El Secreto de La Caballeria

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  • 8/18/2019 El Secreto de La Caballeria

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    V. E. Michelet

    EL SECRETODE LA

    CABALLERIAEsoterismo y simbolismo

    del Caballero

    EDICIONES OBELISCO

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    OTROS TITULOS

    ¡ASI SEA!Hermandad Yo  Soy 

    EL MENSAJE DE LAS MANOS(Quirología práctica)

     Alberto Pérez Solanilla

    LA MAGIA MEDITERRANEA Montserrat Castillo

    LA MEDITACIÓN(Guía práctica)K.A. Beyer 

    EL MAGO DE LOS CRISTALESFrancisco Bostrom

    LA OBTENCIÓN DE LA VERDAD J . Krishnamurti

    GUIA PRACTICA PARALA INTERPRETACIÓNDE LOS SUEÑOS

     J .A . Lóp ez Be nedí 

    EL ALQUIMISTAPaulo Coelhp

    EL LIBRO DE LAS NINFASParacelso

    LA CRUZ DE CARAVACA(Acompañado de una cruzde metal auténtica)

     Anónimo

    EL LENGUAJE DE LAS VELASHannah M. Giménez

    LA MONADA JEROGLIFICA Joh n Dee

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    V. E. Michelet

    EL SECRETODE LA 

    CABALLERIA 

    1EDICIONES OBELISCO

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    Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informados de nues-tras publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés (Astro  logia, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo, Espiritualidad,  Tradición, Trabajo Social) y gustosamente le complaceremos.

    Colección La Aventura Interior El secreto de la Caballería  V. E. Michelet 

    1* edición: mayo de 1993 

    Ilustración portada: Mercé Viladomíu© by Carmelo H. Ríos, por el prólogo, 1992 (Reservados todos los derechos  para todos los países)© by Ediciones Obelisco, S. A. 1993 (Reservados todos los derechos para la  

    presente edición)

    Edita: Ediciones Obelisco, S. A.Consell de Cent. 591 4o 08013 Barcelona Fax 93447 00 46

    Depósito Legal: B. 19 322 1993  

    I.S.B.N.: 84772 03008

     Pr in te d in Spa in

    Impreso en los talleres de Romanya/Valls, S. A. de Capellades (Barcelona)

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta puede ser  reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna ni por nin-gún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o  electrográfico, sin el p revio consentimiento por escrito del editor.

    PRÓLOGO

     Ks ha ta sig ni fic a do lo r, y K sa tr iy a o g ue rre ro es aq ue l  que salva a los hombres del dolor. Una oportunidad  como ésta, de em prender una guerra en fa vo r de la Verdad y en contra de las fuerz as de la ign orancia, se  ofrece muy rara vez a un hombre.

     B ha ga va d Gi ta

    En el devenir de los tiempos, el ideal Caballeresco haunido en un mismo designio a Oriente y a Occidente:la búsqueda de Aquello que está perdido. Santo Grial

     para unos, Piedra caída de los Cielos para otros .Reencuentro, quizás, con la Unidad del Ser en el Co-razón del hombre.

    El símbolo intemporal del Caballero, bien anclado

    en el inconsciente de los pueblos, de sus culturas ytradiciones, refleja el secreto ideal de la humanidad, elmaravilloso destino del hombre en su erranza a travésdel Universo. El ser humano, vagabundo y peregrinoen el escenario del mundo, estrella caída de la bóvedacelestial ve en el ideal del hombre bueno o de ley, alCaballero a ndante a la búsqueda de lo que en sí mismohay de más puro y perfecto, más allá de las estrellas.

    El héroe, aquel que es capaz de sacrificar su propiavida en la defensa de causas aparentemente perdidas,

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    de combatir contra dragones, derrotar gigantes o res-catar damas utópicas en innaccesibles torreones, todosellos símbolos, tal vez, de pruebas en el sendero yestados de consciencia en la vía de la purificación delser, sigue representando para el mundo el ejemplo delhombre universal, del aventurero de una dimensión devida, aquí y ahora, que ha de acercarnos al enigma denuestra propia existencia en el escenario cósmico. Es

    el guerrero del alma que ha de combatir, solo, por laconquista de la libertad interior, en nombre de toda unaHumanidad exiliada de su verdadero origen divino.

    Cíclicamente , en civilizaciones sinnúmero, de Estea Oeste, hemos visto reaparecer, resurgir de sus ceni-zas, al guerrero del espíritu o al Caballero Andante.Sus gestas prodigiosas, sus nobles hechos de armas, sudevoción sin límites por la Dama de sus sueños, hansido inspiración de poetas y trovadores, de monjes y desabios que vertieron en sus páginas y en sus cantos esallamada que desde lo más profundo de la historia y denuestra propia alma nos impulsa también a nosotros,simples mortales, a cabalgar en los senderos perdidosy secretos del mundo, en la Santa Erranza de nuestroorigen.

    Ese Caballero Andante, que en su iniciaciónmistérica recibía el derecho a portar armas y a impartir

     justicia, jamás debe dejar de existi r y de vivir en no-sotros mismos, aportándonos la Fe pura y renovada enun secreto designio oculto a los profanos ojos de laignorancia por el velo de la irrealidad, ese velo que hade ser ésta de los ataques de la obscuridad, y de aque-llos indignos de penetrar en el santuario secreto de lainiciación.

    La Caballería luminosa ha de ser una Esperanza

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     para el mundo. Debe de acudir siempre a la ll amada deaquellos que sufren, que dudan o que tienen hambre ysed de una evolución más alta. Como San Martín hande rasgar su capa para cubrir al infortunado, y comoOswald Wirth, recordar que el ideal iniciático es lafilantropía, el humanitarismo, el ejercicio del BienSupremo sobre esta Tierra, ya que, como nos enseñaSan Pablo, si no poseemos la Caridad, nada somos.

    Porque tuve hambre y me disteis de comer,tuve sed y me disteis de beber, fui huésped yme recogisteis, desnudo y me cubristeis, en-fermo y me visitasteis, estuve preso y vinisteisa mí.

     Mateo , XXV, 3536

    Damos la bienvenida a este hermoso libro de VictorEmile Michelet, hombre que conoció bien el círculo delos Iluministas de finales del siglo XIX. Entre suscontemporáneos y amigos, encontramos a Villiers deL'Isle Adam, Stanislas de Guaita, Barrés, Mallarmé yotros literatos, así como ocultistas y místicos de la tallade Papus, Péladan, Sédir o le Maître Phillippe...

    Vamos a soñar despiertos, también, con la mágicaerranza de los Templarios y con las hazañas de losCaballeros de la Tabla Redonda. Cabalgaremos al ladode Arturo y de Ginebra, de Galahad y de Perceval,escucharemos, como mudos espectadores, las palabrasde Merlín, palabras provenientes de regiones dondesopla el Espíritu, que nos hablan de un Amanecer lu-minoso del hombre en su peregrinaje hacia lo Divino,hacia esa luz que es parte de nosotros, que Es nosotros,hacia ese maravilloso devenir de la Energía hacia la

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    Unidad —como diría Teilhard de Chardin— destinoglorioso del hombre en la gran aventura cósmica.

    Meditando sobre los hechos históricos, y tambiénsobre los mitos y las gestas de aquellos héroes de le-yenda, llegaremos, tal vez a creer en un futuro en el queel Amour Parfa it, el amor santo de los Cátaros, de los puros, de los Trovadores de Occitania o de Fra nciscosea, algún día, proclamado regente de nuestras vidas y

    de nuestros destinos.Hemos llegado a creer que los Caballeros del San-to Grial y el propio Rey Arturo, como los Cátaros y loscantores de esa siempre herética Occitania, como losFieles de Amor de Dante o el Bien Amado Francisco,no fueron hombres del pasado, sino hombres del futu-ro...

    La luz brilla en la obscur idad, y las tinieblas nolo han comprendido.

     Juan , I, 5

    Carmelo H. Ríos

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    PREÁMBULO

    EL PERSONAJE DEL CABALLERO  en las Leyendas y en la Historia

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    El Símbolo del Caballo

     — Qu ’es t- ce qu i p as se ici si tar d.  Compagnons de la marjolaine?

    Gai! Gai! Beau chevalier!  —C e so nt le s ch ev al ie rs du roi . Compagnons de la marjolaine! 

    Gai! Gai! Beau chevalier!

    Las canciones infantiles, al igual que las canciones populares , conservan vivo el recuerdo de las trad ic io-nes ricas en significados enigmáticos o misteriosos.¿Qué son los caballeros? ¿Qué es el rey?

    Los caballeros, según el concepto popular, son loshombres que representan el heroísmo al servicio de la

     justi cia. Cabal lero es aquel que acu de en defensa de losdébiles protegiéndolos de los fuertes. Y rey, quien-quiera que sea un verdadero maestro, quien quiera quesepa gobernarse a sí mismo. ¡Salve a aquel que puedeser su propio rey! Pero en estos dos conceptos: caba-llero y rey, ¡cuántos significados ocultos se escondentras la sombra del caballo o de la corona! El rey, elhombre que ostenta el cetro, el bastón coronado por lamano de la justicia con los tres primeros dedos le van-tados, ¿es acaso tan sólo el jefe político de un pueblo?También puede ser aquél cuyo reino es secreto y sehalla en su interior. El Areopagita que, para simplifi

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    car la presentación de los símbolos, únicamente revelala actividad sobre un plano, escribe que se denomina“santos, reyes, señores, dioses, en cada jerarquía, a las princ ipa les órdene s a través de las cuales las órdenessubalternas participan en los dones de Dios” (I).

    ¡Prestigiosa figura la del caballero, situada en lacima de la jerarquía de los tipos humanos! La leyenday la historia, la poesía y la novela se asociaron para

    construirle un pedestal desde el que surge iluminadade una gloria misteriosa. Durante siglos, las imagina-ciones se dejaron fascinar por los relatos de sus fabu-losas hazañas y de sus heroicas aventuras. Las mujeresque guardan en sus manos las coronas victoriosas re-servan a estos héroes románticos, en lo oculto de sucorazón, una palpitante emoción. Pero su entusiasmono se detuvo aquí. Algunas quisieron ser nombradas“caballero”, como Clorinda, la bella adversaria deTancredo, o más tarde, como Elizabeth de Inglaterraquién, el mismo día de su acceso al trono, hizo que laarmasen “caballera”. Actualmente, podemos reveren-ciar a estas “caba lleras”, recostadas sobre sus lápidassepulcrales, con sus hermosas manos entrelazadas co n-firmando así la Unidad, envueltas en el manto forrado

    de marta que la misteriosa ley heráldica reserva exclu -sivamente a la caballería.

    Existieron órdenes de “Caballeras”, como por ejem- plo la de las Caballeras del Hacha que, en Tortosa, lleva- ban un hacha roja sobre el pecho y en el año 1.149 impi-dieron que los Moros asaltasen su ciudad. Más tarde, lareina Ana de Bretaña creó la orden de “las Caballeras de

    (I)  No m br es di vin os ,  XII, 4. Cf.  A po ca lip si s,   XXI, 24.

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    la Cordelière”, quiénes rodeaban sus armas con un cor-dón de siete nudos entrelazados con lazadas de amor. Elcordón es un símbolo del círculo mágico. Ninguna insti-tución, al igual que ningún hombre, perdura eternamen-te. Tras haber resistido el paso de los siglos, el prestigiode la caballería comenzó a palidecer. Su leyenda, queocultaba entre sus velos sus más íntimos secretos, habíasido contada en lengua romance. Fueron las novelas de

    caballería. Muy pronto comenzaron a ser escritas pornovelistas mediocres, personas de espíritus pobres ydecadentes, que, demasiado débiles para alcanzar a com- prender los significados de esta gran aventura, la defor-maron, ahogándola en absurdas peripecias, vagamentevinculadas a un hecho maravilloso, superficial y artifi-cioso, despojado de su principio vivificador, y a unidouna sosa galantería. Entonces, tanto Cervantes como Ariostose tomaron a risa estas necias producciones. Pero la risadel genio es afectuosa incluso con lo que ridiculiza. Enel fondo de sus generosos corazones Cervantes y Ariosto,sentían una gran ternura, por la caballería. ¿Acaso nolloraron también ellos al ver, a la luz dorada de los ter-cetos imperecederos que la misma estocada asesinabaenlazados a Paolo Malatesta y a Francesca de Rímini, los

    amantes que aquel día habían leído poco antes la hermosahistoria de Lanzarote?

    En todas las categorías humanas, existen siempredos tipos de personajes: aquellos cuyos pies carnaleshan hollado el suelo del planeta y aquellos que, engen-drados por el genio o forjados por la leyenda, sólo han proyectado sobre éste la sutil sombra de los tipos idea-les. Sin embargo, a menudo los segundos se nos reve -lan más vivos que los primeros. ¿Aquiles o Macbeth noestán mil veces más vivos que cualquier hombre vul

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    iíar? ¿No han influido mucho más en nuestros espíritusMerlín o Antar que nuestro anónimo vecino?

    Asimismo existen dos tipos de caballeros: los de lahistoria y los de la leyenda; por ejemplo, de una partelos Templarios y de la otra, los caballeros de la TablaRe don da. Unos y otros son parientes tan próximos quese les podría confundir. ¡No les separemos en nuestragratitud! Unos y otros han encantado nuestras imagi-

    naciones y han influido en los espíritus, en las costum- bres y en las forma s sociales .Los unos y los otros pertenecen a un mismo tipo:

    el del caballero. Este podría igualmente llamarsePerceval o Hugo de Payens.

    Estamos acostumbrados a considerar al caba-llero como a una criatura de la Edad Media. Am- pli emos nuest ro s horiz onte s, él ha exis tid o encualq uier tiempo, en todas las nacione s nobles. ElCaballero de Galia, educado en el santuariodruidico; el Kc hatrya de la India, instruid o por unGurú bramánico; el Aquiles homérico, iniciado po r el c en ta ur o Qu irón ; o Rost em del Sha h Na méh .El mundo se ha visto en todas partes bajo di stintasarmaduras . Siempre debe sufrir las mismas prue-

     bas an te s de conquis ta r su tí tu lo . El bel lo adole s-cente Teseo arranca de una pesada piedra la espa-da que su padre Egeo, al que no conoce , esc ond ie-ra allí para él. También Sohrad debe extraer deuna gruesa piedra la espada que Rostem, su padredescon ocido, oculta ra para él. Del mismo modo el

     jo ven Art uro consi gue sa car , él so lo , de un a ro ca ,su espada Excalibur. Si los Argonautas han sidoconsagrados en el secreto místico, Cicerón yOvidio, personajes que han dejado testimonios

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    inmortales de paso por nuestro mundo, fueron ri-tualmente armados caballeros.

    A lo largo de estas páginas, me gustaría haceruna distinción entre los caballeros reconocidos

     po r la his to ri a y aquell os fo rj ados por la le yen da ,aunque probablemente los entremezclaré. Así, através de los siglos, los caballeros de la TablaRedonda se han impuesto de tal forma que su

    existencia parece triplemente real. ¿No guardanel vaso sagrado tan heroica y fielmente como hacenlos Templarios con su hermético Bafomet?

    Su recuerdo se mantiene tan vivo que incluso hoyen día sus efigies impresas rústic ament e en rojo ynegro (los colores heráldicos del diablo), circulan porlos más sórdidos tugurios y entre las manos más gro-seras. Los valets de los juegos de cartas llevan losnombres de los de Lanzarote del Lago y de su hermanoconsanguíneo Héctor de los Mares. Figuran allí comoadolescentes, en el puesto de los valets, o más bien delos variéis  (lacayos), es decir como aprendices deCaballero (I). Todavía no tienen derecho a la efigieecuestre. Las cartas de juego han conservado los cua-tro valets del Tarot y han suprimido los cuatro caba lle-

    ros.En las setenta y ocho láminas del Libro de Hermes,

    y en cada una de las cuatro divisiones de los arcanosmenores, el jinete, o mejor dicho, el caballero, ocupaun lugar privilegiado. Jerárquicamente viene detrásdel rey y de la reina, es el guarda a caballo que man-tendrá la paz en el matrimonio Real. ¿Habré formulado

    (I) Durante el siglo XIV, el título de “Valet “ era tan honor ífico que los mismo reyes se sentían orgullosos de llevarlo.

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    aquí,medio en broma, la ley hermética del ternario : elAzufre, el Me rcurio y la Sal? Aquí el caball ero es la salde la tierra.

    Su nombre proviene del caballo, y está tan vincu-lado al animal que si por desgracia fracasara, se leconsideraría indigno de cabalgarlo y, en ese caso, duranteuna solemne ceremonia de degradación, se le corta-rían las insignias de sus espuelas de oro a ras del talón.

    ¿No conserva todavía el lenguaje popular el dicho:“ganarse las espuelas”? El caballero está tan unido a sumontura que comparte con ella los peligros y la gloria.

    Si estas célebres monturas no igualan a los caba-llos de Aquiles, que eran de origen divino y a los quese alimentaba con ambrosía, al menos Babieca, la ye-gua del Cid; Viellantu, el caballo que llevaba Rolando;o Dahir, en el que cabalgaba Antar; o Raskuh, que erael caballo que llevaba Rostem, permanecen todavíavivos en la memoria de los hombres. Los cuatro her-manos Aymon montaban el mismo caballo; lo que sig-nifica que una misma voluntad surgía de su fraternalamistad. Este emblema de unión se halla de nuevodesdoblado en el sello de los Templarios.

    ¿Quién es, pues, el caballo? ¿Es únicamente “la

    más noble conquista que el hombre haya realizado ja má s” , tal y cómo nos lo enseñara en la esc uela el pomposo Buf fon? ¿Qué lugar ocupa en el mundo delsímbolo? “La forma del caballo, dice el Areopagita,denota obediencia y docilidad.”

    Si el animal es blanco, indica el resplandormás cercano a la luz divina; si es negro “Farcane”;el arcano; si es bayo, el poder y la energía delfuego; si es pío, la capacidad de servir de vínculoentre los extremos, y de junta r provide ncialmen te,

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     po r tu rn os , lo su peri or con lo in fe ri or y lo in fe ri orcon lo superior” (I). Se dice que los animales sonla representación de las posibilidades del hombre.Víctor Hugo, cuyos conocimientos son bastante in-ciertos, pero que a menudo cuenta con la visión delgenio, había vislumbrado esta doctrina al escribir: “Losanimales no sino el reflejo de nuestros vicios y denuestras virtudes, vagando ante nuestros ojos” (2).

    Descubrí con gran satisfacción esta frase diez añosdespués de haber escrito en “Las Puertas de Hierro” :“ Los animales son las estatuas vivientes de las pasio-nes humanas”. El simbolismo atribuye al caballo el

     poder de la mediac ión . Y cuando le añade las alas, esdecir el emblema de la ascensión, está creando a Pegaso,

    Aquel que salta por encima de los abismosdel éxtasis, y conduce a su dueño a los últimosconfines, del mundo maravilloso, hasta el lí-mite de lo divino.

    Indudablemente, Pegaso es el supremo mediador.Para demostrar que sólo conduce hasta el final al ca- ballero perseverante, inaccesible a la duda, como mínimo

    lo desconcierta siempre una o dos veces, aún cuandoeste caballero se llame Perseo o Bellérophon.

    El caballo es una creación de Neptuno. Pero, ¿porqué este cuadrúpedo terrestre tiene como autor al dios

    (I) Je ra rq uí a C e le st eX V , 8. Este simb oüsm ose aplica de forma adecua-da en el  Ap oc al ip si s,   VI, 2, 3, 4 y 8.

    (II) Lo s M ise ra bl es,   I. V, 5. Se podría objetar que, como planeta, Neptuno  no fue descubierto hasta el siglo XIX por Leverrier. Sin embargo, los antiguos  astrólogos, que disponían de otros medios de investigación distintos al telesco-pio, ya lo conocían.

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    del Mar? El mito griego se apoya siempre sobre una base astro lóg ica . Al decir de los astrólogos antiguos ,el caballo era “obra” del dios planetario Neptuno ytambién del dios planetario Marte y estos dos dioses,

     junto con Minerva, eran los únicos con derec ho a laestatua ecuestre.

    En Arcadia, los Hipocráticos celebraban una seriede festejos dedicados a Neptuno Hippios, o caballero,

    durante los cuales se dispensaba a los caballos de todalabor y se les paseaba por las calles o por los campos,magníficamente enjaezados y adornados con guirnal-das de flores. Es la misma fiesta que celebraban losromanos con el nombre de Consualia, y que actual-mente siguen celebrando los bretones, presidida porSan Gildas, como la fiesta del Perdón de los caballos.Observemos que las antiguas monedas armoricanasllevan una cabeza de caballo.

    La tradición astrológica sitúa al caballo bajo lainfluencia del signo zodiacal de Géminis. Al ser ésteun signo doble el símbolo lo es también : De una parteestaba el caballo terrestre que conducía a los vivos, yde otra el caballo marino que conducía a los muertoscuando, bajo la dirección del Mercurio psicopompo

     provisto de su var ita de oro, debían atravesar las co-rrientes del Océano celeste (I) , las grandes aguas es- pirituales mencionadas en el Génesis y en todas lascosmogonías. Si tanto el caballo como el caballero“corresponde n” a Géminis; Sagitario, su signo opues-to y complementario es el que rige al caballero militan-te.

    (I) Odisea.   XXIV.

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    Ahora bien, aquel que fue situado por Zeus dentrode los treinta grados de la zona del Zodiaco que tienea Sagitario por epónimo es el centauro Quirón, ma es-tro de todos los conocimientos, benéfico iniciador detodos los héroes que tomaron parte en grandes aventu-ras, tanto en asedio de Troya, como en la búsqueda delVellocino de Oro. Misterioso personaje, este centauroQuirón que, cansado de soportar la enorme melancolía

    de ser inmortal, imploró a Zeus el favor de morir, y eldios, apiadado, ¡atendió su significativa plegaria!

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    Capítulo I

    El secreto de la Caballería Legendaria

     Prefiguración de la caballería histórica . Los Cabal leros de la Tabla Redonda 

     A la búsqueda del Grial 

    “El mundo sólo permanece estable a través del secreto”afirma el  Zohar. Si los destinos de nuestra civilizaciónson pesados en la olímpica balanza uno de cuyos platilloslleva el sello providencial y el otro el sello fatal, en algúnlugar, a la sombra de una cripta o aparentemente confun-didos entre la multitud, existen unos reyes desconocidosque, presintiendo el juego de esta balanza, depositan ensus platillos el peso de sus acciones o de sus sortilegios.El mundo cuenta con jefes secretos. Los más acérrimos

    racionalistas sospechan de la existencia de estos dirigen-tes ocultos (I). Descartes, al que unía una profunda

    (I) No creo que carezca de interés el citar aquí lo que un historiador, mi lamentado amigo Frédéric Masson, quien superaba a cualquier historiador acadé mico, me escribiera el 14 de agosto de 1904 com o respuesta a una carta en la que le felicitaba por ciertas páginas llenas de clarividencia : “ ... Buscar  en la Historia la influenc ia de las sectas secre tas, i pero Dios m ío! Si es lo único que hago: Pero escucha ésto, Michelet: El día en que intenté indicar que ciertos  rasgos de la historia sólo resultaban exp licab les mediante la intervenc ión de las sociedades secretas, el día que afirmé esta verdad —diciendo que no sabría  cómo proporcionar pruebas,— lodo un sector de la prensa se volvió de forma violenta contra mí y me criticó duramente. ¡¡Ah. pero !! ...

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     podrían llegar a sospechar siquiera de qué fuerzas activasy misteriosas son los agentes sumisos. Y, sin embargo,todos estos ritos exteriores, toda esta organizaciónaparente, se establecen sobre modelos animados poruna vida secreta. La sociedad medieval, al igual quela sociedad antigua, se construye sobre el conocimie n-to iniciático, y desde lo más alto hasta lo más bajo dela auténtica jerarquía, inhala el aliento de una cripta

    escondida. A la caballería le corresponde el gremio delos obreros. Cualquier caballero, corporación o ciu-dad, muestra su personalidad, que se formula simbó-licamente en el blasón. Ya que la base del arte herál -dico es el arcano (I), que es inmemorial. ¿Acaso nocensuraron los antiguos poetas el orgullo de Amphiaraos,uno de los siete que acudieron a Tebas, quién, puestoque era adivino, presentó en el combate su escudo vacío,negándose a inscribir en los blasones la proyecciónesquemática de su destino, que él consideraba superioral de sus compañeros? Gérard de Nerval, cuya afectuo-sa genialidad profundiza bien en las cosas, afirma queel blasón es la clave de la historia de Francia. Por estamisma razón la historia de Francia jamás ha sido escri-ta. El secreto palpita en las formas simbólicas que

    ofrecen a todas las miradas el arte y la leyenda, lahistoria y las instituciones sociales.

    Busquemos ante todo este aspecto oculto y veladodel secreto de la caballería, dentro de la caballería

    (I) El blasón o escud o de una nación , de una ciudad, o de un linaje se establecía mediante un cálculo astrológico. Representaba las direcciones atri-buidas a esta nación, a esta ciudad o a este linaje a partir de su “ascendente”. Estas divisas también deben ser estudiadas cabalísticamente. De tal forma que, leyendo un blasón construido según las reglas establecidas, un espíritu lo su-ficientemente instruido, puede percibir, de forma inmediata, ciertas revelacio-nes sobre las criaturas cuyo punto inicial del destino simboliza.

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    legendaria, ya que ésta es la prefiguración de la caba-llería real, pues al desarroll arse sobre el plano ideal, noha resultado manchada por las debilidades inherentesa las realizaciones humanas. Su sangre, al estar vivi-ficada por una respiración más próxima al arquetipo,es más generosa. ¿Acaso no se ha afirmado que laJerusalén celeste debe bajar del cielo a la tierra?

    Pienso que es superfluo dar credibilidad a la opi-

    nión propagada por escritores ignorantes , según la cuallos mitos y las leyendas serían frutos espontáneos delespíri tu popular. Daría lo mismo decir que la fábulaingeniosamente tejida alrededor de los más profundosconocimientos permitidos a la inteligencia humana,sería la obra inconsciente de las masas sin cultura. Meextraña que un músico de talento como Wagner haya

     pod ido es tar de acuerdo con semejante necedad. ¡Aca-so no dijo: “El mito es el poema primitivo y anónimodel pueblo!”.

    Baudelaire se aproximaba a la verdad cuando localificaba de “la marca divina de todas las fábulas populares” . Ya que un signif icado múl tip le y lumino-so siempre es el alma del que la leyenda es el cuerpo,y al igual que hiciera Oberón a través de la voz inspi-

    rada de Shakespeare, cualquier personaje de leyenda podría proclamar: “Nosotros, los espíritus, no sólo somoslo que parecemos ser” . Es cierto que los Maestros delVerbo proyectan sus invenciones en la memoria popu-lar, que es un receptáculo maravilloso de maravillososconceptos. Este es el origen del adagio “vox populi,vox Dei” . Esa es la respuesta a esta pregunta de LaFontaine: (I)

    (I) Libro VIH, fábula 26.

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    “ Le peuple est juge récusable:En quel sens est donc véritableCe que j ’ai lu dans certain lieuQue sa voix est la voix de Dieu?” (*)

    La caball ería legendar ia se mueve en dos ciclosmuy célebres: el ciclo bretón de la Tabla Redonda yel ciclo francés de las canciones de gesta que, poco a

     poco, va dej ando lugar a las novelas de caballerí a.Ambos giran alrededor del mismo eje secreto.La tradición céltica ha cristalizado en el ciclo de la

    Tabla Redonda. La civilización druidica, tan veneradadurante la antigüedad, según el testimonio de César, tandifundida que se extendía desde Irlanda hasta más allá deDelfos, conservó su influencia mucho tiempo despuésde haber adoptado la fórmula del cristianismo.

    Durante el siglo VIII, todavía quedaban druidas yhasta el XII persistió esta iglesia ¿Culdeana? (1), inde-

     pendiente de la de Roma, a la que inspiró.A lo largo de varios siglos, durante casi mil años,

    toda Europa disfrutó con la lectura de las novelas dela Tabla Redonda. Estos relatos, originarios de las dosBretañas, ya tan sólo nos son transmitidos por autores

    decadentes que, en las numerosas leyendas que de-formaron a su manera, no alcanzaron a ver más que unaserie de aventuras de amor y de bravura. Los actualeseruditos que han vuelto a sacar a la luz las obras deestos autores, tampoco han visto otra cosa (2).

    (*) N.T . “ El pueb loesju ez recusable: ¿Qué hay de cierto pues en aquello que leí en alguna parte, que decía que su voz es la voz de Dios? “

    (1) Observemos el parecido con ¿“Caldeana"?(2) Nos sonreímos al ver como el excelente erudito Paulin Paris se burla 

    de su compañero, Luis Moland, porque éste, más penetrante, atribuye a estas  novelas un esolerismo al que aquél permanece ajeno.

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    ¿Qué es la orden de la Tabla Redonda? Merlín, elmago, el Proteo céltico, el maestro del Heptacordio,formuló las reglas de esta orden que reunió alrededorde una mesa redonda construida según sus planos, acincuenta caballeros que juraban consagrar todas susfuerzas a una obra misteriosa : la búsqueda del SantoGrial. ¿Cincuenta? Más bien cuarenta y nueve. Enefecto, aunque alrededor de la Tabla Redonda había

    cincuenta asientos, uno de éstos, el que estaba situadoa la derecha del rey Arturo, se hallaba vacío. Estabareservado al caballero perfecto que hubiera conquis-tado el sublime cáliz, depositándolo triunfalmente sobrela mesa. Los imprudentes que osaron ocupar el asientoreservado al único predestinado, fueron instantánea-mente fulminados o destrozados por unas manos invi-sibles; hasta el día en que un anciano desconocido,totalmente vestido de blanco, introdujo en la sala a unhermoso joven al que hizo sentar en el asiento vacío.Entonces apareció sobre el respaldo de la silla el nombrede Galaad, el caballero conquistador del Grial, escritoen letras doradas.

    Aquí, penetramos en la mística del Número. ¿Porqué eran cincuenta estos caballeros? Cincuenta es sie-

    te al cuadrado más la Unidad. Para todos los espíritusque se interesan por las virtudes cualitativas de losnúmeros, para los Pitagóricos, los Cabalistas, los Ára-

     bes nobles y los Padres de la Iglesia, cincuenta es elnúmero del per dón y de la libertad, el de las Puertas dela Luz. San Ireneo lo atribuye al Espíritu Santo.

    La caballería de la Tabla Redonda se inscribe con bastante libertad en los círculos del tiempo y del e spa-cio. Cabalga sobre el suelo de las dos Bretañas, perolas normas del tiempo protegen su duración. ¿Cuántos

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    años vivió Merlín? Más de cien. ¿Acaso no encarna algenio céltico, hijo de los siglos? Por ello esta caballe-ría no es la institución fortuita de un inspirado maes-tro. Se halla vinculada a dos órdenes anter iores vivi-ficadas por dos expresiones iniciáticas diferentes: poruna parte a la cabal lería druidica, cuyo recuerdo noses legado por los  Mabinogion ; —¿no es el gran bardoTaliésin, el iniciador de Merlín?— por otra parte a unacaballería nacida durante los primeros años del cristia-nismo, cuyo gran maestre, es un discípulo directo deJesús: José de Arimatea. Este llegó a Bretaña con suhermana Enigée y su cuñado Bron y trajo consigo elGrial o cáliz sagrado, y también la mesa sobre la cualdebía reposar. Así pues, si la Tabla Redonda fue cons-truida por manos hábiles, aunque desconocidas, segúnlos planos de Merlín, la anterior mesa, de forma cua-drada, había sido construida por el mismo José deArimatea según los planos de un ángel.

    Sin embargo anteriormente otra mesa, la másmisteriosa de todas, también había llevado el Grial:la de la Santa Cena , el día en el que, en el sublimecáliz de esmeralda, Jesús transformara el vino ensu sangr e sagrada. ¿Cuál era la forma de esta

    mesa? Ninguna historia lo recoge. El genialLeo nardo da V inci, obligado por las necesidades delarte pictórico, dibujó un rectángulo oblongo. ¿Quéhabía adivinado? Aquel que adivine la forma de estamesa desconocida, entrará en posesión de un arcano.Tres mesas han llevado el Grial. Aquel que logreconvertir la forma de la mesa de la Tabla Redonda deMerlín en la de la mesa cuadrada de José de Arimatea, por medio de la forma desconocida de la mesa de laSanta Cena, habrá hallado la solución de un problema

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    considerado irresoluble, denominado exotéricamentela cuadratura del círculo.

    Más pequeña que la mesa de la Tabla Redonda, lamesa cuadrada de José de Arimatea sólo tenía capaci-dad para doce comensales, tantos como signos hay enel Zodiaco. Doce es el número de la plenitud. Pero estamesa tenía la virtud de poder alargarse proporcional-mente al número de los que llegaban y eran dignos de

    sentarse en ella. Había también un décimotercer asientoque siempre estaba vacío. El indigno imprudente queosaba sentarse allí era fulminado. ¿Proviene de entoncesla superstición popular que dice que cuando en una comi-da se reúnen trece personas alrededor de una misma mesa,una de ellas morirá durante el transcurso del año?

    El objetivo que se proponían los caballeros de laTabla Redonda, la gran aventura por la que debíanexponerse a los peligros, las renuncias y los sacrifi-cios, era la búsqueda del Grial. ¿Qué era este cálizmaravilloso? Todas las mitologías y todas las tradicio-nes religiosas poseen su cáliz sagrado. Todas disponende un recipiente o de una copa donde los predestinados beben el licor de la iniciación. En la  Ilíada , Vulcanoofrece de beber a su madre Juno en un vaso de esencia

    divina, y el licor que escancia y que beben los dioseses el néctar, el cual, según Homero, es un vino tintomuy espirituoso de inefable fragancia. En todas partesel vino es el símbolo de la iniciación. Baco, el inicia-dor, es el dios del vino. En las bodas de Caná, el grancomensal convierte el agua en vino, sustituyendo así elconocimiento común por una revelación segura. Pero,según la opinión de Nonnos (I), si Baco bebió vino en

    (I)  Lo s Di on isí ac os ,  último canto.

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    la tierra, bebida de su invención, en el Olimpo bebe elnéctar celeste, brebaje de inmortalidad y deincorruptibilidad con el queTetis embalsama las fosasnasales del difunto Patroclo, a fin de protegerlo de ladescomposición. En el Olimpo, la ambrosía con la quese alimentan los dioses está encerrada en un vaso sa-grado. Pero, mientras que ningún Prometeo llevó estevaso a los hombres, el santo Dhavantari, formado de

    una parte de la substancia de Vishnú, trajo del cielo alos magos hindúes, el vaso sagrado conteniendo laambrosía, el Amrita, o sea la palabra misma de Dios.Según la tradición Persa y sobre el resplandecienteBérézat, Mitra, levantando el cáliz sagrado hacia lasresguardadas alturas, realiza el eterno sacrificio.

    En Occidente, los bardos bretones hablaban de uncáliz misterioso, el vaso Azewladour, con un entu -siasmo apenas contenido. Taliésin, uno de los máscélebres entre ellos, dijo: “Este vaso inspira el genio poético. Otorga la sabiduría. Revela los secretos del porvenir , los misterios del mundo, todo el tesoro delos conocimientos humanos”. Este vaso de los bardos,al igual que el Grial, iba acompañado de una lanzaensangrentada. Sus bordes, como los del Grial, se

    hallaban adornados de una hilera de perlas. La perlaes el símbolo de la perfección espiritual; del acceso alas Luces supremas. Antaño, se la denominaba “unión”,dado que representaba la unión del alma humana conel principio divino. En el Apocalipsis, las doce puertasde la ciudad celeste están hechas de perlas, arcanosimbolismo que proyecta su eco en la palabra popular;ya que, ¿no solemos escuchar, cuando se alaban lascualidades excepcionales de una persona “que es una perla” ?

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    El cáliz de los bardos, al igual que el Grial, puedecurar las heridas mortales e incluso resucitar a losmuertos. Pero cuando el resucitado retornaba a la vida,lo hacía mudo para siempre. Pues los secretos del vasomilagroso no debían ser profanados por la divulga-ción. Los elegidos que eran admitidos en sus miste-rios, se habían comprometido al silencio. Tras habersido introducido en ellos, Taliésin canta: “he perdidoel habla”.

    Como el Grial, este vaso, benéfico para sus elegi-dos, resulta nefasto a todos los que desean aproximárselesin ser dignos. Otorga, bien una felicidad extática, ouna terrible desgracia. Su conocimien to resulta fatala quiénes lo usan para el mal.

    Para quien pertenece a la Tradición de Occidente,este cáliz es el mismo Grial, que a su debido tiempo losdruidas enviaron a Palestina para que fuese llenadocon la nueva sangre dispuesta con tal fin. Cuandoningún mortal, ninguna orden, merecen poseerlo, elGrial abandona la tierra y sube de nuevo al cielo,donde permanece sostenido por las manos de los ánge-les. ¿Cuál fue su origen?

    En el momento de la sublevación de Lucifer y de

    las legiones dispuestas a obedecerlo, cuando el granarcángel rebelde fue precipitado a los abismos, unaesmeralda se desprendió de su corona y cayó sobre latierra. ¿Qué cataclismos cósmicos alegorizan estoscombates celestes? ¿Qué sucedió en el espacio desco-nocido cuando los Titanes fueron vencidos por los dioses,cuando, víctima de la derrota, el Titán Hiperión fuereemplazado por Helios, el Sol? La esmeralda es la

     piedra profè tica, según el sim bolismo de las gemas.Antes de realizar cualquier vaticinio, los antiguos

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    adivinos colocaban una esmeralda debajo de su len-gua. La esmeralda caída de la corona de Lucifer sobrela tierra fue tallada en forma de vaso por un ángel fiel.El ángel la talló sobre ciento cuarenta y cuatro lados,que es el número del cuadrado de doce, que a su vez esel número de la realización y de la plenitud (I). Así fuecreado el Grial que el ángel entregó a Adán en el Pa-raíso terrenal, donde permaneció después de su expul-

    sión.En este momento interviene en la leyenda un epi-sodio sumamente misterioso: al tercer hijo de Adán,Set, se le permitió entrar en el Paraíso terrenal, donde permaneció durante cuarenta años. Cuarenta es el númerode la expiación. Al abandonar el Paraíso —embriaga-do por los recuerdos— llevó de nuevo el Grial al mundode los hombres.

    Desde entonces, ¿qué fue del sublime cáliz hasta eldía en que apareció y fue levantado de la desconocidamesa de la Santa Cena por la mano que transmutó elvino iniciático? ¿Sobrevoló las alturas invisibles, sos-tenido por unos dedos angélicos? ¿Permaneció ocultoen algún santuario Celta? ¿Y después de que en sus

    (I) De paso, observem os que tanto Platón como Aristóteles coinciden al afirmar que cada vez que finaliza un período de 144 años, un camb io radical, más bien funesto , se produce en el etatuto de una nación. Sí sumamos 144 a 1792, fecha de la caída de la monarquía francesa, el resultado es 1936. Ahora bien, a través de unos cálculos muy diferentes, en uno de los comentarios más ingeniosos de las predicciones de Nostradamus, el Sr. Pierre Piobb, da 1933 (1789 + 144) como fecha de la primera manifestación del Gallo, es decir del personaje que debe renovar el estad o de Francia. Por otro lado, si a 1792 le restamos 144, obtenemos 1648, fecha del famoso tratado de Westfalia, m edian-te el cual se esta blec ió, bastante mal por c ierto, el estatuto de Europa, vuelto a dilucidaren 1792, en el tratado de Viena (1814), e incluso en el tratado de Versalles (1919).

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     bordes, el Verbo con forma humana llevase a cabo elrito del sacrificio prefigurador, quién obtuvo la cus-todia de este cáliz? ¿Quién sabe? ¿El discípulo encar-gado de los detalles materiales de la comunidad, esdecir Judas, lo llevó junto al equipaje, en sus brazos,cerca de su corazón que ya soñaba con conver tir el beso, el ges to del amor , de la ternura afectuosa o dela más pura amistad, en el signo de la traición? Fuera

    como fuera su alma, él, al igual que sus once compa -ñeros, también era un iniciado.Lo cierto es que el cáliz vuelve a ser localizado en

    manos de Poncio Pilatos. Cuando José de Arimatea,como recompensa por los servicios que le había pres-tado, acudió ante él y le pidió el cadáver de Cristo,este funcionario de manos limpias, atendiendo la pe-tición de su oficial, también le entregó el Grial. Joséde Arimatea recogió en este cáliz la sangre del Cruci-ficado que todavía brotaba de su costado. Enterró enel sepulcro el cuerpo de su Maestro y, pasado algúntiempo, fue encarcelado por los Judíos. Permanecióencerrado durante cuarenta años. ¿No sabemos ya quecuarent a es el número de la expiación? Sin embargo,estos cuarenta años de prisión le resultaron sumamente

    leves, ya que durante los primeros tiempos, Cristo entróen su celda y le entregó el Grial, en cuyo lado él mismohabía escrito una misteriosa palabra. ¿Cuál era esta palabra? Quizás no resulte imposible adivinar la ...

    Aquí, la leyenda del Santo Grial deja transparentarla luz de su significado: mientras que el común de loscristianos recibe sus enseñanzas a través de los eva n-gelios anónimos “según” éste o “según” Aquel, loscaballeros bretones de la Tabla Redonda, una vez con-quistado el Grial, poseerán el cáliz de esmeralda que

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    contiene la sangre del gran sacrificado voluntario yque por tanto lleva grabada en su hermosa materia laescritu ra misma del gran iniciador, del dios resucita -do.

    Cuando Vespasiano destruyó Jerusalén, José deArimatea, liberado, fue junto con su hermana Enigeay su cuñado, Bron a establecerse a Gran Bretaña lle-vando consigo el Grial. En el país de Hofelise, actual-

    mente conocido como el país de Gales, y con el fin deguardar el Grial y poder hospedar a sus guardianes,construyó el Castillo de la Aventura a cuyo alrededorno lardó en levantarse la ciudad de Corbénic. José deArimatea permaneció soltero y murió sin hijos, perolos descendientes de su sobrino Josephé se sucedieronen el Castillo de la Aventura y de una hija de esta ramade la familia nacería más tarde el caballero que final-mente conquistar ía el Grial, el puro Galaad. Tuvieronque pasar las generaciones. Pero el tiempo no es másque una ficción, y poco importa la fecha exacta en laque se consti tuyó la orden de estos caballeros de laTabla Redonda, dispuestos a cualquier proeza con talde conquistar el cáliz sagrado. Así pues, esta ordenrenovada por el prestigioso encantador en quien se

    encarna el genio céltico, Merlín, es la continuación dela orden creada por José de Arimatea, aquél que poseíael Grial. La orden de la Tabla Redonda está formada

     por cuar enta y nueve caballeros y su jefe, el rey, es unode ellos, es decir primero UterPendragón, y despuéssu hijo Arturo. Otros muchos caballeros, menos famo-sos o con menos proezas en su haber, permanecen fie-les a él. Por debajo de éstos, están sus vasallos, y final-mente, los “soudiers” , los soldados. Así pues, laorden es la cabeza visible de un considerable ejército

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    con el que el rey Arturo lleva a cabo una serie decombates ép icos contra los Sajones en el suelo de GranBretaña y también contra los Romanos en suelo fran-cés. Un personaje domina el mundo de la Tabla Redon-da con toda la fuerza de su genio: Merlín. Este profeta,nacido de un demonio y de una virgen muy pura, con-serva de su origen los dos elementos del genio. Conoceel pasado y también el futuro. El es quien aconseja a los

    caballeros. El es quien ha establecido los planos de laTabla Redonda. El es quien regula la disposición delas batallas. Su arpa embruja a las potencias enemigas,domina a los demonios, evoca a los ángeles y deleitaa las hadas, hasta el día en que él mismo se dejaráencantar por una mujer, por Viviana. ¡El amor es latrampa en la que sucumbió tanto el genio de Merlín,como el heroico entusiasmo de sus mejores discípulos;delosGauvain, losPerceval, los Lanzarote, los Tristán!El profeta, vencido por el encanto femenino, se ador-meció en el interior del bosque de Brocelandia, en

     brazos de Viviana, dentro del cír culo que ella mismacerró con una guirnalda de rosas. Pero hasta el mo-mento en que Merlín se entregue a su cautividad vo-luptuosa, es él quien imparte todas las órdenes. En

    las batallas, él es quien lleva el estandar te sobre el queestá bordado el Dragón de oro, emblema que represen-tó el espíritu céltico hasta el siglo XII.

    Todos los caballeros son sus discípulos, su jefe, elrey Arturo primero. Van transcurriendo las generacio-nes, pero él continúa allí, siempre en plenitud deforma. ¿Se intentará determinar el puesto de estoscaballeros, en la escala de los siglos? ¡Qué preocupa-ción más inútil! No forman parte del tiempo. Al reyUterPendragón le sucedió su hijo Arturo. ¿Cuándo?

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    ¡Cuánta razón tuvieron los historiadores al aceptar unaespecie de edad media convencional y algo dudosa,rodeada de una aureola de fama y de encantamientos!

    El Castillo de la Aventura, donde permanece ocul-to el sublime cáliz, el Santo Grial, también se encuen-tra rodeado de brumas impenetrables. ¡Cuántas bata-llas, cuántas proezas y cuántas horas amargas o deses- peradas aguardan al caballero que desea traspasar susmurallas! Todos intentan la gran aventura. ¡Pero haytantos que pierden el tiempo en los brazos engañososde sus amantes! Como lo hiciera demasiado a menudoMonseñor Gauvain, hijo de la hermana de Arturo; aunqueera tan buen cabal lero que estuvo casi a punto deconquista r el Grial. Esta hazaña tuvo lugar en elCastillo de la Aventura. En él entró, vencedor de hos-tilidades humanas o sobrehumanas inmune ante loshechizos , hasta la sala en la que se hallaba el vasosagrado sobre la mesa cuadrada. Exceptuando a Percevalel Galo, él es el único que ha podido soportar estavisión sin morir. He aquí lo que vio: junto a la mesa,herido, estaba tendido el Rey Pescador. Este rey pes-cador, que se apoderó del símbolo del pez, fue casti-gado a causa de una vana curiosidad. Encargado de la

    custod ia del Grial, levantó la tapa para ver lo que habíaen su interior. Pero, al no haber sido juzgado digno deconocer el secreto, un ángel le atravesó las dos piernascon su espada, y, al igual que todos los suyos, esperatodavía al caballero de la Tabla Redonda, predestina-do que llegará vencedor hasta él, designado por el cielo para apoderarse del Grial, y, en vir tud de su gesto, podrá curarl e, a él “al rey ¿desdeñado?”

    Gauvain vio a este rey, pero no poseía el poder decurarlo. Vio también. ¡O Maravilla! Sobre la mesa

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    cuadra da el Grial cubierto por una bandeja de plata. Siel Grial está hecho de una materia inmutable, su tapa,esta bandeja (o plato), es de plata, metal que corres- ponde a la luna, ast ro que rige los cambios y lamutabilidad ordinaria de las cosas. La única y ¿telética?verdad que encierra el cáliz sagrado puede ser recubierta

     por símbolos tan diversos como t ipos de alma existan.Junto al Grial, sobre la mesa, el buen caballero ha visto“la lanza que sangra”, la lanza cuya punta siempreestá manchada de sangre. La lanza es el símbolo dela unidad y la renovación a través de las heridas. Lade Aquiles poseía el poder de curar las heridas quehabía causado. El dios Marte sujeta su lanza con la punta clavada en el suelo de la tierra para removerlaa fin de renovar su fecundidad.

    De existir personas en situación de reconocerla exactitud del antiguo símbolo, ciertamente somosaquellos de nosotros que durante cuatro años hemosvisto la lanza de Marte clavada en el suelo de Francia

     para hacer que brotase un nuevo orden. Esta lanza quevio Gauvain al lado del Grial, es la misma con la queel soldado Longinus traspasó el costado del Cruci fi-cado, haciendo que la sangre de la que debe surgir la

    renovación del mundo se vertiera en el Grial.Gauvain no pudo llevarse el Cáliz ni la lanza. Sinembargo, grandes eran sus virtudes, ya que al menos

     pudo soportar esta visión sin ser fulminado y cons i-guió salir vivo del Castillo de la Aventura.

    Un caballero, mejor aún que Gauvain, penetró enel temible castillo. Para conseguirlo tuvo que realizargrandes proezas. Combatió por tres veces con diezcaball eros a la vez. Se enfrentó al ataque de dragonesy demonios y, cuando finalmente ya estaba seguro de

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    haber conseguido el Grial, en una cripta en la queescaseaba la luz descubrió una gran lápida sepulcralsobre la que se podía leer la siguiente inscripción:“Aquí descansará Lanzarote”. ¿Podremos, cualquierade nosotros, conquistar algo que no sea nuestra propiatumba? Lanzaro te no era un caballero puro. Una pasióntotal y devoradora le había hecho caer en falta con laesposa del rey Arturo, Ginebra, la más hermosa de lasmujeres. Grandes dones maravillosos como la bellezao el genio son expiados con creces por aquellos a quienesse los brinda el destino.

    Pero, en el momento de alcanzar su máximo es- plend or, el amor ter renal encierra a sus márti res en unencantamiento tan tremendo que trastorna el pobre juiciode los hombres. Tan alto eleva a sus heroicas víctimas,que éstas aparecen aureoladas de oro. Al llorar, consus emociones creemos que la falta adquiere derechode ciudadanía en su sublimidad. Hermosas parejas carasa nuestros corazones, Lanzarote y Ginebra, Tristán eIsolda, no sois acaso las ilustraciones generosas de lagran palabra: ¡Félix culpa! Al igual que Petrarca, no-sotros también amamos “a aquellos que han llenadolos libros de sueños, Lanzarote, Tristán y los demás

    caballeros errantes” (I).El gran caballero Lanzarote, sentía sobre sus purosimpulsos el peso de su conciencia d estrozada. Un díaen que cabalgaba por una ribera en compañía de su hijoGalaad y de sus amigos Gauvain y Percival, los cuatrocompañeros divisaron, flotando sobre las olas comouna barca, una piedra sobre la que yacía una espada

    (I) Petrarca, el triunfo del amor,  III.

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    enfundada en su vaina. Era la misma espada que anta -ño, el rey Salomón, tras adornar su empuñadura condoce gemas, había destinado al caballero perfecto; aquelque conquistase el Grial.

    Una inscripción en la vaina anunciaba que tan sóloél podría sacar la espada de la piedra. Gauvain y Percivallo intentaron en vano y Lanzarote no se atrevió siquie-ra a hacer la prueba. Pero, en cuanto Galaad huborozado la preciosa empuñadura, la hoja saltó al airelibre por ella misma. A pesar de todo, Percival era tan

     buen caballero que algunos le atribuyen la conquistadel cáliz sagrado. También él había penetrado en elCastillo de la Aventura y había llegado hasta la sala enla que delante del Grial yacía el rey pescador, allíquedó maravillado por el mismo espectáculo que cau-tivara a Gauvain. Pero no supo pronunciar las pa-labras mágicas. Se olvidó de preguntar : “¿Qué es elGrial?” Quizás porque su espíritu no estaba totalmentecolmado por el afán de saber. Y, en cuanto vio el cáliz,se rompió el encantamiento y Percival se encontró trans-

     porta do a un des ierto.El privilegio de conquistar el sublime cáliz estaba

    reservado al hijo de Lanzarote, a Galaad, el predesti-

    nado al que todos esperaban. El era el caballero tota l-mente puro, a pesar de que había sido concebido en pecado.

    Lanzarote había prestado considerables serviciosa un tal rey Pellés, descendiente en línea directa deEnigea, la hermana de José de Arimatea. Este rey,maravillado ante las proezas de Lanzarote, deseabaardientemente que su descendencia fuese también lasuya. El rey Pellés tenía una hija que, de no haberexistido la reina Ginebra, hubiese sido la más hermosa

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    de las mujeres. Se la ofreció a Lanzarote como esposa; pero para Lanzarot e, el más f iel, el más devoto , el más per fecto de los amantes, no podía existir en el mundootra mujer que la reina Ginebra. Por ello, a pesar desentir gran admiración por la maravillosa belleza de la

     joven, dec linó tan hal agadora ofer ta.Al ser imprescindible que el rey Pellés tuviese un

    nieto que descendiese del linaje de Enigée; nieto pre-destinado, cuyo padre debía ser Lanzarote, le tendie-ron a éste una trampa: una noche le dijeron que Gine- bra le esper aba en una de las habi tac iones del castillo.El acudió volando. Pero era la hija del rey Pellés quienle aguardaba s ilenciosa, con el corazón palpitante debidoa su inmenso y desdeñado amor. Al surgir el alba elcaballero reconoció a aquella que había confundidocon Ginebra. Cegado por la furia, tomó su espada dis- puesto a matarla. Pero es taba tan hermosa con sus ojos bañados en lágrimas, bajo los cabellos en desorden,que se apiadó de ella y huyó al bosque a lamentarse deesta infidelidad involuntaria hacia su único amor.

    Así fue cómo la descend iente de la familia de Joséde Arimatea se convirtió en la madre de Galaad, delcaballero perfecto, que, mejorando a su ilustre padre,

     por mantene rse puro de todo amor terrenal, no abando-nó el Castillo de la Aventura sin llevarse el SantoGrial. Desde el momento en que Galaad depositó elsublime cáliz sobre la Tabla Redonda y se sentó en elasiento, has ta entonces vacío, en el que su nombre seinscribió en letras de oro, los caballeros lueroncincuenta, al inmediatamente igual que la orden de loscincuenta caballeros que constituyer a antaño elemperador Constant ino a fin de guardar el Lábaro.

    ¿Una vez logrado el objetivo de sus esfuerzos, la

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    orden de los caballeros de la Tabla Redonda desapa-reció de la faz del mundo? Este mundo se derrumbar íael día en que no diera a luz algún caballero deseosode emprender la gran aventura. El rey Arturo no hamuerto. Duerme en la isla de Avalón, junto a suespada Excalibur, mientras los bretones esperan suregreso.

    Tampoco Merlín ha muerto; sigue durmiendo en

    el bosque de Brocelandia, es decir en el bosque dePaimpont, no muy lejos de la ciudad de Rennes, y suarpa, según dicen algunos, permanece escondida enla cueva de Fingal, en Escocia. Cuando llegue elAntecristo para intentar apoderarse del Santo Grial,Arturo y Merlín se despertarán para defender el su-

     blime cáliz.¿Y si la Tabla Redonda sólo permanece en nues-

    tros recuerdos, qué ha sido del cáliz? Se dice que losángeles se lo llevaron a Siria. Pero no se trata de laSiria conocida por los geógrafos, en donde todavíaestán los Drusos, hermanos de los Templarios. Sinduda, se trata de la Siria que canta Homero en uno desus misteriosos versos: “una isla llamada Siria, másallá de Ortygie y donde están las revoluciones del Sol”.

    Algunas ciudades animadas de centros místicos han pretendido orgullosamente poseerlo: Irlanda, Lyon,Gênes. ¿Preferiremos la versión que escogiera Wol framvon Eschenbach? Según ésta, el héroe Titurel levantaun templo para proteger el cáliz sagrado. El arquit ectoes Merlín, a quién José de Arimatea había proporcio-nado el plano del templo de Salomón. A su alrededorse afligen los socios de la “Massenie del Santo Gria l” .¿Confiaron éstos su secreto a los constructores decatedral es? Una cadena de oro pende entre el cielo y

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    la tierra fuera del tiempo en el tiempo, que une a todoslos caballeros que arden por conocer el inefable cáliztallado en la esmeralda luciferina, dónde, cubiertas por la bandeja de pla ta, se ocu ltan la sangre nut rit ivadel sacrific io y la palabra de ambrosía de la revelación.

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    Capítulo II

    La Caballería Histórica

     Animada del mismo espír itu que la Cabal lería legen-daria.   La C aballería de Occiden te y la Caballería de Oriente: los Templarios y los “Ases inos  ” del viejo de la montaña también son los guardianes de la simbóli-ca Tierra Santa. La obra y los plan es de los Tem pla-rios.   El enigma de su fin .

    Dado que todo lo que hay en el mundo, tanto lo que estáarriba como lo que está abajo, se halla organizado deun modo trinitario, el Grial ence rraba en su translúcidaesmeralda, tres órdenes de revelaciones. La tercera,suprema, concernía a la Ciudad celeste que representa

    en brillantes imágenes la revelac ión johani ta. Ahora bien, en este per íodo de glo ria desconocido al que sellama edad media surgen órdenes de caballería queinquietan a la historia, cuyo objetivo principal eraestablecer la ciudad terrestre según el modelo de laciudad celestial; como la orden, apasionadamente d is-cutida, de los guerreros blancos marcados con una cruzroja: los Templarios, quienes ante el símbolo del“Bafomet”, incomprensible a los profanos, juraban

     proteger y def ender “la igl esia catól ica , apostóli ca y

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     joha ni ta ”. Así es como se expl ica la fil iación que unela caballería legendaria de la Tabla Redonda a la caba-llería histórica de los Templarios y que vincula el es- pír itu célt ico con la corri ente jo ha ni ta del espíritucatólico; filiación con la que enlazan, esparcidos porel mundo, separados por el tiempo y el espacio perounidos por una cadena hermética, los caballeros de laRosaCruz. La orden de la cabal lería ideal prefigurala orden de la caba llería realizada. Antes de que lacaballería visibles y tangible agrupara hombres cuyos pies habían hollado la tierra, su modelo, la caballeríalegendaria, había proyectado en el mundo del espíritula sombra de su perfil imperecedero . Y como los sigloshan derramado sobre ellas sus nubes de polvo dorado,ambas se entremezclan en el prestigio con el que he-chizan nuestras imaginaciones.Entre todas las órdenes de caballería, ninguna tuvo undestino tan extraordinario como los Templarios. Nin-guna ejerció tanta influencia sobre la dirección delmundo, influencia que perduró largo tiempo despuésde su desaparición . A pesar de que la orden duróciento noventa y cuatro años, se llevó consigo al paísde la muerte su secreto jamás traicionado; un secreto

    tan importante que después de más de seis siglos,numerosos hombres de diversos horizontes espiritua-les se inclinan aún sobre sus misterios. En su afán porayudarlos, apologistas y detractores escriben sobre elloscon una pasión que recuerda los furores del famoso proceso de 1309. ¡Saludemos siempre a quienes esdenegada la frialdad de la imparcialidad! La seda de plata y de sable del “Baucé an” todavía es b lanco de las batallas de los histo riadores. Los veint idós grandesMaestres de la orden, que “ocupan el lugar de Dios”

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    y sólo se hallaban sometidos a los consejos generalesde la orden, como el Papa a los concilios, eran los quedirigían el mundo cristiano. En una bula, el PapaInocencio III se jacta de estar afiliado al Temple, mientrasque en el siglo siguiente, el rey de Francia, Felipe elHermoso, escribe al Papa diciéndole que tanto él comosu sobrino han intentado en vano convertirse en her-manos del Temple. Si más tarde persiguió con tantoahinco a los Templarios, ello es debido a que, aparte delas razones políticas y financieras, les guardaba undoble resentimiento: los Templarios habían rechazadosu afiliación y además, cuando fue perseguido por losamotinados, le dieron hospitalidad.

    En 1118, en tierra de Palestina, nueve caballeroscruzados de origen francés: Hugo des Payens, Godofredode SaintAudemar y otros siete más, constituyen laorden religiosa y militar de los Templarios cuyo objetoes proteger a los peregrinos que viajan a Tierra Santa.El rey de Jerusalén les confiere la investidura, hosp e-dándolos junto al lugar en que se levantaba el Templode Salomón. Esotéricamente, tenían la misión de re-construir el Templo simbólico. ¿Los FrancMasonesno pretenderían más adelante llevar a cabo la misma

    obra?La orden de los Templarios nace en la Cruzada.Las Cruzadas también tienen su secreto. Ocultabanalgo más que la mera conquista del Sepulcro. Habíaque sobreexcitar el entusiasmo bélico de las masas proporcionándoles un ideal al alcance de su corazón.Las Cruzadas resultaban necesarias para salvar a Eu-ropa de la invasión. Dos civilizaciones se enfrentaban:la de la Cruz y la de la Media Luna, Dos razas chocabanentre sí. Tres siglos antes, habían sido los sarracenos

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    los que invadieran Francia hasta la victoria de CarlosMartel. A través de las Cruzadas se consigue satisfaceresta necesidad de expansión mundial que siempre haobsesionado al espíritu céltico desde la antigüedad, enel curso de la cual diseminó en distintos continentescolonias todavía reconocibles hoy en día, incluso entiempos presentes, obedec iendo a un impulso ancestral,la tercera república francesa ha llevado a cabo el anti-

    guo plan druídico de crear un imperio africano.Aunque las Cruzadas retrasaron más de un sigloel desbordamiento de los Turcos en Europa, han con-frontado el espíritu europeo y el espíritu árabe en estegran misterio de la guerra donde los adversarios seoprimen y se destrozan, mutuamente atraídos por elodio pasajero que es la cara horrible del amor eterno.En todas partes se ha dicho que los Cruzado s habíanllevado a Occidente diversos conocimientos y costum-

     bres tomados de la civ ili zac ión musulmana. Y todoello es cierto en lo que concierne a las costumbres y alos hábitos familiares de la vida pragmática. Pero lasrelaciones y los acuerdos entre los altos espíritus de lacristiandad y del Islam se han llevado a cabo en todaslas épocas. Los eruditos superficiales, desconoced o-

    res de las fuentes secretas de las que se alimenta la vidaespiritual del mundo, se obstinan en pretender, siem- pre de acuerdo con el par tido que hayan tomado , quetal o cual orden de conocimientos fue inventada en talo cual nación que la transmitió a las otras. En realidad,los conocimientos de tono superior se encuentran entodas las tradiciones y no son más que las variantes,más o menos brillantes , de una tradición única. No seha afirmado en vano que todo fue revelado a Adán.Uno de los corolarios de esta palabra, de la que es

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    necesario comprender los significados, es que un granespíritu se manifiesta por la adhesión a la unanimidadde sus pares. Existe una comuni ón de los genios, aligual que una comunión de los santos.

    Si la orden de los Templarios se creó entre la pri-mera y la segunda cruzada, medio siglo después de queel Viejo de la Montaña hubiese creado su famosa or-den, parece evidente que la orden de la caballería cris-

    tiana y la orden de la caballería musulmana son idén-ticas y fraternas. El gran sultán Saladino le pide alcruzado francés, Hugo de Tabarie que lo arme caba-llero. El genio del Tasso muestra el parentesco entrelos modelos caballerescos de Oriente y de Occidente.

    Hoy en día, si los lectores pueden disf rutar con las publica ciones de nuestras antiguas novelas de cabal le-ría, mejoradas o deformadas según el gusto moderno,también las novelas de caballería musulmanas, deno -minadas “Hamsi ades” porque casi todas narran lasmaravil losas aventuras de Hamsa el Ismaelita, setransmiten a través de las monótonas voces de losrapsodas populares turcos y árabes, que permanecenarrodillados ante las tacitas de “kaoua” en medio degraves auditorios.

    Entre todas las órdenes de caballería, existen dosrealmente misteriosas, los Templarios y los “Assacis”(“Asesinos”). Espero que se me permita retomar elnombre con el que nuestro querido Joinville designabaa estos últimos, puesto que el nombre de “Assassins”(“Ases inos”) con el que normal mente se les conoce¡sufrió un desgraciado destino! Si los “Assacis”, másalejados de nosotros y de distinta raza, afectan menosa nuestra memoria que estos Templarios convertidosen dueños de la Europa medieval, en contrapartida

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    abruman nuestras imaginaciones con el peso de susangrien ta aureola y de sus secretos sepultados.(I) ¿Haconocido la historia un personaje más impenetrableque su primer gran maestre, el Viejo de la Montaña,este Hassan Sabah que, durante sus treinta y cincoaños de reinado, había dirigido los destinos de una

     parte del mundo sin aband onar una sol a vez su cast illode Alamut, y habiendo dejado sólo dos veces su habi-

    tación para salir a la terraza? (II)La orden musulmana de los caballeros Ismaelitas,denominados “Assacis”, y la orden cristiana de loscaballeros johanitas del Temple están constituidasexactamente sobre el mismo modelo, y ello no se debea que la segunda, creada después que la primera, imi-tara a su predecesora, sino a que tanto la una como laotra estén constru idas sobre las mismas doctrina ssecretas, sobre un esoteri smo único e invariabl e quesurge a través del mundo bajo velos diferentes comola luz única se descom pone en rayos multicolor es através del prisma.

    (I) “A ssasin ” es simplem ente el plural de la palabra árabe “assa s”, que 

    significa guardián. Realmente existen nombres que... Como las personas, han acabado muy mal. Los “Assa cis”, al igual que los Templarios, eran los guardianes de la Tierra Santa mística. Algunos amantes Je la etimolog ía  hacen porvenir esta palabra de la Hachis, al igual que hacen que caba llo  provenga de “equus”.

    (II) Villicrs de l’IsleAdam se proponía escribir una obra sobre el Viejo  de la Montaña. Dom inaba a fondo este tema con el que me entretuvo en diversas ocasio nes mediante brillantes charlas, desgra ciadamente ya o lvida -das. Incluso llegó a mostrarme una maleta llena, según decía de documentos  relacio nado s con su casa, algun os de los cuales trataban de la orden de los  Hospitalarios que su antepasado, Philippe de Villiers de risleA dam , Gran Maestre, estableció en Malta en 1530, después de haberse visto obligado a ceder Rodas a los Turcos, siete años antes. “Mi casa”, afirmaba Villiers, “es  una de las más antiguas de Francia, es decir, del mundo". Lo cual era cierto.

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    En 1108. cuando Hugo des Payens y sus ocho com- pañeros fundaron la orden del Temple , los caball erosfrancos apenas lograban mantener la paz en el reino deJerusalén. En Europa, las agrupaciones feudales sedeclaran la guerra entre sí, de tal forma que la Iglesiaintenta crear cuerpos de caballeros apaciguadores,encargados de mantener la paz entre los beligerantes; por la misma razón duran te estos últimos años a lgunos

    de los fundadores de la Sociedad de las Naciones, c omoLéon Bourgeois, imaginaban una especie de grangendarmería internacional cuyo destino sería reprimirlas veleidades belicosas de las poblaciones actuales.La Iglesia también está muy preocupada por los rápi-dos progresos de un mov imiento religioso surgido dela Gnosis, que pronto enfrentará la Iglesia Cátara a laIglesia romana, y que originará el nacimiento de órde-nes tan brillantes como los Caballeros Faidits de laPaloma del Paráclito. Por ello observa con alegría laaparición de iniciativas tan efectivas como la de Hugodes Payens y sus ocho compañeros.

    Oficialmente, la misión de este grupo será prot e-ger a los peregrinos que viajan a Tierra Santa y alentarsu fatigada marcha ayudada por el bordón del que cuelgan

    las conchas de Santiago. Pero los verdaderos objetivosson secretos y el Abstracto al que invocan dirigir á suenergía y proporcionará a su acción un magnífico de-sarrollo. A lo largo de diez años, con aliento insospe-chado, la orden de los nueve Templarios aumentó enun número considerable; llega a adquirir tanta fuerzaque el Papa convoca un concilio en Troyes cuyo únicoobjetivo es ocuparse de los compañeros de Hugo dePayens. Así pues, en 1118 existe un Papa. ¿Cuál es sunombre? Quizás fuera el de Pasca lll, ¡poco importa!

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    El no es quien manda a la cristiandad. No, lo haceun joven monje de veintisiete años, cuya febril activi-dad y férrea voluntad están al servicio de una imagina-ción audaz y certera, de un pene trante genio. Se tratade uno de esos espíritus excepciona les que desorientana la autoridad puntual, haciéndola dudar entre la cano-nización y el anatema. En efecto, si más tarde, a esteBernardo se le colocó en la categoría de los grandes

    santos fue debido a que murió a tiempo de evitar laexcomunión.¡Qué lejanas luces observaba con sus ardientes

    ojos, este “contemplador” elocuente y discreto, paraque el “altísimo poeta”, el vertiginoso genio afiliado alos “Fieles del Amor”, el mismo Dante, le hubieseescogido como revelador que le comentará la supremay parad isíaca visión en la que “en el centro de la rosasempi terna ” aparece “ el Amor que mueve el sol ytodas las estrellas! ¡La más grandiosa confrontac ióndel genio humano con el Infinito!

    Es este joven monje, de gran autoridad, el quesuscita el Concilio de Troyes y hace que se le confíe lamisión de proporcionar una constitución a la ordenTemplaría. Esta constitución ha desaparecido. Hansobrevivido otros reglamentos que los ingenuos histo-riadores se han apresurado a estudiar con la falazesperanza de descubrir la clave del enigma. Más omenos es como si al poseer las ropas de un muerto, seles diese la vuelta para buscar los secretos de su alma.Este concilio de Troyes decide que los guerreros delTemple llevarán sobre la armadura, un manto blanco,sobre el cual, dieciocho años más tarde, el Papa EugenioÍII fijará una cruz roja. El blanco, color lunar, simbo-liza el reflejo de lo absoluto, el rojo simbol iza el fuego,

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    el predominio del espíritu, la actividad marcial, el poder y el apostolado . Durante mucho tiempo, sólo elescudo de los príncipes tuvo derecho sólo al campo degules, del mismo modo sólo los Templarios lo tienenal manto blanco. En 1210, se enteran de que loscaballeros Teutónicos se permiten llevar este manto blanco. Los Templarios impugnan esta usurpación. ElPapa Inocencio III, que es uno de los suyos, les da la

    razón y prohíbe a los Teutónicos este atentado al pri-vilegio de los Templarios. Algunos dicen que se tratade una pueril querella de costumbres. No todas estasaparentes formas exteriores esconden un significado.Los Caballeros Teutónicos, cuya Orden es exclusiva-mente nacional, tienen derecho a llevar una compactacruz “alésée” de sable. El negro (o sable) es el color de“las sombras ¿cimerinas?” de las tinieblas del instinto.Esta cruz gamada de sable de los Caballe ros Teutónicosera la misma que estaba pintada bajo el ala de losaviones alemanes que bombardearon París en 1918.

    Una vez admitido en la orden, el caballero del Templedebe ceñirse los riñones con un cordeli llo que recibede su iniciador, y que es el símbolo de su iniciación, lafigura del círculo mágico del que debe rodearse para

     protegerse de las fuerzas adversas.Si se confiara en las apariencias, se podría afirmar

    que la misión de los Templarios tuvo que llevarse acabo en Asia. Allí, en Persia, en Irak, en Siria, atrin-cherados en castillos feudales colgados en las alturasse reúnen los miembros de la orden Ismaelita de los“Assacis”, quienes se visten más o menos como suscofrades cristianos del Temple, ya que sobre la túnica blanca llevan un cinturón rojo. Se cubren la cabezacon el gorro rojo denominado frigio, el tocado de Mitra,

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    que resurgirá a lo largo de la Revoluc ión Francesa enlas cabezas de los sansculottes e incluso hoy en día enlas monedas francesa, al frente de la famosa “sembra-dora” de roty, que por una ironía, puede que impuesta por el símbolo mitráico , siembra al viento cont rar io yaque los símbolos poseen una fuerza interior que seapodera de aquellos que creen apropiárselos.

    En la constitución de la orden de Europa y de laorden de Asia, todo es idéntico. Cada una de ellasconlleva una doble jerarquía cuyos grados se corres- ponden de forma exacta.

    TEMPLARIOS ASSACIS

    Caballeros Réfik Escuderos FédaviHermanos Lassik 

    Así es la jerarquía exotérica que abarca la mayor parte del ejérci to. Está gobernada por una jerarquíaesotérica en la que probablemente sólo los grandesmaestres conocen los secretos de las dos Ordenes.

    TEMPLARIOS

    Gran Maestre

    Grandes Priores

    Priores

    ASSACIS

    Sheik el Djebal(o Viejo de la Montaña)

    Dais

    Da'ílkebirs

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    Mientras que en Asia los “Assacis” construyen enlas alturas que ofrecen puntos estratégicos poderosasfortalezas, como la de Alamont en Persia y la deMasziat en Siria, los Templarios se apresuran a domi-nar los países de Europa ocupándolos con sus casti-llos. Los turistas modernos se maravillan al visitar lasruinas de estas fortalezas asiáticas. Cerca de Alepo,todavía permanece en pie la colosal fortaleza de KalaatelHoesn, llamada también “el Krak de los Caballe-

    ros”, que posee la clave del paso entre el Oriente y elmar. Entre estos gigantescos muros que cobijaron alos Hospitalarios cabría cómodamente una de nuestrassubprefecturas.

    Es un castillo de este tipo, a la vez ciudade la for-midable y retiro maravilloso, el que se había construi-do para vivir, prisionero invisible de su inmenso po-der, el misterioso Hassan Sabah que fue el primer Sheikel Djébal, el primer Viejo de la Montaña. Vivió allídurante treinta y cinco años, sin abandonar su habita-ción desde la que gobernaba una parte del mundo. Sólodos veces salió a la terraza, sin dignarse echar unaojeada a los maravillosos jardines sobre los que estabasuspendida, tan voluptuosos como los de Armide. Jar-

    dines que embriagaban con sus perfumes a los “fédavis”y a los “réfiks” , perfumes que emanaban de las abun-dantes flores y de las frescas fuentes en las que lossurtidores verticales subían y bajaban desdep ilas que

     parecía n de turquesa. El, el todopoderoso Sidna oSeñor, estaba pálido a fuerza de inclinar su encanecidacabeza sobre los manuscritos herméticos que sus dis-cípulos más selectos le llevaban de la magnífica bi- blioteca del cas til lo. Manuscritos que conten ían teso-ros de filosofía y de toda clase de conocimientos que

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    se hacía traer de todos los rincones del mundo: tesorosde Grecia, de Egipto, de Persia, de la India, que un díaquemarían los Mongoles de GengisKhan, al igual quequemaron los Cruzados la biblioteca de Trípoli, Ornarla biblioteca de Alejandría, o en 1914 los Alemanes lade Lovaina. Una ley satánica exige que la masa bestialde la humanidad destruya los más bellos testimoniosdel impulso entusiasta de su “élite ” hacia las cimasespirituales.

    Hassan Sabah había en principio consagrado suestudiosa juventud a seguir la enseñanza sufí de MuvaffikEd Din, el gran maestro de Khorassan , jun to a suíntimo amigo Ornar Khayam. Los cuartetos báquicosde este sabio poeta velan un esoterismo que quisieron penet rar a lo largo de todas las épocas los comentaris-tas más numerosos, hay que reconocerlo, que los queen Occidente se empeñaron en saborear el “bouquet”encerrado en la divina botella de nuestro Rabelais.

    ¡Qué indiferencia tan amarga debía dominar aldominador de Asia, para hacerle tomar la decisiónde gobernar desde el fondo de su habitación!

    ¡Este Viejo de la Montaña que había sufrido la primera muerte del adepto, la muerte para el mundo

     profano! La leyenda propagada entre el vulgo cuentaque sabía inspirar una fanática devoción a sus subor-dinados, enviando sus espíritus, bajo los vapores delhachís, a frecuentar los jardines paradisíacos en losque las huríes dispensan inefables voluptuosidades.Que el secreto de su poder residiese en la utilización deun euforizante, sería lamentable, e incluso imposible,ya que el cannabis indio se hallaba al alcance de todoel mundo. Releguemos estas historietas al apartado delas anécdotas fantasiosas. Además, ¡cómo admitir que

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    un jefe escogiese, para embriagar a sus soldados, pre-cisamente una substancia cuyas propiedades destru-yen la energía y el valor! Para imponer una obedienc iaciega, el Sheik disponía de medios menos pueriles.

    La orden de los “Assacis”, al igual que la orden delTemple, dura dos siglos. Ambas se desmoronan al al-canzar la cumbre de su poder. Es como si una mismaestrella brillara en su destino común. Su alianza viene

    demost rada por los actos. En 1118, el gran maestre delTemple que acaba de nacer obliga a Balduino II, reyde Jerusalén, a aliarse con el gran maestre de los“Assacis”, el cual, mediante un tratado secreto, secompromete a entregar un viernes la ciudad de Damas-co a los Cruzados. En compensación, cuando el granmaestre de los Hospitalarios, rivales de los Templa-rios, obliga al rey Amaury a invadir Egipto, los Tem - plarios le niegan su ayuda. Los Templarios de Asiahablan habitualmente el árabe. La orden cuenta en suseno con caballeros musulmanes. Si entre sus afiliadoshay papas, también hay sultanes, y tanto unos comootros reciben la misma iniciación. El secretario de unode los grandes maestres es un musulmán.

    Existe un rasgo de semejanza muy curioso : los

    Assacis son Ismaelitas; los Templarios son Johanitas.Los Ismaelitas, para quienes Ismael es el último Califavisible del que descienden, según parece, los Wahabitasque desde 1924 se han convertido en dueños de laMeca, representan en el mundo islámico lo que losJohanitas representan en el mundo cristiano. Los fie-les del profeta del Apocalipsis y de un evangelio que pasa por ser más místico que los otros tres canónicos,son los guardianes de la parte reservada de la doctrinacuyos misterios propagan, Pedro y sus sucesores, bajo

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    unos símbolos más accesibles a las masas. La crónicade Turpin permite a Carlomagno realizar el proyectode establecer la iglesia cristiana de manera trinitaria:una iglesia de San Pedro en Roma; una igles ia de San-tiago en España y una iglesia de San Juan en Éfeso. Lostres jefes invocados son los tres apóstoles admitidosen los resplandores del Tabor. El Papa Calixto II, protectoro protegido de los Templarios, al aprobar lacrónica de Turpin considera muy natural el proyectode Carlomagno.

    Los Ismaelitas no se escondían al declarar que delCorán únicamente aceptaban sus significados simbó-licos. A pesar de haber nacido de ellos, los Assacistenían la prudencia de gritar en alto: “Creemos en loque dice el Corán” , Pero, a mediados del siglo trece, laimprudencia del tercer Viejo de la Montaña, Hassan II,causó la pérdida de su orden. Se atrevió a proclamarque el conocimiento del sentido s imbólico exime de laobservac ión del sentido literal. Llegó incluso a abolirlas prácticas de culto y una especie de vértigo le empujóa dejar que se evaporaran los secretos de su orden.Esto le llevó a un final que no se hizo esperar: duranteel cuarto año de su reinado, fue apuñalado por su cu-

    ñado y, a partir de entonces, la orden comenzó a decaerhasta su total destrucción.Es cierto que el Islam, sabedor de que su poder

    reside en sus sociedades secretas, siempr e se ha mos-trado tolerante a este respecto. Pero resulta evidenteque una autoridad religiosa no puede dejar que se

     publique que el sentido literal de sus enseñanzas care -ce de importancia. Sólo unos pocos espíritus esco gi-dos pueden llegar a percibir que toda religión estable-cida es una presentación, en forma simbólica, de los

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    conocimientos superiores, de los secretos de la GranCiencia. Pero toda religión está obligada a exigir desus fieles un acto de fe ciega, en el sentido literal deesta presentación. Es mejor que la masa ignore parasiempre que detrás de un muro de sombra saludable,resplandece la belleza deslumbrante de este sentidosimbólico. (I) La masa sólo podría percibir inquietan-tes deformacio nes; ¿cómo podría acceder a este

    simbolismo, cuando vemos ¡con extrañeza! una inte-ligencia como la de Pascal, destinadamente cerrada aesta belleza, arrojarse en la fe, en ese sentido literalque considera absurdo, con la salvaje decisión de un

     jugador de cara o cruz? ¡Ah! Este conmovedor Pascales la prueba palpable de la angustia en la que se debateun espíritu superior, si no ha sabido escaparse de loslimbos agnósticos. Dos hombres han presentido lalejana existencia de una certeza: Pascal y Nietzsche, ydesesperados al no poder aproximársela uno renuncióa la inteligencia y el otro se sumió en la locura.

    Se les podría decir lo que se murmurab a a símismo un espíritu más lúcido, Gérard de Ner val ,: “Lasreligiones y las fábulas, los santos y los poetas, se hanmostrado siempre de acuerdo al explicar el enigma

    fatal, pero tú lo has interpretado mal ...” (I)Las compañías secretas que miden los aconteci-mientos con el peso de su voluntad, sólo pueden ser

     juzgadas a ciegas por la histor ia que no ve en ellas másque las apariencias y que les atribuye una serie de

    (I) Con más razón todavía, debem os dejar reposar sobre sus cumbres  •‘los sentidos más elev ado s”, como el sentido ana gógico del que hablan con todos los maestros de la Escolástica, dos célebres Franciscanos de muy distinta  expresión pero de una misma iniciación: Rabelais y San Buenaventura.

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    actos y de planes, de acuerdo con su estado de ánimo.Ha rodeado el gorro rojo de los “Assacis” con unaaureola de terror y de sangre. De los Templar ios nosabe qué pensar. Los encierra con los numerosos enig-mas de los que ha perdido la esperanza de conseguiralguna vez la llave. ¿Cómo no iba a sentirse descon-certada dada la rapidez con la que los caballeros delmanto blanco y la Cruz roja se convierten en árbitrosde la Cristiandad? Algunos años después de que sanBernardo hubiese formulado su regla externa, losTemplarios, abandonando su papel inicial de protecto-res de peregrinos, construyen castillos feudales en los princ ipales puntos estra tégicos de Europa. Las nac io-nes no entrarán en guerra a menos que, de considera rlonecesario, arrojen su espada en la balanza. Son losdueños de las finanzas.

    Se rumorea que poseen fabulosas riquezas. Dis- ponen de tantos bancos como de fortalezas. ¿De dóndehan obtenido, en tan poco tiempo tales cantidades deoro, si, además de poseer los secretos de la antiguaciencia sacerdo tal, al igual que sus aliados los Assacis,no hubiesen contado también entre sus jefes con prac-ticantes del arte de Hermes? Felipe el Hermoso estabamuy bien informado de todas estas cosas. Pero no pudodetener de ellos regalos como los que sus lejano suce-sores , Enrique II y Carlos IX, recibieron de Nostradamus.En cada país, los Templarios enlazaron las provincias

     por medio de las redes que trazaban sus encomiendas, poderosas construcciones, muchas de las cuales toda-vía siguen en pie en tierras de Francia. En París, elTemple es una fortaleza que proporciona asilo a pro-tegidos de todas las clases sociales. Es ta es la razón porla que estos caballeros se denominan Templario s. Son

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    los herederos de los hierofantes que, en una gran épocamuy lejana, vigilaban los tesoros del conocimientoguardados en el Templo, sobre cuyo modelo está cons-truido el Templo de Salomón. Seguros de actuar segúnlos principios revelados por los depositarios de la únicasabiduría, persiguen un grandioso objetivo: construirla ciudad terrestre, organizar una sociedad en la quetodas las clases de los tres mundos: cristiano, judíoy musulmán serán jerár quicam ente ajustadas en paz y prosperidad. Se preparan para el lo con ext rao rdinar iamaestría. Dominan las finanzas y crean las Bolsas; seapoderan de la industria mediante la protección conque rodean las corporaciones y el comercio de las Hansas,antigua institución druidica que retoman a fin de re-unir los principales puertos de Europa.

    En tiempos de San Luis, la Hansa de París se con-vertirá en una municipalidad de la que deriva la queexiste actualmente. Supongamos que la feudalidadindustrial y financiera de nuestro tiempo, en lugar deconsiderarse a sí misma como único objetivo y demalgastar su salvaje energía en la inquietud, entre lu-chas internas que la desgarran y ruidosas amenazas desus esclavos, obedeciera de forma inconsciente a una

    autoridad espiritual, que además de ser dueña de laespada, dirige sus esfuerzos hacia el bien común delmundo y le asigna el puesto que le corresponde dentrode la armoniosa economía de una verdadera civiliza-ción. Percibiríamos así un aspecto de la acción templaria.Economía, “oikonomia” , es como denominan losPadres de la Iglesia a la función del Mesías.

    Confundidos por la pasión, los detractores y losapologistas de los Templarios no han seguido el traba-

     jo de organización social , des arr ollado por los caba-

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    lleros cuya Cruz roja ostentan actualmente las institu-ciones que se dedican a mitigar los horrores de laguerra. Si Saint Yves d’Alveydre consiguió percibireste tema con más claridad, es por que estaba mejorarmado para profundizar en los secretos de la historia;este misionero de la Sinarquía ha demostrado que losTemplarios han dado a Francia y a Europa una cons-titución fundada en el conocimiento hierofante y quehan establecido las bases del Temple sobre los autén-ticos planos del Gran Arquitecto, planos que los Masonesde hoy parecen ignorar totalmente. También les atri- buye la creación de los Estados Generales, cuya fun-ción regular hubiese evitado a Francia un buen nú-mero de experiencias desastrosas, si el Estado políticono los hubiera destruido por oponerse a su precariodespotismo. Si se quiere buscar en el simbolismo an-tiguo la correspondencia entre la organización delCosmos y la de la ciudad terrestre, es decir del estadosocial, se encuentra en el escudo de Aquiles. Si sequiere instituir una Sociedad de las Naciones que seaalgo más que una comedia siniestra, sus principioshabrá que buscarlos en los versos Homéricos.

    Hacia los Templarios, entonces en pleno apogeo

    de su poder, se volvió Bonifacio VIII, este anciano papa juzg ado de manera muy diferente cuando loscaballeros en leyes de Felipe el Hermoso le encerraronen Anagni. Ellos no parecen haber tomado partido enla disputa, y su gran heredero espiritual, el Gibelinoafiliado a la “Santa Fede”, Dante, lanza indistintamen-te en el infierno eterno de sus terribles tercetos al papay al rey.

    El rey Felipe el Hermoso llevó a cabo el mayorgolpe de estado conocido de la historia, durante la

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    memorable noche del 12 al 13 de octubre de 1307 enla que en toda Francia fueron arre stados los jefe s delos Templar ios, entre ellos el ilustre Gran MaestreJacques de Molay, el Visitador de la orden, el GranPrior de Normandía, Hugo de Pérauld, el Gran Priorde Aquitania, y Guy Dauphin.

    Entonces se inicia este proceso de siete años quesigue siendo uno de los enigmas más extraños denuestros anales. Sobre la explanada del Pont Neuf, en

    la punta más baja de la Isla de la Cité, entre los dos brazos del Sena, debería levantarse un monumentoexpiatorio en el lugar en e