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ALGERNON BLACKWOOD EL SACRIFICIO Limasson era hombre religioso, si bien no se sabía de qué hondura y calidad, dado que ningún trance de supremo rigor le había puesto aún a prueba. Aunque no era seguidor de ningún credo en particular, sin embargo, tenía sus dioses; y su autodisciplina era probablemente más estricta de lo que sus amigos suponían. Era muy reservado. Pocos imaginaban, quizá, los deseos que vencía, las pasiones que regulaba, las inclinaciones que domaba y amaestraba... no sofocando su expresión, sino trasmutándolas alquímicamente en canales más nobles. Poseía las cualidades de un creyente fervoroso, y habría podido llegar a serlo, de no haber sido por dos limitaciones que se lo impedían. Amaba su riqueza, se esforzaba en aumentarla en detrimento de otros intenreses; y, en segundo lugar, en vez de seguir una misma línea de investigación, se dispersaba en múltiples teorías pintorescas, como un actor que quiere representar todos los papeles, en vez de concentrarse en uno solo. Y cuanto más pintoresco era un papel, más le atraía. Así, aunque cumplía su deber sin desmayo y con cierto afecto, se acusaba a sí mismo, a veces, de satisfacer un gusto sensual por las sensaciones espirituales. Este desequilibrio abonaba la sospecha de que carecía de hondura. En cuanto a sus dioses, al final descubrió su realidad, tras dudar primero de ellos y luego negar su existencia. Esta negación y esta duda fueron las que los restablecieron en sus tronos, convirtiendo las escaramuzas de diletante de Limasson en sincera y profunda fe; y la prueba se le presentó un verano a principios de junio, cuando se disponía a abandonar la ciudad para pasar su mes anual en las montañas. Las montañas eran para Limasson, en cierto inexplicable sentido, casi una pasión, y la escalada le reportaba un placer tan intenso que un escalador normal apenas lo habría comprendido. Para él, era serio como una especie de culto;

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ALGERNON BLACKWOODEL SACRIFICIOLimasson era hombre religioso, si bien no se saba de qu hondura y calidad, dado que ningn trance de supremo rigor le haba puesto ana prueba. Aunque no era seguidor de ningn credo en particular, sin embargo, tena sus dioses; y su autodisciplina era probablemente ms estricta de lo que sus amigos suponan. Era muy reservado. ocos imaginaban, qui!, los deseos que venca, las pasiones que regulaba, las inclinaciones que domaba y amaestraba... no so"ocando su e#presi$n, sino trasmutndolas alqumicamente en canales ms nobles. osea las cualidades de un creyente "ervoroso, y habra podido llegar a serlo, de no haber sido por dos limitaciones que se lo impedan. Amaba su rique!a, se es"or!aba en aumentarla en detrimento de otros intenreses; y, en segundo lugar, en ve! de seguir una misma lnea de investigaci$n, se dispersaba en mltiples teoras pintorescas, como un actor que quiere representar todos los papeles, en ve! de concentrarse en uno solo. % cuanto ms pintoresco era un papel, ms le atraa. As, aunque cumpla su deber sin desmayo y concierto a"ecto, se acusaba a s mismo, a veces, de satis"acer un gusto sensual por las sensaciones espirituales. Este desequilibrio abonaba la sospecha de que careca de hondura.En cuanto a sus dioses, al &nal descubri$ su realidad, tras dudar primero de ellos y luego negar su e#istencia.Esta negaci$n y esta duda "ueron las que los restablecieron en sus tronos, convirtiendo las escaramu!as de diletante de Limasson en sincera y pro"unda "e; y la prueba se le present$ un verano a principios de 'unio, cuando se dispona a abandonar la ciudad para pasar su mes anual en las monta(as.Las monta(as eran para Limasson, en cierto ine#plicable sentido, casiuna pasi$n, y la escalada le reportaba un placer tan intenso que un escalador normal apenas lo habra comprendido. ara l, era serio como una especie de culto; los preparativos para la ascenci$n, la ascenci$n misma sobre todo, requeran una concentraci$n que pareca simb$lica como un ritual. )o s$lo amaba las alturas, la imponente grandiosidad, el esplendor de las vastas proporciones recortadas en el espacio, sino que lo haca con un respeto que rayabaen el temor. La emoci$n que las monta(as despertaban en l, podra decirse, era de esa clase pro"unda, incalculable, que emparentaba con sus sentimientos religiosos, aunque estuviesen estos reali!ados a medias. *us dioses tenan sus tronos invisibles entre las imponentes yterribles cumbres. *e preparaba para esa prctica anual de monta(ismo con la misma seriedad con que un santo podra acercarse a una ceremoia solemne de su iglesia.% discurra con gran energa el caudal de su mente en esa direcci$n, cuando le aconteci$, casi la vspera misma de su marcha, una serie ininterrumpida de desgracias que sacudieron su ser hasta sus ltimos cimientos, de'ndole anonadado entre ruinas. *era super+uo describirlos. La gente deca, -./currirle una tras otra de esa manera0 .1aya una suerte negra0 .obre diablo0-; luego se preguntaron, con curiosidad in"antil, c$mo lo sobrellevara. uesto que ninguna culpa tena, estos desastres le sobrevinieron de manera tan sbita que la vida pareci$ saltar en peda!os, y casi perdi$ interes en seguir viviendo. La gente mova la cabe!a, y pensaba en la salida de emergencia. ero Limasson era un hombre demasiado lleno de vitalidad para so(ar siquiera en autodestruirse. 2odo esto tuvo un e"ecto muy distinto en l, se volvi$ hacia lo que l llamaba sus dioses,para interrogarles. )o le contestaron ni le e#plicaron nada. or primera ve! en su vida, dud$. 3n milmetro ms all, y habra cado en la clara negaci$n.Las ruinas en que se hallaba sentado, sin embargo, no eran de naturale!a material; ningn hombre de su edad, dotado de valor y con un proyecto de vida pro"esional por delante, se habra de'ado anonadar por un desastre de orden material. El derrumbamiento era mental, espiritual; el ataque haba sido a las races de su caracter y su temperamento. Los deberes morales que cayeron sobre l amena!aron con aplastarle. *e vio asaltada su e#istencia personal, y pareca que deba terminar. 4eba pasar el resto de su vida cuidando a otros que nada signi&caban para l. )o se vea ninguna salida, ninguna va de escape, tan diab$licamente completa era la combinaci$n de acontecimientos que anegaron sus trincheras interiores. *u "e se tambale$. 3n hombre apenas puede soportar tanto y seguir siendo humano. areca haber llegado al punto de saturaci$n. E#perimentaba el equivalente espiritual de ese embotamiento "sico que sobreviene cuando el dolor llega al lmite de lo soportable. *e ri$, se volvi$ insensible; luego, se burl$ de sus dioses mudos.*e dice que a ese estado de absoluta negaci$n sigue a veces otro de lucide! que re+e'a con nitide! cristalina las "uer!as que en un momento dado impulsan la vida desde atrs, una especie de clarividencia que comporta e#plicaci$n y, por tanto, pa!. Limasson lo busc$ en vano. Estaba la duda que interrogaba, la sonrisa que remedaba el silencio en que caan sus preguntas; pero no haba respuesta ni e#plicaci$n, ni, desde luego, pa!. )o haba alivio. En estetumulto de rebeli$n, no hi!o ninguna de las cosas que sus amigos le aconse'aba o esperaban de l, se limit$ a seguir la lnea de menor es"uer!o. 5uando lleg$ la catstro"e, obedeci$ al impulso que sinti$ sobre l. ara indignado asombro de unos y otros, se march$ a sus monta(as.2odos se asombraron de que en esos momentos adoptase tan trivial actitud, abandonando deberes que parecan de importancia suprema; lo desaprobaron. ero en realidad no estaba tomando ninguna medidaconcreta, sino que iba a la deriva tan s$lo, con el impulso que acababa de recibir. Estaba o"uscado de tanto dolor, embotado por el su"rimiento, atontado por el golpe que lo haba abatido, impotente, enmedio de una calamidad inmerecida. Acudi$ a las monta(as como acude el ni(o a su madre, instintivamente; 'ams haban de'ado de traerle consuelo, alivio, pa!, *u grandiosidad restableca la proporci$ncada ve! que el desorden amena!aba su vida. )ingn clculo, propiamente hablando, movi$ su marcha, sino el deseo ciego de una relaci$n "sica enrgica como la que comporta la escalda. % el instinto "ue ms saludable de lo qu l supona.Arriba, en el valle, entre picos solitarios, adonde se dirigo entonces Limasson, encontr$ en cierto modo la proporci$n que haba perdido. Evit$ con cuidado pensar; viva temerariamente &ando en sus msculos. Le era "amiliar la regi$n, con su peque(a posada, atacaba pico tras pico, a veces con gua, pero ms a menudo sin l, hasta qe su prestigio como escalador sansato y miembro laureado de todos los clubs alpinos e#tran'eros corri$ serio peligro. or supuesto que se cansaba; pero tambin es cierto que las monta(as le in"undan algo de su inmensa calma y pro"unda resistencia. Entre tanto se olvid$ de sus dioses por primera ve! en su vida. *i en alguna ocasi$n pensaba en ellos, era como &guras de oropel que la imaginaci$n haba creado, estatuas de cart$n piedra que decoraban meramente la vida para quiernes gustaban de cuadros bonitos. *$lo que... l haba de'ado el teatro y sus simulaciones no hipnoti!aban ya su mente. *e daba cuenta de su impotencia y los repudiaba. Esta actitud, empero, era subconciente; no le otorgaba cosnsistencia ni de pensamientio ni de palabra. 6gnoraba, ms que recha!aba, la e#istencia de todos ellos. % en este estado de nimo 7pensando poco y sintiendo menos an7, entr$ en el vestbulo del hotel, una noche despus de cenar, y cogi$ maquinalmente el pu(ado de cartas que el conser'e le tenda. )o tentan ningn inters para l. *e "ue a ordenarlas al rinc$n donde la gran estu"a de vapor mitigaba el "ro vestbulo. Estaban saliendo del comedor la veintena ms o menos de huspedes, casi todos e#pertos escaladores, en grupos de dos o tres; pero Limasson senta tan poco inters por ellos como por las cartas, ninguna conversaci$n poda alterar los hechos, ninguna "rase escrita poda modi&car su situaci$n. Abri$ una al a!ar, de negocios, con la direcci$n mecanogra&ada. robablemente, sera impersonal; menos sarcstica, por tanto, que lasotras, con sus tediosas &ngidas condolencias. %, en cierto modo, era impersonal el psame de un despacho de abogado, mera "$rmula, unas cuantas pulsaciones ms en el teclado universal de una 8emington. ero al leerla, Limasson hi!o un descubrimiento que le produ'o un violento sobresalto y una agradable sensaci$n. 5rea que haba alcan!ado el lmite soportable de su"rimiento y de desgracia. Ahora, en unas docenas de palabras, qued$ demostrada de "orma convincente su equivocaci$n. El nuevo golpe "ue demoledor.Esta noticia de una ltima desgracia desvel$ en l regiones enteras de nuevo dolor, de penetrante, resentida "uria. Al comprenderlo, Limasson e#periment$ una momentnea parlisis del cora!$n, un vrtigo, un intenso sentimiento de rebelda cuya impotencia casi le produ'o una nusea "sica. Era como si... se "uese a morir.-9Acaso debo su"rirlo todo:-, brill$ en su mente parali!ada con leras de "uego.*inti$ una rabia sorda, un perple'o o"uscamiento; pero no un dolor declarado, todava. *u emoci$n era demasiado angustiosa para contener el ms ligero dolor del desencanto; era una ira primitiva, ciega, lo que se dio cuenta de que senta. Ley$ la carta con calma, hasta el elegante prra"o de condolencia, macanogra&ado al &nal, y luego se le meti$ en el bolsillo. )o revel$ ningn signo e#terno de turbaci$n, su respiraci$n era pausada; se estir$ hasta la mesa para coger una cerilla, y la sostuvo a la distancia del bra!o para que no le molestase al ol"ato el humo del a!u"re.% en ese instante hi!o un segundo descubrimiento. El hecho de que "uese posible su"rir ms inclua tambin el de que an le quedaba cierta capacidad de resignaci$n y, por tanto, tambin un vestigio de "e. Ahora, mientras oa cru'ir la ho'a del rgido papel en su bolsillo, obeserv$ c$mo se apagaba el a!u"re, y vio encenderse la madera y consumirse por completo sus restos. 6gual que la cabe!a ennegrecida,el resto de la cerlla se encogi$ y cay$. 4esapareci$. *alva'emente, aunque con una calma e#terior que le permita encender su pipa con mano serena, invoc$ a sus deidades. % otra ve! surgi$ la interrogante con letras de "uego, en la oscuridad de su pensamiento apasionado.-9An me peds esto... este ltimo y cruel sacri&cio:-.% los recha!$ por entero; porque eran una burla y un &ngimiento. Los repudi$ con desprecio para siempre. Evidemntemente, haba concluido el teatro. )eg$ a sus dioses. Aunque con una sonrisa en los labios; porque 9qu eran despus de todo, sino mu(ecos que su propia "antasa religiosa haba imaginado: ;ams haban e#istido. 9Era, pues, la vertiete pintoresca, sensacionalista de este temperamento devocional, lo que los haba creado: Ese lado de su naturale!a, en todo caso, estaba muerto ahora, lo haba aniquilado ungolpe devastador; los dioses haban cado con l./bservando lo que quedaba de su vida, le pareca como una ciudad reducida a ruinas por un terremoto. Los habitantes creen que no puede ocurrir nada peor. % entonces viene el incendio.4os cursos de pensamiento discurran paralela y simultneamente en l, al parecer; porque mientas por deba'o bramaba contra este ltimo golpe, la parte superior de su conciencia se ocupaba seria del proyecto de una gran e#pedici$n que iba a emprender por la ma(ana.)o haba contratado ningn gua. 5omo monta(ero e#perimentado, conoca bien la regi$n; su nombre era relativamente "amiliar y en media hora consigui$ tener arreglados todos los detalles, y se retir$ a dormir tras pedir que le avisasen a las dos. ero en ve! de acostarse, se qued$ en la butaca esperando, incapa! de levantarse, como un volcn humano que poda estallar con violencia en cualquier momento. aba una nota de ma'estuosidad en este hombre que intensi&caba la impresi$n que causaba. *us ropas la acentuaban an ms. 1esta un tra'e de tweed oscuro de absoluta sencille!. 2oda su persona denotaba austeridad.*u compa(ero, qui! por contraste, pareca insigni&cante con su tra'ede etiqueta convencional. ?astante ms 'oven que su amigo, su cabello 7detalle siempre revelador7 era un poquito largo, sus dedos delgados, que esgriman un cigarrillo, llevaban anillos; su rostro, aunque pintoresco, era impertinente, y toda su actitud sugera cierta insulse!. El gesto, ese lengua'e per"ecto que desa"a la simulaci$n, delataba cierto desequilibrio. La impresi$n que causaba, no obstante, era gris comparado con la intensidad del otro. -2eatral-, "ue la palabraque se le ocurri$ a Limasson, mientras apartaba los o'os. ero al mirara otra parte, sinti$ desasosiego. Las tienieblas interiores invocadas por la espantosa carta se al!aron a su alrededor. % con ellas, sinti$ vrtigo...A lo le'os, la negrura estaba bordeada de lu!; y desde esa lu!, avan!ando deprisa y con indi"erencia como desde una distancia gigantesca, los dos hombres aumentaron sbitamente de tama(o; se acercaron a l. Limasson, en un gesto de autode"ensa, se volvi$ haciaellos. )o tena ganas de conversaci$n. En cierto modo, haba esperado este ataque.*in embargo, en el instante en que empe!aron a hablar 7"ue el sacerdote el que abri$ "uego7, todo "ue tan tranquilo y natural que casi salud$ con agrado esta distracci$n. 2ras una "rase a modo de presentaci$n, se puso a hablar de cimas. Algo cedi$ en la mente de Limasson. El hombre era un escalador de la misma especie que l, Limasson sinti$ cierto alivio al or la invitaci$n, y comprendi$, aunque oscuramente, el cumplido que ello implicaba.7*i le apetece unirse a nosotros... si desea honrarnos con su compa(a7estaba diciendo el hombre, con sosiego; luego a(adi$ algo sobre su -gran e#periencia- y su -inestimable asesoramiento y 'uicio-.Limasson al!$ los o'os, tratando de concentrarse y comprender.79La Tour du Nant: 7repiti$, nombrando el pico que le proponan. 8ara ve! atacada, 'ams conquistada, y con un siniestro rcord de accidentes, era precisamente la cima que pensaba acometer por la ma(ana.79>an contratado gua: 7saba que la pregunta era super+ua.7)o hay gua que quiera intentar esa escalada 7contest$ el sacedote, sonriendo, mientras su compa(ero a(ada con un ademn, -pero no necesitaremos gua... si viene usted- 7Esta libre, creo, 9no: 9Est solo: 7pregunt$ el sacerdote, situndose un poco delante de su amigo, como para mantenerle en segundo trmino.7* 7contest$ Limasson7. Estoy completamente solo.Escuchaba con atenci$n, aunque con una parte de su mente tan s$lo. ercibi$ el halago de la invitaci$n. *in embargo, era como si ese halago estuviese dirigido a otro. *e senta indi"erente... muerto. Estos hombres necesitaban su habilidad corporal, su cerebro e#perimentado; y eran su cuerpo y su mente los que hablaban con ellos, y los que &nalmente accedieron. Eran muchas las e#pediciones que se haban planeado de esa "orma, pero esa noche not$ cierta di"erencia. @ente y el cuerpo sellaron el acuerdo; en cambio su alma, que escuchaba y obserbava desde otra parte, guardaba silencio, al igual que sus dioses recha!ados, le haba de'ado, aunque permanecacerca. )o intervena; no le adverta; incluso aprobaba; le susurraba desde le'os que esta e#pedici$n encubra otra. Limasson estaba perple'o ante el desacuerdo entre la parte superior y la parte in"erior de su mente.7A la una de la madrugada, entonces, si le parece bien... 7concluy$ el de ms edad.7%o me ocupar de las provisiones 7e#clam$ el ms 'oven con entusiasmo7; y llevar mi cmara tele"otogr&ca para la cima. Los porteadores pueden llegar hasta la Aran 2orre. 3na ve! all, estaremosya a seis mil pies; de manera que... 7y su vo! se apag$ a lo le'os, mientras se lo llevaba su compa(ero.Limasson le vio marcharse con alivio. 4e no haber sido por el otro, habra recha!ado la invitaci$n. En el "ondo, le era indi&erente. Lo que le haba decidido &nalmente a aceptar "ue la coincidencia de ser la Tour du Nant el pico que precisamente pensaba atacar solo, y la e#tra(a impresi$n de que esta e#pedici$n encubra otra; casi, de que esos hombres ocultaban un motivo. ero desech$ tal idea; no vala la pena pensar en ello. 3n momento despus se "ue a dormir l tambin. 2an sin cuidado le tenan los asuntos del mundo, tan muerto se senta para los intereses terrenales, que rompi$ las otras cartas y las arro'$ a un rinc$n de la estancia... sin leer.663na ve! en su "ro dormitorio, se dio cuenta de que la parte superior de su mente le haba de'ado cometer una tontera, se haba metido como un colegial en una situaci$n poco prudente. *e haba enrolado en una e#pedici$n con dos desconocidos, e#pedici$n para la que normalmente habra escogido a sus compa(eros con el mayor cuidado. @s an, iba a ser el gua; haban recurrido a l por seguridad, mientras que los que disponan y planeaban eran ellos. ero 9quines eran estos hombres con los que iba a correr graves riesgos "sicos: Los conoca tan poco como ellos a l. 9% de d$nde le vena, se pregunt$, la e#tra(a idea de que en realidad esta ascensi$n haba sido planeada por alguien que no era ninguno de ellos:2al "ue la idea que le cru!$ por la mente, y tras salirle por una puerta, le volvi$ rpidamente por otra. *in embargo, no la tuvo en cuenta ms que para notar su paso entre la con"usi$n que en ese momento era su pensamiento. En e"ecto, nada haba en el mundo que le importase un comino. @ientras se desvesta para acostarse, se di'o, -@e llamarn a la una... pero 9por qu voy a ir con esos dos, con tan descabellado plan...: 9% quin ha tra!ado el plan...:-areca que se haba generado espontneamente. >aba surgido con toda "acilidad, naturalidad y rapide!. )o ahond$ ms en la cuesti$n. Le daba igual. %, por primera ve!, prescindi$ del peque(o ritual, mitadadoraci$n mitad plegaria, que siempre o"reca a sus deidades al retirarse a descansar. )o los reconoci$..5un absolutamente rota estaba su vida0 .=u vaca y terrible y solitaria0 *inti$ "ro, y se ech$ los abrigos encima de la cama, como si su aislamiento mental tuviese un e"ecto "sico tambin. Apag$ la lu! 'unto a la puerta; y cru!aba la habitaci$n a oscuras, cuando le lleg$ un rumor que proceda de deba'o de su ventana. Eran voces hablando. El rugido de una cascada las volva con"usas; sin embargo, estaba seguro de que eran voces; y reconoci$ una de ellas, adems. *e detuvo a escuchar. /y$ pronunciar su propio nombre, -;ohn Limasson-. 5esaron. ermaneci$ un momento de pie, temblando sobre el entariamado, y luego se meti$ ba'o las pesadas ropas. ero en el mismo instante de arrebu'arse, empe!aron otra ve!. *e levant$ y corri$ a escuchar. El poco viento que soplaba pas$ en ese momento valle aba'o, arrastrando el rugido de la cascada; y en ese momento desilecio le llegaron "ragmentos claros de "rases,79% dice que han ba'ado al mundo... y que estn cerca: 7era la vo! delsacerdote, sin duda alguna.7Llevan das pasando 7"ue la respuesta, una vo! spera, pro"unda que poda ser de un campesino, en un tono como de temor7; todos mis reba(os andan desperdigados.79Est seguro de los signos: 9Los conoce:7El tumulto 7"ue la respuesta, en tono mucho ms ba'o7. >a habido tumulto en las monta(as...>ubo una interrupci$n, como si hubiesen ba'ado la vo! para que no les oyesen. A continuaci$n le llegaron dos "ragmentos incone#os, el &nal de una pregunta y el principio de una respuesta.79... la oportunidad de toda una vida:7*i va por su propia voluntad, el #ito es seguro. orque la aceptaci$n es... 7y al volver el viento, tra'o consigo el "ragor de la cascada, de manera que Limasson no oy$ nada ms...3na emoci$n inde&nible se agit$ en su interior al regresar a la cama. *e tap$ las ore'as para no or nada ms.*inti$ un ine#plicable des"allecimiento de cora!$n. 94e qu diablos estaban hablando esos dos: 9=u signi&caban esas "rases incone#as: 2ras ellas haba un grave, casi solemne sigini&cado. Ese -tumulto en las monta(as- era de algn modo siniestro; de tremenda, pavorosa sugerencia. *e sinti$ inquieto, desasosegado; era la primera emoci$n que se agitaba en l desde haca das. *u dbil despertar le disip$ el embotamiento. >aba conciencia en ella 7senta un vago hormigueo7; aunque era algo mucho ms pro"undo que la conciencia. Las palabras se hundieron en algn lugar oculto, en una regi$n que la vida an no haba sondeado, y vibraron como notas de pedal. *e perdieron retumbando en la noche de las cosas indesci"rables. %, aunque no encontraba e#plicaci$n, presinti$ que tenan que ver con la e#pedici$n de la ma(ana, no saba c$mo ni por qu; haban pronunciado su nombre; luego esas "rases e#tra(as... nada ms. En cuanto a la e#pedici$n en s, 9qu era sino algo de carcter impersonal que ni siquiera haba planeado l:. 2an s$lo su plan adoptado y alterado por otros... 9cedidoa otros: *u situaci$n, su vida personal, no tomaban parte en l.La idea le sobresalt$ un momento. .5areca de vida personal...0Luchando con el sue(o, su cerebro 'ugaba al 'uego interminable del desasimiento sin ganar un solo tanto, mientras que la parte soterradade su mente observaba y sonrea... porque saba. Luego, de pronto, leinvadi$ una gran pa!. Era debida al agotamiento, qui!. *e durmi$; y un momento despus, al parecer, tuvo conciencia de un trueno en la puerta y de una vo! que gru($ con rude!a, -'s ist bald en Uhr, Herr! Aufstehen!- Levantarse a esa hora, a menos que se tenga muchas ganas, es una empresa s$rdida y deprimente; Limasson se visti$ sin entusiasmo, consciente de que el pensamiento y el sentimiento estaban e#actamente como los haba de'ado al acostarse. *egua con la misma con"usi$n y perple'idad; tambin con la misma emoci$n solemne y pro"unda, removida por las voces susurrantes. *$lo un hbito largamente practicado le permiti$ atender a los detalles, asegurndose de que no olvidaba nada. *e senta pesado, oprimido, presa de una especie de ansiedad; llev$ a cabo la rutina de los preparativos gravemente, sin el menor atisbo del go!o acostumbrado;todo era maquinal. *in embargo, senta discurrir, a travs de l, la vie'a sensaci$n "amiliar del ritual, debido a la prctica de tantos a(os;de esa puri&caci$n de la mente y el cuerpo para una gran Ascensi$n, como los ritos iniciticos que en otro tiempo haban sido para l tan importantes como para el sacerdote que se acercaba a adorar a su deidad en los templos antiguos. E'ecut$ la ceremonia con el mismo cuidado que si observase un espectro de su desvanecida "e, hacindole se(as desde el aire como antes... /rdenaba cuidadosamente su mochila, cogi$ su pico de 'unto a la cama, apag$ la lu! y ba'$ la cru'iente escalera de madera en calcetines, no "uese que sus pesadas botas despertasen a los durmientes. % an le resonaba en la cabe!a la "rase con la que se haba dormido... como si la acabaran de pronunciar,-Los signos son seguros; han estado pasando durante das... se han acercado al mundo. Los reba(os andan desperdigados, ha habido tumulto... tumulto en las monta(as- >aba olvidado los demas "ragmentos. ero 9quines eran -ellos-: 9% por qu la palabra le helaba la sangre:% a la ve! que resonaban las palabras en su interior, Limasson senta tambin el tumulto en sus pensamientos y sentimientos. >aba habido tumulto en su vida, y se haban desperdigados todas sus alegras... alegras que hasta aqu haban alimentado su vida. Los signos eran seguros. Algo descendi$ sobre su peque(o mundo, pas$...lo ro!$. *inti$ un aleta!o de terror.e perdido el pico....pongmonos la cuerda...0.Atenci$n0 9>an odo ese rugido: 7luego oyeron un ruido como si gatease a tientas, avan!ando despacio.72e has cansado demasiado pronto 7contst$ el sacerdote con severidad7. =udate donde ests y descansa, porque no vamos a continuar. Bste es el sitio que buscbamos.>aba en su tono una especie de suprema solemnidad que por un momento desvi$ la atenci$n de Limasson del gran obstculo que le impeda el paso. La oscuridad ibal levantando velo tras velo, no gradualmente, sino a saltos, como cuando alguien apaga una mecha con torpe!a. Entocnes se dio cuenta que no tena delante s$lo una Arandiosidad, sino que a todo su alrededor se al!aban otras parecidas, algunas mucho ms altas que la primera, "ormando el crculo que le rodeaba.Entonces, con un sobresalto, se recobr$. Le volvieron el equilibri$ y el sentido comn. )o era rara, a &n de cuentas, la broma que la vista le haba gastado, ayudada por el aire enrarecido de las alturas y del hechi!o del amanecer. El es"uer!o prolongado del o'o para distinguir el sendero en una lu! incierta hace que se equivoque "cilmente en su apreciaci$n de la perspectiva. *iempre su"re una ilusi$n al cambiarrepetidamente de "oco. Estas sombras oscuras en crculo no eran sinobaluartes de precipicios an distantes cuyas murallas gigantescas enmarcaban el tremendo an&teatro hasta el cielo.*u cercana era mero e"ecto de la oscuridad y la distancia.El impacto de este descubrimiento le produ'o una momentnea indecisi$n y perple'idad. *e endere!$, al!$ la cabe!a, y mir$ a su alrededor. Los pe(ascos, le pareci$, retrocedieron instantneamente asus sitios de siempre; como si se hubiesen acercado; hubo un tambaleo en los riscos ms altos; oscilaron terriblemente, luego se recortaron inm$viles contra un cielo ya vagamente carmes. El "ragor que Limasson oy$, que muy bien poda haber sido el tumulto de la carrera precipitada de todos ellos, no era en realidad sino el viento del amanecer que chocaba contra sus costados, arrancando ecos de alas irritadas. % los +ecos de bruma, rayando el aire como tra!os de rpido movimiento, se enroscaban y +otaban en los espacios vacos.*e volvi$ hacia el sacerdote que haba llegado 'unto a l.7=ue e#tra(o es 7di'o7 este principio del nuevo da. *e me ha o"uscadola vista por un momento. ens que las monta(as se al!aban 'usto en mitad de mi camino. % al mirar ahora, me ha parecido que retrocedana toda prisa 7su vo! son$ ba'a, perdida en el aire atento.El hombre le mir$ &'amente. *e haba quitado el gorro, acalorado por la ascensi$n, y contest$, al tiempo que aleteaba una dbil sombra en su semblante. 3na levsima oscuridad se lo envolvi$, "ue como si se le"ormara una mscara. El rostro ahora velado haba estado... desnudo. 2ard$ tanto en contestar que Limasson oy$ c$mo su mente a&laba la "rase como si "uese un lpi!.>abl$ muy despacio. -*e mueven, qui!, al moverse *us poderes; y *us minutos son nuestros a(os. *u paso es siempre tumulto. Entoncesse produce desorden en los asuntos de los hombres, y con"usi$n en sus espritus. uede que haya ruina y !o!obra; pero del nau"ragio surgir una cosecha "uerte y "resca. ues como un mar, pasan Ellos.->aba en su semblante una grande!a que pareca sacada maravillosamente de las monta(as, su vo! era grave y pro"unda; no hi!o ademn ni gesto alguno; y en su actitud haba una rara &rme!a que transmita, a travs de sus palabras, una especie de sagrada pro"eca.Largas, atronadoras r"agas de viento pasaron a lo le'os entre los precipicios mientras hablaba. % en el mismo instante, sin esperar al parecer una rplica a sus e#tra(as palabras, se inclin$ y comen!$ a deshacer su mochila. El cambio de lengua'e sacerdotal a este menester prctico y vulgar "ue singularmente desconcertante.7Es hora de descansar 7a(adi$7, y hora de comer. reparmonos 7y sac$ varios paquetes peque(os y los coloc$ en &la en el suelo. Limasson sinti$ que le aumentaba el temor mientras observaba; y conl, un gran asombro. orque sus palabras parecan presagiosas; como si di'ese, de pie en el enlosado de algn templo inmenso, -.reparemos un sacri&cio...0- de las pro"undidades donde haba estado oculta hasta ahora, le lleg$ la conciencia de una idea clave que e#plicaba todo el e#tra(o proceder, el sbito encuentro con estosdesconocidos, la impulsiva aceptaci$n de su proyecto para la gran ascenci$n, la actitud grave de ambos como si se tratase de un 5eremonia de inmenso designio, el enga(o desconcertante de la vistay, &nalmente, el lengua'e solemne del hombre de ms edad que con&rmaba lo que l haba considerado al principio una ilusi$n. 2odo esto cru!$ por su cerebro en espacio de un segundo... y con ello, el intenso deseo de dar media vuelta, retroceder, echar a correr. Al notar el movimiento, o adivinar qui! la emoci$n que lo produ'o, el sacerdote al!$ los o'os rpidamente. En su vo! hubo tal "rialdad que pareci$ como si hablara este escenario de glacial desolaci$n.74emasiado tarde se te ocurre regresar. %a no es posible. Ahora ests ante las puertas del nacimiento... y de la muerte. 2odo lo que poda ser estorbo, lo has arro'ado a un lado valerosamente. * ahora valiente hasta el &nal.% mientras oa estas palabras, Limasson tuvo de repente una nueva y espantosa visi$n interior de la humanidad, un poder que descubra demanera in"alible las necesidades espirituales de otros, y por tanto, de s mismo. 5on un sobresalto, se dio cuenta de que el ms 'oven, que les haba acompa(ado con creciente di&cultad a medida que suban ms arriba... no era sino un estorbo que retardaba la marcha. % volvi$la mirada para reconocer el paisa'e.7)o lo encotrars 7di'o su compa(ero7 porque se ha ido. )unca, a menos que le llames dbilmente, le volvers a ver, ni siquiera or su vo!.% Limasson comprendi$ que, en el "ondo, este hombre no le haba gustado en ningn momento por su teatral a&ci$n a lo sensacional y lo e"ectista; ms an, que incluso lo detestaba y depreciaba. oda haberle visto caer, y consumirse de hambre, y no habra movido un solo dedo para salvarle. % ahora era con este hombre maduro con quien tena que resolver un asunto espantoso.@e alegro 7replic$7; porque al &nal debe de haber con&rmado mi muerte....nuestra muerte0 % se acercaron al peque(o crculo de alimento que el sacerdote haba dispuesto sobre el suelo rocoso, unidos por un ntimo entendimiento que colmaba la perple'idad de Limasson. 1io que haba pan, y que haba sal; tambin haba un peque(o "rasco de vino tinto. En el centro del crculo haba un "uego minsculo hecho con ramitas de rododendros silvestres que el sacerdote haba recogido. El humo se elevaba en "orma de delgada hebra a!ul. )o revelaba siquiera un temblor, tan pro"unda era aqu la quietud del aire de la monta(a; pero a lo le'os, entre los precipicios, corra el "ragor de las cascadas, y detrs, el rugido apagado como de picos y campos de nieve barridos por un tronar continuo que rodaba en el cielo.7Estn pasando 7di'o el sacerdote en vo! ba'a7, y saben que ests aqu. Ahora tienes la ocasi$n de tu vida; porque, si aceptas por propiavoluntad, el #ito es seguro. 2e encuentras ante las puertas del nacimiento y de la muerte. Ellos te o"recen la vida.7.*in embargo... les negu0 7mumur$ para s.7)egar es invocar, les has llamado, y han venido. 2odo lo que te pidenes el sacri&cio de tu peque(a vida personal. * valiente... .y dsela05ogi$ el pan mientras hablaba, y, cortndolo en tres peda!os, coloc$ uno delante de Limasson, otro delante de s mismo, y el tercero sobre la llama, que lo ennegreci$ al principio, y luego lo consumi$.75$metelo, y comprende 7di'o7; porque es el alimento que har revivir tu vida languideciente.A continuaci$n hi!o lo mismo con la sal. Luego, al!ando el "rasco de vino, se lo llev$ a los labios, o"recindoselo despus a su compa(ero. 2ras haber bebido los dos, an quedaba la mayor parte del contenido.Al!$ el recipiente devotamente con ambas manos hacia el cielo. *e qued$ esttico.7A Ellos o"rendo, en tu nombre, la sangre de tu vida personal. or la renuncia que t consideras la muerte, cru!ars las puertas del nacimiento a la vida de la libertad. ues el ltimo sacri&cio que Ellos te piden es... ste.E inclinndose ante las cumbres distantes, derram$ el vino sobre el suelo rocoso.4urante un rato no "ue capa! de calcular 7tan terribles eran las emociones de su cora!$n7, el sacerdote permaneci$ en esta actitud de adoraci$n y obediencia. 5es$ el tumulto de las monta(as. 3n absoluto silencio descendi$ sobre el mundo. areca una pausa en la historia ntima del universo. 2odo esperaba... hasta que volvi$ a levantarse. % al hacerlo, se disip$ la mscara que durante horas se haba e#tendido sobre su semblante. *us o'os miraron severamente a Limasson. Bste le mir$ a su ve!... y le reconoci$. Estaba ante el hombre que me'or conoca del mundo, l mismo.>aba acontecido la muerte. >aba acontecido, tambin esa recuperaci$n esplndida que es el nacimiento y la resurrecci$n.% el sol, en ese instante, con la sbita sorpresa que s$lo las monta(asconocen, asom$ ntido sobre las cumbres, ba(ando de lu! inmaculadael paisa'e y la &gura de pie. En el vasto 2emplo donde se arrodill$, como en ese otro 2empo interior y ms grande que es la verdadera 5asa de 8eale!a de la humanidad, se derram$ la resencia culminante que es... la Lu!.7orque as, y s$lo as, pasars de la muerte a la vida 7cant$ una vo! melodiosa que ahora reconoci$ tambin, por primera ve!, como inequvocamente suya.