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Colección Ensayo Internet, noviembre de 2004 Hablemos... Octavio Santana SuÆrez Prólogo de Antonio Nœæez Ordóæez Ilustraciones de NicolÆs Herrera http://www.letralia.com/ed_let/hablemos E ditorial L etralia letralia.com/ed_let

EL - letralia.comletralia.com/ed_let/pdf/hablemos.pdfPara respaldar la obra de los escritores hispanoamericanos, la revista Letralia, Tierra de Letras, ha creado la Editorial Letralia,

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Colección EnsayoInternet, noviembre de 2004

Hablemos...

Octavio Santana Suárez

Prólogo de Antonio Núñez OrdóñezIlustraciones de Nicolás Herrera

http://www.letralia.com/ed_let/hablemos

EditorialL etralialetralia.com/ed_let

Escribir es un artepero también es un oficio y una profesión. El poder de llevar la

creatividad al nivel de una obra maestra encaja en la primeradefinición; el manejo apropiado de herramientas en la segunda;

corresponde a cierto carácter de escritores intentar que la tercera sedesarrolle en un esquema que no interrumpa al arte ni al oficio.

Uno de los objetivos últimos de la literatura �obviamente, no elúnico� es publicar. Ver el propio nombre impreso puede ser

alimento para el ego, pero también es la culminación de un proyectoque tuvo en un principio sus planos y coordenadas como cualquier

otro.

Pero el mundo está cambiando y el papel no es soporte suficientepara la inquietud humana. En un lapso relativamente corto, el nuevomedio de comunicación que es Internet ha entrado en nuestras vidas

y las ha revuelto, provocando rupturas en las fronteras de losparadigmas y concibiendo novedosas manifestaciones en todos los

órdenes. La literatura no ha escapado a ello.

Para respaldar la obra de los escritores hispanoamericanos, larevista Letralia, Tierra de Letras, ha creado la Editorial Letralia,

un espacio virtual para la edición electrónica.La Editorial Letralia conjuga nuestra concepción de la literatura

como arte, oficio y profesión, y la imprime sobre este nuevo eintangible papiro de silicio.

Los libros que conforman las colecciones dela Editorial Letralia en los géneros de narrativa, poesía y ensayo

son en su mayoría inéditos. Se acompañan con magníficasilustraciones de artistas contemporáneos, muchos de ellos también

inéditos. Pueden ser leídos en formato de texto o en HTML, y cadauno tiene su propio diseño. La tecnología le permitirá no sólo leer el

libro que seleccione, sino además comentar con el autor o con elilustrador sus impresiones sobre el trabajo.

La Editorial Letralia imprime sus libros desde la pequeñaciudad industrial de Cagua, en el estado Aragua de Venezuela. Nacióen 1997 como un proyecto hermano de la revista Letralia, Tierra de

Letras y es la primera editorial electrónica venezolana.

Reciba nuestra bienvenida y siéntase libre de enviarnos sussugerencias y opiniones. A los escritores que nos visitan, les

animamos a participar de esta iniciativacon toda la fuerza de sus letras.

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Prólogo

¿Ensayo filosófico?, ¿diálogo socrático?, ¿vivencia intelectual?,¿cosmovisión intuida? Quizás esta obra sea primariamente un in-menso poema del pensamiento. ¿Aventura personal de un espírituinquieto?, ¿inteligencia emocional en estado puro?, ¿viaje al cen-tro del alma humana?, ¿impulso al más allá del Cosmos? Esta pode-rosa obra de Octavio Santana es algo de todo esto, pero sobre todo eslo que expresa en la sola palabra de su título: �Hablemos...�. Elautor, perfectamente consciente de la profundidad del pensamien-to humano y del poder expresivo del lenguaje, pero también cons-ciente de las limitaciones fundamentales del hombre ante el gigan-tesco océano de lo existente, parece querer resumir toda la riquezareflexiva, literaria y poética de su obra en una sola actitud, en elacto humano más sencillo y básico, un hecho que nos constituye enpersona y en sociedad: el diálogo. Es esa incisiva y decidida pro-puesta, �hablemos�. Nos plantea una conversación entre amigos,entre dos amigos, un diálogo sincero con el lector, en el que se des-borda un pensamiento complejo que quiere ser contrastado, com-partido, que pugna por salirse del papel impreso y averiguar, escu-chando, las preguntas y respuestas del lector a esos mismosinterrogantes. Una actitud sencilla de hablar y de escuchar, lejosde todo aparato erudito o crítico, en medio de palabras sumamenteprecisas, expresivas, coloristas, sugerentes, abstractas, evocadoras,espléndidas, propias del género poético, del arte. Un arte construidocon el lenguaje y el pensamiento.

Las reflexiones hechas por cientos de figuras eminentes del pen-samiento humano, desde los albores de la civilización, aparecenuna y otra vez atraídas por el flujo de las ideas que el autor nosplantea con la naturalidad de quien se encuentra a gusto entreellas, en su casa, con los suyos. Toda esa riqueza que Santana habebido directamente en las fuentes, y que ha meditado en sus fre-cuentes soledades viajeras y en el silencioso calor del hogar fami-liar, aparece tejida con el hilo del propio espíritu con el que es mu-chas veces acogida, otras críticamente rechazada, y se nos da ela-borada en una prosa poética vibrante. El pensamiento fluye enbreves párrafos punzantes, que nos golpean y piden respuesta, siem-pre interesado el autor por descubrir lo que en ese tesoro �vemos�también cada uno de nosotros.

Es fácil encontrar estas claves del libro en el propio texto. �Puestoque comprenderse precisa de comprender, columpiémonos por eltiempo con la familiaridad del viento por las olas, analicemos eltesoro lentamente acumulado, no califiquemos de agotado lo acae-cido sino de manantial incesante de enseñanzas, ¿sujeto y objeto nocooperan en conflictiva cercanía..?, brindo por ahondar en los vie-jos pozos que ahondan la dignidad. ¿Y de qué retórica tirar?, eltalante ordinario ataca con más respuestas que preguntas, la ele-gancia persuasiva conmina a plantear interrogantes y no a asentirpor asentir... La escritura parece no representar la objetividad querefleja, la partitura tampoco parece representar la música... (lalengua) repite lo que el corazón piensa �bajo las varias lenguas

palpita una poética, y ahí depositan sus sedimentos los ritmos másuniversales de la existencia inteligente�.

Así, una pasión análoga a la fuerza destructiva de Nietzsche enLa voluntad de poder y en Más allá del bien y del mal se transmuta enSantana en una pasión constructiva �del más acá�. Y ese viajeciego, sin fin, de Popper en Búsqueda sin término se reencuentra enesta obra con la finalidad última de la existencia pensada, aquellafinalidad por la que todo recibe un grandioso sentido. Si Levi-Straussha utilizado el modelo lingüístico para construir una antropologíaestructural llena de determinismo computacional, Santana �tam-bién viajero entre tribus primitivas� usa la fuerza de la lingüísticapara hacer brillar la libertad del espíritu. En ese contexto, al pre-sentar este libro deseo imitar a Rheticus, primer editor de la obra deCopérnico, al recordar con él que �quien quiere entender debe te-ner libre pensamiento�. Santana nos hace vislumbrar esa capaci-dad de volar en libertad sin perder las referencias, la orientación denuestro vuelo, para llegar a la preciada meta.

Estamos ante una obra profundamente original, nadaencasillable en un género, fácil y difícil de leer a un tiempo. Difícily oscura si se presta más atención a los pensadores que al pensa-miento. Fácil si se lee despacio, saboreando cada párrafo, como pun-tos para una meditación personal que el autor quiere provocar �más que dar hecha� y para la que aporta preguntas y paradojas,dilemas y contrastes dialécticos, claroscuros de las ideas que fluyeny recalan. Es un libro para meditar y reposar. Que pide releer acáo allá sus sentencias. Aunque sólo sea por la musicalidad y la fuerzaque en ellas siempre se encuentra. Nos acompañará en la soledadde nuestros propios interrogantes, y en la seguridad y alegría quegeneran las convicciones compartidas. Sin perder de vista las cié-nagas de miseria, ahondaremos en el viejo pozo de nuestra digni-dad. Nos ayudará a mirar hacia arriba y a volar alto, en búsquedasiempre de las mejores respuestas.

Antonio Núñez OrdóñezCatedrático de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria

Airaga, El Trapiche de Arucas, Gran CanariaAgosto de 2002

Octavio Santana Suárez

Este autor español colabora semanalmente, desde fe-brero de 1990, con una página en el Suplemento del Diariode Las Palmas. Ha firmado artículos de reflexión y de via-jes por extremo y medio oriente, las tierras de la orillamediterránea, los países de Centro y Sudamérica y losreencuentros con sus predios canarios; estos ensayos reco-gen las propias experiencias del viaje y la interiorizaciónde lo aprendido, favoreciendo la andadura del autor porun camino de auténtica maduración personal.

En junio de 1993 fue invitado a impartir una confe-rencia sobre literatura de viajes en el curso de postgrado�Literatura de Viajes Británica Contemporánea� organi-zado por el Departamento de Filología Moderna de la Uni-versidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Entrelazó lejanías, gentes nuevas y vientos conocidos y se aventuró a destapar lavasija común en la que hierven todas las gentes del mundo con los artículos de prensasobre India, América Latina y Canarias que acabaron por formar los capítulos de suprimer libro Viajes hacia afuera y por adentro publicado en la Editorial Benchomo y quefue presentado en el Club Prensa Canaria el 23 de marzo de 1995 y en la Librería Tierrade Fuego de Madrid el 15 de diciembre del mismo año. Desde mayo de 1997 colabora conartículos en la revista de los escritores hispanoamericanos en Internet, Letralia, Tierrade Letras.

Publicó también en prensa una serie de ensayos filosóficos en los que investigabaterrenos resbaladizos de la dignidad humana, y que recibieron el nombre genérico de�El poder, triste ropaje de la criatura�. Después continuó narrando sus viajes por lastierras de la orilla mediterránea, extremo y medio oriente, África y Asia en piezas cadavez más compactas, más llenas de energía. Los reencuentros con sus predios canarios loconducen a ensayos que recogen las experiencias de la mirada viajera proyectada sobreuna distancia extremadamente familiar. Tal actividad reflexiva llevó al autor a unaincesante interiorización de lo aprendido favoreciendo su andadura por un camino deauténtica maduración personal que manifiesta en su segundo libro Sucedió al Suroestede las Columnas de Hércules, publicado en 1997. Esta obra fue presentada en el Gabine-te Literario de Las Palmas de Gran Canaria el 27 de noviembre de 1997; en el actointervinieron Alfonso O�Shanahan, escritor y periodista; Santiago Betancort Brito,director del periódico Diario de Las Palmas; María Teresa Bertelloni, catedrática defilosofía y literatura comparada de la Universidad de Puerto Rico, y el propio autor.Invitado por la Fundación �Nicolás Guillén� y la Unión Nacional de Escritores y Artis-tas Cubanos (Uneac), el 27 de abril de 1998, el autor presenta su obra sobre Canariasen la sala Martínez Villena de la Uneac en La Habana (Cuba); intervinieron el presi-dente de la Fundación �Nicolás Guillén� y el presidente de la Asociación de Escritores dela Uneac, además del propio autor.

Santana Suárez es doctor en ciencias físicas por la Facultad de Ciencias de la Uni-versidad de La Laguna; licenciado en ciencias químicas por la Universidad Central deBarcelona; ingeniero químico por el Instituto Quimico de Sarriá de Barcelona, e inge-

niero técnico por la E.U.I.T. Industrial de la Universidad Politécnica de Las Palmas.

Su página personal, con información sobre su obra literaria y su actividad cientí-fica, puede leerse en http://www.gedlc.ulpgc.es/~octavio.

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© 2004 Octavio Santana Suárez

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Hablemos

¿Qué clase de acontecimientos enriquecen la especulación filosófica?, los queatañen a las mentes sensatas que destripan surcos, aprovechan los raigones queafloran y desechan la ínfima acidia... ese aciago tedio del que enfermaban losclaustros medievales �las cárceles angostas y lóbregas de Giordano Bruno.

¿El centro de la investigación?, el género humano: trepará a sus cumbresquien descienda a sus fondos, indague en los abismos de manera realista y crudasin amonestar la conducta que observa, y huya de los absurdos... inventamos elvocablo azar para aludir a un ente asequible de origen inasequible, lo de un puñomás grande que la mano y una zancada más crecida que la pierna, y lo de que elcorazón exija a la razón los regocijos y aflicciones que vigoricen sus pálpitos, yque la razón urja al corazón con las pruebas de sus principios.

¿Que qué representamos?, el curso medio de un misterio que brota de lachocante Nada y vierte en el insondable Todo, ¿aprehenderemos que somos unosmonstruos inaprehensibles?, ¿buscamos o buscamos exclusivamente por bus-car?

Un asunto pendiente: qué empacho el de los epicúreos cuando declaraban lamortalidad incondicionada, y el de Platón con lo de la inmortalidadincondicionada... ¿qué destino trazamos?: el fruto de un comportamiento. Nave-gamos zarandeados por mareas enemigas... de vencer el alma, ceñiremos la es-plendente inmortalidad, de vencer el cuerpo rodaremos a las mortales tinieblas.

Puesto que comprenderse precisa de comprender, columpiémonos por eltiempo con la familiaridad del viento por las olas, analicemos el tesoro lentamen-te acumulado, no califiquemos de agotado lo acaecido sino de manantial incesan-te de enseñanzas, ¿sujeto y objeto no cooperan en conflictiva cercanía..?, brindopor ahondar en los viejos pozos que ahondan la dignidad.

¿Y de qué retórica tirar?, el talante ordinario ataca con más respuestas quepreguntas, la elegancia persuasiva conmina a plantear interrogantes y no a asentirpor asentir. ¿El político?, anotador de lo descubierto, ¿el docto?, colegidor de loque registra y divulgador de su sistemática... una administración conjunta calza-ría la viga maestra del conjunto y lo encauzaría; no obstante, naufragan las ex-plicaciones en aguas de lo ocurrido.

¿Nuestra épica remedará una pésima novela policíaca que desvela en el ca-pítulo final coordenadas ocultas al lector?, enterado de que presume con deleitarlos apetitos más insospechados en sus trayectos difíciles, confío con la descon-fianza de un aficionado en que no desenfunde las peores mañas. ¿En qué coinci-

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den los eximios cerebros y los infames imbéciles?, en que no limpian su mugre;no impidamos al más prudente callejear a hurtadillas y desligar su vida de lasociedad por conservar el cuello... ¿un monarca sin corona investido a escondi-das por mandato de cometas vagabundos?, generosa mentira �tamañas cam-panadas del firmamento repican en humilde carne.

Las horas avanzaron inexorablemente apenas el péndulo quieto estrenó lacuerda y comenzó a oscilar; ¿y tras tremendo parto?, nacimiento con dolor, an-gustia en las calígines nocturnas. Con lo de la irrepetibilidad del incidente histó-rico, jamás abanderaremos lo de la irreductibilidad del discurso histórico, ¿elmédico no aplicará más la química inorgánica y orgánica en auxilio de un pacien-te, también único?, ¿y los chillidos y sigilos?, la oración y el canto amansan lallegada del alba, ¿resurrección o revelación?

En el papel de meros extranjeros residentes, ¿captaremos que la Tierra nonos pertenece?, sus componentes encuentran asiento y servicio en una estruc-tura y belleza sublime, destapar sus fragancias exhorta a mirar por encima decimas. ¿Por qué demonios los gustos inconsonantes de mis semejantes no imitana la consonancia astral?, alargar en campo abierto el largo de la discusión calmael drama inconcluso siempre pronto a reanudarse �igual en ocasiones variables,el vicio continúa propagando la ventaja de sus ecos. Aquel que ha regulado satis-factoriamente los atlas terrestre y celeste no permitiría que un rebaño de limi-tados en pos de ilimitud anduviera sin pastor �en las perturbaciones más brus-cas, el redil acata unas leyes de eficacia análogas a las que sojuzgan a soles yplanetas�; ¿el cenit de la constelación?, el ser moral por excelencia... en su au-sencia, las miríadas de galaxias no importarían más que un desierto estéril.

¿Un feo cuadro de trivialidad y pobreza espiritual no provoca conmiseraciónpor los sentenciados?, no apretamos el pedal que frena a la bestia con fustigar eldesdén exasperante de los tiranos, ni con vapulear las intrínsecas credulidades ysus propensiones a intrigar �los mesías casuales detentan una convicción queno claudica, surten efecto sus intransigencias. Hablemos de una defección y node una celebración: la soberbia... un repudiar lo superior y aplaudir lo inferior; nialcanzamos lo inalcanzable con la Torre de Babel, ni divisamos ambos hemisfe-rios de una vez. ¿A qué agitar arrogancias ebrios de ignorancia?, ¿y por qué nooír el silencio?, los que gobiernan arbitrariamente terminan su ciclo soportandoarbitrariedades... por más que cosan bocas de reacios, no amordazan sus cavila-ciones �reflexionar y juzgar con autonomía consolidan el derecho más admira-ble e intransferible. Por domeñar la locura, preferimos urdir concreciones a con-vocar utopías que suelen engendrar nihilismo o fanatismo, ¿los utopismos noenmascaran totalitarismos..?, comulguemos con Claudel en que los que insinúanparaísos traman infiernos, ¿por ahorrar excesos, no consiente Solón en que la

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Moira hiera a los inocentes?, Montesquieu enlaza con que �es menester que porla misma disposición de las cosas, el poder contenga al poder�. Infiero que, lejosde anonadar, la altura que ocuparon unos indique hacia dónde han de subir otros;me siento público que siente a los actores de la función, a pesar de que escuchadefectuosamente lo que conversan �mis fotografías de protagonistas no encua-dran adecuadamente a los protagonistas.

¿Concebimos una comunidad sin la inmolación de un mártir?, ¿y en cuántasoportunidades más saldará sus carencias con el lastimoso episodio?; ¿losfigurantes del terrible sainete no huelen que perecerán en manos de los quecodicien sus ministerios?, ¿por qué escogen una espiral tan poco risueña?, arries-gan la nuca por un desnucamiento seguro �violencia a violencia, crimen a cri-men. ¡Qué estremecedor lo del sacerdote de Nemi en La rama dorada de Fraser!,el que le reemplace escala honores por mor de un atentado, ¡qué deplorableprofanación en el bosquecillo de un lago al sudeste de Roma..! refiero trances asípor su carácter paradigmático, por las emociones que esbozan, expresan y sus-citan.

¡Que debatan los especialistas de la legitimación y los especialistas de la vio-lencia!; digámosles a ésos que la significación edifica su acervo gracias a acuerdosculturales, que sus compañías molestan en política... señalémosles a éstos que lacoerción sin significación adolece de ceguera y que la significación sin coercióndesprende tufo a blanda. ¿A qué rehusar lo de uno?, no engañemos con lamentosni soltemos lastre �de reconocer el endeble hogar embestido por los océanosmereceríamos una serena aceptación del entorno. Pregono con Horkheimer que,por mucho que el vil gane jugadas a sus víctimas, la última palabra no corres-ponderá a un asesino, ¿acaso los insoslayables trucos de la astucia no labran unembarazoso estorbo en el éxito de cualquier empresa?, la complejidad de unaparato contribuye a que falle; Semenov denuncia que la selección natural am-para a los que comparten recursos, y que en los que reparten violencia flaquea lacohesión y quedan eliminados por deterioro.

Revuelve el estómago la enojosa neutralidad, ¡oh estrecha apatía proclive ainmodestias..!, no vilipendiemos ni desdeñemos por los inconvenientes de vili-pendiar y desdeñar, no desamarremos a la fiera colérica ni practiquemos conmofas y envidias por confraternizar con paganismo o con caridades patológicas,¡no!, lo dicta la lógica y basta �por trabajar con higiene recibimos el título deútiles a los demás. Inmersos en la perspectiva antropológica, ¿con qué defende-remos una más que palpable vulnerabilidad?, con el aguijón de la integridad...midamos los respectivos paralelismos de negro con depravación y de blanco contemplanza, ¿negaríamos los preceptos de ejemplaridad?, ¿y por qué no las certi-dumbres matemáticas?, ¡qué atropello lo de la emancipación del envaramiento

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ético en aras de una paradoja científica!, sólo a los más comprometidos interesael análisis de intenciones y consecuencias.

¿Por la estercolera expectativa de que �todo, un día, estará bien� abonamosel cruel timo de �hoy en día, todo está bien�?, ¡ay, por los apóstoles de la tontacosmoidiotología!; en el �mejor de los mundos posibles� de Leibniz apechugo conlas condenas �desorden eterno� y �caos de desventuras� de Voltaire. ¡Endiabla-do optimismo que coloca el entender después del imponer!, declinamos con laufanía... nadie fabricó un espejo puliendo un ladrillo, tampoco nadie destacó eneducación raspando su cráneo, ¿San Agustín no rebatió a los antípodas con argu-mentos?, un sencillo tripulante disipó la ligereza del santo con sus periplos enbarco.

Nos pretendemos dueños de la situación por ser producto de nuestra perse-verancia, ¿acaso indujimos lo que decreta el agrado y desagrado?, ¿lo alojamosen el arbitrio singular o en la prescripción universal?; aunque lo más relevanteno converja con lo que más encomiamos, quizá algunos coreemos a Spinoza en lode dejar reinar en uno al que rige las colosales órbitas elípticas. Los porquéssiguen pautas eviternas que burlan el criterio de los más aptos �pequeños frag-mentos del inmenso tinglado�; aflojemos la hebilla y aproximémonos al encade-nado a normas �unas de transparencia meridiana y la mayoría de casta másopaca, desproporcionadas en relación a sus motivaciones, de índole fortuita. ¿Li-bre a empellones?, de diversas eventualidades, ¿no elegimos aquella en la quenos empeñamos?, los cánones del hombre casan con los del lenguaje, ¿las frasesgarabateadas en el polvo de lo sucedido o en el velo de Maya no tejen a su alre-dedor una red tupida?

Por mimar el océano inabarcable de lo que considero el arte de obrar bien yno la escueta costa de los hechos aislados, me percato de que ningún extrañogoza del mínimo ascendiente en quienes rugió la libertad, ¿el punzante sufri-miento no clama por una liberación?; incompatible con ritos definidos, la libertad�resorte de savias austeras� no aumenta ni disminuye con una capacidad deinfligir daño �el que puede destruir lo que le favorece no ostenta más libertadque el que no lo puede destruir. ¿Lograríamos conciencia de libertad de no obte-ner antes conciencia del deber?, en el momento de la resolución de un caso, ¿ima-ginamos a un letrado enredando sus argumentaciones en el laberinto de conci-liar libre albedrío con providencia divina?

Maritain recalca que las victorias del mal no perduran, �la fuerza es decidi-damente fuerte si la regla suprema es la justicia, y no la fuerza�, ¿los que alenta-ron la intemperancia no pagaron su solidez con fragilidad?, ¿los que toleraron alpróspero no comprobaron su robustez? De atrevernos con la salvación, ¿cumpli-

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ríamos con �no ofrecer resistencia al malvado� del Sermón de la Montaña?, ¿onos intranquilizarían con �tienes que resistir al mal o serás responsable tú tam-bién de que éste prevalezca�, del código caballeresco?; por las desilusiones yconfusiones con que contamos, no sucumbamos al peligro del diluvio escéptico...vehemencia en lugar de impotencia, porque de encajonar lo que confiere decen-cia en un catálogo de instrucciones positivistas convertiríamos vocaciones enequivocaciones y expiraríamos aplastados por el grueso de una lúgubre lápida,¡uf, por las esquivas sombras en escena dentro de un teatro vacío!, Sísifo retratauna conmovedora atrocidad. ¿Lo que estimamos atrocidad no surge de una opi-nión muy verde por haber aplazado la conexión máxima?, no atribuyamos elrevés a cartas marcadas de la Naturaleza o a desenfocados detalles de nuestraidiosincrasia. Obliguémonos a abandonar la menoridad que adoptamos, ¿no es-carmentamos?, ¿débiles por no usar el talento de uno?; por más que nos prohíbancuriosear por detrás de las impresiones más penetrantes, forjemos y lancemosdel modo más osado innumerables intuiciones a las fronteras del Éter... en esaconsigna anidará indudablemente lo que empezamos a anhelar en el empezar dela caída.

Ya que en querer o no querer no influimos, y sí en hacer o en no hacer, com-pitamos con Locke por constituir forma y no materia �voces que flotan sin nor-te. Frente al corsé de las circunstancias, escrutemos dimensiones inéditas e ini-ciemos el retiro �la Ilíada�: nutramos nostalgia con quimeras, exaltemos elpropio desconsuelo... toca fundir la tensa turbación con una saludable distrac-ción; luego, el retorno �la Odisea�: elijamos levantarnos y no tumbarnos �nonos pudramos con las hojas marchitas. Como vigías del orbe que otean en lasafueras del espacio y de la fatalidad determinística, anulemos las necesidades ysepultemos los clavos y espinas de una hazaña estética; rebeldes a la voluntaddel hado, como Prometeo, insubordinémonos en la contemplación irritada denuestro descontento, ¡qué inderribable tendencia a derribar obstáculos y a com-batir con desgarramiento! Optar por tal billete de ida y vuelta implica optar porla vida; quien emprende el duro viaje aprende a controlar sus deseos, a afrontarla tragedia más aguda: el tormento de pelear o fenecer, ¿las cándidas pupilas nomudan a pupilas cautas?, consumieron y descuidaron su calvario �no, no resul-ta fácil derrotar al que no ejerce de derrotado, sólo un necio testificaría lo inver-so. En el prodigioso desarrollo de una maduración... ¿compararíamos la memo-ria con el simple cómputo de una desmadejada distribución temporal?, no, apeloa que los sacrificios de entonces rindan etapas felices ahora.

Gritemos un rotundo no al monstruo de dos cabezas: los que marchan decara a la apariencia renuncian a los beneficios de encarar el problema... esclavoscon deambular de cojos, de acá para allá. ¿El ojo defraudó por no distinguir una

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silueta a distancia?, la vista sana repara en sutilezas por sana; ¿Bachelar no es-cribió que �no hay verdad sin error rectificado� y que �no existe una verdadprimera, sólo primeros errores�?, la recta pasión quiere con rectitud por recta.En cuanto recuperamos la independencia que nunca extraviamos, los que soña-mos con la verdad despiertos procuramos hallar el camino con la brújula que losmás avisados llaman �crítica� y los zoquetes �manía�. Por correr el riesgo decometer errores con la bravura de salir adelante, por aliviar el trastorno quecensuramos y limar lo conseguido con cordura, por aspirar a la verdad con elcoraje de los intrépidos, mañana pecaremos menos que ayer... creceremos a ex-pensas de decrecer en desatinos, sin vacilación. No admitamos ni ofertemos lafarsa de una verdad acabada, protejamos el contacto de las múltiples verdades�una a una únicas�; ¿separar las lianas parásitas de los claros y oscuros que lassostienen no cuestiona un hermanamiento milenario?, enfrascados en la pugnapor el aire y la luz, ¿los árboles de la espesura no alzan sus troncos erguidos yhermosos?, más desperdigados extenderían sus brazos enroscados y retorcidosa diestro y siniestro, arriba y abajo.

¿El odio a través del amor y el amor a través del odio?, por más que unconcierto combine sonidos contrapuestos, ¿no apreciamos que los galones delpérfido y los grilletes del honesto perfilan una divergencia estridente en la ar-monía del caos?, Spinoza manifiesta que obedecemos a una cláusula operativade la biosfera imposible de extirpar, y no a una excepción suya; inalterablemen-te, los desequilibrados y desesperados suman más que los cabales y piadosos.Arnobio conjetura sacrilegio que en las postrimerías del magno proyecto, la per-fección absoluta fraguara en barro su principal jaqueca, ¿mantendría Dios suhabitual impavidez si faltásemos? Despejando arena topamos con la roca delaxioma newtoniano: �la causa primera no es mecánica�; apostemos, apuesto porlos vastos confines que un agente inteligente sustenta el Infinito �la propuestaopuesta supone un pulso de torpes. No, aquilatar los premios y castigos de Diosno encierra una temeridad; fijémonos en cómo nos orienta, ¿no inscribirá el Pa-dre en sus designios la estrepitosa ruina de su hijo para comunicar su misericor-dia..? ¿y qué sugiere la perversidad?, ¿instrumento del furor de Dios?, o dibuja-mos diámetros o describimos círculos, ¿no advierten un parecido con el desplie-gue y repliegue que arranca de Dios y regresa a Dios? Acariciemos una muestrade conmiseración dogmática: cuando remamos a solas, sólo contamos con nues-tros músculos, pero no en solitario.

Por venerar lo inevitable, venero la cotidianeidad que inhalamos... ni melan-cólico retroceso a una romántica edad de oro, ni ingenua fuga en pos de un pro-greso; ya que con ambas espantadas no eludimos la horizontal, demandemos einstituyamos lo eterno en instantes sintácticos llenos de incentivación vertical.

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¿No pesamos según el peso de los avatares?, de adelgazar mi sustancia hasta laquintaesencia escaparía al remoto refugio donde cabriolan a su antojo la entrañaindividual y el nudo global, ¿no estableció Leibniz que en lo más íntimo de lapersona mora una completa avenencia con el Universo?

Olvidemos los efímeros apegos bebiendo olvido del río del olvido, salpique-mos torso y dorso en sus mágicas chorreras, hundamos los cabellos en las rare-zas del viento, nademos en las frívolas transiciones de unas nubes pueriles. Pormás que no lo prevea la dialéctica con sus tesis, antítesis y síntesis, acudamos alo irracional y probablemente tropecemos con un resquicio excitante... entre-mos en un sótano sin ventanas y provoquemos una explosión que rompa lasfastidiosas ataduras del discernimiento, ¿no rescataríamos la espontaneidad y eldisfrutar de una inspiración? Si imprimes a tu afectación un giro copernicanofranquearías un enjambre de secretos... no zanjo enigmas con verbo, callo, ¿ca-llar no evidenciará la evidencia de un yo pensante?

Heidegger reitera que no cabe asimilarnos a espectadores puros, poseemosla facultad de interpretar y reinterpretar costumbres: dediquémonos a comba-tir las restricciones ambientales, a sacar jugo de los fracasos y fortunas, a la con-quista del paisaje interior �nos apercibiremos de nosotros mismos cuando se-pamos qué extraer de nosotros mismos. En un alarde de seducción, seduzcamosa la fantasía y conjuremos a los crepúsculos por crepuscular, colaboremos conseriedad en la Creación tratando de introducir un estilo de vida por entero nue-vo... ni de prisioneros del pretérito, ni de soldados en la refriega entre presente yfuturo ayudaríamos a moldear el proceder, ¿no lo enzarza en el áspero dilemaexperiencia-esperanza? ¿La receta?, aguantar el tipo en alerta preparatoria ydiligente, abstenerse en una espera fecunda que trasciende. Pronunciémonos enla monumental encrucijada: o prolongar un padecer brutal o construir un idealprometedor; la auténtica esperanza �el arma de los inermes� radica en no darpor perdida la partida por más que tarde el triunfo, formula una sutil protestapor el delito de meter en presidio unas alas en estática actitud de romper a vo-lar... reivindica obstinación �no evasión� con punto de apoyo en las regionesinabordables. Abogo por una inquebrantable amistad con los amigos de la equi-dad, soberanía y paz.

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de la Filosofía

Calvino afirmaba que constituye �lo que los hombres maquinan o inventansobre sí mismos cuando quieren ser sabios por medio de sus propios sentidos�:en el más sublime ejercicio de la inteligencia, innumerables manos levantarontemplos y conjuraron mejor los desasosiegos del espíritu durante la travesía queva del asombro general hasta una ansiada perfección. ¿Por qué poner caras ra-ras porque tiren de la lógica?, los que apuestan al poker y al bridge usan igualescartas, ¿el cartógrafo no practica la trigonometría?, ¿el comerciante no utiliza lacontabilidad? Aunque Marco Aurelio diga que la filosofía impone un retiro delalma �la introspección�, ningún filósofo llega jamás a profeta por su profundadependencia �la Biblia dirige con credo a sus creyentes�; no, no nos vendamospor más de lo que servimos, nada funcionaría de no concretar el precio legítimo;recordemos de Epicteto la grandeza del príncipe esclavo que renuncia a lasvanaglorias terrenales y gana mayor felicidad para sus hermanos de raza.

¿Qué encontramos en el pretérito de la filosofía?, gentes solidarizadas por unexamen común que conversan de sus destinos, diálogo que incita a losinterlocutores a elegir su senda: un manantial constante de enseñanza y de con-ducta, nunca errores marchitos. Conserva el predicamento de reina de las cien-cias, no una ciencia, ya que medimos el valor de una doctrina por su capacidadreferencial y no tanto por el quantum de verdad objetiva que encierre. Platónmantenía que �una vida sin investigación no es digna de ser vivida por el hom-bre�, y Hume que el único modo de llevarla adelante pasa por encaminar lospasos hacia su centro, ¿la naturaleza humana no descubre a los más versados laley natural? Los griegos demostraron que implica una exploración en libertadque delimita y justifica la médula espinal del problema, los términos, el punto dearranque, la meta y el método de trabajo; ¿queda meridianamente claro que labúsqueda excluye la posesión y que la posesión excluye la búsqueda?, ¿qué trans-mite?, rectificar, recapacitar en cualidades que no suponen aumento de canti-dad, ¿un argumento convincente?, aquel cuyos fundamentos florecen en fuentesinatacables: Ockham destacaba que confiere al individuo tal nobleza que le pue-de convertir en acreedor de la eternidad. En opinión de Heidegger filosofía coin-cide con poesía en la demanda incansable de nuevos significados y de nuevosvocablos con significados; la filosofía ¿teoría de la poesía?, ¿poesía más filosofíasuma religión?, ¿no asimila Spinoza la mente finita de la criatura mortal con unaparte del entendimiento infinito de Dios?

¿A qué viene desenterrar raíces hurgando en la filosofía si en su segundogrado lograría lo de que �el silencio habla y las palabras callan�?, ¿al disfrutar deun cuadro, nos preguntamos por principio alguno? Cattaneo pondera mucho más

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la duda de un filósofo que el dogma de un fraile; entonces, ¿de qué vale esperara que terceros resuelvan?, no pretendamos aprender a nadar lejos del agua; porculpa de semejante tantalismo académico, ¿estaríamos obligados a estar pen-dientes de una última noticia?, ¿y de la hora del correo?, ¿acaso la producción delraciocinio y de su contenido no avanzan a la vez que crece el coraje en sincroníacon los tiempos?, las cuerdas aprietan en los nudos gordianos de las ideas pre-concebidas. ¿Desde cuándo filosofan los filósofos?, Croce indica que �filosofía ehistoria no son dos formas, sino una sola, y no se condicionan recíprocamente,sino que se identifican... Ni la historia precede a la filosofía, ni la filosofía a lahistoria: tanto una como otra nacen de un solo parto�; la célebre manzana trajobastantes calamidades �el pecado de Adán y Eva y la discordia de Troya� y unéxito �el de Newton con la gravitación�, ¿aprovecharán los siglos tamaña lec-ción de enredos y engañarán a nuestros más venerados maestros?, ¿la demasia-da responsabilidad no amarga el dulce de una fruta?, nadie consiguió sorprendera un dios menor que jugara siempre con la coartada de jugar fuera de juego.

�¿El mérito por excelencia de toda filosofía?

�El testimonio, la reconstrucción psicológica de quien la elaboró �debe in-cluir toda la idiosincrasia y características de su personalidad.

�¿Dónde cimenta también el montante bien hilado que recogen sus libros?

�En el material cultural que emplean.

�¿La máxima de la coherencia?

�Discurrir de acuerdo con uno.

�¿Existir importa más que una manera de considerar la esencia?

�Maine de Biran sustituye el cartesiano �pienso, luego soy una sustanciapensante� por �yo actúo, yo quiero, o pienso la acción, luego soy causa, luego yoexisto, existo realmente a título de causa o fuerza�, ¿no encaja el dato de la expe-riencia interna con el precepto metafísico de causalidad?

�¿Y Kierkegaard?

�Insiste en aquel aspecto de la filosofía en cuanto expresión o proyeccióntotal de nuestra presencia y en un compromiso con esa proyección.

�¿Esclarecer exige andar por las afueras?

�Encontramos que vivir linda con no filosofar y filosofar con no vivir: unareflexión crítica de la vida con miras a enriquecer la vida, sin añadir vida.

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�¿Y en qué momento subiremos a los acantilados del sabio?

�Mientras no alcancemos sus dominios permaneceremos interesados enpersistir y en tener, no encarnamos más que hechos en el océano de los hechos,¿por fortuna, domeñar los hechos sirve de guía?

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más de la Filosofía

Schopenhauer asegura que consiste en reflejar universal y límpidamente lamoral del mundo y habilitar sus decretos en conceptos permanentes, Morris ladefine como organización sistemática que comprende las creencias cardinales, yAdorno percibe en la filosofía el intento de sopesar lo sopesable desde el ángulode la futura redención. ¿Qué supone real?, lo perfecto, estable, estructurado,racional y cierto, ¿y apariencia?, lo imperfecto, inestable, desestructurado, irra-cional y falso, ¿el sofisma legendario?, los repetidos empeños de eludir el dere-cho de unos adversarios así. Pitágoras comparaba la vida con las fiestas de Olimpia,adonde los comerciantes acuden por cuestiones de negocios, los jóvenes por elplacer de divertirse y los desocupados por curiosear lo que ocurra; de los filóso-fos, Tertuliano escribía que �los filósofos son los patriarcas de los herejes�, ¿aca-so no refutan los valores, no encadenan el papel de la autoridad a sus circunstan-cias temporales?

Fries establece que el camino hacia la verdad pasa por ceñir su fuste a loselementos subjetivos extraídos por la observación de uno; no, no poseemos másórganos de investigación filosófica que la extrospección y la introspección, ¿nollaman la atención los fulgurantes mensajes del profeta frente a las calmas diser-taciones del filósofo? De semejante disposición, el filósofo construye su filosofía,no crea, sólo coloca ante nosotros lo infinito en lo finito �jamás lo finito en loinfinito�, sostiene lo que ya admitíamos, ni explica ni deduce nada, mascullaquizá paradojas, nunca paralogismos, impone su disciplina en las evidencias quedescubren; del trato con tamaños eslabones ¿no saca de provecho una militanteapropiación de la tradición?, con las más altas sombras de los palacios de la me-moria mantiene una relación apasionada que durará hasta la muerte: lo dijo Fichte,�no somos los legisladores, sino los historiógrafos del espíritu humano�.

Recordamos de Gramsci que �se puede imaginar un entomólogo especialis-ta, sin que todos los hombres sean entomólogos... pero no se puede pensar enningún hombre que no sea también un filósofo, que no piense; porque precisa-mente, pensar es una cosa del hombre como tal�. De Pascal aprendimos que elpensamiento constituye la dignidad específica de la persona, después asimila-mos que pensar en lugar de los demás ensancha la manera de pensar, ¿no crece-mos entonces por encima de las condiciones concretas?, con Feuerbach conclui-mos que quien piensa lo interminable piensa y afirma la interminabilidad de lapotencia del pensamiento, ¿no lo sitúa más allá del Cosmos? Y ¿qué significapensar?, ¿un engarce y agregado de nombres soldados con la palabra es?, no yno, señor Hobbes, en Platón �es un discurso que el alma hace por sí consigo mis-ma, en torno a los objetos que examina. Me parece que cuando el alma piensa no

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hace más que dialogar consigo misma, interrogándose y contestándose, asin-tiendo y negando�. Auscultemos el pensamiento en movimiento deSchleiermacher, que considera la combinación de un pensamiento dado con máspensamientos dados �eurística� y la reducción de una multiplicidad a unidad�arquitectónica.

¿Quiénes filosofan?, los que procuran satisfacer sus yoeidades con viejasinsatisfacciones e inquietudes: quemando la escoria de su carnalidad inferior enel ardor de los sueños más arriesgados, respetando la huella que dejan, discu-tiendo, analizando, sacudiendo, eligiendo, organizando, promoviendo el alientofavorable que imprime a su atmósfera, ¿al menos no tiran de la filosofía espontá-nea presente en el lenguaje, en la base del sentido común, en la religión popular?Avanzamos enzarzados en un esfuerzo gradual que pretende abarcar la totali-dad de los aspectos dentro de un conjunto coherente de armonía, ¿los más im-portantes no llegan a menudo de puntillas?, luego se repliegan sobre ellos, ad-quieren un espesor característico, desarrollan una cronología, leyes y una inte-gridad muy suyas. Si los que demandan pruebas indiscutibles para solventar susindecisiones acaban confesando serios fracasos ¿por qué andan en constanteexposición a las amenazas más oscuras?, los protagonistas del intelecto infor-man de la única ciencia que produce conocimiento y que ilustra cómo utilizarloen su beneficio: exclusivamente en la filosofía, el acometer coincide con explotarlo que acometemos, ¿no atinaba Séneca con que �la filosofía enseña a obrar, no ahablar�?, armado de una saludable tolerancia, el postrer enunciado, ¿no cabríaentero en una página en blanco?

En el fragor de la reflexión autoconsciente comenzamos a saber que sabealgo del saber de los saberes, ¿la doctrina del orden no corresponde a los capítu-los del principio?; en los siguientes organizamos críticamente las aserciones dehecho, estimaciones de idoneidad, prescripciones de conducta de la cultura. Pre-guntemos a los que redactan libros acerca de la finalidad de la filosofía ¿progre-san tropezando?: por blandir aproximaciones particulares contra los extremos ylas estrecheces que apremian por cualquier flanco, por desafiar las medias tin-tas, por romper con los compartimentos estancos y conectar contenidos en unageneralidad más amplia bajo un estado de correlatividad recíproca, gozan de unaexpansión libre de la visión del orbe y de la existencia que colma las exigenciasdel cerebro y las urgencias del corazón �la fuga precipitada de sus limitacionesdibuja una lucha dramática por la independencia más que un auténtico ahonda-miento de sus raíces. Aristóteles considera que la filosofía encauza la pura con-templación de lo necesario, Wittgenstein aprecia su norte en una clarificaciónlógica que de otro modo notaríamos turbia y confusa. Probablemente, a travésde la elaboración de un proyecto trascendente recuperemos la licencia de pla-

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near y ejercitar una función terapéutica, despejemos dudas, adivinanzas, per-plejidades y desconciertos, ¿representa la filosofía el aire que la teología respi-ra?, ¿no asevera Gioberti que �Dios es, en sentido riguroso, el primer filósofo�?

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del Hombre

Leibniz aprecia en la materia el nivel mínimo de conciencia; en su prolongadoletargo, las inmóviles plantas almacenan energía potencial, los animales andantesavanzan grados por buscar alimento, al fin y al cabo, callejones sin salida. Exclu-sivamente el hombre logró coronar la cumbre.... pero, ¿cómo sacar de su castilloa los fantasmas que su comportamiento animó a entrar? No sigamos a Foucaulten que encarnamos una invención lingüística, y menos a Taine en creernos bes-tias superiores capaces de fabricar filosofía como los gusanos de seda capullos ylas abejas colmenas, ¿queda claro que en el hombre las cadenas cuelgan de susopiniones?, pocos de los que se burlan de las suyas figuran exentos de ellas. Aun-que admitamos una tensión que tensa edad adelante para satisfacer �lo todavíano� �lo inacabado susceptible de acabamiento�, no guardamos ninguna simili-tud con las bellotas que declinan en el árbol de la encina, ni parecemos tan efíme-ros como gotas de agua que ruedan efervescentes encima de hierros candentes:constituimos una posibilidad aún no madura; repitamos con Ernest Bloch que �elhombre es la posibilidad real de todo aquello en lo que se ha convertido a lo largode la historia y, sobre todo, de aquello en lo que puede convertirse en el futuro�.¿Qué implica empujar la esperanza con pasos de gigante?, que en cada momentodel nacimiento a la muerte, el aspirante a eterno rebase con agilidad las metasconquistadas y ponga rápidamente en marcha sus facultades anticipadoras, ¿aca-so esposado por lo finito no acaricia lo infinito? ¿Verdadero arquitecto de su feli-cidad o infelicidad?, a pesar de que cuanto más aprieta el puño más escapa lalluvia entre los dedos, compone a la vez que contempla, en consonancia con elordenamiento de su adentro, con una inteligencia que tantea la afinidad de lovidente con lo visto, ¡qué raro!, cosecha resultados sujetos a espacio y tiempo enun acto indiviso e intemporal.

Si llamamos forma al molde que recibe el metal fundido, al ejemplar que elartesano tiene enfrente mientras iguala su producción a la obra, y también almodelo que el ingeniero tiene en mente cuando trabaja en la ejecución de suproyecto, ¿con qué nombre más adecuado que humanidad nombraremos a aque-llo por lo que el hombre llega a hombre? Ya que la cooperación representa parael hombre lo que la gravitación para los planetas, nadie ganaría contando sólocon sus recursos, salvo que el grupo subordinara sus intereses y permitiera ini-ciativas. De Ortega y Gasset aprendimos que quien piensa mal vive mal, ¿ycómo proceder obligados a vivir pensando?, abrimos los ojos a la luz gracias a undiálogo continuo con los demás y con uno, ¡cuidado con el coraje interior, porqueen la individualidad de unas estancias cerradas los talentos de la parábola sepudren!; valga que en el plano de la acción partamos de procurar el bien particu-lar con tal de que consigamos hacer nuestra la fortuna general, ¿ayudar y acep-

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tar ayuda no fijan el ámbito de lo ético?, por algo etiquetamos de mayéutico eloficio de investigar en común �un grano de trigo no mete ruido al caer, sí unquintal. ¿La conciencia decide el carácter social o el carácter social decide la con-ciencia?, por un lado asistimos a razones con pretensión de unidad, y por el otroa sentimientos en demanda de variedad... en medio, permanecemos condenadosa obedecer a ambos preceptos. No, en absoluto concibo al hombre en oposición alo trascendente, sino como manifestación provisional del propio trascendente,eco de la Nada o el Todo... con el pienso luego existo de Descartes, descubrimosal hombre entre los hombres, pero con el si dudo soy, a San Agustín lo imagina-mos más cerca de Dios �estimo lícito esto que me propongo: llevar a las cabezasmejor cultivadas de cualquier época a mi época, ¿con qué intención?, tomar yadaptar sus frutos más exquisitos a las exigencias de hoy.

Al interrogante �¿qué es el hombre?�, respondamos �una fuerza natural enexpansión�: sentidos que prueban, alma que aprueba o desaprueba, espíritu queentiende, cerebro que comprende, juicio que juzga, voluntad que consiente; y ala pregunta de �¿quién es el hombre?�, contestemos �aquel que habita en elmismo que interroga�. Dado que Tales inauguró el reflexionar sobre la creación,que Sócrates encaminó el afán de saber a saber de los hombres, que Bacon intro-dujo el método experimental en disciplinas que tratan de fenómenos espontá-neos y que Locke comenzó a orientar la ciencia que estudia a nuestros semejan-tes hacia nuevas consideraciones, ¿por qué extraña que Hume quisiera comple-tar la dilatada trayectoria hasta erigirse en el Newton de la categoría humana?¡Ay, por el incognoscible que sostiene Filón!, ¿no trastoca la célebre máxima deDelfos?, el alejandrino traza un límite a las tentativas de introspección, y diceque alguien entrenado advierte que él es, pero no qué es él. Pertenecemos a dosmundos: por culpa de uno funcionamos bajo la ley de causa y efecto, y merced alotro, nos conducimos con independencia en virtud de la ley moral; no, no debesorprender que una determinada acción ocurra mecánicamente y que su prota-gonista la suponga incondicionada, ni tampoco que una fuente de libertad encau-ce su corriente por los cauces de la necesidad; ¡qué colosal síntesis de libertad ynecesidad ejercemos siglo a siglo!, ¿qué papel cumplen los personajes cósmicoscon los que la historia practica su idea sustancial?, el de extender mañanas pordelante de la conciencia: Alejandro, César, Napoleón emergen de una simienteoriginaria según el interminable ciclo sueño-despertar.

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más del Hombre

Ignoramos quiénes somos, tendemos a saberlo buscando y buscando, ¿unrostro único reproducido de manera deficiente en múltiples cristales rotos?, ¿de-masiado pequeños para discernir algo?, ¿una esfinge regia en innumerablesmonedas..? probablemente la remota evidencia Veda de que existencia yperceptibilidad designen términos intercambiables forzó en Schopenhauer laangustia como pasión constitutiva: �el mundo, una representación mía�, ¿la do-ble flecha de Eros, de plomo y oro, no simboliza los saltos de melancolíassaturnianas a jovialidades solares? De Epicteto aprendimos que �lo que turba yagita al hombre no son las cosas, sino sus opiniones y fantasías acerca de lascosas�... pero, ¿dónde radica en esencia lo esencial?, en su misión de creadorlibre, ¿y tal carácter conmovedor y dramático no arranca de sus fundamentos?,Parménides nos concibe mezcla de memoria y olvido... errabundos de dos cabe-zas. ¡Curiosa caña zarandeada por vientos contrarios!, donde quiera que crezcatamaño infinito contraído, ¿sostendrá que ocupa el centro de los centros?, ¿meralocalidad de la historia?, no, su incontestable capacidad excede los constreñidoslímites físicos.

Ante una especie de ámbito indefinido, quien mira el reflejo de su figura enun espejo ve surgir un cuadro en perspectiva, y descubre que figura y reflejoguardan semejanzas y desemejanzas sometidas y sustraídas a nacimientos ymuertes... como pensador privado no puede informar de simples copias, señalala propia hondura objeto de investigación, lee para explorar en los textos la ver-dad que contienen, ¿no fija ideas, templa el valor y estabiliza su comportamientogracias a una certeza tranquila que la duda no conseguirá anular nunca más?,califica de menos importantes los resultados que la actitud de interrogación in-cesante. Un proceder así viene de viejo: notamos esa inquietud en el �retornodel alma a sí misma� de Plotino, en el �noli foras ire� de San Agustín, en el �cogito�de Descartes, en la �conciencia� de los románticos, en la �reflexión o experienciainterna� de los empiristas o psicologistas, en la pintura doctrinal del yo de la queecha mano el auténtico sentido moderno de filosofar de Montaigne, �emocionacuando escribe �yo no enseño en absoluto, yo relato� y cuando emula a Confuciocon �transmito y no invento�.

Al cobrar el nombre de humanos por habitar entre los demás, ¿la moralidadde cualquiera dependerá del estado de moralidad general?, ¿su salvación pen-derá de la consideración de los otros?, ¿no estaría entonces a merced del máshábil artesano de la condena o del elogio?, y de acabar con los enemigos de fuera,¿disiparíamos el peligro?, sucumbiría la amistad, porque si nada dañara a nadie,nadie tendría necesidad de ayuda; a la noción de individualidad le corresponde

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encarnar un proyecto recíproco: la criatura inmersa en el cosmos y el cosmoscomprendido en la criatura. Cruzar enseguida por lo peor y parar las prisas en lomejor moderaría costumbres: aquel que pretendiera reivindicar su ingenuidadtomará prestada la paciencia de Job y escogerá la mayor ventaja a la menor, y ladesventaja menor a la mayor, ¿llegamos a santos por amor de los dioses, o dis-frutamos del amor de los dioses por santos? Rechacemos la ficción de los queafirman de todos o de ninguno en los modos convencionales del �se dice�, �sehace�, ¿no tratarán más de ocultar su fragilidad que de que afloren obligacionespunzantes?, desconfiemos de los muchos que aplauden la nostálgica ocasión del�se recuerda�, ¿caerán en la cuenta de que no basta, de que urge desarrollar ycompletar hoy un pasado grávido de futuro?

Por raciocinio pertenecemos a la cultura, por sensibilidad a una naturalezaque precisa destronar a golpes de guadaña a los que aún contamos para asegu-rar que el contorno de la vida permanezca inalterado en su perpetua juventud,¿la vida?, un recurso oportuno en el que encajar las corrientes primigenias, ¿nosdejaremos embaucar con que, por no existir la naturaleza, tampoco existimos?;Spinoza lo apuntó con franqueza: jamás gozamos de privilegios dentro de la na-turaleza, ¿ni el de volver atrás?, Rousseau insiste en que no retrocedemos, ¿aca-so no interpretamos una trágica inocencia blanca en medio de tinieblas? Atrave-samos la trama del Universo, cada eslabón de la cadena delata un nuevo nudo:del lado de lo incondicionado pierde su color condicional, y del lado de lo condicio-nado pierde el beneficio de lo incondicional, ¿en pleno vuelo ascensional por lasesferas o de cháchara con los champiñones bajo el estiércol? Y en los rayos delsol, ¿no observamos inabarcables granos de espíritu que flotan con las motas depolvo?, incluso los cuerpos inertes expuestos a la luz absorben fugaces relámpa-gos de inteligencia.

Aunque no parezca que suspiremos por desaparecer en pro de un reino ce-leste, Orígenes habla de �un ser que cree�; quizá el concepto de la dignidad comoresponsabilidad frente al destino de Pico de la Mirandola, sorprendió en extre-mo su mente y lo indujo a una meditación extravagante en la que presagió unprincipio cartesiano de distinción y claridad, ¿tras los divorcios de religión y filo-sofía, no emerge siempre la torpe superstición?, lo que la realidad niega, lo mági-co lo concede, ¿esclavos por coquetear con ambas expectativas?, tanta íntimadebilidad, tanta vocación de iniquidad y malicia convierten en indispensable larevelación, ¿en el mare mágnum de nuestras elecciones no ponemos en prácticauna conducta que Dios conoce perfectamente..? de aniquilar la absurda inanidadde nuestras ansias, hallaríamos una magnífica compañía: la imagen de Dios en elmundo, ¿debería Dios abdicar en aras de una república terrestre en la fronteradel tiempo y del espacio?

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de la Naturaleza

Compañero, ¿acaso somos sus huéspedes circunstanciales?, no, además deque experimentamos con los instrumentos que nos proporciona, tenemos capa-cidad e interés en conocerla. Anaximandro acometió la empresa con el coraje delos grandes al basar su unidad en la unidad del sistema de leyes que la gobierna;¿qué resta?, decir que sus normas obedecen a una esclarecida justicia y no a unanecesidad ciega. Deduje con Galeno la facultad atractiva que atrae lo que resultaapropiado y la repulsiva que expele lo que suena a extraño; antes divagué conEmpédocles acerca de los principios astrológicos de amistad y discordia comofuentes de cohesión y de separación de los elementos, aprendí de él que las cosassurgen durante los períodos que van de un extremo a otro, y que la acción con-junta de ambos polos acarrea el progresivo nacimiento y destrucción �la aplau-dida composición y división de Anaxágoras. ¿Quién, desde entonces, no rechazael planteamiento mecánico de la naturaleza?, equivale a imaginar que leyéramoslos diálogos de Sócrates en el suelo de una imprenta después de caer un cajón deletras; ¡cuidado, que mientras la consideremos objeto del saber, no tropezare-mos con ningún fundamento independiente de ella!, pero apenas la considere-mos dominio en el que buscar la felicidad, cruzaríamos al campo moral, y prontoaparecería el dualismo entre lo que está del lado de acá �conocimiento de loque es� y lo que está más allá �fe en lo que debe ser.

¿La Naturaleza, una metáfora del alma humana?, ¿y lo humano no navegaen el incesante fluir de los cuerpos?; ciertamente, el Cosmos no encierra un ba-zar fantástico, de Schiller rescaté lo del �jeroglífico de Dios�. La llamada �natura-leza muerta� explica el conato frustrado de un algo que trata de recapacitar so-bre sí mismo: en calmas faldas de montañas, reconozco el reconocimiento aúninmaduro de una inteligencia petrificada que encastilla pulsos de existencia cum-bres arriba, ¿y abajo?, el fanal resplandeciente de la luz suspendida que cons-tantemente sigue al sol; aunque dispuesta a todo, perduraría ociosa si nadie laocupara, hablo del oscuro que empieza donde acaba la brasa muerta, ¿muerta aperpetuidad?, ¿lo que ahora late siempre contó con pálpitos?, o ¿quizá a unahora trascendental comenzó a �poder hacer�?, ¿y en el futuro no perderá cota yrodará a la característica originaria de �poder ser hecho�?; el paso de lo inorgá-nico a lo orgánico revela el esfuerzo más fecundo en pro de la libertad... libertadque pone en práctica libertad a partir del inconmensurable instante en que laomnisciencia eterna introdujo en el más absoluto de los caos la arrolladora com-petencia evolutiva ¿Y el aire?, de ese increado creador, de ademán cristalino,afirmo con Eudoxo que evoca una divinidad intermedia entre dioses y hombres,que enseñorea tierras y mares �enrarecido, prenderían sus chispas.

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¿El fin último de un amor que espera amor?, la pureza del amor, ¿con quémedio?, cultivar la vida de tal manera que cuando volvamos a flotar con el polvohayamos alcanzado la cúspide ética �la vida, respiración del Universo. ¿Nuestraprincipal aportación?, el bien, ¿tamaña contribución no nos convierte en miem-bros de colosales dimensiones?; ¿y el mal?, Gentile insiste en que el espírituencuentra su propia negación, ¿no avanza así el espíritu?, ¿y no llega a condiciónde que avance?, semejante oposición de refractarios constituye el motor de lacivilización, ¿el fuego no se alimenta de combustible y a la vez lo quema?: unasana voluntad extiende vínculos de mundos con mundos. A diferencia de la Na-turaleza, reunimos los dones de interioridad, de conciencia, de reflexión y deiniciativa que proveen de sentido a un alrededor, ¿sin nuestra presencia, la Na-turaleza entera no figuraría bajo el epígrafe de desierto vacío?; ¿y qué papeldesempeña el placer?, facilita las cosas, ¿lo bello no emerge de la relación de locontemplado y un personal sentimiento de gozo?, en el Orbe advertimos aqueldesignio deliberado que eleva a cimas geniales un concierto seductor, ¿frente auna obra nuestra no respondemos de modo contrario?, apreciamos verdadera-mente el trabajo en cuanto que lo entendemos producción espontánea... de amal-gamar intencionalidad y espontaneidad, la Naturaleza parecería arte y el arteNaturaleza.

¿De qué sirve salvar la gracia del satélite Luna argumentando que los picos yvalles descubiertos por Galileo permanecían cubiertos por una sustancia trans-parente y esférica?, sólo para detener el desarrollo de teorías mejores; no, nobasta con mirar, usemos ojos que quieran ver y que crean con sinceridad en loque ven �la belleza juega a que adivinemos sus distintos rostros. El continuochoque con la realidad padece de una aflicción insatisfecha, ¿los reiterados afa-nes de perfección no provocan una inestabilidad emocional que termina irre-misiblemente en una situación de excesiva impresionabilidad?, por anhelos deuna emancipación distorsionada aspiramos a merecer una idealidad que escapacomo el delirio de la flor azul de Novalis, ¿por causa de una infinita sed de infinitono sufriremos esa disensión íntima que apodan reconcomio? Desde luego, pre-tender que la fuerza de la razón despierte definitivamente en los feudos del espí-ritu implica invertir la razón de la fuerza que rige el largo sueño de la Naturaleza;¿no escuchamos de Goethe que quien desee escalar alturas que imite a los grie-gos en levantar la naturaleza al nivel del espíritu?, cumplamos con las recomen-daciones de Dante y renovemos el comprender en las aguas del Leteo y Eunoé,¿no señaló Maquiavelo que en cualquier doctrina hallaríamos parcelas de virtuden las que reponer energías primitivas?

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más de la Naturaleza

Después de que se desencadenara el cambio de la nada al ser, loexperimentable y lo observable devienen en mudables, la Creación continúamultiplicando en silencio astral su inventario según sus particulares modales; ¿yqué papel desempeña la materia?, el viejo juego de formas en una accidentalidadsin cauce ni freno que deploró la confusión del caos y decidió serenar su rostro:los meandros donde acabaremos reconociéndonos expresan en el complejo iti-nerario su doble ejercicio de descenso y retorno, de impulso y obstáculo. Diderotvuelve sobre la combinatoria de los atomistas, ¿el número de tiros no compensala quimera de ciertos aciertos aleatorios?, los inquilinos de Chartres creen viableexplicar la Naturaleza con la Naturaleza, Reimarus rechaza el fervor de la tradi-ción piadosa, ¿el abandono de la investigación teológica no coincide con dirigir losojos a la Naturaleza?, Voltaire, con �removed arena durante una eternidad, nun-ca habrá más que arena�, vaga por parecidos barrancos del alma, ¿quién logróconvertir granos en dados trucados que favorecieran engranajes pensantes?Autónoma, porque se adjudica reglas, autárquica, porque se basta sola, ¿sus prin-cipios inmanentes no definen lo que ocurre en sus fueros?, Descartes afirma que�los secretos de la naturaleza están ocultos y aunque ella actúa siempre, no siempredescubre sus efectos: el tiempo los destaca de época en época, si bien ella sea lamisma�, ¿pasar de que �el mundo es una obra� a que �el mundo no es una obra�no apremia a mirar la otra cara de Jano?, agradezcamos a Lehmann el que lasmontañas sumen años y gocen ahora de edad.

Ya que la órbita de los posibles abarca mucho más que la órbita de lo real, laexistencia constituye una posibilidad realizada; en ausencia de códigos de per-fección o de imperfección o de fin ¿qué regalaría la generatriz incondicionada alglobo terráqueo?, esplendor, armonía y un orden que implica y facilita la elec-ción; ¿y qué sucedería en caso de que los factibles sucedieran?, que no cabríaopción, sino necesidad intrínseca. Leibniz asevera que �todo está lleno de vida�,¿propenderá a producir de manera indeliberada inteligencia y libertad?, y cómoenfocar su plenitud e invarianzas, ¿seguiríamos a Schopenhauer en que �hayalgo femenino en la naturaleza; sólo da cuando ha recibido�?, ¿husmearíamos enlos reprimidos deseos carnales del mineral?, quizá lo encajaríamos mejor con laapuesta de Lévi-Strauss, �el día en que se consiga entender la vida como unafunción de la materia inerte, será para descubrir que esta última posee propie-dades bien distintas de aquellas que se le imputaban anteriormente�, ¿no diría-mos que profetizó un lugar de fecundidad y ruina, indiferente a mansas o fierasvanidades? A despecho de que Hegel no perciba en la Naturaleza más que unamanifestación defectuosa y provisional de la razón, con tales dosis de racionali-dad Schelling evalúa su valor, ¿reducirla a una objetividad no pone en evidencia

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la originalidad del espectador?, contribuye a establecer el concepto de la fuenteanalógica de Novalis que permite captar el Universo, la persona, ¿y dónde situarel epicentro de semejante fenómeno?, la polarización básica de Bouillé despejaequívocos: �en cualquier punto en que coloques todos los seres del mundo, tie-nes que colocar en el punto opuesto al hombre para que sea el espejo de todo�.

¿Qué arrogante declararía inútil el comportamiento de la Naturaleza cuyautilidad no alcanza?, el que no aprecie nuestras argumentaciones probables ni sepreocupe de que no reparemos en sus recónditas motivaciones no alivia las mo-lestias que acarrean pecados así, ¿imaginamos que Dios trabaja exclusivamenteen aras del disfrute humano?, en los indivisos manantiales, cada riachuelo sabehacia qué vertiente corre. A pesar de que comprendamos en el sentido de �estarjunto� y no tanto de �conocer�, por lo que respecta a la Naturaleza ¿entraría elconocimiento en su composición?, ¿por dominar y usar en exceso no terminare-mos incrustados en lo que interrogamos?, Telesio apunta que en cuanto partici-pamos de la Naturaleza tratamos con la Naturaleza, y Fichte que acatamos sustendencias, ¿un �Dios ocasionado� inmerso en el �Dios contraído� de Nicolás daCusa? Una norma no escrita: en absoluto ninguna cosmología violará las leyesque protegen el correcto proceder de su empresa; ¿tamaña impotencia no limi-ta?, trataríamos con una filosofía ni reflexiva ni discursiva, ¿respetaríamos unaaclaración cartesiana que la rebajara a �una cosa muerta, un cadáver�?

De Schelling leímos �la materia es espíritu en sueño�, de Hemsterhuis �espí-ritu cristalizado�, de Fichte �teatro de la acción moral�; Schubert anuda Natura-leza con espíritu tangible y espíritu con Naturaleza intangible, ¿qué más faltaríaen pos de su unión?, que Schleiermacher proponga la racionalización de la Natu-raleza y la naturalización de la razón, ¿concluiremos por hermanar los axiomasfísicos con la traducción de los preceptos éticos?, noble ideal del arte. De la largafuga planetaria escapan efluvios que huelen a conciencia, ¿acaso la evolución noavanza por el camino que la incrementa?; ¿espontáneamente aspiramos a lo tras-cendente?, ¿apoyados en un elemento que cuenta en la Naturaleza, pero que nole pertenece, con una merced que figura más allá de mercedes presentes?: unaúnica causa justifica la simplicidad y el ahorro de medios de la fuerza que elevarítmica y constantemente el sistema a su máxima cota. Más cerca de esa hija deDios, Oetinger advierte una �gran academia� en la que lo más humilde refrenda-ba las �invisibilidades� de Dios, Goethe habla del hábito palpitante de la divini-dad, Hamann de la incesante revelación de Dios, Schlegel de la revelación queDios hace de Él y, más lejos, Schiller anda con su �Dios dividido hasta el infinito�,Bruno con su religión de la Naturaleza: el naturalismo. Convenimos con Berkeleyen que las leyes naturales interpretan el lenguaje de Dios, sacan a la luz susatributos y nos guían a la felicidad; ¡uf!, por poco no caemos en el abismo de

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Spinoza que considera los decretos divinos leyes naturales y la recíproca, ¡quéfastidioso antojo identificar Naturaleza con Dios!

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del Lenguaje

La escritura parece no representar la objetividad que refleja, la partituratampoco parece representar la música... ¿Y el lenguaje?, difunde y concierta lospensamientos �en el lenguaje, Wittgenstein advierte la representación lógicadel mundo. De afirmar que deberíamos callar lo que no debemos comunicar,reduciríamos sus posibilidades por no haber más preguntas, y restringiríamos loque podríamos captar, meditar y exponer. ¿Y la lengua?, repite lo que el corazónpiensa �bajo las varias lenguas palpita una poética, y ahí depositan sus sedi-mentos los ritmos más universales de la existencia inteligente.

Por pesar los caminos a menudo un peso insoportable, unos cuantos mar-chamos del centro de los sucesos desnudos a la periferia, donde nos enfrentamoscon los límites que levantan las sentencias tomadas por sensatas, ¿no violenta-mos el dictado de tamañas construcciones vedando las imágenes faltas de senti-mientos y los sentimientos faltos de imágenes? De intimar conjuntamente confondo y forma, abundaríamos en la antorcha que despeja tinieblas, ¿un describircada vez más rico no acaba con que el asunto también ocurra más rico?; en esosparajes discutimos los que gustamos del borboteo de las pilas claustrales, ¿nogozamos con los argumentos indecidibles que hoy llamamos antinomias o para-dojas y que la Edad Media denominaba insolubles?, recuerdo aquella de Cicerón,�si tú dices que mientes, o dices la verdad y entonces mientes, o dices mentira yentonces dices la verdad� o esa de Epiménides el cretense, que dice que �todoslos cretenses son mentirosos�.

¿Las normas de composición de oraciones no imponen una frontera a lo quequisiéramos formular?, el total de las cosas anda ligado por reglas, nada aguantaaislado, ¿la relación sintáctica no imita el análisis de la percepción?; de olvidarque una frase reúne más realidad que sus ingredientes descubriríamos una rea-lidad aún desconocida, ¿y acaso compensa ir más allá de concebir una realidadconocida?, los desafortunados que forzaran el último amarre romperían la cuer-da, amargarían el dulce juego que dan las palabras y rodarían a lo que carece deequilibrio, ¿cabe definir �barbero� como el que afeita a los que no se afeitan so-los?

¡Ojo con los recreos lingüísticos!, ocasionan calambres mentales; no en vanoPedro Damián apuntó que el demonio ofició de primer gramático de la historia,¿mientras tentaba a Adán y Eva, no declinó �dios� en plural? Juraría que trata-mos con el cristal que opaca lo que en la intuición resulta evidente y enredamoslo que intentamos aclarar; en pro de disipar confusiones y extraer pautas, pon-gamos empeño en confeccionar un álgebra con que entendernos �consideraresto una pérdida de tiempo implica ignorar lo que encarna la lógica.

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¿Que qué nos atrae del lenguaje?, la perspectiva de anchar lo cercano porextender la amplitud del habla, ¿no sospechábamos de su labor intermediariaentre lo innegable y el hombre?; de decir, diremos justo o falso, ortodoxo o hete-rodoxo, según los términos en que expliquemos con sinceridad las ideas �razóny verbo mantienen un alto parentesco.

Epicuro acertó doblemente en su visión del lenguaje: con su característica deproducto espontáneo y con inscribir su motivación en una exteriorización acús-tica de las emociones que experimentamos en determinadas circunstancias;Abelardo insiste en la procedencia algo arbitraria de los nombres, ¿no deja cons-tancia de sus significados cambiantes y de sus ambigüedades?; Herder situó laraíz del lenguaje en la condición humana, ¿no estropeamos el instinto que guíapor senderos seguros a los animales?, suplimos la inferioridad con introspección,¿y su uso libre no llevó a inventar el lenguaje?; Hamann lo identificó con �reve-lación misma de Dios y Naturaleza�, no con una simple articulación de sonidos.En referencia a un �discurso escrito�, ¿no mencionó Sócrates un �jardín de le-tras�?; al igual que las piezas de ajedrez, tales figuras cumplen su función por suaspecto y no por el material empleado �como las conciencias difieren por eltallado. A semejanza de la urdimbre con la lana, las consonantes circulan por lasvocales a modo de lazo, ¿no crean palabras distintas al combinarlas de maneradistinta?; ¿clarines de guerra?, por primar los provechos privados sobre el bienpúblico surgen por doquier acusaciones, envidias, odios, sediciones... luego cae-mos en la cuenta de los defectos sociales que procuramos, y proponemos arre-glos que no propician más que nuevas discordias, ¿expresiones y hechos no pa-san por manos de quienes aprenden y por quienes no demuestran ni pizca deinterés? Las palabras coinciden con los cuerpos pintados en que poseen la apa-riencia de seres vivientes sin capacidad de respuesta, ¿saben esgrimir sus pro-pios valores cuando sufren insultos inmerecidos a causa de que sus acepcionesmás profundas no rebasan lo que lamenta, sueña y desea el que las pronuncia?,de ver, veamos a través de la luz y no reparemos tanto en ella. Porque las pala-bras no tienen más efectividad que el resto de los fenómenos, concluyo con bre-vedad el capítulo copiando a los pájaros que cesan en sus cantos por cerrar elpico... ahora queda abierta la mayor comprensión: lo indudable interviene consusurros de escondite; ¿el fin de las palabras no consiste en ocuparse de elemen-tos extraños a las palabras?, ¿extraña que impriman movimiento y conduzcan asus lectores hacia otros útiles? Durante los espaciosos silencios del papel, la que-ja no cogerá vacaciones, únicamente permanecerá aplazada, ¿asombra que vuel-va, pluma en ristre, por ejercicio de proyección y de reabsorción de una vitali-dad?, ya que los números sirven para calcular, ¿las palabras no servirán parapensar?

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más del Lenguaje

Uno necesita sentir quebrantada su escala de valores para contar con auto-ridad del escozor que acarrea, ¿la recompensa que obtiene por pelear en el fondode los conflictos?, percibir la trascendencia, ¿el castigo?, las oraciones ya no tra-gan con formulaciones sencillas de sujeto y verbo, optan por el juego de las cur-vaturas y repeticiones del cristal que sacan a flote multitud de adornos barrocos,¿no atraen por la curiosidad e interés que despiertan, más allá de su simple ca-pacidad refractora? Y en vez de disponer de un texto completo entre paréntesis,afectado de un coeficiente que englobe insistentes dudas, ¿no preferiríamosmultiplicar los �quizá� y �acaso� por sus propensiones a la audacia?, ¡cuántosarpegios, trasposiciones, cánones y fugas distinguirían lo expuesto así! Si a lalógica pertenece el ensayo declarativo, las frases concebidas con exclamacionese interrogaciones ¿no referencian a una especie de brevilocuencia acompasada?Frente a unos pocos términos generosos en alcances, ¿llegaremos a adecuar ra-zón y versos?, ¡cómo confirma la ensoñada taquigrafía filosófica el peligro quecorremos escondidos tras la esperanza!, ¿no gusta de lo mágico y acompaña lasnoches con su canto? De difuminar asociaciones y de deslizar acepciones, la poe-sía gozó de sus efectos más sutiles y propició el ambiente donde después germi-nó y floreció la filosofía, ¿pecaron los grandes presocráticos?, ¿creeríamos unaindignidad que Empédocles instruyera con lirismo y que Lucrecio iluminara aFracastoro?; Tito Lucrecio Caro siguió la exigencia de modular con los maticesseductores de la métrica el descriptivo andamiaje de los juicios, ¿practicando conpoesías y profecías no convertiríamos bastantes incomprensibles a la inteligen-cia en comprensibles al instinto..? compuso un libro de ciencia con expectacionesentusiásticas que descubren la incandescencia de una inspiración.

Los hombres de otro talante que no aprecien la personalidad de unos artícu-los tensos y densos, y que reparen con aspereza en su gramática complicada,oscura y quizá extraviada por culpa de una persecución ilusoria, no debieranolvidar de Psellos que �el cuidado del estilo no es nunca un obstáculo para lavirtud�, y tampoco que el estilo permite ocultar la apariencia, ni que deja apare-cer lo oculto sólo a quien lo acusa, ¿por qué no perdonarán ciertos acentosdeliberadores que procuran tonos sostenidos, enfáticos y progresivos?, ¿duelesu casi apremiante rapsodia lingüística? Escuchen a una conciencia más compe-tente en el arte de acercar que en las mañas de separar, que apostó por decir noa las aberraciones y brutalidades del poder y no falló jamás, ¿los tolerantes noeligen tejer en lugar de cardar la lana?.. al igual que cada causa brilla en su con-secuencia, la cima del que decidió resistir madurando por dentro alboreará ma-ñana o pasado mañana, ¿no procedió según su derecho más exquisito mientrasguardaba un silencio indulgente? De cualquier modo, excusen la amplitud de

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unas páginas que arrancan de vacilaciones particulares, de antítesis a lomos decitas... traigamos aquí lo que el rey egipcio Thamus anunció al dios de la escritu-ra: �ofreces a los alumnos la apariencia, no la verdad de la sabiduría; puesto quecuando ellos, gracias a ti, hayan leído tantas cosas sin ninguna enseñanza, sepretenderán en posesión de muchos conocimientos, a pesar de permanecer pro-fundamente ignorantes, y se harán insoportables a los demás, porque poseeránno la sabiduría, sino la presunción de la sabiduría� �nadie, nadie educó ni apren-dió a especular más que amando la especulación con un amor que creció especu-lando. Da vergüenza la erudición indigesta de locos y melancólicos, dan lástimalos que con frecuencia rechazan las empresas mayores por reclamar mayoresgrados de atención que el habitual, ¿no tendrán por horóscopo a Saturno y Mer-curio retrógrados?, ¡vaya con la crítica de una gente lisa y llana instalada conentera placidez en los peores galimatías!, ¿no confundirán la vestidura de oca-sión que emplearon los amaneramientos del período rítmico con la plena armo-nía del poético?

Importa el diferenciar lo que la tierra, plantas y animales realizan a diario,¿no importa más el diferenciar lo que extraordinarias cabezas moldearon con elpropósito de conservar los recuerdos de sus experiencias y comunicarlas?, ¿denuevo los dos lenguajes?, primero el fundamental, y luego aquel que condicionóel tiempo y sitio en que fue expresado bajo reglas impuestas de forma arbitrariay admitidas más tarde con carácter general. ¡Claro que encontramos los mate-riales a pie de obra!, pero tratemos de construir el edificio puliendo ideas conliteratura y prestigiando la literatura con ideas, ¿y en qué orden?, el ejerciciomédico �cura enfermedades� antes que las destrezas culinarias �estimulanpaladares�, ¿y complementar el propio entendimiento a través de la pluma noconlleva una pérdida de intimidad?, ¡por fortuna en menor proporción..! nada derutina adulatoria que a duras penas persuade a los individuos superficiales, ¿lasansias de unidad no impulsan el esfuerzo de síntesis? ¿La originalidad?, consisteen lo imposible que resulta entrar en marcos ajenos... llamémosla en seco �ejem-plo de reflexión sobre impresiones�: ¿Platón no aseguraba que sólo el diálogo enpapel transmite la eficacia del discurso en voz?, también equipara los pensa-mientos con un diálogo interior que el alma establece consigo misma. ¿Publicar?,implica afrontar una prueba cruel, estaríamos más cómodos rodeados de miste-rio como un héroe en su nube... eludamos las enojosas cargas de los humanistas,ojalá la voluntad creadora del que hora a hora emborrona cuartillas logre enca-minar a sus lectores por caminos de piedad hacia las sublimes atalayas de unaeternidad prometida, ¿no vemos en los significados un espíritu, y en los signos,cuerpos?, ¿casar en unas apuradas hojas poesía con filosofía, no pone en boca deletra votos de religión?, aspiramos a mediadores entre lo más alto y nuestrossemejantes, ¿mediar y ser mediado no resume el peso de vivir en criaturas su-

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periores..? ¿la poesía?, búsqueda violenta de libertad con el sagrado cometido dedivinizarnos, ¿acaso aguantaría una terapia de argumentación intensiva? Aun-que la palabra nace con la naturaleza, exclusivamente Dios habla y produce.

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de la Experiencia

�¿Qué conexión establece la sensación?

�Una agitación interior que ocurre por una excitación exterior.

�Molesta considerar en un espejo boca arriba el charco donde beber agua ynotar la incapacidad de apagar una sed molesta, ¿no inclina a profundizar más enel engaño de los sentidos que en la percepción correcta?

�Deberíamos sancionar el grado de coherencia de las causas con lo que su-cede a continuación.

�¿Qué implica la experiencia?

�Un constante pulsar, corregir, intentar y reintentar, ya que con elementa-les combinaciones de aprehensiones no creceríamos en eficacia.

�¿Y el error?

�Un uso inadecuado de la inducción o deducción �seguramente por preci-pitación. Siempre inmanente a la verdad, ostenta significaciones tan variadascomo los matices de la cola de un pavo real.

�¿Qué merecemos conocer de un mundo por entero neutral a nuestro cono-cer?

�Hablamos confundidos cuando no reparamos en el orden necesario de suderivación; quizá imaginábamos que la ausencia de reconocimiento eliminaría sunecesidad �tropiezos necesarios.

�¿Arreglaríamos la situación con ciencia infusa?, ¿conquistar lo genialpuenteando la ciencia?

�No, no supone más que ignorancia irreflexiva; nadie elegiría mantenerselejos del aire para liberarse de la exigencia de respirar.

�¿Y si obligamos a que el cerebro divague y divague en las arenas escurridi-zas de lo probable?

�Acabaríamos empantanados en la ciénaga escéptica.

�De no importar lo que importa el contenido objetivo, ¿las circunstanciassepararían del discernimiento su eje central y lo pondrían a girar encima de lavoluntad?

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�Comporta un lamentable equívoco oponer la permanencia del mar calmo ala impermanencia del oleaje �las aguas quietas e inquietas participan de igualesnaturalezas.

�¿Insistiríamos con Paracelso en que el azufre, la sal y el mercurio compo-nen los tres principios de la substancia primitiva?

�No apostemos por la ofuscación del empirismo ni por la abstracción delintelectualismo. Sigamos con Francis Bacon en que pruebas y ensayos encarnanlas nupcias del Cosmos con la mente.

�Gracias a la observación adaptamos pensamientos a hechos, constatamosque madre experiencia precede y condiciona a hija conciencia, ¿en virtud dehermana teoría no ajustamos pensamientos a pensamientos?, las cosas explicansus sombras y no al revés.

�La práctica, sosa teoría aplicada.

�¿Cabe descubrir sin interpretar?, ¿acaso describir no equivale a interpre-tar?, ¿de qué manera llegar a diseñar antes de estudiar?

�No permitamos que la relatividad degenere en relativismo, que cualquieropinión luzca el brillo de la hipótesis, que los axiomas ocupen el espacio de lasevidencias primeras.

�¿No volveríamos a la condenada teoría del tal vez con su fórmula de tal vezesto es, tal vez esto no es?

�La teoría, seca práctica especulativa.

�¿Las ideas?, ¿normas con que descifrar, sistematizar y conducir los recur-sos?

�Sus construcciones involucran una actividad mezcla de sensibilidad y ta-lento.

�¿No anduvo Algazel convencido de la incertidumbre que crearíamos pormendigar certeza con razonamientos?, ¿con estocadas dialécticas pretendía ex-tirpar el sano optimismo de sus colegas?, ¿pretendía demostrar que la demos-tración no demuestra nada?

�Y dado que el arma arrojadiza suele cortar a quien la esgrime, de no servirlos argumentos para afirmar, tampoco servirán para negar �Averroes denun-ció la fatal paradoja.

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�¿El choque entre exploración y entendimiento no reorienta las viejas es-trategias sobre nuevas coordenadas de referencia que cimentarán y determina-rán opciones inéditas?

�Así quedan atrás rancias perezas, inatacables resistencias y restriccionessospechosas.

�Decidimos que el motor no acompañe al móvil en su trayectoria, ¿y pres-cindir con tamaña tranquilidad de una tesis del padre de la mecánica moderna?

�Mejor rechacemos ese endemoniado dogma aristotélico, ¡de qué forma tanimpúdica encanece toda extrapolación y generalización temeraria!

�La práctica que proporciona el material, ¿no constituye conocimiento porsí misma?

�Haber visto mamellas en vacas no autoriza que delante de un animal conmamella infiramos que lo parió una vaca.

�¿No apuntó Leeuw que un frontera infranqueable detiene la búsqueda re-ligiosa del porqué de la vida?

�Aunque advirtamos que la ejecución de un proyecto humano deviene mien-tras avanza, no olvidemos que el horizonte de su consumación define límites.

�¿Ir más allá no responde a una tendencia irrefrenable del espíritu?

�Las omnívoras creencias ciegas trataron de profanar frutos profesionales,aspiraban a justificar disparidades sociales con desenfocadas conclusionesdarwinianas.

�¿No retrasó el evolucionista británico la publicación de sus escritos másdestacados?

�También Gauss, por temor al �griterío de los torpes�.

�¿No comete un grave pecado quien invoca a la moral apenas los afectos ydesafectos entran en juego?

�Subordinar la investigación a un fin no garantiza ni el fin ni la investigación�su reputación tendría que emerger de una sabiduría originaria.

�¿No perecerán los filósofos ahogados en la tradición por faltarles el tonifi-cante ambiente de la controversia?

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�A partir de entonces, no hallaría refugio el ansia socrática de romper ata-duras con las costumbres y los criterios arraigados.

�Por empujar a los mineros a cavar la tierra en lugar de callar los días con-templando el cielo, ¿culparíamos a la metalurgia?

�Con la experiencia conseguimos captar cómo esto y aquello es, no cómodebería ser.

�¿La toma de conciencia?

�Radica en asumir productos propios y del pasado.

�¿Su progreso?

�Los obreros de la cabeza trabajan por comprender escrupulosamente loheredado. Convendría coincidir con Platón en que no precisamos recibir del tiempola verdad, porque reside dentro de cada uno �por algo lo llamaron Moisés helé-nico.

�¿No depende del talante de las cosas y de los estados del alma?

�Por no medir diferencia de resultados entre los factores de afuera y deadentro, parece que salva el foso entre periferia y entraña.

�¿La representación no fija el recuerdo después de que desaparece?

�Muchos recuerdos de la misma especie imprimen suficiencia.

�¿Y qué decir del fenómeno de la prolepsis?

�Que nace por un procedimiento espontáneo.

�¿Y del concepto?

�Que alcanzaremos lo universal a fuerza de instrucción y lógica.

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más de la Experiencia

Schelling aseveraba que �el experimento es una pregunta hecha a la natura-leza, a la que la naturaleza está obligada a contestar�, ¿jugaría con aquella �pro-beta de experimentación de la existencia� que redactara Kierkegaard?, los en-sayos preparados y adaptados al fin que pretendíamos obtener integran los ins-trumentos de la mente, ¿no implican una habilidad que coloca al hombre cara acara con la realidad?, muestran la copresencia de un espíritu complacido y de uncuerpo contemplado. Herbart pinta una apariencia de �algo que es�, llena depolos opuestos, ¡cuán enfrentados medimos los modos que delatan las órbitasprivadas y públicas!; Kant identifica apariencia con conocimiento sensible �an-terior a los planteamientos abstractivos� y experiencia con conocimiento refle-jo �fruto de la comparación de múltiples apariencias�, Locke indicó que de unaa otra cota subiríamos por la vía especulativa, ¿Nicolás de Autrecourt no coronóel penoso avance con la forma propia y última de lo clarividente? Obviamente,las hipótesis demandan validación por observación o prueba, pero forcemos aque ambos referentes actúen de canon y guía constante en las explicaciones ra-cionales y no sólo sirvan para corroborar resultados, ni para decidir entre diver-sas alternativas factibles; apostemos por un pensamiento que organiza y orientala industria y por una industria que estimula y canaliza el pensamiento, ¿no pesabastante la garantía de Herbart de que el intelecto abogara a menudo por esainquietante concordancia?

Aunque en el incansable empeño de aprehender el Cosmos desarrolláramosmétodos que remaran bien en los meandros de recónditas circunvalaciones ce-rebrales, no suscitaríamos más que nociones ficticias sin la interacción con losalrededores por culpa de nuestra humilde cuna, ¿y de qué manera sortear elescollo si en vez de preceder, siguen a los fenómenos?, apenas emulan conoci-miento, en absoluto conocimiento. Pedro Aureolo funda el conocimiento en que�es preciso adherirse al camino de la experiencia más que a la razones lógicas, yaque en la experiencia tiene su origen la ciencia y las nociones comunes que sonlos principios de las artes�; también reseñamos que el lento peregrinar de Mainede Biran obedece más a una puesta a punto de su intimidad personal que a lasexigencias de una exposición discursiva, ¿quién lo prevería de antemano?; no, lalógica no constaba con mando en plaza, ¿acaso no tememos por peligrosamentedogmáticos sus primeros pasos?, no obstante, salva de numerosos caprichos delazar, ¿y qué viene después de tamaña intolerancia?, el escepticismo, ¿y tras lacrisis?, durante el acerado tránsito a la crítica conviene señalar los límites de larazón. ¿De qué límites hablamos?, a pesar de que el entendimiento más vigorosono cimente las bases, ni consiga construir un simple concepto, ni destruir ningu-no de los adquiridos, con frecuencia erige una arquitectura majestuosa y eleva

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hasta el firmamento las cimas del saber, ¿y no aseguraba Leonardo da Vinci que�la sabiduría es hija de la experiencia�?, un puñado de ignorantes la acusan defalacia, ¿y a qué indagar más allá de su ambiente corriente?, ¿del lado de acáengañó en alguna ocasión?, no.

¿Con qué bitácora las mejores cabezas evitaron los rompientes?, nunca conel puro argumento, recurrieron continua e incesantemente a lo sucedido y des-cubrieron la ley que justifica del �esto ha sido� al �esto será�; ¿y no �es una leyque todo tenga una ley�?, tratamos con el axioma sustancial del determinismoempírico: la insoslayable concatenación de lo ocurrido a sus condiciones. ¿Conqué varita mágica sacamos de usanzas singulares los preceptos cardinales queconstituyen los pilares imbatibles de obras tan prodigiosas?, proponemos a lamasa gris el inventario humano y las pautas de utilización del material; ¿de quémanera proceden las ideas?, semejante a un motor que impulsa el campo deinvestigación a la máxima armonía en tentativas ininterrumpidas, ¿no extien-den sus fronteras de acontecimiento en acontecimiento y de causa en causa?Entonces, ¿la causalidad no goza de necesidad intrínseca?, ¿y el no entrar encontradicción �único testigo de certeza� no define la conexión causa-efecto?,¿cuestión de nimia probabilidad?: de que el fuego huela a fuego, no deducimosque queme, calificamos la combustión de consecuencia plausible �no evidente�, tampoco repugna que el fuego se desplace hacia el centro y produzca frío, ¿y noconstatamos que siempre tiende a separarse del centro y a producir calor?

Aparte de atender a cualidades y accidentes, ¿compete a la práctica alcanzarla esencia de las cosas?, Galileo escribe de la revelación inmediata de lo creadoen su verdad, ¿renunciaría por mucho que discrepe con la autoridad?, Galluppiinsiste en la exploración del �yo� y en la exploración de lo �fuera de mí�, ¿talbagaje no lo descomponemos con el análisis y lo recomponemos con la síntesis?No contamos con un mecanismo a priori que fije la posibilidad de nuevas expe-riencias, exclusivamente la experiencia fija la experiencia, establece topes y dacuerda a los paradigmas morales en el terco vaivén de la vida, ¿no empujan aimaginar un �mundo invisible�?, ¿cabría trascender?, de sus relaciones con elentorno visible llegaríamos a inferir unas cuantas características generales, na-die lograría una comprensión positiva. Tschirnhaus sitúa la raíz del conocimien-to en la praxis como conciencia interior, ¡qué cartesiano!, ¿y por qué noresponsabilizar de su progreso infinito al ejercicio de la norma del deber ser?,Ockham no duda de que a través de ella accedemos a los misterios del alma yque gracias a la intuición percibimos directamente nuestras intenciones, volicio-nes y estados más profundos, ¿qué salida impondríamos a una búsqueda que noaceptara lo anunciado desde el cielo?, la de que no tomara por consejera más quea la proximidad misma �requisito de libertad en cualquier indagación filosófica.¿Negar que podamos abordar lo inacabable supone que no creamos en él?

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del Vivir

No, no corramos ebrios de éxito ni sucumbamos al desaliento de los fracasos,¿acaso el sol y la luna no brillan de nuevo tras el eclipse?, si estudiáramos losaltibajos de la vida como los geólogos escrutan el mineral, descubriríamos quelas pruebas de alegría y sufrimiento guardan un notable paralelismo con los en-sayos de filtrado, depuración y combustión �sacan fuera bastantes característi-cas ocultas. ¿El ritmo de la vida?, un compás de dos tiempos, binario, un inter-cambio entre lo impar y lo par: la vida se aferra a la vida y el fantasma de lamuerte juega a una suerte de ruleta; ¿antes del verano las plantas no estallan enhojas y flores?, los otoños traen la caída en derredor, luego... la benevolencia delhumus nutrirá la savia que hinchará los brotes en la próxima primavera. Tam-bién el hombre pasa de disparar la flecha a aflojar el arco y meterlo en su carcaj,cumple con la regla de emerger para perecer y dejar sitio a su relevo, �siendoaquel, éste no es�... supondría un crimen de rebelión no rendir el corazón en lahora extrema, ¿encarnamos mucho más que una serie de episodios psicológicosefímeros donde el dolor mantiene su condición dominante? Por más que morirconvierta cualquier posibilidad en imposible, la última posibilidad no ejerce po-der sobre quien remonta los afluentes de su vivir, ¿el nirvana no abre la oportu-nidad de burlar el giro infinito en la rueda de los instantes? A pesar de que lasolas no disfrutan de más realidad que el mar, ¿no adquieren por momentos unaforma de individualidad?, ¿no desafían a la fugacidad disipándose? Sin renunciaral dulce honor del olvido, preferiría que grabaran en mi tumba la leída frase deKant, �el cielo estrellado por encima de mí y la ley moral que hay en mí�; sugieroun estado de imparcialidad y serenidad, porque durante los raros ratos en quenada agitara las aguas, cada uno vería en el estanque reflejos de su permanenciaen la impermanencia.

Habitamos el mundo... pero, ¿de qué manera y por qué? Por emprender eltrajín enteramente desnudos desde que nacemos, creemos necesitar una míni-ma vestimenta, ¿convendría repetir la fórmula de Berkeley de que �ser es ha-cerse percibir�?, ¿y percibimos algo más que atributos palpables?, ¿buscamosuna prisión?; andan los años y comprendemos que el trato con la existencia aspi-ra a desproveer del más elemental ornamento a nuestra personalidad. En abso-luto representamos un medio, Merleau-Ponty apunta que el espíritu cobra an-chura gracias al cuerpo, ¡ay, por los inseparables cuerpo y espíritu!, cuando unodesaparece, el otro se desvanece, ¿con la mella del cuchillo no perdemos la even-tualidad de cortar?, a semejanza de una vela que no conserva la llama despuésde acabar su parte de sebo, los pensamientos cesan apenas el organismo arruinasu componente esencial �el fuego no ondula jamás sobre brasas apagadas. Mien-tras luz y oscuridad no desfallezcan en la difusa claridad del sumo misterio, ¿qué

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importa de dónde venimos o hacia dónde vamos?, sintámoslo en la intimidadmás íntima, ¿hablamos de férrea soberanía o de laxa complejidad?, ya que liber-tad e intensidad caminan juntas, ¿redimiríamos al resto de los humanos delheraclitiano �rayo que lo gobierna todo� arrojando el Universo en brazos de lofortuito?, ¿no reduciríamos la frágil criatura racional a un nebuloso revoltijo deátomos?, ¿salvaría del caos la interpretación averroísta de un intelecto único einmortal común a sus hijos?, ¿y en qué rincón teórico quedaría la inmortalidaddel renombrado �Horizonte de la Naturaleza�? Apostar por uno de los polos sindespejar la angustia de que en el opuesto more la respuesta resultaría menoscaro que el perezoso marchar de los contemplativos; nos ocurriría igual que almochuelo de Minerva �llega tarde por romper a volar cerca del crepúsculo.Encontremos cómo gastar y gozar, disolver y agotar el yo, elijamos los aledañosdel Pórtico a los adentros del Jardín �ni cuentan con cancela que cerrar, ni co-nectan con ningún mundo imaginario al margen del mundo.

De siempre, la sed de belleza y bondad emplea persuasiones, argumentosprobables que ni logran excluir dudas ni vencer congojas... lo propio de quienesno poseen pero anhelan poseer, de quienes dan con una salida que escapa segun-do a segundo y de quienes vuelven a intentar lo que una vez más pierden, ¡terri-ble pesadilla que aguanta hasta el espasmo terminal!, ¿no oímos de Calderónque �la vida es sueño�? ¡Por Dios!, despertemos del dormitar hipnótico que in-ducen los ilusionistas de palabras en las cosas más inseguras, ¿qué conseguiría-mos doblegando el ánimo frente a los aspectos negativos?, ¿no experimentaría-mos la máxima negación muriendo?, ¿y morir no constituye el acto final de unprovechoso vivir? Revaloricemos la espiral platónica llena de movilidad que en-laza un problema con el siguiente, ¿la meta del solitario?, alcanzar las verdadesespeculativas; sequemos de tantas sofisterías y fullerías los pechos que ama-mantan confusiones incapaces de silenciar contradicciones. De comulgar conEspeusipo en que parecemos tender a evolucionar de lo imperfecto a lo perfecto,el bien surgiría en las postrimerías del suceder cósmico, ¡mira que no aceptar elpapel de principio en un devenir!; extraigamos pronto los códigos del comporta-miento ético y los preceptos del obrar moral �la primera lleva el sello de lagenialidad del de Vinci: �Es mejor una pequeña certeza que una gran mentira�.Efectivamente, poco tiene de objetiva la indagación filosófica que me interesa,excavo en el significado auténtico de mi interior y entrego a los demás la trans-parencia de mí y de mi destino, que gané de minero del alma; decir lo que debe-ría decir sin soltar una imprecación redunda en proceder al modo socrático, ¿ypor qué no seguir a tamaño samurai de la sabiduría con el grito de un sí a la vida?

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más del Vivir

¡Qué tremenda paradoja que la vida permita interpretar el origen de la inte-ligencia y que la inteligencia no logre desentrañar el sentido de la vida!: tomainstantánea a instantánea y trata de proyectar el devenir, ¿en la anarquía delclaroscuro llega a su cumplimiento algo más que la negación?; de la sucesiónhomogénea y uniforme de ocasiones iguales captada en los fotogramas, escapa laininterrumpida duración, ¿preferiremos existir como inviabilidad en vez de asu-mir la viabilidad del existir?, delataría que no aceptamos la sorpresa de existir.

En el continuo de la trágica autenticidad, jugamos a poner y a rebasar topes,¿por ese ingenuo mecanismo, la vida no supone más vida?; andamos en círculospor pretender zanjar la imperfección diaria en la perfección ideal, revisitamossus momentos enriquecidos con el contenido cosechado en las vueltas anterio-res, jamás repetimos: vivir significa vivir hasta el fondo, expuesto a los peoresjaques �su incógnita quedará despejada apenas marchemos de aquí.

¿Mediremos inteligencia sin trazas de instinto?, no, ni instinto sin aura deinteligencia, ¿de conciencia a inconciencia no damos con suficientes y eficientesvinculaciones?; inteligencia e instinto protagonizan dos soluciones divergentesde idéntico problema. La inteligencia reflexiona sobre las relaciones entre lascosas, el instinto examina las cosas mismas; a pesar de su habilidad en buscar ybuscar, la inteligencia no hallará nunca, el instinto hallaría, aunque no buscaríanunca, ¡que fantástica manifestación de producción libre e imprevisible!

De �la vida es sueño� de Calderón, Schopenhauer dice que se distingue delsueño por su menor número de paradas y por su mayor conexión, y si cuenta elque sueña y no lo soñado, ¿por qué amedrentan los sueños?: olvidemos la muer-te ��frontera en sí y para sí�� en el saco de dormir y recordemos su positivaafirmación de la vida. Charron sostiene que la vida perfila una incesante pruebaque practicamos con nosotros y con los otros �no prohibamos a una semilla elnombre de la planta en ciernes.

¿Qué dignificaría más, ceder al arrastre o arrostrar la conclusión fatal?, en elsuicidio notamos un enérgico testimonio de ganas de permanecer, no de un re-chazo; el muerto por voluntad quiere la vida, su descontento depende del infor-tunio que sufre. Repudiemos cualquier doctrina que exhorte a dejarse llevarpor la corriente, ¿no implica dejarse gobernar por la suerte?; la suerte arbitrala mitad de las acciones y en la mitad restante timoneamos tú y yo de formadecisiva cuando obramos con propósitos rectos �no, seguro que no conseguiría-mos eliminar por completo el riesgo, ¿y reducirlo a un accidente del éxito? ¿Aqué achacar la consistencia con que el poder interviene en los espaciosos siglos?,

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Fromm y Horkheimer explican el dominio con su interiorización a través de lasinstituciones de una manera �tan familiar y obvia que también la tierra y el uni-verso, e incluso el más allá, sólo puedan ser experimentados bajo este aspecto�;procedemos en virtud de una veneración por la autoridad que erigimos en nues-tros adentros, ¿tamaña actitud no abarca una parte importante del entente co-mún con los demás?, la subsistencia del organismo precisa de la indispensabledisposición a obedecer; una subordinación no siempre funciona por represión, ala larga costaría demasiado, los tiempos de hoy no soportarían mañana la intole-rable debilidad e inquietud social al descubierto.

Kojève etiqueta la muerte con �finitud radical del ser y de la realidad�, ¿noemplea el vocablo de historicidad por tal limitud?, Heidegger la define como �im-posibilidad absolutamente propia, incondicionada e insuperable del hombre� yAnaximandro opina que encarna el castigo por la culpa de haber nacido. El silen-cio cómplice que mantenemos extraña a Nietszche, ¿no revela incapacidad fren-te a la certeza?, sabemos que tenemos que acabar y no pensamos en ello porquellenaríamos aldeas, pueblos y ciudades de incuria y torpeza, no porque conciba-mos lejana su amenaza cercana. ¿Perecemos por pertenecer al reino de los entesconcretos?, Hegel diagnostica que por solidificar en costumbres la actividad pri-vada, la pluralización de cada uno resulta inalcanzable, ¿la victoria del género yla derrota del individuo de Marx?, ¿una refutación de su unidad?

Schelling intuye que �lo que está muerto en la naturaleza no está muerto ensí, sino que es sólo vida apagada�. Por cuanto la vida emerge por encima de suvertiente temporal pesa más que vida, y por cuanto la muerte señala el tránsitode cuerpo a espíritu no deberíamos hablar de un hecho: constituye el cómo delmundo y sus caracterizaciones. ¿En la orilla extrema qué nos acogería y consola-ría?, ¿venceríamos el inseparable martirio que fluye de la renuncia máxima?,¿acaso no le concierne a quien está totalmente a expensas de su destino?, ¿valepedir confianza ciega a un alma ciega?, Jasper apunta que la trascendencia sitúasu presencia a la sombra del manto en que nos encontramos de abordar suinabordabilidad.

Condenemos los intentos titánicos de traspasar el último peldaño, la com-prensión humana cae de este lado, de aquel lo incomprensible; la religión tampo-co cruza el temido rellano, pero descubre a uno por uno su pecado y nulidad, ¿no losprepara para la crisis que los salvará? La estridente disonancia del triunfo de losmalvados y de las congojas del justo fuerza a considerar que no todo caduca ahora,que la desaparición resuelve semejante contradicción en un orden �necesitamos dela inmaterialidad. Reconozcamos en el orden y en el cambio la determinación de unarazón que excede a su determinabilidad espontánea y creadoramente, y a laspuertas de la suma evidencia, saltemos de lo confuso a lo infuso.

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de la Conciencia

�Del yo siento y del yo que siente algo�, distinguimos la homogeneidad del�yo� y la heterogeneidad del �fuera de mí�: Taine considera la conciencia tra-ducción del prístino texto de la Naturaleza y Galluppi �una verdad primitivaexperimental� por alojar al yo cognoscente. Vale llamarla caudal deinteriorizaciones �hechos medidos en datos� que preceden y condicionan ex-presiones de la apercepción permanentemente renovadas �teorías sometidas aerror�; Hamelin la define �esencialmente pensamiento�, �existencia por sí� yCollard �sentimiento que el yo tiene de sí mismo�, ¿no rebasa la simple adver-tencia de sus operaciones?, ¿llegaremos con los escépticos a situar esto, eso yaquello en ella?, aunque los estoicos no la niegan, apenas saborean una libertadneutra. ¿Y como relación de nosotros con Dios?, Butler habla de �voz de Diosdentro de nosotros�, Boutroux de hábitat de una religión sin supersticiones yMine de Biran la juzga una especie de manifestación íntima de revelación divina,una forma de revelación, y más aún, la revelación original de Dios; ¿su figuramás elevada?, imagen o apariencia de Dios.

¿La vida no salió a flote del marasmo fisicoquímico?, la filosofía recibe el en-cargo de documentar los desafíos que arrancan pálpitos a la materia inerte, lue-go avisa del hombre e incluso de más allá, ¿y qué opinar de la conciencia?, ¿unode los puntos focales donde las correcciones de los usos emergentes impactaroncon mayor intensidad durante la mudanza cósmica?, decisiva fase en el lentoproceso de adaptación de los organismos animales al ambiente por acumulaciónde innumerables variaciones funcionales que responden mejor a los requisitosdel entorno. Vayamos del evolucionismo biologista a un evolucionismo espiri-tualista y equiparemos los cursos constantes, incesantes y progresivos con eldevenir temporal de la conciencia; en tal oleaje cada estado disuelve a los pre-vios en una continuidad fluida, no avanza por sustitución, sólo por abstracciónconseguiríamos contar los eslabones de la conexión, ¿funda la conciencia al ser ocontamos con un ser que funda la conciencia?, presupongamos una sustanciaincorpórea, sede de un hálito eterno �respiramos fe gracias a tantos testimo-nios.

¿Goza de historia la conciencia?, por viejos desengaños vaga errabunda porsendas inciertas inmersa en cuestiones oscuras, bajo encuentros desconcertan-tes sufre las desviaciones del Fausto y va a la búsqueda del placer, ¿extraña quela contemplemos como fuente de imprevisibilidad y constitución?; a merced derodeos, contrastes y escisiones abandona el dolor y desdicha de su individuali-dad y gana en generalidad. Porque conciencia sugiere cambio y no fuerza nisustrato que produce cambio, calculemos el tiempo por la corriente del cambio,

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no por una sucesión regular de instantes gemelos, ¿un orbe estable no apagaríapara siempre el llamear vacilante de la conciencia? Desarrolla un conjunto deleyes y una objetividad bastante particular en su largo caminar hacia adelante,del presente al futuro; desde el principio adquiere una consistencia muy especialfruto de su repliegue y vuelta al pasado: tamaño vértice cierra la marcha cre-ciente del genio humano y pone fin a la construcción del universo, ¿no lo recono-ceremos por la luz que irradia?, ¿y mientras, no construye su historia?

Carecería de sentido el aparato planetario si no tendiera a suscitar múltiplescomplexiones conscientes, ¿la igualdad parcial de los contenidos compondrá laatmósfera común circundante?; ¿y a qué huésped secreto ando atado más que amí?, Ravaisson afirma el predominio de la práctica de la conciencia sobre la prácticaexterna, ¿en los más recónditos fuelles de mi identidad no agita su radicalidadagustiniana?, por entender el alma de las cosas, gobierna los comportamientosde quienquiera. ¿De qué guardamos conciencia?, de la causa �mucho más de loque logramos exponer�, de la infinitud de nuestra idiosincrasia en y a través yno de nuestros episodios mentales; ¿el peligro de un revés?, que los reflejos deenconos escondidos tomaran yerro por autenticidad y que esgrimieran una su-premacía. ¿A dónde ir con �el yo no es señor de su propia casa, el inconscientetiene también la palabra� de Freud?, confiemos en la memoria personal y en eltirón impersonal que trasciende por su carácter anónimo y global �quizá impi-dan que giremos con los locos a la hora del recreo.

En las escenas de amo y esclavo del mundo antiguo ¿los actores no alcanza-ban la plena conciencia afrontando el conflicto?, acatar la vinculación fatal resol-vía el envite, no así la lucha a muerte de los contendientes; el vencedor blandía lacapacidad de iniciativa, el perdedor soportaba los trabajos hasta que asumía dig-nidad e independencia, ¿Bergson no propuso que �madurar significa crearse a símismo�? Destaquemos que frente a la posibilidad única que implica necesidad �postulado de ciencia� surge la unidad de posibilidad de toda posibilidad �pos-tulado de conciencia�, pero ya que los límites del intelecto coinciden con los de larealidad y realidad y conciencia coinciden en grados, etapas y aventuras, ¿ca-brían chifladuras especulativas que ignoraran cuándo pecan de alucinaciones?,con Lequier atengámonos y dobleguemos por completo su dictado, ¿acaso susalardes de autonomía no quedan limitados en extensión por los alrededores ydeterminados en dirección por el deber?, digamos con Schopenhauer que en laconciencia hallamos el montante de los conocimientos inmediatos y que nadiepuede escapar de la cárcel de su epidermis y confundirse abiertamente con lodiferente de él. ¿Masci no observó en las luces del derecho los perfeccionamien-tos de la conciencia?

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más de la Conciencia

Sartre concebía la conciencia �ser en el mundo�, conciencia de algo y de algodistinto de la conciencia; ¡qué atrevida jugada a favor de la autosuficiencia deldominio no humano!, pero la lucha jamás tuvo éxito. ¿Resumiríamos la Totali-dad primordial que simbolizara Brahman-Atman, Nirvana, Tao o Sunyata a unhábito del entendimiento práctico, a una especie de magnífica luz espontáneaque iluminara el cerebro? Desde luego marca la vía de acceso de ciertas iniciati-vas, ni exenta de errores ni de certezas inmediatas, ¿acaso Korsch no señala queen Marx y Engels ideología significa exclusivamente conciencia torcida? A pesarde que Marx y Freud definan la conciencia como �reflejo de otras fuerzas escon-didas� �económicas y psíquicas� y no como motor del comportamiento, no lacalifiquemos de simple imagen de situaciones sociales o volveríamos a caer enlos malditos enredos del gastado materialismo. Por trabajar en una tierra enpenumbra, ¿la única realidad habitará en cada conciencia?

¿El análisis de la conciencia no coincide con el análisis de cómo los alrededo-res se muestran a la conciencia?, aparquemos ya el absurdo modelo de estructu-ra que propusiera Lacan de �maquinaria originaria que pone en escena al suje-to�, porque irrumpir en una antropología sin el hombre tendería a desmontar laconciencia como dato primario e indescomponible de su condición, ¿por tan fu-nesto camino no la llegaríamos a considerar burda imitación desfigurada de losmecanismos involuntarios que la producen?, Freud aclara que el individuo cons-tituye la esencia de la conciencia, ¿no adopta el noble aspecto de un ego con focoen su yo?, ¿o quizá nuestra inequívoca dimensión radique en lugares extraños?La sabia mirada del que supo nivelar la balanza y el fiel con que pesamos labondad disipa muchas dudas en el espejo interior: conciencia y objeto encarnanelementos de un conjunto que la lengua logró el prodigio de conectar �los cismasdenuncian dogmatismos de una razón enferma.

¿De dónde diantres arranca la conciencia?, de una nebulosa donde no perci-bimos ningún paradigma preestablecido; a medida que extiende confines, el nú-cleo primero se condensa en una infinidad de filamentos dispersos que hallansoldadura, lo que parece un orden aparece tras el caos, ¿no acaba así por pren-der la antorcha del intelecto? Entonces oímos de un espíritu �dedicado al mun-do�, nunca del golpe de vista de un espectador desinteresado, ¿las odiseas nopresuponen sus ítacas?, una vez en ruta ¿no precisamos completar el viaje?, ¿yde dónde mana la importancia del cuerpo?, de que inserta y soporta la concien-cia en el Cosmos. Merleau-Ponty compara el envite dialéctico �no causal� en-tre hombre y mundo con la relación que existe entre conciencia y naturaleza.¿Por qué perdemos lo mejor que queremos y salvamos bastante de lo peor que

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no queremos?, no contentos con una reducción a la conciencia ¿aspiramos a re-ducir la conciencia?, ¿y por qué no a coagular sombras?

La conciencia evoluciona en un movimiento circular: a preguntas que susci-tan respuestas siguen respuestas que confirman, amplían y corrigen preguntas,¿qué contenido crece con independencia de una conciencia?, ¿y qué concienciacrece con independencia de un contenido? Se hace expresión gracias a los nom-bres con que apresamos el entorno, ¿no coloreamos con diversos tonos la posi-ción que ocupamos con referencia a cosas y personas? ¿Por qué no investigar ladescentralización de la conciencia más allá de uno mismo?, mientras que un cuartode luna nada echa en falta, la conciencia siente que queda un tramo por concluiry levanta el vuelo por encima de lo orgánico; con Husserl ¿no vinculamos la con-ciencia con un flujo de experiencias afectado por lo trascendente? Teilhard deChardin coloca su �Punto Omega� en un Pensamiento unánime que unifica unapluralidad de pensamientos particulares, ¿representaremos el vestigio indispen-sable de la �Superconciencia� planetaria?

Ante la influencia de tradiciones y prejuicios ocultos que desvían conductaspor proceder casual e indeliberadamente, la conciencia reivindica su indiscutiblepapel docente en la historia, ¿no apuesta por imponer el principio de que siem-pre ocurrió lo que debió ocurrir frente a que ocurrió lo que pudo ocurrir?, llamahacia sí a lo que auténticamente es y no puede dejar de ser; ¿resta aún un sueñopor soñar?, que en todo momento y circunstancia sirva de motivación para ad-ministrar lo irreal en el fondo de lo real que niega, ¿a la pasiva determinación dela conciencia no replica la activa conciencia de la determinación? La evidentesoberanía de la conciencia implica el disfrute de una sorprendente simultanei-dad atemporal, con capacidad de gozar de cualquier mentalidad estetística quepretenda separar la obra de su contexto y relegar el arte a una zona aséptica delalma, fuera de las eternas cuestiones de lo verdadero y de lo falso, ¿incluiría lapropiedad de integrar diferentes épocas?

Después de Ruyes no vale hablar de información en ausencia de conciencia,¿qué pinta una radio encendida y a solas?, funciona, no transmite; disculpemos alos charlatanes que dicen crear bajo adormecimientos sonámbulos, ¡qué inacep-table romantiquería! ¿Un viejo asunto impenetrable?, la muerte; la de los de-más induce una enojosa impresión de grave caducidad. De Labriola aprendimosque cabe vencer a la conciencia y no que la conciencia venza a nadie, y de Gadamer,que quien adquiere conciencia y somete a prueba sus convicciones soluciona elproblema dentro y no necesita emprender la imposible empresa de salir; ¿a quéviene empujar a un inseguro contra su código ético?, ¿no obligaríamos a un náu-frago a perecer en el negro casco de un barco incendiado? San Pablo pide a losfuertes comprensión y respeto por los débiles; Juan de Salisbury ¿no busca ar-

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monizar conciencia con oportunidad?, mantiene la preeminencia moral sobre losprudencialismos políticos.

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de la Libertad

Cuanto más sepamos de nuestros semejantes, más nos comportaremos librey cabalmente... ¿libres?, de importar la importancia de lo que interpretamos,por supuesto; Aristóteles nombra libre al que tiene en sí el principio de sus actos,Galluppi insiste en que la libertad consiste en no querer cosas que queremos yen querer cosas que no queremos... vivir implica un libre concurso de la volun-tad que nos impele a ejercer de mortales con vocación de inmortalidad. Diferen-ciar la verdad del error lleva a gozar de la libertad, ¿cabe mérito en ausencia delibertad?; ¡por Cristo!, a pesar de que los problemas fragüen las soluciones, re-pliquemos a los imprevisibles desafíos del ambiente que nos rodea votando porlas que mejor encajen, porque disponer de tal disposición donde las circunstan-cias oprimen nos pertenece, ¿la decisión de hoy no orienta después los hechos enun sentido apetecido y permitido por las inquietudes que acechan desde el futu-ro?; ¿queda aclarada la variedad de conductas constatables?, leí que �apenas elhombre escoge, es lo que escoge ser�, ¿y acertamos a escoger algo que no haya-mos ya escogido? No, no faltó entre los antiguos maestros quien pretendió reco-nocer en nuestras frágiles iniciativas chispas de libertad que rompían con el or-denamiento cósmico, y el propio Erich Fromm sentenció que avanzamos y cre-cemos mediante gritos de desobediencia, por tanto, ¿la capacidad de desobede-cer, requisito de libertad?

¿La necesidad?, postulado de la ciencia, restricción de los sistemas, ¿las le-yes no reducen siempre los horizontes?; la marcha general marcha de acuerdocon un encadenamiento minucioso, pero ninguna premisa sentó cátedra desde laeternidad: persistimos ilimitados en desear y representar vanidad, y limitadosen poder, satisfacción, realidad, inteligencia �deterministas cuando pioneros,atrevidos cuando colonos. ¿La libertad?, postulado de la conciencia, restriccióndel entendimiento, ¿practicarla no impone barreras en cualquier dirección?; de-fine su carácter el seguir sin menester ni coacción lo que la razón establece: de-sistimos del insolente necesarismo de los obcecados naturalistas y del polémicoindeterminismo de los comienzos del historicismo �traducen inadecuadamentelas facultades del alma. ¿Qué encarna lo necesario?, lo que no puede no ser: lamenor expresión de lo dable; en caso de despertar de repente de su largo sueño,¿la piedra no experimentaría libertad mientras cae?; en el naufragio total detoda contingencia no llegaríamos más que a inclinar la cabeza, y a que el silencioacogiera en paz la evidencia de una exigencia incomprensible, ¿qué restaría?,una honda resignación. ¿Y lo posible?, el campo abierto a la audacia, lo que pue-de ser: el límite superior de lo humano; ¿el impulso propinado a un cilindro no lopone a girar según la forma cilíndrica?, ¿por qué extraña que respondamos a loque nos sucede según nosotros?, la causalidad somete exclusivamente a lo que

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sucede, no a las pautas morales.

¿Libertad coincide con necesidad?, ¿a medida que baja el sol no aumenta lasombra? Aunque de unas pocas reglas de juego deduzcamos las partidas, aque-llas indispensables relaciones lógicas no contienen estas ocasionales conexionesde éxitos y fracasos, ¿acaso el conocimiento de un acontecimiento presente lodecreta?, tampoco el de uno futuro obliga a que ocurra �ocurre lo que puedeocurrir, no lo que debe ocurrir�; y entonces, ¿qué indican las inexcusables nor-mas?, el camino que muestra en su trazado la meta a cubrir: el bien �constituyela sustancia del mundo. De Jaspers aprendimos que la historia habla de unaintencionalidad aceptada incondicionalmente que despeja lentamente su letargia,de Epicteto que nada sacamos de oponernos a lo que no conseguimos evitar, y síde pujar por lo que logremos obtener. Distingamos el producto de la libertad,¿por su intercesión no nos autoconstruimos?; de elegir en consecuencia acaba-ríamos en la auténtica elección, dediquemos muchas horas a sopesar los senti-mientos, las opiniones, los caprichos descabellados, ¿volveremos sobre un buitreque roe el hígado de un Prometeo atormentado por robar el fuego celestial oanunciaremos un amor que tiende a regresar a la unidad primera?, ¿y si la nece-sidad no fuera más que apariencia?, ¿que sólo bulle por doquier una rabiosaespontaneidad?, ¿y si la liberalidad no fuera más que un punto de equilibrio en-tre avaricia y prodigalidad?

Los valores interiores, ¿secuelas accidentales de choques mecánicos?, no,igual que la obra de arte con su artista sugiere a Dios; ¿y qué abarca el hábito?,depende de cuándo y cómo nos empuje a proceder, ¿no degrada lo rescatado ainstinto, el espíritu a materia? ¿De qué manera casan los inceñibles dominios deDios con la autonomía ética de sus ceñidas criaturas?, Pringle-Pattison señaló elmisterio último que la palabra Creación dejó inexplicado, ¿permanecemos a os-curas como el centro de la llama?, de no habernos manumitido, ¿estaríamos tra-tando ahora de una deidad creadora? ¿Qué predica el determinismo?, un ásperoabandono en lo revelado, ¡qué amargo fruto el de un privilegio negado!; ¿y quéinstituye la trascendencia?, un ceremonial de libertad, ¿o quizá libertad mismaparafraseando a Heidegger?, Bonhoeffer apuesta porque trascender signifiquealcanzar lo próximo alcanzable, concedido una y otra vez, no asir el inasible infi-nito, ¿la existencia, esencia de trascendencia? De un modo que escapa a los pre-ceptos que rigen el pensamiento, creo conciliable presciencia divina y opción per-sonal, ¿con la afirmación de que el Ente origina lo existente y lo existente retor-na al Ente, Gioberti no soslaya la identificación propuesta por los panteístas..?aspiro a la soberanía interior de Rogerio Bacon, aspiro a moverme por el tiempocon la facilidad con que el aire corre por la luz.

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más de la Libertad

¿En qué punto del Universo reina una mayor libertad?, Pico de la Mirandolaseñala al hombre, ¿y Feuerbach no le echa en cara su odiosa mezcla de carenciasy urgencias, su ociosa capacidad de gozo y frustración?, una débil criatura, quecrece al crear y que recrea con preceptos distintos a los de la naturaleza, aportasolera y efectividad a un paisaje inexcusable; por concordancia con los fenóme-nos, cumplimos con las leyes que guardan el resto de los fenómenos, y por con-cierto con los noúmenos, anchamos el horizonte que compartimos con los libres,¿condenados a libres, o libres de no considerarnos libres? Frente a la libertadcomo necesidad, defendamos en el bando de Ernest Bloch la libertad como posi-bilidad: �el hombre es la posibilidad real de todo aquello en lo que se ha conver-tido a lo largo de la historia y, sobre todo, de aquello en lo que puede convertirseen el futuro��golpe a golpe, marchamos del �no poder ser de otro modo� al�poder ser de otro modo�. Aunque el proceso parezca respetar un curso trazadoy su previsión parezca factible, ningún mortal alcanza a predecir lo que ocurriráporque siempre tropezaría con la determinación autodeterminante, ¿pretenderlo contrario no la supondría predeterminada? Si extraña que una verdad aban-done su trinchera de verdad, ¿no extrañaría más que una inteligencia sucum-biera a los disparos?, progresa con bastante desigualdad: durante los períodosde estancamiento corre de noche y excava a la manera de los topos, en las épo-cas de estallido destapa violencias contenidas y avanza arrolladoramente a ple-no día; ¿y cómo llegar a campeón en autonomía?, con lograr independizar porentero re-acción de acción fracasarían las presiones y opresiones emprendidascon el insano propósito de quebrar ansias de libertad �Tracy entronca libertadcon satisfacer la voluntad y complementa a Paracelso con �no sea de otro quienpueda ser suyo�.

A pesar de que en �la historia es lo que la historia era�, el pasado �era� cargasus espaldas con la estabilidad �su fatalidad� y el presente �es� lleva a que lahistoria constituya el principio de la historia. Del juego de las opciones deriva unahonda problematicidad: una auténtica fuerza que encamina el alma a la bondadfértil y un desgraciado sentimiento que trae consigo desgarros estériles. ¿A quépreferir el mal?, obedece a la repulsión por el coraje que exige la práctica delbien y a las coerciones de codicia o de hambre de algo, ¿no valdrían más repososordenados en aquiescencia con goces constructores que agitaciones desordena-das en condescendencia con placeres destructores?, el irremediable anverso suenamás a una deficiencia inevitable que a característica; ¿sólo rendimos honores alos incorruptibles cuando aprietan el gatillo a nuestro favor?, ¿por qué los líderesde opinión no corrigen tal conducta? ¿Cabe pensarnos artífices de la historia?,los insensatos que crean tamaña insensatez menosprecian la trascendencia de

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los ideales, reducen el derecho a la justicia a mero pretexto y acaban profanandoel cuerpo sagrado de la vida: imaginemos que un perfeccionista del dibujo tracea la perfección extremidades, cabezas, torsos y demás miembros de modelosdiferentes y trate de completar una figura humana...del bosquejo que obtengasaltará a los ojos el molesto yerro de la desarmonía �en vez de representar a unsemejante, encarnó a un monstruo. ¿Vendremos de la degeneración de esenciasracionales por pereza y rebelión?, no conviene elevar las ecuaciones seculares aecuaciones lógicas, ¿por encerrar tanta riqueza no crujirían hasta reventar?; enel acontecer de los tiempos, Orígenes observó la redención de nuestro destinoprimero que nadie, ¿el espíritu no despliega sus alas según la medida de cadaépoca?, y así, época a época, el mundo visible regresará al invisible.

¿Estimamos simple un centro?, ¿las inabarcables líneas que confluyen en élno forman una infinidad de ángulos?, ¿y hacemos de la historia un ejercicio delibertad sobre el escenario de una múltiple libertad en lucha?, ¿la forjamos nece-sidad por no existir empeño personal sin meta?, no permitamos a Maimónidesque exagere el papel de la libertad, ¡cuidado con atribuir a disposiciones prota-gonistas más de lo necesario para desbaratar necesitarismos filosóficos!, no ad-mitamos de Gersónidas que rodee la libertad con una tupida red de implicaciones,¡cuidado con aceptar engañosos mecanicismos que adquieran aspecto de finali-dad!, Kant habla de un proyecto orientador en el que los individuos inspiran laspropias intervenciones y los filósofos demuestran un suceder prescindible e in-falible. ¿Respiramos libertad mientras consintamos en seguir la necesidad quealguien escribió secretamente en nuestra condición?; ¿no dijo Homero que losepisodios de un héroe mantienen correlatos con la obra de un dios?, el esquemade Pomponazzi, que atenúa la ruptura entre los ámbitos terrenal y celestial, ¿nosostiene un causalismo astrológico que aminora el incontrolable componente for-tuito?; ¿nuestra alternativa consiste en avisar con Epicteto de que �las cosas sonlo que son y nada más�?, ¿una moral de aceptación que aspira a dar asentimien-to y apenas intenta cambios?, y ya que no enseña su rostro más que en el instan-te de decidir, ¿debemos descubrir bajo la necesidad una espontaneidad más per-sistente que cualquier elección o insistir en el clinamen de Epicuro �eventuali-dad de escapar a un movimiento de caída por gravedad�? Por resultar intolera-ble explicar la historia apelando a automatismos, apostemos con Bernstein poruna ética indispensable antes de obstinarnos con Marx en impregnar depragmatismo jacobino unas despiadadas concepciones �jamás los tejedores hun-dieron sus dedos en las calidades que acostumbra el pianista.

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del Conocimiento

En cuanto abro los párpados a pleno día, ciego la libertad de elegir entre very no ver, ¿no ocurre lo mismo con la capacidad auditiva?; y si el mar de ideas queentra por ojos, oídos, nariz y tacto no obedece por entero a la propia voluntad,¿no convendría preguntarnos por la validez de que lo externo oriente las adqui-siciones del pensamiento? ¡Ay, por las cosas simples!, lo dijo Antístenes: las con-cebimos por percepción y las describimos por analogías �no nos incumbe defi-nirlas�; por su impasibilidad ante el resto, Pirrón deambulaba por ahí sin mirarni esquivar obstáculos, chocaba con carros y perros que hallaba a su paso. Yaque las sensaciones corresponden a �ocasiones� que sirven de asidero para cap-tar captables más allá de lo evidente, remontemos el cauce hasta que los senti-dos no condicionen; ¿que no?, echemos un vistazo a su constitución, funciona-miento e interés, ¿no los nombra Epicuro �mensajeros de la verdad�?, ¿no po-nen en marcha los engranajes del recuerdo?, ¿lo inteligible a través de lo sensi-ble?, ¿y los recuerdos no dan pie a la experiencia?; ¿y cuando las falsas aparien-cias logran timar a la razón?, el engaño vuelve por sus fueros en dirección opues-ta, y la razón venga el fraude con pasiones que producen impresiones turbadorasy embusteras; ¿tamaño ir y venir no confirma un puente de lo latente a lo paten-te?, ¿qué queda más que apurar una esencia común?; no, no olvidemos que aun-que las sensaciones proporcionan material al conocimiento, no son conocimiento,a excepción de que figuren enmarcadas en una sólida estructura lógica. Compa-remos el espíritu con una lámpara: la claridad representa al conocimiento queaprehende la interioridad de los alrededores, y el calor simboliza el amor queentregamos a nuestros semejantes; de ningún modo encarnan imperios distin-tos, manifiestan expresiones complementarias que aprovechan su mutua asis-tencia �el conocimiento hace de guía y el amor empuja a reparar ruinas y alevantar edificios.

Un estoico de la talla de Erilo coloca el fin de la vida en el conocer, y Maimónidessitúa tal iniciativa en el hombre, ¿acaso no percibirá en mayor o menor medidala intervención del Entendimiento con arreglo a su preparación?, ¿no conseguirámás o menos perfección?, destaquemos el esfuerzo primero por salir de dudasen los años primeros del saber; Peirce insiste en que investigar consiste en esta-blecer reglas de acción que obliguen a sus protagonistas a cumplir con ciertoscomportamientos mientras afrontan oportunidades concretas, ¿qué procesomental referiría con más fidelidad la imagen del mundo? Ni conocemos con cer-teza ni desconocemos de manera absoluta, avanzamos bajo el fuego graneado dedemasiadas ignorancias, ganamos altura y alcanzamos los arquetipos que desdemuy atrás en el tiempo habitan las elevadas regiones: en época de Demócrito, elatomismo pertenecía al ámbito de la metafísica, y en el siglo de Fermi, todos la

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calificaron de totalmente científica; consideremos la noción del movimiento de laTierra, el elemento último �padre de los demás�, la teoría corpuscular de laluz, el fluido eléctrico; conocemos en la embestida demoledora de recientes ycrecidos conoceres frente a tempranos y disminuidos conoceres; ¿que por quécuesta lo suyo suponer que destruir ayuda a construir?, el peso de muchos pre-juicios escondidos frena lo que deberíamos aprender, ¿aquello que ensoberbeceno entorpece incluso durante una distracción dominical?, ¿quién querría rejuve-necer el corazón con revoluciones que lleven a sospechar de su pasado? Busca-mos gimiendo igual que monstruos intraducibles, mezcla de ángel y bestia, denobleza y miseria y del misterio sólo descubrimos lo que falta por revelar, ¿dearrimar velas a objetos, sus llamas arrebatarían a las sombras más de lo queencierra el objeto?

Con la indiferencia de un cuadro a permanecer o no colgado de una pared, lospeores discípulos �músicos sin genio musical� juran sobre la palabra del maes-tro; los mejores tornan por el viejo camino e interrogan con la probada metodo-logía. Conocer implica abstraer, recuperar lo universal de lo particular, de losindividuos sacar la especie; para Hartmann significa penetrar en lo que existepreviamente a cualquier conocimiento e independientemente de él. Cada vez enmás grande número, el puñado de siempre apuesta por conocer lo que resultafactible conocer en sintonía con Hugo de San Víctor en lo de que �algunas cosasse derivan de la razón, otras están conformes con la razón, otras están por enci-ma de la razón y otras contra la razón�; si lo que acontece según una necesidaddominara tanto que la estéril sofisticación llegara a tomar el poder, ¿no alzaría suvoz un nuevo invierno de argumentos?, acabaría la posibilidad de acudir a lo queacaece y a la fantasía, y tendríamos que recomenzar lo andado. Por trato delcognoscente con lo conocido surgen determinados aspectos de la verdad; de co-incidir conocimiento y verdad no mediaría distancia que vencer y nada tiraría deunos corredores hacia la meta; con creer lo probable no despegaríamos del cono-cer, y de aspirar a lo inasequible puliríamos el conocer, ¿extraña que importemás lo que trasciende, sin negar?; así como donde cabe conocer no cabe creer, loque repugna al conocer lo rechaza el creer, ¿la imposibilidad no ejerce con ejem-plar constancia su papel?; ¿dónde beber apenas los manantiales del alma agota-ran sus nacientes?, ¿cómo nutrir inspiraciones después que se pudrieran susraíces?, ¿en la utopía que florece del brazo de la poesía? Apoyemos a Gadameren que �quien desee comprender tiene que estar dispuesto a dejar que ese algole diga algo�, ¿no obramos en concordancia con lo que conocemos y conocemosen concordancia con lo que obramos?, ¡qué excelente nexo entre doctrina y prác-tica!

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más del Conocimiento

A pesar de que Tracy apruebe que �todo es milagroso para nuestros débilesmedios de conocimiento�, confundir el material que ofrecen con la robustez mental¿no suena a confundir la madera con el hacha que la hiende?, Hegel lo deja bienclaro, �si la física debiera fundarse en percepciones, y las percepciones no fueranotra cosa que datos de los sentidos, el procedimiento de la física consistiría enver, escuchar, oler, etc., y aun los animales serían en este aspecto físicos�. Enestadios elementales, Beneke asegura que jamás lograríamos descartar con se-guridad el estrecho abrazo de lo objetivo y lo subjetivo, ni determinar la com-plexión de lo que subsiste indiscutiblemente, ¿y entonces?, habría que ir máslejos, volver inteligibles una serie de matices, ¿la clave de un criptograma nopermite delatar el mensaje que encierran las letras que lo componen? Frente aun conocer que implica padecer opongamos el gozo de ordenar lo adquirido: mien-tras Pascal quiere que escapemos, Voltaire propone que frecuentemos y acepte-mos el mundo; ¿y llegaremos a abarcar más de lo que lleguemos a ser?, concebirresponde al modo de actuar de la existencia y no a una de las posibles actitudesdel existente. De insistir, traeríamos a colación las concreciones que Ampèreconstruye con impresiones del momento y con recuerdos, suscitaríamos las ge-neralizaciones de ideas individuales que Rosmini obtiene por síntesis con ideas,convocaríamos el álgebra que Fries arranca a la ecuación �saber más fe máspresentimiento suma conocimiento�.

El discernimiento común considera los factores de original y copia, la apre-hensión filosófica compara el original con producto necesario y la copia con unarepetición del producto. A despecho de que la norma exija interpretar con fide-lidad los modelos, abandonemos el viejo deseo de buscar en sus maneras losreflejos de una realidad: en el Zaratustra, Nietszche negó la viabilidad de losinmaculados entendimientos desprovistos de intereses, sin parcialidades. EnComte leímos que el conocimiento encarna una forma extraordinaria de los ajus-tes con el exterior en virtud de equilibrios progresivos; no, no impone un ataquedirecto a la autonomía del hombre, sólo dirige su crecimiento, ¿no parece abrir lapuerta de un interior por desvelar?, ¿conectará con la distinción de Hume?, detratar con hechos lleva a relacionar estructuras. De Rosmini aprendimos quecuando observamos un ente �suceso forzoso y pasivo� lo captamos �tal cual�, yque cuando concentramos la mirada y asentimos �sí, es tal, tiene tal valor� lorecuperamos. Aunque las edificaciones que levantamos dan por sentado una se-mejanza de naturaleza entre el que toma nota y lo anotado �indispensable en elencuentro y acomodo�, el que Wiegel no dudara de que �el conocimiento está enel que conoce, no en lo conocido� ¿derivará del aserto de que �la comprensión,comprendiendo, se apropia de aquello que ha comprendido� de Heidegger?

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¿Dónde sitúa Juan Peckham la raíz del conocer?, en la luz que ilumina convoluntad de que conozcamos; ¿en qué señal vislumbra Maine de Biran su condi-ción?, en el movimiento, porque en ausencia de resistencia no sospecharíamosninguna presencia, ni siquiera la de uno mismo. ¿A qué atribuye Vauvenarguessu solidez?, apuesta por el impulso más que por la razón, nunca dueña de susfueros, ¿el sentimiento no propende a creer lo que la reflexión demasiado frágil ysiempre subordinada no emprende?; ¿y la embriaguez del arte, gran estimulan-te de la vida?, los poetas y profetas hablan del inconsciente humano como lasflores del de la vida vegetal; ¿y qué demontre garantiza la vigencia del bagajekantiano?, sus fronteras. ¿No diríamos que un pícaro redomado juega allá arribacon la insoportable incapacidad de aquí abajo?, ¡malditos dados trucados!; ¿acer-taríamos con el fin que preconizara Rogerio Bacon?, acaso en el reposo trascen-dental de quien alcanzara a contemplar la verdad, ¿no coincidía con Bentham enque apuntaba a la felicidad?; ¿el trabajo fundamental de la filosofía?, Popper locifra en descifrar el Universo y afirma que firma su conquista más alta.

Por aspirar a lo mejor, los límites retroceden y retroceden, ¡cuánta lentitudla del paso a paso!, ¿la inocencia de Adán?, nesciencia, nesciencia que contiene elprincipio que desencadena la caída, nada más que una nada �los de su estirpecumplirán la ley del ciego que tantea y sufre por chocar con los bultos. Conocerestriba en redescubrir primitivos descubrimientos, ¿el instinto no puso de modalos cuerpos?; del ignoramos cómo obran las sustancias particulares, del ignora-mos cómo obran las causas eficientes, del ignoramos cómo obra nuestro espíritu,Galluppi admite la insondable Creación, no absurda. En pro de biografías pro-fundas, por los caminos de la mística echemos mano del precepto de Popper:�audacia en las conjeturas y severidad en las confutaciones� para despejar tinie-blas, ¡tanta y tanta hambre de fuego!; ninguna ayuda viene del disgusto exage-rado por quedar corto: apesta la angustia por no correr a cuatro pies o por novolar con un par de alas. Gracias a un conjunto de poderes, falibles y corregiblesque continuamente sometemos a control, ganamos distancia con los estadios deinvestigación embrionarios. ¿No convendría que sustituyéramos con Kuhn laevolución hacia lo que pretendemos por la evolución desde lo que poseemos?,probablemente no abunde en mayores acercamientos a una meta, pero quizá elamor que revela la aventura del conocimiento tienda a suprimir los obstáculosque separan el desconcierto de hoy de la armonía de ayer.

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de la Voluntad

Herbart casa voluntad con derroteros particulares del querer, con una que-rencia plausible que acontece con independencia de las restricciones accidenta-les que asedian al individuo, Schelling la identifica con el fundamento de la natu-raleza, con el precepto espiritual inconsciente de las manifestaciones del espíri-tu. ¿Asemejaríamos la música con revelación pronta de una voluntad?, ¿tan di-recta como el mundo?, ¿qué abarcan?, ni una ni otra caen bajo la exhaustivarigurosidad demostrativa.

Nietzsche escribe que denominamos voluntad a una pluralidad de instintosen lucha constante por la hegemonía y Foucault saca de los fondos de Nietzscheque bullen enormes ansias de convicción y que nadie logró jamás su posesión;¿aceptaríamos ver en la vida el caso más llamativo y peculiar de la llamada �vo-luntad de poder�?, Schopenhauer percibe que en suprimir la intención de existirradica el auténtico episodio de emancipación.

Enrique de Gante apunta que la libertad levanta su edificio encima de lavoluntad y que la voluntad lo hace encima del entendimiento, ¿acaso la voluntadsigue a pie juntillas una línea discursiva?, no, anda por andanzas resolutivas.Duns Escoto señala que el convencimiento prima metodológica y metafísicamentey no por prescripción psicológica, ¿no echa mano del discernimiento igual que deun instrumento y lo somete a las compulsiones del proyecto? De la lectura deBuridán ¿no deduciríamos que elegimos de un modo prefijado?, ¿apenas en elsentido de suspender o impedir el juicio?, ¿desde siempre y hasta siempre?, no,Leibniz insiste en una ausencia de necesidad y arbitrariedad, ¿no lo establecenuestra condición?, alienta recuperar de Escoto que �la voluntad, en cuanto actoprimero, es libre para actos opuestos; es libre también de tender, mediante talesactos opuestos, a objetos opuestos, y, además, es libre de producir efectos opues-tos� ¿Y si la libertad consistiera en captar la fatal causalidad?, Anselmo de Aostasalva el escalofriante abismo mientras declara alto y claro que �nada es máslibre que la voluntad�, ¿no radica en la aquiescencia manumisa el suelo firme dela apreciación ética?, de lo que sucede constituye el principio en estado puro, laanuencia no cuenta con más origen que sí misma y su supremacía confiere a laconducta moral un carácter de impredictibilidad irreparable.

Rompamos �la omnipotencia de la posibilidad� de Kierkegaard a despechode la �impotencia de la naturaleza� de Hegel, a pesar de que Juan de Salisburyenseñara que �como académico, en todas las cosas que pueden ser objeto deduda para el filósofo, no juro ciertamente que es verdad lo que digo, pero, seaverdadero o falso, me contento con la sola probabilidad�; por jugar con eventua-lidades ¿no decidimos incluso antes de cosechar evidencias? Domar el quizá y la

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fortuna implica acabar con los inacabables tiras y aflojas, con esos desasosiegosde la mente provocados por aspiraciones diversas y contrarias, por ilusiones ytemores, por suponer favorables y desfavorables demasiadas empresas;amainemos por un momento la marejada de sospechas que resurgirán después,¿disfrutaremos en el futuro de una definitiva tranquilidad?

�¿La inclinación de la voluntad?

�Hacia el amor.

�¿Y la del pensamiento?

�Hacia la sabiduría.

�¿Y entonces...?

�El amor supera a la sabiduría.

�¿Sufre la voluntad?

�Cuando no sufre, sueña

Los que conocen cómo sus deseos ocasionan el complejo movimiento de suscuerpos, ¿no pecarán de ocasionalismo?, ¿espectadores o intérpretes?; de con-formidad con la aseveración de Ockham que canaliza el interés y gradúa las ga-nas ¿no concluiríamos con Schleiermacher en �llegar a ser más de lo que soy:ésta es mi voluntad�? No, no hablemos de azar frente a algo que amalgama demanera indisoluble el destino personal con el destino de los hombres.Schopenhauer asegura que trabajamos por motivos y que el yerro acompañacon frecuencia a los considerandos que guían a cada cual, ¿donde el talante abusadel talento no tropieza Descartes con la raíz de los equívocos?, Lessing localiza lavalía humana en el entusiasmo por aprehender la realidad y no en coronar sucúspide. Aunque procedamos por esperanza, el dominio de la argumentaciónsobre la esperanza sugiere el dominio sobre las pasiones.

De las páginas de Fichte destilamos que la infinitud de un interior ligado alCosmos por propensiones demanda exteriores que resistan los inagotables olea-jes que acuerdan y crean orillas, ¿no ayudan a consolidar el imperio de la razón?,en el concepto del esfuerzo viaja comprendida la infinitud. Convenimos conSchleiermacher que �la única imposibilidad de la que tengo consciencia es la detrascender los límites que yo puse a mi naturaleza con el primer acto de mi liber-tad�; por prescindir de los obstáculos ¿no entramos en contacto con la autode-terminación de la inteligencia?, ¿qué mejor molde de reflexión?

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A la voluntad le compete el papel de un organismo articulado capaz de des-plazarse y de emplearse en función de la voluntad:

Como exigencia de exigencias inapelables que no dejan opción, destaca ladignidad.

Como confrontación de diferentes grados de intensidad, extensión y concen-tración, la perfección indica el lienzo que debiéramos pintar y no conseguimosmontar aún, desencadena tensiones y desavenencias, suma y resta amigos yenemigos �la tragedia vomita los más íntimos encontronazos.

Como duración, ningún arrebato genera una satisfacción que derribe lo efí-mero, ¿no recuerda la limosna que alivia hoy la escasez del mendigo y que ma-ñana atiza de nuevo la angustia?

Como solución del conflicto de apetencias, nace el derecho.

Como armonización entre lo propio y extraño, expresa benevolencia.

Como elevación de miras y de bienestar, el fin absoluto de la voluntad coinci-de con el bien.

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más de la Voluntad

Base de cualquier percepción, irreductible a una ambición voraz. Escoto laconcibe �principio activo distinto de todo otro género de principios�,Schopenhauer habla de esencia universal, impar sustancia del orbe, e insiste enque encarna �el verdadero ser interno, el núcleo, el elemento radical en el hom-bre�. Leímos de Stirner que �no ya el árbol, sino mi fuerza para disponer de élcomo me parezca, constituye mi propiedad�, ¿y dónde situar la iniciativa?, en elagente que obra con lucidez, sin esperanza ni miedo: recordemos que voluntarioemparenta con una raíz indoeuropea que sugiere lo que hacemos con gusto, fá-cilmente, sin violencia, ¿no remite a la estructura metafísica de la realidad?, ¿que-da claro que integra un inequívoco atributo? La voluntad ¿de qué modo alimen-ta y cuida su figura?, el difícil fiel de �ni tan positiva que sea suficiente, ni taninsuficiente que sea negativa� acaba por declinar hacia un �sí insuficiente, perono impotente� gracias a caducos mitos inexplicables que invitan a la destrucciónde lo que existe por emplazar excesivas convicciones irrefutables en la inciertaperiferia del entendimiento.

Desde Kant asumimos que �la razón debe poder determinar la voluntad porla mera forma de la regla práctica sin presuponer ningún sentimiento o, conse-cuentemente, ninguna idea de lo placentero o no placentero�; a pesar de queambas broten de un tronco común �sujetos de acción�, no confundamos jamássubordinación con simple instrumento al servicio de los dictados neuronales, tam-poco importunemos con el cartesiano error de imaginarlos entes opuestos. ¿Lavoluntad, apetito lógico?, en cuanto contemplativas, las virtudes especulativasgiran en torno al eje de la reflexión �permite decidir los medios�, luego, encuanto vocación apetitiva, la voluntad establece las virtudes éticas �sin saberprevio ¿qué brilla con el brillo de la espontaneidad? Con tal de discriminar ¿loque obstaculiza propósitos somáticos también alteraría pensamientos?, no pro-fesemos el descarado credo de Schopenhauer de que �los genitales son el foco dela voluntad, y están por lo tanto en el polo opuesto al cerebro, el representantedel conocimiento�, ¿por qué alojar su centro en los húmedos sótanos del cuerpo?

Por no ocupar un puesto concreto en la jerarquía del Cosmos, disfrutamos dela capacidad de fijar el espíritu en la arena y escoger un camino, retroceder,abandonarlo y seguir una conducta, ¿cabe aún mayor timbre de gloria? La vo-luntad perdería terreno con el hábito, por repetición ¿no degeneraría en unarutina maquinal?: ni voluntario significa libre ni compulsión significa coacción.Veamos en la libertad una condición que revela la condición de la voluntad, no unordeno y mando; ¿no resulta por demás absurdo preguntar por la libertad de lavoluntad?, identificar voluntad con libertad daría pie a un enorme galimatías

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lingüístico por enredos del lenguaje �sólo los humanos ostentan esa inaprecia-ble competencia. ¿Qué aprendimos de la filosofía de Kierkegaard?, que el sacri-ficio, la frustración y el tormento asientan los apoyos más robustos, ¿y de la delsensato Kant?, que �la restricción directa de la voluntad por la ley no tiene ape-nas analogías con el sentimiento del placer, aunque en relación con la facultad dedesear produce exactamente el mismo efecto, pero con origen diferente�: el �con-tento intelectual�.

¿La voluntad, pieza clave moral?, Kant apunta que �la autonomía de la vo-luntad es el único principio de todas las leyes morales y de los deberes confor-mes a ella�; ¿su norma de querer?, querer lo recto por la rectitud, ¿de amainarla voluntad en pro de la rectitud no dejaría fuera su carácter?, y querer la con-descendencia con el prójimo en aras de un perfeccionamiento; ¿su inevitablecompromiso?, con la verdad a hombros, ¿no peca de voluntarismo?, ¿acaso quelo justo coincida con justo dependería de un estado de ánimo? No tratemos demantener en conserva ni el maná del desierto ni la voluntad, porque mengua-rían mucho sus utilidades vitales: hoy frescas y jóvenes, mañana pútridas y vie-jas; ¿cuándo opinaremos vencida una voluntad?, cuando por goce acometa loindecente y por dolor no acometa lo decente, ¿rendida por manos extrañas?, no,por las suyas, de ahí el alegrarse y el indignarse según corresponda: la posibili-dad de resbalar pendiente abajo sin detener la caída ¿no evidencia una exigenciainalienable?, ¿qué diablos ocurriría si no contáramos con conciencias interesadasen el acuerdo y en la discordia?

Preocupa la desazón personal de Hume en �niego que mi voluntad sea laverdadera causa del movimiento de mi brazo, de las ideas de mi mente y deotras cosas que acompañan mis voliciones, pues no veo relación entre cosas tandiferentes�. ¿No desalienta bastante que por el ansia de perpetuar la felicidad yde corromper el bien, la andadura por el mundo menoscabe la voluntad despuésde empezar por la voluntad?, ¿y procurar el bien no señala la meta de esta oaquella experiencia?, ¿no oímos una y mil veces que el objeto de la voluntadreside en el bien?, ¿y por qué quienes descubren lo que anhelan no siemprecubren los pasos precisos?, por las maneras en que proceden los argumentos ylas intenciones: ¡qué insufrible tensión va del pretender algo a su materializa-ción!, ¡cuánta insatisfacción exuda incluso una victoria! ¿Qué solución valdría lapena adoptar?, renunciar por completo a uno y trascender, ¿Kant no llamaba ala voluntad �apercepción trascendental�?, ¿y del paradigma natural llegar así alsobrenatural?: Wittgenstein se considera vinculado de una voluntad ajena quequizá reciba el nombre de Dios.

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de la Historia

Solemos meter baza en los derroteros de la Naturaleza a pesar de que nocorrimos con el trabajo de poner en hora y dar cuerda a su reloj; en cambio,muchos olvidan meditar en los vericuetos de la historia, ¿no hemos contribuidoustedes y yo a que eche raíces?, ¿desde que pisamos la áspera piel del planeta,no escuchamos que palpita en su corazón? A menudo, el combate de los aliadosde lo visible ��hijos de la tierra�� contra los simpatizantes de lo invisible ��amigos de las ideas�� llega a compromisos que no siempre cabe desentrañar:después el acaso interrumpe la refriega y los protagonistas empiezan de nuevocon sus reflexiones; ¿la acción no trasciende a un principiante en fase de educarel desespero en sus esperas?, con el instrumento de fabricar dioses a lo sumotejemos, nunca rasgaríamos sus tramas, ¿Hegel no enseñó a mirar la historiacomo una evolutiva totalidad dialéctica?; en los más escondidos argumentos ob-servamos la búsqueda de lo enorme y salvaje, ¿por caminos de victoria fatigosano marchamos tras la empresa que tanto amamos? De triunfar la máxima deque �todo presente modifica el pasado�, no descubriríamos lo que nuestro ayeraún mantiene oculto en mañana, ¿el agua muerta que ahora retrocede obstacu-liza la embestida que antes avanzó?; aunque el susurro de la ola nade inmerso enel confuso tropel de sus compañeras, ¿no precisamos su constante arribo a laorilla de una en una para oír los rumores del mar?, aclara percibir claras mani-festaciones de conjunto y difusas en sus partes.

D�Alambert asegura que conectar con el espectáculo de vicios y virtudes,desdichas y contentos, aciertos y yerros acaecidos siglos atrás, implica transmi-tir los nuestros al futuro, ¿progresamos de igual forma que los gusanos urdensus capullos? En la historia tropezamos con el sutil y tortuoso desarrollo de lamente, ¿lo insólito de las capacidades creadoras y destructoras del hombre no laimpregnan con sus arranques sorprendentes?, en un indeterminado instante deruptura podría surgir lo insospechado que imprimiera un giro completo a lascircunstancias; fuera de dudas, lo que nuestra lenta y compleja maduración notoma de la cordura lo obtiene a costa de la locura y de volvernos locos, ¿la trage-dia y el dolor no tiran hacia adelante según Schopenhauer?, quien coloca entre lamemoria milenaria y su fugaz colaboración el velo intelectual empañará mielescon hieles. Con demasiada frecuencia la historia pasa a través de lo humilde, lodespreciado, ¿no calificó Bayle su ordenamiento con la mala nota de �serie dedelitos y desventuras�?: los pueblos comienzan por probar sus crueles instintos,a continuación llevan sus peleas a las vecindades en nombre del valor, luegotratan de que destaque su condición benigna, más tarde suavizan modales y porfin muestran su semblante más disoluto, ¿no encontraremos oscuro el origen delas guerras por ignorar los cauces de la paz?

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¿Cómo interpretar lo que sucede con una explicación si algo similar a unaplatoniana �causa errante� sirve de nodriza y soporte de su cadencia?, el con-curso de azar y necesidad ocupa la mitad de nuestro comportamiento, y lo de-más cuelga del libre albedrío. Y ya que con la fantasía no concebimos el mundo,¿lo entregaremos al látigo de apologistas y detractores?; ¿alcanzaríamos a cons-truir una ciencia con semejantes materiales ciegos?, más ayudaría contar conalegóricos significados cardinales que apostar por hieráticos significados litera-les. Recordemos que de los resultados nadie logra remontar la génesis, ¿quiénconsiguió captar los afectos y desafectos del escultor con examinar exclusiva-mente sus estatuas?, y eso que conocemos bien los objetos esculpidos por estaracabados; peor ocurriría de intentarlo con el acontecer mientras restenaconteceres por cocinar y lo cocinado encarne la recapitulación caótica de lo acon-tecido. Del brazo de lo esencial, vamos del �qué� al �cómo�, en calidad de pere-grinos, ¿nos bastaría con aprender con independencia de ajustar o no el admira-ble peso de este o aquel florilegio?, consuela la impotencia de Telesio que deja suinvestigación cuantitativa a los que vengan de relevo, Plutarco insiste en que elnorte lo marca la sabiduría, ¿renunciar a tocar fondo eternizando conclusionesno pacifica?, ¿el aire infantil de las superficies no regala sensación de quietud?

Los hechos miden el entendimiento y no el entendimiento a los hechos �andamios de albañilería destinados a desaparecer�, ¿qué capitán mandaría unanave azotada por los vientos lejos de la brújula y del timón, a un tris de queemerjan las profundas relaciones del remar humano de debajo de un océano decasos sin organizar?; a los temerarios que entraran por la buenas en tamañostorbellinos convendría decirles que �los fundamentos teóricos dirigen la expe-riencia que estudia de otros�, ¿el mentecato, un despojo de la historia?, ¿se erigea sí mismo en regla del Universo? Los que procuramos distinguir de la informecronología los puntos característicos, ¿deberíamos proceder a posteriori porquesólo comprendemos la realidad una vez realizada?, ¿y con un simple cálculo ma-temático extraeríamos el fajo de ecuaciones que describiera la difícil trayecto-ria?, ¡por supuesto que existen diferencias específicas en lo que tiene lugar!, pero,¿no representan variaciones sobre un tema común reconocible?, ¡por supuestoque el vaso estalló en infinitas esquirlas!, pero, ¿cada una no conservará su chis-pa de luz primitiva?, ¿o quedó ahogada en las doce fuentes que manaron apenasMoisés golpeó con el báculo la roca? Por una impronta armónica del tiempo, larazón que guía esta apresurada aproximación al pretérito contiene una mayorproporción de fértil recreación intuitiva que de puro ejercicio lógico �los facto-res imaginativos preconscientes juegan un importante papel�; quien escribe detal manera ganó por la mano el derecho que asiste a los poetas de adueñarse decualquier tesoro a mano para alimentar su inspiración, ¿con qué mejor alambi-que destilar que constituimos un microcosmos en sentido histórico y que com-pendiamos la historia?

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más de la Historia

¿Seguiríamos a Maquiavelo en que el mal y el bien mantienen un precarioequilibrio?, guardaríamos la misma posición estratégica desde y hasta siempre,¿o yaceríamos en un sepulcro? En el yelmo de la historia no cabe el hado de losestoicos, ni el azar de los epicúreos, tampoco la fatalidad cósmica, y menos unamera accidentalidad. ¿Dentro del marco de las restricciones del momento, noresultó aproximadamente lo que se quería?; no obstante, suena a esfuerzo in-completo; de sus errores y llantos, ¿deberíamos culpar a tamaña sensación defracaso? Recobremos el oído y escuchemos la palabra de los actos: lejos de impli-car un defecto, la gramática a medio terminar concierta su significado con elalfabeto de los acontecimientos: una serie de intervenciones que la perfecciónhabilita para levantar el vuelo �mejor explicar determinados sucesos con in-fluencias latentes que creerlas principios incondicionales. Tratemos de entendercómo una verdad irreflexiva se convierte en reflexiva, y de no huir tanto al pa-sado a por migajas de verdad, ¿acaso una razón oculta no guía y estructura elfalso caos de los fenómenos humanos?; nada de misterios insondables: no re-paramos en lo que parece escondido porque permanece a la vista, ¿que por qué?,porque interesa bastante, ¿la intuición que tenemos del mundo no define quié-nes somos?

¡Ay historia!, de proteger tu recia encuadernación en viejos anaqueles debibliotecas te cargarías de polvo, y enmohecida, te agrietarías; te ocurriría lo quea la leche: hoy fresca y mañana corrompida. No te conformas con una simpletransmisión, precisas que nueva savia te piense y repiense a fondo a partir deenfoques distintos; colmas la más vasta encuesta de nuestras conductas, ¿tusinstituciones, comercios, guerras, costumbres y mitos no convienen a un reinocuyo protagonismo indiscutible lo ostenta el hombre? En semejante muestraauscultamos la voz de mucha persona importante inmersa en un largo coloquioininterrumpido del que nunca pretendieron sacar a flote certezas impersonales�apenas comprenderíamos si olvidáramos a los individuos de carne y hueso queformularon y cometieron su ración de tinos y desatinos en la época que les tocóen suerte y bajo una herencia concreta. En el manifiesto despliegue de la obragenial, de encarar los casos con las oportunidades de provecho que referencian yno con los quanta de fortuna que contengan, nadie argumentaría que los siglosmaduraron en contra de la criatura inteligente, ¿no propician que sus carenciassecretas salgan de intramuros y atraigan su atención?, el alma ensancha por esavía unos límites muy parciales y acaba por suscitar objetivos más amplios. Ad-vierto: con la historia, ni probemos un desquite, ni reverenciemos su interpreta-ción, ¿alguna vez jugó a amo severo u ofició de juez universal?, ¿justiciera ojustificadora?, no va de justiciera, sí que justifica.

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¿Existe un proyecto abstracto que el devenir esclarece día a día?, a pesar deque Durkheim dice �no� a enumerar con leyes generales los avances de la huma-nidad, sabemos que cumple con un papel de toma de conciencia, que encumbralo oscuro a la luz, ¡oh esplendor que surges de tu noche esencial!, ¿por tu interce-sión no saltamos de anotar hechos en bruto a comparar sus hechuras?, de nohaber estudiado los griegos las secciones cónicas, ¿Kepler habría reemplazado aPtolomeo? Lo fugaz corre a reunir y adecuar su impaciencia con el sosiego de loinalterable en un proceso que quizá jamás consumirá su cáliz; ¿por qué no consi-derarnos ensayos frustrados de encarnar lo absoluto? ¿La historia figura a nues-tro alcance por vivir en la historia?, ¿o quedamos fuera por no ser fruto de ella?,su independencia permite que acerquemos o distanciemos nuestra curiosidad,pero no que dispongamos de su discurso, ¿de qué manera señalaríamos el puntoque corresponde a hoy en una recta de extremos desconocidos? Cualquiera quealce los ojos al cielo percibe la providencia que rige el sistema planetario, ¿duda-mos de a quién incumba?, ¡Dios mío!, ¿qué sugiere esta especie de teología civil?,el vano intento de tender un puente entre eternidad y duración con aquello deHumboldt de que �el fin de la historia sólo puede consistir en la realización de laidea que representa la humanidad y en todas las formas�.

¿La historia escenifica el orden necesario de la revelación?, con el propósitode encontrar relaciones que posibiliten exposiciones y prevenciones probables,luchamos por implantar reglas relativamente constantes en dominios dondeabundan prontos casuales ¿Su valor?, ¿valdrá el descubrimiento infinito de losrománticos?, entonces el concepto de incesante enriquecimiento interior coinci-de con lo que sostuvo a pie firme la tradición; a despecho de corifeos y pesosmuertos, ¿no hablamos de la �educación progresiva� de Lessing?, Laas dirigeuna mirada al futuro y asegura que �la edad de oro no está detrás, sino delantede nosotros�. El gran movimiento encierra incalculables movimientos que bre-gan en pertinaz dialéctica por rozar lo ejemplar, ¿la apuesta creciente que desta-can Schiller, Herder y Humbolt?: primero la adánica unidad original, luego nopocos milenios de unidad furtiva y virtual en los ejercicios de libertad, y despuésdel tiempo la unidad moral; ¿y cuándo alboreará el séptimo ciclo de la mayoraventura terrenal?, según Boehme, cuando �cada cordero coma de su propiopasto� y según Campanella, cuando �los corderos no teman a los lobos, ni losrebaños al león�. Aunque cuento con el sentido trágico de que ninguno de losnuestros conquistará la anhelada meta, insisto en el esperanzado optimismo queemerge lentamente de una irreductible convicción en el triunfo último de unos yotros... entiendo que la historia asume la victoria total del espíritu sobre la natu-raleza.

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de la Política

¡Qué desgracia la de padecer una timocracia!, el fastidioso gabinete que sur-ge mientras los más avispados roban heredades y almas, aman el mando y rece-lan de la seriedad de los más estudiosos: prefieren a sofistas de la debilidad cere-bral del Cornificio de Salisbury que tomaba a chirigota el auténtico conocimientoy distraía sus días en ejercicios refutatorios y en las idiotas discusiones de ¿quémantiene fijos a los cerdos en el mercado, la cuerda o el vendedor? ¡Ay, por lamás importante incomprensión que suele representar el más insignificante cau-dillaje!, los politicastros vulgares que confunden y se confunden encuentran pas-to en la ignorancia, en la peor de las ignorancias, la de los que ignoran su ignoran-cia; multiplican fuerzas en las agrupaciones de turno, ¿dentro ven algo más queinstrumentos?; profesan con Stirner que �nadie es para mí una persona quetenga derecho a mi respeto, sino que todo individuo es, como cualquier otro ser,un objeto por el cual siento o no siento simpatía, un objeto interesante o no inte-resante, un objeto del que puedo o no me puedo servir�, ¿no aprendieron dePlatón que nada conseguiría una cuadrilla de bandidos proclive a violar el ordenacatado por sus miembros?, ¡qué tremenda la hinchazón que agranda cabezaspropias y llena de aire cráneos ajenos! En un drama donde los figurantes desem-peñan papeles según sus característicos entenderes, lo que ocurre, ocurre pro-gresivamente, ¿por obra de una actividad inconsciente?, Schelling habla de unplan general organizado sobre el juego de voluntades privadas con pinta de des-organizado, ¿quizá el poeta acabe por imprimir unidad a tamaña trama?, ¿o asen-tiremos con De Maistre que �todo lo que es necesario existe�?

Aunque Montesquieu insistiera en que la independencia de criterios corres-ponde a los gestores públicos que tropiezan con barreras a la hora de prevaricar,en que no importara el tipo de régimen, en que ni siquiera uno democrático laarraigara, muchos coinciden con Hegel en que el aparato ejecutivo obedece aexigencias distintas y superiores a la ética y que el repertorio de medidas queimpone no le supone impedimento apreciable, ¿la acción por la acción deAristóteles?, ¿terminarán por responsabilizar a los pobres de sus sueños rotos?,¿a qué soñar con anhelos y esperanzas?, ¿sus impracticables ideales no constanen los preceptos universales? De prender el arbitrio de la multitud, los excesoscon menoscabo de normas ¿no precipitan con frecuencia la tiranía?, los dictado-res defienden el cuello de la enemiga súbdita nutriendo los círculos más próxi-mos con gentes de mala calaña que codicien y peleen por sombras de autoridad,¿extraña que Epicuro aconsejara al prudente vivir escondido a pesar de queadvirtiera las ventajas que conlleva el trabajo político? No cabe duda de que lasuerte canaliza sus caprichos hacia diques que no resisten, ni de que los abusosvienen con el mangoneo de los que poseen muy poco o de los que poseen dema-

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siado, ¡qué pérfida la observación de Hobbes!, ¿pretende duplicar en los asuntoscomunales las imparcialidades e imperiosidades que ondean en los problemasgeométricos? Temamos una insurrección de quien intente abolir esa o aquellaconstitución, olvidemos esa y aquella revolución, ¿no tienden a sustituir una cons-titución por la siguiente?

En medio de las orillas de bondad y dominio fluye una corriente que conciliaa ambas, la Sabiduría, ¿induciría tal vía a Platón en su apuesta de que �basta quelos gobernantes sean sabios para que todo el Estado sea sabio�? Escojamos an-dar con la palmada de un Kierkegaard que coloca a mis semejantes por encimadel género que con la patada de un Hegel que los estima por debajo, a la alturadel animal; los cimientos de la abogacía soportan los escritos de Herbart, ¿conce-biríamos en sus afueras una relación humana en sintonía con la inteligencia?,ante administraciones que constriñan a sus habitantes con el fardo de sus es-tructuras, los pueblos obligarán a sus ministros con la opinión �¡qué manifiestoel de Fries! Comte piensa en �los fenómenos políticos como sujetos realmente,tanto en su coexistencia como en su sucesión, a ciertas leyes invariables, cuyouso racional puede permitir, en diversos aspectos, determinar los unos con ayu-da de los otros�; desde luego, el correcto proceder teje la impetuosidad de losatrevidos con el sosiego de los precavidos de manera que equilibren prontitudde empresa y moderación de discernimiento. Queramos con Leibniz alentar yfundar un territorio de soberanas conductas armónicas que ventilen sus límitesen pacífica consonancia; Kant percibía la suprema salvaguardia en �el respetopor parte de los gobernantes a las máximas de los filósofos� al tiempo que consi-deraba �el acuerdo entre política y moral realizado con honestidad la mejor detodas las políticas�.

Al sumando de Spinoza de que �el fin del Estado no es el de transformar a loshombres de seres racionales en bestias o en máquinas, sino, al contrario, el degarantizar que la mente y el cuerpo de los mismos cumplan con seguridad sumisión, que ellos se sirvan de la razón libre y no combatan con odio, ira o engaño,ni se enfrenten injustamente�, añadamos el suplemento de Fries de que �consis-te en garantizar la mayor uniformidad del bienestar, compatible con la mayorlibertad posible y en hacer valer la máxima �trata a los hombres de modo que noofendas en ninguno la ley de la igualdad de la dignidad personal� �, ¿del resultadono diríamos que asume la estabilidad interna y externa del inventario de Hum-boldt?, ¿y omitiríamos que excluye las iniciativas encaminadas a impulsar el con-fort y la espiritualidad de los ciudadanos? Si desaparecieran de improviso loscargos políticos, burocráticos y clericales más relevantes ¿qué pasaría?,Saint-Simon afirma que apenas sufriríamos daño �con extraordinaria rapidezaflorarían aquí y allá aspirantes a vacantes�, pero si faltaran de pronto idéntico

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número de científicos expertos y hábiles artistas y artesanos caeríamos en unasituación en extremo lamentable hasta reparar el quebranto. Con la mirada enel horizonte de un amanecer confiado, Maine de Biran vaticina que �las institu-ciones políticas de todos los lugares, de todos los tiempos, se irán acercando cadavez más a lo absoluto, a una moral y a una religión enteramente divina; y eldestino de las sociedades, como el de los individuos, sólo se cumplirá perfecta-mente cuando estas leyes de lo absoluto, difundiéndose por todo el mundo polí-tico, le señalen todas las direcciones, regulen todos sus movimientos y determi-nen la forma constante y, en adelante, invariable de su órbita�.

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más de la Política

Ya que cualquier valoración implica la aversión a una situación, encierra elatractivo de un asequible futuro y establece una relación determinable entreactividades y meta, no encontraremos un sistema jerárquico al margen de ladialéctica autoridad-libertad, ¿acaso un consentimiento no supone una pruebade fuerza?, en cuanto cascan los frágiles equilibrios estalla el debate; sólo bajonuevas circunstancias surgirá una nueva adhesión. Nada de choques frontales,sino en profundidad, por guerras de posiciones: con la acusación de traicionarsus cumbres más altas, Marcuse defiende a Hegel de servir a los planteamientosabsolutistas, �su doctrina política comporta la rendición de la sociedad a la natu-raleza, de la libertad a la necesidad, de la razón al arbitrio�. Aunque las estructu-ras fijan las reglas que guardamos, la libertad depende de las consecuencias y node los antecedentes de la elección: ¿a qué apelaría quien critica un régimen ennombre de uno mejor?, a sí mismo, a su derecho de individuo y al derecho de losdemás individuos, ¿y cómo salva la dignidad en un mercado repleto de compra-dores y vendedores que gritan la muerte de Dios y pregonan la mercancía deltrabajo más que liderar cambios de arriba abajo?

Los modales inseparables de saber y poder se reproducen recíprocamente:el poder se regulariza siempre en un saber y el saber se concretiza siempre enun poder; el poder suscita continuamente saber, acumula información, la utiliza,mientras el saber trae consigo efectos de poder. Quizá coincidamos conFeyerabend en que la ciencia busca descubrir tesis efectivas y no tesis verdade-ras, pero jamás consideremos ciencia a la política por la preeminencia de lopráctico-persuasivo-colectivo sobre lo teórico-cognoscitivo-personal, porquecuando la ciencia no encarna más que un asunto político, interpelar al poder conlos argumentos del saber desvela que la política pretende convertir su alquimiaen ciencia. Desconfiemos de una ciencia que no impregne sus ocupaciones derespeto y justicia, ¿en qué época los problemas terribles recibieron respuestas?,¿por qué nadie aireó que el problema disuadía de la solución?: las ideologías sim-bolizan objetos culturales percibidos, aceptados y sufridos que escapan a la com-prensión de muchos, no alcanzan la categoría de construcciones consistentes yvoluntarias.

La ética, ¿apenas un estímulo en sensibilidades juveniles?, Croce aseguraque desborda y contribuye a deshacer y hacer el camino, ¿los escollos romperíanviejos sueños?, estamos hartos de las fantasías de Platón, de Tomás Moro, deCampanella y de Fourier, ¿otra tanda de nostalgia por lo primitivo, puro, simpley simpático?, tras �¿Padre, por qué me has abandonado?�, ¿a qué viene censu-rar a quien pregunta? Dejemos de lado a los astutos profetas y sus propuestas,

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demos aliento a un hondo sentimiento de piedad y de ternura mezclado con unestado de ánimo de resignación pesimista, de un pesimismo que no arrastra a laindiferencia por su tendencia a la exploración de exponentes de una vida másllevadera. Tomando como enfermo el inframundo que nos tocó en suerte, con-trastemos la única célula de curación con lo que parece excéntrico y paranoico:ahora y en la Edad Media los locos no mienten a sus señores, ¡pidamos que se-mejante autenticidad reine por su propia cuenta!, ¿y pecar de utópicos?, peque-mos de esa manumisión de la subjetividad elevada al infinito y sigamos a losrománticos aventureros vigías del mundo que otean las orillas del impresionan-te museo de la aventura del �bípedo sin alas� aristotélico.

¿Uno de los requisitos capitales para la conquista del gobierno?, que el grupodominante pierda competencia en resolver las dificultades comunes y en impo-nerse en los planos mental y moral. Gramsci señaló a la clase en ascenso queejerciera de dirigente antes de ganar, después que persistiera en su papel a pe-sar de que lo creyera bien desempeñado, ¿precisa agua bendita su autonomía?,no, según Maquiavelo. Foucault niega la existencia de atalayas privilegiadas depresidencia y de lugares privilegiados de resistencia, por tanto pensemos en al-gunos puntos móviles que representen a aquel que burla los tratos despóticos;en mayor o menor densidad en el tiempo y en el espacio los nudos de rebeldíaconcebibles, imprescindibles, improbables, espontáneos, salvajes, solitarios con-certados, deslizantes, violentos, irreductibles, prontos al compromiso, interesa-dos o sacrificados, prenden de improviso en momentos esenciales y sublevan aciertos tipos de conductas. Conjeturemos que cabe sugerir qué ventanas prote-ger en una casa con ocho si disponemos de seis persianas, ¿tarde o temprano noinvadirá el gélido enemigo por donde note menos defensa y no acabarán todaslas habitaciones por padecer los rigores invernales?

Los pueblos propenden a generar intelectuales convincentes que permane-cen fieles a sus mentores, e intelectuales orgánicos que juegan a orientadorespor su capacidad de expresar exigencias y urgencias. De ordinario, manejan elpoco riesgo de los imposibles, nutren sus ansias casi hasta la esclerosis del cere-bro con las fórmulas entumecidas del oportunismo, procuran disimular los ins-trumentos reales con bellos proyectos. Pero ¿qué provecho principal los espo-lea?, los grados de decisión que detentan condicionan el empaque que disfrutan,el dinero y la herencia también suman. Sin aspirar a impartir lecciones a la histo-ria con imperativos deontológicos que repetirían los ridículos del iluminismo,admitamos la contingencia del proceso o ninguno resultaría culpable, ¿no vemosque resta importancia a la fatalidad del desorden e impide desengaños?, y admi-tamos la componente de cordura o pereceríamos desquiciados. ¿Estos necios notendrían que obedecer el mandato de Hamlet?, que mantengan frente a los ojos

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un espejo y, con la imagen reflejada, impulsen el progreso de la humanidad, ¿conqué?, bastaría con cumplir el deber diario, con recorrer virilmente los accesiblesde parte a parte. Desde una perspectiva trascendente conviene recordar de Coxque �hablamos de Dios políticamente cada vez que damos ocasión a nuestro pró-jimo de llegar a ser el agente adulto, responsable, el hombre plenamentepost-tribal y post-ciudadano que Dios espera que él sea hoy�.

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de la Razón

�¿La lógica?

�Instrumento de demostración.

�¿La razón?

�Útil de penetración que el individuo emplea en sí mismo con total indepen-dencia.

�¿El entendimiento?

�Guarda parentesco con la causa original.

�Si el entendimiento labra lo sensible y la razón lo inteligible, ¿qué surge enmedio de ambos talladores?

�La facultad de juzgar.

�¿Y el recuerdo?

�Cópula agotada de viejas decisiones con osadías anteriores �hoy, merasensación en conserva.

La razón detiene el automatismo de los reflejos adquiridos, ¿no anda a lacaza de razones inmortales?, el alma las alcanza y prepara el paso a la sabiduríaque saborea lo procurado y recogido, ¿no representa el esfuerzo infalible queasegura la armonía de uno consigo mismo?; el que lo que mande invite al debery lo que prohíba evite el engaño encarna la única ley inmutable en todo tiempo yespacio. ¿Cortaría un cuchillo lejos del brazo que lo blandiera?, a los racionalistastendríamos que indicarles que la precisión matemática no satisface, y a losirracionalistas, que su borrachera de vitalismo resulta incoherente. ¡Qué magnaparadoja la de asimilar o capitanear avances en física, química, astronomía... yno descubrir quién se es!; ya que los enemigos de la objetividad fabrican flechascon cualquier madera, apenas suframos peligro de tangencia con el cinismo, pon-gamos mayor empeño en poner de acuerdo cabeza y realidad. Situemos en lahistoria el punto de arranque de las innumerables espirales especulativas quevan de los ojos, nariz, boca, orejas y piel a la masa encefálica, de los grilletes de lafatalidad al vuelo de la redención, del detalle a su trascendencia.

¿La razón?, un dinamismo que dota de sístole y diástole, levedad y gravedada la experiencia por trabajar en sus adentros, ¿no abre el orbe a su protagonistahumano..? en la criatura del sexto día compiten dos tendencias contrarias: una

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insensata �orientada a preservar su permanencia en el planeta� y otra sensata�encaminada a despegar sus pies del suelo y elevarlos al cielo�, ¿a su piel no lacalienta el astro rey y a su cordura no la alimenta el Absoluto?, ¿un anfibio?Obliguémosla a que continúe ocupada en transformar lo confuso en nítido, e im-pidamos que desista por temor a la autoridad del símbolo �sierva de la fe y a lavez manumisa. ¿Y qué postura adoptar frente al tozudo desafío de la libertad?,porque una entereza desprovista de ecuanimidad no merece el nombre de valor,quien afronta un riesgo inviste su mérito de valor y orilla lo imposible, dirige suinterior hacia la certeza incognoscible de un Parménides; no tratemos de escalaruna posición superior, basta con una prudente asunción de cada hecho mientraslos tribunales no acaben con el insumiso azar y sus partidarios. Estremece latrayectoria de alguien que en sótanos y desvanes de su propia alma pretendecontestar a los interrogantes, ¿en plena aventura mental no sigue el movimientode un espíritu metido de lleno en una búsqueda que prueba a probar caso porcaso?, respondamos en nuestro diario a la definitiva pregunta de Jacobi: ¿poseeel hombre a la razón o la razón posee al hombre?

Las teorías del contrato desembarcaron con la moda de jubilar los fórceps dela religión, ¿el acontecer secular no encalla después en un romanticismo que col-ma los altares con instinto y emoción?, no, las opiniones verdaderas no tocan elcenit por falta de una garantía de verdad, ¿no las compara el empíreo Platón conlas estatuas de Dédalo?, a un tris de escapar, vuelven en cuanto encadenan de-ducciones y consolidan conductas escurridizas en forma de ciencia, ¡cuidado conla excesiva argumentación!, lograría separarnos de la línea argumentativa a se-mejanza del río impetuoso que rompiera diques y desbordara cauces. ¿Y enton-ces?, ¿identificamos razón con desierto devastador que cerca a la persona?, fallaabandonada a su suerte, percibe lo incuestionable, aunque no llega a aprehendersu efectividad: siempre brota un condenado fracaso cuando intenta ahondar elfondo de las cosas �su función de enlazar hipótesis con síntesis aprovecharíamás en diferente lugar. De Juan de Salisbury leímos que la dialéctica dejada asolas �yace exangüe y estéril�, y de San Buenaventura aprendimos que escrutarexclusivamente con el pensamiento los más grandes misterios supondría �ver elsol con candelas� �apliquemos la luz del Eterno. Que quede claro, lo explicableno agota la existencia, ¿acaso los opuestos polares de estar y fluir, ideal y actualsingularidad y pluralidad, no juegan a un juego imprescindible?

A pesar de que lo racional no aparezca al principio de las disposiciones mora-les, vierte en nosotros cómo cumplir con ellas, y persuade, pero no empuja aintervenir; ¿su primer compromiso?, por querer comprender, el amor. En unUniverso en constante expansión, hablemos de la Razón como amante, del amorde Dios y de la Naturaleza como amable, ¿qué importa que nuestros débiles

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sentidos y cerebro no reparen en esas distinciones?; ¿y los locos sueños de bu-cear en el Abismo sin subir previamente a las cumbres del Pléroma?, la manoinefable conservará la cohesión y duración del Cosmos. Con Avicena nos acerca-mos a los estoicos en su concepto del mundo, ¿potestad de un poder cartesianoque guía su destino con irrebatible necesidad?, producto de la voluntad divina yno una etapa del desarrollo divino; apreciar tamaña obra permite retomar laCreación desde ahora hasta sus albores, ¿el pináculo de tal proceso?, la mudacontemplación del Uno. ¿No oímos que los amputados notan el miembro perdi-do?, ¿o quizá no contemos con un cuerpo?, el buen uso de la justicia suspende eljuicio en ausencia de evidencia... y de nuevo la filosofía en el papel de fe en larazón.

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más de la Razón

Definámosla con Bouillé �como aquella fuerza por la que la madre naturalezavuelve a sí, por la que el ciclo de toda la naturaleza se cumple y la naturaleza esdevuelta a sí misma� o desde el planteamiento de Hobbes �como la capacidad deprever y proveer mediante un cálculo prudente las exigencias del hombre�, ¿noparece un paralelo con lo ineludible de Spinoza y con lo opcional de Leibniz? ¿Elrazonamiento?, una sospechosa álgebra del pensamiento, ¿resultado de la im-perfección del lenguaje?, sufre ahogo por falta de argumentos, por lo somero delconcurso de ideas, por equívocos principios, ¿cómo imaginar que los errores nopermanecieran vinculados a su funcionamiento con tamañas restricciones? Or-tega centra el objeto de la razón en dominar y reabsorber las circunstancias queobtiene de su visión, ¿burbujearía en sus adentros el lockiano �nuestro últimojuez y nuestra guía en todo�? Que Bayle la halle más apta para charlotear detinieblas y de inutilidades que para despejar perplejidades y más apta para des-truir que para edificar ¿implica un nuevo intento de derrocamiento?, ¿un ataquemás?; de bastante atrás, los amagos de descomponer la razón con la razón de-mostraron que sólo cabe confiar en la razón. Coincidimos con Shaftesbury enque la aprenderemos a usar con el franco ejercicio de la crítica, en que no apre-henderemos el orden y disciplina de este mundo con tratados ni soflamas.

Malebranche dejó constancia de que �los que estudian física no razonan nun-ca contra la experiencia ni tampoco concluyen jamás a partir de la experienciacontra la razón. Dudan cuando no perciben el modo de pasar de una a otra; du-dan, no sobre la certeza de la experiencia ni sobre la evidencia de la razón, sinosobre la manera de poner de acuerdo una con otra�, ¿contaríamos con un dispa-rate mayor que el de disparar a lo que acontece con un discurso hostil?, postulauna rectitud que hasta el Creador seguiría por incuestionable, por inmutable,por incorruptible, por tan dueña de su significado, ¿los rodeos no terminan encuanto el entendimiento reconoce que se busca en lo que tiene delante? De per-der Hegel en que �aquello que es racional es real, y aquello que es real es racio-nal� frente al embate de �la racionalidad de lo real acaba siendo desmentida porla realidad� de Adorno, lucharíamos por templar desatinos en pro de que lo ati-nado impere más y más o sus aceros quedarán inservibles por el orín, ¿no ayudaque a la vez que lo especulativo poetiza la observación, lo observado estimule laespeculación? Con tal de abrir de par en par el misterio �nadie oyó que lo cerra-ra�, la razón puede y debe procurar el progreso de la razón.

Lorenzo Valla calificaba de �hombres supersticiosos e insensatos y que des-merecen de sí mismos porque se defraudan de la facultad de investigar la ver-dad� a los aristotélicos que inducían a sus discípulos a no discutir a Aristóteles;

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¡que la inteligencia persuada al gobernante!, ¿no nació de su vientre?, ¿su creci-da dignidad no proviene de que asomara su rostro al comienzo de los tiempos?:identifiquemos tradición con instrumento de educación, no con herencia pasiva.Que la razón trabaja de señora y no de esclava lo expresó con lucidez Juan Escotoal asegurar que �la autoridad necesita que la razón apruebe, mientras que larazón no necesita que ninguna autoridad la apruebe�, y lo subrayó Saint Pourcain�el modo de hablar y de escribir en todo lo que no concierne a la fe, es que nosfundemos en la razón más que en la autoridad de cualquier doctor, por más céle-bre y solemne que sea, y se haga poco caso a la autoridad humana cuando laverdad resplandezca contra ella por obra de la razón�, ¿a quién le correspondiódescargarla del grueso de las connotaciones teológicas?, Grocio lo consiguió consu escandalosa frase �las normas de la razón serían válidas aunque Dios no exis-tiese�.

Apostar con Rousseau a que exclusivamente la razón explicará lo que instin-to y emotividad testifican con proceder confuso, tropieza con la creencia en suinfalibilidad, ¿no advirtió Lamennais que sus consecuencias de herejía, de deísmo,de ateísmos y de indiferencia traerían el suicidio interior?, ¡ay, por los sueños demuchas plumas soñadoras de que las despierten manos despiertas!, ¿y qué lle-gamos a captar con sumo talento?, apenas un puñado de accidentes de lo inson-dable. Schiller y Goethe admiten que la razón opera incluso en el esclarecimientoy comprensión de lo que no pertenece a la razón: presencia de ánimo, arte, ¿aca-so Fichte no enuncia que �el fin de la vida de la humanidad en la tierra es el deconformarse libremente con la razón en todas sus relaciones�?, pero ¿y los pun-tos inabarcables por irreductibles?, ¿y la incompatibilidad de los aspectosabstractivos y afectivos?

Ya que en la lógica no encontramos trazas de ética, ¿cada uno lograría cons-truir a capricho su propia sintaxis?, Aliotta encara el talante condescendiente dela razón �colaboradora y conciliadora� con el proyecto absoluto de la prácticamoral. A pesar de que Kant estableciera que la razón determina los límites de larazón y que quien pretenda traspasar sus fronteras en pos de algo superior en-traría en la órbita de lo arbitrario y quimérico, pontificó: �no disputéis a la razónlo que hace de ella el bien más alto de la tierra: el privilegio de constituir la últimapiedra de toque de la verdad�, ¿acaso negar su papel no conlleva pecar de fana-tismo?, ¿y el fanatismo no niega la independencia? Más allá del horizonte de lasactividades sensibles y mentales, señalamos con el nombre de Racionalidad lachispa que enciende el fuego divino en la ciudadela del alma, ¿por dónde si noascenderemos a la contemplación, a los desérticos reposos de concordia?, tam-bién en Barth la revelación mide el hondo de la razón, nada dice de perspectivasrefractarias.

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de la Ciencia

Por su construcción no contradictoria, la ciencia rompe el orden de fenómenoa fenómeno, fija por entero su atención en desenmascarar la difícil relación queyace entre lo aparente y lo oculto, entre lo exotérico y lo esotérico, reemplaza loque ve por señales útiles que capten suficientes perspectivas de lo que pretendeinformar, descubre, describe �no explica� conexiones recíprocas de lo que nopuede suceder distinto a como sucede y encadena precepto con precepto hastablandir síntesis.

¿Cómo no vamos a coincidir con Descartes en que encarna el más delicadonéctar de la inteligencia y con Renan en que proporciona los imprescindiblessímbolo y ley? ¿Y qué encontraríamos en las afueras del infinito encerrado yrevelado de Comte?, una sórdida materialidad apenas dibujable y unas faculta-des humanas que el incansable investigador jamás pondrá en acción, además ¿laregeneración y coronación de los altos interiores no cargan demasiado unos hom-bros sumamente endebles?

Asintamos con Hegel en que la existencia implica idea llevada a efecto, ¿ypor qué no dar cuenta de los procesos en ejecución?, sigamos a Montaigne en sudecir que �la ciencia empieza por los sentidos y se resuelve en los sentidos. Noseríamos más que una piedra, si no supiéramos que existe el sonido, el olor, laluz, el sabor, la medida, el peso, la blandura, la dureza, la aspereza, el color, labrillantez, la anchura, la profundidad. He ahí las raíces y los principios de todo eledificio de nuestra ciencia�, ¿el viejo alambique de Telesio no destiló bastantespluralizaciones a partir de singulares percepciones?, traigamos aquí la afiladasentencia de Hobbes de �conocimiento de consecuencias y de dependenciascausales�. En adelante llamaremos científicos a los que coordinan casos y formu-lan universales con miras a �predecir el mayor número de cosas�, ¿acaso unagramática contiene palabras �elementos del lenguaje� o sólo la trabazón dellenguaje?

A pesar de que magia y ciencia aspiraran a colocar el imperio de la Tierra alos pies del hombre, la magia acabó por determinar el temple de la ciencia, ¿ha-blaríamos tan pronto de un cuerpo que aumenta de manera gradual por adiciónde contribuciones aisladas, inanimadas e impersonales? El vuelo de la cienciaganó soltura cuando saltaron los grilletes de la magia, cuando distanció la Natu-raleza de lo que alcanzáramos a imaginar y desear, cuando la rebajó a una obje-tividad soberana y ponderable, cuando la interpretó sin hipótesis metafísicas nidoctrinas ficticias, ¿la ciencia no evidencia así al último y más maduro de losnaturalismos? De nombrar a la necesidad madre del orbe, ¿a qué padre atribui-ríamos la paternidad?, al esquema racional, ¿y ni siquiera con tales progenitores

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logramos casar ambiente y modelo?

Aprendimos de Comte que las �aproximaciones crecientes de una realidadque no podría ser nunca rigurosamente apreciada, siendo siempre la mejor teo-ría en cada época aquella que mejor representa el conjunto de las observacionescorrespondientes�, ¿tratamos con un endemoniado oportunismo que echa manode lo que sirve y suelta de la mano lo que ya no sirve?, ¿quién tendría plenaconfianza en su fatigoso trabajo de hoy oyendo que mañana lo juzgarán supera-do?, Boyle defendía un cauto escepticismo que sometiera a la prueba del experi-mento cualquier conclusión, ¿inferiremos con Algazel que �la ciencia es el árbol yla práctica es el fruto�?

El progreso forzó a que estudiáramos y asimiláramos los planteamientos aúnválidos con el análisis y debate de los hechos y con la justificación de hecho enhecho; durante el examen de semejante entidad palpitante, mediaron los víncu-los y la obligatoriedad que introduce el momento dialéctico y unas cuantas flexi-bilidades y negligencias en las cuestiones semánticas �los criterios de unanimi-dad exclusivamente convienen a las víctimas asustadas de algún mito o a losseguidores de un tirano. Acompañemos con decisión a Kant en sustituir el avan-ce hacia la ciencia por el avance en la ciencia.

Indudablemente, la ciencia de un individuo muere con su muerte, pero tamañarestricción desinteresada de la complexión del mundo no perecerá por sus ata-duras con la especie bípeda. Según Condorcet �el marinero que no naufraga gra-cias a una exacta medición de la longitud, le debe la vida a una teoría forjada dosmil años atrás por hombres geniales que se proponían unas sencillas especula-ciones geométricas�, ¿no historiaba Horacio que manadas de ganado saqueaban,paciendo, los campos de Demócrito, mientras la mente del pensador vagaba le-jana?, ¿andaría metido en diálogos con la ciencia que concibiera Bacon reinandoen el Cosmos?

¿Una utopía por generalización?, Hegel considera la urgencia de una cienciaabsoluta como autoconocimiento del entendimiento absoluto, ¿llegaríamos a unaque contuviera los fundamentos de las demás y estableciera los caracteres pun-tales y las reglas de combinación?, aprovecharía para que florecieran losinterrogantes en esta y en esa rama por podar; filosofía más teología ¿compon-drían la ciencia perfecta?, una proyecta el lado claro y la otra el lado aclarado porla enseñanza divina.

¿Una utopía por simplificación?, ceñir el largo y manso calvario de los dife-rentes tanteos a la aplicación mecánica de cierta estructura común, ¿lo creería-mos posible?, si construyen sus lógicas específicas a la vez que prosperan ¿de

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qué modo penetrar con anterioridad en sus comportamientos? El mismo Condillacprevió que �cada una de las ciencias podría reducirse a una primera verdad que,transformándose de proposición idéntica en proposición idéntica, nos ofrecería,en una serie de transformaciones, todos los descubrimientos conseguidos y to-dos los que quedan por conseguir�, ¿y Marx?, ¿no insistía en que la ciencia natu-ral comprendería la ciencia del hombre, igual que la del hombre comprendía lanatural?

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más de la Ciencia

�¿Qué busca la ciencia?

�Simplificar y prever.

�¿Sus conceptos más rigurosos coinciden con los menos intuitivos?

�El estudio perdería de manera irremediable su norte en círculos viciosospor las abstracciones y reducciones arbitrarias a que forzarían los experimen-tos. Prefiramos una vocación de claridad con la que conseguir fines con medios.

�¿Su método efectivo?

� El precepto de lo útil: el que incluya la posibilidad del error y esté organi-zado con miras al propio juicio y corrección, en nada rebaja la genialidad.

�¿Mediría exclusivamente la vigencia de una afirmación con el rasero de laeficacia?

�Simboliza el mejor acierto en los sucesivos estadios de la investigación �avanza por incitar a la duda, ninguna proposición suya goza de absoluta seguri-dad.

�¿Qué misión desempeña la crítica?

�Establecer fronteras.

Resulta evidente que la división del trabajo distanció ciencia de filosofía yborró de la historia su concordancia esencial. Situemos el campo de los científicosen lo verdadero, en lo que no puede ocurrir distinto de como ocurre lo necesarioy eterno, en la arquitectura; ¿y el de los filósofos?, en lo probable, en lo queopinan aceptable los cerebros más grandes, en la fontanería. Mientras que a loscientíficos les incumbe recurrir a las conjeturas de los dialécticos ante teoríascompetidoras con consideraciones que pertenecen más a la psicología que a lalógica, por comprender la realidad global, conviene que los filósofos breguen pordetrás del umbral que aconsejan los científicos sin dejar de anotar los referentes.Aunque los fundamentos de la ciencia difieran de los de la filosofía, ¿por qué noflorece una filosofía de los científicos?, ¿no asoma por el cenit de la conciencia unaciencia de los filósofos? No, no olvidemos que la filosofía consta como actividad yno como ciencia, que la ciencia requiere hipótesis que somete a comprobación yque la filosofía demanda doctrinas; respecto a la ciencia, ¿la filosofía no destacapor auscultar los pálpitos en las cosas y por encarnar una actitud espiritualista?

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A pesar de que Ardigó hablara de una ciencia total que tuviera por objetoaquello que figura más allá de cada una y la llamara peratología, ¿qué rama delsaber señalaría los interrogantes que atormentan por irresolutos?, la generalistafilosofía, ¿el particularismo de la ciencia no choca con dogmatismos que tiendenal materialismo? Una acrobacia libre y dos con red: la de los asertos filosóficos ylas de los asertos científicos �secundarios y principales�, ¿no acabamos de aca-tar que las piruetas filosóficas cubren los mayores saltos científicos?, ¿y si lafilosofía cayera rompiendo cuerdas?, la ciencia quedaría a merced del capricho yprocedería al azar. Infiramos con Cattaneo que �la filosofía será el nexo común atodas las ciencias... la lente que concentrando los rayos esparcidos ilumina a untiempo al hombre y al universo�, pero ¿acaso la ciencias individuales no suminis-tran los elementos imprescindibles para que la filosofía salve los pantanos delentendimiento?, ¡qué perspectiva la del conocimiento completamente unificadotirando del conocimiento parcialmente unificado! Un desacuerdo cardinal: lo quela ciencia lleva a cabo de forma fragmentaria y provisional, la filosofía lo intentade golpe y por entero, ¿los irracionales de la ciencia no provocarían el suicidio dela filosofía?

Aun cuando la fe parece seguir a la ciencia, Ockham ratifica la heterogenei-dad radical entre ciencia y fe: a la ciencia corresponde tratar con lo asequible,¿no extiende y extiende el dominio de los fenómenos hasta tocar su fin apenasalcanza sus confines?, ¿no apostamos por una conclusión después de que olvida-mos su demostración?, a la religión corresponde tratar con lo inasequible, ¿noadvierte sobre el sumo orden de la causa última ya en los primeros pasos decaulquier espíritu independiente? Desde el punto de vista de la religión ¿los con-tenidos no valen por la vida interior que expresan y animan?, los sentimientosque sugieren invitan a consultar las reflexiones del corazón, ¿a qué viene recla-mar análisis que ni caben ni cabrán jamás?, la ciencia dice y debería decir queotros tribunales debatan y otras leyes recojan esas cuestiones, ¿no continuaría-mos alabando el traje blanco de la luz porque Newton revelara que en la peculia-ridad del haz intervienen los colores del arco iris?

¿La ciencia, fuente de moralidad?, en cuanto inspira amor desinteresado porla autenticidad y en cuanto acostumbra a los humanos a luchar por la humani-dad; ¿entra en significaciones éticas?, no, no juzga que esté o que estuviera bienque el bien y el mal existiesen, atestigua como certeza original e impenetrableque existen; ¿y extraña que en Ampère la religión ganara igual grado de convic-ción que la ciencia?, ¿extraña el encuentro con la exigencia de lo oculto y el re-torno hacia lo más íntimo de uno mismo?; ¿dónde colocar el límite donde limandiferencias lo condicionado y lo incondicionado?, en la espontaneidad del miste-rio, ¡dichoso problema que supone y usurpa sus datos, que los invade, doblega y

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supera!; no, decididamente no compartimos la insana complacencia de Rusell enmostrar los conflictos a la vez que rastreaba pistas falsas por jugar al juego defalsear creencias. Expongámoslo al desnudo: la conciliación sólo precisa de unapreparación que diluya el espejismo de las recorridos tomados por irrecorribles,¿lo que en la ciencia representa un enigma insondable, no lo solventa la religióncon una interpretación?

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de la Intuición

¿No asombró a Hume que un cuerpo humano llevara en sus adentros la re-presentación de otro cuerpo?, recuerda a los �cuadros pintados en nuestros ce-rebros� de Locke. ¿Las concepciones mantienen con sus encarnaciones un tratodel tipo paradigma-copia o de origen-destino?, Spinoza echa mano de órdenesparalelos, ¿y por qué no de raíces de plantas que esperan la conveniencia de salira flote?: las ideas significan posibilidades del espíritu, y el espíritu supone la con-creción de tales posibilidades �coincidimos con Berkeley en que cuando percibi-mos ideas ejercemos el entendimiento, y cuando las generamos o trabajamospracticamos con una voluntad. ¿El cálamo entre Dios y hombre media como lapluma entre escritor y papel?, debemos aprehender lo inefable e insondable delas grandes líneas y no tropezar con el marasmo de las subdivisiones inacaba-bles, ¿en tamaña ciénaga de detalles, una inteligencia no terminaría en suicidio?,¿y cargaríamos de nuevo con su cadáver de Babilonia a Sión?, procuremos cum-plir con los cánones del arte de las bellas proporciones, tan apreciadas por losescultores de columnas. Seguro que la inteligencia no enciende el valor, pero sinsus relámpagos ni conoceríamos ni habría modo de que valoráramos, ¿los alre-dedores prenderían en la mirada sin que el sol brillara?; lo que una rama de laevolución consiguió con el instinto �la colmena y el hormiguero�, con la inteli-gencia lo cuaja gracias a la costumbre, ¡cuidado con el hábito de contraer hábito!,tiene la intensidad y regularidad del instinto.

De hermanar saber enciclopédico con positivismo, pericia de técnico conpragmatismo, erudición histórica con historicismo, ¿con qué compararíamos alintelectual?, con un persuasor constante, con un desinteresado buscador de laverdad, con un magisterio que ambiciona superar su competencia en el íntimoreducto de una soledad. Alguien que no repara en utilidad alguna, capaz de aban-donar sus creaciones por descubrir aspectos ocultos, observa cada cosa comoentes siempre distintos y cada hecho desde el mayor número de ángulos, ¿se-guidor de Copérnico por soltar desafortunados amarres del Cosmos?, ¿seguidorde Pitágoras por guardar afortunados secretos de conciencia?, ¿cómo vencerá lafascinación de los momentos cumbres similares a ese en el que destaca la geo-metría no euclidiana del regazo de la euclidiana?, ¡tremendo espectáculo el de losaxiomas que cambian de principios a primeros pasos!, emociona, y mucho, lavibrante quiebra de una vieja solidez y el brote tembloroso de un renacer, ¡quéhueca suena semejante crisis wagneriana si el amor no dirige la batuta de unprotagonismo así! Nicolás de Cusa y Pico de la Mirandola definían el intelectocomo �horizonte entre dos universos�, ¿acaso fundamenta la vida?, a lo sumoconstruye o perfecciona las ayudas dispuestas por el sistema; Adorno resolvióque �la razón se vuelve impotente para aferrar lo real no por su propia impoten-

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cia, sino porque lo real no es razón�. A pesar de intentar la infinitud, el procederdiscursivo no se posee más que a sí mismo, no entra, y pena su dolor condenadoa la intemperie, ¿por qué vía llegaremos a nuestra esencia?

Mientras permanezcan escondidos los argumentos confiemos en la autori-dad, pero apenas demos con el camino de la mente corramos tras sus huellas,¿los juicios no respiran el ambiente transitorio de las culturas por habitar susmás recónditos interiores? Ya decía Spinoza que con el uso exclusivo de la opi-nión nadie pondría de manifiesto los vínculos de las incontables peculiaridadesque cita, que requerimos ideas comunes a cualquiera de querer coronar unacomprensión, ¿el �esto� y �aquello� no experimentan una relación parecida a lade dientes y labios?, ¡claro que unos no rinden servidumbre a otros!, ¿y enton-ces por qué en cuanto enseñamos los colmillos sufren de frío? ¿Una acción ocu-rrirá por ella y no en pos de un resultado?, ¿causa y efecto, una simple consecu-ción?; ¿y la inferencia?, ¿un instrumento de previsión de lo que resta por acon-tecer?; ¿y la intuición?, ¿un útil de invención que capta asociaciones indispensa-bles y guía inferencias?, ¿sólo inferimos la presencia invisible del aire por la im-presión táctil del viento?, ¿no colmamos el vacío de la ausencia al sostener que lachimenea está apagada después de notar que el fuego consumió la leña?, con esode que revela lo que no pertenece al dominio de lo inalcanzable debería acallar lasospecha de los incrédulos en torno al escaso peso de unas consideraciones.Permítasenos divagar, ¿no soñó despierto Leonardo da Vinci el plano inclinadopor la necesidad de explicar el vuelo de los pájaros?, más allá de antítesis y nega-ciones, el pensamiento se extingue como pensamiento �por faltar la luz, falta-rán sus sombras. Hablemos de la intuición: decimos que va del todo a las partesde un golpe, y no del sentir titubeante de los sentidos ni del testimonio engañosode la imaginación, que enferma mataría los mejores conocimientos; transporta-dos por la dueña de objetivos, mecanismos y condiciones hasta un lugar inacce-sible a fuerzas individuales, ¿qué impide defender el reino heredado?, insista-mos en el destello de la evidencia �rapto cardinal del espíritu. De domar el es-quema intuitivo con los rigores del álgebra, aliviaríamos los males delintuicionismo irracional y encauzaríamos los intelectualismos desbordados; de-lante de ciertas ideas de difícil conexión que el método demostrativo logra unircon oportunos nexos intuitivos, ¿la bifocalidad razón-intuición no recuerda elgráfico kepleriano de la elipse orbital que integra una pareja de centros focales,ambos con carismas muy suyos?

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Hablemos... 101

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más de la Intuición

�¿Qué indica en Descartes?

�Un ejercicio que lanza el alma a un dictamen de la mente pura, atenta,transparente, tan fácil y distinto que no deja lugar a duda.

�¿Cómo la enfoca Spinoza?

�Quiere señalar la mirada que halla enseguida la conexión obligada de pro-posición a proposición.

�¿Qué significa en Croce?

�La imagen en su valor de mera imagen, la estricta idealidad de la imagen.

�¿Apostaremos por la propuesta de Husserl?

�Desde luego que evidencia y verdad coinciden.

�¿Coincidirá con disfrute?

�Y también el disfrute con la vida.

�¿Qué opina Bergson?

�Un instinto desinteresado, consciente, capaz de volver sobre su objeto y deextenderlo indefinidamente.

�¿Qué manifiesta?

�El contenido original de la filosofía.

�¿Qué admite la perspectiva de Ockham?

�Permite al entendimiento juzgar prontamente sobre lo perfecto o imper-fecto según pertenezca al presente �experiencia� o al pasado �viene de unaexperiencia.

�¿Y la de Maine de Biran?

�Que de los hechos primitivos vislumbramos principios y empleamos lamemoria para deducir lo que no vislumbramos.

�¿Qué alcanza la de Bergson?

�El impulso creador de la evolución biológica, porque quita el velo que po-

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nen las exigencias del cotidiano acometer entre nosotros y las cosas.

�¿De qué modo se abre paso en un temperamento afectivo?

�Hartmann apunta que sin más preámbulos, ninguna referencia a posibili-dades ni a necesidades.

�¿Y con qué procede?

�Con algo por completo ajeno a este o a aquel procedimiento: la simpatía.

�¿De qué manera interviene en un carácter intelectivo?

�Con los datos que produce elabora un análisis, cambia los factores a con-ceptos y los expone con la etiqueta de causas que operan con entera indepen-dencia.

�¿Y con tamaña pértiga insiste en salvar los presuntos límites?

�Al menos trata de saltar más allá de la propia sombra.

�¿Cuenta el saber con otra base de certeza?

�Incluso la geometría levanta su edificio sobre sus cimientos.

�¿Encarna su primera condición?

�Sí, pero no el saber mismo.

�¿Acaso no comienza con la reflexión que circunscribe y fija lo obtenido conla palabra?

�Nada sugiere sin expresión, tampoco la música sin el sonido.

�¿Y la poesía?

�El inevitable placer sensible y mental que la acompaña.

�¿Por ignorar el camino debemos obrar por tentativas hasta converger enun fin universal?

�Avanzamos repitiendo y repitiendo diferentes hipótesis que conllevan ac-ciones.

�¿Constituye la aventura del pensamiento en su determinación última?

�A pesar de que no supone una aportación externa al pensamiento.

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�¿Gracias a qué tenemos conocimiento de la esencia y existencia?

�Intuimos y no conocemos la esencia, conocemos y no intuimos la existen-cia; todo intento de conocer la esencia o intuir la existencia trastoca existencia �practicidad palpable� por esencia �teoricidad integral.

�¿Qué rechazan los intuicionistas?

�La ausencia de contradicción en el criterio formalista de la existencia.

�Ya que en el desarrollo demostrativo precisamos cubrir etapas con prue-bas, participamos con sagacidad en los descubrimientos, y con ilación en susordenamientos ¿la intuición cae fuera de la razón?

�No, con ese poco que basta de guía a la búsqueda, al reparo o a la explica-ción de los indiscutibles, en Ockham y en Schopenhauer vemos que el funda-mento discursivo implica previos acercamientos intuitivos.

�¿A qué llega rápidamente?

�A acuerdos o desacuerdos en virtud de las sospechas en juego, no concu-rren más sospechas.

�¿Qué discernimiento posee más nitidez?

�Lamennais opone a la razón individual de Descartes una razón común: unaespecie de percepción de las convicciones cardinales que Nicolás de Autrecourtdestaca de la asunción abstractiva.

�Con la interpretación de lo invisible por delante de lo visible ¿no suscitare-mos que la razón pierda terreno frente a lo irracional?

�Moviéndonos en la órbita de lo probable, encontramos, examinamos y es-timamos los preceptos de la probabilidad �nadie logró nunca justificar o colegiruna realidad.

�¿Qué sacamos con afirmar del brazo de Schelling que la naturaleza encajaen un proceso de clarividencia y de comprensión?

�Hablaríamos de sujeto-objeto, no de puro objeto y tal identificación no ayudaa coronar la cima del espíritu.

�¿Con qué tercia el arte?

�Ensaya con lo observable, substrae a la religión del lenguaje de las apa-

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riencias y le proporciona su máximo esplendor.

�¿Y por qué especulamos sobre el acto embrionario de esa vinculación in-mediata, total e imprescindible del talento humano con lo absoluto?

�Aumenta la sutileza de la lógica.

�¿Excluye cualquier distancia de sustantividad a insustantividad?

�Jamás tolera un confuso fantasear con lo material �árboles y colores� ycon lo inmaterial �semejanzas y desemejanzas�, mantiene una norma de uni-dad: el sentimiento.

�¿Requerimos una garantía mayor que la espontaneidad de una relaciónparticular, accidental y mudable?

�Dirijamos el timón por los derroteros de la moral, alojemos a Dios en elcorazón por intuición �órgano de la metafísica.

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de la Verdad

Reparamos en que el conocimiento ocupa menos espacio que lo entregado ala creencia, y en que en la diferencia concurren lo no conocido y lo creído, y entan enorme lugar, ¿por qué no pronunciamos de una vez un �desconocemos� ytambién un �desconoceremos�? Frente al sentido aislado, frágil y breve que pro-voca lo simplemente verdadero, la verdad comienza planteando criterios paradictaminar los asuntos y acaba produciendo una inteligencia total, inquebranta-ble y tenaz: norma de razón, no razón, ¿el juez juzga la ley o juzga según ella? ¡Laverdad, caro fruto del tiempo!, aunque emprenda el largo trayecto a modo deherejía que brújula enloquecida, y termine en superstición que esclerosa los pen-samientos, el progreso no constituye una ofensa, ni demanda veneración, exigerespeto, ¿las cosas que ahora pasan desapercibidas a los maestros, mañana nosonarán familiares a muchos estudiantes? Laberthonnière advierte que no me-recemos una verdad más que con el esfuerzo de restablecerla en nosotros, ¿sinlos esfuerzos de ayer por desarrollar y enmendar el bagaje heredado, festejaría-mos las conquistas de hoy?; el iluso supone que empieza cuando empieza a notarla,¿ignora que goza de más edad que cualquier remota opinión? Mazzini escribíaque empleamos dos instrumentos, conciencia y tradición: de ejercitar el pulsosincopado de la conciencia individual, declinaríamos en anarquía, y de seguir alsuma y sigue de la tradición, degeneraríamos en despotismo e inmovilidad; ¿dequé manera corregir los defectos de esos extremos?, ¿dejando que el fuego con-suma leña, y se destruya?, ¿y quién garantiza que conciencia y tradición, fuego yleña compartan naturaleza por más que ardan por parejas?; instemos a que laconciencia renovadora levante el pesado fardo de la anquilosadora tradición �nunca, nunca más que el �esto ha sido� sostenga al �esto será�.

¡Cuidado con el lastre de la autoridad que suele suscitar ingenuidad más quementalidad!, ¿por qué no tratamos con la verdad sin fijar los ojos en entes supe-riores?, ¿no distinguimos los colores sin necesidad de dirigir la vista al sol?, limi-temos a su marco temporal la importancia y función de los patriarcas, y constru-yamos nuestra unidad gracias al insaciable preguntar y responder de las diver-sas legitimidades históricas. De la imperfecta luz creada a la resplandeciente luzincreada, usemos el entendimiento como vehículo hacia la verdad; ¿y quien miracon excesivo atrevimiento no corre el peligro de perder equilibrio y caer de bru-ces?, después de contemplar a Diana desnuda, ¿Acteón no fue convertido enciervo?, de cazador a caza. Decía Giambattista Vico que los que no logran coro-nar la verdad procuran atenerse a lo cierto, ¿acaso la voluntad no recupera alientoen los rellanos de la mente?; ¿el que apuesta a lo grande no debería apostar enlas mesas más confiables?, por no disponer de principios aceptaría unas convic-ciones satisfactorias, ¿y falto de precisión absoluta podría precisar grados de

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probabilidad?, ¿aquel que juega con la posibilidad no está obligado a decidir bajopresiones oscuras?, ¿llegaría a considerar lo probable con independencia de laverdad? A un esclavo de la evidencia lo imagino obra de un raro reflejo, no obrasuya, sombra de una sombra que especula en plena orfandad, ¿Durand de SaintPourçain no igualó verdad con avenencia entre ser real y ser aprehendido? En elempeño por descubrir las causas por las que no resulta viable descubrir la cau-sas, presenciamos cómo determinadas pruebas quedan reafirmadas en el mo-mento de negarlas, ¿relámpagos fugaces sobre una descabellada marea de al-ternativas hostigada por vorágines profundas?, recordemos que el naufragio deuna verdad nada argumenta contra ella, quizá haga pie en la eternidad.

De celebrar mi verdad tendría que celebrar la verdad de otros, ¿y de ponerjuntas suficientes verdades equivalentes no constataríamos que crecen juntas?,¿y por observar desde fuera no pecaríamos de relativismo y escepticismo?, deimponer la verdad única desplegaríamos dogmatismo y fanatismo. ¿Extraña quesólo a una cabeza encinta le quepa parir la verdad?, revela sus cuadernas a loshombres que van a su encuentro a través de la experiencia exterior e interior;sus devotos avanzan por un camino de sobra intrincado, privados de amparos yapoyos. Y ya que la verdad consiste en que cada uno indague por él y en él, lafórmula platónica de un �diálogo del alma con ella misma� aclara de qué formalas tesis debaten en pro de un devenir fatigoso que abre opciones originales enmedio de demasiados inconvenientes e incompatibilidades. De intentar lo quepermanece a nuestro alcance, nos acercaremos indefinidamente, pero la presaescapará siempre a los mayores arrojos por la desproporción dada entre finito einfinito; multiplicando el número de lados, los polígonos inscritos y circunscritosaproximan sus figuras, ¿identificarán sus perímetros con el de la circunferencia?¿Qué ganaríamos de oponer concepciones distantes, de perseguir el mínimo des-tello que surja, de no ceder a los abatimientos de una búsqueda difícil?, la segu-ridad de que jamás penetraríamos en misterio alguno, porque el odioso oculta-miento no deriva de los objetos sino del humo que ciega nuestras facultades, ¿elmundo clásico de Filón de Larisa no rehusó tal virtualidad?; ¿y sin saber conse-guiríamos vivir en la verdad?, sí, sin saberlo: no olvidemos que el problema de lafilosofía coincide con el problema de una autenticidad existencial particular co-municable a las demás partes del Universo. ¡Qué indisoluble reciprocidad her-mana verdad con bondad!, ¿dónde situar a la belleza mejor que en constantegiro alrededor de lo más genuino de las esfinges de doble rostro?

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más de la Verdad

Presumamos que a partir de la definición de �adecuación del entendimientoy la cosa� de Santo Tomás, Anselmo de Aosta destilara su �conformidad del co-nocimiento con la cosa en cuanto se conoce la cosa tal cual es�, pero ¿cómo abor-daremos la verdad de la voluntad?, obviamente asociando el querer hacer conhacer lo que se ha de hacer, el bien. Por no comprometer su singularidad, laintrínseca multiplicidad de los sistemas filosóficos desemboca en una cita únicagracias a una insondable entropía civilizadora; por advertir equivalencias en eldesarrollo evolutivo, adoptaremos la verdad como coherencia si la proposiciónmantiene coherencia con los enunciados previamente admitidos, la ahijaremoscomo correspondencia si la proposición se corresponde con lo que acontece, y laacogeremos como utilidad si la proposición revela su utilidad privada o pública,¿Antíoco de Ascalona no empleaba como prueba la milagrosa convergencia?,¿cuando sometemos a rigurosos análisis los deseos más osados de escalar sucima no afianzamos una dignidad personal?, repitamos con Demócrito �se debeconocer al hombre con este criterio: que la verdad está lejos de él�, ¡qué fuerte laingestión y qué frágiles los estómagos!

De Pareyson leímos que �no se puede poseer la verdad si no es en forma dedeberla buscar aún� y de Jenófanes arrancamos que ni gozamos de un principiosuficiente, ni de un saber incuestionable, y no obstante, capaces de investigarseguimos investigando, y escrutando tropezaremos con lo mejor, ¿no damos conel fundamento de la verdad en la verdad de su fundamento?, merodea en ruinasdonde no solemos escarbar, ¿por qué morará en un lugar sin-lugar destinado aperdurar así? De Socrátes a Nicolás de Cusa, de Erasmo a Montaigne y de Piercea Popper escuchamos que combatimos del lado de los criados y no del de losseñores, ¿infelices Sísifos felices en la incesante lucha con sus problemas?, SanAgustín asegura que aletea en el interior de cada uno y en lo trascendente; Lacanapuesta por un estilo de concebir que entabla alianzas con la verdad, a bastantedistancia de sus provincias últimas ¿no permanece constantemente extranjera?En no pocas discusiones, los acalorados ahondamientos y afloramientos explicanla noble sinceridad del individuo límpida de envidia, la solidaridad con los demás,el abandono de imaginarse en medio de la evidencia incondicional �ausencia deidea positiva, no de titubeos�, ¿no sirven a la causa de una clara convicción quesatisface?

Aunque una especie de doble perspectiva orwelliana facilite determinadacombinación de influencia y tolerancia, en la virtud capital no caben pactos entreel todo verdadero de Protágoras y el todo falso de Gorgias, entre un todo escon-dido y un todo al desnudo, ¿acaso en esas situaciones extremas no disimularían

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la realidad?, ¿quién lograría contemplar su cara sobre un espejo enmohecido?La verdad supone el fruto de una autopresentación extra metódica y no el resul-tado de una conquista metódica mensurable y demostrable objetivamente, ¿nocoloca Timpler sus chascos en los defectos de procedimiento y en lasingenuidades?, ¿a qué infligir al mundo regularidades con oropeles de palabras?,¿qué mereceríamos por encontrar en sus adentros similitudes vacías?, ¿y porinterpretarlo en clave de leyes inventadas por amigos y enemigos? ¿Preferimoshincar la rodilla por temor a dejarnos engañar con esperanzas?, ¿o quizá preci-semos emigrar de un mirar platónico con extremada exactitud a una suerte deerror nietzcheano?, ¿habitamos el epicentro de la insensatez porque permitehablar con sensatez de asuntos de los que no creemos factible prescindir?, noolvidemos que la vela que los fracasos apagan coincide con la que el éxito encien-de.

La verdad implica acopio, ampliación y enmienda de lo adquirido, ¿no vemosque emerge por superar ahogos? James y Bergson escribieron que las más esen-ciales �fueron sentidas, vividas antes de ser pensadas�, ¿afirmarían con Paracelsoque �es la verdad la que me obliga a viajar, de ningún modo un humor vagabun-do�?; con Heidegger apreciamos que comporta pertenecer a algo que perfora sumisterio con una serie ininterrumpida de mensajes y voces, jamás un aferrarse aese algo, ¿una costumbre inclinada a perpetuarse por un tiempo? Según Moltmanncierta promesa inquietante nos llama a levantar las tiendas, a ponernos en cami-no hacia el enigmático país de detrás de los horizontes, a no hallar reposo másque en nuevas creaciones, ¿y mientras?, la verdad continúa pareciéndose al mapade África de las grandes exploraciones, una tierra de la que dibujamos los con-tornos marinos, las gigantescas elevaciones, los cursos de agua, y de la que casisiempre ignorábamos sus peculiaridades, salvo en regiones muy delimitadas. Yde repente una chispa prende de improviso, ¿la luz de un relámpago no exhibelos colores que en la oscuridad existen?, ¿el acto de comprensión no se compenetracon lo auténtico en tanto el espíritu comprende?

Inteligencia y verdad funcionan a la manera de polígono y círculo: aumente-mos los ángulos del perímetro inscrito y crecerán los lados hasta el infinito; porconseguir una mayor semejanza ¿negaríamos que ambas figuras nunca mediránidénticas a menos que ganen la identidad? A pesar de que momento a momentoinsinúe su inminencia, no intentemos atribuir el rango de instrumento a la histo-ria, sólo constituye un agente educador, ¿por qué no decir que los cronistas con-servan y fomentan cultura?, ¿queda patente que incluso las tareas humanasmás simples ofrecen a los interesados muchas posibilidades de coronar sus ínti-mos convencimientos? Aceptemos de una vez que la expresión �llegamos al fi-nal� apunta a conectar con el significado, no a que tengamos que detener la mar-

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cha, en Pierce conlleva �alcanzar un estado de creencia que la duda no puedeasaltar�; Clemente y Justino pronostican que ni bajo los rayos del Logos los másespeculativos entrarán, apenas vuelven sus pasos en el vestíbulo, descubren unaporción, no la verdad entera; Rifflet-Lamaire califica de quimérico el afán derendirla, ¿no triunfa frente a los más atrevidos giros del lenguaje?, los siglos deciencia y filosofía procuraron inútilmente trazar una elipse kepleriana que noacaba de cerrar.

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de la Perplejidad

�Ni una cosa sin contrario.

�¿De ocurrir uno ocurrirá el otro?

�Máximo y mínimo, lleno y vacío, infinito y finito, creado y crear.

�¿Sorprende el milagro evangélico de convertir agua en vino?, ¿y durantela maduración anual de los racimos, no apreciamos algo paralelo?

�Todo y nada.

�¿No conmueve que la nada posea un nombre?, quizá así constate su reali-dad, ¿quién consideraría que un nombre no señalara a algo real?

�Origen y desenlace, movimiento y quietud, caída libre y torbellino.

�¡Qué abismo bostezante el de una corriente que va a secarse!

�Eternidad y tiempo.

�Un callado mensaje que transmite el clamor de lo incomprensiblementecomprensible.

�Unidad y número.

�Tan fácil de dibujar la diagonal del cuadrado y tan imposible de calcular,¿una medida inconmensurable?

�Par e impar, positivo y negativo, figuras redondas y angulosas, mezcla yseparación, homogeneidad y disparidad, bello y feo.

�¿La belleza?, un modo sensible de la perfección moral.

�Sujeto y objeto, vida y muerte.

�¿De Epicuro no leímos que �para los vivos la muerte no existe; en cuanto alos muertos, no existen ellos�?, y entonces, ¿por qué gustamos de que la muertehable en cuerpo de carnaval?

�Contenido y forma, justo e injusto.

�¿Qué cerebro imaginaría justicia sin injusticia, moderación sin intempe-rancia, sensatez sin insensatez?

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�Verdad y mentira.

�Resulta más difícil descubrir a un filósofo en sus paseos por lo divino quechocar con un sofista en sus devaneos con la oscuridad.

�Historia y lógica.

�¿De qué sirvió a Heráclides corromper aquella ciudad?, ¿mejoró su situa-ción una corona de oro?, ¿no la diñó de emoción intramuros de Pitia?, ¿acaso nocontrolamos lo que hacemos despiertos al igual que no controlamos lo que hace-mos dormidos?

�Religión y especulación.

�¿Qué decir de la paradoja de Bayle de que un ateo distinga el bien del maly que sus repúblicas subsistan?, ¿y de la de Boehme, de que Dios destruya a losimpíos por mano de impíos?, ¿y de la de Lutero, de que Dios castigue a bribonescon bribones?

�Pensamiento y Estado.

�Por su apariencia engañosa, ¿no supone una experiencia suicida que pen-sadores y estadistas condenen lo humano?

�Conciencia y gloria.

�¿Con sumar dos designaciones obtendremos una afirmación?, ¿con dos afir-maciones arreglaremos un silogismo?, ¿con dos o más silogismos cubriremos unademostración?, ¿con restar una proposición de cualquier conclusión ganaremosla siguiente?, ¿funcionamos con el rigor de un ordenador?, no lo creemos señor�señor Hobbes, sophos nadie, a lo sumo filósofos.

�Conquista y pérdida, saber y búsqueda.

�¿Los camellos, jirafas y avestruces más sabios que nosotros?, ¿no levantanmás el cuello?, de triunfar la física de los músculos sobre el espíritu ético, domi-narían la Tierra búfalos y elefantes y no el hombre.

�Explicación y complicación.

�¿La luz no continúa blanca después de que Newton descompusiera el rayoen sus diferentes colores?, también la gratitud y generosidad conservan su ca-rácter de gratitud y generosidad por más que reduzcamos tales virtudes a susúltimas motivaciones egoístas, ¿el fuego rojo que blanquea la piedra no ennegre-ce la madera?

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De sobra aprendieron los alquimistas que las grandes y pequeñas operacio-nes siempre comportan desperdicios: una vez más quintaesencias que llevandentro basiliscos venenosos, ¿no pretendía Calígula que colocaran una estatuasuya en el templo de Jerusalén? El análisis inacabado engendra antagonismosque no sólo deben coincidir, sino que representan esa enojosa coincidencia, ¿cons-tituirá la única fórmula que recoja lo inasible de la trascendencia? Muchos qui-sieran escapar del conocer por la espalda del conocer, ¿no necesitan poner enmarcha un conocer?, ¿y la amenaza circular no vuelve por sus fueros?, ¡puesclaro que los ingleses no invadieron la India por practicar el sánscrito!, pero,¿qué habría sido de Schopenhauer de no tener a su alcance a los Upanishads?Bastantes opinan que las resistencias recíprocas simbolizan el aguijón impres-cindible que inocula humildad, ¿la contraviolencia no mantiene y atenúa la vio-lencia?, ¿lo absurdo trabaja en el mundo en concordancia con las reglas que losostienen? Si tratamos de vencer a la Naturaleza, antes obedezcamos sus pre-ceptos, ¿esperamos que el sol salga mañana?, jamás conseguiremos probar quesaldrá, ¿las pautas del Universo no pueden cambiar?, la ley de polaridad, el con-flicto de las fuerzas y de los principios aseguran la permanencia del Cosmos enuna evolución dinámica que recomienza en cada giro, ¿la espiral no apoya nue-vos tramos en trazos previos? Por sus propios medios, ningún razonamientodespejaría perplejidad alguna y no cabría deducir de su impenetrabilidad quecarece de sentido. En el campo de dolorosas peleas los incondicionales del Uno yde lo Múltiple afinaron sus estructuras gramaticales y sus técnicas de discusiónprosperaron; ciertamente, las batallas dialécticas revelan cuánto espacio de si-lencio vuela por encima del lenguaje, ¿insistiremos en tamaño juego de obstruc-ciones y puertas abiertas hasta arruinar el edificio que construimos con la inten-ción de inscribir lo cotidiano?, ¿no ejercemos gobierno en esa especie de regionesinabordables? A la larga, ¿el frecuentar los extremos no deja una impresión desequedad y dejadez?, una pesada cuenta de la que pocos se dan cuenta, ¿cuándotejeremos en el mismo telar conductas discrepantes?, en la música, de los opuestosnace el concierto, ¿no parece un primer punto de aproximación? Observemos pararecabar una teoría y teoricemos para observar: a partir de las síntesis espontáneasde los términos encontrados en las presunciones preliminares iniciemos los procesosde interpretación. Como en la vida ideal, reparemos en los problemas comunes, noen las soluciones que dividen, argumentemos con magnanimidad, nunca permita-mos que la envidia organice en el entendimiento preguntas y respuestas, equilibre-mos, no suprimamos, resolvamos sin privilegiar, no precipitemos soluciones enciegas confusiones, juntemos lo completo con lo incompleto, lo armónico con lodisonante, ¿disonancia no engarza con disonancia?, acompasemos valentía y pru-dencia de manera que suenen a prontitud y cordura.

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más de la Perplejidad

Si desde pelajes estrictamente formales no acertamos a distinguir la imper-fección del odio de la perfección del amor ¿por qué preferimos amar a odiar?,una legión de valores que suman la totalidad de los valores responde a la cues-tión y no el simple cara o cruz de querido o de querer, de acatar o de mandar, deinstrumento ejecutor o de vencedor de resistencias, de caída o de ascensión, desubordinación o de imposición, de vileza o de enmienda, ¿localizaremos con Blondeltamañas presiones en el círculo de la aquiescencia y no en el centro de la inteli-gencia? Importa aventurar perspectivas rivales respecto de un determinadotema, ¿no decía Nietszche que al bueno lo representa un bondadoso complacidoy un combativo con ansias de victoria?, reflexionemos sobre prudencia vulgar einfame, noble y orgullosa, sobre pasivos agotamientos y activos pesimismos, so-bre soliviantamientos impulsados por gregarios descontentos y por huérfanasfuerzas desbordantes, sobre encalmar por perpetuar sufrimientos y calamida-des y por generosidad y felicidad; ¿qué sucedería después de que funda el hielode las discrepancias?, el investigador quedaría privado de palabra y escritura,penaría abandonado y mudo dentro de una cruel fatalidad. De Schelling apren-dimos que en los productos a la mano batallan primitivas tensiones físicas �gravitación� y también químicas �afinidad�, y que contamos con el equilibrioestable en los cuerpos inorgánicos, con el de fractura y recuperación en los fenó-menos físico-químicos y con el de la lucha ininterrumpida de la vida: oscuridad yluz, ruido y silencio, azar y regla, movimiento y reposo, enfermedad y curación,caos y cosmos, infierno y cielo, laico y sacerdotal, destierro y asilo, relativo yabsoluto; uno frente a otro ¿en el juego antagónico de los polos no advertimosseparación en su unión y unión en su separación?

¿Acaso llegaríamos a juntar las alternativas viables en el continuo fluir deuna disputa socrática?, Kierkegaard lo desmiente. De la observación de que re-cobramos libertad y vastedad por comulgar con los demás, Feuerbach extrajoque �la verdadera dialéctica no es un monólogo del pensador solitario consigomismo, sino un diálogo entre el yo y el tú�, Schleiermacher señaló que conjugalos elementos fragmentarios y construye el saber en su más entera congruencia,Hegel destacó que trata de transportar la desconcertante realidad a un concier-to superador de diferencias y divisiones, insistió en su papel de pacificadora deconflictos, de pretendedora del detalle, de reductora al orden y plenitud máxi-ma, ¿no asimiló de Fichte el concepto de �síntesis de opuestos�? Levantemos loscimientos con tesis y antítesis, con proximidad y distancia a la profundidad queinvita Gabriel Marcel, ¿asombra que Hölderlin encontrara semejante concilia-ción en el sentimiento de la belleza inmortal? No obstante, Herbart asegura quecuando el choque no impacta lo suficiente ocasiona repulsión en lugar de atrac-

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ción, ¿no aliviaría proponer la correlación de Hamelin apenas los contrarios cola-boraran?, Marx obliga a comprender el ocaso necesario de las estructuras, lanecesidad del paso de una fase a su negación, ¿y Bosanquet no designaba pornegación una contradicción resuelta y por contradicción una negación no logra-da? Aunque Hamann y Bruno acamparan la coincidencia de desavenencias enlos pináculos más elevados del discernimiento, accedieron a que gracias a la re-velación ganarían una explicación, nunca a través de los frágiles recursosdiscursivos.

¿Estamos sometidos irremediablemente a los tira y afloja de la lógica?, deremontar hasta el bulbo de la ilusión que hunde su origen en el carácter humano,los delicados brotes contribuirían a la cosecha empírica, ¿el entendimiento nodesnuda los incompatibles, el límite, los pilares y la condición de los incompati-bles?, ¿y en qué trabaja la eficaz cordura?, en conexiones y soluciones. Los cam-bios esconden constantes, las evoluciones invariantes, convierten lo invisible enel esqueleto de lo visible, ¿dimensiones y niveles no permanecen inalcanzables anuestro alcance?; quienes sostienen que el tiempo no existe no dejan de tomarseel tiempo de la temeraria formulación, ¡por favor, no permitamos que el pícaroalegue ignorancia!, ¿qué nombre aplicaríamos a los que venden redentores enlata con la impudicia de los falsos devotos?, el de bárbaros, ¿Lévi-Strauss noapodaba así a los que creen en la barbarie? En la inquietud que suscitan, losheroísmos de la razón rompen los fiascos del racionalismo más satisfecho, ¿losfracasos del argumento no suelen oler a los argumentos del fracaso?; por miedoa la perplejidad más radical que provoca una posibilidad ¿reinventaríamos conlos pitagóricos la antitierra con tal de completar el número sagrado de diez?, no,la fe basta, halla refugio en la consistencia del principio de las contingencias ycanjea renuncias por afirmación confiada. Echemos de una vez el freno al silogis-mo que Galiani atribuye a los ateos: �si un Dios hubiera hecho el mundo, éstesería sin duda el mejor de todos; pero no lo es, ni siquiera de lejos; por consi-guiente no hay Dios�, ¿no sobraría siempre la terrible conclusión que urdimos enlos casos desesperados y que calificamos de genialidad sartriana?

De la lectura de Passmore �poned la metafísica en el fuego y la ciencia irá areunirse con ella en las llamas, preservad a la ciencia de las llamas y veréis que lametafísica vuelve subrepticiamente� no deduzcamos que la capacidad de asiralgo proviene de lo que escapa, ¿por más rápido que gire la rueda cubre mástrayecto que su eje?, Fichte compara los intentos de aprehender más allá delaprehender factible con filosofar fuera de la filosofía. Atrevámonos a casar �elconocimiento depende de la voluntad, la voluntad no depende del conocimiento�de Schelling con el �pienso donde no soy, por lo tanto soy donde no pienso� deLacan. Emociona la sinceridad de Voltaire de �sería extraño que toda la natura-

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leza, todos los astros, obedecieran leyes eternas, y que hubiera un pequeño ani-mal, de cinco pies de alto, que a despecho de estas leyes pudiese obrar como lepluguiera sólo según su capricho�; ¿no sacó la Creación a planetas y estrellas dela nada?, ¿qué esperar de los hijos del grandísimo padre Omnisciente y de laindigente madre Nada?, quizá Ockham salve el enojo de la situación al enunciarque �el todo mayor que la parte� sirve para colecciones finitas, no para infinitas.Ante un Cristo que es el que es y padece y perece con los hombres, júzguese cadacual cómo es y no cómo parece o no saldremos sanos de la desgarradora pre-gunta de Montaigne: �¿qué se puede imaginar más ridículo que esta criaturamiserable y mezquina, que ni siquiera es dueña de sí misma, expuesta a los ata-que de todas las cosas, y que dice ser dueña de sí misma y señora del universo,pero que, sin embargo, no tiene siquiera la facultad de conocer la mínima partedel mismo y mucho menos de dominarla?�, escojamos asentir con Wittgensteinen �hay que callar aquello de lo que no se puede hablar�.

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de la Moral

Consiste en la urgente búsqueda de los códigos cardinales, en sus pruebascaso por caso, en deducir la totalidad de sus efectos y ver de aceptarlos: Renouviersitúa su fundamento en que �el hombre está dotado de razón y se cree libre�.¿Acaso importa poco que Aliotta oponga a la relatividad de los pensamientosdiscursivos el temple absoluto de la factura moral?, sincronicemos su batuta conaquella cordura posible que tomamos o no tomamos por guía de conducta; supo-ne el encuentro de las causalidades distantes de independencia y mecanicismo,¿una mínima certeza que obtuviéramos de allá arriba no liquidaría de cuajo aquíabajo nuestra frágil identidad? Lector, de sopesar el temperamento que sopor-tamos, decimos que decidimos localizar los estímulos lejos de la sensibilidad yresolver hasta los asuntos más espinosos con arreglo a la ley, insistimos en queconfundir linterna con luz hace por entero intransitables los caminos más trilla-dos, ¿igualaríamos masa cerebral con entendimiento?, los que hermanan a laligera modelo con ejemplar ¿no tornan variable cualquier criterio?, ¿no envane-cería y divinizaría a cualquier mentecato?, en su eternidad y necesidad ¿verdadcoincide con instrumento? Aunque la moral implique la redención del individuo,no depende de fenómeno religioso alguno, tampoco del precepto de lo útil y de lafelicidad a que pretendía reducirla el empirismo, ni pertenece al estrecho domi-nio de las emociones que preconizaban los neoempiristas, ¿no aseverabaWittgenstein que �la ética es inexpresable�?

El progreso estriba en sustituir proceso cósmico por proceso moral, en quetriunfen los mejores de intención sobre los que sacan provecho del ambiente,¿no tendríamos que volver a explicar la adaptación desde una perspectiva demás calado?, representa en la evolución el salto colosal ganado por una iniciativay no por fuerzas ciegas, ¿no transparenta lo que significa el mundo?; ningunacabeza bien pertrechada concluiría que el más desarrollado moralmente avasa-llara al menos desarrollado. No olvidemos que juntos convinimos en plantar unacolonia en plena naturaleza salvaje y que rompimos las cadenas del determinismopor disciplina espiritual, ¿imprescindible por desacuerdo entre propósito y pru-dencia? Nacimos a la moral apenas abandonamos los muchos deseos, pospusi-mos las demasiadas inclinaciones, pulverizamos los malditos cercos del egoísmo,descubrimos la bendita condición de amigos, de ciudadanos e introducimos elmandato de la reciprocidad por su papel de regla de ecuanimidad y raíz del amor,¿consecuencia ineludible de instaurar la sociedad?, ¿no estipula lo que me in-cumbe de mis semejantes?, suena a D�Alembert. ¿El objetivo último de la Crea-ción?, el sujeto moral, ¡qué extraño, una misión inacabable confiada a un planetacon fecha de caducidad!

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A través de experiencias repetidas que dañan interiores, interiorizamos yfijamos paulatinamente el imperativo de la conciencia y su intrínseca trascen-dencia y responsabilidad ante los conceptos más elementales de justicia, ¿lassentencias morales no ocurren por reacción según Ardigó?; gracias a una elabo-ración íntima nos compete establecer el orden de valores elección a elección,¿cabe nombrar obligatorios a los más altos?, inmunes a cambios, las normas ¿cum-plen con una pauta general a seguir?, no, piden acatamiento espontáneo y tien-den a ideales que exceden de meras reivindicaciones, ¿de otro modo no habla-ríamos de una lamentable limitación? La hermosa fórmula kantiana de �obra demanera que la máxima de tu voluntad pueda servir siempre como principio deuna legislación universal� prescribe actuar por motivación y renunciar a los im-pulsos; en cuanto cada miembro despliega la autonomía más completa �simultanea los caracteres de súbdito y soberano� con �obra de manera que lavoluntad pueda considerarse a sí misma, mediante su máxima, como legisladorauniversal�, exclama un �¡yo quiero!� y jamás un �¡yo sé!�, ¿equiparamos deónticacon la �ciencia del querer puro� de Cohen?; el reconocimiento de la dignidad del�procede de manera que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en losdemás, siempre como fin, nunca como simples medios� casa con el de Strauss�reconocer y estimar prácticamente en todos los demás la especie humana esnuestro deber para con los demás�, ¿ambos eruditos no indican que constitui-mos un �reino de los fines�?

Pomponazzi deja constancia de una doble vertiente en el premio y en la pena:esencial y accidental. El incentivo capital de la virtud reside en la virtud, ¿nopermite que nos sintamos seguros y exentos de turbación?, el correctivo delvicio va con el vicio, ¿hallamos cosa más miserable y más desdichada?; la falta dedistinción y sanción periféricas resulta una ventaja más una desventaja, ¿la bon-dad recompensada con superficialidad no enmascara una cruel imperfección?,¿el escarmiento no disminuye la culpa?, mayor condena recibe el que en apa-riencia no recibe condena. De Fourier aprendimos que �el único pecado originalfue el sojuzgamiento del primer esclavo, porque éste se perpetúa: los hijos de losesclavos fueron esclavos a su vez�; y mientras emitimos fallos éticos de tamañocalibre ¿no abrimos puertas a las pasiones?, ¿no estudiamos cómo suscitar enpartidarios y contrarios comportamientos concretos?, lograremos avistar el te-rritorio de lo extraordinario cuando satisfagamos el respeto desinteresado queexige sin prometer evidencias ni blandir amenazas. ¿Con qué argumentos infli-giremos sufrimientos a quienes acarrearon sufrimientos?, ¿no aumentaríamosla cantidad de dolor?, sólo lo excusaría la prevención de un tormento más grandeque el castigo �¡ojo con dar merecidos por mortificar!, no reproduzcamos crí-menes. ¿Qué reporta a los héroes de la vida superior el sacrificio padecido porlanzar delante de ellos líneas novedosas de inteligencia y autenticidad?, la afir-

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mación suprema, el culmen de la realización propia y de la armonía con el resto,levanta el magnífico edificio moral.

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más de la Moral

¿Un vano intento de dar categoría general a determinados apetitos persona-les?, no, constituye nuestra innegable esencia, no un simple añadido, ¿Spinozano reclamaba con sus reflexiones un estilo de vida? Aceptamos que la lógica res-pecto del juicio supone una condición previa, ¿extraña en Wittgenstein que laética respecto del mundo suponga su condición previa?, Russell matiza que am-bos planos no tienen conexión y Pufendorf señala que el principio de indiferenciasepara ese viejo Bósforo: los innumerables atropellos perpetrados muestran quelos primeros preceptos no constan inscritos en la conciencia, ¿no parecerá exce-siva alegría confiar en una criatura moral?, reivindiquemos a Nietzsche envolandas de su �inocencia humana� y a Aristóteles en su postulado de �tablarasa del alma�. Locke no encuentra puntos de apoyo universales, �las accionesde los hombres son los mejores intérpretes de sus pensamientos�, pero ¿acasono precisan elevar tales experiencias a la altura gramatical de un soplo de vientoque insufle aliento en sienes despiertas?, de Hobbes tomamos que �tras la Físicaviene la Moral, donde se estudian los movimientos de los movimientos...�.

Distantes y abandonados a sus distancias, la moral ¿no ayuda a moldear enoro una multitud de suertes tristes?, los crusoes de islas perdidas ¿no producenefectos propios del contrato roussoniano?, cenizas de una emoción extinguidapor una llamada que regula costumbres, imprime significado y salva almas, ¿porqué perturba que evolucionemos desde atender al crecimiento de uno a insistiren la perfección de los demás?; releamos de Locke que �habiendo hecho Dios a lacreatura de tal manera que no era bueno para ella estar sola, le puso fuertesexigencias, carencias y conveniencias que la inclinaran a vivir en sociedad, y a lavez la dotó de entendimiento y lengua para que pudiera gozarla y perpetuarla�.Y en el ámbito de la enorme intersubjetividad que rebasa las proclividades mías,tuyas y suyas ¿no surgen los compromisos, su saldo, y, por ende, responsabili-dades colectivas?, por tamaña presión circundante progresaron convivencias ciu-dadanas que luchan por conservarse �fundamento supremo de la civilización.

Del aristotélico �somos lo que hacemos� porque el �obrar sigue al ser�, ¿infe-riremos que las miradas divinas no miden conductas?, ¿o que actuamos comomarionetas zarandeadas por inescrutables designios celestes?, aún los muñecosmecánicos disponen de un grado de independencia si apuestan por lo sensato.Cuidamos del espíritu con vencer los embates de la ignorancia: suma colaborarpor concluir, resta competir; tratemos con Kierkegaard de duplicar palabras enla existencia y la existencia en palabras, ¿por qué cauce olvidado?, trasvasemossinceridad y realidad de una a otra: el necio que oiga a los filósofos con oídossordos no saldrá adelante, ¿no recuerda a esos enfermos que escuchan con fingi-

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da atención a los médicos sin acatar sus doctas prescripciones?, tampoco sana-rán jamás. Por un maníaco culto a la disciplina, Franklin recetaba �goza poco elplacer de la carne, excepto por motivos de salud o por condescendencia, nuncahasta llegar a cansarte o debilitarte�, ¿no culpabilizará y deprimirá de modo in-merecido a sus seguidores con consejos así?

¿Qué sugiere el valor?, la virtud aparentemente menos especulativa querenuncia a la violencia por amor a una integridad, ¿a quiénes honraremos con eltítulo de valiente?, a quienes filtran lo temible de lo que no y obran en totalconsecuencia, ¿y dónde diablos esconde su muda cobardía un cobarde?, siempredetrás de un curioso disfraz de pequeñez con demasiados aires de gloria, de au-dacia y de imprudencia, ¿Panecio no ennobleció el dolor con la sublime banderade probar una superioridad? No dudemos de que, con su escepticismo y resolu-ción, Sócrates demostró que sus concepciones particulares iban bastante másallá de las estimaciones tradicionales, ¿no exageraba mientras ensayaba sus de-finiciones absolutas en los arrolladores momentos de acoso del relativismo sofís-tico?, ¿quizá pretendía que la moral cupiera entera en un saber escrupuloso,seguro y neutro?, Aristóteles criticará semejante aspiración con la sentencia deque �en cada género de conocimientos hay que buscar aquella exactitud quepermite el objeto de la misma�.

En las clarificadoras páginas de Spinoza aprendimos que �el hombre que seguía por la razón es más libre en el Estado, donde vive según leyes que obligan atodos, que en la soledad, donde sólo se obedece a sí mismo�, y en las batalladorasde Locke descubrimos que defender su soberanía implica levantar barricadasfrente a ciertas agresiones, que la sumisión espontánea afianza auténticas auto-nomías y no merma ninguna esperanza de adquirir y desarrollar una dignidad,¿la capacidad de optar no entraña ayer, hoy y mañana el ascenso a determina-das perspectivas de una inteligencia deseosa o de un deseo inteligente? Por lainsoslayable ecuación de �elegir igual a considerar� fijamos los atributos de al-guien con el por qué acomete algo y no con el algo que acomete, ¿el sentido moralno incumbe indistintamente a cualquiera?, ¿no comprendemos lo suficiente ydecidimos?, ¡Dios mío!, en un extremo contamos con la concesión variable dehabilidades y en el opuesto ni especialistas, ni profanos, ¿lo peor?, la corrupciónde lo óptimo.

Bajo la dimensión del Cosmos como asignatura moral, los deberes moralesremiten a comportamientos en consonancia con la visión desinteresada que ex-presara el estoico Séneca en su �no importa lo que ocurrió a Ulises, sino cómonavegar hacia el bien�, ¿el ordo, decor y pulchritudo del humano bonuscommunis no atempera la miope persecución del útil privado, característica delos animales? Intervienen la razón que prepara el lienzo con los trazos de la ne-

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cesidad natural y la voluntad que lo acaba o madura con el montón de posibilida-des de los colores: incomodan en gran medida a la razón tantas dificultades enrepresentar lo sensible y tantas complejidades, mucho molesta a la voluntad noconvertir en verdadero cuando quiere cuanto quiere, a pesar de que la divisoriapase por su meridiano. No juguemos a hijos de la luz ni a hijos de las tinieblas:abramos el libro de la Tierra, recorramos su extensa retórica simbólica y lo pa-tente aflorará lentamente de lo latente, ¿de nuevo la forma por encima de lamateria?

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de la Actitud

¿El alma?, un fuego que supera los límites físicos, que remonta los picos cum-bres de la Tierra y agita alas por el firmamento entero; aquel �soplo que partici-pa de la llama y del aire� que diría Bacon �no parece la pintura muda de uncuadro.

¿Dónde reside semejante concentrado de fugacidad y eternidad tan tenue ysutil que escapa a los ojos de la mente?, Feuerbach asegura que permanece don-de ama más que donde mora, ¿barruntaría Plotino tal habitación cuando apun-taba que �el alma no está en el mundo, sino que el mundo está en el alma�?

Que tampoco extrañe el aserto de Proclo: si dirige la mirada hacia el exteriorno tropieza más que con imágenes espectrales, y si la vuelve hacia el interiordistingue lo inenarrable, a Ese. De More aprendimos la penetrabilidad del espí-ritu y la impenetrabilidad de los cuerpos, de Leibniz la �fuerza orgánica� �tér-mino que informa de lo inmaterial y de la materia� que vivifica como el solenciende la atmósfera con su presencia; y porque capte lo universal a través desingularidades, ¿necesita la envoltura de piel?, elijamos los grabados de solista ycítara y descartemos la mala foto de diosecillo y estercolero, ¿y entonces?, en-tremos en el encarnamiento de un hálito, intercesor de la palabra de adentro �intención� y la palabra de afuera �expresión.

¿Un intelecto hermoso?, el que por concertar razón e inclinación procedearmónicamente por instinto: una especie de montaje estricto, denso en pozosresonantes sin desgarrones ni hiatos.

Para construir el futuro �ámbito de lo preferible� a partir de cómo andanlas cosas �ámbito de lo real� precisamos separar de los porqués tangibles lasconsideraciones de lo intangible.

¿Qué papel desempeña la moral?, una resistencia que tonifica pasos vacilan-tes, eleva propósitos y educa batacazos con levantamientos, ¿aquel que aumen-ta en conocimientos, no sube el calvario que siguen?, las sombras acompañan alos candelabros; ¿de lo más hondo de nuestra conducta no emerge una voluntadde bien que culmina en la idea del bien?, revela un resultado de la libertad, no sufactor determinante; ¿quién restaría importancia a los pesares de conciencia comomanumisores de animalidad?, nos compromete con la redención.

Los trabajos que dejamos de lado por carecer de sentido ponen en marchamecanismos de ruptura, la aflicción, ¿no opinaríamos con Berstein que gozamosde una potencia capaz de función creadora?

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Nicolás de Cusa recoge en sus reflexiones la luz que alumbra los argumentoshumanos y enseña la ley del amor, ¿y de qué manera crece en intensidad elimpulso de amar?, dado que la apuesta principal hiere, ata, languidece y desfa-llece, ¿provocar que converjan ética y felicidad no rebasa en mucho los denuedosdel hombre?, urge Dios.

�¿El valor?

�Justo medio entre cobardía y temeridad de quien prefiere escoger influen-cias que padecer secuelas.

�¿La templanza?

�Intemperancia e insensibilidad en iguales proporciones; sufrimos con elsufrimiento de los capitanes que presagian la pronta tempestad y no logran evi-tar los embates de la ciega violencia.

�¿La magnanimidad?

�Fiel de balanza en vertical mientras pesamos vanidad contra humildad,odisea de una madurez que madura en la trágica ambigüedad de cada uno.

�¿La mansedumbre?

�Mitad irascibilidad y mitad indolencia, ¿negaríamos al dolor su cometidode piloto en la nave?, he ahí el carácter complementario de acción y pasión queinterviene en los momentos de gran aventura personal.

Aunque prescindir de toda lucha acusa una falta de adaptación que la selec-ción natural deberá extirpar, redescubramos el atractivo de lo que Ernest Blochcalifica de �utopía militante� por sus consecuencias �móvil de fondo� y no porcosechar consecuencias �móvil de acción�, ¿cualquier empresa no encierra unaliciente independiente del efecto que produce?, el arquero consigue siempre sufin, ¿y la meta?, el centro de la diana que acierta o falla según circunstanciasvariables.

Que los soldados del pensamiento venzan a la guerra y no gracias a ella, ¿enlos campos de batalla no tiembla el miedo y retumba la venganza?, ¿el victoriosono acaba más agotado que los derrotados? ¿por qué no buscan antes el seno deMinerva que la corte de Marte?

Que nadie protagonice el mínimo acontecimiento en los remotos yexasperantes aislamientos náufragos; en suelos inhóspitos, infinitos e impasi-bles a las preguntas, ¿acaso queda al alcance de la angustia fecundar entendederas

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con mensajes que lanza al mar en botellas y a merced del tiempo y la deriva?

Frente a los oportunistas con cara de querer lo que pueden en tanto no tie-nen lo que quieren, admitamos no querer unos cuantos estos y esos queridos yquerer otros no queridos.

Renunciemos de una vez a localizar paraíso e infierno, ¿cuándo asumiremosque bienaventuranza y condenación designan situaciones y no sitios?

Verdaderamente, la corriente trascendental del planeta va de Este a Oestecomo los favores diarios del amanecer. De Cicerón recordamos �tranquilidad enla dignidad� y de Marco Aurelio �acostúmbrate en lugar de desesperar�; Pirrónconcebía que la indiferencia hacia lo cercano del que aspira a las alturas lo lleva-ría a disfrutar de una serenidad muy especial, a la ataraxia: mezcla de pesimis-mo y de aceptación, ¿pesimismo impregnado de sosiego?, no demasiado amar-go; Plotino insiste en que �la acción es un debilitamiento de la contemplación�.

Hablemos de la contemplación: el yo íntimo se dilata, asciende y se coloca asalvo de sí; al desnudo y delante de la Sabiduría sucede el éxtasis, la metamorfo-sis y la apoteosis bajo el triple silencio de la boca, del temperamento y de lasneuronas; ¿quizá por piedad cósmica identificamos destino con providencia?, ¿eloptimismo de creer en la administración divina del conjunto no calma una viejaconfusión?

Definidas las articulaciones, únicamente aguardan a quien sirva de osamen-ta: el escritor facilita pruebas por exigencia y consejo de la prudencia; no aporta-rá solución alguna, recae en el lector la responsabilidad de encontrar respuestasa sus propios interrogantes.

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más de la Actitud

Coincidamos con William James en fijar que cada acción responde a una re-acción ante el resto, y con Bonhoeffer en un �estar-para-los-demás� a la alturade los demás. Asumamos sus culpas, plantemos cara a sus infortunios e inclusomuramos por defender sus vidas, ¿no impediríamos que un desquiciado cocherocorriera a lo loco por carreteras concurridas?, no nos contentemos con socorrera las víctimas que hiere su trote. Por el propio respeto que profesaba Demócritoencontremos en la intervención el centro de la existencia, y no en los estados derigurosa pasividad receptiva y de reflexión contemplativa que sucumben al en-torno �puestos de tránsito, peldaños con que lograr la cumbre.

¿Diremos con Sartre que cualquier diligencia importa por igual?, tendería asacrificar al individuo con tal de hacer surgir la causa de sí, ¿encalla por principioen el litoral del fracaso?, desde luego provoca mutaciones sociales, mentales yrevolucionarias. Rhaner habla del interés por prolongarnos dinámicamente ha-cia la extensión indefinida de los cuerpos concebibles, el horizonte ilimitado don-de retozan su limitación los sólidos conocidos y cognoscibles, ¿nadamos confusosen una búsqueda interminable y aspiramos a la certeza espontánea?, ojalá notardemos demasiado en descubrir de una vez la trama del devenir de la verdaden el lento crecimiento dialéctico del yo interior.

Tracy casa moral con higiene de los deseos en su origen, no con un conjuntode reglas, ¿dónde radica la meta última de esa o aquella tarea libre?, en su orde-nación, en la perfección a que apunta Wolf, ¿y en el ínterin?, instante a instantede la encarnación intelectiva desempeñamos el extraño papel de expectantesespectadores directos, procuramos portar lo presente en aras de que participede la madura Creación, ¿no jugamos así a actores?, y mientras formulamos jui-cios ¿no proyectamos las más íntimas inquietudes?, ¿no pretendemos suscitaren el frágil prójimo una conducta concreta?, obremos de modo que al espantosodolor del Viernes Santo le suceda el feliz gozo de la Pascua de Resurrección.

El animal genera inmediatamente y bajo el mandato de la necesidad en pro-porción a los requerimientos de su especie; el humano despliega alas, sobrevuelala demanda física y echa mano de los imperativos de la belleza; aunque conscien-te de semejante situación, entra en su experiencia cómo procederá apenas co-mience el proceso. Por no dominar el camino, empezará con tentativas, con uncomplejo de decisiones, sugeridas y guiadas por hipótesis, que repetirá hastacoronar la finalidad común en que converjan los más diversos enfoques; la elec-ción aflora del estilo que prefiere practicar, tratamos con algo que trajina día ynoche animado por el alma que lo posee, no con un inerte mobiliario que toma-mos o soltamos a gusto.

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La fatal falta de armonía desencadena innumerables errores y taras, ¿suspersistencias no indican que ninguna realidad permanece exenta de discordancia?,llegamos a la solución de los problemas por el método persuasivo-comprensivo conproposiciones críticamente inspiradas y canalizadas y no por un planteamientoargumentativo-especulativo, ¿no vemos que en los preceptos de una evolución per-sonal, en la validez de sus modelos, en los fundamentos de su ética operan factorespor completo ajenos a la lógica?, la lógica más reveladora que imaginemos jamásempujaría a la lucha, ¿sólo con una vista aguda ya andaríamos?, ¿no precisamostambién de pies sanos y de voluntad de moverlos?

Por el recuerdo de Bonhoeffer en prisión ��no es mi intención despreciar latierra en la que tengo la posibilidad de vivir. Le debo fidelidad y agradecimien-to... Debo ser huésped con todo lo que ello implica�� consideramos a quien her-mana sus peores circunstancias con producto, no con dato, ¿acaso su significa-ción no recrea la celda y forja al sujeto?, ¿un producto que mejora a su produc-tor?, por tamaña inclinación a la iniciativa parece adecuado calificar con Marx sucapacidad de condicionada, condicionante y autocondicionante. Cuando ejerce-mos según un norte, emerge una luz implícita, el susurro de los siglos la explicita,profecía al revés �desarrollo imprescindible de una completitud�, ¿trabajamosde simples tripulantes en los capítulos del tiempo?

¿Encienden vehemencia los asuntos huecos?, con Pascal entendimos por pa-sión una emoción preponderante diestra en colorear temperamentos enteros yen determinar sus talantes; con Vauvenargues, que �las pasiones han enseñadoa los hombres la razón�, que �la fuerza del espíritu reside en la pasión�; conHegel, que �nada grande ha sido llevado a cabo en el mundo sin pasión�; conFontenelle, que �la historia tiene por objeto los efectos de las pasiones y los ca-prichos de los hombres�; con La Rochefoucauld, que �si resistimos es más pordebilidad de la pasión que por nuestra fuerza�; con Spinoza, que �un efecto quesea una pasión deja de ser una pasión tan pronto como nos formamos una ideaclara y distinta del mismo�.

Los delirios no se ocupan más que de sus vanidades, hinchan artificialmenteel bien y el mal que evidencian e inducen a huir del uno y perseguir al otro conmás ardor del oportuno, ¿salvaremos los oleajes?, no cabe duda de que el desti-no de los impulsos oscuros depende de las coyunturas que ofrezca el ambiente yde la educación recibida y emprendida. En Schopenhauer no encaja genio conacción; su vocación, la meditación..., el �genio� de un general delata firmeza decarácter; ¿qué esperar de los que sufren de miserias con escasos recursos?, tam-poco de los que disfrutan de potencia desprovista de impotencia, porque cuen-tan con muy poco que anhelar, ¿quizá convenga una mezcla de complacencia yenergía, de tristeza y presunción?

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del Bien

�¿Qué representa el bien moral?

�Un deleite estético.

�¿Y la belleza?

�Un bien moral.

El bien corresponde a la inteligencia como el círculo al centro, una irradiaciónsimilar al halo que aureola el sol; ¿su condición?, según Moore, una cualidad sim-ple y evidente que la spinoziana intuición de causas de cosas y de cadenas decausas captaría en plena acción, ¿no nutre sus raíces en los hondos nacientes dela existencia? Un espíritu enamorado del bien imprime unidad, ¿no vemos ale-gres a quienes lo practican por la alegría que los otros advierten en ellos?; nada,nada importa comparado con el imperceptible aleteo de la caridad, ¿lo demás nodeserta con las estrellas al amanecer? Reinscribamos cada día el bien en la carnedel alma, así no lo imaginaremos dotado de función motora en razón de que muevalas almas, ni perpetuaremos remansos faustos de una pretérita edad de oro queaún está por llegar, ¡majestuosa visión luminosa que no precisa de ningún desa-rrollo demostrativo!

�¿La bondad?

�Un efecto del comprender.

�¿Y la fuerza?

�Un fruto de la Naturaleza.

La palabra exterior descubre la palabra interior en el hombre y la magnifi-cencia del mundo creado revela la potencia y cordura de Dios, ¿su alianza?, conlas necesidades del hombre, ¿y su finalismo?, en la bondad general; ¿lo acabadono depende de la oportuna selección de medios?, una luz adecuada lleva a dicta-minar con rectitud.

Insistamos con pintores y escultores en que abandonen la rueda que el des-tino dice manejar, ¿no preferiríamos la licencia del viento que hincha velas denaves con un marinero al timón?; el que trabajemos por la propia satisfacción noimpide que experimentemos sentimientos sanos, tampoco la salud de esto o aque-llo obliga al asentimiento: la voluntad escoge con entera libertad el privilegiomayor, ¿tamaños modos no confieren a la ética un carácter de irreparable arbi-trariedad? Aunque no resuelvan, el valor intrínseco, la riqueza, el poder y la

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hermosura facilitan el despliegue de una abnegación, ¿sus carencias no reducenrendimientos?

¿El mal, accidente inexplicable?, ¿una colosal colisión de incompatibles en losdominios de la materia?, el agustiniano Alcuino, ¿no lo definía por una ausencia?;sugiere defección, deficiencia, renuncia, no elección, no decisión, no ser y muer-te. ¿Cómo entender la funesta disonancia que acrecienta el goce por las placen-teras consonancias?, ¿requisito de una extraña armonía?, secuela inevitable deun crecimiento torcido, ¿imperfección de lo limitado?, no la observo en el Cos-mos. Recuerden a Rousseau en lo de �no busques al autor del mal: tú mismo eresel autor�, ¿procede sólo por aquiescencia?, ¿un producto no deseado de nuestrarespuesta a los retos de afuera donde unos cuantos cruzamientos de leyes pro-vocan vastos desórdenes y monstruosidades? A semejanza de los piratas delTirreno que ataban un cadáver a sus prisioneros vivos, ¿esposaron los demoniosel mal al bien, su sombra?, ¿obra de la mejor manera y mejora el conjunto?, ¡ay,por el caos, por la tuerta suerte de frustrar posiciones en los imperios del Odio!,¿tendremos que retroceder hasta Juan Escoto Erígena para aclarar que el in-fierno arde en la intimidad de los que sufren por remordimientos? ¿A qué aspi-rar tras el fracaso de trascender la cárcel del yo aislado?, una gota de agua quecae en tinajas de vino, ¿no adquiere el sabor y color de la bebida dionisíaca?, ¿conmucho calor, el hierro no pierde su apariencia y gana la del fuego?, entonces, ¿aqué viene descargar sobre nosotros la onerosa carga del mal?, ¿en qué cabezacabe que temamos la resolución del Gran Juez por un hipotético margen de au-tonomía?, ¿acaso tratamos con un hacedor cruel? No dudemos de que la perver-sidad saca provecho del truco de las voces engañosas y que el escaso bien nocontrarresta la atracción del mal: urge encontrar en los juegos de las simpatías yantipatías una manera de levantar barreras de defensa, ¿Moisés no superó sudesventura de niño expósito?, ¿el agravio, un desafío?

�¿Qué anotó Proclo acerca de la virtud?

�Incluso las piedras contienen a su manera una virtud purificadora.

�¿Qué declaró Séneca?

�Ni virtud sin ejercicio, ni ejercicio de la virtud sin virtud.

Llamamos fortuna a algo con lo que sintonizamos por sumisión refleja, ¿elherético indiferentismo de Aristón no conduce paso a paso al irónico despreciode una humanidad con aspecto de carnaval?, de implicar una reacción espontá-nea, convertiríamos ese impasibilismo en manifestación de un conocimiento ver-dadero. La virtud exige los excesos del vicio, ¿si prescindimos de los extremosno descartamos el punto equidistante?, en cambio, entre la virtud y el vicio no

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hallamos tal situación de equilibrio; los que a duras penas rocen con la virtudcomparten miseria con los que pacten con el vicio, ¿podríamos respirar de per-manecer apenas por debajo de la superficie?, ¿y de aguantar en corrientes pro-fundas? Hablemos del comburente que anima los carbones del alma, de una son-da que despierta almas hostigándolas y conminándolas a la meditación, ¿unaespecie de inspiración divina?, echemos una mirada a los profetas y poetas; qui-zá resulte imposible que la gracia forme pareja con el deber, ¿no amilana la de-masiada dignidad?; con el único arte capaz de alcanzar la sabiduría jamás ocurri-ría, ¿no supone una de sus felices consecuencias?, ciertamente, una belleza enmarcha bailará más cómodamente del brazo de la intención por cumplir.

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más del Bien

Moore etiqueta el bien y el amarillo de nociones simples, ¿acertaríamos aexplicar lo amarillo?, tampoco qué significa el bien, ni cómo abarcar lo intuitivode que �el bien es lo que todos saben que es�. Wolf insiste en que la deontologíatiene valor con redención o no, importa por sí misma, ¿acaso Lotze no asimila elmundo a una máquina dirigida a la consecución del bien? Lo esencial radica endeterminar qué proporción de placer y masa gris entra en la fórmula correcta:aunque Kant cimentara el deber sobre el bien y no el bien sobre el deber, elelemental �sentimiento moral� descubriría en la médula espinal del bien la nece-sidad moral, los conocimientos no intervienen; ya que el carácter imperativo dela norma procede de que consentimiento y argumento no alcanzan nunca unaconcordancia completa, la fase suprema del bien consiste en la avenencia deaquiescencia y leyes que retumban de viejo en el corazón. Según Horkheimer, laimposibilidad de definir el bien integra nuestra constitutiva finitud y actúa comoútil antídoto contra los dogmatismos que repetidamente intentaron penetrar ensu intimidad, ¡con cuántos enjuagues sufrió el prójimo!

En �cuando recomiendo una acción a alguno como buena, expreso el hechode que yo la deseo�, Schlick apuesta por disminuir la diferenciación personal ypor romper el egoísmo en que lo instintivo nos encierra; a rastras con su apeticióny aversión, Hobbes escribe que llamamos bien a lo que pretendemos y mal a loque odiamos; Taine equipara vicio y virtud con ácido sulfúrico y azúcar, y Croceve en el mal un bien, y en la obra del diablo, la mano de Dios. Hugo de San Víctordefiende a pie firme que los dos principios tienen su fundamento en la voluntadsoberana �ni más ni menos�; y por enraizar raíces en una autonomía, hasta enel mejor de los cerebros supondremos una tendencia a subordinar de maneraresponsable el motivo ético a distintos motivos.

Si los caminos del mal parecen abiertos de par en par ¿por qué no franquearlas cancelas entornadas del bien?, ¿dónde concurren?, en la plenitud del univer-so, ¿gozaríamos de los bienes de no soportar los males respectivos?, ¿suprimidoel mal, no acabaríamos con el bien? ¿El bien dimana exclusivamente del bien?, ydel mal: a través de tamaña oposición resulta más evidente la belleza y el ordendel Cosmos, ¿permitiría esa perspectiva excusar el mal?, ¿inmanente al bien?,Schleiermacher califica de relativa la enemiga entre ambos extremos, �no ex-presan otra cosa que los factores positivos y negativos del proceso de unificaciónde la naturaleza y de la razón y, por ello, no pueden comprenderse sino en lapura y plena representación de estos procesos�.

Aceptemos que la mala fe engaña y se engaña al ocultar que engaña a cual-quier precio �impide entender� y que la buena fe sólo se engaña, no engaña �

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lleva a entender. Después del ocaso diario caen las tinieblas, después del largosilencio ensordecen los aplausos, después de la amarga tristeza aflora la alegría,pero las tinieblas, el silencio y la tristeza indican ausencia de realidad, ¿y el mal?,¿no señala también un rechazo de realidad?, Hegel lo reduce a �bien menor�.¿La utopía?, un producto teórico con el que comparar lo existente, sirve de norteabordable a las enmiendas y admite discusión y refutación: Bentham considerósiempre la única medida legítima el máximo de felicidad del mayor número degente.

Platón sostiene que el mal estriba en cometer abusos, no en padecerlos �manchan y pervierten el alma�, y que quien no pena la pena evade expiar laculpa; Schopenhauer vuelve a la carga con que trae consigo tropelías, ¡qué ce-guera frente al oscuro destino común!, ¿responderá a la imperfección de un mo-delo inadecuado? ¿De qué lugar mana?, del temple frágil de la categoría huma-na, ¿su nacimiento?, tras demostrar su indignidad ni siquiera un exceso de atre-vimiento asumiría su paternidad, ¿y su ascendencia última?, turbio asunto, in-cluso en Kant: derivarlo de la sustancia incondicionada ocasiona un absurdo yuna impiedad.

La inercia propia del individuo lo estaciona en grados embrionarios de la re-flexión, lo envilece en la pereza de afianzar su independencia, ¿extraña que Fichtela identifique con el mal? Ignorantes de sus metas, los criminales destruyen loque seguramente perseguían, ¿quizá promesas arruinadas a las que la sociedadno ayudó en su momento?, ¿por corrupción no pierden vigencia?, ¿la descompo-sición absoluta no coincide con el vacío absoluto? La aserción de que �el hombrees malo� distancia conducta y conciencia, y la de que �el hombre es malo pornaturaleza� extiende dicho alejamiento a la totalidad; el pecado predomina por-que mientras las desperdigadas sombras resolvieron juntar sus dorsos negros yparticipar de la luz, el blanco torso de la luz permaneció ajeno a las desleídassombras.

Proudhon asevera que eliminar el mal implicaría rectificar la concepción dejusticia en pos de lo ideal, ¿negociamos una deuda intransferible e insaldable?,desde luego tratamos con la obligación más privada, ¿no sonaría a quiméricoquerer erradicar el mal?, ¡ojo con el remedio!, a veces cambiamos de sitio unpuñado de defectos y quedan reforzados; la vertiente curativa de muchas dolen-cias aconseja no paliar sus efectos. Venzamos sus cadenas y merezcamos el títulode libres, ¿y con qué?, salgamos a la eternidad y solventaremos el problema, ¿lacausa y origen de tanta confusión no cabe entera en el tiempo?, el mal subsistiríacon el letrero de etapa rebasada �por estricta vida espiritual, la inteligencia lorefracta.

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de la Felicidad

A diferencia del resto de animales, disponemos de facultades ilimitadas queevolucionan, no de instintos fijos. Vivimos atormentados por apetitos insatisfe-chos e incontrolados y manifestamos espontaneidad creativa en medio del tu-multuoso juego de afectos y desafectos, ¿y cómo atajaremos los desaforados arre-batos?, sometiéndonos al tributo que exige la carga emocional de unos ritos.Enterados de los deseos e ignorantes de sus causas, ¿metemos la pata por pres-tar atención al libre albedrío mientras abonamos con nuestras dualidades cons-tituyentes las unidades que jamás acabarán por brotar?

Aunque tuvo el valor de luchar en solitario, la religión no pudo con el penosoasunto de la esclavitud, porque los inconvenientes necesarios nunca miden me-nos que el tirón de la pasión; por esquivar el negro callejón, remitió la comunióngeneral del más acá al más allá, ¿de nuevo la argucia de los recorridos con tram-pa?, el filósofo clásico ya paladeaba la calma perfecta del lado de acá y no gustabade las indemostrables promesas del más allá. En las metáforas, en el globo, en losideales, en la historia y en los mapas, ¿no contamos con más viajes que los circu-lares?, recomenzamos la búsqueda, pero el rodeo �laberinto e hilo� nos prepa-ra y dispara a por la conquista final.

En calidad de elementos particulares tendemos a la dicha como el fuego asubir, la piedra a caer, y el agua a la horizontal, ¿los porteadores de alegrías nocomban igual que los cuerpos el espacio y comunican con el porvenir?, quizáprevén los acontecimientos que acaso provocan.

Con el sambenito de factores complejos, por culpa del engranaje interno, va-mos hacia la angustia como los reinos de sombras marchan a fornicar con la nada,y en el borde de la nada escuchamos los imperecederos ecos sonoros que emergendel centro de todo, ¿sin creernos prósperos, no nos sentimos echados en brazosde una prosperidad que esgrime credibilidad? Tal imagen persuasiva alcanzaráun más alto grado de probabilidad en cuanto otras no la contradigan, ¿los médi-cos no diagnostican una enfermedad por varios síntomas concordantes?, ¿es-cuece?, recordemos con Nicolás de Autrecourt que �cuando un amigo de la ver-dad se levanta y hace sonar su trompeta para sacar a los durmientes de su sue-ño, sufre el enfado de los que despiertan�, ¿no mejorarían si apreciaran más suandar alerta?

De Demócrito aprendimos que �la felicidad no reside en los bienes externos,el alma es la morada de nuestro destino�, el orden y la avenencia conciertan elalumbramiento �pronta por llegar de adentro�; Epicuro la sitúa en el placerestático ��no sufrir y no agitarse�� de la privación del dolor �torpe por recalar

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de afuera�, frente al deleite en movimiento �gozo y júbilo�, ¿no significa apos-tar por la prudencia �germen de virtudes�?, ¿encontraríamos lejos de ella aDulzura, Belleza y Justicia?, ¿quien arriesga no descubre que lo esencial de laconciencia elude los modos inmediatos de existir?, Comte señaló que las funcio-nes básicas del individuo aprovechan a la especie y no a sus funciones orgánicas;tampoco debe extrañar el aserto de John Stuart Mill de que sólo hallan la felici-dad, a lo largo del camino, los que entregan por entero su ocupación a los demásy que no la disfrutan los que la persiguen de forma egoísta.

Entendida su propiedad de uso, no de posesión, de hacer, no de ser, da en-trada a una conexión de conjunto que ni el interés ni la inteligencia establecerían,nos eleva sobre las fuerzas regresivas, ¿no lamentamos el desgarrador resulta-do de las peleas por premios ridículos?, ¿qué locos divierten su corazón con heri-das y venenos?; aquellos que cortan piernas a generosas conductas ejercen devencedores faltos de honradez, ¿por qué no reclaman la inmortalidad imposible?

A semejanza de los tebanos remontamos por entronque materno hasta Ar-monía y por el paterno hasta Dragón: Armonía nace de los quereres ilegítimosentre Afrodita y Ares, y a la jauría del Dragón la alienta un irrefrenable impulsoa matarse entre sí. A pesar de las incertidumbres que estimulan los ídolos de latribu �señalan prejuicios que impulsan a confiar en impresiones y a fundamen-tar la comprensión en anhelos�, de los ídolos del cerebro �provienen de lasapariencias o parecidos que sustentan unos accidentes�, de los ídolos de la ca-verna �radican en cada persona�, de los ídolos del teatro �salen de procesiónen las épocas de vocaciones platónicas o aristotélicas�, de los ídolos del foro �representan las prácticas viciadas con el lenguaje�, ofrezcamos la ética estoica yoptimista que adopte el aspecto de una dialéctica. ¿El estoicismo, una vanidad?,¿la postrera fachada de dignidad que mostramos a los que prueban a probarnuestra resistencia?, aún le cabría una medalla más: la de haber permitido amuchas cabezas sedientas de profundidad atravesar ilesas los innumerables de-siertos de violencia y astucia �Saint-Simon habla de que habitamos un mundoinvertido �donde hombres incapaces son encargados de dirigir a gentes capaci-tadas�.

En caso de que el infortunio oscureciera y apagara de momento los fecundosefectos de la fortuna, no huyamos a lo irracional �¡condenada �hez de Rómu-lo�!�, ni repleguemos la emprendedora voluntad a posturas pragmáticas, leve-mos sin miedo el ancla de los mordiscos y contagios recientes �últimas hojas delpasado�, abandonemos de una vez el velo opaco de la letra escrita, exploremoscontinentes esperanzadores �primera página del futuro� y ensanchemos lasventuranzas a nuestro alrededor con el mayor éxito; saltemos de la servidum-bre del conocimiento �período de azotes en atmósfera de temor� a la servitud

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filial del sabio �ocasiones de acción embebida de fe�, asumamos la completaindependencia del espíritu, trashumanicémonos, venzamos los impedimentoshumanos y abrámonos a la vida �pálpito del Universo.

En tiempos de contemplación y de autenticidad, las chispas de lo más hondode cualquiera propenden a volver a su hondura oculta, a un fondo secreto en elque brilla la lealtad, ¿qué importa que nadie cifrara el salario de la decencia encontento?, ¿los giros cósmicos no giran gracias a una eterna aspiración de amorsiempre por contentar?

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más de la Felicidad

¿Por qué resultará difícil definirla?, porque sus repercusiones sobrevuelanel lenguaje con un ala más allá de sus horizontes, donde anidan los paralelos delas analogías, el ardid de las metáforas, el misterio de las paradojas. Implica su-mergir el yo en una corriente de armonía, y la armonía o fidelidad más ampliarequiere admitir en uno la armonía global. Su significado profano de fuera deltemplo no contribuye a repudiar a quien nos confía concluir su obra de Creación.

¿Conviene no ahondar en el asunto de la infelicidad?, ¿por renunciar al dere-cho de molestar al Autor con preguntas impías?; por la asimetría lógica de sabermejor qué depara el infortunio que la fortuna ¿podemos aspirar a poco más quea una paulatina mitigación del infortunio? ¿Qué mide la calamidad?, el apetitoque excede a las disponibilidades, ¿su déficit no inclina a vegetar?, Platón lo dejóescrito, �no es el demonio quien escogerá vuestra suerte, sino que sois vosotroslos que escogeréis vuestro demonio�.

Leibniz piensa que la felicidad exige conciencia y no califica de feliz más que aun individuo consciente, Bloch insiste en que estamos �materialmente� ham-brientos de comida y de mucho más, ¿a quién incumbe la servidumbre?, �cadauno es responsable de su destino, la divinidad no es responsable�, según Platón.Stuart Mill indica que la encontraremos en una dedicación capaz de concentrarsus energías, jamás si la tomamos por meta; Marcuse, que la doctrina hedonísticade uno por separado no resuelve el problema objetivo, �permanece como algoexclusivamente subjetivo; el interés particular de cada uno, tal como es, se afir-ma como el verdadero interés, y se legitima contra toda universalidad�, ¿de quéhabla?, ¿de reciprocidades esqueléticas?, ¿de la lucha diaria que uno entablapara sí desde su adentros, ajeno a los alrededores?; acompañemos a Feuerbachen que no cabe restringir la dicha a uno por uno, ya que nadie vive aislado, oquizá a Hume en que la oportunidad personal marcha estrechamente junto a laoportunidad colectiva. ¿El propio rumbo?, una consecuencia de la conducta.

Por sus activas proclividades terrestres, los humanistas intentan aquí y aho-ra la prosperidad humanamente asequible, ¿con qué trabajaremos esa propen-sión?, con el uso de la razón: que valga el talante tranquilo respecto a las causasmayores y que no valga ninguna clase de queja del mundo. Wolf alinea felicidadcon punto de mira de la filosofía y mantiene que daríamos en la diana con undisparo de �conocimiento claro y distinto�. Proudhon equipara su primera y úl-tima sanción con justicia, Marcuse la coloca a nivel de consumación y estimaciónde la madurez mental, Feuerbach identifica su impulso con voluntad, ¿no des-mentiría una libertad?, no, el alma la procura por su libre albedrío. Recurramosa Descartes con que el único modo de alcanzarla estriba en contar con los límites

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de uno y conformar ansias y sueños a estos límites.

En trazo de unidad simple, concibamos un complejo orgánico jerarquizadoque se manifiesta en una multiplicidad de determinaciones alienadas y que des-pués re-conquista dialécticamente los momentos del principio interno, habla-mos de un desmembramiento que prepara su reconstrucción mientras rebatelas discrepancias que plantea, ¿argumentaciones similares llevaron a Pico de laMirandola a aceptar que la felicidad descansa en el retorno a uno, en los orígenesde su historia? Según Spencer la evolución decreta una consonancia creciente denuestra constitución espiritual con las circunstancias de vida en aras de merecerla suprema perfección, ¡cómo sentimos el peso de Aristóteles en cuanto situó laperfección en el extremo y no al comienzo!; también Adorno cultiva en la reali-dad presente su inviabilidad, ¿el arte no atestigua la necesidad de un Cosmosinédito?, y Fichte basa el sosiego más grande en la fusión con Dios: abrazamos suimagen, pero no entra en nosotros.

Apenas mendigamos felicidad en el dominio de lo cotidiano, asoma el dualis-mo de lo que es y de lo que debe ser. Hundidos, aturdidos y náufragos en tama-ño oleaje ahogante ponemos la salvación en percibir con lucidez por dónde pasanuestra sincera posición frente a las cosas; no olvidemos que tienen función demedio, que participan de un orden cuyo propósito consiste en satisfacer las ten-dencias. No, no vendamos felicidad en lata, indaguemos a más profundidad,releamos de Hobbes que �el bien máximo de todos los bienes es avanzar sinimpedimento hacia fines siempre nuevos�. La decisión de no andar nunca másperdidos en el hiriente caos de lo accesorio insta a coincidir en paz consigo mis-mo, ¿no brota del más recóndito confusorio la radical autenticidad que llamamosfelicidad?

De Demócrito aprendimos que ganamos felicidad con ecuanimidad e inteli-gencia, y no con los cuerpos ni con la riqueza, no tiene nada que ver con el gocehabitual, ni con el que Telesio descubría cuando verificaba las acciones impres-cindibles a su conservación, ¿ni siquiera con el de sumo grado de Hartley sanea-do por el dolor? Persigamos unas pasiones a costa de otras que engendran fata-lidad y desequilibrio y lograremos la pura alegría definitiva del místico por de-trás de los deleites y de la angustia, ¿no orienta que Stendhal hermanara bellezacon �promesa de felicidad�?

La virtud ¿una gracia íntegra y magnífica?, el factor de lo deseable no basta,necesitamos de la felicidad. Filelfo opinaba que �es no tan sólo absurdo, sino com-pletamente fatuo y loco quien pretenda negar que el hombre virtuoso goza delplacer más elevado y es feliz y bienaventurado�; en cambio, los epicúreos creye-ron que la búsqueda de la felicidad suponía la virtud, los estoicos que frecuentar

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la virtud acarrearía felicidad, ¡cuánto error en semejante relación!, esfuerzosdiferentes en empresas diferentes. La condición que hace posible la virtud �respeto a la ley moral� no influye en la felicidad; ni la condición que hace posiblela felicidad �acatar las leyes y el mecanismo natural� influye en la virtud, ¿com-pondrán una antinomia?, aunque pareciera que la virtud vindicara la esperanzade coronar la felicidad, no ocurre porque demanda un infinito pulido ético.

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del Saber

El saber quizá estribe en reemplazar el carácter infalible de la inocencia pri-migenia por una rectitud reflexionada y voluntaria, ¿sorprende que semejantearte la emprenda contra los tirones de la acción?, bastantes señalaron unas ins-piradas lágrimas que pretendieron olvidar �desconsuelo que adopta a menudola seriedad de no permitir que lo tomen en serio. Ortega insiste en qué hacer conlo que nos rodea, ¿turba su condición personal?, de que el tema concierna cons-tante y exclusivamente a la actitud ante los demás procede su naturaleza subje-tiva; Scheler lo define como relación interna por la que un existente colabora conla esencia de otro existente, que en esencia no varía; Campanella mantiene que�saber es percibir las cosas tal como ellas son�; Lacan persuade a no alardear depresas exhaustivas ni de posesiones últimas, y permanece siempre extraño a losinstrumentos conceptuales y lingüísticos; Hume hermana el saber humano consaber probable; y Fichte con imagen, esquema, exteriorización de Dios, ¿lo in-completo y la gravedad de su fracaso no revelan una hondura que sólo la tras-cendencia conseguiría llenar? Descartemos la tesis de los escépticos académicosde �que no es posible saber nada�, ¿de no saber a saber no ocurre el aprender?,¿precisamos subrayar que la clave radica en una tenaz interrogación?, Aristótelesy el Evangelio acordaron un acuerdo así; ¿su medida?, lo que procesa el pensa-miento, ¿no roza lo patente en cuanto halla correspondencia con lo que le circun-da?

Del brazo de Popper, �todo organismo ha nacido con un horizonte de expec-tativas�, centremos la mirada con Foucault y digamos del hombre �sujeto decada saber y objeto de un saber posible�. ¿Y cuándo coincidió saber con proble-ma?, cuando adquirió sentido con la historia por efecto de una alteración en susdisposiciones, ¿acaso no representa un amago de paliar el estado de miseria aque nos condenó la caída en los suburbios de la nesciencia?; según Al-Farabigerminó entre los caldeos de Mesopotamia, luego marchó a Egipto y después aGrecia, ¿no logró por esa época asir el papel y regresar a su origen en formaescrita? Frente a la mesa de los siglos que llamamos �laboratorio del filósofo�solemos abrir la espita de �¿cómo sucede que ahora no frecuentemos los argu-mentos que años atrás frecuentábamos?�, y encontramos que la razón evolucio-na a pesar de la razón, y que lo fortuito aparece un poco a modo de sombratransmitida. Escojamos la �búsqueda sin punto de partida ni de llegada� de lospirronianos y juguemos a producir igual que la flor su jugo, ¡pues claro que pasa-remos demasiado tiempo faltos de respuesta!, pero urge que nos instruyamosen muchas cuestiones que atormentan frívolamente: no resta más que el silen-cio y esperar a que lo fragmentario conecte armónicamente con la totalidad en laedad cósmica, entonces seguiremos en el firmamento los caminos iluminados

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por las estrellas �el saber y la vida sueñan con su infancia.

¿Para qué sirve?, sirve y debe servir para la interpretación y sometimientodel mundo a los propósitos de quienes prevén y proveen, ¿no merece un destinoque jamás coronaría en las afueras de una cabeza?, para superar la finitud entanta infinitud, para aguantar atentos a la escucha íntima. El saber profundo nosoporta una plena verificación, ni una mente sana disputa al saber verificable suentera certeza, ni su suficiencia en vincular al individuo con sus raíces: sabemoslo evidente, suponemos aquello que de alguna manera perdura escondido y aque-llo a lo que asentimos por motivos extrínsecos a lo que afirmamos, ¿reside tam-bién ahí un envite que invita a �saber y comprender lo que creemos� del progra-ma agustiniano? Atado al palo mayor, Ulises goza de los cantos sirenos y no cedea la destructora incitación �reduce tentación a contemplación� y susensordecidos compañeros de viaje prosiguen con sus faenas marineras �captanel peligro, no su belleza�: por la salvación general ninguno osa soltar al héroe niquitar la cera de sus oídos; encadenado a los materialistas, Bloch prefiere entre-nar su entendederas con el espíritu y no con los idealistas, ¿rechaza a Aristótelesen asuntos de la materia?

A la sentencia de Popper de que quien considera abarcarlo todo cultiva laambición de replantearlo todo, opongamos la plegaria de Reinhold Niebuhr: �Se-ñor, dame la serenidad de aceptar las cosas que no pueden cambiar, el coraje decambiar lo que puedo cambiar, y la sabiduría de reconocer la diferencia�; a la deque el imbécil no se pertenece nunca a sí mismo, repliquemos con la aserción deBouillé de que el sabio se conquista a sí mismo: los aumentos en cantidad pre-ocupan al deudor, los de cualidad al que queda suyo. Fijemos el saber que nosabemos en la docta ignorancia de Nicolás de Cusa, porque la necia incompeten-cia favorece que resolvamos con sectarismos los obstáculos situados por detrásde la línea de nuestro alcance, ¿esta demarcación no guarda un marcado parale-lismo con los límites conscientemente observados y admitidos por Pitágoras,Sócrates, Aristóteles y Salomón? Incapaces de desaber y de saber absoluta-mente, flotamos a la deriva en un mar confuso de olas que provienen del lejanomisterio y rompen en la diáfana orilla, ¿no mejoraríamos la óptica si especula-mos con que poblamos un multiversum heterogéneo de distintos estratos en vezde un universum homogéneo de apenas un estrato? Ya que la afrenta de dejar alpairo un determinado número de preguntas implica la renuncia a la propia iden-tidad, apostemos por un consentimiento apasionado de �llegar a ser lo que sees�: nadie concibe una educación con independencia del redescubrimiento y cons-trucción de la dignidad �la única moneda de valor real que persiste más allá decualquiera.

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más del Saber

�Aunque un remoto sabio oriental escribiera de una etapa de activa quietudque permitiera a su poseedor conectar con el Cosmos, hablar de sabiduría ¿noimplica hablar de una explosión epifánica en los celajes descifrables del espírituque acoge lo más elevado y universal?

�Recuerda esplendores de mañanas durante los primeros fulgores del astroy la última frontera que podemos ganar en el largo trayecto: enlaza con un gradode ciencia e inteligencia capaz de deducir conclusiones de principios y de juzgarsu autenticidad.

�Claramente, emociona que, por un sentido honesto de lo ideal, el fervorpor la verdad agite dudas en las calmosas aguas de una relatividad, ¿quién nointentaría penetrar en los impenetrables de semejante hija de la razón?

�¡Cuidado con la aseveración de Locke de que �los que no puedan sabertienen que creer�!, ¿no condenaríamos a los insapientes al humillante servicio delos sapientes?; quizá el quid radique en existir con cordura más que en descubrir�sólo el filósofo capta que ni una sola filosofía bajó a tamaña profundidad por nosacar a flote las causas.

�¿El precio de la sabiduría?

�Nadie disfrutó jamás del inconstante y pueril goce en un camino de sabidu-ría, ni de la estable e incontestable sabiduría en una carrera de goces; aceptemosel absurdo de que los extremos de la cadena cuelguen del dogmatismo y delescepticismo.

�¿Y de qué recónditos parajes vino el amor?

�De una cópula inaudita de cuando los incestos no desataban castigos; conRousseau cabe señalar �he aquí el sumario de toda la sabiduría humana en elcaso de las pasiones: 1. Sentir las verdaderas relaciones del hombre, tanto en laespecie como en el individuo, 2. Ordenar todos los afectos del alma de acuerdocon esas relaciones�.

¿Quién merece el nombre de sabio?

�Aquel al que las cosas le saben a lo que son.

�Aquel que afirma o niega en cuanto conoce, no porque otro conozca.

�Aquel que por poner su pensamiento a funcionar saborea el contento de

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los cazadores.

�Aquel que renuncia a una temprana conquista mental en aras de una op-ción futura más atractiva, ¿mantener la cabeza erguida no conlleva riesgos?

�Aquel que prefiere un Sócrates insatisfecho a un necio satisfecho.

�Aquel que alcanza su cenit gracias a momentos decisivos. No encarna algopatentado.

�Aquel que procede a su alrededor con unidad, plena libertad y total inde-pendencia de criterio.

�Aquel que destaca por su audacia en erradicar errores, no por su cautelaen evitarlos.

�Aquel que en apenas un día percibió de golpe los derechos del hombre,¿cuántos siglos costaron una mínima tajada de las leyes naturales?

�Aquel que responde a los preceptos esenciales de equidad y argumentoque lucen y resplandecen de persona en persona.

�Aquel que consigue pactar con el material disponible y con las normas porobedecer. ¿No mide deseos con posibilidades?

�Aquel que hace uso de su inalienable cuota de paradojas. Cada vez que elalfarero levanta con barro las paredes del recipiente cae en la cuenta de que elvacío de la oquedad interior contiene el innegable valor de la vasija.

�Aquel que coloca el fin final de la existencia en llegar a comprender.

�Aquel que extiende su comprensión a los demás y recauda con serenidadsobrada incomprensión.

�Aquel que padece en silencio la condena de silenciar sus mayores realiza-ciones.

�Aquel que no identifica disgustos con desdichas, sino con ocasiones de avan-ce; y a pesar de sus pesares insiste en paladear y meditar la vida, en mirar caraa cara a la muerte, pronto a partir. ¿No enternece el que persista con enterezaen el �ni trágico ni prostituido� de Marco Aurelio?

�Aquel que admite que los misterios eternos imponen límites a sus ilimita-das ansias.

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�Aquel que deja entrar al Entendimiento en su mundo lógico.

Sigamos a Spinoza en que �es propio de un hombre sabio reponer fuerzas yrecrearse con alimentos y bebidas agradables, tomados con moderación, así comogustar de los perfumes, el encanto de las plantas verdeantes, el ornato, la músi-ca, los juegos que sirven como ejercicio físico, el teatro... �.

�¿No instaba el viejo Protágoras a las comunidades a que acataran los con-sejos de sus mejores?

�Por considerar las repercusiones de una buena formación, los sofistas ela-boraron antes que ninguno el concepto de cultura.

�¿�Si un sabio, no importa dónde, mueve un dedo con sabiduría, todos lossabios de la tierra se aprovecharán de ello�?

�Impresiona que lo leyéramos entonces en Crisipo.

�¿Y en qué escondido lugar encontrar uno?

�Ya los estoicos comentaban de una rareza parecida a la de dar con el avefénix �Dante distingue a Aristóteles como �maestro de los que saben�.

�¿Coincidiríamos en que representa un anacronismo residual de épocas re-posadas en el convulso dinamismo moderno?

�La desvinculación de lo finito con lo infinito volvería ciega la ingenuidad,¿no justifica la inmediatez del sentimiento?

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de la Prudencia

�La acepción griega del término dirige su orientación más hacia los compor-tamientos que a las doctrinas, ¿no diferenció Aristóteles el discernimiento de lofactible de la referencia a lo imprescindible que ni nace ni perece?, ¿no llamarona Anaxágoras y a Tales sabios en lugar de prudentes por tratar con maravillasinservibles?

�Imponían un proceso de análisis que no tenía por qué marchar del ladoempírico.

�¿Acaso sus formulaciones magistrales no encontraban un desarrollo máslógico en el espacio de las hipótesis que en el plano de la conducta?

�¡Qué sensatez la de los clásicos!: que en el bando de los amigos de la pru-dencia jamás surgieran los enemigos del saber, ni que de la reunión de los amigosdel saber despuntaran los enemigos de la prudencia.

�La episteme, ¿escapa del campo de la posibilidad?

�Levanta sus columnas sobre la necesidad y generalidad ��nadie deliberasobre lo que no puede ser de otra manera�.

�La phrónesis, ¿no ejerce en el dominio interior de la praxis que imagina?

�La elección condiciona y la voluntad determina �interesa su juego en es-coger lo conveniente, oportuno y útil.

�¿No parece complejo hallar la verdad fuera del lenguaje?

�Y más cuando ciertos conceptos abstractos proceden de episodios concre-tos.

�¿No perdimos el recurso de entender tirando sólo de las palabras?

�Contamos con niveles de inteligibilidad que únicamente adquieren sentidocon la observación de lo que cada vocablo transmite.

�Coronar una perfección que ilumina perfecciones, ¿explicaría que Platónidentificara prudencia con sinónimo de sabiduría?

�Cicerón insiste en que disponemos de dos dimensiones: la encarnada por larazón que juzga y la encarnada por el apetito que impulsa. Soto y Santo Tomástambién mantuvieron el entramado jerárquico: lo que atañe a señorío y a subsi-diario.

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�¿Conseguiremos salvar la insalvable separación entre lo que no varía y loque varía, entre la captación de los preceptos universales y el porqué de losparticulares, entre lo extrínseco y lo inmanente?

�Los neoescolásticos equiparan ambos tipos de conocimientos, y entoncesla prudencia resulta un compendio de vigencia intelectual y moral. ¡Con cuántafortuna sueldan ambos componentes!

�¿En qué influyeron los pensadores?

�En aliviar la decadencia de los principios en la teoría y en la práctica; teoríay práctica ¿no miden peldaños de una misma sophía?, efectivamente, sabiduríay prudencia sugieren que abramos una escalera de tijera: mientras los teóricossuben por el lado de la sabiduría, los prácticos ascienden por el de la prudencia.

Con Bernardo de Claraval ensoñé un diálogo: comencé por preguntar a aquelque enseña con la autoridad de alguien experimentado y no con la de un inexpe-rimentado.

�¿Qué vergüenza esconde el saber por saber?

�La curiosidad.

�¿Y el dar la nota?

�La vanidad.

�¿Y el vender saber?

�La del negocio.

�¿Qué disciplina educa mejor en el saber para edificar?

�La caridad.

�¿Y para edificarse?

�La prudencia.

�Por instruido en cosas terrenales y celestiales ¿coloca el teólogo medievalla prudencia en lo alto de tales cimas?, ¿y tal perspectiva no ancha más que lafilosofía?

�Desempeña el papel de guía a equidistancia de excesos y defectos: logra laataraxia ��no estar turbados en el alma�� y la aponía ��no sufrir en el cuer-po�. No olvidemos que quien calcula sensualidades, elige y cerca dificultades guar-

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da en mente que �la cumbre del placer es la simple y pura destrucción del dolor�.

�Arrancamos de unos datos que no definen la vida ética �los elementosfísicos y las cualidades psíquicas�; e incapaces de proyectar el comprender adap-table y local en la condena que nos encadena a lo �siempre así� ¿no sorprendeque exijamos estructuras argumentales que figuren más allá de lo inmediato?

�Por insistir en el fin que urge asumir, la visión superior trabaja para con-vertir en conscientes las inclinaciones, rompe con la configuración cerrada de losinstintos, sin eliminar sus habilidades.

�De Kant aprendimos que el acumulado racional en los desahogos del deseoreflexivo reivindica que actuemos por motivos, ¿no reordenaríamos el desordenque provoca la mayor proximidad a los estímulos?

�Porque jamás andaríamos �como es debido� desde la introspección, su-pongamos una prudencia que admitiera los compromisos del deber con uno ycon sus iguales.

�¿No despertaría una generosidad y pasión por los más elevados ideales entanto intenta tamaño arte?

�Gracias a que lo humano protagoniza el nexo adecuado que enlaza la órbitade los hechos con el prescriptivo �debe�, llegamos a la bondad de las obras, que síimporta a la prudencia de donde brotaron las demás virtudes.

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más de la Prudencia

Según la concepción aristotélica consiste en el saber moral; representa algomás que una neutral tolerancia, propugna reconocer y responder a la atractivaincitación del enjambre de ideales comprometedores que vienen a nuestro en-cuentro.

�¿Más prácticamente?

�Una inteligencia que gana crédito en las acciones, un recato racional dirigi-do a la totalidad de los ámbitos del obrar.

�¿El resultado deseado?

�Acierto en los actos y éxito en el control de sus consecuencias.

�¿De dónde proviene la tensión fundamental?

�Del objetivo privado de conquistar cimas en el fragor de los avatares per-sonales y sociales.

�¿Por qué tildamos a determinados jóvenes de brillantes y no de pruden-tes?

�Por brotar su saber de la experiencia de cosas concretas, no tienen aún eltiempo de su lado.

�A los que aprenden a ver y echan valor ¿no les sobran caminos?

�En la fragua del día a día, los aspirantes crecen en la plasticidad de �lo quepuede hacerse� y de �lo que puede hacerse de otra manera�.

�¿Qué exige la prudencia?

�Capacidad de investigar lo nuevo y de defender la tradición �ni robots, nifaquires.

�¿Siempre acabamos confesando una inconfesable fragilidad?

�Aunque amplía la dimensión de cada cual por tender a la perfección de susinclinaciones, mientras larga y recoge velas en mar abierto, naufraga por falta decriterios precisos que orienten.

�¿Con qué contamos?

�Con las circunstancias del atraque y suelta de amarres que dominamos �

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nada de salvar los torrentes del Cosmos con recopilaciones de máximas.

�¿Cuándo surge la angustia kierkegaardiana?

�Tras los innumerables cálculos, antes, durante y después de la partida.

�¿Qué nombre ponemos al piloto de la nave?

�Eticidad, ¿acaso no vigila la conexión del deber con la conducta?

�¿Hacia qué puerto bogamos ayer, hoy y mañana?

�A uno en la felicidad.

Epicuro �enseña que no es posible vivir feliz sin vivir sensata, honesta y jus-tamente ni vivir sensata, honesta y justamente sin vivir feliz�, y Kant suma elcorazón alegre y luminoso de los mesurados epicúreos con el fervor de losneocristianos por la dignidad de uno y del prójimo; en Aristóteles leímos que�parece propio del hombre prudente el poder discurrir sobre lo que es bueno yconveniente para él mismo, no en sentido parcial, por ejemplo, para la salud o lafuerza, sino para vivir bien en toda su plenitud�: lo esencial radica en existir y encoexistir mejor, no en conocer más. Realicemos el goce más excelente de erradi-car la obligación de sufrir: agradezcamos a Lutero por desplazar la atención de�el contenido de lo que se espera� a �la estructura del esperar mismo�, a la espe-ranza desnuda, pero ¿importaría mucho remar por remar a espaldas de unameta?

Recordemos de Aristóteles que �en cuanto a la prudencia podemos enten-derla bien considerando a qué hombres llamamos prudentes�:

�Aquel que convierte su trabajo en ventaja.

�Aquel que repite y avanza porque corrige.

�Aquel que procede en sus relaciones con entera significación, facultades yenergías.

�Aquel individuo modesto, moderado, verdadero, leal, cordial y pronto aperdonar.

�Aquel que sirve a unos imperativos pragmáticos con la especial habilidaddel diálogo y rechaza la necia confrontación.

�Aquel que respecto de sí consolida el patrimonio de su voluntad y respectode los demás restringe su cuidada libertad.

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�Aquel que guarda oculto el decidido proyecto de su búsqueda: desligarsede su dicha por respeto a su yo y al resto.

�Aquel que favorece la satisfacción ajena por benevolencia, ¿no lleva consi-go beneficiencia?

�Aquel que por confiar en el destino de sus semejantes ayuda con rectitud,soberanía y pureza, ni por temor ni por placer.

�Aquel que sintoniza con los más desafortunados, ¿no califica de simple ladistinción entre quien causa el mal y quien lo padece?

�Aquel que irradia el entusiasmo típico de un carácter sensible, en Dideroty Voltaire no despejan la niebla los faros de autonomía y caridad.

�Aquel que en la mesa de juego de los anhelos humanos señala lo más eleva-do: aconseja y desaconseja conforme a un fin necesario.

�Aquel que enfrenta el ánimo firme hasta vencer las limitaciones del mun-do, ¿no enfrenta a la oscuridad del déspota la claridad del pensar?: demandapocas urgencias y no depende de las ponderaciones y comparaciones de los quemandan.

�Aquel que procura restablecer el equilibrio apenas oye en el extremo de latierra una voz oprimida por tropelías.

�Aquel que llega a la tercera edad armónica desde la primera edad inocentey desde la segunda edad positiva.

Prudencia implica el ejercicio de la virtud como tal, la virtuosidad, sustratode virtudes, la virtud de las virtudes, no una virtud más. No, no hablemos deauténtica virtud y prudencia por separado, ¿cómo hallaríamos la gobernabilidadde lo apetitivo por medio de la razón si no la garantizara la deliberación y deter-minación?, no, no basta con implantar una técnica de logros �Hobbes advierteen el ateísmo un pecado de imprudencia.

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de la Justicia

A pesar de que respecto de sus semejantes Montesquieu apunte que �la jus-ticia es una cualidad que les es tan propia como la existencia o la vida�, Epicuroseñala que �la justicia no fue desde el principio algo por sí misma, sino un ciertopacto sobre el no hacer ni sufrir daño surgido en la convenciones de unos y otrosen repetidas ocasiones y en diversos lugares�. Trasímaco conjetura una imposi-ción que condena a los humanos a emerger de un estado cataléptico hacia la librenecesidad de legitimar el mundo y a plegar sus conductas a tamaña legitimación,¿necesidad igual a libertad?, ¿no coincide con Hume en que �el interés por unomismo es el motivo originario del establecimiento de la justicia�? Equivale a rec-titud de la voluntad, ¿no crece en el encuentro entre limitación singular y afir-mación plural?, ¿y no esperamos la larga espera del metro de Locke: �a cada unolo suyo, a cada uno el producto de su trabajo�? En ausencia de orden, la bajezaasomaría por todos lados su feo rostro, ¿o aspiramos a ignorar que el camino a lapaz lo recorreremos con la disciplina del derecho?, no admitamos una paz dondeno oigamos de verdaderas audiencias, donde los togados parezcan sordos y la leyuna trampa con la que el fuerte humilla al débil.

De Aristóteles tomamos nota de que �las acciones se llaman justas y mode-radas cuando son tales que un hombre justo y moderado podría realizarlas; y esjusto y moderado no el que las hace, sino el que las hace como las hacen losjustos y moderados�, ¿�nos hacemos justos practicando la justicia�, no �apren-demos magnanimidad observando a hombres magnánimos�? Anhelar felicidad,con modestia y templanza ¿llevaría a Hobbes a identificar justo con razonable?,por contradicción ¿no sentenciaríamos a quien pretendiera y violara un presen-te que barrunta parte de un futuro? Aunque el justo y el bueno venzan la obradel diablo y de sus secuaces y alcancen cumbres más caras que los escribas yfariseos, distingamos con Ross lo justo �cuestión externa� de la bondad �cues-tión interna.

Dictaminamos por disponer previamente de la noción de lo moral, ¿manten-dríamos su sentido de faltar la aprobación?, según Freud �justicia social quieredecir que uno se priva de muchas cosas para que también los otros deban re-nunciar a ellas o, lo que es lo mismo, no puedan exigirlas�. ¿Achacaríamos a lacaridad que no impere más equidad?, ¿no jugó en demasiadas circunstancias unpapel conservador?, ¿sirvió al desarme de los explotados en sus luchas de rei-vindicación?, confesemos eficacias retardadas, no por eso menos auténticas, ¿porqué no empezamos de cero con una cierta uniformidad y luego vigilamos laredistribución de determinada capacidad adquisitiva?, según Santiago �tendráun juicio sin misericordia quien no tuvo misericordia; la misericordia se sientesuperior al juicio�.

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En la hipotética situación pregrupal hablamos de posesiones, pero despuésde que los tribunales ratificaran los nudos que amarran sujeto y objeto, afloró lapropiedad. Nadie disfrutaría de independencia si cualquiera emprendiera lo quepermanece prohibido, ¿acaso el resto no lo demandaría a su estilo?, ¿comulgare-mos con Horkheimer en que la comunidad justa constituye una meta relaciona-da con el lastre de la culpa? ¿Qué funámbulo de la historia aguantaría el equili-brio tras contemplar a la ecuanimidad, maniatada y arrojada a los pies de infini-tas derrotas?, ¿con qué gestos acallaría protestas y resistencias en las gradas?,rescata, no construye, ¿cuándo quedaría restaurado el sistema herido?, por re-querir las condiciones que propicien el noble horizonte, en la hora en que el mon-to de apetitos ande sometido al régimen de un hábil artesano.

Gozan de voz los animales y expresan dolor y placer, los peldaños más altosde conciencia ganaron el don de la palabra y manifestaron acuerdos y desacuer-dos. Nuestras transacciones elevan a justos o hunden a injustos, ¿la red que tejealma con alma no fija el espacio de lo preciso y cerca el rango de lo posible? ¿Sacamás provecho lo injusto que lo justo?, vemos muy dudoso que la injusticia favo-rezca más que la justicia, incluso en los momentos que la intemperancia saleairosa de momento. ¿Con qué gramática conjugaría el concepto de justicia untestigo de cuánta causa injusta?, contemos con el honesto proceder de un puña-do de gente y con que no tuerzan el progreso los salvajes estertores de las inte-ligencias tumorales de los más numerosos. ¿En extremo fatigoso?, cultiva unaamarga vigencia que obliga a centrar la atención en los fármacos remediativos,porque el justo cae en la injusticia con más facilidad que los más condescendien-tes.

El enunciado de ideales �no los códigos de preceptos� de lasBienaventuranzas evidencia un clamor radical hostil a la vileza, impregnado dela convicción de que no triunfará. En las afueras de místicas desconfianzas, Footemplaza a �quienes piensen que alguien puede arreglárselas bien sin ser justo,deberán decir exactamente cómo se supone que puede vivir una persona así�, avuelta de esquina ¿el resultado de los atropellos no aporta sobrados argumentosa las actitudes más desencantadas? En el mejor de los casos, el despótico percibecompetidores o estorbos en los demás, sólo comprende su individualidad, frentea la opresión y amenaza ¿Sócrates no ejemplifica una admirable dignidad y so-beranía? ¿Los delitos terrenales hallarán su sanción en las órbitas trascenden-tes?, ya lo advirtió Santiago: �el salario que no habéis pagado a los obreros quesegaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegadoa los oídos del Señor de los ejércitos�. Valdría más la pena expiar el castigo porlos abusos cometidos que desentenderse del mal peor que encarnan: padezca-mos los excesos antes que perpetrarlos.

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más de la Justicia

La Naturaleza tira del código placer-dolor, pero los humanos no saben cómoorientar sus comportamientos por la vías de lo justo e injusto, ¿quizá la culturaextendiera demasiado su suelo?, exclusivamente ¿recibiríamos mensajes de labiótica?, urge una seria reflexión continua sobre el empeño por forzar las incli-naciones del vecino; en Foot leímos que �la necesidad que hay de la justicia en eltrato con los demás depende del hecho de que son hombres y no cosas inanima-das o animales�. La construcción de una ciudad cabal marcha unida a la educa-ción del ciudadano en pro de lo correcto: ¿cuándo acontecerá?, cuando encontre-mos los puestos por ocupar según competencia, ¿el conveniente ordenamiento,fundamento de la justicia? Marx la compara con el principio de igualdad deautorrealización: que uno a uno desarrolle su adecuada idiosincrasia en concor-dancia con la vivencia, ¿no ve justo por sí mismo y de siempre lo que contribuyea unos fines universales?; Aristóteles la señala virtud por excelencia: en cuantoal sujeto, ¿no restablece en sus entrañas la racionalidad de los apetitos?, y encuanto al objeto, ¿no dirige sus pasos en favor del resto?

Locke asimila justicia con un reconocimiento grabado desde el amanecer delos tiempos en el corazón de lo que corresponde a amigos y enemigos, ¿choca quela hermane con un imperativo originario?, ¿no basta con observar con qué im-parcialidad saca adelante su obra el planeta?, ¿y la homogeneidad inicial de to-dos dueños?, entra muy dentro, mas nunca ocurrió; luego, el enunciado de �sihas celebrado un contrato, lo debes cumplir� cambia a la fórmula de �los contra-tos vinculan la voluntad� �el que un segmento de la ética, no el único, figureinserto en la mayor aportación romana, no impide que utilicemos sus parámetrospara estimar situaciones y decisiones en ámbitos diferentes. ¿Pertenece la presaal cazador?, ¿lo que cada uno merece llega hasta donde llega su capacidad demerecer?, a pesar de que frente a la tentación, los tribunales procuren prevenir,enmendar, organizar y regular un colectivo y armonizar los inevitables reparosy tensiones individuales con inevitables puniciones disuasorias, no consiguenreformar la generalidad ni lo particular, ¿existe una relación lógica entre dere-cho y pena? Más allá del derecho, la justicia, más allá de la legalidad, la legitimi-dad: cualquier alcance que imprimamos a tal concepto parecería incompatiblecon el de abuso, ¿no encarna el equivalente amplio de la idea de justicia?

Aunque el arte de lo posible se apoye en la justicia, quizá por no tener meta,la política no tiene porqué tener por meta el bien, ¿acaso ganaría por emanar deinstituciones representativas o perdería por dictarlo regímenes no democráti-cos? ¡Ojo con buscar la perfección del mundo con una doctrina!, provocaríamosel peor de los desastres por culpa de resolver de antemano cuestiones muy deli-

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cadas sin contar con los anhelos que palpitan en el pecho de unas criaturas mo-rales. Por constituir los juicios expresiones de sentimientos, no cabe argumentara la manera científica con sus apuestas de verdad o falsedad �una teoría que lopretendiese confundiría. Por semejantes que opináramos las condiciones ¿el exa-minador lograría colocarse en las circunstancias del examinado?, probablemen-te caeríamos en el análisis de su proceder con los sanmigueles y luciferes pro-pios, ¿importaría mucho que lo abordáramos con distinta fortuna?: salvaríamosa nuestros héroes con la derrota de los ajenos, y negaríamos a nuestros demo-nios mientras afirmamos las idas y venidas de los extraños �sólo quien induzcaa cuidar del espíritu encumbrará a sus paisanos a la ecuanimidad y felicidad.

En el estado más primitivo reinó una cierta consonancia, la experiencia engrupo vino a desquiciar el mítico equilibrio con las disciplinas más corruptas ba-sadas en simpatías o antipatías que condujeron al disparate, ¿qué esperar des-pués de que las condenas arranquen de aprobaciones o desaprobaciones subjeti-vas?, ¡y en qué poco influía el daño producido!, ¡qué tiranía más atroz, huraña,pobre, sórdida y bestial padeceríamos al socaire del engaño de comités embus-teros! ¿Volveremos a gozar de la tranquila oportunidad?, del brazo de la ley consus dosis de considerandos, de clemencia y de escarmientos que garanticen elelevado hacer de la justicia, ¡qué palabra tan de boca en boca y con significacióntan indeterminada y difusa!, ¿las infinitas interpretaciones de las normas no loatestiguan? La persona, ¿no corona su dignidad en el momento en que renunciaa una parcela de sus exigencias y rinde su soberanía a la ley que le ofrece protec-ción? Critias aseguraba que �un carácter noble es más seguro que la ley�.

Y de identificar con Hobbes lo justo con lo lícito dejando de lado lo equitativode Aristóteles ¿no implicaría que la justicia consistiría en velar por lo estipula-do?, ¿calificaríamos de honestas las empresas que no conlleven ruptura de com-promisos?, no, mejor definamos lo deshonesto por el quebrantamiento de lospactos. ¿Anda el justo atado a los preceptos?, le guían las brisas que soplan conentera suavidad y libertad, no lo veremos sometido a temores y servidumbres.Locke apunta que �nadie en la sociedad civil puede ser eximido de sus leyes�,Hobbes y Pufendorf coinciden en que permanecen conectadas ineludiblementea una causa superior, y difieren en que uno esgrime constreñimiento externo �castiga las acciones� y otro obligatoriedad interna �atiende a intenciones�;¿ambas perspectivas no exhiben la jerarquía dinámica de lo creado y recreadosancionada por la medida que gobierna el Cosmos?: Santo Tomás dice que Diosinstruye con la ley y ayuda con la gracia.

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del Amor

Más allá de los hechos endurecidos por el pasivo destino consumido, por lafatalidad ciega, por el finalismo y por los engranajes causales, las fluidas imáge-nes de materias inmaterializadas y de inmaterias materializadas evolucionancon andares más indefinidos, el pensamiento no logra fijar los estados de con-ciencia, ni cómo entran en sintonía. Ya que pretendemos entrar en contrastes decualidades y no en una cuestión de más o de menos, aprendamos a diferenciarentre goces nobles que contentarían a criterios correctos y deleites bajos queembrutecerían, entre felicidad de veras y simple satisfacción �¡qué triste el es-pectáculo de la pluralidad exterior por ausencia de conformidad interior!

�¿Qué ocurre con los aspectos de afuera cuando compartimos el amor?

�Desaparecen por completo.

�¿Y con los de adentro?

�Cada uno expresa el suyo y descubre en el otro la puesta en escena de suafecto y no el producto de un efecto.

�¿De qué hablamos?

�De almas y cuerpos que alimentan una solidaridad similar a la de música einstrumento, de una perfección de la voluntad que apunta a �lo que es�, �talcomo es�, y no de modo distinto, que no demanda �lo que aún no es� �por esaimperecedera vía acertaremos con la realización personal, lejos de traicionar esen-cias.

En lugar de mariposear, meditemos en la sustantividad más seria: gracias aun ejercicio de libertad en medio de tanta necesidad, el querer más profundo sequiere a sí mismo y encuentra en sí mismo la necesidad de quererse, una nece-sidad que necesita construir su necesidad, ¿el alud no enriquece su fama a medi-da que crece?, ¿no arrastra a su paso un inmenso cortejo de recuerdos?; si signi-ficara mayor rotundidad, cabría que intentara sustraerse a su exigencia de in-cremento, pero parar implicaría una imposibilidad: abdicar de su idiosincrasia.

�Generación tras generación ¿por qué vamos dejando atrás una estela desemejantes?

�Quizá perpetuamos yoes efímeros por subir en la escala de los amantes.

�¿Insistimos intensamente por creernos abocados a batallar eternamen-te?, ¿a lo que juguemos ahora comprometerá la propia eternidad?

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�No importa: el amor continuará recreando a sus recreadores �la bellezaanima en los desalientos.

Bullen oscuros borbotones en el fondo de las conciencias, ¿bombas de retar-do que explotan en todas direcciones?, en el embate de la hostilidad primordialque generan ¿qué sentido tiene el absurdo mandamiento de amar al prójimo �amigo o enemigo� igual que a uno mismo?, el que a los inconfesables impulsosse impongan resistencias, ¿obstáculos de mecánica oculta que operan en un do-minio donde domina el caos a condición de superar lo negativo?, el sino tuyo ymío depende de las posibilidades ganadas a la educación recibida y procurada,¿y cuánto no perdería el imprudente que aplicara el precepto cristiano? ¿Acasocon amor no aliviamos los sufrimientos que padecemos por causas adversas?,¿no dejan de servir de argumentos contra la vida?, compensa considerar un pla-cer que vaga por caminos de dolor en un mundo que gira sometido a la accióncombinada de dinamismos que tienden a unir y a desunir, ¿el Bien y el Mal deAristóteles?, a tamaño hijo de Conquista y de Pobreza ¿extraña que lo notenextraño?, recordemos el mito de las dos mitades que se buscan mutuamentepara volverse a juntar, el que los demonios dividieran por castigo a las primiti-vas criaturas compuestas de hombre y mujer ¿no apoya a Aristófanes en sutesis de que el amor revela insuficiencia?, ¿la insuficiencia que esgrime Sócratesen el deseo de algo que carecemos y de lo que precisamos? Podemos abrir lasventanas del distanciamiento, ¿y por qué no franqueamos las puertas del acer-camiento?, Freud ve la salvación en que los arrestos positivos del sentimientolevanten alas sobre las fuerzas regresivas del instinto, ¿a qué plantear una eufo-ria de desgarros mutuos ahítos de infortunios por pequeños beneficios?

�¿Depende el amor de la inteligencia?

�Su heredero: la sabiduría nace de la razón y de ambas el amor.

�¿Dónde situar los nortes de amor y entendimiento?

�En la verdad.

�¿Qué relación aprueban con su objeto?

�El amor mantiene la de identificación en la unión, el entendimiento la deidentificación siempre en la separación.

Después de Erixímaco ¿quién dudaría de que un hálito cósmico determine laarmonía de los fenómenos en humanidad y en naturaleza?; aunque mejora a loshombres, Pausanías divorcia el eros vulgar �carnal� del eros celeste �espiri-tual�, ¿con una manumisa elección de dueños acariciamos la idea de no soportar

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el penar que penan los esclavos? Según el proceso descrito por Platón en Fedro,de la contemplación de los encantos tangibles progresamos poco a poco hacia lade los esplendores intangibles �reflejos del Bien. ¿No aseguró Plotino que ter-minaríamos por dar con las auténticas sendas del retorno al Padre en la virtud,en la música, en el amor y en la filosofía?; en cambio, Bernardo de Claraval pres-cribía que los vínculos temporales cederían por pura obediencia ascética a lasdisposiciones intemporales. De manera análoga al tacto, al gusto y al olfato paralas cosas sensibles ¿no deberíamos suponer una lógica que regule el trato conDios, un conocimiento experimental de la realidad metafísica?, Proclo aseveraque con su práctica, el frágil individuo no naufragaría en olas divinas.

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más del Amor

Ciertamente, el alma exhibe dos maneras principales de expresión: la razóny el amor; preferimos los otros a nosotros a pesar de que no encontremos razónalguna, ¿no conquistamos el amor con creer en su verosimilitud?; por observaruna vida adecuadamente vivida experimentamos el contento de probar suerteen el amor, ninguna razón restaría intensidad a la más íntima exaltación del alma,¿acaso no favorece a los que padecen la honda pasión?, la lengua judía empleaidéntico verbo para conocer y amar. El compromiso de pisar la arena del mundopor la imprescindible colaboración mutua emancipa de la esclavitud del pasado,cambia lo que fuimos en lo que procuramos que fuera, significa condición de con-ducta comunicada al alma, ¿quizá la auténtica regla de comportamiento?, la del�ser-para-los-demás� que impele �decir-sí� a la totalidad del existir, ¿sorpren-de que sople en el sitio e instante que le apetece?

Scheler señala que �consiste en comprender suficientemente una individua-lidad modalmente diferente de la mía, en poder ponerme en su lugar, aun consi-derándola como distinta y diferente de mí e incluso mientras afirmo, con caloremocional y sin reserva, su propia realidad, su propio modo de ser�, ¿no hablaráde una armonía de protagonistas con análogos derechos, donde las partes sepertenecen?, ni deber, ni imposición, ni punto más próximo al absoluto que lo-gráramos tocar, ¡por Venus!, por esa tendencia a buscar en el infinito la conexiónmás completa ¿los pretendientes evidencian tanta insatisfacción en sus andanzas?Amamos por mor de que las cualidades del de enfrente fijan la posición frente aél, no por sus cualidades; el misterio aparece en la forma de un �tú� a quienincumbe un �yo� al que no acostumbra a rehusar por temor a desaparecer, ¿y silos genios garantizaran la continuidad y prosperidad de esta o aquella especiecon flechazos y frenesíes, la elección privada no resultaría menos privada?

Aunque Stirner aclarara que �también amo a los hombres, pero los amo conla conciencia del egoísta, los amo porque su amor me hace feliz, porque el amorestá encarnado en mi naturaleza, porque así me place�, no ignoremos que unaley obliga: Altizer apunta que la deduciremos de la dinámica dialéctica, no de laestática de filósofos y doctores. Por coronar la mayor elevación imaginable ydesechar sus etapas inferiores, el amor dirige sus pasos necesariamente al nú-cleo de un sincero propósito de entrega, derriba barricada tras barricada y sellala paz de sujeto con objeto: Scheler asegura que �solamente a través de la inteli-gencia transida de amor hacia la persona en su fuente originaria central, se noshace posible la intuición de su ideal e individual esencia valiosa�, y Russell, que larenuncia guiada por el saber altera los deseos y minimiza las ocasiones deconflicto.Por abandonar las festividades terrenales, el asceta consigue mantener

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la máxima desgana: el áspero juramento de castidad lo descarga de la cardinalresistencia a la ruina del cuerpo; ¿y de soltarle los frenos a Eros?, convertiría-mos en impracticable el más nimio encaje pacífico del sistema social, la soberaníadel trabajo acabaría en crisis, ¿quién soportaría los fuertes tirones de las osadíasdel goce?, ¿ni siquiera los poetas rozan los indicios de lo sublime? Cuando unacausa externa suscita alegría o tristeza, desnuda las agitaciones que figuran en elpeldaño más alto de la perspectiva intencional; a los ejercicios espontáneos deamor y odio les corresponde ampliar o restringir la región que tratan antes deque entre a saco la presunción sentimental: ambos suelen actuar sobre un de-terminado aspecto, por contra, el proceder depende de una multiplicidad de as-pectos, ¿con el aniquilamiento y rendimiento no denunciamos que los débilesintegran la argamasa fundamental del edificio de todos?

Entendemos por justicia el primer grado de la oscura admisión de un con-senso general; por compasión, la percepción del dolor ajeno �patente junto al deuno�; por bondad, un escalón más arriba; pero apenas el interés desinteresadoalcanza la cima marida los destinos, su capacidad de fusionar lo separado y deconservar la variedad y riqueza de la separación ¿no explica su superioridad?¿Conviene ir más allá?, del brazo de La Rochefoucauld asentimos a que �en eldesprecio que los grandes hombres han tenido por la muerte, es el amor a lagloria lo que les nubla la vista; en el vulgo tal desprecio es un efecto de su escasainteligencia�, y del de Nietzsche apostamos que los vastos problemas rechazanel desapego de los que �tienen sangre de rana�; Peirce ve en el amor de la huma-nidad el producto cumbre de la evolución inmaterial, ¿no encarna el pensamien-to capital de la moral cristiana?, descubramos su raíz en el concepto de magnani-midad �acuerdo de mi decisión con una aspiración extraña.

Ficino destaca el brote indeliberado de la libre voluntad, el medio de la ocu-pación mediadora del alma, no duda de que en la organización de la mente hallesu culmen el lazo de la historia; Leibniz deja constancia de que �cuantas másrazones da uno de su amor, más ama a Dios... La función suprema de nuestroespíritu es el conocimiento o, lo que es lo mismo, el amor del ser más perfecto...�;con Maine de Biran llegaríamos hasta los orígenes, mereceríamos el pleno afectocon los años, ¿cabe desesperar de la anhelable automanifestación de Dios?, Spinozaadvierte de que �la bienaventuranza consiste en el amor a Dios�. De Robinsonaprendimos que el amor constituye la última morada del Cosmos y Dios; de LeónHebreo, tomamos nota de que un doble proceso fluye de Dios a las criaturas y desus criaturas a Dios, ¿igual que el campesino empareja los olmos con las parras?;de Hegel, que instruye el gobierno divino en cada uno de los suyos y en suscomunidades, ¿no unifica al Padre y al hijo y unifica a los hijos?; y de Bonhoeffer,que en su exigencia reside la única reconciliación asequible de cualquiera conDios, con sus semejantes y con su interior.

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de la Amistad

Por encima de los lazos de sangre, del hogar, de la tribu, despunta una mira-da diferente, un curioso entendimiento que rebasa el corto alcance de los intere-ses inminentes, y que lleva a profundizar de una nueva manera en la aceptacióny querencia mutua. A modo de síntesis de cercanía y lejanía, Kant propone que�la amistad es la unión de dos personas a través del mismo amor y respeto recí-proco�; no, en absoluto cabe aplicarla a lo inanimado por ausencia de biunivoci-dad: un artesano y su herramienta apenas cuentan con los frutos del uso. ¿Kanty Hume no asumen que constituye una relación privada?, evidencian la estupi-dez de que discurriera por los cauces peculiares del discurso público; y más tar-de John Stuart Mill deja por escrito que los sentimientos suponen �una fuente dealegría interior, de placer comunicable e imaginativo que podía ser compartidocon todos los seres humanos y que no tenía conexión ni con la lucha ni con imper-fecciones de ningún tipo, sino que se enriquecía mediante cualquier mejora físicao ambiental de la naturaleza humana�.

La entrañable fraternidad colma los poemas homéricos, la lírica, el teatro, losdiálogos; la condescendencia en el Jardín de Epicuro gestó fama en el orbe clási-co por su exquisita nobleza, �de todo cuanto la prudencia nos ofrece para la feli-cidad de la vida, lo mayor es, con mucho, el logro de la amistad�, ¿no danza ydanza en torno al planeta a la usanza de un heraldo?, ¿no anuncia a los oídosatentos que despertamos del limbo a la dicha? Desde que aprendimos que losafectos radican en la voluntad y que circulan según la gracia creadora o según lagracia reparadora, emprendimos la andanza de concertar encuentros por los si-glos de los siglos; y aunque en los órdenes entran en juego amistad y justicia,donde reinó la amistad ¿quién demonios echó en falta la justicia?, y donde man-dó la justicia ¿cuántos no clamaron por la amistad?, no en vano en �amistad� �deigual cantidad� figura en primera acepción y �acorde con el mérito� en segunda,mientras que en �justicia� consta al revés: en primera brinda �acorde con elmérito� y en segunda �de igual cantidad�.

Durante la blanda infancia, las pasiones dulces brotan del tráfico de ternurascon los pacientes cuidadores, luego se extienden año tras año a las distintas rela-ciones que establezcamos con los demás. El rápido anhelo de familiaridad ¿nocontrasta con el tiempo preciso para confiar y aparecer como objeto de confian-za?, �no es posible conocerse uno a otro antes de consumir juntos la cantidadseñalada de sal�; satisfaga lo que satisfaga y duela lo que duela, cooperamos en laaprobación o censura que desembota poco a poco el proceso, ¿tensas cuerdastrenzadas?: oscilamos entre labrar complementariedades definitivas y ahondaren el angustioso miedo kantiano de esconder las armas a los incondicionales de

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hoy por el acaso de que mañana surjan enconos. Al meditar en la edad maduramiramos a las vidrieras catedralicias, y admiramos cómo ayudan los gigantes asubir a hombros a los pequeños, ¿no vemos más lejos que sus horizontes?, ¿noenseñan a caminar con los pies de uno?, la camaradería prende con abundanteluz, nunca en áreas oscuras.

¿Qué inclina a perseguir compañías?, salvamos la suficiencia de un exceso devaloración con el descubrimiento de perspectivas que rompen la estrechez habi-tual, el pensamiento que se piensa conquista inéditos perfiles de reflexión con lapráctica del pensamiento solidario, ¿no observamos con más facilidad al prójimoque a nosotros y a sus acciones más que a las nuestras?, por marchar juntoscrecemos en capacidad de actuar, ¿no implica admitir una afinidad o lo opuesto?,los que promueven la afirmación del yo por la repetición en el tú �cuervo concuervo� y los que representan la alteridad por compensación de lo que por elmomento no abarcan �la tierra corteja la lluvia�, ¿no dijo Empédocles que losemejante insta a lo semejante?, ¿no convienen los alfareros rivales de la Ilíada?,Heráclito pronostica que la armonía superior resulta de los contrarios: pobre conopulento, ignorante con sabio.

Francamente, ¿necesitamos de la amistad?, contemplamos el bien en singu-lar y pretendemos hacerlo fluir en un espacio plural, ¿no conseguiremosrecanalizarlo sin que tienda en exclusiva a las apetencias más egoístas?, con lossucesivos intentos por reducir en el trato libre bastantes amarguras ajenas, dis-minuimos una ancha porción de la más grave enfermedad universal. Tamañaexcelencia ¿no rellena, fecundiza y redime el vacío esencial con origen en la ca-rencia de tantas y tantas consonancias sinceras?, ¿aspiraría alguien a poseerdemasiadas cosas a cambio de una terrible soledad?, cada uno nace vinculado ala coexistencia, su medida coincide con la medida de su disposición a experimen-tar, ¿no calibra con sus inseparables el propio calibre?, nada de mero rebañoanimal que pasta en el llano. Resta preguntarse con Kant �si se puede ser amigode cualquier hombre�.

¿Qué motivos bullen en el corazón que impulsa a procurar la ventura deunos?, los puramente sociales de atracción o indulgencia o los semisociales de laamistad o reputación; a pesar de su intrínseca deseabilidad, la amistad emanade lo que ganamos, �amamos a uno por sus cualidades y virtud, a otro porque esútil y nos sirve, a otro porque es agradable y nos causa placer�, �no es verdaderoamigo el que busca en todo la utilidad, pero tampoco el que jamás la une a laamistad�, �un hombre llega a ser amigo cuando, siendo amado, ama a su vez, yesta correspondencia no escapa a ninguno de los dos�: uno considera en sus ínti-mos, lo saludable para uno, ¿qué exigir de una lealtad y con qué derecho exigeuna lealtad? La escasa y deficiente educación emotiva cava cimientos muy frági-

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les, ¿soportarían entusiasmarse con un programa de saneamiento global y abs-tracto?

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más de la Amistad

El Aristóteles que inscribiera �convivir� en �percibir juntos�, describió laamistad como �acto de percepción de la vida�, ¿no apuntó que andaba por losatajos de la indulgencia, del pacto, de la prosperidad, del equilibrio y de la políti-ca?, ¿y con los acuerdos, no guardaba ciertas afinidades?, el único refugio en lasinclemencias de los infortunios asume la suma de solidaridad y estima. Semejan-tes vínculos arrancan del placer, de la utilidad o del bien: los dos primeros brotespadecen del vicio de lo accidental y decaen apenas cesa el deleite o la ganga, eltercero encaja con lo de verdad perfecto, ¿acaso no la vemos estable y firme porenraizar sus raíces en la naturaleza de los que la contraen? De Epicuro aprendi-mos que �el hombre bien nacido se dedica principalmente a la sabiduría y a laamistad, de las cuales una es un bien y la otra inmortal; de todas las cosas que lasabiduría procura con miras a una vida feliz nada hay más grande que la amis-tad, nada más rico ni más grato�, ¿queda claro que el gustar casa con afección yla amistad con disposición?

¿Qué entendemos por simpatía?, un mecanismo mental que transmite con-descendencia momento a momento, ¿y dónde diablos radica su parte predomi-nante?, en una agraciada conexión de ideas a través de la imaginación; Schellerla concibe coincidencia emotiva, estructura fenomenológica y metafísica que im-plica una reciprocidad capaz de asegurar plenas autonomías y horizontes de com-prensión. ¿No logramos probar más que los pensamientos de uno?, por tradicióny ambiente ¿no empezamos por convertir en propios los ajenos y luego conse-guimos poco a poco deslindar los extraños?: captamos las pasiones del de en-frente exclusivamente por sus causas y efectos, por conjugar empeños de ambasorillas ¿no franqueamos el paso a una impresión paralela?, �me doy cuenta deque redundará en mi provecho el que deje gozar a otra persona de la posesión desus bienes con tal de que esa persona actúe de la misma manera conmigo. Tam-bién el otro advierte que una regulación similar de su conducta le reportará uninterés similar�.

¿En qué se basa la simpatía?, en la notoria distancia que va de intuir unasunto interno a experimentarlo: representa una función expresiva, no un esta-do, ¿por compasión acabaremos por sufrir el dolor colectivo y por ampliar susconsecuencias? Dibuja y funda diferentes yoes: no la supongamos ni simple he-cho psíquico que conllevaría una identificación mutua ni gregaria imitación y re-petición de cuidados, encariñamientos, tendencias y propósitos contagiosos quedificultarían la interpretación del resto en cuanto distintos. Independiente de lasmolestas conveniencias privadas, su carácter específico viene anunciado por laconsideración general del objeto, ¿la venganza no lleva a olvidar el bolsillo?, ¿y

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sorprende que lo encare una inclinación más noble? A pesar de sonar a música,la simpatía no suena a amistad por tocar en silencio y entre desconocidos, ¿cabeque anden bastante próximas?, si prolongáramos sus atenciones posiblementeconfluirían.

¡Qué mancas las complejas correspondencias por simpatía!, bailan, oscilan,huelgan y atemperan, ¿y en los impalpables lazos que despliegan las piedades yalegrías, no proceden de forma pasiva e inespontánea?: nuestros pálpitos tinti-nean con el campanillear de los demás; ¿qué fronteras separan?, las atadurasque establecen ponen e imponen sus límites, ¿con qué rebasaríamos el cómodotrato que calificamos de periférico?, con la irrupción del amor: propende a lo máselevado y tira por la borda lo inferior. Bentham apuesta por expandir el senti-miento de desprendimiento y por criticar abiertamente la ñoña voluntad defec-tuosa y condicionada que impide anchar el estrecho círculo de los caros aprecios.John Stuart Mill vaticina que el progreso moral evoluciona en la dirección decubrir una simpatía tan extensa y profunda como creyéramos deseable, ¿llegaráel tiempo de la esperanza en que satisfagamos por igual a cada humano quepueble el planeta?

Aunque la inmensa mayoría preferiría practicar el camino recto sin recibirun ápice a cambio, no obstante, elige cobrar frutos, ¿no buscan los deudores quedesaparezcan de sus alrededores los acreedores?, en las horas más aciagas ¿nosalvan los acreedores a sus deudores?, el que los favorecedores festejen más asus favorecidos que al revés, ¿por qué hiela la sangre?, velan por recoger el agra-decimiento que nadie pretende devolver, ¡cuánto embriagan los agasajosaduladores!, ¿los que están en desventaja no fingen amar y no ser amados?,juran que rebañan lo insignificante, ¿no regatean más y más su valor? Bajo elfuego graneado de la pertinaz lucha intentemos implantar modelos que sometanesa vieja hostilidad de preceptos con origen en una hipotética unidad: estemosdel lado de Berlin con �mejor que la gente tenga opiniones equivocadas acoaccionarla para que tenga opiniones correctas� y lejos de Schopenhauer mien-tras diga de Hegel �charlatán pesado y necio�, de su sistema �bufonada filosófi-ca�, y de su discurso que �recuerda el delirio de los locos�.

Iniciamos compañías por virtud, pero durante el choque de los privilegiosreparamos en las disparidades que exaltan y oscurecen en el caos a la conciencia.Según sintamos más la contradicción irresoluble del reducido haber circundantey de los vastos anhelos individuales, crece la penosa debacle de siempre, ¿nocomienza así el deterioro de esta o aquella proyección superior? La belleza ydulzura embrionaria quizá surjan en la abundancia, donde no asome el fantasmade la escasez, ¿quién apoyaría a quién, en lugar de defender sus aspiraciones?,las tensiones de lo real terminan por destruir las relaciones que no contemplen

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tamaña barrera. ¿Con qué armas combatir?, ¿con la violencia?, en susensañamientos, el enemigo hunde colmillos, ¿no observa los desgarros en su car-ne?; ¿y cuando el conflicto amaina?, los excesos huyen y acontece el peor de losazotes: la calamidad de no soportar ya ninguna calamidad que alivie con su dolorlas ásperas biografías. La frase de Sócrates �mis queridos amigos, los amigos noexisten� delata una desconfianza hobbesiana.

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del Consuelo

Tras casi un siglo de división imperial y antes de que cayera el postrer em-perador de Occidente, surge la estampa de un cristiano que separa del cristia-nismo las expresiones tradicionales, concilia fe y pensamiento y elabora con nue-vas imágenes y vocabulario una moral puramente racional. ¿Severino Boecioacusado de magia y conspiración?, ¿no le cautiva en demasía la autoría pagana?,¡mira que hablar de �nuestro Lucano�!, ¿de qué manera armonizar los caprichosdel azar con la apuesta del Hacedor?

Con aquel que puso migajas de Aristóteles en hartazgos de platonismo, abo-go por la satisfacción que produce proceder de acuerdo con una conciencia orde-nada en trincheras descubiertas, ¿no maravilla su valentía frente a una condenade balanza trucada y sus arrestos por destilar coraje de una lastimosa fortuna?,persistía en su entereza cuando desistía de enmendar los acontecimientos y encómo orientaba su andadura interior.

En los aciagos días de escritura penitenciaria, su voluntad creadora operabadel modo en que la luz engendra el resplandor de la mente: con Hugo de SanVíctor diferencia lo intelectible de lo inteligible, lo no sensible ni semejante a losensible de lo que tiene relaciones de semejanza con lo sensible sin ser sensible.Aquel a quien Abelardo llamó el más eminente de los poetas latinos alternó pági-nas en prosa recia y densa con metros de diversas métricas �quizá el que lapoesía fuera teología significaba que el Salvador estableciera contacto con loshombres gracias a unos versos.

Para que �La consolación de la filosofía� encumbrara cimas señeras, variosimportantes tributarios tuvieron que contribuir a la botadura de tamaña obra:de los estoicos subraya la Providencia, de Platón aprovecha el concepto de SumoBien, de Aristóteles enseña a la divinidad como el Motor Inmóvil, ¿cabe ocultarla inspiración del �Protréptico�?, y algo deberá a que Crantor de Soles inaugura-ra su género literario con �Sobre el duelo�.

La figura ecléctica que simboliza el último representante romano y la prime-ra cara escolástica, ¿no hallaría seguridad en su empeño testamentario?, de subrazo llegaron a la lógica del medioevo los silogismos categóricos que exigen eláspero argumentar matemático y los hipotéticos de galeno que discuten asuntosdel calibre de �¿nos guía un destino?�, �¿y los dioses?�, desde entonces ambaspropuestas compartieron el cuerpo de las estructuras de Aristóteles.

Resulta admirable la posibilidad que brinda a los europeos del VI de aproxi-marse al Estagirita �ni aguarda a que Avicena lo ofreciera al pueblo musulmán,

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ni a que San Alberto Magno lo mostrara en el XII desprovisto de la calificaciónde cosa extraña que le atribuía la ortodoxia�, ¿qué lee Casanova en su prisiónveneciana sino el libro más estudiado en lo que va del IX al XV?, y los desahogosque Séneca redactó, ¿no le ayudaron a admitir su suerte?, los momentos de Ti-berio, Calígula y Claudio prepararon el de Nerón. No obstante, uno mismo supo-ne su propia recompensa, no interesa la simetría, ¿los espíritus superiores deja-rían de llorar delante de unas ruinas?

Buscamos consuelo levantando templos que revelan gravedad y resistencia,Schopenhauer cree que insistimos por creernos un sueño, ¿pertenece tal escudoa los dominios de la razón?, ¿quién lo encontraría en pasillos donde no recibemás que pisotones?; ¿por qué no optar por la piedad hacia el prójimo?, encarna-ría un esfuerzo bastante particular, ¿por qué rehusar la perversidad si aprendi-mos a disfrutar con el dolor ajeno?, no aportaríamos alegría al Universo: el que-rer oscila entre los estados de sufrimiento de necesidad y hastío.

Del nacimiento al fallecimiento, el mundo parece una tragedia y detalle adetalle adopta el aspecto de una comedia, ¡qué ardua lucha contra la visión de loabsurdo!, �y, por encima de todo, la muerte es la gran ocasión de no ser ya yo�,¿una vocación de soledad no toma asiento en los cruces de calzadas?, medita conserenidad en el terrible abismo y obtiene una calma distinta de la fugaz estética.

Rechaza el suicidio por su naturaleza negativa: manifiesta que desecha gozarde los males, no el horror por ellos, ¿bellacos y desesperados no afirman la exis-tencia experimentando con sus inclinaciones?; señala el carácter noble en la per-sona que acepta incondicionalmente su papel de simple medio en pro de unameta objetiva no criminal, ¿no entristecen los enajenados con pérdida de las di-mensiones reales del tiempo?, porque muy poco consta a los pies del tiempo, seaferra a conocer y no a permanecer, emplea su disposición de ánimo en conse-guir el fármaco de las composiciones eternas, ¿no nos sacan de tanta locura in-serta en cada instante?, ¿qué soluciona la destrucción de humanos?

Aunque nada escape al orden de las causas, ganamos en libertad a medidaque abandonamos el círculo por habitar su centro, sigamos a Séneca en que �enla adversidad hay que elegir el camino temerario�, ¿y en caso de que la verdadno tuviera forma de escalera, lograríamos subir de lo cercano palpable hasta lacontemplación?; nadie justificaría que los sabios dependieran del insano com-portamiento de unos desalmados con poder, ¿acaso sus carceleros giran con laoctava esfera o gobiernan las idas y venidas del Nilo?; ¿los sentenciados sopesanhuir o la conveniencia de salir a un manicomio mayor?, Juvenal esclarece la si-tuación, �citemos la acción más vergonzosa, el ejemplo más infame, que siemprehabrá aún peores�. A la calamidad teatral de vivir, Schopenhauer responde con

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un consuelo también teatral: el de la música, ¿la música?, sí, por su generalidady rigurosa precisión cobra una altura que medica y consuela.

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más del Consuelo

Zenón escribía: �uva verde, uva madura, uva pasada; todo se transforma, nopara pasar a lo que no es, sino para pasar a lo que ahora no es�; pronto el olvidode las cosas, ¿y pronto el olvido de amigos y enemigos? Por el latido de ayerpalpitamos hoy, ¿no tienta en las horas bajas el machadiano �nadie es más quenadie�?, con orgullo auténtico y honroso intervenimos en el proceso de la epope-ya del hombre, ¿llamamos a tal intervención usar de la voluntad?, fecundamos ycondicionamos sus consecuencias, no sólo recibimos. Séneca señaló que �el des-tino conduce a quien consiente y arrastra a quien no consiente�, ¿y por qué llo-ramos?, ¿porque concluyó nuestro papel?, dejemos sitio sin rechistar a las jóve-nes generaciones. Confiemos en que vamos a algún punto o la angustiakierkegaardiana del fortuito futuro nos paralizaría; mezclemos las manos con elcristal de infinitas fuentes y recordemos cuando pisábamos con pie ligero unashierbas tiernas; bañemos la palabra en el frescor de los torrentes, ¿no conseguíaAntifonte llevar al paciente a una ataraxia preepicúrea?; retocemos con el vien-to sublime de esos parajes desiertos y escuchemos los silencios de su soledad. Enel momento de regresar a la aurora de la que aceptamos el primer préstamo,deberíamos devolver el alma más elevada de lo que la recogimos, nada de ense-ñar espaldas ni de ocultar nada; tengamos presente que la insignificancia nomengua dignidad: �te mantuviste en el mundo como parte. Serás absorbido porlo que te engendró, o mejor, recibido mediante una transformación en el logosque te produjo�.

Escojamos: o resistir a los mordiscos adversarios o ignorar más de la mitadde lo que ignoramos, ¿desventurados por no apechugar con oportunas desven-turas?, ¿quién nació impunemente?, ¿de qué manera conoceríamos la fuerzacon que aguantaríamos los reveses? La fortuna teme a los intrépidos y acosa alos pusilánimes, entonces ¿a qué vienen las quejas por un puñado de dificultadesy peligros una pizca más candentes?, socorre una cierta esperanza teológica enlos fines y en la fidelidad a los valores de humildad y calma. ¿Y qué intentarfrente a la indiscutible intuición del siniestro cóctel de calvario, amargura y has-tío abominable de la existencia? Por detrás de su apariencia de negatividad her-manemos limitación con emancipación, digamos no al pesimismo hobbesiano deuna humanidad que tiende a la autodestrucción apocalíptica; en ágapes indiges-tos cumplamos con el cometido de gustoso comensal y fundemos las instanciasmás dislocadas; ¿optaríamos por una salud completa a cambio de no experimen-tar dolor?, equivocar búsqueda con agrado próximo constituye un fallo teóricodemasiado escandaloso: no coloquemos el summum bonum encima de un so-porte así. En épocas de ofuscación y somnolencia, no suframos de culpabilidadpor no echar el freno: de no provocar los ambiciosos la decadencia, los pérfidos

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desencadenarían el desastre, ¿a qué entrar en nombres?, una cascada siempreigual aunque nunca rueden las mismas aguas; ¿de dónde brota lo que alienta aun coraje exhausto?, ¿y esa voz que urge al que reivindica �yo también luchocontra la asfixia general�?

¿Superaremos el exceso de perplejidades morales que relatan las crónicas?,abandonemos el astuto rincón de lo abstracto y ganaremos en paz, basta conbasar en la honesta conciencia lo que hacemos. De San Agustín aprendimos �¿quémás tuyo que tú..? ¿Y qué menos tuyo que tú, si eres de otro lo que eres?�, y deSpinoza, �en la pasión soy dominado, pero libre si me determino según razón�;¿que te tildan de salvaje rousseauniano de las ciudades?, ¿no saboreas la máxi-ma independencia respecto a las normas sociales establecidas? El que quierasalvar su identidad en detrimento de su propia importancia correría con la des-gracia de acabar con sus huesos en un gueto y el que quiera salvar su importan-cia en detrimento de su identidad correría con la desgracia de quedar engullidoen la vorágine, ¿por qué vía defenderíamos simultáneamente identidad e im-portancia?, ¿con más desvergüenzas de crucifixiones en las agonías de másGólgotas?; no prescindamos de una cumbre más, ¿no favorecen los pioneros quelas escalan a sus semejantes?, el que padece parece vencedor, no vencido, jamásvencimos la gloria del vencido, ¿por qué una casta de tan pocos trabaja tanto porllegar en vez de divulgar las alturas conquistadas?, no imitemos a los indios deLuisiana, que en cuanto pretendían un fruto, arrancaban el árbol. La muerte nogoza de consuelo, caduca el reino de la posibilidad de levantar un edificio quetrascienda, ¿no votaría Aquiles por servir en casa de un pobre en lugar de man-dar en el reducto de los cadáveres?

La filosofía prefiere certezas terminales a los progresos del sabio, ¡qué estultapor presumir de los desplantes de Lucifer!, ¿dónde ubicar la noticia pía de unaverdad creíble?, acompañemos a Montesquieu en que �los que afirmaron quetodos los efectos que vemos en el mundo son producto de una fatalidad ciega,han sostenido un gran absurdo, ya que ¿cabría mayor absurdo que pensar quelos seres inteligentes fuesen producto de una ciega fatalidad?�. El entregarse demodo desbordado ¿no deriva de un misterio que tira desde más allá del próji-mo?, lejos de distanciamientos ascéticos, midamos la tensión entre el egocen-trismo y la apertura de unos enfermos capaces de inspirar consuelo a los demás.La respuesta adecuada impulsa a sobrevolar lo eventual de las pequeñeces ines-tables, de los numerosos granitos de arena �caen antes o después� e invita aadmitir a Dios en el sermo literario para no desembocar en un callejón a oscuras,en un tormento y en un sentimiento de frustración falto de plenitud por no inte-grar los derroteros dispersos de una personalidad. La �ley escondida� de la his-toria que descubriera Rousseau, ¿absolvería a Dios de crear una criatura malva-

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da y sembradora del mal?, comienza a convivir y escapan a su alcance los peca-dos de violencia, abuso, vanidad, desprecio, venganza y envidia, ¿tamaños fer-mentos no ahitaron con compuestos funestos a la inocencia?; tampoco imagine-mos a Dios indiferente a la justicia e injusticia, a los colores, ¿daltónico?, el NuevoTestamento eligió el trato con los oprimidos y retó a los opresores: miremosadelante con la Biblia, no atrás de la Biblia.

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de la Esperanza

�¿De qué lado se inclina?

�Más del desarrollo y satisfacción de las necesidades actuales que de la tansobada emancipación interior de los filósofos, ¿con la ortopedia del andar con lacabeza erguida no reivindicamos una autonomía muy propia?

�¿Y su contenido?

�Coincide con permanecer indistanciado del presente, con una vuelta al pla-cer y de espaldas a la fatiga, con una provechosa experiencia, libre y creativa.Goza con el gobierno del constructivo y favorable Eros �vida a la vida� en laincomprensible y arrastrada perspectiva del pasivo y ruin Thanatos �muerte ala muerte.

�Ya que integramos algo, y no precisamente algo que aletea en sus afueras¿por qué no arrancamos de cuajo la cara del hombre dormido y la conectamoscon lo eterno y absoluto?

�No olvidemos que disfrutamos de la esperanza, porque mantiene el correlatocon un entorno dinámico �el pesimismo analítico resiste las embestidas, jamáspacta con ficciones estáticas.

�De habitar un universo imperturbable y perfecto ¿no lo calificaríamos deinabordable?

�En el ancho campo de las premisas sobre las que podemos intervenir, nitropezamos con estructuras preconstituidas, ni con envites silenciados.

�Donde escuece de verdad el riesgo, ¿no crece de veras lo que salva?

�Deduzcamos el impulso de lo positivo de la intransigencia de lo negativo;por cambiar la coyuntura envolvente entablemos una encarnizada crítica disol-vente, urge rebasar el mero rechazo; defendamos el coraje de la luz en medio delmiedo a la niebla �vigías del claro día en una noche oscura con linternas gasta-das.

�¿Con qué cuenta?

�Con la carencia de un bien: a lomos de un dolor de hoy cabalga un mañanamejor, ¿acaso un enfermo de cáncer no atiende a la noticia confusa del más re-ciente medicamento? Reconozcamos la más humana de las emociones.

Hablemos... 183

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�¿Qué cabe aguardar?

�La capacidad de intuir un objeto ausente forja de lo �aún-no-real� y de lo�aún-no-consciente� la dimensión del pensamiento. Despiertos, saludemos a lossueños, ¿no prorrumpen en situaciones en las que bulle el fermento de lo nuevo?En el Cosmos falta lo que percibiríamos como auténtico: especulemos con �lo quees� a partir de �lo que no es�, ¿a qué jugaríamos sin la ayuda de lo que no existe?

�¿Actuamos a modo de simples muñecos en manos de unos contra otros?

�La constatación del reino de lo ilógico no dispensa de que en un futuroimpere lo lógico.

�¿Florece la razón despojada de esperanza?, ¿y la esperanza desposeída derazón?

�?mplican en primera persona. Además de padecer sus efectos, contribu-yamos con el papel de protagonistas diligentes que someten la irracionalidadcircundante a sus expectativas racionales.

�¿Seguiremos aceptando la dominación por la dominación?

�Acortemos el trecho que va de �lo que de hecho es� a �lo que de derechodebería ser�, no por el desvarío abstracto de lo insuperable; rompamos el nexoentre productividad y destrucción, entre democracia y represión, pongamos tér-mino a las condiciones e instituciones intolerables, golpeemos el sistema desdesu exterior y violemos las reglas del endemoniado engranaje trucado.

�¿Subversiva en cualquier caso?

�Cuando no acompaña, la acción resulta impracticable. De Marcuse muchosrecogimos que �el horizonte de la historia aún está abierto. Si el recuerdo deaquello que ha pasado llegara a ser una fuerza motriz para la transformación delmundo, con ello se habrá emprendido la lucha para una revolución hasta ahorasofocada�.

�Lejos de Schopenhauer ¿la sentiríamos igual?

�No, parecería una palabra hueca y vacía, o peor, una miserable especie deconfianza.

�¿No angustia la tendencia a concebir el fin como recuperación de un princi-pio?

�De Tales a Hegel, el detestable hechizo de la reminiscencia requiere que el

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saber emerja de evocar las visiones del orbe de las ideas.

�¿Y entonces?

�No reduzcamos el progreso a un proceso dialéctico inevitable e indepen-diente de las iniciativas individuales.

�¿Queda la esperanza desencantada?

�Renunciemos con Adorno a la ilusión de aferrar la totalidad con el entendi-miento, contentémonos con la figuración fragmentaria de unos cuantos saltos dehuella en huella. Digamos no a una certeza despreocupada gracias a proyeccio-nes celestes de anhelos terrestres y sustituyamos el mirar hacia lo alto por mi-rar hacia adelante.

�Pero... ¡Dios mío!, ¿dónde emplazaremos el problemático laboratorio de laposible redención?

�En los cruces de caminos del Todo con la Nada, detengamos los féretrosque acompañan a las quimeras.

Hablemos... 185

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más de la Esperanza

�¿Qué encarna?

�Por allanar distancias demanda visiones consolidadas en períodos de cri-sis. No propiciemos una determinación indiferente a temores y amenazas que noprecise superar una extrañeidad.

�¿Qué entraña?

�La alegría del �sí� personal continuamente profundizado frente a la triste-za del �no� constante en los alrededores. Conviene recordar que en las geogra-fías inexorables del embrutecimiento soñábamos con una eufórica emancipaciónde exilios y esclavitud.

�¿Qué promete?

�Aprovecha las disposiciones naturales y educacionales y forja mejores, nofabrica buenos. Quizá en un mañana aliviemos la miseria, el odio y la rivalidaddesde el otro lado de la violencia �quien estrelle contra su yo ilusión tras ilusión,notará que ni siquiera su propio yo quedará en pie.

�¿Permanecería después de que sus devotos sumaran a la satisfacción indi-vidual el agrado de sus condiciones particulares?, ¿morirá con el cese de las an-siedades?

�Dejar al margen su dulzura resulta mucho más difícil de lo que unos cuan-tos intentan con la fácil amargura de desapasionar sus apasionados discursos,¿pretendían rescatar la levedad de una novedad intelectual?, ¿en toda trincherano descubrimos un ambiente de orfandad?

�Y cuando el fracaso pese mucho más de lo que cualquiera soportaría, ¿cómosalir de la letargia y recuperar el tono vital?

�¡Qué intensificación del insustancial desamparo!, más lento que las monó-tonas horas, hora a hora, ¡qué pérdida del amor que uno anhela! Al menos, uneco acaba con el sonido que lo causa y un problema con el impulso.

�¿Un desvarío óptico?, ¿un mito?, ¿confutable en la órbita puramente lógi-ca?

�Por urgir un punto de apoyo habilitamos una especie de Arca de Noé en losmomentos de peligro: un estímulo para la libertad tejedora del hombre, nuncaun opio.

Hablemos... 187

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�En sintonía con el ateísmo de Feuerbach ¿cabe responder a la capacidadpersonal de resolver cuestiones sólo con los medios del mundo?

�Hamilton afirma que �existe en mí un factor de espera, y también unaesperanza�.

�¿A qué equiparar lo ideal con escapar a las nubes, con fantasías vacías, conuna denigración que casi insulta?

�No tratemos así a un modo de sacar a la superficie tantas posibilidadesobjetivas, inscritas en lo real y en lucha por su realización. Califiquemos tamañaobra de minería de categoría filosófica por excelencia y no de prospección inútil,de prudente proceder y no de impotente salto adelante.

�¿Dónde colocaríamos �el deseo de un paraíso re-creado basado en las con-quistas de la civilización�?

�No olvidemos que donde la utopía abandona el no-lugar de la abstracciónse concreta en una verdad. Por su influencia imaginamos el Estado mejor, lafelicidad completa, el placer supremo, la paz perfecta.

�¿Alguna garantía por debajo de la esencia?

�El miedo y esa necesidad que Santayana llama �fe animal�.

�¿Qué relación guardan esperanza y fe?

�Moltmann asegura que la esperanza sin fe parecería una quimera suspen-dida en el aire y que la fe sin esperanza calentaría poco �el desconsuelo absolutola hace brotar de una redención.

�¿Inseparablemente unidas?

�En el día a día, la prioridad pertenece a la fe y la primacía a la esperanza.

�La religión, ¿su vehículo más universal?

�Aunque entra con ella, no con ella siempre entra. Dirijamos el oído a loEterno, hasta que rompa su silencio y abra sus abismos a los espíritus finitos.

�¿Dios planea actuar?, ¿de qué manera?

�Confiemos en que la etapa terrenal no constituya una meta última, no com-portaría más que respeto humano.

Meditemos la esperanza como actitud paciente o como faro, construida so-

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bre la de ayer, y la de ayer en la de anteayer, ¿tendríamos que haber inventadola torre de Babel de no haber sucedido? No caigamos en la nostalgia de Bonhoefferde �oh, si conociera el camino del retorno, el largo camino hacia la tierra de lainfancia�, ¿invoca al poeta porque padece?, ¿aspira a que su mensaje llegue máslejos que sus efímeras quejas? Pasemos del dato de una arqueología a la pers-pectiva de una teleología, de prisioneros de una niñez a explicar lo anterior con loposterior, ¿acaso no implica un sistema de expectativas, un cuadro de referen-cias dentro del que adquiere sentido? El futuro anda abierto a una plenitud inal-canzable; que traiga el cielo o el infierno depende de nosotros mismos: apenasdecidimos desmentir y transformar el presente y no exclusivamente interpre-tarlo, producimos finalidad y significado en la historia. Valgan tales pensamien-tos para defender las prerrogativas del tiempo, ¿no irrumpe en la comprensióndel vencedor de lo fugaz que alza sus ojos trascendentes más allá de su duración?

Hablemos... 189

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de la Fe

Los anhelos de paz, de justicia y de amistad nacen de la inquietud, del dolor yde la necesidad, de destellos contemporáneos del fuego que salen de la llama, deltorrente que no consigue separarse de la fuente, ¿acaso el sol pierde los rayosque produce?, ¿y el rayo?, ¿logra romper con su cuna de sol?; el buen querer nobasta, Dios mueve la buena voluntad del hombre consecuencia de su esfuerzo,¿igualaríamos punto con línea?, ni un poco, apenas su principio incoativo �diga-mos �no� a las apariencias empíricas, piquemos espuelas y ganemos altura. Por-que lo que pretendemos figura más allá y constituye su estructura inevitable, nodetengamos el andar con dudas, ¿nadaríamos a orillas del Sí o naufragaríamosen los rápidos del No?, ni frenemos ante la sospecha, ¿no subiríamos la sombríaescalera de un faro con ayuda de una linterna?; intoxicar con tamañas maníasdeterminadas cosas denuncia un talante enfermo, erróneo o criminal.

Aquel que abraza con valentía los eternos interrogantes, ¿no goza de unagarantía providencial que guía su peregrinar desde lo alto?; podemos y debemosbuscar, ¿esta búsqueda ascensional no acaba por tropezar con una evidenciafundamental que acaba con toda irresolución? ¿Y de qué manera recorreríamosel proceso de elevación?, ¿a lomos de conclusiones capaces de enmendarpremisas?, a pie resulta imposible y vana una contemplación que suelte ama-rras, ¿y de qué modo continuar en él?, gracias a la esperanza; los griegos asigna-ban a la esperanza un lugar destacado, Heráclito afirmaba que �quien no esperalo inesperado, no lo encontrará�.

Realmente, el camino arranca de la apatía, experimenta el fenómeno de lailuminación, acontece el premio de la revelación y empata con órdenes superio-res que nombran �éxtasis�: el sentido prende de improviso como la luz que bro-ta de una chispa y crece después por ella misma, Proclo aseguraba que los últi-mos grados del avance moral y mental coincidían con autenticidad, amor y pre-sunción. No, no repetiría la ironía de Juan de Jandun, de �alégrese quien sepademostrarlo�, prefiero mantener encendida la hoguera a pesar de que no quedeleña por quemar.

Los profetas y poetas confiesan no alcanzar la profundidad de sus palabras,bajo una influencia sobrenatural creen lo que por verdad entienden y entiendenpor verdad lo que creen, ¿no creemos más que lo que entendemos?, ¿entenderpara creer o creer para entender?, ¿no cita pseudo Dionisio a la �docta ignoran-cia� y Kant que �tuve que suprimir el saber y sustituirlo por la creencia�?, ¿noleímos de Porfirio que el sabio honra a la divinidad en sus silencios?, sólo él saberezar durante los oscuros arrebatos en las noches estrelladas. ¿Cuándo abando-naremos los méritos y preceptos establecidos?, ¿qué falso orgullo resta tras des-

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cubrir que la sacrosanta libertad de los pensamientos �homo sapiens� y de ladenostada inercia de los instintos �homo credulus� ruedan por idéntica cues-ta? Ir del significado literal al significado hermenéutico en las Sagradas Escritu-ras implica transitar del dogmatismo al conocimiento, ¿por exigencia interna, lapersuasión no exige grandes cuidados?, un conocimiento inarticulado e indistin-to impele el análisis generador de conocimientos articulados y distintos, ¿y a lavez que da con explicaciones, no abre paso al conocimiento?; ¿qué conduce a lapersuasión?, ¿una fatalidad geométrica?, el límite que hallamos en captar lo tras-cendente señala el considerando más importante en pro de la imprescindiblerevelación. ¿Tratamos con convicciones descabelladas o con causas extravagan-tes por no fraguar con convicciones?, la estrechez de miras de un desbocadoracionalismo impide que intimemos con actos plenos de razón que llenan el almay los acusa de desatender a la razón, ¿no repara en que nunca llegó a probarsiquiera un primer axioma?, ¿por qué no vuela el vuelo de la facultad intuitiva yno niega el beneficio de la apodíctica?, ¿habrá cumplido su ciclo la filosofía?

La fe cuenta con una certeza de adhesión �intuición bergsoniana� mayorque la ciencia, y la ciencia con una certeza de especulación �razón cartesiana�mayor que la fe, ¿con argumentar lo que depende de la fe, no reduciríamos suesencia a ciencia?, ¿qué idiota acortaría por los atajos del sentimiento los largosmeandros del método?, ¿no convendría defender cada campo sin adulterar unoni otro? Hablamos de entrega frente a simple incontestabilidad teórica, los de-votos arriesgan la vida por sus votos, ¿imaginamos a un matemático que losimitara por una hipótesis?; ya que en las pasiones también juegan elementosilógicos, ¿qué frena el que nos sirvamos de algo más que de la lógica y apacigüe-mos tales agitaciones?, por ejemplo: el favor suavizante de la música que afina elespíritu. De San Agustín aprendimos que la religión enseña cómo se va al cieloen compañía de ideario y obra, mientras que la comprensión capta con leyescómo va el cielo, ¿comparamos incomparables?; aunque la religión disfrute deprecedencia, los que no recurran día a día a la comprensión empolvan su digni-dad por no airear sus adentros con el reflejo de lo inefable. La salvación demandael fatigoso denuedo de una toma de conciencia, reivindica �investigación siste-mática más progresión dialéctica�, pero la sed obstruye cualquier síntesis hastaque saciemos el yo con la savia nutricia de �revelación más aceptación�, ¡puesclaro que el mensaje de redención deja intacta la autonomía del estudioso!, ¿com-patibles porque sostienen sus propios hechos?, cuando la física no renueva ense-res permite que revolvamos el equipaje de la metafísica, ¡qué arte el de guardarequilibrio entre cartesianismo y teología!: el talento a solas no tira de riendasque salven.

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más de la Fe

De acordar con Guicciardini que la �fe no es más que creer con firme opinióny casi certidumbre las cosas que no son razonables; o, si son razonables, creerlascon más seguridad de lo que permiten las razones�, ¿qué faltaría en aras deidearla con Bohme justificación total, retorno del hombre a la luz y vida de Dios?,¿acaso nacimiento de Dios en el hombre?, no, no callemos por más tiempo lapropuesta de Fuchs de que �puesto que es una confesión, tiene la tendencia aexpresarse lingüísticamente�. A aquello que denominamos mera credulidad enfilosofía, en teología ¿no lo nombramos examen del pensamiento más penetran-te?, Radoberto habla de tres creíbles: los que merecen ser de inmediato creídos�las entidades perceptibles�, los que recaban ser creídos y comprendidos a lavez �los axiomas y las realidades plausibles� y los que deben ser creídos con elcorazón antes de ser comprendidos; ¿no escribió Abelardo que �una fe prestadacon ligereza no tiene ninguna estabilidad y es incauta y carente de discernimien-to�?, ¿no aseveraríamos con Anselmo de Aosta que �es negligencia no intentarcomprender lo que se cree, después de que hemos sido confirmados por la fe�?,Hume dejó claro que conforma nuestra constitución indagar y defender lo quecreemos, ¿lo más honesto?, el lema de Juan Escoto: �creer lo que se dice converdad y entender lo que con verdad se cree�.

¿La razón enseña lo mismo que la revelación?, entonces ¿por qué precisa-mos su asistencia momento a momento?, por ausencia de conexión matemática,no conseguimos encontrar el fin al que orientar la existencia, ni reparar en losmedios para cumplir con el destino; en espera de que descubramos de maneraautónoma, comunica lo que no logramos captar aún, ¿solos no tardaríamos de-masiado en alcanzar lo que medimos con la medida de lo inalcanzable?, ¿a quiénextraña que en el mundo continúe trabajando la Creación?, ¿y que en la religiónadmiremos el discurso ininterrumpido de la palabra eterna? ¡No y no!, ni bastacon empequeñecer creencia hasta obediencia �paralizaría sus conflictos con elobrar sensato�, ni alegar devociones intuitivas �gravitarían sobre prediccionesno controlables�, ¿no sufren de crisis y nos encadenan a sus crisis durante losdilemas?, entraríamos en un nivel de entrenamiento moral, y no en el más alto.

Aunque la fe vaya delante de la razón en el campo teológico, ¿no conocemosen cuanto creemos?, va detrás en el solar filosófico, ¿no creemos en cuanto cono-cemos?: de San Agustín aprendimos que figura al término y no en los comienzosde la exploración, el de Eriúgena la señaló punto de llegada más que de partida �guía más que tope u obstáculo. Por encauzar a la inteligencia ¿identificaríamos fecon un bien?, la inteligencia sin fe no corona algunas cumbres y la fe sin inteli-gencia no alumbra el ascenso; y en lo tocante a dobles lazos, no admitimos la

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trascendencia porque no buscamos y no buscamos porque la trascendencia nosuele llamar, ¿y tras romper el nudo?, la investigación del creyente incluiría con-dición, dirección y proceder obligado y la creencia ganaría en consolidación, enri-quecimiento y satisfacción con la investigación, ¿y cómo?, que la fe confiera pri-mero autoridad a la razón y luego que la razón brinde su asentimiento a la fe.

La razón manifiesta confianza en los horizontes de la persona, acota el impe-rio de las verdades deducidas, implica denuedo; la fe significa aceptación de otrasiniciativas, delimita el entorno de las verdades anunciadas, supone renuncia, ¿re-sulta raro que funcione con una metodología diferente?, mientras Adam Wodhamlo rubrica, Pannenberg preserva los principios de la lógica. En �así como sucediócon Abraham, la fe vence, mata y sacrifica la razón, que es la más rabiosa ypestilente enemiga de Dios�, Lutero saca a colación la vieja oposición, ¿no juegacon conclusiones falsas o quizá no necesarias?, ¿no parecería más fácil apostarpor los demonios que descansar en Dios?, mantengamos con Habermas que �eldescrédito de la religión conduce a una escisión entre fe y saber que el Iluminis-mo no puede superar con sus propias fuerzas�, ¿y por qué en lugar de enfrentara ambas perspectivas, no procuramos construir un equilibrio armónico al estilode Hugo de San Víctor?, contemos con que la gracia completa no destruye, ¿nopropugnó Pascal que una convicción hace tolerable el riesgo pero no lo elimina?,ni evidencia imbatible, ni posesión inexpugnable, ni acometible con argumentosni con experimentos.

Santo Tomás considera nocivo pretender una demostración, ¿Duns Escotono lo expone con suficiente transparencia?, �la fe no es un hábito especulativo, niel creer es un acto especulativo, ni la visión que sigue al creer es una visión espe-culativa, sino práctica�, ¿y dónde situar lo práctico mejor que en el espacio de lalibertad?, de ahí deriva la inabordabilidad de cualquier prueba, ¿y lo teorético?,pertenece al dominio de las rigideces silogísticas; ¿a quién importaría una fe querecibiera el apoyo pleno de la razón?, Alano de Lille animó a unos y a otros conque concebiríamos en el cielo lo que por ahora apenas contemplamos en un es-pejo. ¿No inquieta la rotunda sentencia del Aquino, �lo que la fe revela no esimposible�?, coincidamos con Boecio de Dacia cuando insiste en que no califique-mos de absolutamente imposible lo terrenamente imposible, ¿no tratamos conun imposible donde pasan por decisivos los fundamentos y motivaciones natu-rales?, en las afueras de tan estrechas coordenadas cabrían causas mayores quesaltaran barreras y comportamientos corrientes; en aceptar los ámbitos parale-los e irreductibles de posibilidad e imposibilidad ¿no residiría la única concordiafactible de los planos humanos y divinos?

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de la Eternidad

Cabe que asignemos a los atributos morales de sabiduría y bondad alcancesindefinidos, nunca a espacio y tiempo �componen las formas y condiciones decualquier experiencia externa e interna. ¿Qué supone el espacio?, orden de exis-tencias simultáneas no ordenadas dentro de una evanescencia de la ilimitud du-rante el débil relampaguear de la inteligencia: cuerpo del tiempo; ¿y el tiempo?,repertorio de cosas no coincidentes después de que los años hubiesen acumula-do sus derechos: espíritu del espacio �Aristóteles observó que �sin alma, esimposible el tiempo�.

¿Qué significa la historia?, ¿unas denigrantes sobras del entendimiento?,Jenófanes asegura que los dioses no revelaron por completo sus misterios desdeel comienzo, dispusieron que encontráramos lo mejor en el irrefrenable fluir delas épocas; dejando en suspenso el peso que ejerce lo religioso, el que la totalidaddel conocimiento aparezca fragmentada en la multiplicidad de transitorios queperfilan el despliegue humano ¿no contribuye a una mirada subjetiva muy ínti-ma derivada de la práctica de la filosofía?

Los problemas que se debaten en el diálogo socrático implican importantesimprontas en quienes la emprenden con difíciles fronteras por cumplir con suestrella, ¿no estimula la comprensión de los Primeros Principios?; ¿el retornocíclico no ilustra la idea de progreso?, ¿por qué apurar fases igual que losbuscadores de oro?, ¿no excavan mucho suelo y hallan poco?, Heráclito dijo queexige tal exigencia porque disfruta con la ocultación; no, no lo dudemos: el quidcentral de la investigación radica en el aumento de cordura.

¿Acabaremos en catástrofe purificadora o renaceremos a un estado de natu-raleza gracias a la razón?, repitamos con Campanella, �¿quién lo sabe?�: proba-blemente sonará la campana cuando suene el toque de regreso a la inocenciaoriginaria.

No agotemos el tiempo en la empericidad de unas conductas, ni lo ahogue-mos en una cascada de detalles inconexos, ¿pretenderá un átomo de egoísmotender puentes con pretéritos y devenires por consenso espontáneo?, tendre-mos que ponderar y reponderar las modalidades concretas con que salga a esce-na en los escenarios más decisivos.

¿De qué sirve contar con circunstancias que ya no cuentan?, también la se-milla sufre un tipo de corrupción que le permite germinar, ¿por qué jugar a juz-gar a diestra y siniestra de acuerdo con unos acontecimientos que no volverán?,que no extrañe que los defectos de ayer abunden en una mayor perfección hoy

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�aunque no logre medir la más honda profundidad de los océanos, el marinerono olvida cuánto mide su sonda, ¿cómo advertiría el peligro de los bajíos? A pe-sar de que escuchemos un temblor de inmortalidad ¿compensaría vivir confor-me a edades marchitas?, reconocer que nos acompaña, que crece merced a losdías que recoge, que concierta las nuevas creaciones y que diferenciamos losperíodos por cantidad y no por cualidad, invita a convertir tamaña relación enverdad obstinada, útil a empresas futuras; por cubrir parcialmente objetivos,¿la insaciable hambre de satisfacción no alimenta metas?, Dilthey habla de unencadenamiento dinámico, no de causa-efecto, y Spengler insiste en una lógicaorgánica frente a una mecánica.

¿Conviene que el mañana descubra las secretas intenciones?, quizá por unaespecie de persistencia y surgimiento admitamos que el sentido de las agujas delreloj señale la posibilidad de superar los mañanas; mientras, mantengamos con-tacto con el voluble ir y venir por medio de las sensaciones, y por el pensamientoenlacemos con la esencia invariable.

En la trinchera del instante, defendamos de la unidad de un antes y un luegoel carácter fugaz de un presente que no gusta del nombre �pasado�, reconstru-yamos un presente sincrónico que envuelva nuestro presente sucesivo y obten-gamos un presente en constante revisión, ¿acaso coetaneidad por necesidad?Dado que en los intersticios entre eternidad y tiempo prosperó la cópula delCosmos y que las sombras jamás engulleron los hechos sin evacuar residuos, ¿aquién no le agradaría rondar por el horizonte que fijan las partes iluminadas y losángulos a oscuras?; confesemos que no acertamos a poner solución, ¿no afirmaLeibniz que en cada segundo figura la plenitud del discurso universal?, ¡conde-nada linterna inapagable!

¿Qué indica la ambivalencia del tiempo?, degradación de lo inalterable y pre-paración para la negación parmenidiana; avanza hasta caer falto de perspectivay de memoria, ¿qué demiurgo imaginó semejante imagen móvil?, el credo is-maelita fatimí lo identifica con un retraso respecto a sí mismo: eternidad atrapa-da.

¿Qué pinta la fe?, injerto de eternidad en el tiempo; si colocamos la predesti-nación en los campos de la eternidad, entonces los actores, el contenido y la se-cuencia de los actos obviarían el más imperturbable de los imperativos por acae-cer en tierras de Cronos �frágil intuición de unos individuos finitos. ¿Nos encar-gamos del soplo de las horas o el viento de los siglos nos arrastra?, no esperemosque respondan de la manera que el eco responde a la voz; a imitación de Fausto,quisiéramos detener los años, pero las ocasiones gastaron sus oportunidades. Lode que el mundo deba precisamente ser lo que es en este punto constituye una

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ligereza: el sofisma de �lo efímero�; todo cambia, todo empieza y termina mo-mento a momento, sólo el Todo permanece.

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más de la Eternidad

Prolonguemos la recta del tiempo hasta sus orígenes y descubriremos queadopta la forma de una curva cerrada, ¿el estado fetal recordado simbolizaría laaconflictividad del paraíso perdido?, por remontar y remontar las horas no tro-pezaremos más fácilmente con la razón de ahora. ¿Lo inmediato cognoscible?, laestrella creada, lo sucedido, ¿lo no inmediato cognoscible?, creer que la estrellahabita en los cielos, el suceder. En lo indefinido de las eventualidades del hombredivisamos con dificultad una línea fija que logre orientarnos: el pasado, ¿y gra-cias a ayer aprenderemos a vivir hoy?, nuevo con respecto a lo pasado, el pre-sente �resaca del pasado� vuelve a escribir su pasado, ¿acaso no elige lo quepropició su peculiaridad? Aunque Lavelle llamara tiempo a la posibilidad del pre-sente de entrar y salir por la doble puerta del pasado y del futuro, no olvidemosque querer entender la obligatoriedad del pasado y predecir el futuro escenificanlo mismo, que la moda dicta que una generación encuentre más plausible una uotra, ¿Mactaggart no identificaba pasado y presente con manifestaciones im-perfectas y preparatorias de futuro?, quizá la mayor necesidad del futuro fuercea que el pasado arroje de continuo hacia adelante lo acaecido, la experiencia queposeemos roe y estrecha lo que determinará nuestro puesto: sabemos lo que nova a ocurrir, no sabemos lo que va a ocurrir. De lo que acontece ��¡Dios mío!,¿por qué me has abandonado?�� a lo que probablemente acontezca �Judas, �loque has de hacer, hazlo pronto��, ¿quedan dudas de que el relampagueanteamanecer nace en circunstancias inestables, a la vez que recibe y disuelve supráctica?; orienta, no impone orden: rechacemos los mecanicismos deReichenbach, ¿cabe imaginar a la entropía amaestrando el ímpetu de los siglos?,nademos en las periferias del signo de Heráclito, ¿la semilla de lo siguiente resi-día ya en su anterior?

¿A qué juegan tiempo y espacio?, Fries señaló que ambos pertenecen sólo alos límites del espíritu y Hegel los coloca extramuros por su irreductibilidad a lalógica, ¿apenas órganos de percepción?, ¿obstáculos por su función de órganos?,¿no emborronan la realidad?, ¿percibiríamos algo en sus afueras?, ¿rendiríancuentas sin ti y sin mí? Desde el principio juntos ¿no integran el hilo que teje cosaa cosa?, como productos de las conexiones dinámicas del intelecto encauzan cos-tumbres, ¿no soportan los complejos entramados de reglas que invitan a enhe-brar usanzas?, ¿no procuran coordinar secuencia y simultaneidad?

�¿La primera nota del tiempo?, que nunca la perspicacia de los individuosconseguirá aprehender la figura fugitiva de ese �ser que mientras es, no es, ymientras no es, es�.

�¿Y la del espacio?, exterioridad abstracta dentro de la que los geómetras

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permitieron intuir el nexo común de los hegelianos mañanas intuidos.

�¿La segunda del tiempo?, ocupación atractiva que trabaja centrípetamenteen una dirección.

�¿Y la del espacio?, ocupación repulsiva que trabaja centrífugamente encualquier dirección concebible.

Por superar la prosa de los argumentos, la lírica levanta el velo de Isis, pene-tra en los dominios interiores, reconquista de sus composiciones las maduracionesnaufragadas y educa; por su hermanamiento con lo inmortal ¿no absorbe demanera gradual las metas dispersas en los diversos aspectos de la cultura?

�¿Cómo opera la poesía?, de los objetos que aparecen y desaparecen �ac-ciones� escoge la perspectiva más sensible y aclara lo que considera �utilizauna única propiedad de los cuerpos. También podría sugerir cuerpos con el em-pleo de movimientos.

�¿Y la pintura?, de los objetos que coexisten �cuerpos� selecciona la oca-sión más significativa y capta mejor lo que precede y procede �extrae un únicomomento de la acción. También podría encarnar movimientos con cuerpos.

Kant ve en el arte un gesto frente a la naturaleza y Guyau una avenencia conel todo y de cada parte de lo efímero con la firmeza eterna.

Husserl presagia en el tiempo �un ser eterno en el devenir�, ¿con frutos tandesiguales?, a pesar de la homogeneidad de su tremenda energía ¿el Sol no des-pliega contornos múltiples y distintos en la Tierra?, ¿y con semejante proyec-ción impura encaramos el mundo?, ¿constituiría una excelente oportunidad dondedelirar? En los intentos por adecuar el tiempo a lo eterno durante el desarrollohistórico, la eternidad echó mano de los modales más violentos en el acto pen-sante, porque no acababa de dar con su auténtica estructura, ¿extraña que alum-bre lo sublime de tamaños maltratos y desgarros?, ¿aguardaremos pacientes elabsoluto de Mactaggart?, sí, ese bien infinito que irrumpirá tras de un lapsofinito larguísimo, no infinito. De asimilarlo a súbita inserción de la verdad celes-tial en sus criaturas, el instante instituye la inserción paradójica e incomprensi-ble de la eternidad en el tiempo; dejemos en el aire una hipótesis: la correspon-dencia entre lo inescrutable y su fenómeno, ¿no juzgaría al espacio-tiempo efec-tos condicionados de la Causa incondicionada? Digámoslo abiertamente: que lasustantividad del tiempo radica en la eternidad y que con tal medida medimos aDios, pero que siempre dispondremos de libertad para admitir o desestimar estao aquella eternidad.

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de Dios

¿Dios?, centro y circunferencia de lo patente y latente ¿y el mundo?, un si-mulacro corpóreo de Dios, un espejo roto �de reagrupar los pedazos, vislum-braríamos la Imagen. ¿No insistía Schleiermacher en que �no existe Dios sinmundo, como no hay mundo sin Dios�?, los fenómenos terrestres guardan rela-ción con la batuta celeste hasta el punto de transparentar a Alguien que trabajaen etnología con lo humano y en geometría con el Cosmos. Lo vemos per speculumo in speculo: sus criaturas, ¿acaso no reflejan su figura?, las cosas, ¿acaso dejanver su huella?, ¿no decía Averroes que el culto más adecuado estriba en com-prender sus obras?

A pesar de la atmósfera en que prosperó el halo de las viejas metafísicas,disiento de Dewey en que �el temor a los dioses fue el que creó a los dioses�, ¿noconfiamos en los magos la misión de manipular los símbolos?, ni la Ilustracióncon su intención de desatemorizarnos y convertirnos en amos consiguió relegarnuestra crónica desventura. ¿No impedirán nuestros ojos que demos con el Ha-cedor?, a lo largo de la búsqueda juegan el papel de condición, ¿una lente no vistecon su color los objetos observados?, ¿por qué esperar que no tiñera de igualmodo el rostro divino?

¿Cabe enlodar a Dios en la ciénaga de tesis y antítesis?, no captaremos alhombre en cuanto hombre en tan resbaladiza tesitura; ¿que por qué?, nos em-pleamos a fondo en nosotros mismos y ni siquiera gobernamos la ciencia delpropio yo �llevamos adelante una descripción, no una explicación de su carác-ter. Con la experiencia perfeccionamos el supremo don de la titubeante capaci-dad argumentadora según sus posibilidades de purificación material de cambio,tiempo y lugar, con su ejercicio no ponemos de manifiesto a diario nuestra grati-tud; encontremos la costa que nombran Razón Eterna, aquella que amansa yencauza el embate de las mareas con suma claridad; ¡demonios!, con la fe apaga-da podríamos exponer, no responder.

¿Por qué no concebimos sino a golpe de revelación que acabaremos por go-zar del Altísimo?, afirma Duns Escoto que porque no hallamos ninguna conexiónforzosa entre trascendencia e individuo, ¿y Santo Tomás no machacaba sesoscon que creer implicaba un austero trance de �pensar con asentimiento�?, ¿noandamos aún inmersos en la investigación por no aprehender lo evidente?

¿Qué significa Dios para el hombre?, un hito que abandera en seguida; acep-to de Feuerbarch que la percepción que tenemos de Él concuerda con la que Éltiene de sí.

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¿La conciencia creada?, el vértice que cierra la marcha progresiva del cere-bro, término de la etapa constructiva del Universo, cenit de regresión; subidos atamaño púlpito, contemplemos los dos momentos del ciclo: la mímesis en el dis-tanciamiento, una dudosa imitación de lo Inmutable lastrada con multiplicidad,mudanza, lucha, temporalidad, contingencia, sensibilidad y la metexis duranteel repliegue, una oportuna intervención que recupera unidad, armonía y paz,diafanidad.

De la sindéresis escribió San Jerónimo: �chispa que no se extinguió en elpecho de Adán después de ser expulsado del Paraíso�, ¿no estimula su fuegoanimador?, tal �ápice de la mente� corresponde a un máximo de elevación, elque precede al rapto último; el éxtasis habla de una incesante reconducción delas complacencias, no de una conquista intelectual: comunión del hijo con su Pa-dre, mediante la que colabora y penetra en su intimidad.

Ya que distinguimos bondad de sabiduría en los hombres, ¿cómo no las íba-mos a diferenciar al tratar de Dios?, la ilimitada perfección aumenta el grado delo producido más allá de cualquier límite, pero no altera su esencia. ¿La pres-ciencia?, sólo previsión de una acción, no de que realmente suceda; Ramanujaequipara el deber cumplido con una plegaria... con una sumisión a la VoluntadIncontestable, el filósofo indio extrae de ahí una consideración de mérito que nosempuja hacia nuestra liberación, ¿la Justicia Inapelable nos encaminará así a laredención? ¿A qué proximidad del Redentor nos aproximaremos?, a la del amor�poca madurez enemista, mucha amista. Whitehead elige un Salvador en vezde un Creador; por contra, Bonhoeffer apuesta que por haber alcanzado la ma-yoría de edad, Él nos enseña a vivir de forma autónoma y nos insta a procedercomo si Él no contara, ¡no, no lo llamemos salvavidas!, ¿condenados a persistiren los inagotables giros de la �felicidad del círculo�?

¿Los espíritus finitos?, cópula de Naturaleza y Absoluto; con el �Dios es Diosy la humanidad es su profeta� de Mazzini, pasamos del Primero en teoría a losprimeros en la práctica, del creador e increado a los creadores y creados. Porcompartir sustancia, coloquemos al más grande junto a nuestra pequeñez y noen las fronteras inaccesibles del entendimiento ni en los confines inexpresablesde la debilidad. Constituye una verdadera locura situarse fuera del Omnipre-sente mientras todos habitemos en su interior; estimo perjudicial querer cono-cerlo antes de reparar en la miseria de uno y también penar por el curso de unaenfermedad lejos de quien curaría la dolencia.

¿El hombre, un dios fallido?, ganar religiosidad a expensas de perder religiónconsiste en sustituir una reverencia concreta por un agregado de principios a losque obedecer, ¿preferiríamos entregarnos al ininterrumpido retorno nietzscheano

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del anillo de los anillos que a una convicción falta de Valedor? Aunque de la sub-jetividad del arte y de la objetividad del dogma nace una exclusión dialéctica,aspiro a repetir con Jung, �No necesito creer en Dios. Lo conozco�, ¿no está mássegura que nunca un alma cuando logra su intuición directa?

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más de Dios

Cálamo supremo, Polo de los polos, anthropos que surge en el Pléroma ce-leste antes de que Cronos empezara a contar, ¿escenificamos refulgencias es-pontáneas, imágenes espectrales de espejos combados, sutiles entidadesprecósmicas?

Después emprendió una sorprendente retirada y permitió que un puñado deinteligencias autónomas gobernara y desvelara misterios en su ausencia, ¿porqué cargar tan frágiles hombros con las doce constelaciones zodiacales?, ¿lo queadeudamos no abulta ya demasiado?

En la vertiginosa grieta del caos forjamos a duras penas expresiones quepujan por abanderar la verdad, ¿y no indicó Bernardo de Chartres que �la ver-dad es heredera del tiempo�?, ¿y un Rogerio Bacon no afirmó que Dios reveló losmás elevados pensamientos a nuestros Patriarcas, a Salomón, a Tales, aAristóteles y luego a Avicena?, ¿lo someteremos a un destino cuando decimosque moldeó el Universo con miras a un bien? En un escrito de Pseudo-herméticocompuesto en el XII leemos �esfera secreta cuyo centro está en todas partes ysu circunferencia en ninguna�, ¿lo eterno?, un enigma de visita en la existencia.

¿Supondrá la tradición el doble curso que trazara la santa pluma de MáximoEl Confesor?, la encarnación del Redentor y la exaltación del hombre, ¿no oímosuna compleja melodía medida desde lo alto en la que unos acontecimientos si-guen a otros en pos de una conclusión general?

Incapaces de demostrar los efectos a partir de sus causas, ¿conseguiríamosllegar a las causas por los efectos?, ¿cuanto más aprendamos de las cosas másaprenderemos del mayor escrutador y guía de corazones?, apenas lograríamosuna oscura emoción nocturna, sólo por una experiencia cara a cara ganaríamosla percepción diurna de una claridad que ciega los ojos como el sol ofusca a lospájaros nocturnos.

¿Quién demonios procede sin arriesgar?, del espinoso debate entre las incli-naciones innovadoras �por un ideal� y conservadoras �por un ideario� des-punta el progreso, ¿lo que entendemos no tendríamos también que creerlo?;ejerzamos de árbitros en constante movimiento según �Dios es en mí el fuego, yoen él la llama� de Frank de Word, nunca juguemos a coleccionistas de sensacio-nes que disfrazan de conocimiento las decisiones para rebajar lo más posible lapolémica.

¡Condenados astutos complacientes vestidos de magistrados y pitonisas!,¿acaso el médico provoca la enfermedad que diagnostica?, ¿a qué emitir senten-

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cias, formular profecías o interpretar la presciencia inefable que prevé y nadadetermina?, ¿no asemeja a la vista de lo que pasa por delante de nuestras reti-nas?

De la libre disposición que mantengan los criminales frente a sus crímenes,dependerá el juicio que merezcan �la caídas y recuperaciones que ocurran, ocu-rrirán de acuerdo con el capital personal... compases de una gran aventura.

El monarca de la república más perfecta que acomete filosofía con cerebrosde filósofos y el mejor ingeniero que construye carreteras con manos rudas, ¿nodespiertan infinitos valores adormecidos en pliegues inacabables? Metidos ennuestro papel de vestigios no accidentales, retornamos a la substancia origina-ria: el escarpado camino va de totalidad a totalidad, de la producción del Hace-dor a su aprehensión por suma de realidades concretas, de la multiplicidad a launidad última que cierra el círculo.

A pesar de que trabajemos de colones metafísicos en los abismos del alma ydescubramos continentes donde las observaciones dan pie a recogimientos, unaproblematicidad permanece vigente a través de nosotros y por nosotros, ¿cabeesperar que no alcancemos el objetivo que entonces señala la proa?, ¡no!, lo im-portante inicia su andadura dentro de cada uno en forma de confusa advertencia�sabiduría poética� y más tarde avanza irrefrenablemente de manera razona-da �sabiduría refleja�, ¿completar tamaño mensaje con un lenguaje así, no de-lata su dimensión religiosa?; lejos de pasividades quietistas, creceremos en cuerpoincorpóreo hasta la definitiva transfiguración si confiamos en el abandono queabre puertas a la fe �atmósfera divina interiorizada. Por primer nacimiento nosllamamos hijos de Adán, e hijos de Dios por resurrección de quienes en su amorgratuito renuncian a cualquier recompensa �mientras Tomás Moro trata a laprueba de gracioso don que el Señor reserva a sus elegidos, Rosmini sumerge alindividuo en lo incondicional con tal de garantizar la apuesta ética.

Clarebaldo de Arras fija en la cima a Alguien �necesario acto absoluto� yabajo la materia �potencia ilimitada�, Carus evidencia que �Dios y mundo dife-rentes, sí, pero no separados�, ¿Dios no emplea de vicaria a la Naturaleza, reinadel mundo?, ¿y en medio?, los incidentes relativos de las criaturas, ¿horizontesde una mente?, sobre los fondos de idéntico magma primordial, la metáfora delsello de cobre sustituye a la del espíritu-espejo.

Afectados por su presencia, gozamos del milagro de una increada Luz deLuces; de la marcha de los siglos, Hamann destacó un incesante quehacer provi-dencial que tiende a salvaguardar la especie humana, distinguió en los detallesmás notas de signo similar. Por más que los dos Gregorios de Capadocia mani-

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festaran que no reparamos en el Escondido más que �por detrás�, en sus obras,impongamos el rótulo de hierohistoria a una historia que exceda de la tangibilidaddel registro, ¿de la crítica de los casos, no obtendremos una perspectivasuprasensible?, hablan de modo cifrado un habla trascendente y adquieren uncariz que trasciende, suceden en lo oculto del suceso que escapa al olfatodesentrenado de un profano.

¿Inventamos la Gloria impulsados por nuestras carencias?, ¿comerciamoscon incomprensibles magias en virtud de un rito sentimental?, Dios no deberíadesaparecer jamás, ¿no recuerda una voz que inunda salas?, ¿en ella no escu-chamos entera su teología?