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El proceso de urbanizaciónparece imparable, más del50% de seres humanos habi-ta en ciudades. Se prevé queen países emergentes y endesarrollo, la población urba-na siga creciendo, desde los2,3 mil millones de 2005hasta 5,3 mil en 2050. El 63%de la población mundialvivirá entonces en las ciuda-des asiáticas. Por el contra-rio, el crecimiento se moderaen los países desarrollados(Europa, un 72% de pobla-ción urbana, América delNorte, el 81%). Pero los pro-cesos son complejos: lasciudades de América Latinareúnen ya el 83% de la pobla-ción del subcontinente.

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SSi consideramos las megalópolis como una con-secuencia del actual modelo de desarrollo (basa-do en la abundancia de energía fósil y en la eleva-da capacidad de transporte que proporciona)cabe preguntarse cuál será su futuro si lasteorías del postdesarrollo -reducción previsibledel consumo de recursos y energía- llegan a cum-plirse (1).

La proliferación de grandes ciudades plantea unpanorama de profundos cambios demográficos asi-milable a una bifurcación en los patrones de distri-bución de los asentamientos humanos en la biosfe-ra. El resultado, tanto a escala global como dentrode cada país, son dos áreas de característicasopuestas y un amplio espacio intermedio de desti-no incierto.

Por una parte se configura un área urbana-industrial densamente cubierta por infraestructu-ras y acompañada de usos agrícolas intensivos(2). Por otra, se define un ámbito de extensión cre-ciente destinado a conservación de la naturaleza(3). Entre ambos, más por omisión que por planifi-cación, va quedando un amplio territorio heredadodel abandono rural, cuyo destino debería asociarseprogresivamente a la calidad ambiental, valores ypatrimonio.

En esta matriz territorial emergente rural-natural sobre la que rondan serias amenazadas deprivatización y monocultivo, ya sea agroindustrial oenergético, es donde mejor podrían tener cabida lasexperiencias de desarrollo local sostenible, unade las escasas posibilidades de ensayar de formarealista planteamientos de sostenibilidad fuerte.

La falsa sostenibilidad urbanaAnalizando el desarrollo de las ciudades, los infor-mes ONU-Hábitat insisten en la vital importancia de

Antonio Gómez Sal.Catedrático de Ecología de laUniversidad de Alcaláde Henares.

“Las nuevasconurbaciones ymegalópolis sonen sí mismas“el cambio global”,su expresiónmás conspicua,las últimasconsecuenciasdel desarrollo.Y seguramentedeclinarán duranteel previsiblecolapso –nonecesariamentede consecuenciascatastróficas yaque depende decómo se maneje–,que provocará lacrisis de la energíafósil durante elpostdesarrollo”.

Urbanización planetaria. Las grandes ciudades como problema de la biosfera

(1) (Ernest García, 2004).

(2) Según el informe de laComisión Europea y el BancoMundial el 95% de la pobla-ción mundial se concentra enun 10% de la superficie delplaneta.

(3) Según el informe de UICN(2008) su cobertura total en elmundo se estima en el 12%.

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una acción urgente de prevención de sucrecimiento. En contraste, algunos auto-res, aún ven en las ciudades no el pro-blema, sino la solución para el deterioroambiental, e incluso las proponen comouna buena opción para avanzar hacia eldesarrollo sostenible.

Sin embargo, y usando una acepciónrigurosa, la aplicación del término soste-nible a las ciudades, sólo tendría sentidoen el caso de que se pretenda valorar surelación global con el territorio que lasrodea, y siempre en el supuesto, gene-ralmente falso, de que éste –el territo-rio– pudiese aportar una parte importan-te de los servicios que la ciudad requie-re.

Únicamente en el ámbito rural seproduce ya, y de forma muy incompleta,esa relación de intercambio y depen-dencia estrecha entre los pueblos o laspequeñas ciudades con su territorio.

Pero si la idea de sostenibilidad impli-ca el concepto de ajuste de los usoshumanos a las posibilidades de losecosistemas, cabría entonces pregun-tarse ¿De qué ecosistema estamoshablando para las ciudades? ¿Qué ciu-

dad y sobre qué base tiene que soste-nerse?.

Es necesario, por tanto, establecer,por un lado, los criterios de calidadambiental deseables para las ciudadesy, por otro, los umbrales de degradacióninadmisibles, para los ecosistemasurbanos de los que depende el bienestarhumano (4).

Límites y Planificación.De forma general, para determinar si essostenible el aprovechamiento de undeterminado recurso, es preciso contarcon ideas claras sobre las condicionesde calidad que debe mantener el siste-ma natural que lo contiene.

El deterioro de estas condiciones(determinado con criterios objetivos,científicos), marcará la línea base paravalorar hasta que punto el modelo tecno-lógico de aprovechamiento y gestiónadoptado (que llamaremos “sistema deproducción”) es o no sostenible. Sinembargo en el caso de la ciudad, elrequisito de mantener la funcionalidad–y los procesos ecosistémicos–, útilpara estimar la sostenibilidad en siste-

Figura 1.-Vista general de la ciudad

de Estocolmo.

(4) La ausencia de referencias ymodelos suficientemente perfi-lados, que integren el conjuntode perspectivas necesarias,condiciona el avance haciasoluciones realistas para el cre-cimiento urbano.

Hasta el presente, y segu-ramente debido al ambienteoptimista de desarrollo que hadominado en las décadas queprecedieron a la crisis, la ges-tión del fenómeno urbano sevenía centrando en los proble-mas inmediatos (salud, viviendadigna, etc.).

Por ejemplo, el recienteinforme ONU-Hábitat (2010)resalta que 22 millones dehabitantes de países en desa-rrollo salieron de los cinturonesde miseria por haber mejoradolas condiciones de vida en losasentamientos, si bien elesfuerzo deberá ser mayor, yaque el número absoluto deresidentes en barrios margina-les aumentó en la década en55 millones.

Por razones diferentes, laausencia de planificación efec-tiva ha ocurrido también enpaíses desarrollados, como esel caso de España (ver informesobre cambios de uso delsuelo, OSE, 2006).

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mas de producción ligados más directa-mente a la explotación de recursos natu-rales, no es directamente aplicable.

Podemos preguntarnos, por tanto, sipara las ciudades estamos hablandorealmente de sostenibilidad o de algodiferente (5).

No obstante y con independencia dela precisión conceptual que se adopte,la evaluación del ajuste de la ciudad alos límites que imponen los ecosiste-mas debe considerar, al menos, dosámbitos de referencia:

El primero procede de las posibili-dades que ofrece el ecosistema urba-no concreto, según su composición,estructura y resiliencia, para acogerusos sin degradarse, manteniendo losniveles de calidad que la sociedad hayaestablecido.

Una problemática que podemos lla-mar de escala interna o local.

La segunda reclama una planifica-ción preventiva exigente del territorio,imprescindible para ubicar los usos ylos asentamientos adaptándolos a lasposibilidades de los distintos sistemasgeofísicos y ecológicos, de forma cohe-

rente con el nivel de funcionalidad yconservación requerido para éstos.

Esta segunda referencia es la quepermite defender sistemas geofísicosy ecológicos generales y, en algunoscasos, llegar a compensar un impactolocal fortaleciendo la conservación deecosistemas o procesos clave conexpresión en el territorio y conectadosa la ciudad (6).

Planificación y gestión urbanaConsiderando la ciudad como conjuntopodríamos convenir que el sistema deplanificación, tecnológico y de gestiónque, con mayor o menor capacidad yacierto, regula la evolución de la ciu-dad, es en realidad, desde la perspecti-va de evaluación de la sostenibilidadque comentamos (7), su “sistema deproducción”. En este caso la ciudadsería el producto o consecuencia delmismo.

Este sistema tecnológico puedeser valorado en la medida en que afec-te a lo que se ha considerado comocapital/patrimonio (8) –la base físico-natural y cultural/patrimonial de refe-rencia–, además de por su capacidadpara crear un paisaje y entorno urba-no atractivos, calidad de vida para losciudadanos y condiciones para la inver-sión estratégica y la actividad productiva.

De acuerdo con lo expuesto, el pro-blema de la sostenibilidad urbana esde difícil solución teniendo en cuentaque las fuerzas que impulsan el creci-miento de las grandes urbes y la lógicaque lo inspira, poco tienen que ver conla naturaleza del territorio circundantey con los recursos/servicios que éstepuede proporcionar, por lo que es pal-

(5) De las ciudades podemosdemandar que sean saludables,seguras, bien planificadas, efi-cientes en el uso del agua y otrosrecursos, incluso habitables,atractivas, “amigables”, acogedo-ras o limpias, capaces de garanti-zar por su organización los servi-cios básicos para ciudadanos.

Son expectativas cuyo logropuede realizarse con mayor omenor calidad y ahorro, y por lasque la ciudad puede también sercalificada, pero tratar de sostenibi-lidad cuando el capital natural dereferencia está esencialmente dis-perso en un territorio impreciso,resulta claramente inadecuado.

Es preferible expresar estacualidad como coherencia, perti-nencia o racionalidad en la plani-ficación y gestión, buscando refe-rencias esencialmente internas alsistema urbano (su organización,sus objetivos), más allá de surelación general con el entorno.

(6) De acuerdo con el modelo deevaluación de la sostenibilidadque hemos desarrollado (GómezSal, 2001,2004), la cualidad deser o no ser sostenible correspon-de precisamente al sistema deproducción, un componentegeneralmente olvidado en la eva-luación del desarrollo, ver páginaanterior último párrafo.

(7) Gómez Sal, A. 2009 Veinteaños desde Brundtland. Razonespara una ciencia de la sostenibili-dad. Ambienta, 88: 28-45.

(8) En este caso, diferenciar entreambas acepciones carece deimportancia.

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Figura 2.-Relación entre los servi-

cios de los ecosistemas y loscomponentes del BienestarHumano. MilleniumEcosystem Assessment,2005.

(9) Se olvida aquí el enormeimpacto extractivo de las pri-meras ciudades industriales(carbón mineral y vegetal,deforestación para madera deconstrucción) y la intensatransformación agrícola yganadera, no siempre armóni-ca, sobre un extenso territorio.En uno de los primeros traba-jos en los que menciona y ana-liza con perspectiva histórica elcambio global en los usos delsuelo, generado a partir deldescubrimiento de América(Turner II et al. 1995), puedeseguirse el impacto de las nue-vas ciudades fundadas en elnuevo mundo.

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maria su situación de incoherenciaecológica (falta de compatibilidad oajuste a las posibilidades) respecto almismo.

Por otra parte los ecosistemas pro-piamente urbanos no aportan serviciosa la ciudad como conjunto, sino que,fuertemente modificados, constituyenel entorno en el que se desenvuelve lavida de los ciudadanos, de forma equi-valente a lo que representa el hábitatpara las poblaciones biológicas. Sóloinfluyen, por tanto, en la calidad de vidade determinados colectivos o sectoressociales de la ciudad.

Las ciudades son “el cambio global”Podríamos decir que el ambiente en laciudad, es un producto básicamentecultural (técnológico),mientras que elambiente de la ciudad (externo, elespacio físico donde se ubica) apenastiene en la actualidad relación con latan invocada “sostenibilidad urbana”.

Para las grandes ciudades, los sis-temas de acopio de recursos y de pro-yección de sus residuos y emisionesafectan a un ámbito de escala regionalo planetaria, casi ilimitado.

No es que las ciudades deban afron-tar el cambio global, sino que las nue-

vas conurbaciones y megalópolis sonen sí mismas “el cambio global”, suexpresión más conspicua, las últimasconsecuencias del desarrollo. Y segura-mente declinarán durante el previsiblecolapso –no necesariamente de conse-cuencias catastróficas ya que dependede cómo se maneje–, que provocará lacrisis de la energía fósil durante elpostdesarrollo.

Resulta, por tanto, comprensibleque las recomendaciones para afrontarlos desafíos del Cambio Global vayan enel sentido de una vuelta atrás, como siel modelo alternativo fuese una hipoté-tica ciudad pequeña interactuando deforma estable con su entorno (9).

Pero es erróneo emplear evocacio-nes al pasado para resolver una situa-ción totalmente nueva. Las ciudadesactuales al igual que los ciudadanos,consumen energía y recursos, pero ensentido estricto, podríamos decir que notienen “huella ecológica” –si entende-mos ésta mediante su expresión e ima-gen habitual como la superficie de terre-no media requerida per cápita (10).

Si, tal como se explica en la nota 10adjunta, no es de territorio de lo quehablamos, ¿por qué seguir insistiendoen la confusión?

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Las ciudades se escapan, delvoluntarista –pero equívoco– discursode la huella ecológica, cuya utilidad(comparar diferencias en el consumo derecursos entre países o individuos, eneste caso un urbanita medio, empleandounidades espaciales) es muy discutiblepor la confusión que aporta: el territo-rio se maneja y se explica como unaentelequia sin contenidos, lo cual con-tradice precisamente las ideas máscabales de sostenibilidad (la estima-ción de ésta requiere precisamente unpatrimonio/capital de referencia, con sucomplejidad y expresión espacial).

Qué sentido tiene, por ejemplo, cal-cular como superfice la “huella ecológi-ca” de la ciudad de Zaragoza y decir querebasa ampliamente su término munici-pal, si esta ciudad –como cualquier otragran urbe– no podrá nunca proveerseíntegramente a partir su esquilmadoentorno. Es más claro diferenciar losconceptos de impacto ambiental –oterritorial– y el consumo medio de ener-gía y no mezclarlos en una expresiónque resulta equívoca por su evocacióndel espacio.

La ciudad racionalAlgunos paradigmas propuestos esen-cialmente desde la Ecología, puedenservirnos para avanzar hacia la ciudadracional o coherente.

En primer lugar la Resiliencia Eco-cultural. La memoria socio-ecológicade los ecosistemas humanizados es unimportante requisito para su resiliencia,al poner en juego e incrementar el capi-tal eco-cultural adquirido.

El escenario de sostenibilidad queproponemos como más viable en los

modelos de evaluación que hemosdesarrollado concede una atenciónpreferente a los componentes social yecológico.

Las ciudades pueden entendersecomo generadoras de cultura, pero tam-bién como un proyecto de crecienteracionalidad en la planificación, orien-tado al ahorro de recursos y a la mejoradel paisaje urbano, con objetivo de bie-nestar ciudadano.

La capacidad de regulación eco-cultural (resilencia) de la ciudadpuede asociarse también a la memoriaurbana –comparable a la memoria delos sistemas naturales–, expresada ycuantificable, por ejemplo en la calidadde las infraestructuras y del proyectourbano. Esta “resiliencia” aumenta conla formación de los ciudadanos, la parti-cipación y el buen gobierno, lo que seconoce como “gobernanza participati-va”.

Podemos entender, por tanto, que sibien la ciudad como conjunto actúasobre el territorio con sus exigencias,generalmente estructuradas en redesde abastecimiento (agua, energía, mer-cancías, comunicaciones) y emisión(vertederos, depuradoras, residuospeligrosos, gases, etc.) y esta realidadnos señala una de las escalas relevan-tes para analizar la coherencia ecológi-

Figura 3.-Imagen de Satélite de la

megalópolis de Los Angeles.La imagen se extiendedesde la bahía de SantaMónica (izquierda) hasta lasmontañas de San Gabriel(Derecha). La superficiefotografiada mide40x50km. Foto: NASA/JPL.

(10) El efecto de su consumono se proyecta sobre un terri-torio concreto, cercano y más omenos continuo, con sus carac-terísticas específicas de suelos yproductividad, tal como ocurríaen el burgo medieval o en lasprimeras ciudades de la edadmoderna. A no ser que siga-mos llamando “huella” (paradisimular la aspereza del dato)a esa apropiación per cápita derecursos que, transformado aunidades de energía y superfi-cie, arroja diferencias tan injus-tas entre grupos humanos.

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ca de las ciudades, no pueden olvidar-se aspectos que afectan al vivir diariode los ciudadanos y que dependen dela configuración de sistemas de menorrango espacial, situados en el interiorde la ciudad y con los que el ciudadanointeracciona directamente. Se dibujan,por tanto, dos esferas de relación ciu-dadana con el medio.

La primera es externa, afecta a laconservación de los recursos median-te planificación ambiental, tanto en loreferente a las actividades de captacióny producción como en lo que conciernea la gestión de los residuos y emisio-nes.

La segunda es interna, relativa a laorganización y contenidos del espaciointerior de la ciudad. Sus elementosconstituyen el entorno humano en suacepción de espacio cercano y recursosinmediatos, la más parecida al hábitatbiológico.

Es precisamente en la definición ydiseño de la integración de los proce-sos naturales en la estructura urbana,–de alguna forma, propiciando la cone-xión entre ambas esferas–, donde mejorpuede encontrarse el esquema de cons-trucción de un entorno/hábitat positivopara el bienestar humano.

Los límites del crecimiento urbanoOtra visión que puede ayudar a encau-zar la organización urbana en un senti-do de racionalidad ecológica, es la iden-tificación de los límites o fronterascuyo rebase inicia la degradación.

Aunque la idea de límites es cardi-nal en Ecología, ha sido actualizadapara alertar sobre los peligros que ace-chan al planeta tal como lo conocemos.

Rockström et al (2009) han pro-puesto nueve "límites planetarios" quela humanidad debe respetar para noinestabilizar los sistemas terrestres,provocando cambios catastróficos (11).

Tres de ellos (Figura 4), ya hansido vulnerados: calentamiento global,extinción de especies y ciclo del nitró-geno. Cuatro están cerca de superar-se: sustitución de bosques por cultivos,acidificación de los océanos, uso delagua dulce y ciclo del fósforo. Los res-tantes son la contaminación química(de efectos localmente fuertes sobre lasalud humana) y la carga de aerosolesen la atmósfera. Estableciendo un para-lelismo con lo anterior podemos pre-guntarnos: ¿Qué grado de tensiónpueden aguantar los sistemas urba-nos, para que su efecto sobre los ciuda-danos y el entorno no sea intolerable?.

Poco se ha avanzado en la defini-ción cuantificada de límites semejan-tes, con enfoque integrador, para lasciudades. Tampoco contamos conmodelos conceptuales que puedan seradaptados a los distintos contextossocio-ambientales del fenómeno urbano.

En efecto, y a pesar de su evidenteinterés práctico, no tienen este sentidolas regulaciones municipales –porejemplo sobre ruidos y emisiones–,

Figura 4.-Límites planetarios.

La translimitación se ha pro-ducido ya en tres casos.En cuatro estamos cerca.El margen de respuesta sereduce. Röckström, et al.2009.

Pérdida debiodiversidad

Cambio climático

Acidificación oceánica

Disminución de lacapa de ozono enla estratosfera

Ciclo delnitrógeno

Ciclo delfósforo

Uso global delagua dulce

Cambios enel uso delterritorio

Contaminaciónquímica

Carga deaerosoles enla atmósfera

(11) El objetivo de estos auto-res es cuantificar los límites deseguridad más allá de los cua-les el sistema Tierra no podríacontinuar funcionando como loha venido haciendo en elperiodo de estabilidad conoci-do como Holoceno (últimos10.000 años), precisamente elperiodo en el que acontece laagricultura y la vida urbana.

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cuyo objetivo, más reactivo que propo-sitivo, está dirigido a alertar sobreexcesos o situaciones de riesgo en lagestión diaria de la ciudad.

Debemos considerar asimismo que,al igual que ocurre con los nueveumbrales planetarios, los factores quedefinen el contorno de seguridad parael crecimiento urbano, están estrecha-mente relacionados entre sí.

Sería un error por tanto concentraresfuerzos en uno de los problemas sinatender a los restantes. Es el conjunto,la ciudad como sistema, el que debe serevaluado identificando los factoresclave y estableciendo sus respectivoslímites.

Modelos de ciudadLa clásica visión de la ciudad como unorganismo parasitario con cierto nivelde autonomía, metabolismo y capaci-dad de control sobre el entorno, del quedepende pero que, a su vez, modifica deacuerdo a sus necesidades, a pesar desu fuerza evocadora, añade poco a lacaracterización del problema.

Algunos autores, infravalorandolas restricciones para el funcionamien-to de los sistemas fotosintéticos y lascondiciones que sustentan la biodiver-sidad, han creído ver en la llamadabiomímesis (imitación de procesosnaturales) una nueva fuente de inspi-ración. Pero la nueva ciudad desparra-mada, con derivaciones espaciales demuy distinto carácter, plantea proble-mas de comprensión que superanampliamente los esquemas de basebiológica.

Algunas visiones de raíz ambienta-lista (informe Cambio Global en España2020-50. Programa ciudades. CCEIM.2009 Univ. Complutense. 215 p.), consi-deran en parecida línea, que la ciudadtiene que “adaptarse” al cambio. Paraello se seleccionan un conjunto detemas que resumen la relación de lasciudades con el cambio global.

En primer lugar se plantea su rela-ción con el territorio: la gestión del cre-cimiento, la reversión de la dispersiónurbana (el sprawl o desparrame urba-no, que tanto afecta en términos de

Figura 5.-Vistas de una ciudad des-

parramada.

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energía), indicando la necesidad deplanificar ciudades densas frente aestándares más abiertos.

Los enunciados no pasan de sergenerales; ¿cómo de densas?, ¿debenser siempre la energía y el transportelos principales argumentos para medirel bienestar?

Si la contaminación en las ciuda-des ha conducido a un aumento deenfermedades en los países en desa-rrollo y es responsable del 1,4 % de lasmuertes mundiales, ¿no habría quemirar más hacia la mejora del entornointerno, el transporte sin emisiones?.

Problemas de salud, incluyendo losderivados de la baja calidad del agua,siguen siendo claves en muchas ciuda-des en el mundo. Junto con la preven-ción de riesgos naturales y la elimina-ción de infraviviendas, se presentancomo el primer requisito para contro-lar el proceso urbano.

Los ecosistemas de la bioregiónLa obsesión por la energía domina elpensamiento ambientalista respecto alas ciudades. Sin negar su importancia,el ahorro energético en la ciudad essólo uno de los objetivos.

No está claro que el conjunto deservicios para el bienestar se refuercecon la agrupación de edificios.

Urbanismo y edificación deben sertratados con una visión integral. En elencuentro entran en juego los temas detransporte, movilidad, consumo demateriales, bioclimatización y ahorroenergético.

Los fragmentos de naturaleza pre-sentes en las ciudades (riberas, talu-des, parques, patios y jardines, suelos

fértiles, etc.), pueden ser manejadospara reforzar su conectividad y estru-cura en red. Actuarán como vectoresde procesos naturales adecuados paramantener biodiversidad y coberturaarbórea, con efectos de conservaciónde la naturaleza y el paisaje.

Este entramado, cuya funciónincluye asimismo la prevención de ries-gos (inundaciones, deslizamientos,incendios, etc) requiere una planifica-ción sensible, capaz de entender lasreglas que la naturaleza en cada casoha establecido.

Sin duda, la evaluación de los eco-sistemas de la bioregión donde seasienta la ciudad es imprescindiblepara planificar, facilitando el funciona-miento de los procesos a los que el cre-cimiento urbano debe adaptarse.

Pero refererirse a “la capacidad dedepuración del medio” como condiciónambiental para las ciudades es otroejemplo de propuesta voluntarista, queaporta muy poco a la solución del pro-blema. Debemos ser conscientes deque los ecosistemas del entorno urba-no no tienen capacidad para depurar,en los plazos requeridos, los desechosde las grandes ciudades actuales.

Una de las limitaciones evidentesdebería ser la disponibilidad de aguadulce, aunque la capacidad técnicapara traerla de lugares muy distantes ode depurar o desalinizar cuando esnecesario, ha llevado a infravalorar estacondición en los procesos de creci-miento urbano.

Actuar sobre la demanda, modifi-cando los patrones de consumo urba-no, ya sea trasladando al ciudadano elcoste de los servicios e impactos nega-

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Figura 6.-Vistas desde la torre de la

TV en Shanghái al lado delrío Huangpu.

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tivos del sistema urbano (tasas verdes)o a través de la educación y concienciaambiental (consumo responsable, coo-perativas de agricultura ecológica, etc.)es una de las formas de avanzar, aun-que con escasas posibilidades de frenarlas pautas de consumo alentadas por laeconomía de mercado.

Por las mismas razones, la idea deevolucionar hacia un sistema urbanoque facilite la recuperación y el recicla-do, actuando sobre los residuos genera-dos en los hogares, tiene un alcanceesencialmente pedagógico y minorita-rio.

Planificación integrada El necesario enfoque integrado paraeste conjunto de problemas encontraríasu respaldo en el buen gobierno munici-pal basado en la información, participa-ción y responsabilidad en las decisiones

dirigidas a un escenario ecológicamen-te coherente de desarrollo urbano.

A pesar de que en teoría muchas ciu-dades han suscrito la carta de Aalborg ohan puesto en marcha agendas 21 loca-les, en muy pocos casos las recomenda-ciones de participación ciudadana reco-gidas en ambos programas, han sido lle-vadas a efecto con sus consecuencias.

Desde las teorías de la planificaciónurbana se han identificado una serie decualidades y necesidades fundamenta-les para la mejora del ambiente de la ciu-dad. Entre las más importantes se consi-deran: la habitabilidad, la conectividad,la diversidad, la movilidad y la libertadpersonal

Se insiste en la utilización racionaldel recurso suelo, mediante la planifica-ción y el diseño urbanístico. También enla optimización del uso del resto de losrecursos naturales, ordenando las acti-vidades de manera que se favorezca elacceso de los ciudadanos a los mismos,facilitando una distribución equilibrada yjusta.

Hacia nuevos paradigmas socialesLa definición de un modelo para la ges-tión ambiental coherente de las ciuda-des, más allá de los buenos propósitosde las cartas europeas de Aalborg (1994y 2004), que sirva para manejar y con-trolar la desbocada urbanización plane-taria, es aún insuficiente.

La idea propuesta por el informeONU-Hábitat considera clave armonizarlos aspectos espacial, social y ambientaldel fenómeno urbano, advirtiendo quedicha armonía deberá descansar sobredos premisas: la igualdad y la sostenibi-lidad.

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Conseguir un sistema sostenible deproducción/planificación de ciudadrequiere integración entre disciplinas.Las herramientas para esta síntesisdeberán surgir del dialogo entre lasciencias del territorio y el paisaje(funcionalidad, procesos, percepción)con la planificación física y urbanística(redes, estructuras). Un encuentro alque deben incorporarse nuevos para-digmas sociales que ayuden a aclararlos conceptos idiosincrásicos de bie-nestar y necesidades básicas de losseres humanos.

En opinión de Ernest García la esci-sión entre las ciencias de la naturale-za y las sociales es indeseable, puesnos incapacita para comprender bienel mundo en que vivimos. Superar esaescisión es una de la tareas másimportantes para lograr una nueva uni-ficación del conocimiento.

Sin embargo dicho autor indica quelas teorías sociológicas dominantesestán limitadas para integrar la infor-mación científica sobre el estado delos ecosistemas del planeta.

El informe ONU-Hábitat alerta sobreun aumento de las desigualdades quepuede conllevar consecuencias socia-les negativas con efecto desestabili-zador. La brecha entre pobres y ricosse incrementa en las ciudades, asícomo la segregación en diferentesespacios por motivos culturales o deraza. Señala que la desigualdad haaumentado como resultado directo dela liberalización y la globalizacióneconómicas.

Los principales problemas queacompañan a la urbanización masivason viviendas precarias, deterioro del

acceso al agua potable, la atención ala salud y la higiene, además delaumento de la violencia.

Principios para la planificaciónEn una línea de integración de aspec-tos ecológicos y culturales, Arhen(2007) propone un conjunto de princi-pios para el diseño y planificación demedio urbano:

Hidrología, redes hídricas. Su pre-servación debe entenderse como unproceso que aproveche los elementosnaturales hídricos en la ciudad, genera-dores de estructura espacial favorable.

Conectividad: incluye las infraes-tructuras y elementos protegidosactuando en diferentes escalas, permi-te definir redes, contrarrestar la frag-mentación de hábitats y apoyar proce-sos y funciones de tipo abiótico, bióti-co, cultural (movimiento de fauna yflora, transporte, usos recreativos,deportivos, educativos, pasillos verdeso rutas culturales peatonales cruzandola ciudad, incorporación de redes hídri-cas).

Multifuncionalidad: El espacio urba-no es por definición limitado y caro, de

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El Proyecto CitiesLa innovadora propuesta

del Proyecto Cities incide enel carácter singular de lasciudades y en la identifica-ción en cada caso de unconjunto de valores paraproteger y potenciar.

Constituirían así el clusterde excelencia de las ciuda-des que opten por un desa-rrollo inteligente y creativo.

Los temas clave quemanejan en los estudioscomparativos de ciudadesse estructuran en torno atres grandes áreas. La pri-mera de ellas se extiendesobre lo que el proyectodenomina “sostenibilidadambiental”, y abarca la rela-ción con el territorio, losrecursos y el ambiente de laciudad (Sensibilidad y res-ponsabilidad ambiental,Estructuras coherentes degobierno del territorio,Dialogo con el entorno).

La segunda considera elcomponente de “competiti-vidad económica” y abarcala imagen de buena admi-nistración y creatividad quela ciudad proyecta (Innova-ción, Creación de ventajascompetitivas, Conexión enredes estratégicas y comer-ciales entre ciudades próxi-mas para ganar sinergias)

Y finalmente se estable-ce como tercer componenteel compromiso con el desa-rrollo social evitando desi-gualdades, es decir; la“cohesión social”.

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forma que múltiples funciones sonmantenidas en un área reducida. Lamultifuncionalidad organizada, estimulala eficiencia económica y espacial,dotando a la ciudad de mayor capacidadpara resistir las presiones externasnegativas.

Adaptación. Aprender haciendo,mediante el diseño y planificación adap-tativos, contar con sistemas de segui-miento y evaluación continuos. Los con-troles de tipo cultural, basados en la for-mación y participación -pueden enten-derse como una expresión de resilienciapara la ciudad-, aportan un margen deflexibilidad para las actuaciones.Teniendo en cuenta que la mayor partede las funciones en la ciudad estánmantenidas por infraestructuras detipo “gris” o industrial (trasporte, alma-cén/resguardo, comunicaciones, ener-gía, agua...) es preciso equilibrarlascon infraestructura verde, aplicandoprincipios de Ecología del paisaje.

Las ciudades son un tipo heterogé-neo de paisaje, considerado en estecaso como ecosistema, con múltiplesflujos de nutrientes, energía, materia-les, especies y seres humanos.

La unión de la pers-pectiva territorial con lade paisaje/ecositemapara el interior de lasciudades, puede docu-mentar y abordar eldesafío que nos planteala ordenación/ocupacióndel espacio urbano, conun entendimiento mul-tiescala (regional, vecin-dades, edificios, etc.).

Un aspecto de impor-tancia para la planificación, viene deconsiderar que las ciudades no sonfenómenos independientes y con fre-cuencia es conflictiva la relación entremunicipios próximos. Las ciudades nodeben trasferir sin compensación pro-blemas ambientales o de planificación aotras localidades.

Precisamente el análisis multiesca-la propio de la ecología del paisajeayuda a entender las interdependen-cias entre ciudades y definir solucio-nes (servicios comunes, redes, etc) enel nivel administrativo y territorial ade-cuado.

Finalmente, definir mecanismosprecautorios, mediante la aplicación dede instrumentos como la evaluación deimpacto ambiental a la planificaciónurbana, acompañados de sistemas efi-caces de participación y control, inspi-rados en los postulados de Aalborg yAgenda 21, que permitan el seguimientoy evaluación continua de los resulta-dos, es un buen indicio de la nuevagobernanza integradora y creativaimprescindible para controlar el proce-so casi ingobernable de urbanizaciónplanetaria.

Figura 7.-Las ciudades son un tipo

heterogéneo de paisaje, conmúltiples flujos de energía,materiales, especies y sereshumanos.

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Cap.16