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El sistema de fundación de puentes en época moderna, a la luz de las fuentes manuscritas Las condiciones constructivas que se especifican en los contratos notariales de la obra de un puente pro- porcionan una valiosa información para el conoci- miento del sistema utilizado en la ejecución de estas obras. En algunos casos son tan detalladas, que la mayoría de la veces los estudios realizados de carác- ter histórico se limitan a transcribirlas, y tan sólo se interpretan aquellas referidas a la arquitectura que emerge del agua, mientras que la fundación de la misma no recibe la atención que merece. Las fuentes manuscritas riojanas, su comparación con las conocidas en otras regiones y su relación con los tratados y manuales de uso en la época, pueden servir de ejemplo del interés y significado de la do- cumentación de estos contratos para la historia de la construcción. Su aportación es progresivamente más rica en datos, a medida que nos adentramos en el si- glo XVIII. No obstante, si las noticias de la primera mitad del siglo XVI son escuetas respecto a la ci- mentación de la obra, en su segunda mitad y a lo largo del siglo XVII, desarrollan una mayor especifi- cidad que nos permiten seguir linealmente e] curso de la construcción de un puente, desde sus funda- mentos. En primer lugar, se pone de manifiesto en las fuentes el principio vitruviano de la apropiada elec- ción del emplazamiento de la obra. Por ]0 general, la ubicación en época moderna queda prefijada por la existencia en el lugar de un puente de época anterior. Sin embargo, en la riqueza informativa de la historia documental de un puente, se pueden observan modi- Begoña AlTUe U garte ficaciones del emplazamiento en algunos ejemplos, bien debido a los continuos derribos y socavaciones de las fundaciones del puente precedente, o bien a otro tipo de intereses, cuando no es motivado por un nuevo análisis de la madre y el lecho del río. 1 Sin embargo, pese a una razonada ubicación del puente por confluir en ella todos los intereses, el cambio de madre de los ríos ocasionaba uno de los grandes problemas del mantenimiento de estas obras públicas. Es el caso del río Oja a su paso por Santo Domingo de la Calzada del que nos habla González de Tejada, refiriendo cómo San Juan de Ortega se vio obligado a realizar un puente de madera sobre ce- pas de piedra, desde el construido por Santo Do- mingo hasta las heredades de ]a margen occidental, dada la frecuencia con la que el río mudaba de ma- dre, lo que trajo consigo obras continuadas de repara- ción en este paso.2 La necesidad de encauzar las aguas para obligar al río a dirigirse hacia los arcos de desagüe del puente, además de requerir la construcción de sólidas man- guardias, también motivó obras de encauzamiento más complejas, como las que entretuvieron durante siglos a la villa de Haro para lograr, relativamente, la conservación del puente sobre el río Tirón. Tras la reforma del trazado del río a mediados del siglo XVII, se encargó en 1777 al maestro arquitecto Miguel Gómez un nuevo proyecto y traza para la construcción de un cauce aproximado de 40 m de longitud, 7, 5 m de ancho y algo más de un metro de profundidad, con el que se lograra conducir las aguas Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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El sistema de fundación de puentes en época moderna,a la luz de las fuentes manuscritas

Las condiciones constructivas que se especifican enlos contratos notariales de la obra de un puente pro-porcionan una valiosa información para el conoci-

miento del sistema utilizado en la ejecución de estasobras. En algunos casos son tan detalladas, que lamayoría de la veces los estudios realizados de carác-

ter histórico se limitan a transcribirlas, y tan sólo seinterpretan aquellas referidas a la arquitectura queemerge del agua, mientras que la fundación de la

misma no recibe la atención que merece.Las fuentes manuscritas riojanas, su comparación

con las conocidas en otras regiones y su relación conlos tratados y manuales de uso en la época, puedenservir de ejemplo del interés y significado de la do-cumentación de estos contratos para la historia de laconstrucción. Su aportación es progresivamente másrica en datos, a medida que nos adentramos en el si-glo XVIII. No obstante, si las noticias de la primera

mitad del siglo XVI son escuetas respecto a la ci-mentación de la obra, en su segunda mitad y a lolargo del siglo XVII, desarrollan una mayor especifi-

cidad que nos permiten seguir linealmente e] cursode la construcción de un puente, desde sus funda-mentos.

En primer lugar, se pone de manifiesto en lasfuentes el principio vitruviano de la apropiada elec-ción del emplazamiento de la obra. Por ]0 general, laubicación en época moderna queda prefijada por laexistencia en el lugar de un puente de época anterior.Sin embargo, en la riqueza informativa de la historiadocumental de un puente, se pueden observan modi-

Begoña AlTUe U garte

ficaciones del emplazamiento en algunos ejemplos,bien debido a los continuos derribos y socavacionesde las fundaciones del puente precedente, o bien aotro tipo de intereses, cuando no es motivado por unnuevo análisis de la madre y el lecho del río. 1

Sin embargo, pese a una razonada ubicación delpuente por confluir en ella todos los intereses, el

cambio de madre de los ríos ocasionaba uno de losgrandes problemas del mantenimiento de estas obraspúblicas. Es el caso del río Oja a su paso por SantoDomingo de la Calzada del que nos habla González

de Tejada, refiriendo cómo San Juan de Ortega sevio obligado a realizar un puente de madera sobre ce-pas de piedra, desde el construido por Santo Do-

mingo hasta las heredades de ]a margen occidental,

dada la frecuencia con la que el río mudaba de ma-dre, lo que trajo consigo obras continuadas de repara-

ción en este paso.2La necesidad de encauzar las aguas para obligar al

río a dirigirse hacia los arcos de desagüe del puente,

además de requerir la construcción de sólidas man-guardias, también motivó obras de encauzamiento

más complejas, como las que entretuvieron durantesiglos a la villa de Haro para lograr, relativamente, la

conservación del puente sobre el río Tirón. Tras lareforma del trazado del río a mediados delsiglo XVII, se encargó en 1777 al maestro arquitectoMiguel Gómez un nuevo proyecto y traza para la

construcción de un cauce aproximado de 40 m delongitud, 7, 5 m de ancho y algo más de un metro deprofundidad, con el que se lograra conducir las aguas

Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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del río hacia los arcos de piedra del puente, ya que,en parte, se mantenía con tablero de madera. En lascondiciones de esta obra e] maestro especifica la dis-posición y construcción de las «estacadas» de 35 y

71 m de longitud (figura 1):

'"

haciendo una zanja o cauze, según o con las latitud decinquenta varas de largo, nuebe de ancho y cinco quartas

de profundo, guiado hacia los dos ojos del puente de pie-dra y caseta, según demuestra la letra A, del borrón que

acompaña = Que desde el principio de la zanja por laparte de abajo, se a de hacer una estacada con quatro ór-

denes de estacas de medio pie de grueso y ocho de altas,

fijándolas según muestra la planta S, y se an de entrar a

fuerza de mazo lo que manifiesta el alzado S, y dicha es-

tacada ha de tener ciento veinte y cinco pies de larga en

línea diagonal, según manifiesta la planta S. de ancho, y

al mismo tiempo se ha de ir tejiendo de barda y terraple-

nando de piedra grijo y algo de tierra, con algunos céspe-

des... así mismo se a de ejecutar a la parte de arriba otra

estacada de doscientos cinquenta y tres pies de larga,

también en línea diagonal, dando principio desde medio

de un árbol que se alla tumbado en el agua, a fenecer enel otro extremo y un poco de campo que se enquentraprimero saliendo del agua, y an de llevar tres órdenes de

estacas originarias, fijándolas a fuerza de mazo como en

la anterior, y tejiéndolas de barda y grijü, según demues-

tra la planta y alzado, cuios reparos, cauze y estacadaspueden ser de costo, según el abanze que tiene hecho,

tres mil trescientos y cinquenta reales.. J

Este sistema de tablestacas con relleno de tierra ybarda, entendiendo por tab]estaca la estaca de sec-

Figura l

Traza de Miguel Gómez para las obras del cauce y estaca-das del puente sobre el río Tirón en Haro, ]777 (A.R.P. La

Rioja: Ham, Matías Martínez de Moretín. 1777, lego4254)

S. Arrue

ción rectangular, debió ser el habitual para e] desvíode] cauce cn épocas de estiaje o en otoño, como reco-

mendaban los tratados, pero las fuentes manuscritasno son muy explícitas a la hora de relatar las laboresde apertura de cimientos y sistema de achicar aguapara trabajar en seco. Pese a que se tiene constanciade] uso de ataguía s desde la Antigüedad, no tenemos

noticias concretas en La Rioja hasta e] siglo XVI y eltérmino (<<atagía» y «atajía») no lo documentaremoshasta el siglo XVIII, en torno a ] 780. No obstante, yalo utiliza Fray Lorenzo de San Nicolás en su Arte y

uso de Arquitectura (1633), donde describe de formapráctica el sistema de ejecución de la ataguía:

y asi para apartar el rio de una parte a otra, te apartarás

una pequeña distancia del asiento de la puente, y de la

parte que te apartares, por la que quisieres guiar lasaguas, de un extremo á otro irás bincando estacas á tre-

chos. unas de otras poco mas de tercia, y que sean largas,para que sobrepujen de] agua, y clavarás unas por un

lado. y otras por otro, formando un grueso de pared,

tanto gruesa, quanto la pujanza fuere de] rio: despues, de

unas á otras las entretexerás de taray ó retama, y en el

medio las macizarás de piedra y arena, y broza, para queentrapada, no ofenda la obra: de esta forma harás las ata-guias...»-1

Una ejecución similar de ataguía doble proponeel maestro mayor José de ViJlarreal en 1650 paralas reparaciones del puente <de las Ventas» sobre elarroyo Abroñiga] en Madrid, en el camino re a] deAJcalá, puente que visitará cinco años después Fray

Lorenzo de San Nicolás.' En La Rioja, se mencionala ataguía, así como la acción de barrenar, en pro-yectos de Francisco Alejo de Aranguren, como e]de ] 778 para el nuevo puente de Torremontalbo, enel que presupuestó los trabajos de la ataguía, juntocon los andamios y cimbras en 28.875 reales.6 Lascondiciones constructivas nos hacen suponer queseguía el sistema de tab]estacado de madera, es de-cir, una ataguía sencilla y no doble como la que co-

menta Fray Lorenzo, aunque no podemos saber

cómo era el machihembrado de los tablones de es-tas paredes. De igual modo, se especifica ]a ejecu-ción de una estacada de contención en el proyectodel mismo maestro para el puente de Piedra de Lo-groño, en 1779:

Que para precaver el daño que amenaza después de lo

mucho que tiene hecho por la inclinación que ha tomado

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pies metros aprox. localidad rio año

4 1,2m. Tirgo Tirón 1741

1,40m. Murillo Laza 1629

5 Laiva Tirón 1772

Torramontalbo Najarilla 1778

6 1,68m. Cuzcurrita Tirón 1588

Laiva Tirón 1742

7 1,96m. Anguciana Tirón 1763

10 2,8m. Anguciana Tirón 1674

más da más da Amado Cidacos s. XVIII10 3m.

El sistema de fundación de puentes

el río hacia la parte del norte, se deberán poner hasta

3000 estacas en donde se señala con los núms. 36 y 37,

de medio a siete pulgadas de grueso y el largo que per-mita el terreno, entrándolas con el mazo a mano y entreellas 200 de una cuarta de grueso, con punta de yerro,que se entren al impulso de una máquina de las que regu-

larmente se usan para estas maniobras: estas estacas se

pondrán de modo que no escedan de la superficie de la

tierra más que pie y medio, y se entretegerán con ramas

de berguizo,7 para que el mismo río aposture sobre ellas,

con lo que, y continuando en aplicar dichas estacadas, sepodrá fortalecer el terreno que se halla tan debilitado y

robado del río por aquella parte».'

En los trabajos de construcción de ataguías o dedesvío de las aguas de los ríos para una mejor edifi-cación, participaban todos los vecinos, y sus gastos

solían correr por cuenta del promotor de la obra.9 En

esta fase es muy probable que las costumbres no fue-sen muy diferentes a las que se mantenían en Franciadurante ]a Edad Media. Tras la celebración de unamisa, todo el pueblo trabajaba sin descanso hastaconseguir el dominio de las aguas, algo que muchas

veces sólo podía superarse por la abundante mano deobra, a falta de un perfeccionamiento mayor de los

instrumentos de trabajo. 10

El estudio de las márgenes y del lecho del río bus-cará la existencia de roca para una mejor y más se-gura fundación del puente, de modo que se pudiese

evitar los costes de un zampeado de estacas y pilo-tes. Una de las primeras condiciones en los contratosnotariales de los proyectos es que se profundice lacimentación hasta encontrar peña firme, entendién-dose que es ésta la circunstancia más apropiada, demayor facilidad para la ejecución de los trabajos y

menor costo. Así, en el lecho del río Ebro debía serfácil hallar roca firme, al decir del académico Diego

Ochoa y el trasmerano Francisco Gil Collado en1780:

... pues es constante a todos los naturales del País, y sa-ven como cosa cierta, que todo el lecho del río Hebra espeña como se manifiesta, y deja ver en sus márgenes. Y

prueba de esta verdad, distante de aquella villa cinco le-

guas, ha construido don Pedro del Mazo el puente de la

de Miranda de Hebro sobre peña, y a distancia de él tres

leguas más avajo, se halla el puente que llaman de Bri-

ñas, radicante en jurisdicción de esta dicha vi lIa (Haro),

el que están redificando al presente los relatantes, y en el

recalze que han echo en el fundamento de su cepas, han

encontrado se hallan fundadas sobre peña.. .11

67

Profundidad de la cimentación de puentes en La Rioja

Figura 2Profundidad de la cimentación en los contratos de construc-ción de puentes en La Rioja

Por otro lado, la fundación de la obra sobre peñaera una condición refrendada por el Arte y los conse-jos de los Autores Clásicos de la Arquitectura:

.., Por lo que, si de esta vez, y presente actualidad, no se

fundan sobre peña los cimientos, necesidad pide el arte y

aconsejan los autores clásicos de arquitectura, no contarásiglo entero su permanencia, y correrá la misma suerteque la anterior, ni menos será segura su duracion como a

la verdad deven ser perpetuas las obras públicas... 12

La perpetuidad de la obra pública formaba partede la esencia misma de su construcción y, por ello, lano observación de este principio de las fundacionessobre roca firme, traía consigo la ruina de la obra,como había ocurrido en época medieval.

... y para manifestar y hacer ver la necesidad urgente de

fundar las citadas dos cepas sobre peña, en el supuesto

cierto de que la hay, para maior estavilidad de dichapuente de la villa de San Vicente, téngase presente y a lavista, que por no estar fundados las dos cepas del ante-

rior sobre este principio sólido, la socavó de tal manerapor las narices de sus bajamares (sic) que ha causado su

ruina, sin embargo de que era de mui buena construc-

ción, extructura y magnificencia, favricado a últimos del

siglo pasado, subcediendo lo mismo de otro mucho más

angosto cuias ruinas se han encontrado con el sondeo, y

aparecen devajo del agua, y se dice fue echo en tiempos

de los señores reyes de Navarra, quando dicha villa, y

toda la provincia de Rioja se hallava sujeta a su

corona... 13

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Del mismo modo que en los contratos de puentesriojanos, las fuentes publicadas sobre la construcción

de estas obras en Alava, recogen la condición de fun-dar sobre roca y el sistema de llevarlo a cabo. Así, enel plan de obras del puente de Catadiano, del 1 de fe-

brero de 1779:

Ytem condición que dicho maestro ha de ser obligado a

habrir los cimientos para las dos cepas laterales hasta en-

contrar peña firme, y en ella hacer una roza hasta enive-

larlas y profundizarla tres onzas..."

y en las del puente del Molino en Jócano del año1789, se dice:

Yten es condición que el maestro rematante a de ser obli-gado a abrir todos los cimientos de dicho puente hasta

encontrar peña firme, y en ella hazer una roza de tres on-

zas de profunfidad, enibelando dicha planta em todo loque coje el puente, y manguardia,... l'

La cimentación sobre peña se recoge en uno de losproyectos de construcción del puente de Torremon-

talbo sobre el Najerilla que ejecutarían Ignacio deElejalde y Mateo de Retes, en 1735. La descripciónno es muy elocuente pero, una vez descubierta y lim-pia la peña, se practicaría una roza a media vara de

profundidad (poco más de 40 cm), en el espacio queocuparían las nuevas cepas que se tenían que levan-tar.16 En el proyecto de Aranguren para este mismo

puente de 1778, se propone que la cimentación de

media cepa de la margen izquierda y de las manguar-dias, donde existía roca, se llevase a cabo haciendo

«un rebajo, de modo que quede encajonada dichamedia zepa y vanguardias una quartta, ygualandotodo su lecho orizontalmente», mientras que para elresto de la obra, donde «el pavimento todo es cas-cajo, sin que haya solidez para su planificación», se

realizaría un zampeado.17 Con mayor precisión se re-coge su propuesta de cimentación en las condicionespara llevar a cabo las nuevas obras en el puente deLogroño,

... se delinearán las cepas con arreglo a su respectivaplanta, profundando sus cimientos, hasta descubrir lapeña... que se rozará medio pie por todo el ancho de lacepa y confonne a la delineación de su planta, se erigiráel macizo con piedras de la mayor magnitud, labradas apicón, que tengan una vara de lecho los sillares y tizones

de 5 a 6 pies, macizando los intermedios con buena

B. Arrue

mampostería y cascajo menudo del río, enrrasada que sea

la primera hilera, se echará la segunda y tercera, cortán-

dole en cada uno medio pie que le quedará de zarpa o ro-dapié... IR

Por tanto, esta cimentación sobre roca consistía enestablecer un encajonado de piedra de sillería en lamisma, con macizo de mampostería y cascajo, embu-tido en una roza de medio pie de profundidad, segúnAranguren, (cerca de 15 cm) o de un pie, si era posi-ble, en opinión del académico Diego Ochoa, quienemitió un informe sobre este proyecto en 1780. Tam-bién él era de la opinión de que los zampeados enríos donde se pudiese llegar a la roca no eran necesa-rios, pues se asentaban sobre cascajo y tampoco sepodía pilotar en la peña viva,

...Pero las de los zampeados que proponen no se han

egecutado ni se deben egecutar por ser gasto inútil res-

pecto la poca seguridad que pueden tener los pilotes o

estacas clavadas en cascajos movibles y no poderse

afianzar sus puntas en la peña viva que se halla debajodel, pues aunque en todas partes no se descubre, se ve en

algunas y está patente en las márgenes del río y saben to-

dos como cosa cierta y experimentada que el río Ebro

tiene verdadera madre de piedra viva, por lo cual los

zampeados en los puentes de este río son viciosos y nada

subsistentes.. .

El mismo Diego Ochoa, junto a Francisco Gil Co-llado, hablarán de la inutilidad de los zampeados so-

bre cascajo y del establecimiento de ataguías en sumencionada propuesta para el reparo del puente de

San Vicente de la Sonsierra,

... y fundándola sobre peña las dos cepas para su maior

solidez, seguridad y permanencia, quitando el zampeadoporque su construción es sin comparación mucho más di-

fícil y costosa, como se deja conocer en el estableci-

míento necesario de ataguías y otras máchinas precisaspara la estracción de aguas de los cimientos, y dejar sitio

libre para la perfecta plantificación de los nominados pi-

lares o cepas, con las disposiciones que se requieran paraque los operarios puedan travajar con toda seguridad, lo

ejecUtarán y practicarán en novecientos y treinta y seis

mil reales vellón, con la espresa condición de que se nos

ha de permitir el romper la presa que se halla devajo delpuente, por no series fácil de otra suerte, el conseguir el

desagüe de las muchas aguas que se hallan congregadas

a las espresadas cepas que de nínguna suerte será asequi-

ble su fundación con seguridad.. .19

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cordones travesaños localidad río año

cada pie cada 6 ó Murillo Leza 1629y cuarto 7 dedos

cada 2 cada 2 Amedo Cidacos 1658pies pies

cada 3 cada 3 Amedo Cidacos 1681pies pies (arco)

cada 3 pies cada 6 Amedoy cuarto pies (manguardia) Cidacos 1681

cada 4 cada 3 AmedoCidacos 1681

pies pies (cepa)

cada 4 cada 2 Amedo Cidacos 1681pies pies y medio (arco)

cada 4 cada 4Tirgo Tirón 1741

pies pies Agoncillo Leza 1763Leiva Tirón 1772

cada 5 cada 5 Agoncillo leza 1765pies pies

El sistema de fundación de puentes

Sin embargo, la mayoría de los puentes exigíanuna cimentación diferente a mayor profundidad, puesno siempre se contaba con la facilidad de encontrarroca en el lecho del río en un primer sondeo. Lo fre-cuente será el uso de zampeado o cimentación conencadenado de madera y macizo de mampostería,término y práctica que ya propone Lastanosa, y quese encuentra en las fuentes riojanas sobre arquitec-tura desde 1534.20

Las propuestas en relación a la profundidad a laque se debía iniciar esta cimentación varían en losejemplos riojanos, pero oscilan entre los cuatro y losdiez pies, es decir, entre I y 3 m aproximadamente.2IEn 1588 se proponen seis pies (1,68 m) para los ci-mientos del puente de Cuzcurrita; en 1629, los querealizaría la villa de Murillo tendrían cinco pies(1,40 m), mientras que en las condiciones del puentede Anguciana, en 1674, se determinan los diez pies(2,8 m). Esta profundidad no volvemos a documen-tarla, a excepción del puente de Arnedo del que sedice en el siglo XVIII que había sido fundado a másde 3 m. En otros casos de este siglo se habla de pro-fundidades de cuatro pies (1741, Tirgo), seis pies(1742, Leiva), siete pies (1763, Anguciana), y cincopies (1772, Leiva; 1778, Torremontalbo) (figura 2).También se modificaron las condiciones en la cons-trucción del puente de Casalarreina, en 1770, paraprofundizar un pie y medio más de lo previsto en unprincipio.22 De hecho, cuando se modifican las con-diciones constructivas de los conciertos por el Con-sejo de Castilla, a través de comisarios como Marcosde Vierna, en el siglo XVIII, las rectificaciones quese proponen se referirán, esencialmente, a la profun-didad de los cimientos o zampeado de los mismos, ypoco o nada se señalará en relación al diseño generalde la fábrica.23De tal modo que el arquitecto encar-gado de la obra debía ser por excelencia un buen co-nocedor de las incidencias y problemática de la ci-mentación bajo el agua.

La extensión de la cimentación podía ocupar todala anchura del cauce, situándose transversal a él, yutilizando una protección mediante una estacada amedio pie de distancia en toda su longitud. Es el casode las condiciones que fija Marcos de Vierna para elpuente sobre el Leza en Agoncillo, en 1765, en lasque proponía un zampeado continuo entre todas lascepas «que coja todo el ancho del río de extremo aextremo» y sobresaliente seis pies de la anchura detajamares y espolones, «abriendo para esto una zanja

69

con quattro pies de profundidad a un nivel por todoel río, en la que ha de entrar dicho zampiado».24

En general, aunque no siempre se señale en el con-trato, se buscaría la realización del zampeado«segúnarte» (174], Tirgo) y «bien empotrado en sus cauces,con sus rompimientos para las estacadas» (1629,Murillo). O lo que sería lo mismo, un «zampeado

bien estaqueado» (puente de madera y barda cons-truido en 1721 en Torremontalbo).

El zampeado se llevaba a cabo mediante un enca-denado de tablones entrecruzados que se asentaba enel suelo o sobre pilotes, para la firmeza de la cimen-tación. A este encadenado se le denomina emparri-llado, término que ya recoje Rejón de Silva en178825y que Bails cita igual a marranos.26 En lasfuentes riojanas el término emparrillado no apareceráhasta el siglo XIX y con anterioridad se sustituye elnombre por la frase «nivelar con estacadas y made-ras» (1588, Cuzcurrita), establecer un «orden de ca-jones» (1778, Torremontalbo») o contextos semejan-tes. También documentamos el término armazón enel puente de Anguciana en 1674 y el de enrejado con

Disposición de maderos del emparrillado de puentes enLa Rloja

Figura 3Medidas de la disposición de los maderos del emparrilladoen los contratos de construcción de puentes en La Rioja

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maderas en el zampeado del puente de Agoncillo en1765. Así mismo, en las obras del puente de Leiva en1768 encontramos el término caballete y el sinónimoque cita Bails: «asentar el cavallette y marranas, yesttaquarlas».27

Este entramado de madera o emparrillado se dis-ponía con una anchura mayor al macizo de las pilas,

lo que se conoce en las condiciones como «saliente».Desde el siglo XVIl constatamos la determinación delas medidas de este saliente. Así, en las obras delpuente de Arnedo, el zampeado de un arco en 1658

se especifica que debía de tener una vara (0,84 maprox.), mientras que en el de una manguardia, en

1681, sólo sería de un pie (0,28 m), con una anchuratotal de diez pies (2,8 m). En el siglo XVIII, los da-tos de estas medidas también son variables. En loszampeados del puente de AgoncilJo en las condicio-

nes de 1763 se especifica un saliente de dos pies(unos 0,56 m), distancia que se amplía en las de 1768

con una «salida de seis pies afuera del vibo de los ta-jamares, y lo mismo de los estribos avajo» (1,68 m),

lo que parece significar un importante refuerzo de lacimentación.28 Esta medida la encontramos ya en elsiglo XVI en las importantes reparaciones efectuadas

en el puente de Piedra de Logroño, proyectadas porRodriga de la Cantera, Juan de Olate y Juan Pérez deObieta, en 1587,

... Visto el peligro del puente, se recalzará y reparará elpilar que se encuentra reparado con madera, abriendo y

apartando Ja piedra monda y perdida que está arrimada a

él, para que se pueda hacer un arca de madera en con-

torno del pilar, para apartar agua y piedra molida que

tiene debajo, y volcarle el cimiento firme para que sepueda volver a reedificar, y la dicha arca se hará apartadade] dicho piJar y tajamar y estribo seis pies porque sepueda tornar mejor a reedificar, y saldrá fuera de la gue-

11a y zapata que se muestra en el alzado y perfil de estaplanta, que conviene que se haga así para que sea fuertey perpetuo.. 29

El grosor de los maderos que formarían el empa-rrilJado se especifica en las noticias del siglo XVIII.En 1763 (Agoncillo) se propone una anchura de «ter-cia y cuarta de grueso». 30 Si en 1772 se determinaque los maderos sean de «tercio de grueso y tercio de

ancho» (Leiva), en 1778 encontramos un grosor depie y cuarto (Torremontalbo). Años antes, en 1765(Agoncillo) se solicita un grosor mayor: un pie y me-dio por un pie y cuarto (42 x 35 cm). Por tanto, estos

B. Arrue

maderos vendrían a tener un grueso entre 42 y 28cm, lo que parece adecuado a las medidas estableci-

das en manuales del siglo XX.La unión entre los maderos se define en los siglos

XVI y XVII en La Rioja con el verbo abotonar. Así,en 1588, en Cuzcurrita la nivelación de los cimientosse haría con «estacadas y maderas abotonadas por losmedios de 10s pilares y los tercios, a lo largo y an-cho», es decir, cruzadas y ajustadas en la mitad y en

los dos tercios de las pilas, tanto en su longitud como

en su anchura. De igual modo, en las condiciones delzampeado del puente de Arnedo en 1658 se dice que

las maderas sean «de cuerpo para abotonar mejor».El sistema de la unión se especifica en el siglo XVIIIen las condiciones del puente de Torremontalbo de1778: los maderos se asentarían con clavos de longi-tud igual a1 grueso de la madera. El entramado de losmaderos formaba «cajas» (1658, Arnedo; 1680, An-guciana; 1780, Logroño), «cuadros» (1765, Angu-ciana; 1772, Leiva) o «cajones», (1778, Torremon-talbo ).

También especifican las fuentes las medidas quese debían observar en la colocación de los maderoslongitudinales (carreras) y los transversales (rios-tras). Para los primeros se utiliza en La Rioja el tér-

mino «cordón» (1681, Arnedo; Anguciana, 1794) ypara los segundos «travesaño» (1681, Arnedo; 1756,Nájera; «travesaños dormientes», 1780, San Vicente

de la Sonsierra). A veces, se habla de estos últimoscomo «tránsitos». La distancia entre cordones y tra-vesaños, según el habla de las fuentes, viene a ser

con frecuencia de cuatro pies (1,12 m aprox.), confi-gurando cajones cuadrados. Sin embargo, se cons-

tata una disminución de la distancia en las obras do-cumentadas de la primera mitad del siglo XVII. Así,el emparrillado de las cepas que se contratan en Mu-rillo en 1629, dispondría los cordones con una sepa-ración sólo de un pie y cuarto (unos 0,35 m) y lostravesaños, cada seis o siete dedos (figura 4 a). En

las obras del puente de Arnedo de 1658, se estableceuna distancia de dos pies máximo (0,56 cm): «huecoentre las maderas de dos pies de claro en cada caja,antes menos que más» (figura 4 b). Si en este ejem-plo los cajones serían cuadrados, en el anterior se-

rían rectangulares. Otras excepciones a los cajonesde lados iguales, se encuentran en las obras delmismo puente de Arnedo en 1681 para las que diótraza y condiciones Santiago Raón. En el zampeado

de una cepa, la distancia entre cordones sería la más

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e e e e e e e e e

¡ 1,12m.a) ---"'0,35 m. a)

e e e e

e e e e e e

t6 Ó7 dedos --

0,84 rn.

b) b) t0,93 m.

El sistema de fundación de puentes

0,56 m.

Figura 4a) Emparrillado del puente de Murillo de Río Leza (1629)

b) Emparrillado del puente de Arnedo sobre el río Cidacos

(1658)

habitual de cuatro pies (],] 2 m) pero los maderostransversales se pondrían cada tres pies (0,84 m) (fi-gura 5 a), En e] de una manguardia, los cordones se

distanciarían entre sí tres pies y cuarto (unos0,93 m), mientras que los travesaños se situarían

cada seis pies (],68 m) (figura 5 b), Sin embargo, enla cimentación de dos arcos, las condiciones varíande uno a otro: uno con zampeado de cajones cuadra-dos por disponerse cordones y travesaños a la mismadistancia de tres pies, siendo los cordones un totalde ocho (figura 6 a); y otro, con cordones cada cua-

tro pies y travesaños cada dos pies y medio (unos0,70 m) (figura 6 b), En el siglo XVIII, según los

datos conocidos, las distancias entre ambos tipos devigas será ]a misma, constituyendo cajones de cuatropies de lado (1,]2 m); así en el zampeado de los

puentes de Tirgo (]74]), Agoncillo (1763) y Leiva(1772) (figura 7 a), con la excepción del emparri-

llado del puente de Agoncillo, con cajones de cincopies de lado (],40 m aprox ,), rectificación de Mar-

cos de Vierna en ] 765 a las condiciones firmadas

doa años antes por Diego de la Riva (figura 7 b), En]a traza que se presentó en ] 741 para la ejecución

del puente Nuevo sobre e] Tirón en Tirgo, se puedever un pequeño croquis de un zampeado de cuatrocordones con cinco maderos transversales, que se re-forzaría a partir del centro de la cepa y hacia la nariz

7]

Figura 5

Emparrillados, segÚn las condiciones constructivas de San-

tiago Raón para el puente de Arnedo sobre el río Cidacos(1681): a) cepa, b) manguardia

del tajamar, con otros maderos diagonales, estab]e-ciéndose en la punta cajones triangulares (figura 8).

Al emparrillado quedarían fijadas las cabezas delas estacas o pilotes que se hincarían en la profundi-dad del lecho del río, En ocasiones, este pilotaje sólo

a) t0,84 m

--0,84m.

b) ¡1,12 m.

..-...0,70 m.

Figura 6

Emparrillado de diferentes arcos, segÚn las condiciones

constructivas de Santiago Raón para el puente de Arnedo

sobre el río Cidacos (1681 )

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72

a)¡ 1.12 m.

--1,12m,

b) ll.~m

--1,40m.Figura 7a) Emparrillado, según las condiciones constructivas de

Francisco Alejo de Aranguren para los puentes de Tirgo(1741) y Leiva (1772) sobre el río Tirón y de Diego dela Riva para el puente de Agoncillo sobre el río Leza(1763)

b) Emparrillado del puente de Agoncillo sobre el río Leza,según la rectificación de Marcos de Viema (1765) de lascondiciones de Diego de la Riva

se llevaría a cabo en el zampeado bajo el macizo delas pilas. Así, en 1772 Marcos de Viema añadió alproyecto para el puente de Leiva, la condición de quebajo la cepa central se realizase un «zampeado sobrecajones con 5 pilotes».31 Lo habitual debió de ser ladisposición del pilotaje a marco real, es decir, si-guiendo líneas paralelas, y no al tresbolillo. Para en-cajar las estacas al emparrillado se efectuaban unos

«rompimientos» (1629, Murillo) o «alambraduras»(1763 y 1765, Agoncillo), o bien «agujeros cuadra-

dos» (1681, Amedo). También parece ser más fre-cuente el uso de estacas de sección cuadrada o rec-tangular que el de pilotes de sección circular.

La longitud de las estacas queda establecida en lossiglos XVI Y XVIII, entre seis y ocho pies, o sea, de1,70 m a 2,25 m aproximadamente. Así, en el

acuerdo firmado en 1571 entre la villa de Haro y lade Berganzo para que ésta no pagase el pontazgo, se

comprometía a dejar a pie de obra doscientas estacas

B. Arme

de seis a siete pies. Las que se utilizarían en elpuente de Arnedo en 1658, serían de haya verde y dedos varas de largo (seis pies) o de ocho pies. En el si-glo XVIII, las del zampeado del puente de Agoncilloen 1763, tendrían seis pies, y las del proyecto de Mi-guel Gómez para la estacada del puente del Tirón enHaro, debían alcanzar los ocho pies. También se ha-bla en las condiciones de forma más genérica: «es-taca maestra de un largo» (1629, Murillo), «de sufi-ciente marca» (1741, Tirgo) o «con el largonecesario» (1765, Agoncillo). Esta longitud aumen-tará significativamente en los proyectos de puentesdel siglo XIX. Por ejemplo, en el propuesto por Do-mingo Aguirre para las obras del puente de San Vi-cente de la Sonsierra en 1842 se especifica la an-chura de un pie y un largo de diez a doce pies paralas estacas (entre 2,8 y 3,4 m).32Para el grosor de lasestacas se establece en las condiciones «el mayor quese pudiera» (1658, Amedo), aunque a veces se deter-mina que sean de medio pie (1674, Anguciana) ocuadradas de un pie de lado (1765, Agoncillo), es de-cir, entre 14 o 28 cm (fig. 9).

Las estacas llevarían refuerzos de hierro en las ca-

:~.

Figura8Croquis del zampeado de una cepa en la traza de 1741 para

el puente Nuevo de Tirgo sobre el río Tirón (A.H.P.LO.:

Leiva. Pedro Antonio del Pozo y Valle, 1741, lego 8441,

s.f.)

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longitud grosor. localidad rfo año

6a7pies Haro Tirón 1571

6a8piesel mayorposible Arnedo Cidacos 1658

medio pie Anguciana Tirón 1674lado

6 pies Agoncillo leza 1763

1 pie Agoncillo leza 1763lado

8 pies Haro Tirón 1777

1 pie y20 pies cuarto Agoncillo leza 1765

"admitidapor el mínimo Leiva Tirón 1772

terreno 1 pie

"admitida 1por el cuarto Torremontalbo Najerilla 1778

terreno"

El sistema de fundación de puentes 73

bezas y puntas, conocidos en éstas como azuches y

recomendados por todos los tratadistas. Este términono aparece en la documentación riojana, en la que sehabla de «punta de hierro» y de «selJo» o «aro dehierro» en las cabezas. En la obra de] puente de An-guciana, en 1674, se utilizaría un mismo sello para

todas las estacas. En Agoncillo, en 1763, se men-ciona el uso de una barra con punta dc «acero», delmismo largo de las estacas, utiJizada para abrir elcascajo, de modo que no se rompiese en el momento

de hincarJas, y en las adiciones que presentó Marcosde Vierna dos años después, se especifica que en Jasestacas se pondría su «punta de hierro, según arte».En el proyecto de Miguel Gómez para las nuevas es-

tacadas en el cauce del río Tirón en Raro, en 1777, sehabJa de «estaca con punta de yerro accrada y su vi-jol de yerro en la caveza».

El número de estacas a hincar se scñalarán en lascondiciones, determinando la distancia a la que debe-

rían unirse al emparriJlado. En los zampeados deMurillo de 1629 esta distancia no sería mayor a unpie y cuarto, lo que suponía unos seis o siete dedos

de cuadrado, mientras que en e] propuesto para elpuente de Arnedo en 1681, esta unión sc realizaría

cada tres pies (84 cm). El número de estacas parecedisminuir en los ejemplos del siglo XVIII, pues lasdistancias son de cuatro pies (1,12 m) en 1741(Tirgo) y 1763 (Agoncillo). Sin embargo, en el plan-

teamiento del zampeado del puente de Agoncillo de1765 se hablará de cajones cuadrados de cinco piesen los que se dispondrían de «cJaro a claro» dos esta-cas, un total de ocho por cajón, según la escritura, loque significa una distancia menor. Esta condición fuepropuesta por el comisario Marcos de Vierna y se

observa por su parte un deseo de reforzar cl asientode la cimentación, pues también propondrá «pilo-tear» con estacas de sección circular en la zona bajo

los machones o cepas. Así, estos pilotes redondos se-rían de un pie y cuarto de diámetro y veinte pies delongitud (unos 0,35 X 5,6 m). Especifica que si con

esta medida no se llegase al firme, deberían buscarsemaderos más largos y, si lo eran demasiado, se corta-rían con una sierra; de igual modo, detallará el sis-tema de hincado de pilotes,

.. .que las basas de lo que ocuparen los cittados macho-nes, se han de pilotear con estacas redondas que tengan

un pie y quarto de diámettro con el largo de veinte pies,

metiéndolas al golpe de maza arttificial que pese qua-

rentta arrobas, poniendo anttes en cada estaca una puntta

de fierro correspondientte, que necesittará a lo menos elpeso de una aIToba cada una, y en las cavezas de las esta-

cas un aro de fierro para que no se desgarren a los golpes

de la maza, con la que se ha de dar hasta que dicha maza

reuse el golpe, y de este modo, se entrarán quanttas esta-

cas coja en toda la vasa de cada machón, entrando lo pri-

mero quatro en cada cajón del zampeado por sus ángu-los, y otra en el medio que las aprietta todas, y si se

conociere que las estacas de veinte pies de largo no al-

canzaren a lo firme, se pondrán unas más largas, y, al

conttrario, la que no se pudiere entrar más que diez, o

doce, pies, o menos, re usando el golpe la maza, se cort-

tará en este estado con una sierra, así se hará en todas,

dejando enrrasadas las cavezas de quadrado con el

mismo zampiado... 33

Por tanto, el hincado de pilotes circulares reforza-ría el zampeado de las cepas, hecho que también seobserva en los ejemplos del puente de Leiva en 1772y del proyecto de Aranguren para el de Torremon-

talbo en 1778. En el primero se pide un grosor mí-nimo en la cabeza del pilote de un pie, con punta dehierro, de madera sana y verde, en un total de cinco

Medidas de estacas y pilotes del zampeado de puentesen La Rioja

Figura 9Medidas de estacas y pilotes en los contratos de construc-

ción de puentes en La Rioja

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74

en la cepa central. La longitud sería la admitida porel terreno, al igual que en Torremontalbo. En estecaso, se señala que fuesen de haya y de un cuarto de

diámetro, clavándolos con maza y si hubiese proble-

mas en el hincado, que llevasen punta de hierro.De acuerdo a estos datos, los pilotes utilizados en

el siglo XVIII, momento en el que se generaliza suuso, mantendrán una longitud variable, en relación al

suelo en el que se funda, pero que queda concretadaen unos 5,6 m para diámetros comprendidos entre 28y 35 cm. Perronet en el siglo XVIII propone de 3 a 5

m el largo del pilote con un diámetro de 28 cm. En elejemplo concreto de la construcción del puente de

Neuilly sobre el Sena, fundará Perronct una pila y es-tribo en 1768, a partir de la construcción de una ata-guía de 135 estacas de veintidós a veinticuatro pies

de largo y diámetro de nueve a dicz pulgadas, dra-gando el interior hasta una profundidad de nuevepies por debajo de las aguas bajas. Antes de iniciar elzampeado, se señalaba el lugar con jabalcones. En elpilotaje empleó 435 estacas de longitud entre doce y

dieciocho pies de largo, y un pie dc diámetro (ma-dero sin corteza) con azuches de hierro de veinti-cinco libras de peso, que se clavaron con martinetes

a una profundidad entre ocho y trece pies. Posterior-mente se igualaría el pilotaje a seis pies del nivelbajo de las aguas, rellenando los intervalos con mam-

puesto y mortero dc cal y arena (aunque dice que al-guno ingenieros preferían asentar la picdra a hueso,

así como la primera hilada de sillares sobre la plata-forma de carpintería).J4 Por consiguiente, las pro-puestas del comisario Marcos de Vierna para puentescomo el de Agoncillo por los mismos años, no sonlejanas a las utilizadas en la ingeniería francesa delmomento.

Desde el siglo XVI se hace referencia en las con-diciones constructivas al macizo dc los cajones delemparrillado, aunque después se especifique cuál ha

de ser el correspondiente al relleno entre la si llería delas cepas o el de los tímpanos. La picdra del macizodebería estar bien ajustada y apretada entre sí, puessobre todo ello se levantarían las plantas de las ce-pas. Se especifica que se macizaría con «piedra a ca-

cho» (1629, Morillo; 1735, Torremontalbo), «cal ycanto» (1637, Arnedo) o mampostería (1671, Haro;«sin jalón» , 1674, Anguciana), o bien «guijarro delrío» (1681, Arnedo, y «empedrado»). Para el mejorajuste de las piedras, a veces se especifica que se dis-

pongan de punta (1658, Arnedo) y que se aprieten a

B. Arme

golpe de martillo (\ 765, Agoncillo; 1772, Leiva). En

cuanto a la utilización o no de mortero, ya en 1588 sedocumenta en La Rioja el macizado con cal viva «<ylo necesario», Cuzcurrita). En el siglo XVII, se espe-cifica que el relleno lleve una lechada de cal encima(\ 681, Arnedo) y en el XVIII, que lleve una «buena

lechada» que después se removería con la morisca(1735, Torrcmontalbo). Parece ser que el mortero de

cal y arena se utiliza sólo en proyectos concretos ozonas determinadas. Así, en el del puente de Tirgo(1741) o en el zampeado de un tajamar y dos arcos

del puente de Arnedo (1681), mientras que en elresto de la cimentación sólo se condiciona la lechadade cal. En el puente de Agoncillo se precisa que elmacizo del pilotaje se haga con piedra fuerte y arga-masa de cal y arena de la mejor calidad (1765).

Sobrc este macizo de piedra, con o sin argamasa,se iniciaba el levantamiento de las bases de las cepas.Por ello, en algunos contratos de obras se especificaque sobre él se disponga un enlosado de buenas pie-

dras (\671, Haro). En el caso del puente de Arnedo(1681) se prccisa que el relleno de cada cajón lleve

cuatro piedras de al menos un pie de grueso, apareja-

das «a zutta» de martillo. En otros, se habla de un en-rasado de la superficie con Hajones» de piedrafuerte, mezclados con argamasa de cal y arena, yajustados a golpe de martillo (1772, Leiva). Estas

condiciones figuran de forma similar en las adicionesde Marcos de Vierna al zampeado propuesto bajo losarcos del pucnte de Torremontalbo (proyecto de1778): los cajones se rellenarían con dos o cuatro lo-

sas del mismo grosor de las vigas de los zampeados,labradas a escuadra y picón, y enrasarían con la su-perficie alta de estos.

El zampeado, en general, se realizaba con madera

de haya o álamo. Así los cimientos que encontró en1602 el maestro Odriozola en el puente antiguo deNájera eran de haya, mientras que en las condicionespara el zampeado del puente de Arnedo en 1658 se

especificaba que la madera fuese verde y de haya o

álamo. Dc haya deberían ser los concertados en 1681para el mismo puente. En el siglo XVIII, en las obras

de 1706 del de Torremontalbo se especifica que lasestacas fuesen «de haya verde sin descortezaD>. Si nose especificaba la especie de madera, solía hacersereferencia a su «buena calidad» (1741, puente deTirgo).

Las fuentes manuscritas proporcionan una infor-

mación más amplia referida al presupuesto de estos

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El sistema de fundación de puentes

trabajos de cimentación, precio de los materiales,

máquinas utilizadas, salarios y pagos diversos, quepueden rastrearse, no sólo en escrituras de contrato

de la obra, sino en las diversas subcontratacionesque generaba, fianzas, informes técnicos, finiquitos,

etc., así como en los Libros de Actas Municipales,cuando la financiación corría por cuenta de los con-cejos.35 Sin embargo, estos temas abren un capítulo

más amplio que no tiene cabida, ni espacio sufi-ciente, en la presente comunicación. Por ello, me li-

mito aquí a la presentación de los datos constructi-vos que aporta el estudio histórico, considerando lointeresante que puede ser un análisis y cuantifica-ción, por parte de quien corresponda, de las varia-

bles técnicas expuestas.

NOTAS

1. Un caso significativo fue e] puente de Torremonta]bo

sobre el Najerilla, vado de] que registramos hasta seis

emplazamientos diferentes desde mediados del siglo

XVII, de puentes de piedra y de madera, con anteriori-

dad a su construcción entre] 790 Y] 794. por Manue] de

Echanove, a expensas de ]a Rea] Sociedad de la Rioja

Caste1lana en tiempos de Carlos IV, formando parte del

trazado de ]a carretera que uniría Logroño con Santan-

der y de los planes de expansión comercial de los cose-

cheros de vino riojano. Situado en las inmediaciones de]a Casa-Torre del conde de Hervías, éste se opuso a las

reformas y nuevas construcciones en 1703, ] 746 Y] 756, por lo que el Consejo concedió licencia de obras,

con advertencia expresa de que ]0 hiciesen «en el sitio

más conveniente, y en que menos perjuicio se causase al

soto de] conde de Hervías» (A.H.P. de La Rioja: Lo-groño. Antonio Gómez Samaniego, I77R. leg. ] 096,

fo]s. 5 r. - 6 v.). En Leiva, localidad en la que también el

vado sobre el río Tirón se mantuvo durante mucho

tiempo de madera, recibió licencia para la construcción

de un nuevo puente de piedra en 17 12 y. tras ser recha-

zado un proyecto, el Consejo solicitó que otro maestro

acreditado reconociese de nuevo el sitio y levantase unplan topográfico con e] álveo de] río y e] pedil de los te-

rrenos (A.H.P. de La Rioja : Logroño. Antonio GómezSamaniego, ]773, lego 1093, fo]s. ]9 r. - 29 r. (la docu-

mentación referida a] puente aparece cosida en el proto-

colo del año] 763).

2. «.. .que por aquel tiempo dexasse e] Río aja su antiguamadre, y echasse por ]a parte referida no ay que admi-rar]o... pues ]0 ha hecho en los tiempos presentes mu-

chas vezes, y en ellos se han descubierto, como lo están

75

oy las cepas de cal, y canto... y han sido necesarios mu-chos reparos para remediar este daño, con paredes muy

largas...» (Gonzá]ez de Texada, Joseph: Historia de

Santo Domingo de la Calzada, Abraham de la Rioja,

Patrón del Obispado de Calahorra y la Calzada, y noti-cia de la fundación y monumentos de la Santa IglesiaCathedral y ciudad nobilisisma de su nombre, sus hijos.Madrid, 1702 (Reed. facsímil, Logroño, Comunidad

Autónoma de La Rioja, ]985). Lib. 1, cap. XI, pp. 2]2).

3. A.H.P. de La Rioja: Haro. Matías Martínez de Moren-tín, 1777, leg. 4254, fols. 94 r. - 97 r.; contiene un plano

(documento reseñado en Cañas Martínez, Y.: «Las artes

en Haro durante el siglo XVIII según las fuentes docu-

mentales». Bet'ceo, n.O] ] 2-1] 3 (Logroño, 1987); pp.

33-9 1; doc. 118).4. San Nicolas, Fray Lorenzo de: Arte y uso de Arquitec-

tura. (Primera Parte, l.' ed. de Juan Sánchez, ]633; Se-gunda Parte, ed. ]664/1665).4.' ed., 2 t., Madrid, P]á-

cido Barco López, ] 796, (edición facsímil, Zaragoza,

Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón, ] 989; T.I

Primera Parte, cap. LX], «Trata de] sitio convenientepara las Puentes, y de su fábrica»; p. 170 (ver tambiénp.]69). Señala e] uso del término García Salinero, F.:

Léxico de Alarifes de los Siglos de Oro. Madrid, Rea]

Academia Española, ] 968. Menos claro es el autor co-

nocido como Pseudo Juane]o Turriano, identificado porNico]ás García Tapia, con Pedro Juan de Lastanosa. En

su manuscrito de Los veintiún Libros de los ingenios y

las máquinas, que debió escribir entre ]564 y ]575, ene] Libro] 5 en el que habla de los puentes de madera,

comenta que ]0 primero que hay que hacer para cimen-

tar es establecer una «catarata» o «encaxonado» que ]os

franceses llaman «bastarde]», ]0 que 1Ieva a cierta con-

fusión entre le batardeau, ataguía o estacada y e] empa-

rrillado o encadenado de cajones de] zampeado. En suLibro] R dedicado a la construcción de pilas en los

puentes de piedra, propone una anchura para las estacas

de cinco palmos y una longitud mayor a la profundidadde] agua (Pseudo-Juane]o Turriano: Los veintiún libros

de los ingenios y las máquinas. Prólogo de J. Antonio

García - Diego. Madrid, Colegio de Ingenieros de Ca-

minos, Canales y Puertos y ed. Turner, ] 983; 2 vals.,

Lib. ]5, pág. 42ly ss. Y 486 Y ss). Para el análisis de

este autor y de otros tratados de interés para las obras

hidráulicas en el Renacimiento, ver García Tapia, N.:

Técnica y poder en Castilla durante los siglos XVI y

XVII. Salamanca, Junta de Castilla y León. Consejería

de Cultura y Bienestar Socia], ] 989; cap. II. ], pp. 29-40; Ingeniería y Arquitectura en el Renacimiento Espa-

ñol. Valladolid, Secretariado de Publicaciones. Univer-

sidad de Valladolid, ]990; o su estudio más reciente

«Fuentes literarias de ]a Antigüedad Clásica en «Los

veintiún libros de los ingenios?», con especia] referencia

a los «Libros de Arquitectura» de A]berti» en Actas del

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76

X Congreso del C.E.H.A., Madrid, UNED, 1994; pp.459-465).

5. Corella Suárez, P.: «Puentes sobre el arroyo Abroñiga!».

Anales del Instituto de Estudios Madrilellos, t.XXXIV(1994); pp.19-40, doc. 1.

6. A.H.P. de La Rioja: Logroño. Antonio Gómez Sama-niego, 1778, leg. 1096, fols. 21 V. Y 22 r.

7. Voz riojana: «cada uno de los renuevos del olivo» enGoicoechea, C.: Vocabulario riojano. Madrid, RealAcademia Española, 1961.

8. A.H.P. de La Rioja: 562 «O.P.», Puente de Logroño y

otros asuntos. 1844-1849 (contiene los informes emiti-

dos en el siglo XVIII por Francisco Alejo de Aranguren,Diego Ochoa, Junta de la Academia de San Fernando y

Valerio Ascorbebeitia).

9. Una excepción se encuentra en el contrato que firmó en

1743 Juan de Salaya, para obras de reedificación en el

puente de Briñas sobre el Ebro en Haro, en las que el

maestro sería el encargado de «quitar el agua» (A.H.P.

de La Rioja: Haro. Manuel Romo Díaz, 1743, lego4.034, fols. 37 r. - 38 V. ).

lO. Ver fuentes documentales de la ataguía y sus problemastécnicos, así como otras cuestiones constructivas delproceso de fundación de un puente, con abundantes di-

bujos explicativos, en «Mesqui, J.: Le ponl en France

avanl le temps des ingénieurs. Paris. Picard, 1986. Se-gunda parte, cap. 3: «La construction du pont. Lutter

contre l'eau»; pp. 240-246.11. A.H.P. de La Rioja: Haro. Simón López Cadiñanos,

1780, lego 4172, fols. 50 r. - 51 V.

12.lbídem, fol. 50 V.

13.1dem.

14. Azkarate, A. y Palacios, V.: Arquitectura hidráulica en

el Valle de Cuartango- Alava. Vitoria, Diputación Fo-

raJ de Alava, 1994; doc. 10, p. 263.

15.lbídem, doc. 14, p. 267.

16. A.H.P. de La Rioja: Cenicero. José de Santayana Caba-llero, 1735, lego 8923/3, foJs. 89 V. - 93 V.

17. A.H.P. de La Rioja: Logroño. Antonio Gómez Sama-niego, 1746-1779, lego J096, fols. 12 v. - 13 r.

18. A.H.P. de La Rioja: 562 «O.P.», Puente de Logroño y

otros asuntos. 1844-1849.19. A.H.P. de La Rioja: Haro. Simón López Cadiñanos,

1780, lego 4172, fols.50 r. - 51 v.20. Moya Valgañón, J.G.: Arquitectura religiosa del siglo

XVI en La Rioja Alta. Logroño, Instituto de Estudios

Riojanos, 1980; 2 vols.; docs. 54, 360 Y 36221. Esta variabilidad en las propuestas sobre la profundidad

se observa también en otras regiones. En eJ proyecto de

1619 de Gaspar Ordóñez para el puente sobre el arroyoAbroñigal en Madrid se proponen cinco pies, mientrasque en el de José de Villareal de 1650 para el mismo

puente se recomiendan los seis u ocho pies (Corella

Suárez, P.: «Puentes sobre el arroyo Abroñigal..., op.

B. Arrue

cit. pp. 20 Y 34). En la visita de 1689 a las obras del

puente de Viveros en Madrid, José del Olmo propondrá

a los maestros un zampeado a la profundidad de cuatropies para mayor seguridad de la nueva cepa, ya que la

antigua no bajaba más de dos pies (Corella Suárez, P.:

«Puente de Viveros: formas, economía, sociedad entre

los siglos XIV al XVII». Anales del Instituto de Estu-

dios Madrilellos, Tomo XXXI (1992); pp. 172-173).

22. Para evitar en lo posible el número de citas cuando men-

ciono datos referidos a puentes situados en La Rioja, re-

mito desde ahora al Catálogo Histórico-Artístico de

puentes en La Rioja (Edad Media - siglo XVlI!), Plan deInvestigación del Departamento de Arte del Instituto de

Estudios Riojanos, 1986-1994, dirigido por los Dres.

Arrúe Ugarte y Moya Valgañón; cap. V, «Historia Do-cumentaJ de Puentes en La Rioja».

23. En la revisión del proyecto de Aranguren para el puente

de Leiva (1772) por parte de Marcos de Vierna, este co-

misario atlrma que, aunque el planteamiento del álveo

del río y reconocimiento de canteras era correcto, «sonpocos los artítlces exercitados en esta clase de obras y

que algunos proponen de oydas sin haverse aliado en es-

tas faenas», y propone una cimentación diferente (ver

nota 1).

24. Si especifica estos datos es debido a que en el proyecto

anterior de Diego de la Riva encontraba un problema quepodía hacer peligrar la obra, ya que las cepas cercanas a

las márgenes se cimentarían sobre roca, mientras que

otras siete que se situarían en el centro del río, había que

fundarlas en el cascajo sobre zampeado de estacas. Estetipo de cimentación, en opinión deJ comisario, podía aca-

rrear «alguna quiebra por la desigualdad de las planttas,

mirando a que las de los extremos cargan en peña viba, y

la de dentro del río sobre cascajo y tierra, que con el peso

de las obras se cederá en algo, o en mucho, de que resul-

tará la desunión de los arcos» (A.H.D.LO.: Agoncillo.Caja 7. fols 5 V.- II r. (Documentación aportada, y que

agradezco, a M.' Jesús Escuín Guinea).

25. Rejón de Silva, D. A.: Diccionario de las nobles artespara instrucción de los aficionados, y uso de los profe-sores. Segovia, Impr. de D. Antonio de Espinosa, 1788.Reimpresión, Murcia, 1985.

26. Bails, B.: Diccionario de Arquitectura Civil. Obra pós-

tuma de Don Benito Bails..., Madrid, Imprenta de la

Viuda de D. Joaquín Ibarra, J802 (edición facsímil, Za-ragoza, Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón,

1991).

27. Muy interesantes son las condiciones constructivas deGaspar Ordóñez y Juan Díaz en 1618, referidas a la eje-cución de una presa en la reparación del puente de Vive-ros en Madrid, «en faldóll» «en forma de caballete». En

1627 Juan de Aguilar informará sobre los encadenados

de este puente (Corella Suárez, P.: «Puente de Vive-

ros..., op. cit. p. 181).

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El sistema de fundación de puentes 77

28. En el proyecto de Domingo Tomás de 1789 para elpuente sobre el río de Vélez (Vélez-Málaga) se propone

un refuerzo de estacas en la cimentación de la cepa que

sobresaliese ocho pies del macizo de la misma (Cama-

cho Martínez, R.: «Dos proyectos de puentes para Vé-

lez-Málaga en el s. XVIII». Cuadernos de Arte de la

Universidad de Granada. N.o XXIII, 1992, pp. 350).

29. A.M.LO.: LDA, leg. 10/24 (cuadernillo sin foliar).

30. El término «tercia» lo recoge Bails y define como el

madero «que tiene un pie de ancho, y una quarta ó doce

dedos de grueso, sin largo determinado».

31.A.H.P. de La Rioja: Logroño. Antonio Gómez Sama-niego, 1773, lego 1093, fols. 19 r. - 29 r. (la documenta-

ción referida al puente aparece cosida en el protocolo

del año 1763).

32. A.C.O.P.LO.: Proyecto de carretera de 3.'" orden de

Briones a Peñacerrada por San Vicente. Modificación de

la sección comprendida entre Briones y San Vicel1/e. In-

geniero, Cesáreo Moroy. 1872. Caja 36, carpeta 1°: en

«Condiciones facultativas, económicas y adicionales bajo

las cuales el Ayul1/arniento Constitucional de es/{¡ villa de

San Vicente de la Sonsierra ha sacado a pÚblico remate

las obras necesarias a la recomposición del puente depiedra que existe arruinado wbre el río Ebro».

33. A.H.D.LO.: Agoncillo. Caja 7 (fols. I r.-

16 v.)

34. Perronet, J.R.: Construire des ponts au XVIUo siecle.

L'oeuvre de 1. R. Perronet. Paris, Presses de L'EcoleNational des Ponts et Chaussées, 1987. (Reimpresión de

la edición de Didot en Paris, 1788); pp. 34-45. Perronet

incluye una tabla sobre las características del pilotaje de

la fundación de la primera pila en la que especifíca los

datos de las jornadas y pilotes fundados al día, su loñgi-

tud y diámetro, el peso de la maza para ser hincados, la

medida profudizada y el número de mano de obra emple-

ada en la construcción (lbídern, pp. 43-45).

35. Por ejemplo, en el zampeado de una cepa del puente de

Leiva en 1743 se gastaron 136 reales en chopos; 40 rea-

les en clavos; 33 reales en 60 estacas; 22 reales en laspersonas que trabajaron; 100 reales por la conducción

de 59 fanegas de cal en terrón y 84 en poi va y 51 realespor el acarreo de madera. También se gastaron] O reales

en pólvora para romper una peña en el puente y se die-

ron 70 reales a un maestro que fue a reconocer la fábrica

de la cepa de acuerdo a las condiciones contratadas(A.H.P. de La Rioja: Leiva. Libro de cuentas (1730-1759), 5/1 /MIL, s.f.). Esta misma fuente nos informa de

un precio de 45 reales para un álamo y de 40 reales para

un olmo a mediados del siglo XVIII, constando seis

reales la tala de cada pieza en 1772. A finales de siglo,

Jovellanos, a la vista de las obras del puente de Casala-

rreina en l795, comentará que el tronco de chopo podía

costar de 120 a 150 reales, lo cual supone un aumento

considerable del precio en el escaso medio siglo de dife-

rencia (Jovellanos, G.M. de: Obras /lI. Diario Sexto(1795-1796). Itinerarios X al XII. Madrid, B.A.E., 1956,

t.LXXXV; pág. 268).