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EL PULIDO DEL MÁRMOL EN LA GRAN PIRÁMIDE Por José Álvarez López. Corresponde a Petrie —como en múltiples otros casos— el mérito de haber sido el primero en estudiar científicamente los mármoles del revestimiento de la Gran Pirámide. Sus estudios efectuados en 1890, fueron corroborados en 1935 por la expedición arqueológica alemana que presidía el profesor Borchardt. Ocurre que la Gran Pirámide estaba en los tiempos antiguos totalmente revestida de una cubierta de mármol pulido brillante de color amarillo que emanaba la luz del Sol. Los grandes triángulos que constituyen las caras de la Pirámide eran, pues, perfectos espejos triangulares de 2 hectáreas de superficie cada uno. Se lograba esto mediante el ajuste sobre las gradas del granito —que ahora están al descubierto— de unas cuñas de mármol de 3 m2 de superficie y un peso de 16 toneladas cada una. En total las cuñas eran en número 25.000. Todas ellas fueron arrancadas con palancas y utilizadas como piedras de construcción para la ciudad de El Cairo en el siglo XIX. Por cierto, antes de la llegada de los arqueólogos. En la actualidad sólo quedan en posición unos 40 de estos mármoles que no fueron depredados por haber estado cubiertos por 80 metros de dunas de arena. En sus estudios arqueológicos los científicos modernos han removido la arena y puesto al descubierto estos mármoles. Las medidas efectuadas en los mismos llenan de asombro porque, por ejemplo, el diedro recto —las esquinas en escuadra de los bloques— mide 90 grados, con un error, según Petrie, no mayor de 5 segundos de arco. La planitud de las caras es perfecta hasta el límite de las asperezas —60 micrones— y el paralelismo de las aristas está en el orden de un error de 2 centésimas de milímetro por metro de arista. En suma, un ajuste notable a la más exigente Norma Alemana para escuadras de precisión (Norma DIN 875). Para que el lector no especializado pueda apreciar la significación de esta ficha técnica, habrá que decir que tal grado de precisión supera los niveles de nuestra óptica

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EL PULIDO DEL MÁRMOL EN LA GRAN PIRÁMIDE

Por José Álvarez López.

Corresponde a Petrie —como en múltiples otros casos— el mérito de haber sido el primero en estudiar científicamente los mármoles del revestimiento de la Gran Pirámide. Sus estudios efectuados en 1890, fueron corroborados en 1935 por la expedición arqueológica alemana que presidía el profesor Borchardt.

Ocurre que la Gran Pirámide estaba en los tiempos antiguos totalmente revestida de una cubierta de mármol pulido brillante de color amarillo que emanaba la luz del Sol. Los grandes triángulos que constituyen las caras de la Pirámide eran, pues, perfectos espejos triangulares de 2 hectáreas de superficie cada uno. Se lograba esto mediante el ajuste sobre las gradas del granito —que ahora están al descubierto— de unas cuñas de mármol de 3 m2 de superficie y un peso de 16 toneladas cada una. En total las cuñas eran en número 25.000. Todas ellas fueron arrancadas con palancas y utilizadas como piedras de construcción para la ciudad de El Cairo en el siglo XIX. Por cierto, antes de la llegada de los arqueólogos.

En la actualidad sólo quedan en posición unos 40 de estos mármoles que no fueron depredados por haber estado cubiertos por 80 metros de dunas de arena. En sus estudios arqueológicos los científicos modernos han removido la arena y puesto al descubierto estos mármoles. Las medidas efectuadas en los mismos llenan de asombro porque, por ejemplo, el diedro recto —las esquinas en escuadra de los bloques— mide 90 grados, con un error, según Petrie, no mayor de 5 segundos de arco.

La planitud de las caras es perfecta hasta el límite de las asperezas —60 micrones— y el paralelismo de las aristas está en el orden de un error de 2 centésimas de milímetro por metro de arista. En suma, un ajuste notable a la más exigente Norma Alemana para escuadras de precisión (Norma DIN 875).

Para que el lector no especializado pueda apreciar la significación de esta ficha técnica, habrá que decir que tal grado de precisión supera los niveles de nuestra óptica comercial corriente y sólo es comparable a la óptica de precisión empleada en los observatorios y trabajos científicos.

Una comparación bien simple muestra que cada uno de los bloques del revestimiento es comparable como hazaña de alta técnica óptica, con la obra magna de precisión lograda por nuestra civilización, que es el espejo del telescopio de Monte Palomar en U. S. A. Como se sabe esta obra fue un desafío para la tecnología moderna, y su pulido insumió 11 años de trabajos difíciles y pacientes de un pequeño ejército de técnicos y ayudantes. La diferencia reside en que nuestra civilización ha logrado ejecutar uno de estos espejos y los constructores de la Gran Pirámide fabricaron 25.000...