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    Voces:   RECURSO EXTRAORDINARIO ~ REQUISITOS DEL RECURSO EXTRAORDINARIO ~SENTENCIA ~ ARBITRARIEDAD ~ CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION ~ CUESTIONFEDERAL ~ CONSTITUCION NACIONAL ~ REFORMA CONSTITUCIONAL ~ INTERPOSICION DELRECURSO ~ CONSTITUCIONALIDAD ~ CUESTION DE DERECHO COMUN ~ CUESTION PROCESAL~ INTERPRETACION CONSTITUCIONAL ~ FUNDAMENTO DE LA SENTENCIA ~ LEY APLICABLE ~EXCESO RITUAL MANIFIESTO

    Título: El recurso extraordinario por sentencia arbitraria. Propuesta para un manejo más ágilAutor: Garay, Alberto F.Publicado en: Sup. Const. 2010 (agosto), 05/08/2010, 27Cita Online: AR/DOC/5209/2010

    Sumario: 1. Introducción. 2. El recurso extraordinario del artículo 14 de la ley 48. 3. La aparición y elposterior desarrollo del recurso extraordinario por sentencia arbitraria. 4. ¿Cómo detener la marea? 5.Conclusión.

    Abstract: El recurso extraordinario basado en la arbitrariedad de las sentencias no fue creado expresamente porel legislador, quien lo ignoró sistemáticamente hasta el día de hoy. Es fruto de una labor interpretativa de laCorte Suprema de Justicia de la Nación, a pedido de centenas o miles de abogados que golpearon sus puertaspidiendo, equivocada o acertadamente, justicia, respeto a la ley y a la Constitución Nacional.

    1. Introducción

    En las páginas que siguen intentaré reflexionar acerca de la doctrina de las sentencias arbitrarias y sualegada relación con el pronunciado exceso de trabajo que tiene la Corte Suprema. Esa demasía, que está fuerade discusión y que tomaré como un hecho, no ha ocurrido de un día para otro, obviamente.   (1)  Desde hacemucho tiempo atrás los autores vienen advirtiendo el aumento de trabajo, pero éste no cesa.  (2) El problema havenido incrementándose año tras año, y es fruto de múltiples causas.

    En los últimos tiempos se ha sindicado a la doctrina de las sentencias arbitrarias como la causante decisivade este desborde. Sin embargo pocos han sustentado empíricamente esa afirmación y menos se han preguntado(y respondido) qué causa que, eventualmente, ésa sea la causa.   (3)   Montados en esa suposición, algunoscreyeron, un poco simplista y exageradamente, que la solución sería "resignificar" la "misión" de la CorteSuprema como tribunal constitucional y en esa línea, eliminar —de hecho— el recurso extraordinario porsentencia arbitraria. Es evidente que si se quiere hacer tal cosa debiera reformarse la Constitución o, comomínimo, la ley 48 (Adla, 1852-1880, 364). Es decir que un proyecto tal no podría encontrar solución a través deun simple cambio de hábitos. Pues en tanto esa doctrina siga anclada en la Constitución Nacional, como desde

    su origen se la aferró, sería imposible evitar emplearla cuando ello corresponde. A menos, claro está, que semodificara esa jurisprudencia, negándole aquél fundamento. Creo no obstante, que toda la rica experiencia judicial (con aciertos y errores) reunida a lo largo de unos sesenta años, fruto del trabajo incesante de muchosprofesionales y magistrados no puede echarse íntegramente por la borda. Me parece más serio estudiar cada unade las causales, ver cuáles de ellas ha facilitado excesos y porqué (en los casos que corresponda) y a partir deesa pormenorizada evaluación, sugerir cursos de acción.

    También se afirma que la Corte debería resolver pocas causas trascendentes y se da como ejemplo el caso dela Corte Suprema norteamericana, con el engañoso argumento de que resuelve menos de cien causas por año.  (4)Esto también implicaría un cambio radical.

    Creo que, en general, esta visión que vengo relatando es parcialmente equivocada y en los párrafos quesiguen intentaré dar mis razones para concluir de tal modo.

    El orden de exposición será el siguiente. En primer lugar efectuaré un necesario repaso sobre algunas

    nociones básicas acerca del recurso extraordinario federal expresamente reglado en el artículo 14 de la ley 48 yen su derivado pretoriano, el recurso extraordinario por sentencia arbitraria. Luego indagaré la vitalidad de esasnociones en la jurisprudencia actual de la Corte Suprema. Finalmente conectaré esos temas con el exceso detareas y posibles propuestas de solución.

    2. El recurso extraordinario del artículo 14 de la ley 48

    El recurso extraordinario federal está legislado en el artículo 14 y siguientes de la ley 48 (1863). Estaapelación fue pensada para mantener la supremacía del orden federal. Ese era el fin primordial que se persiguióen su diseño. Entre las normas que lo regulan, hoy debe incluirse también al reglamento sancionado por la CorteSuprema a través de la Acordada 4/2007.

    En consecución de aquel objetivo de mantener la supremacía del orden federal, el legislador no habilitó lacompetencia apelada de la Corte Suprema para todos los casos constitucionales que podían extraerse de lasmenciones contenidas en los artículos 31 y 116 de la Constitución Nacional (ex artículo 100). En su lugar,siguiendo el modelo de la Judiciary Act norteamericana de 1789, ciñó su alcance a un grupo de ellos y los

    vinculó al modo en que eran resueltos por los tribunales superiores.   (5)  Característico de ese propósito es elrecaudo de resolución contraria que prevén los incisos 1 y 2 del artículo 14 de esa ley.  (6)

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    Años más tarde el Congreso Nacional decidió establecer tribunales de apelación respecto de los juzgados deprimera instancia, tanto federales cuanto ordinarios de la Capital Federal. De ese modo le quitarían a la Corte lapesada carga de funcionar ella como órgano de apelación ordinario de esos juzgados, cosa que hacía hastaentonces. Así, luego de la federalización de Buenos Aires, en 1886 se sancionó la ley n° 1893 (Adla,1881-1888, 200), que creó la alzada para los juzgados civiles y comerciales de primera instancia. Y, unos añosdespués, en 1902, la 4055 (Adla, 1889-1919, 533), que estableció las cámaras federales. Muchos años después

    vino la ley 24.050 (Adla, LII-A, 44) e incorporó a la Cámara Nacional de Casación, como superior tribunal enmateria penal.

    Esas leyes, a través de los artículos 90, la primera y 6, la segunda, extendieron la posibilidad de apelar antela Corte pero, solamente, en los supuestos genéricamente descriptos en los tres incisos del artículo 14 de la ley48. En estos casos, el recurso también fue sujetado a la primera parte del artículo 14, es decir, que sólo procedecontra las sentencias definitivas que dicten aquellos tribunales. Idéntico régimen rige con relación a lassentencias pronunciadas por la Cámara de casación aludida.

    Como mencioné más arriba, el artículo 14 de la ley 48 describe cuáles son los casos ante cuya presenciapuede acudirse a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, luego de que un superior tribunal provincial hadictado sentencia definitiva u otra decisión equiparable a ella.

    El primero de estos supuestos es cuando en el pleito se ha puesto en cuestión la validez de una ley delCongreso o un decreto del Poder Ejecutivo o autoridad ejercida en nombre de la Nación, o de un tratadocelebrado por la Nación y la sentencia apelada ha sido contraria a la validez de alguna de esas normas.  (7)

    Un ejemplo simple que cae dentro de las previsiones de esta sección se configura si en un juicio tramitadoante la jurisdicción provincial, el tribunal superior resuelve que el artículo 1505 del Código Civil es contrario alo preceptuado en el artículo 17 de la Constitución Nacional. En tal caso, un artículo de una norma nacional(verbigracia, el art. 1505 del Código Civil) es descalificado constitucionalmente. Es la verificación de esacircunstancia —independientemente del acierto o error de la declaración— lo que autoriza acudir ante la CorteNacional vía este recurso.  (8)  Este tipo de conflicto normativo es lo que, en el ejemplo, configura por sí mismola cuestión federal. En esto consiste, en el caso, la cuestión federal que habilita la interposición del recursoextraordinario: en el haberse declarado que una ley nacional es contraria a la Constitución Nacional,independientemente, como se dijo, de que esa declaración sea o no sea acertada.

    Otro supuesto que corresponde encuadrar en este inciso es, por ejemplo, si una Cámara Federal decide queuna resolución adoptada por una autoridad nacional (v.gr., Administración Nacional de Aduanas) basada en otraresolución del Ministerio de Economía, por la cual se reclamó a una empresa el pago de ciertos derechos deexportación, es contraria a diversos artículos de la Constitución Nacional (por ejemplo, los arts. 4, 17, 52, 75inc. 1 y 2 y 76). En tal caso, la cuestión federal consiste en la declaración judicial de inconstitucionalidad de laresolución del Ministro (acto este ejercido en nombre de la Nación) y de las de la Aduana que se apoyan en ella.(9)  De nuevo, independientemente del acierto o error de la declaración judicial de inconstitucionalidad de esosactos de la autoridad federal, el sólo hecho que la sentencia se haya pronunciado en contra de la validezconstitucional de ellos es razón suficiente que autoriza el remedio procesal bajo examen.

    El segundo inciso del artículo 14 habilita la instancia extraordinaria en aquellos casos en que el superiortribunal provincial declaró la conformidad de una ley u otra norma o acto provincial con una nacional o federal.(10)   Imagínese un juicio de repetición de un impuesto provincial abonado por un contribuyente, donde éstehubiera cuestionado la validez constitucional de la norma local por considerar que invadía una competencia quela Constitución Nacional reserva al Gobierno federal (verbigracia, el art. 75, inc. 13) y otras disposiciones de laConstitución provincial. Supóngase también que el superior tribunal de provincia declaró la constitucionalidadde esa norma. En una controversia tal, el actor, agraviado por la sentencia adversa, estaría habilitado para acudira la Corte Suprema Nacional por vía del recurso del artículo 14. Aquí, la cuestión federal estaría dada por elhecho que se ha declarado la validez constitucional (federal) de la norma provincial atacada por elcontribuyente, independientemente del acierto de esta declaración.

    Por último, el tercer grupo de casos conviene simplificarlo para comprenderlo mejor. La redacción delinciso es compleja y abarca muchos supuestos.   (11)  Me referiré sólo a algunos pocos. Según el inciso tercero,procede el recurso extraordinario si la decisión del superior tribunal es contraria a una exención fundada en unanorma federal. Esta es la cuestión federal. Ese tipo de conflicto normativo (exención sustentada en una normafederal) junto con la decisión judicial que le desconoce ese privilegio esgrimido con ese sustento es lo queconfigura la cuestión federal. Como ejemplo de un caso semejante basta con imaginar un juicio de repetición deun impuesto federal donde el contribuyente alega —con sustento en la norma federal que establece el tributo—estar exento de su pago, situación excepcional que la sentencia de Cámara le niega. Ese caso configura en sí mismo la cuestión federal, con independencia, una vez más, del acierto o error de la sentencia protestada.

    Como bien sabe el lector, podrían suministrarse centenas de ejemplos que ilustraran sobre los distintos casos

    subsumibles en cada inciso. Creo que con los provistos es suficiente para formarnos una idea general e inicialacerca de qué se entiende por cuestión federal a los efectos de la interposición de un recurso extraordinario.

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    Conforme se ilustró precedentemente, no todas las disputas relacionadas con la interpretación de laConstitución Nacional o de las leyes de ese orden o los tratados merecen ser consideradas como cuestionesfederales, a los efectos de este recurso. Para que exista cuestión federal, en los términos establecidos en el art.14 de la ley 48, debe existir una sentencia contraria al derecho federal invocado por el recurrente. Si no existeese tipo de decisión judicial previa, no habrá cuestión federal. Y ello es así pues, como dijera Espil hace casi unsiglo (e innumerables sentencias de la Corte Suprema antes y después), el propósito de este recurso "es el

    mantenimiento de la supremacía de la Constitución y de las leyes nacionales, por lo que no es procedente cadavez que dicha supremacía haya sido reconocida, es decir, que la decisión del tribunal de provincia [o, agrego, dela Nación], lejos de desconocerla, resuelva a su favor".   (12)   El rigor de estas afirmaciones, como advertí anteriormente, debe ser atenuado, pues ha habido muchos casos en los que, a pesar de no existir resolucióncontraria, la Corte ha admitido su competencia. En estos supuestos se suele invocar el inciso 3 de la ley 48, conlo cual el 1 y el 2 pasan a ser letra muerta.  (13)

    Tampoco puede la Corte entender en cuestiones de interpretación y aplicación de los códigos de fondo, estoes, en casos regidos por el derecho común. Los artículos 116 de la Constitución Nacional y 15 de la ley 48vedan expresamente esa posibilidad. De aquí que la Corte desde su inicio se negara por regla a intervenir encualquier cuestión regida por el derecho común y que involucrara la interpretación de leyes o códigos de eseorden.

    En igual imposibilidad se halla si la cuestión involucra temas procesales locales. Se juzgó que esascuestiones no eran mencionadas por la ley 48 y, además, pertenecían a la esfera exclusiva de las Provincias.

    Parejamente, se adoptó igual negativa respecto de las cuestiones procesales federales, en tanto no se tratara de ladenegatoria de ese fuero. Pero si se logra acceder al primer caso en que la Corte afirmó tal cosa, se advertirá quela decisión no tiene fundamento constitucional serio.  (14)

    Además de la delimitación que la Constitución y la ley 48 impusieron a la competencia del Alto Tribunalargentino, diversas doctrinas restrictivas de su competencia, construidas fundamentalmente por la CorteSuprema de los Estados Unidos, fueron ejerciendo su influencia sobre aquél y dieron lugar a la introducciónpretoriana de elaboraciones similares a las del país del Norte, tales como la de las cuestiones políticas, lasabstractas, las consultivas y las no maduras; el interés para pedir la declaración de inconstitucionalidad de unanorma; la oportunidad del planteo federal y su mantenimiento y otras tantas. La función que esas doctrinaspretorianas cumplen es, como anticipé, restringir aún más los casos en los que la Corte puede intervenir.

    Estos casos configuran, en términos generales, el ámbito central del recurso extraordinario reglado en elartículo 14 de la ley 48. Como se advierte de esta rápida reseña, el plan inicial fue que, por la vía del recursoextraordinario, la Corte Suprema ejerciera su misión ante ciertas y determinadas cuestiones federales. Y en esa

    delimitación contribuyó luego la Corte quien, al adoptar las doctrinas recién aludidas, restringió más aun sucompetencia.

    3. La aparición y el posterior desarrollo del recurso extraordinario por sentencia arbitraria

    El recurso extraordinario basado en la arbitrariedad de las sentencias —a diferencia del consideradoanteriormente— no fue creado expresamente por el legislador, quien lo ignoró sistemáticamente hasta el día dehoy. Es fruto de una labor interpretativa de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a pedido de centenas omiles de abogados que golpearon sus puertas pidiendo, equivocada o acertadamente, justicia, respeto a la ley y ala Constitución Nacional.

    En un principio a los abogados les costó bastante asimilar el hecho que la Corte Suprema Nacional no erauna última instancia ordinaria y empleaban este recurso con el propósito que la Corte revisara interpretacionesde derecho común o local con las cuales ellos simplemente discrepaban. En sucesivas sentencias el Tribunal lesrecordaba pedagógicamente cómo funcionaba el recurso extraordinario y el sistema federal en este aspecto.

    Por otro lado, al margen de esos supuestos, existieron otros en los que la misma vía recursiva comenzó a serutilizada en juicios que no versaban sobre las cuestiones federales típicas descriptas precedentemente. Erancasos regidos fundamentalmente por normas de derecho común o procesal (por ejemplo, juicios de daños yperjuicios por responsabilidad extracontractual o contractual, ejecuciones, despidos, condenas penales, prisionespreventivas o denegatorias de excarcelaciones, etc.) que ponían en evidencia aspectos anómalos delfuncionamiento de los tribunales inferiores. Deficiencias que —igual que las doctrinas restrictivas antesmencionadas— los legisladores de la etapa fundacional, todo parece indicar, no habían tenido presente. (15)

    La Corte no eludió el tratamiento de esos problemas y comenzó a exhortar a los tribunales acerca de quecierto tipo de anomalías podían llegar a ser constitucionalmente intolerables.   (16)   Sin embargo, esasadmoniciones no contuvieron a esa irregular e insoportable forma de administrar justicia. Esos casos anómalosseguían llegando a sus estrados. ¿Qué hacer, entonces?

    Dentro de estas extrañezas es oportuno recordar que algunas sentencias apeladas, por ejemplo, omitíanreferirse a cuestiones federales planteadas oportunamente en la causa. Lisa y llanamente las ignoraban, a pesar

    de tratarse de alguno de los casos del artículo 14 de la ley 48. En estos supuestos, la Corte elaboró la doctrinasegún la cual debía considerarse que implícitamente esa o esas cuestiones habían sido denegadas. Luego,

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    revisaba si se trataba de alguno de los supuestos previstos en la ley 48 y actuaba en consecuencia.

    Sin embargo, otras sentencias —que versaban sobre temas regidos por el derecho común o local y quetrataban alguno de los conflictos normativos tan típicamente expresados en el artículo 14 de la vieja ley—exhibían defectos tan variados y de tal magnitud que podía interpretarse que violentaban claramente el derechode defensa o el de propiedad de los recurrentes. Esos actos judiciales, se alegaba, no podían ser consideradossentencias, en términos constitucionales, pues ni siquiera estaban basadas sinceramente en la ley que invocaban

    o en la prueba cuya existencia afirmaban. Y esta forma de ver las cosas, ante decisiones reñidas con la verdadque declamaban, no era exclusiva del tribunal argentino. Un problema análogo enfrentaban diversos tribunalessuperiores del mundo, no sólo en Estados Unidos —jurisprudencia metódicamente consultada por entonces—sino también en España. Y evidencia de ello les traía Caravantes, autor consultado en distintas épocas pornuestra Corte (17) y sus principales especialistas y magistrados.  (18)

    Puestos ante la disyuntiva de rechazar los recursos deducidos contra decisiones que poseían esascaracterísticas o concederlos, el Alto Tribunal —sin elaborar demasiado cuál era el soporte normativo que leadjudicaba competencia para revisar esas decisiones— se decidió por declarar la procedencia de los recursosextraordinarios y aceptar los planteos contenidos en ellos.   (19)   Fue así, que la Corte comenzó, caso por caso,lentamente, a intervenir en este tipo de situaciones, preparando la simiente de lo que hoy conocemos como ladoctrina de las sentencias arbitrarias.

    En sus comienzos, esta apertura dio lugar a ilustrados debates, siendo quizá el más recordado el habido en elColegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, en oportunidad de disertar sobre el tema Juan Francisco

    Linares.   (20)   A partir de allí y a lo largo de los años, la jurisprudencia del Alto Tribunal fue identificandodiversas anomalías que viciaban las sentencias apeladas. Esas anomalías fueron clasificadas tiempo después porGenaro R. Carrió en trece causales que autorizaban este recurso. Sentencias basadas en leyes derogadas o aunno vigentes; otras que volvían sobre decisiones anteriores firmes, en violación de la cosa juzgada; o decisionesque resolvían un caso invocando prueba inexistente, entre otras, comenzaron a ser rotuladas como "sentenciasarbitrarias", expresión esta que vino a funcionar como descalificador sui generis.  (21)

    Según recuerda el mismo Carrió, en los años sesenta hubo un incremento importante en el caudal derecursos que con este fundamento llegaban a la Corte, lo cual habría hecho decir a los Ministros ingresantes enel Tribunal luego del golpe de estado de 1966, que restringirían severamente este drenaje.  (22) No obstante, ellono ocurrió y la Corte siguió admitiendo recursos extraordinarios que traían quejas frente a sentenciasinsostenibles. Esta tendencia se mantuvo firme durante los años subsiguientes.

    Las diferencias de opinión acerca de si en estos casos la Corte se inmiscuía en cuestiones propias delderecho común, local o procesal continuaron, y el aumento de trabajo del Tribunal era atribuido, un pocomecánicamente, a los recursos con este fundamento. En realidad, no existían tampoco investigaciones empíricasque analizaran seriamente dónde estaba el problema. En los años ochenta el ingreso de causas mantuvo sutendencia ascendente. Y así fue en los siguientes. No había forma de detener ese avance.

    En época reciente la cantidad de recursos que llegaron a la Corte Suprema excedió toda proporción y volvióa responsabilizarse, erradamente, al recurso por sentencia arbitraria de ese incremento. Ello produjo ciertosmovimientos dentro de la Corte que obedecen, confesadamente o no, al intento de poner freno a esa inundación.Así, ésta ciñó drásticamente su competencia originaria, aumentó cinco veces (de $1000 a $5000) la tasa quedebe abonarse cuando se acude a esta instancia por Recurso de Hecho y dictó la Acordada 4/2007 quereglamenta las características que debe respetar todo escrito de interposición de recurso extraordinario, sucontestación y el recurso de queja a través de un esquema rígido, riguroso y, en ocasiones, ambiguo para quiendebe redactar un escrito de este tipo.

    Una crítica que recibe la Corte Suprema por ingresar en estos asuntos —crítica que generalmente suele

    escucharse de jueces o funcionarios de instancias inferiores o de sectores que quieren eliminar esta variante delrecurso para generar espacio para los temas de su interés o actividad— gira en torno a que, según se afirma, setrata de cuestiones propias de los jueces de la causa y regidas por normas de derecho común, local o procesal.(23)

    Generalmente quienes así se expresan no aluden a las auténticas arbitrariedades. Tienen en mente algún casomuy puntual (lo cual descarta su consideración) o algunas de las causales cuya comprobación puede hacerinmiscuir excesivamente al Alto Tribunal en consideraciones de prueba o derecho común. Me refiero a lascausales que hablan del "exceso" ritual manifiesto o la que prescinde de argumentos "decisivos" o de prueba"decisiva" o la que reprocha a los jueces arrogarse al fallar el papel del legislador o fundar su decisión en pautasde excesiva latitud. Estas causales, vale aclararlo, pueden dar lugar a criterios de aplicación opinables y, porello, anómalos. En ocasiones, esa anomalía puede deberse a que las sentencias no describen adecuadamente cuálsería el vicio incurrido u otras que, describiéndolo, no demuestran que sea a ese punto reprochable o que no seesté ante una alternativa hermenéutica imposible o insostenible.

    No obstante, la arbitrariedad, alegada o real, referida a esas causales es sistemáticamente reclamada por losrecursos que con ese soporte siguen llegando al Tribunal y éste continúa admitiendo apelaciones con ese

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    fundamento. Pruebas al canto.

    3.1. Excesivo rigor formal.

    Como sostuve más arriba, una de las causales de arbitrariedad más vulnerables a la crítica es aquella quedescalifica una sentencia por haber incurrido en lo que adjetiva como un manifiesto, excesivo, inadmisible rigorformal. Creo que, de todas las causales, ésta debe ser de las más sensibles a la crítica, debido al factorponderativo que la caracteriza. ¿Cuándo la exigencia de la ley, procesal o sustantiva, es "excesivamenterigurosa"? ¿Cuándo la interpretación ha pecado de un excesivo formalismo? La respuesta a ello debe ser directa,exenta, en lo posible, de ambigüedad y/o vaguedad. Y ella debe ser suministrada por la Corte Suprema, de esamanera, para que los litigantes, aprovechándose de textos que no contienen una descripción diáfana de laconducta considerada arbitraria o redactados ambigua o vagamente, los empleen para llevar a la Corte casosque, bien definidos, jamás podrían haber llegado a esa instancia. La Corte ha empleado esta causal en varioscasos recientes.

    Así, en "Yapur", por remisión al dictamen de la Procuradora Fiscal, acudió a esta causal de descalificación yobvió, además, la ausencia de sentencia definitiva propiamente dicha, equiparando la apelada a una de difícilreparación ulterior. (24) Se trataba de un caso en el cual el peticionante reclamaba se le reconociera la pensión desu concubino. El superior tribunal provincial había juzgado que el recurso empleado —de inconstitucionalidadlocal— era inadecuado para el fin propuesto. Debía ser el de inaplicabilidad de la ley. Por esa razón no trató elfondo del asunto. Se consideró que no haber obviado el nomen iuris del remedio utilizado era un excesivo rigorformal por parte de la corte provincial, frente al derecho fundamental que estaba en juego.

    3.2. Prescindencia del texto legal aplicable

    En estos casos, el reproche suele consistir en que el tribunal cuya sentencia es apelada no ha aplicado eltexto normativo que rige el caso, dijo aplicarlo pero lo falseó o aplicó otro. En principio, estos casos son ajenosa la competencia extraordinaria pues involucran problemas de subsunción del caso en el derecho común o local,tarea extraña al trabajo del Alto Tribunal. Pero hay casos excepcionales en los que él ha considerado precisointervenir.

    Como en el supuesto anterior, se trata de una causal cuya invocación exige ser particularmente descriptivode la arbitrariedad. Pues, muchas veces, existe una línea difusa entre la prescindencia de aplicar el texto legal yla ausencia de prueba del presupuesto de hecho que condiciona su operatividad; o entre considerar el casoregido por cierta norma y no por otra; o invocar que un artículo autoriza a hacer lo que, en realidad, no autoriza.Otras veces, se trata del empleo o prescindencia de estándares cuya pertinencia surge sólo en casos de duda (v.gr., art. 216, inciso 6 del Código de Comercio).

    En "Giacomuzo" se resolvió un caso donde la arbitrariedad no dejaba lugar a dudas. El tribunal superior, sopretexto de "aclarar" una regulación anterior y corregir un error material, la había llevado de $250.000 a$450.000, lo cual, según la Corte, consistía en un "flagrante apartamiento del art. 166, 2º del Código Procesal".(25) Es decir que el Tribunal —ante lo que consideró un indiscutible desvío del a quo— no vaciló en dejar sinefecto el pronunciamiento, a pesar de que se trataba de una cuestión de derecho procesal, v.gr., recurso deaclaratoria y regulación de honorarios. Por lo demás existe una línea jurisprudencial pacífica —mencionada enel fallo— que ha condenado desvíos similares.  (26)

    3.3. Omisión de considerar argumentos decisivos

    Esta causal de arbitrariedad también se presta a controversias. Ello así, por cuanto determinar quéargumentos son decisivos y cuáles no lo son, en temas regidos por el derecho común, exceden del ámbito delrecurso extraordinario federal. Es una actividad propia de los jueces de la causa. De modo que si la Corte aceptauna apelación con este fundamento, el caso —como todos los de arbitrariedad— debe estar más allá de loopinable.

    En "García",   (27)  el apelante había sido condenado por robo y sus recursos no habían sido adecuadamenteatendidos por el Tribunal de Casación ni por la Corte de la Provincia de Buenos Aires, a pesar de que, segúnrelata el dictamen del Procurador Fiscal, esas apelaciones estaban fundadas e inclusive se apoyaban en Fallos dela Corte Suprema recaídos en supuestos considerados análogos. La Corte, por remisión al dictamen, revocó.

    3.4. Afirmaciones dogmáticas y pautas de excesiva latitud

    En "Putallaz"  (28) la Corte, por remisión al dictamen, reprochó al tribunal apelado haber basado su decisiónen meras afirmaciones dogmáticas acompañadas de pautas de excesiva latitud y prescindencia de laconsideración de argumentos conducentes para la correcta solución del conflicto. Se trataba de un caso de dañosy perjuicios reclamados con base en la responsabilidad del Estado por prolongación indebida de una prisiónpreventiva, fallado a favor de la parte actora. La Corte revocó.

    3.5. Apartamiento de las constancias de la causa.

    En "Orias",   (29)   los temas en discusión versaban sobre el cómputo del plazo de prescripción de laresponsabilidad extracontractual del Estado y la idoneidad de la prueba producida para determinar laconfiguración de daño, causalidad e imputabilidad. La Corte revocó la sentencia apelada, por remisión al

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    dictamen de la Procuradora Fiscal, por considerar que en la causa no se había probado la concurrencia de lospresupuestos que condicionan la admisibilidad de la responsabilidad estatal en supuestos similares. Tambiénremite a precedentes análogos.  (30)

    3.6. Exceso de jurisdicción

    Un vicio que no es de muy difícil comprobación ni expone innecesariamente al Tribunal, es el relacionadocon aquella actividad de los tribunales superiores llevada a cabo en exceso de jurisdicción, sea fallando más allá

    de lo pedido por el apelante (extra petita), sea haciéndolo fuera del plazo que la ley le otorga para expedirse.

    Una situación como la última fue decidida en el caso "Pastrana",  (31) donde el tribunal superior modificó lostérminos de la sentencia de condena, so pretexto de corregir un error material, a pesar de que el segundo pedidode aclaratoria había sido formulado fuera del plazo legal.

    3.7. Conclusión

    Creo que los casos precedentes, en su mayoría referidos a las causales más controversiales y todosposteriores a la vigencia de las reglas impuestas por Acordada 4/2007 a la presentación del escrito interponiendorecurso extraordinario o su queja, son muestra suficiente de la vitalidad de la doctrina de la arbitrariedad desentencia. Ella está vigente y no debe ser abandonada por la Corte Suprema. Esta policía de la administración de justicia, como la llamó Genaro R. Carrió, a la luz de los desafueros jurisdiccionales intolerables que nulifican,es indispensable. Y un signo de que ese abandono no está previsto que ocurra, al menos, en breve, es que porAcordada 51/2009 el Alto Tribunal encomendó a la Dirección de Biblioteca que elabore un listado de los

    tribunales cuyas sentencias son dejadas sin efecto con base en esta doctrina.4. ¿Cómo detener la marea?

    Decía en el apartado 2, que me parecía infundado sostener que los recursos extraordinarios por sentenciaarbitraria son los que consumen la mayor parte de las energías de la Corte y que, debido a ello, el Tribunal debeabandonar su consideración para hacerlo en casos trascendentes. La lectura de las estadísticas de los últimosaños bastan para comprobar que —a diferencia de otras épocas—, el extraordinario reglado en el artículo 14 dela ley 48 y los recursos de hecho (dentro de los cuales están los basados en la arbitrariedad) se reparten la tarea.(32)

    Depositar la mirada en los recursos por arbitrariedad y actuar sobre ellos, es tanto como matar al enfermopara acabar con la peste. Como se sabe, si no se actúa sobre las causas que originan esa contaminación, eseesfuerzo no sólo importa el sacrificio de una víctima que pide un remedio. También será coyuntural y, a la larga,estéril. En cambio, si realmente nos preocupa la administración de las apelaciones que traen este fundamento,nuestra atención debe volcarse en la búsqueda de algún mecanismo o de varios que permitan, por un lado, elrápido examen de las causas y, por el otro, la disminución del ingreso.

    4.1. La Reforma del año 1990.

    Consideremos, primero, lo relacionado con el rápido examen y resolución de ciertas causas. Cuando ellegislador sancionó la reforma de los artículos 280 y 285 del Código Procesal, lo hizo para poner a disposiciónde la Corte una herramienta que le permitiera desembarazarse rápidamente de parte de su trabajo. En ese ordende ideas, si el recurso contiene un agravio federal insuficiente, insustancial o carente de trascendencia, la Cortepuede rechazarlo con la sola invocación de la norma pertinente; esto es, sin fundar la sentenciapormenorizadamente, refutando los argumentos centrales sobre los que se apoya.

    El mecanismo ideado por el legislador, sin embargo, no agilizó suficientemente el recorrido ni suprimió laactividad que aspiraba a evitar. Tres razones explican este fracaso.

    Por un lado, esa reforma —mal identificada como el certiorari argentino— actuó sobre la redacción de lasentencia propiamente dicha. Sin embargo, ésta no era la causa determinante de su pesada marcha.

    Por el otro lado, el legislador no operó sobre la circulación del proyecto, esto es, el trabajoso recorrido quehace todo borrador de sentencia a fin de obtener el concurso de voluntades necesarias para que sea aprobado.

    Por último —y reconozco la antipatía que este punto puede despertar— la Corte no tiene plazo parapronunciar sentencia y algunos casos demoran demasiado.

    Si se coincide con esta evaluación es evidente que la reforma equivocó el medio empleado para obtener elfin deseado. El ABC de la irrazonabilidad podría recordarnos Juan Francisco Linares.

    4.2. Proyecto de sentencia expeditivo y rechazo por defecto

    Intentaré ahora desarrollar algunas ideas relacionadas con la velocidad de procesamiento de las causas.Desde ya que estas seguramente pueden ser mejoradas. Pero, en realidad, no me sentiría bien advirtiendo quetenemos problemas (pues esto es un problema para todos los que actúan en o ante la Administración de Justiciao para aquellos que se dedican a la docencia) y no proponer ninguna solución. La contribución que aquí ofrezco

    es modesta en su alcance; ella no pretende solucionar todos los problemas de un solo golpe. Me excuso deantemano si lo que sigue ya ha sido puesto en práctica (cosa que desconozco), es juzgado como demasiadoobvio o impracticable. Me explico.

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    Como se sabe, no todos los recursos poseen el mismo status ni ofrecen el mismo grado de dificultad. Creoque el Tribunal debiera imponerse plazos al menos para proyectar rápidamente, los recursos de hecho menosdificultosos.

    En esta clase debieran agruparse aquellos que son desestimados por razones formales (deficiencias estasatribuibles a la queja o al extraordinario) o por referirse a temas respecto de los cuales ya existe jurisprudenciaen causas que guardan analogía con los hechos relevantes del caso a resolver.

    En los supuestos recién mencionados debe eliminarse la circulación, tal y como se la conoce en la actualidady reemplazársela por otra vía más expeditiva. No sólo lleva tiempo, a veces mucho tiempo, elaborar elmemorándum que acompaña al proyecto de sentencia, sino que luego de ello debe comenzar ese largoperegrinar entre las vocalías buscando la conformidad de los Ministros (no menos de cuatro). En la actualidad ysi el exceso de tareas preocupa seriamente, esa circulación del proyecto, en casos como éstos, es undespropósito.

    Me parece que, efectuado el proyecto desestimatorio por la Secretaría correspondiente, existen dosalternativas. Primera. El proyecto de sentencia desestimatoria es impreso en original y pasa directa yexpeditivamente al Acuerdo. Segunda. El proyecto de sentencia desestimatoria es enviado al despacho de cuatroMinistros, junto con una copia del recurso extraordinario (y eventualmente de la queja). Si ninguno de éstosobjeta esa disposición dentro de las dos semanas de recibidas las copias, el caso es llevado al Acuerdo. (33)

    Si, puesto en marcha este mecanismo, él demuestra ser eficaz y no recibe críticas serias del foro, en una

    segunda etapa podría pensarse en una reformulación de algunos otros hábitos que son anacrónicos oinconvenientes.

    4.3. Las causas de la sobrecarga y el mensaje al litigante

    Mi última observación se dirige a las causas que originan el exceso de recursos ante la Corte y el mensajeque la jurisprudencia de la Corte Suprema envía al litigante. No pretendo efectuar una enumeraciónpormenorizada de todas las razones que determinan esta saturación. Seguramente debiera encarar otro tipo deestudio para hacerlo. Sólo referiré lo que me parecen causas exógenas y otras endógenas del problema. Y estasúltimas tendrán de particular que mirarán el problema del exceso de expedientes desde afuera. Esto es, desde laperspectiva que puede tener el abogado que ejerce la profesión y debe decidir si aconseja a su cliente presentarun recurso extraordinario o no.

    4.3.1. Causas exógenas al Poder judicial

    Entre las causas exógenas que han determinado este desborde recursivo no pueden dejar de considerarse las

    siguientes:(i) Desde mediados de los años ochenta hubo dos políticas públicas que generaron una gran cantidad de

     juicios. Una fue el cambio de moneda por el Austral y el desagio consecuente de los contratos. La otra fue elrelegamiento del monto del haber previsional y las demandas persiguiendo su recomposición. Años después, lahiperinflación también fue facilitadora de litigios.

    (ii) Desde comienzos de los noventa diversas políticas públicas generaron una altísima litigiosidad. Entreellas, nuevamente, el relegamiento del haber jubilatorio y los juicios que perseguían su actualización (recursoordinario a la Corte, mediante), la convertibilidad del peso, la consolidación de deudas del Estado, lasprivatizaciones, los reclamos laborales consecuentes, los conflictos generados a partir de las cuasi-monedas queimprimieron la mayoría de las Provincias.

    (iii) Entrados en el tercer milenio, la salida de la convertibilidad y la pesificación asimétrica de la economíageneró una litigiosidad que no tuvo precedentes en toda la historia argentina. Esta, los problemas previsionales yel arrastre de causas de años anteriores, fueron la determinante de la sobrecarga de trabajo que actualmente

    registra.

    (iv) Impericia abogadil en el manejo de los precedentes de la Corte, en sus habilidades argumentativas y ensu razonamiento jurídico.

    (v) Aumento de la población.

    4.3.2. Causas endógenas

    La elevada cantidad de apelaciones que llegan a la Corte reconoce también otras razones. Ellas se vinculancon la percepción que tiene el abogado de la suerte que puede correr su recurso. En este caso partiré de lasiguiente presuposición controvertible, a saber: cuando aluda al abogado que mencioné anteriormente,imaginaré ahora que se trata de una persona estudiosa, responsable y con buen conocimiento del Derecho y decómo argumentarlo. Reconozco que es discutible que este ser imaginario represente a la media de quienespatrocinan los miles de recursos que acceden al Alto Tribunal, pero asumamos por hipótesis que es así.

    Creo que cuando el foro percibe los comportamientos que menciono a continuación, pierde de vista laexcepcionalidad del recurso extraordinario y la ultra excepcionalidad del basado en la doctrina de las sentenciasarbitrarias y evalúa que existe un margen razonable de obtener una sentencia a su favor. Esos comportamientos,

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    generalmente, abarcan un período prolongado. Salvo en el caso de decisiones actuales muy publicitadas, losabogados no tienen en cuenta los fallos más recientes (a veces tampoco tienen acceso a los volúmenes de jurisprudencia actualizados) y su estudio abarcará un período considerable de tiempo. Los comportamientos judiciales que tengo en mente son los siguientes:

    i) indefiniciones en cuanto a si el Alto Tribunal se siente obligado o no por sus propios precedentes;

    ii) dispersión de votos en las sentencias (demasiados votos concurrentes y disidentes);

    iii) multiplicidad de criterios en competencia;

    iv) situaciones en las que constata la existencia de fallos en los que la Corte ha procedido a la eliminación omorigeración de ciertos recaudos obstativos a la competencia (originaria o) extraordinaria. Sea que se refieren acuestiones procesales o sustantivas (por ejemplo, sentencias interlocutorias equiparables a definitivas,legitimación para impugnar la constitucionalidad de una norma; cuestiones de hecho inseparables de lasfederales, real malicia, gravedad institucional del caso, cuestiones abstractas pero susceptibles de reiterarse en elfuturo; prescripción en materia penal; procesos criminales injustificadamente prolongados, etc.).

    v) Sentencias que se expresan de manera ambigua o vaga serán fuente real o potencial de mayor trabajo.

    vi) Fallos relacionados con la mayor o menor convicción con que el Alto Tribunal exige a los tribunalesinferiores el seguimiento de sus doctrinas constitucionales.

    vii) Todo leading case, como se afirma en el Common Law, tiende a la expansión.   (34)  En consecuencia, si

    esos precedentes no son obligatorios respecto de los tribunales de menor jerarquía, es probable que suestablecimiento no haga sino incrementar el caudal de recursos ante la Corte, ante las sentencias que se rebelanal precedente.

    viii) Recursos extraordinarios por sentencia arbitraria de cuyo texto no surgen descriptos con nitidez ypuntillosidad los hechos relevantes del caso o la excepcionalidad de la arbitrariedad denunciada.

    ix) Vaivenes y contradicciones jurisprudenciales entre casos considerados análogos.

    En suma, si el abogado percibe la concurrencia de alguna o de una combinación de estas causas, es muyprobable que aconseje a su cliente deducir el recurso.

    5. Conclusión

    A lo largo de este ensayo he intentado historiar un poco rápidamente el recurso extraordinario y su variantepretoriana, el recurso extraordinario por sentencia arbitraria. He procurado demostrar que algunas de las críticasque se alzan contra este último no se corresponden con la realidad.

    He defendido también que la Corte, por el momento, no debe abandonar ciegamente la consideración de loscasos de arbitrariedad. Esas sentencias descalificatorias, bien entendidas, son medidas profilácticas que depuranel sistema judicial de decisiones nocivas. Más allá de la injusticia en el caso individual, no puede perderse devista que, de no revocarse la sentencia, puede alentarse la idea de que se está trabajando bien. Ese mismo casopuede ser empleado como precedente de otro y así sucesivamente, logrando consolidar un principio contrario ala Constitución Nacional.

    Al mismo tiempo me ocupé de la relación entre este recurso y el indudable y preocupante exceso de trabajoque tiene la Corte. Algo debe hacerse y presenté a la crítica algunas ideas al respecto.

    A mi modo de ver, para atacar el problema de la sobrecarga debe evitarse el diagnóstico de coyuntura y debeperseguirse uno de mayor alcance. El problema debe ser abordado de modo integral y no parcial. Las llamadasrazones exógenas no deben perderse de vista, aun cuando no pueda actuarse directamente sobre ellas. Y, lasendógenas, juegan de manera decisiva en los litigantes y también son causa del exceso de tareas que tanto nos

    preocupa a todos. Algunas de esas razones son consecuencias no deseadas pero inevitables. Otras, son el precioque se debe pagar por vivir en una sociedad más apegada a la Constitución y a la ley. Un puñado final, soncorregibles. Y todas ellas, en mayor o menor medida, contribuyen a que, al momento de decidir si presentar ono un recurso extraordinario, el abogado aconseje su presentación.

    Razones exógenas excepcionales aparte, no tengo dudas de que si la Corte no se preocupa seriamente porlimar algunas de esas asperezas, no podrá impedir que, año tras año, sigan ingresando miles y decenas de milesde nuevos recursos. Esto sería catastrófico. Hay que actuar reflexiva y prontamente sobre las causas.

    (1) Sin computar los casos previsionales, en el año 2008 existía un arrastre de causas sin resolver de añosanteriores, que ascendía a las 33.212. Ese año ingresaron 12.574 más. Por otro lado, se dictó sentencia en algomás de 29.000 causas y quedaron en trámite 17.025. De estos últimos, el 52,94% son Recursos Extraordinariosy el 46,65% son Recursos de Hecho. La estadística no discrimina cuántos de los mencionados en último términopertenecen a recursos extraordinarios por sentencia arbitraria.

    (2) VALIENTE NOAILLES, Carlos, "Cómo Fundar un Recurso Extraordinario", LA LEY, 144-1043(1966); CARRIO, Genaro R., "Don Quijote en el Palacio de Justicia", LA LEY, 1989-E, 1131.

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    (3) Carrió y Valiente Noailles son de los pocos autores que en los artículos mencionados se ocuparon, enparte, de esta cuestión.

    (4) Obviamente, eso no es lo que el superior tribunal del Norte hace. Resuelve más de nueve mil causas,rechaza lacónicamente, sin fundamento, la mayoría y sólo se expide fundadamente en alrededor de cien (la cifrapuede incrementarse dependiendo de que en esa cuenta se computen las llamadas memoranda decisions, las

    summary affirmances y las g.v.r. decisions). Debe recordarse, además, que la concesión del equivalentenorteamericano a nuestro recurso extraordinario, es —a diferencia del reglado en el artículo 14 de la ley 48(Adla, 1852-1880, 364)— absolutamente discrecional de la Corte, en la amplia mayoría de los casos. Estaafirmación no es desmentida por lo dispuesto por los arts. 280 y 285 del CPCCN, pues la posibilidaddenegatoria que esas normas autorizan sólo puede ejercerse en los tres supuestos que ellas contemplan.

    (5) Si el Congreso, basado en las facultades reglamentarias mencionadas en el art. 117 de la Constitución,no hubiera limitado la competencia apelada de la Corte, la tarea del Tribunal hubiera sido abrumadora desde elinicio. Piénsese que si lo previsto en esos artículos se hubiera tomado en toda su extensión, ella habría debidoentender por apelación en (i) todas las causas en las que el Estado fuera parte; (ii) todas las de almirantazgo y jurisdicción marítima; (iii) todas las que versaren sobre puntos regidos por la Constitución, (iv) aquellas regidaspor las leyes de la Nación (a excepción de los códigos) (v) o por los tratados, (vi) los conflictos de prelaciónsuscitados entre normas provinciales y nacionales y (vii) todas las litigadas entre vecinos de diferentesprovincias.

    (6) Este tema, jurisprudencialmente, ha merecido soluciones diversas y hasta contradictorias a través de losaños. En la actualidad, muchas veces la Corte prescinde de su exigencia e interviene en ausencia de él (verGARAY, Alberto F., "Recurso Extraordinario y Resolución Contraria", LA LEY, 1993-D, 946 y sus citas).

    (7) Dice el inciso 1º: "cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un tratado, de una ley delCongreso o de una autoridad ejercida en nombre de la Nación y la decisión haya sido contra su validez".

    (8) Un caso así fue resuelto en Fallos: 133:384 (1924), "Cornú c. Ronco".

    (9) Un caso con estas características básicas fue resuelto por la Corte Suprema el pasado 27 de abril de2010 en autos "Sancor CUL".

    (10) Dice el inciso 2º: "cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de provincia se haya puesto encuestión bajo la pretensión de ser repugnante a la Constitución Nacional, a los tratados o leyes del Congreso, y

    la decisión haya sido a favor de la validez de la ley o autoridad de provincia".

    (11) Dice el inciso 3º: "cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución, o de un tratado o leydel Congreso, o de una comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional haya sido cuestionada y ladecisión sea contra la validez del título, derecho, privilegio o exención que se funda en dicha cláusula y seamateria de litigio".

    (12) ESPIL, Felipe A., La Suprema Corte Federal y su jurisdiccioón extraordinaria, Imprenta de Coni Hnos.1915, p. 113. GARCIA MEROU (h.), Enrique, El recurso extraordinario, Imprenta de Coni Hnos., 1915, p. 37("Esta jurisdicción importantísima ... es la que se confiere ... a nuestra corte suprema, para conocer, por mediodel recurso extraordinario, de las sentencias definitivas de cualquier tribunal o juzgado de la república queresuelva una "cuestión federal" en contra de derechos invocados ante ellos, al amparo de la constitución, de lasleyes nacionales propiamente dichas o de los tratados").

    (13) Ver supra nota 6.

    (14) Caso "Pini c. Martel", Fallos: 95:133 (1902). Se sostuvo que la interpretación de las leyes procesalesfederales era ajena al recurso extraordinario "porque no afectan el fondo de las instituciones fundamentales queese recurso se propone salvaguardar".

    (15) Desde 1863 hasta el primer cuarto del siglo XX, el legislador reguló la competencia extraordinaria yoriginaria de la Corte (ley 48 —Adla, 1852-1880, 364—), le atribuyó jurisdicción para resolver conflictos decompetencia entre diferentes tribunales, también incluyó su resolución de casos llamados de denegación de justicia y conflictos de competencia entre tribunales que carecen de un superior jerárquico común (ley 4055—Adla, 1889-1919, 533—). También se instituyó el recurso ordinario, para los juicios contra el EstadoNacional o sus reparticiones, donde el monto involucrado superara cierta suma (ídem ante). Ninguna de estasleyes se hizo cargo de las doctrinas a que se hizo alusión en el texto principal.

    (16) El caso arquetípico de esta situación fue el famoso caso "Rey c. Rocha", Fallos: 112:384 (1909) y loscasos "Milcíades Castro en los autos sucesorios de Juan Silvestre Miño", Fallos: 131:387 (1920) y"Quebrachales Fusionados S.A. c. El Capitán, Armadores y dueño del Vapor Nacional, 'Aguila'", Fallos: 150:84

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    (1927), recordados en IMAZ, E. y REY, R., El recurso extraordinario, Nerva 1962, 2ª ed. actualizada porRicardo Rey y Lino Enrique Palacio, p. 101, nota 73. Ver también los primeros casos citados por LUGONES,Narciso J., El recurso extraordinario, Depalma, 1992, p. 276 y ss.; y D'alessio, Andrés J., "Origen, Desarrollo,Apogeo y desmadre del recurso extraordinario por sentencia arbitraria", JA, 2006-III-1378.

    (17) CARAVANTES, José, Tratado histórico crítico filosófico de los procedimientos judiciales en materiacivil, t. IV, Gaspar y Roig, Madrid, 1856, nro. 1589, p. 154. En el lugar citado, Caravantes analiza el recurso de

    casación del derecho español de entonces. Allí, este autor destaca que las cuestiones sobre las que esta apelaciónpuede versar son siempre de derecho y, en esto, es similar a nuestro recurso extraordinario que revisa solamenteconflictos normativos (pero federales). Pero esta afirmación no excluye que, en oportunidades, deba entrarse aanalizar aspectos de hecho. Vale la pena transcribir el siguiente párrafo, por la influencia que, quizá, pudo habertenido en la Corte respecto del tema que nos ocupa: la arbitrariedad. Apoyándose en Dalloz, limita laimposibilidad del tribunal de casación para entrar en el análisis de cuestiones de hecho decididas por el tribunalinferior. En tal sentido expresa: "La facultad concedida al tribunal a quo, de apreciar soberanamente los hechosy las circunstancias materiales de los actos y contratos, de declarar su existencia y la voluntad o la intención delas partes ¿alcanza hasta a conferirles el derecho de apreciar igualmente, de un modo discrecional los actos ycontratos, en sus relaciones con la ley, hasta conferirles el derecho de dar arbitrariamente a estos actos ycontratos una calificación legal cualquiera sin que pueda ser nunca anulada su decisión por el TribunalSupremo? Aquí aparece la dificultad. Nada más espedito (sic) en efecto y más cómodo para los jueces que estafórmula tan lacónica: atendiendo a lo que resulta de los hechos y circunstancias, etc. Con estas mágicas palabras

    se cree haber contestado a todo; pero bien mirado, se experimenta la necesidad de darse razón de estas fórmulas;se apodera de ellas la crítica y en breve se comprende la necesidad de hacer distinciones... Si las consecuenciaslegales que se dan a los hechos son falsas o viciosas, si el juez ha venido a formar o a destruir un contratocreándose o figurándose circunstancias, pruebas y alegaciones a que no reconoce la ley este poder, será anuladasu decisión; pues en efecto el derecho de los tribunales de investigar en los actos la intención de las partes, nopuede extenderse, en nuestro juicio, hasta cambiar la naturaleza y la esencia de los contratos, ni hacer queresulte de ellos un acto diferente del caracterizado por la ley. El tribunal de casación puede pues apreciar loselementos de un acto y ver si en ellos aparecen otros caracteres diferentes de los que le atribuye el tribunal aquo" (pp. 110/111, el destacado me pertenece.)

    (18) IMAZ, E. y REY, R., "El recurso extraordinario", 3ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, actual, porEstudio Ymaz Abogados, sobre la segunda edición, p. 243 y ss.; ídem, primera edición, JurisprudenciaArgentina 1943, p. 227. Desde alrededor del año 1937 tanto Imaz como Rey eran Secretarios de la CorteSuprema de Justicia de la Nación.

    (19) Fallos: 128:417 (1918), "Doña Agustina Patau en autos con los Sres. Sabaria Hermanos"; Fallos:174:252, "Farías c. F.C. Central Córdoba"; Fallos: 178:355, "Escudero c. Obras Sanitarias de la Nación" y181:418, "Quiroga c. Bugnone, Guida y Cía", también citados por los autores mencionados precedentemente, p.142 y p. 101, nota 73.

    (20) LUGONES, N. J., El recurso extraordinario..., p. 294 y ss., contiene un excelente racconto de estasposturas. Igual provecho se obtendrá leyendo CARRIO, Genaro R., Notas sobre derecho y lenguaje, AbeledoPerrot, 5ª ed. 2006, Cap. VI, Sentencia Arbitraria, pp. 283/286 y notas de pie de página 6 y 7.

    (21) CARRIO, G. R. y CARRIO, A., Recurso extraordinario por sentencia arbitraria, Abeledo Perrot, 3ª ed.1983, p. 317 y ss.

    (22) CARRIO, G. R., "Don Quijote...", cit., nota de pie de página 1 ("En relación con estos temas es útilrecordar el siguiente episodio: en la segunda mitad de 1966 trascendió en tribunales que la mayoría de losministros de la nueva Corte, designada por Onganía, tenía el propósito de circunscribir al máximo el ámbito dela doctrina de la arbitrariedad. Esa actitud se fundaba en que los ministros dispuestos a ponerla en prácticacreían que, mediante el recurso por arbitrariedad, la Corte se venía inmiscuyendo en cuestiones propias de lostribunales de alzada: las de derecho común y local y las de hecho. Ya en funciones, sin embargo, la Cortecambió de criterio. La frecuencia con que seguían llegando a su conocimiento fallos de segunda instanciaclaramente insostenibles le hizo ver que no podía renunciar al empleo de una utilísima herramienta dedescalificación de pronunciamientos anómalos. De lo contrario —debieron haber pensado los nuevos ministrosde la Corte— esta última llegaría a desatender una necesaria policía del servicio de administración de justicia entodo el país").

    (23) Una crítica diferente y muchísimo más elaborada puede leerse en URTEAGA, Alfredo, "La Doctrinade la Arbitrariedad de Sentencias: Una Crítica", JA, 2006-II-1394. Muy resumidamente, mi crítica a su crítica,es que elige como casos paradigmáticos de arbitrariedad a unos que, a mi juicio, son casos anómalos. Es decir

    que, curiosamente, podríamos coincidir en la tesis central (v.gr., la Corte no debe ingresar en cuestiones propiasde los jueces ordinarios) pero diferiríamos en sus criterios de aplicación.

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    (24) Ver caso "Elvio Alberto Yapur" del 28 de julio de 2009. En "Claudio David Keiler", del 1° de junio de2010, hizo lugar a un recurso con este fundamento por considerar que la Cámara Nacional de Casación Penalomitió examinar —al amparo de un excesivo rigor formal— tanto las razones que habrían motivado elmantenimiento tardío del recurso de casación deducido contra la sentencia condenatoria, como así también loalegado en cuanto a una interpretación del art. 146 del Código Procesal Penal de la Nación que el recurrenteentendió errónea y contraria al derecho constitucional de defensa en juicio". Igual causal invocó en "Vaqueros

    S.A.", del 20 de febrero de 2007.

    (25) Ver "Giacomuzo Hnos.", del 6 de abril de 2010.

    (26) En "Héctor Víctor Uriarte Martínez", del 9 de marzo de 2010, también se echó mano de esta causal. Setrataba de un accidente ocurrido en un vagón de tren, donde, luego de atacar al pasajero, éste había sido arrojadoal vacío por los malvivientes. Cuatro integrantes de la Corte (los otros tres rechazaron el recurso por invocacióndel art. 280 del CPCCN) consideraron que la obligación de seguridad prevista en el art. 184 del Código decomercio debe interpretarse a la luz de los derechos de usuarios y consumidores (art. 42 de la ConstituciónNacional). No hacerlo importa prescindir de la aplicación de la ley vigente. A mayor abundamiento, la mayoríatambién reprochó haberse invocado arbitrariamente la configuración de fuerza mayor, base de la exención deresponsabilidad del transportista.

    (27) "José Martín García", del 4 de mayo de 2010.

    (28) "Víctor Orlando Putallaz", del 23 de marzo de 2010.

    (29) "Raul Orias", del 23 de marzo de 2010.

    (30) Ver también el caso "Juan Alberto Pandolfi", del 23 de febrero de 2010, donde se invocó igual causalpara revocar la sentencia apelada dictada en una ejecución fiscal, donde se había prescindido de considerarprueba decisiva a los efectos de excepcionar al recurrente del pago previo a la apelación federal (solve et repete)de los aportes reclamados por la A.F.I.P., condición determinante de la concesión o rechazo del recurso deapelación. En el dictamen se detalla con suficiente precisión en qué consistía esa prueba omitida.

    (31) "Alejandra Lucrecia Pastrana", del 1 de abril de 2008. El caso es además interesante pues lleva el votoconcurrente de Argibay, quien en general no interviene en los casos de arbitrariedad o voto por su rechazo.

    (32) Ver supra nota de pie de p. 1.

    (33) Si se prefiere esta opción, podría reformarse la regla 7 del Reglamento (acordada 4/2007) (Adla,LXVII-B, 1751) exigiendo al recurrente la presentación de cuatro juegos de copias del recurso extraordinario y,eventualmente, de la queja.

    (34) CARDOZO, Benjamín N., "La Naturaleza de la Función Judicial", Arayú 1955, traducción de EduardoPonssa de la primera edición inglesa de 1921 ("The Nature of the Judicial Process"), p. 22 ("Un sentimientosemejante en especie, aunque diferente en grado, se halla en la raíz de la tendencia que posee todo precedente aextenderse siguiendo la línea del desarrollo lógico").

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