti­ca. Otros muchos saberes humanos han deser repensados. Resumiremos nuestra pro­puesta diciendo que hay que replantearselos valores en general (políticos, sociales,económicos, militares, etc.), no sólo losvalores morales.

En la medida en que las accioneshumanas están guiadas por valores engeneral, no basta con replanteamos los pro­blemas éticos. Esto hay que hacerlo, sinduda. Pero hay que dar un paso más:replantearse la axiología, que es muchomás amplia que la ética, al incluir valoreseconómicos, sociales, políticos, jurídicos,etc., y también los valores tecnológicos yepistémicos. La actividad científico-tecno­lógica y, en general, las acciones humanas,no sólo están regidas por valores éticos,sino también por otros sistemas de valores,como los anteriormente mencionados 8. Alconsiderar las acciones tecnológicas exclu­sivamente desde un punto de vista ético,Jonas restringe demasiado su análisis.Cuando Jonas afirma que hay que replan­tearse la orientación antropocéntrica de laséticas anteriores 9, su propuesta es atinada,pero insuficiente. Desde los propios plan­teamientos de Jonas, lo que habría quereplantear es el antropocentrismo de los va­lores, y no sólo de los valores éticos, sinotambién de otros tipos de valores, como loseconómicos, políticos, jurídicos y militares.De hecho, es lo que está ocurriendo hoy endía cuando se habla de desarrollo económi­co, pero sostenible, de limitar los nivelesde contaminación, de prohibir las armasnucleares o bioquímicas, o de establecermoratorias para el desarrollo de las biotec­nologías de clonación.

Tras estas consideraciones iniciales,Jonas afirma taxativamente que «la fronte-

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ra entre «Estado» (pólis) y «Naturaleza»ha quedado abolida. La ciudad del hom­bre, que antaño constituía un enclave den­tro del mundo no humano, se extiendeahora sobre toda la naturaleza terrenal yusurpa su lugar. La diferencia entre lo arti­ficial y lo natural ha desaparecido, lo natu­ral ha sido devorado por la esfera de loartificial» 10. Por muy contundentes yseductoras que puedan resultar estas fra­ses, lo cierto es que son exageradas. Losmares y el fondo del mar no han sidoengullidos por el artificio humano, comotampoco las montañas, los desiertos o loscasquetes polares. Tampoco ha desapare­cido la muerte, que es algo muy natural.Es cierto que la pólis se ha expandidomuchísimo, pero de ahí a decir que ya nohay physis media un abismo. Por otra par­te, si ya no hubiera naturaleza y se hubieraconvertido en artificio humano, ¿cómoafirmar el imperativo de conservar la natu­raleza, como hace lonas?

En la época premoderna, las ciudadeshumanas eran enclaves cerrados y protegi­dos, cOmo afirma lonas. Hoy en día lasurbes se desparraman por extensos territo­rios y generan sus propias modalidades denaturaleza artificial (jardines, parques, ali­mentos transgénicos, especies tratadasgenéticamente, etc.). Mas la physis no hadesaparecido de la superficie del planeta.En particular, no ha desaparecido la physisde los seres humanos, es decir, nuestroscuerpos. Por ello preferimos decir que elsegundo entorno (pólis) se superpone alprimero (physis), pero sin eliminarlo lI.

lonas pecaba antes por defecto, al restrin­girse únicamente a la ética. Ahora pecapor exceso, al afirmar que lo artificial hadevorado lo natural.

Mas vayamos al meollo de la cuestión:el nuevo imperativo categórico de lonas.El imperativo kantiano era claramenteantropocéntrico. Consecuentemente con lodicho hasta ahora, lonas propone un nue­vo imperativo y proporciona hasta cuatroformulaciones del mismo:

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Obra de tal modo que los efectos de tuacción sean compatibles con la permanenciade una vida humana en la Tierra; o, expresadonegativamente: obra de tal modo que los efec­tos de tu acciÓn no sean destructivos para lafutura posibilidad de esa vida; o, simplemente:no pongas en peligro las condiciones de la con­tinuidad indefinida de la humanidad en la Tie­rra; o, formulado una vez más positivamente:incluye también en tu elección presente, comoobjeto también de tu querer, la futura integri­dad del hombre 12.

Ya hemos expuesto en otro sitio nues­tras críticas al imperativo kantiano 13, porlo que dejamos claro nuestro escaso entu"siasmo por el imperativismo moral, tan demoda entre los éticos. Hoy en día, pareceque uno no puede hablar de ética sin for­mular su propio imperativo de cabecera 14.

En el caso de lonas, nos centraremos en lacuarta formulación de su imperativo, quees la más innovadora y la que más influen­cia ha tenido.

Señalaremos cinco insuficiencias en elplanteamiento de lonas. La primera tam­bién le es atribuible a Kant: la ausencia deuna teoría previa de la acción humana y,en el caso de lonas, de la acción tecnoló­gica. Cuando un filósofo utiliza el modoimperativo y dice «haz esto», o «haz lootro», lo mínimo que hay que pedirle esque haya dejado previamente claro quéentiende por hacer.

En segundo lugar, lonas tampoco pro"pone ninguna definición o caracterizaciónmínima de lo que puedan ser las tecnologí­as de las que habla. Continuamente afirmaque las tecnologías modifican radicalmen­te las acciones humanas, pero no distingueentre técnica y tecnología, ni precisa a quétecnologías se refiere cuando dice que latecnología se ha convertido en una amena­za o que lo artificial ha devorado a lo natu"ral. Su noción de tecnología es tan vaga eimprecisa que difícilmente puede ser con­siderada como un concepto filosófico.

En tercer lugar, ¿a quién se dirige elimperativo categórico jonasiano? ¿A cual-

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quier ser humano? ¿A los tecnólogos? ¿Alos políticos? ¿A los que tienen el podereconómico? ¿ü, por qué no, a los milita­res? Al fin y al cabo, uno de los mayoresriesgos actuales de destrucción de la bios­fera proviene de la existencia de armasnucleares, y en concreto de la posibilidadde un invierno nuclear. Pero, ¿quién puedeoperar con esas armas? Únicamente algu­nos militares, o los presidentes de losgobiernos de algunas potencias nucleares,y ante todo el Presidente de los EstadosUnidos de América. En la vida cotidianade la inmensa mayoría de personas es difí­cil hallar alguna acción que pueda poneren peligro la conservación de la naturale­za, por lo que el pretendido imperativo hade ser entendido más bien como un conse­jo, si no como una súplica dirigida a quie­nes de verdad tienen la capacidad de inci­dir gravemente sobre la naturaleza con susacciones. Para un ciudadano normal ycorriente la futura integridad del hombrese concreta en forma de paternidad res­ponsable, lo cual nos parece muy bien,claro está. Aun así, entendemos que de eseprincipio de responsabilidad no surge unanueva ética, máxime si ni siquiera se aludeal complejo problema del control de lanatalidad, posibilitado precisamente porlas nuevas tecnologías médicas y farmaco­lógicas. ¿Ponen estas tecnologías en peli­gro la integridad futura del ser humano?¿Es responsable utilizarlas o, a la inversa,es una irresponsabilidad con respecto a lasgeneraciones futuras no usar las técnicasque permiten controlar la natalidad? Estetipo de problemas son importantes en bio­ética, pero lonas no los afronta.

De lo anterior surge nuestra quinta crí­tica a lonas: su noción de responsabilidadresulta excesivamente abstracta y de ellano se derivan normas para las accionesconcretas. Según él, a la acción humana«se le ha agregado un objeto de ordentotalmente nuevo, nada menos que la ente­ra biosfera del planeta, de la que hemos deresponder, ya que tenemos poder sobre

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ella» IS. Es cierto que ello abre un nuevoproblema. Pero de ahí a ser la base de unanueva ética hay una distancia muy grande.Por nuestra parte, optaremos por decir quea lo largo del siglo xx ha emergido unnuevo subsistema de valores, los valoresecológicos, que no deben ser confundidoscon los valores morales 16, aunque se inte­rrelacionen con ellos. La acción científicay tecnológica apenas ha tenido presenteese tipo de valores en la era moderna. Portanto, es preciso abrir una reflexión axio­lógica (yen algunos casos ética) sobre losriesgos que se derivan de algunas accionestecnocientíficas para la biosfera. Ahorabien, centrar la ética en esos nuevos pro­blemas implica optar por lo que nosotrosdenominamos monismo axiológico. Paralos monistas, los valores ecológicos o laética ecológica devienen centrales y losdemás sistemas de valores se subordinan aellos. Al proceder así, la valoración de latecnociencia resulta sesgada.

Conforme a nuestras tesis sobre el plu"ralismo axiológico, distinguimos al menosdoce sistemas de valores relevantes para laacción científico-tecnológica. Uno de ellosestá formado por los valores ecológicos.Pero, como veremos al final, la noción deresponsabilidad puede ser planteada conrespecto a varios de dichos sistemas devalores, no sólo en relación a los ecológi­cos. La ecología plantea importantes pro­blemas de responsabilidad a los agentestecnocientíficos. Pero no sólo la ecología.La tecnociencia produce profundos impac­tos sobre la naturaleza, pero también sobrela sociedad y las personas. La ética quepropugna lonas, además de abstracta, esreduccionista. Problemas éticos clásicos,por ejemplo, el repudio kantiano a la men­tira, no pueden ser abordados desde elimperativo jonasiano. Por eso entendemosque sus planteamientos son insuficientes.

En resumen, las tesis iniciales de lonasresultan un tanto decepcionantes si sepiensa que el nuevo imperativo está dirigi­do a todos los seres humanos, no a unos

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pocos. Por otra parte, veremos más ade­lante que en otros pasajes de su libro Jonasdefiende tesis muy dudosas, e incluso con­tradictorias con sus propios planteamien"tos, lo que hace desmerecer sus propues­tas. Antes de pasar a ello haremos unbreve interludio, comentando brevementelas tesis sobre la responsabilidad de loscientíficos e ingenieros de dos autores des­tacados en la filosofía de la ciencia y latecnología del siglo xx: Popper y Mit­cham.

3. La responsabilidadde los cient(ficos

Karl Popper inició una conferencia pro­nunciada en 1968 diciendo que hablar dela responsabilidad moral de los científicoses «una forma eufemística de referirse alproblema de la guerra nuclear y bio­lógica» 17. Sin embargo, el propio Popperafirmó a continuación que «el problemase ha hecho más general en los últimostiempos debido a que últimamente la cien­cia, y en verdad todo saber, ha tendido aser potencialmente aplicable. Anterior­mente, el científico puro o el estudiosopuro sólo tenía una responsabilidad añadi­da a la de cualquier otra persona: esto es,la búsqueda de la verdad. Tenía que perse­guir al máximo posible el crecimiento desu objeto» ... «Hoy, no sólo toda cienciapura puede convertirse en ciencia aplica­da, sino también todo saber puro» 18. Porello Popper concluyó que «la responsabili­dad moral de los científicos no se limita asu responsabilidad en relación con la gue­rra o el armamento» 19.

El problema de la responsabilidad delos científicos y los tecnólogos es todavíamás acuciante a principios del siglo XXI.

Los estudios de Ciencia, Tecnología ySociedad, que se iniciaron en los EEUUen los años setenta y que desde entoncesse han desarrollado por doquier, se hanocupado ampliamente la cuestión de la

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responsabilidad de los científicos 20. Porotra parte, cabe decir que, como Popperatisbaba, la propia ciencia ha cambiado, yno sólo porque todo saber puro puede apli­carse, sino porque cabe hablar de una nue­va modalidad de ciencia, la tecnociencia(Big Science), que suscita continuamenteproblemas éticos y pone una y otra vez encuestión la antigua asepsia moral de loscientíficos puros en tanto científicos.Dicho en otros términos: hoy no cabemantener la separación entre la ciencia ylos valores, como a lo largo del siglo xxhicieron los positivistas y buena parte delos científicos (por ejemplo, Poincaré,Russell, Einstein y otros muchos). La tec­nociencia se ve confrontada con proble­mas éticos y axiológicos, y por ello lacuestión de la responsabilidad se ha con­vertido en una de las más importantes enlos estudios CTS.

Hay razones de fondo para ello, comoqueda claro en la obra reciente de CarlMitcham y Marcos García de la Huerta,La ética en la profesión de ingeniero.Ingeniería y ciudadanía 21. García de laHuerta llama ética «a la teoría moral apli­cada al ejercicio profesional de las inge­nierías, pero, en general, a la responsabili­dad en una cultura de expertos» 22. Elproblema de la responsabilidad lo planteaen estos términos:

Hasta no hace mucho la cuestión de la res­ponsabilidad del intelectual se circunscribía a laresponsabilidad del escritor, del humanista, delcientista social, y el asunto quedaba definidoúnica o preferentemente en términos de «com­promiso» de un sujeto-autor. Era una responsa­bilidad limitada, egoica, cartesiana, procedentede un sujeto autónomo en ejercicio de una«razón soberana». El problema se revierte si laresponsabilidad no viene tanto asociada almodo de entender la práctica de un saber o pro­fesión, cuanto a los efectos que el ejercicio deese saber o profesión provoca sobre el mundonatural y social. En este caso, el titular de laresponsabilidad no es sólo el sujeto individual,sino el conjunto y cada uno de los miembros de

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un grupo o corporación. Lo cual no excluye latitularidad individual del sujeto moral, pero suimportancia se desplaza y con ello se resignifi­ca la «ética» como conducta pública 23.

Retomaremos estas consideracionesdesde nuestra propia perspectiva, centradaen la filosofía de la actividad científico­tecnológica, más que en la filosofía de laciencia entendida como epistemología.Resulta entonces que la ciencia y la tecno"logía no sólo son conocimiento, sino tam­bién acciones, y en concreto acciones quetransforman el mundo físico Ysocial. Paraactuar se requieren agentes (actores,actuantes, hacedores), y por ello son preci"sas una teoría de la acción tecnocientíficay una teoría de los agentes científico-tec­nológicos. Estos últimos son agentes indi­viduales en primera instancia, pero, ade"más, son también agentes institucionales,o, si se quiere, sociales. Las acciones deinvestigación y aplicación de lo investiga­do en ciencia y tecnología no las llevan acabo únicamente personas físicas, sino,por lo general, personas jurídicas: univer­sidades, centros de investigación, empre­sas de I + D, agencias estatales, etc. Aun­que la responsabilidad jurídica sea antetodo individual, también alcanza a lasacciones colectivas. Tenemos así una am­pliación del concepto de responsabilidad,y ello en el plano jurídico.

El problema se oSCurece cuando habla­mos de responsabilidad ética, porque loque podríamos denominar individualismoético, parafraseando el individualismometodológico de los expertos en economíay en teoría de la decisión racional, impidehablar de una responsabilidad ética referi­da a colectivos, por ejemplo, a comuni­dades de científicos o tecnólogos. Sinembargo, la cuestión se clarifica cuandopasamos de la ética a la axiología y anali­zamos los valores que rigen las accionestecnocientíficas, sean éstas individuales ocolectivas. No es lo mismo la noción deresponsabilidad ética que la de responsabi-

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lidad axiológica. Se trata de exponer estaúltima noción y de mostrar cómo el debatecambia por completo cuando investigamosla cuestión de la responsabilidad desdeuna perspectiva axiológica.

4. Acciones tecnocientíficasy responsabilidad axiológica

Resumamos brevemente nuestras propues­tas para una teoría de la acción tecnocien­tífica 24• Decimos que una acción tecno­científica X siempre es evaluada enfunción de un sistema de valores V. Loimportante es analizar X y V, precisandoqué componentes tiene una acción y quésistemas de valores son relevantes paravalorar la acción y sus componentes.

Distinguimos en general doce compo­nentes posibles de una acción tecnocientí­fica X, X = <XI> Xz, X]. X4• X5• Xó• X7• X8•

X9• XIO• XJl• XJ2 >, donde Xl representa alagente (individual, colectivo), X2 laacción, X] lo que se hace, X4 aquello a loque se le hace (objeto, persona, animal,etc.), X5 los instrumentos con los que sehace, Xó el lugar o escenario donde seactúa, X7 las condiciones en las que se lle­va a cabo la acción (iniciales, de contor­no), X8 las intenciones o finalidades delagente, X9 las reglas conforme a las cualesse actúa, XIO los resultados de la acción,XJl las consecuencias que se derivan de laacción y XJ2 los riesgos que implica.Cuando X4 es la biosfera en su conjunto, ouna parte importante de ella, las propues­tas de Jonas son aceptables, aun cuandosiga sin quedar claro a quién se dirige suimperativo. Pero cuando un agricultorfumiga un campo para evitar plagas ocuando un médico opera a un cuerpo tam­bién se está actuando tecnocientíficamentesobre la physis. La cuestión de la respon­sabilidad no se plantea de la misma mane­ra en un caso o en otro. Un agricultor pue­de arrasar un campo y poner en peligro elfuturo suyo y de su familia. Un médico

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puede equivocarse al recetar un medica­mento y ser responsable de la muerte desu paciente. Mas la responsabilidad deambos, pese a existir, no cae bajo el impe­rativo jonasiano. Otro tanto cabe decir delas restantes componentes de las accionestecnocientíficas, no sólo de la componenteobjetual X4• Lo importante es tener encuenta que hay diferentes tipos de respon­sabilidad y que, además, hay grados deresponsabilidad. La gradualidad en lasatisfacción o disatisfacción de los valoreses una tesis axiológica básica, que nos lle"va aun análisis muy distinto al de las éti­cas basadas en principios imperativoscategóricos.

Las acciones tecnocientíficas siempreson valoradas, positiva o negativamente,conforme a grados mayores o menores desatisfacción de los valores. Además, esimportante subrayar que no sólo se eva­lúan los resultados de las acciones (com­ponente X IO), sino también las restantescomponentes. En el caso de la investiga­ción científico-tecnológica hay que distin­guir entre los resultados de una acción, susconsecuencias ulteriores y los riesgos pre­visibles de dicha acción. Meterlo todo enun mismo saco no es aceptable filosófica­mente, por frecuente que sea proceder asíen la ética principialista, y mucho más enlas éticas de inspiración monista. Porejemplo, aunque en principio la responsa­bilidad de una acción recae siempre sobreel agente que la lleva a cabo, lo cierto esque en numerosas ocasiones los fallospueden provenir de los instrumentos, encuyo caso la responsabilidad recae sobreel fabricante de dichos instrumentos, nosobre el agente inmediato. 0, por poner unsegundo ejemplo, las circunstancias en lasque se lleva a cabo una acción (estado denecesidad, legítima defensa, imprudenciano consciente, etc.) también inciden sobrela responsabilidad de los agentes, comobien saben los jueces. Otro tanto vale paralos juicios éticos. No es lo mismo matarplantas que animales o seres humanos. La

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valoración moral de la aCClOn de matarcambia en función de los objetos que sonaniquilados (y los tres citados son physis).Incluso los defensores de los derechos delos animales distinguen claramente entreunos tipos u otros de animales, así comoentre las plagas y las especies en vías deextinción. La valoración de la muertehumana también cambia en función de lasituación, por ejemplo en estado de guerra.En resumen, es preciso disponer de unateoría de la acción y analizar sus compo­nentes si queremos valorar las accioneshumanas, y más todavía si queremos sus­citar la cuestión de la responsabilidad dedichas acciones. Un principio de responsa"bilidad que instituya una única pregunta aresponder, prescindiendo de las otrasmuchas que hay que tener en cuenta a lahora de valorar, puede resultar atractivopor su simplicidad, pero sesga enteramen­te los procesos de valoración de las res­ponsabilidades.

Por otra parte, es imprescindible tenerpresente que el problema de la responsabi­lidad no se limita a la ética, sino que invo­lucra a la axiología, la cual, como ya diji­mos, es mucho más amplia que la ética.Aludimos anteriormente a doce sistemasde valores relevantes a la horade evaluarlas acciones tecnocientíficas. Los enume­raremos por orden alfabético, precisamen­te para no reducir a priori el problemafilosófico suscitado por la acción de valo­rar: valores básicos, ecológicos, económi­cos, epistémicos, estéticos, jurídicos, mili­tares, morales, políticos, religiosos, socialesy tecnológicos. Cada acción tecnocientífi­ca concreta puede ser valorada por logeneral teniendo en cuenta únicamentealgunos de estos sistemas de valores, perola axiología de la tecnociencia en su con­junto ha de distinguir al menos esos docesistemas, puesto que la enorme diversidadde acciones tecnocientíficas pone en juegoesa gran variedad de cuestiones axiológi­caso Por ello decimos que el sistema V devalores de la tecnociencia está formado en

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general por doce subsistemas de valores,V = < V¡, V], V3 , V4, Vs, Vó, V7, V8, V9, VIO'VII' V12>. El acto de valorar una accióntecnocientífica consiste en aplicar el siste­ma V a una acción X, obteniéndose comoresultado la expresión V(X), que puede serrepresentada mediante una matriz de eva­luación, V¡jk(X¡), donde i designa las com­ponentes de una acción, j los subsistemasde valores y k los diversos valores de cadasubsistema (V¡ = (vjd)· En cada proceso deevaluación el sistema V incluye unosdeterminados valores, no siempre los mis­mos. Sin embargo, las evaluaciones tecno­científicas siempre conllevan una serie devalores compartidos. Entre ellos puedehaber valores éticos, y si quiere tambiénecológicos. Mas no hay que olvidar los res­tantes tipos de valores y las diversas cues­tiones de responsabilidad que suscitan.Entre los diversos sistemas y valores con­cretos unos tendrán más peso específicoque otros en función de los agentes, objetosa evaluar, condiciones y objetivos de laevaluación, etc. Por ello representamos lasacciones de evaluación mediante matricesponderadas, (P¡jk'V¡jk(X¡)), existiendo engeneral unas cotas mínimas de satisfac­ción de los valores (y máximas de disatis­facción de los disvalores), cijiX¡) y CijiX¡),de modo que C¡jk(X¡) < P¡jk' V¡jk(X¡)< C¡jk(X¡), Diremos que, en general, losproblemas de responsabilidad surgencuando esas desigualdades no se cumplen,sobre todo en relación con las componen­tes XIO.' XJJ , X12, es decir, cuando valora­mos resultados, consecuencias y riesgos,una vez realizada la acción X. Lo impor­tante es que la cuestión de la responsabili­dad surge para los diversos valores V¡jk queson relevantes para valorar estas tres últi­mas componentes, no sólo para los valoreséticos y ecológicos.

¿Cómo pueden aplicarse estas pro"puestas, tan sucintamente recordadas, alproblema de la responsabilidad tecnocien­tífica? Mencionaremos únicamente losaspectos más relevantes, con el fin de

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mostrar las profundas diferencias entre unenfoque axiológico y uno puramente éticocomo el de Jonas.

Lo primero que hay que señalar esque, al distinguir varios sistemas de valo"res relevantes para la actividad tecnocien­tífica, la noción de responsabilidad ad­quiere diversas facetas. De acuerdo connuestra propuesta hay que distinguirvarios tipos de responsabilidad: moral,ecológica, jurídica, política, social, militar,etc., pero también una responsabilidadepistémica y otra técnica, o tecnológica.Estas dos últimas son las más novedosas,por lo que insistiremos más en dichosaspectos de las acciones científico-tecno­lógicas.

La idea subyacente es muy sencilla.Antes de llevar a cabo sus acciones (deinvestigación, de aplicación, de enseñan­za, etc.) un científico ha de ser epistémica­mente responsable, es decir, ha de haberseformado como científico, ha de contrastarsus conocimientos a base de informarse,ponerse al día, preguntar a expertos conmayor conocimiento y experiencia, etc. Enparticular, ha de preocuparse por losmodos en que otros científicos acostum­bran resolver los dilemas éticos, los pro­blemas ecológicos, etc., que se derivan delas acciones que ejecutan. Un modo típicode ser responsable a la hora de hacer expe­rimentos, observaciones, mediciones, etc.,consiste en ponerse en el lugar del otro, esdecir: llevar a cabo dichas acciones consi­go mismo, o en su entorno inmediato,cuando menos imaginando dichas accio­nes posibles ejecutadas sobre sí mismo.En general, ser un profesional científicoimplica superar habitualmente las cotasmínimas Cijk de los diversos valores episté­micos relevantes y estar por debajo de lascotas máximas para los disvalores episté­micos (imprecisión, incoherencia, ausen­cia de rigor, etc.). Cuando las accionescientíficas se convierten en hábitos, enton"ces la satisfacción de los valores epistémi­cos se da por sobreentendida. La responsa-

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bilidad surge en aquellas acciones en lasque, por las razones que sea, el grado desatisfacción cae por debajo de los umbra,les mínimos exigibles a un científico.

Ser responsable técnicamente implicahacer bien las cosas, es decir, conocer eloficio propio y llevar a cabo las accionescon cuidado y con atención, con el fin deevitar errores técnicos en la manipulaciónde artefactos, etc. Implica también volun,tad de aprender de quienes son técnica,mente mejores en la práctica científica.Un ejemplo obvio de responsabilidad téc,nica sería el de un médico, pero esanoción de responsabilidad vale tambiénpara otras prácticas científicas. Un pilotode avión, un arquitecto, un constructor depresas o un diseñador de ordenadorestambién llevan a cabo acciones tecno,científicas. Independientemente de lavaloración económica, ecológica, social,etc., de dichas acciones, siempre se puedehacer además una valoración técnica.Esos valores técnicos (eficiencia, utili,dad, competencia, etc.) también se incor,poran a los hábitos de los agentes. Porello los ingenieros y tecnólogos insistentanto en su profesionalidad: porque elloimplica la asunción duradera de determi,nados valores que se cumplen suficiente,mente.

Otro tanto cabría decir de los restantestipos de valores, a los cuales no vamos areferimos, para no alargamos. Lo impor"tante es que, desde una perspectiva axioló,gica, los problemas de responsabilidadsurgen por diversas razones: por ejemplo,por falta de precisión, o de competencia, ode eficiencia. En tales casos a los profesio,nales les son exigibles responsabilidades.Pero dichas responsabilidades son episté,micas o técnicas, no morales. Normalmen,te son las propias comunidades tecnocien­tíficas las que toman a su cargo esa nociónde responsabilidad, sin perjuicio de que,además, pueda haber responsabilidadesmorales, jurídicas, políticas, sociales, eco"lógicas, militares, etc.

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Al distinguir diversos tipos de respon,sabilidad no negamos la responsabilidadmoral de los científicos e ingenieros.Aceptamos incluso que en algunas accio,nes tecnocientíficas la responsabilidadmoral es la más importante, incluso mayorque la responsabilidad militar, política ojurídica. Sin embargo, hay otras muchasacciones tecnocientíficas en las que, auninvolucrando aspectos morales, estos últi,mos no son los más importantes a la horade valorar la responsabilidad del científicoo del ingeniero. El pluralismo axiológicoexige analizar siempre el peso relativo quetiene cada subsistema de valores a la horade evaluar las acciones, sus resultados, susconsecuencias y sus riesgos. Hay accionescientífico,educativas que pueden tenerconsecuencias éticas nefastas, por ejem,plo, al promover valores racistas, xenófo,bos, discriminatorios, inmorales, etc. Perono hay que olvidar que, por ejemplo, siuna comunidad científica se empeña enmantener contenidos docentes periclita,dos, acaso por conservar influencia ypoder académico, también incurre en res­ponsabilidades, aunque éstas sean antetodo epistémicas y sociales. Es importantetener presente que las acciones científico­tecnológicas no sólo son de investigación,innovación y aplicación del conocimiento,sino que también versan sobre la transmi­sión del conocimiento. Las responsabilida,des epistémicas también aparecen en elcontexto de educación, no sólo en el dedescubrimiento e innovación.. Pasemos a otros sistemas de valores,

aunque sea muy brevemente. La responsa,bilidad por acciones de guerra tiene suspropios criterios de valoración, que han deser analizados y distinguidos de otros tiposde responsabilidades (políticas, jurídicas,etc.). Los crímenes de guerra son unamodalidad específica de criminalidad, quehan de ser juzgados en función de siste,mas específicos de valores (obedienciadebida, ensañamiento, etc.). También cabehablar de responsabilidad desde un punto

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de vista estrictamente económico, comoen cualquier empresa se sabe muy bien.En resumen, la perspectiva axiológica quepropugnamos distingue diversas acepcio­nes del «principio de responsabilidad»,tantas como subsistemas de valores rele­vantes distingamos. Esto nos permite ana­lizar y clarificar el concepto de responsa­bilidad, en lugar de usarlo como unanoción ambigua y abstracta. Por supuesto,cabe hablar de responsabilidad moral yecológica. Pero la responsabilidad por lasacciones tecnocientíficas no se agota en laética y en la ecología, como parece inferir­se de las tesis de Jonas.

5. Algunas incoherenciasen los planteamientos de lonas

Una vez expuestas las profundas diferen­cias conceptuales entre un planteamientoaxiológico de la responsabilidad y uno éti­co-ecológico Ca lo Jonas), pasemos, sinembargo, a analizar más a fondo algunastesis de Jonas. Incluso restringiéndonos asu propia perspectiva, quedan divergen­cias que conviene resaltar.

Ya dijimos que Jonas no precisa enningún momento su noción de tecnología.Nosotros partiremos de la definición pro­puesta por Quintanilla, para quien la técni­ca es «un sistema de acciones humanasintencionalmente orientado a la transfor­mación de objetos concretos para conse­guir de forma eficiente un resultado va­lioso» 25. A continuación distinguió latécnica y la tecnología en base a dos crite­rios: esta última siempre está basada enconocimiento científico, lo cual no tienepor qué ocurrir con la técnica y, además,está vinculada a la producción industrial.Por nuestra parte, ampliaremos las pro­puestas de Quintanilla, diciendo que latecnociencia es una modalidad de cienciaen la que la actividad científica tiene comorequisito necesario a la tecnología. Dichode otra manera: así como la tecnología se

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distingue de la técnica por estar basada enconocimiento científico, así también latecnociencia se distingue de la ciencia porestar basada en conocimiento tecnológico,sin perjuicio de que la ciencia siempre hatenido una componente técnica e instru­mental indudable 26.

Este tipo de caracterizaciones de latécnica, la tecnología y la tecnocienciapueden ser objetadas, pero, equivocadas ono, poseen al menos un cierto grado deprecisión conceptual. No es lo mismo con­cebir la tecnología como un sistema deartefactos o como la artificialización delmundo, como hace Jonas, que pensarlacomo un sistema de acciones humanas y/osociales. En esta segunda concepción,quienes dominan y hacen vulnerable a lanaturaleza no son las tecnologías, sino losseres humanos que llevan a cabo dichasacciones tecnológicas con el fin de domi­narla y explotarla. No es lo mismo ser tec­nófobo en relación a los aparatos, comoJonas se muestra a veces, que tratar deidentificar los grupos sociales que son res­ponsables de dichas acciones tecnológicas,por ser quienes las promueven y ejecutan.Las acciones tecnológicas de Jonas pare­cen carecer de agentes, como si toda tec­nología fuera robótica y automática. Sediría que nos dominan las máquinas, nolos seres humanos que las diseñan y cons"truyen con el fin de dominarnos, o dedominar la naturaleza.

En este sentido, llama la atención queJonas analice la era moderna como un des­pliegue acumulativo e imparable deldominio técnico del mundo mientras guar­da un silencio significativo sobre unacomponente de la modernidad tan relevan­te como el capitalismo industrial 27. Aldesligar la promoción de la tecnología dela expansión del capitalismo por todo elplaneta Jonas prescinde de los valores eco­nómicos inherentes a la tecnología, ocuando menos no los analiza. Dicho deotra manera: la limitación de los benefi­cios industriales hubiera sido una buena

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vía para paliar los efectos destructivos dela explotación tecnoindustrial de los recur­sos naturales, incluido, por cierto, el cuer­po humano. Al analizar las accioneshumanas, y más concretamente las cientí­ficas y las tecnológicas, es preciso discer­nir los agentes que están detrás de ellas,así como sus intereses y valores.

Por lo general, Jonas guarda silenciosobre las tecnologías militares, y más con­cretamente sobre la energía nuclear y lasbombas atómicas, que han sido las prime­ras en mostrar la vulnerabilidad de la natu­raleza que él denuncia 28. Pero las rarasveces que rompe ese silencio, su honesti"dad intelectual queda en entredicho: «nisiquiera el eventual uso de las armasnucleares con su evidente fin -a saber, elaniquilamiento- delata que el fin de suacumulación es que no sean utilizadas» 29,

afirma en un momento dado, asumiendovalores militares, aun sin mencionarlos. Otambién: «la fusión nuclear, si algún díanos es regalada, podría solucionar parasiempre el problema de la energía» 30, ymás adelante: «la mayor revolución cien"tífico-práctica en la historia de la física-el descubrimiento de los secretos delátomo- contiene en su potencial tanto lasalvación de la humanidad como su ani­quilamiento» 31.

Resulta paradójico que el formuladordel nuevo imperativo categórico y defen­sor de una nueva ética mantenga este tipode posturas las pocas veces que analizaacciones tecnocientíficas concretas, enlugar de refugiarse en el concepto abstrac­to de tecnología. Cifrar la salvación de lahumanidad en el descubrimiento de laenergía nuclear, y que ello se haga desdeplanteamientos éticos, resulta simplementeridículo. Del imperativo categórico jona­siano más bien se derivarían máximas deltipo: «no acumules armas nucleares» o«no produzcas energía nuclear mientras nohayas resuelto el problema de los residuosnucleares» o «busca formas alternativas deenergía, por ejemplo, energías renova-

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bIes». Mucho más si tenemos en cuentaque, en otro apartado de su libro, Jonaspropugna «el precepto de que hay que darmayor crédito a las profecías catastrofis­tas que a las optimistas» 32. En relación alas armas nucleares, la postura optimistase resume en lo que el propio Jonas dice:conviene acumular armas nucleares con elfin de no utilizarlas, es decir, como disua"siÓn. La catastrofista afirmaría, en cambio,que si alguien acumula esas armas es parautilizarlas masivamente. y la posturaintermedia, a mi entender, más ajustada ala realidad (piénsese en las bombas de plu"tonio), afirmaría que dichas armas no seacumulan para utilizarlas contra la natura­leza, sino contra los seres humanos quedefienden valores e intereses opuestos alos de los agentes que acumulan dichasarmas. En cualquier caso, este ejemplomuestra que la aparente preocupación deJonas por el futuro de la biosfera no secompadece con sus tesis relativas a lasarmas y la energía nuclear. Buena parte delas acciones tecnológicas más preocupan"tes del siglo xx tienen como objetivo trans­formar al hombre y a la sociedad, no a lanaturaleza. Cabe incluso decir que ésta esuna de las principales diferencias entre latecnociencia y la tecnología, aunque aquíno vayamos a entrar en este punto 33. Porello pensamos que las propuestas de Jonascontribuyen más bien a desenfocar el aná­lisis axiológico de la tecnociencia, al orien­tar el debate hacia lugares donde no Seplantean los problemas principales.

Sin embargo, es preciso recordar quehay un apartado (1.5) en el que Jonas sí seocupa del hombre como objeto de la técni­ca. Ahí empieza de forma prometedora:

Mas no hemos mencionado la clase poten­cialmente más ominosa de tales obras (técni­cas). Únicamente hemos examinado la aplica"ción de la techné al ámbito no humano. Sinembargo, el propio hombre se ve incluido entrelos objetos de la técnica. El horno faber vuelvesu arte sobre sí mismo y se dispone a rehacerinnovadoramente al inventor y fabricante de

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todo lo demás. Esta culminación de su poder,que puede muy bien significar el sometimientodel hombre, esta última intervención del arte enla naturaleza, es un desafío a los máximos es­fuerzos del pensamiento ético, que nunca antestuvo que vérselascon alternativas elegiblesfrente a lo que se consideraba datos definitivosde la condición humana 34.

Pese a este estimulante comienzo, Jo­nas sólo habla luego de la medicina y de laprolongación de la vida, a la que atribuyegrandes riesgos: «de este modo tendría­mos un mundo de viejos en el que nohabría juventud» 35. También menciona unsegundo ejemplo, el de la manipulacióngenética, que «desborda los conceptos detoda ética ulterior» 36. Jonas jamás serefiere a las tecnologías que cambian lasociedad. y los dos ejemplos que pone noson tecnologías orientadas al dominio delhombre, sino en todo caso al de la physishumana. Que la naturaleza del hombre seala de un ser social y que dicha naturalezatambién pueda ser modificada tecnológi­camente no parece entrar en el campo desus preocupaciones filosóficas. Por esosiempre contrapone techné y physis(biophysis), nunca techné y pólis. Paraestudiar el problema de la responsabilidad

en el caso de las tecnologías de la infor­mación y la comunicación la segundaopción es la más importante, por lo que laspropuestas de Jonas no tienen especialinterés al respecto.

Por último, hay que criticar su insis­tencia en que la cuestión de la responsabi­lidad es ética, no política, y ello a pesar deque al principio de su libro reconoce queel sujeto de la acción tecnológica, al quesuele denominar «actor» o «hacedor», es«el actor colectivo y el acto colectivo, noel actor individual o el acto individual» 37.

Siendo así, ¿no habría que admitir tambiénun principio de responsabilidad política,concretamente en el caso de las políticastecnológicas?

Habría otras muchas críticas a hacer aJonas, pero lo dicho hasta ahora puedevaler para mostrar que en sus propuestashay varias lagunas e insuficiencias. Anuestro entender, la perspectiva axiológicaque hemos propuesto permite una valora­ción mucho más afinada y equilibrada dela tecnociencia contemporánea, sobre todoporque ésta es entendida como una acciónhumana que tiene agentes concretos. Ellosson los sujetos de responsabilidad, no latecnología en abstracto.

NOTAS

1 H. Jonas, El principio de responsabilidad. Ensa­yo de una ética para la civilización tecnológica, Bar­celona, Herder, 1995.

2 H. Jonas, op. cit., p. 15.3 ¡bid.4 ¡bid., p. 32.5 ¡bid., p. 35.6 lbid., p. 23.7 ¡bid.8 La axiología de la tecnociencia que propugna­

mos parte de la tesis del pluralismo axiológico (vid. J.Echeverría, Filosofía de la Ciencia, Madrid, Akal,1995, cap. 2, y distingue diversos subsistemas devalores relevantes para la ciencia y la tecnología. Vid.J. Echeverría, Ciencia y Valores (Barcelona, Destino,2002) para una exposición más amplia sobre dicha

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axiología de la ciencia, así como Los Valores de laTecnociencia, por aparecer en México, FCE.

9 H. Jonas, op. cit., pp. 34-35.1 lbid., p. 37.11 Para un desarrollo más amplio de estas ideas,

verl. Echeverría, Los Señores del Aire: Telépolis y elTercer Entorno, Barcelona, Destino, 1999.

12 lbid., p. 40.13 Vid. J. Echeverría, «¿Qué puedo hacer, y no

debo?», en Roberto R. Aramayo y J. Francisco Álva­rez (eds.), A ciencia incierta, México, FCE, 2001.

14 En el mencionado artículo también formulamosnuestro propio «imperativo» axiológico,que tiene lapeculiaridad de no ser un imperativo, ni muchomenos categórico.

15 Jonas,op. cit., p. 33.

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16 Un valor importante en ecología es la biodiver­sidad, que difícilmente puede ser considerado comoun valor ético. Los autores que escriben sobre «éticaambienta!>, suelen hablar de «valores ontológicos» alaludir a estas cuestiones.

17 K. Popper, El mito del marco común, Barcelona,Paidós, 1997, p. 123.

18 [bid.19 Popper, op. cit., p. 128.20 Un buen resumen de cómo se plantea el proble­

ma de la responsabilidad en los estudios crs puedehallarse en la obra de José Antonio López Cerezo yJosé Luis Luján, Ciencia y Política del riesgo, Barce­lona, Paidós, 2000.

21 Chile, Universidad de Chile, 2001.22 Op. cit., p. 12.23 [bid., pp. 12-13.24 Expuesta en J. Echeverría 2002, op. cit., cap. 2.25 M. A. Quintanilla, Tecnología. Un enfoque filo-

sófico, Madrid, Fundesco, 1989, p. 34.

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26 Para una caracterización más amplia de la tec­nociencia, vid. Echeverría 2002, obra por aparecer enesta editorial.

27 Al respecto sólo hay una breve alusión al capita­lismo como realización del programa baconiano(lonas, op. cit., p. 233).

28 Piénsese en el invierno nuclear, que sólo podríaproducirse como consecuencia de acciones militares debombardeo nuclear masivo. Analizar quién posee losmedios de acción tecnológica siempre es aconsejable ala hora de atribuir responsabilidades por las acciones.

29 Jonas, op. cit., p. 108.30 [bid., p. 309.31 [bid.,p. 311.32 [bid., p. 71.33 Vid. al respecto la obra ya mencionada, Los

valores de la tecnociencia.34 Jonas, op. cit., p. 49.35 [bid., p. 51.36 [bid., p. 54.37 [bid., p. 37.

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