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El sistema de parentesco inca * Sara Rol)Icío GARcíA (Universidad Complutense de Madrid) El tema del parentesco sale inevitablemente al paso de quien pre- tende estudiar el ayllu peruano> que, al menos no sin razones dignas de atenta consideración, fue identificado por Cunow con «las comuni- dades gentilicias de los incas» ~. De aquí que el interés por el ayllu an- tiguo haya llevado a clarificar tales conexiones, y para ello determinar previamente la estructura del sistema de parentesco que está en su base. Pretendo en estas páginas exponer mis reflexiones sobre tan poco clara materia> aislándola en lo posible del tema del ayllu; aun cuando> como veremos, será inevitable referirnos a éste para fijar rasgos deci- sivos del sistema de parentesco. Así ocurrirá sobre todo en la parte primera de este estudio> tendente a destacar el carácter patrilineal de la familia inca y ponderar el valor de datos que parecen apuntar a la incrustración en ella de rasgos matrilineales, tal vez procedentes de un estadio anterior puramente uterino. Ello nos ayudará a situar en la perspectiva más conveniente el sistema de parentesco inca> descrito y parcialmente caracterizado en la parte segunda. El estudio —en la tercera parte— de las prohibiciones matrimoniales y la segmentación de los grupos de parentesco, nos permitirá finalmente intentar tipifi- cario, a la vez que pondrá de manifiesto los rasgos que> por no estar * Este trabajo es parte del estudio sobre «El Ayllu Antiguo» que he llevado a cabo bajo la dirección de la profesora Concepción Bravo Guerreira. A ella, ante todo, mi sincero agradecimiento, que debo extender a los profesores Miguel Rivera, Rafael Diaz Maderuelo, Carlos Caravantes y Manuel Gutiérrez por sus va- liosos comentarios al texto. No obstante, la forma definitiva del articulo y las ideas que contiene son de mi entera responsabilidad. ¡ CUNOW, 1929.

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El sistema de parentescoinca *

SaraRol)Icío GARcíA(UniversidadComplutensede Madrid)

El tema del parentescosale inevitablementeal paso de quien pre-tende estudiarel ayllu peruano>que, al menosno sin razonesdignasde atentaconsideración,fue identificado por Cunow con «las comuni-dadesgentilicias de los incas»~. De aquíqueel interéspor el ayllu an-tiguo hayallevado aclarificar tales conexiones,y paraello determinarpreviamentela estructura del sistemade parentescoque está en subase.

Pretendoen estaspáginasexponermis reflexionessobretan pococlara materia>aislándolaen lo posibledel temadel ayllu; aun cuando>como veremos,seráinevitablereferirnos aésteparafijar rasgosdeci-sivos del sistemade parentesco.Así ocurrirá sobre todo en la parteprimera de esteestudio>tendentea destacarel carácterpatrilineal dela familia inca y ponderarel valor de datos que parecenapuntara laincrustración en ella de rasgos matrilineales, tal vez procedentesdeun estadio anterior puramenteuterino. Ello nos ayudaráa situar enla perspectivamás convenienteel sistemade parentescoinca> descritoy parcialmentecaracterizadoen la partesegunda.El estudio—en laterceraparte—de las prohibicionesmatrimonialesy la segmentaciónde los gruposde parentesco,nos permitirá finalmenteintentar tipifi-cario, a la vez quepondrá de manifiesto los rasgosque> por no estar

* Este trabajo es parte del estudio sobre«El Ayllu Antiguo» quehe llevado acabobajo la dirección de la profesoraConcepciónBravo Guerreira.A ella, antetodo, mi sincero agradecimiento,que debo extender a los profesoresMiguelRivera, RafaelDiaz Maderuelo,Carlos Caravantesy Manuel Gutiérrezpor susva-liosos comentariosal texto. No obstante,la forma definitiva del articulo y lasideasque contieneson de mi entera responsabilidad.

¡ CUNOW, 1929.

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hoy todavía suficientementedefinidos, puedensermateriade ulterio-res investigaciones.

1. R,xsmosMATRILINEALES EN LA FAMILIA PATRILINEAL INCA

A) El carácterpatrilineal del parentescoen la familia inca a lallegadade los españoles,más que un resultadode la investigaciónet-nológica es un datoqueconstacon seguridaden las fuenteshistóricasoriginarias,fundamentalpara cualquierinvestigaciónulterior; pero laexistenciaparalelade un sistemade parentescouterino aplicablea lasmujeres,aun cuandohabráde investigarseigualmentea partir de da-tos proporcionadospor esasmismasfuentes,sólo podrá establecerseechandomano de la reflexión etnológica.Aquél no necesitaserespe-cialmenteinvestigado,porquese nos impondrácon indiscutible segu-ridad a través de los datossacadosa luz por la investigaciónen tornoal segundoaspecto.Cunow dice, conprecisiónen lo queafirmay pers-picacia en lo qe supone:

«A la llegadade Pizarro y de los suyosel parentescose regíapor líneapaterna. El derecho del padre debe haberseimpuesto en una épocamuy remota; de todos modos,en tiempo muy anterior al que se con-sidera generalmentecomo el del dominio de los incas. No obstante,varios nombres de ayllus contienenreferenciasincontestablesal derecho de la madre»2

Conviene repararen el auténticoalcancede este texto respectoaJproblema que ahora nos ocupa. Es el mismo Cunow quien nos proporcioria datos sobre la descendenciamatrilinea; sin embargo, deacuerdocon el texto citado,hemosde entenderqueen el momentodela Conquistapor Pizarro el sistemapatrilineal se habla impuesto om-nímodamentey era> por tanto, el que regiaen todos los ayllus, inclusoen aquéllosqueconservabanmás o menososcuramentela concienciade su originación por línea femenina.Es precisamenterastreandoin-dicios de haberseoriginado así algunosde ellos, como Cunow tratadeprobar su carácterpreincaico, retrotrayéndolosa una remota épocade predominio materno; en concreto,alega Cunow, el hecho —bienestablecidopor todoslos historiadoresclásicos—de quealgunosayllustenían«pacarina»femenina,y el no menossegurode otros queatri-bulan a sus <‘huacas»esemismo carácterfemeninoal llamarlas «ma-mas» y simbolizaríascon figuras tales; además,el casoparticular deexistir junto alUscaMaytaAyllu otro denominado(isca PanacaAyllu>que segúnsu interpretación ha de entenderse«ayllu que está en co-

2 CUNOW, 1929: 50.

rér

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Rl sistemade parentescoinca 185

nexión con la hermanadel hermano’>, el «Osca»que da nombre alotro más originario y de cuyo tronco se desprendió’.ConcretaCunowque por hermanadebeentenderseel grupo de hermanascarnalesy

«colateralesque, junto con un varón —el hermanode éstas—,tiene elmismo padrey la misma madre»4;

esdecir, queestánemparentadasconel «varón» consideradopor líneapaterna derivadadel tronco común situadoa cierto nivel en la líneade filiación. Pues«pana» es respectode un varón la hermanacarnal>la hija del hermano, la nieta del hermanode su padre, etc., cuyo en-tronquecomúnconel ego-varónconsideradoserealiza respectivamen-te al nivel del padre,del abuelo,del bisabuelo,etc. E incluso,uniendoa este dato una interpretación meramentehipotética, Cunow añadeque «de la descendenciade estashermanasen línea femeninasurgióel OscaPanacaAyllu’>; el cual comprendíaa «hermanos»y no sólo ahermanas,porquesu carácterdiferencial vendríadado —esto no sedice pero se supone—por el rasgomatrilineal~, Tendríamosasí una

pruebade importantestesis—ver esquema1—, si no se hubieraintro-ducido subrepticiamenteen la base, como hipótesis, lo mismo quetrata de probar:

«¿Dedóndese derivan los nombresde la gens denominadaSchwestej-schaften, o sea—como hemosdicho—, el grupo de hermanascarnalesy colateralesde un hombre —el hermanode éstas—,emparentadasconél por línea paterna?Esta descendenciacompruebaque aquellasco-munidadesgentilicias debíanhaber existido en pleno estadode dere-dio materno,remontándoseasí a la épocadenominadapreincaica»~

Podríareplicarseque, supuestala vigencia también para los refe-renciadosayllus del sistemapatrilineal en el momentoen quecon lallegada de los españolesse nos manifiestanbajo la plena luz de lahistoria, esosnombreshan de explicarsemediantemecanismosque,sin apartarsefundamentalmentedel sistemapatrilineal, determinanlapromociónen casosexcepcionalesde unamujer a funcionessocialesnormalmentereservadasalvarón, como lo es la iniciación fundacionalde un ayllu. El datode queen la lista de los oncetransmitidapor Gar-cilaso el Inca, cinco de ellos —el 45 por 100— se caractericencomo«Panaca’>,pareceun argumentofuerte contra la interpretaciónde Cu-

CUNoW, 1929: 534 Ibidem. Sin duda,hablar de «hermanascolaterales»en el apuntadocontex-

to implica ya la patrilinealidad;pero convienedestacarcómo CUNOW, partiendode tal contextoy entronquepatrilineal, desembocaen la estructuramatrilinea]que es> a su luicio, la panaca.

5 CUNOW, 1929: 53.6 CUNoW, 1929: 70.

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EsQUEMA 1

-Ir

Entrnnquepatrilinealde la «paneen-

ElementosfundacIonales

Rej’roducci6n motrilineal«panaca>

Esquemade la «Panaca»queresultaría de la teoríamantenidapor Cunow.

now, si no se empiezapor desautorizara Garcilaso,como en efectosepretende’.Mas ni aun así se mantienetal argumentación;porque encontra estáademásel testimonio de otros cronistas,concordesen eldiversosentidoque debedarsea la palabra«panaca’~;oigamosa Sar-miento de Gamboa:

«Y para que de él —Manco Capac—, tomasenlos venideros ejemplo,hizo el primero ayllo y llamóle Cliima Panaca Ayllo, que quiere decirlinaje que desciendede Chima; porqueel primero a quien dejó enco-mendadosu linaje o ayllo se llamó Chima, y Panacaquieredecir des-cendencia»

7 CUNOW, 1929: 21.S&nMInwy-o DE GAMnOA, 1965: 220.

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En efecto, sin lugar a dudas,esoresulta de abundantesdatos delas fuentes; seleccionamosuno de los Quipucamayos>quienesexpre-samentevinculan al ayllu RaoraoPanaca—es un ejemplo,podríanci-tarseotros— con el hijo menorde ChincheRoca>llamadoManco Capaccomo su abuelo~‘. Era privilegio del Inca> desdeque los instituyó Man-co CapazE> el queal morir> su segundohijo> no sucesoren el incazgo,pasabaa formar, junto con los otros hijos y las mujeresdel difunto—excepto la Coya y su prole—, una «panaca»que tomabaa su cargoel culto a la memoriay el cuidadode la momiadel Inca.En las demáscapassociales la fragmentaciónno se ateníaa tal norma, ni aun alparecera norma algunaconstante;pero era posible que de un aylluse desprendieraun grupo, también llamado «panaca”>constituidoporun varón y algunas«hermanas>’suyas carnaleso colateralesque fun-dabanun nuevo ayllu, sin otras pretensionestales como la de crearun islote matrilineal en el senode unasociedaddistinta> comoparecesugerirlo Cunow. Tal vez el detalle de que el nuevo ayllu quedaravinculado fundacionalmentea un grupo de hermanos,que eventual-mente incluía hermanas>fuera el rasgodiferencial de la «panaca”;elayllu, por el contrario, se adscribiríanominalmentea un determinadofundador o cabeza,aun cuandoéste hubiera de atendersubsidiaria-mente a las necesidadesde sus hermanosy parientes.«Panaca”se en-tendería en estecaso como «descendencia’>y a la vez «hermandad”;conjunto de la descendenciade unapersonaintegradaen hermandady no en rigurosadependenciarespectode un cabezaúnico, capaz,ade-más,de integraren su seno a la descendenciafemenina.

No olvidemosqueestamosanteel problema,no resueltoaúnsatis-factoriamente,de qué fue en rigor la «panaca’>;aunqueaquíno cabedesarrollarlo,vale> como indicio de la complejidaddel problema,eluso que de esta denominaciónhacendistintos cronistasal consignarla lista de los ayllus reales>tambiénllamadosa vecescon generalidad«panacasreales’>. Lo quesi poneen claroes quede ningúnmodo pue-den introducirseen esecontexto las panacascomo ayllus fundacional.mente femeninosy ademásmatrilineales> contra lo que Cunow pre-suponey no prueba.

Hemos,pues,de volver a dar todasuimportanciaa los mecanismosde otro tipo por los que una mujer podía ser promocionadahastalainiciación fundacionalde un ayllu sin romper la estructurapatrilinealde su ámbito social. Uno de los aludidos mecanismospodemosverloactuando>sin menoscabopor cierto del sistemapatrilineal, en la in-terpretaciónque Zuidemaagudamenteda de un pasajeinteresantedela Mitología Andina de HernándezPríncipe.Narra este autor cómo el

9 COLLAPIÑA, SUERO y otros OUIPUcAMAYO5, 1974: 30.lO SARMIENTO DE GAMnoA, 1965: 220.

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«rey inca’> promocionó a un curaca de Ocnos por haber ofrendadoen los sacrificios rituales del «Capac-Hucha»—sacrificios humanos—a su propia hija> quehabíaregresadoa su comunidaddespuésde serconsagradaal Sol y de servir como «adía” en el Cuzco; y añade:

«La razón por que los indios no toman en consideracióna las mujerescuandoennumeran<las personas)en sus anales,es una vieja tradición;porqueel mismo Inca no se interesacasi por el culto a la Luna, puesestabaal cargo de mujeres,o en otro tiempo de Mama Huaco, la her-manade Manco-Capac(el primer rey inca), porqueella habla sembradoel primer maíz que existió; y ellos no habríantenido en cuentaa estahija del cacique Pin7a, Tanta Carhua, si no hubiera sido ofrendadaal Sol»~

Notemoscómo> aunsiendola adíaTanta Carhuaquien con su sa-crificio se hace acreedoraal premio, aún más quesu padre, es éstequien lo obtiene y lo transmitirá a sus descendientesde acuerdoconel sistemapatrilineal; no podía ocurrir de otro modo en el casocon-siderado.Peroobviamenteocurre suponerque en otros casosla fun-ción social de una mujer sobresalientese realzarareconociéndolemé-ritos fundacionales>como ocurre en el aludido de Mama Huaco; Sar-miento de Gamboanos detalla, en efecto, que a ella le fue asignadauna de las «cuatro vecindadeso solares»—canchalas llaman los in-dios— en que se dividen los terrenosconquistadosa los sauaseras,para allí fundar el Cuzco inca <2 Más elocuente>por aludirseen él a latransmisión por una mujer a su linaje de los derechosa ella recono-cidos, es el siguiente texto referentea Mama Michay> «cacica del pue-blo de Guayllacan’> —detalle a tener en cuenta—,a quien Inca Rocadesposacomo su mujer principal o Coya:

«Cuentanlos indios que acabadaslas fiestasdestecasamiento,echandode ver la Coya que el valle del Cuzco carecíade suficiente aguapararegar las chácarasde maíz, hizo traer a él la mayor parte de la quehoy tiene; y en memoriadestebeneficio que hizo a la comarca,quedóa cargo de la familia y linaje que de ella procedió, el repartir el aguacon que se riegael valle» 12

El ayllu Atamarca es caso particularmentedestacadooriginadopor unaCoya.

Claro que si consideramosel caso de un ayllu que por originarseen una mujer se intitula «panaca>’,segúnCunow, no puedepasarseporalto que con esa su misma referenciaa «la hermanadel hermano»

II HERNÉNDEZ PRíNcIPE, Rodrigo, Mitología andina, Ed, Inca, Lima, 1923, p. 53.Citado por ZUIDEMA, 1973: 130.

12 SARMIENTO DE GAMBOA, 1965: 218,‘3 Cono, 1964: 73,

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—por padre, sin duda—se estáreconociendola preeminenciade éstee insertandoasí el ayllu originariamentefemeninoen un contextocla-ramentepatrilineal. La misma duda ocurrirá respectodel casomejorestablecidode MamaMichay; su linaje, ¿transmitirálos derechosquese concedenpor línea uterina?>¿o se heredanpor línea paterna>pesea originarseen una mujer? La dudaes fundaday ciertamentesigni-ficativa. Sin embargo>parecehaberexistido y, por cierto, no sólo enlos tiempos preincaicos,casosde ayllus propiamentefemeninoso ma-trilineales. Atahualpa>renunciandoa la pretensiónde sucederen elIncazgoa Guaina Capac,-reclamade Huáscarsólo la provincia de Qui-to que su padre le habíadejado,puesademásella ~<habíasido de susabuelos y antepasadospor vía de la madre»‘4; recogemos el datodelos Quipucamayos,y, si bien el valor de lo alegadopor Atahualpaestan discutible como lo pruebala guerra civil que desencadenó,estomismo prueba>a su vez, que respondíaa ideas presentesen la menta-lidad inca. CuandoGarcilaso>de modo parecido>pide «la restitución

- patrimonialde mi madre’>15> está apuntando a lo mismo,puesno serialógico fundar su reclamaciónen la normativa jurídica españolaapli-cada retroactivamentea situacionesanteriores;menos,si la prácticainca excluía todo derechoa la herenciapor vía materna.

Femeninoera en su origen el Ifiaca PanacaAyllu> derivado de la«esposasecundariadel rey>’ —eso significa ifiaca—; «átun»,por oposi-ción a «capac>’,expresaigualmentela idea de «secundario”,auncuan-do no haya16 de coincidir con el sentido de «iñaca panaca»por serposibleentenderlocomo ayllu propio de los vencidosen oposiciónal«CapacAyllu” del Incavencedor,o al hijo segundoen oposiciónal pri-mero si ambosfundanayllus. Aun cuandoseguimossin poder afirmarquefueramatrilineal —más probablees queno lo fuera—,tiene inte-rés esatan directareferenciaa la mujer como fundadorao cabezadeun ayllu, sin que por otra parte se tratede unapacarinamítica. No esinevitableconsiderarcomo opuestoa lo anteriorel testimoniode Bar-toloméde las Casas,quien, tomandocomo punto de referenciaal IncaPachacuti,hablade un «IñacaPanaca»constituidopor el «padrey susdescendientes’>;antesbien, el que tambiénel padrey sus descendien-tes constituyanotro ayllu más —el Sucso panaca—deja abierta laposibilidad de diferenciarlosatribuyendoel «iñaca panaca”a los des-cendientespor la vía de la esposasecundaria.

14 CALLAPINA, SUFRO y otros Qun’UcAYos, 1974: 49.15 GarcilasoDE LA VEGA, 1966: 359.¡6 Recogemosel parecerde ZUIDEMA, por interesantey ataflenteal punto dis-

cutido; pero se habríade conciliar con el siguientetexto de SARMIENTO DE GAM-noA: PachacutiInga Yupangui, «tuvo cien hijos varones y cincuentahijas bas-tardas> a los cuales,por ser muchos,llamó Hatun Ayllo, quequieredecir ‘granlinaje’. Llamósepor otro nombreestelinaje IñecaPanacaAyIlou»» (SAliMiENTO

DE GAMnoA, 1965: 253).

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Los datos que Hernández Príncipe en su Mitología Andina nostransmite sobre los ayllus de tres localidadesperuanas—a principiosdel siglo xvii> pero cuyos rasgossonclaro ejemplo de pervivenciain-digenista—nos permiten, a través de suelaboraciónpor Zuidema,ad-vertir cómo la filiación patrilineal del sistemade parentescoinca secompone con cierta transmisión matrilineal de determinadasfuncio-nes en los casosde ayllus femeninos.En efecto, limitándonos a unade las localidades,Allauca, dos de suscuatro ayllus —hay un quinto,segregadodel segundo,sobrecuya función no tenemospor qué entraraquí—sonfemeninospor tenerhuacaprincipal deestegénero;y otrosdos, masculinos.Aun en éstosaparecen«líneasde sucesiónfemeninas»rituales respectode la función, tan importanteparaaquelloshombres,de la guarda y culto de los ancestros;pero en los dos ayllus femeni-nos, aun cuando la perteneciaal grupo se hace por línea agnática—como en los otros—, se multiplica por cuatro —dato no señaladopor Zuidemaexpresamente—la razón aritméticaque relacionael nú-mero de lineas de sucesiónfemeninascon el de las masculinas,Esasllamadas«lineas de sucesión»vienen determinadaspor un número deguardianesde las huacas y los maliqul —momias—, cadauno repre-sentantede unafamilia y pertenecienteal géneropropio del ancestro.Puesbien, tenemosen concretoque los ayllus masculinos—lo son elprimero y el tercero—tienen respectivamenteocho y cuatro guardia-nes o líneasde sucesiónmasculinaspor docey seis—es decir (8 + ½8)y (4 + ½4)— guardianesfemeninos;mientrasen los ayllus segundoycuní-to, frente a los respectivosocho y cuatro guardianesmasculinosaparecendieciséis y ocho femeninos,es decir [8+2 (‘/í 8] y [4+2(‘~ 4)]. Evitaremoslas otras más sutiles elucubracionesde Zuidema,pues lo atañentea estenuestroapartadoeracaptarel sentidode esassus especiosas«líneas de sucesiónfemeninas,>”.¿Valen de algo paranuestro tema?Al menos,para sugerirnosla posibilidadde queel sis-tema de parentescoinca incluya o permita un «parentescocomple-mentario’> femeninopara ciertos fines —los rituales,por ejemplo>queson los estudiadospor Zuidema—; e incluso tal vez una«doblefilia-ción”, sugerenciasin dudaa teneren cuentaen el momentooportuno.

Mas insistamosen querespectoa la existenciade unatransmisiónrigurosamentematrilineal es ambiguo, al menos,el valor de la selec-ción por sexosquese operaen el culto de los ancestros.Zuidematieneel mérito de haber llamado la atenciónhacia la importanciade estu-diar el aspectoritual de eseculto como vía útil para esclarecerla es-tructura social de la sociedadinca y en particular la organizacióndelos ayllus; pero no es ineludible admitir quesólo por sentirsevincu-lados mediantelazosde parentescomatrilineal las mujeresse cuiden

‘7 ZUIDEMA, 1973: 134 ss., y 1974: 158 y 163.

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de las momiasde sus antepasadosfemeninos>mientraslos hombressecuidan de susancestrosvaronesen virtud de suadscripciónal sistemapatrilineal. Bien pudieraocurrir así por razonesafectivasclaramentecomprensibleso aun de mera distribución del esfuerzo,al margendecualquieraotra consideraciónataflentea la esferade las teoríaso losprincipios. Veamoscon algún detalle el dato documentalque Zuidemapretendeexplicar; lo refiere a La tutte contre les religions autocl’ztonesdans le Pérou colonial de Duviols> quien, a su vez, lo documentatrans-cribiendo en el Apéndice a su obra las listas de «los cuerposmuertosque el MaestroAvendañohizo exhibir en el pueblode SanFranciscode Musca” ‘t la del mismo en SanPablo de Ayaranga,la «Causahechaa los indios Cainachinos.-. por habersacadolos cuerpos de la igle-sia. >,19 En los dosprimerosdocumentosse nosda el nombrede quie-nes teníanen su poder los cuerposy tambiénel de éstos y su paren-tescoconquieneslos guardaban;fuerade trescasosen quees el espososobrevivientequien guardaal muerto y uno en queel padrepresentael cuerpode suhija, son siempremujeresquienesguardanlos antepa-sadosfemeninos,y hombresquienesse ocupande los masculinos.Talvez el estudio de los nombres,así como las abundantesreferenciasadiversos ayllus, pudiera proporcionarnosalgún dato interesanteres-pectoa las denominacionesde parentescoen esasfuentesconsignadas,que, aun cuandoparecentrasladadasa las usualesen castellano,enalgún casopudieraapreciarsedesajuste,ademásdel particularinterésde referenciasa «tíos”.

B) Fuenteútil pararecogerdatosatañentesal problemaque nosocupapareceque podía ser el estudio de las transmisionespor heren-cia entre los incas. En efecto, las modalidadesmúltiples de herenciarecogidaspor los cronistasnosproporcionandatosaprovechablesparaesclarecerlos sistemasde parentesco.Desgraciadamenteno abundanlas referenciasa la transmisiónde bienesentrelos indios no pertene-cientesa la clasedominanteincaica,precisamenteporquela institucióndel ayllu dejabapocosalapropiedadindividual y suconsiguientetrans-misiónpor herencia.También>porquelos incas,siguiendosuconstantedirectriz de respetaren todo lo posiblelas costumbresde los pueblosque subyugaban>permitieron que en cada lugar se atuvieranen esairnateriaa suspeculiarestradiciones,tan diversasy múltiples queesca-pabana la observacióndel cronista,interesadocasisólo por lasestruc-turasmás generalizadas;y respectoa la herencia,las generalizadasentodo el Imperio eranlas formasutilizadaspor la clasedominanteenla transmisiónde los puestoshereditarios.

I¡ DuvroLs, 1971.‘9 Ibid, 367-386.

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Conocido es el rigurososistemade sucesiónal Incanato;Garcilasoel Inca trata de justificar el obligadocaÉamientodel Incacon una desus hermanaslegitimas, y entre las razoneshallamosuna significativapara nuestrocaso,precisamenteporque no la inventa él sino que larecogedel común sentir de los incas:

«Decíanasimismoque casabanlos príncipescon sus hermanasporqueal herederole pertenecieseel reino, tanto por la madre como por elpadre; porqueno siendo así decían que el príncipeen la herenciabas-tardeabapor la vía de la madre»~.

Es decir> que a aquellas gentesse les hablaplanteadoexpresamenteel problemadel doble sistemade parentescoy herenciamatrilineal opatrilineal,y lo habíanresueltosin elevarseala síntesisal parecermássatisfactoriadel sistema bilateral; si, pues,no obstantecoexistió unsistemade parentescomatrilineal, ademásde conservarseotros restosde una estructurasocial anterior de este preciso tipo, que por otraparteafectana los mismosayllus, las palabrasde Garcilasode la Vegapermitirían —de acuerdocon la sistemáticade MorganprecisadaporCunow— retrotraerel sistemapatrilineal y los origenesde los ayllusa fechas muy remotasdentro de lo preincaico;ya queantesde finali-zar esteperíodose habla evolucionadohastasuperarel sistemauteri-no e instaurarel agnaticio o de parentescopatrilineal ~.

No entraremosen la exposiciónmásdetalladade la sucesióndeloscuracas.Fernandode Santillán nos transmiterasgosinteresantesperoqueaquíno importan; recojamossólo la distinción queestableceentrela sucesiónal cargo y la herenciade los bienespropiedadde] curacadifunto:

«En cuantoa la subcesiónde bienes,era éstala orden: que cuandomo-ría el curaca,el subcesorse apoderabade la tenenciade las chácaras,

.y otras haciendasque dejaba,y lo teníaen pie como mayorazgo,yde ello alimentabay proveíaa los hijos y mujeresdel difunto, y en estolo consumía;y si el señorprincipal de toda la provincia moría, el su-cesor sólo levaba el señorío,y los bienes se dabana sus hijos si erande edad,y si no ponlalesun tenedorque los tuviese y alimentase,comodicho es; y si ésteque sucedíaera de la parenteladel difunto, él erael tenedor.Y en esto había diferenciaentre el señor principal de laprovincia y los otros curacasdel pachacay del guaranga»21

Ese espíritu de solidaridadquepresidea la estructurafamiliar in-cluso entrelos curacases radicalmenteel mismo queentrelas clasespopularesinspira la institución del ayllu. Pero ¿quésabemosre~pbcto

~ GarcilasoDE LA VEGA, 1963: 129.2! SANTILLÁN, 1879: 54 ss.* Ver apéndice,B) y C).

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a la herenciaentreestasclasespopularesorganizadasen ayllus? Porlo pronto, claro está,quelas tierrasy bienesvinculadosa un ayllu noerantransmisiblespor herencia>comotampocopor compraventa;per-tenecíano al menoseranusufructadospor la comunidad,y el naturalrelevo de las generacionesen éstaresolvíaa la v~z el problemade lasucesiónen el aprovechamientode sus tierras>aun cuandohubierande surgir diversosproblemasobvios en el modo de llevar a la prácticaesa norma demasiadogeneraly abstracta.María Rostworowski,queseha ocupadomonográficamentedel tema,apuntaa cierta sucesiónenel mandoo jefaturadel ayllu inca; pero tan vagamentedeterminable,que sus rasgos>tanto en el Norte como en el Cuzco,son, segúnella:

«la falta de una ley fija de sucesión,la prácticadel ‘más hábil’, ciertaelectividadentre los posiblescandidatos,la carencia- de primogenitu-ra»

Ni el «sobrino heredero»—de Cabello de Valboa~—, ni el supuestolevirato de algunos autores~ sonmás que datos ambiguoso interpre-tacionesaventuradas.En efecto, pesea surotundidezy claro sentido,de poco sirven la referenciade Gómaray Calvete.Dice el primero:

«Heredansobrinosy no hijos, sino entre Ingas y señores»~

rasgosignificativo, al parecer>de la transmisión matrilineal.Calvete repite a Gómara:

«Los hijos de los príncipessucedena sus padres;pero a los otros, los

• hijos de sus hermanos»~.

Y aclaraen otro lugar del De RebusIndicis:

«Entrelos indios ci¿rtamentepor derechohereditariosucedeel herma-no al hermano,y el hijo es segundoherederorespectodel padre;pues,muerto éste, su hermanoaccedea la herenciay a la muertela deja al

- hijo del hermano.A éste sucedeotro menor de edad~ y de nuevo losbienes vuelven en herenciaal segundoheredero.No se permitía otracosa. Y esto lo ordenóeL rey Capac—‘Magnus’, dice en latín—, quienpretendióque sólolos hijos de Príncipesy Noblessucedieranen el man-do y las haciendasde sus padres»Z1~

El caso es qup así quedadescartadala posibilidad de ver trasel«tío»- de los otros textos al «materno”y considerarloindicio de trans-

22 RosTWoRoW5KI, 1961: 61.23 CABELLO, 1951: 283.24 LIzARRAGA, 5. Q: 563; CIEZA> 1967: 154.25 LÓPEz DE GóituiA, 1852: 278.26 CALVETE, 1950: 69.21 CALvET~, 1950: 78 ss.

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misión matrilineal; quedaclaro que todo el complejo proceso se desa-rrolla en el ámbito patrilineal.

Menos valor tendríaatribuir un sentidomatrilinealal supuesto«le-virato”, que algún cronistaconsideraexistió entre los incas> inclusoalegandoexpresamenteel paralelismocon las tribus de Israel: la viu-da sin hijos se casabacon el hermanodel difunto, segúnMorúa ‘~, Talprácticala consideraMurúa prescritapor las «ordenanzas»incas;perolo queconstaen las relacionesde ellas, transmitidaskor otros autores,esbastantedistinto y desdeluegono tiene sentidomatrilinealsino abu-sivamentepatrilineal; no es servicio que el varón tiene obligación deprestarpara perpetuarel linaje de la mujer, ni siquierael de su pri-mer esposo,sino derechoqueel hermanotienesobrela viuda comounbien adquirido en propiedadpor el matrimonio29, del difunto.

En cuanto a los bienes acumuladospor un miembrodel ayllu consu personal industria, su transmisión por herenciano ofrecía en laprácticaproblemasque impusieransuregulaciónni atrajerasobreellosel interés de los cronistas; tanto la exigtiidad de esosbienes como laamplia libertad reconocidapor los incasa su transmisiónpor herenciaaliviabanel problemahastaprácticamenteanularlo. Tal vez lo únicodestacableen él paranuestrosactualesfines seala apariciónincidentalen algunoscasosde datos quepuedenconsiderarsecomo residuosdeuna estructurafamiliar matrilineal, así como otrosquepor su carácterabusivosubrayanel carácterpatrilineal de la vigenteen ese momento.Esto último ocurre cuandoleemosen Santillán que,al morir

«algún cacique>era costumbrequel hermanoheredabalas mujeres deldifunto y el hijo del padre,y teníaaccesocon ellas»3O~

Lo otro, cuando nos encontramoscon casosen que «el hermanooel hijo de la hermanaheredabanpor vía materna>o incluso cuando,másraramente,la mujerera llamadaa la sucesión”~ El padreBerna-bé Cobo narra cómo Tupa-IncaYupangui,en su visita por el valle deJauja, se encontrócon el casode unaviuda «cacica”de Guarcoy que,al llegar el visitador previamenteenviado por el Inca,

«se pusoa impedirle la visita y que empadronasesus vasallos,diciendoque no hablade consentirque el Inca sefloreasesu estado»32~

28 Mmutx, 1922/25: cap. 22, p. 90. No me fue posibleusar la ed. del prof. Ba-llesteros.

29 Ver en BE,vrrín, 1978: 150 ss. la cautelacon que debeninterpretarselos ca-sosde levirato o supuestolevirato.

~ SANTILL,~N 1879: 53.“ l3AuDnq, 1~55: 242.32 Cono, 1956: II, 87.

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Tal vez sea excesivoatribuir sentido matrilineal al hecho de que

«aúnhoy ciertasvariedadesde maíz sólo se heredande madrea hijas»23.

Cabrá interpretarlo por semejanzacon el hecho de que, por la par-ticular afición de las mujeresa las flores, seanéstasquienesen mu-chos hogaresse ocupande su cultivo y se transmitenla afición y lasnormas para el adorno con macetasde los balconajesde la casa;seconyertiría así en un hechoanodino.Sin duda,si se lo poneen cone-xión con el dato de habersido Mama Huaco, la hermanade Manco Ca-pac, quien sembróel primer maíz —como lo hace Zuidemasiguiendola pista dadapor el texto ya citado de HernándezPríncipe—>se cargade sentidoy nos sugierela importanciade la mujeren los orígenesdela agricultura, pero seguirásiendo irrelevanteparael temadel paren-tesco,

Y seguimosen la dudarespectoal problemaque nos ocupa. Poreso los autoreshoy siguen buscandoy anotancon complacenciacual-quier rastro de transmisióno estructuramatrilineal. Fioravanti-Moli-nié, estudiandolas «comunidades»indígenasexistenteshoy> encontróentre las tres de San JuanUchucuanica—antiguo reino de Ata Hua-lías— la institución queellos llaman huaypo,clara reminiscenciadelayni tradicional:

«Las mujeres forman pequeñosgrupos —vaquerías—en cuyo seno serepartenlos trabajospara el conjunto de sus ganados.Ahorabien, lasmujeresque constituyenun huaypo o una vaqueríamantienenentreellas relacionesde parentescoreal o espiritual»~.

Claro queningunode los datosaportadosresuelveel problemaplan-teado; tienensólo valor de indicios, Por eso> cautamente>Valcárcel se-guirá diciendo—el subrayadoes nuestro—:

«Pareceque ha habido ambos tipos de parentescoen el Antiguo Perú,sólo que no se puedeestablecerclaramentecuándopredominauno uotro porqueestánmuy mezclados»35.

Y cita como pruebade la existenciade un parentescomatrilineal,cuyas huellas persistenen el Tahuantinsuyu,la particular considera-

33 ZUIDEMA, 1973: 130. El casode la «huera»o «huerto»familiar es sólo unainterpretaciónde lo que decimossobrelos bienes acumuladospor una-indivi-duo; tan insignificantesque no es exacto hablar de acumulación.Esta era ini-posible.

~ FzoIiAvANfl-MoLINIÉ, 1978: 1185. En nota se aclaraque por parentescoes-piritual entiendenel del padrino respectode su ahijado y el quese contraeporjuramento.

‘~ VALcXRcEL, 1967: 208.

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ción del cacao hermanode la madre—tan típica de los sistemasute-rinos— que se manifiestaen los ritos del «huarachicu»con motivo delpasoa la mayoríade edad;no es el padre,sino el caca,quien actúaenellos como padrinoo tutor valedordel joven> de suerteque—concluyeValcárcel—:

«es por vía maternaqueel niño va a encontrarsu entroncamientoconel grupo, y la autoridaddel tío maternoes mayor que la del padre»3~.

Si consultamoslas fuentes>advertiremosque Valcárcel está gene-ralizando; porquehablanotablediferenciaentrelos ritos o usosprac-ficadosen el casodel joven y en el dela joven; parecequesólo en éstepuedeatribuirse al caca un auténtico padrinazgo.Arriaga mencionaalos «Cacas”sólo como invitados especiales,pero no másque los «Ma-sas” ~, sin distinguir entrechicos y chicas.El padre Cobo atribuye in-dudableimportancia«al tío más ancianoy estimado»,ya en la fiestadel destete—él «lo trasquilabay cortaba el primer cabello y lasuñas”—; pero claro es que sólo eventualmenteese tío podía ser elcaca‘~. En la fiesta del Capac-Raymi,cuandolos jóvenesnobleseran«armadoscaballeros”—segúnla frasegráfica del mismopadreCobo—,«hombres mayores»aparecen«apadrinando’>a los jóvenes; pero al«tío más principal” sólo se le reservael honor de ser el primero enofrecer sus regalos tras la ceremonia~». En la fiesta del guarachicuy,a la cual serefiere másprecisamenteValcárcel,no se reservafunciónespecialal caca; pero es en la de quicuchicuy—la equivalentea la an-tenor cuandose trata de chicas—dondeCobo destacala función es-pedal del «tío más principal”, auténticopadrinazgoquebien puedeatribuirse al caca:

«El tío más principal le dabael nombrequehablade tenerperpetua-mente,amonestándolade la maneraquehablade vivir y obedecera suspadres;y ofreclaleslo que le parecíaconforme a su posibilidad»4«~

Sarmientorelaciona así estasdos fiestas:

«Las ceremoniasque llaman quicochico, que cuandoviene a la mujersu flor o mes la primeravez, y del guarachico,que cuandohoradanlasorejasa los ingas...»41

Tendríamos,pues>algotan significativo comoes la intervencióndelcaca precisay solamenteen relación con las mujeres,indicio de una

~ VALcÉRcBL, 1967: 208.3’ ARRIAGA, 1968: 215.38 Cooo, 1964: 246.3~ Cono, 1964: 211.46 Cono, 1964: 247.~‘ SARMIENTO, 1965: 211.

1

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«doblefiliación” concretadaen quecadasexose vincula especialmentea los ascendientespor la línea de su propio sexo.Con todo, no se debeolvidar la cautelacon quehayqueprocederal interpretarlos casosdeintervenciónde los «tíos”, bien y razonadamentedestacadapor Fox42.

Mas sí hay un ámbito, limitado pero amplio, en que se cumple alpie de la letra la referenciade Valcárcel. Entrelos aimarás,el sucullues rito y fiesta en que el tío materno—lan— ostentala posiciónsin-gular que le convieneen unasociedadmatnilineal; él realizabael ritode «untar la cara del niño —consangrede vicuña— cruzándolela narizde un carrillo a otro”, y lo vestíacon la ritual «camisetanegra” contres listones rojos, verticalespara el niño y en franjas horizontalespara la niña~ La ceremoniase realizabaen la plaza y, terminada,recibir al niño y sacarlode la plaza erafunción reservadaa la tía ma-terna o> sólo «a falta de ella”, a la esposade su lan. Bouysse-Cassagne,fundándoseen estedetalle y en el significadode «sucullu” —pasaje—,atribuye a toda la ceremoniaun sentidosimbólico en el que el lanrepresentael estadodel mundosalvaje,mientrasla tía maternaasumeel papel de la sociedady la cultura. Sólo como curiosidadapuntamostal interpretación,aun cuandoacierta al recogerel carácterresidualque tienen, incluso en el pueblo aymará, los rasgosmatnilinealestNuestrasconsideraciones,si no fecundasen logros definitivos> al me-nos lo hansido en sugerencias;valen como exploracióndel terreno.Una complejaproblemática,además,ha ido surgiendo,sólo abordablea travésdel ahondamientoen el sistemade parentescoinca y preinca.

Si bien al consideraraisladamentecadauno de los datos allegadospor nuestroanterior rastreo en la realidad social inca, éstos resultano ambiguoso débiles paraprobar la existenciade un sistemade filia-ción matrilineal complementarioo paralelo del patrilineal, al menosha quedadopatentequeera de esteúltimo precisosigno—en modo al-guno bilateral o cognaticio—el sistemade parentescoestablecido;tam-bién que, consideradosconjuntamentetodos esosotros datos de po-sible sentidomatnilineal, por su abundancia*, llegana tenerun pesoconsiderable;mayor aún si reparamosen que la ambigtiedadmismacabeexplicarla por el carácterresidualde tales usosmatrilineales.Vaa ser al conexionar ese cúmulo considerablede datos ambiguosconciertas peculiaresdenominacionesde parentescoy algunos extrañoscasosde filiación, cuandoal fin alcanzarántodo el pesode unapruebasuficienteparaadmitir la existenciade incrustracionesmatnilinealesenel sistemade parentescoinca.

42 Fox, 1979: 123.43 BERTONIO> L,, Diccionario de la lengua aymard. Ver nota 45 en la Revista

Annales,núms. 5-6 (1978); p 1079.44 BouvssE-CAssAONE,1978: 1069 ~

* Ver apéndice,D>.

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II. PANORÁMICA Y CARACTERIZACIÓN DEL SISTEMA DE PARENTESCO INCA

A) Podríamosapoyarnuestrainvestigaciónen los resultadosapor-tados por la Etnologíaen torno apueblos que> como los guaraníesolos hopí, se asemejanen su estructurafamiliar a la de los pueblosandinos.Pero si bien la apuntada analogía nos va a estarpresentecomo orientaciónútil en detallesproblemáticos,tomarlacomo direc-triz fundamentalo punto de partidaalargaríala exposicióny podríaocultarnosen algún aspectola peculiaridaddel sistemainvestigado.

Ir directamenteal estudiode la nomenclaturade parentescoque-chua ofrece ademásla ventajade ponernosen contactocon estructu-ras que,siendo las vigentesen el Tahuantinsuyu,a la vez son origina-riamente preincaicas;porqueal adoptarlos incas la lengua quechuacomo la propia de su Imperio> inevitablementeestabandandoentradaen su sistemade parentescoa un modelo más antiguo, que habíadeinfluirles profundamente.El sistema de denominacionesparentelarescteun idioma es tan resistenteal cambio que> aun cuandoéstese pro-duzca en la realidad social, perduraránlas antiguasdenominacionescomo residuosde anterioresestadios;cuáles>en concreto> sólo podrándecidirlo las fuenteshistóricaso la crítica internadel sistema.

Disponemos para nuestro trabajo de los estudios fundamentalesquea fines del siglo pasadorealizó H. Cunow>en estrecharelación,porotra parte> con el tema de los ayllus, queparaél eran «comunidadesgentilicias” 45; de las aportacionesincidentalesde Zuidema en variosde sus artículos, especialmentereferidasa las normas del matrimo-nio 46; de la revisiónque, a partir de las fuentesglásicas—vocabulariosde Domingo de Santo Tomás, Diego GonzálezHolguín, Diego TorresRubio, Juan PérezBocanegra,JuanMartínez Ormaechea—,novísima-mentedio aconocerE. G. Lounsburycomo anticipo de unaobra másamplia, todavía no publicada~‘.

Y empezamosfijando el «grupo de parentesco»centradoen tornoaun ego, en vez de enfrentarnosdirectamenteconlos «gruposdefilia-ción’>; porque,ademásde ser éseel métodopropio de las fuentes,talenfoqueinicial es el quemenosprejuzgay, por lo mismo>másdistanteestá de adulterarlos resultadospor parcialidado desaciertoen el en-foque. Se trata, en principio> de «analizardesdeel punto de vista deJego un sistemade parentesco”>cosaque—como nota Fox— «puedehacerseen todo sistemade parentesco”48; en el curso de la investiga-ción se nos pondráen claro—y ello seráunode sus puntosculminan-

45 CUNOW> 1929: 8.46 ZUIDEMA. 1977.4’ LouNsnmn’, 1978: 991,48 Fox, 1979: 158.

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tes—si ademásel sistemade parentescoquechuaes tal queincorporadentro de su estructuraeste enfoque

«como un medio para constituir grupos o categoríasde parientesparadiversos fines sociales>’49.

Puesbien, aprovechandolos datosaportadospor Cunow, Zuidemay Lounsbury a partir de las fuentesoriginarias> he aquí el grupo deparentescoperfilado en torno a un ego abstracto,disyuntivamente*

varón o hembra>por el sistema de denominaciónquechua(ver cua-dro adjunto).

En estecuadrose deberánotar primeramentequeno estamosanteun casomás o menospeculiar de familia estructuradapor descenden-cia bilateral, interpretaciónque ha quedadoya descartadapor la se-guridad con que nos constasu carácterpatrilineal. Estees el auténticopunto de partidadesdeel quenos situaremosen la perspectivaconve-nientepara, a través de las denominacionesparenterales,discernir lalínea o las lineasde ¡iliacidn queforman la urdimbrede esegrupo deparentesco.Es fácil acotar la patrilinea del «ego”y prolongarlaen susdescendientesrecurriendo a la del hermano—huauquey—,que, porser ambiguo el ego considerado>encarnala del varón; la disposiciónde nuestro esquemaclaramentela destacay permiteapreciarcómo to-das las otras vinculacionesse establecenen función de ella. Y es tam-bién a partir de aquí —es decir, del fundamentalcarácterpatrilinealdel sistema— como alcanzansu auténticaimportancia las denomina-cionesparentalesutilizadaspor la mujer,privativas de ella y distintasde las usadaspor el varón; sólo porqueel acentode éstasha de cata-logarsecomo patrilineal> aquéllasnos sonarána matrilinealesporquesu acentoes otro y a la vez sabemosqueno puedeinterpretarsecomovariante de un parentescobilateral o cognaticio.La dudaen quenosdejó el párrafo anterior respecto a la exist9nciade alguna filiaciónmatriliineal empiezaa resolverse.

Cunow reduce el interés de las apuntadasdiferencias lexicales se-gún el sexodel hablanteo ego.

«Los términos que, en parte,han sido cambiadosno significan que sehayaalterado el sistema.En cambioes una mera consecuenciade quela mujer, entre los quechuas,empleatérminos distintosa los queusael hombrepara denominarciertas relacionesde parentesco.Esta pecu-liaridad del sistemase encuentratanto en el Perú como en otros pue-bIos americanos,entreellos los esquimosde la Bahía de Bafin, los Da-kotas, y los Chibchas»~

~9 Ibídem.* Precisamosquese trata de una disyunciónexclusiva;o varón o hembra,no

indistinta, sino alternativamente.

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En nota recogeuna alusióna Garc4lasoel Inca, queen sus Comen-tarios reales se refiere a esta peculiaridadquechua;leamossólo unaslíneas:

«De mujer a mujer dicen fiafia, quieredecir hermana,Y si el hermanode la hermanadijese fiafia (pues significa hermana)seriahacersemu-jer. Y si la hermanaal hermanodijese huauque(puessignifica herma-no) seriahacersevarón»5’.

ParaGarcilaso,como paraCunow, se trata, pues>de sólo «unacos-tumbre” a la que no se puedeconceder relevanciaalguna, sin dudaporquehaciatiempo sehabíaperdidoen el pueblo quechuala concien-cia de su motivación originaria.

Pero la reflexión lingtiística puedeayudarnosa recuperarla,al me-nos en parte. Cuando el «ego-varón” llamaba a su hija «ususi” —vozderivadade la raíz usu, estarperdido—, seestabaapoyandoen un sis-tema de parentescorigurosamentepatrilineal; en él la hija quedabaexcluidade la unidadgenealógicadel padrey sus hijos. E incluso demodo expresose negabala vinculacióndel hermanode la madredeno-minándolo «caca”,que es decir «extraño,extranjero,personade fueradel puebloo de la comunidad”.Por cierto, otro sentidode la voz caca—«contribuyente”— aún subrayamás la función queen unasociedadpatrilineal exogámicase le asigna—a él y al padre de la esposa—:lade proporcionaral grupo parentalla posibilidadde renovarsee incre-mentarse,de asegurarsu continuidad.Es curioso queen Australia sehayan encontradotribus patrilineales—las de Arnhem Lans— quetambién llaman>a las «hermanas”en su caso, «desperdicios”; porque—como comentaFox— «no sirven para reproducir el grupo” ~.

Paralelamente,cuando el ego mujer llama a sus hijas «huahua’>,las está asumiendoen un sistemade parentescoque> auncuandoapri-mera vista no parezcamatrilineal por ser ésa la calificación mismaque da a los hijos varones,puedeserlo por el rol decisivo que a símisma se atribuye la madreen la propagaciónde la vida y de] grupoen queella se insertaintencionalmente.«Huahua” —palabraformadapor reduplicaciónde Azua (=«yo>’)— nos planta anteuna concepciónde los hijos como«desdoblamientodel yo» materno>segúnlaexpresiónde Cunow, o prolongaciónde su propio ser,que le conferiráun dere-cho materno claramentedesatendidopor el sistemapatrilineal puro.En este sentido resultasignificativo el detalle no observadode la ex-plicación queami juicio debedarseal único casoen que un ego-varónrecurrea la voz 1-zuahua, para designara los hijos de la «ypa” —her-

56 CUNOW, 1929: 21.SI Garcilaso DE LA VEGA, 1966: 131.52 Fox, 1979: 106.

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mana del padre—; los denomina«ypapacari huahua»e «ypapahuar-mi huahua>’, inhibiéndoseel «ego» de estableceruna relación de pa-rentescodirecto con ellos, tanto si es ego varón como si es hembra.El parentescode filiación recogido en tal denominación—ser «hijoo hija>’— quedareferido a la Ypa; o, lo que és lo mismo> el ego adoptaun giro expresivointerpretablecomo estilo indirecto: los que la ypa•llama o dice sersus hijos (ypapacari huahua)o sushijas (ypapahuar-mi huahua).Así también en estecaso el «huahua’> es voz puestaenboca cíe mujer> la ypa en el casoconsiderado.Por otra partese esta-blece de este modo un distanciamientoentre el grupo de parentescopropio del ego y el queseasignaa los hijos de la ypa; distanciamientoqueaúnes mayor, llegandoa serextrañamiento>en el casodelos hijosdel «caca»,que tanto el ego-varóncomo el ego-mujerdenominan«ca-capa churi>’, «cacapausuri”.

El principio que acabamosde introducir, utilizable con idénticoresultadoen cualquierade esosdos enunciados,tiene sin duda otrasaplicaciones,menosimportantespara nuestrotema; equivalea intro-ducir la distinción entreparentescocolateraly en línea directa, me-dianteuna definición creadorao convencionalque, respectode nues-tros usosoccidentales,tiene la novedadcíe considerar,al hermanoy sudescendenciaen el casodel ego-varóno la hermanay la suya en elcaso del ego-mujer,como pertenecientesa la línea de descendenciadirecta en quese insertael propio ego; por esoel hermanodel padrees «yaya»como el propio padre,y la hermanade la madrees «mama»corno la propia madre.

El queel ego-mujerno apliquea la hermanadel padrela conside-ración de «caca>’ o «extraña>’,queel ego-varónaplica respectivamenteal hermanode la madre,arguyeuna primacía y mayor evolución delsistemapatrilineal queasí sepreocupade estableceruna clara distin-ción entrelinajes, mientrasqueen el sistemamatrilineal utilizadoporel ego-mujerpredominael criterio ciasificatorio sobreel afánde mar-car la segregaciónde linaje; ésta,de todosmodos,estaráimplícita perosuficientementerecogidapor la diferenciade descendenciauterinaqueaparececon la ypa. El valorde estedatoparainferjr el caráctermenosevolucionadoy más antiguo del sistema,matrilineal se debilita al con-siderar la influenciaque en su organizaciónhubo de tenerun factorde interés prácticoy legal íntimamenterelacionadocon la estructuradel ayllu en su etapainca; mientrasel hermanode la madreera reco-nocidamente«extraño’> al ayllu patrilineal cuyacontinuidadasegurabaéstacon sumatrimonio, la hermanadel padreno podíaserdeclaradapor un ego-mujer«extraña’> a su ayllu, porqueni aun habría tenidoun sentidoprecisotal modo de hablardentro de la estructurade losayllus vigente en aquel momento.

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Númerosromanos= Gradosde parentescosegúnel DerechoCanónico.

Denominacionesentrecorchetes= Sonlas derivadasrespectode su usoprincipal‘p más propio, que figura sincorchetes.

3= Conjuntode ascendienteso descendientespor líneapaternadirecta,que-e1 ego-varónconsideracomo «hermanos»y como tales contraponea los no

integradosen el respectivoconjunto. En concretoson los dos siguientes:

A = (Ego.F-FF-FFP)= «Hermanos»,frente a E.E = (Ego-S-SS-SSS)= «Hermanos»,frentea A.

La generacióndel ego, constituidapor todos los parientessituadosen su mismonivel generacionaly consideradoscomo «hermanos»en sentidoamplio, quedadelimitadapor los tramoshorizontalescte los nexos que agrupana los her-manosdela generaciónsiguiente.

La línea paterna que subdivideesteespacio,separaa los hermanosclasificato-ríos de los primosclasificatorios.

La generaciónde los «hijos» —así llamadosen sentido amplio— quedaigual-mentesubdivididapor la línea punteada,en una zonasuperiorde hijos cia-sificatorios, y otra inferior de primos clasificatorios.

Cara

Cay¿~o ______________

Pat ah Ca.jao

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B) La inserciónde rasgosmatrilinealesen el sistemade parentes-co quechua,fundamentalmentepatrilineal, creemosquedaya fuera dcduda; otraspruebasaún la confirmarán.Podemos,pues,pasara ocu-parnosde otros de sus rasgos,por cierto másmanifiestos:su carácterclasijicatorio y sus incrustacionesdescriptivas.Porque,pesea queelsistemainca se manteníatodavía dentro de la esferadel llamadopa-rentescoclasijicatorio, disponía ya de denominacionesdescriptivas—como las que recogemosentre paréntesisen el esquemaII— quepermitían distinguir al «yaya’> progenitor o auténticopadrebiológicode los otros «yayas»; al hermanocarnal, de los otros «hermanos”oprimos matizandoincluso el grado de éstos.En el esquemaU pode-mos apreciarmás precisamenteestosmaticesy —lo quemásimportaahora—cóm6 el procedimientoutilizado para introducir las diferen-cias dentro de cada categoríaparentalpresuponela previay sin dudamás antiguaconstituciónde éstas;en realidad se echamano de con-juntos terminológicos correlativosque constituyenclasificacioneses-pacio-temporales,extrañasde suyo al parentescopero queadmiten suaplicaciónanalógicaen la matizaciónde los gradosde éste: lo cispa—«al lado»—, lo cayila —«cerca,en la cercanía,’—,lo caru —«lejos,remoto»—, lo coitana —«principal’>—, lo payan—«segundo»—,lo ca-yao —«originario o de base»—,lo liana —«arriba»—, lo burin —«aba-jo»—. Casrlo mismo quehoy sobreponemosal sistemade parentescogeneralmenteadmitido las denominaciones«próximo» o «lejano>’, «di-recto» o «colateral,>,sin que el sistemaresulteafectado;auncuando,a diferenciadel valor generalizadoro vago quehoy tienen talesdeno-minaciones,en el sistemaquechuasirven,por el contrario, paraintro-ducir rasgos descriptivos capacesde individualizar denominacionesparenteralesgrupaleso clasificatorias.

El carácterclasificatoriodel sistemaconsta,sin lugar a dudas,yaen los datos recogidosen el esquemaII: Yayao «padre»,lo es no sóloel verdaderámentetal o biolósico, sino el hermanodel padre—hijodel abuelo—,el nieto del bisabuelo,el bisnietodel tatarabuelo,etc.; esdecir, todoslos parientesvaronescoetáneosdel padrey descendientespor líneapatrilineal de ascendientescomunesy últimamentedel mis-mo ancestro.En dicho esquematuvimos la precauciónde anotar enrojo el grado de parentescobiológico y hoy comúnmenteaceptadoenDerechocivil; tanto hubieradado utilizar el cómputo del Derechoca-nónico,pueslos gradosde parentescose diferenciaríancon el mismorigor auncuando su denóminaciónordinal aparecierarebajada.Puesbien, advertimos cómo «yaya» no es el nombre de un determinadogrado de parentesco,sino queagruparelacionesparentalesde los gra-dos 1, 3, 5, 7, etc, Paralelamentela relación de «hermandad»queelego-varónexpresaen la palabrahuauqueyagrupaotras no menosdi-

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versas,cifradasen los grados2, 3, 6, 8, etc. Cuandonosotrosllamamos«primos’> tanto al hijo del hermanoo de la hermanadel padre comoal hijo de la hermanao del hermanode la madre,no usamosunade-nominación«clasificatoria’> porque,aun comprendiendobajoella mu-cho casosdiversamentematizables,todos lo son de la misma relaciónbiológicade parentesco,designadacomo colateralde grado 4; cuando,generalizandomás, habláramosde «los primos’> de cualquier grado—primos carnales,primos segundos,terceros,etc.—, estaríamosutili-zandouna denominaciónclasificatoria; pero no todavíadentro de unsistemae/así¡batano, porquetal denominaciónla insertamos—y sóloasí obtiene su auténticosentidoreal— en un sistemade denominacio-nes que diferenciaesosdiversosgradose incluso los describeen tér-minos no puramentecorrelativos: así, «primos carnales>’o primerosson parientescolateralesde grado cuarto; «primossegundos»lo seránen realidad de grado sexto,etc. Mas las denominacionesquechuasseinsertanen un sistema que él mismo es «clasificatorio»,porque noindividualiza la situaciónde cadasujetoen la red total de los parien-tes,sino que se limita a señalarsu incorporacióna un grupo de ellos,El esquemaIII (p. 205> destacalos rasgoscíasificatoriosdel sistemadeparentescoquechuade modo claroe incontrovertiblea nuestroenten-der, a la vez quesu comparacióncon el esquemaII —amboshan desuperponersepara que nuestravisión no sea parcial— nos permiteadvertir la presenciade otros rasgos que desbordanlo puramenteelasificatorio.

Cunow,que toma de Marganel conceptode parentescoclasificato-rio * y aceptaen sus líneasmaestrasla hipótesis—notemosqueno esotra cosa— de Morgan sobrelas etapasevolutivas de la familia, con-sideraqueel sistemaquechuaestátodavíadentro del ámbitoclasifica-tono auncuando,por los elementosdescriptivosqueincorpora,repre-sentauna etapamuy evolucionadasólo explicableinsertándolaen unprocesoevolutivo, del quecabeestablecery aundescubriren pueblosde Norteaméricay Australia y la India otrasetapasdiversamenteevo-lucionadas,En concreto,el sistemade los senekas—prototipo de lasfamilias indias de Norteamérica—representarlala etapainferior, pu-ramenteclasificatonia; en algunasotras tribus iroquesasapareceyaalgún rasgoquerompe levementecon esapurezay suponeunamayorsemejanzacon el sistemaquechua;pero en realidades en la clasifica-ción de los dravidasde Tamil dondetenemosya la sensaciónde estaren otra etapamás progresiva.En el sistemade los indús, por fin loscambioshansido tan relevantesque, aunno estandotodavíaanteunsistema descriptivo, advertimosestar ya fuera del clasificatorio, en

* Ver apéndice,A) y B).

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una zona «intermedia»~‘. Cunow piensaque el sistemaquechuadebeintercalarseentreel de los dravidasy el de los indús,como el másevo-lucionado dentro de los clasificatoriosprecisamentepor incorporar,apartela distinción entrelos hijos de las primas y los de los primosya recogida en el sistema de Tamil, estos otros rasgosdescriptivos:

«la diferenciaentrehijos e hijas de los hijos del tío y de la tía, entrehermanosy hermanascarnalespróximos y remotos»54.

Al contrario de lo que opinó Morgan, consideraCunow que el sistemade los seneka-iroqueseses menoslógico queel de los dravidasde Ta-mil ~, a la vez que más antiguo ~, y queel sistemaquechuaconsigueel mismo rigor lógico de los dravidasa partir de unos presupuestossocioculturalesmás evolucionados~‘.

Aun cuando hemosevitado hacerunaexposición detalladade lossistemasreferenciados,convieneque desarrollemosun tanto esteúlti-mo punto, en el cual, además,incluimos algún matiz sólo implícita-mentecontenidoen Cunow: queel sistemaperuanoes tan lógico comoel draviniano,pero no más. En la basede todo•sistemaclasificatorio,y en concretode todos los aquí referenciados,está—segúnla teoríade Morgan,aceptadapor Cunow— el matrimonio punalúao por gru-pos; en las familias aqueda lugar todoslos miembrosdel mismo sexode la mitad de unatribu puedentenerrelacionessexualesy conyugalescon los miembros del sexo opuestode la otra mitad, sin otra prohibi~ción que la unión entre hermanosy hermanas.En Morgan se llega aesteestadio trasel inferior de la familia consanguíneaen quesólo seprohíbe la unión del padre o la madre con sus hijos, por debajodelcual está el estadooriginario de promiscuidadabsolutao sin limita-ción alguna, casi sólo nominalmentediferenciablede la horda en queya se admiteuna separaciónpor gruposde edad.La limitación de ma-trimonios entrehermanos,típica de la familia punatúa,en tina socie-dadque todavíano disponede criterios para decidir entreverdaderoshermanosy primos, padresy tíos,hijos y sobrinos,se traducecasuis-ticamentepor la prohibición de relacionessexualesante todo entrehijos e hijas de la misma madre,luego entrelos de las hermanas,des-pués incluso entreharmanosy hermanascolateralesde cuartoy qun,-

to grado. Tal prohibición, al actuarsobreuna sociedaddividida porgrupos de edaden abuelos-abuelas,sus hijos e hijas que son los pa-

53 CuNow, 1929: 29 y 26 ss.54 Ibid., p. 29.55 CuNow, 1929: 34.56 Cunow, 1929: 38 ss.* La corrección de Cuwow a MORCAN, aunqueescasamenteimportantepara

la teoríageneral del parentesco,lo es en alto gradopara fijar la antigUedad y~posición del sistemaquechuaen la línea evolutiva de los diversossistemas.

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dresy madres,los hijos ehijas de éstos,hubo de fraccionara su vezcadauno de estosniveles de edaden gruposconsanguíneosde paren-tesco,entrelos cualesno se reconocenexo de hermandady cabe,portanto, la relación matrimonialde todos los varonesde uno con todaslas mujeresdel otro dentro del mismonivel generacional.Así.

«todos los hermanoscarnalesy colateralesde mi padre son, con éste,los maridos de mi madrey, como no se puedecomprobarcon certezaquién es el verdaderopadre, todos aquéllos se considerancomo mispadres»~.

Y de parecidomodo las hermanasde mi madre son mis madres,porcuanto son las mujeresde mis posibles padres;cuantoshijos nacende tal relación múltiple habréde considerarloshermanosy hermanasmíos; aúnmás,por hijos míoshabréde tenera los de esosmis herma-nos, ya que éstosy yo tenemosrelacionessexualesen común conlasmismasmujeres.Pero no consideraréhijos míos a los de esasherma-nas, puesla relación sexualcon ellas estáprohibida.Y por la mismaprohibición, ni las hermanasde mi padrepuedensermi madre,ni pa-dre mio el hermanode mi madre;ellos seránmis tíos; y sus hijos, pri-mos míos.

Tal es,segúnMorgan, la lógica rigurosadel sistemairoqués,en lacual él sólo apreciaalguna inconsecuencia,comola de llamar «abuela»a la hermanadel abuelo y «abuelo>,al hermanode la abuela.Cunowcorrigeen estoa Morgan y pruebaincontrovertiblementeque, a conse-cuenciade los matrimonioscruzadosentredos gruposde parentesco,al cabo de algunasgeneraciones—tras la cuarta unión— resultaráque, respectode determinadoego-varón><‘su abuelopor la línea pater-na es uno de los hermanosde su madre’>~.

Más extrañainconsecuenciasuponeMorganencontraren los siste-mas tamil y peruanocuandoun ego-varónllama «hijos’> e «hijas»a losde sus primas, mientrasque a los de los primos los considerasólocomo sobrinos.Pero tambiénen este punto Cunow pruebala estrictalógica de tal detalle, como consecuenciade los matrimonioscruzadosrepetidosentrelos dos mismosgruposde parentesco:

«mis primas son al mismo tiempo mis mujeres,y mis primos son losmaridosde mis hermanas»%

Tal resultado—y ello es muy de notarpara establecercómo se llegóal sistemaquechua—no se habíaproducido aúnen la etapade la fa-milia iroquesa,porque

~7CuNow, 1929: 33.58 CUNow, 1929: 35.~ Cu~¿ow, 1929: 38.

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“los grupos punalúasaún no se habíanconstituidoen una cOmtlfli(iadestrechade familia, y en consecuencia,las unionesmatrimoniales«mm-etalesgrupos no se habíangeneralizado»‘e~

Y quedaya sólo por explicar la peculiaridaddel sistemaquechua—no existenteni en el iroquésni en el tamil— de estableceruna dife-rencia entrelos hijos e hijas de caca y de ypa, rasgoya no clasificato-rio, sino descriptivo,comolo es tambiénla diferenciaciónentreherma-nos y hermanascarnales,próximos y remotos.PiensaCunow que talpeculiaridades consecuenciade la «libertad de casarsedentro de otrogrupo de parientesconsanguíneos»,puesde ella

«se deduceque el hijo del tío no es siempreel hijo de la tía; ya que eltío —hermanode la madre— puedehabersecasadoen un grupo dife-renteal de la tía, que es la hermanadel padre»63

No estamosante ninguna novedad lógica del sistemade parentesco,sino sólo anteunatransformaciónde la estructurasocial, no limitadaya al intercambiomatrimonialmutuo entresólo dos gruposde paren-tesco;así como anteunatransformaciónliberalizadora,quesuavizalasexigenciasdel vínculo matrimonial. El caráctermeramentefacultativode tal comportamiento,así como la resistenciaal cambio de las deno-minacionesde parentesco,explicarían a su vez que en estepunto sefluctúe y unasvecesseadopteparalos hijos e hijas, tanto de los hijoscomo de las hijas del Cacao de la Ypa, la denominaciónacordecon lanueva situación—todos ellos son hijos o hijas del hijo o la hija delCacao la Ypa—, mientras otras veces se conservala denominaciónantiguaconsiderandoa los hijos o hijas del hijo de la Ypa o del Cacacomo sobrinos,y a los de la hija como hijos. Adelantamosquede aquíva a partir nuestrareflexión crítica sobre la teoría de Cunow.

En lo anterior,ademásde esclarecérsenosel carácterclasificatoriodel sistemaquechuay la incorporacióna él de datosmuy precisamen-te determinadosque no lo son y la lógica internade su estructuraylas motivacionesde sus denominacionesmás llamativas,se nos lo hainsertadoen un procesoevolutivo capazde permitirnosvislumbrarlasetapaspreviasque lo hacenposibley aun de inferir algunasprecisio-nesrespectoa su antigUedad.Esta,por cierto, no podíapor menosderemontarnosmás allá del dominio inca, pues al elegir la lengua que-chuapara fijar el sistemade parentescosu ascendenciapreincaica seacepta como un presupuestode investigación.Mas la antigUedadnoaparececomo excesiva,dadoel análisis comparativoy el carácterbas-tanteevolucionadodel sistema;en otra obra,y desdeotrasperspecti-vas, Cunow, influido por el materialismohistórico al intentardar una

‘~ CUNoW, 1929: 38.6’ CuNow, 1929: 41 ss.

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explicaciónmeramenteeconómicade las sucesivasformasde familia,sostuvoque la filiación maternao uterinasólo se establecióen unaépo-ca «tardía»,con la apariciónde la agricultura; y, claro es> el sistemaquechuapatrilineal aún es posterior,

Mas vengamosya a una consideracióncrítica de los presupuestossobrequemonta Cunow su teoría. En Morgan,el hechoindudable,porél sacadoa plena luz —en los cronistasde Indias estabaapuntado—,de existir un sistema de parentescoclasificatorio en muchospueblosprimitivos, sehabíaya mixtificado consu interpretaciónen función deuna teoría evolucionista,muy precisamentedeterminada,como hemosvisto. Cunow, que parte de él, afina y rectifica algunospuntos, perosigue dentro del mismo espíritu. Se trata,no tanto —auncuandoestotambién—de advertir cómo cadapueblo vive el hechodel parentescoy estructurala convivenciafamiliar, o de si del estudiocomparativode muchoscabedestacarconstanciasquedeberántomarsecomo cons-titutivos esencialesdel parentescoy la familia; sino de esclarecerelcasode un pueblopor el de otros aunsin elevarseal plano generaldela teoría antesapuntada>e incluso de ordenarlosgenéticamenteen laHistoria aun sin recurrir a la historia, guiadospor la presuncióndeque el orden más razonablehabrá de ser el efectivamentehistórico.Aun tratándosede pueblosprimitivos, cuyo desarrollomentalpodrá,por otra parte,cuestionarsecuandoasí convengaal tocarotros proble-mas, en el presentese les exige una racionalidadtan acrisoladacomola del especialistaquehoy los estudiay con sumo esfuerzoconsigueracionalizaciones,tan abstrusasa vecesque auna personasinteligen-tes,ademásde cultaspero extrañasala especialidad,les costaráenten-der. Creemoshaberdado con la palabraclave; se pretendepasarporhechoslo que es una racionalizaciónde ellos, es decir, no unasdirec-trices racionalesconforme a las cualespodemosfundadamentesupo-ner que ellos se produjeron,sino explicacioneso aun justificacionesque el investigadorsobreponeparasatisfacersu necesidadde mejorentenderlos,y que como tales seránplenamenteaceptables,pero nocuandose las transmutaal considerarlasciertamentecumplidasen larealidady operantesen el devenirhistórico.

Estamosaludiendo a un riesgo en que sin duda puede sucumbircon frecuenciala objetividad de la investigaciónetnológica,dadala na-turalezade ésta; mas no quiero ni puedoentrarpor un camino queme es extraño y debo dejara la exploraciónde sus especialistas,Nose trata de elevarnosa discusionesgeneralessobrelas exigenciasy losriesgos de la investigaciónetnológica, sino justamentede apreciar loque hay de aceptabley tambiénde dudosoo no bien fundado en unadeterminadateoría sobremuy precisamateria,y aun añadamosquesobresu precisaversión dadapor determinadosautores En el temaquenos ocupapareceobvio que,antesde buscarexplicacionesde los

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5lsLemasde parentescoen su consideracióncomparativa—y por taifloextrínsecaa cada uno de ellos— precisamentecuandonada o poco sesabesobre susmutuasrelacionesextrínsecaso históricas,serialógicoagotar las posibilidades de explicación por consideracionesintrínse-cas. También que, siendo la familia como unidad elementalde convi-venciaanterior sin duda a suconsideracióncomo grupo de parentesco,ya que estableceréstesuponedificultades,no sólo presumiblesteórica-mente, sino históricamentecomprobadasy admitidaspor todos losautores—de ahí la variedadde los «sistemasde parentesco’>—,inten-temosen cadacasoexplicar éstosapartir del hechoprevio de la con-vivencia familiar. Otro motivo paraanteponerla consideraciónintrín-secaa la comparativaes el presupuestoindudablede quecada pueblopudo alcanzarcon su propio esfuerzoun determinadogrado de racio-nalizaciónde la previa convivencia familiar, a partir, además,de con-sideracionespeculiares,y conformarsecon él en la medidaque satis-facía sus necesidadesprácticas.

Puesbien, el sistema de parentescoquechuase explica, tanto encuanto a su carácterfundamentalmenteclasificatorio como en cuantoa sus injertos descriptivos,como expresiónde una convivencia fami-liar estrechay extendida—es decir, por grupos amplios querebasanlos límites de la familia nuclear—,en el seno de una sociedadorgani-zadasegúnel patrón patrilineal y con un tipo de residenciapatrilocal.Es, sin embargo,suficientementecomprensivopara acogeren su senorasgos matrilinealesque,por su subordinacióna los anteriores,pare-cen respondera un estadiomás antiguo ya superado;y paraencajarel desajusteentreel sistemade parentescoque nos describey el nocoincidenteagrupamientode convivenciaen que se origina. No espre-ciso derivarlo de una etapaanterior estructuradasegún el modelo dela familia punaltia, ni menos de una originaria promiscuidadsexual;asu tiempo lo veremos.

Adelantemosantesla posibilidad de iniciar la consideracióncríticaa partir de las justificacionesdadaspor Cunowa las peculiaresposi-ciones atribuidasen el sistemaquechuaal Cacay a la Ypa, así comoa los hijos/hijas de sus hijos o de sus hijas. Lasya apuntadasjustifi-caciones,por partir últimamentedel presupuestomatrimoniopor gru-pos o punalúa, se reducenen realidada inferenciasbiológicas sobrerelacionessexualessólo limitadas por los condicionamientosque he-mos visto. El parentescoresultanteserá,pues,casi puramentebiológi-co, y ello por sí sólo debierabastarpara hacersospechosatal teoría~,

cuando,como hoy comúnmenteseadmite, las categoríasparentaleses-tán ** cargadasde adherenciassocioculturalestanto más ricas y deci-

* Ver apéndice,E).** «Parental»,según el Diccionario, es lo pertenecientea los padreso a los

parientes; el contexto decidirá el sentido que, por lo demás, en esteestudio

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sivas para la vida del individuo cuanto menoselevadoqulturalmentees el pueblo de que se trata62,

Bastaráintroducir la necesidadsocial queun grupoétnico tiene deautodefinirseo delimitarse con rigor frente a los demás,para que elpunto más difícil del problema consideradose esclarezca,Y nóteseque esta necesidadde delimitación es más fuerte en los pueblos pri-mitivos, que sientenprofundamentelo que Radcliffe-Brown ha llama-do principio de la «unidad del linaje’> ~> Sólo porque los hijos/hijasde la hija del Caca(y no los del hijo) guardancon el ego-varónquehastaestemomentoestamosconsiderandola relación de Churi/usuri,los linajes del padre y del Cacaquedannetamenteacotados;si tratá-ramos de comunicaresarelación por la línea del hijo del Caca,comoa primeravista pudieraparecermáslógico, resultaríaquelos doslina-jes se confundirían o fusionarían,porquelos Chúri/usuri del hijo delCacalo seríana la vez del hijo del padre.

En el e~quemaIV (p. 213) apreciaremoscon claridad lo quedeci-mos. Si, en vez de situarnoscon exclusivismoen la perspectivapropiade un ego hijo del padreconsiderado,advertirnosque en la realidadsocial existen junto a él otros egoy otros linajes, nos veremosaboca-dos a tomar en consideraciónlas diversasperspectivasde esos ego;en particular de los enclavadosen las lineas de descendenciadirectadel Caca, de la hermanade la madre, del hermanodel padre, de laYpa. Ahora bien, las perspectivasdel ego situado en la línea directadel hermanodel padrey la del situadoen la de la hermanade la ma-dre, en nada difieren de la del ego consideradopor lo que se refierea denominacionesparentalescon las personasya implicadasen el gru-po de parentescoanterior; sólo diferirán por introducir nuevosmiem-bros o personas totalmente extrañas,no pertinentes,por tanto, alproblema quenos ocupa.Si es norma general en etnologíaque a loshermanosse les considerecomo un ego colectivo si lo son en el sen-tido más estricto—por ello en los esquemasseconsignauno solo, re-presentativode todos—, cuandolo son en el sentidoamplio utilizadopor el quechuaal denominarasí a los hijos dela hermana,de la madreo del hermanodel padre, el cambio sólo se referirá a los miembrosnuevos —x en el esquemaIV— que por vinculados con él introduceel nuevo ego. Sólo el ego en la línea de descendenciadirecta a partirdel Caca,o el otro ego que lo estáen la de la Ypa, interferiráncon elya consideradoen su visión distinta y determinacióndel parentescorespectode algunos elementosimplicados en el grupo anterior: enconcreto,respectodel «Caca»—quepasaa ser Yaya en la perspectiva

siemprehacereferenciaa parentelay parientes.Por eso nos resistimosa utili-zar el neologismo«parentelar»,innecesario.

62 Ver BCATnE, 1979: 127-131,63 BEArrIE, 1979: 141.

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del ego hijo suyo—, la anterior «mamá»pasaa ser «Ypa»; respectode la ccYpa~ —que pasaa ser mama en la perspectivadel ego hijosuyo—, el anterior «Yaya’> pasaa ser Caca,Los elementosextrañosquese incorporaránen cadacasoa los nuevosgruposparentalescon-siderados,no habrápor qué tenerlosen cuenta;atañentesal problemaconsiderado—repetimos—solamentelo son los datos de que si elCacaes consideradocomo Yaya, entoncesla mamápasaa Ypa, o elde quesi la Ypa es consideradacomo mamáentoncesel Yaya pasaaCaca.Estosdos casos,sin duda,son distintos; pero el mismoesquemaserviráparalos dos —como constaen el esquemaIV—, por aplicarselas mismasdenominacionesa los hijos/hijas de los hijos o de las hijasen el caso de la Ypa y en el caso del Caca.Las razonesbásicasqueregulantal distribución de las relacionesde parentesco,formalesauncuandoa la vez encubrenun contenidomuy rico que no lo es, son es-tas dos: a) nadapuede contravenir al dato fundamentalde que loshijos del varónsonsus Churi/ususi;b) en ningún casopuedeaceptarseque quienesquedanincluidos en un grupo parental,como sus Churi/ususi, a la vez hayande pertenecera otro grupo paralelodistinto bajoesa misma consideración.

Notablevalor tiene el que,no obstante,permanezcaun nexo de di-versadenominaciónentrelos gruposparentalesavistadospor los tresdiversosegos que hemos considerado: el vinculado al Yaya, el quelo estácon el Cacay el de la Ypa. Si quienesparauno de los ego-varónde los dos últimos grupos son Churi/ususi,a la vez son Cari/huarniihuahuapara el ego-mujerdel primer grupo, ello quieredecir que ladescendenciafemeninade determinadoYaya quedavinculadacon unnexo fuerte al grupo maternodel Caca; estedetalle estaremostenta-dos a interpretarlo comounacierta reintegracióna la parentelade lamadre,resto,por tanto,de un sistemade parentescomatrilineal; sobretodo si a la vez advertimosla purezacon que la ascendenciamatrili-neal apareceen el caso de los hijos de la hija de la hermanade lamadre, que son para el ego-femeninotambién Cari/huarmi huahua.Pero si bien tal interpretaciónpareceacertaral considerarel antece-dentematrilineal como inspiradorde esaspeculiaresdenominaciones,no sirve como integral explicación del hecho; porque desatiendeeldatode que tambiénconlos hijos del hijo de la Ypa se vincula el ego-femeninodel mismo estrechomodo. Más acertado—aun cuandoim-preciso,por su mismo carácter—parecever en todo esto un doblemovimiento antitéticoy tensionalque, si por unaparte tiende en unprimer momento a distanciaral elementofemeninodel grupo paren-tal en que se origina, preparandoasí su pasoa otro con el matrimo-nio, por otra partey en un segundomomentotrata de recuperarloyreincorporárseloen la misma medida en queeseotro grupo se resistea integrarlo plenamenteen su seno; así se comprendemejor que los

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hijos de la hija —no del hijo— del Cacao de la Ypa seanaceptadoscomo Churi/ususi por el ego-varóndel grupo originario del Yaya-

Que tras todo estohayaconnotacionessexualesse advertiráal ha-cernos cargo de sus secuenciasen materiamatrimonial; pero seransólo connotacionesy no rasgodecisivo, y, menos>exclusivo. Ademáshabrá quedadosuperadala necesidad,supuestapor Cunow, de recu-rrir al antecedentede la familia tipo punalúaparaexplicar estaspecu-liaridadesdel parentescoquechua.Restapor ver si esa necesidadre-aparece,no obstante,al explicarrasgosaúnno tenidosen cuenta.

C) Mas nos va a serde utilidad insistir todavía en otro aspectodel punto estudiado,capazde adentramosaún más en el espíritu delsistema quechua.Hemos recurrido en cierto momento del anteriordiscurso a la necesidadque todo grupo de parentescotiene de auto-delimitarseo definirse con rigor frente a los otros, aun cuandosólosea por cierto instinto de conservaciónpropio de estadiosculturalesen queel grupo de parentescolo es casi todo parael individuo, al noexistir formas de sociabilidadcapacesde prestarsusservicios, El prin-cipio de ‘<unidad de linaje»propuestopor Radcliffe-Brownpuedeinter-pretarsecomo su expansióno como susecuencia;por necesitarlo,tanprofundamentese siente el individuo vinculado a su grupo, que seidentifica con él y asume la representaciónde todo el grupo en susrelacionescon otros> a la vez que aceptaver en los demásmiembrosde su propio grupo también la encarnaciónen cierto modo del grupo.Beattie exponesucintamentela explicaciónquesobretal basecabedarde la posición de los «primoscruzados”en sistemasde parentescoprx-rnitivos, así como de que en el sistemapatrilineal Omahaseallamada«madre» la hija del hermanode la verdaderamadre, y aun al hijodel hermanode ésta se lo llame «madremacho”,pesea pertenecerala mismageneraciónqueel ego y hastapoderser de menor edad‘t Sien vez de una sociedadpatrilineal tenemosotra matrilineal, conside-racionesparalelasllevarán al sistemaCrow, en el cual el ego seiden-tifica con el linaje de la madrey, en consecuencia,considerará«hijo»suyo al hijo del hermanode la madree incluso al del hermanode lamadrede la madre.Estamosen un punto relacionadoconlos ya expli-cados; el sistema quechua,que asumeelementosmatrilineales juntocon otros patrilineales, adoptaráuna solución que podríamosllamarpluralismo perspectivista,inspirada en el principio de asumir y con-jugar las diversasperspectivasde una pluralidad de egos.

No se trata de que el sistemaquechuapuedaexponersey analizarsea partir del llamado por Goodenough«enfoquedel ego»; cualquiersis-tema de parentescolo admite. Sino que el quechuaasumeeseenfoque

64 Bnxrnn, 1979: 153 55.

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como una directriz que influye efectivay eficazmenteen su propia es-tructuración; no se trata de un simple método expositivo, sino, si aca-so, de una técnica constructiva y, mejor, de un principio que se unesubsidiariamenteal de la descendenciade un antepasadocomún paradeterminarel grupo de parentesco.Cuandosólo metodológicamenteseutiliza el «ego como foco», cualquier ego del grupo puedeasumir eserol y las personasque en torno a él se agrupanconstituyen sólo unconjuntofamiliar que no tiene por quéserun linaje; perocuandounsistema de parentescose lo incorpora constructivamenteen el des-arrollo o distinción de un linaje —cosa que sólo puedehacerun sis-tema no cognaticio—, la focalizaciónen torno al antepasado,propiode todo linaje basadoen la filiación con éste, se sirve de la focaliza-ción en torno al ego —que no será uno cualquiera—para a ciertonivel constituir categoríasde parientesque se integrancon las demásformando el grupo de parentescoo el total linaje. Fox suponequeestafusión de los dos enfoquesse realizade modo que,hablandocon rigor,«no coexisten’>, sino «que el grupo centradoen torno al ego absorbea los gruposunilineales del ego»~‘; sin dudaasí senospresentancuan-do consideramosel sistemade parentescoya constituido.Pero tal con-sideraciónencubreel hechorelevantede que aquél pudo influir ya enla génesismisma del sistemamatizando,en algunasde sus derivacio-nes, las secuenciasdel agrupamientopor filiación a partir del ances-tro; la fusiótí se da en el efecto o resultadofinal conjunto. De todosmodos,

«los conjuntos familiarespuedencoexistir y de hechocoexistenfácil-mentecon los grupos de filiación unilineal» 66,

Veamoscómo estoocurre en el sistemaquechua.Ya la aceptaciónconjuntade la distinta terminologíausadapor el ego-varóno por elego-mujer puedeconsiderarsecomo una focalizaciónen torno al ego,porque se tratade algo más queun cambio de terminología,segúnyavimos. Pero más importante es que en los casosdel cacay de la ypase tome aéstos como centro de referenciaal denominara sus respec-tivos hijos e hijas. También los hijos/hijas de estos sus hijos/hijasadmiten denominacionesdescriptivasque se mantienendentro de ta-les perspectivas,es decir, en que la referenciadirecta al ego quedasus-tituida por la referenciarespectivamenteal cacao a la ypa: «capacachuripa churin/ususi»,«hipapahuahuanpaChurin/ususi».Las denomi-nacionesconcurrentes con ellas, ya conocidasy valoradas—Churi/ususi, los hijos de las hijas; cari/huarmi concha,los de los hijos, res-pecto de un ego-varón—,son consideradaspor Cunow como restos

65 Fox> 1979: 156.66 Fox, 1979: 155.

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del sistema antiguo; tal vez por no descriptivaso por suponer ungrado mayor de integraciónen el grupo. Perocabríadiscutir tal apre-ciación, al advertir que suponenel avancelógico de superar la refe-rencia directa al cacao a la ypa —heterogénearespectode los otroselementosdel sistema— poniendo en su lugar la referencia a otrosegos situadosrespectivamenteen la línea de descendenciadirecta delcaca o de la ypa, coordinables con el ego originario de la línea delyaya.

El principio del pluralismo perspectivista,quede todosmodostanútil apareceparaexplicar el sistemade parentescoquechua,sin dudaes un principio subsidiariopuestoal serviciodel más radical y origi-nario de la «unidadde linaje», precisamentecuandoésteentraen cri-sis con la segmentaciónmúltiple del grupo originario; permite distin-guir y a la vez conjuntar,afirmar la peculiaridadde cada grupoy a lavez vincularlos entre sí, sobretodo si tenemosen cuentaque los gru-pos del caca y de la ypa habíande estarintegradosdentro de la mis-ma etnia que el del yaya:

«no les era licito casarselos de una provincia con otra, ni los de unpueblo en otro, sino todos en sus pueblos y dentro en su parentela(como las tribus de Israel) por no confundirlos linajes y nacionesmez-clándoseunos con otros; reservabanlas hermanas,y todos los de unpueblo se teníanpor parientes(a semejanzade las abejasde una col-mena) y aun los de una provincia,como fuesende una nación y de unalengua»67

La referenciaa los sistemasOmahay Crow no ha sido aclaratoriao erudita.Lounsbury,reparandoen los usosde la denominación«caca»—que hemos recogido en el esquemaII entre corchetes—,así comoen la extensión,a veces,del término «mama»a la hija del hermanode la madre, consideraaseguradala transmisiónpatrilineal de la pri-meray recogidoen el sistemaquechuael rasgosegundo,tancaracte-rístico del tipo omaha~>. Pero, por otra parte, la disparidadentre elestatutopropio del «caca»y el de la «ypa»apuntaa un diverso trata-miento en el caso de ésta,claramenteclasificablecomo de tipo crowpor la extensióna la hermanadel marido de cualquiermujer —y, portanto, también a la hija de la «hermanadel padre»—de la denomina-ción «ypa’>, propia de estaúltima; segúnlo exigéel tipo crow, la trans-misión matrilineal del estatuto de «ypa» está con lo anterior asegura-do, y también la equivalenciaentre el marido de un ego-mujer y elhijo de la hermanade su padre ya clasificada como ypa.

Esto último, por otra parte, introduce en el sistema,como direc-triz fundamental, la prescripcióno recurso habitual —no sólo potes-

67 GarcilasoDE LA VEGA, 1966: 128.64 LouNsnuav, 1978: 992 y 994 ss.

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tativo— al mtarimonio matrilineal entreprimos cruzados;es decir, desuerteque el primo varón procedade la línea de la ypa. La variantepatrilineal del mtarimonio entre primos cruzados—o sea, la otra enque el primo varón procedierade la líneadel caca—piensaLounsburyque no está exigida por ninguno de los datos del sistema quechua,sino más bienexcluidapor no atribuirseal marido de la hermanadelpadre la misma consideracióno clasificación—caca— que al herma-no de la madreo al padre de la esposa;para un yo-varón aquélserá‘<concha» o «qatay’>, mientraspara un yo-mujer será«khiwachi>’. lomismo queel padredel esposo.El sistemaquechuaes,pues —segunLounsbury— asimétrico; pero de todos modos mezclarasgosde tipoomahacon otros de tipo crow, por lo que cae dentro del más comple-jo sistema «apinayé>’; a su tiempo desarrollaremosy valoraremosestateoría.

Estamosya refiriéndonosa enlacesmatrimoniales,cuyaconsidera-ción sistemáticaaún no hemosabordado;interrumpimos,pues,el dis-curso para volver sobre los aspectosclasificatorios, tan notablesenel caso del «caca».

Tienen el particular interés de permitirnosvislumbrar lo que elhombre quechuavela al realizar un corte transversalen el grupo deparentesco,situándose,por tanto, en la perspectivade la filiación; lasdenominacionesatribuidas a la descendenciadirecta de abuelosa pa-drese hijos, precisamentepor matizary distinguir entregeneraciones,son menos ilustrativas en tal aspecto.Pero «caca» es denominaciónqueenlazacuatrogeneracionessucesivasy así nos permite,al parecer,advertir el modo de su transmisión,que ya dijimos ser patrilineal;observémosloen el esquemay (p. 217),síntesisde todos los usosregis-trados del término.

Estamos sin duda ateniéndonosal parecer de Lounsbury, cuyosvaloresnos muevena plantearnosel problema,pero en el cual haypuntos no bien establecidos;uno de ellos, la supuestatransmisiónpa-trilineal del estatutode «caca’>. Por atribuirsetal denominaciónprin-cipalmenteal hermanode la esposa,que desdela perspectivadel hijoes naturalmenteel hermanode la madre,mal se dirá que la heredano reciben por «transmisiónpatrilineal» los ascendientesdel caca aquienes se comunicala denominación;no hay respectode ellos taltransmisión, sino que de golpe —valga la expresión—,en cierto mo-mento señaladopor el matrimonio dela hermana,el «caca»obtienetalconsideracióny su padre,e incluso su abuelo,participanderivadamen-te de ella, por algún tipo de analogíaquenadatiene quever con unatransmisiónpor herencia. Y ello es a su vez pruebasuficienteparasospecharque tampocola sucesivaadscripcióndel hijo del cacaa estamisma consideracióndebeinterpretarsecomo transmisiónpor vía he-

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reditaria, sino en virtud de los mismos motivos quedetrminanla delos ascendientes,o porque,a su vez, el hijo merecela consideraciónde cacapor méritos propios en virtud del juego de los enlacesmatri-moniales.Insistir, por otra parte,en el carácterpatrilineal cuandosetratade unacategoríapropia devarones,seríaun círculo vicioso o unapetición de principio, Por eso,cualesquieraqueseanlas justificacionesdadasde los diversosusos del caca, englobadasen una teoría de losenlacesmatrimoniales,no debenolvidarselas posibilidadesque se de-rivan del carácterclasificatoriodel término y del ahondamientoen elconceptopor él tipificado.

¿Qué tienen de común todos los diversos sujetos denominados«caca’> y cómo pudo surgir la ocurrenciade unificarlos conceptual-mente?Observemosque,mientraslas otrasdenominacionesdel siste-ma quechua—padre,madre, hijo, hermano,esposo,en sus variasco-rrespondencias—establecenrelaciones estrictamente bipersonales,<‘ypa” y «caca»expresanotras en que intervienen tres términos auncuandouno de ellos sólo indirectamente;la mujer quecomo madreo como esposaestá referenciadapor el «caca» en cualquierade sususos, connotaal hijo por su consideraciónde «madre»o al marido.por su consideraciónde «esposa~>.De las cuatroposicionesoriginariasde la mujer en el grupo de parentesco—hija, hermana,esposa,ma-dre—, se tomanlas dos últimas por privativas de ella y se las relacio-na con los hombresdel grupo situadosen las líneasa quepertenecenlas otrasdos posiciones,En realidad,las cuatroposicionesqueel va-rón puedetenerrespectode la mujer son tenidasen cuenta,pero lasdel hijo y del esposoengendranrelacionesespecificasque aquí sólointeresanen cuantoconnotadaspor las respectivasposicionesde «ma-dre’> y «esposa»en que ahora se consideraa la mujer. Puesbien, to-daslas relacionesqueconla mujer así consideradatienenlos hombresde sugrupo implicadosen tal contextoquedanacogidasbajola comúndenominaciónclasificatoria de «caca”. Podrá especificarseo prolon-garsela connotacióngenéricade «esposa»detallandoque lo es de al-guien «hijo de un hombre»,o «hijo del hijo de un hombre»,o «her-manode un hombreo unamujer»,y la relaciónserála misma—comoes natural—auncuandose enriquezcay sehagacomplejoel significa-do de «caca’>; podrántambiénprolongarselas lineas en quese sitúanel «padre»o el «hermano»extendiéndolasrespectivamentea la gene-ración del «padredel padre»y a la del «hijo del hermano’>, puesloscuatro tienenestatutode «caca»respectodel ego quecontemplala si-tuación —no introducido en los esquemaspero definible a partir delcudaro II—. Mas, ¿cómohabríamosde definir el estatuto de «caca»para que convengaa cuantosse les aplica tal denominación?Tal vezsencillamentecomo serhombredel grupo de parentescode la esposa,

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vinculado aella por lazos de comúnfiliación pat rilineal directa—abue-lo, padre, hijo del padre o hermano>hijo del hermano—.Diríamosqueel considerado«caca»en cadacasoasumela representacióninte-gral del grupo de parentescode la madre, conforme al principio de«unidad de linaje’>; «caca» lo es últimamente todo el grupo, y sóloprimordialmentequien ostentaen él su representacióno máxima au-toridad, el “tío» de la esposamáscaracterizado.

En cuanto al estatutode «Ypa”, la perspectivaen que habremosde situarnospara comprenderlodeberáser muy distinta, precisamen-te paraque las directricesinspiradorasdel sistemapermanezcancons-tantes.Ahora no se tratade definir la situaciónde elementosextrañosal grupo que,no obstante,hanentradoen cierta relación conél; sinode contemplar,desdedentro del grupo mismo, la posición de elemen-tos pertenecientesa.él pero a la vez integrados—o apunto de serlo—en otros.La «hermanadel padre»,en unasociedadquecon dificultadconsienteel celibato, es o ha sido o pronto será «esposa»vinculadacomo tal a otro grupo; vinculación aún más obvia en los otros dosusosdel vocablo. El caso, pues,difiere ya en su raíz del «caca»; nocon éste sino con los otrosestatutosde la mujer dentro del grupo sehabría de compararel de la ypa, pues de hecho ella habrá sido «hei-mana»o «prima» paraun ego situadodentro del mismo grupo en lageneracióndel «abuelo».Mas si segúnel conceptola «ypa»se desvincu-la así del «caca”,ello no obstaparaquesus respectivasfuncionesseparezcany aun sean complementarias:ambas contribuyen a acotarcon precisión«un grupo de parentesco>’a la vez que lo relacionanconotros. Reparemosen que respectodel esposode la ypa el hermanode ésta—«yaya’> parael grupo del «ego”— pasaa ser«caca”; se per-fila de estemodo un tercer grupo de parentescojunto a los que secentrabanrespectivamenteen torno al «yaya» y al otro «caca”.En lalista de los ayllus los hay que, con su denominaciónde «lan>’ —tíos—,aportanunaconfirmación parcial de lo anterior

No menossignificativaes la explicaciónquede los usosdel «yaya»cabe dar, sin necesidadde recurrir a subyacentesestadiosanterioresde promiscuidadsexual o de la parcial que está en la basede la fa-milia punalúa.Tendremosunaexplicaciónsuficientesi, en vez de pro-miscuidad sexual en cualquiera de sus más o menos vergonzantesformas, colocamoslo que podríamosllamar promiscuidadde convi-vencia; es decir, la convivenciaíntima o familiar entretodoslos miem-bros de un grupo de parentescoo al menos de un amplio sector deél. La no implicación originaria de referenciassexualesen las palabrascon quese denominaal «padre’> o a la «madre»constapor el datodeser en muchos idiomas —o de admitirseen todos los demás comojerga familiar— voces onomatopéyicasde los sonidosarticuladoscon

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sentidoqueprimeroemite el niño; poco importasi luego a tales denu-minacionesoriginarias,en algún idioma> se les añadenconnotacionesque lo sean.Cuandoel niño quechuarompíaahablardiciendo «yaya»o «mama»pararendir a los seresmásvinculadosa su vida el home-najede dedicarleslas primicias de su«habla»reciénestrenada,lo hacía—claro es,pesea Freud—sin poner en ello talesconnotacionessexua-les. Y <‘yaya» o «mama»habíande serparaél —como para cualquierniño en nuestrosdíasacierto nivel de sudesarrollo—no sólo el padreo la madre sino todos los varoneso las mujeres respectivamentesi-tuadosen el mismo nivel generacionaldel padrey la madre queeranacogidos habitualmenteen la convivenciade la familia *,

Aún mássignificativo queel hechoen si, lo es el detallequellama-ba la atenciónde La Condamine:

«Faltasaberpor qué en todaslas lenguasde América en queseencuen-tran estaspalabrasseha conservadosin confusiónsu significado; porqué casualidaden la lenguaomagua,por ejemplo,en el centro(leí con-tinente,o en otra cualquieraparecida,en que las palabraspapáy mamáse usanno ha sucedidonuncaque papásignifique madre,y mamá,pa-dre, sino que constantementesucedelo contrario,como en las lenguasde Orientey Europa»6%

Apuntaba este autor a una solución inspirada en motivos unguis-ticos, concretamenteen el parentescode las lenguasamericanasconlas euroasiáticas.Mas los obvios inconvenientesde tal sugerencia,quepor probar demasiado—todas las lenguasestaríanconexionadas—nopruebanada, acicatana buscarotra. A mi juicio, esedetallees el mássignificativo indicio de nuestratesis, es decir, de ser el niño quien in-venta tales denominaciones.La observaciónde La Condomineaún noes bastanteaguda; no reparaen que, mientras no hay total acuerdoen la denominacióndel padre —el extendido “papa” en algo difieredel «yaya» quechua,que ademásen otros casosno se aplicará preci-samenteal padre—, «mama»sí puedeconsiderarsecomo coincidenciauniversal, que por ello pareceexigir una explicación metalingtiística.¿Valdrá reparar en la semejanzacon los movimientos de succióndellactante?Valga o no tal hipótesis, pareceseguroque cabereconoceral niño un papel decisivo en la originación de tales denominaciones.

Y de todos modos, lo no justificado es que se puedasin más su-plantar lo que es un hecho—el carácterclasijicatorio de un sistemade parentesco—,por lo que es ya una interpretación, como la quenosda Cunow; mucho menos si la interpretaciónconsisteprecisamenteen negarla tipicidad del hecho,que es lo queocurre cuandose dedu-cen las denominacionesclasificatoriasde estrictasrelacionessexuales,

69 CoNOAMINE, 1926: 48.* Ver apéndice,E)-

fc.

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hastapretenderquea quien se lo «clasifica” como «hermano»o comu“hijo» habráde serlo —al menosprobablemente—en rigurososenti-do biológico. Es decir,que la únicaexplicaciónposibledel parentescoclasificatorio consisteen negarlo; mas ¿no es eso demasiadodecir?...

Aun cuandootras consideracionespodríanañadirseparahacermásplausible una explicación no puramentebiológica, limitándonos a laque hemos apuntado concluimos que el «sistemaclasificatorio» porgrupos de edaden sus líneas generales,se lo inventa el niño —o lamentalidad primitiva, tan próxima a él en su escasosabery en losprocesosmentales—,guiado por su tendenciaa la globalización, quefácilmente incorporará limitaciones o matizaciones derivadas de lahabitual convivencia.Y se comprendeque connaturalmentesiga sien-do el de los adultos en un pueblo que por sus estructurassocialesyeconómicasno ha sentido la necesidadde enriquecerlo,ni menosdecambiarlopor otro de tipo descriptivo.

También se comprendeque seanprecisamentelas prohibicionesen materiade relacionessexualesy matrimoniales,la herencia,las exi-genciasde ciertas regulacionesjurídicas, los motivos que puedenha-cer sentir la necesidado la convenienciade perfeccionarel sistemadeparentesco.

III. PROHIBICIONES MATRIMONIALES Y GRUPOS DE PARENTEScO.

ULTERIomEs PREcISIONES

A) De las exigenciasa que acabamosde referirnos,vamosa con-siderar aquí las vinculadasa la institución matrimonial, aun cuandosólo sea como vía de acesoal problema,atañentea nuestrosfines, decómo un linaje se segmentay los conjuntosfamiliaresse integranengruposde parentesco;a través de éstos,finalmente,advertiremosquése puedesabersobre los gruposde filiación en el sistemade parentes-co quechua.

Paraello nos va a serútil apurary precisarlas secuenciasderiva-das de nuestrasconsideracionesanterioresrespectoal carácterdelsistemade parentescoquechua.Ante todo convendráprecisarsi lasincrustacionesmatrilinealeshalladasen él son sólo eso; es decir, re-siduos de un estadioanterior,quecomo tales no tienenya proyecciónsocial algunaen el momentoconsiderado.No es cuestionableen nues-tro caso que alguna tengan;al menos, la que se ha tipificado como«descendenciacomplementaria»,consistente en unas privilegiadas«buenasrelaciones»de los miembros de un grupo de parentescoconlos parientesde aquél de sus padresque no le transmitela filiaciónal grupo. Hay testimonios,tanto más significativos cuantomenosalta

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era la consideraciónde la esposaen la sociedadinca70; por ejemplo,tina curiosacostumbrede cuya persistencia>incluso en los tiemposdela Conquista,hay constanciapor las «Ordenanzasde Toledo’>:

«En caso de muerte del marido, su mujer regresabacon sus hitos alayllu de dondehabíaprocedido»7’.

No importa demasiadoparanuestrosfines componerestareferen-cia con otras de autoresdiversosen que a primera vista se dice locontrario;en el norte del Perú,segúnlos informes de Diego de Ortegay Cristóbal de Castro>

«la mLijer principal jamás heredaba,antes,por causaque era comprada,siempreestabasujetaa aquel que heredaba,como cosacomprada»72;

en consecuencia,

«muertoelmarido siempreéstaquedabaen la parcialidaddel marido yno volvía a su ayllu por habersido comprada,y estaceremoniaseguar-da el día de hoy en todos los más valles»73.

Cunow,sin reparardemasiadoen las limitacionespropias del textoy considerandomuy lógico que la viuda no pudiera volver a su ayllu,pues «quedabaincorporadacomo propiedadal del marido»~ no ad-vierte la importanciaqueparala teoríadel parentescoy para el estudiode las comunidadesgentilicias tendríael dato de que> no obstante,enalgún otro lugar y en algunascircunstanciasocurriera justamentelocontrario. De todos modos, aun en el caso recogido por Cunow, nodeja de ser interesanteque la mujer nunca quedevinculadaal aylludel marido como miembro; por eso precisamente«jamásheredaba»>ni aun cuandopara transmitir la herenciaa los hijos menoresrecibe«la hacienda»del marido difunto, segúnSantillán. Está claro, de to-dos modos, que existía un parentescocomplementarioen el linaje dela madre.

Pero ¿nosquedaremosahí, en sólo un eventual recurso,para casosexcepcionales,al vínculo de afinidad con el grupo de parentescodela madre?,¿no deberemosafirmar incluso la «doble filiación», es de-

70 BAUDIN, 1955: 234 Ss,“ UnLa, 1909: 15.72 CUNow, 1929: 81.73 CuNow, 1929. Cita tomada por CuNow de CAsTRo, Cristóbal de, y ORTEGA

Moanjón, Diego, Relacióny declaracióndel modo que estevalle de Cincha y suscomarcasse gobernabanantes que ovieseingas y despuésque los uvo..., enColecciónde DocumentosInéditos para la Historia de España,tomo 51, pp. 217y 213. Reeditadoen Studlen zur Kulturkurse, vol. III, Stuttgart,1936.

74 CuNoW, 1929: 81 ss.

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cii-, que, si bien la pertenenciaal grupo se transmitepor la línea delpadre,se reconoceuna filiación por la línea de la madre?Así parece;tal como el sistemaha quedadoexpuestosiguiendoa Cunow, la filia-ción por línea maternaclaramentese recogeen él y aun pareceatri-buirselerango preferentecuando del elementofemenino incluido enun grupo se trata; pero ¿estamostambiénaquíanteun residuode an-terioresestructuras?,¿tienesentidoy posiblesderivacionessocialeslanominal referenciaa una filiación establecidapor línea uterina enuna sociedaden que sólo existen grupospatrilineales?Si la proyec-ción social importa, ¿noseríaobligadoexigir la vinculación,no tantoa un inexistentegrupo matrilineal, cuantoal patrilineal de la madre?,pero ¿habríamossuperadoasí el plano de la mera«descendenciacom-plementaria?’>Tal vez las anteriorespreguntas,que así formuladasdesdeuna perspectivapuramenteteórica nos abrena una problemá-tica complejay aun tal vez contradictoria,en la prácticase resuelvencon relativa sencillez,advirtiendoqueen la realidadhistóricalos con-ceptos de suyo excluyentes,cuando se toman en toda su pureza, seconcilian gracias a la escasapropiedadcon que se realizan; huir dedar nombresprefabricadosy conformarnosen el caso presenteconapreciarsi, así como la filiación al grupo de parentescola transmiteél yaya, también la línea maternatransmitealgo y por ello alcanzaprioridad en algún respecto.Bien mereceser investigado.

Ya hemosadelantadolos rasgosomahay crow queLounsburypre-tendeacotaren el sistemaquechua,cuya combinaciónle impulsanaencuadrarlodentro del tipo apinayé.Así pretendeeste autor conciliarlas secuenciascontradictoriasa que abocaríanlos dos principios declasificaciónopuestos,el omahay el crow, ejemplificadasmedianteladiversaconsideraciónque cadauno de ellos daríade la hija del cacay de la ypa: para un ego-varón,aquélla habría de ser consideradacomo «madre’> según el principio omaha,pero como «hija» según elcrow; la segunda,«prima hermana»clasificatoriaen el modeloomaha,y «tía paterna’> en el crow. Hay que evitar tal contradicción,o biennegandoal sistema quechuala consideraciónde tal por ser sólo un«conglomerado’>de dos, usados,por ejemplo, disyuntivamenteen re-giones diversasdel territorio inca, o bien aplicadosen un mismoám-bito, pero en situacioneso parafines distintos;o bien, en tercer lugary como ocurre con los sistemasde «filiación paralela»,ejemplificablespor el apinayé,unificados auténticamenteen un solo sistemaporquecadauno de los principios clasificatoriosopuestosse aplica a «domi-nios referencialesrestringidos»‘~.

Aun cuandola segundasoluciónpermiteuna interpretaciónacep-table de algunosmaterialesincas,y por tanto se podrá recurrir a ella

7~ LounsniiaY, 1978: 996.

-rr

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en ciertos casos,el autor adoptaJa tercera;mas tal opción> así comoel carácterasimétrico del sistemaque —como ya vimos— prescribeel matrimonio matrilateralentreprimos cruzados,obligan aestableceruna división en <‘secciones’>, linajes o grupos de parentesco,para elintercambio de esposas:«un grupo no puededar mujeresa otro delque haya tomado ‘hembras>’>, como dice Fox 16, sino que el grupo A>por ejemplo,se la da al E, ésteal C, etc.> y por fin seráel último quiense las proporcioneal A, cerrándosey reiniciándoseasí el ciclo; sóloasí perduraráel carácterasimétricodel sistemay el grupo de paren-tesco de la madreproporcionarásiemprela mujer en el matrimonioentreprimos cruzados,que por ello se llama matrilateral.

Estamosincorporandolas explicacionesoportunaspara que la ex-posición de Lounsburyseaplenamenteaccesible,y convienequeantesde proseguir su desarrolloañadamosalgimas consideraciones.Antetodo, la advertenciade la mutua ayudaque puedenprestarseel estu-dio de la organizaciónen ayllus típica de la sociedadinca y la fijaciónde seccionesexigida por su sistemade parentescosegúnla apuntadateoría. Sin duda, la división en seccionespuede hacersea múltiplesniveles —de clan, de linaje, de fratría—, ninguno de los cuales,porotra parte, tendríapor qué coincidir con la segmentaciónen ayllus;pero de todosmodoséstoshabríande coordenarseentresí al serunodador de mujeresrespectode otro, por parecermenos probablequedentro del mismo ayllu existierauna compleja estructurade subgru-pos. Ahora bien, auncuandodependeráde circunstanciassociales,eco-nómicasy culturalesdiversasla valoración de si es mejor dar espo-sas y así conservarla superioridadpropia del acreedor,o recibirlascomo un preciado tributo del inferior, siempreocurrirá que se esta-blecerá cierta jerarquizaciónentre dadoresy receptoresde esposas;tanto más complejacuantomáslargo es el ciclo y másimposiblerom-perlo en determinadacoyuntura.Hay textosen los que constala pres-tación demujerespor gruposétnicosvencidosa los vencedores;apartelos muchos referentesal reparto de mujeresque los Incas hacían,entresus soldadosmás destacados,despuésde unavictoria, destaque-mos éstede F. Santillán:

«Como un señor dellos subjetabauna provincia o valle, los naturalesle hacíanluego casay le señalabanchácarase indios parabeneficiarlas,y les dabanmujeresen señalde vasallaje y subjeción77.

Peronadatiene quever con lo aquí tratado,a no ser en cuanto nosaclara la valoración que a aquellasgdntesmerecíala prestacióndemujeres;por otra parte,las que tal procedenciateníanno alcanzaban

76 Fox, 1979: 193.77 S~nrnj.kq, 1879: 45.

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la consideraciónde esposaslegítimas y principales. En este punto,pues, cabe adelantarla sospechade quecuanto se sabesobre la je-rarquizaciónindudablementeexistente de diversos ayllus nadatieneque ver con tal división en seccionesy «ciclos»; la seguradistiñciónentre «hanan»y «hurin’>, lejos de estaren esta línea, estableceunaseparación de dos <‘parcialidades’>cuya «división guardan’> los incascon diligencia78; y la jerarquizaciónentre los diversosayllus integra-dos en un grupo, quealgunosautoreshan investigadoen casosespe-ciales ~ aunquevinculada a razonesde parentesco,no lo está a unadNisión en seccioneso aun ciclo en la circulación de mujeres.Ahorabien, esto, si no se aceptacomo argumentocontra la supuestadivi-sión en seccionesy ciclos, ya que pudo, no obstante,darseen unadimensiónextrañaal ayllu ~, lo serácontra la pretensiónde sobreva-lorar la importanciadel grupo de parentescoen la constitucióny defi-nición de los ayllus, así como la de éstos en el tema del parentesco.

Otra consideraciónconvenienteaquí es la referenteal matrimonioentre primos cruzados, que Lounsburysupone ser prescriptiva y no

sólo permisiva; ademásde exclusivamentematrilateral.¿Quéhay entorno a todo esto?Por lo pronto convieneadvertir que las gentesdela sociedadandina en la épocainca se planteabanel problemaen tér-minosmuy distintos y mucho mássencillos; en las «Ordenanzas’>quePoma de Ayala recogió todo se reducea esta pequeñaprescripción,cuyo carácter permisivo y no impositivo respectoal matrimonio entreprimos no carnalesconvieneadvertir desdeel primer momento:

“Mandamosque ninguno se case con su hermana,su madre,su primahermana, tía, sobrina,parienta y comadre,so pena de ser castigadossacándoleslos dos ojos, debiendoser expuestosen los cerrosy luegodescuartizados,para memoriay ejemplo de los demás, porquesólo e]Inca podrá casarsecon su hermanacamal...»~‘.

Sin duda, la anterior cita no nos resuelveel problema;porquenies todo lo precisaquedeseamosen su terminología,ni se hacecargodel rasgo patrilineal y asimétricodel sistema, ni nos ofrece seguridadrespecto a si las denominacionesdebentomarseen su sentidoorigi-nario quechuao si estántraspuestasasu uso comúnen el sistemadeparentescooccidental introducido por los españoles.Sin entretener-nos en un aquilatamientodel texto que—como veremos—es innece-

78 GarcilasoDE U VEGA, 1966: II, 127.79 ZuIDEMA, 1973: 133 ss.80 AcosrA, 1952: 586. Según AcosTÁ, se hablade casar«dentro de su tribu o

familia, quese llama ayllo». Mas ¿aquénivel se ha de situar ese«ayllu» sinóni-mo de «tribu»?

SI HuAMÉN Poi&~ os AYÁU, 1944. Primeraparte, texto original en vol. 1, p. 350,transcripciónen p. 134.

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sano,atribuyémoslevalidez en su sentidomenosexigentey respectode lo que afirma, evitandoconcederlecarácterexhaustivoen la enume-ración de las prohibiciones.Porque,en efecto, hay autoresque aña-denotrasy las matizanmás,auncuandoel límije delas prohibicionesmatrimoniales no varíe sustancialmente.Introduciendo ya claramen-te algunascategoríasjurídicas occidentales,nos detalla el autor de laRelaciónde las costumbresantiguasde los naturales dei Perú:

«Los incestos con los tíos y sobrinos, o con los primos y primas ensegundogrado, si ellas fuesenvirgeneso casadasy consentientes,queseanambos castigadoscon penade muertede horca o apedreados;sino fuesenvírgeneso casadas,que seanambos azotados,tresquiladosyconducidosellos a las minas, y ellas a guardary servir los templos»~~,

Y en otro párrafo se ocupa de las penas señaladasal incesto entrepadres e hijas, o del hermanocon «su hermanade padrey madreode madre solamente’>o «con su hermana,hija de su padre carnal»~,

casoéstequese distingue muy significativamentedel anterior.Paranuestrosfines, lo importanteen tal texto es fijar con preci-

sión quiénesson esos <‘primos y primas en segundogrado», que fácil-mente estaríamostentadosde entendercomo primos y primas segun-dos; mas lo lógico es componerestetexto conel anterioridentificandoel «segundogrado» —computadoconforme al Derecho Canónico—con el propio de las llamadas«primashermanas»en el texto prece-dente.Mas al proyectarestanorma sobrela estructuraparentalque-chua se advierte la inconvenienciade traducir literalmenteel «primahermana’>por prima «de segundogrado» o carnal,ya que los hijosdel hermanodel padrey los de la hermanade la madre—primos pa-ralelos en la nomenclaturaactual— eran clasificados como «herma-nos” y no como primos por un ego-varóninca. Debemos,pues,enten-der que los primos referenciadospor ambos textos son, ademásdelos hijos de la ypa y del caca—primos cruzadosprimari9s en la no-menclaturaactual—, los hijos del tío del padrepor línea masculina,que también seránprimos paralelos en la nomenclaturaactual. Noolvidemosque,al serasumidoel hermanodel padrea la consideraciónde «yaya»—que lo equiparaal padrecarnalo biológico en el sistemaquechua—,así como la hermanade la madre es clasificada tambiéncomo «mama»,se introduceuna clara disparidadentrelas lineas dedescendenciaparalelas y las cruzadas; en su virtud, el parentescoporestasúltimas podríamosdecir que,al utilizar los cómputosoccidenta-les, se reducen en un grado respectode las lineas de descendenciaparalelas.

82 ANONIMo, 1968: 179.83 Ibídem.

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La exigenciade más rigurosaprecisión terminológica,y sobre todode unasistematizacióndistintaen el estudiodel parentesco,traídaporla Etnologíacontemporánea>nos lleva a reducir esemismo contenidoaestasdos normas:

«12 Un hombreno puedetomar esposaen las matrilíneas—no mnatrili-najes sino líneas de filiación materna—en que la tomaron su padreo su abuelo o su bisabuelo84;2,’ los primos cruzadosprimarios estánimpedidos de casarseentre ellos, y también los paralelos;pero hayun permiso para el matrimonio entre primos cruzadossecundarios»~

En nuestroesquemaII se han recogidoestos resultados,y allí pue-de advertirsesu coincidenciacon las fuentes.

Creemosque estasnormasno transformanni añadennadaal con-tenido de las fuentesantescitadas; si acaso,lo empobrecenal no re-coger —por ejemplo— la prohibición del matrimonio con «parienteo comadre’> que lo son por lazo no de sangre,sino de otro origen, talcomo el ritual o legal que surgeentreel padrino y el apadrinado,comoconcretaPomade Ayala en otro lugar~.

Resultacurioso cotejarlos anterioresresultados,y los textos queestánen su base,con otros de Garcilasoel Inca; ésteapuntaotra ver-sión de lo mismo a nivel de mayorgeneralización,propio de su cultu-ra, cuando incidentalmentealude a ser «el cuarto grado» de paren-tescola frontera quemarcael límite de las prohibicionesmatrimonia-les para las clasespopulares; dice:

«Casabantodoslos de la sangrereal con susparientes,dentrodel cuar-to grado, porquehubiesemuchos hijos legítimos en sangre,Reserva-ban la hermanacuyo casamientono era permitido sino sólo al rey» ~

Sin duda se está vertiendo la realidad inca en moldes occidentalesy auntal vez tratandode aproximaríalo másposiblea lo que la men-talidad occidentalconsiderabalo conveniente,para así realzarlos va-lores de lo inca; pero el texto vale por su global coincidenciacon eltestimonio de otros autores,segúnvemos.Porqueel «cuartogrado»debe entendersede acuerdocon los-usosdel DerechoCivil, y así secorresponderigurosamentecon el «segundogrado’> del cómputoca-nónicopreferidopor el autoranónimoantescitado; éste,sin duda,eraun eclesiástico—el padre Blas Valera> al parecer—,mientras Garci-laso, sin duda,era menosextrañoa los usosciViles quea los canóni-cos. Mas curiosamente,al proyectarese criterio sobrela estructura

~4 Zmrn3MA, 1973: 131.~ ZurnnMA, 1977: 21.~ Hu,xzaÉN, PoMA DE AYALA, 1944: III, 343 de la transcripción.87 Garcilaso DE LA VEGA, 1966: II, 129.

r

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familiar inca como ya lo hicimos con los otros textos, resultaque lafrontera de las prohibicionesmatrimoniales presupuestapor Garci-laso sigue siendoel «cuartogrado’>, sólo queahorareferidoal cómpu-to canónicoy con la variantecorrespondientea los «primos cruzadossecundarios’>;es decir, que se consigue así el pleno acuerdocon laregulaciónpropuestapor Zuidema. Computando,según el uso ecle-siástico,sólo los descendientesquefiguran en la ramamáslargahastallegar al tronco comúnde quese derivanlas de los dosparientescuyogrado de parentescose está determinando,«cuarto grado» es en elque se sitúan respectodel ego sus primos terceros, que entroncaráncon el ego al nivel de bisabuelossi se trata de líneascruzadas,o aldel tatarabueloen lineas paralelas.Sólo en grados inferiores habríaprohibiciónmatrimonial paralas clasesno incas,

B) Tal es la solución que se recogeen el esquemaII. Pero otranotablementedistinta es la que proponeLounsbury,a partir de cier-tos hechosque él trata de explicar con total olvido, en su interpreta-ción, de los aludidos textos u otros cualesquierade los cronistasclá-sicos. Si, no obstante,paramejor tipificar su postura, intentáramosprecisarcómo se habríande entenderéstos para hacerposible lateoría de Lounsbury, obtendremosel siguienteinteresanteresultado:a) el <‘segundo grado’> de la Relación anónima,coincidentecon el«cuartogrado»de Garcilaso,si se los refiererespectivamentealcómpu-to canónicoy al civil, debenreferirseal parentescobiológico prescin-diendo de cualquiermatizaciónderivadadel peculiar sistemaquechua;b) sin embargo, si debemosatender la homologaciónen éste deJhermanodel padre con el padrecarnaly de la hermanade la madrecon la madrecarnal,para excluir la posibilidadde matrimonio entreprimos paralelosprimarios; c) tales presupuestosse encuadrancon-venientemente,como un casoparticular, dentro de los usosmatrimo-niales que Garcilaso nos ha presentadocomo propios de los noblesincas;perolo discutiblees la pretensión,por unaparte,de extenderlosa las clasespopularesy, por otra parte, de eliminar la posibilidad deotros casosen queel ego-varónbusqueesposaen lineasmásalejadasque la hija del cacao en otrasde la parentelapaterna.Y aún importamás,a la vista de las normasmatrimonialesconsignadaspor los cro-nistas,preguntarsecómo de ellos se puedepasara inferir el carácterpreceptivoy la limitación matrilateral en el matrimonio entre primoscruzados,presupuestosbásicosde la teoría de Lounsbury.

El problemano es tan simple como pudieraparecera quien sóloadviertaen abstractola oposiciónmanifiestaentre«preceptivo’>y “po-testativo’>. No es imposible que algo sea «potestativo» tal como sevive en concreto a nivel personal y a la vez encubrauna normativamás profunda que, a cierto nivel —tal como, por ejemplo, el pura-

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mentecategorial—, sea realmente«preceptiva»;la síntesi~ de amboscaracterescontrapuestosnos daría como resultadola delimitación deun ámbito, máso menosamplio, dentro del cual se reconoceal indi-viduo el poder elegir entre múltiples posibilidades,aun cuando alámbito mismo como totalidad le convengaun caráctermuy distinto.Aplicado a los sistemasde parentesco,tal distinción se planteaváli-damentecuandose reparaen la posibilidadde investigarlosaun doblenivel, sobretodo cuandose trata de sistemasclasificatorios, como elquechua:a nivel personal y a nivel categorial. En el primero, cadaelementodel sistemarepresentará—claro es— unamultiplicidad deposiblesindividuos, pero situadostodos en determinadasy muy preci-sascoordenadasdel sistema;el «yaya»hermanodel padrecarnalserácualquiersujeto que es efectivamentehermanodel padre,y no éste,auncuandotambiénel padrecarnalseacojaa lamismadenominaciónde “yaya>’. Pero el planteamientoa nivel categorialconsistiráprecisa-menteen asumir al padrecarnaljunto con su hermanoen la unidadconceptualque es el «yaya’>, entendidogenéricamentecomo unidadcompleja pero totalizadoray global, cuya sistematizacióny jerarqui-zación con las demástotalidadesclasificatoriasse estudia;claro es elcaráctercategorial de tal estudio,tan diversodel personalantesapun-tado,auncuandoya éstese eleve también al nivel de generalidadpro-pio de cualquierconsideracióncientífica.

¿En cuál de esosdos niveles convieneque se sitúe —y de hechoseha situadodesdeel principio— este nuestroestudio?En el personal,claro es; tantopor serel propio de las fuentescomoporquedesdeél>mejor quedesdeel categorial,cabeaplicarlo a la realidadsocial e in-cluso advertir cómo de hecho vivía la sociedadinca la realidad delparentesco.El nivel categorial debe preferirse cuandosólo interesaprecisary profundizaralmáximo un sistemade parentesco;mascuan-do se pretendeponerloal servicio de otros fines —como en nuestrocasoal servicio de los ayllus— se debepreferir el personal,máspró-ximo a sus derivacionesy aplicacionesprácticas.Pero ¿en cuál sesitúa Lounsbury? Entreviendooscuramentela distinción de ambosniveles,él pretendeatenderal uno y al otro: al «de clasificación»y al«de los hechossociales»;al de la «determinaciónformal de los térmi-nos de parentesco»y al de su «interpretaciónsocial más o menos li-bre’> ~. No se advierte la imposibilidadde conjugaro fundir en la ex-posición ambosniveles; por eso tenemosderechoa referir lo quenosdice al nivel personal>que es el nuestro,y valorar su teoríadesdelasexigenciaspeculiaresde estenivel. Tal seráel sentidode nuestracrí-tica; pudiera> pues,ocurrir que lo rechazadocomo no fiel expresiónde la realidad a este nivel haya modo de revalorarlo al otro nivel,

88 LoUNsBURY, 1979: 992 ss.

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EsOUEMA VI

SECUENCIAS

II

CONCLUSIONES DE LOUNSBURY

MMWO EGO §4

¡ PRE~tRiPT¡YRMSNrE ji SE CRER CON g.

(CF): j<NCtESflRI~W E,NrE)1NR5 CRER tflfl’

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C,c CONSEELIENC¡R5.ti • ORTOS, HECHOS~LEfiROUS.

III d

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(III c 1)

ego ypa2~go

CONCLÓ=Li~ISLOGICAS

EN ES Y ES,msaMO SON NECESR-RrRS,LUEG8INO NRO

PRESCR¡PCIONt

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detallea quenos referiremosal final de esteestudio.Por ahora,firme-mente instaladosen la perspectivapersonal,desde ella formulamosnuestrasobservacionescríticas.

Y ocurre queni el carácterprescriptivo ni el matrilateral del siste-ma parental quechuase justifican suficientementeen la exposiciónde Lounsbury.He aquí las razonesalegadas:

«Notemos,a travésdel uso de cierto númerode términos de parentes-co, el aparentereconocimientode un matrimonio habitual o p,escrito,el matrimonio matriflneal entreprimos cruzados.Por ello un hombredesignarácon el mismotérmino al padrede su esposay al hermanodesu madre; y este término se aplica igualmenteal hermanode su mu-jer y al hijo del hermanode su madre. Y, confirmandoesto mismo, ala hermanadel maridode una mujer —ypa— se la clasíficajunto con lahija de la hermanade su padre...Todos estos ejemplos indican quela esposade un hombre es asimiladaa la hija del hermanode la ma-dre de éste y, a la inversa, el marido de una mujer al hijo de la her-manadel padre de ésta»6%

Analicemos tales argumentospara sacar a luz sus deficiencias:abreviaremosacotandocon rigor en el adjunto esquemaVI los datoso premisas de que parte cada prueba y las inferencias intermedias—implícitas algunas—que nos permitenadvertir las etapasdel pro-ceso argumentativo.El primero de los casosalegadopor Lounsburypodemosabreviarloen dos etapas,resultandoasí los trescasosrecogi-dospor el esquema.En el 1 estáclaro que de los datos 1 d 1 y 1 d 2 noes lógico inferir como consecuenciaúnica,quesiemprehabrá de cum-plirse, la 1 c 1 implícitamentesupuestapor Lounsbury; tambiéncabequese cumpla la 1 c2, es decir, que el «caca’> padre de la esposadelego-varónno seael mismo individuo querecibetal denominaciónporser hermanode la esposa.En el U se incurre en el mismo alogismo,pues de los datos II d 1 y II d 2 —en pura teoría y en virtud de lossolosdatos recogidos—tanto puederesultarU c 1 comoII c 2. Tam-bién al conjuntar 1 y II en la síntesisde sus resultados(1-II c 3) secometeel alogismo de suponerque el caca 2do es por tranmisiónpa-trilineal a partir del caca 1; el nexo de descendenciaque los vinculapuedeno existir, por lo queantesvimos; o bien que,aun existiendo,no hayatal transmisiónpatrilineal de la categoríade “caca’>, posibili-dad desarrolladaen páginasanterioresde esteestudio.

En cuantoal III, el alogismoes de otro tipo; aun supuestoqueelIII d 1 se tome como un dato originario y no como una inferenciaanalógicaqueya los incas se formularona partir del sentidopropiode «ypa’> representadopor III d 3, persistirála posibilidad de que elvinculo de filiación entrela ypa 2 y la ypa ¡ no seael determinantede

8~ Ibid., p. 992.

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la comúndenominación,tal vez atribuida a la hija sólo impropiamen-te por extensiónde la denominaciónmaterna;sólo así se explica lapreponderanciatan considerableen las fuentes del uso III d 2 sobreel III d 1.

El caráctermatrilateral de la solución propuestapor Lounsburydestacaya en las inferenciasimplícitas quehemosexplicitadoen cadauno de los trescasosconsiderados;estáclaro en ellas que la esposaprocedeen todos ellos de la línea del caca, que es la misma de la ma-dre; la pruebano valdrá en la medidaen que, como hemosido notan-do, no vale la consecuenciaa no sercomounade las variantespermi-tidas por el sistemade parentescoresultante,al margende testimo-nios existentesen las fuentes,capacesde invalidarla. Pero es en lasconsecuenciasC 5 y C 6, expresaspor el autor, dondese da subrepti-ciamenteel paso de lo puramentedescriptivoa lo prescriptivo. Enefecto,C 5 parecerepetir un resultadoparcial contenidoen ¡-II c 3; yno es así, porquesubrepticiamentese añadeel matiz prescriptivo.Su-brepticiamentedecimos, porque el proceso consiste en invertir larelaciónantesestablecidaentrelos datosy las inferenciasya apunta-das; antes,del hecho de casarseel ego-varóncon determinadaesposao serhijo de determinadamadre resultabaqueel padrede aquéllayel hermanode ésta se vinculabana él como suo sus «caca’>.Mas aho-ra en C 5, al identificar inversamentela hija del hermanode la madreo «caca»con la esposadel ego-varón,se concluyequesólo con aquéllase habrá de casaréste.El vinculo matrimonialdel egoconsignadoan-tes como un puro rasgo descriptivo, que ademásse tomaba comopunto de partida,ahoraserecogeen la conclusióncomo algo obligadoo prescriptivoresultantede la previa inserción,tanto del ego como desu esposa,en determinadocontextofamiliar queasí lo impone. El C 5repite este mismo proceso respectode un ego-mujer; el contenidode II c 1 se repite parcialmente,pero agregando&l carácterprescrip-tivo, Está,pues,claro que,aunprescindiendode objecionesqueobvia-mentese podránhacera partir de 1-II e 4 y III e 2, el carácterpres-•criptivo no se pruebacon estricta lógica.

En C F o conclusiónfinal sintetizamostodo lo anterior, no paraseguir insistiendoen su crítica, sino paraquepor comparacióncon eltotal sistema de parentescopropuestopor Lounsbu.ry —ver esque-ma VII— advirtamoscómo ésteestáya prefiguradoen lo queacaba-mos de exponer; los elementosparciales del esquemaVI son losmismos que, al conjuntarse,componenel esquemaVII. Los segmen-tos A y B del esquema,idénticosrespectivamenteal IlIe 1 y al ¡-II c 3,seránlos elementosbásicosdel sistemay estaránrelacionadosde suer-te que para un determinadoA habrá un determinadoB impuestooprescrito.Pero seráprecisointroducir en C, o en D 1 0 2, o en ambos,

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otro u otros segmentosen un númeroy combinacióntalesqueseevitel~ simetría; es decir, que el mismo segmentoo grupo de parentescorecibaesposasdel mismo segmentoal que las da. Es lo queocurriríasi el sistemade parentescose estructuraracon sólo A y B, pues sereduciríaal mero intercambiomutuo de mujeres.Pero ¿cuántosotrossegmentosintroduciremos?He aquíel problemadel númerode «sec-ciones”, a que inmediatamentedeberemosatenderdentro de tales su-puestos.Mas, a nuestrojuicio> no se justifica suficientementeel supues-to de que a determinadoA deberácorresponderdeterminadoE; sólohay la muy amplia precisión de que amboshan de estar integradosdentro de la vaga «unidad de linaje».

La «alianzaprescriptiva’>,núcleo del modelo propuestopor Louns-bury, por mucho quese intentesuavizaríaaclarandoque las denomi-nacionesde parentescodebentomarseen su acepción«clasificatoria”y por ello designandogruposy no individuos determinados,e inclusoque la «prescripción»sólo señalauna «tendenciapredominante’>exi-gida por la alianzaentregruposy quesedarápor cumplida con «unosolo de estos matrimoniospor generación(e incluso a vecesmenos)»lo prescriptivo nuncase reducirá o surgiráde lo puramentepermisi-vo; si las fuentesnadaprescribenpositivamenterespectode talesma-trimonios entreprimoscruzados,y aunestosmismos no se prescribensino quese permiten,el procesoanterior no sirve.

Y, sin embargo,aúnno quedarátotalmentedescartadala posibili-dad de unateoría del parentescoque incorporecomo una de sus hi-pótesisauxiliares la regla que discutimos;su validez podría apoyarseen la lógica interna de la total teoría y, si éstaresulta aceptableporexplicarlos hechos,tambiéntal reglahabríade seradmitidaauncuan-do en la realidad social nunca hubierasido formulada; pudo actuarenmascaradabajo expresionesmuy diversas,o ni aun esto, porquebastaráquesi se cumpla en la realidadcl resultadofinal de la teoría.Veamos,pues,cómo Lounsbury culmina su intento de presentarelsistemade parentescoinca como un «sistemade secciones’>.

C) Ante todo, se habráde determinarcuántasseccioneso gruposcontieneel «ciclo>’. Zuidemahabíademostradoqueen algunospuntosdel territorio inca era posible aplicar un ciclo de sólo dos secciones,es decir, un «intercambiodirecto>’ de mujeresy, por tanto,un matri-monio simétricoentre primos cruzados.Pero así se pierdeel carácterasimétriCoque ya se ha dado por supuesto;un ciclo de «tres es elmínimo requeridoparareproducirla asimetría’>~‘, es decir,paracerrarel ciclo y reiniciarlo sin caer en la reciprocidaddel intercambio de

9’ LouNsnuay, 1978: 992; Fox, 1979: 194, 206 s.

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Sara Rodicio García

?es. Y éseelige Lounsbury, no al azar, sino por algunos indicios~gidosen las fuentes—que apuntana unaparticular semejanzada generacióncon la que o le ha precedidoo le sucederáen gra-arto de parentescodirecto; es decir, con la del tatarabueloy lataranieto: a) El yo-varón considera«hermanos(huauque)al hi-lo en línea ascendentey, por otra parte, en línea descendente,alto; se constituye así en cada casoun grupo de cuatro genera-en que la cuarta se vincula a la primera por un nexo prefe-

b) Los colateralesde primero y decuarto grado, en línea trans-se consideran«runamasi»;es decir, personasqueproceden«de

smasgentes».c) El biznieto —y no el hijo ni el nieto— en líneaiteral es «mittansana’>, «el que vuelve —por línea uterina— al

del ego-varón.ci) «tlsusi’s lo es, al igual que la hija del ego-va-tataranietapor línea uterina (D4~D) 92

teseque,mientrasel c) sugiereunacoincidenciapor vuelta de laIgnáticaa la uterina,el d) implica la vuelta de la línea uterinagnática; en todo caso) una convergenciade las dos líneascadameraciones,por coincidir la cuarta con la primera y así reini-el ciclo de tres«secciones”>quea la vez es de tres diversaseta-

• el procesodinámico de la segmentaciónfamiliar.:ogiendo todos estos indicios e infiriendo a partir de ellos unlo de sistemas’>quea la vez reúnatodaslas otrascaracterísticaseciadasen el ayllu inca, Lounsbury nos da un diagramasufi-para suplir los más amplios desarrollosde un libro posterior.él, alterandoel orden para su másfácil comparacióncon el es-fl, ai~adiendogeneracionespara que sin necesidadde otrosse vea cómo el ciclo se repite, completándolocon otros datos

ilógicoscuya incorporaciónal esquemaII hubierasupuestounacaciónexcesiva,obtenemosel esquemaVII (p. 237).avía Lounsbury, no satisfechocon el argumentoa favor quede la coherenciainterna de su sistemani con el de los datos

hanservidode apoyoenel punto de partida>buscaconlirmacio-el material transmitidopor las fuentes.La coexistenciadeunaisión patrilineal para el hombre ¿ma otra matrilineal para lala encuentraconfirmadapor un estudiode Núñezde Pradoso-relacióndel nombre de los hijos con los de sus padresen los>s parroquialesde los siglos xvii y 2~vIn; en un porcentajeele.is hijas toman el nombrede la madrey los hijos el del padre.nfirma con un texto de Tello y conunadisposicióndel Concilioial de Lima en 1583, que manda no imponer en el bautismo:5 no cristianospero quepermite conservarel «sobrenombre’>

JN5RURY, 1978: 997,1am,apéndice,G).

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237El sistemade parentescoinca

EsQuEMA VII

Genera-clones

o9

e-,

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o-juC~1

oN

o-4e->u

Grupos: A) 5) e>

sIZNIETOS OELR BiZNiETOS‘yPr - EEUtYSUPRNI

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a __________

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o apellido de los padres,con estedetalle: «los hijos el de sus padres,las hijas el de sus madres’>.Escasafuerza tiene, a mi juicio, tal argu-mentación,por bastar razonespuramenteafectivas para explicar talhecho,muy común hoy en cualquiertipo de sociedad.

Pero más significativo resulta el diagramahallado en el «Ritualformulario’> de PérezHocanegra—año 1631—, en que gráficamenteconstan

«las relacionesde parentescoque intervienenen la determinaciónde lafiliación paralelanecesariapara la representacióndel matrimonio ma-trilineal de primos cruzadosconcebido como matrimonio patrilinealentre primos cruzados ~e segundogrado»~3.

A mi juicio, tal argumentoes redundanteen cuantoa lo que prue-ba, a saber,la prácticay licitud de talesmatrimonios,que por constarcon toda seguridadno necesitanconfirmación; pero seríaun sofismaentenderloen sentidoexclusivo o excluyente,es decir, como si de ellosepudierainferir que la otra variante—patrilateralestricta—de talesmatrimoniosquedabaeliminada o prohibida.

La existenciade «secciones’>como basedel sistemade parentescoinca difícilmente podrá mantenersefrente a la objeción que suponeel hecho de queno hayan quedadohuellasmúltiplesy segurasde ella;las supuestamentetalesalegadaspor Zuidezay Lounsburyson tan am-biguasqueni siquierapermitenfijar el númerode secciones,comoyavimos, y el mismo Lounsburyha de lanzarsea hipotéticasracionali-cionesparajustificar de algún modo su opción por un sistemade tres.Puedemantenersecon toda seguridad,e incluso elevarla a la catego-ría de un hecho,la afirmaciónde quelas supuestamentellamadas«sec-ciones»no proporcionaronla basede verdaderosgruposde filiación,Lounsburyapuntala posibilidadde que todo esto ocurriera respectode «uno de los tipos de linearidad’>%; pero que ninguno de los dostuvieran esa pros’ección social y así las «secciones’>hubieran de to-marsesólo como hipótesisauxiliar paraformularuna teoría capazde«racionalizar»la realidad,supondríarechazarla teoría parasustituirlapor otra menosenmascaradorade la auténticarealidad.

Más wsu favor estánlos cuatro indicios, recogidosen las fuentes,que le sirvieron de punto de partida; si las confirmacionesapuntadascomo colofón teníantan escasafuerza como ya vimos, esos indicios,por el contrario, parecentan significativos y tan resistentesa cual-quieraotra teoría que alcanzanla categoríade prueba,Sin embargo,no es así; por sí solos no puedenapuntalarla teoría de Lounsbury,porqueadmiten una interpretacióndistinta. Supuestala norma que

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prohíbeal ego-varónbuscarmujer en las matrilineasde las esposasde su padrey su abueloy subisabuelo,sedirá del biznietoqueesmit-tansanaporque «vuelveal linaje’>, no del propio ego-varón,sino de suesposa,es decir, al linaje mismo en queél buscóesposa;y, por cierto,desdeel momentoque la norma no es prescriptivasino permisiva,he-mos de suponerquesólo parabuscarcomo lo hizo en su día el ego dereferencia.La expresióntendrátodavíamás sentidoconsiderandoque,al seresa matrilínea del linaje mismo al que pertenecela esposadeltatarabuelo,ésteo sus parientespodrán ayudarleen esa búsqueda;Fox destacacon acierto la importanciade estaayuda en pueblospri-mitivos, pero «buscar’>no obliga —digámosloasí—a «encontrar’>.

Tal interpretacióndel c) nos lleva aunatambiénnuevaexphcaciondel ci); si el tataranieto,ademásde buscar,halla esposaen la matrilí-nea indicada,razón habrá, sin duda, paraque el tatarabuelose sientaparticularmenteprolongadoen él —aparterazonesafectivas—y le déesepreferentetrato de «hijo’>. Si no, tal vez bastelo anterior paraini-ciar unacostumbrey crearun usoextendidoa todocaso; aunquemuybien puedeocurrir que las fuentessólo exijan aplicar esa denomina-ción de «ususi’> en algunoscasos,de suertequegeneralizarsea ir másallá de lo por ellas justificado.

El a) se explica bien, o por puro uso analógicodel término «herma-no», o por el carácterclasificatorio del sistemay de estadenomina-ción misma; puede comprendersesin mayor desarrollo.En cuantoal ¿4, apartela sugerenciaquecabederivar de lo dicho en torno al c)y d), surgela ocurrenciade si el «rumanasi’>,en vez de acercarestable-ciendounarelación privilegiadadel ego con los descendientescolate-rales de los tatarabuelos,lo que hace es alejar como cuandohoy,despuésde referirnos a los parientesmás próximos con su propiadenominaciónparental, acabamosaludiendoa los otros «parientes’>o a los «parienteslejanos».Incluso tal vez por «lejanos>’ a vecesinsis-timos en quesonnuestros«parientes’>.Reparemosen quemásallá deltatarabuelosólo quedael ancestro,jierdido y desdibujadoentrela he-blina del mito o la leyenda; y en quecon frecuenciadel tatarabuelose habrándesprendidovariosayllus, de suertequealgunosde sus des-cendientescoetáneosdel ego ni siquieraperteneceránal mismo ayllu;por lo quese recomendaráobviamenterecordarqueson «de la mismagente’>. ¿Seráprecisomás?El insistir demasiadoen el alcancequeporsu etimología debeconcederseaun término, ¿quiénno ha comproba-do muchasvecesque nos llevarla a errorese incomprensiones?

Aún iremos más a la raíz; Lounsburyproponesu modelo de siste-ma como respuestaal problemaplanteadopor la presenciaen el sis-Lema inca de elementosmatrilineales junto con otros patrilineales—hastaaquí la cosano es ni nuevani dudosa—,queél traducea tér-

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minos de competenciaentreel modelo de tipo omahay el contrapues-to de tipo crow—esto es lo nuevoen algunamediday lo queya cabecuestionar—.Podemosadmitirlo así, ya queaferrarnosa lo primerosería negarnosa seguir profundizandoy a la necesidadde renovarabriéndonosa los avancesde la Etnología. Y es entoncescuandosurgeel problema,segúnvimos: ¿cómola hija del caca seráa la vez «hija»—exigenciacrow— y «madre»—exigenciaomaha—?Tresposiblessa-lidas nos opuntó Lounsbury, la tercerade las cuales, por él elegida,tiene ademásla recomendaciónde conservaren uso la segundacomoposiblesalidade emergenciaen casosespeciales.Seguimosestandoenel buen camino; pero aquí precisameñtepuede que haya surgido ladecisiónprecipitada,si —como yo creo— hay unacuarta salidame-nos comprometiday más amplia, tal ademásquedeja practicablelasegunda,y aunquecierre la tercerapuedeaprovecharlos avanceshe-chos parallegar a ella. En lenguajellano esta cuartasalida, ignoradapor Lounsbury, consiste en dar a los elementosmatri-patrilinealesconsistenciaunitaria de auténticosistema,pero, en cierto momento,cuandova a ocurrir la colisión o contradicciónentrelas opuestasexi-genciasde lo omahay de lo crow, evitarlo recurriendoal procedimien-to que hemosllamado pluralismo perspectivista:no llamaremosa lahija del caca «hija», ni la llamaremos«madre»;sino, lo que es obvioy no ofrece problemas,«hija del caca».He aquí la importanciade loqueen un principio pudo parecernosuna simple inflexión expresivayque,en efecto, puedeenunciarsecomo tal aun cuandosus secuenciasafectarána la naturalezamisma del sistemade parentesco:el quechuaintroduceen las expresionesde parentescoel estilo indirecto> no sólocomo posiblerecursoexpresivosino como norma constructivadel sis-temamismo,

¿Quedaya descartadoel modelo Lounsbury?Seríamospoco exi-gentessi tanto dijéramos; conformémonoscon decir que no se impo-ne como únicasalidaa los problemasplanteadospor el material quenos transmitenlas fuentes,queno es necesarioni de seguroel gene-ralizado entretodaslas clasessocialesdel Tahuantinsuyu.Ya apunta-mos la posibilidadde aplicarlo especialmentea la noblezainca, cuyosusos endogámicosestán bien testimoniadospor las fuentes. Tal vezotro de sus valores sea el de permit=rnostrazar la frontera de lasprohibicionesmatrimonialesen el ámbito de la parentelamaterna,presumiblementemenosexigentey máspermisivaque la del lado pa-terno, dado el carácterno bilateral del sistema de parentescoque-chua; es tema a investigar, sin duda abierto más que cerradoporLounsbury.Pero si, segúnéstepretende,se trata de hacerlovalercongeneralidadcomo pautay modelo que la familia popular peruanaenel Tahuantinsuyue incluso de la preincaicaquechua,deberemosin-

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sistir en la insuficienciade sus pruebas,empezandopor la de tesis tandecisiva como lo es la existenciade «secciones»;el otro modelo, ins-pirado en Cunow y Zuidema,es tan posibleal menosde acuerdoconlas fuentes.Justamentepor eso,en el estudiode las interrelacionesylos agrupamientosde ayllus se habrá de estaren permanentealertaa la posibleapariciónde huellasatribuibles a la existenciade unaes-tructura familiar inspiradaen el modelo de «secciones>’.Hay, no obs-tante, en la familia inca una segmentaciónen dos mitades que, sibien no son ni gruposde parentesconi «secciones’>,sí existen comoauténticarealidadsocial. Se dabaen la sociedadinca —e incluso pre-incaica— un agrupamientofamiliar de cuatro generacionesen direc-ción ascendente(incluida la del ego), encabezadopor el tatarabuelo,quepermanecepor encimao fuera de él y al cual todossus miembrospodrán llamar «padre’>. Su peculiaridad—y por tanto que de algunamaneraexista—estarátestificadaporque la regla de la exogamia locontraponecomo una unidad a los otros grupos de parentesco.Sinembargo,podríadudarsesobresi ¿Les,hablandocon rigor, un «grupode parentesco’>o sólo un «conjunto familiar’>, o incluso sobresi tieneunaconsistenciasuficienteparaser tenido por una realidadsocial. Enefecto, los matrilinajes de las esposasdel padre y del abuelo y delbisabuelono quedabanincluidos comotales —o por tales—en el gru-po de parentescopatrilineal del ego. Sin embargo,supuestoque todoshabíande casarse«dentrode su parentela ... por no confundir los li-najes’> —como ya hemosoído decir a Garcilaso,y otros cronistasnosconfirman—, aun sin recurrir a las elucubracionesetnológicassobrematrimoniospor gruposni a «ciclos» cabesuponerque los matrilina-jes de esasesposasestabanya insertos,junto con el patrilinaje delego,dentro de un más amplio grupo de filiación.

De aquí que Zuidema,echandomano de la discutidadistinción so-ciológica entre‘<familias de orientación»o en que se nace,y «familiasde procreación’>—aquella otra que el ego constituyeal casarsellame al a~rupamientoconsiderado«ayllu de procreación»; tal es—dice— «el fundado por el hombre que finalmente llegará a ser sutatarabuelo’>.Mientras quepor «ayllu de orientación» entiende

«el grupo de parienteskindred fundadoporel tatarabueloy dentro delcual los matrimonios endógamosestabanpermitidos»96;

es decir, el agrupamientoanteriormásel otro matrilinajede la esposadel tatarabuelocon el cual se puedenestablecerlazos matrimoniales.No discutiremossi la distinción se ha aplicadocon acierto; lo impor-tantees advertir queestamosanteel difícil problemade si cabehallar

‘~ Fox, 1979: 160.9~ ZmnEMA, 1973: 131.

2

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un criterio quepermita identificar el ayllu con determinadogrupo deparentesco,y queparecedemasiadoexpeditivo identificar el ayllu conlo quepuedeserya unaasociaciónde ellos paraciertos fines —cultu-ales,por ejemplo—derivadade su común filiación respectodel tata-rabuelo.En sentidoestrictono cabehablarde «ayllu de procreación>í,porquela estructurapredominantementeagnaticiade la sociedadincano admite quepor el hecho del matrimonio el marido se hayade in-corporaral ayllu de la esposani quehayainevitablementede fundarotro nuevo; podrá seguir perteneciendo—y aun eso serálo ordina-rio— al «ayllu de orientación»en que ha nacido, porqueel grupo defiliación inmediato del individuo es su propio ayllu. De aquíque loscronistas hayan podido identificar los ayllus con «linajes’> o «paren-telas’>.

Queda,pues,como seguroúnicamenteque,en virtud de las expues-tas normasreguladorasde los enlacesmatrimoniales,el total grupode filiación deriva4ode un antepasadocomún quedafraccionadoendos mitades,que se relacionanexogámicamentey en conjuntoconsti-tuyen unatotalidadendogámica;¿puedeello ayudarnosen alguname-dida paraacotarel ámbito de los diversosgruposde parentesco?Enun sistemade parentescobilateral ni aun sentidotendríala pregunta,porque «los conjuntos familiares»centradosen torno al ego formanen él un continuo de un númeroindefinido de posiblescomponentes,no jerarquizablesmás quepor la relaciónde unosa otros; pero el sis-tema quechua,ademásde introducir una discontinuidadobvia entrelos «grupospersonales»por su carácterclasificatorio y por la filiaciónunilateral con el único y excluyenteancestro,limita notablementeelnúmeroposible de «gruposde parentesco’>distintos, por la normaadi-cional de «no mezclarlos linajes».Sin embargo,no puedeproporcio-narnosun criterio suficienteparadelimitar los gruposo hallar la nor-ma determinantede su segmentacióny consiguientesinterrelaciones.Desembocamosasí unavez más en el temade los ayllus, queaquí nocabe abordar.

No obstante,extractemosde su estudioalgún datoreferentea sucaracterizacióncomo grupos locales o de convivencia.Partamosde ladistinción entrefamilia como «grupo de parentesco»y familia como«grupo de convivencia’>; el «grupode filiación’> del queaquélsederivainevitablementeha de insertarseen un «grupo local’>, quea la vez loseráde convivencia,Apareceya así la referenciade la familia a unfactor espacialque, aun siendoconceptualmenteextrínsecoa ella, lainfluirá y determinaráen alto grado su forma y su devenirhistórico.La familia inca es patrilocal; la esposapasadespuésdel matrimonioa la residenciadel esposo,definitiva y oficialmentepodríamosdecir,pues por la curiosacostumbredel matrimonio de prueba—servina-

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El sistemade parentescoinca 243

cuy— ya anteshabíaconvivido en la de la familia del prometido; laprocesiónde los deudosdel novio haciala casade la novia parareco-gerlay trasladarlaasu nuevaresidenciaconstituíaceremonianotablede su matrimonio~.

Es importantela existenciade gruposmatrilineales,cuya huellaseadvierte,por ejemplo,en el siguientetexto de Dioses y Hombres deHuarochirL

«Cuando un hombre se casa con una mujer del pueblo de Surco, ycanta y baila el huayllas, aun cuando el hombre sea forastero, no lequitan las chacras;por el contrario, lo ensalzan y auxilian’> 9~.

Claro que, por lo demás,en el Tahuantinsuyuse había impuestocon generalidad,aunquecon posiblesexcepcionesregionales,el grupopatrilocal.

El carácterpatrilocal no implica al patrilineal, pero sin duda su-poneun avancehaciaéste; la familia matrilineal pero patrilocal, lentapero inevitablementeacabarápor dar entradaa rasgos patrilineales,que es lo sucedidoen el ámbito peruano;duranteunaépocaanteriora los incas,pues la evolución ya se ha cumplido cuandoéstos entranen la historia. Importa alumbrar este proceso,intentar una explica-ción de cómo la sociedadquechua,inicialmentematrilineal, pasóa unsistemade parentescopredominantementepatrilineal auncuandolleveincrustadosrestosde su anterior naturaleza;porque pareceque encualquierexplicación las formas de propiedady de tenenciade latierra hubieronde tenerun importantepapel.No se tratade fantasearuna solución cualquieraal problemagenéricodel paso a un estadiopatrilineal, en unasociedadcualquiera;nos referimos precisamenteala quechuay por ello lo que sabemossobreel resultadode ese pro-ceso evolutivo —es decir, sobrela estructurasocial y económicadelpueblo quechuaen su etapaya histórica—, orientaránuestrabúsque-da de una explicación.Ahora bien, el ayllu, piezafundamentalde esaestructuraen la ttapainca, senosofreceademáscomo factordecisivoen la evolución.

En efecto, parecehaberrazonespara poner en el origen una es-tructura matrilineal; así se explican los rasgos de ese precisosignopresentesen su sistemade parentesco,ademásde estarello de acuer-do con las tesis admitidaspor muchosetnólogospara casi todoslospueblos investigados.La polémica contra Frazer,que hablabade untotemismo local anterioral estadiode la filiación uterina, contribuyó

91 Cono, 1964: 248.~ AROuSDAS, 1975: 57 Ss.

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aponer en claro la prioridad * de estaúltima incluso en aquellosín¡e-bios que Frazercitaba como apoyo de su teoría%

Pero en segundolugar hay que introducir un factor revulsivo, ca-paz de empujar hacia una superaciónde la estructuramatrilineal.Varios podríanseflalarse;pero, supuestoel resultadoa obtener,com-probado históricamentesegún advertimos,el factor más congruentepareceserel dato de que la familia, aun cuandomatrilineal, no era,natrilocai. Se trata —decimos—de un datoy no de una hipótesis;porque,auncuandono puedecomprobarseen el precisocasoquechua,está de acuerdocon los resultaosde la investigaciónetnológicae in-cluso de la evolución lógicamenteprevisibleen una sociedadmatrili-neal. Fox ha expuestocon aciertolos factoresquedentro de unasocie-dad matrilineal pugnanpor resquebrajarsu estructura,supuestoquedebeadmitirsecomo un principio —segúnél— que «por lo generalmandanlos hombres»y que auténticomatriarcado«sólo existeen laimaginación’> de algunos autores, no en la Historia’> ~. Dentro deunaestructuramatrilineal, la cuestiónde la residenciaplanteaseriosproblemasen todos los posiblescasos:

«Que esténjuntos todos los miembros del linaje. Que las hembrases-tén juntas y los varones dispersos.Que los miembí-os varones esténjuntos y las hembras dispersas.Que todos los miembros estén dis-persos»~

La intrusión del esposoen la familia de tal tipo se convierteen au-auténtico«caballode Troya», segúnexpresióngráficade Fox:

«Para la matrilineal es, en cierto modo, una maldición el hechode quese origine de una situación matrilocal, ya que, aunqueel sistemama-trilineal es el tránsito lógico a partir cíe la situación ciada, estamismasituación introduce dificultadesque al propio sistemale resulta difícilresolver»102

En el casoperuano,de modo especial,las condicionesecológicasdificultaban cualquierotra solución queno fuera la patrilocal ‘~. Laestructurageográficaperuana,propicia a la formación de núcleos depoblacióncerradossobresi mismos entreescabrosasmontañaso enllanos recortadospor dunasy marismas,segúnnos lo describen loscronistas de la Conquista,con fama bien ganadapor la dificultad desus comunicaciones,no permitíaal hombreatenderen lugaresdistin-

* Ver apéndice,B).99 MornT y DAvv, 1925: 41 ss,‘~ Fox, 1979: 29, 105.101 Ibid., p. 92. Ver tambiénPp. 98-106 y, en particular, PP. 97 y 101.102 Ibid., p. 112.** Ver apéndice,H>.

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245El sistemade parentescoinca

tos a sus deberesde esposoy los que le incumbíancomo «tío’> queejerce la autoridaden su familia de origen, según el modelo del siste-ma uterino. El padre BernabéCobo, al señalar la escasapoblaciónde América, se refiere expresamenteal Perú,donde

«acontecíaa nuestrosespafiolesno hallar genteen largos espaciosdetierra”, e incluso en zonas fértiles escaseabanlos repartimientos«nopor otra razon que por habersehallado vacíasde gente»[03;

impresión ampliamenteconfirmadapor Cieza de León.Una vez que la familia sehizo patrilocal, hubo de ir evolucionando

haciala modalidadagnáticade acuerdoconunadinámicainternabienconocida por la etnología desde Durkheim ~ Pero, ciertamente, laexistenciade explotacionesagrícolascomunales,típicamenterepresen-tadas por el ayllu, hubo de contribuir poderosamentea que tal evo-lución se cumplieraallí dondeel hómbre,relegadaaun segundoplanosu anterior dedicacióna la caza,se habíaconstituidoen la pieza bási-ca de la explotaciónagrícola. Estamosdejandoun huecoa la hipóte-sis de que la agricultura surgierapor la iniciativa de mujeres que,mientrassus maridos se ocupabande la cazay de la guerra,se aficio-naron a la recolecciónde frutos silvestresy un buen día también asu cultivo; en el ámbito inca la leyendade Mama Occílo resulta sig-nificativa. Y un hueco también quedapara introducir el nacimientodel ayllu en esemomento,aún mattilineal, en que los cultivos empie-zan a tener importanciabajo el cuidadotodavíade la mujer; sin ellodifícilmente se justificarla la existenciade ayllus vinculadosal menosfundacionalmentecon mujereso ancestrosfemeninos.Incluso restaental explicaciónmargenpara introducir el caso, testimoniadopor loscronistas,de pueblosen que,hastalos tiemposde la Conquistay pos-teriores, siguieron siendo las mujeres quienesrealizabanlos más du-ros trabajos agrícolas; son pueblos que se mantienenal margendelproceso evolutivo, detenidos en un cierto momento de él. Garcilasoel Inca dice, sin duda con cierto afán de excusaante la mentalidadde los españoles:

«En algunasprovincias del Cuzco que aún no estabanbien cultivadaspor los reyesIncas iban las mujeresa trabajaral campoy los maridosquedabanen casaa hilar y tejer; mas yo hablo de aquellacorte y delas nacionesque la imitaban, que eran casi todas las de su imperio:que esotraspor bárbarasmerecíanquedaren olvido» ~

Son sin duda los pueblos mismos marginalesen el Tahuantinsuyu,que conservanestructurasfamiliares ricas en vestigios de un estadio

003 Cono, 1964: 9.104 CuvILtrnR, 1954: 573 ss.; FoX, 1919: 81 y 87 Ss.¡05 Garcilaso013 LA VEGA, 1966: 133.

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de predominio materno.Pero en los pueblosque asignanal hombreel pesode la explotaciónagrícola,auncuando

«al trabajo del campo acudíantodos los hombresy mujerespara ayu-darseunos a otros» ~,

se imponía el rápido avancehacia el sistemapatrilineal; porque lavinculación desdejóvenes a un grupo de trabajoque ademásconsti-tuía el propio ámbito familiar, e incluso la afectivaa unos terrenospropios tanto como comunales, desembocaríaen oposición a rompertales vínculospor el evento del matrimonio o a renunciaral fruto delpropio esfuerzo,y su posterior disfrute por los propios hijos, en vir-tud de un sistemahereditario no patrilineal. Así, o incluso aun nosiendoasí, la constanciade las motivacionesfundamentalesen el hom-bre primitivo y en el de nuestrosdías hubo de determinarel aboca-miento de la estructuramatrilineal asu modalidadpatrilocal, y luegola aparicióndel sistemapatrilineal, en conexión incuestionablecon eldesarrollode un vínculo territorial progresivamenteasumidocomoleyde supervivenciapor el grupo de parentesco.

Tales consideraciones,al racionalizarel proceso evolutivo que apartir de una estructuramatrilineal desembocaen la patrilineal, a lavez nos proporcionanunaconfirmaciónde la tesisque afirma la exis-tencia de restos matrilinealesen el sistemade parentescoquechua,lamás débil y necesitadade apoyosentrelas quesoportannuestrapre-cedenteestructuración.Porqueel elementopatrilineal del sistemanoes cuestionable,como no lo sonni su carácterclasificatorio, ni la pre-senciaen él de rasgosdescriptivossignificativamentesobrepuestos,niel papel decisivo del «caca’>y de la «ypa’> en la segmentaciónde losgrupos de parentesco,ni la dispar, aun cuandoparalela,posición deestos dos elementosclaves en el sistema,ni el decisivo alcanceque

ha de reconocersea la diversanomenclaturautilizada por el ego-varóny por el ego-mujer.

Otros hechoshay cuya importanciaes segura,pero cuyo sentidoresulta hoy ambiguo y deberá esclarecersemediante investigaciones

futuras: los usosde «runamasi»y de «mittansanam’>;el peculiarvíncu-lo de hermandadqueune cadageneracióna los ascendientesy descen-dientescolateralesdistanciadospor dos generacionesinterpuestas,asícomo la posibilidadde queun ego-varónse incorporeo bien a los tresascendienteso bien a los tres descendientes—por línea directa pa~terna—, constituyendoasí grupos de «hermanos»;la dudosaexisten-cia de «secciones»y su número; el auténtico alcancede las prohibi-

‘~ lbidem.

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cionesmatrimoniales y más en particular el de su posibledisparsitua-ción en el ámbito del patrilinaje y en el del matrilinaje. El modelode sistema propuesto por Lounsbury tiene el mérito de aprovecharestos datos, pero el inconvenientede incorporar a los hechos unainterpretación, no indiscutible al menosen algunospuntos.

Precisemosahora,al culminar nuestroestudio, la raíz de que sur~gen bastantesde las interpretacionesdiscutiblesque hemos señaladoen esteautor y también en Cunow, la raíz de que surgenalgunosdelos más peligrososriesgosa evitar cuandose estudiaun sistemade pa-rentescoclasificatorio; tal es el afánde racionalizarlodesconsiderada-mente hasta el punto de destruir esesu carácteral dar de sus cate-gorias o usos clasificatorios una explicación puramentebiológica, obien ignorarlo a la hora de hacer inferenciassobre gradosde paren-tesco.Y otro peligro radicaen la propensióna considerarcomo trans-mitida por línea de filiación toda categoría o calificación aplicableamiembros de varias generacionessucesivas.Contra estos riesgos he-mos intentado precavernosen nuestro estudio. Las interpretacionespersonalesque hemospropuestode los usos del «yaya’>, «caca”,«ypa»estánen esta dirección, aun cuandose apoyenademásen otros indi-cios. Y la también personal hipótesis del pluralismo perspecttvista,tan fecunda,que por otra parteno pretendemosproponerdogmática-mente o como logro definitivo, sino críticamente,como instrumentoútil para abrir posibilidades,demostrandono haber de considerarsecomo necesarias—por únicas—ciertasinterpretacionesde los hechoscon quea vecesse intentasuplantara los hechosmismos.

Por otra parte,no deberádesatendersela distinción entreel nivelpersonal y el categorial * en el estudiode un sistemade parentescoclasificatorio. Nos hemosinstaladodesdeun principio en el personalpor más convenienteparanuestrosfines y no intentaremosya en esteestudio elevarnos al categorial, tampooc asumido con pureza porLounsbury; en él, sin embargo,vislumbramosque el modelo de esteautorencajaría,si no como tal modelo,sí comoun casóeventualmenteposible.

La aberturaa nuevasinvestigacionessin dudaes logro mínimo deesteestudioen el tema precisodel parentescoinca; pero para el ulte-rior fin, que lo inspiró, de inferir algunasaplicacionesútilesen el temade los ayllus antiguos,el precedenteestudio resultafecundoen logros,cuyo detalleaquíno cabe.Pensemos,de todosmodos,que no es inútilla investigaciónque al menospuedeorientar y empujar a la investi-gación futura.

* Ver apéndice,U.

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APÉNificE

Las observacionesy sugerenciasque generosamenteme hancomu-nicado por escrito don Rafael Díaz Maderueloy don Carlos Caravan-tes García, profesoresdel Departamentode Antropologíade Américaen la Facultadde Geografíae Historia de la UniversidadCompluten-se,no hanpodido serrecogidasy atendidasíntegramenteen el cuerpodel artículo. A pie de página, introducidascon asterisco,figuran algu-nas. Las más deseoasumiríasy aprovecharlasa través de las acota-ciones,a la precedenteexposición,que recogemosen esteapéndice.

A) No se podría aceptarhoy la clasificación del parentescodeMorgan, notael señorCaravantes;en efecto, a su crítica se dedicanen este estudio algunas páginas.Pero cualquier investigaciónsobreel parentescoinca, todavía hoy, ha de partir inevitablementede lasaportacioneshechaspor Cunow, fundamentalesy másnumerosasquelas de cualquierotro tratadistadel temahastanuestrosdías; y si Cu-now vierte los resultadosde su investigaciónen los moldes recibidosde Morgan, ligeramentemodificados,no hay más remedioqueasumirla referenciaa Morgan, aunquesólo sea paracomprendera Cunow.Sin duda no cabe incluir entre lo caduco de la obra de Morgan yCunow su interéspor la terminologíadel parentesco,cuya fecundidadse incrementacuandose la estudiaen profundidad,tratandode cap-tar a través de ella cómo cadapueblovive el hechodel parentesco.Niha caducadoel interés por el parentescoclasificatorio,aun cuandoselo reinterpretedesdeotrasperspectivasy se lo matice condistincionesy otras denominaciones,asumidastambién por este estudio en elmomentooportuno.

B) Lo claramentecaducoson,sin duda,los esquemasevolutivosenque se intentó verter diacrónicamentelos diversos sistemasparenta-les. No se extiendenuestrainvestigacióna tales cuestionesde oríge-nes, cuyo tratamientono puedehacersesin tenermás datos del pasa-do; pero recogemoslas indicacionesatañentesque hallamosen losautoresutilizados o que habríande hacersede acuerdocon sus su-puestos,porque puedensernos útiles cuando,desde consideracionesatentasademása otros aspectosdel ayllu, hayamosde preguntarnospor su antigUedady origenes en otros capítulosdel estudio a él de-dicado, del cual —según advertimos—éste forma parte. Que, auncuandono necesariamente,«la doblefiliación casisiempresurge cuan-do un sistemade filiación matrilinealpasaa serde residenciapatrilo-cal’> —el subrayadoes nuestro—,lo exponebienFox en PP. 167 s., 125,de su obra citada.

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C) La contenciónconvenienteen cuanto a las cuestionesde orí-genesy evolución,se avendríamal con el intento de sustituir el esque-ma evolutivo de Morgan-Cunowpor otros. ¿Hay en la más complejaevolución de la realidad social, consideradaintegralmentey no sóloen cuantoa sus estructurasparentales,un pasode la organizaciónba-sadaen el parentescoa otra basadaen los roles? La respuestades-borda las posibilidadesy exigenciasde esteestudio.Digamos, no obs-tante, que la importanciadel ayllu —cuya urdimbre no puedeigno-rarse que estabaconstituida por la estructuraparental— en el Ta-huantinsuyupareceprobarqueen el ámbito consideradola organiza-ción basadaen el parentescoera todavía tan decisiva que incluso laadministrativase insertabay parcialmentese ceñía a ella. Si de roleshemosde hablar, los atañantesanuestroestudioson los queconotraterminologíahemosaludido al fijar el estatuto del caca y algún otro;en conexióncon ello estaríatambiénel posibleestudiodel parentescocomo un conjuntode derechosy deberesencarnadosen determinadasfiguras del sistema parental,métodoválido pero, ni más queel aquíadoptado,ni utilizable en el ámbito andino sin trabajosprevios queestánpor hacer,pesea cuanto se sabesobrela «vida cotidiana»y lasinstitucionesincas.

D) Punto decisivo para fijar el sistemade parentescoinca es laprecisión de si acogerasgosde caráctermatrilineal. Si ante la ambi-gtiedad de los datos interpretadoscomo tales por diversos autoresrecurrimos a tomar en consideración«su abundancia>’o elevadonú-mero, convienerepararbien en el procesoy carácterdel argumento.No es la mera cantidadde datos ambiguoslo que nos debeinclinara superarsu ambigiledadatribuyéndolesun determinadosentido,sinola convergenciade todosen tal precisosentido.«La cantidad de indi-cios no pruebauna diferenciacualitativa’>, como advierte Carlos Ca-ravantes;pero la concordanciade muchosen apuntarhacia un mismosentidonos inclinará razonablementea asumir éste,al menoscomomuy probable.Y a sólo unaprobabilidadde esteprecisosigno cabellegar, respectoa la existenciade incrustacionesmatrilinealesen lafamilia inca, por la vía en que avanzó nuestra investigaciónen suprimera parte.Otra serála que en la parte siguientepondráen nues<trasmanoslos datosconvincentesa quealudimosen estepasaje.

E) Con más razónparecerácuestionablelo que se dice, respectoal carácterno necesariani exclusivamentebiológico, en variospuntosde este trabajo.Desdevariadasperspectivashan subrayado,en efecto,diversosautoreslas implicacionessocioculturales.Lo chocantede lasexpresionesen que desembocamosa partir de tal apreciación,acogi-da a la autoridad de Beattie, pretendeser sólo una llamadade aten-

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ción hacia lo endeblede la basesobreque se alzan algunasideasmuydivulgadasen materiade parentesco.Desdeotraperspectiva,y refirién-dose a otra categoríaparental—el conceptode «primos cruzados»—,Fox apuntala misma cautelaen el siguientetexto:

«Algo que ha desconcertadoa los antropólogoses la terminología delparentesco...Se suponeque éstadescribeefectivasrelacionesgenealó-gicas. Hay un conceptoque se ha traducidocomo ‘hija del hermanodela madre/hija de la hermanadel padre’. De hecho, este conceptonoimplica una descripciónde relación genealógica,sino que cubre la ca-tegoríade ‘mujeres casaderas’;es un concepto‘clasificatorio’. Natural-mente,la categoríacomprendesus DZF/DBM reales,pero también in-cluye a todaslas demásconsortespotenciales;asf, si el ego de A’ tienesu madreen nl, entoncessus ‘primas cruzadas’clasificatoriasseránlashijas de todos los varones de B’ de la mismageneraciónque su ma-dre, esto es, de todos los ‘hermanosdel clan’ de su madre»~

F) No deja de tener algunarelación con lo anterior la interpre-tación que damosdel uso clasificatorio de «yaya’> y «mama’>. Lo con-trovertible de los párrafosen que la introducimosno anula la posibi-lidad de ensayaren el temadel parentescosolucionesdistintasa lasque,de unau otra forma> tienenen su basela familia punalúau otrasinterpretacionespuramentebiológicas de las denominacionesparen-tales. La que proponemospretende,ante todo, prescindiendode suacierto, abrir esa posibilidad y destacarasí el caráctermeramentehipotético de las otras; ningunapuedehoy —creo— pretenderimpo-nersecomo necesaria,ni es tan sólida quesuperela fiabilidad de unamás o menos aceptablehipótesis.

G) La actitud, igualmentecrítica, que adoptamosrespectoal mo-delo propuestopor Lounsbury,en modo alguno desconocesus méri-tos. Si en concretocriticamos la interpretaciónqueeste autor da delos datos alegados,no es porquesea en ningún punto incongruentecon las exigenciasdel sistemaapinayé.«Todo ello no estáen desacuer-do con el modelo apinayé’>,nos confirma RafaelDíaz Maderuelo.Perolo cuestionablees ante todo si en los casosalegadosno se suplantanlos hechospor una interpretación de ellos; en segundolugar, si aundentro del ámbito apinayéel modelo de Lounsburypuedepresentarsecomo excluyentede otros; incluso, finalmente,si al carácterapinayéen el casoquechuano subyacendirectricesmásprofundasque lo ex-plican y a la vez lo limitan.

H) Los brevesapuntesen estetrabajoa laresidenciay los factoresdepresión ecológicosy la simbologíade la tierra —apenasaludida—,

¡07 Fox, 1979: 173.

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todo ello en relación con los límites demográficosdel ayllu, pruebansu interés para el tema del parentesco,como bien nos subrayaDíazMaderuelo; pero el tratamientoamplio de tales factores, por poner-nos en contactocon las concepcionesdel ayllu en queel vinculo delparentescose consideramenosdecisivo queotros de diversanatura-leza, se harámás convenientementeen los capítulosdedicadosa esasconcepciones.Precisamenteuno de los logros tal vez más estimablesde estaspáginas,pesea ser sólo negativo,es habercomprobadoqueel vínculo parentalno bastaparaexplicar la estructurade los ayllus;retomandoen estaslineas finales la referenciaa Cuno~v con que lasiniciamos, nos atrevemosa decir que no cabeidentificar —al menosformalmente— los ayllus con las «comunidadesgentilicias de losincas’>.

1) Mas todavía se ha de añadiralguna aclaracióna la breve re-ferencia que se hace en las lineas finales a la distinción entre losdos niveles—el personal y el categorial—en quepuedesituarseel es-tudio de un sistema de parentesco.Estosdos niveles o perspectivasestánpresupuestosy aludidos por Fox cuando,por ejemplo,nos invi-ta a mirar el diagramade los «primos cruzados’>en la familia Karierabajo dosdiversasconsideracionesde los símbolos:

«Volviendo a mirar el diagramay considerandoa los símbolos comoindividuos en lugar de <varonesde A’, ‘hembras de B’, etc...

Por mi partepretendoque se debeavanzarun poco más,y consideraresasdos perspectivasno sólo como dosmanerasde interpretarun mis-mo e idéntico esquema,sino como dos dimensionesa estudiaren lossistemasde parentescoclasificatorio,quenos llevarána esquemasdis-tintos pero complementarios;no superponibles,pero si integrablesjerárquicamente,porqueel nivel personal subyaceal categorial,acasocomo una de las posibles determinacionesdesarrollablea su vez enuna multiplicidad de casos.Y justamenteporque cada una de esasperspectivasnos permite observarestratosdel sistemade parentescosituados a diversosniveles de profundidad,seráposible que —comoya advertimos—lo que en uno es permisivo puedainsertarseen nor-mas preceptivasdel otro nivel más profundo.

La «profundidad» hace referencia,o bien al grado de racionali-zación alcanzadopor cadateoría,o bien al de la concienciasocial conqueun pueblo vive la peculiaridadde su sistemade parentesco.Estoúltimo permiteque a suvez la asunciónen sistemade las apuntadasperspectivaspueda integrar o asumir conjuntamente,sin contradic-

‘0~ Fox, 1979: 111.

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ción, las visiones diversasde una misma estructuraparentalobtenidacon métodosdistintos; cadaunocalaráhastaestratossituadostambiéna diversos niveles de profundidad, no necesariamenteidentificablescon los queantes distinguíamos,pero sí integrablesen ellos. Vislum-bro unacuriosaconexión entre el pluralismo perspectivistaantes in-troducido, estructuranteen la terminologíaparentaldel sistemaque-chua,y este pluralismo metodológico—más queconveniente,necesa-rio— en su investigación; precisarlay aquilatar sus consecuenciasesmotivo de mis reflexionesal poner punto final a esteestudio.

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